la evolución de las relaciones de la federación rusa con china a

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LA EVOLUCIÓN D E LAS RELACIONES
DE LA FEDERACIÓN RUSA C O N CHINA
A PARTIR D E 1985 Y SUS POTENCIALIDADES
EN E L E N T O R N O INTERNACIONAL ACTUAL
PABLO T E L M A N SÁNCHEZ RAMÍREZ
L A RELACIÓN RUSO-CHINA ES U N A DE LAS más importantes en la r e g i ó n asiá-
tica y ha ejercido una influencia decisiva en las establecidas entre otros estados de la misma. Los documentos oficiales rusos consideran a China
como el socio principal de Moscú en el área. En el presente artículo intentaremos analizar la verdadera dimensión de estos nexos durante los años
recientes y sus implicaciones tanto para la política externa e interna de la
Federación Rusa como para el entorno internacional c o n t e m p o r á n e o . Los
vínculos ruso-chinos han experimentado una revitalización importante a
partir de la última d é c a d a del siglo XX, si bien su orientación ha estado enfocada en lo fundamental en la coordinación de políticas en el exterior y
en el marco de los organismos internacionales, en detrimento de las cuestiones de colaboración económico-comercial bilateral. Estas relaciones
económicas presentan enormes potencialidades que no han sido debidamente aprovechadas. El t é r m i n o multipolaridad se convierte en el concepto central de la política exterior rusa a partir de 1996 y es entendido como
la vía i d ó n e a para recuperar el papel protagónico del Kremlin en el escenario mundial. China es considerada como su socio estratégico independientemente de las posibles diferencias ideológicas que se mantengan
entre ambos estados, toda vez que estos vínculos se utilizan como medio
para asegurar los intereses de Moscú en relación con otras potencias.
1
1
Luego del inicio de la normalización de las relaciones bilaterales, en la década de los
ochenta, ocurren hechos tales como el acercamiento de India y Viet Nam a China o el comienzo del fin de la guerra civil en Cambodia.
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L A PERESTROIKA Y L A ESTRATEGIA H A C I A C H I N A
A partir de los años cincuenta los vínculos entre Moscú y Pekín estuvieron
caracterizados por un clima de desconfianza, alimentado por los numerosos conflictos fronterizos que se m a n t e n í a n latentes. Rusia consideraba a
China como el flanco oriental de la OTAN. Con la llegada de la política de
reestructuración en la U n i ó n Soviética, se inicia el descongelamiento de
las relaciones bilaterales con el gigante asiático, estancadas por varias décadas, pero sin lograrse el mismo í m p e t u e interés que el Kremlin mostraba
hacia los países de Occidente en la b ú s q u e d a de colaboración y respaldo
económico a sus reformas internas.
El gobierno soviético termina con sus amenazas a China en la región
del sudeste asiático y en Afganistán, alienta a otras potencias regionales como la India a dar pasos similares, fomenta el comercio bilateral con Pekín,
adopta una postura de apoyo incondicional a las reformas domésticas chinas y rechaza las críticas con respecto a la masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989.
Como parte de la política de nueva mentalidad política, la Unión Soviética pone mayor énfasis en el mejoramiento de las relaciones con la región
asiática, particularmente con China, con la cual a ú n compartía la frontera
más extensa del mundo. Por primera vez en décadas, el Kremlin asumió
una posición de flexibilidad y negociación ante las cuestiones que Pekín
había puesto como condición imprescindible para u n mejoramiento del
trato con Rusia: los casos de Mongolia, Afganistán y Kampuchea. Gorbachov desplegó una política conciliatoria en relación con estas cuestiones
luego de la retirada de u n considerable n ú m e r o de tropas soviéticas de
Mongolia, de la retirada total de Afganistán y del cese del apoyo a Viet
Nam a propósito de la ocupación de Kampuchea.
El interés soviético en un acercamiento con China y en convertirla de
enemiga en amiga estuvo motivado por varios factores, entre los cuales destacaban: la r e d u c c i ó n de la carga económica que implicaba el clima de desconfianza a que nos hemos referido líneas arriba y que exigía un
despliegue militar notable en la zona; la atenuación del alineamiento antisoviético de China con los Estados Unidos; el ahondamiento de la interacción e c o n ó m i c a bilateral, y la eliminación del aislamiento de la URSS con
respecto a las economías prósperas de la Cuenca Asia-Pacífico. En su discurso de septiembre de 1988, en la ciudad de Krasnoyarsk (Siberia), Gorbachov llamó a reforzar la seguridad en la región asiática, "no por medio
de la carrera armamenticia, sino por la vía de la negociación política y económica, para de tal forma crear u n clima que elimine la hostilidad, sospe-
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cha y desconfianza entre las partes involucradas". El a ñ o 1988 marcó el
inicio de una mayor atención y concentración de la diplomacia soviética
en la zona asiática, particularmente en China.
La cumbre Gorbachov-Deng Xiaoping celebrada en Pekín (mayo
1989) - l a primera desde 1959 de dos jefes de Estado- simbolizó el final de
la Guerra Fría entre ambos países y el inicio de la normalización de sus vínculos bilaterales y partidistas. Sin embargo, a pesar de los intentos soviéticos por renovar los vínculos bilaterales, Pekín se m a n t e n í a cauteloso ante
los cambios radicales que se iban constatando como resultado de las reformas de la perestroika. Por su parte, Moscú desplegaba su ofensiva diplomática y e m p r e n d í a una serie de pasos encaminados a suavizar las posiciones
del r é g i m e n comunista chino en relación con las reformas rusas, tales como
la d i s m i n u c i ó n de los efectivos militares en la frontera común; el incremento
del comercio informal a lo largo de la misma, basado fundamentalmente
en el trueque; la p r o m o c i ó n de proyectos conjuntos, tales como la construcción de la línea ferroviaria Xinjiang-Alma Ata, o la firma de un acuerdo de c o o p e r a c i ó n e c o n ó m i c a y científica. En j u l i o de 1990, se inician
conversaci ones para la compra de tecnología militar soviética por primera
vez desde l a d é c a d a de los cincuenta.
En mayo de 1991, el presidente Jiang Zemin visitó la URSS para asistir a
la Segunda Cumbre de Jefes de Estado de Rusia y China. En este foro se llegó a varios acuerdos en importantes cuestiones bilaterales: el desarrollo de
relaciones de buena vecindad sobre la base de los principios de la coexistencia pacífica; la disposición a resolver todas las disputas sin el uso de la
fuerza o la amenaza; el inicio de conversaciones para reducir las fuerzas
militares y adoptar medidas para fomentar la confianza en las zonas fronterizas; la resolución de los problemas en la zona este de la frontera común;
el incremento del comercio bilateral, la cooperación científica y tecnológica y los contactos entre los ciudadanos de ambos países; el apoyo soviético
a la posición de Pekín en lo relativo con al conflicto en Taiwan, al reconocer
este territorio como parte indisoluble de China, y finalmente la promoción
conjunta del establecimiento de u n nuevo orden político y económico internacional.
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N . Petro y A Rubinstein, Russian Foreign Policy, EEUU, Longman, 1997, p. 195.
Este acuerdo fue firmado en abril de 1990, por un plazo de diez años.
Sherman W. Garnett (ed.), Raprochement or Rivalry? Russia-China Relations in a Changing
Asia, Washington, DC, Carnegie Endowment for International Peace, 2000, pp. 72-73.
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E L GOBIERNO DE YELTSIN Y LOS VÍNCULOS C O N PEKÍN
Tras la desaparición de la URSS, el gobierno chino p r o c e d i ó a reconocer rápidamente a la Federación Rusa como sucesora de ésta y como miembro
permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Ambas partes aceptaron
los tratados y acuerdos diplomáticos concertados en la etapa soviética y
constataron que los principios fundamentales de los comunicados conjuntos soviético-chinos serían los rectores para las relaciones bilaterales rusochinas. El Kremlin manifestó su disposición a continuar con la política de
nueva mentalidad de Gorbachov hacia China y la región asiática en general. El gobierno de Yeltsin m a n t e n í a los mismos intereses de la etapa de la
perestroika relativos a u n acercamiento con China.
Los llamados demócratas prooccidentales -partidarios de la tendencia
atlantista en política exterior- intentaban minimizar la importancia de
China en la estrategia exterior de Rusia, pues consideraban que las barreras políticas e ideológicas existentes entre ambos países eran más poderosas que las posibles ventajas económicas y estratégicas que le p o d r í a
reportar a Rusia la intensificación de los vínculos bilaterales con el país
asiático. China era considerado por los demócratas rusos como "un sistema
comunista totalitario". El premier ruso - t a m b i é n autor de las reformas económicas de terapia de choque-, Yegor Gaidar, señalaba en 1992: "China es
un Estado totalitario y nosotros vivimos en un país democrático. No tenemos nada que aprender de China; no tenemos razones para establecer negocios con u n Estado totalitario." Estas fuerzas esgrimían la deplorable
situación de los derechos humanos en dicho país como el argumento principal para no estrechar vínculos con él; sin embargo, la desconfianza ante
lo que llamaban "las verdaderas intenciones" del r é g i m e n chino, o sea, la
expansión hacia el territorio ruso por medio de la migración ilegal y descontrolada y el establecimiento de negocios desventajosos para la contraparte
rusa, constituía u n factor determinante en la postura de distanciamiento
que p r o p o n í a n estos políticos y a c a d é m i c o s . Por el contrario, las fuerzas
comunistas y socialistas -partidarias de la tendencia euroasiática en política exterior- consideraban a China como u n país esencial para la seguridad de Rusia e imposible de alinear sin que se afectaran los intereses de
Moscú. De acuerdo con su percepción, China constituía una prioridad para los intereses nacionales de Rusia, prioridad que debía ser reflejada en
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Niezavizimaya Gazieta, 15 de enero de 1992, Moscú.
V. Miasnikov fue uno de los que sustentaban esta teoría de la distancia y cautela en relación con China. Se recomienda revisar su libro Dogovornimi Statiami utverdili (Lo aprobaron
con los artículos del acuerdo), Moscú, RIO Mossobluprpoligraphizdata, 1996.
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los lineamientos de la política exterior del Kremlin, así como en la búsqueda del equilibrio de poderes en la región asiática frente al p o d e r í o jap o n é s y estadounidense. Unas relaciones estrechas con China eran la vía
para presionar a la dirigencia japonesa a mejorar las suyas con Moscú, a la
vez que permitían a los rusos neutralizar ciertos riesgos asumidos con su
política de subordinación a Washington. Esta postura toma mayor fuerza
con la llegada de Yevgueni Primakov a la cancillería rusa en 1996. Por su
parte, las llamadas fuerzas nacionalistas radicales -de las cuales Zhirinovsky era su principal representante como presidente del Partido Democrático Liberal- incluían a China entre los principales adversarios de la
Federación Rusa, j u n t o con Turquía, los países de Occidente y el pueblo
j u d í o . La desconfianza hacia China era provocada en lo fundamental por
"las ambiciones de este país de apoderarse de los territorios del lejano
oriente ruso".
La primera visita de Yeltsin a China -diciembre 1992- demostró que, a
pesar del auge que tenía la tendencia atlantista en la política exterior rusa
por esos años, China se m a n t e n í a como u n interés estratégico del Kremlin
y se planeaba pasar de una cooperación limitada a una cooperación intensiva entre las dos naciones. Esta vez, Rusia se mostraba favorable a su vecino asiático, pues el contexto estratégico era diferente del de las décadas
anteriores. Rusia ya no constituía una amenaza para China dada su crítica
situación económica, sus contradicciones políticas internas, la desmoralización de sus fuerzas armadas y, finalmente, la p é r d i d a de su protagonismo
político en los asuntos internacionales, como resultado de la desaparición
de la U n i ó n Soviética y de los errores de la política atlantista.
Con la visita de Yeltsin se comienza a establecer u n tipo de relaciones
que, al decir del canciller chino Qian Qichen, "evitaban la confrontación y
al mismo tiempo no llegaban a establecer una estrecha alianza", o según
el presidente ruso: "serían de esas relaciones que no establecen alianzas o
bloques militares conjuntos, sino más bien relaciones mutuamente ventajosas y de buena vecindad". Esta postura de acercamiento de Yeltsin a
China obedeció a razones de política no sólo exterior sino también interna, pues la estrategia prooccidental asumida desde inicios de 1992 por la
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V. Zhirinovsky, "La Verdad desnuda de Zhirinovsky", Izvestia, 7 de octubre de 1995, p.
4, Moscú .
Ibidem.
Como resultado de la visita de Yeltsin a China, ambos gobiernos se comprometen a no
formar parte de ninguna alianza político-militar que amenace los intereses y la seguridad de
la otra parte. Niezavizimaya Gazieta, 18 de diciembre de 1992, Moscú.
Ibidem
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cancillería había recibido numerosas críticas por parte del Soviet Supremo
y del Congreso de Diputados Populares, organismos conformados por una
mayoría opositora al gobierno.
U n factor que pareció entorpecer el avance de los vínculos bilaterales
con China lo constituyó el acercamiento previo con Taiwán. Desde la época de la perestroika se habían establecido los primeros contactos con la visita del canciller taiwanés John Chang a Moscú en enero de 1990, el
levantamiento de las restricciones para el comercio directo entre ambos
países y la disposición de Taiwán a ofrecer asistencia financiera directa a la
URSS. En 1992, la industria militar rusa comienza a entrar en contacto
con Taiwán para establecer vínculos comerciales en materia de armament o . Finalmente, esto queda sólo en el intento pues, para aplacar las preocupaciones del gobierno chino, Yeltsin decide mantener una única política
hacia China, y sostiene relaciones con Taiwán en u n plano no oficial.
La visita del presidente Jiang Zemin a Moscú en septiembre de 1994
constituyó u n nuevo paso en el desarrollo de los vínculos bilaterales rusochinos. Fueron firmados siete acuerdos sobre control fronterizo, transporte fluvial, derechos de pesca, cooperación militar y otras cuestiones
importantes. Ambos jefes de Estado trazaron el esquema de las relaciones
bilaterales para la siguiente década, y el presidente chino remarcó así la base estratégica para la asociación entre los dos países y su futuro inmediato:
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Tanto China como Rusia son grandes potencias y vecinos. Después de que las
relaciones entre nuestros países habían experimentado una etapa difícil durante décadas, han ido madurando paulatinamente. Ni la confrontación ni las
alianzas se corresponden con los intereses fundamentales de nuestros pueblos.
Sólo por medio del establecimiento de relaciones de buena vecindad y de cooperación mutua, sobre la base de los principios de coexistencia pacífica, se
satisfarán los intereses fundamentales de nuestros países y pueblos. Esta es la
mejor opción debido a que también es beneficiosa para la paz mundial y el desarrollo global.
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Izvestia, 26 de octubre de 1991, Moscú.
Cables de la agencia informativa Itar-Tass, 3-4 de marzo de 1992.
Sólo en 1994, 36 delegaciones rusas visitaron China. A partir de ese año se fue incrementando el intercambio de delegaciones gubernamentales y parlamentarias. Véase Sherman W. Garnett, op. cit, p. 81.
Los principios de coexistencia pacífica para las relaciones interestatales son respeto
mutuo por la soberanía y la integridad territorial, no agresión, no injerencia en los asuntos internos de la otra parte y beneficio mutuo.
Sherman W. Garnett, op. cit, p. 82.
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A partir de 1995 y 1996 se vislumbra un interés a ú n más marcado de la
política exterior rusa hacia China. En esta etapa son varios los acontecimientos de la política interna que ejercen una influencia importante en la
actuación exterior del Kremlin. La agudización del conflicto en Chechenia, el continuo declive de la e c o n o m í a interna, el triunfo del Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR) en las elecciones parlamentarias
efectuadas en diciembre de 1995 y el hecho de que el presidente del PCFR,
Zyuganov, resultara el único contrincante con posibilidades de desplazar a
Yeltsin en las elecciones presidenciales de 1996 son factores que determinan una inclinación hacia la izquierda, y en este caso una mayor alineación
con las fuerzas comunistas y nacionalistas en la gestión exterior. En el plano internacional también hubo acontecimientos, como la irreversible ampliación hacia el este de la OTAN, la política de Occidente hacia los países
de la CEI o la guerra en Yugoslavia, que influyeron en u n mayor interés de
la élite política rusa en los vínculos con el gigante asiático. Asimismo, la
sustitución de Kozyriev por Primakov al frente de la cancillería constituyó
otro factor decisivo en el mayor acercamiento de Rusia a Asia y, fundamentalmente, a China.
Los intereses estratégicos ruso-chinos son más convergentes que divergentes. Incluyen el logro de la estabilidad y el establecimiento de u n clima
de confianza a lo largo de su extensa frontera; la preocupación por el incremento de la influencia regional de J a p ó n , considerado este país como el
complemento político y estratégico de los Estados Unidos en la región AsiaPacífico; la estabilidad en la península coreana; el temor a la expansión del
islamismo político fundamentalista en la zona, dado que ambos países tienen territorios poblados mayoritariamente por musulmanes, y finalmente
la b ú s q u e d a de buenas relaciones con los Estados Unidos, al cual ambas potencias desean ver d e s e m p e ñ a n d o u n papel de menor relevancia en la región asiática. De tal forma, los intereses estratégicos comunes tuvieron u n
mayor peso frente a las diferencias ideológicas existentes entre ambos regímenes. Recientemente, en ocasión del resurgimiento del conflicto entre
los Estados Unidos y Sadam Hussein, se puso de manifiesto nuevamente este interés compartido por evitar el predominio de Washington.
La visita de Yeltsin a Pekín, en abril de 1996, d e m o s t r ó un nuevo clima
de confianza entre Rusia y China, así como u n mayor interés por obviar las
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Dentro de la cancillería rusa y en círculos cercanos al presidente Yeltsin se mantenía
la cautela ante el ulterior estrechamiento de los vínculos con China, dadas las diferencias ideológicas persistentes con el régimen de Pekín. Finalmente se impuso la tendencia euroasiática y la concepción de que el establecimiento de semejante colaboración con China afectaría
los nexos con Occidente cedió terreno.
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cuestiones en que m a n t e n í a n divergencias. A partir de esta etapa, la cooperación técnico-militar, los asuntos económicos y comerciales, la cooperación científica y tecnológica, una mayor coordinación entre las cancillerías
de ambos estados en relación con la política regional y global, amén de la
delincación de las fronteras centroasiáticas, son los puntos que pasan a ocupar las prioridades de sus respectivas agendas. Con dicha visita -la tercera
de Yeltsin a P e k í n - se confirma el establecimiento formal de la asociación
estratégica entre Rusia y China, la cual es definida en el documento de la
cumbre como "una fórmula de cooperación constructiva entre las dos naciones hacia el siglo X X I " .
La declaración conjunta firmada por ambos mandatarios colocó en un
nivel superior el estado de las relaciones bilaterales, al definir los vínculos
de asociación estratégica sobre la base de la igualdad y confianza mutua,
así como al establecer un sistema de cumbres entre los máximos dirigentes
de las dos naciones para discutir las cuestiones de interés m u t u o . En esta
ocasión, el gobierno chino dio un importante respaldo a Moscú al manifestar su c o m p r e n s i ó n por el rechazo de éste a la expansión oriental de la
OTAN; respaldar el desarrollo integral de la Comunidad de Estados Independientes (CEI); respaldar también la plena inserción de Moscú en las instituciones de integración de la zona Asia-Pacífico, y al apoyar las posturas
bélicas del Kremlin en relación con el conflicto en Chechenia y considerar
éste un asunto de política interna de Rusia. Por su parte, Yeltsin reconoció
que el gobierno de la República Popular de China era el único legalmente
capacitado para representar a todo el país, que Taiwán constituía una parte indisoluble del territorio chino, por lo que Rusia no establecería relaciones oficiales con él, y que el Tibet se encontraba en idéntica situación. Ya
para j u n i o de 1997, ambos gobiernos firmaron un acuerdo para el establecimiento de un "mecanismo de intercambios regulares entre los máximos
representantes de los gobiernos ruso y chino" para los siguientes diez años.
Este mecanismo estaba dirigido a intensificar los vínculos bilaterales en las
siguientes esferas: comercio y e c o n o m í a , intercambio militar, cooperación
científica, cuestiones de energía y p r o d u c c i ó n nuclear, y transporte.
Durante la visita de Jiang Zemin a Moscú en abril de 1997, las partes
acordaron pugnar por un nuevo orden mundial en el que la actuación de
las potencias regionales suplantase el protagonismo de los Estados Unidos.
Los dos presidentes firmaron una declaración conjunta instando al estable17
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De hecho, la primera cumbre se celebró en diciembre de ese mismo año, con la visita
a Moscú del primer ministro Li Peng.
Izvestia, 28 de abril de 1996, Moscú.
Far Eastern Affairs, núm. 4, 1997, pp. 95-96, Moscú.
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cimiento de u n orden unipolar que no sea dominado sólo por u n p a í s .
Esta posición asumida por Rusia y China -en la cual no incidía el enfoque
ideológico, sino más bien los comunes intereses geopolíticos, comerciales,
energéticos y militares- resultaba bastante atractiva para otras potencias
como Francia, India o incluso Alemania, que están buscando u n papel m á s
activo en el acontecer internacional de la posguerra fría. Las recientes
posturas antibelicistas de estos países, dado el inminente peligro de ataques de los Estados Unidos contra Iraq, son una muestra de lo anteriormente expresado.
A pesar de los detractores - l o mismo las fuerzas democrático-liberales
que los nacionalistas radicales del parlamento ruso-, el establecimiento
de una asociación estratégica con China favorecía a Moscú en su política
interna y exterior: la estabilidad en su frontera más vulnerable, la prevención de la confrontación, el uso práctico del potencial e c o n ó m i c o de China y la recuperación de su peso como potencia euroasiática son factores
que lo beneficiaban. Esta asociación estratégica ofrecía a ambos países la
posibilidad de evitar u n aislamiento en el escenario internacional, de coordinar sus políticas frente a los desafíos impuestos por Occidente y de reforzar sus respectivos intereses nacionales.
Sin embargo, el acercamiento emprendido por los dos gobiernos no le
significaba a ninguno una ruptura o u n mayor distanciamiento respecto de
Washington, sino más bien u n reacomodo. China no estaba interesada en
afectar seriamente sus vínculos con la Casa Blanca, las perspectivas de incremento de sus nexos comerciales bilaterales, que en 1995 ya h a b í a n alcanzado la cifra de 43 m i l millones de dólares. En el caso de Rusia, este
equilibrio de poderes significó u n resurgimiento de su papel como jugador activo en la arena internacional, a la vez que le advertía a Washington
que no contara mucho con una hostilidad ruso-china en el futuro.
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Excélsior, 24 de abril de 1997, pp. 3 y 17, México.
China es el principal comprador de armamento de Rusia, pero esto no tiene un trasfondo ideológico, pues Moscú se lo vende también a India, Viet Nam y Corea del Sur, que tienen problemas potenciales con Pekín.
Vasili Lijachov, vicepresidente de la Duma, consideraba que China implicaba una seria amenaza para Rusia; "[...] mientras Rusia continúa su declive económico y militar, China
por su parte prospera económicamente, por lo que la asociación estratégica con [ella] coloca
a Rusia en una posición dependiente y vulnerable, similar a la que tuvieron Austria y Hungría
con la Alemania nazi". Véase V. Lijachov, "Russia-China Strategic Partnership", Far Eastern Affairs, núm. 2, 1997, p. 40, Moscú.
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L A LLEGADA DE P U T I N A L PODER, ¿ U N CAMBIO DE ESTRATEGIA HACIA CHINA?
A la llegada de Putin al poder, el Kremlin continúa utilizando sus relaciones
con China como medio de asegurar sus intereses en el escenario internacional con respecto a otras potencias. Tal ha sido el caso de las reuniones
cumbre bilaterales efectuadas a partir de diciembre de 1999, en las cuales
Moscú ha intentado reconstruir su imagen internacional de fortaleza. Asimismo, luego de la agudización de la segunda guerra ruso-chechena, los
actos bilaterales al máximo nivel le han servido a Rusia para contrarrestar
las condenas internacionales a sus posiciones en dicho conflicto y para
mostrar u n mayor protagonismo. China se m a n t e n í a como la única potencia que apoyaba la guerra de los rusos en Chechenia.
La primera visita de Putin a Pekín, en j u l i o de 2000, sirvió para confirmar nuevamente la coincidencia de intereses que existía entre ambas naciones en cuestiones clave de las relaciones internacionales contemporáneas.
Los más recientes acontecimientos acaecidos en relación con las actividades
de la OTAN y las posiciones de los Estados Unidos en los Balcanes alentaron
estos vínculos bilaterales (fundamentalmente, la venta de armamento y
tecnología militar) , El presidente Putin declaraba "que quiere consolidar
una asociación estratégica con Pekín para hacer frente a nuevas amenazas". Para Moscú, las nuevas amenazas incluían el terrorismo internacional
y el extremismo religioso, pero también la injerencia en los asuntos internos de los estados "por razones humanitarias" y los planes estadounidenses
de construcción de u n sistema nacional de defensa de antimisiles. Sin embargo, n i siquiera la guerra de Kosovo alentó a Rusia y China a establecer
una estrecha alianza militar; sus intereses no llegaban hasta ese límite, si
bien la asociación estratégica era fortalecida paulatinamente. El ministro
de Asuntos Exteriores ruso, Ivanov, señalaba que "Rusia estaba en contra
del retorno de la Guerra Fría y de la división del mundo en bloques militares divergentes. No existe necesidad de crear u n nuevo eje conformado
por grupos rivales".
Con la firma del Tratado de Buena Vecindad, xAmistad y Cooperación
entre Rusia y China (Moscú, j u l i o de 2001), algunos analistas, dentro y fuera de Rusia, consideraban que las relaciones bilaterales habían pasado a
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Desde 1999, los vínculos entre los sectores militares de ambos países se incrementaron
visiblemente. El ministro ruso de defensa, Igor Serguieyev, señalaba que su país había acordado con China la venta de armamento de la más moderna tecnología, en particular en los rubros de aviación, radares, submarinos, barcos y misiles cruceros. Se confirmaron los planes
para alcanzar, en 2005, la cifra de seis mil millones de dólares anuales, sólo en proyectos militares conjuntos.
Izvestia, 25 de mayo de 1999, Moscú.
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una etapa en la cual se conformaría una nueva u n i ó n que se enfrentaría al
poder de los Estados Unidos y de los países occidentales. Pero este acontecimiento sólo constituyó otro paso que confirmaba las intenciones y objetivos expresados desde las visitas anteriores por parte de ambos gobiernos.
Este tratado evita los pronunciamientos ideológicos y, a diferencia del Tratado de Amistad de 1950, no menciona que las partes utilizarían la fuerza
contra agresiones de terceros. Es u n tratado importante por haber sido negociado por dos grandes potencias mundiales, miembros del exclusivo
club nuclear y a la vez miembros permanentes del Consejo de Seguridad
de la O N U , pero no porque esté dirigido contra las potencias occidentales o
intente restablecer una suerte de orden bipolar internacional. Es u n hecho
que el acercamiento ruso-chino ha sido precipitado por las condiciones internacionales desfavorables que a estos dos países se les ha presentado en
los últimos años; sin embargo, no implica u n peligro para la estabilidad regional o global.
Como ya dijimos, desde 1992, China constituía u n objetivo importante
de la política exterior del Kremlin; no obstante, el progreso alcanzado luego de diez años de relaciones bilaterales ha resultado insuficiente. A partir
de 1999, ambos países han incrementado el n ú m e r o de sus intercambios
bilaterales, pero los resultados se han reducido a la esfera militar y a la coordinación de sus posturas en asuntos internacionales, frente a los intentos
de control h e g e m ó n i c o de los Estados Unidos. Han quedado fuera de la
relación bilateral las cuestiones económicas y comerciales. El propio embajador de Rusia en Pekín, Igor Rogachov, señalaba que "los intercambios de
bienes entre nuestros países no han alcanzado u n nivel comparable al de
nuestros intercambios políticos". El intercambio comercial para 1999 fue
de sólo seis m i l millones de dólares, cifra irrisoria comparada con la meta
propuesta en 1996 por los presidentes Yeltsin y Zeming de 20 m i l millones.
La región de Asia Central es de gran interés tanto para Rusia como para China. En esta zona, Rusia se encuentra en desventaja en el plano económico, aunque a ú n mantiene sus posiciones en el orden diplomático y
militar. Por su parte, China se expande por la región tanto en el plano econ ó m i c o como en el demográfico. A pesar de la competencia existente entre ambos, en relación con la influencia sobre los países postsoviéticos
centroasiáticos y el acceso a las reservas de energía de la zona, tanto Moscú
como China han intentado coordinar sus posiciones y fomentar la integración subregional, fundamentalmente en lo relativo a cuestiones de seguridad y la lucha contra el terrorismo. La creación del Grupo de Shangai
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Niezavizimaya Gazieta, 17 de julio de 2000, Moscú.
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(junio 2000), que cuenta con la participación de Rusia, China, Kazajstán,
Kirguistán, Tadzhikistán y Uzbekistán, estuvo dirigido a coordinar esfuerzos en la lucha contra el separatismo étnico, el fundamentalismo islámico
(todos estos estados tienen importante población musulmana), el terrorismo internacional y el narcotráfico, así como al fomento del comercio fronterizo entre sus miembros. Este sistema de integración subregional estaba
encaminado a convertirse en el núcleo que contrarrestaría al sistema de seguridad estadounidense en Asia. Rusia invitó a la India e Irán a incorporarse al grupo para, de tal forma, reducir las posibilidades de agudización de
conflictos regionales como el indo-pakistaní o el indo-chino, a la vez que
para dar los primeros pasos hacia el establecimiento de una suerte de orden bipolar en la estructura de seguridad de la región asiática, que entraría en contradicción con los postulados de multipolaridad enarbolados
por Rusia y C h i n a .
El Grupo de Shangai ha respaldado oficialmente la postura de China
en relación con el problema de Taiwán y las acciones bélicas de Rusia en
Chechenia. Tanto Rusia como China respaldan e c o n ó m i c a y diplomáticamente a los estables gobiernos autoritarios de las repúblicas centroasiáticas que les han mostrado su incondicionalidad durante la última década.
Los presidentes Niyazov (Kirguistán), Karimov (Uzbekistán) y Nazarbayiev
(Kazajstán) han mantenido relaciones amistosas con las dos potencias.
China constituye u n pilar de poder en la región asiática que ejerce u n
contrapeso decisivo a la influencia de los Estados Unidos. De tal forma,
Moscú intenta manipular esta correlación de fuerzas a su favor, por medio
del mantenimiento de la asociación estratégica con Pekín, pero sin dejar
de mantener sus vínculos tradicionales con Washington. La b ú s q u e d a de
un equilibrio en las relaciones de Rusia con China y los Estados Unidos está encaminada a establecer una mayor libertad de acción para Moscú en su
gestión exterior. De hecho, ambas naciones se valen de sus vínculos bilaterales para contrarrestar el dominio estadounidense o j a p o n é s en la región.
Rusia utiliza la carta china frente al p o d e r í o estadounidense como un elemento de presión, mas no de confrontación.
Rusia necesita de China por varias razones, entre las que destacan la
existencia de mercados en el país asiático para los poco competitivos productos rusos; la gran demanda de armamento ruso por parte del gobierno
de Pekín, que lo convierte en su principal comprador de los últimos
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A. Lukin, "China: Advancing Bilateral Cooperation", International Affairs, vol. 48, núm.
1,2002, p. 148, Moscú.
Rossiiskaya Gazieta, 8 de agosto de 2000, Moscú.
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a ñ o s ; el logro de u n clima de estabilidad a lo largo de la extensa frontera, que disipa las amenazas a la integridad y seguridad nacional del gigante euroasiático; y el apoyo a Rusia en los conflictos internos de naturaleza
étnico-religiosa (Chechenia y Daguestán). Sin embargo, a pesar de que
Rusia necesita de China más de lo que China necesita de Rusia, no es posible n i conveniente para el Kremlin provocar fricciones con Washington a
causa de esto. Asimismo, tampoco China estaría dispuesta a sacrificar sus
nexos comerciales con los Estados Unidos -su principal socio comercial- a
causa de Rusia. Ambos países están interesados en mantener e incrementar sus vínculos económico-comerciales con Washington, por lo que, a la
hora de establecer el nivel y alcance de los nexos ruso-chinos, este factor
es muy tomado en cuenta. Además, Rusia no aceptaría una estrecha alianza con China en la cual inevitablemente se le asignaría u n papel secundario y subordinado a Pekín, dada su posición de vulnerabilidad económica
y política.
En el caso de Rusia, la tendencia euroasiática de su política exterior ha
sido tomada en cuenta de manera coyuntural a la hora de abordar las relaciones con China, pero históricamente se le ha situado en u n nivel secundario comparada con las posiciones que se adoptan en relación con los
países occidentales en el plano de los nexos económicos y comerciales.
Asimismo, el estrechamiento de los vínculos con China -como ya dijimos,
fundamentalmente en el plano militar y estratégico- no implica una alternativa real a los nexos que se mantienen invariables por parte de Moscú
con Occidente. De hecho, a pesar de los errores cometidos en el tránsito
hacia u n sistema democrático en el país euroasiático, tanto la élite del
Kremlin como la sociedad en general c o n t i n ú a n apegados a los valores y
esquemas dictados por Occidente en este sentido. A u n en la actualidad, la
orientación europea de su política es evidente; la energía empleada en las
reiteradas críticas rusas a la ampliación de la OTAN hacia el este demues29
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Para el año 2001, China aumentó su presupuesto militar 17.1% en comparación con
el año anterior, el mayor incremento de los últimos 20 años. De hecho, los especialistas occidentales estiman que el total de los gastos militares de China, en realidad repartidos en varios
presupuestos, alcanza el doble o el triple de esa cifra oficial. Véase Paul-Marie de la Gorce,
"Contestations de l'hyperpuissance américaine: la Russie en quête d'un nouveau role", le
Monde Diplomatique, mayo de 2001, pp. 4-5, París.
A mediados de la década de los noventa, el PNB de China era cuatro veces superior al
de Rusia, diferencia que nunca antes había sido tan pronunciada. Se pronostica que la brecha
entre ambas economías continuará ampliándose y, para 2011, el PNB chino aventajará al ruso
diez veces.
Andrei Piontkovsky, 'Jiang Zemin's Visit Was the Beginning of the End of the Stratégie Partnership", The RussiaJournal, 17-23 de agosto de 2001, Moscú.
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tran que es precisamente el mantenimiento del statu quo en Europa lo que
m á s preocupa a Moscú.
E L TRIÁNGULO MOSCÚ-PEKÍN-WASHINGTON
La vulnerabilidad económica de Moscú, y también de Pekín, respecto de
los Estados Unidos, es u n factor que determina los vínculos bilaterales ruso-chinos. Tanto Rusia como China necesitan ayuda financiera y colaboración económica por parte de Washington y del resto de los países
occidentales; ambos son en cierta medida competidores ante Occidente,
por lo que estos vínculos son una forma de atraer la atención de los Estados Unidos y Occidente hacia sus propios intereses, a la vez que los mismos
se ven limitados por estas cuestiones. Tanto Primakov como Putin, a pesar
de sus intenciones de redefinir los intereses del país, comprendieron que
Occidente y sus instituciones eran las que poseían los medios necesarios
para garantizar el avance de las reformas económicas en Rusia, por lo que,
dentro de la diversificación de la política exterior, no se p o d í a dejar de lado esta realidad. Se busca u n equilibrio de intereses, no u n distanciamiento. En este contexto, China d e s e m p e ñ a u n papel trascendental para la
política rusa. El propio Primakov señalaba que "Rusia necesitaba una política exterior diversificada, o sea, que además de promover las buenas relaciones con los Estados Unidos y los países europeos, buscara cultivar
fuertes lazos con China, India, J a p ó n y países del Cercano y Medio Oriente, [ . . . ] , esta estrategia no estaba dirigida contra los intereses de n i n g ú n
grupo de países, incluidos los aliados occidentales de Rusia, sino que era
una forma de restaurar el equilibrio en la política exterior de M o s c ú " .
El comercio bilateral ruso-chino alcanzó la cifra r é c o r d de aproximadamente ocho m i l millones de dólares durante el a ñ o 2000 (con los Estados Unidos fue de 75 m i l millones de d ó l a r e s ) ; sin embargo, esta cifra
sólo significó 1.7% del comercio global de China en ese a ñ o . Tanto Ru31
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Michael Mandelbaum, The NewRussian Foreign Policy, Nueva York, Council on Foreign
Relations Books, 1998, p. 183.
Para los cinco primeros meses de 2001, el comercio bilateral ruso-chino registró un
importante incremento proporcional -3.79 mil millones de dólares-, lo que significó 43.4%
de aumento en comparación con el mismo periodo del año anterior. Sin embargo, los especialistas han considerado que este incremento -que aún mantiene niveles muy discretos- fue
debido al crecimiento económico registrado en ambos países. Véanse cables de la agencia informativa Xinhua, 15 de julio de 2001.
Joseph Dresen, "The Prospects for a Sino-Russian Strategic Partnership", Kennan Institute Meeting Report, Washington, 11 de abril de 2001.
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sia como China le conceden mayor importancia a sus respectivas relaciones bilaterales con los Estados Unidos que a la asociación estratégica establecida entre ellos. Ambos países utilizan la relación triangular
Moscú-Pekín-Washington en su propio interés. El respaldo verbal que recibió Moscú por parte de Pekín, luego del anuncio de la expansión de la
OTAN hacia el este, le facilitó al Kremlin la negociación con Occidente para su participación en el Grupo de los Siete y su entrada en el Club de París y en el de Londres, así como el encuentro en Krasnoyarsk entre Yeltsin
y el primer ministro n i p ó n Hashimoto fue posible por el interés de J a p ó n
en equilibrar la correlación de fuerzas en la región frente a la potencia
china.
Es evidente que ninguna de las dos partes persigue el establecimiento
de una estrecha alianza, lo cual no implica que la asociación estratégica no
avance n i mantenga u n importante intercambio al m á x i m o nivel. El acercamiento ruso-chino llevado a cabo en la última d é c a d a es básicamente
una respuesta a la cambiante correlación de fuerzas en el entorno internacional; ambas naciones deciden coordinar sus posiciones internacionales
sin llegar a actuar como aliados; más bien utilizan la asociación estratégica
como u n mecanismo de autodefensa y fortaleza mutua. El reforzamiento
de los vínculos ruso-chinos está motivado por toda una serie de prioridades
e intereses compartidos. Las posiciones de los Estados Unidos y la OTAN en
relación con el conflicto en Kosovo, los bombardeos estadounidenses a
Iraq, las posturas de la Casa Blanca relativas al establecimiento de un sistema de escudo antimisiles para sí y para sus aliados, la intensificación de las
críticas occidentales a las violaciones a los derechos humanos en China y
Rusia, el "accidental" bombardeo a la embajada de China en Belgrado y los
intentos de Bush por iniciar una guerra para derrocar a Hussein en Iraq
provocaron una mayor coordinación en la política exterior de Moscú y Pekín en los últimos años, así como u n mayor n ú m e r o de intercambios políticos bilaterales para intentar contrarrestar el papel h e g e m ó n i c o de la
política estadounidense en el escenario mundial.
E L FACTOR MILITAR-ESTRATÉGICO E N
LAS RELACIONES ECONÓMICAS BILATERALES
En el caso de China, el principal interés por Rusia se refiere a la compra de
armamento y tecnología militar para dotar de equipo moderno a sus fuerzas armadas. En los últimos años, ha sido evidente el deseo de Pekín de adquirir tecnología militar rusa para llevar a cabo la p r o d u c c i ó n de
armamento en su propio territorio en lugar de comprarlo, a lo cual Moscú
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había comenzado a ceder a pesar de la reticencia de sus militares. Asimismo, el hecho de que la venta de armamento estaba en manos de los más
corruptos en la esfera de los negocios de Rusia fue un factor que incidió en
el proceso de toma de decisiones. De hecho, en 1996, Moscú accedió por
primera vez a conceder la licencia para fabricar 200 aviones SU-27 en
plantas chinas por la suma de 1.5 m i l millones de d ó l a r e s . T a m b i é n fue
firmado un contrato para la fabricación de bombarderos SU-35S en territorio chino por un valor de 3.5 m i l millones de d ó l a r e s . Esto demostraba
la vulnerabilidad de Moscú en las negociaciones con su contraparte china;
la apremiante necesidad de recursos financieros para la economía y para la
propia industria militar rusa incidía en la flexibilidad de las posturas del
Kremlin en lo concerniente a la venta de las licencias para la p r o d u c c i ó n
de armamento. Con la licencia para la fabricación de los aviones SU-27 y
SU-35S en las fábricas chinas, a pesar de que Moscú recibiría la notificación por cualquier cambio realizado en el diseño de los aviones, a mediano
plazo China estaría en condiciones de vender su propia versión de éstos a
u n menor precio. Esta situación p o d r í a incidir no solamente en la p é r d i d a
de un importante mercado militar para Rusia en los próximos años, sino
además en el surgimiento de u n clima de amenaza a la seguridad regional
e internacional.
Ya para 1998, prácticamente Rusia había eliminado las trabas jurídicas
y psicológicas para la venta de armamento de alta tecnología a China. El jefe del Departamento para la Cooperación Militar Internacional, del Ministerio de Defensa, general Zlenko, expresaba públicamente la disposición
de éste para promover la exportación de todo tipo de armamento de avanzada tecnología a China, incluyendo los modernos aviones MIG-29 y MIG31; los aviones tanqueros IL-78M; los helicópteros de combate KA-50,
MI-28 y MI-35; los helicópteros de transporte MI-8, MI-17 y M I 26; los siste35
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El propio ex ministro de Defensa, Igor Rodionov, consideraba a China como un oponente potencial ante el cual Rusia debía mantener cautela. Véase Niezavizimaya Gazieta, 26 de
diciembre de 1996, Moscú.
Según un artículo publicado en el Washington Times, en febrero de 1995 fueron vendidos de manera ilegal a China tres motores de cohetes de la tecnología más avanzada existente
hasta ese momento; en esta operación se violaron los controles de tecnología de misiles y se
pasó por encima de la autoridad de la empresa Energomash, la única entidad con licencia
para vender esos motores. Véase Bill Gertz, "Russia Seils Rocket Motors to China", Washington
Times, 13 de febrero de 1995, p. 4.
El SU-27 es un bombardero ruso de gran capacidad y alcance aéreo, de un nivel tecnológico similar al de los aviones estadounidenses F-I5, pero muy superior en otros aspectos.
John Helmer, "Implications of Russia-China Deal", The Russia Journal, 10-16 de agosto
de 2001, Moscú.
Cable de la agencia informativa Interfax, 6 de noviembre de 1997.
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mas de defensa de misiles aéreos S-300PMU, S-300V, BUK, TOR-1M; el sistema de lanzamiento de cohetes múltiple Uragan; los tanques T-72, T-80 y
T-90; los sistemas de control automático, y los sistemas de c o m u n i c a c i ó n .
Asimismo, Rusia vendió u n nuevo submarino a China -conocido como Kilo-class en Occidente- por u n valor de 300 millones de d ó l a r e s .
A pesar del incremento de los vínculos políticos y de un mayor intercambio de delegaciones de alto nivel entre ambos países a partir de 1996,
el monto del intercambio comercial no creció en la medida propuesta. Los
nexos económicos marchaban a la zaga de los políticos. Con independencia de que China se m a n t e n í a como el principal socio de Rusia en Asia, el
intercambio comercial había caído de 5.7 m i l millones en 1996 a 5.2 m i l
millones en el siguiente año, pasando del quinto al séptimo lugar entre los
socios de Rusia. El del armamento y tecnología militar era el único renglón
estable que podía incrementar el monto del intercambio comercial bilater a l , que desde 1996 se había propuesto alcanzar la cifra de 20 m i l millones de dólares para el a ñ o 2000. Ya para ese a ñ o , 70% de las ventas de
armamento ruso al exterior se c o n c e n t r ó en China, si bien no se llegó a
cumplir la meta del intercambio comercial propuesta por Yeltsin cuatro
años atrás. El monto de 1999 todavía constituía la décima parte del intercambio comercial anual entre China y los Estados Unidos, que era de 5.5
m i l millones de d ó l a r e s . Sin embargo, se constataba u n incremento considerable en el comercio de armamento; entre 1991 y 1996, Rusia vendió a
China armamento por aproximadamente m i l millones de dólares anuales,
y entre 1996 y 2001, la suma anual se i n c r e m e n t ó a dos m i l millones. Ambas partes firmaron un acuerdo en el que se estipula que entre los años
2000 y 2004 el monto del comercio de armamento sería de 20 mil millones
de d ó l a r e s .
Las relaciones económicas bilaterales deberían ser u n factor mejor
aprovechado, dadas sus enormes potencialidades para ambos países y to39
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Yuri Tsyuganov, "The Kosovo War: A New Impetus for Sino-Russian Alliance?", Russian and Euro-Asian Bulletin, University of Melbourne, vol. 8, num. 5, mayo de 1999, pp. 1-14.
Cable de la agencia de noticias Itar-Tass, 29 de diciembre de 1998.
Ya para 1999, China incrementó 12.7% sus gastos anuales de defensa, alcanzando la
cifra de 12.64 mil millones de dólares. Véanse cables de la agencia informativa Itar-Tass, 9 de
marzo de 1999.
Izvestia, 28 de abril de 1996, Moscú.
Niezavizimaya Gazieta, 3 de agosto de 2001, Moscú.
Stephen Blank, "Military Capabilities of the People's Republic of China", testimonio
ante el Comité de Servicios Armados, 19 de julio de 2000, p. 5; cit. pos., Ariel Cohen, "The
Russia-China Friendship and Cooperation Treaty: A Strategic Shift in Eurasia?", The Heritage
Foundation, num. 1459, 18 de julio de 2001.
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mando en cuenta que el auge en el comercio de armamento y tecnología
militar será sólo temporal. China es una e c o n o m í a en crecimiento y la región Asia-Pacífico es la más dinámica del mundo. Rusia necesita compradores para sus productos manufacturados y su tecnología; por su parte, China
necesita clientes para sus sectores menos competitivos, nuevos mercados en
su comercio exterior, importar energía para suplir su falta de petróleo y gas
natural, así como mantener la compra de armas y la transferencia de tecnología. Rusia requiere de las inversiones chinas sobre todo en la región de
Siberia y, a su vez, China espera las inversiones de Rusia, especialmente en
proyectos de energía hidroeléctrica y nuclear. La complementariedad de
sus economías y la similitud en los objetivos de sus reformas en la materia
son factores que no han sido debidamente explotados por ambas partes.
El intercambio comercial ruso-chino constata la vulnerabilidad econ ó m i c a de Moscú y, salvo algunas excepciones -como ya se ha dicho, venta
de armas y de energía nuclear-, constituye una extensión de los mecanismos de intercambio de productos tradicionales (la mayoría por medio del
trueque), antes que un proceso de interdependencia acelerada en esferas
de cooperación de alta tecnología y comercio técnico, que caracteriza los
sectores dinámicos de la región de Asia-Pacífico. De acuerdo con datos
ofrecidos por el Ministerio de Comercio Exterior y de Cooperación Económica de China, en j u l i o de 2001, 438 c o m p a ñ í a s nacionales habían sido autorizadas por su gobierno para establecer empresas mixtas en territorio
ruso. Estos proyectos tendrían u n costo de 155 millones de dólares para
la parte china, cifra irrisoria si la comparamos con los indicadores del intercambio comercial con los Estados U n i d o s .
Sin embargo, las exportaciones de China a Rusia de enero a octubre
de 2002 llegaron a 2 830 millones de dólares, 38.2% más en comparación
con el mismo periodo de 2001, mientras que las importaciones de China
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China importa petróleo desde 1993 y, de acuerdo con información ofrecida por el
Instituto Ruso del Petróleo y el Gas Natural, sus reservas totales de gas le alcanzarían sólo hasta el año 2005, por lo que se vería en la necesidad de importar también gas natural a Rusia.
Véase Segodnya, 26 de marzo de 1997, p. 2, Moscú.
El papel de la zona asiática de Rusia -en la que destaca precisamente Siberia y la región de Primorsky Krai- en los vínculos económicos con China, en la última década, ha sido
de exportadora de materia prima y receptora de artículos baratos por medio de un intenso intercambio fronterizo.
Las materias primas constituyeron 84% de las exportaciones de Rusia a China y la maquinaria y equipos sólo el 16% restante durante el año 1995. Estas características del intercambio comercial bilateral se mantuvieron de manera muy similar en los años posteriores.
Cable de agencia de noticias Xinhua, 15 de julio de 2001.
Ibidem.
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provenientes de Moscú crecieron 11.5% para ubicarse en 7010 millones de
dólares, según cifras oficiales. A fines de septiembre de 2002, 474 compañías con capital chino dedicadas al comercio, microelectrónica, telecomunicaciones, aparatos electrodomésticos y explotación forestal fueron
establecidas en Rusia, con una inversión total de 303 millones de dólares,
informó el citado Ministerio. Rusia tiene m i l 383 proyectos de inversión en
China, con un financiamiento externo contratado de 706 millones de dólares. La mayoría de los proyectos se enfocan en energía nuclear, automóviles,
maquinaria agrícola e industria química. Para finales de 2002, China era el
sexto mayor socio comercial de Rusia y ésta era el octavo mayor socio comercial de aquélla. A pesar de todos estos datos y del incremento del comercio
bilateral que se ha constatado en el a ñ o 2002 (20% en comparación con
2001), es un hecho que las enormes potencialidades de colaboración econ ó m i c a bilateral no están siendo explotadas en la medida necesaria. Tomando en cuenta el crecimiento continuo de las economías de ambos
países, sus ventajas geográficas, la necesidad mutua de recursos, mercados,
alta tecnología e inversiones, los indicadores de intercambio comercial deberían resultar mucho mayores.
Durante su visita de diciembre de 2002, el presidente ruso le propuso a
su contraparte china realizar inversiones importantes en el mercado petrolero de su país, a m é n de aumentar los intercambios comerciales bilaterales. Asimismo, en la declaración conjunta firmada por ambos presidentes
fue reiterada su intención de propugnar el establecimiento de un orden internacional multipolar y fortalecer el papel de la O N U en el escenario internacional, lo que evidenció nuevamente su oposición a los intentos
estadounidenses por establecer u n control h e g e m ó n i c o global.
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CONCLUSIONES
Las relaciones ruso-chinas c o n t i n u a r á n guiadas por intereses compartidos
y prioridades individuales en los próximos años. Esta relación bilateral tie-
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Diario del Pueblo, 2 de diciembre de 2002, Pekín, en: spanish.peopledaily.com.cn/spanish/ 200212/02/sp20021202_59772.html
Según expertos chinos, Rusia estaría en condiciones de exportar anualmente a China
30 mil millones de metros cúbicos de gas natural, entre 15 y 18 mil millones de kilowats y entre 25 y 30 millones de toneladas de petróleo. Véase Jua Ta-Chen, "Thoughts on Issues of Sino-Russian Economic and Trade Cooperation Facing the 21st Century", Ta Rung Pao, 18 de
julio de 2000, cit pos., Ariel Cohen, op. cit, en: http://www.heritage.org
Sergei Blagov, "More Russian Weapons Go to China", Asia Times, 29 de enero de 2003.
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ne connotaciones positivas pues promueve la seguridad y estabilidad en la
región y fomenta el desarrollo económico. U n elemento que m a n t e n d r á
estos vínculos bilaterales fortalecidos lo constituirá el desafío al poder hegemónico de los Estados Unidos en la región asiática y en el entorno internacional, desafío que a su vez se verá mitigado por el interés de cada
Estado en mantener vínculos estables y estrechos con Washington.
El mantenimiento de relaciones de amistad y buena vecindad con China es esencial para Rusia. Dichas relaciones son quizás el mayor logro de la
política exterior rusa en los últimos años, ya que con ello se ha afianzado el
papel de Moscú dentro de la región asiática y se ha demostrado a Occidente que hay otras opciones de asociación ventajosas. Los intereses rusos en
la esfera de la defensa y la seguridad fronteriza, así como el avance de las
reformas económicas y en los aspectos de la política interna y externa del
país, mantienen u n vínculo con China y su importante presencia y actuación en el entorno regional y mundial durante la última década. Rusia deberá mantener, estrechar e incluso priorizar sus vínculos con Pekín en la
región, pero sin descuidar sus relaciones con el resto de los países asiáticos
(Japón, Australia, Corea del Sur), y así evitar u n alineamiento de los mismos con los Estados Unidos; deberá evitar el surgimiento de un orden regional bipolar en el que Rusia ocuparía indiscutiblemente un papel
secundario y vulnerable en relación con China. Dentro de la élite política,
económica y militar rusa existen tanto detractores como partidarios de un
mayor estrechamiento de los nexos con Pekín. Sin embargo, Rusia debería
mantener sus actuales relaciones con China, a la vez que diversificar su política exterior en la región, para no descuidar a otros actores importantes
en el área, mismos que le p o d r í a n reportar ventajas en cuanto a inversiones, tecnología y comercio. Asimismo, para Rusia es tan útil establecer relaciones amistosas y equitativas con China como mantener sus relaciones
pragmáticas con los Estados Unidos y el Occidente en general. Rusia podría convertirse en el puente geopolítico que acercase a Europa y la región
Asia-Pacífico para intentar afianzar el nuevo y a ú n incipiente sistema multipolar de las relaciones internacionales en el escenario global.
Las relaciones entre Rusia y China p o d r í a n calificarse como sólidas pero temporales, en las cuales los factores determinantes son la conveniencia
y los intereses mutuos; sin embargo, la cuestión de la ambivalencia recíproca, la prioridad de otros intereses colaterales y, en ocasiones, la cautela y
desconfianza hacen de estos nexos un f e n ó m e n o coyuntural y por momentos impredecible. Rusia continuará manteniendo relaciones vulnerables
con los Estados Unidos y Europa Occidental, pero sin dejar de lado la cooperación con China, que le servirá, en primer lugar, para seguir adelante
con sus proyectos militares y con el desarrollo de la industria armamenti-
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cia. La asociación estratégica establecida entre ambos países a partir de
1996 difícilmente llegará a tener la condición de alianza militar formal,
pues ninguna de las partes está interesada en asumir compromisos en el
marco de un bloque militar o político. En el plano individual, tanto Rusia
como China son entidades débiles política, económica y militarmente, en
comparación con los Estados Unidos y sus aliados de Europa y Asia, por lo
que sólo buscan establecer u n equilibrio de poder en el orden internacional, sin que ello implique consolidar una alianza militar bilateral o multilateral con terceros países.
La Federación Rusa no tiene una concepción sólida de las perspectivas
de sus relaciones con China. Los dos países están utilizando sus vínculos bilaterales como un medio para contrarrestar el p o d e r í o estadounidense y
j a p o n é s en la región, así como para intentar consolidar u n orden internacional multipolar. La guerra en Iraq y las posturas unilaterales adoptadas
una vez más por Washington confirman las preocupaciones de Rusia y China ante el intento de la Casa Blanca por establecer u n orden h e g e m ó n i c o .
Ambos países han mantenido una posición de censura y de veto al belicismo estadounidense, sin arriesgarse a declaraciones altisonantes en contra
de la política de la Casa Blanca. Sin embargo, el futuro de las relaciones
ruso-chinas va a depender de la política de los Estados Unidos hacia estos
dos países y, principalmente, de sus compromisos con China, así como del
nivel de confianza que se mantenga en el intercambio y la colaboración ruso-estadounidense. Tanto Rusia como China estarán alertas al desenvolvimiento de los vínculos de cada una de las partes con Washington. De
mantenerse las tendencias de aislamiento y rechazo por parte de la Casa
Blanca hacia el Kremlin, este último se decidiría por reconocer en China a
un socio de mayor confianza y conveniencia.
A pesar de la abierta vocación europea de Rusia, no se debe pasar por
alto que las dos terceras partes de su territorio se encuentran al este de los
Urales, o sea, en el continente asiático, y que en ese contexto China des e m p e ñ a u n papel determinante tanto desde el punto de vista e c o n ó m i c o
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Asimismo, a partir de 2002 los dos países comenzaron a trabajar en un proyecto conjunto para tender oleoductos desde Rusia hasta China. La compañía monopólica de gas rusa,
Gazprom, se unió al proyecto de suministro del oeste al este de China. Varias bases de cooperación científica y tecnológica chino-rusas han sido establecidas en China y está en marcha la
apertura de un parque científico y tecnológico con capital de ambos países en Moscú. Véase
Diario del Pueblo, 2 de diciembre de 2002, en: spanish.peopledaily.com.cn/spanish/
200212/02/sp20021202_59772.html
Tanto Vladimir Putin como su canciller Igor Ivanov han señalado que el hecho de no
haber participado en la coalición armada junto a Washington no implica que hayan dejado
de considerar a los Estados Unidos como un socio o un aliado.
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LA EVOLUCIÓN DE LAS RELACIONES RUSAS CON CHINA
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como político y de seguridad. La b ú s q u e d a de una más amplia cooperación económica con China d e b e r á ser u n factor importante para el crecimiento económico de Rusia y, fundamentalmente, de su región asiática.
Durante muchas décadas las relaciones económicas bilaterales se subordinaron a las cuestiones político-ideológicas. En el momento actual, se le debe conceder prioridad a las cuestiones de la colaboración económica bajo
el principio de la ventaja mutua, pues, de no lograr establecerse intereses
económicos comunes, las relaciones entre Rusia y China se concentrarán
en la esfera de la cooperación estratégico-militar que, como ya dijimos, no
se m a n t e n d r á por largo plazo.
Las ventajas geográficas y geopolíticas de Rusia y China (una frontera
c o m ú n de 4 300 kilómetros); la complementariedad económica existente
entre ambos estados; la riqueza de sus recursos naturales; sus amplios mercados; la tradición histórica de sus vínculos bilaterales; la similitud en asuntos de su política interna, tales como las cuestiones de la integridad
territorial (caso Chechenia, Xinjiang el Tibet) o de los derechos humanos;
las tareas y objetivos similares de sus respectivas reformas económicas internas, y la necesidad c o m ú n de contar con u n escenario internacional
equilibrado y estable, en el que no predomine n i n g ú n poder h e g e m ó n i c o ,
constituyen factores que lejos de distanciarlos deben incidir en un mayor
acercamiento, en el marco de la asociación estratégica establecida entre
los dos países. De hecho, en el futuro las condiciones y factores internos
de ambos países d e b e r í a n incidir más en las relaciones bilaterales que las
cuestiones coyunturales de la política internacional.
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