3 DE JULIO DE 2014 COMUNICADO DE PRENSA Valoración de la oportunidad de revisar la fiscalidad sobre las bebidas alcohólicas en un sentido preventivo Los profesionales de salud pública defienden el incremento de los impuestos sobre las bebidas alcohólicas ligado al contenido de alcohol del producto en cuestión. Desde el prisma de la salud pública, el impuesto será efectivo en la medida que además de recaudar recursos contribuya a disminuir el volumen consumido y se garantice que no hay efectos significativos sobre la equidad Los impuestos específicos sobre el alcohol en España nos sitúan como uno de los países europeos con impuestos más bajos en toda la gama de productos alcohólicos. Aunque un consumo de alcohol del orden de un vaso de vino al día puede tener un efecto protector sobre la salud cardiovascular, su consumo excesivo es uno de los mayores factores de riesgo en magnitud para la salud de la población en Europa. En España, el consumo de alcohol comporta una carga importante de muerte y enfermedad. Datos recientes le atribuyen un 10% de la mortalidad total de la población de 15-64 años, la mayor parte debido a un consumo medio elevado. Aunque hayan disminuido, un 30% de las muertes por accidente de tráfico aún se relacionan con el consumo excesivo de alcohol. Además, sobre un 1% de la población española de 15-64 años sufre dependencia alcohólica, y un 5% más presenta más criterios de abuso del alcohol. Especialmente preocupante es el consumo de alcohol entre los jóvenes por su naturaleza adictiva. 1 El impacto del alcohol en la salud de una sociedad depende en buena parte del consumo medio, y éste está relacionado con comportamientos individuales (incluida la predisposición genética) pero también con aspectos ambientales, entre los que destacan diversas políticas públicas dirigidas a modificar los comportamientos individuales (potenciando los hábitos de vida saludables y desincentivando los nocivos para la salud). Estas políticas, si están bien diseñadas, pueden tener una notable capacidad preventiva. Las tres más importantes y con efectividad documentada son la política fiscal y de precios, la regulación de la disponibilidad y accesibilidad al alcohol, y las medidas sobre conducción y alcohol. En este documento se revisa brevemente la política fiscal sobre el alcohol y su potencial preventivo. En general, el aumento del precio de un producto reduce su demanda. En el caso del alcohol (como se ha demostrado también para el tabaco), un aumento del impuesto sobre las bebidas alcohólicas derivaría en una subida del precio de las mismas, y el impacto sobre la demanda se segmentará según el tipo de consumidores, que difieren en su elasticidad precio de la demanda. Las personas con dependencia alcohólica tienen una elasticidad precio baja. En un mercado que cuenta con un amplio abanico de precios, el efecto del incremento de los impuestos puede verse amortiguado por la sustitución hacia productos alcohólicos más baratos, e incluso la sustitución de bienes básicos como alimentos por bebidas alcohólicas. En cualquier caso, es preciso monitorizar los efectos de una subida de impuestos sobre las desigualdades sociales, pues el impuesto incrementado afecta mas proporcionalmente a las familias de rentas bajas. La cuestión clave, pues, es la elasticidad precio de la demanda, que varía entre grupos de población (ricos-pobres, pero también adultos-jóvenes). La literatura existente señala que la subida de los impuestos resulta especialmente efectiva en la reducción del consumo entre los jóvenes (incrementa las probabilidades de abandono del hábito entre los que ya consumen, reduce el consumo medio y las posibilidades de iniciación), y en consecuencia, genera menores daños a la saludi. La existencia en la UE de un esquema fiscal común, regulado por la directiva europea que define el impuesto especial sobre el alcohol (Directiva del Consejo 92/83, de 19 de octubre de 1992), permite usar la fiscalidad para reducir su consumo, proporcionando a su vez mayores ingresos para la administración. 2 Por otra parte, el uso frecuente de la cerveza como producto promocional en los supermercados británicos, hasta venderla por debajo de su coste para atraer clientes, ha llevado a plantear la necesidad de establecer un precio mínimo para las bebidas alcohólicas en este país, con un intenso debate social. La literatura sobre este tema señala que la elasticidad precio/tasa es diferente según las bebidas alcohólicas. Los mayores valores son para los licores (-0.8) y el vino (-0.69) mientras que otras bebidas como la cerveza muestra una elasticidad de la demanda menor (-0.46). Por otro lado, los bebedores de mayor consumo, entre los que se cuentan los que presentan criterios de dependencia, se ven menos afectados por las medidas impositivas (0.28). Asimismo, cabe señalar que la imposición sobre las bebidas alcohólicas tiene otras consecuencias en determinados grupos de población. De entrada, puede afectar de forma regresiva a capas de la población con menores niveles de educación y renta familiar disponible que persistan en el consumo. En España, la situación es peculiar pues el vino tiene un tipo cero en el impuesto sobre bebidas alcohólicas (algo que pasa también en otros países viticultores como Italia o Alemania), y se grava tan solo con el IVA. Por otra parte, la cerveza tiene un tipo muy bajo, y los destilados y licores un tipo mayor, pero relativamente bajo en comparación con otros países. Recientemente, un país tan vinícola como Francia ha introducido un tipo mínimo para el vino. En algunos países nórdicos como Suecia o Noruega, los impuestos aplicados son directamente proporcionales al contenido absoluto de alcohol de las bebidas, y esto tiene efectos disuasorios sobre el consumo de alcohol. Hay datos de que las personas con dependencia consumen preferentemente las bebidas de menor coste por gramo de alcohol (independientemente de su graduación). En cualquier caso, la carga impositiva sobre las bebidas alcohólicas en España está en la franja más baja entre los países de nuestro entorno, con un amplio margen para reforzar la fiscalidad sobre el alcohol si se demuestra que esta resulta en una reducción en el consumo en nuestro país. La modificación de estos impuestos debería estar ligada al contenido de alcohol del producto en cuestión. Además, dado el carácter complementario entre el consumo de alcohol y tabaco, un incremento en los impuestos del alcohol puede evitar simultáneamente el inicio en el consumo de alcohol y tabaco. 3 En un momento en que los gobiernos precisan mantener los ingresos fiscales para preservar los servicios públicos y las políticas sociales, incrementar la carga impositiva sobre las bebidas alcohólicas permitiría aumentar los recursos públicos, como ha planteado recientemente el Comité de Expertos designado por el Ministerio de Hacienda para asesorar una posible reforma fiscal (Comité Lagares). Pero además de incrementar los recursos públicos, este enfoque permitiría también reducir el consumo de bebidas alcohólicas, objetivo también deseable desde una óptica de salud pública. Por otra parte, la efectividad de acciones de modificación de la carga impositiva será mayor si se combina con otras regulaciones sobre la disponibilidad, o sobre alcohol y conducción, así como con intervenciones clínicas y especialmente desde los servicios de atención primaria sobre las personas con criterios de consumo de riesgo, sin olvidar la promoción de la salud y la educación general. Para más información y/o pactar entrevistas con los portavoces Autonómicos / de SESPAS en relación a este comunicado rogamos se pongan en contacto con: *Sr. David Selvi (Prensa SESPAS: [email protected] Móv;619623929) 4