Folleto de Información al Profesional

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FOLLETO DE INFORMACIÓN AL PROFESIONAL
MORFINA CLORHIDRATO 10 mg/mL
1. NOMBRE DEL MEDICAMENTO
Morfina solución oral.
2. COMPOSICIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA
Morfina Solución oral cada 100 mL contiene:
Morfina como Clorhidrato…………. 1,0 g.
El clorhidrato de morfina es 7,8-didehidro-4,5-epoxy-17-metilmorfinan-3,6-diol de trihidrato de
clorhidrato (peso molecular 375,8). Es un polvo cristalino blanco o incoloro, cristal sedoso. Es soluble
1:21 en agua y 1:10 en alcohol hirviendo. Prácticamente, es insoluble en cloroformo o éter.
3. FORMA FARMACÉUTICA
Solución oral
4. PARTICULARIDADES CLÍNICAS
4.1 Indicaciones terapéuticas
Morfina está indicada en el manejo del dolor severo refractario a analgésicos no narcóticos.
4.2 Posología y método de administración
Vía de administración: oral.
La dosis recomendada por vía oral es de 10-20 mg inicialmente, repetida cada 4 a 6 horas. Existen
casos en que dosis menores también son efectivas. La dosis inicial dependerá principalmente del
tratamiento previo del paciente y se aconseja siempre usar la mínima dosis posible. Después de la
administración prolongada de morfina, puede que se desarrolle tolerancia a ella y sea necesario
aumentar progresivamente la dosis para controlar el dolor.
Uso en geriatría: puede que sea necesaria una disminución de la dosis del adulto.
4.3 Contraindicaciones
La morfina está contraindicada en pacientes con hipersensibilidad a los narcóticos, en niños menores
de un año de edad, incluso bebés prematuros o durante el trabajo de parto o el parto de bebés
prematuros, después de una cirugía del tracto biliar o anastomosis quirúrgica, íleo paralítico, en
pacientes que están tomando o han tomado inhibidores de la MAO en los últimos catorce días.
La morfina está contraindicada en depresión respiratoria, especialmente, cuando hay cianosis y
secreción bronquial excesiva. Se debe utilizar con precaución en pacientes con disminución de la
reserva respiratoria, asma bronquial aguda u otra enfermedad obstructiva de las vías aéreas,
insuficiencia cardíaca secundaria a la enfermedad crónica pulmonar (cor pulmonale), arritmias
cardíacas, depresión grave del SNC, alcoholismo agudo, delírium trémens, lesiones en la cabeza,
tumor cerebral, presión cefalorraquídea o intracraneal elevada, sospecha de cirugía abdominal aguda,
íleo paralítico, retraso del vaciamiento gástrico, disfunción hepática y renal grave, encefalopatía
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hepática incipiente y estados convulsivos, tales como status epilepticus, tétanos, debido a los efectos
estimulantes en la columna vertebral o envenenamiento con estricnina.
4.4 Advertencias y Precauciones especiales para su uso
Farmacodependencia
Los analgésicos narcóticos tienen un potencial de abuso y solamente deben usarse con precaución en
pacientes con antecedentes de abuso de sustancias o de alcohol. La dependencia psicológica o física y
la tolerancia pueden presentarse si se suministran dosis repetidas. Salvo en pacientes con
enfermedades terminales, la morfina debe limitarse a la administración a corto plazo para aliviar el
dolor severo que no responde a analgésicos no narcóticos.
La interrupción abrupta de la morfina en los pacientes que tienen dependencia física puede precipitar
el síndrome de abstinencia, incluso, provocar convulsiones. Por lo tanto, los pacientes en tratamiento
prolongado deben interrumpir el consumo del medicamento de manera gradual cuando ya no sea
necesario para controlar el dolor.
General
Usar con extrema precaución en pacientes que sufren lesiones cerebrales y presión intracraneal
elevada. Es posible que los efectos depresores del sistema respiratorio y la capacidad de aumentar la
presión del líquido cefalorraquídeo aumenten exageradamente y que la evolución clínica no se
manifieste.
Las dosis clínicas de narcóticos pueden disminuir el impulso respiratorio y aumentar la resistencia de
las vías aéreas hasta causar apnea en pacientes con asma aguda, enfermedad pulmonar obstructiva
crónica o cor pulmonale o aquellos pacientes con una reserva pulmonar disminuida sustancialmente o
depresión respiratoria. Deben estar preparados y a disposición equipos de reanimación y antagonistas
narcóticos.
La morfina debe administrarse con extrema precaución en pacientes de edad avanzada o debilitados.
Los pacientes con disminución de volemia, función alterada del miocardio o que están recibiendo
medicamentos simpaticolíticos deben someterse a observación cuidadosa para analizar si tienen
hipotensión ortostática.
Se debe tener cuidado al recetar morfina a pacientes con funciones pulmonar, hepática o renal
gravemente deterioradas y a aquellos con hipotiroidismo, pancreatitis, trastornos de las vías biliares,
insuficiencia suprarrenal, hipertrofia prostática y estenosis uretral. La morfina puede ocultar el
diagnóstico y la evolución clínica de pacientes con enfermedades abdominales agudas y se debe usar
con precaución en pacientes con trastornos obstructivos intestinales o colitis ulcerosa. Debido a las
propiedades espasmogénicas de la morfina en el tracto biliar y del esfínter de Oddi, se debe usar
solamente cuando sea necesario y con precaución en caso de cólicos biliares, operaciones en el tracto
biliar y pancreatitis aguda.
El paciente puede sufrir convulsiones si se le suministran dosis elevadas. La morfina puede disminuir
el umbral de convulsiones en pacientes con antecedentes de esta enfermedad. Los pacientes con
antecedentes de trastornos convulsivos deben observarse cuidadosamente, en especial, cuando se
aumentan las dosis en respuesta a la tolerancia.
Se debe prevenir a los pacientes acerca de los efectos combinados de la morfina con otros depresores
del SNC, incluso otros opioides, fenotiazinas, sedantes/hipnóticos y alcohol.
La morfina debe usarse con precaución en el período preoperatorio o, en el plazo de 24 horas, en el
período postoperatorio.
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Motilidad gastrointestinal
Se puede esperar que una disminución del vaciamiento gástrico asociado con la morfina aumente el
riesgo de aspiración, ya sea asociado con la depresión del SNC/coma inducidos por la morfina o
durante la anestesia general o después de esta. Al igual que con todas las preparaciones de morfina
oral, la solución oral de morfina debe usarse con precaución en el período postoperatorio y después de
cirugía abdominal, dado que la morfina deteriora la motilidad intestinal; y no debe usarse hasta que el
médico tenga la seguridad de que la función intestinal es normal.
En caso de que haya sospecha de íleo paralítico o que esto se produzca durante el uso, la
administración de la solución oral de morfina debe interrumpirse de inmediato.
Cordotomía
El dolor severo tiene efecto antagónico en las acciones depresoras subjetivas y respiratorias de la
morfina. En caso de que el dolor desaparezca de repente, estos efectos se pueden manifestar
rápidamente. Los pacientes que tienen una cordotomía u otra interrupción de las vías de transmisión
del dolor programada no deben recibir la solución oral de en el plazo de 24 horas de la realización de
la cirugía. El dolor del período preoperatorio inmediato y cualquiera de los síntomas de abstinencia de
opiáceos deben tratarse con analgésicos de acción a corto plazo. Si luego se indica tratamiento
adicional con la solución oral de morfina, la posología debe ajustarse a los nuevos requisitos para el
período postoperatorio.
4.5 Interacción con otros medicamentos y otras formas de interacción
Agentes acidificantes/alcalinizantes
La depuración de la morfina puede aumentar por agentes acidificantes y disminuir por agentes
alcalinizantes. Las acciones de la morfina sobre la motilidad gastrointestinal pueden influir en la
absorción de otros medicamentos.
Anfetaminas, clorpromazina y metocarbamol
El efecto analgésico de la morfina se potencia con las anfetaminas, la clorpromazina y el
metocarbamol.
Depresores del SNC
Los depresores del SNC, tales como otros opioides, anestésicos, sedantes, hipnóticos, barbitúricos,
fenotiazinas, tranquilizantes, hidrato de cloral y glutetimida, pueden potenciar los efectos depresores
de la morfina. Los inhibidores de la monoamino oxidasa (incluso el clorhidrato de procarbazina), los
antihistamínicos de pirazolidona, la cimetidina, betabloqueadores y el alcohol también pueden
potenciar el efecto depresor de la morfina. Los efectos interactivos pueden incluir depresión
respiratoria, hipotensión, sedación profunda y coma.
Derivados de la cumarina
La morfina puede aumentar la actividad anticoagulante de la cumarina y otros anticoagulantes.
Inhibidores de la monoamino oxidasa (IMAO)
Los IMAO no selectivos intensifican los efectos de la morfina y de otros opioides, que pueden causar
ansiedad, confusión y depresión respiratoria importante; a veces, esto lleva al coma. La morfina no
debe administrarse a pacientes que consumen IMAO no selectivos o en el plazo de 14 días después de
haber suspendido dicho tratamiento. No se sabe si existe una interacción entre los IMAO selectivos (p.
ej. moclobemida, selegilina) y la morfina, por lo tanto, se recomienda tener precaución con esta
combinación de medicamentos.
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Ritonavir
El ritonavir puede aumentar la actividad de glucuronil transferasas y, si se administra junto con la
morfina, puede provocar disminución de los niveles séricos de la morfina y la posible pérdida de
eficacia analgésica.
4.6 Embarazo y Lactancia
Uso en embarazo
Categoría C de embarazo: La morfina atraviesa la barrera placentaria y su administración durante el
parto puede causar depresión respiratoria en el recién nacido. Por lo tanto, solamente se debe usar
durante las últimas 2 o 3 horas anteriores al parto, después de evaluar los beneficios esperados para la
madre y el riesgo potencial para el feto.
En estudios con roedores, se ha asociado a la morfina con defectos en el SNC del feto. No se ha
establecido el uso seguro en el embarazo antes del parto con respecto a los posibles efectos adversos
en el desarrollo fetal. La morfina puede prolongar la duración del parto al disminuir la intensidad y la
frecuencia de las contracciones uterinas.
Los bebés nacidos de madres que han consumido morfina de manera crónica pueden presentar
síntomas de abstinencia.
Uso en lactancia
Se observa morfina en la leche materna. No se recomienda administrar morfina a madres que se
encuentran en período de lactancia.
4.7 Efectos sobre la capacidad de conducir y usar máquinas
Dado que la morfina puede causar somnolencia y deterioro general de la coordinación, se debe
advertir a los pacientes ambulatorios para que no conduzcan ni manejen maquinaria peligrosa.
4.8 Reacciones adversas
Los principales peligros asociados con la morfina, así como con otros analgésicos narcóticos, son la
depresión respiratoria y, en menor grado, la depresión circulatoria. Tras el uso de la morfina, se
produjeron paros respiratorios, shock y paros cardíacos.
Efectos adversos más comunes que requieren atención médica
Los efectos secundarios de los analgésicos narcóticos, como la morfina, observados con más
frecuencia son la sedación, las náuseas y los vómitos, el estreñimiento y la sudoración.
Sedación
La mayoría de los pacientes presentan somnolencia inicial, en parte, por motivos farmacocinéticos y,
en parte, porque los pacientes a menudo se recuperan de la fatiga prolongada después de aliviarse del
dolor persistente. La somnolencia, normalmente, desaparece en un período de entre tres y cinco días y,
por lo general, no es motivo de preocupación siempre que no sea excesiva ni esté relacionada con
inestabilidad o síntomas de confusión. Si persiste la sedación excesiva, se debe buscar el motivo que
la cause. Algunos de estos son: medicamentos sedantes concomitantes, insuficiencia hepática o renal,
insuficiencia respiratoria exacerbada, dosis superiores a las toleradas por un paciente mayor o el
paciente, en realidad, se encuentra más grave de lo que se creyó. Si es necesario reducir la dosis,
puede aumentarse con cuidado de nuevo después de tres o cuatro días si es evidente que el dolor no
está bien controlado. Los mareos y la inestabilidad pueden estar causados por hipotensión postural,
especialmente, en pacientes de edad avanzada o debilitados. El paciente puede sentirse aliviado si se
acuesta. Debido a la depuración más lenta en pacientes mayores a 50 años, la dosis adecuada para este
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grupo etario puede ser más baja que la mitad o menos de la dosis habitual en el grupo etario más
joven.
Náuseas y vómitos
Las náuseas y los vómitos son frecuentes después de dosis únicas de narcóticos o como un efecto
inicial no deseado del tratamiento periódico con narcóticos. Al instaurar un tratamiento prolongado
para el dolor crónico, se debe pensar en recetar sistemáticamente un antiemético. Los pacientes que
consumen el equivalente de una dosis única de 20 mg o más de morfina, por lo general, requieren un
antiemético durante el inicio del tratamiento. Los antieméticos recetados con más frecuencia son
proclorperazina o haloperidol en dosis pequeñas. Las náuseas y los vómitos tienden a disminuir en,
aproximadamente, una semana, pero pueden persistir debido a la estasis gástrica inducida por
narcóticos. En tales pacientes, a menudo, es útil la metoclopramida.
Estreñimiento
Prácticamente, todos los pacientes presentan estreñimiento mientras están tomando narcóticos de
forma continua. Los pacientes de edad avanzada o que se encuentran confinados a la cama pueden
quedar afectados. Es necesario advertir a los pacientes en este sentido e instaurar un régimen adecuado
de tratamiento intestinal en el inicio del tratamiento con narcóticos prolongado. Se debe modificar la
dieta, hacer ejercicio adecuado y utilizar ablandadores, laxantes y otras medidas apropiadas según sea
necesario.
Otras reacciones adversas incluyen:
Trastornos cardiovasculares
Taquicardia supraventricular, hipotensión, hipotensión postural, palpitaciones, desmayos, síncopes.
Trastornos del sistema nervioso central
Euforia, disforia, debilidad, insomnio, mareos, síntomas de confusión, vértigo.
Ocasionalmente: alucinaciones, perturbaciones visuales, dolor de cabeza, contracción muscular
involuntaria, astenia, somnolencia, anomalías en los pensamientos.
Poco frecuentes: malestar, cambios de humor, convulsiones, miosis, parestesia, agitación.
Trastornos gastrointestinales
Sequedad bucal, anorexia, dispepsia, íleo, estreñimiento, dolor y calambres abdominales, alteraciones
del gusto, trastornos gastrointestinales, calambres en el tracto biliar.
Poco frecuentes: enzimas hepáticas elevadas.
Trastornos genitourinarios
Retención urinaria o la dificultad para la micción, amenorrea, disfunción eréctil, disminución de la
libido o potencia sexual.
Trastornos respiratorios
Depresión respiratoria, broncoespasmo, disminución de tos.
Trastornos endócrinos
Poco frecuentes: edema periférico, edema pulmonar; el síndrome de secreción hormonal antidiurética
inapropiada caracterizado por hiponatremia posterior a la disminución de la excreción de agua libre
puede ser sobresaliente (es posible que sea necesario controlar los electrolitos).
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Trastornos generales
Reacciones alérgicas, reacciones anafilácticas y anafilactoides, farmacodependencia, rubefacción,
prurito, urticaria, otras erupciones cutáneas, hipertonía, edemas.
Síndrome de abstinencia
La dependencia física con o sin dependencia psicológica tiende a producirse durante la administración
crónica. El síndrome de abstinencia puede anticiparse cuando se interrumpe la administración de
narcóticos o cuando se administran antagonistas de narcóticos.
Los siguientes síntomas de abstinencia pueden observarse después de que se interrumpe el uso de
narcóticos: dolores en el cuerpo, diarrea, piel de gallina, pérdida de apetito, nerviosismo o inquietud,
secreción nasal, estornudos, escalofríos, temblores o estremecimiento, calambres en el estómago,
náuseas, dificultad para conciliar el sueño, aumento poco habitual de la sudoración y de bostezos,
debilidad, taquicardia y fiebre inexplicable. Con el uso médico adecuado de narcóticos y la
interrupción gradual del medicamento, estos síntomas suelen ser leves.
4.9 Sobredosis
Síntomas y signos
La sobredosis grave con morfina está caracterizada por depresión respiratoria (disminución de la
frecuencia respiratoria o del volumen tidal, respiración de Cheyne-Stokes, cianosis), somnolencia
extrema que avanza hacia el estado estupor o coma, flacidez de la musculatura esquelética, piel fría o
pegajosa y, a veces, hipotensión y bradicardia y miosis (pupilas dilatadas si la hipoxia es grave). La
sobredosis grave puede producir apnea, colapso circulatorio, paro cardíaco y la muerte.
Tratamiento
Se debe prestar atención principalmente al adecuado intercambio de la respiración a través de la
provisión de una vía aérea evidente y la ventilación controlada o asistida. El antagonista de narcóticos
clorhidrato de naloxona es un antídoto específico para la depresión respiratoria producida por
sobredosis o como consecuencia de la sensibilidad inusual a la morfina. Por lo tanto, una dosis
apropiada de uno de los antagonistas se debe administrar, preferentemente, por vía intravenosa. La
dosis intravenosa (IV) inicial habitual para adultos de naloxona es de 0,4 mg o más. Deben llevarse a
cabo esfuerzos concomitantes de reanimación respiratoria. Dado que la duración de la acción de la
morfina puede ser superior a la del antagonista, el paciente debe estar bajo vigilancia continua y las
dosis de los antagonistas se deben repetir, según sea necesario, para mantener la respiración adecuada.
Un antagonista no debe administrarse en ausencia de depresión respiratoria o cardiovascular
importante en términos clínicos. Se debe usar oxígeno, líquidos intravenosos, vasopresores y otras
medidas de apoyo tal como se indicó.
En una persona que depende físicamente de narcóticos, la administración de la dosis habitual del
antagonista de narcóticos puede anticipar un síndrome de abstinencia agudo. La gravedad de este
síndrome dependerá del grado de dependencia física y la dosis de antagonista administrada. Si es
posible, se debe evitar el uso de antagonistas de narcóticos en estas personas. Si se debe usar un
antagonista de narcóticos para tratar la depresión respiratoria grave en el paciente con dependencia
física, el antagonista se debe administrar con extremo cuidado mediante el uso de la titulación de la
posología, que comienza con 10% a 20% de la dosis inicial recomendada habitual.
La evacuación del contenido gástrico puede ser útil en la eliminación del medicamento sin absorber.
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Toxicidad
La toxicidad de la morfina puede ser consecuencia de una sobredosis, pero debido a la gran variación
entre las distintas personas en la sensibilidad a los opioides es difícil determinar la dosis exacta tóxica
o letal de los opioides.
La presencia de dolor o tolerancia tiende a disminuir los efectos tóxicos de la morfina. Los datos
publicados sugieren que en una persona que no ha recibido tratamiento con morfina y no tiene dolor,
la dosis mortal sería superior a los 120 mg. Se sabe que pacientes en tratamiento crónico con morfina
por vía oral que han tomado más de 3000 mg/día no presentaron síntomas de toxicidad aparente.
4.10 Uso pediátrico
No se han establecido niveles de seguridad y efectividad en neonatos.
5. PROPIEDADES FARMACOLÓGICAS
5.1 Farmacodinamia
La morfina es el alcaloide principal del opio y es un derivado del fenantreno. La morfina, como otros
opioides, actúa como un agonista que interactúa con sitios/receptores de unión estereoespecíficos y
saturables en el cerebro, la columna vertebral y otros tejidos. La clasificación de estos sitios es de
receptores µ, los cuales se distribuyen ampliamente a través del sistema nervioso central con una
concentración más elevada en el sistema límbico (corteza frontal y temporal, amígdala e hipocampo),
tálamo, cuerpo estriado, hipotálamo, cerebro medio y lámina I, II, IV y V del cuerno dorsal en la
columna vertebral. Se ha postulado que la morfina administrada de manera exógena ejerce su efecto
analgésico, en parte, al alterar la liberación central de neurotransmisores de nervios aferentes sensibles
a los estímulos nocivos.
El umbral periférico o la capacidad de respuesta a los estímulos nocivos no se ven afectados, lo que
deja intactos los reflejos monosinápticos, tales como los reflejos de la rótula o el tendón de Aquiles.
La morfina ejerce sus efectos principales en el sistema nervioso central y en los órganos que contienen
músculos lisos. Los efectos farmacológicos incluyen analgesia, somnolencia, cambio de humor
(euforia), reducción de la temperatura corporal, depresión de la respiración relacionada con la dosis,
interferencia en la respuesta suprarrenal ante casos de estrés (en dosis elevadas), reducción de la
resistencia periférica con pocos efectos o sin efectos en el índice cardiaco, supresiones de tos
mediadas a través de un efecto directo en el centro medular y en la miosis.
La estimulación directa de la zona de activación de los quimiorreceptores puede producir emesis y
efectos espasmogénicos en el tracto gastrointestinal que provoca la disminución de la actividad
peristáltica. Puede producirse retención urinaria debido al aumento del tono del esfínter de la vejiga.
5.2 Farmacocinética
Absorción
La morfina se absorbe desde el tracto gastrointestinal. El metabolismo de primer paso importante se
produce en el hígado después de la administración oral, por lo que la biodisponibilidad de la morfina
oral es baja y variable.
Con dosis periódicas repetidas, la morfina oral es, aproximadamente, un tercio tan potente como
cuando se administra por inyección intramuscular.
Distribución, metabolismo y eliminación
La morfina se distribuye por el cuerpo, pero particularmente, va al tejido parenquimatoso, tal como el
tejido renal, pulmonar, hepático y del bazo. Se encuentran concentraciones más bajas en el músculo
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esquelético y en el tejido cerebral. La morfina se dispersa a través de la placenta y se han encontrado
cantidades residuales en la transpiración y en la leche materna. Cerca del 35% se une a las proteínas,
especialmente, a la albúmina. La morfina se metaboliza, principalmente, en el hígado por conjugación
con el ácido glucurónico en el grupo 3-hidroxil y en un nivel mucho más bajo con el 3,6-glucurónido.
La semivida de eliminación es, aproximadamente, de 1,5 o 2 horas en sujetos sanos y el 90% de la
dosis se recupera en la orina en el plazo de 24 horas. Aproximadamente, entre el 7 y 10% de la dosis
se recupera en las heces, la gran mayoría después de la conjugación y excreción por vía biliar.
6. CARACTERÍSTICAS FARMACÉUTICAS
6.1 Lista de Excipientes
Ácido cítrico anhidro, citrato de sodio, glicerol, edetato disódico, metilparabeno, agua para inyectables.
6.2 Período de eficacia
24 Meses.
6.3 Condiciones de almacenamiento
Almacene por debajo de 30 ºC. No refrigere. Proteja de la luz. Deseche todas las soluciones sin usar
después de que el envase haya permanecido abierto por un período de 6 meses.
Documento de referencia utilizado para la actualización: CDS Sin Versión. Documento de Referencia de Nueva
Zelanda.
Pfizer Chile S.A.
Departamento Médico
Teléfono: 2-22412035
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