Cambios sociales en la transición democrática de España

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Índice
Introducción.................................................................................................... 1
1. Factor determinante: Transición política........ 2
2. Cambios demográficos.. 4
3. Cambios sociales .. 7
4. Cambios económicos .. 10
5. Cambios culturales .. 11
6. Familia. 12
Definición y características
Evolución. Nuevas concepciones familiares.
Del boom de la natalidad a la caída del número de nacimientos
Los hijos como riesgo existencial
Conclusiones................................................................................................ 17
Bibliografía.................................................................................................... 19
Introducción
La Transición ha supuesto innumerables modificaciones en la sociedad española. El final de un régimen
dictatorial de 29 años de duración y la posterior elaboración de una Constitución en 1978, que supusiera una
garantía a la llegada de valores democráticos, incidieron en todos los habitantes de nuestro país.
Con este ensayo he tratado de demostrar de qué manera influyeron los diferentes tipos de cambios en la
estructura familiar, tomando como base la antigua concepción de ésta y terminando con sus nuevos modelos
actuales.
Como factor determinante se encuentran los cambios políticos, que rigieron colateralmente los demás. Cabe
destacar que nuestra Transisición política ha servido y sirve hoy de modelo a otros muchos países por su
característica e inesperada tranquilidad.
A su vez, la evolución demográfica de nuestro país en los últimos veinte años, se ha caracterizado por un
inminente proceso de adaptación a las pautas demográficas del resto de países europeos. Estas tres décadas
casi transcurridas, suponen para España la transformación hacia una estructura poblacional propia de países
industrializados, desarrollados y democráticos. En la actualidad disponemos de una estructura demográfica
con un drástico descenso tanto de la natalidad como de la mortalidad.
Las modificaciones estructurales han sido tan radicales que, a pesar de desarrollarse a una velocidad
muchísimo menor que la media de otros países, que cuesta incluso comparar la España actual con la que nos
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encontrábamos en 1978. La industrialización y cifras como el aporte al PNB mundial, la inversión exterior o
la renta per cápita hablan por sí solas.
También he comprobado que resulta verdaderamente interesante observar todos estos cambios a través de la
visión de las diferentes culturas juveniles, que además han supuesto un importante punto de influencia.
Estas alteraciones en su conjunto han afectado de manera ideológica a aquellos que los han vivido, induciendo
así el cambio de un modelo tradicional de familia con numerosas protecciones legales, a una situación en que
la familia se presenta como un concepto ilimitado en el que prácticamente todo tiene cabida. Este giro se
inició en España más tardíamente que en otros países europeos (en los años 60), pero a pesar de su primeriza
lentitud, adquirió en la Transición una aceleración que le ha permitido alcanzar los niveles del resto de países
democráticos.
En cuanto a la regulación legal de la familia se han producido pequeñas modificaciones espaciadas en el
tiempo, lo que ha dado paso a que se pueda hablar de una transición a ritmo lento del cambio familiar, que ha
favorecido su asimilación y una concepción de permanente actualidad de la familia.
1. Factor determinante: Transición Política
Tras la muerte de Franco, Juan Carlos I fue proclamado rey en un contexto político de gran incertidumbre. Se
iniciaba un complejo proceso de transición que llevaría de la dictadura a un sistema democrático. Este proceso
de Transición se ha convertido al pasar los años en un modelo para muchos países por el escaso nivel de
violencia que la acompañó.
Los primeros momentos de la monarquía de Juan Carlos I estuvieron caracterizados por la indefinición.
Muchos sospechaban que la nueva monarquía sería una simple continuación del franquismo sin Franco. Sin
embargo, el nuevo monarca se fue rodeando de un grupo de asesores que diseñaron un plan de cambio
político.
En un principio el rey optó por mantener al frente del gobierno a Arias Navarro, quien había presidido el
ejecutivo en la fase final de la dictadura. Su gobierno fracasó a la hora de llevar a cabo un proceso de reformas
creíble y respondió con represión a las protestas sociales. La culminación vino de la mano de Vitoria, en
marzo de 1976, cuando cinco trabajadores murieron a manos de la policía. Ese mismo mes, toda la oposición
se agrupó en la Coordinación Democrática para reforzar las protestas y finalmente, el rey lo destituyó en julio
de 1976.
En su lugar fue nombrado Adolfo Suárez, joven político procedente del Movimiento, recibido con decepción
entre la opinión democrática. Pese a que el nuevo gobierno estaba formado por ministros aperturistas, muchos
pensaron que no era el hombre adecuado para liderar el proceso hacia la democracia.
Poco tiempo después, Suárez presentó el proyecto de Ley para la Reforma Política y paralelamente inicio
contactos discretos con la oposición democrática.
Pese a las conspiraciones golpistas y a los actos terroristas de ETA, la conciencia de los cambios era
inevitables, y llevó a las Cortes franquistas a aprobar en noviembre la Ley de Reforma Política.
Hay que mencionar que este proceso estuvo siempre amenazado por dos fuerzas opuestas que se alimentaban
mutuamente: las fuerzas de extrema derecha, y los grupos terroristas nacionalistas o de extrema izquierda.
Adolfo Suárez supo sortear los obstáculos y adoptó medidas que permitieron el paso a un régimen
democrático. La legalización del PCE en abril de 1977 y la amnistía de los presos políticos llevaron a la
celebración de las primeras elecciones democráticas desde la Segunda República en junio de 1977.
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El partido triunfador fue, con el 34'5% de los votos, la Unión del Centro Democrático (UCD), nuevo partido
organizado por Suárez en el que se agrupaban los aperturistas del franquismo con algunos elementos
moderados de la antigua oposición democrática.
El nuevo gobierno se dispuso a hacer frente a los dos principales desafíos del momento: elaborar una
Constitución que articulara políticamente el nuevo sistema democrático y hacer frente al terrorismo de ETA y
al peligro golpista.
Tras aprobarse la Constitución, las Cortes fueron disueltas y en las nuevas elecciones celebradas el 1 de marzo
de 1979 volvió a triunfar la UCD de Suárez. No ocurrió así en las elecciones municipales, donde la izquierda
conquistó los principales ayuntamientos mediante la alianza del PSOE y el PCE.
El año 1979 se inició un proceso de deterioro político que culminará con el golpe de estado frustrado en 1981
y que precipitó la dimisión de Suárez. Calvo Sotelo gobernó sólo un año y medio en un período marcado por
la descomposición de su propio partido y la aprobación de la Ley del Divorcio con una feroz oposición de la
Iglesia.
En octubre de 1982, el PSOE consiguió un triunfo arrollador con más de 10 millones de votos y mayoría
absoluta en el Congreso de los Diputados. En la primera legislatura socialista (1982−1986), el gobierno de
González tuvo que hacer frente a una difícil situación económica y a una dura campaña terrorista de ETA, con
más de cien muertos durante la legislatura, y a la vez reformar el Ejército para acabar con el peligro del
golpismo.
España finalmente consiguió acceder a la Comunidad Económica Europea el 1 de enero de 1986 y como
contrapartida, Felipe González pidió el voto afirmativo en el referéndum sobre la permanencia en la OTAN.
El triunfo de la postura defendida por González marcó su cenit como líder político.
En 1986, el PSOE volvió a ganar las elecciones por mayoría absoluta propiciando la crisis entre sus
contrincantes. La segunda legislatura socialista (1986−1989) estuvo marcada por un fuerte desarrollo
económico que permitió hablar por primera vez de un Estado del Bienestar en España.
En 1989, el PSOE ganó de nuevo por mayoría absoluta aunque con una fuerte reducción de votos. En esta
tercera legislatura del PSOE (1989−1993), España celebró en 1992 dos acontecimientos internacionales, los
Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla que mostraron una imagen de país moderno muy
diferente a la España de la dictadura de Franco.
Sin embargo, la recesión mundial golpeó duramente a nuestro país. La crisis económica, agravada por la
incorrecta política económica del gobierno, disparó la inflación y el paro. Esta crisis fue la antesala del
estallido de escándalos de corrupción que afectaron al gobierno socialista. A ellos se vino a unir el escándalo
de los GAL.
En las elecciones de 1993, el PSOE volvió a vencer aunque esta vez sin mayoría absoluta por lo que necesita
el apoyo parlamentario de Convergència i Unió de Pujol. Las fuerzas de derecha se habían reorganizado en el
Partido Popular que era dirigido desde 1989 por Jose María Aznar. Se iniciaba así la cuarta legislatura con
Felipe González en el gobierno del país (1993−1996).
Las dificultades económicas, los escándalos y la dura campaña de la oposición llevaron a que Felipe González
convocara elecciones en 1996.
Aznar no consiguió la mayoría absoluta y se vio obligado a pactar con las minorías nacionalistas para acceder
a la presidencia del gobierno. El giro hacia la derecha se vio corroborado con las victorias del PP en las
elecciones autonómicas y municipales.
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El terrorismo de ETA llegó a su expresión más sangrienta en verano de 1997 con el asesinato del concejal del
PP en el ayuntamiento vasco de Ermua, Miguel Ángel Blanco. La crueldad de la banda terrorista y la labor de
los colectivos que llevaban años enfrentándose a la violencia en el País Vasco desencadenó una importante
reacción popular que vino a denominarse el "espíritu de Ermua".
El gobierno de Aznar, con el apoyo de la oposición socialista, se lanzó decididamente a una política de dureza
con ETA y con el entorno nacionalista. La reacción en el campo albertzale fue el Pacto de Lizarra−Estella de
1998, un acuerdo de todas las fuerzas nacionalistas, desde el PNV a ETA, para avanzar hacia la
independencia.
Las elecciones convocadas en el año 2000 marcaron el momento de apogeo del PP y Aznar. El nuevo siglo se
inició con una mayoría absoluta del PP en las Cortes.
El 14 de marzo de 2004, fecha de cita electoral en España, se vio marcado, tres días antes, por el atentado más
sangriento de cuantos hemos conocido (192 muertos). Así las cosas, el PSOE gana las elecciones, con un
42'59% de los votos y una participación del 75'66%, iniciándose una nueva legislatura con José Luis
Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno y Mariano Rajoy como líder de la oposición.
2. Cambios demográficos
La evolución demográfica de nuestro país en los últimos veinte años, se caracteriza por un proceso de
conversión a los modelos demográficos de nuestros vecinos europeos.
Estos treinta años que casi han transcurrido desde 1978 a 2005, suponen para España desde el punto de vista
demográfico, la transformación hacia una estructura poblacional propia de países industrializados,
desarrollados y democráticos. Esta estructura demográfica se caracteriza por los siguientes rasgos:
• Estancamiento general en el crecimiento de la población, que se aproxima al crecimiento "Cero".
• Descenso progresivo de la fecundidad y natalidad con el consiguiente descenso del número de
jóvenes.
• Descenso relativo también progresivo de las tasas de mortalidad, aumento de la esperanza de vida al
nacer, con el consiguiente envejecimiento de la población.
• Incremento de los índices de dependencia por la acción conjunta de descenso de jóvenes y aumento de
ancianos, ("pirámide poblacional invertida").
EVOLUCIÓN DE TASAS DE NATALIDAD Y MORTALIDAD
1976
1981
1986
1991
1997
1998
Tasa de
Natalidad
18.85
14.12
11.37
10.15
9.20
9.19
Tasa de
Mortalidad
8.32
7.77
8.04
8.65
8.85
9.09
La tabla muestra cómo ha evolucionado nuestra población desde 1976. Se trata una tabla que de contener unos
datos típicos de país en vías de desarrollo, a los propios de un país desarrollado.
Mención especial cabe hacer, dentro del fenómeno de la mortalidad, de la evolución de la mortalidad infantil,
como indicador del nivel de desarrollo de un país. Este fenómeno es uno de los más espectaculares en cuanto
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al reflejo de la mejoría general de las condiciones de vida. Sin duda este es un hecho de gran trascendencia,
que incluso se cita como una de las causas principales del descenso sin precedentes de la fecundidad en
España: la casi completa seguridad de la supervivencia del niño hace innecesario el tener muchos hijos para
asegurar la descendencia.
Disponemos, por tanto, de una estructura demográfica caracterizada por una fuerte reducción de la natalidad,
una fuerte reducción de la mortalidad (aunque debido al envejecimiento de la población, haya subido en el
último trienio, aún seguimos teniendo las tasas de mortalidad más bajas de Europa), y con una drástica
reducción de la mortalidad infantil.
En lo que se refiere a los procesos migratorios, estos constituyen, sin duda, uno de los fenómenos
demográficos que más ha condicionado el modelo poblacional español.
Los puntos clave de estos movimientos han sido:
• Importantes flujos de emigrantes hacia el exterior (principalmente Europa) a partir de 1960.
Tendencia que se invierte a principios de la década de los setenta, hasta estabilizarse en cifras poco
significativas en los últimos años.
• Expulsión de importantes contingentes del campo hacia la ciudad, a las zonas urbano−industriales
propias del modelo territorial que se impone en España durante esos años. Este proceso es el resultado
de la acción conjunta de dos factores:
♦ Malas condiciones de vida de nuestro mundo rural que se ven agravadas por la mecanización
del campo que deja grandes excedentes de mano de obra.
♦ Nuevas oportunidades que surgen en los grandes centros metropolitanos que comienzan a
formarse en nuestro país (Madrid, Barcelona, Valencia, País Vasco, etc.) y que demandan
importantes contingentes de mano de obra.
• Incremento desde mediados de los años setenta de la inmigración extranjera en España, con población
procedente fundamentalmente de Iberoamérica, Norte de África y Europa del Este.
Esto último tiene dos consecuencias inmediatas: Por un lado, se desestructura por completo el mundo rural,
que queda con una población escasa y envejecida, creando un desequilibrio territorial difícil de superar.
Por otro lado, se produce una llegada masiva de gente a las ciudades que estas no son capaces de asumir
racionalmente, creándose una estructura urbana desordenada, marginal, de baja calidad y segregada social y
espacialmente del resto de la ciudad.
Las migraciones interiores han contribuido decisivamente a configurar el acelerado proceso de urbanización
de estos últimos veinte años.
En el período 1974−1980 se atenúan apreciablemente los desplazamientos que caracterizaron la década de los
sesenta aunque aún se mantienen cifran importantes (algo más de tres millones de personas).
A partir de 1981 los flujos se reducen (alrededor de dos millones de personas), pero con una diferencia
cualitativa importante: los grandes centros urbano−industriales dejan de ser los principales centros de acogida
y comienzan a perder población en favor de los núcleos urbanos de menor tamaño. Por otra parte, las zonas
tradicionalmente expulsoras de población, comienzan a tener saldos positivos. Se invierten, por tanto, la
magnitud y la tendencia.
En el período 1961−1970, que es cuando se produce el mayor número de desplazamientos interiores (algo más
de cuatro millones de personas), tan sólo quince provincias de las cincuenta con que cuenta España,
mantienen saldos positivos, de estas, Madrid y Barcelona concentran el 64% del total de saldos positivos del
período. La zona mediterránea se manifiesta como altamente receptora de inmigración, mientras que
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Andalucía, las dos Castillas y Extremadura son las regiones que más expulsan población. Tan solo Andalucía,
se recupera en el último período y pasa a tener un papel de receptora de población inmigrante. Sin duda en
este fenómeno se encuentra la base del proceso urbanizador acelerado en nuestro país
Por otra parte, la inmigración extranjera en España es, sin duda, uno de los fenómenos sociodemográficos más
importantes de los últimos años, no tanto por su volumen, sino por la novedad que representa en un país que
ha sido tradicionalmente expulsor de población al exterior.
Las consecuencias sociales y económicas de este hecho son importantísimas al ser un fenómeno nuevo que
afecta a personas de ámbitos culturales, étnicos y lingüísticos diferentes y conlleva, por ello, problemas de
integración social importantes. Por otro lado y a diferencia de lo que sucedió con las corrientes migratorias de
españoles al extranjero de los cincuenta y sesenta, no se trata de una inmigración inducida o "deseada", sino
que se produce en un momento de crisis económica con elevadas tasas de paro en España.
La Unión Europea, Iberoamérica y África del Norte son las zonas que aportan más residentes extranjeros en
España, notándose últimamente un notable incremento de personas procedentes de los países de la Europa del
Este.
3. Cambios sociales
Desde el año 1978 han existido múltiples y continuos cambios en la estructura de la sociedad española. Como
elementos más importantes y puntos de inflexión dentro del contexto social podemos señalar dos:
1 − Ley del Divorcio de 1981. Su aprobación de suscitó una airada e indignada respuesta por parte de la
jerarquía católica y reproches por propios miebros de UCD. Desde este año, más de 600.000 parejas se
divorciaron en España y, en poco más de 24 años, para la sociedad española la ruptura del matrimonio se ha
vuelto algo totalmente natural.
En la década de 1980, la mayoría de parejas alegaba ludopatía, alcoholismo, infidelidad o incluso maltrato en
el momento de pedir el divorcio. Hoy, la mayoría de separaciones se justifican con la 'infelicidad' de la pareja.
Esta ley tuvo un largo recorrido y no fue hasta el año pasado cuando se reformó para eliminar la necesidad de
la separación previa al divorcio y la obligación de esgrimir causas para la ruptura. La reforma, que pronto
cumplirá su primer año, redujo considerablemente el tiempo requerido para divorciarse y motivó que el año
pasado se registrara un elevado aumento del número de divorcios y una importante disminución de las
separaciones.
Las cifras también revelan que el 52 por ciento de los matrimonios no alcanza los diez años de duración; uno
de cada cinco niños proviene de una relación extramatrimonial y la mayoría de 'familias monoparentales' están
constituidas por padres o madres divorciados.
2 − Ley de Despenalización parcial del aborto de 1985. El aborto era un delito castigado en el Código penal
sin excepciones hasta 1985, en que esta reforma del Código, conocida popularmente como ley del aborto,
estableció unos supuestos en que, por concurrir determinadas circunstancias, el aborto no será punible. Estas
circunstancias que no lo hacen punible son de tres clases:
1. Relativas a la madre: que preste su consentimiento al aborto; que del embarazo se derive un grave peligro
para su vida o su salud física o psíquica, o que el embarazo sea el resultado de un delito de violación.
2. Relativas al hijo: que se presuma que habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas.
3. Relativas a la misma práctica del aborto: que cuando se realice en virtud de uno de los casos anteriores, se
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haga en un centro autorizado para ello; que se practique por un médico o bajo su dirección; que, en algunos
casos, haya uno o más dictámenes médicos que aconsejen el aborto, y que éste se realice no más tarde de
determinados plazos en los casos de violación o de presuntas malformaciones del hijo.
La tabla anterior refleja los datos registrados desde 1990 a 2004 en cuanto a IVE's (Interrupción Voluntaria
del Embarazo) en España. En cuanto al resto de Europa, la tasa más baja de abortos que se ha registrado en la
UE corresponde a Bélgica, los Países Bajos y Alemania (alrededor de 7/1000 mujeres), el grupo intermedio lo
forman Finlandia, Francia e Italia (aprox. 12/1000 mujeres), los niveles más altos se encuentran en Suecia,
Reino Unido y Dinamarca (cerca de 17/1000 mujeres), con Suecia a la cabeza (18/1000 mujeres).
En la etapa socialista se hizo un extraordinario esfuerzo en lo que a política educativa y social se refiere. Se
tomaron medidas como la aprobación de la reforma universitaria, la LODE, que establecía la enseñanza
gratuita y obligatoria hasta los dieciséis años.
TASAS DE ESCOLARIZACIÓN (EN %)
Años
4 − 5 años
6 − 13 años
14 − 15 años
16 − 17 años
1982 − 1983
85'5
100
76'9
51'5
1991 − 1992
96'3
100
97'7
64'9
La ciudadanía española ha cambiado radicalmente en estos últimos treinta años, asistiendo pues a la
revolucionaria ruptura de la familia tradicional, donde el 40% de las uniones matrimoniales terminan en
ruptura. Por el contrario, la convivencia es un valor que aumenta por momentos, con unas cifra del 0'8% en
1985 y del 6'5% en 2005, al igual que la existencia de núcleos monoparentales (unos 600 mil), encabezados
por madres solteras o separadas.
Lo mismo sucede con los segundos matrimonios, y por otro lado hay que añadir la incipiente participación
social del colectivo homosexual, con opción al matrimonio desde 2005.
TIPOS DE HOGAR EN 2001
Unipersonales
Parejas con dos hijos
Parejas sin hijos
Parejas con un hijo
Madre con hijos
Pareja con tres hijos
2.876.572
2.512.616
2.448.542
2.184.314
938.719
677.322
7
Parejas con hijos y algún pariente
Familia sin formar núcleo
Dos o más núcleos
Pareja sin hijos y algún pariente
Familia con alguno no emparentado
Pareja con cuatro o más hijos
TOTAL
521.026
395.362
281.118
262.699
250.059
176.509
13.524.858
A pesar de todo esto, España, con sus 42.200.000 habitantes, es uno de los países con menor tasa de natalidad
a nivel mundial, con el riesgo de convertirse en el poseedor de la población más envejecida del planeta,
poniendo a su vez en crisis la asistencia a los ancianos. A su vez, este envejecimiento masivo tendrá
consecuencias inmediatas en la financiación de los sistemas de jubilación y sanitarios, pues con el aumento de
la esperanza de vida, aumenta la cantidad de prestaciones sociales que deberán dedicarse a este grupo
dependiente. Y, como es de suponer, estas críticas circunstancias económicas podrían incidir gravemente en
otros campos como la sustentación del propio Estado.
Otro elemento significativo en la construcción de los nuevos modelos sociales, es que en 2005 ya conviven en
tierras españolas 3.700.000 inmigrantes, conformando el 9'2% de la población.
4. Cambios económicos
Desde el fin de la Guerra Civil hasta la actualidad, el sector económico en nuestro país se ha visto
radicalmente variado. En 1940 España era un país prácticamente agrícola en su totalidad, y en 1975 se había
transformado en la novena nación industrializada del mundo. De ese año en adelante, ha sufrido tales
modificaciones en su estructura monetaria que no tiene nada que ver con la que nos encontrábamos hace tres
décadas.
Cabe destacar como punto débil de la Transición, aunque no por ello menos importante, el papel que jugaron
los Pactos de la Moncloa. Supusieron un acuerdo entre todas las fuerzas políticas parlamentarias del momento
para tratar de solucionar la preocupante situación económica, ya que en 1977:
• en un país en el que el 66% de la energía es importada, la crisis petrolífera de 1973 ha pasado
desapercibida, por lo que no se ha tomado ninguna medida frente al barril de petróleo que pasa en
doce meses de 1,63 a 14 dólares.
• las exportaciones cubren el 45% de las importaciones, el país carece de recursos para mantener sus
intercambios con el exterior y pierde 100 millones de dólares diarios de reservas exteriores,
• se han acumulado 14.000 millones de dólares de deuda exterior, lo que representa un importe superior
al triple de las reservas de oro y divisas del Banco de España.
• la inflación está a niveles casi sudamericanos: del 20% de 1976 se pasa a mediados de 1977 al 44%,
frente al 10% de promedio de los países de la OCDE.
• las empresas tienen deudas de centenares de miles de millones de pesetas lo cual contribuye a que
• el paro empieza su largo crecimiento: ya se sitúa en 900.000 personas de las cuales sólo 300.000
reciben subsidio de desempleo y seguirá subiendo hasta los actuales (1998) 2.000.000 de parados.
El 25 de agosto se firman los Pactos, que son aprobados el día 27 por el Parlamento y cuyo contenido se
divide en medidas urgentes (contra la inflación y el desequilibrio exterior) y reformas necesarias a medio
plazo para repartir los costes de la crisis.
Tras enfrentarse a una grave crisis económica durante la primera, la segunda legislatura del PSOE
(1986−1989) estuvo marcada por un fuerte desarrollo económico que duraría hasta 1992. Este crecimiento se
concretó una ambiciosa política de inversiones públicas en infraestructuras favorecida por la transferencia de
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fondos procedentes de la CEE. Los servicios educativos, sanitarios y de pensiones crecieron de forma notable,
siendo sufragados por un sistema fiscal relativamente progresivo. Por primera vez se podía hablar de un
Estado del Bienestar en España.
TASAS MACROECONÓMICAS
Tasa anual media de crecimiento PNB
Tasa inflación anual media
Variación anual media de salarios
Variación anual media de empleo
Evolución de presión fiscal como % del PNB
Evolución del gasto social como % del PNB
Evolución del gasto en pensiones
Evolución del gasto en educación
Evolución del gasto en sanidad
1975 − 1982
1'4
17'3
2'8
−1'7
6'3
11'6
29'3
66'4
8'3
1982 − 1989
3'5
8
0'3
1'4
6'2
3'2
55'5
94'8
30'6
En 1996, el PP de Aznar centró sus esfuerzos en implementar una política económica ortodoxa que redujera el
déficit público y reactivara la actividad económica privada. El gran objetivo era cumplir los denominados
criterios de convergencia (inflación, deuda, déficit...) establecidos en el Tratado de Maastricht de 1991 y que
una vez alcanzados permitirían a España unirse a la nueva divisa europea, el Euro.
La política económica fue un éxito. La actividad económica se reactivó, el paro descendió de manera notable
y el saneamiento de la economía llevaría a que España participara en el nacimiento del Euro en 1999.
Finalmente, y aunque también hay que reconocer que esta evolución ha sido pareja a la de otras naciones
europeas (como la vecina Portugal), en 2005 nuestro país se sitúa, con una renta per cápita alrededor de los 22
mil dólares, en una situación de riqueza media−alta y como el sexto país del mundo que más invierte en el
exterior.
5. Cambios culturales
Las culturas juveniles −conocidas en España bajo el calificativo de "tribus urbanas"− han sido uno de los
temas más recurrentes en la caracterización social de la juventud en las últimas décadas. De hecho, la historia
de los últimos 25 años −coincidentes en gran medida con el proceso de transición democrática− puede leerse a
partir de la emergencia, difusión, diversificación, masificación y decadencia de diversos estilos juveniles, en
su mayoría de carácter transnacional.
Estos estilos han sido tomados a veces como metáfora del cambio social, es decir, como imágenes
condensadas de los cambios en las formas de vida y los valores que ha vivido la sociedad española en su
conjunto durante todo el periodo. De los primeros hippies a los últimos ravers, pasando por punks, mods,
rockers, pijos, makineros, skinheads, ultras, heavies, nuevaoleros, grunges, okupas, hackers, fiesteros, fashion
y otros muchos estilos más o menos etiquetados, la historia de la transición española puede verse como la
sucesión de diversas oleadas de presencia juvenil en la escena pública, vistas a veces con preocupación, y
otras veces con admiración, por parte de las instituciones sociales y de los medios de comunicación.
6. Familia
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Definición y características
En términos sociológicos generales, la familia es:
• la institución encargada de determinar las pautas de convivencia y las formas de relación primaria,
con las que se aseguran las formas de afecto y de cuidado entre sus miembros vigentes en una
sociedad, y a la vez, un mecanismo de seguridad económica para la subsistencia de sus miembros.
• la institución que fija los ritmos y grados de reproducción biológica que se manifiestan en las
sociedades.
Las reglas de conducta, convivencia, subsistencia y reproducción que la familia hace efectivas, se derivan de
la forma societaria predominante, es decir, están condicionadas en función del marco cultural, económico y
político que predomina en la sociedad donde se ubican.
El número medio de hijos por mujer ha descendido acusadamente en España en las últimas décadas, habiendo
llegado a una tasa que, entre las más bajas del mundo, supera por poco un hijo por mujer (1'2).
Los hijos de orden superior a dos son cada vez menos frecuentes, e incluso los segundos han reducido su
importancia. Para explicar este último dato se puede analizar la Encuesta de Fecundidad de 1999 del Instituto
Nacional de Estadística, cuyo estudio reveló una clara asociación entre las variables de calendario, historia
laboral, nivel educativo y sexo del primer hijo respecto a la probabilidad de tener un segundo. En el hecho de
tener un hijo adicional se identifica como factor relevante el sexo de los habidos previamente.
Evolución. Nuevas concepciones familiares.
El tipo de sociedades actuales y avanzadas se caracterizan por una profunda transformación de la institución
familiar desde los años sesenta. En España, debido a la dictadura franquista, dicha transformación no comenzó
a tener lugar hasta aproximadamente una década más tarde. Estos cambios han afectado al modelo de familia
tradicional, caracterizada por ser muy extensa y estar dominada por una unidad patriarcal. Ésta ha tendido a
perder la hegemonía para ser sustituida por unidades orientadas al consumo y con una organización de sus
miembros más democrática e igualitaria.
Según Manuel Castell, las fuerzas que han posibilitado y aportado confianza a este importante cambio se
pueden resumir en cuatro puntos:
• La transformación de la economía y del mercado laboral, en estrecha asociación con la apertura de las
oportunidades educativas de las mujeres.
• La transformación tecnológica de la biología, la farmacología y la medicina, que ha permitido un control
creciente sobre el embarazo y la reproducción humanas.
• El impacto del desarrollo del movimiento feminista sobre el patriarcado.
• La rápida difusión de las ideas en una cultura globalizada y en un mundo interrelacionado.
Estos factores han posibilitado la aparición y proliferación de nuevas formas de unión familiar, provocando
una gran diversidad en su composición. Actualmente se podrán citar diferentes modelos de familia: familias
extensas (cada vez más minoritarias), familias nucleares clásicas o reconstruidas tras un divorcio o separación,
parejas de hecho, personas que viven solas y familias monoparentales.
Éstas últimas, formadas mayoritariamente por madres solas con hijos menores a cargo, comportan
actualmente una serie de resto para los sistemas de bienestar en los países avanzados y pueden considerarse
como una piedra angular para los nuevos modelos familiares.
La fisonomía de los hogares ha cambiado, incluso el vocabulario se ha enriquecido con esta serie de nuevos
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términos que responden a las nomenclaturas de las nuevas relaciones.
Además, la creciente desterritorialización de las relaciones sociales y la extensión del modo de vida urbano
están generando profundas modificaciones tanto en las relaciones afectivas como en la definición de lo
masculino y lo femenino; el resultado es esta variada gama de opciones de convivencia y de soledad a la vez
que un debilitamiento del modelo familiar tradicional. Deben analizarse la permanencia y el cambio de la
familia española en el contexto de la globalización.
Hay diferentes indicadores que apuntan a una ruptura y crisis del modelo tradicional de familia:
• El aumento de divorcios y/o separaciones, que lleva a la posibilidad de constitución de familias
monoparentales (bastante frecuente).
• El retraso en la formación de uniones, vinculado a la prolongación de la etapa educativa, a la
imposibilidad de hacer compatibles la vida laboral y familiar, a la escasez de ocupaciones
suficientemente remuneradas, a las dificultades para encontrar y costear una vivienda, etc.
• La creciente producción de uniones sin matrimonio, o cohabitación.
Todos estos rasgos reflejan una nueva estructura o configuración de la institución familiar, reflejo de los
modos de entender y organizar la vida de las generaciones jóvenes.
Del boom de la natalidad a la caída del número de nacimientos
Tras el boom de la década de los años cincuenta y principios de los sesenta el índice de natalidad empezó a
desplomarse, ante la sorpresa de los demógrafos, ya que las sociedades industrializadas presentaban un
crecimiento pequeño pero constante. Este declive se mantiene a día de hoy, donde todos los países
pertenecientes al Consejo de Europa poseen un índice por debajo del exigido para que la población se
mantenga igual.
Según las diferentes tendencias políticas y teóricas se han dado diversas explicaciones a este fenómeno:
• Hedonismo y egoísmo de la generación más joven
• Impulso emancipador de la mujer
• Influjo de la píldora
• Costes más altos asociados con tener hijos
• Otros numerosos y variados deseos
Otra teoría es que el deseo de tener hijos era algo que resultaba anticuado, hecho que choca directamente con
datos que demuestran que en el campo de la medicina reproductiva, tanto en España como en otros países
industrialmente desarrollados, se trata cada vez más a mujeres que quieren tener hijos, lo que además implica
un importante coste físico, psicológico y económico. Además de las larguísimas listas de las oficinas de
adopción, que a veces terminan con el uso de medios ilegales.
Por otra parte, los resultados de numerosos estudios realizados señalan que entre las mujeres con profesiones
muy valoradas, a menudo existe un fuerte deseo de tener hijos.
Por tanto, al encontrarnos ante tendencias contradictorias hay que analizar los dos aspectos juntos.
• La reivindicación de tener un poco de vida propia, surgida a raíz de la modernización e
individualización y que ha afectado a las mujeres en un grado todavía mayor, no implica la
desaparición del deseo de tener hijos. De hecho, ha adquirido una nueva importancia como búsqueda
de mayor contenido y significación en la vida.
• Esto significa que las mujeres se encuentran divididas entre el deseo de tener un hijo y el deseo de
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independencia y de un poco de vida propia, deseos muy difíciles de reconciliar en las circunstancias
sociales e institucionales actuales.
Las mujeres jóvenes, al ser preguntadas por sus planes existenciales, consideran el tener hijos como algo
esencial en sus vidas. Sin embargo este deseo se está aplazando, lo que hace que vaya aumentando la edad
media del nacimiento del primer hijo cada vez más, cuando no incluso se reprime este deseo. Después de
1960, el número de mujeres sin hijos supone una cuarta parte de la generación.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística:
De 2,24 hijos por mujer, en 1970, hemos pasado a 1,25 en 1991, 1,16 en 1997 y 1,07 en 1999, uno de los
índices más bajos del mundo.
Los demógrafos sitúan en 2,10 el número mínimo de hijos por mujer para que se produzca el relevo
generacional: 2 para reemplazar en su día a los padres. El problema es grave, ya que la sociedad española no
parece haberse preocupado por él, ni tomado medidas para solucionarlo. El mismo Gobierno socialista
reconoció la gravedad de la situación en el Informe que elaboró en 1994 para la Conferencia Internacional
sobre la Población y Desarrollo de El Cairo:
La evolución demográfica en España ha supuesto una considerable reducción de la proporción de menores
de 15 años en el conjunto de la población de 28% a 19% entre 1970 y 1991. De persistir las actuales
tendencias, el número de jóvenes continuará reduciéndose, hasta llegar en el año 2020 a la mitad de los
actuales ocho millones. Correlativamente, la proporción de personas de más de 65 años ha aumentado en el
mismo período del 10% al 14%. A comienzos del próximo siglo, es probable que esa proporción llegue a
representar el 17% de la población, en el año 2020 más del 20% y en el 2030 una cuarta parte del total.
Entre las causas más destacadas del descenso de natalidad española encontramos las siguientes:
• La generalización de los anticonceptivos, que ponen el placer sexual al alcance del hombre y de la
mujer sin el peligro de que se siga la procreación y cuando fallan esos anticonceptivos se recurre, en
no pocos casos, a la interrupción voluntaria del embarazo.
• La ausencia de una política de protección a la familia y a la natalidad.
• La idea de que, a menor número de hijos, mayor bienestar material. Primero debemos situarnos
profesionalmente, comprar la casa, adquirir un nuevo coche, etc... después ya habrá tiempo para
pensar en hijos.
• El trabajo de la mujer fuera del hogar, con múltiples aspectos positivos, como el de su realización
personal y el que pueda aportar sus múltiples valores a la sociedad.
• Una mentalidad anti−baby cada vez más generalizada. Son escasos los matrimonios que tienen hijos
al poco tiempo de casarse.
Los hijos como riesgo existencial
Cada vez es más evidente que tener hijos supone un riesgo desde el punto de vista laboral, económico y
existencial. La máxima prioridad consiste en asegurar el éxito personal en la vida.
Hay que recordar que España, es con 1'26 hijos por mujer, el país de la Unión Europea con menor índice de
natalidad. En el resto de los países se desarrollan políticas que ayuden a los padres a tener los hijos que deseen
y habitar en viviendas dignas. Lo más preocupante en nuestro país es la constatación de la nula voluntad
política de ayudar a la familia por parte del gobierno.
Además, otra de las causas de este decrecimiento es la idea de que, a menor número de hijos, mayor bienestar
material; primero debemos situarnos profesionalmente, comprar la casa, el apartamento en la playa, adquirir
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un nuevo coche, etc.; después ya habrá tiempo para pensar en hijos.
El estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) Diciembre 2003−Enero 2004 viene a confirmar,
entre otras cosas, que en España las familias no pueden tener los hijos que desean por las dificultades
económicas y los obstáculos que encuentran para conciliar trabajo y familia. Pero, por las respuestas
obtenidas, también se llega a la conclusión de que la administración debería hacer mucho más de lo que ha
hecho hasta ahora. El decrecimiento de la natalidad se debe a tres tipos de factores complementarios y no
excluyentes, que son los siguientes:
− Factores culturales
− Causas económicas y laborales
− Dejación de responsabilidades de las administraciones
Conclusiones
La Transición ha supuesto innumerables modificaciones en la sociedad española. El final de un régimen
dictatorial de 29 años de duración y la posterior elaboración de una Constitución en 1978, que sirviera de
salvaguarda a la llegada de los tan anhelados valores democráticos, incidieron, de una manera u otra, en todos
y cada uno de los habitantes de nuestro país.
Como factor determinante y que en cierta manera rigió todos los demás, encontramos los cambios políticos.
Al morir Franco, ante todo reinaba la incertidumbre, la duda acerca de cómo se iba a gobernar ahora. Baste
decir que la Transición política española ha servido y sirve de modelo a otros muchos países por su
tranquilidad. Hasta el día de hoy, partidos políticos de diferentes tendencias de pensamiento han estado al
frente y frente al Gobierno, sin que por ello hayan existido serios conflictos violentos.
A su vez, la evolución demográfica de nuestro país en los últimos veinte años, se ha caracterizado por un
inminente proceso de adaptación a las pautas demográficas de nuestros vecinos europeos.
Estas tres décadas casi transcurridas, suponen para España desde el punto de vista demográfico, la
transformación hacia una estructura poblacional propia de países industrializados, desarrollados y
democráticos.
Como resumen de la evolución demográfica cabría destacar que en la actualidad poseemos una estructura
demográfica caracterizada por una fuerte reducción de la natalidad, una fuerte reducción de la mortalidad
(aunque debido al envejecimiento de la población, haya subido en el último trienio, aún seguimos teniendo las
tasas de mortalidad más bajas de Europa), y una drástica reducción de la mortalidad infantil.
España ha sufrido tales modificaciones estructurales, siendo su entramado social actual tan diferente al que
nos encontrábamos en 1978, que cualquier observador neutral no reconocería la España de ese año con la
actual. Existen cifras destacables, como el ser el número doce en aportación al PNB mundial o el veinte en el
Índice de Desarrollo Humano. La ciudadanía española ha cambiado totalmente sus valores en estos últimos 30
años.
Desde el fin de la Guerra Civil hasta la actualidad, el sector económico también ha sufrido trascendentales
variaciones. En 1940 España era un país prácticamente agrícola en su totalidad, y en 1975 se había
transformado en la novena nación industrializada del mundo. En 2005 nuestro país se sitúa, con una renta per
cápita alrededor de los 22 mil dólares, en una situación de riqueza media−alta y como el sexto país del mundo
que más invierte en el exterior.
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Las culturas juveniles han sido uno de los temas más recurrentes en la caracterización social de la juventud en
las últimas décadas. De hecho, en innumerables ocasiones se ha contado a través de ellas la historia de los
últimos 25 años en nuestro país, utilizando como referencia su emergencia, difusión, diversificación,
masificación y decadencia.
Todos estos cambios han afectado de manera ideológica a la gente que los ha vivido, provocando el paso de
un modelo tradicional de familia con numerosas protecciones legales, a una situación en que la familia
aparece como carente de límites, como un magma indefinido en el que cualquier condimento puede tener
cabida, desde las uniones de hecho hasta los matrimonios de homosexuales. Todas las demandas parecen
insertarse dentro de un sistema familiar, hasta hace 20 años muy rígidamente regulado por la ley y por los
comportamientos sociales. Este giro tan radical se inicia en España más tardíamente que en otros países
europeos: es en los años 60 cuando en sistema familiar español comienza, primero con gran lentitud y luego
con la transición aceleradamente a cambiar.
Como contrapartida, este ritmo lento ha permitido mayor capacidad de asimilación social y de respuesta
institucional. Se ha pasado de una configuración monolítica de la familia a otra pluralista en la que las
distintas modalidades de articular la vida familiar − cohabitación o matrimonio, unión homosexual o
heterosexual, etc. − reciben semejante cobertura legal. Se ha producido una ruptura desde un tipo único de
familia con una fuerte protección legal y social y sucesivamente se fue eliminando la prohibición del divorcio,
de los anticonceptivos, del delito de adulterio, etc.
Los cambios en la regulación legal de la familia se han producido de forma escalonada. Ello ha dado paso a
que se pueda hablar de una transición a ritmo lento del cambio familiar, que ha favorecido una concepción de
permanente actualidad de la familia como cambio y la creación de una imagen de la familia como un objeto
abierto.
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