Rudolf Steiner (1881—1925) - Fraternidad Rosa Cruz de Colombia

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Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
Rudolf Steiner (1881—1925)
ISSN 2215 — 9053
ISSN 2215 — 9053
Índice
RUDOLF STEINER—Israel Rojas Romero — ————————–——————————— 5
EL MISTERIO DE LOS ROSACRUCES—Rudolf Steiner —–————– —————–—–—— 7
EL DESARROLLO INTERIOR DEL HOMBRE—Rudolf Steiner — ——————————— 14
LOS GRADOS DE INICIACIÓN—Rudolf Steiner ——– ——————————————— 26
POESÍAS —————————————————————————————————— 42
Obras Recomendadas:
¿Cómo adquirir el conocimiento de los mundos superiores?—–——— —Rudolf Steiner
Iglesia Gnóstica ——————————————————— —————Krumm Heller
Los Rosacruces Y Sus Enseñanzas ——————————— —————-Swinburne Clymer
Teosofia ———————————————————————————— Steiner Rudolf
Alquimia Reglas Y Principios Del Trabajo Alquímico ——————–——Franz Hartmann
ROSA-CRUZ DE ORO
CIENCIA ROSA-CRUZ
Y ESTUDIOS AFINES
Publicación del Fondo Editorial “Rosa-Cruz de Oro”
De la Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
Calle 21 # 4-28/32 — Tel. 341 0926
Bogotá D.C—Colombia
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Director: Álvaro Salazar Rodríguez
Director de contenido: Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
Consejo editorial: Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
Edición Conmemorativa del 86° Aniversario de la Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
1928—2014
Todos los Derechos Reservados
Bogotá D.C—Colombia, Julio de 2014
Revista N° 6— Diciembre — 2014
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RUDOLF STEINER—Israel Rojas Romero
Rudolf Steiner, fue el nombre con el cual se distinguió el Ego, cuya biografía parcial vamos a
dar a conocer, o sea la relacionada con algunos pocos detalles de su última prodigiosa existencia, cuyo período de actuación se cuenta desde el 27 de febrero del año de 1861, hasta el
19 de marzo de 1925.
Durante el lapso mencionado, ese Ego caldeo, que despertó en Caldea, en cuya última vida se
llamó Rudolf Steiner, realizó una asombrosa labor, con el fin de dar a conocer al mundo las
secretas enseñanzas esotéricas, olvidadas durante el largo tiempo, debido al materialismo
reinante con que se ha venido alimentando la humanidad, en éste difícil período de la historia.
Rudolf Steiner fue un místico y un esoterista auténtico, pues en su vida que relatamos, supo
amalgamar prodigiosamente el sentido de las cosas, con la· naturaleza de las mismas. De
acuerdo con la profunda sentencia de Paracelso, Steiner veía en todos los seres las letras de
un alfabeto, que unidas en el hombre, forman progresivamente el Verbo completo y consciente de 1a vida.
Rudolf Steiner fue un verdadero vidente, y es por eso que los hombres de concepto positivista, ocultan su nombre y su sabiduría la cual es poseída solamente por aquellos que unidos a
su pensamiento, tratan de seguir sus pasos y de penetrar el profundo contenido de sus escritos. Durante su activa existencia, Steiner pronunció más de 6.000 conferencias y escribió 186
libros, de los cuales apenas unos pocos han sido traducidos al español, como "La Iniciación,
Ciencia Oculta", El Karma, La Vida entre la Muerte y el Nuevo Nacimiento, y las hermosas
conferencias dictadas en París, que fueron tomadas por Eduardo Schure y traducidas al español, publicándolas con el nombre de "Cosmogonía".
El señor Rudollf Steiner fue quien guio en los primeros pasos en su marcha por el sendero, al
señor Max Heindel, quien dio prodigiosos frutos; pues publicó una serie de libros verdaderamente iluminadores, destacándose entre ellos, su obra fundamental titulada "Concepto RosaCruz del Cosmos" y unos 20 libros más, todos de excepcional importancia para los que
deseen transitar el sagrado sendero de la evolución consciente. Las investigaciones clarividentes que realizó el maestro Steiner, le permitieron descubrir hechos que la ciencia experimental ha confirmado posteriormente.
El maestro afirmó que los cometas en su paso transformaban la atmósfera, creando gases de
la familia de los cianuros. La ciencia más tarde por medio de los análisis espectrales, estableció efectivamente la presencia de ácidos cianhídricos, después del paso de los cometas. También declaró: "Mientras las sustancias se encuentran en estado sólido, se hallan sometidas al
magnetismo de la tierra, pero cuando pasan al estado líquido, las fuerzas interplanetarias intervienen a su vez".
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Millares de experimentos realizados por la Bióloga, Sra.L. Kolisko, demostraron la realidad
de la afirmación de Rudolf Steiner. El eminente esoterista Rosa-Cruz, Doctor Krumm Heller,
también probó experimentalmente esa conclusión científica de Steiner. El Doctor Krumm
Heller fue un gran admirador del maestro Steiner, a quien llamó siempre con admiración,
gran cabalista.
El Doctor Rudolf Steiner, encontró en su camino a la maestra H. P. Blavasky, siguiendo sus
en enseñanzas y dedicando gran parte de su vida a servir a la causa de esta gran iniciada, la
que fue considerada como la mujer más grande del siglo XIX. El Doctor Steiner fundó en el
año de 1913 la Sociedad Antroposófica, para ajustar las ideas filosófico espiritualistas, a la
severidad del régimen mental de los sabios europeos, especialmente a los alemanes, ambiente, que como Ego en evolución eligió, para el desarrollo de su obra en la Encarnación, a la
cual nos estamos refiriendo.
El Dr. Steiner sostuvo que la enfermedad conocida con el nombre de cáncer, afecta todo el
organismo exteriorizándose luego en un determinado punto o foco, oponiéndose así al concepto de los hombres de ciencia de aquella época, quienes consideraban que aquella enfermedad era local.
El Dr. Steiner aconsejó para el tratamiento del cáncer la planta parásita llamada muérdago,
(en Colombia, Pajarito), la que últimamente ha sido empleada por, los médicos europeos, con
resultados satisfactorios.
Si algún estudiante del esoterismo dedica especial atención al estudio de las obras trascendentales del Dr. Rudolf Steiner, conseguiría una verdadera orientación en el trascendental sendero de la evolución consciente. En su obra "La Iniciación", Steiner le enseña el entrenamiento
esotérico, que corresponde a los hombres de la raza occidental.
El mejor homenaje que podemos rendir a la memoria del insigne maestro Rosa-Cruz Cabalista, está en dedicarnos sinceramente a estudiar y a aprovechar la inmensa sabiduría, que para
bien de la humanidad, dejó en sus inapreciables libros.
RAGHOZINI
"El esoterismo es: el estudio de las energías de la naturaleza; la
Filosofía: es la especulación analítica para hallar una verdad; la
Mística: Es la devoción hacia los seres y las cosas."
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EL MISTERIO DE LOS ROSACRUCES
Por Rudolf Steiner
Conferencia pronunciada en Berlín, el 4 de Noviembre de 1904.
Hemos hablado en otras oportunidades sobre distintos mitos cuyas imágenes contienen verdades esotéricas. Estos mitos se dieron antes a los hombres, para transmitirles, en forma de imágenes, verdades esotéricas para las cuales no estaban maduros todavía. Las imágenes se apoderaban del Cuerpo Causal, preparando así a los hombres para que comprendieran aquellas
verdades de encarnaciones posteriores. Hoy referiré una leyenda esotérica que data sólo de
pocos siglos atrás, y que aún sigue viva en múltiples aspectos.
Al comienzo del siglo XV apareció en Europa una personalidad que en Oriente había sido
iniciada en ciertos secretos, CHRISTIAN ROSENKREUTZ. Antes de que terminara su encarnación de entonces, había iniciado a un pequeño grupo de personas, -apenas más de diez-,
en la materia de su propia iniciación, es decir, los había iniciado como en aquel entonces era
posible iniciar a un hombre europeo. La pequeña hermandad que se dio el nombre de
"Hermandad de los Rosacruces" -Fraternidad Rosae Crucis-, difundió un determinado mito a
través de otra hermandad más amplia y más esotérica.
Christian Rosenkreutz mismo había revelado en los más recluido de los Misterios Rosacruces, ciertos secretos sólo perceptibles para los hombres que antes habían adquirido la preparación necesaria. Pero, como dijimos, en la pequeña hermandad no fueron más de diez; ellos
fueron los verdaderos Rosacruces iniciados. Las enseñanzas de Christian Rosenkreutz, no
eran apropiadas para todos, pero se transmitieron al mundo en una especie de leyenda. Desde
que se dio a conocer el comienzo del siglo XV, fue relatada en amplios círculos, pero la interpretación se redujo a los círculos más íntimos, maduros para ello.
El contenido del mito es más o menos el siguiente:
En tiempos remotos uno de los Elohim creó al ser humano, al que le dio el nombre de Eva. Este Elohim se
unió con Eva que dio a luz a Caín. El Elohim Javé o Jehová creó a Adán. También Adán se unió con Eva y de esta
alianza nació Abel. De manera que Caín es directamente
un hijo divino, mientras que Abel es el descendiente de
Adán, creado como ser humano, y Eva. El Dios Javé recibía con agrado las ofrendas de Abel, pero no las de Caín
que no había nacido por su voluntad. La consecuencia fue
que Caín, envidioso, cometió fratricidio, asestando el golpe mortal a Abel. Por ello fue excluido de la comunidad
de Javé. Se retiró a otra región lejana donde fundó una
generación propia.
De la alianza de Adán y Eva nació Seth, destinado a reemplazar a Abel. También la Biblia nos habla de Seth. De
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este modo se formaron dos generaciones humanas: la generación de Caín, descendiente de Eva y el Elohim, y la
otra, descendiente de una pareja netamente humana que se
había unido según la voluntad de Javé.
De la generación de Caín provienen todos los que han
creado las artes y la ciencia en la tierra,
por ejemplo, Metusael, el inventor de la escritura, la escritura Tau, y Tubal-Caín quien enseñó al ser humano a trabajar los minerales metalíferos y el hierro. Así se generó
esta línea de la humanidad creada directamente por el
Elohim, ella era la portadora de las artes y las ciencias. De
esta rama genealógica procedió también Hiram que fue el
heredero de lo que, en el correr de los tiempos, los hijos de
Caín habían acumulado en saber, arte y técnica. Hiram fue el arquitecto más grande y magnífico que se pueda imaginar.
De la segunda línea, la generación de Seth, nació Salomón que se distinguía en todo lo que
provenía de Javé o Jehová. Poseía la sabiduría del mundo, todo lo que puede brindar la sabiduría serena, luminosa, esclarecida, propia de los hijos de Jehová. Esta sabiduría se expresa
con palabras que llegan al corazón de los hombres, lo elevan, pero no puede realizar una obra
concreta en cuanto a la técnica, al arte y la ciencia. Fue una sabiduría directamente inspirada
por el Dios, no fue elaborada por el hombre, no surgió de la pasión humana, ni brotó de la
voluntad del hombre. Esta última era de los hijos de Caín, de los descendientes directos del
otro Elohim que fueron los trabajadores severos queriendo elaborarlo todo ellos mismos.
Ahora bien, Salomón decidió construir un templo, y encomendó la obra a Hiram, el arquitecto de la línea de Caín. Fue justamente en el tiempo en que Balquis, la reina de Saba, visitó a
Jerusalén, porque había oído tanto el sabio Salomón. Y realmente quedó profundamente impresionada de la alta sabiduría esclarecida y de la hermosura de Salomón. Este le pidió la
mano y ella aceptó desposarse con él. La reina se enteró también de la construcción del templo y quiso conocer al arquitecto Hiram. Cuando lo vió, recibió inmediatamente una honda
impresión quedando cautiva por su mirada, lo que produjo una tensión de celos entre Hiram y
Salomón, el sabio. Este habría querido deshacerse de Hiram, pero lo necesitaba para terminar
el templo. El templo se terminó en la fecha indicada, faltándole sólo una cosa: el mar de
bronce. Este, obra maestra de Hiram, representaría el océano labrado en bronce, y serviría
como adorno del templo.
Hiram había preparado maravillosamente la mezcla de los metales, y todo está listo para la
fundición. Pero ahora se inmiscuyeron tres oficiales a los que por ineficientes, Hiram había
negado el título de Maestro. Juraron venganza y quisieron frustrar la fundición del mar de
bronce. Un amigo de Hiram, enterado de la conjuración, se lo hizo saber a Salomón, para que
éste evitara la ejecución. Pero Salomón, celoso de Hiram, dejó que las cosas tomaran su curso, para destruirlos. El resultado fue que Hiram tuvo que ver como la masa ígnea de los metales se esparció, porque los tres conspiradores habían agregado a la aleación una substancia
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indebida. Hiram quiso apagar las llamas echando agua, lo
que sirvió sólo para aumentar el desastre. Al borde de la
desesperación, se le apareció Tubal-Caín, uno de sus antepasados. Le dijo que se arrojara tranquilamente al fuego, porque era invulnerable. Hiram obedeció y llegó al
centro de la Tierra. Tubal-Caín lo condujo ante Caín
quien se hallaba allí en el estado divino original. Hiram
fue introducido en el trabajo creativo del fuego, de la fundición de los metales, etc. De Tubal-Caín recibió un martillo y una escuadra de oro que debía llevar en el cuello.
Hiram regresó y fue capaz de reparar el mal y terminar el
mar de bronce.
Hiram obtuvo luego la mano de la reina de Saba, pero fue
asaltado y muerto por los tres rufianes. Antes de morir,
sin embargo, logró tirar la escuadra de oro a un pozo. Como nadie sabía dónde estaba Hiram,
comenzaron a buscarlo; Salomón mismo se sintió muy asustado y quiso investigar el caso.
Como se temía que los tres sujetos traicionaran la antigua palabra maestra, acordaron una palabra nueva. La primera palabra pronunciada al encontrar a Hiram, sería la palabra maestra.
Cuando Hiram fue encontrado, pudo decir todavía: "Tubal-Caín predijo que tendré un hijo
del cual descenderán muchos otros, que poblarán la tierra y concluirán mi obra, el Templo".
Entonces todavía indicó el lugar donde había caído la escuadra áurea. La llevaron junto al
mar de bronce y ambos fueron guardados en el Sanctasantorum del templo. Sólo pueden encontrarlos aquellos que comprenden lo que significa esta leyenda de Salomón y su arquitecto
Hiram.
Pasemos entonces a su interpretación. Ella describe el destino de la tercera, cuarta y quinta
época cultural de la Era Postatlante. El Templo es el templo de las hermandades secretas, es
decir, todo lo que la humanidad del cuarto y quinto período construye. El Sanctasantorum es
el lugar de reunión de las hermandades secretas que conocen el significado del mar de bronce
y la escuadra de oro.
Se trata, pues, de dos distintas generaciones humanas, una representada por Salomón –en posesión de la sabiduría divina-, y la segunda la de los hijos de Caín -que dominan y saben aplicar el fuego-. Este fuego no es el fuego físico, sino el fuego que arde en el espacio astral, el
fuego de las pasiones, instintos, apetitos.
¿Y quiénes son los hijos de Caín? Según el sentido de esta leyenda son los hijos de aquellos
Elohim que durante la evolución lunar quedaron un poco rezagados. En la época lunar reina
Kama. Durante la misma evolución lunar penetró también la sabiduría en el kama. Hubo,
pues, dos clases de Elohim. La primera no se limitó a la alianza del fuego con la sabiduría,
ascendieron por encima de ella; y cuando formaron al hombre, ya no estaban dominados por
pasiones, de manera que lo dotaron de una sabiduría serena, acendrada. Esta es la verdadera
religión de Jehová o Javé, la sabiduría libre de pasiones. Los Elohim en los que la sabiduría
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aún estaba unida en el fuego del período lunar, crearon los hijos de Caín.
De ahí que en los hijos de Seth tenemos a los hombres religiosos con la sabiduría esclarecida,
y en los hijos de Caín, los hombres impulsivos que se entusiasman e inflaman con la sabiduría. Estas dos generaciones siguen trabajando a través de todas las épocas. Todas las artes y
ciencias nacieron de la pasión de los hijos de Caín, y toda la religiosidad y sabiduría beatificas, desapasionadas, sin entusiasmo, se generaron de los hijos de Seth.
Estos dos tipos han existido siempre hasta la cuarta época cultural de nuestra era postatlante.
En esta época tuvo lugar la fundación cristianismo, debido al cual la antigua religiosidad que
sólo fue una religiosidad inspirada desde arriba, se libera totalmente de kama. La nueva religiosidad quedaba totalmente sumergida en el elemento que vino a la Tierra con Cristo. Cristo
no es solamente sabiduría, es el amor encarnado, un alto kama divino que es al mismo tiempo
Buddhi; un kama que fluye limpidamente con infinita devoción hacia afuera, es un kama invertido. Buddhi es el kama invertido.
En el tipo de los hombres piadosos, en aquéllos que son hijos de la sabiduría, se prepara, en
consecuencia, una religiosidad superior que ahora si puede ser entusiasta. Es la religiosidad
que tiene su primer origen en la cuarta época cultural; pero esta corriente aún no puede aunarse con los hijos de Caín. Son dos tendencias antagónicas, pues si el cristianismo se apoderará
inmediatamente de todos los hombres, podría invadirlos con amor, pero sin la participación
del corazón humano individual, particular. No sería una religiosidad libre, un generar el Cristo en el alma como hermano, sino sólo como amo. Aún deben actuar los hijos de Caín en toda
nuestra quinta época cultural. Ellos obran en sus iniciados y elevan el templo de la humanidad, construyéndolo con la ciencia y el arte mundanas.
Vemos entonces como el elemento mundano se desarrolla cada vez más en la cuarta y quinta
cultura postatlante, cuando toda la evolución histórica universal desemboca en el plano físico.
Con el elemento mundano el materialismo se desarrolla también el personal, el egoísmo, que
termina con la lucha de todos contra todos. El cristianismo era, en cierto sentido, un secreto
que sólo poseían unos pocos; sin embargo actuaba de tal manera que la humanidad de la cuarta y quinta cultura comprendía que "todos los hombres son iguales ante Dios". Esta es una ley
fundamental del cristianismo, pero los hombres no la pueden comprender enteramente, mientras que sean presos del materialismo.
Poco antes de la revolución francesa, Madamme D'Adhémar, dama de la corte de la reina
Marie- Antoinnette, recibió la visita de una persona que predijo todas las escenas importantes
de la revolución para advertirla a ella y a la corte de los que se estaba preparando. Era el Conde de Saint Germain, la misma personalidad que en una encarnación anterior había fundado
la Orden de los Rosacruces. El defendía la idea de que todos los hombres tenían que ser conducidos pacíficamente de la cultura mundana a la verdadera cultura del cristianismo, pero los
poderes mundanales querían conquistar la libertad como por asalto, es decir, materialmente.
Aunque la revolución fue para él una consecuencia necesaria de la evolución habida, quiso
prevenirla.
El, Christian Rosenkreutz, en su encarnación del siglo XVIII, él, el guardián de los secretos
más íntimos del mar de bronce y de la escuadra de oro, previno a la humanidad para que tomara un camino evolutivo lento. Lo hizo, aun sabiendo lo que sucedería.
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Este es el curso que la evolución humana sigue -vista desde adentro- durante el cuarto y quinto período de nuestra era postatlante. La construcción cultural humana ha sido edificada: el
gran Templo de Salomón, pero lo que ha de coronarlo, tienen que permanecer en secreto.
Únicamente un iniciado lo puede obstruir. Este iniciado fue malentendido, traicionado y asesinado. El secreto aún puede ser desvelado. Queda como secreto de pocos iniciados del cristianismo. Está oculto en la fundición del mar de bronce y en la santa escuadra. Es el secreto
de Crhistian Rosenkreutz, quien vivió en una encarnación sumamente elevada antes del nacimiento del Cristo y dijo unas palabras muy notables, dijo: "Quién sembrará el viento, segará
el torbellino". Ya dijo esto antes que lo dijera y escribiera Oseas. Estas palabras son originales de Christian Rosenkreutz. Esta expresión: Quien sembrará viento, segará el torbellino, es
el lema, la máxima de nuestra civilización y significa lo siguientes: vosotros libertareís al
hombre; el Buddhi encarnado se unirá con ésta, vuestra libertad y hará a los hombres iguales
a Dios. Pero el espíritu (viento, torbellino significa espíritu, ruach) devendrá torbellino (lucha
de todos contra todos).
Primero: El cristianismo fue el cristianismo de la cruz y tuvo que desenvolverse a través de
una esfera netamente mundanal, el plano físico. Cristo en la cruz no fue, sin embargo, el símbolo usado en los primeros comienzos del cristianismo. Sólo cuando éste se convirtió más y
más en política, se usó el símbolo del hijo de Dios crucificado, padeciendo en la cruz formada
en el cuerpo del mundo. Así continuará exotéricamente durante la cuarta y quinta cultura. El
cristianismo aún permanece ligado con la civilización enteramente material del cuarto y quinto período postatlante. Sólo entremedio existe el verdadero cristianismo del futuro que posee
el secreto del mar de bronce y de la escuadra de oro. Este cristianismo tiene ya otro símbolo;
no ya el Cristo crucificado, sino la cruz con la corona de rosas; y éste será el símbolo del nuevo cristianismo en sexta época cultural postatlante. Este cristianismo de la sexta cultura se
desarrollará del misterio de la hermandad Rosacruz y conocerá el mar de bronce y la escuadra
áurea.
Hiram es el representante de los iniciados hijos de Caín,
pertenecientes a la cuarta y quinta cultura. La Reina de Saba -todas las figuras femeninas del lenguaje esotérico se
refieren al alma- es el alma de la humanidad que tiene que
decidirse por la religiosidad esclarecida que renuncia a la
conquista de la Tierra, o por la sabiduría dedicada a esta
conquista; quiere decir, a una conquista unida con la Tierra
por haber vencido las pasiones. La Reina de Saba representa la verdadera alma humana que se encuentra en el medio
entre Hiram y Salomón y se une con Hiram en la cuarta y
quinta cultura, porque él todavía construye el Templo. El
mar de bronce es aquella fundición en que se mezcla el metal en la proporción correspondiente con agua. Los tres oficiales lo hacen mal. La fundición se malogra. Hiram aprende de Tubal-Caín los misterios del fuego, y ahora puede
unir el agua y el fuego en la medida justa para hacer el mar
de bronce. Este es el secreto de los Rosacruces. El mar de
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bronce se origina, cuando el agua de la sabiduría serena se une con el fuego del espacio universal, el fuego de las pasiones. De ahí debe nacer una combinación resistente como el
"bronce", y que puede ser trasladada a las edades futuras, cuando se agrega al secreto del mar
de bronce, el de la santa escuadra áurea, es decir, el secreto de Atma-Buddhi-Manas. Esta
triada con todas sus consecuencias, constituirá el contenido del cristianismo renovado de la
sexta cultura, que es preparada por los rosacruces. Lo que expresa el símbolo del mar de
bronce se unirá con el conocimiento de la reencarnación y el karma. Esta es la nueva enseñanza oculta que se volverá a introducir en el cristianismo. Atma-Buddhi-Manas, la yoeldad
superior, encierra el secreto que se dará a conocer, cuando la sexta cultura esté madura para
ello.
Christian Rosenkreutz ya no necesitará intervenir en advertencias de las luchas por venir, sino
que todo lo que ha significado lucha en el plano físico, encontrará la paz por el mar de bronce
y la escuadra de oro. Esto es el curso de la historia universal hacia el futuro. La leyenda del
Templo que Christian Rosenkreutz difundió en el mundo por las hermandades, encierra la
tarea que quieren cumplir los rosacruces, es decir: no sólo enseñar la piedad religiosa, sino
también ciencia esotérica, una ciencia que no quiere conocer únicamente el mundo físico,
sino también los poderes espirituales para llegar por ambos caminos a la sexta cultura.
La oración es un deseo ardiente del alma de unión con su origen divino, una expresión articulada de la aspiración. Es a la vez y al mismo tiempo, aspiración, compunción, reverencia,
adoración, alabanza, gratitud, comunión, invocación, deseo amoroso, ofrenda y veneración.
“El mar de bronce se origina cuando el agua
de la sabiduría serena, se une con el fuego
transformador.”
Rudolf Steiner
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RUDOLF STEINER
Ciertos órganos aparecen en el aura y son llamados chacras en el
lenguaje esotérico. Estos son los órganos sensoriales, la persona
debe suprimir todas las sensaciones y los sentimientos negativos
dentro de sí para nutrir estos ojos del alma.
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EL DESARROLLO INTERIOR DEL HOMBRE
Una ponencia de Rudolf Steiner.
Berlín, 15 de Diciembre de 1904
Recientemente me he propuesto hacer un boceto sobre el ser del hombre y los tres mundos
que le rodean: el mundo físico actual, el mundo del alma y el mundo del espíritu. Más adelante tengo planeado hablar de los conceptos antroposóficos principales sobre el origen del hombre, la tierra y los cuerpos celestiales en general. Así habremos repasado el punto de vista general en la teoría de la vida, según es desarrollada por la antroposofía.
De cualquier forma, hoy me gustaría presentar unas pocas sugerencias acerca de la manera en
que el desarrollo interior del hombre debe progresar si desea llegar a sus propias conclusiones
sobre los principios proclamados por la visión antroposófica del mundo. Hay que tener en
mente que hay una gran diferencia entre llegar a un entendimiento de los conceptos presentados por un científico espiritual como una verdad obtenida a través de su cognición y su experiencia, y el desarrollo del alma y espíritu humanos que permite a una persona mantenerse en
dicha cognición y percepción propias.
Uno tiene que distinguir entre un nivel elemental de desarrollo que lleva a la comprensión de
las enseñanzas de un maestro espiritual experimentado, siguiéndolas como si fuera en pensamiento y en sentimiento y entendiéndolas como verdad dentro de unos límites, y un nivel
avanzado en el cual uno obtiene las experiencias personales en el ámbito del espíritu y el alma. Este nivel elemental es nuestro tema de hoy. El nivel avanzado concierne la clarividencia
y hasta el punto en que es posible siquiera dar ninguna indicación en público sobre la clarividencia, ese será el tópico de nuestra próxima presentación. El problema de cómo uno puede lograr el
entendimiento personal de las verdades antroposóficas es el tema que nos ocupará hoy.
Solo podemos dar aquí unos pequeños apuntes ya
que el entrenamiento que el alma y el espíritu humanos deben llevar a cabo para adquirir el entendimiento antes mencionado es muy extenso. Requiere
un largo período de estudio interior y los numerosos
detalles de este entrenamiento no se pueden elaborar
en el curso de una breve charla. La información a la
que nos podemos referir aquí es solo un pequeño
apunte de lo que sería expresado en instrucciones
personales. Dicho esto es necesario hacer notar antes
de nada que la mayoría de la gente necesita en este
campo la ayuda de un maestro personal. Algunos
son de la opinión que una persona puede desarrollar
él mismo habilidades interiores, fuerzas del alma y
percepción espiritual por sus propios medios, y pue-
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de parecer desafortunado que en esta área vital de la vida una guía personalizada sea supuestamente necesaria. De cualquier modo, la naturaleza de esta guía da las suficientes garantías
para que nadie, bajo ningún concepto, pueda llegar a tener ningún tipo de dependencia de otra
persona. Nadie honra la dignidad del hombre y el respeto por el individuo más que el maestro
de lo oculto.
El instructor del desarrollo místico y antroposófico nunca da nada más que consejo.
Los más grandes maestros en este campo nunca hicieron más que sugerir y aconsejar. Se deja
al libre albedrío del individuo hasta qué punto pretende seguir estos consejos. Las tareas del
espíritu y del alma que uno se propone dependen del individuo; la consideración por la libertad humana por parte del maestro es demasiado pronunciada como para pretender dar más
que consejo. En esta área, todo lo que pueda ser expresado de cualquier manera, debe ser entendido con esta reserva.
Otro punto importante es que la parte principal de esta educación no se expresa en ninguna
formalidad externa particular, tampoco requiere una medida externa definida. Esta educación
es más bien un desarrollo completamente íntimo del alma humana y todos los grados significantes del desarrollo que uno debe llevar a cabo se dan lugar en la profundidad más íntima
del ser. Precisamente aquí se lleva a cabo una transformación en la persona, pero no es necesario que nadie, ni siquiera su mejor amigo, note ninguna diferencia. Así, en privado, en tranquilidad y en reclusión el místico se entrena a sí mismo para adquirir el entendimiento de los
mundos del alma y del espíritu. No se puede enfatizar lo suficiente que nadie que se proponga
a sí mismo al desarrollo espiritual interior necesita cambiar su ocupación en ningún aspecto
ni tampoco descuidar sus tareas diarias. Al contrario, aquel que crea que para su desarrollo
interior es necesario más tiempo y como consecuencia descuida sus ordinarias obligaciones y
de sus intentos de interiorización adentro de los mundos espirituales se convierte en un antisocial o en un miembro inferior de la sociedad descubrirá muy pronto que de esta manera se
logra mucho menos.
Este entrenamiento interior progresa discretamente y sin prisa, en completa tranquilidad interior. Quiero hacer énfasis en este punto, que ninguna "regla especial" va a ser expuesta ahora
sino descripciones de ese camino de desarrollo interior. Las directrices, cuando son observadas, sí requieren algo del aspirante sin lo cual nunca podrá lograr ninguna experiencia personal más elevada. Se trata de la resistencia. Aquel que
no tiene paciencia y resistencia, quien no puede perseverar una y otra vez y seguir en completa calma las
normas interiores que son aplicables aquí, generalmente no logrará nada en absoluto. Solo hay una rara excepción que hace posible el éxito sin la observación de
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estas reglas. Este es el caso en el cual un individuo está
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muy avanzado en su camino de evolución como ser
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humano. En el caso de un individuo que en una reencarnación anterior ya ha obtenido un cierto nivel de
clarividencia el curso del entrenamiento interior es bas-
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tante diferente y mucho más corto. Aquel que da las reglas correspondientes para el desarrollo interior ser consciente de este hecho y su trabajo entonces se limita a eliminar los obstáculos que bloqueen el camino hacia la iluminación.
Ya que las directrices en el camino a la iluminación varían con cada individuo, es una regla
no recomendable el buscar el desarrollo místico sin guía personal. Aquel que expone las líneas a seguir debe conocer estrechamente a su pupilo, no en el sentido ordinario de la palabra
sino en el sentido espiritual. Mientras el maestro de lo oculto no necesita conocer nada de la
profesión de su pupilo, manera de vida, miembros de su familia, sí necesita adquirir un conocimiento íntimo de la condición de su alma y espíritu y de su nivel de desarrollo. Nos llevaría
demasiado lejos exponer hoy las maneras y los métodos según los cuales el maestro de lo
oculto adquiere este conocimiento. Serán discutidas en ponencias futuras sobre clarividencia.
El desarrollo interior está conectado con ciertas consecuencias para aquellos que se aventuran
en este camino y deben darse cuenta que, como resultado, ciertas definidas cualidades aparecerán en su personalidad. Estas cualidades son síntomas y resultados directos del nivel de
desarrollo interior y requieren observación cuidadosa. El maestro de lo oculto debe conocer
cómo interpretar estos síntomas para asegurar la manera apropiada para proseguir en este
desarrollo interior. El desarrollo del hombre interior es el nacimiento en un nivel superior. Es
el nacimiento del alma y el espíritu, no en el sentido figurativo, alegórico, pero como un hecho en el sentido literal de la palabra. Incluso en esta era un nacimiento no lo es sin consecuencias y el maestro de lo oculto debe saber cómo tratarlo.
Después de un contacto inicial con algunas de las enseñanzas básicas de la antroposofía tal
como la reencarnación y el karma, la doctrina según la cual el alma humana se ha reencarnado en el pasado repetidas veces en un cuerpo físico y que continua retornando en futuras encarnaciones, y la enseñanza del karma, de la justicia compensatoria --la mayoría de la gente
se preguntará como uno puede adquirir el entendimiento de
estas por sí mismo.
Esta es la gran cuestión que confronta ahora a cada persona.
Hay una regla dorada que debe ser observada, que eventualmente guiará a cualquiera a la comprensión deseada. Esta ha
sido la experiencia común de todos quienes se han dedicado
seriamente a los ejercicios en cuestión. No hay nadie que no
pueda, de la manera más fácil posible, adquirir esta comprensión de la reencarnación y el karma.
De cualquier modo, como decía Goethe "aunque es fácil, lo
fácil es difícil." Esto es así porque pocos son los que deciden
emplear la fuerza de voluntad, resistencia y la paciencia necesarias para alcanzar ciertas condiciones definidas del alma
y el espíritu esenciales para esta comprensión. La regla de
oro es esta "vive tu vida como si la reencarnación y el karma
fuesen verdades y llegarán a ser verdades para ti." Parece
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como si hubiese que alcanzar esto mediante la autosugestión pero no es el caso. El símbolo
místico de la serpiente que se muerde su propia cola es un símbolo familiar. Este símbolo tiene varios significados profundos pero entre las muchas interpretaciones que contiene, una es
la que aquí hemos expresado en la regla de oro.
Es evidente que la suposición inherente en esta regla de oro se niega a sí misma de la misma
manera en que la serpiente se enrosca sobre sí misma. ¿Cómo debemos entender esto? Si la
reencarnación es un hecho, entonces ciertos esfuerzos hechos por el hombre y que tienen un
efecto en su alma no pueden ser hechos en vano, sino que más adelante deben convertirse en
la naturaleza del alma. Una de las grandes leyes del hombre que debe ser probada, íntimamente sobre su propio ser, es expresada en un antiguo texto Indio, "lo que piensas hoy, serás
mañana." Aquel que cree en la reencarnación debe darse cuenta que una cualidad que desarrolla dentro de sí mismo, un pensamiento que imprime sobre sí mismo al mantenerlo constantemente en la mente, se convierte en algo permanente en su alma que volverá a emerger
una y otra vez. Siendo así, una persona que busca el desarrollo místico debe antes de nada
hacer el esfuerzo de abandonar algunas inclinaciones que tuviese con anterioridad. Entonces,
las nuevas inclinaciones deben ser adquiridas manteniendo constantemente en nuestra mente
el pensamiento de ese tipo de inclinaciones, virtudes o características. Deben de ser incorporadas de tal manera en el Ser que la persona es capaz de alterar su alma con la fuerza de su
voluntad. Esto debe ser probado tan objetivamente como una substancia química es probada
en un experimento.
Una persona que nunca haya intentado cambiar su alma, que nunca ha tomado la decisión
inicial de desarrollar las cualidades de la resistencia, perseverancia y el pausado pensamiento
lógico, o una persona que tiene esa decisión pero la ha abandonado porque no tuvo éxito en
una semana, un mes, un año o una década, nunca logrará determinar nada en sí mismo acerca
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de estas verdades. Así es el íntimo sendero que el alma debe recorrer. Debe ser capaz de adquirir nuevas características, pensamientos e inclinaciones. Una persona debe tener la habilidad de emerger, en el momento que corresponda, con nuevos hábitos adquiridos por pura
fuerza de voluntad. Una persona descuidada debe acostumbrarse a ser cuidadoso y ordenado
y esto debe llevarse a cabo no a través de una presión externa sino por una firme resolución
de la voluntad. Es especialmente efectivo en el caso de características insignificantes y pequeñas cosas. Cuanto más claramente perciba la persona los asuntos que le conciernen, mejor
será su comprensión en el área de la verdad. Si, por ejemplo, una persona es capaz de observar objetivamente un gesto, una expresión facial o algún otro hábito insignificante, si se hace
consciente de él como si estuviese observando a otra persona y entonces por pura fuerza de
voluntad pone en el lugar del hábito o gesto algo que el mismo ha escogido, incorporándolo a
sí mismo, esa persona está ya en el camino que lleva a la comprensión, por sí mismo, de la
gran ley de la reencarnación. Un químico puede dar descripciones de procesos que tienen lugar en un laboratorio. De forma parecida una persona puede establecer las directrices a probar
sobre sí mismo. A través de alteraciones insignificantes se alcanzan las más altas cumbres.
Acerca del Karma, la gran ley de la justa compensación, su percepción y entendimiento puede ser obtenida si uno vive su vida como si el karma fuese un hecho. Si un desastre o sufrimiento te acaece, intenta mantener en mente que este sufrimiento o accidente no ha ocurrido
por alguna milagrosa casualidad sino que debe haber una causa. No necesitas buscar la causa.
Solo aquel que clarividentemente pueda disponer de una visión del karma podrá percibir la
causa de un feliz evento, de una pena o de algún infortunio. Lo que sí es necesario es un cierto estado de ánimo, una sensación a la que rendirse para que puedas sentir cómo una pena o
una alegría deben tener su causa y al mismo tiempo puedan causar otros eventos en el futuro.
Aquel que se empapa con este estado de ánimo y ve su vida y todo lo que le sucede como si
el karma fuese un hecho, encontrará que esta existencia se le hará cada vez más comprensible. Aquel que suprime su enfado cuando algo molesto le sucede y en su lugar piensa que,
igual que una piedra rueda al ser empujada así ese algo molesto debe haber sucedido de
acuerdo con alguna inevitable ley del universo, adquirirá la comprensión del karma. Tan cierto como que mañana te levantarás por la mañana, dadas las circunstancias necesarias y sin
que tu salud sufra ningún cambio, es igualmente cierto que comprenderás la ley del karma si
ves tu vida de esta manera.
Hay dos prerrequisitos para una persona que desee la educación espiritual; el aspirante debe
ver la vida de esta manera. Pero no debe aceptar estas actitudes del pensamiento como si fuesen un dogma. Por el contrario, debe dejar abierta la posibilidad a que sean ciertas o no. No
debe tener ni superstición ni dudas porque estos son los dos mayores obstáculos. Solo una
persona que ve la vida de esta manera, con una mente abierta, está preparada para recibir instrucción mística.
Aún hay un tercer aspecto que debe ser considerado. Ningún maestro de lo oculto instruirá a
una persona llena de supersticiones y prejuicios, o una que sea proclive a juicios insensatos o
a caer víctima de cualquier ilusión. La regla de oro aplicable aquí es que, antes de dar el primer paso en la dirección de un aprendizaje superior una persona debe liberarse de cualquier
pensamiento frívolo o posibilidad de confundir la ilusión con la realidad. Por encima de todo
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el aspirante a la iluminación espiritual debe ser una persona que se dedica a observaciones y
pensamientos disciplinados. Si una persona se inclina hacia los prejuicios y la superstición en
el mundo de la realidad de los sentidos enseguida tiende a ser corregida por la propia realidad
de los sentidos. Sin embargo, si una persona no piensa lógicamente y se deja llevar por las
fantasías entonces la corrección no es tan simple. Siendo así, es esencial que uno tenga su
vida-del-pensamiento completamente a mano y que sea capaz de ejercer un control estricto
sobre sus pensamientos antes de adentrarse en los mundos del espíritu y del alma. Uno que se
inclina fácilmente hacia fantasías, supersticiones e ilusiones no está preparado para entrar en
la educación previa a la enseñanza espiritual. Pero es fácil engañarse aquí. La liberación de
las fantasías, ilusiones, prejuicios e ilusiones se obtiene con autodisciplina. Esta libertad no se
adquiere fácilmente por cualquiera. Es necesario recordar hasta qué punto la mayoría de la
gente tiende a pensamientos torpes y descuidados y son incapaces de controlar su vida-delpensamiento a través de su propia fuerza de voluntad.
Al sopesar las demandas de la vida diaria es evidente que es imposible liberarse completamente a sí mismo de las impresiones exteriores. Para poder hacerlo es necesario apartar un
pequeño periodo de tiempo cada día. Este período de tiempo, que es necesario pero que no
debe suponer un conflicto con nuestras obligaciones, es suficiente. Cinco minutos, o incluso
menos, es bastante. Durante este breve período de tiempo una persona debe ser capaz de separarse de todas las impresiones sensoriales, de todo lo que le llega a través de los ojos, oídos
y su sentido del tacto. Durante este breve período de tiempo debe volverse ciego y sordo a su
entorno exterior.
Todo lo que nos asalta desde el mundo exterior nos une con la sensualidad y el ordinario
mundo diario. Todo esto debe ser silenciado y la total calma interior debe tomar su lugar.
Cuando este silencio interior, este despojarse de todas las impresiones sensoriales se ha llevado a cabo la memoria de todas las impresiones sensoriales pasadas deben ser extinguidas también. Es suficiente sopesar durante un momento cómo estamos completamente atados a los
asuntos del tiempo y del espacio, con todo lo que es temporal y mortal. Analiza el pensamiento que acaba de pasar por tu cabeza hace un momento y ve si no está asociado con algo de
naturaleza transitoria.
Este tipo de pensamientos no tienen valor para el desarrollo interior.
Así todos los pensamientos que nos conectan con asuntos finitos y transitorios deben ser silenciados. Entonces, cuando ese silencio ha sido producido en el alma y durante un rato nuestro entorno, ya sea de la era, la nación, la raza o del siglo en que vivimos, ha sido eliminado,
el alma volverá a hablar por sí misma. Esto no sucederá inmediatamente.
Primero el alma debe estar preparada para este punto y hay maneras y direcciones que traerán
este sonido interior. El hombre debe rendirse a pensamientos, conceptos y sentimientos originados no en lo temporal sino en lo eterno. Su contenido no debe ser verdadero para hoy, ayer,
un siglo o mañana sino para siempre. Este tipo de pensamientos se encuentran en los libros
religiosos de todos los pueblos. Se encuentran, por ejemplo, en el Bhagavad Gita, el himno de
la perfección humana. También se encuentran en el Antiguo y el Nuevo testamento, particularmente en el Gospel of St. John empezando por el capítulo decimotercero. Pensamientos
efectivos también se encuentran en las cuatro primeras líneas del libro, Light on the Path de
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Mabel Collins, familiar para los miembros de los Movimientos Theosóficos y Anthroposóficos.
Estas cuatro líneas, grabadas en los muros interiores de cada templo de iniciación no dependen del tiempo y del espacio. No pertenecen a un hombre, una familia. No forman parte de
una generación o de un siglo. Si no que se extienden a través de toda la evolución.
Eran ciertas hace miles de años y lo seguirán siendo miles de años más. Despiertan las adormecidas facultades del alma; déjalas levantarse de su reino interior. Pero es necesario que
esto sea entendido correctamente. No es suficiente asumir que se ha comprendido el sentido
de estas frases. Uno debe permitir que estas palabras cobren vida en su propio ser interior.
Uno debe permitir que el significado completo de estas palabras irradie en el interior de su
ser, debe rendirse a él por completo. Uno debe aprender a amar esas palabras. Si una persona
cree que ha comprendido el significado, solo entonces ha llegado el momento correcto para
que esas palabras se levanten en él resplandecientes una y otra vez. La comprensión intelectual no es importante; el amor de esa verdad espiritual sí lo es. Cuanto más amor hacia esas
verdades fluya a través de ti más poder de visión interior crecerá en nosotros. Esas palabras
no deben ocuparnos uno o dos días sino semanas, meses y años hasta que finalmente se despierten en nosotros esos poderes del alma. Entonces finalmente llega cierto momento bien
definido en que aún otra iluminación toma lugar.
Aquel que proclama verdades espirituales por su propia experiencia está familiarizado con
esta vida de contemplación interior. Las grandes
verdades espirituales que proclama cada día son
una parte de un vasto panorama espiritual que puede ver con el poder interior del alma y el espíritu.
Vuelve su vista a los reinos del alma y el espíritu.
Aparta su mirada de la tierra para explorar los sistemas solares. Aun así este poder interior se extinguiría rápidamente si no se nutre cada nuevo día.
Este es el secreto del investigador espiritual, que
este inmenso panorama de universo y humanidad
que ha pasado por su alma cientos de veces debe
pasar de nuevo por su alma cada mañana. Una vez
más comprenderlo todo no es lo importante sino
aprender a amarlo más y más. Así cada mañana
lleva a cabo una adoración divina durante la cual
mira en reverencia a los grandes espíritus. Ha
aprendido a repasar el panorama completo en unos
pocos minutos. La gratitud hacia aquello que le ha
dado el alma le llena por completo. Si no se sigue
este camino de reverencia no es posible llegar a la
claridad. Es esencial que las declaraciones del investigador espiritual estén formadas con esta claridad. Solo si este es el caso puede asumir la autori-
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dad para hablar de las verdades del misticismo, las verdades de la antroposofía y de la ciencia
espiritual. De esta manera funciona el investigador espiritual, y así debe empezar todo el
mundo, de la manera más simple y elemental hasta que alcance la comprensión de estas enseñanzas.
La individualidad humana y la de los seres cósmicos es profunda. Uno no puede lograr nada
en esta área sin paciencia, perseverancia y amorosa devoción hacia los poderes cósmicos.
Estas son fuerzas que, como la electricidad en el mundo exterior, son poderosas en el mundo
interior. No son solo fuerzas morales sino fuerzas de cognición. Cuando el aspirante a la iluminación es capaz de permitir que estas verdades residan en su interior durante un tiempo, si
las ha aceptado en gratitud hacia aquellos que se las han revelado entonces finalmente alcanzará un punto especial, que más tarde o más temprano se hará accesible a todos aquellos que
han permitido que la tranquilidad y el silencio den frutos en su alma.
Este es el momento en el que su alma empieza a hablar, cuando su propio ser interior empieza
a percibir las grandes verdades eternas. Entonces, de repente el mundo a su alrededor se ilumina de colores nunca vistos antes. Algo jamás oído se hace ahora audible. El mundo irradiará una nueva luz. Esta nueva luz, esta nueva irradiación llega a él desde el reino del alma. Es
característico del mundo del alma que uno lo "vea". Es igualmente característico del mundo
de los espíritus que uno lo "escuche".
Si se busca el auto-desarrollo en esta área entonces una parte de él viene a través de la obediencia y de la observación de una gran suma de reglas y directrices. Aquí solo puedo hacer
un pequeño apunte de cómo esto es posible y de cómo puede ser experimentado. Es preciso
seguir diligentemente estas reglas individuales, igual que el químico debe pesar y medir las
más ínfimas substancias de un compuesto químico con los instrumentos más delicados. Una
descripción de las reglas que se pueden dar en público se puede encontrar en mi libro, Conocimiento de Mundos Superiores y su Adquisición. Estas reglas ofrecen instrucciones específicas para seguir este camino. También requieren de una paciencia y una perseverancia diligentes.
Las reglas presentadas en este libro nunca se habían hecho públicas con anterioridad, cuando
la instrucción de lo oculto solo se enseñaba en las escuelas de lo oculto. Este tipo de instrucción todavía se enseña en las escuelas de lo oculto porque es un proceso de enseñanza íntimo
entre dos personas. No es bueno buscar esta instrucción por propia iniciativa, escuchando o
leyendo reglas especiales de forma fragmentada en un lugar u otro.
Toda la instrucción que uno puede recibir de diferentes lugares, y de hecho hay tiendas anunciando este tipo de instrucciones, no son más que pequeños fragmentos sacados del gran libro
de la enseñanza de lo oculto. Una persona que las utiliza debe darse cuenta que se expone a
una serie de peligros. No es conveniente ser introducido en los asuntos que conllevan una alteración actual del alma, a los aspectos más profundamente importantes de la vida del alma, a
través de los canales comerciales. Los métodos de entrenamiento de lo oculto que se anuncian a cambio de una ganancia monetaria no solo carecen de ningún valor sino que además
pueden ser peligrosos según en qué circunstancias. Es necesario que esto sea dicho porque en
la edad actual hay tanto de este tipo de cosas que confrontan al hombre. Precisamente porque
hay tantos de estos supuestos métodos ocultos abarrotando la escena actual se ha hecho nece-
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sario mostrar la imagen real.
Las reglas expuestas en el libro Conocimiento de Mundos Superiores y su Adquisición vienen de antiguas tradiciones. Los espíritus que guían la evolución han dado su permiso para la
publicación de estas reglas porque es esencial que la verdad se dé a conocer, aunque aún solo
es posible publicar una cierta cantidad. El resto ha de ser excluido porque las reglas más importantes solo se pueden desvelar de palabra. Lo que se encuentra en Conocimiento de Mundos Superiores y su Adquisición es diferente de otros libros de instrucción en que es inofensivo. Solo se desvelan las guías que no pueden dañar a la persona, incluso si no son seguidas
con paciencia y perseverancia. Incluso si la persona hace un uso impropio de ellas no podrían
dañarla. Era necesario mencionar este punto porque ha surgido la pregunta de por qué y con
qué autoridad se han publicado un conjunto de leyes esotéricas.
Otro punto de consideración es que para despertar en el mundo del alma uno debe tener órganos sensoriales en el mundo del alma igual que los tiene para el mundo material. Igual que el
cuerpo, que tiene ojos y oídos, el alma y el espíritu deben poseer órganos para percibir la radiación del reino del alma y los sonidos del mundo del espíritu. Una persona que tenga experiencia en este campo, que es clarividente, puede actualmente percibir el proceso de desarrollo de ese tipo de órganos del alma en una persona que está llevando a cabo un entrenamiento
interior. Son percibidos en su aura, envueltos en una nube de luz.
El aura de una persona que no se ha desarrollado espiritualmente se ve como una formación
nebulosa. Cuando la persona duerme el aura flota sobre el cuerpo físico porque el cuerpo astral se separa durante el sueño. El aspecto del aura es de dos espirales enredadas como anillos
de niebla. Se entrelazan el uno con el otro en continuas espirales, desapareciendo en reinos
indefinibles. Cuando una persona comienza el entrenamiento de lo oculto su aura se define
cada vez más. Los extremos indefinidos de la espiral desaparecen y las dos formaciones espirales entrelazadas se vuelven claramente organizadas. Se convierten en estructuras compactas
y bien definidas. Ciertos órganos aparecen en el aura y son llamados chacras en el lenguaje
esotérico. Estos son los órganos sensoriales del alma.
Su estructura es delicada y para que florezcan hay que cuidarlos y protegerlos. No pueden
desarrollarse bajo ninguna otra circunstancia. Quien se desvíe de esto nunca disfrutará la verdadera percepción espiritual. La persona debe suprimir todas las sensaciones y los sentimientos negativos dentro de sí para nutrir estos ojos del alma. Los chacras no pueden emerger si
una persona se enfada a cada oportunidad. Hay que preservar la ecuanimidad y hay que practicar la paciencia. La furia y la cólera no permiten que aparezcan los ojos del alma, la prisa y
los nervios no permiten su desarrollo.
Aún más, es necesario que el hombre se libere de algo que es difícil de apartar en nuestra civilización, el ansia de aprender "lo que es nuevo." Esto tiene una tremenda influencia en el
órgano-alma. Si uno no puede hacerse con un periódico lo suficientemente rápido para contarle las noticias a algún otro, si una persona no puede ver o escuchar algo sin guardárselo, si
no puede suprimir el deseo de transmitirlo, su alma nunca alcanzará el desarrollo. Es también
necesario que uno adquiera una manera definida de juzgar a sus semejantes. Es difícil lograr
una actitud acrítica, pero el entendimiento debe sustituir al criticismo. Si confrontas inmedia-
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tamente a tus semejantes con tu propia opinión obstaculizas la evolución del alma. Debemos
escuchar al otro primero y este ejercicio es una manera muy efectiva de desarrollar los ojos
del alma. Cualquiera que quiera alcanzar un nivel superior en esta dirección debe haber
aprendido a abstenerse de criticar y de juzgar todo y a todo el mundo. ¿Cómo podemos ver y
entender dentro del ser de una persona? No debemos condenar sino entender la personalidad
del criminal, entender al criminal y al santo igual de bien. Se requiere empatía para todos y
cada uno, esto es lo que quiere decir la "atención" oculta. Así, si la persona se conduce, con
estricta autodisciplina, al punto de no evaluar a sus semejantes, o al resto del mundo de acuerdo con su juicio personal, opinión y prejuicio y en su lugar permite que ambos trabajen en él
en silencio, entonces tiene la oportunidad de adquirir los poderes ocultos. Cada momento durante el cual una persona toma la determinación de resistirse a un pensamiento malvado acerca de sus semejantes es un momento ganado.
Un hombre sabio puede aprender de un niño. Una persona simplona puede considerar los dichos de un sabio parecidos a los balbuceos de un niño, convencido de que es superior a un
niño y desconociendo la practicalidad de la sabiduría. Solo cuando ha aprendido a escuchar el
tartamudeo de un niño como si fuera una revelación ha creado en él el poder que surge de su
alma.
Finalmente uno no puede esperar que los ojos del alma se abran inmediatamente. Una persona que combate la ira, la cólera, la curiosidad y otras cualidades negativas está, para empezar,
derribando los muros que encierran su alma. Este esfuerzo debe ser repetido constantemente.
Una persona clarividente puede evaluar hasta dónde los delicados órganos del alma están floreciendo. Cuando las declaraciones humanas han perdido su agresividad y se han vuelto amables y llenas de comprensión hacia sus semejantes el órgano espiritual localizado junto a la
laringe se despierta. Antes de que una persona se haga consciente de esto por si misma debe
practicar durante mucho tiempo. Fueron necesarios millones de años para que se desarrollase
el ojo físico en el hombre, desde unos minúsculos puntos hasta el comienzo de la lente y de
ahí a la compleja estructura del ojo. El ojo del alma no necesita de tanto tiempo. En algunas
personas es necesario varios meses, para otras más. Hay que tener paciencia. El momento en
el que estas delicadas estructuras del alma comienzan a percibir por primera vez llega para
todo el mundo, más tarde o más temprano.
Eso si la persona continua los ejercicios y particularmente si desarrolla ciertas virtudes, las
cuales las dificultades de la vida misma pueden desarrollar. Hay tres virtudes en particular
que hay que desarrollar que casi pueden convertir a un hombre en clarividente, solo que hay
que practicarlas con la necesaria intensidad y énfasis. Son estas: la autoconfianza emparejada
con la humildad, el autocontrol junto con la gentileza y la presencia mental junto con la perseverancia.
Todo esto son líneas generales, y así deben verse. Son ejemplos de las direcciones que el pupilo espiritual debe seguir en los tres niveles hacia el despertar espiritual. Las tres fases de la
enseñanza de lo oculto son llamadas preparación o catarsis, iluminación o iniciación.
Durante la primera fase o nivel, el ser del hombre está preparado de manera que permita
emerger a las delicadas estructuras del alma. En el nivel de la iluminación el hombre adquiere
la habilidad de percibir en el reino del alma, y a través de la iniciación obtiene la facultad de
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expresarse a sí mismo en el reino del espíritu. Lo que he dicho esta noche puede que sea difícil de entender para algunos, y aunque es realmente fácil, si es cierto aquí que lo fácil es difícil.
Cualquiera puede seguir el camino de lo oculto; no está cerrado para nadie. Los secretos están
en el ser interior de cada persona. Solo se requiere un serio esfuerzo interior, el hombre debe
intentar liberarse de todos los obstáculos que interrumpen esta vida interior. Hay que ser
consciente de que las verdades más grandes y claras llegan a nosotros de la manera más íntima. Los más grandes sabios de la humanidad no descubrieron las grandes verdades siguiendo
cualquier otro camino que no fuese el que aquí se menciona. Encontraron estas verdades porque encontraron el camino que lleva a su ser interior y porque sabían que la paciencia y la
perseverancia eran requeridas para practicar los diferentes ejercicios.
Así, cuando una persona alcanza lo más profundo de su ser, cuando se aleja de los pensamientos que le asaltan desde el exterior y en vez de eso se concentra en los pensamientos que
pertenecen a la eternidad, está avivando la llama dentro de sí que le iluminará los mundos del
alma. Cuando una persona desarrolla dentro de sí las cualidades de la ecuanimidad, la calma
interior y la paz igual que las otras virtudes aquí mencionadas, está alimentando a esta dama
con la substancia adecuada. Si una persona es capaz de mantenerse en silencio y expresar solo pensamientos elevados, si vive una existencia llena de amor y su vida se convierte en una
vida de devoción a lo divino, el mundo a su alrededor empezará a "sonar." Esto es lo que Pitágoras llamó "Música de las esferas". No se quería decir simbólicamente; es una realidad.
Solo es posible dar aquí pequeñas pistas que guíen en la dirección del camino que lleva a la
puerta estrecha. Cualquiera puede alcanzar esta puerta estrecha y para aquel que no tiene miedo de las dificultades la puerta se abrirá. Entonces encontrará lo que todas las grandes ideologías religiosas y filosóficas han proclamado: La Verdad Única Eterna y la Vía de la Vida.
Aquel que no tiene paciencia y
resistencia, quien no puede perseverar una y otra vez y seguir
en completa calma las normas
interiores que son aplicables
aquí, generalmente no logrará
nada en absoluto.
Rudolf Steiner
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ISRAEL ROJAS ROMERO
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LOS GRADOS DE INICIACIÓN - Rudolf Steiner
¿Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores?
La información que sigue forma parte de una disciplina espiritual; cuyo nombre y naturaleza
conocerá claramente todo aquel que la aplique con acierto. Se refiere a los tres grados que
conducen a través del entrenamiento de la vida espiritual, hasta cierto nivel de iniciación.
Más aquí solo se explicara lo que sea posible decir en público, meras indicaciones de una
doctrina más íntima y profunda. En la disciplina oculta propiamente dicha se sigue un curso
bien definido; ciertos ejercicios tienen por objeto conducir al alma humana a una relación
consciente con el mundo espiritual. Entre esos ejercicios y las páginas que siguen hay aproximadamente la misma relación que existe entre la enseñanza impartida por una escuela superior estrictamente disciplinada y la instrucción incidental de una escuela preparatoria. Con
todo, la observancia seria y perseverante de lo que aquí se indica, puede conducir a la verdadera disciplina espiritual; con la advertencia de que los ensayos atolondrados, hechos sin seriedad ni perseverancia, no producirán resultado alguno. El éxito del estudio oculto depende
de que, en primer lugar, se observe lo que ya se ha expuesto en páginas anteriores y que luego
se proceda sobre esta base.
Las tres etapas que la mencionada tradición especifica son las siguientes: 1a. Probación; 2a.
Iluminación; y 3a. Iniciación. No es del todo necesario que estas tres etapas sean sucesivas, es
decir, que se haya completado la primera antes de pasar a la segunda o esta antes de entrar en
la tercera. En ciertos aspectos es posible participar de la iluminación, y aun de la iniciación,
en tanto que los otros están todavía en preparación o probación. Sin embargo, será necesario
haber pasado cierto tiempo en la etapa probatoria antes de que pueda lograrse cualquier iluminación; y esta, a su vez, debe alcanzarse por lo menos parcialmente, antes de entrar en la
etapa iniciática. Para mayor claridad, sin embargo, se describirán estas tres etapas, una tras
otra.
PROBACIÓN
La Probación consiste en un cultivo bien definido de la vida afectiva y mental, mediante el
cual los cuerpos anímico y espiritual quedaran dotados de sentidos y órganos superiores de
actividad, de la misma manera que las fuerzas de la naturaleza proveen al cuerpo físico de
órganos plasmados de la informe materia viva. Para empezar hay que dirigir la atención del
alma sobre ciertos procesos del mundo que nos circunda. Tales procesos son, por una parte,
los de la vida que germina, crece y florece, y por la otra, los fenómenos relacionados con el
marchitamiento, la decadencia y la muerte. Por todas partes estos procesos se presentan simultáneamente a la mirada del hombre y evocan naturalmente en él en toda ocasión senti-
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mientos y pensamientos. Sin embargo, en circunstancias ordinarias, él no se entrega suficientemente a esos sentimientos y pensamientos, pasa con demasiada rapidez de una impresión a
otra, en lugar de fijar su atención, intensa y conscientemente sobre tales fenómenos. Dondequiera que el discípulo encuentre una forma bien determinada del crecer y florecer, apartará
de su alma toda otra imagen y se abandonara, durante corto tiempo, exclusivamente a esta
sola impresión. Pronto comprobara que un sentimiento que antes se deslizaba rápidamente a
través de su alma, ahora se expande, asumiendo una forma potente y vigorosa. Dejará que esa
nueva forma de sentimiento reverbere sosegadamente en él, aquietando por completo su vida
interior. Se abstraerá del mundo exterior para vibrar únicamente con lo que su alma exprese
ante los fenómenos de este crecer y florecer.
No deben esperarse resaltados favorables si los sentidos se hallan torpes con respecto al mundo. Primero contémplense los objetos con tanta intensidad y nitidez como sea posible; luego
déjese que el sentimiento que surge en el alma, el pensamiento que brota del interior, se apodera del discípulo. Lo que importa es saber dirigir la atención hacia ambos fenómenos con
perfecto equilibrio interior. Si se logra la calma necesaria y uno se abandona a lo que emerge
del alma, al cabo de cierto tiempo se tendrá la experiencia de observar que brotan del alma un
nuevo género de sentimientos y pensamientos antes desconocidos. Cuanto más a menudo se
preste atención sobre algo en proceso de crecimiento, de floración y de expansión y, alternativamente, sobre algo que se marchita y muere, tanto más vividos se tornarán estos sentimientos. Y, del mismo modo que se forman los ojos y los oídos del cuerpo físico de la materia viva bajo la acción de las fuerzas naturales, así van formándose los órganos de la clarividencia
a partir de los sentimientos y pensamientos así engendrados. Los procesos del crecimiento y
de expansión dan lugar a un tipo de sentimiento bien determinado, mientras que otro tipo, no
menos preciso, surge en presencia del marchitamiento y de la desintegración; pero esto sólo
ocurre si el cultivo de esos sentimientos se lleva a cabo con arreglo a las instrucciones que
preceden. Es posible describir, de un modo aproximado, la naturaleza de esos sentimientos, y
su concepción plena está al alcance de todo aquel que personalmente viva estas experiencias
interiores. Aquel que frecuentemente haya dirigido su atención hacia los fenómenos del crecimiento, de la floración y del devenir, recibirá una sensación remotamente semejante a la que
produce la salida del sol, en tanto que los fenómenos de decadencia y marchites darán origen
a una sensación que, del mismo modo, es comparable al lento ascenso de la luna sobre el horizonte.
Estos dos sentimientos son dos fuerzas que, debidamente cultivadas e intensificadas, conducen a los más significativos efectos espirituales, así como abren un mundo nuevo al estudiante que metódica y deliberadamente se abandona a ellas: el mundo anímico, el llamado plano
astral, que comienza a alborear ante él. El crecimiento y la descomposición dejan de ser fenó-
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menos que produzcan las indefinidas impresiones de antaño; se torna en líneas y figuras espirituales cuya existencia no había pechado antes y cuya forma diferenciada depende de los diferentes fenómenos. Una flor que se abre, un animal que muere o un árbol que se seca, evocan en su alma líneas bien determinadas. El mundo anímico, o plano astral, se desenvuelven
lentamente ante el discípulo. No hay arbitrariedad en SUS líneas y figuras. Dos discípulos
que hayan llegado al correspondiente grado de desarrollo espiritual observaran siempre las
mismas líneas y figuras en relación con el mismo fenómeno. Así dos personas de vista normal ven redonda una mesa redonda y no una de ellas la ve redonda y la otra cuadrada, del
mismo modo se presenta a dos almas la misma figura espiritual contemplar una flor abierta.
Del mismo modo que la historia natural describe las formas de las plantas y de los animales
así también el conocedor de la ciencia oculta describe o dibuja las formas espirituales de los
procesos del crecimiento y de desintegración, clasificándolas por géneros y especies. Cuando
el discípulo esté ya bastante avanzado para ver las formas espirituales de los fenómenos perceptibles a su ojo físico, no estará muy lejos del momento en que ya pueda observar lo que no
tiene existencia física y que, por tanto, permanece totalmente oculto para aquel que no ha sido instruido en la ciencia espiritual. Sin embargo, es necesario insistir en que el investigador
espiritual no debe perderse en reflexiones acerca de lo que significa una u otra cosa, aspecto
intelectual que lo desvían del recto camino. El discípulo debe contemplar el mundo externo
con sentidos despiertos y sanos y con perspicacia, y entregarse después al sentimiento que en
él se suscita. No debe tratar de deducir por medio de especulaciones intelectuales el significado de las cosas; ellas mismas deben descubrírselo.1 1) Puede decirse que un sentido artístico
aunado a una naturaleza reposada e Introspectiva, constituye la más favorable condición preliminar para el desarrollo de las facultades espirituales. Ese sentido penetra más allá de la superficie de las cosas y así llegan hasta su misterio. Otro punto importante es lo que la ciencia
oculta llama la orientación en los mundos superiores. Se llega a ella compenetrándose de la
convicción de que los sentimientos y los pensamientos son realidades, tal como lo son las sillas y las mesas del mundo físico sensible.
En el mundo anímico y en el mundo mental, los pensamientos y los sentimientos actúan recíprocamente los unos sobre los otros, tal como lo hacen las cosas sensibles del mundo físico.
Mientras el discípulo no se haya compenetrado intensamente de esta verdad, no creerá que un
pensamiento erróneo de su mente pueda ejercer, sobre otros que existan en el mundo mental,
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una influencia tan nefasta como la que ejerce una bala disparada a ciegas sobre los objetos
físicos con que choque. Quizá no se permitiría jamás realizar un acto externo que considerara
contrario a la razón, pero no rehuiría el fomentar pensamientos y sentimientos impropios, estimándolos inofensivos para el resto del mundo. Sin embargo, solo se puede avanzar en la
ciencia oculta si se vigilan los pensamientos y sentimientos con el mismo cuidado con que
observamos nuestros pasos en el mundo físico. Si uno se encuentra frente a un muro, no intentara pasar a través de él, sino que dará la vuelta: se adaptará a las leyes que rigen el mundo
material. Leyes semejantes existen en los niveles afectivo y mental; si bien no pueden imponerse al hombre desde el exterior, deben emerger de la vida misma de su alma. Esto se alcanza absteniéndose en todo tiempo de pensamientos y sentimientos impropios. Es necesario suprimir durante este periodo toda divagación arbitraria y veleidosa, toda fantasía indisciplinada
y todo flujo y reflujo accidental de emociones.
Esto no embota la sensibilidad; antes al contrario, pronto puede comprobarse que, al regular
el curso de la vida interior, la sensibilidad y la verdadera fantasía creadora comienzan a enriquecerse. En vez de un sentimentalismo banal y de concatenaciones caprichosas de ideas,
surgirán sentimientos significativos y pensamientos fecundos, sentimientos y pensamientos
que permitirán al discípulo orientarse en el mundo espiritual, y lograr una posición correcta
respecto a la realidad de ese mundo. Resulta así para el discípulo una consecuencia bien definida: del mismo modo que el hombre físico encuentra su camino entre las cosas terrenas, asimismo su disciplina lo conduce ahora a través de los procesos de crecimiento y marchites,
procesos que él ya ha llegado a conocer en la forma antes descrita. Observará, por una parte,
todo lo que crece y se desarrolla y, por la otra, todo lo que se marchita y perece, tal como corresponde para su propio progreso y el del universo.
El discípulo tiene que practicar, además, cierta disciplina en relación con el mundo del sonido. Conviene distinguir entre el sonido causado por lo llamado inanimado, v.g., un cuerpo
que cae, una campana, un instrumento musical, y el sonido emitido por los seres vivos, animales u hombres. Al oír una campana se percibe un sonido, asociándolo con una sensación
agradable; al escuchar el grito de un animal se percibirá en él, además de la impresión sensoria, la manifestación de una experiencia interna del animal, ya sea de placer o de dolor. Este
último es el género de sonidos de que debe ocuparse el discípulo en un principio. Aplicará
toda su atención al hecho de que recibe, mediante el sonido, una información de algo que se
encuentra fuera de su propia alma; se sumergirá en ese algo extraño; unirá estrechamente su
propio sentimiento al dolor o al placer que ese sonido le revele y se sobrepondrá a lo que signifique para él, agradable o desagradable, simpático o antipático, para dejar que su alma se
sature de lo que ocurre en el ser del cual procede el sonido. A través de estos ejercicios reali-
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zados metódica y deliberadamente, se asimilará la facultad de vibrar al unísono, por decirlo
así, con el ser del que emana el sonido. Para una persona dotada de sentido musical, semejante cultivo de su vida emotiva será más fácil que para otra que no lo tenga; .pero no hay que
creer que el mero sentido musical pueda sustituir la actividad interna. El discípulo debe
aprender a sentir en esta forma con respecto a toda la naturaleza para que se geste una nueva
facultad en su vida mental y afectiva; para que la naturaleza entera, con sus resonancias, comience a susurrar al hombre sus misterios. Lo que antes era para su alma incoherente ruido,
se convierte en lenguaje inteligible de la naturaleza; allí donde antes solo había percibido un
sonido de la llamada naturaleza inanimada, ahora se le revela un nuevo lenguaje del alma.
Progresando en este cultivo de sus sentimientos, pronto comprobara que puede oír algo cuya
existencia antes no sospechaba: comienza a oír con el alma.
Precisa agregar algo más a lo que precede para poder llegar a la cima de lo accesible en esa
región.
De gran importancia para el desarrollo del discípulo es la manera como escucha las palabras
de los demás. Debe acostumbrarse a hacerlo en tal forma que su propio ser interior permanezca en silencio absoluto Si alguien emite una opinión y otro la escucha, surge generalmente en
este último un sentimiento de aprobación o desaprobación, y no faltará quienes se crean en el
deber de manifestar en el acto su aquiescencia y muy especialmente su disentimiento. El discípulo debe acallar todo impulso interior de aprobación y de contradicción. No se trata de
cambiar repentina e íntegramente de conducta, ni de esforzarse por el continuo logro de este
completo silencio interior. Que comience a hacerlo en ciertos casos particulares elegidos a
propósito. Entonces, poco a poco, esta nueva manera de escuchar se ira deslizando en sus hábitos y, por si misma, llegará a formar parte de ellos. En la búsqueda espiritual esto se practica sistemáticamente: el discípulo se siente obligado, en vía de práctica y por un tiempo determinado, a escuchar los pensamientos más contradictorios, y a callar totalmente todo impulso
de aprobación y, sobre todo, toda crítica desfavorable. La medula del asunto estriba en que no
solo se evite todo juicio intelectual, sino también todo sentimiento de desagrado, de disentimiento y hasta de aprobación.
En particular el discípulo debe observarse muy atentamente para darse cuenta si tales sentimientos, quizá desaparecidos de la superficie, persisten aun en lo más recóndito de su alma.
Por ejemplo, debe escuchar las afirmaciones de personas que en algún sentido le sean notoriamente inferiores, y evitar al hacerlo, todo sentimiento de superioridad. Para todos es útil
escuchar de esta manera a los niños; hasta el más sabio puede aprender incalculablemente de
ellos. Así, el estudiante aprende a escuchar las palabras de otro con perfecto desprendimiento,
con total abstracción de su propia persona, de sus opiniones y de su manera de sentir. Si se
ejercita así a escuchar sin actitud de crítica, aun en los casos en que se expresen las opiniones
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más contrarias a las suyas, o cuando se cometan ante él los disparates más grandes, aprenderá
poco a poco a fundirse con la individualidad de otro hombre y a identificarse con ella. A través de las palabras, escuchándolas, podrá penetrar en el alma del que habla. Gracias a ejercicios prolongados de esta índole, el sonido se convierte en el medio apropiado para percibir el
alma y el espíritu. Es cierto que para ello se requiere una autodisciplina rigurosísima; pero
ella conduce a una meta sublime. Cuando estos ejercicios se practican junto; con los anteriormente descritos, relativos a los sonidos en la naturaleza, el alma desarrolla un nuevo sentido
auditivo y es capaz de percibir manifestaciones del mundo espiritual que no hallan expresión
mediante sonidos perceptibles por el oído físico. La percepción del "Verbo Interior" despierta, y paulatinamente se le revelan al discípulo verdades del mundo espiritual. Se halla en condiciones de escuchar un lenguaje expresado en forma espiritual. Todas las verdades superiores se alcanzan través del influjo del Verbo Interior, y lo que puede transmitir un verdadero
investigador espiritual lo ha recibido de este modo. Esto no quiere decir que sea inútil dedicarse a la lectura de los textos de ciencia oculta antes que uno mismo pueda percibir ese influjo interne
Al contrario, la lectura de esos escritos y el recibir las enseñanzas de los investigadores espirituales son, por si mismos, medios para, llegar al conocimiento personal. Cada frase que escuchamos de la ciencia oculta es apropiada para dirigir nuestra mente hacia el punto que debe
alcanzar si el alma tiene que experimentar un positivo progreso. A todo cuanto antes se ha
indicado debe agregarse el estudio asiduo de lo que transmiten los investigadores espirituales.
En toda disciplina oculta este estudio forma parte de la probación, y todo otro procedimiento
será inefectivo si no existe la debida receptividad para las enseñanzas del investigador espiritual, pues procedentes del Verbo Interior y de su viviente influjo, están dotadas de vida espiritual. No son meras palabras, sino poderes vivos. Cuando se siguen las palabras de un iniciado, cuando se lee un libro que surge de verdaderas experiencias internas, obran en el alma
energías que la hacen clarividente, tal como las fuerzas de la naturaleza crearon nuestros ojos
y nuestros oídos de la substancia vital.
Los seres espirituales de los que trata la ciencia oculta solo pueden hablar a quienes hayan llegado a la receptividad interior mediante una captación Impersonal, sin dejarse influir por opiniones y sentimientos personales.
Mientras el estudiante oponga su propia opinión o sentimiento a lo que oye, los seres del mundo espiritual
permanecen callados.
ILUMINACIÓN
La iluminación parte de procesos muy sencillos. Aquí también se trata de desarrollar ciertos
sentimientos y pensamientos que se hallan latentes en todo ser humano y que deben desper-
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tar. Únicamente cuando estos sencillos procesos se llevan a cabo con firme paciencia y perseverancia infinita se llega a la percepción de las "formas luminosas internas". El primer paso
consiste en observar, de manera especial, diversos seres naturales: por ejemplo, una piedra
transparente de hermosas facetas (un cristal), una planta y un animal. Concéntrese primeramente toda atención en comparar la piedra con el animal de tal modo que los pensamientos
lleguen al alma, acompañados de intensos sentimientos, sin permitir que otro pensamiento ni
sentimiento se introduzca ni perturbe lo que ha de ser observación intensa concentrada. El
discípulo se dirá: "La piedra tiene forma; también el animal; la piedra permanece inmóvil en
su lugar; no así el animal que cambia de lugar. Es el instinto, el deseo, lo que origina la movilidad del animal, instinto a cuyo servicio se halla también su forma: los órganos y los miembros del animal están modelados de acuerdo con los instintos; no así la forma de la piedra,
estructurada por una energía carente de deseo".1 Al sumergirse uno intensamente en estos
pensamientos observando la piedra y el animal con atención sostenida, brotan en el alma dos
géneros de sentimientos muy distintos: el uno emanado de la piedra, el otro del animal. Probablemente no se tendrá buen éxito al empezar, pero, poco a poco, con pacientes ejercicios,
surgirán estos sentimientos.
Lo indispensable es perseverar en su práctica. Al principio existirán dichos sentimientos solo
mientras dure la observación, después persistirán, hasta que finalmente se transformen en algo que perdura en el alma. Llegado este momento basta que el discípulo se ensimisme para
que ambos sentimientos aparezcan incluso sin observación de objeto externo alguno. De estos
sentimientos y de los pensamientos que los acompañan se forman los órganos de la clarividencia. Si sigue a las anteriores la observación de la planta, se notará que el sentimiento que
ella provoca ocupa el punto medio, entre los que se derivan de la piedra y del animal tanto
por su carácter como por su grado de intensidad. Los órganos que en este caso se forman son
los ojos espirituales, con los que paulatinamente se aprende a ver algo así como colores psíquicos y espirituales. Pero el mundo espiritual, con sus líneas y sus figuras, permanecerá obscuro en tanto que el estudiante no haya asimilado más que lo que se ha descrito como
"probación"; con la ayuda de la iluminación ese mundo se aclara. Es necesario insistir una
vez más que las palabras, "obscuro" y "claro", así como las demás expresiones empleadas,
solo indican aproximadamente lo que se quiere decir. No puede ser de otra manera al recurrir
al lenguaje corriente que solamente es adecuado para el mundo físico. Ahora bien, la ciencia
oculta denomina "azul", o "azul-rojizo", lo que para los órganos de la clarividencia emana de
la piedra, y "rojo", o "rojo-amarillento", lo que se percibe como procedente del animal; en
realidad, lo que se ve son colores de orden espiritual.
El color que emana de la planta es "verde", y tiende paulatinamente hacia un rosado claro
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etéreo. La planta es el ente de la naturaleza cuya constitución en los mundos superiores hace
recordar, en cierto modo, la que tiene en el mundo físico. No sucede lo mismo con la piedra y
el animal. Hay que tener presente que los colores arriba mencionados representan solamente
la tonalidad principal de los reinos mineral, vegetal y animal, pues en realidad existen todos
los matices intermedios. Toda piedra, toda planta, todo animal, posee el suyo particular. Además, existen los seres de los mundos superiores que nunca encarnan físicamente y que despliegan colores admirables, u horribles. La variedad de colores en esos mundos superiores es
infinitamente mayor que en el mundo físico. Una vez alcanzada la facultad de ver con los
"ojos espirituales", el hombre encuentra, tarde o temprano, a tales seres, superiores o inferiores al hombre, seres que jamás entran en la realidad física.
El hecho a que se hace aquí referencia en su relación con la contemplación de los cristales, ha sido tergiversado
de diversas maneras por quienes han oído hablar de ello solo en una forma, externa (exotérica) y así es como han surgido practicas tales como la "visión en el cristal", etc. Tales prácticas se basan en interpretaciones erróneas. Se describen en muchos libros, pero nunca son el tópico de las genuinas enseñanzas esotéricas.
Al llegar a este punto, muchos son los caminos que se abren ante el hombre, pero no es aconsejable ir más lejos sin observar cuidadosamente lo que el investigador espiritual haya dicho
o impartido. Siempre lo mejor es seguir las indicaciones de tal dirección experimentada. Por
otra parte, si un hombre tiene en si la fuerza y la perseverancia para adquirir los grados rudimentarios de la iluminación, seguramente buscará y encontrará la guía acertada. En todo caso
se requiere una precaución sin la cual lo más sensato es renunciar a todo discipulado oculto:
el discípulo no ha de perder ninguna de sus cualidades de hombre noble y bueno ni su receptividad para toda realidad física; por el contrario, durante su discipulado debe aumentar continuamente su fuerza moral, su pureza interior y su poder de observación. Por ejemplo, durante
los ejercicios iniciales de la iluminación, ha de procurar que crezca constantemente la simpatía hacia todo hombre y todo animal, así como la sensibilidad a las bellezas de la naturaleza.
De descuidarlo se embotarían sus sentimientos y su sensibilidad por tales ejercicios; su corazón se endurecería, su mente se tornaría indolente, y todo ello lo conduciría a peligrosos resultados. El cómo se lleva a cabo la iluminación ascendiendo el discípulo, gracias a los ejercicios antes descritos, desde la piedra, la planta y el animal hasta el hombre; y el cómo, tras esa
iluminación, se presenta finalmente la unión del alma con el mundo espiritual, lo que conduce
a la iniciación, es lo que se tratara en los capítulos siguientes, hasta donde sea posible. En
nuestra época son muchas las personas que buscan el camino hacia la ciencia oculta, búsqueda a veces por medios peligrosos y hasta reprobables.
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Por este motivo, quienes conozcan algún aspecto de la verdad de este asunto deben proporcionar a los demás la posibilidad de aprender algo de la disciplina oculta. En lo que corresponda se imparte en esta obra esta posibilidad para impedir que el error llegue a causar graves
daños. Por el método que se señala, nadie puede correr peligro si no trata de forzar las circunstancias. Lo siguiente ha de tenerse presente: ninguna persona debe consagrar a los ejercicios más tiempo y energías que los que su situación y deberes le permitan. No ha de pretender
cambiar nada de las condiciones externas de su vida para seguir el sendero oculto. Si se
desean resultados serios, hay que tener paciencia; saber interrumpir la meditación después de
algunos minutos, continuar tranquilamente el trabajo acostumbrado, y ningún recuerdo de los
ejercicios ha de mezclarse con las actividades cotidianas. El que no ha aprendido a esperar,
en el mejor y más alto sentido de la palabra, no sirve para discípulo y no llegará jamás a resultados de un valor real.
LA INICIACIÓN
La iniciación es el grado más alto de una disciplina oculta sobre el cual pueden aun darse indicaciones en una obra escrita, inteligibles para la generalidad. Toda referencia sobre lo que
existe más allá de ella es difícil de comprender; sin embargo, podrá encontrar el camino todo
aquel que haya pasado por los misterios menores, a través de probación, iluminación e iniciación. Sin la iniciación, el hombre no podría adquirir el saber y la fuerza que ella le confiere,
sino en un futuro muy lejano, después de numerosas encarnaciones y por un camino y bajo
una forma muy distintos. Quien ahora se inicie, experimenta algo que, de lo contrario, no conocería sino mucho más tarde y en circunstancias muy diferentes. El hombre es accesible a
los misterios de la existencia sola en la medida que corresponde a su grado de madurez, y es
por esta razón, la única, por la que existen obstáculos en el sendero hacia los grados superiores del saber y del poder. Nadie debe usar un arma de fuego hasta que tenga bastante experiencia para manejarla sin causar desgracias. Si una persona fuera iniciada hoy sin requisito
alguno, carecería de la experiencia que irá adquiriendo durante sus futuras encarnaciones,
experiencia indispensable antes que, dentro del curso normal de su evolución, se le revelen
los misterios respectivos. De ahí que haya que sustituir aquellas experiencias por otra cosa en
el umbral de la iniciación.
El sustituto para dicha experiencia futura son las primeras instrucciones que se imparten al
candidato a la iniciación. Se trata de las llamadas "pruebas" que él tiene que sufrir y que corresponden a la consecuencia normal de su evolución interna si se llevan debidamente a cabo
los ejercicios, tal como han sido descritos en capítulos anteriores. Estas "pruebas" se mencionan frecuentemente en libros y sus reseñas provocan, por lo regular, una idea bastante errónea
de su naturaleza. Y es que quien no haya pasado por la probación y la iluminación nada puede conocer de ellas; no puede, por lo tanto, tampoco describirlas adecuadamente. El candida-
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to debe llegar a conocer ciertas cosas y hechos que pertenecen a los mundos superiores. Mas
solo puede verlos oírlos si está capacitado para las percepciones espirituales en forma de figuras, colores y sonidos, etc., mencionados al tratar de la probación y de la iluminación. La primera "prueba" consiste en adquirir una visión más adecuada de las cualidades corpóreas de
las cosas inanimadas y, posteriormente, de las plantas, de los animales y del ser humano, que
la que tiene el hombre común. Con esto no nos referimos a lo que hoy día se llama conocimiento científico, pues no se trata aquí de ciencia sino de videncia. Por regla general, el procedimiento consiste en que el candidato llega a comprender como los objetos de la naturaleza
y los seres animados se manifiestan al oído y a la visión espiritual. En cierta manera, aparecen entonces ante el observador sin velo, desnudas. Las cualidades que se perciben son las
que están ocultas para el ojo y el oído físicos; para la percepción sensoria están como cubiertas de un velo que se desvanece ante el candidato mediante el fenómeno denominado
"purificación por el fuego espiritual".
De ahí que esta primera prueba se llame la "prueba del fuego". Para ciertas personas la vida
ordinaria misma constituye una iniciación más o menos inconsciente por la "prueba del fuego": son aquellas que pasan por amplias experiencias de una índole tal que su confianza en sí
mismas, su valor y su firmeza se vigorizan de manera sana, aprendiendo a la vez a soportar el
dolor, las decepciones y los fracasos de sus empresas con grandeza de alma y sobre todo con
calma y fuerza inquebrantable. Quien ha pasado por tales experiencias es muchas veces un
iniciado sin darse cuenta cabal de ello, y le falta muy poco para abrir sus ojos y sus oídos espirituales y convertirse en clarividente. No debe olvidarse que una "prueba del fuego" genuina no tiene por objeto satisfacer la curiosidad del candidato. Ciertamente aprenderá a conocer
verdades extraordinarias, de las que otros no tienen idea; pero esta adquisición del conocimiento no es meta, sino solamente medio de llegar a ella. La meta consiste en adquirir, gracias al conocimiento de los mundos superiores, una mayor y más firme confianza en sí mismo, un valor de grado elevado, una grandeza de alma y una perseverancia tales que generalmente no pueden adquirirse en el mundo inferior.
Después de la "prueba del fuego", el candidato puede aún retroceder, en cuyo caso continuaría su existencia fortificado moral y físicamente, y probablemente no reanudaría su iniciación
sino en una encarnación subsecuente. Pero en su encarnación actual sería un miembro de la
sociedad humana más útil que antes. Sea cual fuere la situación en que se encontrare, su firmeza, su circunspección, su entereza y su influencia bienhechora sobre sus semejantes, habrían aumentado. Si el candidato, después de pasar por la "prueba del fuego", quiere continuar su disciplina oculta, deberá recibir instrucción sobre cierto sistema de escritura que en
ella se emplea. Las enseñanzas ocultas propiamente tales, se dan a conocer en tal sistema de
escritura, pues lo que constituye el carácter "oculto" de las cosas, no puede expresarse direc-
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tamente, ya sea en palabras del lenguaje común o por la escritura corriente. Los que han
aprendido de los iniciados, traducen sus enseñanzas al lenguaje común lo mejor que se puede.
La escritura oculta, grabada en forma permanente en el mundo espiritual, se revelará al alma
cuando esta haya adquirido la percepción superior; no se aprende a leerla como una escritura
artificial.
El candidato, por una expansión del alma, se acerca a la cognición clarividente y durante esta
expansión comienza a desenvolverse, cual facultad psíquica, una energía que le impulsa a
descifrar los acontecimientos y los seres del mundo espiritual como si fueran los caracteres de
una escritura. Podría ocurrir que esta energía y, con ella, la experiencia de la prueba respectiva, surgieran por si solas en el curso de la evolución progresiva del alma. Sin embargo, se
llega a la meta con más seguridad si se siguen las instrucciones de los investigadores espirituales experimentados que tengan facilidad en descifrar la escritura oculta. Los signos de la
escritura oculta no son ideados arbitrariamente, sino que corresponden a las fuerzas que operan en el mundo. Gracias a estos signos se aprende el lenguaje de las cosas. El candidato
comprobará pronto que los signos que aprende a conocer corresponden a las figuras, colorea,
sonidos, que aprendió a percibir durante su probación e iluminación; descubrirá que todo lo
anterior solo era como un deletreo, y que ahora comienza a leer en el mundo superior. Se le
revelará en un gran conjunto todo lo que antes era solamente figura, sonido y color aislados.
Por primera vez alcanza la completa certidumbre en la observación de los mundos superiores.
Antes, nunca podría afirmar si las cosas que había visto las había visto correctamente; ahora,
por fin se hace también posible un regular entendimiento entre el candidato y el iniciado en
los dominios del saber superior. Cualquiera que sea la relación entre un iniciado y otra persona en la vida ordinaria, aquél sólo puede impartir el saber superior en su forma inmediata valiéndose de este lenguaje de signos. Por medio de él el discípulo llegará a conocer también
ciertas reglas de conducta para la vida, ciertos deberes de los que antes no tenía idea alguna.
Una vez que conozca aquellas, será capaz de realizar actos de un significado y alcance que
los de un profano nunca podrán tenerlos. Obra desde los mundos superiores. Las instrucciones para tales actos solo pueden captarse y entenderse en dicha escritura. Hemos de manifestar, sin embargo, que hay personas capaces de llevar a cabo inconscientemente tales actos, es
decir, sin haber cursado la disciplina oculta. Tales "benefactores del mundo y de la humanidad" pasan por la vida derramando bendiciones y beneficios; poseen, por razones que no hemos de discutir aquí, facultades que parecen sobrenaturales. Lo único que los distingue del
discípulo es que este actúa conscientemente y con Clara e Integra visión. El discípulo adquiere, mediante el estudio adecuado, los dones que aquellos han recibido de las potencias superiores para bien del mundo. Los privilegiados de Dios merecen veneración sincera, sin que
esto implique que deba considerarse superflua la disciplina oculta.
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Una vez que el discípulo haya aprendido la mencionada escritura simbólica, ha de sufrir otra
"prueba"; demostrar si puede moverse con toda libertad y seguridad en el mundo superior. En
la vida ordinaria, el hombre actúa movido por causas externas; realiza tal o cual trabajo, porque las circunstancias le imponen este o aquel deber. Huelga insistir en que el discípulo no
debe desatender ninguno de sus deberes en la vida ordinaria por el hecho de vivir en mundos
superiores. Ningún deber en el mundo superior puede obligar a alguien a descuidar un solo
deber de su vida corriente. Al convertirse en discípulo, el padre de familia sigue siendo buen
padre de familia, la madre sigue siendo una buena madre, y ni el funcionario, ni el soldado, ni
persona alguna deben sentirse desviados del cumplimiento de sus obligaciones. Por el contrario, todas las cualidades que constituyen la eficiencia de una persona en la vida, aumentan en
el discípulo en un grado del cual el no iniciado no puede formarse idea. Y si el no iniciado
tiene a veces otra impresión — lo que solo ocurre en casos aislados— eso proviene de que no
siempre es capaz de juzgar equitativamente al iniciado. Lo que hace este último no es siempre
comprensible para el primero. Pero esto solo se observa en casos particulares, como ya queda
dicho, En este grado iniciático existen deberes para los cuales no hay móvil externo alguno.
Las circunstancias exteriores no inducirán al discípulo a la acción, sino que se supeditara a las
reglas de conducta que se le han revelado en el lenguaje oculto, En esta segunda "prueba"
debe demostrar que, conducido por alguna de esas reglas, actúa con la misma seguridad y
firmeza con que un funcionario cumple los deberes que le corresponden. Con este objeto, y
en el curso de su disciplina oculta, el candidato se encontrará ante determinada tarea. Debe
realizar una acción motivada por las percepciones resultantes de lo que aprendió durante la
probación y la iluminación.
La índole de su acción debe comprenderla por la escritura asimilada con anterioridad. Si reconoce su deber y obra correctamente, habrá salido airoso de esta prueba. Se comprueba el
éxito por el cambio que se produce, gracias a la acción llevada a cabo, en las figuras, colores
y sonidos percibidos por los ojos y oídos espirituales. En el curso de la disciplina oculta se
precisa exactamente como aparecen y se experimentan esas figuras, colores, sonidos después
de la acción, y el candidato debe saber cómo provocar tal cambio. A esta prueba se le llama la
"prueba del agua", porque al actuar en estas regiones superiores, el hombre hallase privado de
los apoyos que se derivan de las condiciones externas al igual que el nadador carece de sólido
apoyo cuando se encuentra en aguas profundas. El procedimiento debe repetirse hasta que el
candidato logre absoluto equilibrio y seguridad perfecta. Yace también la importancia de esta
prueba en la adquisición de una cualidad que desarrolla el hombre en breve tiempo mediante
experiencias en el mundo superior a tan alto grado que requeriría muchas encarnaciones dentro de la evolución normal para alcanzarlo. El punto esencial es el siguiente: para producir el
cambio referido, el candidato solo debe dejarse guiar por los resultados de su percepción superior y por la escritura oculta. Si entremezclara en la acción algo de sus deseos, opiniones, y
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siguiera, aunque solo fuera por un momento, su propio capricho en vez de las leyes reconocidas como correctas, se produciría un resultado muy distinto del que se busca: el candidato
perdería la dirección hacia su objetivo y el resultado sería la confusión.
De ahí que esta prueba ofrezca al hombre amplia ocasión para desarrollar el dominio de sí
mismo, lo esencial e importante. Esta prueba, pues, puede ser fácilmente trascendida por
quienes, antes de la iniciación, hayan tenido oportunidad en su vida de adquirir ese dominio
de sí mismo. El que haya conquistado la facultad de supeditarse a principios o ideales elevados, dejando de lado sus caprichos y predilecciones personales, y cumplido su deber incluso
en los casos en que sus inclinaciones y simpatías hayan tratado de desviarle de ese deber, ya
es inconscientemente un iniciado en medio de la vida ordinaria. Poco le falta para triunfar de
esa prueba. De hecho, se necesita un cierto grado de inconsciente iniciación en la vida ordinaria para pasar la segunda prueba. Al igual que las personas que no han aprendido a escribir
debidamente en la juventud, tropezarán con dificultades para salvar esa deficiencia en la edad
madura, así también será difícil desarrollar el grado necesario de dominio de él mismo al ponerse en contacto con los mundos superiores, si no se ha adquirido cierto grado de esa facultad en la vida cotidiana. Las cosas del mundo físico no se alteran, sean cuales fueren nuestros
deseos, anhelos e inclinaciones; no así en los mundos superiores donde todo esto es causa que
genera efectos.
Si queremos producir un resultado particular en esos mundos, es necesario que seamos completamente dueños de nosotros mismos y nos atengamos exclusivamente a las reglas apropiadas, sin obedecer capricho alguno, Una cualidad humana de particular importancia en esta
fase de la iniciación, es el juicio acertado e incuestionablemente sano. Esta cualidad debe haber sido objeto de cultivo en todas las fases precedentes, pero es en este periodo en el que se
pondrá en evidencia si el candidato se halla capacitado para seguir el verdadero sendero del
conocimiento. Solo podía progresar si sabe discernir entre la realidad y la ilusión, la fantasmagoría vana, la superstición, así como toda clase de espejismos. Al principio ese discernimiento es más difícil en las fases superiores de la existencia que en las inferiores. Todo prejuicio, toda opinión rutinaria debe desaparecer; sólo la verdad ha de servir de guía. Hay que
estar siempre dispuesto a abandonar inmediatamente toda idea, toda opinión, toda tendencia,
cuando el pensamiento lógico así lo exija. La certidumbre de los mundos superiores sólo puede adquirirse cuando se está presto a renunciar a la propia opinión. Las personas cuya mentalidad tiende a la fantasía y a la superstición no pueden progresar en el sendero oculto. Un bien
de gran valor ha de adquirir el discípulo: dejar de dudar de la existencia de los mundos superiores, pues con sus leyes se revelan a su mirada; pero ellos le son inasequibles en tanto sea
presa de espejismos e ilusiones. Sería fatal para él que la fantasía y los prejuicios arrastrasen
su intelecto. Es por eso que los soñadores y quiméricos, al igual que la gente supersticiosa
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son tan poco adecuados, para el sendero oculto. Nunca insistiremos suficientemente en ello.
El ensueño, la ilusión y las supersticiones, son los enemigos más peligrosos que acechan en el
sendero del conocimiento. Sin embargo, no hay que creer que el discípulo se vea privado de
un sentido poético de la vida o de la facultad del entusiasmo por el hecho he hallarse, en el
portal que conduce a la segunda prueba iniciática, estas palabras: "Abandona todo prejuicio";
o por haber leído ya en la puerta que conduce a la primera: "Sin buen sentido común, serán
vanos todos tus pasos". Cuando el candidato ha progresado suficientemente en ese sentido, le
aguarda la tercera "prueba", que no le señala ningún objetivo definido: todo se deja en sus
propias manos. Se halla en tal situación que nada lo impele a obrar, solo y por sí mismo debe
encontrar su camino. No existe cosa ni persona que pueda estimularlo a obrar. Nada ni nadie
pueden darle la fuerza que necesita: únicamente él mismo. Si fallara en encontrar dentro de él
esta fuerza, quedaría pronto en el mismo lugar que antes; pero pocos serán los que, habiendo
pasado airosamente por las pruebas anteriores, carezcan de esa fuerza al llegar a este punto. O
se ha fracasado ya antes, o se tiene éxito en este momento. Todo lo que el candidato necesita
es entrar rápidamente en conexión consigo mismo, pues aquí debe encontrar a su "Yo superior" en el sentido más real de la palabra.
Debe decidirse con rapidez a captar en todo la inspiración del Espíritu. Ya no es posible la
vacilación o la duda; de existir, aunque fuera sólo por un instante, se demostraría que no hay
madurez todavía. Todo cuanto impida prestar oído al Espíritu debe vencerse valientemente.
Lo fundamental en esta situación es mostrar presencia de ánimo, cualidad cuyo desarrollo
perfecto es asimismo la meta en esta etapa de la evolución. Como todos los estímulos que
antes tenía para actuar y hasta para pensar, dejan de existir, el discípulo no debe perderse a sí
mismo, so pena de caer en la inercia: el único punto firme que puede servirle de sostén lo hallara dentro de sí. Nadie que lea esto sin estar familiarizado con estos tópicos, debiera sentir
antipatía por este principio de confinación en sí mismo, porque el éxito en esta prueba significa para el candidato la más perfecta bienaventuranza.
Para esta etapa, lo mismo que en los casos anteriores, la vida ordinaria es para muchos una
disciplina oculta. Si una persona ha llegado a ser capaz de tomar decisiones inmediatas sin
demora ni vacilación al verse confrontada súbitamente con alguna tarea o problema de la vida, la vida misma ha significado disciplina, Las situaciones apropiadas son aquellas en las
que la acción eficaz depende de una rápida resolución. Quien esté listo para obrar frente a una
desgracia inminente cuando unos momentos de vacilación significarían su actualización;
quien sepa convertir en cualidad personal permanente este don de decidir con prontitud, habrá
alcanzado, sin saberlo, la madurez para la tercera "prueba", ya que lo que importa para ella es
el desarrollo de una cabal presencia de ánimo. En la disciplina oculta se la denomina "prueba
del aire", porque el candidato no se puede apoyar en el terreno firme de los motivos externos,
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ni en sus experiencias de los colores, figuras, que ha conocido en la Probación y en la Iluminación, sino exclusivamente en sí mismo.
Cuando el discípulo ha pasado por esta prueba puede entrar en el "templo del conocimiento
superior", al cual podemos referirnos solo en forma muy alusiva. El requisito que ahora se
impone se caracteriza a menudo diciendo que el discípulo debe prestar "juramento" de no
"traicionar" las enseñanzas ocultas; pero estas expresiones de "juramento" y "traicionar" no
son, en manera alguna, adecuadas y en verdad inducen al error. No se trata de un juramento
en el sentido ordinario de la palabra; sino más bien de una experiencia que se presenta en esta
etapa evolutiva. El discípulo aprende cómo poner en práctica el saber oculto y como utilizarlo
en servicio de la humanidad; comienza a comprender realmente el mundo. No se trata de privar a los demás de las verdades superiores, sino más bien de saber presentarlas juiciosamente
y son el tacto necesario. El silencio sobre ellas se refiere a algo completamente distinto. El
discípulo se asimila, pues, esta sutil cualidad en relación con mucho que anteriormente constituía tema de conversación y, especialmente, en relación con la manera en que se conducían
semejantes conversaciones.
Un pobre iniciado seria quien no pusiera al servicio del mundo, y en la medida más amplia
posible, los conocimientos superiores que hubiera adquirido. La única limitación para transmitir el conocimiento en estas materias es la falta de comprensión por parte de quien lo recibe. Es cierto que los misterios superiores no se prestan para conversaciones triviales; pero no
existe "prohibición" alguna de hablar de ellos para quien se haya elevado al grado de evolución descrito. Ninguna otra persona ni ser le impone "juramento" alguno en ese sentido: todo
se deja bajo su propia responsabilidad. Lo que aprende es a resolver exclusivamente por sí
mismo lo que tiene que hacer en cada situación. Y el "juramento" significa simplemente que
se ha vuelto capaz de asumir tal responsabilidad. Cuando el candidato haya alcanzado la madurez necesaria por las experiencias descritas, recibirá lo que se llama simbólicamente el
"elixir del olvido".
Esto significa que se le transmite el secreto de cómo obrar sin encontrarse continuamente turbado por la memoria inferior. Esto le es necesario pues él ha de tener siempre plena confianza
en la actualidad inmediata. Tiene que saber destruir los velos del recuerdo que circundan al
hombre en cada instante de su vida. "Si juzgo lo que se me presenta hoy, de acuerdo con lo
que experimenté ayer, me expongo a múltiples errores". Naturalmente esto no quiere decir
que deba renunciar a la experiencia ya adquirida en la vida, sino retenerla siempre como presente hasta donde sea posible. El iniciado debe tener la facultad de juzgar toda nueva experiencia por sí misma, dejándola obrar sobre su ánimo sin que el pasado la enturbie. "Debo
estar preparado en todo momento para que cada cosa o cada ser pueda revelarme algo completamente nuevo. Si juzgo lo nuevo de acuerdo con lo antiguo, estoy sujeto a error.
Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
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El recuerdo de las experiencias pasadas me es de suma utilidad, precisamente porque me permite percibir lo nuevo; de no tener cierta experiencia, tal vez estaría ciego a las cualidades
existentes en el objeto o en el ser que a mi viniera". La experiencia debe servir precisamente
para captar lo nuevo, no para juzgarlo en virtud de lo antiguo. El iniciado adquiere en este
sentido facultades bien definidas que le revelan muchas cosas, ocultas para el no iniciado. El
segundo "elixir" que se ofrece al iniciado es el del "recuerdo". Gracias a él adquiere la facultad de tener siempre presentes en su alma los misterios superiores; no bastaría el recuerdo
ordinario. Debe el discípulo identificarse por completo con las verdades superiores y ser uno
con ellas. No es suficiente conocerlas, sino tener la capacidad de manifestarlas e infundirlas
en acciones vivas, en forma tan común y natural como el comer y el beber. Esas verdades han
de transformarse en práctica, habito, tendencia. No debe haber necesidad de reflexionar sobre
ellas en el sentido ordinario; han de convertirse en expresión viva a través del hombre mismo,
fluir en él como las funciones vitales en su organismo. Así el hombre va acercándose progresivamente, en un sentido espiritual, a la misma altura en que lo sitúa la naturaleza en un sentido físico.
“solo se puede avanzar en la ciencia oculta si se vigilan los pensamientos y
sentimientos con el mismo cuidado con que observamos nuestros pasos en el
mundo físico.
Rudolf Steiner
Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
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Por ti
Los equivocados senderos que hemos dejado,
No existe palabra alguna que exprese
tanto dolor que hemos atravesado,
como mi ser se estremece
los errores cometidos,
al entrar en contacto con tu alma.
los momentos que hemos perdido
Más tú sabes hermosa escuela
y los corazones alejados
que lo mejor para ti
ya no importan, ya se olvidan.
este poeta anhela,
La vida y el corazón a ti te he entregado,
y es por esta razón
mi labor en esta vida es y será a tu lado.
que entrego mi vocación
al servicio de tu meta.
Estoy seguro de que esto
Y también mi corazón.
comenzó en el pasado
a lo largo de diez mil vidas,
ahora desvanecidas
sé que contigo he amado
a los maestros, a los amigos, a los amores
y no todo lo he olvidado,
aún recuerdo que todo eso
tú me lo has obsequiado.
E. R. Dant
Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
LA LECCIÓN
Ya te acercas al final
tu lección está aprendida
y tu gema fue pulida
y dio rosas tu rosal.
Una esfera de cristal
es, por su unidad, tu vida.
Ya pasó la turbulencia
de tu atolondrado día.
Hay una melancolía
mansa y grave en tu existencia,
y cobra una transparencia
celeste tu poesía.
Goza, pues, tu atardecer,
con sosiego, sin temor.
Dile a tu amigo el dolor:
«¡Anda en paz, sombra de ayer!»
Y vuelve a Dios el amor
que pusiste en la mujer.
En ÉL está el embeleso
de la rubia y la morena;
en ÉL está la urna llena
de los deleites del beso;
ÉL es la fuente serena
e inmortal de todo eso...
De todo eso que encanta,
nuestra peregrinación;
de cuanta noble ilusión
nos reconforta, de cuanta
mental transfiguración
al éxtasis nos levanta.
Este mundo, ÉL lo pensó,
ÉL, saliendo de sí mismo,
la identidad del ABISMO
con formas diferenció.
ÉL la gran malla tejió
del espacio y del guarismo.
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Y aunque es el DIOS ESCONDIDO
tras persistente capuz,
hay dos escalas de luz
que ÉL al alma le ha tendido:
LA ORACION... y aquel gemido
intercesor de la CRUZ.
No hay grito al que no responda,
ni angustia que le hable en
vano.
Echa, espíritu, la sonda
de tu amor en este Arcano
del DIVINO AMOR: ¡ cuán
onda
su vastedad de océano!
¡Cuán bella su plenitud,
que ningún, alma es capaz
de medir! ¡Cuán eficaz
contra el dolor, su virtud!
¡Cuán inmensa su quietud!
¡Cuán misteriosa su paz!
Ya te acercas al final;
tu lección está aprendida
y tu gema fue pulida
y dio rosas tu rosal.
Una esfera de cristal
es, por su unidad, tu vida.
Amado Nervo
Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
Belleza
Belleza es del alma,
la Naturaleza es su espejo,
cuando es el reflejo
de la paz y la calma.
Bella es la vida
bello es el sentir;
la belleza es divina
como bello el sonreír.
Son Bellas las cosas
que de verdad amamos·
su .fragancia es la rosa,
pues así las tornamos.
No hay nada más bello
que la belleza del alma,
cuando es el destello
de la luz y la calma.
Como el rayo del sol
que ilumina la rosa,
así el alma en fulgor,
es divina y hermosa.
El Ego es consciencia,
el Alma es sentir.
esta es la esencia,
del Gran Devenir.
Cultivemos del alma,
su esencia;
así marcharemos
con luz y consciencia.
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Hagamos del alma
esencia de rosas,
pues con amor y calma
se hacen las cosas.
La belleza del Alma
relicario es del Ego
lo experimentamos luego
con paz y con calma.
La cruz es la forma,
el alma, su esencia;
y el amor es la norma
de senso-consciencia.
Este es el relicario
que el Rosa Cruz añora;
¡Oh! divino sagrario,
de la Cruz y la Rosa.
Raghozini
Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
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En el alborear de mi conciencia humana, sentí dentro de mí, la sed de lo infinito. Una
fuerza extraña de expresión doble, me torturaba con violencia suma en las reconditeces de
mi alma.
"Yo quería advertir en la vana mudanza del mundo, la eterna razón que lo engendra en
cada Instante." Yo quería descubrir el enigma eterno, que como ascua sagrada anima a
todo cuanto existe.
Yo quería sentir la luz divina del espíritu inmanente en todas las cosas.
Como soñador místico busqué el rastro de la verdad en la transparencia de los cielos infinitos.
Como un águila mis pensamientos volaron al través de los espacios siderales en busca de
un reflejo de verdadera luz. Cansado de vagar por el espacio, me posaba sobre el pico de
las elevadas montañas del pensamiento, con actitud extática, contemplando un inmenso
horizonte ante mis ojos de águila rebelde.
Quise ver surgir la verdad de la entraña del día, como surgen las rosas llenas de sutil
esencia al beso cálido de los dorados rayos del sol. Pero pasaban los días, los meses y los
años, sin que mi alma recibiera respuesta a mi pregunta.
Mi corazón transido de dolor navegaba en un mar sin orillas agitado por las olas; pero, mi
voluntad de acero, venciendo la inútil resistencia del ambiente, iba siempre hacia adelante
en busca del puerto salvador. Islas pequeñas Y fantásticas hacíanme acariciar sueños dorados, que luego se desvanecían como las rocas de hielo se derriten al contacto de los rayos del sol.
Las horas aun labraban una continua esperanza en mi conciencia, y mi alma peregrinante
se desarraigaba del goce que conocía para buscar un goce desconocido.
Así viajaba como errante peregrino en un desierto sin fin, en busca del principio eterno de
las cosas.
Pero un día en que el sol, padre de todo cuanto existe en forma concreta, derramaba sus
torrentes de luz sobre mi humana existencia, sentí en mi alma el estremecimiento de un
algo desconocido; era un rayo de luz que iluminaba mi mente y hacía palpitar mi corazón,
torturado por su amor innato hacia la eterna verdad.
Israel Rojas Romero
Fraternidad Rosa-Cruz de Colombia
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