Don Miguel Hidalgo Y Costilla

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Don Miguel Hidalgo Y Costilla
Martes, 15 de Septiembre de 2009 13:53
René Sánchez Juárez
Con el grito de “mueran los gachupines”, la madrugada del 16 de septiembre de 1810,
comienza la primera etapa de la guerra de Independencia, la desesperada invitación al pueblo
a tomar las armas para conquistar la libertad y hacer justicia por mano propia, resume el
resentimiento acumulado por siglos de injusticia, pobreza e impunidad.
La etapa desestructurada de la lucha de Independencia, evidentemente generó excesos que
desvaneció con el paso de los meses el temple del cura de Dolores, ya que herir al virreinato
implicó un costo que fue del Monte de la Cruces a la Batalla de Calderón, el relevo por Don
Ignacio Allende y el “éxodo hacia Acatitla de Bazán”, en busca de pertrechos para continuar la
guerra de Independencia hasta su fusilamiento en 1811, previo severísimo juicio encabezado
por la “sacrosanta inquisición” que lo maldijo, desde los pies a la cabeza, con calificativos que
nada tienen que ver con una iglesia piadosa y respetuosa de los “hijos de Dios”, seguramente
el Obispo de Michoacán, Abad y Queipo nunca imaginó la trascendencia de sus maldiciones
para con el “padre de la patria” ya que maldecir: “en vida y muerte, maldito en todas sus
facultades de su cuerpo sea maldito, comiendo, bebiendo, hambriento, sediento, ayunando,
durmiendo, sentado, parado, trabajando o descansando y sangrado, sea maldito interior y
exteriormente…”
Imaginemos que tan peculiar sentencia, haya sido “el pan nuestro de cada día”, porque a 200
años, la Cámara de Diputados solicitase que la Iglesia Católica dejara sin efecto la pena de
excomunión a tan controvertido “hereje”, el mismo que es considerado el “padre de la patria”,
quien padeció dos procesos: el que le aplicó la “Santa Inquisición” al ser juzgado por la Iglesia
Católica y el proceso militar que instruyó el Virreinato. El proceso que le aplicó la Inquisición,
fue profundamente inhumano, violento y cruel, ya que antes de fusilarlo y darle el tiro de
“gracia”, le retiraron los hábitos eclesiásticos y fue sometido a torturas, como arrancarle la
tonsura y las yemas de los dedos, en virtud de ser “un profanador”, “depravado” “desviado
doctrinalmente”, “libertino”, “enemigo de Dios”, “monstruo”, “apóstata”, “infiel” etc.
El 30 de julio de 1811, once meses después de haber iniciado el movimiento de Independencia,
fue fusilado a las 7 de la mañana, previa lectura de excomunión que “lo anatemizamos, lo
secuestramos de los umbrales de la Iglesia del Dios omnipotente para que pueda ser
atormentado por eternos y tremendos sufrimientos juntamente con Datán y Avirán…”
Seguramente en estas fiestas patrias, los mexicanos han olvidado el enorme sufrimiento que
padecieron Don Miguel Hidalgo y Costilla y Don José María Morelos y Pavón.
Por si fuera poco, después de la tortura y ejecución, su cuerpo fue mostrado en la plaza
pública, por la tarde lo decapitaron y su cabeza, la pusieron en una caja con sal y la trasladaron
a la Alhóndiga de Granaditas, para ser colgada, junto con las testas de Ignacio Allende, Juan
Aldama y Mariano Jiménez.
Obviamente, “la ejemplar condena”, no detuvo el movimiento de Independencia que
continuaron otros patriotas, que los llevó a una verdadera revolución social, que constituye la
base del constitucionalismo actual, mediante la base fundamental, conocida como
“Sentimientos de la Nación”, promulgada en 1813 en la Ciudad de Chilpancingo Guerrero, con
lo cual la nación mexicana no sólo surge, sino puede defender sus derechos, ser independiente
de España y gobernarnos por nosotros mismos.
Al recordar a Don Miguel Hidalgo y Costilla, evocamos la lucha contra la esclavitud y sentamos
la fuerte necesidad para iniciar y organizar la Independencia de México.
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Martes, 15 de Septiembre de 2009 13:53
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