textoBASE16368 - Asamblea Legislativa

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ASAMBLEA LEGISLATIVA DE LA
REPÚBLICA DE COSTA RICA
PROYECTO DE LEY
ADICIÓN DE UN PÁRRAFO SEGUNDO AL ARTÍCULO 38 Y UN INCISO E)
AL ARTÍCULO 70 DEL CÓDIGO PROCESAL PENAL, LEY N.º 7594,
DE 10 DE ABRIL DE 1996 Y SUS REFORMAS. LEY PARA
FORTALECER EL DERECHO DE TODA PERSONA
A RECLAMAR LA REPARACIÓN DEL
DAÑO CAUSADO AL AMBIENTE
JOSÉ MERINO DEL RÍO
DIPUTADO
EXPEDIENTE N.º 16.368
DEPARTAMENTO DE SERVICIOS
PARLAMENTARIOS
PROYECTO DE LEY
ADICIÓN DE UN PÁRRAFO SEGUNDO AL ARTÍCULO 38 Y UN INCISO E)
AL ARTÍCULO 70 DEL CÓDIGO PROCESAL PENAL, LEY N.º 7594,
DE 10 DE ABRIL DE 1996 Y SUS REFORMAS, LEY PARA
FORTALECER EL DERECHO DE TODA PERSONA
A RECLAMAR LA REPARACIÓN DEL
DAÑO CAUSADO AL AMBIENTE
Expediente N.º 16.368
ASAMBLEA LEGISLATIVA:
La presente iniciativa pretende fortalecer y hacer efectivo el derecho de los
y las habitantes de la República a exigir la reparación de los daños ocasionados
por delitos cometidos contra el ambiente, de conformidad con el principio
establecido en el párrafo segundo del artículo 50 de la Constitución Política.
De acuerdo con dicha norma constitucional: "Toda persona tiene derecho a
un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Por ello está legitimada para
denunciar los actos que infrinjan este derecho y para reclamar la reparación del
daño causado".
Este precepto ha sido desarrollado por la jurisprudencia de la Sala
Constitucional, la cual ha reconocido de manera consistente la amplia legitimación
procesal existente en Costa Rica para participar en asuntos relacionados con el
ambiente:
"Esta Sala, en sentencia número 3705-93, de las quince horas del
treinta de julio de mil novecientos noventa y tres señaló: "Tratándose de la
protección jurídica del ambiente, la legitimación de los particulares para
actuar judicialmente y lograr la aplicación de las normas que tienen esa
finalidad o bien, solicitar la tutela jurisdiccional para amparar sus derechos
violados, es de gran importancia. (...) Esta Sala en Sentencia Número
2233-93 al señalar que la preservación y protección del ambiente es un
derecho fundamental, da cabida a la legitimación para acudir a la vía de
amparo.
En el derecho ambiental, el presupuesto procesal de la legitimación
tiende a extenderse y ampliarse en una dimensión tal, que lleva
necesariamente al abandono del concepto tradicional, debiendo entender
que en términos generales, toda persona puede ser parte y que su
derecho no emana de títulos de propiedad, derechos o acciones concretas
que pudiera ejercer según las reglas por del derecho convencional, sino
que su actuación procesal responde a lo que los modernos tratadistas
denominan el interés difuso, mediante el cual la legitimación original del
interesado legítimo o aún del simple interesado, se difunde entre todos los
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miembros de una determinada categoría de personas que resultan así
igualmente afectadas por los actos ilegales que los vulneran. Tratándose
de la protección del ambiente, el interés típicamente difuso que legitima al
sujeto para accionar, se transforma, en virtud de su incorporación al
elenco de los derechos de la persona humana, convirtiéndose en un
verdadero "derecho reaccional”. que, como su nombre lo indica, lo que
hace es apoderar a su titular para "reaccionar" frente a la violación
originada en actos u omisiones ilegítimos. Es clara la sentencia transcrita
en el sentido de que entratándose de la protección al ambiente, la
legitimación se enmarca dentro de los llamados intereses difusos,
pudiendo entonces, cualquier persona, alegar infracciones de esta clase
de derechos” . (Voto N.º 132-99)
Concretamente, en relación con la naturaleza particular de los intereses
difusos también ha dicho la Sala:
"Ese concepto de "intereses difusos" tiene por objeto desarrollar una forma
de legitimación, que en los últimos tiempos ha constituido uno de los
principios tradicionales de la legitimación y que se ha venido abriendo
paso, especialmente en el ámbito del derecho administrativo, como último
ensanchamiento, novedoso pero necesario, para que esa fiscalización sea
cada vez más efectiva y eficaz. Los intereses difusos, aunque de difícil
definición y más difícil identificación, no pueden ser en nuestra Ley -como
ya lo ha dicho esta Sala- los intereses meramente colectivos; ni tan
difusos que su titularidad se confunda con la de la comunidad nacional
como un todo, ni tan concretos que frente a ellos resulten identificadas o
fácilmente identificables personas determinadas, o grupos personalizados,
cuya legitimación derivaria, no de los intereses difusos, sino de los
corporativos o que atañen a una comunidad en su conjunto. Se trata,
entonces, de intereses individuales, pero, a la vez, diluidos en conjuntos
más o menos extensos y amorfos de personas que comparten un interés
y, por ende, reciben un beneficio o un perjuicio, actual o potencial, más o
menos igual para todos, por lo que con acierto se dice que se trata de
intereses iguales de los conjuntos de personas que se encuentran en
determinadas situaciones y, a la vez, de cada una de ellas. Es decir, los
intereses difusos participan de una doble naturaleza, ya que son a la vez
colectivos –por ser comunes a una generalidad- e individuales, por lo que
pueden ser reclamados en tal carácter. Y precisamente ello es lo que
sucede en el presente caso, en el cual el recurrente, evidentemente, tiene
un interés individual en el tanto está siendo afectado por la contaminación
de que es objeto su comunidad, pero también existe un interés colectivo,
ya que la lesión también se produce a la colectividad como un todo. De
manera que, entratándose del Derecho al Ambiente, la legitimación
corresponde al ser humano como tal, pues la lesión a ese derecho
fundamental la sufre tanto la comunidad como el individuo en
particular". (Voto N.º 3705-93. El énfasis no es del original)
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Sin embargo, a pesar del notable progreso alcanzado por el país en esta
materia, existen disposiciones en nuestra legislación que no permiten la plena
realización del citado principio constitucional, en cuanto al derecho que le asiste a
toda persona para reclamar la reparación o indemnización de un daño ocasionado
al ambiente.
Este es el caso de las regulaciones contenidas en el Código Procesal Penal
(CPP), en relación con el ejercicio de la acción civil resarcitoria por delitos
cometidos en perjuicio de intereses colectivos o difusos.
Si bien el artículo 75 de dicho cuerpo normativo establece que cualquier
persona puede constituirse en querellante para ejercer la acción penal contra
personas que hayan cometido este tipo de ilícitos, el ejercicio de la acción civil
para exigir la reparación en el proceso penal del daño social que los mismos
producen, se encuentra restringido únicamente a la Procuraduría General de la
República. De acuerdo con el artículo 38 del CPP, es este órgano quién está
legitimado para ello.
A su vez, el numeral 70, que define quién será considerado como víctima
de un hecho punible, establece en su inciso e) que, en delitos que involucren la
afectación de intereses difusos o colectivos, tal condición la ostentarán las
asociaciones, fundaciones y otros entes, "siempre que el objeto de la agrupación
se vincule directamente con esos intereses". Es importante destacar, que esta
definición adquiere especial relevancia porque la víctima cuenta con una serie de
derechos para intervenir en el proceso, aún cuando no se haya constituido en
querellante. Dentro de estos derechos, destacan el de ser informada de las
resoluciones que finalicen el procedimiento y apelar la desestimación y el
sobreseimiento definitivo (artículo 71, CPP).
No se objeta que la Ley les brinde participación a las asociaciones que
promueven la defensa de intereses difusos, tampoco que la Procuraduría General
de la República, en su condición de Abogado del Estado, pueda intervenir para
reclamar el resarcimiento del daño social. Lo que se cuestiona es que, en el caso
de ilícitos que afectan o dañan el ambiente, no se contemple la participación de
cualquier otra persona interesada en ejercer la acción civil resarcitoria y los demás
derechos que se le confieren a la víctima.
Tal restricción, además de ser contraria a la letra y al espíritu del artículo 50
de la Constitución Política ("toda persona tiene derecho a...”), no contribuye a
garantizar la efectiva y oportuna reparación de los daños causados por estos
delitos.
Son de conocimiento público las limitaciones que enfrentan órganos como
la Procuraduría General de la República y el Ministerio Público, debido a la
saturación de trabajo y la carencia de recursos suficientes para hacer frente a
todas las demandas que se les presentan. De manera que, en la medida en que
se les niega a otras personas afectadas por un delito ambiental, la posibilidad de
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ejercer por su cuenta la acción civil, se está impidiendo que estas colaboren con el
Estado en exigir una pronta restauración del ambiente a los responsables.
Por tales motivos, se propone la adición de un párrafo segundo al artículo
38 y un nuevo inciso e) al numeral 70, ambos del Código Procesal Penal, con la
finalidad de permitir que cualquier persona sea tenida como víctima en los delitos
cometidos contra el ambiente y pueda ejercer la acción civil para la reparación del
daño dentro del proceso penal. Eso sí, dejando en claro que quién recurra a este
derecho no podrá pedir ni recibir nada para si en lo personal, salvo lo relativo a las
costas procesales. Cualquier indemnización que se obtenga como resultado de
una sentencia condenatoria, deberá ser destinada exclusivamente a la reparación
de los daños causados al ambiente.
En virtud de las consideraciones expuestas, someto a conocimiento de la
Asamblea Legislativa el siguiente proyecto de ley, para su estudio y aprobación
por parte de las señoras diputadas y los señores diputados.
LA ASAMBLEA LEGISLATIVA DE LA REPÚBLICA DE COSTA RICA
DECRETA:
ADICIÓN DE UN PÁRRAFO SEGUNDO AL ARTÍCULO 38 Y UN INCISO E)
AL ARTÍCULO 70 DEL CÓDIGO PROCESAL PENAL, LEY N.º 7594,
DE 10 DE ABRIL DE 1996 Y SUS REFORMAS, LEY PARA
FORTALECER EL DERECHO DE TODA PERSONA
A RECLAMAR LA REPARACIÓN DEL
DAÑO CAUSADO AL AMBIENTE
ARTÍCULO ÚNICO.Adiciónanse un párrafo segundo al artículo 38 y un
nuevo inciso e) al artículo 70 del Código Procesal Penal, Ley N.º 7594, de 10 de
abril de 1996 y sus reformas; que en adelante se leerán de la siguiente manera:
"Artículo 38.-
Acción civil por daño social
La acción civil podrá ser ejercida por la Procuraduría General de la
República, cuando se trate de hechos punibles que afecten intereses
colectivos o difusos.
En los delitos cometidos contra el ambiente, cualquier persona
también se encontrará legitimada para el ejercicio de la acción civil. En tal
caso, no podrá pedir ni recibir nada para si, salvo lo relativo a las costas
procesales."
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“Artículo 70.- Víctima
Se considerará víctima:
[...]
e)
A cualquier persona en el caso de los delitos cometidos en
perjuicio del ambiente.”
Rige a partir de su publicación.
José Merino del Río
DIPUTADO
18 de septiembre de 2006
NOTA:
Este proyecto pasó a estudio e informe de la Comisión
Permanente de Asuntos Jurídicos.
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