reciclaje de barriadas, una cuestión de orden

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 PONENCIAS reciclaje de barriadas, una cuestión de orden Leonardo Tapiz Buzarra miembro del grupo de investigación Proyecto I+D+I‐ BIA 2088‐02753‐ Reciclajes Urbanos. Universidad de Granada [email protected] ACTUACIONES SOSTENIBLES DE BARRIOS: BUENAS PRÁCTICAS Es conveniente en este momento de crisis una reflexión conceptual sobre la intervención urbana en buena parte de las barriadas sociales existentes en nuestro país construidas entre los años 50 y 80. La situación actual de la mayoría de dichos espacios urbanos es insostenible. Se detectan carencias en las infraestructuras, en los espacios públicos, y en las propias viviendas. La especulación, unida a una falta de sensibilidad y sentido común, ha dado lugar a verdaderos guetos donde la gente malvive. En el mejor de los casos, los barrios, sin llegar a ser marginales, denotan importantes carencias urbanas. El fracaso de las ciudades dormitorio ha demostrado que la vida urbana necesita de diversidad de usos a fin de que los ciudadanos cubran sus necesidades y se relacionen sin tener que desplazarse a otros lugares. Distinguir lo positivo de lo negativo es imprescindible para poder mejorar. Detenerse y mirar atrás a fin de detectar los errores cometidos y las carencias existentes. Hubo un tiempo en España en el que como burro con orejeras se construyó con la mirada atenta en una sóla dirección, el beneficio económico. Bien es cierto que el fenómeno migratorio del campo a la ciudad supuso un problema de masificación que tuvo que resolverse en un corto período de tiempo, teniendo como resultado la colonización de la periferia de las grandes ciudades españolas de manera descontrolada, y sobre todo, sin una visión integradora con el entorno urbano inmediato. Con carencias en infraestructuras, espacios públicos, equipamientos comunitarios, materiales baratos y de mala calidad, deficiencias en confort térmico y acústico, accesibilidad inexistente, etc, estas barriadas sociales, en su mayor parte, carecían de identidad propia, y sobre todo de calidad arquitectónica. Barriadas de corte similar podían encontrarse en ciudades tan dispares como Sevilla, Madrid o Barcelona. No es momento, sin embargo, de lamentarnos de aquellas operaciones urbanísticas, sino de enfrentarnos a la realidad urbana y social de hoy, y ponernos manos a la obra para que, con la ayuda de los ciudadanos, la intervención de las instituciones públicas y la participación de capital privado, se dignifique la vida de los habitantes de estos barrios con operaciones arquitectónicas dirigidas a la resolución de los problemas existentes. Detalle de fachada de edificio en Santiago de Compostela 1 PONENCIAS El hecho de que dentro de la actual crisis económica haya resultado nuestro campo, el de la construcción, el más afectado, debe hacernos reflexionar acerca de nuestro actual sistema de intervención en las ciudades. El crecimiento de las ciudades españolas mediante este tipo de barriadas sociales entre los años 1949, año en que se puso en marcha el Plan Nacional de Vivienda, y finales de los 80, fue puramente cuantitativo, con consumo desmesurado de suelo para edificar. Ahora es momento para intervenir de una forma cualitativa, desde dentro y sin ocupar más suelo, mediante operaciones de reciclaje que dignifiquen el espacio urbano y arquitectónico, y que inyecten calidad de vida. Estamos en una época en la que el respeto a la naturaleza se hace más que necesario. A la hora de construir debemos tener presente que estamos modificando un suelo, un paisaje, una fauna… y sobre todo que somos parte integrante de la naturaleza. Entrar en este estado de conciencia nos hará buscar en todo momento en nuestros actos la armonía con el entorno natural. Dibujo de Alejandro de la Sota El concepto de sostenibilidad va calando, y cada vez más es un condicionante de primer grado en la concepción de cualquier proyecto arquitectónico. Concienciarse de que los recursos naturales tienen un límite, de que las energías utilizadas masivamente desde la revolución industrial (petróleo y sus derivados) hasta nuestros días tienen fecha de caducidad, es síntoma de que la sociedad empieza a sensibilizarse en esta materia. Construir implica mantener, y con el tiempo es necesario recualificar. Esto ha sido siempre así, y lo seguirá siendo. Construir teniendo esto presente puede condicionar nuestra forma de proyectar. Los materiales son perecederos, tienen un periodo de vida útil, los modos de vida, las costumbres, la simbología de las formas, los usos de los edificios pueden cambiar, sin embargo hay cosas que son atemporales, como el espacio arquitectónico y la luz. Del mismo modo que asumimos la rehabilitación de un edificio, debemos aceptar el reciclaje urbano. El término reciclaje urbanoi se diferencia básicamente del de rehabilitación y restauración en dos aspectos. Por un lado, en que el reciclaje implica una transformación cualitativa de un espacio degradado o deficitario, es decir, una recualificación. Y por otro, en el compromiso con la naturaleza y sus recursos que el reciclaje conlleva. Reciclar es ir un paso más allá. Es iniciar un nuevo ciclo a partir de lo ya existente. Seguir la trayectoria de la espiral evolutiva de un espacio arquitectónico. 2 PONENCIAS El reciclaje urbano tiene como objetivo, por tanto, la transformación, en mayor o menor medida, de un espacio degradado para revalorizarlo, atendiendo a las necesidades de sus habitantes. En la actualidad la problemática de las barriadas sociales reside en la obsolescencia del espacio urbano o de los edificios por alguna de las siguientes circunstancias, tal y como apunta Carlos García Vázquezii: ‐Por problemas arquitectónicos: tipologías inadecuadas, la normativa con la que se construyeron las viviendas de las barriadas durante aquellos años ha quedado obsoleta; equipamiento técnico deficiente, precariedad o ausencia de instalaciones y ascensores; deterioro físico, materiales de baja calidad y falta de mantenimiento. ‐Por problemas urbanos: aislamiento respecto de la ciudad; monofuncionalidad (residencial) y falta de equipamientos públicos; y degradación del espacio público. ‐Por problemas sociales: población obrera generalizada con escaso nivel educativo, y en muchos casos marginal. De la Sota decía que en su lugar de trabajo tenía siempre delante un sabio proverbio hindú que decía: “Señor, dame valor para cambiar aquello que puede ser cambiado; serenidad para aceptar lo que no puede ser cambiado y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro”. Un sabio consejo aplicable a las operaciones de reciclaje. Ya que para las tareas de reciclaje urbano es preciso conocer a fondo el problema (análisis) a fin de detectar aquello que es susceptible de ser cambiado. Las operaciones de reciclaje urbano entendidas como una cuestión de orden. Bajo mi punto de vista, el reciclaje es fundamentalmente una tarea de reordenar. Reordenar implica actuar en el orden de lo ya existente. Una transformación en el buen sentido del término. Esta tarea conlleva un análisis profundo del problema y una acción encaminada a poner cada cosa en el lugar que le corresponde. Transite 2006, Granada 3 PONENCIAS El orden es un concepto hoy en desuso, y que sin embargo tiene una capital importancia tanto en la concepción de la obra nueva como en la modificación de la ya existente. Ordenar se interpreta, habitualmente, como clasificar, cuando ordenar o llegar a que una obra tenga orden es mucho más que clasificar los elementos que la configuran. Implica dotar de la cantidad y disposición adecuada de las partes, de modo que se genere un todo con sentido, atendiendo a un fin. Reordenar es, entonces, recolocar adecuadamente las partes que componen el conjunto, de modo que el todo adquiera el sentido que debiera según las nuevas circinstancias. El orden es el medio con el que contamos para alcanzar el fin propuesto. Quien asegura la integridad de una obra y la coherencia interna de la misma es el orden, encargándose de disponer todos los elementos en el lugar que les corresponde según su esencia, y haciendo que el conjunto funcione de tal modo que se alcance el fin perseguido. Este fin se entiende en el más amplio sentido de la palabra. No tiene por qué ser meramente funcional, como podría deducirse erróneamente. Así, el orden no es mera suma de partes, sino que es el encargado de dotar de sentido a esa agrupación de las partes para generar un todo. Esto es palpable en la ciudad, cuando las diferentes partes, es decir, barrios o zonas urbanas, carecen de coherencia interna, el conjunto no constituirá un todo con las consiguientes consecuencias negativas para su funcionamiento. Cuando los arquitectos seamos capaces de renunciar a buena parte de nuestro protagonismo la atención se centrará en lo realmente importante, es decir, alcanzar un grado óptimo de resolución al problema objeto de la intervención. Siendo este el fundamento básico de la arquitectura popular. Una arquitectura cuya principal virtud es la posesión de una integridad tanto en lo conceptual como en lo formal, con un orden que nace del detalle y se proyecta al conjunto. Los pitagóricos proclamaban que la belleza, a través de su propiedad fundamental, la armonía, era objetiva. Que la armonía derivaba del orden, el orden de la proporción, la proporción de la medida y la medida del número. Los cascos antiguos de las ciudades, a pesar de su aparente caos en la circulación, en la forma de sus manzanas, etc, forman un todo en el que las partes que lo componen se interrelacionan armoniosamente para adecuarse al conjunto. Vitruvio nos dice que el orden se regula por la cantidad, siendo ésta la conveniente dimensión por módulos de todo el edificio, y de cada uno de sus miembros.iii Es decir, cada una de las partes del edificio y todo él puede dividirse en unidades, o lo que es lo mismo, en números. Así, establecer un orden en el edificio será una cuestión de números. Esta maniobra intelectual evidentemente necesita de un gran esfuerzo de abstracción. Una vez entendida, podremos afirmar sin ningún reparo que el número es la base del orden. Mies van der Rohe, al hablar sobre el orden, decía “todo el mundo habla del tema, pero nadie pudo decirme qué era, hasta que leí a San Agustín”iv. Hoy en día, tanto en la arquitectura como en el arte, es un término que no está valorado, más bien al contrario. Tan sólo en contadas ocasiones, y más desde el silencio, se reivindica su poder de organización para la creación de una obra de arte o de arquitectura. La vanguardia de nuestra cultura se mueve por senderos en los que se roza más el desorden que el orden, olvidando que las propiedades de éste son tan poderosas que permiten cargar de sentido a la más sutil complejidad. Le Corbusier dijo: “La naturaleza es matemática; las obras de arte están en consonancia con ella, y expresan y utilizan las leyes naturales. Por consecuencia, la obra de arte es matemática, y el sabio puede aplicarle las fórmulas impecables”v. Esas fórmulas impecables de las que habla Le Corbusier son el orden inmutable innato que debe tener cada obra de arte. La arquitectura, y por ende la ciudad, normalmente siempre han tenido como modelo la naturaleza. 4 PONENCIAS imagen invertida de casualidad dentro de un orden Alberto Campo Baeza sintetiza muy bien lo que es la Arquitectura. Según él “es la conjugación de la materia con el número… la Arquitectura, como la poesía, no surte de ‘encuentros casuales’ sino de ‘búsquedas laboriosas’. Pues laboriosa es la investigación del arquitecto que, con todos los datos encima de la mesa, piensa y mide y piensa, para llegar a los ‘encuentros certeros’. Y es que las ideas, en Arquitectura, tienen dimensiones y medidas”vi. Alberto subraya que no se llega por encuentros casuales, sino por búsquedas laboriosas, para llegar a encuentros certeros. Es decir, advierte que el arquitecto es una persona que realiza su trabajo con especial dedicación, muchas horas de esfuerzo, y no es un ‘genio’ que llega a buen puerto con su varita mágica y su inspiración divina. El orden es magnitud justa de las partes con relación a su uso. Una operación que afecta a cantidades y proporciones. Podríamos afirmar, entonces, que la tarea de ordenar se reduce a operaciones con números. Siempre habrá una solución perfecta, ideal, inalcanzable, por cierto, ya que es una matemática aplicada al mundo real y no virtual. En la tarea del reciclaje, de igual modo, las distintas variables que intervienen en el proceso podrían asemejarse a cantidades o números. No existen tipos de orden, pero sí grados. Grados en el sentido de que cualquier objeto u obra es acreedor de un orden ideal. En el momento en el que esto no se produce empiezan a aparecer deficiencias. Y cuando éstas son graves diremos que no hay orden o que éste es altamente deficitario. De modo que, el grado de orden queda definido por el grado de perfección que pueda alzanzar una obra. Cada proyecto lleva implícito un orden ideal o esencial. Proyectar es descubrir el orden implícito y llevarlo a la práctica lo más fielmente posible. El grado de aproximación a este orden ideal marcará a su vez el grado de deficiencia de la obra en cuestión. Así, el reciclaje puede entenderse como la aproximación del nuevo proyecto al orden implícito en lo ya existente. Reciclaje dirigido no a deshacer lo ya construido, sino a analizar para descubrir las deficiencias existentes y “operar” (reordenar) en función de ellas, al objeto de dotar de calidad a las barriadas sociales. Los mecanismos del orden son siempre los mismos. Su grado de complejidad depende de la cantidad de partes y de la relación existente entre éstas y con el todo. Así, el proceso de fabricación de una bicicleta es infinitamente más simple que el de un avión. Sin embargo, los mecanismos para alcanzar el orden son idénticos en ambos casos. La diferencia la determinan las partes de las que se compone cada uno de 5 PONENCIAS ellos, en base al fin perseguido. Sin embargo, el mayor o menor número de elementos que configuran una obra no implica que el orden que las subyace sea más o menos difícil de alcanzar. La dificultad o grandeza se encuentra en lograr el todo, utilizando el menor número de elementos. Por eso, no hay obra menor en arquitectura. Esquema para pabellón de vidrio en el museo de arte de Tokio. SANAA El orden es como una tela de araña invisible que ensambla las distintas partes de la obra, dotándola de sentido. Por eso decimos que el orden obedece a unas determinadas leyes, o reglas de juego. Porque cada obra contiene un distinto número de elementos y una peculiar manera de relación entre ellos. Así, cada obra será tan única e irrepetible como el orden que la subyace. Este orden parte de unas premisas iniciales, y sigue unas reglas de juego en virtud de un plan, una estrategia, que el autor concibe de antemano. En el reciclaje la tarea de entender las “reglas de juego” de la barriada en cuestión no será tarea fácil, sin embargo, es fundamental para recualificar el espacio. El orden es una presencia invisible. No se ve aunque se puede percibir y entender. Es como un gas, que actúa sin ser visto, y adquiere la forma del recipiente que lo contiene. Por eso, no hay recetas ni formas que aseguren el orden. La naturaleza de la obra encierra en sí las claves de su propio orden. El orden es como la cimbra que sustenta el arco, es necesario su establecimiento para lograr levantarlo, sin embargo, se diferencia en que siempre está ahí detrás, invisible. La forma de la cimbra determinará la forma del arco, las reglas del orden conformarán el esqueleto del edificio. El orden posibilita la libertad de formas, porque tras el orden viene la creatividad. El orden será diferente en cada proyecto. Y por eso, cada caso necesitará de una solución. Anne Lacaton así lo expresa en una de sus conferencias: “hay que crear tantos modelos como situaciones se den y no crear un modelo estándar a partir del cual nos debamos regir”vii. Tras el orden aparece la estructura. Cualquier estructura depende únicamente del orden con el que fue diseñada. En un principio puede confundirse orden con estructura, sin embargo, su distinción es clara. El orden es anterior y no tiene forma; la estructura, por el contrario, es el reflejo del orden. Podríamos decir que la estructura es la representación formal del orden. En el reciclaje normalmente siempre se mantendrá la estructura de los edificios en los que se interviene. De ahí que se operará sobre el orden de lo existente. Según Antonio Miranda, “estructura es la relación lógica entre significado y significante”viii. Analizar la estructura de cualquier cosa nos permite descubrir el orden que subyace y corroborar la adecuación o no del mismo al fin determinado. La estructura se construye y se descubre comprendiendo el orden que 6 PONENCIAS la sustenta. Es decir, para el creador, una vez descubierto el orden, la estructura es la formalización de aquél. En cambio, para el reciclaje la estructura es el medio para entender y vislumbrar el orden con el que la obra o cualquier cosa fueron ideados. Al hablar de estructura en arquitectura, no sólo nos referimos a la parte que sustenta el edificio, sino también a la estructuración del edificio, de los espacios, de los recorridos, de los usos, etc. Estructurar ayuda a diferenciar lo sustancial de lo menos importante. Cuando la estructura en un edificio se resuelve de una manera arbitraria y caprichosa, la falta de coherencia y de unidad queda patente para el observador. La Unité d´habitation de Marselle. Le Corbusier Dotar de sentido significa establecer una coherencia entre lo que quiere ser y lo que es, es decir, entre la esencia y la apariencia, entre el interior y el exterior. Esa lógica entre idea y construcción es donde se concentra el gran esfuerzo del creador. El reciclaje es una operación, si cabe, aun más difícil, ya que implica actuar sobre una arquitectura que está ejecutada y que necesita ser recualificada, manteniendo la coherencia interna, si es que la había, o mejorándola en caso contrario. La geometría es la representación del orden en el espacio. Es la herramienta de la que se sirve el arquitecto para llegar al orden en una obra. Si bien, el uso de la geometría per se no presupone orden. Se necesita algo más. Una intención que permita alcanzar el fin buscado. Los edificios y la propia configuración de los mismos para conformar las barriadas sociales de las que estamos hablando, normalmente disponen de una geometría claramente ortogonal con una apuesta por la retícula como base para economizar los elementos constructivos. Descubrir el orden es descubrir la esencia de las cosas. Implica distinguir lo esencial de lo accidental, lo que no puede suprimirse o sustituirse frente a aquello cuya ausencia no sirve para desvirtuar el significado de lo analizado. Al intervenir en el reciclaje siempre habrá que suprimir e introducir algo, lo que habrá de hacerse con especial cuidado, distinguiendo siempre lo esencial de lo accidental. El orden en principio no entiende de escalas. La escala en el orden la dan las partes que lo generan. El orden queda reflejado en el detalle constructivo y en la escala urbana. En el reciclaje se prestará especial atención a las diferentes escalas si se pretende dotar de sentido a la intervención. 7 PONENCIAS Obra de Theo van Doesburg Según R. Arnheim “el orden es una condición necesaria de todo lo que la mente humana desea comprender. De disposiciones de elementos tales como el esquema de una ciudad o un edificio, un conjunto de herramientas, una exhibición de mercaderías, la exposición verbal de hechos o ideas, o una pintura o pieza de música se dice que son ordenados cuando un observador u oyente puede captar su estructura general y la ramificación de la estructura con algún detalle. El orden hace posible discernir lo que es igual y lo que es diferente, lo que va junto y lo que está segregado”ix. Y es que no solo la mente del ser humano necesita de orden para poder funcionar correctamente, en general todo lo que éste fabrica o se haya presente en la naturaleza debe disponer de orden para poder funcionar de un modo coherente. “Si un orden no los presidiera, los órganos del cuerpo humano trabajarían en rivalidad permanente, y las diversas funciones y competencias de la mente lucharían caóticamente entre sí. Sin orden nuestros sentidos no podrían funcionar: la forma visible de un objeto debe estar claramente organizada para que la podamos reconocer, recordar y comparar con otras. Más aún, si el orden no estuviera presente en la naturaleza no podríamos aprovechar nuestras experiencias, pues lo que aprendemos nos sirve sólo en el supuesto de que las cosas parecidas sigan pareciéndose, y de causas similares deriven consecuencias similares. Si el mundo no estuviera ordenado y la mente fuera incapaz de apreciar y crear el orden, el hombre no podría sobrevivir: de ahí que se afane por alcanzarlo”x. El equilibrio no presupone orden, y viceversa. Son cosas parecidas pero no idénticas. El equilibrio afecta a una compensación de fuerzas, pesos, densidades…, y el orden a la disposición de unos elementos atendiendo a un fin. Puede haber una serie de elementos equilibrados y éstos no formar un todo, careciendo, por tanto, de orden. El orden es contrario a la arbitrariedad, es decir, el no ajustarse a unas reglas. La arbitrariedad es síntoma de desorden. Mientras que la coherencia interna es signo de orden. Tanto el orden como la arbitrariedad son intencionados. El primero atiende a unas reglas de juego, al rigor, mientras que el segundo al capricho. El orden pasa entonces a desempeñar un importantísimo papel en el proceso proyectual. Una gran obra de arquitectura debe tender al orden ideal o esencial, a que no aparezca ninguna deficiencia en el edificio, a que todo tenga armonía y se adecue al fin perseguido. Como dice Mies “debemos tener orden colocando cada cosa en su propio lugar, y dando a cada cosa la naturaleza acorde. Queremos un orden que dé a cada cosa su sitio, y queremos darle a cada cosa lo que le corresponde según su esencia. Queremos hacerlo de modo tal que el mundo de nuestras creaciones comience a florecer desde su interior. No queremos más, tampoco podemos más”. 8 PONENCIAS Obra de Theo van Doesburg En el reciclaje la tarea es diferente, el espacio urbano está conformado y, por tanto se le supone un orden constituido, con un grado mayor o menor de acercamiento al orden ideal. La concepción de la realidad cambia con el paso del tiempo, y mucho más los medios con los que se trabaja. Oíza decía que “los órdenes clásicos se llaman ‘órdenes’ porque es la manera de ordenar un mundo que se complementa con el mundo de lo natural… ahora el ‘orden’ lo establecen los coches, las redes eléctricas, los medios de comunicación”xi. Si como dice Luis Martínez Santa‐María “la creación de una obra supone la apertura de un orden”xii, y el orden implica que haya una manera, es decir, unas reglas, en el reciclaje es necesario entender las reglas establecidas para mejorar el espacio urbano. Por eso, cada caso será diferente, no se podrá generalizar, actuar en una barriada será diferente que hacerlo en cualquier otra. El rumbo de una obra está marcado por el orden previo. Como dice De la Sota “establecido el orden, que puede asimilarse al Plan, el proyecto admite la elaboración continuada”xiii. Antonio Miranda lo llama Orden Previo Autoimpuesto (O.P.A.), responsable de conseguir la coherencia interna del proyecto. O como dice Luis Martínez Santa‐María “el sometimiento a un orden determina para un proyecto una estructura irrebatible a la que sólo cabe ir perfeccionando”xiv. De ahí que actuar sobre lo existente es realmente un reto. Implica asumir el cuerpo cierto y continuar con el proceso abierto, con el reto de ir mejorándolo adaptándolo a las nuevas circunstancias. Por último propondré un símil que sirva para comprender mejor lo anteriormente expuesto, según el cual un espacio urbano sería comparable a una orquesta en la que el director sería el arquitecto; los músicos, las partes que conforman el espacio urbano; y la partitura, el conjunto de ideas, objetivos, programa, atención al lugar, etc, que sirven de base a la intervención. El director, siguiendo un orden por él establecido, asignará a cada músico su tarea según la interpretación que haga de la partitura. Así, la música que llega finalmente a nuestros oídos será comparable a la obra construida como resultante de una compleja labor de ordenamiento de los distintos factores que la componen. Es indudable que la creatividad forma parte de este proceso. Una misma partitura puede ser interpretada de múltiples maneras. Ocurre lo mismo en arquitectura, un mismo planteamiento proyectual tiene como resultado edificios completamente diferentes. 9 PONENCIAS Por otro lado, la creatividad por sí sola no es suficiente. Pues aun contando con los mejores músicos, los mejores instrumentos, el mejor director y la mejor partitura, si el orden no entra en juego a fin de establecer la necesaria coherencia interna, el resultado no sería armónico. El orden es pues un medio indispensable a la hora de proyectar. El reciclaje de barriadas es comparable a una composición musical ya ejecutada, en la que se quiere modificar alguno de sus aspectos, bien sea el número de músicos, los tiempos de intervención, o el tipo de instrumentos utilizados. En el caso de la arquitectura las modificaciones abarcarían desde materiales y sistemas constructivos, hasta la recualificación de determinados espacios, pasando por la mejora de las instalaciones ya obsoletas y el empleo de nuevos sistemas activos y pasivos de energía. Todos estos cambios suponen una reordenación del conjunto recogida en los siguientes apartados: ‐Intervenir en las partes por separado, ya sea eliminando, añadiendo, o mejorando los distintos elementos que componen el espacio urbano a intervenir. ‐La relación de las partes entre sí, es decir, mejorar la interrelación de los distintos elementos o factores del espacio en cuestión. ‐La relación de las partes con el todo, es decir, intervenir en los mecanismos de cohesión de todo lo que genera el conjunto para establecer una coherencia global. 10 PONENCIAS i Idea desarrollada en la memoria del proyecto de investigación “Reciclaje de barriadas. Una Alternativa sostenible” de la Junta de Andalucía y cuya responsable es la dra. arquitecta Elisa Valero Ramos ii
GARCÍA VÁZQUEZ, Carlos. Manual de buenas prácticas: obsolescencia de barriadas residenciales, págs 6‐8. iii VITRUVIO, M. L. Los diez libros de arquitectura, págs 8‐9, Akal, Madrid, 1987 (trad. José Ortíz y Sanz). iv MIES VAN DER ROHE, Ludwig (PUENTE, Moisés (ed)). Conversaciones con Mies van der Rohe. Certezas americanas, pág 53, Gustavo Gili, Barcelona, 2006. v DE LA SOTA, Alejandro. Escritos, conservaciones, conferencias, Gustavo Gili, Barcelona, 2002, pág 153 Arquitectura y naturaleza 1956. vi Campo Baeza, Alberto. La idea construida, pág 10, Universidad de Palermo, Palermo, 2000. vii LACATON, Anne. “Re‐appropiation. Anne Lacaton (Lacaton & Vassal)” Conferencia pronunciada el 30 de abril de 2009 en el Salón de Actos de la ETS de Informática de Granada. viii
MIRANDA, Antonio. Ni robot ni bufón. Manual para la crítica de arquitectura, Cátedra, Madrid, 1999. ix ARNHEIM, Rudolf. Hacia una psicología del arte. Arte y entropía (Ensayo sobre el desorden y el orden), pág 335, Alianza Ed., Madrid, 1980. x Op. cit, pág 119. xi
SAÉNZ DE OÍZA, Francisco Javier. Escritos y conversaciones, págs 34‐35, Fundación Caja de Arquitectos, Barcelona, 2006. xii MARTÍNEZ SANTA‐MARÍA, Luis. Intersecciones, págs 20‐21, Ed. Rueda, Madrid, 2004. xiii BALDELLOU, Miguel Ángel. Alejandro de la Sota, págs 70‐74, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1975. xiv MARTÍNEZ SANTA‐MARÍA, Luis. Intersecciones, pág 23, Ed. Rueda, Madrid, 2004. 11 
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