La Avalancha : revista ilustrada. Año 14, n. 328 (7 noviembre 1908)

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AÑO XIV
PAMPLONA 7 de Noviembre de 1908
DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
NÚM. 328
Con censura eclesiástica
Ü6íiofeca {^afófico-yropagandisfa
PAMPLOJVA
sr las vísperas de las grandes catástrofes que han
asombrado al mundo y cambiado el mapa, la
verdad se refugió entre las más reducidas minorías, y allí la hubieran encontrado los hombrea si la hubieran buscado. Las mayorías orgullosas, preponderantes, magníficas y despreciadoras de
la integridad de la verdad y del bien, 8e mofaron, claro
es, de los que apartados de la corriente se esfoizaban en
permanecer fíeles á su Señor y á su Dios, y cuando sonó
la hora en los designios de la Providencia, tales mayorías
perecieron como flor de un día, y sólo se salvaron y sobrevivieron los despreciados, los humillados, los escarnecidos, los que al juicio del mundo estaban muertos y enterrados.
Y ni hasta las burlas de que hoy son objeto los pocos
y pobres que no quieren adorar al sol naciente ni sacrificarse generosamente por el vencedor, como dijo Donoso
Cortés, ni siquiera amainar en la bendita intransigencia
á la española, contra todo linaje de enemigos fieros y
mansos, de Dios y de la patria, son cesa nueva en la historia de las burlas y chánzonetas de la pobre humanidad.
Considera alma cristiana las chanzas de que'hicieron
víctima á Noó y á su familia los que durante varios añoa
le vieron fabricar el arca dónde tenían que calvarse los
nuevos padres de la raza de Adán.
Considera la gana de reír que les entraría á los futuros
yernos de Loth, cuando,éste les anunció que las ciudades
malditas iban á desaparecer de la haz de la tierra.
Considera á quó tristes consideraciones se entregarían
los amigos de Cristo después que, según nos ensefta el
TEJERÍA, 40, 2.%
izq."
símbolo de la fe, fue crucificado, muerto y sepultado.
¡Como que los discípulos á quien se apareció en el camino
de Emmaús ya habían dado por resuelta la cuestión, y
se retiraban á la vida privada, y estaban á punto de pronunciar el histórico ahí queda eso, si el Salvador no se
hubiese apiadado de ellosl
Y en otro orden de ideas y recuerdos, considera la
cara que pondrían los cristianos en los primeros momentos de la Reconquista, cuando llegó a sus oídos que primero en las montañas de Asturias y después en las de
Aragón, Navarra y Cataluña, habían umaDccido unoa
hombres que en su imprudencia desafiaban el poder de
Ja morisma y pretendían nada menos que volver á coaseguir que toda España fuese sierva de Cristo y de su
Iglesia (única servidumbre que podía decorosamente llevar uu pueblo tan grande).
Pues bien, y basta de consideraciones, aquellos pocos,
pobres, burlados y escarnecidos, eran los defensores y seguidores de la verdad, y por eso se salvaron y salvaron
al mundo los unos, á su patria los otros; porque la cuestión, la gran cuestión, toda la cuestión de este mundo, esr
no pasarlo bien ó pasarlo mal, reir ó llorar, sufrir necesidad ó nadar en la abundancia, hacer gran papel ó vivir
humillado y oscurecido, sino permanecer cada cual en el
lugar señalado por Dios, engranando en la maquinaria
de esta vida, allí donde su soberana providencia le plugo
colocarle. Y en tiempos de apostasías ó hipocresías á granel, de gran rebajamiento de caracteres y destornilla*
miento de los vínculos que hacen héroes á los individuos,
santas á las familias y gloriosos á los pueblos, la cuestión
se reduce á ir apartándose y remando contra la corriente
hasta ponerse á salvo con los menos y con los más despreciados, que por la pureza de ideas y de vida sean es
pejo donde podamos mirarnos.
246
LA AVALANCHA
¿Pero son estos tiempos precursores de grandes males,
ó por el contrario, se nota el despertar y resurrección de
los ideales que llenan cielo y tierra? El corazóu se inclina
á lo segundo, y muchas señales consoladoras parecen
presagiar bienandanzas; pero los ojos y el entendimiento
nos fuerzan á decir que las manifestaciones de piedad y
entusiasmo por la verdad y la justicia, suben del individuo á la sociedad en penosa ascensión; pero las manifestaciones del mal, el ímpetu de la corriente revolucionaria,
el impu'so contra la obra de la Redención, viene de arriba abajo y se mantiene de día en día más firme, y se comunica y crece en progresión geométrica, como que no
tiene ya en el mundo ni en la Europa que fue cristiana,
ni aun en la España que fue brazo armado de la verdad,
quien le contradiga con las mismas armas y con proporcionalidad de medios.
Y si tuerces el gesto, lector discreto, pregúntatelo á ti
mismo en el retiro de tu alma, á la hora del examen de
conciencia, después de una buena confesión y una comunión fervorosa; porque estoy interesado en convencerme
de lo contrario, y harías una obra buena enviándome ¿decir y demostrándome que mis temores eran equivocados.
ESTANISLAO.
LA CIUDAD DE LOS MUERTOS
el caudillo de la antigüedad que tuvo á sus
órdenes los ejércitos más numerosos, se hallaba
en cierta ocasión meditabundo y triste y con señales inequívocas de haber llorado, Uno de los
generales que gozaba de mucha confianza con
Jerges, se atrevió á decirle:
—Extraño mucho que un capitán tan esforzado como
tú, y á quien la victoria sonríe constantemente, esté entregado á tan tristes pensamientos que sus ojos se nublen
con las lágrimas del pesar.
—Actualaieute—contestó el caudillo—no tengo sino
motivos de alegría, porque la gloria se encarga de conducir triunfante mi carro de guerra. Pero hay una cosa
que me añige: la consideración de que los cien mil soldados que forman mi brillante ejército y yo estaremos
calvos dentro de cien años.
Con esta simbólica frase dio á entender Jerges lo efímero de las glorias humanas: Sü transit gloria mundi.
Los pueblos más poderosos de la antigüedad pasaron
para no volver. Ya no queda más que el recuerdo de los
Alejandro, Milciades, César, Faraones, Cario magno, Atila, Napoleón y tantos otros esforzados capitanea ante cuya presencia temblaban las naciones y se humillaban las
gentes. Roma, Grecia, Persia, Egipto, Cartago, el imperio de los árabes, las hordas de galos, suevos, alanos, godos y tártaros que domeñaron á Europa, ¿qué se hicieron? Desaparecieron como las volutas de humo que al
salir de las chimeneas esparce el viento por la atmósfera.
No hay que remontarse á las edades pasadas para caer
en la cuenta de que la vida humana ea, según dijo el
poeta, «como el heno, verde á la mañana y seco á la tarde». Detengámonos á reflexionar sobre hechos de nuestros días.
Hace sólo treinta y siete afios que terminó la guerra
franco alemana, y en este corto período de afíos la muerte ha hecho desaparecer á los principales actores de tan
tremenda lucha internacional. Unos antes y otros después, en brevísimo tiempo murieron Guillermo de PrU'
sia, el príncipe Federico Carlos, Napoleón, Bisraarck,
Thiers, Gambetta, Molke, Mac Mabón, Bazaine, Trochú
y otros muchos políticos y militares que adquirieron
gran relieve en el período de 1870 71. Pero se dirá que
ERGES,
nada de particular tiene el que hayan fallecido aquellos
personajes, porque los unos eran ya ancianos y los otros
de edad madura al estallar la guerra entre franceses y
alemanes. Cierto es que por la edad que tenían no podían vivir mucho tiempo aquellos hombres; mas, ¿acaso
vive aún la mayoría de los soldados que formaban ambos ejércitos? Próximamente á dos millones ascendía el
número de combatientes, del campo francés y del alemán, que sobrevivieron á los azares de la guerra. La inmensa mayoría de estos soldados estaba comprendida
dentro de las edades de veinte á treinta afios, período de
la vida humana en la que son mayores las energías fisiológicas, con la circunstancia favorable de que era gente
seleccionada, sin defectos físicoB ni afecciones patológicas. Ahora bien, ¿cuántos de esos dos millones de hombres, sanos y vigorosos en el año 1871, viven actualmente? Según los datos de la estadística demográfica, han fallecido, en los treinta y siete afíos trascurridos hasta la
fecha, «algo más de millón y medio» de los que fueron
soldados de aquellos brillantes ejércitos. El medio millón
de supervivientes se compone de hombres que están en
el umbral de la ancianidad, ó que ya se hallan dentro de
la edad senil.
¿Qué es nuestra vida más que un breve día,
dó apenas sale el sol, cuando se esconde
Gn las tinieblas de la noche fria?
El bullicio de las ciudades de los vivos aparta, de ordinario, de nuestra mente el recuerdo de las ciudades de
los muertos, donde yacen los restos mortales de millones
y millones de generaciones pasadas. Nadie se fija en que
las necrópolis están infinitamente más pobladas que los
mayores centros de población.
¿Saben nuestros lectores cuántos cadáveres se entierran anualmente en los cementerios de España? Por término medio, quinientos treinta mil. En los últimos cincuenta años han fallecido en el territorio de nuestra península veintisiete millones de personas, una tercera parte
más que el total de la población con que cuenta nuestra
patria. De muñera que en el espacio de un siglo se acumula en los cementerios triple número de muertos que
el de vivos que contienen los hogares humanos. Triste,
aunque real es la estadística de fallecidos, que viene á
corroborar con sus luctuosas cifras la temblé verdad de
la sentencia Memento homo «Acuérdate, hombre, que
eres polvo y en polvo te has de convertir.»
Fijad la vista, no ya en ol pasado histórico, Bino en un
pasado inmediato á nosotros, y echad la cuenta de los
que fueron contemporáneos nuestros y que nos han precedido en el camfno de la muerte, y llenaréis una larguísima lista de deudos, amigos y conocidos que yacen bajo
tierra en la ciudad de los muertos. En medio siglo van
enterrados en Pamplona más de cuarenta y c-ineo mil cadáveres, y la población es escasamente de treinta mil
personas.
Y teniendo en el cementerio tantos recuerdos, sólo una
vez al año nos acordamos de los difuntos. Sin embargo,
hay que distinguir entro el que obra con arreglo a los
preceptos de la Iglesia, y el que se deja seducir por las
pompas y vanidades del mundo. Este se cuida de exterioridades frivolas y aquél va impulsado por la caridad al
cementerio, para rogar á Dios por el eterno descanso de
los muertos. El uno acude, por costumbre, al campo santo, procurando que todo el mundo se aperciba de la ostentación con que adorna los sepulcros de los seres queridos de su corazóu: lo principal para él es que se forme
elevado concepto de su gusto, elegancia y riqueza en los
atavíos fúnebres. El otro, sin que abandone el ornato de
IOB sepulcros, eleva al Señor BUB oraciones y acude al
sacerdote para que aplique sus responsos y preces por el
eterno descanso de los fallecidos. Para el que no se cuida
sino de las corrientes mundanales, no hay al año otro día
que dedicar á los muertos sino el 1.° de Noviembre. El
que siente en su alma el soplo bienhechor de la caridad,
no olvida á los difuntos en ninguna época del año, y especialmente les dedica todo el mes de Noviembre.
El revolucionario Mirabeau, demócrata al estilo revolucionario, ordenó que antes de morir perfumaran su ca'
LA AVALANCHA
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dáver y le cubrieran de flores, pensando en la estética
jo el primero al vernos. «Siéntense ustedes aquí»; y nos
física y sin preocuparse para nada de la belleza del alma,
obligó il tomar puesto en su misma mesa.
como ardiente racionalista. EJ gran rey San Fernando
No bien comeuzamos á cenar volvióse hacia Señante
murió en un lecbo de ceniza, entonando alabanzas á Dios
con viveza, y exclamó: «¿Cuándo viene usted á las Corhasta lanzar el último suspiro.
tes? Es preciso que sea usted diputado: nos faltan oradores. Yo le daré á usted alLos pueblos racionalisgunas lecciones que le
tas siguen el ejemplo de
Q£í_PUBLICISTAS C A T Ó L I C O S ^
aprovecharán mucho.»
Mirabeau y honran á los
I
Pocos días después Je
muertos con coronas os- i
cumplió la promesa en el
tentosos y flores naturales '
viaje de ^.licante á Busot,
y artificiales, pensando sódiciéndole: «Como cuanlo en las apariencias mundo usted vaya á Jas Cortes
danales. Los pueblos creya no estaré* yo allí, le
yentes santifican el cequiero dar á usted Jas lecmenterio con la bendición
ciones prometidas.» El
de la Iglesia, y al solicitar
ataque de angina de pe
del sacerdote Ue sufragios
cho de Orihuela, en prepara los fallecidos, cumBencia mía, que, aunque
plen con una de las obras
moderado, le duró una hode misericordia que estara, tras el de Murcia días
mos obligados á guardar
antes, le dieron á en tenlos cristianos.
j
\
der
la cortedad de su vida.
Acordémonos, pues, de J)
"
¡Lástima
grande para
que la ciudad de loa muertos se halla mucho más
nuestro biografiado el no
poblada que la ciudad de
haber pasado algún tiemlos vivos, y de que quizás
po en el Congreso en comnumerosas almas de deupañía de tal mnestrol Aun
dos y amigos necesitan
aef, 6Ó que le sirven tan
nuestras preces para salir
prevenidas instrucciones.
del Purgatorio y volar al
Desde entonces hasta la
Cielo. No obremos á lo ramuerte de Nocedal, no
cionalista, teniéndolos en
obstante Jo corto del tiemolvido todo el año y dedi
po, intimó en sumo grado
candóles un solo día para
la amistad y el trato con .
festejar su memoria á esSeñante, no sólo de Nocetilo gentílico, sino que en ¡
I dal, sino también de su setodo el afio, aunque con
flora, dignísima é ilustre
" dama que cumpartía con
mayor caridad aún en No
D. MANUEL SEÑANTE,
viembre, hagamos por eu
su esposo el afecto á nuesDIRECTOR DI»*EL SIGLO FuTimo» Y DIPUTADO Á CORTES POR AZPEITIA
eterno descanso lo que la
tro amigo, al par que el
IgleBia nos ordena.
elevado concepto que de •
él tenían. Este voto de calidad á favor de Señante ha siEl cristiano debe evitar que sea cierta la frase amarga
do y es para mí de grandísimo peso en todas ocasiones.
del poeta:
Igualmente le tenía en mucha estima Clavarana, de
¡Señor, qué solos están IOB muertos!
cuyo hijo Adolfo fue íntimo amigo y condiscípulo en
SATURNINO.
Barcelona.
Tengo á la vista la puntual y extensa Relación dd '
que tuvo lugar en él Colegio
de Santo Domingo de Orihuela, el día 19 de Noviembre
ACTO GENERAL DE FILOSOFÍA
PUBLICISTAS CATÓLICOS
D. MANUEL SEÑANTE
acabará de acreditarse el dicho de que
Dios se complace en valerse de las cosas pequefiaB, y con mayor motivo cuanto más grandes las obras son. Cuatro veces tuve que hacer
la biografía del perínclito Clavarana, tres en
vida y una en muerte, viéndome ahora obligado á escribir la semblanza de uno de Jos que tuvieron la
honrosa suerte de amortajarle, el cual, á los treinta y cinco años de edad está ya á tanta altura, que ÉU figura se
divisa desde todos los ámbitos de España.
Era la primera ó segunda semana de Enero del año
1907 cuando me enteré de que inopinadamente se haliaba en Murcia nuestro querido diputado por Pamplona
D. Ramón Nocedal, Di cuenta por telégrafo del suceso á
Señante, como también de mi propósito de ir á visitarle,
apresurándose Señante á venir desde Alicante para acompañarme.
Aquella noche á las ocho y media llegábamos al comedor del Hotel Universal, en donde cenaban Nocedal y su
señora. «Ya pensábamos que no venían ustedes», nosdiONMIGO
de 1888, hecho memorable y por todo extremo ruidoso
eu el que fueron eutstentantes Seriante, á los quince años,
con su condiscípulo D. Miguel González, y argumentantes B, Francisco Bello, Magistral de Murcia; D. Pedro
Rocamora, Penitenciario de Orihuela, hoy Obispo de Tortosa; R. P. Provincial de los Franciscanos; el Guardián
de los mismos, famoso P. Agustín Malo y Algar; don
Fraucisco Cotau, Magistral de Orihuela; P. Tomás Bergamln, jesuíta, y los seminaristas de Orihuela D. Mariano Olmos, D. Luis Simó y D. Manuel Truque, como también el Sr. Calatnyud (D. Vicente), profesor del Instituto
provincial de Alicante, con cuantas personas quisieron •
tomar parte en la escolástica discusión, incluso el señor
Obispo D. Juan Maura, Presidente del Acto en compañía de los Obispos de Segorbe y Murcia.
Componíase el Acto de 81 proposiciones comprensivas
de toda la Filosofía, sostenidas por los adolescentes filósofos en correcto latín, al igual que las disertaciones que
versuron sobre *la corupo3Íción intrínseca de loe cuerpos» y «la ciencia media en Dios».
No en balde el entonces joven profesor de los alumnos
y organizador del Acto, R. P. J. Tena, jesuíta, les conserva singular amor, y siente orgullo de ser maestro de
ta'es discípulos.
En la gran polvareda y discusión que con motivo del
Acto armó el liberal periódico de Alicaule El Constitucional Dinástico, el actualmente canónigo de Orihuela don
Mariano Olmos decía el 2(i de Noviembre, al U carie d
LA AVALANCHA
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turno de protestar como los demás arguyentes en el diario El Alicantino: « Donde moa se echa de ver el cinismo de esa carta (la de El Corresponsal de Orihuela que
afirmaba ser un Acto amafiado) es en lo relativo al señor
Señante, joven digno de elogio por su claro y aprovechado talento, á quien El Constitucional rebaja hasta el punto de confundirle con oí talento más mediano. Tenga en
cuenta El Constitucional que el Sr. Senanto apenas había
hablado un cuarto de hora se granjeó las simpatías de
cuantos tuvieron el placer de escucharle, y que luego
más tarde fue considerado por la opinión del auditorio
que le escuchaba como un joven de extraordinario talento que promete andar con pasos agigantados por el
camino de la ciencia. Este es sentir general, el cual eB
bastanto más autorizado que el parecer de un corresponsal que no conocemos »
Han pasado veinte años: el precoz filósofo ea licenciado en Filosofía y Letras, doctor en Derecho y abogado
con bufete abierto en Madrid y en Alicante, de cuya provincia es tal vez el primero; el colegial es diputado integrista por el honrosísimo distrito de Azpeitia, director de
El Siglo Ftituro, y fundador y es director de La Voz de
Alicante; el brigadier de la primera brigada del Colegio
de Jesuítas de Santo Domingo de Orihuela es ferviente y
asiduo adorador nocturno; el despierto y simpático disertante del Aeto general de Filosofía es el fogoso orador
parlamentario que subyuga y arrastra, lo mismo en la
tribuna de la Segunda asamhlea general déla buena prensa de Zaragoza como orador electo, que en los bancos de
la Asamblea integrista de la misma ciudad, ó en los escaños del Congreso; es por fin el hombre de don de gentes
que domina por su atractivo y raras prendas entre amigos y enemigos.
Como prueba de ello y para concluir citaré el dicho de
un conspicuo personaje liberal.
Luchaba Señante por el triunfo He la célebre acta de
Salamanca, mientras los poderosos enemigos trabajaban
con tesón. Tropezóse nuestro amigo con el citado personaje en los pasillos del Congreso, y entre broma y veras
díjole Señante, tiroteándose acerca de la consabida acta
en que el conspicuo tenía grandísimo interés: ¡Hombre,
por Dios, no aprieten ustedes de esa manera 1 Se están ustedes cebando en mí porque soy novicio en estos asuntos... ¿Novicio?, replicó sonriente el otro golpeándole afectuosamente en el hombro, jl'ues sí usted parece que ha
nacido en esta casal...
J¿.
1.° Noviembre de 1908. ;
AMAXCIO MESBGUBR
.
EL PURGATORIO
AHTE í&I, TRIBUNAL DE I,A
ON la venia ó el disgusto—lo mismo nos da una cosa que otra—de
Lulero, Drapper y de muchos audaces escribidores de á real y medio la pieza, digo, la literatura, vamos á probar cuan en armonía,
así como en todo lo demás, se hallan la fe y la razón en lo tocante
á la afirmación de un lugar llamado purgatorio. Lo que nos dice la
fe, todos lo sabemos; nos manda creer en una cárcel donde sufren pena de daño y de sentido, ambas temporales,
las almas de los que mueren en gracia de Dios, pero no
limpias de toda mancha.
Y la razón del hombre, ¿qué dicta? ¿Por ventura que
eso del purgatorio es un absurdo inconcebible, una contradicción palmaria, ó delirios de imaginaciones seniles y
afeminadas? Nada de esto; la razón robusta y serena, la
que todavía no se encuentra intoxicada por las emanaciones pútridas del error y del vicio, asiente resueltamente
á lo que enseña la Religión, y lo confirma y lo solida con
sus luces propias. Nada más sencillo de demostrar.
Es un hijo de familia que ha causado á su padre un
pequeño disgusto por no haber acatado una orden suya,
un precepto suyo, no de mucha trascendencia, pero al
fin precepto. ¿Qué nos dice la razón se debe hacer en
este caso? Sencillamente dos cosas; que el padre castigue al transgresor de su orden, en justa compensación de
la falta; pero que ese castigo no sea de muerte, destierro
ú otra pena de las mayores, sino ligera y tolerable, porque así lo fue también la desobediencia.
Presentan ante un juez á un pobre hombre que ha tenido la debilidad de ofender levemente á otro. ¿Qué resolverá el probo é intachable juez? ¿Que se le ahorque
ó condene á cadena perpetua á ese delincuente? En manera alguna; porque la falta es liviana y esos castigos
enormes. ¿Que se le deje en completa libertad, sin satisfacer en nada al ofendido y sin imponérsele ninguna pena por su injusto proceder? Tampoco. Lo que el juez inteligente y recto determinará es que se castigue al ofensor, eso sí, porque lo merece; pero con una pena moderada y equitativa.
Pues este es nuestro caso. El hombre comete muchísimas infidelidades ligeras contra Dios. ¿Qué es lo que
procede? ¿Regalarle un cielo á pesar de ello? No; porque en el Cielo nada entra manefíado, y mancha es toda
infidelidad. ¿Condenarle al Infierno eterno? ¡Horror! Sería un castigo exorbitante para una falta menuda. Luego
no queda más que un camino, á saber, castigarle con pena temporal y moderada, lo cual se verifica puntualmente en el Purgatorio.
Creo que quien tenga la mollera sana, y el piso superior lleno de algo que no sea serrín, tiene que rendirse
ante la evidencia de esjas verdades. Y por eso, sin duda,
casi nadie ataca la existencia del Purgatorio con reflexiones serias y ordenadas, sino con chistes y chirigotas gitanescos que procuren causarla hilaridad de los lectores
ú oyentes, ya que no pueden el convencimiento.
Bien está; recojamos también este guante; al enemigo
por donde vino; si nos opone en tono grave alguna dificultad, con lo dicho tenemos más que suficiente para rebatirle; y si, como es casi seguro, nos replica con alguna
chirigota, contrarrepliquémosle con otra más salada.
Ahí va un modelo.
Refiere el docto reverendo Garriga que un ministro
protestante le dij» á un cura católico:
—¿Sabe usted, Padre, lo que ha sucedido?
—No, contestó el cura.
—¡Que el fondo del Purgatorio se ha hundido y que
las almas han caído en el Infierno!
—¡Válgame Dios, qué desgracia, dijo el Padre; entonces todos los protestantes habrán quedado aplastados!
Con esta respuesta el pastor aquel, que fue por lana,
volvió
como ustedes saben.
F. GOICOECHEA, Pbro.
If
(f 5 de Noviembre de 1872)
Lloran tu muerto. De la vida es triste
El término fatal.
Mas yo to envidio, porque alfinsallete
Do esta vida mortal.
-•
Virtud é inteligencia en justo duelo
Lloran muertas eu ti.
¡Virtudes y talento! ¡Santo cielo!
¿De qué sirven ya aqui?
''
La Fe que te hizo en la constancia fuerte
Tu grande gloria fue
Que no hay gloria más grande que la muerte
En brazos de la Fe,
Dichoso tú, que alcanzas la victoria
Y el honor de morir.
: '. •
Que en este siglo de horrorosa historia
¡Vergüenza da vivir!
JOSÉ SBLGAS.
LA AVALANCHA
CAPITULO XVIII
tiempo después, en el
cuarto de Elia estaban ésta
y la Asistenta sentadas fren*
te á frente, delante de una
mesa cubierta de primores
que la señora habia mandado comprar para su niña,
cuya profunda tristeza se
notaba al través de los profundos esfuerzos que hacía
la infeliz para ocultarlo. Elia estaba más hermosa que
nunca, porque las primeras lágrimas que derrama una
mujer, si bien apagan en%us ojos la abierta y graciosa
mirada de la niñez, inauguran en ellos la sentida y elevada ojeada de la juventud; son como el pedal que apaga
y suaviza las melodías que brotan del corazón; forman
un velo de gasa que se interpone, sin ocultarla, entre la
mujer y los ojos que la mimn.
Discutían la Asistenta y María, que estaba sentada sobre una silla baja, el capítulo de la salud.
—Por cierto, María,—decía la Asistenta,—que si le damos á Elia caldo de pollo, como le mandaba I). Narciso,
que todo lo cura por empacho, las lía.
—Dice que la dieta acaba con el mal,—observó don
Benigno.
—Y también con la persona,—repuso la Asistenta.—
Son estos hombres que curan á lo nuevo, como aquel
que por matar á una mosca ejp la frente de su vecino le
dio tal mazazo que le mató á él.
—¡Y á buena parte venían con eso!—dijo María.—¡A
mí, que hacia el caldo! Sobre que el que quedaba, al día
siguiente estaba hecho jalea, siu necesitar, para cuajarla,
de nieve, como la necesita e! príncipe de las cacerolas de
la sefíora condesa.
—Y ahora que estás restablecida, niña mía, —dijo la
Asistenta,—es preciso que vuelvas á estar como lo estabas antes, alegre y contenta; porque no veo motivo para
que te dejes ir á esa tristeza eu que estás sumida. ¡Si al
menos me fuera dado atinar con lo que pudiera distraerte!... ¡Ahí—prosiguió, dirigiéndose á D. Benigno.—¿Dónde está aquella carta que llegó cuando la gravedad de la
nifia, y le dije á usted de guardarla? Ahora que me acuerdo, tráigala usted, que puede le sirva al alma mía de
distracción.
Era preciso ser candida y falta de malicia como lo era
la Asistenta, para no apercibirse del embarazo y de la
emoción que produjeron sus palabras en las personas
que la escuchaban: las tres callaron,
—¿He hablado eu griego?—dijo después de unos instantes la señora.
—Era tal la confusión en aquellos días,—respondió
María, al ver el vivo carmín y la expresión de angustia
que se pintó en el rostro de Elia,—que es positivo que
perdería D. Benigno la carta.
— ¡Don Benigno perder una cartal—exclamó la Asistenta—¡Vaya una propoBÍciónl ¡De tal cabeza, tal sentencial Parece que le conoces de ayer de mañana, Maruja!
¿No es verdad que no la ha perdido usted, D. Benigno?
t —No señora, no la he perdido,—contestó éste, demasiado honrado y verídico para ayudar á María en su estratagema.
—¿Pues por qué no va usted á buscarla?—preguntó
Ja Asistenta.
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—Pero...—opinó María con una sonrisa que procuraba
hacer alegre y chancera, y que más parecía una mueca;
—pero, señora, la señorita podrá tener sus secretilloa que
no quisiera ver deseubiertosl
—¡Secretos!... ¡Y para conmigo!—exclamó la Asistenta,
mirando á Elia con sorpresa.
Y notando el vivo color de sus mejillas y la alteración
de sus facciones, añadió:
—Bien está. No hablemos más de la carta, ya que contiene eecretos.
—¡No, no los quiero tenerl—exclamó Elia.—Pesarían
á mi conciencia como una culpa, á mi corazón como una
ingratitud. D. Benigno,—añadió,—suplico á usted que
traiga la carta.
Don Benigno quedó inmóvil y miraba á María como el
molinero mira al viento. Ésta tiraba de las faldas á Elia,
diciéndole á media voz:
—¡No es sazón de eso, Elia! Deja que vuelva; no tienes
quién te sostenga.
—Traiga usted la carta, D. Benigno,—dijo en voz grave la Asistenta.—Race bien Elia en no ocultar nada á su
madre, y encuentro extraño por cierto quien de ello quiera disuadirla!
Don Benigno obedeció al punto, y volvió con la carta
que entregó á Elia; ésta, sin abrirla, la puso en manos
de su madre.
—¿Sabes, pues, de quien es?—le preguntó ésta.
—No,—respondió Elia;—pero lo sospecho.
La Asistenta abrió la carta, se puso sua espejuelos,
y leyó:
«Elia, una voluntad despótica, un deber tiránico, me
obligan á partir, sin dejarme aun el triste consuelo de decirte adiós, esa dura palabra que precede á la ausencia y
á la muerte; sin dejarme renovar con la voz del corazón
los juramentos que estampo aquí con mi sangre! Mía has
de ser ante el mundo y los hombres, como lo eres ya
santamente ante Dios y los ángeles, desde el día en que,
tomándolos por testigos, puse en tu dedo el anillo de oro,
símliolo de la eternidad.
»No te arredren ni perturben reprobaciones que no
pueden alcanzarte, que la razón hará impotentes y acallará el tiempo, así como te probará mi amor infinito y
mi coostancia sin término.
CARLOS.» .
Imposible es explicar cómo se fueron sucediendo en la
móvil tisonomía de la Asistenta, que jamás pudo ni quiso
ocultar ninguno de sus sentimientos á medida que iba
leyendo la carta, las diversas expresiones de sorpresa, de
espanto, de desagrado y de dolor.
Al concluir la carta, escapó ésta de entre sus mano?,
que cruzó y levantó al cielo, dejándolas caer en seguida
sobre sus rodillas al echarse atrás en su butaca exclumando:
—¡Jesús María!
Siguió á esto un grande silencio, que nadie se atrevió
á interrumpir, pues estaba la señora tan absoria en sus
reflexiones que ni notaba los desgarradores sollozos
de Elia.
Gruesas lágrimas caían por las escuálidas mejillas de
María, que miraba á su hija querida con una expresión
de amor y lástima tal, que en ella parecía fundirse su
alma. D. Benigno fijaba la vista en su señora con ansiedad y angustia.
—¡Conque por eso fue!...—dijo después de este largo
silencio la Asistenta.
Y en seguida calló.
• ,y
Pero Elia, que la había comprendido, acabó la frase.
— Sí,—dijo,—por eso fue que la marquesa vino, como
debió hacerlo, á desengañarme, 6 impedir que mi ignorancia abusase del cariño y desprendimiento de su hijo;
y fue delicadeza de su proceder, el poner el no que debía
volver las cosas á su lugar, en la boca que at pronunciarlo no ajaba á la persona que lo recibía. Ya veis, madie
mía, que hizo lo que competía á la buena y noble madre
de Carlos, y á la señora generosa que se interesaba por
mí. Asi es que vuestra queja hacia ella sólo puede fundarse en haber ignorado Jas causas de su proceder. [Si
LA AVALANCHA
supieseis, madre mía, cuál es mi dolor y mi remordimiento al ver desunida por mi causa á la noble familia
que amo y venero, á la que tanto debo! ¡Oh, madre!...
¡Oh, señora!— añadió, echándose á sus rodillns.—Oa su
plico, como suplicaría á Dios por la gloria, que 03 recon
ciliéis con vuestra hermana. No sea yo como ia serpiente
que amparó el generoso leñador, y vierta cual ella veneno
en el pecho que la abrigó. Haga vuestro corazón justicia
al de la digna madre que vela sobre la honra de su casa
y de sa estirpe ahora, como veló sobre la cuna de sus hi
explíqueme en qué consiste que las gentes que se guían
por la prudencia y la razón atinan por lo regular mejor
en hacer el bien, que no aquellas que se dejan guiar ciegamente por BU corazón.
—Señora,—contestó D. Benigno,—en mis estudios, que
no fueron muchos, no me acuerdo haber hallado nada
que esfo explique; pero á mi corto entender, paréceme
q-ue es porque la esfera de la prudencia es el mundo y la
del corazón es el cielo, y porque, como dice el Evangelio,
no se puede servir á ia vez á dos araos.
(Continuará.)
HAYARRA
1 lililí»do «L«.M do» hermanas»
(fitografía de 3>. Victoreo jf/fonso)
jos, apartando siempre peligros que no veían los ojos que
entonces cerraba el suefio, y que ahora ciega la pasión.
Perdonad á su justo recelo: si tuve yo el baldón de la
enemistad, tenga el lauro de la reconciliación.
•
—¡No!—respondió la Asistenta.—Perdono el mal que
se me hace, pero no perdono el que se hace á las personas
que quiero. Disculpo todo, menos la dureza de corazón.
Sin consultarme... contra toda mi voluntad... vendió un
secreto que no era suyo. Y después de ponerte á las puertas del sepulcro, no se ha movido ni su corazón ni BU
conciencia siquiera a informarse de ti. Esto no ea sólo una
falta á mí, es una falta de caridad; ¡y la candad es la
llave del cielol Levanta, hija mía,—añadió, asiéndola de
las manos,—y no vuelvas á tocar á este punto, si no
quieres incomodarme; en la inteligencia de que mientras
más humilde, más desprendida, más dulce te veo, más
dura, más egoísta me parece ella: así logras lo opuesto de
lo que pretendes.
Volvióse á sumir después de haber dicho estas palabras la Asistenta en sus dolorosas meditaciones.
Eran éstas amargas.
—¡Y yo que nada he notado!—se decía.—¡Es imperdonable! |Ciegal ¡ciega, como el día que nacll ]Un Orrea,
un descendiente del rey D. Pedro! |No puede ser! ¡Oh!
¡Dios sabe si tendría Inés razón!... ¡Si habría sido la hija
mía más feliz en su convento! ¡Si la habré labrado su
desgracia! ¿Es, pues, posible qae el bien haga un mal?
¿Que dañen la bondad por demasía, el cariño por exceso?
Estos dilemas tenían confusa y absorta á la Asistenta.
—Don Benigno,—dijo al fin,—usted que ha estudiado,
NOTAS NAVARRAS
El día de difuntos y la muerte.-La muerte en
la Casa real de Navarra* . • • :;
UEVAMENTE la conmemoración
de los fieles difuntos y la visita
de los cementerios y el recnerdo
de nuestros muertos y el examen de la progresiva decadencia
de nuestros vivos nos han clavado en el corazón, como una punzante espina, la idea pavorosa de
nuestrofin,y el dolor nos ha hecho erguir la cabeza, y el frío ha obligado á nuestros ojos
á fijarse en el ardiente sol que después de andar veloz su
carrera va á hundirse en el ocaso, en el triste ocaso que
está ya trayéndonos el reinado de las sombras, símbolo
de la vida que se escapa y de la muerte que se acerca.
Será tal vez calificado por alguno de cursi, ramplón é
insípido el pensamiento de la otra vida, que hoy traigo á
este sitio, vida cuya memoria evoca especialmente la noche de ánimas que acaba de pasar; pero no hay otro que
sea siempre ni más oportuno ni más saludable. ¿O pensará .el muy descontentadizo ó asaz cuitado que así discurriere, que nosotros hemos nacido para morir, y que
él únicamente es el destinado á pisar nuestros huesos, á
hollar nuestra sepultura, á guardar nuestro recuerdo, á
251
LA AVALANCHA
rogar á Dios por nuestra alma, y á reírse y refocilarse y
derretirse de gusto perpetuamente, en este para todos
valle de lágrimas y sólo para él paraíso de delicias?
,,
«Que locura eB esta tau manifiesta,
que piensas, tu orne, que el otro morra
é tu quedarás, por bien compuesta
la tu compiysion é que durará.»
Como dijo, hace ya cerca de 600 años, en su Danza
de la muerte el rabí D. Sancho del Carrión, coplero de
Pedro el Cruel,el amigo y aliado de Carlos II de Navarra.
O tal vez como escribió la Muerte con la mano del
mismo poeta;
..,
^ .. -.. •
«O piensas por ser mancebo balieute
ó niño de días que á lueño estaro,
é fasta que liegues A viejo impotente
la mi venida detardaré;
abisate bien que yo llegaré
a ty á desora, que nou he cuidado
que tu seas mancebo ó viejo cansado,
que qoal te fallare tal te llevaré- >
., .
No. La muerte vendrá para todos y cuando menos la
esperemos, sin que consigan detenerla ni los caudales del
rico, ni la corona del rey, ni la robustez del joven, ni menos las maldades del reprobo, ni aun siquiera los méritos
del santo. Y al fin de la jornada, aquél habrá brillado y
conseguido más, que mejor haya cumplido la ley de Dios,
porque en los últimos momentos no hay moribundo que
-deje de querer haber sido bueno, con preferencia á hermoso y á sabio y á capitalista y aun á príncipe soberano.
De la muerte que á nosotros nos aguarda naife podemos decir, porque sólo sabemos que está cada día más
D. García el de Nájera, protector del culto católico,
cayó en Majuerca cubierto de sangre, pero San Iñigo lo
recogió en su regazo, y en los brazos del santo entregó
su alma dulcemente á Dios.
D. Sancho el de Peñalén fue muerto por fraude impiísima, á manos de los fratricidas infantes D. Ramón y doña Ermesenda; pero ganó tanta fama de noble y de bueno
que es de suponer salvaría su alma.
D. Sancho Ramírez murió peleando por Cristo en los
muros de Huesca, con un valor y una resignación verdaderamente heroicos.
Grande como pocos fue Alfonso el Batallador, y sin
embargo tuvo una muerte obscurísima, luchando contra
los enemigos de ia religión; aunque, piadosamente pensando, es de creer que quien tanto trabajó por la mayor
gloria de Dios, iría al cielo á recibir la recompensa.
En la distracción de la caza sorprendió la muerte á don
García Ramírez, la cual le sobrevino el 21 de Noviembre
de 1169, día dedicado precisamente á la Presentación de
la Virgen, á quien tanto se esmeró en servir este rey du :
raníe su vida.
El cristiano rey de Navarra Sancho el Sabio, después
de aparejarse de todos los auxilios espirituales descansó
santamente en el Señor,
A Sancho el Fuerte le acabó la tristeza según unos, ó
un cáncer según otros; pero como las pequeñas faltas de
este príncipe fueron purgadas en la larga enfermedad que
soportó pacientemente en su retiro de Tudela, es posible que prevaleciera la ejecutoria limpia de sus buenas
acciones, en el tribunal de Dios.
PAMPLONA
Primeros trabajos para el levantamiento Je las "Fábricas de abonos químicos"
(fotografía
de J). Jfquilino jareta 2>eán)
cerca y que cada vez nos espanta más, pero ignoramos
cómo será. Únicamente puede servirnos de ejemplo la
agonía de los contemporáneos nuestros á quienes hemos
asistido en los postreros instantes de su vida. Veamos
.también para enseñanza cómo murieron algunos príncipes de la real casa de Navarra.
El rey Fortuno de Pamplona fue un gran celador de la
.fe de Cristo, y lleno de méritos le sorprendió la muerte
-en el claustro.
. .
, ,
, .
Buena muerte tuvo Teobaldo II, al frente de los ejércitos cristianos de Navarra y de San Luis de Francia,
vencedores en las tremendas jornadas de Túnez, y confortado además con los sacramentos.
Felipe el Luengo, de Francia y Navarra, marchó al
otro mundo con los sacramentos y muy arrepentido.
Felipe III el Noble murió luchando por la Fe, en el
sitio de Algeciras, y dando además hermosísimos ejemplos de piedad,
LA AVALANCHA
• El noble y cristianísimo rey Carlos III se levantó sano
y alegre de la cama, el día 8 de Septiembre de 1425, pero
muy poco después fue sorprendido por la muerte, sin
darle ésta tiempo más que para llamar á la reina de Sicilia, su hija, á la cual quiso decir muchas cosas, mas sin
poder hablar expiró en sus brazos. "Desgraciada muerte,
si su vida no la hiciera más dichosa,,, exclama el Padre
Alesón.
La piísima reina D.8 Blanca, estando en el monasterio
de Santa María de Nieva, haciendo una de las muchas
novenas que dedicaba á la Virgen, murió también repentinamente en día consagrado á Nuestra Señora, de quien
Fue devotísima. De modo que, según el P. Alesón, esta
ejemplar señora y reina murió al lado de la Virgen, "como el fénix en su nido, ó en la hoguera de su amor,,.
El príncipe-rey Carlos de Viana fue arrebatado de este
mundo en olor de santidad, el 23 de Septiembre de 1461,
día de Santa Tecla, abogada de la buena muerte, después
de practicar actos meritísimos de piedad, entre ellos el de
confesar públicamente la falta de haber hecho armas contra su padre, y de perdonar á todos sus enemigos.
D. Francisco Febo, sintiéndose envenenado, dirigió su
corazón á Dios, y para edificación de los presentes pronunció en la agonía estas palabras: "Mi reino no es de
este mundo. No se turbe vuestro corazón ni se amedrente. Si me tuviereis verdadero amor, antes bien os debíais
alegrar porque voy al Padre.,, Y poco después, este augusto joven de 16 años subió al cielo.
D.Juan de Labrit entregó su alma á Dios después de
prepararse á bien morir. Y su esposa D.fl Catalina, última
reina de los navarros, que murió de nostalgia por la
ausencia de su reino, tuvo una muerte dichosa.
Estos y otros son los reyes piadosos que tuvo Navarra, de quienes parece que debiera esperarse la muerte
del justo. Vamos á ver ahora la que consiguieron otros
príncipes de vida más relajada.
Del infante D. Ramón, uno de los regicidas que mataron á Sancho el de Peñalén, se sabe que, como Caín, murió en tierras extrañas, maldito de Dios y de los hombres.
La reina D.a Urraca, verdadero torcedor y espina (por
la vida licenciosa que llevó) de su marido Alfonso I de
Aragón y Navarra, murió, según unos, en las puertas del
templo de San Isidoro, en León, después de robarlo, y
según otros, de un parto tan malo como vergonzoso para
su linaje.
Felipe I de Francia y Navarra, perseguidor del Papa,
bajó á la tumba, según unos, lleno de infamia y pesadumbre por las deshonras que llevaron á la real casa sus
tres nueras, y según otros, de resultas de una caída de
caballo; pero al parecer hizo méritos para morir arrepentido, confesando públicamente sus culpas, y exhaló el último aliento después de encomendarse él mismo á Dios
con el versículo de David.
Carlos II, llamado el Malo tal vez injustamente, después de una enfermedad larguísima y en extremo dolorosa, que soportó con gran resignación cristiana, acompañada de notables ejemplos de piedad, debió de tener
una agonía horripilante, pues según unos, murió abrasado en la cama, y según otros, cayéndosele la carne á pedazos; pero tras de tantos sufrimientos y de tan verdadera reconciliación con Dios, parece que por fin consiguió
la gracia de morir purificado como príncipe católico.
Juan II, después de una vida bastante reprensible, alcanzó por misericordia de Dios una muerte ejemplarísima. En los últimos instantes de su vida se despidió por
escrito de su hijo ausente, Fernando el Católico, desengañándole de la fugacidad de las cosas humanas y d¡ciéndole que quisiera haber sido el último vasallo mejor
que rey, para morir más tranquilo. Recibió la Extremaunción con todos los sentidos; mientras un sacerdote decía una misa se abrazó á un crucifijo el agonizante, y al
sumir el ministro de Jesucristo voló el alma del rey á la
eternidad.
En cambio, parece que los últimos momentos de la
reina Juana Enríquez, madrastra y verdugo cruel del infortunado Príncipe de Viana, fueron tremendos. El cáncer que desde la muerte de su augusto hijastro se la co-
mía viva, al llegar las postrimerías de su vida la hizo retorcerse en penosísimas convulsiones, y una calentura'
maligna llenó su espíritu de espectros que la obligaron á
decir refiriéndose al que luego fue Fernando V: ¡Oh, hijo mío, y qué caro me cuestas!, aludiendo, sin duda, al
infierno que veía abierto ya á sus pies; y sin que bastaran á calmar sus congojas los consuelos del Arzobispo
de Tarragona, y mucho menos los de su marido Juan II;
porque de éste se cuenta que al oir de labios de la moribunda la terrible confesión de haber envenenado ella al
príncipe D. Carlos de Viana, el rey abandonó á su mujer en su espantosa agonía, y ya no quiso verla más.
El ambicioso, deslenguado y pérfido hi¡o de Alejandro VI, César Borgía, ex obispo de Pamplona, gx arzobispo de Valencia, ex cardenal, y por último militar y
cuñado del Rey de Navarra, hombre celebérrimo en el
mundo, como pocos, halló por fin castigo á sus crímenes
muriendo desastrosamente en un barranco situado entre
Viana y Mendavia.
La historia nos demostraría, pues, si lo necesitáramos,
que la guadaña de la Muerte de igual manera siega la vida empleada en el crimen que la destinada á la práctica
del bien, la del joven más sano que la del viejo achacoso,
la del magnate más empingorotado que la del plebeyo
más insignificante.
Porque lo mismo que el agua empuja á los objetos flotables hacia el caudaloso río, y el caudaloso río los arrastra hacia el inmenso mar; y lo mismo que el viento de la
montaña sopla hacia el valle, y el huracán del valle barre
hacia el abismo las hojas secas, que después de caer de
los árboles juguetean en el suelo, movidas por las últimas brisas de los días cercanos á Todos los Santos, así
serán tragados por el sepulcro todos los hombres, mortificados y sibaritas, recatados y follones, predestinados y
mal nacidos, ángeles y diablos, atraídos por la implacable muerte, que es movida por la diestra del Dios justiciero y misericordioso.
Puesto que sabemos que todos somos iguales ante la
inexorable ley de la muerte, y como dijo hace ya cerca
de 500 años el famoso Jorge Manrique, poeta de la corte
de Juan II de Castilla, en la cual fue tan desgraciada la
desventuradísima infanta D.a Blanca de Navarra:
«Nuestras vidas son los ríos
que van á dar a la mar,
que oa el morir;
'alli van las señoríos
•
derechos a so acabar
y consumir.
'
AUI loa ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
allegados son iguales,
.
los que viven por sus manos
y los ricos.»
. .
;
"~ * -^
.
.
. .
Y sin esta consoladora igualdad de la muerte, es posible que fuera insoportable la vida.
¡Viva la igualdad ante la ley
de Dios!
JUAN P. ESTEBAN Y CHAVARRU.
contra las modas es predicar en desierto..
Lo sé que ninguno, y sobre todo ninguna se ha
. J í de convertir porque es la única tiranía que sufren
con gusto loe que tanto blaeonan de independencia y libertad. Maa ya que los esclavos no protestan, ¿por quóno hemoa de protestar en nombre de la diguidad humana
y de los fueros del cristianismo, los que aun no nos avergonzamos de ser cristianos y hombres?
A más de lo ridículo de algunos trajes modernos, y
prescindiendo de lo inmoral de no pocos, bastaría para,
desterrar una grau paite de ellos y modificar loa restantes, lo sumamente incómodos que son casi todos.
¿Qué cilicio perpetuo ni qué tormento corporal de r e -
•". t -••
253
LA AVALANCHA
ligiosos, aun los más austeros y penitentes, se puede comparar con la prisión y circunvalación inverosímil de esas
cinturas, los diminutos lechos de Procrusto en que se
torturan los pies, los grillos y cadeuas de esas enguantadas manos, el prolongado tormento de horca de esos almidonados cuellos, la eterna inmovilidad de esas cabezas
para que no se descomponga un rizo, ó no vuele una
pluma ni más alto ni más bajo de lo que pide la moda?...
Y todo por agradar á un mundo que suele reírse de ellos
y de ellas; todo por conseguir una mirada de envidia y
quizás de lascivia, por escuchar al paso un ¡ahí de admiración, ó quizás un grosero y culpable deseo, grosera y
delicadamente dicho; todo por ofender más á Dios, ó exponer á que otros más le ofendan.
Si se exigiera en penitencia de los pecados esa misma
incomodidad de algunas modas, no habría quien lo sufriera.
¿No se os ha ocurrido al pensar en alguna de esas infelices crucificadas según la última moda, irasginárosla
con todos esos abigarrados colores, cou tantos lazos, encajes y plumas, pero clavada de pies y manoá en una
cruz de palo? ¿No es verdad que os par%ce una idea
diabólica?
Cierto que no ea ose boato y aparato, no es ese traje
para estar en la Cruz de Cristol ¡Tampoco esos trajes de
moda costoÉÍsimos pueden servir de mortaja!
|Ah! Cuando llega el trance de la muerte, hasta las
diosas de los salones reclaman como su último traje un
humilde hábito del Carmen ó de IOB Dolores; en algunas
podrá ser buena señal ¡Dios lo quieral pero muy de temer es que en otras veuga á ser el último disfraz, la última broma: quizás pretendan entrar en el cielo, como en
ciertos bailes de máscaras, vestidas de carmelitas, á ver
si no lasconocenl
¿Cuándo será la última moda el traje modesto, según
los recursos de cada cual, ó un poco menos; el traje de
géneros del país, para favorecer á nuestros compatriotas;
el trajo que no daCie al cuerpo, ni al alma propia ni
ajena?
- 8.A.J.
labro que sin duda debe de vestir mucho cuando Azorín
lo emplea.
Y aun lo confirma Azorín con el testimonio del propio
interesado, que días antes de morir le contó que era relativista. Y ¿con qué se guisa eso? ¿Relativista es el que
asegura á lo Paffendorf, que la moral cambia con las opiniones y la cultura de los pueblos? ¿O quiere decir relativista lo mismo que casuista?
Bueno: dejaremos á Azorín que relativisvee lo qne
quiera en cosas de moral, y vamos adelante. A decir verdad, los periódicos no están muy seguros de qué es eso
del racionalismo en Perojo ó fuera de Perojo. La Filosofía por punto general no les entra mucho, y prueba de
ello es que en El Liberal se ha dicho que Perojo tradujo
La crítica de la razón, pura práctica. Pura práctica ó de
promiscuación, así como suena. Pero huelen esos periódicos que el racionalismo es algo contrario á la Iglesia, y
eso les basta para celebrarlo, sin saber si es bueno ó malo, tuerto ó derecho.
Tan infeliz como las anteriorea fue la muerte reciente
del desdichado Félix Limendoux, redactor del Madrid
Cómico, Blanco y Negro y otras revistas ilustradas. Estaba cenando con su mujer y sus hijos, y de repente dobló
la cabeza y cayó como herido de un rayo. Él cayó en la
eternidad y su familia en la miseria, pues el arte que había ejercido tiene ese triste resultado. En vida escribió en
El País, y al teatro le dio piezas del género chico y ligero
de ropa. Pero el infeliz no tuvo buena paga, el diablo ea
muy tacaño, y ni le sirvieron sus obras para la vida ni
para la muerte
Pues de todas estas muertes sacan partido I09 anticlericales. Jaleándolas, haciendo resaltar que murieron sin la
intervención de la Iglesia, quieren acostumbrar al público
á que vea con indiferencia las muertes laicas, y á que se
persuada de que para bien morir no hacen falta ni loa
sacerdotes ni los sacramentos. Es una obra de descristianización como otra cualquiera
Maa á aquellos que descrintianizan así, también les llegará su hora, y entonces, como dice Aparisi: cTriste cosa
será caer de repente desnudos y temblando en las manos
del Dios vivo *
JAVIER,
EXPLOSIVOS
El escándalo de las muertes sin religión va siendo demasiado escándalo para que no le dediquemos uuas líueae,
ahora que nos encontramos en días de difuntos.
Si á la muerte de Salmerón se le entonaron himnos de
glorificación y alabanza eu el Congreso y ea el Seuado, y
se le quiere levantar monumentos en Catatada ó en donde sea, á la de Perojo, propietario de Nuevo Mundo, también se le pretendió dar ese significado impío. Y no es
que lo tuviese. Fue Perojo víctima de una desgracia terrible: llególe su última hora como el ladróu que llega cuando no le espera nadie y coge deapreveuido al propietario
á quien despoja. 8i hubiese fallecido en otras condiciones,
, si la eufermeiiad le hubiera dado el aviso premonitorio y
la familia atribulada hubiese ejercido con él de San Pascual Bailón, que advierte á sus devotos para que preparen
su viaje á la eternidad, seguramente Perojo habila muerto cristianamente.
Esto hace BUponer la piedad cristiana, y á los corazones espantados por el suceso de la muerte repentina en
plena Cámara de sesiones, les entró una profunda compasión por la inmensa desventura y piden á Dios con todas
las veras de su alma que aparte de nosotros ese cáliz.
A subitánea et imprevisa morte, libéranos Domine.
Mas después de muerto Perojo, como después de muerto Salmerón, se complacen loa periódicos en decir que
fue* racionalista convencido é impertérrito. Azorín decía
en AB C que su racionalismo no pasaba de la parte especulativa, pues en la moral era relativista. Azorín sabrá
• con qué se come eso del relativismo moral, palabra ó pa-
NUESTROS GRABADOS
D. Manuel Señante.— Honramos hoy nuestra revista con el retrato de este distinguido publicista católico,
y en los números sucesivos daremos á conocer á los no
menos distinguidos publicistas Sres. Bolaños y Salcedo,
muy conocidos en la prensa buena por los pseudónimos
de Eneas y Máximo, respectivamente.
El Sr. Señante nació en Alicante el 1G de Octubre de
1873 y estudió la segunda enseñanza con loa Padres Jesuítas en el Colegio de Santo Domingo, de Orihuela, habiéndose graduado de Bachiller en 1889, en el Instituto
provincial de Alicante.
Estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, obteniendo la licenciatura en ambas
Facultades, en Junio de 1894. En la Central de Madrid
recibió ni grado de doctor en Derecho. Ejerció la abogacía en Alicante y ¡íllí fundó y dirigió el periódico La
Voz de Alicante. En las elecciones generales de 1903 fue
presentado candidato a diputado á Cortes por la Liga católica de aquella capital, y en 21 de Abril de 1907, el
distrito de Azpeilia, en Guipúzcoa, le eligió diputado á
Cortes. E9 director del periódico El Siglo Futuro, de Madrid, desde el 1.° de Noviembre de 1907.
En otro lugar de este número encontrarán nuestros
lectores una semblanza del Sr. Señante, debida á la galana pluma de D. Aunando Meseguer, asiduo colaborador
de La Lectura Popular, de Orihuela.
LA AVALANCHA
254
Desfiladero llamado "Las dos hermanas", en
Irurzun.—En las inmediaciones delrurzun, pueblo que
se encuentra á 20 kilómetros de Pamplona, se levanta
ese imponente desfiladero por el cual cruzan, paralelamente, la carretera que conduce á Guipúzcoa y el río
Lecumbegui ó Lecumberri, que unido al Burunda afluye
al Arga.
De estas dos enormes rocas calizas, primitivamente
unidas, dice nuestro insigne paisano Navarro Villoslada,
en su admirable obra Amaya ó los vascos en el siglo VIII,
que rasgándose en una de las terribles convulsiones de
la tierra y limadas por la corriente que por allí rompe
hasta el Arga, dejaron patentes sus entrañas para estudio del geólogo y embeleso del artista.
Las peñas hermanas las separan unos treinta ó cuarenta metros por su base, y cuya altura acaso llegue á
ciento setenta.
Dice también nuestro Villoslada que las condiciones
topográficas de «Las dos hermanas» han variado de once
siglos acá. El peñasco de la izquierda, verticalmente cortado enfrente de su compañero, tenía entonces por el
opuesto lado fácil subida para la gente de á pie y aun la
de á caballo, pues formaba rampa de tierra arcillosa y
fragmentos de roca calcárea que el tiempo y los aguaceroa Be han llevado, dejando hoy la peña inaccesible, escueta y descarnada.
Primeros trabajos para el levantamiento de
las fábricas de Abonos químicos, en Pamplona.
—Por escritura publica, ante el notario D. Salvador Echaide se constituyó en Pamplona, el 8 de Abril de 1908, una
Sociedad anónima denominada Abonos químicos, con un
capital social de 1.600.000 pesetas, con objeto de levantar dos grandes fábricas productoras de ácido sulfúrico,
su per fosfato y derivados químicos necesarios á la Agricultura.
El Consejo de administración se formó con los siguientes seflores: Presidente, D. Fermín lñarra.— Vicepresidente, D.Juan Sanjulián.— Vocales, D. Pedro Maldonado,
D. Atanasio Mutuberría, D. Joaquín Garjón y D. Teodosio Sagüés—Secretario, D. Juan Pedro Arraiza.
Se nombró administrador á D. Canuto Mina, y director
técnico á Herr H. Spüeutjes.
Para el emplazamiento de laa fábricas se eligieron los
terrenos de Untzu chiqui, junto á la estación del ferrocarril, al pie del montículo Santa Lucía, de la jurisdicción de Pamplona.
El 12 de Agosto se comenzó al desmonte de tierras para el
levantamiento de las fábricas, cuya labor reproduce nuestra fotografía. Las obras continúan sin interrupción desde aquella fecha y boy se encuentra terminado el depóBito de agua, capaz para 2.246 metros cúbicos, como también la complicada cimentación de la fabricare ácido
sulfúrico, habiendo comenzado el movimiento de tierras
para la cimentación de la fábrica de superfosfato.
Es director de las obras el arquitecto pamplonés don
Serapio Esparza Sanjulián, ayudante D. Nicolás Suescun
y aparejador D. Caljxto Ayesa,
BIBLIOGRAFÍA
A las madres: cómo habéis de educar á vuestros hijos
para Dios, para la familia y para la sociedad.—Esta importante obra del R. P. Oharruau, de la Compañía de Jesús, muy bien traducida al castellano por D. Laureano
Acosta, abogado, acaba de publicar la acreditada casa editorial del Sr. Cásale, de Barcelona.
No puede darse, dice el preclaro Sarda, hablando de
eete libro, inventario más minucioso de virtudes que
practicar y de defectos que corregir, ni cabe darlo coa
mayor suavidad á la vez que con mayor firmeza, templada sifcuupie la austeridad de los deberes que se inculcan.
con la belleza de los hertnoBoa idéalos de paz doméstica.
y de superiores consuelos del alma con que se endulzan.
Parte del libro, sin duda para dar alguna mayor variedad
á la forma didáctica, está en la de cartas, no sabemos si
auténticas ó supuestas, entre una señorita joven y otra
de madura edad, sobre puntos más adecuados á que los
traten entre sí personas de aquel sexo, cartas que sobre
ser por demás instructivas, son amenísimas. Todo el libro,
pero particularmente la segunda parte del mismo, que
lleva por título «El Sacrificio», está como iluminado con
reflejos del orden sobrenatural más confortante y consolador, como con vistas siempre a! cielo desde laa honduras del valle de lágrimas. Y los capítulos del Apéndice
«Las fuentes del valor» acaban de poner el sello cristiano de más relieve á ese tratado magnifico, que no podemos caracterizar mejor que llamándolo verdadera teología doméstica, que ninguna madre debiera ignorar y que
la joven nubil debiera aprender desde que se da cuenta
de que la llama Dios á tan espinosa misión. No se le puede hacer, por lo mismo, más oportuno regalo de boda á
una recién casada. A ello ayuda la presentación material
del libro, que con ser económica es elegante.
Forma esta obra un volumen de 400 páginas y se vende en las principales librerías á cuatro pesetas ejemplar.
Bika, que así es el título de la novela justamente premiada por la Biblioteca «Patria», ea una evocación magnífica de unos tiempos de fe, de exaltación religiosa, de
lucha guerrera, pero también de amores hidalgos, en que
la espada invencible sobre los campos de batalla, minea
rendida á un caudillo enemigo, gentilmente ee rendía á
los pies de una dama.
Los caballeros de Malta fueron la flor de los caballeros
galantes y cristianos. Ellos son los que se evocan en las
páginas amenas ó interesantes de Rika, escrita por don
Francisco Danvila.
Véndese en todas las librerías al precio de una peseta.
REVUELTA
D i s t i n c i ó n merecida.—En la «Exposición hispano-francesa» celebrada en Zaragoza, ha obtenido medalla de plata el inteligente industrial pamplonés D. Anselmo Argonz, por la mesa-banco de escritorio de su inven*
ción, para escuelas y demás centros de ensefianza, cuyos
modelos publicamos en nuestro último número.
Enviamos afectuosa enhorabuena á nuestro querido
amigo.
P r o p a g a n d a católica.—Para combatir el materialismo que á la licencia de las costumbres responde en las
aulas de París, se ha determinado fundar en el Instituto
Católico de aquella capital una cátedra de Fisiología general, para cuya enseñanza ha sido designado el joven y
ya ilustre doctor Augusto Briot, alumno de la Escuela
Normal y del Instituto Pasteur. Este joven sabio, que
ahora es profesor de la Universidad de Marsella, dejará,
este puesto para acudir á aquél, donde hay mayor necesidad de convencer con eu ciencia de que el sobrenaturalismo es la verdadera alma del mundo y que en él hay
que buscar los principios de la vida y loa fines más elevados de la actividad humana.
Conversión.—En la pintoresca ciudad guipuzcoana
de Fuenterrabía se veiificó el sábado último una brillante función religiosa, con motivo de la conversión al catolicismo del matrimonio Wartel Matz y Lubatz y Frieda
Hacek, de 27 y 19 años de edad respectivamente y de
nacionalidad alemana.
Los neófitos son personas muy instruidas. Él es mecánico en la casa de la señora duquesa de Uceds, en-,
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LA AVALANCHA
ouya residencia habita en compañía del resto de la familia de aquélla.
Demos gracias á Dios nuestro SeGor por este acto consolador para todos los católicos.
Combes amigo de las monjas.—Combes, el
•ex presidente del Consejo de Ministros de Francia, que
hace poco perseguía con saña sectaria é infernal á toctos
los religiosos, acaba de procurar y lograr una subvención
de 1.500 francos anuales para las Hermanas Hospitalarias de la Rochelle. ¿Cómo se explica cambio tan repentino? Muy sencillamente. En la Rochelle dichas Hermanas
son muy queridas por sus buenos y heroicos servicios, y
Combes, que sale senador por dicho distrito, teme, no sin
grave fundamento, que si disgusta á sus electores se quedará sin representación, y sabido es que esos anticlericales
se pirran por representar: son grandes representantes
de comedias.
Triunfo de un jesuíta.—El presidente que fue
del Congreso naturalista celebrado últimamente eu Zaragoza, Sr. Iranzo, ha comunicado al R. P. Valderrábano,
de la Compaflía de Jesús y profesor del Colegio de S. JoBé de Valladolid, que el comité ejecutivo de la Exposición ha tomado por unanimidad el acuerdo de conceder
ó. dicho ilustre hijo de San Ignacio de Loyola, un primer
premio consistente en medalla de oro y diploma, por los
aparatos de su invención y trabajos que ha presentado.
Felicitamos á tau sabio religioso por el triunfo obtenido, que es un mentís á los anticlericales cuando dicen que
loa institutos religiosos son enemigos del progreso.
ponen de mas amplios elementos; su acción educadora,
por medio del internado, es más constante, y en cuanto á
lo que la vanidad de nuestro ambiente social pide á todo
estudiante, que es la buena nota, los colegioa religiosos
cuentan en más de una universidad y de un instituto
con una misericordiosa complacencia.
•Así, sin una transformación honda en la organización
y eu los procedimientos, la enseñanza oficial no puede
competir con la de ciertas Ordenes religiosas.»
Está bien señores trusteroe; pero si la enseñanza que
se da eu los centros religiosos de enseñanza lleva ventaja
á la de los establecimientos oficiales, ¿por qué esos eternos pregoneros de todaa las libertades eBtán vociferando constantemente contra la enseñanza religiosa?
Oh, ¡qué farsantes!
A l e m a n i a y España.—Más de setenta mil católicos han asistido en Alemania, estos días, al último Congreso católico.
¡Más de setenta mili Y han desfilado en manifestación
imponente. A la cabeza iban numerosísimos estudiantes
á caballo, con trajes pintorescos.
Y nadie se ha metido con ellos, ni les ha dicho groseríaH, ni les ha arrojado piedras ni les ha descerrajado
balazos traidores.
Estas salvajadas se dejan para la católica España.
Por supuesto, que si algo de eso ocurriese, las autoridades alemanas estarían de parte de los católicos y no del
lado de los agresores.
También esta iniquidad se deja para España.
periódicos del trust claman como fieras estos días contra
la enseñanza que se da en loa institutos religiosos. Uno
de ellos dice:
«Al amparo del covachulismo en que viven universidades é institutos, la enseñanza no oficial, la enseñanza
religiosa crece en auge, en prestigio y en poderío. Sus
edificios son mejores que los viejos y mal conservados
edificios del Estado; sus bibliotecas y sus laboratorios dis-
Caridad heroica.—El día 10 del pasado embarcaron eu Barcelona, con rumbo á América, ocho Hermanas de la Caridad destinadas para la asistencia y servicio del lazareto de leprosos de Maracaibo, que la Congregación de Santa Ana tiene á su cargo en la República
de Venezuela.
Dios conceda un feliz viaje á tan virtuosas religiosas,
ue sin temor al contagioso de tan repugnante enfermead marchan gozosas á aquellas lejanías, en alas de su
caridad y en bien de aquellos enfermos.
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"J31 trust" y l a enseñanza religiosa.—Loa
EL ILUSTRE SEÑOR
D. FLORENCIO ALBIZU Y GÜLINA,
OK LA REAL COLEGIATA DE RONCESVALLIS
D. AHGEL CltllLU TLUNIK,
PÁRROCO DE ARRE
y sacio í i la Biblioteca Gatúlica-Propaganctísta.
y socio da !a Biblioteca Católico-Propagandista,
falleció el 33 de Octtibre de 1908
falleció el 23 de Oct-uts-re de 1903
—D. E. P.~
—D. E. F.—
£QL referida. Sociedad y su órgano en
a rpansa ¿ a A v a l a n c h a , ruegan á
los socios, lectores y personas piadosas,
hagan la caridad de encomendarle á
£ a referida Sociedad y su órgano en
la prensa L a A v a l a n c h a , ruegan á
los socios, lectores y personas piadosas,
Hagan la caridad de encomendarle á
©ios en ¿us oraciones.
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iUios en sus oraciones.
Su Santidad el Papa León XIII,en Breve de 19 d« Dicleinbre do 1890, concedió sesenta días de indulgencia por
rezar cinco Padronuostroa y Are mar I as en sufragio de las
almas de loa socios difuntos.
Su Santidad el Papa Lftón XTTT,en Breve de 19 de Diciembre de 1890, concedió sesenta días de indulgencia por
retar einoo Padrenuestros y avemariason sufragio do las
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