Jesus going to Jerusalem to die

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Lucas 13-31-35 – Sermón – Iglesia Vida Eterna, 28 de abril, 2013
Hermanos y amigos,
En 2011, un terremoto de magnitud 9.03 pasó en Japón, bajo el mar,
70 kilómetros de la costa. Era el terremoto el peor de todos los
tiempos para Japón. Poco después, un tsunami con olas hasta una
altura de 40 metros barrió la costa. Pero todavía había más por
venir. En la central nuclear de Fukushima, el terremoto primero
derribó la luz de los reactores, e inmediatamente después, el tsunami
atravesó la muralla protectora y derribó el sistema de apoyo de
generadores. Sin luz ni agua, los reactores empezaron a
recalentarse. Ustedes saben lo que pasó. Tres de los seis reactores
pasaron por la fusión accidental completa. Había dos explosiones
grandes de hidrógeno también, emitiendo muchos gases radioactivos
en el aire. En la historia del hombre, ese desastre era el número dos
en cuanto a desastres nucleares.
Repasamos toda esta historia por un propósito – para ver las
diferentes respuestas de los trabajadores de esa central nuclear. La
mayoría de ellos huyeron, dejando todo por salvar sus vidas – y con
razón. Pero no todos. Al inicio, se quedaron cincuenta trabajadores
quienes lucharon para restaurar el control de los reactores. Los
medios de comunicación les llamaron los Fukushima Cincuenta. En
los siguientes días después del terremoto, otros seiscientos
trabajadores se unieron con ellos – todos trabajando para contener
los reactores. Unos se quedaron por razón de dinero extra. Otros
por presión de sus patrones. Pero unos se quedaron por razones
más nobles. Ellos dijeron mucho después que sólo estaban
haciendo su trabajo, pero de hecho eran héroes. Sabían lo que iba a
pasar con sus cuerpos; sabían los malos efectos de la radiación. Sin
embargo, no había otra opción: ese desastre había pasado, y si ellos
no trabajaban, el desastre hubiera sido muchísimo peor. La única
manera para contener la radiación era que ellos amortiguaran una
dosis fuerte. Sin duda, eran héroes y mártires por su país y para
todo el mundo.
Les cuento esta historia porque nos ayuda bien en entender lo que
está pasando en nuestro pasaje. Es exactamente la misma cosa
aquí. Por supuesto, no hay nada de centrales nucleares aquí en el
texto. Sin embargo, Jesús sabía que la única manera para contener
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el pecado era que él amortiguara los efectos. Nuestro tema, que
vamos a ver, es lo siguiente: Era necesario que Jesús muriera,
pero ¡qué tragedia es! Una vez más, un resumen del pasaje: Era
necesario que Jesús muriera, pero ¡qué tragedia es!
1. vv. 31-32 – ¿Quién está en control?
2. v. 33 – La bendición de confiar en Dios.
3. v. 34-35 – La tragedia de rechazarlo.
1. vv. 31-32 – ¿Quién está en control?
El pasaje inicia por hablar sobre la advertencia de unos fariseos. Tal
vez nos parece un poco extraño que unos fariseos advirtieron a
Jesús. ¿No eran los fariseos los enemigos de Jesús? La respuesta
a esta pregunta es sí y no. Tenemos que recordar que en toda esta
sección, Jesús está construyendo su nueva comunidad de creyentes,
lo que en el futuro iba a ser la iglesia. En todos estos capítulos,
Jesús está haciendo advertencias fuertes, pero también invitaciones.
El domingo pasado hablamos sobre la puerta estrecha, que es
Jesús. Una puerta implica que unos ya habían pasado por esta
puerta, y otros no. Entonces, también entre los fariseos, había la
mayoría quienes rechazaron a Jesús, pero había unos quienes
creyeron y siguieron a Jesús. Y parece que estos fariseos de
nuestro capítulo estaban verdaderamente preocupados por Jesús.
Por eso, le advirtieron a Jesús. Dijeron, “Sal de aquí y vete a otro
lugar, porque Herodes quiere matarte.” Ese Herodes era tetrarca de
Galilea, es decir, el gobernante romano de toda esa región. Era un
hombre poderoso. No sabemos exactamente por qué quería matar a
Jesús, pero sabemos que era capaz de eso. Ese Herodes era la
misma persona quien había decapitado a Juan el Bautista, el profeta.
Ahora, quería hacer lo mismo con Jesús, tal vez porque no le
gustaba la predicación directa de Jesús. ¿Cómo respondería Jesús?
Jesús les contestó a los fariseos: —Vayan y díganle a ese zorro:
“Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la
gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” Parece que no
estaba Jesús muy asustado. Sin embargo, es un poco difícil al inicio
entender las palabras de Jesús aquí. ¿Un zorro? Y ¿por qué hace
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referencias a los demonios y las sanaciones? Pero cuando
indagamos un poco, no es tan difícil de entender.
Jesús comparó a Herodes con un zorro. Inmediatamente pensamos
en la película La Máscara de Zorro, una película la cual no he visto, y
me dicen que no todo allí es bueno. Pero en esta película el carácter
central, Don Diego de la Vega, entra y sale de la acción
apresuradamente, con habilidad y astucia, protegiendo a los
campesinos del enemigo. Se llama Zorro porque actúa como un
zorro – astuto y sagaz. Por emocionante que sea esta interpretación,
no es adecuada aquí.  De hecho, cuando Jesús llamó a Herodes
un zorro, estaba describiéndolo como un bicho que entra al gallinero
para matar, pero no tiene ningún derecho allí. Es describirlo como
un animal nocivo y dañino, pero cuando aparece el granjero, el zorro
corre a toda prisa con el rabo entre las patas.
Esa es la idea aquí de las palabras de Jesús. Cuando se describe a
sí mismo “expulsando demonios y sanando a la gente”, está diciendo
que Él, y no Herodes, está en control. Si Jesús tiene potestad para
expulsar a demonios, si tiene poder para sanar, entonces ¿quién es
Herodes? Nada más que un zorro sin poder real para dañar. Dijo
Jesús, “al tercer día terminaré lo que debo hacer.” ¿Quieres tomar
mi vida, Herodes? “Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por
mi propia voluntad.” En mi tiempo, en mi hora.
Vamos a decir un poco más después sobre esto, pero hay un buen
punto aquí que podemos aprender. En nuestras vidas, vemos a
veces amenazas, dificultades, insultos, o simplemente mofa – por
seguir a Cristo fielmente. Es difícil. No es como lo queremos.
Queremos la paz, con Dios y con los hombres, a veces tenemos que
pasar por tiempos casi de batalla si queremos servir a Dios. Que no
nos desanimemos. Aquí Jesús nos muestra como realmente es. Si
seguimos a Cristo, estamos a su lado, dentro de su reino, bajo su
protección. Y ¿quiénes son esos enemigos? Nada más que zorros,
furtivos y cobardes, que van a huir cuando aparezca el agricultor.
Pero hay mucho más aquí que sólo esto. Jesús nos muestra aquí
que Él sabía bien lo que había empezado. Dijo, “hoy y mañana
seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día
terminaré lo que debo hacer.” También versículo 33. “Tengo que
seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede
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ser que muera un profeta fuera de Jerusalén.” Es nuestro segundo
punto.
2. La bendición de confiar en Dios.
Jesús aquí dice que iba a terminar lo que debía hacer. Hoy y
mañana iba a seguir trabajando como normal, expulsando demonios
y sanando, pero el tercer día iba a cumplir su misión. Tenemos que
entender que cuando Jesús dijo, “Hoy y mañana”, estaba hablando
en una forma un poco idiomática o sea, proverbial. Es decir, estaba
diciendo que iba a estar con ellos por un poco de tiempo todavía,
pero el tercer día, es decir, en un día determinado en el futuro, iba a
cumplir su trabajo. Es un poco como aquí en México cuando
decimos, “Voy a estar contigo en un minuto.” No significa un minuto
exacto, pero en un ratito, unos minutos, voy a estar contigo.
Entonces, cuando Jesús dijo estas palabras, sabía bien a dónde iba.
Sabía bien su misión. Sabía bien cuando iba a morir, y en qué
manera iba a morir. Tan cierto era él, tan confiado era él en el
control absoluto de su Padre. Su trabajo todavía no estaba
terminado, y hasta este tiempo vino, nadie podía tocarlo.
Como un autor cristiano una vez dijo, hay algo aquí que exige
nuestra atención de todo cristiano verdadero. Hay un estado de
ánimo aquí en el cual hacemos bien en imitar. Sin duda, Jesús sabía
el futuro perfectamente. Sabía el tiempo de su muerte, y sabía bien
que este tiempo todavía no había llegado. No tenemos ese tipo de
conocimiento. Sin embargo, hay algo aquí para nosotros. Nosotros
debemos desear recibir la mente de Cristo.1 Debemos buscar un
espíritu tranquilo y firme sobre el porvenir. Dice Salmo 112:7 sobre
el justo, “No temerá recibir malas noticias; su corazón estará firme,
confiado en el SEÑOR.”
El sujeto es un poco delicado. Por un lado tenemos los musulmanes,
quienes actúan estoicamente en cada situación. Si viene un
desastre, si muere su familia, dirán, “la voluntad del Señor” – no
lloran, ¡porque el llorar es una pérdida de tiempo! Pero no. Dios nos
dio nuestras emociones y sentimientos por una razón. Eso sería
1
1a Cor. 2:16.
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fatalismo, y no la fe. No es la idea aquí... ¿No lloró Jesús sobre
Jerusalén en este mismo pasaje, versículos 34-35?
Sin embargo, después de que hayamos hecho todo, podemos
aprender algo. Debemos recordar que aunque el trabajo es nuestro,
los resultados vienen de Dios. Por lo tanto, debemos dejar todo el
porvenir en las manos de Dios. Tenemos que planear, pero al
mismo tiempo, debemos procurar no preocuparnos demasiado sobre
la salud, la familia, el dinero, los planes. Cultivar este estado de
mente añade mucha paz. ¡Cuántas preocupaciones tenemos que
nunca pasan! Bendito es el hombre que puede andar en los pasos
de Cristo y decir, “Voy a vivir en esta tierra hasta que mi trabajo esté
cumplido, y no un momento más. Voy a ser tomado cuando Dios
quiere tomarme, y no un minuto antes. Todos los poderes en el
mundo no pueden tomar mi vida, hasta que Dios lo permita. Todos
los médicos en el mundo no pueden preservar mi vida, cuando Dios
me llame.”
Los pasos de los creyentes están planeados por Dios. “Él les tiene
contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza.” “Dios dispone
todas las cosas para el bien de quienes lo aman.” Cuando estamos
afligidos, es por nuestro bien. Cuando estamos enfermos, es por
algún propósito sabio. Como las mujeres vieron ayer en su estudio,
no hay sorpresas para Dios, ni problemas, sino un plan bueno. No
hay nada como la suerte, la casualidad, ni el accidente en la vida de
un creyente. Así es la bendición de confiar en un Dios todopoderoso
y bueno.2
Entonces, ¿qué debemos hacer? Igual como Cristo, seguir
confiadamente haciendo el bien, haciendo nuestro trabajo, sirviendo
a nuestro Padre, confiando en Él. Un paso de fe tras otro. No parar,
no mirar atrás, sino seguir hacia adelante, confiando y obedeciendo.
Y Jesús, el Jesús que caminó hacia la cruz por nosotros, nos cogerá
de la mano, y nos guiará.
Este pasaje tiene mucho para animarnos: nuestros tiempos, los
tiempos de cada creyente, están en las manos de Dios. Pero
todavía hay algo más que tenemos que ver. Hemos hablado de la
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Los últimos cuatro párrafos vienen más o menos adaptados de J. C. Ryle, Luke Volume 2, Banner of
Truth. Eran tan buenos que pensé usarlos. Unos pensamientos son míos, pero la mayoría es de él.
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bendición de confiar en Dios, pero no es el único enfoque del texto.
De hecho, mucho del texto suena como un lamento de Jesús. Y así
es, como vamos a ver. Usamos antes el ejemplo de los trabajadores
en esta central nuclear. Sabían que tenían que entrar en los
reactores, pero sabían también lo que iba a pasar con ellos.
Podemos imaginar que lamentaban en sus mentes la situación. ¿Por
qué tenía que pasar así? ¡Qué precio tan alto! Y es exactamente lo
mismo en el texto. Es nuestro tercer punto:
3. v. 34-35 – La tragedia de rechazar a Dios.
Jesús empieza su lamento sobre Jerusalén en v. 34. Cuando lo
leemos, tenemos que recordar quien está hablando. Jesús es
verdaderamente hombre, pero también es verdaderamente Dios. Es
la segunda persona de la Trinidad, y siempre ha estado así, aún
antes de su nacimiento con María la virgen. Entonces, cuando dijo
estas palabras, estaba haciendo referencia no sólo a su vida aquí en
esta tierra, sino durante todos los siglos antes. Dijo lo siguiente:
»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los
que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como
reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!
Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abandonada. Y les
advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan:
“¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
Por siglos, Dios había enviado profetas a su pueblo, advirtiéndoles,
predicándoles, mostrándoles el camino de Dios. Mientras Jonás se
fue a Nínive de Iraq y toda la ciudad allí se arrepintió, el pueblo de
Israel casi no lo hizo. En cambio, se taparon los oídos, les llamaron
a los profetas blasfemos, y los apedrearon. Dentro de esta lista
estaba Zacarías muerto por el rey Joás,3 Urías bajo el rey Joacim,4
Isaías bajo el rey Manasés,5 también trataron de matar al profeta
Jeremías bajo el rey Sedequías.6 Muchísimas veces pasó esto. Y
aquí Jesús, el Dios verdadero viviendo dentro su pueblo, lamenta su
dureza de corazón. “Jerusalén, Jerusalén, ¡que matas a los
profetas y apedreas a los que se te envían!” Realmente era una
3
2o Cron. 24:22
Jer. 26.23
5
No lo dice en la biblia, sino en el Talmud de Jerusalén y Babilonia.
6
Jer. 38:6.
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8
tragedia. La ciudad de Dios no quería a su Dios. La ciudad
favorecida rechazaba a la Persona quien quería lo mejor para ellos.
Era una tragedia.
Pero no sólo allí con Jerusalén – sigue lo mismo hoy en día.
Realmente es una tragedia cuando un hombre, por amor a la botella,
destruye a su familia y a sí mismo. Es una tragedia cuando una
mujer, para atraer atención, usa su belleza dada por Dios para tratar
de seducir a los hombres casados. Es una tragedia, cuando en lugar
de paz, hay enojo, insultos, envidia. Es una tragedia para todos,
para esa persona, para la familia, y para el Dios que la creó en el
inicio. ¿No es lo que dice Jesús aquí? “¡Jerusalén, Jerusalén!”
¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus
pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!
Lo he dicho muchas veces antes, pero es bueno escucharlo otra vez.
¡Que no tomemos nuestro pecado a la ligera! No es un asunto
pequeño. Daña, hiere, engaña, y su fin es la muerte. El mundo dice,
por ejemplo, que la pornografía es la mejor manera para disfrutar la
vida. Es equivocado. Te convertirá en un pedacito de carne sin
control, sin el poder de disfrutar los dones de Dios. Te convertirá en
un esclavo quien no puede salir, quien no puede pensar de otra
manera. No, les digo. ¿No es mucho más bonito disfrutar un regalo
después de esperar? ¿No es mucho más bonito un matrimonio en el
cual los dos se gozan juntos en harmonía, intimidad, y sacrificio? El
pecado es una tragedia. El camino de Dios es el camino bueno, de
la vida real.
Vemos aquí en este pasaje el lamento de Jesús sobre la dureza de
su pueblo. Pero también vemos su corazón misericordioso para los
pecadores. Él quiere que encontremos su abrigo. Quiere que
encontremos su sombra. Aquí en México naturalmente buscamos la
sombra. Nadie camina al lado de la calle con el sol salvo los gringos
quienes no saben mejor.  Caminar bajo la sombra es algo natural
y bueno. Y Dios quiere lo mismo por nosotros... que caminemos bajo
su sombra, es decir, dentro de su protección y dirección. Tiene un
corazón listo para perdonar, lento para la ira, grande en misericordia.
Pero tenemos que arrepentirnos para experimentarlo. Si
seguimos en el mero sol, seguimos en el calor ardiente, no en la
sombra refrescante de Dios. Salmo 91 dice lo siguiente, “El que
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habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del
Todopoderoso.” Y este es el deseo de Dios para nosotros – que
todos encontremos esta misma sombra. Aquí Jesús extiende los
brazos a una ciudad llena de maldad. ¡Cuántas veces quise reunir a
tus hijos, pero no quisiste!
Aquí en este pasaje tenemos dos cosas pegadas. Tenemos primero
la soberanía de Dios, porque Jesús sabía que iba rumbo a Jerusalén,
rumbo a su muerte – y todo esto por causa del determinado
propósito y el previo conocimiento de Dios. 7 No había otra manera
de salvar a su pueblo. Pero también en este pasaje tenemos la
responsabilidad humana. Jerusalén escogió rechazar a Dios.
Jerusalén escogió rechazar a Jesús. No fue la culpa de Dios, sino
de ellos. Dios es el que llama y salva, pero el hombre es el que
rechaza y es condenado. Que aprendamos una cosa bien de este
pasaje – que si nosotros morimos en nuestros pecados y vamos al
infierno, que nuestra sangre será sobre nuestras propias cabezas.
No podemos culpar de ninguna manera a Dios. Las promesas del
Evangelio son anchas y para todos. La buena disposición de Cristo
para salvar a pecadores es declarado de modo inconfundible. Las
palabras de Cristo serán para nuestra condenación: “ustedes no
quieren venir a mí para tener esa vida.” Juan 5:40. Él quería ver la
salvación de esta ciudad, pero ella no quiso.
Hay un misterio aquí que nunca vamos a entender cien por ciento
por este lado del paraíso. (1) Era la voluntad del Padre entregar a
Su Hijo a la muerte; (2) sin el rechazo de su pueblo Jesús nunca
moriría en una cruz; y (3) sin embargo, Jesús lamenta ese mismo
rechazo. No entendemos completamente como funciona. En medio
de todo eso, ¿qué tenemos que hacer? En cuanto a nosotros,
tenemos que hacer lo mismo como Jesús hizo aquí – lamentar el
pecado. Lamentar la tragedia que es nuestro pecado. Pero no sólo
eso, tenemos que buscar sus manos abiertas, y tenemos que acudir
a su abrigo.
Jesús nos puede salvar. Aquí en este pasaje, hay también muchas
noticias buenas. Jesús iba rumbo a la cruz. Se fue sabiendo que iba
a ser rechazado. Rechazado no sólo por su pueblo, sino también por
su Padre en el cielo. Pero sabía que era la única manera de
7
Hechos 2:23.
10
salvarnos. Reparó en el coste de salvarnos, y escogió hacerlo.
Aguantó hasta el final, y lo hizo por nosotros. Entonces que nos
demos cuenta del gran precio que pagó, y que busquemos su
sombra y su protección. Cuando vivimos bajo su sombra, nuestros
tiempos están en sus manos, y no tenemos que temer nada. Salmo
121 dice lo siguiente, “El SEÑOR es quien te cuida, el SEÑOR es tu
sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de
noche. El SEÑOR te protegerá; de todo mal protegerá tu vida.
El SEÑOR te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para
siempre.” Esa sombra es nuestra en Cristo. ¡Qué bendición es
confiar en Él! AMÉN.
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