Introducción

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Introducción
LA CONQUISTA CRISTIANA DE CUENCA:
El rey Alfonso VIII al mando de sus tropas cristianas, tras un prolongado asedio, consigue
conquistar Cuenca un 21 de septiembre del año 1177, iniciándose así una nueva etapa en la
historia de la ciudad.
Una nueva etapa en la que el rey Alfonso VIII, como muestra de su cariño por Cuenca, instala
en ella su Corte durante diez años, consagra la Mezquita Mayor en Iglesia Catedral y concede
a sus habitantes numerosos privilegios. Además manda elaborar un verdadero código jurídico
que regiría la ciudad a partir de ese momento: el Forum Conche, convertido en el más famoso
de los Fueros Municipales de la Castilla Medieval.
La conquista de Cuenca en el 1177 por Alfonso VIII, supone,
además,
una gran
transformación para la ciudad. El propio monarca puso todo su empeño en reorganizar la vieja
ciudad musulmana y consolidar la conquista cristiana. Todo ello hace que esta ciudad-fortaleza
conozca grandes transformaciones tanto en el plano urbanístico como en el
demográfico,
jurídico, económico y religioso.
Cuenca ve cómo se va expandiendo su territorio y la población va ocupando todo el terreno
situado en la parte más baja del recinto amurallado, hasta entonces despoblado, surgiendo así
nuevos barrios en la parte baja de la ciudad, como el de San Esteban, San Vicente, San
Salvador, Santo Domingo o San Juan.
Ahora bien, la
ciudad, si bien es cierto que sufrirá
nuevos cambios urbanísticos,
sigue
manteniendo, por otra parte, elementos importantes para la ciudad como por ejemplo sus
defensas: no sólo la muralla levantada ya en época musulmana, sino todo el conjunto abrupto
que conforman sus hoces y sobre el cual se levantaba la ciudad.
En la Cuenca medieval destacaban además dos
baluartes importantes: uno el Castillo,
defendido a ambos lados por dos fosos tallados en la propia roca; y otro el Alcázar, situado en
el lado más septentrional y provisto de un doble recinto murado, con dos puertas de acceso, las
que ya en el siglo XIV se denominaban Somera y Fondonera. Este último es el que sufrirá
mayores transformaciones: el solar donde hasta entonces se había levantado el Alcázar
musulmán se fracciona en diversas parcelas para levantarse en ellas casas palaciegas
pertenecientes a las familias nobiliarias que habían ayudado en la conquista cristiana y su
consolidación. Estas casas señoriales, junto a otros espacios que pasaron a manos de la
Iglesia conformarán un espacio de angostas y tortuosas callejuelas.
Entre ambos baluartes de la ciudad, se comienza a construir a finales del siglo XII, sobre el
terreno que había ocupado hasta entonces la Mezquita Mayor, el que será el centro religioso
más importante de la ciudad: la Catedral. Estaba situada en la plaza medieval de Santa María
o Picota, el lugar más importante donde confluían las principales actividades de la ciudad. Al
otro lado, en la parte más oriental del templo, aquella que daba a la Hoz del Huécar, se situaba
lo que se conocía como el corral de la iglesia, todo el conjunto de edificaciones dedicadas a
diferentes usos por parte de la Iglesia: desde lugares de administración y reunión,
hasta
hornos o talleres para los obreros de la catedral.
Toda la trama urbana de la ciudad de Cuenca se organizaba alrededor de un eje fundamental
formado por las calles de San Juan, Correría, la Plaza de Santa María y la calle o cal Mayor,
que conectaba dos de los accesos más importantes de la ciudad, la puerta de Huete y la del
Castillo. A parte de este eje fundamental la ciudad contaba con otras vías importantes que
daban acceso desde el centro de la ciudad hasta la parte baja de la misma. Éstas eran las de
Solera y Caballeros por una parte y Pellejería y Zapatería Nueva por la parte del Alcázar.
La calle era un elemento esencial en el paisaje urbano de la ciudad. Predominaban las calles
estrechas, tortuosas, angostas, con fuertes desniveles y grandes cuestas que dificultaban el
paso en época de lluvias y sobre todo de nieves, con pasadizos y voladizos, etc… sin ningún
tipo de pavimentación. Las calles medievales se caracterizaban por ser lugares con gran
animación, con mucha vida. Era un continuo ir y venir de gente. Por ellas transitaban
vendedores ambulantes, en ellas trabajaban los artesanos, etc…También era el lugar donde
actuaban los juglares y titiriteros, donde se celebraban fiestas y procesiones, etc… Pero
también era el lugar donde existía una gran suciedad y contaminación provocada por
elementos orgánicos y minerales que se encontraban a lo largo de todo su recorrido.
Otra característica notable de la ciudad: La población sale fuera de la muralla: comienzan a
aparecer diferentes arrabales. Fuera del cerco de la muralla destaca ya en esta época el
arrabal de Barrionuevo, según algunas fuentes aparecería ya en el siglo XIII y se encontraba
en el espacio situado en los alrededores del Puente del Canto (actual puente de San Antón) y
del río Júcar. Tenía una población estable dedicada a actividades manufactureras y también
agrarias.
También está fuera del recinto murado el Hospital de Santiago fundado por la Orden de
Santiago, en los terrenos donados a la misma como agradecimiento por su contribución en la
conquista de la ciudad.
Pero extramuros de la ciudad también encontramos ya alguna edificación por la zona de la
Fuensanta y por las márgenes del río Huécar. Además, en las orillas de ambos ríos
encontramos molinos, batanes, tenerías, etc…aunque parte de ellos ya existirían en época
musulmana.
Ya en el interior del espacio defendido por murallas se comienzan a construir diferentes
parroquias alrededor de las cuales crecen y se desarrollan diferentes barrios o colaciones.
Dentro de éstas, en toda ciudad medieval castellana, la vida se ordenaba en torno a tres
puntos vitales: la parroquia, la plaza y la fuente. Los tres se encontraban generalmente
situados en el centro de la barriada y muy próximos entre sí.
RUTA SAN PEDRO
Comenzamos nuestro recorrido, atravesando uno de los dos núcleos fortificados más
importantes de la ciudad: el CASTILLO. Después de la conquista cristiana, esta zona sufriría
algunos cambios, como por ejemplo el regruesamiento de la muralla que se halla al este. Pero
merece mención especial una gran sala rectangular que se encontraba en la vertiente norte,
adosada a la muralla que asomaba a la Hoz del Júcar y que algunos investigadores han venido
a denominar como Aula Regia.
Si continuamos con nuestro itinerario, atravesamos la puerta del Castillo que conectaba con el
resto de la ciudad, conocida por algunos, como la puerta del Mercado (otros muchos
historiadores la sitúan en distinto lugar) Es aquí donde se establecen los límites de una de las
colaciones de la Cuenca Medieval, la de San Pedro.
Destacaba en las inmediaciones de esa puerta una pequeña plaza que se abría a los pies de
la una de las parroquias de la ciudad: San Pedro.
Esta colación tendría escasa población y pocas construcciones. Abundaban sobre todo solares
de antiguas casas derribadas y pequeñas huertas que asomaban a la Hoz del Huécar y Júcar.
En esta pequeña colación destacaban dos calles, aquella que partía de la pequeña plaza y que
conectaba la parte alta de la ciudad con la Plaza de Santa María y otra paralela que discurría a
espaldas de la iglesia y que se conocía con el nombre de Peñuela.
Iglesia de San Pedro:
Situada en la parte más alta de Cuenca, en la Plaza del Trabuco. Debió de ser construida poco
tiempo después de que la ciudad fuera conquistada por Alfonso VIII. Constaría de una nave de
10 por 6 metros asentada directamente sobre la roca y fabricada con mampostería en hiladas
1
regulares con ábside semicircular. Después de las luchas entre los Mendoza y sus oponentes,
la iglesia sufriría notables daños que haría que se construyera una nueva en la segunda mitad
del siglo XV. Muestra de esta época es el ventanal que todavía hoy queda en la zona que da a
la Ronda de Julián Romero.
1
IBÁÑEZ MARTÍNEZ, P.M: La vista de Cuenca desde la hoz del Huécar (1565) de Van de
Wyngaerde. Cuenca, 2006.p.372
Si continuamos descendiendo hacia el centro de la ciudad nos encontramos con la colación de
San Nicolás. En ella destacaban residencias de alta calidad. Además, también destacaba por
contar, entre sus vecinos, con numerosos clérigos.
Una de esas residencias de alta calidad sería la Casa-Palacio de Don Constantino:
Situada en mitad de la calle San Pedro, ocupaba un solar con una topografía de pendiente
acusada. Se asentaba sobre gruesos muros de carga de mampostería con sillares reforzando
las esquinas tanto en las fachadas exteriores como en las interiores que dan al patio,
resolviendo los forjados con vigas y viguetas de madera, de los que aún subsisten restos de
artesonados. En su fachada destaca la portada de medio punto enmarcada en un gran
dovelaje.
Muy cerca de esta casa-palacio destacaba, además, la parroquia de San Nicolás, de trazado
similar al resto de parroquias de la ciudad. En sus aledaños contaba con una pequeña plaza y
con tres vías importantes: la de San Miguel, que conectaría con la parroquia de su mismo
nombre; la de San Nicolás que daría conectaría con la calle Peñuela; y por último, una
perpendicular que enlazaba la parroquia con Zapatería Vieja, al oeste de la Plaza de Santa
María y paralela, a su vez, de la cal Mayor.
La estructura que caracteriza a esta iglesia era la siguiente: planta rectangular, ábside de
piedra oculto actualmente bajo las viviendas adosadas a la iglesia, torre y cubierta a dos aguas.
Estructura que permite probar que su origen es anterior al siglo XV.
Si continuamos descendiendo por la Cal Mayor, nos encontramos con uno de los edificios más
antiguos de Cuenca: la Iglesia de San Pantaleón:
Todavía hoy permanece en pie restos de la
iglesia primitiva, como la pequeña ventana
románica de la cabecera y el arco de entrada ojival del siglo XIII. Algunas fuentes hacen pensar
que este edifico es contemporáneo a la catedral e incluso anterior.
Este oratorio era propiedad de la orden de San Juan de Jerusalén, considerada como una de
las órdenes militares más importantes de la Península. Pasó de ser una institución religiosa a
una militar, dentro del contexto militar en el que se desenvuelve. Como el resto de estas
ordenes peninsulares, se caracterizará por una dimensión asistencial que se supondrá a la
esencia militar.
De planta sensiblemente rectangular
y una sola nave, su ábside es plano, en fábrica de
mampostería y con una sencilla ventana, románica, abocinada, situada en la parte más alta del
testero. La cubierta, con tejado a dos aguas. En uno de sus laterales se puede observar el
arranque de la bóveda de medio cañón que cubría el presbiterio. Precisamente en esta zona se
observa bien la técnica constructiva, típicamente bizantina, de mortero aligerado con grandes
trozos de cerámica.
De la fachada principal, sólo queda lo que era su arco de entrada. Arco ojival, abocinado, del
que restan el arranque de sus arquivoltas. Hay que destacar, uno de los capiteles de sus
jambas, milagrosamente conservado, con una clara simbología templaria. Se trata de la
representación de un jinete alanceando un dragón, alusión al neófito en el momento de su
iniciación por medio de la cábala, sobre una cabeza invertida de cuya boca brotan unas
cuerdas o enredaderas.
Antes de entrar a la Plaza de Santa María destacaría en el descenso de esta calle una casa,
de la que todavía hoy, se conservan sus ventanales con arcos escarzanos. Se levantó en las
proximidades de la Catedral, sobre una zona con fuerte pendiente y excavada en roca. En su
fachada, además, destacarían sus entramados y vigas de madera.
Plaza de Santa María:
En ella destaca ante todo la Catedral y la Plaza de Santa María. Ésta última recibe otros
nombres durante época medieval como Plaza de la Picota, del Rollo o del Mercado. De
pequeñas dimensiones, y de forma alargada, era más bien un ensanche de la cal o calle Mayor
ante el templo catedralicio, con abundantes y profundos desniveles de terreno. Era el punto
neurálgico de la ciudad sobre el cual gravitaba toda la vida de la misma. En ella se
desarrollaban actividades comerciales, actos públicos, funciones religiosas, etc….en suma, era
el escenario de cualquier acto importante para la ciudad.
Alrededor de la plaza de Santa María se podían encontrar inmuebles de diverso tipo. Unos
pertenecientes a la oligarquía local, otros de naturaleza religiosa, como por ejemplo la Catedral,
y otros muchos dedicados a diferentes tipos de ocupaciones artesanales y comerciales.
Asimismo, a finales del siglo XV esta plaza acogerá un nuevo edificio: la sede del Concejo.
CATEDRAL
•
Fachada de la Catedral:
Pocas son las noticias que tenemos de la primitiva fachada. Parece ser que en la segunda
mitad del siglo XIII ya estaría concluida. Otro dato que tenemos: era de estilo gótico. Pero
pocas noticias poseemos. El único documento al que podemos remitirnos, al estudiar la
fachada primitiva de la Catedral de Cuenca, es una de las obras, erróneamente atribuidas
según algunos historiadores del arte, al pintor Bartolomé Matarana. Este pintor local dedicó,
allá por el 1595, diversos cuadros a la vida de San Julián. Es en uno de ellos, en el Milagro de
la Peste, donde elige como escena de fondo uno de los edificios más representativos de la
ciudad: su Catedral. Concretamente en el margen izquierdo representa un parte de la fachada
de la misma, la parte inferior derecha, con dos de sus tres puertas principales y el andén con
escaleras que daba acceso al edificio.
Teniendo en cuenta que el autor se permitiría ciertas licencias a la hora de representar el
edificio catedralicio, puede servirnos para conocer un poco más la primitiva fachada de la
Catedral de Cuenca.
•
Torres de la Catedral:
La catedral de Cuenca estaba rematada por dos torres, según algunas noticias, ya desde muy
antiguo.
La conocida como torre de las Campanas existiría desde fechas muy tempranas, antes de
1282. Ya en los primeros estatutos encontrados se habla de ella. Conocida también como
torre mayor, poco sabemos de su estructura original, continuamente modificada a lo largo de
los siglos. Pero todavía hoy, se puede observar el lugar donde se ubicaría esta torre.
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