La inteligencia emocional en la violencia escolar a

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La inteligencia emocional en la violencia escolar a través del juego
Lic. Psic. Viridiana Guadalupe Acevedo Guzmán
El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación expone respecto a la violencia
escolar (2007), que de 20 millones de estudiantes; el 19% en primaria y 11% en
secundaria participaron en peleas con golpes; el 46.4% en primaria y 43.6% en
secundaria recibieron algún tipo de abuso en el ámbito escolar. Siendo de impacto
identificar que en las instituciones educativas un gran número de estudiantes sean
partícipes como víctimas, espectadores o agresores de la violencia escolar (Aguilera,
Muñoz y Orozco, 2007).
Es importante recalcar que ante esta problemática, se presentan múltiples factores entre
los que circulan la situación socioeconómica, el medio cultural, el género y hasta el
origen étnico. Un ambiente violento dentro de una institución educativa, indudablemente
tendrá repercusiones en el ámbito educativo, todo lo contrario con un ambiente positivo
donde los estudiantes y profesores se sienten aceptados. Así, se logra desarrollar
habilidades básicas desde el aprender a ser, aprender a hacer, aprender a saber; y lo
más importante: aprender a convivir juntos (UNESCO, 2007).
Actualmente, México favorece la gestación de la violencia escolar por las diferentes
condiciones que presenta, como las crisis económicas por las cuales ha pasado en los
últimos años y que generan un ambiente de tensión ante la falta de circulación de
efectivo; culturalmente somos una sociedad que gusta del ejercicio del poder y de las
relaciones desiguales, desde el momento en que se acepta que las mujeres tengan
menores privilegios que los varones, por el simple hecho de ser mujeres.
Aunado a esto, con mayor frecuencia se hacen escuchar noticias de actos violentos que
alarman a los habitantes y los orilla a buscar formas básicas de protección como el evitar
salir de casa, siendo los niños los más protegidos. Lamentablemente, padres y madres
comienzan a pasar jornadas extenuantes para poder cubrir las necesidades básicas de los
miembros de la familia, alejándose de la supervisión y orientación directa de los hijos
mientras éstos son recluidos en casa para salvaguardarlos de la inseguridad padecida en
la colonia, estado o país. Con ello, se van formando seres humanos con una carente
imagen adulta que les de referencias personales positivas, seres temerosos de aquello
que otros dicen que es peligroso, seres que almacenan poco a poco sensaciones
negativas sobre sí mismo y sobre lo que les rodea; y en específico, seres con limitaciones
en la expresión de sus necesidades, emociones, pensamientos y sentimientos, que ante
una constante sensación de inseguridad, presenta a partir del abuso de poder la mejor
forma del retomar esa inseguridad constante, es a través del control doloso ejercido
entre seres humanos.
Ante todas estas problemáticas se hace una atenta sugerencia a observar la educación
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desde un modo holístico, donde padres, profesores y alumnado se vuelve una pieza
importante, decisiva para el desarrollo integral del los niños, jóvenes y por que no,
adultos. En realidad se requiere de unir fuerzas de todo tipo para disminuir el impactante
resultado de las agresiones recibidas en el ambiente escolar, ya que al ser realistas, es
un problema antiguo y generalizado.
Aclarando entonces que, el bullying es denominado como el acoso, el maltrato,
hostigamiento e intimidación generado entre estudiantes, puede incluso ser una
persecución física o psicológica de un alumno o alumna a otro y que se realiza en
repetidas ocasiones.
Lamentablemente, en estos casos, sí existe la intención agresiva de un elemento a otro
para provocar daño, además de presentarse una relación desequilibrada y desigual,
donde el mas fuerte se encuentra apoyado por un grupo de compañeros y la víctima llega
a sentir debilidad e incapacidad para defenderse (Secretaría de Educación Pública, 2011).
De forma común, los eventos de acoso escolar no se presentan aislados, sino todo lo
contrario, son recurrentes y de gravedad progresiva; que en el caso de los espectadores
se vuelven partícipes directos al no intervenir en la relación desigual, ya que de hacerlo
ante las primeras manifestaciones evitaría que la situación continuara y empeorara. Los
espectadores se vuelven todas aquellas personas que observan que alguien está siendo
objeto del bullying y que tiene la importante decisión de ayudar a quien lo recibe.
Entre las conductas violentas en el ambiente escolar se encuentran excluir, ignorar o
aislar al sujeto de las interacciones entre sus pares; insultos, burlas, ridiculizaciones,
quitarle, romperle o esconderle sus propiedades, golpes, empujones, amenazas, ofensas
de contenido sexual o presionarlo para que actúe de determinada manera (Guía el acoso
escolar y la prevención de la violencia en la familia, 2006)
Recordemos que la violencia es un complejo en el cual todos los participantes se ven
afectados por sus consecuencias y que en el caso de nuestro tema se incluyen el miedo y
rechazo, pérdida de la confianza hacia sí mismo y hacia los demás, baja autoestima, bajo
rendimiento e incluso conductas auto agresivas en las víctimas, disminución de la
capacidad moral y empática, aceptación del abuso del poder como forma de relacionarse
por parte de los agresores; y en el caso de los espectadores llega a presentarse de forma
más ligera el temor a ser agredidos, disminución de la sensibilidad, apatía y falta de
solidaridad (Guía el acoso escolar y la prevención de la violencia en la familia, 2006).
Algunas otras consecuencias son la disminución de la calidad de vida de los involucrados
y dificultades para la transmisión de valores y aprendizaje, incapacidad para la expresión
del enojo y frustración, inseguridad, dificultad para la resolución de conflictos y manejo
de la ansiedad (Menendez, 2004). Por todo ello, los más recomendable es una
intervención que integre a todos los roles dentro del acoso escolar.
Coincidentemente, la emoción predominante es el miedo, pero su forma de manejarlo y
expresarlo es diferente: unos lo ocultan para poder engrandecerse, otros se auto
castigan por ello hasta debilitarse, por último, otros se afilian lealmente para evadir la
recepción de las agresiones. Entonces, siguiendo esta línea, la víctima es quien termina
decidiendo mantenerse en el problema y los espectadores eligen no involucrarse en las
acciones hacia la víctima por el temor de ser lanzados hacia este papel, al cual ninguno
desea pertenecer (Zataraín, 2009).
Algunas líneas de investigación sugieren un trabajo formativo que aliente a cualquier
espectador a restringir los primeros eventos de violencia escolar, dotar de habilidades
sociales y emocionales a los alumnos de manera que sean capaces de formar vínculos
relacionales e interpersonales con los miembros de sus grupos de referencia (Guía el
acoso escolar y la prevención de la violencia en la familia, 2006).
A partir de estas premisas, los tres elementos básicos de la violencia escolar (agresor,
víctima y espectadores) evidentemente presentan una serie de carencias de distintos
tipos y que están relacionadas con sus factores de riesgo asociados.
Por ello, nuestro interés es retomar la importancia de manejar las emociones y brindar
herramientas que mejoren de habilidades sociales, siendo indispensable para la
efectividad del trabajo y focalizándonos en aquello que el hombre conoce desde la
infancia; como lo es el juego.
A partir de éste último, se permite relacionar, expresar, inventar, curiosear… y agregaría,
contactar; facilitando el desarrollo del ingenio y por ende el aprendizaje, la transmisión
de valores y pautas de comportamiento. Entonces el uso de juegos, cuentos o historias
facilitan explotar la imaginación sin olvidar el contacto con la realidad y lograr una mejor
asimilación de las habilidades requeridas para la disminución de la violencia escolar,
además de permitir el dinamismo e inclusión de todos los participantes del bullying.
No olvidemos que el juego es la principal y más primitiva forma de relación que
presentan los niños y en el general los seres humanos. Es una actividad libre,
espontánea, que dota a sus partícipes de satisfacción, alegría, curiosidad, descubrimiento
e iniciativa; se vuelve un impulso vital dotando de gozo y actitudes positivas ante la
vida. Esto hace indiscutible que las personas que disfrutan de las actividades lúdicas,
presenten un crecimiento armonioso de su inteligencia, afectividad, creatividad y
sociabilidad.
Algunas ventajas que se adquieren a través del juego son: la expresión de sentimientos
y emociones, descarga de energías y tensiones, manifestación y superación de conflictos,
estimula la superación y el éxito, autodominio corporal y emocional, facilita el
aprendizaje, la transmisión de valores y pautas de comportamiento social (Bucay, 2004).
Es a través del juego donde podemos brindarle a las personas nuevas formas de pensar,
sentir y actuar.
Ahora bien, actualmente las nuevas tecnologías han sobrepasado los límites de nuestra
imaginación, posibilitándonos para encontrar miles de productos que faciliten la
satisfacción de nuestras necesidades; ante ello, el internet, videojuegos, la televisión y
los teléfonos celulares se han vuelto hasta indispensables en nuestra vida cotidiana y
familiar. Lamentablemente estos productos se venden como posibilitadores para la
socialización cuando la familia es el principal agente en esta función; sin negar que la
complejidad de nuestra sociedad nos ha llevado a solicitar o dejar pasar a nuevos
agentes como lo son la escuela, las amistades y los medios de comunicación.
Aunado a esta situación, los niños y jóvenes actuales explotan los medios tecnológicos
para crear y mantener relaciones sociales, reduciendo distancias e incluso rompiendo
fronteras y entretenimiento (Arza, 2008); sin embargo al abusar de ellos, se convierte en
un riesgo ante la falta de comunicación y socialización directa o cara a cara con sus pares
o con la misma familia; se comienza un cambio de los juegos tradicionales por los
videojuegos o los juegos en línea.
La problemática se centra en que ante los grandes cambios sociales, las personas
también requieren de ajustes para su adaptación y que retomando la siguiente premisa:
en la violencia escolar existe una limitada expresión emocional y habilidades sociales,
que el juego potencializa a través de la inteligencia emocional. Es por esto que, múltiples
programas de intervención centran su eje de trabajo en la realización de ejercicios que
faciliten la interacción entre pares, la readquisición de valores y técnicas de expresión.
Shapiro (1997) indica la necesidad de una inteligencia emocional que nos permita ser
empáticos, expresar y comprender emociones y sentimientos, independencia,
adaptación, autocontrol, solución de conflictos, etc. Considerándolo así como una forma
de cubrir la necesidad de una atención individual y social en la violencia escolar, sin
olvidar la importancia del trabajo en equipo.
Goleman define la inteligencia emocional (1995) como las habilidades para ser capaz de
motivarse y persistir frente a las decepciones, controlar el impulso y demorar la
gratificación, regular el humor y evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de
pensar, mostrar empatía y abrigar esperanzas.
Debido a las condiciones de la vida moderna, hombres y mujeres de todas las edades,
nos volvemos más propensos a sufrir tensiones, por lo que la irritabilidad y la ira se
vuelven emociones con fácil expresión. Con este pequeño ejemplo, se vuelve necesaria la
enseñanza en inteligencia emocional, el control emocional.
Para Salovey y Mayer (1990) la inteligencia emocional implica la descripción de
cualidades emocionales como: la empatía, la comprensión y expresión de sentimientos,
independencia, adaptación, resolución de conflictos interpersonales, persistencia,
cordialidad, amabilidad y respeto. Mientras que Goleman agrega el autodominio, el celo y
la capacidad de motivarse a sí mismo; por lo que dotar de habilidades a niños y jóvenes
en este rubro, abren las oportunidades a establecer hábitos emocionales que gobernará
su vida adulta.
Retomando estos puntos y profundizando más, el mismo Salovey propone cinco esferas
dentro de la inteligencia emocional como:

Conocer las propias emociones (parte de la conciencia de uno mismo y de la
emoción mientras sucede, siendo la clave principal de la inteligencia
emocional).

Manejar las emociones (implica la capacidad de serenarse, liberarse de la
irritabilidad, la ansiedad y melancolía).

Propia motivación (hace referencia al autodominio y orden emocional,
logrando fluidez y productividad ante cualquier meta).

Reconocer las emociones de los demás (a través de la empatía, facilitando la
adaptación ante las necesidades y demandas de los otros).

Manejar las relaciones (requiriendo el manejo de las emociones de los demás,
dotando de habilidades para desempeñarse efectivamente ante casi cualquier
cosa) (citado en Goleman, 1995).
Ahora bien, si a los estudiantes se les dotara de estas habilidades o se fomentaran
constantemente, formaríamos seres más humanos que evitarían la violencia ante
cualquier persona y situación, de manera que aumentaría la conciencia y salud de éstos
mismos, además de presionar a los otros a lo mismo.
En realidad, la implementación de programas públicos o privados para combatir la
violencia escolar, requiere no solo de pruebas temporales, las cuales en muchas
ocasiones solo quedan como una prevención de la problemática, cuando se necesita de
manera urgente la formación de hábitos más sanos en el manejo de emociones, siendo
una solución el uso del juego. Para ello, recalco la necesidad de unir esfuerzos sólidos y
convencidos en que es igual de importante hacer adultos capaces intelectualmente como
capaces emocionalmente, potencializando relaciones humanas más justas, conscientes y
equilibradas. Por lo tanto una sociedad sana.
Bibliografía

Bucay, J. (2004). El juego de los cuentos. Extraído el 15 de septiembre de
2013
en
http://es.scribd.com/doc/8544454/00Bucay-Jorge-El-Juego-de-Los-
Cuentos


Comunidad de Madrid. (2006). El acoso escolar y prevención de la violencia en
la familia. Dirección General de Familia, Comunidad Madrid; p: 7-24.
Goleman, D. (1995). Inteligencia emocional. Por qué es más importante que el
cociencie intelectual. Ediciones B, México; p: 16, 18, 64.

Shapiro, L. (1997). La inteligencia emocional de los niños. Vergara editor, México;
p: 7, 8, 16.

Organización de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura.
P: 22-25.
Zataraín, F. (2009). Contra el bullying (Cómo defenderte del acoso).
Peacemaker Editores, México; p:13, 20.
Secretaría de Educación Pública. (2011). Estrategias de intervención para la
atención a la diversidad en el marco para la convivencia escolar. Intervención
de casos en acoso escolar (Bullying). Práctcas entre varios. D.F., México.
Muñóz, G. (2008). Violencia escolar en México y en otros países,
comparaciones a partir de los resultados del Instituto nacional para la
evaluación de la educación.
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