OEA/Ser.L/V/II.102 Doc. 9 rev. 1 26 febrero 1999 Original: Inglés TERCER INFORME SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA* ÍNDICE INTRODUCCIÓN CAPÍTULO I: CONTEXTO PARA EL ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA CAPÍTULO II: PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL SISTEMA JURÍDICO Y POLÍTICO COLOMBIANO CAPÍTULO III: LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES CAPÍTULO IV: VIOLENCIA Y LA VIOLACIÓN AL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO CAPÍTULO V: ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA Y ESTADO DE DERECHO CAPÍTULO VI: DESPLAZAMIENTO FORZADO INTERNO CAPÍTULO VII: DEFENSORES DE LOS DERECHOS HUMANOS CAPÍTULO VIII: EL DERECHO A LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO CAPÍTULO IX: LA LIBERTAD DE ASOCIACIÓN Y LOS DERECHOS POLÍTICOS CAPÍTULO X: LOS DERECHOS DE LOS INDÍGENAS EN COLOMBIA CAPÍTULO XI: LOS DERECHOS DE LAS COMUNIDADES NEGRAS CAPÍTULO XII: LOS DERECHOS DE LA MUJER CAPÍTULO XIII: LOS DERECHOS DEL NIÑO CAPÍTULO XIV: LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS PRIVADAS DE SU LIBERTAD CONSIDERACIONES FINALES: DERECHOS HUMANOS, JUSTICIA Y PAZ EN COLOMBIA RESUMEN EJECUTIVO * El Comisionado Alvaro Tirado Mejía, de nacionalidad colombiana, no estuvo presente en la discusión y votación del presente Informe tal como lo establece el artículo 19.2a del Reglamento de la Comisión. 1 INTRODUCCIÓN A. ANTECEDENTES 1. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante "la Comisión", "la CIDH" o "la Comisión Interamericana") ha observado la situación de los derechos humanos en Colombia durante casi veinte años, conforme a las disposiciones contenidas en la Carta de la OEA, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Estatuto y su Reglamento. La Comisión ha puesto especial énfasis en la situación que se vive en Colombia, dada la violencia y los enfrentamientos endémicos que han afectado a ese país y las numerosas denuncias de violaciones de derechos humanos recibidas en las cuales se atribuye responsabilidad directa o indirecta al Estado colombiano. 2. La Comisión realizó su primera visita in loco a Colombia en abril de 1980. Esa visita tenía el propósito específico de permitir que la Comisión examinara la situación general de los derechos humanos y que presenciara las actuaciones orales en las cortes marciales celebradas bajo la Constitución y las leyes colombianas. También se pidió a la Comisión que durante la visita observara las investigaciones que se llevaban a cabo en torno a presuntos abusos de autoridad vinculados con los derechos humanos, denunciados en un documento emitido por Amnistía Internacional el 1° de abril de 1980. 3. Durante la visita de abril de 1980, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos cumplió una función fundamental en la solución de una situación difícil que se planteó cuando un comando del Movimiento 19 de Abril ("M-19") ocupó la Embajada de la República Dominicana el 27 de febrero de 1980. Más de 50 personas fueron tomadas como rehenes durante la acción, incluyendo diplomáticos de diferentes países, funcionarios gubernamentales y ciudadanos colombianos. La Comisión actuó en esta crisis a solicitud del Gobierno colombiano, de los gobiernos de los países cuyos diplomáticos habían sido tomados como rehenes, de la Santa Sede y de los dirigentes del M-19. 4. Como condición del proceso de negociación que permitió la liberación de los rehenes, se acordó que la Comisión ofrecería una supervisión internacional en los juicios contra los grupos disidentes armados M-19 y FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). A raíz de ello, varios equipos de abogados de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión viajaron a Colombia, en forma rotativa, para estar presentes, observar las actuaciones y brindar un informe al respecto. Estas visitas del personal de la CIDH se efectuaron durante algo más de un año después de la visita in loco, hasta el mes de mayo de 1981. 5. El 29 de junio de 1981, en el curso del 53º período de sesiones, la Comisión aprobó un informe especial sobre la visita in loco, las observaciones resultantes de la misma, las actuaciones judiciales y la situación general de los derechos humanos en Colombia. El informe fue posteriormente publicado como documento OEA/Ser.L/II.53, doc.22, 30 de junio de 1981, con el título "Informe sobre la situación de los derechos humanos en la República de Colombia". 6. El 13 de abril de 1989, en el curso del 75º período de sesiones, la Comisión recibió una invitación del Gobierno del Presidente Virgilio Barco para visitar el territorio colombiano a efectos de observar la situación general de los derechos humanos en ese país. Sin embargo, la Comisión y el Gobierno no pudieron acordar las fechas de la visita. 7. Finalmente, la Comisión propuso que una misión preliminar especial de la Comisión viajara a Colombia en diciembre de 1990. El Estado colombiano aceptó esta propuesta. Una Comisión Especial Preparatoria visitó Colombia del 3 al 7 de diciembre de 1990, con un temario sustancial. 2 Al cabo de la visita, el Presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Comisión Especial Preparatoria, Dr. Leo Valladares, hizo entrega al Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia de una nota para el entonces Presidente César Gaviria Trujillo, agradeciendo al Gobierno colombiano su cooperación y recomendando la adopción de disposiciones jurídicas internas para conciliar la legislación colombiana con las disposiciones de la Convención Americana. 8. Desde el comienzo, la visita de la Comisión Especial Preparatoria de la CIDH fue considerada como una acción exploratoria. A su regreso, la Comisión Especial recomendó al plenario de la Comisión que ésta siguiera supervisando la situación de los derechos humanos en Colombia. 9. Del 4 al 8 de mayo de 1992 se efectuó una visita in loco integral de la Comisión en Colombia. La Comisión llevó a cabo una serie de entrevistas y audiencias con autoridades estatales, organizaciones no gubernamentales, representantes de las víctimas con casos ante la Comisión y otros miembros de la sociedad civil colombiana. La Comisión se dividió entonces en varios subgrupos que viajaron a Medellín y Barrancabermeja para realizar otras entrevistas. 10. Posteriormente, se preparó un informe sobre la base de la información recogida durante las visitas de la Comisión en 1990 y 1992. La Comisión decidió publicar este informe en el curso de su 84º período de sesiones, celebrado en octubre de 1993. El informe fue publicado como "Segundo informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia", documento OEA/Ser.L/V/II.84, doc.39 rev., 14 de octubre de 1993. B. VISITA IN LOCO REALIZADA EN DICIEMBRE DE 1997 11. En el curso de su 94º período extraordinario de sesiones, celebrado en diciembre de 1996, la Comisión decidió solicitar la anuencia del Gobierno colombiano para llevar a cabo una visita in loco a los efectos de observar la situación general de los derechos humanos en Colombia. Una delegación especial de la Comisión, que viajó a Colombia en febrero de 1997 para realizar tareas específicas vinculadas a varios casos en proceso de solución amistosa, presentó una nota con fecha 14 de febrero de 1997 al Ministro de Relaciones Exteriores, solicitando dicha anuencia de parte del Gobierno. La delegación especial también examinó la posibilidad de una visita in loco durante la entrevista que sostuvo con el entonces Presidente Ernesto Samper Pizano. 12. El Presidente Samper anunció a la delegación especial de la Comisión que el Estado colombiano se sentía complacido de acordar recibir esa visita in loco de la Comisión. La Ministra de Relaciones Exteriores, María Emma Mejía Vélez, reiteró el interés del Estado de permitir la visita in loco de la Comisión, en una nota del 19 de febrero de 1997. 13. La Comisión originalmente propuso que la visita se efectuara entre el 7 y el 15 de julio de 1997. No obstante, en nota del 2 de mayo de 1997, la Ministra de Relaciones Exteriores de Colombia indicó a la Comisión que el Gobierno consideraba preferible fijar la visita para una fecha posterior. El Gobierno colombiano y la Comisión posteriormente acordaron que la visita se efectuaría en la primera semana de diciembre de 1997. 14. La Comisión realizó su visita in loco a Colombia entre el 1º y el 8 de diciembre de 1997. La delegación de la CIDH estuvo integrada por John Donaldson, Presidente; Carlos Ayala Corao, Primer Vicepresidente; Robert K. Goldman, Segundo Vicepresidente, y los miembros Claudio Grossman, Oscar L. Fappiano y Jean Joseph Exumé. Alvaro Tirado Mejía, también integrante de la Comisión, no participó en la visita, de acuerdo con el artículo 56 del Reglamento de la 3 Comisión, dado que es de nacionalidad colombiana. Hélio Bicudo, miembro electo, acompañó a la Comisión como Asesor Especial. La Comisión recibió el apoyo técnico de Jorge E. Taiana, Secretario Ejecutivo; David J. Padilla, Secretario Ejecutivo Adjunto; los abogados de la Comisión Osvaldo Kreimer, Denise Gilman y Mario López. La Comisión contó con el apoyo administrativo de Gabriela Hageman, Gloria Hansen y Martha Keller. 15. En el curso de su visita, la Comisión se reunió con el Presidente de Colombia, Dr. Ernesto Samper Pizano, y con otras autoridades políticas, administrativas, legislativas y judiciales de alto nivel. La Comisión también se reunió con numerosas organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y con jerarcas eclesiásticos, dirigentes políticos, comerciantes, representantes de la prensa, sindicalistas y otros representantes de la sociedad civil. Además, la Comisión se reunió con representantes de organizaciones internacionales. 16. Del 1° al 3 de diciembre, la Comisión permaneció en Bogotá para realizar las labores de su temario. Estando en la capital colombiana, la Comisión se dividió en grupos de trabajo y realizó entrevistas con las siguientes autoridades: Presidente Ernesto Samper Pizano; Dra. María Emma Mejía Vélez, Ministra de Relaciones Exteriores; Embajador Carlos Holmes Trujillo, Ministro del Interior; Dra. Almabeatriz Rengifo, Ministra de Justicia; Dr. Alfonso Gómez Méndez, Fiscal General de la Nación; Dr. Jaime Córdoba Treviño, Vice-Fiscal General; Dr. Jaime Bernal Cuéllar, Procurador General de la Nación; Dra. Sonia Eljach Polo, Consejera Presidencial para los Derechos Humanos; Dr. Gustavo Salazar, Asesor del Director de la Oficina del Alto Comisionado de la Presidencia para la Paz; Dr. José Fernando Castro, Defensor del Pueblo. La Comisión también celebró una reunión con los siguientes funcionarios del Ministerio de Defensa: Dr. Gilberto Echeverri Mejía, Ministro de Defensa; General Manuel Bonnett, Comandante de las Fuerzas Armadas; Mayor General Rafael Hernández López, Inspector General de las Fuerzas Armadas; los Comandantes de las tres Armas y otros oficiales de las fuerzas armadas. La Comisión también se reunió con el General Rosso José Serrano, Director de la Policía Nacional y con el Dr. Mario Acevedo Trujillo, Director Adjunto del Departamento Administrativo de Seguridad. La Comisión también recabó información sobre la justicia colombiana en reuniones con magistrados de la Corte Constitucional y del Consejo Superior de la Judicatura. 17. En Bogotá, la Comisión asistió a una reunión de la Comisión 1290, una comisión gubernamental creada para proponer medios para la ejecución de las recomendaciones formuladas por los órganos internacionales de derechos humanos, y se reunió con miembros del Congreso de la República de Colombia. 18. Además, la Comisión se reunió con numerosas organizaciones no gubernamentales en la capital, incluidas: Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos, Comisión Colombiana de Juristas, Corporación Colectivo de Abogados "José Alvear Restrepo", MINGA (Asociación para la Promoción Social Alternativa), ASFADDES (Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos), Asociación de Personeros, Humanidad Vigente, Fundación Cepeda, REINICIAR, Unión Patriótica, CINEP (Centro de Investigaciones y de Educación Popular), GAD (Grupo de Apoyo a Desplazados), CODHES (Consultora para los Derechos Humanos y el Desplazamiento), Alianza Social Afrocolombiana, Movimiento Nacional de Comunidades Indígenas de Colombia, CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca), Alianza Indígena, Casa de la Mujer, Red Nacional de Organizaciones de Mujeres, Anmucin, CREDHOS (Comité Regional de Derechos Humanos del Magdalena Medio), Comité Nacional VIDA y Colectivo por la Objeción de Conciencia. También formularon presentaciones ante la Comisión los principales representantes de los sindicatos y de la prensa colombiana. 4 19. La Comisión también mantuvo reuniones con la Comisión de Conciliación Nacional y con representantes de organizaciones internacionales públicas y privadas como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y el Comité Internacional de la Cruz Roja. 20. Una delegación de la Comisión también visitó la Cárcel Modelo de Bogotá y realizó entrevistas allí con el Dr. Francisco Bernal Castillo, Director del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, así como con una mesa de trabajo formada por los reclusos. 21. La Comisión se dividió en varios grupos y viajó del 4 al 6 de diciembre a otras zonas de Colombia, incluido Puerto Asís, Departamento de Putumayo;1 Medellín2 y a Urabá3, en el Departamento de Antioquia; a Villavicencio, Departamento del Meta4, y al territorio de la comunidad indígena U’wa5. Al cabo de la visita, el equipo se reunió nuevamente en Bogotá para evaluar la información recogida. 22. La Comisión celebró luego una conferencia de prensa y emitió un comunicado de prensa el 8 de diciembre de 1997, en Bogotá. (El comunicado de prensa se adjunta al presente Capítulo como Anexo 1). En el comunicado de prensa, la Comisión identificó los siguientes problemas más importantes que enfrenta Colombia en la esfera de los derechos humanos los cuales serán objeto de análisis en el presente informe: • La violencia cometida por las fuerzas de seguridad, los grupos disidentes armados, las organizaciones paramilitares y los denominados grupos "CONVIVIR" (servicios especiales de protección y seguridad privados); • La impunidad y sus graves consecuencias para el imperio de la ley; • Las deplorables condiciones carcelarias; • La situación de los desplazados internos; • La situación de las minorías étnicas, las mujeres y los niños; y 1 En Puerto Asís, la Comisión se reunió con el Comité de Derechos Humanos, que está integrado por entidades gubernamentales y no gubernamentales de la zona. 2 En Medellín, la Comisión se reunió con autoridades del Estado, incluidos: Alvaro Uribe Vélez, Gobernador del Departamento de Antioquia; Iván Velázquez Gómez, Procuradoría Regional para Medellín; y María Girlesa Villegas, Defensoría del Pueblo. La Comisión también tuvo oportunidad de hablar con un grupo de individuos que participan en las CONVIVIR. La Comisión también se reunió con organizaciones no gubernamentales, incluidas: Comité Permanente por los Derechos Humanos "Héctor Abad Gómez"; Colectivo de Derechos Humanos Semillas de Libertad ("CODHESEL"), Corporación Taliber, Asociación de Trabajadores Sexuales y Ciudad Don Bosco. Estas organizaciones no gubernamentales presentaron información sobre la situación de derechos humanos en Medellín y en otras zonas de Antioquia, incluidos San Roque y Cristales, La Esperanza, Ituango, Segovia y Remedios. La Comisión también recibió testimonio de personas que alegaban haber sido víctimas o testigos de violaciones de los derechos humanos en Antioquia. 3 Específicamente, la Comisión visitó Apartadó, San José de Apartadó y Turbo. La Comisión se reunió con el Comandante de la XVII Brigada, General Rito Alejo del Río; con la Alcaldesa de Apartadó, Gloria Cuartas Montoya; y con el Obispo de Apartadó, Tulio Duque. En San José de Apartadó, la Comisión pudo observar la situación de la autodenominada Comunidad de Paz y habló con el consejo interno de la comunidad. En Turbo, la Comisión visitó varios albergues para personas desplazadas. 4 En Villavicencio, la Comisión se reunió con las siguientes autoridades: Alfonso Ortiz Bautista, Gobernador del Departamento del Meta; Rocío López, Defensoría del Pueblo; Coronel Fredy Padilla de León, Séptima Brigada del Ejército; y los personeros de las municipalidades de Lejanías y el Castillo. La Comisión también tuvo oportunidad de reunirse con miembros de las asociaciones CONVIVIR locales. La Comisión realizó otras entrevistas con organizaciones no gubernamentales que actúan en la zona, incluyendo ASCODAS y el Comité Cívico de Derechos Humanos. Varios individuos que habían sido desplazados también prestaron testimonio ante la Comisión. 5 Específicamente, la Comisión se reunió con miembros de la comunidad U'wa en Cubará, Departamento de Boyacá. 5 • La situación de los defensores de los derechos humanos y de los periodistas. 23. La Comisión gozó de plena libertad en el curso de su visita para reunirse con las personas que quisiera y para viajar a cualquier parte del territorio que considerara útil. El Gobierno de Colombia brindó a la Comisión su plena asistencia y cooperación, permitiéndole cumplir cabalmente el mandato de su visita in loco. C. OTRAS TAREAS REALIZADAS POR LA COMISIÓN EN RELACIÓN CON COLOMBIA 24. El presente informe se basa fundamentalmente en la visita in loco realizada por la Comisión en diciembre de 1997. Sin embargo, la información utilizada en la preparación del informe no se limita a aquélla recogida en el curso de la visita. Fuentes académicas, gubernamentales y no gubernamentales, tanto dentro como fuera de Colombia, han provisto información a la Comisión en forma continua. Además, la Comisión ha llevado a cabo su propia actividad congruente e intensiva en relación con Colombia, en particular en los últimos años. Esta labor permite que la Comisión se mantenga permanentemente informada sobre la situación de los derechos humanos en Colombia. En la preparación de este informe, la Comisión utilizó información obtenida de todas las fuentes y de sus distintas labores relacionadas con Colombia. Por tanto, es importante subrayar algunas de las actividades que la Comisión lleva a cabo regularmente en relación con este país. 25. Además de los anteriores informes generales, la Comisión ha preparado informes especiales sobre la situación de los derechos humanos en Colombia que han sido incluidos en uno de los capítulos de su informe anual a la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos. Dos de esos informes aparecen en los informes anuales de la Comisión para 1994 y 1996. En estos informes la Comisión subraya, de manera sucinta, desarrollos clave en las prácticas de derechos humanos del país; presenta sus preocupaciones principales con relación a aquéllos; y formula las recomendaciones pertinentes al Estado6. 26. En el curso de cada período ordinario de sesiones, la Comisión celebra un importante número de audiencias sobre casos en trámite así como sobre la situación general de los derechos humanos en Colombia. Representantes del Estado y de organizaciones no gubernamentales intervienen en los dos tipos de audiencias. 27. La Comisión también considera el curso de acción a adoptarse en relación con las peticiones individuales interpuestas contra Colombia en virtud del procedimiento para el estudio de casos individuales establecido en la Convención Americana. Por ejemplo, en su informe anual para el año 1997, la Comisión publicó un informe sobre admisibilidad y cuatro decisiones sobre el fondo en casos donde se alegaba que el Estado colombiano era responsable por la violación de derechos humanos. 28. También en el contexto del trámite de peticiones individuales, la Comisión ha prestado sus buenos oficios en las negociaciones para llegar a una solución amistosa en un número significativo de casos. Por ejemplo, la Comisión se puso a disposición de los peticionarios y del Estado a los efectos de negociar una solución amistosa en el caso 11.007, vinculado a las matanzas que ocurrieron en Trujillo, Valle del Cauca, en 1990. A raíz de estas negociaciones se 6 La Comisión, en principio, no prepara un informe especial para su publicación en los informes anuales correspondientes a los años en que se encuentra preparando un informe general sobre derechos humanos en un país basado en una visita al mismo. 6 creó una comisión especial integrada por representantes gubernamentales y no gubernamentales con el mandato de investigar en detalle las denuncias formuladas por los peticionarios en el caso Trujillo. Esta comisión elaboró un informe final donde se concluyó que existían pruebas suficientes para determinar la responsabilidad del Estado por los hechos violentos de Trujillo. El entonces Presidente, Ernesto Samper, reconoció públicamente la responsabilidad del Estado en el caso sentando un precedente importante y valioso. Las víctimas mencionadas en el informe final también recibieron una compensación pecuniaria. El proceso de solución amistosa de este caso continúa vigente en relación con otros puntos, tales como la aplicación de la justicia penal a los responsables de los delitos cometidos en Trujillo. 29. Las partes también avanzaron significativamente en otros casos al entrar en negociaciones para una solución amistosa con los auspicios de la Comisión. Por ejemplo, a raíz de las negociaciones iniciadas para una solución amistosa en septiembre de 1995, el Estado reconoció su responsabilidad en el caso Villatina (11.141) relacionado con la matanza de ocho jóvenes y niños por parte de la policía, en un vecindario marginal de Medellín. Este proceso de solución amistosa tuvo cierto impacto en el avance de las actuaciones disciplinarias y penales a nivel doméstico. De la misma manera, el Estado colombiano reconoció su responsabilidad internacional por violaciones a los derechos humanos en los casos conocidos como Caloto y Los Uvos, los cuales habían sido también objeto de procesos de solución amistosa. La Comisión valora altamente la decisión del Estado de reconocer su responsabilidad en estos casos. 30. El 27 de mayo de 1998 el Estado y los peticionarios suscribieron un acuerdo con el fin de llegar a una solución amistosa en los casos Roison Mora Rubiano (11.525) y Oscar Iván Andrade Salcedo, Faride Herrera Jaime y otros (11.531). La Comisión considera que el acuerdo se basa en el respeto por los derechos humanos y ha preparado sendos informes de solución amistosa en torno a ambos casos. La Comisión está muy complacida con el resultado favorable de este proceso de solución amistosa e insta al Estado y a los peticionarios en otros casos ante la Comisión a considerar la posibilidad de llegar a una solución de este tipo. 31. Delegaciones especiales de la Comisión han viajado a Colombia en varias ocasiones con el objeto de mantener conversaciones con representantes del Estado y de los peticionarios como parte de los distintos procesos de solución amistosa. Además, la Comisión con frecuencia celebra reuniones durante sus períodos de sesiones con el objeto de estar presente en las discusiones de las partes. Por ejemplo, se han celebrado varias reuniones con las partes con el objeto de explorar la posible solución amistosa del caso 11.227 referido a los miembros del partido político Unión Patriótica. 32. Por último, la Comisión se mantiene en contacto permanente con representantes del Estado, organizaciones no gubernamentales y otros peticionarios a través de su Secretaría. Estos conductos de comunicación, que son sumamente abiertos y fluidos, permiten a la Comisión recabar información sobre la situación en Colombia en forma periódica. D. ALCANCE DEL INFORME Y SU APROBACIÓN 33. El presente informe aborda la situación de los derechos humanos en Colombia subsiguiente al período comprendido por el "Segundo informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia". Sin embargo, la Comisión en algunos casos ha considerado necesario referirse a hechos y tendencias históricos para analizar cabalmente la actual situación de derechos humanos del país. El informe brinda primero un contexto para el análisis de la situación de los derechos humanos en Colombia, incluidas referencias a la historia de la violencia en el país y a los distintos 7 factores que contribuyen a esa situación. La Comisión realiza luego un análisis somero de los mecanismos jurídicos que garantizan los derechos humanos y la administración de justicia. El informe pasa luego a abordar los problemas que la Comisión considera más pertinentes y sobre los cuales ha obtenido la información más confiable. 34. De acuerdo con su mandato y su práctica, la Comisión ha recurrido a un amplio espectro de fuentes para redactar este informe. Al analizar el sistema jurídico interno, la Comisión ha hecho referencia a los códigos legales oficiales, a los textos legales publicados por entidades oficiales, a la jurisprudencia de los tribunales colombianos y a otras publicaciones sobre derecho. Se utilizaron los informes preparados por instituciones del Estado como la Defensoría del Pueblo, la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos, la Fiscalía General de la Nación y otras. La Comisión también utilizó datos e información suministrados por organizaciones no gubernamentales de derechos humanos de Colombia como son la Comisión Colombiana de Juristas, la Corporación Colectivo de Abogados "José Alvear Restrepo", CINEP, y Justicia y Paz. La Comisión también ha tomado nota de la información que ha aparecido en la prensa, así como estudios, investigaciones e informes preparados por organizaciones internacionales de derechos humanos. La Comisión ha prestado especial atención a los valiosos datos recogidos durante su visita in loco, en diciembre de 1997. 35. La Comisión aprobó la versión preliminar del presente Informe en su 100º período de sesiones, celebrado en octubre de 1998. El 10 de noviembre de 1998, de conformidad con el artículo 62 de su Reglamento, la Comisión transmitió la versión preliminar del Informe al Estado colombiano con el objeto de brindarle la oportunidad de formular las observaciones que juzgara pertinentes. Estado presentó sus observaciones el 25 de enero de 1999. Tras considerar las observaciones formuladas por el Estado e incorporar al texto las modificaciones que consideró pertinentes, la Comisión procedió a aprobar la versión definitiva del "Tercer Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia" el 26 de febrero de 1999 y decidió hacerlo público el 12 de marzo de 1999. 8 CAPÍTULO I CONTEXTO PARA EL ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA A. INTRODUCCIÓN 1. En general, se acepta que la situación de los derechos humanos en Colombia es actualmente una de las más difíciles y graves de las Américas. La gravedad de la situación deriva de la violación masiva y constante de los derechos humanos más fundamentales, en particular el derecho a la vida y el derecho a la integridad personal. La naturaleza y las causas de esta situación de derechos humanos son múltiples. Aparte de la violencia vinculada al conflicto armado, en especial la violencia atribuible a extremistas de derecha y de izquierda, existen otras fuentes de violencia que provocan la muerte y otras violaciones de los derechos fundamentales. El narcotráfico, los abusos de autoridad, la violencia socioeconómica arraigada en la injusticia social y las disputas por la tierra son algunas de las fuentes de violencia que han llevado al deterioro de la situación de los derechos humanos en Colombia. 2. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (la "Comisión", la "CIDH" o la "Comisión Interamericana") reitera que comprende cabalmente que existen numerosos protagonistas que contribuyen a la situación de violencia en Colombia y que el Estado no es internacionalmente responsable de todos los daños causados a sus ciudadanos por agentes no estatales. La Comisión también reconoce plenamente que el Estado tiene el derecho y la obligación de garantizar su seguridad y la de sus ciudadanos. El Estado actúa justificadamente cuando adopta medidas contra los grupos disidentes armados, los narcotraficantes y otros que cometen delitos o amenazan con desestabilizar o derrocar el orden constitucional. 3. Sin embargo, el poder del Estado no es ilimitado ni autoriza o justifica cualquier medio para alcanzar sus objetivos. En Colombia, los agentes del Estado algunas veces han cruzado la línea que delimita los poderes del Estado y han cometido violaciones de los derechos humanos. En otros casos, el Estado ha sido responsable de violaciones por aquiescencia o por no reaccionar debidamente ante los daños cometidos. El daño causado en esos casos en que el Estado incurre en responsabilidad por violaciones de los derechos humanos es particularmente grave puesto que quienes son explícitamente encargados de la protección de la ciudadanía han, por el contrario, abusado de su poder en perjuicio de la población. 4. La función primordial de la Comisión es examinar situaciones y casos en que el Estado es responsable de la comisión de violaciones a derechos fundamentales del individuo. Como norma, el Estado es responsable de los actos ilegítimos u omisiones de sus agentes, incluso cuando actúen fuera de la esfera de su autoridad o en violación del orden jurídico interno. Estas situaciones quedan claramente comprendidas en el mandato de la Comisión, conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos (la "Convención" o la "Convención Americana") y a otros instrumentos ratificados por Colombia y los demás Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos ("OEA"). En contraste con ello, las acciones ilegales de los particulares y de los grupos privados que causan daños a terceros, pero que no son imputables al Estado, no comprometen la responsabilidad internacional del Estado y, por tanto, no quedan comprendidas en la jurisdicción de la Comisión. Sin embargo, la Comisión toma nota de que el Estado incurrirá en responsabilidad por los actos ilegales de protagonistas privados cuando haya permitido que tales actos ocurran sin adoptar las medidas pertinentes para evitarlos o para castigar posteriormente a quienes los perpetran. El Estado también incurre en responsabilidad cuando 9 estos actos de particulares son cometidos con el apoyo, la tolerancia o la aquiescencia de agentes del Estado. 5. Dadas sus atribuciones, derechos y obligaciones singulares de acuerdo con el derecho interno y el derecho internacional, el Estado es necesariamente el objeto del análisis de la Comisión, y no los demás protagonistas que provocan la violencia en Colombia. Es únicamente el Estado el encargado de aplicar la ley, mantener el orden, impartir justicia y cumplir las obligaciones jurídicas internacionales. Por tales razones, la Comisión no puede tratar ni trata al Estado colombiano en el mismo nivel que a otros protagonistas de la violencia en ese país. Al mismo tiempo que reconoce el derecho y la obligación del Estado de combatir la violencia y el delito, la Comisión insiste en que las acciones del Estado cumplan con las obligaciones internacionales de derechos humanos y con esa perspectiva las ha de evaluar. 6. A fin de dar cabal cumplimiento a su labor, sin embargo, la Comisión debe considerar y describir los múltiples factores que contribuyen a la violencia y a la difícil situación de derechos humanos que impera en Colombia. Con este fin, la Comisión ofrece un breve análisis histórico de la violencia en Colombia. B. ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA VIOLENCIA 7. Como lo señala la Comisión en el comunicado de prensa emitido al concluir su visita in loco, "Colombia se encuentra inmersa en una dramática espiral de violencia que afecta a todos los sectores de la sociedad, socava los cimientos mismos del Estado, y conmueve a la comunidad internacional por entero"7. Las causas de la violencia han sido estudiadas e investigadas exhaustivamente por comisiones gubernamentales, académicos y otros. El fenómeno es de tal naturaleza que quienes estudian este campo han merecido un título especial. En Colombia se les llama "violentólogos". 1. Breve análisis histórico de los factores que dan lugar a la violencia 8. Muchos de los estudios realizados sobre Colombia distinguen tres etapas en la violencia política del país: 1) las guerras civiles bipartidistas, (en esencia, conflictos y rivalidades entre las clases gobernantes del país durante buena parte del siglo diecinueve); 2) "La Violencia", que tuvo lugar a mediados del siglo veinte y, por último, 3) la violencia actual, que gira en torno a la insurrección armada. El período de "La Violencia" es considerado el antecedente más directo de la situación de violencia actual. 9. El cambio de gobierno en 1946, que transfirió el poder del partido liberal al partido conservador, fue seguido por un enfrentamiento severo entre los dos grupos políticos. Este enfrentamiento violento entre los dos partidos se tornó especialmente agudo en los años cincuenta, período que dio en llamarse de "La Violencia". 10. Grupos revolucionarios armados también se formaron en los años cincuenta, por lo menos en parte, como respuesta a la persecución patrocinada por el Gobierno de los integrantes del partido liberal en las zonas rurales. En algunos casos, agricultores liberales eran perseguidos como medio de expansión de la agricultura capitalista, permitiendo la formación y consolidación del sistema latifundista de tenencia de la tierra. Las víctimas de esta violencia no sólo eran asesinadas, sino también desalojadas de sus hogares mediante el terror. 7 Comunicado de Prensa No. 20/97, Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 1997, OEA/Ser.L/VII.98, Doc. 7 rev., 13 de abril de 1998, pág. 1153. 10 11. Tras la caída del gobierno de facto del General Rojas Pinilla el 10 de mayo de 1957, se inició un período de reconciliación con la consolidación del sistema de gobierno llamado Frente Nacional, que duró unos 16 años. Esta etapa de la vida política de Colombia fue muy singular. El poder fue compartido de manera paritaria entre liberales y conservadores, que alternativamente asumían el poder y se dividían los cargos administrativos, en un empeño por mantener una estabilidad que permitiera el desarrollo económico y social. 12. Durante esta etapa de la vida nacional, los grupos de resistencia armada aliados con el partido liberal se desintegraron y depusieron las armas, tras lo cual se concedieron amnistías. Las fuerzas armadas recuperaron el control del uso de la fuerza y empezaron a combatir a los nuevos grupos disidentes armados que se formaban en las zonas rurales. 13. La movilización de los grupos revolucionarios en los años sesenta y la reanudación de la violencia coincidió con la implementación de un sistema político cerrado a través del Frente Nacional, que concedía el poder político y las oportunidades políticas únicamente a los dos partidos tradicionales. Los movimientos revolucionarios que se crearon tenían fundamentos morales, políticos e ideológicos. La revolución cubana también influyó en los nuevos movimientos. Algunos de los movimientos guerrilleros revolucionarios que se formaron en los años sesenta siguen activos hoy, por ejemplo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ("FARC") y el Ejército de Liberación Nacional ("ELN"). En esta etapa surgieron otros grupos, incluido el Movimiento 19 de Abril ("M-19") el Ejército Popular de Liberación ("EPL"), la Autodefensa Obrera ("ADO"), el grupo Ricardo Franco y el grupo guerrillero indígena Quintín Lame. 14. Al mismo tiempo, el fracaso de los acuerdos de paz y de las amnistías que siguieron a la formación del sistema de Frente Nacional para alcanzar a todos los habitantes de la campaña permitió el desarrollo de un nuevo tipo de violencia. Este nuevo tipo de violencia se denomina "bandolerismo". Cuando este tipo de violencia alcanzó proporciones críticas en 1964, "había más de 100 bandas activas, constituidas por grupos de campesinos armados que, más o menos organizadamente y desconociendo los acuerdos de paz entre las directivas oficiales de los partidos tradicionales, prolongaron la lucha bipartidista"8. 15. El narcotráfico también empezó a incidir decisivamente en la vida nacional colombiana durante este período. El comercio de la droga empezó con el auge de la marihuana, que generaba violencia, en particular en la Costa Atlántica. A ello siguió la producción y el tráfico de cocaína, con lo que se consolidó el narcotráfico. Esta consolidación trajo a Colombia la violencia inherente a esa actividad. También determinó el enfrentamiento violento entre el Estado y los narcotraficantes, en particular el tristemente célebre Cartel de Medellín, incluido Pablo Escobar. Este enfrentamiento incluía el asesinato político y otros actos de violencia y terrorismo que cometían los grupos de narcotraficantes contra el Estado como medio para controlar la política y la acción del Estado en los asuntos vinculados al comercio de la droga. 16. Al mismo tiempo que los grupos armados disidentes empezaron a tomar fuerza en los años sesenta y setenta, se elaboró al interior del Estado una doctrina de seguridad nacional. A esta altura también se afianza el fenómeno de los paramilitares. 8 Véase Gonzalo Sánchez, Dony Meertens, Bandoleros, gamonales y campesinos: El caso de la Violencia en Colombia, 1985, pág. 42. 11 17. El decreto 3398, aprobado como parte del estado de emergencia declarado en 1965, fue convertido en legislación permanente por la Ley 48 de 1968. Esta ley autorizó la creación de patrullas civiles que recibían del Ministerio de Defensa armas de uso privativo de las fuerzas de seguridad del Estado. 18. A fines de los años setenta y en los ochenta, se fortalecieron los grupos paramilitares de autodefensa vinculados a los sectores económicos y políticos en las diferentes zonas del país. Estos grupos, patrocinados o aceptados por sectores de las Fuerzas Militares, buscaban defender los intereses de algunos individuos o grupos mediante la violencia. En gran parte fueron creados como reacción contra la violencia de las zonas rurales del país, con frecuencia incluyendo secuestros extorsivos. Procuraban combatir a los grupos armados disidentes que se habían formado, pues éstos eran responsables de la mayoría de estos secuestros y de otros actos de violencia. Además, los grupos armados disidentes empezaron a aplicar un impuesto de guerra, denominado "vacuna", con lo que amenazaban la situación económica de muchos terratenientes medianos y grandes y a la agroindustria del país. 19. Los paramilitares tenían pues una motivación contrainsurgente. Como resultado de ello, establecieron lazos con el Ejército colombiano. Esta vinculación entre los paramilitares y el Ejército será explorada en mayor profundidad en otras secciones del presente Informe. 20. Durante ese período, los grupos paramilitares también establecieron estrechos lazos con las organizaciones de narcotraficantes. Al ampliarse y tornarse más lucrativo el comercio de la droga, muchos de sus protagonistas se transformaron en terratenientes y en dirigentes de otras empresas económicas. Procuraban defender el negocio de la droga y sus intereses económicos frente a los actos violentos de extorsión y expropiación que llevaban a cabo los grupos armados disidentes en contra de sus intereses. Empezaron a financiar y respaldar a los grupos paramilitares. Es así que, por ejemplo, se formó un nuevo grupo en el Magdalena Medio, en 1981, con el nombre de "Muerte a Secuestradores" ("MAS"). El grupo fue fundado por narcotraficantes en represalia por el secuestro realizado por el M-19 de la hermana de varios miembros del Cartel de Medellín. 21. De manera que una serie de fuerzas e intereses convergían para dar especial fuerza a los grupos paramilitares. Los grupos empezaron a llevar adelante acciones de "limpieza" en varias regiones del país, a eliminar a los grupos armados disidentes y a sus simpatizantes para despejar el camino a los principales terratenientes y a otros hombres de negocios. Finalmente, el fenómeno de los paramilitares adquirió tal grado de violencia y descontrol que el Gobierno colombiano y el Ejército se vieron obligados a actuar para afirmar su control. 22. A fines de los años ochenta y particularmente durante la administración del Presidente Virgilio Barco, el Estado colombiano empezó a imponer restricciones legales a las actividades de los grupos paramilitares y eventualmente los declaró ilegales. El rechazo legal de los grupos paramilitares fue confirmado por una decisión de la Corte Suprema que declaró inconstitucionales las normas jurídicas por las que se establecían los grupos paramilitares. Análogamente, el Consejo de Estado sostuvo que los individuos que poseían armas de guerra debían devolverlas al Ejército colombiano. 23. Pese a las prohibiciones legales, los grupos paramilitares siguen existiendo en Colombia, aunque sin el apoyo legal de que gozaban antes de 1989. En general, estos grupos se han alejado de las actividades del narcotráfico, aunque los ataques de paramilitares contra funcionarios judiciales que investigan delitos de la droga demuestran que en algunos casos todavía existe esa conexión. Se calcula que en 1997 los paramilitares fueron responsables de aproximadamente el 60% de las muertes violentas de carácter político en Colombia. 12 24. También a partir de los años ochenta, sucesivos gobiernos colombianos se empeñaron en negociaciones de paz con los distintos grupos disidentes armados. A comienzos de los años noventa concluyeron las negociaciones de paz con el M-19, el EPL y el Quintín Lame y varios miles de integrantes de esos grupos fueron desmovilizados. Sin embargo, esta desmovilización, en particular en el caso del EPL, no fue completa. Las FARC y el ELN no se desmovilizaron y siguen operando. 25. En los últimos veinte años, el crimen organizado también ha tenido incidencia extraordinaria en la vida nacional colombiana, afectando todos los aspectos de la sociedad, inclusive el proceso electoral y el sistema judicial. Los movimientos disidentes armados han creado una confusa combinación de alianzas y de choques simultáneos con otros protagonistas de las organizaciones delictivas. Los grupos disidentes armados también han establecido lazos con el narcotráfico, conforme a lo cual con frecuencia aplican un impuesto contra los productores de la droga y sus transportadores a cambio de proteger su actividad. Como resultado de esta participación en actividades de extorsión, secuestro, homicidio y narcotráfico, los grupos disidentes armados han perdido buena parte de su credibilidad e influencia ideológicas en los últimos años. 2. Principales fuentes de la violencia política9 a. Grupos disidentes armados 26. Los grupos disidentes armados que siguen activos, las FARC y el ELN, así como algunos disidentes del EPL, forman la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. El otro grupo disidente armado que antes desempeñaba una función significativa en la vida nacional de Colombia, pero que ya no participa en el conflicto armado, es el M-19. A continuación se ofrece una breve descripción de los antecedentes de los tres grupos disidentes armados que siguen actualmente funcionando: i. Las FARC 27. Las FARC constituyen el grupo disidente armado más antiguo de Colombia y tradicionalmente ha sido uno de los mejor organizados de América Latina. Esta organización guerrillera tiene raíces en los movimientos armados disidentes de los cincuenta e inclusive en las más antiguas luchas agrarias de los años treinta y cuarenta, cuando se crearon los primeros sindicatos y ligas agrícolas.10 28. Los orígenes del grupo se retrotraen a 1947, año en que el comité central del partido comunista colombiano decidió organizar un sistema de autodefensa en oposición al régimen conservador de Mariano Ospina Pérez, que asumió el poder en 1946. Este grupo popular de autodefensa más tarde se transformaría en un movimiento disidente armado. Las FARC también establecieron estrechos vínculos con el campesinado colombiano. 29. Las FARC no sólo pasaron a ser el movimiento guerrillero más importante en territorio colombiano, sino también el mejor equipado, tanto material como financieramente, para la lucha 9 En sus observaciones al presente Informe, el Estado colombiano presentó una clasificación de los distintos tipos de violencia levemente diferente a la empleada por la Comisión. El Estado sugirió la siguiente clasificación: 1) violencia originada en la criminalidad ordinaria; 2) violencia de la vida cotidiana; 3) violencia de orden político; 4) violencia proveniente del narcotráfico. 10 Véase Estanislao Zuleta, Colombia: Violencia, Democracia y Derechos Humanos, 1991. 13 armada. Sus integrantes suman aproximadamente 12.000 efectivos y controlan o mantienen una fuerte presencia en el 40 a 50% de los 1.071 municipios de Colombia.11 30. Las FARC siempre han obtenido sus recursos ilegalmente, mediante el secuestro, la extorsión y las "vacunas". Más tarde, las FARC empezaron a recibir fondos a través de asociaciones con los carteles de la droga, que les proporcionaban armas y dinero. A cambio de este patrocinio, el movimiento guerrillero cesa las hostilidades contra los carteles de la droga, protege las instalaciones de producción y el comercio de la droga y facilita su transporte. Sin embargo, la alianza que formaron los narcotraficantes y los grupos paramilitares, por lo menos en una época, creó inestabilidad y una situación explosiva en esta relación. Sin embargo, la relación entre las FARC y el narcotráfico continúa. Asimismo, se entiende que algunos subgrupos de las FARC se dedican directamente a la producción y la venta de drogas. 31. Las FARC han demostrado su poder en los últimos años, en particular en los Departamentos meridionales de Colombia. El 30 de agosto de 1996, las FARC atacaron una base militar en Las Delicias, Departamento de Putumayo, cerca del límite con el Departamento de Caquetá. Los disidentes mataron a 29 soldados y retuvieron a 60 más. Los soldados permanecieron bajo el control del grupo armado disidente durante 289 días, hasta el 15 de junio de 1997. 32. El 21 de diciembre de 1997, las FARC capturaron a otros 18 efectivos en un ataque contra una instalación militar en Patascoy, en la frontera entre los Departamentos de Nariño y Putumayo. A comienzos de marzo de 1998 se inició un feroz conflicto entre el Ejército y las FARC en las selvas del Caguán, Departamento de Caquetá. Las pérdidas que sufrió el Ejército se cuentan entre las más graves en su historia. 33. Las FARC también empezaron a combatir más cerca de la capital en los últimos tiempos. En febrero de 1997, estalló un fuerte combate en una zona montañosa a 30 millas al este de Bogotá, cerca de la ciudad de San Juanito. En ese combate murieron aproximadamente 20 soldados. 34. Además de participar en combate con el Ejército, las FARC también cometen actos que demuestran el grado de deterioro del conflicto. Por ejemplo, tras un enfrentamiento armado en el Departamento de Cundinamarca, el 18 de febrero de 1998, integrantes de las FARC colocaron una granada en el cadáver de un soldado que había resultado muerto. Cuando el cuerpo fue devuelto a la base militar para su sepultura, la granada explotó y dio muerte a dos soldados e hirió a otros cinco. 35. Las FARC han anunciado su interés en mantener conversaciones para una posible negociación de paz. El 10 de julio de 1998, después de su elección a la presidencia y antes de asumir el poder, Andrés Pastrana se reunió personalmente con Manuel Marulanda Vélez (conocido como Tirofijo) y Jorge Briceño (conocido como Mono Jojoy), integrantes del secretariado nacional de las FARC, para discutir la posibilidad de iniciar negociaciones de paz. Las conversaciones han avanzado a partir de aquel momento aunque recientemente fueron suspendidas cuando las FARC anunciaron que no continuarían hasta que fueran convencidas de que el Gobierno del Presidente Pastrana estaba adoptando medidas efectivas para combatir a los paramilitares. 11 Véase José Noé Ríos y Daniel-García Peña, Informe del Comité para la exploración de la Paz, 9 de septiembre de 1997; Washington Post "New Peace Council Faces Daunting Task," 5 de abril de 1998; Alfredo Rangel, Conferencia de Melgar, Tolima, "El Estado del conflicto político armado y solución negociada", 27 de noviembre de 1996. 14 ii. El ELN 36. Disidentes de las FARC formaron el ELN. Este grupo concitó el apoyo de los sectores sindicalistas del Departamento de Santander. Elementos universitarios se unieron a sus filas, al igual que una serie de sacerdotes católicos, siguiendo el ejemplo del Padre Camilo Torres que se sumó al movimiento y murió en un enfrentamiento con el Ejército en 1966. El ELN fue liderado durante muchos años por el Padre Manuel Pérez, religioso español que murió en febrero de 1998. 37. En los últimos años, el ELN ha puesto mucho énfasis en su ataque a la legitimidad del proceso democrático y ha secuestrado a numerosos funcionarios públicos y candidatos electorales. El ELN actuó contra figuras políticas con particular virulencia en los meses que antecedieron a las elecciones municipales de octubre de 1997. Sin embargo, después de las elecciones, el ELN siguió secuestrando a alcaldes y concejales locales en gran número. El ELN también ha luchado a favor de la nacionalización del petróleo. Como parte de esta campaña, el ELN ha realizado más de 600 ataques con dinamita desde 1986 contra la infraestructura utilizada por estos sectores industriales. El ELN cuenta actualmente con unos 3.000 a 4.000 integrantes.12 38. El ELN ha anunciado su interés en procurar una solución política negociada al conflicto armado. El Presidente Pastrana se reunió, después de su elección a la presidencia, con los encarcelados representantes del ELN, Felipe Torres y Francisco Galán, para discutir las propuestas del grupo disidente para las negociaciones de paz. El grupo ha exigido la celebración de una convención nacional para discutir la paz con la sociedad civil y recientemente llevó a cabo varias reuniones preparatorias para dicha convención con el aval del Estado. 39. El ELN ha sugerido que, mientras se prepara la convención nacional, las negociaciones deben conducir a la humanización del conflicto, incluyendo una aplicación más estricta de las normas del derecho internacional humanitario. El ELN afirma que actualmente respeta las normas del derecho internacional humanitario. Sin embargo, las prácticas del ELN en materia de secuestros para la extorsión, etc. dejan en claro que en realidad no respeta estas normas como son interpretadas conforme al derecho internacional. En junio de 1998, el ELN firmó un acuerdo en el cual se comprometió a respetar ciertas reglas mínimas del derecho internacional humanitario. Este acuerdo fue firmado con representantes del Comité Nacional de Paz de Colombia en Mainz, Alemania, después de un diálogo entre dirigentes del ELN, representantes del Estado colombiano y representantes de la sociedad civil. Las conversaciones de paz con el ELN han avanzado en los últimos meses a través de algunos contactos y reuniones dentro y fuera de Colombia. iii. El EPL 40. El EPL surgió en 1965. El grupo originalmente se negó a participar en las negociaciones de paz iniciadas por el Presidente Belisario Betancur. Posteriormente, uno de sus dirigentes, William Calvo, cambió de posición y firmó un acuerdo de paz en 1980. Muchos de los integrantes del grupo aprovecharon la amnistía política que se les ofreció. Sin embargo, muchos otros que se reinsertaron en la vida civil eventualmente regresaron a la lucha guerrillera cuando William Calvo fue asesinado en una calle de Bogotá, el 20 de noviembre de 1985. 41. El EPL pasó luego a ser una de las partes en los acuerdos de paz concertados durante el Gobierno del Presidente Virgilio Barco. Posteriormente, muchos de sus miembros se integraron a la vida civil y han formado un partido político denominado "Esperanza, Paz y Libertad". 12 Washington Post, "New Peace Council Faces Daunting Task," 5 de abril de 1998. 15 42. Un número muy elevado de integrantes del EPL reinsertados han sido asesinados. Estos asesinatos son primordialmente llevados a cabo por la facción disidente del EPL, que no firmó los acuerdos de paz, y por las FARC. Al menos en parte como resultado de la violencia de que fueron objeto, algunos de los anteriores integrantes del movimiento armado disidente se han aliado ahora con las fuerzas de seguridad del Estado e inclusive con los grupos paramilitares. b. Grupos paramilitares 43. La historia de la formación de los actuales grupos paramilitares ya ha sido esbozada. Tal como se anotó anteriormente, algunos de los grupos paramilitares siempre han tenido conexiones importantes con elementos de las fuerzas de seguridad del Estado, aunque funcionan en muchos casos con gran autonomía. También existen importantes evidencias de vínculos entre grupos paramilitares y el narcotráfico. 44. En los últimos años, los grupos paramilitares han crecido considerablemente en número, poderío y control. Actualmente existen grupos a nivel local, regional y nacional. Por ejemplo, los grupos paramilitares del Departamento del Norte de Santander, particularmente en la zona de Ocaña, distribuyen volantes anunciado las actividades de las "Autodefensas Campesinas Nororiente Colombiano". Análogamente, existen grupos paramilitares que actúan en la violenta región del Magdalena Medio, bajo la dirección del conocido Ramón Isaza. 45. La Organización paramilitar regional más conocida es la denominada "Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá" ("ACCU"). Este grupo, fundado por dos hermanos, Fidel y Carlos Castaño, originalmente operaba en la región de Urabá, en la zona noroccidental del país. Más recientemente, la organización ha extendido su influencia a nuevas zonas que incluyen los Departamentos de Sucre y Bolívar, así como el norte de Antioquia. El padre de los hermanos Castaño fue secuestrado y muerto por las FARC y los hermanos originalmente actuaron con el MAS a comienzos de los ochenta. 46. Las ACCU aparentemente tienen estrechos vínculos con una organización nacional relativamente nueva denominada "Autodefensas Unidas de Colombia" ("AUC") o "Autodefensas de Colombia". La decisión de crear una organización nacional de grupos paramilitares surgió de una conferencia de estos grupos que dio lugar a la preparación de un documento que reflejaba esa decisión. Ese documento, elaborado en la primera cumbre de grupos de autodefensa colombianos, afirmaba que los grupos paramilitares se unirían con el objetivo primordial de "combatir la subversión". El documento establece un plan de estructuración de la organización nacional. De acuerdo con ese plan, la organización incluiría unidades para acciones militares y logísticas, inteligencia y promoción. Desde entonces, las organizaciones paramilitares han celebrado otras conferencias y han publicado documentos adicionales esbozando sus posiciones. 47. Numerosas actividades violentas y matanzas han sido atribuidas a esta organización nacional. De acuerdo con los documentos publicados por la propia organización, el grupo es ahora capaz de movilizar sus fuerzas de una zona del país a otra para llevar a cabo sus ataques y tomar el control de nuevas zonas del territorio nacional. Recientemente reivindicó el secuestro de cuatro miembros del Instituto Popular de Capacitación, en Medellín, como parte de una estrategia que amenaza directamente a quienes trabajan en las organizaciones no gubernamentales de derechos 16 humanos. La Comisión en su momento expresó su enfática condena al secuestro mediante un comunicado de prensa.13 3. Otros factores que inciden en la situación de violencia a. El narcotráfico 48. Pese a las campañas antidroga, incluida una fumigación sin precedentes de las plantaciones en 1997,14 el territorio colombiano produce una de las cosechas de drogas ilícitas más voluminosas del mundo. De acuerdo con estadísticas de la Policía Nacional colombiana, se planta coca en 50.000 hectáreas de tierras colombianas. Otros cálculos arrojan cifras aún mayores.15 49. El comercio de la droga es intrínsecamente violento pues implica actividades fuera de la ley que incluyen el manejo de abultadas sumas de dinero. Puesto que las normas y los mecanismos legales no se aplican a estas actividades, las controversias que inevitablemente surgen también se resuelven ilegalmente, en general, mediante la violencia. 50. Además, los que participan en el comercio de la droga deben procurar constantemente su protección y la de sus actividades contra el escrutinio de la ley. Utilizan su capacidad para cometer actos de violencia como principal medio para alcanzar esos fines. Al mismo tiempo, utilizando la amenaza de la violencia, participan en actos de soborno y extorsión de funcionarios públicos, lo que provoca niveles extremos de corrupción en las entidades del Estado que deben controlar la actividad. De manera que el Estado se ve de este modo afectado sea por la violencia contra sus agentes o por la corrupción. 51. Los agentes del narcotráfico y el negocio mismo traen a Colombia violencia y corrupción que han alcanzado niveles intolerables y que amenazan con destruir el tejido social, político y económico del país. Además, los fondos que el Estado debe destinar a la lucha contra la droga podrían destinarse a financiar programas estatales encaminados a satisfacer las necesidades de los pobres. La desviación de estos fondos contribuye a una situación de desigualdad social y económica que a su vez, con frecuencia, produce violencia adicional.16 b. Delitos comunes 52. La Comisión hizo constar en su informe anual de 1996 que ese año perecieron en forma violenta en Colombia 26.710 personas. De esta cifra, aproximadamente 3.600 personas fueron muertas por razones políticas o ideológicas.17 Estas estadísticas pueden compararse con las correspondientes a otros años recientes. La Comisión observa, pues, que la gran mayoría de los actos de violencia que se cometen en Colombia no tienen causas o implicaciones políticas directas. El Estado no es responsable de la mayoría de estos actos, que, por tanto, no constituyen 13 CIDH Comunicado de prensa 2/99 del 4 de febrero de 1999, Informe Anual de la CIDH 1998. De acuerdo con la Policía Nacional colombiana y con las estadísticas de Estados Unidos, Colombia fumigó más de 48.000 hectáreas de cultivos ilegales en 1997. "Colombia, primera en hoja de coca", El Tiempo, 21 de enero de 1998. 15 Id. 16 Conforme a la información provista por el Estado, Colombia invierte cerca de mil millones de dólares anuales sólo en el combate contra el tráfico de drogas. 17 CIDH, Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 1996, OEA/Ser.L/V/ii.95, Doc. 7 rev., 14 de marzo de 1996, pág. 681. 14 17 violaciones de los derechos humanos.18 Sin embargo, el alcance y la naturaleza de los actos cometidos como delitos comunes no son menos horrendos. 53. Estadísticas aceptadas indican que la tasa de asesinatos de Colombia ha llegado aproximadamente a 89,5 por cada 100.000 habitantes al año.19 Esta tasa de asesinatos es la más alta de América Latina y es casi nueve veces mayor que la de los Estados Unidos. En sus observaciones al Informe, el Estado citó una estadística diferente aunque igualmente alarmante. El Estado señaló que, según fuentes de la Policía Nacional, la tasa de homicidios es de 67 por cada cien mil habitantes. 54. Colombia también registra la más alta tasa de secuestros del mundo. En efecto, casi la mitad de los secuestros que se registran en el mundo ocurren en Colombia.20 En 1996, la Oficina de Investigaciones Criminológicas de la Policía Nacional informó sobre 1.436 secuestros. Estadísticas aportadas por una organización no gubernamental indicaban que en 1997 se habían producido 1.693 secuestros.21 La tasa real de secuestros es sin duda muy superior puesto que estas estadísticas deben basarse en informes o denuncias sobre secuestros. En muchos casos, los individuos afectados por los secuestros no denuncian este delito en la esperanza de liberar a la víctima más fácilmente si no se ponen en contacto con las autoridades. 55. Aproximadamente el 40% de los secuestros son cometidos por grupos disidentes armados.22 Muchos de los secuestros que llevan a cabo los grupos disidentes armados tienen el propósito de obtener el pago de un rescate. La Comisión examinará en el Capítulo sobre violencia y violaciones a los derechos humanos y derecho internacional humanitario la aplicación del derecho internacional a estos actos. Sin embargo, cabe señalar a este respecto que el derecho internacional humanitario no respalda en modo alguno la comisión de tales delitos, que no pueden considerarse componente legítimo del enfrentamiento armado. Por lo tanto, no es en modo alguno impropio referirse a este tipo de secuestros extorsivos en esta sección dedicada a los delitos comunes, aunque los secuestros sean cometidos por grupos disidentes armados. 56. La elevada tasa de delitos violentos también tiene repercusiones económicas, dado que una importante porción de recursos privados y públicos se distraen de otros usos más beneficiosos para destinarse a la protección. El sector privado también ha gastado crecientes montos en el pago de rescates para recuperar a los secuestrados. Las estadísticas del gobierno sugieren que los sectores privados perdieron más de 800 millones de dólares a raíz de los secuestros, la extorsión y el robo entre 1990 y 1994. 57. La Comisión desea subrayar la relación que existe entre la violencia vinculada a los delitos comunes y las violaciones de los derechos humanos. Se ha sugerido que el mejoramiento de la situación de derechos humanos no tendría mayores efectos en la situación general de violencia de 18 Corresponde señalar, por supuesto, que el Estado podría ser responsable de actos violentos no políticos. Toda vez que agentes del Estado cometen actos ilegítimos que afectan derechos fundamentales, al amparo de la autoridad oficial, incurren en responsabilidad estatal independientemente del carácter "político" o "de derechos humanos" de tales actos. La responsabilidad del Estado puede atribuirse también a delitos no políticos cometidos por particulares en los casos en que el Estado no intenta evitarlos o no reacciona ante los mismo. Por otra parte, el Estado no es por cierto responsable de toda la violencia política. Como se mencionó antes y como se examinará a lo largo de este Informe en más detalle, muchos protagonistas contribuyen a la situación de violencia de Colombia y el Estado no es responsable de toda dicha situación. 19 Latin American Weekly Report, 4 de marzo de 1997, citando un informe del Banco Mundial. 20 "América Latina, paraíso del secuestro", El Tiempo, 27 de octubre de 1995. 21 "El año del secuestro", El Tiempo, 25 de enero de 1998, citando estadísticas preparadas por la "Fundación País Libre". 22 Estadísticas de la Oficina de Investigaciones Criminológicas de la Policía Nacional. 18 Colombia, dado que la mayor parte de la violencia se vincula al delito común y no a violaciones de derechos humanos en los que tenga responsabilidad el Estado. La Comisión no comparte este punto de vista. 58. Cuando agentes del Estado y el propio Estado son responsables de actos de violencia que violan los derechos humanos, cometidos al amparo de la autoridad oficial, es más probable que aumente la incidencia de los delitos comunes que no implican responsabilidad del Estado. Cuando sus agentes y colaboradores cometen actos violentos ilegítimos, el Estado permite e inclusive participa en la creación de una cultura de violencia. Las leyes sirven en una sociedad para moldear el comportamiento humano hacia el cumplimiento de esas normas, a través de un sistema de desincentivos y sanciones a quienes las desobedecen. El Estado, por medio de sus agentes, tiene el cometido de hacer cumplir esas leyes y normas. Cuando los agentes del Estado no respetan la ley que deben hacer cumplir, la sociedad en su conjunto se ve estimulada a desconocer el imperio del derecho. 59. Además, cuando los agentes del Estado participan en violaciones de la ley y de los derechos humanos, su atención es apartada de la tarea de hacer cumplir la ley. Los delincuentes comunes se benefician de esta desviación de recursos que les permite cometer actos violentos impunemente. Asimismo, la estructura de impunidad que debe crearse para evitar represalias contra protagonistas del Estado que cometen violaciones de derechos humanos beneficia a todos los que actúen en forma delictiva en la sociedad. Cuando las facultades indagatorias y judiciales del Estado son debilitadas para dar protección a quienes cometen violaciones de los derechos humanos, el Estado enfrenta graves dificultades para llevar a los delincuentes comunes ante la justicia. La Comisión considera, pues, que si se contienen las violaciones cometidas con responsabilidad del Estado, cabe razonablemente esperar que se produzca una mejora general en la situación delictiva y de violencia de Colombia. c. Situación socioeconómica 60. De todos los países de América Latina, con excepción de Brasil, Colombia ha experimentado el mayor crecimiento económico en los últimos 35 años. En los ochenta, Colombia registraba el más elevado crecimiento de todo Sudamérica. Sin embargo, inclusive durante este período de auge, han existido graves desigualdades sociales y económicas, incluida la concentración de la riqueza en manos de un pequeño porcentaje de la población. 61. De acuerdo con cifras de 1991 citadas por el Banco Mundial, el 10% de la población de menores recursos recibe el 1,3% del ingreso nacional.23 En otro estudio en que se analizan las cifras de 1992 se señala análogamente que el 10% más rico de la población de Colombia percibe 41,7 veces lo que percibe el 10% más pobre de la población.24 62. En este Informe se considerará en mayor profundidad la situación de los derechos económicos y sociales en Colombia en capítulo especial. Sin embargo, la Comisión observa que las desigualdades que han persistido pese al desarrollo y el crecimiento económicos, han sido una constante fuente de conflicto en Colombia. Pero también es preciso señalar que países con disparidades de riquezas similares o mayores, no han sido víctimas del mismo tipo de conflictos. 23 Informe del Desarrollo Mundial, Banco Mundial, 1997, "State in a Changing World" pág. 223. Latin America Weekly Report, 4 de marzo de 1997, citando a Luis Felipe Jiménez y Nora Ruedi, "Rasgos estilizados de la distribución del ingreso y de sus terminantes en algunos países de la región". 24 19 63. También cabe señalar que el gasto del Estado en programas sociales, que serviría para paliar los problemas que crea la pobreza y la desigualdad económica, con frecuencia son desviados a otros fines a raíz del costo del combate contra las distintas fuerzas que amenazan al Estado. Aproximadamente el 4% del producto interno bruto de 1996 se destinó al conflicto interno.25 Se calcula que las Fuerzas Militares y la Policía Nacional reciben aproximadamente el 25,4% de los ingresos que recauda el Estado. 26 64. Análogamente, el gasto privado de ricos y pobres se aparta de usos más productivos debido al actual clima de violencia que impera en el país. Por ejemplo, una mujer de un barrio pobre de Medellín declaró, al ser entrevistada por la Comisión, que no podía sacar a su familia de la pobreza porque se veía obligada a gastar una importante porción de sus ingresos en funerales y entierros de familiares que eran asesinados. Las dificultades económicas que enfrentan muchos colombianos, pues, deben percibirse a la vez como causa y efecto del conflicto armado interno y de las otras formas de violencia que imperan en Colombia. C. ASPECTOS POSITIVOS DE LA SITUACIÓN DE DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA 65. La situación de los derechos humanos en Colombia presenta ciertos aspectos positivos que la Comisión debe considerar en su análisis. Como lo ha señalado la Comisión en anteriores informes y en el comunicado de prensa emitido tras la conclusión de su visita in loco, existen numerosas instituciones colombianas y oficinas estatales dedicadas a la protección y el fomento de los derechos humanos, la mayoría de las cuales participan en un empeño serio y constante por mejorar la situación de los derechos humanos en Colombia. Como lo señaló anteriormente la Comisión, las instituciones de esta naturaleza deben recibir el apoyo necesario, tanto del Gobierno como de la sociedad civil, para que puedan llevar adelante su labor en forma aún más efectiva y eficiente. 66. La Comisión señala a la atención, por ejemplo, la labor de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía de la Nación. Este órgano ha logrado avanzar algo en la lucha contra la impunidad en casos de violaciones de derechos humanos y en la superación de los obstáculos que se le han interpuesto en este contexto. 67. La Comisión también atribuye importancia al programa para la protección de los defensores de los derechos humanos y de otras personas amenazadas. La Consejería Presidencial para los Derechos Humanos, la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, la Comisión 1290 y la Defensoría del Pueblo merecen todas el reconocimiento como instituciones empeñadas en una labor seria y comprometida en favor de los derechos humanos. 68. Además, la Comisión toma nota del grado de organización que existe en la sociedad civil colombiana. Existen organizaciones no gubernamentales dedicadas a laborar en casi toda esfera imaginable de interés para la población colombiana. Muchas de estas organizaciones actúan en forma dinámica y constante en pro del mejoramiento de la situación de los derechos humanos en Colombia a través de la educación, la protesta pacífica legal, la formulación de denuncias ante sistemas jurídicos nacionales e internacionales, así como por otros medios. Estas organizaciones y el resto de la sociedad civil expresan abiertamente y sin restricciones sus inquietudes acerca de los problemas que enfrentan los colombianos. 25 26 "El Costo de la Guerra", El Tiempo, 11 de marzo de 1998. Comisión Colombiana de Juristas, Colombia, Derechos Humanos y Derecho Humanitario 1966, pág. 55. 20 69. Muchas de estas organizaciones han manifestado un creciente interés en lograr la paz en Colombia y han reconocido la importancia de la defensa de los derechos humanos como condición necesaria para lograr esa paz y superar la violencia que afecta al país. Esta contribución necesariamente fomenta las posibilidades de mejorar la situación de los derechos humanos y lograr la paz en el país. 70. Desde el inicio de su mandato el Presidente Pastrana ha adoptado un número de valerosas medidas para impulsar el proceso de paz en Colombia. La Comisión felicita al Presidente por este importante esfuerzo que es de vital importancia para el futuro del país y hace votos para que las conversaciones iniciadas con tanta dedicación y seriedad conduzcan al logro de una paz duradera en Colombia. La Comisión nota, sin embargo, que los problemas que afectan el respeto de los derechos humanos según son señalados en este Informe no han disminuido en los últimos meses y deben ser considerados como tema prioritario para el nuevo Gobierno. CAPÍTULO II PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL SISTEMA JURÍDICO Y POLÍTICO COLOMBIANO A. LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA 1. Conforme a su Constitución Política, Colombia es una república unitaria descentralizada, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana. La soberanía reside en el pueblo y el poder público emana del pueblo. Éste ejerce su soberanía directamente o a través de sus representantes. 2. La actual Constitución colombiana fue adoptada en 1991. La anterior databa de 1886 y había sido objeto de numerosas modificaciones, incluidas importantes reformas en 1910, 1936, 1945, 1957 y 1968. La adopción, en 1991, de una nueva Constitución, se consideró como un paso muy importante hacia la modernización del Estado, la diversificación y ampliación del proceso democrático y la posibilidad de lograr la paz. 3. El 24 de agosto de 1990, el Gobierno del Presidente César Gaviria Trujillo convocó a una Asamblea Nacional Constituyente conforme al Decreto No. 1926. El 5 de diciembre de 1990 el pueblo de Colombia eligió a los 70 representantes que tendrían asiento en esa Asamblea. Fue una elección histórica en que, entre los votantes y candidatos, figuraron ex miembros de grupos armados disidentes, recientemente reinsertados en la sociedad en general. Por ejemplo, participaron en esas elecciones los líderes del M-19. La representación electa a la Asamblea General fue la siguiente: Partido Liberal - 25; Alianza Democrática M-19 - 18; Movimiento de Salvación Nacional - 11; Partido Social Conservador - 5; sectores independientes del Partido Conservador - 4; Unión Patriótica - 2; Movimiento Indígena - 2; Movimiento Evangélico - 2; Esperanza, Paz y Libertad - 2; Partido Revolucionario de los Trabajadores - 1; Movimiento Indígena Quintín Lame - 1. Los dos últimos representantes electos no tenían derecho de voto. 4. Al cabo de seis meses de estar en funcionamiento, el 5 de julio de 1991, la Asamblea Nacional Constituyente sancionó la nueva Constitución, formada por 380 artículos y 60 disposiciones transitorias. A la fecha de redacción del "Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia", la nueva Constitución colombiana había sido introducida y había comenzado a aplicarse hacía muy poco tiempo. En este momento, siete años después de la adopción de la Constitución, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (la "Comisión", 21 la "CIDH" o la "Comisión Interamericana") está en mejores condiciones para analizar la aplicación de las disposiciones y mecanismos que contiene para la protección de los derechos humanos. B. ESTRUCTURA DEL ESTADO COLOMBIANO 5. Al igual que la Constitución de 1886 que reemplazó, la Constitución de 1991 establece tres poderes de gobierno: legislativo, ejecutivo y judicial. También establece órganos autónomos con funciones específicas para el cumplimiento de los cometidos adicionales del Estado colombiano. Como señaló la Comisión en su "Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia", el Poder Ejecutivo ha gozado de facultades preponderantes en la estructura constitucional. No obstante, la actual Constitución procura establecer una relación más equilibrada entre los poderes. A esos efectos confiere atribuciones más amplias al Poder Legislativo para ejercer control político sobre el Gobierno y refuerza la independencia del Poder Judicial y la función de revisión judicial de los actos legislativos y administrativos. (Véase el Organigrama del Estado Colombiano, que se adjunta a este Capítulo como Anexo 1). 1. El Poder Legislativo 6. El Poder Legislativo está formado por el Senado y la Cámara de Representantes, que conjuntamente forman el Congreso colombiano, con asiento en la capital de la República. La función básica del Congreso consiste en enmendar la Constitución, sancionar leyes y ejercer el control político del Gobierno. Todos sus miembros son electos directamente por el pueblo por un período de cuatro años. El Senado tiene 100 miembros electos a nivel nacional y los miembros de la Cámara de Representantes son electos por distritos. Se reservan dos bancas adicionales en el Senado para representantes de las comunidades indígenas. La ley puede prever también la elección de miembros a la Cámara de Representantes por un sistema no basado en distritos, para garantizar la participación de grupos étnicos y minorías políticas. Tanto el Senado como la Cámara de Representantes tienen comisiones de derechos humanos. 7. El Congreso tiene varias facultades especiales importantes. Por ejemplo, puede otorgar amnistías o indultos por delitos políticos. También está facultado para aprobar o rechazar tratados suscritos por el Gobierno con otros Estados o con organismos internacionales. El Congreso está obligado a dar prioridad a los proyectos de leyes de aprobación de tratados sobre derechos humanos que ponga a su consideración el Gobierno. Además puede conferir al Presidente de la República facultades extraordinarias específicas para dictar normas con fuerza de ley por un período de hasta seis meses en caso de necesidad o cuando lo requiera el interés público. 2. El Poder Ejecutivo 8. El Poder Ejecutivo está encabezado por el Presidente de la República, que cumple funciones de Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y suprema autoridad administrativa. El Poder Ejecutivo está constituido también por los miembros del Gabinete y los directores de los departamentos administrativos. Conforme al artículo 188 de la Constitución, el Presidente no sólo debe cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes de Colombia, sino que también debe garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos. El Presidente tiene un mandato de cuatro años y no puede ser reelecto. El gabinete ministerial incluye los ministros de Relaciones Exteriores, Interior y Justicia, quienes cumplen un papel importante en la implementación de los 22 compromisos asumidos por el Estado en materia de derechos humanos. El Ministerio de Relaciones Exteriores se mantiene en contacto regular con la CIDH en su rol de ejecutor de la política exterior del Estado e interlocutor ante los organismos internacionales de derechos humanos. 9. Dentro de la Presidencia de la República existe la Consejería Presidencial para la Defensa, Protección y Promoción de los Derechos Humanos. Esta oficina atiende denuncias referentes a violaciones de derechos humanos tramitadas en los sistemas internos. Cumple esa labor en colaboración con las autoridades pertinentes, especialmente la Fiscalía General de la Nación, la Procuraduría General de la Nación y los tribunales competentes. Además, se ocupa de atender solicitudes efectuadas al Gobierno colombiano por organismos internacionales intergubernamentales y no gubernamentales en relación con la situación de los derechos humanos en el país y las obligaciones asumidas por el Estado colombiano en virtud de los tratados y convenciones que ha ratificado. Por lo tanto, la Consejería realiza una labor referente a casos y situaciones tramitados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Cumple esta parte de su labor en colaboración con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia. 3. El Poder Judicial 10. La Constitución prevé que la administración de justicia en Colombia está a cargo de la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado, el Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía General de la Nación, los diversos tribunales y jueces y el sistema de justicia penal militar. La Constitución establece que la administración de justicia constituye una función pública. La judicatura goza de independencia para adoptar sus decisiones y sus procedimientos son públicos. (Véase el Organigrama Jurisdiccional Colombiano, que se adjunta a este Capítulo como Anexo 2). a. La Corte Suprema 11. La Corte Suprema es el tribunal de mayor jerarquía en la jurisdicción ordinaria. La Corte misma lleva a cabo la elección de los 23 magistrados, a partir de listas de candidatos presentados por el Consejo Superior de la Judicatura. Los magistrados prestan servicios por un plazo de ocho años. Los miembros de la Corte sesionan en plenario y en cámaras separadas para entender en apelaciones en materia civil, penal y laboral. 12. La Corte Suprema de Justicia tiene carácter de tribunal de apelaciones, pero también es competente para investigar y juzgar a determinadas autoridades de alto nivel en primera instancia por cualquier transgresión punible de la que sean acusados. Esas autoridades son el Presidente de la República, los miembros del Gabinete, el Fiscal General, el Procurador General, el Defensor del Pueblo, otras autoridades de alto rango y miembros del Congreso. La Corte Suprema actúa también como Tribunal de Casación, inclusive en casos que se ventilan ante el sistema de justicia penal militar. 23 b. El Consejo de Estado 13. El Consejo de Estado es el tribunal de mayor jerarquía en la jurisdicción de lo contenciosoadministrativo. Además presta servicios como órgano asesor del Gobierno en cuestiones de derecho administrativo. Veintiséis magistrados son electos al Consejo de Estado por ese mismo cuerpo a partir de listas de candidatos presentados por el Consejo Superior de la Judicatura. Los magistrados prestan servicios por un plazo de ocho años. Los miembros del Consejo de Estado sesionan en plenario y en la cámara de lo contencioso-administrativo, así como en las cámaras de asesoramiento y servicio civil. 14. La cámara de lo contencioso-administrativo entiende en acciones de nulidad basadas en inconstitucionalidad de decretos dictados por el Gobierno Nacional que no sean de competencia de la Corte Constitucional. También entiende en casos de ilegalidad de actos administrativos nacionales dictados por cualquiera de los poderes de Gobierno o por entidades privadas que cumplan funciones públicas. La tercera sección de la cámara de lo contencioso-administrativo se ocupa de cuestiones de reparaciones directas por actos y omisiones gubernamentales que causen perjuicios a las personas. Estos procedimientos comprenden aquellos en que el Estado es demandado por violaciones a los derechos humanos cometidas por sus agentes. c. La Corte Constitucional 15. La Corte Constitucional tiene a su cargo la jurisdicción constitucional establecida como parte del sistema judicial colombiano. El Senado elige a los magistrados de la Corte Constitucional por un plazo de ocho años. Los magistrados deben estar capacitados en diferentes ámbitos jurídicos. 16. La Corte Constitucional cumple varias funciones, incluidas las siguientes: 1) falla en casos planteados por ciudadanos en que se impugnen por inconstitucionalidad actos de enmienda de la Constitución, por vicios de procedimiento; 2) decide si la convocatoria de un referéndum o una asamblea constituyente para enmendar la Constitución es compatible con la Constitución, cuando se aducen errores procesales; 3) falla en casos planteados por ciudadanos en que se impugnen por inconstitucionalidad leyes o decretos con fuerza de ley, por razones procesales o sustantivas; 4) se pronuncia sobre la constitucionalidad de los decretos dictados por el Gobierno conforme a una declaración de estado de emergencia; 5) se pronuncia sobre la constitucionalidad de los proyectos de leyes que el Gobierno haya impugnado como inconstitucionales por razones procesales o sustantivas; 6) revisa las decisiones de tribunales inferiores referentes a las acciones instauradas para la protección de ciertos derechos constitucionales (acciones "de tutela"); 7) se pronuncia sobre la constitucionalidad de los tratados internacionales. 17. La Comisión ha observado que la Corte Constitucional, que recién comenzó a funcionar en 1992, ha logrado un alto nivel de respetabilidad y prestigio debido a que trata en forma independiente y objetiva cuestiones de gran importancia para el ejercicio de los derechos humanos y el imperio de la ley en Colombia. La Corte ha dictado sentencias muy claramente justificadas sobre temas que van desde la constitucionalidad de amnistías por delitos políticos, a las leyes referentes a los derechos de la mujer en el trabajo, a la declaración de estados de emergencia, etc. El papel de la Corte como instancia definitiva en acciones de tutela, que sirven para definir los derechos fundamentales, también ha sido extremadamente positivo. La Corte ha dictado sentencias en que se ordena la protección de los derechos de grupos indígenas, miembros del partido político Unión Patriótica, etc. La Comisión analizará algunas de esas sentencias en forma más detallada en las secciones pertinentes del presente informe. La Comisión está muy 24 complacida de haber acordado un convenio de cooperación con la Corte Constituticional de Colombia que será firmado el 17 de noviembre de 1998 en la sede de la Comisión. d. La Fiscalía General de la Nación 18. La Fiscalía General de la Nación está formada por el Fiscal General, los fiscales delegados y otros funcionarios. La Corte Suprema de Justicia elige al Fiscal General de la Nación a partir de una lista de candidatos presentados por el Presidente, por un período de cuatro años. La Fiscalía General forma parte del Poder Judicial y goza de autonomía administrativa y presupuestaria. 19. La Fiscalía General es competente para adoptar medidas, de oficio o a partir de denuncias, encaminadas a investigar delitos y acusar a los sospechosos ante las cortes y tribunales competentes en el sistema de justicia ordinario y regional. La Fiscalía General carece de esa competencia en el caso de los delitos comprendidos en la jurisdicción del sistema de justicia militar. La creación de la Fiscalía General y el consiguiente establecimiento de dos entidades independientes para la investigación y el juicio de los casos criminales constituye una innovación que apareció en la Constitución de 1991. 20. Para cumplir sus funciones como órgano de investigación y procesamiento, la Fiscalía General puede adoptar medidas que garanticen que las personas identificadas como sospechosas de haber cometido delitos comparezcan ante los tribunales, inclusive a través del dictado de órdenes de detención preventiva. La Fiscalía General dirige y coordina, además, la labor de entidades de investigación que dependen de la Policía Nacional y otros organismos similares. Por otra parte puede adoptar medidas destinadas a proteger a víctimas, a los testigos y a otras personas afectadas por procedimientos penales. 21. Dentro de la Fiscalía General existen varias entidades que trabajan en relación estrecha con casos de derechos humanos. La Unidad de Derechos Humanos se ocupa de formular acusaciones en casos de especial importancia referentes a supuestas violaciones de derechos humanos, ante los tribunales del sistema de justicia regional. Se ocupa de muchos casos presentados ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en forma de denuncias individuales. La Oficina de Asuntos Internacionales se ocupa de coordinar la labor de la Fiscalía con organismos internacionales, como la Comisión Interamericana, y de proporcionarles información en relación con casos de su interés procesados por la Fiscalía General. 22. La Comisión entiende que la creación de la Fiscalía General de la Nación constituyó un importante adelanto en la administración de justicia en Colombia. La Fiscalía ha ganado una reputación en general favorable y goza de credibilidad. Además ha profesionalizado y hecho más eficiente la investigación y la formulación de acusaciones en casos penales, aunque siguen existiendo graves problemas en el sistema de justicia penal de Colombia, que se analizarán en forma más profunda más adelante en el presente Informe. Como ya señaló la Comisión, la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación merece especial reconocimiento por haber logrado llevar adelante importantes casos de derechos humanos pese a vigorosos ataques de diversos sectores que han procurado impedir su labor. La Unidad de Derechos Humanos ha dispuesto numerosas detenciones de supuestos violadores de los derechos humanos y ha logrado algunas importantes condenas. 25 e. El Consejo Superior de la Judicatura 23. El Consejo Superior de la Judicatura es también una institución creada por la Constitución de 1991. Está dividido en la Sala Administrativa y la Sala Jurisdiccional Disciplinaria. La primera está formada por seis magistrados, dos de los cuales son electos por la Corte Suprema, uno por la Corte Constitucional y tres por el Consejo de Estado. La Sala Jurisdiccional Disciplinaria está formada por siete magistrados electos por el Congreso. 24. El Consejo Superior de la Judicatura cumple numerosos cometidos administrativos e institucionales vinculados con los tribunales colombianos y con el ejercicio del derecho en Colombia. Por ejemplo, prepara listas de candidatos para nombramientos en el Poder Judicial, castiga las faltas cometidas por miembros de la judicatura y abogados en ejercicio de su profesión, controla el desempeño de los bufetes de abogados y prepara el proyecto de presupuesto del Poder Judicial. 25. El Consejo Superior de la Judicatura tiene un cometido adicional que influye considerablemente en muchos casos referentes a graves violaciones de derechos humanos. Es competente para resolver los conflictos de competencia entre las diferentes jurisdicciones. Esta función reviste importancia en los casos de derechos humanos cuando el Consejo Superior suele tener que resolver si un caso pertenece a la jurisdicción de la justicia ordinaria o del sistema de justicia militar. f. Tribunales penales militares 26. El artículo 221 de la Constitución de Colombia tiene el texto siguiente: De los delitos cometidos por los miembros de la Fuerza Pública en servicio activo y en relación con el mismo servicio, conocerán las cortes marciales o tribunales militares, con arreglo a las prescripciones del Código Penal Militar. Esta disposición se aplica a los miembros de la Policía Nacional así como a los miembros de las Fuerzas Militares (Ejército, Armada y Fuerza Aérea), que en conjunto constituyen la Fuerza Pública. 27. La justicia penal militar ha sido organizada en Colombia a través de las disposiciones del Código Penal Militar dictadas el 12 de diciembre de 1988, conforme al Decreto 2250. En dicho sistema, el comandante de la respectiva división, brigada, batallón u otra entidad inicia los trámites y hace las veces de tribunal de primera instancia en conjunción con los consejos verbales de guerra que nombra. Los consejos verbales de guerra son presididos por el Presidente de los mismos, que cumple un papel especial en los procedimientos. Los fallos de esos consejos pueden ser apelados por ciertas razones ante el Tribunal Superior Militar. Este último es un tribunal de apelaciones del sistema de justicia militar. El Presidente del Tribunal Superior Militar es el Comandante de las Fuerzas Militares. 4. Órganos de control 28. En la sección en que se describe la estructura del Estado y se establecen los tres principales poderes de gobierno, la Constitución colombiana crea también "los órganos de control", que no 26 pertenecen a ninguno de los tres poderes principales. Se trata del Ministerio Público y la Contraloría General de la República. El Contralor General supervisa la administración de los fondos públicos. El Ministerio Público tiene cometidos pertinentes para el análisis de la situación de los derechos humanos en Colombia. 29. La máxima jerarquía del Ministerio Público es el Procurador General de la Nación, electo por el Senado por un plazo de cuatro años, de una lista de candidatos presentados por el Presidente, la Corte Suprema y el Consejo de Estado. El Procurador General y sus delegados tienen una amplia gama de cometidos, incluidas la protección de los derechos humanos y la defensa de la Constitución y las leyes de Colombia. La labor realizada por el Ministerio Público y el Procurador General se divide entre la Procuraduría General de la Nación y la Defensoría del Pueblo. a. Procuraduría General de la Nación 30. La Procuraduría General se encarga de realizar investigaciones disciplinarias e imponer sanciones a los agentes del Estado, tanto civiles como miembros de las Fuerzas Militares. En consecuencia está facultada, por ejemplo, para investigar violaciones de derechos humanos y eventualmente disponer la separación del servicio de miembros de las Fuerzas Militares, de la Policía Nacional o de cualquier otro organismo estatal responsable de esas violaciones. La Procuraduría General de la Nación está dividida, para el cumplimiento de estas funciones, en procuradurías delegadas. Por ejemplo, existen procuradores delegados para los derechos humanos (competentes en casos de desapariciones, torturas y masacres) y para las Fuerzas Militares, la Policía Nacional y la Policía Judicial. 31. La Procuraduría General puede intervenir también en procedimientos judiciales y administrativos, incluidos los que se llevan a cabo en el sistema de justicia militar, cuando es necesario para preservar el respeto de los derechos humanos. En la práctica, esta facultad permite al personal de la Procuraduría solicitar la acusación de personas adicionales en casos penales, la apertura o clausura de investigaciones, la formulación de cargos, etc., tanto en el sistema de justicia penal ordinario como en el de justicia penal militar. La Comisión señala, sin embargo, que la intervención de la Procuraduría General en procedimientos penales en el sistema de justicia militar ha sido extremadamente reducida. 32. La Procuraduría General cumple un papel importante, y en general positivo, en los casos de derechos humanos. La sanción de los agentes estatales que participan en abusos de los derechos humanos constituye un componente importante de la reparación debida en esos casos. La Procuraduría General ha adoptado sanciones disciplinarias en muchos casos en que los procedimientos penales no han dado lugar al procesamiento y a la sanción penal de los responsables de violaciones de los derechos humanos. Aunque el Estado está obligado en la mayoría de esos casos a realizar investigaciones y llevar a cabo procedimientos eficaces en materia penal, que den lugar al castigo penal de los responsables, por lo menos cumple en parte su obligación de reaccionar disponiendo sanciones disciplinarias. Quienes cometen violaciones de los derechos humanos valiéndose de su autoridad como funcionarios públicos no deben mantener esa posición de autoridad. Los procedimientos disciplinarios llevados a cabo en el sistema jurídico colombiano pueden ser conducentes a garantizar que ésto no ocurra. 33. No obstante, debe señalarse que los procedimientos disciplinarios llevados a cabo en Colombia no siempre han funcionado de ese modo positivo. En muchos casos, han sido ineficaces 27 e ineficientes. El Estado ha omitido el castigo de muchos violadores de derechos humanos permitiendo la prescripción de la acción disciplinaria, o actuando ineficazmente en materia de recopilación y preparación de las pruebas necesarias. En otros casos las sanciones impuestas no han sido proporcionales a la gravedad de la infracción cometida. 34. La Comisión señala que la Procuraduría General está facultada para realizar investigaciones e imponer sanciones disciplinarias contra las autoridades judiciales que actúen impropiamente en el curso de los procedimientos penales, tanto en lo referente al sistema de justicia penal ordinario como al de justicia penal militar. Esta facultad puede constituir un instrumento importante para combatir la impunidad en la administración de justicia penal. No obstante, la Comisión entiende que esas investigaciones de la Procuraduría rara vez han culminado en forma positiva. 35. La Comisión estima que la labor de la Procuraduría General de la Nación debe seguir mejorando, para que pueda cumplir su misión. Esa labor debe y puede constituir un instrumento importante para la protección y promoción de los derechos humanos en Colombia. b. Defensoría del Pueblo 36. La Defensoría del Pueblo cumple sus cometidos bajo la dirección del Procurador General de la Nación. El Defensor del Pueblo es electo por la Cámara de Representantes de una lista de candidatos presentada por el Presidente, por un período de cuatro años. 37. El Defensor se ocupa de promover y proteger los derechos humanos. En consecuencia es responsable de realizar actividades de educación, capacitación y publicidad referentes a temas de derechos humanos. Además es competente para invocar el derecho de habeas corpus e incoar acciones de tutela. 38. En algunos casos la Defensoría del Pueblo ha cumplido un papel importante en la protección de los derechos humanos. Por ejemplo, en 1992 la Corte Constitucional le encomendó preparar un informe referente a la situación del partido político Unión Patriótica. El informe preparado por la Defensoría fue muy claro y amplio, y ha constituido un instrumento importante para comprender la trágica y complicada situación de la Unión Patriótica. Análogamente, la Defensora nombrada por la Defensoría para la región de Urabá, María Girlesa Villegas, que ocupó ese cargo durante varios años, cumplió un papel importante llamando la atención de las autoridades competentes y organismos internacionales con respecto a los abusos de derechos humanos ocurridos en esa zona. La Defensoría ha cumplido también una labor importante en relación con las poblaciones indígenas. Presentó, por ejemplo, una acción de tutela en defensa de la comunidad indígena U'wa, defendiendo el derecho de esta última a ser consultada adecuadamente antes de que se realicen actividades de exploración de petróleo en su territorio. 39. La Defensoría del Pueblo debería recibir el apoyo necesario del Gobierno colombiano y otras entidades del Estado colombiano para que pueda cumplir plenamente sus cometidos como órgano dedicado a la promoción y protección de los derechos humanos. C. PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS 40. En Colombia existe una larga trayectoria de protección legal y constitucional de los derechos humanos. El más antiguo promotor de los derechos humanos en Colombia, Antonio Nariño, 28 tradujo del francés al español la Declaración francesa de los Derechos del Hombre de 1789. Como resultado de esa labor, Colombia fue quizás el primer país del nuevo mundo hispanoparlante en que se haya analizado el tema de la protección legal de los derechos humanos. Las constituciones colombianas anteriores a las de 1886 y 1991 reconocieron la existencia de los derechos humanos en la estructura jurídica colombiana. 41. La Constitución de 1991 refleja un renovado énfasis en el reconocimiento y la protección de los derechos humanos y profundiza el interés en el tema. La naturaleza misma del Estado y sus cometidos, tal como surgen del Título I de la Constitución, ponen de manifiesto esa realidad. Como ya se señaló, la descripción de la naturaleza del Estado colombiano, que aparece en el artículo 1 de la Constitución, incluye la referencia directa al principio del respeto de la dignidad humana. A continuación el artículo 2 de la Constitución enuncia las funciones esenciales del Estado colombiano, incluida la de garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes estipulados en la Constitución. En ese mismo artículo se establece que las autoridades colombianas están obligadas a proteger la vida, honor, propiedad, creencias y otros derechos y libertades de los habitantes de Colombia. El artículo 5 de la Constitución establece que el Estado reconoce la primacía de los derechos inalienables de las personas, sin discriminaciones de ningún tipo. 42. El Título II de la Constitución colombiana contiene un notable catálogo de derechos humanos. El Capítulo 1 del Título II lleva por título "De los Derechos Fundamentales". Allí se establecen, entre otras cosas, el derecho a la vida y la prohibición de las desapariciones forzadas, la tortura y los castigos crueles, inhumanos o degradantes, y la esclavitud. También se establece el derecho a un igual tratamiento y protección, el derecho a la personalidad jurídica, el derecho a la intimidad personal y familiar, el derecho al libre desarrollo de la personalidad, el derecho a la libertad de circulación, el derecho al honor, el derecho a la participación política y los derechos a la libertad de conciencia, religión, expresión, reunión y asociación. La Constitución garantiza, a su vez, el derecho de rectificación. En este Capítulo se prohibe la pena de muerte. También se establece el principio de que la paz es un derecho y un deber. 43. En el Capítulo 1 del Título II se establece asimismo que el Estado debe crear condiciones que hagan posible que el derecho a la igualdad se realice eficazmente, y adoptar medidas especiales en favor de los grupos sociales que sufran discriminación o marginación. Además el Estado debe brindar protección especial a quienes son especialmente débiles por razones económicas, físicas o mentales. La Constitución garantiza asimismo el derecho al trabajo, a la enseñanza, a la educación y a la investigación. 44. En ese mismo Capítulo se establece que las personas tienen derecho a conocer la información que a ellas se refiera y esté archivada en bancos de datos u otros registros de entidades públicas y privadas. La Constitución reconoce el derecho a corregir esa información. 45. En el Capítulo 1 del Título II se establecen también expresamente derechos referentes a la detención y al debido proceso. Las autoridades deben abstenerse de realizar cualquier arresto o detención no previsto por la ley, o cuando no medie orden escrita de la autoridad competente, aunque cualquier persona puede detener y llevar ante un juez a quien sea encontrado cometiendo un crimen en flagrancia. Toda persona que sea detenida debe ser llevada ante un juez dentro de las 36 horas siguientes al arresto. El derecho al debido proceso se aplica en todos los procedimientos judiciales y administrativos. Toda persona se presume inocente a menos que se pruebe su culpabilidad. Los acusados de delitos tienen derecho a una defensa, así como a ser sometidos a un juicio público y a disponer de los servicios de un abogado nombrado por el Estado o elegido por ellos mismos, durante la investigación y el juicio en el procedimiento penal. Toda 29 prueba que se obtenga en violación del debido proceso se considera nula y carente de todo valor. También se prevé el recurso de habeas corpus, sobre el que debe adoptarse resolución dentro de un plazo de 36 horas. 46. El Capítulo 2 del Título II enuncia los derechos sociales, económicos y culturales que reconoce la Constitución. En él se establece que la familia es la unidad fundamental de la sociedad. También se dispone que la violencia en la familia es destructiva para esa unidad y será sancionada por la ley. En este Capítulo aparece también un catálogo de derechos fundamentales garantizados a los niños, incluido el derecho a ser protegido frente a la violencia, la explotación y el trabajo peligroso. 47. El Capítulo 2 del Título II establece también el derecho a la educación, a la seguridad social, a la asistencia sanitaria, a una vivienda adecuada y al esparcimiento. Establece asimismo el derecho a la negociación colectiva y el derecho de huelga. El derecho de propiedad está garantizado, pero el Estado está obligado asimismo a promover la propiedad colectiva de los bienes. 48. El Capítulo 3 del Título II establece derechos colectivos y ambientales. En él se prevé el derecho a un medio ambiente saludable. También se establece la obligación del Estado de proteger la diversidad e integridad ambientales y el espacio público, a fin de que pueda ser reservado para el uso común. Finalmente, en este capítulo se prohibe la fabricación, importación, posesión o uso de armas químicas, biológicas y nucleares. D. MECANISMOS CONSTITUCIONALES DERECHOS HUMANOS DE PROTECCIÓN DE LOS 49. El mecanismo primordial de protección frente a las violaciones de derechos humanos que establece la Constitución colombiana es la acción "de tutela". El artículo 86 de la Constitución de 1991 prevé ese tipo de acción. La misma permite a una persona obtener acceso a los tribunales en forma expeditiva para buscar protección frente a violaciones actuales e inminentes de los "derechos fundamentales" protegidos por la Constitución. La Corte Constitucional es el tribunal competente para revisar sentencias de primera instancia en acciones de tutela. Además, la Corte Constitucional ha expandido la aplicación de la acción de tutela a través de jurisprudencia que amplia la categoría de derechos que son susceptibles a ser tratados en una acción de esta naturaleza. El tribunal ha adoptado un razonamiento que permite la utilización de la acción de tutela para proteger también los derechos relacionados o por conexión con los "fundamentales" incluidos específicamente en el artículo 86 de la Constitución que establece la acción. 50. La Comisión ha observado que la acción de tutela se ha convertido en un importante instrumento para la prevención de las violaciones de los derechos humanos y la protección del ejercicio efectivo de los derechos estipulados en la Constitución y en los instrumentos internacionales referentes a los derechos humanos. En general este mecanismo correctivo ha sido aplicado en forma amplia y rápida. Las sentencias de la Corte Constitucional en materia de acciones de tutela han beneficiado a sectores de la sociedad que tradicionalmente han carecido de acceso a una protección judicial rápida y eficaz, como los niños, los trabajadores, las comunidades indígenas y las mujeres. 51. En septiembre de 1997 el Congreso colombiano analizó un proyecto de ley formulado por el Consejo de Estado, la Corte Suprema y el Consejo Superior de la Judicatura, destinado a limitar la acción de tutela. Si bien no fue sancionado, la Comisión considera necesario expresar preocupación con respecto a esos proyectos de reforma de la acción de tutela. 30 52. La Constitución prevé también el recurso de habeas corpus como mecanismo de protección frente a la privación ilegal de la libertad. El artículo 30 de la Constitución establece que el recurso de habeas corpus debe ser decidido dentro de las 36 horas siguientes a su interposición. 53. Por otra parte, los diversos órganos judiciales y de control establecidos en la Constitución, conforme a lo anteriormente expuesto, aplican sus procedimientos en materia de derechos humanos una vez que se ha producido una violación de los mismos. Esos mecanismos, cuando funcionan adecuada y eficazmente, pueden incluir la investigación, el procesamiento y el castigo de los violadores de derechos humanos, así como la indemnización por los perjuicios causados. E. ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN EL SISTEMA JURÍDICO COLOMBIANO 54. Los artículos 212 y 213 de la Constitución colombiana permiten al Presidente, con el consentimiento de sus ministros, declarar un estado de excepción principalmente en dos situaciones. La primera es la de guerra internacional, en tanto que la segunda consiste en una grave perturbación del orden público interno que plantee un riesgo inminente para la estabilidad institucional, la seguridad del Estado o la convivencia ciudadana.27 El Presidente sólo está facultado para declarar el estado de emergencia en el segundo caso cuando la emergencia no pueda corregirse mediante la utilización de las facultades policiales ordinarias del Estado. La Corte Constitucional debe decidir sobre la constitucionalidad de toda declaración de estado de emergencia. 55. Cuando el Presidente declara el estado de emergencia, puede hacer uso de facultades especiales para adoptar medidas que corrijan la situación que haya llevado a la declaración del estado de emergencia, y puede dictar decretos especiales con fuerza de ley a esos efectos. No obstante, la Constitución limita las facultades especiales de que goza el Presidente en esas ocasiones, a las estrictamente necesarias para corregir las causas de la situación e impedir la extensión de sus efectos. La Constitución dispone además que los derechos humanos y las libertades fundamentales no pueden ser suspendidos durante el estado de emergencia. Las normas de derecho internacional humanitario deben ser respetadas, además, en todo momento. Por otra parte, las medidas que se adopten conforme al estado de emergencia deben ser proporcionales a la gravedad de la situación. 56. Los requisitos para la declaración del estado de emergencia y las restricciones aplicables a las medidas que puedan adoptarse conforme a esa declaración estipuladas en la Constitución colombiana en general parecen ser compatibles con los requisitos establecidos en el artículo 27 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (la "Convención" o la "Convención Interamericana"). La Convención permite la declaración del estado de emergencia "[e]n caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la independencia o seguridad del Estado". La Comisión Interamericana ha aclarado repetidamente que las condiciones que permiten la declaración de emergencia deben estipularse específicamente e interpretarse en forma estricta.28 27 El estado de excepción previsto en la Constitución colombiana corresponde en esencia al estado de emergencia permitido, en determinadas circunstancias, conforme al artículo 27 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Las expresiones "estado de excepción" y "estado de emergencia" se utilizarán, en consecuencia, indistintamente. 28 Véase, por ejemplo, CIDH, Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Ecuador, OEA/Ser.L/V/II.96, Doc. 10 rev. 1, 24 de abril de 1997, pág. 14. [en lo sucesivo "Informe sobre Ecuador"]. 31 57. En primer lugar, las circunstancias invocadas para justificar la declaración del estado de emergencia deben ser excepcionales, muy graves, y deben constituir un peligro inminente para la vida organizada del Estado.29 En segundo lugar, las medidas adoptadas una vez declarado el estado de emergencia sólo son válidas en tanto se dicten "en la medida y por el tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la situación".30 Además, esas medidas no pueden ser incompatibles con las restantes obligaciones del Estado conforme al derecho internacional, ni pueden dar lugar a discriminación basada en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión o el origen social.31 Tercero, determinados derechos fundamentales cuya lista aparece en el artículo 27(2) no pueden ser suspendidos en ninguna circunstancia.32 58. La Comisión señala que la Constitución colombiana de 1991 establece limitaciones con respecto a la figura del estado de emergencia en Colombia, que constituyen considerables mejoras con respecto a los parámetros establecidos en constituciones anteriores. Ahora la Constitución establece límites temporales a los estados de emergencia. Los estados de emergencia declarados como consecuencia de una guerra pueden mantenerse indefinidamente. En cambio, los estados de emergencia declarados debido a graves perturbaciones internas sólo pueden durar inicialmente 90 días. Luego pueden prorrogarse dos veces. Para la segunda prórroga se requiere la aprobación previa del Senado. Los decretos legislativos sancionados durante el estado de emergencia pueden mantenerse en vigor durante 90 días más, posteriores a la finalización del estado de emergencia. Así, en caso de graves perturbaciones internas, el Presidente puede declarar un estado de emergencia que se prolongue durante hasta 270 días, y adoptar medidas especiales que puedan mantenerse durante un máximo de 360 días. 59. En un avance importante, la Constitución dispone ahora que las declaraciones de estado de emergencia están sujetas a una revisión judicial a cargo de la Corte Constitucional. El Gobierno debe dar a conocer de inmediato a la Corte Constitucional los decretos legislativos que emita en ejercicio de las facultades especiales otorgadas conforme a una declaración de estado de emergencia. Luego la Corte Constitucional se pronuncia en definitiva en cuanto a la constitucionalidad de las medidas adoptadas. 60. La Comisión ha entendido siempre que las medidas que se imponen durante el estado de emergencia deben ser excepcionales y estar sujetas a una estricta supervisión. Por lo tanto, la Comisión siempre analiza cuidadosamente este mecanismo. En Colombia resulta especialmente necesaria una cuidadosa supervisión de la utilización del estado de emergencia. Como señaló la Comisión en su Informe Anual de 1996, a la fecha de redacción de dicho informe, Colombia había sido gobernada en estados de emergencia durante 36 de los 44 años anteriores.33 61. No obstante los avances jurídicos señalados, la Comisión continúa observando tendencias inquietantes con respecto a la utilización del mecanismo del estado de emergencia en Colombia. En primer lugar, el plazo establecido en la Constitución para los estados de emergencia basado en graves perturbaciones internas puede ser excesivo en muchos casos. El estado de emergencia sólo puede durar en la medida en que persistan las circunstancias excepcionales que dan lugar a la emergencia. A la Comisión le resulta difícil concebir muchas situaciones en que una circunstancia 29 Véase íd., Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 27(1) Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 27(1). 31 Véase, íd. 32 Véase Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 27(2). 33 Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 1996, OEA/Ser.L/V/II.95, Doc. 7 rev., 14 de marzo de 1997, pág. 660 [en lo sucesivo "Informe Anual 1996"]. 30 32 extraordinaria que requiera la declaración de un estado de emergencia haya de persistir por 270 días, es decir nueve meses. 62. La Constitución prevé en efecto que el estado de emergencia debe darse por terminado tan pronto como haya cesado la situación de perturbación pública. El estado de emergencia puede darse por terminado, pues, teóricamente, antes de que haya expirado el período máximo de nueve meses. No obstante, el hecho de que en la Constitución se haya previsto el prolongado período máximo de nueve meses promueve la utilización de todo ese período de tiempo. La Comisión señala que tal ha sido la experiencia en el marco de la Constitución colombiana de 1991. Por ejemplo, el Presidente Ernesto Samper declaró un estado de emergencia en octubre de 1995, que se mantuvo durante el período de tiempo máximo. En esa ocasión, el Gobierno hizo uso también de la disposición constitucional que permite que las medidas adoptadas en el estado de emergencia se mantengan en vigencia durante 90 días más. Por esas circunstancias Colombia fue gobernada en estado de emergencia durante todo un año. 63. Esta disposición que permite que las medidas especiales adoptadas continúen en vigencia durante 90 días más tras la finalización del estado de emergencia también preocupa a la Comisión. Como ya se señaló, el derecho internacional y la Convención Americana establecen claramente que todas las medidas especiales deben limitarse al período de tiempo estrictamente necesario conforme a las características de la situación. La Comisión no encuentra justificativo alguno para una disposición constitucional que permite el mantenimiento de medidas especiales tras la terminación del estado de emergencia en que se fundan esas medidas. 64. La Comisión expresa también su continua preocupación con respecto a las razones expuestas para justificar estados de emergencia y los tipos de medidas adoptadas conforme a esos estados de emergencia. En su "Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia", la Comisión expresó su preocupación con respecto a los estados de emergencia promulgados en 1992 a través de los Decretos 1155/92 y 1793/92. En el presente informe la Comisión se referirá al estado de emergencia más reciente, declarado en noviembre de 1995 por el entonces Presidente Ernesto Samper, conforme al Decreto 1900 de 1995. 65. Como justificación de esta declaración de emergencia, el Presidente mencionó "hechos de violencia en diferentes regiones del país" y el asesinato del político conservador Álvaro Gómez Hurtado.34 La Comisión cree que la situación mencionada como causal para la declaración del estado de emergencia no constituye una situación de excepción que no pudiera haber sido enfrentada mediante mecanismos normales. La Comisión señala, a este respecto, que la Convención Americana permite la aplicación de ciertas restricciones y limitaciones a los derechos que ella protege, antes de recurrir a un estado de emergencia. 66. Hechos de violencia adicionales, del tipo de los que ocurren generalmente en Colombia, no pueden justificar un estado de emergencia, ya que no son excepcionales ni constituyen un peligro inminente para la vida organizada del país. En la declaración de estado de emergencia, el Presidente sostuvo que los hechos de violencia probaron la existencia de "distintos aparatos de fuerza" que estaban en condiciones de desestabilizar el Estado. No obstante, el Presidente ni siquiera aclaró en el decreto cuáles de las diversas fuentes de violencia posibles (grupos disidentes armados, tráfico de drogas, etc.) se consideraban responsables de la situación excepcional que hacía necesaria la aplicación de medidas especiales para combatir el problema. 34 Véase Decreto 1900 de 1995. 33 67. Tampoco el asesinato del líder político Álvaro Gómez Hurtado justifica el estado de emergencia. Es un hecho lamentable que en Colombia suelan ser asesinados dirigentes políticos. Por lo tanto, esta situación no fue excepcional, ni existen indicios de que no pudieran ejercerse las facultades policiales normales del Estado para aclarar el asesinato y llevar ante la justicia a los responsables. De hecho, la muerte del Sr. Gómez no fue esclarecida judicialmente durante todo el período del estado de emergencia y, sin embargo, más recientemente se han vinculado a sospechosos a la investigación sin que estuviera vigente un estado de emergencia. 68. En una sentencia dictada en enero de 1996, la Corte Constitucional confirmó la legalidad del estado de emergencia declarado en noviembre de 1995. Algunos comentaristas han señalado que la Corte no analizó adecuadamente la cuestión de si existió una conexión suficiente entre las mencionadas causas del estado de emergencia y las medidas especiales adoptadas para corregir la situación. También se ha señalado que la Corte aprobó este estado de emergencia como fruto de presiones políticas a las que fue sometida una vez que declaró inconstitucional un estado de emergencia anterior, declarado por el Presidente Samper en agosto de 1995. 69. La Comisión desea hacer hincapié en la importancia de la revisión judicial de las declaraciones de estado de emergencia. Esa revisión constituye una garantía decisiva frente a la declaración de estados de emergencia que no se basen en la Constitución colombiana y en el derecho internacional o que no se ciñan a las limitaciones que una y otro establecen. Todos los órganos del Estado colombiano, incluida la Corte Constitucional, deben preservar celosamente ese mecanismo. 70. Por lo tanto, preocupa a la Comisión información adicional que indica que los proyectos de reforma constitucional presentados en agosto de 1996 habrían eliminado el mecanismo de la revisión judicial de los estados de emergencia a cargo de la Corte Constitucional.35 La Comisión considera un hecho negativo que se hayan propuesto reformas de ese tipo. Es evidente que la adopción de esas medidas suscitaría efectos negativos al eliminar la revisión judicial. El mero hecho de que se hayan propuesto esas medidas puede también tener efectos negativos en cuanto sirva como medio de presión política sobre la Corte Constitucional, limitando así la independencia de la misma a los efectos de dictar sentencia con respecto a los estados de emergencia. 71. La Comisión expresa preocupación asimismo con respecto al contenido de las medidas especiales adoptadas por el Presidente Samper durante el estado de emergencia declarado en noviembre de 1995. El vago fundamento del estado de emergencia ("hechos de violencia en diferentes regiones del país") hace imposible cualquier análisis acerca de si las medidas adoptadas fueron las estrictamente necesarias para corregir la situación. Esta afirmación es tanto más cierta cuanto que ni siquiera quedó claro qué causas de violencia se pretendía combatir mediante las medidas. 72. No obstante, la Comisión señala que muchas de las medidas adoptadas brindaban a las Fuerzas Militares amplias potestades en relación con las autoridades civiles y la población en general. Específicamente, en abril de 1996 el Presidente Samper dictó el Decreto 717, que creaba 35 El conjunto de medidas de reforma propuestas por el Gobierno y miembros del Congreso incluían otras propuestas referentes a estados de emergencia. A través de ellas se procuraba, por ejemplo, eliminar los límites temporales a la aplicación de los estados de emergencia y privar al Congreso de las facultades limitadas que posee para el caso de que el Presidente declare el estado de emergencia. Esos proyectos de reforma fueron ulteriormente retirados o rechazados. La Comisión señaló en su Informe Anual de 1996 que los proyectos de reforma "provocan inquietudes serias sobre su compatibilidad con las obligaciones de Colombia bajo la Convención Americana y otros instrumentos de derechos humanos". Informe Anual 1996, pág. 689. 34 "zonas especiales de orden público". En las zonas del país designadas como zonas de orden público las autoridades militares asumieron el control operativo del territorio y de todas las autoridades, incluidas las autoridades públicas locales y la policía judicial. 73. El mecanismo previsto en el Decreto 717 para la designación de zonas de orden público agravaba la situación de transferencia de poder a las autoridades militares. En el decreto se preveía que los comandantes militares locales propondrían, cuando lo consideraran necesario, la designación de zonas de orden público en las regiones bajo su control. El gobernador del departamento pertinente definiría entonces las zonas de orden público tomando como base esa propuesta.36 74. Las medidas especiales adoptadas en las zonas de orden público comprendían el otorgamiento de autorización a las Fuerzas Militares y la policía para realizar allanamientos sin orden judicial. Se autorizó también a las Fuerzas Militares y la policía a detener sin orden judicial a toda persona que se considerara vinculada con actividades delictivas. En esos casos la persona detenida podía ser mantenida en custodia por las fuerzas de seguridad durante 36 horas antes de ser llevada ante una autoridad judicial.37 75. La Comisión debe señalar, en relación con estas medidas, que ya ha expresado preocupación con respecto a las disposiciones que permiten a los militares realizar investigaciones y arrestos, inclusive en situaciones de emergencia.38 Lo que corresponde es que esas funciones estén en manos de fuerzas policiales regulares o de la policía judicial especial bajo la supervisión del Poder Judicial. La movilización de las Fuerzas Militares para combatir el delito supone poner tropas entrenadas para el combate a un enemigo armado en situaciones que requieren capacitación especial en seguridad pública e interrelación con civiles. Además, esta situación crea grave confusión con respecto al equilibrio de poderes y a la independencia del Poder Judicial. Las facultades generalmente otorgadas a los órganos judiciales para ordenar o denegar allanamientos, disponer y realizar arrestos o liberar personas detenidas se transfieren a autoridades que forman parte del Poder Ejecutivo. Esta preocupación suscita otro motivo de inquietud con respecto a la disposición que permite que esas detenciones realizadas por autoridades militares se mantengan sin ningún control judicial durante un período de 36 horas. 76. La militarización de las zonas de orden público posiblemente haya contribuido a los hechos de violencia que se produjeron durante las marchas y actividades organizadas por los habitantes de los Departamentos de Guaviare, Putumayo y Caquetá entre julio y septiembre de 1996. Esas actividades de protesta fueron dirigidas contra supuestos abusos cometidos por las fuerzas de seguridad del Estado en el curso de la aplicación de las estrategias de erradicación de las drogas. 77. En el curso de las protestas se produjeron confrontaciones entre quienes las realizaban y las fuerzas de seguridad. Según la información recibida por la Comisión de organizaciones no gubernamentales y testigos oculares, las confrontaciones dieron lugar a la detención arbitraria de más de 400 personas, actos de violencia física contra representantes de la prensa, la muerte de 13 36 El 4 de julio de 1996 la Corte Constitucional dictó una sentencia revocando esta disposición con respecto a la designación de zonas de orden público. La Corte modificó el proceso de designación de modo que los gobernadores pudieran designar zonas de orden público o no por iniciativa propia, sin tener que basarse en la propuesta de un comandante militar. 37 Los proyectos de reforma constitucional arriba mencionados incluyen la propuesta de dar carácter permanente a las disposiciones que permiten la detención sin orden de arresto y el otorgamiento a las autoridades militares de funciones de policía judicial. Esta propuesta no fue aprobada en el Congreso. 38 Véase, por ejemplo, Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia, OEA/Ser.L/V/II.84, Doc. 39 rev., 14 de octubre de 1993, págs. 61 y 62; Informe sobre Ecuador, pág. 16. 35 personas y heridas para otras 111. 39 Según la información recibida por la Comisión, muchos de esos decesos y lesiones obedecieron a la utilización de fuerza excesiva por parte de miembros de las fuerzas de seguridad colombianas. La Comisión ha recibido información según la cual las fuerzas de seguridad colombianas utilizaron en muchos casos gas lacrimógeno y dispararon sus armas de fuego para impedir el avance de las marchas de protesta, sin tener en cuenta las normas de proporcionalidad en el uso de la fuerza que rigen tales situaciones. 78. A juicio de la Comisión, aunque subsisten cuestiones preocupantes con respecto al uso de los estados de emergencia, finalmente ha quedado claro en Colombia que ese mecanismo sólo puede usarse en circunstancias excepcionales y en forma limitada. El Gobierno desistió recientemente de declarar estados de emergencia en circunstancias que en el pasado bien podrían haber provocado una declaración de ese tipo. Por ejemplo, la situación que condujo a las elecciones municipales de octubre de 1996 presentó circunstancias extremadamente difíciles, incluido el boicot de las elecciones por parte de diversos grupos disidentes armados y paramilitares y el secuestro de varios observadores electorales de la Organización de los Estados Americanos ("OEA"). No obstante, el Gobierno no decretó un estado de emergencia en el período electoral. F. COLOMBIA Y EL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS 1. Obligaciones internacionales de Colombia 79. El Estado colombiano se muestra cada vez más dispuesto a colaborar con la comunidad internacional para mejorar la situación de los derechos humanos imperante en su territorio. A esos efectos, en 1996 el Gobierno de Colombia aceptó el establecimiento en Bogotá de una oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. La oficina comenzó a actuar en los primeros meses de 1997. Dentro de sus cometidos figuran la supervisión de la situación imperante en Colombia en materia de derechos humanos y el suministro de asistencia a las entidades públicas, de la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales en la esfera de la protección de los derechos humanos. La oficina también tiene competencia para dar curso de las denuncias individuales que reciba a los organismos internacionales pertinentes, incluida la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. A su frente se encuentra Almudena Mazarrasa, de nacionalidad española. La oficina comenzó a trabajar con un personal de apenas cinco expertos en derechos humanos, pero recientemente se ha analizado la posibilidad de ampliar la oficina. Además el Gobierno colombiano ha firmado acuerdos con el Comité Internacional de la Cruz Roja y con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados para la realización de actividades de este género en Colombia. En el seno del Gobierno, la llamada Comisión 1290 reúne a altos oficiales del Gobierno con el propósito de buscar mecanismos para la ejecución de recomendaciones generales formuladas por los órganos internacionales que trabajan en el tema de los derechos humanos. 80. El Estado colombiano ha suscrito y ratificado la mayoría de los pactos, protocolos y convenciones internacionales vinculados con los derechos humanos. Además de ratificar la Convención Americana sobre Derechos Humanos el 31 de julio de 1973, Colombia aceptó la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 21 de junio de 1985. En el sistema interamericano, Colombia ratificó también la Convención Americana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, el 15 de noviembre de 1996, y el Protocolo de San Salvador sobre los derechos económicos, sociales y culturales. También el Congreso 39 Véase Comisión Colombiana de Juristas, Colombia, Derechos Humanos y Derecho Humanitario; 1996, pág. 52. 36 colombiano recientemente aprobó legislación permitiendo la ratificación de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.40 En el sistema universal de los derechos humanos de las Naciones Unidas, Colombia es parte del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Protocolo Optativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como otros importantes instrumentos referentes a los derechos humanos. Además Colombia es un Estado parte de los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, en que se prevé la aplicación del derecho internacional humanitario, y sus Protocolos Adicionales de 1977, así como de la Convención de La Haya de 1954 para la Protección de los Bienes Culturales en Caso de Conflictos Armados. (Véase el Cuadro de las Ratificaciones de los Instrumentos Internacionales Básicos Relacionados con los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, que se adjunta al presente Capítulo como Anexo 3). 81. La Comisión entiende que las tareas que están llevando a cabo las autoridades colombianas para la protección de los derechos humanos serían reforzadas si el Estado colombiano ratificara instrumentos internacionales adicionales, como la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas. El Gobierno colombiano firmó ese tratado en 1994, pero el Congreso aún no lo ha ratificado. La Comisión señala sin embargo que la Constitución colombiana prohibe la desaparición forzada de personas, y que el Gobierno colombiano, en 1997, volvió a presentar un proyecto de ley en que se tipificaría el delito de la desaparición forzada de personas. Al momento de la aprobación final por parte de la Comisión de este Informe, este proyecto de ley había sido aprobado en la Cámara de Representantes y estaba previsto que entraría a consideración del Senado en los próximos meses. El 19 de enero de 1999, el Estado colombiano depositó su instrumento de ratificación de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. 82. Conforme al artículo 93 de la Constitución de Colombia, los tratados y convenciones internacionales relacionados con los derechos humanos prevalecen sobre las normas en contrario del sistema jurídico interno. Además, los derechos y obligaciones que se establecen en la Constitución deben interpretarse de conformidad con los tratados sobre derechos humanos ratificados por Colombia. 83. Colombia tiene determinadas obligaciones sustantivas y jurisdiccionales que emanan de los tratados que ha ratificado. En primer lugar, debe cumplir las normas de protección de los derechos humanos contenidas en los diversos tratados que el país ha ratificado. Segundo, Colombia ha aceptado la jurisdicción de los órganos internacionales establecidos para que actúen en última instancia en casos en que se han producido violaciones de derechos humanos, y las mismas no han sido corregidas y/o reparadas a nivel interno por el Estado colombiano. 84. Los órganos internacionales con jurisdicción en los casos de derechos humanos, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, tratan de hacer cumplir las normas internacionales. En caso de violación de esas normas, la Comisión Interamericana, la Corte Interamericana de Derechos Humanos u otros órganos internacionales pueden declarar responsable al Estado por la violación de derechos y ordenar, si ello es posible, el restablecimiento del derecho violado, el castigo de los responsables de la violación, el pago de indemnizaciones monetarias y reparaciones de otro género por los perjuicios causados. 40 A la fecha de redacción del presente informe, el Congreso colombiano había sancionado la ley de ratificación del tratado. Su texto había sido remitido a la Corte Constitucional para su revisión. El instrumento de ratificación será depositado en la Organización de los Estados Americanos previo pronunciamiento favorable de la Corte Constitucional. 37 85. El Estado colombiano está obligado a cumplir de buena fe con las recomendaciones de la Comisión, establecidas en sus informes sobre casos individuales. Esta obligación emana directamente del compromiso de establecer mecanismos de protección de los derechos humanos, asumido por Colombia a través de la ratificación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Carta de la OEA. En virtud de ese compromiso, Colombia está automáticamente obligada a observar las normas estipuladas en la Convención Americana y en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. La Comisión es el órgano del sistema de la OEA que posee cometidos primordiales en materia de derechos humanos, y al que se le han asignado funciones como órgano de supervisión en relación con los compromisos asumidos por los Estados en materia de derechos humanos.41 Por lo tanto, la Comisión tiene el cometido de establecer si el Estado ha incurrido en incumplimiento de las obligaciones que ha asumido libremente, y, de ser así, formular recomendaciones para la resolución de la situación. El Estado debe ejecutar esas recomendaciones para cumplir las obligaciones que ha asumido al ratificar la Convención Americana y la Carta de la OEA. 86. Colombia está obligada también a acatar las sentencias dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que es un órgano dotado de plena jurisdicción que dicta sentencias judiciales cuya observancia es obligatoria.42 El carácter vinculante de las obligaciones que recaen sobre el Estado no se interpreta como una violación de la soberanía ni quebrantamiento de la estructura política institucional interna, ya que el Estado ha aceptado libremente someterse al derecho internacional. 2. Cumplimiento, por parte de Colombia, de las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 87. En cuanto atañe a las obligaciones internacionales del Estado colombiano ante la Comisión, debe señalarse que el Gobierno colombiano ha cooperado plena e inequívocamente en todos los aspectos de los procedimientos planteados ante la Comisión. A través de sus representantes, el Gobierno da muestras de gran interés en la interrelación con la Comisión. Ésta valora y agradece el espíritu de cooperación y colaboración puesto de manifiesto por el Gobierno colombiano. 88. La Comisión está complacida en señalar que el Estado colombiano ha logrado considerables avances en el ámbito del cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión con posterioridad a la publicación del "Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia". En su segundo informe sobre Colombia, la Comisión señaló que el Estado colombiano no había cumplido las recomendaciones de la Comisión con respecto al pago de daños y perjuicios. La Comisión señaló en ese momento que aún en los casos donde este órgano había concluido su examen enmarcado en las disposiciones de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y había declarado que el Estado colombiano era responsable de violaciones de los derechos humanos, el Estado no cumplía las recomendaciones referentes al pago de indemnizaciones a las víctimas de las violaciones de los derechos humanos o a sus familiares. 89. En ese momento el Estado colombiano sostuvo que las víctimas de violaciones de derechos humanos, en cuyo favor se había pronunciado la Comisión, tenían que volver a presentar su caso ante los tribunales nacionales en procura de indemnización, a través de un procedimiento 41 Véase Carta de la OEA, artículos 52 y 111, Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 44 y siguientes, Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo, Sentencia del 17 de septiembre de 1997, párrafo 80. 42 Véase Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículos 63, 65 y 68. 38 contencioso-administrativo ordinario. Esta posición se basó en una decisión del Consejo de Estado referente a este tema. Según esa decisión, las recomendaciones de la Comisión eran de cumplimiento obligatorio, pero sólo se podían pagar indemnizaciones de daños y perjuicios a través de un procedimiento interno iniciado a esos efectos.43 90. Tras la publicación del "Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia", el Estado colombiano ha eliminado las barreras jurídicas internas al pago de indemnización en cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión. De hecho, el Estado ha establecido un mecanismo especial para facilitar el cumplimiento, por parte del Estado, de las recomendaciones de la Comisión en materia de indemnización. 91. El Estado adoptó esas importantes medidas mediante la sanción de la Ley 288, el 5 de julio de 1996. Esa ley establece: "El Gobierno Nacional deberá pagar, previa realización del trámite de que trata la presente Ley, las indemnizaciones de perjuicios causados por violaciones de los derechos humanos que se hayan declarado, o llegaren a declararse, en decisiones expresas de los órganos internacionales de derechos humanos que más adelante se señalan". 92. A continuación la ley designa a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y al Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, encargados de supervisar el cumplimiento del Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, como los dos órganos internacionales cuyos dictámenes suscitan la obligación del Estado colombiano de pagar una indemnización. La ley establece un Comité de Ministros formado por el Ministro del Interior, el Ministro de Relaciones Exteriores, el Ministro de Justicia y el Ministro de Defensa, que debe analizar el dictamen del órgano internacional y emitir opinión favorable para autorizar el pago de la indemnización. Este Comité está obligado a dictaminar favorablemente "en todos los casos en que se reúnan los presupuestos de hecho y de derecho". 93. La ley prevé asimismo un procedimiento innovador que debe aplicarse cuando el Comité de Ministros no emite un dictamen favorable. En esos casos el Estado no puede simplemente rehusarse a pagar la indemnización recomendada sin tomar medida adicional alguna, sino que la ley establece expresamente que el Gobierno está obligado a apelar la decisión del órgano internacional pertinente. Cuando el Presidente Ernesto Samper promulgó la Ley 288, dejó en claro que esta decisión obliga al Gobierno colombiano a llevar el caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en determinadas circunstancias si cree que las recomendaciones de la Comisión Interamericana son inaceptables. La ley prevé también que, si el Gobierno no interpone el recurso de apelación que corresponde ante el sistema internacional dentro de los plazos pertinentes, debe cumplir las recomendaciones y pagar la indemnización. 94. La sanción de la Ley 288 ha suscitado efectos extraordinariamente positivos en cuanto al logro del cumplimiento, por parte de Colombia, de las recomendaciones de la Comisión con respecto a indemnizaciones monetarias. El Comité de Ministros emitió opiniones favorables en nueve casos resueltos por la Comisión Interamericana antes de la sanción de la Ley 288, lo que sentó las bases para el pago de indemnizaciones en tales casos conforme a las recomendaciones de la Comisión a esos efectos. 95. La ley aún no se ha aplicado en un número suficiente de casos como para que pueda analizarse plenamente su funcionamiento, pero su aplicación en el primer caso decidido con posterioridad a la sanción de la Ley 288, el caso Arturo Ribón Ávila (11.142) es ilustrativa. Como respuesta ante la resolución inicial de la Comisión con respecto al caso, preparada conforme al 43 Véase Sentencia del Consejo de Estado, Expediente No. 461. 39 artículo 50 de la Convención, el Comité de Ministros dictó una opinión favorable en cuanto a la indemnización sólo para algunas de las víctimas cuyos nombres figuraban en el caso. El Comité de Ministros se rehusó a emitir una opinión favorable en cuanto a las demás víctimas. Por lo tanto, el Gobierno solicitó que la Comisión reconsiderara su decisión de que el Estado era responsable por violaciones de derechos humanos en cuanto a las demás víctimas. La Comisión consideró los argumentos del Gobierno en cuanto a la reconsideración al preparar su segundo informe, elaborado conforme al artículo 51 de la Convención. La Comisión modificó su informe original pero reafirmó sus conclusiones con respecto a las violaciones de derechos humanos padecidas por todas las víctimas en cuestión. Una vez recibida esta segunda y definitiva decisión de la Comisión, el Comité de Ministros emitió una opinión favorable en cuanto a las demás víctimas. Todas las víctimas nombradas en el caso se vieron beneficiadas así por la indemnización. 96. El Gobierno podría haber llevado el caso Arturo Ribón Avila a la Corte Interamericana de Derechos Humanos una vez recibida la decisión inicial de la Comisión adoptada de conformidad con el artículo 50 de la Convención. En virtud del artículo 51 de la Convención, el Gobierno tendría que haber solicitado la presentación del caso ante la Corte dentro de un plazo de tres meses contados a partir de la fecha de transmisión del informe del artículo 50. No obstante, decidió solicitar, en cambio, que la Comisión Interamericana reconsiderara su decisión. La segunda decisión de la Comisión adquirió entonces carácter obligatorio a los efectos de la aplicación de la Ley 288, porque no existe ningún mecanismo ulterior de apelación o reconsideración de la segunda decisión de la Comisión conforme al artículo 51. Además, se había extinguido la posibilidad de apelar ante la Corte debido a la expiración del plazo de tres meses. Por lo tanto, el Estado estaba obligado a pagar una indemnización conforme a la Ley 288. El Estado cumplió esta obligación. 97. No obstante, la Comisión entiende que la decisión del Estado colombiano de remitir un futuro caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos podría constituir un importante precedente. Hasta ahora ningún Estado ha planteado un caso contencioso ante la Corte. La decisión del Estado colombiano de invocar el mecanismo de apelación ante la Corte previsto en la Ley 288 podría permitir al sistema interamericano de derechos humanos avanzar en una nueva y positiva dirección. En los casos en que los Estados no estén de acuerdo con las decisiones de la Comisión, podrían sentirse alentados a debatir el caso ante la Corte, en lugar de limitarse a desoír las recomendaciones de la Comisión, como ocurrió con algunos casos en el pasado. 98. La Comisión se siente, en general, muy complacida con la adopción y aplicación de la Ley 288. No obstante debe señalar algunas dificultades importantes que siguen existiendo en Colombia con respecto al cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión y a la plena reparación por violaciones de los derechos humanos. 99. En primer lugar, algunos peticionarios ante la Comisión han hecho mención de demoras en el desembolso de la indemnización prevista en la Ley 288. Una vez que el Estado colombiano adopta la decisión de pagar una indemnización a través de ese mecanismo, el caso debe ser remitido de todos modos a la jurisdicción contencioso-administrativo a los efectos de su trámite final y la determinación del monto que debe pagarse. En algunos casos este procedimiento está expuesto a demoras, según la información proporcionada por los representantes de algunas de las víctimas beneficiadas por la Ley 288. Esas demoras pueden provenir de dificultades administrativas o burocráticas, o de la omisión, por parte del Gobierno, de asignar fondos suficientes para este tipo de indemnizaciones con la puntualidad necesaria. 40 100. Segundo, la Ley 288 sólo establece mecanismos para la aplicación de las recomendaciones de carácter monetario. No prevé reparaciones para la comunidad afectada, ni reparaciones de carácter simbólico (como el establecimiento de una biblioteca con el nombre de las víctimas) ni obliga al cumplimiento del deber del Estado de investigar, procesar y sancionar a los responsables de violaciones de los derechos humanos. 101. Como ha señalado la Comisión en numerosos casos, la indemnización monetaria no constituye por sí sola una reparación adecuada frente a violaciones de los derechos humanos. Por esa razón, entre las recomendaciones formuladas por la Comisión en casos individuales en general figuran las siguientes: 1) que el Estado lleve a cabo una investigación seria, imparcial y eficaz de los hechos denunciados, a fin de que puedan detallarse plenamente las circunstancias de las violaciones comprobadas en una reseña oficialmente sancionada; 2) que todas las personas contra las cuales existan indicios de responsabilidad por las violaciones de derechos puedan ser sometidas a los procesos judiciales apropiados, y sancionadas, si corresponde; 3) que el Estado colombiano adopte medidas conducentes a una reparación plena por las violaciones de derechos comprobadas, incluidas indemnizaciones monetarias y de otro género adecuadas y justas para la víctima o su familia. 102. El Estado colombiano aún no ha adoptado mecanismos encaminados al cumplimiento de todas estas recomendaciones. La Comisión insta al Estado colombiano a buscar medios que permitan ampliar los actuales mecanismos jurídicos de cumplimiento de las decisiones de la Comisión, de modo de ocuparse de las recomendaciones que no guardan relación con indemnizaciones monetarias. Al mismo tiempo, la Comisión señala que el Estado no puede argumentar que la inexistencia de esos mecanismos lo excusa del cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión. La Convención misma obliga al Estado a modificar la legislación interna o a adoptar nuevas leyes, cuando sea necesario, para hacer posible el cumplimiento pleno de las obligaciones aceptadas a través de la ratificación de la Convención.44 Además, el Estado no puede sostener válidamente que su legislación o su régimen jurídico interno impiden el cumplimiento de sus obligaciones conforme al derecho internacional.45 G. RECOMENDACIONES Sobre la base de lo anterior, la Comisión formula las siguientes recomendaciones al Estado colombiano: 1. Que brinde recursos y apoyo suficientes a las entidades estatales encargadas del fomento y la protección de los derechos humanos y de la investigación de los abusos contra los derechos humanos, en particular a la Fiscalía General de la Nación, la Procuraduría General de la Nación y la Defensoría del Pueblo. 2. Que la Procuraduría General de la Nación instruya investigaciones disciplinarias serias, imparciales y efectivas de la conducta de los agentes del Estado que presuntamente hayan cometido violaciones de los derechos humanos. 3. Que la Procuraduría General de la Nación desempeñe un papel activo para impulsar procesos penales efectivos e imparciales en los casos vinculados a presuntas violaciones de los derechos humanos. 44 45 Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 2. Véase Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, artículo 27.11 41 4. Que la Procuraduría General de la Nación adopte un papel más activo en el examen de la conducta de los integrantes de las fuerzas de seguridad del Estado que llevan a cabo procesos penales en casos de derechos humanos dentro del sistema judicial militar. 5. Que se abstenga de adoptar leyes y otras medidas que limiten la eficacia o el alcance de la acción de tutela o que limiten el acceso a ese recurso judicial. 6. Que el Presidente de Colombia utilice su autoridad para declarar estados de emergencia sólo en circunstancias verdaderamente excepcionales y graves que constituyan una amenaza inminente a la vida organizada del Estado. Todo estado de emergencia debe cumplir las formalidades y normas establecidas en el artículo 27 de la Convención Americana y la jurisprudencia de la Corte y la Comisión respecto de dicha norma. 7. Que la Corte Constitucional siga desempeñando un papel activo en el examen de la juridicidad de las declaraciones de estados de emergencia y que no se limite la autoridad de la Corte a ese respecto. 8. Que considere la posibilidad de ratificar otros instrumentos internacionales de derechos humanos, como la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas. 9. Que considere la posibilidad de ampliar los mecanismos legales vigentes para el cumplimiento de las decisiones de la Comisión en los informes sobre casos individuales a efectos de dar cumplimiento a otras recomendaciones, aparte de las vinculadas a una compensación monetaria. 10. Que cumpla cabalmente con las recomendaciones formuladas en los informes sobre casos individuales preparados por la Comisión. 42 INTRODUCCION Anexo 1 COMUNICADO DE PRENSA Nº 20/97 1. El día de hoy, 8 de diciembre de 1997, finaliza la visita in loco que, por invitación del Gobierno de Colombia, realizó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ("CIDH" o "Comisión"), con el objeto de observar la situación de los derechos humanos en este país. Participaron en la visita los siguientes miembros de la Comisión: Embajador John S. Donaldson, Presidente; Profesor Carlos M. Ayala Corao, Primer Vicepresidente; Profesor Robert K. Goldman, Segundo Vicepresidente; Dr. Oscar Luján Fappiano, Decano Claudio Grossman y Dr. Jean Joseph Exumé. El Dr. Alvaro Tirado Mejía, también miembro de la Comisión, no participó en la visita, de conformidad con el Reglamento de la Comisión, por ser de nacionalidad colombiana. El Dr. Hélio Bicudo, miembro electo de la Comisión, lo hizo como asesor de la misma. La Comisión recibió la asistencia del Embajador Jorge E. Taiana, Secretario Ejecutivo; Dr. David J. Padilla, Secretario Ejecutivo Adjunto; y los abogados de la Secretaría Ejecutiva, Dres. Osvaldo Kreimer, Denise Gilman y Mario López Garelli; y contó con el apoyo administrativo de las señoras Gloria Hansen, Gabriela Hageman y Martha Keller. 2. La Comisión es un órgano principal de la Organización de los Estados Americanos ("OEA") que de manera imparcial, se encarga de promover la observancia y defensa de los derechos humanos en el hemisferio. Las atribuciones de la CIDH derivan fundamentalmente de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (la "Convención Americana") y de la propia Carta de la OEA, instrumentos ratificados por la República de Colombia. Con tal propósito, la Comisión investiga y decide sobre denuncias de violaciones de los derechos humanos, celebra visitas in loco (como la actual que se ha efectuado en Colombia), prepara proyectos de tratados y declaraciones sobre derechos humanos, así como informes sobre la materia en los países de la región. Los siete miembros de la Comisión son elegidos a título personal por la Asamblea General de la OEA por un período de cuatro años. La presente visita in loco es la tercera de esta naturaleza que la CIDH ha realizado en Colombia. 3. Durante la visita, la CIDH se entrevistó con el señor Presidente de la República, Dr. Ernesto Samper Pizano. La Comisión también se entrevistó con la Ministra de Relaciones Exteriores, Dra. María Emma Mejía Vélez; el Ministro del Interior, Dr. Carlos Holmes Trujillo; la Ministra de Justicia, Dra. Almabeatriz Rengifo López; y el Ministro de Defensa, Dr. Gilberto Echeverri Mejía. La CIDH además conversó con altos funcionarios de la Presidencia, incluyendo la Consejera Presidencial para los Derechos Humanos, Dra. Sonia Eljach Polo y con la oficina del Alto Comisionado para la Paz. Asimismo, la Comisión se reunió con el Fiscal General de la Nación, Dr. Alfonso Gómez Méndez; el Procurador General de la Nación, Dr. Jaime Bernal Cuéllar; el Defensor del Pueblo, Dr. José Fernando Castro Caycedo; con magistrados de la Corte Constitucional y del Consejo Superior de la Judicatura; y con la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes. En relación con la fuerza pública del Estado colombiano, la CIDH se reunió con oficiales del alto mando, incluyendo los siguientes: Comandante de las Fuerzas Militares, General Manuel José Bonett; Comandantes de las tres armas; Director de la Policía Nacional, General Rosso José Serrano; Subdirector del Departamento Administrativo de Seguridad, Dr. Mario Acevedo Trujillo; y otros oficiales de dichas fuerzas. 4. Durante el curso de su visita, la CIDH desarrolló su programa de trabajo en Santafé de Bogotá, Medellín, Urabá, Puerto Asís y Villavicencio, donde se trasladó para reunirse con autoridades gubernamentales, departamentales y locales, así como con representantes de la sociedad civil. En estas visitas, la CIDH se entrevistó con el Dr. Alvaro Uribe Vélez, Gobernador de Antioquia, con 43 el Dr. Alfonso Ortiz Bautista, Gobernador del Meta, y con el Dr. Galo Torres, Secretario del Interior de la Gobernación de Bolívar. La Comisión también se trasladó al territorio del pueblo indígena Uwa en Boyacá. 5. La Comisión tuvo oportunidad, igualmente, de entrevistarse con numerosas organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y con dignatarios eclesiásticos, dirigentes políticos, empresarios, representantes de medios de comunicación social, sindicalistas y con representantes de la sociedad civil, incluyendo por ejemplo, la Comisión de Conciliación Nacional. La CIDH también celebró reuniones con organismos internacionales como el Comité Internacional de la Cruz Roja, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Derechos Humanos y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). 6. Como es habitual en estas visitas, la CIDH recibió quejas de quienes denunciaron, directamente o a través de sus representantes, haber sido víctimas de violación de sus derechos humanos; asimismo se entrevistaron con quienes desearon suministrar información adicional en relación con los casos que se encuentran en trámite ante la Comisión. 7. La CIDH desea destacar que tuvo la más amplia libertad para reunirse con las personas de su elección, así como para desplazarse a cualquier lugar del territorio que estimara conveniente. El Gobierno de Colombia extendió a la Comisión en todos los ámbitos, la más plena asistencia y cooperación, a fin de posibilitar la realización de su programa. 8. La presente, celebrada cinco años después de la última visita in loco de la Comisión a Colombia, ha permitido profundizar la relación con el Estado y la sociedad civil, para continuar trabajando juntos en la tarea permanente de protección y promoción de los derechos humanos. El programa desarrollado por la CIDH permitió obtener una apreciación, por ahora necesariamente preliminar y provisional, de la situación general de los derechos humanos en Colombia. 9. La amplia y compleja información recibida será analizada en profundidad en la próxima reunión ordinaria que la Comisión celebrará en su sede en el mes de febrero del año 1998, con el objeto de elaborar un informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia. Es importante señalar que, al recibir, tramitar y decidir peticiones individuales de personas que denuncian violaciones a los derechos humanos, la CIDH desempeña funciones jurisdiccionales. Por lo tanto, la CIDH se abstiene de efectuar pronunciamientos específicos que puedan prejuzgar sobre el fondo de los casos individuales sometidos a su consideración. 10. Sin perjuicio de lo anterior, al finalizar su visita, la Comisión desea expresar las siguientes consideraciones generales: 11. Colombia se encuentra inmersa en una dramática espiral de violencia que afecta a todos los sectores de la sociedad, socava los cimientos mismos del Estado, y conmueve a la comunidad internacional por entero. El conflicto armado interno, el accionar de los grupos armados disidentes, de los agentes del Estado, de los grupos paramilitares, del narcotráfico y de la delincuencia organizada, con su secuela de violaciones a derechos fundamentales y al derecho internacional humanitario, son las principales fuentes de un cuadro de violencia que produce anualmente un lamentable número de muertes, incluyendo aproximadamente 3,000 vinculadas directamente a la violencia política, así como alrededor de ciento cincuenta mil desplazados al año, entre otros efectos igualmente trágicos. 12. En relación con la situación de derechos humanos, la Comisión tiene particular preocupación con respecto a los siguientes temas: 44 • • • • • • la violencia cometida por la Fuerza Pública, por los grupos armados disidentes, por las organizaciones paramilitares, y por las llamadas CONVIVIR (servicios especiales de vigilancia y seguridad privados); la impunidad y sus graves consecuencias para el Estado de Derecho; las deplorables condiciones carcelarias; la situación de los desplazados internos; la situación de las minorías étnicas, de las mujeres y de los niños; y la situación de los defensores de los derechos humanos y de los periodistas. 13. La CIDH ha podido constatar que existen numerosas instituciones y oficinas estatales dedicadas a la protección y promoción de los derechos humanos, la mayoría de las cuales está llevando a cabo un trabajo serio e incansable para mejorar la situación de esos derechos en Colombia. Debe destacarse, por ejemplo, el trabajo de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación, entidad que ha podido lograr avances en contra de la impunidad en casos de violaciones a los derechos humanos, superando los obstáculos que se le han presentado. 14. La Comisión considera muy importante el programa de protección de defensores de los derechos humanos y otras personas amenazadas. La Consejería Presidencial para los Derechos Humanos, la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, la Comisión 1290 y la Defensoría del Pueblo, también deben ser reconocidos como instituciones que llevan a cabo sus tareas en este campo, con seriedad y compromiso. Las instituciones de esta naturaleza deben recibir el apoyo necesario, tanto del Gobierno como de la sociedad civil, para que puedan llevar a cabo sus tareas de manera aún más efectiva y eficiente. 15. La Comisión considera, además, que las tareas que realizan las entidades públicas en aras de proteger los derechos humanos, se verán fortalecidas si el Estado colombiano ratifica los instrumentos adicionales, como la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas. 16. La Comisión pudo observar que a pesar del esfuerzo de muchas entidades del Estado, existe una situación deplorable de violencia y de violaciones a los derechos humanos. La Comisión comprende que son muchos los actores que contribuyen a la situación de violencia en Colombia, y que dicho Estado no es responsable internacionalmente de todos los perjuicios causados a sus ciudadanos por actores no estatales. 17. En este sentido, durante su visita, la Comisión comprobó que los grupos armados disidentes o guerrilla son una de las fuentes principales de la violencia. A pesar de no tener competencia, bajo la Convención Americana, para atender denuncias individuales sobre violaciones de derechos protegidos en dicha Convención imputables a tales grupos, la Comisión ha condenado en repetidas ocasiones los abusos cometidos por los grupos guerrilleros en Colombia. En su visita, la CIDH recibió numerosas denuncias fundadas, que señalan que estos grupos siguen cometiendo violaciones al derecho internacional humanitario, incluyendo ejecuciones sumarias, toma de rehenes, secuestros extorsivos, uso indiscriminado de minas terrestres, y el reclutamiento de menores. 18. La Comisión condenó expresamente en su comunicado de prensa emitido con ocasión del secuestro de dos observadores electorales de la OEA, las acciones de los grupos armados disidentes que interfirieron con el derecho de participación política en las elecciones celebradas el 26 de octubre de 1997. De la misma manera, la CIDH repudia todos los secuestros cometidos por estos grupos, los cuales son violatorios del derecho internacional humanitario, y en particular el 45 de José de Jesús Quintero, obispo de Tibú, departamento del Norte de Santander, y el del alcalde actual y el electo en dicho municipio, cometidos el 24 de noviembre pasado. La Comisión hace votos para que pueda concretarse la pronta liberación de todos los secuestrados. A su vez, la Convención Americana obliga al Estado a respetar los derechos humanos, y a garantizar a todas las personas dentro de su territorio el libre goce y ejercicio de los mismos; esas responsabilidades no pueden ser aplicadas, aún en situaciones de emergencia. Es por ello que, si bien el Estado tiene la atribución y el deber de combatir a los grupos armados disidentes, debe respetar los derechos humanos y aplicar cabalmente el derecho internacional humanitario en situación de conflicto armado. 19. La Comisión recibió información de que tanto las Fuerzas Militares como la Policía Nacional, están llevando a cabo importantes programas para el entrenamiento de sus integrantes en materia de derechos humanos y derecho internacional humanitario. La Comisión quiere destacar los esfuerzos positivos realizados por las autoridades de la Policía Nacional para avanzar en la protección de los derechos humanos, profesionalizar sus efectivos, y separar a los miembros de la Policía en contra de los cuales existan indicios fundados de responsabilidad en hechos criminales y violaciones a los derechos humanos. 20. A pesar de lo anterior, la CIDH continúa recibiendo numerosas denuncias e informaciones sobre violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, incluyendo torturas, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y ataques indiscriminados, cometidas por agentes del Estado actuando prevalidos de los poderes que ostentan por su carácter oficial. Fuentes incluso estatales reconocieron ante la Comisión que agentes estatales, en su mayoría de la Fuerza Pública, siguen cometiendo directamente violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. La Comisión investigará estas denuncias. 21. Igualmente, la CIDH expresa su rechazo y condena al paramilitarismo en Colombia. La visita de la Comisión coincidió con varias masacres que han sido atribuidas a estos grupos en diferentes partes del país. Según información recibida de diversas fuentes por la Comisión, los grupos paramilitares ilegales son responsables de la mayoría de los abusos cometidos en contra de la vida, integridad personal y libertad, entre otros derechos de la población colombiana. 22. La CIDH señala que dichas masacres, al igual que otras serias violaciones a los derechos humanos y/o al derecho internacional humanitario, bien podrían constituir crímenes de carácter internacional que generarían la responsabilidad penal individual de los autores, perseguibles en cualquier Estado donde fueran hallados. 23. La Comisión ha recibido información de fuentes fidedignas indicando que, mientras las violaciones cometidas por las Fuerzas Militares han disminuido en número, los abusos cometidos por los paramilitares han aumentado en los últimos años. La Comisión recibió información concreta, consistente y fidedigna de numerosas fuentes, indicando que el Ejército actúa en ciertos casos, conjuntamente con grupos paramilitares para realizar ataques directos e indiscriminados contra la población civil, y para provocar el desplazamiento forzado de la misma. Según la información recibida, estas acciones parecieran tener lugar en aplicación de una estrategia contrainsurgente y de control socio-económico y político. La CIDH igualmente recibió denuncias concretas involucrando por omisión a agentes del Ejército en dichas acciones. 24. La Comisión observa que aún en aquellas denuncias donde no se ha señalado una conexión directa entre las Fuerzas Militares y la actuación de los paramilitares, tampoco se adoptan medidas concretas y eficaces para combatir a estos últimos. Las denuncias recibidas en este sentido por la CIDH incluyen información que indica que las fuerzas pública y de seguridad del 46 Estado no cumplen con las órdenes de detención emitidas en contra de personas involucradas en grupos paramilitares, no reaccionan preventivamente frente a denuncias de ataques inminentes por dichos grupos, ni se movilizan para reprimir los mismos. 25. La Comisión recibió con satisfacción la alocución del Presidente de la República del 1o. de diciembre de 1997, en la cual anunció la intención firme del Gobierno de adoptar las medidas necesarias para desmantelar los grupos paramilitares en Colombia. La creación de un Bloque de Búsqueda especializado, y la decisión de activar las órdenes para la captura de cabecillas paramilitares, son pasos iniciales importantes. La CIDH seguirá con el mayor interés el desarrollo de las acciones concretas para combatir al paramilitarismo en Colombia. 26. La Comisión desea expresar también su preocupación con respecto a las llamadas CONVIVIR. La Comisión ha observado los resultados trágicos en relación con organizaciones de este tipo en otras situaciones de conflicto armado interno en el hemisferio, por lo cual expresa sus más serias reservas respecto a la presencia de las mismas en Colombia. La CIDH reconoce que todo ciudadano tiene el deber de cooperar con las autoridades públicas y denunciar actos delictivos. Sin embargo, en entrevistas con miembros de las CONVIVIR, la CIDH pudo comprobar que al menos algunos de ellos están actuando más allá de este deber, y están efectuando tareas de inteligencia para el Ejército. De esta manera, el Estado colombiano está renunciando a sus funciones esenciales en relación con este aspecto de la seguridad ciudadana. 27. En especial, según testimonios directos recibidos por la Comisión, los miembros de las CONVIVIR entregan listas de supuestos colaboradores y simpatizantes de la guerrilla al Ejército y a los paramilitares. De acuerdo con esa información, las personas individualizadas en dichas listas son posteriormente objeto de amenazas, hostigamiento e incluso asesinatos. La CIDH está sumamente preocupada por estas denuncias, y procederá a investigarlas a fondo. La Comisión también estudiará las denuncias específicas recibidas, las cuales señalan que miembros de las CONVIVIR en algunas zonas del país han participado directamente en actos de violencia contra la población civil. 28. Asimismo, la Comisión recibió denuncias indicando que, en ciertos lugares, no existe virtualmente control alguno sobre la integración y conducta de las CONVIVIR, y que ciertas organizaciones han usado dicho nombre sin el debido registro y autorización. Al ser poco claro cuáles grupos gozan de legalidad, se complica la posibilidad de combatir a los grupos paramilitares ilegales. 29. La Comisión ha podido constatar que los agentes de la fuerza pública que cometen violaciones a los derechos humanos quedan generalmente impunes. La CIDH considera que el problema de la impunidad de agentes estatales se debe en gran parte a la aplicación del fuero militar en casos de graves violaciones a los derechos humanos, que no pueden ser consideradas como cometidas en relación con el servicio en las fuerzas armadas, tal como exige la Constitución Política de Colombia, en su artículo 221. La justicia penal militar aplicada de esta manera viola los preceptos constitucionales relevantes y carece de la independencia e imparcialidad requeridas por los estándares internacionales. 30. La Comisión reconoce que ha habido recientemente avances en relación con el problema de la impunidad y la justicia penal militar. La CIDH valora particularmente la decisión de la Corte Constitucional de fecha 5 de agosto de 1997, en la cual se definió de manera más clara y limitada la competencia del fuero militar, excluyendo de dicha competencia los delitos de lesa humanidad y las violaciones graves a los derechos humanos. Resulta indispensable que todas las entidades estatales encargadas de la ejecución de dicha sentencia, como son el Tribunal Superior Militar, la 47 Fiscalía General de la Nación y el Consejo Superior de la Judicatura, tomen las medidas necesarias para asegurar el traslado al sistema de justicia penal ordinario de los casos pendientes de decisión que deberían radicarse en dicha jurisdicción; y para llegar a una correcta determinación de la competencia en futuros casos. 31. En este sentido, la Comisión recibió el texto de sentencias de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, posteriores a la sentencia de la Corte Constitucional de agosto de 1997, en las cuales se llega a conclusiones contrarias a la nueva jurisprudencia de dicha Corte, sin referencia alguna a aquélla. La Comisión recibió información indicando que la interpretación del Consejo Superior de la Judicatura, que define un alcance del fuero militar más extensivo que el establecido por la Corte Constitucional y por tanto contraria a ella, se mantendría inalterada aún después de la clara jurisprudencia sentada en agosto de este año. La CIDH manifiesta su preocupación por las consecuencias del desacato a una decisión del máximo tribunal encargado de la interpretación de la Constitución, lo cual desafía la plena vigencia del Estado Constitucional de Derecho en Colombia. De esa manera, de mantenerse la actitud de la mayoría --aunque no de la totalidad-- de los magistrados del Consejo Superior de la Judicatura, se estaría obstaculizando la capacidad del Estado para cumplir con sus obligaciones internacionales, y eventualmente comprometiendo su responsabilidad. Por lo cual la Comisión espera que dicha situación pueda ser corregida en su oportunidad por la Corte Constitucional, como máximo intérprete de la Carta Fundamental. 32. La Comisión toma nota que el Gobierno ha presentado un proyecto de ley que permitiría la codificación de los criterios que la Corte Constitucional sentó sobre el correcto alcance del fuero militar. De la misma manera, la Comisión toma conocimiento de otro proyecto de ley preparado por el Ejecutivo, que establece la tipificación del delito de desaparición forzada. Cambios legislativos de esta naturaleza han sido recomendados anteriormente por la Comisión. 33. La situación de impunidad general que existe en Colombia se debe en parte a la ausencia de investigaciones penales y disciplinarias, eficaces y completas. También cabe señalar en tal sentido, la falta de cumplimiento de las decisiones judiciales, incluyendo las órdenes de detención emitidas por la Fiscalía General de la Nacíon, las cuales muchas veces quedan frustradas por la inacción de la fuerza pública. 34. La Comisión observó, durante su visita, que la violencia en Colombia ha sido la principal causa del desplazamiento forzoso interno de una gran cantidad de personas. En su viaje a Urabá, por ejemplo, la Comisión tuvo la oportunidad de hablar con personas desplazadas en San José de Apartadó (Comunidad de Paz) y de visitar en Turbo el campamento de desplazados provenientes de Riosucio. En estas localidades, la Comisión constató que la mayoría de los desplazados son mujeres y niños que viven en condiciones inhumanas. Ellos denuncian que huyeron de sus lugares normales de residencia como resultado de los actos y amenazas de violencia perpetrados en su contra por el Ejército, operando en colaboración con fuerzas paramilitares. Asimismo, la Comisión tuvo la oportunidad de hablar con personas desplazadas en Villavicencio, provenientes de Mapiripán, como resultado de masacres y otros actos de violencia perpetrados en su contra por grupos paramilitares, con la denunciada tolerancia del Ejército. 35. La CIDH también expresa su preocupación acerca de amenazas y hostigamientos de grupos paramilitares dirigidos contra miembros de organizaciones no gubernamentales que brindan asistencia humanitaria a la población desplazada en ambos lugares. La Comisión solicita al Gobierno que garantice la protección y respeto, tanto a los desplazados como a las personas que llevan a cabo actividades humanitarias en su favor. 48 36. Según información suministrada por diversas organizaciones que trabajan en la materia, los esfuerzos realizados por parte del Estado para mejorar la situación de los desplazados, a través del Ministerio del Interior, la Consejería Presidencial para Desplazados, y las demás oficinas gubernamentales, hasta el momento no han sido suficientes para enfrentar esta crisis. La Comisión valora altamente el hecho de que el Gobierno haya invitado al ACNUR y otras agencias internacionales a trabajar más intensamente en la situación de los desplazados internos en el país. La CIDH urge una cooperación mayor entre el Gobierno y estas entidades, para la ejecución de medidas más efectivas, tanto para la prevención del desplazamiento, como para la protección y asistencia a las personas que ya se encuentran desplazadas. 37. Específicamente, la Comisión insta al Gobierno a diseñar, colaborando con estas agencias y con el Representante del Secretario General de las Naciones Unidas sobre Desplazados Internos, modalidades para crear soluciones duraderas que permitan el retorno de los desplazados a sus hogares o su reasentamiento en otra zona del país. La Comisión subraya que los procesos de retorno deben efectuarse de manera voluntaria, y en condiciones de seguridad y dignidad para los retornados. Estas consideraciones tienen base en el hecho de que el desplazamiento forzoso interno implica la violación de numerosos derechos garantizados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La situación de desplazamiento en Colombia será debidamente estudiada y evaluada por la Comisión. 38. En su visita a la Cárcel Modelo en Bogotá, la CIDH comprobó que los presos viven en condiciones extremadamente difíciles, que incluyen un hacinamiento grave, escasez de agua potable, instalaciones sanitarias inadecuadas, insuficiente atención médica, inexistencia de programas de rehabilitación y de trabajo remunerado para los reclusos, y falta de separación entre procesados y condenados. La Comisión estima que las condiciones en esta cárcel constituyen un trato cruel, inhumano y degradante hacia los internos. Asimismo, se han recibido informaciones que señalan que en la mayor parte de las cárceles del país las condiciones son similares. La Comisión insta al Estado resolver de manera inmediata esta situación inaceptable y de consecuencias predecibles en estas instituciones, mediante la adopción de medidas administrativas, judiciales y legislativas. Por otro lado, la Comisión pudo también constatar que las condiciones en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí, cumplen con las normas internacionales vigentes en la materia, lo cual debería servir de modelo a los demás establecimientos penitenciarios. 39. Una de las causas principales de la crisis en las cárceles está vinculada a la duración excesiva de la prisión preventiva, que constituye otro grave problema de violación a los derechos humanos. De acuerdo a datos recibidos por la CIDH, alrededor del 50% de la población carcelaria se encuentra detenida sin sentencia definitiva en su contra, debido a la ineficacia del sistema judicial. Por ello, la CIDH formula una exhortación similar a la del párrafo precedente. 40. En su estadía en Putumayo, la Comisión recibió denuncias según las cuales las fuerzas armadas cometieron abusos en la represión de las protestas que tuvieron lugar entre julio y septiembre de 1996 en contra de la fumigación de las cosechas de coca. Según otras denuncias, se ha experimentado una creciente militarización de las zonas cocaleras donde la población civil es atrapada entre la violencia de las fuerzas guerrilleras y estatales. 41. En sus viajes a diferentes zonas del país, la Comisión recibió informacíon de autoridades civiles y militares y de organismos civiles según la cual una significativa parte del territorio no se encuentra bajo el efectivo control del Estado. En estos amplios territorios, la ausencia de las fuerzas pública y de seguridad o su inactividad, afectaría la obligación de garantía y su consiguiente deber de prevenir eventuales violaciones a los derechos y libertades fundamentales. 49 42. En todas sus entrevistas, la CIDH ha constatado la existencia de un amplio debate sobre el tema de los derechos humanos en todas las esferas de la sociedad colombiana y en los medios de comunicación. La Comisión valora positivamente la presencia de los derechos humanos en la agenda de la sociedad colombiana, dada su importancia para el fortalecimiento del Estado Democrático de Derecho. 43. Por estas razones, la CIDH manifiesta su preocupación por la información que ha recibido sobre los ataques realizados en contra de personas que trabajan en el campo de los derechos humanos, tanto miembros de organizaciones no gubernamentales como funcionarios del Estado, en particular los personeros municipales. La Comisión recibió información durante su visita, por ejemplo, en relación con el caso del asesinato de Mario Calderón Villegas y Elsa Constanza Alvarado Chacón, miembros de la organización no gubernamental CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular), y el de Carlos Alvarado (padre de Elsa Alvarado), acontecido el 19 de mayo de 1997 en su apartamento en Bogotá. Hechos de esta naturaleza ocurridos en la capital del país, demuestran la gravedad de la situación de los defensores de los derechos humanos. La CIDH fue informada sobre la detención de los presuntos autores materiales en relación con este caso, y espera que las investigaciones penales conlleven a la individualización, enjuiciamiento y sanción de todos los responsables, incluidos los autores intelectuales. 44. También preocupan a la Comisión las denuncias presentadas por organizaciones de periodistas sobre actos de violencia, incluyendo asesinatos, cometidos contra integrantes de dicha profesión. La Comisión da la más alta importancia a dichas denuncias, considerando que la libertad de expresión e información es un requisito y sostén fundamental de la vida democrática. 45. Asimismo, en sus visitas de trabajo, la Comisión pudo observar la difícil situación de muchas mujeres y niños. A pesar de existir regímenes jurídicos que proveen una protección específica a estos grupos, éstos son afectados en mayor medida por el desplazamiento forzoso interno, y sufren efectos especialmente graves como consecuencia de la violencia que afecta a todo el país. Asimismo, según denuncias recibidas por la Comisión, las mujeres siguen siendo víctimas de violencia doméstica sin efectiva protección del Estado, y por otra parte carecen de acceso adecuado a programas de salud reproductiva. La Comisión recibió igualmente diversas denuncias sobre el reclutamiento forzoso de menores de edad por parte del Ejército, paramilitares y la guerrilla. 46. La Comisión pudo observar la situación jurídica y de hecho de los pueblos indígenas y comunidades negras de Colombia, en sus viajes a Putumayo, a Urabá y al territorio de los U'wa, y en las entrevistas sostenidas con autoridades y con organizaciones no gubernamentales. La Comisión considera que el desarrollo del régimen constitucional y legal que protege a estos grupos ha sido en términos generales positivo. Sin embargo, las poblaciones indígenas y negras no han logrado una plena participación en la vida económica, política y social del país. La Comisión también ha recibido denuncias indicando que el Estado colombiano no ha hecho todo lo necesario para asegurar la integridad cultural, religiosa, social, así como los derechos territoriales de estos grupos. La CIDH urge al Estado colombiano a seguir avanzando en estas materias; y continuará observando su evolución. 47. De la misma manera, la Comisión también pudo constatar que los pueblos indígenas y comunidades negras son especialmente vulnerables por la violencia que afecta a todo el país. La CIDH expresa su preocupación con el pueblo indígena Zenú de San Andrés de Sotavento, Departamento de Córdoba. Los dirigentes de esta comunidad se encuentran protegidas por 50 medidas cautelares emitidas por la Comisión en el año 1996. Sin embargo, varias de las personas protegidas por dichas medidas han sido asesinadas o desaparecidas, incluyendo más recientemente la desaparición de Virgilio Cárdenas Feria, el 31 de octubre de este año. La Comisión considera que el Estado debe proveer, de manera inmediata, la protección efectiva a los miembros de esta comunidad, y promover las correspondientes investigaciones a fin de sancionar a los responsables de dichas violaciones. 48. La CIDH toma nota de la creciente expresión de sectores de la sociedad colombiana de aceptación de la presencia de organismos internacionales y de la importancia de la defensa de los derechos humanos, como condición necesaria para alcanzar la paz y la superación del enfrentamiento que está debilitando al Estado y desintegrando la sociedad. La CIDH ve en esa aspiración por la vigencia de los derechos humanos, una gran esperanza para el futuro de Colombia, y hace un llamado a toda la sociedad a cambiar una cultura de la muerte y la guerra, por la cultura de la vida y por la paz. 49. La Comisión ha visto numerosas muestras del anhelo por la paz, en sus entrevistas con personas y organizaciones que trabajan en el tema, expresado también a través del voto promovido por la sociedad civil en las elecciones pasadas. La Comisión considera que el camino hacia la paz y la reconciliación nacional se facilitará si las partes en el conflicto logran crear un ambiente propicio, en donde al menos se cumplan las normas sobre derechos humanos y las reglas básicas del derecho internacional humanitario. 50. La CIDH desea expresar su agradecimiento al Gobierno de Colombia, a su Presidente, Dr. Ernesto Samper Pizano, al Ministerio de Relaciones Exteriores y a las demás autoridades estatales por la hospitalidad, facilidades y colaboración que brindaron a la CIDH para la realización con éxito de esta visita, así como a las organizaciones no gubernamentales y a los particulares que en forma franca y transparente contribuyeron con sus valiosos testimonios y documentación al eficaz cumplimiento de su misión durante la visita. La Comisión desea agradecer asimismo el interés de los medios de comunicación por la cobertura de esta visita. 51. De acuerdo con las funciones que le atribuyen la Carta de la OEA, la Convención Americana y los demás instrumentos jurídicos internacionales aplicables, la Comisión realizará el seguimiento de la situación de los derechos humanos en Colombia. La CIDH reitera su deseo de colaborar con las autoridades colombianas dentro del marco de su competencia, a fin de contribuir al fortalecimiento de los mecanismos internos e internacionales para la defensa y protección de los derechos fundamentales dentro del marco del Estado de Derecho. 52. Finalmente, la Comisión reafirma que la vigencia de los derechos humanos es una condición necesaria para el logro de la paz; y en este sentido hace votos para que el pueblo colombiano concrete sus anhelos y aspiraciones de alcanzar la paz, la cual no sólo es un fin en sí misma, sino al propio tiempo es una condición para la plena vigencia de los derechos humanos. 53. En este sentido, la Comisión expresa al Gobierno y al pueblo de Colombia, su disposición a contribuir en la búsqueda de condiciones adecuadas, que permitan lograr la efectiva vigencia de los derechos humanos en este país. Santafé de Bogotá, 8 de diciembre de 1997 51 CAPÍTULO II ANEXO 1 52 53