Perspectivas teóricas sobre Juan Rulfo

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PERSPECTIVAS TEÓRICAS SOBRE
JUAN RULFO
Por Carolina Castellanos Gonella
Dado el florecimiento de diferentes perspectivas teóricas y movimientos en el análisis de
literatura, es importante considerar la posición del crítico y su ubicación dentro del mundo de la
teoría literaria a la hora de leer textos críticos; así pues, la discusión de este ensayo se basa en el
análisis de Luis Fernando Veas Mercado de 1984, Los modos narrativos en los cuentos en
primera persona de Juan Rulfo. Debe aclararse ante todo que este ensayo se plantea como un
ejercicio teórico que tiene el propósito de conocer la lectura que hizo este crítico; por lo tanto, se
comparará el estudio de Veas Mercado con el de otros críticos y se pondrá dentro del contexto de
la crítica rulfiana y la crítica y teoría literaria.
El llano en llamas fue elegido para realizar este ejercicio debido a la enorme recepción
hecha por los críticos a lo largo de cincuenta años. La razón por la cual se escogió el trabajo de
Veas Mercado es porque es un estudio extenso sobre los cuentos en primera persona de El llano
en llamas y hace parte de la corriente estructuralista literaria. De esta manera, se analizarán los
tres puntos más importantes que sustentan la tesis de Veas Mercado y que son: el narrador, el
receptor y la relación entre habla y el concepto de realidad. Al examinar estos puntos en
particular en Rulfo y en Veas Mercado, analizaré el concepto del narrador, del receptor, así como
el estructuralismo y la narratología.
Dentro del contexto de la fortuna crítica rulfiana, Veas Mercado se sitúa a sí mismo como
un crítico que aplica rigurosos métodos de análisis y que busca una conexión entre forma y
contenido. Los teóricos que usa en su libro vienen de diferentes disciplinas, entre ellos Greimas,
Genette, Weinrich, Max Black, Ricoeur, etc. Esta lista de autores no sitúa dentro de un
movimiento teórico particular a Veas Mercado, sino que lo hace ecléctico hasta cierto punto.
Veas Mercado arma un análisis usando partes de ideas de varias disciplinas, como la lingüística,
estilística y estructuralismo, para darle cuerpo a su investigación sin a veces tener en cuenta que
existe una diferencia entre el estudio de una metáfora dentro de un poema y dentro de un cuento,
y que los elementos pueden llegar a ser contradictorios entre ellos.
Para trabajar con el primero de los puntos enunciados, el del narrador, hay que tener en
cuenta el uso del esquema comunicativo que Veas Mercado toma de Benveniste. Debe
recordarse que las teorías de Benveniste tuvieron un gran eco en el estructuralismo literario. A
partir de este esquema este crítico identifica un emisor (un narrador, un Yo) y un receptor (un
Tú, un oyente); Veas Mercado encuentra que el narrador (que sería el emisor) está presente en
muchos cuentos como en “Macario” que es el mismo Macario o en “Talpa”, que es el hermano
de Tanilo. Al observar el título del libro de Veas Mercado Los modos narrativos en los cuentos
en primera persona de Juan Rulfo se podría pensar que analiza los cuentos en primera persona,
tales como “Macario”, “Talpa” y “Es que somos muy pobres”, pero Veas Mercado no dice
cuáles son los cuentos que él cree que son en primera persona ya que hay cuentos que no lo
están, según mi parecer, como por ejemplo “Luvina.
La confusión también se presenta porque Veas Mercado no clarifica si por narrador se
refiere a un narrador principal en primera persona, para toda la historia o a un narrador que
manipula la historia completa o a múltiples narradores o demás. Él dice que una narración en
primera persona es la hecha por un personaje que pertenece al cuento y que no necesariamente
tiene que ser el héroe. De hecho, el que no esté muy claro lo que significa narrador es un
problema común en varios artículos, aunque no es el caso del artículo de Luraschi. Por ejemplo,
un cuento como “El hombre” puede problematizar una definición de narrador porque de este
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cuento puede decirse por un lado que no hay un narrador principal, sino varios narradores y por
otro lado, que un narrador general hace un collage de voces de otros narradores, casi que usando
el estilo indirecto o focalizando.
En los cuentos de El llano en llamas hay diferentes voces y testimonios que a veces se
encuentran dentro de comillas, como parte del diálogo, o en un sólo párrafo como en “Luvina”.
“ ‘Pues sí, como le estaba yo diciendo…’ / Pero no dijo nada.”(124). La presencia de un narrador
de tercera persona en medio de las otras voces crea un nivel diferente dentro de la misma
narración, ya que está ubicado en una perspectiva diferente con respecto a los personajes que
solamente tienen acceso a sus propias mentes, como por ejemplo en “No oyes ladrar los perros”:
El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredón y se recargó allí, sin soltar la
carga de sus hombros. Aunque se le doblaban las piernas, no quería sentarse, porque
después no hubiera podido levantar el cuerpo de su hijo, al que allá atrás, hora antes, le
habían ayudado a echárselo a la espalda. (145-6) (el subrayado es mío)
En esta cita puede verse que el narrador tiene más conocimientos, pero no es completamente
omnisciente. En otros cuentos como “El hombre” o como “Luvina” el narrador no es
exclusivamente de tercera persona u omnisciente; así pues, en “Luvina” el narrador está tal vez
ubicado dentro del bar, escribiendo lo que el hombre le está contando a la otra persona, pero sin
saber todo: “El hombre que miraba a los comejenes se recostó sobre la mesa y se quedó
dormido.” (124), sin que por ello el narrador sea el receptor o el narratario. Al mismo tiempo se
puede que decir esta situación se parece a una película, a una cámara que da testimonio y donde
muchos puntos de vista son presentados aparentemente sin narrador, aunque éste se encuentre
detrás del lente. No obstante, también podría argüirse que el narrador principal está presentando
una visión unificada de desesperanza y gente aislada, en la medida en que intercala fragmentos
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de diferentes testimonios. De esta situación complicada (ya sea un narrador fantasma como en
una película o bajo una visión unida por fragmentaciones) se puede llegar a una misma
conclusión: la visión de desesperanza y gente aislada porque el significado del contenido es el
mismo. En últimas lo que se presenta son posibles causas, problematizaciones respecto a la
forma y no, deducciones.
Otro problema con el narrador es que Veas Mercado parece personificarlo como un ser
autónomo que es capaz de decidir, por ejemplo, cuál tiempo verbal usar en su narración. ¿Veas
Mercado por narrador se refiere al autor, al autor implícito* o al narrador? El ser autónomo capaz
de “preferir” representa un narrador muy consciente, más cercano en apariencia y preferencias a
Rulfo el escritor o a Juan Rulfo el ser humano. Lo que constituye el malentendido es quizá que a
Veas Mercado le falta un sistema más complejo de análisis, o al menos uno menos rígido que el
de Benveniste. Parece como si Veas Mercado solamente trabaja con el esquema comunicativo
básico y elemental de emisario y receptor, y que se olvida o no es consciente de los desarrollos o
mejoras hechas a este “sistema”; tales modificaciones incluirían la dimensión del autor implícito
y el lector implícito por ejemplo. La utilidad de estos términos está justificada por el hecho de
que ayudan a clarificar las instancias envueltas en el esquema comunicativo.
Sin embargo, cabe preguntarse por qué es tan importante el narrador. Puede ser que al
analizar el papel del narrador se encuentre una respuesta a la pregunta de quién habla en el
cuento. Si es el autor, se establece una conexión con la realidad y la autonomía del autor, pero si
no es el autor quien habla, el texto no se remite a la relidad autorial, sino a una realidad propia
del texto, en el que cualquiera podría hablar a través del narrador.
Hasta ahora, se ha discutido el narrador y las consecuencias que vienen con un análisis
simplista. El segundo punto que analizo en Veas Mercado, y que pertenece al esquema
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comunicativo, es el receptor; este, según Veas Mercado, permanece la mayor parte del tiempo
silenciado, como por ejemplo en “Talpa” porque no es claro a quién le habla el hermano de
Tanilo. Con base en las ideas de Benveniste, Veas Mercado dice que la presencia del receptor
está implícita en el discurso del narrador en los deícticos, preguntas, analogías, justificaciones
excesivas y comparaciones; la cita que comprueba esta situación es de “Es que somos muy
pobres”: “Era el único que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la
creciente esta que vemos es la más grande de todas las que ha bajado el río en muchos años” (29)
(el subrayado es mío). Para Veas Mercado la conexión entre narrador y receptor es vista en el
pronombre demostrativo “esta” porque muestra que el narrador no se habla a sí mismo
solamente. A raíz de esto, se puede ver que Veas Mercado busca todos los rastros posibles que
pueden mostrar la presencia de la persona a la que el narrador le habla, dentro de la historia (el
narratario). Y ¿Por qué esta situación es tan importante? ¿No podría ser concebible que el
narrador no le habla específicamente a un ser humano y que en vez, se habla a sí mismo o que
quizás, y también probablemente, que le habla al lector implícito? Aclaro que por lector implícito
entiendo la idea que el escritor tiene sobre el tipo de lector que va a encontrarse con su texto. Sin
embargo, Veas Mercado no especifica si este receptor es ficticio dentro de la historia
(probablemente un narratario) o si es el lector implícito o el lector en sí. El análisis de Veas
Mercado se enriquecería al señalar a quién representa el receptor en cada cuento porque éste
influencia la visión de mundo presentada en la historia: ¿Está presentada la historia a una
persona ficticia que quizá comparte el mundo del narrador? O ¿A un lector que será afectado por
la visión? ¿Está siendo el narrador entrevistado?
Estas circunstancias exponen el hecho de que Veas Mercado se aproxima a los cuentos
con una imagen preconcebida o estructura que necesita justificar; actitud que constata cuando
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cita a Feliz Martínez Bonati para decir que la estructura de un trabajo literario necesita ser
comprendida desde categorías especialmente hechas, para determinar su estructura y
funcionamiento (11). El resultado de este tipo de análisis es que el texto resiste esta trasgresión;
hay que entender que la literatura no se analiza como un bloque estático.
Este tipo de recurso o método estructural no es exclusivo de Veas Mercado, ya que
procede de teorizaciones más grandes, como por ejemplo el formalismo, el estructuralismo y la
narratología. Cesare Segre se refiere a lo inapropiado que puede resultar la narratología; este
crítico revisa la técnica de los 31 puntos deducidos de un cuerpo de cuentos, de Vladimir Propp,
que es imposible de usar porque es muy limitada (118). Segre analiza también a Lévi-Strauss,
quien reduce los 31 puntos de Propp a 20 funciones, sin obtener mejores resultados. De lo que
dice Segre puede inferirse: primero, que un esquema no es apropiado para cada texto en
particular porque un texto tiene una función dialéctica con la realidad y consigo mismo y
segundo, que una estructura estática no siempre resulta útil para analizar un texto. Estas críticas
pueden ser usadas además de a la narratología al estructuralismo debido a que una simple
estructura no puede ser perfecta o al menos emplearse bien en todos los textos literarios. De aquí
que en el análisis de Veas Mercado el esquema de Benveniste no cubra todos los cuentos y sus
especificidades.
Otra objeción hecha a movimientos demasiado enfocados en la estructura o en la forma
del texto es la de ¿Qué pasa si dentro de un texto los temas y el contexto son más significativos
que el narrador o cualquier otra parte estructural? ¿Un análisis profundo de la estructura no
funciona? Es importante analizar todos los “mecanismos” usados en un texto literario, con el
propósito de obtener un conocimiento profundo del texto, pero ¿Es suficiente por sí sólo? ¿Es
suficiente demostrar, por ejemplo, que en “Anacleto Morones” el narrador es Lucas Lucatero,
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que él habla en primera persona sobre el personaje principal que no es él? También ¿Que Lucas
Lucatero usa el estilo directo, para introducir los diálogos que tiene con las mujeres? Señalar la
estructura y las técnicas sólo expone los cortes hechos por los escritores, pero no dice nada más.
Por esta razón muchos críticos después de analizar la forma pasan a analizar el contenido,
intentando encontrar una relación justificativa. Así pues, otro punto importante analizado por
Veas Mercado es la relación del habla y la realidad puesto que es la que conecta la historia con el
discurso: el habla de los narradores en los cuentos refleja toda la ideología de un tiempo (95),
como en “Macario”: “A través de la incoherencia del discurso de Macario, percibimos la
incoherencia del mundo que lo circunda. Macario es alienado por las creencias y por la cultura.”
(96). Veas Mercado considera que la elección de técnicas por parte de un creador está marcada
por una toma de posición frente a la realidad, es decir, está determinada por una ideología (12) y
por esta razón es que forma y contenido están relacionadas. Pero sin ir más lejos, este crítico deja
de hablar sobre la relación entre habla y realidad y no menciona en su análisis que este tipo de
habla no es exclusiva del mundo literario de Juan Rulfo. Esta habla (entendida como
manifestaciones del lenguaje o actos lingüísticos) es reconocible y entendible porque no es
artificial y se parece (o es igual) a la típica habla de un campesino mexicano de Jalisco. En otras
palabras, un simple lector de Veas Mercado no sabría si Rulfo se inventó un nuevo dialecto en su
escritura o si usa el habla comúnmente encontrada en Jalisco.
Sin embargo, hay que anotar que Rulfo no hace una trascripción simplista de esta habla
en sus textos ya que el lenguaje que presenta, según Margo Glantz y muchos otros críticos, ha
sufrido muchas correcciones fonéticas. Estas revisiones dan como resultado un lenguaje
cuidadosamente elaborado que termina alcanzando una “categoría artística” de acuerdo con
Pupo-Walker y otros. Lo que se presenta es que este lenguaje artístico de Rulfo se refiere a la
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realidad de Jalisco en el sentido en que el lenguaje deja de ser sólo una herramienta de
comunicación (la forma) y hace parte del contenido. No es una visión ideológica la que
predomina en el lenguaje, sino una identidad propia, un universo de palabras, una poesía.
Para resumir, se mostró cómo el análisis de Veas Mercado, y en general de los que siguen
muy de cerca una estructura básica o un análisis demasiado narrativo o estructural, necesitan
flexibilizar y a la vez complejizar su estructura si es una herramienta de análisis, y al mismo
tiempo el reconocimiento (y humildad) de que una estructura no puede abarcar un texto literario
entero. Con todo, debe ser admitido que algunos de los puntos débiles de Veas Mercado no son
exclusivamente suyos porque se originan en los préstamos que hace de sistemas demasiado
rígidos. Veas Mercado necesitaría clarificar y por ello, analizar a fondo ciertos elementos que lo
ayudarían a entender mejor los cuentos al usar otras ideas o propuestas, tales como el lector
implícito. Para lograr este objetivo no es posible trabajar con todos los cuentos porque cada uno
de ellos debe ser analizado a la luz de las diferentes ideas para presentar una sólida y confiable
investigación. No obstante, no todo lo que Veas Mercado hizo es incompleto, porque es
importante resaltar que en su primer capítulo inserta los textos de Juan Rulfo dentro de la
literatura hispanoamericana y su contexto. La preocupación e investigación de este crítico es un
ejemplo del interés de muchos estudiosos hispanoamericanos en analizar textos literarios con
base en los movimientos teóricos originados en otros lugares, como en Europa y en los Estados
Unidos, para mantenerse actualizados con la crítica; y al mismo tiempo para promover la
literatura hispanoamericana dentro de la literatura mundial, sin muchas veces cuestionarse las
distintas categorías o sin buscar sus propias teorías.
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OBRAS CITADAS
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Franco. Madrid: Cátedra, 1998.
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Weinrich, Harald. Estructura y función de los tiempos en el lenguaje. Trad Federico
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Williamson, Rodney. “Ritmo del habla y ritmo narrativo en El llano en llamas”. Revista
canadiense de estudios hispánicos. 22.2(Invierno 1998): 371-380.
*
Por autor implícito me refiero a: “ In the last chapter, we referred to the challenge readers and audiences often face
in trying to locate a sensibility behind the narrative that accounts for how it is constructed –a sensibility on which to
base their interpretations. A good term for that sensibility that we seek is the implied author” (Porter Abott, 77)
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