Programa

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CONCERTOS FIN DE CURSO*
Paraninfo da Universidade
Facultade de Xeografía e Historia
SILVIA GARCÍA BERMEJO
viola
LUCÍA PÉREZ DIEGO
violoncello
OLAF JIMÉNEZ PÉREZ
trompa
martes
3 | 06 | 2014
20.00 h
SILVIA GARCÍA BERMEJO
viola
FRANZ SCHUBERT
Sonata en La menor D. 821 “Arpeggione”
1. Allegro moderato
Simona Velikova piano
Franz Schubert destacó principalmente por sus lieder, principalmente los ciclos
como El viaje de invierno, La bella molinera o El canto del cisne; pero además compuso 21 sonatas, siete misas y nueve sinfonías, de las cuales la más conocida es la
sinfonía Incompleta, obra magistral de dos movimientos. En su corta pero intensa
labor compositiva logró desarrollar un estilo propio muy expresivo que se sitúa
como articulación entre el clasicismo y el romanticismo, donde las emociones son
expresadas usando el idioma del estilo clásico.
Éste compositor austriaco fue el duodécimo de catorce hermanos, y destacó desde
muy temprana edad por su talento musical. Al carecer de patrones nobles o al menos
adinerados que costeasen sus ediciones, no gozó de fama en vida, lo que llevó a rodear
su biografía de leyendas e invenciones, algunas derivadas de las reuniones de artistas
que formaban un círculo brillante y de fiesta dedicado a la música y a la lectura donde
la figura central era el propio Schubert, y que fueron conocidas como Schubertiadas.
Otras leyendas en cambio hacían referencia a su talento innato, sobre el cual Beethoven afirmó: “Es verdad que en este Schubert se encuentra una chispa divina”. De este
talento también se percató ya su profesor, el cual admitió “No tengo nada más que
enseñarle, el conocimiento lo ha recibido del buen Dios”. No es de extrañar que tras
estas afirmaciones la gente comenzara a exagerar y fabular acerca de Schubert y su
talento, creándose en algunas ocasiones enemigos sin él pretenderlo.
Schubert compuso la obra que presentamos en 1824, probablemente encargada por
Vincenz Schuster, amigo del compositor y virtuoso del instrumento. Quizá se ejecutó
alguna vez entre amigos o en representaciones privadas, pero nunca se publicó en
vida del compositor.
La sonata se escribió para arpeggione, un instrumento diseñado y construido en el
año 1823 por el luthier vienés Johann Georg Stauffer, y que se considera hermano
del violonchelo por el aspecto y la posición en que se toca, pero con sus trastes y
sus seis cuerdas afinadas como una guitarra. Este instrumento no tuvo mucho éxito,
poquísimos compositores se interesaron por él y aún menos intérpretes, por lo que
no sobrevivió mucho tiempo. Tanto es así que no queda de él ni una sola muestra,
más allá de alguna pieza de museo, como la del Museo de Instrumentos Musicales
de Bruselas. Sabemos con bastante aproximación cómo era por las descripciones de
la época, dibujos, papeles y documentos varios, pero no sabemos muy bien cómo
sonaba. Su inventor lo llamó arpeggione porque se supone que estaba especialmente dotado para producir arpegios, debido a su guitarrística afinación. Cuando
la sonata de Schubert por fin vio la luz en 1871 (43 años después de la muerte del
compositor), el arpeggione no sólo había perdido todo favor por parte del público,
sino que había caído completamente en el olvido, de modo que fue transcrita para
muchos instrumentos: desde flauta o clarinete hasta piano. Pero las versiones que
se han hecho un hueco como uno de los faros del repertorio de los instrumentos
solistas, son las de violonchelo y viola.
La Sonata presenta un carácter melodioso muy típico de Schubert y se estructura
en su primer movimiento en la forma de allegro de sonata típica. La exposición comienza con el tema en el piano, seguido inmediatamente por la viola, con un claro
carácter cantabile, que a la vez introduce de manera muy clara la obra. Presenta una
peculiaridad muy común en Schubert, y es que se trata de un tema dividido en motivos que no son exactamente de cuatro compases, sino de tres o de cinco. El segundo
tema está escrito en el relativo mayor, se caracteriza por las sucesivas contestaciones
entre los dos instrumentos y presenta un cambio de carácter respecto al primero.
Una vez finalizada la exposición y tras una breve coda, comienza el desarrollo, bastante corto en relación con la exposición. En esta parte se modifica el material de
la exposición a nivel tonal y se introducen elementos nuevos, aunque basados en
fragmentos de los temas anteriores. Al finalizar el desarrollo se prepara la vuelta al
tono principal y comienza la reexposición donde vuelve a aparecer el tema inicial
en la tonalidad principal, pero esta vez se cambian los papeles, y es la viola quien
lo introduce. Finaliza este primer movimiento con una coda.
La Sonata se difundió principalmente adaptada para viola y violonchelo, como dije
antes. En la versión de violonchelo se puede apreciar que la melodía se encuentra
casi siempre en el registro agudo del instrumento, dificultando así su interpretación.
La adaptación para viola es de Hans Drechsel, quien para evitar la dificultad de la
transcripción para violonchelo, propone dos opciones en los pasajes más agudos, de
manera que el intérprete pueda escoger entre una octava u otra
LUCÍA PÉREZ DIEGO
violonchelo
ROBERT SCHUMANN
Concerto para violonchelo en La menor op. 129
Eriko Ishimoto piano
En una Alemania en la que el interés por las artes entre la burguesía no paraba de
crecer, comenzaron a proliferar nuevas ideas entre los intelectuales de la época que
se contraponían a las que se arrastraban desde el clasicismo. El individualismo se
convierte en una necesidad y la libertad religiosa, política y personal se conforman
como pilares fundamentales de la sociedad. El anhelo por lo infinito, lo inalcanzable,
la contraposición entre la alegría y la tristeza de vivir, el amor por la naturaleza y la
concienciación del ser humano tanto en la vida como después de ella, se convierten
en los principios en los que los artistas de esta época asientan sus obras. Estuvieron
además apoyados por toda aquella clase burguesa que potenció la producción de
obras en todas las disciplinas. Este contexto tan favorable, puso a Alemania a la cabeza
de la producción musical de esta época, siendo así la cuna de muchos y muy relevantes
y emblemáticos compositores, como es el caso de Schumann.
Robert Schumann, nacido en 1810 en Zwickau, es uno de los paradigmas del Romanticismo musical. Perteneciente a una familia de libreros, siempre tuvo muy presente la
literatura en su vida y por tanto, en su obra. En su trayectoria compositiva tuvo especial
relevancia el piano, instrumento que tocó hasta que una lesión en su mano derecha
le alejó de la carrera como concertista. Uno de los hechos de mayor trascendencia de
su vida fue el haber conocido a Clara Wieck, quien posteriormente se convertiría en
su esposa y principal intérprete de todas sus obras para piano, además de su musa.
El estilo de Schumann se caracteriza por la contraposición repentina de temas que
pueden ir de la más plena euforia al total pesimismo y viceversa. Tal vez lo que hace
que su repertorio sea tan paradigmático es, tristemente, que fuese en buena medida
el producto de una naturaleza inestable, que le llevaría a intentar suicidarse en 1854
y pasar sus últimos días en un hospital psiquiátrico. A esta última etapa de su vida
se corresponde la creación del Concierto para violoncello y orquesta en la menor op.
129, compuesto en octubre de 1850 en tan solo dos semanas.
Esta obra es el lienzo que utilizó Schumann para innovar sobre ciertos aspectos, tanto
formales, como estilísticos. Consta de tres movimientos, pero en ningún momento la
música se detiene entre ellos. Schumann, moviendo y manejando de muchas formas
el tema principal del Concierto, crea puentes que dan unidad al conjunto de la obra. En
el primer movimiento (nicht zu schnell) se acusa la intención vocal que el compositor
pensó para el violonchelo; el segundo movimiento (langsam) adquiere un cariz lírico,
en el que el papel de la orquesta es fundamental y donde la inconclusión armónica
desemboca en una suerte de cadencia que rescata temas del primer movimiento,
al tiempo que utiliza motivos del segundo para llegar al tercero (sehr lebhaft); este
último, presenta un carácter de rondó y tiene como característica principal su gran
movimiento armónico. Una curiosidad de esta última parte son las apariciones esporádicas de dos notas entre las que hay diferentes intervalos, y que tocan de igual
forma primero el violoncello y acto seguido la orquesta: un guiño de Schumann a Clara.
Lamentablemente, Schumann nunca llegó a escuchar este concierto. La causa residió
en buena medida en los múltiples problemas con los que tuvo que lidiar para su
publicación, hasta que en el año 1853 Breitkopf & Härtel aceptaron encantados la
proposición del compositor, diciendo que este concierto era “realmente una pieza
de gran belleza que tendría una muy buena acogida”. Una vez que Schumann vio
encaminada la publicación de su concierto, comenzó a jugar con la idea de hacer una
versión del mismo para violín, ya que este instrumento ofrecía una mayor cantidad
de beneficios económicos que el violoncello. Mientras tanto, los editores de Breitkopf
& Härtel terminaban sus revisiones de la partitura y el 15 de Febrero de 1854, enviaron a Schumann ya terminadas las partes correspondientes al violoncello solista y la
reducción para piano, para que éste las revisara por última vez y diera su aceptación.
Sin embargo la noche del 17 de Febrero, la locura de Schumann despuntó dándole
alucinaciones auditivas. A pesar de los intentos de los médicos por tranquilizarlo,
el compositor cogió las partituras del concierto y, en ese estado, comenzó a hacer
correcciones. El 21 de Febrero, seis días antes de su intento de suicidio, mandó las
partituras a Breitkopf para publicarlas definitivamente. Esta versión fue la que finalmente salió a la luz, como resultado de esa noche en la que los fantasmas que llevaban
atormentando a Schumann durante toda su vida, salieron con más fuerza y le llevaron
a hacer modificaciones en la partitura que dan como producto final un trabajo lleno de
incongruencias, de cambios radicales, de sentimientos totalmente contrapuestos, de
la más absoluta intranquilidad y de una inquietud continua… Detalles que nos pueden
dar pistas de hacia dónde derivó el espíritu de un genio que nos dejó en cualquier
caso, obras tan maravillosas como esta.
OLAF JIMÉNEZ PÉREZ
trompa
WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756-1791)
Concerto para trompa nº 4 en Mi bemol mayor K.V 495
1. Allegro moderato
2. Romanza
3. Rondó: Allegro vivacev
RICHARD STRAUSS (1864-1949)
Concerto para trompa nº1, Op.11
1. Allegro
2. Andante
3. Rondó: Allegro
Simona Velikova piano
Los conciertos para trompa de Wolfgang Amadeus Mozart son una parte imprescindible en el repertorio de los intérpretes profesionales. En su origen fueron dedicados
a su amigo de la infancia, Joseph Leutgeb, el cual posteriormente se convirtió en un
gran trompista con una técnica excepcional, ya que estos conciertos aparte de contener muchas dificultades, están escritos para una trompa natural, careciendo de las
válvulas que posteriormente se incorporaron. Para interpretar estos conciertos con
la trompa natural y los tonillos correspondientes, era necesaria una gran “técnica de
mano” que permitiese obtener aquellos sonidos que no se encontraban dentro del
rango armónico-natural de la tonalidad.
Este es un concierto que cumple con todas las concepciones estilísticas y formales
del clasicismo en cuanto al número de intérpretes en la orquesta, la manera en la que
esta construido, o la armonía clara que presenta. Fue terminado en el año 1786, y es
el único, junto con el K. 417, que incluye en su orquestación trompas de ripieno. Los
cuatro conciertos para trompa de Mozart presentan importantes similitudes, aunque
en este caso el compositor lleva un poco más lejos las exigencias técnicas al instrumentista y las propias posibilidades de la trompa.
Se conforma con los habituales tres movimientos. El primero, donde la orquesta nos
presenta el tema principal del allegro, dando paso a la posterior exhibición del solista,
un tema en el que la trompa realiza pasajes de gran habilidad técnica, combinando un
arpegio en una figuración lenta con varias escalas de semicorcheas, en las cuales el
movimiento va cambiando su parte armónica. Tras la exposición en la tonalidad principal,
Mozart coloca un desarrollo de carácter mucho más íntimo en una tonalidad del modo
menor, para volver después a la reexposición en la tonalidad de origen y terminar con
una cadencia libre del intérprete, que en la época era habitualmente improvisada por el
solista en la actuación, demostrando sin la ayuda de la orquesta, las habilidades propias.
El segundo movimiento, a modo de romanza, podemos definirlo como un diálogo entre la
trompa y la orquesta, en el que partiendo de unos temas de gran dulzura y respondiéndose continuamente, conjunto y solista alcanzan momentos de gran brillantez sonora. El
último movimiento es un clásico rondó, un baile de carácter alegre y cortesano, escrito
en compás de 6/8, en el que sobresale el marcado carácter rítmico en la parte solista.
Richard Strauss compuso el Concierto para trompa en mi bemol mayor concierto en
1882, con tan solo 18 años. Fue escrito de una forma muy meticulosa y respetuosa
ya que estaba dedicado a su padre, un trompista muy afamado en la época y el cual
además cumplía en esa ocasión 60 años. En esta obra vemos plasmadas claramente
las pautas que marcarían la novedades estilísticas de la segunda mitad del siglo XIX,
como son el aumento en la orquestación y densidad sonora, una mayor carga y experimentación armónica o una extensión mucho mayor que en composiciones anteriores.
El concierto es claramente virtuosístico, marcando el protagonismo del solista pero con
una orquestación también muy cuidada. Incluso sin compartir todas las características del
momento, muestra gestos típicos de la exhuberancia del romanticismo frente a cualquier
época anterior. El acercamiento a un carácter más lírico no solo se relacionó con la naturaleza del instrumento ‘’a solo ‘’, sino también con la personalidad de un Strauss todavía joven.
El comienzo a modo de llamada evoca el origen del instrumento en el contexto de las
cacerías e igualmente recuerda al comienzo estilo “cohete” utilizado en el preclasicismo, desplegando fundamentalmente las notas del arpegio de la tonalidad principal.
Los temas posteriormente expuestos, son desarrollados dos o tres veces, con una imitación libre y utilizándolos a modo de lied en sucesión. Por ejemplo, el motivo rítmico
que abre el concierto en la propia llamada de la trompa, será utilizado en un guiño
de repetición en el tercer movimiento, preparando la vuelta a la tonalidad principal;
o también podemos fijarnos en la repetición de tresillos en el desarrollo del primer
movimiento, los cuales son la parte fundamental de la melodía.
En el primer movimiento podemos ver toda la energía de un joven compositor, mostrando las diferentes facetas del instrumento, desde la llamada heroica, pasando
por una exposición de gran lirismo, un melancólico desarrollo, para finalizar con una
muestra de la potencia sonora de los instrumentos de viento metal. Todo lo contrario
que el segundo movimiento, de carácter apasionado, pensativo, incluso lamentoso,
comenzando en una melodía lejana que se va acercando con mucha suavidad y desarrollándose en un pasaje fortísimo de gran expresividad que desemboca en el alegre y
virtuoso finale. El último movimiento no tiene descanso para el trompista; en él, Strauss
exprime las posibilidades técnicas del instrumento y también las del propio intérprete, con motivos muy rápidos y rítmicos, en el que destaca sobre todo el presto final,
construido con la técnica usada en el primer movimiento de la figuración repetida.
CONCERTOS FIN DE CURSO*
Paraninfo da Universidade
Facultade de Xeografía e Historia
20.00h
MÉRCORES 21 MAIO
DANIEL SOUTO NEIRA óboe
ALBA YAGO MORA fagot
MILI FERNÁNDEZ violín
Bohuslav Martinu, Antonio Vivaldi, Wolfgang Amadeus
Mozart, Camille Saint-Saëns, Johannes Brahms,
LUNS 26 MAIO
CRISTINA DE MINGO SALCEDO viola
ANTONIO NAVARRO MOROTE violín
MIGUEL ADRÍAN PAZOS ALONSO trompeta
Béla Bartók, Wolfgang Amadeus Mozart,
Ludwig van Beethoven, Georg Friedrich Haendel,
Johann Nepomuk Hummel, Arthur Honneger
MARTES 27 MAIO
CRISTIAN ÁLVAREZ SIEIRO violín
EMILIO ALONSO ESPASANDÍN clarinete
Wolfgang Amadeus Mozart, Antonin Dvórak,
Krzysztof Penderecki, Adolf Busch,
Jörg Widmann, Jean Françaix
LUNS 2 XUÑO
GERMÁN AGULLÓ ALBORS percusión
VIRGINIA DE PABLO HOLGUERA violoncello
ALEIX VAQUÉ MUR frauta
Françoix-Bernard Maché, Kazunori Miyake,
Joseph Haydn, Antonin Dvórak, Johann Sebastian
Bach, Gabriel Fauré, Henri Dutilleux
MARTES 3 XUÑO
SILVIA GARCÍA BERMEJO viola
LUCÍA PÉREZ DIEGO violoncello
OLAF JIMÉNEZ PÉREZ trompa
Franz Schubert, Robert Schumann,
Richard Strauss, Wolfgang Amadeus Mozart
* entrada libre ata completar aforo
** entrada gratuita previa retirada de invitación na billeteira
do Teatro Principal (a partir do venres 16 de maio)
Teatro Principal: 18.00-21.00h, de martes a sábado
Auditorio Novagalicia Banco (rúa Preguntoiro, 23):
o día do concerto a partir das 20.00h
CONCERTO EXTRAORDINARIO**
Auditorio Novagalicia Banco rúa Preguntoiro 23
XOVES 12 XUÑO 21.00h
REAL FILHARMONÍA DE GALICIA
MAXIMINO ZUMALAVE director
DANIEL SOUTO NEIRA oboe
ALEIX VAQUÉ frauta
EMILIO ALONSO ESPASANDÍN clarinete
OLAF JIMÉNEZ trompa
MILI FERNÁNDEZ violín
ANTONIO NAVARRO violín
Antonio Vivaldi, Carl Philip Emanuel Bach, Jean Françaix,
Richard Strauss, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven
* Como colofón dos seus estudos, cada un dos alumnos do Curso Avanzado de Especialización Orquestal participa en estos
concertos públicos realizando unha interpretación solista destacada. As notas ao programa que lles ofrecemos a continuación foron elaboradas polos propios intérpretes e na súa edición respectamos o idioma orixinal no que foron escritas.
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