Solidaridad y fortaleza

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EUROPA
Solidaridad y fortaleza
El futuro de la Unión Europea
Resumen
Este resumen ejecutivo ha sido publicado por la Fundación Verde Europea con el apoyo
de la Fundación Heinrich Böll. La traducción del inglés al español se hizo en colaboración
con la Fundación Heinrich Böll.
Heinrich-Böll-Stiftung
Published by the Heinrich-Böll-Stiftung, European Union, Brussels
Impreso en Bélgica, Diciembre 2011
© Los autores, la Fundación Verde Europea y la Fundación Heinrich Böll
Todos los derechos reservados
Traducción del inglés: Sergi Alegre
Producción: Micheline Gutman
Diseño de la portada: © shutterstock
http://creativecommons.org/licenses/
D/2011/11.850/8
Impreso en papel 100% reciclado
Las opiniones expresadas en esta publicación pertenecen únicamente a los autores y no reflejan
necesariamente la opinión de la Fundación Verde Europea o de la Fundación Heinrich Boell.
Esta publicación ha estado financiada con el apoyo del Parlamento Europeo.
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Índice Introducción
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Solidaridad y fortaleza: el futuro de la UE
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Recomendaciones de la comisión
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1. El futuro es sostenible: soluciones sostenibles a la crisis económica y de la deuda 13
2. Confrontando los nuevos retos: el futuro de la política agraria 14
3. Un futuro brillante: una política energética común
15
4. Hacia una agenda abierta: el futuro de una política exterior y de seguridad europea
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5. Una nueva relación entre la EU y sus vecinos. El futuro de la ampliación europea y la política de vecindad
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Comisión de expertos sobre el futuro de la Unión Europea
20
5
Introducción
Con los ecos de la firma del Tratado de Lisboa aún recientes, la crisis de la deuda europea ha alimentado las dudas sobre la propia esencia de la EU. La habilidad de la Unión para hacer frente de
forma conjunta a la crisis está siendo puesta a prueba. La UE está en una encrucijada.
En este contexto, la Fundación Heinrich Böll creó en el 2010 una comisión para examinar el futuro
de la UE cuyas conclusiones resumidas presentamos en esta edición. El objetivo último de esta comisión de 50 expertos de la política, la sociedad civil y el mundo académico fue señalar las claves de
la política europea y proponer vías para ejecutarlas con el fin de insuflar un nuevo dinamismo a la
cooperación europea.
Solidaridad y fortaleza, las líneas que deben guiar a la Comisión, señalan el camino de Europa.
Sólo con el refuerzo de la política cooperativa puede Europa obtener la fuerza necesaria para hacer
frente a los desafíos del siglo XXI y al mismo tiempo mantener de forma satisfactoria sus valores. Sólo a
través de la solidaridad europea, basada en leyes y deberes comunes, será capaz la UE de actuar interna
y externamente.
Necesitamos un debate sobre la forma de llevar a cabo estos objetivos, especialmente en tiempos de crisis y escepticismo hacia las instituciones europeas. ¿Hasta dónde debería, y puede, llegar la
solidaridad europea? ¿Qué tipo de reglas necesita una comunidad para que sus miembros continúen
juntos incluso en tiempos de crisis? ¿Qué políticas debemos desarrollar para situar a la UE en una posición prominente? Y, en el futuro, ¿qué objetivos globales debe acometer la UE?
Las propuestas políticas expresadas en este resumen no reflejan necesariamente la opinión
unánime de los miembros de la comisión. El principal objetivo de esta publicación es actuar como
detonante de un debate europeo más amplio. Sólo a través de un proceso de discusión transnacional
con diferentes voces se podrá crear un nuevo futuro europeo.
Berlín, Septiembre 2011
Ralf Fücks
Dirección de la Fundación Heinrich Böll Dr. Christine Pütz
Investigadora experta en política europea,
Fundación Heinrich Böll
Para más información: www.gef.eu – www.boell.de
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Solidaridad y fortaleza: el futuro de la UE
Notas
La crisis de la deuda europea ha suscitado, una vez más, dudas sobre la
propia esencia de la UE. La premisa de una unión monetaria sin una unión
económica y fiscal ha resultado ser falsa. La zona euro necesita nuevas reglas
y un acomodo de competencias que implicará una profunda interferencia en
la soberanía de los estados miembros.
La habilidad de la Unión para hacer frente y superar la crisis está siendo
puesta a prueba. La EU se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la crisis de la deuda ha mostrado la necesidad de aumentar la coordinación y la
integración. Por otro, el apoyo a una unión más estrecha y un aumento de la
solidaridad está disminuyendo. Muchos ciudadanos tienen la impresión que
la integración europea se está desarrollando sin contar ni con ellos ni con las
instituciones parlamentarias y que cada vez hay más poder que emana de la
anónima y oscura Bruselas.
Una mayor integración de arriba a bajo impulsada por la élite política
fracasará. Durante un largo período, la UE fue construida con el mayor o
menor asentimiento de los estados. Esto fue así porque se basaba en la
creencia de construir una unión pacífica que pusiera fin a los enfrentamientos sangrientos entre los países europeos. Su defensa de la democracia, la
libertad personal y la cooperación económica también jugaron a favor de
la aceptación de la UE. Pero al mismo tiempo, la deuda excesiva de algunos
estados miembros ha arrojado al conjunto de la UE a una crisis que impide
a muchos ciudadanos ver las ventajas de una unión monetaria ya que pone
en riesgo las bases del sistema. La crisis de la deuda amenaza en convertirse
en un riesgo para la legitimidad de la UE.
Hoy, la respuesta a esta situación debe ser, por encima de todo, un reforzamiento de la democracia europea. No es la panacea para resolver todos los
problemas, pero la integración europea no puede avanzar sin más democracia europea. La UE simplemente no puede basar su legitimidad en términos
de resultados económicos sino que debe buscar vías para poder medir
cuánta independencia democrática es capaz de sostener. Solamente compartiendo soberanía podrán los países europeos asegurar su independencia
democrática. Si cada país intenta actuar unilateralmente, todos se convertirán en peones de la globalización y estarán a merced de la nueva relación de
poderes que dicha globalización acarrea.
A pesar del escepticismo sobre un incremento de la centralización en la
toma de decisiones políticas, hay un aumento de las expectativas sobre el
poder de la Unión para superar los desafíos globales. Hay un amplio reconocimiento de que Europa necesita actuar de forma unitaria frente a los
acontecimientos mundiales. Por supuesto será decisivo “cómo” se consigue
esta mayor integración, especialmente en lo referente a la participación y
la democracia. Una Unión Europea en la que hombres y mujeres se sientan
Solidaridad y fortaleza. El futuro de la Unión Europea
desposeidos políticamente pero que al mismo tiempo tengan que asumir
las consecuencias de graves errores políticos, no será un modelo con futuro.
Cuando Europa se encamina hacia un nuevo nivel de integración política, necesitamos más que nunca un debate amplio sobre la finalidad, la
estructura y el alcance político de la Unión. Se trata de mucho más que
hacer frente a la crisis de la deuda: el debate se refiere a cuestiones fundamentales como la dirección a tomar y la misma esencia de Europa.
Una Europa solidaria y fuerte
Más que nunca, la solidaridad y la fortaleza son conceptos clave para
el futuro de la UE. Sin una forma de cohesión marcada por la solidaridad,
no puede haber capacidad de actuar dentro y fuera de la Unión. La crisis de
la deuda ha necesitado, por tanto, unas medidas de apoyo mutuo, de regulación común y de intrusiones en las soberanías que habían sido excluidas
anteriormente pero que hoy son vistas como señales de la firmeza de la
unión monetaria europea.
Solidaridad y fortaleza
Solidaridad y fortaleza son las guías para el futuro de la Unión
Europea. En este contexto, la solidaridad no es un elemento de las políticas internas de la UE sino que debe ser un compromiso para reformar
las políticas internacionales para que sean más justas. Fortaleza implica
ser capaz de actuar dentro y fuera de los límites europeos. También
implica defender de forma contundente los valores y el modelo político
de la Unión Europea.
La solidaridad ha sido, y es, un motor de la integración europea. Está
presente en todos los tratados, por ejemplo en el principio de mutua
asistencia o en los concernientes a la cohesión económica, social y
territorial en la comunidad europea. En un sentido material, la solidaridad ha quedado reflejada hasta la fecha en los fondos estructurales,
agrícolas y de cohesión. Los fondos de solidaridad proporcionan una
asistencia en caso de desastres naturales y emergencias en las que el
estado no tenga responsabilidad.
La solidaridad que aparece de forma espontánea después de un
suceso, como por ejemplo una amenaza a la seguridad, una crisis
humanitaria o un desastre natural, es un valor que se extiende más allá
de Europa. En comunidades políticamente heterogéneas como la UE,
la solidaridad está basada en la responsabilidad mutua y recíproca. La
solidaridad como principio de mutua seguridad alimenta notablemente
la cohesión europea. De esta forma, la solidaridad no es altruismo sino
un interés mutuo y, al tiempo, propio. Esto es particularmente válido allí
donde hay un auténtico interés por la mutua dependencia. La política
interna de redistribución está basada en la idea de que la reducción en
7
Notas
8
Notas
la diferencia de riqueza no sólo es buena para las regiones más pobres
sino también para las más ricas.
En cualquier sistema que incorpore la solidaridad aparecen siempre fricciones entre los donantes y los receptores. El éxito se basa en
el principio de que la ayuda a cualquier miembro se hace para el bien
del conjunto de miembros de la comunidad. La crisis de la deuda es el
resultado de una falta de compromiso con el bien común: de un lado, la
deuda excesiva y las estadísticas manipuladas y, del otro, el fracaso en la
adhesión al pacto de estabilidad. A largo plazo, las comunidades basadas en la solidaridad sólo funcionan cuando se toman las medidas para
detener o sancionar las acciones que van contra el principio de solidaridad. Dichas comunidades sólo pueden ser duraderas si se toman
medidas para evitar o sancionar los “malas” prácticas.
La crisis de la deuda ha sido una experiencia terrible para la
solidaridad entre los estados miembros y su capacidad para tomar responsabilidades hacia cada uno. El hecho es que hoy para la opinión
pública, la UE está basada, de facto, en la solidaridad. En estos momentos necesitamos decidir si queremos avanzar en ese camino. Nos gustaría
trabajar en favor de esta propuesta.
Fortaleza cooperativa
La integración europea es, también, una respuesta al declive del poder
de las naciones europeas para hacer frente de forma separada a los nuevos
retos de un mundo global. Una fuerza que recae en una política europea
conjunta que sí puede tener impacto sobre otros jugadores globales.
El mantenimiento y el desarrollo de los valores, las instituciones
y los objetivos del proyecto europeo sólo se podrán conseguir si la UE
toma conciencia de sus responsabilidades globales. No se trata sólo de
defenderse de los efectos del cambio global. La UE debe demostrar la
validez del estado liberal constitucional, de la economía de mercado
medioambiental y socialmente justa y del valor de la integración supranacional. Este será la mejor manera de defender este modelo político.
Nuevos proyectos para mejorar la imagen de la Unión Europea
Para aumentar su apoyo popular, la UE necesita proyectos que
puedan implicar formas más dinámicas de cooperación y que puedan
demostrar el valor añadido que implica Europa. Estos proyectos ayudarán a identificar y crear nuevas bases de legitimidad para preservar la
paz, la seguridad y la libertad.
Fundamentalmente la Unión debe basarse en la democracia pero
también debe incluir el progreso social y medioambiental.
Solidaridad y fortaleza. El futuro de la Unión Europea
Los proyectos clave
 La unión monetaria necesitará ser complementada con una
unión económica capaz de ayudar a los miembros en crisis a encontrar
el camino hacia el crecimiento sostenible.
 Un Green New Deal para Europa que implicará un nuevo desarrollo económico a través de inversiones importantes en la modernización
ecológica de las infraestructuras, en la educación y en la investigación.
 Una Comunidad Europea para las energías renovables (ERENE)
conformará el armazón político para una extensión de las energías
renovables a nivel europeo.
 Una red europea de electricidad de energías renovables que
aprovechará la energía eólica de las costas, la energía solar de los países mediterráneos y la bio-energía de las regiones fundamentalmente
agrícolas.
 Un aumento de la red transnacional de ferrocarriles y
la modernización de los sistemas públicos de transporte en la UE que
creará una alternativa atractiva, barata y sostenible al tráfico rodado.
 Una política agrícola sostenible que respetará las necesidades
sociales y ambientales, mejorará el valor añadido de las regiones rurales, fomentará la biodiversidad y asegurará la cooperación justa con los
países en vías de desarrollo.
 Una Europa de progreso social, donde la UE adoptará el papel
pionero en favor de la participación justa y la igualdad de oportunidades. Esto es especialmente relevante en referencia a los jóvenes, las
mujeres y los inmigrantes.
 Una política exterior y de seguridad basada en los valores de
la UE que proporcionará un ejemplo real de cooperación supranacional y de soberanía compartida capaz de ayudar a que el mundo ser rija
en el espíritu de la cooperación internacional. Para lograr este objetivo
necesitaremos una mayor europeización de los asuntos exteriores que
pase por un mayor papel de la Comisión y del Parlamento Europeo en la
política exterior y de seguridad.
 Una política de ampliación y de vecindad que asumirá la cooperación en términos democráticos y de derechos humanos y que defenderá
un modelo de sociedad democrática. La UE deberá mantener su promesa
de que todos los países europeos podrán ser miembros en el momento
que cumplan con los criterios económicos y políticos requeridos para ello.
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Notas
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Notas
Más Europa necesita más democracia
Los avances en el proceso de integración sólo serán posibles en
una “democracia real” en la que la participación y el control de las instituciones democráticas, especialmente los parlamentos nacionales y el
europeo, son reforzadas y los derechos de los ciudadanos para participar
en el proceso son aumentados. En términos concretos esto debe implicar:
 Fortalecimiento del Parlamento Europeo añadiéndole el derecho
de iniciativa.
 Establecimiento de un correlación entre la representación política en el Parlamento y la Comisión.
 Aumento de los derechos de los futuros partidos minoritarios y
de los parlamentarios.
 Listas trasnacionales en las elecciones del Parlamento Europeo
para que sean “más europeas”.
 Mejoras de las condiciones de los partidos a nivel europeo y de
sus fundaciones.
 Ampliación de las áreas donde se puedan aplicar las iniciativas
ciudadanas.
La democracia europea y la democracia en el si de los estados miembros
se retroalimentan. La UE sólo puede desarrollar su carácter democrático
cooperando con las instituciones democráticas de los estados miembros
y este axioma también es válido en sentido contrario. La Unión Europea
debe actuar como un mecanismo de control y debe oponerse a los actos
antidemocráticos en los estados miembros (como ocurre actualmente en
Hungría) y hacer llamamientos para que dichos asuntos se debatan pública
y abiertamente. Al mismo tiempo, la UE debe demostrar su rol como
garante de la igualdad de oportunidades y participación de todos, incluidos los estados miembros. El Parlamento Europeo y la Comisión tienen una
función de control y deben garantizar que los estados miembros cumplen
con los principios de igualdad de oportunidades y de derechos para todos.
Diversas competencias deben ser situadas a nivel europeo si es en
beneficio de la comunidad y si aumenta la capacidad de la comunidad
para actuar. Si no es el caso, entonces las competencias nacionales,
regionales y locales europeas deben ser fortalecidas. El democrático
sistema multi-nivel y el principio de subsidiaridad deben ser aceptados
sin matices. Es por ello necesario definir activos no sólo a nivel europeo
sino también a nivel nacional y local.
Convención europea
Para que “más Europa” vaya de la mano de “más democracia”,
necesitaremos, a medio plazo, una nueva convención donde todas las
ideas sobre el futuro de Europa puedan ser escuchadas y pueda crearse
un impulso colaborador para dar la mejor respuesta a dicho desafío.
Solidaridad y fortaleza. El futuro de la Unión Europea
Dado el fracaso de la primera convención y de las actuales tendencias de re-nacionalización en algunos estados miembros parecería
poco serio estar pensando en una nueva convención. Pero la práctica
corriente de los poderes ejecutivos de obviar los parlamentos y la opinión pública tampoco es una solución sostenible en el tiempo. Una
convención podría transformar las decisiones que se están tomando ad
hoc frente a la crisis financiera en una política fiscal colectiva. Además,
proporcionaría una oportunidad para que se produzcan debates nacionales que hasta ahora se han pospuesto en el transcurso de la crisis
y cuyas propuestas y conclusiones se deberían sumar a un discurso
común que permitiera la aparición de una visión europea ciudadana.
La capacidad de actuar y la legitimidad democrática,
enfrentadas
La difícil relación entre la capacidad de la UE para actuar y su legitimidad es un conflicto que no se acabará de resolver nunca. Sólo una
UE fuertemente unida puede determinar una política clara. Esto implicará, presumiblemente, dejar atrás el principio de unanimidad en áreas
como la política exterior y de seguridad. Esto pondrá en cuestión algunos límites de la soberanía nacional y hará imperativa la legitimidad de
una mayor democracia.
La ampliación y la profundización de la Unión Europa también
contribuyen al establecimiento de alianzas precarias. El incremento
de medidas hacia una integración interna afectará a la política de
ampliación. Si avanzamos hacia una mayor integración interna y un
reforzamiento de la UE, los países vecinos tendrán más difícil su acceso.
Si, por otra parte, aumentamos la UE hasta 35 países la capacidad de
actuar internamente sólo será posible si el sistema de voto mayoritario se aplica más a menudo. Y esto último implica cuestionar aspectos
sobre la legitimidad.
Integración diferenciada: una alternativa peligrosa
La integración diferenciada ilustra el dilema de la capacidad de
actuar versus la legitimidad. Cuando algunos estados miembros acuerdan trabajar más estrechamente, esto puede simplificar la reforma o
que se pueda hacer muy rápido. Esta opción no es nueva y ya está en
funcionamiento: el área Schengen y el área euro.
El reforzamiento de la cooperación entre miembros es ciertamente
una opción para poder avanzar en la integración europea. Algunos ejemplos podrían ser ERENE (Comunidad Europea de Energías Renovables),
una mayor unión económica entre un grupo de estados o el sucesivo
desarrollo de estructuras para reforzar la paz y resolver conflictos.
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Notas
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Notas
Desarrollar dichas formas de cooperación diferenciada ofrece la
posibilidad de obtener mayor integración utilizando constructivamente los diversos niveles de interés y capacidad. Esta estrategia parece
aún más plausible a medida que la UE crece en número y diversidad.
Aquellos países que no quieran participar en proyectos comunes pueden permanecer al margen sin capacidad de bloquear el progreso hacia
una mayor integración. Este planteamiento parece particularmente
atractivo al considerar la posibilidad de que dichas asociaciones serán
con el tiempo atractivas para aquellos miembros que permanezcan al
margen al inicio y ayudará a desarrollar aquellas reformas que les permitirán participar en el futuro. Esta es la idea que esconde “la Europa de
círculos concéntricos”.
Al mismo tiempo, este modelo lleva implícito el peligro de que una
integración demasiado diferenciada comprometa la Unión y amplifique las fuerzas centrífugas. Una Europa con diferentes velocidades
no implica necesariamente una Unión con un centro y una periferia.
Además, sería más complejo y difícil entender una EU con numerosas
sub-organizaciones claramente definidas. Necesitamos tener en cuenta
también el impacto que tendría en la ciudadanía europea en relación a
la idea central de igualdad de derechos y deberes. Por ello, la integración
diferenciada sólo debería desarrollarse de una forma equilibrada. Una
cooperación más estrecha debe ser priorizada frente a la coordinación
intergubernamental (por ejemplo, la discusión bilateral entre estados
miembros). Un conjunto de estructuras paralelas al margen del control
parlamentario y del procedimiento de co-decisión sería un retroceso.
Solidaridad y fortaleza: un leitmotiv para el futuro de Europa
Independientemente del camino que tomemos –una confederación
o los Estados Unidos de Europa- el éxito dependerá fundamentalmente
de la credibilidad que los ciudadanos otorguen a las instituciones europeas y a los procesos de decisión. Transparencia, control democrático,
equilibrio y apertura a la participación de los ciudadanos son indispensables para que dicha credibilidad crezca entre la opinión pública.
La unificación europea está perdiendo fuelle. Para darle nuevos
bríos, la UE necesita concentrarse en un número manejable de proyectos que claramente demuestren el valor de la cooperación europea,
proyectos que no puedan ser desarrollados por los estados de forma
individual. Los ciudadanos europeos deberán estar bien informados y
ser animados a participar en dichos proyectos. La solidaridad europea
debe estar en lo más alto de las prioridades, necesita tomar las fuerzas
de los estados miembros y combinarlas de forma que todos sean más
fuertes. Solidaridad y fortalecimiento podrían ser las ideas centrales
para reactivar el proceso de unión.
Solidaridad y fortaleza. El futuro de la Unión Europea
Recomendaciones de la comisión
1. El futuro es sostenible: las soluciones ecológicas a la crisis
económica y de la deuda
La Unión Europea está lidiando desde el 2008 con la crisis económica
y financiera más importante de su historia. La deuda y la crisis del sector
financiero están suponiendo enormes desafíos para la Unión y para la zona
euro. Hay un creciente malestar por las medidas de austeridad y las reformas en dichos países generan muchas críticas. En los países con crédito,
el apoyo a las medidas de asistencia financiera está decayendo. Mientras
tanto, parece claro que Europa se está recuperando de la crisis económica
más despacio que otras regiones del globo y que debido a la reestructuración mundial, los necesarios ajustes sociales y económicos serán muy
difíciles de implementar. Europa está perdiendo poder económico y, por
tanto, influencia global.
La crisis representa una amenaza y una oportunidad. Ya se ha comprobado la gran interdependencia de los estados miembros. Desde el 2008 ha
habido un dinamismo político que nadie hubiera imaginado unos años
antes. Para poder hacer frente a la continua crisis y a futuras situaciones
similares, los estados miembros necesitan adoptar vías para poder actuar
de forma concertada y repensar las relaciones entre el los estados y los mercados. Hay una creciente necesidad de repensar y redefinir qué constituye
la solidaridad europea.
Para poder superar la crisis, la Unión Europea requiere más demostraciones concretas de solidaridad especialmente en un momento en que
dicho concepto no está muy extendido. La unión monetaria, como ha quedado claramente demostrado, no tiene futuro sin una coordinación fiscal y
económica. Sin una solidaridad fuerte y vinculante, el euro no sobrevivirá y
la competitividad y la cohesión de la UE estarán en peligro. Para reforzar la
Unión Europea necesitamos adoptar las siguientes medidas:
 Mayor coordinación y control de sus presupuestos y sus políticas
económicas de tal manera que los estados miembros no sean capaces de
actuar deliberadamente contra el interés común. Para conseguirlo se debe
crear un mecanismo permanente que evite con seguridad la deuda excesiva. Para calmar los mercados y sortear a los especuladores necesitamos
superar el actual mecanismo de estabilidad. La UE necesita bonos europeos para cubrir la deuda soberana hasta un 60% del PIB.
 Mayor control del mercado único financiero. Para ello se debe aprobar una legislación europea que controle los bancos con actividades en
diferentes mercados. La institución supervisora también debería hacerse
cargo de la protección del consumidor.
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Notas
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Notas
 Estabilización de los desequilibrios de la zona euro con rapidez y
de forma permanente. Ahora se trata de garantizar a los países en crisis la
oportunidad de crecer. El Green New Deal ofrece las primeras oportunidades. La innovación medio ambiental y la participación social son las bases
de un futuro crecimientos sostenible.
 Priorización de las mejoras sociales y medioambientales como
elementos centrales de la integración europea. Esto no implica que los
sistemas sociales europeos tengan que ser idénticos pero sí que deben
haber unos mínimos estándares. Con la mirada puesta en la demografía, la
seguridad social debe tener en cuenta la igualdad de género y ser justa con
todas las generaciones.
 Revisión a fondo de ingresos y gastos de la Unión Europea.
Competencias para el bien general que permitan más eficiencia deberían
ser trasferidas al nivel europeo. Si no es el caso, se deben mantener al nivel
local o nacional para garantizar la diversidad europea.
 Aumento de la coordinación en las relaciones exteriores ligadas a
la política financiera y económica presentando un frente común. Si esto no
pasa, la Unión seguirá perdiendo influencia internacional.
2. Haciendo frente a nuevos desafíos:
el futuro de la política agrícola común
La agricultura se enfrenta a enormes desafíos sociales y ecológicos. A nivel
global necesitamos alimentar a una población creciente y cada vez más
urbana y reducir la pobreza rural en circunstancias difíciles como son el
cambio climático, reducción de los recursos naturales, avance de la degradación del suelo e inestabilidad de los mercados de productos agrícolas.
Un sistema agrícola que proteja el medio ambiente, que mitigue el cambio
climático y que mantenga la diversidad biológica necesita ser controlado
a nivel europeo. Esto tiene claras ventajas para (1) las actividades transfronterizas y/o globales, (2) los problemas regionales y nacionales cuya
solución escape a sus posibilidades (por ejemplo la preservación de áreas
naturales en regiones pobres), (3) áreas que obtengan gran provecho de
diferentes políticas como la de mercado único o el comercio internacional.
La política agrícola común (PAC) es una de las políticas comunes más duradera pero, en muchos aspectos, sólo ha satisfecho objetivos y necesidades
internas. Sus éxitos más notables han sido incrementar la productividad,
asegurar los suministros y sobre todo, la estabilidad. Pero la PAC ha contribuido a aumentar los problemas sociales y ecológicos tanto en la UE como
en el exterior y muy frecuentemente ha sido un obstáculo a políticas de
desarrollo, de protección ambiental y de lucha contra el cambio climático.
Es por tanto el momento de una reorientación de la política agrícola europea. Su nuevo objetivo debería ser una agricultura sostenible que respete
las necesidades sociales y ecológicas. Una futura política agrícola debería
centrarse no sólo em producir comida si no también en recuperar el medio
ambiente, ayudar al bien común, producir energía de forma descentrali-
Solidaridad y fortaleza. El futuro de la Unión Europea
zada, hacer viables las áreas rurales y asegurar los ingresos necesarios. La
UE debe ser capaz de conseguir estos objetivos sin perjudicar a otras regiones. La Unión Europea debe practicar el comercio justo con países terceros
y trabajar con ellos de forma ecuánime, ya que sólo de esta forma los países
en desarrollo serán capaces de alimentar a sus poblaciones y proteger sus
ecosistemas. Las prioridades de este tipo de agricultura son el derecho a la
sostenibilidad y una provisión segura de comida que proteja los recursos
tanto en Europa como en otros países.
Una nueva PAC requiere:
• precios que reflejen el impacto de la producción en el medio ambiente
y en el clima;
• recursos para que se puedan lograr los objetivos ambientales y sociales;
• medios para que el agricultor pueda comercializar sus productos de
tal forma que consiga los precios justos que le permitan abordar otros
objetivos;
• una política comercial europea que no genere mayores exportaciones
y que reduzca las importantes de productos cuya producción dañe el
medio ambiente mediante la fijación de estándares de sosteniblidad
con los países exportadores.
3. Un futuro más brillante: la política energética europea
El cambio climático, los conflictos por los recursos, los problemas
migratorios, la demanda creciente de energía y la catástrofe de Fukushima
demuestran que nuestro sistema de aprovisionamiento energético está en
crisis. Una política energética sostenible que proteja las fuentes y el clima
nos hace falta desde hace un tiempo y es la única que nos puede evitar la
energía nuclear y hacer que las renovables se impongan.
Las políticas europeas de energía y de lucha contra el cambio climático
deben hacer frente a estos desafíos. Aunque hasta ahora la política energética ha sido una cuestión de los estados miembros, la UE ha establecido
la obligación de reducir del 80 al 95% los gases de efecto invernadero en el
2050. La Unión aún no se ha decantado claramente hacia las energías renovables. Algunos países miembros siguen optando por el átomo, el carbón y
el gas y hay diferentes marcos de regulación del mercado energético. Esto
hace muy difícil la concreción de una política energética común.
La UE debe ver estos desafíos como una oportunidad. Para crear una
Europa competitiva, sostenible y fuerte capaz de satisfacer sus necesidades
gracias a fuentes sostenibles en el 2050 será necesario un enorme esfuerzo
común. Europa tiene ventajas decisivas debido a su tamaño, su clima y a
algunos aspectos geográficos. Este potencial necesitará ser aprovechado
de forma mancomunada y económicamente eficiente para asegurar que la
innovación europea compite realmente en el mercado.
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Notas
16
Notas
Una política europea sobre energía y cambio climático sostenible serviría no sólo para obtener una producción energética económicamente
razonable, segura y medioambientalmente asumible, sino que además
permitiría a Europa tener una nueva seña de identidad que promovería un
nuevo dinamismo político y económico. Los tres pilares de dicho proyecto
serían la producción de energía renovable, la eficiencia energética y el ahorro energético:
 Una Comunidad Europea para la Energía Renovable (ERENE) podría
proveer las condiciones para que la UE obtuviera toda su energía de fuentes
renovables en el 2050. Las ventajas de la producción descentralizada y el uso
de fuentes renovables necesitará ser combinada con las ventajas de una red
de distribución europea.
 Para ahorrar energía, la UE debe establecer una serie de objetivos
de obligado cumplimiento en áreas como la construcción, el transporte y la
industria que deben ser implementados en los planes nacionales.
 Para aumentar la eficiencia energética, la UE necesita establecer un
marco regulador para, por ejemplo, apoyar la rehabilitación energética de
edificios, vehículos y productos. Con estrictos estándares de eficiencia y de
fijación de etiquetajes energéticos de los electrodomésticos, la UE puede ayudar a que los productos europeos sean más competitivos en el mercado global.
 Las políticas de exteriores y de vecindad deben incluir referencias al
cambio climático. Tanto en los países vecinos como en los que están en vía
de desarrollo las políticas de energía sostenible y de lucha contra el cambio
climático deben ser promovidas a fin y efecto que tengan consecuencias
positivas tanto en la economía como en las condiciones de salud locales.
Para ello se requerirá un coordinación y una coherencia de las políticas
europeas de vecindad, exteriores, desarrollo y comercio.
4. Hacia una agenda abierta: el futuro de la política exterior
y de seguridad europea
Las convulsiones globales y los nuevos poderes han cuestionado de
manera creciente el sistema democrático europeo con su estado de derecho y respeto por los derechos humanos. Europa está perdiendo influencia
demográfica, económica y política; el fin del sistema soviético ha incrementado las dificultades de Europa para establecer alianzas fuertes. Por otro
lado, cómo se debería distribuir la riqueza en un mundo con una población
en crecimiento constante es una pregunta potencialmente delicada.
La UE ha demostrado que los estados con una historia mutua marcada
por guerras sangrantes pueden superar con éxito el pasado y confluir en
una unión basada en valores aceptados universalmente aunque, al mismo
tiempo y debido a su forma legal, no disponga del poder en política exterior
que tienen las naciones más grandes. Hasta ahora, la política exterior común
de la Unión sólo ha existido a un nivel muy precario. A menudo, la UE aparece dividida e incapaz de acordar una posición común en política exterior.
Solidaridad y fortaleza. El futuro de la Unión Europea
De todas formas, con su robusto sistema de redes de eficacia probada,
la UE parece especialmente cualificada para actuar con éxito en los sistemas de diversas capas en que operan los estados. Su estructura podría ser
un ejemplo de modelo de cooperación supranacional y soberano, basado
en la democracia y los derechos humanos compartidos que puede contribuir considerablemente a que el mundo avance en un espíritu de mayor
colaboración internacional.
Para que esto sea efectivo, hace falta que la UE ponga a punto una
“agenda abierta”. Si Europa únicamente se concentra en garantizar que sus
valores estén seguros en la “isla comunitaria”, en vez de buscar su aplicación universal, a la larga caerá en la oscuridad, una oscuridad que podría
ser capaz de amenazar sus conquistas. La UE ha de basarse en aquello que
querría compartir con el mundo y, por tanto, los temas de la agenda han
de ser la estabilidad global, la libertad y la prosperidad. Para asegurarse
su credibilidad, Europa tendrá que asumir responsabilidades internacionales y esforzarse para implementar una política global, de la que todos los
estados puedan obtener provecho ya que les ha de garantizar los mismos
derechos y una responsabilidad compartida.
 Para que la Unión Europa asuma esta función, hace falta que presente un frente común delante del mundo. Por tanto, ha de abandonar el
principio de unanimidad en los asuntos de política exterior y de seguridad,
al tiempo que actúa democráticamente tanto a escala nacional como en el
ámbito europeo. Para llevar a cabo la transición hacia un voto mayoritario
hace falta incrementar urgentemente el control y la legitimidad democrática.
 Tanto a escala nacional como europea, las políticas internas y externas necesitan una mejor coordinación. Sólo así podremos hacer frente y
desarrollar las responsabilidades futuras de una política exterior global
(promover la democracia, poner freno al cambio climático, dar asistencia a
los refugiados y prevenir los conflictos armados).
 El Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) ha de ser el intermediario entre los países terceros y los miembros de la UE. Para asegurar
la viabilidad de dicha propuesta, habrá que ampliar las responsabilidades
para que incluir la política económica y comercial así como los problemas
sobre los refugiados y el cambio climático.
 Si Europa quiere despegar un poder basado en sus valores, ha
de estar preparada y ser capaz de actuar de forma independiente de los
Estados Unidos y de la OTAN en situaciones de crisis, especialmente en su
propio territorio. A una política exterior que en primera instancia intenta
prevenir los conflictos o que recurre a soluciones pacíficas le hacen falta
instituciones y recursos apropiados para prevenir o reaccionar a estas crisis
si quiere ser tomada en serio. La UE deberá establecer un programa claro
para conseguir “El objetivo civil principal del 2010”. Hace falta empezar a
trabajar conjuntamente en la creación de un cuerpo de paz europeo.
17
Notas
18
Notas
 Todo y que la Unión Europea sea principalmente una fuerza civil
para la paz, sigue necesitando una mejor coordinación de su poderío militar. Una amplia y sistemática participación de los grupos parlamentarios
es una condición previa para hacerla realidad. En el futuro inmediato, una
cooperación militar más estrecha en la UE podría dar paso a un ejército
europeo. Ahora bien, el Tratado de Lisboa ofrece la posibilidad de profundizar en la cooperación en el ámbito militar lo que permitiría la creación
de grupos de acción aunque no todos los estados quisieran participar en
una misión específica. Para fomentar una mejor coordinación de las tareas
militares en el ámbito comunitario, es necesario pensar en la creación de
un centro de mando en Bruselas para este tipo de operaciones.
5. Una nueva relación entre la EU y sus vecinos.
El futuro de la ampliación europea y la política de vecindad
Durante muchos años, los estados miembros han considerado a los
vecinos de la UE más bien como un problema. Una visión un poco más
amplia considera que las relaciones con estos países deberían concentrarse
en el comercio y en el control de la inmigración. Los últimos sucesos en el
Norte de África han demostrado que la Unión Europea necesita desarrollar una nueva política de vecindad. Es primordial y urgente para la región
mediterránea, pero también para la de Europa del Este, cuyos países han
sido, durante mucho tiempo, dejados deliberadamente en el limbo entre la
vecindad y la adhesión a la Comunidad.
El proceso de ampliación de la UE se ha parado. Una de las últimas
razones, pero igual de importante, fue el gran error cometido en la última
ampliación (2007), en la que se incumplieron algunos de los criterios de
Copenhague (democracia, estado de derecho y derechos de las minorías).
La voluntad de aceptar nuevos países ha disminuido considerablemente
entre los estados miembros y en los países que son potenciales candidatos se ha intensificado la impresión de que la UE ha perdido el interés en
incluir nuevos miembros.
A la Unión Europea le gustaría que su política de vecindad armonizara
las relaciones con los estados adyacentes y creara un “círculo de democracias” alrededor de Europa. Además habría que expandir la zona de libertad,
seguridad y estado de derecho si se aceptasen nuevos países. Hasta hoy, la
política de vecindad de la UE ha consistido en estabilizar el Sur y homogeneizar el Este. Al mismo tiempo, se ha aceptado que las políticas exteriores
y de estabilización de Unión Europea y de los estados miembros se hagan a
menudo a expensas de los derechos humanos y la democracia.
La Unión Europea ha alcanzado un punto en que ya no puede seguir
actuando como antes. Ha de reorientar las relaciones que ha establecido
con los países vecinos; necesita enviar una señal clara a los que tienen la
oportunidad real de convertirse algún día en miembros comunitarios. Los
acuerdos de adhesión que se cuestionan constantemente, como en el caso
de Turquía, sólo hacen que envenenar las relaciones y minar la credibilidad
Solidaridad y fortaleza. El futuro de la Unión Europea
de la Unión Europea. Propugnamos que la UE renueve su promesa de aceptar a todos los países europeos que cumplan las condiciones económicas
y políticas. La UE también necesita redefinir sus estructuras y procesos de
toma de decisiones para que sea posible gestionar un número creciente de
miembros muy diversos sin perder su capacidad de actuar.
Al mismo tiempo, la UE ha de asegurar una mayor coherencia de su
política de vecindad con sus principales valores. La condicionalidad positiva es un factor importante en esta temática y puede ser un éxito si da
énfasis a la cooperación con organizaciones no gubernamentales. En las
sociedades donde la política es controvertida y la cultura política está lejos
de asumir los estándares europeos, la UE ha de dar un apoyo firme a la
sociedad civil y a las organizaciones pluralistas y liberalizar las reglamentaciones sobre los visados, especialmente para promover los contactos entre
los jóvenes. Es necesario facilitar a los estados vecinos una idea realista
sobre las posibilidades de su futura adhesión de acuerdo con su desarrollo
democrático actual y en qué grado han implantado el estado de derecho.
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Notas
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Comisión de expertos sobre el futuro
de la Unión Europea
Coordinación y resumen
Ralf Fücks, Fundación Heinrich Böll
Christine Pütz, Fundación Heinrich Böll
Rainder Steenblock, ex-miembro del Ministerio de asuntos exteriores
Política económica, financiera y social europea
Annalena Baerbock, portavoz de BAG en Europa
Reinhard Bütikofer, eurodiputado
Thea Dückert, Carl von Ossietzky Universidad de Oldenburg
Sven Giegold, eurodiputado
Rainer Emschermann, Comisión Europea
Wolfram Lamping, Universidad de Göttingen
Arnaud Lechevalier, Universidad Europea de Viadrina Frankfurt (Oder), Centro Marc Bloch
Gerhard Schick, diputado del parlamento alemán
Kai Schlegelmilch, Ministerio de medio ambiente, protección natural y seguridad nuclear
Daniela Schwarzer, Fundación de Ciencias y Políticas
Mechthild Veil, Oficina europea de estudios sociales y de género
Helmut Wiesenthal, Profesor de política social
Política agraria europea
Holger Bartels, Sindicato de la industria, la construcción, la agricultura y el medio ambiente
Andrea Beste, Oficina para la conservación del suelo y de la agricultura ecológica
Christine Chemnitz, Fundación Heinrich Böll
Stephan von Cramon-Taubadel, Universidad de Göttingen
Martin Häusling, eurodiputado
Ulrike Höfken, Consejera regional de medio ambiente, agricultura, alimentación y política forestal
Matthias Meißner, World Wide Fund for Nature
Friedrich Ostendorff, diputado del parlamento alemán
Theo Rauch, Universidad Libre de Berlin
Tobias Reichert, Germanwatch
Bernd Voß, diputado regional
Marita Wiggerthale, Oxfam Alemania
Política europea exterior y de seguridad / Gestión de crisis
Eltje Aderhold, Naciones Unidas
Annegret Bendiek, Instituto alemán de asuntos internacionales y de seguridad
Franziska Brantner, eurodiputada
Ulrike Guérot, Consejo europeo de relaciones internacionales
Omid Nouripour, diputado del parlamento alemán
Frithjof Schmidt, diputado del parlamento alemán
Joscha Schmierer, Kommune. Forum para la política, la economía y la cultura
Constanze Stelzenmüller, Fundación Marshall (Alemania)
Stefani Weiss, Fundación Bertelsmann
Solidaridad y fortaleza. El futuro de la Unión Europea
Política europea sobre energía y cambio climático
Michael Cramer, eurodiputado
Hans-Josef Fell, diputado del parlamento alemán
Rebecca Harms, eurodiputada
Michaele Hustedt, CPC Berlin
Christine Lins, Consejo europeo para las energías renovables
Lutz Mez, Universidad Libre de Berlín
Sascha Müller-Kraenner, Instituto para la conservación de la naturaleza
Martin Rocholl, Fundación europea del clima del
Stefan Scheuer, S.P.R.L.
Michaele Schreyer, ex-comisario europeo, Movimiento europeo de Alemania,
Delia Villagrasa, experta en políticas energéticas
Política de ampliación europea y de vecindad
Joost Lagendijk, Universidad de Sabanci
Kai-Olaf Lang, Fundación de ciencias políticas
Cornelius Ochmann, Fundación Bertersmann
Rachid Ouaissa, Philipps-Universidad Philipps de Marburg
Isabel Schäfer, Universidad Humboldt de Berlín
Manuel Sarrazin, diputado del parlamento alemán
Autores del estudio sobre la democracia europea
Claudio Franzius, Universidad Humboldt de Berlin
Ulrich K. Preuß, Profesor retirado de derecho administrativo
Más información sobre los expertos en: www.boell.de – www.gef.eu
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22
Notas
El movimiento verde siempre ha sido un movimiento político
enraizado en los conceptos de solidaridad, responsabilidad compartida y transformación institucional. Más que nunca, éstos son
los valores que deben ser tratados en el debate sobre Europa.
En este contexto de a desafíos económicos y medioambientales
que amenazan la esencia del proyecto europeo, el movimiento
verde necesita profundizar su análisis político y desarrollar un
programa entendible para el futuro de Europa.
Siguiendo un debate iniciado por la Fundación Heinrich Boell,
esta publicación plantea una serie de propuestas en política
exterior, agrícola, energética, económica, monetaria, de seguridad y de ampliación. Las propuestas son tan ambiciosas como
los desafíos a los que nos encontramos, aunque son sólo puntos
de partida para el debate que debe desarrollarse en el sí del
movimiento verde. Esta publicación debe ser tomada como una
herramienta para facilitar dicho debate.
1 Rue du Fort Elisabeth, L-1463 Luxemburgo
Oficina de Bruselas:
T +32 (2) 234 65 70 l F +32 (2) 234 65 79
[email protected] l www.gef.eu
15 Rue d’Arlon – B-1050 Bruselas – Bélgica
T +32 2 743 41 00 F +32 2 743 41 09
E [email protected] W www.boell.eu
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