n.0 17.°—30 julio de 1855. - Biblioteca Virtual de la Real Academia

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N.0 1 7 . ° — 3 0 JULIO DE 1855.
LUIIH
(Sale los dias 10, 20 y 30 de mes.)
Periédiee defeasor de los derechos. Intereses y consideraciones de las respectivas
clases facultativas
agt» a b «siqrai «t h a 9fros/ o* oroasaag ^ 3 — . 8
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BAJO
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L A DIRECCION Y REDACCION
Favorecidos conía digna cooperación de diferentes profesores de las mencionadas facultades.
Precio de snseripeion.
En Barcelona y demás puntos de España é islas adyacentes 40 rs. al añt). — Ultramar y estrangero «O rs.
Redacción.^—Rambla de S. José n.0 i 3, cuarto 3.°, entrando por la de la Petxina, n.0 2.
c ó l e r a . — E s t a enfermedad , es sabido, lo invade y recorre todo, dejando en todas
partes tristes recuerdos de su presencia. En Madrid ha tomado alguaas mayores proporciones de las que presentaba al principioEl dia 20 el número total de invadidos alcanzaba á l^Tg y á 738 el de los muertos. En
otros puntos de la provincia sigue con alguna intensidad.
Se halla en Burgos y otros puntos de la provincia.
En Granada se ha cebado horrorosamente. EQ Málaga y demás puntos de provincia, ha
hecho también estragos y continua mas ó menos en los mismos puntos. Las provincias Vascongadas sufren también su rigor. En Valencia y litoral hacia esta continua también con a l guna intensidad, aunque en el primer punto parece ha cesado cuasi del todo. En Aragón se
hallan muchos puntos fuertemente acometidos, en Barbastro, una de sus principales poblaciones , como es ya sabido, fué asesinado un médico y otro milagrosamente se escapó délas
manos de ios fanáticos asesinos, que creian en ellos la causa de la enfermedad que los afligía. Médicos de otros puntos tuvieron que i r en socorro de aquella población.
En esta ciudad se presentan por ahora muy pocos casos diarios.
Se halla no obstante prevenido ya un hospital de coléricos, todo á costa del limo. Señor Obispo y en el propio Seminario para lo que sirvió ya el año pasado.
Tres ó cuatro profesores individuos del cabildo municipal se han ofrecido gratis (aunque creemos interinamente) á servir dicho hospital. Dos profesores de farmacia han hecho
lo mismo, suministrando por su cuenta las medicinas del referido asilo.
—Otro dia nos ocuparemos otra vez de la cuestión del ayunlamiento con los facultativos.
Asmtos propesionales.—Eñ el próximo número daremos razo» de la junta celebrada en
Madrid por la central interina de Emancipación Médica, al objelo de organizar esta sociedad
de protección mútna, yaque la ley de sanidad se ha convertido poco menos que en agua de
borrajas.
—Daremos noticia en el mismo próximo número de una real órden obligando y recomendando á los profesores de ciencias médicas su deber para con los pueblos.
BARCELONA i IMPRENTA DE RAMIREZ.
BIBLIOGRAFIA.
Estudios clínicos sobre el CÓJLERA HORBO EPIDÉMICO, liedlos en el liospital militar de Valencia en 1854 ,
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por D. Ramón Fernandez Poggío.
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• 1
Es un bello cuadro donde el autor presenta la invasión y propagación del cólera que
confirma sin duda alguna la idea de contagio de esta enfermedad sostenida y evidenciada
en la memoria del Dr. Turch que publicamos en este número. Se ofrece luego el estado de.
los invadidi s y délas defunciones, con un cuadro de símomas, curso, duración terminación y pronóstico , exacta y minuciosamente apreciados por el autor.La anatomía patológicala patogenésia : la etiología; y porfinel método curativo y sus resultados ocupan otras tantas paginas que indudablemente constituyen la verdadera historia de la enfermedad de d i cha población, con dalos que contribuyen siempre á engrosar el edificio científico de las
enfermedades para conocerlas y combatirlas.—Este opúsculo se vende en la imprenta de don
Mateu Garin, de Valencia, donde se halla impreso, y en esta en la libreria de Cerda, á 6
reales.
Nota.—Los señores profesores no suscritos qne'quieran obtener este v el anterior número sueltos, podrán solicitarlos al director de este periódico en carta franca incluvendo lo
sellos de franqueo de á 4 cuarios.
La memoria de Debreyne sobre el método curativo y profiláctico mencionada en este
número vale además 4 reales. Los señores suscritores la obtendrán por 2. Si fuese de propiedad de la redacción la daríamos gratis á lodos los suscritores nuevos de este año. Solicítese del mismo modo.
I A T U R Q U I A Y L A RUSIA,
2
o sea historia de estos dos imperios, desde su origen hasta los últimos sucesos.
Por D. B. Monreal.
'Puntos de suserieion. Madrid, librerías de Monier, Carrera de San Gerónimo^ Publicidad,
pasügede Matheu, López,iCalle de Preciados, número 38, principal.
En esta ciudad se admiten suscriciones en la redacción de este periódico.
Se publica por entregas á real cada una en Madrid, y á real y medio en provincias, pagado, en el acto de recibirlas.
3
También puede suscribirse en provincias, dirigiéndose en carta franca al editor de la publicación, incluyendo en ella el importe en sellos de franqueo, advirliendo que en este caso
deberán adelantar el importede cuatro entregas por lo menos, que serán diez sellos.
El total de la obra, constará de 16 á 20 entregas, de 32 páginas, que formarán dos tomos,
de los cuales cada uno abrazará la historia de «Q imperio; pero se darán gratis todas las que
escedan dele.
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.
,
.
^
A los suscritores que adelanten el importe de toda la obra, ó de
entregas, se le regalará
un estenso mapa iluminado y de buen papel, que abraza el teatro de la guerra de Oriente,
tanto en el Báltico como en el mar Negro.
, íifi.omíí i'jfh álcSK>.& óbóJ y.&XtiTélcosfe-JSJÍpBÍ. a•
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VAGANTES.
La de médico deLa Parra, provincia de Badajoz; su dotación 200 ducados pagados de fondos municipales con mas las igualas correspondientes á 412 vecinos: se admiten solicrludes,
que se dirigirán al presidente del ayuntamiento, hasta el 14 de agosto próximo.
La de médico de Zazuar, provincia de Burgos, partido de Aranda de Duero; su dotación
1^6 fanegas de trigo, 4oO cántaras de vino y casa. A este pueblo están unidos los de Ontorla y
Baños de Valdearados como anejos, que contribuyen con 100 fanegas de cebada. Las solicitudes por término de un mes contado desde la fecha de este anuncio.
La de cirujano de Quintanilla de los caballeros„provincia de Burgos; sus honorarios 100 fanegas de trigo mojado , 60 cántaras de vino, 6 carros de lena de y 2 de paja. Las solicitudes
basta el 10 de agosto.
________
NOTA. Para concluir, y lo mas pronto posible, con todo lo relativo al tratamiento del ephra, hemos determinado hacer este nvmero de 52 páginas. Según como «os vengan las materias
•el próximo constará tan solo de la.
—
m
—
Guando han sobrevenido cámaras biliosas, es preciso tomar 6 onzas de aceite de r i cino, luego te ligero.
Obtuvo 21 curacones; pero de cóleras que no eran muy intensos.
Acidos concentrados.
Según M. Worms, la administración de los ácidos minerales, aun á dosis débil (uno
ó dos escrúpulos de ácido concentrado por dos libras de agua), es el medio mas seguro
de cohibir, en tiempo de epidemia, las diarreas sospechosas.
En los casos de cólera ligeros, da la ipecacuana luego la limonada.
En los casos graves, administra cada hora á cucharadas grandes, la poción siguiente:
emmoBOihá'f
isibíríea fA .obiosIrfGíco éá m p otmimtíeptQb,-esigdx sel é&hfÁíiul
Cocimiento de malvavisco. . . . . . .
5 onzas.
Acido azoico concentrado. . . . . . .
i dracma.
Agua de yerbabuena.
• . .
1 i i 2 dracma.
Jarabe simple
. . : .
í onza.
Si hay una gran dificultad de respirar, grandes vejigatorios deíante y á los lados del
pecho.
La poción ácida acarrea de nuevo los vómitos si han cesado y duran hasta el momento de la reacción ó de la muerte, M . Worms ha observado que cuando, las evacuaciones
han cesado antes que haya empezado la reacción circulatoria, la muerte es inminente.
Por esto procurallamar de nuevo el vómito.
Estricnina.
Este alcaloide ha sido preconizado desde 1832 y en 1849 , por nn cierto n ú m e r o de
prácticos, tales como Senkins, Wagner , Manez , Mirault d'Angers, Bonnafont, etc.,
y finalmente por M. Abeille. Este último administra el sulfato de estricnina en seis o n zas de solución de goma á la dosis de 3 ó 6 décimas partes de grano, en cuatro horas ,
por cuartos de poción. Esta poción se repite mañana y tarde. Al mismo tiempo se dan
pedazos de nieve para prevenir el vómito. En el cólera álgido Mr. Abeille aplica de /5 á
20 sanguijuelas á la base del pecho, dando la estricnina; llegada la reacción , abre la
vena, y mas larde hace meter los enfermos en un baño caliente manteniendo al mismo
tiempo la cabeza fria.
La estricnina ha tenido la desgracia de ser demasiado alabada en los periódicos p o líticos ; parece que no tiene absolutamente otro efecto sino combatir el vómito. Ya se
la habia empleado contra este fenómeno fuera del cólera dada á dósis fuertes, se la ha
visto ó no tener ninguna acción fisiológica, ó acarear el tétanos y no tener n i n g ú n efecto particular para entorpecer la marcha y la terminación funesta. Léjos de ser un é s p e cifico anticolérico, la estricnina no tendría pues ninguna acción particular sobre esta
enfermedad , y quedaría un medicamento peligroso.
Tampoco seria un preservativo ; porque dos enfermos tratados por el doctor Vigía,
en la casa Dubois, á causa de parálisis , haciendo un uso diario de la estricnina , fueron
acometidos del cólera y ambos sucumbieron.
Esencia de terementina en fricciones.
M. Bellenconlre emplea casi esclusivaniente las fricciones hechas con persevcrant ia
— 404 —
por debajo las cubiertas de la cania con la esencia de trementina , á veces hasta la dósia
de 8 ó 10 onzas.
Añade á ellas una corta sangría si hay reacción hácia una viscera.— Solo dice que ha
tenido buenos resultados.
CAPITULO V I I .
Predominios sintomáticos en el eólera»
El cólera no siempre sigue la marcha regular que he descrito y en la que se hallan
fundadas las reglas de tratamiento que he establecido. Al estudiar las indicaciones
de las emisiones sanguíneas , ya me he hallado inducido á hablar de uno de
los mayores predominios que puedan encontrarse, la asfixia colérica. Muchas de las
anomalías ó predominios sintomáticos del cólera, son verdaderas agravaciones, de las
cuales algunas por síselas son suficientes para inmolar al enfermo.
Vómitos.
Mientras que los vómitos no predominan sobre los demás síntomas, constituyen u n
fenómeno mas incómodo que peligroso, pero cuando tienen lugar, con todo lo que
se introduce por la boca, contrarian la acción de los medios internos de reanimarla
vitalidad. Es pues necesario oponer los agentes especiales tomados de entre los s i guientes :
Las temperaturas extremas de los líquidos ingeridos , son buenos medios para combatir la violencia del vómito , porque es prioeipalmente lo tibio lo que lo ocasiona. Mas,
como el calor conviene bajo todos conceptos para suscitar la reacción, se cambiarán p r i mero las bebidas calientes en oirás que lo sean mas y casi quemantes. Nose se dará sino
una cucharada grande á la vez y se reiterará á menudo. Juntamente con estas bebidas,
se dará la poción siguiente, á cucharadas grandes y si es arrojada, á cucharadas de café
repetidas mas á menudo.
Subcarbonato de potasa . . . . . .
Satúrese de:
Zumo de limón
Agua de yerbabuena desabor de pimienta.
Jarabe de éter
40 granos.
es.
3 onzas.
i onza,
É & m j j isfifíl etd v epaclaí Ja ifigas^ 5 IjBoi^tolsft nojose fia«2nf,n isxieJ.oae oJáiv
Podría añadirse una gota de láudano á cada cucharada grande de la poción que se
administraría.
También en esta circunstancia es cuando podría recurrirse á los alcohólicos tomados
según el método de M. J. Guyot.
Si los medios precedentes, reunidos ó aislados, no contienen el vómito, se recurre al
frío, sino hay contraindicación. Con mayor razón se recurre á ellos desde el principio
si el enfermo apetece los refrigerantes .
Las bebidas frías lo mismo que las calientes deben darse á pequeñas cantidades á la
vez. Pueden emplearse las bebidas feculantas ligeras muy frías, ó el agua común muy
fría, que á veces esleí mejoranlivomitivo. La nieve, á pedacitos, conviene también per-
— 405 —
fectatneníe, porque se derrite suavemente y no corre tanto riesgo de sorprender el eslómago. ,
.,
b aoüdiBfík'iél-^psJírsni'bft}- / "i JÍJÍlUiWfllilW^'Oti'ir ífl
Si las bebidas frias se hallan contraindicadas ó no surten efecto, se recurre á las aguas
gaseosas, que pueden por otra parte asociarse á las bebidas frias.
En los casos en que la misma agua de Seltz era arrojadá , casi siempre he logrado
triunfar de los vómitos por medio de la poción antiemética de Riverio, preparada según
la formula de los hospitales de París, que es la siguiente:
Acido cítrico . . . . . . . . .
Jarabe de azúcar , . . . . . .
Bicarbonato de potasa. . . . .
.
Agua
• • . .
44 granos.
tjSonza.
30 granos.
4 onzas.
Se hace disolver el ácido cítrico en la mitad del agua, se añade el jarabe y se mete ea
un frasco que lleva una targela con el número l , disuélvese , por otra parte en la otra
mitad del agua el bicarbonato de potasa, y se pone una targeta con el n ú m e r o 2, de modo que la efervescencia gaseosa se verifica en el mismo estómago.
Yo no doy esta poción sino á cucharadas de cafó, ó á lo mas á medias cucharadas
grandes.
ov-.
s l i 9yjaiVi^ht8ltóitó'oLi§f'i.ü¿eis3l9 9ütt7ó¿ toJ:.
Hé aquí otros medios que también han prestado buenos servicios.
El magisterio de bismuto, á la dosis de 40 á 20 granos.
El polvo de raiz de colombo, solo ó unido al bismuto ó al almidón.
Si hay emisión de muchos gases , en vez de polvo de colombo , podrá asociarse con
buen écsito, á 6 ú 8 granos de subnitrato de bismuto, igual dosis y mas de carbón de bonetero perfectamente carbonizado y pulverizado, absolutamente impalbable. Estas dósi&
pueden doblarse y administrarse con una cucharada de jarabe de diacodio particularmente en los casos en que hay diarrea.
El caldo frió de buey, á cucharadas, á menudo surte muy buen efecto.
Vómitos que han resistido á muchos medios han cedido inmediatamente después de
haber hecho t r a g a r á los enfermos, á cucharadas de café, una especie, de pasta blanda preparada en el acto con almidón y agua fría. Se reitera mas ó menos. En vez de
agua común, puede emplearse agua de rosas destilada ó de cocimiento de raiz de consuelda mayor enfriada , sin azúcar. Encima se hace beber , si se quiere, agua hecha
albuminosa , sin azúcar, preparada batiendo una clara de huevo fresco en un vaso de
agua, de modo que haga espuma. Se la dá á cucharadas. Igualmente puede emplearse,
para bebida agua fría blanqueada con almidón desleído.
El aceite alcanforado, dado á cucharadas de café ha contenido vómitos que habían resistido á muchos otros medios.
El extracto de belladona, á la dosis de un quinto de grano por pildora , á menudo ha
producido exelentes efectos.
He visto emplear con buen éxito, por un compañero, una disolución de un grano de
nitrato de plata cristalizado en 4 onzas de agua destilada. Se administraba una cucharada
de cafo cada hora, mas tarde cada dos horas, juntamente con té frío.
La estricnina se ha empleado con buen éxito, en 1832. por M. M. Grímaud d'Angers.
y Potton: la daban de o á 45 centésimas de grano en cualro onzas de agua destilada á
cucharadas grandes cada hora;
-
406
-
La creosota ha surtido efecto en casos leves (Mackenzie), á la dosis de 1 á 3 gotas. (*)
El lector comprenderá fácilmente que los primeros de estos medios convienen mas
especialmente en los casos de colerina ó vómitos biliosos, tenaces; ó finalmente en casos
de vómitos que persisten en la convalecencia d é l a enfermedad.
--ifarklMM ^ í»í> oihem -icq eoíioiov «o» sb Wa-..
Ya he dicho que. cuando el cólera es confirmado, y hay cámaras blancas, de ningún
modo puede uno ocuparse de estas últimas, aun cuando ellas consuman y fatiguen extraordinariamente los enfermos. Los medios que se emplean para acarrear la reacción
rae parecen los mas adecuados para combatir dicha diarrea , que siempre se modera
mucho cuando se presenta la reacción. No creo por otra parte, que sea útil á los enfermos que las evacuaciones se supriman de repente, ya en medio de los accidentes coléricos, ya inmediatamente después.
• tos medios que voy á indicar convienen pues mas especialmente á la diarrea inicial
que constituye la colerina y que puede persistir de un modo muy tenaz. Convienen
igualmente á la diarrea blanca de un cólera moderado lo mismo que á las diarreas b r u nas que pueden sucederá este ó aun á un cólera mas intenso. Recordaremos que la diarrea, duranlelas epidemias, merece una atención muy séria, mas séria aun que el vómito, porque el estado álgido puede declararse de un momento á otro.
La diarrea de los preludios se detiene á veces fácilmente con las lavativas almidonadas
y laudanizadas juntamente con los demás medios indicados mas arriba. Pero ella exige
á veces otras indicaciones.
Cuando la diarrea empieza con un flujo considerable, sin cólicos, sin ningún punto
doloroso en el vientre, si la lengua está blanca, espesa, muy húmeda, es ventajoso comenzar el tratamiento por una ó dos dóses de ipecacuana para exitar vómitos que casi
siempre en tal caso, detienen ó moderan la diarrea y disponen el organismo á una r e acción saludable. Los astringentes y los opiados por la boca ó en lavativa, convienen
luego lo mismo que el cocimiento de quina (de 2 á 3 dracraas en seis onzas de agua). He
empleado este medio con muy buen éxito contra la diarrea blanca ó cólera de mediana
intensidad. La naturaleza de las cámarasá veces queda imediatamentecambiada.
Si la diarrea es biliosa y aun con vómito, u n o ó d o s vasas de agua, que contengan
en disolución 3 dracmas de sulfato de sosa, estarían muy bien indicados. Si existiese
llatulencia, borborigmos, se llevaría la dosis de la sal de onza á onza y media, disuelta
en cuatro vasos de agua, y tomados á una hora de intervalo uno de otro. Si el pulso está
deprimido, se dan "20 granos de sal marina
He obtenido excelentes resultados con una poción simple en la que entraban 20 gotas de láudano de Sydenham, y también con la poción siguiente, á la que puede añadirse la misma sustancia.
Agua de yerbabuena de sabor de pimienta.
— de flores de naranjo
Tintura de catecu. . •
— de quina.
Alcohol alcanforado
Jarabe de corteza de naranja
F. S. A .
.
„_
jaa* - 0DZas\
|aa. 20 granos.
j
onza y í 12.
(i) Nota dé la redacción. Un comprofesor nuestro, la usó el año pasado en ebta con muy
buen éxito. •
—
IOT —
Para tomar cada una, dos, ó tres horas.
También puede emplearse el elixir paregórico, mas arriba mencionado;
Si los medios precedentes no cohiben las diarrea si esta tiende á perpetuarse , se recurrirá á los siguientes :
Al magisterio de bismuto, á la dosis de 20 granos, unidos á 8 ó átO de carbón de
bonetero ( \ ) porfirizado, impalpable , y á una cucharada de café de jarabe diacodio,
en diferentes tomas.
Las medias lavativas y los cuartos de lavativa frios con el cocimiento de arroz detuvieron como por encanto , una diarrea que habla resistido al tratamiento mas racion a l , y que habia producido 60 deposiciones durante la noche , en u n viejo de sesenta
años ; (Recamier j , El cocimiento de arroz puede reemplazarse con el agua en la que se
diluyen dos cucharadas de almidón.
Otra lavativa, preconizada por M. Rostan, y que no podria recomendar bastante
contra las diarreas rebeldes, porque jamás me ha faltado , es la siguiente :
Cocimiento de arroz
Lib.
Goma arábiga
Goma tragacanto
Almidón
i l % dracmá.
20 granos
2 dracmas.
-
.
.
. . .
. . .
•
Láudano de Sydemhan. . . . . . . .
20 gotas,
Para tomar á cuartas partes cada seis horas.
La triaca (de 4i2 á 1 dracma), el diascordio (de ti2 á dos dracmas), la confección
de Jacinto [ de 1 1 [2 á 3 dracmas), han encontrado su aplicación sin que deba contarse
demasiado con ellos.
Podríase por fin , en los casos rebeldes , recurrir al nitrato de plata, que surte tan
buen efecto en las disenterías crónicas. Se le daria en poción á la dosis de un grano en
agua destilada, ó en lavativa con el almidón, llevando la dosis hasta i[5; 3i5, 4i5, \ grano por 125 de vehículo, M. NatalisGuillot se vanagloria de este medio.
Cuando la diarrea parece que procede del uso abusivo del vino , de las bebidas a l cohólicas ó de las cervezas fuertes , se ve á menudo, según M. de Block, disminuir el
n ú m e r o de deposiciones por medio de la administración de la siguiente fórmula :
Polvo de -goma arábiga
-deSalep
Estracto de opio de Homberg { 2 )
Jarabe de yerbabuena. . . . .
.
.
.
/ onza.
80 granos.
2 granos.
4 onzas,
S. A . hágase u n electuario, —Para tomarlo en doce horas, á cucharadas de café.
Si al contrario , el sugeto es débil, desgastado por la miseria, por una alimentación
mal sana é insuficiente, por el abuso de los placeres venéreos , las evacuaciones a l v i nas disminuirán bajo el influjo del cocimiento del colombo, del cual M. de Block da la
fórmula siguiente :
Polvo de raiz de colombo
Hágase hervir en suñciente cantidad de agua, y redúzcase la coladura á. . .
2 onzas.
10 onz
1} Evouyraus europoeus, L.
[ i ] Si uno no puede procurárselo, se le reeiTpIaaiafá con el extracto gomoso.
ttiím.
— 408 —
Auadase.
Agua de canela
>aa. 2 onz.
Jarabe de yerbabuena
)^
~
»L nodiBO eb Ofcd 8 é sobrflü , gonci^ OS afa sieob sí e . oloiíigidoiislaigem IÁ
Para lomar en el espacio de uno ó dos dias.
Si la diarrea proviene de una emoción viva , halla su remedio en la poción indicada
pág. 383.
Añadiré, para terminar lo que se reüere á la diarrea, que á los coléricos que han
tenido cámaras excesivamente abundantes debe dárseles pronto alimento , á veces basta mientras aun dura aquella, á causa de la tendencia á las lipotimias que pueden ser
la consecuencia de las mismas. Se empieza por el caldo frió.
^II.I'IlIIWÍ fíumi .cñ&Kfon aup v < a e m ñ M ioq .sbcsioossTq , s v j í b v s í
ctíO-
"
Hipo.
He observado que, eq el cólera el hipo de ningún modo es una señal de peligro.
El extracto de belladona en pildoras de un 4 [5 de grano y dadas dos y tres veces a! día
hace desaparecer el hipo lo mismo que los vómitos.
He visto á menudo, dice el doctor Millet de Tours , el hipo, los vómitos rebeldes
el dolor epigástrico, etc. ceder como por encanto á la aplicación de un sinapismo al mismo epigástrio.
Si por medio del sinapismo no se logra el efecto deseado , se aplicárja entonces al
epigastrio un vejigatorio, ya con amoniaco, ya con una compresa empapada en alcohol
á la que se presentaría una bugia encendida, ya con la pomada de Gondret, ya con el
martillo de Mayor.
/ur-0(íjB-f.§ núr&h eigob, rí t t \ aí b í í é d ¿ ;
¿ébi'aóio ÚRíiéUio'úb &ñ ñsréhzi&aluiS
Calambres.
Los calambres que son débiles y pasageros no exigen que se salga de las generalidades del tratamiento. Muy diferente es cuando son violentos hasta el punto de arrancar
gritos al enfermo y de hacerle entregar á toda suerte de contorsiones. Entonces anuneiaouna intensidad muy grande de la enfermedad principal, y no deben por consiguiente hacer cambiar las bases del tratamiento. Pero como son una tortura terrible capaces de acarrear por si solos la muerte por su dolor , deben oponérseles los medios
siguientes:
Las cataplasmas emolientes fuertemente laudanizadas (de I á 3 dracraas de láudano
de Sydenham) se aplican ventajosamente cuando los miembros solos se hallan acomeíUfto&howA'h s n ú "loq ^ clís^lm el
. obeíasg^b • t nrf&b' se* útégOb le . oétmjam le IB
L ^ compresión en los miembros con largas vendas mojadas de antemano:
La sobadura, hasta acompasada, las ligaduras momentáneas de los miembros con pañuelos doblados á modo de corbata ; la estension de los miembros :
Las fricciones por medio de pedazos de franela empapados en oler acético alcanforad o , ó en alcohol alcanforado con ó sin opio, ó en aceite alcanforado laudanizado , ó en
aceite de beleño alcanforado , ó con un pedazo de franela y el extracto de belladona con
partes iguales de enjundia ; finalmente con la esencia de trementina.
El linimento siguiente , aplicado á las parles dolorosas, ha producido buenos; resulta
dos {doctor Michu):
— 409 —
Aceite de almendras dulces
Láudano de RousseauEler sulfúrico
3 f |2 onzas.
í draetna.
* dracma.
•
Las fricciones en los miembros con 60 granos y mas de ungüento napolitano. Este
medio á menudo me ha surtido efecto para aliviar los enfermos á quienes lo habia aplicado. Nunca ha producido la salivación.
»
Fricciones ligeras en el vientre después de cada evacuación alvina , coa una mezcla
de bálsamo tranquilo y láudano de Rousseau.
Los sinapismos los vejigatorios, (pero yo prefiero mucho mas los primeros), hacen
cesar los calambres y al mismo tiempo llaman de nuevo el calor.
El cloroformo se ha preconizado de un modo enteramente particular por el doctor
Whahu. Nunca, dice este médico, ha fallado su efecto. Se coloca el enfermo de lado , y
con un pedazo de franela/Merímewíe empapada, se hacen activamente fricciones á lo
largo de la columna vertebral durante cosa de un minuto, raramente hay precisión de
volver á ellas una ó dos veces lo mas á menudo desde la primera fricción hecha hasta
la rubefacción , cesan los calambres para no volver á aparecer mas. Pero como su precio no se halla al alcance de todos los enfermos , se podria. como lo prescribe M. Larrogue padre, hacerlo entrar en un linimento compuesto de bálsamo tranquilo , 3 onzas;
tintura de opio, cloroformo, aa. 80 granos. M. de Block recomienda , cuando los calambres son generales , las fricciones con la nieve. A veces he visto , dice , individuos
en quienes todos los músculos , no solo de los miembros , si que también del tronco y
hasta de la lengua , se hallaban durante muchos minutos con espasmos d ó m i c o s , que
causaban sufrimientos atroces librarse de ellos, al instante mismo en que se aplicaba la
nieve sobre los manojos musculares.
El acetato de morfina en pildoras de 1|5 granos, dado hasta 2 y 3 veces al dia, ha
calmado en manos de Lugol los calambres muy agudos de los miembros y de las vias d i gestivas , cuando los enfermos padecían mucho.
Por el método endérmico, se ha empleado con buen éxito la atropina y la morfina.
Las armaduras metálicas ban sido aconsejadas por el doclor Burg ; á falta dé ellas
aconsejarla la aplicación á las pantarrillas de una gran cacerola de hierro ó cobre ó de
cualquier otro objeto metálico de grande superficie. Este medio me ha surtido efecto m u chas veces contra las neuralgias.
M. Guyon, inspector del servicio de sanidad militar en Africa, hace cesar al momento los calambres de las piernas, en los coléricos , doblando el pié sobre la parte anterior
de la pierna. Se coje el talón con una mano , mientras que con la otra, con la cual se
coje igualmente la punta del p i é , se verifica la dobladura de esta última parte. Los calambres de los dedos y manos desaparecen lo mismo que los de las piernas por medio
de la extensión de los dedos sobre la mano , y de la mano sobre la superficie dorsal del
antebrazo. Para esto, se coje el antebrazo con una mano, y después de haber cogido con
la otra las partes atacadas de calambres, se las dobla sobre el antebrazo, no bruscamente , sino con cierta lentitud.
Al mismo tiempo que se recurre á alguno de los medios precedentes, se puede dar
la lavativa siguiente prescrita por M. Bally , que cohibe de un modo feliz los calambres
y la diarrea:
s
— 410 —
Cocimiento de malvavisco. . . .
Almidón
Aceite de almendras dulces. . .
Alcanfor
4 onzas.
2 dracmas.
4 onza.
80 granos,
para tomar en dos ó tres veces; ó según el consejo de M. Recamier , dar cuartos de lavativa que contengan 5, 8 , tO ó 12 granos de assafétida, disueltos con yema de huevo
en agua común ó en un cocimiento, ya de raiz de valeriana silvestre, a 10,15 ,50 , 25
ó 30 escrúpulos por 2 libras de agua , ya de raiz de calamus aromáticus de la Jamaica,
ya de peonía.
Predominio de los desórdenes circulatorios.
Al tratar de la indicación de la sangría , hablé de estas sensaciones de barra ó peso
hácia el estómago, en lá base del pecho, en la región precordial ó en cualquiera otro
punto del pecho con sofocación y asfixia rápidamente creciente. Vuelvo á hablar aquí de
aquellas, porque tengo de mencionar otros medios adyuvantes ó sucedáneos de las emisiones sanguíneas.
La sangría de brazo se halla indicada si queda pulso, y sobre todo si hay tumulto en
ja región precordial.
Si por la vena no puede obtenerse sangre, se emplearán las sanguijuelas en la región
epigástrica. Ellas pueden por otra parte reemplazar á la sangria.
Las ventosas secas pueden asociarse á las evacuaciones s a n g u í n e a s , ó reemplazarlas
si estas son impracticables.
En este caso se emplean también :
Ya las inspiraciones del ácido acético ;
Ya inspiraciones amoniacales;
Ya los revulsivos.
Un vejigatorio colocado en la boca del estómago surle muy buen efecto para quitar
barra ó la opresión epigástrica.
Los vejigatorios colocados en las pantorrillas ó en los muslos, han producido t a m bién buenos efectos al principio de la reacción, cuando esta se verificaba mal ó se hallaba complicada con opresión torácica ó con fenómenos de congestión cerebral.
También aquí es del caso emplearlas corrientes magnéticas ó electro-magnéticas.
Todo sin perjuicio de los revulsivos cutáneos mas á propósito para reanimarla c i r culación capilar en la periferia , sinapismos , fricciones, etc.
Sucede muchas veces que, restablecido el calor vital en los miembros, la gran c i r culación no v u e l v e á levantarse, y que su extinción acaba con el enfermo.
Se tantea en tales circunstancias la indicación del ponche, de los vinos de Málaga ó
de Alicante, del vino de Madera , de la tintura de la Hermana de la Caridad, cuya fórmula se halla mas arriba, del café, del aguardiente. A estos medios se les junta la esencia deyerbabuena.
Desgraciadamente los tónicos alcohólicos, si se insiste demasiado en ellos, aturden
la vida sin reanimarla, y si el enfermo resiste algunos días, la boca se seca, la mucosa
bucal se pone roja, y el enfermo cae en un estupor nervioso que se ha llamado calentura tifoidea , ó en un delirio musitante.
-
411 —
En un caso tan extremado , es preciso dejar los tónicos alcohólicos por los tónicos
analépticos; porque la extinción d é l a grande circulación, lo mismo que la propensión
lipotínaica que la acompaña, puede unirse al estadode inanimación del sugeto, sobretodo si antes ha habido evacuaciones excesivas.
Se da caldo frío , moderadamente salado, primero á cucharadas de café, luego á c u charadas grandes, y si el enfermo se reanima, si la lengua se humedece, si el pulso
perdido vuelve á ser sensible , es preciso continuar y no desesperar de nada.
CAPITULO V I H .
Estados consecutivos al cólera álgido, llamados período
de reacción.
Algunos patologistas admiten en el «olera un tercer período, con el nombre de periodo de reacción.
La reacción por sí misma no es un estado morboso, cuando es moderada. Entonces
no es u n tercer período del cólera ; es la convalescencia. Los accidentes que pueden
desarrollarse consecutivamente son mas bien modos de termiDacion de la enfermedad ,
que la enfermedad continuada : los síntomas cambian de aspecto y reclaman un tratamiento diferente. Los accidentes mas ordinarios consisten en congestiones viscerales ,
á cuya cabeza colocaré como la mas frecuente y mas temible., la congestión de losuentros -nerviosos.
£ s t a d o comatoso.
En el párrafo precedente, que termina la serie de los predominios , he señalado ya
la posibilidad de un estado de estupor aun en m dio de los demás síntomas del cólera álgido. Entonces existe un estado de complicación. Otras veces sobreviene en medio de las
esperanzas que' hacia concebir el establecimiento de una reacción completa ó incompleta. Este accidente se observa mas particularmente en los sugétos que han abusado de las
bebidas alcohólicas ó en aquellos en quienes se han empleado á dosis fuertes los tónicos
alcohólicos. Otras veces la causa es inapeable.
Sea lo que fuere, el enfermo cae en u n estado de estupor nervioso , con abatimiento
mas ó menos considerable, ya sin frecuencia de pulso, que es débil y casi insensible, ya
con un pulso ancho y lento, ya con un estado febril mas ó menos pronunciado.
Si el estupor existe con calentura, con un pulso d é b i l , sin frecuencia y sin delirio
tifománico , es decir, sin delirio soñoliento, se recurre á 103vejigatorios en la nuca,
combinados con los sinapismos en los miembros inferiores. También es del caso recurr i r á los fomentos en la cabeza con el linimento del doctor Worms , cuya fórmula he
aquí :
Alcohol alcanforado
5 onzas.
Amoniaco
deíi2álonza.
Infusión de árnica.
3 y 4 {2 onzas.
Cloridrato de amoniaco
\ onza.
M. Worms , que trata con militares, hace raparla cabeza para aplicar mejor lo f o mentos. En la práctica particular dificilmenle se logra este sacrificio, Si no se esta satis-
— 412 —
fecho de estos fomentos, se los sustituirá con las aplicaciones primero templadas, y luegos frescas á la cabeza.
Al mismo tiempo , se dá interiormente el jarabe de corteza de naranja , que contenga de 60 á 80 granos de extracto de quina y 2> 3 ó 4 gotas de esencia de yerbabuena por
onza. Esta mezcla se dá á cucharadas.
Hay casos en que el éter alcanforado surte mejor efecto que la esencia de yerbabuena , añadido al jarabe á gotas.
El bisuccinato de amoniaco á gotas, reemplaza á veces con ventaja la yerbabuena,
y al éter alcanforado; puede reemplazarse el bisuccinato con el acetato liquido de amoniaco, unido al jarabe arriba dicho , ó mezclado con ét en una infusión aromática de
manzanilla ó de salvia menor , á una dosis conveniente.
Durante este tiempo, se instilarán bebidas fortificantes, agua vinosa ligera, si gusta,
y no se ha abusado demasiado de los alcohólicos. Pero lo que sobre todo cenviene en
esta circunstancia, es el caldo frió de buey, primero á cucharadas de café, luego á c u charadas grandes.
Si el estupor va acompañado de rojura del rostro, de un corazón fuerte, de un p u l so mas ó menos desarrollado aunque sin ó con poca frecuencia , aun sin delirio muy
pronunciado, es del caso practicar una sangría, si ya no se ha practicado, ó de aplicar
sanguijuelas detras de las orejas, ya todas de una vez , ya una después de otra, á medida que caen, como lo Tecomienda M . Moissenet, del hospital de San Luis, y como yo
mismo lo he practicado con ventaja. Al mismo tiempo se ensaya , con precaución , el
efecto de las aplicaciones refrigerantes en la cabeza , sin descuidar los rubefacientes en
las extremidades. Si las aplicaciones surten efecto, conducen á la atrevida práctica de
las afusiones frias durante dos ó tres minutos con agua á 24, 22 y hasta 20 grados centígrados , hechas de arriba abajo, estando el enfermo acostado en una cama de correas»
inclinado ó sentado en un b a ñ o , si se halla bastante fuerte y no hay ningún peligro de
lipotimias ó de desfallecimiento.
Si los refrigerantes no surten efecto, se ensayarán los fomentos con el linimento de
M. Worms. Yo he empleado de corrida estos fomentos con ventaja en esta circunstancia,
juntamente con las sanguijuelas á las orejas , sin emplear el frió en la cabeza.
Las bebidas que convienen en este caso son las acídulas y analépticas, ó faculentas.
También puede darse caldo frió.
El estupor complicado con calentura, vértigos, aturdimientos, indica casi siempre
el uso de la sangría ó de las sanguijuelas detrás de las orejas.
No puede absolutamente haber lugar á vacilar en la aplicación de las afusiones por
algunos minutos de que acabo de hablar.
Si estas afusiones tienen efectos demasiado fugaces y el pulso continua á tener consistencia , se harán irrigaciones en la cabeza con dos hilos de agua corriente , hallándose
el enfermo acostado horizontalmente y colocado de modo que la cama , garantida por
nna tela impermeable, el agua vaya a parar á un cubo colocado debajo. Dos espitas pequeñas , colocadas que den agua encima de la cabeza, son mas cómodas que los sifones.
Este medio tiene una acción suave y sostenida , y , durante su uso, es fácil mantener el
cuerpo y los miembros calientes; hay enfermos que , durante su uso , entran en un
suave mador. Si el pulso se concentra , ó si el enfermo se enfria , se suspende este medio.
Las bebidas que convienen son las acídulas.
— 413 —
Los diferentes estados de estupor que acabo de describir, van acompañados de una
constipación tenaz. En este caso me ha ido bien el emplear los calomelanos á la dosis
de 20 granos y las lavativas purgantes.
Si el estupor ha venido después del delirio , si un lado es mas débil que el otro ó se
paraliza , si la pupila se esconde debajo del párpado superior, si el coma se convierte en
caro, si hay dificultad progresiva en la deglución y en la respiración , se tiene á la vista
una de estas meningitis con supuraciones, y hasta reblandecimientos que son superiorres á todos ios recursos del arte.
Congestiones torácicas.
Este accidente no es en nada menos temible que el precedente, y hasta marcharía
mas rápidamente á u n fin fatal si no se tuviese un medio poderoso para oponerle: las
emisiones sanguíneas. Al tratar mas arriba de las indicaciones de la sangría , he descrito los síntomas de la asfixia mecánica producidos desde el principio ó durante el curso
de los accidentes coléricos. Me limitaré á decir aquí que los mismos fenómenos de asfixia pueden manifestarse en el período de reacción, por efecto de una congestión hacia
el corazón y los grandes vasos. La reacción que se ha establecido debe hacer mas atrevido en el uso ya de la sangría de brazo , ya de las sanguijuelas y de las ventosas escarificadas ó simples, combinado con los revulsivos cutáneos para activar la circulación
capilar.
Congestiones abdominales.
No he observado congestiones abdominales bastante intensas para necesitar las emisiones sanguíneas, n i aun locales. Si existiesen puntos dolorosos en alguna parte del
abdomen, se podría remediarlos por medio de cataplasmas emolientes ó aun laudanadas. Si hay cólicos y calambres en los intestinos las lavativas de agua helada procuran
el mayor alivio. Pero los dolores que entonces sobrevienen dependen mas frecuentamente del desarrollo de gases abdominales, á los que á menudo dan fin los evacuantes
ó bien se juntan á una serie de accidentes que turban la convalescencia y deque pronto
v o y á ocuparme.
CAPÍTULO I X .
€om|íl£eacIones elel cólera.
Se ha visto que el cólera complicaba casi todas las enfermedades, y aun no-se c o noce afección que tenga la propiedad de preservar de este veneno ó de neutralizarlo.
Cada epidemia , al principio , se encruelece principalmente contra los individuos ya
enfermos y sobre todo debilitados.
A una epidemia de calentura amarilla, en América, fué á juntársele la epidemia del
cólera. Ambas enfermedades se observaron en las mismas personas; en este caso la
calentura amarilla es la que disminuye , cuando el cólera toma mas intensidad. El doctor Halphen en tal caso se halló muy bien con el sulfato de quinina, ya en pildoras, ya
en poción, ya en lavativa á la dósis de 1,2 ó 3 escrúpulos al dia. A este tratamiento
añadía algunos auxiliares , tales como los sinapismos , los linimentos exitaDtes.
El cólera, que por su naturaleza es hiposlemzaníe, por excelencia obra de un mo-
— 414 —•
do opuesto en las afeccciones inílamatorias y las afecciones debilitantes. Se le ha vlslo
curar gastro-enteritis preexistentes (doctor Halphen), una neumonía en el segundo grado (doctor Tardieu); reabsorver un derrame pleurítico considerable (doctor H. Koger);
acelerar rápidamente la cicatrización de un vasto chancre fagedénico, (doctor Noel de
Mussy); suspender bruscamente el curso de una viruela al cuarto dia de la erupción de
las pústulas : la viruela volvió á aparecer al cabo de u n mes (doctor Sandras). En las
afecciones debilitantes, el cólera apresura la terminación funesta ; finalmente , en las
afecciones de la piel, ninguna influencia acarrea en la mayor parte, y solamente una
influencia insignificante y momentánea en el lupus y el psoriasis.
Las inflamaciones, tales como n e u m o n í a s , p l e u r e s í a s , pericarditis, peritónitis,
meningitis bepatilis, reclaman las sangrías y los derivativos locales.
Cuando el cólera invade una localidad, un cierto n ú m e r o de enfermos presentan
diferentes anomalías , diferentes epifenómenos, ó diferentes accidentes de refrigeración , de depresión del pulso , de calambres, de vómitos , de cámaras de extinción de
la voz, de la supresión de orina, que es preciso mirar como perteneciente á una complicación colérica, la que conduce á modificar el tratamiento de las otras enfermedades.
En estas complicaciones, se saca del tratamiento del cólera cuanto puede acomodará la circunstancias para simplificar las enfermedades coíncídentes.
Cuando los accidentes se desarrollan en personas afectadas de enfermedades crónicas
cualesquiera, siempre hay precisión de suspender mas ó menos el tratamiento de las enfermedades primeras para ocuparse casi exclusivamente del de los accidentes coléricos.
e . m m o x.
Coirraleseeiacfc» del colera.
Desordene» diversos que pueden sobrevenir.—Indicaciones terapéuticas, precauciones h i giénicas.
La convalescencia, que siempre es larga, exige una vigilancia rigurosa, tanto en la
elección de los alimentas como en su cantidad. Eí menor descarrio del régimen exaspera el estado de los intestinos, y muchos enfermos han sido acometidos por segunda vez
de la epidemia, y en esta recaída la mayor parte han muerto.
A\ frente de los accidentes déla convalescencia es necesario colocar i?ti estado febril
indeterminado. Este estado depende ordinariamente de un aumento de irritación del
corazón y de los grandes vasos, y sobre todo del sistema nervioso, probado con tantas
sacudidas. Si el estado febril es moderado, no se hace demasiado caso de él, y cede á un
régimen analéptico: á los baños cortos y suaves, á los pequeños ejercicios interrumpidos por largos descansos. Lo mismo sucede con las anomalías nerviosas, tales como los
vértigos, aturdimientos, sofocaciones, palpitáciones, disposición lipotímica.
Si la calentura resistiese , podría ser sostenida por la mala disposición de algunos
órganos.
Los estimulantes difusibles sóndanosos en la convalescencia, pronto acarrean todos
los resultados de un descarrío de régimen.
Si la convalescencia se pone lánguida , si hay tendencias al enfriamento , será muy
útil el hacer practicar cada mañana afusiones frías; ningún medio hay mas á proposito
para reanimar la acción de la piel, que tan útil es despertar y mantener en la convalescencia de todas las enfermedades graves,
— 415 —
Si es la cabeza la que eslá dolorida ó cargada, se dan pediluvio* calientes basta los
tobillos, combinados con lociones templadas de la cabeza y rostro, mientras los pies están en el agua.
Si queda tos con ó sin dolor en algún punto de las paredes del pecbo, es preciso ecsaminar la indicación de algún vegigalorio volante en el punta doloroso ó de algún calmante; por ejemplo: una ó dos pildoras de cinoglosa de 2 granos cada u n a , ó bien
3[5 grano de belladona sola ó unida á 2, 3, 4 granos de extracto de valeriana, á menudo
también el tridacio solo es suficiente. La leche de burra puede también prestar grandes
servicios.
Los desórdenes de la digestión son los mas frecuentes y variados. Lo que voy á decir de ellos convendría también por otra parte en las convalescencias de las colerinas,
de los empachos gastro-intestinales , en los casos igualmente en que estas incomodidades existiesen solas bajo la influencia epidémica, hasta también fuera de esta.
A veces hay inapetencia, digestiones penosas, dolorosas, con flatulencia, con abatimiento, con modorra después de las comidas hasta las exiguas. Se hará muy bien en
mantener los enfermos á dieta, durante algunos dias después de su curación, y concederles después un caldo de buey que digieren mucho mas fácilmente, según Broussais
mismo, que u n caldo de pollo. Es preciso pues ante todo ser parco en los alimentos.
Puede ensayarse hacer mascar en ayunas el ruibarbo ó la quina, según el modo indicado antes.
Es preciso estudiar atentamente en tales circunstancias la temperatura en la que los
alimentos, sobre todo el caldo se pasan mejor.
El estómago á veces después de la comida necesita un ayudante, lal como una cucharada grande de agua de yerbabuena ó de hidrolito de vainilla.
Otras veces, iO ó ¡ 5 de grano de extracto de genciana, ó bien á 1 grano de alumbre
dado antes de la comida, calma el exceso de irritabilidad del estómago y vueve á ponerlo en camino de digerir conveniente.
La gastralgia, la atonía de las fuerzas digestivas, dispépsia flatulenla , cederán con el
üso de los amargos y de algunos tónicos antes y después de la comida.
Si queda disposición al vómito,
8, 10 ó 12 granos de magisterio de bismuto, dados
antes de la comida, á menudo interrumpen el hábito.
Si el magisterio de bismuto solo no surte efecto, se le une el polvo impalpable de raíz
de colombo ó de cálamo aromático ó de carbón de bonetero.
Si se arrojan estos polvos, se les une el almidón diluyéndolos con agua, se ensayan
las aguas gaseosas, la leche ó el caldo frío en ayunas.
Si queda un flujo bilioso consecutivo que no se acaba, se recurre al carbon'poríirizado impalbable, la dósisd áe 6, & ó 10 granos antes de las comidas, uniéndole una cucharadita de almidón diluido con agua ó con una cucharadita de jarabe diacodio.
Si el carbón no surte efecto, se ensaya el extracto alcohólico de nuez vómica , á la
d ó s i s d e 1 i 4 á 1|5 de grano solo ó unido al carbón porfirizado y al almidón. Igualmente
se administra antes de las comidas.
Si un estado saburral de las primeras vias con estado nuevo de la lengua amargor de
boca é inapetencia continua tenazmente y este estado resiste á las bebidas amargas ,
á la maceracion de 25 flores de manzanilla romana en 12 onzas de agua fría para beber
en las comidas, ó al uso de la tintura de hojas de camedrio ó de flores de lúpulo, ó á la
de quina, solas ó unidas a! uso de la aguas gaseosasj se examina ta indicación ya de la
—
m
—
ipecacuana, ya del tártaro eslibiado en poción, ya de algunos vasos de una digoíucion de
i onza de suífato de sosa ó de magnesia en 9 libras de agua.
La medicación puede limitarse á algunos laxantes ligeros tales como el maná, la pulpa de casia, con bebidas refrescantes. Los tamarindos ofrecen eu este caso una ventaja
incontestable. Cuando los calambres y el insomnio persisten se podrá hacerlos usar por
medio de baños tibios ó de algunas preparaciones opiadas.
Los dolores permanentes háciaía región epigástrica nunca doran bastante para acarrear aceideníes funestos; siempre han desaparecido á consecuencia de un régimen suave y con el alejamiento do todo exeso en la alimentación.
Si quedan por fin, anomalías nerviosas, vértigos, alteraciones de la vista, zumbido de
oídos, sofocaciones, palpitaciones, propensiones al síncope , vómitos, borborigmos, t e nesmos, calambres, se pueden obviar, según Recamier:
4.0 Por medio de lociones de uno ó dos minutos con el agua á 24, 22 y hasta 20 grados C , practicadas desde lo alto de la cabeza, ó por medio de las afusiones templadas
de tres ó cuatro minutos. Después de estas lociofles. el enfermo se viste y se va á pasear
á fuera.
2 o Por medio de la temperatura fria , de los alimentos y bebidas, cuya naturaleza
por otra parte se acomoda á lo (jue conviene al enfermo;
3.& Por medio de la raíz de calamus arómatiem de Jamaica en polvo de 40 á 6b granos antes de las comidas;
4. ° - Por medio de la raiz de valeriana, á las mismas dosis;
5. ° Por medio de la raíz de peonía en polvo, también á las mismas dósis.
ÍIPMWCE A LA ÍISTRÜCCION PRAGTíCÜ
PARA EL TRATAMIENTO DFL CÓLERA ASÍATICO,
Del Dr. Martin Lauzer.
? 0 n LA. REDACCION DE ESTE PERIODICO.
I}el tratamiento del cólera en los n i ñ o s , y principalmente del p e r í o d o álgido
p o r medio de los alcohólicos.
Después de lo espuesto en la pág. 397, sobre el cólera de los niños , y no obstante
de lo allí indicado acerca el uso d é l o s alcohólicos para combatírselo, creemos deber dar
á conocer lo que con posterioridad al Dr. Martin Lau/er han escrito sobre los mismos
los señores Barthez y Millet, profesores respetables por sus conocimientos y por su
práctica, dedicada esclusivamenle á las enfermedades de los niños en los hospitales de
Sta.. Eugenia.
— 417 —
AI dar cuenta, pues, el Sr. Luis Lefort, del tratamiento empleado por el Dr. Barlhez en
el hospital de niños llamado de Sta. Eugenia , para combatir el cólera asiático , después
de manifestar los buenos resultados obtenidos á beneficio de los opiados administrados
en lavativas de almidón, y también por la boca en cantidad proporcionada á la edad de
ios enfermos, y ayudados de los medios externos de calorificación en los casos en que
existia como síntoma predominante una diarrea serosa muy abundante, sin complicación
gástrica aparente , y después de manifestar también el buen éxito obtenido por medio
del polvo de ipecacuana, dado á la dosis de 20 granos, mezclado, según la edad, con me^
dia onza de jarabe de la misma raiz, á ñ n de vaciar el estómago y sobre todo para acarrear una sacudida capaz de modificar la vitalidad y las secreciones intestinales en los casos roas graves en que exislia poca diarrea, pero sobre todo vómitos , postración y t e n dencia al enfriamiento; llama principalmente la atención sobre el tratamiento del p e r í o do álgido, el cual realmente es el mas temible y que frecuentemente apenas deja tiempo
para obrar.
El enfriamiento general. dice, llevado al mas alto grado , la palidez y pronto el tinte
ciánico, la debilidad del pulso y de las pulsaciones del corazón , la postración extremada en que cae el enfermo, parecen indicar la necesidad de una exitacion general. Al mismo tiempo la diarrea y los vómitos fatigan al enfermo y contribuyen á debilitarlo.
Parece, pues, que las indicaciones que hay que cumplir en el tratamiento del período
álgido, consisten en reanimar la circulación y la inervación, en recalentar al enfermo,
en detener los vómitos.
Para corresponder á estas indicaciones, el doctor Barlhez emplea los alcohólicos á
dósis altas.
La cantidad de ron administrada , varió según la edad d é l o s niños acometidos por la
epidemia. Aquella siempre fué bastante notable, pues, para los mas jóvenes, solamente
de tres años, no fué menos de dos onzas. El término medio para los niños de diez años y
aun mas fué de 6 onzas, solo excepcionalmente se llevó la dósis hasta once onzas. Por
lo d e m á s , la cantidad absorvida fué difícil de evaluar en la mayor parte de casos ^habiéndose arrojado una parte por vómitos. Sin embargo, como estos casi siempre se contuvieron antes de acabar el tratamiento, pudimos bastante á menudo averiguar la absorción de una cierta cantidad de líquido tomada después de haber cesado los vómitos. Esta varió entre iSdracmas, 2 i {2y 5 onzas ; en un caso fué de l I onzas.
En general fué necesaria una cantidad bastante notable de alcohol, para acarrear la
borrachera , aun teniendo en cuenta la pérdida resultante de aquellos.
El ron se administró primero mezclado, ya con una cantidad doble, ó igual de té caliente y muy azucarado. En la mayor parte de casos no pudo retenerse, y apenas el enfermo habia tomado algunos sorbos del medicamento , cuando lo arrojaba con los v ó mitos; '
•
áq-iy
Entonces lo dimos frío , y , para combatir aquellos, hicimos mantener algunos pedacitos de nieve en la boca del enfermo después de haber bebido algunas cucharadas d é l a
poción. Por este medio el ron ha sido retenido mas á menudo. Sin embargo, en algunos
rasos, continuando los vómitos. ensayamos darlo puro á fin de disminuir la cantidad de
líquido.
Administrándolo de este modo, á menudo pudimos, sino siempre , conseguir su t o lerancia-, en el caso que era vomitado cuando se mezclaba al té ó á cualquiera otro líquido. Al mismo tiempo el enfermo chupaba nieve, tanto para conlener los vómitos, como
para calmar la sed que casi siempre era muy viva.
—
418
—
Aun cuando nos pareció que el ron dado puro se soportaba mejor , sin embargo, ia
de quemadura que determina, sobre lodo en los niños que no se hallan habituados á los alcohólicos , debe i n d u c i r á darlo primero mezclado con parte igual d e le
h e l a d o y muy azucarado. Solo en los casos en que habia sido arrojado lo dimos puro.
Cualquiera que hubiese sido la cantidad de ron administrado, siempre la dimos bastante rápidamente, es decir en el espacio de una hora á lo mas, como el mejor medio
de obtener la borrachera, que es el primer resultado que debe buscarse. Al mismo tiempo empleamos los medios externos de calorificación.
El primer efecto sensible que acarrea la administración de los alcohólicos á dósis alta
es la agitación. El enfermo, que poco antes se hallaba en la postración mas completa,
empieza áagitarse en la cama ; poco á poco se encienden los ojos, el pulso se eleva,
vuelve el calor primero en el vientre y e n los miembros inferiores, luego en el tronco
y en la cara ; la cianosis desaparece, la agitación se aumenta, la palabra s e vuelve confusa ; finalmente , el enfermo se halla en un estado completo de embriaguez, A l mismo
^ietnpo la diarrea ha disminuido y á menudo desaparecido; perdiendo los vómitos su frecuencia y cohibiéndose. Después de algún tiempo, la agitación hace lugar á la somnolencia , y el enfermo se duerme con aquel sueño profundo particular del borracho. Entonces el pulso es fuerte, la piel caliente y la reacción completa. Si sobrevienen vómitos,
han perdido sus caracteres y son simplemente el resultado del vino.Después de un tiempo mas o menos largo, el enfermo sale de su sueño y entra mas ó menos francamente en
convalescencia.
Lo mas importante es que la reacción , cuya violencia á consecuencia de este tratamiento hubiera podido temerse, nunca ha sido intensa. Franca en la mayor parte de
casos, sin ser demasiado viva , y persistente hasta la curación , ha sido incompleta en
algunos otros.
En trece enfermos conducidos al hospital, en el período álgido, y que se sometieron
al tratamiento por medio de los alcohólicos á dóses altas, cinco murieron, ocho se curaron.
Si no siempre se ha sostenido la reacción , á lo menos siempre se ha obtenido á un
grado mas ó menos notable , salvo u n caso en que murió la enferma sin reacción , cinco
horas después de haber entrado en el hospital.
En seis casos la diarrea se cohibió inmediatamente; en los demás disminuyó notablemente y se suspendió pronto, después de haber perdido sus caracteres específicos.
Nada mas variable que este período de reacción. En un caso fué tan completo, que el
enfermo al salir de la embriaguez, se levantó y salió del hospital tres dias después de su
entrada perfectamente curado.
En muchos casos , después de una reacción mas ó menos franca, se manifestó una
especie de estado tifódico de los mas alarmantes. La cara del enfermo, que después de
la reacción habia perdido aquel aspecto particular que dá el cólera, pronto se ponía contraída, triste, abatida y de un aspecto verdaderamente tifódico. Al mismo tiempo la lengua se ponia negruzca , seca, agrietada, los dientes fuliginosos; el pecho perdía su anchura sin perder su frecuencia; finalmente, parecía que una calentura tifoidea era continuación del cólera. En la mayor parte de casos un purgante administrado para combatir la constipación, que existía casi constantemente, puso fin con bastante rapidez á este
estado alarmante, al mismo tiempo que se probaba de dispertar la sensibilidad por medio de los vejigatorios y los sinapismos en ios miembros inferiores.
sensacioD
•
— 419 —
Dos enferflaos murieron después de la reacción. El una se bailaba antes de ia enfermedad ; en un estado de salud deplorable, efecto de la miseria y de una alimentación
insuficiente. Algnnos dias de calma siguieron á la reacción, que se efectuó bien, pero
pronto se manifestó esta especie de estado tifódico; después de los purgantes continuó la
diarrea , y acabó por sucumbir después de 18 dias de enfermedad.
En la otra enferma, que de nuevo fué acometida de los accidentes al cabo de algunos
dos dias, se administró otra vez el alcohol, pero sin poder esta vez acarrear la menor
reacción.
En resumen, el tratamiento por medio de los alcohólicos á dóses elevadas, nos ha dado ocho curaciones y cinco muertos,
«Entre los cinco enfermos que sucumbieron , dos solo tenían tres anos. Una enferma de diez años murió á las cinco horas de hallarse en la sala á donde la habían llevado
agonizante.»
Concluye el Sr. Lefort manifestando que si bien una medicación que no salva sino
un poco mas de la mitad de los enfermos no parece, á primera vista, que dé resultados
mas ventajosos que todas las demás , sin embargo refiexionando que dicho tratamiento
solo se empleó en enfermos, llevados al hospital en el período álgido, es decir en lascircunslancias eo que los tratamientos ordinarios apenas salvan , en los casos felices, una
cuarta parte de los enfermos, parece que hay motivo de atribuirle una eficacia feliz.
Tratamiento del cólera asiático por medio de los calomelanos y el opio á dóses pequeñas por
el Dr. Bordes.
Este autor asegura que desde \ 849, y aun antes, ha curado siempre los coléricos con
el método siguiente:
Tómese: Calomelanos al vapor.
Opio en bruto
Azúcar pulverizado
.
.
.
media dracma.
dos granos.
una dracma.
Mézclese muy exactamente y divídase en cuarenta papeles.
Al momento que va á asistirse á un colérico. se empieza por hacerle tomar una dósis cada cinco minutos, en una cucharada grande de agua fría , y sin interrupción , hasta que el enfermo se halle saturado de él. Esta saturación la entiende el autor del modo
siguiente: si el enfermo se duerme con un sueño natural no se le estorba, si los vómitos
persisten , se continúa con los calomelcnos y entre cada toma se da un pedacíto de n i e ve. En cuanto á la tisana se prescribe la de tilo tibia, ligera y azucarada. Relativamente á las fricciones, cataplasmas sinapizadas ó sinapismos se cumplirá la indicación
que se presente; pero en cuanto á medicamentos se emplearán exclusivamente los calomelanos. Comunmente al cabo de tres ó cuatro horas los vómitos cesan, y entonces se
retardan las dosis, que no se administran sino cada quince minutos y á veces con mayor
intérvalo, pero hay casos en que se las debe continuar sin interrupción durante doce,
quince, veinte y hasta veinte y cuatro horas. En esto dice el Dr. Bordes, estala salud del
enfermo.
En los casos muy graves y cuando el enfermo adopta demasiado tarde el citado t r a tamiento, ha sucedido tener que dar de 180 á 200 granos de calomelanos y aun mas:
pues una de las enfermas que cita el autor, en 1849. absorvíó 300 feranos y pico en vein-
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le y cuatro horas , habiendo habido necesidad de doblar las dosis. Dicha enferma tuvo
una salivación que duró once ó doce dias; pero se salvó.
Cuando los vómitos y la diarrea se detienen , se retardan las dósis, lasque deben
continuarse en la convalescencia, y principalmente no beber frió.
Teniendo los calomelanos la ventaja de carecer desabor los ha empleado (amblen el
citado profesor para combatir el cólera de los n i ñ o s , quienes, como se sabe, repugnan
la mayor parle de medicamentos.
Hé aqui la fórmula que ha empleado en los niños de quince dias á dos meses:
Tómese: Calomelanos
Opio en bruto
Azúcar
6 granos.
3i5 de grano.
q^dracma.
En 40 dóses que se dan cada cinco minutos , en una cucharadita de agua de tilo fria
ó libia, pudiendo aumentarse ó disminuirse aquellas según el efecto obtenido y según
ía edad del enfermo. Lo mas notable es , según el mencionado profesor, que los niños
toleran muy bien el medicamento y rara vez tienen salivación.
Para los niños de tres á cinco a ñ o s , se emplean de 4 á 6 granos de calomelanos y de
2(5 á 3[5 de grano de opio en bruto para veinte dóses.
El referido Dr. Bordes concluye asegurando que con este tratamiento no perdió enfermos en la epidemia de i 849 y en la de 1854 los habia salvado todos hasta el mes de
setiembre.
Yalerianato de zinc.
Según el Dr. Onrgand, de Pamiers, el valerianalo de zinc le ha dado muy buenos
resultados contra el cólera en los casos mas desesperados; habiéndolos obtenido también los doctores Pujol y Bonétat, en Mas-d^ A z i l , los doctores Merlane , en Pamier;
Parent, en Vermiolle; y Aubert, padre é hijo , en Bolpech (Aude). La dósis según los
casos, es de 2[5 á 3|o de grano en pildoras ó en poción, cada cuarto de hora , cada media hora y sucesivamente cada hora , con una cucharada, cada vez , de infusión de h o jas de yerbabuena ó de raiz de valeriana ^ insistiendo sobre lodo en los casos desesperados. En los casos ordinarios, bastan de 6 á 8 granos de valerianato de zinc para el tratamiento.
Hé aquí dos de las fórmulas que mas comunmente emplea dicho profesor.
Pildoras.
Tómese : Valerianato de zinc
6 granos.
Extracto blando de ajenjos.
. . . es.
Divídase en 15 pildoras plateadas. Después de cada pildora se loma una cucharada
grande de tisana caliente :
Poción. .
Tómese; Jarabe de corteza de naranjas amargas. .
Agua de manzanilla ó de tilo. . . . .
Yalerianato de zinc
3 t i 2 dracmas.
2 1|2 onzas.
6 granos,
Se loma una cucharada grande cada hora , etc. , como se ha dicho mas arriba.
Añade el referido Dr. Ourgand que con algún grano de dicha sal diariamente ha d i sipado las gastralgias, las enteralgias y los calambres de los convalecientes,
Alcalinos,
Fundado el Dr. Braudrimont en las alteraciones orgánicas que causa el cólera creyó
desde mucho tiempo que seria posible tratar dicha enfermedad empleando el bicarbonato de sosa , que se opone á la coagulación de la sangre,
«Hé a q u í , dice el referido profesor , en pocas palabras el resumen del tratamiento
que he empleado desde el principio de la epidemia de t832 , tratamiento que siempre
he visto surtir efecto cuando se ha administrado á tiempo : Bicarbonato de sosa administrado al interior, de 1 á 3 dracmas á la vez, ya por la boca ya en lavativa cuando es
imposible el primer modo de administrarlo.
«Fricciones á todas las partes del cuerpo, pero principalmente á los miembros, al pe-^
cho y á lo largo de la espina dorsal, hechos con un linimento formado de partes iguales
de aceite y de amoniaco líquido.
«Sinapismos á los miembros inferiores.
«Tisana de flor de tilo, muy caliente , que contenga una dracma de bicarbonato de
sosa por 28 onzas.
«Un éxito constante ha coronodo este tratamiento, habiéndome surtido efecto en lo
mas fuerte de la epidemia y lo ha surtido también en manos de cuantos han querido
emplearlo fuesen ó no médicos
«El bicarbonato de sosa puede tomarse adoses elevadas, pues nada tiene de venenoso. Existe naturalmente en la sangre del hombre y á él debe este liquido su fluidez en el
estado normal. En efecto si se satura la sosa de la sangre con un ácido que no sea el carbonico, este fluido se coagula al momento, mientras que si se le añade un álcali, pierde la propiedad de coagularse. Pero, aun mas, la disolución del bicarbonato de sosa es
absorvida por el canal intestinal, cuando ningana otra cosa puede serlo, ella detiene los
vómitos y la diarrea si se loma á tiempo, y, cosa inesperada y muy notable, produce este último efecto en una multitud de enfermedades distintas del cólera.
«El amoniaco solo produce un débil efecto en la piel en el período de la asfixia, pero
se esparce en el aposento donde se halla el colérico; lo desinfecta con respecto al cólera,
y se absorve por la vía pulmonar. Produce también efectos útiles yendo á buscar la sangre hasta en los vasos capilares del pulmón.
«Los sinapismos ayudan la circulación á tomar otra vez su curso normal llamando
por medio de una reacción enérgica, la vitalidad á partes distantes de los centros orgánicos.»
«Los carbonatos-neutros ó el sesqoi-carbonato de sosa tan preconizado como fué
el año pasado en la epidemia de esta capital, aun que mas por el vulgo y charlatanes
que por los correspondientes profesores, aun cuando algunas veces produjera buenos
resultados, distó mucho de corresponder á lo que de el se prooaetian. Prefiririamos
siempre el bicarbonato.
Aceite. Podemos también hablar aqúi del aceite de olivas, el cual ha sido en algunas
épocas bastante preconizado ya usándolo solo y á doses altas, ya asociado á tisanas aromáticas, Fué muy usado el año pasado en la epidemia de la vecina ciudad de Mataró, pe-
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ro los estragos que allí ocasionó el cólera, pruebán seguramente cuan poco se puede esperar de dicha sustancia. No odstante con oportunas administraciones, tal vez se sacarla
mejor partido del mismo líquido, que usa generalmente el vulgo.
Sesguicloruro de hierro.
El Dr. Vicente en una nota dirigida á la Academia de ciencias de París en 49 de d i ciembre de Í853 expone un método de tratalamiento del cólera cuya eficacia tuvo después ocacion de comprobar, principalmente en su propio hijo desiete años de edad. D i cho medio consiste en el uso del percloruro de hiero simple ó mejor si es sublimado ó en
estado de sesquicloruro, pero este es seis veces mas caro.
E d el cólera álgido fulminante, según el citado profesor, cesan rápidamente las evacuaciones alvinas por medio de una disolución de 46 granos de sesquicloruro de hiero en
1 Ronzas de agua tomada la mitad en lavativa y la otra mitad en poción, en el espacio de
5 horas, sucediendo luego una curación rápida sin ninguna complicación.
El percloruro de hierro se administra en lavativa compuesta de i 0 granos de este y 4
onzas de agua. A l mismo tiempo se toma una cucharada grande cada hora, ó mas á menudo en casos fulminantes, de una poción compuesta de 8 onzas de agua y medio dracma de percloruro de hiero sublimado.
Simultáneamente debe favorecerse la reacción con los medios conocidos; siendo ecselentes el vino de Málaga y el café.
Cuando la reacción no es franca, administra, el referido profesor, una pildora cada
hora, compuesta de un grano de ácido pícrico y suficiente cantidad de extracto de genciana. La dósis es de doce pildoras en las 24 horas. A esta dosis de t2 granos de ácido
pícrico, y aun á mucha menos, el enfermo se vuelve de color amarillo de limón , lo que
prueba que dicho medicamento ha penetrado hasta las últimas ramificaciones de las capilares.
Esencia de trementina.
El Dr. Elias Bellencontre, de Pont-Audémer, publicó en la Gazette des Hópitaux m u chos casos de cólera intensa tratados y curados con la esencia de trementina en fricciones á la columna vertebral y á las extremidades. Por los detalles que el autor da de un
caso muy grave, se vé que la dósis de la esencia empleada fué de media libra en el intervalo de cuatro á cinco horas.
Reasumiendo el autor, las propiedades del medio que preconiza, dice que no conoce
medicamento de propiedad mas estimulante, mas tónica , mas rubefaciente y al mismo
tiempo mas pronta y mas enérgica, que dicha esencia empleada en fricciones, sin o l vidar, a ñ a d e , su propiedad antiperiodica por exelencia contra los calambres y calenturas intermitentes. Los detalles que da sobre la acción de la esencia de tremetina y sobre
el tratamiento general del cólera son los signientes:
El primer efecto que produce dicha esencia, y que es instantáneo, es una sensación
de calor, hasta de escozor, qne se difunde pronto por toda la economía, sobre lodo cuando las fricciones se hacen con perseverancia y rapidez. Dichas fricciones trementinadas
tienen, entre otras propiedades, la de obrar inmediatamente sobre la circulación y favorecerla, de impedirla estagnación de la sangre en los vasos capilares, en donde se e n negrece y se vuelve impropia para las funciones plásticas, de activar la circulación en
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el sistema venoso y de llevar haciaaquel aparato circulatorio central esta sangre ailerada,
que desde allí va á vivificarse en los órganos d é l a heraatosis ; amas, dichas fricciones
restituyen al organismo las funciones plásticas y acarrean de nuevo la producción del
calórico suspendida en parle en los coléricos.
No vacila en adelantar que para curar el cólera, sea intenso ó ligero, es preciso determinar una reacción.
Inyecciones en las venas.
El Dr. Duchaussoy después de manifestar la ineficacia de muchas medicaciones en el
período álgido del cólera, y hasta el peligro de algunas en razón de hallarse, en dicho caso,
paralizado el estómago y por lo tanto imposibilitado de absorver, dice que debe renunciarse al uso de todo remedio ya que ninguno puede ser absorvido. En este supuesto necesariamente era del caso pensar en las inyecciones por las venas, las que muchos médicos han
probado; despréndese pues de un trabajo recien publicado que los ensayos de inyecciones
medicamentosas en las venas, practicadas ya con la idea de reanimar la acción del corazón, ya con la de suplir la falta de absorción de la mucosa gástrica, han dado algunos buenos resultados tanto en Francia como en Inglaterra. El Sr. Duchaussoy, este mismo médico
que en último resultado había demostrado que la fuerza de absorción se hallaba del todo
paralizada en la mucosa gástrica, ha probado también que los medicamentos inyectados por
las venas son al contrario pronto conducidos al torrente de la circulación. Asi es que mientras se depositaban sin efecto aparente doses considerables de belladona en el estómago de
los coléricos, bastaba inyectar en las venas una corta cantidad de la misma para lograr casi al instante la dilatación de las pupilas. (1)
Los hechos que cita dicho médico son en ntimero reducido y ademas una multitud de
objeciones vienen á contrariar su método. Realmente es del todo incomprensible de que modo puede verificársela absorción ni siquiera en las venas cuando la del estómago se halla
suspendida y la sangre no circula; por otra parte, suponiendo demostrada dicha absorción
venosa, no se tiene noticia de ningún medicamento que, llevado al torrente circulatorio, se
dirija contra el principio del cólera y lo aniquile, del modo que lo hace el sulfato de quinina destruyendo el efecto del miasma pantanoso. Si la absorción se ha verificado en los medicamentos inyectados en las venas, es seguramente efecto de que la absorción no se hallaba del todo interrumpida ó que la misma inyección ha servido para reanimarla* Mas como
tales inyecciones se han puesto infructuosamente en práctica un excesivo número de veces
con el objeto de excitar nuevamente las contracciones del corazón, poco ó nada puede esperarse de dicho proceder. Sin embargo el Sr. Duchaussoy las ha practicado por si mismo
nueve veces y su ejecución parece fácil. Si los resultados de ellas debiesen ser satisfactorios, el riesgo que se hace correr al enfermo con ellas no seria un óbice para practicarlas con
frecuencia, porque no llegan á ser necesarias sino en los casos de suma gravedad y cuando
quedan ya pocas probabilidades de restituir la salud. Falta ahora que el número de hechos
se aumenta y adquiera mayor certeza; en el entretanto debe mirarse el medio propuesto
por el Sr. Duchanssoy mas bien como un recurso en caso desesperado que como un medio
racional en cuyo buen éxito pueda fundadamente confiarse. Bueno es sin embargo que nuestros comprofesores se hallen al corriente de los esfuerzos que se están haciendo para encontrar un medio con que combatir nna enfermedad tan asoladora, y con este único objeto
hemos consignado el medio del Sr. Duchaussoy.
(1) Des injecetions faites far les veines dans le traitement du cholera epidémique, par le
docteur A. Duchaussoy.
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AnteFiorraenle en la página 402 va espuesto el uso de los sulfúreos, tanto con relación
al de las flores de azufre, como al del hígado de la misma sustancia, no menos que e! de los
vapores sulfurosos, ya como curalivos, ya como profilácticos de la enfermedad colérica.
En una estensa memoria del Dr. Debreyne publicada á fines del año pasado, y en el
mismo periódico y con posterioridad á la instrucción práctica de Martin Laazer, y que
se halla también en la página y siguientes á la 142 de nuestra publicación del propio c i tado año, se hallan algunas ideas dignas de la mayor atención, y que atendido á que no
todos nuestros actuales suscritores no lo eran en dicha época, reproduciremos con las
menos palabras que nos sean posibles.
Debreyne discurre en su memoria acerca d é l a naturaleza de la causa ocasional del
cólera asiático , y evidencia racionalmente la existencia de unjnrMs animado , que se
reproduce y transporta de un punto á otro y que rodando en la atmósfera envena ó trastorna mortalmente.nuestra economía; opinión conforme hoy día con la de todos los profesores de nota que han fijado su vista con alguna detención en este punto, y entre ellos
como se deduce por lo poco ha espuesto, las de Luazer y Turch.
Debreyne en su memoria , de un considerable n ú m e r o de observaciones d e d ú c e l a
virtud profiláctica y también curativa del azufre y sus compuestos, particularmente el
primero en estado de ácido sulfuroso.
Por consecuencia de otras observaciones esplica la misma virtud profiláctica y curativa de los vapores mercuriales, y de a h í aconseja las flores de azufre al interior como
curativas en el estado colérico, el uso que los vapores sulfurosos durante el mismo mal
y aun mejor el de sustancias que r e ú n a n los dos elementos azufre y mercurio como son los sulfures de dicho metal, interior y exteriormente, en el primer caso el etíope
mineral y en el segundo el cinábrio aunque este, á cierta dósis es sin duda algún tanto peligroso, porque puede producir el tialismo y otros efectos; y ademas el uso de las fricciones de ungüento de mercurio doble ya como profilácticas también, emplea'dasen los sobacos, yacomo curativas durante los calambres que atormentan á los pacientes coléricos.
Cita hechos bien estudiados y aduce razones de peso á favor de sus pensamientos, que
no obstante llevan al principio de su memoria el bello epígrafe de experire.
Opina que dichos vapores y sustancias enervan ó matan al referido virus en la atmósfera cuando se hacen fumigaciones como desinfectantes ó profilácticas, ó en la misma
economía cuando se emplean como curativas. Efectivamente todos estos pensamientos
vienen corroborando la eficacia de varios medios que han surtido buen efecto en los atacados del cólera, ¿y quién duda que la misma esencia de menta, el alcanfor y los calomelanos y aun los alcoólicos pueden deber sus propiedades anticoléricas á la tendencia
de destruir todo loque sea vermiforme ó de naturaleza viviente de mínimas proporciones? El azufre y el mercurio, es bien sabido, obran contra la sarna, contra ios herpes, contra el virus sifilítico, y otras dolencias producidas por existencias de diferentes
virus, que en algunos se halla demostrado, y de otros se cree son de naturaleza animalcular.
De consiguiente todas las teorías de Debreine son sencillas: el cólera es debido á un
virus animalcular: contra él obran enérgicamente el azufre y el mercurio; úsense en todos
sentidos y se alcanzarán felices resultados. Debreyne no por eso aleja de la práctica en
el tratamiento de los coléricos aquellos medios decoración que han de bloquear y batir,
digámoslo así, los efectos secundarios ó de primer órden de la enfermedad.
Los esperimentos microscópicos practicados.por el Dr. Balcells (hijo) en esta ciudad
durante la terrible epidemia del año pasado, vinieron en bella corroboración de las ideas
de Debreyne en todos sentidos, y puede decirse que evidenciaron, (casi sin réplica) en el
terreno de la práctica y de la visión, lo que se hallaba tan solo sn el del racciocinio. (j)
Los colabores de este periódico los Dres. D. Mariano Zamit y D. Francisco Arró,
pusieron dicho método en práctica en esta ciudad durante la epidemia pasada ; y aun(1) Véasé lapág. 175 de nuestro periódico del año pasado.
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que en pocos casos, los resultados no dejaron de ser muy salisfaclorios, pues de diez y
siete casos bien confirmados y graves, solo perdieron tres enfermos. (Véase la referida página i 42 del tomo del año pasado.)
G3b
Conclusión.
He aquí espuesto en pocas páginas un cuadro consultivo de todo lo mas interesante
que se ha escrito sobre el cólera. Podríamos sin duda añadir algunas de las pomposas
ideas que los homeópatas han escrito sobre esta dolencia, pero es lo cierto que la homeopatía se halla desterrada de la razón de hombres autorizadísimos, y de la gran mayoría de los profesores de todos los puntos, y que hemos visto y oído de boca de un homeópata soltar la aserción de haber tratado 26 coléricos en la epidemia del año pasado en
una población no muy distante de esta capital, sin habérsele muerto u n o ; cuando aun
no llegó á ver cuatro, se le murió uno , y en uno de los tres que visitó estaba poco caracterizada su enfermedad. Este y otros motivos nos han inducido á desconfiar absolutamente de la homeopatía en unas ocasiones tan críticas como en las de invasiones c o léricas. Y si son verdades lo que preconizan los homeópatas, porqué tantos estragos en el
mundo? Si aseguran la virtud infaliblemente profiláctica de ciertos medicamentos, porq u é no levantan la voz al cielo acusando á los gobiernos la responsabilidad de las desgracias que sufren por la enfermedad sus gobernados? ¿Y si creen lo que dicen , porque huyen de los puntos epidemiados como vimos en esta en el año pasado ?
Por lo demás no podemos soltar la pluma en esta materia, sin indicar lo que en u n
eslenso artículo hicimos á fines de 1854.
Se halla en lo mas profundo de nuestras convicciones la opinión de Debreyne, L a u zer, Turch y otros, sobre la existencia de un virus animado que es el que ocasiona la enfermedad que nos ocupa. Creemos que este virus absorvido por la respiración, es detenido en las partes húmedas de la boca, y ya por la deglución de la saliva ya por el mismo
aire que llega a los pulmones, es envenenada nuestra economía. Del mismo modo, que al
principio que se desarrolla esta dolencia en un punto, la transmisión se hace de personas á personas, ó de efectos á las mismas y no por contacto , sino por medio de la
atmósfera y que cuando la enfermedad se halla bastante estendida , se hace epidémica
porque el aire está impuro en todos sus puntos: entonces lo mismo tiene casi acercarse á
los coléricos, que el no acercarse , en todas partes hay veneno para todos.
Estamos convencidos también de que el desarrollo de los virus, tiene lugar en las
materias espelídas por los vómitos y deposiciones de los coléricos, y de ahí esos estragos
de familias que á veces concluyen con todos los individuos: no negaremos que otras
causas contribuyen á ellos. De consiguiente es fácil ensayar un método para ver de cortar la propagación del cólera.
Si la virtud de los vapores sulfurosos y mercuriales ,TIO es una ilusión , no hay como
quemar continuamente azufre en los aposentos délos coléricos, de este modo no se conlagionan los que los cuidan, y ellos á su vez no propagarán la enfermedad á otros,
sirviendo al mismo tiempo á los enfermos.
Además es muy sencillo destruir los gérmenes y los mismos virus d é l a s materias espelidas , para que ellos á su vez no destruyan á otros individuos. Estas regularmente se
tiran sin precaución alguna en los lugares escusados, y hé aquí á nuestro entender la
causa de haber llegado á sacar en esta capital el a ñ o pasado , hasta treinta muertos de
una casa, con habitaciones que no se comunicaban tal vez mas que por la escalera común y conductos de las letrinas. Proponemos, pues, que todas las materias referidas sufran la acción del agua hirviendo (en bastante cantidad) y aun saturada de sal común,
para que tenga mayor temperatura : cosa fácil y cuyas consecuencias pueden ser de i n mensa trascendencia para las familias y todos los pueblos, y ademas cuando la epidemia
impera en estos , las fumigaciones de familia y otras en mayor escala practicadas por la
noche en diferentes puntos con algunas libras de azufre y alguna cantidad de mercurio
metálico, echado todo á las ascuas, no dudamos producirían muy satisfactorios resultados.
Hé aquí por lo demás á coníinuacion la memoria de Turch f sobre el contagio^ Este
—
m
—
no ha de ser un motivo, nunca, para que los médicos ni las familias abandonen á los en •
fermos. Las familias tienen sagrada obligación de ausiliarse en süs mayores apuros v
si un cualquiera se tira al mar, con peligro de su vida, para salvará un desconocido, ¿que
no hará el que vea en riesgo y necesidad de sus solícitos cuidados á sus próximos'allegados ? Al fin y al cabo nuestra vida sembrada de dolor y de miseria, ¿ e n que mejor podremos emplearla que en cuidar la de nuestros interesados? Los profesores de la ciencia de curar como únicos capaces de contrarestar esas calamidades y dolencias del g é nero humano , no deben ni pueden en conciencia abandonar á los enfermos ; y el contagio de una epidemia ha de ser un punto de peligro que han de abordar de todos modos, cuando los gobiernos y la sociedad en parlicular los atengan por su esposicion ,
por sus trabajos: en otro caso la cuestión es difícil de resolver : Dios nos manda ser
buenos, corresponder, pero no sacrificarnos ni morir por los que no nos corresponden.
—El ser bueno, está en nuestra obligación, el ser santos ya es un mérito; y mártires no
podemos n i debemos serlo todos. No obstante en ninguna epidemia la muerte es segura.
DEL CÓLERA
POR E L
Dr. Leopoldo Turck.
En
fué cuando el cólera , en este siglo, hizo su primera aparición en Europa.
Desde dicha época hasta nuestros dias , una multitud de hombres distinguidos han p u blicado numerosos y elocuentes escritos sobredicha y tan grave enfermedad; pero tantos
esfuerzos han quedado completamente estériles y estamos tan débilmente armados contra esta terrible plaga como lo estábamos hace 25 años.
¿Cual es la causa de nuestra impotencia ? Ella procede de hallarse los médicos d i vididos en dos campos. En uno se proclama el contagio del cólera; en otro se le niega,
considerando únicamente dicha enfermedad como epidémica é infecciosa. Para desgracia de la humanidad, esta última opinión ha prevalecido y aun prevalece , á pesar de
las mas duras lecciones déla impotencia de sus adictos paraesplicar esos grandespropagamienlos de la enfermedad que ya diezma al género humano.
Esta divergencia, en el cuerpo médico, sobre un punto de tan grande interés , procede de teorías demasiado absolutas, adoptadas por grandes escuelas , sobre el contagio
y la infección. Los doctores Deveze y Nacguartt sobre todo, fueron quienes pusieron en
voga tales doctrinas en Francia. Este último decia, con mucha razón , en el gran Diccionario de ciencias médicas , en el artículo Contagio: a Sean los que fueren el tiempo,
las circunstancias , los lugares, en que se examina una enfermedad verdaderamente
contagiosa , siempre se la encuentra esencialmente la misma y reconociendo á lo mas
algunas variaciones en sus fenómenos anejos.... porque la enfermedad , sacando siempre su origen de otra enfermedad semejante , ya desarrollada, solo es una misma afección propagada en un íugelo diferente.» No reconoce sin embargo como coulagiosasr
—
111
—
las enfermedades transmitidas por el aire , aun cuando conservan todos sus caracteres,
al través de las trasmisiones mas numerosas, porque esto contraria lo que ha dicho de
su segunda especie de epidemia la infección. Este motivo podía tener mucho valor á.los
ojos del muy digno y respetable doctor Nacguartt, pero para m i , ningún caso haré,
si viene u n tropel de hechos evidentes á demostrarme el error de dicha clasificación, siT
sobre todo , encuentro en el virus del cólera otro carácter coman con los virus contagiosos , el de pegarse , sin sufrir alteración á los vestidos , á los muebles y á los demás
objetos de uso de los hombres.
El cólera de la India es una enfermedad muy antigua, probablemente se remonta a
los primeros tiempos de la humanidad, á aquellos en que la India empezó á ser habitada
por el hombre. En Bengala, en el delta del Ganges, esta patria del Tigris, es donde n a ce el cólera; es allí endémico, pero cuando las circunstancias le favorecen se vuelve
epidémico : entonces se esparce por los paises vecinos , coü tanta mas lentitud cuanto
las poblaciones están menos apiñadas y sus comunicaciones son mas escasas.
Algunos creen que el cólera era conocido de los Hebreos desde el tiempo de Moisés.
En efecto el Dentoronomio, después de haber hecho la nomenclatura de los males que
aflijirán á los judíos si son infieles á la ley de Dios, su lejislador añade que si estos males no son suficientes , Dios sabrá hacerlos mas terribles y les enviará el mal malvado,
en hebreo choli-ra; pero ninguna descripción de dichas enfermedad permite asimilarla
al cólera indio. Salomón , en el Eclesiastes, emplea también la voz choli; mas bien para designar uno de los vicios de la humanidad que una enfermedad.
El Ganges, este rio lodoso , como también le llama Víctor Jacguemont, deposita un
fango espeso y lleno de materias orgánicas en las vastas llanuras que inunda p e r i ó d i camente cada a ñ o , sobre todo junto á su embocadura. Este fango pronto adquiere, bajo
el sol tropical de la India, un grado de putridez que excede en mucho al de los pantanos
mas infectos de nuestros paises. El cólera nace allí, y si conserva alguna semejanza coa
las calenturas de los pantanos, es en lo que tienen de mas terrible. La calentura p e r n i ciosa álgida tiene muchas relaciones comunes con el cólera, solo que se cura mas fácilmente, y no se propaga mas allá del foco limitado que le ha dado origen. Lo mismo sucede con la calentura amarilla y con todas las enfermedades que debidas á la infección,
no se revisten luego del carácter contagioso.
Es pues el cólera , en su origen , una enfermedad producida por la infección ; pero
cuando, salido de su cuna levemos marchar con las caravanas, los cuerpos de ejército,
atravesar los mares, los buques é invadir el mundo, conservando todos sus caractéres
sin que influyan en él ni el frío, ni el calor, n i la sequedad ni la humedad, lo mismo en
el polo, que en el ecuador, evidentemente r e ú n e muy bien todo lo que constituye una
enfermedad contagiosa, y el negárselo, porque el aire transporta su principio contagioso
á distancias aun mal determinadas y probablemente bastante pequeñas, es negar el hecho en lo que se halla mas caracterizado, es negar el contagio que es lo que tiene demás
terrible.
Voy á citar algunos hechos, para no dejar duda alguna sobre el contagio del cólera.
Los primeros los sacaré de una noticia sobre el cólera-morbo, observado en Chalonssur-Marne, en 4832, por el Dr. Salle. «Un colérico procedente de una ciudad infectada,
dice el citado sábio observador, acaba de morir en un barrio que presentaba condiciones
satisfactorias de salubridad ; pocos dias después , todas las casas vecinas se hallaban
infectadas , y en cada una de ellas han fallecido muchos enfermos. La muger que lo
— 428 —
cuidó lleva la enfermedad al otro extremo de la calle, y otras tres víctimas la siguen en la
misma casa. Una casa de la calle de la Escuela pierde rápidamente cuatro de sus habilantes, y el primer muerto es un joven que habitaba en el barrio de Marne infectado. El
primer enfermo de la calle Pucheron es una señorita que habia ido á cuidar á su hermano en el arrabal de Marne, sucumbe rápidamente y solo algunas horas queda enferma
en su casa. Esto era bastante para infectar la casa, que era limpia y sana; cuatro d e s ú s
habitantes fueron sucesivamente atacados. Lo mismo sucede en las calles de San Juan,
del Jlot, Magny y del Colegio; los primeros enfermos habían ¡do á cuidar á los coléricos
en los cuartales infectados. No hablo de las personas atacadas en la misma casa sucesivamente....» Según estos hechos, y otros del mismo género, el autor solo puede deducir el
contagio.
El Dr. Brochard publicaba en í 851 una memoria voluminosa é interesante sobre la
naturaleza contagiosa del cólera y su desarrollo en Nogeot-le-Rotroa. El autor nos manifiesta que una nodriza que habia ido á Paris á buscar un niño para criarlo, este que solo
tenia cinco dias, tuvoel cólera por el camino y murió al llegar á Nogent, el 31 de marzo
de <849. La nodriza murió de la misma enfermedad, el 2de abril siguiente. El 6 de abril
murió una de las tres enfermeras de la nodriza, aquella que la habia amortajado; una de
las otras dos dos tuvo la colerina. Otras tres personas sucumbiaa aun del cólera. Desde
el dia 9 de abril, la enfermedad se declaró en la calle vecina al cementerio, y en una casa
muy cerca de él. Luego sobrevinieron muchos otros casos acometiendo á ios vecinos y á
los enfermeros de los coléricos. El 13 de abril se hizo una procesión al rededor de la cuidad. Al dia siguiente se presentaban seis casos nuevos. De mas de 42 mil habitantes solo
murieron H7: del mas atento examen de la llegada y de la propagación del cólera en Nagent deduce principalmente su contagio el Dr. Brochard.
En 1854, en la llanura de los Vosges,un hombre de Saint-Manyes fué al entierro de
su hijo muerto del cólera en Matíaincourt (a o leguas de distancia). Regresó y murió del
cólera en Saint-Manyes, en donde estalló la enfermedad luego y causó 12 víctimas solamente en 400 habitantes.
En Dompaire, también en los Vosges, el cólera fué llevado por los criados de M. Maran de Rimeaucourt, y mató mas de 200 personas entre 2800 habitantes. Rimeaucourt
se halla á diez leguas de Dompaire; el cólera hizo allí muchas victimas; lo llevó allí de
París y murió de él, un vecino del mismo punto. Finalmente, trabajadores salidos de d i versos puntos de nuestras montañas, para i r á segar en las llanuras del Franco-condado
y délos Yosges, en donde reinaba el cólera, volvieron á sus casas á morir de dicha enfermedad: la comunicaron é algunas personas de sus familias, sin que el mal pasase nunca de la casa infectada. La falta de densidad del aire es probablemente la causa de esto,
como mas adela nte veremos.
Todos estos hechos establecen del modo mas completo que el cólera se propaga por
contagio: los siguientes hechos probarán que la ropa blanca, los vestidos pueden cargarse del virus colérico, y conservarlo mucho tiempo.
En 1832. una familia de Neufchateau fué acometida del cólera, que aun no existía en
dicho lugar, pocos dias después de haber recibido un paquete de vestidos de uso de unos
parientes que acababan de morir de dicha enfermedad en Delouze y de que dicha familia era heredera. Este hecho lo sé por mi amigo M. Lausenl, superfecto en dicha épocaquien lo habia indagado administrativamente por si mismo.
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Un regimiento de iülaüteria salido de Marsella para ir á Bona perdió en la travesía,
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diez y ocho hombres acometidos del cólera: á su llegada a África, se le hizo acampar á algunas leguas de Bona, por temor deque llevase allí dicha enfermedad. Ocho dias había
que la salud de dicho regimiento era exelente, cuando una de sus compamas recibió el
permiso pare entrar en Bona, en donde al dia siguiente estallaba el cólera. Ocho dias
después, otra compañía del mismo regimiento iba al interior del país al socorro de tropas
que se batian con los árabes. Aunque habia quince dias que nohabia habido n i n g ú n caso de cólera en el regimiento , dicha compañía llevó consigo dicha enfermedad en todo
el pais que atravesó. Este hecho importante lo sé por un médico principal del ejército,
el sábio Dr. Boudin.
Tal vez se me objetará que si el cólera fuese contagioso, debería atacar á cuantos est á n en contacto con los coléricos, ó que viven en su atmósfera: pero en esto se parece
á las demás enfermedades contagiosas, que dejan siempre, felizmente para la humanidad,
un gran n ú m e r o de personas sin ser atacadas, al menos en sus formas mas violentas.
La importación del cólera en Neufchateau por un paquete de vestidos, en Bona y su
provincia por hombres sanos, pero cuyos vestidos se hallaban impregnada del virus colérico, basta para explicar las pretendidas anomalías que presenta él desarrollo de dicho
azote. Asi es que una persona saliendo de una atmósfera infectada por el cólera y atravesando la multitud, en la calle, eñla iglesia, en el teatro por todas partes, en fin, donde la
encuentre, podrá diseminarla enfermedad en las direcciones mas opuestas.
Las corrientes de aire que pueden transportar el virus del cólera á distancias cuyos
límites aun no se conocen, viene á arrojar otro elemento en el estado de su marcha al
través de las poblaciones. Finalmente, el cólera, como todas las demás enfermedades
contagiosas y epidémicas respeta comarcas enteras , lados de calles, sin que hasta ahora
sepamos la ley de tales inmunidades. Esto depende sin duda, de corrientes de aire bastante poderosas dará quitar el virus á los objetos contaminados, y para diseminarlo hasta un punto, que no pueda ser ya dañoso. Modificaciones en las cualidades del aire, debidas á ciertas emanaciones del suelo ó de las materias que lo cubren, pueden también
aquí invocarse, pero el hecho existe, su estudio atento podrá solamente dar la explicación de él.
No hablo aquí de las pretendidas modificaciones en las condiciones de la electrieidad , ni en las variaciones del ozona para m i tan poco conocido , y por medio de las
cuales se ha querido explicar la causa del cólera y su propagación. Estas son hipótesis
todas gratuitas , y sin embargo ninguna enfermedad jamás se ha revestido eon caracteres mas evidentemente contagiosos, n i jamás ninguna ha señalado mas fatalmente su
r u t a , desde su cuna hasta las extremidades de la tierra! ¿ P a r a q u e r e c u r r i r pues á h i pótesis, cuando son tan poco necesarias? La opinión que atribuye la marcha del cólera
al transporte de focos epidémicos es también mal fundada. ¿Vióse j a m á s la calentura
amarilla > tan mortífera en su foco, dar de este modo la vuelta al mundo? ¿ Eí tifo que
siguió á l a campaña desgraciada de 1813 invadió nuestro continente? Por otra parte, no
se necesita un cuerpo de ejército ó una caravana para llevar el cólera léjos: un solo
hombre basta ; basta u n vestido infectado es por desgracia suficiente.
En verdad, el emperador Nicolás, cuya ambición es solamente la causa de la invasión del cólera en Europa , debe estar muy reconocido á los médicos por haber sabido
arrojar, en una cuestión tan clara, una oscuridad tan profunda, y por haber desviado
con su política desastrosa el sosiego del mundo! ¿ No es desde que el czar hace la guerra
á los habitantes del Cáucaso que sus tropas van á buscar el cólera al pié de dichas mon-
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tañas para envenenar después la Europa y la América? ¡ Que la sepa todo el mundo la
causa de que este espantoso azote invade y alropella al mundo todo !!
¿Pero que ganarémos con saber que el cólera es contagioso? ¿Por ventura, en t829
•1830 y 1831, la Rusia no le ha opuesto inútilmente numerosos cordones sanitarios?
¿Acaso no ha prescrito inútilmente el aislamiento de los enfermos y de las casas infectadas? ¿De que servirla pues el renovar estos inútiles experimentos, sino para justificar estas palabras del Dr. Richelot (ÍTniow medícale i.0 de octubre de ^850). «La palabra
contagio será siempre sinónima de terror , abandono , desesperación , con el triste consuelo de algunos sacrificios tan sublimes como estériles, la doctrina del contagio solo
sabe inspirar la huida ; solo sabe producir cordones sanitarios , lazaretos y cuarenten a s » Si la doctrina que defiendo solo debiese tener siempre estos tristes resultados,
tanto y aun mas valdría el.no sostenerla, preferir el error á la verdad. Pero está lejos
de suceder a s í , y mientras que á la vista de este azote los médicos no contagionistas se
ven obligados á confesar por todas partes su impotencia, los que están por el contagio
al contrario, podrían minorar mucho los estragos del cólera, y hasta espulsarlo de Europa, recurriendo á medidas que la ciencia aprueba y que asegurarían el sosiego general imponiendo solas ligeras privaciones á los pueblos.
Si fuera posible hoy día rectificar el curso del Ganges y poner sano el Bengala , este
país donde, como dice Jacquencout, el agua de los rios no puede encontrar un declive
para correr hácia el mar se destruiría el cólera en'su cuna. Pero para llegar á trabajos de
esta importancia, nos es necesario un grado de civilización á que no ha llegado aun la
humanidad . es preciso que la gran ley de la salubridad humana sea estudiada , mejor
comprendida que las leyes de sola política que absorven á los grandes hombres dé
estado, directores de sus semejantes.
Si la guerra actual debilita bastante los rusos, espulsándolos completamente del mar
Negro y arrojándolos léjos, muy lejos del Cáucaso; la Europa quedaría preservada por
largo tiempo del cólera; pero los médicos de los reyes no son, en su mayor parte partidarios del contagio de dicha enfermedad : asi es muy de temer que se dejará á los r u sos dueños de los lugares en donde, hace mas de treinta y cinco a ñ o s , van á buscar
dicho azote.
o n o a f e B í f o ^ ^st • .
No pudiendo aun destruir el cólera en su origen , en Bengala, y no pudíendo tampoco impedir que el emperador de Rusia envenene en adelante periódicamente nuestras
regiones, es preciso, en la situación que nos encontramos , acudir á todos los medios
que puedan detener su marcha al través de nuestro p a í s , y disminuir al mismo tiempo
mucho el n ú m e r o de las personas atacadas.
E q esto consiste , sobre todo, el gran servicio que puede prestar la medicina ; el
cólera es u n veneno tan violento , que deja muy pocos recursos al arte cuando ha i n vadido la economía. Los prácticos probablemente se considerarán siempre felices cuando, en estos casos graves, no perderán sino la mitad de sus enfermos.
En los aposentos de los coléricos sobre todo es donde podemos ser útiles, combatiendo los miasmas que en ellos se desprenden , impidiéndoles que so acumulen en
cantidad demasiado grande y que de este modo vuelvan mucho mas peligrosos : finalmente separáronse de los enfermos y de los cadáveres las personas que no son indispensables para su asistencia, y que proporcionarían á la epidemia un pasto mas abundante. Porlos hechos que he citado, y á los cuales hubiera podido añadir muchísimos mas no
menos significativos, prueban hasta la evidencia que se desprenden de los cuerpos y de
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los cadá veres de los coléricos miasmas contagiosos. Igualmenle se desprenden de las
materias espelidas por dichos enfermos , y según Liebig , es al cabo de tres ó cuatro
dias, cuando dichas materias entran en fermentación pútrida, y que es mas inminenteel
contagio.
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Es pues de la mayor importancia renovar incesantamente el aire en los aposentos de
los coléricos, ya para estos, ya para los que los asisten : sin esto, en efecto , a c u m u l á n dose las emanaciones contagiosas se volverían infinitamente mas pestilenciales. También es necesario desinfectar inmediatamente las materias espelidas por los coléricos;
el cloro y los cloruros deben ser preferidos como desinfectantes.
. Debe reducirse á lo mas preciso el número de las personas que cuidan y rodean á
los coléricos : los cadáveres de estos deben desinfectarse cuidadosamente y conducirse
directamente y sin acompañamiento al cementerio, siempre alejado suficientemente de
las habitaciones.
Es preciso desinfectar también cuidadosamente los aposentos, la ropa blanca, los
vestidos de los coléricos curados ó muertos, pasar por el cloro y luego quemar la paja
de sus camas. Es preciso mantener la mayor limpieza en todas las letrinas y desinfectarlas cada dia ; porque las materias fecales de las colerinas graves y de los coléricos comunican con gran facilidad la enfermedad : es necesario que estos últimos cuidados se
estiendan á las calles desviadas y á los callejones, en todas las partes donde puedan encontrarse materias contagiosas.
Las reuniones numerosas en las iglesias, en los mercados , en los teatros, deben pro.
hibirse severamente en las ciudades infectadas del cólera, y , desde el principio de la
enfermedad , es necesario aconsejar la emigración á cuantos puedan recurrir á este medio. Los paises montañosos no se hallan espuestos al cólera. Al este de Francia, los Vosges | el elevado Jura, ofrecen seguros asilos. El a ñ o ú l t i m o , tuvimos en Plombieres ,
muchos forasteros procedentes de los paises infectados, que tenían colerinas graves:
pronto se restablecieron todos, bajo la doble influencia del tratamiento y del aire de las
montañas. .
S«e r n ^ ^ n s g n o i í i i s ^ i é b t f ^ n s l n t e í «owtóm
La inmunidad de que gozan en tal caso los paises montañosos, procede sin duda
de que el aire , menos denso, no puede ya cargarse de miasmas coléricos en cantidad
suficiente para producir de nuevo la enfermedad . así es que es muy probable que si el
cólera ha traspasado las elevadas cordilleras del Asia, lo ha verificado por medio de cuerpos de ejército ó viajeros, que atravesarian rápidamente dichas montañas, llevando consigo el veneno que habían sacado de las llanuras.
Si nuestras poblaciones , al principio del cólera , imitando lo que hacen en tal caso
los europeos en las ciudades de la India, fuesen á acampar en las alturas, á alguna distancia de sus habitaciones, esto disminuiria ya mucho la violencia de la epidemia ; pero
este campamento solo seria posible en verano , y seria menos seguro y mas dispendioso
tal vez que la emigración.
Lo que sabemos de la facilidad con que el cólera se esparce, del aposento del enfermo á la casa, á la calle, á la ciudad que habita, demuestra suficientemente todo el peligro que hay para la vecindad , para la población entera , en dejar acumularse al derredor del enfermo las emanaciones coléricas, y demuestra del mismo modo la estrecha
solidaridad que une entonces entre sí todos los habitantes, pues los miasmas, acumulados
en la vivienda del pobre, pueden llegar hasta los palacios de los ricos, por una infinidad
de medios de transporte á los que nada se puede oponer.
Peroia falta de aire en las habitaciones , la miseria, la falla de vestidos calientes y
de un alimento saflciente y sano, son las condiciones mas favorables á la propagación
de la enfermedad. Entonces es del mas urgente interés , para las poblaciones , hacer de
modo , aun á costas de los mayores sacrificios, que desaparezcan del lodo estas condiciones deplorables.
El interés de todos los habitantes de una ciudad, está pues entonces unido estrechamente al de su mas pobre conciudadano, cuyo abandono en tiempo de cólera, puede
llegar á ser una causa de las mas activas de la propagación del azote. Así, ya que estamos destinados por mucho tiempo tal vez, á dicha peste, seria indispensable : i a p l i car en todas partes con rigor la ley sobre las habitaciones insalubres ; 2.° establecer en
cada comarca , sobre todo por medio de los cuidados de los sacerdotes que residen en
ellas, sociedades de personas que se dedicasen á cuidar los coléricos; 3.0 distribuir vestidos y víveres á los indigentes, remediar tanto como sea posible lodas las miserias. F i nalmente , las comisiones de higiene deberían ser bastante numerosas para poder hacer
inspeccionar cada día las habitaciones de los puntos invadidos por el cólera, y deberían
tener suficiente autoridad para poder obligar por una parte á los habitantes, á que empleasen todos los medios de limpieza, de ventilación , de desinfección, de que ya he hablado, y, por otra, para obligará alojará sus expensas, de un modo mas sano y durante todo el tiempo de la epidemia, las familias pobres hacinadas en habitaciones oscuras,
húmedas é insuficientes.
Si hasta aquí nada he dicho de la diarrea premonitoria ó colerina y de la utilidad de
combatirla , es porque reconozco al mismo tiempo esta medida como muy buena; pero
debo también decir que fué del todo impotente en 1854 en nuestras provincias. Así en
Saint-Loup, por ejemplo, pequeño lugar del departamento del Alto-Saona, de una población habitual de 2,800 almas, reducida á 2,400 el verano último á consecuencia de la
emigración , cuatro médicos de mucho mérito se habían dividido la comarca en secciones, que cada uno inspeccionaba regularmente cada dia, sin olvidar ni una familia: los
médicos tenían ayudantes inteligentes para ejecutar sus prescripciones , y combatir por
otra parte, todas las colerinas que se desarrollaban.
Pues b i e n ; á pesar de los cuidados mas ilustrados y de todo su ahinco , perdieron,
con el cólera, la octava parte de la población! Uno de dichos médicos era el doctor L é ger, de P a r í s , enviado por el gobierno; hacia desinfectar las materias espelidas por los
coléricos ; pero por medio de los sulfates de hierro y de zinc solamente, que están léjos,
en este caso, de equivaler al cloro y á los hipocloritos: sus prescripciones bajo este concepto distaban aun de ejecutarse bien, y luego no se desinfectaban los vestidos, lascamas, los aposentos: estos últimos las mas de las veces eran insuficientes y mal ventilados. Había por fin en Saint-Loup, como en tantos otros puntos de Francia, una m u l t i tud de familias en las mejores condiciones para contraer y propagar el cólera. Esta e n fermedad, muy disminuida por la estación, existe sin embargo aun en muchos puntos
de Europa. En la primavera próxima puede ejercer nuevos estragos , ya se han ensayado contra ella una multitud de cosas, que todas á poca diferencia tienen el mismo valor
negativo: ¿ porqué no ensayar los medios preventivos que aconsejo ? Estos son de m u cho, á lo menos yo lo creo , los mas poderosos; su aplicación seria fácil y poco costosa^
la razón y la ciencia los aprueban: ¡ojalá los acojan favorablemente aquellos que pueden
provocar su aplicación inmediata,
( Revne de Therap. Med. Chirurgic. 45 abril de iSS5. )
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