2. ANTECEDENTES La contaminación del agua es uno de los principales problemas ambientales de nuestros tiempos. Como consecuencia del continuo desarrollo humano e industrial, una gran variedad de materiales naturales y sintéticos entran en concentraciones crecientes al medio ambiente acuático. Esto ha traído como consecuencia que se presenten ciertos problemas ambientales cada vez de mayores proporciones en algunos cuerpos receptores de agua (por ejemplo, ríos, lagos, estuarios, etc.), que perciben descargas de residuos de origen doméstico e industrial (Gómez-Álvarez et al., 1994). La presencia en el terreno de diferentes materiales y estructuras geológicas son fuente de una gran variedad de iones disueltos en aguas superficiales, los que nos permitirían saber, de no haber existido la actividad humana, qué tipo de suelo atraviesa un cauce de agua. Algunos de estos iones se encuentran en la mayoría de la aguas continentales, mientras que otros se encuentran a niveles de trazas, como el caso de los metales pesados (Rosas, 2001). La mayor proporción de metales pesados en sedimentos se encuentran en las partículas sólidas y minerales, el resto se incorpora a los sedimentos por una gran variedad de procesos tales como precipitación, floculación y adsorción, además de otros mecanismos naturales relacionados con variaciones físicas y químicas de los sistemas acuáticos como, Eh, pH, temperatura, salinidad, entre otros (Soto-Cruz, 2001). La contaminación de los ríos se produce, bien por la presencia de compuestos o elementos que normalmente no estarían sin la acción de humana. Algunos de los componentes químicos potencialmente tóxicos son los metales pesados, y entre ellos Cd, Cu, Cr, Pb y Zn (Rosas, 2001). A través del tiempo y dependiendo de los cambios y características fisicoquímicas del sistema acuático, los metales pesados se podrán movilizar y estar disponibles. Los sedimentos pueden actuar como portadores y posibles fuentes de contaminación porque los metales pesados no se quedan permanentemente y pueden ser liberados a la columna del agua por cambios en las condiciones ambientales ya mencionadas anteriormente. Los metales pesados son un grupo de elementos químicos que presentan una densidad relativamente alta y cierta toxicidad para los seres humanos. Generalmente se encuentran unidos a óxidos e hidróxidos de manganeso y hierro, y a sustancias orgánicas que afectan a los procesos de interacción entre los sólidos y metales disueltos. Por tanto, el análisis de metales pesados en sedimentos nos permite detectar la contaminación que puede escapar al análisis de las aguas y también proporciona información acerca de las zonas críticas del sistema acuático (Rosas, 2001). En consecuencia, el estudio en la fracción biodisponible o móvil de metales ligados a sedimentos es más importante que la concentración total del metal en las corrientes pluviales. Los metales biodisponibles son aquellos que se encuentran libres o débilmente unidos por fuerzas de Van der Waals o puentes de hidrógeno. Desde el punto de vista toxicológico este aspecto es de gran importancia ya que es bien sabido que solo especies metálicas biodisponibles se encuentran directamente relacionadas con su bioacumulación y toxicidad en los sistemas acuáticos. Además, aun a concentraciones traza se presenta un gran espectro de efectos tóxicos, provocando serios problemas económicos y de salud (Soto-Cruz, 2001). Actualmente en la Presa Abelardo L. Rodríguez se han hecho pocos estudios que engloban la calidad del sedimento y agua de este embalse. Se estudiaron los sedimentos superficiales de la presa A. L. R. con la finalidad de definir la influencia urbana e industrial, durante el período de 1991 a 1992, desde el punto de vista de contaminación por metales pesados. Se analizaron 9 elementos (Cd, Co, Cr, Cu, Fe, Mn, Ni, Pb y Zn). Adicionalmente se evaluó el comportamiento textural de sedimentos y materia orgánica para la interpretación de la distribución espacial y temporal de los metales contemplados (Gómez-Álvarez et al., 1994). De las investigaciones hechas en este embalse, en ninguna se estudia acerca de la biodisponibilidad de metales trazas. Por lo que es de suma importancia monitorear los cambios en la concentración de metales pesados en los sedimentos y determinar la fracción biodisponible. De ahí la necesidad de realizar estudios que describan el “estado de salud” de las zonas implicadas, así como la liberación y el modo de transporte de los metales al cuerpo receptor de agua. 2.1 Fuentes de Metales Pesados en el Medio Ambiente Los metales traza son cationes divalentes que tienen peso molecular entre 63, 55-200, 6 y se encuentran naturalmente en concentraciones basales bastante bajas (Pérez et al., 2006). Los procesos naturales como el intemperismo químico y las actividades geoquímicas liberan varios elementos de la corteza terrestre hacia la litósfera, atmósfera y la hidrósfera. Estos metales se mueven a través de ambientes acuáticos independientemente de las actividades del hombre, usualmente sin ningún efecto perjudicial. La erosión natural y el intemperismo toman lugar a través de grandes períodos de tiempo y la cantidad de metales pesados liberados es pequeña comparada a la que proviene de la actividad humana (Gómez-Álvarez, 2008). Fuentes antropogénicas como los procesos industriales, el desarrollo urbanístico y los residuos domésticos aportan metales traza al ambiente que pueden aumentar los niveles naturales y alcanzar concentraciones contaminantes por el exceso y la rapidez de su introducción, ya que no pueden ser degradados fácilmente por los microorganismos (Pérez et al., 2006). Los principales contaminantes de la naturaleza vienen de las regiones urbanizadas y de los sectores industrializados, quienes que por la falta de una adecuada normatización disponían de los desechos sin ningún tratamiento, de una manera indiscriminada sobre el medio natural, sin tener en cuenta las repercusiones futuras (Pérez et al., 2006). 2.2 Contaminación de Aguas Superficiales por Metales Pesados El agua es un recurso natural renovable, esencial para la vida. La mayoría de los organismos y de los sistemas biológicamente activos contienen una gran cantidad de agua, que en algunos casos puede llegar hasta un 97% de su peso total. Las principales funciones biológicas del agua se basan fundamentalmente en su capacidad para transportar diferentes substancias a través del cuerpo humano, y de disolver otras y mantenerlas tanto en solución como en suspensión coloidal. Esto se logra gracias a sus propiedades como disolvente y a que permanece líquida dentro de un intervalo de temperatura relativamente amplio (Gómez-Álvarez, 2008). El agua tiene propiedades que favorecen la disolución de materiales del suelo y rocas; además, las sustancias disueltas pueden reaccionar entre sí ocasionando cambios en las características del agua y por ende en su calidad (Manahan, 2005). Los problemas de contaminación del agua tienen su origen desde la Revolución Industrial, hace aproximadamente unos doscientos años y con un rápido aumento de la población mundial. La industrialización condujo a una urbanización muy localizada creando problemas en la calidad y en la cantidad del agua (Förstner et al., 1990). En la actualidad se estiman más de un millón de sustancias diferentes las que son introducidas en las aguas naturales a través de los vertidos antropogénicos (Förnster et al., 1993). Muchas de ellas no son consideradas tóxicas si bien pueden alterar las características del agua, perturbar directamente el ecosistema y/o ser directamente nocivas para el hombre. Por ello, las concentraciones de los metales pesados en el agua están directamente relacionados con las actividades humanas y descargas de efluentes (Rosas, 2001). Los ríos constituyen una de las principales vías de transporte de metales, debido a la gran afinidad que tienen estos elementos para ser transportados en el material suspendido. Los esfuerzos para lograr la eliminación de los contaminantes generados por el hombre no han sido capaces de ajustarse ni al ritmo ni al incremento en la cantidad de desechos industriales, ni al crecimiento demográfico. Al contrario que muchos contaminantes orgánicos los metales pesados, generalmente, no se eliminan de los sistemas acuáticos por procesos naturales debido a que no son biodegradables. Por el contrario son muy contaminantes y sufren un ciclo global eco-biológico donde las aguas naturales son el principal camino. Asimismo, los metales pesados tienen tendencia a formar asociaciones con sustancias minerales (carbonatos, sulfatos, etc.) y en mayor grado con sustancias orgánicas, mediante fenómenos de intercambio iónico, adsorción, quelación, formación de combinaciones químicas, etc. Por lo que se acumulan en el medio ambiente, principalmente en los sedimentos de ríos, lagos y mares (Förstner y Wittman, 1981; Dekov et al., 1998). 2.3 Contaminación de Sedimentos por Metales Pesados Los sedimentos son arena, arcilla, limo y otras partículas sueltas del suelo que se depositan en el fondo de una masa de agua. Pueden provenir de la erosión del suelo o de la descomposición de plantas y animales. El viento, el agua y el hielo pueden transportar estas partículas hasta los ríos, lagos y arroyos. Los metales pesados contenidos en el material original, al meteorizarse, se concentran en los suelos. Concentraciones naturales muy altas en los suelos pueden ocasionar acumulación de algún metal en plantas y ocasionar efectos tóxicos para los animales que las consumen. También se han de considerar las actividades volcánicas que liberan metales pesados (Dorronsoro y García, 2000). El contenido de metales pesados en suelos, debería ser únicamente función de la composición del material original y de los procesos edafogenéticos que dan lugar al suelo. Pero las actividades humanas producen diferentes tipos de vertidos procedentes de industrias, de actividades mineras, de la aplicación de plaguicidas o también del tráfico rodado. Como resultado, se emiten grandes cantidades de partículas que, después de un cierto tiempo de permanencia en la atmósfera, precipitan en los suelos, lejos del lugar donde han sido vertidas, que incrementan la concentración de metales pesados en los sedimentos fluviales. En un balance realizado a finales de la década de los años 80, se estimó que la cantidad anual de vertidos de metales en suelos ascendía a unos 5 mil billones de kg, el 74% de esta cantidad corresponde a las cenizas procedentes de la combustión de carburantes, principalmente carbón (Dorronsoro y García, 2000). 2.4 Fijación de Metales Pesados en Sedimentos Los metales pesados incorporados al suelo pueden seguir cuatro diferentes vías: pueden quedar retenidos en el suelo, ya sea disueltos en la solución del suelo o bien fijados por procesos de adsorción, complejación y precipitación. Pueden ser absorbidos por las plantas y así incorporarse a las cadenas tróficas. También pueden pasar a la atmósfera por volatilización y movilizarse a las aguas superficiales o subterráneas. En la Figura 1 se explica acerca de esto (adaptado de Calvo Anta, 1996; Dorronsoro y García, 2000). Generalmente, 90% de los metales pesados se encuentran en sistemas acuáticos asociados a partículas de materia en suspensión y a los sedimentos, conformando arcillas, hierro, hidróxido de manganeso, carbonatos, sustancias orgánicas y materiales biológicos. El tipo y la estabilidad de los metales pesados contenidos en los compuestos sólidos mencionados anteriormente, son factores decisivos en la movilidad. Las formas químicas de los metales generalmente difieren en su habilidad para ser transferidos al ecosistema (Pinzón, 1999). Según su forma de asociación, los metales son susceptibles, o no, de solubilizarse durante las modificaciones físico-químicas estacionales. La desoxigenación de las capas profundas durante el verano, ocasiona la reducción química de los óxidos asociados a la fase sólida, produciendo así la disminución de la concentración de Fe y Mn en el sedimento. La reducción de estos dos elementoos puede ocaasionar la solubilización de ciertos metales en el sedimento como el Znn, Cr y Ni (Rosas, 2001). Figura 1. Impacto en suelos por metales pesados. 2.4.1 Materia orgánica La materia orgánica, tanto soluble como particulada, altera la distribución de los metales pesados; se produce por regla general una disminución de los niveles disueltos y un aumento de la concentración de metales en la forma coloidal y en suspensión así como en los sedimentos. Está formada principalmente por sustancias bioquímicas tales como ácidos orgánicos, polifenoles, aminoácidos, péptidos y proteínas, además de sustancias húmicas que comprenden a los ácidos húmico y fúlvico. Todos estos compuestos pueden absorber tan fuertemente algunos metales como Cu, Pb, Zn, que pueden quedar no disponibles debido a que forman combinaciones insolubles en suelos y sedimentos. Los ácidos húmicos son los que principalmente forman estas combinaciones estables (Soto-Cruz, 2001). Mención especial requieren las sustancias húmicas y fúlvicas, por su alta capacidad de interacción con los iones metálicos, óxidos metálicos, hidróxidos metálicos y otras sustancias orgánicas y minerales para formar complejos solubles o insolubles en agua, de muy diferente naturaleza físico-química y variable estabilidad. La formación de sustancias solubles es mayoritaria para los ácidos fúlvicos debido a su bajo peso molecular; dependiendo del número de grupos activos enlazados al catión metálico el complejo puede denominarse tipo sal o bien, quelato, igualmente dependiendo de la unión directa del metal al grupo activo o de la indirecta a través de un puente de agua. Los metales polivalentes son fuertemente complejados con las sustancias húmicas. El contenido y calidad de la materia orgánica está correlacionado con la capacidad de enlace de metales, los elementos traza pueden formar complejos con ligandos orgánicos e inorgánicos (Bohn et al., 1993; Salomons y Förstner, 1995). La acción de los ácidos orgánicos en la solubilización de rocas y minerales se atribuye a la disminución del pH y la formación de quelatos metálicos, los elementos liberados pueden captarse por organismos o bien adsorberse por arcillas y sustancias húmicas (Soto- Cruz, 2001). 2.4.2 Óxidos e hidróxidos de hierro y manganeso Una característica del hierro y manganeso es que son liberados en forma ionizada sobre todo cuando predomina una condición anóxica (reductora). Los hidróxidos de hierro y manganeso están entre los tipos más importantes de adsorción superficial de metales traza. Debido a su elevada carga superficial, estos óxidos tienen una fuerte afinidad por los metales, y están usualmente presentes en las aguas naturales (Elder, 1988; Manahan, 2005). Los óxidos de manganeso casi siempre están cargados negativamente en la mayor parte de las aguas naturales, mientras que los oxihidróxidos de hierro pueden tener carga positiva o negativa. Esta diferencia puede explicar el porqué los metales cargados positivamente como el Cu y Zn están comúnmente adsorbidos por los óxidos de hierro y manganeso (Stumm y Morgan, 1981; Davis et al., 1991). Los óxidos de hierro son los óxidos metálicos más abundantes en el suelo (Acevedo-Sandoval, 2004). Los óxidos de hierro son productos de nuevas formaciones provenientes de las alteraciones de rocas y suelo, debido a que no se encuentran unidos química o estructuralmente a los silicatos, éstos se encuentran en la forma de óxidos libres. Los óxidos de hierro se forman rápidamente por disolución en pH bajos y, una vez que las condiciones del suelo se estabilizan, la disolución es extremadamente lenta (Acevedo-Sandoval, 2004). Estos complejos de óxidos e hidróxidos tienen gran capacidad para fijar e inmovilizar metales, especialmente elementos divalentes como Cu y Pb, y en menor proporción Zn, Co, Cr, entre otros. El estado de oxidación-reducción (potencial redox) del sedimento es un parámetro de afectación de la transformación de los metales pesados. La superficie de las arcillas, materia orgánica y los óxidos de hierro en el sedimento adsorberán o liberan metales pesados debido a los cambios de pH y Eh (Dorronsoro y García, 2000). 2.4.3 Carbonatos La presencia de carbonatos garantiza el mantenimiento de altos valores de pH y tienden a precipitar los metales pesados. El Cd y otros metales, presentan una marcada tendencia a quedar adsorbidos por los carbonatos (Dorronsoro y García, 2000). Cantidades significativas de metales pesados están también asociadas con carbonatos en el sedimento, las cuales son susceptibles a los cambios de pH (Bohn et al., 1993). Aunque las condiciones ambientales que llevan a cabo la acumulación de carbonato en los suelos son muchas y variadas, la reacción química se puede representar simplemente como: Ca2+ + R20 + CO2 = CaCO3 + 2H+ Las condiciones alcalinas favorecen la acumulación de CaCO3, al consumir H+ y desplazar la reacción hacia la derecha. En suelos ácidos, el CaCO3 se disuelve al invertir la ecuación anterior. Los metales unidos a esta fase se liberan al descender el pH de los sedimentos y al disolverse los metales precipitados en forma de carbonato (Bohn et al., 1993). 2.4.4 Silicatos Los silicatos conforman casi un 80% de la litosfera lo que los constituye en el grupo más importante de minerales formadores de rocas. Por la dificultad de subdividirlos de acuerdo a su composición química, se han organizado en función de su estructura iónica (GEA, 1999). Por mencionar un ejemplo, las cloritas se presentan en los suelos extensamente, son representativas de los silicatos, aunque su composición elemental varía ampliamente, pueden contener elementos tóxicos como el cromo y el níquel, y si se presenta como clorita máfica (contiene hierro o magnesio) (Rodríguez y Marín, 1999). Por otra parte, las arcillas constituyen la clase más importante de minerales que ocurren como material coloidal en el agua. Consisten de óxidos de silicio y aluminio hidratado, y son minerales secundarios los cuales son formados por intemperismo y otros procesos que actúan sobre las rocas primarias. Los minerales arcillosos pueden obtener una carga negativa por reemplazamiento de un ión (sustitución isomórfica), en el cual los iones Si (IV) y Al (III) son reemplazados por iones metálicos de similar tamaño (Manahan, 2005). En las estructuras de los silicatos laminares, los cationes pueden sustituir a otros cationes coordinantes en las láminas tetraédrica u octaédrica. Si un catión de valencia más baja 2+ sustituye a uno de valencia más alta, como Mg 2- - 3+ 3+ 4+ al Al o Al al Si , las cargas negativas de los iones O y OH en la estructura del mineral quedan sin balancear y producen una carga negativa neta en la superficie del mineral (Bohn et al., 1993). La carga que se genera a partir de estos grupos depende considerablemente del pH del medio ambiente. El tipo de sólidos presentes en los suelos y sedimentos que contienen grupos funcionales capaces de generar carga dependiente del pH incluye silicatos laminares, óxidos e hidróxidos hidratados (Fe y Al) y materia orgánica (Bohn et al., 1993). 2.4.5 Sulfuros Los sulfuros juegan un papel muy importante en la especiación y co-precipitación de los metales en condiciones anóxicas y que tienen alto contenido de cobre, hierro y azufre. Varios sulfuros metálicos y carbonatos pueden ser solubilizados por los ácidos húmicos, esto incluye al Pb (II), Zn (II), Cu (II), Ni (II), Fe (III) y Mn (IV) (Sparks, 2003). La oxidación de los sulfuros y otras formas de compuestos inorgánicos de azufre reducidos a sulfatos como proceso de producción de energía, es la habilidad de un grupo de bacterias conocidas como thiobacillus. Las dos cepas de thiobacillus encontradas comúnmente en las aguas ácidas de minas con cobre, son el thiobacillus thiooxidans y thiobacillus ferrooxidans, los cuales tienen la habilidad de oxidar el hierro ferroso a hierro férrico. Esta propiedad también es compartida por otro grupo de bacteria cuyo nombre genérico es ferrobacillus y también oxidan compuestos de azufre (Twidwell et al., 1984). 2.5 Importancia de la Granulometría de los Sedimentos La concentración de metales pesados en los sedimentos no sólo depende de fuentes antropogénicas y litogénicas, sino también de las características texturales, contenido de la materia orgánica, composición mineralógica y ambiente deposicional de los sedimentos. En general, los metales traza están asociados con las partículas pequeñas de estos materiales (Ackerman, 1980; Presley et al., 1980). Esta tendencia es atribuida predominantemente a la adsorción, co-precipitación y complejación de metales en las capas superficiales de la partícula. Como es conocido, las pequeñas partículas tienen elevada área superficial y por consiguiente pueden retener altas concentraciones de metales. El área superficial específica de los sedimentos es dependiente de los parámetros granulométricos y la composición del mineral. (Juracic et al., 1982; Singh et al., 1999). El tamaño de la granulometría de los sedimentos juega un papel importante en la distribución de los metales pesados, de acuerdo a varios estudios se recomienda analizar el tamaño <63μm por las siguientes razones: - Los metales traza de origen antropogénico se encuentran principalmente asociados a estas partículas. - Existe una elevada relación entre los contenidos de elementos determinados en esta fracción y los que se encuentran en suspensión. Es importante destacar que la suspensión es la forma de transporte más importante de las partículas que están presentes en los sedimentos. - Son numerosos los estudios de metales pesados realizados en la fracción <63μm lo que permite una mejor comparación de los resultados. 2.6 Partición Química/Biodisponibilidad de Metales en Sedimentos La biodisponibilidad depende en gran medida de la fracción geoquímica que se asocia con un metal en el medio ambiente. El término “biodisponibilidad” se refiere a la fracción de metal libre o débilmente ligado a los diversos componentes de los sedimentos. Por lo tanto, para conocer el grado de biodisponibilidad de los metales pesados en los sedimentos es necesario conocer la forma en que los metales se encuentran ligados a las especies geoquímicas presentes en los sedimentos (Tessier, 1979; Giordano et al., 1992; Carapeto y Purchase, 2000). Diversos autores señalan que la concentración de metales biodisponibles en los sistemas acuáticos dependen del contenido de metal presente en al agua. Mientras que la mayoría de los estudios realizados sobre detección de metales pesados en sedimentos se asume que la cantidad biodisponible del metal es la que se obtiene después de realizar estudios de partición química. Este tipo de estudio implica el uso de diversos extractantes con el fin de separar cada una de las fases en las que encuentran los metales en los sedimentos. Esto se basa en el hecho de que el residuo o precipitado que se observa después de digerido el sedimento, corresponde al material litogénico o residual, el cual es inerte a la biota (Tessier, 1979; Chester, 1989; Ramos et al., 1999). La extracción de los metales pesados en sedimentos se fundamenta en la adición de una serie de extractantes selectivos, que además se modifican sus propiedades físicas y químicas tales como temperatura, pH, variaciones de oxidación y reducción, todo esto de una forma secuencial. De esta forma se simulan las posibles variaciones a las que está sometido el sedimento al natural. Los mayores mecanismos de acumulación de metales en sedimentos conducen a la existencia de cinco formas geoquímicas de metales (Tessier et al., 1979): (1) intercambiable; (2) unido a la fase de carbonatos; (3) unido a los óxidos de hierro y manganeso; (4) unido a materia orgánica/sulfuros; y (5) fase metálica residual. Estas fracciones metálicas tienen diferente movilidad, disponibilidad biológica y comportamiento químico. La fracción (1) es considerada la más soluble/biodisponible, y la fracción (5) es la menos biodisponible o no antropogénica (Gómez-Álvarez, 2008). El uso de las extracciones secuenciales, aunque consumen mucho tiempo, proporcionan información detallada acerca del origen, modo de ocurrencia, disponibilidad fisicoquímica y biológica, removilización y transporte de metales traza (Tessier et al., 1979). Se han desarrollado procedimientos de extracción secuencial selectiva para evaluar la partición de metales asociados a varias fases geoquímicas del sedimento y evaluar la movilidad y disponibilidad del metal (Tessier et al., 1979; Howard y Vandenbrink, 1999). Sin embargo, todos esos tienen algunas limitaciones y su utilidad como herramienta analítica es controversial (Giordano et al., 1992). Los principales problemas incluyen la no selectividad de extractantes, y una posible redistribución de elementos traza entre las fases durante la extracción (Páez-Osuna, 1988). A pesar de esto, las técnicas de extracción secuencial aún representan una de las pocas herramientas disponibles para el análisis de las asociaciones de los metales en los sedimentos (Giordano et al., 1992). Entre los procedimientos de extracción selectiva reportados en la literatura, el método de extracción secuencial de Tessier es el más utilizado y discutido ampliamente por un gran número de investigadores para evaluar las posibles asociaciones químicas de metales en sedimentos y suelos (Giordano et al., 1992; Dang, 2002). Tessier et al. (1979), desarrolló un método de extracción secuencial que separa los metales en sedimento en 5 diferentes fracciones: 1) Fracción Intercambiable. Los metales en esta fracción, están sujetos a procesos de adsorcióndesorción de acuerdo a los cambios en las propiedades del agua como pueden ser el pH y la fuerza iónica; por lo que pueden ser fácilmente liberados de los sistemas acuáticos por pequeños cambios ambientales. 2) Fracción de Carbonatos. Contiene los metales que están moderadamente disponibles para liberarse principalmente debido a las variaciones de pH. Los metales unidos a esta fase se liberarán al descender el pH de los sedimentos, al disolverse los metales precipitados en forma de carbonato. 3) Fracción de Óxidos de Hierro y Manganeso. Está bien establecido que estos óxidos juegan un papel dominante en la retención de metales. Estos óxidos son substancias de alto poder de adsorción y son termodinámicamente inestables en condiciones reductoras (anóxicas). 4) Fracción Orgánica/Sulfuros. En esta fracción, los metales pueden estar asociados a la materia orgánica en varias formas; como quelatos de las macromoléculas, asociados a los organismos vivos, a las partículas de los minerales, etc. Por otra parte, los sulfuros juegan un papel muy importante en la especiación y co-precipitación de los metales en condiciones anóxicas. 5) Fracción Residual. Esta fracción está compuesta principalmente de los minerales primarios y secundarios que poseen metales dentro de su estructura cristalina. Los metales en esta fracción son considerados por estar inmóviles y por consiguiente muy estables. Los metales que se encuentran en las fracciones intercambiable, carbonatos, óxidos y/o hidróxidos de Fe y Mn y materia orgánica son considerados de origen antropogénico (Giordano et al., 1992). Cuando lo sedimentos se encuentran en la fase residual se considera que provienen o se encuentran en zonas con alta mineralización y que las concentraciones son de origen mineral (Filipek y Owen, 1978; Abu-Hilal, 1993). Los estudios de monitoreo de metales pesados totales en sedimentos proporcionan información sobre el grado de enriquecimiento o contaminación que ha sufrido el medio. Sin embargo, estos tipos de estudios por sí solos no pueden estimar el efecto que su presencia puede afectar a la biota. En cambio los estudios de biodisponibilidad llevados a cabo por medio del procedimiento de extracción secuencial es útil para identificar la forma geoquímica del metal en el sedimento (especiación) (Tessier, 1979; De Gregori et al., 1996). 2.7 Toxicidad y Bioacumulación de los Metales Pesados Se considera metal pesado a aquel elemento que tiene una densidad igual o superior a 5 -3 g/cm cuando está en forma elemental, o cuyo número atómico es superior a 20 (excluyendo a los metales alcalinos y alcalino-térreos). Su presencia en la corteza terrestre es inferior al 0.1% y casi siempre menor del 0.01% (Dorronsoro y García, 2000). Dentro de los metales pesados hay dos grupos: Oligoelementos o micronutrientes, que son los requeridos en pequeñas cantidades, o cantidades traza por plantas y animales, y son necesarios para que los organismos completen su ciclo vital. Pasado cierto umbral se vuelven tóxicos. Dentro de este grupo están: As, Ba, Co, Cr, Cu, Mo, Mn, Ni, Se y Zn. Metales pesados sin función biológica conocida, cuya presencia en determinadas cantidades en seres vivos lleva aparejadas disfunciones en el funcionamiento de sus organismos. Resultan altamente tóxicos y presentan la propiedad de acumularse en los organismos vivos. Son, principalmente: Cd, Hg, Pb, Cu, Ni, Zn, Sb, Bi. Las concentraciones anómalas que se presentan en un suelo pueden ser por causas naturales (por ejemplo, los suelos desarrollados sobre serpentinas, con altos contenidos en elementos como Cr, Ni, Cu y Mn); los metales pesados son muy estables en el suelo y en el proceso natural de transformación de las rocas para originar a los suelos suelen concentrarse, pero, en general, sin rebasar los umbrales de toxicidad, los metales pesados presentes en las rocas se encuentran bajo formas muy poco asimilables para los organismos (Dorronsoro y García, 2000). Los sedimentos son el destino final de los metales pesados contenidos en agua como resultado de la adsorción, desorción, precipitación, procesos de difusión, reacciones químicas, actividad biológica y una combinación de esos fenómenos. Sin embargo, cuando hay un cambio de pH o potencial Redox, los metales contenidos en los sedimentos pueden liberarse hacia la columna de agua (Ramírez et al., 2005). La toxicidad y biodisponibilidad de metales en el agua (incluyendo el sedimento) varía con la forma de los metales (EPA, 1992). La forma del metal, y por lo tanto su toxicidad, están altamente influenciada por las condiciones del medio ambiente como el pH, potencial Redox (Eh) y la disponibilidad de los iones o ligandos complejantes. La importancia que tiene el estudio de metales pesados en aguas y sedimentos es por su elevada toxicidad, alta persistencia y rápida acumulación por los organismos vivos. Sus efectos tóxicos no se detectan fácilmente a corto plazo, aunque sí puede haber una incidencia muy importante a mediano y largo plazo (Rosas, 2001). Los metales son difíciles de eliminar del medio, puesto que los propios organismos los incorporan a su tejido y de éstos a sus depredadores, en los que se acaban manifestándolo. La toxicidad de estos metales pesados es proporcional a la facilidad de ser adsorbidos por los seres vivos, un metal disuelto en forma iónica puede absorberse más fácilmente que estando en forma elemental, y si esta se halla reducida finamente aumentan las posibilidades de su oxidación y retención por los diversos órganos (Rosas, 2001). El grado de toxicidad potencial y la biodisponibilidad que un metal pesado presente en un ambiente dado depende de factores que si bien están muy interrelacionados se han clasificado en dos grandes grupos: a) factores bióticos y b) factores abióticos. a) Factores bióticos. Son los organismos vivos que interactúan con otros seres vivos, se refieren a la flora y fauna de un lugar y a sus interacciones. Para el caso de los metales, su comportamiento no depende solo de parámetros físico-químicos, si no que se ve afectado por factores biológicos que intervienen en la solubilización e insolubilización de elementos inorgánicos, alteración de minerales y formación de depósitos (Berthelin, 1995; Garban, 1996; Dekov, 1997). La especiación de un metal puede deberse a la acción ejercida de los microorganismos que juegan un papel importante en la movilidad de los elementos tóxicos en el medio ambiente (Wood, 1974; Albert, 1990). Debido a la acción de algunas cepas bacterianas (mecanismos de detoxificación) o a la de algunos organismos bentónicos detritívoros, pueden aparecer en el medio especies metálicas más o menos móviles, tóxicas y bioasimilables para la biota en niveles tróficos superiores que las preexistentes (Rosas, 2001). La insolubilización y acumulación de metales pesados puede asociarse con la biodegradación de los ligandos orgánicos que forman los complejos órgano-metálicos solubles. El metal puede ser precipitado como hidróxido y/o adsorbido por los microorganismos que, de acuerdo a su tamaño, es la cantidad que retienen. b) Factores abióticos. Todos los factores químico-físicos del ambiente son llamados factores abióticos (de a, "sin", y bio, "vida). Para clasificar la exposición se va dividir a su vez los factores abióticos en dos subgrupos: - Factores inherentes al metal, entre los que se encuentran la naturaleza del metal, su abundancia de disponibilidad en el medio, su estado molecular específico y su tiempo de permanencia en el sistema. La toxicidad depende en primer lugar de la propia naturaleza del metal y de su disponibilidad en el ambiente. Atendiendo a estos dos factores Wood (1974), clasificó los metales en tres categorías: - No críticos: Na, Mg, Ca, Fe, Mn, Al, K, S, Cl, Br, Li, P, Br, Rb, Sr y Si. - Tóxicos pero muy insolubles: Ti, Hf, Zr, W, Ta, Re, Ga, Os, Rh, Ir, Ru y Ba. - Muy tóxicos y relativamente disponibles: Be, Co, Ni, Cu, Zn, Sn, Cr, As, Se, Te, Pd, Ag, Cd, Pt, Au, Hg, Tl, Pb, Sb y Bi. Un tercer factor a tener en cuenta es el estado molecular que presente el metal. Al estar sometidos a diferentes condiciones ambientales, los metales pesados pueden mostrar diversas configuraciones. Sus diferentes formas químicas pueden suponer distintos grados de bioasimilación o toxicidad. También el tiempo de residencia en el sistema influye en la toxicidad del metal (Rosas, 2001). - Factores físico-ambientales, principalmente el pH, potencial Redox, presencia de iones inorgánicos, existencia de minerales de arcilla e hidróxidos metálicos, cantidad de materia orgánica, temperatura, contenido de oxígeno, etc. Todos los factores inherentes al metal son modificables por factores físico-químicos ambientales (Chapman, 1982; Murphy y Spigel, 1983). El pH afecta a la especiación química ya a la movilidad de muchos metales pesados. Así, por ejemplo, al aumentar progresivamente la concentración de iones hidroxilo, el Cd2+ forma secuencialmente diferentes especies de hidroxilos. Cd2+ CdOH+ Cd(OH)2 Cd(OH)3 Cd(OH)42- Soluble Soluble Precipitado Soluble Soluble Los demás metales pesados se comportan de forma similar. Los cambios de pH pueden influir fuertemente en la adsorción o liberación de cationes por las sustancias orgánicas. (Rosas, 2001). El potencial Redox influye sobre la especiación metálica, los equilibrios redox están controlados por la actividad de electrones libres y los sedimentos están sometidos a unas condiciones redox determinadas, que pueden afectar el estado de algunos metales. Así cuando los sulfatos se reducen a sulfuros la tendencia es producir la precipitación de los metales (FeS2, HgS, CdS, MnS y ZnS). 2.8 Criterios de Calidad de Sedimento En México no existen normas para evaluar la calidad de sedimento, es por ello que se utilizó el Criterio de Calidad de Sedimento que establecen Long y Morgan (1990); Persaud et al. (1993), para estimar la calidad del sedimento de la presa A.L.R. Los criterios de calidad consisten de sedimentos contaminados (LEL, Nivel de Efecto Bajo) y sedimentos altamente contaminados (SEL, Nivel de Efecto Severo). Un sedimento se considera contaminado, de acuerdo al criterio que se supere, si los dos criterios mencionados son superados, el impacto se considera severamente afectado. Si sólo se supera el mínimo el impacto se considera moderado. En el presente trabajo sólo se aplicó a los metales Cd, Cr, Cu, Mn, Pb y Zn; el Fe se tomó en porcentaje (%) por sus altos valores en la naturaleza.