Subsidios en torno a la “Carta Pastoral” de Mons. Puiggari para la preparación del Congreso Diocesano de la Familia FAMILIA 2010 SUBSIDIO Nº1 LA FAMILIA, UN GRAN TESORO. A la luz de nuestra experiencia familiar, descubrir y valorar la belleza de la familia en el proyecto de Dios. “La familia, «patrimonio de la humanidad», constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos. Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente.” Benedicto XVI, V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Discurso Inaugural 5 En este primer subsidio nos proponemos, antes de comenzar una lectura guiada de la Carta Pastoral de nuestro Obispo, ahondar desde nuestra experiencia personal en el tema que dominará este año pastoral: la familia. Es el ambiente que nos acogió por vez primera, allí crecimos, fuimos afianzando nuestra personalidad, allí balbuceamos nuestras primeras palabras y aprendimos a amar, a perdonar, a esforzarnos por lo que queríamos; quizá allí oímos por primera vez mencionar a Dios, tal vez fue en esa pequeña o gran comunidad donde conocimos a María y comenzamos a imitar su “sí” al Señor. Al pretender entrar en una realidad que está tan presente en nuestra existencia, vale la pena abrir el baúl de nuestra experiencia y buscar allí cómo a lo largo de nuestra vida hemos llegado a concebir una noción de familia. Desde allí podremos iniciar el camino para redescubrir a la luz de Evangelio de Cristo el proyecto de Dios para la familia. De este modo estaremos respondiendo al llamado de nuestro Obispo de valorar, apropiarnos y anunciar la belleza de la familia tal como salió del corazón de Dios a imagen de la Trinidad Santísima. Para llevar adelante este propósito, les sugerimos el siguiente esquema: Oración inicial 1. Contemplar la familia a la luz de nuestra experiencia A. Trabajo grupal: Lluvia de Ideas. B. Trabajo Individual: Mi familia, mi gran tesoro. El lugar que la familia ocupa en mi vida personal C. ¡Sí a la belleza de la familia restaurada en Cristo! 2. Celebrar el tesoro de la familia • 1 Oración inicial Rezamos juntos la siguiente oración: Quédate con nosotros Señor. Quédate en nuestra familia, ilumínanos en la noche de la duda, sé sostén en nuestras dificultades, consuélanos en nuestros sufrimientos y haz fecunda la fatiga de cada día. Aleja de nuestro hogar todo mal y afirma nuestros pasos en el bien y en el amor. Te pedimos por las familias de nuestra comunidad, de nuestra diócesis y de nuestra Patria. Ayúdanos a trabajar unidos, a cultivar los valores, a defender con pasión la vida. En esta hora de la familia te pedimos la gracia de anunciar y valorar el tesoro de la familia, cuando en torno a ella se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza. Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la vida humana se la acoja, se la ame y se la respete, desde su concepción hasta su término natural. Amen Contemplar la familia a la luz de nuestra experiencia Nuestro Obispo nos dice en su Carta Pastoral: “A lo largo de este año escucharemos muchas veces la palabra familia. No es tan solo un concepto, sino que evoca una multiplicidad de vivencias y recuerdos, que hacen presente la alegría, la emoción e incluso la tristeza por dolores que han signado la historia o son parte, hoy, de la realidad familiar.” 1. Trabajo grupal: Lluvia de Ideas. Para evocar esas vivencias y recuerdos, les proponemos meditar y compartir lo primero que viene a nuestro corazón al oír la palabra “familia”. Esto puede hacerse a modo de lluvia de ideas. • • • Es muy importante: que TODOS SE EXPRESEN, que PIERDAN EL MIEDO de hablar, que lo hagan LIBREMENTE. Finalidad: La lluvia de ideas sirve para que todos se expresen, sin censura, SIN JUICIOS sobre lo bueno y lo malo. ¿Cómo se puede hacer?: HABLADA, pero es mejor hacerla a través de FICHAS ESCRITAS, porque: 2 1. Permite REFLEXIONAR, antes de expresarse. 2. Guarda, inicialmente, el ANONIMATO, lo que da más libertad de expresión. A la hora de compartir las ideas se debe: Enfatizar la cantidad y no la calidad de las ideas. Evitar críticas, evaluaciones o juzgamientos de las ideas presentadas. Presentar las ideas que surgen en la mente, sin elaboraciones o censuras. Estimular todas las ideas, por muy "malas" que ellas puedan parecer. "Utilizar" las ideas de otros, creando a partir de ellas. Al concluir la exposición de las ideas se pueden seleccionar las que sean más significativas y transcribirlas en una afiche que quede a la vista de todos durante la reunión de lectura del subsidio. Es importante recalcar lo dicho al principio, con la lluvia de ideas queremos entrar en tema de modo comunitario para dar paso al segundo momento: Quien anime este momento debe tener en cuenta que: ETAPA METODO SECRETOS PARA LA CONDUCCION 1. Introducción Inicie la sesión explicando los objetivos, las preguntas o los problemas que van a ser discutidos y las reglas de juego. 2. Generación de ideas Dé uno o dos minutos para que los participantes piensen en el problema. No se olvide que todas las ideas son importantes, evite enjuiciarlas. Solicite, en secuencia, una idea a cada participante. Incentive al grupo a dar un mayor número de ideas. En caso de que algún participante no tenga nada para que contribuir, podrá hacerlo más adelante. Se pueden hacer varios turnos para que todos tengan oportunidad de participar. Mantenga un ritmo rápido en la recolección y registro de las ideas. Coloque las fichas que registran las ideas en el orden de aparición. El objetivo de esta etapa es tener claros todos los conceptos vertidos, sin juzgarlos. Ideas semejantes deben ser agrupadas; ideas sin importancia o impracticables Pregunte si alguien tiene alguna duda y, si fuera el caso, pida aclaración a la persona que la generó. Lleve al grupo a discutir las ideas y a escoger aquéllas que vale la pena considerar. 3. Revisión de las tarjetas expuestas en el panel 4. Análisis y selección Promueva un clima tranquilo, agradable y empático. Esté seguro de que todos han entendido el tema que va a ser tratado. Redefina el problema si fuera necesario. Busque motivar al que no participa, limite al “que cope” la reunión. 3 5. Ordenando las ideas Utilice el consenso en esta selección preliminar del problema o solución. deben eliminarse. Solicite el análisis de las tarjetas que permanecerán en el panel. Promueva la priorización de las ideas, solicitando a cada participante que escoja las tres más importantes. Cuide para que no haya monopolio o imposición por parte de algún participante. La votación debe ser usada apenas cuando el consenso no sea posible. 2. Trabajo Individual: Mi familia, mi gran tesoro. El lugar que la familia ocupa en mi vida personal Nos dice el Obispo en su Carta Pastoral: “La familia implica la vida de todo hombre y de toda mujer, se despliega en unas coordenadas precisas de espacio y de tiempo, hace presentes rostros concretos de hijos e hijas, de papá y de mamá (…). Asimismo, los invito a contemplar la propia realidad familiar, a redescubrir el gran tesoro que es la familia en cada vínculo, en cada rostro y asumir con valor y espíritu de conversión la renovación profunda de sus familias a la luz del Evangelio.” A la luz de este párrafo de la carta, los invitamos a que, de modo individual, hagan memoria histórica de sus familias. Todos hemos necesitado de una para venir a este mundo, crecer, madurar, aprender las cosas elementales. En el amor de nuestros padres comprendimos que la vida se realiza en el don recíproco de sí. Ella fue el ámbito apropiado para ser educado en los valores humanos, cívicos y religiosos, en palabras del Obispo: “La familia es el ámbito originario de la educación. Qué es la educación sino un proceso de maduración integral de la persona a la luz de la verdad. En el hogar se forman los cimientos de la personalidad, de la conciencia y se desarrollan las virtudes que permiten guiar a la persona a una madurez plena e integrada”; en ella se nos transmitió la fe. Es allí donde aprendimos a amar, a perdonar, a comprometernos con el otro. Ella nos albergó en la dicha y el gozo; también fue lugar para el dolor, la enfermedad. En ella fuimos escuchados, comprendidos, orientados. Allí anunciamos con gozo nuestros proyectos vocacionales, laborales. La familia es el primer ambiente que refleja la vocación que todos tenemos de vida social, de ser cada uno constructor responsable de la sociedad. En efecto, de la familia nacen los ciudadanos, y éstos encuentran en ella la primera escuela de estas virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma. De ella recibimos apoyo para 4 emprender caminos. En la familia también descubrimos las debilidades humanas: la falta de perdón, el egoísmo, la incomprensión, mezquindades, abandonos, violencia. Descubrimos que es necesario salir de nosotros mismos, transformar y madurar para no repetir errores; a la luz de las experiencias negativas se esclarece también cómo Dios en su providencia nos regala personas que salen a nuestro encuentro para ser nuestra “familia”, personas que suplen el rol de papá, mamá, hermanos, abuelos, tíos, primos. Padres y madres que nos hacen suyos desde el corazón. La familia nos hace ver que cada uno de nosotros no está llamado a realizarse en solitario. Ella nos da la certeza de un lugar desde donde se puede comenzar siempre de nuevo. Al comenzar este momento de reflexión personal hemos citado un párrafo de la carta en la cual nuestro Obispo nos invitaba a hacer presentes los rostros concretos que constituyen mi familia y también los acontecimientos que la han marcado. Para poder recordar, es decir, volver a pasar por el corazón, esos rostros y esos momentos, te ofrecemos una serie de preguntas que pueden guiarte: Reflexión personal: • • • • • • • • • • • ¿Qué personas vienen a mi mente más rápidamente cuando pienso en mi familia? ¿Qué miembros de mi familia están más presentes en mis recuerdos de la infancia? ¿Quiénes me enseñaron a caminar? ¿Quiénes fueron testigos de mis primeras palabras? ¿Quién compartía mayor tiempo conmigo? ¿Quién me acompañaba en mis juegos? ¿Qué momentos han marcado mi vida familiar? ¿Cómo han influido en mi vida personal? ¿Cómo ha transitado mi familia por los momentos de dolor, de enfermedad, de carencia, de muerte? ¿Qué miembros de mi familia fueron los pilares ante esas situaciones? ¿Con qué miembros de mi familia tengo parecido físico? ¿De quién tomé gestos, modismos, maneras de caminar, giros verbales? ¿Qué valores (trabajo, paciencia, renuncia, sacrificio, etc.) puedo rescatar de mi núcleo familiar más íntimo que me han llevado a crecer como persona? ¿Con qué valores puedo identificar a cada uno de esos rostros concretos? ¿Para qué suelo acudir a mi familia? ¿Encuentro en ella un refugio incondicional? ¿Es mi familia el modelo para la familia que deseo formar? ¿Qué luces y qué sombras puedo percibir en ella? ¿Qué lugar ha ocupado la transmisión de la fe en mi familia? ¿Con qué rostros concretos puedo vincular ese aspecto de mi vida? ¿Recuerdo quiénes han formado parte de las últimas fiestas familiares? ¿Quién fue en mi familia referente de unión, de reconciliación, de comunicación? ¿Quién suele convocar generalmente las reuniones familiares? 5 Trabajo personal: Ahora, tomando esos rostros concretos, esos nombres importantes para nuestra vida personal los invitamos a hacer un “Árbol genealógico” en el cual podamos reconstruir nuestra familia. Familia constituida por lazos de sangre, o por lazos afectivos, espirituales. Todos aquellos que forman mi familia, mi tesoro. C. ¡Sí a la belleza de la familia restaurada en Cristo! Seguramente al tener esta mirada sobre nuestra familia particular aparecerán luces y sombras, aciertos y desaciertos. A medida que vayamos desarrollando los siguientes subsidios iremos reflexionando a la luz del Evangelio, del Magisterio de la Iglesia, de la Carta Pastoral de nuestro Obispo, sobre el proyecto de familia que tiene Dios. Pero, desde ahora, queremos decirle: “¡SÍ!” al proyecto de familia que nos ofrece Jesús. Desde hoy queremos disponer nuestros corazones para ir restaurando nuestra familia en Cristo, como salió del corazón de Dios, a imagen de la Trinidad. Queremos responder a nuestro Obispo que nos convoca a celebrar y anunciar con gozo la belleza de la familia. Vayamos pensando propuestas para hacer concreto el año de la familia en nuestra parroquia o comunidad. Queremos asumir nuestra hora, la hora de la familia. Queremos decir ¡sí! a la belleza de la familia. 2. Celebrar el tesoro de la familia Para finalizar este momento de reflexión, les proponemos un tiempo de oración y celebración. Partamos de la lectura orante del Evangelio para iluminar nuestra realidad familiar. Meditando con la genealogía de Jesús • Ambientación Armar un altar en donde se coloque de modo central una imagen de la Sagrada Familia y un cirio. Disponer las sillas de los participantes en torno del mismo. Comenzamos poniéndonos en presencia del Señor En el Nombre del Padre… • Cantamos: “Eso que soy, eso te doy” • Lectio Divina: Lectura: Mt. 1, 1-17. Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:2 Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. 1 6 Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón;4 Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. 5 Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé;6 Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías. 7 Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá;8 Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. 9 Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías;10 Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías;11 Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. 12 Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel;13 Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. 14 Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud;15 Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. 16 Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. 17 El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones. 3 • Meditación: Pistas para la Lectio Divina... Autor: Padre Fidel Oñoro CJM Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM 1. ¿Por qué una genealogía? El Evangelio de hoy nos remite hasta los orígenes de Jesús dentro de la historia. Partamos de esta base: en oriente ―como sucede también todavía hoy en los pueblos africanos― una persona que no conoce su árbol familiar (genealogía) es una persona perdida en el mundo. La familia y la tribu a la que se pertenece es una referencia importante para construir la propia identidad. La genealogía que acabamos de leer ubica la identidad de Jesús, en cuanto Mesías, en medio de su pueblo. Como quien dice: Jesús no vino al mundo como un “aerolito” caído del cielo, sino más bien insertándose dentro de la historia humana, que es una historia de familias. Debemos situar a Jesús en medio de su pueblo, en el amplio contexto histórico al que pertenece y dentro del cual Él tiene un puesto especial. 7 2. El colorido de la genealogía de Jesús La lectura suena, a primera vista, un poco monótona ―al menos 39 veces se repite la frase: “tal engendró a tal persona” ―, pero en realidad no es así, en la lista de los descendientes se presenta una serie de acentos que le dan colorido a la lectura. Al leer muy despacio la genealogía vamos descubriendo que está hecha de muchas generaciones, de personas concretas con destinos concretos, de conexiones y de sucesos algunas veces irregulares, pero así es toda historia humana. Nos llama la atención, por ejemplo, la presencia de algunas mujeres, lo cual no es habitual en las genealogías: Tamar (la nuera incestuosa de Judá), Rajab (la prostituta de Jericó), Ruth (una extranjera) y la mujer de Urías (con quien David tuvo un adulterio). Vemos que no es necesariamente el ideal de familia que se quisiera tener. Pero todo se comprende mejor cuando llegamos al punto final de la lista. El Mesías que corona esta lista de generaciones y personas, sana la historia familiar de su pueblo. Él brota de un terreno histórico-familiar en el que no falta alguno que otro pecado, pero allí Él es el Salvador. 3. La conexión familiar con Abraham y con David El Evangelio comienza diciendo: “libro de los orígenes de Jesús” a quien confesamos como el Mesías (Mt 1,1). Y aprendemos enseguida que es a través de toda esta larga historia del pueblo de Israel, que Jesús se conecta con David y con Abraham, respectivamente el rey del que parte la dinastía y el patriarca del que origina el mismo pueblo. Jesús y Abraham La lista de los antepasados de Jesús, que comienza en el versículo 2, coloca la raíz de ésta en el patriarca Abraham, ya que se trata del origen de un pueblo que ha sido creación de Dios, nacido de la fe en la promesa del Señor. Con el llamado de Dios a Abraham comenzó un nuevo caminar histórico de Dios en la historia de la humanidad y por medio de él bendijo a todas las naciones de la tierra (ver Génesis 12,1-3). Jesús es el hijo de Abraham, en quien se realiza esta promesa de la bendición. Enseguida le sigue una lista de catorce generaciones (7+7: dos veces la plenitud) Jesús y David La lista toma impulso por segunda vez a partir del rey David (v.6b). Comienza así la genealogía de los reyes. La conexión no es extraña porque Jesús es confesado en el Evangelio como “el Cristo” (que significa “ungido”). Y término “Cristo” tiene que ver con una de 8 las designaciones del rey de Israel (ver 1 Samuel 9,26-10,1). Pero claro, esto no quiere decir que Jesús sea cualquier tipo de “rey”. Recordemos que a David Dios le había hecho la promesa de que su casa y su reino permanecerían para siempre (ver 2 Samuel 7,16). Esta promesa se realiza en Jesús, en cuanto hijo de David. Jesús, entonces, es el último y definitivo Rey y Pastor (ver Mateo 2,6) del pueblo de Israel, prometido y enviado por Dios, esperado por el pueblo. El cálculo final En la genealogía de Jesús, según Mateo, no basta con hacer una enumeración de nombres, muchos de ellos desconocidos para nosotros, también el número de las generaciones tiene un sentido. Si observamos los versículos 12 a 16, notamos que, después de las listas que siguen a Abraham y a David, el evangelista coloca una tercera lista que parte del exilio a Babilonia y culmina con Jesús. Resultan así tres pequeños listados, cada uno de 14 generaciones. Si tenemos en cuenta que el número 14 es el la suma de 2 veces 7, y que siete indica perfección, vemos claramente que Mateo está dando un mensaje con números (7+7=plenitud x 3). Jesús es la plenitud de la historia de la salvación Este cálculo que el evangelista hace al final de la lista de las generaciones (1,17), nos hace notar que esta historia no es un caos, sino una serie de acontecimientos dispuestos por Dios. El curso de esta historia ha sido querido por Dios y Él mismo lo ha orientado hasta su culminación en el Mesías (1,16). Por lo tanto, toda la historia tiene sentido en Jesús de Nazareth, todo lo que le precede prepara su llegada y con su llegada comienza el tiempo de la plenitud y el cumplimiento. Jesús es el punto culminante y el cumplimiento del actuar de Dios con su pueblo. Notemos además que la serie de las generaciones se interrumpió de improviso en la persona de Jesús. No se dice: “José engendró a Jesús”, sino “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo” (1,16). Es decir, que José es el esposo de María, pero no el padre carnal de Jesús. Por lo tanto, la genealogía termina con un enigma: ¿De dónde viene Jesús, si no es el hijo de José? Este enigma se resuelve en los versículos siguientes, él es concebido por obra del Espíritu Santo. En fin... Hoy aprendemos que Dios realiza sus promesas en Jesús. Lo que comenzó con Abraham, Dios lo ha llevado a término con Jesús. Jesús está profundamente enraizado en la historia de Dios con su pueblo porque proviene de él en la carne. Precisamente en esa carnalidad están asumidos y redimidos los pecados de esta historia. Las búsquedas más legítimas del pueblo que progresivamente fue comprendiendo el plan de Dios encuentran reposo en Él, porque ¡Él es su fin y su cumplimiento! 9 Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón: 1. ¿Por qué leemos la genealogía de Jesús? ¿Cuál es el mensaje? 2. ¿Cómo ha sido mi historia familiar? ¿Qué viene a salvar Jesús? 3. ¿Qué relación tiene Jesús con Abraham y David? ¿Qué tiene que ver esta conexión familiar conmigo? Oración: Para muchos, hacer el árbol genealógico tal vez fue recorrer historias personales de dolor, abandono, egoísmo; por qué no también abrir una herida. Otros quizá pudieron encontrarse reflejados en las palabras del Obispo cuando nos dice: “Sé que muchas familias atraviesan hoy momentos de dificultad, que sufren el drama de la división, de la enfermedad, de la falta de trabajo, de la separación. Comprendo la especial situación de quienes han formado una nueva pareja y la de aquellos que se encuentran solos y no tienen hoy una familia.” Cuánto nos reconforta encontrar en la genealogía de Jesús esos rasgos que identifican su gran familia con las nuestras; que hermoso descubrir que Dios Padre así lo quiso para que en su Hijo todo quede asumido y redimido. Él ha querido nacer de la familia humana para llevarla a su la plenitud en la santidad. Luego de haber hecho memoria sobre nuestra historia familiar debemos asumirla desde Cristo, y ofrecérsela para que él la redima dándole sentido. Este es el momento de poner a los pies de la sagrada Familia, ícono y modelo de toda familia instaura de en Cristo. Gesto: Cada uno se acerca con su genealogía y la coloca junto a la imagen de la Sagrada Familia Tal vez sea este momento de oración una oportunidad para reconciliarnos con nuestra historia, perdonar aquellas sombras que oscurecen nuestra experiencia familiar, a aquella persona concreta que con su ausencia o su mal accionar marcó negativamente mi vida. Incluso esta oración puede ser una oportunidad para pedir perdón al Señor por mis ausencias, mi falta de agradecimiento, de gratuidad, las miserias propias que afectaron y afectan la realidad de mi familia. Por último, en nuestra intimidad con el Señor, queremos descubrir que Él en su Amor providente ha estado siempre presente a lo largo de mi experiencia familiar, sosteniéndome, consolándome con su ternura y misericordia; regalándome a quienes, en su designio de amor, fueron capaces de acogerme. Agradezcamos al Señor por ese don de ser sus hijos en Jesucristo, el Hijo. Hijos de un Padre misericordioso, que está siempre dispuesto a perdonar; hijos de un Padre generoso, que quiere siempre colmarnos con su Amor; hijos de un Padre que para llevarnos a la filiación divina entregó a su propio Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. ¡Gracias, porque esa filiación adoptiva nos acogió en la familia de los santos que es la Iglesia! Confiamos nuestras familias a la protección Maternal de María rezando un Ave María. 10