Los niños - Universidad Pontificia Bolivariana

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ISSN 1909-650X
Facultad de Comunicación Social - Periodismo UPB - Medellín, Junio de 2010, No. 24
Los niños
El periodismo cambió la historia
en Vietnam
pág. 4
Barrio San José del Pinar, otro caso
de abandono estatal
pág. 10.11
Jorge Andrés Santos Gómez
Vitrina
perdieron
el derecho
a la inocencia
El teatro reflexiona sobre la violencia
de los barrios
pág. 5
La tristeza de una ciudad sin librerías
pág. 13
Música, copas y conversación en lugares tradicionales de Medellín
Tres esquinas y una casa
Junio
2
Juan Camilo Vergara
En las calles de los barrios
de Medellín hay tres esquinas
y una casa, en cada esquina
y la casa hay un negocio,
en cada negocio hay una
historia, y cada historia tiene
su personaje. ¿Qué lugares?
¿Cuáles historias? ¿Quiénes
son los personajes?
María Juliana Yepes Burgos
[email protected]
La música de Augusto
Hace cincuenta años un carnicero recorría las
calles de Amagá, Antioquia, junto a su hijo
recogiendo el dinero que le correspondía por
alquilar sus rockolas a los dueños de los bares
y las cantinas del pueblo minero. El niño
acompañaba feliz a su padre porque lo dejaba
quedarse con las monedas que se caían al piso
al momento de sacarlas de los traganíqueles.
Mientras el niño esperaba impaciente la caída
de una moneda, se entretenía escuchando
las voces de Toña La Negra y Javier Solís,
y las melodías compuestas por Pacho Galán
y Lucho Bermúdez. Así fue como Augusto
Arango Franco, un hombre risueño y hablador,
comenzó su afición por apreciar, investigar y
coleccionar lo que él califica como “la buena
música”.
Son más de 12 mil discos y casetes los que
hacen parte de la recopilación musical del
melómano que hace 15 años montó un bar al
que llamó “La música de Augusto”. El negocio
que comenzó en Ginebra, Valle del Cauca, se
trasladaría cinco años después a una esquina
en el sector Estadio, a una cuadra del centro
comercial El Diamante, en el occidente de
Medellín.
En una ciudad donde los bares parecen
competir por el premio al mayor número de
decibeles alcanzados con la música y la gente
se grita para comunicarse, en “La música de
Augusto” se hace lo contrario: “A la gente que
viene aquí le gusta tomarse una cerveza o un
trago y conversar mientras escuchan un son
cubano, un tango, un bambuco o un bolero”,
dice Augusto, quien hace poco recorrió Cuba
de cabo a rabo en bicicleta.
Las Delicias
Una pareja mayor juega dominó en una de
las mesas blancas de plástico de la cafetería.
A un lado de las fichas reposan un par de
cervezas frías y de vez en cuando una que
otra copa de ron. En otra mesa se ve a una
familia almorzando y comentando el estado
en el que se encuentra su familiar enfermo. Al
lado de ellos dos hombres conversan y se ríen
al tiempo que tararean la guasca que suena en
el momento: O te parece poco que te quiero,
te parece poco que te amo, te parece poco
que te pienso, te parece poco que te extraño,
dice la letra en la voz de Pipe Bueno.
A pesar de los cambios que sufren los bares, tiendas y cafés tradicionales de Medellín, aún se
conservan objetos que cuentan por sí solos el transcurrir del tiempo en la ciudad.
Walter Zapata después de haber trabajado
en diferentes oficios y lugares alquiló hace
un año junto a su padre, el Restaurante y
Cafetería Las Delicias, un negocio que queda
al frente del Hospital Universitario San Vicente
de Paúl.
Es un lugar para quienes después de visitar por
horas a los enfermos del Hospital aprovechan
para cambiar el paisaje de agujas, suero y
gorros blancos.
A la hora pico en Las Delicias una mesera, la
cocinera, Walter Zapata y su papá atienden el
ajetreo dentro del local: empanadas, chorizos
y buñuelos para los hambrientos; un paquete
de papitas y otro de maní para los que no
quieren comer aquí; un yogur para el enfermo,
una cerveza para la sed, un papel higiénico
para la casa, un billete falso para el mostrador
y un guaro empinado para el señor.
El Taller
A una cuadra del Parque de Belén, en el sur
occidente de la ciudad, se destaca entre
tiendas, parqueaderos y un supermercado una
casa vieja amarilla con ventanas enroscadas
en hierro. El Taller es un multifacético lugar
que cumple desde hace 12 años las funciones
de librería, galería, restaurante y bar. Todos
los fines de semana hay música en vivo
especialmente rock, pop y canción social.
“Algunas personas vienen en las tardes agarran
un libro y se ponen a leer mientras se toman
un tinto”, cuenta Patricia Muñoz, una mujer
joven que viste de ‘bluyines’ y manga sisa,
encargada del bar la mayoría de las veces.
“También se presenta cada mes una nueva
exposición en la galería. En estos momentos
estamos exhibiendo la obra de Gabriela
Valencia, una ingeniera química de la UPB”.
El Taller es uno de los pocos lugares de
esparcimiento que le apuesta a la arquitectura
de antaño en la ciudad y que se mantiene en
el tiempo sin estar ubicado en una zona de
rumba como La 33 o El Poblado. Es un lugar
para aquellos que quieren disfrutar con los
amigos una velada tranquila lejos de la música
de discoteca.
El Social
En el sector de Provenza, en El Poblado, se
ve en una esquina un árbol con lucecitas de
colores, detrás de él está El Social, tienda
mixta que sirve de tienda en la tarde y de bar
en la noche abierta al público desde 1.969. La
voz de Héctor Lavoe le canta a la ausencia de
una mujer: El día en que tú te fuiste, triste me
quedé llorando, ¡Ay regresa te lo pido!, que
por tu amor te juro me estoy matando.
El Social se distingue como uno de las tiendas
antiguas del barrio El Poblado así como el
Niágara en el Lleras. La diferencia de estos
dos es que El Social mutó durante los años,
y se convirtió en un bar donde los precios se
incrementan según el status de la zona.
“Antes se ponía solo salsa, pero ahora hemos
querido variar un poquito, entonces ponemos
70 por ciento salsa y el resto en bachata y
uno que otro reggaetón”, dice Marcela una
joven de pelo mono y facciones delicadas que
atiende el local, que por su edad no podría
dar fe de tiempos pasados cuando la cerveza
no valía 3.500 pesos.
El Social parece manejar cierta bipolaridad:
afuera es un bar donde la gente se ríe y
choca botellas de cerveza; adentro, se ve
una tienda con un piso de cuadros verdes
y amarillos, imágenes viejas de caballos,
estantes con variedad de cigarrillos, y unas
sillas desgastadas de teatro que circundan un
mesón de madera.
Una ciudad que ha sufrido la pérdida de lugares
representativos para su memoria histórica como
el Ferrocarril de Antioquia y el Teatro Junín,
conserva aún en los rincones de sus diferentes
comunas, puntos de encuentro tradicionales
que legitiman la identidad de Medellín.
Es una pregunta interesante para un festival
de cine y muy apropiada para el año del
Bicentenario, donde los medios en general se
encargarán de recordar próceres y batallas. El
4º Festival Internacional de Cine Sinfronteras,
por el contrario, parece esmerarse en
cuestionar: ¿qué nos ata o subyuga, qué nos
domina o se nos impone, qué a fin de cuentas
nos libera o de qué nos liberamos?
Más interesante se hace la dinámica del Festival
cuando pregunta al ciudadano común, en su
página Web, ¿de qué se quiere independizar?
Respuestas como el amor, la mamá, la casa,
la dependencia, los desamores, la nostalgia
han recorrido el sitio oficial. Un breve reflejo
de las visiones que todos tenemos del término
Independiente.
Tal vez se logre discutir algo en las proyecciones
de esta cuarta versión, que además, quiere
alejarse de ese estereotipo del cine sólo para
intelectuales, y dar cabida al Valle de Aburrá
con el disfrute de 25 películas seleccionadas
especialmente para esta temporada, y que todo
parece indicar sólo se podrán ver del 22 de julio
al 2 de agosto.
No sólo películas, también agenda académica
con invitados nacionales e internacionales. Tal
vez no se logre responder la pregunta, mas sí
se generará la discusión en torno al concepto
Independiente. Las cintas White Material, El
niño pez, The Visitor, Serbis, The Exploding
Girl, Syndromes and a Century; son algunas de
las películas que se proyectarán después de ser
protagonistas en premiaciones internacionales.
Las aulas universitarias no son ajenas a este
tipo de cuestionamientos; es válido saber que
este año un festival, que nació en Medellín,
le apuesta a la creación de espacios, donde a
partir del cine y la academia, el público local
puede entrar a hacer parte de la dinámica
que encierra a los mejores festivales de cine
internacional.
Mientras llega la hora de las funciones, en www.
festivalsinfronteras.com/2010 hay una pregunta
que tal vez usted se anime a contestar… ¿de qué
se quiere independizar?
La indiferencia
Editorial
ante el futuro de la sociedad
Ya nada nos conmueve. Es común para la gente aceptar los atropellos que se cometen
contra los niños y las niñas de la ciudad. El listado es largo: se convierten en mensajeros
y guardianes de armamento de los grupos armados asentados en los barrios, mueren
asesinados en las puertas de las instituciones educativas, cada día aumentan las cifras
de abuso sexual, existe un mercado de “favores sexuales” ofrecidos por niños y, además,
hay “venta de la virginidad”, mientras más niña, mejor.
El tema es tan común que ya ni conmueve, la gente lo ve y lo acepta, la gente lo ve y
se hace la de la vista gorda, la gente lo ve y no lo denuncia, “eso siempre ha pasado”
es el argumento que se esgrime para no hacer nada. Sólo un dato: el Centro de Atención
Integral a Víctimas de Abuso Sexual (CAIVAS) registró en 2009, 2.253 casos, de los cuales
1.399 fueron abusos a niñas y 253 a niños. ¿Cuántos serán los no registrados?
La responsabilidad de estos hechos es del Estado por no ofrecer las garantías para
proteger a los niños y niñas de la ciudad, de los padres de familia que muchas veces
se prestan para que esto suceda o son ellos mismos los abusadores y explotadores; las
instituciones educativas, porque no ofrecen la formación adecuada para afrontar este
tipo de dificultades; la responsabilidad es de todos los ciudadanos porque no hacemos
nada al respecto.
Se nos olvidó por completo el Artículo 44 de la Constitución Nacional:
Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la
seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una
familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la cultura, la
recreación y la libre expresión de su opinión. Serán protegidos contra (resaltado
nuestro) toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso
sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos. Gozarán también de
los demás derechos consagrados en la Constitución, en las leyes y en los tratados
internacionales ratificados por Colombia.
La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño
para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos.
Cualquier persona puede exigir de la autoridad competente su cumplimiento y la
sanción de los infractores.
Los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás.
Tenemos un desconocimiento tan grande de la Constitución, que todo lo que en este
artículo se plantea - en materia de protección y derechos de los niños- es precisamente
lo que no se cumple. ¡Valiente compromiso que tenemos con el futuro de la sociedad!
Caricatura
Rectificación
En la edición de Contexto N°23, en el artículo
¿Vive una mala hora el periodismo escrito local?
se publicó: “Según Luis Fernando Ospina, Editor
jefe de interactividad y opinión de El Colombiano,
la salida de este columnista (Javier Darío
Restrepo) y de otros como Reinaldo Spitaletta o
Pascual Gaviria, se debió a que ellos alentaban la
polarización y por eso necesitaban otros espacios
de opinión”.
Contexto se permite aclarar que el Editor jefe de
interactividad y opinión de El Colombiano, Luis
Fernando Ospina, no mencionó a los periodistas
Reinaldo Spitaletta, ni Pascual Gaviria. En su
testimonio señaló a “Javier Darío Restrepo y otros
columnistas”, sin especificar nombre alguno.
Rector: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez / Decana de la Escuela de Ciencias Sociales: Esperanza Hidalgo Urrea / Directora Facultad de
Comunicación Social-Periodismo: Margarita Llano Gil. / Jefe de Área de Periodismo: María del Socorro Correa Jaramillo / Editor: Juan Carlos Ceballos
Sepúlveda /Jefe de Redacción: Viviana Andrea Londoño Calle / Periodistas: • Angélica María Cuevas Guarnizo • Mónica Samudio Valencia • Yenny Carolina
Buitrago Cortés • Juliana Sosa Góngora • María Juliana Yepes Burgos • Juan David Villa Rodríguez • Laura Betancur Alarcón • Laura Suárez Díaz • Andrés Felipe
Salgado Céspedes • Korina Daza Zapata • Jorge Andrés Santos Gómez / Foto portada: Jorge Andrés Santos Gómez / Diseño: Ana Milena Gómez / Diseño y
Diagramación: Editorial UPB • / Impresión: El Mundo /Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social - Periodismo • Dirección: Circular
1ª. 70-01 bloque 7. Teléfono: 3544557 • Correo electrónico: [email protected] • ISSN 1909-650 X
3
Junio
¿Independiente
de qué?
Internacional
Información y Democracia
¿Quién ganó en Vietnam?
La actitud de los gobiernos frente al trabajo de los reporteros
que cubren acontecimientos de gran impacto social, como las guerras
por ejemplo, se ha transformado radicalmente en los últimos 35 años.
Se pasó de la colaboración al control.
4
Junio
Ramón Maya Gualdrón
[email protected]
En la ciudad de Ho Chi Minh,
antigua Saigón, el 4 de mayo de
2010 se reunieron los periodistas
que cubrieron la guerra
de Vietnam. Conmemoraron
el 35° aniversario del fin del
conflicto. También recordaron
a sus 79 compañeros caídos.
En la reunión, el ex periodista
de CNN, Peter Arnett, ganador
del premio Pulitzer en 1966 por
su trabajo, cuando laboraba
para AP, describió lo que fue el
accionar de los medios: “Ésta fue
la primera guerra extranjera con
participación de Estados Unidos
en la que la prensa cuestionó el
pensamiento del gobierno, las
decisiones de los generales y las
opciones políticas sobre las cuales
se basó la guerra”. Bob Carroll,
ex-fotógrafo de United Press
International, complementa:
“Nunca más será posible cubrir
guerras como Vietnam… ¿Qué
aprendieron en Vietnam los
militares sobre dar acceso a la
prensa? Que no hay que darlo”.1
Los reporteros son los ojos y oídos
de la opinión pública y la voz de
las víctimas de la injusticia y el
despotismo. Si se les impide hacer
su trabajo, pierde la democracia
y por tanto la sociedad. Si no hay
información, la gente no puede
asumir posición, queda a merced
de los gobernantes y el problema,
entonces, es que el poder es el
peor narcótico, por el que muchos
están dispuestos a cualquier cosa,
incluso arruinar la vida de su
pueblo. Por eso la prensa libre
sigue siendo un remedio contra
la tiranía.
Un cambio
de visión
En Vietnam, el 16 de marzo de
1968 una flotilla de helicópteros
transportó a la Compañía Charlie,
del ejército norteamericano, a
una bella región costanera en
la que estaba ubicada la aldea
My Lai, habitada por campesinos
cultivadores de arroz desde
hace tres milenios. Porque no
encontraron rastros del Vietcong,
escurridizo enemigo, los soldados
enloquecidos la emprendieron
contra mujeres, niños, ancianos
tuvo que padecer un infierno
antes de realizar su propósito
de autogobernarse, como lo
comenzaron a hacer a partir de
1975, cuando expulsaron a los
invasores. Durante y después de
la guerra los jóvenes vietnamitas
trataron a los periodistas
extranjeros como a estrellas del
rock y de ellos aprendieron la
profesión de informar.
En el momento más crítico de la guerra, a mediados de la década del 60, en
Vietnam había 500 mil soldados norteamericanos combatiendo, sin embargo,
esta cifra se incrementó con el argumento de resolver pronto el conflicto, lo
cual no se logró. http://guerradevietnam.foros.ws/
La sociedad norteamericana se opuso a la guerra de Vietnam, cuando tuvo
información de los hechos gracias al trabajo de los periodistas. El gobierno
norteamericano, en 1973, retiró las tropas. http://news.haverford.edu/
blogs/amongfriends/files/2008/12/we-wont-fight-final.jpg
y animales, violaron y torturaron,
querían destruir todo lo que
tuviera vida y prendieron fuego
al poblado.
Y allí estaba el reportero gráfico
Ronald Haaberle. Sus placas
conmovieron al mundo y movieron
la opinión pública, que exigió a
los gobernantes la retirada de las
tropas de Vietnam. Entonces la
historia de la guerra cambió.
¿Qué hacían los poderosos
soldados norteamericanos a miles
de kilómetros de su país, con sus
máquinas de guerra arrasando con
bombas, napalm, agente naranja
y fósforo las selvas tropicales de
la península de Indochina en el
Sudeste asiático? Lo mismo que
hacen hoy en Irak y en Afganistán.
Sólo que ahora no es fácil para
los reporteros contarnos qué
está pasando, como lo hicieron
entonces.
Reflexión política
En aquella época el gobierno de
los Estados Unidos se proponía
tomar el escaque Vietnam, dentro
del ajedrez de la Guerra Fría,
que los franceses habían perdido,
en 1956, cuando los vietnamitas
lograron su independencia.
Pe r o e s e p u e b l o o r i e n t a l
Algo muy valioso que nos dejó
el trabajo de los reporteros de
la Guerra de Vietnam fue una
actitud de reflexión política. Que
después fomentaron el cine y la
música rock, cuyos mensajes,
igual que los de las fotografías,
documentales y escritos de
los hombres de prensa, siguen
resonando para que no se repitan
los hechos de injusticia y muerte.
Los tenemos que oír, como lo
hicieron los jóvenes universitarios
norteamericanos que a partir de
1968 valientemente se opusieron
a la invasión.
En universidades como Kent, Ohio,
Berkeley, pusieron la justicia
delante de los supuestos intereses
de su país. De igual manera
actuaron por aquella época
los universitarios en México,
Argentina, Alemania, Reino Unido
y en muchos otros lugares del
planeta. Como los hombres sabios
lo hacen, recordemos que una
bella generación de jóvenes llenos
de sueños se perdió en la guerra,
los acordes e imágenes que los
eternizan nos pueden ayudar a
construir un mundo mejor. Por eso
no es posible admitir que se nos
oculte la información.
Los reporteros
son los ojos y
oídos de
la opinión pública
y la voz
de las víctimas
de la injusticia
y el despotismo
1. http://www.periodistas-es.org/index.php?option=com_content&view=article&id=7
003:reporteros-que-cubrieron-la-guerra-de-vietnam-se-reunen-en-la-antigua-saigon&c
atid=38:periodistas&Itemid=197
El teatro es un medio artístico para exorcizar los miedos y los sufrimientos que produce
la creciente violencia que se vive en Medellín. Asimismo, da una mirada de comprensión
a la realidad y crea espacios de pensamiento que invitan a las personas a la reflexión
y la participación.
“En estos tiempos los jóvenes saben más de la muerte que de la
vida”, le dice Octavio, un joven con sueños por cumplir, a Efrén, un
hombre ya mayor que pasó casi toda su vida viendo como personas
inocentes fueron asesinadas y, otras más, desterradas de sus hogares
en la época de la violencia en Medellín.
A Octavio lo busca la guerra. Desde pequeño las necesidades
económicas lo empujaron a relacionarse con las bandas delincuenciales
de su barrio, hasta que terminó por quedarse ahí. Esa es la realidad
que le tocó vivir y la que lo hiere en el cuerpo y en el alma. El sonido
de los disparos lo despierta en las noches y no lo dejan dormir.
Como Octavio, el personaje principal de la obra La sangre más
transparente de la Corporación Teatral Caja Negra, hay muchos
jóvenes que viven diariamente en un conflicto que se agravó en los
últimos meses en la ciudad, por los enfrentamientos entre bandas
delincuenciales y la búsqueda del control territorial y sus habitantes
para el éxito de negocios ilícitos.
Según cifras divulgadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal
y Ciencias Forenses, en 2009 hubo 2.178 homicidios en la capital
antioqueña y, en los primeros cuatro meses del 2010, 673 personas
fueron asesinadas, 156 más que en el mismo periodo de tiempo del
año pasado, lo que equivale a un aumento del 30,2 por ciento de la
criminalidad en la ciudad. Los barrios San Javier y Manrique, con 83
y 75 homicidios respectivamente, son los de mayor índice de muertes
violentas.
Compromiso con la sociedad
Dentro de este contexto desolador, el teatro es un medio que
permite a las personas analizar y reflexionar sobre la realidad cotidiana.
Con la presentación de obras como La sangre más transparente en la
Corporación Teatral Caja Negra, Hécuba y Las troyanas en Hora 25 y
en el Pequeño Teatro de Medellín, el teatro critica la mirada que las
personas le dan a su entorno, la posición de invisibilidad que asumen
ante los conflictos y la poca concientización frente a ellos.
Así lo afirma Andrés Moure, director artístico del Pequeño Teatro:
“El teatro es un medio de denuncia, educación y diversión. El artista
siempre dirá algo sobre la sociedad al estar inmerso en ella. No
es gratuito, por tanto, que el teatro haya hablado durante toda la
existencia de la humanidad sobre los problemas sociales”.
Por su parte, José Fernando Velásquez, director artístico de la
Corporación Teatral Caja Negra, dice: “La problemática de la sangre
está viva y latente, como si el tiempo no hubiera pasado”.
Agrega además que el teatro no puede dejar de tratar estos temas:
“Eso es traicionar los planteamientos que lo originaron. Desde su
aparición, el teatro ha sido una expresión del pueblo. Un medio para
convocar, hablar y expresar”, porque, como afirma Velásquez, ofrece
una mirada distinta del tema a la que otros medios de comunicación
como el cine y la televisión le dan y que, muchas veces, se acerca a
“la explotación de la ‘pornomiseria’ y la vulgaridad, sin profundizar
ni generar reflexión”.
Desde los lenguajes del cuerpo, el habla, el espacio, la música,
entre otros, el teatro “ahonda en las razones del por qué de la
violencia y se rompe con el esquema de decir que somos violentos
porque sí. La violencia tiene explicaciones en un país como éste y muy
justificadas, duélale a quien le duela. El hambre, la falta de trabajo y
la desigualdad tienen que generar violencia y reacciones agresivas”,
dice José Fernando.
Sin embargo, tratar estos temas genera también oposición y
malestar en las personas, puesto que todavía muchas consideran que
hablar de violencia es continuar propagando una imagen desfavorable
de la ciudad y del país. Velásquez opina: “Es muy difícil que le pidan
a uno que ignore la realidad, que no la denuncie y no trate de hacer
que otros reflexionen sobre ella. Uno no puede ignorar el entorno en
el que vive”.
5
Posibilidades
En la antigua Grecia nació la tragedia como forma de representar
la debilidad del hombre frente a los dioses y sus designios. Fue una
manera de mostrar lo influenciable que era, como se dejaba dominar
por las emociones que sentía y como encaraba el destino, la muerte
y el dolor.
Silvia Helena García Moreno, filósofa, escritora y actual directora
de la Escuela de Formación de Actores del Pequeño Teatro, cuenta
que la representación de clásicos como Edipo Rey, Prometeo, Medea
y Las troyanas, es valiosa, porque el teatro puede estar “contándonos
historias de otros momentos, en otras circunstancias, con otros
personajes, pero de todas maneras tocar nuestra realidad, la violencia
que estamos viviendo”.
José Fernando Velásquez y otras personas dedicadas al teatro
consideran que deben seguir con su labor y tratar de llegar a más
gente por medio de la representación de la realidad. “El día en que
las condiciones en Colombia sean distintas dejaremos de hablar de la
violencia, mientras tanto eso es lo que nos convoca. El arte siempre
ha sido consecuente con la realidad y no se puede marginar de ella”,
opina Velásquez. Andrés Moure del Pequeño Teatro, por su parte, dice:
“Hay que hablar sobre la violencia para no olvidarla”.
El teatro no solucionará el hambre ni la desigualdad social, opina
Mario Yepes, profesor universitario, pero sí creará y motivará a las
personas a la reflexión y al análisis, puesto que es el medio más directo
y contundente. El arte es la posibilidad de acabar con la invisibilidad
en la que está sumida la juventud de la ciudad. Por eso Octavio, un
joven que derramó su sangre en un conflicto sin sentido, en la obra
La sangre más transparente, grita: “El miedo a la muerte nos hace
invisibles a veces”.
Pequeño Teatro de Medellín
Andrés Felipe Salgado Céspedes
[email protected]
Ciudad
La violencia puesta en escena
Junio
Una mirada crítica a la indiferencia social
El teatro permite hacer catarsis, una purificación de las costumbres, los sentimientos y las
ideas ante la contemplación del conflicto representado “sobre las tablas”. En la obra teatral
Aislados (imagen), dos presos en la prisión de Robben Island, en la que estuvo recluido Nelson
Mandela, comparten sus vivencias.
Jóvenes urabeños que superan los 15 años de edad, huyen de
la “limpieza social” de esa región del departamento y viajan
a Medellín para delinquir. Con armas blancas cometen hurtos
calificados y agravados en el centro de la ciudad. Juan Felipe
Vargas es un niche que vivió su niñez y adolescencia sin la
compañía de sus padres. Hoy está retenido en La Pola. Su
nombre ha sido modificado para proteger su integridad.
Maria del Pilar Camargo Cruz
[email protected]
Juan Felipe Vargas nació hace 16 años en San
José de Apartadó, en Urabá, Antioquia. Vivió
su niñez y adolescencia en el barrio Obrero,
de ese mismo municipio. Hace más de un año
llegó a Medellín y hace tres meses es uno de los
jóvenes internados en el Centro de Atención al
Joven, Carlos Lleras Restrepo, más conocido
como La Pola, la cárcel de menores.
Es un niche más que viajó a la ciudad por
amenazas contra su vida. Cuando decidió robar
en las calles del centro de Medellín, sabía que
se arriesgaba a no volver por mucho tiempo a
Policarpa, un parque de charcos naturales de
Urabá, donde iba a “tirar baño”.
En ese municipio antioqueño estudió en una
escuela pública hasta tercero de primaria. En
su adolescencia optó por la ilegalidad para
conseguir dinero y gastarlo en “farras” y ropa.
La negligencia de sus padres biológicos ante
su crianza, acercó a Juan Felipe a una de sus
tías; una mujer que lo apoyaba y defendía, y
a quien le confiaba sus problemas. Hace unos
días perdió contacto con ella, no tiene su
teléfono fijo y en la audiencia para definir su
situación judicial estuvo solo frente a un juez
de menores. Sin ningún familiar o allegado.
Condenado a una ciudad desconocida.
Los deportes predilectos, fútbol y natación;
la comida favorita, la bandeja paisa pero la
de Urabá –con pescado en vez de chicharrón
y arroz con coco-. Durante su niñez y parte
de su adolescencia disfrutó de vivir en Urabá.
Estuvo tranquilo en su pueblo natal hasta que
se le llamó “uno de los desatinados”. Juan
Felipe necesitaba plata para comprar droga
y robaba a los habitantes de su barrio.
“Los paracos de allá matan mucho, ellos
dicen que hacen limpieza y matan a todos
los desatinados. Pasan en moto, toman
fotos. Yo me calenté y me tenían fichado (…)
Allá mataban a los pelaos al lado de uno”,
recuerda.
Dos hombres de unos 22 y 23 años, aconsejaron
a Juan Felipe y a dos amigos suyos, irse a vivir
al centro de Medellín, donde los esperaban
otros jóvenes urabeños conocidos además
de niches como “Los morenos”, una de las
160 bandas que existe en la ciudad según la
Personería de Medellín.
Un miércoles de mayo de 2009, Juan Felipe
y sus compañeros decidieron comprar un
tiquete de bus con destino a Medellín, no
tenían equipaje ni dinero pero sí ánimo de
independencia y comodidades. Horas después
llegaron a un hotel en un lugar del centro,
donde pagaban 15 mil pesos por su estadía
diaria.
“Nos recibieron unos pelaos de allá, de Urabá
(…) Los niches son un combito de negros,
también son los morenos… Pero mentiras, que
ahí también hay blancos”, confiesa.
Juan Felipe robaba en la noche a los
transeúntes de la Avenida Oriental. En el día
vivía cómodamente en el hotel, con televisor
y equipo de sonido. Con la plata robada
compraba tenis y ropa, y se cortaba el pelo
en las peluquerías del centro.
“Cuando me dijeron que me fuera pa’ Medellín
yo pensé que acá era bueno porque como es
grande no lo cogen a uno pa’ matarlo (…) Aquí
la gente es egoísta (…) Lo único bueno es…
¿Cómo es?… Eso que es grande de EPN (sic),
que es como una biblioteca y lo dejan entrar
a uno para estar en los computadores (…) Eso,
en La Alpujarra”, relata.
fotoeditores.com
Cronica
Junio
6
Los niches
Serie periodística
Destinos de cuna
La serie periodística “Destinos de cuna”,
realizada por la estudiante María del Pilar
Camargo Cruz, es su trabajo final del
curso de Investigación en Comunicación
II, con el cual termina su formación
universitaria. El mismo comprende cinco
historias de vida de menores de edad
que viven su niñez y adolescencia sin la
compañía de uno o ambos progenitores.
Sus padres biológicos son negligentes ante
su crianza, están presos en una cárcel,
fueron asesinados por un grupo terrorista
o integran una banda criminal.
El trabajo periodístico evidencia
a través de historias reales cómo
pueden desarrollarse comportamientos
delincuenciales a partir de la situación
de abandono. Las historias se contarán a
partir de los géneros crónica y perfil.
Dada la importancia del tema y, además,
porque la estudiante integró el equipo
de trabajo de Contexto por cuatro años,
publicamos a continuación dos de las
cinco historias que contiene esta serie.
Juan Felipe no conoce la ciudad de Medellín,
sólo el centro. Su estadía en hoteles terminó
cuando, junto a un niche mayor, robaron a
un adulto de la tercera edad cerca del Jardín
Botánico, sabían que el hombre que salía del
banco tenía 700 mil pesos en efectivo. Cuando
intentaron llevarse el dinero, la víctima los
amenazó con una navaja, Juan Felipe sacó su
arma blanca y lo “chucé en el estómago en
defensa propia también’’.
La retención se hizo bajo el delito de hurto
calificado y agravado. Para Juan Felipe estar en
La Pola representa un cambio de mentalidad.
“En este encierro uno reflexiona. A veces me
aburro. Uno aparenta que está bien pero no…
Ah, igual uno se amaña. Cuando salga me voy
otra vez pa’ Apartadó, yo no quiero seguir aquí
pa’ que me llenen la cabeza y siga robando, y
como tengo 18 años me metan a… ¿Cómo es?…
Bellavista. A mí me han dicho que allá duermen
en los corredores’’, dice con asombro.
Según Freddy Edgardo Gómez, juez de menores
y coordinador del Centro Especializado para
Adolescentes –Cespa–, el fenómeno de los
niches estuvo en furor entre 2008 y 2009.
Los apellidos más característicos entre los
jóvenes procedentes de Turbó y Apartado son:
Mosquera, Ibarguen, Mena y Pino.
De los 4 mil 600 jóvenes judicializados, cerca
de 400 son sancionados, de los cuales 20, una
vez cumplen la sanción y egresan de La Pola,
son asesinados como “ajuste de cuentas”.
Juan Felipe conoció a cuatro de las personas
asesinadas, eran amigos que delinquían con
él.
“Uno no cree que va a pasar. Yo conocí a uno
que estaba aquí internado, salió, y después la
mamá de un amigo que también está internado
aquí, le dijo que habían matado a Camilito. A
mí me da miedo que me maten a mí acá. Por
eso, cuando salga yo me voy pa’ Apartado”,
expresa Juan Felipe con temor.
De acuerdo con Sandra Patricia Castro,
trabajadora social de La Pola, como medida de
protección para los jóvenes que son liberados,
la institución está “preparando el montaje de
un plan posinstitucional”.
Cuando sea libre, Juan Felipe espera terminar
los estudios de primaria y bachillerato en
Urabá, “pagar servicio”, y no volver nunca más
a Medellín, la ciudad grande y desconocida.
Desde los siete años Alejandro López cumple las leyes de la calle: hurto,
porte ilegal de armas, retención ilícita de bienes, consumo de droga
y complicidad de torturas. Hoy tiene 15 años y es padre de un niño recién nacido.
Alejandro quiere ser como el papá que nunca tuvo.
Nombres cambiados para proteger su integridad.
María del Pilar Camargo Cruz
[email protected]
Durante sus últimos ocho años
de vida vivió más tiempo en la
calle que en su casa. Amigos
buenos y malos reemplazaron
la compañía de su madre y la
ausencia de su padre.
Alejandro tiene dos tatuajes:
un dragón y su apodo escrito
en chino; y cinco perforaciones:
en una ceja, una oreja, el labio
inferior y dos en la lengua. Hoy
no trae aretes puestos. Practica porrismo en el Inder, Instituto de
Deporte y Recreación, donde hace levantamiento de personas y giros
mortales. Su comida favorita son los frijoles. El guiso de cebolla y
tomate es la mezcla que le parece menos agradable.
Por maltrato intrafamiliar la madre de Alejandro se separó de
su esposo en 1995. A los cuatro meses de nacido, Alejandro fue
abandonado por su padre, sólo lo veía una o dos veces al año. Cuando
cumplió seis años fue la última vez que supo de él.
A los siete años Alejandro se sentía sólo, la mamá trabajaba en las
noches y en las mañanas, y él decidía si quería ir a la escuela. La
mayoría de las veces prefería estar en la calle, donde se entretenía
y charlaba con amigos de confianza y otras “personas que uno piensa
que le están haciendo un bien a uno, y no, es para sacarles ellos el
cuerpo y meterlo a uno en cosas malas”, recuerda.
“En la calle hay falsedad, vicios, malos pensamientos, malas
influencias (…) Quiero cambiar el estilo de vida, dejar tanto la
calle, estar ocupado y superarme”, revela ante la mirada fija de
su madre.
Para que Alejandro quisiera cambiar su mentalidad tuvo que estar
detenido por hurto simple y ser cómplice de torturas que pudieron
llegar a ser homicidios. Su vida ilícita comenzó con los “favores”.
Alejandro cuidaba casas o cuadras enteras.
“Los convivires, los paracos, son supuestamente la seguridad del
barrio. Un día estábamos mis amigos y yo relajados cuando llega
tal persona y nos dice ‘venga parcero, lo necesitamos pa’ tal cosa
a ver si ustedes nos pueden hacer el favor y se quedan tal noche
acá y cuidan esto’. Nosotros por quedar bien dijimos que sí, y nos
entregaron armas, una 38 larga pa’ cada uno (…) Uno rondaba
cuadras seguidas y donde pasara algo por allá, se lo achacaban (sic)
a uno y se lo cobraban”, relata.
También presenció torturas de adultos acusados por jóvenes de
25 a 30 años, quienes realizan la “limpieza social” del barrio. Las
víctimas son los supuestos ladrones del sector.
“Los cogen y los castigan, los golpean y los torturan… Hasta los
llegarán a matar… A mí no me tocó ver que los mataran. Yo cambiaba
una pieza para que ellos relajados torturaran a la gente (…) Hay uno
7
Junio
Ser ingeniero automotriz y
viajar a África y Japón son los
sueños de Alejandro López, uno
de los jóvenes que participa
del Programa Fuerza Joven de
la Alcaldía de Medellín. Vive
al nororiente de la ciudad, en
la Comuna 4, tiene 15 años, y
hace unas semanas es padre de
un niño.
Perfil
La promesa de no volver a delinquir
de ellos que tiene la casa y la presta, sólo pide que la desocupen,
hagan lo que tengan que hacer y después la organicen. Una vez
tenían a uno amarrado con un lazo, uno tenía una tira y el otro tenía
la otra, y los dos jalaban, lo iban ahorcando y ahí le preguntaban
cosas y si no respondía lo iban jalando más. Era horrible”, recuerda
Alejandro.
Otro de los delitos que cometió fue la retención ilícita de bienes.
“Es el apoderamiento de casas por días o horas. La calle tiene
muchas leyes. Los dueños en los barrios tienen un pagadiario para
las personas a las que les prestan dinero. Si no lo pagan le hacen un
allanamiento y le quitan cualquier bien, un televisor o una nevera.
Hasta que no pagaba no se lo devolvían. Uno hacía favores y sacaba
las cosas”, explica.
Hoy Alejandro consume bajas dosis de marihuana. Hace cuatro años
pagaba por esta misma droga, más “perico y pepas”. Desde que era
niño vio a las personas consumir las sustancias psicoactivas en la
calle y sintió curiosidad. Con mil pesos compró su primer “bareto”,
el dinero se lo daba su madre sin saber para qué realmente lo quería.
Alejandro está dispuesto a dejar la droga por su bebé. Hace tres años
conoció a la madre de su hijo, una joven de 14 años. Hoy son novios
y planean vivir juntos en unos años.
“El bebé es como la bendición. Después de la noticia, Alejandro tuvo un
cambio brusco, se alejó de la calle, los amigos, y comenzó a trabajar
con el suegro, que es oficial de construcción”, cuenta Carmen Herrera,
madre de Alejandro.
La mayoría de los amigos de Alejandro tienen madres solteras como
él. Aunque Alejandro se cansó de vivir ilegalmente, su espíritu rebelde
sigue vivo. Hace seis años habita con su padrastro. A su padre biológico
no quiere volverlo a ver.
“Si no me hizo falta cuando estaba pequeñito y estaba creciendo,
ya pa’ qué”.
En 10 años Alejandro se proyecta viviendo con su esposa e hijo en
un apartamento.
“Como la familia que yo nunca tuve. Yo sí voy apoyar y acompañar
a mi hijo”.
8
Aumenta explotación sexual
de niños y niñas en Medellín
Es necesario fortalecer la ley y mejorar las condiciones de vida en las
comunidades vulnerables, para que los niños, las niñas y los jóvenes
de Medellín lleven una vida íntegra, como lo consagra la Constitución.
Junio
Rosa María Pérez Rivas [email protected] Laura Betancur Alarcón
[email protected]
La sociedad tiene los ojos
vendados frente a un problema
cada vez más latente: el abuso
a los niños y las niñas en
Medellín. Explotación sexual,
inicio de prostitución y venta
de la virginidad son casos que
se denuncian en algunos barrios,
principalmente en las Comunas
1 y 3.
las mujeres las violan y siguen
siendo mujeres, en cambio
a nosotros los hombres nos
violan y la gente nos dice que
ya no somos hombres”, dice
Consuelo.
Como causa principal de
tal panorama, el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar
(ICBF), Corporación Amiga Joven
Además de lo anterior, desde
2007 a la fecha, se aumentaron
los casos de abuso sexual, en
donde las niñas y los niños son
los principales afectados. Es así
como el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar, ICBF, registró
6.409 denuncias sobre abuso
sexual infantil en Colombia, en
el 2008.
En el caso de Medellín, al Centro
de Atención Integral a Víctimas
de Abuso Sexual (CAIVAS), se
presentaron, en el 2008, 1.590
casos, de los cuales en el 78
por ciento estaban involucrados
menores. Para 2009, la cifra
aumentó, se contabilizaron
2.253 casos, de los cuales 1.399
tenían que ver con abusos a
niñas y 253 a niños. En lo que
va corrido de 2010 se cuenta 435
casos, en donde 320 involucran a
niñas y 46 a niños. (Ver tabla).
y la Corporación Convivamos,
entidades encargadas de velar
por la protección, promoción
y restauración de los derechos
de los niños, coinciden en que
esas situaciones de abuso se
presentan por la desprotección a
la que se somete a los menores,
quienes están creciendo sin la
supervisión adecuada de sus
padres. Esto hace que ellos sean
más vulnerables a vivir todo
tipo de situaciones que no están
basadas en el respeto.
Venta de la
virginidad
La Corporación Convivamos,
con sede en la Comuna 1 de
Medellín, señala que en los
barrios de esta parte de la
ciudad, se aumentó la venta de
virginidad en niñas entre los 8 y
los 10 años. “Nos enteramos que
la virginidad de las niñas y las
jóvenes está siendo subastada
entre los actores armados”,
afirma Clara Ortiz, psicóloga de
la Corporación.
“Ud. es que es boba de dárselo
a cualquier bobo en un rastrojo,
¡Cobre por eso! ¡Es lo mismo!”.
Son expresiones comunes que se
escuchan entre las jóvenes de
las Comunas 1 y 3 de Medellín,
con el fin de convencer a otras
niñas de vender su virginidad.
* Casos registrados hasta mayo de 2010
Es así como algunas jóvenes
inducen a sus vecinas, menores
de edad, a venderles “su primera
Jorge Santos Gómez
Tema
central
Indiferencia social ante desprotección de menores
Aunque las estadísticas indican
que son más abusadas las niñas
que los niños, estas cifras podrían
cambiar. Consuelo Zapata,
psicóloga de Intervención Clínica
del ICBF, dice que escucha con
frecuencia la angustia de los
niños que callan, por largo
tiempo, que fueron víctimas de
abuso sexual.
Muchas veces, bajo condiciones
de extrema violencia física
o alta manipulación afectiva
y económica, los niños son
obligados a guardar el secreto,
porque si se informa a la
familia o a las instituciones
esta situación, su masculinidad
se pondría en duda. En cambio,
según ellos, la feminidad de las
mujeres cuando son víctimas
de abuso sexual, no se ve
disminuida. “Son muchos los
niños varones que expresan: a
Ante la falta de alternativas, sobre todo, las niñas y las jóvenes terminan cediendo a las ofertas de los
actores armados.
Es común que “el duro del
combo” se enamore de una joven,
la persiga o la seduzca durante
algún tiempo; ella por gusto o
por presión termina aceptando
la propuesta de negociar su
virginidad. “Finalmente cuando
la chica tiene 17 años, ya está
muy vieja, él la deja, y ésta se
convierte en la pareja sexual
de los demás integrantes de la
banda”, dice la psicóloga de
Convivamos.
Así mismo asegura que durante
la desmovilización de los
paramilitares, algunas jóvenes
fueron a fincas donde ellos
estaban, con el pretexto de
acompañar a sus amigos que
estaban en el proceso, pero en
realidad iban a prestar servicios
sexuales. Al regreso las chicas
tenían motos, plata, ropa a
la moda y celulares de última
generación.
El acercamiento, entre las
niñas y los actores armados,
se da a través de las chicas
que ya están vinculadas a las
redes de la venta de virginidad.
Ellas observan a niñas de 8,
9 y 10 años, preferiblemente
solitarias, además vulnerables
y desprotegidas, para invitarlas
a participar en el negocio.
Convivamos conoció el caso de
una joven de 15 años que trabaja
como prepago y comercia con
la virginidad de sus vecinas
convenciéndolas del buen dinero
que pueden obtener.
Pero no sólo en las calles
se presenta esta situación.
Algunas instituciones educativas
también son espacios propicios
para iniciar a las niñas en las
redes de explotación sexual. En
noviembre del año pasado, Clara
Ortiz, se enteró que en un colegio
de la Comuna 3 existía una red
de prepagos y algunos docentes,
conociendo la situación, estaban
accediendo a los servicios de sus
estudiantes.
Razones de peso
Las condiciones familiares, las
carencias afectivas y materiales
son las causas de que muchas
jóvenes negocien y vendan su
cuerpo. Ante la falta de afecto y
reconocimiento por parte de sus
padres, profesores y amistades,
algunas menores se dejan
seducir por las ofertas de los
integrantes de los “combos” en
armónico e integral y el ejercicio
pleno de sus derechos”.
La familia, la sociedad, y las
instituciones educativas tienen
en sus manos la responsabilidad
de que un niño desarrolle
su proceso de crecimiento,
basado en el amor, la dignidad
y el respeto; mientras estas
instituciones insistan en
mantenerse indiferentes y los
artículos en quedarse plasmados
sobre el papel, la infancia seguirá
siendo un asunto relegado a
abusadores y explotadores que
dejarán en ellos irremediables
consecuencias.
Otro factor que influye es el
comportamiento de las niñas.
Ellas no son autónomas al
momento de tomar decisiones,
sino que están a la merced del
“duro del combo” que les hace
pensar que él es el único que las
quiere, que las ve atractivas y
que está dispuesto a defenderlas.
Y está el factor basado de la
dominación sobre el otro: el más
joven es más vulnerable, el que
tiene menos experiencia, menos
argumentos y menos criterios
para defenderse o decir no.
El aumento de denuncias de abuso sexual contra niños se
incrementa cada vez más. Según Consuelo Zapata, psicóloga
del ICBF, es el resultado del trabajo que realizan algunas
instituciones y del interés que el tema genera en los medios de
comunicación.
Alternativas
para mitigar la
problemática
Es importante estar al tanto de los comportamientos de los
niños y atender ante los comportamientos que éstos presenten
hacia quienes los cuidan o quienes están a su cargo. Hay que
estar alertas.
Frente a tal situación, la
Corporación Amiga Joven
adelanta un programa de
prevención en los colegios
de los barrios populares de
la ciudad. Bajo el lema: “Mi
cuerpo, tu respeto, la inocencia
no tiene precio”, se pretende
“sensibilizar a las jóvenes para
que no ingresen a ningún tipo
de red de explotación sexual,
a que respeten su cuerpo,
todo esto desde la promoción
de los derechos humanos y
la equidad de género; con
estas capacitaciones queremos
ofrecerle a nuestros niños y niñas
alternativas diferentes a las que
les ofrece el medio”, dice María
Edilia Gañal, directora de la
Corporación.
Prevención sin eficacia
Sin embargo, considera que todavía los programas de
prevención no son eficaces, porque sólo se dirigen a niños y
adolescentes, excluyendo a los medios de comunicación, quienes
contribuyen “en muchos casos a la difusión de conductas machistas
y a aumentar las diferencias de género”, dice Consuelo.
El abusador sexual
Más allá de generalizar un perfil de los abusadores de
niños y adolescentes, desde la psicología se hablan de distintas
características. Según Consuelo Zapata, para algunos abusadores
las violaciones son medios enfermizos para liberar estrés, otros
lo hacen por aliviar sentimientos de hostilidad y rabia contra los
niños, por esto entre más indefenso sea el menor, mayor es su
deseo de abusar de él.
Para otro tipo de abusadores es difícil establecer relaciones
con personas de su edad; son fuertes con los menores, porque
así pueden ejercer poder y control. En algunos casos quienes
violentan a niños, fueron abusados y maltratados sexualmente
en su infancia.
Además, están quienes no alcanzan a dimensionar el daño
causado a los niños. En ellos es característico un alto grado de
perversión sexual, pues manejan fuertes sentimientos de culpa,
que a través del abuso logran exteriorizar.
El niño abusado
Así mismo la Corporación
Convivamos trabaja con niñas
y jóvenes en la promoción de
los Derechos Humanos y en
fomentar la solidaridad hacia
los niños y la mujer para que
ellos se preocupen por sus
espacios y por su desarrollo
como persona.
Cuando los niños no reciben un tratamiento psicológico
adecuado, crecen con desconfianza hacia los demás, manifiestan
dificultades con padres o profesores, y expresan fuertes
sentimientos de culpa, rabia, impotencia, vergüenza y negativas
percepciones de sí mismos, como considerarse sucios.
Aún cuando la labor de las
corporaciones es rescatable, la
sociedad sigue en deuda con los
niños y jóvenes. Frente a cifras
tan alarmantes como las del año
pasado en Medellín, en donde se
presentaron 2.253 violaciones
sexuales, todavía no se hace
visible la corresponsabilidad de
la que habla el artículo 44 de la
Constitución, cuando promulga:
“La familia, la sociedad y el
Estado tienen la obligación
de asistir y proteger al niño
para garantizar su desarrollo
Los adolescentes también disminuyen el nivel académico,
se ausentan de sus casas, empiezan a consumir sustancias
psicoactivas o cometer delitos. En su sexualidad algunos pueden
tener múltiples relaciones sexuales o prohibirse cualquier
contacto sexual y rechazar a jóvenes del mismo género.
Por esto reaccionan con agresividad, prefieren aislarse, no
duermen lo suficiente, y no tienen control de los esfínteres. En la
escuela los niños pueden desmejorar su rendimiento académico,
rechazar a los profesores y a las normas o, por el contrario,
mostrarse sumisos ante los adultos en general. Así mismo, las
consecuencias físicas más frecuentes son dolores de cabeza o de
estómago, que se presentan sin estar enfermos realmente.
El apropiado tratamiento psicológico, además de ayudar
a los niños a superar las secuelas del abuso, previene que en
la adultez sean ellos quienes maltraten a niños indefensos y
desprotegidos, como ellos lo fueron en algún momento.
Tema
central
los barrios o asumen los modelos
de identificación que los medios
de comunicación proponen:
“nuestras niñas tienen tres
profesiones: modelos, profesoras
o psicólogas, pero en ellas está
muy arraigado la apariencia.
Todas ellas se organizan las
uñas, se tinturan el cabello, así
no tengan nada que comer en la
casa”, dice Clara.
9
Junio
vez”. Quienes hacen las ofertas
son los narcotraficantes y los
paramilitares, quienes pagan
hasta cuatrocientos mil pesos
por las niñas que acceden a
la propuesta. “Utilizan a las
adolescentes para sus orgías,
como en la época de Pablo
Escobar”, afirma Clara.
Informe
Barrio San José del Pinar de Bello, Antioquia
Con las lluvias crece la angustia
en los ranchos de cartón
Un barrio refleja en pequeño la realidad colombiana de poblaciones vulneradas que hoy
se debaten entre sus dificultades diarias e intentos colectivos por salir adelante.
10
Mary Correa Jaramillo
[email protected]
Grupo de Investigación en Comunicación Urbana, GICU
antigua a Guarne, dos kilómetros más arriba
de Santo Domingo Savio. El terreno hace parte
de la gran reserva forestal del Parque Arví,
pero en este punto ha perdido una buena
parte de su bosque, debido a que las familias
desplazadas que siguen llegando, requieren
madera para la construcción de los ranchos y
así tener nuevamente un techo donde vivir.
Ana Yorledis Rodríguez Espinoza, una
mujer de unos 26 años nacida en Chigorodó Urabá antioqueño – relató que lo más difícil
de vivir en “El Pinar”, como la gente lo
llama, es el cambio de vida: “Yo de niña lo
tuve todo. Mi abuela como pobre, nos tenía
con comodidades en una finca que era de su
propiedad, en la que nosotros podíamos jugar
todo el día y nuestra vida era feliz. Pero de
la noche a la mañana, nos mataron a un tío
que era contratista de obras civiles y luego
amenazaron a otro y a toda la familia, por
querer quedarse con la finca y entonces nos
tocó salir corriendo. Y luego, uno llegar a un
ranchito de palitos y cartón tan chiquitico,
después de haberse criado en una casa grande
de material, con todas las comodidades, con
un cuarto para mí sola y llegar a quedar en
esta situación. Cuando yo llegué aquí hace 12
años, miraba esa casita y decía: ¡Dios mío!
¿Qué es esto? Y usted sabe que uno de niño o
de sardino es muy vanidoso, uno sabe todo lo
que tuvo y ahora quedar en nada (suspiro)…
eso es muy duro”.
Reinaldo Spitaletta Hoyos
Junio
Unas siete mil personas viven hoy en el
barrio San José del Pinar, de Bello-Antioquia y
afrontan el riesgo del derrumbe de sus ranchos
por la temporada invernal, además de que
deben enfrentar la situación de inseguridad
por la presencia de actores armados del
conflicto que los vinculan en la disputa por ese
territorio del nororiente, estratégico para la
venta de estupefacientes y armas.
A finales de 2008 y durante parte de 2009,
la temporada invernal destruyó unos 40
ranchos y obligó a sus habitantes a gastar en
reparaciones un dinero que les era preciso
para su sustento. Este año, la época de lluvias
ya genera zozobra entre los moradores de la
zona, que no tienen cómo prevenir los daños
que el invierno pueda causar, especialmente
en los ranchos de cartón que fácilmente se
vienen al suelo.
“Cada que llueve, yo desde mi casa, miro
hacia El Pinar y no hago sino pensar en los
ranchos de esta comunidad. Ruego porque no
llueva para el lado de ellos porque se les caen
las casitas. Sobre todo, cuando pienso en mis
muchachos. ¡Ay qué pesar de ellos! A veces no
duermen en toda la noche achicando el agua
y otros muchos duermen en ese suelo que es
tan frío”, comentó Shirley Joanna Carmona,
profesora de la institución educativa El Niquía
Darío Londoño Cardona, ubicada en la zona.
A San José del Pinar, como a otros barrios
de la vereda Granizal: Adolfo Paz, Regalo de
Dios, Altos de oriente I y II, se llega por la vía
El abandono estatal
Los habitantes de San José del Pinar se
lamentan de que el gobierno de Bello los
abandonó a su suerte, y que se disculpa
explicando que esos son terrenos ilegales
y no puede invertir en la zona. Por su
parte, autoridades del Municipio, como la
ex alcaldesa y ahora senadora electa, Olga
Suárez, dicen que la falta de una carretera
para comunicar directamente a Bello con la
vereda Granizal influye para la no realización
de los programas sociales y económicos
proyectados en ese asentamiento.
El abandono gubernamental favorece
también que los grupos armados mantengan
su presencia en la comunidad y generen miedo
entre los pobladores amedrentados. La apatía
estatal se refleja hasta en situaciones de
emergencia, como las vividas en los inviernos
pasados, cuando no se vieron funcionarios
de la Alcaldía desarrollando planes de
contingencia.
“Lo que pasa es que los funcionarios
sólo vienen cada cuatro años buscando los
votos, pero después, ni aparecen porque
esto por aquí no le importa a Bello. Vea,
recibimos más ayuda de fundaciones sociales
y religiosas de Medellín, aunque a ellos no les
correspondería”, dijo Héctor Restrepo, uno de
los habitantes del Pinar.
La comunidad no cuenta con empleos
fijos y estables, sino que algunos trabajan
como celadores en unidades residenciales, en
oficios domésticos, voceadores de periódicos,
vendedores de dulces y frutas o, en la gran
mayoría de los casos, se dedican al rebusque
diario. También es común que las mujeres
y niños vayan por las plazas y puestos de
mercado de Medellín recogiendo los productos
ya marchitos. De esos recorridos depende lo
que luego se lleve a la olla familiar para hacer
el almuerzo.
Los convites
para hacer obras
El barrio San José del Pinar se ubica al nororiente, en la vía antigua a Guarne, detrás de
Santo Domingo. Es uno de los que cuenta con el mayor número de personas en situación de
desplazamiento forzado en Medellín.
Por no haber puestos de trabajo para
la gente, el hambre, la falta de salud y las
limitaciones en la educación son factores de
inestabilidad social y económica y es por eso
que el Pinar se convirtió también en territorio
para familias sin techo, pues pasó de tener
en 1996 unos 25 o 30 ranchos, a completar
700 viviendas hoy en día, pero sin contar
con las condiciones necesarias para atender
a las familias porque en este asentamiento
los servicios públicos son precarios y fueron
contrabandeados por sus moradores, a
excepción de la luz eléctrica, que instaló
Empresas Públicas, por seguridad.
Los habitantes de San José del Pinar
trabajan en “convites” para mejorar juntos
las condiciones de los ranchos, extender
mangueras que les lleven el agua desde los
tanques de EPM en la montaña hasta sus
hogares y ayudar a construir sitios para la
educación de sus hijos. Sin embargo, a la
comunidad le hace falta empuje para hacer
tareas conjuntas y obtener mejores resultados
y por eso algunas ONG y fundaciones religiosas
los están orientando en estas iniciativas.
“En los primeros años de creado el barrio
fue muy difícil la convivencia, porque la gente
llegaba con culturas muy distintas y mientras
unos cuidaban, otros dañaban. Pero luego nos
fueron capacitando de la Pastoral Social de la
Arquidiócesis de Medellín y bueno, la gente se
fue culturizando y ya se respetaba un poco
más. También vino la idea de los ‘convites’,
reuniones los fines de semana para trabajar
en común, y así se hizo lo de la instalación de
las mangueras para llevar el agua a las casas,
la construcción de las escalas, de algunas
letrinas y baterías de baño para la escuela,
bueno y poco a poco ir mejorando las difíciles
condiciones del barrio”, contó Bertha Liria
Betancur, madre de familia que llegó al barrio
en agosto de 1996.
Hay que estimular
la educación
Al Pinar también llegaron varias instituciones
educativas y de formación laboral que aportan
al desarrollo comunitario. En la actualidad
existen 14 hogares comunitarios atendidos
por mujeres que reciben apoyo del Instituto
de Bienestar Familiar y nueve Hogares Fami,
en los que se recibe a las embarazadas y
se les capacita en la atención a sus bebés,
además de que se les ayuda con alimentación
para mejorar las condiciones nutricionales de
madre e hijo.
También está el Jardín Infantil Refugio
Nazaret y la fundación Carla Cristina, que
atienden en formación preescolar a los
niños más pequeños. Para los niños en edad
escolar que adelantan primaria y secundaria,
funcionan el Centro Educativo El Niquía Darío
Londoño Cardona y el colegio Lumen Dei.
Y para ayudar a los jóvenes y adultos que han
completado su noveno grado de secundaria, la
Fundación Fe y Alegría estableció allí una sede
llamada Escuela de Artes y Oficios José María
Grijelmo y, con apoyo del Servicio Nacional
de Aprendizaje, Sena, atiende en promedio a
unos 400 habitantes de toda la Vereda Granizal
e incluso de Santo Domingo, que adelantan
estudios como técnicos y operarios en los
diversos cursos que los habilitan para una labor
determinada en las empresas.
“La formación aquí es un 50 por ciento
técnica, pues hay máquinas y diversos equipos
para el entrenamiento y el otro 50 por ciento
del tiempo, los alumnos van a las empresas,
mediante un contrato llamado Bienestar
Estudiantil para que ellos realicen labores en
el mismo medio empresarial. Por lo general,
el 30 por ciento de los estudiantes quedan
contratados en las mismas empresas que les
posibilitaron la formación”, aclaró Danny
Navarrete, empleado de Fe y Alegría que
participa en el convenio con el Sena.
En cuanto a la población infantil y juvenil,
ésta es numerosa y demanda esfuerzos
Proyecto de investigación
En la comunidad de San José del Pinar se adelantó, durante 18 meses, un trabajo de
investigación sobre la “Reconstrucción narrativa de las historias orales de los pobladores del
barrio que han vivido situaciones de desplazamiento forzado durante los últimos 10 años”.
El trabajo lo realizaron los comunicadores sociales-periodistas, Reinaldo Spitaletta Hoyos
y Mary Correa Jaramillo, docentes del Área de Periodismo de la Facultad de Comunicación
Social - Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, miembros de la línea
de Narrativas del Grupo de Investigación en Comunicación Urbana, GICU, quienes contaron
con el apoyo del Centro Integrado para el Desarrollo de la Investigación, CIDI.
Para la investigación se seleccionó este barrio por ser, junto con Vallejuelos, una de las zonas
del Área Metropolitana con 97 por ciento de sus moradores en situación de desplazamiento
forzado. Se contó con la colaboración de sus pobladores para adelantar la metodología
cualitativa que utiliza las entrevistas en profundidad, con el interés de conocer sus historias,
desde cuando tuvieron que dejar sus hogares y territorios, por el desplazamiento forzado,
para venir a San José del Pinar y lo que han logrado como comunidad durante estos años.
El trabajo también permitió evidenciar las condiciones de desarraigo y mostrar las
problemáticas sociales y culturales que deja el desplazamiento en una población determinada
y dejar constancia de las historias orales y vivencias de sus pobladores y el producto será un
libro en el que se contarán sus historias.
Informe
11
Junio
Reinaldo Spitaletta Hoyos
Aunque algunas de sus casas ya están construidas con materiales como ladrillo y tejas,
todavía subsisten muchas de cartón y madera por las que se filtra el agua cuando llueve.
conjuntos de familias y maestros para que sea
menos vulnerable. Los profesores se muestran
preocupados por el papel de niños y jóvenes en
el conflicto, pues a veces son utilizados para
atender expendios de drogas psicoactivas y
sus padres lo permiten.
“Los niños aquí son una comunidad muy
vulnerable. Hoy están, mañana no. De aquí a
15 días regresan. Ellos dicen que se van porque
le resultó un trabajo esporádico a la mamá o
al papá, o porque alguien los persigue y toda
la familia debe irse y, como niños y jovencitos
dependen de sus padres, se van con ellos. Luego
regresan, pero interrumpen sus estudios por
15 días, un mes o más y eso perjudica a los
chicos, entonces los docentes debemos estar
preparados para reintegrarlos a los programas
de estudio y hacer esa readaptación”, contó
Yolanda Vásquez, coordinadora de la institución
educativa El Niquía Darío Londoño Cardona.
“Los muchachos de este barrio tienen
mucho potencial, es cuestión de explotárselos.
Es una población muy golpeada y difícil,
pero cuando encuentran el afecto que se
les brinda, aprenden pronto, además de que
buscan integrarse”, explicó Diana Guerra,
coordinadora de la Ludoteca Alicia Flórez
de Mejía, de la Corporación San Luis. Ella
trabaja enseñando con juegos, lectura de
libros y cuentos, así como con el uso de
computadores y asegura que este espacio les
abre posibilidades de recreación a los niños y
jóvenes del sector que no tienen opciones “ni
de chutar un balón en estas lomas”.
Y aunque su esfuerzo debería estar
concentrado en lograr que niños y niñas lean
más y consulten los libros para sus tareas,
Diana Guerra reconoció que en la Ludoteca
han tenido que implementar reflexiones sobre
el respeto por el cuerpo, por el derecho de
cada niño a no ser manoseado y abusado
sexualmente, pues sabe que en el barrio hay
problemas de convivencia y algunos adultos
se creen con el derecho de irrespetar a los
menores.
Aunque los moradores de San José del
Pinar consideran que la comunidad del barrio
debe trabajar más en la reconstrucción de
los valores familiares y sociales, también
requieren un compromiso gubernamental para
resolver las múltiples problemáticas que los
afectan, especialmente la del desempleo y
la falta de salud, por las difíciles condiciones
higiénicas del agua que consumen.
Junio
12
Altavista: el otro lado del conflicto
Korina Daza
[email protected]
Juan David Villa
[email protected]
Altavista apareció en los
medios de comunicación por las
balaceras, las amenazas y las
plazas de vicio. Pero del otro
lado, también están los líderes
que luchan por construir y
mostrar caminos de paz.
- “Me salvó el arte”.
- “¿De qué te salvo?”.
- “Del conflicto. Si no hubiera
sido artista sería delincuente,
uno justiciero, habría hecho por
el camino de las armas lo que he
hecho por el camino del arte”.
Y sí: a Camilo Baena,
cofundador y gerente de la
Corporación Artística y Cultural
Casa Arte, lo salvó el arte.
La sede de la Corporación
está en una casa pequeña sin
revoque en Altavista Central. Allí
20 personas del sector, niños 12
de ellas, encontraron un camino
para decirle no al conflicto y no
a las drogas. “Les decimos por
ejemplo, comenta Camilo, que
si nos drogamos morimos en el
escenario”.
Los niños de Casa Arte, cuenta
con orgullo, han hecho suyo un
discurso crítico que los aleja
del conflicto: aprendieron que
hay otros caminos, aprendieron
que el arte es un camino. Por
ello Casa Arte es “un espacio
para quienes no han tenido la
oportunidad de tomar un pincel,
tocar un instrumento o pisar un
escenario”.
En Casa Arte se dedican a hacer
circo pantoclown: un invento
de ellos mezcla de mimos y
payasos que hacen malabarismo,
“contorsionismo”, acrobacia…
Ti e n e n m o n t a d a s 1 0 o b r a s
teatrales cuyo contenido siempre
pretende generar una reflexión
alrededor de las problemáticas de
su entorno, entre ellas, el conflicto
y la droga. La Corporación se
sostiene, a falta de ayuda oficial o
privada, de la presentación de sus
obras ante cajas de compensación
y alcaldías.
La que le cerró
la puerta a la
violencia
Luz Dary Román vive lejos
de Camilo, al otro lado de la
montaña, pero se dedica a lo
mismo que él: hacerle frente al
conflicto. Luz Dary es una líder
Jorge Santos Gómez
Cronica
Un homenaje a la resistencia civil pacífica
Mostrar la vida, su vida; mostrar el sentido de no dejarse llevar por los llamados
“actores del conflicto”; mostrar que desde el arte también se produce una revolución:
la de estar vivos. Eso es lo que hacen los jóvenes de Altavista con sus obras de teatro.
comunal de Manzanillo, sector de
Altavista encima de Belén Rincón.
Trabaja en el Plan de Desarrollo,
diseñó el mapa de Manzanillo con
una precisión de la que se jacta
porque “un líder debe conocer su
territorio” y lidera los proyectos
de la Corporación Cedesis en su
sector, entre los que se cuenta
unas huertas, que podríamos
llamar flotantes, porque los
cultivos están en botellas plásticas
de gaseosa cortadas a la mitad de
arriba hacia abajo, que servirán
para el autoconsumo y a futuro
quizá para comerciar.
Ella tiene 50 años y se cansó,
“se mamó”, diría ella: “Cómo me
voy a dejar encerrar o desplazar
por ellos si esta es mi casa… eso
no lo admito”. Con una valentía
escalofriante, Luz Dary les cerró la
puerta de Manzanillo a las bandas
a punta de resistencia y denuncia.
Cuando los combos de toda laya
han intentado meterse al sector
ella “pistea”, “investiga”, luego
agarra el teléfono, llama a un
contacto suyo que a su vez se
comunica con la Personería y la
Oficina de Derechos Humanos,
ellos dan parte a la Fiscalía, a
la Policía y listo. De esa manera,
cuenta, capturaron a un “duro”
de un combo del sector e hicieron
salir a unos vecinos recién
llegados que, según se enteraron,
eran miembros de otro combo.
“Aquí no los dejamos meter:
tenemos derecho a vivir libres y
tranquilos… estar hasta tarde en
la calle, tener la puerta abierta
toda la noche”.
¿Qué si tiene miedo? No parece,
pero ella dice que sí, que cuando
la situación se complica, acude
al psicólogo para controlar un
explicable delirio de persecución
que quizá no es tan delirio.
“Al ver que no me pasó nada,
continúa Luz Dary, los vecinos les
perdieron el respeto – ¡miedo!,
aclara enfática- y ellos perdieron
fuerza”.
Esto, que parece de Gandhi, lo
explica el psicólogo Gustavo Ríos:
“Si a alguien le dicen desocupe
esta casa porque esto está muy
caliente, los amenazados se van,
el que hizo la amenaza puede
que ni tenga una arma”. La
delincuencia vive de ese miedo de
los buenos que sorprendía a Martin
Luther King: “Más que la maldad
de los malos, me sorprende el
silencio de los buenos”.
Por supuesto no fue fácil: esto
le costó el matrimonio porque su
marido quería una señora y no una
heroína, pero cultivó un retoño
de líder de la que algún día el
mundo sabrá.
Valentina tiene 12 años y es digna heredera de su madre.
Desde los 9 trabaja, apoyada
por la Corporación Vamos Mujer,
contra el abuso sexual. Lidera
un grupo de 20 niñas y jóvenes,
entre los 4 y 15 años, que cada
sábado se reúne con una asesora
para abordar temas como el
respeto a sí misma y la necesidad
de denunciar. “Eso es como si
fuéramos a la misa o a algo muy
sagrado”, dice la niña morena.
Una líder de la que
sabrá el mundo
Cuenta Valentina que un
día algún vecino las invitó, a
ella y otras amiguitas, a coger
naranjas. “Y nosotras, cuenta
sin titubear, nos fuimos porque
nos gustan mucho. Una amiga
“Cómo me voy a
dejar encerrar o
desplazar por ellos
si esta es mi casa…
eso no lo admito”
se montó al palo y después
el señor se subió y empezó a
manosearla y a darle picos y ella
se tiró”.
Siguió lo de siempre: la niña se
lo dijo a su mamá quien, además
de no creerle, la reprendió
enfrente del hombre indignado
ante la “calumnia”. Después
de esto, Valentina habló con su
mamá, enviaron una carta a la
Alcaldía para pedir asesoría y
recursos, y se formó el grupo.
Dice Luz Dary: “Arrancaron pocas,
ahora son 20”, y señala una niña
de blusa negra que toma la bocina
del teléfono público: “A esa fue a
la que intentaron violar”.
Además del diálogo con la
asesora, las niñas preparan obras
de teatro, exposiciones de cómics
y en el futuro pretenden hacer
bailes y arte corporal. Toda con
el fin de advertir que cualquier
niña puede ser víctima de la
pederastia.
Esta es la Altavista del otro
lado del conflicto. La de Luz
Dary Román que se cansó de
tener miedo y entendió que a
la injusticia del conflicto se le
enfrenta con valentía y legalidad.
La de Camilo Baena, que anduvo
el camino del arte y no el de
la guerra. La de Valentina, que
muy pronto aprendió que los
problemas y las soluciones son
de todos.
Librerías,
una desaparición silenciosa
Yenny Carolina Buitrago Cortés
[email protected]
Eran casi las tres de la tarde y el olor a café que se paseaba entre
los libros se hacía más fuerte. En aquella estancia se podía escuchar
suavemente una melodía del pianista Arthur Moreira. Los sutiles
tonos musicales, despertaban un aire cultural y hacían una completa
invitación a iniciar la dinámica diaria del lugar: caminar entre los
estantes en busca de esos libros que atrapan, sentarse en una de las
sillas blancas del pequeño patio, tomar un café, hojear algunas de las
obras literarias e iniciar una tertulia de aquellas que solo se presentan
en un sitio como éste, en una librería.
Yenny Carolina Buitrago Cortés
Pese a que estos lugares representan gran parte de la identidad
cultural de nuestra ciudad y a que aún existen amantes de esta clase
de espacios, las librerías independientes de Medellín son cada vez más
pocas. El abandono por parte de la sociedad y la ausencia de garantías
para competir en el mercado, obligan a muchos libreros a cerrar no
solo un negocio, sino todo un proyecto de vida.
Menos independientes,
más comerciales
Visitar una librería tradicional es atreverse a reconocer ese espacio
cultural creado por libreros. Las personas dejan de ser clientes,
para convertirse en aquellos cómplices que comparten con ellos, un
intenso amor la lectura: “cuando las personas entran a una librería
como ésta sienten que llegaron a su casa y no a un simple negocio.
Es así como creamos fuertes lazos de afecto con quienes nos visitan
y para ellos, estos espacios se vuelven necesarios porque sienten
que les pertenecen”, dice Adriana Gómez, administradora de la
Librería “Simsalabim”. Adriana reconoce que la situación de estos
establecimientos es cada vez más difícil, y que muchos libreros han
quebrado porque que se negaron a pasar sus librerías a sitios más
comerciales, para no verlas convertidas en un negocio de paso.
“Al pie de la letra” y “Simsalabim” son dos de las pocas librerías
independientes que quedan en nuestra ciudad. En los últimos quince
años se cerraron alrededor de treinta librerías en Medellín y pese a que
sí se abren algunos de estos establecimientos en centros comerciales,
toda la dinámica de una librería tradicional se pierde y pasa a ser parte
de un paisaje comercial donde la relación casi confidencial librero-lector
es anulada totalmente. “La librería del centro comercial es como un
negocio más de ese lugar, igual que un restaurante o una tienda de ropa.
Entras, no hay donde sentarse, te tienes que atender prácticamente
solo, no hay espacio para talleres o tertulias y la persona que administra
difícilmente sabe de libros”, dice Adriana Gómez quien acompaña sus
palabras con una nostalgia que se hace evidente en su rostro.
Editoriales en una competencia desleal
Aunque la creciente apertura de librerías comerciales es un tema que
inquieta a los libreros, hay un asunto que les preocupa enormemente:
las editoriales se convirtieron en una pesada competencia. “Las ventas
han disminuido muchísimo porque las editoriales, que son nuestros
proveedores de libros, se metieron a competir con nosotros. Ellos no
están siguiendo la cadena normal de venta, sino que le están vendiendo
directamente a las instituciones con el mismo descuento que nos
dan a los libreros”, explica Gloria Melo, administradora de la librería
independiente “Al pie de la letra”.
Esta complicada situación deja a los libreros sin la posibilidad de
competir en el mercado. Las bibliotecas y universidades prefieren comprar
los libros a la editorial directamente, por los beneficios económicos que
esto les trae. Es así como muchas de nuestras librerías tradicionales
desaparecen y esta situación no despierta mayor polémica social.
¿Qué hace el Estado frente a esta situación para darle garantías
a las librerías? Nada. Los libreros del país intentan sacar adelante un
proyecto donde el Estado apruebe la “ley del precio fijo”, en donde
se establece un único precio para cada libro y así lo deben vender
los libreros y las editoriales. “Esta ley salvaría nuestras librerías,
pero nunca ha sido aprobada porque detrás hay muchos intereses
comerciales que la atacan, además no hay un apoyo de la sociedad
que nos respalde”, dice Adriana Gómez.
Son muchos los libreros que temen que estos establecimientos
puedan acabarse algún día, sin embargo hay quienes piensan que pese
a las adversidades esto nunca sucederá: “el placer de entrar a una
librería, percibir el olor de los libros, sentir la potencia cultural de
una obra literaria en nuestras manos, es lo que nunca va a permitir
que las librerías se acaben”, dice el maestro Alberto Aguirre, quien
fue el fundador de la recordada y majestuosa Librería Aguirre, una de
las primeras de la ciudad.
Tal vez sea causa de la indiferencia, de la ignorancia o el abandono social,
ahora con más frecuencia cierran librerías y nuestra cultura agoniza con ellas,
sin que los ciudadanos se inquieten por ello.
Librerías como “La Fragua” y “La Continental” desaparecieron y
nuestra ciudad ignoró por completo estos hechos, porque aún a la gente
no le duele el cierre de estos lugares que sin duda se llevan consigo
gran parte de nuestra cultura. Se trata de darle una oportunidad a
estos espacios, dejarse seducir por su encantadora dinámica y apreciar
la labor del librero quien nos enseña otro modo de vivir cada libro.
13
Junio
La Ley del precio fijo que acabaría la
competencia entre editoriales y librerías, ya
se aprobó en países como España y Argentina.
En Colombia se presentaron varios proyectos
para que esta ley se legitime, pero el Estado
aún no le da vía libre a esta iniciativa.
Cultural
Los libros pierden espacios en la ciudad
Arte y precisión
Jorge Andrés Santos
Deportes
Un deporte que busca posicionarse en la ciudad
Junio
14
El bádminton debe jugarse en escenarios cerrados para evitar la entrada de corrientes de aire que
desvíen el volante.
Juliana Sosa Góngora
[email protected]
El bádminton es conocido
por pocos y desconocido
por muchos, por eso Mónica
Ospina Gómez y Cristina
Ramírez Morales trabajan
con dedicación para que el
otro año, los deportistas
antioqueños puedan formar
parte de la selección
Colombia de la disciplina.
-Niña, ¿cómo se llama ese jueguito?- pregunta
uno de los hombres de uniforme azul que
realiza mantenimiento en el Coliseo de
Combate de la Unidad Deportiva Atanasio
Girardot.
-¿Jueguito? Esto no es un jueguito, es un
deporte y se llama bádminton- responde
Mónica.
-¿Cómo?- pregunta el hombre de unos 30 años,
que no escuchó la respuesta debido al ruido
que hacen sus compañeros.
-Bádminton- repite Mónica.
-Hey, que se llama bádminton- le dice a sus
compañeros y sigue hablando con ellos.
Lo que para él es un simple juego, para
Mónica es el centro de su vida. Esta joven
de 21 años es la entrenadora de la selección
Antioquia de bádminton que hasta el año
pasado practicaba en el coliseo Carlos Mauro
Hoyos (cerca al Aeroparque Juan Pablo II) y
ahora lo hace en el Coliseo de Combate.
Cerca de 30 jóvenes, entre hombres y
mujeres, entrenan en horas de la tarde los
lunes, miércoles, jueves, viernes y sábados.
Parecen pocos, pero en realidad son muchos
si se tiene en cuenta que el deporte llegó
a Colombia en 1992 y en Antioquia sólo se
practica desde agosto de 2008.
Mónica no está sola. Cristina Ramírez Morales
de 18 años, la acompaña como preparadora
física y entrenadora asistente. Ellas son
jóvenes y se toman con mucho profesionalismo
su trabajo al frente de la selección. “Nosotras
antes de los entrenamientos ensayamos,
practicamos los golpes en la casa, vemos
videos para después enseñarles a ellos como
es”, afirma Mónica.
Cristina, como antes de cada entrenamiento,
orienta el calentamiento con seis niñas y dos
jóvenes: hace sonar su pito para que hagan
una fila detrás de ella y empieza la rutina de
ejercicios de 20 minutos que todos, incluso
Mónica, siguen en completo silencio.
Momento de jugar
El lunes en la tarde, como están entrenando
y no compitiendo, no hay árbitro central para
contabilizar los puntos, tampoco está juez de
servicio que se encarga de ver que realicen
Los instrumentos
del bádminton
Raqueta:
Material: Carbono.
Medidas: 68 centímetros
de largo, 23 centímetros
de ancho.
Cuerdas de nylon.
Material mango: Tourna grip.
Volante:
Peso: De 4,54 a 5 gramos.
16 plumas de oca o nylon
incrustadas en una semiesfera
de corcho
recubierta
de cuero
blanco.
el saque correctamente o los doce jueces de
línea que ayudan al central. Paula Cabrera
Gómez, una de las jugadoras, toma el pito
para oficiar de árbitro.
Mónica toma en su mano el volante o
proyectil, elemento principal para la práctica
del bádminton y se alista para el saque.
Paula hace sonar su pito y Mónica golpea el
proyectil que pasa al otro lado, donde Cristina
lo devuelve con su raqueta de carbono. El
volante no debe tocar el piso, caer fuera del
campo de juego o quedarse en la red, de lo
contrario se le da un punto al contrincante.
El bádminton proviene de un juego llamado
battledore originario de la China, pero la
manera en que se juega actualmente surgió
en India donde era llamado pocha. Es un juego
rápido, así lo define Mónica: “es un deporte de
arte y precisión por lo específico que deben
ser sus gestos deportivos y la rapidez de las
jugadas. Cualquier persona lo puede practicar
y cuando empiezan dicen ‘ay, tan fácil’, pero
cuando les toca trabajar la técnica y se vuelve
complejo, ya no les gusta”.
Mónica y Cristina parecen olvidarse que
es sólo un entrenamiento y se esfuerzan al
máximo para ganar el primer set. Parece
que quieren lucirse frente a sus alumnos o es
simplemente esa pasión que les despierta el
bádminton. La primera parte termina 21-19 a
favor de Mónica.
El segundo set debe ganarlo Cristina
para obligar a un tercer set, de lo contrario
Mónica será la triunfadora. El juego se hace
interesante. Cristina lleva la delantera apenas
por un punto, 21-20. La diferencia debe ser de
dos y por eso el set continúa hasta que una de
ellas tome esa ventaja, pero no sucede.
El marcador está 29-28 a favor de Mónica,
que si logra el punto, será la ganadora. Eso
lo sabe Cristina que logra poner el 29-29. El
próximo será el último punto del set: cuando
el marcador se encuentra empatado a 29, se
juega lo que se conoce como “muerte súbita”,
es decir, la que gane el siguiente juego será
la ganadora del set. Al saque está Cristina, el
volante pasa de un lado a otro. Mónica con un
golpe fuerte que Cristina no logra responder,
termina el partido con marcador de dos sets
a cero.
Bádminton en Medellín
Este deporte se juega en la modalidad
de sencillo y dobles, tanto femenina como
masculina y dobles mixto. Sólo hay dos tipos
de faltas: de conducta, cuando se agrede a
uno de los jueces, al contrincante o se lanza
violentamente la raqueta; y de servicio,
cuando no se golpea el volante por el lado de
la esfera, se levantan los pies del suelo, no se
superan los dos metros después de la red o no
se realiza el saque por encima de la cintura.
En los pasados Juegos Suramericanos, el
dominador fue Perú con cinco medallas de
oro, seguido de Brasil con una. Colombia no
consiguió ninguna medalla en esta disciplina
y la selección la conformaron deportistas
de Cauca, Quindío y Santander, ninguno de
Antioquia.
Es por eso que Mónica y Cristina se esfuerzan
para que el bádminton sea reconocido en la
ciudad. El plan de trabajo para el 2010 se basa
en procesos de alto rendimiento que buscan
tecnificar a los jugadores, con miras a lograr
su participación en la selección Colombia.
Cuando eso pase, el bádminton dejará de ser
un jueguito para ser considerado un verdadero
deporte.
El secreto de sus ojos
Director: Juan José Campanella
Guión: Juan José Campanella
Año: 2009
País: Argentina
Duración: 128 Minutos
Reconocimientos: Ganadora del Oscar a mejor película de habla no
inglesa, Selección oficial de los festivales de cine de San Sebastián y
Toronto.
15
Ahora Espósito vuelve a enfrentarse al pasado, a unir los cabos
sueltos de una historia incompleta. Quiere encontrar a ese asesino
que desapareció en el tiempo y volver a la esa mujer a la que no ha
dejado de amar.
Datos sobre el film
Juan José Campanella es el primer cineasta argentino en tener
dos nominaciones al Oscar. Argentina es el único país latino que se ha
llevardo el Oscar a mejor película de habla no inglesa.
El secreto de sus ojos es la segunda película más taquillera en
la historia de Argentina con 2,3 millones de espectadores frente a
Nazareno Cruz y El lobo que reunió 3,4 millones en 1975.
Juan José Campanella ha trabajado con Ricardo Darín en tres
películas: El secreto de sus ojos (2009), El hijo de la novia (2001) y El
mismo amor, la misma lluvia (1999).
Dentro del film hay una escena que puede ser de las mejores
constituidas en el cine latinoamericano: Benjamín Espósito busca al
asesino en un partido de fútbol de Racing en el Estadio de Huracanes,
la cámara ingresa al estadio desde el aire y lo recorre hasta que el
protagonista entra en el cuadro.
Un pedazo de calle donde la vida y la muerte se unen
El escapulario, la flor y la lágrima para el muerto
A la espera del difunto
Mónica Samudio valencia
[email protected]
Mónica Samudio Valencia
El 10 de abril Medicina Legal
registró 8 muertos en Medellín.
A las 11 de la mañana del día
siguiente, Jhon Alexander, uno
de los fallecidos lo acompañaba
su familia por la carrera Bolívar
para ser sepultado.
- Luis, ya pusieron las lista de los
muertos en el obituario
- Sí, ¿cuántos son?
- 15, 13 enterrados y dos cremados.
Mire ya llegó el primero, hay dos
para las once.
Luis Pérez, el de los mangos,
coloca su puesto desde hace 30
años en la salida del Cementerio,
de allí ve entrar muertos y salir
huérfanos, viudas, personas
desoladas que mitigan su dolor
con las lágrimas.
“Me gusta este lugar, es mi casa.
Porque lo único seguro es esto,
la muerte y el cementerio donde
vamos a quedar”, mientras Luis
En medio de la algarabía que genera la llegada de un difunto, la vida transcurre
en la carrera Bolívar, al frente del San Pedro, por donde transitan cientos de
vehículos que se dirigen a los barrios de la zona Nororiental de la ciudad.
habla de cómo desea su sepultura,
una muchacha llora sin parar en
los brazos de su mamá. Dejó
a su hermano en una bóveda,
acompañado por flores artificiales
que vende Teresa Corrales, en
un puesto que le dio la Alcaldía
hace 8 años, de los 18 que lleva
en el lugar.
Teresa empezó vendiendo novenas
después de que mataran a cinco
de sus seis hijos: “al principio me
daba muy duro estar en esta calle,
ver a niños gritando para que no
enterraran a su mamá… Uno se
va como endureciendo o mejor,
uno se vuelve más consciente de
la realidad”.
Al frente de Teresa están los
que también venden flores que
llegan desde San Cristóbal, El
Carmen de Víboral, Santa Elena
y hasta de Bogotá, según cuenta
Iván Londoño que con su cuñado
Guillermo Atehortúa tienen su
puesto de flores desde hace 50
años. Ambos decidieron sembrar
tres Laureles a los lados del tramo
de calle donde se ubicaban: “nos
costó más la traída de los árboles
desde el Poblado que los mismo
árboles. Los tres nos costaron
cinco mil hace 11 años y el
transporte seis mil” cuenta Iván.
A las cuatro de la tarde otro
fallecido es transportado por la
carrera 51, detrás del carro de la
Funeraria, viene un Mazda, dos
buses y otro que pita para que lo
dejen pasar, es la ruta del Popular
Dos que está acelerada.
Para Guillermo la venta de flores
aumentó entre los años 80 y 95: “La
época de ‘Pablito’ fue muy buena”,
dice Iván, por su parte Guillermo
afirma que “lo que pasaba era que
esos mafiosos compraban unas
canecadas de flores cada ocho
días”.
Pa r a Te r e s a l a s v e n t a s s e
disminuyen cada día: “el arriendo
está aumentando, pagamos 65 mil
y empezamos con 24 mil, además la
situación económica no está para
decorar tumbas”.
Esta calle les da a los vendedores el
sustento para vivir. “La muerte es
un negocio, para morir se necesita
plata, si no deja embalados al resto
de la familia. Si no hubiera muerte,
no habrían funerarias, no existiría
este cementerio, así como si no
hubieran ladrones, no existiría el
Inpec, ni las cárceles y no habría
chapas para las puertas”, explica
Teresa.
Junio
Hace ocho años, el director argentino Juan José Campanella,
sorprendió con una hermosa historia sobre el amor eterno en El Hijo de
la Novia que protagonizada por Ricardo Darín llenó de aplausos las salas
de cine. En 2009 Campanella, el amor y Darín vuelven a encontrarse
para darle vida a El secreto de sus ojos. Basada en la novela La pregunta
de sus ojos de Eduardo Sacheri, es la segunda película más vista de la
historia en argentina.
Benjamin Espósito (Ricardo Darín) trabajó toda su vida como
empleado en un juzgado penal y ahora es pensionado. En su tiempo
libre quiere dedicarse a escribir una novela basada en un homicidio
que estuvo investigando veinticinco años atrás. Una mujer había sido
violada y asesinada en su apartamento, el culpable fue identificado
y apresado, pero en medio de una Buenos Aires violenta y corrupta
quedó en libertad.
Espósito nunca entendió cómo Ricardo Mora, la pareja de la víctima
y quien la amaba profundamente, había podido seguir con su vida
dejando a un lado la historia del asesinato y del asesino, nunca antes
el investigador había conocido un amor más intenso que el que Mora
reflejaba por esa mujer.
Reunir los recuerdos que inspiren su novela hace que Benjamín
reviva todo lo que sucedió alrededor de ese suceso del 74. El asesinato
habla también de su historia, de sus miedos, de sus equivocaciones y
además, de un amor que surgió en el silencio, de una mujer con la que
trabajó en el caso y de la que decidió alejarse antes de arriesgarse a
estar con ella.
Literapolis
Un amor silencioso, una máquina de escribir, un homicidio impune
Reportaje
Grafico
San Lorenzo tiene un espacio de integración
El cine llega a las tumbas
Al cementerio de San Lorenzo, el más antiguo de Medellín con 182 años, le quisieron “echar tierra”
más de una vez. El primer golpe que recibió y por el que casi desaparece fue en 1995, cuando fue
cerrado por una Curaduría de la ciudad debido a las condiciones de insalubridad que podrían afectar
a los habitantes del sector. Desde entonces, se dijo que detrás del cierre existía la intención de
16
construir una vía que conectara el centro con El Poblado. Pero hoy la realidad es distinta: El San
Junio
Lorenzo fue restaurado y da muestras de quererse levantar para servirle a los vivos.
Jorge Andrés Santos Gómez
[email protected]
Actualmente, la Gerencia del Centro lidera un
proyecto para que el cementerio abra sus rejas y
le brinde una alternativa de arte y cultura a los
habitantes de barrios como La Candelaria y San
Lorenzo.
Instituciones como el INDER le dieron un nuevo sentido a este espacio, convirtiéndolo en un punto
de encuentro cultural para los habitantes de la comuna 10, tras una inversión por parte de la
Alcaldía de 409 millones de pesos
Una de estas ofertas de entretenimiento son las proyecciones cinematográficas.
El proyecto lo lidera el INDER y lleva tres meses de ejecución. El tercer sábado de
cada mes las familias del sector se reúnen a ver cine en este lugar.
Hace más de 100 años, el cementerio
San Lorenzo fue el núcleo que vio nacer
asentamientos como Guanteros y La Asomadera.
Hoy, cuando está rodeado de barrios completos,
no recibe a los dolientes del sector, sino a
los vivos que necesitan formas distintas de
entretenimiento.
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