La cultura que crece en Twitter, ¿es o se hace?

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La cultura que crece en Twitter, ¿es o se hace?
Lo que comenzó siendo una especie de mensaje de texto, se está convirtiendo en una nueva
forma de comunicación y circulación de contenidos. El fenómeno instaló el debate sobre si
Twitter empobrece la cultura o, por el contrario, abre un nuevo horizonte donde se integran
textos, fotos y videos.
POR SILVANA BOSCHI
Imágenes
Cada vez más, Twitter se está convirtiendo en un espacio público donde, como en un ágora
griega del siglo XXI, millones de usuarios debaten y comparten información, recomendaciones
e intereses comunes. En esta plaza virtual, reparten tanto elogios como críticas y –sobre todo–
experimentan la sensación de que conocen al instante lo que está pasando en el mundo,
aunque ese mundo esté reducido al de sus seguidores y contactos. A pesar de que fue creada
hace sólo 7 años, para millones de personas resulta prácticamente imposible pensar los
medios de comunicación, la política y la vida cotidiana sin esta red. La cantidad de usuarios de
Twitter creció a ritmo sostenido en los últimos años. En 2012, se redactaron 175 millones de
tweets diarios, según datos de la consultora Royal Pingdom.
Lo que comenzó siendo una especie de mensaje de texto, se está convirtiendo en una nueva
forma de comunicación y circulación de contenidos. Porque pese a su brevedad, la posibilidad
de relinkear notas y “subir” fotos y videos, expande sus dimensiones de manera impredecible.
En este marco, el mundo de los escritores y la cultura no podía permanecer al margen. Y
aunque tiene detractores y defensores entusiastas, la presencia del universo cultural en
Twitter se expande aceleradamente, al ritmo de la red. Entre estas nuevas modalidades ya se
hicieron concursos de microficción y de “Tweet art”, definido como “arte gráfico urbano en
140 caracteres”. Recientemente, en el 700º aniversario del nacimiento de Giovanni Boccaccio,
la Societá Dante Alighieri propuso la síntesis del Decamerón en cien tuits.
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La propuesta para rescatar la obra de uno de los padres de la lengua italiana fue enviar
versiones sintetizadas de la obra. Pero como todo cambio genera polémica, no faltan las voces
a favor y en contra, éstas últimas enfocadas en la limitación que impone un lenguaje de lo
inmediato y restringido a sólo 140 caracteres.
Según señala un artículo del diario El País, el profesor de Historia David Abulafia afirmó en la
facultad de Cambridge que el uso de las redes sociales estaba aniquilando el lenguaje escrito.
Para este docente, el uso de la escritura en Twitter o Facebook es la causa de que “la
gramática y la puntuación sean atroces”. Sus comentarios desataron polémica y muchos
estudiantes negaron que el deterioro en el uso de las palabras tenga que ver con la aparición
de las redes. Contrariamente a la opinión de Abulafia, el lingüista Pedro Luis Barcia, ex
presidente de la Academia Argentina de Letras, sostuvo que no hay nada en las nuevas
tecnologías que amenace a la lengua, lo que se ha empobrecido es la educación. “El hablante o
el escribiente lleva a un medio (tecnológico) su competencia o incompetencia lingüística”.
Amantes de las palabras, muchos escritores fueron seducidos por las virtudes de Twitter, ya
sea como usuarios activos o sólo como seguidores. Otros, por el contrario, señalan su negativa
a ingresar a esta plataforma. Pero pocos permanecen indiferentes. Haruki Murakami, Joyce
Carol Oates, Arturo Pérez Reverte, Zoe Valdés, Juan Villoro, Claudia Piñeiro, entre muchos
otros, son algunos de los autores que usan Twitter. Unos incluyen opiniones y narran hechos
cotidianos; otros usan la red preferentemente para relinkear notas o para poner a prueba su
talento en 140 caracteres. También parece tener peso la posibilidad de entablar una
comunicación instantánea con los lectores, una ventaja aún más valiosa si se tiene en cuenta el
largo proceso que demanda una obra literaria. “En las noches de insomnio se me ocurren
muchos tuits, en la mañana los olvido, como mis sueños”, tuiteó la escritora mexicana Margo
Glantz. “El discurso fragmentario es al mismo tiempo maravilloso y peligroso... Twitter es en sí
mismo el fragmento por excelencia, y me parece bien interesante ese paradigma nuevo de las
redes sociales, en donde sólo se puede escribir 140 caracteres, y se ve obligado a reducir al
mínimo lo que uno dice”, señaló Glantz en una entrevista reciente.
En una postura contraria a ésta se ubica el escritor estadounidense Jonathan Franzen, quien
está abiertamente en contra de Twitter. “Es inexplicablemente irritante, representa todo lo
que odio”, aseguró el autor de Las correciones. “Es difícil citar hechos o crear un argumento en
140 caracteres; es como si Kafka hubiera decidido escribir La metamorfosis por
videoconferencia o como escribir una novela sin la letra P. Es un medio tremendamente
irresponsable. Sólo me importan los lectores y escritores serios, esa es mi gente”, sostuvo.
Entre los autores extranjeros con más seguidores figura Haruki Murakami. El escritor japonés
tuitea frases como la siguiente: “Si sólo lees los libros que todos los demás están leyendo, sólo
se puede pensar en lo que todos están pensando”. Lleva enviados cerca de 3.400 tuits, pero no
responde ni sigue a ningún tuitero. Otra estrella es la autora de Harry Potter , J. K. Rowling,
quien con la exorbitante cifra de 2.450.000 seguidores ha incrementado su participación desde
que puso fin a la saga juvenil, anunció el lanzamiento de una nueva obra, Pottermone , e hizo
públicos detalles de su primera novela para adultos, Una vacante imprevista . Para el crítico y
ensayista Rafael Cippolini, “Twitter es una plataforma muy pregnante, y lo cierto es que sus
efectos no se limitan a la Web, sino que contaminan nuestros modos de pensar. No lo
describiría como síntesis sino como ansiedad.
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La instantaneidad de lo digital transforma al epigrama en un jadeo. Elegimos correr, y correr
cansa.” Cippolini señaló a Ñ que “habitualmente tenemos que distribuir nuestra atención entre
tanta información que ésta caduca con la misma celeridad. La noticia que nos proporciona
Twitter es por definición superficial. Una amiga dice ‘Twitter es opio digital’ y yo agregaría
‘también es estrés encubierto’. Por más fugaces que parezcan, los tuits ocupan mucho lugar en
el cerebro”. También Twitter “cambió el lugar de los escritores y de los intelectuales. Tener o
no una cuenta define una relación con la escritura. De mi parte, no estoy en contra de Twitter
pero no lo necesito. Lo mismo me sucede con Facebook. Ya tengo demasiadas necesidades
como para fabricarme otras más. En una época en la que ya no parece existir un afuera de lo
digital, me reconforta imaginarme que puedo imprimirle mi tiempo. Aunque no sea del todo
posible.” Rosalía Winocur, antropóloga, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma
Metropolitana de México, respondió a Ñ la pregunta de si Twitter empobrece la comunicación
o refleja una nueva forma de escritura. “Justamente hay en este momento un gran debate
sobre esto; depende de la perspectiva de dónde se mide. Los autores y editores entienden que
esa manera de leer es una manera fragmentada y superficial. Pero, desde otra perspectiva,
también es cierto que mucha gente lee más en Internet de lo que leía antes.” “En una
investigación sobre el plan Ceibal en Uruguay (que entrega computadoras), evaluamos el
impacto que tuvo en las familias más pobres. Se esperaba que a partir de la incorporación de la
computadora en la casa se escribiera más. Esa brecha no se superó pero en cambio la
computadora estimuló la lectura”, agrega.
“A mí me parece que el hecho de los 140 caracteres no significa de ninguna manera pobreza
del lenguaje, vos podés seguir posteando y posteando. Es más bien una especie de síntesis:
existe la posibilidad de relinkear y eso lleva a más materiales de lectura. Uno lee mucho
porque te lo recomiendan. Que sea fragmentaria no significa que sea pobre, lo que hay que
investigar son los nuevos modos de la lectura, en lugar de condenarlos a priori”, concluye.
Cuestionar con más o menos ímpetu la innovación tecnológica es un rasgo de nuestra época,
así como la tensión entre los supuestos poseedores de la cultura tradicional y los adalides de la
digital. Desconfiar de los soportes virtuales es como atrincherarse detrás de la fortaleza
letrada. Así como pensar que lo virtual –por novedoso y leve– es superior. Si la creatividad y el
poder de comunicación están buscando nuevas pistas, Twitter está disponible.
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