alegar su derecho á la corona de Escocia, como señor feiíaal á cuya

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INGLATEBRA.
alegar su derecho á la corona de Escocia, como señor 40,000 hombres, con los cuales atacó á los escoceses
feiíaal á cuya pretensión halló tenaz resistencia en el en Falkirk. Pero el ejercitó escocés tuvo una gran dispartido de Bruce, que era el mas popular, y en el que minución , por la deserción de Comyn, el noble mas
¡•e habían alistado todos los guerreros, y la mayor par- poderoso de Escocia, el cual, con una fuerte división
te de los barones. En seguida tomó posesión temporal que mandaba, se pasó á los ingleses. Wallace, cuyas
del reino, bajo el pretesto de refrenar la anarquia que fuerzas no pasaban de 30,000 hombres, fué derrotado
en efecto lo devoraba, y reuniendo á lodos los baro- con mucha pérdida, aunque logró hacer una retirada
nes y a ' o s ^ o s P r e t e n d ' e n t e s e n Norham propuso y ob- honrosa, empeñando incesantes combates con el enefuvo que sele reconociese señor feudal de Escocia, y migo, y durante la cual tuvo una entrevista con Bruaue el rey, cualquiera que fuese, se declarase su v a - ce, ante el cual se justificó cumplidamente de los cargallo. Por último, se apoderó de todo el territorio, in- gos que le habían suscitado sus enemigos. Continuó
clusos los castillos, menos el de Stirling, que se negó sosteniendo la campaña , y cubriéndose de gloria por
á entregar su valiente gobernador Gilberto Umfravi- su pericia militar, su valor y su patriotismo. A los poíle, y pronunció su fallo en favor de Baliol, en quien cos meses fué entregado traidoramente á Eduardo , el
halló mas docilidad que en su primo. Entretanto, los cual lo envió á Londres, donde fué decapitado como
escoceses, mal avenidos con el yugo estrangero, esta- traidor: acción infame que ha echado una mancha de,
ban dispuestos y se preparaban á sacudirlo. Los que ignominia en el nombre de aquel monarca. Su muerte
tenían bastante interés en la independencia de su país ocurrió mientras estaba preparando una nueva espedipara arriesgar la vida en su recobro, eran á la verdad dicion á Escocia, después de haber destruido 100,000
en pequeño número, comparados con los que, ó por de sus habitantes.
bajeza de ánimo, ó por falta de medios de resistencia,
Bruce murió pocos meses después de la batalla de
abrazaron el partido de Baliol y Eduardo. El astuto Falkirk, pero no sin haber inspirado á su hijo que estaba
inglés supo aprovechar estas circunstancias, arrancó prisionero, aunque suelto, en la corle de Inglaterra,
de Baliol una cesión de la corona, y le señaló una la gloriosa resolución de vindicar sus derechos y de
pensión, deteniendo su persona en Inglaterra, y todos restablecer la libertad de su nación. Pudo escaparse
los nobles y hombres influyentes de Escocia, de cuya de Londres y llegar á Escocia, donde después de haadhesión tenia la menor sospecha, fueron enviados á ber dado muerte con sus propias manos á Comyn en
Londres y sus cercanías y encerrados en fortalezas. castigo de su traición, fué coronado y aclamado rey,
Hecho esto, obligó á los escoceses á firmar una acta por la parle de la nación que no estaba en poder de
de entera sumisión y obediencia, y llevó a Inglaterra, las tropas inglesas: mas estas le dieron batalla, cauó destruyó todos los monumentos que testificaban sus sándole la pérdida de todas sus tropas. Bruce huyó á
antiguas glorias y su independencia, y entre ellos la las islas de Occidente, donde las increíbles miserias
famosa piedra profótica y fatídica, que todavía se con- que pasó con los pocos valientes que le acompañaron,
serva en la abadía de Westminster. Estos actos tiráni- solo pueden compararse al admirable valor y firmeza
cos despertaron en los ánimos el amor á la libertad y el con que él y los suyos hicieron frente á tantos informas vehemente deseo de recobrarla juntamente con el tunios. En esta ocasión se distinguió sobre todos el
honor de la nación. Eduardo, notando por todas par- célebre lord Douglas, cuyo nombre conservan con
tes disposiciones hostiles y señales de creciente des- veneración los escoceses. Aunque la muger y*las hijas
contento, procuró conciliar la opinión de los escoce- de Bruce estaban prisioneras en Inglaterra, donde sus
ses, poniéndolos en el mismo pie que sus subditos in- mejores amigos y dos de sus hermanos, fueron entregleses, y ofreciéndoles un proyecto de unión con In- gados al verdugo, él pudo á fuerza de perseverancia
glaterra, cuyos artículos eran casi los mismos que y de brio recobrar todo el territorio escocés, escepto
fueron siglos después sancionados. Los patriotas esco- el castillo de Stirling, aprovechándose de todos los
ceses rechazaron con desden aquella proposición, y descuidos é imprudencias que cometia á cada paso su
tomaron armas bajo del mando del intrépido Guiller- disipado enemigo Eduardo II, el cual había levantado
mo Watlace. Este gran caudillo hizo inmortales proe- un ejército aun mas formidable que el de su padre,
zas en favor de la causa nacional. No siendo, sin em- "para hacer la total conquista de Escocia. Bruce no tebargo , mas que un caballero privado, y creciendo de nia mas que 30,000 hombres; pero todos ellos eran
(lia en dia su popularidad , entraron en celos los no- veteranos y todos estaban ardiendo en patriotismo y
bles, y el mismo Roberto Bruce lo sospechó de aspirar en deseos de vengar la cansa de la independencia de
á la corona. Wallace derroto en Stirling el ejército del su país.
conde de Surry, virey de Eduardo, redujo varias
Eduardo, que en medio de sus defectos, no careciudades importantes, entre ellas Berwick y Roxburg,
y fué declarado, por los Estados generales del reino, cía de valor, llevó su poderoso ejército hacia Stirling,
lord protector de Escocia. Estos hechos acabaron de sitiado á la sazón por Bruce, y con gran acierto , fijó
exasperar tos ánimos de sus ému'os, los cuales hicie- su campamento cerca de Bannockburn. Los principaron diferentes tentativas para perderlo. Animado por les gefes del ejército inglés eran los duques de Gloestasdisensiones, Eduardo invadió otra vez la Esco- cester, Hereford y Pembroke , y sir Giles Argenten.
cia, á la cabeza del ejército mas numeroso y mejor Bruce tenia á sus órdenes á su hermano sir Eduardo,
disciplinado que se Babia visto jamás en Inglaterra, quien después de él, era considerado como el mas
(•omponíase de 80,000 hombres de infantería de lí- cumplido caballero de Escocia; á su sobrino Itandolíb,
?ej¡' "M00 de caballería, completamente armados, y conde de Murray, y al joven lord Walter, gran mai.UOO de infantería ligera, y una escuadra numerosa yorrao de la corte. El primer ataque de Jos ingleses
« • suficiente provisión de víveres para toda la* espe- fué tremendo, y se necesitaba todo el denuedo y toda
"cíoii. Estas fuerzas, con las que se le reunieron en la firmeza de Bruce y de sus tropas para resistirlo , v
^cocia formaban un cuerpo irresistible. Fué preciso, de tal modo lo hicieron, que obtuvieron una délas
* • embargo, dividirlo, y Eduardo se quedó con mas señaladas victorias que recuerdan los anales de
las naciones europeas. La ma yor pérdida de los ingle\ laye ilustrado.
TOMO H.
l!i
xx
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VIAGE ÍLUSTBADO
ses recayó en la parte mas escogida de sus tropas, que sucesivamente, en períodos de un mes cada uno F.|
fueron las que Eduardo condujo en persona contra el conde de Angus, que era vino de los nombrados no
cuerpo que mandaba el mismo Bruce. El ejército in- pudo sobrellevar la idea de dividir su poder con otros
glés quedó reducido á una bandada de fugitivos. Su Corrompió algunos de sus compañeros, pudo deshacampamento, que era inmensamente rico, y que con- cerse de otros,intimidó á los demás, y cuando espiró
tenía mas preparativos de triunfo que de campaña, ca- el mes de su servicio, conservó una autoridad , á la
yó en manos de los vencedores, y Eduardo fué per- que los otros regentes no osaron oponer resistencia
seguido por Douglas basta las puertas de Berwick, de Faltábale el afecto del rey, el cual á la edad de trece
donde se escapó en una lancha de pescadores.
años, lleno de actividad y de energía, llevaba á mni
En los primeros años del reinado de Bruce, la el yugo que le imponia aquel hombre ambicioso. En
forma del gobierno en Escocia era la misma que en muchas ocasiones no pudo disimular su indignación y
todos los reinos fundados en Europa después de la caí- su resentimiento: Angus, conociendo que no podia
da del imperio romano. El sistema feudal era la única ganar el corazón de su "pupilo , quiso apoderarse de su
constitución vigente; el poder real era el mas limita- persona , para lo cual lo rodeó de espías que seguian
do de todos cuantos contenia la máquina política ; los sus pasos y observaban sus acciones. Sin embargo,
nobles disponian de todas las fuerzas activas de la so- Jacobo burló su vigilancia, y escapándose de Fakland,
ciedad, y este principio es!aba tan arraigado en las donde residia, buscó un asilo en el castillo de Stircostumbres escocesas, que vamos á verlo dominar en ling, donde mandaba la reina viuda su madre. Muy
toda la historia de aquel país, hasta su final incorpo- en breve se congregaron alli todos los nobles del reiración con Inglaterra. Por muerte de Roberto, su hijo no, los unos por odio al regente , los otros por fideliDavid II, menor de edad, ocupó el trono. Eduardo dad al monarca. En el parlamento que se congregó,
Baliol, ayudado por los ingleses y por algunos baro- poco tiempo después de estos sucesos, Angus y sus
nes escoceses descontentos, renovó las pretensiones de cómplices fueron declarados traidores y condenados á
su familia, invadió el pais, se apoderó del trono, y muerte. El huyó á Inglaterra, donde pasó el reslo de
•
David, refugiado en Francia, obtuvo allí bastantes sus dias.
auxilios para arrojar al usurpador y recobrar sus legíJacobo , aunque dolado de grandes cualidades,
timos derechos. Los reinados de Jacobo I , Jacobo II, carecía de instrucción y de esperiencia, de cuya ciry lodos los que precedieron á Jacobo IV, no ofrecen cunstancia se aprovecharon los nobles para apoderarmas que una serie deplorable de regencias turbulen- se de la política y de la administración, y reducir la
tas, luchas encarnizadas eutre los nobles, desórdenes autoridad real á la nulidad y á la impotencia. Para
de todas c'ases en las provincias, guerras crueles, emanciparse de esta nueva tiranía , se dirigió al clero,
treguas inútiles y paces efímeras con Inglaterra, y es que poseía grandes riquezas y tenia numerosa clientefuerzos muchas veces inútiles de los reyes de Escocia, la en las clases medías é inferiores. De acuerdo con
para romper el yugo que les imponia una nobleza tan algunos prelados distinguidos por su saber y adhesión
poderosa como insolente, y tan ambiciosa como cor- á la corona y á la familia real, lo primero que hizo
rompida. Jacobo IV era valiente, generoso, amigo de fué reparar las fortificaciones de Edimburgo , Slirling
la magnificencia , aficionado á la guerra v ansioso de y otras plazas, depositando en ellas grandes acopios
adquirir'nombradía. Bajo su reinado, se disiparon lo- de víveres y municiones, y empezó á tratar á los bados los sintomas de la antigua enemistad entre el rey rones con frialdad y reserva. Dio á los eclesiásticos de
y la aristocracia; no tuvo envidia á la nobleza, por- su confianza algunos cargos públicos, que hasta enque creyó que contribuía al decoro y ornamento de su tonces habian estado vinculados en la aristocracia, y
corte , no temió su poder, por considerarlo como ne- para el manejo de los negocios públicos nombró, á percesario á la seguridad del reino. A esta confianza res- sonas de clase inferior, depositarlas de sus secretas inpondieron los nobles con su adhesión y su fidelidad. tenciones. Todos estos nombramientos se hicieron con
En la guerra que sostuvo con los ingleses, esperimen- mucha prudencia y tacto. Desde entonces desarrolló
tó las buenas consecuencias de su generosa confianza.] sus miras hostiles contra los nobles-. Muchos de ellos
En la batalla de Flowden , empeñada por Jacobo con fueron desterrados, otros condenados á muerte por
reprensible temeridad , los nobles quisieron mas bien delitos comunes. Elfos disimulaban su resentimiento y
morir con las armasen la mano que abandonar la per- aguardaban una ocasión de vengarse. No tardó en
sona del rey. En el campo de batalla quedaron muer- proporcionársela una imprudencia del rey.
tos; en torno del espirante monarca, doce condes,
Enrique VIII de Inglaterra acababa de emancipartrece lores, cinco primogénitos de familias ilustres y se de la autoridad del papa y de apoderarse de los
un número incriblc de barones. Todo el cuerpo de la bienes eclesiásticos. El descontento que produjeron esnobleza se resintió, por espacio de largo tiempo, de tas medidas le inspiraron temores de que alguna potan considerable merma, y si hubiera subido al trono tencia continental invadiese su reino. Sabia que el paun príncipe mayor de edad, ninguna ocasión mas pa y el emperador solicitaban la amistad del rey de
oportuna podia ofrecerse de postn.r para siempre un Escocia . y le importaba frustrar estas negociaciones.
cuerpo que poseia la mayor parle del territorio y todo Con este objeto envió embajadores á Jacobo, propoel influjo del pais. Pero Jacobo V no tenia mas que un niéndole una entrevista en York, que el monarca esaño cuando sucedió á su padre, y el regente, duque cocés no vaciló en aceptar. Pero el clero temía una
de Albania, nacido y criado en Francia , y poco ins- unión , que podria ser funesta á la iglesia , porque ya
truido en las peculiaridades del pais que gobernaba, se sabia que el rey cismático habia procurado inspirar
adoptó con respecto á los nobles un sistema de opre- á Jacob/) sus ideas, v para evitarla , ofreció al rey un
sión y hostilidad, que no podia menos de dar lugar á donativo anual de SO,000 escudos, le prometió toda
nuevas disensiones. El regente no pudo sostener la lu- especie de socorros, dado que Enrique le moviese
cha; los nobles lo despojaron de la regencia y nom- guerra , v lo deslumhró con las riquezas inmensas que
braron ocho personas distinguidas que la ejercerian sacaría de la confiscación de los bienes de los que
1NGLATERRA.
fuesen declarados hereges. Jacobo, seducido por esta claró al cardenal enemigo de la patria, y obrando con
perspectiva, rompió el pacto que habia hecho con Eu- su natural inconsecuencia, tuvo á los pocos dias una
ruiue, el cual ya se hallaba en York aguardándolo. entrevista secreta con el cardenal, se dejó convencer
Ofendido por este desaire, declaróla guerra, y pene- por sus razones, y se declaró contra Enrique y en fatró con un ejército en el reino vecino. Jacobo tuvo vor de la política francesa, que era la que sostenía en
Escocia la causa de la reina y la del catolicismo. La
f|Ue acudir á los nobles para la defensa de sus estados.
Ellos se prestaron á armar sus vasallos: pero resuel- cuestión religiosa se agitaba entonces con mucho ardor;
tos á vengar después sus ofensas y conservar su pode- el protestantismo iba ganando terreno, y esta nueva
río. Por de pronto, los ministros, hombres hábiles y manzana de discordia complicaba los embarazos de la
esp'erimentados, lograron fruslar estos designios: pero situación. Hubo persecuciones y suplicios, y los prohabiéndose retirado los ingleses por falta de víveres, testantes, que habían contado con el favor de Arram,
v'habiendo querido Jacobo atacarlos en su propio ter- vieron con dolor que este se prestaba dócilmente á toritorio, los nobles se resistieron á ello, no solamente das las medidas de los católicos. Entretanto, el carcon obstinación, sino con desden y altanería. El rey, denal, después de haber obtenido todo lo que podía
exasperado con este insulto , disolvió el ejército y se satisfacer su ambieion, ejercía la autoridad de regente sin el título, y sin esponerse á la envidia que éste
retiró á lo interior del reino.
Los ministros, sin embargo, pudieron conseguir título podia inspirar. Nada tenia que temer del conde
de algunos barones que pusiesen sus vasallos á dispo- de Arram, que estaba despreciado por todos los parsición del rey, para emprender una invasión en In- tidos, y el único que podia inspirarle algunos recelos
glaterra. Jacobo no quiso conliar á ninguno de ellos el era el conde de Lennox, á quien habia hecho grandes
mando de estas tropas, y nombró general á sú favori- ofertas para atraerlo á su partido, y de quien desto Olivero de Sinclair' pero cuando este se presentó á pués no hizo caso. Este personage, emparentado con
tomar posesión de su cargo, hubo un estallido de fu- la familia real, no tardó en conocer que lejos de o b ror en las filas, de que resultó un motin general. tener el poder y las dignidades que se le habian proAprovecháronse de este desorden quinientos ingleses metido , el cardenal se habia servido de él para coni[ueestaban en l,ys inmediaciones, y cayeron sóbrelos ceder á otros aquellas ventajas. Exasperado al ver tanescoceses, en los cuales, el odio al rey, y el despre- ta perfidia, no pensó mas que en vengarse, y habiencio de su general, produjeron un efecto que no tiene do salido de la capital, se declaró abiertamente por
ejemplo en la historia. Ni el temor de la muerte, ni el los enemigos del cardenal, quienes lo recibieron con
amor á la libertad , pudieron reprimir á aquellos hom- los brazos abiertos, como un prosélito ilustre, capaz
bres. Mas de 10,000 hombres entregaron las armas; de dar la mayor consideración al partido que abrazaalgunos huyeron: los ingleses quedaron victoriosos, se. En efecto, burlando la vigilancia del cardenal,
sin haber cometido un acto de hostilidad, y todas las armó un ejército, marchó á Edimburgo , sorprendió
personas de distinción que se hallaban en el ejército, al cardenal y al regente, y habría acabado con ellos,
quedaron en manos del enemigo. El rey no pudo re- sino hubiese tenido la flaqueza de dar oidos á prosistir á esta desgracia. La melancolía y el despecho posiciones de convenio y transacion. Las negociaciominaron su constitución y pusieron término á su vida nes se prolongaban á propósito, y entretanto las huestes de Lennox, que servían á sus propias expenen diciembre de 1342.
sas, según la costumbre de los tiempos feudales, le
La reina María habia nacido pocos dias antes de abandonaron y se retiraron con sus respectivos señola muerte de su padre. El gobierno de una reina era res, de modo que, al cabo de pocos dias, Lennox,
cosa desconocida en PJseocia, á que se agregaba el que se habia hallado en actitud de imponer la ley, se
temor de una larga minoría, durante la cual, lo na- vio en la triste necesidad de recibirla. Hizo una setural era que creciesen los desórdenes, y las facciones gunda tentativa no menos desventurada que la pritomasen incremento. El cardenal Beatoun, que era el mera , y habría caído en manos de sus enemigos, si
primer ministro, y lo habia sido por espacio de mu- la proximidad de un cuerpo inglés no le hubiera dado
chos años, se apoderó de la regencia, en virtud de un tiempo de respirar. Enrique envió un ejército por mar
testamento del rey que él mismo habia forjado; perc y otro por tierra á Escocia. El primero se apoderó de
los nobles confirieron aquel cargo á Juan Hamilton, las ciudades de Leith y Edimburgo, les puso fuego, y
conde de Arram. Enrique VIII solicitó la mano deMa- se volvió á embarcar con un botin cuantioso Este aclo
ría para su hijo Eduardo, proyecto que sonrió á mu- de piratería acabó de afianzar la repugnancia de los
chos
nobles escoceses, deseosos de ver establecida er escoceses al proyectado matrimonio. Lennox huyó á
s
u pais la religión protestante: pero Enrique exigii Inglaterra, donde la Providencíale reservaba grandes
'pie se le entregase la persona de la augusta niña, y > destinos. La guerra continuó algún tiempo, y terminó
esta condición produjo en toda la nación un estallidc
de indignación. Hubo sobre esta cuestión muchas ne- con una paz entre Inglaterra, Escocia y Francia,
gociaciones
y muchas intrigas; por fin se convino er i . El cardenal fué asesinado en su propio castillo,
(e a
J j' á la reina en Escocia hasta la edad de diez años; por los partidarios de un noble llamado Leslie, á
«ando entretanto seis personas en rehenes á la Ingla- • quien habia tratado con desprecio, y este suceso consterra. El regente, con este convenio, perdió la con- • temó á los católicos y á los del partido francés. El
ijanza
de la nación , y el cardenal se puso á la cabez; i regente, aunque secretamente satisfecho de verse lie
,una reacción, que contaba en su favor con el in-• bre de su opresor, quiso perseguir á los asesinos del
fijo de las ideas religiosas y con el honor naciona I cardenal, los cuales se retrincheraron en su castillo.
em! ' i E1 P 1 1 6 1 *' 0 s e a m o l ¡ n o v cubrió de insultos a I El sitio duró largo tiempo, y terminó por una capituRajador de Inglaterra; muchos nobles, antiguo:; lacion, en virtud de la cual, el regente se obligaba á
emigos del cardenal, se adhirieron á su partido ^' obtener del papa la absolución de los reos. Enri^Proporcionarjo los medios de apoderarse de la reiy de su madre. El regente ratificó el tratado, de- - que TIII y Francisco I murieron á poca distancia de
- tiempo uno de otro. El duque de Sommerset, prolec-
VIAGE ILUSTRADO
34- 4.
tor de Inglaterra, invadió la Escocia, atacó y derrotó
el ejército mandado por Arram, y le mató mas de
10,000 hombres. No sacó, sin embargo, partido de esta
victoria, porque las conspiraciones que se fraguaban
contra él en Inglaterra, lo obligaron á acudir ala capital. Entonces fué cuando la Francia empezó á tomar
parte directa en los negocios de Escocia, porque María
de Guisa, madre de la reina Maria Esluardo, era francesa, y porque los nobles, después de la última derrota,
no veian mas medio de salvar el pais, que la alianza
con aquella nación, Para conseguirlo, ofrecieron la mano déla reina al delfín, hijo de Enrique II, rey de
Francia; se comprometieron á enviarla á París, á fin de
ser allí educada, y aceptadas estas ofertas por Enrique,
se obligó éste á defender el reino contra los ingleses,en prueba de lo cual envió un cuerpo de 6,000 honi-
Maria Estuario.
bres los mas aguerridos de su ejército. La escuadra que
habia desembarcado aquellas tropas en el puerto de
Leith, volvió á Francia, llevando á su bordo á María
Estuardo, do edad de seis años. Su llegada hizo cambiar de aspecto la política de aquel gobierno. Enrique
descuidó la guerra de Escocia, y solo pensó en echar
á los ingleses del Boloñesado. Inglaterra estaba dividida en facciones; reinaba gran odio contra el protector ; el duque de Warwick, que logró desposeerlo
de su influjo y hacerse dueño de los negocios, se inclinaba á la paz con Francia. Hízose en efecto con
condiciones nada favorables á la Gran Bretaña. Las
tropas francesas evacuaron la Escocia, con gran satisfacción de sus habitantes.
María de Guisa no podia sorporlar la idea de verse dominada por el regente, y aspiraba á gobernar
sola el reino durante la menor edad de su hija. A
fuerza de ofertas, intrigas y amenazas, logró que Arram hiciese dimisión de la regencia, aprovechándose
de la enfermedad del arzobispo de San Andrés , que
ejercía gran influjo en aquel personage. Pero restablecido el prelado, hizo que el conde revocase su dimisión, y María, disimulando su despecho, buscó#otro
medios de conseguir lo que deseaba. Para ello empezó por atraerse el partido protestante, que no tardó
en adherirse enteramente á tan eficaz protectora- la
mayor parte de la nobleza se sometió á su voluntadel rey de Francia la apoyaba con todo su influjo,' \
valiéndose de todos estos auxilios y de una declaración espresa de la reina, que ya habia cumplido doce
aflos, la astuta francesa logró que Arram abdicase la
regencia, y que recayese en ella este cargo importante. Entonces cambió enteramente de plan y de carácter, y se la víó abandonar la circunspección y la reserva con que siempre se habia conducido. Dio los
principales empleos á sus compatriotas, y escitó, por
este medio, una indignación general en el reino;, intentó muchas veces empeñar á la nación en la guerra
que hacian los franceses á España; proyectó una contribución territorial que fué desechada con indignación
por los nobles, y consiguió la decisión del matrimonio de su hija con el delfín de Francia. Este príncipe,
el rey su padre y la reina de Escocia firmaron los artículos de este convenio, que no era mas que un artificio grosero, bajo el cual se ocultaba un acto de perfidia; porque antes de aquella solemnidad la reina habia hecho cesión del reino de Escocía á la Francia, en
caso de morir ella sin sucesión. El casamiento se celebró con gran pompa, y los franceses, que hasta entonces habían disimulado sus miras, empezaron á descubrirlas de un modo harto ostensible. En el tratado
se habia convenido que el delfín lomaría el título de
rey de Escocia; los diputados escoceses no vieron en
este acto mas que un epíteto honorífico: pero la Francia quiso convertirlo en ventaja real, y pidió que el
título fuese reconocido públicamente; que se confiriese
al delfín la corona matrimonial, y que se reuuiesen en
su persona todos los derechos pertenecientes al marido de la reina. Según las leyes del pais, cuando un
hombre se casaba con una heredera, quedaba por toda su vida en posesión de los bienes, si sobrevivía á
su muger y á sus hijos: esto se llamaba la cortesía de
Escocia. Los diputados respondieron respetuosamente,
pero con dignidad, que la nación no consentiría jamás
en alterar el orden de la sucesión á la corona. Los
franceses no se desanimaron por esto, y sometieron
sus pretensiones al parlamento convocado en Edimburgo. La reina regenta tuvo la destreza de modificar
en apariencia la propuesta, añadiéndoles tales restricciones, que pudo seducir á la mayoría, y la corona
matrimonial fué otorgada al delfín.
Entretanto, por muerte de María, reina de Inglaterra, su hermana Isabel tomó posesión del trono, y
la religión protestante fué definitivamente establecida
y sancionada por las leyes. Esta circunstancia dio
bríos á los protestantes escoceses, que muy en breve
inundaron toda la parte baja del reino. Los católicos
los hostilizaban por lodos los medios posibles, y la
reina viuda, que hasta entonces les habia sido favorable, empezó á mudar de conducta, y cada dia parecía
mas inslinada á dejarlos en manos de sus enemigos.
Esta mudanza de sistema provenia de las pretensiones de María Estuardo á la corona de Inglaterra, y
para sostenerlas en daño de Isabel, la Francia creyó
conveniente hacer uso de las armas de la religión.
Roma temblaba por el catolicismo inglés, perseguido
por una reina inteligente y animosa. La corte de España abrigaba los mismos temores. Francia veia con
indignación que el trono que creia pertenecer á su favorita, estaba ocupado por una muger protestante. Pero ni el papa ni Felipe II poseían medios suficientes
para destronarla. Los príncipes de Lorena, omnipo-
INGLATERRA.
313
¡entes en la corte de Francia, hombres de ambición do grandes estragos en los condados que liabian abradesmesurada, y tan arrojados como sedientos del po- zado la nueva doctrina. Por este tiempo, se presento
der, se pusieron á la cabeza de la reacción , y el pri- en los mares de Escocia una escuadra inglesa, con
mer'paso que dieron fué reconocer como reyes de In- orden de cortar toda comunicación entre Escocia y
glaterra al delfín y á la reina de Escocia , notificando Francia; se concluyó el tratado, y el ejército inglés,
solemnemente esta resolución á todos los gobiernos de compuesto de 6,000 infantes y 2,000 caballos, atraEuropa; y como la monarquía francesa no podia com- vesó la frontera en los primeros dias de abril, bajo el
petir con la inglesa, ni en fuerzas navales, ni en d i - mando de lord Grey de Wilton. La reina regenta munero, ni en ninguna clase de recursos, se decidió en rió á principios de la campaña , manifestando un sinParís que la Escocia seria el punto céntrico de las hos- cero arrepentimiento de los males que habia ocasionatilidades contra Isabel, contando con la cooperación do, y reconciliada con los caudillos de la congregaque prestarían los católicos ingleses. La ejecución del ción, uno de cuyos ministros, Willox, de quien ya heplan empezó por una persecución general contra los mos hablado, la asistió en sus últimos momentos. La
protestantes, muchos de los cuales murieron en las campaña fué desgraciada para los franceses, cuyas
llamas: medida á que la reina regenta se prestó con tropas tuvieron que acudir á sosegar los tumultos y
suma repugnancia, y solo por complacer á sus herma- reprimir las conspiraciones que á la sazón agitaban su
nos los príncipes de.Lorena. Entonces empezó en Es- pais. Se trató de la paz , y se nombraron agentes por
cocia uno de los azotes mas tremendos que pueden una y otra parte para negociarla. El principal artículo
afligir á la humanidad: una guerra de religión, soste- era la concesión que se hacia á los protestantes de
nida por una y otra parte con calor, y en que hubo respetar sus derechos, con solemne promesa, por parmuchas alternativas y vicisitudes, marcadas todas con te ae la reina de Escocia y de su marido, de no mosangre, destrucción y crímenes. Los protestantes ar- lestarlos en el ejercicio de su religión , y de mantener
maron un numeroso ejército; la reina regenta hizo ve- en sus límites legales el uso de la autoridad real. En
nir tropas de Francia; hubo treguas, conferencias, pro- virtud de esta última cláusula, el poder real quedaba
mesas, amenazas, intrigas, violación de pactos por una eficazmente en manos de los lores de la congregación;
y otra parte, y al cabo se reunió una convención las prerogalivas de la corona quedaron muy cercenacompuesta de los hombres mas importantes de la no- das, y el gobierno aristocrático, que habia predominableza y de los comunes, en la cual se discutió el gran do siempre en Escocia, llegó á ser soberano y a b problema de hasta qué punto debia ser obedecida una soluto.
autoridad que violaba las leyes del reino y que lo
Se reunió el parlamento, y resultaron de él, entre
conducía rápidamente á su ruina. Knox y Willox, fanáticos protestantes, y diputados de la congregación, otras, dos medidas de la mas alia importancia: el
(que asi se llamaba el cuerpo representantivo de la nombramiento de una comisión de doce individuos,
secta) pronunciaron sin hesitación, que tanto por los para el gobierno del reino durante la ausencia de Mapreceptos y los ejemplos de la Escritura, como por la ría , y la abolición bajo penas muy severas, del culto
constitución antigua de la monarquía, era lícito, no católico. Los comisionados que llevaron á Paris las acsolo resistir á los tiranos, sino también desposeerlos de tas del Parlamento, fueron muy mal recibidos por la reiuna autoridad que Dios no habia puesto en sus manos na, y despedidos sin la ratificación real. Por este tiemsino para hacer la felicidad de sus subditos. Esta opi- po murió Francisco II, marido de María Estuardo, prínnión fué adoptada unánimemente por los miembros de cipe de una constitución débil y de limitado entendila convención, y en su virtud se declaró que la reina miento. Como no dejaba hijos de la reina, su muerte
regenta quedaba desposeída de su dignidad, y que la era un acaecimiento muy feliz para la congregación.
nación no debia prestarle obediencia. Para apoyar es- María, por su hermosura, y las gracias de su entendita temeraria decisión, la congregación reunió un ejér- miento y de su persona, habia adquirido un gran ascito numeroso que se desbandó á los pocos días, y cendiente en su esposo, y lo habia sometido enteradejó indefensa la causa de los rebeldes. Acudieron es- mente, como ella lo estaba á sus tios, los Lorenas.
tos á la reina Isabel, cuyos auxilios fueron desde lue- Dirigido de este modo el poder de la Francia, inspirago ineficaces y mezquinos. La guerra volvió á encen- ba graves inquietudes á los escoceses. El furor de las
derse en Escocia, y todos los encuentros fueron funes- disensiones intestinas que agitaban la Francia, y los
tos á los protestantes, por último, llegaron á verse tan socorros suministrados por Isabel á los protestantes,
apurados, que embiaron como embajador cerca de habían hasta entonces impedido á los Lorenas la ejeIsabel al personage mas elevado de la nobleza rebel- cución de sus planes contra Escocia. Pero bajo un gode, llamado Mailland , con encargo de representarle bierno tan firme y tan absoluto como el de aquellos
que, si dejaba perecer la causa de la reforma en Es- príncipes, era imposible que las turbulencias de Francocia, también peligraría en Inglaterra, donde peñe- cia durasen mucho. Isabel, por otra parte, tenia en lo
rarían por el Norte las tropas francesas sostenidas por interior de su reino graves negocios á que atender,
¡odas las potencias católicas del continente La reina y que no le permitían pensar en empresas contra ni
«e Inglaterra se mostró sumamente favorable á las en favor de sus vecinos del Norte. En una y otra
Pretensiones de sus correligionarios, y después de ha- de estas circunstancias, Escocia quedaba espuesta á
»er enviado grandes sumas de dinero á la congrega- itoda la venganza del gobierno francés. La muerte de
'on, exigió que esta comisionase agentes que pasasen la reina disipaba estas eventualidades. Catalina de
• Inglaterra para celebrar un tratado de alianza, y iMédicis, gobernadora del reino, durante la menor
para concertar con el duque de Norfolk las operacio- ,edad de Carlos IX, su segundo hijo, estaba muy lejos
r e í ? 3a™í»Sá. Prevenida de estas novedades, la ]de pensar en sostener la causa de María. Catalina y
táS
"? • ° q u e l a s t r o P a s francesas atacasen sin < María liabian sido rivales bajo el reinado de Francisne,™ d e , , , c m P ° l a s «e la congregación, como lo hi- ico II, y se habian disputado el gobierno de aquel
'-'e<on en efecto, matándoles mucha gente, v hacien- príncipe débil y sin esperiencia. Los atractivos de ía
esposa habian triunfado del crédito de la madre. Ca-
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V1AGE ILUSTRADO.
ialina no olvidó jamás esta humillación, y vio sin pe- , bilidad de creerse una de las mujeres mas hermosa*
sadumbre los embarazos y sinsabores de que estaba de su tiempo, de tal manera, que ya rayaba en manía
agobiada su nuera. María huyó de la corte y se aco- esta indisculpable pequenez. Esmerada en sus adornos
gió á Reims. Abandonada de la turba de cortesanos y afeites, afectada en la ostentación de sus formas
que la circundaban en su prosperidad, se entregó en estraordinariamente sensible al elogio y á la lisonja'
la soledad al esceso de su dolor, y devoró su despe- no solo alimentó estas propensiones en la plenitud de
cho. Los príncipes sus tios, tuvieron que refrenar su la vida y de la salud, sino que las conservó en la veambición , y solo pensaron en adquirir crédito cerca jez, y cuando la afligían las dolencias propias de aquedel nuevo gobierno. En vista de todas estas circuns- lla edad. Poseía la ciencia de la política y el arte de
tancias, no es estraño que los escoceses cobrasen nue- gobernar en grado muy superior á María, pero sabia
vos bríos y consolidasen el sistema de gobierno y de que esta la eclipsaba bajo el punto de vista de la grareligión que acababan de adoptar. El clero protestante cia y la hermosura, y jamás pudo perdonarle este inoformaba ya una corporación legal y poderosa; arregló cente triunfo. Acercándose la época del embarque de
su disciplina, dispuso en parte de los bienes délas María, y temerosa de ser insultada por la escuadra
iglesias católicas y monasterios, y uno de sus caudi- inglesa estacionada en el canal, mandó pedir á la reillos, el prior de San Andrés, fué á convidar á María na de Inglaterra un salvo conducto , según la costumá que volviese al reino y tomase las riendas del go- bre que se observaba entonces entre príncipes. Isabel
bierno. Pero se le habían anticipado los católicos, le negó este favor, con lo que díó motivo á sospechar
ofreciéndole, si desembarcaba en Aberdeen, un ejér- que estaba resuelta á un rompimiento. El pasage se
cito de 20,000 hombres, con el cual le seria fácil der- verificó sin inconveniente, aunque con sumo dolor de
rotar á los enemigos de su fé, y purgar para siempre¡ María, que no apartó los ojos de su querida Francia
al reino de la infección de la heregia. La reina no>' hasta que la perdió enteramente de vista. Su recibicedió á estos alicientes; recibió al prior con los mayo-• miento en Escocia fué una ovación solemnizada con
yores agasajos, y el comisionado católico volvió des-• todas las demostraciones de la mas estrepitosa alegría
animado á Escocia, anunciando á los de su religióni y del mas vivo entusiasmo : pero como no habían tenuevos infortunios. María, á la verdad, no tenia de-- nido tiempo sus subditos de prepararle una entrada
seos de volver á Escocia. Acostumbrada á la elegan-• digna de la ocasión , no les fué posible ocultar la po-cia, al brillo, á la franqueza y á la cultura de la cor-• breza del pais, y aquella falta de pompa y magnifite de Francia, no podia resolverse á salir de aquelI cencía hizo una triste impresión en una reina joven,
centro de delicias, y miraba con horror la barbaries alegre, amiga del lujo, y que venia acostumbrada á
de sus compatriotas y las turbulencias á que estabani todo el esplendor y galantería de la corte mas brillanacostumbrados. Se vio, sin embargo, precisada á ce-- te de Europa. La reina quiso observar las prácticas
der á la impaciencia de sus subditos y á las instanciass de la religión en que había sido educada, y halló
de sus tios. El trato frió y repulsivo que recibía de> grandes dificultades en conseguirlo, y al cabo, si loCatalina, la impulsaba igualmente á dejar una posi-• gró que se dijera misa en su capilla privada, fué á
ción tan desagradable. Mientras hacia los preparativos> costa de una declaración solemne, en que la reina cade su marcha, empezaron á sembrarse las semillas dei lineaba de crimen capital toda tentativa encaminada á
esa terrible enemistad con la reina Isabel, que debiai destruir la religión protestante, que era la que profeser tan fecunda en desventuras, y terminar de uni saba la mayoría de la nación.
modo tan horrib'e. El primer motivo fué la ratifica!"'eguian las negociaciones con Inglaterra sobre la
ción del tratado de Edimburgo , cuyas cláusulas, me-- cuestión del título, y nada se adelantaba en ellas. Los
nos una, habían sido escrupulosamente ejecutadas,, ' negocios de religión ocupaban también la atención del
pero esa, á que hemos aludido, ofrecía graves dificul-- público y de María, porque los protestantes, no satistades. En ella se exigía que la reina de Escocia no) fechos con los triunfos adquiridos, parecian resueltos
se arogase jamás los títulos de reina de Inglaterra yf ano cesar en su empeño de estirpar radicalmente el
de Irlanda. La ratificación de esta cláusula habriai catolicismo, de cuyos cuantiosos bienes querían aposido un golpe mortal á la dignidad de María, en pri-- derarse para dotar sus iglesias y su clero. Los nobles
mer lugar, porque sus pretensiones á la corona de In-- se oponían á este designio, y señalaron una dotación
glaterra le daban una gran importancia á los ojos de3 fija al sostenimiento de la religión que ya era la domiEuropa, y en segundo, porque en efecto, obraban eni nante. A estos síntomas de discordia, se siguieron otros
su favor derechos, que algunos gobiernos creían su-- mas graves. Los principales magnates del reino se h ¡ periores á los de Isabel. De esta opinión eran tambiéní cieron entre sí guerras sangrientas, que esparcieron
los católicos ingleses, cuerpo numeroso y respetable,, la desolación y la miseria en muchos condados, y que
y los mismos protestantes, sostenedores de Isabel, no) ocasionaron graves pesadumbres á la reina. También
podían negar que María era la heredera presuntiva de3 la molestaron mucho por este tiempo las intrigas é imla corona. Según el curso ordinario de las cosas hu-- portunidades de los príncipes de Europa que solicitamanas, podría presentarse ocasión de hacer valerr ban su mano, no solo por su hermosura, su inslrucaquellos derechos, y si en estas circunstancias, Maríaa cion y su destreza en todas las artes agradables, sino
se hubiese prestado al sacrificio que se le pedia, suJ también por la importancia política de su reino, que
partido no le habria perdonado jamás un acto tani se consideraba como una garantía contra la ambición
inescusable de degradación. Isabel conocía todo el1 de Inglaterra. Isabel deseaba casarla con su favorito
peso de estas razones, asi es que no perdonó medioo Leicester; María era demasiado orgullosa para entrede conmover el ánimo de María, con halagos, con ofer-- garse al subdito de su enemiga, especialmente cuantas, con reconvenciones y con amenazas. A este moti-- do su elección se habia fijado ya en lord Darnly, hijo
vo de enemistad se agregó otro que acabó de empon-- de Lennox, de quien ya hemos hablado, y este prozoñar las relaciones de las dos princesas rivales. Isa--] yecto fué sumamente desagradable á los señores escobel, arinque dolada de grandes prendas, tenia Is de-- * ceses, entre otras razones, por la íntima familiaridad en
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