Figuras retóricas (II). La narrativa en el Siglo de Oro

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Figuras retóricas (II).
La narrativa en el
Siglo de Oro
1. Introducción
Launidadoctavarepresentalacontinuaciónnaturaldelasexta.Nosmantenemosenelmismo
períodocultural,elSiglodeOro,parapresentar,enestaocasión,unpanoramacompletodelaevolucióndelanarrativa.LalecturainicialpresentaunfragmentodeEl Lazarillo de Tormes. Setratade
untextoenelqueseincluyendistintosepisodiosdelasaventurasdeestepersonaje,todoselloscon
sentidocompleto.Deestemodo,mantenemoslatendenciaaincluirfragmentosconciertaunidad
quepermitanunainterpretacióncoherenteporpartedelosalumnosy,sobretodo,induzcanala
lecturadeltextocompleto(bastanteaccesible,porcierto,dadalalongituddelanovela).
EnlasecciónTécnicas literariasestudiamoslasfigurasretóricasdelplanoléxico-semántico,para
completarelestudiodelasmismasiniciadoenlaunidadsexta.Sonestasespecialmenteimportantes
paraentenderloscambiosdesignificadoqueexperimentanlaspalabras.
Comoyahemosadelantado,laseccióndeLiteraturaseocupadelestudiodelaprincipalnarrativa
delSiglodeOro,desdelanarrativaidealistaylarealistahastalaobracumbredenuestraliteratura,
elQuijotedeMigueldeCervantes.Deestemodosecubreunampliopanoramaquesecompletará
eneltemadécimoyquetienecomoobjetivopresentaralalumnadolasprincipalesmanifestaciones
literariasquesedierondurantelosdossiglosmásesplendorososdenuestraliteratura,asaber,elXVI
yelXVII.
LaseccióndeOrtografíaseocupaenestaunidaddelrepasodelusodelasgrafíasbyv.
© algaida editores, S. A.
Comonovedad,incorporamosalfinalunosejerciciosqueayudanalaprendizajeyadecuaciónde
lacompetencia textual,medianteelaprendizajedetipologíastextualesbásicasenlavidacotidiana
yquepresentansituacionesdiariasyenlasecciónRepasa la unidad,proponemosuntextoconpreguntassobreelmismodetipoprácticoquerepasantodoloaprendido,loquesecompletaconunos
Esquemas de la unidadquerecogenloscontenidosteóricosmásimportantesdelamisma.
•La lectura inicial nos permite analizar el cambio de ideas que se produce conforme avanza el Siglo
de Oro. En El Lazarillo de Tormes, se advierte el espíritu crítico respecto a las costumbres sociales
y los abusos de la Iglesia que caracterizó a los humanistas, y en especial, a los erasmistas. En este
contexto se explica, en parte, la preferencia por la narrativa realista. En cuanto al personaje protagonista, hay que resaltar que se trata de un claro antihéroe. Frente a los caballeros de la narrativa
idealista, Lázaro es un marginado social que muestra el lado más oscuro de la sociedad castellana
del siglo XVI. Además, resaltaremos el autobiografismo como elemento fundamental de la estructura del Lazarillo. Mantenemos en las actividades sobre la lectura un apartado sobre literatura y
sociedad. Al hilo del argumento del Lazarillo proponemos un tema muy actual para el debate: el
trabajo infantil.
• Además del Lazarillo, la unidad incorpora contenidos y referencias a otras obras fundamentales de
la literatura española, especialmente El Quijote. La obra de Cervantes ya debe aparecer como un
referente literario ineludible. Es muy interesante hacer ver al alumno que la estructura propuesta
por Cervantes ha sido imitada posteriormente con mucha frecuencia. Podemos recordar películas
o novelas protagonizadas por una pareja de personajes aparentemente incompatibles.
•En la sección de Técnicas literarias ejemplificamos distintas figuras retóricas correspondientes al
plano léxico-semántico. Como en la unidad 6, seleccionamos diversos fragmentos líricos de poetas
del Siglo de Oro.
•La sección de Literatura se ocupa, pues, de la literatura idealista y realista y presta especial atención a la obra cumbre de la literatura española, el Quijote cervantino.
•La sección de Ortografía repasa el uso de las grafías b y v.
•Los Esquemas de la unidad sintetizan los contenidos de literatura de la unidad a través de esquemas sinópticos que serán útiles a la hora de repasar el estudio de la unidad.
•«Repasa la unidad» recoge a través de la lectura de un fragmento de El licenciado vidriera, de
Cervantes, los contenidos más importantes de la unidad mediante la formulación de cuestiones (a
partir de un texto) sobre la información contenida en la misma.
© algaida editores, S. A.
•A todo ello se unen las actividades referentes a competencia textual. Ofrecemos un modelo de
guía de viaje y otro de análisis de la novela, modelos de textos muy útiles para manejar en situaciones de la vida cotidiana.
Propuesta didáctica por unidades
2. Claves didácticas de la unidad
Unidad 8
3. Actividades de atención a la diversidad
A) Actividades de refuerzo
Nombre: _____________________________________ Apellidos: ___________________________________________________________________________________
Curso: ______________________________________ Grupo: ______________________________________ Fecha: ___________ /_____________ /____________
De la segunda parte de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, hemos elegido el Capítulo LXXIIII.
De cómo don Quijote cayó malo y del testamento que hizo y su muerte
Estos, creyendo que la pesadumbre de verse vencido y de no ver cumplido su deseo en la libertad y
desencanto de Dulcinea le tenía de aquella suerte,
por todas las vías posibles procuraban alegrarle,
diciéndole el bachiller que se animase y levantase para comenzar su pastoral ejercicio, para el cual
tenía ya compuesta una égloga, que mal año para
cuantas Sannazaro había compuesto, y que ya tenía comprados de su propio dinero dos famosos
perros para guardar el ganado, el uno llamado Barcino y el otro Butrón, que se los había vendido un
ganadero del Quintanar. Pero no por esto dejaba
don Quijote sus tristezas.
Llamaron sus amigos al médico, tomole el pulso,
y no le contentó mucho y dijo que, por sí o por
no, atendiese a la salud de su alma, porque la del
cuerpo corría peligro. Oyolo don Quijote con ánimo sosegado, pero no lo oyeron así su ama, su
sobrina y su escudero, los cuales comenzaron a
llorar tiernamente, como si ya le tuvieran muerto
delante. Fue el parecer del médico que melancolías y desabrimientos le acababan. Rogó don Quijote
que le dejasen solo, porque quería dormir un poco.
Hiciéronlo así y durmió de un tirón, como dicen, más
de seis horas: tanto, que pensaron el ama y la sobrina que se había de quedar en el sueño. Despertó al
cabo del tiempo dicho y, dando una gran voz, dijo:
—¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien
me ha hecho! En fin, sus misericordias no tienen
límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de
los hombres.
Estuvo atenta la sobrina a las razones del tío y pareciéronle más concertadas que él solía decirlas, a
lo menos en aquella enfermedad, y preguntole:
—¿Qué es lo que vuestra merced dice, señor? ¿Tenemos algo de nuevo? ¿Qué misericordias son estas, o qué pecados de los hombres?
—Las misericordias —respondió don Quijote—,
sobrina, son las que en este instante ha usado
Dios conmigo, a quien, como dije, no las impiden
mis pecados. Yo tengo juicio ya libre y claro, sin
las sombras caliginosas de la ignorancia que sobre
él me pusieron mi amarga y continua leyenda de
los detestables libros de las caballerías. Ya conozco sus disparates y sus embelecos, y no me pesa
sino que este desengaño ha llegado tan tarde, que
no me deja tiempo para hacer alguna recompensa
leyendo otros que sean luz del alma. Yo me siento,
sobrina, a punto de muerte: querría hacerla de tal
modo, que diese a entender que no había sido mi
vida tan mala, que dejase renombre de loco; que,
puesto que lo he sido, no querría confirmar esta
verdad en mi muerte. Llámame, amiga, a mis buenos amigos, al cura, al bachiller Sansón Carrasco y
a maese Nicolás el barbero, que quiero confesarme y hacer mi testamento.
Pero de este trabajo se escusó la sobrina con la
entrada de los tres. Apenas los vio don Quijote,
cuando dijo: —Dadme albricias, buenos señores,
de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha,
sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me
dieron renombre de «bueno». Ya soy enemigo de
Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su
linaje; ya me son odiosas todas las historias profanas de la andante caballería; ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
Como las cosas humanas no sean eternas, yendo
siempre en declinación de sus principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los
hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya,
llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo
pensaba; porque o ya fuese de la melancolía que
le causaba el verse vencido o ya por la disposición
del cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una
calentura que le tuvo seis días en la cama, en los
cuales fue visitado muchas veces del cura, del bachiller y del barbero, sus amigos, sin quitársele de
la cabecera Sancho Panza, su buen escudero.
leído; ya, por misericordia de Dios escarmentando
en cabeza propia, las abomino.
Cuando esto le oyeron decir los tres, creyeron sin
duda que alguna nueva locura le había tomado, y
Sansón le dijo:
—¿Ahora, señor don Quijote, que tenemos nueva que está desencantada la señora Dulcinea, sale
vuestra merced con eso? ¿Y agora que estamos
tan a pique de ser pastores, para pasar cantando
la vida, como unos príncipes, quiere vuesa merced
hacerse ermitaño? Calle, por su vida, vuelva en sí y
déjese de cuentos.
—Los de hasta aquí —replicó don Quijote—, que
han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver
mi muerte, con ayuda del cielo, en mi provecho.
Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda
priesa: déjense burlas aparte y tráiganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi
testamento, que en tales trances como este no se
ha de burlar el hombre con el alma; y, así, suplico
que en tanto que el señor cura me confiesa vayan
por el escribano.
Miráronse unos a otros, admirados de las razones
de don Quijote, y, aunque en duda, le quisieron
creer; y una de las señales por donde conjeturaron
se moría fue el haber vuelto con tanta facilidad de
loco a cuerdo, porque a las ya dichas razones añadió otras muchas tan bien dichas, tan cristianas y
con tanto concierto, que del todo les vino a quitar
la duda, y a creer que estaba cuerdo.
Hizo salir la gente el cura, y quedose solo con él y
confesole.
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
El bachiller fue por el escribano y de allí a poco
volvió con él y con Sancho Panza; el cual Sancho, que ya sabía por nuevas del bachiller en qué
estado estaba su señor, hallando a la ama y a la
sobrina llorosas, comenzó a hacer pucheros y a
derramar lágrimas. Acabóse la confesión y salió el
cura diciendo:
—Verdaderamente se muere y verdaderamente
está cuerdo Alonso Quijano el Bueno; bien podemos entrar para que haga su testamento.
Estas nuevas dieron un terrible empujón a los ojos
preñados de ama, sobrina y de Sancho Panza, su
buen escudero, de tal manera, que los hizo reventar las lágrimas de los ojos y mil profundos suspiros
del pecho; porque verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en tanto que don Quijote fue
Alonso Quijano el Bueno a secas, y en tanto que
fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible condición y de agradable trato, y por esto no
solo era bien querido de los de su casa, sino de
todos cuantos le conocían.
Entró el escribano con los demás, y después de
haber hecho la cabeza del testamento y ordenado
su alma don Quijote, con todas aquellas circunstancias cristianas que se requieren, llegando a las
mandas, dijo:
—Iten, es mi voluntad que de ciertos dineros que
Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi escudero, tiene, que porque ha habido entre él y mí
ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no
se le haga cargo dellos ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare alguno después de haberse
pagado de lo que le debo, el restante sea suyo,
que será bien poco, y buen provecho le haga; y si,
como estando yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo,
darle el de un reino, se le diera, porque la sencillez
de su condición y fidelidad de su trato lo merece.
Y, volviéndose a Sancho, le dijo:
—Perdóname, amigo, de la ocasión que te he
dado de parecer loco como yo, haciéndote caer
en el error en que yo he caído de que hubo y hay
caballeros andantes en el mundo.
Miguel de Cervantes
Don Quijote de la Mancha, Biblioteca Didáctica Anaya
1 Con ayuda de un diccionario etimológico, busca el significado de las expresiones arcaicas. Por ejemplo: Agora, iten, vuesa…
2 Contextualiza el fragmento con relación a la obra de la que procede:
a) ¿Qué imagen se ofrece de Don Quijote?
b) ¿En qué varía la imagen de Don Quijote en el momento de su muerte frente a la de otras épocas de
su vida?
3 ¿Quién fue Sannazaro? Explícalo en clase.
4 Este fragmento se halla casi al final de la novela. Lee lo que resta y reflexiona en torno a la figura de
Sancho Panza.
Unidad 8
B) Actividades de ampliación
Nombre: _____________________________________ Apellidos: ___________________________________________________________________________________
Curso: ______________________________________ Grupo: ______________________________________ Fecha: ___________ /_____________ /____________
TEXTO 1: Francisco de Quevedo
Del Libro primero de la novela picaresca El Buscón, presentamos el primer capítulo.
En que cuenta quién es el Buscón
Mi madre, pues, ¡no tuvo calamidades! Un día, alabándomela una vieja que me crió, decía que era tal
su agrado que hechizaba a cuantos la trataban. Y
decía, no sin sentimiento:
—En su tiempo, hijo, eran los virgos como soles,
unos amanecidos y otros puestos, y los más en un
día mismo amanecidos y puestos.
Hubo fama que reedificaba doncellas, resuscitaba
cabellos encubriendo canas, empreñaba piernas
con pantorrillas postizas. Y con no tratarla nadie
que se le cubriese pelo, solas las calvas se la cubría, porque hacía cabelleras; poblaba quijadas
con dientes; al fin vivía de adornar hombres y era
remendona de cuerpos. Unos la llamaban zurcidora de gustos, otros, algebrista de voluntades desconcertadas; otros, juntona; cuál la llamaba enflautadora de miembros y cuál tejedora de carnes y
por mal nombre alcahueta. Para unos era tercera,
primera para otros y flux para los dineros de todos.
Ver, pues, con la cara de risa que ella oía esto de
todos era para dar mil gracias a Dios.
Hubo grandes diferencias entre mis padres sobre
a quién había de imitar en el oficio, mas yo, que
siempre tuve pensamientos de caballero desde
chiquito, nunca me apliqué a uno ni a otro. Decíame mi padre:
—Hijo, esto de ser ladrón no es arte mecánica sino
liberal.
Y de allí a un rato, habiendo suspirado, decía de
manos:
—Quien no hurta en el mundo, no vive. ¿Por qué
piensas que los alguaciles y jueces nos aborrecen
tanto? Unas veces nos destierran, otras nos azotan
y otras nos cuelgan..., no lo puedo decir sin lágrimas (lloraba como un niño el buen viejo, acordándose de las que le habían batanado las costillas).
Porque no querrían que donde están hubiese otros
ladrones sino ellos y sus ministros. Mas de todo nos
libró la buena astucia. En mi mocedad siempre andaba por las iglesias, y no de puro buen cristiano.
Muchas veces me hubieran llorado en el asno si
hubiera cantado en el potro. Nunca confesé sino
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
Yo, señora, soy de Segovia. Mi padre se llamó
Clemente Pablo, natural del mismo pueblo; Dios
le tenga en el cielo. Fue, tal como todos dicen,
de oficio barbero, aunque eran tan altos sus pensamientos que se corría de que le llamasen así,
diciendo que él era tundidor de mejillas y sastre
de barbas. Dicen que era de muy buena cepa, y
según él bebía es cosa para creer. Estuvo casado
con Aldonza de San Pedro, hija de Diego de San
Juan y nieta de Andrés de San Cristóbal. Sospechábase en el pueblo que no era cristiana vieja,
aun viéndola con canas y rota, aunque ella, por los
nombres y sobrenombres de sus pasados, quiso
esforzar que era descendiente de la gloria. Tuvo
muy buen parecer para letrado; mujer de amigas
y cuadrilla, y de pocos enemigos, porque hasta
los tres del alma no los tuvo por tales; persona
de valor y conocida por quien era. Padeció grandes trabajos recién casada, y aun después, porque malas lenguas daban en decir que mi padre
metía el dos de bastos para sacar el as de oros.
Probósele que a todos los que hacía la barba a navaja, mientras les daba con el agua levantándoles
la cara para el lavatorio, un mi hermanico de siete
años les sacaba muy a su salvo los tuétanos de
las faldriqueras. Murió el angelico de unos azotes
que le dieron en la cárcel. Sintiólo mucho mi madre, por ser tal que robaba a todos las voluntades.
Por estas y otras niñerías estuvo preso, y rigores
de justicia, de que hombre no se puede defender,
le sacaron por las calles. En lo que toca de medio
abajo tratárosle aquellos señores regaladamente.
Iba a la brida en bestia segura y de buen paso,
con mesura y buen día. Mas de medio arriba, etcétera, que no hay más que decir para quien sabe
lo que hace un pintor de suela en unas costillas.
Diéronle doscientos escogidos, que de allí a seis
años se le contaban por encima de la ropilla. Más
se movía el que se los daba que él, cosa que pareció muy bien; divirtióse algo con las alabanzas
que iba oyendo de sus buenas carnes, que le estaba de perlas lo colorado.
cuando lo mandaba la Santa Madre Iglesia. Preso
estuve por pedigüeño en caminos y a pique de
que me esteraran el tragar y de acabar todos mis
negocios con diez y seis maravedís: diez de soga
y seis de cáñamo. Mas de todo me ha sacado el
punto en boca, el chitón y los nones. Y con esto y
mi oficio, he sustentado a tu madre lo más honradamente que he podido.
—¿Cómo a mí sustentado? —dijo ella con grande
cólera. Yo os he sustentado a vos, y sacádoos de
las cárceles con industria y mantenídoos en ellas
con dinero. Si no confesábades, ¿era por vuestro
ánimo o por las bebidas que yo os daba? ¡Gracias
a mis botes! Y si no temiera que me habían de oír
en la calle, yo dijera lo de cuando entré por la chimenea y os saqué por el tejado.
Metilos en paz diciendo que yo quería aprender
virtud resueltamente y ir con mis buenos pensamientos adelante, y que para esto me pusiesen a
la escuela, pues sin leer ni escribir no se podía hacer nada. Parecióles bien lo que decía, aunque lo
gruñeron un rato entre los dos. Mi madre se entró
adentro y mi padre fue a rapar a uno (así lo dijo
él) no sé si la barba o la bolsa; lo más ordinario
era uno y otro. Yo me quedé solo, dando gracias
a Dios porque me hizo hijo de padres tan celosos
de mi bien.
Francisco de Quevedo
El Buscón, Cátedra
1 Resume el contenido del fragmento. Si es necesario, usa un diccionario etimológico.
2 ¿Qué rasgos sociológicos se pueden extraer del texto?
3 Comenta las características del texto como ejemplo de la nueva novela en el Siglo de Oro.
TEXTO 2: Amadís de Gaula
Novela española de caballerías editada por primera vez en 1508. Narra el nacimiento de Amadís, sus
amores con Oriana, la penitencia en Peña Pobre y otros episodios fantásticos.
Fruto de los amores secretos entre el rey Perión de Gaula y la infanta Elisena, Amadís fue arrojado al
mar en un recipiente de madera. Recogido por don Gandales, se enamora de Oriana, hija del rey Lisuarte, de cuyas relaciones secretas nacerá Esplandián. Por mediación de Oriana, el rey Perión arma
caballero a Amadís. Este abandona las armas más tarde para hacer penitencia en la Insula de la Peña
Pobre; se establece luego en la Ínsula Firme y se casa con su amada. Amadís representa el prototipo del
perfecto caballero. Los cuatro libros de Amadís de Gaula, de Garci Rodríguez de Montalvo fueron considerados como una obra maestra por Cervantes. Según sus afirmaciones del escrutinio de la librería de
Don Quijote, «principio y origen» de los restantes de su género.
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
Libro I. Introducción
No muchos años después de la Pasión de nuestro Redentor y Salvador Jesucristo, fue un rey
muy cristiano en la pequeña Bretaña, por nombre llamado Garinter, el cual, siendo en la ley de
la verdad de mucha devoción y buenas maneras
acompañado. Este rey hubo dos hijas en una noble dueña su mujer, y la mayor casada con Languines, rey de Escocia, y fue llamada la dueña de la
Guirnalda, porque el rey su marido nunca la consintió cubrir sus hermosos cabellos sino de una
muy rica guirnalda, tanto era pagado de los ver;
de quien fueron engendrados Agrajes y Mabilia,
que así de uno como caballero y de ella como
doncella en esta gran historia mucha mención
se hace. La otra hija, que Elisena fue llamada, en
gran cantidad mucho más hermosa que la primera
fue; y comoquiera que de muy grandes príncipes
en casamiento demandada fuese, nunca con ninguna de ellos casar le plugo, antes su retraimiento
y santa vida dieron causa a que todos beata perdida la llamasen, considerando que persona de tan
gran guisa, dotada de tanta hermosura, de tantos
grandes por matrimonio demandada, no le era
conveniente tal estilo de vida tomar. Pues este dicho rey Garinter siendo en asaz crecida edad, por
dar descanso a su ánimo algunas veces a monte y
a caza iba. Entre las cuales saliendo un día desde
una villa suya que Alima se llamaba, siendo desviado de las armadas y de los cazadores andando
por la floresta sus horas rezando, vio a su siniestra
una brava batalla de un solo caballero que con
dos se combatía, él conoció a los dos caballeros
que sus vasallos eran, que por ser muy soberbios
y de malas maneras y muy emparentados, muchos
enojos de ellos había recibido. Mas aquél que con
ellos se combatía no los pudo conocer y no se
fiando, tanto en la bondad del uno que el miedo
de los dos se quitase, apartándose de ellos la ba-
Unidad 8
Esto hecho el caballero se vino contra el rey y como
solo lo viese, díjole:
—Buen hombre, ¿qué tierra es esta, que así son los
caballeros andantes salteados?
El rey le dijo:
—No os maravilléis de eso, caballero, que así como
en las otras tierras hay buenos caballeros y malos,
así los hay en esta, y esto que decís no solamente a
muchos han hecho grandes males y desaguisados,
mas aun al mismo rey su señor sin que de ellos
justicia hacer pudiese; por ser muy emparentados
han hecho enormes agravios y también por esta
montaña tan espesa donde se acogían.
El caballero le dijo:
—Pues a ese rey que decís vengo yo a buscar de
luenga tierra y le traigo nuevas de un su gran amigo, y si sabéis dónde hallarlo pueda ruégoos que
me lo digáis.
El rey le dijo:
—Comoquiera que acontezca no dejaré de os decir la verdad, sabed ciertamente que yo soy el rey
que demandáis.
El caballero quitando el escudo y yelmo, y dándolo
a su escudero lo fue a abrazar diciendo ser el rey
Perión de Gaula que mucho le había deseado conocer. Mucho fueron alegres estos dos reyes en se
haber así juntado, y hablando en muchas cosas se
fueron a la parte donde los cazadores eran para se
acoger a la villa, pero antes le sobrevino un ciervo
que de las armadas muy cansado se colara, tras el
cual los reyes ambos al más correr de sus caballos
fueron pensando lo matar, mas de otra manera les
acaeció, que saliendo de unas espesas matas un
león delante de ellos al ciervo alcanzó y mató, habiéndole abierto con sus muy fuertes uñas, bravo y
mal continente contra los reyes mostraba. Y como
así el rey Perión le viese, dijo:
—Pues no estaréis tan sañudo que parte de la caza
no nos dejéis.
Y tomando sus armas descendió del caballo, que
adelante, espantado del fuerte león ir no quería,
poniendo su escudo delante, la espada en la mano
al león se fue, que las grandes voces que el rey
Garinter le daba no lo pudieron estorbar. El león
asimismo dejando la presa contra él se vino y juntándose ambos teniéndole el león debajo en punto de le matar, no perdiendo el rey su gran esfuerzo, hiriéndole con su espada por el vientre, lo hizo
caer muerto ante sí, de que el rey Garinter mucho
espantado entre sí decía:
—No sin causa tiene aquél fama del mejor caballero del mundo. Esto hecho, recogida toda la
campaña hizo en dos palafrenes cargar el león y el
ciervo y llevarlos a la villa con gran placer. Donde
siendo de tal huésped la reina avisada, los palacios
de grandes y ricos atavíos, y las mesas puestas hallaron; en la una más alta se sentaron los reyes y
en la otra junto con ella, Elisena, su hija; y allí fueron servidos como en casa de tan buen hombre se
debía. Pues estando en aquel solaz, como aquella
infanta tan hermosa fuese y el rey Perión por el semejante, y la fama de sus grandes cosas en armas
por todas las partes del mundo divulgadas, en tal
punto y hora se miraron que las gran honestidad y
santa vida de ella no pudo tanto, que de incurable
y muy gran amor presa no fuese, y el rey asimismo de ella, que hasta entonces su corazón, sin ser
juzgado a otra ninguna, libre tenía, de guisa que
así el uno como el otro estuvieron todo el comer
casi fuera de sentido. Pues alzadas las mesas, la
reina se quiso acoger a su cámara y levantándose
Elisena cayóle de la falda un muy hermoso anillo
que para se levar del dedo quitara y con la gran
turbación no tuvo acuerdo de lo allí tornar y bajose
por tomarlo, mas el rey Perión que cabe ella estaba
quiso se lo dar, así que las manos llegaron a una
sazón y el rey tomóle la mano y apretósela. Elisena
tornó muy colorada y mirando al rey con ojos amorosos le dijo pasito que le agradecía aquel servicio.
—¡Ay, señora! —dijo él—, no será el postrimero;
mas todo el tiempo de mi vida será empleado en
os servir.
Ella se fue tras su madre con tan gran alteración
que casi la vista perdida llevaba, de lo cual se siguió que esta infanta, no pudiendo sufrir aquel
nuevo dolor que con tanta fuerza al viejo pensamiento vencido había, descubrió su secreto a una
doncella suya, de quien mucho fiaba, que Darioleta había nombre, y con lágrimas de sus ojos y más
del corazón le demandó consejo en cómo podría
saber si el rey Perión otra mujer alguna amase, y si
aquel tan amoroso semblante que a ella mostrado
había, si le viniera en la manera y con aquella fuerza que en su corazón había sentido. La doncella,
espantada de mudanza tan súpita en persona tan
desviada de auto semejante, habiendo piedad de
tan piadosas lágrimas, le dijo:
—Señora, bien veo yo que según la demasiada
pasión que aquel tirano amor en vos ha puesto,
que no ha dejado de vuestro juicio lugar donde
consejo ni razón aposentados ser puedan, y por
esto, siguiendo yo, no a lo que a vuestro servicio
debo, mas a la voluntad y obediencia, haré aquello
que mandáis, por la vía más honesta que de mi
poca discreción y mucha gana de os servir hallar
pudieren.
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
talla miraba, en fin de la cual por mano de aquel
de los dos fueron vencidos y muertos.
Entonces partiéndose de ella se fue contra la cámara donde el rey Perión posaba y halló a su escudero a la puerta con los paños que le quería dar de
vestir, y díjole:
—Amigo, id vos a hacer algo, que yo quedaré con
vuestro señor y le daré recaudo.
El escudero, pensando que aquello por más honra se hacía, diole los paños y partióse de allí. La
doncella entró en la cámara do el rey estaba en
su cama, y como la vio, conoció ser aquella con
quien había visto más que con otra a Elisena hablar, como que en ella más que en otra alguna se
fiaba, y creyó que no sin algún remedio para sus
mortales deseos allí era venida, y estremeciéndosele el corazón le dijo:
—Buena doncella, ¿qué es lo que queréis?
—Daros de vestir, dijo ella.
—Eso al corazón había de ser —dijo él—, que de
placer y alegría muy despojado y desnudo está.
—¿En qué manera?—dijo ella.
—En que viniendo yo a esta tierra —dijo el rey—,
con entera libertad, solamente temiendo las aventuras que de las armas ocurrirme podían, no sé en
qué forma entrando en esta casa de estos vuestros señores, soy llagado de herida mortal, y si vos,
buena doncella, alguna medicina para ella me procuraseis, de mí seríais muy bien galardonada.
—Cierto, señor —dijo ella—, por muy contenta me
tendría en hacer servicio a tan alto hombre de tan
buen caballero como vos sois, si supiese en qué.
—Decídmelo sin recelo —dijo ella—, que enteramente por mí guardado os será.
—Pues amiga, señora —dijo él—, dígoos que en
fuerte hora yo miré la gran hermosura de Elisena
vuestra señora, que atormentado de cuitas y congojas soy hasta en punto de la muerte, en la cual
si algún remedio no hallo, no se me podrá excusar.
La doncella, que el corazón de su señora enteramente en este caso sabía, como ya arriba oísteis,
cuando esto oyó fue muy alegre, y díjole:
—Mi señor, si me vos prometéis, como rey, en todo
guardar la verdad a que más que ningún otro que
no lo sea obligado sois, y como caballero que según vuestra fama por la sostener tantos afanes y
peligros habrá pasado, de la tomar por mujer cuando tiempo fuere, yo la pondré en parte donde no
solamente vuestro corazón satisfecho sea, mas el
suyo que tanto o por ventura más que él es culta
y en dolor de esa misma llaga herido, y si esto no
se hace, no os la cobraréis ni yo creeré ser vuestras
palabras de leal y honesto amor salidas.
El rey, que en voluntad estaba ya imprimida la permisión de Dios para que de eso se siguiese lo que
adelante oiréis, tomó la espada que cabe sí tenía y
poniendo la diestra mano en la cruz dijo:
—Yo juro en esta cruz y espada con que la orden
de caballería recibí, de hacer eso que vos, doncella, me pedís, cada que por vuestra señora Elisena
demandado me fuere.
—Pues ahora holgad —dijo ella—, que yo cumpliré
lo que dije.
—Si me vos prometéis —dijo el rey—, como leal
doncella de lo no descubrir, sino allá donde es razón, yo os lo diré.
Juan Rodríguez de Montalvo
Amadís de Gaula. Cátedra
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
1 ¿Ante qué tipo de novela nos encontramos?
2 ¿Quién es Amadís de Gaula? Usa una buena enciclopedia o busca inteligentemente en Internet.
3 ¿En qué se diferencia de la novela picaresca?
4 Busca un resumen del Amadís de Gaula y cuéntaselo a tus compañeros.
Unidad 8
4. Prueba de evaluación
Nombre: _____________________________________ Apellidos: ___________________________________________________________________________________
Curso: ______________________________________ Grupo: ______________________________________ Fecha: ___________ /_____________ /____________
1 ¿Qué se entiende por narrativa idealista en el Siglo de Oro? ¿Qué diferencias existen entre los distintos tipos de novelas?
2 Características de la novela picaresca.
3 Argumento de El Buscón.
4 Argumento y estructura de El Quijote. Interrelación entre Don Quijote y Sancho Panza.
5 Lee el siguiente texto y responde a las cuestiones que siguen:
«Lázaro, esta agua es muy porfiada, y cuanto la
noche más cierra, más recia. Acojámonos a la posada con tiempo.»
Para ir allá, habíamos de pasar un arroyo que
con la mucha agua iba grande. Yo le dije: «Tío,
el arroyo va muy ancho; mas si queréis, yo veo
por donde travesemos más aína sin nos mojar,
porque se estrecha allí mucho, y saltando pasaremos a pie enjuto.» Pareciole buen consejo
y dijo:
«Discreto eres; por esto te quiero bien. Llévame
a ese lugar donde el arroyo se ensangosta, que
agora es invierno y sabe mal el agua, y más llevar
los pies mojados.»
Yo, que vi el aparejo a mi deseo, saquéle debajo
de los portales, y llevólo derecho de un pilar o
poste de piedra que en la plaza estaba, sobre la
cual y sobre otros cargaban saledizos de aquellas
casas, y dígole:
«Tio, este es el paso más angosto que en el arroyo hay.»
Como llovía recio, y el triste se mojaba, y con la
priesa que llevábamos de salir del agua que encima de nos caía, y lo más principal, porque Dios
le cegó aquella hora el entendimiento (fue por
darme dél venganza), creyóse de mí y dijo:
«Ponme bien derecho, y salta tú el arroyo.»
Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy
un salto y póngome detrás del poste como quien
espera tope de toro, y díjele:
«¡Sus! Salta todo lo que podáis, porque deis deste cabo del agua.»
Aun apenas lo había acabado de decir cuando se
abalanza el pobre ciego como cabrón, y de toda
su fuerza arremete, tomando un paso atrás de la
corrida para hacer mayor salto, y da con la cabeza en el poste, que sonó tan recio como si diera
con una gran calabaza, y cayó luego para atrás,
medio muerto y hendida la cabeza.
«¿Cómo, y oliste la longaniza y no el poste? ¡Olé!
¡Olé! —le dije yo.
Y dejéle en poder de mucha gente que lo había
ido a socorrer, y tomé la puerta de la villa en los
pies de un trote, y antes que la noche viniese di
conmigo en Torrijos. No supe más lo que Dios
dél hizo, ni curé de lo saber.
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Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí, determiné de todo en todo dejalle,
y como lo traía pensado y lo tenía en voluntad,
con este postrer juego que me hizo afirmelo
más. Y fue ansí, que luego otro día salimos por
la villa a pedir limosna, y había llovido mucho
la noche antes; y porque el día también llovía,
y andaba rezando debajo de unos portales que
en aquel pueblo había, donde no nos mojamos;
mas como la noche se venía y el llover no cesaba, dijome el ciego:
a) Resume el contenido del fragmento.
b) Este texto presenta el final de la relación de Lázaro con el ciego. Contextualízalo. ¿Recuerdas algún
episodio semejante en este capítulo de la obra?
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c) En este capítulo, el ciego dice a Lázaro: «Yo te digo que si un hombre en el mundo ha de ser bienaventurado con vino, que serás tú». ¿Se trata de una premonición? ¿Cómo acaba la historia de Lázaro?
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