12 VIERNES 19 DE OCTUBRE DE LA PALABRA ISRAELITA 2012 CULTURA Justicia en Israel: Contra todo pronóstico kafkiano POR JOYCE VENTURA Se trata de una historia llena de intrigas e ironía protagonizada por Esther Hoffe, quien fuera la secretaria y amante de Max Brod íntimo amigo de Kafka, periodista y escritor prolífico, quien transformó los manuscritos del autor checo en una fortuna cuantificable que amasaba día a día en un apestoso departamento en el número 23 de calle Spinoza en Tel Aviv, donde descuidadamente, junto a sus 50 gatos y cinco perros, reposaba parte de esta herencia, mientras que el resto lo mantenía con sigilo en seis cajas de fuertes de un banco. Entre otras cosas guardaba los diarios de Max Brod, correspondencia de Kafka y de Max Brod con escritores como Stefan Zweig y Shin Shalom y las misivas de Kafka a Dora Diamant, quien fue su pareja hasta su muerte, todo lo cual, con un alto valor estimado, pretendía legar a sus hijas y nietas para que éstas lo vendieran al archivo de literatura alemana de Marbach, como hizo con el manuscrito de El proceso en dos millones de dólares. «Por fin los documentos de Kafka podrán ser expuestos al mundo», señaló triunfante Meir Heller, el abogado de la biblioteca nacional de Israel, hace algunos días, al salir del tribunal tras anunciada la sentencia del largo juicio que dictaminó que las hijas de la secretaria de Max Brod debían hacer entrega de los manuscritos. Durante el juicio, las hermanas fueron acusadas de querer beneficiarse del dinero y «vender los documentos a Alemania y otros lugares contraviniendo los deseos de Brod, quien quería que el legado fuese donado y accesible al público». Todo comienza a aclararse con la muerte de Hoffe, a los 101 años, el 2007, cuando la biblioteca nacional de Israel puso en duda su legado a sus hijas. Es el destino final del tesoro de Kafka que comienza con la muerte, a los 41 años, del enfermizo autor checo de origen judío, el 3 de junio de 1924. Kafka dejó escrito a Brod, su amigo ESTHER HOFFE desde que estudiaron derecho en Charles University: «Querido Max: mi última petición: todo lo que dejo... en la forma de diarios, manuscritos y cartas (míos y de otros), borradores y demás, debe ser quemado sin ser leído», (de hecho se cree que Kafka quemó el 90 por ciento de su obra). Pero Brod desobedeció y publicó El proceso en 1925, El castillo en 1926 y América en 1927. En 1939, con la llegada de los nazis a Praga, cargando una maleta llena con los papeles de Kafka, Brod escapó, cinco minutos antes de que cerraran la frontera, con destino a Tel Aviv, lo cual venía pensando anteriormente pues era un enérgico defensor de la necesidad del sionismo dada la persecución judía en el mundo. De no haber sido así, Brod habría terminado en Auschwitz. Cuando en 1942 falleció su esposa, Brod contrató a Esther Hoffe quien con el tiempo gozaría de enorme poder sobre él y los papeles de Kafka. Esther protegía la herencia con estrictísimo celo, no por cuidar el deseo de Kafka sino porque advertía el enorme beneficio económico de mantener el secreto. Brod la engañó un par de veces para permitir que investiga- mientras que El proceso volvió a manos de Brod. A la muerte de Brod, en 1968, la ambición de Esther Hoffe toma forma y comienza a vender los manuscritos en subastas en forma anónima, violando la ley israelí de 1955 que prohíbe el contrabando de documentos valiosos sin depositar previamente una copia en el país, obteniendo una fortuna considerable. En 1974 fue sorprendida en el aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv a punto de volar a Suiza con correspondencia de Kafka. Se comprometió a fotocopiar los papeles que se estaba llevando pero no cumplió con la totalidad del documento. En los ochenta Hoffe estafó a una editorial suiza vendiéndoles los diarios de Max Brod por una suma millonaria pero nunca los entregó. La copia de El proceso, que Brod había logrado conservar, fue vendida, en 1988, al archivo de literatura alemana de Marbach por casi dos millones de MANUSCRITOS DE FRANZ KAFKA dores y agentes literarios leyeran los papeles, pues Ester siempre vigilante, se oponía incluso a que les echaran un vistazo. En 1956, ante el peligro de la guerra de la campaña de Suez que amenazaba con extenderse a Medio Oriente, Brod envió los manuscritos de El proceso, El castillo y América a Suiza. Estos dos últimos fueron donados a Oxford donde permanecen hasta hoy, dólares, venta efectuada a través de Sotherby's y que Philip Roth calificó de «la última ironía kafkiana ya que Kafka no sólo no era alemán sino que sus tres hermanas murieron en campos de concentración nazi». El 2006, presumiblemente a petición de una de las hijas, dada la avanzada edad de Hoffe, se subasta una carta de Kafka a Brod por 60 mil euros, y el 2008 cartas de amor por 25 mil.