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Capítulo IV
Celeb-Tala
Rápidamente ubicamos a Van, estaba sentado a la orilla del puerto a un lado de
un barco el cual parecía ser el nuestro.
-¡Van! –gritó Orion corriendo hacia él.
Van volteó y levantó su mano en señal de saludo.
-Necesitamos tu ayuda con algo –dijo Orion.
-Claro que necesitan mi ayuda, sin mí no podrían hacer nada.
-Sí, sí, como sea. Tenemos un grupo de elfos que solían ser esclavos de
los nobles, necesitamos llevarlos a Tallabanna y además de ellos, se nos unirá
una persona más que nos ayudó a liberarlos –dijo Orion un poco molesto y
apurado.
-¿Elfos y una persona nueva que los ayudó? –Van sonrió burlonamente –
tengo que ver esto. Yo los sigo.
-Ya que has estado aquí un rato más y eres un poco familiar con el terreno,
¿conoces alguna manera de escabullir veinte elfos sin llamar la atención? –
pregunté.
Van volteó a los alrededores –se me ocurre algo –dijo –pero no sé si
funcione.
-Cualquier idea nos sirve –dije.
Van señaló a un par de marinos que estaban subiendo al barco tablones de
madera bastante grandes –están subiendo esos tablones por si, una vez que
lleguemos a nuestro destino el barco necesita reparaciones poder repararlo rápido.
Lo que se me ocurre es poner a un par de elfos a cargar esos tablones y cuatro
que se vayan atrás de la madera para que no se vean y que puedan pasar
desapercibidos.
-Me gusta la idea –dijo Orion –sería bueno hacerlo rápido ahora que los
puertos tienen mucha gente trabajando.
-Iré a hablar con el capitán –dijo Van –no creo que se rehúse, al contrario,
estará feliz de ayudar.
-¿Por qué estaría feliz de ayudar? –pregunté.
-Porque el capitán es un elfo –contestó Van mientras caminaba hacia el
barco –ustedes vayan a mover a los elfos para hacer las cosas rápido. Los veo a
bordo.
Orion y yo fuimos por los elfos rápidamente y pusimos el plan en marcha
inmediatamente.
-¿Lo lograron? –preguntó una voz atrás de nosotros.
Volteé y vi a Axel –sí, ya están casi todos los elfos en el barco, sólo falta
este grupo de elfos –señalé al último grupo que ya estaba subiendo al barco –y
claro, también faltamos nosotros, no más subimos y estamos listos para partir.
Que los elfos ayudaran a cargar los maderos nos ahorró mucho tiempo.
-Que bien –dijo Axel –entonces subamos para ya irnos.
-Opto por lo mismo que Axel –dijo Orion –por cierto Axel… ¿y tú caballo?
-Oh, sí… mi caballo.
-Sí, ¿qué pasó?
-Ehmm… digamos que llegué a los establos y ya no estaba. Supongo que
me lo robaron y no tenemos el tiempo para buscarlo, ¿o sí?
-Lo siento, pero es cierto, no podemos perder tiempo en buscar a tu caballo
–dijo Orion.
-Sí, comprendo –respondió Axel –hay que abordar para ya irnos de aquí.
Abordamos el barco y, Van junto con el capitán, nos esperaban en cubierta,
Van con un cigarro encendido y el capitán exhalando humo de su pipa.
-Bienvenidos a bordo –dijo el capitán –mi nombre es Larandiel y, les
agradezco que hayan ayudado a mis hermanos. Hay camarotes para todos y
pueden pedir lo que sea en el bar, para ustedes es gratis en agradecimiento –el
capitán era alto, ojos verdes, cabello a los hombros pelirrojo y vestía una
armadura ligera de cuero.
-No hay de qué agradecer –dijo Orion –simplemente no puedo dejar que un
ser vivo sufra sin razón.
El capitán sonrió –bueno, espero encuentren cómoda su estadía en el barco,
iré a dar las órdenes para zarpar. Los camarotes están por allá –señalo una puerta
abierta con escaleras que iban hacia abajo –las bodegas están por allá –señaló
otra puerta a nuestra derecha –el bar está allá –señaló una puerta que estaba a un
lado de la puerta de los camarotes –y mi camarote está por allá –señaló una
puerta en la cubierta superior –cualquier duda que tengan pueden acudir a mí,
estoy ahí casi siempre. Llegaremos a Celeb-Tala o en su idioma, Puertos de Plata,
los puertos de Tallabanna mañana por la noche. Nos vemos después –se despidió,
dio la media vuelta y se fue.
* * *
-Y bien –dijo Van –¿no piensan presentarme a su nuevo amiguito?
-Soy Axel, mucho gusto. Tú debes ser… ¿Van? –pregunté dudoso.
-El único e inigualable –dijo Orion sarcásticamente.
-Precisamente como el enclenque lo dice –dijo Van sonriendo.
-No creo que lo haya dicho con mucha estima –dije –pero bueno, supongo
que no es de mi incumbencia.
-Así como no será de mi incumbencia si el enclenque muere en pelea –dijo
Van conservando su sonrisa.
-Es cierto Axel –dijo Orion ignorando completamente a Van -¿qué te lleva al
continente de los elfos?
-Tengo una misión de mi padre, quién es también mi contratista -por
llamarlo de cierta manera- de conocer a un elfo en específico y, si me es posible
llevarlo a que conozca a mi padre.
-Oh, ya veo –dijo Orion.
-¿Cómo se llama este elfo del que hablas? –me preguntó Jade.
-Bueno, supongo que puedo contestar esa pregunta, ya les tengo un poco
de confianza. Se llama Martell Disperia –contesté –tengo entendido que es un
príncipe.
Noté un poco sorprendidos a Orion, Van y Jade –nosotros también vamos
por el mismo objetivo –dijo Orion.
-¿Quién es tu padre? –me preguntó Van –digo, se me hace extraño que un
humano quiera conocer a un príncipe élfico.
-Oigan, los invito al bar a seguir esta conversación –dijo Jade –me falta un
poco de alcohol y un asiento, además de que el barco está a punto de zarpar y
prefiero estar ebria cuando eso pase.
-La idea de Jade me agrada –dije –tengo un poco de hambre.
-Entonces la conversación seguirá en el bar –dijo Van mientras
caminábamos al bar.
El bar estaba bastante acogedor. Había un pequeño escenario para
presentaciones de bardos o bailarinas en una esquina del bar, una chimenea un
poco grande en la esquina contraria al escenario, todo lleno de mesas y la barra
justo en el centro. El bar estaba básicamente vacío, todos los marinos estaban
trabajando en zarpar, sólo había dos mesas ocupadas cuando llegamos y
nosotros ocupamos la tercera, cerca del escenario.
-Perfecto, estamos en el bar –dijo Van –ahora sí Axel, me decías, ¿quién es
tu padre y por qué…
-¿Qué les puedo traer? –preguntó una mesera amablemente
interrumpiendo a Van sin darse cuenta. Era una mesera joven, humana, debería
tener unos 17 años, cabello negro agarrado en una coleta.
-Bistecs para todos y diez litros de cerveza al centro –dijo Van un poco
impaciente.
-Muy bien, enseguida lo traigo –dijo la mesera despidiéndose con una
sonrisa.
-Bueno –dijo Van una vez que la mesera se retirara –por tercera vez Axel,
¿quién es tu padre y por qué tanto interés en un príncipe élfico?
-Bueno, yo soy Axel Fairwind, hijo del rey del Templo del Cielo, Raimon
Fairwind. Él me mandó en esta misión porque quiere discutir la posibilidad de una
red de comercio entre los elfos de Tallabanna y el Templo del Cielo.
Jade y Orion me vieron con sorpresa.
-¡Carajo! –exclamó Van –más nobles. No es nada personal Axel, pero odio
a los nobles.
-Lo siento, no decidí ser noble –dije.
-Sí, sí, como sea –dijo Van -¿sabes que en teoría, te tendríamos que matar
aquí y ahora? –Me dijo Van mientras Orion ponía una mano en su lanza sin
quitarme la vista de encima.
-¡¿Qué?! –Exclamé.
-Verás Axel, sabemos perfectamente las intenciones de tu padre y sabemos
que tú objetivo es matar o secuestrar a Martell –dijo Orion hostilmente.
-¡¿En qué momento dije eso?! –Pregunté bastante confundido –les acabo
de decir mi razón de ver a Martell.
-Entonces princesito, o tú nos estás mintiendo o tu padre te mintió –me dijo
Van tranquilamente.
-No comprendo –dije.
-Te lo voy a poner fácil –me dijo Jade –tenemos información de que el
Templo del Cielo ha sido “contratado” parece ser que por el rey de Édola para
matar o secuestrar a Martell y así llegar a un acuerdo forzado con Phreed Disperia.
Nuestra misión es detener eso –me quedé atónito ante la explicación de Jade.
-¿Entonces? –dijo Orion.
-No… no sé qué decir –contesté –lo que me están diciendo es nuevo para
mí, y aunque sea mi padre lo que están diciendo hace mucho sentido.
-Por lo menos yo no confío en ti –me dijo Orion –pero de mi parte tendrás el
beneficio de la duda es decir, no te voy a quitar la vista de encima jamás, pero
ahora te atienes a nuestro objetivo, y cualquier cosa chistosa que intentes hacer,
pues ya me viste pelear.
-Yo lo mataría ahorita –dijo Van -¿para qué arriesgarnos a que nos mate
mientras dormimos?
En ese momento llegó la mesera con nuestros pedidos –aquí tienen –dijo
amablemente -¿desean algo más?
-No, muchas gracias –contestó Van.
-¡Buen provecho! –dijo la mesera retirándose.
-No creo que sea necesario ni buena idea matarlo ahorita –dijo Jade
mientras se servía cerveza –estoy más del lado de Orion, ver qué hace, y si hace
algo “chistoso” o en algún punto nos conviene, pues matarlo –dio un trago a su
cerveza –si lo matamos ahorita lo más seguro es que tengamos problemas con el
Templo del Cielo, aparte de que ya nos ayudó una vez sin razón para hacerlo.
-Mayoría de votos es mayoría de votos –dijo Van –vivirás por ahora
princesito.
Comimos y bebimos silenciosamente. Ahora era un prisionero con justa
razón. Después de comer decidí irme a mi camarote a pensar y si me era posible,
dormir.
Mi camarote era bastante sencillo, sólo tenía una cama, un pequeño ropero,
una mesa pequeña con unas cuantas velas, una silla y una mesa de noche con
dos velas. En el cajón de la mesa de noche, igual que en el cajón de la mesa
pequeña, había fósforos, los tomé, prendí las velas y me acosté. No podía dejar
de pensar en mi padre, ¿por qué él querría asesinar o secuestrar a Martell? ¿De
verdad tenía malas intenciones o la información que recibieron Jade y su grupo
era falsa? Se veían muy seguros de lo que hablaban, tan seguros que me hacen
cuestionar las intenciones de mi padre, el rey de mi pueblo.
A la mañana siguiente me levanté tarde y cansado, las velas se habían
consumido por completo. Por la pequeña ventana entraba un haz de luz, debían
ser como las 11am. Salí del cuarto y fui al bar para desayunar, hacía una brisa
bastante agradable. Después de desayunar decidí ir a mi camarote a encerrarme
de nuevo y seguir pensando en lo que estaba pasando.
En la noche, a escasas horas de llegar a Tallabanna, después de haber
pensado un poco más, fui con Orion y compañía encontrándolos en cubierta.
-Oh, ¡miren, el princesito! –me saludó Van –no hemos sabido nada de ti,
¿has estado informando que te tenemos capturado?
-No, pero hay algo que necesitan saber –les dije.
-Entonces dilo –dijo Van –veamos si recuperas la confianza de estos dos y
te ganas la mía.
-Bueno, entre ayer y hoy que estuve pensando un par de cosas y llegué a la
conclusión de que si mi padre realmente tiene intenciones hostiles no pienso
ayudarlo, pienso cuestionarlo y ver si se puede llegar a una decisión menos…
caótica.
-Muy bien, me agrada escuchar eso –dijo Orion.
-Ahora, mi trabajo era hacer las cosas de una buena manera, es decir,
persuadiendo a Martell de acompañarme. Si mi padre tiene realmente las
intenciones que ustedes dicen, tengo miedo de que no sólo me haya mandado a
mí, sino que también haya mandado asesinos por si yo no conseguía hacer las
cosas sin sangre.
-¿Por qué estás dudando de tu “contratista” y a parte delatando lo que pudo
haber hecho? –Me preguntó Jade.
-Antes solía decirme exactamente que iba a pasar con las misiones, me
daba información completa, pero eso cambió hace un par de años porque una
misión salió muy mal, mataron a casi todos excepto a un amigo mío y a mí, pero
quedamos bastante heridos. Desde entonces ya no se me dan misiones
“complicadas”, sólo se me dan misiones de hablar y sacar información o ser un
embajador o negociante. Ya me ha pasado que la misión termina siendo otra cosa
de lo que se me había dicho, y en alguna ocasión si hubo un asesinato cuando mi
misión era hablar pacíficamente con un líder mercante algo poderoso de Csheksa.
La situación es muy diferente ahora, sé los planes de mi padre y de cierta manera,
puedo detener el asesinato de Martell.
-Si hubieras sabido los planes de tu padre en la ocasión del mercante de
Csheksa ¿hubieras intentado detenerlo? –me preguntó Orion.
-No estoy muy seguro –contesté –ese mercante era bastante corrupto. Sí
hubiera evitado que se muriera, pero hubiera buscado otra solución a su
corrupción.
-Ay Axel –me dijo Van riendo –creo que tu padre está jugando contigo.
-¿Por qué lo dices? –pregunté.
-¿Por qué el rey de un plano separado -independientemente del nombrequerría detener una red de corrupción en la ciudad más corrupta del continente
humano? Francamente no creo que haya tenido el más mínimo interés en eso. Si
la intención de tu padre era destruir una red de comercio corrupta, matando al líder
no logró nada. Otra persona tomará o ya tomó su lugar. Para destruir una red de
comercio corrupta se tiene que atacar a la red entera, o cortar el subministro de
productos de compra-venta.
-¿Cuál es tu punto Van? –pregunté.
-Creo que tu padre tenía sus que veres con ese mercante corrupto del que
hablas y lo mató por una deuda personal. Incluso creo que cualquier persona que
esté involucrada en asuntos con casi cualquier persona de Csheksa, está metida
en asuntos cuestionables. Csheksa es la ciudad de los más corruptos.
-Por explicaciones de mi padre pensé que la ciudad más corrupta era Édola,
incluso creía que Csheksa era seguro.
-Sí bueno, Édola también es corrupta pero no llega al nivel de Csheksa. En
Csheksa hasta los capitanes de escuadrón son corruptos. Te falta ver más del
mundo princesito.
-¿Cómo sabes todo eso? –pregunté interesado.
-Escuchas muchas cosas y aprendes muchas otras viviendo en la calle un
tiempo –contestó Van.
-Muchachos –dijo Jade –sugiero que vayan agarrando sus cosas y
poniéndose listos para el desembarco, puedo ver los puertos cerca. Yo voy a ir a
abastecerme de alcohol para no comprar allá.
-Entonces nos vemos aquí en media hora –dijo Orion sin dejar de verme.
-Yo estoy listo –dije –aquí los espero.
-Yo me quedo con el princesito, también estoy listo –dijo Van –entonces te
decía Axel –se volvió conmigo ya un poco más serio –Si tu padre te jugó esa
broma de mal gusto en Csheksa sus intenciones matando a Martell no pueden ser
muy buenas y menos si no te dijo nada.
-Mi pregunta es ¿ustedes de dónde sacaron esta información? –pregunté.
-Aquí entre nos: Jade, Orion y yo no nos conocíamos, pero teníamos un
amigo en común en Édola quien es soldado, se llama Faustus. Faustus es muy
amigo de otro militar que se llama Mikaw, la hermana de Mikaw es una líder de
escuadrón en Édola. El padre de ambos, Horus, es un elfo que actúa como
embajador en la relación de Tallabanna y Édola, sin embargo tiene muchos
contactos en ambos continentes y una red de espías bastante buena, él fue quien
nos contrató para esta misión y él personalmente fue quien nos dio esta
información. Después de haber escuchado tus experiencias en Csheksa confío
mucho más en la información de Horus que antes, parece que si no conseguimos
salvar a Martell las cosas se van a poner feas entre elfos y humanos pero ¿eso en
qué le beneficia a tu reino?
-No tengo idea Van, aún no estoy muy metido en asuntos de gobierno o
política, no puedo siquiera darme una idea de por qué a mí reino le convendría la
muerte de Martell –le contesté pensativo. Se comenzaba a escuchar al capitán
gritando órdenes para llegar al puerto y preparativos para el desembarco.
-Ya veo –dijo Van pensativo mientras sacaba un cigarro –en lo que me vine
a meter... por lo menos la paga es muy buena –dijo para sí mismo.
-Bien, estoy lista –dijo Jade mientras caminaba hacia nosotros tomando a
una botella de licor y con otras cuatro amarradas a su cinturón -¿aún no llega
Orion?
-Ahí viene –le dije señalando a Orion que venía saliendo de los camarotes.
-Oh, genial. ¿Alguien gusta? –Jade nos ofreció licor.
-No, muchas gracias –respondí, Van sólo hizo un gesto negativo.
Después de un día entero que se me hizo una eternidad, llegamos a los
Puertos de Plata y era una vista espectacular. Los puertos estaban hechos con
madera élfica tallada con adornos y runas élficas, los barcos que estaban
anclados al puerto no eran muy grandes pero lo que carecían de tamaño lo
compensaban con belleza. La costa no era muy grande y no muy lejos, como a
300 metros, se podían ver muchos árboles pero no lo suficientemente juntos como
para llamarle bosque. Sin embargo lo más impresionante de todo es que aunque
fuera de noche se podía ver perfecto sin antorchas debido a -supongo yo- un tipo
de luciérnagas que estaban a montones por todas partes hasta donde alcanzaba
la vista y emanaban una luz plateada. Sé que será una vista que jamás olvidaré.
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