Vol. 7, No. 2, Winter 2010, 376-384 www.ncsu.edu/project/acontracorriente Review/Reseña Iñigo García-Bryce, República con ciudadanos: los artesanos de Lima, 1821-1879. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2009. Los artesanos de Lima y la política peruana durante el siglo XIX G. Antonio Espinoza Virginia Commonwealth University El libro de Iñigo García-Bryce, República con ciudadanos: los artesanos de Lima, 1821-1879, forma parte de un creciente conjunto de publicaciones recientes acerca de la historia política del Perú durante el siglo XIX. El interés de estas publicaciones está motivado tanto por preocupaciones historiográficas como circunstanciales. Por una parte, desde la década de 1970 la historiografía nacional y extranjera privilegió el estudio de temas sociales y económicos, prestando menor atención a los Espinoza 377 fenómenos políticos. Por otra parte, varios investigadores han examinado los procesos de formación del estado y la nación peruanos en los tiempos posteriores a la independencia, con la finalidad de entender mejor algunos de los problemas que el país ha enfrentado en las últimas tres décadas. Entre estos podemos mencionar la inestabilidad del sistema democrático, las desigualdades sociales, las dificultades causadas por el modelo económico neo-liberal, y el descontento resultante. Precisamente, al inicio de su estudio García-Bryce menciona su interés acerca de las maneras en que los artesanos peruanos enfrentan los retos planteados por el neoliberalismo actual. A partir de esta preocupación inicial García-Bryce se plantea dos interrogantes históricas. La primera es determinar cuáles fueron las respuestas de los artesanos limeños frente a las ideas y reformas, primero ilustradas y luego liberales, que las élites introdujeron desde fines del período colonial hasta principios de la Guerra del Pacífico. La otra interrogante que García-Bryce se plantea es establecer la naturaleza y el grado de participación de los artesanos limeños en la construcción de la comunidad política peruana. Estas son las dos preguntas principales que García-Bryce trata de resolver a lo largo de su estudio. Una de las cualidades de este libro es que dialoga con estudios acerca de las clases sociales en Europa durante el siglo XIX, así como también con los trabajos sobre la cultura política peruana durante el mismo período. En el primer caso, el autor retoma las ideas de historiadores como James Sheehan, E.P. Thompson, y Gareth Stedman Jones. Sheehan sostiene que en Alemania el liberalismo novecentista definía a un estrato social medio a partir de las virtudes morales que sus miembros compartían, antes que por criterios objetivos. En el caso del republicanismo liberal Los artesanos de Lima 378 peruano, una perspectiva similar permitió a los artesanos limeños representarse como un sector medio respetable. Thompson, por su parte, sostiene que las clases sociales estaban definidas por la conciencia que sus integrantes tenían acerca de sí mismos, y por las acciones que tomaban en consecuencia, antes que por condiciones materiales. Stedman Jones plantea que las concepciones de clase pueden formarse a través del lenguaje que sus miembros utilizan en el contexto de las luchas políticas, y no solo en las realidades de la esfera económica. García-Bryce afirma que a partir de la década de 1860 los artesanos limeños desarrollaron su propio lenguaje de clase, recreando y transformando la retórica del republicanismo liberal. Asimismo, el trabajo de García-Bryce complementa y matiza los hallazgos de estudios recientes acerca de la cultura política peruana del siglo XIX. García-Bryce menciona que de acuerdo con algunos autores, los estudios sobre la construcción de las naciones andinas pueden dividirse en dos grupos. Aquellos trabajos que se inspiran en las ideas del pensador francés Alexis de Tocqueville, y los que privilegian los postulados del teórico italiano Antonio Gramsci. Los primeros analizan a los grupos sociales urbanos, y tienden a concentrarse en su participación política efectiva como ciudadanos. Los segundos analizan a los grupos subalternos, incluyendo a los campesinos, y tienden a enfatizar la naturaleza excluyente del liberalismo. García-Bryce se sitúa en un punto medio, reconociendo por una parte los prejuicios raciales de la élite liberal y su desconfianza acerca de la capacidad ciudadana de los sectores populares. Al mismo tiempo, subraya las oportunidades discursivas e institucionales, de participación Espinoza 379 política y respetabilidad social, proporcionadas por el liberalismo republicano y que los artesanos limeños supieron aprovechar. En la introducción a su estudio García-Bryce sostiene que los artesanos limeños formaron parte de un grupo social intermedio situado entre la élite y la plebe. De acuerdo con el censo de 1876 representaban 5% de la población total. A partir de una muestra tomada del censo inédito de Lima de 1866, el autor añade que se trababa de un grupo racialmente diverso pero predominantemente de tez oscura. Curiosamente, GarcíaBryce omite el tamaño de la muestra que utiliza, aunque en la versión en inglés del libro menciona que se trata de 1126 individuos, a los que luego compara con el total de la población limeña en 1876. A continuación, el libro estudia las reformas que la dinastía borbónica introdujo a fines de la época colonial con la finalidad de ejercer un mayor control sobre los artesanos. Las medidas borbónicas fortalecieron formalmente los gremios o asociaciones ocupacionales, limitando al mismo tiempo las actividades económicas y ceremoniales de las cofradías o agrupaciones religiosas. Sostiene el autor, en el segundo capítulo, que los gremios ingresaron a la temprana época republicana relativamente robustecidos, apoyando a sucesivos caudillos mediante la recolección de patentes o contribuciones individuales de artesanos, y contribuyendo al reclutamiento de milicias. A cambio, los caudillos mantuvieron un régimen proteccionista de las manufacturas nacionales, y proporcionaron contratos oficiales a artesanos concretos. A partir de mediados de la década de 1830 se produjo una reducción progresiva de los aranceles sobre las importaciones, la cual se acentuó una década después con el apogeo exportador guanero y el arribo de los liberales al poder. Los artesanos limeños se opusieron a estos Los artesanos de Lima 380 cambios actuando como un bloque político, presentando peticiones frente al congreso nacional, y protestando violentamente en 1858. A pesar de ello no pudieron evitar la abolición de los gremios cuatro años después. En el siguiente capítulo, García-Bryce examina el rol de la educación de los artesanos dentro del proyecto liberal republicano. Para los partidarios de esta ideología la ciudadanía plena en la democracia representativa debía estar reservada a los individuos que recibieran una educación apropiada. Era necesario combatir la ignorancia del pueblo para evitar la demagogia, el despotismo y la violencia. En el caso de los artesanos, la educación debía prepararlos para cumplir su rol productivo de manera exitosa, así como también convertirlos en ciudadanos inculcándoles virtudes morales tales como disciplina, laboriosidad, puntualidad, y frugalidad. Con la finalidad de educar a los artesanos, el gobierno de Ramón Castilla fundó la Escuela de Artes y Oficios (1864), la municipalidad de Lima abrió la Escuela Industrial Municipal (1873), y la Sociedad de Amantes del Saber—conformada por miembros de la élite liberal—estableció su propia escuela para artesanos (1874). Los logros de la manufactura nacional fueron exhibidos en las exposiciones industriales de 1869 y 1872. Los liberales republicanos concebían la educación de los artesanos como un mecanismo de control social. Sin embargo, como García-Bryce advierte, los artesanos y padres de familia que acogieron la oferta educativa liberal debieron ver en ella una oportunidad para sus propios fines. Estos fines incluían no solo la capacitación artesanal sino también la respetabilidad social en tanto miembros de una clase intermedia y progresista. García-Bryce se refiere así, de manera muy acertada, a las Espinoza 381 motivaciones de un grupo social concreto para apoyar las iniciativas educativas oficiales, un aspecto usualmente dejado de lado por estudios históricos que tocan el tema de la educación. A continuación el libro analiza la participación de los artesanos en el creciente asociacionismo voluntario que surgió en Lima a mediados del siglo XIX. El libro se concentra sobre todo en la Sociedad de Artesanos de Auxilios Mutuos, formada en 1860. Los liberales republicanos consideraban las asociaciones voluntarias como formas democráticas, civilizadas, y nominalmente igualitarias de sociabilidad, en contraposición a los gremios y cofradías del antiguo régimen, criticados por su corporatismo, religiosidad tradicional, y jerarquías internas. Los miembros de las asociaciones modernas se vinculaban contractualmente, se ayudaban mutuamente, y podían contribuir a promover la participación política, individual y disciplinada, de sus integrantes. Los artesanos limeños se unieron al asociacionismo no sólo por motivos ideológicos, sino también porque era una oportunidad tanto de recuperar representatividad política como de lograr respetabilidad social. García-Bryce sostiene que los vínculos que la Sociedad de Artesanos estableció con la élite política limeña fueron cualitativamente diferentes de aquellos que los gremios tuvieron con los caudillos de la temprana época republicana. Mientras que los caudillos podían practicar el clientelismo proporcionando beneficios económicos concretos a los artesanos a cambio de su apoyo, los políticos liberales no podían ofrecer dichos beneficios. Este es un tema que requiere mayor investigación ya que es posible que la élite liberal haya favorecido a determinados artesanos y sus allegados mediante nombramientos o contratos públicos, especialmente en la medida en que la Los artesanos de Lima 382 importancia de las elecciones se acrecentó durante este período. Si bien la retórica de los liberales republicanos favorecía una modalidad honesta de hacer política, es difícil creer que el clientelismo tradicional haya sido dejado totalmente de lado. El último capítulo del libro está dedicado a la emergencia de un “liberalismo artesano” en las décadas de 1860 y 1870. A partir del análisis de publicaciones periódicas editadas por los artesanos limeños, GarcíaBryce sostiene que éstos articularon un lenguaje de clase mediante el cual se representaron como un grupo social unido por intereses comunes. En respuesta a los cambios económicos que se produjeron a raíz del declive gradual de la economía guanera, los artesanos pasaron de imaginarse como un sector intermedio a pensarse a sí mismos como una clase obrera caracterizada por su patriotismo, religiosidad y abnegación. Frente a la posición republicana liberal que se oponía al lenguaje de clases y se mostraba ambigua frente a la intervención de los artesanos en política, éstos se concibieron a sí mismos como una parte privilegiada del conjunto de trabajadores, con derecho incuestionable a la participación política. Una minoría de artesanos llegó incluso a adoptar el concepto de lucha de clases, criticando la desigualdad económica y la alienación de los obreros. García-Bryce cumple exitosamente con resolver las preguntas que se plantea inicialmente. En el caso de las reformas ilustradas, y los cambios producidos por la independencia, los artesanos supieron acomodarse a ellas fortaleciendo primero la organización gremial, y colaborando más tarde con los caudillos clientelistas. Los artesanos no pudieron evitar que la élite liberal descartara el proteccionismo durante el apogeo guanero y aboliera finalmente los gremios. Sin embargo, aprovecharon elementos del Espinoza 383 liberalismo republicano tales como la relativa apertura democrática, el asociacionismo, y el proyecto educativo promovido por las élites para renovar su rol político, conseguir respetabilidad social, y acceder a saber práctico y cierto grado de movilidad. García-Bryce también demuestra que los artesanos tuvieron una participación política efectiva durante el período que estudia. Supieron ser activos interlocutores de la elite liberal republicana, a pesar de los prejuicios y reparos de ésta. En los años previos a la Guerra del Pacífico, los artesanos habían recreado la retórica del republicanismo liberal para pensarse a sí mismos como una clase constitutiva de la nación y defensora de los intereses de los trabajadores. El estudio de García-Bryce también deja planteadas explícita e implícitamente algunas preguntas que merecen ser tomadas en cuenta por investigaciones posteriores. En primer lugar, el autor reconoce que su libro no llega a examinar las voces de las trabajadoras, las cuales debieron estar presentes en la esfera pública, pero fueron excluidas oficialmente de la ciudadanía y el discurso público. Si bien es cierto que los documentos que García-Bryce examina no permiten apreciar y analizar las voces trabajadoras femeninas, es posible que otras fuentes primarias permitan estudiarlas. Otra pregunta que queda planteada es la de la vida social y cultural de los artesanos. Es claro que el interés de este trabajo es la participación de los artesanos limeños en la esfera política, y en ese sentido cumple sus objetivos satisfactoriamente. Al mismo tiempo, queda pendiente investigar la vida cotidiana de estos trabajadores, las relaciones entre ellos mismos, sus pasatiempos y celebraciones, entre otros temas. Finalmente, el libro menciona brevemente los contactos que los artesanos de Lima tuvieron con aquellos de otras partes del Perú, como Cuzco o Los artesanos de Lima 384 Huancayo, a través de sus publicaciones periódicas. Eventualmente, otras investigaciones acerca de los artesanos de las provincias podrían contribuir a presentar un panorama histórico más completo de este grupo social en todo el país.