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Familia y migración internacional: dinámica trasnacional y transfamiliar
en la cotidianidad de los países emisores1
Dra. Consuelo Martín Fernández
Las sociedades contemporáneas, inmersas en la creciente globalización que
acompaña a la revolución cibernética, enfrentan diversos desafíos producto del
nuevo entorno político, económico, cultural y social, extremadamente dinámico,
cambiante y complejo. Las migraciones internacionales cobran mayor relevancia en
este escenario social ya que las nuevas formas de movilidad espacial se han hecho
cada vez más evidentes, se multiplican los destinos y se diversifican los países
emisores. Como fenómeno social en general, la migración se aborda por disciplinas
científicas que pretenden dar respuesta a esos requerimientos económicos,
políticos, demográficos, jurídicos, étnicos y culturales, entre otros aspectos
esenciales que atañen a los movimientos poblacionales. Pero es necesario señalar
que, en particular en la sociedad concreta del país de origen, es poco común
encontrar en el abanico de problemáticas sociales, la preocupación por los
protagonistas de los movimientos migratorios.
Los rostros sin nombre que cruzan las fronteras ilegalmente o los nombres sin
rostro que engrosan las cifras en las salidas legales –ambos– se ven reducidos a
estadísticas cuando tanto preocupan a los organismos nacionales e internacionales
que se ocupan de las migraciones. Es que en verdad constituye parte fundamental
de los dramas humanos universales sumergido en el anonimato. Entonces, para los
especialistas de las ciencias sociales la realidad demanda el riesgo de un importante
1
Trabajo elaborado en octubre 2006 para el presente Anuario, cuyos antecedentes son resultados de
la autora y los estudiantes de quienes ha sido tutora en la línea de investigación sobre Familia,
Migraciones y Viuda Cotidiana que dirige en el CEMI. Estas ideas han sido socializadas en:
Martín, C. y otros (2005) “Transnacional y transfamiliar: prácticas cotidianas de la familia como sujeto
del proceso migratorio” del Panel: Familia y Procesos Migratorios, VI Conferencia Iberoamericana
sobre Familia, Cuba.
Martín, C. (2006a) “Las migraciones externas desde un enfoque psicosocial: familia y salud mental”,
en Congreso Regional de la Asociación Mundial de Psiquiatría, Cuba.
Martín, C. (2006b) “Las migraciones internacionales: causas y efectos en las familias desde un
enfoque psicosocial”, en Seminario Internacional sobre problemas de la población mundial en el siglo
XXI: dilemas y desarrollo, de la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU), Cuba.
Martín, C. (2006c) “Cuban Internacional Migration: Family and Society”, en Conferencia Anual de la
Sociedad Británica de Estudios de Población (BSPS), Inglaterra
(http://www.lse.ac.uk/collections/BSPS/pdfs/2006_Martin_migration.pdf)
Martín, C. y Yil.A. Felipe (2006d) “Prácticas transnacionales y transfamiliares en la vida cotidiana de
la familia como sujeto del proceos migratorio”, en Segundo Coloquio Internacional sobre Migración y
Desarrollo: Migración, Transnacionalismo y Transformación Social, Cocoyoc, México.
(http://www.migracionydesarrollo.org)
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reto: asumir un objeto de estudio que es un sujeto de estudio –humano, individual,
grupal y social– cuya impronta trasciende los límites de las disciplinas particulares y
reclama un enfoque científico integrador históricamente contextualizado.
La interpretación y el análisis de los especialistas, necesariamente demanda el
vuelco desde una visión estática (origen y destino), a otra dinámica que contempla
múltiples formas de relación de los seres humanos con los espacios geográficos y
en los niveles individuales, grupales y sociales. Es en esta noción donde se inserta
la familia como protagonista del complejo proceso dialéctico que significan las
prácticas transnacionales devenidas transfamiliares en la expresión cotidiana de las
redes sociales y de parentesco que involucran las migraciones externas. En este
caso, la problemática se ubica en una propuesta de comprensión desde el país
emisor, integralmente vinculada con los países receptores y con las características
de los propios migrantes, es una tríada cuya dinámica de relaciones recursivas es
imprescindible de atender en el análisis del proceso migratorio internacional.
La relevancia de las prácticas transnacionales se alcanza en al menos dos ejes
centrales. Por una parte, porque son generadas por los migrantes en calidad de
actores globales que se desplazan y cruzan fronteras, ellos trascienden espacios
locales y nacionales con lo cual se van tejiendo redes familiares y sociales sin
demanda de aprobación alguna. Por otra parte, porque el impacto que producen en
las sociedades emisoras y receptoras es cada vez más evidente, en cuanto a los
márgenes de desigualdad y sobre todo por los severos procesos de exclusión a los
que se ven sometidos los inmigrantes bajo el supuesto de un pretendido control de
esos desplazamientos humanos. Pocas son las sociedades que hoy quedan exentas
de las consecuencias que genera la migración en el proceso de transformación de
las realidades nacionales y por consiguiente, regionales y mundiales. Ello exige un
lugar de máxima prioridad en las agendas de los científicos sociales –cual es caso
que aquí nos ocupa–, así como de los gobiernos y también de los ciudadanos.
En el marco de esta problemática, transnacional y transfamiliar son mucho más
que simples términos. Constituyen categorías de análisis, imprescindibles para
desentrañar el complejo entramado de relaciones sociales que se producen como
consecuencia directa del constante movimiento poblacional y los elevados índices
que en la actualidad alcanzan.2 Las relaciones internacionales han sido invadidas y
2
Según cifras oficiales de la División de la Población de la ONU, en el año 2005, el total estimado de
migrantes internacionales ascendía a más de 190 millones de personas. (http://www.un.org)
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casi determinadas por las fuerzas transnacionales, léase, entidades no estatales de
naturaleza económica, tecnocientífica, ideológica, religiosa o de otra índole. Sin que
ello signifique anunciar la muerte del Estado, la perspectiva transnacional permite
explicar de modo satisfactorio la aparición de los actores transnacionales, más que
la concepción hobbesiana de un sistema anárquico, conflictivo y exclusivamente
interestatal. 3 Se trata entonces, de conceptualizar un fenómeno internacional,
histórico y complejo, vigente para todo el siglo XXI y en cualquier región del planeta.
Por tanto, deviene pertinente atender y accionar científicamente al respecto.
El teorema fundamental que representa la estabilidad del sistema social se
complejiza si tenemos en cuenta que la migración como fenómeno social representa
un reto para las estructuras particulares de cada nación o país. Los migrantes llegan
a las sociedades receptoras en calidad de nuevos miembros que se deben integrar,
en un proceso que no siempre se logra o muchas veces se retarda en el tiempo. La
no asimilación y la no integración, expresada en conductas antisociales,
depresiones, desmotivaciones, suicidio, así como la “criminalización” en el caso de
los deportados, refuerzan la necesidad de reconocer una población inadaptada al
nuevo contexto social (en el caso de los inmigrantes) o marginada en la sociedad
receptora (por conductas xenófobas y de exclusión 4 ). Lo socialmente aceptado
muchas veces no coincide con valores, normas, idioma y pautas de conducta que
los migrantes llevan incorporado como formas de acción social, con lo cual se
vuelven inoperantes los referentes cognitivos del contenido de sus representaciones
sociales en torno a los objetos del nuevo espacio al cual se incorporan.
Cuando pensamos en el sujeto que migra, la referencia indica sus características
personales, sociodemográficas, económicas, estructurales o psicológicas como las
motivaciones y demás dimensiones de la personalidad. Cuando lo consideramos en
relación con otros sujetos que migran, con relación al país que pertenece, a su
pertenencia o no a alguna creencia religiosa, si tenemos en cuenta género, etnia,
generaciones migratorias o grupos etáreos, se trata entonces de referentes sociales
de ese grupo migrante, quien devenido relevante en una coyuntura concreta es
emergente social o se constituye en el sujeto social que representa. En ambos casos
3
Ghils, P. (1992) “La sociedad civil internacional: las organizaciones internacionales no
gubernamentales en el sistema internacional.” Revista Internacional de Ciencias Sociales. La
sociolgoía histórica, debate sobre sus métodos. UNESCO.
4
La exclusión es un principio constitutivo de identidades y actores sociales en la medida en que se
asocia a formas de explotación y dominación, según Aja, A. (2006) “Desigualdades y migraciones
internacionales: una serpiente que se muerde la cola”. Revista Temas, no.45:55-66, enero-marzo.
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–sujeto individual y sujeto social– y desde el enfoque psicosocial, el análisis
contempla como necesidad la comprensión de que toda su actividad se desenvuelve
en los límites que la vida cotidiana ofrece. Determinado este límite por el tiempo, el
espacio y el ritmo que implica, histórica y culturalmente condicionado. La vida
cotidiana constituye el contexto por excelencia donde los seres sociales devenidos
actores protagonistas de la transformación social, producen, reproducen y
transforman su actividad social que, en el caso de los sujetos del proceso migratorio,
claramente implica la modificación de la cotidianidad individual y
social
simultáneamente y en una correlación espacio-temporal dinámica. La idea del
‘espacio de vida’ constituye una de las expresiones más relevantes de este proceso.
Durante el proceso migratorio, quien ejecuta la acción de traslado –espacial y
emocional– es el individuo, sujeto de su propia historia y ‘sujetado’ por las
condiciones predominantes en la sociedad donde vive. Las nociones de tiempo real
y tiempo psíquico, las redes de parentesco y las transfamiliares, las funciones de
apoyo, conexión y atracción que se establecen, entre otros elementos de carácter
objetivo y subjetivo que se dan en torno a la migración, actúan en la mente del
migrante como mecanismos estabilizadores de sentimientos y emociones.
Al emigrar se produce un cambio de medio geográfico, de medio social y de
medio humano, objetivo y subjetivo. Pero ¿dónde se ejecutan con mayor intensidad
esos cambios? Cualesquiera sean los niveles de impacto que se quieran enfocar, la
familia emerge como espacio, tiempo y lugar preferencial donde se vivencian con
mayor intensidad las relaciones humanas. Nacer, crecer, creer, trascender en
nuevas generaciones, vivir y morir aquí, allá o acullá, tiene su significado social, pero
toma sentido y razón de ser en el medio familiar.
El reto para la familia es grande frente al surgimiento de nuevos actores,
escenarios y contextos. Aquí, las nuevas visiones del mundo en el conflicto
intergeneracional disipan la brecha en formas particulares de lecturas del mundo
como universo físico y simbólico. Las opciones de igualdad, tolerancia, libertad,
género, identidad, entre otras, aparecen como indicadores de tensión en los
sistemas familiares y sociales diferenciados. La dinámica se ubica en el entrecruce
de patrones éticos que problematizan la vivencia cotidiana y la inserción del nuevo
modelo familiar, el cual necesariamente se va entretejiendo entre regiones sin
fronteras, entre comunidades simbólicamente asociadas por patrones aún mas
60
fuertes que los políticos e ideológicamente dominantes, sobre todo basados en
pautas culturales y tradiciones familiares.
La migración no suele ser un proceso individual sino que abarca a núcleos
bastante amplios de personas, tanto en el lugar de origen, como el de llegada y en
los tramos intermedios o de tránsito. Familiares, amigos, vecinos, gestores,
autoridades, comerciantes, conocidos, compatriotas, expertos y solidarios, todos son
movilizados para facilitar el proceso y todos aportan algo (desde consejos hasta
dinero). Recurrir a redes de apoyo ha sido siempre la estrategia habitual y la más
generalizada en todo proceso migratorio. Algunos autores, 5 han subrayado la
importancia que tienen estas organizaciones informales como vehículos de
información sobre el proceso migratorio, facilitadoras de documentos y de contactos
con el lugar de destino y amortiguadoras del choque producido por el abandono del
territorio conocido y la inmersión en un nuevo mundo de relaciones.
La relación dialéctica sociedad-individuo y el carácter histórico de los grupos que
la mediatizan, pautan las reflexiones que permiten aportar una nueva dimensión en
los estudios de familia. Con un enfoque integrador de las complejas dinámicas
cotidianas, atravesadas por la migración, se propone esta vez analizar las prácticas
transnacionales devenidas transfamiliares, las que suceden en la vida cotidiana de la
familia, entendida como sujeto del proceso migratorio.
Desde esta perspectiva, se pueden realizar diversos estudios, siempre y cuando
se ubique a la familia como unidad de análisis. Los estudios de familia en Cuba han
tenido un amplio desarrollo. Impulsado sobre todo por los investigadores
pertenecientes a las ciencias históricas, sociológicas y psicológicas, han develado la
relevancia y connotación social que ha tenido y tiene el grupo social familia dentro
de la formación de la identidad nacional, dentro del proceso de socialización, dentro
de la vivencia cotidiana, así como su influencia en la conformación de la sociedad
cubana actual. En ellos se incluye, necesariamente, aquellos donde la familia como
unidad de análisis se ubica en el eje de las migraciones internacionales.
Nuestra propuesta aporta a la realidad cubana en el estudio de sus dinámicas
nacionales. Sin embargo, también es susceptible de desarrollar en investigaciones
aplicadas en otros países, dado el carácter universal y la relevancia que el tema
adquiere en la actualidad. En el 2006, Año Mundial de la Migración Internacional, la
5
Gurak y Caces (2001) “Redes migratorias y formación de sistemas de migración”, en:
(http://www.tdx.cesca.es/TESIS_URV/AVAILABLE/TDX-0424102 172332/Cap.8,Conclusiones.pdf)
61
familia emerge en cualquier documento, foro, debate o espacio de relevancia social,
nacional, regional o mundial, como uno de los centros que necesaria atención.
Escenario teórico sobre la vida cotidiana6 y lo transnacional
La vida es de todos y de cada uno, fenómenos sociales y particulares, causas y
consecuencias, alegrías, preocupaciones y tristezas, es donde las esencias son
como azares cotidianos. Nos pasa de largo y la perdemos de vista cuando aún no
hemos pensado en lo que hemos logrado o en lo que nos falta por vivir.
Generalmente, la problematización de las razones por las cuales vivimos, arriban
cuando pensamos que nos queda poco. Pero también cuando nos sentimos en
situaciones de riesgo.
Sin embargo, una postura profesional indica que es otro el camino de abordar la
cotidianidad. Las herramientas que brindan las Ciencias Sociales para cuestionarnos
la realidad implican hacer la vida mejor en tanto protagonistas más conscientes de sí
mismos. Para rebasar los límites de la palabra ausente y sin pretender tecnicismos
incomprensibles, consideramos necesario adentramos en la definición de conceptos
que permiten profundizar en las dinámicas de la sociedad. Por tanto, abrir otra
perspectiva de análisis del fenómeno migratorio a partir de este referente teórico.
Partimos de una comprensión científica que ubica la vida cotidiana como objeto
de reflexión desde un enfoque psicosocial. En términos conceptuales, se define que
la vida cotidiana es la expresión inmediata, en un tiempo, ritmo y espacio concretos,
del conjunto de actividades y relaciones sociales que, mediadas por la subjetividad,
regulan la vida de la persona en una formación económico-social determinada, es
decir, en un contexto histórico-social concreto. 7 Implica un sistema integrado por el
conjunto de actividades vitales que deben repetirse para la satisfacción de
necesidades biológicas, psicológicas y sociales. Se trata de un proceso dinámico y
dialéctico donde concurren eventos relativos al mantenimiento y a la calidad de la
vida; escenario por excelencia para la expresión del carácter activo del ser humano.
En los marcos de este sistema de acción que es la vida cotidiana, los actores
sociales, guiados por el significado que le confieren a sus necesidades, metas e
intereses, orientan su comportamiento en uno u otro sentido más cercano o distante
6
Martín, C. (2005) Psicología Social aplicada a la Vida Cotidiana. Editorial Félix Varela. La Habana.
Martín, C. (2000) Cuba: Vida Cotidiana, Familia y Emigración. Tesis Doctoral en Ciencias
Psicológicas. Universidad de La Habana.
7
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del consenso social. Las posibles distancias están afectadas también por las
motivaciones y representaciones sociales de la o las colectividades a las que
pertenecen dichos actores: familia, grupos etáreos, amigos, vecinos, religiones,
profesiones, partidos, instituciones, organizaciones formales e informales.
Las contradicciones, conflictos y novedades, tanto de carga positiva como
negativa, que producen ya sean tensiones, ansiedades o estados de placer,
displacer y/o frustración, constituyen indicadores de desestructuración de los
elementos de la vida cotidiana que debido a su reiteración (comer, establecer
relaciones con otras personas, comunicarnos, trabajar, etc..) se convierten en
obviedades. Ellas generan mecanismos irreflexivos porque pueden ser vinculadas
consciente o inconscientemente a necesidades vitales para la espacie humana: de
aseo, alimento y/o descanso, cuya expresión en el nivel psicológico es un fenómeno
de acostumbramiento, de naturalización, de cristalización en obviedades, reconocido
como estado de familiaridad acrítica. Cuando a nivel sociopsicológico se produce
una ruptura del equilibrio reiterativo de las prácticas cotidianas y sus referentes en
ideas o creencias que dan cuenta de esa experiencia, se produce una situación de
crisis. Con independencia del nivel que se trate –personal, familiar, laboral, social–
los estados de crisis implican determinados cambios pues multiplican las posibles
respuestas y estrategias de enfrentamiento, que pueden ser evasivas, activas,
pasivas o antisociales, o una combinación de ellas para afrontar las presiones que
generan esas situaciones de crisis en la vida cotidiana. Constituyen actitudes
esperadas por las personas que demandan la reestructuración de su vida cotidiana y
de sus nuevos esquemas de referencia.8
En esta dinámica se abre espacio a la comprensión de emigrar y relacionarse con
los familiares y con amigos o colegas emigrados, como una de las posibles vías de
solución (percibida inmediata) a los problemas generados por la crisis en la vida
cotidiana. Se naturaliza como “nuevas” prácticas cotidianas e implica una mayor
aceptación en la connotación social de la emigración.9
Es que toda situación de crisis o cambio social tiene una implicación dialéctica en
el nivel de la subjetividad individual y social. Desde el punto de vista psicosocial, la
crisis desestructura la cotidianidad y demanda la búsqueda de nuevas alternativas.
8
Martín, C.; M. Perera y M. Díaz (2000) Sobre la subjetividad cotidiana en Ciudad de La Habana.
Proyecto Premio “Concurso Alma Mater”. Universidad de La Habana.
9
Ibid 1, ver: Martín, C. (2006b).
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Ahora bien, el carácter inédito que adquiere la vida en la solución de los problemas
diarios durante la crisis se vivencia como un proceso de doble ruptura, entre las
necesidades y las formas sociales disponibles para su satisfacción, y entre los
hechos (objeto o acción) y la representación social de que da cuenta de esa
experiencia (la percepción de los hechos). Es decir, las rupturas del ritmo en
equilibrio generan vivencias de inestabilidad que tienen impactos afectivos,
cognitivos y comportamentales para las cuales se dinamizan prácticas que tienden a
restablecer un nuevo equilibrio vivenciado como estabilidad.10
En esta situación, las alternativas posibles –y entre ellas las asociadas con el
proceso migratorio internacional– sólo requieren ser pensadas y sentidas como
válidas para orientar uno u otro comportamiento, sin necesidad de un referente
“objetivo” o de conocimiento “real” que garantice a priori el éxito de la acción –sea o
no de traslado geográfico. Lo importante, en primera y última instancia, es la
vivencia del sujeto –individual o social– a partir de los procesos de socialización que
conducen a diferentes formas en la toma de decisión sobre las acciones que
pretenden restablecer ese nuevo equilibrio, para cuya estabilidad se insertan en
sistemas de relaciones individuales y colectivas como redes sociales, familiares o de
parentesco, en las prácticas cotidianas nacionales, transnacionales y transfamiliares.
Si tenemos en cuenta que tanto la socialización como el control social constituyen
los modos fundamentales por los cuales la sociedad asegura su equilibrio social,
cabe preguntarse de qué forma las prácticas que se generan entre comunidades
asociadas más allá de los límites del estado-nación, alteran su modo de vida o
provocan rupturas del ritmo de la vida en su equilibrio cotidiano establecido para
cada lugar en un momento histórico concreto. Si se ubica a la familia como
protagonista del proceso migratorio y a las comunidades transnacionales como
efecto directo de tales intercambios, ¿se produciría una crisis o cambio social?
Las reflexiones primeras nos permiten recorrer el escenario de la vida cotidiana
en el ámbito comunitario para definir la necesidad explicativa de transitar por la
familia en el escenario protagónico de las migraciones, a partir de un análisis crítico
de concepciones teóricas disponibles. El concepto de comunidad en el análisis
sociológico, predominantemente ha sido asociado y reducido a las relaciones
sociales de la vida diaria, sea vecindario, pueblo, ciudad, etc. y en el análisis socio
10
Ibid 6. Martín, C. (2005a)
64
psicológico, si bien profundiza un poco más en las relaciones vinculares de cada uno
de los ámbitos que la componen y en sus determinantes subjetivos, culturales e
históricos, aún quedan reducidos a los espacios territoriales definidos dentro de la
geografía nacional. Por lo tanto, desde esas perspectivas, no se ha podido crear un
vínculo analítico para desentrañar la existencia de las nuevas relaciones que han
resultado, por ejemplo, de la migración transnacional: aquellas nuevas experiencias
socioculturales, donde la noción de tiempo, espacio y ritmo trasciende la cotidianidad
inmediata para pasar a configurarse dentro del complejo entramado de relaciones
atemporales que se propician. Muchas veces los miembros de las familias, no
precisan de la convivencia espacial diaria para sentirse parte de la misma red de
relaciones y crean vínculos de tipo horizontal que se entrelazan en los márgenes del
tiempo para cobrar vida dentro de imaginarios colectivos y representaciones sociales
que expresan el conocimiento cotidiano, los cuales no necesariamente coinciden con
el tiempo real de quienes están involucrados.
Entonces, es preciso comprender que las comunidades transnacionales son
espacios sociales donde se dan
...esas realidades de la vida diaria que esencialmente aparecen en el contexto
de la migración internacional, las cuales geográficamente y/o espacialmente
son difusas o sin territorios. Lejos de ser un fenómeno puramente transitorio
constituyen una estructura de referencia para una posición social que
determina la vida diaria e identidades que simultáneamente transcienden
sociedades nacionales. 11
Esta definición es comprensible a sabiendas de que el comportamiento humano
está sujeto a mediaciones subjetivadas y concretas por la relación que se establece
entre la cultura como sistema de valores aprehendidos y las estructuras sociales
como sistemas de relaciones estables del sistema social que sirven de sostén al
funcionamiento de la sociedad.12 Las prácticas sociales que determinan la actividad
humana se establecen en una relación dialéctica determinada por y configuradora de
la subjetividad cotidiana, individual y social, en cada momento histórico concreto.
Por ende, analizar el fenómeno migratorio como causa y consecuencia de las
transformaciones sociales que modifican el desarrollo de las sociedades, implica
valorar sus efectos como proceso que oscila entre la relación equilibrio–cambio
11
Pries, L. (1997) New Migration in Transnational Spaces, p-5,en:
(http://www.pa.gob.mx/publica/rev_15/migraci%C3%B3n.pdf)
12
Espina, M. (2001) “Humanismo, totalidad y complejidad. El giro espistemológico en el pensamiento
social.” CIPS, La Habana. Cuba.
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social. 13 Las posturas reflexivas y abiertas al futuro de los nuevos modelos de
integración, tejidos por las nuevas relaciones que en el marco de los vínculos
afectivos y de relevancia cognitiva se producen entre los seres humanos, convocan
a reflexionar desde una postura crítica en la óptica de a qué intereses responden
hoy en día las ciencias sociales.
Son las necesidades específicamente humanas las que en última instancia
explican las relaciones entre los seres humanos. Modos de comportarse, sistemas
de interacción, prácticas sociales y culturales, están mediados por la subjetividad
cotidiana, por un sistema de valores y por las pautas culturales e ideológicas que lo
rodean, todo lo cual se manifiestan en la vida diaria.
Resulta notable la relevancia de lo subjetivo para determinar dentro de la realidad
cotidiana los eventos vitales o necesidades que puedan llevar a los sujetos a variar
sus modos de actuar y pensar, de trasladarse, de ir o venir, de llegar y hasta dónde.
Sin duda, la subjetividad cotidiana se constata en dimensiones como la orientación
en el tiempo; el concepto espacio; la orientación a la actividad; al medio ambiente;
las relaciones entre las personas; la responsabilidad; las nociones sobre la vida y la
muerte, entre otros aspectos que permiten su despliegue en el conocimiento social.
Desde este enfoque, el sujeto migrante deja de ser un número estadístico. Se
valoriza su papel dentro de la sociedad receptora como miembro especial de la
misma y permite ir mostrándole no como un individuo pasivo, sino como un sujeto
social activo que comparte y comprende su entorno, toma sus propias decisiones e
interviene en un contexto de alternativas reducidas. Ello representa un paso de lo
cuantitativo y descriptivo a lo cualitativo y analítico, lo cual se ve reflejado en sus
aspectos metodológicos: las encuestas y datos oficiales requieren ser complemento
de técnicas explicativas, o sea, completadas con historias de vida, estudios de caso,
historia oral, entrevistas a profundidad y grupos de discusión, entre otras muchas
nomenclaturas refrendadas por una epistemología cualitativa.
Las causas de la migración, no pueden reducirse ya sea a factores individuales o
familiares (enfoques neoclásicos), o en su defecto, a meros factores estructurales
que supra determinan la acción de los sujetos. En ambos casos, no es posible
13
Ibid 12. Espina, M. (2001). Plantea que el cambio social en términos generales, se concibe como la
mutación en un estado inicial del todo social, o de alguna o algunas de sus partes constitutivas, que
altera el estado inicial, íntegra o parcialmente, y que genera nuevas propiedades, o incluso, un nuevo
estado diferente del inicial. Incluye surgimiento, desaparición o transformación de elementos y
cualidades.
66
entender, por ejemplo, por qué individuos, familias y hasta comunidades que viven
en condiciones similares y expuestas a condicionamientos estructurales semejantes,
desarrollan distintas rutas de acción social: unos migrando a nuevos espacios
geográficos, mientras que otros optan por estrategias familiares y comunitarias en el
mismo lugar de origen. Las comunidades transnacionales definen un ámbito
particular desde el cual se puede pensar la migración y que nos ayuda a entender
estas diferencias en el comportamiento concreto de agentes particulares, si se
asume el reto de desarrollar una estrategia científica multifactorial y multicausal
socialmente integradora.
Conceptos como capital social, redes sociales y causación acumulativa hablan de
un nivel de análisis intermedio que, si bien provienen de propuestas teóricas
surgidas en los países receptores (dominantes) son imprescindibles para la actual
comprensión de dicho fenómeno. En ese caso el reto es para los estudiosos de los
países emisores que debemos elaborar propuestas que aporten perspectivas dentro
de esta dimensión de análisis desde nuestras realidades nacionales. Aún más,
porque definen un nivel de análisis que exige pensar en términos de la articulación
de las dinámicas sociales que se dan tanto a nivel micro como macro social en cada
momento histórico concreto.
Pensar la migración desde la categoría de comunidades transnacionales, exige
por tanto, pensar en una forma de articulación de las condiciones estructurales
(globalización, mercados de trabajo, etc.) con las características individuales de los
agentes sociales (estructura familiar, perfiles demográficos, etc.). Es la articulación
también de los factores económicos con los culturales, sociales, jurídicos y políticos
que determinan la acción social, en términos de que todos ellos configuran el marco
de operación de las redes sociales y están, a su vez, condicionados por factores
coyunturales.
Consecuentemente con lo antes planteado, pensar la migración en términos de
comunidades transnacionales, capital cultural y redes sociales, exige una forma de
pensamiento abierto al movimiento. Como una precisión teórica necesaria y en
términos propios, este análisis significa concebir las comunidades transnacionales
desde el aporte histórico cultural de los grupos migrantes y las redes de relaciones
vinculares entre los países de origen, de tránsito y de destino. En esta propuesta se
elimina la noción de dominación que puede traer implícito lo transnacional asociado
al capital y pone de relieve el análisis dinámico e histórico concreto.
67
Diversos autores han planteado el concepto de transmigración y transmigrantes
para referirse a estas nuevas modalidades y formas que asume la movilidad de la
población a escala mundial.14 La transmigración difiere de las formas clásicas de
migración, porque ella implica la consolidación de nuevos espacios sociales que van
más allá de las comunidades de origen y de destino, se trata de la expansión
transnacional del espacio de las comunidades mediante prácticas sociales,
artefactos y sistemas de símbolos transnacionales. A diferencia de la migración
temporal, la transmigración no define una situación transitoria, sino que refleja esta
emergencia de espacios pluri-locales y de comunidades transnacionales, en donde
además, la condición de migrante se transforma por completo.
En la actualidad, la noción de familia transnacional 15 demuestra el poder de
mimetismo y adaptación de este grupo social en los nuevos contextos de acción de
la acelerada globalización y crecientes flujos de población. Sin tener un concepto
concreto, indica que las familias actúan como soporte y son fuente de identidad,
pero al mismo tiempo su propia estructura produce riesgos y desestabilizaciones
permanentes. Efectivamente …el sentido transnacional de este tejido social deriva
del hecho de que ha sido construido sobre la base de prácticas, actividades e
intercambios que traspasan continuamente las fronteras políticas, geográficas y
culturales que tradicionalmente habían enmarcado y separado las comunidades de
origen y las de asentamiento de los migrantes.16
Debido a la distancia, a las diversas formas de contacto y a los encuentros físicos
esporádicos, las familias transnacionales deben construir sus nociones de familia y
sus vínculos emocionales y económicos deliberadamente; no pueden darla por
hecho sobre la base de una interacción cotidiana reducida al espacio territorial
nacional. Por ello, las familias transnacionales –que en términos de esta propuesta
son las familias protagonistas del proceso migratorio– más que cualquier otro tipo de
14
Glick Schiller, Basch y Blanc-Szanton (1992) “Transnationalism: A new Analytic Framework for
Understanding Migration”. En su: Glick Schiller, N., L. Basch y C. Blanc-Szanton. Towards a
Transnational Perspective on Migration: Race, Class, Ethnicity and Nationalism Reconsidered. New
York. Academy of Sciences, p.54-60. Citan a Tilly (1990) y a Smart (1999). Además, Wamsley, E.
(2001) “Transformando los pueblos: la migración internacional y el impacto social a nivel comunitario”.
Ecuador Debate. (Ecuador)_( 54) y Portes, A. (2001) Comunidades Transnacionales y Migración en la
Era de la Globalización, en: http://www.eclac.cl/celade/proyectos/migracion/Canales.doc
15
Desarrollada por Bryncenson y Vuorela (2002) The transnational family: new european fronters and
global networks. Berg. Oxford. UE.
16
Aja, A. (2004) “Las migraciones internacionales: temas en torno a un debate.” Revista
Contracorriente. (La Habana)_(21):46-70, 2do semestre, p-59
68
familia, deben trabajar sus lazos familiares y forjarlos de manera permanente a
través de múltiples vías (remesas, regalos, cartas, llamadas telefónicas, visitas, etc.),
con el fin de reducir los efectos que la distancia impone en los marcos de su
reproducción material y social o de su formación espiritual-cultural identitaria.
Las nuevas circunstancias generan la necesidad de adoptar decisiones devenidas
estrategias para satisfacer las necesidades de la familia y de sus miembros con
independencia del espacio geográfico, aunque determinada por las dinámicas que
ello impone. En este sentido, la familia ha sido uno de los grupos más vulnerables,
en sus particularidades asociadas al género, infancia y ancianos; más en sí misma
ha sido fuertemente afectada por los efectos desintegradores de la separación, tanto
física como emocional, que acarrea consigo la migración internacional.
En particular para ese caso, interesa enfocar que son comportamientos asociados
a respuestas directamente concebidas como soluciones a los problemas en el país
de origen, pero ubicadas en el contexto cotidiano de otros países destino. Se explica
a partir de que se observan condiciones que propician el desarrollo de una nueva
forma de pensar, asumir y comprender el proceso migratorio, como la vinculación de
la toma de decisión de emigrar asociada a una estrategia de solución y/o evasión de
las presiones cotidianas asociadas a la existencia de la crisis. Desde este punto de
vista, las motivaciones para emigrar incluyen no sólo aspectos de índole económica,
política o familiar, sino que se compendian en una dinámica contradictoria en el nivel
familiar o individual y que se refleja como efecto de las crisis en el nivel social.
El acercamiento científico a la familia no debe separar la realidad en función del
análisis y, aunque es preciso destacar sus características como grupo y como
institución social, es una unidad histórica que contiene ella misma la suma de
conflictos y contradicciones de la sociedad a la que pertenece. Por tal motivo, su
análisis siempre debe partir de la realidad concreta, de las producciones subjetivas
que dan cuenta de ella y del conocimiento exhaustivo de los miembros que la
componen, pues son ellos quienes devienen actores para su existencia. Desde la
perspectiva de las migraciones internacionales esta afirmación cobra mayor
importancia, no sólo por los ya reconocidos efectos desintegradores que puede
implicar, sino también por las necesarias y diversas (re)integraciones familiares que
también trae asociadas y que impactan la sociedad en general.
69
La familia como sujeto del proceso migratorio17
En cuanto a la familia, en su simultáneo rol de mismidad y de otredad, es,
salvo excepciones, el escenario primero, principal, insustituible donde se
gestan, desarrollan y transforman las identidades humanas. Asimismo,
constituye nuestra primera red social. Y esto ocurre a través de un proceso
muy complejo de interacciones y mediaciones; de experimentaciones,
conquistas y búsquedas personales; de influencias externas y de
identificaciones activas que implican y necesitan de riesgos, vivencias muy
personales, experiencias con otros y protagonismo. 18
A pesar de las grandes transformaciones del mundo contemporáneo la familia
sigue siendo el espacio por excelencia del ser humano. La familia ha diversificado su
tipología, han cambiado los estilos de autoridad, los modelos de maternidad y
paternidad, ha aumentado la esperanza de vida, se han reducido los índices de
natalidad, entre otras muchas transformaciones, pero nada apunta a su desaparición
como grupo humano; muy por el contrario, la familia ha resistido a los impactos de
todos los cambios sociales.
Esta diversidad de modos de entender la familia, ha motivado el empleo de
conceptos como: grupos residenciales y domésticos, familia de procedencia y familia
de creación. Y también por las tipologías, según el parentesco: familia nuclear,
extensa, compuesta, unipersonal,19 o según criterios estructurales: consanguínea,
de cohabitación o de afecto y afinidad, entre otras.20
El proceso migratorio provoca un impacto sociocultural de importancia sobre la
sociedad receptora, sobre el grupo migrante y sobre el país de origen, en cuya
dinámica se articula la familia como protagonista. Tal afirmación, con la que se está
de acuerdo a priori, sin embargo encuentra un desarrollo teórico parcial o
fragmentado pues se suele enfatizar sólo en uno u otro de los ejes. En los estudios
precedentes de investigaciones sobre familia y emigración, he ido desarrollando una
elaboración propia de la concepción sobre la familia como sujeto del proceso
migratorio, donde se propone apuntar a la correspondiente integración de esa tríada,
en su carácter procesual, complejo, dialéctico, dinámico e histórico concreto.
17
Parte de elaboraciones de la autora desarrolladas por varios años y socializadas parcialmente en
diferentes trabajos de la línea de estudios sobre Familia y Emigración, CEMI (1996-2006).
18
De la Torre, C. (2001) Las identidades, una mirada desde la psicología. Centro de Investigación y
Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. La Habana, Cuba.
19
Espronceda, M.E. (2001) Las relaciones de parentesco como forma de vínculo social. Tesis
Doctorado. Universidad de Santiago de Cuba.
20
Arés, P. 1990 Mi familia es así. Ed. De Ciencias Sociales. La Habana, Cuba
70
En las migraciones internacionales se habla de inmigrantes y emigrantes, según
se está ubicado en la sociedad receptora de quienes llegan o inmigran y en el país
de origen de quienes salen o emigran, respectivamente. En las migraciones externas
que aquí nos ocupan, asumido como rasgo esencial –y contempladas las diferentes
acepciones de términos afines–, se define que la emigración es el traslado de un
individuo de un país a otro para establecerse a vivir en él, temporal o
definitivamente; es un cambio de medio humano, de relación con el entorno social,
objetal y subjetivo, a partir de cual se establece una nueva forma de relación de las
personas con su hogar y con su país de origen. 21
Entonces, es fundamental entender que la repercusión de este proceso pasa por
los sujetos protagonistas–actores del fenómeno, con determinados costos
psicológicos tanto en “el o los que se van”, como en “el o los que se quedan”; y es la
familia el escenario particular donde se expresa con fuerza ese sujeto–actor
integrador de la relación recursiva del proceso migratorio. Precisamente, la familia es
un espacio concreto de la vida cotidiana que ha sido afectado, a la vez que afecta la
emigración como proceso y que requiere ciertas acotaciones conceptuales. En la
integración de los tres criterios es imprescindible precisar que los lazos afectivos
devienen lazos estructurales para definir los miembros de la familia en la emigración.
Al estar atravesada por el proceso migratorio, implica plantear explícitamente una
definición donde la familia es sentida o percibida más allá, o además, de la parental
y la consanguínea, o de los condicionantes espacio temporales y geográficos, es eje
de la desintegración y la reintegración de sus procesos vitales y tiene un
condicionamiento histórico concreto. 22
Si la inclusión o la salida de un miembro de la familia se conciben como cambios
estructurales en su interior –lo cual cambia la correlación de los roles y la
interrelación y el carácter de la comunicación en la misma–, entonces, ¿qué sucede
cuando el sujeto emigra? Por su parte, tiene que reestructurar todas sus acciones
para enfrentarse a una cotidianidad que se le presenta completamente distinta y
ajena. Por parte de su familia, debe ocurrir una reestructuración de roles con el fin
de cubrir las necesidades y actividades llevadas a cabo por dicho sujeto hasta ese
momento –cubrir el rol que queda vacío–. La familia que queda en el país de origen,
debe reestructurar su vida cotidiana para adaptarse a las nuevas circunstancias por
21
22
Ibid 7. Martín, C. (2000)
Ibid 1. Martín, C. (2006c)
71
la emigración de uno o varios de sus miembros. Hay que tener en cuenta que las
relaciones de parentesco con quien emigra son, en muchas ocasiones, muy
cercanas y asumir el rol que desempeñaba determinado miembro dentro de la
familia implica el intentar suplir, tanto el papel afectivo como el papel económico, uno
u otro determinante o al menos influyente según la dinámica familiar de que se trate.
Ahora bien, si esto ocurre en su familia en el país de origen, no es menos
desestructurante para los familiares en el país receptor (sea de tránsito o sobre todo
en el destino). A su seno arriba el nuevo migrante (individuo o grupo) y de su
existencia depende en gran medida la migración de éste y el proceso de adaptación
o de estructuración de su nueva cotidianidad. Este o estos migrantes, son alojados
en sus casas, son costeados sus gastos y son preparados para insertarse en este
nuevo mundo que los aguarda. Es decir, que la "familia receptora" también se
impacta en este proceso.
Visto de esta manera, el sujeto del proceso migratorio se complejiza:
Abarca a quienes ejecutan la acción de traslado de un medio –geográfico,
social, político, económico, cultural– a otro. Pero también, además de al
propio sujeto que emigra, abarca a sus familiares; tanto a quienes lo reciben
‘como si’ fueran parte de su núcleo familiar, como a aquellos de los cuales se
separa ‘como si’ dejara de ser parte del núcleo familiar de origen.23
El uso de los apóstrofes no es casual, destaca que no se puede absolutizar la
pertenencia a determinado grupo familiar por el sólo hecho de la acción del traslado
(del individuo o de un grupo) y que tampoco se puede desdeñar el efecto que ello
tiene sobre la propia vida de tal grupo humano. Es decir, que el impacto se produce
sobre la organización familiar en el ordenamiento habitual de su vida cotidiana.
A la familia residente en la sociedad receptora ‘le toca’ el papel de recibir a un
nuevo miembro, ayudarlo en su adaptación e incluso, en ocasiones, haberlo
ayudado antes a salir del país. El contacto con la emigración precedente puede
promover y facilitar la decisión de emigrar, lo cual se corresponde con las funciones
de ayuda y atracción de las redes de parentesco en el proceso migratorio. De
buenas a primeras, esa familia tiene que ocuparse de encaminar la preparación para
ese nuevo medio social, velar por la comida, ropa y atención médica, hasta que los
recién llegados puedan valerse por sí mismos de manera independiente. De este
modo, funcionan ‘como sí’ fuese un miembro más, aún y cuando las relaciones
23
Ibid 7. Martín, C. (2000)
72
familiares consanguíneas sean o no cercanas y, a veces, hasta las propias personas
que emigran resulten desconocidas para el núcleo receptor.
Independientemente del grado de afinidad, parentesco, conocimiento y cercanía
entre ellos, este proceso migratorio no está exento de conflictos, ya sean
generacionales, de pareja, paterno filiales u otros, como lo sería en cualquier otra
relación familiar. Es importante reflexionar sobre esta aseveración, por ejemplo, en
cuanto a la politización del proceso migratorio cubano –y más aún por su proceso de
normalización– puede provocar que determinados conflictos de orden ideo-político
sobresolapen otros, verdaderamente familiares, entre los miembros que emigran y
los que quedan en el país de origen. Por tanto, es menester develar su contenido
intrínseco no sólo como estrategia concreta de solución de conflictos, sino como
parte de las estrategias sociales generales.
Aclaremos aquí que la persona o las personas que emigran pueden ser uno o
varios miembros de una misma familia, incluso que puede tratarse de una familia
nuclear completa. Entonces, ¿qué sucede con el núcleo familiar en el país de
origen? ¿Emigrar significa dejar de ser parte de esa familia, sea nuclear o
extendida? La acción de traslado, si bien indica la distancia física, no
necesariamente implica una salida o ausencia real. Por ejemplo, el familiar o los
familiares emigrados pueden formar parte, aun desde fuera, de quienes
cumplimentan la función económica en la que está inmerso su núcleo de
procedencia. Por otra parte, en el caso cubano, desde los años noventa se
comienza a observar una connotación social positiva de la emigración, es decir, una
tendencia a establecer relaciones favorables con los emigrados, lo cual propicia un
cambio en las relaciones con los familiares que no incluye, necesariamente, la
ruptura de los lazos afectivos ‘como sí’ dejaran de ser parte de ese núcleo familiar.
Más bien, el mantenimiento de relaciones y su participación en acontecimientos
familiares, complejiza la dinámica con respecto al miembro ausente/presente
producto de la emigración.
Si bien estas consideraciones refieren un nivel más interno, individual o familiar,
en el nivel social general también ofrecen determinantes válidos. Ellas se van
configurando en la subjetividad social y sirven, a su vez, de marco referencial en la
relación sociedad-organización familiar-vida cotidiana, espacio donde se insertan las
relaciones con los familiares emigrados. Por ejemplo, en el proceso migratorio,
algunas regulaciones hacen uso de la relación de parentesco o consanguínea para
73
ejecutar la emigración, por una parte, ‘como sí’ ello implicara una acogida
automática por parte de la familia receptora y, por otra parte, ‘como sí’ a la
emigración (definitiva) le fuera concomitante el dejar de ser parte del núcleo familiar
de origen. De hecho, determinadas pautas sociales –de orden ideológico, político,
migratorio, económico– definen los marcos generales de actuación, pero ello no
significa su apropiación directa e indiferenciada; más bien son vivenciados de muy
distintas maneras por las familias envueltas en tales procesos, de modo tal que no
es posible absolutizar uno u otro aspecto por la complejidad de la propia dinámica
familiar.
En el momento histórico concreto de la realidad cubana actual se modifican,
reestructuran y aparecen determinadas configuraciones en la subjetividad cotidiana.
Es cada vez más evidente que las prácticas cotidianas refrendan las nociones
teóricas de tan complejo fenómeno. La familia como sujeto del proceso migratorio se
extiende, al integrar como miembros, al grupo o individuo que se traslada, a los que
permanecen en el país de origen y a los que residen en la sociedad receptora,
siempre y cuando no se afecte la identidad familiar de ese grupo humano.24
Podría afirmarse que las reflexiones generales antes expuestas revelan
determinados mecanismos dinamizadores de las relaciones inter e intra familiares en
el proceso migratorio, los cuales devienen elementos dinamizadores de y por las
relaciones de la sociedad global. Si bien aquí se ejemplifican y enmarcan en un
contexto peculiar del devenir histórico-concreto desde los años noventa, es válido
aclarar que emergen no sólo en la Cuba de hoy, sino que son susceptibles de
extrapolarse más allá de la ubicación histórico-temporal y del propio país, con
carácter de tendencia. De este modo, la familia deviene importante unidad de
análisis para el estudio y comprensión de las migraciones internacionales.
Concebida como sujeto del proceso migratorio, en la familia ocurren
ininterrumpidos cambios en el transcurso de su historia como consecuencia de
factores internos y externos. Pero a pesar de estos cambios, la familia puede seguir
percibiéndose como ella misma con una serie de rasgos que la caracterizan y la
diferencian de otros grupos sociales y de otras familias, como una entidad única.25
Hablamos entonces de una identidad familiar propia de los grupos migrantes, como
24
Ibid 7. Martín, C. (2000)
Martín, C. y Pérez, G. (1998) Familia, emigración y vida cotidiana en Cuba. Editora Política, La
Habana.
25
74
especificidad entre las posibles identidades sociales. Como la identidad familiar
refiere elementos unidos de identidad psicológica; impulsos, valores, expectativas,
acciones y problemas mutuamente compartidos por los miembros del grupo familiar,
en tanto sujeto del proceso migratorio, es un segmento de identidad compartida que
se refleja en fundamentos de esa experiencia y actúa en los comportamientos
asociados al rol familiar recíprocos o complementarios de estas personas unidas por
sentimientos de pertenencia que trascienden los límites geográficos (e incluso los
de parentesco en el caso de la identidad que expresan las redes migratorias
transfamiliares).
La familia como sujeto del proceso migratorio, forja una representación de sí
misma que le da cuerpo. Supone que, aún a pesar de la distancia geográfica, de que
no se compartan en determinadas circunstancias espacios objetivos de convivencia
e interacción, sí se compartan espacios subjetivos de pertenencia al grupo:
celebraciones familiares, fechas importantes, cultos religiosos, tradiciones y
costumbres. Es decir, la identidad debe ser mantenida, en tanto es la definición que
da el grupo familiar de sí mismo, la concepción de sus características perdurables,
de sus valores básicos, de su historia pasada, de sus proyectos futuros, de su
continuidad en el presente, etc. Se resguarda además por la existencia de lazos
subjetivos sustentados en la pertenencia de sus miembros y por las prácticas que
realicen en el cumplimiento o no de las funciones asociadas al rol determinado que
tienen, o se espera tengan de él. De aquí se deriva que la identidad familiar en el
caso de la emigración, se mantiene e incluso se modifica, teniendo como sustrato la
existencia de la red de parentesco en el proceso migratorio, la cual se complejiza y
amplía en la red migratoria transfamiliar.
La identidad familiar hace trascender los límites del mantenimiento de relaciones
en función de un sentimiento de pertenencia, donde el parentesco puede ser
conyugal y consanguíneo, pero también afectivo, más aún cuando los miembros
consideran familia a quienes residen allende los mares y establecen redes de ayuda
en el contexto de la cotidianidad.26 Podemos afirmar que esto influye de manera
determinante en las actitudes y conductas que la familia desempeña en su vida
cotidiana (en el país de origen), lo que significa que el accionar expresa y devuelve
una imagen de sí misma donde se integra como valor su membresía transnacional.
26
Ibid 7. Martín, C. (2000)
75
Concebimos la identidad como un complejo proceso dialéctico y dinámico, en el
cual tiene lugar la configuración de los procesos identificatorios, 27 entendida como
procesos de identificación-diferenciación personal y de sentido familiar. Es la
conformación de determinados modelos (para el caso familiares) con los cuales la
familia como sujeto social se identifica, e incluye la alteridad, es decir, la
identificación por semejanzas y diferencias con el otro. Entonces, la identidad
familiar puede ser entendida como el concepto de sí que ha elaborado el grupo
familiar, constituida por la percepción que posee de sí misma como grupo
(autoimagen), así como de su funcionamiento en el contexto cotidiano, todo lo cual
se sustenta en el sentimiento de pertenencia de cada uno de sus miembros. En
términos de identificación y cuando se trata del fenómeno migratorio, los atributos
refieren a la identidad cultural en la identidad familiar.
Como elementos constitutivos de la cultura tenemos en cuenta: la lengua, las
religiones, la pertenencia étnica, las formas de organización familiar, los alimentos y
sus modos de preparación y consumo, los mecanismos para conservar y mejor la
salud, las artes, el aprendizaje de la sexualidad, la identidad de género, 28 entre
otros. Entonces, podemos comprender que el parentesco y otras formas de
asociación de tipo afectiva que componen la compleja red de relaciones que se da
en el entramado social migratorio (con semejanzas basadas en el sentimiento de
pertenencia e identidad familiar: amigos, madres/padres/hermanos de crianza, hijos
adoptivos, relaciones trasmitidas a través de la religión, sentimientos familiares que
nacen entre personas que comparten la misma profesión u oficio, etc.), constituyen
estructuras para la socialización de las personas y, a su vez, el nicho familiar y social
para la pervivencia de la especie humana, lo cual es de elemental relevancia para la
transmisión cultural.
Todo espacio migratorio podría calificarse como conservador. Alejo Carpentier,
emigrante él mismo en varias etapas de su vida, eligió el calificativo para referirse al
emigrante. El conservadurismo es uno de los rasgos psico-sociales de las
comunidades emigrantes. En ellas las palabras nostalgia y recuerdo influyen en el
imaginario y la formación del sujeto social.29 Es que las pautas culturales constituyen
27
Martín, C. (1997) “Identidad y subjetividad en la emigración cubana.”, Anuario CEMI, Universidad
de La Habana
28
Word, Y. (2003) “Etnia, raza y unidad nacional: cuando te dicen negro bembón”. Entrevista
concedida a Alma Mater. Universidad de La Habana, Cuba.
29
Ibid. 28. (Wood, Y. 2003)
76
para los sujetos, su objeto de orientación (material y simbólico). Y la orientación
incluye la selección y también la elección. Los procesos de adaptación, asimilación e
integración a los cuales de enfrenta el migrante en su calidad de extranjero,
requieren un mínimo de consonancia entre sus normas y valores aprehendidos
impresos en su sistema de personalidad y el sistema cultural y social que lo “recibe”.
Las motivaciones personales y los patrones culturales, actúan como marco de
referencia y como contenido de la comunicación con y entre los actores
interactuantes, con quienes nos identificamos y a la vez nos diferenciamos en la
construcción de la identidad.
Los miembros de una familia reciben, integran y transforman legados culturales,
que, además de ser expresión de la sociedad donde se encuentra inserta y de las
relaciones e interacciones sociales que establece en los marcos de la misma,
guardan un vínculo estrecho con las familias de origen de sus miembros fundantes.
El hecho de que la familia se erija como una de las identidades sociales para los
individuos, implica que los mismos hayan elaborado más o menos conscientemente,
la inclusión en su concepto de sí, de aquellas representaciones que se derivan de su
pertenencia al grupo. Los integrantes del grupo familiar se identifican y reconocen
como pertenecientes a una familia específica con cierta continuidad, no sólo por
rasgos comunes, sino con características diferentes a las de otras familias. El grado
de adscripción a la familia como grupo, lo determina el sentimiento de ser y de
pertenecer, sentirse parte de la misma en tanto se comparten el conjunto de
creencias, valores y presunciones que a lo largo del ciclo vital, pautan y definen la
vida del grupo.
Un estudio de caso, realizado para esta línea de investigación en la provincia de
Holguín, 30 demuestra que las familias estudiadas modifican y reestructuran el
funcionamiento cotidiano del grupo tras la salida de uno de sus miembros, al tiempo
que reintegran en sus nociones de unidad a los miembros emigrados aún y cuando
emergen otras diferencias (que van desde lazos consanguíneos hasta cuestiones
políticas), con lo cual mantiene el sentimiento de identidad familiar. Así lo evidencia
este fragmento de una entrevista: “Mi hermana que vive fuera dice –bueno, ahora la
viejita que nos queda es mi tía y ella te necesita a su lado para que la cuides–. A lo
que le respondo, –A ti también te necesitamos las dos aunque estés lejos-”. Se
30
Rodríguez, L. (2002) Identidad familiar y emigración. Estudio de caso en Holguín. Trabajo de
Diploma. Facultad de Psicología, Universidad de La Habana
77
observa una postura comprensiva hacia la decisión de emigrar más que el rechazo
por la ausencia, ello favorece la unidad del grupo a pesar de existir criterios
diferentes ante situaciones comunes, como lo expresa en el siguiente fragmento del
momento en que la entrevistada explica la decisión de su familiar emigrado:
“Mi hermana se fue acabadito de triunfar la Revolución, nosotros no sabíamos
lo que era una revolución... ella es muy luchadora, trabaja y no se anda
mezclando en cuestiones políticas. Yo puedo tener mi criterio, fui
alfabetizadota, he luchado por esto. Ella puede tener el suyo, puede pensar
diferente, pero nosotras cuando estamos juntas, nuestros criterios propios son
independientes, los mantenemos cada una y ese punto no se toca. Lo
evitamos, independientemente de que ella reconoce que, por ejemplo,
nosotras somos hijas de una costurera, de una gente humilde, pobre, en fin
que yo no hubiera podido tener una hija médico en aquel otro sistema que
había antes en Cuba. Ella no tiene hijos y trabaja muy duro allá, sabe que es
difícil echar pa´lante en ese sistema, ella reconoce que en mi vida aquí he
tenido y todavía hay un avance. Tenemos unas diferencias, pero también
somos iguales, somos hermanas, nos queremos y nos ayudamos en todo lo
que podemos y cuando lo necesitamos...”
En sentido general, puede hablarse de cambios favorables en torno a la
representación de la nueva cotidianidad influida por el apoyo que desde el punto de
vista económico, material y emocional se da en ambos sentidos. En la mayoría de
los casos, durante el primer proceso de adaptación en el país receptor, es la familia
del país de origen quien le envía apoyo al emigrado, incluso económico y luego se
produce el proceso inverso (remesas) en dependencia de las condiciones materiales
concretas y de la interacción afectivo-emocional. En el mencionado estudio, coincide
con momentos de la realidad nacional donde se dan cambios positivos en la
valoración de la relación con la familia emigrada y también en la autoimagen del
emigrado, desde fines de los años noventa aparece emigrar como alternativa a la
crisis y se abre la posibilidad de designarle al migrante ser quien va en busca de
mejores condiciones de vida y prosperidad para sí mismo y para el grupo. Cuando
esta es la dinámica familiar, el grupo se considera a sí mismo más justo,
comunicativo, seguro, ocupado, menos pobre y con más expectativas.
La pérdida emocional que vivencia el emigrado se complementa con el apoyo en
la red de ayuda, la conexión con su país de origen y en algunos casos atracción de
nuevos migrantes, esta última se activa luego de la salida del país del primero de los
miembros que emigra y genera así nuevas cadenas migratorias. Las familias
reconocen en los miembros emigrados ciertos cambios con relación a la existencia
de conflictos personales por razones del carácter, así como por la atribución de
78
características diferentes propias de la interacción con el nuevo contexto, más que
las que se le consideraban negativas durante la convivencia en el país de origen. Se
evidencia una dinámica evolutiva de ambas partes y la reintegración en su identidad
familiar de aquellos contenidos refrendados por las nuevas prácticas cotidianas,
siempre y cuando no se transgredan los límites de las lealtades emocionales.
El envío de remesas por parte del emigrado, en general se valora como positivo
para el sustento económico de las familias estudiadas. Esto influye no sólo en
mejorar el nivel de vida, sino también en la representación social de los miembros de
esas familias y sus amistades, sobre todo en cuanto al status económico del
miembro emigrado en el país receptor. Sin embargo, se constata que el envío de
remesas repercutió negativamente en una de las familias en el país de origen por el
efecto no deseado de esta práctica transnacional: un joven que recibía remesas
abandonó la escuela porque consideraba que con el dinero que le enviaba su padre
era suficiente para su sustento económico y no tenía que esforzarse para salir
adelante en la vida. Actitudes como estas evidencian el carácter contradictorio y
muchas veces imprevisible que puede desprenderse de las prácticas migratorias en
los niveles familiar y social.
Vale apuntar como generalidad que se reconoce valiosa la ayuda que representa
el envío de remesas del emigrado a su familia en el país de origen, pero no se la
puede concebir como única vía de sustento en la economía doméstica. Las familias
estudiadas consideran que las fuentes de ingreso en el país de origen son las
fundamentales, aun y cuando se comparte el criterio de que en la práctica cotidiana
la remesa constituye un mayor aporte al sustento familiar con respecto al que antes
de la emigración realizaba el propio emigrado en su familia. En algunos casos
desean no haber tenido que separase, preferirían tener sustento por el salario y así
que la emigración sea una opción más que una necesidad, que viajar sea para
conocer otros países.
Los proyectos futuros de reunificación familiar actúan como mecanismos
estabilizadores ante la imposibilidad de interacción directa y cotidiana entre los
miembros de la familia. Asimismo, las costumbres, valores y prácticas familiares
actúan para reducir el efecto de la pérdida, contribuyendo al mantenimiento de los
lazos familiares y a la unidad familiar.
En general, las familias poseen una imagen favorable de sí mismas tanto antes
como después de la emigración de alguno de sus miembros. Aunque siempre se
79
manifiestan modificaciones en la autoimagen en ambos sentidos, predominan las de
sentido positivo. Sin embargo, se manifiestan vivencias negativas ante la ausencia
física del miembro emigrado sin distinción por la etapa en que se produce la
emigración o por la imposibilidad del retorno. Mientras más cercano sea el vínculo
parental con el emigrado, la relación existente constituye un elemento que influye en
la intensidad con que experimentan estas vivencias. En los miembros menores de
las familias, cuando el que sale es el padre o la madre, se producen impactos
negativos en la formación y desarrollo de la personalidad del hijo. La emigración de
uno o ambos padres tiene una incidencia mayor en la infancia y en los adultos
mayores que quedan en el país de origen. Las variantes de atención a esta realidad
demandan de una comprensión integradora de las experiencias familiares concretas.
Entonces, se comprende que las nociones de unidad familiar emergen desde las
diferentes cotidianidades y por su mutuo impacto sobre las identidades atravesadas
por el proceso migratorio. La familia se ve demandada de otros tipos de relaciones
vinculares y nuevas prácticas que la trascienden, cuando la desintegran y la
reintegran. Por eso, la universalidad de las prácticas asociativas que se presentan
en nuestros días, diversas y determinadas por la mundialización y por los modelos
de acción que unen a los seres humanos en su paso por la vida, deben unir más que
desunir, deben ser respetadas más que subvaloradas. Deben responder a criterios
de bienestar social, familiar y personal integrados en sus determinantes históricoculturales concretos, más que a cualquier supuesto potenciador de individualidades
(compartidas en el mejor de los casos, cuando en el extremo estaría al
individualismo) que en realidad responde al criterio del sálvese quien pueda, tan
ajeno a los valores de nuestra cultura familiar y social.
Las prácticas transnacionales de las familias han de encontrarse como respuestas
solidarias, más allá de las divergencias culturales o interétnicas o de otra índole. Han
de ser un espacio que suscite reacciones semejantes de inclusión, basados en las
diferencias que no rompen con las esencias de unidad familiares, para así cultivar
los valores positivos que nos hacen humanos y nos devuelven iguales en la tierra de
nadie y de todos. Es una cosmovisión integradora de la esencia humana cuando se
trata de las redes de relaciones en el proceso migratorio externo, entendidas como
transnacionales y que proponemos analizar en tanto integran el parentesco y lo
trascienden en redes transfamiliares.
80
La red migratoria transfamiliar31
En la relación individuo-sociedad, el grupo social familia da cuenta de la
complejidad en la dinámica de las redes sociales. En particular, y considerando a la
familia como sujeto del proceso migratorio, vale rescatar su adaptación a los nuevos
sistemas de relaciones que reordenan la red familiar en la dialéctica propia del
contexto de la migración internacional.
En este escenario, el análisis de la red migratoria transfamiliar constituye una
aproximación teórico-metodológica que permite identificar las estructuras sociales
que emergen de las diversas formas de relación que se producen con y en la
migración externa. En cualquier análisis de redes se describen y estudian las
estructuras relacionales que surgen cuando diferentes organizaciones o individuos
interaccionan, se comunican, coinciden, colaboran, a través de diversos procesos o
acuerdos, que pueden ser bilaterales o multilaterales y de este modo, la estructura
que emerge de la interrelación se traduce en la existencia de una red social. Las
redes sociales, antecedente de la red migratoria transfamiliar, son conjuntos de
relaciones sociales o interpersonales que ligan individuos u organizaciones en
“grupos”. Los conceptos y herramientas básicos ubican, en primer lugar, el análisis
de la estructura general de la red y el nivel de integración que caracteriza a la
misma; y en segundo lugar, el estudio de la posición que cada uno de los actores
ocupa en el conjunto de la red. En ambos análisis es fundamental la comprensión
del contexto histórico concreto en que se configuran las redes.
En el caso de Cuba, por ejemplo, a partir de los años ’30 del siglo XX es que se
convierte en un país de emigrantes, cuyo patrón migratorio está vigente en la
actualidad y con un flujo en ascenso. De relevancia en la vida cotidiana y desde los
años ’60 –década en que sale un gran volumen de personas después del triunfo de
la Revolución en 1959–, se han producido acontecimientos relevantes que guarda la
memoria histórica: la “Operación Peter Pan” por la que salieron 14 mil niños en
1961; el éxodo masivo por el Mariel en 1980; los “balseros” por la salida masiva en
1994; la sistemática y ascendente cifra de salidas por mar hacia Estados Unidos; y
31
Parte de elaboraciones de la autora en coautoría con Y. A. Felipe (2005 y 2006d).
81
más recientemente, la infiltración de lanchas rápidas para el tráfico y contrabando de
personas, de mayor auge en el 2005 y que continúa actualmente. 32
En nuestra historia reciente, impactada por esos recurrentes eventos migratorios y
por la inestabilidad en cuanto a las formas y vías de contacto, la familia cubana
atravesada por el proceso migratorio ha sido víctima y protagonista en dichos
sucesos. Muchas veces reduciéndose o creciendo, fortaleciéndose o debilitándose,
imparcial o comprometida, pero en muy pocos casos, dejando de existir.
La aceptación/rechazo de nuevos elementos que pasan a ser parte de la familia
(la de aquí y la de allá) determina nuevos roles y vivencias en la nueva cotidianidad.
El conjunto de relaciones entre las personas que se implican en este proceso,
quienes aportarán la permanencia de la historia pasada, de las vivencias del
presente y de las expectativas del futuro con la intención de reducir los efectos
palpables de la migración, está dado por el conocimiento y el desconocimiento, por
la novedad y la pérdida. Por lo tanto, este acercamiento al tema pretende reflejar
nuevas estructuras familiares que surgen con los movimientos migratorios.
En esta problemática se inserta la comprensión de la red migratoria transfamiliar:
como un sistema dinámico e integrador de relaciones que se establecen por
su relevancia comportamental, motivacional, afectiva o cognitiva, entre
múltiples actores que parten de la familia como grupo social y que la
trascienden dentro del proceso migratorio. Se configura por la compleja
relación dialéctica que se establece entre los vínculos de parentesco, de
amistad o vecindad, religiosos o laborales y por las nociones de inclusión de
sus miembros según el sentimiento de pertenencia e identidad familiar.33
Dada la relevancia histórica y cultural de las relaciones legadas en y a través del
parentesco para el nacimiento del vínculo social y de la inclusión o pertenencia a un
determinado grupo familiar, se considera necesaria la existencia de este tipo de
vínculo en forma de red de relaciones de parentesco. Su extensión, se expresa más
allá de elementos como la consaguinidad y la afinidad conyugal, la cohabitación y el
afecto, en el universo simbólico del ‘como si’ fueran parientes en función del
sentimiento de pertenencia e identidad familiar. De esta forma, la red migratoria
transfamiliar trasciende las relaciones de parentesco y considera la existencia de
32
Ver: Ibid 7. Martín, C. (2000) y Aja, A.; C. Martín y M. Martín (2006) “Las salidas ilegales por vía
marítima desde Cuba hacia los Estados Unidos. Continuidad del análisis a partir de los Acuerdos
Migratorios de 1994–1995”. Informe final de investigación, CEMI.
33
Martín, C. y Yil. Felipe (2006d) Prácticas transnacionales y transfamiliares en la vida cotidiana de la
familia como sujeto del proceso migratorio, en: Segundo coloquio internacional sobre migración y
desarrollo: Migración, Transnacionalismo y Transformación Social, México.
(http://www.migracionydesarrollo.org)
82
vínculos de amistad y vecindad, religiosos y laborales, también imprescindibles para
la comprensión de la compleja red de relaciones que se produce entre las personas
asociadas entre sí por sentimientos familiares que, en el proceso migratorio, toman
especial relevancia para la supervivencia de los individuos, grupos y sociedades
involucradas.
La red migratoria transfamiliar constituye un sistema integrador y estabilizador de
las relaciones que forman parte del todo social y que, sin salirse del contexto
migratorio que le da origen, actúa como canal mediante el cual la movilidad espacial
de las personas puede generar o disminuir consecuencias negativas asociadas al
acto de migrar, o sea, efectos traumáticos e inseguridad económica, emocional y
afectiva. Esta red es resultado de dos necesidades humanas: la necesidad de
reaccionar a la hostilidad o desconocimiento de un nuevo ambiente en la sociedad
que lo “acoge”; y la necesidad de compañía, sea mental o física, en la cual dicha red
se convierte en portadora de contenidos simbólicos asociados a los que “no están”
por la distancia física, pero que sí están por la cercanía afectiva.
La existencia de la red migratoria transfamiliar refuerza la necesidad de cada ser
humano de mantener su vínculo social. Actúa como un conjunto integrador de
relaciones que crece a partir de la relación o no, con su familia de origen que su
primera red social. De esta forma se desarrollan un conjunto de actividades y
acciones que materializan la relación del sujeto como miembro de y con relación a
un colectivo humano y cultural específico.
El presente análisis, aporta una parte de la visión de lo que sucede en el proceso
migratorio, pues si bien, amplía e integra los vínculos sociales, a la vez limita su
alcance porque comienza y termina en las relaciones que se producen a partir de la
propia familia –sea consanguínea o no–
dentro del proceso migratorio. Aunque
extensible a espacios cotidianos del ámbito comunitario, no se trata de asociaciones
libres de personas, sino de asociaciones conscientes y concretas de personas que
comparten el universo simbólico de la familia en el contexto migratorio, es decir, que
se reconozcan como familias –con o sin vínculos de parentesco– y lo expresen en
prácticas cotidianas concretas.
El término familia expresa un sentido de identidad con determinadas personas
(los otros) con las cuales no sólo nos identificamos y diferenciamos sino que, y sobre
todo, mantenemos relaciones de tipo familiar (consanguinidad, afinidad, afectivas y
cohabitacionales). Esas otras personas conforman el universo de vínculos de
83
amistad o vecindad, religiosos y laborales “como si” fuesen lazos de parentesco y
comparten sentimientos de pertenencia e inclusión a la membresía de la familia
como sujeto del proceso migratorio.
En las migraciones internacionales y en el contexto transnacional, el eje relacional
de esta dinámica configura la red migratoria transfamiliar, cuyo supuesto teórico se
complementa con la propuesta metodológica integrada por cuatro dimensiones de
análisis que, con las siglas D.A.F.E. –Diversidad, Amplitud, Fortaleza y Eficiencia–
permiten el acercamiento a la comprensión, descripción y análisis de la red en una
realidad social histórico-concreta. Las cuatro dimensiones caracterizan la estructura
y funcionamiento de la red, teniendo en cuenta los dos elementos esenciales que la
conforman: los actores sociales y las relaciones que entre ellos se establecen.
A su vez, cada una de estas dimensiones cuenta con un cuerpo de categorías e
indicadores que permiten el análisis cuantitativo y cualitativo de la red. La valoración
de su estabilidad tiene como referencia la integración del análisis de las dimensiones
que por separado la configuran. Con una perspectiva temporal, proponemos analizar
tendencias y modos de accionar, no sólo como elementos de la realidad social sino
también como estimuladores o no de la migración externa.
De esta forma, las combinaciones de asociaciones, lazos, sentimientos, ayuda,
afecto o desafecto, que se producen en las relaciones establecidas entre los actores
implicados, conforman un sistema dinámico que da lugar al tejido social de la red
migratoria transfamiliar. Ese tejido social se estructura en función de la integración
de sistemas de redes de relaciones entre actores con vínculos de parentesco, de
amistad o vecindad, religiosos y laborales, incluidos como miembros de la familia
según el sentimiento de pertenencia evocado por ellos.
Un estudio concreto, realizado para esta línea de investigación, fue aplicado en
Cojímar, Ciudad de La Habana.34 El objetivo central fue la validación empírica de la
propuesta teórica y metodológica de la red migratoria transfamiliar. Se demuestra
que a pesar de estar afectada por la separación que implica todo acto de migrar, la
familia –lejos de extinguirse– se afianza, crece y solidifica, rescata su perdurabilidad
en el tiempo y se valida en el sistema de prácticas concretas que implica la
existencia de esta red. Importancia mayor adquiere si se tiene en cuenta que se trata
de vínculos familiares o ‘como si’ lo fuesen, creados antes de emigrar, pero también
34
Felipe, Y. (2005) Red migratoria transfamiliar o sistema D.A.F.E. Tesis de Diploma. Facultad de
Sociología. Universidad de La Habana
84
pueden incluirse vínculos con el país de origen creados después de la emigración y
producto de las nuevas relaciones que se establecen desde la sociedad receptora.
En general, la red migratoria transfamiliar que se configura tiende a ser estable
dada la interpretación de las dimensiones propuestas para su análisis. Según las
vivencias de los entrevistados, vale rescatar la influencia positiva que le asignan ya
que permite la comunicación directa y continua entre sus miembros. Las personas
se sienten acompañadas a través de la distancia y reducen los efectos negativos
que puedan asociarse al acto de emigrar; predominan sentimientos de afecto y
cariño que son considerados fundamentales para el grupo familiar. Los motivos que
estimulan a las personas a mantener las redes tienen como elemento común la
esperanza siempre presente del re-encuentro y la reunificación familiar.
En el caso de Cuba, la postura de aceptación de la emigración que evidencian los
entrevistados, es también un reflejo del proceso de flexibilización de las regulaciones
migratorias que se ha venido desarrollando por parte del Gobierno cubano con
respecto a su emigración desde los años noventa. La emigración cubana, al igual
que cualquier otra, ha tenido y tiene múltiples motivaciones, aunque con sus
particularidades propias por la beligerancia política en la que se encuentra inmersa
como proceso social general, producto del diferendo entre Cuba y Estados Unidos.
La intención de utilizar la emigración cubana en contra de la Revolución no es
falsa y está aún vigente. Aún en ese contexto, el paso de los años ha demostrado la
existencia de una emigración cada vez más motivada por razones ajenas a las
políticas y predominantemente, matizadas por la necesidad de mejoras económicas
y de realización personal o familiar, diversificándose los países de destino y las
formas posibles para una migración cíclica circular o con retorno. Existen además
elementos semejantes a los flujos regiones e internacionales que demuestran la
complejidad del fenómeno migratorio y su multiplicidad de causas y efectos, lo cual
se hace evidente cuando las prácticas transnacionales devienen redes migratorias
transfamiliares en la cotidianidad de los países emisores.
Impulsada por los determinantes concretos de los diferentes contextos sociohistóricos del país de origen (Cuba en este caso de estudio), la emigración ha
devenido estrategia de enfrentamiento a los problemas cotidianos que se producen
durante los períodos de crisis sociales. En los años sesenta, fue más bien una
emigración evasiva de las presiones que implicaban los cambios políticos que
sucedían con la Revolución y se gestan los orígenes de la politización del fenómeno
85
migratorio, los cuales cuajan en las nociones de exilio que se consolidan en la
identidad del cubano de Miami, la ruptura en el nivel familiar es claramente visible
incluso hasta los años setenta. En el período de los años ochenta, se evidenció un
poco más el carácter de estrategia familiar, aunque con fuertes indicadores de las
dinámicas políticas contradictorias; emigraron personas individuales pero también
con grupos familiares. Sin embrago, a partir de la década del noventa y hasta la
actualidad, se evidencia cierto matiz mucho más atado a lo económico en la
tendencia familiar, pero donde emerge la emigración también como más personal.
Por diferentes características se acerca a los flujos regionales, emigran personas
solas, en búsqueda de la satisfacción inmediata de sus necesidades individuales o
familiares; pero también se van jóvenes en busca de realización personal,
profesional o de proyectos de vida, vivenciados como no factibles en el país de
origen a corto plazo. En general, se produce la inserción de las practicas
relacionadas con la emigración en la vida cotidiana, de forma menos traumática que
en años anteriores.
Por otra parte, podría afirmarse que la dinámica social que se va creando con los
continuos flujos migratorios, implica un modelo de familia transnacional que no
necesariamente rompe con los patrones hegemónicos de la familia, a pesar de que
se trastocan muchas de las prácticas cotidianas conocidas y aparecen nuevas
formas transitorias o no, más o menos estables, desintegradoras y/o integradoras.
Por ejemplo, se plantea que se estaría conformando un tipo de conyugalidad a
distancia que supone la no corresidencia, ni las continuas negociaciones entre
marido y mujer en la toma de decisiones concernientes a los procesos de producción
y reproducción que involucran al grupo doméstico, ni la fidelidad femenina y el
mantenimiento de los bienes sociales y simbólicos tales como el honor, el prestigio y
las relaciones valiosas.35 Cuestiones todas a ubicar en el contexto histórico concreto
de la familia como sujeto del proceso migratorio.
Al mismo tiempo, estamos de acuerdo con el impacto cultural de la migración,
precisamente, transfamiliar. Es decir, los cambios en las pautas de consumo de los
familiares que reciben remesas, los imaginarios acerca de la vida de los migrantes
en los países de destino, las modificaciones en el paisaje arquitectónico local, son
todos elementos que afectan las creencias, los valores y las aspiraciones de la
35
D’Aubeterre, M.E. (2001): “¿Todos estamos bien? Género y parentesco en familias de
transmigrantes poblanos”. LASA, Washington DC, p 6-8.
86
población local creando una impresión de privación social relativa además de la
privación económica real de las familias que no migran y esto fomenta la creencia de
que la migración es la única manera de cambiar de estatus. 36 En nuestra
investigación se constata que muchas veces la ayuda económica en remesas se
convierte en la principal función asociada a los miembros de la red transfamiliar.
Esto hace que se deposite en un miembro ausente físicamente, un poder simbólico
asociado a la presencia afectiva y material, fundamentada en la manutención de la
economía familiar.
En este sentido, se complementan los resultados de estudios precedentes37 al
afirmar que los cambios en la vida cotidiana de las familias varían en dependencia
del tipo de vínculo que se establezca con el pariente emigrado. En aquellas familias
donde existe un vínculo consanguíneo y cohabitacional, donde además existe un
proyecto de organización de la cotidianidad compartido y un proyecto de vida en
común y donde el presupuesto de gastos es también común, los cambios que la
emigración de uno de sus miembros provoca impactan mucho más, que en aquellas
familias que no comparten los aspectos mencionados. Asimismo, la ausencia de un
miembro emigrado impacta el funcionamiento, la dinámica y la estructura de esa
familia, a partir de lo cual la etapa del ciclo vital en que se encuentran las familias
puede convertirse lo mismo en atenuante que en agravante de la ausencia.
Por tanto, es relevante el lugar que ocupa dentro de la familia el miembro ausente
producto de la emigración; la redistribución y resignificación de los roles y funciones
que la ausencia física implica; las afectaciones en la dinámica familiar, cohesión,
relaciones interpersonales y sentimientos de pertenencia; entre otros aspectos
configuradores de la identidad familiar en la subjetividad cotidiana atravesada por las
migraciones. Tal escenario se expresa en redes migratorias transfamiliares, cuyos
impactos son relevantes para la sociedad desde la comprensión de la familia como
sujeto del proceso migratorio.
36
Wamsley, E. (2001) “Transformando los pueblos: la migración internacional y el impacto social a
nivel comunitario”. Ecuador Debate. Ecuador, No.54.
37
Escalante, Y. (1997) Emigración y vida cotidiana: un estudio en familias de Santa Cruz del Norte.
Trabajo de Diploma. Facultad de Psicología. Universidad de La Habana.
87
Apuntes para un cierre necesario...
En cuanto a las causas y consecuencias de la migración, resulta asimismo difícil
aislarlas de los efectos económicos, sociales, culturales o políticos asociados. Por
ser un fenómeno social multicausal, la presente propuesta recaba un enfoque
científico integrador que resulta transdisciplinario. En atención a las distintas
disciplinas de aproximación, podemos referir aportaciones relevantes que se
suscriben y trascienden de forma integrada para ser devueltas a su análisis en
relaciones de complementariedad para toda la sociedad.
Desde la demografía, efectos de una migración joven se asocian a procesos de
envejecimiento y rejuvenecimiento en áreas de origen y destino, respectivamente. O
bien puede afectar la distribución de géneros, por ejemplo la actual feminización de
las migraciones internacionales. Desde la psicología, se evidencian efectos de las
migraciones sobre la estructura de la personalidad de los emigrados, las patologías
asociadas y los procesos de identidad. Existen dimensiones y procesos de sentido
que permiten hablar de una psicología del emigrado y sus expresiones en la
subjetividad social cotidiana. Desde la sociología, pueden verse efectos en la
integración social y la discriminación de los inmigrantes. En las ciencias políticas, el
manejo de la migración para ejercer la política exterior.
Y así, por sólo citar algunos aspectos de las disciplinas mencionadas, aunque
esquemáticos y reducidos, resultan relevantes para demostrar cuan complejos y
variados son los posibles efectos del proceso migratorio, el cual ha dejado de ser
cada vez más un asunto interno relativo a grupos migrantes o sus países de origen y
destino por separado, para convertirse en expresión de una realidad actual mundial
cuya atención internacional involucra a esos tres ejes simultáneamente. Es evidente
que requerimos y proponemos un desarrollo teórico-metodológico que trasciende las
disciplinas particulares y más se configura en áreas del conocimiento de la sociedad.
Los movimientos humanos se intensifican trayendo consigo una modificación
sustancial de las formas tradicionales de vida y van moldeándose nuevas formas de
organización social y sus expresiones concretas en prácticas cotidianas. En ese
proceso, la fragmentación familiar también crece y deviene eje central de análisis
que permite comprender, explicar, demostrar y reparar los efectos traumáticos que
se manifiesta en todo acto de migrar. Al mismo tiempo, también emergen ciertas
formas de integración para reestructurar el equilibrio en la vida cotidiana de los
88
miembros en los distintos países y entre ellos como unidad relacional, lo cual tiene
impactos en los niveles individual, familiar y social.
Es en este contexto donde adquiere relevancia la propuesta de analizar a la
familia como sujeto del proceso migratorio y reconocer la existencia de la red
migratoria transfamiliar, escenario donde desarrolla sus prácticas y ejerce el
cumplimiento de sus funciones. Este análisis contribuye a la comprensión y
explicación de los efectos inminentes que se abordan en el transnacionalismo y en
cuanto a las prácticas familiares transnacionales.
Como toda migración implica una ruptura, para las familias que permanecen en el
país de origen así como para aquellas que están en el país destino, las redes de
vínculos familiares, constituyen además, un elemento silenciador de este conflicto.
Tienen la enorme función de entretejer y dar solidez al contacto e implican un
escenario de migración, que puede volverse circular, atrayente y/o selectivo en su
actividad concreta ya que la reestructuración del modelo de vida, status y nuevos
roles no siempre se logra de la forma más sencilla en la vida cotidiana.
En la práctica se propone una forma teórica de entender lo que las familias hacen
tratando todo el tiempo de conseguir la pervivencia y moldeabilidad en los límites
que la vida cotidiana le ofrece, es decir, en un tiempo, espacio y ritmo concretos
condicionados desde el punto de vista histórico cultural. Logra así la constancia que
va asegurando la reproducción y permanencia social a través de las sucesivas
generaciones.
El modelo de vida social contemporáneo de los países avanzados se sustenta,
entre otros factores, en el ingreso a esas sociedades de millones de inmigrantes
provenientes del tercer mundo, mientras que otros millones se encuentran en estado
latente de movilización migratoria. El “sueño” se hace universal y la decisión de
realizarlo es indetenible cuanto más amplia y aguda sea la globalización. Así
llamada, parece promover “regiones sin fronteras” y recrear en los imaginarios
colectivos, sobre todo de los pueblos pobres, las posibilidades de ascenso allí donde
la ‘magdonalización’ ha penetrado, donde domina la ley del mercado y donde luego
de venderse al mundo como lo mejor, no saben qué hacer con la población
inmigrante, representada en el grupo de los excluibles y los marginados, en “los
otros” no deseados. Un reflejo de esta situación se manifiesta en forma de grandes
presiones migratorias y desalojos territoriales de poblaciones insatisfechas con su
doble marginalidad, exclusión y poco espacio para la integración.
89
Otra forma de dependencia desde la dominación es también la migración
calificada, se desangra a los países de origen y se acalla en los de destinos, ya que
están interesados en ser receptores de su capacidad e inteligencia. Parece
imposible imaginar un escenario diferente, donde las regulaciones migratorias en los
países receptores protejan los intereses de los países emisores y por ejemplo, al
otorgar visado de inmigrante a un profesional se incorpore como requisito el
compromiso de retribuir al país donde obtuvo ese conocimiento, sea por el retorno
material o cognoscitivo, de la persona o de su trabajo, temporal o definitivo; se
validaría el movimiento migratorio y la responsabilidad de los centros de poder con
respecto a los países en desarrollo. Basados en la racionalidad de las necesidades
crecientes, aún así nadie escapa a los efectos –deseados o no– que sobre sus
familias produce ser sujeto de las migraciones y las consecuencias individuales y
sociales implicadas.
La subjetividad cotidiana da cuenta de la trascendencia e impactos sobre la
familia y la sociedad, al tiempo que hace suya vivencias de pérdidas, sentimientos
de añoranza, frustración, victimización y pertenencia, estrategias individuales y
familiares que al pretender ser solucionadoras son generadoras de crisis cotidianas.
Experiencias tales son válidas para todo migrante y concretas para cada uno de
ellos, por tanto reclaman un abordaje en el nivel social y en el nivel individual, en una
relación recursiva y con enfoque de género y de generaciones.
Modos de pensar, sentir y actuar; niños, adolescentes, jóvenes, adultos y
ancianos; mujeres y hombres; son rostros de anónimos migrantes agotados en
cifras. Sus prácticas cotidianas y las expresiones de la cultura que así lo evidencian,
superan separación familiar, religiosa, laboral, vecinal y de amistades en sistemas
de redes sociales, de parentesco y transfamiliares. En la comunicación y los
conflictos emerge la necesidad del retorno y los referentes de la re-socialización.
Todos estos temas se incluyen en las investigaciones que realizamos y ganan mayor
trascendencia en las dinámicas internacionales asociadas a los procesos migratorios
y las consecuentes transformaciones sociales actuales.
Y aunque queda mucho por hacer, hay que tener presente que toda interpretación
de teorías y hechos, debe ser consecuente con el momento histórico-concreto en
que se desarrolle y aplique. Así, en los albores del siglo XXI, leer del pasado las
traumáticas experiencias asociadas a las migraciones internacionales permite el
avance hacia nuevas formas de equidad y control de los movimientos poblacionales,
90
pues quien lo olvida está condenado a repetirlo. El futuro se construye cada día y el
presente demanda de todos y de cada uno, en particular incluye a quienes somos
investigadores sociales comprometidos con la certeza de la validez del esfuerzo por
la virtud, la dignidad y la solidaridad. Aquí se ubica la comprensión de las dinámicas
transnacionales y transfamiliares en la vida cotidiana de cualquier país, son las
familias protagonistas de los procesos migratorios más allá de los límites nacionales.
Las relaciones de complementariedad que puedan establecerse hoy, serán la
defensa de la esencia humana, también en el tema migratorio internacional.
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