Universidad de Sonora División de Humanidades y Bellas Artes Departamento de Letras y Lingüística El utopismo en la obra narrativa de Gioconda Belli T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE MAESTRÍA EN LITERATURA HISPANOAMERICANA PRESENTA CLAUDIA DE JESÚS CARRILLO GRACIA DIRECCIÓN: DR. FRANCISCO GONZÁLEZ GAXIOLA Hermosillo, Sonora 2007 1 ÍNDICE INTRODUCCIÓN 3 CAPÍTULO 1. MARCO CONCEPTUAL 6 1.1. LITERATURA E INTERPRETACIÓN 6 1.2. UTOPISMO 10 1.3. LA LITERATURA CENTROAMERICANA Y NICARAGUENSE 21 CAPÍTULO 2. EL UTOPISMO SOCIAL 26 2.1. LA MUJER HABITADA 30 2.2. WASLALA. MEMORIAL DEL FUTURO 38 CAPÍTULO 3. LA EDAD DE ORO 47 3.1. LA MUJER HABITADA 50 3.2. SOFÍA DE LOS PRESAGIOS 58 CAPÍTULO 4. EL UTOPISMO FEMENINO 67 4.1. LA MUJER HABITADA 69 4.2. SOFÍA DE LOS PRESAGIOS 74 4.3. WASLALA. MEMORIAL DEL FUTURO 81 CAPÍTULO 5. ENTRE EL UTOPISMO Y LA UTOPÍA 87 CONCLUSIONES 99 BIBLIOGRAFÍA 101 2 INTRODUCCIÓN La literatura es un arte en constante movimiento, su desarrollo delínea, de una manera u otra, los procesos ideológicos y cognoscitivos que atraviesa el ser humano. Es importante acercarse a la literatura que se está generando en la actualidad para darnos una idea de los procesos ideológicos y estéticos a los que hoy nos enfrentamos, como el caso que ocupa el presente trabajo: la obra narrativa de la escritora nicaragüense Gioconda Belli. Gioconda Belli (Managua, Nicaragua, 1948) es hoy una de las escritoras nicaragüenses con mayor éxito editorial, su obra abarca poesía, novela, autobiografía y literatura infantil. Ha sido traducida a varios idiomas y ha ganado varios premios internacionales. Tanto su obra poética como la narrativa está completamente influenciada por dos hechos determinantes, como ella misma lo reconoce: la revolución sandinista y su condición de mujer: “Dos cosas que yo no decidí decidieron mi vida: el país donde nací y el sexo con el que vine al mundo” (Belli El país bajo mi piel 11). Además de su formación como escritora los temas que pueblan su obra tienen que ver con ambas experiencias que, además, no en pocas ocasiones están estrechamente ligadas. El hecho más relevante de su biografía es su militancia en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (1970-1990), su participación fue, no solamente desde la trinchera ideológica que brinda la literatura, sino también de hecho, promocionando y buscando financiamiento para el movimiento. Esto es definitivo en su obra, su escritura está íntimamente relacionada con los problemas que la dictadura y el imperialismo estadounidense provocó; dentro de este marco, la preocupación por la formación de la identidad femenina más allá de las paredes del hogar. 3 Para este estudio analizaré sus tres primeras novelas ya que éstas se unen, como si se tratara de una trilogía, en el pensamiento utópico. En La mujer habitada (1988), Sofía de los presagios (1990), y Waslala. Memorial del futuro (1996), está presente el utopismo 1 como motor constructor. La historia de la primer novela gira en torno a la revolución sandinista que, como toda revolución, lleva en sus entrañas el utopismo; la segunda, es la historia de una mujer que se enfrenta a toda una sociedad para cambiar su condición de mujer sumisa, y; en la tercera, la autora se atreve a proyectar el país hacia un futuro tan poco alentador que sus habitantes construyen una comunidad utópica aferrándose a lo que ella representa para esperanzar sus vidas. En este trabajo intento ver cuáles son los grados de utopismo en las tres primeras novelas de Belli, es decir, cuáles son las características de éste, para así, lograr la interpretación de esta parte de su obra narrativa. La organización del trabajo tendrá que ver con los temas en los que se ve el utopismo en las obras analizadas. Primeramente, explico los conceptos a partir de los cuales se hace el análisis de las obras, tales como interpretación –apelando a la hermenéutica-, utopismo y un rápido repaso de la literatura centroamericana-nicaragüense contemporánea. En el segundo capítulo analizo el utopismo que tiene que ver con los aspectos sociales y políticos en las obras que así lo contienen: La mujer habitada y Waslala. Memorial del futuro. El tercer capítulo gira en torno a la recuperación de una ‘Edad de oro’, mediante la cual se recurre a la idealización de civilizaciones pasadas pensadas casi como utópicas, fenómeno que ocurre en La mujer habitada y Sofía de los presagios. En el cuarto capítulo, el utopismo tiene que ver con la construcción de la imagen de la mujer, con la conquista de espacios 1 La definición de utopía y utopismo se verá en el primer capítulo de este trabajo. 4 que ya no se limitan a lo doméstico y, a la mujer como personaje heroico, tema presente en las tres novelas. En el quinto capítulo, hago un breve repaso de los análisis de las novelas para dar cuenta de las similitudes y diferencias entre las obras, con el fin de encontrar de manera más clara las líneas que le dan unidad a este conjunto de textos, con lo cual lograré precisar con mayor exactitud los distintos niveles utópicos que se dan en la narrativa de Belli y así dar cohesión al trabajo. Finalmente, cierro con unas breves conclusiones. 5 CAPÍTULO 1. MARCO CONCEPTUAL En este apartado, se explican las nociones básicas que se utilizan en el análisis de la obra narrativa de Gioconda Belli, con el fin de crear un acuerdo sobre los principios que dieron pie a esta investigación y para una mejor comprensión del tema. Es decir, en este capítulo se verá qué es la interpretación, qué entiendo por utopismo y su influencia en la historia humana y literaria, además de un pequeñísimo recuento de la literatura nicaragüense. 1.1. LITERATURA E INTERPRETACIÓN Como producto cultural, la literatura es parte y necesidad de la vida del ser humano, en ella, él ha plasmado su experiencia de vida y le ha servido como válvula de escape, como conductora de imaginación, como herramienta de crítica y forjadora de propuestas. Es complejo intentar explicar la relación entre vida real y ficción, de hecho, es una discusión que ha gastado mucho papel y tinta; el problema no es delimitar qué es ficción y qué es realidad, sino ver cómo el arte forja obras que responden a las realidades que afectan profundamente al individuo. Juan José Saer diría que la literatura: “Busca una imaginación que, no obstante ser espontánea por el mecanismo mismo que la produce, pueda tener un sentido cuyas claves no sean exclusivamente individuales, una imaginación que remita continuamente al mundo” (Saer 301). Se puede decir entonces, que la literatura siempre responde a la realidad en la que se produce. Pero no es correcto siquiera insinuar que se trata de una reproducción mecánica y/o automática, es mucho más complejo que eso. En palabras de Bajtín, la literatura no sólo refleja, sino que también refracta la experiencia ideológica (Bajtín 62- 6 63), es decir, la obra de arte se alimenta de la vida social en la que nace, forma parte activa de la existencia social, toma de ella los elementos esenciales de la ideología, problemas, preocupaciones, anhelos, esperanzas, etc. del ser humano en cada una de sus épocas o estadios. En consecuencia, la literatura reacciona frente a los acontecimientos que afectan profundamente al ser humano, esto es, una obra de arte, en sentido estricto, no imita la realidad plasmándola como y tal cual es, sino que se empapa de ella y la vierte en el arte, creando nuevos moldes que dan la ilusión de la representación. Quien estudia el fenómeno literario debe darse a la tarea de descifrar cómo es que el autor logra dicha ilusión de representación. Sin embargo, se corre el peligro de quedarse en el nivel de análisis del texto estudiando solamente las herramientas prácticas y dejando de lado todo lo que implica la interpretación integral del texto con todos sus alcances hacia el interior y hacia el exterior de la obra. La interpretación de un texto, por tanto, va más allá de la simple y llana idea de la imitación o representación de la realidad. Este es un proceso más complejo que implica el análisis profundo tanto de la obra de arte, como de la época en la que se produce. La hermenéutica del texto literario comprende que las significaciones del mismo están entrelazadas para conformar una red que logran la totalidad de la interpretación, en palabras de Gadamer: Como la palabra pertenece al conjunto de la frase, así cada texto al conjunto de la obra de un escritor, y ésta al conjunto del género literario o de la literatura correspondiente. Mas, por otra parte, el texto como manifestación de un momento creativo pertenece al conjunto de la vida anímica de su autor. Sólo en esa totalidad de signo objetivo se puede realizar la comprensión. (Gadamer 63) 7 Por lo tanto, es importantísimo hacer la lectura literaria desde varios frentes, desde dentro de la estructura misma de la obra y desde fuera, desde las fuerzas que determinan al autor. Los orígenes de la preocupación por el sentido e interpretación de la obra literaria, es decir, de la hermenéutica pueden rastrearse desde la antigüedad griega. Ya Aristóteles utilizaba la palabra hermeneia que se puede traducir, según Ricoeur, como: “la significación de la frase” (Ricoeur 23). Desde entonces, el arte de la interpretación ha seguido un largo camino, sin embargo, es en nuestros días que se está tomando el término en el sentido de interpretar, no solamente los textos sagrados o jurídicos, sino también los literarios. Ahora, la hermenéutica se define como: “el arte y ciencia de interpretar textos, entendiendo por textos aquellos que van más allá de la palabra y el enunciado… Además, la hermenéutica interviene donde no hay un solo sentido, es decir, donde hay polisemia” (Beuchot 15). Aunque esto pueda parecer muy vago por lo amplio del concepto, la hermenéutica se ha convertido en una disciplina útil en el campo de los análisis del discurso -los estudios bíblicos dan muestra de ello-. Por principio habrá que distinguir la diferencia entre explicar un texto y comprenderlo: “en la explicación, nosotros explicamos o desplegamos la gama de proposiciones y sentidos, mientras que en la comprensión, entendemos o captamos como una totalidad la cadena de sentidos parciales en un solo acto de síntesis” (Ricoeur 84). Esto es, interpretar un texto puede llevar varios pasos: “En el acto interpretativo nos damos a la tarea de comprender y contextuar ese texto al que nos hemos enfrentado. Es un acto complejo que involucra varios actos” (Beuchot 32); en el primero, lo que se hace es conjeturar algunas hipótesis sobre el texto, en palabras de Gadamer, “la 8 elaboración de un proyecto” (Gadamer 65) que por supuesto, con la profundización del análisis puede cambiar o modificarse, rediseñarse, para que poco a poco se pase del nivel de comprensión al nivel de interpretación. Después, con base en el análisis de la obra que revelará las relaciones entre los distintos niveles textuales, es posible encontrar la interpretación que incluya los “sentidos parciales” del texto. Así, la interpretación hermenéutica, no solamente está basada en conjeturas hechas en el aire; para llegar a ella, hay comenzar desde el signo lingüístico, es decir, desde la comprensión primaria o literal del discurso, para luego pasar al sentido metafórico y simbólico. Es necesario tomar en cuenta, no solamente lo que se encuentra en el texto, sino también lo que lo rodea, su contexto, su historicidad, su tradición y nuestros propios juicios y prejuicios para poder hacer una interpretación parcial y justa, lo más completa posible. La literatura es discurso que recoge, redefine, “refracta” el discurso de la vida, por ello las corrientes literarias responden a momentos históricos específicos, en los que los tópicos tratados tienen como fondo los conflictos sociales y culturales de la época. La revolución mexicana, por ejemplo, tuvo una de sus representaciones artísticas en la Novela de la Revolución, desde principios del siglo XX hasta más allá de la mitad del siglo pasado. Hay ocasiones en las que es imposible ignorar el contexto en las que fueron creadas las obras pues sería imposible llegar a la interpretación de la obra, cuidando no caer en el supuesto de que la obra copia fielmente la realidad en la obra artística. Las corrientes literarias que hacen referencia a un momento histórico específico están permeadas también por las ideas que han dado lugar a los acontecimientos, no hay que olvidar que quienes crean dentro de estas corrientes son intelectuales 9 comprometidos o disidentes de los temas que tratan. En este caso analizaré el tema del utopismo como eje temático que define y penetra la obra de la autora nicaragüense Gioconda Belli, con el fin de interpretar su obra en relación también con los grandes temas de la literatura latinoamericana: dictadura, revolución, indigenismo, la mujer, etc. 2 1.2. UTOPISMO El concepto de utopía ha sido importante a través de la historia de la humanidad, incluso desde antes de ser acuñado como neologismo en la obra de Tomás Moro. En realidad es difícil concebir al hombre sin pensar en sus necesidades, anhelos, temores y esperanzas porque finalmente eso es precisamente lo que lo ha definido como humano. Utopía remite inmediatamente a obras clásicas de la filosofía y la literatura, como La república de Platón, y por supuesto, la Utopía de Tomas Moro, sólo por mencionar las clásicas 3 . En ellas, los autores proponen un modelo de mundo imaginado en el que la sociedad es perfecta, sin problemas ni infelicidad alguna. Éstas, se configuran con características bien definidas: insularidad, autarquía, acronía, etc. Se trata de la creación de una sociedad nueva, sin fallas, en la que reina la armonía y la paz entre sus habitantes; por supuesto, no se encuentra en ella la pobreza, la delincuencia o 2 Otro de los enfoques que podrían caber en este estudio son las “teorías poscoloniales” o “estudios subalternos”, que consiste en el estudio de la literatura a partir del concepto del ‘otro’ y, por supuesto, de colonización, estudiando entonces, los procesos de opresión, imperialismo y las diferenciaciones culturales. Sin embargo, me parece que, si bien son procesos que se pueden ver claramente en la literatura latinoamericana, se limita la interpretación a uno solo de sus aspectos, dejando fuera otros asuntos tan importantes como el valor estético de la obra. 3 Para una revisión de la historia del pensamiento utópico, se puede consultar el libro de Adolfo Sánchez Vázquez, en su artículo: “La utopía del ‘fin de la utopía’”. 10 la guerra. Por lo tanto, la insularidad, esto es, el aislamiento geográfico, es necesaria para no correr el peligro de la contaminación extranjera. Hay, entonces, el contacto mínimo posible para mantener la autosuficiencia de la sociedad, en todos los sentidos, pero especialmente en el económico. En cuanto al tiempo, parecen ser sociedades fuera de él, no se conoce pasado ni futuro, se vive en una especie de presente suspendido, infinito. Es, visto desde la perspectiva de quien la narra, una sociedad ideal que aparentemente no tienen ninguna falla, aunque no hay que perder de vista que se trata de los ideales sociales del autor, que vive en franco descontento con su realidad. (Aínsa 1922). Sin embargo, la base de esta literatura, como la de la utopía en general, si bien es cierto que está en la idea de la posibilidad y la esperanza, también es verdad que tiene que ver con un anhelo en los cambios profundos. Cuando Moro construye su Utopía, también está haciendo una fuerte crítica a la sociedad en la que vive, es decir, lo que se propone explícitamente es llamar la atención al hecho de que los sistemas políticoeconómicos de la sociedad europea del momento no funcionan; por el contrario, tales sistemas afectan y hunden más el estilo de vida: “Son los nobles, aun numerosos, que no se contentan, viviendo ociosos, gozando del trabajo de los demás, sino que esquilman a sus colonos para aumentar las rentas de sus tierras, porque no conocen otra economía…” (Moro 20). Así, no se trata solamente de construir un mundo distinto, sino de criticar fuertemente el existente, ya que de la inconformidad nace esta “nueva” propuesta de vida y sociedad. Esto es, se construye una sociedad en la que las ideas sociales del autor y de su época, se llevan al extremo en el que se idealizan, intentando demostrar que sería un 11 cambio efectivo, una propuesta de vida mejor. En este sentido, se puede decir que la utopía nace y/o prolifera cuando la sociedad “real” se encuentra en momentos críticos o de crisis, pues se perfila, además de la propuesta ética y política que entraña (de la que hablaré más adelante) como una válvula de escape a la problemática que ataca. Es importante señalar que, aun cuando se puede discernir que la utopía en su sentido puro es imposible realizarla, no es una idea que deba ser descartada por su importancia en la historia del mundo, como lo explica Cerutti: “La utopía parece realizable a los ojos de quien la sustenta como anhelo. De otra forma sería impensable la capacidad de movilización del sueño utópico en su historia concreta. A pesar de todo, quizá sea quimera. Podríamos concederlo. Pero no es vista como tal por los ojos de sus creyentes.” (Cerutti 111). Es por esta cualidad que la utopía, como tema, tiene caldo de cultivo en Latinoamérica, si bien no hay textos clásicos, sí hay en ellas el germen de la idea de la utopía: la inconformidad con la realidad circundante y, por lo tanto, el anhelo y la esperanza de un mundo mejor. Ahora bien, el utopismo permea, ya no como un tipo de obras determinadas, sino como concepto con el que se nombra el deseo de lograr cambios en todos los ámbitos de la vida humana, el utopismo permite que el escritor explore con su literatura la veta que la situación le brinda. Explota por un lado la situación política y económica; y por otro lado, los temas sociales que invaden la agenda latinoamericana. En la América Latina del siglo XX, el utopismo ha proliferado, aunque no precisamente bajo su forma clásica, es decir, no se dan las utopías con las características con las que se produjo en Europa. Las condiciones sociales y económicas del continente han despertado en sus escritores la necesidad de escribir obras en las que la temática no 12 se restringe a la construcción de mundos estructurados sino que además se profundiza en lo que podría ser política y socialmente, así, las tramas y sus personajes tienen como motivo el cambio del orden preestablecido. No obstante, algunas particularidades se mantienen, como los tiempos posibles: “Toda utopía presupone el rechazo del tiempo presente o del lugar (espacio) donde se vive, cuando no ambos a la vez y la representación de un territorio que está en ‘otro lugar’ (otro espacio) u ‘otro tiempo’, pasado o futuro.” (Aínsa 32). La utopía pues, puede estar proyectada hacia el futuro posible, ya sea con la creación de sociedades mejores que la presente o, hacia el pasado con el anhelo de una edad primigenia, generalmente idealizada, es decir, una “edad de oro”. El utopismo explora ambas posibilidades, si el escritor se va hacia el futuro desarrolla sociedades en las que el ser humano vive según sus mejores cualidades, en él, los valores positivos son los que imperan y la tecnología está en función de ello; en el pasado, se idealizan las civilizaciones antiguas en las que, se supone, el mundo era feliz, primigenio. El utópico se acomoda en el tiempo que más se acerca a los intereses que persigue. En América, ambas condiciones se cumplen, en palabras de Carlos Fuentes: “Pues si la utopía es el recuerdo del tiempo feliz y el deseo de reencontrarlo, es también el deseo del tiempo feliz y la voluntad de construirlo” (Fuentes 69). Este tiempo feliz del que habla Fuentes está representado por las culturas prehispánicas en su forma supuestamente más pura, esto es, antes de la “contaminación” occidental. El mito de la “edad de oro” o “edad primigenia” se encuentra en todas las culturas arcaicas y su relación con la historia actual radica en la idea del tiempo que se tenga. Mircea Eliade explica que existen, en las sociedades primitivas o arcaicas dos 13 concepciones básicas del gran tiempo: la del tiempo cíclico, el cual se regenera periódicamente y; la del tiempo finito, es decir, fragmentado. En ambas, la edad de oro aparece al principio de la historia humana, la diferencia estriba en que en la primera, esta edad primigenia regresa constantemente ad infinitum, mientras que en la segunda se realiza una sola vez (Eliade 126-127). Esta edad de oro, además, representa la perfección de los tiempos a la que se habrá de volver después de pasar por varias edades sucesivas: oro, plata, bronce, hierro (los nombres y número de ellas varía de cultura en cultura). La concepción de que la edad de oro regresará, atiende a la necesidad humana de evasión, en palabras de Eliade, de soportar el “terror a la historia” (Eliade 167). Aquí pues, hay también una relación de este mito de la edad de oro con la utopía. Esta edad de oro supone un tiempo en el que el ser humano sólo obedecía a su naturaleza benigna, es decir, se piensa en él como un tiempo en el que se vivía en completa armonía tanto a nivel social, como en el nivel económico, y por supuesto, en el espiritual. Así, pensar que se puede regresar a ese tipo de civilización conlleva la esperanza de una mejoría es un mecanismo de escape a la situación que, como vimos, la mayoría de las veces es crítica. Una de las vertientes del pensamiento utópico es su relación con la realidad inmediata. La utopía se erige como una manera ácida de criticar el sistema operante, pues esto conlleva un compromiso con las circunstancias, y, en el caso de América Latina, puede ser un medio para la concienciación social y, por lo tanto, de constituirse como un instrumento para la transformación futura. Así: “la preocupación del utópico, es contener los problemas sociales a los que pueden conducir los problemas colectivos: 14 delincuencia, inestabilidad, pobreza, motines, guerra, explotación y vicio. Nada de esto se evapora en las utopías” (Davis 46). O sea que se trata de una preocupación real de estos pensadores con respecto a la sociedad a la cual pertenece y, por lo tanto, utiliza el medio que le resulta más provocador, la escritura. Para tal efecto, el escritor utópico, tanto el clásico como aquel que se vale del utopismo como motivo, usa los recursos estilísticos a su alcance para lograr el contraste entre la realidad poco alentadora y la sociedad que se desea; el lenguaje, los personajes, los ambientes, etc., se mueven en torno a su propósito. Frederik Polak explica que: “Hay una influencia recíproca entre el pensamiento utópico y el cambiante clima social en el que tiene lugar” (Polak 334), tratándose de América no es posible dejar pasar la historia que la convirtió en un continente heterogéneo y policultural. La conquista es definitiva en el proceso ideológico y cultural, vencedores y vencidos han pugnado durante siglos para conservar, desde su propia visión, lo que consideran sus derechos. Este proceso ha ocasionado distintas perspectivas de lo que debe ser el continente, es decir, para algunos pensadores Europeos y americanos, América representó el lugar perfecto para fundar una sociedad 15 ideal sin los problemas y atrasos del viejo continente 4 , aderezado con un poco de fantasía, no sólo en el siglo XVII 5 , sino también en el XX 6 . En el siglo XIX, el utopismo llegó de la mano con los discursos que alentaron o sirvieron de inspiración para los movimientos de independencia, piénsese en la influencia que ejercieron los jesuitas o pensadores como Juan Jacobo Rosseau, entre otros, cuya ideología medió también en intelectuales americanos tan destacados como Manuel González Prada, su preocupación principal, por supuesto, tenía que ver con la libertad del hombre. En América, el imperialismo de países extranjeros, primero el español, y ahora el estadounidense, ha resultado en la idealización del pasado prehispánico, estas civilizaciones “no contaminadas” se han convertido, con sus excepciones claro está, en un mundo idílico y perfecto. Por lo tanto, mucho del pensamiento utópico latinoamericano será proyectado hacia la edad de oro pasada, hacia el paraíso terrenal que representan las culturas nativas del continente y en las que posiblemente, 4 Claro que no todos los intelectuales europeos vieron a América como tierra fértil para fundar sociedades sin los defectos de la vieja Europa, hubo por supuesto quienes la veían como un lugar inferior en todos sus aspectos. Lo que desató una gran polémica, véase para mayor información el libro: Antonello Gerbi. La disputa del nuevo mundo. Historia de una polémica 1750-1900.2ª. ed. Tr. Antonio Alatorre. México: F.C.E., 1982. Sin embargo, para efectos de este estudio, trabajaré el aspecto paradisíaco que se le vio al ‘nuevo continente’. 5 Piénsese en las crónicas de la conquista, como las Cartas de relación de Hernán Cortés, en las que él se declara casi un héroe que domina fácilmente a los nativos; o en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España en la que Bernal Díaz del Castillo dibuja la Ciudad de Tenochtitlán como de ensueño. 6 El ejemplo perfecto y paradigmático del exotismo que Europa vio en América es Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, novela en la que se cuenta la historia de un pueblo mágico en que suceden cosas muy especiales. 16 reencontrándonos con ella, tomándolas como ejemplo, rescatándolas, podremos solucionar los problemas actuales. Ya enteramente en el siglo XX, este eje temático en los textos hispanoamericanos, tiene que ver con la historia convulsa de sus países, es el siglo de las dictaduras y las revoluciones, lo que hace que los escritores se comprometan con los movimientos vertiendo en sus obras la crítica al sistema y sus ideas políticas. Así, surgen movimientos artísticos en los que la temática revolucionaria es el eje, mismos en los que la utopía estaba presente: “Las propuestas utópicas se articularon en un discurso en el que la Revolución era el paradigma del cambio real, en cuya perspectiva la única forma de <<realizar>> la utopía pasaba por la toma de poder revolucionaria” (Aínsa 10). Aínsa clasifica las utopías latinoamericanas en dos básicamente: utopías de evasión y de reconstrucción. Las primeras corresponden a la necesidad de huir de la realidad, para lo cual se construye un mundo ideal, casi fantástico; las segundas, corresponden a la crítica política y social, proponiendo un modelo alternativo de la sociedad (43). Éstas últimas están asociadas con los movimientos revolucionarios que exigen, por lo menos en teoría, un cambio profundo de los sistemas de gobierno. Sin embargo, siempre existe la posibilidad de que -aun cuando el pensamiento utópico pone su mira en el anhelo y el optimismo de que la situación puede mejorar- el cambio no se logre. Y está, claro, la posibilidad de que, una vez llevadas a cabo estas sociedades perfectas, el resultado sea una distopía. Este tipo de obras surgieron con fuerza en la primera mitad del siglo veinte, como consecuencia del desarrollo tecnológico con el que parecía se estaba deshumanizando al hombre. Las distopías están representadas en su forma clásica por novelas como Un mundo feliz de Aldous Huxley, 17 1984 de George Orwell, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, etc., estas obras plantean qué pasaría si las utopías tanto tecnológicas como ideológicas se llevan a cabo hasta sus últimas consecuencias, el resultado siempre es terrorífico ya que se configuran como mundos asfixiantes en los que la libertad no tiene cabida, es decir, se trata de sociedades en las cuales los personajes se ven privados de su individualidad. La idea es que las utopías no resuelven los problemas, pues la libertad es un derecho fundamental del ser humano y, cuando ésta se pierde, las consecuencias son desastrosas para las necesidades básicas emocionales del hombre. En éstas, como en la utopía, se mezcla la imaginación (situaciones llevadas al extremo) con la crítica social e ideológica. En el caso del pensamiento utópico, en el que no se crean mundos alejados del tiempo presente y con un espacio propio, algunas veces, el resultado no es tan positivo como se podría esperar cuando se escucha la palabra utopía. Estos héroes guerreros toman algunas de las características de los héroes mitológicos que buscan realizar o encontrar la misión de su existencia, que será, en este caso, la utopía. Las características que toman estos personajes están ya dados a través de la literatura, oral y escrita, de todos los tiempos en la historia humana, es decir, son arquetipos que se observan en todas las culturas: “El material importado se revisa para que cuadre con el paisaje, las costumbres o las creencias locales y el material primitivo sufre en el proceso. Lo que es más: en las innumerables repeticiones de una historia tradicional son inevitables las dislocaciones accidentales o intencionales” (Campbell 225). Para este tema seguiré el libro El héroe de las mil máscaras. Psicoanálisis del mito de Joseph Campbell pues hace un estudio extenso sobre las características que 18 tienen en común este tipo de personajes en las distintas culturas del mundo y a través de la historia de la humanidad. Me parece que es importante, en este caso analizar las características de los héroes ya que esto permitirá redondear la interpretación del texto en los casos, claro está, que la obra lo permita. A grandes rasgos, Campbell explica que el héroe atraviesa por distintas etapas que lo validan como tal, que básicamente son: la partida, la iniciación y el regreso. Cada etapa trae consigo distintas variantes que no necesariamente se presentan en todos los héroes, aunque sí la mayoría. El inicio de la aventura puede comenzar con una “llamada de la aventura” (Campbell 54) que bien puede ser a través de un “mensajero” o gracias a algún incidente que lo encamine hacia su empresa, el viaje puede ser desde un desplazamiento real hasta la realización de alguna empresa histórica o espiritual. Después el personaje tiene la opción de decidir si acepta el llamado o lo declina, aunque claro, la negativa al llamado implicaría lógicamente el fin de la gesta heroica. Una vez aceptada la llamada, el héroe recibe ayuda sobrenatural: “Lo que representa esa figura es la fuerza protectora y benigna del destino” (Campbell 72), esta ayuda puede presentarse bajo diversas formas que no necesariamente tendrán que ver con algún elemento mágico, puede tratarse de un evento que ayude al personaje a ponerse en marcha, continuar su camino y/o lograr su objetivo. Pero para lograr esto deberá ser capaz de dejar a un lado sus miedos y de cruzar el primer umbral, es decir, tener la valentía de cruzar los límites establecidos de la seguridad del hogar o de la sociedad conocida. Después, en la etapa de la iniciación, el héroe, al pasar este primer umbral comienza su camino, un camino lleno de pruebas: “La partida original a la tierra de las pruebas representa solamente el principio del sendero largo y verdaderamente peligroso 19 de las conquistas iniciadoras y los momentos de iluminación” (Campbell 104). Así pues, el héroe comienza el largo camino que probará sus habilidades y cualidades humanas o sobrehumanas, sostendrá encuentros y desencuentros que lo fortalecerán como con la diosa madre o con el padre terrible. Finalmente y después de una apoteosis, que bien puede ser la iluminación, el enfrentamiento con la muerte o la elevación al nivel de los dioses, el héroe consigue su objetivo en la “gracia última”, es decir, su victoria. Después de cumplida su misión, el héroe debe decidir si regresa o no para llevar sus conocimientos al lugar desde el cual partió. Si decide regresar, generalmente estará apoyado por las fuerzas sobrenaturales que lo ayudaron a llegar hasta allí o, puede traducirse en una especie de “huida mágica”. En el regreso, luego de cruzar de vuelta el primer umbral que lo llevó hacia al límite de inicio del viaje, llegan para él los conocimientos trascendentales que pueden ser de diversos tipos o, simplemente, llevar a su gente, los beneficios de su heroicidad. Pero también podría ocurrir que el héroe decida no regresar. Como se ve, el utopismo más que un género literario, es un pensamiento que puede permear la literatura, de tal manera que se convierta en su visión de mundo y que, por lo tanto, los personajes se muevan en torno a la idea de la utopía. En Latinoamérica se puede rastrear a lo largo de su literatura (asunto que no compete a este trabajo), gracias a su historia conflictiva. 20 1.3. LA LITERATURA CENTROAMERICANA Y NICARAGÜENSE Para este estudio haré un breve repaso de la literatura centroamericana a partir de la década del ochenta, ya que no es el fin de este trabajo hacer un estudio exhaustivo; sino simplemente ubicar el contexto inmediato en el que se dio la producción de Gioconda Belli. La revolución sandinista marcó todos los estratos de la sociedad y de la intelectualidad, por lo que no es de extrañar que permeara en la literatura. Es así como se da una literatura comprometida con el movimiento, claro que no es el único tipo de literatura que se dio en la época (como ejemplo pensemos en las demás obras de Gioconda Belli, cuyo tema principal no gira en torno a la revolución). Esta literatura, identificada con los procesos revolucionarios, la escribieron principalmente quienes estuvieron involucrados en el movimiento. “Estas novelas reflejaron, como se ha dicho antes, el protagonismo de una generación joven y unos semejantes contextos de violencia y agitación revolucionaria” (Leyva Carías 98). En Nicaragua se vive una dictadura que es derrocada en 1979 por una revolución basada en la guerra de guerrillas. Por tanto, los jóvenes escritores que participaron en el movimiento, como Gioconda Belli y Sergio Ramírez, se sienten con la obligación social de escribir al respecto, por esto, sus novelas tendrán que ver con el tema, pero no por eso se desligan del proceso literario: “Esta politización general de la juventud va a desarrollar su propia tematización, renovando el viejo sueño utópico de un continente unido por una idea de igualdad y emancipación cultural y económica: la conciencia de Latinoamérica como una hermandad de pueblos.” (Salvador 167). En el caso de Centroamérica además incorpora los procesos revolucionarios: 21 consiguió incorporar las fórmulas expresivas de la novela contemporánea. Se hizo común la utilización de procedimientos como el collage o el monólogo interior que contribuyeron, respectivamente, a romper con las exposiciones lineales de las novelas tradicionales y aproximarse a la manera como los individuos perciben la realidad y el tiempo. (Leyva Carías 73) Es decir, se trata de una literatura que contiene ya nuevas técnicas que la enriquecen y le dan una posibilidad artística con mayor espectro. Sin embargo, no hay que perder de vista que esta novela también responde a la necesidad de denunciar una situación política y de desigualdad social. Esta necesidad de denuncia política es uno de los rasgos asociados a la literatura que algunos críticos ubican como parte del postboom (o posboom), que si bien la crítica aún no se pone de acuerdo en sus características, sí puede ayudar a definir más ampliamente la literatura de esta época. Según el seguimiento que hace Donald L. Shaw de las descripciones que los propios escritores hacen de él, el post-boom se distingue por ser una literatura en la que: hay una irrupción de escritoras mujeres, al contrario del boom que fue un movimiento en casi toda su totalidad masculino; una vuelta al realismo, aunque no un realismo ingenuo; la representación de la cotidianeidad en el ambiente urbano; el lenguaje sencillo, incluso coloquial (Shaw 259-276). En los años que abarcan los décadas de los ochenta y noventa surgió un gran número de escritoras que reclamaban un lugar en el espacio editorial y que las ubican dentro del posboom, las más conocidas son, entre otras, Isabel Allende (Chile), Ángeles Mastreta (México), Rosa Montero (España), Marcela Serrano (Chile), Cristina Peri Rosi 22 (Argentina), etc. Junto a esta “explosión” que ha estado marcada por el éxito editorial, se polemiza también alrededor tanto de si se trata de literatura “feminista” o “femenina”, como de si estamos frente a literatura de menor calidad gracias a que algunas de ellas parecen emular las técnicas del “boom”, como el caso de La casa de los espíritus de Isabel Allende; otra de las causas de esta discusión radica en las técnicas narrativas que pueden parecer de fácil consumo. Sin embargo, uno de los rasgos importantes de esta literatura escrita por mujeres está en su constitución, es decir, se trata de una narrativa que desde su concepción remite a la búsqueda de una identidad propia femenina, distinta a la que se le ha dado históricamente, y un posicionamiento en el mundo literario: En las escritoras de mediados del siglo veinte surge un tipo de literatura en la que se encuentra una preocupación explícita hacia la situación de la mujer y, en su mayoría, asumen una posición de compromiso en el discurso literario, al manifestarse el cuestionamiento de la concepción tradicional de la feminidad […] Las escritoras nacidas entre 1940 y 1960 son las que dan un paso adelante; no se quedan en el cuestionamiento, proponen nuevas construcciones identitarias. (Meza 31) Las escritoras mismas han reflexionado en torno a su posición como mujeres dentro de la literatura, intentando explicar cuáles son sus acercamientos al lenguaje literario, a partir desde dónde construyen su propia voz: “Muchas escritoras hemos salido a buscar de manera consciente, como espeleólogas que somos, como dianas cazadoras, ese decir que se iría refinando a lo largo de años de develación. A sabiendas o no fuimos configurándolo y sacándole el mejor lustre posible, cada una con su propio 23 estilo, en busca de la respiración propia.” (Valenzuela 23). La voz de las mujeres se enfrenta a siglos de dominación masculina del lenguaje, en el que no tenía cabida la voz femenina. En consecuencia, para crear una voz propia es necesario rehacer, resignificar, reformar: “Construir no partiendo de la nada, que sería más fácil, sino transgrediendo las barreras, rompiendo los cánones en busca de esa voz propia contra la cual nada pueden ni el jabón ni la sal gema, ni el miedo a la castración, ni el llanto” (Valenzuela 41). Ahora bien, según estas renombradas escritoras latinoamericanas, ser mujer las eleva a una posición privilegiada debido a que tienen una visión múltiple, en palabras de Nélida Piñon: “Entonces, creo que el hecho de ser mujer me permite con naturalidad navegar por un ser masculino y un ser femenino. No puedo renunciar a los dos géneros porque pienso que sería un empobrecimiento de la literatura, y en cambio trato siempre de imaginar un ser múltiple, proteico, capaz de asumir todas las formas físicas o ser todos los géneros” (Piñon 55). El resultado sería entonces, una síntesis en la que la experiencia literaria se ve potencialmente enriquecida, al moverse entre ambas visiones: la masculina y la femenina; lo que conduce a una especie de síntesis de la que resulta una voz propia, original. Esta nueva figura, la mujer escritora, reclamó su derecho a tocar los temas que le había negado el patriarcado, como la sexualidad o la política, en el caso de Belli, esto causó revuelo cuando en 1970 publicó su primer poemario, Sobre la grama, al respecto ella apunta en su biografía: “Que una mujer celebrara su sexo no era común en 1970. Mi lenguaje subvertía el orden de las cosas. De objeto, la mujer pasaba a sujeto […] La polémica no me detendría. Al contrario. La reacción de lo más conservador de la sociedad me hizo percatarme de que, sin proponérmelo, había encontrado otra vía para 24 la subversión” (Belli El país bajo mi piel 67). Así es como la mujer en Latinoamérica comienza a construir un nuevo lenguaje a tono con su experiencia propia, reconstruye su imagen y su feminidad. En el caso específico de Centroamérica, las escritoras son incapaces de mantenerse al margen de los cambios políticos que estaban ocurriendo países, por lo que introducen estos temas en su literatura: la narrativa de tema guerrillero y de la guerra, la nueva narrativa histórica y la narrativa que tiene como objetivo la reflexión alrededor de la identidad femenina y/o de género. Cabe aclarar que, frecuentemente, la temática de la identidad cruza las fronteras de las otras, sobre todo cuando el objetivo es rescatar el protagonismo de la mujer en los procesos históricos o en las luchas guerrilleras (Meza 82) Es decir, esta es una literatura en la que la idea principal es reconstruir la imagen e identidad de la mujer, no solamente en los ámbitos domésticos, sino en los políticos, sociales y culturales. Para llegar pues, a una interpretación coherente y completa de un texto, es necesario tomar en cuenta varios factores que en definitiva se entrecruzan y complementan. En el caso de la narrativa de Belli, los factores que más influyen tienen que ver con el contexto social y literario a saber, la revolución y los procesos literarios. Todo esto incide en la escritura de Belli y se cruza con el tema que dio pie a su literatura y, por lo tanto, a este análisis. 25 CAPÍTULO 2. EL UTOPISMO SOCIAL Más que nunca estoy convencida que en la capacidad de imaginar lo imposible estriba la grandeza, la única salvación de nuestra especie. (Belli Waslala 287) En Centroamérica, la situación política y económica ha marcado profundamente sus artes, pues sus productores plasman en sus obras esta experiencia. Nicaragua, El Salvador y Guatemala estuvieron inmersos en la represión dictatorial que dio como resultado la formación de grupos que, después de años de trabajo, se convirtieron en fuerzas revolucionarias. Las guerras civiles influyeron de manera definitiva en los escritores de la región, pues constituyeron una fuente privilegiada en la construcción de la identidad. Héctor Miguel Leyva Carías en su tesis doctoral revisa la narrativa cuyo tema está centrado en las revoluciones centroamericanas, ya no tanto en la denuncia como en las acciones armadas, producto por supuesto, de estos movimientos que marcaron a los nuevos escritores, quienes con frecuencia formaron parte activa de estos movimientos (Leyva Carías, 70-71). Este autor, separa en tres grupos principales esta narrativa: novela de guerrilleros, narrativa testimonial y novelas disidentes. La literatura de esta época tiene entonces mucho que ver con los acontecimientos sociales, pues es imposible separarla de su época. Las novelas de Belli, por lo menos dos de ellas, tienen como tema principal los problemas sociales que azotaron a Nicaragua durante la década de los setenta, en La mujer habitada la trama transcurre en y por la revolución –por esto algunos estudiosos como Consuelo Meza la ubican como novela testimonial-, mientras que en Waslala. Memorial del futuro, los problemas en el futuro, derivan de la no solución a los 26 problemas actuales. Por esto, me parece pertinente presentar un breve resumen de la historia de la revolución sandinista en Nicaragua. En 1937 comienza la dictadura de la familia Somoza, siendo Anastasio el primer dictador, después de matar a Augusto C. Sandino –fundador de una guerrilla que se oponía a la intervención estadounidense en el país- y de derrocar al presidente en turno. Se alía con Estados Unidos y gobierna duramente. Después de su asesinato sube al poder Luis Somoza, quien muere en 1967 y le deja el poder a Anastasio Somoza Debayle quien gobernará hasta 1979. En 1961 se funda el Frente Sandinista de Liberación Nacional, grupo armado que pelea con la estrategia de guerra de guerrillas y bajo el ideal socialista, con el cual se inicia la revolución que finalmente derroca a Somoza en 1979 y asume el control del país. Esta guerra estuvo apoyada por países socialistas como Cuba y Vietnam, quienes además se oponían fuertemente al imperialismo de Estados Unidos. Este movimiento estuvo integrado también por intelectuales quienes se unieron a él activamente, desde el frente de lucha, desde el extranjero promoviendo y consiguiendo apoyo para el movimiento y, por supuesto, desde las letras. La filosofía que guía a los líderes de este movimiento: Sylvio Mayorga, Tomás Borge y Carlos Fonseca principalmente, está fundamentada, en palabras del mismo Tomás Borge en el marxismo: “Aunque se levantaba la bandera antiimperialista y de emancipación de las clases explotadas, se vaciló en presentar una ideología claramente marxista-leninista… bastaba únicamente que transcurriera cierto tiempo para que la juventud y el pueblo de Nicaragua comenzara a distinguir entre los falsos marxistas y los verdaderos marxistas” (Arias 31). Los objetivos eran entonces principalmente tres: derrocar la dictadura, defender a las clases explotadas y, el derecho a ejercer el propio gobierno libremente sin 27 la intervención de potencias extranjeras como los Estados Unidos, que desde principios del siglo había manipulado la dictadura de los Somoza: “Toda esa parafernalia aprendimos a identificarla bajo el nombre genérico de imperialismo, una denominación bárbara y por lo tanto ofensiva para el gusto occidental, pero que no fue nunca una proposición retórica…” (Ramírez 163). El FSLN comienza la lucha para derrocar al dictador e instaurar un gobierno libre e independiente, o por lo menos, éstas eran las intenciones: “-Eliminar la dictadura es sólo un paso para lograr lo que queremos. Un paso crucial claro, pero de nada serviría si seguimos en la misma situación. Por eso no es un cambio de personas lo que queremos –me decía Martín-. Es un cambio de sistema” (Belli El país bajo mi piel 74). Parte importante de esta revolución fue el derecho a la libertad, es decir, el derecho a gobernar libremente y bajo un régimen que no necesariamente siguiera los modelos imperantes, como el capitalismo o el mismo comunismo. Impedir el imperialismo estadounidense fue uno de los puntos que estaban en la agenda de estos nuevos políticos nicaragüenses, y uno de los asuntos por los que tuvieron que luchar arduamente. La guerra no fue fácil, se trató de un proceso en el que el costo humano fue altísimo. La dictadura usó como estrategia el terror y la persecución, muchos de los participantes del movimiento lo hacían desde la clandestinidad, pues no eran raras las torturas y los asesinatos bajo la máscara de la defensa del país. Las crueldades y las desigualdades causadas por la dictadura dieron lugar a que varios escritores se involucraran y escribieran obras comprometidas en las que se dibujaba el miedo y las pérdidas humanas. 28 Los movimientos revolucionarios siempre implican cambios que, se supone, deben ser desde raíz, éstos tienen como base fundamental la esperanza de un futuro en el que los cambios que se realicen incidan en una mejoría social, económica y política. Sergio Ramírez habla de la utopía que representa la revolución en la política: Creo que la política tiene mucho que ver con la imaginación. Hablo de la dimensión de la utopía que es la del político revolucionario. Por un lado está la recepción de la utopía, que es, de alguna manera, la imaginación, la idea del futuro; y por otra, la organización de la utopía, que es lo real. La idea de la utopía es fantástica, pero un revolucionario que no está ligado a la fantasía, es decir, a la utopía, no está ligado a la voluntad de cambio. (Ramírez 22) Como es de esperarse, todo movimiento político que resulta tan definitivo en la historia de un país, marca todos los ámbitos de la vida, las consecuencias van desde el imaginario hasta las esferas ideológicas y, por supuesto, la vida cotidiana. Las miradas también sobre el hecho son, y deben ser, varias, los ángulos desde los cuales se puede abordar son casi infinitos. La literatura se convierte en el medio perfecto para dibujar los matices, las luces y las sombras, siempre por supuesto, en diálogo con la historia, la política y la literatura misma. Una de esas perspectivas, la de la versión escrita por quienes estaban comprometidos con el movimiento son quienes idealizan el pensamiento que dio origen a la revolución, para lo cual los personajes son héroes que luchan y mueren en pos de que la utopía de un país mejor, y libre de represión, sea posible. 29 2.1. LA MUJER HABITADA El marco temático de la novela es el movimiento revolucionario y el desarrollo en los personajes está mediado por este movimiento, así como las relaciones temporales se encuentran determinadas por este tópico. La mujer habitada se organiza en pares de igualdad temática y de contraste, así tenemos las oposiciones: Pasado - Presente Itzá – Lavinia Yarince – Felipe Lavinia – Sara Riqueza - Pobreza. Estas unidades binarias definen la estructura de la novela. La dicotomía pasado presente es fundamental en el desarrollo de la obra. En el pasado tenemos la historia de la guerra de conquista, más específicamente, de la resistencia de los nativos contra los invasores españoles. En este contexto se desarrolla la historia de amor, de resistencia física y emocional de Itzá y Yarince, esto es, el rumbo que tomarán sus vidas y su muerte se definirán bajo este acontecimiento. En el presente de la novela (la primera mitad de la década del setenta), la historia es la de Felipe y Lavinia, cuyo suceso que les marca la vida es la guerra de guerrillas para también destituir a quien podría considerársele un invasor, es decir, al dictador. La situación revolucionaria une ambos tiempos pues las circunstancias que viven los personajes del pasado y del presente son paralelas. Los dos tiempos están unidos en la historia por el personaje de Itzá, quien renace en un árbol de naranja que se encuentra justo en el patio de la casa de Lavinia. 30 Cuando ésta toma el jugo de sus naranjas, Itzá logra entrar en su conciencia para guiarle e infundirle valor para entrar en la lucha, valiéndose de sus instintos, sueños y de la herencia sanguínea prehispánica. Los personajes protagonistas de La mujer habitada adquieren otra dimensión en el momento en el que se configuran como héroes de sus respectivas luchas. Es decir, los cuatro se convierten, más que en guerrilleros, en guerreros que superan obstáculos, e incluso la muerte por encontrar la libertad de su pueblo. Sin embargo, la lucha no deja de ser utópica gracias a que pareciera que desde el principio está condenada al fracaso, por lo menos en el caso de la época de conquista lo sabemos de seguro. Estos guerreros (o héroes, según la denominación occidental que hace Campbell en la caracterización de los mitos) son los ‘Quijotes’ que buscarán la realización de la utopía. Si bien no es completamente válido comparar la “realidad” con una obra de ficción, es cierto, sin embargo, como dije al principio que la obra de arte está implicada en la vida social en constante diálogo. En el proceso histórico social real de la revolución surgieron figuras como la de la guerrillera, que se quedaron impresos en el imaginario de la comunidad: “En el carnaval del toro-venado del 79, con el alba de la victoria revolucionaria apareció en el desfile un personaje que nadie había visto antes: ‘La guerrillera’” (Palma 279). Esta figura se vuelve emblemática para el desarrollo de esta nueva sociedad. Así pues, en la novela vemos a tres mujeres guerrilleras (Itzá en el pasado, Lavinia y Flor en el presente). Figura que está por demás decir que se encuentra idealizada en cuanto a que forma parte activa del movimiento con un papel decisivo dentro de la historia contada. 31 Lavinia, la protagonista del tiempo presente, despierta su conciencia gracias a que conoce a Felipe, quien ya es miembro activo del movimiento y quien, sin quererlo la involucra con la guerrilla pues así es como conoce a quienes la instruyen y juramentan. El proceso se da en los siguientes términos: Lavinia, arquitecta descendiente de familia burguesa acomodada, vive su vida alejada de los problemas sociales, hasta que un día recibe la “llamada a la aventura” gracias al ataque que recibe Sebastián, compañero y miembro activo del FSLN. Lavinia se ve obligada a recibirlo porque Felipe, pareja de Lavinia, lo lleva a casa de Lavinia para que se recupere pues ambos consideran que su casa es segura. Es en este momento en el que ella toma conciencia real de lo que está sucediendo en el país, ya no se trata de una nota en el noticiero, ni de una situación lejana que no la alcanzará gracias a su condición burguesa, es la realidad quien la golpea. En el pasado lejano, Itzá decidió unirse a la resistencia contra los españoles. La diferencia entre Itzá y Lavinia es que la primera no sufre de las dudas de la que es víctima la segunda, gracias a esto es que el pasado es capaz de influir en el presente, lo que convierte a Itzá en un ejemplo de valentía a seguir. Es decir, Lavinia debe vivir un proceso de reflexión para decidirse a participar en el movimiento. Sin embargo, ella cuenta con una ayuda extra: la presencia en el naranjo de Itzá, quien se convertirá en una especie de ayuda sobrenatural para tomar la decisión que cambiará su vida. Poco a poco, pasa de pensar que se encontraba frente a “Quijotes” para convertirse en uno de ellos al formar parte activa del movimiento. Las reflexiones de Lavinia abundan en la obra, se manifiestan en pensamientos en los que ella sopesa la situación del país y mide las consecuencias que traería el que ella se una o no al movimiento: 32 ¿Y hasta cuando deliberaría consigo misma?, se preguntó Lavinia. Sería mejor aceptar de una vez que no podía dejar que el romanticismo la envolviera. […] Era lógico que la atrayera [sic] la idea de imaginarse <compañera>, verse envuelta en conspiraciones, heroína romántica de alguna novela; verse envuelta por esos seres de miradas transparentes y profundas, serenidad de árboles. Pero nada tenía eso que ver con la realidad, con su realidad de niña rica, arquitecta de lujo con pretensiones de independencia y de cuarto propio Virginia Woolf. (LMH 142-143) Sin duda, esto tiene que ver con la ideología que la autora quiere denotar, o sea, a través de todas estas digresiones, construye la imagen heroica de quienes se unen a la revolución, independientemente de si se trata de mujeres burguesas, -aunque claro que esto le da más valía a las acciones de Lavinia-, quien poco a poco, se convierte en heroína y/o guerrera de esta historia. El movimiento entonces se idealiza, o por lo menos, a quienes lucharon a favor de derrocar al dictador. Después de una amplia preparación tanto en el significado del movimiento, como en las precauciones a tomar, Lavinia es iniciada (Campbell) por Flor, quien le toma el juramento. La iniciación marcará el compromiso de Lavinia y su incursión en las actividades del ejército; el juramento representaba la responsabilidad y a la vez servía de inspiración y de incentivo para no cejar en la lucha, este es el testimonio de la misma Belli, quien participó en el movimiento y también fue iniciada en el mismo: “<<Juro ante la patria y ante la historia>>, decía ella y yo repetía sus palabras. El juramento era muy retórico, pero hermoso, con palabras grandilocuentes y heroicas. 33 Uno se comprometía con la causa de la libertad, juraba luchar por el pueblo hasta el último aliento” (Belli El país bajo mi piel 75-76). Respetar estos juramentos ‘hasta el último aliento’ le da, a los participantes del movimiento, el carácter de héroes revolucionarios –que bien sabemos pueden llegar a convertirse en grandes mitos históricos-, quienes lucharon porque la utopía dejara de serlo y se convirtiera en realidad, independientemente de los resultados reales. Por lo tanto, es importantísimo el rito iniciático en este tipo de revoluciones, pues marca a los participantes y los compromete con la causa al tiempo que los provee de cierto estatus de héroes. La tarea del héroe consiste en liberar a la sociedad de la opresión del tirano, es ésta la tarea de la revolución que sucede en La mujer habitada. Con la caída del tirano, se restaurará la justicia y la igualdad en el país, los encargados de hacer cumplir el cometido son los héroes protagonistas de esta historia: Itzá y Yarince en el pasado; Lavinia y Felipe en el presente. En palabras de Joseph Campbell: “Lo que es más: surgen los tiranos humanos, que usurpan los bienes de sus vecinos y son causa de que la miseria se extienda. Éstos también deben ser suprimidos. Los hechos elementales del héroe consisten en limpiar el campo” (Campbell 300). Una vez lograda la misión, el orden se restaurará y ellos habrán cumplido su tarea heroica, se habrán convertido en guerreros. En el caso de Felipe-Yarince, ambos son guerreros con toda la carga histórica y simbólica que posee la palabra. Estos dos personajes se caracterizan por la valentía con la que enfrentan la lucha, aunque claro, siempre con un matiz de machismo que caracteriza a los hombres en la historia de Latinoamérica. Su función en la guerra es 34 parecida en ambos tiempos, sólo que no se detalla en la novela cómo es que se incorporaron en sus respectivas luchas. La revolución aparece también idealizada. Se convierte en la única posibilidad de generar el cambio: “--Así nos pasa a nosotros –dijo Sebastián con expresión triste--. No tenemos más alternativa” (LMH 105). En términos sociológicos lo podríamos explicar como lo hace Julio Barreiro: “La violencia estructural alcanzó un grado tan formidable de desarrollo en la sociedad actual, que la única respuesta posible –la única esperanza posible de liberación- está representada por la violencia revolucionaria, o sea, la contraviolencia” 7 (Barreiro 169). Esta revolución entonces, configurada como única salida, debe encontrar maneras de legitimarse -el arte es una de esas formas-. En el caso de esta obra, si bien no se ven completamente los actos violentos del dictador, sí se muestran otros aspectos como la desigualdad social: “A través de las puertas vio los interiores pequeños e insalubres de las viviendas de una sola habitación. En ese pequeño recinto, vivían familias de hasta seis o siete miembros; hacinadas. Con frecuencia los padres violaban a las hijas adolescentes bajo los estragos del alcohol” (LMH 192). Las pérdidas que sufren quienes están en el movimiento, generalmente jóvenes acusados de terrorismo: “¿Cuál sería Fermín?, pensó mirando los cadáveres: dos hombres y una mujer, jóvenes, destrozados; sangre y agujeros por todas partes; la fotografía de la casa llena de boquetes” (LMH 93). En el tiempo pasado no es tan necesaria la legitimación de la lucha contra el invasor, no obstante, no deja de describir lo sanguinario de los españoles: “Tantas que terminaron tristes esqueletos, sirvientas en las cocinas, o decapitadas cuando se rendían de caminar o en aquellos barcos que 7 Las cursivas son del original. 35 zarpaban a construir ciudades lejanas llevándose a nuestros hombres y a ellas para el descargue de los marineros” (LMH 84). La pobreza y la ignorancia en la que se encuentra el pueblo gracias a la dictadura es otro de los discursos que se utilizan para justificar la guerra: “Lavinia trató de que no la abrumara la visión de las mujeres con las caras tensas, el llanto de Lucrecia arrebujada entre las sábanas, la ignorancia, el temor, el cuarto sin ventilación, el olor a alcanfor, la niña asomando la cara asustada por la cortina” (LMH 195). El contraste riqueza-pobreza, en el que constantemente transita la novela, funciona también para evidenciar lo necesario del movimiento, para hacer ver que éste es el único camino para terminar con el mundo de injusticia y opresión en que los tiene sumergidos la dictadura. Finalmente, Lavinia muere en el asalto al General Vela casi de la misma manera que Itzá en el pasado. Es decir, Itzá y Yarince mueren en el cumplimiento de su tarea como héroes guerreros, en medio de la batalla en contra de los invasores y tiranos españoles; de la misma manera Lavinia, después de haber construido la casa del gran General, ayuda en la toma de la casa y lo mata. La revolución, principalmente en el tiempo presente, se fundamenta en la idea de lograr un cambio que lleve a la mejoría social, económica y cultural. Esto es, el movimiento revolucionario se da y se legitima bajo el signo de un futuro que mejoraría las condiciones de vida de los habitantes del país, o sea, bajo el signo de la utopía aún cuando en la obra el final sea desconsolador ya que termina en la muerte de ambos protagonistas –incluso Yarince e Itzá mueren en la guerra-, ya que se sabe que el movimiento no termina con ellos. Sin embargo, en la escena final, las conciencias de Itzá y Lavinia se funden dándole más realce a la utopía al unirse la fuerza y bravura de 36 la sangre indígena y la mestiza, esta es la voz de Itzá narrando el momento de la muerte de Lavinia: La sangre de ella se congeló. Sentí las imágenes apretujarse. Imágenes brillantes y opacas, recuerdos viejos y presentes. […] Yo no dudé. Me abalancé en su sangre atropellando los corceles de un instante eterno. Grité desde todas sus esquinas, ululé como viento arrastrando el segundo de vacilación, apretando sus dedos, mis dedos contra aquel metal que vomitaba fuego. (LMH 456) La unión de los dos planos temporales, se da por fin, en la última escena de la novela, en la que los espíritus de Lavinia e Itzá se alimentan mutuamente para asumir su destino y reconciliarse con él. Es decir, el espíritu de lucha no ha decaído a pesar de los siglos de dominación, primero española y ahora estadounidense. Ahora, a pesar de lo sombrío del panorama hay esperanza, esto es, la utopía aún es posible: La luz está encendida. Nadie podrá apagarla. Nadie apagará el sonido de los tambores batientes. […] Pronto veremos el día colmado de la felicidad. Los barcos de los conquistadores alejándose para siempre. […] Serán nuestros el oro y las plumas, el cacao y el mango, la esencia de los sancuajoches. Nadie que ama muere jamás. (LMH 458) 37 El utopismo se encuentra en las bases mismas de la revolución sandinista, es imposible pensar en ella sin el anhelo de una sociedad mejor. Sin embargo, para legitimar el movimiento, es necesario que tenga sentido humano que lo justifique. La utopía lo logra, pues es este sentimiento de esperanza lo que motiva al ser humano a buscar que se haga realidad. En La mujer habitada Gioconda Belli, intenta narrar una historia en la que los seres humanos se comprometen, se convierten en héroes guerreros que dan sus vidas por derribar al tirano que tiene oprimido a su pueblo. Es decir, desde la configuración de los personajes se delinea la justificación de la lucha y, además, se le da un sentido humano. La utopía está implícita en esta novela como parte fundamental de su estructura, de su ideación. 2.2 WASLALA. MEMORIAL DEL FUTURO Waslala se configura como una ciudad utópica, por lo menos en la planeación de ésta, pues en ese sentido cumple con algunas de las condiciones que requiere una utopía al modo de la de Tomás Moro. Planeada por los intelectuales, más específicamente, por poetas quienes anhelaban fundar un lugar que se pudiera convertir en ejemplo de civilización. Una de las características esenciales de la literatura utópica tiene que ver con la crítica de la sociedad en la que se vive. Waslala. Memorial del futuro, no es la excepción, situada en el futuro, la ideación de la ciudad surge en medio de grandes crisis que azotan este país. La visión de este futuro es profundamente desoladora, todavía están los grandes problemas sociales y económicos de la actualidad, pero acrecentados al máximo, es fácil pensar que se trata del mismo país de La mujer 38 habitada y Sofía de los presagios de no resolverse los problemas que lo aquejan en estas dos novelas. En un contexto de extrema corrupción y pobreza es que un grupo de poetas decide fundar una comunidad que pueda reproducirse y ser ejemplo de sociedad para el país y para el mundo: “Un golpe de estado, una nueva guerra, nos cayó encima. La represión que se desató fue feroz. Intuimos que al romperse el orden establecido se crearía la oportunidad, física y síquica, para que unos cuantos –sin otra salida- se animaran a ser parte de nuestro proyecto de innovación” (W 53). Es solamente bajo esta situación de represión social y de profunda desesperación que surgen ideas como la de crear una comunidad con características utópicas 8 . Entonces, la ubicación de la novela en este futuro se configura también como una crítica feroz a los problemas actuales, ya que se trata de los mismos, sólo que magnificados, llevados a una de sus peores consecuencias, es por esto que es importante anotar que al parecer no solamente se trata de una crítica a la sociedad, sino que también pareciera una advertencia sobre lo que pudiera llegar a convertirse Centroamérica de seguir con el ritmo que se lleva. Es decir, al situar el tiempo de la narración en un futuro, se permite exagerar asuntos como la tecnologización de la vida diaria y, por lo tanto la necesidad urgente de crear una sociedad que rompa y/o mejore las condiciones de vida humanas, mientras que también admite pensar que en el futuro los países latinoamericanos están, de seguir por este mismo rumbo, condenados a ser el depósito de los desechos de las grandes potencias 8 En cuanto a los motivos para la formación de una comunidad utópica, es muy clara la referencia a la comunidad dirigida por Ernesto Cardenal en una de las islas de Solentiname en Nicaragua. Además, el personaje de la novela que sugiere el lugar de fundación y el nombre, Waslala, de la comunidad utópica se llama Ernesto en una clara alusión al mismo poeta. 39 imperialistas (hay que pensar en el episodio en el que Engracia y sus muchachos se contaminan de Cesio .137, un elemento radioactivo que se utiliza hoy para dar radiación a los enfermos de cáncer, en la novela, éste se erradicó gracias a la terapia genética, pero entonces llega a Faguas como basura). Este contexto sirve también para alimentar la leyenda de Waslala, porque si bien, se trata de una situación social real (es decir, finalmente sí es un lugar real, aunque no llegó a tener el éxito que sus fundadores esperaban), se convierte con el paso del tiempo en un mito que sirve para mantener viva la esperanza de una vida social mejor que la ya existente: Para ella lo más importante era comprobar que, por razones que la lógica no podía explicar, cada quien pensaba que sólo el descubrimiento de Waslala redimiría a Faguas de su maldición bélica y les permitiría dedicar su heroísmo a una causa honorable […] O quizás, como pensara Joaquín, era tan sólo el recurso colectivo final, agotadas todas las otras ilusiones. Era un juego de espejismos de que nadie en Faguas escapaba. (W 175) De esta manera, al estar el país en constante crisis, Waslala se convierte en una especie de isla de salvación para los habitantes, por lo que ellos mismos se convierten en portadores y reproductores de la leyenda de la ciudad mítica. Waslala se alimenta de mitos que surgen alrededor de ella, claro que también por su cualidad de encontrarse en una ranura espacio-temporal. Esta mitología –como en las dos novelas anteriores- deriva de dos tradiciones específicas: la occidental y la nativa, de tal manera que a Waslala se la llevan los ceibos: “Waslala había desaparecido. 40 “Fueron los ceibos -me dijo- los ceibos se la llevaron”. En su mitología, que proviene de raíces mayas y aztecas, la ceiba es un árbol sagrado, el árbol que sostiene el mundo; si desaparece la ceiba, el mundo que sostiene, desaparece con ella” (W 57); y es un pedazo de paraíso terrenal: “El arroyo de Waslala era para mí el Tigris y el Éufrates del paraíso terrenal” (W 54-55). El nombre mismo de la comunidad tiene su origen en la mitología nativa: “No sé si sabrán que Waslala significa <<río de aguas doradas>> en el idioma de las tribus Caribes. Según las leyendas de por aquí, el río existió pero un día se levantó, se transformó en una serpiente alada y salió volando” (W 299). Esta condición, la de estar construida bajo dos tradiciones culturales, permite que se sitúe en una de las dos proyecciones que pueden caracterizar una utopía: el regreso al mito del paraíso terrenal. Una utopía se define como la planeación de una sociedad mejor ya sea en el pasado, en la Edad de Oro -el paraíso terrenal-, o hacia el futuro 9 . Se toman las cualidades que se piensa hacían de tales sociedades un ejemplo a seguir, en el caso de Latinoamérica, están por ejemplo, las civilizaciones maya y azteca idealizadas. Si bien, en Waslala no es el caso exactamente, no hay que olvidar que se trata de una sociedad planeada y ejecutada por poetas. Los que le dan la cualidad de paraíso terrenal o de mito son primero, quienes viven en el mundo “real” destrozado y, después, quienes se quedaron en Waslala y comprendieron el papel esperanzador en que se convirtió la leyenda de esa ciudad ideal que encarnaba los anhelos de paz: “No sé quien sugirió, en una de nuestras asambleas, que alimentáramos la fantasía de Waslala. Quizás esa era nuestra misión, se dijo, hacer existir la quimera” (W 325). De esta manera los habitantes 9 Véase el apartado sobre el utopismo en primer capítulo de este trabajo. 41 de Waslala deciden crear la ilusión de la sociedad perfecta aun cuando ya se encontraba en decadencia, para ayudar a que no se perdiera la esperanza. Los habitantes de este país futuro constantemente se aferran a su historia y a sus mitos, un tanto para sobrellevar la realidad, para enfrentar el “terror a la historia” como lo indicara Mircea Eliade, otro tanto para alimentar el mito de Waslala. Su ubicación se encuentra en un lugar muy difícil de encontrar, lugar que se encuentra en una ranura espacio-temporal y que, por lo tanto es susceptible de convertirse en leyenda, utilizando también para esto, un poco de especulación científica. “—Mi abuelo piensa que, sin percatarse, establecieron la comunidad en un sitio donde había una ranura en el tiempo; algo así como un traslapo en la curvatura del espacio. Waslala quedó existiendo en un interregno, tras una especie de puerta invisible… No sé, son conjeturas. Ésa es mi conjetura preferida” (W 106). La ubicación de Waslala, debe pensarse también en términos de mito, en cuanto que recuerda a ciudades míticas como Shamballa, ciudad mítica cuya leyenda dice que se encuentra en algún lugar del Himalaya, pero que hasta hoy nadie ha podido acceder 10 . El lugar para su fundación resulta de un sueño de uno de los poetas, Ernesto: “Durante una de las noches que pernoctó allí soñó con una ciudad plateada. Su nombre, “Waslala”, aparecía resplandeciente sobre los troncos viejos y monumentales ceibos” (W 54-54). Motivo 10 Corren muchas versiones al respecto de esta ciudad: “Shamballa, en su vertiente celeste o suprasensible, es descrito como el lugar donde se unen el mundo espiritual y el físico (“la ciudad donde el espíritu y la materia se encuentran”), y a la vez los Roerich refieren un Shamballa terrestre, oculto en algún punto en las laderas de los Himalayas donde habitan los Mahatmas y sus emisarios, que trabajan a sus órdenes en todo el mundo.” (Sattva). Lo importante aquí es que el tema de ciudades míticas perdidas o con la dualidad terrestre-celestial, no es una idea nueva. 42 que tampoco es nuevo, pensemos en el caso del asentamiento de los aztecas en el Valle de México, lugar revelado al sumo sacerdote en un sueño. Waslala pues, es complicada de encontrar y, por lo tanto, también difícil de corromper, a menos que la corrupción venga desde dentro, de hecho, ésta es una de las ideas principales que surgen al querer fundar la comunidad: “<<Esta célula social, insistió Ernesto, tendría que desarrollarse en un ambiente estéril, un vacío… y debía, por un tiempo no cuantificable, prescindir por completo de la tentación de multiplicarse.” (W 53). Es decir, la insularidad, la no contaminación y la pureza de sus habitantes. Las ideas y la esperanza mueven al hombre, cuando éstas se juntan, suceden ideas como las de ciudades utópicas. Los indicados para llevar a cabo esta proeza, la de crear una utopía y, por lo tanto, la esperanza de un cambio profundo en las estructuras políticas, pero más importante, un cambio ideológico son, por lógica según la novela, los poetas. Waslala es concebida por este grupo de poetas, que por supuesto conocen la literatura utópica. Los poetas son, por definición tradicional, idealistas –que no los únicos- y en consecuencia los más indicados para planear y dirigir esta tarea que necesita mucha fe en la condición y naturaleza humana o quizá ingenuidad. En la planeación de Waslala desfilan desde Cervantes hasta Moro. Sin embargo, al llevarse a cabo no resulta de la manera ideal, de tal forma que, al pasar el tiempo, la única habitante que queda, por lo menos cuando la encuentra Melisandra, es la madre que tanto añoró. Los problemas que surgen en Waslala se relacionan en su mayoría con condiciones de la naturaleza humana, es decir, la complejidad misma del hombre, de su 43 psiquis y, claro, la urgencia de satisfacer las necesidades básicas los llevaron a enfrentarse con la realidad, antes de alcanzar la perfección que pretendían: Empezamos queriendo ser democráticos. […] Las cosas anduvieron muy bien por un tiempo, pero pronto nos dimos cuenta de que el funcionamiento de la comunidad requería muchas reglas y regulaciones. Cada quien entendía la responsabilidad a su manera. […] Había que definir los medios de vida, les dijeron los de la asamblea, antes de preocuparse por definir la libertad. (W 284) Las ideas entonces, se topan con una realidad que los rebasa: la complejidad humana. En este sentido, la novela ofrece una salida al problema del porqué las utopías no son viables en su sentido clásico, ya que las distintas perspectivas humanas lo hacen prácticamente imposible. Pero esto no puede considerársele un completo fracaso, ya que si bien, fue un experimento que no prosperó exitosamente, por lo menos no como lo esperaban sus fundadores, sí logró infundir en el país desgastado por la pobreza, la guerra y el narcotráfico, la esperanza de un mejoramiento social y humano. Esta es una de las diferencias que tiene esta novela con las utopías literarias que conocemos, no se trata de una sociedad cuyos habitantes se someten alegremente a las reglas del gobierno operante, pero tampoco se llega al extremo de la distopía en la que el mundo se convierte en un infierno terrorífico. Es decir, se trata de un planteamiento de sociedad y de lo que podría pasar en caso de transferirlo de la literatura a la realidad futura latinoamericana. Finalmente, me parece que uno de los planteamientos principales de Waslala. Memorial del futuro es cumplir con dos de los objetivos de las utopías 44 positivas: criticar a la sociedad circundante y dar esperanza a quienes anhelan un mundo mejor: Quizás Waslala nunca llegue a ser el ideal que nos propusimos, es lo más probable, pero la vida me ha convencido de que la razón de ser de los ideales es mantener viva la aspiración, darle al ser humano el desafío, la esperanza que sólo puede existir si pensamos que somos capaces de cambiar nuestra realidad y alcanzar un mundo donde podamos ser bienaventurados en donde ni Morris, ni mis muchachos, ni yo ni tantos y tantos tengan que morir y vivir entre los desechos y despojos. ¿Por qué no nos vamos a permitir la libertad de soñar esto, Melisandra? (W 286) Esta es la novela Belli que desarrolla con mayor amplitud y libertad la idea de la sociedad utópica. Su estructura es una adaptación de la literatura utópica al contexto latinoamericano, es decir, la obra expone los ingredientes más significativos de una utopía: responde a la tradición utópica occidental y por lo tanto respeta algunas de las características correspondientes a esta literatura como la insularidad y la proyección hacia el tiempo futuro; se erige como una crítica ácida de las condiciones sociales, políticas y económicas de la realidad circundante; plantea el anhelo y esperanza de cambios profundos en las estructuras de la sociedad; su gran fuente inspiradora es la imaginación que en este caso se nutre de las mitologías occidental y nativa. Como se ve, ambas novelas, La mujer habitada y Waslala. Memorial del futuro están fuertemente politizadas, las dos plantean la necesidad de realizar cambios profundos en las estructuras sociales, políticas y económicas en el país. En la primera es 45 evidente el apego a la ideología revolucionaria ya que su trama deriva directamente de ella –independientemente del rasgo autobiográfico que pueda tener-, y en la segunda, la advertencia es clara en cuanto a que si no se solucionan los problemas actuales- tales como el imperialismo, el narcotráfico, etc.-. Según lo planteado en la novela, se llegará al punto de llegar a ser países-basura del primer mundo y se creará la necesidad, una vez más, de erigir una ciudad utópica. La utopía pues, está presente en ambas novelas por la necesidad de una crítica al régimen establecido y, por supuesto, de una mejoría social. 46 CAPÍTULO 3. LA EDAD DE ORO Serán nuestros el oro y las plumas, el cacao y el mango, la esencia de los sancuanjoches. Nadie que ama muere jamás. (LMH 458) A partir de la conquista, la representación del indígena se ha hecho de acuerdo a la visión europea del mismo. Desde las crónicas de los exploradores, su imagen se demoniza y degrada, incluso a pesar de que hubo quienes llegaron a observar la capacidad que éstos tuvieron para lograr lo que, bajo los parámetros actuales, se le llama civilización. Deben recordarse las cartas de Hernán Cortés, en las cuales, el indígena se representa como idólatra y convenenciero. Son pocas en realidad las crónicas en que se les concede un poco de humanidad o un poco de benevolencia, como es el caso de los Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca: “y cierto ver que estos hombres tan sin razón y tan crudos, a manera de brutos, se dolían tanto de nosotros” (Cabeza de Vaca 25). La intención de estas crónicas era más bien dar a conocer las riquezas y maravillas del mundo americano que el indígena seguramente no merecía y cuya vida debía dedicarse a convertirse en leales súbditos y/o esclavos de la corona española. Es importante anotar que estos “reportes” estaban siempre mediados por los intereses personales de los exploradores, es decir, por sus necesidades de financiación para los viajes o por la ambición de posesiones en América que les concedieran los reyes españoles. En la colonia, la discusión en torno a los habitantes nativos del continente americano se dividió en dos posturas básicas, con sus variantes por supuesto, la del 47 buen salvaje y la del indígena bárbaro. En la primera, se veía como un ser inocente y bueno, en una etapa anterior a la caída del ser humano en el pecado; al contrario, en la segunda se le considera una bestia ignorante de Dios, que solamente podría ser útil como animal de carga. En el terreno literario, los personajes indígenas hasta el siglo XIX, se analizaron, discutieron y escribieron desde la cultura Europea, esto es, desde la otredad, en ningún caso se ha erigido un texto literario desde el interior de la cultura indígena, cuando mucho nos han llegado algunos textos antiguos, cuya traducción no deja de estar permeada por la visión occidental. Incluso sus defensores más fervientes como Fray Bartolomé de las Casas lo hacían desde una perspectiva cien por ciento occidental. Este fenómeno impidió, desde el comienzo de la literatura hispanoamericana que la representación del indio se hiciera de manera objetiva y “justa”, no olvidemos que uno de los fenómenos que permitió la ‘conquista espiritual’ fue el descrédito y la destrucción de su herencia cultural. No es sino hacia finales el siglo XIX que los autores comienzan a preocuparse por representar de forma más benévola, aunque no necesariamente acertada, al indígena. Los proyectos nacionales que comienzan a formarse en esta época colman a la literatura, pero en ella los indígenas son parte de los problemas nacionales. La novela pues, realista-naturalista-romántica, hacia finales del siglo denuncia la corrupción de los gobiernos a la vez que plantea una posible solución al problema. En este contexto surgen obras como Aves sin nido de Clorinda Matto de Turner, en la que se incluye al indio. Todavía en ese momento el indígena no deja de ser el otro, un otro desconocido que forma parte de la nación y sus problemas, pero al que no se le conoce 48 verdaderamente. Las ‘soluciones’ entonces, tienen que ver con su inclusión en el mundo moderno o con su educación bajo la cobija de la religión católica y la mansedumbre. La cual convertía a los criollos y mestizos en una especie de padres protectores. Después, los personajes indígenas evolucionaron de tal suerte que se convirtieron en los caracteres principales de obras literarias durante todo el siglo XX, y dieron paso a la corriente llamada indigenismo, entre cuyos máximos exponentes se pueden mencionar a Arguedas, Miguel Ángel Asturias, Rosario Castellanos, Gregorio López y Fuentes, etc. Es importante, sin embargo, no perder de vista que la mirada sobre el indio, aún es occidentalizada y con tintes exotistas, es decir, se idealiza al indígena desde un conocimiento parcial de su cultura. Hacia finales del siglo XX comienza a verse un nuevo tratamiento del tema indígena, uno en el que se incorporan las técnicas literarias de vanguardia y se humaniza el personaje, me refiero al llamado neoindigenismo. Esta nueva perspectiva, aunque no deja de ser desde la mirada occidental, ya que los autores por lo general no son indígenas, está más a tono con la realidad humana del personaje indígena. En el caso de la novela centroamericana de mediados y finales del siglo XX, también se persigue un proyecto de nación que incluye a los indígenas, pero ahora pensando en la reivindicación de un pasado glorioso e idealizado aún cuando no haya sido enteramente así. El pasado precolombino pues, se convierte en la Edad de Oro de Latinoamérica, es la oportunidad perfecta para pensar en la sociedad casi ideal en la que las cosas eran mucho mejores, por lo tanto, hay un intento, en algunos casos, de recuperar ese pasado mítico. Ésta idealización funciona como una estrategia para los fines políticos que el autor persigue, si en la utopía, el escritor vierte sus ideas 49 sociopolíticas en su obra, idealizar las culturas nativas le sirve como proyección de lo que sería si no hubiera ocurrido la conquista española, y de lo que puede ser si recuperamos tales raíces. En el caso de las tres primeras novelas de Gioconda Belli, la revaloración de la Edad de Oro prehispánica y de las sabidurías antiguas es un tema importante. El planteamiento consiste en recuperar los valores espirituales y cívicos de estas antiguas civilizaciones para que, con la nueva sangre, es decir, la mestiza, se mejoren las condiciones políticas, económicas y sociales en América Latina 11 . 3.1 LA MUJER HABITADA En La mujer habitada, el personaje principal es Lavinia –arquitecta joven que se independiza de sus padres y poco a poco se involucra en el mundo revolucionario-; sin embargo, hay otros tres personajes de gran importancia pues determinan este acercamiento de Lavinia a la Rebelión: Felipe, Itzá y, sesgadamente, Yarince. En la historia, Lavinia conoce a Felipe en su nuevo trabajo de arquitecta, él es miembro activo de la revolución, gracias a un accidente que sufre Sebastián, otro miembro del movimiento, ella descubre todo este universo para terminar completamente integrada a él. Itzá y Yarince, son una pareja de guerreros indígenas en la época de la conquista, que pelearon hasta el final de sus vidas para resistir la invasión española. Itzá renace en un naranjo en el patio de Lavinia, su jugo, despertará la sangre indígena dormida en la protagonista, alentándola para que se convierta también en guerrera. 11 Es claro que no es Belli la primera en plantear esta idea, es imposible no pensar, por ejemplo, en La raza cósmica de Vasconcelos. 50 En La mujer habitada hay una clara mitificación de los personajes indígenas, pero además sus consecuencias llegan hasta la época del presente de la novela, esto, dentro del entramado de la novela da como resultado un crisol de interpretaciones que enriquecen el significado y, por supuesto su interpretación que, en este caso, funciona como una utopía proyectada hacia el pasado. Itzá 12 y Yarince, nativos de América, nacieron justo cuando los españoles entraron al continente, hecho que ya modifica, por el miedo que la comunidad tenía a los conquistadores, las costumbres y tradiciones de los pueblos americanos. Itzá narrará la lucha a la que se debe enfrentar su pueblo, cómo se dio poco a poco el exterminio de su cultura y de la gente que se resistió a la ocupación; narrará también sus costumbres y el sufrimiento interno y externo de su pueblo. Al configurarse el personaje de Itzá como quien narra su vida y se describe, es claro que se ficcionaliza desde dentro de la cultura, lo cual implica que se pueden narrar con toda verosimilitud aspectos esenciales de la cultura tales como la religión –aunque por supuesto, no deja de ser una ficcionalización-. Itzá constantemente se refiere a sus creencias y dioses, incluso, el que haya reencarnado en un árbol de naranja nos remite a la cosmovisión de la cultura indígena, es decir, en contraste con un narrador 12 Al parecer, para el personaje de Itzá, Belli se basó en un personaje legendario de la historia de la conquista, que según su libro autobiográfico El país bajo mi piel. Memorias de amor y de guerra, su abuelo le relató: “Montada en el caballo que el capitán español que era su amante le regalara, Flor de Caña no vaciló en salir con su arco y flecha a matarlo cuando éste atacó a traición a su padre, el gran cacique de Subtiava, Agateyte. <<Muere traidor de mi pueblo, ladrón de mi honra, asesino de mi padre>> gritó la princesa atravesándolo de un certero flechazo para luego lanzarse galopando en medio de las llamas de la casa paterna. […] Sus datos y los recuerdos de mi abuelo Pancho, me inspiraron el personaje Itzá en mi novela La mujer habitada.” (Belli El país bajo mi piel 186) 51 omnisciente, la voz de Itzá permite una interiorización más sentida, más vívida y personal de los acontecimientos narrados. Porque no sólo se trata de la cosmovisión de una cultura, sino que además está la perspectiva femenina de la misma que la modifica, transgrede e influye en el comportamiento de otro de los personajes principales: Lavinia, pero esto último se verá más adelante. Itzá es el primer personaje que aparece en la novela, ella inaugura el discurso, nos presenta su renacimiento en el árbol de naranja: Vi las raíces. Las manos extendidas, llamándome. Y la fuerza del mandato me atrajo irremisiblemente. Penetré en el árbol, en su sistema sanguíneo […] Me pregunto si habré llegado, por fin, a las tierras tropicales, al jardín de abundancia y descanso, a la alegría tranquila e interminable reservada a los que mueren bajo el signo de Quiote-Tláloc, señor de las aguas… Ha vuelto a nacer, habitado con sangre de mujer. (LMH 11-12) Hay entonces, desde el inicio de la novela el planteamiento de una manera distinta de ver y entender la vida y la muerte. Si bien es cierto, que este tipo de cosmogonía no se ha perdido del todo en Latinoamérica, sólo se conservan en un sustrato inconsciente del mestizo, es nada más en los pueblos indígenas puros en los que se puede apreciar este sistema de pensamiento, aunque diluido por la influencia occidental. Es por esto que es preciso anotar entonces que se presenta una ficcionalización del mundo indígena lo más fiel posible, o por lo menos, que parezca auténtica, razón por la cual, Itzá es el único personaje configurado como narrador. Además, la historia se 52 vuelve más confiable y verosímil, pues no sólo se habla de la cosmovisión por fuera, sino que es la historia ficcionalizada desde el yo. Esa historia implica múltiples aspectos que conforme avanza la historia componen al personaje de una manera muy completa: situación de la mujer en la sociedad, ideología, religión, circunstancias históricas. El personaje tiene entonces la posibilidad de desarrollarse con profundidad. La idealización y humanización del indígena en esta obra en particular funcionan en consonancia con la causa que se persigue según la anécdota. Se trata de dos mujeres en el mismo espacio pero en diferente tiempo conectadas por sus circunstancias de vida. Fernando Aínsa apunta, refiriéndose también a la idealización del tiempo mítico indígena que: “los tópicos del utopismo fundado en el pasado pueden rastrearse en los planteamientos revolucionarios y en ciertos planteamientos ecologistas e indigenistas que se han manejado en América Latina, al reivindicar una presunta Edad de Oro prehispánica destruida con la llegada de los conquistadores” (Aínsa 33). Podemos hablar de un tiempo mítico claramente idealizado, que en la novela funciona como el antecedente que marcará a los personajes del presente. A lo largo de la historia de Itzá y Yarince vemos una serie de mitos que los dibuja con ciertas características idealizadas convergentes en su cualidad guerrera. La muerte en la cosmología nahua plantea que dependiendo del tipo de muerte es el lugar del inframundo al que se va, el Tlalocan es el lugar al cual van quienes mueren por rayo, ahogados, o por alguna enfermedad y que se configura como un mundo casi perfecto: “en donde jamás faltaban alimentos y frutos, además de ser un lugar de constante verano donde podían regocijarse y no pasar pena alguna” (Matos Moctezuma 58). Este será entonces el lugar al que está destinada Itzá: “Los ancianos, sabios, condujeron la 53 ceremonia a la orilla del agua, hasta que Tláloc me cedió a los jardines” (LMH 386). Yarince en cambio, le corresponde la muerte de los guerreros (Felipe y Lavinia tendrán la misma suerte): “tanto los guerreros como los sacrificados habitaban la parte oriental del cielo […] Pasados cuatro años después de la muerte, las almas de estos guerreros se convertirían en diversos tipo de aves” (Matos Moctezuma 59). Es por esta razón que Itzá se pregunta si Yarince estará surcando los cielos convertido en pájaro: “De todos es sabido que los guerreros regresan como colibríes a volar en el aire tibio” (LMH 57). De hecho, el final de la novela –la muerte de Lavinia- alude a este mito: Ni ella ni yo hemos muerto sin designio ni herencia. Volvimos a la tierra desde donde de nuevo viviremos. Poblaremos de frutos carnosos el aire de tiempos nuevos. Colibrí Yarince Colibrí Felipe danzarán sobre nuestras corolas, nos fecundarán eternamente Viviremos en el crepúsculo de las alegrías en el amanecer de todos los jardines. (LMH 458) Ahora bien, como se ve, estos dos personajes se configuran como seres que, gracias a su lucha, después de su muerte están destinados a un lugar que bien podría interpretarse como una especie de paraíso, la idealización por tanto se perfila hacia la figura de la cosmovisión indígena. Los personajes indígenas de esta novela tienen desarrollados valores que parecen ser implícitos de su raza. Ambos son valientes, se enfrentan al invasor sin dudas ni 54 temores y completamente convencidos de que pueden vencer al enemigo. “Éramos jóvenes. No queríamos morir pero tampoco podíamos aceptar la esclavitud como salvación de la muerte” (LMH 336). Por esto es importante que sea Itzá, una indígena de la época de la conquista, quien se encargue de despertar en Lavinia su conciencia 13 . No se trata de una historia en la que la idealización resulta del éxito de la empresa, pues finalmente ambos personajes mueren, más bien lo que importa es el carácter de la raza indígena: valor, astucia, coraje, etc. Según la novela, serán estos valores, inherentes al indígena los que proporcionarán un sentido de orgullo en las raíces de los guerreros actuales, es decir, los mestizos y, sobre todo, mantendrá la esperanza de que la utopía se realice. Hay pues, en La mujer habitada, una revaloración de los habitantes nativos de América, de sus valores y cosmogonía. Sin embargo, la idea de Belli no es una vuelta a la prehispanidad, porque además es imposible, sino más bien, su propuesta incluye la recuperación e inclusión de algunos de los valores indígenas en la sociedad actual, es decir, en la novela, la idea es recuperar en los mestizos los rasgos del ser indígena. Esta idea ya la ha trabajado Mónica García Irles: “la respuesta que Gioconda Belli va a dar reside en el mestizaje, un mestizaje que parte de un sustrato indígena reivindicado y reinventado por la autora y enriquecido además con aportaciones bíblicas y clásicas que a su vez conforman el núcleo de la cultura europea” (García Irles 29). Esta es una idea que se ensaya desde el inicio de la novela, quien generalmente lo hace es Itzá, ella inmediatamente nota que Lavinia no es 13 Al parecer, la historia de la revolución nicaragüense en sí misma, principalmente por las insurrecciones indígenas en pueblos como Moninbó, dieron a los intelectuales la idea de un paralelismo entre ambas guerras, Ernesto Cardenal en sus memorias La revolución perdida hace constantes alusiones a las semejanzas tanto de la represión como de la fiereza de los guerreros y/o guerrilleros. 55 como ella, pero que también comparte algunas de las características de su pueblo: “Tiene rasgos parecidos a las mujeres de los invasores, pero también el andar de las mujeres de la tribu, un moverse con determinación, como nos movíamos y andábamos antes de los malos tiempos. Me pregunto si trabajará para los españoles” (LMH 13). Se pregunta también “qué raza será ésta, mezcla de invasores y nahuas” (LMH 49). Conforme avanza la novela, Itzá vuelca sus recuerdos y sentimientos en Lavinia gracias a que ella toma el jugo del árbol de naranja en el que reencarna. Poco a poco comienza a despertar en ella la sangre dormida de sus antepasados: Poco queda ya de aquella mujer dormida que el aroma de mis azahares despertó del sueño pesado del ocio. Lentamente, Lavinia ha ido tocando fondo en sí misma, alcanzando el lugar donde dormían los sentimientos nobles que los dioses dan a los hombres antes de mandarlos a morar la tierra y sembrar el maíz. Mi presencia ha sido cuchillo para cortar la indiferencia. Pero dentro de ella existían ocultas las sensaciones que ahora afloran y que un día entonarán cantos que no morirán. (LMH 209210) Este es el proceso mediante el cual, la conciencia, que viene desde tiempos prehispánicos idealizados, se abre en Lavinia. Queda claro que el papel principal de Itzá en el presente novelado es el de hacer surgir esos pensamientos que ya estaban presentes en ella. “Después de todo, lo indígena lo llevamos en la sangre” (LMH 279). Este despertar Itzá lo hace a veces de manera sutil, haciendo surgir en su cabeza algunas imágenes, pero en algunas ocasiones, puede ser un tanto brusco y desconcertante como cuando compara directamente a Felipe con Yarince: 56 -¿Y quién es Yarince –preguntó Flor, curiosa. -¿Qué? –dijo Lavinia-. ¿Qué dije? -Que luchaba como Yarince… -No sé quien es Yarince. No sé de dónde me salió. -¿No has estado leyendo sobre la conquista española? –preguntó Flor, y Lavinia negó con la cabeza-. (LMH 278) Es este momento en el que se ve directamente la influencia de Itzá, pero en este punto ya sabemos que no es formado en la tradición indígena precisamente, sino que vivió y estudió en Alemania. La sangre india se agita en Felipe a la hora de pelear, además, Itzá le reconoce la estirpe guerrera: “Reconozco mi sangre, la sangre de los guerreros en Felipe, el hombre que yace en la habitación de Lavinia, revestido de serenidad y con actitud de cacique” (LMH 87). Sin embargo, el lado occidental no está precisamente olvidado. En Lavinia la vena occidental es la que se encuentra presente en la superficie de su formación. Así constantemente se hacen alusiones a esta tradición: “Le parecía estar oyendo hablar a Ulises de su regreso a Ítaca” (LMH 56). El legado occidental es del que Lavinia tiene mejor manejo y conciencia, a diferencia del prehispánico que Itzá despierta poco a poco. El conflicto que plantea la novela tiene su origen en la revolución porque ésta se da como la salida única y necesaria para lograr el cambio. Sin embargo, para que funcione y logre sus objetivos deberán hacerla quienes posean las cualidades necesarias, en La mujer habitada, dichas virtudes provienen de dos fuentes: la tradición prehispánica y la cultura occidental. Esta unión, es decir, la ‘sangre nueva’ del mestizo, 57 se convertirá, si no en la solución, sí en la vía posible para formar una sociedad mejor organizada y más justa. 3.2 SOFÍA DE LOS PRESAGIOS La religiosidad es una parte importantísima de la vida del ser humano. En América esto es muy claro, antes de la conquista, las grandes civilizaciones organizaban sus gobiernos bajo la influencia de sus cosmovisión religiosa –por lo menos en apariencia en los estratos sociales altos-; después, con la llegada de los conquistadores españoles se dio lo que se llamó ‘conquista espiritual’, que derivó en un interesante sincretismo que todavía se puede ver, de tal manera que es a veces muy difícil dilucidar cuáles elementos provienen de la tradición occidental y cuáles de la nativa. Sofía de los presagios es la historia de vida de Sofía, hija de un gitano y una mujer no perteneciente a la tribu. Su madre cree que la deja con su padre cuando lo abandona, y su padre asume que su mujer se fue con la niña, de tal manera que ambos creen que está con el otro, mientras la niña en realidad se pierde en el Diriá, pueblo de brujos. Allí es adoptada por un rico hacendado de la región y por una mujer sola que ha perdido sus hijos en la revolución. Sofía crece con la mejor educación, pero siempre es criticada y temida por su condición de gitana y su espíritu indomable, principalmente cuando comienza a descubrir la espiritualidad antigua bajo la influencia y protección de los brujos del pueblo. La vida de Sofía está llena de presagios que tienen que ver con círculos no cerrados, con la condena de repetir el pasado; son los brujos del Diriá quienes la ayudan, con su espiritualidad, a resolver el enigma y romper el círculo. Sofía se casa con René, un hombre que, con su machismo, le hace la vida miserable, sin 58 embargo, se divorcia de él y consigue tener una hija, quien será finalmente quien rompa el círculo que amenaza su futuro. Está presente en la novela el sincretismo religioso, en el que se pueden distinguir básicamente dos tipos de espiritualidad: aquella que está acompañada del conocimiento ancestral que se identifica con distintas tradiciones antiguas (indígena y europeas antiguas) y, la que se basa en la tradición católica romana. Como podría esperarse, no hay una línea divisoria clara, por el contrario, hay momentos en los que resulta difícil distinguir una de otra, pues la idea de la autora estriba en regresar al conocimiento antiguo que está presente en ellas. Trataré en este apartado del pensamiento religioso indígena, gitano y católico en la obra, porque me parecen los más significativos dentro de la novela y los más relevantes para este estudio. Este sincretismo religioso, tan propio de América Latina, se puede explicar desde la perspectiva de Guillermo Bonfil Batalla quien califica estos procesos como de “resistencia cultural”: el llamado sincretismo se entiende no como una amalgama indiscriminada de elementos de diversas procedencias (una especie del collage de devociones), sino como producto de un complejo proceso de apropiación mediante el cual, las diversas sociedades indias han hecho suyos símbolos, signos y prácticas de la religión impuesta y los ha reorganizado y reinterpretado en el seno de su propia matriz religiosa; es decir, los han aceptado, por necesidades de la situación colonial, pero los han supeditado a un esquema que no es cristiano y que tiene su origen en la religión mesoamericana. (Bonfil Batalla 196) 59 Este proceso no es privativo de México, se trata de un fenómeno que sucede en todo el continente. En Sofía de los presagios, se ve claramente dicho sincretismo cuando, por ejemplo, el padre de Sofía muere y se describe el novenario de oración en su honor: “En el Diriá, los nueve días católicos son un sincretismo de antiguas religiones indígenas que por tradición obligan a celebrar…” (SP 97-98). Claro está que podría, como en este caso, tratarse del sincretismo de más de dos religiones pues la historia está lejos de ser tan sencilla como el encuentro de solamente dos mundos. En Latinoamérica hay todavía huellas de la religiosidad prehispánica 14 , relativamente fácil de identificar, debido a que una de sus características básicas es la sacralización de la naturaleza, sus creencias están íntimamente relacionadas con el mundo físico natural. Elementos como la madre tierra, la luna, el agua, las montañas, etc. se ven como fuerzas que representan el poder de Dios y que, por lo tanto, influyen directamente en la vida del ser humano. Es importante anotar que en algunos de estos pensamientos religiosos la mujer era parte importante de la espiritualidad, es decir, no sólo había dioses también había diosas, se les consideraba las guardianas del conocimiento y, por lo tanto, se les respetaba como tales. Esto deriva de tiempos antiguos en los que la organización social era matrilineal, gracias a su capacidad de tener hijos, lo cual era primordial pues eran ellas las que aseguraban la reproducción de la especie y, por lo tanto, su conocimiento y su pensamiento no era puesto en duda: “A favor de este arché se podría argumentar que los animales nacían también de una 14 Asumo que se trata de espiritualidad prehispánica por las características que ésta presenta en la novela: identificación con la naturaleza, la herbolaria y los rituales ceremoniales que recuerdan las ceremonias de los hombres de medicina que siguen estas tradiciones. 60 madre, las plantas nacían de la ‘madre tierra’ y daban (o producían) frutos cíclicamente. La mujer se volvería así el símbolo más acabado de esta manera de operar de todo lo existente” (Carrillo Castro 33). Eran pues, quienes poseían el secreto de la creación para el sostenimiento de la vida, se erigieron entonces como la base que sostiene la existencia humana y, en consecuencia, quienes tenían el derecho natural de gobernar. A lo largo de la novela se efectúan rituales basados en la cosmovisión de tradiciones ancestrales, cuyo fundamento es muy parecido al conocimiento de los pueblos nativos americanos: “se reconoce la condición del hombre como parte del orden cósmico y se aspira a una integración permanente, que sólo se logra mediante una relación armónica con el resto de la naturaleza. Es obedeciendo los principios del orden universal como el hombre se realiza y cumple su destino trascendente” (Bonfil Batalla 56). Para los pueblos indígenas, el ser humano forma parte de un ‘orden universal’, que lo proyecta, no sólo hacia el universo, sino hacia adentro y al ambiente que lo rodea. Así, la espiritualidad, sus representaciones y manifestaciones estarán íntimamente relacionadas con la naturaleza. Por esto es que El Mombacho se erige como montaña sagrada y el agua del volcán presagia el futuro 15 . Así, Xintal, la mujer vieja que habita el volcán: “haba [sic] de diosas y no de dioses. Para ella, la tierra es la mayor de las divinidades, la madre de todos los frutos y de toda la vida” (SP 121). Aparecen entonces, a lo largo de la obra, rituales que bien podrían pertenecer a los ritos tradicionales de los hombres de medicina indígenas, como la ceremonia de 15 En Nicaragua, el Bombacho es un volcán que efectivamente existe y que se encuentra rodeado de leyendas, como la de una viejecita vestida de blanco que se aparece; o una en la que se dice que si los visitantes cortan su fauna, el volcán los confunde para que no encuentren el camino de regreso. 61 protección que le efectúan a Flavia (SP 279-283), en los que están presentes algunos elementos como el número cuatro (puntos cardinales, los elementales), pero que también es fácil identificar con religiones antiguas en que se regían por la naturaleza y que respetaban los conocimientos de las mujeres 16 . La religiosidad católica, al ser impuesta por los españoles a los nativos americanos de manera violenta, pudo resultar confusa para quienes les era ajena a su cosmovisión, de tal manera que no es difícil imaginar que para ellos la vivencia no era completa, aquí una de las razones del sincretismo. Además, la institucionalización y la urgencia de utilizarla como medio de sometimiento han hecho que el conocimiento se traduzca en enseñanzas, que de no cumplirse, acarrean castigos de tipo espiritual que son mucho más terribles que los terrenales. De esta manera, en Sofía de los presagios la sabiduría de esta religión, por lo menos en el plano superficial y público, tiene más que ver con la represión sociocultural que con la experiencia religiosa. Sofía, por lo tanto, encuentra en el catolicismo, porque ella la recibe superficialmente y como mecanismo de control, represión, malos entendidos y desprecios, contrario a lo que descubre en las religiones antiguas cuya visión de mundo es menos severa en esos aspectos, aunque claro, en ellas también se castigaban los comportamientos que podrían poner en riesgo la estabilidad de la sociedad. Es decir, lo que Sofía conoce de la religión católica termina por no satisfacer sus necesidades espirituales, a diferencia de lo que ocurre con otras los otros pensamientos religiosos a los que tiene acceso. 16 Con esto no quiero decir que este se trate de un ritual que se haga en la realidad, simplemente sigue la fórmula de los rituales que realizan los hombres de medicina indígenas actualmente, de tal manera que resulta verosímil que una ceremonia de ese tipo pueda llevarse a cabo. 62 En Sofía de los presagios se retoma entonces el tipo de espiritualidad que se manifiesta en las tradiciones antiguas, de las que forman parte las prácticas indígenas, que por lo demás es presentada positiva y sin ningún tinte de negatividad. Es decir, las religiosidades antiguas, representadas en la novela por Doña Carmen, Samuel y Xintal, resulta benéfica para la protagonista, son estos “brujos” quienes predicen el futuro de Sofía y, además sus rituales la ayudan y guían en su búsqueda identitaria y espiritual. En la novela, la autora al parecer propone que este tipo de religiosidad responde mejor a las necesidades de la protagonista, ya que en ellas no hay rastros de algunas características que popularmente identifican a la católica, tales como la represión sexual y la dependencia de la mujer con el hombre, primero al padre y después al esposo. Hay en la novela una diferencia fundamental en la comparación de quienes encarnan las dos espiritualidades principales que se presentan en la novela (como veremos más adelante, el “misterio” gitano sirve solamente para exacerbar el mito y el miedo que infunde Sofía en el pueblo), son muy distintos entre sí. Mientras que Xintal, por ejemplo, es dibujada como una mujer muy antigua y sabia de conocimientos antiquísimos: Ella ha sido bruja por generaciones, le dice. Las brujas están encargadas de conservar la sabiduría ancestral de mujeres, que desde tiempos remotos, antes de que se las persiguiera, y obligara a la docilidad, veneraban la tierra y conocían el secreto de las buenas cosechas, los poderes mágicos de las plantas y las entrañas de ciertos animales (SP 121). 63 Al padre Pío, sacerdote católico, en cambio, se le ve como una persona común y con defectos que atañen a cualquier ser humano como la morbosidad. Este defecto en particular es importante porque, según la iglesia católica, como representante de Dios en la tierra, no debe ostentar este tipo de fallas que acusan una baja calidad moral. Qué mejor medio para criticar la iglesia católica que apuntar los defectos, con tintes caricaturescos, de quienes se supone, son los guías espirituales de esta fe: Hace años que el padre Pío ha perdido conciencia de lo morboso de su curiosidad y se ha convencido de que es necesaria para dar consejos espirituales. Después de todo, el cuerpo era responsable de todos los pecados y hasta la más beata de las mujeres, dadas las inclinaciones de la naturaleza femenina, era proclive a los peores pecados de la carne. (SP 192) Entonces este trato para con la religiosidad católica resulta en una idealización de las culturas antiguas, o sea, estamos ante el anhelo de la Edad de oro. En este caso en particular, el mundo creado por Belli, es uno en el que no se han perdido del todo las formas antiguas de vivir la espiritualidad, por lo que en cierto sentido regresar y/o retomarlas, crearía un bienestar. Se trata entonces de una utopía, que al menos en parte, se proyecta hacia el pasado que no se ha perdido del todo. Empero, lo que le interesa al narrador de esta historia es poner de relieve la importancia de los conocimientos de estas culturas, no precisamente sus tradiciones, por lo que no profundiza mucho en ellas; solamente se avoca a pensar en estas culturas en términos de su sabiduría ancestral como un camino o solución a las necesidades de la protagonista y, en todo caso de las sociedades latinoamericanas. 64 El pueblo del Diriá, en el que sucede la historia, a pesar de ser descrito como un pueblo de brujos, es principalmente católico, pareciera que muy lejos de la “civilización”, o sea, lleno de supersticiones y de rumores, motivo que se utiliza como uno de los factores que desencadena la incomprensión y el odio de los habitantes del lugar hacia Sofía. Desde que ella llega al pueblo es objeto de murmuraciones, tanto de su origen como de sus “dotes” de gitana, así, con el tiempo llega a tener fama de estar relacionada con el Diablo: “piensan que la gitana es hija del demonio o que el diablo sólo espera el momento para llevársela por los aires, poseerla y dejarla preñada del anticristo” (SP 77-78). Esto se puede explicar gracias a la naturaleza del pueblo gitano, tradicionalmente su cualidad de nómadas y debido a que se trata de una sociedad cerrada y difícil para integrarse a la sociedad sedentaria, se les ha conferido un aire de misterio. Además han sido objeto de leyendas que exacerban la imaginación de quienes desconocen su cultura, dando por resultado que fructifiquen historias imaginativas en torno a ellos: “La realidad sigue recubierta en gran parte por la imaginación. Prejuicios y estereotipos continúan inspirando y justificando las actitudes y los comportamientos hacia aquellos a los que se llama gitanos” (Liégeois 9). En la novela, es muy poca la información que se da respecto a la cultura gitana, sólo se hacen pequeñas alusiones como la siguiente: “Los gitanos eran portadores de misterios arcanos y desde siempre pudieron aprisionar el futuro y el pasado en luminosas bolas de cristal. Para ellos la muerte era sólo otra dimensión, una curva de la esfera moviéndose a otra velocidad” (SP 79). Ahora bien, la historia gitana desciende de tradiciones antiquísimas que es casi imposible rastrear debido a la naturaleza misma de estos pueblos, pero sí existen hipótesis, basadas en su lenguaje, que los sitúan como un 65 pueblo de origen hindú, por lo tanto, esto los haría también poseedores de los conocimientos de estas culturas milenarias (Liégeois 37). Como es posible apreciar en la novela, hay una contraposición de puntos en cuanto a religiosidad se refiere. Por un lado, se encuentra la religiosidad que tiene que ver con la sabiduría de pueblos antiguos, además claro, del misticismo que rodea a los pueblos gitanos. Por el otro, está la religión que se impuso a la llegada de los conquistadores españoles, es decir, la institución católica. La utopía entonces se encuentra implícita con la recuperación de la Edad de Oro, al retomar la experiencia espiritual del pasado, ya que si bien, también se toma en cuenta la tradición católica, no es ésta la que ayudará y/o responderá a las necesidades espirituales-emocionales de la protagonista. Es el pensamiento religioso que se desprende de sabidurías antiguas americanas y europeas, el que le dará a Sofía, cuyo nombre significa sabiduría, la solución al enigma que signa su vida y la de quienes la rodean. Esto es, estas religiones que reivindican la sabiduría de la mujer y su naturaleza serán las que la rescaten del mundo que la oprime y le dé la dignidad, el poder y el conocimiento que la hacen especial frente al hombre. De esta manera es que la utopía se proyecta en esta historia hacia el pasado, pero también hacia el futuro, es decir, sí teníamos una especie de Edad de Oro en la época prehispánica -ya que ésta es más armónica con la naturaleza humana y sus circunstancias-, en un futuro próximo se podrá mejorar la sociedad si se recuperan los valores humanos y/o religiosos de los habitantes nativos de América y las enseñanzas antiguas occidentales. 66 CAPÍTULO 4. EL UTOPISMO FEMENINO Nunca comprendió que simplemente no podía quedarme en la casa. Jamás le perdonó a Citlalcoatl que me enseñara a usar el arco y la flecha. (LMH 27) En Latinoamérica, la mujer ha desempeñado el papel de esposa y madre; en contadas excepciones puede decirse que la actuación de la mujer en la sociedad no se ha supeditado a esas funciones. Es apenas en el siglo XX cuando comienzan a cambiar estas condiciones, por lo menos de manera más notoria. En Nicaragua, la situación no es distinta, Milagros Palma, en un estudio que hace sobre la mujer a través de la tradición oral mestiza, indica que la mujer comenzó a reconfigurar su imagen a partir de la revolución sandinista en la que surge la figura de la guerrillera. La mujer guerrillera participando activamente en la revolución, comenzó a cambiar y exigir la transformación del papel para la mujer en todas las actividades sociales, económicas y políticas del país. Remontándonos en la historia americana, en las sociedades prehispánicas veremos que hay versiones encontradas respecto a la vida cotidiana de la mujer y de cómo era tratada socialmente. Quienes estudian los códices nahuas17 , como el Dr. Miguel León Portilla en su libro, Los antiguos mexicanos, apuestan por un trato respetuoso hacia la mujer, sí como educadora y cuidadora del hogar, pero siempre honrando esa posición: “es oficio suyo preparar la bebida, preparar la comida. Debe abrazar también lo que es el oficio de la mujer, el huso, la cuchilla del telar. Ha de abrir 17 La civilización nahua o azteca, se trata en La mujer habitada, mientras que en Sofía de los presagios no se hace la aclaración, pero bien se podría pensar, debido a la ubicación de Nicaragua, en la civilización maya. 67 bien los ojos para aprender las varias artes toltecas: el arte de las plumas, los bordados de colores, el arte de urdir las telas y de hacer su trama.” (León-Portilla 152). Sin embargo, esta posición no parece ser menospreciada por la sociedad o indicar inferioridad alguna con respecto al hombre. Por el contrario, hay quienes solamente se enfocan en la parte violenta u oscura del trato hacia la mujer: “La mujer estaba dedicada al comercio local, a la prostitución, al cultivo de la parcela y a la domesticación de animales y a la reproducción humana” (Palma 267). Más adelante, esta misma autora asegura que en la guerra era común e incluso moneda de cambio, el rapto, la compraventa y la violación de la mujer. Si bien siempre estuvo sujeta a la vida doméstica, la diferencia entre ambas versiones estribaría en la violencia hacia ellas y en el respeto a su papel en la sociedad. La participación de la mujer durante la colonia y hasta mediados del siglo XX ha sido muy escasa, la historia ha registrado a muy pocas mujeres que afrontaron el poderío del hombre, de hecho, las representaciones que se hacen de la mujer casi siempre han sido a partir de su desempeño como encargada del hogar y en su papel de reproductora. La liberación femenina dio pie a que las mujeres, principalmente las de clase media y media alta, ya que son quienes tienen acceso a la educación, comenzaran a formar parte de la fuerza de producción del país aunque sin cambiar mucho el tipo de vida en el hogar. Según Palma: “el avance más espectacular en todo el fenómeno prerrevolucionario consistió en la insurrección abierta de la joven burguesa de buena familia, escandalizando el orden tradicional. Esto aparece expresado y legitimado en una literatura insolente que por primera vez surge en las voces de las poetas en actitud de desobediencia total.” (Palma 281-282). Es a partir de entonces que las mujeres 68 comienzan su participación activa en todos los ámbitos del país. En las imágenes de la revolución sandinista, es común ver a la mujer uniformada formando parte de las filas del ejército, no como acompañante del hombre, como sucedía en la Revolución Mexicana en el caso de la soldadera, sino como soldado, es decir, las mujeres fueron parte importante en la lucha desde dentro. Actualmente, Nicaragua cuenta con grupos como el Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM), cuyo principal objetivo es luchar por los derechos políticos y civiles de las mujeres en el país. Parte importante de este proceso de transición, lo constituye la literatura, ya que se convierte en parte activa, a la vez que consecuencia de tales cambios. Quienes se levantan como voces privilegiadas para registrarlo artísticamente son las mismas mujeres, principalmente aquellas que vivieron estas experiencias en carne propia, como en el caso de Belli. En las obras de Belli, las protagonistas son mujeres de carácter fuerte que deciden enfrentar su situación cara a cara y con eso, cambiar el estatus de la mujer en la sociedad. Ellas lo hacen a través de su participación social y/o por medio de su espiritualidad. La utopía en este caso aparece como la necesidad de cambiar la situación de estas mujeres, llegando a tener relaciones de igualdad tanto en lo social como en lo doméstico. 4.1. LA MUJER HABITADA En La mujer habitada la utopía en esta novela también tiene que ver con el papel que desempeña la mujer tanto en la sociedad como en la revolución. Ambas protagonistas, por las violentas circunstancias que las rodean, deben reconstruir su identidad femenina para, a partir de allí, dar la cara a la situación. Es así como desafían reglas sociales y 69 culturales de su tiempo, en épocas además decisivas en la historia de sus pueblos, períodos en los que su participación se vuelve crucial en el trance histórico en el que se encuentran. En esta novela, las protagonistas se presentan como auténticas guerrilleras que, además toman sus propias decisiones. A pesar de que en La mujer habitada se muestra el avance en el cambio del papel de la mujer en varios ámbitos como las relaciones laborales y de pareja; el más significativo es aquél que alude a la lucha armada ya que en ella es que Lavinia e Itzá reconstruyen su imagen de sí mismas. En el pasado, Itzá se empeña en participar en la lucha contra el invasor aun en contra de los deseos de su madre, quien representa las costumbres de su pueblo: “Fui afortunada. Aunque mi madre se enfurecía, yo siempre tuve inclinación por los juegos de los muchachos, los arcos y las flechas. Ella no concebía que las mujeres pudieran guerrear, acompañar a los hombres” (LMH 143). Como es de esperarse, la mujer en la cultura nahua, como en casi todas las culturas, históricamente estaba dedicada al cuidado del hogar, no podemos saber con seguridad si en la época histórica esto representaba algún conflicto para las mujeres que vivieron tal situación, no obstante, la autora lo reviste de acuerdo a su visión del siglo XX. Incluso con la educación que había recibido ella: “Había desafiado lo que es propio para las mujeres, yéndome a combatir con Yarince. Era considerada una <<texoxe>> bruja, que había encantado a Yarince con el olor de mi sexo” (LMH 86). Además de tener que hacer frente a su comunidad, es acusada de bruja, esto es, encara la incomprensión de la sociedad en la que vivía. Este personaje, se convierte en una especie de ejemplo de valentía. Éstas son las 70 características de su personalidad que ella habrá de provocar en Lavinia para que tenga la fuerza para actuar en su momento y reposicionarse como mujer. Lo que sabemos de Itzá es a través de sus propias palabras, su voz se configura como narrador. Esto es importante, porque su voz, como un estado de conciencia, atraviesa la historia, delineándola para ayudar al lector, a quien pareciera dirigirse, a encontrar esta nueva construcción femenina: “Fueron difíciles esos tiempos, yo volvía a las cuevas triste. Hasta llegué a pensar que estaba hecha de una sustancia extraña; que no provenía del maíz. O quizás, me decía, mi madre sufriría un hechizo cuando me llevaba en su vientre. Quizás yo era un hombre con cuerpo de mujer. Quizás era mitad hombre, mitad mujer” (LMH 165). El proceso que sufre Itzá en la elaboración de su identidad, a pesar de este tipo de cuestionamientos y reflexiones, nunca se traduce en dudas sobre las acciones que acomete en contra del invasor. Su proceso va encaminado a hacer visible la realidad de la mujer a la hora de enfrentarse a este tipo de situaciones en las que debe actuar, incluso ya no por decisión propia, sino por necesidad. Es además esta voz, la que despertará en Lavinia el llamado que la llevará a ser parte del movimiento guerrero sin ningún tipo de miedo. Lavinia en el presente, como su igual Itzá en el pasado, reta a la sociedad y a su educación burguesa, sólo que ella lo hace en varios asuntos. El primer desafío de Lavinia al regresar de Europa a Faguas será el mudarse sola a su propia casa. La tía Inés, el personaje que encarna el contrario de su madre, le hereda la casa por la cual se da la ruptura con su familia. Claro que esta casa simboliza la independencia de Lavinia: “Ella quería ser arquitecta y tenía derecho, le dijo. […] Tenía derecho a soñar con ser algo; ser independiente. Y le allanó el camino antes de morir. Le heredó la casa del 71 naranjo y todo cuanto contenía <<para cuando quisiera estar sola>>” (LMH 15). Esta situación le crea conflictos con su familia: “Desde el almuerzo aquél en que anunció que había decidido hacer su <<vida>>, mudarse a la casa de la tía, no los veía.” (LMH 59). En los setentas es cuando las mujeres de familia burguesa comienzan cambiar sus roles: “el avance más espectacular de todo el fenómeno prerrevolucionario consistió en la insurrección abierta de la joven burguesa de buena familia, escandalizando el orden tradicional” (Palma 281-282). En la literatura de Belli, las alusiones a este tipo de pensamiento, novedoso en los setentas nicaragüenses se hacen principalmente a través de las reflexiones y acciones de Lavinia, como el ejercer la carrera profesional que ella escogió haciéndose independiente de su familia. El ‘despertar’ de Lavinia ocurre por dos circunstancias especiales, primero, su encuentro y relación con Felipe, que casi por accidente la hace partícipe, si no del movimiento, sí al menos la pone con contacto con él, y; la segunda, la conciencia de Itzá que le infunde el coraje para ingresar al movimiento. Sin embargo, Felipe se convierte por momentos en obstáculo porque no está muy de acuerdo en que ella participe, en parte por su machismo. Entonces, quienes son los personajes claves en este asunto son Flor y Sebastián, ellos son los que se encargan de darle la información necesaria y de “entrenarla” tanto en medidas de seguridad como en su historia. Así, algunas de las conversaciones entre Flor y Lavinia serán dedicadas al papel de la mujer en la lucha: -Para mí que el <<ambiente de la lucha>>, como vos decís, está bastante <<feminizado>>. Nos necesitamos y, por lo mismo, creamos vínculos afectivos sólidos con los demás. A mí me parece que nuestros hombres son sensibles. Es la muerte, el peligro, el miedo, lo que le 72 obliga a uno a crear defensas…, defensas necesarias, sin ellas, no sé cómo podríamos seguir adelante –dijo suavemente Flor. […] -Me vas a hacer mucha falta –dijo Lavinia. -Vos también -dijo Flor-, pero me siento contenta de que sigás trabajando con Sebastián. Él está <<feminizado>> -dijo sonriendo-, ¡aunque no se te ocurra decírselo porque va a pensar que se trata de otra cosa…! Felipe también te va a ayudar, aunque sea tan machista… Creo que mejor está con vos que con otra mujer que nunca lo confrontara. Me divierte pensar cómo le diste vuelta a sus planes. ¡Le salió el tiro por la culata! -A veces pienso que tiene un machismo contradictorio –dijo Lavinia-. A juzgar por las mujeres que se ha buscado, algo en él, quizás inconscientemente, lo pone en este tipo de situaciones. (LMH 277-278) Este tipo de conversaciones pone de manifiesto que se está en una época en la que se comienza, por lo menos en Nicaragua, a reflexionar sobre este tipo de asuntos que, por supuesto, para atravesar la lucha, tendrá que comenzar por cambiar algunos de los aspectos ideológicos como el amor y la sexualidad, el matrimonio, la vida laboral, el mundo familiar, etc. A pesar de la oposición de Felipe, y de la suya propia, sabemos de la reticencia para participar en el ejército que Itzá suaviza al entrar en su conciencia, Lavinia participa en el movimiento, y de hecho, se convierte en pieza clave para llevar a cabo el secuestro en la casa de los Vela (ella diseña la casa, por lo tanto la conoce perfectamente), el asalto que resulta determinante para la historia, pues en él muere Lavinia. Es decir, la figura femenina realiza un papel que tradicionalmente está asociado con el hombre con lo cual se redimensiona tanto la revolución como la imagen de la mujer. 73 La utopía en este nivel funciona entonces como la reivindicación de la mujer como parte esencial de la lucha revolucionaria, es decir, la intención es dar a conocer cómo la mujer es parte activa del movimiento y que no solamente está formado de soldados-héroes sino también de mujeres que ‘feminizan’ y humanizan la revolución, en la época contemporánea y en la antigua. 4.2 SOFÍA DE LOS PRESAGIOS En Sofía de los presagios, como en todas las novelas de Belli, la protagonista es una mujer cuya principal característica radica en ser distinta a lo que normalmente se espera de una mujer de su época, como sucede también en La mujer habitada, por lo que su vida está en gran parte signada por su naturaleza rebelde. La obra está ubicada, al parecer en las décadas del setenta y ochenta, cosa que se puede deducir, gracias a las alusiones a la revolución y al gran terremoto, un tiempo en el que la llamada ‘liberación femenina’ está alcanzando espacios nunca antes imaginados, en que el estilo de vida de las ciudades de Latinoamérica comienza a cambiar, la época en que las mujeres comienzan a divorciarse, a trabajar fuera de casa, a escribir, y a ser independientes, es el tiempo en el que se da el choque entre la nueva visión de la mujer y la tradicional. Sofía pues, es producto de su época revolucionaria en la que las mujeres comienzan a tener más derechos y de su mestizaje, con una parte correspondiente a una raza misteriosa, dueña de antiguos secretos. Sofía, después de encontrarse con sus padres adoptivos, Don Ramón y Eulalia, demuestra un carácter distinto a las de las niñas ‘comunes’. Aunque para su educación se había escogido un colegio de rígida conducta, las monjas terminan declarándose 74 incompetentes para manejarla, por lo que se educa de forma privada. El carácter que se le atribuye es: La niña los seduce y los acompaña. Para ellos no importan sus incontables travesuras en las que se esconde, se disfraza y miente a más no poder, […] Llega tarde a las clases, se viste como le da la gana, furtivamente saca de la biblioteca libros que no son para su edad y no guarda en el baño las muestras de recato que se exigen para las internas. (SP 20) De esta manera se va construyendo un personaje que no responde cabalmente con los estándares que se tienen de la niña bien portada, es decir, se le configura como un personaje que no se ajusta al estereotipo de las mujeres en la literatura latinoamericana, por lo menos para la época de la que se narra. La novela además está narrada en presente, lo que probablemente tenga la función de darle mayor fluidez al relato, y por lo tanto al crecimiento de los personajes, aunque algunas veces sólo logra confundir al lector. Se comienzan a tejer historias en torno a Sofía y a su origen que la vinculan con el demonio, pues no se ajusta a lo que la gente del pueblo considera como ‘normal’. Al parecer, en un pueblo donde los brujos ejercen gran influencia, es más fácil reducir lo no comprensible a términos de maldad. El matrimonio es la institución que tradicionalmente se maneja como el estilo de vida aceptable para la mujer e incluso como el único. Es así como, en cuanto Sofía cumple sus diecisiete años, Don Ramón se avoca a encontrarle esposo. Ella concebía el matrimonio como signo de libertad, idea que el mismo día de la boda se deshizo: “Sofía resiste la embestida del miembro enorme de René, hunde las uñas en las sábanas y 75 siente furia por los gitanos que la abandonaron y por haberse casado con un hombre como aquél” (SP 32). Ésta fue la venganza de René porque ella demostró su carácter fuerte y, por lo tanto, por haberlo dejado en ridículo frente a los demás cuando antes de la boda religiosa ella había galopado a toda velocidad y regresado llena de tierra a la ceremonia. La sexualidad es otro de los temas que se vuelve central en el desarrollo de la trama, ya que es uno de los puntos en los que ha sido relegada la mujer al enseñársele que ésta es únicamente para fines reproductivos; efectivamente, el disfrute de la sexualidad es uno de los temas en la agenda de los derechos de género. Para René, el esposo de Sofía, la sexualidad es solamente un instrumento para la reproducción y como un método de sometimiento, así como los hijos serán para él una manera para reafirmar sus hombría. Por lo tanto, Sofía tiene que buscar la manera de escapar de la “violación diaria” a la que es sometida por René, al querer él cumplir con sus obligaciones de esposo, la sexualidad se convierte entonces en una ‘obligación’ y no en una parte integral de la vida de pareja. Samuel, uno de los ‘brujos’ que ayudan a Sofía en su camino espiritual y de liberación, abrirá para ella el camino del placer sexual: “Yo sabía que tenías fuego por dentro –dice Samuel luego de un buen rato en que han estado los dos tendidos sin moverse--. Era necesario que vos lo supieras” (SP 144). Ella después utilizará sus poderes de seducción, los cuales se convertirán en un plan perfectamente calculado para tener una hija (Flavia) y luego como medio para conquistar el amor de Jerónimo y luego chantajearlo. La posición que se asoma en cuanto al machismo es, por una parte, la negación total al sometimiento, pero por otro lado, pareciera que lo combate con las mismos parámetros, o sea, ella intenta someter a los hombres a su 76 alrededor a sus caprichos, ya sean emocionales o sexuales, casi con la intención de voltear los papeles. Así, la sexualidad, se convierte en todo un descubrimiento que ayudará a Sofía a descubrirse a sí misma y a su poder femenino, un poder que había estado oculto para las mujeres del Diriá por generaciones enteras y, por extensión, también de Latinoamérica. El ser mujer también se ve como una forma de conocimiento ancestral exclusivo del género. Sus rituales, sus intuiciones, etc., pero sobre todo, la maternidad como privilegio, camino de esclavitud y liberación a la vez. Sofía se negó a tener hijos con René ya que eso representaba un vínculo imposible de deshacer y, eso específicamente es algo que no deseaba, esta negación fue su rebelión personal contra un matrimonio que no resultó ser como esperaba. En La mujer habitada, durante la conquista española, se ve también una negación de las mujeres a tener hijos debido a que estos estaban destinados a ser esclavos de los conquistadores españoles, y en paralelo con la época actual, los niños del presente, vivirían en la dictadura. En Sofía de los presagios ésta fue su venganza contra el violador ya que, para él, tener hijos era símbolo de hombría y de dominio sobre su mujer: “--Ya ves, yo estoy bien --dice Sofía a René cuando van de regreso a la hacienda--. Seguramente el machorro sos vos. Deberías ir a examinarte. René no vuelve a mencionar el asunto.” (SP 47), avalado por un médico, el dictamen, significó para René el menoscabo de su valor y reputación. La maternidad es también privilegio exclusivo de la mujer y en la novela es tratado como tal, se hacen alusiones a esta facultad como una antigua sabiduría, e incluso como un ritual milenario cuyos secretos sólo le pertenecen a la mujer. 77 Fausto, primo de Sofía, se convierte en su confidente, funciona como catalizador de la figura de la mujer, con su discurso, hace notar la sabiduría de la mujer. El mecanismo para esta función se basa en que él es un homosexual que aprecia enormemente las cualidades de la mujer y, por lo tanto sirve para resaltar su figura. Aprecia desde el cuerpo físico hasta la sabiduría que ancestralmente se atribuye a las mujeres tal como ciertos conocimientos, maneras, la maternidad, el arte de la seducción: “A través de ella, él ha podido vivir el gusto por las cosas pequeñas y cotidianas que tanto pesan en la vida de las mujeres y son tan menospreciadas por los hombres; por ella, él ha podido explayarse en sus predilecciones por…” (SP 167-168). En varias ocasiones, se narra la mirada femenina por medio de las observaciones de Fausto. Me parece importante anotar en este punto que en esta novela los personajes giran en torno a Sofía, es decir, Xintal, René, el padre Pío, etc. están desarrollados en relación a la historia de ella, es poca la información que se da de cada uno de ellos, a no ser que sean relevantes para resaltar la problemática de Sofía. De Xintal sabemos su infinita sabiduría ya que ella la instruirá y la protegerá; de Eulalia, que perdió a sus hijos durante la revolución, por lo que sus instintos maternales, están exacerbados. Si bien, los personajes que rodean a Sofía no están desarrollados completamente, es decir, no son personajes en los que la autora profundice, si no más bien, su función principal es complementar y redondear el personaje principal. Desde la perspectiva de Sofía-hija, la ausencia de su madre marcará su destino, como un círculo que está destinado a cumplirse inexorablemente, a menos que ella lo rompa; los signos que indican este destino son los presagios que indica el título de la novela. Para Barbara Droscher “La relación hija-madre ausente se revela como uno de 78 los tropos centrales en el discurso mantenido por las autoras sobre la posición de la mujer en los procesos de modernización en América Central. El modelo tradicional de la familia latinoamericana con una madre como centro poderoso no forma parte de este universo…” (Droscher 267). Así, el rompimiento con la madre resultaría en el rompimiento también con las estructuras tradicionales de la sociedad patriarcal. En el caso de esta novela, Sofía resiente el abandono de su madre; en cuanto a sus padres adoptivos, ella espera a que mueran para abandonar su papel de esposa sumisa y hacer uso de su poder tanto femenino como económico. Finalmente, Sofía decide ser madre de una niña, Flavia, para lo cual usará su poder de seducción. Planea una fiesta en la que despliega todos sus recursos monetarios y sexuales para seducir a Jerónimo, un abogado de Managua a quien ella eligió para ser el padre de su hija. Es a través de Flavia que se resolverá el círculo de abandono que amenaza el destino de Sofía y, por supuesto, gracias a las ceremonias que realizan Xintal, Samuel y Doña Carmen. Para este momento, Sofía ya está en control total de su cuerpo y de su poder de decisión, el hombre entonces se convierte en una herramienta que ella utilizará para realizar sus fines, aun cuando después ella confunda esta relación meramente sexual con amor. Flavia representa la clave para cambiar el destino de Sofía, pero también puede ser una metáfora para una nueva generación, esto es, Flavia crecerá sin las limitantes sociales e ideológicas que rodearon el crecimiento de su madre y, sí, gracias a ella se romperá el ciclo de vida de la familia de Sofía, pero también puede interpretarse, por extrapolación, como la metáfora del cambio que ocurrirá en las nuevas generaciones de mujeres latinoamericanas. 79 Sofía logra liberarse de los yugos que la sujetan por su condición femenina; al morir sus padres adoptivos, puede optar por su libertad civil; con la separación del marido, logra su independencia económica; socialmente no parece haber mucho avance ya que lo único que sucede es que a Sofía deja de importarle la opinión de los habitantes del pueblo. Sin embargo, me parece que las estancias de liberación que se constituyen como las más importantes son, por un lado, la que tiene que ver con su espiritualidad, es esto lo que la ayuda y guía en el camino que deberá recorrer, y; por otro lado, la que le da libertad de decisión sobre su vida y su cuerpo. Desde el momento en que ella se da cuenta de los defectos del representante de la iglesia católica y de los habitantes del pueblo, quienes se identifican como católicos, comienza su lucha interna. Es a través de la ayuda que recibe de los personajes que representan los conocimientos antiguos y su condición de gitana, que logra avanzar en su proceso de liberación. La visión de mundo que se da en esta novela tiene que ver con la representación de una mujer que lucha contra un mundo que le presenta obstáculos, por el simple hecho de ser distinta y de querer un destino diferente al que la mujer latinoamericana tradicionalmente ha tenido. Pero no hay que perder de vista que la obra está ubicada en la década de los setentas, y que por lo tanto, en ese tiempo las condiciones de la mujer eran distintas a las que se viven actualmente, recordemos que en Nicaragua, fue hasta después de la revolución sandinista que la mujer comenzó a tener un poco de voz en el país. Es decir, es a partir de esta década que la mentalidad de las mujeres comienza a cambiar y, lo más importante, es a partir de entonces que comienzan a participar. La utopía aquí se proyecta al pasado con la recuperación de la sabiduría de la Edad de Oro como una herramienta para que de esta manera, la sociedad logre un 80 mundo mejor en el que la mujer sea reconocida y sus relaciones sociales, espirituales y amorosas sean de igual a igual. 4.3 WASLALA. MEMORIAL DEL FUTURO Melisandra es la protagonista de esta historia y además es nieta de uno de los fundadores de Waslala, cosa que la posiciona como predestinada para cumplir la misión de encontrar la comunidad utópica y, con lo cual, devolver la esperanza a los habitantes del paupérrimo país. Ella se convertirá en la heroína cuyo viaje será crucial para la reorganización de la sociedad, pues Waslala, de no ser meramente una leyenda tiene el potencial de convertirse en el modelo social, económico y cultural a seguir. Esta novela, con características utópicas, está conformada básicamente de dos partes: el viaje y el encuentro con Waslala. No es muy común encontrarnos con heroínas en la literatura, tradicionalmente, estos personajes están encarnados por hombres que poseen todas las cualidades necesarias para ser verdaderos héroes. En el caso de Waslala, Melisandra realiza el recorrido que hace falta para salvar a esta sociedad futura corrupta, ella es capaz de cumplir con los requisitos literarios necesarios para convertirse en una heroína. El héroe literario debe cumplir con ciertas etapas en su desarrollo: la partida, la iniciación y el regreso (Campbell), aunque no necesariamente siempre se cumplen todas las etapas, como se verá en este caso. Melisandra se obsesiona con la comunidad gracias a vivir rodeada de su esencia, pues es una leyenda que inunda la cotidianidad de la casa del río. Melisandra es por nacimiento, por ser nieta de uno de los fundadores de Waslala, la candidata ideal para encontrar la ciudad mítica, además que el sentido de localizar la 81 comunidad también está en hallar a sus padres, aunque es principalmente a su madre a quien añora. Se podría pensar que es su destino ubicarla, tal como aquellos seres que nacen con su destino marcado, de hecho, ella es considerada, por el pueblo de este país, como la única persona con la posibilidad real de encontrarla. La protagonista sabe desde el principio de su vida que un día habrá de ir a Waslala ya que para ella representa dos valores importantes: la recuperación de una parte de su identidad mediante el encuentro con su madre y, segundo, el rescate de la posibilidad de una sociedad mejor. Es sintomático también el hecho de que las mujeres de la familia de Melisandra tuvieran carácter fuerte; Doña María, la abuela con quien se crió es descrita como una mujer imponente, casi con rasgos atribuidos generalmente a los hombres, es decir, es ella quien se encarga de la administración de la hacienda, mientras que el abuelo vive metido entre libros rememorando la fundación de Waslala; la madre de Melisandra se va a buscar Waslala junto con su esposo, padre de Melisandra, no regresan, hacia el final de la novela nos enteramos que ella decide quedarse en la ciudad utópica en pos de mantener la leyenda, aun cuando su esposo haya fallecido, es decir, hace lo necesario para ayudar a la sociedad, incluso cuando eso signifique hacer el sacrificio de dejar a su hija mayor detrás de sí. El evento que detona el inicio de la aventura o el llamado a la aventura (Campbell 54), llega cuando arriban a la casa del río, donde viven Melisandra, el abuelo y Mercedes, un reportero con el nombre simbólico y providencial de Rafael, quien dice que su propósito para viajar al país es encontrar la ciudad mítica, en realidad su objetivo es una planta injerto de marihuana y coca. Él entonces se convierte en la señal y proporcionará el pretexto que ella esperaba para comenzar el viaje. Melisandra habrá de 82 dejar a un lado todo aquello que le resultaba familiar: su abuelo y la vida en el río. El abuelo representa para ella todo lo que no tiene fraternalmente, esto es, para ella este personaje es su padre y madre al mismo tiempo, su maestro, su mentor y, por supuesto el principal alimentador de su obsesión por Waslala. El río por su parte, simboliza la tranquilidad casi paradisíaca del su lugar de nacimiento, sus raíces y sus fuerzas, por lo que el viaje, no solamente le dará respuestas a Melisandra sino que se convierte en un sacrificio que ella deberá hacer por el bien de estas poblaciones olvidadas del mundo desarrollado. Durante el viaje, Melisandra y Rafael, encontrarán obstáculos que harán peligrar su vida, debido a que la leyenda que se creó alrededor de Waslala va en contra de los intereses del poder vigente, pero gracias a estos problemas ellos conocerán mejor, especialmente Rafael, las condiciones reales del país. La autora usa el viaje de los personajes para plantear con mayor detenimiento el tipo de asuntos sociales, políticos y económicos que le interesa criticar. La pobreza en los países que se quedaron atrás en la carrera tecnológica es extrema, al punto de vivir, literalmente, de la basura que desechan los países industrializados. Durante el viaje de Melisandra y Rafael a Waslala el lector poco a poco descubre los problemas que viven diariamente sus habitantes, derivados de la división del mundo en dos: quienes gozan de la tecnología y, quienes quedaron rezagados. El problema principal son las guerras endémicas en el país, el monopolio de la riqueza y el narcotráfico de drogas únicamente producidas allí. Los obstáculos que enfrentarán Melisandra y Rafael tendrán que ver con los problemas de corrupción que asolan el territorio, encarnados en las personas de los hermanos Espada, ya que ellos dominan y/o gobiernan el país. Ellos, los Espada, se 83 oponen terminantemente a que se encuentre Waslala por representar un peligro para la estabilidad de sus intereses, la esperanza siempre es un riesgo para quienes mantienen gobiernos autoritarios y despóticos. Es decir, el que la población sepa que puede existir en la realidad otra forma de gobierno que sea mucho más benévola que sí responda a las necesidades básicas del pueblo, representa un conflicto para estos gobiernos porque entonces sus subordinados podrían buscar alternativas de organización política, cosa que haría peligrar los intereses de quienes tienen el poder en sus manos. La muerte de estos hermanos se da, cuando Engracia, dueña del negocio de basura entra al cuartel y lo hace explotar. La entrada de Engracia al cuartel, es una escena fantástica, después de contaminarse ella y los muchachos que trabajan en su negocio de basura, con la sustancia radioactiva Cesio .37 planean la explosión con una entrada en caravana relucientes gracias al brillo que les brinda el Cesio. Siendo los Espada, los únicos detractores de Waslala, su muerte allana el camino, por lo que se convierte en una ayuda, aunque no muy alentadora, providencial para el viaje; además, se convierte en un suceso tan impactante que favorecerá el mito alrededor de Waslala y de su existencia milagrosa. El viaje es también un recorrido por la historia del país y de sus habitantes, cosa que ayudará a dar una idea más completa de lo que ha tenido que enfrentar este país, y por ende, todos lo demás países latinoamericanos. Pero también se trata de una historia muy peculiar, se encuentra en ella una mezcla entre hechos históricos y hechos fantásticos o legendarios: “Me fijé que andaba vestido con una ropa extraña. […] De no haber sido por la ropa y porque cuando el viento soplaba se le desvanecía un brazo, una pierna o la mitad del cuerpo, igual que le pasa a una sombra sobre el agua, no me habría 84 percatado yo de que se trataba de un fantasma. Tan real era su presencia.” (W 78-79). Se trata del encuentro de uno de los conductores del bongo en el que viajan Melisandra y Rafael, con Horacio Nelson, reconocido militar británico destacado por comandar las tropas que buscaban detener a Napoleón Bonaparte y por su muerte en la célebre batalla de Trafalgar en la que murió. Nelson sostuvo una batalla en el Río San Juan en Nicaragua (aunque claro, cabe preguntarse por qué aparece en ese lugar si no murió en tal batalla). Así como éste hay varios episodios en los que la historia de Nicaragua, desde el siglo XVII, se mezcla con las leyendas que parecen fantásticas de estos pueblos, cosa que cumple con la función de resaltar, por un lado que se trata de un país con historia muy sólida y antigua –recordemos que la historia está ubicada temporalmente en el futuro-, y por otro lado, que la atmósfera mitológica es natural para los habitantes de estas comunidades lo que reforzaría que fuera factible para ellos la leyenda de Waslala. La llegada a Waslala, ya superados los obstáculos que representó el viaje – incluido el secuestro de la misma Melisandra- se da gracias a las indicaciones de todos aquellos que conocieron la comunidad porque estuvieron en su fundación (como Don José y Engracia) y de aquellos que han escuchado los relatos sobre su ubicación de quienes dicen haber estado alguna vez allí. Seguramente también se da gracias, además de las indicaciones del loro de Engracia, porque Melisandra parecía estar destinada a ello. Sin embargo, en la obra no vemos el regreso de Melisandra al país del cual venía, es decir, es un final que queda abierto para que el lector llene el espacio en blanco o, para que quede en el mismo tenor del tema que maneja la novela, es decir, 85 deja abierto el espacio para la esperanza de que las respuestas que lleva consigo, sean las adecuadas o que, por lo menos, ayuden a resolver los problemas que azotan a la población. La mujer que vemos en Waslala es capaz de organizar un país entero: Por alguna misteriosa razón la concurrencia aceptaba que ella los guiara, la obedecían. Quizás ella representaba Waslala ante ellos. Quizás inconscientemente ellos la habían ungido para encontrar el camino perdido, la salvación. Lo admirable para él era verla dirigir: convocó a las bandas a una reunión, indicó como organizar la vigilancia nocturna, organizó las cuadrillas para restablecer el suministro de agua potable, para montar un mercado donde realizar trueques sin intermedio de las apuestas (W 277). Melisandra cuenta con las cualidades necesarias de una heroína y que no le tiene miedo a la travesía peligrosa que debe emprender, con tal de mejorar las condiciones de vida de sus seres queridos y el de ella misma. Descendiente de un linaje de mujeres que hacen sin dudar lo que tienen que hacer para mejorar su entorno, Melisandra se erige como un ser privilegiado, sin miedos ni inhibiciones para cumplir su ‘destino’. Una vez más, estamos ante una protagonista que, como las anteriores trabaja arduamente para cumplir su objetivo, que siempre tiene que ver con una utopía. Lavinia, Itzá y Sofía, reconstruyen y reconfiguran su imagen de mujeres ante sí mismas y ante el mundo, cambiando la inercia de generaciones enteras que han vivido sumidas en una organización falogocéntrica. Melisandra, ya sin problemas de identidad femenina, es capaz de cambiar el mundo que la rodea. 86 CAPÍTULO 5. ENTRE EL UTOPISMO Y LA UTOPÍA En este capítulo hago una recuperación de los puntos importantes del análisis de cada una de las novelas para unificar el trabajo. De esta manera quedarán más claros los niveles de utopismo presentes en el trabajo de Gioconda Belli, así como la poética de esta parte de su obra narrativa. La escritura de Gioconda Belli pertenece a una literatura que responde a la realidad en la cual surge, en consecuencia, las preocupaciones de la autora se registran a lo largo de su obra, no solamente en la narrativa, sino también en la poesía 18 . La guerra y el imperialismo están presentes en su escritura, con todo lo que esto acarrea –dolor, desesperación, pobreza, etc.- pero también se vale de la esperanza para construir mundos cargados de utopía. El utopismo se encuentra presente en los distintos niveles de la obra, pero básicamente atraviesa dos de ellos: el aspecto social y la identidad femenina. El primer nivel lo proyecta en el presente con los problemas socioeconómicos, en el pasado con la “Edad de oro”, y en el futuro con la creación de una utopía. Su narrativa, entonces, oscila entre el pensamiento utópico y la utopía mostrando que si bien lo primero es indispensable para combatir, lo que Eliade llama el “terror a la historia”, lo segundo, en términos ideales es imposible. La mujer habitada es, además de la primera novela de la autora, la más celebrada, tanto por el tema revolucionario como porque es la mejor construida. Es decir, en ella se ve una mayor complejidad en la estructura, además de que su propuesta ideológica es mucho más clara que las dos novelas siguientes. En La mujer habitada 18 Los temas principales de la poesía de Belli tienen que ver con la revolución sandinista en Nicaragua y con temas eróticos. 87 está presente la revisión histórica del país desde tiempos de la conquista; hay un manejo de dos tiempos unidos por el paralelismo histórico de liberar al pueblo de la opresión; el lenguaje que utiliza el narrador tiene un matiz poético, con la intención de idealizar a la cultura prehispánica representada por Itzá; el personaje principal muestra una evolución ideológica a lo largo de la novela. Sofía de los presagios, a pesar de los méritos temáticos, muestra algunos problemas de construcción. El tema principal tiene que ver con los desafíos a los que se enfrenta una mujer por el simple hecho de no ser como tradicionalmente se piensa que debe ser. En este sentido se nos muestra la vida de Sofía desde la niñez hasta el momento en el que se rompe el círculo de abandono que cerca su destino. El feminismo que vive Sofía tiene que ver con su rebeldía ante la sociedad apoyada, claro, por un grupo de brujos que comprenden su naturaleza; frente a los hombres, se desarrolla una especie de antimachismo radical en el que no parece haber posible reconciliación. El único personaje en el que se profundiza es Sofía, los demás personajes no están desarrollados, solamente giran alrededor de ella, no parecen tener sustento psicológico, sus defectos y virtudes, sólo se dan en relación con ella. El lenguaje, a diferencia del utilizado en La mujer habitada no se nota tan trabajado artísticamente hablando, es decir, todos los personajes utilizan el mismo lenguaje, sin variantes a pesar de tener distinta formación. La novela está narrada en presente, lo que parece que la autora hace con la intención de acelerar la narrativa, sin embargo, por momentos se vuelve difícil su lectura; hay pasajes también en los que se confunde la narración con los diálogos. Lo interesante de la novela, en lo que al utopismo se refiere, me parece, es su propuesta en 88 la recuperación de la espiritualidad antigua con mayor consonancia a las necesidades de la protagonista. Waslala, pareciera ser una continuación de La mujer habitada, por lo menos en relación a los problemas sociales. Lo que vemos en este desastroso futuro, es a la misma Faguas, víctima de la tecnologización y el imperialismo de los países ricos, tan desesperada es la situación que se debe crear y llevar a la realidad comunidad utópica. La atención de la historia se centra en el viaje de la protagonista hacia Waslala, en cuyo recorrido se ponen de manifiesto las condiciones del país y la esperanza que está depositada en la ciudad utópica; no obstante, y aunque pareciera que el propósito de la autora radica en poner el énfasis en los problemas sociales del país que aumentarán de no ponerse remedio y en la esperanza que desencadena Waslala, puede sentirse un desequilibrio en la historia ya que el encuentro tan anhelado con la comunidad es muy corto. Es interesante, en esta novela, el planteamiento en cuanto a la planeación y configuración misma de la comunidad; sus fundadores son poetas que se basan en la literatura utópica universal y que, atiende además, a mitos propios latinoamericanos, es decir, hay una adaptación de la literatura utópica universal a la condición histórica americana. El utopismo de Belli se proyecta en tres tiempos posibles. Hacia el pasado en la recuperación de los valores civiles y espirituales de la llamada ‘edad de oro’, que, en La mujer habitada y en Sofía de los presagios, está representada por antiguas culturas, prehispánicas y europeas. La propuesta radica, no en reinstaurar dichos órdenes, sino más bien en recuperar los valores espirituales, que por lo demás parecen ser más adecuados para las necesidades de sus personajes, y las cualidades cívicas para 89 integrarlas a la vida moderna para mejorarla. En el presente, el utopismo acompaña a la revolución y con el principio de las acciones del movimiento feminista. En el futuro, la utopía viene con una advertencia, en Waslala. Memorial del futuro, la autora, dibuja un mundo en el que la tecnología no llegó a los países latinoamericanos, es decir, como se vive lejos de los avances tecnológicos, su atraso es enorme, y en consecuencia, se necesita de la utopía para seguir adelante, se requiere, en gran medida atreverse a llevar a cabo un proyecto utópico, que, sin embargo no resulta pues la naturaleza humana no lo permite. Estéticamente es fácil ver cómo Belli está influenciada por los medios masivos de comunicación: la novela rosa se encuentra presente, el lenguaje es sencillo, hay linealidad en el desarrollo temporal, espacial y de los personajes; no hay pues, afán de innovar ni lingüística ni estructuralmente –a excepción claro, del juego temporal y del trabajo lingüístico de Itzá en La mujer habitada-. No obstante, me parece que esto no es totalmente un demérito a su obra, es importante tomar en cuenta que dicho estilo es parte de una fracción de la literatura contemporánea. En los casos analizados en este ensayo, Belli mantiene ciertas constantes, identificadas en las similitudes entre las obras, la más evidente, es el hecho de que los personajes principales son mujeres. Lavinia y Melisandra, poseen las características de los héroes que emprenden una aventura. La vida les presenta pruebas constantes que ellas deciden enfrentar, son personajes que se construyen desde dentro de su propia feminidad, actúan intentando encontrar una nueva identidad que va en busca de lograr cambios profundos –como en toda utopía- en la sociedad, en la concepción de la mujer frente al mundo y frente a sí misma. 90 Los mundos construidos por Belli anhelan, entre otras cosas, que el papel de la mujer no se limite a la domesticidad y que se mueva también activamente en los ámbitos socioeconómicos y culturales, en consecuencia, la autora presenta este proceso como central en sus dos primeras novelas, ya que en Waslala, la protagonista no tiene conflictos de esta naturaleza, hay que recordar que la novela se ubica en el futuro. El pensamiento utópico aspira a cambiar los papeles que la mujer desempeña en la sociedad, pero sobre todo, la imagen de sí mismas al hacer uso de todas aquellas facultades que estuvieron reprimidas gracias al tipo de organización patriarcal de la sociedad en la que crecieron y cuyo punto de quiebre, por lo menos en Latinoamérica, se encuentra hacia finales de los sesenta, con un desarrollo creciente y que hace crisis en los setenta y ochenta. Las heroínas viven situaciones que tienen que ver con su identidad, tales como la importancia del linaje familiar–espiritual y la ausencia de la madre. El linaje es importante para la autora, ya que estas mujeres pertenecen a una tradición que se ha ido construyendo a través de la historia humana. Y, por lo tanto, al ser herederas, son quienes pueden romper con dicha tradición o recuperarla para reconstruir con ella su propia identidad femenina. Desde el lado espiritual, estas protagonistas son depositarias de tradiciones antiquísimas: Lavinia es capaz de acceder a la valentía de la guerrera Itzá; Sofía vive la sabiduría del pueblo gitano y recibe enseñanzas antiguas de la mano de los brujos del pueblo. Estos conocimientos juegan un papel importante en el utopismo, en el sentido de la recuperación de una espiritualidad más acorde a los pensamientos originales y, por lo tanto, de mayor consonancia con las necesidades de los personajes, a diferencia de principios religiosos impuestos desde fuera. Además es la revaloración de 91 una ‘Edad de oro’ que bien podría ayudar y/o enseñar a mejorar las condiciones de los países en los que viven sus personajes. Sin embargo, todas las protagonistas sufren la ausencia de sus madres, algunas por abandono (Sofía y Melisandra), las otras por rompimiento (Itzá y Lavinia). Itzá fractura la relación con su madre al irse a pelear contra los invasores españoles, aunque ella reconoce que su sentir de mujer lo adquirió a través del amor de su madre. Lavinia se encuentra casi en el mismo caso, ella también rompe con su madre, sólo que lo hace para ganar su independencia en un mundo moderno en el que está más permitido, pero encuentra la misma incomprensión que Itzá de parte de su familia porque no quiere pertenecer al mundo burgués en el que nació, ya que éste implica continuar con los estereotipos de la mujer como guardiana de la domesticidad. En el caso de Sofía, ella sufre el abandono de su madre, o al menos es lo que siempre pensó, este detalle define su historia, la solución que Sofía le dé a su orfandad determinará si los presagios oscuros que persiguen su destino finalmente se cumplen. Melisandra queda al cuidado de sus abuelos cuando sus padres van en busca de Waslala, ellos nunca regresan, pero ella encuentra a su madre hacia el final de su viaje en la comunidad mítica; en el encuentro no hay reconciliación, mas parece no hacer falta, el encuentro se convierte casi en una visita informativa en la que Melisandra llena los huecos emocionales que la atormentaban para quedar en paz. Para los latinoamericanos, si bien vivimos en una sociedad que se organiza alrededor del patriarcado, una de las relaciones más significativas es con la madre, finalmente es ella quien transmite los valores y tradiciones que mantienen a la comunidad unida. Entonces, ¿qué pasa cuando hay un rompimiento con la madre? o 92 ¿cuándo simplemente se carece de ella? En el caso de las obras de Belli, las protagonistas encuentran una madre suplente, a excepción de Itzá, que si bien cumple con la función básica de cubrir las necesidades primarias, no parece ser suficiente. Ahora bien, la madre es una parte importante de la identidad ya que es la matriz de la vida, el origen, por lo tanto, cuando ella está ausente, o se buscan los motivos del abandono, como en el caso de Sofía, o se intenta reconstruir esa identidad, como Lavinia y Melisandra. El ser huérfanas, ya sea de hecho o por rompimiento, es uno de los factores que influye en la resignificación de sus identidades, es decir, al romper Lavinia e Itzá con sus madres, deben aprender a ver y vivir una nueva realidad alejadas de la educación inmediata que representan sus madres. Sofía debe romper con el círculo de abandono que deja su propia madre abriendo el paso a una nueva manera de ser frente al mundo y sus complejidades. En el caso de Melisandra, ella vive bajo la protección de sus abuelos, pero a falta de padres debe ir en busca de ellos para recuperarlos, objetivo sumado a otro más importante, encontrar Waslala. En el caso del padre, éste no parece tener demasiada importancia, ninguna de ellas siente algún tipo de necesidad emocional respecto a ellos, a veces ni siquiera se le menciona, como el caso de Itzá, el problema entonces no tiene que ver con ellos. La ausencia de la madre, es la metáfora del rompimiento con la cadena social de la domesticidad que ya no funciona para la mujer ni para la sociedad contemporánea en general. Ahora, cuando se trata de que los personajes principales sean madres, sucede lo siguiente: en el caso de Lavinia e Itzá, ambas renuncian a serlo por las circunstancias en las que les tocó vivir sus relaciones. Las dos se convierten en guerreras y en compañeras de guerreros, bajos una situación de opresión y violencia, por lo tanto, cuando ellas 93 sienten la necesidad de ser madres, deben negarle a su cuerpo el privilegio de serlo pues de otra manera le darían al opresor más esclavos. Claro que esto expuesto en el contexto revolucionario se siente como una más, quizá la más terrible de las injusticias que impone este tipo de situaciones sociales. Sofía, de Sofía de los presagios, se niega a tener hijos de su marido, porque ello representaría el triunfo de René sobre ella, sería para ella la completa domesticación, por esto, a escondidas de su esposo y como una especie de venganza, decide tomar anticonceptivos orales, novedosos en aquella época, para, además, hacerlo dudar de su virilidad. Tiempo después, ella ejerce poder de decisión sobre su propio cuerpo cuando, una vez divorciada, elige a un hombre con la única función de engendrar a su hija, para poder educar sola a la niña. En Waslala, Melisandra no tiene hijos y no se plantea el problema. Tenemos entonces a mujeres que ya son perfectamente capaces de decidir si tienen o no hijos, lo cual implicaría en este escenario, la decisión tremenda de terminar con el linaje y/o de darle una carga significativa distinta a la que ha tenido la maternidad tradicionalmente. Parte de esta nueva identidad como mujeres radica en el descubrimiento de la sexualidad, ya que éste ha sido uno de los temas tabúes en la sociedad latinoamericana, sólo a los hombres les ha sido permitido hablar abiertamente de este tema, no a las mujeres por implicar, para ella un motivo de vergüenza, una manera de controlarlas. La prohibición de limitar la función de la sexualidad sólo a fines reproductivos ha sido parte del control que el hombre ha ejercido sobre la mujer durante mucho tiempo. En este sentido es que las protagonistas de las historias de Belli exploran su sexualidad, como parte integral de su configuración como seres humanos, como un descubrimiento necesario para completar su identidad. En La mujer habitada, Lavinia descubre su 94 erotismo, las emociones y las sensaciones que despierta cuando se encuentra con Felipe; lo mismo sucede con Itzá al lado de Yarince. En Sofía de los presagios, la experiencia de Sofía con el marido no resulta placentera, por el contrario, se describe como una “violación diaria”, su verdadero despertar al placer sexual se da en los brazos del brujo del pueblo, Samuel, quien le descubre todo un mundo de sensaciones que ella desconocía hasta ese momento. Sin embargo, lo relevante, de este punto en particular, en esta novela, radica en el hecho de que ella posteriormente utilizará su poder de seducción de manera calculada para tener una hija y luego para chantajear al padre de su niña. Sofía es capaz de descifrar su sexualidad de tal manera que la utiliza, no sólo para el placer, sino también para realizar sus fines personales. En Waslala, Melisandra vive su sexualidad sin ningún tipo de problema, en sus relaciones sentimentales está integrada, la disfruta sin tabúes. La sexualidad entonces es parte integral en el universo de los personajes de Belli, todas ellas la descubren y exploran como parte que es de sus vidas, es así como la autora hace ver que es importante en la construcción de sus personajes con una nueva feminidad. Una de las características principales de la utopía clásica es que se hace una fuerte crítica a los regímenes imperantes de la sociedad, con el fin de hacer notar las faltas de éstos e, incluso, se llegan a vislumbrar y/o proponer nuevos modelos. Ahora bien, el utopismo es también una propuesta de mejoramiento político social, en el sentido de que plantea escenarios, posibles soluciones; el caso de la literatura de Belli no es distinto. Después de la conquista española se dio un proceso de ‘resistencia cultural’, que si bien logró mantener en pie algunas partes del pensamiento religioso y de las tradiciones de las civilizaciones antiguas, no impidió su marginación, situación 95 que provocó pobreza y desigualdad. Con los movimientos indigenistas se provocó una especie de idealización de todo lo que tuviera que ver con las grandes civilizaciones antiguas, ello llevó a considerarlas a éstas como la “Edad de oro” americana, o sea, se las modelizó como ejemplos de civilizaciones casi perfectas. En el caso que nos ocupa, la escritora aboga porque los valores de estas sociedades, tanto en el plano civil –coraje, patriotismo, dignidad, valentía, etc.-, como en el espiritual, se recuperen. Esto es algo que claramente se puede ver en La mujer habitada y en Sofía de los presagios en las que se busca revalorar este tipo de conducta para mejorar las condiciones de vida del país en cuestión. No obstante, no se trata de restaurar las civilizaciones maya o nahua, más bien le apuesta al mestizaje, la respuesta estribaría en la recuperación de los valores de dichas civilizaciones. La búsqueda de lo ‘mejor’ de cada cultura, los valores, actitudes, etc., todo lo que representa lo positivo de lo prehispánico y de lo occidental, para que con la fuerza ancestral de ambas sangres, el mestizo, pueda gobernar de manera justa. La literatura de Belli está altamente politizada, se puede decir que los problemas sociales son centrales, no solamente en su narrativa sino también en su poesía. Las primeras tres novelas de su producción se enfocan en este punto, en asuntos como el imperialismo, la dictadura, la pobreza extrema, el analfabetismo, el machismo. En las tres novelas se tratan los problemas económicos, sociales y civiles de Nicaragua, La mujer habitada es incluso clasificada por algunos críticos como novela de tinte testimonial, debido a que la historia central gira en torno a la revolución armada del Frente Sandinista de Liberación Nacional, no hay que perder de vista que toda revolución entraña en sí misma la utopía, situación real que aún repercute en la vida 96 política del país, y a que la autora participó activamente en el movimiento; en esta novela se plantean con claridad los problemas sociales más urgentes para el pueblo nicaragüense a saber, la violencia de la dictadura, la desigualdad económica, el analfabetismo, el imperialismo, etc., con, por supuesto, una marcada adhesión a favor de la revolución. La mujer habitada claramente justifica moral e ideológicamente los levantamientos como necesarios, y si bien, hacia el final de la historia los protagonistas mueren, tanto en la época actual como en la colonial, siempre permanece la esperanza, esto es, el utopismo. Para la segunda novela, Belli hace algunas alusiones a la revolución, pero no profundiza en ello, es gracias a estas menciones que se pueden ubicar temporalmente la obra y algunas consecuencias de ella, tales como la pérdida de algunas familias –los hijos de Eulalia murieron en la revolución quedándose ella sola- y el hecho de que las mujeres sean ahora capaces de decidir si se casan, trabajan o tienen hijos. La relación en Sofía de los presagios, con estas consecuencias está puesta en la lucha identitaria de Sofía. En Waslala. Memorial del futuro, la atención regresa a los problemas sociales del país, ubicado ahora en el futuro, con una visión casi apocalíptica, la obra se perfila como una advertencia de lo que pasará si se continúa con las políticas económicas globales del presente; Faguas, gracias al imperialismo de los países del ‘primer mundo’ se convierte en esclavo de los países privilegiados, siendo de utilidad al mundo únicamente como basurero, reserva de oxígeno y, productor de droga. Es decir, en Waslala, Belli se proyecta hacia el futuro presentando un paisaje aterrador, un país tan devastado por guerras y miseria que deben superar, mediante la invención de una utopía, y llevarla a la práctica, una ciudad utópica que contraste con la ‘real’ por su armonía e igualdad, y que brinde esperanza a quienes conocen la leyenda. 97 Así, el pensamiento utópico en las obras de Gioconda Belli, abarca y cohesiona sus tres primeras novelas, en todas ellas, el anhelo de cambio está presente. En las entrañas de sus historias está presente el pensamiento utópico, en sus aspectos sociales, culturales y amorosos. Si bien, el término utopía trae consigo el valor de lo irrealizable, y cualquiera que piense lo contrario puede ser tachado de ingenuo, la esencia del pensamiento utópico radica en la crítica a las condiciones imperantes de vida y propone un cambio para mejorar. Una población al estilo de la república, de Platón o de La ciudad del sol de Campanella es irrealizable, porque la naturaleza humana es complicada, el utopismo planteado en términos de anhelo de cambio, es perfectamente pensable e incluso necesario en la realidad latinoamericana. Es precisamente ésta, la esencia ideológica que intenta plantear Belli en sus novelas, es decir, su propuesta radica en que el principio de la esperanza es lo que mueve todo cambio y la utopía provee esa esperanza. 98 CONCLUSIONES Como objetivo principal de este trabajo me propuse encontrar un eje conductor en la producción literaria de Gioconda Belli. Después de leer toda su prosa publicada, reduje el universo de estudio, a sus tres primeras novelas, que en orden cronológico dio a conocer: La mujer habitada (1988), Sofía de los presagios (1990), y Waslala. Memorial del futuro (1996). Desde mi perspectiva, dichas novelas constituyen un corpus relativamente homogéneo como para inferir un centro temático. El análisis y el seguimiento detallado de las novelas me permitieron formular como tesis la existencia de un tema fundamentador de una poética. Dicho tema, concretizado en sus diversas manifestaciones y desarrollado como hilo conductor, estructura las tres obras, por lo tanto, a lo largo de este trabajo, y por medio de los análisis de cada uno de los niveles del pensamiento utópico, he comprobado que efectivamente, las tres primeras novelas de la autora, forman parte de una especie de trilogía y/o grupo compacto en lo concerniente a la temática utópica. La escritura de Gioconda Belli es consciente, por lo menos en esta parte de su producción, de las problemáticas socioculturales y recoge en sus historias la postura que apuesta a la mejoría de las condiciones de vida, a través de la idealización y de la proyección del utopismo. Es por esto que su narrativa cobra relevancia, ya que se compromete con toda una época retratando la ideología y, por lo tanto, logra plasmar el espíritu y preocupaciones de su época. Tiene además el mérito de haber hecho que, junto con otros escritores como Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal entre otros, el mundo lea otra vez, la literatura nicaragüense. 99 Es en este sentido, que la literatura de Belli seguramente continuará siendo leída, pues las preocupaciones y, sobre todo, esperanzas que contiene su obra concuerdan con la agenda latinoamericana, e incluso, se puede decir que son de orden universal. Además, el utopismo, así como lo que concierne a la condición femenina, son asuntos que forman parte de la naturaleza humana, y por lo tanto, tendrán vigencia mientras el ser humano exista. Su literatura concuerda además con una parte de la literatura contemporánea y comparte sus características: la influencia de los medios masivos de comunicación, el tipo de lenguaje, el compromiso político; sin dejar de lado, por supuesto, su herencia literaria. Finalmente, me parece que este estudio es importante porque indaga la obra de una de las autoras que ha llamado la atención a nivel internacional y que, ha sido poco estudiada en el ámbito literario y que, además pertenece a la literatura centroamericana contemporánea, también poco tomada en cuenta en los estudios literarios. Es importante, me parece, investigar esta literatura que forma parte de la literatura centroamericana y latinoamericana. Empero, la estudiada aquí, es solamente una de las líneas en las que se puede investigar a esta autora, su producción es mucho más amplia, por lo tanto, con este trabajo no se agota la veta de estudio. Las posibilidades son muchas, desde estudios de su obra poética, hasta estudios sociológicos o incluso de corte histórico ambos géneros: lírica y narrativa. 100 BIBLIOGRAFÍA Aínsa, Fernando. “Bases para una nueva función de la utopía en América Latina”. Coord. Agüero, Óscar y Cerutti Horacio. Utopía y nuestra América. 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