TIERRA Y ESCRITURA: NOTAS SOBRE EL NOMOS DE LA LITERATURA! Raúl Rodríguez Freire Por eso repito que no debemos temery que debemos pensar que nuestro patrimonio es el universo; ensqyar todos los temas, y no podemos concretarnos a lo argentino para ser argentinos: porque o ser argentino es una fatalidad y en ese caso lo seremos de cualquier modo, o ser argentino es una mera afectación, una máscara. Borges, en "El escritor argentino y la tradición". el Humanismo burgués no fue otra cosa que la procuración de imponer los clásicos a la juventudy de qftrmar la validez universal de las lecturas nacionales. Peter Sloterdijk, en "Reglas para el parque humano". 1 La búsqueda de la autonomía literaria, en un comienzo, y la emergencia de su crítica después, llegaron a conformar algo así como lo que el crítico cubano Roberto González E chevarría denominó hace ya un par de años el mito y el archivo d e la literatura latinoamericana, archivo que se basaba, y continúa basándose, lamentablemente, "[en las] narrativas que siguen buscando la clave de la cultura y la identidad latinoamericana",2 !. 2. Programa de Doctorado en Literatura, Universidad de Chile. Becario CONICYT. Miembro equipo editorial Revista D e/ rotaR, http: //www.de-rotar.cl. D irección electrónica: [email protected]. Este texto ha sido escrito en el marco de una Beca en el Extranjero para Doctorandos en Tesis, otorgada por el Proyecto MECESUP UCH0602, Universidad de Chile. Roberto González Echevarría, Mito y archivo. Una teOfía de la literatura latinoamericana, México DF, 2000, p. 238. 17 es decir, narrativas que se preocupan por ideas o nociones tales como "identidad", "origen" o "autoctonia". Se trata además de una búsqueda que ha estado mediada por el discurso antropológico y humanista: "el archivo es un mito de mitos" ,3 señaló González Echevarría, con lo cual nos quiere hacer notar que las referencias a este archivo, se enfrentan a un problema enorme: su crítica forma parte de él, es decir, el archivo nos envuelve, nos atrapa, y lo hace principalmente mediante su aparato conceptual, pues para develarlo estamos obligados a usar sus categorías. Por tanto, la tarea a la que tenemos que abocamos es a la de su deconstrucción, tenemos que leerlo contra sí mismo, mostrar sus puntos ciegos, sus incoherencias, pero sobre todo debemos mostrar la imposibilidad de llegar a un pensamiento radical a partir de él. Este archivo, para decirlo de otra manera, consiste en lo que foucaultianamente se podría llamar una formación discursiva preocupada temática y semióticamente por el origen. Esto implica que mi idea de archivo va más allá que la del crítico cubano, pues si para él el archivo inicia en el carácter fundador que tienen Los pasos perdidos, para mi el archivo, siguiendo de cerca a Foucault, "es en primer lugar la ley de lo que puede ser dicho [sobre el origen de la cultura de América Latina], el sistema que rige la aparición de los enunciados como acontecimientos singulares"4, enunciados que se arrastran o concatenan fuertemente por lo menos desde Andrés Bello y "La agricultura de la zona tórrida" en adelante,5 pues ahí ya vemos enmadejadas las ideas de tierra y escritura. Este archivo ha operado mediante apelaciones a la identidad ya la nación, a la literatura nacional, al latinoamericanismo (escrito fundamentalmente desde, pero también sobre, América Latina) y a la literatura latinoamericana, esencializando una localización, 3. 4. 5. 18 Ibid., p. 239 Foucaulr, La arqueología del saber, Siglo XXI, México 010,1991, p. 219. Andrés Bello, "La agricultura de la zona tórrida", en Bello, Obra 1¡leraria, Caracas, Ayacucho, 1985, pp. 40-49. en términos de una frontera (trazada imperialmente, no lo olvidemos) inscrita en un espacio, en una territorialidad, y provocando que una relación geohistórica haya sido transformada en una relación esencialista con la tierra, con esto que llamamos "Latinoamérica". Quizá a ello se deba el hecho de que la emergencia del archivo, de cualquier archivo en realidad, necesite no solo de una ley que lo nombre, sino también de un domicilio que la sostenga. Se trata, usando la terminología de Jacques Derrida, de una topo-nomologíd' Ougar y nombre unidos) que consigna un corpus determinado, dando origen a un discurso tan potente que incluso escritores que dicen romper con el llamado boom por su marcado exotismo no se inhiben a la hora de señalar que "nuestra" literatura es diferente a otras, inigualables. Veamos un ejemplo: La literatura Latinoamericana "sigue teniendo un sello único, indeleble e intransferible que le permite su reconocimiento con leer unas cuantas frases; pocas literaturas en el mundo conservan la fuerza y la vitalidad de la literatura latinoamericana, y esta virtud se da simplemente porque seguimos contando nuestro continente" . Esta cita es de Jorge Franco, escritor nacido en Colombia. De ella podemos ver claramente que el mundo del cual se habla es pequeño, pues no somos los únicos en el mundo que contamos lo nuestro, como tampoco somos pocos los portadores de fuerza narrativa o de vitalidad ... Por todo esto, y porque no puede haber archivo sin nombre, sin título ni principio de legitimación, llamaremos a este archivo (no sin ironía) terrícola,7 pues las novelas de la tierra no son el único momento de esta inquietud. También lo fue el boom, y más 6. Jacques Derrida, Mal de Arcbivo, Trotta, 1997. 7. Ver Raúl Rodríguez Freirc, "Ríndan~e terrícolas, Latinoamericana no existe", ponenóa presentada en las VIII Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana OALLA). Santiago de Chile, 11 -15 de agosto de 2008. 19 tarde el testimonio centroamericano, para no nombrar de la ensayística y la crítica preocupadas por la salvaguarda del ardúvo terrícola. Pero también lo fueron los ensayos escritos a lo largo del siglo XIX, desde Andrés Bello y Domingo Faustino Sarmiento, y el canon que les sigue. Por otra parte, si bien hay críticos que señalan la muerte del boom (y, por tanto también del archivo,) con el advenimiento del golpe de estado en Chile, en el año 1973, creo que su fantasma aún ronda, si bien con menos fuerza (para Idelber Avelar, cito, "la caída de Salvador Allende emblematiza, alegóricamente la muerte del boom, porque la vocación histórica del boom, es decir, la tensa reconciliación entre modernización e identidad, pasó a ser irrealizable. Después de los militares ya no hay modernización que no implique integración en el mercado global capitalista"8) . En este sentido es que no está demás preguntarse por cuánto ha variado en los últimos treinta o veinte años el conjunto de autores que integran (o son integrados) en aquello que se llama "Literatura Latinoamericana contemporánea". Sin embargo, a pesar de dicho acontecimiento, a pesar de la caída de Allende, el archivo terrícola continuó su camino, y lo hizo incluso a través de la narrativa testimonial, supuesto lugar de resistencia a las formas de escritura dominantes, ya que durante los años ochenta cierta crítica la designó prácticamente como una "modalidad literaria 'auténticamente' latinoamericana". 9 Toni Morrison ha llamado la atención sobre escrituras producidas durante la esclavitud en Estados Unidos, con la que podemos encontrar más de una similitud con el testimonio. Se trata de (auto)biografías que pretenden señalar fundamentalmente dos cosas. La primera, en palabras de Henry Bibb, uno de los esclavos 8. 9. 20 Idelber Avelar, siguiendo, en parte, a John Beverley, ha señalado que el boom se acaba definitivamente el 11 de septiembre de 1973. cito en Alegorías de /a derrota, Santiago, Lom, 2000, p. 55. Elzbieta Sklodowska. Testimonio Hispanoamericano. New York. Editorial Peter Lang, 1992, p. 1. que devino escritor, es que "esta es mi vida histórica -mi ejemplo personal y especial que es personal, pero que también representa la raza" y en segundo lugar, que Bibb escribe "este texto para persuadir a otras personas -a ti, el lector, que probablemente no eres negro- de que somos seres humanos dignos de la gracias de Dios y el abandono inmediato de la esclavitud". Para la escritora de Beloved, los esclavos que escribieron narrativas autobiográficas sabían que la literatura era poder, un poder que les podía otorgar de alguna manera la humanidad que la Constitución les negaba. Pero no les fue fácil tampoco publicar, pues como "como un esclavo literato suponía una contradicción en los términos", necesitaban la introducción o el prefacio de algún blanco, pues éste era quien les otorgaba "autenticidad" a las autobiografías. No está demás señalar que este tipo de narrativas lograron record de ventas al momento de su publicación. No obstante las similitudes, existe una diferencia importante. Los esclavos omitían describir las torturas a que fueron sometidos, para no ser tratados de "poco objetivos", cosa que, por ejemplo, Rigoberta Menchú no hace. Como se puede apreciar, aquí tampoco guardamos exclusividad "latinoamericana" .1 0 Para qué hablar de las y los seguidores del boom. II En este punto es necesario ' realizar una aclaración. Así como "el genealogista necesita la historia para conjurar la quimera del origen",l1 nosotros necesitamos de la filosofía, de cierta filosofía en realidad, para conjurar la quimera de la identidad. Y aquí recurro 10 Ver Toru Morrison, "The site of Memory", en Russell Ferguson, Martha Gever, Trinh T. Minh-ha y CorneJ West (ed.), Out There: Marginalization and Contemporary Cultures, The New Museum of Contemporary Art, New York, 1999, pp. 299-305. 11 Foucault, "Nietzsche, la genealogía, la historia", en Microfisica del poder, Madrid, La piqueta, 1992, p.12. 21 a un ya no tan nuevo trabajo de Alberto Moreiras, dónde éste señala que "la vinculación entre ontologocentrismo e historicidad dominante permite pues releer a contrapelo de una tradición crítica que todavía hoy permanece atrapada en ideologemas de identidad/imitación sin aparentemente percibir que identidad/ imitación son ya una función del ontologocentrismo como historicidad dominante,,12. Citado este pasaje, no faltarán los "latinoamericanistas latinoamericanos ortodoxos", que señalen: "¿cómo es posible pensar la literatura y la crítica latinoamericanas apelando a nociones metropolitanas?" (Moreiras no es Latinoamericano, se quejan algunos). En realidad, esto es muy irrisorio ... pues nada más basta decir que la misma noción de crítica o identidad no son "locales" para desarmar esas enunciaciones. Creo, por el contrario, que este tipo de comentarios tiene que ver con diferencias ideológicas, políticas, pues por lo general se critica las lecturas latinoamericanas o latinoamericanistas de H eidegger, Derrida, Foucault, Spivak, Butler (y tantas y tantos otros), pero se cita sin problemas a Habermas, Arendt, Bourdieu, Giddens (y tantas y tantos otros). En realidad, esto no debiera preocuparnos, pues, por un lado, como señaló Borges, "nuestro patrimonio es el universo" y, por otro, "la calidad transaccional de las fuentes metropolitanas, conflictivas entre si, elude con frecuencia al intelectual (post)colonial"Y Esta cuestión de lo "nuestro" y 10 "ajeno" no nos ha dejado pensar debidamente los concretos problemas de la crítica y la política que afectan a las letras de esto que llamamos "Latinoamérica". Es como si el mal (similar al trabajado por Frantz Fanon en Piel negra) máscaras blancas) que surge por estar alejados de la modernidad, o del centro productor de la modernidad más 12. Alberto Moreiras, Tercer Espacio: Literaturay due/o en América Latino, Santiago, Lom, 1999, p. 26. 13. Gayatri Spivak, "Estudios de la Subalternidad: Deconstruyendo la Historiografía", Debates Post Coloniales: Una introducción a los Estudios de la Subaltenidad. Compilación de Silvia Rivera Cusicanqui, Rossana Barragán. SEPHIS; Ediciones Aruwiyiri; Editorial Historias. La Paz, Bolivia, 1997, pp. xx. 22 bien, no pudiera sanar aún, obligándonos, aunque cada vez menos, a estar siempre pensando en términos de identidades, y, lo peor de todo, de identidades periféricas que habitan la inanidad. Se nos piensa como un espectro, un mal espectro, que se resiste a vivir, pero también a morir. Vale la pena citar aquí un viejo ensayo, y lamentablemente aún no debidamente conocido, por lo menos no en español, del crítico Silviano Santiago, quien en "O entre-lugar do discurso latinoamericano", deja entrever una crítica no solo al tradicional y dominante sistema literario -aquel preocupado de las fuentes y las influencias-, sino también a la dictadura, a la izquierda autoritaria y al imperialismo estadounidense. Santiago lee en reversa nuestra supuesta inferioridad cultural, y encara el asalto a las metrópolis, al señalar que "la mayor contribución de América Latina a la cultura occidental proviene de la destrucción de los conceptos de unidad y pureza". Aquí Santiago desvía la atención desde la supuesta pasividad del margen hacia el trabajo "que activa y destructivamente desvía la norma, un movimiento que re significa los elementos preestablecidos e inmutables que los europeos exportaban al nuevo mundo". Se trata de rebasar creativa y políticamente los muros de la supuesta identidad/inferioridad latinoamericana, y hacer de la transgresión una forma de expresión que se niega a la pasividad. III Lo anterior nos lleva a señalar, ahora más explícitamente, qué se entiende en esta presentación por "archivo", y acá, antes de referirme al trabajo de Roberto González Echevarría, de quien de alguna manera este escrito es deudor, prefiero comenzar por señalar que el archivo trata del espacio depositario de la memoria y/o historia "oficial", oficialidad que refiere la búsqueda de un origen cultural (léase identidad), por más que este origen sea a 23 veces solo vestigio, como muestra Carpentier en Los pasos perdidos, o, como señala otro buscador ("metropolitano") de orígenes, Martin Heidegger, un misterio. 14 Se trata, además, de una memoria y una historia construidas, por muy pocas personas. Recordemos a Pedro Henríquez Ureña: "La historia literaria de la América española debe escribirse alrededor de unos cuantos nombres centrales: Bello, Sarmiento, Montalvo, Martí, Darío, Rodó".15 Le seguirán Reyes, Cándido, Rama, Fernández Retamar, Schwarz, y algunos más. Una historia, como se ve, muy restringida y masculina, hasta el día de hoy. Por ello se hace aquí imperioso señalar que el mayor humanismo posible, la mayor carga de metafísica occidental, se encuentra en esta estela, pues si como dice un alemán no muy bien considerado, Peter Sloterdijk, "el Humanismo ... [es] una telecomunicación creadora de amistad en el medio de la escritura", "el Humanismo burgués no fue otra cosa que la procuración de imponer los clásicos a la juventud y de afirmar la validez universal de las lecturas nacionales", y continentales, podría agregarse aquí. De ahí que el Arie! de Rodó, dedicado a la juventud de América, se transforme en la culminación del manual prototípico de la domesticación de la juventud de Latinoamérica, manual (y estela) que los "neoarielistas" no harán sino reproducir hasta nuestros días (y quién sabe si también más allá de nuestro presente). El humanismo, visto así, es reproducido mediante la obligatoriedad de determinadas lecturas, y de la consecuente emergencia de un canon. 16 Lo interesante de todo esto es que los humanistas latinoamericanos, defensores, aunque siempre explícitamente, de la modernidad europea, no tienen un ápice de vergüenza cuando dicen defender al subcontinente apelando a la metafísica occidental. Si la barbarie es nuestro problema, la humanidad de Sarmiento decide ponerle coto desalvajizando las 14. 15. 16. 24 Martin Heidegger, Interpretaciones sobre la poesía de Hiilderlin, Arid, Barcelona, 1983, p. 45. Pedro Henríquez Ureña, "Caminos de nuestra literarura", en Ensayos, Madrid, Universitaria, 1998, 246-253, cita en p. 248. Énfasis agregado. Pe ter Sloterdijk, " Reglas para un parque humano", en Pensamiento de los Confines, núm. 6 (2000), pp. 9-22, cita en 10. tierras indómitas, para que luego sus seguidores decidan que su Facundo es uno de los cánones de lo nuestro, pasando a ser este libro una de esas lecturas correctas que domestican a la juventud, incluso hoy en día, pues su fuerza radica en la pertenencia al canon amigable que une a toda la tradición crítica latinoamericana dominante. De manera que no leerlo, entonces, sería lo bárbaro, digno de un salvaje post. En este sentido, ]acques Derrida nos recordó que el archivo corresponde al lugar en el que los arcontes guardan, pero también interpretan, los documentos oficiales, "en virtud de una topología privilegiada". Topología de documentos, que los arcontes-críticos tendrán la labor de unificar, identificar, clasificar y, por último, interpretar. Se trata de una labor que Derrida llamó "poder de consignación", un poder que finalmente articulará todos los elementos en una perfecta "unidad": he ahí el archivo terrícola. Pero esta articulación se constituye a partir de una violencia, una violencia archivadora que designa, mediante definiciones, qué incluir y qué excluir. Por ello vale la pena volver a ]avoleno, y hacernos eco de su desconfianza. El jurista romano señaló que "toda definición (o regla) en el ius civile ~ey civil] es peligrosa". Y agrega: "porque [no es raro] que pueda ser alterada"Y Es esta alternación la que debemos realizar, pues el archivo debe ser reconstruido, no con tal de negar a quienes han formado parte de él (valoro enormemente a los y a las críticas latinoamericanas, aunque sean terrícolas ortodoxos), sino de leerlo de otra manera, dejando la diacronía suspendida, para posibilitar otras miradas, que vayan más allá de la ley oficial, pues las definiciones que regulan qué forma parte o no de él pueden ser perturbadas, modificadas ... y además, para citar a Derrida una vez más, "la democratización efectiva se mide siempre por este criterio esencial: la participación y el acceso al archivo, a su constitución y a su interpretación".18 17. 18. Ver Alfredo Di Pierro. " Iu s Certurn y Certeza Jurídi ca", en líne a en http: // puentes.gov.ar! educar! superior! biblioteca_digital! autores! verdocbd. jsp?Docurnento= 50199 Jacques Derrida. M al d. archivo. 25 IV Lo anterior me lleva a creer que hay algo que no ha sido tematizada cuando se habla del archivo terrícola, aunque algo deja entrever González Echevarría cuando menciona, de paso, que "la escritura está vinculada con la fundación de ciudades y el castigo".19 Habiendo enunciado la problemática, y los inconvenientes ideológicos que se nos presentan, es hora de referir al tampoco no muy reputado Carl Schmitt, y señalar en qué consiste este nomos de la literatura, el cual-ya habrán imaginado- no es otro que el nomos del archivo aquí referido, el nomos que se funda con Los pasos p erdidos, y se eleva a todo el sub continente con Cien años de soledad.20 Recordemos la fundación de Macando: J osé Arcadio Buendía soñó esa noche que en aquel lugar se levantaba una ciudad ruidosa con casas de paredes de espejo. Preguntó qué ciudad era aquella, y le contestaron con un nombre que nunca había oído, que no tenía significado alguno, pero que tuvo en el sueño una resonancia sobrenatural: Macando. Al día siguiente convenció a sus hombres de que nunca encontrarían el mar. Les ordenó derribar los árboles para hacer un claro junto al río, en el lugar más fresco de la orilla, y allí fundaron la aldea. 21 Ninguno de los que fundaron Macando, era mayor de treinta años, pero José Arcadio Buendía terna el "mérito" suficiente para tomar decisiones, él era "quien poma orden en el pueblo". Con el tiempo, nos dice el narrador de Cien años de soledad, el fundador "adquirió tanta autoridad entre los recién llegados que no se 19. González E chevarría, Mito y archivo, p. 25. 20. González E chevarría, Mitoy archivo, p. 27. 21. Gabriel G arcía Márquez, Cien mIos de soledad, Real Academia Española! Asociación de Academias de la Lengua E spañola, Colombia, 2007, p. 34-35. Énfasis agregado. 26 echaron cimientos ni se pararon cercas sin consultárselo, y se determinó que fuera él quien dirigiera la repartición de la tierra".22 Algo similar sucede con Santa Mónica de los Venados, donde el Adelantado es quien "traza el contorno de la Plaza Mayor. Levanta la Casa de Gobierno," es decir, él es quien rige. Después de esto, vuelvo a la idea señalada más arriba, según la cual la escritura está vinculada a la fundación de ciudades, pero no de una manera mágica u onírica, como parecen mostrarnos García Márquez y Carpentier, sino violenta. En El nomos de la tierra, Schmitt señala lo siguiente: La historia de todo pueblo que se ha hecho sedentario, de toda comunidad y de todo imperio se inicia, pues, en cualquier forma en el acto constitutivo de una toma de la tierra. Ello también es válido en cuanto al comienzo de cualquier época histórica. La ocupación de la tierra precede no solo lógicamente, sino también históricamente a la ordenación concreta posterior y de todo derecho ulterior. La toma de la tierra es el arraigar en el mundo material de la historia23. El nomos es, entonces, el primer acto que se realiza cuando se toma un espacio, su ordenamiento, su división: se trata, en suma, "de la coincidencia, estructuralmente determinante, de la ordenación y asentamiento en la convivencia de los pueblos", y cualquier modificación posterior, dependerá de este acto primitivo. Lo que el jurista alemán nos está señalando aquí es que lejos de cualquier sublimación por el origen, lo único que hay no es misterio, como cree el Heidegger que se preocupó por el habitar y el construir, sino poder; primero el poder que toma un espacio, y luego el que rige sobre él: "Sencillamente, en el origen está la loma de tierra, la ocupación, el Nehmen, y ese es el título originario" .24 22. lbid., p. 50. 23. Carl Schmitt, E l flomos de la tierra, Granada, Comares, 2002, p. 11. 24. Sigo aquí a José Luís Villacañas, "Nomos de la Tierra y lenguaje del Imperio", manuscrito, 2008. 27 La fundación de ciudades por parte de los maestros del arcruvo es una violencia que, creo, ha sido desconsiderada por la crítica. Para Schmitt "el espacio es la imagen de nuestro poder,,,25 un poder, que ha sido ocultado en pos de la búsqueda del origen. Esto nos lleva a señalar que no solo el Facundo lleva la violencia fundadora a cuestas, sino todo el arcruvo terrícola, pues en él es que se relaciona de una manera indisoluble espacio y ley, es decir, espacio y escritura. No obstante, Sarmiento no ocultó ni se avergonzó de insistir en la necesidad de la violencia que conllevaba la conquista de la barbarie. Por ello el boom, expresado en García Márquez principalmente, resulta aún más peligro, al ocultar dicha violencia. Y esto significa además la continuación del humanismo mediante la sustitución de ese origen por la presencia del hombre, llámese a éste José Arcadio Buendía o el Adelantado. El misterio ha sido resuelto. Queda por ver, no aquí sino en futuros trabajos, el devenir de ese nomos. Solo quería tomar la noción trabajada y más complejizada por Schmitt con el fin de mostrar que el realismo mágico muy bien puede ser un realismo bélico, pues aunque Ángel Rama señaló tempranamente la cuestión de la violencia como un rasgo de la novelística de García Márquez, lo hizo para vincularla con la opresión política estatal y la corrupción y no con la violencia fundadora. Lo curioso es que Rama justifica el paso hacia lo mágico (incluso hacia lo surrealista) de este autor en su afán por buscar una solución a la situación de las personas reales, "por eso se desplaza del realismo a la fantasmagoría, a la búsqueda de una verdad última",26 y es en la búsqueda de esta verdad que Rama aprueba dicho paso, pues, concretamente, tiene por objetivo "traducir en la literatura lo peculiar y lo arcrutípico de la vida colombiana (latinoamericana), sentirlo de nuevo, en un modo tan real como la realidad misma,m. He citado estas palabras de Rama, pues, como veremos en el próximo punto, es justamente 25. Citado en Villacañas, ''Nomos de la Tierra y lenguaje del Imperio", manuscrito, 2008. 26. Ángel Rama, "Un novelista de la violencia americana", en Varios Autores, .Asedios a Gorda Márque~ Santiago, Universitaria, 1969, p. 109. 27. Ibid., p. 122. 28 de esa architipicidad que una gran parte de las prácticas escriturales contemporáneas quiere escaparse. Pero antes, quisiera mencionar una última cuestión. Si bien dudo que García Márquez haya leído Carta sobre el humanismo, de Martín Heidegger, es interesante resaltar la figura del claro en la fundación de Macando, pues "del claro se elevan ... las casas de los hombres", señala Sloterdijk. José Arcadio Buendia les ordenó a sus acompañantes echar abajo los árboles "para hacer un claro junto al río" y ahí fundar la aldea. 28 (Entre paréntesis, nomos también refiere hogar, comarca, campo de pastoreo, ete.). Sloterdijk nos recuerda que la historia del claro no solo se puede relacionar con la casa del habla, como pensaba Heidegger, sino también con las casas construidas, es decir, con aquellas casas-habitación-del-hombre, pero esto implica que "caen ellos en el campo de fuerza de las maneras sedentarias del ser",29 es decir, caen ellos en la domesticación. Por tanto, la casa es nuestra perdición, y de ella tenemos que apartarnos. v Hacia el final de Mito y archivo, González Echevarría se pregunta si hay narrativa más allá del archivo. Bueno, si consideramos a Isabel Allende o Marcela Serrano, claramente no. En el "Prólogo a la edición mexicana", fechado en 1998, este crítico cubano señala que, a ocho años de publicado su libro, no ve novedad en las letras del sub continente: "no ha surgido todavía", arguye, "una obra que cautive la atención como lo hicieron las ficciones del archivo".3D No está demás señalar que son muchos quines piensan lo mismo que este crítico, que no hay nada nuevo bajo el sol, sin considerar que las condiciones de posibilidad de lo literario han cambiado radicalmente. Baste señalar la tan referida sentencia que 28. 29. Gabriel García Márqucz, Cien años de soledad, p. 35. Énfasis agregado. Peter Sloterdijk, " Reglas para un parque humano", p. 16. 30. González Echevarría, op. cit., p. 14. 29 diagnostica la muerte de la literatura (o incluso del arte), pero podemos leer en reversa esta sentencia, y señalar que la muerte de la literatura por fin podría significar su liberación. Piglia lo señala muy bien, cuando en Crítica y ficción refiere al agotamiento de la figura del intelectual público, en este caso del escritor, pues, y aquí lo cito, "quizá ahora que la literatura en este sentido ha muerto se pueda, por fin, escribir".31 Retomando, ese mismo año 98 se publicó Los detectives Salvqjes. De acuerdo a Ignacio Echeverría, la escritura de Bolaño se caracteriza por su extraterritorialidad, concepto que el crítico español toma de George Steiner, quien en 1968 lo aplicara principalmente a Borges, Beckett y Nabokov, con tal de dar cuenta, a partir de la idea de exilio, de la "historia de los cambios en la percepción del lenguaje", donde "la conciencia local y nacional en que floreció la literatura desde el renacimiento hasta, digamos, la década del cincuenta, se encuentran actualmente bajo presión". Para Steiner, "Faulkner y Dylan Thomas posiblemente serán considerados los últimos escritores "con casa" (a todo esto, para Rama, la constante preocupación de Garda Márquez por el mismo pueblo -o la misma casa-lo aproxima a Faulkner). Esta literatura "tiene que ver ... con la perdida de centro". Pero Echevarría va un poco más allá, y señala que bajo nuestras actuales condiciones de globalización, "la noción de extraterritorialidad subvierte la ya anticuada y más complaciente de cosmopolitismo para sugerir aquellos aspectos de la literatura moderna en que ésta se perflla, en palabras del propio Steiner, como 'una estrategia de exilio permanente'''32. Pero Bolaño no es el único de esta escritura sin centro, pues Echeverría identifica un conjunto de escritores cuya afinidad se encuentra en "la resistencia a asumir el exotismo [tan desarrollado por el Boom] como condición" de la narrativa latinoamericana. 31. Ricardo Piglia, Criticayjicción, Buenos Aires, Anagrama, 2006, p. 173. 32. Ignacio Echeverría, "Bolaño Extraterritorial", en Desvíos, Santiago, Ediciones UDP, 2007, p. 51. 30 Se trata de obras mutantes y viajantes, como las de Villoro o Rey Rosa, quienes se mueven junto a sus escrituras, a la manera de Los detectives salvqjes (Se trata, en deftnitiva, de una literatura en movimiento). Esto se puede ver en la mayoría de los textos que integran Palabra de América. Para Jorge Volpi, por ejemplo, "el desafío de los escritores latinoamericanos nacidos a partir de los sesenta ... ha tenido como consecuencia el ftn de la narrativa latinoamericana como noción académica",33 es decir, exótica, identitaria. Por otra parte, Rodrigo Fresán busca apartarse del triple estigma que lo persigue, por su condición etárea, de nacimiento y vocación, es decir, la de "joven escritor latinoamericano". Para él, uno de los rasgos comunes de cierto conjunto de escrituras, entre las que incluye Respiración A rtificial, La virgen de los sicarios, La invención de Morel, entre otras, es "su condición de máquina autónoma, independiente de todo credo o etnia".34 De esta manera, la escritura extraterritorial, al optar por vivir a la deriva, opta por no hacerse cargo del nomos que fundó el archivo terrícola, por liberarse de la pesada casa que le ha tocado, a veces gratuitamente, cargar, alejándose así del humanismo disfrazado de cordero que pretende inocentemente estar tras la búsqueda de "nuestros" orígenes, como si eso fuera una actividad libre de violencia. A los nacidos en los cincuenta y sesenta les tocó esta pesada batalla, la cual, un tiempo antes, también tuvo que dar Saer, quien lamentablemente no fue lo suftcientemente escuchado. A los narradores más jóvenes, a los del setenta y ochenta, ya les es más fácil deshacerse de los estigmas que aprobleman a Fresán o menos difícil cargar con ellos, pues .no tienen ni la necesidad ni la obligación de romper con la herencia d,el realismo mágico y el boom, ni "con otros traumas literarios desechables".35 .33. Jorge Volpi, 34. Rodrigo Fresán, 35. Naief Yehya, "Dinamitar la propiedad ajena", texto introductorio del especial El futuro no es nuestro. En línea en http://www.piedepagina.com/redux/ category / especiales/ el-futurono-es-nuestro / 31 VI Entonces, si tenemos una literatura en movimiento, sin casa, sin centro ... también necesitamos una crítica en movimiento, y mutan te, y sin centro ... una crítica extraterritorial. Tres años antes de fallecer, Bolaño escribió de Rey Rosa lo siguiente: Leerlo es aprender a escribir y también es una invitación al puro placer de dejarse arrastrar por historias siniestras o fantásticas. Hasta hace poco vivía en Guatemala y no tenía residencia fija: un día se alojaba con su madre, otro día con su hermana, el resto del tiempo en casa de amigos. Una noche hablamos por teléfono durante casi dos horas: acababa de llegar de Mali. Ahora está en la India, escribiendo un libro que no sabe si terminará o no. Me gusta imaginarlo así: sin domicilio fijo, sin miedo. 36 Pareciera ser que la extraterritorialidad también se vive. La pregunta que surge entonces es si la crítica "latinoamericana" estará a la altura de esta literatura, si tendrá el valor de dejar la complacencia, las garantías de vivir en casa, en "su" casa. Latinoamérica es una táctica, un devenir . .. y estratégicamente tenemos, "que latinoamericanizar las culturas centrales" (Schwarz), aunque el centro de ellas también esté en movimiento. Latinoamérica no obedece a un territorio, no es un territorio. Si lo fuera, seríamos cómplices, como dijo Aimé Césaire, de las cancillerías. Y aquí me hago eco del poeta de la negritude: "el mapa del mundo hecho para mi uso, no pintado con los arbitrarios colores de los sabios". Latinoamérica está incluso en África, Asia, Oceanía, y sobre todo en Estados Unidos. Latinoamérica es nuestra resistencia, una resistencia que no tiene territorio, que no solo puede habitar un espacio sino que también puede subvertirlo, 36. Roberto Bolaño, "El estilete de Rodrigo Rey Rosa", Las Últimas Noticias, 17 de septiembre, 2000, p. 10 (suplemento). 32 donde quiera que este se encuentre, y donde quiera que ella se encuentre. Recordemos una vez más a Los detectives Salvqjes: "la gran novela mexicana, escrita por un chileno que vivía en España" (Echeverría). VII Corolario: en fin, como dijo Bolaño: "Hay que releer a Borges otra vez". postdata Quisiera, para terminar, parafrasear al crítico iraní Hamid Dabasru. Donde él dice Surasia, yo escribo Latinoamérica: "No todos somos Latinoamericanos, pero Latinoamérica está en todos nosotros. Que no seamos todos de Latinoamérica conforma la fortaleza de nuestras diferencias, que Latinoamérica esté en todos nosotros construye nuestra solidaridad [... ] El nuestro es un combate de guerrillas".3? y no puede terminar sin citar al Borges que escribió "Nuestras imposibilidades", de quien la escritura extraterritorial es deudora y lo reconoce abiertamente: "Hace muchas generaciones que soy argentino; formulo sin alegria estas quejas"38 Lo mismo digo: hace treinta años que soy latinoamericano, y también formulo estas quejas sin alegría. Ciudad de Guatemala} septiembre de 2009 37. Hamid Dabashi, "No soy subalterrusta", en Ileana Rodríguez (Ed.), Convergencia de tiempos: Estudios subalternos/ contextos latinoamericanos estado, Cultura, subalternidad, Ámsterdam, Rodopi, 2001, p. 59. 38. Borges, "Nuestras imposibilidades", en Sur, núm. 4 (1931), pp. 131-134, cita en 134 33