Cambios sociales y económicos en España

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Tema 6: Cambios económicos y sociales en el primer tercio del siglo XX
LA POBLACIÓN CRECE Y SE MUEVE
El crecimiento demográfico
En Cataluña, durante el primer tercio del siglo XX, se produjo un crecimiento muy importante de la
población. Incrementó un 40%, más de lo q lo hizo el conjunto de la población española.
La tasa de natalidad disminuyó ligeramente en el Principado. Por otro lado, la tasa de mortalidad bajó más
rápidamente. Pero aún sufrieron mortalidades catastróficas, generadas por dos epidemias: la del tifus en 1914
y la de la gripe en 1918.
Globalmente, pero, las cifras indican una mejora y un cambio de tendencia hacia una demografía moderna. La
tasa de mortalidad infantil disminuyó a menos de la mitad. La esperanza de vida era, en 1900, de 37 años para
las niñas y de 32 para los niños; en 1930 había aumentado hasta 53 y 48 años, respectivamente.
A partir de los años 20 los nacimientos superaron siempre las defunciones, pero el crecimiento vegetativo
resultante no podía explicar por si solo el fuerte crecimiento de población que vivió Cataluña. El factor que
contribuyó de forma decisiva fue la llegada de inmigrantes de otros lugares de España.
La inmigración
Una buena parte del campo español era incapaz de absorber el aumento de población y mucha gente tuvo que
emigrar (desde Galicia y desde las Canarias hacia América; desde el Levante hacia Francia y el norte de
África).
Paralelamente, muchos jóvenes de los pueblos se fueron a las ciudades y a las zonas industriales a la búsqueda
de trabajo. Unas 3.000.000 personas constituyeron esta migración de España. Mucha gente se fueron hacia las
grandes ciudades peninsulares y hacia Cataluña.
Hasta el comienzo de la Gran Guerra (1914), el saldo migratorio catalán había disminuido. A partir de 1915,
la emigración catalana a ultramar cayó en picado, mientras que la inmigración creció espectacularmente. Los
inmigrantes venían, sobretodo, de Murcia, Aragón, País Valenciano y Andalucía.
La gente que se trasladaba era joven y en edad fértil; por esto, las zonas industriales y urbanas que recibieron
más inmigración rejuvenecieron su población.
EL MUNDO RURAL
Cambios y continuidades
Durante el primer tercio del siglo XX, las ciudades crecieron y las actividades industriales se incrementaron,
pero la mayoría de la población española continuaba viviendo en el campo y la agricultura ocupaba la mayor
parte de la población activa. La economía y la sociedad en general se estaban urbanizando, pero el campo
continuaba teniendo un fuerte protagonismo.
En Cataluña el proceso industrial y de crecimiento urbano fue más intenso. Las transformaciones no se habían
producido de manera regular ni uniforme en el conjunto del territorio; en muchas comarcas catalanas los
cambios habían estado limitados y la gente continuaba viviendo como sus antepasados.
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La agricultura
A partir de 1910, a pesar de que no se amplió mucho la superficie cultivada, se aumentó la producción,
principalmente de cereales, patatas y cultivos de regadío. La explicación se tiene que buscar en la introducción
de maquinaria más moderna, la generalización de los adobos químicos y la extensión de la superficie regada.
A pesar de todas estas mejoras, la producción agrícola continuaba teniendo la misma estructura tradicional. El
trabajo agrícola no generaba nuevos puestos de trabajo y, además, los precios de muchos productos agrarios se
estancaron. Sectores dinámicos −el sector del vino, por ejemplo−, que comercializaban y exportaban sus
productos desde el siglo XVIII, coexistían con la agricultura tradicional.
La estructura de la propiedad de la tierra tampoco no había variado en Cataluña. Los grandes propietarios a
menudo vivían en las ciudades y cobraban rentas. Al lado de los pequeños y medianos propietarios agrícolas,
había una gran cantidad de caseros, aparceros y medieros que llevaban tierras que no eran suyas. El deseo de
acceder a la propiedad de la tierra ocasionó graves tensiones en el campo. En 1922, los campesinos
arrendatarios constituyeron el sindicato agrario Unión de Arrancadores y Otros Cultivadores del Campo de
Cataluña (UR), impulsada por los republicanos de izquierdas. En el resto de España las condiciones sociales
de los campesinos eran más desfavorables.
Además de los trabajos agrícolas, los oficios tradicionales, como los carreteros, carboneros, herreros, boteros
y todo tipo de artesanos, continuaban teniendo una fuerte presencia en el entorno rural. La ganadería bovina
era importante en las comarcas de los Pirineos y la porcina en el plano de Vic. Había ferias anuales
especializadas en algún producto.
La vida en el campo
El ciclo agrícola y los trabajos del campo de cada temporada marcaban el ritmo de la vida cuotidiana. La vida
de los campesinos transcurría en un ámbito reducido y la mayoría de la población no viajaba más allá de los
pueblos de las cercanías.
La familia constituía la unidad productiva y la institución que daba seguridad a sus miembros. La Iglesia tenía
un peso muy importante en una sociedad mayoritariamente analfabeta.
A principio de siglo se produjo un fenómeno nuevo en el campo catalán: la creación de cooperativas. El
asociacionismo de los payeses iba ligado con la comercialización del aceite y del vino. Unas actividades
económicas que se complementaban con otros servicios −la tienda, la barbería, a veces la escuela...− y con
actividades lúdicas −el café, los bailes, etc.
CRECIMIENTO Y DIVERSIFICACIÓN INDUSTRIAL
La electricidad
Desde finales del siglo XIX y durante el primer tercio del siglo XX se produce la segunda revolución
industrial. La característica principal de Cataluña fue la utilización de la electricidad como fuente de
energía.
En 1911 se constituyen grandes empresas con la finalidad de obtener energía eléctrica, como la
Sociedad General de Fuerzas Hidroeléctricas, la Energía Eléctrica de Cataluña y la Barcelona Traction,
Light and Power. Se construyeron embalses en el Pirineo leridano.
Las empresas que explotaban centrales y saltos para obtener energía eléctrica se extendieron por toda
la península. La mejora de las tecnologías del transporte de la energía y el establecimiento de líneas de
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alta tensión permitieron que la energía eléctrica llegara a las ciudades con un coste reducido.
A pesar de todo, la energía usada mayoritariamente era el vapor, a pesar de que la electricidad de
origen hidráulico fuera más barata. Con la energía eléctrica se mejoró el alumbramiento de las
fábricas, calles y casas. El motor eléctrico posibilitó la instalación de ascensores.
Las nuevas industrias
La electricidad dio un paso importante al desarrollo industrial.
Durante este periodo se produce una diversificación de la industria catalana. Si la industria textil
continuaba siendo el sector más importante, se desarrollaron también las industrias químicas, las
metalúrgicas, las alimentarías, las papeleras y las de fabricación de materiales para la construcción.
Estas empresas necesitaban grandes inversiones de capital y generaban un gran número de puestos de
trabajo.
El sector químico vivió una gran expansión con la fabricación de abonos, medicamentos, pinturas,
explosivos y todo tipo de productos químicos.
Los transportes y las comunicaciones
El petróleo, como nueva fuente de energía, revolucionó los sistemas de transporte. Surge el automóvil.
La invención del avión acortó distancias. Los tranvías y el metro permitieron el desplazamiento rápido
y multitudinario de los trabajadores por las ciudades.
Hacia el 1910 ya había diversas líneas de autobuses. Se ampliaron algunos puertos con la construcción
de nuevos muelles y se señalizó todo el litoral con faros.
En el campo de las telecomunicaciones se produjeron innovaciones importantes, como la radio. Se
extendió la red de telégrafo, y se introdujo el teléfono.
LAS CIUDADES
Un crecimiento espectacular
Barcelona, que a principio de siglo XX tenía 533.000 habitantes, se convirtió en una gran ciudad. En el
periodo 1900−1930, pasaron de representar un 27% a un 36% de la población española.
Las otras ciudades catalanas, también experimentaron un fuerte crecimiento, sobretodo en las zonas
industriales.
En cuanto al resto de España, el crecimiento de las ciudades durante el primer tercio del siglo XX fue
también muy importante. Madrid pasó de 539.000 habitantes a 952.000.
Las ciudades, que absorbieron una buena parte del crecimiento demográfico vivido durante el primer
tercio del siglo XX, experimentaron profundas transformaciones. Muchas personas, con pocos recursos
económicos, llegaban en busca de trabajo. El déficit de viviendas comportaba unas condiciones de vida
bien duras para los menos favorecidos. El chabolismo estaba presente en todas las ciudades. Los
servicios municipales no crecían al ritmo de la llegada de nuevos inmigrantes. Las fabricas y las nuevas
actividades económicas modificaron la morfología urbana.
Barcelona, un ejemplo paradigmático
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Barcelona, juntamente con un fuerte crecimiento demográfico, vivió una expansión comercial e
industrial. Era la capital cultural de Cataluña.
El término de la ciudad creció físicamente con la anexión, a finales del siglo XIX y principio del XX, de
los municipios cercanos. Desde mediados del siglo XIX, las fábricas se habían ido instalando fuera de la
ciudad. Con la anexión de los municipios vecinos, se contribuyó a configurar los nuevos barrios. Unos
núcleos de población que, al integrarse a Barcelona, dieron lugar a barrios obreros.
La expansión de la ciudad, fue acompañada de una política urbanística de modernización y ordenación
del crecimiento. El Ensanche, permitió la construcción de una moderna red de cloacas. La necesidad de
desplazamientos masivos y la electrificación de los tranvías extendieron la red de transporte público. En
1921 se constituye la compañía Gran Metropolitano de Barcelona para la construcción y explotación
del ferrocarril eléctrico subterráneo: el metro.
LA BURGUESÍA
Hacerse rico
El crecimiento industrial del primer tercio del siglo XX comportó un mayor enriquecimiento de la
burguesía. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, la demanda europea de productos se
disparó, así como los precios de estas. Se inicia un periodo de prosperidad, y el dinero de esto, fue a los
bolsillos de muchos empresarios y especuladores.
Una parte de los beneficios empresariales se orientó hacia las actividades productivas, que aumentaron
y se diversificaron. Hubo una fuerte tendencia en invertir capitales en actividades especulativas: bienes
inmuebles y tierras.
El fin de la Primera Guerra Mundial tuvo consecuencias económicas negativas, ya que se acabó la
demanda extraordinaria que se había producido durante el conflicto. Muchos trabajadores se quedaron
sin trabajo.
La banca
El siglo XX se había iniciado con la decadencia de la banca catalana.
Esta situación se empeoró aún más después de la Gran Guerra, al hacer suspensión de pagos el Banco
de Barcelona y el Banco de Terrassa, mientras que en otros lugares de España se fundaban más bancos.
Barcelona, que había sido la principal ciudad financiera del Estado español a mediados del siglo XIX,
se vio faltada desde entonces de una banca comercial propia.
La vida burguesa
La burguesía mostraba su estatus social llevando un estilo propio de vida. Las casas hacían ostentación
de riqueza. Se concentraban en barrios concretos.
Se extendió entre los ricos, la costumbre de ir a veranear fuera de la ciudad. Se pone de moda ir a
veranear a la costa cantábrica. Iban también a lugares de clima más fresco, como las sierras interiores,
donde proliferaron los balnearios.
La burguesía iba a carreras de caballos del hipódromo, a los clubes marítimos y a la ópera. El Liceo dio
lugar a todo un símbolo de la vida burguesa.
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En cuanto al deporte, la hípica, la esgrima, eran practicadas por las clases altas. El tenis se difundió
entre las familias burguesas y su práctica era un símbolo de ascenso social.
En cuanto a la educación, llevaban a los hijos a determinados colegios religiosos, como símbolo de
riqueza y de pertenecer a una clase social determinada.
EL PROLETARIADO
Las condiciones de vida
Durante el primer tercio del siglo XX, las ciudades sufrían unos fuertes contrastes sociales; al contrario
que la burguesía, el proletariado vivía unas condiciones muy duras. Los proletarios, se concentraban en
las ciudades industriales y no disponían ni de recursos ni de formación.
Los precios crecieron más rápido que no los salarios. La dieta obrera se llevaba una buena parte del
sueldo. Las viviendas eran pequeñas y tenían unas condiciones higiénicas muy precarias. Hasta
principios del siglo XX no se generalizó el agua corriente, y para cocinar todavía se utilizaba el carbón.
Se comenzaron a constituir barriadas obreras, a veces bastante lejos de la ciudad. Vivían amontonados
en pisos pequeños.
Las condiciones laborales eran penosas. La mayoría de obreros hacían jornadas de más de 10 horas
diarias. En 1904 se generalizó la obligación del descanso dominical en el mundo de la industria.
Tampoco había ningún tipo de protección social.
El asociacionismo obrero
Durante los primeros años del siglo XX, frente a estas precariedades, se produjo una fuerte
conflictividad social. Las reivindicaciones obreras, fueron dirigidas a conseguir mejoras de carácter
laboral. Estas organizaciones eran las federaciones de oficio.
Como respuesta del proletariado, surge el mutualismo, ya que los gobiernos no hacían nada por tal de
asegurar un mínimo de cobertura y seguridad. Así nacen las sociedades de socorros mutuos, en las
cuales los afilados pagaban unas cuotas con las que subvencionaban las ayudas en caso de enfermedad,
viudedad y orfandad. En 1919 se constituyó la Federación de Sociedad de Socorros Mutuos de la
provincia de Barcelona. En toda España había en 1922 más de 5000 sociedades de socorros mutuos.
Otra institución eran las cajas de ahorros. Dejaban dinero a intereses más bajos y eran las instituciones
donde los trabajadores guardaban sus ahorros, frente a los problemas que daban los préstamos a los
ricos y a los bancos.
En 1919 se consiguió la jornada de ocho horas. Esta demanda se fundamentaba en que el día tenía 24
horas, y que 8 eran para dormir, 8 para trabajar, y 8 para mejorar la vida de los obreros.
En cuanto a la educación, fundaron los ateneos populares, que eran lugares de encuentro y reunión ,
pero también había bibliotecas, se pronunciaban conferencias y se hacían clases de alfabetización, de
manera que constituían verdaderos centros difusores de la ciencia y de la cultura. En 1906 se constituye
la Unión de Ateneos Obreros de Cataluña.
LA VIDA COTIDIANA
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Leer y escribir
A principios de siglo más de la mitad de la población catalana no sabía ni leer ni escribir. En 1930 el
porcentaje se había reducido a menos de una cuarta parte. La necesidad de información de la vida
urbana contribuyó a la alfabetización. Un estímulo fueron la diversidad de revistas y diarios. Las
órdenes religiosas se dedicaron a la enseñanza, como los maristas o los salesianos. Las mujeres
mantenían una tasa de analfabetismo superior a la de los hombres.
El deporte y las diversiones
A partir de comienzos del siglo XX, los deportes tradicionalmente dirigidos a clases medias, se fueron
popularizando. A más a más de los deportes practicados por la burguesía, como el tenis, se difundieron
otros, como el remo, la natación, el boxeo y el ciclismo. Las clases populares, practicaban los bolos, el
lanzamiento de barra y las carreras. Aumentó la afición por el excursionismo.
Hacia los años 20 y 30 se generalizó la práctica y la afición al fútbol.
La distracción más popular de las clases trabajadoras era ir a la taberna. Era un lugar donde bebían
vino, y el lugar de reunión donde jugaban a dominó y pasaban el tiempo. Como alternativas a las
tabernas, estaban los ateneos populares y desde el siglo XIX, los coros de Clavé o sociedades corales.
El tiempo libre se masificó. Los espectáculos más populares eran las corridas de toros. Tenían mucha
aceptación los circos, las ferias, los teatros populares y los espectáculos de variedades, como los del
Paralelo de Barcelona. La radio gozó de un gran éxito popular, como paralelamente pasó con el cine.
La sanidad
Para mejorar las condiciones higiénicas, los ayuntamientos llevaron a cabo mejoras el las redes de
distribución de aguas y en las condiciones higiénicas y sanitarias de los municipios. La asistencia
sanitaria fue mejorando. El número de hospitales públicos se incrementó.
Las instituciones
Había instituciones de beneficencia que desarrollaban trabajos sociales. Muchas eran públicas, pero
regidas por ordenes religiosas. Destacamos las casas de maternidad, para acoger niños huérfanos y
abandonados; los asilos de viejos; la Gota de Leche o Lactancia Municipal, que distribuía leche no
materna a los niños.
Parroquias y órdenes religiosas llevaban a cabo un trabajo de asistencia social. Influencia sobre clases
medias y en el campo. La clase obrera tendía al anticlericalismo.
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