Capítulo IX Juicios críticos sobre la ideología de

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LA EVOLUCIÓN
POLÍTICA E IDEOLÓGICA
DE JOVELLANOS
JOSÉ EMILIO CANSECO CANSECO
LA EVOLUCIÓN
POLÍTICA E IDEOLÓGICA
DE JOVELLANOS
FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS
Gijón, 2011
Título:
La evolución política e ideológica de Jovellanos
Coordinadores editoriales: Fernando Adaro de Jove / Orlando Moratinos Otero
© de los textos: José Emilio Canseco Canseco
© de la presente edición en papel y digital:
Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias
1ª edición: diciembre de 2011
Ilustraciones y documentación:
Museo Nacional del Prado. Madrid
Palacio del Congreso de los Diputados. Madrid
Biblioteca Nacional. Madrid.
Real Academia de la Historia
Banco Español de Crédito. Madrid
Museo de Bellas Artes de Asturias. Oviedo
Archivo FFJPA. Gijón
Archivo del autor
Edita: Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias
Museo Casa Natal de Jovellanos.
Administración y Secretaría:
C/ María Bandujo, 11 – bajo
33201 Gijón. Principado de Asturias – España
Telefono: (+34) 985 357 156
[email protected] - www.jovellanos.org
I.S.B.N.: 978-84-936171-9-6
Depósito Legal: AS-5296-2011
Impresión: Gráficas Covadonga. Gijón
La libertad de opinar, escribir e imprimir se debe mirar
como absolutamente necesaria para el progreso de las ciencias
y para la instrucción de las naciones.
Gaspar Melchor de Jovellanos
Bases para la formación de un Plan General de Instrucción Pública, 1809
… para mí la instrucción es la primera fuente de toda
prosperidad social, y a la demostración y a la persuasión de esta
verdad están consagrados mi celo, mis luces, mi tiempo y
existencia.
Gaspar Melchor de Jovellanos
Carta a Rafael de Floranes, 23 de Julio de 1800
Sumario
Prólogo. Ángel Bahamonde Magro
Introducción
PRIMERA PARTE
La evolución política en la Ilustración y la transición
CAPÍTULO I
Jovellanos y la Ilustración asturiana
1. Asturias y el movimiento ilustrado
2. La preilustración asturiana y Jovellanos
3. Asturias en la Ilustración plena
4. La proyección exterior de ilustrados: Jovellanos y Campomanes
CAPÍTULO II
Jovellanos, prohombre de la Ilustración
1. La formación ilustrada
2. Su incorporación al movimiento ilustrado en la etapa sevillana
3. El relevante papel de Jovellanos en la corte ilustrada
4. La lucha en el declive desde el exilio asturiano
5. Un paréntesis en la alta cota del poder
6. La labor intelectual en el encarcelamiento final mallorquín
7. Balance reformista
12
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
CAPÍTULO III
Jovellanos y el tránsito al liberalismo
1. Primeras manifestaciones liberales
2. Jovellanos y los primeros liberales
3. La transición en Jovellanos
SEGUNDA PARTE
La evolución política en la vía constitucional
CAPÍTULO IV
La última etapa en la Junta Central
1. Significado de la última etapa jovellanista
2. La crisis de soberanía: Soluciones bonapartista y patriótica
3. La ruptura del mundo liberal
4. Jovellanos, vocal de la Central, en el bando patriótico
5. De la crisis de soberanía a la constitucional. La revolución
liberal subyacente
CAPÍTULO V
Papel de Jovellanos en la solución de la crisis constitucional
1. Jovellanos en el debate constitucional.
La convocatoria de Cortes
2. La primera convocatoria reformista. La Comisión de Cortes
3. La convocatoria de consenso
4. El decreto final con el modelo bicameral británico
TERCERA PARTE
Evolución ideológica de Jovellanos
CAPÍTULO VI
Bases del pensamiento de Jovellanos
1. El pensamiento jovellanista
2. Idiosincrasia de Jovellanos
3. Características y fuentes de su obra
Sumario
4.
5.
La base ética y moral
La base educativa
CAPÍTULO VII
La evolución del pensamiento político
1. Características generales
2. El pensamiento político en la Ilustración plena
3. El período de transición.
Remoción de estructuras sociopolíticas
4. El modelo económico preliberal jovellanista
5. La reforma política
Las limitaciones al poder de la monarquía absoluta
CAPÍTULO VIII
La evolución hacia el modelo constitucional final
1. El modelo historicista inicial. La constitución histórica
2. La fase historicista en la Junta Central
3. La fase introductoria de la Constitución británica
4. El último modelo constitucional en la «Memoria»
5. Significado del último modelo constitucional
CAPÍTULO IX
Juicios críticos sobre la ideología de Jovellanos
1. Visión histórica de la figura de Jovellanos
2. Adscripciones ideológicas contemporáneas
3. Conclusiones. De la Ilustración al liberalismo moderado
EPÍLOGO
Semblanzas
1. Jovellanos
2. Círculo de liberales asturianos
APÉNDICE
Jovellanos y sus círculos de relaciones
BIBLIOGRAFÍA
13
Índice
Prólogo............................................................................................... 17
Introducción ...................................................................................... 29
CAPÍTULO I:
Jovellanos y la Ilustración asturiana.............................................. 39
CAPÍTULO II:
Jovellanos, prohombre de la Ilustración ....................................... 59
CAPÍTULO III:
Jovellanos y el tránsito al liberalismo............................................ 87
CAPÍTULO IV:
La última etapa en la Junta Central ............................................... 111
CAPÍTULO V:
Papel de Jovellanos en la solución de la crisis constitucional.... 133
CAPÍTULO VI:
Bases del pensamiento de Jovellanos ............................................ 155
CAPÍTULO VII:
La evolución del pensamiento político ......................................... 187
CAPÍTULO VIII:
La evolución hacia el modelo constitucional final ...................... 217
16
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
CAPÍTULO IX:
Juicios críticos sobre la ideología de Jovellanos........................... 247
EPÍLOGO:
Semblanza de Jovellanos ................................................................. 261
Semblanza de su círculo de liberales asturianos.......................... 282
APÉNDICE:
Jovellanos y sus círculos de relaciones.......................................... 303
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................ 339
Prólogo
La gran personalidad de Jovellanos ha originado numerosos
trabajos sobre los distintos campos de su polifacética obra. La ideología que la sustenta también ha sido objeto de múltiples interpretaciones. En el trabajo que se comenta se aborda la tarea de realizar
una síntesis crítica de su obra política, tanto de la propia actividad,
como de la ideología subyacente.
Jovellanos fue más intelectual que hombre de acción. Su actividad política directa fue de escasa magnitud pero de gran importancia, principalmente su notable papel como vocal de la Junta Central que impulsó la convocatoria de las Cortes de Cádiz y, sobre todo,
porque, al lado de esa acción política directa, tuvo un gran relieve
su actividad política indirecta como consejero de la Corte y organismos oficiales, o a través del Consejo de Órdenes, las sociedades
económicas y las reales academias.
Las obras producidas en esa actividad consiliaria no son de carácter teórico, doctrinal o académico, sino que están constituidas por
escritos, informes o representaciones que tienen por objeto encauzar
la acción política directa con el fin de hacerla más útil para el logro
de los objetivos reformistas. Por eso, parece justificado que el autor
otorgue la adecuada entidad a los dos aspectos.
Se distinguen tres periodos evolutivos. El periodo ilustrado
coincide prácticamente con su etapa madrileña en la década de los
ochenta, bajo el reinado de Carlos III. El periodo de transición, que
enlaza con el mundo liberal, transcurre principalmente en la etapa
asturiana, en la década de los noventa, ya bajo Carlos IV. A su vez,
en el último periodo, durante su etapa en la Junta Central, se con-
18
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
forma su último modelo constitucional, con su aproximación al Liberalismo.
Las indeterminaciones propias de toda periodificación histórica no permiten una compartimentación exacta, pudiendo apreciarse elementos de algún periodo en otros precedentes. Sin embargo, esto no invalida el procedimiento utilizado. La versión
periodificada permite apreciar con mayor nitidez los distintos estereotipos de la figura de Jovellanos rompiendo su visión única como
un personaje contradictorio.
Se nos presenta en el primer periodo un Jovellanos prohombre de la Ilustración que colabora con la política reformista de Carlos III, intentando con sus informes influir en las políticas efectivas
con el fin de solucionar los graves problemas económicos y sociales
del país. En este periodo ilustrado sus objetivos se orientan principalmente al plano político real, con reformas que corrijan las deficientes estructuras, y nivel de vida de la población.
Jovellanos se mantiene fiel a los dos pilares de la Ilustración:
la Iglesia y la monarquía. Pero presenta una fidelidad matizada por
las reformas. Por eso busca la compatibilidad entre la religión y la
razón, el abandono del método escolástico en la enseñanza, la reforma de las relaciones Iglesia-monarquía y se muestra contrario a
la Inquisición. La inclusión de Jovellanos entre los jansenistas no suponía ninguna alteración del dogma. Los llamados jansenistas españoles preconizaban reformas que afectaban a la Iglesia, pero no
constituían una reforma religiosa dogmática.
Jovellanos tampoco puso en duda la monarquía como forma de
gobierno. Pero su afección monárquica no fue tan fuerte como la de Campomanes y sus inclinaciones regalistas menos acusadas. No obstante, en
este primer periodo, ya se encuentran antecedentes de una orientación
política que expresa su disconformidad con la monarquía absoluta.
Constituyen indicios relevantes el Discurso de ingreso en la Real Academia
de la Historia, ya en la temprana fecha de 1800, y su posición como uno
de los primeros introductores en España de la teoría de la división de poderes de Montesquieu. Y en los últimos años de Carlos III, El Censor de
Cañuelo contenía colaboraciones de Jovellanos con críticas políticas.
En el segundo periodo se nos muestra una imagen dinámica
de Jovellanos. Al comprobar las dificultades que presentaba el ab-
Prólogo
19
solutismo para avanzar en el camino de las reformas, comparte las
ideas que plantean la necesidad de limitar el poder de la monarquía.
Y ve inevitable la ruptura de la alianza entre la Ilustración y la monarquía de Carlos IV.
Se presenta aquí a un Jovellanos que reivindica también la reforma de las estructuras políticas. Ya no basta el progreso económico.
Se precisa, además, el político, el fin de los privilegios y obstáculos
que impedían las reformas, la apertura hacia la libertad y el otorgamiento de derechos políticos y sociales al pueblo. Surge un Jovellanos en marcha hacia el Liberalismo, que comienza a aparecer tanto
en la vertiente económica como en la política.
Justamente, se señala que en este periodo de transición se publica su primera gran obra, el Informe en el expediente de la Ley Agraria, que constituye su expresión más completa en el campo de la política económica y social. Se propone ya claramente la supresión de
obstáculos al progreso, la abolición de mayorazgos, la desamortización de tierras eclesiásticas y es pionero en propugnar la aplicación de los nuevos principios económicos de Smith. Son claras
muestras de su introducción en la senda de la economía liberal.
La evolución se aprecia también en la vertiente política. Comienza a ver la necesidad de complementar las políticas reales con
las constitucionales. Se hace preciso un marco constitucional que delimite los derechos y obligaciones de la monarquía y de los ciudadanos. Esta tendencia, que había tenido algunos antecedentes en el
periodo anterior, se manifiesta ya con claridad, principalmente, en
determinada correspondencia muy representativa. Sobresalen la
carta al Dr. Fernández de Prado, que trata de la soberanía y la división de poderes. El borrador y la carta dirigida a Francisco Masdeu,
referente a la Constitución histórica, que se ha dejado olvidada en lugar de ser actualizada, la numerosa correspondencia sostenida con
Mr. Harding sobre la Constitución y la Revolución francesa. También
inciden en la misma cuestión numerosos pasajes de su Diario, entre
los cuales resultan significativos aquellos en que manifiesta que le
parece aceptable la Constitución monárquica francesa de 1791, e, incluso, no rechaza la de 1795, promulgadas ambas en los periodos
más moderados de la Revolución. Resulta claro que su rechazo
afecta a las revoluciones violentas y no a los principios liberales.
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José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Esta evolución constituiría la antesala de la introducción por
la vía constitucional, que aparece en el tercer periodo con su actuación como vocal, miembro de la Comisión de Cortes de la Junta Central. Se señala la importancia de este periodo en el que la evolución
política de Jovellanos alcanza su cénit con la convocatoria de Cortes y la formación de su último modelo constitucional. La participación de Jovellanos fue decisiva en ambos acontecimientos, apoyando a Quintana y los liberales de la Junta frente a los absolutistas
que no deseaban convocar Cortes, y en pugna con los mismos liberales por la forma de constituirse. Jovellanos deseaba las Cortes por
estamentos, con la actualización de la Constitución histórica, rechazando las Cortes constituyentes asamblearias que asociaba con los
peligros de la Revolución francesa.
Frente a una visión incompleta de Jovellanos, el autor se propone situar a esta última etapa en el grado de importancia que merece. La visión histórica de un Jovellanos pro-hombre de la Ilustración ha oscurecido su brillante papel en la Junta Central. Destaca
tanto en la acción política como en la evolución ideológica. En el primer aspecto fue pionero en plantear la convocatoria de Cortes; la mayor parte de las disposiciones sobre Cortes salieron, en buena medida, de su pluma. Incluso fue el autor del decreto final de la Junta
emplazando a la Regencia, su sucesora, a la convocatoria de Cortes,
que daría lugar a la Constitución de 1812.
Aquí también culmina su evolución ideológica con su último
modelo constitucional, expuesto posteriormente en su Memoria en defensa de la Junta Central, su segunda gran obra, completada con unos
Apéndices que sitúan su modelo en el campo del liberalismo moderado.
La última parte de la obra que se comenta está dedicada a la
evolución ideológica, subyacente a la actividad política. El estudio
separado de la ideología parece acertado al permitir encauzar el pensamiento jovellanista en las corrientes ideológicas de la época.
Y, además, se pretende ensamblar las ideas foráneas con las jovellanistas, pareciendo vislumbrarse un cierto modelo articulado sobre diversas bases. La política, la moral y la enseñanza aparecen yuxtapuestas en el plano político real. El historicismo, el iusnaturalismo
y el sistema constitucional inglés determinan la evolución en el
campo constitucional.
Prólogo
21
En todo caso la articulación de un modelo jovellanista presenta
serias dificultades por la variedad de fuentes doctrinales, el carácter práctico, la dispersión de los trabajos de base y la heterogeneidad
de las materias. Se aboga, al menos, por una sistematización de la
obra jovellanista en modelos, siquiera sean parciales. Los intentos de
sistematización parecen haber tomado un cierto cuerpo en el campo
de la enseñanza y en el constitucional, en el que los trabajos de Jovellanos presentan una mayor proyección teórica.
En la obra analizada vemos como la ideología de Jovellanos
evoluciona al compás de su actividad política con una mutua interrelación. Pero presenta unas bases constantes. El iusnaturalismo y
el historicismo le acompañan toda la vida.
Jovellanos estudia el Derecho Natural y de gentes a través del
iusnaturalismo alemán (Puffendorf, Wolf, Heinecio) y del inglés
(Locke) y propuso tenazmente su introducción en los planes de estudio, especialmente de los que dependían del Consejo de Órdenes
al que pertenecía. En el Plan de estudios del Colegio de Calatrava se
aprecian claramente las orientaciones iusnaturalistas.
Como era nota común en los ilustrados, su iusnaturalismo participa tanto del empirismo inglés como del racionalismo alemán.
Para Jovellanos la acción política se fundamenta en la moral, en la
que resulta patente ese iusnaturalismo. Los derechos y obligaciones
del hombre son anteriores al Estado. Para Jovellanos, aunque el ser
ético dependa del ser religioso, ello no implica que la verdad ética
se extraiga directamente de lo religioso, sino de su propia naturaleza.
La revelación no puede verse como una renuncia a la racionalidad.
Su humanismo cristiano se complementa con la corriente enciclopédica que considera al hombre susceptible de perfeccionamiento mediante la instrucción. Solo el hombre instruido tiene conciencia de sus derechos. La educación constituye, pues, otra
constante de Jovellanos, donde utiliza como puntos de referencia las
ideas de Locke, Condorcet y Rousseau. En su Diario critica duramente el pacto social asambleario roussoniano, que considera germen de revoluciones. Alaba, sin embargo, muchas de sus ideas educativas. Precisamente, la educación es uno de los campos donde se
desarrolla una fundamentación teórica y aplicada, que influyó en los
primeros planes educativos con carácter nacional. De esa manera, la
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José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
política, la moral y la enseñanza aparecen estrechamente relacionadas en el pensamiento jovellanista.
El historicismo también le acompañó desde el periodo ilustrado hasta su fase ideológica final en la Junta Central. Algunas opiniones incluyen al Jovellanos del primer periodo dentro del historicismo racionalista del despotismo ilustrado, alegando, no solo en la
práctica, su apoyo a la política de Carlos III, sino también algunas
connotaciones teóricas que aparecerían incluso en épocas posteriores. El autor de este trabajo se opone a ambas interpretaciones. En
el plano teórico es cierto que aparece en su obra el concepto de «responsabilidad moral», pero lo sustituyó más tarde por la «responsabilidad política real». También el concepto de «política gubernativa
discrecional» aparece al final de su evolución, pero no se puede afirmar que sea un concepto propio del despotismo ilustrado, ya que
aparecía también en el sistema inglés.
También se rebate el razonamiento práctico. Jovellanos alababa
las políticas carloterceristas porque, en definitiva, suponían un progreso, aunque fuera limitado. Y apoyaba el despotismo en cuanto le
fuera útil para desarrollar sus reformas. Es decir, lo consideraba un
medio y no un fin. Por eso, cuando dicha vía resultó estéril, lo combatió por los medios que pudieran resultar impunes. Como claro
ejemplo, se cita una carta a Vargas Ponce de 1799 donde se contiene
una de las más duras críticas al mismo.
Además diversos antecedentes muestran, ya desde la época
ilustrada, su preocupación por la actualización de la Constitución
histórica y el restablecimiento de la convocatoria de Cortes, que habían quedado como una institución testimonial. Así, el historicismo
de Jovellanos fue enlazando con el historicismo liberal británico de
Burke y Hume y, junto con Martínez Marina, constituyen las dos
grandes figuras del historicismo español.
El historicismo jovellanista considera a la monarquía como la
consolidación de un modelo social natural, no contractual, que se fue
perfeccionando. Se trataba de buscar la historia civil de la misma, la
que constituía su Constitución histórica. Así se alejaba de la teoría
del pacto social de Rousseau y Locke, que daría origen a la Sociedad
y al Estado. En la teoría jovellanista se unía el iusnaturalismo y el historicismo en un modelo de sociedad natural, no contractual.
Prólogo
23
Con la decadencia de la Ilustración comienza el periodo de
transición y el reformismo de Jovellanos va evolucionando hacia el
Liberalismo, cuyos primeros síntomas se producen en los campos
económico y político. Se afirma que las reformas económicas fueron
pioneras, llegando a constituir en el Informe sobre el expediente de la Ley
Agraria un modelo económico preliberal. Pero el autor llega a apreciar la evolución hacia el Liberalismo en el papel asignado a la opinión pública, e, incluso, en el objetivo de las reformas legislativas. En
la Ilustración la agrupación en códigos tenía por objeto facilitar la
aplicación de las leyes. Jovellanos les asigna también la función de
asegurar la libertad política y civil de los ciudadanos, en claro tránsito hacia el Liberalismo.
El convencimiento de Jovellanos de que el reformismo resultaba estéril sin una reforma política que limite el poder de la monarquía absoluta, le introduce de lleno en el plano político-constitucional, que tuvo su desenlace final en la última etapa.
En la Junta Central, Quintana y sus amigos liberales, en el llamado campo liberal doceañista, propugnaban unas Cortes con una
asamblea popular constituyente al estilo francés. Aunque los objetivos eran similares (la limitación del poder monárquico y la garantía de las libertades y derechos del pueblo) Jovellanos no compartía
ese sistema de instrumentación. Su modelo no era un modelo contractual, sino el modelo natural de la Constitución histórica adaptada
a los nuevos tiempos. En él, el iusnaturalismo le servía para basar la
constitución en un pacto originario de la sociedad natural con el rey,
en vez de un contrato social en una asamblea constituyente y el historicismo analizaba la evolución de ese modelo social natural buscando la historia civil de la monarquía, lo que constituía su Constitución histórica.
Es interesante analizar cuál era el fundamento de la dura posición de Jovellanos en una materia en que había coincidencia de objetivos. Resulta aventurado realizar conjeturas sobre los motivos
mentales de las acciones de personajes históricos. Pero el autor de
este trabajo se arriesga, basándose en la idiosincrasia de Jovellanos
y en indicios de sus obras, especialmente su Diario. A pesar de la debilidad que algunos autores le achacan, Jovellanos dio muestras de
su terquedad en el plano intelectual en defensa de sus convicciones.
24
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Pero ello no impedía que una de sus características esenciales
fuera el humanismo. La violencia de la Revolución francesa le dejó
marcado para siempre. En su Diario y en su correspondencia son numerosas las muestras del terror que le producían las revoluciones
violentas, cuyo peligro veía en las asambleas y cámaras populares
formadas por un pueblo con insuficiente cultura. Jovellanos amaba
al pueblo y quería mejorar su situación y reconocerle sus derechos.
Pero temía a un pueblo violento. La solución estaba en la enseñanza que evitara la incultura. Por ello coincidía con los liberales doceañistas en la mayoría de los objetivos, pero no en los instrumentos. No podía admitir una soberanía popular, ni una cámara popular
sin contrapesos. La Constitución histórica le facilitaba la solución.
El sistema estamental histórico, tricameral, disponía de cámaras de la nobleza, clero y del pueblo, lo que en opinión de Jovellanos, le daba más equilibrio y resultaba menos peligroso. En su Memoria ratificaba su temor a las cámaras populares. Tras una dura
pugna entre la solución unicameral para las Cortes o la tricameral
planteada por Jovellanos, los liberales ingleses encontraron la solución. Su gran amigo, Lord Holland, en una amplia relación personal
y epistolar, convenció a Jovellanos para que aceptara el sistema inglés de balanza equilibrada con solo dos cámaras, una popular y otra
de dignidades, que logró que fuera aceptado en la Central, aunque
luego fue cambiado en las Cortes constituyentes.
Como resultado final, Jovellanos complementa el historicismo
con el sistema constitucional inglés, cuya formulación teórica se
deriva de los autores ingleses Locke, Hume, Blackstone y de la interpretación que del mismo hace Montesquieu. La soberanía radica
en el Monarca, que desempeña el poder ejecutivo y, además, posee
el derecho de sanción. El legislativo es ejercido por las Cortes con un
doble examen en dos cámaras.
No obstante, aún quedaba una última modificación. La publicación del decreto inicial de las Cortes afirmando que en ellas reside la soberanía nacional le hizo intentar una última aproximación.
Al lado de la soberanía Jovellanos considera otro poder supremo,
original e imprescriptible, que retenían las naciones al ceder la soberanía al Monarca y que les servía para defender su constitución.
El iusnaturalismo vuelve a surgir. Este poder, la supremacía, lo con-
Prólogo
25
serva la nación a través de las Cortes y es derivado de la naturaleza.
La soberanía del monarca se deriva del pacto. La supremacía de las
Cortes es de origen natural.
En la obra se contienen diversas interpretaciones de ese poder.
Pero el autor se arriesga a una simplificación. En su opinión parece
mostrarse como un medio ideado por Jovellanos para dividir la soberanía. Su concepto de soberanía era indivisible, pero a la vista de
la soberanía concedida a las cámaras constituyentes, quería dotarlas también de algún poder en su modelo. Como no podía privar al
Rey de la soberanía, se necesitaba otro poder.
Esta interpretación no es arbitraria. El autor no encuentra demasiado fundamento en las diversas interpretaciones que analiza. Y,
en cambio, encuentra un apoyo en los propios textos de Jovellanos
cuando afirma que la supremacía puede ser también distinguida con
el dictado de soberanía, o cuando expresa que se trata de una mera
cuestión de voz e incluso cuando afirma que llamándolo de la
misma forma se podría interpretar que se despojaba al Monarca de
su soberanía. Parece, pues, bastante fundado que el objetivo de Jovellanos era compartir la soberanía entre el rey y las Cortes. Con esta
última concepción el modelo de Jovellanos avanza hacia el liberalismo y se convierte de facto en un modelo de soberanía compartida.
Por eso, aunque Jovellanos no pueda incluirse en el liberalismo doceañista, su modelo es comparable a los modelos de las constituciones de 1837 y 1845, ambas bicamerales y de soberanía prácticamente compartida, pues aunque la de 1837 proclamara la soberanía
de la nación, las prerrogativas del rey eran muy superiores a la
Constitución de 1812.
Por consiguiente, tenemos las mismas razones para considerar liberal al Jovellanos del último modelo, como para darles la
misma consideración a los reconocidos liberales de 1845, siempre,
claro está, con el concepto liberal de aquella época.
La obra termina con una visión histórica del ideario jovellanista.
El autor se opone a todas esas adjudicaciones de la figura de Jovellanos, y también a los juicios contradictorios sobre el mismo. Defiende
que la auténtica personalidad de Jovellanos solo puede ser comprendida en su integridad examinando la evolución de su pensamiento y
su ideología en los diferentes periodos. Y propugna que se dé la de-
26
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
bida importancia a la última etapa de Jovellanos que no fue menos brillante que las anteriores en unas difíciles circunstancias.
En la obra se utilizan de manera muy amplia las fuentes directas de los propios textos jovellanistas, incluido el Diario y la correspondencia a los que da una gran importancia. Estas fuentes se
complementan con otras indirectas con una amplia bibliografía.
Llama la atención el importante uso de las redes sociales, tan
destacadas en la moderna historiografía, aunque el autor no las califique con ese nombre. A lo largo del texto se destaca la influencia
de las tertulias ilustradas, de los círculos universitarios, de las escuelas poéticas –es bien conocida la conexión del liberalismo con la
poesía como medio disimulado de propagación–, la correspondencia, los diarios y la incipiente prensa.
Además la obra contiene un apéndice sobre Jovellanos y sus
círculos de relaciones que podría encajar en el mismo concepto. Estamos ante una obra bien estructurada, conceptualmente precisa, y
que muestra una gran capacidad para integrar a un personaje de la
talla de Jovellanos, con su compleja personalidad, en un momento
histórico y en las difíciles circunstancias en que se movió este hombre decisivo en el tránsito de la Ilustración al Liberalismo.
Resulta un acierto considerar a Jovellanos bajo esos parámetros. No dejarlo anclado simplemente en el mundo ilustrado dieciochista, hacerle vivir y sentir la necesidad de un futuro para España
que pasara por la senda del gran debate liberal de la época. Eso sí,
no fue un hombre revolucionario, ni pretendió serlo. Por el contrario, pretendió lograr los objetivos liberales por la evolución. Consideraba las fronteras liberales en una tónica que hoy se podría calificar de centrista, para evitar avatares peligrosos y, según su
cosmovisión, trazaba su línea innovadora hacia el progreso.
También parece acertado apartarse de los juicios contradictorios y de la apropiación de la figura de Jovellanos por los más diversos grupos ideológicos. La comprensión de la auténtica personalidad de Jovellanos ha de basarse en su idiosincrasia y en su
evolución política e ideológica, lo que constituye el objeto de esta
obra.
Esta es la línea interpretativa que ha seguido el doctor Emilio Canseco en la obra analizada que, sin perder el rigor académico,
Prólogo
27
facilita la lectura por la agilidad y claridad de su escritura, y que
hará reflexionar al lector sobre el importante papel de Jovellanos
en una compleja época que proyectaría a España hacia la contemporaneidad.
Ángel BAHAMONDE MAGRO
Catedrático de Historia Contemporánea
Director del Departamento de Humanidades, Historia, Geografía y Arte
Universidad Carlos III de Madrid
Introducción
En la encrucijada de los siglos XVIII y XIX, al prócer asturiano
Gaspar Melchor de Jovellanos le tocó vivir una complicada época:
el apogeo carolino de la Ilustración española, su decadencia desde
la última década del primer siglo y los primeros años de la marcha
hacia el liberalismo en el siguiente.
Más que vivir, realmente, fue protagonista en cada uno de esos
periodos. La Ilustración española no se concibe sin Jovellanos, su figura más señera. En la decadencia fue la personalidad más perseguida. Y en la marcha hacia el liberalismo, resultó fundamental su
prestigio y su labor como vocal de la Junta Central y de su Comisión
de Cortes.
La actuación de Jovellanos se extiende a lo largo de su vida pública y comprende un periodo ilustrado inicial (1768-1778), su apogeo en la Corte ilustrada (1778-1790), su papel en la decadencia de
la Ilustración y en la Transición (1790-1808). Y su última etapa en el
debate constitucional de la Junta Central (1808-1810).
Este estudio se refiere, por tanto, a los 43 años que van de 1768
a 1811 con sus agitados vaivenes derivados de la implantación del
despotismo ilustrado, los recelos hacia la Revolución francesa, la crisis de la Ilustración con las persecuciones subsiguientes, la transición
hacia el liberalismo, y, como trágico telón de fondo, la Guerra de la
Independencia.
En todo ese intrincado proceso destacó la figura de Jovellanos.
Su pensamiento y su acción política fueron evolucionando con los
acontecimientos y tendencias, pero manteniendo siempre una línea
directriz hacia los valores de la libertad y dignidad del individuo. Ya
30
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
en su periodo inicial sevillano mostró sus primeros destellos, apoyando las garantías jurídicas y la abolición de la tortura. Y, en la esfera civil, se preocupa de la enseñanza y de la política agraria como
vías hacia el progreso.
Con el paso a la Corte ilustrada madrileña, contribuye, en gran
manera, con su talento y esfuerzo, al apogeo de la Ilustración en su
máximo esplendor. Junto con otro miembro de la diáspora asturiana,
Campomanes, logran convertir a la monarquía en el eje de las reformas ilustradas.
Jovellanos no tuvo el poder político de Campomanes. Sin embargo, dejó patente su espíritu ilustrado en diversos cargos. Y fue,
sobre todo, un eminente intelectual que puso sus extensos conocimientos al servicio del reformismo en infinidad de comisiones y trabajos. Y, cuando, ya decaída la Ilustración, tuvo la oportunidad de
desempeñar la Secretaría de Gracia y Justicia, la oposición a sus reformas convirtió en fugaz su estancia en el poder.
Pero Jovellanos fue más lejos. Se integró plenamente en el movimiento ilustrado. Resulta sorprendente que, con una estancia en la
Corte de solo doce años, haya logrado labrarse una fama de tal calibre que le lleva a convertirse en prohombre de la Ilustración española.
Con esa integración, su objetivo no consiste, solamente, en implantar reformas para mejorar las condiciones de vida, sino en transformaciones más profundas, que promuevan un cambio de mentalidad,
erradiquen la ignorancia, y conduzcan, en definitiva, hacia reformas políticas impulsoras de la libertad y reductoras de los privilegios.
Ello llevaba consigo la aparición de sus primeras críticas, incluso en pleno apogeo ilustrado. Ya en 1780, en su Discurso de ingreso
en la Real Academia de la Historia, se atrevió a denunciar cómo el despotismo ilustrado había anulado las leyes de la monarquía y dejado
inoperantes sus Cortes representativas. Incluso en el mismo Elogio
de Carlos III, pronunciado en 1788 en la Real Sociedad Económica de
Madrid, exalta la política ilustrada y critica los sistemas de enseñanza con un predominio del escolasticismo y una insuficiencia de
las modernas disciplinas.
Jovellanos defendía, incluso en la dorada época carolina, ideas
y proyectos que sobrepasaban al despotismo ilustrado. Para él, la
monarquía absoluta ilustrada no era un fin en sí misma, sino solo un
Introducción
31
medio. Aceptó el despotismo ilustrado solamente como un avance
parcial y como un instrumento para favorecer la expansión de la Ilustración y el logro de sus objetivos.
Por eso, esa aceptación cesó en el momento que dejó de ser útil
para esos fines. Y en el siguiente reinado de Carlos IV, cuando el temor al contagio de la Revolución francesa arreció los ataques a la Ilustración, Jovellanos, a pesar de su rechazo humanitario a las revoluciones violentas, se mostró aún más firme en sus ideas ilustradas.
La nueva situación, en lugar de frenarle como a los dirigentes
del despotismo, le supuso un avance en sus ideas. Le llevó a apreciar
con claridad la necesidad de poner límites a las prerrogativas de la monarquía absoluta. Una carta dirigida al Dr. Prado en 1795 resulta bien
explícita a estos efectos. En ella aboga claramente por una constitución
histórica y unas reformas políticas que dieran un carácter más cívico
a las estructuras de poder. Y no dudó en apoyarse en Montesquieu
para hacer ver la necesidad de una división de poderes.
Con la exposición de sus ideas desafiaba los riesgos. Estos se
vieron incrementados con la publicación de su Informe sobre el expediente de la Ley Agraria. En él se separaba aún más de la doctrina oficial, recabando claramente reformas estructurales, desamortizaciones civil y eclesiástica y abolición de privilegios. Expone un modelo
económico que constituye la expresión más avanzada de la Ilustración en tránsito hacia el liberalismo.
Si a todo esto se unen sus ideas antiinquisitoriales y de reformas clericales que le llevaron a ser incluido entre los jansenistas, no
es de extrañar que fuera Jovellanos la personalidad ilustrada más
castigada. Pero, incluso en su destierro mallorquín, vuelve a la carga
con su Memoria sobre la educación pública, insistiendo en el derecho del
individuo a la instrucción y la obligación de los gobernantes de proporcionarle los medios.
A la salida del destierro aún le quedaba a Jovellanos su última
etapa, en el turbulento cambio de siglo, en plena Guerra de la Independencia. Esta etapa ha sido, en buena medida, injustamente relegada. En la opinión pública ha causado estado la relevante figura
del Jovellanos prohombre de la Ilustración. Incluso en la historiografía, creemos, que no se le ha dado a esta nueva etapa la importancia que merece.
32
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
El Jovellanos liberado aparece en el bando patriótico como un
líder natural, admirado por el pueblo y por los intelectuales. Y, justamente, esos tres últimos años de la vida pública de Jovellanos fueron los únicos en que desempeñó una función en el poder constituido de la Junta Central, exceptuando su fugaz paso por la
Secretaría de Gracia y Justicia. En ellos se introduce en el mundo del
liberalismo patriótico y, desde sus importantes puestos en la Central,
desarrolla una función de primer orden en el debate constitucional
que dio origen a las Cortes de Cádiz.
Por todo ello, en este trabajo, ocupará un lugar especial esta última etapa. En ella se podrá apreciar la plasmación de las ideas en
la realidad de los decretos y disposiciones salidos fundamentalmente de la pluma de Jovellanos. Y, también, la evolución que se va
produciendo al compás del debate constitucional.
Una vez liberado comienza su nueva etapa con una dolorosa
disyuntiva. Debía elegir entre los dos bandos, afrancesado y patriótico, en los que se habían integrado sus amigos ilustrados y liberales. En contra de algunos criterios, opinamos que no dudó su integración en el liberalismo patriótico.
Al incorporarse como vocal de la Junta Central tuvo ocasión
de reencontrarse con compañeros de los círculos salmantinos, que se
habían incorporado al bando patriótico. Le unía una relación especial con Quintana, que le consideraba su maestro, y que, durante su
exilio, se había convertido en figura del primer liberalismo. También
mantuvo una estrecha relación y apoyo con la primera generación
de liberales asturianos, promocionando a Argüelles para un importante cargo en la Central. La Junta Chica, órgano oficioso del liberalismo, incrustado por Quintana en la Junta Central, contó siempre
con su protección. ¿Cómo se explica, pues, el choque político entre
Jovellanos y el grupo liberal de Quintana en el curso del debate constitucional en la Central?
Aquí surge una constante, presente en todo el pensamiento político jovellanista, la separación de medios y objetivos. Compartían
el objetivo de convocar Cortes, en los valores liberales y en la necesidad de limitar el poder de la monarquía absoluta. Pero divergían
en el origen y estructura de las Cortes. Para los liberales se trataba
de unas Cortes constituyentes con una Asamblea popular. Para Jo-
Introducción
33
vellanos deberían basarse en los sistemas estamentales de la Constitución histórica.
Esta prevención de Jovellanos se debe al impacto que le causaron los horrores de la Revolución francesa que le lleva a una oposición a todo tipo de asamblea popular. Eso explica su oposición al
principio de soberanía popular. La lucha ideológica de Jovellanos radica en la pugna entre «convergencia de objetivos» y «divergencia
de medios». La oposición a los medios no afectaba a los objetivos,
coincidentes en líneas generales.
Todo esto resultaba corroborado al comprobar que las pugnas
dialécticas en el seno de la Junta Central se transformaban en cooperación cuando se trataba de contrarrestar las presiones de los absolutistas, haciendo un frente común con los liberales para defender
el objetivo de la convocatoria de Cortes.
Sus ideas constitucionales, defendidas en los debates y reflejadas, en buena medida, en los dictámenes y decretos oficiales, se extendieron, incluso, al último decreto que ordenaba la convocatoria
de las Cortes de Cádiz. Pero, por uno de esos entresijos, nunca bien
explicados, de la política, no pasaron a la realidad jurídica. Por el
contrario, las Cortes de Cádiz establecieron un modelo unicameral
y la soberanía nacional popular.
Esto le llevó a matizar el modelo expuesto en la Memoria en defensa de la Junta Central y realizar su última aproximación liberal por
medio de unas Notas a los apéndices. Condicionado hasta el último
momento por su prevención hacia las cámaras populares, se mantuvo fiel al modelo bicameral de balanza equilibrada de tipo británico. En cambio, sin llegar a aceptar una soberanía nacional-popular, de tipo doceañista, por la que se habían inclinado las Cortes de
Cádiz, modificó su doctrina sobre la soberanía. Fiel también a la
constitución histórica, no podía privar de soberanía al rey. Tampoco
podía dividirla. En este punto, sin embargo, se mostró más flexible,
buscando una solución que armonizara este principio con la necesidad de dotar de poder a las Cortes representativas a las que no podía dejar sin ningún tipo de poder.
La solución la encontró creando para ellas un poder especial,
la «supremacía». De sus propias explicaciones se deduce que, en definitiva, se trata de una auténtica soberanía que, incluso, él mismo
34
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
sitúa por encima de la soberanía real. En el curso del trabajo se analizan los respectivos poderes. Aunque, en aras a la fidelidad de sus
principios sobre la soberanía única, cree un nuevo concepto doctrinal con origen y características diferenciadas, en realidad se trata de
un auténtico modelo de soberanía compartida. Y, en una visión
comparativa con el modelo bicameral del liberalismo doctrinario, llegamos a la conclusión de que, a pesar de algunas objeciones de carácter teórico doctrinal sobre los distintos orígenes de la soberanía,
de hecho el modelo jovellanista es equiparable a los modelos bicamerales de soberanía compartida, que estuvieron vigentes en épocas posteriores. Podemos considerar, pues, a Jovellanos como precursor del liberalismo doctrinario.
A lo largo del estudio se puede apreciar la relevante personalidad de Jovellanos, su inconformismo con las rémoras del pasado
y la constante adaptación de su ideario a las nuevas corrientes políticas. A pesar de su relieve, la figura del Jovellanos prohombre de
la Ilustración resulta claramente insuficiente. Su historicismo crítico
chocaba con el despotismo ilustrado. Sus ideas limitadoras del poder absoluto y su apoyo a los liberales de primera hora le convierten en una figura de la transición. Finaliza integrándose en el mundo
liberal y creando un modelo constitucional equiparable a los del liberalismo moderado.
Jovellanos es uno de los pocos personajes históricos que ha gozado de una crítica favorable prácticamente generalizada. Esto va
hasta el extremo de que lleguen a reivindicarle corrientes ideológicas dispares, incluso contrapuestas. La evolución de su ideario
puede ofrecer alguna explicación a este fenómeno. En cambio, existe
bastante disparidad en su encuadramiento ideológico. En líneas generales, y en primer lugar, aparece Jovellanos como el gran hombre
de la Ilustración. Pero entre los que se han detenido más especialmente en su última etapa, surge una diversidad de opiniones en la
calificación de su ideología final. En el estudio se recogen algunos
ejemplos que constituyen toda una panoplia, entre los que resaltan
aún rasgos ilustrados hasta los que le consideran próximo al liberalismo doceañista.
Por lo demás, sus contradicciones son fruto de su evolución en
el complejo periodo histórico en que le tocó vivir. No suponen una
Introducción
35
distorsión de sus objetivos. Son consecuencia de la necesidad de armonizar las nuevas tendencias con sus constantes intelectuales: el rechazo, por temor, a las revoluciones populares y el respeto a la
Constitución histórica. En este último campo se producen los mayores esfuerzos de adaptación, haciendo lo posible por acercar sus
últimas interpretaciones a la nueva situación.
Al finalizar el estudio llegamos, según se ha visto, a la conclusión de considerar al Jovellanos final como un liberal moderado,
con algunos rasgos ilustrados. Le separan del liberalismo doctrinario, principalmente, matices teóricos. Y con el liberalismo doceañista
muestra análogas divergencias a las que presenta con él el liberalismo doctrinario, fundamentalmente las Cortes bicamerales y la soberanía compartida.
Este es el último estadio al que llegó el ideario jovellanista. Sin
embargo estaba más próximo en el campo de los valores liberales.
No es de extrañar que liberales doceañistas como Quintana y Nicasio Gallegos fueran los autores del laudatorio epitafio ofrecido en su
memoria y que el Toreno doceañista de la primera hora fuera el encargado de ofrecer el homenaje de las Cortes de Cádiz al nombrarle
«Benefactor de la patria».
PRIMERA PARTE
LA EVOLUCIÓN POLÍTICA
EN LA ILUSTRACIÓN
Y LA TRANSICIÓN
Capítulo I
Jovellanos y la Ilustración asturiana
1. Asturias y el movimiento ilustrado
La evolución hacia el progreso alcanza un punto culminante
en el siglo XVIII con la Ilustración, movimiento de libertad que sobrepasa el simple hecho cultural y sitúa al hombre como centro de
referencia de la sociedad, capaz de una elección racional y libre entre diferentes opciones. Y, en consecuencia, pretende terminar con el
Antiguo Régimen en el que los diferentes hechos sociales, políticos
y religiosos son controlados por la monarquía absoluta.
Esa corriente renovadora fue en España más lenta y menos
profunda que en las naciones europeas. El carácter mayoritariamente tradicional de la sociedad española, con gran apoyo a la monarquía y a la Iglesia, el deterioro económico, las deficiencias en la
enseñanza y el atraso en las instituciones y estructuras influyeron negativamente.
No obstante, desde la segunda mitad del siglo XVII fue surgiendo la conciencia de que España se había quedado retrasada
tanto en el campo del conocimiento como en el de bienestar social
e, incluso, en su influencia internacional.
Desde entonces se comienza a desarrollar el movimiento
ilustrado, de contornos indefinidos. Las distintas fases del mismo
nos van a permitir valorar la participación asturiana en cada una
de ellas. Domínguez Ortiz las sistematiza en las siguientes etapas:
La etapa de los novatores (protoilustración) en terminología de
40
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Martínez Shaw; la segunda etapa, de contenido crítico y erudito en
la primera mitad del siglo XVIII (preilustración), la de Ilustración
plena en su máximo esplendor con Carlos III y la etapa de declive
a finales de siglo.
La participación asturiana fue muy desigual en cada una de
esas etapas y adoptó dos formas principales: La formación de focos
renovadores interiores y la proyección de personalidades al exterior
que desempeñaron un importante papel en la Ilustración española.
El inicial movimiento de los novatores, innovadores de la
ciencia española, impulsó el cambio hacia posiciones cartesianas y
racionalistas y, a pesar de sus limitaciones, constituye un importante
eslabón para entender el progreso que desarrollan posteriormente
los ilustrados. La participación asturiana en esta primera etapa fue
prácticamente nula. Ninguna población asturiana se encontraba entre las ciudades donde surgieron focos novatores.
El movimiento novator se extendió también a lo largo de las
dos primeras décadas del siglo XVIII, y, en la tercera, enlaza con la
preilustración, coincidiendo con las primeras manifestaciones del reformismo borbónico. En esta etapa preilustrada surge la participación asturiana en las dos formas, como foco interno y como proyección de personalidades.
La Ilustración plena que alcanza su máximo esplendor con
Carlos III intenta corregir los desfases respecto a las demás naciones
europeas. Pero se mostró más moderada. Los cambios debían respetar las instituciones tradicionales. Se trataba de la reforma, no de
su ruptura. Resulta significativo que, incluso en el máximo esplendor del movimiento reformista, los ilustrados no pusieran en cuestión a los dos grandes pilares del Régimen: La monarquía absoluta
y la Iglesia. El absolutismo y la Ilustración colaboran en el despotismo ilustrado hasta los límites marcados por el respeto a ambas instituciones.
La participación asturiana alcanza su máximo esplendor en
esta etapa de Ilustración plena. En ella los focos internos perdieron
importancia. En cambio, adquiere gran relieve la proyección de personalidades asturianas fuera de la región, hasta tal punto que no se
podría concebir la Ilustración española sin las dos grandes figuras
asturianas: Jovellanos y Campomanes.
Capítulo I. Jovellanos y la Ilustración asturiana
41
2. La preilustración asturiana y Jovellanos
La participación asturiana comienza en la etapa preilustrada,
surgiendo por dos vías paralelas. La auténtica preilustración aparece
encarnada en la figura de Feijoo, el más ilustre representante de la
misma, que constituye, realmente, un puente de transición entre el
movimiento novator y la Ilustración.
Pero paralelamente, en el gobierno, Campillo participa de
manera activa en las primeras manifestaciones del reformismo ilustrado borbónico, como un anticipo de las grandes figuras asturianas,
Jovellanos y Campomanes.
Ya en la primera mitad del siglo XVIII con Campillo se inicia la
participación asturiana en el reformismo. Comparte con los posteriores reformistas la característica de ser hombre de acción y de
pensamiento. Pero no es propiamente un intelectual. Sobre todo, es
un gestor de gran efectividad y empuje, que pasa a la política llegando a las más altas cotas de la Administración en una época en que
la nueva monarquía borbónica iniciaba un camino reformista.
Su gran acierto como gestor le llevó a trabajar con Patiño, lo
que le abrió las puertas de la política. También logró su confianza,
hasta el punto de nombrarle Intendente General del Ejército expedicionario que consiguió la entronización del Infante don Carlos (futuro Carlos III) como rey de las dos Sicilias. Su labor en importantes cargos fue recompensada por Felipe V con el nombramiento de
Caballero de la Orden de Santiago.
Sus cargos, cada vez más importantes, culminan con la llegada a la Secretaría de Hacienda y seguidamente, a las de Marina,
Indias y Guerra, con lo que, como Patiño, llegó a monopolizar el
gobierno. Comenzó a aplicar sus ideas reformistas en el saneamiento de la Hacienda y en muchos proyectos que, truncados por
su prematura muerte, se desarrollarían posteriormente. Sus efectos, como reconoce Artola, llegan hasta el propio reinado de Carlos III.1
1
ARTOLA, Miguel: «Campillo y las reformas de Carlos III». Revista de Indias
nº 50, 1952.
42
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
La enorme actividad desplegada por Campillo está siempre
presidida por un espíritu de renovación y reforma. No es de extrañar que Escudero lo califique como verdadero prototipo de los hombres
del setecientos, imbuidos por inquietudes ilustradas.2
De hecho, desaparecido Patiño, tras los cinco años siguientes
de ineficacia e inestabilidad gubernamental, surge Campillo como
un hombre puente con Ensenada, que fue continuador de muchos
de sus proyectos. Así reconoce Dolores Mateos que aparece tanto en
autores de la época como en la historiografía moderna encarnando la trilogía de reformadores ilustrados de la primera generación de la centuria.3
Campillo no puede ser considerado propiamente como un
intelectual a la manera de los primeros reformistas ilustrados. Sus escritos no son principalmente consecuencia de la reflexión o de las lecturas, sino más bien fruto de su experiencia personal en los campos
de la administración, la economía y la política. Sus obras no fueron
numerosas. Los dictámenes y representaciones fueron redactados a
lo largo de su carrera. Los principales trabajos no fueron escritos
hasta los últimos años y se publicaron, incluso, después de su
muerte. Una de las de mayor divulgación, Nuevo sistema de gobierno
para América, inspiró muchas de las ideas del Reglamento de Comercio Libre de 1778. En su obra principal, Lo que hay de más y de menos en España, España despierta, hace una radiografía de la problemática española, de los males y de los remedios. Clama contra la
desorganización, el mal gobierno, la corrupción, los privilegios y la
relajación de la Justicia y, también, por la renovación de la educación.
En los temas prácticos de la economía, se muestra partidario del mercantilismo proteccionista.
Campillo reconoce las dificultades para corregir a corto plazo
las reformas que propugna, agravadas por su temprano falleci-
2
ESCUDERO, José Antonio: «El reformismo borbónico y la Administración
Central en España». Trabajo contenido en 1862, España entre dos siglos. Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Madrid, 2003, pág. 119.
3
MATEOS DORADO, Dolores: «Estudio preliminar» en la obra José del Campillo y Cossío. Dos escritos políticos. Clásicos asturianos del pensamiento político. Junta
General del Principado de Asturias, pág. XVIII.
Capítulo I. Jovellanos y la Ilustración asturiana
43
miento. Pero su esperanza de que las futuras generaciones lo consigan se verá confirmada, en buena medida, ya que algunas de las reformas que propone, tal como decía Jovellanos, fueron el punto de partida
de diversas realidades del reinado de Carlos III.4
La vía reformista de Campillo reúne las características generales del reformismo ilustrado: Pensamiento y acción. Pero en este
caso, los escritos, fruto de su pensamiento y de su experiencia, quedan ampliamente superados por su desbordante acción.
En cambio, la otra vía paralela asturiana, con Feijoo (coincidente con la etapa de esplendor de Campillo) es de clara preilustración y con exclusividad de pensamiento. Por medio de ella, Asturias se convierte en foco de la preilustración.
En la tercera década del siglo XVIII el Colegio de San Vicente del
Monasterio Benedictino de Oviedo se convierte en un centro de
irradiación cultural. El monje Fray Benito Jerónimo Feijoo, nacido en
Galicia, pero afincado en Oviedo la mayor parte de su vida, doctor
y profesor de su universidad, a sus 50 años, con los ocho volúmenes
de su Teatro crítico universal (1726-1739) abre las puertas a una nueva
etapa en el largo camino hacia la Ilustración, afianzándolo con los
otros cinco de sus Cartas eruditas y curiosas (1742-1760).
Desde un principio separa claramente el hemisferio de la gracia, basado en la revelación, y el hemisferio de la naturaleza, basado en la razón. Abarcó, prácticamente, todos los temas del saber,
incluidas las ciencias naturales, las matemáticas y la medicina.
No fue, realmente, un científico investigador. Pero, desde la perspectiva de la divulgación científica, aborda los temas que interesan
a la gente, luchando contra los errores y las supersticiones. Su exposición crítica y accesible al lector, le convierte en el autor más leído del siglo. Su influencia sobrepasa su época. En pleno periodo
ilustrado, Campomanes patrocina una nueva edición de sus obras,
siendo el autor de su prólogo según la identificación hecha por Jovellanos.5
4
5
pág. 34.
MATEOS DORADO, Dolores: Obra citada, pág. LV.
HERR, Richard: España y la Revolución del siglo XVIII. Aguilar, Madrid, 1973,
44
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Con Feijoo comenzó la fuerte crítica de los sistemas de enseñanza escolásticos que primaban la didáctica sobre las verdades científicas. Feijoo achacó, también, a las deficiencias educativas, la débil
influencia de la mujer, defendiendo la extensión de su papel social
e iniciando un camino en su defensa que sería continuado por Jovellanos.
La enseñanza constituiría un auténtico campo de batalla de los
ilustrados durante todo el periodo siguiente. En opinión del profesor Caso:
Las reformas universitarias iniciadas por Aranda en Alcalá y
por Olavide en Sevilla, se fundan, especialmente, en las ideas del benedictino. Puede decirse que de él parte en España el impulso reformador.6
Encuadrar a Feijoo en el nuevo movimiento de ideas presenta
los inconvenientes derivados de sus contornos indefinidos. Es indudable que introdujo una crítica reformadora, más basada en el empirismo inglés que en el racionalismo de los ilustrados franceses. Se
mantuvo respetuoso con la monarquía y la Iglesia. Pero su religiosidad no le impidió la defensa de las ciencias experimentales ni admirar al protestante Bacon frente a los escolásticos. Y mostró la necesidad de reforma de las instituciones docentes. Para Feijoo la
verdad debe buscarse en la razón y no en la ignorancia popular, ni
en la docencia escolástica. Según Mestre: Esta es la grandeza de Feijoo;
la actitud lógica y racional ante la sociedad y la religiosidad.7
Los dos importantes preliberales asturianos constituyen claros
antecedentes de las dos facetas más importantes de Jovellanos.
Campillo señala la línea de proyección exterior de asturianos que habrían de seguir posteriormente Jovellanos y los grandes liberales asturianos, desempeñando un importante papel en los asuntos públicos de la monarquía. Jovellanos no desempeñó puestos políticos
ejecutivos tan relevantes como los de Campillo. Sólo fue ministro escasos meses, pero su influencia como consejero real e institucional
6
CASO GONZÁLEZ, J. M: De Ilustración e ilustrados. Instituto Feijoo de Estudios
del siglo XVIII, Oviedo, 1988, pág. 279.
7
MESTRE, Antonio: La Ilustración española. Arco Libros, 1998, pág. 27.
1. Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro
Casdemiro, Pereiro de Aguiar (Ourense), 8-10-1676–Oviedo, 26-9-1764
Fray Jerónimo Feijoo creó en el Colegio de S. Vicente del Monasterio benedictino de Oviedo uno de los más importantes focos de la preilustración. Jovellanos no llegó a conocerlo, pero presenta con él una concordancia intelectual en
algunos puntos propios de la naciente ilustración.
Capítulo I. Jovellanos y la Ilustración asturiana
47
fue muy superior. No solo por abarcar más amplios campos sino por
su mayor profundidad política, como hombre clave del movimiento
ilustrado renovador.
En cambio, con Feijoo, Jovellanos presenta una mayor coincidencia intelectual. Su saber polifacético, la separación entre la razón
y la revelación, la crítica de los sistemas de enseñanza escolásticos,
la defensa de las ciencias experimentales, la necesidad de reformar
las instituciones docentes y de vencer la ignorancia popular, la lucha
contra los errores y las supersticiones, e incluso la defensa del papel
social e intelectual de la mujer, constituyen entre otros, importantes
aspectos desarrollados también en el ideario jovellanista.
Por la diferencia de edad Jovellanos no pudo recibir enseñanzas directas de Feijoo. Pero es indudable que bebió en sus fuentes,
a través de sus obras, y que mantuvo excelentes relaciones con sus
sucesores benedictinos en el Colegio de San Vicente de Oviedo.
3. Asturias en la Ilustración plena
El papel desempañado por Asturias como foco de la preilustración podría hacer pensar en su continuación con una importante
Ilustración asturiana. Pero, aunque parezca paradójico, la influencia
feijoniana en la formación de una Ilustración en el Principado está
llena de nebulosas. Y constituye una cuestión importante para explicar la aparición posterior de una notable saga de ilustrados y liberales asturianos de primera fila. ¿Ha sido el foco feijoniano la simiente de la posterior eclosión de esos ilustrados y liberales? ¿Han
intervenido otros factores? Y nos podremos peguntar, incluso, ¿ha
existido una Ilustración asturiana, propiamente dicha?
Para intentar resolver esta cuestión procede analizar la influencia de los distintos canales de formación ideológica. En el propio Colegio de San Vicente, el fenómeno Feijoo no se puede producir de forma aislada. Debe estar apoyado por la colectividad
monástica, máxime si se tiene en cuenta que cada uno de los tomos
de sus obras debe ser aprobado por los distintos monjes. Eso lleva
al profesor Caso a afirmar que: en su colegio de San Vicente, Feijoo tuvo
discípulos que le arropaban y defendían y que la comunidad entera seguía,
48
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
en más o en menos, las directrices intelectuales del P. Maestro, por lo que
podemos hablar de un importante foco de la Ilustración.8
Más problemática resulta la cuestión de la extensión de esas
ideas a otras instituciones. En primer lugar, la Universidad, centro
intelectual del Principado. Varios monjes fueron catedráticos de la
misma, e incluso algunos, como el propio Feijoo, llegaron a ser vicerrectores. No resulta lógico pensar que explicaran en la cátedra
ideas diferentes. Eso condujo a algunos tratadistas a sugerir que en
la Universidad de Oviedo ha debido existir un foco ilustrado como
el de Valencia.
Sin embargo, la evolución de la Universidad no parece confirmar esa hipótesis. Los planes de estudio permanecen anclados en
los Estatutos de 1707 hasta 1774 que se reformaron con alguna modificación en Teología y Filosofía y la introducción del Derecho patrio, pero sin incluir el Derecho Natural racionalista. Estancándose
en el pasado escolástico, no tuvo asignaturas de Ciencias hasta el siglo XIX y hasta 1835 estuvo sometida a la jurisdicción del cabildo catedralicio. En tales condiciones, difícilmente podría actuar como
vehículo de la Ilustración. Más bien parece que las nuevas ideas de
los catedráticos de San Vicente se propagarían fundamentalmente
sobre los alumnos de sus respectivas cátedras, sin provocar una auténtica renovación oficial de la Universidad.
Al igual que en otros puntos de España, las instituciones extrauniversitarias fueron vehículos más importantes en el movimiento ilustrado. El propio colegio continuaba ejerciendo el ideario
ilustrado a finales de siglo. Las academias fueron instituciones más
receptoras de las nuevas ideas, destacando la Academia de civilistas creada en Oviedo en 1765. Sobre todos los centros destacó el Real
Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, creado por Jovellanos
en Gijón en 1794, después de muchas vicisitudes y de vencer la resistencia de la Universidad de Oviedo, apoyada por las autoridades
civiles y religiosas. Pero en 1803, tras la prisión de Jovellanos, se
truncó su educación ilustrada, al transformarse en un centro de
educación elemental.
8
CASO GONZÁLEZ, J. M.: Obra citada, pág. 46.
Capítulo I. Jovellanos y la Ilustración asturiana
49
En la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País
de Asturias, participan también los benedictinos de San Vicente,
junto a miembros del clero, la nobleza y de organizaciones oficiales.
Su tendencia ilustrada quedó patente en el homenaje tributado a Jovellanos en 1778 y los significativos elogios de los benedictinos intervinientes. Pero su influjo en la formación ilustrada del pueblo asturiano fue más bien escaso.
Parece resultar, en consecuencia, que la estela ilustrada de San
Vicente no llegó a consolidarse en Asturias en instituciones importantes. No hubo una continuidad con otros grupos ilustrados. De ahí
que la influencia de Feijoo ha tenido que ser directa, sobre sus propios
alumnos al principio, y, después, al igual que en el resto de España, a
través de la lectura de sus obras. Esta última, limitada a los maestros,
nobles y algunos hidalgos por el alto analfabetismo existente.
Por supuesto, las lecturas no se habrían de concretar exclusivamente en las obras de Feijoo. Asturias mantenía un importante tráfico marítimo con las naciones europeas. Las enormes dificultades
de acceso a Castilla por la ausencia de carreteras hacía más viable el
transporte por mar con Inglaterra, Francia y Holanda, naciones de
las que algunos comerciantes ejercían como vicecónsules o representantes de casas comerciales. Esto constituía una buena vía de acceso para las publicaciones extranjeras.
Tanto Valentín Andrés Álvarez como Juan Velarde reconocieron la nula aportación universitaria y la influencia exterior al afirmar:
el impacto de esta (Revolución liberal) en Asturias nada tiene que ver con
las aulas universitarias y sus enseñanzas, sino probablemente (como fue la
tesis de V.A. Álvarez) en la lectura individual por parte de los hidalgos asturianos de la literatura francesa e inglesa que llegaba a los puertos asturianos, muy poco vigilados por la inquisición.9
Resulta, así, que Asturias no contó con un núcleo ilustrado interior, como sucedía en otras regiones. Asturias proyectó ilustrados
y liberales a la vida nacional cuyas preocupaciones fueron esencialmente nacionales.
9
VELARDE, Juan: «Universidad de Oviedo 1608-1808». Vol. I. De la formación
a la Crisis del Antiguo Régimen. Universidad de Oviedo, 2008, pág. 151.
50
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Ni siquiera las instituciones ilustradas impulsadas desde Madrid por Campomanes tuvieron gran relevancia. La Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias (creada en 1780 para el fomento de la agricultura, la industria popular, las artes y oficios y
auxiliar a la enseñanza), dominada por la elite regional, con falta de
medios económicos y con desinterés y discrepancias entre los socios,
desempeñó un papel secundario, quedando reducida prácticamente
a unas labores de beneficencia.
Ya desde su creación colaboró Jovellanos desde Madrid con la
Sociedad. En 1781 su Discurso dirigido a la Real Sociedad Económica de
Amigos del País de Asturias sobre los modos de procurar la felicidad de
aquel Principado subraya la necesidad de potenciar sus objetivos. Y
al año siguiente menciona en otro discurso la necesidad del estudio
en el Principado de las ciencias naturales.
Jovellanos fue quien tuvo mayor preocupación por los problemas interiores de Asturias. Aparte de sus comisiones y estudios sobre
la economía asturiana en su etapa madrileña que le lleva a varios viajes por Asturias y su colaboración con la Sociedad Económica, su estancia en Asturias a partir de 1790 permite la formación de algunos
grupos afines a la Ilustración. Así, el V marqués de Camposagrado (futuro compañero en la Central), el V conde de Toreno, de la Vega Infanzón (futuro diputado en las Cortes de Cádiz), Caveda, Velarde, Carreño y otros, compartían con él las nuevas tendencias liberales.
En todo caso, a Jovellanos se debe la creación del principal centro ilustrado de Asturias, el Instituto de Náutica y Mineralogía que intentaba suplir las carencias universitarias en el estudio de las nuevas
disciplinas. Aparte de su labor de enseñanza, en su entorno se fue formando un núcleo ilustrado de colaboradores y amigos. Destacaban
«Los de Villaviciosa», con los que tuvo gran afinidad por su gran entusiasmo. Tan es así que en los días siguientes a la inauguración del
Instituto son citados repetidamente en su Diario, subrayando su visita
y largas conversaciones, especialmente con Francisco de Paula Caveda,
que están mucho por nuestro establecimiento.10 Montés, Peón y Posada son
10
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Diario del 9 al 14 de enero de 1794. Pág.
526. OO.CC., volumen VI, Diario 1º. KRK Ediciones. Oviedo, 1994.
Capítulo I. Jovellanos y la Ilustración asturiana
51
también repetidamente citados. Caveda y el matemático Pedrayes colaboraron en la obra del Instituto. «Los de Villaviciosa», que envían a
algunos de sus hijos al Instituto, acuden también a cumplimentarlo
con motivo de su nombramiento de Secretario de Gracia y Justicia. Es
una lástima que el destierro de Jovellanos diera al traste con el Instituto, que acabó convertido en un centro de enseñanza media.
Todo esto nos lleva a la conclusión de que no se puede hablar
de una Ilustración asturiana propiamente dicha. Pero tampoco se
puede decir que todos esos canales de información interior y exterior
fueron estériles. No ha habido Ilustración asturiana, pero sí ha habido
ilustrados asturianos. En la segunda mitad del XVIII y la primera del
XIX una importante saga de ilustrados y liberales asturianos desempeñaron un papel de primer orden en la Historia de España.
Para poder conocer las causas de ese importante papel de Asturias en esa corriente de primeras figuras es preciso considerar que esos
canales de información eran de acceso limitado y, a falta de grupos ilustrados, de carácter esencialmente individual. Pero, además, cabe examinar la receptividad de la población. Más bien parece escasa. El campesino asturiano, ligado a la Iglesia y a la monarquía, no fue muy
influenciable con la postura ilustrada, crítica con el clero. En opinión de
Hugh Thomas, la fuerza del estamento no fue prácticamente discutida.
Tampoco fue especialmente criticado el poder de la nobleza que controlaba los centros de poder del Principado. Ante la falta de explicación
el historiador inglés afirma: Confío, como siempre, en las personalidades.11
De esa manera resulta que, tanto por los canales de información individuales, como por la débil receptividad de las nuevas
ideas en un pueblo particularmente atrasado, tales figuras responden a su labor personal, constituyendo una minoría integrada por
nobles, hidalgos y alta burguesía, oficiales públicos y algunos clérigos. De ellos emerge una elite, fruto de su propia personalidad y la
colaboración de padres o parientes, generalmente hidalgos o clérigos ilustrados. Es significativo que en las biografías de unos y otros
se haga siempre referencia a sus espléndidas bibliotecas, especificadas, a veces, con detalle.
11
THOMAS, Hugh: Carta de Asturias. Gador, Madrid, 2005, pág. 113.
52
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Esa elite aparece encabezada por dos figuras que habían de desempeñar un papel de primer orden en el periodo álgido de la Ilustración
española: Campomanes y Jovellanos. Ambos constituyen claros antecedentes y, a la vez, puentes de apoyo de una saga de liberales de primera fila que desempeñaron un destacado papel en el crecimiento y formación de la monarquía constitucional española. Así, si en la etapa
preilustrada Asturias constituyó un importante foco irradiador de Ilustración, en la etapa ilustrada se transformó en un centro de proyección
de ilustrados. Campomanes y Jovellanos fueron sus figuras señeras.
4. La proyección exterior de ilustrados: Jovellanos y Campomanes
Si los núcleos ilustrados internos no fueron realmente importantes y los más representativos estuvieron relacionados sobre todo
con Jovellanos en su etapa asturiana, en cambio la proyección exterior de ilustrados fue notable. Hubo laicos como Rubín de Celis o
Camposagrado, su futuro compañero en la Central, pero también
eclesiásticos. De los numerosos eclesiásticos asturianos que desempeñaron importantes cargos fuera de Asturias destacan como ilustrados los canónigos Martínez Marina y González de Posada, amigo
de Jovellanos.
Pero, por encima de todos, sobresalen los dos grandes hombres
que Asturias dio a la Ilustración española: Campomanes y Jovellanos. Ambos con familiares en Asturias o fuera que los orientaron y
apoyaron en sus primeros pasos de formación.
Ambos mantuvieron una relación más o menos directa con
Feijoo y los benedictinos de San Vicente. Parece resultar más clara en
Campomanes. En sus estudios universitarios, según Luis Suárez, resulta evidente la influencia de Feijoo, llegando a afirmar que fuertemente influido por las ideas y enseñanzas de Feijoo abraza desde el primer
momento ideas de reforma radical.12 Y, ya en Madrid, sostiene corres-
12
SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis: «Campomanes, la racionalización de la Ilustración». Trabajo contenido en la obra colectiva Campomanes en su II Centenario. Real
Academia de la Historia, Madrid, 2003, pág. 163.
2. Pedro Rodríguez de Campomanes
Sorriba, Tineo, Asturias, 1-7-1723 - Madrid, 3-2-1802
La ilustración asturiana se proyectó al exterior con sus dos grandes ilustrados,
Campomanes y Jovellanos. Campomanes, desde el alto poder con Carlos III,
constituye una de las grandes figuras del despotismo ilustrado y del regalismo, en los que mantuvo posturas más comprometidas que Jovellanos, con una
ilustración en evolución.
Capítulo I. Jovellanos y la Ilustración asturiana
55
pondencia con Feijoo al que, según Coronas, calificó de «oráculo de
la república literaria».13 Su admiración por las ideas del benedictino
le llevará, incluso, a patrocinar y prologar, después de su muerte, una
nueva edición de sus obras. En cuanto a Jovellanos, más joven, en él
no aparece tan clara esa relación, aunque es evidente que en su extensa biblioteca tuvo que incluir sus obras. En cambio, sí se conocen
sus excelentes relaciones con los benedictinos posteriores del Colegio de San Vicente, que le ofrecen homenajes plenos de alabanzas.
Además, ambos ilustrados presentan otras características generalizadas en la corriente de ilustrados y liberales asturianos. La carencia de un grupo organizado de la Ilustración en Asturias y la insuficiencia de centros ilustrados hace que, tras una primera fase de
formación, salgan, a temprana edad, del Principado y en base a nuevas fuentes y a su talento y esfuerzo personal, se transformen en
hombres de la Ilustración. Y, al igual que la mayoría de sus sucesores liberales, fueron hombres de pensamiento y acción. Una acción
volcada en los problemas generales de España.
Los dos ilustrados recalan en Madrid. Campomanes veinte
años antes, tuvo ocasión de vivir el comienzo del reformismo ilustrado con los primeros Borbones. Jovellanos llegó en pleno auge del
mismo con Carlos III. La capital de la monarquía constituyó un
centro común de información sobre las nuevas ideas a través de parientes, profesores o tertulias de carácter ilustrado. Por su parte, Jovellanos pasó diez años como magistrado en Sevilla, donde participó
en sus importantes tertulias e instituciones ilustradas. A diferencia
de otros ilustrados, ninguno de los dos salió al extranjero y Campomanes apenas se movió de Madrid. Sin embargo, la lectura, claramente deducible de sus valiosísimas bibliotecas, suplía con creces
los viajes.
Al iniciarse en 1759 el reinado de Carlos III, con sus aires renovadores, la Ilustración española llegó a su etapa plena. Un grupo
de intelectuales pusieron su talento y su esfuerzo en la expansión de
13
M. CORONAS, Santos: Estudio preliminar de «Pedro Rodríguez Campomanes. Escritos regalistas». Clásicos asturianos del Pensamiento Político. Junta
General del Principado de Asturias, Tomo I, pág. XIX.
56
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
las nuevas ideas y en aplicarlas, convirtiendo a la monarquía en el
eje de las reformas. En ese grupo alcanzan una posición relevante Pedro Rodríguez de Campomanes y Melchor Gaspar de Jovellanos.
Ambos complementan las ideas con la acción. Campomanes desde
los altos puestos de la monarquía. Jovellanos con sus diferentes
consejos y comisiones por delegación real.
Campomanes, que ya había adquirido gran prestigio intelectual anteriormente, con la llegada de Carlos III alcanzó el poder político en la fiscalía del Consejo de Castilla, donde llegó a presidente.
Durante más de un cuarto de siglo se mantuvo en las más altas cotas del poder. Jovellanos, que ya había comenzado a labrar su prestigio en Sevilla, se convierte, tras su regreso a Madrid en 1778, en el
más importante consejero de la corona y una de las figuras más representativas de la Ilustración española. De esta forma, los dos ilustrados asturianos no se conforman con una corta visión regionalista,
sino que pusieron su extraordinaria preparación y sus ideas ilustradas al servicio de toda la nación.
Las ideas ilustradas casan mal con el absolutismo. Pero se pensaba pasar a la acción. Al detestar la acción revolucionaria, el camino
propicio era el reformismo. Para ello resultaba necesario conseguir
el poder político. Y, como dice Fernández Díaz: convencer a los monarcas que se constituyeran en déspotas ilustrados y encabezaran el movimiento regeneracionista poniendo al frente de él todo su prestigio.14 La llegada de Carlos III con un cierto ideario ilustrado facilitó la labor. La
Ilustración parecía constituir el medio más apropiado para conseguir
el resultado de cambios sin traumas. Y con él colaboraron Campomanes desde el poder político y Jovellanos desde los consejos y dictámenes.
Sus aportaciones se encaminan a modernizar España, mejorar
su proyección internacional y lograr una ordenación económica y social más racional. Ello entrañaba la anulación de privilegios, la apertura hacia mayores dosis de libertad, la renovación de la enseñanza
según las nuevas corrientes, el reconocimiento de la dignidad del tra-
14
FERNÁNDEZ DÍAZ, Roberto: Historia de España. Vol. 11 «La Ilustración». Espasa Calpe, S.A. Madrid, 2004, pág. 31.
Capítulo I. Jovellanos y la Ilustración asturiana
57
bajo y de los oficios y el fomento racional de la agricultura y la incipiente industria. Campomanes y Jovellanos participan, así, en el
momento culminante del reformismo ilustrado, en el que la monarquía y la Ilustración colaboran en las tareas de proporcionar a los
españoles un mayor bienestar y progreso cultural.
No obstante, esa colaboración tenía sus límites. La realización
de esos objetivos chocaba no solo con las estructuras económicas y
sociales, sino también con las institucionales. Y estas afectaban a los
dos grandes pilares del régimen. La monarquía y la Iglesia.
Resultaba evidente que la monarquía absoluta estaba dispuesta a colaborar con el reformismo ilustrado hasta los límites en
que se comenzara a menoscabar su poder. En este aspecto la compatibilización resultaba más fácil. Tanto Campomanes como Jovellanos fueron defensores de la monarquía carolina. El primero llegó
a ser, incluso, la figura más representativa del regalismo, apoyando
decididamente el poder de la Corona.
Al igual que la mayoría de los ilustrados españoles también
respetaban a la Iglesia en cuanto institución. Como afirma Herr: Catolicismo y despotismo ilustrado eran los ideales de los españoles más
avanzados.15 Sin embargo, no dudaron en oponerse a algunos aspectos eclesiales. La Inquisición y la amortización de bienes eclesiásticos fueron objetos comunes de oposición. La expulsión de los Jesuitas en Campomanes y las alianzas jansenistas en Jovellanos
constituyeron otros puntos de controversia.
La aplicación práctica de las reformas no solo chocaba con los
obstáculos institucionales sino también con el tradicionalismo imperante en el pueblo y con los privilegios derivados de las diferentes estructuras socioeconómicas. Por eso muchas de las reformas propuestas no llegaron a programarse, otras sufrieron diversas
vicisitudes en su aplicación e, incluso, algunas aplicadas debieron ser
anuladas posteriormente.
El político en las altas esferas del poder y el consejero en sus
aledaños, con parecidos ideales y objetivos, chocaron con diferentes
obstáculos que produjeron distintas consecuencias. Cuando las ac-
15
HERR, Richard: Obra citada, pág. 181.
58
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
ciones de Campomanes le enfrentan con la Inquisición tuvo la protección del Monarca. Incluso en el reinado de Carlos IV, Campomanes fue el único de los grandes cargos que se libró de fuerte castigo.
Y cuando, en un ambiente enrarecido contra la Ilustración, las críticas de Jovellanos le acarrean un largo exilio en Asturias y al final un
cautiverio en Mallorca, Campomanes en cambio, simplemente, terminó con un destino burocrático en el Consejo de Estado.
Capítulo II
Jovellanos, prohombre de la Ilustración
1. La formación ilustrada
Con Jovellanos se inicia una importante saga de políticos e intelectuales asturianos que desempeñan un papel de primer orden en
la Ilustración y el Liberalismo españoles. La ausencia de un auténtico núcleo ilustrado interior en Asturias y la escasa continuidad de
la preilustración feijoniana en las instituciones docentes del Principado hacen pensar que la formación ilustrada de todos ellos obedece
principalmente a su propia personalidad y esfuerzo de búsqueda de
las nuevas ideas en las lecturas y en los círculos e instituciones exteriores.
Tal es el caso también de Jovellanos. No existen antecedentes
de familiares ilustrados interiores que hayan podido ejercer sobre él
una influencia apreciable. La diferencia de edad tampoco le permitió aprovechar las enseñanzas directas de Feijoo. Ello no impidió, sin
embargo, que las ideas feijonianas le llegaran a través de sus libros,
ni que, tras su formación exterior, mantuviera excelentes relaciones
con los benedictinos de San Vicente.
Sus primeros estudios de Filosofía en Oviedo no pasan de la
filosofía clásica en su variante escotista. La salida de Asturias, propiciada por su pariente el obispo de Ávila, tampoco le condujo por
las nuevas disciplinas, sino que le encauza hacia el Derecho canónico
y los clásicos latinos, orientándose hacia la carrera eclesiástica. Su
paso por el Colegio de San Ildefonso de Alcalá siguió la misma tó-
60
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
nica. Pero su estancia quedó marcada por el inicio de una relación
casi paternal con su preceptor Arias de Saavedra que le acompañaría
en los momentos difíciles a lo largo de toda su vida.
Pero, además, allí tuvo la oportunidad de conocer al poeta Cadalso, cuya influencia directa sobre Jovellanos ha debido constituir su
primer contacto con las nuevas ideas, adquiridas en los viajes del poeta por el extranjero. Además, durante su estancia en Alcalá, a través
de familiares y amigos comienza también a frecuentar los círculos de
Madrid, tomando contacto con Campomanes y Aranda.
Hasta entonces la formación de Jovellanos era esencialmente
tradicional, pero sus contactos madrileños le hicieron cambiar su
orientación de la carrera eclesiástica hacia la magistratura. El Consejo de Castilla, presidido por Aranda, propone a Jovellanos como
Alcalde del crimen de la Audiencia de Sevilla, propuesta adoptada
por el rey. Así, a principios de 1768 toma posesión de su primer cargo
e inicia su primera etapa en Sevilla. Su llegada a Sevilla, a los 23 años,
supondrá un cambio radical en su formación y en su vida. Allí se sumerge de lleno en el mundo ilustrado. Participa en la tertulia de Olavide, constituyéndose en uno de los tertulianos más destacados. En
la misma tuvo oportunidad de participar en charlas de los más variados temas políticos, económicos, filosóficos, científicos, de enseñanza, toda cuestión que resultara útil para la instrucción y felicidad
del pueblo. Tuvo también la oportunidad de leer los libros de los
grandes ilustrados europeos, familiarizándose especialmente con el
idioma inglés. Y fue formando su propia biblioteca con obras de los
grandes ilustrados ingleses y franceses, tal como era típico de la elite
ilustrada asturiana. De esta manera, con los nuevos aires europeos,
Jovellanos acabó integrándose en el movimiento ilustrado.
2. Su incorporación al movimiento ilustrado en la etapa sevillana
En Sevilla Jovellanos tuvo la oportunidad de incorporarse a la
auténtica Ilustración. A diferencia del despotismo ilustrado oficial, no
se limita a simples reformas que mejoren la vida de la población, sino
que propugna una transformación de la sociedad por una educación
en la libertad del individuo con capacidad de decisión. De esta forma,
1. Gaspar Melchor de Jovellanos
Gijón, 6-1-1744 – Puerto de Vega, Navia (Asturias), 27-11-1811
Este óleo corresponde a su etapa madrileña con Carlos III, en la que se convierte
en el prohombre de la Ilustración. Su apoyo al despotismo ilustrado fue más matizado que el de Campomanes. Pronto comprendió la necesidad de limitar los
poderes de la monarquía absoluta para lograr las auténticas reformas políticas.
Capítulo II. Jovellanos, prohombre de la Ilustración
63
las incipientes ideas renovadoras que había ido adquiriendo se acabaron afianzando, introduciéndole en la Ilustración plena.
Así como Campomanes, en sus altos cargos, se fue convirtiendo en un elemento clave del reformismo ilustrado de Carlos III,
Jovellanos llega a ser la figura más relevante de la Ilustración. Campomanes en las altas esferas del poder y Jovellanos, con su influencia intelectual y el asesoramiento en las comisiones e informes, representarán la extraordinaria aportación de Asturias a la Ilustración.
Pero la vida ilustrada de Jovellanos no fue meramente teórica.
Aún sin disponer de poder político, intenta pasar a la acción en su
parcela judicial, como alcalde del crimen. Y, ya en Sevilla, apoya las
nuevas teorías basadas en el humanitarismo, las garantías judiciales y la abolición de la tortura. Hasta tal punto estaba influenciado
por la doctrina de Beccaria que llegó a basar en ella el argumento de
su obra literaria de más éxito: El delincuente honrado.
La Ilustración clamaba contra la tortura, no sólo porque no
probaba nada sino, sobre todo, por atentar contra la dignidad de la
persona humana. Jovellanos intentó aplicar las nuevas ideas, tratando de suprimir la tortura en sus causas criminales. Fue pionero
en esta revolución del Derecho Penal que no logró erradicar tal método hasta las Cortes de Cádiz.
El paso de la jurisdicción penal a la civil al ser propuesto por el
Consejo de Castilla, apoyado por Campomanes, como oidor de la Real
Audiencia de Sevilla le lleva a ocuparse de problemas económicos, ya
que la Audiencia constituía también el órgano de gobierno en las materias públicas, civiles y económicas. Como consecuencia, los escritos
económicos pasan a constituir una de sus actividades más importantes, origen de los más notorios informes económicos de la época. Su
paso por la tertulia de Olavide le había permitido instruirse en asuntos políticos, de instrucción pública y de economía.
El nuevo cargo le hace estudiar problemas de la economía andaluza y sostiene sobre ellos correspondencia con Campomanes.
También fue socio fundador de la Sociedad Económica de Amigos del
País de Sevilla, ocupando la Secretaría de la Comisión de Industria.
Por ello se ocupó de diversos asuntos de la Escuela de Industrias Textiles y de la preparación de técnicos, temas que intentaría poner en
práctica más tarde en su famoso Instituto asturiano de Gijón.
64
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
En Sevilla inició también Jovellanos su actividad literaria,
poética y teatral. No se deben olvidar las estrechas relaciones que
existieron entre la literatura, la Ilustración y el liberalismo, los cuales se apoyaron en la primera en numerosas ocasiones. Su etapa sevillana fue la más fructífera en esa materia. Dicha actividad tuvo
también repercusiones políticas. Se relaciona con los círculos políticos salmantinos, a raíz del envío de su Historia de Jovino. Con ellos
compartía, además de las aficiones literarias, las nuevas ideas ilustradas, especialmente con Meléndez Valdés y Quintana, este último
figura clave del primer liberalismo.
Como buen ilustrado, una de sus preocupaciones, constante en
todas las etapas, es la educación. Considera que sin ella se hace difícil la aceptación de las ideas ilustradas. Ya en esta primera etapa sevillana, aparece su interés por el estudio de la medicina en la universidad, que se plasmó en su Informe sobre el Protomedicato, extendiendo
sus consideraciones a la reforma ilustrada de los demás centros de enseñanza superior, en consonancia con los planes de Olavide.
Este aspecto queda también patente al considerar que, incluso
residiendo en Sevilla, fue nombrado «individuo de mérito» por la Sociedad Económica Matritense de amigos del país, iniciándose una relación que culmina con su famoso Informe sobre el expediente de la Ley
Agraria. Parecía ser un preludio de su marcha a la Corte, al ser nombrado Alcalde de Casa y Corte.
3. El relevante papel de Jovellanos en la Corte ilustrada
Su llegada a Madrid a finales de 1778 para incorporarse a la
Sala de Casa y Corte del Consejo de Castilla, le lleva, en un principio, de nuevo, a ocuparse de las causas criminales. Y, una vez más,
surge su impronta renovadora y humanitaria en un informe a petición del rey en el que aboga por los establecimientos correccionales
para aquellos en los que existan esperanzas fundadas de enmienda.
Las cárceles deben reservarse para los delincuentes de especial malignidad, para evitar que contagien a los demás.
Pronto se presentan oportunidades que le conducen por nuevos destinos más apasionantes en los que habría de mostrar su ex-
Capítulo II. Jovellanos, prohombre de la Ilustración
65
traordinaria formación y pujanza renovadora. Recién llegado a Madrid se presenta en la Sociedad Económica Matritense para agradecer el nombramiento que le había hecho. Se inicia así una relación
que le llevará a ser director de la misma, siendo esta la institución a
la que dedicó más trabajos, entre ellos la Memoria sobre la admisión de
las señoras, el Elogio de Carlos III y, sobre todo, el citado Informe sobre
la Ley Agraria.
Muy pronto también Campomanes, director de la Academia
de la Historia, le propone como académico de la misma. El discurso
de ingreso constituye su primera crítica importante al despotismo
ilustrado, en pleno reinado de Carlos III, haciendo ver cómo había
anulado las Leyes fundamentales de la monarquía y dejado inoperantes sus Cortes representativas.
Su discurso ya apuntaba hacia el historicismo, que habría de
constituir un elemento esencial de su ideología. Fue pionero en la
proposición de una historia civil que explique el origen y evolución
de la legislación, las costumbres y la constitución histórica española,
así como de la necesidad de una división de poderes.
A principios de 1780 finaliza su actividad judicial al ser nombrado consejero de las Órdenes Militares. Las nuevas funciones no le
impidieron pasar a formar parte de las más importantes academias.
Ya en el mismo año ingresa en la Real Academia de la Historia y en
la Academia de Bellas Artes y, en años sucesivos, en las academias de
la Lengua y de Cánones. Su prestigio creciente también en la esfera
económica le llevó en 1783 a la Real Junta de Comercio, Moneda y Minas, donde participa en diversos informes y dictámenes.
Resulta sorprendente que en una estancia en la capital del
reino de solo 12 años (1778-90) haya podido labrarse una fama de tal
calibre que le lleve a convertirse en prohombre de la Ilustración. En
esta etapa madrileña tuvo ocasión de incrementar su vocación ilustrada desarrollando una amplia vida social, participando en academias y tertulias ilustradas y relacionándose con el ambiente de la
Corte.
La estancia madrileña le dio también la oportunidad de publicar estudios económicos y colaborar en los periódicos. El Censor
publicó colaboraciones suyas destacadas por su espíritu crítico y de
protesta. En él publica trabajos preconizando un órgano legislativo
66
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
nacional, en línea con su discurso de ingreso en la Real Academia de
la Historia en 1780. Comienza a despegarse del despotismo ilustrado, mostrándose más acorde con la Ilustración plena y el preliberalismo.
En 1781, en un rápido viaje a Asturias, tuvo ocasión de retomar la faceta económica iniciada en Sevilla. En una comisión se le encarga la puesta en marcha de un tramo de la carretera principal de
Asturias. Durante su estancia allí interviene en la Sociedad Económica de Amigos del País Asturiana con un importante discurso sobre la industrialización, en el que anticipa su idea de crear un Instituto de Náutica y Mineralogía. En León participa también en la
creación de la Sociedad Económica de Amigos del País. En este
viaje tuvo ocasión de volver a relacionarse con los benedictinos, sucesores de Feijoo, algunos de los cuales eran compañeros en la Sociedad Económica.
Su nombramiento como consejero de las Órdenes Militares le
hizo protagonista de la reforma del Consejo. En ella se comprende
la modificación del plan de estudios aprobado en 1787. Le surge, así,
la ocasión de poner en práctica sus ideas educativas. El resultado fue
una obra de primera importancia que refleja fielmente sus ideas pedagógicas y su fundamento intelectual religioso y científico.
Destaca la necesidad de conjugar la formación universitaria y
la religiosa para servir a la Iglesia y al Estado. Muestra también su
oposición a las rutinas escolásticas, el apoyo a las humanidades
castellanas (relegadas por las latinas), el desarrollo de la personalidad del alumno y la modificación de los métodos. Esto lleva al profesor Caso a afirmar que el Reglamento del Colegio de Calatrava es
una de las obras más importantes de Jovellanos, comparable o incluso superior al famoso Informe sobre el expediente de la Ley Agraria.16
Las ideas sobre la educación quedan claramente expuestas en
el Elogio de Carlos III, en 1788, en el marco del aniversario de la Sociedad Económica de Madrid. En él se exalta la política ilustrada y
se concretan sus críticas sobre la situación de la universidad, con el
16
pág. 115.
CASO GONZÁLEZ, José Miguel: Jovellanos. Ariel, Barcelona, 2ª edición, 2002,
2. Carlos III
Jovellanos apreciaba la política ilustrada de Carlos III. Sin embargo, su inclinación al despotismo ilustrado constituyó un medio inicial para, con el tiempo,
propugnar políticas más avanzadas.
Capítulo II. Jovellanos, prohombre de la Ilustración
69
predominio del aristotelismo y la insuficiencia de las ciencias especulativas y de los métodos modernos, temas recurrentes en todas sus
etapas posteriores. En él, retoma también la economía haciendo un
panegírico de la misma como elemento primordial para el progreso.
En el campo educativo no se olvida de la mujer. Como Feijoo, creía
que el escaso papel de la misma en la sociedad patriarcal no era cuestión
de talento, sino de deficiencia educativa. Con la renovación de su enseñanza se lograría una mayor importancia de su papel en la sociedad. En
1786, tras vencer la oposición de otros miembros ilustrados (entre ellos
Cabarrús), a Jovellanos le cupo el honor de lograr que Carlos III abriera
a la primera mujer las puertas de la Sociedad Económica Matritense.
En 1790, ya fallecido Carlos III, finaliza su estancia en Madrid
y se inicia una nueva etapa en Asturias. Su amigo Antonio Valdés, Secretario de Marina, haciéndose eco de sus quejas sobre el desaprovechamiento de la riqueza minera asturiana le encarga una comisión real
para el estudio del tema, aprovechando una visita a Salamanca. Pero
aquí surge la vena humana de Jovellanos. Enterado de la prisión de
su amigo ilustrado Cabarrús, compañero en el Banco de San Carlos,
intenta ayudarle en Madrid, no logrando la colaboración de Campomanes. Floridablanca y el ministro Lerena disponen su inmediata incorporación a la Comisión en Asturias. Jovellanos dejaba atrás los años
del reinado de Carlos III. Su prestigio había alcanzado las más altas
cotas. Había colaborado con el despotismo ilustrado. Pero comenzaba
a vislumbrar nuevos horizontes más sombríos.
4. La lucha en el declive desde el exilio asturiano
El nuevo reinado de Carlos IV hizo variar el panorama político. La diferente personalidad del rey y las difíciles circunstancias
derivadas de la Revolución francesa, iniciaron una etapa difícil para
la Ilustración. Floridablanca endureció la censura, se restringe la actividad de las sociedades económicas y se inician los ataques a los
ilustrados. El propio Campomanes es cesado en 1791 como Gobernador del Consejo de Castilla. El ascenso de Godoy y sus extrañas
relaciones en la Corte, inadmisibles para Jovellanos, su apoyo a Cabarrús, sus comprometidas sátiras contra la nobleza y sus ideas
70
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
avanzadas, le crean un ambiente hostil. Presagiaba el final de su
etapa madrileña. Era consciente de que iba a una especie de destierro dorado que le permitiría dedicarse más ampliamente a los problemas de su patria chica, sin olvidar nunca el enfoque nacional.
Su etapa asturiana fue fructífera, con trabajos históricos, la Memoria sobre espectáculos, informes oficiales y amplia correspondencia.
Es preciso destacar su Diario, escrito entre 1790 y 1810, donde, aparte
de sus ideas políticas, se recogen sus impresiones geográficas, históricas y culturales de los lugares que recorre. En opinión de Hugh
Thomas: son los únicos diarios políticos escritos en español hasta la aparición en la década de 1930 de los muy diferentes diarios de Manuel Azaña,
y son, en casi todos los aspectos, intelectualmente superiores a éstos.17
Destacan tres órdenes de trabajos. El Informe sobre la Comisión
del Carbón, muy ligado a los transportes y comunicaciones, causó
sensación, abogando por la libertad de explotación y, como siempre,
la necesidad de las enseñanzas de ciencias naturales y minería. Dio
origen a una real cédula para su libre explotación y comercio. Jovellanos y Campomanes no logran convencer a las clases dirigentes asturianas. Gentes foráneas fueron las impulsoras del desarrollo industrial asturiano en el siglo siguiente.
El tema educativo no podía faltar tampoco en esta etapa. Pero en
esta ocasión quiere llevarlo a la realidad con la fundación en Gijón del
Real Instituto de Náutica y Mineralogía, provisto de cátedras de asignaturas de ciencias, tan escasas en el país. La prosperidad de España
necesitaba formar hombres y técnicos. Por eso se estudian las humanidades al lado de las disciplinas técnicas. Tras vencer la resistencia de
la Universidad de Oviedo, apoyada por las autoridades civiles y eclesiásticas, el Instituto es aprobado en 1794. Es el primer centro español
en que se une lo útil y lo instructivo. El notable discurso inaugural mostró que su ideal se mantenía a pesar de todos los avatares, recordando
el reformismo ilustrado del reinado de Carlos III que había encaminado
a la nación hacia un resurgimiento económico y cultural.
Al fin, durante su larga estancia en Asturias, Jovellanos pudo
concluir en 1795 su Informe sobre el expediente de la Ley Agraria que le ha-
17
THOMAS, Hugh: Carta de Asturias. Gador Editorial, Madrid, 2006, pág. 128.
Capítulo II. Jovellanos, prohombre de la Ilustración
71
bía encargado la Sociedad Económica Matritense. En él hace un profundo estudio de las políticas de la agricultura española, con propuestas de soluciones. No solo constituyó el libro de consulta de los reformadores españoles durante décadas, sino que tuvo también amplia
repercusión internacional, llegando a figurar como libro de lectura obligatoria en el departamento de lectura de la Universidad de Oxford.
La obra, basada en la tradición agrarista, constituye también
un texto de primer orden para las Cortes de Cádiz, destacando Clavero la importancia que el informe tuvo para la formación de la cultura liberal del Derecho de propiedad.18
Jovellanos no adopta una posición fisiocrática pura como Olavide, basada en la riqueza de la tierra, ni toma postura con políticas
mercantilistas como Campomanes, que, aparte de la tierra, da importancia a los metales preciosos y mercancías transformadas en dinero. Jovellanos, siguiendo a A. Smith, rechaza ambos sistemas y se
apoya en una cadena de actividades basadas en la libre sustitución
de los factores de producción.
Con base en la libertad y la propiedad privada, indispensables
para la felicidad, Jovellanos aboga por la supresión de las leyes que
obstaculizan el libre ejercicio de la agricultura. Se opone a las instituciones privilegiadas y a los derechos de vinculación de los nobles
y de la Iglesia que, creando desigualdades en la distribución, impiden la libre acción del mercado. Propone la enajenación de las tierras
concejiles y de propios y abolir los privilegios de la Mesta.
Llega más lejos que Campomanes, al prohibir no sólo la adquisición de más tierras vinculadas sino que se debería tender a su
desamortización «invitando» a venderlas o a arrendarlas bajo contratos enfitéuticos.19 Esta actitud lleva a Tomás y Valiente a afirmar:
No tengo noticias de nadie que propusiera en el siglo XVIII la desamortiza-
18
CLAVERO, B.: Propiedad como libertad: declaración primera de derecho. Ver J.M. POR-
TILLO VALDÉS, Revolución de Nación. Orígenes de la Cultura Constitucional en España 1780-
1812. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales B.O.E. Madrid, 2000, pág. 39.
19
Por una paradoja del destino el mismo año que cesaba Jovellanos como ministro en 1798 decretaba Carlos IV la conversión de tierras de fundaciones religiosas en propiedad privada tal como propuso Jovellanos, si bien parece ser se debía
a motivos puramente fiscales.
72
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
ción de las tierras de propiedad eclesiástica, salvo, en cierto modo, un tímido
párrafo del Informe de la Ley Agraria de Jovellanos.20 Sus opiniones son
también divergentes con la preferencia de Campomanes por los
arrendamientos a largo plazo, mientras que Jovellanos desea aumentar el número de propietarios. Solo contempla los arrendamientos a corto plazo.
Jovellanos adopta, pues, una posición más liberal. Esta posición
se sitúa en un punto central entre los que consideran el derecho de propiedad independiente del factor social (Locke, Smith, Condillac) y los
que consideran que es creación directa o indirecta del Estado (Hobbes, Montesquieu, Rousseau). Aparece así, en opinión de Portillo Valdés un derecho que no sólo era concebido por su fundamento en medio natural, sino principalmente como elemento de un orden social.21
La postura económica de Jovellanos, de carácter preliberal,
presenta incluso algunos matices sociales. Justifica la intervención en
la distribución de las tierras. Y, además, defiende la intervención activa en materia de auxilio a obras públicas, comunicaciones o enseñanza. Y también para mejorar la situación de los obreros pobres,
como productores y como consumidores.
En opinión del jovellanista norteamericano J.H.R. Polt: Jovellanos nunca pide que el interés privado sea enteramente libre, por el contrario sugiere repetidamente que deben imponérsele límites exigidos por la
justicia y el humanitarismo, que coloca por encima del dogma económico.22
Y, por supuesto, considera la enseñanza como un medio idóneo para superar los estorbos que lacran el desarrollo de la agricultura, creando instituciones adecuadas.
La publicación del Informe en 1794 causó también sensación
en Madrid. El subdirector de la Sociedad Económica, a pesar de dis-
20
TOMÁS Y VALIENTE, F.: El marco político de la desamortización en España. 4ª edición, Barcelona, 1983, pág. 23.
21
PORTILLO VALDÉS, J.M.: «Revolución de Nación» «Orígenes de la Cultura
Constitucional en España 1770-1812». Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. B.O.E., Madrid, 2000, pág. 39.
22
POLT, J.H.E.: «El pensamiento económico de Jovellanos y sus fuentes inglesas». Trabajo contenido en «Información Comercial Española» nº 512. Abril, 1976,
pág. 44.
3. Elogio de Carlos III
Jovellanos mostró su reconocimiento a Carlos III con este discurso ante la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. Constituye una alabanza a sus
políticas reformistas y muy especialmente a la introducción de la economía
como ciencia al servicio del progreso y de la felicidad social.
Capítulo II. Jovellanos, prohombre de la Ilustración
75
frutar de un mayorazgo, lo alabó a Godoy que pidió copia y contestó
en los siguientes términos: El incomparable trabajo de ese cuerpo patriótico y la delicadeza con que se ha extendido su pensamiento, dan una
clara idea de su instrucción y el espíritu que le anima a promover la agricultura, base principal de la felicidad de la nación.23
Sus amigos, Cabarrús, Meléndez Valdés y Arias de Saavedra
le informan de la excelente impresión causada y no cesan de ejercer
su influencia para que regrese a Madrid a fin de patrocinar la puesta
en marcha de sus ideas. Pero estas no satisfacen a todos. La nobleza
y el clero las reciben con notables reticencias. En las esferas oficiales
también había detractores. No obstante, Godoy aprueba el Informe
que había alabado, venciendo una resistencia desesperada a su publicación, según manifestó Jovellanos en su Diario24.
El ataque más directo consistió en una denuncia ante la inquisición por antieclesiástico, lo cual motivó la apertura de un proceso que, tras diversas vicisitudes, fue suspendido en 1797, coincidiendo con una época en que Jovellanos tenía en la Corte buenos
defensores. Pero perdurará el resentimiento.
5. Un paréntesis en la alta cota del poder
Jovellanos deseaba volver a participar en la política nacional
desde la Corte. Su correspondencia con Godoy se producía en un
momento en que tiene lugar un cierto resurgir de la Ilustración. Godoy patrocina centros de enseñanzas modernas como el Instituto
Pestalozziano, se rebaja la censura y llega, incluso, a decretar la
desamortización eclesiástica preconizada por Jovellanos, aunque
con móviles principalmente de tesorería, la cual sería continuada por
Urquijo y Soler.
23
Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. Legajo 114, nº 59.
En opinión de R. HERR la aprobación de GODOY se basó principalmente en
servir de apoyo a su política de obligar a la Iglesia y terratenientes a proveer los medios para pagar los gastos de las guerras, así como a sus decretos reformistas sobre distribución de tierras. Véase Herr, obra citada, pág. 321.
24
76
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Por eso Godoy, en la cima del poder, decidió intentar el apoyo
de los ilustrados. Nombra a Cabarrús Embajador en Francia, a Jovellanos Secretario de Despacho de Gracia y Justicia, a Francisco Saavedra Secretario de Despacho de Hacienda, a Meléndez Valdés Alcalde de Casa y Corte, y asciende a Urquijo al segundo puesto de su
propio ministerio. Por primera vez Jovellanos llega a un puesto de
política activa que preveía lleno de dificultades.
Godoy tuvo que dimitir en 1798, tanto por la oposición de los
enemigos de la reforma, como también probablemente por presión
francesa. Saavedra fue nombrado Primer secretario Interino y Jovellanos se transforma en la figura más destacada del gobierno. Pero
enseguida surgen los problemas. Su política se enfrenta con los conservadores. Al depender de él también los asuntos religiosos, se encuentra con un recrudecimiento de la pugna entre jansenistas y ultramontanos, silenciada con Carlos III. El Sínodo de Pistoia y la
Constitución civil del clero, aprobada por la Asamblea francesa, recrudecen la presión contra los jansenistas españoles, que más que seguir las creencias heterodoxas francesas, pretenden limitar la autoridad papal, basar las funciones de la Iglesia en los asuntos
espirituales y, por supuesto, la abolición de la Inquisición.
Una vez más la Inquisición pasa a ser tema de preocupación
de Jovellanos, pero esta vez desde el poder. Pide al obispo ilustrado
Tavira un informe sobre la misma. En él se afirma que practica intrusismo contra la jurisdicción ordinaria de los obispos e incluso contra la propia soberanía real. En consecuencia, Jovellanos prepara un
contundente documento para el rey, Representación sobre lo que es el
Tribunal de la Inquisición. En él adopta una postura en línea con el
episcopalismo, crítica con el papado y favorable al Sínodo de Pistoia.
Aboga por la limitación del poder papal y la reposición de los obispos en sus derechos. Y afirma que la necesidad de los Estados consiste en no buscar fuera nada de lo que, según la religión de Jesucristo, se
puede hallar dentro, esto es en los obispos y pastores depositarios de la fe y
en Vuestra Majestad, que es el protector nato de la Iglesia.25 No le pare-
25
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Representación a Carlos IV sobre lo que era
el Tribunal de la Inquisición. Biblioteca de Autores españoles, V., pág. 334.
Capítulo II. Jovellanos, prohombre de la Ilustración
77
ció viable en aquel momento pedir la supresión de la Inquisición,
pero sí el recorte de sus facultades.
La preocupación se extiende también a la reforma de la educación universitaria, tema recurrente en Jovellanos. La entrada en la
universidad de obras ilustradas y jansenistas ya había motivado que
escribiera en su Diario: Esto da esperanza de que se mejoren los estudios
cuando las cátedras y el gobierno de la universidad estén en la nueva generación.26 Aprovechando su paso por la Secretaría de Despacho de
Gracia y Justicia intentó dar un impulso a la reforma universitaria.
Para ello promocionó al ilustrado y jansenista Tavira para el Obispado de Salamanca (con jurisdicción sobre la universidad). A la
vez, en 1798 presenta el rey su Plan para el arreglo de los estudios de la
universidad.27
El rey parecía apoyarlo en un primer momento, pero al final
quedó relegado. Y, además, Jovellanos cesó antes de que el nuevo
obispo tomara posesión. Le sustituyó como Secretario de Despacho
el ultramontano Caballero. La presión de los conservadores constituyó un obstáculo para que la Ilustración pudiera llevar a la realidad
sus expresiones teóricas.
También se propuso incidir sobre el tema de la racionalización
de la legislación. Desde el Fuero Juzgo se había ido cambiando de
pragmáticas, cédulas, resoluciones etc., las cuales constituían una
maraña inextricable. Con Carlos III se había comenzado a trabajar en
un extracto a modo de código. Jovellanos había manifestado en repetidas ocasiones la necesidad de ordenar la legislación. Al llegar al
gobierno se plantea estas reestructuraciones, poniendo en marcha
una reforma que resultaba necesaria. Pero su prisión le impide culminar la obra. La Novísima Recopilación se promulga en 1805
cuando Jovellanos se encontraba en el Castillo de Bellver.
Jovellanos rememora en esta época las sátiras sociales. Con
seudónimo, publica en enero de 1798 una sátira contra la tiranía de
los maridos, que el profesor Caso cree se refiere al conde de Teba, hijo
26
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Diario de 20 y 30 de marzo de 1795. Obras
Completas. Obra citada. Vol VII, pág. 108.
27
Solo se conservó la introducción copiada por Cean Bermúdez.
78
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
de la condesa de Montijo. Esta sátira recuerda a las publicadas anteriormente en El Censor, contando el maltrato de Armesto sobre su
esposa Elisa y planteando el tema de la igualdad de sexos en el matrimonio.
El fugaz resurgir de la Ilustración resultó un espejismo. La
vuelta de los Jesuitas parecía dar nuevas alas a las posiciones ultramontanas. Los reaccionarios piensan anular al grupo reformista
ilustrado con denuncias a sus integrantes más destacados. Jovellanos resultaba la víctima propiciatoria al ser considerado una figura
clave en el mismo. Godoy, en sus Memorias, se exculpa del cese de
Jovellanos en el Ministerio, alegando que: el mismo Caballero en su
carta citada asegura que cuando reemplazó a Jovellanos en el ministerio, yo
ya no tenía favor ni influjo y que quien le reemplazó es Antonio Caballero
que lanza a Jovellanos del lugar donde yo lo había traído y logrado colocarle.28
En esas circunstancias Jovellanos vuelve a Asturias, pensando
probablemente que será su destino definitivo. Pero estaba equivocado. Su estancia asturiana fue corta, aunque aún tuvo tiempo de
continuar los trabajos de ampliación del Instituto y controlar su enseñanza, impartir conferencias y realizar estudios sobre diferentes temas del Principado.
6. La labor intelectual en el encarcelamiento final mallorquín
La calma pronto se rompió. A principios de 1800 se reavivó el
movimiento antirreformista. La queja del Papa sobre las doctrinas
perjudiciales de algunos ministros y obispos, así como las presiones
de la alta nobleza y el clero, hacen cambiar la política. Urquijo (que
había accedido a ministro) fue encarcelado y, según afirma Godoy
en sus Memorias, Caballero aprovecha la situación para incitar al rey
contra jansenistas destacados. Se inicia la represión. Tras Urquijo,
Meléndez Valdés y la condesa de Montijo y obispos como Tavira y
28
GODOY, Manuel: Memorias. Edición Enrique Ruspoli. Esfera de los libros.
Madrid, 2008, pág. 51.
4. Francisco Cabarrús. Francisco de Goya (1788). Banco de España. Madrid.
Bayona, Francia, 1752 - Sevilla, 27 abril de 1810
Cabarrús fue «el amigo» personal e intelectual de Jovellanos. Su amistad, iniciada en la tertulia de Campomanes, se prolongó epistolarmente tras su marcha a Asturias. Pero, con profunda decepción, fue el receptor de las críticas más
duras dirigidas a sus ilustres amigos que pasaron a formar parte del gobierno
de José I.
Capítulo II. Jovellanos, prohombre de la Ilustración
81
Palafox fueron defenestrados o perseguidos. En el año final del siglo, el rey apoyó a la Inquisición. La colaboración de los ilustrados
españoles con la corona durante el reinado de Carlos III había terminado.
De nuevo Jovellanos fue el más afectado. Se utilizan contra él
delaciones, calumnias y los anteriores informes de la Inquisición. En
1801 se le aplica la pena más dura: prisión en Mallorca. Esta vez Godoy, que estaba en el poder, no hizo nada por defender a los dos
hombres a los que había llevado al gobierno. Comenzaba, así, la última etapa de su época ilustrada.
Pero su reclusión en Mallorca tampoco sería improductiva. Reanudó su actividad intelectual con numerosos trabajos de historia y
erudición sobre el Castillo de Bellver, la Catedral de Palma, la arquitectura gótica, ensamblando con una descripción de la naturaleza.
A la vez investiga sobre filosofía y Filología. En su Epístola a Posidonio defiende la inocencia y se lamenta de la felicidad perdida.
No podía faltar su tema esencial: la educación. Toma contacto
con la Sociedad Económica de Mallorca, interesada en establecer un Seminario de Nobles. Esto le lleva a escribir sus Memoria sobre la educación pública o tratado teórico-práctico de enseñanza, que no llegó a concluir.
En ellas refleja sus ideas sobre la incultura española, tema ya
tratado. Pero, como afirma el profesor Caso: En él encontramos lo que
no hay en Cadalso, ni en el Censor, esto es un plan muy meditado para la
curación de los males, este plan es superior al de Cabarrús.29 Para Jovellanos están enlazadas todas las enseñanzas. Su concepto de nación
ilustrada no consiste sólo en tener un peso científico, sino también
en la instrucción del individuo. De ahí que la acción deba recaer sobre gobernantes y gobernados para lograr la felicidad de la nación.
Este principio que caracteriza en buena parte sus Memorias, indica
ya una distancia sobre el despotismo ilustrado. Frente a él alza la
bandera de la libertad en todas sus manifestaciones. Al Estado y a
la Iglesia sólo les compete una misión coordinadora.
No podía dejar de tratar de nuevo el tema de la limitación de
las universidades, con notable retraso en la introducción de las cien-
29
CASO, José Miguel: Obra citada, pág. 242-243.
82
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
cias exactas y experimentales. Por eso aboga por el establecimiento
en Mallorca de un Instituto similar al de Gijón, con carácter complementario.
Pero Jovellanos va aún más lejos y proclama el derecho a la ilustración y la obligación de instruirse para ser útil al cuerpo social y la
obligación de los gobernantes de proporcionar los medios necesarios.
Ideas que serán sistematizadas en su etapa liberal con su Plan General de Instrucción Pública. Resulta claro que el estancamiento de la
educación no fue por falta de reflexión y planes. Como dice Aurelio
Menéndez: si fuera cierto que nos ha faltado el gran siglo educador, ello se
debe a la falta de decisión de los gobiernos de la época para ejecutar los planes de reforma y a la ingente cantidad de estorbos en forma de rémoras ideológicas y apoyo a intereses creados que no fue posible remover.30
7. Balance reformista
Intentar resumir en unas conclusiones la ingente personalidad
de Jovellanos y su relevante papel en la Ilustración española resulta
una tarea titánica. Por eso sólo intentaremos esbozar los principales
rasgos. Ha quedado patente su vasta formación cultural y científica
en la mayoría de los campos del saber, desde la Historia y el Derecho hasta la Economía, desde la Literatura hasta las ciencias, desde
las disciplinas del pensamiento hasta las más técnicas. En todos
ellos fue importante y, en algunos, autoridad indiscutible. No es de
extrañar que haya formado parte de la práctica totalidad de Reales
Academias y de varias sociedades económicas. Su prestigio como
economista y agrarista traspasó las fronteras españolas. Y sus ideas
sobre la educación constituyen una constante en todas sus etapas
como ilustrado que considera imposible el progreso y la felicidad sin
la instrucción del pueblo.
Toda su producción va envuelta en un humanismo cautivador,
especialmente manifiesto en su Diario y epístolas que reflejan las be-
30
MENÉNDEZ, Aurelio y Francisco RODRÍGUEZ: Jovellanos y la universidad. Fundación Foro Jovellanos, Gijón. Boletín Jovellanista nº 6, 2005, pág. 164.
5. Estatutos de la Real Sociedad Económica Madrileña
Junto con la Real Academia de la Historia, la Sociedad económica madrileña fue
la institución con la que Jovellanos mantuvo una colaboración más estrecha. Precisamente una de sus obras principales, el Informe sobre el Expediente de la Ley
Agraria fue elaborada por encargo de dicha sociedad para cumplimentar una petición de Campomanes.
Capítulo II. Jovellanos, prohombre de la Ilustración
85
llezas naturales y culturales, expresan sus pensamientos y las zozobras que la defensa de sus ideales causa en su vida. Y donde los sentimientos, con base en la conducta individual, afloran por doquier.
Entre los ilustrados y liberales de la diáspora es el que más
tuvo presente a su patria chica con sus gentes y sus problemas. Su
larga estancia se transforma en un dorado exilio que le permite revivir la problemática de su tierra. Pero, incluso en su versión regional, no perdió nunca su perspectiva nacional. Para él Asturias se incardinaba en la más pura esencia de España.
Jovellanos fue fiel a los dos grandes pilares entre los que se
desenvolvía el movimiento ilustrado: la Iglesia y la monarquía. A pesar de los ataques y persecuciones sufridas, no fue contrario a la Iglesia. Deja patente en diversas ocasiones claras muestras de su religiosidad. Fue fiel a sus dogmas. Sólo se opone a su poder político y
económico.
Pero, al igual que Feijoo, busca la compatibilidad entre la religión y la razón, intentando coordinarlas en el movimiento ilustrado. Eso le lleva a propugnar una reforma educativa alejada del escolasticismo y abierta a las nuevas disciplinas, a propugnar una
desamortización de los bienes eclesiásticos y también a abogar por
una reforma de las congregaciones religiosas y de las relaciones
Iglesia-monarquía. Por supuesto, se muestra claramente opuesto a
la Inquisición.
Hay que decir también que Jovellanos fue un fiel monárquico.
Nunca puso en duda la monarquía como forma de gobierno. En la
controversia entre la Iglesia y la monarquía se inclina claramente por
ésta. Incluso se podría advertir algún matiz regalista en sus escritos.
Así, en su Informe sobre la Inquisición califica al rey de «protector nato
de la Iglesia». Pero no constituía un regalismo intelectual y acérrimo
como en Campomanes.
Se nos aparece Jovellanos como un prohombre de la Ilustración. Defensor del individuo y de la libertad, de la racionalidad y del
progreso económico y cultural. Quiso reformar España para aumentar su pujanza y la felicidad de sus ciudadanos.
Su posición se nos aparece más avanzada que la de Campomanes. Para él la monarquía absoluta ilustrada no era un fin, sino
sólo un instrumento. Aceptó el despotismo ilustrado como medio de
86
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
favorecer la expansión de la Ilustración y lograr sus objetivos. Pero
no era ese su ideal político. Incluso en los momentos dorados de Carlos III defendía ideas y proyectos que sobrepasaban el despotismo
ilustrado. Esta misma opinión es sustentada por Fernández Sarasola
al afirmar que: Jovellanos mantiene algún nexo con el despotismo ilustrado, si bien es preciso adelantar que, desde nuestro punto de vista, el asturiano nunca fue defensor incondicional de este régimen.31
Más tarde, con Carlos IV, cuando ve que la alianza entre la Ilustración y la monarquía se resquebraja, participa de las ideas que comenzaban a apreciar la necesidad de los límites a la monarquía absoluta. Y así se convierte también en una figura relevante en la
transición al Liberalismo.
31
FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio: Poder y libertad. Los orígenes de la responsabilidad del Ejecutivo en España 1808-1823. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid, 2001, pág. 284.
Capítulo III
Jovellanos y el tránsito al liberalismo
1. Primeras manifestaciones liberales
Examinar la transición en Jovellanos requiere previamente situar la misma en el contexto general de la crisis de la Ilustración y
los albores del Liberalismo. Sin despreciar las múltiples causas que
los diferentes autores señalan como causantes de la aparición del Liberalismo, es indudable que la antesala de la Ilustración constituye
un paso fundamental.
Gil Novales nos señala la sucesión de una cadena en la cual la
Ilustración constituye uno de sus últimos eslabones. En su opinión
el Liberalismo es un fenómeno histórico perfectamente determinado en el
tiempo. Esto no quiere decir que aparezca por casualidad: Tiene precedentes, fundamentalmente el Renacimiento, la Reforma, la Ilustración y la Revolución francesa. Y, refiriéndose concretamente a España, afirma: el
Liberalismo español se relaciona estrechamente con los dos últimos conceptos.32
El papel de la Ilustración ha sido señalado más específicamente por Artola, resultando esclarecedora la conclusión que obtiene
de la encuesta de la Junta Central en 1809, impulsada por Jovellanos:
32
GIL NOVALES, Alberto: «Guerra, revolución y liberalismo en los orígenes de
la España contemporánea», en Orígenes del liberalismo, Universidad, Política, Economía. Universidad de Salamanca, 2003, pág. 223.
88
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
La amplitud de los temas que se tratan en las respuestas revelan la importancia de la obra doctrinal de la Ilustración, defensora de un nuevo orden
social que los hombres de 1809 no hicieron otra cosa que adoptar.33
Es cierto que, en su momento, influyó decisivamente la invasión francesa de 1808 y los movimientos revolucionarios subyacentes, que aceleran la caída del Antiguo Régimen. Pero la causa profunda había comenzado anteriormente. La Ilustración había ido
minando los cimientos del mismo.
La acción del despotismo ilustrado se revelaba insuficiente
para vencer la resistencia de los estamentos privilegiados. La monarquía absoluta pedía prudencia y calma en las reformas. A su vez,
la Inquisición obstaculizaba los avances de los valores ilustrados.
Llegando a ciertos límites comenzaba a vislumbrarse la insuficiencia de la vía ilustrada. No es de extrañar que las primeras críticas surjan, incluso, en pleno apogeo del despotismo ilustrado. La acción
continuada de la Ilustración, unida a la corriente de ideas exteriores
más avanzadas, comenzaba a producir sus efectos. Según Maravall
y Herr, estas primeras contestaciones surgieron ya en las postrimerías del reinado de Carlos III. Domínguez Ortiz, a su vez, señala que,
en la década de los 80, los ilustrados españoles muestran una mayor
osadía. Por su parte, Sánchez Blanco destaca que en dicha década se
produce la ruptura de los ilustrados con el despotismo, bajo la influencia de Locke, Montesquieu y Rousseau.34
Si el despotismo ilustrado había considerado necesario el poder absoluto del monarca para impulsar las reformas, las nuevas corrientes ilustradas consideraban, por el contrario, que, para cambiar
las obsoletas estructuras, resultaba imprescindible limitar los poderes de la monarquía absoluta. En esas nuevas tendencias aparece, ya,
la figura de Jovellanos, tanto en sus escritos como en colaboraciones
periodísticas.
Esta ruptura con el absolutismo ilustrado resulta patente ya en
los 80, donde se realizan las primeras formulaciones sobre Montes-
33
ARTOLA, Miguel: La España de Fernando VII. Espasa Calpe, Madrid, 2008.
pág. 339.
34
MESTRE, Antonio: La Ilustración española. Ariel, Madrid, 1998, pág. 50.
Capítulo III. Jovellanos y el tránsito al Liberalismo
89
quieu y la división de poderes. Ya en 1780 Jovellanos, en su discurso
de ingreso en la Real Academia de la Historia, cita a Montesquieu y,
a su vez, Ibáñez de la Rentaría busca un fundamento racional del Estado basado en su doctrina. Como afirma Fernández Díaz: Montesquieu empezaba a estar vivamente presente en España, no únicamente en
Ibáñez, sino en pensadores, como el propio Jovellanos de estos años.35
La oposición al Régimen aparece también en Meléndez Valdés,
amigo de Jovellanos, al afirmar que el clero y el rey no cumplen con
el mantenimiento del buen orden ni con la terminación de las desigualdades.
Como afirma Morales Moya fue notorio el desprestigio de una
realeza, que se extiende al conjunto de las instituciones, relajándose los vínculos tradicionales, tal como muestra el Diario de Jovellanos y las Memorias de Alcalá Galiano y de León y Pizarro.36
A la vez, una cierta flexibilidad de la censura convirtió a la incipiente prensa en pionera de las críticas al sistema. La evolución ideológica fue facilitada por el desarrollo de la prensa, que constituyó
una auténtica plataforma para la propagación de las nuevas ideas y
para el debate político. La proliferación de publicaciones periódicas
en la segunda mitad del siglo XVIII resultó decisiva para desarrollo
del Liberalismo.
Ya en los últimos años del reinado de Carlos III, El Censor de
Cañuelo emprende sus ataques a los estamentos privilegiados, al sistema económico y a la falta de libertades. Publicó poemas de Jovellanos y Meléndez Valdés que criticaban a la sociedad española. Sigue su estela El observador de Rubín de Celis y Marchena e incluso
el Diario de Madrid defiende la soberanía popular y las leyes constitucionales.
Las diversas citas efectuadas nos han mostrado cómo el propio Jovellanos ilustrado compartía ya las críticas a la monarquía ab-
35
FERNÁNDEZ DÍAZ, R: Historia de España. La Ilustración. Espasa Calpe S.A.,
Madrid, 2004, pág. 68.
36
MORALES MOYA, Antonio: «España y Europa en tiempos de Carlos IV» en
la obra colectiva 1802. España entre dos siglos. Sociedad Estatal de Conmemoraciones culturales, Madrid, 2003, pág. 45.
90
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
soluta, extremo que ampliaremos más tarde al tratar específicamente de su transición. No obstante, la auténtica ruptura de Jovellanos va a producirse en el periodo siguiente, que le trae consigo un
destierro encubierto en Asturias y, más tarde, destierro y prisión en
Mallorca.
En la última década del siglo la Ilustración entra en crisis. Dos
acontecimientos ejercieron fuerte influencia. El cambio de reinado de
Carlos III a Carlos IV en 1788 y la Revolución francesa en 1789. Ello
entraña un giro decisivo de la política interior y un temor que condujo al recrudecimiento de la censura y a la persecución de los ilustrados. Pero produjo efectos contrarios. No se podía retroceder. Muchos intelectuales, que despidieron con elogios a Carlos III y no se
atrevieron a cuestionar su régimen, propugnaron ya políticas de
signo liberal. Arroyal, Foronda, Meléndez Valdés radicalizan sus críticas que llegan a ser revolucionarias en Marchena y Rubín de Celis
e incluso a plasmarse en la revolución de San Blas de Picornell. Todos han convivido con un reformismo que resultaba insuficiente.
Han recibido inspiración de fuentes extranjeras con ideas muy avanzadas. Y llegan a la conclusión de que se necesita un nuevo marco
político con una constitución que limite el poder del monarca y dé
una mayor participación a las clases populares.
Los promotores de esta nueva corriente propugnan la aplicación de las nuevas concepciones de autores franceses (Montesquieu,
Voltaire, Rousseau, Sieyes) y británicos (Locke, Hume). Con ello se
llegará a unos regímenes políticos liberales semejantes a los establecidos en Inglaterra desde finales del s. XVII, y posteriormente, en
los Estados Unidos de América y en Francia.
En definitiva, se trataba de poner fin al despotismo ilustrado,
basado en las premisas del absolutismo, según las cuales el pueblo
(de manera orgánica y estamental) cedía sus derechos al monarca
que los podía ejercer sin limitación alguna. La nueva concepción a
implantar se basaba en el estado de naturaleza y el pacto social, plasmados en una constitución fruto de la voluntad popular.
El movimiento ilustrado, al intentar superar los obstáculos que
frenaban el progreso sociopolítico, fue abriendo las puertas al Liberalismo. En las postrimerías del s. XVIII la Ilustración llegó a su fin.
En este último período las ideas liberales rupturistas fueron susti-
1. Juan Antonio Meléndez Valdés
Ribera del Fresno (Badajoz), 1754-Montpellier, 1817
Meléndez Valdés y Quintana, grandes admiradores de Jovellanos, fueron los
más allegados entre los primeros liberales de Salamanca. Meléndez Valdés
constituía la figura principal de la ilustrada Escuela Poética Salmantina, con la
que se relacionó Jovellanos. La larga amistad con Meléndez Valdés se truncó tras
su colaboración con la monarquía josefina.
Capítulo III. Jovellanos y el tránsito al Liberalismo
93
tuyendo a las ilustradas. Los intelectuales alentaron el cambio, que
se hace patente tras la invasión napoleónica de 1808.
Los promotores citados constituyen un buen ejemplo de ese
cambio. Sería lógico pensar que estos ilustrados, con ideas más
avanzadas, constituirían el tránsito de la Ilustración al liberalismo.
Sin embargo no ha sido así. A pesar de su fuerte ideología liberal, no
desempeñaron un papel real en la introducción del liberalismo. Algunos acabaron emigrando al extranjero, otros pasaron a colaborar
con la monarquía Josefina.
Además, en opinión de algunos tratadistas, la repercusión
política de sus ideas ha debido verse lastrada, en alguna medida, por
el hecho de que los más radicales fueron también críticos con el incipiente capitalismo y la proletarización obrera.37 Resulta, así, que su
influencia tiene un carácter principalmente doctrinal. Como opina
Antonio Morales: Enlazarán ideológicamente Ilustración y liberalismo.38
En general no llegan a constituir figuras destacadas en los grupos liberales que impulsan la revolución liberal.
No es sorprendente que no citemos a Jovellanos en esos grupos. Se trata de preliberales, y algunos, incluso, de liberales revolucionarios. Jovellanos no tenía nada de revolucionario. Antes bien, su
humanitarismo le llevaba a aborrecer las revoluciones violentas. Y
en cuanto a los preliberales, éstos se movían hacia un liberalismo basado en el contrato social y la soberanía popular que en aquellos momentos difería del constitucionalismo histórico jovellanista. En todo
caso, aunque algunos hayan podido tener influencias doctrinales, no
constituyeron figuras clave en el tránsito al liberalismo, al contrario
que Jovellanos que, aunque en una posición más moderada, desempeñó un importante papel en la Comisión de Cortes de la Junta
Central.
A principios del siguiente siglo, desatada la Guerra de la Independencia, los más representativos cargos ilustrados pasan a co-
37
FERNÁNDEZ DÍAZ, R.: Obra citada, pág. 83.
MORALES MOYA, Antonio: «España y Europa en tiempos de Carlos IV. Monarquía, Estado, Nación» en 1802, España entre dos siglos. Sociedad española de Conmemoraciones culturales, Madrid, 2003, pág. 42.
38
94
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
laborar en la monarquía Josefina. Urquijo, Ceballos, Azanza, O’Farril y Cabarrús ocupan los principales puestos de su gobierno. Parejas de amigos, unidas largo tiempo por su ideología liberal, se escinden. Quintana y Jovellanos rompen amargamente con O’Farril y
Cabarrús. Sólo cuatro ilustrados integrantes de anteriores gobiernos
de la monarquía se integran en la Junta Central: Floridablanca, Jovellanos, Saavedra y Valdés, estos dos últimos grandes amigos de Jovellanos.
En consecuencia, la revolución liberal española sería desarrollada por liberales de diferente origen, integrados en el liberalismo
patriótico, opuesto al despotismo ilustrado de los afrancesados. La
Guerra de la Independencia parecía revelarse como un excelente
cauce para su consecución.
2. Jovellanos y los primeros liberales
La apertura hacia las ideas liberales se fue extendiendo por
toda la monarquía, aunque solo fueron asimiladas por una parte minoritaria de la población. Las tertulias, periódicos, folletos… fueron
incrementando su contenido liberal. Incluso en las universidades, a
pesar de ser oficialmente poco aperturistas, a través de las academias, fueron apareciendo grupos liberales que parecían constituir auténticas escuelas. Se fueron formando de esa manera los primeros focos liberales de donde surgieron los políticos más activos en la
introducción de la revolución liberal en el nuevo periodo de guerra.
Otros emergen individualmente a la vida pública desde su juventud
o desde el anonimato de su anterior pasado ilustrado.
En el despegue del liberalismo a partir de 1808 cobran una especial importancia dos focos principales: Salamanca y Sevilla.
La Universidad de Salamanca que había constituido un auténtico vivero de ilustrados aportó notables figuras a la primera generación de liberales. Las relaciones de Jovellanos con el grupo ilustrado-liberal de Salamanca fueron largas y profundas. Ya en la
década de los 70, las actividades literarias le establecieron un nexo
con la «Escuela Poética de Salamanca». Una vez más aparece Cadalso, el poeta ilustrado de los viejos tiempos de Jovellanos en Al-
Capítulo III. Jovellanos y el tránsito al Liberalismo
95
calá. Actúa aquí como elemento informador y coordinador de una
serie de poetas en la que figuran los agustinos Diego González (Delio) y Fernando de Rojas; y sobre todo Meléndez Valdés. Todos
mantuvieron estrechas relaciones con Jovellanos, los dos primeros
fueron objeto de sus poesías y con Meléndez mantuvo una sostenida
correspondencia, originándose una gran amistad.
Como tantas otras veces, en los inicios del liberalismo, bajo la
cobertura poética se contiene un ideario político reformista. La llegada de Cadalso supuso un nuevo impulso de ese ideario. Su tertulia
constituyó un foco principal para tratar las nuevas ideas, que no tenían cabida en las aulas universitarias. Y sus contactos con el extranjero le permitieron servir de vehículo de libros clandestinos, defendiendo el pensamiento de Rousseau y otros autores entre los
miembros de la tertulia. Su influencia, tras la corta estancia, continuó a través de la correspondencia.39
En una segunda etapa, bajo la influencia de Meléndez Valdés,
se integran Quintana, Nicasio Gallego, Álvarez Cienfuegos, Somoza, Sánchez Barbero y Marchena, los que fueron avanzando decididamente hacia el liberalismo, incluso algunos por la vía revolucionaria. La correspondencia mantiene una cierta identidad de
grupo que, como afirma Robledo, se reafirmaba con las visitas de Jovellanos a la ciudad, donde se encontraba con Meléndez, identidad que se expresa en diversas colaboraciones en el Semanario erudito y curioso de
Salamanca, donde colaboró también Jovellanos.40
Todos estos miembros de la «Escuela poética» (profesores o estudiantes de la universidad, junto con otros universitarios Salas, Torrero, Gallardo…) formaron el grupo universitario de Salamanca que
constituyó el más importante foco de influencia del primer liberalismo español.
39
En una carta de Meléndez Valdés a Jovellanos del año 1778 le relata la lectura de diversas obras políticas de autores prohibidos, gracias a Cadalso. Véase: Ricardo ROBLEDO, Tradición e Ilustración en la Universidad de Salamanca. Sobre los orígenes intelectuales de los primeros liberales, en «Orígenes del liberalismo, Universidad,
Política, Economía». Ediciones Universidad de Salamanca, 2003, pág. 64.
40
ROBLEDO, Ricardo: Obra citada, pág. 64.
96
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Entre todos, sobresale Quintana, que comienza a ejercer gran
influencia en su conocida tertulia de Madrid. Fundada a finales del
XVIII constituye un ejemplo representativo del tránsito al liberalismo. También es una muestra significativa de la alianza poéticapolítica que constituyó un singular modo de propagación de las nuevas ideas desde las iniciales sátiras políticas de Jovellanos hasta la
poesía patriótica y el teatro liberal en las etapas más avanzadas de
la revolución liberal.
Acudían allí, al lado del conservador moderado Capmany, literatos liberales como Meléndez Valdés, Marchena, Álvarez Cienfuegos. Asistían también otros patriotas liberales como Blanco White,
Martínez de la Rosa, Alcalá Galiano, Juan Nicasio Gallego, Eugenio
de Tapia, Sánchez Barbero Isidoro de Antillón. Para Alcalá Galiano
la tertulia era el punto principal al que concurren los hombres más destacados de España por su talento y saber y también por sus ideas favorables
a la libertad política y religiosa en grado hasta excesivo.41
La tertulia de Quintana constituyó también un centro de relación con otros importantes focos liberales. En efecto, a ella asistía José
Blanco (Blanco White) que junto con Lista y Reinoso constituyen el núcleo principal del foco de Sevilla. Y también Isidoro de Antillón, del
Instituto Pestalozziano de Madrid (fundado en el periodo ilustrado de
Godoy), que se une luego en Sevilla al liberalismo patriótico. La tertulia desempeña también un importante papel en la prensa con la creación del Semanario patriótico en el que se discutió abiertamente de política, defendiendo la ideología liberal hasta el punto de ser calificado
por Galdós como el «Evangelio de los liberales».
La invasión francesa condujo a la dispersión de los liberales.
Meléndez Valdés (el gran amigo de Jovellanos y declarado maestro
de Quintana), junto al revolucionario Marchena e incluso el universitario salmantino Urquijo (ministro de Carlos IV), se integran, en
rara mezcolanza, en el bando afrancesado. Otros miembros de la universidad salmantina o de la tertulia de Quintana como Martínez de
la Rosa, Torrero, Luján… no desempeñaron un papel político rele-
41
ALCALÁ GALIANO, Antonio: Recuerdos de un anciano. Biblioteca de Autores
Andaluces, Barcelona, 2004, pág. 62.
2. Manuel José Quintana
Madrid, 11-4-1772 – 11-3-1857
A través de Meléndez se relacionó Jovellanos con el grupo liberal de la Universidad de Salamanca, especialmente con Quintana, representante destacado
del liberalismo patriótico. En la Junta Central sostuvo grandes controversias con
Jovellanos sobre el modo de constituirse las Cortes. Pero ello no empañó su admiración por él. Fue, junto con Nicasio Gallego, el autor de su laudatorio epitafio.
Capítulo III. Jovellanos y el tránsito al Liberalismo
99
vante hasta después de la reunión de las Cortes de Cádiz. Un último
grupo, en el que destacaban Quintana, Blanco, Antillón y Nicasio Gallego, tuvo gran importancia en el liberalismo patriótico que en Sevilla, ya en la Junta Central o en sus aledaños, realizó un gran esfuerzo para la implantación de la primera constitución liberal.
Entre todos, el más próximo a Jovellanos fue Quintana, el
cual desde su puesto de oficial de la Secretaría de la Junta Central
creó un órgano oficioso, «la Junta Chica», que llegó a constituir un
importante grupo de presión, tendiendo a influir en el devenir liberal
de la Central.
Ya hemos examinado la estrecha relación que Jovellanos mantiene
con el grupo de Salamanca y con la tertulia de Quintana. Pero además,
era admirado por otros muchos. Antillón fue el autor de su primera biografía, Nicasio Gallego junto con Quintana lo fueron de su epitafio.42 Y,
en general, gozaba del máximo prestigio hasta el punto de disputárselo
también los afrancesados que solicitaban su incorporación.
Por feliz coincidencia dos viejos amigos se encuentran, Jovellanos vocal de la Junta Central y Quintana Oficial de su Secretaría.
El grupo liberal de la Junta, encabezado por Quintana y Calvo de Rozas, sabía que a pesar de todas sus disensiones, podían contar con
Jovellanos en su pugna con los absolutistas.
Es preciso subrayar que Jovellanos ha estado también muy
unido a la primera generación de liberales asturianos. Sus paisanos
contaron siempre con su apoyo tanto en el interior como en el exterior de Asturias. Si la propia Ilustración tuvo en el interior de Asturias un desarrollo limitado, la transición al Liberalismo no podía tomar gran relevancia interna. Ello no quiere decir que no existiera un
grupo minoritario de hidalgos ilustrados que se fueron deslizando
hacia las ideas liberales.
42
«Magistrado, ministro, padre de la patria, no menos respetable por sus virtudes que admirable por sus talentos, urbano, recto, celoso, promotor de la cultura
y de todo adelantamiento de su país, literato, orador, poeta, jurisconsulto, filósofo,
economista, distinguido en todos los géneros, en muchos eminente, honra principal de España mientras vivió y eterna gloria de su provincia y de su familia». CASO
GONZÁLEZ, J. M.: Jovellanos. Ariel, Barcelona, 2002, pág. 279.
100
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
El hecho de que Jovellanos pasara en dicha región los años cruciales de 1790 a 1801 le hizo compartir con sus compatriotas más allegados (Ángel de la Vega Infanzón, el V marqués de Camposagrado, el
V conde de Toreno, Velarde, Caveda…) las transcendentales circunstancias de aquellos tiempos. Su Diario nos muestra la participación en
las lecturas de las fuentes liberales inglesas y francesas. Algunos de
ellos tuvieron una cierta actividad fuera de Asturias (Camposagrado,
de la Vega Infanzón). Otros solo ejercieron actividades internas (Ramón
de Llano Ponte, Acevedo, Cayetano Valdés), de los cuales algunos tuvieron participación en el levantamiento asturiano.
Pero la verdadera importancia del liberalismo asturiano se manifiesta en los asturianos de la diáspora, donde se formarán las figuras más representativas. Representan la primera hornada de una
saga de liberales que desempeñaron un papel de primer orden en la
implantación del Liberalismo en España y que continuará en la consolidación futura del estado liberal.
Al igual que los otros grupos liberales contaron con el apoyo
de Jovellanos. Los dos más veteranos, Martínez Marina y Flórez Estrada, aportaron principalmente su colaboración intelectual. Martínez Marina y sus obras gozaban de la alta consideración de Jovellanos, que realizó varios intentos para lograr su colaboración. Por
una ironía del destino, Marina llegaba a la cúspide de la Real Academia de la Historia justo cuando Jovellanos era conducido a la prisión de Mallorca. Llamativa influencia para dos personalidades
unidas largo tiempo por el constitucionalismo histórico.
Flórez Estrada, que ya mostró su acendrado liberalismo como
Procurador General de la Junta de Asturias, no dudó en proponer a
Jovellanos como representante de dicha Junta en la Central, lo que
constituiría la base de su última etapa unido al liberalismo patriótico con el objetivo común de la convocatoria de Cortes. A su vez, la
Comisión de Cortes, con Jovellanos como figura representativa,
emitió un informe favorable al escrito enviado por Flórez Estrada poniendo de relieve la importancia de la libertad de imprenta.
Jovellanos mantuvo también una estrecha relación con Argüelles y Toreno que llegaron a ser promotores de las Cortes extraordinarias y de la Constitución de 1812. Argüelles ya había iniciado su labor desde la Secretaría de la Junta de Legislación de la
Capítulo III. Jovellanos y el tránsito al Liberalismo
101
Central, a donde había sido promovido por Jovellanos. Toreno, el
benjamín, necesitó, al parecer, el apoyo de Jovellanos, dada su insuficiente edad para ser diputado a Cortes.
En los difíciles tiempos en los que, en la retaguardia de una
guerra, se libraban duras batallas políticas para la implantación del
Liberalismo, los liberales asturianos estrecharon lazos con Jovellanos
en Sevilla, en las fases previas a la reunión de Cortes. Como sucedía
con los liberales de otras latitudes, las relaciones eran biunívocas. A
pesar de sus diferencias sobre la vía a seguir hacia el Liberalismo, la
admiración de los liberales asturianos de primera hora por Jovellanos quedó, también, bien patente. Si Quintana y Nicasio Gallego le
ofrecieron un laudatorio epitafio, su paisano Toreno fue el encargado
por las Cortes de pronunciar un emotivo discurso en su memoria.
Las propias Cortes le nombraron «Benefactor de la patria».
3. La transición en Jovellanos
El análisis de la transición en Jovellanos requiere un examen
previo de su base de partida. Se suele incluir a Jovellanos en el capítulo del despotismo ilustrado, basándose en que el apogeo de su
actividad tuvo lugar en el cénit del mismo. Pero él no fue un déspota
ilustrado, colaborador del monarca, por la sencilla razón de que no
detentó ningún cargo público de poder con la única excepción testimonial de su fugaz paso por la Secretaría de Despacho de Gracia
y Justicia. Incluso en dicho momento intentó aprovechar la ocasión
para llevar a la práctica su proyecto sobre la reforma educativa y la
oposición a la Inquisición.
Sus ideas reformistas sobrepasaban a las del despotismo oficial imperante, aunque llevara el calificativo de ilustrado. Esto conduce a J. M. Caso a afirmar que: …durante los años del reinado de Carlos III, en los que Jovellanos actúa como personaje importante en Madrid,
éste defendió ideas y proyectos que no eran exactamente los del grupo del
«despotismo ilustrado», es decir los de Floridablanca y Campomanes.43
43
CASO GONZÁLEZ, J. M.: Jovellanos. Ariel, Barcelona, 2002, pág. 122.
102
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Al igual que otros ilustrados, ya en el propio reinado de Carlos III, dio muestras de la insuficiencia de la política que se desarrollaba para llevar adelante auténticos proyectos reformistas que
corrigieran las deficientes estructuras políticas y económicas. Jovellanos también participa en la evolución del pensamiento crítico hacia la monarquía absoluta.
Era consciente de que el despotismo había desvirtuado la representación nacional. Ya en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia en 1780 denunciaba cómo el despotismo había
abolido las leyes de la monarquía y dejado inoperantes sus Cortes
representativas.
Jovellanos se encamina hacia la búsqueda de una historia civil de la monarquía que: permitiera presentarla como la consolidación histórica de un determinado modelo social constitucional, modelo que no requería el presupuesto de una idea contractualista, ni otra de derechos
poseídos por un hombre estrictamente natural.44
Con dicho modelo se apartaba del contractualismo radical de
Rousseau y, a la vez, se mantenía fiel a su idea de considerar al hombre en estado de sociedad.
Toda monarquía ha de tener su Ley fundamental, que debe delimitar los poderes del rey. Jovellanos la contempla a partir del Derecho Natural, de gentes y de las teorías de Montesquieu de la división de poderes. Elorza destaca: La acepción típicamente liberal de la
relación política como equilibrio no sólo en el interior mismo de la estructura de poder (separación de poderes o potestades), sino entre el mismo poder y los derechos de los ciudadanos.45
La Revolución francesa y el subsiguiente hostigamiento a los
ilustrados (que le ocasionaron los castigos más duros) le hacen reaccionar como los ilustrados críticos. En la toma de posiciones de la minoría ilustrada significativa la corriente más liberal estaba representada
44
PORTILLO VALDÉS, J. M.: Revolución de nación. Orígenes de la cultura constitucional de España 1780-1812. Centro de Estudios políticos y constitucionales. Madrid,
2000, págs. 80 y 78.
45
ELORZA, Antonio: La ideología liberal en la Ilustración española. Tecnos, Madrid, 1970, págs. 92 y 93.
3. Informe sobre el Expediente de la Ley Agraria
El Informe sobre el Expediente de la Ley Agraria constituye la obra más representativa de la transición al liberalismo de Jovellanos. Fue utilizada como obra de
referencia en las Cortes de Cádiz y libro de consulta en la Universidad de Oxford.
Capítulo III. Jovellanos y el tránsito al Liberalismo
105
por Jovellanos y Cabarrús. La otra corriente, representada por Floridablanca y Campomanes, mantenía posiciones más conservadoras.
En aquellas circunstancias Jovellanos pudo apreciar, por sí
mismo, las dificultades de plasmar en la realidad los proyectos reformistas. El destino de su programa agrario, su destierro, su cese
como ministro y su encarcelamiento final por Carlos IV en 1801, le
muestran con claridad cómo la monarquía absoluta abortaba las reformas políticas. Según afirma García Cárcel: Lo que lo hace deslizarse
de su originario nacionalismo de Estado, al nacionalismo cívico son las lamentables deficiencias de la monarquía, que sufrió en su propia carne.46
En tal contexto le resultaba totalmente clara la necesidad de
una reforma política que diera un carácter más cívico a la estructura
de poder. Era necesario limitar las prerrogativas de la monarquía absoluta. Esta idea quedaba bien explícita en la carta dirigida en 1795
(durante su destierro asturiano) al Dr. Fernández de Prado, profesor
de la Universidad de Oviedo, a la luz de la división de poderes de
Montesquieu, que será examinada posteriormente.
Para Jovellanos resultaba imprescindible una Ley Fundamental o Constitución histórica. Otros ilustrados, señalados anteriormente, también consideraban necesario una constitución más
avanzada hacia el liberalismo, basada en la participación popular.
¿No quería Jovellanos llegar tan lejos por esa vía de nuevo cuño?
En absoluto. Aquí surge la segunda reacción jovellanista, basada exclusivamente en el extraordinario humanismo de Jovellanos,
que nunca le permitió soportar el recuerdo de los horrores producidos por la Revolución francesa. La reacción sentimental lo llevó a
plasmarlos en una composición poética durante su destierro en Asturias. La repercusión ideológica quedó también plasmada en su Diario donde señalaba los riesgos de una solución «democrática», que
le llevaban a una posición refractaria a toda revolución popular
que podía degenerar en violencia incontrolable.47
46
GARCÍA CÁRCEL, Ricardo: «El sueño de la nación indomable». En Historia
y Vida. Temas de Hoy. Historia. Madrid, 2007, pág. 239.
47
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: OO.CC. Obra citada. Vol. VI. Diario de 245-1794. Pág. 584.
106
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Esa reacción permite comprender su oposición al principio de
«soberanía popular» que defendían los jacobinos y, de rechazo, a una
constitución popular basada en el contrato social. Se explica, así, su
repudio al constitucionalismo radical propuesto por Rousseau en El
Contrato Social. Sin embargo, estaba de acuerdo con las Constituciones más moderadas de la Revolución francesa (1791, 1795).
También estaba Jovellanos interesado en la Constitución americana. En su Diario de 9 de abril de 1797 refleja el encargo que hace
al ministro plenipotenciario de España en Estados Unidos para que
le consiga el nuevo Código Constitucional de la República –Constitución aprobada en Filadelfia en 1787–, a la que desde 1791 ya se le
habían añadido diez enmiendas.
Jovellanos rechazaba la tremenda violencia de la Revolución
francesa, pero no los principales valores liberales de la misma. La libertad, los límites del poder del monarca, la representación nacional, la separación de poderes, la propiedad… son valores reflejados
en su Diario, epístolas, prensa, obras y hasta en sus composiciones
literarias.
Fue colaborador de El Censor, el más influyente de los periódicos, que recoge el ideario enciclopedista con una orientación manifiestamente liberal. Como afirma Pérez Garzón: Detrás de El Censor hubo apoyos importantes de reformistas tan destacados como Jovellanos,
Meléndez Valdés…48
Su Informe sobre el expediente de la Ley Agraria en 1795 le convierte en el exponente más avanzado de la Ilustración en el campo
económico, en tránsito hacia el liberalismo económico, siendo uno
de los primeros introductores de las ideas de A. Smith sobre la libre
sustitución de los factores de producción.
Tal Informe constituye el libro de consulta de los reformadores
españoles e incluso de lectura en la Universidad de Oxford, destacando Clavero: la importancia que el informe tuvo para la formación de
la cultura liberal del derecho de propiedad.49 A su vez, Pérez Garzón pone
48
PÉREZ GARZÓN, Juan Sisinio: Las Cortes de Cádiz. El nacimiento de la nación
liberal. Editorial Síntesis, Madrid, 2007, pág. 44.
49
CLAVERO, B.: Obra citada, pág. 39.
Capítulo III. Jovellanos y el tránsito al Liberalismo
107
de relieve que se convirtió en el soporte para la política agraria liberal que
iniciaran tanto Godoy como el gobierno de José I, o que se incubó en las Cortes de Cádiz.50
Incluso se llegan a apreciar matices sociales en la postura económica de Jovellanos, puestos de relieve por el jovellanista norteamericano Polt que resalta los límites que impone al interés privado,
exigidos por la justicia y el humanitarismo.51
No son, pues, de extrañar las calificaciones que le asigna Antonio Mestre Jovellanos. Liberal, abierto a las nuevas corrientes intelectuales y autor del Informe sobre la reforma agraria, contrario al Santo Oficio, amigo de la condesa de Montijo y de Olavide….52
La pugna jovellanista entre los medios y los fines del programa
liberal permite explicar buena parte de las aparentes contradicciones que los diferentes autores resaltan en sus obras y también, posiblemente, el hecho sorprendente (poco frecuente en los personajes
históricos) de ser objeto de una buena consideración generalizada incluso en sectores de ideologías diferentes.
A la vez, otros dos factores han podido influir en esas posibles
divergencias del pensamiento jovellanista. Por una parte Jovellanos,
como todo intelectual, en la difícil época que le tocó vivir, experimenta, al igual que los demás, una evolución de sus ideas en el periodo de transición. Y, por otra parte, es preciso también tener en
cuenta los efectos derivados de las contradicciones formales por prudencia preventiva, sobre todo en el personaje más duramente atacado en su época.
Elorza se refiere a estos efectos al afirmar: De ahí la distancia que
en esta clase de autores separa unos escritos (los oficiales) moderados en fondo
y forma y los privados que pueden acercarse a los abiertamente revolucionarios. Y pone como ejemplo a Jovellanos al subrayar la diferencia entre el oficio de remisión del Informe sobre la Ley Agraria y el propio texto del Informe.53
50
PÉREZ GARZÓN, Juan Sisinio: Obra citada, pág. 35.
POLT, J.H.E.: Obra citada, pág. 44.
52
MESTRE, Antonio: Obra citada, pág. 61. La condesa de Montijo era la organizadora de una importante tertulia liberal.
53
ELORZA, Antonio: Obra citada, pág. 107.
51
108
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
En su Diario expresa claramente esta preocupación: A Jardine,
prevenciones sobre nuestra correspondencia; que no se puede tratar de
todo y que sólo privada y confidencial se pueden expresar claramente las
ideas.54
A pesar de todo, no pudo evitar ser el más perseguido. Siete
años cruciales de la transición los pasó en prisión (1801-1808). Al salir se encontró con la ocupación francesa y el empuje de las nuevas
corrientes liberales. Su prestigio se había generalizado. Como afirma
Fernández Sarasola: El bando patriótico también veía en Jovellanos a un
líder natural, tras su injusto encierro en Bellver, el gijonés se convierte en
un personaje admirado por el pueblo y no menos por los intelectuales. Jovellanos aparece como uno de los sujetos que, por su prestigio, están llamados a liderar el cambio.55
Pero eso pertenecía ya a una nueva etapa que representa el
nuevo estado de su evolución ideológica. En ella se abre a una
nueva configuración de la monarquía, sin olvidarse de las bases tradicionales. Y contribuyó, de manera notable, a la convocatoria de
unas Cortes que supondrá la creación del primer Estado constitucional en España.
Por eso Jovellanos, el personaje más importante de la Ilustración, que se integró en el liberalismo patriótico, al que prestó su
apoyo, se nos muestra, también, como una de las figuras más representativas de la transición.
54
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: «Diario de 24 de mayo de 1794». OO.CC.
de Jovellanos, volumen VI, KRK Ediciones, Oviedo, 1994, pág. 584.
55
FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio: «Estudio preliminar», OO.CC. de Jovellanos.
Ayuntamiento de Gijón. Instituto Feijoo de la Universidad de Oviedo. KRK Ediciones, 2006, pág. LX.
SEGUNDA PARTE
LA EVOLUCIÓN POLÍTICA
EN LA VÍA CONSTITUCIONAL
Capítulo IV
La última etapa en la Junta Central
1. Significado de la última etapa jovellanista
La última etapa de la vida pública de Jovellanos coincide con la
Guerra de la Independencia, justo después de ser liberado de su prisión en Mallorca. Este periodo final no es menos brillante que su etapa
ilustrada. Y, sin embargo, suele quedar relegado como un epílogo final de la misma. En la opinión pública ha prevalecido la relevante
figura del Jovellanos prohombre de la Ilustración. Incluso en la historiografía, creemos, que no se ha dado a este período la importancia que merece. Sólo su corta duración (1808-1811) podría ofrecer alguna explicación.
Sin embargo, en ese momento, el Jovellanos próximo al liberalismo surge como un líder natural, unánimemente admirado hasta
por las autoridades francesas que intentaron sin éxito contar con su
colaboración. Pero optó por el bando patriótico y, justamente, esos
últimos años de su vida pública fueron los únicos en que desempeñó
una función como vocal de la Junta Central, exceptuando su fugaz
paso por la Secretaría de Gracia y Justicia. Allí, con su prestigio,
apoya al liberalismo patriótico y desde su importante puesto de la
Comisión de Cortes desarrolló una función de primer orden en el debate constitucional que dio origen a las Cortes de Cádiz.
Por eso esta última etapa merece también una especial consideración. Y, además, porque en ella quedan reflejadas sus ideas
constitucionales expuestas, en buena medida en los dictámenes y de-
112
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
cretos oficiales, incluso en el último decreto de convocatoria de las
Cortes de Cádiz. Y el hecho de que estas aprobaran un modelo diferente le lleva a realizar su última aproximación liberal por medio
de unas Notas a los Apéndices de su Memoria.
Para comprender la posición política e intelectual de Jovellanos
hay que tener en cuenta no sólo la evolución de sus ideas, examinadas en el periodo de transición, sino las circunstancias excepcionales
de guerra que crearon una crisis de soberanía y paralelamente otra crisis constitucional en la que se debatió duramente el cambio político
hacia un modelo liberal.
2. La crisis de soberanía. Soluciones bonapartista y patriótica
Los Reyes de España se quedaron sin Corona y prácticamente
prisioneros. La soberanía de la monarquía española acabó siendo intervenida por Napoleón con el propósito de coronar un nuevo Rey
en la persona de su hermano José.
La mayor parte de la población no aceptó la solución napoleónica, originándose una crisis de soberanía que conduciría a la Guerra de la Independencia entre la nueva monarquía, apoyada por el
ejército francés, y el bando patriótico, que buscaría fórmulas especiales de soberanía en las juntas creadas al efecto.
Napoleón trata de dar solución a la crisis imponiendo una
nueva monarquía. Encarga a la nueva Junta de Gobierno, presidida
por el general Murat, que reclame a José Bonaparte como Rey de España. Para intentar dotar de legitimidad a las abdicaciones reales y
a la constitución de una nueva monarquía, reúne una Diputación General de Cortes encargada de promulgar una nueva Constitución
para España y las Indias. El 9 de mayo de 1809 se convocó la reunión
de Cortes en Bayona. El Consejo de Castilla fue el encargado de
transmitir la convocatoria a los capitanes generales y audiencias. El
6 de junio un decreto imperial dio la primera solución formal a la crisis de soberanía, proclamando rey a José I.
Esta era una de las vías de solución de la crisis. Pero para la fecha de apertura de las Cortes ya se habían producido los levantamientos contrarios a dicha solución. Por eso, la primera actuación de
Capítulo IV. La última etapa en la Junta Central
113
los representantes reunidos en Bayona fue redactar un manifiesto
para desestimarlos. Firman el manifiesto altos representantes de la
aristocracia, importantes ministros y políticos del reformismo ilustrado, encabezados por Azanza que presidió la Asamblea, figurando Urquijo y Ranz Romanillos como secretarios.
En dicho manifiesto se introduce un lenguaje ilustrado, reclamando la unidad para la regeneración de la patria, en busca de la felicidad. Anunciaba el restablecimiento de las Cortes, guardianes de
la libertad y una constitución que ampararía las reformas políticas
que constituirían el Plan de gobierno de José I.
Pero ahí radicaba la cuestión. ¿Cuál era la vía más adecuada
para lograr la felicidad de los españoles? En la vía bonapartista, la
crisis de soberanía se solucionaba desembocando directamente en
una constitución del estilo de las constituciones napoleónicas, complementada con elementos del despotismo ilustrado español. Se
pasaba a una nueva monarquía.
Por el contrario, la vía alternativa de las juntas no conducía directamente a una solución estable que anulara el Antiguo Régimen,
sino primero a una guerra y, después, a una crisis entre los que querían el restablecimiento absolutista y los que deseaban un régimen
constitucional. Y, aún dentro de las corrientes liberales, aparecían divergencias entre diferentes formas de soberanía. Se produce, así una
crisis constitucional que, según Portillo, es el modo en que finalmente se
resuelve la crisis de independencia y de intervención sobre la soberanía y que
la protagoniza un nuevo sujeto político, la nación española.56
En definitiva se trataba de escoger entre el nuevo Estatuto de
Bayona, al alcance de la mano, o una hipotética constitución futura
que costaría una guerra contra los franceses y una revolución dentro del propio bando patriótico.
Muchos se inclinaron por la solución más práctica. Los colaboradores del nuevo Régimen proceden de todas las clases y estamentos, incluidas figuras relevantes. Otros consideran más noble
56
PORTILLO, J.M.: Revolución de nación. Orígenes de la cultura constitucional en
España 1780-1812. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid, 2000,
pág. 161.
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José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
conciliar su liberalismo con el sentimiento patriótico. La división comenzó ya en la Asamblea de Bayona, a la que muchos no acudieron.
Los que eligieron el bando patriótico no podían olvidar el hecho de que la nueva monarquía había sido impuesta por Napoleón.
Como afirma J. M. Cuenca por mucha que fuera la rectitud y el amor por
su nación de los afrancesados, la actitud de Napoleón, al invadir España,
fue execrable y sin paliativo alguno.57
Y frente a los intentos de encomiar el Estatuto de Bayona, haciendo ver su tendencia a la abolición del Antiguo Régimen, argumentan que, de hecho, constituye una carta otorgada, fruto de la voluntad del Emperador, sin tener en cuenta la legitimidad popular. Es
significativa la opinión que le merece a Toreno: ilegítima en su origen
y bastarda producción de tierra extraña, nunca plantada en la nuestra.58
En este aspecto, saliendo al paso de algún sector historiográfico que pretende considerar tal Estatuto como precedente de la
Constitución de Cádiz, basándose en algunas coincidencias, es preciso considerar que el texto de Cádiz es notoriamente más avanzado
que el de Bayona, que no pasa de ser un texto ilustrado, mientras que
en el de Cádiz se encierra toda una revolución liberal. Como afirma
el profesor Bahamonde: parece inútil plantear el debate entre los textos
de Bayona y Cádiz en términos de mímesis natural y fiel. Al fin y al cabo
ambos proceden de un acerbo de cultura crítica con el estado absolutista y
las instituciones del Antiguo Régimen, por lo que normalmente se producen algunas coincidencias técnicas.59
La mayoría de los españoles no estuvo de acuerdo ni con la
ocupación de las tropas francesas ni con la solución de la monarquía
napoleónica para la crisis de soberanía creada. Cuando se vio claro
el carácter invasor y el comportamiento avasallador de las tropas
francesas surge el dos de Mayo en Madrid y una sucesión de le-
57
CUENCA, J.M.: La Guerra de la Independencia. Un conflicto decisivo. Editorial
Encuentro, Madrid, 2006, pág. 35.
58
CONDE DE TORENO: Historia del levantamiento, guerra y revolución de España.
Urgoiti Editores, Pamplona, 2008, pág. 167.
59
BAHAMONDE, Ángel y Jesús A. MARTÍNEZ: Historia de España. Siglo XIX. Cátedra, 2005, pág. 46.
Capítulo IV. La última etapa en la Junta Central
115
vantamientos populares en el resto del mes en un gran número de
provincias, que se iban sumando a los mismos a medida que iban conociendo los sucesos de Madrid y las abdicaciones de Bayona.
El movimiento popular se encauza a través de instituciones
tradicionales como la Junta General del Principado de Asturias o las
Cortes del Reino de Aragón. En donde no existían se creaban nuevas juntas. Tanto unas como otras se fueron transformando en Supremas al adjudicarse la soberanía. La primera en declararse suprema fue la de Asturias cuyo Procurador General era Flórez
Estrada, futuro destacado liberal. Le siguen la de Sevilla donde colaboraron dos canónigos de origen asturiano, Miranda y Cienfuegos
Jovellanos; este futuro cardenal era sobrino del prohombre gijonés.
En general, su primera actuación fue declarar la guerra a Napoleón.
Para ello se crearon ejércitos y milicias. Para financiarse aplicaron
nuevas contribuciones y organizaron colectas, llegando a enviar comisionados a Inglaterra para solicitar ayuda económica y militar, acción exterior que fue iniciada por la Junta de Asturias.
Las juntas son fruto del levantamiento popular, aunque en su
composición predominan los miembros de las elites, nobles, burgueses, autoridades, militares, clérigos, funcionarios o profesionales.
La representación popular es poco frecuente. Su ideología es generalmente absolutista o conservadora, aunque es frecuente encontrar
miembros reformistas, entre ellos algunos que llegan a ser destacadas figuras liberales.
Las juntas surgieron como nuevos poderes proclamándose
soberanas con el objeto de resolver la crisis de soberanía y suplir el
vacío de poder por medio de una solución alternativa que rechazaba
las abdicaciones de Bayona y la monarquía napoleónica y optando
por Fernando VII. A pesar de algunos intentos de los miembros más
liberales de legitimarlas en base a la propia soberanía nacional del
movimiento popular, se acabó imponiendo generalmente una tesis
intermedia según la cual se trata de la asunción de una soberanía
temporal mientras durara la ausencia del rey, privado de libertad.
Sin duda las primeras fases de los levantamientos han estado
basadas en sentimientos patrióticos. Pero no se quedaron en simples
revueltas populares para defender la independencia de la patria. Era
necesario suplir el vacío de poder con instituciones españolas que
116
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
sustituyeran a la monarquía. Las oficiales, la Junta de Gobierno y el
Consejo de Castilla, estaban absolutamente mediatizadas por las autoridades francesas. La formación de juntas locales, luego provinciales, constituyó el primer remedio de urgencia. Las dificultades de
funcionamiento y conservación de esos poderes diferenciales llevan
a la creación de una Junta Central, que hizo frente a los intentos del
Consejo de Castilla para ocupar el poder tras la marcha de los franceses de Madrid, después de la derrota de Bailén.
Se ha desarrollado una discusión estéril sobre el carácter revolucionario de las juntas. Artola adopta la postura más proclive a
dicho carácter.60 Por el contrario, Cuenca Toribio considera poco convincente la génesis revolucionaria del movimiento juntero.61 A la vez,
Tussell y Sánchez Montero hacen ver que la soberanía de las proclamas de las juntas no tiene nada que ver con la Revolución francesa, sino exclusivamente con la asunción de la autoridad.62 Incluso
Moreno Alonso, aunque reconoce una ruptura revolucionaria en su
Constitución, afirma que sus componentes estaban lejos de querer
la «revolución».63 Igualmente Moliner Prada atribuye el carácter revolucionario exclusivamente a la forma de constituirse.64 A su vez,
de la lectura del libro de Toreno, Historia del levantamiento, guerra y
revolución de España, se deduce que el título responde más bien a un
orden secuencial. La revolución liberal es la fase final.
Ello no quiere decir que no hubiera en las juntas elementos reformistas y liberales que intentaran hacerlas derivar hacia la revo-
60
ARTOLA, Miguel: La España de Fernando VII, Espasa, Madrid, 2008, pág. 67
y 81. Los orígenes de la España Contemporánea. Instituto de Estudios Políticos, Madrid,
1971, pág. 209. Antiguo Régimen y Revolución Liberal. Ariel, 1978, pág. 181.
61
CUENCA TORIBIO, M.: La Guerra de la Independencia. Un conflicto decisivo (18081813). Edic. Encuentro, Madrid, 2006, págs. 137 y 168.
62
TUSSELL, Javier y Rafael SÁNCHEZ MANTERO: Historia de España. El siglo XIX.
Espasa Calpe, Madrid, 2004, pág. 124.
63
MORENO ALONSO, Manuel: El miedo a la libertad en España. Edic. Alfar, Sevilla, 2006, pág. 33.
64
MOLINER PRADA, A.: «Las juntas como instituciones típicas del liberalismo
español». En Orígenes del liberalismo. Universidad, Política, Economía, Universidad de
Salamanca, 2002, pág. 235.
1. Conde de Floridablanca
José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, primer presidente de la Junta
Central, bien conocido de Jovellanos en su etapa madrileña. La coincidencia en
la Central fue corta, debido a su fallecimiento. Por su tendencia más conservadora, se opuso a tratar el tema de la convocatoria de Cortes, planteado en primer lugar por Jovellanos.
Capítulo IV. La última etapa en la Junta Central
119
lución ideológica liberal. Con la creación de la Junta Central aparecerán más nítidas las tendencias que habrán de constituir la «crisis
constitucional»: la absolutista y la liberal. Se demostraba así que también era posible un patriotismo liberal en contraposición al liberalismo afrancesado. En el trasfondo de la guerra se iría desarrollando
lentamente la revolución liberal con el máximo esfuerzo de los liberales de las instituciones oficiales y de los políticos liberales externos.
La conmoción creada por la Guerra de la Independencia y la
crisis de soberanía resultante constituían una ocasión propicia para
llevar a la práctica la instauración de un régimen liberal. Se estableció, así, un proceso político sin precedentes, acelerando el tránsito del
Antiguo Régimen a un Estado constitucional.
De esa manera, a la crisis de soberanía que había desembocado
en la Guerra se le añadiría una crisis constitucional que culminaría
en la Constitución de Cádiz, en contraposición a la de Bayona.
3. La ruptura del mundo liberal
En la crisis de soberanía planteada, la adscripción a los dos
bandos, el afrancesado y el patriota, no aparece condicionada ni por
clases sociales ni por ideologías. Estaban influenciados por otros factores. Los cuadros de la Administración velaban por sus puestos y
colaboraban con los diferentes regímenes. Las elites culturales y
administrativas no eran proclives a los movimientos revolucionarios
populares. La lucha contra el mejor ejército del mundo resultaba una
quimera. La nueva monarquía parecía ofrecer más seguridad. La
gran masa poblacional se dejaba llevar por la colaboración pasiva.
Para los ilustrados y liberales existía otra potente razón adicional. El nuevo régimen ofrecía la realización de reformas políticas
tanto tiempo deseadas. Y justamente en esas elites ocupaban un lugar destacado los ilustrados del régimen anterior y los miembros de
las nuevas corrientes liberales. Veían la posibilidad de acceder directamente a una monarquía nueva que rompía las ataduras del Antiguo Régimen. No les importaba el cambio de dinastía. El logro de
las metas ideológicas era considerado más importante que las con-
120
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
sideraciones patrióticas de no aceptar una usurpación extranjera. El
otro bando unía liberalismo y patriotismo y estaba dispuesto a lograr
los mismos objetivos aún a costa de una doble lucha, contra los invasores y contra los absolutistas de su propio bando patriótico. Por
ello, sin distinción, hubo ilustrados y liberales en los dos bandos.
En esa tesitura, una gran parte de ilustrados y de cuadros reformistas, incluidos ministros y altos cargos de las monarquías anteriores, se integran en la nueva monarquía. Incluso los más destacados pasan a formar parte de sus altas instituciones. Azanza y
Urquijo ocupan la Presidencia y la Secretaría de la Asamblea de Bayona. Esos mismos, junto con Ceballos, O’Farril, Cabarrús, Mazarredo y Piñuela forman el primer gobierno. Solo cuatro grandes ilustrados se integran en el bando patriótico, llegando tres de ellos a
formar parte del ala reformista de la Junta Central: Jovellanos, Floridablanca, Saavedra y Valdés.
En estos grupos de elite se integraban los más genuinos afrancesados ilustrados que abrazaban la nueva monarquía para poder
llevar a cabo en ella las reformas que no habían podido realizar en
la anterior. De esa manera, un cuadro de ilustrados españoles, de diferentes niveles, hace resurgir el despotismo ilustrado carlotercerista,
actualizado a la nueva monarquía Josefina. El primer manifiesto de
la Junta de Gobierno contiene una Declaración Programática donde
se ponen de relieve los objetivos reformistas del Nuevo Régimen.
El grupo afrancesado no se nutría exclusivamente de ilustrados. Había también una gama de liberales que iba del liberalismo
conservador de tendencia británica, como es el caso de Luis Marcelino Pereira, al liberalismo radical de Marchena, de corte francés, el
más vehemente partidario del nuevo rey.
Sin embargo, una mayoría de liberales no estaban de acuerdo
con esa solución. Eran los partidarios del liberalismo patriótico que
pretendían la revolución liberal desde el otro bando. Traemos solamente a colación las manifestaciones patrióticas de dos de sus
más conspicuos representantes. Su ideología liberal está bien reconocida.
En carta a Lord Holland de mayo de 1809 Quintana le explica
la senda escogida para la obtención de la libertad: Usted sabe… que
si me he arrojado al torbellino actual de las cosas… es porque amo tanto la
Capítulo IV. La última etapa en la Junta Central
121
libertad política y civil del pueblo español, como la independencia.65 Para
Quintana, por tanto, la defensa de la causa patriótica significaba también la defensa de la libertad política.
Por su parte, la obra de Toreno sobre la Guerra de la Independencia está plagada de manifestaciones patrióticas. Su opinión
sobre el alzamiento es suficientemente representativa: La historia no
nos ha transmitido ejemplo más grandioso de un alzamiento tan súbito y
tan unánime contra una invasión extraña.66
Con la división en dos grupos se produjo una serie de sentidas
separaciones. Jovellanos de su íntimo amigo Cabarrús, Vicente Alcalá
Galiano, amigo de Azanza, miembro de la Asamblea de Bayona.
Junto con su hermano Antonio, después de varias idas y vueltas, desertó del bando josefino en febrero de 1809. El ministro O’Farril ofreció a Quintana colaborar con el nuevo gobierno. Este, a pesar de la alta
estima que le tenía, rechazó la proposición, decepcionado, pasando a
ser una eminente figura del liberalismo patriótico.
Las rupturas se dieron, incluso, entre los integrantes de las tertulias y de los grupos pioneros liberales. En el grupo universitario
de Salamanca, con el que tanta relación tuvo Jovellanos, su gran
amigo Meléndez Valdés se integra en el bando afrancesado. Lo
mismo hacen Salas, Melón, Miñano, el ministro Urquijo y el radical
Marchena. En cambio Quintana, Muñoz Torrero, Nicasio Gallego,
Luján, Sánchez Barbero… colaboran con el liberalismo patriótico,
constituyendo los dos primeros figuras relevantes en la Junta Central y en las Cortes gaditanas. Para Quintana tuvo que resultar descorazonador ver como sus dos maestros se separaban, Jovellanos en
el bando patriótico, Meléndez Valdés en el afrancesado.
En Sevilla, otro importante foco del primer liberalismo español, se producen análogas separaciones, Blanco Crespo (Blanco
White) y Lista, compañeros en el Correo literario de Sevilla, siguen
caminos diferentes. Blanco White, aunque con vacilaciones, optó por
el bando patriótico, si bien más tarde emigró a Gran Bretaña. Lista
65
«Carta VII», Sevilla 18-5-1809. Véase MORENO ALONSO, Manuel, El Miedo
a la libertad. Obra citada, pág. 209.
66
CONDE DE TORENO: Obra citada, págs. 102 y 167.
122
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
pasó a ser un afrancesado tardío, tras la invasión francesa de Andalucía en 1810. También se pudo haber desanimado por las fuertes
controversias con la Junta Central. A su vez, Reinoso se integra
también en las filas josefinas.
En el mundo de las tertulias, e incluso en grupos afines familiares o profesionales, se produjo el mismo fenómeno. La tertulia de
Quintana en Madrid contó con numerosos patriotas revolucionarios,
Alcalá Galiano, Martínez de la Rosa, Blanco White, Nicasio Gallego, Eugenio de Tapia, Somoza…. Y también con afrancesados de
la talla de Meléndez Valdés o Marchena. Para Quintana tuvo que ser
realmente penosa la separación de Estola y Álvarez Cienfuegos,
sus maestros tras las primeras orientaciones de Jovellanos, Cabarrús
y Olavide. Estola fue miembro del Consejo de Estado Josefino y junto
con Leandro Fernández Moratín fueron nombrados caballeros de la
Orden Real de España (para los patriotas Orden de la Berenjena). Álvarez Cienfuegos presenta un caso singular. Solo pudo resistir a medias las presiones que O’Farril les había hecho a él y a Quintana e intentó torpedear la causa francesa en La Gaceta hasta que, represaliado,
falleció en Francia. A su vez, Meléndez Valdés desempeñó numerosos cargos, siendo a la vez que Luis Marcelino Pereira consejero de
Estado. Y, junto a Estola, formó parte de la Junta de Instrucción Pública Josefina.
En los grupos familiares, la separación de los hermanos Calvo
de Rozas resulta particularmente significativa. Lorenzo Calvo de Rozas, delegado de Zaragoza, fue un destacado miembro de la Junta
Central, donde coincidió con Jovellanos. Su hermano Miguel fue colaborador de José I. Y su otro hermano, Ramón, que había desempeñado un importante papel en la resistencia valenciana se hizo al
final afrancesado tardío, tras la caída de Valencia.
Los centros profesionales contemplaron fenómenos semejantes. En el Instituto Pestalozziano, una de las instituciones más destacadas en la difusión de las nuevas corrientes, prestaba sus servicios Isidoro de Antillón, prestigioso liberal patriota, admirador de
Jovellanos y colaborador de Quintana y Blanco en sus publicaciones.
A su vez, en el Real Instituto Militar Pestalozziano, de la misma escuela reformista, Amorós, por el contrario, fue ministro de la Asamblea de Bayona y consejero del rey.
Capítulo IV. La última etapa en la Junta Central
123
Por encima de todo, las ideas liberales unían a todos. Algunos
colaboradores de la monarquía Josefina se incorporaron posteriormente al bando patriótico, desempeñando importantes cargos. Jovellanos se encuentra con Ceballos y Ranz Romanillos en la Central
y este último participa en las Cortes de Cádiz.
Los liberales asturianos, en cambio, presentaron, prácticamente,
un bloque compacto, integrándose en el bando patriótico. Canga Argüelles se incorpora a la Junta Superior de Valencia. Flórez Estrada fue
Procurador General de la Junta Suprema de Asturias, siendo pionero
tanto en las proclamas políticas antifrancesas como en propulsar ideas
liberales. Él fue, además, quien propuso a Jovellanos para el cargo de
vocal de la Junta Central, en representación de la Junta de Asturias. Argüelles y Toreno se integran en el liberalismo sevillano, en consonancia con Jovellanos en la Junta Central, con el objeto de apoyar la causa
liberal. Tan sólo Martínez Marina permanece siempre en Madrid, pero
no fue un afrancesado. Las Cortes de Cádiz le nombraron en 1814
miembro de la comisión elaboradora del nuevo Derecho español.
4. Jovellanos, vocal de la Central, en el bando patriótico
Un reconocimiento especial merece la posición de Jovellanos.
Ya hemos comentado las difíciles separaciones y rupturas con sus
amigos ilustrados y liberales de primera hora. Su ideario patriótico
le llevó a conciliar el patriotismo con las nuevas corrientes liberales.
Se daba, además, la circunstancia de que acababa de ser liberado de la prisión de Mallorca y se había retirado a Jadraque para reponerse en casa de su amigo Arias de Saavedra. Su prestigio y el hecho de ser amigo personal de la mayoría de las figuras reformistas
que se habían integrado en el gobierno Josefino le situaba en el
punto de mira. Como expresamente afirma Toreno: no es fácil que, en
un tiempo en que el nuevo rey ansiaba granjearse la estimación pública, se
hubiera olvidado en los repartos de empleos y gracias del hombre insigne…
de Don Gaspar Melchor de Jovellanos.67
67
CONDE DE TORENO: Obra citada, pág. 171.
124
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Y precisamente a primeros de julio, Murat, a través de Piñuela,
le pide que se presente en Madrid. Después, el propio rey José, a través de Aranza, le ruega que fuera a Asturias a calmar a sus paisanos.
Les manifiesta que su estado de salud le hacía imposible trasladarse.
Más difícil y dolorosa tuvo que resultarle la postura negativa
en las respuestas a sus amigos O’Farril, Mazarredo y Cabarrús. Con
ellos compartió las mismas ideas e incluso con Cabarrús sufrimientos. En el Cuaderno XIII de su Diario relata la recepción de las cartas de los dos primeros el día 11 de junio. En la contestación a Mazarredo le dice: La Guerra civil, el mayor de todos los males es ya
inevitable… La vergüenza y la rabia está en todos los corazones, sin excepción de uno, y, por desgracia, estos sentimientos hieren con tanto ardor
que parece difícil reducirlos a orden.68
Más dura fue la reacción ante la postura de su amigo Cabarrús:
Ni el honor, ni la razón podrán disculpar jamás la postura de Cabarrús, indigna de un hombre que tanto debe a su patria adoptiva. Viene a servir a
la opresión, mientras que España lidia por su libertad.69
Ante la insistencia de sus amigos haciéndole ver la inutilidad
de la resistencia, responde a Mazarredo en carta de 21 de junio: La
causa de mi país, como la de otras provincias, puede ser temeraria, pero es,
al menos, honrada.70
Las presiones continúan. Esta vez a principios de julio. Urquijo
le comunica que el rey José le ha nombrado ministro de Interior, llegando a insertar el nombramiento en La Gaceta de Madrid. No acepta
el cargo, aunque expuso su gratitud y sus deseos de contribuir al
bien de la nación. Pero esta contribución la efectuaría desde el bando
patriota, al ser nombrado delegado de la Junta Suprema de Asturias
en la Junta Central, cargo que sí aceptó.
Incluso, ya en la Junta Central, en abril de 1809, recibió carta
del general Sebastiani diciéndole: Un hombre cual vos sois, conocido por
68
JOVELLANOS: OO.CC. Obra citada. Tomo IV, págs. 516-523.
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: OO.CC. Biblioteca de Autores Españoles.
T. LXXXVI, pág. 341.
70
JOVELLANOS: OO.CC. Vol. IV, págs. 554-555.
69
Capítulo IV. La última etapa en la Junta Central
125
su carácter y sus talentos, debe conocer que la España puede esperar el resultado más feliz de la sumisión a un rey justo e ilustrado. A lo que responde
Jovellanos: Yo no sigo un partido sino la santa y justa causa que sigue mi
patria que unánimemente adoptamos los que recibimos de su mano el augusto encargo de defenderla y regirla.71
Resultan, por tanto, muy extremadas las apreciaciones de algunos tratadistas afirmando que le cuesta algún tiempo decidirse. Es
lógico pensar que respuestas tan comprometidas fueran comentadas
con su íntimo amigo Arias de Saavedra, en cuya casa de Jadraque se
encontraba. También se comprende que sus respuestas a las autoridades fueran respetuosas en contraposición a las dadas a sus amigos, más duras, especialmente la dirigida a Cabarrús, cuya marcha
al bando josefino le dolía especialmente.
De la lectura de su Diario se deduce que Jovellanos no tuvo
ninguna duda y que su decisión fue tomada antes de la victoria de
Bailén. Y los servicios que decía que iba a prestar, los prestó efectivamente pasando a la Junta Central patriótica.
Por eso no podemos menos que terminar con las palabras de
Toreno: Por dicha salvole la honra, lo terso y limpio de su noble conducta…
Con cierta prolijidad hemos referido este hecho como ejemplo digno de ser
transmitido a la posteridad.72
5.
De la crisis de soberanía a la constitucional.
La revolución liberal subyacente
La lucha por la soberanía había originado una guerra. En el
bando afrancesado la soberanía quedaba teóricamente definida. Radicaba legalmente en el nuevo monarca aunque, realmente, el poder
estuviera en manos de Napoleón. Pero el régimen despótico no admitía discusiones.
En el bando patriótico las circunstancias eran diferentes. Se habían creado unos poderes espureos a la estructura tradicional de la
71
72
CONDE DE TORENO: Obra citada, págs. 382 y 383.
CONDE DE TORENO: Obra citada, pág. 172.
126
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
monarquía española, las juntas territoriales y posteriormente la Junta
Central. Además, se habían constituido de una forma revolucionaria
contraviniendo el poder de las autoridades colaboracionistas con el
nuevo régimen josefino: Las tradicionales audiencias, el Consejo de
Castilla, y la Junta de Gobierno, representación en España de Fernando VII, que acabó siendo controlada por los franceses.
La práctica totalidad de los tratadistas están de acuerdo con el
carácter revolucionario de la constitución de las juntas. Pero no admiten que constituya una revolución popular, ni por sus composiciones,
ni por su finalidad. En efecto, los bandos emanados de las mismas son
bien explícitos. Afirman claramente que actúan en nombre de Fernando VII, en tanto dure su situación de cautiverio. Se trata, pues, de
un depósito de soberanía, es decir de una situación transitoria. La solución que se habría de dar a esta transitoriedad entrañaría una pugna
entre los absolutistas que propugnaban la restauración de la monarquía
española tradicional y los liberales que consideran que esta situación
constituye una ocasión única para el establecimiento de un régimen
constitucional liberal. Surge claramente una crisis constitucional.
Jovellanos también aprecia la necesidad de un cambio que se
produciría al compás de que se solucionara la situación transitoria.
Reconocía la legalidad de las juntas dada la situación de emergencia. Llevado por su espíritu de legalidad a la constitución histórica,
veía la solución en el nombramiento de una Regencia, que tenía facultades para la convocatoria de Cortes.
A su vez, dentro de la composición heterogénea de las juntas
existía un sector liberal, más o menos amplio e influyente, aunque generalmente minoritario. Formando parte de él aparecían importantes
figuras. Flórez Estrada y Toreno en la Junta de Asturias, Romero Alpuente e Isidoro de Antillón en la de Teruel, Valdés y el vizconde de
Quintanilla en la de León, los hermanos Beltrán de Lis en la de Valencia, Bernardo Nadal en la de Mallorca, Martínez de la Rosa en la
de Granada y Calvo de Rozas en el levantamiento zaragozano constituyen genuinas representaciones del liberalismo político.
Desde muy pronto intentaron introducir principios liberales en
medio de un ambiente notoriamente conservador y hasta absolutista.
De ahí las tempranas proposiciones de Flórez Estrada para establecer la libertad de imprenta y convocar Cortes en Asturias. Y las ma-
2. Marqués de Camposagrado
Oviedo, 1760-1835
El V Marqués de Camposagrado, Francisco Bernaldo de Quirós y Mariño de Lobera, fue uno de los grandes amigos de Jovellanos en su etapa asturiana. Su relación se acrecentó al ser ambos nombrados Vocales de la Junta Central en representación de la Junta asturiana. Compartió con Jovellanos duras vicisitudes
al disolverse la Central hasta llegar a Muros de Noya (A Coruña).
Capítulo IV. La última etapa en la Junta Central
129
quinaciones que tuvo que realizar para lograr situar como miembro
de la Junta Central a un reformista como Jovellanos. Significativamente, sus proclamas iban evolucionando desde un aspecto puramente patriótico hacia posturas de contenido liberal con una consideración, más o menos velada, de la soberanía popular. Otro tanto
sucedía con los manifiestos de las más importantes juntas soberanas.
También en Zaragoza, Palafox reúne las Cortes aragonesas,
tras haber pedido la opinión de Jovellanos que se encontraba en Jadraque, convaleciente, tras su liberación de la reclusión en Mallorca.
Es una clara muestra del interés en tener un órgano representativo.
También del gran prestigio que mantenía el político asturiano.
Las juntas mostraron una falta de cohesión interna y una contraposición de proyectos (liberal y absolutista) que cohabitaban en
su interior. Esta pugna se trasladó a la Junta Central tras su creación.
Incluso aparece con Jovellanos una tercera vía que abogaba por una
constitución histórica en contraposición con una constitución de
nuevo cuño basada en la soberanía popular.
De esta forma, todas las instituciones creadas en la solución patriótica alternativa se vieron envueltas en una polémica constitucional a tres bandas, abogando por diversas salidas a la crisis. Pero
un hecho quedaba claro: en las juntas se había empezado a desarrollar la revolución ideológica del liberalismo. Los autores que la
negaban en la primera fase, reconocen su aparición posterior y el papel de las juntas como embriones de la revolución liberal.
Moliner Prada reconoce su gran importancia: A pesar de su ambigüedad, no hay duda de que las juntas fueron el motor del cambio político desde abajo y una plataforma de acción interclasista. En el imaginario
colectivo creado por el liberalismo, el movimiento juntero de 1808 simboliza la revolución española y se convirtió en uno de los instrumentos básicos del cambio político y social de la Española decimonónica.73
El propio Toreno muestra la existencia de los dos sentimientos: Acompañó al sentimiento unánime de resistir al extranjero, otro, no menos importante, de mejora y reforma. Cierto que éste no se dejó ver ni tan
73
MOLINER PRADA, Antonio: La Guerra de la Independencia en España 1808-1814.
Nabla Ediciones, Barcelona, 2007, pág. 62.
130
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
clara ni tan universalmente como el primero. Para el uno sólo se requería
ser español y honrado, más para el otro era necesario mayor saber que el que
cabía en una nación sujeta por siglos a un sistema de persecución e intolerancia política y religiosa.74
En la visión global, Toreno, al relacionar la guerra y la revolución,
asocia el liberalismo con el patriotismo, haciendo compatible la lucha
contra el enemigo y la lucha por la libertad, compatibilidad compartida
por sus amigos liberales asturianos Flórez Estrada y Argüelles.
Pero la revolución liberal subyacente a la guerra no se fue desarrollando exclusivamente en los órganos oficiales. La guerra removió los sentimientos liberales que irrumpen con más fuerza en la
sociedad, a la par que en las tertulias y en la prensa política. La fundación del Semanario Patriótico en Madrid en septiembre de 1808 por
los liberales Quintana y Eugenio de Tapia abrió nuevos cauces. La
expansión de periódicos y folletos se extendió a las demás ciudades.
Algunos editados por las propias juntas. Con más o menos convicción defendían el patriotismo liberal.
La doble vertiente de actuación se dio también en los liberales asturianos. Si Jovellanos, Argüelles, Toreno y Canga Argüelles realizaron su labor en los órganos oficiales, Flórez Estrada y Martínez
Marina apoyaron desde fuera la causa liberal. Ello no fue óbice
para que unos y otros convivieran en las tertulias sevillanas comentando con Lord Holland75 las incidencias de la guerra y de la re-
74
CONDE TORENO: Obra citada, pág. 152.
Importante liberal inglés, del partido Whig, conocido en todos los círculos liberales europeos. Ningún país le llamó tanto la atención como España, a la que
consideraba su segunda patria. Conocía perfectamente su geografía y su historia por
sus viajes, lecturas y las informaciones de sus numerosos amigos liberales españoles, desde el patriota Quintana al afrancesado Moratín. Consideraba a Jovellanos
su mejor amigo, a Argüelles le conoció en Oviedo, haciéndole incluso bibliotecario
de Holland House y a Toreno le conoció con motivo de la delegación asturiana a
Londres. Su extraordinaria pasión por España y apoyo de la causa española le hizo
acreedor de que MORENO ALONSO dedicara un libro a su figura: La forja del liberalismo
en España. Los amigos españoles de Lord Holland 1793-1840. Congreso de los Diputados, Madrid, 1997. Y que el propio Quintana, le dedicara otro: Cartas a Lord Holland.
Con él nos volveremos a encontrar más adelante.
75
Capítulo IV. La última etapa en la Junta Central
131
volución liberal en marcha. Desde entonces España se vería inmersa
en una revolución continuada que habría de ser la segunda en Europa, después de Francia.
Los dos procesos marchaban paralelos. Sin llegar al extremo de
los que consideran a la Guerra de la Independencia como causa de
la revolución liberal, tenemos que reconocer que actuó de catalizador que removió las corrientes reformadoras. En ese sentido afirma
Cuenca Toribio: Pero ni los historiadores decimonónicos de corte clásico,
ni los españoles de la crisis del Antiguo Régimen dejaron de advertir el gran
cambio que en los mores y vigencia sociales y mentales produjo el estallido
de la revuelta antifrancesa.76
Ni tampoco dejaron perder la ocasión propicia que se les presentaba para lograr la anhelada eliminación de las viejas estructuras
políticas.
En ese proceso político las juntas desempeñan una función de
gran importancia. Como afirma Moliner: al dotarse de nuevos poderes
las juntas provinciales primero, después la Junta Central, y, por último el
Consejo de Regencia, el proceso político abierto desemboca finalmente en las
Cortes extraordinarias reunidas en Cádiz y culmina con la aprobación de
la Constitución de 1812.77
Se cierra, de esa manera, la crisis constitucional. Y a Jovellanos
le correspondió la labor de pilotar todo el proceso desde la Comisión
de Cortes de la Junta Central.
76
CUENCA TORIBIO, José Manuel: Obra citada, pág. 136.
MOLINER, Antonio: «Las juntas como instituciones típicas del liberalismo
español», en Orígenes del liberalismo, Universidad, Política, Economía. Universidad de
Salamanca, 2002, pág. 234.
77
Capítulo V
Papel de Jovellanos en la solución
de la crisis constitucional
1. Jovellanos en el debate constitucional. La convocatoria de Cortes
La crisis de soberanía se traslada al bando patriótico. Era necesario buscar una salida a la situación transitoria de la misma. Las
más duras pugnas se establecieron entre los absolutistas que deseaban la sustitución de la Junta Central por una Regencia, sin ninguna
intención de convocar Cortes, esperando simplemente el regreso del
rey y la vuelta del Antiguo Régimen. En cambio, los liberales abogaban por la convocatoria de unas Cortes representativas de las que
saliera un nuevo régimen.
Jovellanos y Martínez Marina siguieron los pasos de Flórez Estrada y los tres asturianos se encontraron entre los primeros en considerar la convocatoria de Cortes como la salida a la situación transitoria del depósito de soberanía en los nuevos entes creados. Ya
Jovellanos, antes de la creación de la Central, había propuesto la solución mediante una Regencia (legitimada por la constitución histórica) que convocara Cortes y Martínez Marina en su Ensayo, que
envió a Jovellanos, refuerza la idea de reunir Cortes para establecer
un gobierno legítimo constitucional.
Las fuertes controversias se localizan fundamentalmente en
Sevilla, sede de la Junta Central, tanto en el seno de la misma como
en los círculos políticos externos. Estas pugnas se transformaron a
veces en auténticas conspiraciones de los absolutistas, tanto de den-
134
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
tro como de fuera de la Junta Central. A la vez, otro debate constitucional tuvo lugar en el seno de la propia junta. Recaía sobre el
modo de constituirse las Cortes, en el que divergían las opiniones del
sector reformista y el liberal, aunque ambos se aliaban cuando se trataba de hacer frente a las presiones absolutistas.
La incorporación de Jovellanos como vocal de la Junta Central
le permite plantear sus ideas en un órgano ejecutivo. Desde el primer
momento desempeña un papel primordial en la convocatoria de Cortes, tema recurrente durante toda la existencia de la Junta Central.
Encargado de la organización del gobierno, ya en su primer
dictamen organizativo aborda la situación política de la Junta, afirmando: No se puede, por tanto, dar a su representación el título de nacional, pues, aunque la que tiene procede de origen legítimo, no la tiene completa, ni la tiene constitucionalmente.78
A la vez, propone la solución: La Junta Suprema debe convocar Cortes para la institución de un Consejo de Regencia, con arreglo a las leyes […]
[El Consejo de Regencia] deberá existir solamente por el tiempo que corriere
hasta la convocación de las primeras Cortes que, como va dicho, la propia
Junta dejara solemnemente declarado y anunciado, antes de instalarle.79
Esta solución jovellanista presupone un adelanto del procedimiento empleado para la Convocatoria de las Cortes de Cádiz.
Por diversas circunstancias, entre ellas la falta de apoyo de Floridablanca, tal propuesta quedó aplazada. Y se olvidó tras las vicisitudes de la guerra y el traslado a Sevilla. No obstante, según
Cuenca Toribio, en un manifiesto programático del 26 de octubre, la
convocatoria de Cortes no quedaba omitida, en el sentido historicista, al que
tan apegado estuviera Jovellanos.80
La convocatoria de Cortes como mera declaración programática resultaba totalmente insuficiente. En los ambientes liberales ex-
78
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de. Memoria en defensa de la Junta Central. Clásicos asturianos del pensamiento económico. Junta General del Principado de Asturias, Tomo II. Apéndice nº V. Dictamen del autor sobre la institución del gobierno interino, pág. 54.
79
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria.... Págs. 55 y 58.
80
CUENCA TORIBIO, J.M.: La Guerra de la Independencia. Un conflicto decisivo. Ediciones Encuentro, Madrid, 2008, pág. 152.
Capítulo V. Papel de Jovellanos en la solución de la crisis constitucional
135
ternos, en la prensa, en la Junta Chica y hasta en sectores de la propia Junta Central, una convocatoria real aparecía como una necesidad apremiante.
En este aspecto, merece una mención especial la providencial
estancia en Sevilla de Lord Holland, junto con su amigo el Dr. Allen,
en pleno debate sobre las Cortes. Si, ya anteriormente, el epistolario
con Jovellanos demostraba la continua insistencia de los británicos
en la necesidad de reunir Cortes en España, ahora tenían la oportunidad de ejercer su influencia directamente sobre los propios actores del debate constitucional.
Y así lo hizo, insistiendo continuamente en la reunión de Cortes y en la libertad de imprenta, mostrándose reticente sobre la moderación de Jovellanos que, sin disminuir su alta estima, achacaba
a la edad y a los hábitos de magistrado. De manera parecida, otro
gran amigo de Jovellanos, Isidoro de Antillón, también presente en
Sevilla, a pesar de la admiración que le profesaba echaba de menos
un ardor revolucionario, lo que achacaba a su edad y a su carácter
suave.81
2. La primera convocatoria reformista. La Comisión de Cortes
Esta tendencia latente salió a la luz. El tema de la convocatoria de Cortes fue retomado de nuevo. Según nos cuenta Toreno, desaparecido Floridablanca, osó Calvo de Rozas proponer, de nuevo, en 15
de abril el que se convocara la nación a Cortes.82 Esta proposición era más
ambiciosa, declarando como principal objetivo la elaboración de una
nueva constitución sobre la base de la soberanía de la nación, en la
que se recogieran los cambios políticos y sociales del país y los derechos civiles.
Se impusieron los partidarios de la convocatoria sobre los absolutistas, encargando al secretario general el proyecto de decreto.
LXXVII
81
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: OO.CC. Escritos políticos, obra citada, págs.
y LXXVIII.
82
CONDE DE TORENO: Obra citada, pág. 421.
136
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
El borrador, preparado por Quintana, presentaba un contenido marcadamente liberal. Seguía una línea divergente con la de Jovellanos.
Dentro del conjunto de dictámenes subsiguientes, destacaba el de Jovellanos: Consulta de la convocación de las Cortes por estamentos, en el
que hace frente al manifiesto de Quintana, abogando por una constitución histórica y contraria a una nueva constitución derivada de
un pacto social.83
En la preparación de esta convocatoria se manifestaba ya claramente el nuevo frente de discusión entre los reformistas, partidarios de la constitución histórica y Cortes estamentales y los liberales, que propugnaban una nueva constitución y una representación
nacional única en las Cortes.
La convocatoria de Cortes se convirtió en tema central en Sevilla. Eran constantes las manifestaciones de Lord Holland sobre los
dos temas que consideraba capitales: La libertad de imprenta y la
convocatoria de Cortes. Llevado por su impaciencia, incluso un día
antes de efectuarse la convocatoria, volvió a escribir a Jovellanos: No
tarden Vms. a anunciar las Cortes y, si es posible todavía, aceleren la celebración de ellas.84
En esta primera confrontación, al final, se impuso el dictamen
de Jovellanos sobre los planteamientos más radicales de Quintana
y Calvo de Rozas. El decreto de 22 de mayo de 1809 se decantaba por
la solución historicista, pero sin especificar la forma de constitución
de las Cortes. Disponía ¡que se restablezca la representación legal y conocida de la monarquía en sus antiguas Cortes, convocándose las primeras
en todo el año próximo o antes si las circunstancias lo permitieran.85 Jovellanos se apresuró a comunicar la buena noticia a Lord Holland
que manifiesta su alegría y le anima a seguir adelante, porque con
todo no se acabó su trabajo, se ha de reflexionar muy despacio sobre el modo
83
Esta consulta se contiene en el documento nº XII de la citada Memoria de
Jovellanos. Págs. 113 a 125.
84
«Carta de Lord Holland a Jovellanos», 21 de mayo de 1809. Edición de J.
SOMOZA. I. 186. Ver MORENO ALONSO: La forja del liberalismo, obra citada, pág. 220.
85
Apéndice nº 1 del libro noveno de la citada obra del CONDE DE TORENO, pág.
1268.
1. Lord Holland
Winterslow House, Wiltshire, el 21-11-1773- Holland House,
Londres, 22-10-1840.
Lord Henry Richard Vassal Fox fue un destacado liberal inglés, muy conocido
en los círculos europeos, apasionado de España y amigo de los liberales españoles, especialmente de Jovellanos. Su amistad se estrecha en Sevilla, donde desempeñó un importante papel en la convocatoria de Cortes, animando a Jovellanos y asesorándole sobre el sistema inglés.
Capítulo V. Papel de Jovellanos en la solución de la crisis constitucional
139
de elegir y de tenerlas.86 La organización en cámaras sería un futuro
tema de debate. En el mes siguiente, la Comisión de Cortes estableció el sistema de Cortes tricamerales.
Aunque no reflejara su opinión, el nuevo decreto fue admitido
por los liberales progresistas de la Junta, deseosos de lograr, al fin,
una convocatoria de Cortes. En cambio, fue criticado por Blanco al
no seguir las directrices del proyecto inicial de Quintana. Por carta,
expresa a Lord Holland sus escasas esperanzas futuras: Y como cree
Vm. que va a preparar las Cortes una comisión de la que van a formar parte
los máximos enemigos de nuestros derechos, con la excepción de Jovellanos”.87
A pesar de dicha excepción, critica también la postura de Jovellanos por oponerse al manifiesto de Quintana. Sin embargo,
como veremos más adelante, Jovellanos estaba lejos de cualquier
postura inmovilista. De él surgió, según Artola, la idea de consultar
a las instituciones y personas ilustradas con objeto de reunir las luces que permitieran encontrar las mejores formas de la convocatoria
y suplir las vaguedades del decreto. Jovellanos se mostraba expectante hasta tener los resultados de las consultas.88
En todo caso, el nuevo decreto abrió las puertas a una vía que
habría de desembocar en las Cortes extraordinarias de Cádiz. Toreno, pese a su ideología liberal doceañista, reconoció esta importancia, a pesar de los defectos que apreciaba, afirmando: Decreto tardío y vago, pero primer fundamento del edificio de libertad que empezaron
después a levantar las Cortes congregadas en Cádiz.89
A partir de ese momento las presiones se aceleraron. Como
afirma Portillo: Que la crisis adquiría dimensiones constitucionales era
algo ya evidente para el verano de 1809, cuando más insistentemente se re-
86
«Carta de Lord Holland a Jovellanos» de 26 de mayo de 1809. Edición de
J. SOMOZA, I. Pág. 198. Ver MORENO ALONSO, obra citada, pág. 221.
87
«Carta de Blanco a Lord Holland» de 30 de mayo de 1809. Life III, 317, ver
MORENO ALONSO: Obra citada, pág. 222.
88
ARTOLA, Miguel: La España de Fernando VII. Espasa Calpe, Madrid, 2008,
pág. 315.
89
CONDE DE TORENO: Obra citada, pág. 423.
140
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
clamó la convocatoria de un cuerpo de representación nacional que se hiciera cargo de la solución, aunque tal dimensión estuviera ya presente
desde los inicios de la misma.90
Por decreto de 8 de junio se nombra la Comisión de Cortes que
habría de establecer las Consultas a la nación y la estructura de las Cortes. La primera labor fue la Consulta al país, organizada por Jovellanos, quien presentó una relación de instituciones y jerarquías de los
diferentes reinos y ciudades. La consulta no deparó resultados concluyentes. Si bien, fue bastante generalizado el deseo de convocatoria de Cortes, así como las referencias a la Constitución histórica. En
cambio, el sistema estamental de las Cortes tuvo pocos partidarios.
Tenemos que destacar entre las respuestas, la de Flórez Estrada, que mostraba su concepción sobre el constitucionalismo, de
carácter democrático, basado en un liberalismo radical que restringía las facultades del monarca, incluso más de lo que lo harían las
posteriores Cortes de Cádiz.
El vago decreto de convocatoria de Cortes había dejado sin determinar numerosas cuestiones, entre ellas la de su composición. En
el dictamen de 22 de junio se imponen las ideas de Jovellanos. Se establece que las Cortes se deberían formar por los tres estamentos tradicionales: nobleza, clero y pueblo. Caro y Riquelme se opusieron,
abogando por una única representación nacional del pueblo. Los enfrentamientos constitucionales volvieron a crear una nueva solución
ecléctica, pues el dictamen termina señalando: que por este dictamen,
relativo a las propias Cortes solamente, no intenta prevenir el que podrá formar en adelante, cuando se trate de perfeccionar la representación nacional
para las Cortes ulteriores.91
Jovellanos, que se había convertido en el hombre clave de la
Comisión de Cortes, deseó contar con colaboradores del máximo
prestigio para su labor. Se volvió a acordar de Martínez Marina, que
90
PORTILLO, J.M.: Revolución de nación. Orígenes de la cultura constitucional de
España 1780-1812. Centro de Estudios políticos y constitucionales. Madrid, 2000, pág.
208.
91
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Apéndice nº XI sobre el anuncio de Cortes. Memoria, obra citada, pág. 109.
Capítulo V. Papel de Jovellanos en la solución de la crisis constitucional
141
había rechazado un puesto al comienzo de la formación de la Central. La cuestión se revelaba ahora más difícil, por cuanto el canónigo
liberal asturiano se había quedado en la Real Academia de la Historia, en el Madrid Josefino. A pesar de ello Jovellanos, en nombre
de la comisión, se dirigió al general Venegas para que le proporcionara los medios de venir a Sevilla al académico de la historia… reputado
por uno de los más sabios en materia de Cortes, de constitución y legislación española, sobre lo que ha publicado el año pasado la mejor obra que conocemos y que es única en su género.92 El encargo resultó de imposible
cumplimiento.
Atraído también por la popularidad que había conseguido el
Semanario patriótico, Jovellanos propuso a Blanco su integración en
la comisión, cosa que declinó, dadas sus diferencias de criterio frente al
sentir de los miembros de la comisión, lo que quedaría patente en su dictamen sobre la reunión de Cortes, que no llegó a presentar a la Central y publicó en El Español, de Londres. Rechazaba las Cortes antiguas y el historicismo.93
Continuando con su labor en la comisión, se ocupa Jovellanos
de la organización de las siete juntas auxiliares: La de Ordenación de
las Consultas tuvo como secretario a Nicasio Gallego. La más importante fue la Junta de Legislación, creada en septiembre, tanto por
su contenido como por el nombramiento de Argüelles como secretario a propuesta del mismo Jovellanos. De esa manera, un liberal asturiano, de tendencia progresista, serviría de puente hacia el liberalismo doceañista de las Cortes de Cádiz. La Junta de Ceremonial de
Cortes fue creada en noviembre. Jovellanos se reservó la Junta de Instrucción Pública.
Jovellanos se encargó, también, de formular unas Instrucciones definitorias de los fines y medios de las juntas que, según Artola,
constituyen, posiblemente, la mejor prueba de la excepcional talla política
del asturiano, así como de la coherencia y solidez del programa de reforma
92
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria. Apéndice nº XIII. «Solicitud de
cooperadores».
93
Véase M. MORENO ALONSO: La forja del liberalismo en España. Congreso de
los Diputados, Madrid, 1997, pág. 149.
142
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
de la Ilustración.94 Suponen un amplio plan de actuación que abarca
la mayoría de los sectores. Las instrucciones dadas a la Junta de Legislación, de gran importancia, se refieren ya a estructurar España
como una realidad nacional y establecer una constitución, fijando un
código a base de las leyes fundamentales. Instrucción que Argüelles
transmutó en la elaboración de un Código nuevo.
3. La convocatoria de consenso
Traspasada la mitad del año 1809 se había llegado al convencimiento de que la solución de la crisis no se hallaba en el mero cambio
del ejecutivo sino en su consideración como crisis constitucional, estableciendo una auténtica representación nacional. Como recordaba
Quintana en su Memoria, la convocatoria de Cortes se había convertido
para el final del verano de 1809 en una cuestión que perfectamente dirimía los diferentes posicionamientos políticos frente a la crisis.95
El propio Lord Holland, tras abandonar España, desde Londres, expresó, en carta a Jovellanos, su decepción por la inacción en
cosas civiles y militares. Hablar de las Cortes (le decían sus correligionarios ingleses), pero ¿qué de todo eso se ha hecho?96
Esas nuevas ideas inspiran la reacción del sector liberal a las
presiones que habían llevado a la creación de la Comisión Ejecutiva.
Por el decreto de 28 de octubre de 1809 se establece, al fin, la convocatoria de Cortes el 1 de enero de 1810, para comenzar su actuación el 1 de marzo. Urgía a la Comisión de Cortes para que concluyera los trabajos sobre el modo de constituirlas. La comisión, a
partir de entonces, resultaba más próxima al ideario jovellanista al
ser sustituidos Riquelme y Caro, que pasaron a la Comisión Ejecutiva, por Martín de Garay y el conde de Ayamans.
94
ARTOLA, Miguel: La España de Fernando VII. Espasa Calpe, Madrid, 2008,
pág. 316.
95
Véase PORTILLO: Obra citada, pág. 205.
«Carta de Lord Holland a Jovellanos» de 6 de septiembre de 1809. Moreno
Alonso. Obra citada. II. 371.
96
2. Juramento de las Cortes Constituyentes en la Iglesia Mayor parroquial de San
Fernando
La convocatoria de estas Cortes fue el gran campo de batalla de Jovellanos en
la Junta Central. La satisfacción por su convocatoria fue empañada porque no
adoptaron la forma de unas Cortes estamentales, como figuraban en el último
decreto que había hecho aprobar a la Junta Central.
Capítulo V. Papel de Jovellanos en la solución de la crisis constitucional
145
No obstante, el nuevo decreto, a diferencia del anterior, no establecía ninguna vinculación con el pasado. Como afirma Portillo:
Se estaba con ello imponiendo la idea de que, únicamente, un nuevo sujeto,
la nación, y su representación en Cortes, podía hacerse cargo del depósito
de soberanía y de la solución de la crisis.97
Incluso el preámbulo, influenciado por la Junta Chica, presentaba un contenido liberal análogo al Manifiesto de Quintana de
mayo. Jovellanos cedió en el preámbulo, pero solo parcialmente en
el texto. Se eliminaba la mención a las Cortes tricamerales pero no
se sustituían por unas Cortes monocamerales.
En esta ocasión, Jovellanos adoptó una posición más flexible,
evitando el enfrentamiento y facilitando un consenso. Ante las presiones de los absolutistas prefirió hacer causa común con los liberales. Por eso Cuenca Toribio llega a afirmar: Sin ruptura, ni reaccionarismo, el núcleo por él abanderado, en un organismo que jamás llegaría, no
obstante los poderosos contrastes que le sacudieron en ocasiones, a bloques
banderizos, trabajó lo indecible para una España de consensos, fruto, al
mismo tiempo, de la herencia y la innovación.98
Las sugerencias dadas por Holland sobre las Cortes Españolas tuvieron por estas fechas un complemento con la publicación de
Suggestions on the Cortes de su amigo el Dr. Allen. Se produce, así, un
reforzamiento de la influencia inglesa sobre Jovellanos y otros liberales españoles. Se propugnaban unas Cortes con dos cámaras, que
lograran un equilibrio, impidiendo los abusos del poder. Abogaban
también por un congreso numeroso, tomando el ejemplo de la Cámara de los Comunes inglesa, más numerosa que la de los Lores.
Constituían, sin duda, un texto de referencia que ejercería su influencia en los debates constitucionales.99
97
PORTILLO VALDÉS, J. M.: Revolución de nación. Orígenes de la cultura constitucional en España 1780-1812. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid,
2000, pág. 207.
98
CUENCA TORIBIO, J.M.: La Guerra de la Independencia. Un conflicto decisivo
(1808-1814). Editorial Encuentro, Madrid, 2006, pág. 153.
99
Una amplia exposición sobre esta influencia inglesa puede examinarse en
la citada obra de MORENO ALONSO: La forja del liberalismo, págs. 174 y ss.
146
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
El consenso había permitido un preámbulo claramente liberal.
Pero, a la vez, había dejado la indeterminación sobre el modo de constituirse las Cortes, que no sólo no precisaba el número de cámaras, sino
que también mantenía la oscuridad sobre la representación estamental. Y, en definitiva, no se aclaraba la titularidad de la soberanía.
Tales cuestiones creaban un equilibrio inestable sometido a las
presiones de los sectores reformistas y liberales, tanto dentro como
fuera de la Central. A todo ello se unía el reforzamiento de la influencia
inglesa que introducía un nuevo tipo de Cortes bicamerales.
Todo esto conducía a un resurgimiento del debate entre los sectores enfrentados, favorecido al desaparecer la necesidad de su unión en
la lucha anti-absolutista. Los propios organismos interiores, especialmente la Junta de Legislación y la de Ceremonial, comenzaron, por su
parte, a adoptar soluciones liberales más radicales poniendo en tela de
juicio incluso extremos que ya habían sido aprobados por la comisión.
4. El decreto final con el modelo bicameral británico
En los últimos meses del año, marginada la opción absolutista,
el debate constitucional se centró en los sectores liberal y reformista. Reforma o revolución constituia el dilema. Aprobada la convocatoria, las controversias recaen sobre la composición de las Cortes. Cámaras, estamentos, nombramientos y hasta funciones pasaron
a formar parte del debate constitucional directa o indirectamente.
Hasta la configuración estamental, ya aprobada, volvió a ser puesta
en entredicho. La Junta de Legislación, con Argüelles como hombre
fuerte, cambia de opinión, mostrándose partidaria de la propuesta
que este había realizado anteriormente, consistente en considerar a
la población como única base de representación. Incluso sobrepasando sus funciones, Argüelles y Ranz Romanillos intentaban esbozar un proyecto de nueva constitución, que llegó a ser tenido en
cuenta por la correspondiente Comisión de las Cortes de Cádiz.100
100
María Cristina DIZ-LOIS estudia esta relación en Estudio preliminar de
«Actas de la Comisión de Constitución (1811-1813)». Instituto de Estudios Políticos,
Madrid, 1976, págs. 20 y 64. Véase Salustiano de DIOS, obra citada, pág. 266.
3. Diputados de 1812
En la lámina aparecen los nombres de los dos liberales asturianos, amigos de Jovellanos, Argüelles y Toreno y de Nicasio Gallego que junto con Quintana fue
el autor del epitafio de Jovellanos.
Capítulo V. Papel de Jovellanos en la solución de la crisis constitucional
149
Era un preludio de la preeminente actuación de Argüelles en la
nueva etapa constitucional.
A su vez, la Junta de Ceremonial, creada a finales de noviembre, se inclinaba por una Cámara única, mostrándose contraria a la
composición estamental, anteriormente admitida por la Central.
Sorprendentemente, el Consejo se adhiere también a la opinión de
la Junta de Ceremonial en diciembre. Tal vez por seguir la práctica
castellana de Cortes, muy citada en su dictamen.
Ante la evolución del conflicto, Jovellanos, influenciado sin
duda por las sugerencias británicas, impuso un nuevo criterio. Sin
abandonar su base historicista se inclinaba ya por una solución intermedia. Abandonaba el sistema estamental de tres brazos y se adhería al sistema bicameral. La nobleza y el clero formarían una cámara separada y en la otra se reunirían los diputados del pueblo.
La Junta Central proporcionó una solución ecléctica. No se inclinó por ninguna de las proposiciones antagónicas sino que, a propuesta de Valdés, acordó dejar la decisión para las futuras Cortes. Sin
embargo, la influencia de Jovellanos hizo que se lograra una nueva
reunión de la misma, en la que, según Artola, dio pie a que la Comisión, quizá alarmada, expusiera los perjuicios de que la Asamblea tuviera
competencias de orden constituyente.101 Una nueva votación decidió la
cuestión a favor de las dos cámaras.
El acuerdo sirvió de base para el decreto de 29 de enero de 1810,
auténtico «Testamento» de la Central, donde, al fin, se impone a la Regencia la convocatoria de Cortes. El profesor Bahamonde hace resaltar la paradoja: La Junta Central, que había establecido unas líneas teóricas y una primera práctica de actuación sobre la convocatoria de Cortes, no
logró culminar la secuencia. Al contrario, una Regencia, reticente al tema de
las Cortes y lejana a la idea de la soberanía nacional en cualquiera de sus acepciones, se convirtió, muy a su pesar, en puente hacia las Cortes de Cádiz.102
La Memoria en defensa de la Junta Central de Jovellanos recoge
tal decreto bajo el epígrafe: «Último decreto de la Junta Central so-
101
102
pág. 55.
ARTOLA, Miguel: Las Cortes de Cádiz. Marcial Pons, Madrid, 2003, pág. 32.
BAHAMONDE, Ángel: Historia de España. Siglo XIX. Cátedra, Madrid, 2005,
150
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
bre celebración de las Cortes». En él se establece que: La celebración
de las Cortes generales y extraordinarias, que están ya convocadas para esta
Isla de León y para el primer día de marzo próximo, será el primer cuidado
de la Regencia que acabo de crear.
Y, en cuanto a su composición: Las Cortes se dividirán para la deliberación de las materias en dos solos estamentos, uno popular, compuesto
de todos los procuradores de las provincias de España y América y otro de
dignidades en que se reunirán los prelados y grandes del Reino.
Una diputación de Cortes sustituye a la comisión, a la cual remitirían los trabajos las distintas juntas.103
Este ha sido el largo periplo de la convocatoria de Cortes. Más
de un año desde la primera proposición de Jovellanos, más de nueve
meses desde la proposición de Calvo de Rozas. Hasta octubre no
quedó despejada la pugna con los absolutistas. En los tres últimos
meses, el debate constitucional se polarizó entre las dos corrientes
reformista y liberal. Al final, parecía que se había impuesto la nueva
fórmula jovellanista, más matizada por las influencias británicas.
Pero esperaban nuevas sorpresas. Al hecho de que los llamamientos
para la Cámara de Dignidades no se realizaron, se unió el extravío
del decreto de 29 de enero que establecía las Cortes bicamerales. Según Toreno: Echose la culpa de tal omisión al traspapelamiento que de él
había hecho un sujeto respetabilísimo a quien se conceptuaba opuesto a la
reunión de las Cortes en dos cámaras.104 La opinión pública acusó a
Quintana, extremo que él negó.
Por su parte, la Regencia postergaba el cumplimiento de la
convocatoria de Cortes. Comienza a crecer el clamor popular y el de
algunos diputados de la Junta de Cádiz. Los diputados nombrados
por las provincias decidieron, también, ejercer su presión. En este
punto comienza la actuación pública en la nueva etapa del joven diputado asturiano Toreno, el cual fue comisionado junto con Hualde
para realizar el encargo ante la Regencia. Tras unas controversias,
103
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria. Obra citada, Apéndice XVIII,
págs. 154 y 157.
104
CONDE DE TORENO: Obra citada, pág. 520. Posteriormente apareció el documento entre los que la Secretaría había enviado al Ministerio de Gracia y Justicia.
Capítulo V. Papel de Jovellanos en la solución de la crisis constitucional
151
después de que Toreno leyera el documento, los diputados obtuvieron una respuesta satisfactoria.
Ante la pérdida del decreto, la Regencia recabó la opinión del
Consejo reunido, del de Estado y de diversas personalidades. Los
consejos y la mayoría de las personalidades se inclinaron por la cámara única. Los absolutistas creían que la presencia de los privilegiados en su misma cámara les daría más influencia y recursos. Los
liberales siempre se habían inclinado hacia dicha solución, más
acorde con la representación popular. De esa forma, las Cortes fueron convocadas para el 24 de septiembre de 1810, con una composición unicameral, sin estamentos y con diputados suplentes de las
provincias americanas y de las peninsulares ocupadas.
Al final, aunque fuera con coincidencias inesperadas, una amplia mayoría se inclinaba por la solución unicameral, defendida por
los liberales, sin estamentos privilegiados. Aún así, el historicismo
se hizo patente en las Cortes. Y se mantenían ciertos elementos de
moderación. Como afirma Salustiano de Dios: Las cartas de convocatoria señalaban a la reunión de la Nación en Cortes Generales: conservar
la religión católica, restituir el trono a Fernando VII y restablecer y mejorar la constitución.105
105
DIOS, Salustiano de: «Corporación y Nación. De las Cortes de Castilla a
las Cortes de España», en De la Ilustración al liberalismo. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1995, pág. 270.
TERCERA PARTE
EVOLUCIÓN IDEOLÓGICA
DE JOVELLANOS
Capítulo VI
Bases del pensamiento de Jovellanos
1. El pensamiento jovellanista
Realizar una síntesis de un pensamiento tan amplio y prolijo
como el de Jovellanos que evoluciona con el tiempo se revela como
extraordinariamente difícil. No obstante, es posible señalar un objetivo general constante, consistente en el logro de la felicidad de un
pueblo, privado de los derechos más elementales y sumido en unas
deplorables condiciones de miseria, ignorancia y opresión.
Al igual que los relevantes liberales asturianos de la diáspora fue
un hombre de pensamiento y acción. En el caso de Jovellanos predomina el pensamiento, pero fue siempre un pensamiento encaminado
a la acción. Un pensamiento que pretendía señalar las directrices
para corregir los innumerables males que aquejaban a la Nación. No
sólo en el campo de la economía y la sociedad. Era necesario también
regenerar la política y la cultura. Había que encauzarla hacia el progreso, lo que requería reformas en todos los campos. Era preciso también dirigirla hacia las nuevas corrientes ilustradas y realzar su imagen y su papel en el concierto internacional de naciones.
A pesar de esta concatenación de pensamiento y acción, las dos
primeras partes del trabajo se centran sobre la acción, analizando la
evolución política tanto en los momentos en que desempeñó tareas
ejecutivas de poder, como en sus puestos de consejero real o de las
instituciones. Esta tercera parte versará fundamentalmente sobre los
aspectos ideológicos.
156
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Es posible también observar unas bases constantes en el pensamiento jovellanista. Ese objetivo preconizado requería una acción
política que eliminara las deplorables condiciones sociales. Esa política correctora fue evolucionando tanto en el plano político social,
como en el político-constitucional. Jovellanos se apoyaba para esa acción política en dos sectores transversales constantes: La instrucción
y la moral. Así, para él, la política, la instrucción y la moral debían
estar perfectamente enlazadas. La acción política evoluciona, pero
siempre sobre los principios generales de la instrucción y la moral.
El pensamiento de Jovellanos fue por ello relativamente constante
en los sectores transversales, la instrucción y la moral, que constituyen
una parte recurrente en todas sus obras. Por eso serán analizados en este
capítulo, mientras que la evolución política lo será en los siguientes.
No obstante, el estudio de un pensamiento tan singular como
el de Jovellanos, requiere un análisis previo de su idiosincrasia, que
ejerció en el mismo una fuerte influencia. También resulta conveniente la consideración de sus fuentes, así como de las características de una obra tan peculiar como la de Jovellanos.
2. Idiosincrasia de Jovellanos
Es normal observar que la personalidad pueda influir en la
ideología de las personas. Pero sería difícil encontrar algún intelectual cuya ideología haya estado tan marcada por las características
de su personalidad como Jovellanos. Incluso algunos de los sentimientos han ejercido una influencia en sus posiciones a lo largo de
toda la vida afectando a conceptos fundamentales de su ideario. La
contraposición entre el corazón y la mente, dos poderosos órganos
de Jovellanos, puede explicar buena parte de las contradicciones y
ambivalencias que los analistas han podido advertir en sus obras.
No queremos con esto alinearnos en absoluto con los que sitúan la figura y la personalidad de Jovellanos como una aportación
superior a su propia obra. Antes bien, abogamos porque las obras de
Jovellanos se vayan pudiendo enmarcar en un sistema de ideas.
Su semblanza le convierte en un potente modelo social y humano. Sobresale su vasta formación cultural y científica, claramente
Capítulo VI. Bases del pensamiento de Jovellanos
157
sintetizada por Quintana: distinguido en todos los géneros y en
muchos eminente. Una formación proyectada hacia la sociedad,
convirtiéndose en un decidido impulsor de la cultura, la educación
y la ciencia con el horizonte puesto en que España se sumase a las
nuevas corrientes de progreso.
Pero no era menos admirable por sus virtudes. Recto, íntegro,
aplicó en su propia vida los principios éticos que preconizaba: nobleza de espíritu y rectitud ética con una fidelidad firme a la voz de
la conciencia, defensor de la Justicia, pero humano en la represión;
partidario del orden y contrario a la violencia, generoso en la entrega
y en la buena fe, fiel en la amistad. La moderación y la prudencia
moldeaban su carácter en un deseo permanente de concordia. La razón y el sentimiento se entrelazaban en él. Defensor de la libertad,
de la racionalidad y del progreso. Siempre puso la defensa del hombre y de los derechos básicos en la primera línea de sus prioridades.
Y mostró un espíritu de trabajo inagotable al servicio del país.
Su humanismo se proyecta en su propia personalidad con
sus virtudes y con sus defectos. Resulta difícil admitir la opinión de
Julián Marías considerando a su obra y a su vida de una pureza casi
angelical, sostenida por la rectitud moral y el respeto al poder, más
que por inclinaciones de la sensibilidad y el carácter.106
Sin perjuicio del reconocimiento de sus virtudes, sus inclinaciones y su sensibilidad también le han afectado. Jovellanos ha sido
a veces calificado de vanidoso. Es cierto que tenía una clara idea sobre su valía con algunos atisbos de vanidad.107 Su orgullo y su sensibilidad quedan también bien patentes en su reacción al mal trato recibido a la disolución de la Junta Central, que consideraba inmerecido
106
MARÍAS, Julián: «Jovellanos, concordia y discordia de España», En Ser español. Ideas y creencias en el mundo hispánico. Planeta, Barcelona, 2001.
107
Recibió con beneplácito los homenajes e incluso los monumentos que le
dedican en vida, pese a las críticas. Despreció, en cambio, honores que consideró
poco aceptables. Su orgullo intelectual le llevó a recriminar a sus propios amigos,
el canónigo González Posada y Martínez Marina por no contar con él para la publicación de obras sobre Asturias. Llegó, incluso, a no apoyar la realización del «Diccionario Geográfico de Asturias», de Marina, tarea que había proyectado él anteriormente.
158
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
por injusto y desagradecido, teniendo en cuenta su personalidad y los
importantes servicios prestados al país. A ese orgullo debemos una de
sus principales obras: Memoria en defensa de la Junta Central, donde expuso sus últimas ideas sobre la reforma constitucional.
Pero, además, su carácter quedó bien reflejado en las duras críticas a Campomanes por no haber atendido la petición de ayuda a
su amigo Cabarrús, caído en desgracia. No dudó en su defensa, a pesar de los riesgos afrontados.
Paralelamente, varios autores le han adjudicado una pretendida ingenuidad, susceptible de engaños, afirmando que fue utilizado por los liberales y manejado por Quintana en la Junta Central.108
Es bastante probable que esas opiniones hayan estado influenciadas por las características que le adjudicaba Toreno: Suave de
condición, pero demasiado tenaz en sus propósitos, a duras penas se le desviaba de lo una vez resuelto, al paso que, de ánimo candoroso y recto, solía
ser sorprendido y engañado, defecto propio del varón excelente que difícilmente cae en sospechas de la perversidad de otros.109
Toreno tuvo en cuenta, sin duda, la desaparición del Decreto
final de convocatoria a Cortes con dos cámaras, redactado por Jovellanos, lo que motivó que las Cortes de Cádiz establecieran la Cámara Única. Quintana, de quien se sospechaba, negó su autoría, que
fue adjudicada más tarde a elementos reaccionarios no partidarios
de la celebración de Cortes. Además, los numerosos elogios que Toreno dedicó a Jovellanos muestran claramente que sus calificaciones
estaban hechas en sentido positivo, resaltando su buena fe.
Tampoco hay base para afirmar que Jovellanos fue manejado
por Quintana en la Junta Central. Jovellanos le apoyó por convicción
108
ARTOLA sostiene que en la Junta Central: «Jovellanos, con la mejor buena
fe, fue hábilmente utilizado por los que, sin tener su prestigio, supieron valerse de
él para desarrollar un programa que iba más allá de lo por él defendido». Miguel
ARTOLA: Los orígenes de la España contemporánea. Instituto de Estudios Políticos.
Madrid, 1959, pág. 211. A su vez, GARCÍA CÁRCEL llega a afirmar que en la Junta Central «Quintana manejó a Jovellanos». Ricardo GARCÍA CÁRCEL: El sueño de la nación
indomable. En Temas de hoy. Historia, 2007, pág. 284.
109
CONDE DE TORENO: Historia del levantamiento, guerra y revolución de España.
Tomás Jordán 1835-1837. Reedición de Urgoiti Editores, Pamplona, 2009, pág. 270.
1. Discurso sobre la Educación física y moral de las mujeres
La Moral y la Educación marcan la política de Jovellanos. Un apartado especial
lo constituía la educación de la mujer. El Discurso sobre la educación de la mujer
fue elaborado por Josefa de Amar y Borbón, que fue precisamente la primera
mujer admitida en la Real Sociedad económica matritense con el decisivo apoyo
de Jovellanos.
Capítulo VI. Bases del pensamiento de Jovellanos
161
en la lucha contra los sectores reaccionarios de la misma. En cambio
sí hizo honor al otro calificativo que le adjudicó Toreno. Su tenacidad
le llevó a sostener con Quintana y Calvo de Rozas una prolongada
pugna hasta la aprobación del decreto final con dos cámaras. Otro
tanto le sucedió a Argüelles que, desde la Junta de Legislación, pretendía hacer valer un informe con la cámara única. Ni Quintana, ni Argüelles pudieron desviarle de sus ideas. Entre la suave condición y la
tenacidad, Jovellanos se revelaba como un hombre de contrastes.
Más injustas resultan las opiniones de los que pretendían
apreciar dudas en las respuestas a sus amigos ilustrados que habían
abrazado la causa francesa y a las presiones de Murat y del propio
rey José en demanda de su colaboración.
Tales críticas han podido estar basadas en las respuestas escritas en un tono respetuoso, alegando su estado de salud. Sin embargo en sus respuestas a Azanza, Mazarredo y O’Farril deja bien
claro que la causa de su país podía ser temeraria, pero honrada, y
que era inevitable la guerra civil. La respuesta se hace más dura en
el caso de su gran amigo Cabarrús, cuya postura considera indigna
de un hombre que tanto debía a su patria adoptiva. Algunos llegaron a sugerir que su actitud no fue contundente hasta la victoria de
Bailén, lo que no se ajusta a la realidad, ya que la mayor parte de las
cartas fueron enviadas antes de dicha batalla.110
Sus disculpas y tono respetuoso, además de ser propios de su
carácter, quedan obligados ante su negativa a Murat y al propio rey
José I a calmar a sus paisanos asturianos sublevados y a aceptar un
ministerio. Tan es así que el propio Toreno, por el contrario, opina
que la victoria de Bailén evitó posibles represalias a su actitud negativa. A poco que se explore la idiosincrasia de Jovellanos se
puede apreciar la carencia de fundamento de esas dudas sobre su
patriotismo que, muy por el contrario, resultó patente al incorporarse, de inmediato, a la Junta de Asturias. Toreno, que le conocía
bien, no dudó en afirmar: Por dicha salvole la honra, lo terco y limpio
de su noble conducta, y sirvió de obstáculo a la persecución que su cons-
110
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: OO.CC. Tomo IV. Correspondencia. Obra
citada núms. 1726 a 1732.
162
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
tante resistencia hubiera acarrearle la victoria de Bailén. Con cierta prolijidad hemos referido estos hechos como ejemplo digno de ser transmitido
a la posterioridad.111
Con bastante generalidad los tratadistas resaltan las contradicciones y cambios de postura de Jovellanos. Es frecuente apreciar
opiniones opuestas, tanto en personas como en doctrinas. Así es posible observar a veces una admiración a personajes opuestos e incluso aprobación o denigración de un mismo personaje. Se debe,
simplemente a que encuentra elementos positivos y negativos en la
misma persona que se expone separadamente, a veces, incluso, en
distintos escritos. Sólo leyendo todas las versiones se puede apreciar
su opinión auténtica.112
Este fenómeno se extiende también a sus conceptos y opiniones.
Sería imposible reunir aquí las innumerables muestras del mismo que
se pueden encontrar en sus obras. A título de ejemplos podríamos citar:
Su amor por la libertad y su opinión de aplazar la libertad de imprenta
hasta su regulación en la constitución; las manifestaciones favorables a
la nobleza y las duras sátiras de reprobación de la misma; las opiniones
a favor o en contra de los mayorazgos; su autoproclamación católica y
sus ideas próximas al «jansenismo» español.
Es preciso considerar también las contradicciones formales por
prudencia preventiva, puestas de relieve por Elorza, que distingue
dos clases de escritos en los hombres de la Ilustración: Los oficiales moderados en fondo y forma y los privados que pueden acercarse a los abiertamente revolucionarios y pone como ejemplo precisamente a Jovellanos, subrayando la diferencia entre el texto del Informe sobre la Ley
Agraria y el oficio de remisión.113
A este respecto resulta también muy significativa la carta de Jovellanos a Guevara Vanconcelos en mayo de 1794: Pudiera, cierta-
111
CONDE DE TORENO: Obra citada, pág. 172.
Un ejemplo notable es el de Rousseau, del que aprecia las teorías educativas del Emilio, y, en cambio, rechaza las teorías contractualistas de El contrato social o de Mably, del que celebra sus estudios históricos y denigra, en cambio, sus posturas de apoyo a las revoluciones violentas.
113
ELORZA, Antonio: La ideología liberal en la Ilustración española. Tecnos, Madrid, 1970, pág. 107.
112
Capítulo VI. Bases del pensamiento de Jovellanos
163
mente haber dicho más. No basta ver a donde se debe llegar, es preciso no
perder de vista el punto de que se parte.114
Sin continuar una lista interminable, no se puede dejar de citar la antinomia entre su amor al pueblo al que quiere proporcionar
instrucción y felicidad y su temor al poder del pueblo no instruido.
Esta es una clara muestra de la repercusión de la idiosincrasia de Jovellanos en su pensamiento. Se vislumbra su pugna interior entre la
razón que le acerca al movimiento liberal y el corazón que le infunde
serios temores a las revoluciones violentas. El horror a esas revoluciones violentas le dejó marcado para siempre. De ahí que el contrato
social, las asambleas populares y la democracia constituyan para él
conceptos rechazables.
El horror a la Revolución francesa constituye un tema repetitivo en sus escritos.115 Es posible también encontrar factores generales
de la obra jovellanista que tienden a favorecer las contradicciones.
La gran variedad de fuentes da lugar a diferentes enfoques, susceptibles de interpretaciones diferentes. Además, los escritos de Jovellanos presentan un contenido práctico. Hasta su obra principal sobre la agricultura reviste la forma de un informe. La aplicación de las
teorías a los diferentes supuestos prácticos diseminados en infinidad
de textos pueden mostrar imágenes contradictorias examinados separadamente.
El jovellanista norteamericano Polt considera que puede contribuir también a dar una imagen contradictoria de Jovellanos el
114
Resulta comprensible por esta causa la idea de que sus cartas y diarios están dotados de mayor verosimilitud, reflejando más claramente sus pensamientos
auténticos.
115
En sus escritos, especialmente en las cartas y diarios donde se expresa con
más sinceridad, existen diversas muestras del tremendo impacto que le produjo la
Revolución Francesa. Es indudable que este temor a las fuerzas populares supuso
un obstáculo en su evolución hacia el liberalismo y marcó siempre un límite infranqueable en su aproximación a los liberales doceañistas. Su oposición a la democracia no significaba menosprecio del pueblo. Moralmente estaba con él pero,
políticamente, temía a un pueblo inculto. Por eso algunos tratadistas quieren acuñar el concepto de «democracia moral», que no parece demasiado consistente. En
todo caso, conviene tener en cuenta que los liberales doceañistas tampoco eran demócratas, en el concepto actual, ya que no introdujeron el sufragio universal.
164
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
hecho de que, además de ser un hombre práctico, fue también un
idealista.116
Por último, es preciso considerar que Jovellanos no mantuvo
un pensamiento monolítico. Es cierto que algunos elementos se
mantuvieron relativamente constantes. Pero, como todo intelectual,
en la difícil época en que le tocó vivir, experimenta una evolución de
sus ideas con un largo periodo de transición. Estos cambios no suponen contradicciones sino que forman parte del desarrollo de su
ideario.
3. Características y fuentes de su obra
Algunos tratadistas sitúan la personalidad y la figura de Jovellanos por encima de su obra achacándole, en algunas ocasiones, falta
de potencia creadora. A ello puede contribuir la heterogeneidad y dispersión de sus escritos, llegándose a producir el hecho paradójico de
que su Diario y correspondencia lleguen a constituir una fuente de primer orden, junto con sus numerosos informes y discursos. Hasta tal
punto son importantes que, en muchos aspectos, especialmente en el
político, se encuentra en ellos la más genuina autenticidad de su pensamiento, expresado con mayor libertad en la intimidad de su Diario.
Su gran amplitud multidisciplinar y la multiplicidad de autores de influencia han debido también producir sus efectos.
La obra de Jovellanos no se contiene en grandes tratados hasta
tal punto que, en alrededor de trescientos escritos, apenas unas pocas decenas presentan una cierta extensión y un contenido técnico
importante. La práctica totalidad se encuentra dispersa en infinidad
de informes, dictámenes, consultas y representaciones que, por iniciativa propia o por encargo de la corona u otras instituciones oficiales, pretenden señalar las vías de acción política.
Su objetivo principal no es impartir doctrina, sino ejercer una
repercusión práctica para guiar la acción política. Más aún, dentro
de la heterogeneidad, aparecen elementos políticos y sociales, en-
116
SÁNCHEZ CORREDERA, Silverio: Obra citada, pág. 477.
2. Justicia Política y su influencia sobre la virtud y la felicidad
En la obra de William Godwin Enquiry concerning Political Justice se trata de la
moral y la virtud, temas claves en Jovellanos, en relación con la justicia y la felicidad. Se comprende que le fuera una obra muy apreciada.
Capítulo VI. Bases del pensamiento de Jovellanos
167
trelazados con factores educativos, éticos y morales, creando un
conjunto que permite entresacar las líneas esenciales del ideario jovellanista. En las obras principales, aparte de las ideas prácticas para
la solución de los problemas, se acompañan disquisiciones teóricas
que van marcando sus líneas de pensamiento.
Jovellanos fue un erudito polifacético que trató todas las manifestaciones del saber desde la literatura y el Derecho hasta las ciencias
naturales, pasando por la política y la economía. Ante tal variedad de
materias ha tenido que utilizar innumerables fuentes multidisciplinarias desde los clásicos hasta los tratadistas contemporáneos.
Bebió de la moral, la enseñanza y el estoicismo de los clásicos,
especialmente Cicerón, en el que parecía vislumbrar su propia figura. Además, como hombre religioso, admiró las virtudes cristianas de la Patrística y las orientaciones del Kempis. Denigró, en cambio, los métodos silogísticos del escolasticismo que propuso sustituir
por los experimentales de Bacon y Newton y los naturalistas de Buffon. Y sus obras literarias reflejan su conocimiento de la literatura europea y de la del siglo de oro español.
Los temas sociales y políticos reflejan un amplio conocimiento
de las doctrinas europeas. Se muestra partidario del Derecho Penal
humanista de Beccaria. No considera relevantes los estudios económicos españoles hasta los trabajos de Ward, Campomanes y Olavide. Pero supera el mercantilismo y la fisiocracia junto con la nueva
generación de ilustrados (Cabarrús, Foronda, Alcalá Galiano) llegando a ser un introductor pionero del liberalismo de Smith. Parecía, así, anticipar su aproximación al liberalismo político en sus últimos años.
En la política adopta una posición ecléctica, combinando el historicismo con el iusnaturalismo. Al lado del Padre Mariana, Gibbon,
Feijoo o el Derecho castellano estudia el Derecho Natural y de gentes de Grocio, recibiendo las influencias del iusnaturalismo alemán
(Heinecio, Puffendorf, Wolff), y del inglés (Locke). Se aprecia en él
tanto la corriente empirista inglesa como la racionalista alemana.
Jovellanos constituye junto con Martínez Marina una de las
grandes figuras del historicismo español. Tras el primer historicismo racionalista del despotismo ilustrado, su atención derivó hacia el historicismo liberal británico (Burke, Hume).
168
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Su interés se extendió también hacia autores menos afines ligados, en mayor o menor grado, con las ideas enciclopedistas o revolucionarias. Incluso compartió con ellos algunos puntos como el
de la necesidad de la instrucción. Fue uno de los primeros comentaristas en España de la teoría de la división de poderes de Montesquieu. Tuvo también puntos de encuentro con la pedagogía de
Rousseau y con Condorcet,117 así como con la historia social de Voltaire. Pero se mantuvo radicalmente en contra de quienes se mostraba antirreligiosos o defendían ideas revolucionarias. En su Diario
aparecen claras muestras de su animadversión a Mably, defensor de
la violencia y del totalitarismo e incluso a Rousseau, por su radicalidad en la que vislumbraba peligros de revolución popular.
Sus simpatías se polarizaron claramente en los tratadistas británicos. Recibe el influjo de la escuela moral británica de Smith, Ferguson, Hutcheson. También estudió a autores de la corriente liberal
británica como Locke y Hume, con los que mantenía puntos comunes.
Se siente atraído sobre todo por la Constitución británica. Tuvo
muy presentes las lecturas de Montesquieu, así como las ideas de
Locke, Hume, Blackstone y otros tratadistas. Pero no se limitó sólo a
los estudios teóricos, sino que se interesó también por el funcionamiento práctico del sistema constitucional británico, con la lectura de
discursos de parlamentarios como Pitt y Fox y, sobre todo, con el extenso intercambio de ideas directas y epistolares con Lord Holland, sobrino de Fox. Su influencia, en los tiempos de vocal de la Junta Central en Sevilla constituyó un elemento decisivo en la evolución de
Jovellanos hacia el modelo británico de balanza equilibrada. La obra
Insinuaciones sobre las Cortes (Suggestions on the Cortes) de Mr. Allem,
amigo de Lord Holland, le proporcionó importantes observaciones sobre las maneras de convocatoria de las Cortes Españolas.
117
Por eso, aunque rechazaba otras obras, apreciaba el Emilio de Rousseau.
Por si fuera poco, en la primera traducción que circulaba por España se censuraba
al gobierno, mientras que aparecían elogios para Jovellanos, lo que, temeroso, le
obligó a dirigir una representación a Carlos IV en marzo de 1800 pidiendo el castigo del autor por «tratar de denigrarlo». Véase JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: OO.
CC., volumen XI, Escritos políticos. KRK Ediciones, Oviedo, 2008, pág. 780.
Capítulo VI. Bases del pensamiento de Jovellanos
169
Jovellanos unió pensamiento y acción. Fue un pensador práctico. No realizó su ingente labor intelectual para descubrir nuevas teorías, sino para buscar su utilidad en la política y en la economía con
el objeto de cambiar el país sumido en un atraso secular.
Por tanto, no hay que buscar en él obras académicas, sino escritos más o menos extensos, que sin perjuicio de su valor doctrinal,
pongan de manifiesto las deficiencias del país y señalen las directrices de la acción política. Para ello aplica la ensambladura práctica
de toda la extensa serie de conocimientos adquiridos.
Unas influencias tan variadas y dispersas no pueden concretarse en una mera recepción ecléctica. Forman una unión que subsume muchas de las ideas de su época, coordinando las informaciones de las diferentes disciplinas y aportando sus propias ideas,
para formar su modelo articulado con la yuxtaposición de la política
y la moral, y el apoyo de la enseñanza. Se trata, sobre todo, de un
modelo práctico, basado en los conocimientos de la época y complementado con un conjunto de principios propios. Un modelo difícil de apreciar por su heterogeneidad, pero sobre el que van surgiendo los primeros intentos de sistematización, siquiera sea parcial.
4. La base ética y moral118
Para Jovellanos la acción política debe estar basada en la moral que desarrolla los valores ciudadanos. Pero entre esta y la educación existen claras relaciones biunívocas. La ignorancia afecta a la
moral y, a la vez, sin una educación moral no puede haber una
buena educación general. Se trata de saber cómo hay que educar
118
Nos referimos esencialmente a la moral, entendida en una de las acepciones de Jovellanos como moral social, en contraposición con la ética natural individual. En el contexto de este trabajo consideramos que Jovellanos, en sus proposiciones políticas y sociales, subsume los problemas éticos en los morales, «bases
para la formación de un plan general de instrucción pública». Todo ello sin perjuicio de que, en el caso de iusnaturalismo o de las ideas religiosas, tenga que reconocer
que la moral se instituye desde el plano individual de la ética.
170
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
para preparar el espíritu humano a recibir nuevas verdades. Por eso
no basta con la formación de una buena mente lógica, debe completarse con la ética y la moral.
Jovellanos llega a la moral a través de la educación. En su Memoria sobre la educación pública ya afirma claramente que sin el estudio de la ética y la moral no puede haber una buena educación. Es
necesario conocer esas verdades morales que el hombre ha reconocido en todos los tiempos y en todos los países. Valores que señalan
la frontera entre la virtud y el vicio. Son las verdades del sentimiento
de Condillac o el sentido común intuitivo de Locke.
Sánchez Corredera resume la posición de Jovellanos afirmando que, para este, hay una moral básica que no necesita instrucción. Pero esa parte no cubre todos los problemas a que el ser humano debe hacer frente. Por eso, la moral del sentimiento debe ser
completada por la moral intelectual, determinada por la instrucción.
Se cierra así el círculo biunívoco con la educación.119
Por eso, la instrucción moral es necesaria aún cuando se considere que la ley moral es natural al hombre y sus preceptos se desarrollan con él. Incluso en el caso de la Moral de sentimiento, la instrucción serviría para cultivarla y perfeccionarla.
Jovellanos se refiere también a la moralidad del pueblo. De hecho utiliza, en numerosas ocasiones, como sinónimos los conceptos
de ética y moral o como conceptos, uno teórico y el otro práctico. Sin
embargo, en las Bases para la formación de un plan de instrucción pública,
diferencia «ética natural», formada por las virtudes que pertenecen
a la persona humana y «moral social», virtudes del sujeto social, del
ciudadano, aunque tengan repercusiones individuales. Por eso, en
la Memoria sobre la educación pública, la enseñanza doméstica debe ser
complementada por la pública, ya que, cuando falta, nos encontraremos con las primeras causas de los males y desórdenes de la sociedad. Las obligaciones naturales conciernen al hombre en cuanto
a hombre y las civiles obligan al hombre en sociedad.
119
SÁNCHEZ CORREDERA, Silverio: Jovellanos y el jovellanismo, una perspectiva filosófica. Biblioteca Filosofía en español. Fundación Gustavo Bueno, Pentalia Ediciones, Oviedo, 2004, pág. 271.
3. Ensayo sobre la Legislación de los reinos de León y Castilla
El «Ensayo» de Martínez Marina fue recomendado por Jovellanos en la época
en que ambos eran los máximos representantes del historicismo español. La
Constitución histórica y la recuperación de las Cortes constituyeron un elemento
clave en la teoría del estado jovellanista.
Capítulo VI. Bases del pensamiento de Jovellanos
173
De esa forma enlaza la moral y la política. La falta de una educación ética que moldee los valores de la persona y de una educación
moral que desarrolle los valores ciudadanos es la causa de los males sociales. Ahí veía Jovellanos el estado de postración y decadencia de la patria. La ética, la moral y la política deberían estar perfectamente enlazadas. Por eso, su preocupación por la educación
moral de los ciudadanos, que aparece en la mayoría de sus escritos
y especialmente en la Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos
públicos y sobre su origen en España, de 1790. Jovellanos acepta los derechos y obligaciones naturales, pero reconociendo estar modificados por el carácter social del hombre.
El objetivo de lograr la felicidad del pueblo requería una acción política correctora de las deficiencias sociales. Tal acción debe
estar basada en la moral que desarrolla los valores ciudadanos. Por
eso la moral constituye una constante de sus escritos. Podríamos así
pensar que la moral es una variable instrumental para guiar la acción en otros sectores como la enseñanza o la política, pero para Jovellanos la moral no sólo tiende a la felicidad a través de la política,
sino que constituye en sí misma un factor de felicidad. Por eso
afirma: No hay especie de verdadera felicidad sobre la tierra que no se derive de las ideas y sentimientos morales del hombre.120
A su vez, en su Memoria sobre la educación pública, considera felicidad: La satisfacción que produce el ejercicio de la virtud ya en el sentimiento interno de nuestra conciencia y ya para la pública aprobación de
nuestra conducta.121
Jovellanos resalta el influjo de la moral en la prosperidad de
los pueblos. Sin el principio de la dimensión moral del hombre es
muy difícil que se dé un verdadero avance en la prosperidad del
país. En la Introducción a un discurso sobre la economía civil y la ins-
120
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública. OO. CC., Tomo X, Instituto Feijoo. Universidad de
Oviedo. KRK Ediciones, Oviedo, 2008, pág. 893.
121
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria sobre la educación pública, o sea
Tratado teórico-práctico de enseñanza. OO. CC., Tomo XI, Escritos políticos, Instituto Feijoo. Universidad de Oviedo, KRK Ediciones, Oviedo, 2006, pág. 847.
174
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
trucción pública, afirma Jovellanos: Sean las que quieran las ideas de los
hombres acerca de la moral, es innegable su influjo en la prosperidad de los
pueblos. Y enlaza este aserto con la felicidad. Bastaría para demostrar esta
verdad que no hay especie de verdadera felicidad individual sobre la tierra
que no se derive de las ideas y sentimientos morales del hombre.122
La felicidad constituye un factor decisivo en el pensamiento jovellanista. Aparece en la generalidad de sus obras y de él se trata,
también, al final de la Memoria. En efecto, la instrucción influye en
la riqueza y, por tanto, en la prosperidad. Pero también en el perfeccionamiento de las leyes y costumbres que producen los buenos
principios y sentimientos y las costumbres virtuosas de los pueblos.
Al cerrarse el círculo se llega a la idea de virtud, que constituye el
único camino hacia la felicidad. Entonces es, cuando conociendo y
amando el hombre todas sus relaciones y obligaciones, y, disponiéndose a cumplirlas, le hacen sentir en la práctica de la virtud, aquel
estado inefable de paz y de contento interior, que beatifica, por decirlo así,
su existencia, y constituye su verdadera felicidad.123
Con esta imagen de la felicidad Jovellanos se aleja de la ética
áspera y dura. La propia vida de Jovellanos refleja, en buena medida,
estas ideas con la paz interna que muestran sus cartas desde el destierro de Bellver.
En la propia obra citada, Jovellanos afirma que el origen de la
moral debe ser sobrenatural, esencialmente bueno, y eternamente constante,
porque sus leyes no podrán dirigir la Naturaleza si no fueran superiores a
ella.124 En la Memoria incide sobre la misma idea. La primera fuente
de la moral reside en el Autor de todas las cosas.
La moral de Jovellanos no consiste en una moral meramente
religiosa o una moral estrictamente social, ni siquiera en una moral
con tintes políticos que tienda a configurar el comportamiento de los
122
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública, OO. CC., Tomo X, Instituto Feijoo. Universidad de
Oviedo, KRK Ediciones, Oviedo, 2008, pág. 893.
123
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública. Obra citada, pág. 900.
124
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Obra citada, pág. 803.
Capítulo VI. Bases del pensamiento de Jovellanos
175
gobernantes, sino que se abre hacia la nueva moral contemporánea
reveladora de los valores del individuo en la Nación. Se trata de una
moral sustentadora de criterios transformadores y abiertos a la aplicación de las nuevas concepciones económicas y de las nuevas teorías renovadoras de las estructuras estatales.
En el campo de la moral es posible apreciar claramente el iusnaturalismo de Jovellanos. Los derechos y obligaciones morales del
hombre son anteriores al Estado. Para él existe en la naturaleza una
legislación invisible y suprema. Las ideas expuestas en el Curso de
Humanidades Castellanas son suficientemente expresivas: Tienen los
hombres grabada en sus corazones una ley sagrada e invisible que aprueba
lo justo y repudia lo injusto, ley independiente de todos los convenios y voluntades de los hombres, y que existiría y obligaría aun cuando los legisladores abolieran, de común acuerdo las leyes que han establecido.125
Ahora bien, para Jovellanos toda moral debe colocar el sumo
bien en la Ley Eterna. Por eso afirma que: El origen de la moral debe
ser sobrenatural, esencialmente bueno y eternamente constante, porque sus
leyes no podrían dirigir la Naturaleza, sino fueran superiores a ella.126
Sin embargo, aunque el ser ético depende del ser religioso, ello
no implica que la verdad ética se extraiga directamente de lo religioso, sino de su propia naturaleza. La revelación no puede verse
como una renuncia a la racionalidad. Por eso Jovellanos no se muestra de acuerdo con el clericalismo exacerbado, las supersticiones, ni
con la intolerancia religiosa. Además del humanismo cristiano, Jovellanos enlaza con la corriente enciclopédica que considera al hombre susceptible de perfeccionamiento mediante la instrucción. De
esta manera se produce la relación con la enseñanza, otra de sus
constantes.
125
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Curso de Humanidades Castellanas.
OO.CC., Tomo XI, Escritos políticos. Instituto Feijoo. Universidad de Oviedo, KRK
Ediciones, págs. 828 y 829.
126
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Introducción a un estudio sobre la economía
civil. Obra citada, pág. 803.
176
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
5. La base educativa
En el sistema jovellanista de concatenación de diferentes planos, la moral también presenta una relación biunívoca con la enseñanza. La ignorancia afecta a la moral. Y, a la vez, sin una educación
moral no puede haber una buena educación. Por eso la formación de
una mente lógica debe completarse con la moral.
Jovellanos llega a la moral a través de la educación. Para él
existe una moral natural que no precisa instrucción. Pero, en la sociedad, la moral se amplía hacia nuevos problemas. Este hecho, así
como la necesidad de conocimiento de los derechos y obligaciones
recogidos en las legislaciones, hace que la instrucción moral sea necesaria. Incluso en el caso de la moral natural, la instrucción serviría para cultivarla y perfeccionarla.
No es posible concebir la Ilustración sin la importancia concedida a la educación. Las ideas de Locke, Condorcet y Rousseau suponen un punto de referencia. Jovellanos desarrolló una fundamentación teórica aplicada que influyó en los primeros liberales
como Quintana que habrían de plantear los primeros planes educativos con carácter nacional.
La condición social del hombre constituye el origen de las consideraciones pedagógicas de Jovellanos. Una nación ilustrada no
consiste en tener un reducido número de sabios. Lo que precisa es
la instrucción de todos los individuos. Lo explicó claramente: Yo entiendo por instrucción pública la suma de los conocimientos que posee una
nación, o, lo que es lo mismo, la suma de las instrucciones particulares, que
reside en sus individuos tomados colectivamente.127
Por todo ello la instrucción es un derecho del individuo. El Estado debe proporcionarle la enseñanza. Constituye también una
obligación paterna. Pero, a la vez, cada individuo está obligado a instruirse respecto a los deberes comunes y los derivados de su puesto
en la sociedad.
127
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Reflexiones sobre la instrucción pública.
Carta primera. Copia de Somoza conservada en la Biblioteca Pública de Gijón. Véase la obra de CASO GONZÁLEZ, J. M.: Obra citada, págs. 253 y 307.
4. Carta sobre la antigua costumbre de convocar las Cortes de Castilla para resolver los negocios graves del Reino
Jovellanos insistía en convocar las Cortes, que desde los antiguos reinos habían
quedado marginadas por las monarquías austriaca y borbónica.
Capítulo VI. Bases del pensamiento de Jovellanos
179
Los efectos de la enseñanza irradian a los diferentes campos.
La educación, a través de la política y la economía, contribuye a la
felicidad de los hombres. Según Jovellanos, para mí, la instrucción pública es la primera parte de toda prosperidad social y a la demostración y a
la persuasión de esta verdad está consagrado mi celo, mis luces, mi tiempo,
mi existencia.128
En la Memoria sobre la educación pública reafirma esta idea, explicando que la prosperidad nacional no se consigue de arriba abajo.
La riqueza pública se deriva de la privada, y esta directamente de la
instrucción. Lo único que debe hacer el gobierno es fomentarla. La
misma política y las mismas leyes dependen también de ella. Se
puede observar en estas ideas un alejamiento del despotismo ilustrado y una aproximación a las ideas liberales.
La educación española de su tiempo no estaba en consonancia con las ideas de Jovellanos. A principios del XVIII la enseñanza de
primeras letras estaba abandonada por el Estado. Se consideraba una
obra de beneficencia a cargo de los municipios o de la caridad. Sólo
un tercio de la población las estudiaba. Y pasar solamente al segundo
nivel de estudios en las escuelas y seminarios ya constituia un privilegio de nobles y acomodados.
Ya en su primera época ilustrada, el Reglamento para el plan de
estudios del Colegio Imperial de Calatrava, aunque se refiere en especial
al estudio de Humanidades, contiene ideas centralizadoras y la proposición de estudio de las relaciones Iglesia-Estado. Se aprecia en él
también el reflejo de su base iusnaturalista al reconocer al Derecho
Natural como fuente de los demás derechos y propugnar la aplicación de la razón pura para el concierto de los derechos imprescriptibles del hombre y sus obligaciones.129
También en la misma época, extiende sus principios a la enseñanza universitaria. En el Elogio de Carlos III critica la situación de
128
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Carta a Rafael Floranes, 23 de julio de 1800.
OO.CC. III, Oviedo CES XVIII, 1986, pág. 547.
129
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Reglamento literario e institucional para llevar a efecto el Plan de Estudios del Colegio Imperial de Calatrava en la ciudad de Salamanca.
OO.CC., Tomo XI, Escritos políticos. Obra citada, pág. 827.
180
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
la enseñanza con predominio del escolasticismo e insuficiencia de las
modernas disciplinas experimentales.
Y en su época de transición, aprovechando su nombramiento
para la Secretaría de Gracia y Justicia, redacta su Plan para el arreglo de los estudios de la universidad, 1798. Sólo se ha conservado la
parte general donde expone las razones históricas de los anticuados planes de estudio y la necesidad de su sustitución. El plan no
fue aceptado.
La educación aparece en buena parte de sus escritos. Pero es
en la fase de transición cuando es tratada con extensión en dos
obras principales. En Memoria sobre la educación pública o Tratado teórico-práctico de enseñanza, 1808. Resalta la gran importancia de la educación básica y el derecho a la instrucción y la obligación paterna, estatal y del propio individuo de favorecerla.
En ella se encuentran también amplias ideas sobre la moral social y su relación con la instrucción: La obligación de instruirse que, aunque pertenezca igualmente al hombre natural y religioso, es por decirlo así,
más propia del ciudadano afirmando también que la instrucción del ciudadano abraza, además, el conocimiento de los medios de concurrir particularmente a la prosperidad del Estado a que pertenece y de combinar su felicidad con la de sus conciudadanos.130
En la otra obra sobre educación Bases para la formación de un
Plan General de Instrucción Pública (1809), redactada en su última fase
activa en la Junta Central como Presidente de la Junta de Instrucción
Pública, se realiza un estudio global de los requerimientos de una
formación integral por medio de una educación pública y universal
secularizada. También abarca todos los niveles y estados y aboga por
un apoyo a la función social y cultural de la mujer. Y vuelve a criticar los anticuados planes de estudio y métodos de enseñanza universitarios. Pero, al igual que en la Memoria, al comprender la dificultad de integración de las nuevas disciplinas en la universidad,
propone la creación de institutos especializados.
130
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria sobre la educación pública o sea Tratado teórico-práctico de enseñanza. Jovellanos OO. CC., Tomo XI, Escritos políticos.
Obra citada, pág. 855.
Capítulo VI. Bases del pensamiento de Jovellanos
181
En dicha obra Jovellanos también enlaza la instrucción con la
prosperidad y la felicidad del hombre. A su vez, como en el caso de
la moral, relaciona la instrucción con la felicidad personal y la prosperidad de la Nación, afirmando: La libertad de opinar, escribir e imprimir se debe mirar como absolutamente necesario para el progreso de las
ciencias y la instrucción de las naciones.131
Esta última obra educativa de Jovellanos significa un jalón entre el despotismo ilustrado y el incipiente liberalismo. No llegó a entrar en vigor, pero contiene el germen de las reformas educativas del
siglo XIX.
Además, tanto en la Introducción a un discurso sobre la economía
civil y la instrucción como en las dos obras citadas anteriormente, se
manifiesta que la instrucción en el hombre natural es la perfección
de sus facultades como medio necesario para aumentar su felicidad
y la de su especie.
Jovellanos, por tanto, resalta la influencia de la moral y la
educación en la economía y prosperidad de los pueblos. Las enlaza
también con la política. De esa forma, la enseñanza, la moral y la política deben estar perfectamente enlazadas.
No queremos pasar la problemática general de la educación jovellanista sin considerar su proyección sobre la mujer. La función social y cultural de la mujer aparece repetidas veces en sus obras. En
las Bases reconoce la importancia de la educación de esta preciosa mitad de la Nación. La Junta Central estudió la posibilidad de allegar medios para la creación de escuelas femeninas, que no pasaron a la realidad por las difíciles circunstancias políticas.132
Pero además, Jovellanos resultó un decidido valedor de la
mujer. En oposición a Cabarrús, apoyó en la Sociedad Económica de
Madrid la entrada de la primera mujer, proclamando que deberían
admitirse con la misma facilidad y derechos que los hombres. Jovellanos mantenía ideas similares a las de Feijoo. Para ambos el escaso
131
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Bases para la formación de un Plan General de Instrucción Pública. OO. CC. Escritos políticos. Tomo XI. Obra citada, pág. 893.
132
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Bases para un plan general de instrucción
pública. B.A.E. Vol. XLVI, págs. 268 y ss.
182
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
papel de la mujer en la sociedad no se debía a ningún tipo de inferioridad sino que era consecuencia de las deficiencias educativas. Jovellanos no es innovador en la escolarización femenina pero sí en la
universalización de la educación popular sin distinción de sexo.133
La acción reformista de Jovellanos se centra también en su crítica contra el estado de las universidades y de los colegios mayores
universitarios. Aparte del desorden organizativo e ineficacia, la enseñanza universitaria continuaba ligada de manera fundamental al
estamento religioso, fuera del control gubernamental. Ello hacía
que estuviera basada, de manera primordial, en las doctrinas escolásticas, manteniendo una fuerte oposición al progreso del racionalismo cartesiano y del empirismo. La resistencia se había incrementado desde la publicación del Teatro crítico universal, de Feijoo. Al no
introducir las nuevas disciplinas se producía un retraso respecto al
progreso de las demás naciones europeas. A su vez, los colegios mayores se habían convertido en exclusivos de la aristocracia. Se arrogaban funciones de la universidad y se oponían a los manteístas pobres, que clamaban por su reforma.
La preocupación de Jovellanos por la universidad se inició
muy pronto. Ya durante su estancia en Sevilla redactó, en 1777,
como juez delegado del Protomedicato, el Informe al Protomedicato sobre el estado de la Sociedad Médica de Sevilla y el estudio de la medicina
en su universidad. En dicha obra muestra ya sus primeras ideas sobre
las necesarias reformas de la universidad.
Jovellanos propugna un abandono de la escolástica y de las
ciencias especulativas y un impulso de las experimentales. Apoya las
humanidades pero rechaza muchos aspectos de la escolástica, especialmente el método deductivo, que le parece poco útil para la enseñanza de las modernas disciplinas.
Las ideas de Jovellanos aparecen en diversas obras. Ya en el
Elogio de Carlos III, pronunciado en 1788 en la Real Sociedad Económica Matritense critica los sistemas de enseñanza con un predominio del escolasticismo y una insuficiencia de las modernas discipli-
133
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria sobre la educación pública o tratado teórico-práctico de enseñanza. Obras publicadas e inéditas. B.A.E. Vol. XLVI, pág. 232.
5. Principios del Derecho Natural y de gentes
La obra de M. de Wolf, muy apreciada por Jovellanos, propugnaba la introducción en España de este tipo de enseñanzas. El Derecho Natural y la Constitución histórica constituyen elementos del último modelo constitucional de Jovellanos.
Capítulo VI. Bases del pensamiento de Jovellanos
185
nas. En las dos obras generales citadas no trata específicamente el
tema universitario, pero sí contienen algunas ideas. En la Memoria
contempla cómo la universidad, con sus viejos estatutos y reglamentos y las clases en latín, no se ha podido adaptar a los nuevos objetivos y métodos de enseñanza.
A la vez, tanto en la Memoria, como en las Bases, recogiendo anteriores ideas suyas, mantiene la dificultad de integrar en la universidad los nuevos métodos y disciplinas, proponiendo para ellas la creación de institutos especializados. Tal era lo que él mismo había llevado
a la práctica con la creación en Gijón del Instituto de Náutica y Mineralogía. En él se proponía cultivar las matemáticas y las ciencias naturales, respondiendo al sesgo utilitario de la nueva educación. Pero, posteriormente, manteniendo la primacía de estos estudios, advirtió la
necesidad de introducir una formación humanística como complemento de la base científica. Parecía vislumbrar los riesgos de la posterior supremacía economicista. Sin embargo, como opina A. Galino:
quien tenga en cuenta la obra de nuestro autor en toda su extensión, encontrará en ella un humanismo pedagógico superador de estas y otras antinomias,
porque, para él, la educación está, en definitiva, al servicio de la persona.134
Las ideas generales jovellanistas sobre educación se han mantenido constantes. Se advierte una evolución, sin embargo, en las referentes a los estudios universitarios. Se mantiene su opinión sobre
sus deficiencias así como la necesidad de la incorporación de nuevas disciplinas experimentales utilitarias. Pero evoluciona el planteamiento sobre la forma de su incorporación. Ante el fracaso de los
planes de estudio, desde la primera reforma de Olavide en sus tiempos sevillanos, y la supervivencia de los mismos problemas, le pareció que resultaba difícil la introducción en la universidad de las
nuevas materias. Solo cree posible su incorporación a través de centros exteriores a las instituciones universitarias.
Podemos concluir con Aurelio Menéndez que si fuera cierto
que nos ha faltado el gran siglo educador: creemos que ello no fue por
134
GALINO, Ángeles: «Gaspar Melchor de Jovellanos». «Perspectivas», Revista
trimestral de educación comparada. París, Unesco. Oficina Internacional de Educación. Vol. XXIII núms. 3-4, 1993, págs. 808-821.
186
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
la ausencia de reflexión sobre los problemas educativos, ni por la carencia
de buenos planes de reforma de nuestros centros de enseñanza, ello se debió a la falta de decisión de los gobiernos de la época para ejecutar los planes de reforma y la ingente cantidad de estorbos, en forma de rémoras ideológicas y apoyos a intereses creados, que no fue posible remover.135
135
MENÉNDEZ, Aurelio y Francisco RODRÍGUEZ: «Jovellanos y la Universidad».
Boletín Jovellanista, 6. Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias. Gijón,
2005, pág. 164.
Capítulo VII
La evolución del pensamiento político
1. Características generales
El modelo ético de Jovellanos no cambia tanto como el modelo
social que tiene que reestructurarse en los aspectos económicos y políticos. La fundamentación moral lleva a la acción política. Su humanismo le conduce a reconocer los valores del hombre, la libertad,
la igualdad y su consideración como elemento de referencia individual y social. A la vez, la instrucción resultaba necesaria para que pudiera reclamar sus derechos y la abolición de los privilegios discriminatorios. La libertad y la igualdad se revelaban como un proceso
histórico emergente. Este era el programa ilustrado al que Jovellanos se veía impulsado.
Los textos jovellanistas están plagados de categorías políticas,
unidas a conceptos éticos y morales. Jovellanos, como los ilustrados
de los países latinos, comparte el empirismo inglés y el racionalismo
alemán. Para él, la política consiste en la acción gubernamental. La
conexión con la moral se establece por el cumplimiento de unas leyes justas y, en segundo lugar, por la probidad de gobernantes y gobernados.
La sociabilidad del hombre, consecuencia del Derecho Natural,
hace que siempre haya estado en sociedad. Con el pacto de renuncia
parcial de derechos individuales, nace el Estado y los poderes públicos. Al igual que Ferguson, señala una identidad entre la naturaleza
humana y las formas de sociedad, produciéndose un origen no con-
188
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
tractual de la sociedad. Esta fórmula le aleja de las teorías del pacto
social de Rousseau y Locke, según las cuales tanto el Estado como la
sociedad nacen del pacto social. Estas teorías habrían de informar el
liberalismo inicial. Jovellanos se mantuvo siempre fiel al modelo no
contractual, incluso en su última fase constitucional. Los temas inducidos por los avatares revolucionarios de la Historia, le llevan a rechazar toda idea de contrato social y de asambleas populares.
De esta forma, fue considerando a la monarquía como la consolidación de un modelo social no contractual que se fue perfeccionando. Se trataba de buscar la historia civil de la monarquía, su constitución histórica y sus Leyes Fundamentales que permitan
presentarla como un modelo ajeno al contractualismo radical popular. De esta manera, el historicismo se fue uniendo al iusnaturalismo de su modelo de sociedad no contractual. Así, en el plano teórico, el historicismo y el iusnaturalismo se mantuvieron desde su
época ilustrada con Carlos III hasta su última etapa en la Junta Central, llegando a subsumirse en su último modelo constitucional. Podemos encontrar muestras de las dos tendencias desde obras del primer período ilustrado hasta sus últimos escritos en la Junta Central
o en la Memoria.
Esta consideración historicista de la monarquía fue una constante de Jovellanos que le acompañó toda su vida. Se mantuvo siempre fiel a la monarquía como forma de gobierno. En los asuntos civiles, en las controversias entre la Iglesia y la monarquía, se inclinaba por
esta última. Incluso en su época ilustrada se podrían advertir algunos
matices regalistas en sus escritos. Pero nunca llegó a constituir un regalismo intelectual y acérrimo como el de Campomanes.
En el plano institucional, Jovellanos se mantuvo fiel a la Iglesia. No fue esencialmente contrario a la misma. En su Diario deja patentes muestras de su religiosidad. Jovellanos participa de una religión que respeta el culto heredado. Pero, al igual que Feijoo, la
acompaña con la razón. Según Sánchez Corredera racionaliza su piedad a través del sentimiento de la naturaleza y que clausura el hombre y el
cosmos, a través de un ser trascendente o Creador.136
136
SÁNCHEZ CORREDERA, Silverio: Obra citada, pág. 769.
Capítulo VII. La evolución del pensamiento político
189
Por eso Jovellanos no se mostró nunca de acuerdo con un clericalismo exacerbado. En su reformismo, no podía dejar fuera la religión y sus críticas la alcanzaron también. Como ilustrado, no podía aceptar las supersticiones, tampoco aprobaba la intolerancia
religiosa, lamentando las persecuciones contra judíos y musulmanes,
al igual que consideraba execrables la guerra y la violencia gratuita.
Para él, la religión constituía, también, un tema de Estado. Jovellanos, que propugna ya la nación política, no puede admitir que,
en los asuntos civiles, lo religioso se imponga sobre lo público. Recordemos, en este punto, la carta que le escribió a su amigo y biógrafo el canónigo González de Posada, que le había reprochado no
conceder un puesto de honor al clero en una ceremonia municipal.
En asuntos civiles, el clérigo tiene que obedecer y no mandar.137
En su reformismo, su fidelidad a la Iglesia y a su doctrina no le
impidió propugnar importantes reformas que afectaban al estamento
eclesiástico. Constituyen buena prueba de ello su apoyo a la desamortización de bienes eclesiásticos, a la educación civil frente a la religiosa y sus duros ataques a la Inquisición, sobre todo en el documento remitido al rey en su etapa de Secretario de Gracia y Justicia.
Todos esos factores han llevado a incluirlo en el jansenismo.
No tiene sentido, sin embargo, incluirlo en un pretendido «Jansenismo» cuyo término, en el caso español, no significaba más que una
tendencia a la renovación religiosa y como decía el propio Jovellanos a purgar el estudio teológico de lo que queda en él de escolásticos y casuistas.138
No obstante, se acerca al Sínodo de Pistoia y a Tamburini. Así
en su Diario de 20 de marzo de 1795, refiriéndose a que toda la juventud salmantina es port-royalista y a que Tamburini está en manos de todos,
manifiesta esto da esperanza de que se mejoren los estudios cuando las cátedras y el gobierno de la universidad estén en las nuevas generaciones.139
137
138
THOMAS, Hugh: Carta de Asturias. Gador, Madrid, 2006, pág. 131.
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Biblioteca de Autores Españoles. XXXV,
pág. 240.
139
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: OO.CC. Tomo VII. Diario de 20 de marzo
de 1795. Instituto Feijoo, Universidad de Oviedo, KRK Ediciones. Oviedo, p. 108.
190
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
No obstante esto no significa una afiliación de Jovellanos a la
herejía jansenista. Se mantuvo fiel a los dogmas. El Sínodo de Pistoia
se ocupó principalmente en las disciplinas eclesiásticas y de los métodos de estudio, temas incluidos en las reformas propugnadas por
Jovellanos.
Queda fuera de lugar la pugna entre quienes pretenden incluirlo en el catolicismo ortodoxo y los que pretenden integrarlo en
el anticlericalismo. Jovellanos fue en esencia un hombre religioso que
pretendió delimitar los campos religioso y civil.
Jovellanos tampoco puso nunca en duda la monarquía como
forma de gobierno. En los asuntos civiles, en las controversias entre
Iglesia y monarquía, se inclinaba claramente por esta última. Incluso
se podrían advertir algunos matices regalistas en sus escritos. Pero
no llegó a constituir un regalismo intelectual y acérrimo como sucedía en el caso de Campomanes.
El pensamiento político de Jovellanos, además de sus valores
constantes, se desarrolla en una especie de «evolución controlada»,
conducida por los factores históricos que la acompañan y por las características opresivas del antiguo Régimen. Las restricciones del
mismo aconsejaban unas reformas graduales progresivas. Y, por otra
parte, los trascendentales momentos históricos que le tocó vivir (principalmente el cambio de reinado de Carlos III a Carlos IV y la Guerra
de la Independencia) afectan de manera sustancial su evolución política, en la que se pueden señalar, siquiera sea de modo aproximado,
sus tres etapas: la Ilustración plena con Carlos III, la transición al liberalismo y el período constitucional en la Junta Central.
2. El pensamiento político en la Ilustración plena
La versión inicial del modelo jovellanista se desarrolla en su
primera fase madrileña en la década de los 80, en la que fueron fructificando las simientes ilustradas adquiridas en la tertulia sevillana
de Olavide hasta llegar a convertirse en la principal figura de la Ilustración española. Su pensamiento político se contiene en los trabajos oficiales, en los discursos ante las distintas instituciones de que
fue miembro y en colaboraciones periodísticas.
1. Enciclopedia francesa
En su afán por informarse de las corrientes ilustradas europeas, Jovellanos se
interesó por colaboradores relacionados con la Enciclopedia francesa, el movimiento más representativo de la filosofía de la Ilustración. Entre ellos, Montesquieu, Condorcet, Voltaire, Rousseau, aceptando solamente las partes más acordes con su idiosincrasia.
Capítulo VII. La evolución del pensamiento político
193
En el primer período ilustrado, en el reinado de Carlos III, advirtió, en las políticas reformistas del rey, la ocasión de poner en práctica sus ideas ilustradas correctoras de la difícil situación de la sociedad del Antiguo Régimen. Colaboró con sus informes, intentando
que su pensamiento político se viera reflejado en la política práctica
con el fin de solucionar los graves problemas económicos y políticos
del país.
Llevado de sus principios morales y de su humanitarismo solicita apoyo para las clases más desfavorecidas, pobres, sin instrucción, y con gravámenes excesivos. En toda la obra jovellanista se proponen infinidad de medidas que pretenden corregir las deficiencias
de esos estratos sociales. Pero las estructuras sociales están conformadas en el marco del Antiguo Régimen. Y cualquier ley que se propusiera estaba sujeta también a su ordenamiento.
Se ha criticado en ocasiones a Jovellanos al considerarle defensor de la nobleza. Considera que su función antigua era la defensa
del Estado. Hoy le asigna una función específica. Por su mayor formación debe servir de ejemplo de los valores personales y sociales.
Es preciso decir que Jovellanos defendió la nobleza, como
institución propia de la época, por su función social. En las Cortes,
le adjudicaba una función semejante a la que poseía en el Parlamento
británico. Se trataba de formar una cámara intermedia entre el rey
y el pueblo que actuara de fuerza equilibrante. Pero además, le adjudicaba una función social específica. Por su mayor formación, debería servir de ejemplo de los valores personales y sociales. Tenían
que instruirse y ser útiles para la sociedad.
Personalmente, además, consideraba a la nobleza como una
cualidad accidental. No hay derechos naturales para la misma. No
pretende salvaguardar los privilegios históricos derivados de unas
circunstancias y méritos que ya desaparecieron. Por eso, cuando observó que las conductas personales ponían en entredicho esa función
social, arremetió duramente contra esos comportamientos despreciables. La ataca porque se ha hecho indigna del respeto de las ciudades e inhábil para representar su papel social.
La crítica contra la nobleza aparece en sus principales obras y
es particularmente hiriente en sus sátiras. En las sátiras a Armesto, publicadas en El Censor en 1786 y 1787, presenta un cuadro desolador de
194
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
la alta nobleza, destrucción de riqueza, tráfico desordenado, honor vilipendiado. Cuando se llega al delito, Jovellanos no duda, en su sátira,
en reclamar que todos los ciudadanos sean iguales ante la ley como
había proclamado la Constitución francesa de 1791. Tampoco dudó en
impugnar sus privilegios, atacando la jurisdicción de los señoríos.
En la segunda, Sátira contra la mala educación de la nobleza, es
mucho más explícito y apunta más directamente a las personas
afectadas. Arremete contra las leyes que mantienen la condición de
nobleza en aquellas personas a quienes debían suprimirla por ser indignas de ella. Y alaba los espíritus del pueblo: que por sus propios méritos se levantan hasta el trono del Olimpo, desaparezcan las clases, sea todo
una infame confusión, porque sólo la virtud cívica puede ser la barrera en
que se asienten las diferencias sociales y, sin ella, no tienen sentido.140
En este período, sus ideas políticas aparecen reflejadas principalmente en el Discurso a la recepción a la Real Academia de la Historia.141 En él aboga por la restitución de una constitución histórica que
reconozca los derechos de los representantes en Cortes a participar
en la vida política.
El estudio de la evolución política desde la Edad Media muestra las sucesivas constituciones históricas, visigoda, feudal, Reyes Católicos.142 Para Jovellanos la Constitución establece la libertad de los
individuos y, por primera vez, se recomienda acudir a Cortes para
solucionar las crisis, ya que en ellas se reunía la «voluntad general»
por medio de los representantes de cada Estado. Por primera vez,
también se hace referencia a la «representación popular», mencio-
140
CASO, J.M.: Jovellanos. Obra citada, pág. 98.
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Discurso a la recepción a la Real Academia
de la Historia sobre la necesidad de unir al estudio de la legislación el de nuestra historia y
antigüedades. OO. CC. Tomo XI. Obra citada, pág. 821.
142
Los sucesivos cambios constitucionales mencionados, sin la existencia de
leyes que lo sustenten, muestra que se trata de constituciones materiales, fruto de
las costumbres y tradiciones. Sin embargo, el concepto resulta un tanto impreciso,
al diferenciar en algunos pasajes de sus obras «constitución» y «Leyes» y al englobarlos en otros para determinar una constitución. Más adelante aparecería el concepto de «Leyes fundamentales» que serían utilizadas por la Junta Central como
base de una constitución formal.
141
Capítulo VII. La evolución del pensamiento político
195
nando el sistema político de los godos y primeros reyes cristianos.
Para Jovellanos era preciso recuperar esta Constitución quebrantada
por los reyes austracistas y por los Borbones que apenas habían reunido las Cortes. En ese discurso aparecen ya por primera vez claras
críticas a la política absolutista.
En el Elogio de Carlos III, presentado en la Sociedad Económica
Madrileña se hace un balance favorable a las políticas reformistas del
reinado de Carlos III, con la reforma de la enseñanza y de otros diversos sectores, la introducción de la economía, así como cierta reducción de los beneficios de la nobleza.143
Pero, a la vez, constata su insuficiencia reclamando su continuidad y advirtiendo sobre el peligro de que las reformas se malogren por la insuficiente instrucción popular. Sobresale ya el significativo papel que asigna a la economía política como elemento clave
para el reformismo.
Al final del periodo ilustrado el Reglamento para llevar a efecto
el plan de estudios del Colegio Imperial de Calatrava constituye un importante documento de la política educativa jovellanista. Y, además,
se advierten en él claramente las tendencias iusnaturalistas, proclamando la necesidad del estudio del Derecho Natural fuente y cimiento
de todos los demás.144
A su vez, pocos años después, ya entrando en el período de
transición en el Curso de Humanidades Castellanas (1794) queda reflejada también su posición iusnaturalista con su concepción de la
sociedad anterior al Estado. Existe una ley sobre lo justo y lo injusto,
independiente de la voluntad del hombre, que subsistiría aunque se
abolieran las leyes positivas.145
La etapa ilustrada de Jovellanos, colaborando con el despotismo ilustrado, conduce a algunos autores a incluirlo ideológica-
143
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Elogio de Carlos III. Obra citada, pág. 671.
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Reglamento para llevar a efecto el Plan de
estudios del Colegio Imperial de Calatrava. OO.CC., Tomo XI, Escritos políticos. Instituto
Feijoo. Universidad de Oviedo, KRK Ediciones, Oviedo, 2006, pág. 827.
145
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Curso de Humanidades Castellanas. OO.CC.
Tomo XI. Obra citada, pág. 828.
144
196
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
mente en el mismo. Algunos llegan a considerarlo como «producto
del despotismo ilustrado carlotercerista».146
El despotismo, fuera o no ilustrado, no era su ideal político. Incluso en el mismo reinado de Carlos III defendió ideas que lo sobrepasaban. Ya en 1780 en el discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia se contiene la primera crítica importante al
despotismo, haciendo ver cómo había anulado las Leyes fundamentales de la monarquía y dejado inoperantes sus Cortes representativas. A su vez, en El Censor, publica importantes colaboraciones críticas.
Por si fuera poco, en su correspondencia, donde expresa sus
más sinceras opiniones, se contiene una de las más duras calificaciones para el despotismo. En carta a José de Vargas Ponce (1799) expresa lo siguiente: ¿Cómo pudo caber en la razón de usted que la constitución de un pueblo no tiene influjo en su instrucción y prosperidad? Y
cuando quisiera lucir o adular con semejante opinión ¿cómo fue osado extenderla hasta el bárbaro despotismo que, por más que lo diga el sesudo
Montesquieu y el soñador Linguet no es, ni ha sido, ni será, constitución,
ni Gobierno, ni Calabaza?147
A la vez, en su Diario de 20 de septiembre de 1794, menciona
una carta Jardine donde afirma que: El despotismo sólo se puede sostener por medio de la ignorancia.148
Jovellanos aceptó el despotismo como medio de expansión de
la política ilustrada para lograr sus objetivos. Muy pronto se fue distanciando de él, evolución que se aceleró en su periodo siguiente en
el reinado de Carlos IV. Al contrario de esas opiniones, Jovellanos fue
un típico representante de la Ilustración plena, que llegó a ser considerado como prohombre de la misma.
Si en el plano teórico se han podido apreciar posteriormente
algunas características del despotismo, como el poder gubernativo
146
GARCÍA CÁRCEL, Ricardo: «El sueño de la nación indomable». Temas de hoy.
Historia, 2007, pág. 238.
147
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: OO.CC. Correspondencia. Carta a José de
Vargas Ponce de 11 de diciembre de 1799. Vol. III, nº 1253, pág. 491.
148
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: «Diario de 20 de septiembre de 1794»,
pág. 14. OO. CC., Vol. VII, Diario 2º. KRK Ediciones, Oviedo, 1999.
2. Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y barón de Montesquieu
Château de la Brède, Gironde, (Francia) 18-1-1689 - París, 10-2-1755.
Montesquieu influyó sobre Jovellanos en sus diferentes épocas. Ya en la época
ilustrada fue uno de los pioneros en la introducción en España de su teoría de
la división de poderes. Le mencionó posteriormente en su correspondencia. Y,
en la época final, consultó su versión sobre la Constitución inglesa.
Capítulo VII. La evolución del pensamiento político
199
discrecional o la responsabilidad moral, se debe tener en cuenta que
el primero aparece también en la doctrina inglesa y que su «responsabilidad moral» ha ido evolucionando hacia una «responsabilidad real».
3. El período de transición. Remoción de estructuras sociopolíticas
En el aspecto político, la evolución del pensamiento jovellanista se hace más acentuada en el periodo de transición al liberalismo. La acción del despotismo ilustrado se revelaba insuficiente
para vencer la resistencia de los estamentos privilegiados. A su vez,
la Inquisición obstaculizaba los avances de los valores ilustrados. No
bastaba una política reformista, parecía claro que sin derechos políticos no se podían defender los derechos civiles.
Se produce la ruptura de los ilustrados con el despotismo
bajo la influencia teórica de Locke, Montesquieu y Rousseau. En la
última década del siglo la Ilustración española entra en crisis bajo los
efectos del cambio de reinado y de la Revolución francesa. En estas
nuevas tendencias aparece ya la figura de Jovellanos, tanto en sus escritos como en sus colaboraciones periodísticas.
La transición ideológica en Jovellanos significa un largo periodo que comienza entre finales de la década de los 80 y primeros
90 y se extiende hasta la Guerra de la Independencia. Un largo periodo marcado por un destierro encubierto en Asturias y la prisión
en Mallorca. Cuando con Carlos IV aprecia que la alianza entre la
Ilustración y la monarquía se resquebraja, comienza a sentir la necesidad de los límites a la monarquía absoluta. Esa limitación significaría el único camino susceptible de hacer posibles las reformas
económicas y políticas que precisaba el país.
Las reformas económicas fueron pioneras en la evolución del
pensamiento. Como afirma Javier Varela: por delante del pensamiento
político irá el pensamiento económico, orientado al liberalismo, desde el momento en que el mercado tiende a organizar la jerarquía social.149
149
VARELA, Javier: Jovellanos. Alianza Editorial, 1988, pág. 52.
200
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Tal es el significado del papel creciente de la economía en el
discurso jovellanista que da un cambio esencial, pasando de la economía reformista de Elogio de Carlos III a la preliberal del Informe sobre el expediente de la Ley agraria, 1794.150
Esta obra cumbre constituye un estudio sistemático de la problemática agraria desde los temas estructurales hasta los de producción y comercio. La protección de las leyes a la agricultura se
debe centrar en remover los estorbos físicos (infraestructuras), morales (necesidad de instrucción) y políticos. En estos últimos se
aprecian ya claramente los principios liberales, preconizando el libre comercio, oponiéndose a los latifundios y abogando por la eliminación de las leyes que facilitan la vinculación de tierras a los nobles y a la Iglesia, originando las conflictivas cuestiones de los
mayorazgos y de la desamortización eclesiástica.
Esta obra supone el experimento más avanzado de la Ilustración en el campo económico en tránsito hacia el liberalismo económico. La generalidad de los tratadistas está de acuerdo en su
gran importancia. Clavero destaca su papel en la formación de la
cultura liberal del derecho de propiedad. Para Gonzalo Anes es la
obra más representativa del pensamiento económico liberal español, así
como punto de partida de las reformas agrarias del siglo XIX.151 A su vez,
Llombart considera que se trata de una de las obras de mayor notoriedad y relevancia de la historia del pensamiento económico de la España
de los últimos dos siglos.152 Su prestigio rebasó las fronteras lle-
150
Ya en el periodo anterior el Elogio de Carlos III parecía más bien un elogio
a la economía civil, ciencia que enseñaba a gobernar a los hombres y a hacerlos felices, y
que habría de actuar sobre el espectro de la miseria.
Esa obra, en opinión de Llombart encierra una síntesis magistral del eslabonamiento entre la economía civil de las luces y el programa reformista del absolutismo ilustrado. Véase LLOMBART, Vicent: Gaspar Melchor de Jovellanos. Escritos económicos. Real
Academia de Ciencias Morales y Políticas. Fundación ICO. Madrid, 2000, pág. 35.
151
ANES, Gonzalo: «El Informe sobre la Ley Agraria y la Real Sociedad Económica de amigos del país, trabajo contenido en Economía e Ilustración en la España
del siglo XVIII. Ariel, Barcelona, 1971, pág. 95.
152
LLOMBART, Vicent: «Jovellanos y la matritense. Escritos económicos», trabajo contenido en las OO.CC. de Jovellanos. Tomo X. Escritos económicos. Obra citada, pág. XCVI.
Capítulo VII. La evolución del pensamiento político
201
gando a constituir, incluso, un texto de lectura en la Universidad
de Oxford.
No obstante, esta obra ha sido también objeto de críticas. Se
han subrayado contradicciones sobre los mayorazgos, donde se advierten opiniones favorables y desfavorables. La causa parece radicar en la consideración especial de los mayorazgos de la nobleza. Jovellanos considera justo que la nobleza retenga lo que sus mayores
ganaron en las guerras, en aras, además, de la función social que deben desempeñar. Por eso afirma: pues los mayorazgos son un mal indispensable, para lograr este bien, trátense como un mal menor y redúzcanse
al mínimo.153
Algunos autores critican también la insuficiencia de las medidas eliminatorias. Clavero afirma que aparece una discontinuidad
entre la teoría y las medidas propuestas; Gómez de la Serna sugiere
que ello se debe a un pacto tácito con la nobleza, cuyo apoyo necesita y Gonzalo Anes opina que no se atreve a la condena total porque no es el pensamiento del gobierno.154
Jovellanos propone la abolición de la legislación de los mayorazgos, incluidos los de la nobleza, sin efectos retroactivos. Aboga,
por tanto, por una abolición general que respete las vinculaciones ya
adquiridas. Intenta justificar sus propias ideas, pensando que, a diferencia de otros tiempos la nobleza que no tenga otro origen que la riqueza no es la que puede hacer falta. El Estado podrá conceder la nobleza
por acciones ilustres, sin necesidad de la facultad de vincular tierras.
Es todo lo que puede hacer Jovellanos. Ir más allá, aboliendo los derechos adquiridos, resultaba en aquel tiempo una decisión inviable.
Incluso la solución que propuso le ocasionó bastantes problemas.
Llevado de su pragmatismo, propone solamente lo viable.
Controversias semejantes se producen en la desamortización
de bienes eclesiásticos. En este caso, el enfrentamiento es con la
Iglesia. Se pronuncia también contra la amortización de bienes tanto
153
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Informe sobre el expediente de la Ley Agraria. OO.CC. Tomo X, Escritos económicos. Obra citada, pág. 756.
154
ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, Manuel: Jovellanos, enigmas y certezas. Fundación Alvargonzález, Gijón, 2000, págs. 74, 77 y 78.
202
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
del clero regular como secular. Pero propone una solución original,
por la cual el clero, por sí mismo, promueva la enajenación de sus
propiedades territoriales.
No obstante, esta solución debe parecerle poco operativa ya
que, más adelante, afirma: pero, si por desgracia fuera vana esta esperanza, si el Clero se empeñara en retener toda la propiedad territorial que
está en sus manos, cosa que no teme la sociedad, a lo menos, la prohibición
de aumentarla parece ya indispensable.155
De nuevo, en este caso, se inclina por la misma solución: Leyes derogatorias no retroactivas. Pretender que Jovellanos planteara
una reforma agraria en aquellos momentos resultaba una quimera.
Iría en contra de su prudencia y de su pragmatismo.
Sin embargo, llegó más lejos que Campomanes al prohibir la
adquisición de más tierras vinculadas e intentando también favorecer la desamortización incentivando su venta o arrendamiento bajo
contratos enfitéuticos. Por eso Tomás y Valiente llega a afirmar: No
tengo noticias de nadie que propusiera en el siglo XVIII la desamortización
de las tierras de propiedad eclesiástica, salvo, en cierto modo un tímido párrafo del Informe sobre la Ley Agraria de Jovellanos.156
En todo caso, la oposición de Jovellanos a toda clase de vinculaciones queda bien patente en las conclusiones: Dígnese, pues, VA.
derogar de un golpe las bárbaras leyes que condenan a perpetua esterilidad
tantas tierras comunes… las que estancando la propiedad privada en las
eternas manos de pocos cuerpos y familias, encarecen la propiedad libre y
sus productos y alejan de ella los capitales y la industria de la nación.157
Es evidente que Jovellanos tenía una libertad de expresión limitada. En carta a Rafael Floranes de 23 de julio de 1800, le expresa
claramente: Que la época presente si es buena para meditar y escribir, no
lo es todavía para publicar.158
155
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Informe sobre el expediente de la Ley Agraria. Obra citada, pág. 752.
156
TOMÁS Y VALIENTE, Francisco: El marco político de la desamortización en España. 4ª edición, Barcelona, 1983, pág. 23.
157
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Obra citada, pág. 824.
158
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Carta a Rafael Florences de 23 de Julio de
1800. OO.CC. Obra citada, Vol. III, pág. 554.
3. Marie-Jean-Antoine Nicolás de Caritat, marqués de Condorcet
Ribemont, Aisne, (Francia), 17-9-1743 - Bourg-la-Reine (Francia), 28-3-1794.
Diputado girondino en la Asamblea francesa y colaborador de la Enciclopedia.
Sus Relaciones sobre la instrucción pública ejercieron influencia sobre Jovellanos.
Junto con Rousseau fueron los tratadistas franceses más influyentes en el campo
de la enseñanza, si bien Jovellanos aborrecía el Contrato Social de este último.
Capítulo VII. La evolución del pensamiento político
205
Esta obra supone ya un tránsito hacia el liberalismo económico. Sin embargo es pionera en la introducción de factores sociales en las concepciones preliberales, justificando cierta intervención
del Estado por razones de justicia y de bienestar público. Defiende
que el gobierno no sólo debe intervenir garantizando la libertad, sino
también prestando luces y auxilios. No parecen justificadas las opiniones que muestran a un Jovellanos individualista.
Como se puede apreciar, la renovación de las estructuras económicas supone abordar el candente tema de la desamortización civil y eclesiástica con la importante carga política subyacente. Pero supone además una reestructuración del funcionamiento de la
economía, lo que origina un auténtico modelo económico preliberal.
4. El modelo económico preliberal jovellanista
Las concepciones económicas jovellanistas se enmarcan en su
modelo global sobre la base moral de la felicidad. En su Elogio de Carlos III ya nos indica que la economía era una ciencia que enseñaba a
gobernar a los hombres y a hacerles felices.159
La felicidad, basada en la ética del deber cumplido, se complementa con los beneficios del progreso que tiende a borrar el espectro de la miseria. Pero, a la vez, sin el progreso de la dimensión moral del hombre es muy difícil que se dé un verdadero avance en la
prosperidad nacional y material del país.160
No debemos buscar una teoría económica pura en Jovellanos,
ni siquiera una economía política general. La mayoría, incluso los
principales escritos, responden a cuestiones concretas, más o menos amplias, a las que se propone desarrollar y dar una solución.
Son estudios eclécticos, en cuyo trasfondo obran siempre los valores éticos.
159
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Elogio de Carlos III. OO.CC. Escritos económicos. Tomo X, Instituto Feijoo, Universidad de Oviedo, K.R.K. Ediciones,
Oviedo, 2008, pág. 675.
160
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: B.A.E. Tomo 87, pág. 11.
206
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Sin embargo, de sus innumerables escritos económicos, se
pueden deducir unas concepciones económicas que abarcan los
principales aspectos de la economía. Las ideas de los más importantes economistas europeos de la época son matizadas y complementadas con sus propias ideas, originando un cuerpo doctrinal de
difícil clasificación.
Para algunos autores ha prevalecido el Jovellanos fisiocrático,
quizá por la época en que vivió y por estar dedicada a la agricultura
su principal obra. Últimamente, algunos autores le incluyen en una
nueva escuela, el postmercantilismo, que se caracterizaría por situar
sus planteamientos teóricos en un sentido liberal y sus aplicaciones
prácticas en sentido proteccionista.
Es evidente que confluyen en Jovellanos elementos mercantilistas, fisiocráticos y del liberalismo clásico. Incluso nos parece acertado situarle en una postura intermedia entre el postmercantilismo
y el liberalismo. Pero no nos parece aceptable que sea liberal en el
plano teórico y proteccionista en el práctico, por el simple hecho de
que es difícil encontrar en el pragmatismo jovellanista un plano teórico. Lo que sucede es que se muestra más liberal en unos asuntos
que en otros, como sucede en el comercio interior, predominantemente liberal, y en el exterior, más bien proteccionista. Por otra
parte, incluso en esa posición, le consideramos más cerca del liberalismo que del mercantilismo, por eso preferimos considerarle
«preliberal» antes que «postmercantilista».
Es cierto que en su obra de más fama: Informe sobre el expediente de la Ley Agraria, aparecen las mayores reminiscencias fisiocráticas. Pero algunas de esas tesis están condicionadas por la naturaleza de dicho escrito, encargado por la Sociedad Económica
Matritense. Por otra parte, aunque considere que la agricultura continúa siendo la principal actividad del país, se opone a la idea de
los fisiócratas de la esterilidad de las ocupaciones no agrícolas. Jovellanos, como Smith, apoya un sistema económico integrado que
incluye, también, la Industria y el Comercio. En el Informe a la Junta
General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes es bien explícito: La grandeza de las naciones ya no se apoyará, como en otro
tiempo, en el esplendor de sus triunfos… ni en el crédito de su gloria. El
comercio, la industria y la opulencia que nace de entrambos son, y pro-
Capítulo VII. La evolución del pensamiento político
207
bablemente serán por largo tiempo, los únicos apoyos de la preponderancia de un Estado.161
Sin embargo, a diferencia de Smith, cree que la riqueza de las
naciones depende más de la riqueza agrícola que de la manufacturera, sin restar importancia a ésta. Esta opinión obedece más a la situación de la economía española que a criterios doctrinales generales. La integración de la producción, también a diferencia de los
fisiócratas, viene complementada por la sustitución de los factores
de producción, elemento acorde con las teorías liberales smithianas.
Por otra parte, Jovellanos se opone también a los latifundios,
que eran apoyados por los fisiócratas. En la Ley Agraria los considera ineficientes y alentadores del absentismo. Pero, además, surge
aquí también su humanismo y en el volumen II de los diarios de Somoza aparece la afirmación: Y he aquí la solución del problema: ¿Por qué
en nuestro pueblo hay muchos brazos sin tierra y en nuestros campos muchas tierras sin brazos? Acérquense unos a otros y todo estará socorrido.162
En los grandes problemas de la política agraria subyace la economía liberal. Su oposición a los mayorazgos y a las amortizaciones
de tierras, aparte de motivos sociales, se basa en móviles económicos. Tales elementos producen el efecto perturbador de sustraer tierras al mercado. Igual criterio liberal subyace en su oposición a los
gremios. Jovellanos protesta contra todas las leyes y reglamentos regulatorios que obstaculizan la iniciativa privada.
Jovellanos reconoce su limitación en algunos temas en su Diario de 7 de agosto de 1795, afirmando: Entonces diré por qué no propuse
la absoluta abolición de todo vínculo y especie de amortización, que creo necesaria, por qué puse algunas a la libre circulación de granos, que creo justa
y otras cosas que pedían los presentes tiempos.163
Su principal obra, El Informe sobre el expediente de la Ley Agraria, es un claro exponente del espíritu liberal que veía la solución de
161
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Informe sobre la libertad de las artes. OO.CC.
Escritos económicos, Vol. 10. Obra citada, pág. 522.
162
POLT, J.H.E.: «El pensamiento económico de Jovellanos y sus fuentes inglesas». Trabajo contenido en «Información Comercial Española», nº 512. Abril, 1976,
pág. 43.
163
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: OO.CC., Vol. VII, obra citada, pág. 417.
208
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
los problemas de la agricultura en la libertad económica. Su influencia posterior fue notable, suponiendo un referente para el régimen de propiedad establecido por las Cortes de Cádiz.
Jovellanos también critica al mercantilismo por haber suprimido las libertades públicas y sacrificar la riqueza privada a la pública así como por basar la prosperidad nacional exclusivamente en
el comercio y la industria.
En muchas otras cuestiones se aprecia su sincronía con las doctrinas del liberalismo clásico. En cuanto al valor se aleja del producto
neto fisiocrático y sigue la teoría del valor de Smith. El trabajo es el
valor real según se deduce de su Informe sobre la Ley Agraria. En otros
escritos, aparte del coste aparece también el valor de cambio.164
El pensamiento de Jovellanos supone un avance sobre las
ideas mercantilistas de Campomanes, con una mayor comprensión
de las relaciones entre dinero, precios y valor. Distingue, como
Smith, precio natural y de mercado, regulado por la oferta y la demanda. Aboga por la libre determinación de los precios y, por tanto,
por la supresión de los monopolios.
La posición de Jovellanos en el comercio resulta también más
liberal que la de Campomanes y más cercana a la de Smith. Propone
la eliminación de restricciones en el comercio interior, que produce
trabas en un régimen de competencia. En el comercio exterior sólo
admite los aranceles protectores de la economía, pero no los meramente fiscales.
En los aspectos fiscales Jovellanos se muestra conservador,
abogando por la moderación de las cargas. Todos están sujetos a los
impuestos, de acuerdo con las facultades económicas de cada contribuyente, según el sistema tributario smithiano.
En consecuencia, es evidente que Jovellanos rechaza el sistema
fisiocrático y que adopta algunos puntos del sistema mercantilista,
en cuanto que también se opone a la fisiocracia. Pero, en general, el
espíritu de libertad y de iniciativa privada impera en la concepción
jovellanista. Y, en cuanto a la naturaleza y el origen de la riqueza, se
164
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Informe sobre la extracción de aceites.
OO.CC. Tomo X. Obra citada, pág. 397.
Capítulo VII. La evolución del pensamiento político
209
encuentra de acuerdo, fundamentalmente, con Smith. Según Prados
Arrarte, la mayor parte de los analistas consideran a Jovellanos
como un discípulo heterodoxo de Smith, tesis que acepta, considerando su doctrina como una aportación original de la época.165
Por supuesto que también mantiene sus diferencias con el liberalismo clásico. Ya hemos analizado muchos puntos de convergencia. Pero podemos decir que Jovellanos no se adhiere ciegamente a la doctrina de las «manos muertas». Aunque el impulso de
las personas se basa en el interés personal, su posición en este punto
es más flexible que la de Smith. Sugiere, en repetidas ocasiones, que
debe oponerse al interés privado los límites exigidos por la libertad
y el humanitarismo. Por eso admite excepciones. La libertad resulta condicionada en ocasiones por las «luces y auxilios». Las diferencias con el liberalismo clásico según Prados Arrarte dejan dispuesta ya la crítica sobre algunos puntos débiles que en el siglo XX recogerá
el neoliberalismo.166
Y, por encima de todo, tal como iniciamos este apartado, no podemos olvidar que todo el ideario económico está edificado sobre soportes morales y de búsqueda de la felicidad. Es así como Llombart
resalta la capacidad de Jovellanos para imbricar su pensamiento económico
con su concepción social, especialmente con la economía y la moral.167
5.
La reforma política.
Las limitaciones al poder de la monarquía absoluta
Todas las reformas preconizadas se revelaban inviables sin una
reforma política. Jovellanos pudo apreciar por sí mismo la dificultad de plasmar en la realidad los proyectos reformistas. El destino
165
PRADOS ARRARTE, Jesús: Jovellanos economista. Taurus, Madrid, 1967, págs.
135-139.
166
PRADOS ARRARTE, J.: Jovellanos economista. Taurus, Madrid, 1967, págs, 79-
93.
167
LLOMBART, V.: Estudio preliminar «Jovellanos, economista de la Ilustración
tardía». En Gaspar Melchor de Jovellanos. Escritos económicos. Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Madrid, 2000, págs. 24-26.
210
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
de su programa agrario y su destierro le hacen ver con mayor claridad la necesidad de una reforma política que limite el poder en la
monarquía absoluta.
Esta evolución hacia el liberalismo se aprecia también en el papel que asigna a la opinión pública que, según él: Juzga todos los actos del gobierno y de aquí la generalidad de su influjo. Decide a favor de estos actos para apoyarlos o en contra para debilitarlos y resistirlos. Aunque
se trata de una opinión pública restringida al pueblo ilustrado, se
aprecian claramente las tendencias liberales de control del poder y
del derecho de resistencia.168
Pero donde aparece más patente la necesidad de reestructuración política es en la carta dirigida en 1795 al doctor Fernández de
Prado, profesor de la Universidad de Oviedo. Dicha carta constituye
un fiel reflejo de su periodo de transición hacia el liberalismo. Un periodo de avance por un camino de dudas. A la luz de la división de
poderes de Montesquieu, plantea cuestiones demasiado importantes para ser olvidadas: ¿Dónde reside esencialmente la soberanía y cómo?
¿Si la potestad legislativa, la ejecutiva y la judicial están refundidas enteramente en una sola persona y sin modificación y sin límites? ¿O si reside
alguna parte de ellas en la nación o en sus cuerpos políticos? ¿Cuáles son
los derechos de las Cortes, de los tribunales, de los magistrados...?169
Esta carta presenta una gran importancia para desvelar el
pensamiento político de Jovellanos. Parte de una base repetida en
numerosas ocasiones, referente a la pérdida de la Constitución histórica. La no existencia de una constitución que se conozca deja sin
respuesta toda esa serie de preguntas.170
168
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Borrador de reflexiones sobre la opinión pública (1790-97) OO. CC. Escritos políticos. Vol. XI. Obra citada, pág. 18.
169
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Carta al Dr. Prado de 17 de diciembre de
1795. OO.CC. Vol. XI. Obra citada, pág. 837.
170
Se ha subrayado la importancia de esta carta para señalar el esbozo de la
constitución histórica que empieza a identificar con las Leyes Fundamentales. De
hecho el concepto de constitución ya había sido empleado por Jovellanos en numerosas ocasiones. No cabe duda de que, a falta de leyes, se refería a una constitución material basada en las costumbres y tradiciones. No obstante, muy pronto
la comienza a relacionar con legislación como los codicilos primitivos, los fueros e
4. John Locke
Wrington (Inglaterra), 29-8-1632 – Essex (Inglaterra), 28-10-1704.
Dentro de las influencias inglesas, destaca el empirismo y liberalismo de Locke.
A través de él, Jovellanos se introdujo en el liberalismo inglés, enfrentado al absolutismo. Sin embargo, al igual que Rousseau, también fue objeto de críticas,
al rechazar Jovellanos la base contractual del poder.
Capítulo VII. La evolución del pensamiento político
213
Pero las preguntas planteadas, además de entrar de lleno en
el campo de la teoría del Estado, reflejan claramente la evolución de
Jovellanos en este periodo de transición. De ella se desprende que
ya empieza a reconocer el límite de las potestades de la monarquía.
Incluso se plantea la cuestión referente a dónde reside la soberanía,
tema que constituye un elemento central de su doctrina constitucional, que no llegó a completar hasta el último año de su vida. Se
refiere también a las Cortes, que siempre considera como un elemento central para controlar al poder. Y se refiere, también, por último, a la necesidad de plantear los derechos y obligaciones, tanto
de los que obedecen como de los que mandan.
Pero, ¿cuál era el camino a seguir? El incipiente liberalismo, entre el que se encontraban sus amigos de Salamanca, especialmente
Quintana, se va inclinando hacia el rupturismo, abogando por una
constitución de nuevo cuño que limite el poder del monarca y dé una
mayor participación a las clases populares, abriendo la puerta al liberalismo.
Y aquí nos encontramos de nuevo con la constante obsesión de
Jovellanos, derivada en buena medida de sus temores al poder popular. Su oposición al principio de soberanía popular que defendían
los jacobinos le lleva al rechazo de una constitución basada en un
contrato social.
Toda la lucha ideológica de Jovellanos con los liberales radica
en la pugna entre la «concordia de objetivos» y la «divergencia de
medios». Jovellanos rechazaba la violencia de la Revolución francesa,
pero no los principales valores de la misma, como se demuestra al
mostrarse de acuerdo con la Constitución francesa de 1791, en carta
dirigida a Jardine, Cónsul inglés en La Coruña, en la que le dice que
España debe aspirar a un gobierno del estilo del inglés o, por ejem-
incluso con alguna de las leyes que se citan en esta carta como las Partidas. Además, se puede apreciar en él una posición oscilante, separando, en algunos casos,
la constitución y las leyes y considerando, en otros, que el conjunto de ambas formaba la constitución. No obstante, es evidente que, al avanzar la legislación, se fue
imponiendo la idea de una constitución basada exclusivamente en las Leyes Fundamentales, que acaban tomando su máxima expresión en la constitución gaditana.
214
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
plo, a una constitución cual la que juró Luis XVI en 1791.171 Y no sólo
aprobaba una constitución monárquica, sino que parece que también
pudo elogiar la Constitución francesa de 1795 en su Diario de 26 de
noviembre de 1795, al ser más moderada que la de 1793: Largo paseo
por el Arenal y la carretera, leyendo la Constitución francesa que me pareció admirable.172 Dada la fecha, parece probable que se refiera a la
Constitución francesa del año III más moderada que la de los jacobinos de 1793.
Parecidas ideas sustentaba Alcalá Galiano, de tendencia republicana, a quien la violencia de la Revolución francesa le hizo cambiar de opinión. Igualmente muchos «patriotas liberales» se acabaron convenciendo de que la libertad y la igualdad podían existir
también en una monarquía.173
Todo ello le conduce a intentar armonizar progreso y monarquía por medio de un modelo no contractual de la sociedad basado
en una identidad entre la naturaleza humana y las formas de sociabilidad. La consolidación histórica de ese modelo social le hace posible deducir las formas efectivas de organización de la monarquía
española, la Constitución histórica de la misma. El historicismo le facilita la solución. Las transformaciones requeridas se lograrían a través de una constitución histórica adaptada a los nuevos tiempos que
sirvieran de recambio al Antiguo Régimen.
Las reformas alcanzan también a la legislación. Jovellanos fue
el impulsor de la Reforma Jurídica que no pudo completar por su
prisión. En la fase ilustrada, Jovellanos, como otros representantes
de la Ilustración (Olavide, Mayans, Lardizábal, Foronda…), habían
propuesto poner fin al gran entramado generalizado por una jurisprudencia casuística, elaborando códigos con las leyes. Tales códigos facilitaban la aplicación de la ley. Pero Jovellanos, en un claro
171
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: «Carta a Alexander Jardine» de 21 de
mayo de 1794. OO. CC. Vol. VI. KRK Ediciones, págs. 635-36.
172
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: OO. CC. Diario. Vol. VII. KRK Ediciones,
pág. 488. Parece más probable esté leyendo la nueva constitución que releyendo la
de 1791, cuatro años más tarde.
173
HERR, Richard: Obra citada, pág. 265.
Capítulo VII. La evolución del pensamiento político
215
tránsito hacia el liberalismo en el campo jurídico, les da mayor alcance, proponiendo esa racionalización no solo por ese motivo, sino
también para asegurar con ello la libertad política y civil de los ciudadanos.174
Con este planteamiento llegaba al final de su período de transición a finales de siglo. Aún tuvo bríos en su fugaz etapa ejecutiva
en la Secretaría de Gracia y Justicia para presentar un programa concreto de reforma de la educación y para dirigir a Carlos IV una Representación en contra de la Inquisición. El fracaso de no poder ver
sus planes hechos realidad, incluso desde el mismo poder, le acompañó hasta la prisión de Mallorca, donde aún tuvo fuerzas para realizar su Memoria sobre la educación con la que despedía su período
de transición.
Al recobrar la libertad se encuentra con la ocupación francesa
y el empuje de las nuevas corrientes liberales. Enseguida su prestigio le llevó a liderar el cambio desde la Junta Central. Allí, combinando el pensamiento y la acción ejecutiva, desarrolla una nueva
etapa que supone la última fase de su evolución ideológica.
174
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria en defensa de la Junta Central. Clásicos asturianos del pensamiento económico. Junta General del Principado de Asturias, Oviedo, 1992, Tomo I, pág. 10.
Capítulo VIII
La evolución hacia
el modelo constitucional final
1. El modelo historicista inicial. La Constitución histórica
La última etapa de Jovellanos coincide con sus dos años como
vocal de la Junta Central en plena Guerra de la Independencia y con
su año final de retiro en Galicia, donde ajustó definitivamente su modelo constitucional. Su corta duración (1808-1811) la hace quedar relegada como un mero epílogo de su etapa ilustrada. Creemos, incluso, que en la historiografía no se le ha dado la importancia que
merece. Ha comenzado a ser rescatada, en buena medida, por los tratadistas de Derecho constitucional.
Sin embargo, esta última etapa es probablemente la más ideológica de su obra y en la que se aprecia un mayor contenido de documentos doctrinales que pretenden imponer las ideas jovellanistas
en la acción política de la Junta Central y en su Memoria final. La
nueva situación hacía coincidir dos crisis. A la crisis constitucional
precedente que reflejaba la necesidad de limitar la monarquía ilustrada se superponía otra crisis de soberanía, derivada de la ocupación francesa. La creación de la Junta Central constituía una mera solución de emergencia que solucionaba transitoriamente esa crisis de
soberanía. Pero, al intentar configurar la solución final, se planteaba
el problema del modelo constitucional que se había de adoptar.
En el seno de la Junta, envueltos en el velo común del patriotismo, se manifestaban tres tendencias. Los reaccionarios pretendían
218
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
simplemente la restauración de la monarquía ilustrada; los liberales
proponían instaurar una monarquía constitucional de base popular
y Jovellanos propugnaba instaurar una monarquía reformada, basada en su modelo historicista, mediante la reforma de la constitución histórica.
Jovellanos pretendía una reforma de la monarquía que limitara
su poder, pero ha quedado patente que su temor a las revoluciones
violentas le llevaba a elegir la reforma sobre la ruptura. Ruptura, revolución popular y democracia constituían tres conceptos unidos a
sus ideas de temor y de aversión. Estaba claro su rechazo a los reaccionarios. Pero, aunque coincide con los objetivos de los liberales,
su idiosincrasia no le permitía aceptar una constitución de base popular basada en el pacto social. Esto le conduce a sustentar la nueva
monarquía en la reforma del modelo histórico tradicional.
Jovellanos negaba poder constituyente al pueblo, sustituyéndolo por el poder estatuyente de la historia. Continuaba considerando a la monarquía como un modelo social natural que no requería una base contractual. De esta forma, el iusnaturalismo seguía
patente en su última fase. Y, a la vez, prolonga su historicismo ilustrado hacia el mundo liberal.
La solución la encontró en la reforma de la constitución histórica.
Es cierto que no existía un texto constituyente formal propiamente dicho. La llamada constitución histórica englobaba textos legales y costumbres. Jovellanos se apoya en ellos, principalmente en las Partidas, el
Espéculo o el Fuero Viejo de Castilla, para buscar la legitimidad de sus
soluciones, incluso en el debate constitucional que tuvo lugar en la
Junta Central, hasta tal punto que una de las primeras actuaciones que
propuso consistía en la recopilación de las Leyes Fundamentales.
Esta Constitución histórica representa el fundamento de su
doctrina constitucional. En ella basa sus razonamientos para fundamentar la legitimidad de las juntas, para la restauración de las
Cortes, así como para definir la forma de constituirse. De esta forma
esta vía para la renovación de la monarquía, basándose en la «reforma de la constitución histórica» le llevaba al antagonismo con los
liberales que pretendían una «nueva constitución popular».
En la difícil situación planteada por el carácter transitorio de
la soberanía en manos de las juntas, el sector reformista-liberal man-
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
219
tenía dos objetivos esenciales. Por una parte la solución de la situación de interinidad dando salida a los órganos transitorios creados,
entre otros la propia Junta Central. Y, por otra parte, adoptar una solución conducente a impulsar los valores liberales. Sólo había dos soluciones. Jovellanos se inclinó por la reforma, los liberales lo hicieron por la ruptura.
En ese sentido, como afirma Sarasola: Jovellanos era contrario a
los postulados revolucionarios liberales, pero se acercaba al historicismo liberal ilustrado de alguno de los autores británicos más relevantes, concretamente Hume y Burke.175 Con esto mantenía claras diferencias con lo
sucedido en Francia, en la que el sector historicista fue derrotado en
la Asamblea.
Por eso le cuadra perfectamente la opinión que Nieto Soria
aplica a los políticos historicistas, contrarios a la ruptura: Estaban en
condiciones de aceptarse como revolucionarios por los resultados, pero
nunca por el procedimiento.176
Apartándose de Rousseau, Jovellanos, con su historicismo,
consideraba a la monarquía en una concepción histórica y social,
ajena a todo contractualismo y a la consideración natural del hombre. Portillo lo expresa de esta manera: se mostraba una idea de la monarquía como la forma histórica de consolidación de un modelo social que
no requería el presupuesto ni de una idea contractualista, ni de otra de derechos poseídos por un hombre estrictamente natural.177
La evolución histórica de la legislación ha ido conformando el
tronco constitucional español. Y, de esa manera, las Leyes Fundamentales pasan a convertirse en la Constitución histórica. En los escritos oficiales de Jovellanos, en el primer periodo, se puede apreciar
175
FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio: Poder y libertad. Los orígenes de la responsabilidad del Ejecutivo en España (1808-1823). Centro de Estudios Políticos y constitucionales, Madrid, 2001, pág. 303.
176
MANUEL SORIA, José: Medievo constitucional. Historia y notas políticas en los
orígenes de la España contemporánea (1750-1814). Ediciones Akal, Madrid, 2007, pág.
126.
177
PORTILLO, J. M.: Revolución de nación. Orígenes de la cultura constitucional de
España, 1780-1812. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000.
Pág. 78.
220
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
claramente el contenido historicista en su planteamiento, así como
en las concepciones de la soberanía del Rey, Cortes estamentales, distribución de poderes. Todo amparado en el manto de la constitución
histórica.
Para Jovellanos, las Leyes Fundamentales, que reflejaban el
equilibrio entre el rey y el reino, constituían la Constitución histórica.
Su teoría constitucional había ido evolucionando, al final de la época
ilustrada, desde una consideración meramente legitimista hacia un
sentido preceptivo formal. En su última etapa, las equipara a una auténtica constitución. Por eso reacciona contra los que en la Junta Central propugnaban crear una nueva constitución.
El objetivo de una constitución renovada conduce a la revitalización de unas Cortes representativas. En ellas parece radicar la solución. Como afirma Portillo: por esa tesitura, las Cortes fueron consideradas por los diferentes sectores liberales como el único sujeto capaz de
encauzar la crisis en términos constitucionales.178 Y, en ese sentido, la convocatoria a Cortes, sentimiento latente en el período ilustrado, se
convirtió en tema ineludible y apremiante en el Jovellanos de la Central. Constituyó, además, un asunto recurrente en la copiosa correspondencia con Lord Holland, calificado, entre ellos, como el
grand affaire.179
En esta última etapa, Jovellanos sigue mostrando sus características de variedad y dispersión de los documentos, tanto de naturaleza privada como pública.
El ideario de Jovellanos quedó plasmado en las numerosas
consultas y dictámenes que efectuó en el largo proceso conducente
a la convocatoria de Cortes. Se puede apreciar, incluso, en la mayoría de las disposiciones publicadas, donde dejó su impronta. Y en su
copiosa correspondencia política en busca de luces para resolver los
problemas constitucionales.
178
PORTILLO, J. M.: Obra citada, pág. 162.
Una muestra representativa de dicha correspondencia se contiene en la
recopilación de Julio SOMOZA: Cartas de Jovellanos y Lord Vassall Holland sobre la Guerra de la Independencia 1808-1811. Ed. de Julio Somoza. Madrid, 1911. Citada en MORENO ALONSO, La forja del liberalismo en España.
179
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
221
En todo caso, en la ideología política subyacente a su actuación
en la Central, se aprecian dos fases claramente definidas. En la primera,
hasta mediados de 1809, impera el historicismo. En la segunda el historicismo se completaba con el modelo constitucional británico.
2. La fase historicista en la Junta Central
En el aspecto práctico, la aplicación de la constitución histórica
comportaba dos grandes actuaciones. La necesidad de reunir las
Cortes para reformar el Antiguo Régimen era compartida por los liberales, con los que hacía en este punto causa común frente a los absolutistas. En cambio, en la forma de constituirse surgían las divergencias. Los liberales propugnaban unas Cortes Constituyentes con
una única cámara popular electiva. En cambio, Jovellanos y los reformistas defendían unas Cortes estamentales históricas con tres cámaras para la nobleza, el clero y el pueblo.
En esta controversia ideológica-legal se fueron sucediendo
los documentos inspiradores y los decretos ejecutivos donde se reflejaba el pensamiento de Jovellanos, personaje clave en la Comisión
de Cortes.
Ya a poco de constituirse la Junta Central, Jovellanos desde la
Comisión de Reglamento presenta el Dictamen del autor sobre la situación del gobierno interino (octubre de 1808), que no constituía solamente un simple proyecto de reglamento, sino un documento justificativo de las funciones de las juntas en el sector patriótico. Al final
no fue aprobado, pero es importante subrayar que, apoyándose en
las Partidas y el Espéculo, Jovellanos propone una convocatoria de
Cortes para la instauración de un Consejo de Regencia, que habría
de desempeñar principalmente el poder Ejecutivo, pero con participación en las tareas legislativas y judiciales. La Regencia debería
tener el voto suspensivo, a diferencia del rey, que debería tenerlo absoluto. Es de destacar que con este documento Jovellanos se convierte en el primer político que solicita una reunión de Cortes, tema
que tuvo continuidad desembocando en las Cortes de Cádiz.
El tema de la reunión de Cortes fue retomado en mayo de 1809.
Desde entonces se inicia una pugna entre Jovellanos y el sector li-
222
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
beral (con la destacada figura de su gran amigo Quintana), sobre su
forma de constituirse.
Aparte de las controversias internas, la evolución del tema estuvo también influenciada por los ambientes externos derivados no
sólo del ambiente liberal180 sino, de manera muy importante, por la
influencia de otro gran amigo, Lord Holland, el cual, además de su
incesante relación epistolar, estaba presente en Sevilla en aquellas circunstancias.181
La convocatoria originó el primer documento de Jovellanos: Dictamen sobre la minuta del decreto de Convocatoria a Cortes,182 en el que contrarresta el contenido fuertemente liberal y constituyente de la minuta
redactada por Quintana en la Secretaría de la Junta. Jovellanos se inclina claramente por la representación estamental, asegurando a cada
uno de los tres brazos la parte que antes tenían en ella.
Pero Jovellanos quiso dejar aún más clara su postura redactando la Consulta sobre la convocatoria de las Cortes por estamentos,183
que constituye, sin duda, el documento más importante de esta
fase historicista. En él se mantiene fiel a la Constitución histórica
como medio para limitar los poderes del Monarca, objetivo que se
habría de alcanzar con la convocatoria a Cortes.
180
La corriente liberal externa adquiría su máxima expresión en el Semanario patriótico de Quintana y Blanco, cuyo traslado desde Madrid había sido autorizado por la Junta Central.
181
Eran constantes las manifestaciones de Lord Holland sobre dos temas que
consideraba capitales: la libertad de imprenta y la convocatoria de Cortes. Incluso
unos días antes de efectuarse la convocatoria le escribió a Jovellanos: No tarden Vms.
a anunciar las Cortes y, si es posible todavía acelere la celebración de ellas. Carta de Lord Holland a Jovellanos de 21 de mayo de 1809. Edición de Julio Somoza y García Sala. I.
186. Ver M. MORENO ALONSO: La forja del liberalismo en España. Obra citada, pág. 220.
182
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Dictamen sobre la minuta del decreto de Convocatoria a Cortes (mayo de 1809). OO. CC. Tomo XI. Escritos políticos. Obra citada,
pág. 181.
183
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Consulta sobre la Convocatoria de las Cortes por estamentos. OO. CC. Vol. XI, Escritos políticos. Obra citada, pág. 697. De
acuerdo con sus ideas, Jovellanos había propuesto que por la Junta de Legislación
se hiciera una recopilación de las que se consideraban leyes fundamentales, la cual
habría de constituir la base de la nueva constitución.
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
223
Su idea de la Constitución histórica le hace oponerse a los que
hablan de hacer una nueva constitución al interrogarse: ¿Por ventura
no tiene España su Constitución? ¿Qué otra cosa es una constitución que
el conjunto de leyes fundamentales que fijan los derechos del Soberano y de
sus súbditos?184
Aunque la plenitud de soberanía reside en el monarca, su poder no es absoluto, sino limitado por las leyes en su ejercicio, y allí donde
ellas le señalan un límite empiezan, por decirlo así los derechos de la nación.185
En su opinión: Menos se puede decir que los monarcas de España
son absolutos en el ejercicio del poder legislativo.186 El sabio Marina lo atribuyó a nuestros reyes, yo, en mi memoria, lo atribuyo también a nuestras
Cortes. Desde luego presupongo que el poder legislativo es divisible, a diferencia de la soberanía que no lo es.187
Las Cortes intervienen en la realización de las leyes y, aunque
el Monarca tiene la sanción, existe un poder legislativo compartido
que actúa de contrapeso a la soberanía Real.
Jovellanos llega a la siguiente conclusión: Dedúcese de todo ello que
la única y mejor garantía que tiene la nación española contra las irrupciones
del poder arbitrario residen en el derecho de su llamado a Cortes.188 Por ello
propone la convocatoria a Cortes a las que: Serán llamados los diputados del clero y la nobleza, en representación de sus estamentos, así como los
procuradores de las ciudades para la de sus concejos, que, en la primera Junta
del Reino se guardará, en cuanto sea compatible con las circunstancias actuales, la costumbre antigua, entre tanto que se medita y se propone a las mismas Cortes un mejor arreglo de la representación nacional.189
Jovellanos se define por la Constitución histórica, la representación estamental de tres brazos en las Cortes y la soberanía como un
184
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria en defensa de la Junta Central.
Tomo II. Apéndice 18. Consulta sobre la convocación de las Cortes por estamentos. Pág.
122.
185
Ibíd., pág. 115.
186
Ibid., pág. 115.
187
Ibid., págs. 230 y 231.
188
Apéndice 18 citado. Pág. 116.
189
Ibid., págs. 124 y 125.
224
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Derecho Real que no se puede separar. Aparecen, sin embargo, algunos nuevos elementos que Jovellanos había ido incorporando en el período de transición. Considera que las tres funciones legislativa, ejecutiva y judicial tienen límites derivados de los derechos de la Nación
que deben recobrarse. Resalta también la necesidad de huir del despotismo y seguir la razón y la voluntad nacional.
En el primer conflicto se impone el dictamen de Jovellanos sobre las propuestas radicales de Quintana. El decreto de convocatoria se inclinaba por la solución historicista, pero sin especificar la
forma de constitución de las Cortes: que se restablezca la situación legal y conocida de la monarquía en sus Antiguas Cortes, convocando las primeras en todo el año próximo o antes si las circunstancias lo permitieran.190
Todos los elementos de la convocatoria se dejaban para el estudio de
una Comisión de Cortes y de una Consulta a las instituciones y personalidades.
La correspondencia muestra también el vacío existente en los
elementos de la convocatoria. En carta de 26 de mayo de 1809, Lord
Holland le insta a seguir adelante, porque, con todo, no se acabó su trabajo, se ha de reflexionar muy despacio sobre el modo de elegir y de tenerlas.191 Jovellanos pide toda clase de informaciones y libros, petición
que es atendida, enviándole Holland información sobre el constitucionalismo inglés.
No obstante, antes de la evacuación de estas consultas, ya un
dictamen de Jovellanos especificaba claramente la forma de reunión
de Cortes. Basándose en un análisis de la evolución histórica, el Dictamen sobre el anuncio de las Cortes, de 22 de junio de 1809, determina:
La comisión se inclinó a la primera de estas formas (se refería a los tres brazos eclesiástico, militar y civil o popular), estimándola como la más propia
y conforme a la esencia de la monarquía española.192
190
Véase el documento nº 1 del Libro
IX
de la obra de Toreno citada, pág.
1268.
191
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Carta de Jovellanos a Lord Holland. OO.CC.
Vol. XI, obra citada, pág. 869.
192
Documento número XI del Apéndice a la obra de Jovellanos citada. Pág.
109.
1. Constitución de Inglaterra, de J. L. Lolme
Portada de la traducción que hizo Juan de la Dehesa, en 1812, del libro de De
Lolme sobre la Constitución inglesa. Es una de las obras consultadas por Jovellanos al adoptar el sistema inglés en su último modelo constitucional.
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
227
Pero las leyes históricas no eran inmutables para Jovellanos.
Hemos visto anteriormente como los proyectos planteados, como el
de los brazos estamentales, no constituían su versión definitiva,
sino el paso legal previo para acudir a formas más avanzadas, en las
que se perfeccionara la representación en Cortes y se limitaran los
poderes de la monarquía. Las alteraciones tenían un límite. No era
admisible la ruptura de la Constitución, sino solo su reforma.
Una vez más, Jovellanos da a entender que esta solución tiene
solamente carácter provisional al afirmar: Que por este dictamen relativo a las próximas primeras Cortes solamente, no intenta prevenir el que
podrá formar en adelante, cuando se trate de perfeccionar la representación
nacional para las Cortes ulteriores.193
De igual forma, Jovellanos introduce sus ideas en la Consulta
al país y en la Junta de legislación. El primer punto político de la
Consulta al país se refería a los «Medios para asegurar la observancia de las Leyes Fundamentales».194 Y, en las instrucciones que Jovellanos da a la Junta de legislación, se contiene en su punto segundo
Fijar un «Código legal de España» sobre la base de las leyes fundamentales y positivas del Reino, especificando que no se trata tanto de dar nuevas leyes, sino de mejorar las establecidas.195
Por consiguiente, en esta primera fase del proceso de convocatoria, prevaleció el sentido reformista de Jovellanos sobre los planteamientos rupturistas de Quintana y Calvo de Rozas, que se apartaban de la legislación histórica española. Todos los documentos
muestran claramente esta posición historicista que ya no se limita a
las Cortes castellanas. La Consulta se amplía a la de los otros reinos
hispánicos. Se trataba de restaurar la representación nacional que había sido desvirtuada. Y, para ello, procedía aplicar la Constitución
histórica con unas Cortes estamentales, en las que los diferentes estamentos actuaran como elementos equilibrantes.
193
Véase el documento número XI del Apéndice a la citada obra de Toreno.
Francisco Tomás y Valiente considera muy probable que fuera Jovellanos
el introductor de este punto, obviando todo conato de pretensión constituyente.
Véase «Génesis de la Constitución Española» I. Anuario de historia del derecho español. Tomo LXV, 1995, pág. 73. FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio, O.C., pág. 240.
195
ARTOLA, Miguel: La España de Fernando VII. Obra citada, pág. 318.
194
228
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Jovellanos compartía las ideas de Martínez Marina en El Ensayo. En la monarquía castellana se encontraba un cuerpo de representación política con un funcionamiento regular, aunque de carácter consiliario, principalmente en los primeros tiempos.
Considera que, a partir del siglo XII, la representación de los diputados de los pueblos en las Cortes constituye la auténtica representación nacional. Esta incorporación del pueblo era también señalada por Jovellanos en su dictamen: Desde aquel tiempo hallamos ya
que los procuradores de los concejos, como representantes del pueblo, asisten constantemente a las Cortes.196 Con esa participación del pueblo se
le daría protección y se le aseguraría una fuerza que refrenaría la prepotencia de la nobleza y el clero.
La evolución posterior de Martínez Marina en la teoría de las
Cortes, adelantada en alguna medida en El papel muestra ya claras
divergencias con Jovellanos. Marina se mostró crítico con él, negando que los brazos privilegiados fueran esenciales en la constitución histórica. En este punto es necesario considerar que Martínez
Marina sólo estudió la monarquía castellana, mientras que Jovellanos se refería a todas las monarquías hispánicas. En todo caso, Marina negaba que la representación estamental fuera consustancial con
la monarquía.
La postura de Marina en la teoría de las Cortes se alejaba de
la de Jovellanos. Una representación nacional debe basarse en un
acuerdo constitucional. El pacto que preconiza es de los pueblos con
el rey y no de las Cortes, como defendía Jovellanos, por tanto, sin derecho especial de los estamentos privilegiados. No se trata de buscar una constitución histórica, sino de hallar el sujeto que debería reformar constitucionalmente la monarquía: el pueblo.
Los otros dos grandes liberales asturianos del momento, Flórez Estrada y Canga Argüelles, se mostraron también críticos con Jovellanos e incluso Flórez Estrada bastante más radical. Para éste, la
Constitución nace con el pacto constitucional, por consiguiente no
hay ninguna constitución histórica. Su proyecto de Constitución, en-
196
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Dictamen sobre la convocación de Cortes por
estamentos. Documento número XII de la citada Memoria, pág. 118.
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
229
viado a la Junta Central en 1809, guiado por los principios de libertad, igualdad jurídica, legalidad y equilibrio de poderes, estaba basado en la Nación, en su concepción liberal. A su vez, Canga Argüelles, en su obra sobre las Cortes de Castilla, se muestra enérgico
contra el pernicioso efecto de los estamentos y defiende también la
idea de que no hay ninguna constitución histórica que reponer, sino
un cuerpo político popular, capaz de crear un marco constitucional.
Es comprensible que los conceptos historicistas de Jovellanos
levantaran las críticas de sus propios paisanos asturianos y de otros
liberales amigos. Sin embargo, como afirma Salustiano de Dios: La
ideología que se aprecia en el decreto y en los escritos contemporáneos de Jovellanos está muy lejos de posturas absolutistas en mengua de cualquier innovación.197
En esta primera fase se impusieron los postulados reformistas
de Jovellanos sobre los rupturistas de Quintana y Calvo de Rozas.
No obstante, parecían advertirse las primeras señales evolutivas. Jovellanos consideraba posibles reformas ulteriores. Además, la influencia inglesa en la propia ciudad de Sevilla era cada vez más importante.
3. La fase introductoria de la Constitución británica
En la segunda mitad del año, comienza el segundo periodo. Se
intensifican las influencias británicas que acaban complementando
su historicismo, tomando partes del modelo constitucional británico.
La circulación privada de las Insinuaciones sobre las Cortes del
Dr. Allen, erudito histórico amigo de Lord Holland, a principios de
junio, supuso un punto de inflexión. La idea principal del plan
Allen consistía en unas Cortes con dos cámaras, una para el clero y
nobleza y otra para los comunes. Estas propuestas constituyen,
desde entonces, el tema principal de la correspondencia. A Jovella-
197
DIOS, Salustiano de: «Corporación y nación. De las Cortes de Castilla a las
Cortes de España». En De la Ilustración al liberalismo. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1995, pág. 260.
230
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
nos le parecen aceptables, en principio, pero pide nuevas informaciones y expresa sus dudas sobre la posibilidad de implantarlas y la
necesidad de cumplir la legislación histórica.
Se planteaba el interrogante de la forma de convocar las Cortes y la dificultad e inconveniencia de Saltar sobre la forma antigua en
la primera reunión, así, reconocía que en estas primeras Cortes no serán
grandes las alteraciones, por lo mismo que, la perfección de la representación no debe ser obra nuestra, sino suya.198
Es precisamente en esta nueva etapa cuando se plantea más
decididamente un acercamiento al sistema inglés. Jovellanos está
conforme con el plan Allen con dos cámaras y un representativo número de diputados en la Cámara popular, pero manifiesta aún dudas sobre diversos aspectos organizativos. Se propondrá ese plan u
otro mejor si lo hubiere. Y, en aras de la legalidad, las primeras Cortes de nada tratarán primero que de arreglar la representación para
las sucesivas. En el mes de julio aún les pide el resultado de sus meditaciones sobre la materia.199
La influencia inglesa fue calando cada vez más. A finales de octubre Jovellanos comunicaba a Holland: Está acordado que concurran
los tres brazos, cómo hemos de deliberar, esto es si en una, dos o tres cámaras,
no.200 Pocos días después, el 28 de octubre, se aprobó el decreto de
convocatoria para el primer día de 1810. Dejaba sin resolver la composición y organización de las Cortes.
El decreto de 28 de octubre 1809 es especialmente significativo
y marca un punto esencial en la evolución ideológica de Jovellanos.
Por primera vez no es Jovellanos el artífice único. Constituye un decreto de integración con los liberales, llegando incluso a acceder a
198
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: «Cartas» núms. 1881 y 1884 de 3 y 5 de
junio de 1809, respectivamente. OO. CC. Edición de CASO GONZÁLEZ, J. M., Oviedo,
1990.
199
Estas opiniones y ruegos están contenidas en las cartas cruzadas entre el
7 de junio y el 15 de julio de 1809. En la carta de 11 de junio les llega a pedir alumbramiento, sobre todo en cuanto a las ventajas con que esta reunión se pueda presentar a las
clases privilegiadas y aquellas que tendrá el pueblo para no temerla.
200
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Carta de Jovellanos a Lord Holland, núm.
1967 de 23 de octubre. OO. CC. de Jovellanos. KRK Ediciones, Vol. XI, pág. 890.
2. Comentarios sobre las Leyes de Inglaterra, de Blackstone
La obra de William Blackstone destaca la doctrina de la balanza equilibrada, contenida en las Leyes inglesas. Este equilibrio entre las dos cámaras parlamentarias constituyó un factor importante para que Jovellanos adoptara este sistema
en su último modelo constitucional.
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
233
que Quintana incluya un preámbulo doctrinal liberal, con palabras,
en buena medida, análogas a las que había rechazado en mayo. Se
trata de unas Cortes que no intentan restaurar lo viejo, sino de poner las bases constitucionales que eviten nuevas arbitrariedades del
poder y creen una representación nacional tan completa y suficiente
como debe y puede ser. Según Vilches, en la redacción de este preámbulo intervino la «Junta Chica»: Aquellos liberales de la Junta Chica,
entre los que estaban ya los asturianos Argüelles y Flórez Estrada, ya no
eran los protegidos de Jovellanos, sino sus aliados.201
Al fin, Jovellanos, en carta de 6 de diciembre, informa de que,
a pesar de que el mayor número de los consultados se inclinaba por
la Cámara única, la comisión ha adoptado y propondrá las dos.202 Parece evidente que la clara preferencia por la Cámara única, no sólo de
los consultados, sino también de importantes organismos en el seno
de la Junta Central, ha debido inducirle a buscar una solución intermedia, ya que Jovellanos no estaba dispuesto a prescindir de los brazos privilegiados, por no faltar a la justicia y a la prudencia política.
El sistema inglés, que los admitía, le ofrecía una buena solución.
El documento de Jovellanos Exposición sobre la organización de
las Cortes y el subsiguiente Dictamen de la Comisión de Cortes que
acompaña las convocatorias por estratos (18 de enero de 1810), suponen
la culminación de su evolución ideológica con la adopción de un
nuevo modelo constitucional. Sin abandonar su base historicista se
inclinaba por una solución intermedia. Abandonaba el sistema tricameral adhiriéndose al bicameral. En este caso, la firmeza de sus posiciones legales cedió al pragmatismo, estableciendo un sistema
que no estaba previsto por la Constitución histórica.
Ante la evolución del conflicto y la influencia inglesa, Jovellanos se inclina por esta solución intermedia. La nobleza y el clero
forman una cámara separada y en la otra se reunirán los diputados
del pueblo. Admite una disminución de los privilegios pero no la
201
VILCHES, Jorge: Liberales de 1808. Gota. Fundación 2 de mayo, nación y libertad, pág. 197.
202
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Carta núm. 1979 de 6 de diciembre de
2009. Obra citada, pág. 894.
234
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
desaparición de un estamento separado. La reunión en una sola cámara de los brazos privilegiados no sólo evita la multiplicación de
cuerpos deliberantes sino que, al reunirse en la misma intereses diferentes, supondrá un freno contra los privilegios ambiciosos. Se
debe mantener un estamento separado colocado entre el pueblo y el
trono que actúe como balanza equilibrada. Así es como se puede establecer y afirmar la balanza política en una constitución monárquica.203
La Cámara de Dignidades actuaba de contrapeso a la Cámara
popular. Este sistema suponía un elemento esencial para Jovellanos
por el temor a una cámara que degenerara en democracia revolucionaria. Estaba dispuesto a suprimir una cámara, pero no a pasar
por una cámara única. La Constitución inglesa le ofrecía la solución.
Vemos cómo, en el último periodo, el historicismo se completa con
el modelo constitucional inglés. La operación resulta facilitada por
el hecho de que el modelo inglés presentaba también componentes
historicistas.
Tras duras pugnas, al final Jovellanos parecía lograr su objetivo.
El último decreto de la Junta Central sobre la Celebración de Cortes
(29 de enero de 1810) imponía a la Regencia que la sustituía la celebración de Cortes por el modelo bicameral. Representación estamental y bicameralismo constituían los ejes del decreto que integraba
tendencias historicistas españolas y constitucionalismo inglés.
Como afirma Cuenca, tal mixtura o compromiso… se atribuiría,
posteriormente a la propia evolución de su principal inspirador, Jovellanos,
que ciertos autores actuales llevan incluso a los límites del doceañismo radical.204
Resumiendo, vemos cómo en el segundo y último período, el
historicismo se complementa con el modelo constitucional inglés.
Este modelo se derivaba de las lecturas de autores franceses (Montesquieu), y especialmente ingleses (Locke, Hume, Blakstone). Pero,
203
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Exposición sobre la organización de las Cortes, documento contenido en Memoria en defensa de la Junta Central. Clásicos Asturianos del Pensamiento Político. Junta General del Principado de Asturias. Tomo II.
Apéndice nº 15. Oviedo, 1992, pág. 144.
204
CUENCA TORIBIO, J.M.: Obra citada, pág. 161.
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
235
también, ha debido influir notablemente el incesante cambio de impresiones con Lord Holland.
La Constitución equilibrada consideraba una cámara de privilegiados o dignidades para actuar de contrapeso a la cámara popular o de los comunes. Este punto constituía un elemento esencial
para Jovellanos por el temor a una cámara que degenerara en democracia revolucionaria. Estaba dispuesto a suprimir una cámara,
pero no a pasar por una cámara única, sin el necesario poder equilibrante. La Constitución británica le ofrecía ese modelo bicameral.
Sin embargo, todas las esperanzas de Jovellanos fueron vanas.
El extravío del citado decreto y la no convocatoria de los diputados privilegiados, así como el apoyo de la mayoría de las instituciones, hizo
que unas Cortes unicamerales, basadas en la representación popular,
fueran las que elaboraran la primera Constitución española de 1812.
Disuelta la Junta Central, en su último año de retiro, publicó
Jovellanos una de sus obras más importantes, la Memoria en defensa
de la Junta Central, que aparte de tal defensa, contiene sus ideas
constitucionales y la última versión de su modelo.
4. El último modelo constitucional en la Memoria
Con la creación de la Regencia cesa la actividad política de Jovellanos, pero no la intelectual. En su retiro de Muros en Galicia siguió los principales pasos de las Cortes, que no le dejaron indiferente. En sus cartas a Holland se quejaba de cuánto distaba aquello
del maduro plan propuesto en el último decreto de la Junta. Habían
puesto el poder ejecutivo en absoluta dependencia del legislativo, sin
doble meditación, ni la reflexión debida a las graves materias. Un párrafo define sintéticamente su posición: Todo esto ¡Oh mi buen amigo!
me llena de aflicción y me tiene en sobresalto. Mi deseo era preparar, por medio de nuestro plan, una constitución modelada por la inglesa y mejorada,
en cuanto se pudiera, y a esto se dirigía la forma que ideábamos para la organización de la Asamblea. ¿Podrá Vm. esperar este bien para España?205
205
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Carta de Jovellanos a Lord Hollad 5 de diciembre de 1810. OO.CC. KRK Ediciones. Vol. V, págs. 422-423.
236
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Pero su actividad principal estuvo constituida por la Memoria
en defensa de la Junta Central. Esta obra, aparte de su valor humanístico, contiene, junto con las últimas disposiciones de la Central (especialmente el reglamento de la Regencia), los elementos que configuran la última posición ideológica de Jovellanos.
En su Memoria, Jovellanos se inclina claramente por el modelo
inglés de la balanza estamental equilibrada: Creía yo que el establecimiento de esta balanza debía formar uno de los primeros objetivos del plan
de nuestra reforma constitucional.206 Expone en ella la idea del equilibrio constitucional.
Esta balanza equilibrada se incardinaba en un modelo que concede al rey el poder ejecutivo, autoridad gubernativa que, sobrepasando la ejecución de las leyes, incluye los elementos necesarios para
el bien común, conforme a la Constitución y a las leyes, y, además,
el derecho de sanción. El poder legislativo sería ejercido por la Nación por medio de sus representantes en Cortes. Éstas se formarían
en dos cámaras, la de representación nacional que ha de constituir
la mayoría, encargada de proponer y hacer las leyes, y la de los privilegiados, encargada de «Reverlas» en un segundo examen. Esta segunda cámara interpuesta entre el poder de la representación nacional (estatuyente) y el del rey (ejecutivo y sancionante) actuaría de
amortiguador de ambos y con el doble examen produciría leyes prudentes. Se aseguraba el poder judicial en plenitud, la administración
de Justicia y la proposición de las mejoras posibles.207
El concepto jovellanista de soberanía había quedado claramente
expuesto al afirmar que: La plenitud de la soberanía reside en el Monarca
y que ninguna parte ni porción de ella existe ni puede existir en otra persona
o cuerpo fuera de él. En la Exposición sobre la organización de las Cortes y
los últimos edictos no se trata directamente el tema. En el decreto de
celebración de Cortes se puede deducir que este criterio no había variado. En efecto, en él se afirma taxativamente: La Regencia continuará
ejerciendo el poder ejecutivo en toda la plenitud que corresponde a la sobera-
206
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Obra citada, Tomo I, pág. 190.
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria. Parte segunda. Tomo I. Puntos
80 a 86. Págs. 188 a 191.
207
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
237
nía. Así, seguía manteniendo la soberanía en el poder ejecutivo, en su
momento, el Rey. En principio parecía seguir las teorías de Montesquieu, según las cuales la soberanía radica en el pueblo en un gobierno
republicano y en el príncipe en el monárquico.
Sin embargo, la publicación del decreto inicial de las Cortes
constituidas, afirmando que en ellas reside la soberanía nacional,208
hizo añadir unas notas finales al Apéndice de su Memoria, en las que
establece su doctrina final sobre la soberanía. En ella se aparta, en alguna medida, de la doctrina historicista y se acerca a la liberal. Si la
soberanía, como poder absoluto del grupo político, se mantiene en
los mismos miembros por medio de sus representantes, la Nación se
ha reservado la soberanía. En cambio, si la Nación renuncia a dicho
poder cediéndolo a otra persona con transmisión hereditaria, la soberanía residirá en esa persona. Lo primero originará una constitución republicana, lo segundo, monárquica. Por eso, en su concepción,
la soberanía nacional constituía un concepto democrático, es decir
republicano.
Pero al lado de este poder, transferido al monarca, Jovellanos
considera otro poder que la Nación se reserva al constituirse en monarquía, supremo, original e imprescriptible que tenían las naciones para conservar y defender su Constitución. La soberanía del monarca se derivaría de un pacto; este otro poder sería original, primitivo e inmediatamente
derivado de la naturaleza. Constituye, por tanto un poder superior, del
que la soberanía real sería un poder subordinado. Por ello, se podría
enunciar mejor por el dictado de «supremacía».209 La soberanía del monarca
se deriva de un pacto, la supremacía es de origen natural.
El nuevo concepto de Jovellanos tuvo bastantes repercusiones.
Quintana acude a la teoría jovellanista para justificar los artículos liberales que publicaba en el Seminario patriótico. También fue utilizado en ocasiones para oponerlo al concepto de soberanía nacional
208
El proyecto de Constitución no entra en las Cortes hasta agosto de 1811,
en los meses finales de la vida de Jovellanos, cuando ya se había publicado su Memoria.
209
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria citada. Tomo II. Primera nota
a los Apéndices. Págs. 225-227.
238
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
y al liberalismo extremo. Sorprendentemente, fue alabado desde
Londres por un Blanco White más moderado, en diversos artículos
publicados en El Español.210
Esta nueva concepción modifica esencialmente la función de
las Cortes e incide sobre la doctrina de los poderes. En efecto, la «supremacía» constituye una reserva de poder que garantiza el cumplimiento del pacto de la comunidad con el soberano y radica en las
Cortes, órgano representativo de la Nación. De esa manera, le corresponden a las Cortes la potestad legislativa, la posibilidad de reforma de la Constitución y el derecho de resistencia.
La conservación del poder originario en virtud de la «supremacía» habilitaría a las Cortes para la reforma constitucional pero,
ni la sana razón ni la sana política permiten extender más allá los límites
de la «supremacía» o llámese soberanía nacional, ni menos atribuible el derecho de alterar la forma y esencia de la Constitución recibida y destruirla
para formar otra nueva.211 Es decir, habilitaba para la reforma pero no
para una nueva constitución. Posiblemente Jovellanos tuviera «in
mente» impedir el cambio a una constitución republicana o la anulación de las funciones del monarca. Ello le hace mantenerse fiel en
este aspecto al historicismo, rechazando el poder constituyente.
En todo caso, la nueva doctrina jovellanista modifica sensiblemente la división de poderes de las Cortes medievales. Jovellanos reconoce que la división de poderes era en ellos muy imperfecta.212 Por
eso, en la descripción del nuevo modelo en la Memoria asegura a la
Nación el poder legislativo en la misma plenitud y el derecho de ejercerlo
por medio de sus representantes en Cortes.213 A su vez, la segunda nota
de la Memoria reafirma que el poder legislativo reside conjuntamente en el Rey y en la Nación congregada en Cortes.
210
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: OO.CC. Escritos políticos. Obra citada,
págs. LXXXVII y LXXXVIII.
211
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Nota uno de los Apéndices. Obra citada.
Pág. 229.
212
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Parte 2ª de la Memoria citada. Tomo I.
Punto 77. Págs. 186 y 191.
213
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Obra citada. Tomo I. Punto 86. Pág. 191.
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
239
La «supremacía» radicaba en las Cortes y la soberanía en el Rey,
es decir en el Ejecutivo. Así se afirma en la citada nota primera porque,
no a este poder, sino al llamado ejecutivo se atribuye el título de soberano. Pero
el poder ejecutivo no se cifra solamente en la mera función ejecutiva para las
leyes, sino que se extiende a cuantas sean necesarias para dirigir la acción común. Su propia denominación sería poder gubernativo el poder legislativo declara y estatuye pero el Ejecutivo ordena y manda. El poder ejecutivo debe estar dotado de continuidad, mientras el poder legislativo de una
nación delibera tranquilamente sobre las leyes y reglamentos.214
En opinión de Sarasola: La anglofilia del diputado por la Junta de
Asturias queda aquí fuera de toda duda, el ideario de Locke late en sus palabras; en la misma medida, la interpretación que de la Constitución inglesa
había hecho Montesquieu se adivina en el texto.215 Resultaba cada vez más
evidente la influencia del constitucionalismo inglés.
Además, del pacto en que se basa la soberanía, en virtud de su derecho perpetuo de «supremacía», si se quebrara el pacto: La nación tendría también el derecho de resistirlo con la fuerza, y, en último caso de romper
por su cuenta la carta de un pacto… recobrando así sus primitivos derechos.216
Pero también el nuevo modelo constitucional de Jovellanos establece una responsabilidad en el ejercicio de la función ejecutiva. Al
ejecutivo le corresponde: toda la autoridad gubernativa con cargo de ejercerla conforme a la Constitución y a las leyes, y siendo sus ministros responsables a la nación de su observancia.217
5. Significado del último modelo constitucional
En la última versión del modelo jovellanista se mantienen
las características de su «evolución controlada». El ambiente ge-
214
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Obra citada. Tomo II. Nota 1 del Apéndice. Págs. 222 y 223.
215
FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio: Obra citada, pág. 289.
216
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria. Tomo II. Nota 1 de los Apéndices. Obra citada. Pág. 225.
217
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria. Segunda parte. Tomo I. Punto
86. Pág. 191.
240
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
neralizado de sustitución del Antiguo Régimen y su propia opinión de la necesidad de los límites a la monarquía, le impulsan al
cambio.
Pero sus constantes se mantienen: la soberanía del rey y el rechazo a las asambleas populares. En la encrucijada en que se encuentra tiene que desplegar un equilibrio entre ambas tendencias.
Parece encontrar la solución en la Constitución inglesa de balanza equilibrada entre dos cámaras, con una de dignidades. No obstante, es preciso considerar que, en la época de estos debates, la
Constitución inglesa ya había derivado hacia una monarquía parlamentaria. En el Cabinet system, la figura del rey perdía contenido.
El gabinete era directamente responsable ante el Parlamento. Este
nuevo sistema constitucional no le habría servido a Jovellanos. Para
él era imprescindible un ejecutivo fuerte en manos del rey. Resulta
sorprendente el silencio sobre este tema, a pesar del conocimiento
que Jovellanos tenía de las intervenciones de los parlamentarios ingleses y de la estrecha relación con Lord Holland. También sorprende la no mención del mismo por los diversos liberales anglófilos españoles.
Por otro lado, el temor constante al poder de un pueblo inculto
hacía que Jovellanos no pudiera encajar las ideas constitucionales del
liberalismo gaditano, en el que se incardinaban muchos de sus amigos. La adjudicación de la soberanía que las Cortes de Cádiz hacen
a la propia nación, le pudo haber conducido a rechazarla sin más.
Pero Jovellanos no estaba moralmente en contra del pueblo. Antes
bien, amaba al pueblo. Pero como la soberanía era indivisible, y no
podía despojar de ella al rey, encuentra la solución al dilema en el novedoso concepto de la supremacía.
Algunos autores han pretendido considerar a la supremacía
como «el ejercicio de la soberanía». Sin embargo, la consideración
que Jovellanos tiene de ese poder, originario y supremo, no parece
favorecer esa interpretación. Otros autores consideran que se trata
de un concepto moral, a diferencia de la soberanía que es política.
Aunque al constituir en origen un Derecho Natural de la nación, de
carácter moral, pudiera dar un sentido a esa interpretación, la naturaleza de la misma no puede basarse solamente en el origen, sino
también en los efectos políticos.
3. Willian Blackstone
Londres , 10 -7-1723 - Wallingford, (Inglaterra), 14-2-1780.
Blackstone, abogado general de S.M., junto con otros autores ingleses y franceses
influyó en el último modelo de Jovellanos, basado en el constitucionalismo inglés.
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
243
De hecho, parece mostrarse como un medio ideado por Jovellanos para dividir la soberanía. En alguna medida el propio Jovellanos nos da alguna pista en ese sentido: ¿Quién dudará que pueda ser
distinguido también con el dictado de soberanía?,218 e incluso llega a afirmar: ¿Quién no ve que ésta será una mera cuestión de voz?219 Y hasta nos
indica la razón de ese término especial: Enunciado este último poder por
las mismas palabras, hayan creído algunos que se despojaba al Monarca del
poder que le debe la Constitución. Parece, por tanto, que, para evitar equivocaciones se podía adoptar otra palabra que indicara expresamente el poder nacional.220
Resultaba así que, de hecho, se producía una auténtica división
de la soberanía.
Con esta última concepción se aparta, en buena medida, del
historicismo ilustrado, avanzando hacia el liberalismo. La nación, representada en las Cortes, no sólo detenta el poder legislativo, sino
que se convierte también en garante de la Constitución y titular del
derecho de resistencia. Y, además, aunque Jovellanos no lo reconoce
explícitamente, se produce una división de la soberanía, con lo que
este último modelo significaba prácticamente un modelo de soberanía compartida, velado tras un concepto diferente.
La objeción que pone Sarasola para integrarlo en el liberalismo
(proceder la supremacía de una reserva de poder) pudo ser válida
para el liberalismo total de soberanía nacional en que esta se deriva
del pacto social, pero no constituye, a nuestro entender, obstáculo
para integrarlo en el liberalismo de soberanía compartida.
Desde el punto de vista de funcionamiento presenta una importante limitación: la nación, con su supremacía, podrá reformar la
Constitución, pero no romperla, instaurando otra nueva. Pero con
arreglo al Pacto de transferencia, tampoco el rey podría hacerlo, pues
ello supondría una ruptura de ese pacto. Y por la facultad de con-
218
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Memoria en defensa de la Junta Central.
Obra citada, Tomo II. Apéndices. Primera nota, pág. 226.
219
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Obra citada, nota primera a los apéndices, pág. 226.
220
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de: Nota citada, pág. 227.
244
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
servación del pacto, por la supremacía, la nación, por medio de las
Cortes, podría ejercer el derecho de resistencia que, en este último
Jovellanos, se encuentra mucho más desarrollado.
Sarasola considera que no es fácil deducir si en este aspecto el asturiano era tributario del historicismo o del iusnaturalismo racionalista. Elorza
y Sarasola coinciden en advertir la influencia iusnaturalista y la vinculación a Locke de la teoría del derecho de resistencia de Jovellanos.221
Reconocemos, por supuesto, una diferencia teórica. En el modelo jovellanista la parte de soberanía que permanece en la nación
se deriva de la reserva del pacto nación-rey, mientras en los modelos doctrinarios la división en partes es consecuencia del pacto social de los representantes de la Nación en Cortes.
En la práctica, esa diferencia se aminora en los casos en que el
acuerdo constitucional en las Cortes precise sanción real. Y, en todo
caso, el funcionamiento se produce en ambos casos, en régimen de
soberanía compartida, variando la distribución de la soberanía según las constituciones, incluso entre los diferentes regímenes doctrinarios.
En vista de esto podemos llegar a la conclusión de que el modelo jovellanista constituiría un modelo de soberanía compartida. Es
evidente que Jovellanos no puede ser integrado en el liberalismo doceañista. Pero sí considerarle un claro antecedente del liberalismo
doctrinario. De hecho su modelo constitucional es bastante similar
a las constituciones de liberalismo moderado español. La semejanza es máxima con la Constitución de 1845, con una soberanía
compartida y dos cámaras. Y, además, el Senado constituía una cámara de próceres. La función legislativa es compartida entre las Cortes y el rey. Este posee el derecho de sanción e incluso iniciativa legislativa. Y, curiosamente, se parece incluso en el origen, ya que no
se planteó como un pacto constituyente sino como una reforma de
la Constitución de 1837, aunque luego se sobrepasara. Y aunque la
Constitución de 1837 proclamará en su preámbulo la soberanía de
la nación, las prerrogativas del rey eran superiores a las de 1812,
aproximándose por tanto a una soberanía compartida.
221
FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio: Poder y libertad. Obra citada. Págs. 331 y 332.
Capítulo VIII. La evolución hacia el modelo constitucional final
245
Resulta, en consecuencia, que el modelo de Jovellanos constituye un antecedente claro de los modelos constitucionales de los liberales doctrinarios. Y si consideramos liberales a estos, tenemos los
mismos fundamentos para considerar a Jovellanos como un liberal
moderado. De hecho, en el sentido actual, ninguno podría ser considerado liberal, ni siquiera los doceañistas, ya que no aplicaban el
sufragio universal.
Capítulo IX
Juicios críticos
sobre la ideología de Jovellanos
1. Visión histórica del ideario jovellanista
No es posible realizar una caracterización única de la ideología de Jovellanos. Su posición, cambiante a lo largo de su vida,
ofrece muchos matices. La exposición de su pensamiento en innumerables escritos, las fuentes heterogéneas como los diarios y la correspondencia y la mixtura de las materias en sus obras contribuyen
también a la dificultad de caracterizar una línea ideológica. La cuestión se complica aún más con los contrastes y contradicciones que
se observan. En los últimos tiempos se puede vislumbrar un intento
de una cierta configuración ideológica, sobre todo en el caso del modelo constitucional.
En contraste con el Jovellanos que sufrió tantos ataques en
vida, su figura en la posteridad disfrutó de una imagen favorable
bastante generalizada. Y lo que es más, gentes de las tendencias más
diversas y contradictorias, conservadores y progresistas, católicos y
masones, monárquicos y hasta republicanos, pugnaron por apropiarse de su figura o, al menos, apoyarse en sus ideas. Incluso hoy,
la mayoría de las tendencias del arco ideológico le recuerdan con
simpatía. Difícilmente se podrá encontrar un personaje histórico que
tenga tal grado de aceptación.
No cabe duda de que el halo de su personalidad ha influido
en esa consideración favorable. Pero también la riqueza y variedad
248
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
de matices de su ideario han tenido mucho que ver. La tarea de encuadrar a Jovellanos en algún grupo ideológico resulta imposible. Jovellanos no es susceptible de una asimilación completa. La mayoría
de los grupos han encontrado en él características ideológicas que casaban con ellos. Así, Jovellanos acaba perteneciendo a todos.
Los tratadistas, a lo largo de la historia, expresan las opiniones
más dispares e intentan generalmente integrarlo en su círculo ideológico. Prescindiendo de las primeras biografías de sus amigos González de Posada y Ceán Bermúdez, de contenido fundamentalmente
personal y ético, los primeros tratadistas liberales que le conocieron
en vida señalan, como no podía ser menos, la orientación progresista
de su maestro Jovellanos. Antillón inscribe su figura y su obra en la
línea de ideólogos y políticos liberales. Parecida consideración tiene
su otro discípulo Quintana. Sabían que las divergencias con Jovellanos se debían a su preocupación por dar una solución cautelosa en
el contexto político del momento y no a una defensa de privilegios.
Toreno le considera como un político liberal y como un moralista progresista con profundas raíces en la tradición. Le presenta
como jefe de la facción progresista de la Junta Central y artífice del
proyecto político más importante de la misma, la convocatoria de
Cortes. Su consideración liberal le resulta fácil a Toreno, ya que en
el momento de publicación de su obra histórica, el Toreno liberal doceañista se había moderado, integrándose en el liberalismo doctrinario con una posición ideológica parecida a la de Jovellanos.
Alcalá Galiano, en su obra histórica, paralela a la de Toreno,
enlaza a Jovellanos con la línea reformista en el Antiguo Régimen y
con la liberal a partir de la Guerra de la Independencia. Lo presenta
como impulsor de medidas progresistas acordes con el primer liberalismo, enfrentándose a los absolutistas y a las posturas liberales
que entrañaban intransigencia o demagogia.
El significado del conjunto de ideas de Jovellanos en tan difícil momento de cambio histórico hizo que algunas de ellas fueran
utilizadas por los absolutistas y posteriormente por los serviles,
aprovechando las ambigüedades y los matices. Pero tal apropiación
no tenía ningún fundamento, ya que Jovellanos no era partidario de
la soberanía popular ni de la democracia por razones distintas a las
de ellos, derivadas de su prudencia y de sus temores.
Capítulo IX. Juicios críticos sobre la ideología de Jovellanos
249
A lo largo del siglo XIX, innumerables tratadistas se ocupan de
Jovellanos. La apropiación corresponde entonces a la ideología contraria. La corriente neocatólica de Nocedal y Menéndez Pelayo denuncia la falsa apropiación anterior de Jovellanos por los liberales,
reclamándolo para el modelo conservador tradicional, a pesar de
que, en medio de un siglo irreligioso y racionalista, presentara, según ellos, algunos lunares. Incluso algunos ultramontanos, menos
conocidos, critican esta apropiación en un sentido contrario, más radical, al considerar a Jovellanos como un filósofo peligroso. En los
años finales del siglo se produce una contestación de liberales y progresistas, entre los cuales se encuentran algunos krausistas como Azcárate y Amador de los Ríos, que vuelven a reivindicar el Jovellanos
liberal con diferentes matices.
A caballo entre dos siglos, el importante jovellanista Somoza
prosiguió también la línea liberal, oponiéndose a Nocedal con el argumento de que un hombre puede ser religioso en su conducta moral y revolucionario en su vida política. Destaca la consideración de
la ética como eje del pensamiento jovellanista.
Ángel del Río adjudica a Jovellanos, como otros comentaristas,
una posición imparcial que haga compatibles el liberalismo y el tradicionalismo político, la fe y la razón, que algunos indebidamente
querían considerarla como una posición de centro como si se pudiese
adjudicar a aquellos tiempos las terminologías y conceptos actuales.
Costa critica fuertemente a Jovellanos acusándole de romper
con su individualismo la tendencia tradicional colectivista española. Sin embargo, el jovellanista norteamericano Polt se opone a esa
interpretación. Jovellanos no afirma que el interés privado sea enteramente libre. Y, efectivamente, Jovellanos no defiende un liberalismo puro, sino que admite medidas intervencionistas basadas en
el bien común y la justicia social. En España Prados Arrarte se
opone también a esa consideración individualista de Jovellanos y
pone de relieve el estatismo y las ideas sociales del mismo.
A partir de Caso y Artola se comienza a buscar un sistema integrado de pensamiento. Caso destaca la función aglutinadora de la
educación. Artola, a su vez, presenta un esquema de líneas de pensamiento y, a partir de un Jovellanos ilustrado, pasa a un Jovellanos
conectado claramente con el liberalismo político.
250
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
2. Adscripciones ideológicas contemporáneas
En los tiempos actuales, en la opinión pública general predomina la figura del Jovellanos ilustrado. Ello tiene una clara explicación. Jovellanos mantuvo algunos valores ilustrados toda su vida.
Además, el periodo de aproximación liberal representa tan solo sus
dos últimos años. Por todo ello, la abundante bibliografía jovellanista
versa fundamentalmente sobre el Jovellanos ilustrado. Por eso, precisamente se ha tratado en este trabajo de analizar su evolución y reivindicar su liberalismo final.
Pero, entre los tratadistas, también nos podemos encontrar con
las opiniones más diversas, a veces contrarias entre sí, e, incluso, en
ocasiones, contradictorias dentro de los propios autores. La solución
se busca, a veces, en situarle en posiciones medias. La concordancia
que suele existir respecto a su honorabilidad y humanismo se torna
en divergencia en lo que se refiere a su ideario político. Desde los que
lo sitúan próximo a los liberales doceañistas hasta los que lo anclaron en la Ilustración, o, incluso, en un despotismo ilustrado, limítrofe
con el absolutismo, se nos muestra toda una panoplia de soluciones.
No es, pues, de extrañar, que tendencias políticas opuestas reivindiquen su figura.222
En primer lugar, no nos parecen aceptables las opiniones extremas. Entre las innumerables posturas, solo utilizaremos algunos
ejemplos. Cuenca, refiriéndose al último modelo jovellanista plasmado en el Decreto de la Junta Central, afirma: Tal mixtura o compromiso se atribuiría posteriormente a la propia evolución de su principal
inspirador, Jovellanos, que ciertos autores actuales llevan incluso a los límites del doceañismo radical.223
222
Una muestra de las variadas opiniones de los distintos autores puede examinarse en el artículo de Ignacio Fernández Sarasola: Estado, Constitución y forma
de gobierno en Jovellanos. Cuadernos de Estudios del siglo XVIII, números 6 y 7, 19961997, págs. 77 y ss.
223
J. M. Cuenca Toribio: La Guerra de la Independencia: Un conflicto decisivo
(1808-1814). Editorial Encuentro. Madrid, 2006, págs. 161-62 y la nota 52 en la pág.
186.
Capítulo IX. Juicios críticos sobre la ideología de Jovellanos
251
De una nota aparte se deduce que se refiere a las cartas de Jovellanos y Lord Holland, glosadas por Moreno Alonso. Las cartas
más significativas han sido analizadas anteriormente y se aprecia en
ellas una gran inquietud por la convocatoria de Cortes y una aproximación cada vez mayor al modelo constitucional inglés. Sinceramente no hemos podido apreciar su aproximación al doceañismo,
como no sea, simplemente, en el hecho de disminuir la distancia.
Un jovellanista distinguido como fue el profesor Caso, quizá
llevado por su afección a Jovellanos, llegó a afirmar que no se aparta
prácticamente de la Constitución de 1812, porque ninguno de sus principios choca con los fundamentos que él expone.224 Sin duda Jovellanos
compartía los grandes principios liberales de la libertad y los derechos humanos, pero no podemos olvidar las constantes en su ideario. Entre otras cosas, él no podía admitir una soberanía popular, nacional. A pesar de sus temores, bastante lejos llegó al admitir una
solución que representaba de hecho una soberanía compartida nación-rey.
También, en otro apartado de la misma obra considera a Jovellanos como un demócrata, argumentando que su oposición a la
democracia debía entenderse como oposición a un gobierno republicano. Sin embargo, Jovellanos se oponía también a las cámaras populares, que le producían temor al asociarlas a las revoluciones. Este
temor hacia la representación popular aparece explícito en numerosas partes de sus obras y en alguna lo relaciona directamente con
la democracia al afirmar: Dada toda la representación indistintamente al
pueblo, la Constitución puede ir declinando insensiblemente hacia la democracia.225 Además, la democracia, en el sentido actual, implica el
sufragio universal, que ni siquiera estaba contemplado por los liberales doceañistas ni aparece hasta la Revolución de 1868.
224
J. M. Caso: Estudio Preliminar a la Memoria en defensa de la Junta Central de
Jovellanos. «Clásicos asturianos del pensamiento político». Junta General del Principado de Asturias. Pág. LVII.
225
Jovellanos: Dictamen del autor sobre el anuncio de las Cortes. Obras completas. Instituto Feijóo de estudios del siglo XVIII, KRK Ediciones, Oviedo, 2006, pág.
683.
252
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
En el extremo opuesto, tampoco podemos estar de acuerdo con
los absolutistas que le reclaman, ni tampoco con los autores que le
mantienen anclado al despotismo ilustrado. Entre los primeros, la
postura más deleznable es la de los que pretenden justificar con su
personalidad y prestigio el Manifiesto de los Persas, cuyo objetivo
era anular el fruto de las Cortes, por cuya convocatoria tanto luchó.
Y, aunque estas no siguieron exactamente la solución que él proponía, contenían sus principios esenciales que le impulsaban a apreciar
la necesidad de un cambio de régimen. Y, de hecho, a pesar de las
diferencias doctrinales, confiaba en el buen juicio de sus amigos y
protegidos liberales asturianos. Por eso, en carta a Lord Holland, después de quejarse de la ausencia de la «Cámara de Dignidades», se
tranquilizaba reconociendo que en las Cortes había hombres de instrucción y de juicio y que entre ellos destacaba nuestro Agustín Argüelles.226
Los persas pretendían, simplemente, encontrar apoyo en las
ideas historicistas, incluyendo también a Martínez Marina, sin considerar que tales ideas eran comunes a los tradicionalistas, ilustrados reformistas e incluso a los mismos liberales, que recogieron algunas en la propia Constitución de Cádiz.
Sin llegar a esos extremos, aparecen otras opiniones que le encajan en mayor o menor grado, en el despotismo ilustrado. La opinión más radical es la vertida por García Carcel: Jovellanos era un intelectual, producto del despotismo ilustrado.227 Esta opinión resulta
francamente desafortunada. Jovellanos no fue un déspota ilustrado,
sino que fue producto de sus vivencias y de numerosas lecturas de
los más prestigiosos tratadistas ingleses y franceses.
A su vez, Sarasola, en su citado trabajo, encuentra a quienes
consideran a Jovellanos como un tardío defensor del despotismo
ilustrado. En anteriores capítulos hemos visto como Jovellanos
nunca fue un decidido defensor del mismo. Simplemente lo utilizó
226
Carta de Jovellanos a Lord Holland 5 de diciembre de 1810. OO.CC. Tomo
Pág. 196.
227
R. García Carcel: El sueño de la nación indomable. Temas de Hoy. Historia
2007, pág. 238.
IX.
Capítulo IX. Juicios críticos sobre la ideología de Jovellanos
253
como mal menor para intentar sacar adelante sus ideas ilustradas.
El mismo Sarasola reconoce que Jovellanos mantiene algún nexo con el
despotismo ilustrado, si bien es preciso adelantar que el asturiano nunca fue
un defensor incondicional de este Régimen.228
Y si en el plano puramente intelectual, doctrinal, se pudieran
apreciar en él algunas características del mismo, como la del poder
Gubernativo, que supone una ampliación del Ejecutivo de carácter
discrecional, o la responsabilidad moral, hay que tener en cuenta que
el poder Gubernativo también aparece en la doctrina inglesa y que
el concepto de responsabilidad moral ha ido evolucionando en su
ideario, hacia la responsabilidad real.
Dentro de las corrientes intermedias, podemos considerar las
que lo sitúan en un punto intermedio entre dos sectores doctrinales, más inclinado hacia un lado o hacia el otro o los que le consideran el prototipo de una nueva corriente, calificada como «realista». Entre los primeros podemos encontrar un ejemplo en
Sarasola: De esta suerte Jovellanos estaba a medio camino entre las teorías liberales, y el realismo.229
Sin embargo, Sarasola reconoce, en otro fragmento, su acercamiento al liberalismo: Jovellanos era contrario a los postulados revolucionarios, pero se acercaba al historicismo liberal-ilustrado de alguno de
los autores británicos más relevantes, concretamente Hume y Burke.230
Y, en un punto intermedio, también más cercano al liberalismo,
parece encontrarse Salustiano de Dios que, refiriéndose al historicismo afirma: Jovellanos, Capmany y Martínez Marina, que sufrieron una
notable evolución al compás de los acontecimientos políticos que los llevaron desde la Ilustración hasta un cierto liberalismo.231 En otro apartado
llega a considerarlo como padre del liberalismo doctrinario.
228
I. Fernández Sarasola: Poder y libertad: Los orígenes de la responsabilidad del
Ejecutivo en España (1808-1823). Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid, 2001, pág. 284.
229
I. Fernández Sarasola. Obra citada, pág. 318.
230
I. Fernández Sarasola. Obra citada, pág. 303.
231
Salustiano de Dios: «Corporación y nación. De las Cortes de Castilla a las
Cortes de España», trabajo contenido en: De la Ilustración al Liberalismo. Centro de
Estudios Constitucionales. Madrid, 1995, pág. 295.
254
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
También, en una inclinación al liberalismo, pero sin llegar a él,
parece encontrarse la opinión de Varela según la cual Jovellanos defendía una concepción preliberal de las Cortes, de corte estamental.
Anteriormente, hemos visto como Jovellanos quería iniciar las Cortes según el modelo estamental únicamente por cumplir la legislación histórica y de ahí establecer otro modelo más apropiado, que
para él resulta ser el bicameral. Por otra parte, Varela, en otra obra,
considera a Jovellanos como un liberal conservador.232
En la moderna historiografía ha ido tomando carta de naturaleza el concepto de «realistas», considerado, de una manera difusa,
en un punto intermedio entre los absolutistas y liberales. En principio, tal concepto no parece muy apropiado, ya que nadie ponía en
duda al Rey desde los absolutistas hasta los liberales doceañistas. La
única caracterización que justificaría el término sería el «grado de realismo», en cuanto las mayores o menores facultades del Rey. Esto
lleva a una vaga concepción que convierte al realismo en una especie de saco donde caben desde los «realistas absolutistas», los tradicionalistas y hasta los reformistas o jovellanistas. Constituye, además, un concepto que varía en las épocas posteriores.
El profesor Varela califica al realismo como la corriente ideológica opuesta a la liberal y, dentro de ella, diferencia dos tendencias
distintas: la ilustrada y la de matiz más absolutista.
¿Dónde incluimos a Jovellanos? De entrada, no le podríamos
incluir en ninguna. En efecto, podemos darle a Jovellanos un grado
mayor o menor de liberalismo, como hacen algunas de las opiniones recogidas o considerarlo liberal de un tipo o de otro, pero de ninguna manera, podemos considerarlo «contrario al liberalismo» que,
según lo expuesto, sería el criterio caracterizador del realismo. Solo
se mostró contrario al liberalismo radical doceañista.
Jovellanos fue el padre intelectual de bastantes liberales de primera generación. Fue admirado y elogiado por figuras liberales
232
La primera concepción preliberal se puede encontrar en el trabajo de Joaquín Varela Suanzes-Carpegna. «Un precursor de la monarquía parlamentaria:
Blanco White y El Español (1810-1814)». Revista de Estudios Políticos nº 79, 1993, pág.
104. La segunda concepción de liberalismo moderado puede encontrarse en la obra
del mismo autor: Asturianos en la política española. KRK Ediciones, 2006, pág. 34.
Capítulo IX. Juicios críticos sobre la ideología de Jovellanos
255
como Antillón, autor de una biografía suya, o el propio Quintana.
Apoyó también a sus paisanos, los liberales asturianos, promocionándolos a puestos importantes. Y, en los debates constitucionales,
a pesar de sus diferencias, hizo causa común con los liberales para
vencer las resistencias de los absolutistas. Los liberales Quintana y
Nicasio Gallego fueron los autores del epitafio en su tumba de Gijón. Y hasta las Cortes de Cádiz le honraron nombrándole «Benefactor de la Patria» en un homenaje presentado por el propio Toreno.
Y no fue instrumentalizado por los liberales, como afirman algunos
tratadistas, sino que los apoyó consciente y decididamente, en aras
de cambiar la monarquía absolutista.
Pero, además, tampoco se puede incluir a Jovellanos en ninguno de los dos citados subgrupos de los realistas, ya que el último
Jovellanos era ya más que un ilustrado. Por otra parte, formar un tercer grupo, como hacen algunos, con los «reformistas o jovellanistas»
no sería apropiado. A Jovellanos no se le puede introducir en un
vago grupo, en el que se incluye a veces a absolutistas. Jovellanos,
que comenzó abogando por reformas, acabó preconizando cambios
en las estructuras políticas.
Ante esto, ¿cuál es la postura ideológica de Jovellanos? Hay
que hablar más bien de posturas, puesto que ha ido evolucionando.
Y de ahí surgen muchas de las discordancias. A lo largo del trabajo,
se han ido analizando sus tres fases principales: el Jovellanos prohombre de la Ilustración; el Jovellanos figura de la transición y el último Jovellanos de la Central, en el liberalismo moderado.
3. Conclusiones: de la Ilustración al Liberalismo moderado
El análisis de su obra y los juicios parciales emitidos nos permite formarnos nuestra propia opinión. No tiene ningún sentido
mantener las enconadas controversias sobre su consideración como
revolucionario o antirrevolucionario; conservador o progresista; clerical o anticlerical. Depende de lo que se encierre en esos conceptos.
Por supuesto, el rechazo a las revoluciones violentas, provocadas por un pueblo poco instruido constituye una constante en su
vida. La Revolución francesa y sus ideólogos, especialmente Rous-
256
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
seau y Mably sufrieron múltiples anatemas en sus diarios. Sin embargo, curiosamente, era elogiado por el revolucionario radical Marchena, que pretendía introducir en España los métodos revolucionarios franceses.
Y es que Jovellanos rechazaba las revoluciones violentas, pero
no muchos de los valores de las mismas, especialmente los que se referían a los derechos del hombre, como no podía ser menos en un humanista como él. Por eso llegaron a agradarle las constituciones más
moderadas de la época revolucionaria, la de 1791, e incluso la del año
III (1795), que, además, introducía el bicameralismo como él pretendía. En cambio detestaba la Constitución jacobina de 1793. Su objetivo era abolir el antiguo régimen para introducir los nuevos valores de una manera gradual no violenta.
La paz constituía un valor irrenunciable para Jovellanos, tanto
en el aspecto de las revoluciones internas, como en las guerras internacionales. En su diario de 7 de agosto de 1795, ante el anuncio
de la paz en la guerra con la Francia revolucionaria escribe: ¡Oh paz!
¡Oh justa y suspirada paz! Por fin vuelvo a enjugar los ojos de la afligida
y llorosa humedad ¿se habrán acabado para siempre los horrores de la guerra? Y, llevado por este sentimiento llega a aclamar por una concertación mundial. Empiezo a columbrar un tiempo de paz y fraternidad universal, un Consejo General para establecerla y conservarla.233
Jovellanos era partidario del progreso. Su obra política y económica se refiere constantemente al mismo. No solo propugna el
progreso económico, sino el político y el social mediante la instrucción del pueblo, la mejora de las condiciones económicas y el otorgamiento de sus derechos políticos. No nos llamemos a engaño, Jovellanos temía al pueblo inculto alimentado con el radicalismo
revolucionario, pero abogaba por la recuperación de sus derechos
políticos perdidos, adaptados a los nuevos tiempos. Pero, a la vez,
defendía los valores tradicionales, las constituciones históricas fueron un elemento central en su ideario y la monarquía una institución
más. La enseñanza y la moral constituyeron elementos básicos sin
los cuales no se podía realizar la acción política.
233
Jovellanos: Obras completas. Volumen VII. Diario 2, pág. 422.
Capítulo IX. Juicios críticos sobre la ideología de Jovellanos
257
La monarquía y la Iglesia como institución fueron siempre respetadas por Jovellanos. Ello no impidió que, cuando la monarquía
dificultó las reformas ilustradas, viera con claridad la necesidad de
limitar sus poderes, enlazando con el movimiento liberal que tenía
objetivos similares. Jovellanos no solo fue fiel a los dogmas de la Iglesia, sino que fue un hombre de bases religiosas. Pero no fue un clerical. Ya decía a su amigo el canónigo González Posada que en los
asuntos civiles debían mandar las autoridades civiles. No dudó en
criticar las doctrinas escolásticas, la organización eclesiástica y los
privilegios del clero, pidiendo la abolición de la amortización de sus
bienes reales. Y no fue un jansenista en el sentido religioso propiamente dicho, pero sí frecuentó los círculos de la Condesa de Montijo y buscó la colaboración del Obispo Tavira para la renovación de
la enseñanza. Su simpatía con el sínodo de Pistoia obedecía a su afán
renovador de estructuras y no a la defensa de ninguna herejía.
Para la exposición y defensa de sus concepciones, Jovellanos
utilizó un inmenso bagaje cultural. El historicismo y el iusnaturalismo se mantienen constantes hasta el final. El historicismo le servía para basar la evolución de la monarquía con la consideración de
un modelo social no contractual, que le alejaba del contractualismo
radical. De ahí su preferencia por el perfeccionamiento de la Constitución histórica. El iusnaturalismo le serviría para basar la Constitución en un pacto originario de la nación con el Rey, en vez de una
asamblea constituyente.
Jovellanos no fue un inmovilista. Antes bien, sus ideas fueron evolucionando con los tiempos, siguiendo los pasos de la transición al liberalismo. Ya su gran obra sobre la Ley Agraria, de carácter preliberal, fue pionera en la introducción de las ideas
económicas liberales y señala unas claras tendencias hacia el liberalismo económico.
En el aspecto constitucional también evoluciona, abandonando
la composición estamental tricameral de las Cortes y adoptando el modelo bicameral británico que defendían los liberales británicos Hume,
Burke, Blackstone, De Lolme y el propio Montesquieu.
No siguió el rupturismo de Quintana y sus amigos liberales doceañistas, pero eso no impedía que defendiera los mismos valores liberales. Ya hemos visto como las divergencias de Jovellanos con los li-
258
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
berales avanzados eran esencialmente de medios y no de objetivos. Los
objetivos jovellanistas se parangonaban plenamente con los liberales. Jovellanos adopta los principios de la defensa de la vida,234 de la libertad,
de la propiedad, de la igualdad de oportunidades y del fin de los privilegios de la nobleza y el clero. Su defensa de la libertad se extendía a
todos los sectores. Libertad de enseñanza, libertad profesional, libertad
de diversiones, libertad de actividades económicas. Con base en la libertad y en la propiedad privada abogaba por la supresión de las leyes
que obstaculizaban el ejercicio de la agricultura. Se mostró, también,
contrario a las expulsiones y persecuciones de judíos y mahometanos.
Por último, tenemos que referirnos a la libertad de imprenta.
Ha parecido que se revelaban a veces algunas reticencias sobre esta
libertad. Incluso su amigo Lord Holland criticaba el retraso en su
aplicación. Jovellanos no ha sido nunca contrario a la libertad de imprenta, no podía serlo en su ideario. Por eso, le contestó al Lord haciéndole ver que, de hecho, ya funcionaba, como se ponía de manifiesto con el libre contenido y circulación del «Semanario patriótico»,
de Quintana y Blanco. Refiriéndose a él, afirmaba Jovellanos: volvió
a aparecer en Sevilla, no sólo sin estorbo, sino con conocida protección del
Gobierno central. Las materias políticas, uno de sus esenciales objetivos,
eran tratadas en él con plena libertad.235
Y en cuanto a los retrasos en elevar a rango legal su admisión
de hecho, se debía, en parte, a las presiones de los absolutistas. Y,
también posiblemente, al recurrente temor de Jovellanos, que consideraba conveniente una buena regulación de dicha libertad, a ser
posible en el propio texto constitucional.
Sin embargo, comprendió que no podía mantener esa situación
por más tiempo. Y, desde la Presidencia de la Comisión de Cortes de
234
Su defensa de la vida y de la integridad humana ya quedó de manifiesto
muy pronto. En su etapa de Magistrado de lo Criminal fue pionero en abogar por
la abolición de la tortura, objetivo que él mismo aplicó en su práctica profesional.
Y también propuso la creación de establecimientos correccionales para delincuentes reinsertables.
235
Gaspar Melchor de Jovellanos: Memoria en defensa de la Junta Central.
Tomo I. Clásicos asturianos del pensamiento político. Junta General del Principado
de Asturias, pág. 213.
Capítulo IX. Juicios críticos sobre la ideología de Jovellanos
259
la Central, apoyó un Informe remitido por su paisano Flórez Estrada
reclamando la libertad de imprenta. A finales de 1809, Jovellanos comunicaba también a Lord Holland por carta que dicha libertad la tenía ya acordada la Comisión de Cortes. Al final, en el Reglamento de
la Regencia, dirigido por Jovellanos, se ordenaba a la misma la declaración de tal libertad. No es de extrañar que refiriéndose Jovellanos a las primeras disposiciones de las Cortes de Cádiz, comunicara a Lord Holland sus impresiones: Había mucho que celebrar, porque,
al fin, habían conseguido la libertad de imprenta.236
Jovellanos comprendió perfectamente, igual que los liberales
avanzados, que para conseguir todas esas libertades y objetivos era
necesario limitar los poderes de la monarquía del Antiguo Régimen.
La limitación tenía que hacerse con la revitalización de unas Cortes
representativas y la aprobación de una Constitución.
Jovellanos fue el primero en pedir la convocatoria de Cortes.
Pero difería con los liberales doceañistas en la forma de constituirse
las Cortes y en la base de la nueva Constitución. No era partidario
de un pacto constituyente, que consideraba peligroso, sino de una
Constitución histórica mejorada, que fuera no solo legitimista, sino
fuente legal. La adopción de una nueva Constitución, aunque se basara en la historia, podía significar también un cambio de régimen
que adoptara los nuevos valores. Su modelo constitucional, sin llegar a constituir un modelo doceañista, se introduce en el liberalismo
moderado.
El hecho de que se hayan mantenido hasta el final elementos
de sus bases historicista y iusnaturalista, no altera su profunda evolución, ni su introducción en el liberalismo, aunque no fuera el liberalismo dieciochesco, que, por otra parte dejó constancia de raíces historicistas, incluso en la propia Constitución de Cádiz. El
liberalismo de Jovellanos es compatible con el liberalismo en que se
basan constituciones posteriores, especialmente la de 1845.
En su fase final llegó incluso a modificar la soberanía del Rey,
un concepto que había sido constante e intratable a lo largo de su
236
Moreno Alonso: La forja del liberalismo en España. Congreso de los Diputados. Madrid, 1997, págs. 235 y 237.
260
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
vida. Su último modelo no solo aumenta las funciones de Las Cortes sino que con la introducción de la «supremacía», que él mismo
considera como una «soberanía», de hecho rompió el tabú de la soberanía indivisible y entra en el campo de la soberanía compartida.
Por ello, Jovellanos comienza como un ilustrado auténtico utilizando al Despotismo carlotercerista como medio de ayuda para el
desarrollo de las reformas; continúa su aproximación al liberalismo,
al estilo del liberalismo ilustrado inglés de Burke o de lo que Elorza
califica como ilustración liberal. Y, al final, acaba como un liberal moderado precursor del liberalismo doctrinario, cuyo último modelo se
puede equiparar con los modelos constitucionales del mismo.
Epílogo
Semblanzas
1. Jovellanos
En la noche de reyes de 1744 en pleno siglo de las luces y justo
cuando Feijoo publicaba sus Cartas eruditas, nacía en una casona hidalga frente al mar gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos. Nacía
cuando ya se había consolidado en España una nueva dinastía reformista que comenzaba a introducir los aires ilustrados europeos.
Parecía preparársele un campo de actuación en el que habría de desempeñar un papel de primer orden.
Procedía de la familia formada por D. Francisco de Jovellanos
y Carreño, y de Dª Francisca Ramírez de Jove Miranda, hija del marqués de San Esteban, de corte tradicional. Su padre fue regidor y alférez mayor de la Villa de Gijón. Ambos estaban relacionados por parentesco con las más importantes familias asturianas. Esta relación
con la nobleza constituiría una constante en su personalidad. Le serviría, además, de ayuda para su promoción en los círculos sociales
y políticos.
Imperaba en la familia una formación humanista, si bien en los
hijos las salidas hacia las carreras eclesiástica y militar les abrían nuevas perspectivas. Los marinos, por su profesión y aficiones, se habían
introducido en las nuevas corrientes experimentales. Francisco de
Paula, el más allegado a Jovellanos, sería colaborador de su Instituto
de Gijón. Junto con sus dos hermanas serían los que más relación tuvieron con él. Su hermana mayor Benita, la más intelectual, se casó
262
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
con Baltasar González de Cienfuegos, conde de Marcel de Peñalba.
Un hijo del segundo matrimonio del conde, heredero de su título, sería gran amigo de Jovellanos. A su vez, un hijo de su hermana, Baltasar de Cienfuegos Jovellanos, sería su heredero.
Su hermana pequeña, Josefa, vivió en Madrid, donde su marido desempeñaba un cargo del Principado. Disfrutó de buenas
amistades y fue la más próxima de las hermanas a los ambientes ilustrados. Parece que colaboró en Madrid con los demás familiares y
amigos en desviar el futuro de Jovellanos hacia la Magistratura. Tuvieron una relación de gran cariño, claramente manifestada en la correspondencia mantenida durante la reclusión en Mallorca. Y en sus
desvelos por hacer llegar representaciones al rey pidiendo el regreso
de su hermano a Gijón. También quedó patente en la gran tristeza
experimentada por Jovellanos al profesar en las Agustinas, donde
llegó a ser madre Abadesa.
Jovellanos fue destinado a la carrera eclesiástica. Sus estudios
de primeras letras en Gijón y de filosofía en Oviedo, así como la presentación de su tía Isabel Jove, abadesa del monasterio benedictino
de San Pelayo, lograron que, a los 13 años, obtuviera su primera tonsura y un beneficio diaconal.
La carrera de Jovellanos no se desarrolla vinculada a sectores
o grupos determinados. Con una característica común a los posteriores liberales asturianos, es fruto de su propia inteligencia y esfuerzos, aplicados a obtener el mayor provecho de sus lecturas y de
los contactos que le fueron surgiendo a lo largo de su vida. La salida
de Asturias le proporcionó nuevos horizontes.
Pronto es reclamado por su pariente, el obispo de Ávila Velarde y Cienfuegos, que había fundado en su propio Palacio Episcopal una especie de seminario privado donde se formaron altos dirigentes. Sus estudios culminan con un bachillerato en Cánones por
la Universidad de Osuna y la licenciatura por la Universidad de
Ávila en 1763.
El paso por el Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá entre 1764 y 1767 supuso un nuevo giro en su formación. No fue lo más
importante obtener un bachillerato en Cánones por una universidad
de más relieve. Allí se afianza una amistad permanente con Juan
Arias de Saavedra, su preceptor, y punto de apoyo en momentos di-
Gaspar de Jovellanos en su etapa de la Secretaría de Gracia y Justicia.
Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado
Epílogo. Semblanzas
265
fíciles, y Juan Agustín Cean Bermúdez, su primer biógrafo y fiel secretario toda la vida.
Pero además, en Alcalá, Jovellanos conoció al militar y poeta
Cadalso (el Dalmiro de la poesía) lo que supuso un primer contacto
con las corrientes ilustradas a las que el poeta estaba muy abierto tras
sus estudios en París y los viajes por Europa. Se originó así una relación que habría de fructificar en la escuela poética de Salamanca,
donde ambos se integrarían con poetas salmantinos en una singular alianza de la poesía con la política.
Sus visitas a Madrid le permitieron relacionarse con el teatro
y la cultura popular. Y también con los ambientes reformistas e
ilustrados de la Corte. Todo ello llegó a producir un drástico cambio en su futuro. Su tío, el duque de Losada, sus primos los marqueses de Casa Tremañes, su maestro Arias Saavedra, insistieron en
sus consejos para que cambiara la carrera eclesiástica por la magistratura. En 1767 es nombrado alcalde del crimen de la Audiencia de
Sevilla. El potencial opositor a una canongía se ve, de pronto, a los
23 años, como magistrado. Se daba un vuelco en su vida que propiciaría la marcha hacia nuevas metas ilustradas.
La faceta ilustrada de Jovellanos se desarrolla en varios periodos de parecidas dimensiones: la magistratura y la incorporación
al movimiento ilustrado en Sevilla (1768-78); consejero real y académico en su apogeo ilustrado en Madrid (1778-90) y el exilio encubierto pero productivo en Asturias (1790-1801). Como duro remate, su exilio y prisión en Mallorca (1801-1808). Su vida termina con
un corto, pero fructífero, período de transición al liberalismo (18081811).
Magistrado en Sevilla
La primera juventud de Jovellanos en Sevilla combina una
pronta madurez intelectual con juveniles ensoñaciones amorosas.
Jovellanos se transforma en un sesudo magistrado de la Audiencia de Sevilla. Sometido hasta entonces a la disciplina y represiones, consecuencia de su respeto a las normas de la carrera eclesial,
se convierte, a la vez, en un joven enamoradizo. Las iniciales poesías
no tratan solamente de temas políticos, sino que muestran los distintos estados del espíritu, amor, ternura, pasión y hasta celos. Se co-
266
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
mienza a apreciar su compleja personalidad. El Jovellanos de la
mente alterna con el Jovellanos del corazón y el sentimiento.
La vena poética de Jovellanos se muestra sobre todo en Sevilla con sus amores reales o platónicos. Reales parecen ser las relaciones reflejadas en los sonetos dedicados a Enarda, que tras su marcha a Madrid parece ser objeto de una mención poética en su Elogio
a la ausencia de Marina. Este tipo de poemas amorosos tuvo escasa
continuación posterior, sustituidos por las sátiras.
Su nueva vida sentimental se coordina con sus responsabilidades profesionales y con sus preocupaciones intelectuales y políticas. Como magistrado penal fue ya entonces un seguidor de Beccaría en la defensa de los derechos humanos, preconizando la
abolición de la tortura y la reinserción. Busca la justicia más en el espíritu de la ley que en la rigidez de la lectura. Incluso en este campo,
combina la literatura con la crítica política. El espectador de teatro
en las incursiones madrileñas, se transforma en Sevilla en autor teatral que aprovecha El delincuente honrado para expresar sus más duras críticas, y la Muerte de Munuza (gobernador árabe de Gijón) para
glosar la muerte del tirano.
Al pasar a la magistratura civil su competencia se extiende a
los aspectos gubernativos. Es entonces cuando, por primera vez, se
introduce en los temas económicos, en los que se convertiría en importante tratadista. Comienza a dejar su impronta en los informes
económicos y sociales, entre ellos los relativos a la enseñanza, que
habrían de constituir un elemento recurrente en su evolución intelectual. Por primera vez se ocupa de la formación de técnicos. También formó parte de la Sociedad Económica de Amigos del País de
Sevilla.
Por encima de todo, su estancia en Sevilla destaca por su incorporación al movimiento ilustrado. Se integra en la más importante
tertulia ilustrada. La tertulia de Olavide en el Real Alcázar Sevillano
constituía el centro de la vida social y cultural donde confluían gentes ilustradas de diversas profesiones que discutían sobre diferentes
temas filosóficos, culturales y políticos e intercambiaban impresiones
sobre los últimos libros procedentes del extranjero.
Los años sevillanos fueron decisivos para conformar la personalidad intelectual del Jovellanos ilustrado. Las enseñanzas de Ola-
Epílogo. Semblanzas
267
vide no se limitaban a las discusiones tertulianas. La propia ejecutoria del Superintendente de Andalucía le ofrecía preclaros ejemplos. La
llegada de Jovellanos a Sevilla coincide con la creación de las colonias
de Sierra Morena, según el plan de Olavide. Este importante proyecto
reformista mostraba la difícil problemática de la agricultura española.
Y, al año siguiente, Olavide propone un nuevo plan de estudios para
la propia Universidad de Sevilla que habría de llamar la atención de
Jovellanos que, como juez del Real Protomedicato, intervino en la reforma de estudios de la Universidad de Sevilla.
La proximidad a Olavide le sirvió también a Jovellanos para
ser testigo de duras experiencias que él mismo habría de sufrir posteriormente. Diversas denuncias motivan un expediente de la Inquisición que llevó a Olavide a prisión. Suponía una dura lección. El
proceso de Olavide, su amigo, consejero y anfitrión, hacía ver a Jovellanos la dificultad de lograr objetivos políticos.
No obstante, le surgen nuevas conexiones. La participación en
la tertulia de Olavide le proporciona contactos con un fraile agustino
que le mostró poesías de un compañero de Salamanca. Agradablemente sorprendido, corresponde Jovellanos enviándole su Historia
de Jovino. Se inicia, así, una relación con los poetas ilustrados que habrían de formar parte de la escuela poética de Salamanca: los agustinos Delio y Liseno y, especialmente, Meléndez Valdés (Batilo).
Desde entonces, mantuvo Jovellanos una larga amistad con este último, que le consideraría su maestro.
Su producción literaria tuvo lugar fundamentalmente en su
etapa sevillana. Se consideró más bien un aficionado. Sin embargo,
como poeta, alcanzó un reconocimiento superior al de dramaturgo.
Comienza con la poesía amorosa y sencilla que va evolucionando hacia formas más perfeccionadas y temas más trascendentes en su Epístola de Jovino a sus amigos de Salamanca y en la Epístola a sus amigos de
Sevilla, a modo de despedida ante su marcha a Madrid.
El apogeo en la etapa madrileña:
Académico, Consejero Real y de las Órdenes Militares
El traslado a Madrid en 1778 como alcalde de Casa y Corte iba
a deparar a Jovellanos los más altos designios. Instalado Carlos III a
la cabeza de la monarquía y Floridablanca y Campomanes en altas co-
268
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
tas de poder, se encuentra con el ambiente de la Ilustración en todo su
apogeo. Apoyado por Campomanes y sus propios parientes se introduce en la sociedad madrileña y en las tertulias ilustradas. A través de
Campomanes conoce a Cabarrús, experto económico francés, naturalizado español, con el que colabora en el Banco de San Carlos. Se inicia una gran amistad que le proporcionaría, a la vez, alegrías y sinsabores. Fue también asiduo a la tertulia ilustrada de la condesa de
Montijo, donde se mantenían posturas políticas ilustradas y las concepciones religiosas heterodoxas del llamado jansenismo español.
La proyección de su pensamiento, que ya se había iniciado en
Sevilla, destaca impetuosamente en su traslado a Madrid a los 36
años. Le requieren las más importantes instituciones culturales del
país. Recién llegado a la Corte ingresa en las dos primeras, a las que
se habría de dedicar preferentemente: la Sociedad Económica Madrileña de Amigos del País y la Real Academia de la Historia. A la
vez, accede a la práctica totalidad de academias del país. En 1780, la
de Bellas Artes; en 1781, la de la Lengua; en 1782, la de Cánones y,
en 1785, la de Derecho. Es nombrado también miembro de la Real
Junta de Comercio y Moneda.
Apenas dos años después de su llegada finaliza su carrera en
la Magistratura, al ser nombrado en 1780 consejero de Órdenes Militares. Las nuevas actividades le introducen en los más diversos
campos elaborando informes, discursos y estudios enfocados en el
camino de la Ilustración. Unos, de carácter económico, propugnando la libertad económica como base del progreso. Otros, de carácter político y social, abogando por reformas en la enseñanza y la
política. Aunque su vocación fue esencialmente nacional no se olvidó
de la prosperidad del Principado en diferentes informes, aspecto que
tomaría más relieve en su posterior estancia en Asturias.
Su cargo en las Órdenes Militares le permite poner en práctica
sus ideas regeneradoras de la enseñanza, propugnando la modificación de los planes de estudio de los colegios de las Órdenes, en una
línea ilustrada que se apartara de los sistemas escolásticos.
Una buena parte de los informes, entre ellos los más importantes, fueron encargados por las instituciones. En el Elogio de Carlos III, encargado por la Sociedad Económica, realiza un repaso en la
economía y la enseñanza en la vía ilustrada. Y el Informe sobre el ex-
Epílogo. Semblanzas
269
pediente de la Ley Agraria, en la misma sociedad, constituye su texto
económico más importante que no terminaría hasta su periodo asturiano. A su vez, al ingresar en la Real Academia de la Historia, su
Discurso sobre la necesidad de unir al estudio de la legislación el de nuestra historia y antigüedades (1780), se introducía en el historicismo que
constituiría un elemento esencial de su ideología.
Una comisión real en 1781 le hizo ocuparse de los problemas
asturianos, encargándose de la puesta en marcha de un tramo de la
carretera principal de Asturias. Aprovecha el viaje para intervenir en
la Sociedad Económica de Amigos del País con un discurso sobre la
industrialización y también para la creación en León de una nueva
sociedad económica. A petición de su amigo Antonio Ponz, le dedica
sus Cartas asturianas, con las impresiones recogidas en sus viajes.
En su estancia madrileña se producen las últimas manifestaciones de los poemas galantes. Tras la ruptura definitiva en Madrid
con Enarda, después de un largo distanciamiento según parece deducirse de la Epístola del Paular, aparecen varios poemas dedicados
a Alcmena con quien parece que pensaba en una relación estable.
Pero no fructificó y Jovellanos no volvió a escribir poemas amorosos.
Aparece otro tipo de composiciones. Las sátiras de Armesto,
publicadas en El Censor, muestran un cuadro desolador de la alta sociedad. Para Jovellanos la nobleza era necesaria tanto social como políticamente, pero se había hecho indigna del respeto ciudadano y resultaba inapropiada para desempeñar su papel educador.
Tuvo además Jovellanos un destacado papel en la labor crítica
de El Censor. Publicó colaboraciones de protesta y propuso un órgano legislativo con una auténtica representación nacional. Abogaba
ya por una reforma política y la necesidad de poner límites al poder
absoluto, aunque fuera ilustrado.
Jovellanos siempre supo conciliar la mente con el sentimiento.
Si en Sevilla fue capaz de coordinar la madurez intelectual con las
poesías sentimentales, en Madrid pudo compatibilizar su profundo
respeto a la monarquía con las críticas al despotismo que practicaba
y a la vez armonizar su sentimiento religioso con las críticas al poder temporal de la Iglesia.
En la etapa madrileña, Jovellanos desempeña una actividad sorprendente y alcanza una gran notoriedad como intelectual y político.
270
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Sus ideas ya superaban al despotismo ilustrado. No se trataba de realizar meras reformas de progreso material sino de reformas políticas,
con la mira siempre puesta en la defensa del hombre y sus derechos.
Todo ello le convierte en figura clave de la auténtica Ilustración.
La crisis de la Ilustración se inició con la muerte de Carlos III.
Había desaparecido un monarca respetado que, aún con sus limitaciones, había llevado a la nación a un resurgimiento económico y cultural. El panorama político varía con el nuevo reinado de Carlos IV.
El prestigio de la monarquía se derrumba.
La sombra amenazante de la Revolución francesa atenazaba a
los gobernantes. Se endurece la censura, se restringe la actividad de
las sociedades económicas. Y se inician los ataques a los ilustrados.
La humanidad de Jovellanos queda patente cuando, a pesar del
gran riesgo que le suponía, intenta ayudar a su amigo Cabarrús, caído en desgracia.
En tal situación, una figura como Jovellanos no podía permanecer incólume. Le conminan a su incorporación sin demora a una
comisión real que se le había designado anteriormente en Asturias.
Presagiaba el final de su etapa madrileña. Veía su marcha como una
especie de exilio dorado que le permitiría dedicarse a los problemas
de su región, pero esperando que le restituyan la confianza real.
El reencuentro con Asturias
En agosto de 1790 inicia su agridulce etapa asturiana. Sólo le
consolaba reencontrarse con su tierra, lo que le permitiría ocuparse
de sus problemas, sin olvidar su vocación nacional.
En este período desarrolla un nuevo género intelectual: su Diario. Constituye un auténtico libro de viajes geográfico y monumental y un documento histórico de la vida española en los años finales
del siglo XVIII, que revela la extraordinaria cultura de Jovellanos.
Pero, además, representa una de las principales fuentes de sus sentimientos y de su pensamiento político. No solo permite conocer la
realidad de la época sino también las esperanzas ilustradas y las alegrías y tristezas provocadas por el devenir político y los acontecimientos familiares.
Su trabajo consiste en cumplimentar las misiones encomendadas por el Consejo de Órdenes y la Secretaría de Marina que ocu-
Epílogo. Semblanzas
271
paba su amigo Antonio Valdés. Esto le lleva a efectuar diversos viajes por Asturias y otras provincias del norte y centro de España.
Los trabajos originan una serie de documentos. Remite a la Secretaría de Marina expedientes que ampliaban su anterior Informe sobre el beneficio del carbón de piedra y la utilidad de su comercio. Realiza
también estudios sobre la carretera principal de Asturias e informes
sobre transportes e industrialización.
Pero su estancia asturiana representa algo más. Fue fructífera en
actividades intelectuales, trabajos históricos, diarios, informes y correspondencia que representan un compendio esencial en la obra de Jovellanos. En sus 11 años de estancia de 1790 a 1801 (interrumpida por
su fugaz paso por la Secretaría de Gracia y Justicia), realiza una gran labor y culmina sus principales trabajos encargados por las instituciones
en la etapa anterior. Si en Madrid tuvo el máximo esplendor de la Corte,
alcanza su plenitud intelectual y humana en el sosiego de Asturias.
Allí se pudo consagrar a sus dos grandes temas pendientes: la
creación del Instituto de Náutica y Mineralogía y el Informe sobre el
expediente de la Ley Agraria. Tras diversas vicisitudes, el ministro
Valdés le comunica la aprobación del Instituto. El viejo sueño sevillano de las enseñanzas técnicas se hacía realidad. En la Oración inaugural de 1794 se contenía una síntesis del pensamiento jovellanista
que trataba de construir un mundo nuevo con base en el existente.
Unas enseñanzas técnicas sensibilizadas por las humanidades. También finaliza el Informe sobre la Ley Agraria encomendado por la Sociedad Económica Matritense. Sus amigos Cabarrús –ya liberado–,
Meléndez Valdés y Arias de Saavedra le informan de la excelente
acogida causada en Madrid. Incluso Godoy (que había sustituido a
Aranda en el poder), envía una carta laudatoria a la misma Sociedad
Económica. Constituía un presagio de la consideración favorable que
su obra cumbre habría de despertar y de su influencia sobre el pensamiento económico de la época.
Escribía en la vieja casona gijonesa, ocupada por su hermano
Francisco de Paula, regidor perpetuo de Gijón. A través de él intervenía en los asuntos municipales y era un valedor de la villa, tanto
en la capital del Principado como en la Corte. Se apreciaba claramente al gran político ilustrado y al sabio consultor que ejercía su
plena asturianía.
272
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
La estancia de Jovellanos en Asturias propició lo que posiblemente fuera la única tertulia ilustrada de relieve, dentro del pobre
panorama de la Ilustración interior asturiana, ante el éxodo de sus
ilustrados más preclaros. Su Diario de la época nos informa de las
reuniones con sus compatriotas y amigos. Asistían entre otros Caveda, Carreño, Velarde, Valdés, Llanos y Montés. A veces también los
condes de Peñalba y Toreno, el marqués de Camposagrado, de la
Vega Infanzón o Juan Pérez Villamil en sus estancias en Asturias. Las
lecturas ilustradas y liberales y las noticias de la Corte y de la Francia revolucionaria constituían su objeto principal.
Pero también en sus viajes eran frecuentes sus conversaciones
en las tertulias que se organizaban en casas particulares o en los monasterios donde se alojaba, en las que dejaba patente sus ideas reformistas y su interés por conocer todas las circunstancias geográficas, históricas y culturales del país.
También dejó patente con mayor nitidez su pasión por Asturias.
Jovellanos participaba en todos los acontecimientos de la Villa y
agradecía las deferencias que se tenían con él. A la vez, se preocupaba
junto a su hermano con los problemas y mejoras convenientes, prestándose a apoyar su solución en los organismos oficiales.
Jovellanos no olvidaba su vocación más amplia. Seguía la
marcha de la política nacional y de la evolución internacional mediante una copiosa correspondencia. De ella y de su Diario se desprende la tremenda impresión que le causaron los terribles acontecimientos de la Revolución francesa. Pero mantuvo su ideario, a
pesar del empuje reaccionario causado en los estamentos del poder
y en los sectores más conservadores.
Tampoco olvidaba a sus amigos de Madrid, tanto los oficiales
Valdés y Llaguno, en las secretarías de Marina y Justicia y los altos
cargos de Consejos e instituciones, como a los miembros de la aristocracia. Tenía también presentes a los miembros de la antigua tertulia de la condesa de Montijo y a sus fieles amigos, Arias de Saavedra y Cabarrús.
La sustitución en 1792 del primer Secretario de Estado, conde
de Aranda, por Godoy, no debió agradar a Jovellanos, más bien arandista. No obstante, por una de esas paradojas que tanto le han acompañado, le habría de traer consecuencias favorables. En efecto, con una
Epílogo. Semblanzas
273
visión pragmática, considera que el cambio puede constituir una
oportunidad para aumentar sus contactos con la Corte. Por carta, le
expresa su petición de que sean restablecidos su honor y la estima real.
La correspondencia con Godoy fructifica y el favor de la Corte
va retornando. La nueva situación se vio favorecida cuando en 1797
Godoy modifica la política iniciando una aproximación a los ilustrados, que lleva a Cabarrús a la Embajada de París y a Meléndez
Valdés al cargo de Alcalde de Casa y Corte. Jovellanos es nombrado
Secretario de Despacho de Gracia y Justicia.
El nombramiento entrañó una feliz coincidencia. Supuso la
suspensión de un proceso incoado por el Tribunal de la Inquisición
ante una denuncia que culminó la serie de ataques de los detractores de su obra sobre la ley agraria. Algunas de las esferas oficiales,
la nobleza y el clero no compartían la buena acogida que se le había
tributado.
Por primera vez dispone Jovellanos de un poder político de relieve. Instalado en una Secretaría con jurisdicción sobre la educación
y los temas religiosos, parecía llegarle la ocasión de poner en práctica sus ideas. Se rodea de los colaboradores idóneos, especialmente
del obispo ilustrado Tavira. Aborda directamente los más candentes
problemas religiosos en sus informes al rey. En su Representación sobre lo que es el Tribunal de la Inquisición propugna la limitación del poder papal y reformas eclesiales. Pide también la limitación de las facultades de la Inquisición, no estimando viable en aquel momento
solicitar su supresión.
A la vez, con el objeto de impulsar la reforma universitaria,
promociona a Tavira para el obispado de Salamanca (con jurisdicción
sobre la Universidad) y presenta al rey su Plan para el arreglo de los
estudios de la universidad. Inicia también una reforma jurídica que habría de dar lugar más tarde a la Novísima Recopilación. Sus objetivos no fueron aprobados por el rey.
Su paso por el gobierno fue efímero. Apenas nueve meses. Jovellanos cesó antes de que el nuevo obispo tomara posesión. Godoy
se exculpa en sus Memorias atribuyendo el cese al nuevo ministro Caballero. El reverdecer de la Ilustración también resultó fugaz. Ni siquiera una pretendida buena predisposición eventual de Godoy
podía frenar las corrientes reaccionarias. Caballero fue el principal
274
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
provocador de su destitución, como algún otro fue el responsable de
la acción que deterioró gravemente su salud.
Sólo le quedaba el consuelo de la vuelta a Asturias. Allí le esperaba su Instituto y el certamen para el nuevo edificio. Con esta ocasión, pronuncia su Oración sobre el estudio de las ciencias naturales
donde condensa sus ideas y sentimientos sobre la naturaleza, dispersas en su Diario y en algunas otras obras, en una visión científica
impregnada de sensibilidad poética.
Con la llegada del nuevo siglo se endurece el movimiento reaccionario. El ministro Urquijo es encarcelado. Meléndez Valdés, la
condesa de Montijo y los obispos Tavira y Palafox son defenestrados
y perseguidos. La colaboración de la corona con la Ilustración se
rompía definitivamente. De nuevo Jovellanos es el más perseguido,
utilizando delaciones, calumnias y anteriores informes de la Inquisición. Ya en los primeros meses de 1800 su Diario refleja la amargura
que le rodeaba. Falta de recursos para las obras del nuevo instituto,
auditorio escasísimo en sus discursos y una nueva delación que ataca
toda su actuación pública.
Reclusión en Mallorca
El 13 de marzo de 1801, Jovellanos es detenido y conducido a
Mallorca, donde sufrirá destierro y prisión. Esta vez Godoy estaba
en el poder y no hizo nada por defenderlo. Probablemente quería
congraciarse con los que habían contribuido a su cese.
A pesar de las duras vicisitudes, la actividad intelectual de Jovellanos no descansa. En la prisión intensifica su dedicación a la literatura. Envía a su amigo el canónigo González de Posada el poema Epístola de Jovino a Posidonio. De nuevo canta tristezas por las
separaciones como en la despedida de Sevilla. Pero, en estos versos,
llenos de sentimiento, proclama su inocencia y lamenta la felicidad
perdida.
Los trabajos sobre el castillo de Bellver, la catedral de Palma y
la arquitectura gótica vuelven a conectar con su visión de la naturaleza que expresa su fuerte sentimiento de soledad, en una aproximación a la mentalidad romántica. Y el tema social de la educación
resurge en sus Memorias sobre la educación pública, una de sus principales obras educativas.
Epílogo. Semblanzas
275
En la prisión mantuvo contactos epistolares con su hermana
pequeña Josefa. Sus representaciones al rey pidiendo la vuelta de Jovellanos a Gijón nunca llegaron a su destino. La correspondencia
trata sobre la precaria salud que ambos sufren y sobre el testamento.
Unos meses antes de su liberación otorga testamento, haciendo profesión de fe en los dogmas de la Iglesia.
La vida de Jovellanos gira siempre en los vaivenes de la historia. El motín de Aranjuez y la abdicación de Carlos IV en Fernando VII
cambia su situación. Una de las primeras disposiciones del nuevo rey
consistió en conceder la libertad a los presos por razones políticas. El
5 de abril de 1808 Jovellanos recobraba la libertad, embarcando al mes
siguiente para la península y el 1 de julio ya se encuentra descansando
en Jadraque, en casa de su amigo Arias de Saavedra.
En España ya se había desatado la Guerra de la Independencia. La Junta de Gobierno, nombrada por Fernando VII a su marcha
a Francia, estaba mediatizada por Murat, nombrado lugarteniente
general del rey. Las juntas provinciales se levantan en armas y no reconocen la autoridad en las instituciones sometidas a los invasores
franceses. El movimiento ilustrado liberal se rompe. Algunos creyeron que sus ideas se harían mejor realidad en la nueva monarquía
satélite de los franceses. Otros, llevados de su espíritu patriótico y
de la desconfianza hacia una monarquía mediatizada por Napoleón,
se unen a los movimientos insurreccionales de las juntas. Importantes amigos de Jovellanos optan por el bando afrancesado.
Jovellanos constituía una destacada figura que no podía pasar
desapercibida. Por eso las autoridades francesas y colaboracionistas
intentaron muy pronto captarle. El mismo día de la llegada a Jadraque, a la casa de su amigo Arias de Saavedra, recibe una comunicación de Murat que le reclama a su presencia en Madrid. Se disculpa por motivos de salud. Más difíciles y dolorosas han tenido que
resultar las respuestas negativas a sus amigos Mazarredo, O’Farril
y especialmente Cabarrús, integrados en el gobierno afrancesado. La
negativa se repite incluso cuando le piden que acuda a apaciguar a
los sublevados asturianos que habían encarcelado a su amigo Meléndez Valdés, representante de la Junta colaboracionista de Madrid.
Llega incluso a rechazar el nombramiento de ministro del Interior que le había comunicado Urquijo. No parecen fundadas al-
276
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
gunas opiniones que quieren ver en Jovellanos una actitud dubitativa. En las respuestas no se encuentran bases justificativas de los
mismos. Antes bien, Jovellanos llegó a arrostrar serios peligros con
sus negativas. Y, en todo caso, hasta el conde de Toreno en sus Memorias, reconoció su admirable espíritu patriótico.
Jovellanos, a sus 64 años, pensaba sobre todo en el descanso,
tras su ajetreada vida pública y el deterioro de su salud. Pero sus
compatriotas asturianos tampoco querían desaprovechar una figura de semejante relieve. Siendo Flórez Estrada Procurador General de Asturias, es propuesto, junto con el marqués de Camposagrado, como vocal de la Junta Central, recién constituida, en
representación de la Junta Suprema del Principado. En este caso la
salud no fue óbice para colaborar con el mundo patriótico.
De esta forma, un vaivén más de la historia conduce a Jovellanos a un relevante puesto en un organismo que centralizaba el poder del bando patriótico en lucha contra la monarquía afrancesada.
Última etapa ejecutiva en la Junta Central
Esta última etapa no puede ser considerada como un simple
broche que cierra una brillante labor ilustrada. Por el contrario, en
ella Jovellanos tiene a su cargo trascendentales tareas. Como miembro de la Comisión de Cortes de la Central su papel resultó primordial en la convocatoria de Cortes que, aunque con un modelo diferente al suyo, dio lugar a las Cortes de Cádiz. Y, al mismo tiempo,
en los debates constitucionales se puede apreciar una evolución de
su pensamiento que desembocaría en su nuevo modelo expresado
en la Memoria al final de su vida.
Por una de esas paradojas del destino, la vida pública de Jovellanos empieza y termina en Sevilla. En esta ocasión, los Reales Alcázares no albergaban ya la tertulia de Olavide sino a la Junta Central, supremo órgano político de la España patriótica. Y Jovellanos
no era ya un aprendiz, sino un maestro.
En Sevilla se encuentra con los primeros liberales de Salamanca, continuadores del liberalismo con cobertura poética. Desgraciadamente no estaba Meléndez Valdés, que juzgó más eficaz la
monarquía Josefina para lograr sus ideas. Pero estaba su discípulo
Quintana, enaltecedor de Jovellanos, que se convierte en figura
Epílogo. Semblanzas
277
clave del primer liberalismo. Allí estaban también otros admiradores de Jovellanos, como Nicasio Gallegos e Isidoro de Antillón, uno
de sus primeros biógrafos. Y también Blanco White que, junto con
Antillón, continuaron en Sevilla El Patriótico de Quintana, órgano de
difusión de la causa liberal.
Sevilla parecía ejercer su magia de atracción liberal. No podían
faltar los futuros grandes liberales asturianos Flórez Estrada, Argüelles y Toreno. Todos se unen a la causa patriótica y, desde dentro o fuera de la Central, apoyaron una solución liberal al régimen
transitorio creado. Contaron siempre con el apoyo de Jovellanos que
incluso promocionó a Argüelles a la Secretaría de la Junta de Legislación, donde ejerció una fuerte influencia liberal y promocionó trabajos que tendrían continuidad en las propias Cortes de Cádiz.
Lord Holland, el hispanófilo liberal inglés, gran amigo de los
liberales españoles y muy especialmente de Jovellanos, no podía permanecer ajeno a tal atracción. Sevilla, en plena Guerra de Independencia, atrajo poderosamente su atención. La correspondencia con
Jovellanos constituye una de las más importantes fuentes de información de su evolución política.
Realiza su tercer viaje a España (1808-1809) justo cuando Jovellanos ejerce como vocal de la Junta Central y Quintana –otro de
sus grandes amigos– era oficial de la Secretaría de la Junta. Jovellanos y Quintana se convierten en los más cualificados informantes de
Holland y receptores de sus consejos sobre la situación española y
la reunión de Cortes para la reforma constitucional.
Durante la estancia de Holland en Sevilla, a la relación epistolar con Jovellanos se une la personal. Desde el Real Alcázar se traslada
al Palacio de las Dueñas, convertido en la Holland House, donde se reunía en tertulia con el Lord, junto con otras importantes personalidades de la Junta –el bailío Valdés, Altamira, Camposagrado y el propio
secretario Garay. Jovellanos ya no era en este caso el neófito de la tertulia sevillana de Olavide, sino un personaje con la autoridad que le
proporcionaba su importante cargo en la Central. A pesar de sus rangos, todos seguían con atención los consejos y ánimos del lord alentándoles en la convocatoria de Cortes y la libertad de imprenta.
Jovellanos ya participaba desde el principio de la Junta Central en la idea de considerar necesaria una convocatoria de Cortes.
278
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Las Cortes no se iban a limitar, como deseaban los absolutistas, a la
expulsión de los franceses, dejando para más adelante una solución
a la situación transitoria de soberanía, más acorde con las nuevas tendencias liberales. Las circunstancias quisieron que Quintana se encontrara también dentro de la Junta, como oficial de su Secretaría,
con gran influencia sobre el secretario Garay. Y, además, de hecho,
había trasladado su tertulia de Madrid a los propios Alcázares, creando un órgano oficioso, con inclusión de liberales externos (la
Junta Chica) que constituiría un efectivo grupo de presión en apoyo
de la solución liberal.
Jovellanos apoyó a la Junta Chica y, junto con Quintana y
Calvo de Rojas, aliados contra los absolutistas de la Junta, lograron
aprobar la convocatoria de Cortes. Las desavenencias surgieron
cuando se trataba de definir la composición y objetivos de la misma.
Jovellanos, fiel a su historicismo, pretendía lograr el cambio mediante la reforma de la constitución histórica y unas Cortes estamentales. Quintana y el grupo liberal preconizaban unas Cortes
constituyentes con una única cámara.
Los sucesivos intentos de convocatoria a lo largo de 1809 oscilan entre ambas soluciones. Los dos amigos discuten. Quintana culpaba a Jovellanos de los retrasos en la convocatoria por la tenacidad
de su postura. Pero, en una especie de relación de amor-odio, ambos se unían cuando se trataba de hacer frente a las presiones absolutistas, opuestas a la convocatoria. Quintana, que conoció muy
bien a Jovellanos, sabía que coincidían prácticamente en los valores
liberales y que les separaba, sobre todo, el procedimiento.
Al final del verano se lograron anular las presiones absolutistas y la convocatoria de Cortes se hizo realidad. Se fijó la convocatoria para el 1 de enero de 1810 y el comienzo de su actuación para
el 1 de marzo. Su estructura continuaba siendo indefinida y motivo
de discordia. En los dos últimos meses del año, el debate se centra
en los sectores liberal y reformista.
Lord Holland también intervino, quejándose a Jovellanos del
retraso en las reformas. Se produce un reforzamiento de la influencia inglesa. El modelo británico con dos cámaras equilibrantes parecía resultar una solución intermedia que Jovellanos logró aprobar
en la Comisión de Cortes. Sin embargo continúa la discusión hasta
Epílogo. Semblanzas
279
que la Junta Central zanja la cuestión a favor de las dos cámaras, última posición de Jovellanos.
Entre tanto, la entrada de las tropas francesas a Sevilla obliga
a la Junta Central a trasladarse a la Isla de León en Cádiz. Una vez
instalados, ante la hostilidad de la propia Junta de Cádiz, los vocales disponen la disolución de la Junta Central el 29 de enero de 1810
para dar paso a una Regencia. En la misma fecha publica la Central
su último decreto, ordenando a la Regencia la celebración de las Cortes que ya habían sido fijadas para el mes de marzo. Jovellanos lograba, al fin, en este decreto final, que las Cortes tuvieran una estructura bicameral.
A la vez, Jovellanos resolvió la otra gran demanda de Holland,
conminando en el proyecto de Reglamento de la Regencia a que se
proponga a las Cortes una ley que asegure la libertad de imprenta.
Hasta el último momento fue tenaz en su idea de que el paso de la
libertad de hecho ya establecida en la Central a una libertad legal debería ser realizado por las propias Cortes.
La satisfacción de haber logrado llevar adelante sus dos objetivos podría haber compensado la tremenda decepción y tristeza que
le produjeron el comportamiento indigno infligido a los miembros
de la Central, objeto de numerosos ataques, injurias y calumnias.
Pero una vez más en la accidentada vida de Jovellanos, una circunstancia excepcional da un vuelco a su trabajo. Se pierde el decreto
de convocatoria de las Cortes bicamerales. Tras consultar diversas
instituciones, al fin la Regencia convoca las Cortes para el 25 de septiembre de 1810 con una sola cámara popular.
No eran las Cortes que Jovellanos quería para España. Al final
del año se quejaba en carta a Lord Holland sobre el modo de constituirse las Cortes, que no seguía el modelo preconizado por ambos,
basado en una balanza equilibrada entre las dos cámaras, popular
y de dignidades.
Jovellanos, consternado, prepara su último viaje. Pero antes
quiere reaccionar ante los injustos ataques a los miembros de la Junta
Central. Para ello pretende desafiar en el Diario de Cádiz a que todos
los que participen en los mismos declaren públicamente los cargos.
La Junta de Cádiz impidió la publicación de tal desafío. Jovellanos
y Camposagrado abandonan definitivamente Cádiz.
280
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Final en Galicia
Cuando Jovellanos embarca el 26 de febrero de 1810 en el
bergantín Nuestra Señora de Covadonga, se disponía, una vez más, a
disfrutar de un bien ganado reposo. Pero de nuevo se alían los elementos para impedírselo. Unos duros temporales le llevan de arribada forzosa al puerto gallego de Muros. Allí, además, le informan
de que los franceses habían vuelto a invadir Asturias. Y, por si fuera
poco, le proporcionan una dura recepción. La persecución de los centrales parecía haberse convertido en costumbre. La firme actitud de
Jovellanos con sus quejas a diversas autoridades pudo detener los
ataques iniciales.
Estas vicisitudes entrañarían, sin embargo, favorables consecuencias. Jovellanos no puede soportar unos nuevos atropellos que
se unían a la serie de los anteriores. Esto le lleva a salir en su defensa
y en la de los propios vocales de la Junta Central comenzando la redacción de la obra que, abreviadamente, se conocería como Memoria en defensa de la Junta Central.
Jovellanos rebate las calumnias, hace patente las injusticias del
trato recibido por unos servidores de la patria y expresa el dolor y
la angustia que le invade. Pero, además, la obra recoge la historia de
los acontecimientos vividos en la Junta Central en un convulso periodo de la Historia de España.
Pero dicha obra adquiere un relieve especial en la exposición de
los debates sobre las Cortes y los decretos anejos, obra fundamentalmente de Jovellanos, que permite conocer la evolución de su pensamiento. Al final, las notas a los apéndices expresan su reacción al decreto de las Cortes instaurando la soberanía popular. Supone como un
incentivo a su intelecto que le hace reaccionar creando su último modelo constitucional, con el nuevo concepto de supremacía que conduciría de hecho a una soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
Por todo ello, la Memoria de Jovellanos debe considerarse como
una de sus obras fundamentales. Era incapaz de permanecer inactivo.
Si antes aceptó desempeñar una función ejecutiva ahora, en los años
finales de su vida, pone en marcha su actividad intelectual para crear
su último modelo constitucional. Acción y pensamiento hasta el final.
Junto con Camposagrado piensa regresar a Cádiz y entregar
la representación a las Cortes en defensa de su actitud en la Central.
Epílogo. Semblanzas
281
A la vez, Lord Holland le transmite el ofrecimiento de Liverpool para
que se embarque en un crucero inglés. La tardanza en las licencias
para dirigirse a Cádiz le hace cambiar de opinión. Entrega a Camposagrado la representación para su entrega en las Cortes, produciéndose la despedida definitiva de su amigo.
Le embarga el desaliento. Se da cuenta de que se ha quedado
solo entre dos políticas entrecruzadas: la de los que quieren reformar
todo y la de los que no quieren reformar nada. Como afirma expresivamente Gómez de la Serna: He ahí la gran tragedia final de este hombre público, puro y abnegado que ya no sirve para la patria, que es verdaderamente lo único a lo que servía.237
Su tragedia final es bien conocida. Los malos hados le continuaron persiguiendo. Enterado del abandono de Gijón por las tropas francesas, tras más de un año de estancia en Galicia, decide volver a su tierra en agosto de 1811. Apenas un par de meses duró su
estancia allí. Una nueva invasión francesa le obliga a huir precipitadamente por mar en compañía de su amigo Pedro Valdés Llanos.
Y, de nuevo, otra tempestad le lleva de arribada forzosa a la pequeña
localidad asturiana de Puerto de Vega. Cae enfermo su amigo. A pesar de haberles separado, Jovellanos le acompaña y le atiende. Su
sentido de amistad está por encima de los riesgos de contagio. Pocos días después, el 28 de noviembre Jovellanos sigue la misma
suerte de su amigo, falleciendo ambos.
Las Cortes de Cádiz reconocen su honorabilidad y quieren, incluso, seguir contando con su colaboración, designándolo en septiembre de 1811, miembro de una comisión encargada de las reformas sobre la instrucción pública. Resultó demasiado tarde. Pero a
pesar de no haberse constituido las Cortes según sus deseos, le honran con el nombramiento de Benefactor de la patria, a propuesta de
Toreno, en diciembre de 1811.238
237
GÓMEZ DE LA SERNA, Gaspar. Jovellanos, el español perdido. Organización Sala
Editorial, S.A., Madrid, 1975, pág. 297.
238
Las propuestas aprobadas son recogidas en los diarios de sesiones de 23
de septiembre de 1811 y 17 de diciembre de 1811. Véase G. M. de JOVELLANOS. OO.
CC. Escritos políticos. Obra citada, pág. 357.
282
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Sus grandes amigos liberales olvidan sus divergencias y discusiones y proclaman sus valores y su gran personalidad. Los poetas de Salamanca Quintana y Nicasio Gallego sintetizan su gran figura en el epitafio:
«Magistrado, ministro, padre de la patria, no menos respetable
por sus virtudes que admirable por su talento: urbano, recto,
íntegro, celoso promovedor de la cultura y de todo
adelantamiento en su país: literato, orador, poeta, jurisconsulto,
filósofo, economista; distinguido en todos los géneros, en muchos
eminente: honra principal de España mientras vivió y eterna
gloria de su provincia y de su familia”.
Sus amigos poetas de Salamanca habían logrado su mejor
poesía.
2. Círculo de liberales asturianos
La última etapa de la vida de Jovellanos se complementa con
una serie de liberales que, por una de esas sorprendentes situaciones
de la historia, confluyen en una destacada saga de pensadores y políticos asturianos en el trascendental momento del cambio de régimen.
Tenían muchos puntos comunes. Todos completan su formación y despliegan su actividad política fuera de Asturias, formando
una diáspora asturiana, de la que habían formado parte anteriormente Campillo, Campomanes o el propio Jovellanos. Todos también combinaban, en diferentes grados, el pensamiento y la acción
política. Y como era común entre los liberales de primera hora, a pesar de sus diferencias políticas, mostraron siempre un gran respeto
y admiración por Jovellanos.
Pero no formaban un grupo homogéneo. Presentaban diferencias. La generalidad se integró en el bando patriótico en la Guerra de Independencia. Solo Martínez Marina permaneció en la ciudad de Madrid ocupada, en una actitud confusa. El objetivo común
consistía en la abolición del Antiguo Régimen, pero divergían en la
manera de conseguirla. Jovellanos y Martínez Marina representaban
1. Francisco Martínez Marina
Oviedo, 10-5-1754 - Zaragoza, 25-7-1833.
El mayor de la saga asturiana, diez años más joven que Jovellanos y único clérigo. Ambos pertenecieron a la Real Academia de la Historia y fueron primeras
figuras del historicismo. La relación se rompió al continuar Marina como académico en el Madrid josefino. Más tarde evolucionó, siendo diputado en el trienio constitucional, en el que coincidieron todos los liberales asturianos.
Epílogo. Semblanzas
285
la transición de la Ilustración al liberalismo. Pero Marina acabó
aceptando los postulados de la constitución dieciochesca, en tanto
que Jovellanos se mantuvo más próximo a la constitución histórica
y a una soberanía compartida. Argüelles y Toreno adoptaron una
postura radical en las Cortes de Cádiz, pero se fueron moderando en
etapas posteriores. En cambio Flórez Estrada preconizaba una constitución aún más radical que la gaditana. Y Canga Argüelles, diputado en las Cortes ordinarias posteriores, era un liberal moderado.
Sus relaciones con Jovellanos fueron también dispares. Jovellanos elogió la obra historicista de Marina, pero se distanció de él
más tarde. Flórez Estrada mantenía un radicalismo inaceptable para
Jovellanos, pero, en cambio, no dudó en apoyar su nombramiento
para la Junta Central. Argüelles y Toreno fueron los más próximos
a Jovellanos, especialmente en la etapa sevillana. En cambio, las relaciones con Canga Argüelles fueron más escasas e indirectas.
Martínez Marina (1754-1833)
Francisco Martínez Marina fue el único clérigo de la saga asturiana. Nació en Oviedo en una modesta familia, integrada por Isidro Martínez y Micaela Marina. Su hermano Miguel fue colaborador
de Jovellanos. Se hace en Oviedo bachiller en Artes, es becario en el
Colegio de San Ildefonso de Alcalá y se licencia en Teología en Toledo en 1778.
Consideró siempre su carrera teológica y eclesial como su auténtica vocación. Magistral en la Catedral de Plasencia y Rector del
Colegio de San Ildefonso, tras brillantes oposiciones llega a canónigo
lectoral de la Catedral de Ávila y, sobre todo, le nombran capellán
de la Real Iglesia de San Isidro de Madrid. Así, en 1781, se introduce
en una colegiata de ambiente reformista y en los círculos culturales
de la Corte.
En Madrid, ingresa en las Reales Academias de la Historia y
de la Lengua, llegando a ser director de la primera en 1801. En este
período publica su Ensayo histórico-crítico sobre la antigua legislación
española (1806). Constituye una clara expresión del Derecho castellano y del historicismo. Tuvo una buena acogida, especialmente por
Jovellanos, que considera que en ella se puede conocer muy bien la
constitución histórica española.
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José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
La invasión francesa acarrea importantes consecuencias. Martínez Marina continúa como académico tras la caída de Madrid. No
nos podemos detener sobre sus explicaciones referentes a la colaboración con los organismos culturales josefinos. Más bien parece ser
consecuencia de la inercia y de la debilidad.
Marina dudó de la legalidad de las juntas, pidiendo, por tanto,
la convocatoria de Cortes en su Carta sobre la antigua costumbre de convocar las Cortes de Castilla, lo que motivó grandes elogios de Jovellanos, que había formulado una petición idéntica en la Junta Central.
Puede considerarse un antecedente de su Teoría de las Cortes, obra publicada en 1814. Realiza un amplio estudio de las leyes históricas y
expresa la conveniencia de un nuevo código. Aunque con una idéntica base historicista, se aparta, sin embargo, de Jovellanos, al negar
la composición estamental de las Cortes y al apoyar la base contractual de la sociedad civil y la soberanía nacional. Por eso, si en lo
jurídico se considera a Marina como el iniciador de la Historia del Derecho, en lo político pasa de la Ilustración a un claro liberalismo.
En 1816 vuelve a ser elegido director de la Real Academia de
la Historia, sucediendo al amigo de Jovellanos, Vargas Ponce. Y da
lectura al Diccionario geográfico histórico de Asturias que, en su día, motivó ciertas controversias con Jovellanos.
En 1818, la supresión por Fernando VII del Cabildo de San Isidro motivó una nueva fase en la vida de Martínez Marina, con su
traslado como canónigo de Lérida, abandonando la dirección de la
Academia. En cambio, en el trienio constitucional recupera ambos
puestos y es elegido, además, diputado por Asturias, a la vez que Toreno y Flórez Estrada. En este periodo se produce la concurrencia en
Madrid de todos los liberales asturianos, incluido Canga Argüelles,
tanto como diputados o como miembros del gobierno.
De nuevo la reacción absolutista de 1823 le ocasiona el destierro a Zaragoza, donde escribe sus Principios naturales de la política
y la legislación, con una cierta base filosófica. Fue publicada póstumamente, tras su fallecimiento en esa ciudad.
Flórez Estrada (1766-1853)
Álvaro Flórez Estrada fue el liberal más radical de la saga asturiana. Nació en Pola de Somiedo en el seno de una familia acomo-
2. Álvaro Flórez Estrada
Pola de Somiedo, Asturias, 27-2-1766 – Miraflores (Noreña), Asturias, 16-12-1853
El liberal más radical de la saga asturiana, que propugnó la asunción de la soberanía por la Junta de Asturias. Como Procurador de la Junta apoyó el nombramiento de Jovellanos como representante en la Central. En Sevilla, donde
coincidieron los liberales asturianos a la sombra de Jovellanos, presentó, desde
fuera de la Central, un modelo radical de Constitución que no fue aceptado.
Epílogo. Semblanzas
289
dada, emparentada con la nobleza, formada por Santos Flórez Estrada,
un hidalgo ilustrado y Ramona Pola y Navia. Heredero del mayorazgo familiar, no tuvo inconvenientes en criticar esa institución.
Tras estudiar Humanidades en Grado, se licencia en Filosofía
y Jurisprudencia en la Universidad de Oviedo. Ya como jurista se
casa con Juana Queipo de Llano, pariente del conde de Toreno, y se
instala en Madrid en 1786. Los escasos datos de su estancia en la
Corte señalan su labor como traductor. Ha debido recibir la influencia de Jovellanos, al parecer amigo de su padre. En la capital se
fortalece su ideología liberal y participa en la vida política, participando en tertulias críticas con el gobierno, lo que le crea algún problema. Se retira a Pola de Somiedo, y en 1795 es nombrado Doctor
«Honoris Causa» por la Universidad de Oviedo.
En 1796 vuelve a Madrid con el cargo de tesorero principal de
Rentas de la Corte. En 1797 se casa en segundas nupcias con María
Amalia Cornejo, hija de un consejero de Castilla y dama de honor de
la reina María Luisa. La cercanía a una Corte corrupta le produce una
mala imagen de Godoy y le reafirma en sus ideas reformadoras. En
1800, Flórez Estrada regresa a Asturias para atender su ferrería.
Pero es nombrado miembro de la Diputación General de Asturias,
lo que supondría un primer paso en su importante participación en
la política del Principado.
Es nombrado Procurador General por la Junta General del
Principado de Asturias. Impulsa el levantamiento contra los franceses y la asunción de la soberanía por una Junta Suprema. En dicho
momento sale a la luz pública un nuevo componente de la saga asturiana. José María Queipo de Llano (futuro VII conde de Toreno),
que es enviado, junto con de la Vega Escandón, (participante en las
tertulias de Jovellanos) a Londres, en representación de la Junta asturiana para solicitar la ayuda inglesa. En el seno de la Junta, Flórez
es pionero en levantar la bandera del liberalismo.
Flórez Estrada apoya el nombramiento de Jovellanos como representante de la Junta de Asturias en la Central. La supresión de la primera por el marqués de la Romana motiva la marcha de Flórez a Sevilla, donde ya se encontraba Jovellanos como vocal de la Junta Central.
Pero además, en Sevilla, vuelve a haber coincidencia de los liberales asturianos a la sombra de Jovellanos. Flórez eleva a la Junta
290
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Central las propuestas más avanzadas. Reclama la libertad de imprenta y propone un modelo de constitución, totalmente radical.
Niega la sanción real, establece un amplísimo conjunto de derechos
individuales, e incluso crea organismos asamblearios.
En 1810 Flórez se traslada a Londres donde publica sus primeros
escritos políticos. Regresa en 1812, siendo editor en Cádiz del periódico
Tribuno del pueblo español y es nombrado por las Cortes Intendente del
ejército de Andalucía. La supresión del régimen constitucional en 1814
le lleva al exilio, donde vuelve a coincidir con los liberales asturianos.
Allí publica su Representación a S.M. el rey Fernando VII en defensa de las
Cortes, una relevante obra de la historia constitucional.
En el trienio constitucional Flórez regresa a España. En este periodo desempeñan cargos oficiales todos los liberales asturianos de
la diáspora. Flórez Estrada y Martínez Marina se inclinaban por el
sector exaltado. Argüelles y Toreno por el moderado. Flórez fue Diputado por Asturias y llegó a ser un fugaz Secretario de Estado.
La restauración del régimen absolutista en 1823 le provoca un
segundo exilio en Londres. Colabora allí en El español constitucional,
periódico dirigido por su primo Manuel María Acevedo. Pero, principalmente, se dedica al estudio de la economía, publicando su obra
más importante Curso de economía política, que le convierte en el
principal economista español en la primera mitad del siglo XIX, introduciendo, además, ideas sociales en el campo de dicha ciencia.
En 1830 se instala en París y en 1834, tras la muerte de Fernando VII, regresa a España, siendo elegido diputado por Asturias
en el estamento de procuradores. Tras las Cortes constituyentes de
1837, forma parte de las siguientes hasta 1840, y desde 1845 es senador vitalicio. Fue crítico con la política en la Regencia de María
Cristina, especialmente por la forma de realizarse la desamortización. Y, ya durante el gobierno de Narváez, se retiró a Noreña, en Asturias, donde falleció.
Argüelles (1776-1844)
Agustín Argüelles Álvarez fue el gran parlamentario de la elite
liberal. Junto con Toreno fueron los dos grandes liberales asturianos
en las Cortes constituyentes de Cádiz. Nacido en Ribadesella, era hijo
de José de Argüelles Uría y de Teresa Álvarez González.
3. Agustín Argüelles Álvarez González
Ribadesella, Asturias 18-8-1776 - Madrid, 26-3-1844.
Con el apoyo de Jovellanos obtiene el puesto de Secretario de la Junta de Legislación de la Central, lo que no impidió que sostuviera una postura contraria
a la suya, abogando por una cámara única constituyente. Desde la Junta de Legislación enlaza con la Comisión de Cortes. Desempeñando una brillante actividad parlamentaria como diputado.
Epílogo. Semblanzas
293
Licenciado en Leyes por la Universidad de Oviedo. Parece que
Jovellanos le ofreció un puesto en la Embajada en Rusia, pero el cambio de destino de Jovellanos motivó que en 1799 entrara al servicio de
un amigo suyo, don Pedro Díaz Valdés, obispo de Barcelona. Muy
pronto, en 1800, pasa a Madrid para trabajar en la Secretaría de Interpretación de Lenguas, dirigida por otro amigo de Jovellanos, Leandro
Fernández de Moratín. En 1805 ya está instalado como oficial en la Secretaría de Estado y Despacho de Hacienda. Y, al año siguiente, le surge
una misión que cambiaría su destino. Su jefe, Sixto Espinosa, le propone para una misión extraoficial en Londres, planeada, al parecer, por
Godoy, referente a las relaciones con Inglaterra.
En Londres se relaciona con el sistema político inglés y consigue importantes contactos. Se encuentra con Lord Holland, destacado miembro del partido whig, gran amigo de España y de los liberales españoles, transformando en amistad su anterior
conocimiento de juventud en Asturias. Se encuentra también con los
comisionados de la Junta de Asturias, sus amigos de la Vega Infanzón y el futuro VII conde de Toreno, que habrían de ser sus compañeros en las Cortes de Cádiz. Les ayuda en sus gestiones y se propone adherirse al movimiento patriótico contra los invasores. A
finales de diciembre de 1808 los tres asturianos regresan a España.
En octubre de 1809 Argüelles y Toreno se instalan en Sevilla,
centro de la vida política, donde se encontraba Jovellanos como vocal de la Junta Central. Muy pronto es nombrado Argüelles Secretario de la Junta de legislación. Comienza una labor relevante, pues
dicha Junta constituiría un enlace con la Comisión de Cortes. Fue redactor y lector del discurso preliminar del proyecto de constitución,
siendo el parlamentario más brillante («el divino») y una de las
personalidades más representativas.
De nuevo el absolutismo le lleva, en 1814, a presidios en Ceuta
y en Mallorca. Por el contrario, en el trienio constitucional Argüelles
desempeña por primera vez funciones ejecutivas. En 1820, en el
cargo de Secretario de Estado, que abandona al cesar el gobierno en
1821 por desavenencias con el rey. En 1822, como diputado a Cortes por Asturias, se integra en las filas progresistas aunque con mayor moderación que en las Cortes gaditanas. De nuevo, en 1823, la
reacción absolutista le conduce al exilio londinense.
294
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Argüelles vuelve a España tras la muerte de Fernando VII. Diputado por Asturias en 1834 participa en casi todas las legislaturas,
con diversas representaciones hasta 1843. En 1837 forma parte de los
diputados progresistas que participan en la redacción de la Constitución de 1837. Perteneció al liberalismo progresista en su última
etapa, terminando su vida pública en 1841 como Presidente de las
Cortes y tutor de la reina Isabel II, falleciendo tres años más tarde.
Argüelles fue, sobre todo, un gran parlamentario y un hombre
de Estado. Sus méritos han sido reconocidos en numerosos nombramientos, entre ellos el de Presidente de la Real Academia de la
Historia. No fue un teórico de la política. Su pensamiento político se
encuentra principalmente en sus discursos. Ya antes de la constitución destacan los referentes a las aboliciones de la tortura, de los señoríos, del comercio de esclavos y a la libertad de imprenta. Y, después, el referente a la abolición de la Inquisición.
Argüelles es el coautor del discurso preliminar y autor de los
discursos sobre las Cortes y la reforma constitucional, en los que se
opone a los estamentos, a la dualidad de cámaras y apoya la soberanía nacional.
Entre sus obras destaca su Examen histórico de la reforma constitucional de España, donde defiende la evolución de la revolución liberal española. Al igual que otros liberales pasa más tarde a posiciones más moderadas, pero manteniéndose en la esfera progresista.
Toreno (1786-1843)
El más joven del plantel liberal asturiano, José María Queipo de
Llano y Ruiz de Saravia, VII conde de Toreno, nace en Oviedo en el
seno de una de las familias más renombradas y acaudaladas de Asturias, formada por José Fernando Queipo de Llano y Bernaldo de
Quirós, VI conde de Toreno y María Dominga Ruiz de Saravia. Su padre formó parte de la Junta de Asturias. Su abuelo, el V conde de Toreno, había sido un gran ilustrado, amigo de Jovellanos, al que acogió en su casa en numerosas ocasiones durante su período asturiano.
Su salida de Asturias fue muy temprana. A los cuatro años su
familia se traslada a Toledo y Cuenca y en 1797 a Madrid, donde fue
su primer preceptor un asturiano de formación liberal, Juan Valdés
y, más tarde, profesores del Seminario de Nobles y de San Isidro el
4. José María Queipo de Llano, conde de Toreno
Oviedo, 26-11-786 – París, 16-9-1843.
El VII conde de Toreno era el más joven de los liberales asturianos y de los diputados de las Cortes. Nieto del V conde, ilustrado gran amigo de Jovellanos
en la etapa asturiana. Sostuvo una postura radical, que se moderó más tarde,
ocupando importantes cargos en el liberalismo doctrinario. Sus diferencias no
minaron las simpatías por Jovellanos, consiguiendo que las Cortes le nombraran Benemérito de la Patria.
Epílogo. Semblanzas
297
Real. Llega a adquirir una extensa formación en humanidades, ciencias e idiomas y también en economía.
Aunque sus padres regresan a Asturias en 1803, Toreno permanece en Madrid hasta 1808. En la capital participa en cenáculos
políticos con otros jóvenes, entre los que se encontraba Argüelles,
que él mismo calificaba como amigo. Fue testigo de los sucesos del
2 de mayo y poco después se traslada a Asturias donde apoya el levantamiento patriótico. La Junta Suprema de Asturias le nombra
miembro de una delegación enviada a Londres para recabar la
ayuda inglesa. Allí se encuentra con Argüelles y regresan juntos al
final de la misión.
La muerte de su padre le convierte en el VII conde de Toreno
y le mantiene apartado de la vida pública hasta 1809. Rechaza el
nombramiento para una nueva junta creada arbitrariamente por el
marqués de la Romana. Junto con Argüelles, se traslada a Sevilla
donde contactan con Jovellanos, vocal de la Junta Central. Al ser sustituida esta por la Regencia, Toreno, como delegado de Asturias en
la misma, fue uno de los primeros que la conminan para que cumpliera el mandato de la convocatoria de Cortes.
Fue elegido diputado por Asturias en las Cortes de Cádiz y admitido por medio de una fórmula especial por ser menor de 25
años. Fue un brillante parlamentario y uno de los diputados liberales más radicales. La vuelta del régimen absolutista en 1814 le lleva
al exilio en Londres y al año siguiente a París, alternando las dos capitales según las circunstancias políticas europeas. En 1816 fue encarcelado en París, acusado de complicidad con el movimiento revolucionario de su cuñado, el general Porlier. Fue liberado más
tarde por falta de pruebas.
De nuevo la instauración del régimen constitucional le hace
volver a España, siendo elegido diputado a Cortes. Su posición política se vuelve más moderada tras la dura experiencia española y el
conocimiento del nuevo liberalismo europeo. Vuelven a coincidir los
liberales asturianos. Martínez Marina y Flórez Estrada apoyan a las
sociedades patrióticas, de tendencia revolucionaria, Argüelles y Toreno se muestran contrarios. Terminado el periodo parlamentario, rechaza la formación del gobierno y vuelve a París. La reacción absolutista de 1823 le hace volver a la condición de exiliado. Se dedica a
298
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
viajes y estudios y comienza su gran obra Historia del levantamiento,
guerra y revolución de España que concluyó en 1832.
Tras el fallecimiento de Fernando VII es nombrado ministro de
Hacienda en 1834 y en 1835 presidente de un gobierno moderado,
incardinado dentro ya del liberalismo doctrinario. Intentó restablecer la autoridad, pero su gobierno solo duró tres meses. A causa del
motín de la Granja, Toreno prefiere abandonar España, evitando esta
vez las reacciones liberales, en lugar de las absolutistas. Proclamada
la Constitución de 1837 regresa a España, al ser elegido diputado, integrado en el partido moderado. La reina le hace Grande de España.
Vuelto a París, regresa de nuevo para tomar posesión como diputado
en 1840 y defenderse de graves acusaciones sobre su etapa ministerial. Ante los trastornos políticos en la Regencia opta por regresar a
París, donde falleció.
Canga Argüelles (1770-1842)
José Canga Argüelles y Cifuentes estuvo menos relacionado
con Jovellanos y los liberales asturianos. Se licenció en Leyes en
Oviedo y se doctoró en Zaragoza donde su padre, el abogado Felipe
Ignacio Canga Argüelles, pertenecía a la Audiencia de la Plaza. Amplió estudios económicos y en 1794 entra en la Real Sociedad Económica Aragonesa.
Su primera vida pública se desarrolla en Madrid, salvo una pequeña estancia en Asturias en 1798 como Procurador General Síndico
del Estado Noble de Gijón. En el mismo año es nombrado Oficial de
la Caja de Amortización de Vales Reales, en la Secretaría de Hacienda, puesto que compatibiliza en 1800 con el cargo de Secretario
de Su Majestad. En 1803 se integra como oficial en la Secretaría de
Estado y al servicio de la Casa Real.
En 1804 es nombrado contador en el ejército de Valencia y se
casa con Eulalia Ventades, lo que le vincularía con dicha ciudad. Recibe los primeros honores, Caballero de la Orden de Carlos III y correspondiente de la Real Academia de la Historia. En 1808 formar
parte de la Junta Suprema de Valencia y es nombrado Intendente del
ejército valenciano.
El nombramiento en 1810 como secretario interino de Estado
y Secretario de Hacienda le hace volver a la política nacional en la
5. José Canga Argüelles Cifuentes
Oviedo, 1770 – Madrid, 2-12-1842
Fue el menos relacionado con Jovellanos. En su etapa en la Central, Canga Argüelles estaba polarizado en la Junta de Valencia. Aunque difería de la Constitución histórica jovellanista, mostrándose contrario a las Cortes estamentales,
expresó en sus escritos su admiración por Jovellanos.
Epílogo. Semblanzas
301
Isla de León. En su corta etapa ministerial desarrolla una gran actividad, destacando el proyecto del primer presupuesto nacional, el
cual mereció la felicitación de las Cortes. Tras su cese en 1811 desempeña varios puestos como intendente del ejército, superintendente general de Hacienda y gobernador civil de Soria. En 1813
vuelve a Cádiz a ocupar un escaño de diputado por Asturias en las
Cortes ordinarias.
La reacción absolutista de 1814 le lleva al castillo de Peñíscola.
Como cruel contrasentido, estando en prisión, el rey de Francia le
otorga la Flor de Lis. Con el retorno de los liberales al poder en 1820,
Canga Argüelles accede al Ministerio de Estado y del despacho de Hacienda. Es nombrado también consejero de Estado y miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País. Forma parte del gobierno de
los «presidiarios», presidido por otro liberal asturiano, Argüelles.
Cesa al caer el gobierno en 1821 por diferencias con el rey. Es elegido
de nuevo diputado a Cortes, participando principalmente en los debates hacendísticos en el ala moderada. Su moderantismo no le impidió, sin embargo, suscribir la protesta del gobierno presidido por su
coterráneo asturiano, el radical Evaristo San Miguel, contra la intrusión de la Santa Alianza en los asuntos españoles.
Al triunfar la reacción absolutista, esta vez pudo pasar al exilio londinense, donde vuelve a confluir con los asturianos. Se reúne
allí con Argüelles en el llamado por los exiliados el «partido aristocrático», siendo uno de los principales colaboradores del periódico
Los ocios. Flórez Estrada, por el contrario, se integró en el «partido
republicano», más radical. Toreno continuaba exiliado en París.
Durante su exilio se dedica a la investigación histórico-económica con diversas obras, entre las cuales se encuentran las principales: Elementos de la Ciencia de la Hacienda, uno de los primeros tratados en español, Diccionario de Hacienda, varias veces reimpreso, en
el que recoge también las memorias y trabajos de su época en la Secretaría de Hacienda. En su etapa valenciana había publicado su
obra política más importante: Observaciones sobre las Cortes de España
y su organización.
Tras su repatriación vuelve a Asturias como visitador del Instituto Jovellanos de Gijón de 1834 a 1839. Gestiona también la instalación de la fábrica de tabacos. Fue restituido como consejero de
302
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Estado. Es nombrado socio de mérito de la Sociedad Económica Gijonesa y académico de la Real Academia de la Historia. Y le llegan
nuevos honores: La Gran Cruz de Carlos III y el título póstumo de
conde de Canga Argüelles concedido por la reina Isabel II.
Apéndice
Jovellanos y sus círculos de relaciones
Una personalidad tan activa y polifacética como Jovellanos, un
viajero infatigable, tenía que originar multitud de relaciones. Unas
de naturaleza intelectual o política, otras principalmente personales,
soliendo coincidir ambas en numerosas ocasiones.
Su etapa de formación en Alcalá y los grandes centros de actividad de Jovellanos dejan tras sí una amplia estela de relaciones.
En Alcalá se crea una vinculación perdurable con dos grandes amigos: Arias de Saavedra y Cean Bermúdez. El primero, su preceptor,
fue como un padre, pendiente de él toda su vida. A su vez, Cean, gijonés como él, le acompaña desde Alcalá como mayordomo y después secretario con una larga amistad que compartía alegrías y desgracias. Fue su fiel compañero y uno de sus primeros biógrafos.
También conoció allí a Cadalso, que le transmitió sus ideas ilustradas y que constituyó su primera relación con la escuela poético-liberal de Salamanca.
SEVILLA
Sevilla, tras Madrid y Vergara, era, durante la estancia de Jovellanos, uno de los más importantes centros de la Ilustración. Olavide le acoge en su tertulia, junto con importantes personalidades,
entre ellas varios magistrados de la Audiencia, compañeros de Jovellanos. Uno de ellos, Ignacio Luis de Aguirre, según Cean, proporcionó a Jovellanos numerosos libros extranjeros de tendencia
ilustrada.
304
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
A su vez, en Sevilla, se produjo el primer contacto con Meléndez Valdés y la escuela poética de Salamanca, por medio del intercambio de trabajos literarios a través de un fraile miembro de la
tertulia de Olavide.
Además, en Sevilla, comienza el contacto epistolar con otro de
sus grandes amigos, el magistral González de Posada, al enviarle
este, cuando era maestro de Humanidades en los Reales Estudios de
San Isidro de Madrid, unos versos en que le citaba. El propio González de Posada reconoce en su Memoria biográfica de Jovellanos el
inicio de una amistad duradera, mantenida personalmente o por correspondencia.
No podemos dejar de citar sus amores de juventud, plasmados en sus poemas sevillanos. Entre sus nombres poéticos, Enarda
parece ser un amor real, que pronto se marchó de Sevilla, causándole
una gran decepción, patente en sus poesías.
MADRID
La estela de relaciones llega a su máximo esplendor en el apogeo de la etapa madrileña. En ella tiene contactos con el otro prohombre asturiano, Campomanes, que, desde sus altos puestos, le
promociona a las instituciones y academias y le introduce en su tertulia y en los ambientes políticos y culturales madrileños.
En la tertulia de Campomanes Jovellanos conoce a Cabarrús,
con el que surge una afinidad en las ideas ilustradas y en algunos aspectos económicos, que desembocaría en una gran amistad lo cual,
con el tiempo, llegaría a situarle entre sus amigos más allegados. Si
Arias de Saavedra era para Jovellanos «el papá», Cabarrús era «el
amigo».
Cabarrús apoya a Jovellanos. Le introduce en el Banco de San
Carlos y contribuye a su regreso a Madrid desde Asturias para desempeñar la Secretaría de Gracia y Justicia. Jovellanos, por su parte,
no dudó en arriesgarse al criticar duramente a Campomanes por no
atender sus ruegos para que intentara evitar el destierro de Cabarrús,
caído en desgracia. Pero también Jovellanos, posteriormente, llevado
por su patriotismo, recrimina duramente a Cabarrús su inclinación
por el bando afrancesado, sin tener en cuenta que tenía una ascendencia francesa.
1. Sevilla. Casa de Olavide
El Alcázar sevillano era la residencia de Olavide, Asistente de aquella ciudad,
quien introdujo a Jovellanos en sus tertulias ilustradas. Aquello constituyó su
primera gran inmersión en las ideas ilustradas y el origen de su gran biblioteca.
2. Madrid. Calle de Alcalá
Vista de la Calle de Alcalá con la iglesia de San Hermenegildo, hoy San José.
Óleo de Antonio Joli (1754). Museo de Bellas Artes de la Academia de San Fernando.
En Madrid transcurrió la etapa ilustrada de Jovellanos y adquirió gran relieve
su figura.
Más adelante, en la etapa de transición, tuvo allí una corta estancia en su cargo
de Secretario de Estado de Gracia y Justicia.
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
309
En su paso por las academias conoce a personalidades con las
que se originaría una amistad duradera y contribuiría a su copiosa
correspondencia. En la Academia de Bellas Artes entabla amistad
con su secretario, Antonio Ponz, que comenzó con el encargo de que
reflejara sus impresiones culturales y artísticas en un viaje efectuado a León y Gijón. Ello dio origen a sus Cartas del viaje a Asturias.
Jovellanos coincidió con Goya en el ingreso en dicha academia.
Mantuvieron desde entonces una amistosa relación. Goya fue autor
de algunos de sus retratos. Y, a la vez, Jovellanos le encarga cuadros
para el Consejo de Órdenes y las pinturas de la cúpula de San Antonio de la Florida de Madrid. También mantuvo una cordial relación
con Ventura Rodríguez, al que dedicó un elogio laudatorio en el seno
de la Sociedad Económica Matritense. Ambos encabezaban una serie
de relaciones de Jovellanos con los círculos artísticos de Madrid.
También hay que destacar su amistad con Guevara Vasconcelos, académico de la Real Academia de la Historia. Esta amistad se
plasmó más adelante en una correspondencia de gran valor, al mostrar el avance de la evolución ideológica de Jovellanos. En esta academia coincide también con Francisco Martínez Marina. Estaban
unidos por el historicismo, pero mantuvieron posteriormente divergencias personales e ideológicas. Martínez Marina evolucionó hacia un liberalismo más avanzado que le llevó a ser incluido entre los
miembros de la saga liberal asturiana.
En Madrid, además de sus relaciones con magistrados, académicos y miembros de diferentes instituciones, su proximidad a la
Corte y su papel de consejero le permitió conocer a los grandes políticos de la época. Además de Campomanes, Floridablanca, con el
que coincidiría más tarde en la Junta Central, y Aranda, que fue
quien firmó su primer cargo de magistrado en Sevilla. Jovellanos fue
más arandista que simpatizante de Floridablanca. Y, como colofón,
vislumbraba a Godoy que brujuleaba por la Corte y llegaría al poder en su etapa asturiana y con el que mantendría más tarde una
contradictoria comunicación.
Sus relaciones se extendieron a los ministros y altos cargos de la
Administración, destacando, en su fase final madrileña su amigo, el Ministro de Marina Antonio Valdés, con el que mantendría desde Asturias una fluida correspondencia relativa a las comisiones oficiales que
310
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
se le habían encargado. Con otros altos cargos de la Administración y
del Ejército, algunos de ellos futuros ministros, mantuvo un excelente
trato, transformado, en algunos casos, en una cordial amistad.
Sus contactos no eran menos extensos en la esfera privada. En
el aspecto político, Jovellanos fue miembro de la tertulia de la Condesa de Montijo, mujer destacada en los círculos ilustrados y secretaria de la Junta de Damas de la Sociedad Económica Matritense.
Llegó a ser gran amigo de la condesa. Una década después, durante
su estancia en Asturias, aún mantenía correspondencia con ella.
Allí se encuentra también con Antonio Tavira, anterior catedrático
de la Universidad de Salamanca, del sector reformista del clero,
que llegó a ser amigo y colaborador suyo. Los tres, junto con otros
miembros reformistas de la tertulia, sufrieron persecución en la
misma época que Jovellanos. Se relaciona también con el abogado
madrileño Luis Cañuelo, en cuyo periódico El Censor, Jovellanos,
Meléndez Valdés y otros liberales incipientes publicaron poemas y
trabajos de crítica política.
Su vida social madrileña era intensa. Conocía a un número
considerable de personalidades y aristócratas. Incluso se vio con los
príncipes de Asturias, algunas veces, tales como las visitas a la Academia de la Historia y es posible que también en Palacio, donde su
pariente, el Duque de Losada era sumiller del Rey. Es lógico que le
surgieran enemigos. Sus contactos con círculos jansenistas y sus sátiras críticas tenían que producir sus efectos. Críticas tan claras pudieron estar en el origen de un sector hostil a Jovellanos, antes, incluso, de su primer destierro a Asturias.
La etapa madrileña supuso el final de la vida amorosa conocida de Jovellanos. Parece que encontró de nuevo en Madrid a su
«Enarda», de Sevilla, pero solo logró una ruptura definitiva, reflejada
en sus poesías. Surge otro nombre poético, «Alcmena», que refleja un
amor real, venido del país de los nibelungos. En este caso, sí parece
que fue correspondido y que hasta pensó en institucionalizar la relación. Pero sus poemas amorosos desaparecieron.
SALAMANCA
Salamanca no fue residencia fija de Jovellanos. Pero sus viajes
a la ciudad le dieron la oportunidad de contactar con círculos ilus-
3. Salamanca. Colegio Mayor del arzobispo Fonseca
Sus viajes a Salamanca fueron frecuentes en sus visitas a los Colegios de la Orden de Alcántara como Consejero de Órdenes militares. Allí mantuvo también
contactos con sus amigos ilustrados de la Escuela Poética y los primeros liberales de la universidad. El Colegio Mayor del Arzobispo era uno de sus monumentos preferidos.
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
313
trados salmantinos, ligados a la Universidad. Su relación con ellos
fue tan intensa que, de ella, surgirían importantes amigos. Justamente, su viaje más largo fue a dicha ciudad y constituyó su última
actividad antes de emprender el viaje a Asturias.
En Salamanca, Jovellanos tuvo ocasión de visitar a sus amigos
de la escuela poética, donde, además de Meléndez Valdés (Batilo)
destacan los agustinos Diego González (Delio) y Fernández de Rojas (Lisenio). Así, Jovino, Batilo, Delio y Lisenio forman un cuarteto
unidos por la correspondencia, la poesía y las ideas ilustradas. En
esta escuela había dejado su impronta el poeta Cadalso (primer
contacto ilustrado de Jovellanos en Alcalá), con el que aún mantenía alguna correspondencia.
Esta escuela poético-liberal, a partir de los 80 se relaciona aún
más con la Universidad de Salamanca con la integración de estudiantes, de clara vocación liberal, influidos por el profesor Meléndez
Valdés. Entre ellos sobresale Quintana, que se convertiría en uno de
los grandes amigos de Jovellanos y llegará a ser la gran figura del liberalismo inicial. Y, a pesar de las duras pugnas que mantuvieron en
el seno de la Junta Central, siguió mostrando su aprecio y admiración por Jovellanos.
Esta relación de Jovellanos con el excepcional grupo formado
en el entorno de la Universidad de Salamanca se proyectó en el futuro. Algunos, como Quintana y Nicasio Gallego, se integraron en
el liberalismo patriótico en la etapa de Jovellanos en la Junta Central.
Luis Mariano de Urquijo fue ministro en su época ministerial. Antonio Tavira llegó a ser un obispo gran amigo de Jovellanos, en el sector reformista del clero. José Luis Munarriz le recordaba aún en su
etapa asturiana enviándole números del Semanario Literario y Curioso
de Salamanca. La generalidad de los miembros del grupo salmantino
y de la tertulia que fundó Quintana en Madrid le conocían y le
apreciaban. Hasta el revolucionario Marchena, procedente también
del vivero salmantino, le dedicó frases laudatorias.
ASTURIAS
Tras su último viaje a Salamanca, la etapa asturiana culmina
los círculos de relaciones de Jovellanos. Si en las etapas anteriores sus
contactos se llegaron a contar por centenares, en sus diarios, princi-
314
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
pal fuente de la década asturiana, figuran más de dos millares de
nombres.
Lógicamente, sus relaciones familiares ocupan el primer lugar.
De los supervivientes del amplio elenco de hermanos, tres eran los
más cercanos. Con Francisco de Paula, en cuya casa se alojó, mantuvo la más estrecha relación, al igual que con su cuñada Gertrudis.
Le ayuda en la puesta en marcha del Instituto del que fue su primer
director. Y, a su vez, Jovellanos colabora en sus funciones de Alférez
Mayor, participando activamente en las mejoras de la Villa de Gijón.
La cordial relación con su hermana Benita se extendió a su familia.
Mantuvo un buen trato con su marido Baltasar González de Cienfuegos y Caso, conde de Marcel de Peñalba. La relación con su sobrino Baltasar Cienfuegos Jovellanos fue muy afectuosa. Se veían con
frecuencia y acompañó a Jovellanos en momentos importantes de su
vida. Mantuvo la causa de la elección de Jovellanos para la Central,
desde su puesto de secretario de la Junta General del Principado y
le ayudó en la impresión de su Memoria. Por su parte, Jovellanos le
nombra su heredero.
Al fallecer el conde, se mantuvo la amistad con el heredero del
título, hijo de un matrimonio anterior, don Rodrigo González de
Cienfuegos Velarde, sexto conde de Marcel de Peñalba, siendo frecuentes los contactos tanto con los condes como con su hijo Juan González de Cienfuegos Carrió (Juanín). El conde desempeñó también
posteriormente importantes puestos en la Junta General del Principado y fue socio fundador de la Sociedad Económica Asturiana.
Aunque menos extensas, fueron también cordiales las relaciones con otro sobrino, José Cienfuegos Jovellanos, al que hizo durante un periodo asturiano director del Instituto. Sin embargo, siguió
la carrera militar, participando en las revueltas del levantamiento de
Asturias y fue más tarde miembro de la Comisión de Guerra de la
Junta Asturiana y director de la fábrica de armas. Su otro sobrino,
Francisco, siguió la carrera eclesiástica. Jovellanos procuró ayudarles en sus carreras profesionales. José llegó a ser capitán general de
Cuba, donde fundó la ciudad de Cienfuegos. Francisco llegó a ser
obispo y cardenal.
También mantuvo un cordial trato con su sobrina Escolástica
Cienfuegos Jovellanos y con su marido Antonio Argüelles, Señor de
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
315
Peñerues que llegó a ser Procurador General del Principado. Y también se reunió esporádicamente con su tío, José de Jovellanos Carreño, presbítero, capellán mayor de la Colegiata de Gijón.
A pesar de que el trato con su familia materna, los Ramírez de
Jove, fue también frecuente, las relaciones con Manuel María Ramírez de Jove, III Marqués de San Esteban, no fueron tan afectuosas.239 Mantuvo, en cambio, excelentes relaciones con su yerno, Álvaro Valdés Inclán (Alvarín), vizconde de Peña Francia y con
Colasina Ramírez de Jove, casada con el coronel Joaquín María Velarde, que participó en el alzamiento de Oviedo y llegó a ser teniente
general. Velarde y Alvarín se encontraban entre sus acompañantes
más asiduos. También frecuentaba a su padre Joaquín de Velarde
Queipo de Llano (Velarde Mayor) y a Antonio de Heredia y Velarde,
que era diputado provincial y desempeñó también un importante
papel en el levantamiento asturiano de 1808.
Las citas de los encuentros con los Peñalba y los Ramírez, tanto
en Gijón como en Oviedo, e incluso en algunos viajes, son constantes
en sus diarios. También eran frecuentes las visitas a su hermana Josefa
en el convento de las Agustinas, del que llegó a ser abadesa. Y a sus
sobrinas María y Lorenza Posada Jovellanos, hijas de su hermana fallecida Juana Jacinta, así como a su sobrino Joaquín María de Posada.
Jovellanos lleva en Asturias una vida social muy activa, no solo
con sus familiares y amigos, sino también con personalidades oficiales de Gijón y de Oviedo, con los diferentes regentes, con los
miembros de la Junta General del Principado, con el obispo Juan de
Llano Ponte, con monjes de diferentes monasterios, especialmente
del monasterio benedictino de San Vicente de Oviedo, con los profesores, alumnos y familiares del Instituto creado por él, con la nobleza asturiana y con infinidad de amigos de todo Asturias y de las
diversas poblaciones recorridas en sus viajes fuera de la región.
239
Es significativo que en su diario del 6 de junio de 1797 narra que su yerno
Álvaro Valdés Inclán, viudo de su hija Carmen Ramírez de Jove (Maritina), enfadado con el marqués, se marchó de casa con los hijos. Y también que su hermana
Gertrudis se fue a una casa propia. Ello hizo escribir a Jovellanos: Así quedó aquel
búho solo en su mechinal.
316
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Entre los diferentes regentes cabe destacar a don Juan de Villamil, notable jurisconsulto, fiscal en Mallorca, al que nombró regente de Oviedo durante su etapa ministerial. Se le considera el autor del bando de Móstoles al principio de la Guerra de la
Independencia. Jovellanos mantuvo correspondencia con él y durante sus visitas a Gijón, cambiaban impresiones sobre temas jurídicos y participaba en su tertulia.
Jovellanos tenía muchos amigos en la Junta de Asturias.
Aparte de sus familiares y de los amigos nobles, se incluían también
en su círculo de amistades Joaquín María Velarde, Antonio de Heredia Velarde, Nicolás de Llano Ponte y Antonio Carreño. Formaron
parte en determinados periodos de la Junta de Asturias y Carreño
fue Alférez Mayor de Oviedo. Todos colaboraron con Jovellanos para
lograr de la Junta un arbitrio para financiar la carretera de Pajares,
comisión que se le había encomendado.
Antonio Carreño y su hermano José eran primos de Jovellanos.
José, comisionado del Principado en la Corte, informaba a Jovellanos de las noticias de la misma, una de las cuales fue la mala acogida
del Instituto por el nuevo ministro Varela, tras el cese de su amigo
Antonio Valdés.
Sus contactos con los Llano Ponte le llevan a tener un cordial
trato con el obispo de Oviedo, Don Juan de Llano Ponte, el cual le
solicitaba asesoramiento en algunas ocasiones, con su sobrino Rodrigo de Llano Ponte y con el canónigo Ramón de Llano Ponte. Jovellanos llegó a asistir a la ceremonia de armar caballero a Colasín,
hijo de Rodrigo de Llano Ponte, en la que participó su hermano
como gran maestre.
Con la Universidad de Oviedo y las autoridades que la apoyaban tuvo Jovellanos serios contratiempos a causa de la instalación
de su Instituto en Gijón. De hecho, pocos profesores de la misma son
citados en sus diarios. El más frecuente es Ángel de la Vega Infanzón, catedrático de regencia de leyes y posteriormente miembro de
la Sociedad Económica Asturiana. Tuvo un relevante papel en la
Junta de Asturias al ser, junto con José María Queipo de Llano, vizconde de Matarrosa (futuro séptimo conde de Toreno), su representante en Londres. Finalmente fue diputado en las Cortes de 1810.
El otro catedrático, Antonio Fernández de Prado, socio honorario de
4. Gijón. Plazuela de los Jovellanos
La Plazuela de los Jovellanos evoca en la ciudad la memoria de su hijo más ilustre. La casa natal, centro de sus tertulias, el edificio donde tuvo su sede inicial
el Real Instituto y la capilla de Nuestra Señora de los Remedios, donde reposan
sus restos, constituyen símbolos vivos de su estancia gijonesa.
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
319
la Real Sociedad Económica Asturiana, es de destacar por la carta de
1795 en la que Jovellanos muestra una de las expresiones más claras
de su historicismo.
En cambio, mantuvo una relación muy cordial con el Monasterio Benedictino de San Vicente (hoy Museo Arqueológico provincial de Asturias). Tal relación resultaba facilitada porque los monjes
con que se trataba Jovellanos seguían las líneas reformistas de Feijóo, con cuyos escritos presentaba Jovellanos muchas concordancias.
Su amigo, Fray Dionisio Otaño, le dedicaba grandes elogios. Fueron
también muy cordiales sus contactos con el abad Murillo, el más
avanzado reformista, calificado en el diario de Jovellanos como port
royalista. En sus constantes visitas a Oviedo era frecuente verle pasear por el claustro con el nuevo abad Plácido Vicente. En la Sociedad Económica de Asturias también tuvo contactos Jovellanos con
miembros de la Orden Benedictina, prácticamente la única que formaba parte de dicha Sociedad.
Pero la institución, de visitas casi diarias, que atrajo principalmente su atención, fue su amado Instituto de Gijón. Allí tuvo ocasión de conocer a numerosos profesores, alumnos y familiares con
los que se creaban vínculos que se extendían fuera del mismo. Inversamente, familiares y amigos externos de Jovellanos acuden al
Instituto cuando había certámenes o representaciones teatrales, colaborando, incluso, en la organización de los actos.
Los profesores más frecuentados por Jovellanos parece ser
que fueron Juan Lespardet, Diego Cayón, Cayetano Fernández Villamil y José Alvargonzález Zarracina, además del racionero Ramón
González Villamil o el colaborador Miguel Martínez Marina.
Entre los familiares y colaboradores destacan «los de Villaviciosa», que, además, eran frecuentes visitantes. Posiblemente los más
asiduos fueran los del círculo Caveda, Francisco de Paula Caveda y
Francisco Montés Vigil. Caveda, de gran formación artística literaria, y el matemático Pedrayes mantuvieron una comunicación intelectual con Jovellanos. Francisco Montés y Nicolás de Posada eran
regidores de la Villa. Posada se encontraba entre sus amigos de
confianza.
Los de Hevia constituían otro grupo alrededor de Antonio Lorenzo de Hevia, señor de Hevia y de Baqueros, Juez noble de Gijón
320
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
y Felipe Neri Hevia y Antaño que fue más tarde miembro de la Junta
Asturiana. La familia Peón era también colaboradora del Instituto.
Bartolomé de Peón Solares trae a su primogénito y Diego de Peón
regala al Instituto una obra sobre educación. Por su parte, Pedro
Peón Heredia, militar, llegó a ser coronel y diputado de la Junta Suprema de Asturias. Y Jovellanos participa en las pruebas para nombrar a Antonio Peón, Caballero de la Orden de Alcántara.
Jovellanos mantuvo también contactos con la familia San Miguel. El padre, José Benito Fernández San Miguel, trajo a sus hijos
al Instituto. El mayor, Juan Nepomuceno, que ya era profesional de
derecho, es, a veces, colaborador del mismo y toma parte en ocasiones en las tertulias de Jovellanos. Llegó más tarde a formar parte
de la Junta General del Principado. Por los Documentos inéditos de
Jovellanos, sacados a la luz por Don Luis Adaro,240 podemos comprobar cómo varios de los hermanos San Miguel han sido alumnos
del Instituto. Destacaron Santos, que llegó a ser teniente general, y
especialmente Evaristo San Miguel, una de las grandes figuras del
liberalismo asturiano y español, que llegó a ser capitán general, director de la Real Academia de la Historia, ministro y duque grande
de España.241 Resulta lógico pensar que el Instituto ha debido sembrar las primeras semillas ilustradas que le introdujeron en el liberalismo desde la primera juventud.
Dada su raigambre, sus contactos con la nobleza asturiana eran
frecuentes y cordiales. Además de sus familiares más directos, el
conde de Peñalba y el marqués de San Esteban, con los que tuvo más
relación fueron el conde de Toreno y el marqués de Camposagrado.
Joaquín José Queipo de Llano y Quiñones, V conde de Toreno, fue
impulsor de la Real Sociedad Económica de Asturias, socio de mérito de la Sociedad matritense y honorario de la Real Academia de
la Historia. Como hombre ilustrado experimentaba una gran afini-
240
Luis Adaro Ruiz Falcó: Documentos inéditos de Jovellanos relativos al Real Instituto Asturiano. Instituto de Estudios Asturianos. Oviedo, 1988, págs. 21 y 23.
241
La relevancia del general Evaristo San Miguel en los planos militar y político en los numerosos e importantes cargos desempeñados puede ser examinada
en Honorio Feito: Evaristo San Miguel. Fundación Alvargonzález. Gijón, 1995.
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
321
dad con Jovellanos que se fue transformando en cordial amistad. En
sus viajes, Jovellanos se alojaba en su casa de Cangas de Tineo (hoy
Narcea) y visitaban los monumentos y obras de arte de la zona. Tanto
en esas ocasiones como en las visitas del conde a Gijón, tenían largas conversaciones sobre arte y literatura. Tras su fallecimiento, Jovellanos tuvo menor contacto con el VI conde de Toreno, José Fernando Queipo de Llano y Bernaldo de Quirós, que fue Alférez
Mayor del Principado y miembro de la Junta Suprema de Asturias
en 1808. Al fallecer en dicho año, le sucede como VII conde de Toreno José María Queipo de Llano y Saravia, uno de los grandes liberales de la saga asturiana, diputado en las Cortes de Cádiz y gran
admirador de Jovellanos, a pesar de sus diferencias políticas.
Mantuvo también Jovellanos una larga amistad con Don Francisco José Bernaldo de Quirós, V marqués de Camposagrado, especialmente desde 1794, tras su regreso de la Batalla de Tolón contra
los franceses. Jovellanos y el conde Marcel de Peñalba le apoyaron
en su nombramiento de primer coronel del Regimiento de Nobles de
Asturias. Llegaría a ser teniente general y jefe de las fuerzas del Principado. Las relaciones de Jovellanos y el marqués fueron extensas
durante el tiempo de su etapa asturiana, tanto en Gijón como en las
casas del marqués en Oviedo y Mieres. Mieres constituía un punto
de alojamiento de Jovellanos, tanto en sus expediciones para la comisión de minas, como en sus viajes fuera de Asturias, cruzando el
puerto de Pajares. Allí coincidió con el presbítero José Sampil que,
desde su época ministerial, sería hombre de confianza a su servicio.
Visitaba también en Pola de Lena a su buen amigo el escribano Benavides. Los contactos con el marqués continuaron hasta el destierro de Jovellanos. Volverían a reanudarse más tarde en Sevilla, en el
seno de la Junta Central.
Jovellanos traslada en Asturias a sus familiares la amistad
que le unía a Antonio Valdés Bazán, su interlocutor mientras desempeñó el cargo de Ministro de Marina.242 Se relacionaba especial-
242
Descendiente de la casa de Valdés, su padre era Don Fernando de Valdés
Quirós, del Consejo de su Majestad en el de Hacienda. Fue Ministro de Marina en
la época de Jovellanos en Gijón. Sus hermanos eran Don Rafael, mariscal de campo
322
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
mente con su hermano Fernando Valdés, así como con sus sobrinos
Cayetano Valdés Florez, eminente marino y José Valdés Florez, brigadier de la Armada, que llegó a ser Presidente de la Junta Reformada del Principado en 1808. Por su parte, Fernando Valdés mantuvo frecuentes contactos con Jovellanos, realizando este, incluso un
viaje en 1795 con el objeto de participar en las pruebas necesarias
para su nombramiento de Caballero de la Orden de Alcántara.
En sus viajes por la misma zona, Jovellanos contactaba también con los Florez, con quien mantenía buenas relaciones. Ramón
Florez era asiduo de los Valdés. José Valdés y Ramón Florez actuaron como testigos en las pruebas de Fernando Valdés, ya citadas. José
e Ignacio solían recibir a Jovellanos, que tenía su mayor confianza
con Ignacio Florez, hasta el punto de hospedarse en ocasiones en su
casa. Por una ironía del destino, fue precisamente él quien, en 1808,
desplegó una mayor oposición al nombramiento de Jovellanos como
representante de la Junta de Asturias en la Central.
Las visitas de Jovellanos se extendían también a la casa de los
Cañedo, cercana a las anteriores. Don Fernando de Cañedo era padre de Gregorio y de Alonso Cañedo Vigil de Jove Ramírez, su
primo y querido doctoral de Badajoz que llegaría a ser arzobispo de
Burgos y diputado en las Cortes de 1812. En esta etapa asturiana
mantuvieron una relación epistolar y algún encuentro ocasional. Al
final de su vida, desde Muros de Nalón le haría partícipe de sus desengaños vitales y políticos.
La vida cotidiana de Jovellanos en Gijón se desarrollaba de manera metódica, cargada de trabajo y plena de relaciones sociales. Sus
continuas lecturas y escritos y su atención al Instituto aún le dejaban
un margen de tiempo para la convivencia. Por un lado, participaba
en la sociedad de los demás y en las solemnidades de la Villa. Pero,
a la vez, recibía a sus numerosos amigos en dos tipos de actividades
que marcarían su vida social: los paseos y las tertulias.
y Don Fernando Valdés Bazán, brigadier. A su vez, el nieto, Don José Valdés Florez, era el propietario de la casa donde se solía alojar Jovellanos en sus viajes. En
mayo de 1794 Jovellanos da cuenta en sus diarios del fallecimiento de Fernando Valdés «el viejo», que podría referirse al padre de los Valdés Bazán.
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
323
Los paseos de Jovellanos suponían un elemento de relajación
y de contactos amistosos, pero, a la vez, constituían una prolongación de su trabajo intelectual. Si en los paseos solitarios solía llevar
un libro de lectura, las conversaciones culturales constituían un elemento común en los cotidianos paseos con amigos locales o visitantes. Entre sus acompañantes aparecen con más frecuencia Alvarín y Petris. Los nombres poéticos y diminutivos indicaban en
Jovellanos un afecto especial. Álvaro Valdés Inclán, (Alvarín), su sobrino, era, como hemos visto, yerno del marqués de San Esteban. A
su vez Pedro Manuel Valdés Llanos (Petris) era hermano de Fray
Manuel Llanos y Menéndez Valdés, conventual de San Marcos de
León. Fue más tarde subdirector de Rentas Reales en el puerto de Gijón y costa de Asturias y uno de los albaceas testamentarios de Jovellanos. El afecto de Jovellanos le lleva a calificarle «el amigo»
como si fuera el trasunto a Asturias del «amigo» de Madrid (Cabarrús). Llanos «Petris» o «el amigo» constituyen una constante en los
diarios de Jovellanos, tanto en los paseos como en las tertulias. El
destino quiso que esta entrañable unión resurgiera en la etapa final
de Jovellanos y quedará sellada con la proximidad en la muerte.
La etapa asturiana no podía constituir una excepción a la larga
tradición tertuliana de Jovellanos. Tanto en Gijón como a lo largo de
sus viajes, las tertulias constituían un elemento común. Su casa gijonesa albergaba la tertulia ilustrada más importante de Asturias. Allí
se reunían los Caveda, Carreño, Velarde, Valdés, Montés, Llanos. A veces también Pedrayes, San Miguel, Méndez Vigo, de la Vega Infanzón… Incluso en ocasiones asistían residentes fuera de Asturias como
Juan Pérez Villamil. Solía leer en voz alta su secretario José Acebedo
Villarroel, originándose, a continuación, un coloquio sobre temas literarios, artísticos o políticos. A juzgar por las sucintas reseñas del propio Jovellanos, a diferencia de las tertulias madrileñas, eminentemente políticas, estas parecían tener un contenido más amplio.
Los viajes fuera de Asturias le deparaban la ocasión de reencontrar a antiguos amigos o adquirir otros nuevos. En diversos viajes
sostiene charlas religiosas o educativas con Ignacio Liaño, fraile de su
Orden. En León, su sobrina Tadea Tineo Ramírez de Jove, le presenta
a Ramona Villadangos, lamentando que distaran tanto en años y proyectos. En Burgos le recibe su buen amigo Fray Francisco Ibáñez de
324
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Corbera, fraile de la Orden de Calatrava, al que hizo más tarde tesorero de la catedral de Oaxaca (Méjico). En Santander se encontraba con
el ingeniero Fernando Casado de Torres, del que se había hecho amigo
con motivo de sus comisiones en los astilleros de la Cavada. Y, en fin,
por no citar más, en Salamanca se reencontraba con Meléndez Valdés
y con Ramón Salas, destacado en el sector liberal de la Universidad.
Sin embargo, la etapa asturiana no careció de aspectos negativos. A su pugna con algunos regidores de Gijón y con las autoridades de Oviedo y su Universidad, por causa del Instituto, se sumaban otros hechos de trascendencia política. El cardenal Lorenzana
niega la posibilidad de que el Instituto tenga libros prohibidos y el
cura de Somió y el comisario Vigil investigaban el contenido de su
biblioteca. Parecía significar el inicio de una persecución.
Un cambio de vida tan acusado no hizo olvidar a Jovellanos
las amistades anteriores. Su contacto con los amigos íntimos fue
constante. Arias de Saavedra (papá), Cean Bermúdez y Cabarrús (el
amigo) están en primera línea. Meléndez Valdés (Batilo), González
de Posada y Vargas Ponce (Poncio) ocupan también sitios preferentes en su correspondencia.
Vuelve también a conectar con el mundo poético. La comunicación que Juan Fernández de Rojas (Lisenio) le hace sobre la muerte
de su amigo Fray Diego González (Delio), le sirve para rememorar
los viejos tiempos salmantinos. También su amigo José Luis Munarriz le envía varios números del Semanario literario y curioso de Salamanca. Se mantiene también la relación con otro poeta liberal, Quintana, que desempeñaría un papel primordial en los inicios del
liberalismo y con quien conviviría más tarde en la Junta Central. Y
él mismo vuelve también a la poesía con sus Epístolas a Poncio (Vargas Ponce) y a Moratín.
Jovellanos tampoco olvidaba a los amigos de la Corte, originándose una copiosa serie de cartas. Algunas, oficiales, contenían informes sobre sus trabajos en las comisiones o en el Instituto y estaban dirigidas principalmente a Antonio Valdés, con quien le une una
gran amistad, que tendría continuidad al coincidir como vocales en
la Junta Central. Al cesar Valdés, continuó la correspondencia con los
nuevos ministros Varela y Lángara. Se relacionaba también con Llaguno, en Gracia y Justicia, y con sus amigos del Consejo de Órdenes,
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
325
principalmente el duque de Hijar y el conde del Carpio. A su vez,
otro amigo, Martín Fernández de Navarrete, oficial de la Secretaría
de Marina, le informaba sobre las novedades de la Corte.
Las noticias que le transmitían, le preocupaban. Sintió el cese
de Valdés, la destitución del conde de la Cañada, Presidente del Consejo de Castilla y de los consejeros José Joaquín Colón de Larreategui y Manuel Lardizabal, buenos amigos. También lamentó la caída
en desgracia del conde de Aranda por sus discrepancias con Godoy.
Veía necesaria una regeneración.
Dentro de la innumerable serie de cartas, adquieren importancia las de contenido político. Entre ellas destacan las entrecruzadas con Harding, cónsul inglés en La Coruña. Tuvieron la máxima
frecuencia en 1794, destacando la de 21-5-1794 donde le parece admirable la constitución que había jurado Luis XVI en 1791 y la de 209-1794, contra el despotismo, reflejando la evolución ideológica de
Jovellanos. A su vez, en carta del 17-12-1795 al doctor Fernández del
Prado, expresa claramente su idea de la Constitución Histórica.
A pesar de comunicar a sus amigos o a contactos oficiales su
desinterés en regresar a la Corte, ante las sugerencias de Arias de
Saavedra se decide a escribir a Godoy, reivindicando su rehabilitación política, que era lo que más le preocupaba. Se inicia así una correspondencia de mayor alcance con Godoy, la cual, con el apoyo de
otros dignatarios y de Cabarrús, propicia, tras algunas vicisitudes,
su nombramiento para la Secretaría de Gracia y Justicia.243 La necesidad que Cabarrús hace ver a Godoy de buscar el apoyo de reformistas de reputación reconocida para hacer frente a una campaña en
su contra, facilitan también el nombramiento.
MADRID
A su llegada a Madrid le reciben los amigos de siempre, Arias
de Saavedra y Cean Bermúdez, al que hace oficial de su Secretaría.
243
Su nombramiento previo era para la Embajada de Rusia, lo cual le sumerge en gran perplejidad. El nuevo nombramiento y la presión de su hermano y
de sus amigos Cabarrús, González de Posada, Arias de Saavedra y Martín Fernández Navarrete le hacen aceptar el nuevo cargo.
326
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Se reencuentra con los amigos en los puestos oficiales y estrecha lazos con los más reformistas, Saavedra y Urquijo, a los que también
había ascendido Godoy a la vez que hace a Meléndez Valdés fiscal
de los Alcaldes de Casa y Corte de Madrid.244
Aunque fue bien recibido en la Corte por el Rey y el Príncipe
de Asturias e, incluso, con aparente agrado por la Reina, no todo le
resultaba atrayente. Tenía que soportar, a veces, el espectáculo de
reuniones con Godoy, su esposa, condesa de Chichón y su amante
Pepita Tudor.245
Al lado de sus amigos reformistas, Jovellanos buscó también
la colaboración de los amigos eclesiásticos reformadores, principalmente del obispo Tavira (de Burgo de Osma, antes de Canarias). Le
sirvió de ayuda para sus tareas principales. Un informe de Tavira dio
lugar a una Representación de Jovellanos al Rey, abogando por la limitación de los poderes de la Inquisición y el fin de sus abusos. El
Rey no respondió. A la vez, propone Jovellanos el traslado de Tavira
al obispado de Salamanca para comenzar por su Universidad la reforma de la enseñanza. Su cese no le permitió continuar adelante.
Pero tanto Jovellanos como Saavedra se proponían informar al
Rey sobre la situación real de los asuntos públicos y tender a una regeneración de la Corte donde se mezclaban las cuestiones públicas
y las privadas, con intervención incluso de la propia Reina. La responsabilidad de Godoy en este tema y las presiones francesas por el
desacuerdo con la política de Godoy respecto a los refugiados, provocan su cese, pasando Saavedra a ser primer secretario de Estado.
Sin embargo, se mantiene el poder e influencia de Godoy en
la Corte y la situación da un vuelco. Tanto el Rey como Godoy co-
244
Mariano Luis de Urquijo era oficial de la Secretaría de Estado con Godoy
y más tarde pasó a secretario interino de Estado. Francisco Saavedra era ministro
de Hacienda en 1797 y secretario de Estado en 1798. Formó parte de la Junta Central y de la Regencia.
245
Precisamente la campaña contra Godoy que había sido iniciada por el inquisidor Lorenzana y el Consejo de Castilla había sido también alentada por la
Reina María Luisa en una de sus fases de despecho por el abandono de Godoy. Véase: Gaspar Gómez de la Serna: Jovellanos, el español perdido. Organización Sala Editorial SA. Madrid, 1975, págs. 73 y 74.
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
327
mienzan a recelar de ambos ministros. A la vez, los ultramontanos
y la Inquisición incrementan su presión. Jovellanos es cesado de su
ministerio. Su aventura ministerial duró apenas nueve meses (22-121797 al 15-8-1798). Le sustituye Caballero, que se convertiría en su
acérrimo enemigo. Su amigo Saavedra se retira por el momento de
la vida pública, pasando Urquijo a Primer Secretario interino. A su
vez, Meléndez Valdés fue enviado a Medina del Campo.
De nuevo sus allegados le ayudan en su regreso a Asturias.
Arias de Saavedra le organiza el viaje que realiza en compañía de su
sobrino Baltasar. En Alcalá, recuerda su Colegio Mayor y visita a sus
amigos, los Lardizabal, allí desterrados. En Trillo, a donde va a tomar baños, se hospeda en casa del prebendado de Sigüenza, Narciso
Carreras. Allí organiza su primera tertulia con el Varón de Les, oficial de la Secretaría de Guerra, Pantoja, capellán de honor de la Orden de Alcántara y algún eclesiástico de Sigüenza. Escribió a Azanza
y a su cuñada Gertrudis que había quedado viuda en agosto. Recibe
también una carta de Antonio Valdés con la buena nueva de la
aprobación de sus peticiones para el Instituto.
Tras una corta estancia en Madrid inicia el regreso a Gijón, en
compañía del presbítero Sampil y de su sobrino. Visitan en León, una
vez más, a su sobrina Tadea. Y le reciben a la entrada de Asturias Álvaro Valdés y Peñalba. En Oviedo se reúne con su hermana Benita
y llega a Gijón tras cerca de un año de ausencia. Vuelve a su exilio
dorado.
ASTURIAS
Tras las cumplimentaciones de los organismos oficiales, comienza una segunda etapa asturiana muy diferente. Parecen haber
desaparecido las entusiastas relaciones anteriores. Advierte un ambiente de cierta frialdad. Comienza a disminuir la concurrencia de
sus tertulias. La Junta General del Principado ya no cuenta con él y
aprecia un desvío intencionado de algunas autoridades. Piensa que
ya volverán, pero, en el fondo, se ensombrece su ánimo. Para colmo,
surge una tirantez con su cuñada Gertrudis, con la que siempre había tenido excelentes relaciones. Sin embargo, sus más íntimos, entre los que se encuentra Peñalba y Llanos, no le fallan. Ni tampoco
su contacto con los de Villaviciosa, participando en las pruebas de
328
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Antonio Peón para caballero de Alcántara. Sus frecuentes y largos
viajes de antaño quedan reducidos a cortas visitas, principalmente
a Oviedo y Villaviciosa.
La conexión con los centros de poder madrileños decayó también considerablemente. Tan solo cuenta con Martín de Navarrete o
el ministro Lángara, al que informa sobre la marcha del Instituto y
al que pide el ascenso del director, el marino Francisco García González y de dos de sus profesores más allegados, los marinos Diego
Cayón y Cayetano Villamil. Más adelante nombra director interino
a su sobrino José María Cienfuegos Jovellanos. La conexión con
Madrid mejora con el nombramiento de su amigo Antonio Cornel
para el Ministerio de Marina. Espera obtener resultados en sus demandas de financiación del Instituto.
La escasez de fondos para la nueva sede le hace recurrir a sus
representantes en La Habana, Juan de Cabo y Santiago González
Arango y a sus amigos de América.246 También escribe a una serie de
prelados, entre ellos, incluso, al inquisidor cardenal Lorenzana y al
obispo de Lugo con quien mantiene una dura controversia.
Encuentra algún desahogo en su correspondencia con sus
amigos residentes en Tarragona, Vargas Ponce, comandante en el
Apostadero y González de Posada, magistral de la Catedral, con el
que reanuda una relación epistolar suspendida algún tiempo. Posada le ofrece ayuda para el Instituto, que agradece, a la vez que se
muestra temeroso por el porvenir del mismo.
A Vargas también le muestra su pesimismo, le da cuenta del
certamen en el que Lespardet leyó el elogio fúnebre de su hermano
y le manifiesta también que la esperanza es más incierta que el temor, confesándole la inutilidad de los esfuerzos reformistas en aquella Ilustración languideciente.
Pero Jovellanos no podía abandonar sus ideas políticas, que se
centran ahora en la correspondencia. Más adelante amplía sus con-
246
Francisco Antonio Quintana y Juan Nepomuceno Pedrosa en Caracas, José
Lueces en La Habana, el coronel José Robledo en Lima y en Méjico, el marqués de
Santa Cruz de Inguanzo y Fray Manuel de Jesús. Véase Gaspar Gómez de la Serna.
Obra citada, págs. 193 y 106.
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
329
sideraciones políticas en una nueva carta a Vargas (11-12-1799) que
tiene importancia por su clara crítica al despotismo ilustrado. Las
cartas de contenido político tuvieron continuidad en 1800, año en el
que, a mediados (23-7-1800), en carta a Rafael Floranes explica sus
propias contradicciones, afirmando que la época presente no era
buena para publicar. Y, a finales del año, en una carta a Francisco
Masdeu y su borrador se contiene una de las expresiones más claras de su Constitución Histórica.
La nueva situación se refleja claramente en la irregularidad de
sus diarios. Se echa de menos la anterior vida ordenada, reflejada en
los mismos. Con el inicio del nuevo año y del nuevo siglo intenta
cambiar de rumbo y comienza con una celebración de su santo, con
gran participación. No obstante, resultaba un espejismo. En el reparto de premios del Instituto se volvía a reproducir la escasa participación por la indiferencia con que la ignorancia mira a la Ilustración.247
Lamentablemente, las gestiones con Cornel tampoco dieron resultado. Justamente a finales de 1800 se recibe la orden de suspensión de las obras del Instituto. Sin embargo, su tenacidad le lleva a
continuar trabajando en el mismo, pasando a ser dirigido por José
Valdés a su regreso y quedando su sobrino José María Cienfuegos
como segundo director.
Por si fuera poco, se abría otro capítulo más preocupante. En
marzo de 1800 comienzan las delaciones que se intensifican en la segunda mitad del año. Unas quejas del nuevo Papa Pío VII sobre la
perjudicial doctrina de algunos ministros y obispos, provoca la destitución de Urquijo y se crea un ambiente enrarecido. Tras Urquijo
fueron defenestrados o perseguidos Meléndez Valdés, Palafox, Tavira y la condesa de Montijo, cuya tertulia política fue denunciada.
Se inician también algunos procesos inquisitoriales. Jovellanos no
quedó al margen. También es objeto de denuncias que atacaban su
gestión ministerial y sus «perniciosas doctrinas», pidiendo su destierro lejos de Asturias. Pero esta vez no eran interpuestas ante la Inquisición, que el poder civil podría detener, sino ante el propio Ministerio dirigido por su antagónico Caballero.
247
Gaspar Gómez de la Serna. Obra citada, pág. 115.
330
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
Esta vez Godoy, que había regresado al poder, no hizo nada
por defender al hombre al que había llevado al Gobierno. El resultado no se hizo esperar: destierro y prisión en Mallorca.
MALLORCA
El viaje a Mallorca, iniciado el 14 de marzo de 1801, fue muy
diferente a los anteriores viajes de Jovellanos. Ya no había nadie a
quien visitar, ni amigos que le ofrecieran alojamiento. Las posadas
del camino constituían su estancia. Las frías inspecciones de las autoridades sustituían las cordiales recepciones de los amigos. Y los estáticos soldados de custodias contribuían a endurecer la comitiva.
Pero el viaje sirvió para hacer un amigo más, Andrés la Sauca,
que intentó complacer a Jovellanos en la medida de lo posible, hasta
el punto de desviarse en ocasiones para visitar algún monumento o
paraje. Parece, incluso, que fue, por lo menos, el coautor del diario,
con descripciones parecidas a los demás diarios, pero sin connotaciones políticas. Tras pernoctar en el Convento de la Merced de
Barcelona, Jovellanos fue embarcado con destino a Palma de Mallorca. El 18 de abril ya estaba recluido en La Cartuja de Valldemosa.
Tal situación suponía un difícil escenario para aumentar su círculo de relaciones. Pero Jovellanos hacía amigos por doquier. El Prior,
padre Bruno Montaner y Fray Antonio fueron sus primeros amigos.
No podía soportar la idea de un castigo sin juicio, por eso, a
través de Arias de Saavedra, confinado en Sigüenza, y de su pariente
el marqués de Valdecarzana, sumiller del Rey, envía una Representación a Carlos IV, que según Cean no se atrevieron a entregar a su
destinatario. Poco después envía una segunda representación demandando justicia a través de su capellán José Sampil, que no pudo
entregar por ser detenido.
En vista de esto, Jovellanos se dispuso a vivir la vida de la Cartuja, admirando el paisaje, recogiendo plantas con el boticario que
ya había conocido en la Cartuja de el Paular, revisando la historia de
la Cartuja, e incluso realizando cortas excursiones en compañía de
Fray Antonio. El diario, reanudado solamente por unos pocos días
de 1801, recoge aspectos de esta tranquila estancia en Valldemosa.
En mayo de 1802 se rompe su tranquilidad en la Cartuja para
pasar a la incomunicación en el castillo de Bellver. Poco después le
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
331
llega la noticia de la supresión del Instituto asturiano, transformado
en una escuela náutica. Solo a partir de mediados de 1804 se permite
desde Madrid aligerar el rigor a causa de sus dolencias, mejorando
aún más su situación por la simpatía del capitán general Vives. La
reanudación del diario de febrero de 1806 a enero de 1807, con la colaboración de su secretario Manuel Martínez Marina, refleja ya la
nueva situación de mayor libertad y comodidad.
Es entonces cuando puede retomar la actividad intelectual,
para lo que cuenta con la colaboración del presbítero Barbieri que le
localiza documentos en el archivo catedralicio. Las memorias histórico-artísticas de diversos monumentos, estudios sobre la arquitectura, sobre la flora y fauna, e incluso algunos trabajos de tipo asturianista, ocupan su atención.
Al fin puede dedicarse a sus aficiones literarias y logra también
hacer resurgir sus tertulias. La tertulia de Palma contaba con las figuras más representativas de la zona.248
También pudo retomar su afición a los paseos por los alrededores de Bellver o a visitar a sus amigos de la Cartuja. Le acompañaban
los oficiales o incluso, a veces, el general de la Isla, que más que guardianes ya eran sus amigos, así como otros miembros de su tertulia.
La nueva situación le permitió también reanudar su correspondencia, aunque en algunos casos con censura, especialmente la
sostenida con su hermana Josefa, sobre asuntos familiares o de salud, o sobre sus intentos de hacer llegar al Rey peticiones a favor de
Jovellanos. Esta se interrumpe con su fallecimiento en 1807, siendo
desde entonces su sobrino Baltasar quien se relacione con él en lo referente a sus intereses.
También desde 1804 reanuda la correspondencia con su querido amigo el magistral González de Posada, a través del arzobispo
248
El general de la Isla, los jefes militares de los dos regimientos de Suizos
y Borbones, del de Húsares, el Mayor del regimiento de infantería de Granada que
llegaría a ser amigo suyo, formaban parte de sus tertulias. También acudían civiles como el conde de Hormiguera, Iraola, Sureña, el regente e intendente de la Isla,
como la marquesa de la Romana y familiares de los mismos. También solía tener
invitados, como su amigo el capitán de Suizos Kemel, el pintor Bayeu o el citado
erudito, presbítero Don José Barbieri.
332
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
de Tarragona, Don Romualdo de Mon, amigo común. Sostiene un
nutrido intercambio sobre etimología asturiana, aspectos locales,
amigos o noticias, entre las cuales figuraba la del fallecimiento de su
amigo Valdés, obispo de Barcelona. A veces se contenían veladas alusiones políticas, en especial sobre la Guerra de la Independencia.
En la correspondencia con Posada no podía faltar la poesía y
la primera epístola a Poseidonio que logró enviarle al principio de
su estancia en Bellver supone una expresión de su inocencia. La segunda, de contenido más filosófico, encierra un canto a la libertad.
Resulta también notable la correspondencia con el pintor Fray
Manuel Bello, familiar de Goya, sobre temas de pintura, reflejando
también la buena amistad de Jovellanos con Goya, el cual le fue totalmente fiel en su desgracia.
En el último año de su reclusión (1807), al conocer por Ceballos el nombramiento de Godoy como decano del Consejo de Estado,
Jovellanos aprovecha la oportunidad para enviarle una carta, en la
que, además de felicitarle, rogaba se tuviera en cuenta su larga y
triste situación. No obtuvo contestación.
Es importante comentar que en la estancia en Palma decide Jovellanos completar su última voluntad. El testamento de Jovellanos,
aparte de constituir una auténtica profesión de fe, destaca por el recuerdo a sus amigos de toda la vida. Designa albacea a su confesor,
el Doctor Bas y Bauza y heredero a su sobrino Baltasar. Refleja el gran
cariño y confianza con su «papá» Juan José Arias de Saavedra. No
se olvida tampoco de Cean y tiene algunos detalles y recuerdos para
Camposagrado, Cabarrús, Meléndez Valdés y sus sobrinos Juan
María Tineo y el conde de Peñalba. Los objetos de casa son adjudicados principalmente a su mayordomo Domingo García de la Fuente
y también al secretario Manuel Martínez Marina y al cocinero Ramón
de la Huerta. Todos ellos han sido mencionados diversas veces a lo
largo de esta exposición.
Por una vez, las circunstancias políticas se ponen de parte de
Jovellanos y le sonríe la fortuna. El acceso al trono de Fernando VII
tras el motín de Aranjuez supuso su libertad. El nuevo diario del 5
de abril de 1808 relata la entrega por el capitán general Vives de la
orden de su libertad. Aún clama Jovellanos por su rehabilitación moral en una respuesta enviada a través de Arias de Saavedra a su
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
333
amigo Escoiquiz, de la estrecha confianza del nuevo Rey. A su vez
Arias, ya repuesto como consejero de Hacienda, espera recibirle en
Jadraque.
La extraordinaria hospitalidad del pueblo de Mallorca y los
homenajes con que se acogió su liberación, le hacen concebir la idea
de llevar a cabo una descripción geográfica de la Isla. Por todos los
lugares le acogen con el mismo cariño del pueblo y de las representaciones oficiales.
En Soller se aloja en casa de su amigo Tomás Veri, caballero de
la Orden de San Juan, teniente coronel del Regimiento de Voluntarios de Palma, que sería más tarde compañero suyo como vocal de
la Junta Central. Jovellanos tuvo también otro gran amigo mallorquín, José Togores y Zanglada, conde de Ayamans, que llegó a ser
capitán general y brigadier y coincidió con Jovellanos en la Comisión
de Cortes de la Junta Central. No aparecen referencias de su encuentro en esta etapa, pero sí se sabe que fue fundador de la Sociedad Económica de Mallorca en 1778 y luego director, y también que
era secretario general de la misma en 1802, año en el que Jovellanos
pensó acudir al concurso convocado por ella, que dio origen a su Memoria sobre la educación pública.
Más de un mes después de su liberación se dirige, por fin, a
Palma, acompañado por innumerables amigos, incluido el Prior de
la Cartuja y el Gobernador del Castillo. Tomás Pérez, que había llegado de la Península, le narra los acontecimientos del 2 de mayo en
Madrid, el nombramiento de Murat como Regente y la ausencia de
toda la familia real. A mediados de mayo embarca para Barcelona,
donde se aloja en casa del general Ezpeleta que le informa de la difícil situación militar tras la invasión francesa.
En Zaragoza tuvo un triste encuentro con Cabarrús que se había refugiado allí por haber escogido la causa francesa que suponía
era la causa de la libertad. Jovellanos, en cambio, clamaba por el peligro en que se encontraba la Patria. Como tantos otros amigos, Cabarrús y Jovellanos escogían caminos distintos. Al fin llegó a Jadraque, donde se alojó en casa de Arias de Saavedra.
La estancia de Jovellanos en Jadraque estuvo marcada por la
más triste correspondencia jamás tenida con sus amigos del Gobierno, que habían escogido el bando afrancesado como el más
334
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
apropiado para hacer las reformas. Cabarrús, Azanza, Mazarredo y
O’Farril formaban parte incluso del nuevo Gobierno nombrado en
Bayona. Y no solo Murat, sino también todos ellos, envían diversas
cartas solicitando la colaboración de Jovellanos en la causa francesa,
e incluso anunciándole su nombramiento de ministro del nuevo Gobierno. Es lógico que Jovellanos sopesara las respuestas y las consultara con Arias. No podía correr el riesgo de desairar a las nuevas
autoridades. Por eso, adujo la causa de su delicada salud como base
de sus respuestas negativas. Pero ya antes de la Batalla de Bailén había dejado absolutamente clara su decisión, sintiendo sobre todo una
gran indignación por la postura de su gran amigo Cabarrús.
Además, para Jovellanos supuso un duro golpe comprobar
que también Meléndez Valdés escogía la misma causa por las mismas razones. Y le apenan aún más las duras vicisitudes por las que
pasaron él y el conde del Pinar en Asturias, al ser enviados por las
autoridades de Madrid para intentar calmar a los asturianos, misión
a la que Jovellanos no se había querido comprometer.
Durante su estancia en Jadraque le llega el nombramiento de
vocal de la recién constituida Junta Central, en representación de la
Junta Asturiana. Resulta sorprendente comprobar que la mayor
oposición a su nombramiento fue desempeñada por Ignacio Florez,
justamente su gran amigo y anfitrión en sus viajes asturianos. Le resultaba en cambio agradable, saber que su compañero en la Delegación asturiana en la Junta iba a ser el marqués de Camposagrado,
con el que había tenido tan estrechas relaciones en su primera etapa
asturiana. Junto con él, comienza su última etapa en Sevilla.
SEVILLA
Jovellanos llegó con la Junta Central a Sevilla en diciembre de
1808, rememorando su estancia de juventud. Le esperaban sus sobrinos Francisco Javier de Cienfuegos, canónigo de la Catedral y
Juan María de Tineo Ramírez de Jove, que fue oficial mayor de la Secretaría de Gracia y Justicia. Ambos le ayudan en su instalación junto
con su mayordomo Domingo García de la Fuente.
En la Junta contaba con viejos amigos y conocidos. Francisco
de Saavedra, compañero de vicisitudes en su etapa ministerial, ocupaba el Ministerio de Hacienda, Antonio Cornel, el de Guerra, Be-
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
335
nito Ramón de Heredia, el de Gracia y Justicia. Allí se encontraban
también como vocales sus dos grandes amigos, Antonio Valdés,
que tanto le había ayudado como ministro de Marina en su etapa asturiana y su compañero Camposagrado. Y también estaban en la
Junta como vocales sus buenos amigos mallorquines Tomás de Veri
y el conde de Ayamans.249
Dentro de la Junta tuvo un encuentro excepcional con su gran
amigo Manuel José de Quintana, del grupo liberal de Salamanca, oficial de la Secretaría y figura preeminente entre los primeros liberales. Toda la labor de Jovellanos estuvo ligada a los liberales Quintana
y Calvo de Rozas, con los que hacía causa común contra los absolutistas en el intento de convocar Cortes, y con los que difería en la
manera de constituirlas.
Sevilla constituyó, además, otro punto de encuentro de los liberales asturianos. Toreno y Argüelles llegan a Sevilla en el momento
de los grandes debates en la Junta Central en la que este último asumió la Secretaría de la Junta de Legislación, apoyado por Jovellanos.
También acudió a Sevilla Flórez Estrada, tras la disolución de la Junta
de Asturias por el marqués de la Romana, acción que motivó las protestas de Jovellanos y Camposagrado en la Central.
La etapa sevillana estuvo así mismo marcada por otra personalidad, Lord Holland, experto conocedor de la historia y de la política españolas, gran amigo de España y de los liberales españoles,
especialmente de Jovellanos, desde su primer viaje en 1793.250 Co-
249
Jovellanos pidió a Ayamans que sean excluidos de la orden de reclusión,
que afectaba a los franceses residentes en Mallorca, los dos oficiales del Regimiento de Borbón que fueron sus guardianes y amigos. Ver Gaspar Gómez de la
Serna. Obra citada, pág. 232.
250
Henry Richard Vasall Fox, Lord Holland, político y erudito inglés, era sobrino de Charles Fox, líder del partido whig. En 1793 fue enviado al extranjero para
su formación política y realiza su primer viaje a España, conociendo en Asturias a
Jovellanos y a Argüelles. Sobre las relaciones posteriores se sabe que en 1798 envía
a Jovellanos una obra de literatura inglesa. Su segundo viaje de 1802 a 1805 coincide con la reclusión de Jovellanos, que impedía una relación directa. A su liberación, Jovellanos le dirige desde Jadraque una larga carta, el 16 de agosto de 1808,
que inicia una larga correspondencia. En su contestación, Lord Holland le da
cuenta de los intentos que había efectuado para lograr su liberación, a través del em-
336
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
noció también en el mismo año a Argüelles y en 1808 a Toreno, durante su misión en Londres. Les sirve también de apoyo en su exilio londinense. Y Holland house constituyó un centro de referencia
en la ayuda a los exiliados políticos españoles.
Lord y Lady Holland llegan juntos a Sevilla, donde se establece
una afectuosa relación con Jovellanos. Su tertulia y las visitas a casa
de su amigo Hermida constituían algunas de las pocas actividades que
le permitía el absorbente trabajo de la Junta. Lord Holland, en este tercer viaje, se convirtió en el interlocutor de los liberales en Sevilla y en
un amigo y fiel consejero de Jovellanos. Venía también acompañado
del erudito historiador Mr. Allen, que congenió con Jovellanos y le facilitó información sobre el sistema constitucional inglés.
La marcha del Lord de Sevilla origina una copiosa correspondencia, en la que Jovellanos le informaba de los acontecimientos políticos y militares. La sucesión de cartas muestra con nitidez las pugnas internas de la Junta y la evolución del tema de la convocatoria de
Cortes. En mayo le comunica, al fin, la convocatoria, manifestando eufórico: Le grand affaire concluido. En el mes siguiente le manifiesta que
aprueba el plan de Mr. Allen para las primeras Cortes. Tras muchas
vicisitudes, en enero le hace saber, decepcionado, que la Junta no había aprobado la propuesta de unas Cortes bicamerales.251
En esta fase final, el tema de las Cortes es complementado por
las noticias bélicas, ante la difícil situación militar que amenazaba a
la propia Junta, obligada a abandonar Sevilla por la Isla de León en
Cádiz. En enero de 1810, en el momento de abandonar Sevilla, Jovellanos expone al Lord el gran dolor que le produce la difícil situación. Y, en el mes siguiente, ya le escribe desde la misma Isla de
León a su amigo Francisco de Saavedra (que había sido nombrado
bajador de Inglaterra e, incluso, por medio de Nelson (cuya escuadra se encontraba
en el Mediterráneo). Por carta de Nelson a Holland de 13 de septiembre de 1805,
publicada por Somoza se deduce que ya había regresado a Inglaterra. Véase Manuel Moreno Alonso: La forja del liberalismo en España. Congreso de los Diputados.
Madrid, 1997, págs. 113 y 114.
251
La correspondencia entre Jovellanos y Lord Holland en este periodo
puede ser examinada en: Obras completas de Jovellanos «Escritos políticos». Obra
citada, págs. 863 y ss..
Apéndice. Jovellanos y sus círculos de relaciones
337
miembro de la Regencia), al que proporciona una serie de ideas que
le pueden ser útiles y, a la vez, recomienda a sus sobrinos y a su
amigo Camposagrado, a los que cree condenados a la proscripción.
Ante las persecuciones a los miembros de la Junta Central, instigadas principalmente por Montijo y Palafox, Jovellanos opta por
regresar a Asturias. Un temporal le hace llegar en arribada forzosa
a Muros de Noya en Galicia, el 6 de marzo de 1810. Allí se instala,
al no poder continuar a Gijón, villa ocupada por los franceses.
Los últimos amigos en Muros y Puerto Vega
En Muros, a lo largo de todo el año, se estrecha aún más la
amistad con Camposagrado. La idea de defender su honorabilidad
en Cádiz le obsesiona. Jovellanos decide al fin realizar su defensa por
medio de la Memoria en defensa de la Junta Central. Y, ya a mediados
de 1811, deciden que Camposagrado lleve también una representación a las Cortes de Cádiz. Ambos amigos se despiden.
No se olvida de sus amigos mallorquines. Cuenta sus vicisitudes a Veri, a Ayamans e, incluso, a los cartujos de Valldemosa y a
su confesor Dr. Bas y Bauza. No le falta el consuelo de Lord Holland
que le sigue teniendo en alta estima y le transmite, incluso, un ofrecimiento de Lord Liverpool para facilitarle el embarque hacia Inglaterra. Se reanuda la correspondencia y en carta de diciembre de
1810 expresa sus temores por la forma de constituirse las Cortes, tan
alejada del planteamiento del último decreto y de sus planes. Y le escribe, confío, sin embargo, en nuestro Agustín Argüelles, al que tiene
por muy instruido y hombre de juicio.252
A principios de 1811 le llega la noticia del fallecimiento de su
gran amigo de toda la vida, Juan Arias de Saavedra, que le causa
gran impacto. Poco después, una corta estancia en la finca del marqués de Ribadulla le produce tranquilidad.
En julio de 1811 decide volver a Gijón, villa que ya estaba liberada. Pasa por La Coruña donde visita a su sobrino Baltasar, ocupado en la impresión de su Memoria y a su otro sobrino José, co-
252
Carta de Jovellanos a Lord Holland de 5 de diciembre de 1810. Jovellanos. Obras completas. Obra citada, págs. 914 a 918.
338
José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
mandante de Artillería. En la villa le tributan un gran recibimiento,
especialmente su gran amigo Pedro Valdés Llanos. Desde allí envía
sus últimas cartas a Lord Holland y a su sobrino Alonso Cañedo y
Vigil, diputado en las Cortes de Cádiz y se propone rehacer su vida
y rehabilitar su Instituto.
Vanos deseos. Una nueva invasión francesa le hace abandonar
Gijón por mar y, para colmo, un segundo naufragio le lleva, en arribada forzosa, a Puerto Vega, en Asturias. Se aloja en la casa de Antonio Trelles Osorio, junto a su amigo Pedro Valdés, al que cuida en
su pulmonía, la que acaba también afectándole. El destino quiso que
Petris, su gran amigo de las tertulias y paseos gijoneses, fuera también su compañero en el último viaje.
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SORIA, José Manuel: Medievo constitucional. Historia y notas políticas en
los orígenes de la España contemporánea (1750-1814). Ediciones
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José Emilio Canseco. La evolución política e ideológica de Jovellanos
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—«Génesis de la Constitución española». Anuario de historia del derecho español. Tomo LXV, 1995.
TUSSELL, Javier: Historia de España. El siglo XIX. Espasa Calpe. Madrid
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VARELA, Javier: Jovellanos. Alianza Editorial, 1988.
VARELA-SUANZES CARPEGNA, Joaquín:
—Asturianos en la política española. KRK Ediciones. Oviedo, 2006.
—«Un precursor de la monarquía parlamentaria: Blanco White y El
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—El conde de Toreno. Biografía de un liberal. Marcial Pons, 2005.
VELARDE, Juan: Universidad de Oviedo 1608-1808. Volumen I. «De la formación a la crisis del antiguo Régimen», Universidad de Oviedo, 2008.
VILCHES, Jorge: Liberales de 1809. Gota. Fundación 2 de Mayo, nación
y libertad. Madrid, 2008.
Fundación Foro Jovellanos
del Principado de Asturias
Publicaciones
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COLECCIÓN GENERAL. MONOGRAFÍAS
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12.
DISCURSOS de Puerto de Vega.- Gijón, Foro Jovellanos, 1996.- 32 págs. (Agotado).
CARANTOÑA, Francisco.- La estancia de Jovellanos en Muros de Galicia.- Francisco Carantoña.-Gijón, Foro Jovellanos, 1997.- 56 págs. (Agotado).
SAGREDO, Santiago.- Jovellanos y la educación en valores:(antecedentes en la reflexión y práctica de un Ilustrado).- Prólogo por Francisco Carantoña.- Gijón,
Foro Jovellanos, 1998.- 139 págs. Trabajo premiado en el Concurso Nacional
“Contribución de la obra de Jovellanos y del pensamiento ilustrado español
a la mejora de la enseñanza en España”. (Agotado).
MORATINOS OTERO, Orlando, CUETO FERNÁNDEZ, Vicente.- Bibliografía jovellanista.- Gijón, Foro Jovellanos, Fundación Hidrocantábrico, 1998.- 277 págs.1
CD-Rom. ISBN 84-920201-4-8. (Agotado).
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de.- El “Diario” de los viajes.- Gijón, Foro Jovellanos, ALSA Grupo, 1998.- 238 págs., il. (Agotado).
CASO GONZÁLEZ, José Miguel.- Biografía de Jovellanos; adaptación y edición de
María Teresa CASO.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de
Asturias, 1998.- 122 págs. (Agotado). Hay 2º edición revisada. Véase nº 18.
BOLETÍN Jovellanista.- Nº 1 (Vid. apartado Boletín Jovellanista).
VV. AA.- JOVELLANOS y el siglo XXI.- Conferencias organizadas por la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias.- Gijón, Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 1999.- 106 págs. Contiene los textos de las conferencias
pronunciadas por Francisco ÁLVAREZ-CASCOS, Fernando MORÁN LÓPEZ,
Agustín GUZMÁN SANCHO, Antonio DEL VALLE MENÉNDEZ y María Teresa ÁLVAREZ GARCÍA. (Agotado)
CORONAS GONZÁLEZ, Santos M.- Jovellanos, justicia, estado y constitución en la
España del Antiguo Régimen.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2000.- 353 págs., 28 h. de láms. Obra galardonada con el
Premio de Investigación Fundación Foro Jovellanos. ISBN 84-607-0169-7.
(Agotado).
INFORME de la Sociedad Económica de Madrid al Real y Supremo Consejo de
Castilla en el expediente de Ley Agraria / extendido por su individuo de número el
Sr. D. Gaspar Melchor de Jovellanos.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos, 2000.192 págs. Rep. facs. de la ed. de Palma, Imprenta de Miguel Domingo, 1814.
BOLETÍN Jovellanista. Nº 2 (Vid. apartado Boletín Jovellanista).
GUZMÁN SANCHO, Agustín.- Biografía del insigne jovellanista Don Julio Somoza
y García-Sala, correspondiente de la Academia de la Historia, Cronista de Gijón y
de Asturias, escrita y anotada por Agustín Guzmán Sancho, para la Fundación
Foro Jovellanos del Principado de Asturias.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos
del Principado de Asturias, Fundación Hidrocantábrico, 2001.- 427 págs.
ISBN 84-607-2737-8.
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22.
ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDES, Manuel.- Jovellanos: enigmas y certezas. Gijón, Fundación Alvargonzález y Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2002.- 585 págs. + 2 hh. ISBN 84-922-159-2.
RUIZ ALONSO, José Gerardo.- Jovellanos y la Educación Física.- Estudio introductorio, selección y comentarios de ___.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, Real Grupo de Cultura Covadonga y
Fundación Ángel Varela, 2002.- 154 págs. ISBN 84-607-6207-6. (Agotado).
ADARO RUIZ, Luis.- Jovellanos y la minería en Asturias.- Gijón, Fundación Foro
Jovellanos del Principado de Asturias, Unión Española de Explosivos, S.A.,
2003.- 481 págs. ISBN 84-933191-0-4.
Homenaje al Ateneo Jovellanos. «La muerte “civil” de Jovellanos. Mallorca, 18011808)». (Conferencia pronunciada por Teresa Caso Machicado en el castillo de Bellver (Mallorca) el día 21 de marzo de 2003).- Gijón, Fundación Foro Jovellanos
del Principado de Asturias, Ateneo Jovellanos, 2004.- 44 págs.
CIENFUEGOS-JOVELLANOS GONZÁLEZ-COTO, Francisco de Borja.- Memorias del
artillero José María Cienfuegos Jovellanos. (1763-1825).- Gijón, Fundación Foro
Jovellanos del Principado de Asturias, Ideas en Metal, S.A., 2004.- 293 págs.
il.- ISBN 84-933191-1-2. (Agotado).
CASO GONZÁLEZ, José Miguel.- Biografía de Jovellanos.- Gijón, Fundación Foro
Jovellanos del Principado de Asturias, 2005.- 145 págs., il.- ISBN 84-9331912-0.
CASO GONZÁLEZ, José Miguel, Bernardo CANGA y Carmen PIÑÁN.- Jovellanos
y la Naturaleza.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2006 (1ª ed.).– 250 págs., 16 págs. il. color.- (2ª edición., Fundación Foro
Jovellanos del Principado de Asturias - Fundación HcEnergía, 2011). ISBN
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Orlando MORATINOS OTERO.- Minucias trascendentales en torno a Jovellanos.
Homenaje al Ateneo Obrero de Gijón (1881-2006).- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2006.- 198 págs. Il. ISBN 84-933191-55 (Agotado).
RODRÍGUEZ DE MARIBONA Y DÁVILA, Manuel Mª.- Don Gaspar de Jovellanos y
Ramírez de Jove, caballero de la Orden de Alcántara: genealogía, nobleza y armas.
Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2007.- 360
págs. il.- ISBN 978-84-933191-6-8.
FRIERA ÁLVAREZ, Marta.- La Desamortización de la propiedad de la tierra en el
tránsito del Antiguo Régimen al Liberalismo.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos
del Principado de Asturias, Caja Rural de Asturias, 2007.- 376 págs., il. ISBN
978-84-933191-7-5.
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BOLETÍN JOVELLANISTA
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10.
BOLETÍN Jovellanista.- Año I, nº 1.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 1999.- 125 págs. [Publicación núm. 7]. (Agotado).
BOLETÍN Jovellanista.- Año II, nº 2.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2001.- 177 págs. [Publicación núm. 11] (Agotado).
BOLETÍN Jovellanista.- Año III, nº 3.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2002.- 242 págs.
BOLETÍN Jovellanista.- Año IV, nº 4.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2003.- 276 págs.
BOLETÍN Jovellanista.- Año V, nº 5.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2004.- 318 págs.
BOLETÍN Jovellanista.- Año VI, nº 6.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2005.- 487 págs. (Agotado).
BOLETÍN Jovellanista.- Año VII-VIII, núms. 7-8.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2008.- 378 págs.
BOLETÍN Jovellanista.- Año IX, nº 9.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2009.- 246 págs.
BOLETÍN Jovellanista.- Año X, nº 10.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2010.- 272 págs.
CUADERNOS DE INVESTIGACION
MONOGRAFÍAS
I.
II.
III.
IV.
MARTÍNEZ NOVAL, Bernardo.- Jovellanos.- Int. de Pipo ÁLVAREZ.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2006.- XXXVIII + 123
págs., il. ISBN 84-933191-4-7.
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de.- Iphigenia. Tragedia escrita en Francés Por
Juan Racine y Traducida al Español por Dn. Gaspar de Jove y Llanos, Alcalde de la
Cuadra de la Rl. Audª de Sevilla… Para uso del Teatro de los Sitios Rs. Año de
1769. Jesús MENÉNDEZ PELÁEZ (Coord.) [et al.].- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias; Cajastur, 2007.- 355 págs., il. ISBN 97884-933191-8-2. (Agotado).
A. BONET, JOAQUÍN.- Jovellanos. Poema dramático.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos; Ideas en Metal S.A., 2007.- 396 págs. ISBN 978-84-936171-0-3.
CORONAS GONZÁLEZ, Santos M.- Jovellanos y la Universidad.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos, Universidad de Oviedo, 2008.- 285 págs. ISBN 978-84936171-1-0. (Agotado).
349
GRACIA MENENDEZ, Ángela.- Las ideas lingüísticas de Don Gaspar de Jovellanos.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, Banco
Herrero, 2008.- 321 págs. ISBN 978-84-936171-2-7.
VI.
ÁLVAREZ FAEDO, María José.- Josefa de Jovellanos. Semblanza de una dama a los
ojos de su hermano Gaspar de Jovellanos.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, Ideas en Metal S.A., 2008.- 227 págs. ISBN 978-84936171-3-4.
VII. Vv. Aa.- Jesús MENÉNDEZ PELÁEZ (Coord.) [et al.].- José Moñino y Redondo,
Conde de Floridablanca (1728-1808). Estudios en el bicentenario de su muerte.Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2009.- 338
págs. ISBN 978-84-936171-4-1.
VIII. INSÚA, Mariela.- La mujer casada en la Nueva España de la Ilustración: la obra de
José Joaquín Fernández de Lizardi.- Fundación Foro Jovellanos del Principado
de Asturias – Ideas en Metal S.A., 2009.- 282 págs. Obra galardonada en
2009 con el XI Premio Internacional de Investigación Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias. ISBN 978-84-936171-6-5.
IX.
RODRÍGUEZ MÉNDEZ, Vilda.- Humanismo e ilustración en los orígenes del pensamiento cubano. Un enfoque desde la indagación en el pensamiento de Juan Luis
Vives y Gregorio Mayans.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado
de Asturias, Caja Rural de Asturias, 2011. 302 págs. Obra galardonada en
2010 con el XII Premio Internacional de Investigación Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias. ISBN. 978-84-936171-8-9.
V.
CUADERNOS
CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. Núm. 1 - Año 2007.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos
del Principado de Asturias, 2008.- 356 págs.- ISSN: 1888-7643.
CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. Núm. 2 - Año 2008.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos
del Principado de Asturias, 2009.- 235 págs.- ISSN: 1888-7643.
CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. Núm. 3 - Año 2009.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos
del Principado de Asturias, 2010.- 302 págs.- ISSN: 1888-7643.
VARIOS
Revista. X aniversario.- Gijón, Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de
Asturias, 2005.- 62 págs. il.
Vv. Aa.- Luis Adaro Ruiz-Falcó. Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de
Asturias; Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Gijón, 2007.- 75
págs. il. ISBN 978-84-933191-9-9.
350
MENÉNDEZ PELÁEZ, Jesús / Isabel BARTHE GARCÍA DE CASTRO.- Colección de documentos de la Casa de los Jove Llanos en el Palacio de Mohías.- Gijón, Fundación Foro
Jovellanos del Principado de Asturias y Fundación Caja Rural de Asturias,
2009.- 95 págs. ISBN: 978-84-936171-5-8.
CASO GONZÁLEZ, José Miguel. Adaptación de textos: María Teresa CASO MACHICADO. Traducción: María José ÁLVAREZ FAEDO.- Jovellanos. Biografía/Biography.- Gijón, Fundación Mª Cristina Masaveu Peterson - Fundación Foro
Jovellanos del Principado de Asturias, 2011.- 296 págs., il.- ISBN: 978-84614-6320-6.
VV. AA. (Estudio introductorio y transcripción de Manuel de ABOL-BRASÓN Y ÁLVAREZ-TAMARGO).- Documentos escogidos de la Casa de Jovellanos en el Archivo de
Mohías.- Gijón Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias - Fundación Caja Rural de Asturias, 2011.- 362 págs.- ISBN 978-84-936171-7-2.
Un parte importante de nuestras publicaciones, disponible en:
www.jovellanos.org
Este libro se terminó de imprimir el día
28 de noviembre de 2011, a los doscientos
años de la muerte de
Don Gaspar Melchor de Jovellanos
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