Tercer informe sobre la situación de los derechos

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OEA/Ser.L/V/II.102
Doc. 9 rev. 1
26 febrero 1999
Original: Inglés
TERCER INFORME SOBRE LA SITUACIÓN
DE LOS DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA*
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I: CONTEXTO PARA EL ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN DE LOS
DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA
CAPÍTULO II: PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL SISTEMA
JURÍDICO Y POLÍTICO COLOMBIANO
CAPÍTULO III: LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES
CAPÍTULO IV: VIOLENCIA Y LA VIOLACIÓN AL DERECHO INTERNACIONAL
DE LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DERECHO INTERNACIONAL
HUMANITARIO
CAPÍTULO V: ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA Y ESTADO DE DERECHO
CAPÍTULO VI: DESPLAZAMIENTO FORZADO INTERNO
CAPÍTULO VII: DEFENSORES DE LOS DERECHOS HUMANOS
CAPÍTULO VIII: EL DERECHO A LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO
CAPÍTULO IX: LA LIBERTAD DE ASOCIACIÓN Y LOS DERECHOS POLÍTICOS
CAPÍTULO X: LOS DERECHOS DE LOS INDÍGENAS EN COLOMBIA
CAPÍTULO XI: LOS DERECHOS DE LAS COMUNIDADES NEGRAS
CAPÍTULO XII: LOS DERECHOS DE LA MUJER
CAPÍTULO XIII: LOS DERECHOS DEL NIÑO
CAPÍTULO XIV: LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS PRIVADAS DE SU
LIBERTAD
CONSIDERACIONES FINALES: DERECHOS HUMANOS, JUSTICIA Y PAZ EN
COLOMBIA
RESUMEN EJECUTIVO
*
El Comisionado Alvaro Tirado Mejía, de nacionalidad colombiana, no estuvo presente en la discusión y votación del
presente Informe tal como lo establece el artículo 19.2a del Reglamento de la Comisión.
1
INTRODUCCIÓN
A. ANTECEDENTES
1. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante "la Comisión", "la CIDH" o
"la Comisión Interamericana") ha observado la situación de los derechos humanos en Colombia
durante casi veinte años, conforme a las disposiciones contenidas en la Carta de la OEA, la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Estatuto y su Reglamento. La Comisión ha
puesto especial énfasis en la situación que se vive en Colombia, dada la violencia y los
enfrentamientos endémicos que han afectado a ese país y las numerosas denuncias de violaciones
de derechos humanos recibidas en las cuales se atribuye responsabilidad directa o indirecta al
Estado colombiano.
2. La Comisión realizó su primera visita in loco a Colombia en abril de 1980. Esa visita tenía el
propósito específico de permitir que la Comisión examinara la situación general de los derechos
humanos y que presenciara las actuaciones orales en las cortes marciales celebradas bajo la
Constitución y las leyes colombianas. También se pidió a la Comisión que durante la visita
observara las investigaciones que se llevaban a cabo en torno a presuntos abusos de autoridad
vinculados con los derechos humanos, denunciados en un documento emitido por Amnistía
Internacional el 1° de abril de 1980.
3. Durante la visita de abril de 1980, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos cumplió
una función fundamental en la solución de una situación difícil que se planteó cuando un
comando del Movimiento 19 de Abril ("M-19") ocupó la Embajada de la República Dominicana
el 27 de febrero de 1980. Más de 50 personas fueron tomadas como rehenes durante la acción,
incluyendo diplomáticos de diferentes países, funcionarios gubernamentales y ciudadanos
colombianos. La Comisión actuó en esta crisis a solicitud del Gobierno colombiano, de los
gobiernos de los países cuyos diplomáticos habían sido tomados como rehenes, de la Santa Sede
y de los dirigentes del M-19.
4. Como condición del proceso de negociación que permitió la liberación de los rehenes, se
acordó que la Comisión ofrecería una supervisión internacional en los juicios contra los grupos
disidentes armados M-19 y FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). A raíz de
ello, varios equipos de abogados de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión viajaron a Colombia,
en forma rotativa, para estar presentes, observar las actuaciones y brindar un informe al respecto.
Estas visitas del personal de la CIDH se efectuaron durante algo más de un año después de la
visita in loco, hasta el mes de mayo de 1981.
5. El 29 de junio de 1981, en el curso del 53º período de sesiones, la Comisión aprobó un informe
especial sobre la visita in loco, las observaciones resultantes de la misma, las actuaciones
judiciales y la situación general de los derechos humanos en Colombia. El informe fue
posteriormente publicado como documento OEA/Ser.L/II.53, doc.22, 30 de junio de 1981, con el
título "Informe sobre la situación de los derechos humanos en la República de Colombia".
6. El 13 de abril de 1989, en el curso del 75º período de sesiones, la Comisión recibió una
invitación del Gobierno del Presidente Virgilio Barco para visitar el territorio colombiano a
efectos de observar la situación general de los derechos humanos en ese país. Sin embargo, la
Comisión y el Gobierno no pudieron acordar las fechas de la visita.
7. Finalmente, la Comisión propuso que una misión preliminar especial de la Comisión viajara a
Colombia en diciembre de 1990. El Estado colombiano aceptó esta propuesta. Una Comisión
Especial Preparatoria visitó Colombia del 3 al 7 de diciembre de 1990, con un temario sustancial.
2
Al cabo de la visita, el Presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la
Comisión Especial Preparatoria, Dr. Leo Valladares, hizo entrega al Ministro de Relaciones
Exteriores de Colombia de una nota para el entonces Presidente César Gaviria Trujillo,
agradeciendo al Gobierno colombiano su cooperación y recomendando la adopción de
disposiciones jurídicas internas para conciliar la legislación colombiana con las disposiciones de
la Convención Americana.
8. Desde el comienzo, la visita de la Comisión Especial Preparatoria de la CIDH fue considerada
como una acción exploratoria. A su regreso, la Comisión Especial recomendó al plenario de la
Comisión que ésta siguiera supervisando la situación de los derechos humanos en Colombia.
9. Del 4 al 8 de mayo de 1992 se efectuó una visita in loco integral de la Comisión en Colombia.
La Comisión llevó a cabo una serie de entrevistas y audiencias con autoridades estatales,
organizaciones no gubernamentales, representantes de las víctimas con casos ante la Comisión y
otros miembros de la sociedad civil colombiana. La Comisión se dividió entonces en varios
subgrupos que viajaron a Medellín y Barrancabermeja para realizar otras entrevistas.
10. Posteriormente, se preparó un informe sobre la base de la información recogida durante las
visitas de la Comisión en 1990 y 1992. La Comisión decidió publicar este informe en el curso de
su 84º período de sesiones, celebrado en octubre de 1993. El informe fue publicado como
"Segundo informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia", documento
OEA/Ser.L/V/II.84, doc.39 rev., 14 de octubre de 1993.
B. VISITA IN LOCO REALIZADA EN DICIEMBRE DE 1997
11. En el curso de su 94º período extraordinario de sesiones, celebrado en diciembre de 1996, la
Comisión decidió solicitar la anuencia del Gobierno colombiano para llevar a cabo una visita in
loco a los efectos de observar la situación general de los derechos humanos en Colombia. Una
delegación especial de la Comisión, que viajó a Colombia en febrero de 1997 para realizar tareas
específicas vinculadas a varios casos en proceso de solución amistosa, presentó una nota con
fecha 14 de febrero de 1997 al Ministro de Relaciones Exteriores, solicitando dicha anuencia de
parte del Gobierno. La delegación especial también examinó la posibilidad de una visita in loco
durante la entrevista que sostuvo con el entonces Presidente Ernesto Samper Pizano.
12. El Presidente Samper anunció a la delegación especial de la Comisión que el Estado
colombiano se sentía complacido de acordar recibir esa visita in loco de la Comisión. La Ministra
de Relaciones Exteriores, María Emma Mejía Vélez, reiteró el interés del Estado de permitir la
visita in loco de la Comisión, en una nota del 19 de febrero de 1997.
13. La Comisión originalmente propuso que la visita se efectuara entre el 7 y el 15 de julio de
1997. No obstante, en nota del 2 de mayo de 1997, la Ministra de Relaciones Exteriores de
Colombia indicó a la Comisión que el Gobierno consideraba preferible fijar la visita para una
fecha posterior. El Gobierno colombiano y la Comisión posteriormente acordaron que la visita se
efectuaría en la primera semana de diciembre de 1997.
14. La Comisión realizó su visita in loco a Colombia entre el 1º y el 8 de diciembre de 1997. La
delegación de la CIDH estuvo integrada por John Donaldson, Presidente; Carlos Ayala Corao,
Primer Vicepresidente; Robert K. Goldman, Segundo Vicepresidente, y los miembros Claudio
Grossman, Oscar L. Fappiano y Jean Joseph Exumé. Alvaro Tirado Mejía, también integrante de
la Comisión, no participó en la visita, de acuerdo con el artículo 56 del Reglamento de la
3
Comisión, dado que es de nacionalidad colombiana. Hélio Bicudo, miembro electo, acompañó a
la Comisión como Asesor Especial. La Comisión recibió el apoyo técnico de Jorge E. Taiana,
Secretario Ejecutivo; David J. Padilla, Secretario Ejecutivo Adjunto; los abogados de la Comisión
Osvaldo Kreimer, Denise Gilman y Mario López. La Comisión contó con el apoyo administrativo
de Gabriela Hageman, Gloria Hansen y Martha Keller.
15. En el curso de su visita, la Comisión se reunió con el Presidente de Colombia, Dr. Ernesto
Samper Pizano, y con otras autoridades políticas, administrativas, legislativas y judiciales de alto
nivel. La Comisión también se reunió con numerosas organizaciones no gubernamentales de
derechos humanos y con jerarcas eclesiásticos, dirigentes políticos, comerciantes, representantes
de la prensa, sindicalistas y otros representantes de la sociedad civil. Además, la Comisión se
reunió con representantes de organizaciones internacionales.
16. Del 1° al 3 de diciembre, la Comisión permaneció en Bogotá para realizar las labores de su
temario. Estando en la capital colombiana, la Comisión se dividió en grupos de trabajo y realizó
entrevistas con las siguientes autoridades: Presidente Ernesto Samper Pizano; Dra. María Emma
Mejía Vélez, Ministra de Relaciones Exteriores; Embajador Carlos Holmes Trujillo, Ministro del
Interior; Dra. Almabeatriz Rengifo, Ministra de Justicia; Dr. Alfonso Gómez Méndez, Fiscal
General de la Nación; Dr. Jaime Córdoba Treviño, Vice-Fiscal General; Dr. Jaime Bernal
Cuéllar, Procurador General de la Nación; Dra. Sonia Eljach Polo, Consejera Presidencial para
los Derechos Humanos; Dr. Gustavo Salazar, Asesor del Director de la Oficina del Alto
Comisionado de la Presidencia para la Paz; Dr. José Fernando Castro, Defensor del Pueblo. La
Comisión también celebró una reunión con los siguientes funcionarios del Ministerio de Defensa:
Dr. Gilberto Echeverri Mejía, Ministro de Defensa; General Manuel Bonnett, Comandante de las
Fuerzas Armadas; Mayor General Rafael Hernández López, Inspector General de las Fuerzas
Armadas; los Comandantes de las tres Armas y otros oficiales de las fuerzas armadas. La
Comisión también se reunió con el General Rosso José Serrano, Director de la Policía Nacional y
con el Dr. Mario Acevedo Trujillo, Director Adjunto del Departamento Administrativo de
Seguridad. La Comisión también recabó información sobre la justicia colombiana en reuniones
con magistrados de la Corte Constitucional y del Consejo Superior de la Judicatura.
17. En Bogotá, la Comisión asistió a una reunión de la Comisión 1290, una comisión
gubernamental creada para proponer medios para la ejecución de las recomendaciones
formuladas por los órganos internacionales de derechos humanos, y se reunió con miembros del
Congreso de la República de Colombia.
18. Además, la Comisión se reunió con numerosas organizaciones no gubernamentales en la
capital, incluidas: Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, Comité Permanente para la
Defensa de los Derechos Humanos, Comisión Colombiana de Juristas, Corporación Colectivo de
Abogados "José Alvear Restrepo", MINGA (Asociación para la Promoción Social Alternativa),
ASFADDES (Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos), Asociación de Personeros,
Humanidad Vigente, Fundación Cepeda, REINICIAR, Unión Patriótica, CINEP (Centro de
Investigaciones y de Educación Popular), GAD (Grupo de Apoyo a Desplazados), CODHES
(Consultora para los Derechos Humanos y el Desplazamiento), Alianza Social Afrocolombiana,
Movimiento Nacional de Comunidades Indígenas de Colombia, CRIC (Consejo Regional
Indígena del Cauca), Alianza Indígena, Casa de la Mujer, Red Nacional de Organizaciones de
Mujeres, Anmucin, CREDHOS (Comité Regional de Derechos Humanos del Magdalena Medio),
Comité Nacional VIDA y Colectivo por la Objeción de Conciencia. También formularon
presentaciones ante la Comisión los principales representantes de los sindicatos y de la prensa
colombiana.
4
19. La Comisión también mantuvo reuniones con la Comisión de Conciliación Nacional y con
representantes de organizaciones internacionales públicas y privadas como el Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para los Refugiados y el Comité Internacional de la Cruz Roja.
20. Una delegación de la Comisión también visitó la Cárcel Modelo de Bogotá y realizó
entrevistas allí con el Dr. Francisco Bernal Castillo, Director del Instituto Nacional Penitenciario
y Carcelario, así como con una mesa de trabajo formada por los reclusos.
21. La Comisión se dividió en varios grupos y viajó del 4 al 6 de diciembre a otras zonas de
Colombia, incluido Puerto Asís, Departamento de Putumayo;1 Medellín2 y a Urabá3, en el
Departamento de Antioquia; a Villavicencio, Departamento del Meta4, y al territorio de la
comunidad indígena U’wa5. Al cabo de la visita, el equipo se reunió nuevamente en Bogotá para
evaluar la información recogida.
22. La Comisión celebró luego una conferencia de prensa y emitió un comunicado de prensa el 8
de diciembre de 1997, en Bogotá. (El comunicado de prensa se adjunta al presente Capítulo como
Anexo 1). En el comunicado de prensa, la Comisión identificó los siguientes problemas más
importantes que enfrenta Colombia en la esfera de los derechos humanos los cuales serán objeto
de análisis en el presente informe:
•
La violencia cometida por las fuerzas de seguridad, los grupos disidentes
armados, las organizaciones paramilitares y los denominados grupos
"CONVIVIR" (servicios especiales de protección y seguridad privados);
•
La impunidad y sus graves consecuencias para el imperio de la ley;
•
Las deplorables condiciones carcelarias;
•
La situación de los desplazados internos;
•
La situación de las minorías étnicas, las mujeres y los niños; y
1
En Puerto Asís, la Comisión se reunió con el Comité de Derechos Humanos, que está integrado por entidades
gubernamentales y no gubernamentales de la zona.
2
En Medellín, la Comisión se reunió con autoridades del Estado, incluidos: Alvaro Uribe Vélez, Gobernador del
Departamento de Antioquia; Iván Velázquez Gómez, Procuradoría Regional para Medellín; y María Girlesa Villegas,
Defensoría del Pueblo. La Comisión también tuvo oportunidad de hablar con un grupo de individuos que participan en
las CONVIVIR. La Comisión también se reunió con organizaciones no gubernamentales, incluidas: Comité
Permanente por los Derechos Humanos "Héctor Abad Gómez"; Colectivo de Derechos Humanos Semillas de Libertad
("CODHESEL"), Corporación Taliber, Asociación de Trabajadores Sexuales y Ciudad Don Bosco. Estas
organizaciones no gubernamentales presentaron información sobre la situación de derechos humanos en Medellín y en
otras zonas de Antioquia, incluidos San Roque y Cristales, La Esperanza, Ituango, Segovia y Remedios. La Comisión
también recibió testimonio de personas que alegaban haber sido víctimas o testigos de violaciones de los derechos
humanos en Antioquia.
3
Específicamente, la Comisión visitó Apartadó, San José de Apartadó y Turbo. La Comisión se reunió con el
Comandante de la XVII Brigada, General Rito Alejo del Río; con la Alcaldesa de Apartadó, Gloria Cuartas Montoya; y
con el Obispo de Apartadó, Tulio Duque. En San José de Apartadó, la Comisión pudo observar la situación de la
autodenominada Comunidad de Paz y habló con el consejo interno de la comunidad. En Turbo, la Comisión visitó
varios albergues para personas desplazadas.
4
En Villavicencio, la Comisión se reunió con las siguientes autoridades: Alfonso Ortiz Bautista, Gobernador del
Departamento del Meta; Rocío López, Defensoría del Pueblo; Coronel Fredy Padilla de León, Séptima Brigada del
Ejército; y los personeros de las municipalidades de Lejanías y el Castillo. La Comisión también tuvo oportunidad de
reunirse con miembros de las asociaciones CONVIVIR locales. La Comisión realizó otras entrevistas con
organizaciones no gubernamentales que actúan en la zona, incluyendo ASCODAS y el Comité Cívico de Derechos
Humanos. Varios individuos que habían sido desplazados también prestaron testimonio ante la Comisión.
5
Específicamente, la Comisión se reunió con miembros de la comunidad U'wa en Cubará, Departamento de Boyacá.
5
•
La situación de los defensores de los derechos humanos y de los periodistas.
23. La Comisión gozó de plena libertad en el curso de su visita para reunirse con las personas que
quisiera y para viajar a cualquier parte del territorio que considerara útil. El Gobierno de
Colombia brindó a la Comisión su plena asistencia y cooperación, permitiéndole cumplir
cabalmente el mandato de su visita in loco.
C. OTRAS TAREAS REALIZADAS POR LA COMISIÓN EN RELACIÓN CON
COLOMBIA
24. El presente informe se basa fundamentalmente en la visita in loco realizada por la Comisión
en diciembre de 1997. Sin embargo, la información utilizada en la preparación del informe no se
limita a aquélla recogida en el curso de la visita. Fuentes académicas, gubernamentales y no
gubernamentales, tanto dentro como fuera de Colombia, han provisto información a la Comisión
en forma continua. Además, la Comisión ha llevado a cabo su propia actividad congruente e
intensiva en relación con Colombia, en particular en los últimos años. Esta labor permite que la
Comisión se mantenga permanentemente informada sobre la situación de los derechos humanos
en Colombia. En la preparación de este informe, la Comisión utilizó información obtenida de
todas las fuentes y de sus distintas labores relacionadas con Colombia. Por tanto, es importante
subrayar algunas de las actividades que la Comisión lleva a cabo regularmente en relación con
este país.
25. Además de los anteriores informes generales, la Comisión ha preparado informes especiales
sobre la situación de los derechos humanos en Colombia que han sido incluidos en uno de los
capítulos de su informe anual a la Asamblea General de la Organización de los Estados
Americanos. Dos de esos informes aparecen en los informes anuales de la Comisión para 1994 y
1996. En estos informes la Comisión subraya, de manera sucinta, desarrollos clave en las
prácticas de derechos humanos del país; presenta sus preocupaciones principales con relación a
aquéllos; y formula las recomendaciones pertinentes al Estado6.
26. En el curso de cada período ordinario de sesiones, la Comisión celebra un importante número
de audiencias sobre casos en trámite así como sobre la situación general de los derechos humanos
en Colombia. Representantes del Estado y de organizaciones no gubernamentales intervienen en
los dos tipos de audiencias.
27. La Comisión también considera el curso de acción a adoptarse en relación con las peticiones
individuales interpuestas contra Colombia en virtud del procedimiento para el estudio de casos
individuales establecido en la Convención Americana. Por ejemplo, en su informe anual para el
año 1997, la Comisión publicó un informe sobre admisibilidad y cuatro decisiones sobre el fondo
en casos donde se alegaba que el Estado colombiano era responsable por la violación de derechos
humanos.
28. También en el contexto del trámite de peticiones individuales, la Comisión ha prestado sus
buenos oficios en las negociaciones para llegar a una solución amistosa en un número
significativo de casos. Por ejemplo, la Comisión se puso a disposición de los peticionarios y del
Estado a los efectos de negociar una solución amistosa en el caso 11.007, vinculado a las
matanzas que ocurrieron en Trujillo, Valle del Cauca, en 1990. A raíz de estas negociaciones se
6
La Comisión, en principio, no prepara un informe especial para su publicación en los informes anuales
correspondientes a los años en que se encuentra preparando un informe general sobre derechos humanos en un país
basado en una visita al mismo.
6
creó una comisión especial integrada por representantes gubernamentales y no gubernamentales
con el mandato de investigar en detalle las denuncias formuladas por los peticionarios en el caso
Trujillo. Esta comisión elaboró un informe final donde se concluyó que existían pruebas
suficientes para determinar la responsabilidad del Estado por los hechos violentos de Trujillo. El
entonces Presidente, Ernesto Samper, reconoció públicamente la responsabilidad del Estado en el
caso sentando un precedente importante y valioso. Las víctimas mencionadas en el informe final
también recibieron una compensación pecuniaria. El proceso de solución amistosa de este caso
continúa vigente en relación con otros puntos, tales como la aplicación de la justicia penal a los
responsables de los delitos cometidos en Trujillo.
29. Las partes también avanzaron significativamente en otros casos al entrar en negociaciones
para una solución amistosa con los auspicios de la Comisión. Por ejemplo, a raíz de las
negociaciones iniciadas para una solución amistosa en septiembre de 1995, el Estado reconoció
su responsabilidad en el caso Villatina (11.141) relacionado con la matanza de ocho jóvenes y
niños por parte de la policía, en un vecindario marginal de Medellín. Este proceso de solución
amistosa tuvo cierto impacto en el avance de las actuaciones disciplinarias y penales a nivel
doméstico. De la misma manera, el Estado colombiano reconoció su responsabilidad
internacional por violaciones a los derechos humanos en los casos conocidos como Caloto y Los
Uvos, los cuales habían sido también objeto de procesos de solución amistosa. La Comisión
valora altamente la decisión del Estado de reconocer su responsabilidad en estos casos.
30. El 27 de mayo de 1998 el Estado y los peticionarios suscribieron un acuerdo con el fin de
llegar a una solución amistosa en los casos Roison Mora Rubiano (11.525) y Oscar Iván Andrade
Salcedo, Faride Herrera Jaime y otros (11.531). La Comisión considera que el acuerdo se basa en
el respeto por los derechos humanos y ha preparado sendos informes de solución amistosa en
torno a ambos casos. La Comisión está muy complacida con el resultado favorable de este
proceso de solución amistosa e insta al Estado y a los peticionarios en otros casos ante la
Comisión a considerar la posibilidad de llegar a una solución de este tipo.
31. Delegaciones especiales de la Comisión han viajado a Colombia en varias ocasiones con el
objeto de mantener conversaciones con representantes del Estado y de los peticionarios como
parte de los distintos procesos de solución amistosa. Además, la Comisión con frecuencia celebra
reuniones durante sus períodos de sesiones con el objeto de estar presente en las discusiones de
las partes. Por ejemplo, se han celebrado varias reuniones con las partes con el objeto de explorar
la posible solución amistosa del caso 11.227 referido a los miembros del partido político Unión
Patriótica.
32. Por último, la Comisión se mantiene en contacto permanente con representantes del Estado,
organizaciones no gubernamentales y otros peticionarios a través de su Secretaría. Estos
conductos de comunicación, que son sumamente abiertos y fluidos, permiten a la Comisión
recabar información sobre la situación en Colombia en forma periódica.
D. ALCANCE DEL INFORME Y SU APROBACIÓN
33. El presente informe aborda la situación de los derechos humanos en Colombia subsiguiente al
período comprendido por el "Segundo informe sobre la situación de los derechos humanos en
Colombia". Sin embargo, la Comisión en algunos casos ha considerado necesario referirse a
hechos y tendencias históricos para analizar cabalmente la actual situación de derechos humanos
del país. El informe brinda primero un contexto para el análisis de la situación de los derechos
humanos en Colombia, incluidas referencias a la historia de la violencia en el país y a los distintos
7
factores que contribuyen a esa situación. La Comisión realiza luego un análisis somero de los
mecanismos jurídicos que garantizan los derechos humanos y la administración de justicia. El
informe pasa luego a abordar los problemas que la Comisión considera más pertinentes y sobre
los cuales ha obtenido la información más confiable.
34. De acuerdo con su mandato y su práctica, la Comisión ha recurrido a un amplio espectro de
fuentes para redactar este informe. Al analizar el sistema jurídico interno, la Comisión ha hecho
referencia a los códigos legales oficiales, a los textos legales publicados por entidades oficiales, a
la jurisprudencia de los tribunales colombianos y a otras publicaciones sobre derecho. Se
utilizaron los informes preparados por instituciones del Estado como la Defensoría del Pueblo, la
Consejería Presidencial para los Derechos Humanos, la Fiscalía General de la Nación y otras. La
Comisión también utilizó datos e información suministrados por organizaciones no
gubernamentales de derechos humanos de Colombia como son la Comisión Colombiana de
Juristas, la Corporación Colectivo de Abogados "José Alvear Restrepo", CINEP, y Justicia y Paz.
La Comisión también ha tomado nota de la información que ha aparecido en la prensa, así como
estudios, investigaciones e informes preparados por organizaciones internacionales de derechos
humanos. La Comisión ha prestado especial atención a los valiosos datos recogidos durante su
visita in loco, en diciembre de 1997.
35. La Comisión aprobó la versión preliminar del presente Informe en su 100º período de
sesiones, celebrado en octubre de 1998. El 10 de noviembre de 1998, de conformidad con el
artículo 62 de su Reglamento, la Comisión transmitió la versión preliminar del Informe al Estado
colombiano con el objeto de brindarle la oportunidad de formular las observaciones que juzgara
pertinentes. Estado presentó sus observaciones el 25 de enero de 1999. Tras considerar las
observaciones formuladas por el Estado e incorporar al texto las modificaciones que consideró
pertinentes, la Comisión procedió a aprobar la versión definitiva del "Tercer Informe sobre la
Situación de los Derechos Humanos en Colombia" el 26 de febrero de 1999 y decidió hacerlo
público el 12 de marzo de 1999.
8
CAPÍTULO I
CONTEXTO PARA EL ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS
HUMANOS EN COLOMBIA
A. INTRODUCCIÓN
1. En general, se acepta que la situación de los derechos humanos en Colombia es actualmente
una de las más difíciles y graves de las Américas. La gravedad de la situación deriva de la
violación masiva y constante de los derechos humanos más fundamentales, en particular el
derecho a la vida y el derecho a la integridad personal. La naturaleza y las causas de esta
situación de derechos humanos son múltiples. Aparte de la violencia vinculada al conflicto
armado, en especial la violencia atribuible a extremistas de derecha y de izquierda, existen otras
fuentes de violencia que provocan la muerte y otras violaciones de los derechos fundamentales.
El narcotráfico, los abusos de autoridad, la violencia socioeconómica arraigada en la injusticia
social y las disputas por la tierra son algunas de las fuentes de violencia que han llevado al
deterioro de la situación de los derechos humanos en Colombia.
2. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (la "Comisión", la "CIDH" o la "Comisión
Interamericana") reitera que comprende cabalmente que existen numerosos protagonistas que
contribuyen a la situación de violencia en Colombia y que el Estado no es internacionalmente
responsable de todos los daños causados a sus ciudadanos por agentes no estatales. La Comisión
también reconoce plenamente que el Estado tiene el derecho y la obligación de garantizar su
seguridad y la de sus ciudadanos. El Estado actúa justificadamente cuando adopta medidas contra
los grupos disidentes armados, los narcotraficantes y otros que cometen delitos o amenazan con
desestabilizar o derrocar el orden constitucional.
3. Sin embargo, el poder del Estado no es ilimitado ni autoriza o justifica cualquier medio para
alcanzar sus objetivos. En Colombia, los agentes del Estado algunas veces han cruzado la línea
que delimita los poderes del Estado y han cometido violaciones de los derechos humanos. En
otros casos, el Estado ha sido responsable de violaciones por aquiescencia o por no reaccionar
debidamente ante los daños cometidos. El daño causado en esos casos en que el Estado incurre en
responsabilidad por violaciones de los derechos humanos es particularmente grave puesto que
quienes son explícitamente encargados de la protección de la ciudadanía han, por el contrario,
abusado de su poder en perjuicio de la población.
4. La función primordial de la Comisión es examinar situaciones y casos en que el Estado es
responsable de la comisión de violaciones a derechos fundamentales del individuo. Como norma,
el Estado es responsable de los actos ilegítimos u omisiones de sus agentes, incluso cuando
actúen fuera de la esfera de su autoridad o en violación del orden jurídico interno. Estas
situaciones quedan claramente comprendidas en el mandato de la Comisión, conforme a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (la "Convención" o la "Convención
Americana") y a otros instrumentos ratificados por Colombia y los demás Estados miembros de la
Organización de los Estados Americanos ("OEA"). En contraste con ello, las acciones ilegales de
los particulares y de los grupos privados que causan daños a terceros, pero que no son imputables
al Estado, no comprometen la responsabilidad internacional del Estado y, por tanto, no quedan
comprendidas en la jurisdicción de la Comisión. Sin embargo, la Comisión toma nota de que el
Estado incurrirá en responsabilidad por los actos ilegales de protagonistas privados cuando haya
permitido que tales actos ocurran sin adoptar las medidas pertinentes para evitarlos o para castigar
posteriormente a quienes los perpetran. El Estado también incurre en responsabilidad cuando
9
estos actos de particulares son cometidos con el apoyo, la tolerancia o la aquiescencia de agentes
del Estado.
5. Dadas sus atribuciones, derechos y obligaciones singulares de acuerdo con el derecho interno y
el derecho internacional, el Estado es necesariamente el objeto del análisis de la Comisión, y no
los demás protagonistas que provocan la violencia en Colombia. Es únicamente el Estado el
encargado de aplicar la ley, mantener el orden, impartir justicia y cumplir las obligaciones
jurídicas internacionales. Por tales razones, la Comisión no puede tratar ni trata al Estado
colombiano en el mismo nivel que a otros protagonistas de la violencia en ese país. Al mismo
tiempo que reconoce el derecho y la obligación del Estado de combatir la violencia y el delito, la
Comisión insiste en que las acciones del Estado cumplan con las obligaciones internacionales de
derechos humanos y con esa perspectiva las ha de evaluar.
6. A fin de dar cabal cumplimiento a su labor, sin embargo, la Comisión debe considerar y
describir los múltiples factores que contribuyen a la violencia y a la difícil situación de derechos
humanos que impera en Colombia. Con este fin, la Comisión ofrece un breve análisis histórico de
la violencia en Colombia.
B. ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA VIOLENCIA
7. Como lo señala la Comisión en el comunicado de prensa emitido al concluir su visita in loco,
"Colombia se encuentra inmersa en una dramática espiral de violencia que afecta a todos los
sectores de la sociedad, socava los cimientos mismos del Estado, y conmueve a la comunidad
internacional por entero"7. Las causas de la violencia han sido estudiadas e investigadas
exhaustivamente por comisiones gubernamentales, académicos y otros. El fenómeno es de tal
naturaleza que quienes estudian este campo han merecido un título especial. En Colombia se les
llama "violentólogos".
1. Breve análisis histórico de los factores que dan lugar a la violencia
8. Muchos de los estudios realizados sobre Colombia distinguen tres etapas en la violencia
política del país: 1) las guerras civiles bipartidistas, (en esencia, conflictos y rivalidades entre las
clases gobernantes del país durante buena parte del siglo diecinueve); 2) "La Violencia", que tuvo
lugar a mediados del siglo veinte y, por último, 3) la violencia actual, que gira en torno a la
insurrección armada. El período de "La Violencia" es considerado el antecedente más directo de
la situación de violencia actual.
9. El cambio de gobierno en 1946, que transfirió el poder del partido liberal al partido
conservador, fue seguido por un enfrentamiento severo entre los dos grupos políticos. Este
enfrentamiento violento entre los dos partidos se tornó especialmente agudo en los años
cincuenta, período que dio en llamarse de "La Violencia".
10. Grupos revolucionarios armados también se formaron en los años cincuenta, por lo menos en
parte, como respuesta a la persecución patrocinada por el Gobierno de los integrantes del partido
liberal en las zonas rurales. En algunos casos, agricultores liberales eran perseguidos como medio
de expansión de la agricultura capitalista, permitiendo la formación y consolidación del sistema
latifundista de tenencia de la tierra. Las víctimas de esta violencia no sólo eran asesinadas, sino
también desalojadas de sus hogares mediante el terror.
7
Comunicado de Prensa No. 20/97, Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 1997,
OEA/Ser.L/VII.98, Doc. 7 rev., 13 de abril de 1998, pág. 1153.
10
11. Tras la caída del gobierno de facto del General Rojas Pinilla el 10 de mayo de 1957, se inició
un período de reconciliación con la consolidación del sistema de gobierno llamado Frente
Nacional, que duró unos 16 años. Esta etapa de la vida política de Colombia fue muy singular. El
poder fue compartido de manera paritaria entre liberales y conservadores, que alternativamente
asumían el poder y se dividían los cargos administrativos, en un empeño por mantener una
estabilidad que permitiera el desarrollo económico y social.
12. Durante esta etapa de la vida nacional, los grupos de resistencia armada aliados con el partido
liberal se desintegraron y depusieron las armas, tras lo cual se concedieron amnistías. Las fuerzas
armadas recuperaron el control del uso de la fuerza y empezaron a combatir a los nuevos grupos
disidentes armados que se formaban en las zonas rurales.
13. La movilización de los grupos revolucionarios en los años sesenta y la reanudación de la
violencia coincidió con la implementación de un sistema político cerrado a través del Frente
Nacional, que concedía el poder político y las oportunidades políticas únicamente a los dos
partidos tradicionales. Los movimientos revolucionarios que se crearon tenían fundamentos
morales, políticos e ideológicos. La revolución cubana también influyó en los nuevos
movimientos. Algunos de los movimientos guerrilleros revolucionarios que se formaron en los
años sesenta siguen activos hoy, por ejemplo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
("FARC") y el Ejército de Liberación Nacional ("ELN"). En esta etapa surgieron otros grupos,
incluido el Movimiento 19 de Abril ("M-19") el Ejército Popular de Liberación ("EPL"), la
Autodefensa Obrera ("ADO"), el grupo Ricardo Franco y el grupo guerrillero indígena Quintín
Lame.
14. Al mismo tiempo, el fracaso de los acuerdos de paz y de las amnistías que siguieron a la
formación del sistema de Frente Nacional para alcanzar a todos los habitantes de la campaña
permitió el desarrollo de un nuevo tipo de violencia. Este nuevo tipo de violencia se denomina
"bandolerismo". Cuando este tipo de violencia alcanzó proporciones críticas en 1964, "había más
de 100 bandas activas, constituidas por grupos de campesinos armados que, más o menos
organizadamente y desconociendo los acuerdos de paz entre las directivas oficiales de los
partidos tradicionales, prolongaron la lucha bipartidista"8.
15. El narcotráfico también empezó a incidir decisivamente en la vida nacional colombiana
durante este período. El comercio de la droga empezó con el auge de la marihuana, que generaba
violencia, en particular en la Costa Atlántica. A ello siguió la producción y el tráfico de cocaína,
con lo que se consolidó el narcotráfico. Esta consolidación trajo a Colombia la violencia
inherente a esa actividad. También determinó el enfrentamiento violento entre el Estado y los
narcotraficantes, en particular el tristemente célebre Cartel de Medellín, incluido Pablo Escobar.
Este enfrentamiento incluía el asesinato político y otros actos de violencia y terrorismo que
cometían los grupos de narcotraficantes contra el Estado como medio para controlar la política y
la acción del Estado en los asuntos vinculados al comercio de la droga.
16. Al mismo tiempo que los grupos armados disidentes empezaron a tomar fuerza en los años
sesenta y setenta, se elaboró al interior del Estado una doctrina de seguridad nacional. A esta
altura también se afianza el fenómeno de los paramilitares.
8
Véase Gonzalo Sánchez, Dony Meertens, Bandoleros, gamonales y campesinos: El caso de la Violencia en Colombia,
1985, pág. 42.
11
17. El decreto 3398, aprobado como parte del estado de emergencia declarado en 1965, fue
convertido en legislación permanente por la Ley 48 de 1968. Esta ley autorizó la creación de
patrullas civiles que recibían del Ministerio de Defensa armas de uso privativo de las fuerzas de
seguridad del Estado.
18. A fines de los años setenta y en los ochenta, se fortalecieron los grupos paramilitares de
autodefensa vinculados a los sectores económicos y políticos en las diferentes zonas del país.
Estos grupos, patrocinados o aceptados por sectores de las Fuerzas Militares, buscaban defender
los intereses de algunos individuos o grupos mediante la violencia. En gran parte fueron creados
como reacción contra la violencia de las zonas rurales del país, con frecuencia incluyendo
secuestros extorsivos. Procuraban combatir a los grupos armados disidentes que se habían
formado, pues éstos eran responsables de la mayoría de estos secuestros y de otros actos de
violencia. Además, los grupos armados disidentes empezaron a aplicar un impuesto de guerra,
denominado "vacuna", con lo que amenazaban la situación económica de muchos terratenientes
medianos y grandes y a la agroindustria del país.
19. Los paramilitares tenían pues una motivación contrainsurgente. Como resultado de ello,
establecieron lazos con el Ejército colombiano. Esta vinculación entre los paramilitares y el
Ejército será explorada en mayor profundidad en otras secciones del presente Informe.
20. Durante ese período, los grupos paramilitares también establecieron estrechos lazos con las
organizaciones de narcotraficantes. Al ampliarse y tornarse más lucrativo el comercio de la droga,
muchos de sus protagonistas se transformaron en terratenientes y en dirigentes de otras empresas
económicas. Procuraban defender el negocio de la droga y sus intereses económicos frente a los
actos violentos de extorsión y expropiación que llevaban a cabo los grupos armados disidentes en
contra de sus intereses. Empezaron a financiar y respaldar a los grupos paramilitares. Es así que,
por ejemplo, se formó un nuevo grupo en el Magdalena Medio, en 1981, con el nombre de
"Muerte a Secuestradores" ("MAS"). El grupo fue fundado por narcotraficantes en represalia por
el secuestro realizado por el M-19 de la hermana de varios miembros del Cartel de Medellín.
21. De manera que una serie de fuerzas e intereses convergían para dar especial fuerza a los
grupos paramilitares. Los grupos empezaron a llevar adelante acciones de "limpieza" en varias
regiones del país, a eliminar a los grupos armados disidentes y a sus simpatizantes para despejar
el camino a los principales terratenientes y a otros hombres de negocios. Finalmente, el fenómeno
de los paramilitares adquirió tal grado de violencia y descontrol que el Gobierno colombiano y el
Ejército se vieron obligados a actuar para afirmar su control.
22. A fines de los años ochenta y particularmente durante la administración del Presidente
Virgilio Barco, el Estado colombiano empezó a imponer restricciones legales a las actividades de
los grupos paramilitares y eventualmente los declaró ilegales. El rechazo legal de los grupos
paramilitares fue confirmado por una decisión de la Corte Suprema que declaró inconstitucionales
las normas jurídicas por las que se establecían los grupos paramilitares. Análogamente, el
Consejo de Estado sostuvo que los individuos que poseían armas de guerra debían devolverlas al
Ejército colombiano.
23. Pese a las prohibiciones legales, los grupos paramilitares siguen existiendo en Colombia,
aunque sin el apoyo legal de que gozaban antes de 1989. En general, estos grupos se han alejado
de las actividades del narcotráfico, aunque los ataques de paramilitares contra funcionarios
judiciales que investigan delitos de la droga demuestran que en algunos casos todavía existe esa
conexión. Se calcula que en 1997 los paramilitares fueron responsables de aproximadamente el
60% de las muertes violentas de carácter político en Colombia.
12
24. También a partir de los años ochenta, sucesivos gobiernos colombianos se empeñaron en
negociaciones de paz con los distintos grupos disidentes armados. A comienzos de los años
noventa concluyeron las negociaciones de paz con el M-19, el EPL y el Quintín Lame y varios
miles de integrantes de esos grupos fueron desmovilizados. Sin embargo, esta desmovilización,
en particular en el caso del EPL, no fue completa. Las FARC y el ELN no se desmovilizaron y
siguen operando.
25. En los últimos veinte años, el crimen organizado también ha tenido incidencia extraordinaria
en la vida nacional colombiana, afectando todos los aspectos de la sociedad, inclusive el proceso
electoral y el sistema judicial. Los movimientos disidentes armados han creado una confusa
combinación de alianzas y de choques simultáneos con otros protagonistas de las organizaciones
delictivas. Los grupos disidentes armados también han establecido lazos con el narcotráfico,
conforme a lo cual con frecuencia aplican un impuesto contra los productores de la droga y sus
transportadores a cambio de proteger su actividad. Como resultado de esta participación en
actividades de extorsión, secuestro, homicidio y narcotráfico, los grupos disidentes armados han
perdido buena parte de su credibilidad e influencia ideológicas en los últimos años.
2. Principales fuentes de la violencia política9
a. Grupos disidentes armados
26. Los grupos disidentes armados que siguen activos, las FARC y el ELN, así como algunos
disidentes del EPL, forman la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. El otro grupo disidente
armado que antes desempeñaba una función significativa en la vida nacional de Colombia, pero
que ya no participa en el conflicto armado, es el M-19. A continuación se ofrece una breve
descripción de los antecedentes de los tres grupos disidentes armados que siguen actualmente
funcionando:
i. Las FARC
27. Las FARC constituyen el grupo disidente armado más antiguo de Colombia y
tradicionalmente ha sido uno de los mejor organizados de América Latina. Esta organización
guerrillera tiene raíces en los movimientos armados disidentes de los cincuenta e inclusive en las
más antiguas luchas agrarias de los años treinta y cuarenta, cuando se crearon los primeros
sindicatos y ligas agrícolas.10
28. Los orígenes del grupo se retrotraen a 1947, año en que el comité central del partido
comunista colombiano decidió organizar un sistema de autodefensa en oposición al régimen
conservador de Mariano Ospina Pérez, que asumió el poder en 1946. Este grupo popular de
autodefensa más tarde se transformaría en un movimiento disidente armado. Las FARC también
establecieron estrechos vínculos con el campesinado colombiano.
29. Las FARC no sólo pasaron a ser el movimiento guerrillero más importante en territorio
colombiano, sino también el mejor equipado, tanto material como financieramente, para la lucha
9
En sus observaciones al presente Informe, el Estado colombiano presentó una clasificación de los distintos tipos de
violencia levemente diferente a la empleada por la Comisión. El Estado sugirió la siguiente clasificación: 1) violencia
originada en la criminalidad ordinaria; 2) violencia de la vida cotidiana; 3) violencia de orden político; 4) violencia
proveniente del narcotráfico.
10
Véase Estanislao Zuleta, Colombia: Violencia, Democracia y Derechos Humanos, 1991.
13
armada. Sus integrantes suman aproximadamente 12.000 efectivos y controlan o mantienen una
fuerte presencia en el 40 a 50% de los 1.071 municipios de Colombia.11
30. Las FARC siempre han obtenido sus recursos ilegalmente, mediante el secuestro, la extorsión
y las "vacunas". Más tarde, las FARC empezaron a recibir fondos a través de asociaciones con los
carteles de la droga, que les proporcionaban armas y dinero. A cambio de este patrocinio, el
movimiento guerrillero cesa las hostilidades contra los carteles de la droga, protege las
instalaciones de producción y el comercio de la droga y facilita su transporte. Sin embargo, la
alianza que formaron los narcotraficantes y los grupos paramilitares, por lo menos en una época,
creó inestabilidad y una situación explosiva en esta relación. Sin embargo, la relación entre las
FARC y el narcotráfico continúa. Asimismo, se entiende que algunos subgrupos de las FARC se
dedican directamente a la producción y la venta de drogas.
31. Las FARC han demostrado su poder en los últimos años, en particular en los Departamentos
meridionales de Colombia. El 30 de agosto de 1996, las FARC atacaron una base militar en Las
Delicias, Departamento de Putumayo, cerca del límite con el Departamento de Caquetá. Los
disidentes mataron a 29 soldados y retuvieron a 60 más. Los soldados permanecieron bajo el
control del grupo armado disidente durante 289 días, hasta el 15 de junio de 1997.
32. El 21 de diciembre de 1997, las FARC capturaron a otros 18 efectivos en un ataque contra
una instalación militar en Patascoy, en la frontera entre los Departamentos de Nariño y Putumayo.
A comienzos de marzo de 1998 se inició un feroz conflicto entre el Ejército y las FARC en las
selvas del Caguán, Departamento de Caquetá. Las pérdidas que sufrió el Ejército se cuentan entre
las más graves en su historia.
33. Las FARC también empezaron a combatir más cerca de la capital en los últimos tiempos. En
febrero de 1997, estalló un fuerte combate en una zona montañosa a 30 millas al este de Bogotá,
cerca de la ciudad de San Juanito. En ese combate murieron aproximadamente 20 soldados.
34. Además de participar en combate con el Ejército, las FARC también cometen actos que
demuestran el grado de deterioro del conflicto. Por ejemplo, tras un enfrentamiento armado en el
Departamento de Cundinamarca, el 18 de febrero de 1998, integrantes de las FARC colocaron
una granada en el cadáver de un soldado que había resultado muerto. Cuando el cuerpo fue
devuelto a la base militar para su sepultura, la granada explotó y dio muerte a dos soldados e hirió
a otros cinco.
35. Las FARC han anunciado su interés en mantener conversaciones para una posible
negociación de paz. El 10 de julio de 1998, después de su elección a la presidencia y antes de
asumir el poder, Andrés Pastrana se reunió personalmente con Manuel Marulanda Vélez
(conocido como Tirofijo) y Jorge Briceño (conocido como Mono Jojoy), integrantes del
secretariado nacional de las FARC, para discutir la posibilidad de iniciar negociaciones de paz.
Las conversaciones han avanzado a partir de aquel momento aunque recientemente fueron
suspendidas cuando las FARC anunciaron que no continuarían hasta que fueran convencidas de
que el Gobierno del Presidente Pastrana estaba adoptando medidas efectivas para combatir a los
paramilitares.
11
Véase José Noé Ríos y Daniel-García Peña, Informe del Comité para la exploración de la Paz, 9 de septiembre de
1997; Washington Post "New Peace Council Faces Daunting Task," 5 de abril de 1998; Alfredo Rangel, Conferencia de
Melgar, Tolima, "El Estado del conflicto político armado y solución negociada", 27 de noviembre de 1996.
14
ii. El ELN
36. Disidentes de las FARC formaron el ELN. Este grupo concitó el apoyo de los sectores
sindicalistas del Departamento de Santander. Elementos universitarios se unieron a sus filas, al
igual que una serie de sacerdotes católicos, siguiendo el ejemplo del Padre Camilo Torres que se
sumó al movimiento y murió en un enfrentamiento con el Ejército en 1966. El ELN fue liderado
durante muchos años por el Padre Manuel Pérez, religioso español que murió en febrero de 1998.
37. En los últimos años, el ELN ha puesto mucho énfasis en su ataque a la legitimidad del
proceso democrático y ha secuestrado a numerosos funcionarios públicos y candidatos
electorales. El ELN actuó contra figuras políticas con particular virulencia en los meses que
antecedieron a las elecciones municipales de octubre de 1997. Sin embargo, después de las
elecciones, el ELN siguió secuestrando a alcaldes y concejales locales en gran número. El ELN
también ha luchado a favor de la nacionalización del petróleo. Como parte de esta campaña, el
ELN ha realizado más de 600 ataques con dinamita desde 1986 contra la infraestructura utilizada
por estos sectores industriales. El ELN cuenta actualmente con unos 3.000 a 4.000 integrantes.12
38. El ELN ha anunciado su interés en procurar una solución política negociada al conflicto
armado. El Presidente Pastrana se reunió, después de su elección a la presidencia, con los
encarcelados representantes del ELN, Felipe Torres y Francisco Galán, para discutir las
propuestas del grupo disidente para las negociaciones de paz. El grupo ha exigido la celebración
de una convención nacional para discutir la paz con la sociedad civil y recientemente llevó a cabo
varias reuniones preparatorias para dicha convención con el aval del Estado.
39. El ELN ha sugerido que, mientras se prepara la convención nacional, las negociaciones deben
conducir a la humanización del conflicto, incluyendo una aplicación más estricta de las normas
del derecho internacional humanitario. El ELN afirma que actualmente respeta las normas del
derecho internacional humanitario. Sin embargo, las prácticas del ELN en materia de secuestros
para la extorsión, etc. dejan en claro que en realidad no respeta estas normas como son
interpretadas conforme al derecho internacional. En junio de 1998, el ELN firmó un acuerdo en el
cual se comprometió a respetar ciertas reglas mínimas del derecho internacional humanitario.
Este acuerdo fue firmado con representantes del Comité Nacional de Paz de Colombia en Mainz,
Alemania, después de un diálogo entre dirigentes del ELN, representantes del Estado colombiano
y representantes de la sociedad civil. Las conversaciones de paz con el ELN han avanzado en los
últimos meses a través de algunos contactos y reuniones dentro y fuera de Colombia.
iii. El EPL
40. El EPL surgió en 1965. El grupo originalmente se negó a participar en las negociaciones de
paz iniciadas por el Presidente Belisario Betancur. Posteriormente, uno de sus dirigentes, William
Calvo, cambió de posición y firmó un acuerdo de paz en 1980. Muchos de los integrantes del
grupo aprovecharon la amnistía política que se les ofreció. Sin embargo, muchos otros que se
reinsertaron en la vida civil eventualmente regresaron a la lucha guerrillera cuando William
Calvo fue asesinado en una calle de Bogotá, el 20 de noviembre de 1985.
41. El EPL pasó luego a ser una de las partes en los acuerdos de paz concertados durante el
Gobierno del Presidente Virgilio Barco. Posteriormente, muchos de sus miembros se integraron a
la vida civil y han formado un partido político denominado "Esperanza, Paz y Libertad".
12
Washington Post, "New Peace Council Faces Daunting Task," 5 de abril de 1998.
15
42. Un número muy elevado de integrantes del EPL reinsertados han sido asesinados. Estos
asesinatos son primordialmente llevados a cabo por la facción disidente del EPL, que no firmó los
acuerdos de paz, y por las FARC. Al menos en parte como resultado de la violencia de que fueron
objeto, algunos de los anteriores integrantes del movimiento armado disidente se han aliado ahora
con las fuerzas de seguridad del Estado e inclusive con los grupos paramilitares.
b. Grupos paramilitares
43. La historia de la formación de los actuales grupos paramilitares ya ha sido esbozada. Tal
como se anotó anteriormente, algunos de los grupos paramilitares siempre han tenido conexiones
importantes con elementos de las fuerzas de seguridad del Estado, aunque funcionan en muchos
casos con gran autonomía. También existen importantes evidencias de vínculos entre grupos
paramilitares y el narcotráfico.
44. En los últimos años, los grupos paramilitares han crecido considerablemente en número,
poderío y control. Actualmente existen grupos a nivel local, regional y nacional. Por ejemplo, los
grupos paramilitares del Departamento del Norte de Santander, particularmente en la zona de
Ocaña, distribuyen volantes anunciado las actividades de las "Autodefensas Campesinas Nororiente Colombiano". Análogamente, existen grupos paramilitares que actúan en la violenta
región del Magdalena Medio, bajo la dirección del conocido Ramón Isaza.
45. La Organización paramilitar regional más conocida es la denominada "Autodefensas
Campesinas de Córdoba y Urabá" ("ACCU"). Este grupo, fundado por dos hermanos, Fidel y
Carlos Castaño, originalmente operaba en la región de Urabá, en la zona noroccidental del país.
Más recientemente, la organización ha extendido su influencia a nuevas zonas que incluyen los
Departamentos de Sucre y Bolívar, así como el norte de Antioquia. El padre de los hermanos
Castaño fue secuestrado y muerto por las FARC y los hermanos originalmente actuaron con el
MAS a comienzos de los ochenta.
46. Las ACCU aparentemente tienen estrechos vínculos con una organización nacional
relativamente nueva denominada "Autodefensas Unidas de Colombia" ("AUC") o "Autodefensas
de Colombia". La decisión de crear una organización nacional de grupos paramilitares surgió de
una conferencia de estos grupos que dio lugar a la preparación de un documento que reflejaba esa
decisión. Ese documento, elaborado en la primera cumbre de grupos de autodefensa colombianos,
afirmaba que los grupos paramilitares se unirían con el objetivo primordial de "combatir la
subversión". El documento establece un plan de estructuración de la organización nacional. De
acuerdo con ese plan, la organización incluiría unidades para acciones militares y logísticas,
inteligencia y promoción. Desde entonces, las organizaciones paramilitares han celebrado otras
conferencias y han publicado documentos adicionales esbozando sus posiciones.
47. Numerosas actividades violentas y matanzas han sido atribuidas a esta organización nacional.
De acuerdo con los documentos publicados por la propia organización, el grupo es ahora capaz de
movilizar sus fuerzas de una zona del país a otra para llevar a cabo sus ataques y tomar el control
de nuevas zonas del territorio nacional. Recientemente reivindicó el secuestro de cuatro
miembros del Instituto Popular de Capacitación, en Medellín, como parte de una estrategia que
amenaza directamente a quienes trabajan en las organizaciones no gubernamentales de derechos
16
humanos. La Comisión en su momento expresó su enfática condena al secuestro mediante un
comunicado de prensa.13
3. Otros factores que inciden en la situación de violencia
a. El narcotráfico
48. Pese a las campañas antidroga, incluida una fumigación sin precedentes de las plantaciones en
1997,14 el territorio colombiano produce una de las cosechas de drogas ilícitas más voluminosas
del mundo. De acuerdo con estadísticas de la Policía Nacional colombiana, se planta coca en
50.000 hectáreas de tierras colombianas. Otros cálculos arrojan cifras aún mayores.15
49. El comercio de la droga es intrínsecamente violento pues implica actividades fuera de la ley
que incluyen el manejo de abultadas sumas de dinero. Puesto que las normas y los mecanismos
legales no se aplican a estas actividades, las controversias que inevitablemente surgen también se
resuelven ilegalmente, en general, mediante la violencia.
50. Además, los que participan en el comercio de la droga deben procurar constantemente su
protección y la de sus actividades contra el escrutinio de la ley. Utilizan su capacidad para
cometer actos de violencia como principal medio para alcanzar esos fines. Al mismo tiempo,
utilizando la amenaza de la violencia, participan en actos de soborno y extorsión de funcionarios
públicos, lo que provoca niveles extremos de corrupción en las entidades del Estado que deben
controlar la actividad. De manera que el Estado se ve de este modo afectado sea por la violencia
contra sus agentes o por la corrupción.
51. Los agentes del narcotráfico y el negocio mismo traen a Colombia violencia y corrupción que
han alcanzado niveles intolerables y que amenazan con destruir el tejido social, político y
económico del país. Además, los fondos que el Estado debe destinar a la lucha contra la droga
podrían destinarse a financiar programas estatales encaminados a satisfacer las necesidades de los
pobres. La desviación de estos fondos contribuye a una situación de desigualdad social y
económica que a su vez, con frecuencia, produce violencia adicional.16
b. Delitos comunes
52. La Comisión hizo constar en su informe anual de 1996 que ese año perecieron en forma
violenta en Colombia 26.710 personas. De esta cifra, aproximadamente 3.600 personas fueron
muertas por razones políticas o ideológicas.17 Estas estadísticas pueden compararse con las
correspondientes a otros años recientes. La Comisión observa, pues, que la gran mayoría de los
actos de violencia que se cometen en Colombia no tienen causas o implicaciones políticas
directas. El Estado no es responsable de la mayoría de estos actos, que, por tanto, no constituyen
13
CIDH Comunicado de prensa 2/99 del 4 de febrero de 1999, Informe Anual de la CIDH 1998.
De acuerdo con la Policía Nacional colombiana y con las estadísticas de Estados Unidos, Colombia fumigó más de
48.000 hectáreas de cultivos ilegales en 1997. "Colombia, primera en hoja de coca", El Tiempo, 21 de enero de 1998.
15
Id.
16
Conforme a la información provista por el Estado, Colombia invierte cerca de mil millones de dólares anuales sólo
en el combate contra el tráfico de drogas.
17
CIDH, Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 1996, OEA/Ser.L/V/ii.95, Doc. 7 rev.,
14 de marzo de 1996, pág. 681.
14
17
violaciones de los derechos humanos.18 Sin embargo, el alcance y la naturaleza de los actos
cometidos como delitos comunes no son menos horrendos.
53. Estadísticas aceptadas indican que la tasa de asesinatos de Colombia ha llegado
aproximadamente a 89,5 por cada 100.000 habitantes al año.19 Esta tasa de asesinatos es la más
alta de América Latina y es casi nueve veces mayor que la de los Estados Unidos. En sus
observaciones al Informe, el Estado citó una estadística diferente aunque igualmente alarmante.
El Estado señaló que, según fuentes de la Policía Nacional, la tasa de homicidios es de 67 por
cada cien mil habitantes.
54. Colombia también registra la más alta tasa de secuestros del mundo. En efecto, casi la mitad
de los secuestros que se registran en el mundo ocurren en Colombia.20 En 1996, la Oficina de
Investigaciones Criminológicas de la Policía Nacional informó sobre 1.436 secuestros.
Estadísticas aportadas por una organización no gubernamental indicaban que en 1997 se habían
producido 1.693 secuestros.21 La tasa real de secuestros es sin duda muy superior puesto que estas
estadísticas deben basarse en informes o denuncias sobre secuestros. En muchos casos, los
individuos afectados por los secuestros no denuncian este delito en la esperanza de liberar a la
víctima más fácilmente si no se ponen en contacto con las autoridades.
55. Aproximadamente el 40% de los secuestros son cometidos por grupos disidentes armados.22
Muchos de los secuestros que llevan a cabo los grupos disidentes armados tienen el propósito de
obtener el pago de un rescate. La Comisión examinará en el Capítulo sobre violencia y
violaciones a los derechos humanos y derecho internacional humanitario la aplicación del derecho
internacional a estos actos. Sin embargo, cabe señalar a este respecto que el derecho internacional
humanitario no respalda en modo alguno la comisión de tales delitos, que no pueden considerarse
componente legítimo del enfrentamiento armado. Por lo tanto, no es en modo alguno impropio
referirse a este tipo de secuestros extorsivos en esta sección dedicada a los delitos comunes,
aunque los secuestros sean cometidos por grupos disidentes armados.
56. La elevada tasa de delitos violentos también tiene repercusiones económicas, dado que una
importante porción de recursos privados y públicos se distraen de otros usos más beneficiosos
para destinarse a la protección. El sector privado también ha gastado crecientes montos en el pago
de rescates para recuperar a los secuestrados. Las estadísticas del gobierno sugieren que los
sectores privados perdieron más de 800 millones de dólares a raíz de los secuestros, la extorsión y
el robo entre 1990 y 1994.
57. La Comisión desea subrayar la relación que existe entre la violencia vinculada a los delitos
comunes y las violaciones de los derechos humanos. Se ha sugerido que el mejoramiento de la
situación de derechos humanos no tendría mayores efectos en la situación general de violencia de
18
Corresponde señalar, por supuesto, que el Estado podría ser responsable de actos violentos no políticos. Toda vez
que agentes del Estado cometen actos ilegítimos que afectan derechos fundamentales, al amparo de la autoridad oficial,
incurren en responsabilidad estatal independientemente del carácter "político" o "de derechos humanos" de tales actos.
La responsabilidad del Estado puede atribuirse también a delitos no políticos cometidos por particulares en los casos en
que el Estado no intenta evitarlos o no reacciona ante los mismo. Por otra parte, el Estado no es por cierto responsable
de toda la violencia política. Como se mencionó antes y como se examinará a lo largo de este Informe en más detalle,
muchos protagonistas contribuyen a la situación de violencia de Colombia y el Estado no es responsable de toda dicha
situación.
19
Latin American Weekly Report, 4 de marzo de 1997, citando un informe del Banco Mundial.
20
"América Latina, paraíso del secuestro", El Tiempo, 27 de octubre de 1995.
21
"El año del secuestro", El Tiempo, 25 de enero de 1998, citando estadísticas preparadas por la "Fundación País
Libre".
22
Estadísticas de la Oficina de Investigaciones Criminológicas de la Policía Nacional.
18
Colombia, dado que la mayor parte de la violencia se vincula al delito común y no a violaciones
de derechos humanos en los que tenga responsabilidad el Estado. La Comisión no comparte este
punto de vista.
58. Cuando agentes del Estado y el propio Estado son responsables de actos de violencia que
violan los derechos humanos, cometidos al amparo de la autoridad oficial, es más probable que
aumente la incidencia de los delitos comunes que no implican responsabilidad del Estado.
Cuando sus agentes y colaboradores cometen actos violentos ilegítimos, el Estado permite e
inclusive participa en la creación de una cultura de violencia. Las leyes sirven en una sociedad
para moldear el comportamiento humano hacia el cumplimiento de esas normas, a través de un
sistema de desincentivos y sanciones a quienes las desobedecen. El Estado, por medio de sus
agentes, tiene el cometido de hacer cumplir esas leyes y normas. Cuando los agentes del Estado
no respetan la ley que deben hacer cumplir, la sociedad en su conjunto se ve estimulada a
desconocer el imperio del derecho.
59. Además, cuando los agentes del Estado participan en violaciones de la ley y de los derechos
humanos, su atención es apartada de la tarea de hacer cumplir la ley. Los delincuentes comunes se
benefician de esta desviación de recursos que les permite cometer actos violentos impunemente.
Asimismo, la estructura de impunidad que debe crearse para evitar represalias contra
protagonistas del Estado que cometen violaciones de derechos humanos beneficia a todos los que
actúen en forma delictiva en la sociedad. Cuando las facultades indagatorias y judiciales del
Estado son debilitadas para dar protección a quienes cometen violaciones de los derechos
humanos, el Estado enfrenta graves dificultades para llevar a los delincuentes comunes ante la
justicia. La Comisión considera, pues, que si se contienen las violaciones cometidas con
responsabilidad del Estado, cabe razonablemente esperar que se produzca una mejora general en
la situación delictiva y de violencia de Colombia.
c. Situación socioeconómica
60. De todos los países de América Latina, con excepción de Brasil, Colombia ha experimentado
el mayor crecimiento económico en los últimos 35 años. En los ochenta, Colombia registraba el
más elevado crecimiento de todo Sudamérica. Sin embargo, inclusive durante este período de
auge, han existido graves desigualdades sociales y económicas, incluida la concentración de la
riqueza en manos de un pequeño porcentaje de la población.
61. De acuerdo con cifras de 1991 citadas por el Banco Mundial, el 10% de la población de
menores recursos recibe el 1,3% del ingreso nacional.23 En otro estudio en que se analizan las
cifras de 1992 se señala análogamente que el 10% más rico de la población de Colombia percibe
41,7 veces lo que percibe el 10% más pobre de la población.24
62. En este Informe se considerará en mayor profundidad la situación de los derechos económicos
y sociales en Colombia en capítulo especial. Sin embargo, la Comisión observa que las
desigualdades que han persistido pese al desarrollo y el crecimiento económicos, han sido una
constante fuente de conflicto en Colombia. Pero también es preciso señalar que países con
disparidades de riquezas similares o mayores, no han sido víctimas del mismo tipo de conflictos.
23
Informe del Desarrollo Mundial, Banco Mundial, 1997, "State in a Changing World" pág. 223.
Latin America Weekly Report, 4 de marzo de 1997, citando a Luis Felipe Jiménez y Nora Ruedi, "Rasgos estilizados
de la distribución del ingreso y de sus terminantes en algunos países de la región".
24
19
63. También cabe señalar que el gasto del Estado en programas sociales, que serviría para paliar
los problemas que crea la pobreza y la desigualdad económica, con frecuencia son desviados a
otros fines a raíz del costo del combate contra las distintas fuerzas que amenazan al Estado.
Aproximadamente el 4% del producto interno bruto de 1996 se destinó al conflicto interno.25 Se
calcula que las Fuerzas Militares y la Policía Nacional reciben aproximadamente el 25,4% de los
ingresos que recauda el Estado. 26
64. Análogamente, el gasto privado de ricos y pobres se aparta de usos más productivos debido al
actual clima de violencia que impera en el país. Por ejemplo, una mujer de un barrio pobre de
Medellín declaró, al ser entrevistada por la Comisión, que no podía sacar a su familia de la
pobreza porque se veía obligada a gastar una importante porción de sus ingresos en funerales y
entierros de familiares que eran asesinados. Las dificultades económicas que enfrentan muchos
colombianos, pues, deben percibirse a la vez como causa y efecto del conflicto armado interno y
de las otras formas de violencia que imperan en Colombia.
C. ASPECTOS POSITIVOS DE LA SITUACIÓN DE DERECHOS HUMANOS
EN COLOMBIA
65. La situación de los derechos humanos en Colombia presenta ciertos aspectos positivos que la
Comisión debe considerar en su análisis. Como lo ha señalado la Comisión en anteriores informes
y en el comunicado de prensa emitido tras la conclusión de su visita in loco, existen numerosas
instituciones colombianas y oficinas estatales dedicadas a la protección y el fomento de los
derechos humanos, la mayoría de las cuales participan en un empeño serio y constante por
mejorar la situación de los derechos humanos en Colombia. Como lo señaló anteriormente la
Comisión, las instituciones de esta naturaleza deben recibir el apoyo necesario, tanto del
Gobierno como de la sociedad civil, para que puedan llevar adelante su labor en forma aún más
efectiva y eficiente.
66. La Comisión señala a la atención, por ejemplo, la labor de la Unidad de Derechos Humanos
de la Fiscalía de la Nación. Este órgano ha logrado avanzar algo en la lucha contra la impunidad
en casos de violaciones de derechos humanos y en la superación de los obstáculos que se le han
interpuesto en este contexto.
67. La Comisión también atribuye importancia al programa para la protección de los defensores
de los derechos humanos y de otras personas amenazadas. La Consejería Presidencial para los
Derechos Humanos, la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, la
Comisión 1290 y la Defensoría del Pueblo merecen todas el reconocimiento como instituciones
empeñadas en una labor seria y comprometida en favor de los derechos humanos.
68. Además, la Comisión toma nota del grado de organización que existe en la sociedad civil
colombiana. Existen organizaciones no gubernamentales dedicadas a laborar en casi toda esfera
imaginable de interés para la población colombiana. Muchas de estas organizaciones actúan en
forma dinámica y constante en pro del mejoramiento de la situación de los derechos humanos en
Colombia a través de la educación, la protesta pacífica legal, la formulación de denuncias ante
sistemas jurídicos nacionales e internacionales, así como por otros medios. Estas organizaciones y
el resto de la sociedad civil expresan abiertamente y sin restricciones sus inquietudes acerca de
los problemas que enfrentan los colombianos.
25
26
"El Costo de la Guerra", El Tiempo, 11 de marzo de 1998.
Comisión Colombiana de Juristas, Colombia, Derechos Humanos y Derecho Humanitario 1966, pág. 55.
20
69. Muchas de estas organizaciones han manifestado un creciente interés en lograr la paz en
Colombia y han reconocido la importancia de la defensa de los derechos humanos como
condición necesaria para lograr esa paz y superar la violencia que afecta al país. Esta contribución
necesariamente fomenta las posibilidades de mejorar la situación de los derechos humanos y
lograr la paz en el país.
70. Desde el inicio de su mandato el Presidente Pastrana ha adoptado un número de valerosas
medidas para impulsar el proceso de paz en Colombia. La Comisión felicita al Presidente por este
importante esfuerzo que es de vital importancia para el futuro del país y hace votos para que las
conversaciones iniciadas con tanta dedicación y seriedad conduzcan al logro de una paz duradera
en Colombia. La Comisión nota, sin embargo, que los problemas que afectan el respeto de los
derechos humanos según son señalados en este Informe no han disminuido en los últimos meses y
deben ser considerados como tema prioritario para el nuevo Gobierno.
CAPÍTULO II
PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL SISTEMA JURÍDICO
Y POLÍTICO COLOMBIANO
A. LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA
1. Conforme a su Constitución Política, Colombia es una república unitaria descentralizada,
democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana. La soberanía
reside en el pueblo y el poder público emana del pueblo. Éste ejerce su soberanía directamente o a
través de sus representantes.
2. La actual Constitución colombiana fue adoptada en 1991. La anterior databa de 1886 y había
sido objeto de numerosas modificaciones, incluidas importantes reformas en 1910, 1936, 1945,
1957 y 1968. La adopción, en 1991, de una nueva Constitución, se consideró como un paso muy
importante hacia la modernización del Estado, la diversificación y ampliación del proceso
democrático y la posibilidad de lograr la paz.
3. El 24 de agosto de 1990, el Gobierno del Presidente César Gaviria Trujillo convocó a una
Asamblea Nacional Constituyente conforme al Decreto No. 1926. El 5 de diciembre de 1990 el
pueblo de Colombia eligió a los 70 representantes que tendrían asiento en esa Asamblea. Fue una
elección histórica en que, entre los votantes y candidatos, figuraron ex miembros de grupos
armados disidentes, recientemente reinsertados en la sociedad en general. Por ejemplo,
participaron en esas elecciones los líderes del M-19. La representación electa a la Asamblea
General fue la siguiente: Partido Liberal - 25; Alianza Democrática M-19 - 18; Movimiento de
Salvación Nacional - 11; Partido Social Conservador - 5; sectores independientes del Partido
Conservador - 4; Unión Patriótica - 2; Movimiento Indígena - 2; Movimiento Evangélico - 2;
Esperanza, Paz y Libertad - 2; Partido Revolucionario de los Trabajadores - 1; Movimiento
Indígena Quintín Lame - 1. Los dos últimos representantes electos no tenían derecho de voto.
4. Al cabo de seis meses de estar en funcionamiento, el 5 de julio de 1991, la Asamblea Nacional
Constituyente sancionó la nueva Constitución, formada por 380 artículos y 60 disposiciones
transitorias. A la fecha de redacción del "Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos
Humanos en Colombia", la nueva Constitución colombiana había sido introducida y había
comenzado a aplicarse hacía muy poco tiempo. En este momento, siete años después de la
adopción de la Constitución, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (la "Comisión",
21
la "CIDH" o la "Comisión Interamericana") está en mejores condiciones para analizar la
aplicación de las disposiciones y mecanismos que contiene para la protección de los derechos
humanos.
B. ESTRUCTURA DEL ESTADO COLOMBIANO
5. Al igual que la Constitución de 1886 que reemplazó, la Constitución de 1991 establece tres
poderes de gobierno: legislativo, ejecutivo y judicial. También establece órganos autónomos con
funciones específicas para el cumplimiento de los cometidos adicionales del Estado colombiano.
Como señaló la Comisión en su "Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos
en Colombia", el Poder Ejecutivo ha gozado de facultades preponderantes en la estructura
constitucional. No obstante, la actual Constitución procura establecer una relación más
equilibrada entre los poderes. A esos efectos confiere atribuciones más amplias al Poder
Legislativo para ejercer control político sobre el Gobierno y refuerza la independencia del Poder
Judicial y la función de revisión judicial de los actos legislativos y administrativos. (Véase el
Organigrama del Estado Colombiano, que se adjunta a este Capítulo como Anexo 1).
1. El Poder Legislativo
6. El Poder Legislativo está formado por el Senado y la Cámara de Representantes, que
conjuntamente forman el Congreso colombiano, con asiento en la capital de la República. La
función básica del Congreso consiste en enmendar la Constitución, sancionar leyes y ejercer el
control político del Gobierno. Todos sus miembros son electos directamente por el pueblo por un
período de cuatro años. El Senado tiene 100 miembros electos a nivel nacional y los miembros de
la Cámara de Representantes son electos por distritos. Se reservan dos bancas adicionales en el
Senado para representantes de las comunidades indígenas. La ley puede prever también la
elección de miembros a la Cámara de Representantes por un sistema no basado en distritos, para
garantizar la participación de grupos étnicos y minorías políticas. Tanto el Senado como la
Cámara de Representantes tienen comisiones de derechos humanos.
7. El Congreso tiene varias facultades especiales importantes. Por ejemplo, puede otorgar
amnistías o indultos por delitos políticos. También está facultado para aprobar o rechazar tratados
suscritos por el Gobierno con otros Estados o con organismos internacionales. El Congreso está
obligado a dar prioridad a los proyectos de leyes de aprobación de tratados sobre derechos
humanos que ponga a su consideración el Gobierno. Además puede conferir al Presidente de la
República facultades extraordinarias específicas para dictar normas con fuerza de ley por un
período de hasta seis meses en caso de necesidad o cuando lo requiera el interés público.
2. El Poder Ejecutivo
8. El Poder Ejecutivo está encabezado por el Presidente de la República, que cumple funciones de
Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y suprema autoridad administrativa. El Poder Ejecutivo está
constituido también por los miembros del Gabinete y los directores de los departamentos
administrativos. Conforme al artículo 188 de la Constitución, el Presidente no sólo debe cumplir
y hacer cumplir la Constitución y las leyes de Colombia, sino que también debe garantizar los
derechos y libertades de todos los colombianos. El Presidente tiene un mandato de cuatro años y
no puede ser reelecto. El gabinete ministerial incluye los ministros de Relaciones Exteriores,
Interior y Justicia, quienes cumplen un papel importante en la implementación de los
22
compromisos asumidos por el Estado en materia de derechos humanos. El Ministerio de
Relaciones Exteriores se mantiene en contacto regular con la CIDH en su rol de ejecutor de la
política exterior del Estado e interlocutor ante los organismos internacionales de derechos
humanos.
9. Dentro de la Presidencia de la República existe la Consejería Presidencial para la Defensa,
Protección y Promoción de los Derechos Humanos. Esta oficina atiende denuncias referentes a
violaciones de derechos humanos tramitadas en los sistemas internos. Cumple esa labor en
colaboración con las autoridades pertinentes, especialmente la Fiscalía General de la Nación, la
Procuraduría General de la Nación y los tribunales competentes. Además, se ocupa de atender
solicitudes efectuadas al Gobierno colombiano por organismos internacionales
intergubernamentales y no gubernamentales en relación con la situación de los derechos humanos
en el país y las obligaciones asumidas por el Estado colombiano en virtud de los tratados y
convenciones que ha ratificado. Por lo tanto, la Consejería realiza una labor referente a casos y
situaciones tramitados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Cumple esta parte
de su labor en colaboración con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia.
3. El Poder Judicial
10. La Constitución prevé que la administración de justicia en Colombia está a cargo de la Corte
Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado, el Consejo Superior de la
Judicatura, la Fiscalía General de la Nación, los diversos tribunales y jueces y el sistema de
justicia penal militar. La Constitución establece que la administración de justicia constituye una
función pública. La judicatura goza de independencia para adoptar sus decisiones y sus
procedimientos son públicos. (Véase el Organigrama Jurisdiccional Colombiano, que se adjunta a
este Capítulo como Anexo 2).
a. La Corte Suprema
11. La Corte Suprema es el tribunal de mayor jerarquía en la jurisdicción ordinaria. La Corte
misma lleva a cabo la elección de los 23 magistrados, a partir de listas de candidatos presentados
por el Consejo Superior de la Judicatura. Los magistrados prestan servicios por un plazo de ocho
años. Los miembros de la Corte sesionan en plenario y en cámaras separadas para entender en
apelaciones en materia civil, penal y laboral.
12. La Corte Suprema de Justicia tiene carácter de tribunal de apelaciones, pero también es
competente para investigar y juzgar a determinadas autoridades de alto nivel en primera instancia
por cualquier transgresión punible de la que sean acusados. Esas autoridades son el Presidente de
la República, los miembros del Gabinete, el Fiscal General, el Procurador General, el Defensor
del Pueblo, otras autoridades de alto rango y miembros del Congreso. La Corte Suprema actúa
también como Tribunal de Casación, inclusive en casos que se ventilan ante el sistema de justicia
penal militar.
23
b. El Consejo de Estado
13. El Consejo de Estado es el tribunal de mayor jerarquía en la jurisdicción de lo contenciosoadministrativo. Además presta servicios como órgano asesor del Gobierno en cuestiones de
derecho administrativo. Veintiséis magistrados son electos al Consejo de Estado por ese mismo
cuerpo a partir de listas de candidatos presentados por el Consejo Superior de la Judicatura. Los
magistrados prestan servicios por un plazo de ocho años. Los miembros del Consejo de Estado
sesionan en plenario y en la cámara de lo contencioso-administrativo, así como en las cámaras de
asesoramiento y servicio civil.
14. La cámara de lo contencioso-administrativo entiende en acciones de nulidad basadas en
inconstitucionalidad de decretos dictados por el Gobierno Nacional que no sean de competencia
de la Corte Constitucional. También entiende en casos de ilegalidad de actos administrativos
nacionales dictados por cualquiera de los poderes de Gobierno o por entidades privadas que
cumplan funciones públicas. La tercera sección de la cámara de lo contencioso-administrativo se
ocupa de cuestiones de reparaciones directas por actos y omisiones gubernamentales que causen
perjuicios a las personas. Estos procedimientos comprenden aquellos en que el Estado es
demandado por violaciones a los derechos humanos cometidas por sus agentes.
c. La Corte Constitucional
15. La Corte Constitucional tiene a su cargo la jurisdicción constitucional establecida como parte
del sistema judicial colombiano. El Senado elige a los magistrados de la Corte Constitucional por
un plazo de ocho años. Los magistrados deben estar capacitados en diferentes ámbitos jurídicos.
16. La Corte Constitucional cumple varias funciones, incluidas las siguientes: 1) falla en casos
planteados por ciudadanos en que se impugnen por inconstitucionalidad actos de enmienda de la
Constitución, por vicios de procedimiento; 2) decide si la convocatoria de un referéndum o una
asamblea constituyente para enmendar la Constitución es compatible con la Constitución, cuando
se aducen errores procesales; 3) falla en casos planteados por ciudadanos en que se impugnen por
inconstitucionalidad leyes o decretos con fuerza de ley, por razones procesales o sustantivas; 4) se
pronuncia sobre la constitucionalidad de los decretos dictados por el Gobierno conforme a una
declaración de estado de emergencia; 5) se pronuncia sobre la constitucionalidad de los proyectos
de leyes que el Gobierno haya impugnado como inconstitucionales por razones procesales o
sustantivas; 6) revisa las decisiones de tribunales inferiores referentes a las acciones instauradas
para la protección de ciertos derechos constitucionales (acciones "de tutela"); 7) se pronuncia
sobre la constitucionalidad de los tratados internacionales.
17. La Comisión ha observado que la Corte Constitucional, que recién comenzó a funcionar en
1992, ha logrado un alto nivel de respetabilidad y prestigio debido a que trata en forma
independiente y objetiva cuestiones de gran importancia para el ejercicio de los derechos
humanos y el imperio de la ley en Colombia. La Corte ha dictado sentencias muy claramente
justificadas sobre temas que van desde la constitucionalidad de amnistías por delitos políticos, a
las leyes referentes a los derechos de la mujer en el trabajo, a la declaración de estados de
emergencia, etc. El papel de la Corte como instancia definitiva en acciones de tutela, que sirven
para definir los derechos fundamentales, también ha sido extremadamente positivo. La Corte ha
dictado sentencias en que se ordena la protección de los derechos de grupos indígenas, miembros
del partido político Unión Patriótica, etc. La Comisión analizará algunas de esas sentencias en
forma más detallada en las secciones pertinentes del presente informe. La Comisión está muy
24
complacida de haber acordado un convenio de cooperación con la Corte Constituticional de
Colombia que será firmado el 17 de noviembre de 1998 en la sede de la Comisión.
d. La Fiscalía General de la Nación
18. La Fiscalía General de la Nación está formada por el Fiscal General, los fiscales delegados y
otros funcionarios. La Corte Suprema de Justicia elige al Fiscal General de la Nación a partir de
una lista de candidatos presentados por el Presidente, por un período de cuatro años. La Fiscalía
General forma parte del Poder Judicial y goza de autonomía administrativa y presupuestaria.
19. La Fiscalía General es competente para adoptar medidas, de oficio o a partir de denuncias,
encaminadas a investigar delitos y acusar a los sospechosos ante las cortes y tribunales
competentes en el sistema de justicia ordinario y regional. La Fiscalía General carece de esa
competencia en el caso de los delitos comprendidos en la jurisdicción del sistema de justicia
militar. La creación de la Fiscalía General y el consiguiente establecimiento de dos entidades
independientes para la investigación y el juicio de los casos criminales constituye una innovación
que apareció en la Constitución de 1991.
20. Para cumplir sus funciones como órgano de investigación y procesamiento, la Fiscalía
General puede adoptar medidas que garanticen que las personas identificadas como sospechosas
de haber cometido delitos comparezcan ante los tribunales, inclusive a través del dictado de
órdenes de detención preventiva. La Fiscalía General dirige y coordina, además, la labor de
entidades de investigación que dependen de la Policía Nacional y otros organismos similares. Por
otra parte puede adoptar medidas destinadas a proteger a víctimas, a los testigos y a otras
personas afectadas por procedimientos penales.
21. Dentro de la Fiscalía General existen varias entidades que trabajan en relación estrecha con
casos de derechos humanos. La Unidad de Derechos Humanos se ocupa de formular acusaciones
en casos de especial importancia referentes a supuestas violaciones de derechos humanos, ante los
tribunales del sistema de justicia regional. Se ocupa de muchos casos presentados ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en forma de denuncias individuales. La Oficina
de Asuntos Internacionales se ocupa de coordinar la labor de la Fiscalía con organismos
internacionales, como la Comisión Interamericana, y de proporcionarles información en relación
con casos de su interés procesados por la Fiscalía General.
22. La Comisión entiende que la creación de la Fiscalía General de la Nación constituyó un
importante adelanto en la administración de justicia en Colombia. La Fiscalía ha ganado una
reputación en general favorable y goza de credibilidad. Además ha profesionalizado y hecho más
eficiente la investigación y la formulación de acusaciones en casos penales, aunque siguen
existiendo graves problemas en el sistema de justicia penal de Colombia, que se analizarán en
forma más profunda más adelante en el presente Informe. Como ya señaló la Comisión, la Unidad
de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación merece especial reconocimiento por
haber logrado llevar adelante importantes casos de derechos humanos pese a vigorosos ataques de
diversos sectores que han procurado impedir su labor. La Unidad de Derechos Humanos ha
dispuesto numerosas detenciones de supuestos violadores de los derechos humanos y ha logrado
algunas importantes condenas.
25
e. El Consejo Superior de la Judicatura
23. El Consejo Superior de la Judicatura es también una institución creada por la Constitución de
1991. Está dividido en la Sala Administrativa y la Sala Jurisdiccional Disciplinaria. La primera
está formada por seis magistrados, dos de los cuales son electos por la Corte Suprema, uno por la
Corte Constitucional y tres por el Consejo de Estado. La Sala Jurisdiccional Disciplinaria está
formada por siete magistrados electos por el Congreso.
24. El Consejo Superior de la Judicatura cumple numerosos cometidos administrativos e
institucionales vinculados con los tribunales colombianos y con el ejercicio del derecho en
Colombia. Por ejemplo, prepara listas de candidatos para nombramientos en el Poder Judicial,
castiga las faltas cometidas por miembros de la judicatura y abogados en ejercicio de su
profesión, controla el desempeño de los bufetes de abogados y prepara el proyecto de presupuesto
del Poder Judicial.
25. El Consejo Superior de la Judicatura tiene un cometido adicional que influye
considerablemente en muchos casos referentes a graves violaciones de derechos humanos. Es
competente para resolver los conflictos de competencia entre las diferentes jurisdicciones. Esta
función reviste importancia en los casos de derechos humanos cuando el Consejo Superior suele
tener que resolver si un caso pertenece a la jurisdicción de la justicia ordinaria o del sistema de
justicia militar.
f. Tribunales penales militares
26. El artículo 221 de la Constitución de Colombia tiene el texto siguiente:
De los delitos cometidos por los miembros de la Fuerza Pública en servicio
activo y en relación con el mismo servicio, conocerán las cortes marciales o
tribunales militares, con arreglo a las prescripciones del Código Penal Militar.
Esta disposición se aplica a los miembros de la Policía Nacional así como a los miembros de las
Fuerzas Militares (Ejército, Armada y Fuerza Aérea), que en conjunto constituyen la Fuerza
Pública.
27. La justicia penal militar ha sido organizada en Colombia a través de las disposiciones del
Código Penal Militar dictadas el 12 de diciembre de 1988, conforme al Decreto 2250. En dicho
sistema, el comandante de la respectiva división, brigada, batallón u otra entidad inicia los
trámites y hace las veces de tribunal de primera instancia en conjunción con los consejos verbales
de guerra que nombra. Los consejos verbales de guerra son presididos por el Presidente de los
mismos, que cumple un papel especial en los procedimientos. Los fallos de esos consejos pueden
ser apelados por ciertas razones ante el Tribunal Superior Militar. Este último es un tribunal de
apelaciones del sistema de justicia militar. El Presidente del Tribunal Superior Militar es el
Comandante de las Fuerzas Militares.
4. Órganos de control
28. En la sección en que se describe la estructura del Estado y se establecen los tres principales
poderes de gobierno, la Constitución colombiana crea también "los órganos de control", que no
26
pertenecen a ninguno de los tres poderes principales. Se trata del Ministerio Público y la
Contraloría General de la República. El Contralor General supervisa la administración de los
fondos públicos. El Ministerio Público tiene cometidos pertinentes para el análisis de la situación
de los derechos humanos en Colombia.
29. La máxima jerarquía del Ministerio Público es el Procurador General de la Nación, electo por
el Senado por un plazo de cuatro años, de una lista de candidatos presentados por el Presidente, la
Corte Suprema y el Consejo de Estado. El Procurador General y sus delegados tienen una amplia
gama de cometidos, incluidas la protección de los derechos humanos y la defensa de la
Constitución y las leyes de Colombia. La labor realizada por el Ministerio Público y el
Procurador General se divide entre la Procuraduría General de la Nación y la Defensoría del
Pueblo.
a. Procuraduría General de la Nación
30. La Procuraduría General se encarga de realizar investigaciones disciplinarias e imponer
sanciones a los agentes del Estado, tanto civiles como miembros de las Fuerzas Militares. En
consecuencia está facultada, por ejemplo, para investigar violaciones de derechos humanos y
eventualmente disponer la separación del servicio de miembros de las Fuerzas Militares, de la
Policía Nacional o de cualquier otro organismo estatal responsable de esas violaciones. La
Procuraduría General de la Nación está dividida, para el cumplimiento de estas funciones, en
procuradurías delegadas. Por ejemplo, existen procuradores delegados para los derechos humanos
(competentes en casos de desapariciones, torturas y masacres) y para las Fuerzas Militares, la
Policía Nacional y la Policía Judicial.
31. La Procuraduría General puede intervenir también en procedimientos judiciales y
administrativos, incluidos los que se llevan a cabo en el sistema de justicia militar, cuando es
necesario para preservar el respeto de los derechos humanos. En la práctica, esta facultad permite
al personal de la Procuraduría solicitar la acusación de personas adicionales en casos penales, la
apertura o clausura de investigaciones, la formulación de cargos, etc., tanto en el sistema de
justicia penal ordinario como en el de justicia penal militar. La Comisión señala, sin embargo,
que la intervención de la Procuraduría General en procedimientos penales en el sistema de justicia
militar ha sido extremadamente reducida.
32. La Procuraduría General cumple un papel importante, y en general positivo, en los casos de
derechos humanos. La sanción de los agentes estatales que participan en abusos de los derechos
humanos constituye un componente importante de la reparación debida en esos casos. La
Procuraduría General ha adoptado sanciones disciplinarias en muchos casos en que los
procedimientos penales no han dado lugar al procesamiento y a la sanción penal de los
responsables de violaciones de los derechos humanos. Aunque el Estado está obligado en la
mayoría de esos casos a realizar investigaciones y llevar a cabo procedimientos eficaces en
materia penal, que den lugar al castigo penal de los responsables, por lo menos cumple en parte
su obligación de reaccionar disponiendo sanciones disciplinarias. Quienes cometen violaciones de
los derechos humanos valiéndose de su autoridad como funcionarios públicos no deben mantener
esa posición de autoridad. Los procedimientos disciplinarios llevados a cabo en el sistema
jurídico colombiano pueden ser conducentes a garantizar que ésto no ocurra.
33. No obstante, debe señalarse que los procedimientos disciplinarios llevados a cabo en
Colombia no siempre han funcionado de ese modo positivo. En muchos casos, han sido ineficaces
27
e ineficientes. El Estado ha omitido el castigo de muchos violadores de derechos humanos
permitiendo la prescripción de la acción disciplinaria, o actuando ineficazmente en materia de
recopilación y preparación de las pruebas necesarias. En otros casos las sanciones impuestas no
han sido proporcionales a la gravedad de la infracción cometida.
34. La Comisión señala que la Procuraduría General está facultada para realizar investigaciones e
imponer sanciones disciplinarias contra las autoridades judiciales que actúen impropiamente en el
curso de los procedimientos penales, tanto en lo referente al sistema de justicia penal ordinario
como al de justicia penal militar. Esta facultad puede constituir un instrumento importante para
combatir la impunidad en la administración de justicia penal. No obstante, la Comisión entiende
que esas investigaciones de la Procuraduría rara vez han culminado en forma positiva.
35. La Comisión estima que la labor de la Procuraduría General de la Nación debe seguir
mejorando, para que pueda cumplir su misión. Esa labor debe y puede constituir un instrumento
importante para la protección y promoción de los derechos humanos en Colombia.
b. Defensoría del Pueblo
36. La Defensoría del Pueblo cumple sus cometidos bajo la dirección del Procurador General de
la Nación. El Defensor del Pueblo es electo por la Cámara de Representantes de una lista de
candidatos presentada por el Presidente, por un período de cuatro años.
37. El Defensor se ocupa de promover y proteger los derechos humanos. En consecuencia es
responsable de realizar actividades de educación, capacitación y publicidad referentes a temas de
derechos humanos. Además es competente para invocar el derecho de habeas corpus e incoar
acciones de tutela.
38. En algunos casos la Defensoría del Pueblo ha cumplido un papel importante en la protección
de los derechos humanos. Por ejemplo, en 1992 la Corte Constitucional le encomendó preparar un
informe referente a la situación del partido político Unión Patriótica. El informe preparado por la
Defensoría fue muy claro y amplio, y ha constituido un instrumento importante para comprender
la trágica y complicada situación de la Unión Patriótica. Análogamente, la Defensora nombrada
por la Defensoría para la región de Urabá, María Girlesa Villegas, que ocupó ese cargo durante
varios años, cumplió un papel importante llamando la atención de las autoridades competentes y
organismos internacionales con respecto a los abusos de derechos humanos ocurridos en esa zona.
La Defensoría ha cumplido también una labor importante en relación con las poblaciones
indígenas. Presentó, por ejemplo, una acción de tutela en defensa de la comunidad indígena U'wa,
defendiendo el derecho de esta última a ser consultada adecuadamente antes de que se realicen
actividades de exploración de petróleo en su territorio.
39. La Defensoría del Pueblo debería recibir el apoyo necesario del Gobierno colombiano y otras
entidades del Estado colombiano para que pueda cumplir plenamente sus cometidos como órgano
dedicado a la promoción y protección de los derechos humanos.
C. PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
40. En Colombia existe una larga trayectoria de protección legal y constitucional de los derechos
humanos. El más antiguo promotor de los derechos humanos en Colombia, Antonio Nariño,
28
tradujo del francés al español la Declaración francesa de los Derechos del Hombre de 1789.
Como resultado de esa labor, Colombia fue quizás el primer país del nuevo mundo
hispanoparlante en que se haya analizado el tema de la protección legal de los derechos humanos.
Las constituciones colombianas anteriores a las de 1886 y 1991 reconocieron la existencia de los
derechos humanos en la estructura jurídica colombiana.
41. La Constitución de 1991 refleja un renovado énfasis en el reconocimiento y la protección de
los derechos humanos y profundiza el interés en el tema. La naturaleza misma del Estado y sus
cometidos, tal como surgen del Título I de la Constitución, ponen de manifiesto esa realidad.
Como ya se señaló, la descripción de la naturaleza del Estado colombiano, que aparece en el
artículo 1 de la Constitución, incluye la referencia directa al principio del respeto de la dignidad
humana. A continuación el artículo 2 de la Constitución enuncia las funciones esenciales del
Estado colombiano, incluida la de garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
estipulados en la Constitución. En ese mismo artículo se establece que las autoridades
colombianas están obligadas a proteger la vida, honor, propiedad, creencias y otros derechos y
libertades de los habitantes de Colombia. El artículo 5 de la Constitución establece que el Estado
reconoce la primacía de los derechos inalienables de las personas, sin discriminaciones de ningún
tipo.
42. El Título II de la Constitución colombiana contiene un notable catálogo de derechos humanos.
El Capítulo 1 del Título II lleva por título "De los Derechos Fundamentales". Allí se establecen,
entre otras cosas, el derecho a la vida y la prohibición de las desapariciones forzadas, la tortura y
los castigos crueles, inhumanos o degradantes, y la esclavitud. También se establece el derecho a
un igual tratamiento y protección, el derecho a la personalidad jurídica, el derecho a la intimidad
personal y familiar, el derecho al libre desarrollo de la personalidad, el derecho a la libertad de
circulación, el derecho al honor, el derecho a la participación política y los derechos a la libertad
de conciencia, religión, expresión, reunión y asociación. La Constitución garantiza, a su vez, el
derecho de rectificación. En este Capítulo se prohibe la pena de muerte. También se establece el
principio de que la paz es un derecho y un deber.
43. En el Capítulo 1 del Título II se establece asimismo que el Estado debe crear condiciones que
hagan posible que el derecho a la igualdad se realice eficazmente, y adoptar medidas especiales
en favor de los grupos sociales que sufran discriminación o marginación. Además el Estado debe
brindar protección especial a quienes son especialmente débiles por razones económicas, físicas o
mentales. La Constitución garantiza asimismo el derecho al trabajo, a la enseñanza, a la
educación y a la investigación.
44. En ese mismo Capítulo se establece que las personas tienen derecho a conocer la información
que a ellas se refiera y esté archivada en bancos de datos u otros registros de entidades públicas y
privadas. La Constitución reconoce el derecho a corregir esa información.
45. En el Capítulo 1 del Título II se establecen también expresamente derechos referentes a la
detención y al debido proceso. Las autoridades deben abstenerse de realizar cualquier arresto o
detención no previsto por la ley, o cuando no medie orden escrita de la autoridad competente,
aunque cualquier persona puede detener y llevar ante un juez a quien sea encontrado cometiendo
un crimen en flagrancia. Toda persona que sea detenida debe ser llevada ante un juez dentro de
las 36 horas siguientes al arresto. El derecho al debido proceso se aplica en todos los
procedimientos judiciales y administrativos. Toda persona se presume inocente a menos que se
pruebe su culpabilidad. Los acusados de delitos tienen derecho a una defensa, así como a ser
sometidos a un juicio público y a disponer de los servicios de un abogado nombrado por el Estado
o elegido por ellos mismos, durante la investigación y el juicio en el procedimiento penal. Toda
29
prueba que se obtenga en violación del debido proceso se considera nula y carente de todo valor.
También se prevé el recurso de habeas corpus, sobre el que debe adoptarse resolución dentro de
un plazo de 36 horas.
46. El Capítulo 2 del Título II enuncia los derechos sociales, económicos y culturales que
reconoce la Constitución. En él se establece que la familia es la unidad fundamental de la
sociedad. También se dispone que la violencia en la familia es destructiva para esa unidad y será
sancionada por la ley. En este Capítulo aparece también un catálogo de derechos fundamentales
garantizados a los niños, incluido el derecho a ser protegido frente a la violencia, la explotación y
el trabajo peligroso.
47. El Capítulo 2 del Título II establece también el derecho a la educación, a la seguridad social, a
la asistencia sanitaria, a una vivienda adecuada y al esparcimiento. Establece asimismo el derecho
a la negociación colectiva y el derecho de huelga. El derecho de propiedad está garantizado, pero
el Estado está obligado asimismo a promover la propiedad colectiva de los bienes.
48. El Capítulo 3 del Título II establece derechos colectivos y ambientales. En él se prevé el
derecho a un medio ambiente saludable. También se establece la obligación del Estado de
proteger la diversidad e integridad ambientales y el espacio público, a fin de que pueda ser
reservado para el uso común. Finalmente, en este capítulo se prohibe la fabricación, importación,
posesión o uso de armas químicas, biológicas y nucleares.
D. MECANISMOS CONSTITUCIONALES
DERECHOS HUMANOS
DE
PROTECCIÓN
DE
LOS
49. El mecanismo primordial de protección frente a las violaciones de derechos humanos que
establece la Constitución colombiana es la acción "de tutela". El artículo 86 de la Constitución de
1991 prevé ese tipo de acción. La misma permite a una persona obtener acceso a los tribunales en
forma expeditiva para buscar protección frente a violaciones actuales e inminentes de los
"derechos fundamentales" protegidos por la Constitución. La Corte Constitucional es el tribunal
competente para revisar sentencias de primera instancia en acciones de tutela. Además, la Corte
Constitucional ha expandido la aplicación de la acción de tutela a través de jurisprudencia que
amplia la categoría de derechos que son susceptibles a ser tratados en una acción de esta
naturaleza. El tribunal ha adoptado un razonamiento que permite la utilización de la acción de
tutela para proteger también los derechos relacionados o por conexión con los "fundamentales"
incluidos específicamente en el artículo 86 de la Constitución que establece la acción.
50. La Comisión ha observado que la acción de tutela se ha convertido en un importante
instrumento para la prevención de las violaciones de los derechos humanos y la protección del
ejercicio efectivo de los derechos estipulados en la Constitución y en los instrumentos
internacionales referentes a los derechos humanos. En general este mecanismo correctivo ha sido
aplicado en forma amplia y rápida. Las sentencias de la Corte Constitucional en materia de
acciones de tutela han beneficiado a sectores de la sociedad que tradicionalmente han carecido de
acceso a una protección judicial rápida y eficaz, como los niños, los trabajadores, las
comunidades indígenas y las mujeres.
51. En septiembre de 1997 el Congreso colombiano analizó un proyecto de ley formulado por el
Consejo de Estado, la Corte Suprema y el Consejo Superior de la Judicatura, destinado a limitar
la acción de tutela. Si bien no fue sancionado, la Comisión considera necesario expresar
preocupación con respecto a esos proyectos de reforma de la acción de tutela.
30
52. La Constitución prevé también el recurso de habeas corpus como mecanismo de protección
frente a la privación ilegal de la libertad. El artículo 30 de la Constitución establece que el recurso
de habeas corpus debe ser decidido dentro de las 36 horas siguientes a su interposición.
53. Por otra parte, los diversos órganos judiciales y de control establecidos en la Constitución,
conforme a lo anteriormente expuesto, aplican sus procedimientos en materia de derechos
humanos una vez que se ha producido una violación de los mismos. Esos mecanismos, cuando
funcionan adecuada y eficazmente, pueden incluir la investigación, el procesamiento y el castigo
de los violadores de derechos humanos, así como la indemnización por los perjuicios causados.
E. ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN EL SISTEMA JURÍDICO COLOMBIANO
54. Los artículos 212 y 213 de la Constitución colombiana permiten al Presidente, con el
consentimiento de sus ministros, declarar un estado de excepción principalmente en dos
situaciones. La primera es la de guerra internacional, en tanto que la segunda consiste en una
grave perturbación del orden público interno que plantee un riesgo inminente para la estabilidad
institucional, la seguridad del Estado o la convivencia ciudadana.27 El Presidente sólo está
facultado para declarar el estado de emergencia en el segundo caso cuando la emergencia no
pueda corregirse mediante la utilización de las facultades policiales ordinarias del Estado. La
Corte Constitucional debe decidir sobre la constitucionalidad de toda declaración de estado de
emergencia.
55. Cuando el Presidente declara el estado de emergencia, puede hacer uso de facultades
especiales para adoptar medidas que corrijan la situación que haya llevado a la declaración del
estado de emergencia, y puede dictar decretos especiales con fuerza de ley a esos efectos. No
obstante, la Constitución limita las facultades especiales de que goza el Presidente en esas
ocasiones, a las estrictamente necesarias para corregir las causas de la situación e impedir la
extensión de sus efectos. La Constitución dispone además que los derechos humanos y las
libertades fundamentales no pueden ser suspendidos durante el estado de emergencia. Las normas
de derecho internacional humanitario deben ser respetadas, además, en todo momento. Por otra
parte, las medidas que se adopten conforme al estado de emergencia deben ser proporcionales a la
gravedad de la situación.
56. Los requisitos para la declaración del estado de emergencia y las restricciones aplicables a las
medidas que puedan adoptarse conforme a esa declaración estipuladas en la Constitución
colombiana en general parecen ser compatibles con los requisitos establecidos en el artículo 27 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos (la "Convención" o la "Convención
Interamericana"). La Convención permite la declaración del estado de emergencia "[e]n caso de
guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la independencia o seguridad del
Estado". La Comisión Interamericana ha aclarado repetidamente que las condiciones que
permiten la declaración de emergencia deben estipularse específicamente e interpretarse en forma
estricta.28
27
El estado de excepción previsto en la Constitución colombiana corresponde en esencia al estado de emergencia
permitido, en determinadas circunstancias, conforme al artículo 27 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. Las expresiones "estado de excepción" y "estado de emergencia" se utilizarán, en consecuencia,
indistintamente.
28
Véase, por ejemplo, CIDH, Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Ecuador, OEA/Ser.L/V/II.96,
Doc. 10 rev. 1, 24 de abril de 1997, pág. 14. [en lo sucesivo "Informe sobre Ecuador"].
31
57. En primer lugar, las circunstancias invocadas para justificar la declaración del estado de
emergencia deben ser excepcionales, muy graves, y deben constituir un peligro inminente para la
vida organizada del Estado.29 En segundo lugar, las medidas adoptadas una vez declarado el
estado de emergencia sólo son válidas en tanto se dicten "en la medida y por el tiempo
estrictamente limitados a las exigencias de la situación".30 Además, esas medidas no pueden ser
incompatibles con las restantes obligaciones del Estado conforme al derecho internacional, ni
pueden dar lugar a discriminación basada en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión o el
origen social.31 Tercero, determinados derechos fundamentales cuya lista aparece en el artículo
27(2) no pueden ser suspendidos en ninguna circunstancia.32
58. La Comisión señala que la Constitución colombiana de 1991 establece limitaciones con
respecto a la figura del estado de emergencia en Colombia, que constituyen considerables mejoras
con respecto a los parámetros establecidos en constituciones anteriores. Ahora la Constitución
establece límites temporales a los estados de emergencia. Los estados de emergencia declarados
como consecuencia de una guerra pueden mantenerse indefinidamente. En cambio, los estados de
emergencia declarados debido a graves perturbaciones internas sólo pueden durar inicialmente 90
días. Luego pueden prorrogarse dos veces. Para la segunda prórroga se requiere la aprobación
previa del Senado. Los decretos legislativos sancionados durante el estado de emergencia pueden
mantenerse en vigor durante 90 días más, posteriores a la finalización del estado de emergencia.
Así, en caso de graves perturbaciones internas, el Presidente puede declarar un estado de
emergencia que se prolongue durante hasta 270 días, y adoptar medidas especiales que puedan
mantenerse durante un máximo de 360 días.
59. En un avance importante, la Constitución dispone ahora que las declaraciones de estado de
emergencia están sujetas a una revisión judicial a cargo de la Corte Constitucional. El Gobierno
debe dar a conocer de inmediato a la Corte Constitucional los decretos legislativos que emita en
ejercicio de las facultades especiales otorgadas conforme a una declaración de estado de
emergencia. Luego la Corte Constitucional se pronuncia en definitiva en cuanto a la
constitucionalidad de las medidas adoptadas.
60. La Comisión ha entendido siempre que las medidas que se imponen durante el estado de
emergencia deben ser excepcionales y estar sujetas a una estricta supervisión. Por lo tanto, la
Comisión siempre analiza cuidadosamente este mecanismo. En Colombia resulta especialmente
necesaria una cuidadosa supervisión de la utilización del estado de emergencia. Como señaló la
Comisión en su Informe Anual de 1996, a la fecha de redacción de dicho informe, Colombia
había sido gobernada en estados de emergencia durante 36 de los 44 años anteriores.33
61. No obstante los avances jurídicos señalados, la Comisión continúa observando tendencias
inquietantes con respecto a la utilización del mecanismo del estado de emergencia en Colombia.
En primer lugar, el plazo establecido en la Constitución para los estados de emergencia basado en
graves perturbaciones internas puede ser excesivo en muchos casos. El estado de emergencia sólo
puede durar en la medida en que persistan las circunstancias excepcionales que dan lugar a la
emergencia. A la Comisión le resulta difícil concebir muchas situaciones en que una circunstancia
29
Véase íd., Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 27(1)
Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 27(1).
31
Véase, íd.
32
Véase Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 27(2).
33
Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 1996, OEA/Ser.L/V/II.95, Doc. 7 rev., 14 de
marzo de 1997, pág. 660 [en lo sucesivo "Informe Anual 1996"].
30
32
extraordinaria que requiera la declaración de un estado de emergencia haya de persistir por 270
días, es decir nueve meses.
62. La Constitución prevé en efecto que el estado de emergencia debe darse por terminado tan
pronto como haya cesado la situación de perturbación pública. El estado de emergencia puede
darse por terminado, pues, teóricamente, antes de que haya expirado el período máximo de nueve
meses. No obstante, el hecho de que en la Constitución se haya previsto el prolongado período
máximo de nueve meses promueve la utilización de todo ese período de tiempo. La Comisión
señala que tal ha sido la experiencia en el marco de la Constitución colombiana de 1991. Por
ejemplo, el Presidente Ernesto Samper declaró un estado de emergencia en octubre de 1995, que
se mantuvo durante el período de tiempo máximo. En esa ocasión, el Gobierno hizo uso también
de la disposición constitucional que permite que las medidas adoptadas en el estado de
emergencia se mantengan en vigencia durante 90 días más. Por esas circunstancias Colombia fue
gobernada en estado de emergencia durante todo un año.
63. Esta disposición que permite que las medidas especiales adoptadas continúen en vigencia
durante 90 días más tras la finalización del estado de emergencia también preocupa a la
Comisión. Como ya se señaló, el derecho internacional y la Convención Americana establecen
claramente que todas las medidas especiales deben limitarse al período de tiempo estrictamente
necesario conforme a las características de la situación. La Comisión no encuentra justificativo
alguno para una disposición constitucional que permite el mantenimiento de medidas especiales
tras la terminación del estado de emergencia en que se fundan esas medidas.
64. La Comisión expresa también su continua preocupación con respecto a las razones expuestas
para justificar estados de emergencia y los tipos de medidas adoptadas conforme a esos estados
de emergencia. En su "Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en
Colombia", la Comisión expresó su preocupación con respecto a los estados de emergencia
promulgados en 1992 a través de los Decretos 1155/92 y 1793/92. En el presente informe la
Comisión se referirá al estado de emergencia más reciente, declarado en noviembre de 1995 por
el entonces Presidente Ernesto Samper, conforme al Decreto 1900 de 1995.
65. Como justificación de esta declaración de emergencia, el Presidente mencionó "hechos de
violencia en diferentes regiones del país" y el asesinato del político conservador Álvaro Gómez
Hurtado.34 La Comisión cree que la situación mencionada como causal para la declaración del
estado de emergencia no constituye una situación de excepción que no pudiera haber sido
enfrentada mediante mecanismos normales. La Comisión señala, a este respecto, que la
Convención Americana permite la aplicación de ciertas restricciones y limitaciones a los derechos
que ella protege, antes de recurrir a un estado de emergencia.
66. Hechos de violencia adicionales, del tipo de los que ocurren generalmente en Colombia, no
pueden justificar un estado de emergencia, ya que no son excepcionales ni constituyen un peligro
inminente para la vida organizada del país. En la declaración de estado de emergencia, el
Presidente sostuvo que los hechos de violencia probaron la existencia de "distintos aparatos de
fuerza" que estaban en condiciones de desestabilizar el Estado. No obstante, el Presidente ni
siquiera aclaró en el decreto cuáles de las diversas fuentes de violencia posibles (grupos
disidentes armados, tráfico de drogas, etc.) se consideraban responsables de la situación
excepcional que hacía necesaria la aplicación de medidas especiales para combatir el problema.
34
Véase Decreto 1900 de 1995.
33
67. Tampoco el asesinato del líder político Álvaro Gómez Hurtado justifica el estado de
emergencia. Es un hecho lamentable que en Colombia suelan ser asesinados dirigentes políticos.
Por lo tanto, esta situación no fue excepcional, ni existen indicios de que no pudieran ejercerse las
facultades policiales normales del Estado para aclarar el asesinato y llevar ante la justicia a los
responsables. De hecho, la muerte del Sr. Gómez no fue esclarecida judicialmente durante todo el
período del estado de emergencia y, sin embargo, más recientemente se han vinculado a
sospechosos a la investigación sin que estuviera vigente un estado de emergencia.
68. En una sentencia dictada en enero de 1996, la Corte Constitucional confirmó la legalidad del
estado de emergencia declarado en noviembre de 1995. Algunos comentaristas han señalado que
la Corte no analizó adecuadamente la cuestión de si existió una conexión suficiente entre las
mencionadas causas del estado de emergencia y las medidas especiales adoptadas para corregir la
situación. También se ha señalado que la Corte aprobó este estado de emergencia como fruto de
presiones políticas a las que fue sometida una vez que declaró inconstitucional un estado de
emergencia anterior, declarado por el Presidente Samper en agosto de 1995.
69. La Comisión desea hacer hincapié en la importancia de la revisión judicial de las
declaraciones de estado de emergencia. Esa revisión constituye una garantía decisiva frente a la
declaración de estados de emergencia que no se basen en la Constitución colombiana y en el
derecho internacional o que no se ciñan a las limitaciones que una y otro establecen. Todos los
órganos del Estado colombiano, incluida la Corte Constitucional, deben preservar celosamente
ese mecanismo.
70. Por lo tanto, preocupa a la Comisión información adicional que indica que los proyectos de
reforma constitucional presentados en agosto de 1996 habrían eliminado el mecanismo de la
revisión judicial de los estados de emergencia a cargo de la Corte Constitucional.35 La Comisión
considera un hecho negativo que se hayan propuesto reformas de ese tipo. Es evidente que la
adopción de esas medidas suscitaría efectos negativos al eliminar la revisión judicial. El mero
hecho de que se hayan propuesto esas medidas puede también tener efectos negativos en cuanto
sirva como medio de presión política sobre la Corte Constitucional, limitando así la
independencia de la misma a los efectos de dictar sentencia con respecto a los estados de
emergencia.
71. La Comisión expresa preocupación asimismo con respecto al contenido de las medidas
especiales adoptadas por el Presidente Samper durante el estado de emergencia declarado en
noviembre de 1995. El vago fundamento del estado de emergencia ("hechos de violencia en
diferentes regiones del país") hace imposible cualquier análisis acerca de si las medidas adoptadas
fueron las estrictamente necesarias para corregir la situación. Esta afirmación es tanto más cierta
cuanto que ni siquiera quedó claro qué causas de violencia se pretendía combatir mediante las
medidas.
72. No obstante, la Comisión señala que muchas de las medidas adoptadas brindaban a las
Fuerzas Militares amplias potestades en relación con las autoridades civiles y la población en
general. Específicamente, en abril de 1996 el Presidente Samper dictó el Decreto 717, que creaba
35
El conjunto de medidas de reforma propuestas por el Gobierno y miembros del Congreso incluían otras propuestas
referentes a estados de emergencia. A través de ellas se procuraba, por ejemplo, eliminar los límites temporales a la
aplicación de los estados de emergencia y privar al Congreso de las facultades limitadas que posee para el caso de que
el Presidente declare el estado de emergencia. Esos proyectos de reforma fueron ulteriormente retirados o rechazados.
La Comisión señaló en su Informe Anual de 1996 que los proyectos de reforma "provocan inquietudes serias sobre su
compatibilidad con las obligaciones de Colombia bajo la Convención Americana y otros instrumentos de derechos
humanos". Informe Anual 1996, pág. 689.
34
"zonas especiales de orden público". En las zonas del país designadas como zonas de orden
público las autoridades militares asumieron el control operativo del territorio y de todas las
autoridades, incluidas las autoridades públicas locales y la policía judicial.
73. El mecanismo previsto en el Decreto 717 para la designación de zonas de orden público
agravaba la situación de transferencia de poder a las autoridades militares. En el decreto se
preveía que los comandantes militares locales propondrían, cuando lo consideraran necesario, la
designación de zonas de orden público en las regiones bajo su control. El gobernador del
departamento pertinente definiría entonces las zonas de orden público tomando como base esa
propuesta.36
74. Las medidas especiales adoptadas en las zonas de orden público comprendían el otorgamiento
de autorización a las Fuerzas Militares y la policía para realizar allanamientos sin orden judicial.
Se autorizó también a las Fuerzas Militares y la policía a detener sin orden judicial a toda persona
que se considerara vinculada con actividades delictivas. En esos casos la persona detenida podía
ser mantenida en custodia por las fuerzas de seguridad durante 36 horas antes de ser llevada ante
una autoridad judicial.37
75. La Comisión debe señalar, en relación con estas medidas, que ya ha expresado preocupación
con respecto a las disposiciones que permiten a los militares realizar investigaciones y arrestos,
inclusive en situaciones de emergencia.38 Lo que corresponde es que esas funciones estén en
manos de fuerzas policiales regulares o de la policía judicial especial bajo la supervisión del
Poder Judicial. La movilización de las Fuerzas Militares para combatir el delito supone poner
tropas entrenadas para el combate a un enemigo armado en situaciones que requieren
capacitación especial en seguridad pública e interrelación con civiles. Además, esta situación crea
grave confusión con respecto al equilibrio de poderes y a la independencia del Poder Judicial. Las
facultades generalmente otorgadas a los órganos judiciales para ordenar o denegar allanamientos,
disponer y realizar arrestos o liberar personas detenidas se transfieren a autoridades que forman
parte del Poder Ejecutivo. Esta preocupación suscita otro motivo de inquietud con respecto a la
disposición que permite que esas detenciones realizadas por autoridades militares se mantengan
sin ningún control judicial durante un período de 36 horas.
76. La militarización de las zonas de orden público posiblemente haya contribuido a los hechos
de violencia que se produjeron durante las marchas y actividades organizadas por los habitantes
de los Departamentos de Guaviare, Putumayo y Caquetá entre julio y septiembre de 1996. Esas
actividades de protesta fueron dirigidas contra supuestos abusos cometidos por las fuerzas de
seguridad del Estado en el curso de la aplicación de las estrategias de erradicación de las drogas.
77. En el curso de las protestas se produjeron confrontaciones entre quienes las realizaban y las
fuerzas de seguridad. Según la información recibida por la Comisión de organizaciones no
gubernamentales y testigos oculares, las confrontaciones dieron lugar a la detención arbitraria de
más de 400 personas, actos de violencia física contra representantes de la prensa, la muerte de 13
36
El 4 de julio de 1996 la Corte Constitucional dictó una sentencia revocando esta disposición con respecto a la
designación de zonas de orden público. La Corte modificó el proceso de designación de modo que los gobernadores
pudieran designar zonas de orden público o no por iniciativa propia, sin tener que basarse en la propuesta de un
comandante militar.
37
Los proyectos de reforma constitucional arriba mencionados incluyen la propuesta de dar carácter permanente a las
disposiciones que permiten la detención sin orden de arresto y el otorgamiento a las autoridades militares de funciones
de policía judicial. Esta propuesta no fue aprobada en el Congreso.
38
Véase, por ejemplo, Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia,
OEA/Ser.L/V/II.84, Doc. 39 rev., 14 de octubre de 1993, págs. 61 y 62; Informe sobre Ecuador, pág. 16.
35
personas y heridas para otras 111. 39 Según la información recibida por la Comisión, muchos de
esos decesos y lesiones obedecieron a la utilización de fuerza excesiva por parte de miembros de
las fuerzas de seguridad colombianas. La Comisión ha recibido información según la cual las
fuerzas de seguridad colombianas utilizaron en muchos casos gas lacrimógeno y dispararon sus
armas de fuego para impedir el avance de las marchas de protesta, sin tener en cuenta las normas
de proporcionalidad en el uso de la fuerza que rigen tales situaciones.
78. A juicio de la Comisión, aunque subsisten cuestiones preocupantes con respecto al uso de los
estados de emergencia, finalmente ha quedado claro en Colombia que ese mecanismo sólo puede
usarse en circunstancias excepcionales y en forma limitada. El Gobierno desistió recientemente
de declarar estados de emergencia en circunstancias que en el pasado bien podrían haber
provocado una declaración de ese tipo. Por ejemplo, la situación que condujo a las elecciones
municipales de octubre de 1996 presentó circunstancias extremadamente difíciles, incluido el
boicot de las elecciones por parte de diversos grupos disidentes armados y paramilitares y el
secuestro de varios observadores electorales de la Organización de los Estados Americanos
("OEA"). No obstante, el Gobierno no decretó un estado de emergencia en el período electoral.
F. COLOMBIA Y EL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS
HUMANOS
1. Obligaciones internacionales de Colombia
79. El Estado colombiano se muestra cada vez más dispuesto a colaborar con la comunidad
internacional para mejorar la situación de los derechos humanos imperante en su territorio. A esos
efectos, en 1996 el Gobierno de Colombia aceptó el establecimiento en Bogotá de una oficina del
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. La oficina comenzó a
actuar en los primeros meses de 1997. Dentro de sus cometidos figuran la supervisión de la
situación imperante en Colombia en materia de derechos humanos y el suministro de asistencia a
las entidades públicas, de la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales en la esfera de la
protección de los derechos humanos. La oficina también tiene competencia para dar curso de las
denuncias individuales que reciba a los organismos internacionales pertinentes, incluida la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos. A su frente se encuentra Almudena Mazarrasa,
de nacionalidad española. La oficina comenzó a trabajar con un personal de apenas cinco
expertos en derechos humanos, pero recientemente se ha analizado la posibilidad de ampliar la
oficina. Además el Gobierno colombiano ha firmado acuerdos con el Comité Internacional de la
Cruz Roja y con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
para la realización de actividades de este género en Colombia. En el seno del Gobierno, la
llamada Comisión 1290 reúne a altos oficiales del Gobierno con el propósito de buscar
mecanismos para la ejecución de recomendaciones generales formuladas por los órganos
internacionales que trabajan en el tema de los derechos humanos.
80. El Estado colombiano ha suscrito y ratificado la mayoría de los pactos, protocolos y
convenciones internacionales vinculados con los derechos humanos. Además de ratificar la
Convención Americana sobre Derechos Humanos el 31 de julio de 1973, Colombia aceptó la
competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 21 de junio de 1985. En el
sistema interamericano, Colombia ratificó también la Convención Americana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, el 15 de noviembre de 1996, y el Protocolo de
San Salvador sobre los derechos económicos, sociales y culturales. También el Congreso
39
Véase Comisión Colombiana de Juristas, Colombia, Derechos Humanos y Derecho Humanitario; 1996, pág. 52.
36
colombiano recientemente aprobó legislación permitiendo la ratificación de la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.40 En el sistema universal de los derechos
humanos de las Naciones Unidas, Colombia es parte del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el
Protocolo Optativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como otros
importantes instrumentos referentes a los derechos humanos. Además Colombia es un Estado
parte de los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, en que se prevé la aplicación del derecho
internacional humanitario, y sus Protocolos Adicionales de 1977, así como de la Convención de
La Haya de 1954 para la Protección de los Bienes Culturales en Caso de Conflictos Armados.
(Véase el Cuadro de las Ratificaciones de los Instrumentos Internacionales Básicos Relacionados
con los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, que se adjunta al presente
Capítulo como Anexo 3).
81. La Comisión entiende que las tareas que están llevando a cabo las autoridades colombianas
para la protección de los derechos humanos serían reforzadas si el Estado colombiano ratificara
instrumentos internacionales adicionales, como la Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada de Personas. El Gobierno colombiano firmó ese tratado en 1994, pero el Congreso aún
no lo ha ratificado. La Comisión señala sin embargo que la Constitución colombiana prohibe la
desaparición forzada de personas, y que el Gobierno colombiano, en 1997, volvió a presentar un
proyecto de ley en que se tipificaría el delito de la desaparición forzada de personas. Al momento
de la aprobación final por parte de la Comisión de este Informe, este proyecto de ley había sido
aprobado en la Cámara de Representantes y estaba previsto que entraría a consideración del
Senado en los próximos meses. El 19 de enero de 1999, el Estado colombiano depositó su
instrumento de ratificación de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la
Tortura.
82. Conforme al artículo 93 de la Constitución de Colombia, los tratados y convenciones
internacionales relacionados con los derechos humanos prevalecen sobre las normas en contrario
del sistema jurídico interno. Además, los derechos y obligaciones que se establecen en la
Constitución deben interpretarse de conformidad con los tratados sobre derechos humanos
ratificados por Colombia.
83. Colombia tiene determinadas obligaciones sustantivas y jurisdiccionales que emanan de los
tratados que ha ratificado. En primer lugar, debe cumplir las normas de protección de los
derechos humanos contenidas en los diversos tratados que el país ha ratificado. Segundo,
Colombia ha aceptado la jurisdicción de los órganos internacionales establecidos para que actúen
en última instancia en casos en que se han producido violaciones de derechos humanos, y las
mismas no han sido corregidas y/o reparadas a nivel interno por el Estado colombiano.
84. Los órganos internacionales con jurisdicción en los casos de derechos humanos, como la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, tratan de hacer cumplir las normas
internacionales. En caso de violación de esas normas, la Comisión Interamericana, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos u otros órganos internacionales pueden declarar
responsable al Estado por la violación de derechos y ordenar, si ello es posible, el
restablecimiento del derecho violado, el castigo de los responsables de la violación, el pago de
indemnizaciones monetarias y reparaciones de otro género por los perjuicios causados.
40
A la fecha de redacción del presente informe, el Congreso colombiano había sancionado la ley de ratificación del
tratado. Su texto había sido remitido a la Corte Constitucional para su revisión. El instrumento de ratificación será
depositado en la Organización de los Estados Americanos previo pronunciamiento favorable de la Corte
Constitucional.
37
85. El Estado colombiano está obligado a cumplir de buena fe con las recomendaciones de la
Comisión, establecidas en sus informes sobre casos individuales. Esta obligación emana
directamente del compromiso de establecer mecanismos de protección de los derechos humanos,
asumido por Colombia a través de la ratificación de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y la Carta de la OEA. En virtud de ese compromiso, Colombia está automáticamente
obligada a observar las normas estipuladas en la Convención Americana y en la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. La Comisión es el órgano del sistema de la
OEA que posee cometidos primordiales en materia de derechos humanos, y al que se le han
asignado funciones como órgano de supervisión en relación con los compromisos asumidos por
los Estados en materia de derechos humanos.41 Por lo tanto, la Comisión tiene el cometido de
establecer si el Estado ha incurrido en incumplimiento de las obligaciones que ha asumido
libremente, y, de ser así, formular recomendaciones para la resolución de la situación. El Estado
debe ejecutar esas recomendaciones para cumplir las obligaciones que ha asumido al ratificar la
Convención Americana y la Carta de la OEA.
86. Colombia está obligada también a acatar las sentencias dictadas por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, que es un órgano dotado de plena jurisdicción que dicta sentencias
judiciales cuya observancia es obligatoria.42 El carácter vinculante de las obligaciones que recaen
sobre el Estado no se interpreta como una violación de la soberanía ni quebrantamiento de la
estructura política institucional interna, ya que el Estado ha aceptado libremente someterse al
derecho internacional.
2. Cumplimiento, por parte de Colombia, de las recomendaciones de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos
87. En cuanto atañe a las obligaciones internacionales del Estado colombiano ante la Comisión,
debe señalarse que el Gobierno colombiano ha cooperado plena e inequívocamente en todos los
aspectos de los procedimientos planteados ante la Comisión. A través de sus representantes, el
Gobierno da muestras de gran interés en la interrelación con la Comisión. Ésta valora y agradece
el espíritu de cooperación y colaboración puesto de manifiesto por el Gobierno colombiano.
88. La Comisión está complacida en señalar que el Estado colombiano ha logrado considerables
avances en el ámbito del cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión con posterioridad
a la publicación del "Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en
Colombia". En su segundo informe sobre Colombia, la Comisión señaló que el Estado
colombiano no había cumplido las recomendaciones de la Comisión con respecto al pago de
daños y perjuicios. La Comisión señaló en ese momento que aún en los casos donde este órgano
había concluido su examen enmarcado en las disposiciones de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y había declarado que el Estado colombiano era responsable de violaciones
de los derechos humanos, el Estado no cumplía las recomendaciones referentes al pago de
indemnizaciones a las víctimas de las violaciones de los derechos humanos o a sus familiares.
89. En ese momento el Estado colombiano sostuvo que las víctimas de violaciones de derechos
humanos, en cuyo favor se había pronunciado la Comisión, tenían que volver a presentar su caso
ante los tribunales nacionales en procura de indemnización, a través de un procedimiento
41
Véase Carta de la OEA, artículos 52 y 111, Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 44 y
siguientes, Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo, Sentencia del 17 de septiembre de 1997, párrafo 80.
42
Véase Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículos 63, 65 y 68.
38
contencioso-administrativo ordinario. Esta posición se basó en una decisión del Consejo de
Estado referente a este tema. Según esa decisión, las recomendaciones de la Comisión eran de
cumplimiento obligatorio, pero sólo se podían pagar indemnizaciones de daños y perjuicios a
través de un procedimiento interno iniciado a esos efectos.43
90. Tras la publicación del "Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en
Colombia", el Estado colombiano ha eliminado las barreras jurídicas internas al pago de
indemnización en cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión. De hecho, el Estado ha
establecido un mecanismo especial para facilitar el cumplimiento, por parte del Estado, de las
recomendaciones de la Comisión en materia de indemnización.
91. El Estado adoptó esas importantes medidas mediante la sanción de la Ley 288, el 5 de julio de
1996. Esa ley establece: "El Gobierno Nacional deberá pagar, previa realización del trámite de
que trata la presente Ley, las indemnizaciones de perjuicios causados por violaciones de los
derechos humanos que se hayan declarado, o llegaren a declararse, en decisiones expresas de los
órganos internacionales de derechos humanos que más adelante se señalan".
92. A continuación la ley designa a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y al
Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, encargados de supervisar el cumplimiento
del Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, como los dos órganos internacionales
cuyos dictámenes suscitan la obligación del Estado colombiano de pagar una indemnización. La
ley establece un Comité de Ministros formado por el Ministro del Interior, el Ministro de
Relaciones Exteriores, el Ministro de Justicia y el Ministro de Defensa, que debe analizar el
dictamen del órgano internacional y emitir opinión favorable para autorizar el pago de la
indemnización. Este Comité está obligado a dictaminar favorablemente "en todos los casos en
que se reúnan los presupuestos de hecho y de derecho".
93. La ley prevé asimismo un procedimiento innovador que debe aplicarse cuando el Comité de
Ministros no emite un dictamen favorable. En esos casos el Estado no puede simplemente
rehusarse a pagar la indemnización recomendada sin tomar medida adicional alguna, sino que la
ley establece expresamente que el Gobierno está obligado a apelar la decisión del órgano
internacional pertinente. Cuando el Presidente Ernesto Samper promulgó la Ley 288, dejó en
claro que esta decisión obliga al Gobierno colombiano a llevar el caso ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en determinadas circunstancias si cree que las
recomendaciones de la Comisión Interamericana son inaceptables. La ley prevé también que, si el
Gobierno no interpone el recurso de apelación que corresponde ante el sistema internacional
dentro de los plazos pertinentes, debe cumplir las recomendaciones y pagar la indemnización.
94. La sanción de la Ley 288 ha suscitado efectos extraordinariamente positivos en cuanto al
logro del cumplimiento, por parte de Colombia, de las recomendaciones de la Comisión con
respecto a indemnizaciones monetarias. El Comité de Ministros emitió opiniones favorables en
nueve casos resueltos por la Comisión Interamericana antes de la sanción de la Ley 288, lo que
sentó las bases para el pago de indemnizaciones en tales casos conforme a las recomendaciones
de la Comisión a esos efectos.
95. La ley aún no se ha aplicado en un número suficiente de casos como para que pueda
analizarse plenamente su funcionamiento, pero su aplicación en el primer caso decidido con
posterioridad a la sanción de la Ley 288, el caso Arturo Ribón Ávila (11.142) es ilustrativa. Como
respuesta ante la resolución inicial de la Comisión con respecto al caso, preparada conforme al
43
Véase Sentencia del Consejo de Estado, Expediente No. 461.
39
artículo 50 de la Convención, el Comité de Ministros dictó una opinión favorable en cuanto a la
indemnización sólo para algunas de las víctimas cuyos nombres figuraban en el caso. El Comité
de Ministros se rehusó a emitir una opinión favorable en cuanto a las demás víctimas. Por lo
tanto, el Gobierno solicitó que la Comisión reconsiderara su decisión de que el Estado era
responsable por violaciones de derechos humanos en cuanto a las demás víctimas. La Comisión
consideró los argumentos del Gobierno en cuanto a la reconsideración al preparar su segundo
informe, elaborado conforme al artículo 51 de la Convención. La Comisión modificó su informe
original pero reafirmó sus conclusiones con respecto a las violaciones de derechos humanos
padecidas por todas las víctimas en cuestión. Una vez recibida esta segunda y definitiva decisión
de la Comisión, el Comité de Ministros emitió una opinión favorable en cuanto a las demás
víctimas. Todas las víctimas nombradas en el caso se vieron beneficiadas así por la
indemnización.
96. El Gobierno podría haber llevado el caso Arturo Ribón Avila a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos una vez recibida la decisión inicial de la Comisión adoptada de conformidad
con el artículo 50 de la Convención. En virtud del artículo 51 de la Convención, el Gobierno
tendría que haber solicitado la presentación del caso ante la Corte dentro de un plazo de tres
meses contados a partir de la fecha de transmisión del informe del artículo 50. No obstante,
decidió solicitar, en cambio, que la Comisión Interamericana reconsiderara su decisión. La
segunda decisión de la Comisión adquirió entonces carácter obligatorio a los efectos de la
aplicación de la Ley 288, porque no existe ningún mecanismo ulterior de apelación o
reconsideración de la segunda decisión de la Comisión conforme al artículo 51. Además, se había
extinguido la posibilidad de apelar ante la Corte debido a la expiración del plazo de tres meses.
Por lo tanto, el Estado estaba obligado a pagar una indemnización conforme a la Ley 288. El
Estado cumplió esta obligación.
97. No obstante, la Comisión entiende que la decisión del Estado colombiano de remitir un futuro
caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos podría constituir un importante precedente.
Hasta ahora ningún Estado ha planteado un caso contencioso ante la Corte. La decisión del
Estado colombiano de invocar el mecanismo de apelación ante la Corte previsto en la Ley 288
podría permitir al sistema interamericano de derechos humanos avanzar en una nueva y positiva
dirección. En los casos en que los Estados no estén de acuerdo con las decisiones de la Comisión,
podrían sentirse alentados a debatir el caso ante la Corte, en lugar de limitarse a desoír las
recomendaciones de la Comisión, como ocurrió con algunos casos en el pasado.
98. La Comisión se siente, en general, muy complacida con la adopción y aplicación de la Ley
288. No obstante debe señalar algunas dificultades importantes que siguen existiendo en
Colombia con respecto al cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión y a la plena
reparación por violaciones de los derechos humanos.
99. En primer lugar, algunos peticionarios ante la Comisión han hecho mención de demoras en el
desembolso de la indemnización prevista en la Ley 288. Una vez que el Estado colombiano
adopta la decisión de pagar una indemnización a través de ese mecanismo, el caso debe ser
remitido de todos modos a la jurisdicción contencioso-administrativo a los efectos de su trámite
final y la determinación del monto que debe pagarse. En algunos casos este procedimiento está
expuesto a demoras, según la información proporcionada por los representantes de algunas de las
víctimas beneficiadas por la Ley 288. Esas demoras pueden provenir de dificultades
administrativas o burocráticas, o de la omisión, por parte del Gobierno, de asignar fondos
suficientes para este tipo de indemnizaciones con la puntualidad necesaria.
40
100. Segundo, la Ley 288 sólo establece mecanismos para la aplicación de las recomendaciones
de carácter monetario. No prevé reparaciones para la comunidad afectada, ni reparaciones de
carácter simbólico (como el establecimiento de una biblioteca con el nombre de las víctimas) ni
obliga al cumplimiento del deber del Estado de investigar, procesar y sancionar a los responsables
de violaciones de los derechos humanos.
101. Como ha señalado la Comisión en numerosos casos, la indemnización monetaria no
constituye por sí sola una reparación adecuada frente a violaciones de los derechos humanos. Por
esa razón, entre las recomendaciones formuladas por la Comisión en casos individuales en
general figuran las siguientes: 1) que el Estado lleve a cabo una investigación seria, imparcial y
eficaz de los hechos denunciados, a fin de que puedan detallarse plenamente las circunstancias de
las violaciones comprobadas en una reseña oficialmente sancionada; 2) que todas las personas
contra las cuales existan indicios de responsabilidad por las violaciones de derechos puedan ser
sometidas a los procesos judiciales apropiados, y sancionadas, si corresponde; 3) que el Estado
colombiano adopte medidas conducentes a una reparación plena por las violaciones de derechos
comprobadas, incluidas indemnizaciones monetarias y de otro género adecuadas y justas para la
víctima o su familia.
102. El Estado colombiano aún no ha adoptado mecanismos encaminados al cumplimiento de
todas estas recomendaciones. La Comisión insta al Estado colombiano a buscar medios que
permitan ampliar los actuales mecanismos jurídicos de cumplimiento de las decisiones de la
Comisión, de modo de ocuparse de las recomendaciones que no guardan relación con
indemnizaciones monetarias. Al mismo tiempo, la Comisión señala que el Estado no puede
argumentar que la inexistencia de esos mecanismos lo excusa del cumplimiento de las
recomendaciones de la Comisión. La Convención misma obliga al Estado a modificar la
legislación interna o a adoptar nuevas leyes, cuando sea necesario, para hacer posible el
cumplimiento pleno de las obligaciones aceptadas a través de la ratificación de la Convención.44
Además, el Estado no puede sostener válidamente que su legislación o su régimen jurídico
interno impiden el cumplimiento de sus obligaciones conforme al derecho internacional.45
G. RECOMENDACIONES
Sobre la base de lo anterior, la Comisión formula las siguientes recomendaciones al Estado
colombiano:
1. Que brinde recursos y apoyo suficientes a las entidades estatales encargadas del
fomento y la protección de los derechos humanos y de la investigación de los abusos
contra los derechos humanos, en particular a la Fiscalía General de la Nación, la
Procuraduría General de la Nación y la Defensoría del Pueblo.
2. Que la Procuraduría General de la Nación instruya investigaciones disciplinarias
serias, imparciales y efectivas de la conducta de los agentes del Estado que
presuntamente hayan cometido violaciones de los derechos humanos.
3. Que la Procuraduría General de la Nación desempeñe un papel activo para impulsar
procesos penales efectivos e imparciales en los casos vinculados a presuntas violaciones
de los derechos humanos.
44
45
Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 2.
Véase Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, artículo 27.11
41
4. Que la Procuraduría General de la Nación adopte un papel más activo en el examen de
la conducta de los integrantes de las fuerzas de seguridad del Estado que llevan a cabo
procesos penales en casos de derechos humanos dentro del sistema judicial militar.
5. Que se abstenga de adoptar leyes y otras medidas que limiten la eficacia o el alcance
de la acción de tutela o que limiten el acceso a ese recurso judicial.
6. Que el Presidente de Colombia utilice su autoridad para declarar estados de
emergencia sólo en circunstancias verdaderamente excepcionales y graves que
constituyan una amenaza inminente a la vida organizada del Estado. Todo estado de
emergencia debe cumplir las formalidades y normas establecidas en el artículo 27 de la
Convención Americana y la jurisprudencia de la Corte y la Comisión respecto de dicha
norma.
7. Que la Corte Constitucional siga desempeñando un papel activo en el examen de la
juridicidad de las declaraciones de estados de emergencia y que no se limite la autoridad
de la Corte a ese respecto.
8. Que considere la posibilidad de ratificar otros instrumentos internacionales de derechos
humanos, como la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.
9. Que considere la posibilidad de ampliar los mecanismos legales vigentes para el
cumplimiento de las decisiones de la Comisión en los informes sobre casos individuales a
efectos de dar cumplimiento a otras recomendaciones, aparte de las vinculadas a una
compensación monetaria.
10. Que cumpla cabalmente con las recomendaciones formuladas en los informes sobre
casos individuales preparados por la Comisión.
42
INTRODUCCION
Anexo 1
COMUNICADO DE PRENSA Nº 20/97
1. El día de hoy, 8 de diciembre de 1997, finaliza la visita in loco que, por invitación del
Gobierno de Colombia, realizó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ("CIDH" o
"Comisión"), con el objeto de observar la situación de los derechos humanos en este país.
Participaron en la visita los siguientes miembros de la Comisión: Embajador John S. Donaldson,
Presidente; Profesor Carlos M. Ayala Corao, Primer Vicepresidente; Profesor Robert K.
Goldman, Segundo Vicepresidente; Dr. Oscar Luján Fappiano, Decano Claudio Grossman y Dr.
Jean Joseph Exumé. El Dr. Alvaro Tirado Mejía, también miembro de la Comisión, no participó
en la visita, de conformidad con el Reglamento de la Comisión, por ser de nacionalidad
colombiana. El Dr. Hélio Bicudo, miembro electo de la Comisión, lo hizo como asesor de la
misma. La Comisión recibió la asistencia del Embajador Jorge E. Taiana, Secretario Ejecutivo;
Dr. David J. Padilla, Secretario Ejecutivo Adjunto; y los abogados de la Secretaría Ejecutiva,
Dres. Osvaldo Kreimer, Denise Gilman y Mario López Garelli; y contó con el apoyo
administrativo de las señoras Gloria Hansen, Gabriela Hageman y Martha Keller.
2. La Comisión es un órgano principal de la Organización de los Estados Americanos ("OEA")
que de manera imparcial, se encarga de promover la observancia y defensa de los derechos
humanos en el hemisferio. Las atribuciones de la CIDH derivan fundamentalmente de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (la "Convención Americana") y de la propia
Carta de la OEA, instrumentos ratificados por la República de Colombia. Con tal propósito, la
Comisión investiga y decide sobre denuncias de violaciones de los derechos humanos, celebra
visitas in loco (como la actual que se ha efectuado en Colombia), prepara proyectos de tratados y
declaraciones sobre derechos humanos, así como informes sobre la materia en los países de la
región. Los siete miembros de la Comisión son elegidos a título personal por la Asamblea
General de la OEA por un período de cuatro años. La presente visita in loco es la tercera de esta
naturaleza que la CIDH ha realizado en Colombia.
3. Durante la visita, la CIDH se entrevistó con el señor Presidente de la República, Dr. Ernesto
Samper Pizano. La Comisión también se entrevistó con la Ministra de Relaciones Exteriores, Dra.
María Emma Mejía Vélez; el Ministro del Interior, Dr. Carlos Holmes Trujillo; la Ministra de
Justicia, Dra. Almabeatriz Rengifo López; y el Ministro de Defensa, Dr. Gilberto Echeverri
Mejía. La CIDH además conversó con altos funcionarios de la Presidencia, incluyendo la
Consejera Presidencial para los Derechos Humanos, Dra. Sonia Eljach Polo y con la oficina del
Alto Comisionado para la Paz. Asimismo, la Comisión se reunió con el Fiscal General de la
Nación, Dr. Alfonso Gómez Méndez; el Procurador General de la Nación, Dr. Jaime Bernal
Cuéllar; el Defensor del Pueblo, Dr. José Fernando Castro Caycedo; con magistrados de la Corte
Constitucional y del Consejo Superior de la Judicatura; y con la Comisión de Derechos Humanos
de la Cámara de Representantes. En relación con la fuerza pública del Estado colombiano, la
CIDH se reunió con oficiales del alto mando, incluyendo los siguientes: Comandante de las
Fuerzas Militares, General Manuel José Bonett; Comandantes de las tres armas; Director de la
Policía Nacional, General Rosso José Serrano; Subdirector del Departamento Administrativo de
Seguridad, Dr. Mario Acevedo Trujillo; y otros oficiales de dichas fuerzas.
4. Durante el curso de su visita, la CIDH desarrolló su programa de trabajo en Santafé de Bogotá,
Medellín, Urabá, Puerto Asís y Villavicencio, donde se trasladó para reunirse con autoridades
gubernamentales, departamentales y locales, así como con representantes de la sociedad civil. En
estas visitas, la CIDH se entrevistó con el Dr. Alvaro Uribe Vélez, Gobernador de Antioquia, con
43
el Dr. Alfonso Ortiz Bautista, Gobernador del Meta, y con el Dr. Galo Torres, Secretario del
Interior de la Gobernación de Bolívar. La Comisión también se trasladó al territorio del pueblo
indígena Uwa en Boyacá.
5. La Comisión tuvo oportunidad, igualmente, de entrevistarse con numerosas organizaciones no
gubernamentales de derechos humanos y con dignatarios eclesiásticos, dirigentes políticos,
empresarios, representantes de medios de comunicación social, sindicalistas y con representantes
de la sociedad civil, incluyendo por ejemplo, la Comisión de Conciliación Nacional. La CIDH
también celebró reuniones con organismos internacionales como el Comité Internacional de la
Cruz Roja, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Derechos Humanos y la
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
6. Como es habitual en estas visitas, la CIDH recibió quejas de quienes denunciaron,
directamente o a través de sus representantes, haber sido víctimas de violación de sus derechos
humanos; asimismo se entrevistaron con quienes desearon suministrar información adicional en
relación con los casos que se encuentran en trámite ante la Comisión.
7. La CIDH desea destacar que tuvo la más amplia libertad para reunirse con las personas de su
elección, así como para desplazarse a cualquier lugar del territorio que estimara conveniente. El
Gobierno de Colombia extendió a la Comisión en todos los ámbitos, la más plena asistencia y
cooperación, a fin de posibilitar la realización de su programa.
8. La presente, celebrada cinco años después de la última visita in loco de la Comisión a
Colombia, ha permitido profundizar la relación con el Estado y la sociedad civil, para continuar
trabajando juntos en la tarea permanente de protección y promoción de los derechos humanos. El
programa desarrollado por la CIDH permitió obtener una apreciación, por ahora necesariamente
preliminar y provisional, de la situación general de los derechos humanos en Colombia.
9. La amplia y compleja información recibida será analizada en profundidad en la próxima
reunión ordinaria que la Comisión celebrará en su sede en el mes de febrero del año 1998, con el
objeto de elaborar un informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia. Es
importante señalar que, al recibir, tramitar y decidir peticiones individuales de personas que
denuncian violaciones a los derechos humanos, la CIDH desempeña funciones jurisdiccionales.
Por lo tanto, la CIDH se abstiene de efectuar pronunciamientos específicos que puedan prejuzgar
sobre el fondo de los casos individuales sometidos a su consideración.
10. Sin perjuicio de lo anterior, al finalizar su visita, la Comisión desea expresar las siguientes
consideraciones generales:
11. Colombia se encuentra inmersa en una dramática espiral de violencia que afecta a todos los
sectores de la sociedad, socava los cimientos mismos del Estado, y conmueve a la comunidad
internacional por entero. El conflicto armado interno, el accionar de los grupos armados
disidentes, de los agentes del Estado, de los grupos paramilitares, del narcotráfico y de la
delincuencia organizada, con su secuela de violaciones a derechos fundamentales y al derecho
internacional humanitario, son las principales fuentes de un cuadro de violencia que produce
anualmente un lamentable número de muertes, incluyendo aproximadamente 3,000 vinculadas
directamente a la violencia política, así como alrededor de ciento cincuenta mil desplazados al
año, entre otros efectos igualmente trágicos.
12. En relación con la situación de derechos humanos, la Comisión tiene particular preocupación
con respecto a los siguientes temas:
44
•
•
•
•
•
•
la violencia cometida por la Fuerza Pública, por los grupos armados disidentes,
por las organizaciones paramilitares, y por las llamadas CONVIVIR (servicios
especiales de vigilancia y seguridad privados);
la impunidad y sus graves consecuencias para el Estado de Derecho;
las deplorables condiciones carcelarias;
la situación de los desplazados internos;
la situación de las minorías étnicas, de las mujeres y de los niños; y
la situación de los defensores de los derechos humanos y de los periodistas.
13. La CIDH ha podido constatar que existen numerosas instituciones y oficinas estatales
dedicadas a la protección y promoción de los derechos humanos, la mayoría de las cuales está
llevando a cabo un trabajo serio e incansable para mejorar la situación de esos derechos en
Colombia. Debe destacarse, por ejemplo, el trabajo de la Unidad de Derechos Humanos de la
Fiscalía General de la Nación, entidad que ha podido lograr avances en contra de la impunidad en
casos de violaciones a los derechos humanos, superando los obstáculos que se le han presentado.
14. La Comisión considera muy importante el programa de protección de defensores de los
derechos humanos y otras personas amenazadas. La Consejería Presidencial para los Derechos
Humanos, la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, la Comisión
1290 y la Defensoría del Pueblo, también deben ser reconocidos como instituciones que llevan a
cabo sus tareas en este campo, con seriedad y compromiso. Las instituciones de esta naturaleza
deben recibir el apoyo necesario, tanto del Gobierno como de la sociedad civil, para que puedan
llevar a cabo sus tareas de manera aún más efectiva y eficiente.
15. La Comisión considera, además, que las tareas que realizan las entidades públicas en aras de
proteger los derechos humanos, se verán fortalecidas si el Estado colombiano ratifica los
instrumentos adicionales, como la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas.
16. La Comisión pudo observar que a pesar del esfuerzo de muchas entidades del Estado, existe
una situación deplorable de violencia y de violaciones a los derechos humanos. La Comisión
comprende que son muchos los actores que contribuyen a la situación de violencia en Colombia,
y que dicho Estado no es responsable internacionalmente de todos los perjuicios causados a sus
ciudadanos por actores no estatales.
17. En este sentido, durante su visita, la Comisión comprobó que los grupos armados disidentes o
guerrilla son una de las fuentes principales de la violencia. A pesar de no tener competencia, bajo
la Convención Americana, para atender denuncias individuales sobre violaciones de derechos
protegidos en dicha Convención imputables a tales grupos, la Comisión ha condenado en
repetidas ocasiones los abusos cometidos por los grupos guerrilleros en Colombia. En su visita, la
CIDH recibió numerosas denuncias fundadas, que señalan que estos grupos siguen cometiendo
violaciones al derecho internacional humanitario, incluyendo ejecuciones sumarias, toma de
rehenes, secuestros extorsivos, uso indiscriminado de minas terrestres, y el reclutamiento de
menores.
18. La Comisión condenó expresamente en su comunicado de prensa emitido con ocasión del
secuestro de dos observadores electorales de la OEA, las acciones de los grupos armados
disidentes que interfirieron con el derecho de participación política en las elecciones celebradas el
26 de octubre de 1997. De la misma manera, la CIDH repudia todos los secuestros cometidos por
estos grupos, los cuales son violatorios del derecho internacional humanitario, y en particular el
45
de José de Jesús Quintero, obispo de Tibú, departamento del Norte de Santander, y el del alcalde
actual y el electo en dicho municipio, cometidos el 24 de noviembre pasado. La Comisión hace
votos para que pueda concretarse la pronta liberación de todos los secuestrados. A su vez, la
Convención Americana obliga al Estado a respetar los derechos humanos, y a garantizar a todas
las personas dentro de su territorio el libre goce y ejercicio de los mismos; esas responsabilidades
no pueden ser aplicadas, aún en situaciones de emergencia. Es por ello que, si bien el Estado tiene
la atribución y el deber de combatir a los grupos armados disidentes, debe respetar los derechos
humanos y aplicar cabalmente el derecho internacional humanitario en situación de conflicto
armado.
19. La Comisión recibió información de que tanto las Fuerzas Militares como la Policía Nacional,
están llevando a cabo importantes programas para el entrenamiento de sus integrantes en materia
de derechos humanos y derecho internacional humanitario. La Comisión quiere destacar los
esfuerzos positivos realizados por las autoridades de la Policía Nacional para avanzar en la
protección de los derechos humanos, profesionalizar sus efectivos, y separar a los miembros de la
Policía en contra de los cuales existan indicios fundados de responsabilidad en hechos criminales
y violaciones a los derechos humanos.
20. A pesar de lo anterior, la CIDH continúa recibiendo numerosas denuncias e informaciones
sobre violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, incluyendo
torturas, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y ataques indiscriminados,
cometidas por agentes del Estado actuando prevalidos de los poderes que ostentan por su carácter
oficial. Fuentes incluso estatales reconocieron ante la Comisión que agentes estatales, en su
mayoría de la Fuerza Pública, siguen cometiendo directamente violaciones de los derechos
humanos y del derecho internacional humanitario. La Comisión investigará estas denuncias.
21. Igualmente, la CIDH expresa su rechazo y condena al paramilitarismo en Colombia. La visita
de la Comisión coincidió con varias masacres que han sido atribuidas a estos grupos en diferentes
partes del país. Según información recibida de diversas fuentes por la Comisión, los grupos
paramilitares ilegales son responsables de la mayoría de los abusos cometidos en contra de la
vida, integridad personal y libertad, entre otros derechos de la población colombiana.
22. La CIDH señala que dichas masacres, al igual que otras serias violaciones a los derechos
humanos y/o al derecho internacional humanitario, bien podrían constituir crímenes de carácter
internacional que generarían la responsabilidad penal individual de los autores, perseguibles en
cualquier Estado donde fueran hallados.
23. La Comisión ha recibido información de fuentes fidedignas indicando que, mientras las
violaciones cometidas por las Fuerzas Militares han disminuido en número, los abusos cometidos
por los paramilitares han aumentado en los últimos años. La Comisión recibió información
concreta, consistente y fidedigna de numerosas fuentes, indicando que el Ejército actúa en ciertos
casos, conjuntamente con grupos paramilitares para realizar ataques directos e indiscriminados
contra la población civil, y para provocar el desplazamiento forzado de la misma. Según la
información recibida, estas acciones parecieran tener lugar en aplicación de una estrategia
contrainsurgente y de control socio-económico y político. La CIDH igualmente recibió denuncias
concretas involucrando por omisión a agentes del Ejército en dichas acciones.
24. La Comisión observa que aún en aquellas denuncias donde no se ha señalado una conexión
directa entre las Fuerzas Militares y la actuación de los paramilitares, tampoco se adoptan
medidas concretas y eficaces para combatir a estos últimos. Las denuncias recibidas en este
sentido por la CIDH incluyen información que indica que las fuerzas pública y de seguridad del
46
Estado no cumplen con las órdenes de detención emitidas en contra de personas involucradas en
grupos paramilitares, no reaccionan preventivamente frente a denuncias de ataques inminentes
por dichos grupos, ni se movilizan para reprimir los mismos.
25. La Comisión recibió con satisfacción la alocución del Presidente de la República del 1o. de
diciembre de 1997, en la cual anunció la intención firme del Gobierno de adoptar las medidas
necesarias para desmantelar los grupos paramilitares en Colombia. La creación de un Bloque de
Búsqueda especializado, y la decisión de activar las órdenes para la captura de cabecillas
paramilitares, son pasos iniciales importantes. La CIDH seguirá con el mayor interés el desarrollo
de las acciones concretas para combatir al paramilitarismo en Colombia.
26. La Comisión desea expresar también su preocupación con respecto a las llamadas
CONVIVIR. La Comisión ha observado los resultados trágicos en relación con organizaciones de
este tipo en otras situaciones de conflicto armado interno en el hemisferio, por lo cual expresa sus
más serias reservas respecto a la presencia de las mismas en Colombia. La CIDH reconoce que
todo ciudadano tiene el deber de cooperar con las autoridades públicas y denunciar actos
delictivos. Sin embargo, en entrevistas con miembros de las CONVIVIR, la CIDH pudo
comprobar que al menos algunos de ellos están actuando más allá de este deber, y están
efectuando tareas de inteligencia para el Ejército. De esta manera, el Estado colombiano está
renunciando a sus funciones esenciales en relación con este aspecto de la seguridad ciudadana.
27. En especial, según testimonios directos recibidos por la Comisión, los miembros de las
CONVIVIR entregan listas de supuestos colaboradores y simpatizantes de la guerrilla al Ejército
y a los paramilitares. De acuerdo con esa información, las personas individualizadas en dichas
listas son posteriormente objeto de amenazas, hostigamiento e incluso asesinatos. La CIDH está
sumamente preocupada por estas denuncias, y procederá a investigarlas a fondo. La Comisión
también estudiará las denuncias específicas recibidas, las cuales señalan que miembros de las
CONVIVIR en algunas zonas del país han participado directamente en actos de violencia contra
la población civil.
28. Asimismo, la Comisión recibió denuncias indicando que, en ciertos lugares, no existe
virtualmente control alguno sobre la integración y conducta de las CONVIVIR, y que ciertas
organizaciones han usado dicho nombre sin el debido registro y autorización. Al ser poco claro
cuáles grupos gozan de legalidad, se complica la posibilidad de combatir a los grupos
paramilitares ilegales.
29. La Comisión ha podido constatar que los agentes de la fuerza pública que cometen
violaciones a los derechos humanos quedan generalmente impunes. La CIDH considera que el
problema de la impunidad de agentes estatales se debe en gran parte a la aplicación del fuero
militar en casos de graves violaciones a los derechos humanos, que no pueden ser consideradas
como cometidas en relación con el servicio en las fuerzas armadas, tal como exige la Constitución
Política de Colombia, en su artículo 221. La justicia penal militar aplicada de esta manera viola
los preceptos constitucionales relevantes y carece de la independencia e imparcialidad requeridas
por los estándares internacionales.
30. La Comisión reconoce que ha habido recientemente avances en relación con el problema de la
impunidad y la justicia penal militar. La CIDH valora particularmente la decisión de la Corte
Constitucional de fecha 5 de agosto de 1997, en la cual se definió de manera más clara y limitada
la competencia del fuero militar, excluyendo de dicha competencia los delitos de lesa humanidad
y las violaciones graves a los derechos humanos. Resulta indispensable que todas las entidades
estatales encargadas de la ejecución de dicha sentencia, como son el Tribunal Superior Militar, la
47
Fiscalía General de la Nación y el Consejo Superior de la Judicatura, tomen las medidas
necesarias para asegurar el traslado al sistema de justicia penal ordinario de los casos pendientes
de decisión que deberían radicarse en dicha jurisdicción; y para llegar a una correcta
determinación de la competencia en futuros casos.
31. En este sentido, la Comisión recibió el texto de sentencias de la Sala Jurisdiccional
Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, posteriores a la sentencia de la Corte
Constitucional de agosto de 1997, en las cuales se llega a conclusiones contrarias a la nueva
jurisprudencia de dicha Corte, sin referencia alguna a aquélla. La Comisión recibió información
indicando que la interpretación del Consejo Superior de la Judicatura, que define un alcance del
fuero militar más extensivo que el establecido por la Corte Constitucional y por tanto contraria a
ella, se mantendría inalterada aún después de la clara jurisprudencia sentada en agosto de este
año. La CIDH manifiesta su preocupación por las consecuencias del desacato a una decisión del
máximo tribunal encargado de la interpretación de la Constitución, lo cual desafía la plena
vigencia del Estado Constitucional de Derecho en Colombia. De esa manera, de mantenerse la
actitud de la mayoría --aunque no de la totalidad-- de los magistrados del Consejo Superior de la
Judicatura, se estaría obstaculizando la capacidad del Estado para cumplir con sus obligaciones
internacionales, y eventualmente comprometiendo su responsabilidad. Por lo cual la Comisión
espera que dicha situación pueda ser corregida en su oportunidad por la Corte Constitucional,
como máximo intérprete de la Carta Fundamental.
32. La Comisión toma nota que el Gobierno ha presentado un proyecto de ley que permitiría la
codificación de los criterios que la Corte Constitucional sentó sobre el correcto alcance del fuero
militar. De la misma manera, la Comisión toma conocimiento de otro proyecto de ley preparado
por el Ejecutivo, que establece la tipificación del delito de desaparición forzada. Cambios
legislativos de esta naturaleza han sido recomendados anteriormente por la Comisión.
33. La situación de impunidad general que existe en Colombia se debe en parte a la ausencia de
investigaciones penales y disciplinarias, eficaces y completas. También cabe señalar en tal
sentido, la falta de cumplimiento de las decisiones judiciales, incluyendo las órdenes de detención
emitidas por la Fiscalía General de la Nacíon, las cuales muchas veces quedan frustradas por la
inacción de la fuerza pública.
34. La Comisión observó, durante su visita, que la violencia en Colombia ha sido la principal
causa del desplazamiento forzoso interno de una gran cantidad de personas. En su viaje a Urabá,
por ejemplo, la Comisión tuvo la oportunidad de hablar con personas desplazadas en San José de
Apartadó (Comunidad de Paz) y de visitar en Turbo el campamento de desplazados provenientes
de Riosucio. En estas localidades, la Comisión constató que la mayoría de los desplazados son
mujeres y niños que viven en condiciones inhumanas. Ellos denuncian que huyeron de sus
lugares normales de residencia como resultado de los actos y amenazas de violencia perpetrados
en su contra por el Ejército, operando en colaboración con fuerzas paramilitares. Asimismo, la
Comisión tuvo la oportunidad de hablar con personas desplazadas en Villavicencio, provenientes
de Mapiripán, como resultado de masacres y otros actos de violencia perpetrados en su contra por
grupos paramilitares, con la denunciada tolerancia del Ejército.
35. La CIDH también expresa su preocupación acerca de amenazas y hostigamientos de grupos
paramilitares dirigidos contra miembros de organizaciones no gubernamentales que brindan
asistencia humanitaria a la población desplazada en ambos lugares. La Comisión solicita al
Gobierno que garantice la protección y respeto, tanto a los desplazados como a las personas que
llevan a cabo actividades humanitarias en su favor.
48
36. Según información suministrada por diversas organizaciones que trabajan en la materia, los
esfuerzos realizados por parte del Estado para mejorar la situación de los desplazados, a través del
Ministerio del Interior, la Consejería Presidencial para Desplazados, y las demás oficinas
gubernamentales, hasta el momento no han sido suficientes para enfrentar esta crisis. La
Comisión valora altamente el hecho de que el Gobierno haya invitado al ACNUR y otras
agencias internacionales a trabajar más intensamente en la situación de los desplazados internos
en el país. La CIDH urge una cooperación mayor entre el Gobierno y estas entidades, para la
ejecución de medidas más efectivas, tanto para la prevención del desplazamiento, como para la
protección y asistencia a las personas que ya se encuentran desplazadas.
37. Específicamente, la Comisión insta al Gobierno a diseñar, colaborando con estas agencias y
con el Representante del Secretario General de las Naciones Unidas sobre Desplazados Internos,
modalidades para crear soluciones duraderas que permitan el retorno de los desplazados a sus
hogares o su reasentamiento en otra zona del país. La Comisión subraya que los procesos de
retorno deben efectuarse de manera voluntaria, y en condiciones de seguridad y dignidad para los
retornados. Estas consideraciones tienen base en el hecho de que el desplazamiento forzoso
interno implica la violación de numerosos derechos garantizados en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos. La situación de desplazamiento en Colombia será debidamente
estudiada y evaluada por la Comisión.
38. En su visita a la Cárcel Modelo en Bogotá, la CIDH comprobó que los presos viven en
condiciones extremadamente difíciles, que incluyen un hacinamiento grave, escasez de agua
potable, instalaciones sanitarias inadecuadas, insuficiente atención médica, inexistencia de
programas de rehabilitación y de trabajo remunerado para los reclusos, y falta de separación entre
procesados y condenados. La Comisión estima que las condiciones en esta cárcel constituyen un
trato cruel, inhumano y degradante hacia los internos. Asimismo, se han recibido informaciones
que señalan que en la mayor parte de las cárceles del país las condiciones son similares. La
Comisión insta al Estado resolver de manera inmediata esta situación inaceptable y de
consecuencias predecibles en estas instituciones, mediante la adopción de medidas
administrativas, judiciales y legislativas. Por otro lado, la Comisión pudo también constatar que
las condiciones en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí, cumplen con las normas
internacionales vigentes en la materia, lo cual debería servir de modelo a los demás
establecimientos penitenciarios.
39. Una de las causas principales de la crisis en las cárceles está vinculada a la duración excesiva
de la prisión preventiva, que constituye otro grave problema de violación a los derechos humanos.
De acuerdo a datos recibidos por la CIDH, alrededor del 50% de la población carcelaria se
encuentra detenida sin sentencia definitiva en su contra, debido a la ineficacia del sistema
judicial. Por ello, la CIDH formula una exhortación similar a la del párrafo precedente.
40. En su estadía en Putumayo, la Comisión recibió denuncias según las cuales las fuerzas
armadas cometieron abusos en la represión de las protestas que tuvieron lugar entre julio y
septiembre de 1996 en contra de la fumigación de las cosechas de coca. Según otras denuncias, se
ha experimentado una creciente militarización de las zonas cocaleras donde la población civil es
atrapada entre la violencia de las fuerzas guerrilleras y estatales.
41. En sus viajes a diferentes zonas del país, la Comisión recibió informacíon de autoridades
civiles y militares y de organismos civiles según la cual una significativa parte del territorio no se
encuentra bajo el efectivo control del Estado. En estos amplios territorios, la ausencia de las
fuerzas pública y de seguridad o su inactividad, afectaría la obligación de garantía y su
consiguiente deber de prevenir eventuales violaciones a los derechos y libertades fundamentales.
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42. En todas sus entrevistas, la CIDH ha constatado la existencia de un amplio debate sobre el
tema de los derechos humanos en todas las esferas de la sociedad colombiana y en los medios de
comunicación. La Comisión valora positivamente la presencia de los derechos humanos en la
agenda de la sociedad colombiana, dada su importancia para el fortalecimiento del Estado
Democrático de Derecho.
43. Por estas razones, la CIDH manifiesta su preocupación por la información que ha recibido
sobre los ataques realizados en contra de personas que trabajan en el campo de los derechos
humanos, tanto miembros de organizaciones no gubernamentales como funcionarios del Estado,
en particular los personeros municipales. La Comisión recibió información durante su visita, por
ejemplo, en relación con el caso del asesinato de Mario Calderón Villegas y Elsa Constanza
Alvarado Chacón, miembros de la organización no gubernamental CINEP (Centro de
Investigación y Educación Popular), y el de Carlos Alvarado (padre de Elsa Alvarado),
acontecido el 19 de mayo de 1997 en su apartamento en Bogotá. Hechos de esta naturaleza
ocurridos en la capital del país, demuestran la gravedad de la situación de los defensores de los
derechos humanos. La CIDH fue informada sobre la detención de los presuntos autores materiales
en relación con este caso, y espera que las investigaciones penales conlleven a la
individualización, enjuiciamiento y sanción de todos los responsables, incluidos los autores
intelectuales.
44. También preocupan a la Comisión las denuncias presentadas por organizaciones de
periodistas sobre actos de violencia, incluyendo asesinatos, cometidos contra integrantes de dicha
profesión. La Comisión da la más alta importancia a dichas denuncias, considerando que la
libertad de expresión e información es un requisito y sostén fundamental de la vida democrática.
45. Asimismo, en sus visitas de trabajo, la Comisión pudo observar la difícil situación de muchas
mujeres y niños. A pesar de existir regímenes jurídicos que proveen una protección específica a
estos grupos, éstos son afectados en mayor medida por el desplazamiento forzoso interno, y
sufren efectos especialmente graves como consecuencia de la violencia que afecta a todo el país.
Asimismo, según denuncias recibidas por la Comisión, las mujeres siguen siendo víctimas de
violencia doméstica sin efectiva protección del Estado, y por otra parte carecen de acceso
adecuado a programas de salud reproductiva. La Comisión recibió igualmente diversas denuncias
sobre el reclutamiento forzoso de menores de edad por parte del Ejército, paramilitares y la
guerrilla.
46. La Comisión pudo observar la situación jurídica y de hecho de los pueblos indígenas y
comunidades negras de Colombia, en sus viajes a Putumayo, a Urabá y al territorio de los U'wa, y
en las entrevistas sostenidas con autoridades y con organizaciones no gubernamentales. La
Comisión considera que el desarrollo del régimen constitucional y legal que protege a estos
grupos ha sido en términos generales positivo. Sin embargo, las poblaciones indígenas y negras
no han logrado una plena participación en la vida económica, política y social del país. La
Comisión también ha recibido denuncias indicando que el Estado colombiano no ha hecho todo lo
necesario para asegurar la integridad cultural, religiosa, social, así como los derechos territoriales
de estos grupos. La CIDH urge al Estado colombiano a seguir avanzando en estas materias; y
continuará observando su evolución.
47. De la misma manera, la Comisión también pudo constatar que los pueblos indígenas y
comunidades negras son especialmente vulnerables por la violencia que afecta a todo el país. La
CIDH expresa su preocupación con el pueblo indígena Zenú de San Andrés de Sotavento,
Departamento de Córdoba. Los dirigentes de esta comunidad se encuentran protegidas por
50
medidas cautelares emitidas por la Comisión en el año 1996. Sin embargo, varias de las personas
protegidas por dichas medidas han sido asesinadas o desaparecidas, incluyendo más
recientemente la desaparición de Virgilio Cárdenas Feria, el 31 de octubre de este año. La
Comisión considera que el Estado debe proveer, de manera inmediata, la protección efectiva a los
miembros de esta comunidad, y promover las correspondientes investigaciones a fin de sancionar
a los responsables de dichas violaciones.
48. La CIDH toma nota de la creciente expresión de sectores de la sociedad colombiana de
aceptación de la presencia de organismos internacionales y de la importancia de la defensa de los
derechos humanos, como condición necesaria para alcanzar la paz y la superación del
enfrentamiento que está debilitando al Estado y desintegrando la sociedad. La CIDH ve en esa
aspiración por la vigencia de los derechos humanos, una gran esperanza para el futuro de
Colombia, y hace un llamado a toda la sociedad a cambiar una cultura de la muerte y la guerra,
por la cultura de la vida y por la paz.
49. La Comisión ha visto numerosas muestras del anhelo por la paz, en sus entrevistas con
personas y organizaciones que trabajan en el tema, expresado también a través del voto
promovido por la sociedad civil en las elecciones pasadas. La Comisión considera que el camino
hacia la paz y la reconciliación nacional se facilitará si las partes en el conflicto logran crear un
ambiente propicio, en donde al menos se cumplan las normas sobre derechos humanos y las
reglas básicas del derecho internacional humanitario.
50. La CIDH desea expresar su agradecimiento al Gobierno de Colombia, a su Presidente, Dr.
Ernesto Samper Pizano, al Ministerio de Relaciones Exteriores y a las demás autoridades estatales
por la hospitalidad, facilidades y colaboración que brindaron a la CIDH para la realización con
éxito de esta visita, así como a las organizaciones no gubernamentales y a los particulares que en
forma franca y transparente contribuyeron con sus valiosos testimonios y documentación al eficaz
cumplimiento de su misión durante la visita. La Comisión desea agradecer asimismo el interés de
los medios de comunicación por la cobertura de esta visita.
51. De acuerdo con las funciones que le atribuyen la Carta de la OEA, la Convención Americana
y los demás instrumentos jurídicos internacionales aplicables, la Comisión realizará el
seguimiento de la situación de los derechos humanos en Colombia. La CIDH reitera su deseo de
colaborar con las autoridades colombianas dentro del marco de su competencia, a fin de
contribuir al fortalecimiento de los mecanismos internos e internacionales para la defensa y
protección de los derechos fundamentales dentro del marco del Estado de Derecho.
52. Finalmente, la Comisión reafirma que la vigencia de los derechos humanos es una condición
necesaria para el logro de la paz; y en este sentido hace votos para que el pueblo colombiano
concrete sus anhelos y aspiraciones de alcanzar la paz, la cual no sólo es un fin en sí misma, sino
al propio tiempo es una condición para la plena vigencia de los derechos humanos.
53. En este sentido, la Comisión expresa al Gobierno y al pueblo de Colombia, su disposición a
contribuir en la búsqueda de condiciones adecuadas, que permitan lograr la efectiva vigencia de
los derechos humanos en este país.
Santafé de Bogotá, 8 de diciembre de 1997
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CAPÍTULO II
ANEXO 1
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53
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