Los espejos en el cruce de las miradas y las imágenes (La problemática de la representación en la plástica y en la literatura) María A. Fernandez-Silvia Salvarezza-Dalia Lifschitz-Ana Lía Portalet La lógica de los espejos como articuladora de las miradas y las imágenes nos permite atravesar el problema de la representación en el arte asi como visualizar el umbral de transformación epistemológico que se da entre el siglo XVI y XVII y que se modula hasta el presente. Mientras la Edad Media sostenia la idea de que el mundo era el reflejo de la Realidad Superior y, por lo tanto, mirar la realidad era ver o leer la escritura de Dios, en el siglo XVI y XVII el espejo ya no refleja, deforma, multiplica, los sentidos engañan y el mundo adviene produccion de una mirada. La accesibilidad al mundo se torna opaca y queda mediada por la mirada. Si hay algo, esto es la proyeccion de la mirada que no coincide nunca con la realidad. El acto de la mirada se convierte en conocimiento e instala el regimen de los signos representativos y las palabras vagan a la aventura, sin contenido, sin semejanza que las llene: ya no marcan las cosas ni bajo los signos estan las semejanzas secretas entre las cosas. Todo está bajo el signo de la representacion y la significacion. Entonces, ¿Qué hace el arte respecto de esto?. Se vuelve sobre si mismo, sobre su propia forma significante y crece sin punto de partida. (Ya no está la palabra primera), sin termino y sin promesa. Algo ha caído entre el sujeto o la realidad de este lado del espejo que la imagen sobre la superficie no puede recuperar. Este hueco vacío es lo que causa el trabajo artístico, como una trama o textura y que detenta su verdad no en la relación de las palabras con el mundo sino en esa tenue y cambiante relacion que las marcas verbales tejen entre ellas mismas. La Plástica En la plástica, ya en el siglo XVI se encuentran ciertas rupturas respecto a la continuidad y contiguidad espacio temporal entre el objeto representado y la producción pictórica como el caso de la obra “Los embajadores” de (l533) Holbein. Hasta la impertinencia de pintar una calavera con una técnica tal que es el propio juego composicional el que la vuelve visible e invisible. La propia composición desde sus reglas del juego vuelve visible o invisible el mundo. Este punto de articulación se torna lenguaje artístico. En cuanto a los autorretratos es interesante analizar el papel que cumple el espejo como elemento mediador de la producción pictórica. Como elemento externo intenta validar una continuidad formal y los caracteres de la epidermis pero a cierto precio que lo vuelve extraño, otro respecto del modelo. En primer lugar la extrañeza de ser zurdo cuando se es diestro y duplicar el retrato pero invertido. Me gustaría detenerme y tratar dos ejemplos de Albert Durero “Autorretrato con guante” (l498). Joven, esbelto, triunfador, porte propio de un príncipe ideal, de hombre de la corte. Todos rasgos que esconden su origen. El lenguaje pictórico le permite recrear una representación de lo que no se tiene. Esta tensión se plasma en la rigidez tanto de su mirada como enla impostura de su figura. En cambio, en “Autorretrato con Pelliza” (1500) se produce un cambio: sus ropas se tornan austeras, su fondo mas simple, casi místico. En la mirada se presiente otro extrañamiento, una distancia del pintor con su imagen como un observarse sin encontrarse. Los ropajes han caído. Solo queda la mirada como ausencia. Finalmente el autorretrato de Alonso. El salto es grande porque hay una estética diferente. El arte que se vuelve sobre sí mismo y habla del arte. En la tela queda plasmado el drama de la representación. ¿Cómo representar la nada, la muerte, lo que no está simbolizado que es causa del arte y horizonte a la vez?. Esto se ve en la tela como la no co-rreferencialidad con la realidad y como presencia en el cuadro de un punto de fuga que a la vez ordena la composición y la disemina en múltiples puntos. Esto genera una productividad que está en el mismo juego composicional y que no permite instalarse en ningún modelo definido ni identificarse totalmente con el cuadro. Se ha instalado el juego de la identidad y la diferencia que es propio del arte. La literatura Borgeana El repliegue, la timidez, el temor a la exposición de si mismo frente a los espejos por la posibilidad de quedar transformado en innumerables simulacros (Entrevista): esto es el Borges hombre. Quizás ese gesto sea fundante respecto de una literatura auto-refleja, que trama relatos desde otros relatos, que invierte la causalidad positivista ya que lo único que tenemos son efectos sostenidos por el juego ficcional, efectos de sentido tan ficcionales que construyen una realidad –real que habla ella misma del trabajo ficcional artístico. En el Poema “Los espejos”, Borges ya plantea estas cuestiones: (...) Dios ha creado las noches que se arman De sueños y las formas del espejo Para que el hombre sienta que es reflejo Y vanidad. Por eso nos alarman. Lo extraño en Borges: una inscripción en la fantástica. El trabajo ficcional en Borges se asienta sobre el intento de hacer aparecer aquello que aún no está simbolizado o más bien lo que está inscripto como negación o como ausencia. Este “otro” irrumpe ya como el azar, la pesadilla, la duplicación o como una ausencia, como la paradoja o la interminable sucesión de hechos intercambiables. Las consecuencias contraculturales de estos asertos de no significación representanla puesta en crisis de la práctica significante de la cultura, a la vez que implican un reflejo sobre la dinámica del lenguaje literario artístico ya que esto siniestro rompe la cadena familiar organizada sobre el lenguaje binario (significado / significante) e instala el juego incesante y “vano” de los significantes que se traman entre sí. Las ficciones borgeanas: un ataque al personaje unificado. Borges dramatiza el problema de la representación artística a través de la lógica de los espejos proyectada sobre la construcción de los personajes. Ellos siempre se presentan como efectos de alguien que los relata, los sueña o los reduplica. En el tema del Traidor y del Héroe (Ficciones), Kolpatrik es traidor y héroe al mismo tiempo y sus actos son ecos de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, así como fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. Los espejos y lo conjetural: una poética de la ficción. Así como la lógica de los espejos se basa en que la figura aparece sobre la superficie solo si alguien la mira y la sostiene con la mirada, así tambien los mundos borgeanos están sostenidos por relatos. Son siempre efectos de relatos que, a su vez, se sostienen por si mismos, por su lógica ficcional o de invención. El mundo en la ficción borgeana es siempre efecto de una conjetura. La forma conjetural plantea al menos dos cosas: 1. Que la realidad es un caos inaccesible al hombre y que solo el hombre con sus hipótesis y esquemas hace posible una ordenación. La realidad, dice Borges puede no ser interesante pero las hipótesis si deben serlo. Ese principio de ordenación que organiza las conjeturas es siempre arbitrario y pertenece al mismo texto. 2. Para organizar una conjetura es necesario tramar un relato en el doble sentido de armar y de inventar. La trama conjetural se pone en movimiento por algo que falta, por datos vacíos que la trama intenta rodear desde el espacio de lo que no está (presencia-ausencia, como en el espejo). Pero lo interesante en Borges, es que para tramar conspira con las series establecidas desde la cultura. (Además sus escritos están plagados de conspiradores). Ambos conceptos prefiguran la idea de que la realidad es un simulacro resultado especular de nuestra mirada. Esto en cuanto a lo argumental. De allí se puede desprender que de esto se trata el trabajo que el lenguaje de la literatura realiza como pura organización formal significante. Para terminar, una cita de La biblioteca de Babel: “La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero ... de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden que repetido sería un orden: El Orden. Mi soledad se alegra con esta elegante esperanza” (p.466). Aquí Borges reinstala que cada uno es parte de algún relato y que los relatos aún no están clausurados ya que la presencia de alguien en ellos puede provocar nuevas combinaciones y nuevas historias. Así el trabajo ficcional es un desorden de lo simbólico, de la certeza de la unidad del yo, de las significaciones culturales pero Borges vislumbra un orden del desorden: tarea del arte, lógica de los espejos. ¿Esto provoca horror o esperanza? Con-versiones marzo 2006