TESIS XXXV Propaganda, agitación y acción el papel de las consignas El marxismo, desde principios de siglo, ha definido con claridad la diferencia y la relación que existen entre la propaganda y la agitación. Propaganda es la explicación de muchas ideas a pocas personas; agitación, la explicación de unas pocas ideas a muchas personas. Mientras la propaganda se hace a través de artículos, charlas, conferencias, curses, libros, la agitación se lleva a cabo a través de consignas. Esto no quiere decir que no expliquemos y sostengamos estas consignas a través de artículos e incluso de folletos, de charlas. Pero las pocas ideas que queremos expresar a través de la agitación las concretamos en consignas, es decir en una frase asequible al lenguaje obrero y popular que indique con claridad la idea que queremos expresar. Como nuestro objetivo es lograr la movilización de las masas, el aspecto más dificultoso que tiene el marxismo es formular estas frases o consignas. Es una ciencia y un arte. Así como nosotros, al tratar de movilizar a la clase obrera, elaboramos frases que sean comprensibles para las grandes masas, los aparatos contrarrevolucionarios hacen lo mismo, formulan consignas, frases que sean comprendidas por las grandes masas, pero con un objetivo opuesto al nuestro, desmovilizarlas. El PC francés en la inmediata postguerra, lanzó la famosa consigna producir primero para frenar la oleada de huelgas y el proceso de movilización revolucionaria del proletariado francés. De la misma manera Perón, cuando cayó en 1955, para frenar la movilización de los trabajadores argentinos, de un movimiento obrero que él ya no podía controlar a través del gobierno y del estado, lanzó su famosa consigna Desensillar hasta que aclare, es decir no hacer nada hasta ver qué pasaba. Nuestro objetivo es el opuesto: lograr aquellas consignas, aquellas frases que el movimiento obrero comprenda, y que por medio de esta comprensión pueda movilizarse, hacer una acción. Las consignas son de dos tipos. Unas son para tratar de ir convenciendo al movimiento de masas, aunque no haya posibilidades inmediatas de que pase a la acción. No por eso dejamos de agitarlas. Por ejemplo, la consigna de que Soares junto con Alvaro Cunhal tomen el gobierno en Portugal era una consigna magnífica, aunque todos éramos conscientes de que, por la situación de la lucha de clases, la traición de estos partidos y la poca fuerza nuestra, no se iban a unir los dos partidos para luchar por el gobierno de Soares–Cunhal. Eso no quiere decir que igual no hiciéramos agitación por esa consigna. Pero existen otras consignas que son para la acción o que posibilitan el surgimiento de una acción o de una movilización del movimiento de masas en su conjunto o en algunos de sus sectores, como por ejemplo cuando llamamos a una huelga muy sentida por los trabajadores cuando hay fuerte presión de éstos para salir a la huelga o a cualquier otra movilización por el estilo. Estas son consignas para la acción. El partido hace esfuerzos denodados, después de hacer el análisis de cuál es una consigna para la acción, para que esta acción sea realizada por el movimiento de masas porque es posible, porque están dadas las condiciones para esa acción. Toda consigna tiene que responder a la situación presente del movimiento obrero y de masas ya que es una síntesis de las necesidades inmediatas de las masas y de su nivel de conciencia. En el afán de lograr una consigna movilizadora no sólo debemos expresar las necesidades inmediatas del movimiento de masas, sino partir del nivel de conciencia de éste para formular la consigna. Debemos tratar de que la consigna sea una síntesis de las necesidades inmediatas y de la conciencia inmediata del movimiento de masas, con el objetivo de lograr una movilización. Es así como Trotsky, frente a la desocupación en Norteamérica (necesidad inmediata) y al hecho de que los obreros creían en Roosevelt (conciencia inmediata), aconsejó levantar una consigna movilizadora de presión a Roosevelt para que diera trabajo a todos los desocupados. Esta consigna tomaba en cuenta el bajo nivel político del proletariado norteamericano —que creía en un gobernante agente de los monopolios y del imperialismo— por un lado y la necesidad de superar la desocupación por otro. La consigna para la acción, por oportunista que parezca (presionar a Roosevelt o pedirle que dé trabajo) es, desde nuestro punto de vista trotskista, correcta si es la mejor fórmula para movilizar a los trabajadores, si es el puente para su movilización, para su unidad, para que salgan a la lucha. Trotsky es un maestro en esta adecuación de nuestras consignas al nivel de conciencia de la clase obrera, fuese el que fuera. Por eso planteó que si la clase media alemana rompía con Hitler, era posible que levantáramos la consigna de reunión del Reichstag, del viejo Reichstag que eligió a Hitler, para que le quitara los poderes de Primer Ministro y nombrara un nuevo gobierno, que posiblemente iba a ser un gobierno burgués. Trotsky arrancaba de la mentalidad legalista, democráticoburguesa de la clase media alemana, para ver si lograba su unidad con la clase obrera a través de una institución reconocida por todas las organizaciones pequeñoburguesas y obreras, aun por las que habían votado por el fascista Hitler, con tal de derrotarlo, con tal de lograr una movilización de toda la población alemana contra éste. Este es un alto ejemplo de que el trotskismo no es ultraizquierdismo, sino una política científica que se expresa en el arte y la ciencia de las consignas para movilizar a las masas a partir del nivel de sus necesidades y del nivel de su conciencia, cualquiera sea ese nivel. Estas consideraciones son fundamentales para poder transformar a nuestros partidos, rápidamente en partidos con influencia de masas. Muerto Trotsky y debido a las circunstancias objetivas de la tremenda fuerza de los aparatos contrarrevolucionarios, hemos tenido una tendencia a limitarnos a una actividad propagandista abandonando la ciencia y el arte más importante para un partido revolucionario, que es formular las consignas adecuadas a cada momento de la lucha de clases. Hay que retomar urgentemente esta ciencia y este arte. Hay que abandonar el prejuicio a formular consignas adecuadas al bajo nivel de conciencia de la clase obrera. Hay que abandonar el fetichismo de las consignas de tipo general, propagandistas, que se mantiene durante meses y masas y a veces durante años y años. Lo tremendamente difícil para un marxista, justamente, es tener la rapidez necesaria para ir cambiando sus consignas a medida que va cambiando la situación de la lucha de clases. Esta necesidad es hay perentoria porque la lucha de clases cambia minuto a minuto en todos los países del mundo. Podemos formular una ley: un partido trotskista auténtico, en esta época revolucionaria, es aquel que va combinando y cambiando sistemáticamente sus consignas. Todo partido trotskista que en esta hora de cambios ininterrumpidos en la lucha de clases sigue con las mismas consignas y análisis, está equivocado. Esto no significa que el partido revolucionario siempre propugne una sola consigna. La complejidad de la lucha de clases, las necesidades de los distintos sectores del movimiento de masas y de sus aliados, los cambios en la situación, hacen que siempre la política trotskista se exprese concretamente a través de un sistema de consignas, de varias consignas combinadas, algunas de las cuales son las preponderantes, las determinantes. Pero estas últimas no van solas sino combinadas con las otras. Debemos lograr una clara combinación de unas pocas consignas cuya estructura se va cambiando. El Partido Bolchevique levantó Asamblea Constituyente, Todo el poder a los soviets, Que renuncien los ministros burgueses, Contra Kornilov. En el corto lapso de unos pocos meses fueron apareciendo y adquiriendo énfasis distintas consignas, pero siempre dentro de una. combinación y con un eje —que tampoco fue permanente— que era Todo el poder a los soviets. Estos ejemplos supremos deben ser asimilados por todos los partidos trotskistas. Nuestra principal actividad le dará el carácter a nuestros partidos: si es propagandista, no hacia el movimiento de masas, no para la acción, nuestros partidos seguirán siendo propagandistas, sectas y no partidos de masas.