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I T í K G r O S DK «aUSGHintON.
Madrid
I^foviiicias
^*tranj(jrí)
AÑO X I X . - N O M .
XV.
I'HKGUJW IiK ^ U a C H i C i l U N A P A L Í A H
DIREGTOn-pnoriKTAiaO, D . ABELARDO DE CARLOS.
3.% pcscfns.
40 iil.
SO id.
A D M I N I S T R A C I Ó N , CARUIíTAS, 1 2 , P^I^-C1PAL.
26
id.
Madrid, 22 de A b r í ! de 1875.
Cuba y Pacrto-Eico. . . .
KitipinaB
Méjico y ILÍo <l^ la J'lata.
BELLAS
ARTES
™^*""fl.—E(rllfi3!irlp»; r» e.-tiiti"¡nte
- fj í'!í/u XVII r,-gni.lo el ymjoíf ,i;o]iii
1 ^'"'"i'<i il.l Br. CrUit., proiiauwl
T-i of- Muriiucii úu Üai 1 rln. — Kíx-uer« M d ü Cerviiiiu.'H. Ai-.ariiaailln de Al) " - t n » u del ule id« JdcüraiKJ, ei, lu,
j ; , , "^tüv^ ijrts,, CervAntes y diiin ¡e HJ
IJ «'"7' """^ «liduLicfl del 'i«í»-/f iw
• « • Jiivii,l|.nc..jTa; Jnterlor du la pM•
«on (l^ U i M i i i t ^ pi, la eiisnde Mc-
7 |)uiOK rac>U:a.
B
Í-.Í.
B
id.
efecto, cronista i la ligera, rjne
debo, corno los pajarillfis, volar
de rama en ratna, agÜAniMaB
todai*y nddt'teniéniJüniricn ninguna, penetrar en intrincada»
aelvas, llenas de trampas y do
artimafias pnra cazar á las inocentes avecillas ?
De modo alguno, y líbreme
Dios de caer en tules celadas; ;•
ántiiB me ocurrirá pai«.'ar por la
calle de Segovia en la parte qua
cae bajo del viaducto, que tratar de la paz, de IOB catcdrátiC08, de la milifjía y oirán cainpnnns mus 6 nx^non ruidoKa^quo
voltean estoR días en e! campanario de U política.
o
o o
ra . I-'—'-^'•'"«iiH ilLisiriMla de la giier. ; l-ii víviic e n M u i n c EÍIJIIUIM. I 1.1^ J o d e l H r . P.-liutr. , — Aiuiiuiiuuuja
«M»tUx«í duEíimña. Xwmíi.irt: SL-pul' "ol arj.oi iapii D. J-OJH! t i r u t t u n M
Alt
' '''^ ' " ^™- ~ iíui-iwnj úú d o n
' < i i i K i X l I , T e y d « E8i.anu„~iI.ihnjo
¡J^_*f. ViL|||.j„, .—itetrnWisdeliifipiertu, "'""-' ''"•" sldu procluiiJiidus • n,rJ5'"iiis en t i u<.ii8i>toriif da 15 Oo
A i i ' ? ? ' " ' ^ ' ' " " " ' ^ ' = W Kiiipeíador tto
"stria }• ol Hfy d e l i a l i u fttravesinikt
jj^'-niiFil de S,«i ilarcos.—bu l'idals A
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'•'''""* de] [uruyecLad» uiliieL
_ ^ ™ ; ' ^ ' i O e u d L-atiulue la AlalM-lia.
jl^*™"""^—Lúndrea: Partida de bíter / " ' ' * " ' ' '''I <jiiiiiptti;iici» i)or mioíel J í ' " " " ' ' ' ^ *""• «Wi'lc^^v. a''<!i»iio
lla.i
""'''*• ^"U liLiWHy uiLauíeUa-
CEHERAL.
HUMABIO.
t¡j^^"^'^iíiracJoncB. — Lft cuesV, t "^''gil-isa en Alcmaiiin..—
''tns poi' la na/..—AnLniacion
ticíi
^'''^'^" lití;raria y artlslJ(» ^" 'ic'iifir de CcrviitiLuM,—
llün ^'''•J*^''"^.—Certúnitinca ile
f|^s y de i^ocbia. — Un i-oloj
i^rWntoao.
todoB loe BHceBoa, rnús <j
^^^"OBitnportaTitPR, c¡ne rccien^telian acaecido calien en
riaii ¡'^'"''''^ <-'» filas, pero cBtaopri • '*' '""''^ ostrfclms y
. ''^*^ y liii-stamifoniM.
<^ ^^ '^L.irospumle ú m i , en
12 pcBOs fuurUa.
IB
ir).
15
id.
Kn triB Hcman Ani6iirj<B fijan el p r c - i " Irm Srrd. AfcnlíM.
SUMARIO.
REVISTA
LIUO.
SRMKprrtit.
ASO.
^ ^ • — n c v N i n p c n e m l , por I ) , Liiii
Tonso.—Nu(..[,iuí5 (fralJluíoa , por non
f!'*""" H a n i í i c z di; V e l a s e n . ^ Cer.?'*'*>• t'l Cdiuln de Lcnií^B, [lordoa
«0"ltu 1.ÍK CaeUo, InrtivLliio cnrrcsP^nilLcjiti; lie Us AettdíTOifiH Esimñoln
jO"o I t l I i B t o r i a . — L a inüirrreiftclon
MiüMlipadol f¿»->)(,-(ftr(. I ) , r i T í l o n
«aiintL de In, li,:villa. — Cnitus pnrt"EiiBea, pai- i,. A„gj.] a» Mirou.iu.-liorde del abisiuu, lioceto ilo novela
J^^ttoiíacion I, inn- U, Te(MloTi>Giier'"• ~"^'iniid y Bscfidii Ocl tune! mb^ n r i n o de V,ú„U á t i w e r , iior E. M.
, ] - ~ l^piUiH'is de loa Srps. EeLnoBO
« i n v u i , por II. Fi-i-iiiiii de In Puontt
J aiiwecliuu, «..•iidéiiik» ili! lu Eapnflo• Uua ii, uiin j g girttitud , ]Mr dou
íViC-üu di! KavBrfui^,—AdvcrtiTioiFi.
i R i b l t n i a du ajedrea. — Llbriispri;iiadijB eii cBut litslutíuiím !>• r imtu"•"UeuiiurLH, iiot V,-Aiiiincl«H.
K«
UN EgTUDÍANTK [il-l BUiLo X V I ] , LEVKNDO Í I . « O C I J O T E » .
( Copla del cuadLO ddl 3r Cano, propUdsd del Sr, IfaniTiéa de CavlrlR.)
Prefiero dar, ante todo, cuenta de do8 fieclioB, ^'entajosoB é
itnportantee ú notorio, y que
ofrecen la pnrliciilaridad de ser
de igual naturaleza y de bnberBC verificado en el iiiͫiiio dia y
á la iiiisiua bora. Aludo á Ja
inauguración del primer trayecto en el ferro-carril empezado
de Medina del Campo á Salamanca, y tt la inauguración de
las (jliras para el asilo benéfico
de las HeiTftimiUin de ¡/injwbres.
Arabas inftugairaciones se verificaron el domingo último, de
10 á 11 de la maftana : A ta
Beguodií atiÍHtió H. M. el Rey
que, con Tiolülile aiierto expresó lo que lo agrada anoeiar wi
noiiiUre á ciinnlo reduinie en
[irovcclio del país; y a poniendo
la primera piedra en un edificio
destinado ¿ la instrucción pública, como bizo al llegar á EHpafla en Barcelona; ya baciendo lo prttpio en un albergue de
la cíirídad, eoino abora ha realizado en Madiid.
A la inauguración de la vía
férrea se asoció por au parte la
religión, representada por el
obispo de Salamanca, que no
menos oportunamente manifcKt(i que «la Iglesia católica no es
refractaria, como creen algunoa, jil desenvolvimiento de l[«
adelantos modernos.» Creencia
qne fleria, i mí entender, de i l -
LA
tÍBÍiua ímportancÍBi nfundiren el ánimo de muchos, asi sacerdotes c<iiiiu titile», ahí adverBiiritifl como amigos.
La roligion, fjiie CK la luz ilel ucutimiento »o puede divorcitinte janifts de la civilización que es la Uia de la inteligencia,
jLUSTaAciOK
ESPAÑOLA
Y
AMER^ICANA.
ras consideraciones se desprende una coosecnencia muy seria y profunda, de igual forma que de una insigniñcante
semilla brota un árbol corpulento.
Y es Itt consecuencia, que en Madrid debe haber muchos
desahuciados y muchos
simples.
o
o o
Y precieaniento ea la cuestión religiosa la que cada día
Kscribiendo lo anterior, me ha traido la lucmoria como
pri'ocupa man á las naciones y la i[iie se convierte en clave por la mano el tan conocido conio por lo connm equivocalie la bijveda politica.
damente citado distico d e :
Alemania, y á nombre de Alemania BiHinartk , muestra
« Por<]ue como las piisa el vulgo, es jwsto
niáa encarnizamiento cada dia con los subditos de la IgleHablarle en necio para dat le gusto, »
sia romana; con lieclioa y con derechos, con leyes directas
Y del Artt nuevo de hacer comertlas, donde están estos
y cotí disposiciones sesgadas, ca<la dia se acentúa más la
versos
comprendidos, á Lope de Vega sn aut<u', no jiav más
pcfBecucion contra el catolicisuio,
A, cada paso se inicia un conflicto — conio en Bélgica que un paso, y de Lope de Vega á OervánteH, sn contemhápocH) ha sucedido, — que aunque se conjure deja ver poráneo, otro, y de Cervantes á su aniversario, que ha de
celebrarse dentro de tres días, tand)icn es muy corto el
traH de si algunos otros.
Por otra parte, ese altivo imperio parece apercibirüe de trecho.
Eu el aalon del Senadt» se verilicará la <'erenionja, y por
contíntuf para la lucha, cual si más que rehuirla quisiera
de
pronto ofrecerá una A'entaja inestimable, y es que forprovocarla, y otras naciones—Austria quizási antes f[ue
las demás — parecen recoger el guante y apelar á las más mando parte de la función la lectura de algunos trozoa del
liigeniom Húfaltfo, no podrán ya njunnurar los maldicienaniigaü para diaponer BUS armas.
tes que en aquel aitio no se ha oido en nuestros dias hablar
Después de todo lo cual, con .'iene advertir que, según el
correctamente el castellano.
Duque Decazes ha manifestado, la ¡dea de la paz domina
Literatos tngigneB y actores afamados ae unen para reneu las cancillerías europeas.
Üerá asi, y yo aun más que lo creo lo ansio, pero la paz dir tributo al mejor novelista qnc cuenta en sus anales la
universal «e va pareciendo al movimiento continuo en dos historia de las letras, al que dejó como legado glorioso áan
cosas: en que no puede liallarKO en absoluto y eu que sin patria un libro que no ha sido por naitie aventajado; un
d u d a , con objeto de bailarlo más pronto, ni cesan IOK sa- libn) (juc no ha tenido sucesores, conoi Don Iju'jofe tampoIjioa de mover sus mecatiiamns ni cesa la paz de andar de co los ha tenido ni es de creer que loa tenga.
Y en verdad, ¿quién en estos tiempos se lanaaria al camun punto á otro, pero sin estacionarse de una vez y para
po sin más fin que acorrer menesterosos, deafocer agravios
siempre.
y castigar malandrines?
»
No pudiera decirse otro tanto de Sancho Panza, ¿ Acaso
¡ Ali! ¡ai abatiera el vuelo esa deidad purísima y celeste, no quedan aún rústicos, ignorantes aunque taimados, qne
fuente de venturas y prosperidades, sobre este suelo cuyos se ponen A servicio de cualquier aventurero, que á su somcampos tras tantos y tantos años de g u e r r a , más que con bra procuran medrar, y sufren azotes y manteamientos, inagua 80 fecundan con aangveí [Si interpusiese su verde jurias y estacazos á trueque de lograr el ffobierim de una
l»i»lina entre los comhalientcs y trocado el encono en amor ínsula que esté, como la Barataría, en tierra ñ n n e 'i
y la cuchillada en abrazo, fundiese en una sociedad culta,
trabajadora c ilustrada, sus encmigosy diaperaoH miendíros,
Mas dando de mano á consideraciones qire más que licomo de la combinación de elementos mortiferos y ponzoñosos logra la ciencia remedios saludables! ¡Si cu vez de terarias pudieran parecer políticas, y más que políticas
golpear todiís con furia insana el vacilante alciizarde nues- impolíticas, volaré en alas de la imaginación — que es el
tra patria, acudiesen & reparar ans destrozos, á fortalecer ave más rápida é incansable que conozco — a una verdadera ínsula, á la Gran Bretai'ia por ejemplo, donde entre
su« bases y á enaaiichai y embellecer BU recinto!
otroa BuceaoB de los que pudiéramos decir que están incluidos en el gasto ordinario de la crónica; sobresale ano que
Superficial mente considerado, no parece Madrid la capi- merece cuenta aparte.
Trátase de que el Principe de Gales emprenda un largo
tal de una nación donde tantas desdichas acaecen, porque
— según eu diversas ocasiones ha manifestado — apenas viaje ó la ludia, esa región tan interesante para las ciencias
decrecen eu ninguna época del año la animación que reiua y las artes y tan admirablemente descrita por el ingenioso
que nunca ha estado en ella.
por donde quiera, ni enumdece ese perpetuo coro de alegría novelista francés Merj'
que resuena en los oídos del pensador entregado á las trisEl heredero del trono de Inglaterra va á recorrer detetes reflexiones que las calamidades sugieren, como las juve- nidamente el país de los antiguos Brahmanes y de los moniles voces que cantan alegres la Pascua y escucha deade dernos tugs, y donde una buena porción de fanáticos se
su oscuro apíiaeiito el viejo doctor Fausto.
hacen destroBar pin' las ruedas del carro do un idolo absurni más ni menos que hacen los abnolutislas vii EsY li Ift poatrc, ese mismo Hlósnfo, ese misuui pensador, ne do
cansa de ll<irar ajenas cuitas y estudiar abstrusas ciencias, paña,
y lanzando el caduco ropaje del saber se entrega al primer
Mpfistófelca del placer ijue aurge ante su paso, y se lanza
(.)tro personaje notable—rio la península ibérica, y no de
a n d o de deleitables emociones al torbellino de la vida.
la isla británica—ha emprendido también un viaje, aunque
Y be aquí por que ae multiplican los teatros; por i^uc se
lie más modestas proporciones. líetiérome al de Emilio
llenan los salones, por qué ae pueblan loa paseos, y aun no
Castelar, que ha marchado á Italia donde, según creo, comenjutas las lágrim.Ts del pobre y agonizante invierno, suepletará las noticias que há menester para publicar su seltan law primeras carcajadas de la festiva, riente y volupgunda parte de Rfij-im-i¡nn de aquel país. Y aai como las
tuosa primavera.
antiguas gateras venecianas—de aquella V'enccia tan asome
o o
brosamente descrita por el célebre orador—tornaban, tras
Tjügico es, por lo tanto, que la gente convei'se y se ocu- largo navegar, aportando de Oriente rico cargamento de
pe de las funciones que va á inaugurar Arderius en el cir- aromas penetrantes y brillantísimas estofas, así al regresar
co de Rivas, prósimf) á convertirse en panorama de cua- á s u patria traerá Castelar repleta la voladora nave de su
dros vivos , pero mucho más vimn que los llamados así fantasía, de imágenes deslumbradoras y frases elocuentíhabitualmente, y de la empresa que tomará i sn cargo loa simas,
jardines del lletiro, y de laclase de espectáculos que allí se
ü^arrollarán al dulce amparo del fresco de la noche y de
cualquier linaje de lícitos recreos con que la primavera y
el estío brindarán a los habitantes de esta villa.
Kl ya expresado Arderius ha anunciado la compañía con
quf.' cuenta y las fiinciftnes (]oe prepara, en forma bufa —
couio el género que cultiva — c imitando el ef^tilo, ya celebérrimo del no menos celebérrimo doctor (rai'rido.
Al propio tiempo, eu el leatro-cafc de Capclbmcíí se i'cpresenta una pieza que lleva por epígrafe El doctor Barrí• fio y en el de la Alhambra otra que se titula El dof.kir GorrUlii. l>e esta anorte ese apóstol de la farmacia empírica,
esc Dulcamara de los desahuciados, coiisigui', no lan s<jhi
que las estrectias columnas de la i.'uaria plana de La C"rveípoiiih-nña f^e rellenen con sus anuncios, sino que sn nombre se propague y sostenga siempre vivo en la memoria.
Yo no sé loa puntos que en materia de perspicacia calzaré el DOC/ÍJP , pero seguramente no le faltan lecciones de
gramática parda ni una regular díjeis de sabiduría práctica, puesto que si no lucrara cuu sus espcciftcos, no contaría cojí dinero para invertirlo en anunciarlos. Ue esLas lige-
o o
Con igual acierto que Caatelai' ha elegido la primavera
para su artística escureion, estación que, como su poderosa
inteligencia, se anega en rei^plaudores ,^' cu matices, lia
elegido Valencia algunos domingos de Abril y Mayo pava
celebrar su certamen de Hores.
Ya olniH aüt>s se ha verihciido allí esta tiesta do las gallnniaN liijais ilc los janline», de las thircs, sí, (jue como
siempre han asegurado los poetas, son en la naturaleza
como las umjeres en la vida, y que adquieren sus nuts vividos colores al priuier beso del sol, como las mujeres al
primer besíJ de ümor..,.. Y basta de poesía y de botánica.
Me permitiré hacer nua breve excepción á favor de la
primera,, recordando otro certamen realizado estos dias en
honor del poeta -lesus Rodríguez Cao, que. según es sabido,
murió á los quince años para eterno pesar de las letras, La
escritora Angela Grassi ha obtenido el premio, habiéndolo merecid<i con una <d)ra, La Gota (h ugmi, cuyo mérito
binguUr le lia Vítlido dÍMtiiicion tan lisonjera.
N." XV
Las honras tributadas á la memoria del poeta niño consuelan un tanto de esas que en todííS los países y en todos
los tiempos se consagran, con entusiasmo constante, á la
memoria de conqnistadores y guerreros, cuya vida para circuirse de gloria loi eauaado la destrucción de muchas vidas;
genios que, semejantes al rayo, no resplandecen sino para
herir.
Conifi quiera <pie sea, las generaciones admiran y se
asombran de esos genios, lo cual es nmy lógico, poniue el
bonibre siente necesidad de admirar siempre alguna cosaNo hay sino pasar por la Can-era <le San .Jeióutmo uno de
estos dias,—y VV. perdonen que tan bruscamente abata
el vuelo de mi estilo,— y se verá un grupo de gentes, que
con semblante eu que el asouibro se determina eti mayor
ó menor grado, contemplan un reloj que ofrece todas las
apariencias de lo portentoso. Consiste en mi disco de trasparente cristal suspéndalo de doa cordones, y en el que no
aparece por parte alguna el mecanisruo en cuya virtud giren las saetas y marquen las horas trazadas sobre el cristal.
Líis transeutites se mara\'illati de este misterio, y sin embargo nadie se maravillado tantas entidades como e.-íisteii,
horarios vivos, cuya mano señala exactamente la hora ile
su recompensa sin que so vea funcionar nunca el mceanismo de BUS niéritos,
•-'11 de Abril.
Lt"is ALFUNSÜ.
NUESTBOS GRABADOS,
l'\
F.STirtlANTE DKL arril.O XVII, LliVEXno KL iiQfl.lOTEí".
El Sr. Jlarquéade (iaviria, por mano de nuestro distinguido (imigo el Sr, D. Leoprtldo A. de Cueto, ha tenidtf la
bondad <ie franquearnos este gracioso y lindo cuadro.' IJO
reproducimos con sumo guato en la página primera, osi
por lo simpático del Munto, como por su feliz des^mpefio.
Cuentan que Felipe IV, al ver UD dia desde las ventanas
de BU palacio á un estudiante que se paseaba solo, por una
ladera del Manzanares, con un libro abierto en la mano, y
haeiendíi ademanes de extraordinario regocijo, exclamó:
«Ese estudiaote ó está loco, i>
' está leyendo FI QHÍj<ilf,.y>
CreemiíS que esta tradición lia dado asunto al ingenioso
cuadro del t^r. Cano. El conteiito y la risa están admirablemente expresadas en el rostro y en la actitud del estudiante. La absoluta soledad de la extensa campiña hace sentir
con claridad completa que aquel arranque de jubilosa admiración emana exclusivamente de los donaires del libro inmortal.
El Sr, D, Eduardo Cano, insigne pintor sevillano, ha demostrado nuevamente, en esta sencilla pero expresiva <ibra,
la elegante naturalidad y el delicailo sentido que sabe dar
á sus artísticas creaciones. Aun no ha olvidado el público
madrileño loa bonrosos triunfos que alcanzó en vái'ias Esposiciones, con auH tres bellísimos lienzos : Oihm en el c(i«vento (hhi. Háhi/Ui; Don AIÍÜI-O iJe Luint eiiternulii tfc [linosna, i: fmM- la CafñUtti reribiendo lúa ben(!a-¡(rtieif tic Ion
cauüws de Málaga.
HEf:ut:iirKja ntt CKnvÁSTEf-.
(Jiircel y rneA del alcalde Hcdriuio, ca ArgamuiilIjB da MU*.
Celebrándose mañana, 211 de Abril, el 269." aniversario
del fallecimiento del inmortal Miguel de Cervantes Stiuved r a , creenms oportuno presentar en la pág, 252 una vista
del exterior de la casa de! alcalde Medrano, que aun existo
en Argamasilla de Alba, y otra del interior de la cárcel,
donde estuvo preso, en la misma casa, el inftdiz comisionado de apremios, y en la que fué mt/entlrado, como dice
su inmortal autor. El hiijeninm Jiidaltjo D. t^uijnte de í<^
Mancha.
En aquella casa de Medrano se hici' ron , en 1KG3, por «'
primero de los tipógrafos españoles contemporáneos, el
inolvidable D. Manuel Rivndeneyra , dos ediciones del V"''
jote, una de lujo y otra econóndea, y on el pnWogo que escribió para la primera nuestro respetable amigo el emiucnte
literato D, Juan Eugenio de Hartzenbu;icli. se describen a»^
la casa y la sombría cárcel;
II
la i[uc le sirvió de prisión se sostiene en pié todavía.
maltratiulo y ruinoso el corredor que da vuelta al pati", '"
demás de la fábrica subsiste dnrailero. Pásase del pa*'"'
cruzando el corredor, á un sótano dividido en dos pisos: al
primero comunica luz, aunque poca, un agujero (pie da al
soportal del corredor, y parece abierto inodeniatneiitc; cccibe]ftitud>ien por el vano de la parte superior de la pncrta, que tiene unos paloa vertii'almcnte puestos como hierros
de verja; el piso inferioi' aun .¡^oza méiuw luz, iHirque se "*
perjnite esrasísima una "lentanilla ó respiradero q i n ' d a ' i
la calle y descansa en la línea del suelo. Dicesc que cstu^
Cervantes arriba; casi á oscuras hubo de IiallaiTic, ya
tuvieran preso en lo menos hondo, y a en lo más lírofoi" ^'
de la cueva. Bajo aquella bóveda, que se alza poco ni»s f •
dos metros sobre menos de trea de anchura, y cuya lonfc
tud se acorta con la escalera de descenso al piso más baj '
en aquel tenebroso encierro, en aquel angustiado cofre i
col y cauto, concibió U fecunda mente de Cer^'úntcs la i< ^
N.» XV
>A J LUSTR^ACIOM
vastisirna, trÍHtc alguna VPK, regocijada casi siempre, de BU
t:N VIVAC EX MONTÜ ESQCISZA.
El grabado de la pág. 2511, dibiij» del Sr. Pcüícer, repreHciita luia animada cstejia de campamento.
Es de ndchc, y el espacio CRU cubierto de uegraB nubes:
loB HoldadíiH custodian et campauíeuto del lloute Esipiinza,
y atiiiiiosoB aún, » pesar de la doble Inclia (lue sostienen
contra el enertiigo , y á veces contra los elementos desencadenados, nnoR He agrupan alrededor de las codiciadas fogatas y couveraati amiatoeamente, olvidándose de las peuaHdades de la cauípafia ; otroü llevan á cabo los trabajos que
les encomendaron sns jefew respectivoy; algunos, anua al
brazo delante del campo carlista, ejercen ex(]uÍBÍta vifi^ilancia, mientras en las tiendas cercanas se entregan ans cauiaradas al descaueo.
ZARAGOZA.—REPULf'EÜ DEL AIlZOIl[^rO LPKA, EN I.A REO.
i^ii la antigua capital del reino de Aragón, y anexa á la
'gieaia metropolitana de La Seo, ó del Salvador, estala
«apilla de San Miguel Arcángel, que sirve de parroquia, y
cuya fundación CK debida al arzobispo césarau gusta no don
Lope Fernandez de Lima, en la Era 188L
'-'«tentase en dicba capilla el sepulcro del fundador, priinorosa obra de arte qite aparece fielmente copiada en el
íífabado de la pág. tíáG: es de blanco alabastro, y son bellísimas las estatuas que le decoran y las delicadas labores
de ans nidios, doscletea, frisíis y demás adornos.
Sobre la urna sepulcral yace la efigie del arzobispo, y al
frente, en la pared, Imy una tarjeta que contiene la insíífipciou funeraria, fle;?nn la cual el piadoso prelado falleció en uno de Ion últiínos dias de Marzo de 1382. •
RETRATO IHí DON ALFONSO XII, BEY I>E E S P A S A .
rtiblicáiiiosle en la pág. 257, copiado (por el distinguido
artista Sr, Vallejo) de los retratos fotográficos que lian ai<lo
'lechos recientemente cou objeto de que airvan de ntodelo
para la acufiacií>n de la moneda y estampación de los sellos
dealinados á toda la documentación oficial.
í rí^cindiendo de apuntes biográficos, que ya liemos dado en números anteriores, séanos permitido manifestar otra
"^tz üueatro ardiente deseo de que el reinado del joven monarca sea el principio de un nuevo período de ventura para
'a patria.
VENKCIA.—VÍSITA UrcL E>Il'RriA[)OR DE ACSTBIA AL REY
riE ITALIA.
I rofnnda extraüeza canaó en Euríipa la noticia, i'otnunicada por el telégrafo en los últimos dias de Marzo, de que
^1 Emperador de Austria se proponía visitar personalmente
al Rey de Italia, y nada menos que en Venecia, la antigua
cuidad de loa Dux, cuyo nombre debe excitar recuerdos
liada gratos en la mente del iluatro jefe de la casa de
'líJpsbnrg.
ARI he realizi'i, sin enjbargo.—S. M. Francisco José ajíistii»
^11 Trieste á I.i inauguración de un monumento construido
cu lionor lie Maximiliano de Austria, el infortunado empe'ador do Méjico, y en seguida aaliú para Venecia, á cuya
ciudad llegó el liines, 5 del actual, siendo recibido en la
estación de] ferro- carril por el Itey Víctor Mannel.
Abrazáronse afectuosamente los dos nionareas. y luego,
bJiuando asiento eu una (fmrfnfa artísticamente engalanada, fueron conducidos por el Canal y á través de una in"lensa muttittul de góndolas y barcas, ocupadas por los individuos de la corte y del municipio, y de un pueblo nuuierosD qne los vitoreaba con entusiasmo.
El segundo grabado de la púg. !2()0 representa este auce^ - I''eaen ib arcaron los monarcas en la Fianza (Te San Mar'•")>' el Emperador fué hospedado en e! Pala~zo Eeale. El
iiuercoles partió para Trieste, después de haber recibido sefíttladiis pruebas de afecto por parte de sus antiguos subditos, los VGUGcianoa.
l o s NUEVOS CAliÜEXALliS.
l'-u la pág, •¿\yO publicarnos los retratos de los [irelados
'^atólieua que luin sido pnjclamado.s Canlenales de la Igle"'^ Hoinaiia, cu d t.'ousistorio de 15 de Marao liltímo, por
^'lÍNintidad Píu IX.
^'O^'SESÜII I.)OMEN[iT. liAiti'oi.lNI, italiano, ca secretario tic
^,,'*U''eg<r:kme dei R¡t¿ y Qnnónigo de la basifica de San
'•""vanni Laterano.
I>KcirAMi'R (Viclor Augusto Isidoro), belga. Knci¿ el 6
^ I*i(.'n;n:ilire de 1812, y fué preconizado arzobispo de Ma^s eii 18(57. Perteneció durante muchos atios al periodis^•J eatúlico de Rrusélaa, y es considerado como uno de tos
••criiores múa ilnatrados , sentados y laboriosos del partido
TJe milita, contra el titulado catolicismo liberal,
MANN]NO (Knrique E d u a r d o ) , inglés, nació en Tollerid-
I pero Mr. Manning buscaba con ferviente auhclo la
ESPAÑOLA
/
2fil
MER^ICAKA.
verdad religiosa, y al encontrarla tn la Iglesia católica,
después de examen profundo y con el auxilio de la gracia
divina, hizo abjuración solemne de aus antiguos errores, y
se convirtió al catolicismo en 18Ó1. Andando el tiempo,
después de la sentida muerte dfil ilustrado y piadoao cardenal Wisseiiian, ocurrida en l>^fi5, Su Santidad Pío IX confirió á IVionsefior Manning el arzobispado de Westniinster,
elevada dignidad eclesiástica que todavía desempeña cou
piadoso celo el ilnatre prelado.
MAC'CLOSKI, americano, oriundo de una antigua y virtuosa familia irlandesa, nació en Blokln liácia IWÍI, y actuahnente ocupa la sede arzobispal de Nueva-York. El capelo cardenalicio destinado á este arzobispo es el pritnero
y único que ha sido concedido basta ahora á un prelado
norte-americano.
LEUOI'HOWHKI (Micialao d e ) , arzobispo de Poaen, es el
más joven de los cinco, pues nació en ü o r k , Polonia prusiana, en 1821. Ya en el número XIV de L A ILUS'I'RACION
de 1874 ofrecimos a nuestros suscritorea un buen retrato y
algunos apuntes biográficos de este ar/obispo, quien, no
obstante su parentesco con el emperador (juilleniio , ae halla sufriendo en la cárcel de Oatrow la condena de tres años
de prisión que le impuso en d año último el tribunal de
Negocios eclesiiisticos del iinperii),por su valerosa pastoral-protesta contra las famosas leyes de Mayo de 1872, que
señalaron el principio de la agitación religiosa que desde
entonces fermenta en Alemania, y que boy está á punto de
producir gravísimos conflictos. A la prisión ba ido ¿ b u s carlo el capelo cardenalicio con que ba premiado su resignación criatiana el bondadoso Pío IX , como en el siglo x.v]
e] Papa Paulo I I I premió también cou otro capelo la fe y
constancia del venerable obispo católico Juan Fiaber llerkeley, encerrado por orden de Enrique VIII de Inglaterra
en la Torre de Londres, de donde sólo había de salir para
el cadalso en la mañana del 22 de .lunio de 1535.
Por último, en el mismo consistorio fué proclamado cardenal Monseñor Pietro Gianelli, arzobispo de Sardia y secretario que fué del Concilio del Vaticano.
LfJNDltlíH.— PAETIDA DE IJtLLAR SOaTEN[DA TÜB LOS MÁS
UÁBCLES JUGADORES.
CERVANTES Y EL CONDE DE LÉMOS.
En el aniversario de la muerte de Cervantes vamos á
tributar un nuevo recuerdo á au uieinoria.
Nuestro amigo el ingenioso críticí» 1 \ PIOSC María Asensio ha publicado recientemente en el Ateitfj^i, perÍi'>dico sevillano, un curiosiaiino artículo acerca del Conde de Lémos,
protector de 'Cervantes; trabajo apreciable en todos conceptos.
En ampliación de sus noticias, puedo boy comunicar algunas muy peregrinas que he hallado eu un códice d é l a
Bibhoteca famosa de D. Fernando Colon, en la que tantos
tesoros se encierran.
Sabido es que Miguel de Cervantes tuvo gran empefio
en formar parte de la comitiva literaria que iba á acompañar á I.t. Pedro Fernandez de Castro, Conde de Lémos,
cuando éste iba á tomar posesión del vireinato de Ñapóles.
Ignóranae laa causas de no haber querido el Conde llevar
consigo á t^rvántes, como llevó á varios literatos. Mostróse éste quejoso de los Argensolaa en su Viaje ifel Parvaso, casi como atribuyéndoles la negativa é indiferencia
del Conde de Lémos e[i este caso.
Enfermo (.'ervántes y deseoso de ver á Ñapóles y recordar en esa ciudad dias de su juventud, pretendió, en la esperanza de recuperar en su clima grato su salud, ser uno
de los favorecidos.
¿Cuál hubiera sido la vida de Cervantes en el tiempo del
vireinato del Conde de Lémoa? Probablemente no hubiera
tenido ocasión de publicar sus novelas ni poner término á
la segunda parte del Ingenioso Hidalgo Don. (Juijote de ta
Mancha,
Las fiestas y laa academias literarias que repetidamente
se hacían lo hubieran distraído de sus grandes tareas, empleando su ánimo y su ingenio en obras fugitivas, de aquellas que otros poetas escribieron y de que boy sólo se alcanzan Vttgaa memorias.
En la citada Biblioteca C^ijlonibiua hay uji MS. que se
diatingue asi; « B. 4."—450—8» y ae intitula de este modo:
«.Libro en que se trata de todas las ceremoniais aroxtumbradax hacerle en el Palacio Real del Rein/i de NápoleM y del
r¡nhie}~no piteiíto en luz y en su j/unto por Miguel Diez de
Aitx, continuo y enfrefenitiopor S. M. el am MDCXXtt. n
Todo cuanto se relaciona con Cervantes tiene un gran
ínteres: por eso creo que será sumamente agradable á los
entendidos saber el género de vida del Conde de Lémoa en
Ñapóles.
Dice Diez de A u x :
Como quiera que en España, principalmente en Madrid,
tiene tantos apasionados el noble juego del billar, á la vez
distracción honesta y saludable ejerciciio, creemos que nuestros lectores verán con agrado la viñeta de la pág. 2tí4,
que ae refiere á un gran certamen de billar sostenido recientemente en Londres por los más diestros jugadores de la
(íran Bretaña.
Uno de éstos, Mr. Cook, que viajó en el verano último
«Don Pedro Fernandez de Castro, Conde de Lémos, vino
por los Estados-rnidos sosteniendo ventajosamente nuá este reino pi>r virey, lugarteniente y capitán general.
merosas partidas con los más liábiles jugadores de aquel
Hizo su ingreso eji la forma que los demás vireyes
Copaia, inició la idea <lel certamen; idea que fué acogida al
menzó á ejercitar su cargo con mucha autoridad y granpunto por dos apasionados del juego de billar, MM. Burdeza, vistiéndose el manto real, llecantlo los pajes degcuhierroughes y Watts, quienes ofrecieron repartir entre loa ventns 1/ en tmer/}o¡ // el cahalleyi-M ú pié y alentrUo, dando
cedores la cantidad de lHO libras esterlinas, concediéndoles
llave dorada al c/iiuarero mayor, h>doa los gentiles hombres
además al primero una buena medalla de oro, ^'alor de CrOO
de cáruarii y copa, y asimismo á los pajes de cámara y á
libras, y proponer la Celebración de im raeefinr/ pura desigI los demás mo/.o's de cúiuara del retrete y estriv<h>, giiardanar los odio jugadores que debiau sostener el certamen,
; ropa y porteroa, llave |)avonad!i, ipic eran una inlinidad
y fijar las condiciones del iniHuio.
I do liavea, llevando también S. E. la llave dorada de la
Estas fueron aencillatneiit<í: cada jugador sostendría la i cámara de S. M,, como gentil hombre de ella. »
partida con otro jugador, y el que ganara mayor ni'uuero I Describe después la asiduidad con que el Conde de Léde c«r«w^toí«» en un tiempo d a d o , resultaría vencedor/>f/r- moa se dedicó al despacho de los asuntos del gobiei^no.
cüd, y ganaria premio, obteniendo el primero y la medalla
« Abrazf'i loa negocios (dice) deste reino con tanta volunel que superase á todos los demás; luego, el total dQ los
tad y amor cjue trabajaba y notaba de su puTio, como si
premios ganadow por los vencedores se reuniria en fondo
fuera im eaeribiente de escritorio. Abrazó jnucho, y por
común para distribuirlo entre los mismos, á p r o r a t a , según
BUS eufennedadea le mandaron los médicos no trabajar
loa puntos ganados. — Esta última cotidicion fué establecitanto, y así no apretó nacla.ii
da á consecuencia de las inucbaa opuestas que se cruzaron
Dediciise el de Lémos á procurar la enseñanza pública, y
entre los jugadores y los amaieura que se interesaban por
para ello hizo lo que Diez de Aux refiere en estas palabras:
ellos.
«Dejó por memoria de su gobierno el estudio y escuelas
La partida empezó á verificarse el 23 de Febrero último,
en el magnifico Billiard Safoon que Mr. líenett tiene abier- que hizo fabricar sobre unos edificios que el Duque de
to en Londres (^Í15, Oxford Street); el jurado del certamen Osuna, el viejo, habia comenzado, dedicándolos para la
habia hecho colocar eu el centro de aquél una lujosa mesa caballería real, dejando puestas sobre la puerta principal
de fresno de Hungría, primorosamente tallada, con relie- las armas reales y las suyas por memoria del-dicho e<iifives de roble é incrnatacíones ile marfil y oro ; los concur- eio. Ga«,táronae cu él más de diez útil ducados, con los
rentes, desdo laa primeras horas de la luañana. pasaban cuales luibiera pudid'» acabnr y poner cu perfección el padiariamente de iO^.i, tantos como podían tener cabida en la lacio real nuevo, comenzado y fundado ]>or memoria (SÍ/J)
el Conde y Condesa de Lémon, su padre y madre,i>
espaciosa sala.
«Tuvo por huéspedes en su tiempo (añade entre otras
(Icliíi diaa duró la partida, y o l rcHuItado fue el siguiente:
Mr. -(. Uoborta, de Londres, ganó el primer premio y la cosas Diea Aux) al Gnidr de Villnmediuna. quien bahía
medalla de oro, por haber vencido ¡i los otros siete; Mr. Al- venido de España, el cual le hizo un famosisinio torneo en
frcd Üeiinett, de M¡<llans, el seguudo, vencedor en cinco la plaza de armas de palacio, significando en él U montajuegos; MM. Cook y Stanley, de Londres, y Mr. Taylor, do ña encantada, de donde salían nmchos leones, osos, tigres,
Liverpool, el tercero, por haber ganado cada uuo cuatro; gigantea, monstrui>s, sátiros y otríis muchos salvajes. D¡ó
Mr. Kilkenny, de Yorkaliire, el sexto, vencedor en tres; librea de sus Cídores al propio Conde de ly-mos y al MarMr. Timbrell, de Liverpool, el sétimo, que ganó dos, y qués de Santa Cniz y ú hia hijos del Comle de Bi-uaverite,
Mr. .loseph Benuett, de Londres, el octavo, vencedor de capitán de la guardia, y ú todos los tudescos de la g u a r d i í ,
liaata á laa duefiaa de palacio. Hubo cuadrillas muy famouno.
saa, con muchas y diversos invencioues, porque entraron
El grabado referido representa la sección de la partida juen él la mayor parte de loa principes y señorea del reino y
gada en la mañana del 2G entre Mr. J, llenuett y Mr. S. W.
muchos forasteros con riquisimos mantos y libreas. Estuvo
Stanley, en la cual cate campeón ganó a] primero por 115
asistiendo á verlo la Condesa de Létnos con más de cien
piujtos, pn una hora y 23 luinutos.
tittdadas y si-ñuras, t!u uu tablado, debajo del miradur de
ElfiEUlO MAhTJNt:/ DL VULAbCO.
palacio, cubierto todo de riquii.tmot.. brocadob. PÚSOBC «ti-
252
LA
iLusTí^Acioist ESPAÑOLA Y y^MERiCAw^A.
BECUERDOS DE CERVANTES.
INTüim'iil! l ' i i ' l . A
[•iilóliji
H E L i i t i i . i ; . I i.
I'.l^ !-•• i -i.-.t
IT. Itt i'.liiinM/,
X." XV
CRÓMICA
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— (Dir.xr.¡o UKL S U .
PKLUCF.U.)
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US VIVAC tN MOKTfi EBQÜISZA.
.
254
LA
mismo otro tablado adonde aaistieron seía jueccB para juzgar el valor de cada uno, con riquiaitnoa prccioa. los cuales
se repartieron entre la Vireina, Condesa de Gelvés, que era
sel huéspeda, y las demás aeñoras. Aaiatiú asimiHtno en di. c ^ tablado el cardenal Spinelo, que eatuvo piiljlico al lado
de la Vireiria, y el cardenal Aquaviva oetuvo mirando en
tas ventanal* de palacio embozado.»
Ciertamente los aticionadoa"á nuestra historia literaria
estimarán en lo que vale esta noticia de la bizarría y generosidad del galante poeta el Conde de Villaniediana, tan
famoso por sus artistas y temprano y misterioso fin, noticia hMta hoy no conocida.
No fueron menores las tiestas celebradas en Ñapóles durante el vireinato del Conde de Lémoe.
aTuvo aaimismo, prosigue Diez de Aux, por huésped al
infante de Titarruefos y al Duque de Oauna y Duquesa RU
mujer, que venían de Roma y iba por virey de Sicilia. Kuvióle ú recibir con su eompafiia de gente de armíut, armailaa de todas piezas, con el estandarte arbolado, y otra de
caballoK Hilaros y u n a compañía de infantería del batallón
de Avena. Hospedóle Mifíuel Diez de Aux en la ciudad de
Aversa, de la cual era gobernador en aquel tiempo. Salieron sus Excelencias á recit)irle con todo su baronajo colateral y tribunales y loutinos hasta la iglesia dtd burgo de
Santo Antón, enviándole primero un caballo de diestro con
doce lacayos y su caballerizo mayor para el Dui[ue de
Osuna, saliendo la Condesa en coche para recibir en él la
Duquesa de Osuna, como lo hizo. Fué auntuostsimo recibimiento, iiacíéndole salva general todoa los castillos v escuadrón de la gente de guerra, Fué su huésped por espacio
de algunos meses, y luego se partió para su gobierno del
reino de Sicilia.»
Después do tratar de otros recibimientos de personajes,
habla, como no podia menos de hablar el autor, acerca de
la famosa Academia fundada por el Conde de íjémos.
«Dejó asimismo (escribe) por memoria una Academia
que se hizo eu palacio muy grandiosa, criando príncipe de
ella, donde se trataba y díscurria de la poesía y otras ciencias., Y esto por haberle mandado loa médicos que por sus
enfebnedades tomase algún' entretenímientíJ y se apartase
algún tanto de los negocios.•»
Tal era hi vida del Conde de Lénios en Ñapóles. Allí
flecibiú las dedicatorias de las más de las obras de Cervantes, y dfsíle alli h-' remitía ausilios y sin duda ciitaciones
para proseguir en la publicacii>n de KUH admirables (d)ra8.
La gratitud y el amor de Cervantes á su protector ilustre han quedado consignatlos en sus postrimeros escritos.
• y bueno es aquí hacer constar, aunque de pasada y en
honor de K.^paña, que Cervantes no murió en la miseria,
pues él mismo confiesa en el prólogo de la segunda parte
del Quijote que recibia pensiones del Cardenal de Toledo y
del mismo Omde de Lémos.
; Lrta pi>etas entusiastas cervantinos han tomado un lugar
común para dar sentimiento á los versos que suelen dedicar anualmente en loor del escritor famoso entre loa famosos, y es pintarlo casi muriendo de hambre. Esto no pasa
de una vulgaridad iudiscreta, ofensiva al buen nombre de
la patria y, sobre todo, á lo que verdaderaímente sucedió.
No fué Cervantes rico, pero no murió en el atiaÍLdono.
La Iglesia y la nobleza lo protegieron.
Por eso es de lamentar que algunos de los qne celebran
á Cervantes empiezan por ofenderlo, porque para el gran
escritor es una ofensa ijue no se con<izca lo que por él hicieron el Conde de Lémos y el Arzobispo de Toledo.
Bastan por hoy estas noticias y observaciones, que senin
seguidas de utcas de gran interés miis adelante.
ADOLFO DE CASTRO.
U
INTERPRETACIÓN SIMBÓLICA DEL QUIJOTE.
1.
JLUSTÍ^ACIOK
ESPAÑOLA
Y
AMEÍ^ICAÍJA,
N.» XV
Para que este elemento de la obra aparezca, es necesario mos expuestas, puea quizá no hay otra producción hteraria
que pasen muchas generaciones), hasta llegar ú un periodo en que niá.s de relieve aparezca la dualidad que liemoe inmás adelantado de civilización, capaz de comprender ln dicado, y en que sea más ]>a!pable la íliferenela entre el
que, anticipándose á su tiempo, concibió el artista sin sa- propLiaito del autor y el resultado obtenido por sus esfuerberlo ni quererlo. Entonces, cuando el fin concreto que el zos. Por esta razón suelen causar tal extrañeza en los liteautor se propuso está cumplido, cuando su obra ha perdido ratos adocenados y en los críticos vulgares las apreciacioau carácter de actualidad, cuando—á no haber en ella más nes que el (Jaijote ba merecido á la crítica moderna ; apreque lo que él quiao que hubiese—dormiría acaso, á pesar de ciaciones cuyo examen es el objeto del presente estudio,
su belleza, en el polvo del olvido, aparece en todo su esplendor el sptritus intuít que la animaba, el verdadero y
profundo sentido que en ella se escondía, la trascendental
El Qajjoie pensado y concebido por Cervantes, el Quijote.
y levantoíia concepción que la hace digna de aer estimada hUu'irico (si vale la palabra), el Quijote que conocieron y
y celebrada en todos los tiempoa, y que la reviste del ca- comentaron sus contemporáneos y después de ellos la marácter univeraal humano qne, juntamente con la belleza de yoría de los eruditos modernos hasta época muy reciente,
la forma, da eterna vida á las grandes producciones del no es otra cosa que una discreta y donosísima sátira de los
bello arte.
libros de caballería, en que va envuelta «na amarga censuLas obras de aite ¡pie no consiguen este grado de per- ra tlel ideal caballeresco de la Edad Media. Kl Quijote eterfección giizan de reníunbre entre los eriiditoK, peni no de íirt, el Quijote que no ]iensó ni presintit'i, ni (pliso escrilúr
universal popularidad. La belleza de la forma uo basta por Cervantes, es una aUlHiina y prufunila concepción que resí sola á cautivar el ánimo, si bajo ella no palpita algo uni - trata la oposición eterna entre lo ideal y lo real, entendiversal y humano, algo que pueda ser comprendido y sen- dos en la fonna y manera que expondremos después, y no
tido en todos los tiempos y por todoa los hombrea. El poeta con la vaga generalidad con que suelen entenderlos los que,
que, có:iBcia ó incónsciamente, alcanza de esta suerte ú re- sin maduro juicio ni atento examen de la cuestión , acomeflejar en su obra lo que es eterno en el hombre — idea, pa- ten la difícil empresa de escudrifiar el simbolismo del Quisión, carácter, fieclio ó problema—dando á sus concepcio- jote.
nes esa eternidad que, lo meramente histórico y local no
De no establecer la distinción que dejamos indicada, de
logra, alcanza el más alto punto de perfección que es posi- no reconocer en las obras de la talla del Quijote loa dos eleble al artista.
mentos que hemos expuesto, y de negar lo que hay de inPero lo eterno que el artista canta se encubre bajo lo consciente en esa altísima manifestación de la esencia hutemporal, como lo genérico bajo lo individual. El arte es mana que se llama genio, se han originado dua gravea ersiempre individualización de ideas y lo absoluto en él lia rores en la interpretación de la obra de Cervantes, e r r o r ^
de ocultarse bajo el disfraz de lo concreto; de otra suerte, que procuraremos señalar, y que, sobre torcer y viciar el
el arte se reduce á la fría y abstracta exposición didáctica, recto sentido de la critica, han engendrado una terrible casólo tolerable en manos de un Lucrecio. El hecho aislado, lamidad literaria peraonificada en una raza de literatos no
el individuo, el m<]mento histórico, el último detalle de lo menos terrible : el cereantiumo y loa ferrantístan.
accidental y transitorio bastan al verdadero artista para
El primero de estoa dos errores consiste en de8Ct>nocer la
reflejar en ellos lo absoluto que su mente contempla. De realidad de lo que llamamos el Quijote eterno y ceñir todo
eata manera encarna (ioetlie eu una vulgar leyenda de la estudio critico al examen del Quijote histiirico, sin reparar
Edad Media su grandÍDso ensayo de la epopeya, y basta en que la letra mata y el p.ñpiritu vivifica. Los que tal piensan
á Sliakspeare una antigua conseja para crear la figura más no ven en el (Jaijote más que lo que vio Cervantes, esto es,
grande del teatro moderno, la personiÜcaeion más acabada una donosa sátira de los libros de caballería, expuesta en
del escepticismo soñador y melancólico, el ¡lamlet.
forma de entretenida novela, y niegan todo valor y vej'datl
Esta fusión de elementos hace que en cada una de estas á lo que hfiy «e llama intei'jn-etuciotí «imJ^ófica de la obra de
grandes obras existan bajo superior unidad dos cnncepcio- Cen.'ántea.
nea distintas , histórica ó temporal la una, eterna la otra. El
Los que tal piensan eatán incapacitados para reaolver
vulgo se apasiíuia de la primera, no sin vislumbrar como una dificultad que hasta para destruir el estrecho criterio
ignota sombra la segunda; ésta, en cambio, es objeto de que en sus investigaciones les rige. Y es que ai im huestudio para la critica. ICn el Fauato, por ejemplo, el esca- biera en el Quijote otra coaa que una sátira de actuali,
so vulgo que lo conoce no ve más que la acción dramática, dad, por grande que fuera su btdleza literaria, no Indiicra
mientras el critico descubre la ci>ncepcion metafísica. Para alcanzado tan universal fama y renombre áun en pueblos
el vulgo, Fausto ea el antigno doctor alemán,deaesperado extraños que, leyéndolo en lengua exótica, no pueden aprey Bombrio, Mefistófeles el diablo tradicional del cristianis- ciar los encantos de su forma, ni encontrar interés alguno
mo, y Margarita la virgen candorosa de rubioscabellos, victi- en la pintura de costumbrea y tipos anticuados y para ellos
ma de la impureza del primero y d e las Iraídoras artes del se- ajenos. Si el Quijote no fuera más que eso, ni su fama trasgundo.Para el crítico, Fausto es el espíritu sedientodel ideal, pasara los Pirineos, ni para los mismos españoles fuera
mal aatiflfecho con las contemplaciones de lacienciay ansio- otra cosa que una bella novela, muy entretenida y discreta
so de placeres que salisfagau al corazón y á los sentidos; Me- sin duda, pero que, falta de todo ínteres de actualidad, nó
fistófeles el principio eterno de negación y duda que el en- gozaría de la inmensa popularidad de que disfruta, sólo
tendimiento opone á los anhelos de la razón yálossueBos de explicable si hay en esta obra algo universal y humano qwe
la fantasía, y Margarita e! ideal soñado, profanado, corrom- no ae encierra en los estrechos lítiiites del círculo de ideas
pido, y trocado en objeto de hastío cuando se mira conver- é intereses que inepiroron á su autor. Destruido el ideal catido en hecho. El vulgo no sabe cato, pero lo presiente, y balleresco y con él su literatura, y cumplido, por tanto, el '
con maravilloso inatiutu convierte en personajes genéricos fln y propósito de Cervantes, su obra no excitaría hoy malos que en la obra de arte son individuos, dando asi testi- yor ni más utiiversal interés que otras que se propusieron
monio del carácter de universalidad que revisten. Por cao objeto análogo, y lo llevaron ¡i cabo no sin gracia y destodo espíritu escéptieo y sarcástico es para él un Mefistófe- enfado, y que, sin embargo, no han extendido su fama
les, todo positivista un Sancho Panza, todo sofladí)r aven- más allá de los países en que nacieron, ni en ellos gozan de
turero un Quijote, y todo caballo matalón un Rocinante. verdadera popularidad, Tales son El Pantagvuel, de RabeInconsciente, alcanza el vulgo á descubrir con instinto por- lais; El Morcante mayor, de Pulci; El OrlaruJo enamorado,
tentoso lo que la ciencia si^ln sabe después de laboriopos y de Bojardü, y acaao El Manda furioso, de Ariosto, que
profundos análisis, porque en el espíritu humano las facul- hoy nadie aprecia raáa que el reducido círculo de loa litetades intuitivas están en razón inversa de las facultadea ratos de profesión. Don Quijote, y Snnclio Fmt-a, conveitianalíticas y reflexivas.
dos en tipos genéricos, universales, aplicadoa á todo linaje
Como ya hemos dicho, no siempre el poeta ae da cuenta de personas y condiciones , son la más cabal refutación de
de la obra que lleva á cabo, ni entra en sus propósitos pro- esta estrecha doctrina. Para cjue los personajes de una
ducirla tal como reaulta después. Lo inconsciente es un obra artística lleguen á ser tipos universales, para que adelemento del espíritu , real y evidente aunque poco conrtei- quieran una vida tal que apenas nos resignemos á creer
do y estudiado. Las ¡ntuicicmea maravillosas de loa poetas que no han existido realmente, es menester que en esa obra
(no sin razón llamados vaie.x\ de los músicos, de los pinto- y en esos personajes haya algo que sea couiU[i á todoa los
rea, de todoa los artistas en general; las inspiraciones, los tiempos, algo universal humano, algo absoluto y permasueños, las visiones de los reveladores, de loe profetas y d e nente que no se encierre en loa límites de un siglo. De otra
los extáticos ; los rasgos de valor de loa héroes y de los már- suerte, esa obra y caos personajes hubieran perecido con
tires; los presentimientos, las simpatías y antipatías, el el iíleal de que eran burlesca parodia, y vivirían hoy únicaamor mismo, suelen aer manifestaciones de lo inconscien- mente en la historia de la literatura, pero no en la fantasía
te, de que no sabe darse razón el anjeto en que se produ- de las nmchedumbres.
Es privilegio de los grandes ingenios producir obras de
tan ánkplio y universal sentido, que franqueando los estrechos limites del tiempo y del espacio, extienden su iniluencia y oatciitan su valia en todos los chmas y en todas las
épocas; obras que en el limite de lo individual retlejan lo
que es común á todos los hombres, y vivirán, por tanto,
mientras exista la bumonidad sobrtj la tierra; obras, en
Rum»f que no son solamente produ^íto reflesivo del entendimiento, sino explosión misteriosa é inconaciente de esa
divina fuerza que se llama genio.
Hay en estas obras dos elementos completamente distintos, li saber: un propósito dehberado, uti fin preconcebido,
un pensamiento maduramente rellexionado por el autor,
propósito, fio y pensamiento que no suelen traspasarlos cen. Qué sea lo inconsciente no ea cuestión que liemos de
limites de ima época y de un pueblo; y una concepción de debatir a q u í : limitémonos á indicar que si algo i'cvela en
carácter universal, un fin de profunda trascendencia, un nosotros la existencia de algo ideal y divino que no alcanintimo y prodigioso sentido que el autor no pensó ni se zan á penetrar la razón ni la experiencia, es este elemento
propuso, y que aon producto de lo que hay de inconsciente inconsciente de nuestro espíritu , al cual, más que á la refleen el espíritu, y muy principalmente en el genio. Éste se- xión discursiva, se deben los hechos más nobles de la vida
gundo elemento suele permanecer velado por largo tiempo, y las más bellas producciones del arte.
sin que alcance á descubrirlo la critica contemporiiiea del
La obra inmortal de Miguel de Cervantes es una de las
autor, ni el autor miamo, que de seguro sintiera asombro más luminosas pruebas de esta gran verdad. Al Quijote puey manif-ístára ¡ncredtilidad ai ¡ílgnien llegara á revelárselo. den y deben aplicarse todaa las consideraciones que deja-
Esta opinión es errónea por ser exclusiva é incompleta,
más no porque carezca de un indudable fondo de verdad.
Es cierto que Cervantes no se propuso más que ridicuhzar
la literatura caballeresca, y con ella el idea! que la inspiraba , pues á su claro ingenio no podia ocidtarse qne la primera era fidelísimo reflejo y consecuencia legitima del segundo, y que éste pereceria envuelto en los ruinas de aquella: pero es cierto también que inconscientemente creó, n|
concebir esa sátira y por razón del modo como la concibió
y compuso, el profundo, trascendental y dramático poema
N." XV
LA
que Ift crítica moderna rectuioire encerrado bajo eea sátira,
el (,ia¡iole eterno velailo bajo OBP Quijote liistóiñco que destniyij Ift literatura caballeresca.
Kdta madera estreclia y literal de entender el Qii'jff^ ^^
creado un cervantÍBinii niniio y mezquino que por largo
tietíipo ha prevalecido entre noaotroH. Loe partidnrioB de
esta interpretación, desconociendo el valor filosófico y conceptivo de la obra y ateniéndoee eólo á aue tn<''rit09 literarioa,8eljan
entregado á IOB niiis núimcioftos auália-ií'f^raniaticales y retúricoH, y á los comentarios miís inútiles y
empalagosos, unos para poner faltat; ¿ Cervantes, otros
para eonverlir en bellezas ana verdaderas faltas, mnchoa
para imitarle servilmente en empachosas disertaciones académicas, todos para profanar la obra y empequeñecerla
critica.
Coutra este error se ha suscitado otro. A esta interpretación literal se lia opuesto otra libérfiíua. viciada en lo ffeüeral por el desconocimiento de lo ineonscieute. Para los
que representan esta opinión, IÍL obra de Cervantes eucierra un sentido oculto y levantado, qne para los más consiste en la oposición dramática de lo ideal y lo real, respectivamente personificados en D. Quijote y Sancho Panza. Otros
han creido ver en la obra mía sátira política de actualidad,
escrita con cierto sentido antimonárquico, ó al inénoa autiáináetico, y cuyo blanco era Carlos V, representado en Don
Quijote. Otros, convirtiendo á C'ervántes en tiliisofo racionalista, demOcrata, republicano, y no sabemos si federal
'fitrausigente, han creido ver en la obra una especie de
ftpocalipgis profética revolucionaria. Y ñnalmente, otros,
einpequeaeciendo y rebajando la obra y el autor, han presumido (jne el Quijote se reduce á u n a serie de sátiras personales, inspiradas en mó^•iles njezquinos, y han empleado
una gran cantidad de agudeza é ingenio en probac tan desventurada tesis.
iJe todas estas liipútesis é interpretaciones sólo la primera es legitima y plausible. Síu negar que puede haber en el
Vwí/rjfe aliiBtones punzantes, y para nosotros indescifrables,
* ileterminados personajes de la época, sin deaconoccr que
Cervantes era, con relación á su tiempo, un espíritu liberal
y algo despreocupado, no es posible admitir, sin embargo,
'eoríuB que le convertiriaTi en inexplir'ahle monatmo. Se ne*^ita desconocer jKir completo el espíritu de aquella época
para suponer que pudiera caber en una cabeza española la
'dea de pouer en caricatiii'a at veueediirde Pavía, ni menos
la de exponer en forma enigmática itieas que no presentían
millonees h)8 iiiáB aventajados ingenios. Y aunque haya en
"'8 artistas adivinación y presentimiento, nunca llegan á
Poiipi-se por cima de su tiempo hasta tal punto, ni propósitoB tales cabían en un esiiiritii como el de Cervantes, penetrante y püderoBO sin d u d a , pero no superior en cultura
cientitica á los grandes ingenioa contemporáneos snyop. Por
^'tí'a parte, contra estas interpretaciones conservan todo su
vnlor los razonamientos que contra la interpretación literal
•>emos alegado.
TLUSTÍ^ACIOÍÍ
ESPAÑOLA Y AMER^ICAHA.
bolos en el Quijote, a n o un idolátrico culto hacia su autor
que produce los mayores delirioa. Este culto es lógico en el
fondo. Si (.'ervántes concibió reflexiva y luaduraniente un
poema tan traacendental como el que descubre en su libro
la critica moderna, Cervantes era no aijloel mayor filósofo,
aino el i^abio más grande de su siglo, y su Quijote debe ser
una especie de Ernjicloj>edÍa de todos los conocimientos humanos, una segunda Blhl'm de la humanidad. De aquí esos
estudios sobre Cervantes considera Jo como filósofo, teólogo,
político, economista, marino, militar, médico, cocinero
y no aaben^oe cuántas cosas más, estudios que, sin contrihuir para nada á la gloria de Cervantes, ponen en ridiculo
ú aus autores, y convierten el respetuoso y entusiasta culto
que, lio sólo todo español, sino todo amante de lo bello,
debe al inmortal manco de Lepanto, en ridicula idolatría,
W'JIO tolerable en un manicomio.
Pero dejemos este punto, y una vez asentado que hay
en el Qaijute. un sentido literal y estricto, un Qu>j"!e histórico, y un sentido oculto, levantado y profundo, un '.hiijotfl eterno, el primero deliheradnmente concebido y pensado
por BU autor, el segundo inconscicnteuiente producido; y
admitida por nosotros la teoría de que el Quijote representa
la <iposicion dramática entre lo ideal y lo real, pasemos ú
considerar da qué manera se produjo esto sentido sindiúlico
en la obra de Cervantes, sin pensarlo ni quererlo éste, y
cómo y bajo qué concepto debe admitirse esta teoría hoy
corriente, pero no fomiulada, por lo general, con entera
precisión, sino en ténninos por extremo vagos.
Ksta segunda parte de nuestro estudio será objeto del
articulo siguiente..
MANUEL DK LA RKVILLA.
CARTAS PARISIESSES.
12 deAhñl.
Sensible soy, Sr. D, Abelanlo, á la benévola insistencia
con que \'. reclama reanude mis tareas en las columnas de
este ilustrado é ilustre Semanario.
«El publicóse digna,— tue dice V. en la auya,— notar
con cierta pena su silencio.ii
Siempre fué el público un tanto fentenino : severo con los
que le solicitan , ngasajador con los que le esquivan ; pero
añade V. que se hal»ia acostumbrado á leer nii prosa táut.tica y ladina, y que la echa do menos, «siquier im sea más
que poi' seguir Habiendo lo que acontece en esta populosa
capital.»
Siendo asi, comprendo la curiosidad, porque Paris e.a. en
efecto, como un resumen de la humanidad entera, y cuantos se interesan por conocer las pasiones y sentimientos que
á sus contemporáneos agitan, es natural vuelvan envista
hacia este her\'idero cosmopolita, hacia esta Babilonia moderna, como la caUlicó Pelletan.
Babilonia es, por mucho decir, no decir n a d a : porque
¿quién puede lisonjearse de saber lo que fué Babilonia, ui
Uriicamente puede sostenerse, en loe términos y límites qué punto de contacto existe entre lo que suponemos que
fué la capital caldea y esta aglomeración híbrida y acéfala
que luego expondremos, la tesis primera, la de que el Qixi- que se llama ParísV
o'fi representa la lucha entre lo ideal y lo real, y sólo ella
Andando el tiempo y radicales mediantes, es niuy posi'>aata ú explicar la universalidad de m fama. Pero esta opi- ble que haya, en efecto, cierta analogia entre Paris, Níni""fln es insostenible cuando se entiende qne tales fueron los ve y Babilonia la de las ruinas. Pero, hoy por hoy, máa
pfopósitoB de Cervantes, y que éste con plena conciencia sensato me parece asímilai' á Itoma que á una ciudad asiáqui«o pintar on su Quijote semejante lucha. Esto es de todo tica este bullicioso conjuntfi de apetitos y rencores de donde fecho inÍB misivas.
P'into inverosímil, y contra ello se pueden alegar poderosiLa ]>otencia expansiva del pueblo latino hizo de Roma el
Binias rozones.
centro de Italia y de todo el universo ; lapotencia expansi^' tal Imbiera sido la intención de Cervantes, claramente ^•a<le la raza francesa ha hecho de París el centro de la
^" hubiera dicho en su obra, en vez de manifestar repetidas Francia y del mundo contemporáneo. En una como en
otra ciudad se condensaron todas las fuerzas morales é in•^ecesyen términos que no dejan lugar á duda, que su úni- telectuales, las más altas virtudes, los vicios más abyectos,
•^ propósito eraj30]ier en alx)rrecim¡ento de Ion hambre» las todas las opulencias y todas las miserias. Del choque pery (l'tHparatatias tiistoriaíi de los libfOH de cabaUfj'ías; petuo de tan diversos elementos ha nacido la materia so"^" que valga oponer á esto la necesidad de ocultar el ver- cial máa inflamable que ha existido en el arte; píir eso en
Paris, como en Roma, son crónicas las explosiones y de
"adero objeto de su libro por tetnor á la censura, pues la mía violencia prodigiosa.
•^posición de lo ideal y lo real no es cosa que podía asustar
Yo no conozLO nuda comparable con las insurrecciones
'\ 'a autoridad eclesiástica. Ademas, la alteza y profundidad pariaienaes, sino las guerras intestinas atizadas por los gra^ Ptmcepciou tan trascendental no podia ocultarse á Cer- cos, en nombre de los intereses populares; yo no veo en la
^iiites, y no fuera explicable en talcawD que prefiriera á la historia del mundo luchas intestinas semejantes á las qne
^'"•a inmortal en que la desarrollaba, una novela tan falta han conmovido las dos ciudades cuyo paralelo brota bajo
e idea y traeeejulencia cotno el Pemiles ij Segimiunda. Cer- nn pluma. Kn lioino, como en París, veo constantemente un
pueblo, no dominado por sinceras preocupaciones de prin^•¿"itea, piicB, no creyíi hacer otra eoaa que una sátira de cipios, sino sobreexcitado constantemente por ol espectácu"8 libros de cabailerias. Sil genio, inconsciente como casi lo de los goces de las claaea privilegiadas.
todos loa genios, de una parte, y el procedicniento que
En nuestra desoraeiada patria, donde la insurrección
adopt,', para desenvolver su pensamiento , de otra, le Ueva- parece haber elegido domicilio perpetuo, ni los agitadores
''^" nmeho más allá, dando por resultado la producción de obedecen ¿ ruines sentimientos de codicia, loa agitados
^ft concepción altísima que compit» en profundidad con el marchan en pos de ellos, ya movidos por un inconsciente
espíritu de aventura, ya impulsados por ideas abstractas y
•«"«to aventajándole en belleza.
desinteresadas, aunque generalmente mal comprendidas:
W error de la opinión que examinamos consiste, por pero en Paría, que para esto do las revoluciones resume á
^ W o , como el anterior, en no ver las dos fases del pro- la nación entera, laa masas se sublevan bajo la impresión
del odio y de la envidia. Cada insurrecto de la buhardilla ó
* ema. Tienen razón, con efecto, los que afirman que hay de los barrios bajos es un rival del piso principal ó del ha_ til Quijote algo más que una sátira literaria ; pero no la bitanto de las circunacripcionea aristocráticas.
^nen a| desconocer que la foriiia y la lícasiou de la conLos huéspedes de Nouméa son toílos deBcendíentes en lí^P*;ion profunda que en él hallan, es on realidad dicha nea recta de los parciales de Catilina, y hay entre ellos dos
«tira, y que Cervantes no so propuso otra cosa. Como su- variedadea. tjos unos aapíran simplemente á la abundancia
siempre, las dos opiniones opuestas tienen razón en lo de las bndaa de Camacho ; los otros, más temibles y odiosos,•sueñan con ver su nulidad empingorotada á las regio^'*e atirtnan, y ganan en lo que niegan; ¡tan cierto es que nes del poder; estos últimos son los tribunos del club, los
^isiviamo y error son términos sinónimos!
que agrian los malos aentimientos de la plebe, los que e»'Bta opinión ha engendrado otra raza de cervantistas. citan al pueblo diciéndole es un paria cuando debiera ser
"^facteriaaloB, no sólo el exagerado afán de rebuscar sím- un soberano, y los que aoliviaiitan ú los escolares.
2n;i
A íuiimlso de estaa grotescas é infames predicaciones es
COCHO se foniia una liga entre todas bis miserias y todas las
fatuidades, entre todos los incapaces y todoa los dt-sventurados, liga espantosa que coutpra sus efnneros ti'iunfos «
trueque de espantosos crímenes, y que es la juBtificucion de
laa máa deplorablea reacciones.
o o
Pero V. hallará. Sr. D. Abelardo, que mí pluma se extravía por regiones que no aon del dominio de este opúsculo
plácido, el cual se cierne liabitualmente en laa serenas esferas del arte y de la ciencia, haciendo, cuando más, alguna rápida excursión por los senderos de la vida elegante.
Mas ¿qué quiere V. hacerle? Kl espíritu es quien nmeve la
pluma; y hoy fecha, el espíritu de todo hombre que piensa
se remonta inevitablemente á consideraciones políticas y
filosóficas.
Y luego, tengo hablado ya mucho en estas columnas del
mundo frivolo; ; n o es natural que siendo Paris tan encielo-'
pédico lo considero también un d i a b a j o nn aspecto más
serio V
Lo que caracteriza al París á qne hoy aludo, que no es
el París de mis pasflílas crónicas, es la envidia de qne hablé máy arriba. \ o hay aquí circulo qne no esté poseído del
afán de dañar y de la rabia de excluir. En lo que se llama
la buena sociedad, este sentimiento es el resorte de todas las
intrigas y todas las locuras; allí todos se afanan por igualar á algnuo ó por ar>|jrepujíirle ó por aniquilarlo. Las preferencias concedidas á éste, la prosperidad de aquél, cuanto tiene la apariencia de la felicidad ó del éxito es asunto
de envenenados celos.
Se envidia un vestido, un uniforme, una manceba, nn
empleo, un convite, una sonrisa, un mueble ó el corte de
una cara. Si se nota qne alguno, á fuerza de trabajo, está
á punto de ahrmarsu posición, ae organiza un coutplotpara cortar su vuelo ; si, sin embargo, triunfa de la asechanza, se expía el momento de arrastrarle á gemonías adnlándole en el ínterin. Todo el ingenio de las gentes de imindo parisienses consiste en estas intrigas y en estas villanías; gi'iin parte del en/irit tan ponderado que circula por
los salones y por los gabinetes, está inspirado por estos
miserables sentimientos.
Lo mismo ocurre en las regiones del arte y de las letras
que tan privilegiado lugar ocupan en esta sociedad. Literatos y artistas, gente que tanto interés tiene en sostenerse,
no pierden ocasión de despellejarse mutuamente. Su iJiimcr
cuidado es negar todn talento á sus colegas. Cuamlo el lalento es de tal evidencia que no hay medio de ponerhj en
tela de juicio, los esfuerzos ae dirigen á dificultar que se
produzca ó ú procurar lo haga en las más desfavorablca
condiciones. H a y tras los bastidoren de loa teatros, en los
estudios delfJH pintores y en las reilaccíones de los perii'idicos una raza de mobicanoH que no profesan más religión
rpieel odio al prójimo, la envidia del género hmuano. EKtos son los que insertan en las gacetas, é insini'iau en las
conversaciones las anécdotas escandalosas, las denuncias
pérfidas, las delaciones atrcjcea que deshonran con tanta
frecuencia las columnas de la prensa francesa, y cuya fealdad natnral se procura cubrir con rasgths de eip'it; su objetivo CB cortar las alas por medio del descrédito átodo genio naciente, ó zapar la fama y el buen nombre de los que
Be hauTjonquistado, por su mérito y su fortuna, una pfmicion respetable.
Si del círculo artístico se pasa al financiero, se ve á los
hombres de negocios agrnpa<loíi por bandas de^gnadas
bajo el nombre moderno de aindícados. Los síiidicadus
hacen fuego los unos cfmtra loa otros y se difaman á grito
herido. Hoy mismo, cuando trazo estas líneas, se ve un
ejemplo de esto en los grandes diarios: líothschild ataca en
Loñ DeUiie» á Philipatt, el feon financiero del día, y Philipart pone como ropa de pascua á los líothschild en l^t
L <}>frlé.
Kl comercio es una lucha fratricida de todos loe instantes.
Los médicos y los abogados tienen mucho espíritu de
cuerpo ; pero se disputan loa clientes, y se arrojan mutuamente tesis como otros se lazan proyeutilefl macizos ó explosibles.
¿Y los partidos políticos? Se figurará V. acaso, señor
D. Abelardo, que los jiartidos políticos están al abrigo de
estas cizañas. Pues ai tal cree se lleva V. gran chasco. La
realidad es que, cuando las fracciones se etitregan unas
contra otras á la lucha más encarnizada, las murmuraciones intestinas que las debilitan y deshonran siguen sin tregua. Seria un gravísimo error imaginarse que todos los afiliados de un partido trabojan por el triunfo de la íausa
común ; la envidia distrae á una gran parte que se ocupa
de disputar á un rival el favor, la inHuencia ó la subvención. [Cuántas gentes que ae creen muy fieles á una fracción
política no hacen sino minarlq á fuei-za de envidia ó de
odio en lugar de sostenerla c<m su talento!
Todo partido se divide en grupos microscópicos y en individualidades rivales, cuya principal ocupación es la difamación mutua.
En resumen, en París el odio y la envidia son la base de
las relaciones de clase á clase y de individuo á individuo
de arriba abajo de la escala social.
Alguno exclamará: ¡pues para ver eso no hay que salir
de Madrid; aquí nos vestimos todoa de ese mismo paño!
Es p(»9ible; para loa vicios e-* para lo que desgraciadamente es más exacto el diclio de Luis .\1V; «; Ya no hay
Pirineos!»
a
o a
Daré, pues, punto á mi homilía, y echaré una mirada circular por el antiguo terreno donde mi pluma acoatimdjraba
á ejercitarse.
A decir Terdad, las novedades de bulto escasean aun en
este pintoresco dominio. Si mi pluma ha dormitado durante tres meses, el ingenio francés y la iniciativa parisienses no han dado por su parte grandes signcKi de vida en
tan largo período.
Ni el arte ni laa letras han producido ninguna d>^ esas
obras qne hacen época, ¿qué digo, ép<jca? ni de l a s q u e
cautivan 1» atención durante una semana.
LA
ÍLusTfiAciofi
ESPAÑOLA
Y
nr XV
AULZ^ICAKA,
MONUMENTOS AETISTKXJS DE ESPAÑA.
ZARAGOZA.—SEruLCRO DEL Aszomsro v. LOI-E FERNANDEZ DE LUNA, EN LA CATEHIUL DE LA SEO.
^
N.'' XV
LA
TLUSTÍÍACIOK
ESPAÑOLA
Y
y^jwEaiCANA.
PON ALFONSO XIX, REV DE ESPAÑA. — ( Dibujo de D. Joaé VaIl.'jo.)
257
jjk
L a temporaiia escénica ha sido de una pobreza lamentable. Sa]vo uti Jraiiin con puntas de trft;^edia, repreRentailo
en el Teatro franren bajn el título de La Hija iJe liolani/o,
y en la cual ae desarrolla uti aolemnes endecasílaboH una
fúbula cüetánea de aquel popular roniance :
«Buena ]a liitbtBteÍH franceses
Eii esa de Rontiesvalles»,
nada han ofrecido laR escenas parisienses en el espirado
im'ierno digno de ner relatado al lector extranjero.
Tan escasa de atractivoK andaba la estación, que los periódicos lio sabian ciinii) llenar eits criinii::fte mundanas, y ec
precipitaron con verdadera avidez sobre la ceremonia de
la investidura del Toisón de Oro sobre el cuello dt'l ninriaeal Duque de Magenta, como los naúfraj^oB de la M&lusa
lo hubieran hecho sobre nna suculenta pierna de carnero
cuite a point.
Tarde llego j ' o , aspeado cronista, para hablar de esta ceremonia: pero considerando que aun humean loBJiomillos
en honor de este suceso, y 4[ue en Berlín se preparan á volverlo íi poner á la i'irden del dia con motivo de la investidura del Principe de Ilisiimrck, me voy á permitir sacar li rebicir un retazo de erudición, y decir, sin incurrir en repeticiones, algí) sobre la historia de la insigue Oiilen (jue fundaron loa duipies de liorgofia.
Algo y iiun algos han dicho sobre esto los díanos franceses y españoles, más aun queda algo nuevo qne añadir.
ünsiivemoB:
La Orden del Toisón de Oro debe su origen ¿ Felipe el
Bueno, dnqne de líorgoña, que la fnndci en 10 de Enero
de H ¿ y , — hace 44tj años y 'A mesea,— día de su enlace con
Isabel de Portugal, el cual fué celebrado con inusitada
pompa en la Hamenca ciudad de Brujas, que era ¿ la eazon
una de IRK ntás bríllantea residencias de Europa. Felipe colocó es-ts (Irden hftjo la especial protección del Salvador, de
la Virgen María y de San Andrés, dándola por misiim aet
mantenimiento y parlictdar ¡rrotefcioa de. la Itftenia catúlicti.yi ,;0)mo cumplirá el nuevo caballero Priucipe de líismarck e-sta cláusula de los estatutos 'í se preguntan algunas
almas C'ándidas.
_ K\ acta de fundación no dice por qué recibió la Orden el
singular nombre que lleva. Presúmese, no obstante, que el
Duque Felipe, que meditaba entonces una cruzada en Siria
contra los turcos, quiso que los argonautas sirviesen de
modelo» de valor á SUS caballertm, y á esto ae atribuye el
que eligiese por insignia de la Orden el fanioso Toiaon de
Oro que Jason y BUK compafieros fueron á conquititar en la
Colcliidtt.
o
o o
Loa primeros estatutos de la Orden aparecieron en sesenta y seis capitutoe en Lila el -¿7 de Noviembre de 14.'Í4.
Veintitm artículos adicionales se publicaron en el Haya en
1450, redactados en francés y en latín. La carta de futida.
rion, propiamente dicha, lleva la fecha de Hethe], E n e m d e
14ill. I'esde un principio fué condición indispensable para
ingresar en la Orden el poseer una rancia y esclarecida nobleza y haber prestado servicios euiitientea.
Sólo Re encuentran tan rigorosas exigencias en materia
de alcurnia, en los estatutos de la Orden teutónica de Malt a , de tu bávara de San -Jorge, y de la toscana de San Esteban. Durante dos siglo? y medio, —hasta ítJH.J,—-la Orden
biirguiñona no se contirió sino á Príncipes ó magnates de
la más cli\rA estirpe. La rama austríaca de la Orden ha conservado hasta nuestros días la estricta rigidez de sus estatutos, no admitiendo jamas en sa seno sino á la nobleza
miia ilustre. Prescribe el reglamento que los caballeros se
reúnan en capítulo una vez al año, el dia de San Andrés.
Más tarde se decidió que sólo hubiese capítulo cada tres
BfioB, á mediados de Mayo: pero en realidad estos capítulos
no ae reunieron casi nunca con regularidad. Desde 1531, en
que tuvo higar el vigésimo capítulo en Tournai, no se volvió á celebrar reunión basta 154r>, año en que loa caballeros se congregaron en Utrecht. En aquellos tiempos, el
Ciipitnlo elegiíi los caballeroa por votación, en la cual se necesitaba obtener la mayona absoluta, Felipe I I fué el primer Sfjherano que, en calidad de tiran Maestre, obtuvo del
Papatiregorio X I I I , en l.'j??, la autorización de reemplazar
por BU sola iniciativa, sin intervención del capitulo, los caballeros difuntos, cuyo niítuero quedódeade entonces indefinido y sometido al capricho real.
E^ costumbre inveterada en esta Orden insigne que los
priíUogénítoH de testaa coronadas puedan recibir el collar
deede que vienen al mundo; pero los particulores uo deben
ser investidos de él sino después de haber llegado á su mayor edad.
Todo esto era en los tiempos de antaño, cuando estos dijes y preseas teitian una gran importancia ; hoy , los dos jefes de hi (tnlen, que son el Bey de Kspafia y el Eni¡>erador
de AnstriA, nombran á quien les agrada, sin sujetarse ú regla alguna : sin embargo, en la rama de Austria no se concede nunca e! collar del Toisón á quien no sea católico.
Vna sola excepción se hizo en 1814 á favor del Príncipe
regente de Inglaterra, el disoluto Jorge I V , que solicitó su
ingreso en la Orden con una insistencia vecina de la indÍBcrecion. NnncBl prestó juramento, pues era protestante, y
como la Orden lo miraba como miembro honorario, no figuró jamas en sus registros, y únicamente apareció su nombre en el Ahfíanm¡Me de ía G'irfé.
Después de la muerte de Carlos el Temerario (hijo del
fundador de la Orden) que sucumbió sobre el campo de
batalla de N a n , y el !l de Enero de 1447, su hija única María de Boi-gofia casó con el Archiduque Maximiliano de
Austria que fué más tarde- Emperador. Con arreglo á la letra y espíritu de los estatutos, la jefatura de la Orden pasó á
la familia de loa Ilapsburgos, Traa la abdicación de Carlos V, en ló'»0, quedó la Orden aneja ú la rama española
de la casa de Austria, que ae extinguió con Carlos 11, el 1.°
de Noviettdire de 17CK1. Durante la guerra de sucesión, Carlos n i de Austria ( q u e fué nía» tarde el EDiperador Car-
|LUS^Í(ACIOK
JPSPAÑOLA
Y
y^MEÍ^ICAKA.
los \ I ) y Felipe_ V, primer Rey de España de la casa de
Borbon, pretemlieron ambos tener derecho exclusivo á la
jefatura de la Orden.
La cuestión quedó pendiente, y la casa de Au.«tria no ha
reconocido la ruma española d é l a Orden ni his nombramientos hechos por los reyes de España. A este propósito
se cuenta que el Conde de Nesselrode, gran canciller del
imperio ruso, que se habia hecho retratar con las insignias
del Toisón espaíiol, enseñó un dia este retrato al Conde Colloredo-Waltée, embajador de Austria, preguntándole si
eran exactos los detalles del collar que el pintor habió representado , á lo que el diplomático auBtriaco contestó : (iNo
conozco esa (írden.»
o
En la ranift anstriaca de la Orden, k s tra<lciones se
han conservado y los estatutos han sido liclmente ob8er\'ados, como lo pnieba el casoyacitado del Rey de Inglaterra.
Las grandes JiestaB de la orden son el Corpus y el dia de
Pascua, y á ménosde impedimentos graves, todos los caballeros que reaiílen fuera de Vieua tienen la obligación de
trasladarse :i esta ciudad para asistir al capítulo que en est.18 tiestas ae celebra. Según los cstíituto-K, los c-iballeros deben llevar al cuello, sipiapre y m tnilaapayfe», las insignias
de la í (rden, y en caso de omii^ion vobmtaiia, salvo por enfennedad, deben ]iagar una multa de 4 maravedís de oro
para hacer decir una misa, y 4 más para limosnas á los pobres.
Kl fallecimiento de un caballero se anuncia á todos los
demás por medio de nna carta-circular, y cada uno de ellos
ticTie obligación de hacer decir Ifi mísaa^porid alma del difunto, y de entregar al tesorero V> niaravedis de oro de limosna.
En los acto-s de etiqueta, el orden de preferencia está minuciosamente marcado en el reglamento ; los Reyes vienen
después de loa Emperadores, y loe Duques soberanos,—como el de Borgoña y el de Lorena,—tras los Reyes.
Eljefe de la i irden trata á loa caballeros de Primú y el
canciller, al_ escribirles, les da el tratamiento de Minmefin-r.
Todos loB diplomas, circulares y demás docnmentos debeii
estar escritos en francés. Cada caballero está autorizado á
tener en su domicilio un aliar ¡m-tátiJ y á hacer celebrar en
él la santa misa para si, su familia y sus criados, privilegio que fué concedido por Ld papa León X en una Bula
fechada el H de Noviembre de l.Olfi. Clemente XI concedii» tandiien diferentes indulgencias á la Orden.
Desde que fué fundada la Orden, esto es. desde 1420 hasta
l í í 7 1 , s e h a n conferido *Mb collares, lo que por término
medio hace de dos ó tres collares al nfio.
En 1871 la ()rden austrmca contaba en su seno 18 archiduques, IH soberanos ó principea extranjeros, y entre estoa, los reyes y varios principes de liavíera, Sajonía é Italia y .^ caballeros súliditos de la ]iionarquia austro-húngara.— Kl mhuero total de caballeros austríacos es de Ib.
Tres caballeros austríacos tan Bóhi lian sido degradados
y deBpi>jadoB de BUS ineigníaa desde que existe la Orden :
J u a n de Daraours, señor de Clessy «por ingratitud y felonía», en 14118; Jacobo de Kaboya, Conde de líomont «por
haber tomado las armas contra su soberano y señor», y
Wolfart de Borsele, Conde de Groimpré y aefior de la A'éve
apor felonía»; estos dos últimos habían sido nombrados
caballeros en 1478. La casa de Austria ha conferido siempre el Toisón á pei-swnajes de origen intachable, y los dos
únicos caballeroB que fueron nombrados entre lofi })leliei/n^,
son el Príncipe Antonio de Ilobenzoilern, hijo de la Princesa Antonieta Murat, y el Conde Francisco de Merat, hijo
del Archiduque Juan de Austria y de Ana Plocbet, oriunda
de una familia plebeya del Tirol.
N.° XV
tenilré otro). Sobre la cabeza llevan los caballeros un birrete de terciopelo bonlado de <u-o, con caídas por detrás y
una cinta que cuelga ul lado izquierdo. Los zapatos y lus
medias son encarnados.
Los emblemas con que se blasona el Toisón son varios:
el más frecuente es la crusc de San Andrés, lanzando chispas. Otras veces se representa por el eslabón y el pedei'nal.
Los mangos de madera de dos cuchillos de mesa (jue figuran en el eslabón de fundac¡<Jii, llevan, incrustradas en
metal, las armas df liorgofia, y por debajo del escudo
triangular van tiguríidos el eslal)on y el pedernal como emblemas déla (írdeu.
Dados los decretos de Alfonso XII confiriendo el Toisori
de Oro ni Mariscal de Mac-Mahon y al Príncipe de Biamarck. estos aon deade ahora apiimiis.» Y sí, lo que uo permita Dios, el Marisca] viniese á fallecer antes i[ue su «primo» de Prusia, rste último tendría que hacer decir 15 misas por el descanso del alma del difunto, y ilar 15 maravedís de oro á los pobres en sufra^íio suyo. Ks lícito suponer
que el Principe <le Bismarck mi ecliaria en olvido t.hlieacionestan sagradas, y que eucargai'ia al arzobispo Lndo«ski de las uiisas tiunundo IDM ['> ma]'avedíses de aquel
Tvsorit de guerra coristituitio ron los mílloueíide róscale que
pagó la Francia y que se custodian en la legendaria torre
de Spandau,
Aquí pensaba describir varias fiestas más ó menos maravillosas, aegnn el calificativo íisual de loa Cronistas da ¡lii/filife que han tenido lugar en l'nris estos dias ul'imos, y notablemente la que se verificó para inaugurar el prodigioso
palacio que acaba de construir en esta capital uno de los
principes de- la arislocracia financiera, Mr. André; pero nu'
falta espacio para ponerme á recorrer los 18 salones cuyas
paredes ae muei'en fantásticamente por medio de poilerosas máquinas, cuyos muros, techoa y pavimento encierran
por millares preciadas obras maestras del arte contemporáneo.
Dejo, pues, para mejor ocasión la descripción de tantos
magnificencias, y consagraré ímieainente un recuerdfi á nna
foirée más modesta, pero no ciertamente desprovista ile ínteres, que ofreció días pasados al mundo politicíi y literario el simpático directorde la Liberté, Mr. Leonce Detroj at.
Este aprecíahle colega ha ganado, como todos saben, millón y pico de francfts en el alza reciente del Crédito Mtiviliario espnfud, y en su último viaje ú Madi'i<l expidió para
su casa de París una preciosa colección de mirehles de talla
de la época del Renacindento español, que adquirí.> bajo
los auspicios del sabio aficionado Conde de Chandordy.
Eetaa curiosíaimas muestras de la tatlftespafii>la figuraban
en lugares de honor en loa salones del distinguido periodista parisiense la noche de su recepción.
— ¿Qué le parece á V . de nda aílquisicionea? preguntaba
Mr. Detroyat, mostrando con visible satisfacción sus cofres
y consolas al opulento financiero Mr. Pereire, artífice imlirecto de su jlamante fortuna.
— Me parecen Boberi>ioB nj}ecimen de] Moviliario español, respondió con aguda síjiirísael fundador de la célebre
sociedad.
El eitpril, como Vds. ven, no pierde nunca sus derechos
en Parí.'í,
ÁNGEL DE MIRANDA.
AL
BORDE D E L ABISMO.
BOCETO DE NOVULA
POR
TEODO'RO G U E R R E H O .
El jefe de la rama española ha observado con timoha
menos escrupulosidad los reglamentos y los usoa de la
Orden, y ha conferido el Toisón á griegos cismáticos, á protestantes y á ¡ileh&ffís. Los Emperadores de Rusia y Alemania, loa iíeyes de Suecia y de los Países Bojos. el"Principe
real de Pnisia, el Gran Duque heredero de Rusia, el Príncipe de (Jales y el Príncipe tiortschakoff son caballeros del
Trñmn de Oro eupañol. La reina Isabel lo coofirió al protestante (inizot. El gobierno republicano del Duque de la
Torre lo concedió al Sr. Tbíers, y el rey Alfonso XII lo
acaba de conferir al mariscal de Mac-Mahon, descendiente
de los reyes de Irlanda, y al Príncipe de Bismarck, cuyo
principado sólo data de cuatro años á esta parte, y que es
bijo de un biilalgo prusiano y de una villana, la Sra. Guillermina Metiken, hija de un ropero, lo cual no qiiita que,
á nuestro juicio, eea uno de los caballeros más esclarecidos
de la Orden.
:
/
VL
El editor me apremiaba, y mí asirntojio era toda^da más
que un endírion; el principio de mi novela estaba sujeto al
desenlace de aquella escena que so representaba de balcón
á balcón en el teatro de la vida; los apariencias me anunciaban un resultado seguio, pero no se desarrollaba la acción tan deprisa como necesitaba mi impasible editor, pues
Amalia queria engaTiarse respecto á la impresión que en
ella había producido el poeta, y éste, descanRando en su
cnnocinuento del corazón de las mujeres, fiaba el éxito
de su empresa al tiempo, que es un auxiliar poderoso para
los libertinos.
Lo ¿níco que me contrariaba era la falta do personajes
para dar movimiento al libro; Joaquín y Amalia eran los
protagonistas. El papel de tercero tocaba al pobre marido,
destinado á ser la víctima del delito que se fraguaba; porEn la Orden española ha habido machas degradaciones que el adulterio ea un delito infame (jue revíate los nusmos
caracteres que el homicidio, pues se coníete con preme<litapasajeras, hijas de los disturbios civiles.
Las insignias de la Orden son una piel deconlero, de oro, cion, ensañamiento y alevosía. Me propuse, por taiito, vacon un pedernal esmaltado, rodeados de llamas de oro, el lerme de Basilio y de Marcela, criados útiles para el caso,
cual lleva grabado la divisa siguiente: Pretium lahi-irum á fin de dar tono ni cuadrí» con algunas medias tintas, y
aprovechar en últinn» caso la presencia de Leandro Araujo,
noi) rile.
El Toisón va colgado de una cinta de moaré carmesí, de aunque no se pervirtiera.
dos dedos de ancha, y en las grandes stilemnidades, de un
Basilio, como los graciosíJH de las comedias del teatro
collar formado por eslabones alteniados, uno de los cuales antiguo, era el criado indispensable i[ue aparece para harepresenta un pedernal echando llamas, y el otro dos ani- cer hablar al amo y revelar al público la trama ; le necesillos de oro. El traje de la Orden se com¡)one de ima gran taba tanto más cuanto qne en las novelas es lo socorrido el
sotana de terciopelo carmesí forrada de seda blanca, aobre diálogíi, porque con decir i'i y mi y hacer observaciones,
la cual se echa un manto de púrpura, forrado de seda blan- sean ó no oportunas, ae llenan muchos páginas, que si no
ca y bordado de oro. La cenefa representa chispas y llamas interesan al lector, interesan al autor que cobra un tanto
que salen de eslabones y pedernales.
por cada una ; es, pues, indispensable que utilice á Basiln*!
Según la pragmática de fundación, el eslalsm y el pe- y para conocerle bien, pierd<i mi tiempo en oír sus necedadernal deben recordar á los caballeros qne, fortificados por des. ,; .Acaso las necedades del gracioso no es lo que mas
la fe, deben con celo ardiente «leEender y proteger la Igle- aplauíle el piiblico en la escena? Esto podrá DO ser de buen
sia católica. El Toisón de Oro debe recordarles el largo gusto, pero por «lesgracia es una verdad que aprenden [ironcautiverio qne cerca del Helesponto sufrió Felipe el Va- to los más insignes autores dramáticos, obedeciendo a l a
liente, padre del fundador de la Orden, y excitarles sin ce- lección del gran maestro Lope de Vega, que enseña ú /'""
sar á lomar venganza xoWe. Ion infieles de los tormentos que blar en necio al vulgo jjura darle ¡funto.
experimentó este principe cristiano. En la cenefa inferior
Apenas salió Melendez de su despacho, entró en élBflsidel raanto van bordadas las palabras Je l'ai empris (lo lie lio, con la intención aparente de arreglar la habitacioUi >'
revestido) que Carlos el Temerario sustituyó al lema más con la verdadera de ver si guipabíi (como dicen en su tiernoble y más altivo de aii padre^ que era Autre n'auray (no ra) á la esbelta Maritornes de la casa de enfrente; y en
N.*» XV
LA
JLUSTflACIOK
^SPAÑOLA
Y y^MEÍlICAK.A.
pruebft de que no me eqiiivncaba, no bien hubo colocado no : son ilusiones de mi fantasia ; hallo á mi lado un vacío,
itna silla en KU sitio, se acercú al Ijalcoii para pregiintavBe; y creo que el viento lo llena.
^ ¿ P ( i r dÓDfle andará Murcelii?,... ¡Vaya una moza de
Interrumpió esta meditación la presencia de BU doncella,
nimbo ! Mi amo tnisca su acoiiioiío en cB\i casa, y y o . contó (¡ue entró cu el gabinete con unos papeles en la mano y le
•fteluríado, sigo KUB paaoe
La doncella bebe los víentoa rtijo con aire de ndsterío:
—El amo ha llegado.
P**L^^ste ciierpecito, y la tengo inarenda.
Amalia disiumló su emoción, y con tono de gravedad le
Basilio salii') al liaícon, y apovátidoec en la baranda, sin
quitar loe ojo8 de cusa de Aniaíia, continué au stjliloqiiio: preguntó;
— ¿Tiene algo de particular quo entre un hombre en en
— Quisiera componer nnon vereoe diciéndole
^, tjiié né
y?
Todas CRas coRaa qne IOB poetas sacan de au cabeza; casa ?
— Nada, señora.
pero no me sijpla la niusu
Sin enibargo , añadió dándole
— Entonces
i_in ffolpe en la fj'ente con la mano, como todo se pejía voy
— Aqui traigo L A MODA ELEGASTE y este cuaderno que
íi enviarle iinae copian. ¿No tiene aqui ini amo luuclios
libroB? Piiea copiaré el primer romance que encuentre. han echado por debajo de la puerta.
A Ver.
— Bueno ; vete.
líetirándose del balcón con aire reauelto, se acercó á la
Marcela se dirigió á la puerta, diciendo para s i :
bbrería, cogió un volumen, y silabeando, como los niños
— [Qué hipócrita ! ¡IOR amos nada agradecen!
«ti la escuela, leyíl en la portada :
Pero antes de salir bizo un guiño á Basilio, que ya la lia^El PermnaÜRmo, por Ramón de Campnamor.» í^í l i i a v i s t o y le itró un beso con los dedos. Cada individuo
i ernom.
f-quc-y..,. ¡ Kl diablit me lleve si entiendo esta ama según BIIK circunstancias y sus instintos.
palabra!
.
Vil.
' ii«o el libro en el cHlante, cogió oti'O y ley/j:
Anaebno lí<iblcs, apenas dejó el sombrero en sii cuarto.
—^lí-Ln Arainami.i-) ¡ I l u y ! ¿Será eRtoeosa de comer?
Be dirigii'i al gabinete: el corazón de la esposa palpitaba
tamliii) el libro por otro, y Jiaciendo goRtoa como el que
"o puede deglutir un maniar correoeo. leyó con muelio tra- con violencia al sentir loa pasos del excelente marido que
volvia del trabajo á buscar el reposo del hogar y el encanbajo ;
— '*-La Bafriícoiaiomaguia 11 ¡ Bab, bali! ¡ EstoB libros ee- to de la fasniba al lado de una amante y leal compañera;
al verle entrar se sobrepuso, y levantando la cabeza, con
tiui en inglés: ¡ Nuncaoi BemejanteR nombres!
iJesiatia ya de BU propúaito, cuando sua ojo^ cayeron nia- objeto de que no sorprendieran su secreto, hizo un esfuerzo para dibujar en sua labios la más risueña y tranquila de
l^iiiialmente en el lomi> de un libro, donde leyó:
—«•Poesías (le ZorHUa.yj ¡ H o l a ! ¡Bato ya CB hablar en las Konrisaa. ¡ Y la sonrisa tranquila y risuefia se dibujó en
BU» labios al estrechar entre las suyas la mano del marido
tfiBtiano! Buscaré algo bonito.
rUMiae i hcjefli-el voliinien. dejando que la casualidad bueno y confiado!
— ¿Qué haciaBr' preguntó él con afecto.
s sirviese de criterio para la buena elección, y se detuvo
«11 ima pagina, leyendo:
— Leia este periódico, contestó ella con impudencia.
f|-l lilanca. >\ ¡ÉBIO CB! exclamó muy contento. Domle
— ¿Modas?
"'t:e Blfi-nca pongo Marcela, y aai salgo del paso; de todos
— Si. Hoy vienes más temprano, Anselmo.
•""dos, como Marcela es morena ereeiia '¡no era un int-ulto
— Sali de la Bolsa, donde hice una operación magnifi"'""arla lilanca. ¡Al avio!
c a , y antes de comer voy á ocuparme en la liquidación.
"asiliü se sienta en el sillón, se apodera de una de las ¿Qué quieres, bija niia? Los negocios me absíjrben conif^ttartillaR de papel preparadas por su smo para sua inspira- pletaniente ; necesito ahora trabajar mucho para asegurar
i^'iones, coloca en la mesa el libro, al alcance de la viata, y el porvenir de nuestro hijo y para que de nada carezcas,
í^'^ge una pluma; pero se detiene, como herido por una puea no tengo más guato que HatisEacer tua caprichos. Dia
'''«a reflexiva, y ee pregunta.
-llegará en que me consagre á ti y descanse; no todo es
,.'7~¿'¿'ié pluma ea ésta?.... ¡Ob! ¡qué profanación! como prosa en mi corazón, como me has dicho-más de una vez.
•^^ lili amo. Hay en el tintero trea plumas para deatinos Hasta luego.
^RpeeiaieB. La que he cogido ea de oi'o y tiene punta de
Robles pasó la mano por la cara á su esposa, y esa con(\iatnante; si el diamante fuera grande, esta pluma ncaba- fianza en la fe conyugal que los maldicientes llaman ce" a Rjia diaR en el Monte de Piedad; enta pluma no sirve guedad de los maridos, nu le bizo notar rpie sus mejillas
"Liin que para Jirmar loe recibos de ese viejo con el aoinbre- brotaban fuego.
«"iJ aplastado, á quien llama su editor.
Amalia se estremeció al nalir RU marido, y después de
' liasilio cambia la pluma por otra, y dcRpues de contem- algunos minutos, dijo :
plarla, e n l a m a :
— No sé lo que me pasa, pero estoy inquieta..... Necesito
I EB de acero!.Ooii «día CRcribe el señorito BUR libros, y mudarme, porque me abogo en eRta casa
Ese hombre
asegí],.,^ ijiie ,.,),! pytg hierro cauteriza las llagaR HOCIOICS. por más que quiero olvidarle, se me aparece siempre, y me
¿Uné_qnerr¿ decir eao?
preocupun hasta sua movimientoa.
•IJeja la pluma, coge la tercera, Re ríe y dice:
Sonrióse entonces forzadamente, y continuó :
~—¡Esta eH la pluma <lc In prosa! ¡pluma de ganso! Con
— ¡La ociosidad! Le estoy viendí> á todas horas, y la
^[la apunta la ropa de la lavandera y la cuenta d*- la plaza. costumbre....* ¿Si pudiera cerrar el balcón?..., ¡Ah! ¡qui^ í'sta p'uma hablara, me delataría, puea cuando escribe siera sacarme los ojos!
Dio vueltas entre loa dedos al periódico, sin saber lo que
*tre8 cuaitos de patatas u, Bobe que no he pagado por ellaa
^nas <]iie (í(jf^. p^^,(, eso ea legal, porque no ÍJC aprendido liacia, y dijo con desden :
— ¿Modas? ¿Qué me importan las modas?.... ¡Es extra"lateniátieaH.
' i j ó Basiho la vista en el libro que tenía delante, y ex- fio! ¿por qué me suscríbi á este periódico? Siempre me ha
clamó :
gustado ver loa figurines ; pero ¡ ahora n o !
~-¡Me olvidaba de los versee!
ÜBaré la pluma d e g a n Tiró al suelo LA MODA Er.tíQAS'iR, con muestra marcada
so, porque eií la m a s a propÓBÍto para escribirá una fregatriz. de disgusto, y deapuea de dos minutos de silencio añadió,
fijando los ojos en el cuaderno que Marcela le habia entreLtt poeBia A Blanca empieza con estoB dos versos:
gado;
•'
«¡Olí! que me place, lilanca,
— Si pudiera leer, me distraería. ¿Qué e» esto?.... ¡Ah!
y.
Cerca de mí tenerte
»
¡ Ea la novela de Joaquín Melendez!
I 1 después de leerlos, una sonriaa estúpida se dibujó en aDeliririH fhamor.n
¡ IJué interesante! ¡ Eatos autores si que cautivan el alma!
"^" frniesoR labios de Basilio, que dijo:
'—El principio CK nmy bueno, porque
ya lo creo; ¡me ¡ tiué manera de expreaar loa sentimientOR intimoBl ¡Qué
¡ Será el bello ideal del amor
KUHtaria tener mnv cerquita á Marcela! Voy á arregiai los novedad en las imágenes!
encender ima viva llama en el corazón de estos inspirados
VerRos de Zorrilla.'
¡Deben cantar con los ojfis el himno d é l a felicii_ haciendo una especie de garabatos en forma de letra», poetas!
«sonbió eRtos doa renglones, uue no quiero profanar <-on el dad nñéntras hablan cuw la mujer querida! Estas páginas
está]i sembradae de delicadísimos penaamientos. El genio ó
nombre de versos:
ea un hombre con alaa. ó es un ángel con ojos de fuego
G;Oh! cómo me gusta, Maréela,
¡Todo ea bello m este libro!
C'er'ca de mi tenerte
»
Abrió Amalia la entrega de la novela y leyó:
'
— ttLa mirada es el prólog<i del amor; loa ojos son me. ^ 'niiy salisfeclio de su arreglo, levanti'i la cabeza para
jores intérpreteB del alma que los labios; dicen mascón
a f l a m a r con aire de aatiafaccion :
I r ~ t t u a n d o digo que soy poeta!
¡"Diablo! ¡qué mala menos signos; la mirada es la taquigrafía del amor, rápi^*'"a!..... Asi como así, ella no sabrá leer, y el tabernero de da como el pensamiento, sintética como la imaginación,
J^ t'squina será el intérprete. ¿ Quién ignora (]ue los literatos fija como la tinta indeleble,» ¡Qué verdad debe aei'! exclamó la joven entusiasimada. ¿Quién sabe decir esto sino los
ft"'.*^? todoR mala letra?
**aaiho inclinó de nuevo la cabeza Sídire el papel para se- genioH?
Y siguió leyendo:
6i"f entusiasmado su tarea ile aaeainar ú Zorrilla, y en aquel
— «Cuando dos ojos se miran, el paraíso entá entre esoa
í'üuiento Re destacó en el gabinete vecino la figura de Aiuaojos qiie se confunden. La mirada es el beao del alma.»
' " M i i e d i j o al entrar:
Amalia se levantó sobresaltada, repitiendo:
.
¡l'ara lección basta! Ya OR tiempo devolver li mi RÍtEo;
— La ndrada es
¿Qué dice este libro? ¿ La mirada es
>(irdadi> urge, puen es una sorpresa que preparo ú Anel beso del alma? ¿El paraíso está entre?.... ¡flh! ¿será po' ^ ucerea á la siUa, pero antes de Rentarse mira al des- sible? Entonces, ¡mirar es un delito! ¿Ea decir que yo?....
¡Porque le he mirado!.... i Ah ! ¿qué es esto?
Mclm, y exclama: •
La alarmada eajíoaa se llevó las manos al corazón ; pero
r 7 ¡ Allí eBtá!
De seguro que me ha echado de ménOR.
fr ^'^^'''í' atormentado con su laborioso arreglo, alzó la un mmuto dcapucs se Bonriú, y cambiando de tono dijo:
— ¡No, n o ! ¡ea una idea exagerada! ¡Dios me libre!....
de^l"- '*iii duda para buscar la iuRpiracion de su" amo que
^ l a vagar por eni-inui de la mesa, y Amalia, al verle, ¡Qué fantástica es la imaginación!
Volvió á sentarse en el confidente, y buscando sin duda
Z."I? " " ^''•''" *1'^ indignación.
hr.i
• '^^^ ^' ciiaido!
¿Qué significa ese cambio? ¿Ha- la calma en la misma canea de su alteración, añadió :
. —Debo tranquilizanne. Esta es la última entrega de la
•fil ','"^'''''° •'umillarrne?....'. ¡Qué hombre tan original!
novela Del'trkis de. amar y, según anuncia la cubierta, se reJ.Qi^\'.I'"^ IftR pagará!
Ya entiendo el juego: estará es- parte el retrato del autor. ¡Oh! ¡voy á conocer la cara del
p, "^'^ detraa de la puerta para sorprender mí einoeion
hombre que tanto me cautivó con la riqueza de su talento
"8e lleva chasco, porque me aentaré donde nr> me vea. superior, con sua bellas ¡[nágenea!
tig] r ^ i V ^i' sienta en un confidente que está en un rincón
Amalia hojeó el cuaderno, sacó un retroto, y al fijar en
mura*!
* ^ í ' Be queda'muy pensativa; en seguida nmrél la vista, ahogó un grito, levantándose despavorida.
— ¡ Ah ! ¿qué veo?.... ¡ Este retrato!.,.. ¡Joaquín Melen''oiñh' '^"^ ^^ ^'^ que me pasa? ¿ Por qué me preocupa ese
tiojí ['^'^"^''"tionozco ? ¿ Será poaible que un» «'"np'" ™t^s- dez!.... ¡ Ea él! j ea el hombre que se ha atrevido á escribirc l o n e / '"^'*'' l^''"!"" '"'"® l^""*-» iiiiportancia, tantas propor- me, q u e m e ha mirado muchas veces, t[iis me mira siem,^;. 1 U"e produzca una- sublevación en mi alma?
No, pre !.... ¡ E l , que describe la uiirada <le una manera tan ex-
25ÍÍ
traña!.... ¡Y habrá escrito esas palabras, alK, en aquella
mesa, clavando en mí loa ojos!,,,. ¿Le babré inspirado acaso?,... Soy ntia cómplice inocente de esa ¡dea, (jue es mentira, si, que es mentira, porque ese paraiso, ese beso del
alma
Amalia se quedó un momento pensativa, y luego prosignió :
—¿Qué iba á decir?
El hombre que con sus libros cnii*
tiva la atención del mundo, que con su talento conquista
loa laureles de la glíjria, ¿es el que me escribió aquellas cartas?
¡Oh! i Aquellas carcas! ¡debí adivinar que eran de
un hombre superior!
La reapiracion de Amalia ei'a fatígoBa á causa de la hicbtt terrible que sostenia ; su corazón saltaba, y sintiéndoie
morir exclamó:
— ¡ Me ahogo! Entra por ese balcón una columna de aire
que me oprime el pecho! ¡una columna de fuego que me
abrasa el alma!
¿Qué me sucede? ¡El grito de la razón
me avisa!..., ¡Voy á levantar un niuro entre ese hombre
y yoí
Al poner las manos en las persianas para cen-arlas, apareció en el despacho de la casa de enfrente la figura de
Joaquín Melen<lez, que, adivinandc» su intención, le dirigió
una mirada entre suplicante é imperiosa para que <leMstiera
de su Í<lea, y los brazos de Amalia cayeron inertes como si
ae los hubieran tronchado.
Entonces se escapó de BU pecho un grito : grito que no
se oyó en casa de BoblcB, porque fué á perderse en
el despacho de Joaquín ; éste le dirigió una segunda mirad a , tan llena de gratitud, tan impregnada de anmr, tan
fascinadora, que las rodillaR de la joven Re doblaron, y sólo pudo dar algunoa pasos vacilantes para ir á caer en el
confidente.
l'or los labios de Amalia vagaron estas frases casi delirantes ;
— ¡Olí! ¡sí, RÜ ¡La mirada CB el beso del ahita!
¡Dios
mió! ¿qué he heciio y o ? ¿qué he hecho?
VIH.
Si yo fuera capaz de sentir la menor delectación por el
mal del prójimo, siquiera en este caso pareciera disculpable por el comproniiBo que tejigo con nii e'litor, muy satisfecho debiera estar por aquella mirada ile Joaquín que puso á Amalia al borde del abismo. Aquella mirada me hizi»
coger la pluma para empezar la novela, porque st'ilo faltaba un paso para que ella se lanzara, y ese paso, cuando
se contempla el abismo sin retroceder, lo dan las mujeres
Mmj" fácilmente.
Trabajo me cuesta manchar mi pluma obligándola á trazar el repugnante crimen del adulterio; pero el editor grit a , y la necesidad me obliga á triunfar hasta de inis inatiiitOH. El Código penal señala un castigo al adidterío, aunque
no puede señalar dónde empieza éste ni dónde acaba; el
simple conato atenúa la pena en los delitos, y loa juristatnaultoa tienen esto nuiy presente: en el adulterio hay algo
que se aohrepone á la Iny, que HC 8obrep<me á la conciencia
misma; en el adulterio, la cfinauuiacion del delito afecta
más á la sociedad en general que á la sociedad conyugal.
Los legistas abrirán de seguro Icjs ojos para jnostrar BU
asombro al oirrne discurrir de manera tan extraña, y no
recojo mis palabras, que juzgo bien inediladas; esBB palabras no CBtán escritas por el hombre de ley ; eatán escritas
por el hombre de corazón.
Antes que el adulterio se eleve á la categoría de delito,
ae ha consumado ya moralmente. puesto que la parte moral es la que afecta más vivamente á osa sociedad indisoluble de un hombre y de una mujer. La iiijifieiivm deBtruye
la sociedad, pues aut<jriza á uu cónyuge pai'a pedir la separación y el castigo : el fonato á nada autoriza, y deja en
eaaa la f.»j}ona, pero se lleva /í¡ mvjtr. ¿'.Jué queda á un
marido de la compañera que lijó los ojos en otro hombre.
entregándole con sn afecto HU corazón, con BU corazón su
pensamiento, y con su pensamiento su alma?
Aun puedo ir más allá en la apreciación de la falta antes
de ser delito. El adulterio enqiieza en el primer cambiií de
ndradas y concluye en el primer apretón de manoa; en
aquél ae confimden las almas; eu éste se confunden loa
cuerpoa; después, ya no queda al cónyuge burlado más
que un cadáner moral, Y sin embargo, la ley no tiene derecho para castigar al infidente, porque no liubíi todavía perpetración.
La esposa de Robles se liahia colocado al bonle del abiemo: una vez allí, ¡qué pocas mujeres encuentran en sn
propia conciencia la fuerza neceBaria para retroceder! ¡Qué
pocae encuentran una mano generoaa que las empuje hacia
atrás, avisándoles el peligro y tas fatales consecuencias que
produce el ligero paso que las arrastra al precipicio, de
donde ae levantan con el fango en el rostro y el desencanto en el corazón !
La mirada de Joaquín, en vez de a v i s a r á Amalia el
peligro, Rublevó su alma y le ocasionó un vértigo que le
hizo inclinar la cabeza sobre el al)ismo que la atraía. Inspirado por un noble seutimientíj de humanidad, exclamé:
«¡Pobre mujer!» Pero el ccimpromiso contraido con mi
editor me arrancó después catas palabras, que pronuncié,
bien á mi pesar: a ¡ Ya es inia! »
Seguro de que tenia aitanfo, me conaagré al estudio de
las personas que habían de ser protagonistas de mi lí^ro ; y
para preparar el trabajo con acierto, robé á mi sueño la noche, á fin de sorprender en el nnsterio de la stdedad las impresiones de aquellas dos ahnaa que se buscaban con tan
poderosa atracción.
La eajKJsa de lloblea se habia presentado en el comedor
con la cara de siempre; las impresiones nif)ralefl nublan
completamente y alteran la li&onomia de los hombres: las
mujeres saben más y 110 venden SHH secretos sino cuando quieren entregarloa. La mirada de Joaquín, al pasar por
los ojos de Amalia, le habia producido caai un deliquio; pero ae habia clavado en el corazón, y ya los ojos no delataban el efecto de aquel deslnmbranuenlo ; así un rayo de std,
al atravesar poi'entro una nube, la ilumina un momento,
sin dejar huella de BU luz al retirarse.
200
LA
ÍLuSTií^Aciori
ESPAÑOLA
Y
N." XV
AMER.rcAKA.
Al volver á BU
gabinete era de
nycliG, y el criadOj eiguiemlo la
coBtmnljre, liftbid oerrado las
hoJAB Jetnadcm
del balcón, ¡iicomiinÍL'nndo i
Ainaliiicon.Trxiquin : pero iinn
taMji,]Kir ancha
quo. Koa, f; corta
ya conieiittí al
amor?
que nu'iB parecía
un Hollozo, J
oonveneiéndone
d e q u e no podía
libraraedelaviB¡<ju, e x c l a m ó
nuiy afectada;
— ¡Aunque
cien-e los ojos,
le veo!. -. ¡ liifilo
es una peraéciicioii!.... rtUJino
podría libranne
deél?....
Se lia encapapaiJíi de mi [jhinia la pülalira
amor, y íienwi
obre con ligerez a , priij\i'¿f^itnrlo la iiripi-eaÍ4iit
printiieiila en IJI
t;8[)osa (le llobli'K p<ir el poet a ; trniH HÍn prt'Burnir d'í ¡riteligente <•» el cf>nooiiiiiouto del
corn/Dii InntuLnu, creo fjue esta vey. no ]iie
equ ¡ voc'o.
El ninridii, apenas fevaiittwioR
li)H iiiitnteJeB,
drpimeH de mIxjj'ear una taza
de café, He dii'iKÍÚ fd liolniri,
Cuiiin todííH luH
noches, liaeieiido cáJtiiltfri por
lan callfbt para
llevar ú BU ea.sa
la felicídatl material qne ]>rL)pi>reiinjii ol dinero, pensnndo
aienipro en HII
Amalia. V la que él Regula Damaiid» írw Avialia,
porque i;ín<jraba que un tercero se la hahia roliadn i'on
iins mirada insidioKa, luchaba en el gabinete con
ol corazón y la conciencia,
queriendo convencerae d«
que era abandono en sn marido la íinseneia de en cas»
pars ascgrirnr el porvenir do
la familia, y de que era soIwlad la <iite le rodeaba, sin
ae()rdíirHí de que estaba con
ella HII lujo y que la nroinpaRaba la nombra del bnen
capono, cuya honra clebia
guardar.
• .
CATlDENALEe rBOCLAMADOB EX EL COKeiSTOUtO DE 15 Dl¡ MARZO.
Marcela entró
en el gabinete
y puso sobre la
mesa loa perió-,
dicen de la tarde. Amalia cog i ó nmquinalinente La Correi'jiomlímcia, y
paseó la vista
por las cuatro
planas sin <ietenerse á leer ning u n a noticia.
¿ L e importaba
algo, por ventura, saber lo
que sucedía en
Europa, ni en lu
misma Kspaña,
ni ne llegó áMadrid D. N., ni BÍ
confei'eiieiódon
F . con 1). K.? Si
el diario no hablaba de .Joaquín ¿que interés encerrarlo
para la preocupada itnagiuacion de la CBpoaa do Kobles?
Dejó cBta La
CuD'eiqmml e>}CUi
y toiíiiV La Kpo-
('«, que Inibiora
tenido la misma acogida iudiférente , ai en la cuarta plana no no hubieran fijado sus atónitos ojos en
el nondu'e (íe Jtiaqmn MfIffíiiez; en una revista biblíogrática ac consagraba un
entnniapta juicio crítico á la
novela DeHriun <te amor; leyólo Amalia, conio fi á s"
]>ropia persona fueran dii'igitioH aquellos elogitis, y BO
drtu^'o, algo fatigada ya, en
eptc párrafo que rcpilió tres
veces :
«lia novela DeHrim (¡^
amor es un precioso idilio en
prosa que revela cu Joai[uiri Melendcz el Beiitiniieuto e.X(niÍMÍto de BU alma, su
talento superior y BU profundo eonociniieiito (iel corazón lie la nmjer. Nada ae
eseonde ;í su estridif» de li'óHfífo y á la experiencia d*'
Rii mirada; su libi\j liará palpitar de emoción el p<'cho
deaua lectoras.))
— : Efl verdad, proruuipíó
Amalia marcando con la <'"'
bezann movimiento afirmativo, j Mi pecho palpitó uián
de nna \'ez recorriendo bis
]»;ígiuas de ese libro encantador I .... jY entóncea »o
conoeia al autor!
I'iata última observación 'a
hÍKo la ji'iven en nuiy diicrcnte tono, y lan bajo, qui^
casi 4>lla misma no hi oyó.
Y (-rguiri leyendo:
ft.Toaquin Melendtw e" "."
imirahsta nin lival y el escritor predilecto de las damas »
El número de La, Ki'oca
ne desprendii'i de las luauoa
de Amalia. ¡ AqueliüS pidíj"
bras encetidieron en su i ' '
nía una llama ^iviVima, |"^'
ro descfínocida
todavía.
¡ Amalia tuvo celos de todas
lan trnijeres, y en aquel momento hubiera fpieridí) quüloar la eiiieion 4-ntera de la
novula ])eUr'in de. amor. T'"*
decir, la edición entera, i"*-'
non su ejemplar.
Y como su ejpinploi' estaba allí, tan á la mano. <
'>
cogió para Icí'rlo de nue^'í'r
anur[ue sabía de menion»
muchas de sus página^;
aquellas páginas tenían ttho-
En algunos momentofl el
deber parecía que triunfaba,
y wd»repotiiéndoKe, huera
Amalia adematien extrnTios
oon la." maniiH como para Heparar un objeto ([iic !a ntoli'Hííibajv otras vece»flccíuri •
]>ntnia el pecho, cotno qireríetiilo wiijetar BU corazón,
*ji]yoK latidos anmetitaljan
produciéndole l a a l a n n a natural.
IJespiieR de una hora <lc
lucha, cogió o! cañnnmiío
qiio bordaba para wirpreniJer á KU nnii'ido. creyendo
que aquella tarea cahuaria
hi excitación do Í-U ánimo;
pero al i;íavar la aguja, la
lola Be di'Mpreudiú de hun detlos, cfial ni protestara de su
torpe eondneta; Amalia se
esLremefií'j íuertiüiicute , y
min'i con ewpanto á las rrtatro pansIcH de la habitaeion,
("otno teniierido <jne iWguieii
ja obHcrvái'ft para acunarla;
KUS ojtin se iletiivieron en law
liojflH del halcón, y le pareció tjue entabuii ahiei'ian,
pues vio claramerifu el despacho de doaquiíi I y ú éste que la uiiralia de aquella
manera que lan prol'uu'la'
mente la hahia conmovido
por la tai'de.
La jóvcu se volvi/] de C8paldrtíi al balcón ¡tara no
ver fli poeta, pero ini trai(hir espejo que linbia en el
gabinete le oibnji'i laa híijas
de madera, no cerradas, celtio csLiiban, sino abiertas,
como luH divinalia su fantasia; d'd pecdio <lc Amalia ne
cBcap-'' entóneos uii buppiro,
\'KNl¡CIA. — EL EML'KIÍALOlí DE AUSTRIA Y EL U¡CV tK ITALIA ATBAVERANWJ KL CAJÜAL LNÍ SAN MAHtua.
DE:
CALAIS
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DOVER.
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ín¿ü-c¿ui(ip ¿UH'hJiadicaa ÍÚS d-¿t¿os dvnde ^¿- ha eiitvniraS:? €ret¡a> .
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~Tmrcr-n--^'-s-é*d"-~^^
í&jítí ííj-.s^hti-ijiini
~2¿¿iía£iS-¿i£ifi-jBÍ-£S41i-¡í£2£Jli.
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^^^^#^MV"^''^'^:J^Í^*¿¿^
JO VILLAS
'.fLASO DSL rBOTEGTADO XCSEt SUBMARINO EM EL CASAL Dt LA MAXCHA.
ra_p9ía eÜA doble interés, pnce se liabmii üiíf^rito mirándola,
il^pírsiidoBe acaso en el fiipgo de sus <)Jí)a. Allí cíüiltfi u t r a tado, no el autor, sino el hombro qnt- quiíiiu apartar de su x<¿tiiiii, luchando en vano con el iuteptu, porque la imagen de
Jofiíjttiii se habia grabado ya eíi tm corazón.
{Se
continuará.)
PLANO
T
SECCIÓN
DEL
TÚNEL
SUBMARINO
DE CAI.AiS Á nOVKR,
En lofl iiiims. X j XIV de LA ILUSTRACIÓN' liemoe dado curiosee detalles acerca del pi'oyecto de abrir un tihiel submarino entre Dover y Calais, atravesando el Canal de la Mauclia,
y.de los medios ya dispuentoB para dar principio á la realización de tan atrevida eniprepa.
La existencia fatal de la nilver slreah, como llaman los inglepes at Cfliial de la Maueba, que separa del coutiuentü euro-
peo las íslaB del Eeino UniáoTlia dado origen á la creación de
lio pocos proyectos más ó itiétios razonables, lutlos fonuaiH»»
con el objeto dé aminorar los peli^roR de la trave^iia y L\ ¡tar
á los paHajeroH el mareo, ó mal de wii?)-, eegun ee explican
nuestrofl vecinos do allende los Pirinros.
Ya se propone la erección de un alto y largo viaducto, apoyado en gruesos tubos metillicos que descansen en sólidos hircos de caoutchout, insumergibles y fuertemente unidos; ya se
intenta, hacia 183'J, la construcción de un gigantesco hreakwaífí-, ó istmo, de p e d r a y manipostería grueea , con tres canales
navegables y varios pnentea sobre ellos: ora, en Hu , FO inventan y ensayan loa buques Giftalia y Betsemer, de salón suspendido, y cuyo éxito favorable llega casi á resolver el problema propuesto.
Pero desde 18ÓI el ingeniero Mr.Thonié de Oamoml, el mismo que proyectó la construcción delislnio, pmponia ya un túnel submarino entre Sangntte (Francia) y 8t. Margaret's Bay
(Inglaterra), y aometia su proyecto al examen de los ingenie-
ros Tiruuel, L o c k e y Eobert Stcphenson, (Juience lo aprobaron
después por completo, juntamente con eiís colegas Sir F,
Ilawkííhaw, Mr. (i. Wijtheay el ya difunto Mr, Bra^cy.
Probado posterionneiite, en ifiítud de repetidos experimentos, que en ambas orillas del estrecho existe una gruesa capa
de greda p a n i a , cuyo espesor es de HO metros en la de Inglaterra y de '240 en la de Francia, deducen los geólogos que una
sola niata de greda de la misma especie, exenta por lo general de grietas y hendiduras, debe de extendei-se por el fondo
del mar, en toda la anchura del Canal de la Mancha.
Con tales esperanzas de éxito favorable, formadas están ya
dos compañías, una en Francia y otra en Inglaterra, que han
Hometido el proyecto á la sanción de los resi>eetivoa gobiernos,
y que están dispuestas á comenzar en breve plazo las o|>eraeionc8 de taladro en uno y otro extremiv del túnel, valiéndose de
la nueva y poderosa máquina perforadora de Mr. J. L>. Brunton, ingeniero inglés,— ya descrita en el número anterior de
LA ILUSTEACIOS.
F,xamina:ido Ol plano que ofrecemos en esta página, acompañado de mía sección longitudinal del túriel, se adquiere una
idea bastante exacta de la colosa! empresa: en Francia, el túnel partirá desde La Cliaussée, entre Sangatte y Calais, y quedará enlazado en el exterior con las líneas férreas de París y
del Norte; en Inglaterra, arraneará desde Kt. Margaret's Bay,
al Nordeste de L>ovpr, y ehtará unido con loa ferro-carrilea
South-Kasteru y Londoii-Cliatan and Dover.
La longitud del túnel submarino será de 31 millas, y su coste está ealcnlado en 10 millonea de libras esterlinas.
Hoy ee hallan al frente del proyecto hombres como los ingenieros franceses MM, Talabot, Michel Chevaliery Thonié de
(iamond, y loa ingleses sir J. Ilawkshaw y Mr. líninlees; y no
es dudí)so que, si los experimentos eoulirnian los cálculos hechos p<U' la ciencia, en el espacio de tres nfioa el túuel Bul>marino entre Dover y Calais será un hecho realizado.
E. M. de V.
2tí2
LA
EPITAFIOS DE LOS SRES- REINOSO Y LISTA.
MiicliOB üc nucatroB lectores recorLlarán (jue en el año
último fueron solemnemeiitü exliitmados en Madrid Ion restos mortnlca del Br. D. Félix -JoRé lieinoso, eminente pouta
y piiblicÍBta, .Tefe de \i\ iiiodenia enciiela Hcvillana, y coridut;Ídt>}i á Sevilla para ner depoBÍtailoe al ludo de los de BU
ilustre aniigü y corapañero el Sr. D. Alberto Lista, Maestro
universal de loa literatos españoles y aun americanos di'l
presente siglo, eti el panteón de Iiijoa ihiatres que Sevilla
ettcierra en el tnaj^niticu templo de su Universidad. Hizose
la traslación en virtud tie líeal orden refrendada por el eeflor V. NiuomédcB Pastor Diax, eomo Ministro de Fomento,
en la cual se autorizalia al efecto al Sr. D. í'ennin de la
Puente y ApeKecliea, en unión del Rect<jr de dicha Universidad literaria. Hieiéronse en Madrid á lieinoso solemnes
execpiiiis, presididas por la Acaiietnia Española, en la Í;íleuia iJel Ojuvento de Trinitarias, donde reposa Miguel de
Cervantes Saavedra, y en que Lope de Ve^ía celebraba todos los dias el Santo Haeriticio de la Tnisa, en cuyo templo
fue depositado lieinoso liaata su conducción á Sevilla.
Pero crecnioa de gran interea para la liistoria literaria
contemporuñea y pnra nuestros eruditos lertorcK, las inscripciones latinan puestas en los sepulcros de aquellos dos
^fraudes hombrea, deliidas á la elepaute y clásica pluma de
aii discípulo y biógrafo elSr. V. Antoni<i Martin Villa, liector que ha sido de la misma Universidad.
Filia hacer perceptibles ana bellezas á nuestros lectores y
A los apasionados de nuestras joyas literarias, líalos traducido al castellano nuestro mencionado aniiíjo y cfdaborador el Sr, Fuente y Apezechea, á quien del'cnios estos datos, habiéndolos completado con una traducción parafrástica en octavas, que «aimisnio publicamos.
Para la mejor inteligencia ds éstos, no será fuera del caWJ llamar la atención respecto al epítalio del Sr. Beinoso,
que los versos con que concluye la segunda octava son to' iiiadoB de otros suyos, de ia primera de su bellísimo poema
L A 1S).)GES<.'1A. rEtiurDA : y respecto «1 Sr. D. Alberto Lista,
que el gran poeta D. Juan Mcletidez Valdés le traspasó en
vida su tira eti una Anacreúntioa, en estos términos:
Y , en don bien merecido,
llecibc, Anfriso ainado,
La lira de Hatilo,
A este inapreciahle legado almle el opitjiíiif, que cim esta
explicación será etuuprcndido, deseando ¡¡ue todos ellos
(tean gratoM á nuestros lectores.
EPITAFIO DKL SH. D. FKMX JüBÉ IIEINOSO.
•t
Felki losepko Reinnso el Gomes,
íltKpaieim,
Metropnlitaiiif. Vakntimc Decano,
Sacr<r- Jío/ic hiHpaiifJVii» AuditoH,
EJ^ iiiafrtteniii, nepulcJu-o ad Gtfmtiasium tniiisdacUi,
Corimis á jiosteri" trctiojure (frmato;
A urea stellata, oh /Kuijtereit;
Clfíctl^ ob clve/i ^prvatoíf,
Painaseñ laurea el oUi'^/erñ
Pmiiiatum el oratiimam /iru'iniiy;
Clettiesitifi; et cathoUvfB Jiilei vÍndU;i,
Academiti. Lítteranim hUpalenxÍK,
Faveiife. Provincia,
ConperantUmx ucholorUmit
Et jiileli'irilnts /.tmicis,
. Deci-eto regio audiem micren» ¿losmiL
TtíADl'(.:i;iON!ÍS.
Al Ilustrfsimo Señor
*
Don Félix José lieinoso y (iomcz,
Dean de la Iglesia Metropolitana de Valencia,
y Auditor
Del Tribunal español de la Sagrada Rota;
Trasladado á esta Escuela
Desde el sepidcro que en Madrid ocupaba;
Con justo.derecho
P o r la p o s t e r i d a d
Ornado con triple corona:
la del cielo.
Por 6U caridad para con los pobres ;
la cívica,
Por haber salvado á sus conciudadanos ;
Con el laurel del Parnaso y la Oliva,
Vencedor premiado en públicos certámenes
De poesía y elocuencia;
Defensor clemente del desgraciado,
Propagador y vindicador de la Fé Católica:
ÜlMídecieodo á Rea] precepto,
Auxiliando la Provincia,
Cooperaníb» sus más Heles amigos,
V contrihuyendo los escolares.
Erigióle doliente estv sepulcro
La Universidad de Sevilla.
Nació en Sevilla á 20 de Noviembre de 1"7"2.
Murió en Madrid á ti8 de Abril de 1841.
Entre aplausos y lágrimas,
Fué devuelto á su patria en 19 de Xoviendírc de 1874.
IJescanse en paz.
FáLix .loRÍ; RKINOSO, Sevillano :
Rabio Auditor de la ICspafiola Rota :
Viié Dean en el Coro valenciano,
Do el Turia halaga, finnquc jaimis ¡izota.
Cíirouft triple, en brillo soberano,
(!laro varón , sobre tus sienes dota :
líe estrellas la primera, al cielo cobres;
y a e es por tu caridad para los pobres.
Es la segunda, cívica corona,
Porque á sus ciudadanos, de la muerte
Y del peligro, generoso abona
Contra el embate de eoetinga suerte.
La tercera, con florps t>e eslabona
TLUSTÍ^ACION:
ESPAÑOLA
y
Donde el arabio i )fir sus ondas vierte,
J' fie Edeii fertilha las jirnilemt (1)
El rio, que en coral siembra sus eras.
Frenaos de la elocuencia y poesía,
Oliva y lauro, conriuistó triuufantí^;
Clemente aniparfidor del que sufria,
Y de la Fé Católica, UJL Atlante.
La muerte ¡ ay! en Madrid le sorprendia:
Fu él duníiíij seis lustros adelante,
Hasta que al eco de mandato regio,
AI seno vuelve de su Patria egregio.
Entre aplausos y lágrimas despierta:
La amistad, la academia le recibe.
La santa líoligion le abre la ¡luerta
he] teuqilo, do Cervantes, muerto, vive.
Hoy le acoge Sevilla toda abierta :
Él en su gremio , caai que revive.
Sua hijos, su Provincia, generosa,
La Któcucla Sevillana
aquesta losa!
N.' SV
AMEÍ^ICAHA.
Fué ornamento en Matlrid do la Acaílemía
Que acrisola del ¡tabla los primíires;
Y aquí, en. su Escuela, que sus canas jircmia
Con dos coroiuia, ]t\7, lie sus Doctores.
Fiel su Provincia, lionrándole, se agremia
Om sus amigos íntimos mej'ires,
Y . una con sus discípulos, llorosa.
Hoy BU E-scuela ilcdicale esta losa.
UNA DEUDA DE GRATITUD.
García Tassara es iícnalmentc crmo<'ido que estimado
como político distinguiíto, como diplomático bábil y cburo
poeta eminente; pero por su carácter reconcentrado, pocos
pudieroJí apreciar, al par de las altas dotes de su entendimiento, las nobles cualidades de su corazón.
Tenía yo contrai'ia con él, desde los risueños dias de mi
adolescencia, una deuda Bagra<la de gratitud, que durante
BU vida be satisfecho de la manera que me era dado ejecutarlo, y que después de su muerte quiero hacer pública en
honra del preclaro vate que acaba de bajar á la tundía.
EJTr.viaü niíi. SR. D. Aniiiin'o L\Ü-\-.\.
Dos varones insignes me tendieron la mano cuando era
yo joven, oscurr), desconocido; atnbos me prestaron eu
apoyo para dar los primeros pasos por el caurino espinoso
y ilil'icil do la literatura; ambos me auxiliaron con sua
Allffirh Linia e,l Aragón,
consejos y stts lecciones, dispensándome ademas útil, efiHisiialeuni» Metrí)}iíil/fanif E'-fetriir Prmhffifro c( C'(t>if¡nico¡ caz y positiva protección.
Stibli/ttiiiut niatfieseoif antecemori,
Kl uno fué D. José de Espronceda: el otro D, Cíabriel
De poetlifi né^ritinaiiiia, iitrimi¡He ¡iummo,
García Tassara.
Inniíjiietn Hafifhtm sal/nanfire:/ínei)i laudanii,
Presentóme el primero al ^'ran actor, también difunto,
Tanlüfíie rat/'s h/yic fieredi;
•Tulian líomea, cuando yo acababa de cumplir 17 años: y
Pené inn/th-ato lesn ClirisÜ morlem laiidanii,
valiéndose de su inilujo poderoso, por el propio valer y
Mire, ni anoñantia Tfielrira latí: loca
por la amistad estreclia que o m el artista le unía, logró que
á poco se pusiese en escena mi primera coniposicíon draMii'Htis '/ifeitll'an iiiiplpl
mática, titulada Emilia, en el coiiseo llamado del Frincip«
Natura'- mon/<lyf>, Lupo haitd núnimo;
á la sazón.
Oniniími plau/íu humanaruiu lUteniruvi^
Si á Espronceda debí, pues, oir proclamado mi nombre
/lisíoritr et Piiiiiicii: illustríitori-.
en el teatro, ser aplaudido por un páhlico numeroso é ilusAcademia hiKjialetmin, Jurait/e Provincia,
trado, á Tassara soy deudor de otro servicio no menos
Sariihtisque ítch^darihun et amiciif,
notable.
Ma-renn monuiuentuin ponait.
Piípronceda, mi generoso Mecenas, que me profesaba verTltA IHJC:CIONES.
dadero cariño, me presentó taudúen á su digno amigo y
compañci'o en una sesión del Liceo artístico y_ literario, s<iAl Doctor
cicdad que so hallaba entonces en ia época do su mayor
D. Alberto Lista y Aragón,
apogeo y prosperidad.
Sevillano,
— ¿ N o va V. á leer n a d a ? — m e preguntó Tassara, q''^
De su Iglesia Metropolitana, Presbítero y Canónigo :
acababa de abandonar la tribuna donde hahia reemplazado
De Matemáticas stddimcs,
á Zorrilla.
,
*
;.
Profesor ¡lustre;
—No me atrevo—respondí.
De la poesía
— ¿Porqué?
En alto grado benemérito.
— Porque no be nacido poeta, y apenas sé versificar.
En aitdiaa consumado :
— Pero ;.ha escrito V. ya algo?
De Batilo, insigne poeta del Tónnes.
— Una sola composición.
Insigne enconiiador,
— ; La tiene V. ahí?
Y de su dulce lira condigno heredero ;
— No.
líe la muerte de Jesucristo,
— Pues bien, llévemela V. mañiina A casa; yo la veré y
En >-erso inmortal
le dii'é francamente si me parece digna ó no de ser escuY con casi divina inspiración,
chada aquí.
Cantor sublime,
No han figurado nunca cjitre mía defectos la inmodestia
(jue en métricas asonancias
ni la fatuidad.
Con querellas dulces
Así, al subir algunas horas después la escalera de la cas»
Llenó, hechizámlole, el urbe ite la tierra ;
habitada por Tassara, sentía un profundo, un verdadero
Monstruo de naturaleza,
temor.
Por la fecundiitad de su ingenio,
Lnpouiame ante todo el sentimiento de mi impotencia;
me acobardaba el fallo de una autoridad tan ihiKtrads.V
,
No inferior á Lope de Vega ;
respetable; por últínuf, el aspecto grave y severo de n'i
Con general aplauso.
juez contribuía á aumenta]' mi zozobra.
De todas letras humanas
— ¿Trae V. e s o ? — m e dijo al verme aparecer.
Universal Maestro
— Si—contesté.
Y de hi Historia y la Política
— Pues siénteae V. en esa butaca y [irineipio la lectura.
Luminoso ilustradíU'.
Mi miedo había adquirido tal carácter y tales proporÜ m auxilio de su Pnjvineia natal.
cioncfl, que leí media docena de versos con voz sorda, conEn unión do sus amigos,
fusa y balbuciente.
Y aaoeiada á sus escolares,
— Venga acá—me interrumpió Tassara coi; una sonrisa
Púsole entre lágrimas este sepulcro
benévola, y arrancándome el papel de las manos.—Está v.
L a Universidad de Sevilla.
tan turbado, añadió en tono cariñoso, que no presta siquieDescanso en paz.
ra sentido á las palabras,
A Alberto Lista y Aragón, Sevilla
Y leyó de un modo admirable míe pobres versos, q^^
(.'una le dio ; Canónigo en su coro ;
siempre había juzgado yo malos, y que en aquel momento
IluBtre príjfesor mostrando brilla
me parecieron excelentes.
De ciencia matemática el tesoro:
Cuando Tassara hubo concluido, se volvió hacia nHi y
No menos la poética acaudilla,
me dijo con afabilidad;
Siendo de entrandnas, máximo decoro;
— ¿sto es un diamante; pero es menester pulirlo, y\ "^^
A Batilo, del Túrnies gran poeta.
eso rae encargo yo. Si tengo tiempo lo haré antes del jueAlabanza después tejió completa.
ves próximo, Á ña de que lo dé V. á conocer en el Liceo.
Dejóle éate, al morir, la blanda lira ;
Al escuchar estas palabras me estremecí de espanto y
De tu muerte, -lesue, que nos redime,
de terror.
(¡Casi divino mimen los inspira!)
¡ Leer yo ante una sociedad tan ilustre y nunierosa!—¡OcuEn altos vera()B, fué cantor sublime.
par la tribuna frecuentada por los grandes escritores >'
Por todo el orbe, deleitando, gira
jioeta.'í de la época; por Bretón de \w Herreros, Martinf!^
La doliente iiuorella con que ginie,
de la liosa, Mesonero Romanos, Zorrilla, Eiu-ique t u l . ^'
Y la cadencia que su luetm exhala
pronceda, Ventura de la Vega, Lacosura, 011 y Zarate,
Oído y corazón juntoa regala.
Villergas, Príncipe y tantos otros!
Ue un lado al otro ladt) de los uiarcSj
S<»lo a] penaarlo perdia ía calma y la .screniflad.
Do su voz alcanzó, llegó su estro:
¡C'iii qué attgustia esperé el pluico señalado! ¡ O i n q ' " '
De las liuuiamiH letras tutelares.
inquietud penetré en los salones del palacio de VillahennoFué, con aplauso, universal Maestni;
s a , donde el Liceo celebraba sus reuniones!
De la historia ilustró los luminares,
Apenas había entrado cuando Tassara vino luícíft m'-.
A regir el Estado enseñó theatrn :
— Aquí estjí esto—dijo entregándome un papel,—revisa*
Monstruo ile ingenio y de saber |lrl^^undü,
do y corregido. Con que, fuera miedo, y á leerlo prontoY á Lope, no inferior en lo fecundo.
— ¡Nunca tendré ^alor para ello! —e.\elatiié encendulf
y trémulo.—Ademas, ya sabe V, que leo nmy mal._
.
— Lo que sé,—me replicó, — es que no lee V. ni nial n
(1) Son estos versos, recuerdo de otros del Sr. Reincso en su
poema ii LA, I^•0CK^'C1A PIÍHDIDAJI, que dicen así :
bien.
Durante este diálogo, se había aproximado á noaotí
Recibe el plectro ya, profana CHo,
Espronceda.
Que de tSétis me diste en laariberas,
— ¿De qué se trata? — pregunto.
..^
Üo con labios de risa el canto mío
— Tu aniigy es una criatura, repuso Tassara • ' ~ ' ' ^ ^ ^ * o .
Remedaron sus ninfas ^JIOCCUteras :
Ora vuele mi acento al sacro rio
unos versos muy bonitos, y no se atreve á subir alH-""
Que de Kden fertiliaa las praderas,
dio señalando á la tribuna.
f¿,
Y dividido en ]diw;idoí^ raurtales
—¡Pues yo tíubiré!—le iuLerrumpiú el autor áe El ""^''
Baña t i Oñr arabio de córales.
niuiiao.
f
N.* XV
LA
Algiinoa iiiKtantefl tleRpncB Hentábase e n la hiiirillde nilU
•¡•^ paja, colocuHa d e t r a a d e iiiia b a r a u d i l l a d e p i n o piíitndo
de color tie eartija, y al p i n i t o reinó u a p r o f u n d o silencio
t;ii el vüHto y a n u l m r o a o aaloii.
E a p r o B c e d a , — c u y a a d m i r a b l e lielleza, m u y neniejfinte á
l a dtí'HyroTí, n o s e r á o l v i d a d a d e n a d i e q n e le l i a y a t;(motlito O vine,) Hn r e t r a t o , EKprnnci'da lúzu un m o v i m i e n t o
pai'a apartai" d e l a f r e n t e aii niagnitit-a c a b e l l e r a n e f í r a , s e
itt'iineiij l i g e r a i n e n t i ; lii b a r b a n o iiu^noa l a r g a y a e d o s a , y
"<^Jo o i r BU v i b r a n t e y u r m o n i o g a v o z .
• ^—SeñoroB, (iijo p o r v í a d e a d v e r t e n c i a , la c o i u p o s i c i o n
1"e v o y á. t e n e r e! h o n o r d e leer CB d e m i a m i g o el j o v e n
'*. H a n i o n d e N a v a r r e t e .
- I coiiienzij l a l e c t u r a . — M i s o r p r e s a fué g r a n d e d e s d e e l
lniTrcipio; p e r o creció á m e d i d a q u e aciuelta p r o g r e n d b a ,
t-l t i t u l o e r a eafii lo n n i e o q u e m e p e r t e n e c í a e n l a o b r a
I ' a t r o c i n a d a p o r TasHnra : a q n i y a l l á a p a r e e i n i i a l g u n a ríe
P'iH íiuágeneH, dcBenvueltaM d e u n m o d o m á s elevaiio y
'i'i'B p<]taieo d e c o m o y o l a s l i a b i a c o n c e b i d o ; a q u í y a l l á
'jiicdaba t a l c u a l ^'erBo c u y a p a t e r n i d a d p o d i a r e c l a m a r ;
*^l l*cnsanHRtito f u n d a m e n t a l m e p e r t e n e c í a t a m b i é n ; p e r o
^» c u a n t o a] cruijunto i m t e n i a e l m e n o r dereciio p a r a l l a iiiftnue MI a u t o r .
r-l auditiir-io, d o m i n a d o p o r el m i m e n d e l v a t e y el p r e s ' g i o del Ie<-tor, d i s p e n s ú l a a c o g i d a m á s b r i l l a n t e á m i
""pucBtti i n s p i r a c i ó n .
A c a d a m o m e n t o s e p e r c i b í a e s e m u r m u l l o lisonjero,
/^riiiula i u d u d a b l e d e la g e n e r a l s i m p a t í a ; ú c a d a m o m e u '•* '^I^sc un byttrrt ó u n hieti^ q u e l o s e n t u a i a e t a e n o p o d í a n
••(-'priniir; p o r littítno, á l a c o n c l u s i ó n r e s o n a r o n f r e n é t i c o s
y '^epetidoR aplauBoa.
Era y o t a n poco conocido entonces como cecritor—pues
(Iranm JS/nilia se reprcHentó a l g u n o s m e s e s m á s t a r d e ,
-que torio el n m n d o s e e o r n r e n d i ó d e v e r m e p r i n c i p i a r d e
a<]i]elmodo.
*^
l í o d e á r o u t i i e m u l t i t u d d e personaB p a r a f e l i c i t a r m e 7)0)'
' " • ' / ^ • ' " " A , y p ¡ |[g s u s l a b i o s f r a s e s e x p r e s i v a a y l i a l a g ü e "•^i d o s ó trea r o d a i t o r c s d e perióilicos—Sulas y Q u i r o g a
^Utre eUa8_«ol¡citflron loa versoB p a r a díivloa á luz ; v ú r i a s
'lUiftB licrmoBas y e l e g a n t e s uianifeBiaron v i v o deaeo d e v e r
J ' " n r n i a en au r e s p e c t i v o Á l b u m : e n fin, l a o v a c i ó n f u é
n lisonjera y ruidoRa c o m o iiuiicrccida.
'-"nfuHfi, ottrrido, avergr>ii7.ado. n o m e d a b a c u e n t a d e
' V H * P s u c e d í a , y sóbf c t í r r e s p o n d i a c o n l a p a l a b r a « g r & ' '¡j^n á Ion p l á c e m e s y loores d e q u e e r a o b j e t o .
LasNüra se a c e r c ó t a m b i é n a l ^ r u p o en c u y o c e n t r o m e
' a l i a b a , y c o n l a m a y o r a e r i e d a d ujiíó BUS f e l i c i t a c i o n e s á
l ^ M e los otros.
Merced ú nii i u e s p e r í c n c í a , e s t u v e á p u n t o i!e e n f a d a r m e ,
^^''cyerido q u e el i l u s t r e p o e t a s e b u r l a b a d e m í .
• — N o p u e d o a c e p t a r , — l e diíe B c c a m e u t e , — t a l e s Ijonores
y alabanzas.
>
J
-z-f.Vw q u é ? . — m e pregnnti'i.
P o r q u e m í p r o b i d a d literavia m e i m p i d e r e c o n o c e r e o lio, m í a U con.ipoBÍcion l e í d a p o r E e p r o n c e d a .
~ " ¿ T ' é liará V , ? — aftadió c o n u n a s o n r i s a b e n é v o l a ?
p e c l ü r a r , n o q u e r i e n d o v e s t i r m e con p l u m a s a j e n a s ,
que á V, e s á quíeij p e r t e n e c e l a g l o r i a d e h a b e r l a escrito.
,
¡ K s V . ttn c h i q u i l l o ! — a ñ a d i ó a f e c t u o s a m e n t e y e s t r e ^'lando u n a de mis iuauos entre las suyaa. — L o que consefiWria V, e o n eso seria p o n e r n o s á loa d o s e n r i d i c u l o . ¡ I>*h!
ILUSTÍ^ACION.
ESPAÑOLA
Y
AMER,ICAIÍA.
Deje V . esos escríipnloa d e m o n j a , á n o s e r q u e se h a y a
o f e n d i d o d e m í a correccioneB.
— ¡ O f e n d e r m e ! — e x c l a m é c o n efusión. — ¡ O f e n d e n n e
cuando V. h a sustituido mis humildea versos c o n otros arm o n i o s o s y Bublimea I ¡ O f e n d e n n e c u a n d o , g r a c i a s li u s t e d ,
todoB los p r e s e n t e s m e s u p o n e n u n t a l e n t o q u e n o p o s e o !
— Si es a e í , q u e d e n Isa cosaa en t a l e s t a d o , y n o v o l v a m o s á hiiblar d e l a s u n t o , Lo q u e i m p o r t a a h o r a e s q u e s e
n n i e s t r e V . d i g n o del p r i n c i p i o d e r e p u t a c i ó n q u e h a a d q u i r i d o e s t a n o c h e ; q u e estudie y t r a b a j e e n lo suceBÍvo c o n
p e r s e v e r a n c i a y c o n f e ; e n fin, q u e n o dé m o t i v o p a r a sofipechar q u e n o era suya la componicion leida.
Espronceda vino entóncea á devolvérmela, y á interrumpir nuestro diálogo.
L a m e t í e n el b o l s i l l o , y á p o c o a b a n d o n é e l local d e l
Liceo, para evitar los homenajee q u e m e parecían ,—y q u e
e r a n en r e a l i d a d , — u s u r p a d o s a u n q u e i n o c e n t e m e n t e p o r m í .
I n ú t i l e s e x p r e s a r q u e n e g u é la c o m p o s i c i ó n á c u a n t o s
m e la p i d i e r o n p a r a p u b l i c a r l a , y q u e bajo d i f e r e n t e s p r e t e x loB r e h u s é d a r l a a c o n o c e r s i q u i e r a á m u c h o s q u e n o l i a hian asistido á la lectura.
G u á r d e l a , p u e s , c o m o un t.estlmonio s o l e m n e d e l a a m i s t a d y d e l a p r o t e c c i ó n d e T a a s a r a d u r a n t e au v i d a , y l a
c o n s e r v o d e s p u é s f]e su m u e r t e c o m o precioso c i n e s t i m a b l e
r e c u e r d o d e l q u e (]UÍaü reflejar au g e n i o s o b r e u n p o b r e
inancelKi o s c u r o y des^'alido.
L a n o c h e q u e se e s t r e n ó e n el coliseo d e l P r í n c i p e m í
d r a m a ¿VuVwi, d e l q u e a n t e s h e h e c h o m e n c i ó n . T n s s a r a
fué u n o d e los p r i m e r o s q u e s u b i e r o n al c u a r t o d e J u l i á n
R o m e a á d a r m e e l p a r a b i é n p o r su é x i t o .
— ¿Me h a perdonado V. y a que b á tres meses m e a t r e v i e r a á e n m e n d a r l e la p l a n a ? — m e d i j o a b r a z á n d o m e cordial m e n t e .
— ¡ P e r d o n á r s e l o á V . ! — p r o n u n p í . — L o q u e h a r é será
a g r a d e c e r l o m i e n t r a s exista. — Y o e r a d e a c o n o c i d o ; V , m e
a t r i b u y ó u n a oVira b e l l a c o m o s u y a , y aacó e n u n i n s t a n t e
m i n o m b r e d e la o s c u r i d a d . A V . y á E s p r o n c e d a a o y d e u dor d e q u e m i primer ensayo dramático se h a y a puesto en
eacena e n el p r i n c i p a l t e a t r o d e M a d r i d ; á V . y á él d e b o ,
p u e a , el p r e s e n t e ; á e n t r a m b o s lee d e b e r é t a m b i é n el p o r yenir.
P a r e c i ó m e q u e el r o s t r o , d e o r d i n a r i o frió é i m p a s i b l e ,
del i n s i g n e p o e t a r e v e l a b a p r o f u n d a y s e c r e t a e m o c i ó n .
— i}tara
ark! — e x c l a m ó a l e g r e m e n t e , s i n d u d a p a r a
ocultarla. — ¡ H e encontrado un alma agradecida!
M u c h o s a ñ o s lian t r a s c u r r i d o d e s d e e n b ' m c e s ; t o s s u c e s o s
d e la v i d a n o s lisii s e p a r a d o y noa h a n a c e r c a d o euceaivamente ; pero mi corazón h a conservado siempre la memoria
de aquel nobilísimo y delicado rasgo d e benevolencia y d e
ínteres hacia mi.
H o y q u e la n m e r t c lia a r r e b a t a d o d e u n m o d o p r e m a t u r o a l q u e t a n t o p o d i a h o n r a r a ú n la política y l a l i t e r a t u r a
<1e l a p a t r i a , h o y es o c a s i ó n d e p a g a r l a d e u d a d e m i g r a t i t u d a l h o m b r e g e n e r o s o y a l escritor i l u s t r e q u e a c a b a d e
desaparecer d e entre nosotros, aunque dejando u n nombre
que no desaparecerá nunca.
E! t r i b u t o q u e rindt» á su m e m o r i a e s p e q u e ñ o : — s ó l o lo
a v a l o r a n su i n t e n c i ó n y su s i n c e r i d a d .
263
ADVERTENCIA.
La Dirección de L A -iLUgTRACtoN EKPASTOÍA Y
liallii singular complacencia eu que
nuestros apreciables colegas en la prensa periódit^a de Madrid y provinciüs trascriban ú RUS coktiii-'
nas artículos y poesías que huyan visto la luz yiública en este periódico; pero les invita, cnrti'snjcnte á que, al estamjiar la copia de un escrito publicado ]ior primera vez en L A IUTSTRACION, estam-"
pen también, como es jui^to y digno, el nombre dé
este periódico, que inibiicó el ürigiiial.
AMERICANA
=9090 e^m
AJEDREZ.
Solución al p r o b l e m a n ú m . 2.
1 P I' * A 11 ."), w m a P .
:f T K I á I- 3.
:t T V 3 il i( a, tfJtn» P .
•( T M ;l á A -A, t o m a P .
fl T A n ft !•• ;i, p q u e y m a t * .
Hay alguna v w i a n t e de íácil BOlucii>n.
PROBLEMA NUM. 3.
N SOBAS.
B
C
a
RAMMN 'Di: N.WAItBKTE.
A N D M U l O t í : D D fr. b O c e n t , l a a a « a .
BECLAUOS : P r s c i o i coDTenclonalftO,
ESüQ NEVñ&LGIAS
^Vin de Bugeaud
DIT " T O N I - N U T R I T I F "
AV
VJ^ ^^/^ Y
ece-1
i
"^on est« T i n t u r a no ^ a ? f^^^
I 3itladcle lavar l a i - , B . b e z a n i » j ^ .
' m despuee, su aplicación en _ ^ ^
<-illa y p r o n t o el TeHuUwlO' ¿_
m a n c h a U piel ni d a ñ a 1* ^
¿a rain fornpifM ü / ' ' -
pn
P a r u . y «Q lia iinnaipsle" P*"^'^ ^
riai do Améric*.
if¡
II
J u e g a n ¿Btaa j d a n m a t e á l a c u a r t a j u g a d a .
CAT.MIM-í^.
TilS. i:i*Nítll'.\Di)S,
Aspir;iiulii í'í liiiiim. p c r n ' i i i i i'ii e l l ' f c l i o . f a l n u í r l s i s n - m a n p r \ÍLisn. fin-ilirn lii csiii-ulLiraciiiil J í < i \ i r c c i ' Kis f i i n c i o n í ' S ilr* l o s
ÍÍÍÍ:ÍIIÍ''S r i - s p i r a l o n u s .
K.nij'r Í - I ' T fn-^fi : .1, KSl'lG.i
Vcn1« p o r •iia>nr J . K M P i r , i t « . r u ó Miiinl-l.nKHro. PnrÍM.
V f i i líis (iniu'i'imU'S Fiinna<.'ias Ov liks A i i u i r i c a s , — • f r . l a e o j « .
Para t o l f c r
ínmedikU-|
mente k L'H cabellt» y i lii
biirb4 HU oolor oatural »Lt
Ludo* n u t i o M .
i> r,, toma. P ,
H S.
A H.
K 1, t o m a C.
BLASCAB.
OPRESIONES
JamerSMITHSON,
!• li á
11 4 é
A 4 á
I' -j á
H a n remitido la saladcmlos Sre^. D. A, S. G- y D. F . G. T . , ilc V u l e u d i t .
A Ü O L F ü E W I t * , ú n i c o BK^ente e n F r a m i » :
10, m e T j - i l b o u t , P a n « .
NO %k\ TUITDKAS PEDGBESIYAA
P
P
P
R
AU QUINQUINA ET AU CACAO
Kl " V I N d e B U G E A U D " , c u y a c o m p o s i c i ó n l i e n e p o r b a s e il V i n o d e
EspaiTa, tiono u n ^'usto m u y a g r a d a b l e .
É s t e merlicLinicnlo c o n v i e n y d e u n a m a n e r a m u y e s p e c i a l á l o s n i ñ o s
d é b i l e s , á l a s s e ñ o r a s d e l i c a d a s y k l u s a n c i ü n o s d e l i i l i t a d o s p o r la e d a d y l o s
Pichaques.
CUIDADO COM LOS FALCIFICACIONES t IMITACIONES
D K P O B I T O UEVEft.M. : Farinacia L E B E A U L T , 5 3 , TUC R é a u m u r , en P a r i a
E.COUDRAY
i
PERFUMES MUEVOS PARA EL PAHIIELO =
_
F,ili!'i PiTl^iinrí rf Iiii-ni.!•: , im piv|i|frHi Tiimiiipn
I suu iDUcbu Jiia^ stiaví;'; üii rl |j.timi'l(j <|iw lüdus k s Z
olms co(nifi(]i)s (kSíta almra
: ARTÍCULOS RFXOMENDAÜOS I
; A G U A D I V I N A Uaauaa aqua de wlad
' O L E O C O M E psrs li hetmMttn de los cabellos
E L I X I R D E N T Í F R I C O ?aTasaiieariabMí
V I N A G R E d e V I O L E T A S p w í t l tocador.
J A B Ó N D E L A C T E I N A parí el lODidor.
jSs
VEWDFN
EN LA
"FÁBRICA
j PARÍS 13. rce d Enghien, 13 PARÍS :
:
;
Depírsilíí en c;isas rli>. Ins |ir;in'i|tiili's fíi-liimistLs,
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nmnm m m II\D\S
(PKKKUMKltlK
Diploma
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I L UMICO BECOMEKDADO POH LJLB - Í E L E B H I D A D I S
MEDICALES FAltA
LA ^ t O l I N I , 1^ _^UJlVIl>Ap T LA J ' n i I C U » * BC L* PIEL.
liEK
Depósitos «n t o d i ü ) » Ciudades del Mondo.
Univer-
A G U A 1" A
' « H A.DAS
aARAII-FKI.IX.
rKCOLORACION BEL CABELLO Y DR l-\ n.\BRA.
S e r p c n m i e n d a P1 e m p l e o de o t m a pnititu'toB d e ]fi P e r f u m e r í a d e l a s H a d a s c o n v\
Affua fie laK
ífo^w.
P O M A D A KV. L A S H A H A S ,
M , ¡timl lící ¡tfílienn—M
¡toul. Puisíímniére
55. H. Richeítcu~51,
Boa!, de Sirasbour¡/,
Caxaí: en Vícno, ftt Bruselas,
tn
Beflin.
FÉts).
(fe Mérito en la E.rp<}nkiQn
sal (h Ficíict, IW73.
para favorecer
la
a c c i ó n d e i Ar/na ile lan
f/afh^.
AouA DK I'oi'EA , p a r a l i m p i a r la c a b e z a .
AOL'^ TlE TOCADOR liK LAS HAflAS, p a r a IttH
n e c e s i d a d e s d e la toHelte y d e l o ^ b a ñ o s .
Payis, 4 3 , rué Rkher, y ai todu-s las fierfumenas del mando.
2&4
LA
ILUSTRACIÓN:
ESPAÑOLA
Y
N." -W
AMEÍ^ICA]S[^A.
qiiin Olmedilla y P u i g , f a n n a
c é u t i r o , médico y proEcsor a u s i liar ríe lafacidtflil dn K a r m n c i a d e
la Univorsidad C e n t r a l . E s t a o b r a
c o n s t a r á de u n t o m u e nfe."m a y o r , b u e n papel y eHiiierada i m presión, Sepublicii {í*)r c u a d e r n o s
de diez piiczoa (ífJO p á p i n a s l cftda u n o . Precio: li pesetas y fjd cé ntimoB en Jliidrid, y 2 pesetas ^y
7 í í c é n t i m o B e n p r o v i n c i a s . Se su cribe en l a l i b r e r í a de HaillyB a i l l i é r e , ]ilaza de S t a . A n a , « ü - ,
mero 10, Miulrid.
LÍBEOS PRESENTADOS
ES ESTA nKDACCrON POB AUTORES
ó KOITOREÍS.
Curso de astronomía, náutica y navegación, jirccedLilo
d e urnisolonicntLis ílc triñotiomct r i a rectilÍTiea y csfúrica. y :SP,Ruido de ttlgHnjiB nociones y t a b l a s rochortílógicas, p o r Ü . trancisco F e r n a n d e z F o n t c c h a , c a t e d r á t i c o pnr (iposicinri de 1» E H caelft de l í á u t i c a d e C á d i z . — E n
cpta i m p o r t a n t e o b r a BO. h a l l a n
recopilailnM con excelente m é t o d o
los p r i n c i p a l e » c o n o c i m i e n t o s q u e
deben a d q u i r i r los a l u m n o s d é l a
c i t a d a Kncucla, EH u n buen libro
de t e x t o fjue o c n p a n i desde lu^po
l o g a r prrfercDtc e n la cnscíiaiiza, y sn i l u s t r a d o a u t o r h a p n ' s t a d o u n n o t a b l e servicio á los jóvence q u e HC d e d i q u e n al estudio
de luchas aííignatnnu, publicand o u n a obra que puede llamarac
cora pie l a m e n t e n u e v a , ] * r ser l a
primeva oti «u clase p u b l i c a d a e n
Espaí5a.— C o n s l a de dos t o m o s
en 4,"prolonEado j d c una.s4(X) p á ípnaj» c a d a u n o , y e s t á iluBtratlo
c o n siete l á m i n a s y Üi-W g r a b a d o s
nlusivon a l t e x t o , y e j e c u t a d o s
p o r los mejoren artiista».—Hállase do v e n t a en laa principales l i brerías.
El Barberillo de Lavapiés,
«arzucla en tres actos, letra de
I'. Luis Mariano de Larra y músic.i de 11. F. A. Uíirbieri. Ueducrion ]K'T D. Isidoro Hernando?,.—
Ivos Srcfl. Vidal é hijo y IWrnaraegi, de Barcelona, conocidos
eilitorea de música, han publica- •
do las principales piezas de esta
popular Kar7uela, ya para canto,
ya para piano,—Los pedidos pueden diripirse A los mencionados
editores (Barcelona, calle Ancha,
;!ñ)yíi los almacenes en Madrid
{Carrera de Kan Jerónimo, 34).
Tratado elemental de hiieoe privada y pública, por
fEilaleade
. Uectjucn'l. niídico de los hnsl'aríH, con acJicionea y
ibliografíaa, I>OT el doctor E.
llenugrand, nnídicode Beneficencia en nqticlla capital: traducirio
j anotado por el doctor D. Joa-
L Ó N D R E S . — PARTIDA DE UILLAIL JUGADA ES COUI'ETENCIA POR MR. BENNET V lili. S1AN[.LV.
Leyendas de Oro, colección
de poesías tic Ooctbe, Schiller,
Víctor Hugo, Lamartine, Lord
IJyron y Lonjrfellow, traducidas
en verso castellano por ü . Teodoro Llórente,—A pesar de que cfitc
librito forma un tomo de 2()0 páginas de nutrida Irctura, ac vende al intimo precio de 2 rs. en
las librerías i!c 1>, Leocadio López, Sres. Dailly-Balliere, D. A.
iJuran y otras do Madrid y provincias.—V.
(Piemio del vencedor : 100 libros j una medalla de oro.)
EXPOSICIÓN BÉTICO-EXTREMEÑA D E1874.
G R E M É - O R I Z A íí
°^"'=sei.TdeplusieiirsCcf[
Medalla de premio y mención honorífica.
BELLEZA NATURAL.
BELLEZA EXTREMA.
BELLEZA PERFCCrA.
AzutniaB ; gllcurlim C'<ild-Crr«m.
El Sei'rcCo de Lafs, extracto de
sxnet-iins.
Alllcetllin, IVlvii ijc FlurSt.
LLOFKIU, INVENTOB.
l'Mn i C<<rri| a ÍIIIIL' |iii'|i:ir..c KII
i's iMin;0^i y í^e imnle nin l,n'ili',n i:
il» rrenniM y hrilliirifi-i iil cuiií. ^
im|iiil'' <| 11' r'u ['iirnii n iirrii(;ji-¡ en,
í.'l, V ili'.-tniyí: > liiuv (N'>,iH!nrifi
hUieRW,
L i o i ' R i u , I.SVI;Í;TOR.
IKVEXTOR.
conBOTvacii n, cjnUnra ü. la u>s.
Blanco {natnrAli, bi^uLco y cetíptiLo
A la tci.
FrüH''iira, a'pn. i'Rielado, b.illo
La caja 3 pesetas.
El frasco & pesetas.
La caja 6 pesetan.
lligiplIP,
ju%«uU á ta tff.
|:|S <|ni! <e I M I I runimilii Ul, y inri
i rsii l'i UhTniv.'drii li.iila
Dift. .wiintnda.
la >.-<l<il
PAPEL HIERATICO
HíííS^DlircSLtSPiRFUMtBItSD^
GRANULOS
FORTIFICANTES
TIMBRES EN COLORES
I I iirr •>••• Hriro (ll'l piA|H'l
. lii-li's, i-.'a fiitir¡<,íilii ruii
Ifl iMrl('/;i ilrl ]lrii-nn'|<-i.t
l'n| pi'irpRi.n XTilndi^r
(irnbadoi
•^ÜNOOTÍAMÜS
CIARAS
'irlH>lilrrl jlljH'Nl.'ll.ll
Escndos de Amut
Ks K 1 ' l> K R I O I I
y f]
MAS TAIíATO
LECHE DE I R Í S L . T . P I V E R *
UKic.i inívií%Tii>A lili, yr.i.i.o HKI. INVKNTÜU
LOCIÓN
MARAVILLOSA
P a r a blnntiuoar la Tez
i.F>ciiiis \KiT i m
AL OAltDüíiA'I'O KKILHOW) t>E
GIRNIER 1/.H0UREÜX Y C "
Toma<lool IITEHHO bajncstaforraaajrriidable, i s un poderoso fortificante, que se digiere nuiy fácilmente, sin eau.-jir el menor
i.stn:fíiniienti>.
ra^bsi tt:3,L3^ hijo \i U aa diGRAHULA y W.mi:
ALnK:S(/Ví-ifwíirít).-SANTÓN INA (IVrMALK^ IfK Ol'INlNA {Ki-hrifua"")A C i n o Al;SK>;].OSO (Iti-tjt-nmu-inn de la
AGUA DENTIFFICIA ODONTALGICA
Olí
L. T. PIVER
I > H. I i r A1.1N A (Kiif'fm i-'hi iJi-x <Jcl n-nizi'ii).
Y ge'^eralmente toiloa loa me^iflamentO'*,
PABÍ5, Rúes Et-Honore SíÜ... et du :I0
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