Descargar todas las pestañas en un sólo archivo PDF

Anuncio
Dominicos | Orden de Predicadores
Homilías
Ciclo
A
XXII Domingo del tiempo ordinario
28/08/2011
"El que pierda su vida por mí la encontrará"
Introducción El anuncio de la pasión del evangelio de hoy se sitúa entre la confesión de fe de Pedro en Cristo-Mesías y el pasaje de
la Transfiguración. Estos dos densos momentos del evangelio requieren una catequesis muy exigente, pues quieren aclarar el sentido
de la misión de Jesús. Proclamar la Palabra de Dios por encima de todas las cosas le lleva a Jerusalén, donde le sucedería como a
todos los profetas el rechazo y el martirio. El salvador es uno que muere, no un poderoso que domina y hace gestos espectaculares.
Pero el anuncio completo de esta misión, no hay que olvidarlo, es resucitar al tercer día. Pedro tiene otra visión de la realidad, pero
Jesús invita a colaborar en esta misión.
Fray Gregorio Celada Luengo
Convento de San Esteban (Salamanca)
Lecturas
Lectura del libro de Jeremías 20, 7-9
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste.
Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí.
Siempre que hablo tengo que gritar: «Violencia»,
proclamando: «Destrucción.»
La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día.
Me dije: «No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre»;
pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.
Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándole.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 1-2
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es
vuestro culto razonable.
Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de
Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 21-27
En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos,
sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
- «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
- «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»
Entonces dijo Jesús a sus discípulos:
- «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a si mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, sí arruina su vida?
¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»
Comentario bíblico
Primera lectura: (Jeremías 20,7-9)
Marco: El contexto es son las confesiones de Jeremías.
Reflexiones
1ª) ¡Desahogos del corazón de un profeta apasionado por su Dios!
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir... La primera impresión que producen estas palabras son de asombro y respecto a la vez. Con
una crudeza poco habitual en la Escritura (excepción hecha de Jb 3,1ss y Sal 88) el profeta desahoga su corazón en la presencia de su
Dios. Lo más admirable en estas confesiones es la conjunción misteriosa y, también, paradójica de las tendencias profundas del espíritu
de Jeremías. Por lo que podemos deducir de su libro el profeta poseía a la vez tres fuerzas que pugnaban en su interior y le
provocaban estas situaciones dolorosas: su exquisita sensibilidad y tendencia a la ternura y a la bondad; su enamoramiento de su
pueblo al que amaba con toda su alma (y acaso nunca mejor dicho, porque alma significa en hebreo la vida en su totalidad); y su
adhesión y entrega incondicional a su Dios en el que afincaba su vida y en el que encontraba la fuerza para el ejercicio profético.
En el fondo, Jeremías es un testimonio de lo que significa la misión profética de denuncia, de advertencia severa y de riesgo extremo
porque ha recibido la misión de estar en medio de los dos fuegos ya que un verdadero profeta es enviado por el Dios fiel y verdadero a
su pueblo surgido de la alianza del Sinaí en determinadas circunstancias históricas. La misión profética se realiza en el corazón de la
historia real y concreta. Y ese fue el momento que le correspondió a Jeremías.
Las imágenes utilizadas por el profeta son de un nivel dramático inigualable: me sedujiste y me dejé seducir. Pero Dios estaba allí, muy
cerca de él, se lo había prometido y Dios no le defraudará. Jeremías ha sido considerado como un tipo singular de la figura de Jesús
para describir su tarea de Siervo doliente y fiel, tanto en la misión como en la Pasión. Hoy como ayer estas palabras de Jeremías siguen
resonando en nuestro mundo. Es necesario proclamar que Dios elige a sus enviados, pero no les exime de sus riesgos, aunque los
protege. La fe en Dios pone en acción toda la intimidad del hombre. Es un tesoro que exige la venta de todo lo demás para poseerla y
vivirla. La figura y la palabra de Jeremías sigue ahí como un punto de referencia vivo y expresión de un momento difícil del hombre
frente a su Dios. Dios sale victorioso en el corazón de Jeremías.
2ª) ¡La fuerza de la palabra es superior a las dificultades del profeta!
La palabra era en mis entrañas fuego ardiente, intentaba contenerla y no podía. También en esta confesión, Jeremías representa un
modelo ejemplar en la historia de la salvación. A Jeremías no le iban demasiado las medianías y las acomodaciones. Era un hombre,
además de las cualidades arriba recordadas, de decisiones firmes y de entrega sin reservas. Experimenta las contrariedades,
oposiciones, persecuciones, encarcelamientos y desprecios que le aporta la misión; pero conoce también la fuerza íntima de la palabra
que se le ha encomendado; tiene una especial confianza en esa palabra.
Cuando decide no hablar más en nombre del Dios que le ha enviado, brota en su intimidad esa palabra con toda su fuerza viva de
salvación y de consolación. No es una coacción frente a su libertad. ¡Dios no coacciona nunca a nadie! Es otra la experiencia de
Jeremías. Dios le ha permitido saborear el fracaso en el ministerio hasta el final; pero el final definitivo y más profundo es el rostro de un
Dios amoroso que ama a su pueblo y quiere su salvación. Y esa palabra que proclama Jeremías y que no puede contener y que le
impele como un fuego abrasador, es la mediación para que el pueblo consiga la salvación. Realismo sincero en la experiencia de
sufrimiento, realismo sincero en la convicción de Jeremías frente a una palabra de Dios que es la única posibilidad para que el pueblo
consiga realmente la salvación.
Segunda lectura: (Romanos 12,1-2)
Marco: El contexto es la parte parenética o enseñanzas para la vida concreta que se deducen de las afirmaciones doctrinales. El
Espíritu Santo, que mora en la comunidad nueva, garantiza y empuja la realización y experiencia de una nueva presencia de Dios en
medio de su nuevo pueblo.
Reflexiones
1ª) ¡El hombre en su totalidad ha de expresarse en el culto a Dios!
Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, agradable a Dios; este es vuestro culto
razonable. Es la parte exhortativa de la enseñanza doctrinal de Rm 6,3-4. Por la encarnación toda la realidad humana ha sido
entregada en la cruz por amor a los hombres y culto agradable a Dios; en la resurrección tomaba parte también la realidad humana de
Jesús. En coherencia con estas convicciones profundas de Pablo, ahora insta a que los seguidores de Jesús, los miembros de la nueva
comunidad y del nuevo pueblo de Dios, a que hagan participar en el nuevo culto toda su realidad humana.
Todo tiene valor y sentido en el nuevo encuentro con Dios en el culto en que se experimenta su presencia bienhechora. En el culto a
Dios es necesario poner en juego todas las posibilidades para que el culto sea realmente de la persona humana en su totalidad: en sus
gestos, participación, cantos y sentido festivo. En los escritos paulinos encontramos algunos textos importantes (especialmente en las
cartas a los Corintios) donde se habla del singular carácter sagrado del cuerpo humano que en modo alguno se puede quebrantar o
desvirtuar. Esta sería la premisa necesaria para comprender la participación en el culto de todo el ser humano y, a la vez, la insistencia
de que sea una hostia viva, santa y agradable a Dios.
Un culto cristiano verdadero implica contemplar y valorar la corporeidad humana de otra forma más auténtica, más honda y más acorde
con su ser imagen y semejanza de Dios y miembros vivos de Cristo Jesús. La celebración sería una oportunidad para educar a los
participantes sobre el alto valor del ser humano ya que todo él participa en el culto sagrado al Padre celestial, en Cristo y en el Espíritu.
Este es el culto verdaderamente razonable y agradable a Dios y humanizador para el hombre. Si la corporeidad humana es invitada a
tan alta expresión es coherente que no la pierda en su ejercicio humano cotidiano. El culto se convierte en una expresión excelente de
los valores humanos y en una exigencia de lo que es la verdadera humanización agradable a Dios.
2ª) ¡Para realizar un culto razonable hay que buscar lo bueno, lo que agrada a Dios!
No os ajustéis a este mundo... En realidad Pablo deduce y pone las bases para la comprensión de lo que significa un culto razonable y
agradable a Dios. Un culto en coherencia con la naturaleza racional del hombre y un culto que sea agradable a Dios. Acaso sea una
advertencia frente a los cultos mágicos que se realizaba en su entorno y que no tenían incidencia en el comportamiento humano.
El creyente que participa en el culto ha de transformar la mente, es decir, el modo de pensar, amar y sentir porque no se puede dejar
de mirar al origen de nuestro ser humano y a la vez a quien dirigimos el culto. Pablo entiende que un culto verdadero no puede estar
nunca separado de una coherencia de comportamiento según la voluntad de Dios. De otro modo, ni sería eficaz y fecundo para el
hombre ni sería agradable a Dios. Advirtiendo, con el apóstol, que lo que agrada a Dios es lo bueno, lo perfecto, lo que se realiza en el
marco de la alianza con su pueblo y en el marco de la experiencia y enseñanza de Jesús.
Hoy, como ayer, un culto verdadero conllevaría, además, un encuentro más vivo con los otros según ese proyecto de Dios. Los
creyentes debemos seguir adelante en esta transformación personal de la mente (pensamiento, voliciones y sentimientos) para hacer
posible la transformación de nuestros hombres y mujeres que viven en este mundo; y la transformación del mundo entero llamado a
entrar definitivamente en el culto eterno en la ciudad celeste cuando toda la creación haya sido liberada de su esclavitud a la que la
tiene sometida el hombre.
Evangelio: (Mateo, 16,21-27)
Marco: Después de la confesión de Pedro y la promesa de Jesús, el evangelista ofrece esta escena sobre el seguimiento. Jesús quiere
revelar a Pedro y a sus discípulos en le verdadero mesianismo y esto provoca el escándalo en Pedro. El diálogo de Pedro con Jesús es
uno de los hechos o escenas más auténticos del relato evangélico. Y lo es precisamente por lo desconcertante y escandaloso. ¿Cómo
la Iglesia mantuvo, en la transmisión del material evangélico, este diálogo entre Pedro y Jesús, si cuando escribe Marcos, Mateo o
Lucas, san Pedro ha dado la vida por el Maestro en el martirio? ¡porque era la verdad!.
Reflexiones
1ª) ¡El camino sorprendente y escandaloso del verdadero Mesías!
Empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho... Jesús revela el verdadero camino del
Mesías. Pedro acaba de reconocer a Jesús como el Mesías, Hijo de Dios. Desde este momento Jesús comienza una nueva enseñanza a
los discípulos. El evangelista utiliza la expresión «explicar.» Jesús anuncia el programa del Hijo del hombre que es que es el verdadero
sentido del mesías en los planes de Dios. Jesús vuelve la mirada a lo genuino en la voluntad de Dios y lo auténtico, lo que realmente
estaba consignado en las Escrituras, es el camino del sufrimiento sustitutivo del Siervo.
En la humillación de la cruz se manifiesta el poder soberano de Dios y su amor misericordioso por la humanidad caída. El evangelista
Juan nos recuerda unas palabras dirigidas por Jesús a los judíos: escudriñad las Escrituras y veréis que mis pretensiones son válidas,
justas y acordes con el plan de Dios. ¡Qué difícil es entrar en el misterio de Jesús desde la cruz! Y es el único camino para entrar en la
gloria, según el propio Jesús revela a los discípulos que se dirigían a Emaús (24, 26-27). El misterio de la cruz necesita una explicación
que sólo puede dar con autoridad el propio Jesús. Pero la escena recordada por Lucas corresponde a la etapa pascual. Mateo
recuerda que el anuncio de Jesús es anterior a la Pasión.
¡Cuánto cuidado es necesario poner para entender bien los evangelios! ¡Cómo entrelazan y entrecruzan los evangelistas las luces que
provienen de distintas etapas!. El acontecimiento de la cruz ha sido comprendido después de la Pascua que permite interpretar las
Escrituras. Los creyentes en Jesús tenemos delante un reto apasionante y peligroso: mostrar que Jesús es la base del verdadero
progreso humano y de la verdadera humanización del mundo.
2ª) ¡Eso no puede pasarte!
Pedro se lo llevó a parte y se puso a increparlo... Lucas y Mateo tienden a suavizar el lenguaje. El camino marcado por Jesús es
escandaloso para Pedro. Se interpone en el camino del Hijo del hombre, se interpone en el camino de los planes de Dios. Al Pedro
histórico le horroriza que el Mesías invencible e inmortal, que es en el que él piensa personal y realmente, pueda ser sometido a la
humillación, a la mofa, al desprecio y... ¡a la muerte violenta y humillante! ¡Eso es imposible! Eso no cuadra con las esperanzas actuales
de Israel. Y se atreve a intervenir para disuadir a Jesús de ese camino. ¡Y estamos ante un hecho genuinamente histórico!
No se trata de una leyenda o de una invención de la comunidad cristiana. Todo lo contrario. Es uno de los momentos más dramáticos y
tensos de la relación de Jesús con Pedro, que no entiende y se escandaliza. ¡Es necesario leer y proclamar el Evangelio con la mayor
sinceridad posible! Sencillamente Pedro no entiende el proyecto de la cruz, no entiende que en la debilidad de la cruz se manifieste el
poder soberano y amoroso de Dios! ¡No entiende la verdadera personalidad y misión de Jesús! Lucas, habitualmente muy delicado con
los apóstoles, recoge unas palabras de singular viveza y agudeza con motivo del tercer anuncio de la Pasión (Lc 18,34). Es necesaria
es la revelación pascual y el don del Espíritu para penetrar en el misterio de la personalidad de Jesús y de su misión.
Hoy no solo los hombres en general sino incluso los discípulos no acaban de entender que a la gloria del Mesías se va por el camino de
la cruz del Mesías.
Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios. Compárense las palabras anteriores
de congratulación y estas que le dirige ahora. Esa es la clave interpretativa del misterio de Jesús: que es un don del Padre que hay que
acoger con humildad. Jn 6 recoge repetidamente este pensamiento: nadie viene a mí si el Padre no lo atrae, si el Padre no se lo
concede, si el Padre no interviene. El misterio de la cruz desborda las capacidades humanas; no las anula, ni las destruye, ni las
desprecia, simplemente las supera, a la vez que las valora y las acrisola, porque se trata de un plan de Dios, decidido desde antiguo, y
que ha realizado en la plenitud de los tiempos. Pedro debe saber que él por sí solo no alcanza a comprenderlo. Satanás tiene sumo
interés que este proyecto sea entendido como insensato, irracional e inaceptable. Por eso Jesús coloca a Pedro a la altura de Satanás,
porque (sin saberlo) se ha convertido en un aliado suyo. Todas las tentaciones de Jesús, que ocurrieron durante el ministerio, tenían la
finalidad de apartar a Jesús del verdadero camino del Mesías, del Hijo del hombre y del Siervo de Yahvé. Y ahora el propio Pedro se
convierte en un tentador que increpa a Jesús, que se interpone en el camino de la cruz y que lo rechaza.
Hoy, como ayer, el creyente debe seguir anunciando con la palabra o con la vida que la razón está de parte del Padre que ama con
ternura infinita a la humanidad, que respeta los auténticos anhelos del hombre, que nada resta al hombre de lo que tiene de verdadero
y sincero. ¡El mundo necesita la fortaleza de los creyentes y su humildad en la presentación porque eso es lo bueno para el propio
hombre! (1Co 1,17-31; Gl 6,11-18; Flp 3,17-21).
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)
Este comentario está incluido en el libro: La Palabra fuente de vida. Ciclo A. Editorial San Esteban, Salamanca 2004.
Iª Lectura: Jeremías (20,7-9): la seducción de Dios
I.1. La Iª Lectura de este domingo es la última y más famosa "confesión" del profeta Jeremías. Los textos de las «confesiones» son
verdaderamente reveladores de unas experiencias proféticas que determinan la psicología del hombre de Dios, que escucha la palabra
en su interior y no puede resistirse a callar (el conjunto de las mismas es éste: Jr 11,18-23; 12,1-5; 15,10-21; 17,14-18; 18,18-23;
20,10-13.14-18). ¿Son palabra de Dios o sedimentación de un diálogo radical entre el profeta y Dios? Mucho se ha discutido sobre ello.
Pero en el texto de nuestra lectura aparece la actitud provocativa de Dios que no le deja al profeta posibilidad de elegir: como una
mujer violada por el que es más fuerte. Uno de los verbos más famosos del lenguaje profético "seducir" (patáh) está presente en esta
confesión, que en el fondo, es un canto de amor inigualable a la "palabra de Dios". El profeta, confiesa, que él se dejó seducir.
I.2. ¿Es Dios un seductor de personas? No olvidemos que los seducidos son siempre enamorados, apasionados, fascinados. Todo esto
sucede en la mente y en el corazón del profeta. En realidad, el profeta siente así a Dios: no puede resistirse. Pero por mucho que
quisiera hablar de Dios, de su proyecto, de sus planes, el pueblo busca otros dioses y otros señores. En realidad es el profeta quien
quiere seducir al pueblo con su Dios. El es el que lo tiene que vivir primeramente en su corazón y anunciarlo al pueblo; y no siempre es
posible que lo entiendan y que lo acepten. La "palabra de Yahvé" lo ha herido, lo ha fecundado como a una madre y ya no puede
olvidar el mensaje de Dios, el juicio radical, pero especialmente el amor que Dios tiene al pueblo.
I.3. Jeremías analiza aquí las consecuencias de su vocación: el profeta no tiene esa vocación por capricho, porque le guste, sino
porque Dios se lo pide. Y el mensaje del profeta, que tiene que ver mucho con su vocación, no agrada a los que buscan otros dioses y
otros señores más caprichosos. Dios, que aparentemente calla, es como un fuego devorador que inunda todo su ser. Es, desde luego,
una experiencia psicológica, pero intensamente espiritual. Y así se fragua verdaderamente la "pasión" del profeta. Está herido de amor,
seducido y quiere que todos sientan lo que él siente; pero es imposible. Los otros no se dejan vencer por el amor divino: quieren otras
cosas, otros dioses, otras inmediateces. Por ello, pues, no matemos a los profetas que nos son enviados.
IIª Lectura: Romanos (12,1-2):El discernimiento cristiano
II.1. El apóstol Pablo, ahora, comienza lo que se llama la parte parenética (de praxis) de la carta a los Romanos, aquello que afecta al
comportamiento de la vida cristiana, después de haber planteado a la comunidad de Roma la alta teología del la justificación, de la
redención, de la gracia, del bautismo y de los dones espirituales. Esta exhortación se apoya en la misericordia de Dios (en este caso se
usa el sustantivo oiktirmos), porque en toda la carta y especialmente en los cc. 9-11 se ha querido plantear la salvación de todos los
hombres desde la misericordia divina. Dios no tiene otra razón para salvar a la humanidad que sus entrañas de misericordia. De la
misma manera, las interpelaciones a la actuación cristiana están motivadas en que Dios ha sido y es misericordioso con nosotros.
II.2. Pide, primeramente, que dediquemos nuestra vida a Dios como ofrenda y sacrificio: ese debe ser el verdadero culto. Pide
discernimiento en medio de este mundo. El cristiano debe vivir en este mundo y debe amarlo, porque es obra de Dios; pero debe tener
la capacidad de discernimiento, que es algo interior, para no acomodarse a este mundo en lo que podamos encontrar de perverso e
inhumano. Debemos actuar siempre, pues, tratando de discernir la voluntad de Dios. Cada uno desde su oficio, desde su misión en la
vida, tiene que elegir los compromisos cristianos que revelan la voluntad de Dios. Ese es el verdadero culto que califica como razonable
(logikos).
II.3. Se ha discutido mucho por qué Pablo ha usado este adjetivo, y no, en su caso, "espiritual" que sería más adecuado. Desde luego,
el culto divino debe ser razonable, no ciego; ni puro sentimentalismo, ni demasiado estético: debe proceder de lo más valioso del
hombre que es su inteligencia. Porque a veces los cultos, en el ámbito de lo religioso-popular, pueden tener mucho de irracional. El
culto a Dios debe estar enraizado en una vida con sentido, hasta el punto de que eso es lo que debe transformar el mundo y la historia.
Por tanto, el culto no aparece aquí simplemente como "adoración", ya que Dios no la necesita como la necesitan los "dioses" que no
son nada. Pablo es sumamente razonable en su propuesta. El culto verdadero es hacer presente la voluntad de Dios, y la voluntad de
Dios es la felicidad de la humanidad.
Evangelio: Mateo (16,21-27): El seguimiento liberador de Jesús
III.1. El evangelio de hoy, de Mateo, es la continuación de lo que se nos narraba el domingo pasado sobre la confesión de Pedro en
Cesarea de Filipo. Las cosas cambian mucho desde aquella confesión de fe, aunque el texto del evangelio las presenta sin solución de
continuidad. Jesús comienza a anunciar lo que le lleva a Jerusalén y la previsión de lo que allí ha de suceder, como le había sucedido a
todos los profetas; como Jeremías, estaba decidido a proclamar la Palabra de Dios por encima de todas las cosas. Jesús ve claro,
porque a un profeta como él no se le escapa nada, aunque la formulación de este anuncio de su pasión se haya formulado así,
después de los acontecimientos.
III.2. Pedro, como los otros discípulos, no estaba de acuerdo con Jesús, porque un Mesías no debía sufrir, según lo que siempre se
había enseñado en las tradiciones judías; eso desmontaba su visión mesiánica. Entonces recibe de Jesús uno de los reproches más
duros que hay en el evangelio: el Señor quiere decirle que tiene la misma mentalidad de los hombres, de la teología de siempre, pero
no piensa como Dios. Y entonces Jesús mirando a los que le siguen les habla de la cruz, de nuestra propia cruz, la de nuestra vida, la
de nuestras miserias, que debemos saber llevarla, como él lleva su cruz de ser profeta del Reino hasta las última consecuencias. No es
una llamada al sufrimiento ciego, sino al seguimiento verdadero, el que da identidad a los que no se acomodan a los criterios de este
mundo.
III.3. Pedro quiere corregir al profeta con un mesianismo fácil, nacionalista, tradicional, religiosamente cómodo. Y Jesús le exige que se
comporte como verdadero discípulo. La expresión "detrás -opísô- de mí, Satanás", (vendría a significa algo así como: “no estés detrás
de mi como Satanás”) es decir, que no lleve la iniciativa de su vida. Es una expresión que se puede traducir con toda la energía de un
rechazo: “¡Vete! y no vengas conmigo como si fueras Satanás”; “¡quítate de mi vista!”.Pero también ven algunos que el rechazo de
Pedro “vete de mi vista” (hýpage: expresión semejante a la de las tentaciones Mt 4,10), estaría “compensado” en este texto con una
invitación a ir detrás, a seguirle (el opísô moû). En la mentalidad de la época Satanás representa lo contrario del proyecto de Dios, el
Reino, predicado por Jesús, que es, a su vez, causa de su vida y de su entrega.
III.4. Jesús, en nombre de Dios, quiere llevar la iniciativa de su vida, de su entrega y caminar hasta Jerusalén. Y eso es lo que pide
también a sus discípulos: seguirle y que tomen la iniciativa de su propia vida (el texto dice, con razón, "su cruz"). No es la cruz de Jesús
la que hay que llevar, sino nuestra propia cruz. Jesús está decidido a llevar la “cruz” del Reino de Dios como causa liberadora para el
mundo. Pedro, y todos nosotros, estamos invitados a asumir “nuestra cruz” en este proceso de identificación con la vida y la causa de
Jesús. El reproche a Pedro, como si sus ideas fueran las de Satanás, se explicitan en la expresión dialéctica “las cosas de Dios versus
las cosas de los hombres” (tà toû theoû allà tà tôn anthôpôn). Porque Pedro, al rechazar la “pasión” de quien consideraba el Mesías,
estaba mostrando los mismos intereses nacionalistas de la religiosidad judía de la época (esas son las ideas de los hombres). La cruz
de Jesús era llevar a cabo la voluntad de Dios con todas sus consecuencias (esas son las cosas de Dios en el texto).
III.5. La identificación, en el texto, entre cruz y vida personal es indiscutible. La cruz es signo de lo ignominioso y de crueldad para los
hombres. Pero desde una perspectiva de “martirio”, de radicalidad y de consecuencia de vida, la cruz es el signo de la libertad
suprema. Lo fue para Jesús en su causa de Dios y de su Reino y los es para el cristiano en su opción evangélica y sus consecuencias
de vida. Y muchas veces, nuestra vida, es una cruz, sin duda. Pero se ha de aseverar con firmeza que la vida cristiana no es estar
llamados a "sacrificarse" tal como se entiende ordinariamente, sino a ser felices en nuestra propia vida, que es un don de Dios y como
tal hay que aceptarla. Y si en esa vida no es oro todo lo que reluce, también hay que amarla y transformarla con decisión profética. No
basta con afirmar que el discípulo está llamado a sacrificarse y martirizarse como ideal supremo, porque tampoco Jesús deseó y buscó
su muerte en la cruz que le dieron, sino que le vino como consecuencia de una vida radicalmente de amor y de entrega a los demás.
Pues de la misma manera deben ser sus discípulos. El ideal supremo es amar la vida como don de Dios y llevarla a plenitud. Pero por
medio “está siempre Satanás” (expresión mítica, sin duda) que nos aleja del don de la vida verdadera.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
Este comentario está incluido en el libro: Sedientos de su Palabra. Comentarios bíblicos a las lecturas de la liturgia dominical. Ciclos A, B y C.
Editorial San Esteban, Salamanca 2009.
Pautas
El hijo del Hombre tiene que padecer
En el Nuevo Testamento, especialmente en las Cartas de san Pablo, hay un dato que sobresale con mucha claridad: la contraposición
entre “la sabiduría de este mundo” y “la sabiduría de Dios” revelada en Jesucristo. Los judíos pedían signos de un mesías, que
engrandeciera las soberbias del templo. Los griegos pedían la explicación de todas las razones de las cosas. Pero esta señal no era
otra que Cristo muerto y resucitado (1 Co 1, 22-25). Pedro, como los otros discípulos, no estaba de acuerdo con Jesús, porque un
Mesías no debía sufrir, según lo que siempre se había enseñado en las tradiciones judías; eso desmontaba su visión mesiánica. El
reproche de Jesús a Pedro es una advertencia muy seria de que estaba en juego la esencia del contenido de la vida de Jesús. Jesús
plantea la cuestión esencial de dar sentido a una vida humana sometida al dolor y al desconcierto.
La profundidad de la sabiduría revelada en la cruz rompe nuestros esquemas habituales de reflexión, no somos capaces de expresarla
de manera adecuada. Incluso nos puede parecer que es de mal gusto hablar de la cruz. Algunos tienden a ocultar la cara más
sangrante y desgarradora para no herir nuestra sensibilidad. ¿Por qué se ocultan estas cosas, si es una enseñanza sobre la vida?
Otros, en cambio, exhiben imágenes terroríficas, como si no hubiera otra realidad, describiendo sólo el dolor sin piedad ni respeto. Ante
el dolor de los que viven esas situaciones son necesarias la sensibilidad y la compasión. La tradición cristiana nos invita a volver la
mirada a “este varón de dolores”, que es Cristo.
El que pierda su vida por mí la encontrará
Jesús introduce algunas aclaraciones sobre el significado del gesto que iba a realizar. No se trata de menospreciar esta vida. Jesús no
dice que la vida no tenga importancia y que tengamos que despreciarla. Al contrario está sugiriendo que es precisamente la vida lo que
Dios ha puesto en nuestras manos para hacerla crecer y cuidarla hasta la vida eterna. Son expresiones que indican la donación de la
vida, no el menosprecio de esta vida. La vida tiene otros límites, que la abren hasta la vida eterna. Y es que erigirnos en dueños de la
vida nos lleva a destruirla, porque perdemos las cosas cuando queremos poseerlas. Las enseñanzas de Jesús invierten las
aspiraciones humanas: es rico el que da.
Los hombres han buscado el beneficio de Dios con muchos sacrificios expiatorios. Estos rituales de ofrecer cosas e incluso personas
nunca terminaban de producir víctimas, porque no ofrecían nada personal. Pero este gesto sacerdotal de Jesucristo en nada se parece
al sacrifico pagano repetitivo e interminable. De ahora en adelante el verdadero mártir es el que mancha la bandera roja de la justicia y
de la libertad de la humanidad con su propia sangre, nunca con la sangre de los demás. De este modo se deja de asistir al espectáculo
obsesivo y permanente de ofrecer víctimas sin cuento. Es esto lo que lo hace digno de fe el gesto de Jesús.
El que quiera venirse conmigo cargue con su cruz y me siga
Finalmente vienen los dichos sobre el seguimiento, donde Jesús revela sus genuinas exigencias. La fe de los discípulos se había
acrisolado después del reproche a Pedro, cuyas carencias de su confesión mesiánica eran manifiestas. Ahora en el momento de
comenzar al camino a Jerusalén ya puede hablar abiertamente de la cruz, con todo lo que ello significa para Jesús en su proyecto del
anuncio del Reino. La identificación, en el texto, entre cruz y vida personal es indiscutible: para seguirle hay que llevar la cruz. Por eso,
la cruz, en estas aclaraciones, es la misma vida. Nuestra propia vida, nuestra manera de sentir el amor y la gracia, el perdón y la
misericordia, la ternura y la confianza en la verdad y en Dios como Padre. Eso es “una cruz” en este mundo donde su sabiduría se
opone a la sabiduría de Dios. La cruz ya no es el inicuo instrumento de tortura, sino que para los cristianos es un signo muy sagrado.
La cruz está en la vida: en amar frente a los que odian; en perdonar frente a la venganza. La cruz de nuestra vida, nuestra cruz
(“cargue con su cruz”, dice el dicho de Jesús), se convierte en signo de salvación para todos los que creen en Él.
La cruz deja de ser instrumento de tortura después del gesto que Jesús hizo sobre ella. La religión de la cruz no es la religión de la
ignominia, sino de la condescendencia con los débiles y con los que no cuentan en este mundo. Jesús nos invita:
1. Llevar la cruz significa reservar a Dios el juicio sobre los sufrimientos humanos: “Dios me libre de juzgar a mis hermanos sin haber
calzado durante un mes sus zapatos”. Jesús dice que todas las víctimas son inocentes.
2. Llevar con dignidad la propia cruz, sin descargarla sobre los demás. El sufrimiento ya no es una condena. Jesús nos ayuda a
llevar nuestras cruces, ya que cargó con ellas. No se puede predicar la solidaridad humana con los oprimidos y marginados, si
descartamos la cruz. La vida es un acto de obediencia a Dios para salvar la propia dignidad.
3. Y, por fin, si todavía quedan fuerzas, ayudar a los otros a llevar su cruz. No siempre quedan fuerzas. Jesús conoce muy bien
nuestras fuerzas, cuando hay buena voluntad.
Nuestro profundo deseo es que la palabra cruz sólo se use para evocar un antiguo instrumento de tortura y que desaparezca de
nuestro horizonte. Pero mientras haya dolores humanos, la cuestión de la cruz seguirá siendo insoslayable. La cruz se ha convertido en
signo de salvación para los cristianos, porque en ella se llevó a cabo el mayor gesto de amor. Por eso los cristianos nos bendecimos
con ella en el nombre Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que es la imagen del misterio del amor de divino. La señal de la cruz es
el gesto de oración más importante de los cristianos. Su repetición es el modo de practicar y experimentar la fe en el misterio de Dios
salvador.
Fray Gregorio Celada Luengo
Convento de San Esteban (Salamanca)
Infantil
XXII Domingo del tiempo ordinario - 28 de agosto de 2011
Evangelio
En aquel tiempo empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores,
sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte. Jesús se volvió y dijo a Pedro: - ¡ Quítate de mi vista, Satanás, que me haces
tropezar; tu piensas como los hombres, no como Dios! Entonces dijo a los discípulos: - El que quiera venirse conmigo, que se niegue a
sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De
qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre
vendrá entre ángeles, con la glooria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta
Explicación
Jesús advirtió a sus discípulos que tenía que subir a Jerusalén donde sería entregado a los judíos para que lo matasen. Pedro le
repuso: "¡No quiera Dios, Señor, que eso suceda!" Entonces Jesús le regañó a Pedro y dirigiéndose a sus discípulos les dijo:"El que
quiera venir en pos de mí que tome su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que la pierda por mi y por
mi causa, la encontrará.
© Orden de Predicadores 2013
www.dominicos.org
Descargar