médico siglo

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Madrid 2 de Octubre de 1892
SIGLO MÉDICO
RESUMEN
BoletiD de la semana: En todas partes cuecen habns. - La ense.
ñanza de In Veterinaria. """ Secctón de Madrid: Las n(';~orhidria8;
Eu valor ssmeiológico :r traLamiento. = Sección profeslona1:
i Despertad. médicos titulares! = Bibllografia médica: Congresos cienliftcos do Higiene y Demografía de 1891 .=PrenSB médica:
Etttranj.ra: 1. Un caso de cilculos salivales.- JI. Las n6urnlgias
renales-ITI. Io8uencia de 108 lesiones del útero y de la v8~ina durante el puto como causa de la locura puerperal. = Prescripciones y fórmulas. s::: Sección oficial: Cuerpo deSanidad MIlitar.Montepío Facullntivo.= Sociedades científicas: Real Academia
de Medicma.c:Varledades: El Dr. Ferrá.n Jo' el cólera morbo.=Gaceta de la sa.lud públlca.: Estarlo sanitarIO de Madrid.= Cróni-
ca.-'=' Folletin: Aspecto dtt Colón. - Sus eDfermedaries y causas de
¡:¡u muerte.- Los PinzoDes desde el punto de vista médico, .. Estafeta de partidos = Vacantes, = Anuncios.
BOLETIN DE LA SEMANA
EN TODAS PARTES CUECEN HABAS. -
LA ENSEÑANZA
DE LA VETERINARIA.
El que no se onsuela es porque no
quejábamos ell números anteriores de
en punto á higiene reina en la Corte y
Espaflas, y hete aquí que en la nación u á b c
llena llamamos la cuIla Alemania, hay ulla citrdad
de gmndísima importancia - Ramburgo, para que
FOLLETIN
ASPECTO
DE COLON
SUS ENFERMEDADES Y CAUSAS DE SU MUERTE. LOS
PINZONE~ DESDE EL PUXTO DE YISTA ~ILDICO (1)
No deja de tener alguna importancia desde el punto
de vista antropológico el aspecto de Oolón. i la ciencia
mod~rna puede vanagloriarse, y con justicia, de haber
puesto en claro la grandísima inBuencia que en las manifestaciones externas é in ternas del hom bre tiene el
modo de ser y estar constituídos los diverso 6rganos
y aparatos de su economía) claro es que, tratándose de
figuras tan excelsas como la del primer almirante de las
Indias, ha de procurarse buscar la relaci6n que pudiera
existir entre su parte material y su parte psíquica.
Nosntros no pensamos entrar en largas disquisiciones
acerca. de este escabroso asuntoj de buena vuluntad se lo
dejamos ínt~gro para su resoluci6n á las muchas y doc·
tas personas que en nuestro país y fuera de él se CODsagran á esta clase de estudios j pero no queremos dejar
de reseñar los rasgos fisiognomónicos de Colón, siquiera
sea á título de curiosidad, y convencidos de In. importancia grande que reviste todo cuanto se halla. relacionado con el descubrimiento de América.
(1) Con sumo gueto trasladamos á nneelr'\B columnas
eale nrlícnlo, qtle figura en el bien escrito follE"lo quP, con el
Utulo Hechos utérl1C:08 ",.lflcionados con el descubnmiento de
Amé,ica. aCtlba de dar á la estampa nnestro qUt:ndo R.lllljlO
.Ilaboríoso é instruido profesor Dr. Calatraveño. - L. R.
nadie se devane los sesos -, en muchas de cuyas
viviendas se han descubierto, COIl motivo de la epidemia que tan duramente la ha castigado, atentados contra la Higiene verdaderamente horribles_
y no para uquí la cosa: en la no menos culta
A~lstria, atendiendo á la excitación que le ha dirigido el Consejo Supremo de Sanidad, el ministro
del Interior está preparando la reorganización del
servicio sanitario dll Viena, la adquisición de camillas para trausporlar enfermos, la inscripción de
médicos y practicantes para la asisteucia de coléricos y la cOllstl"Ucci6n de hospitales de elJidemias,
COIl lo cual dicho se está que nada de esto tenían
prepar-ado.
Es decir, que no sólo es en Madrid donde estas
cosas ocurren: con tales noticias podemos ya vivir
tranquilos y hasta hombreamos con los alemanes y
aust ~ coso Á bien que no por esto dejaremos de
ofr
asto abundaute á cualquiera epidemia,
ne á Dios no p1uga evi tarla.
De 5 acá, con tanto delegado, tauta desinfecc' n, tan o dinero gastado, nada ha adelantado la
igiene d uestr-a Villa. Hoy como ayer, y siempre
igual: mucho farol, mucho alumbrado, plazas maEn la Historia portuguesa de Juan de Barros encon·
tramos descrita la figura de Colón en lo~ términos qu~
siguen: cAlto de cuerpo, el rostro largo y serio, nariz
aguileüa, ojos garzos, color blanco que tiraba. á rojo
encendido, barba y cabello rubio (cuando era. mozo),
pues pronto se le blanqu~6, era gracio o y alegre bien
hablaudo. elocuente y gloriuso en us negocios; era gra·
ve en moderacl6n, con los extraiíos afable, con los de
su casa sun~e y placentero, sobrio en comer, beber y
vestir; su juramenf.o era siempre: Juro á San Fe1'11an·
do.» He aquí los términos en que se expresa el historia·
dor portugués j nuestros lectore3 sacarán de este relato
las deducciones médicas de tercperamento, idiosincra·
siG., y por ende el carácter distintivo de Col6n j hemos
escogido esta descripci6n por parecernos habría. de dar
por í sola más luz acerca de la. figura del almirante que
cuantos retratos se conocen del mismo, ya que ronchos
so han calificado como apócrifos, no pocos como de otros
personajes, sin que exista uno tan s610 de quien se pue·
da afirmar de una manera cierta la auténtica imagen
de Oolón (J).
(1) Retratos de Colón hay infinitos. Uno de los que gozan
Inayor autenticidad se conserva en casa del duque de Berwick y Liria, descendiente de Colón, figura del natural, pin·
tado al parecer en el SIglo XVII por un mediano copista, pero
en el que aparecen indicIOS de la mano dI:' Antonio RlIlcón,
cél~bre pintor de IOB Reyee Cat6hcoR. Ultlmnrnpnle se ha
encontrado un nuevo retrato en la Biblioteca Nacional de
Madrid, el cual están conformee en re('onOCe::r los derlit'adoB
á esta clase de estudios, COlDO el más digno de aprecio, por
eer copia exacta de la figura del almirante.
dll
yores ó menores, y lo esencial, cuanto..cohWJ!I!IilJ...
ne se relaciona, totalmente abandonado.
***
Según dicen los periódicos, el ministro de Fomen-
to piensa reformar la enseftanztl de la Veterinaria
suprimiendo tres de lus Escuelas que hoy existen y
ampliando la carrera, pues se exigirá á los qne deleen ingresar en ella el grado de bachiller, y se afiadirán nuevas y muy útiles asignaturas.
Aplaudimos sin reserva estas modificaciones, por
las que ha tiempo suspiraba la postergada clase ve·
terinaria.
DECIO CARLÁN.
2 DE OCTUBRE DE 1892
ACLORHIDRIAS
SU VALOR
EMEIOLÓGTCO y TRATAMIENTO
p•• el Dr. D. EDUARDO MORENO ZANCUDO
AID,..
1
Los procedimientos modernos de in
transformado de una manera radicnl e
Otros dos hechos curiosos para los médicos son la edad
á que murió Colón y la clase de enfermedad que le llevó
al sepulcro.
Respecto al primer punto, no cabe ningún género de
duda, si tenemos en cuenta las opiniones del bachiller
Bernáldez, el cual trató al almirante en el aiio 1496, y
dice refiriéndose á su muerte en el capítulo CXXXI de
su I1istoda, cstas palabras: .El cual dicho almirante
Cristóbal Colón, de maravillosa memoria, estando en
Valladolid el año 1505, en el mes de Mayo, murió in senectute bona, inventor de las Indias, de edad de setenta
años pocos 'm.ás ó "tenos.»
Tal vez suspenda á los profanos ver cómo alcanzó
edad tan avanzada un hombre qne la mayor parte de
su vida estuvo dedicado á estudios dificilísimos, teniendo que vencer tremendas dificultades y arrostrar grandes peligros; pero esta admiración no habrán ele sentirla los hombres dedicados al estudio ele la !lfedicina, los
cuales saben por su propia experiencia, y por la adq uirida en sus autores clásicos, que las vidas deslizadas en
incesante placer, ó consumidas en constantes dolores,
sen muy cortas, mientras que suelen prolongarse mucho
las de aquellas personas que ven alteruar la alegría con
la tristeza, las grandes tormentas de la desgracia con
la serena calm/\ de los triunfos. Colón estuvo sujeto
toda su existencia á esta serie de cambios; y no hemos
de referir pnnto por punto su accidentada vida; basta
recordarle pobre y mendicante en la Rábida, agasajado
de los Reyes,condenado á muerte por sus impacientes tripulantes, sufriendo la alegria inmensa de divisar antes
luz en el estudio
mago y de 80S al
pu
menos de
mino por recorrer
miento de las gastropiltlae;
cuyas desviaciones de la normal"
flnidas.
y que esto se debe principalmente ll.las in
nes histoquímicas dtll contenido gástrico es dé
punto incuestionable, toda ,·ez que la iucertidum
vaguedad de los síntomas subjetivos y de los objetii
suministrados por los antiguos métodos de exploram
no habían logrado desvanecer la enorme confusión, el
verdadero caos que imperaba en la patología del estómago.
Ciertamente no es este órgano una simple retol'ta 6
tubo de ensayo en que sólo se realicen funciones puramente químicas. Bastaría considerar lo vasto y compli·
cado de su inervación para convencerse de ello, si hechos experimentales no hubieran demostradoladiferencia que entre la verdadera digestión y las digestiones
artificiales existe. Opéranse, pues, aliado de las funciones químicas otras funciones vitales y las propias de los
fe ·mentos figurados, cuyo reciente estudio no ha podid videnciar todavía más que las modificaciones provo das por los micro - organismos enfrente de ciertas
sus a cias proteicRR, pero sin que se haya conseguido
legar óu á sentar premisas ciertas y de verdadero int~rés . ctico. Pero esto en nada disminnye el \'alor del
anitlisis del coutenido gá trico: el acto digestivo es esen·
cialmente químico, y el modo de realizarse normalmente
este acto y el conocimiento de ns alteraciones morbosas
que ningón otro la codiciada tierra, aclamado á su regreso con delirante frenesi por monarcas, grandes y
pueblo, preso más tarde, cargaelo de grillos, él, que
logró reunir sobre sí cnantos honores y distinciones ja-
más pudo soúar la mente más ambiciosa.
i Excelente temple de espíritu y cuerpo se necesita
para pasar por tantos y diversos cambios sin verse presa de la enfermedad, silJ desmayar un solo momento, sin
cejar en sus propósitos; maravilla orgánica debió ser el
sistema nervioso de Colón, que en medio de tantas con·
trariedades y rodeado de no pocas venturas, ni desfalleció un momento cayendo en la inercial ni se exaltó una
hora trayéndole la vesa nia i si nosotros perteneciéramos
á ciertas escuelas diríamos que Colón fué un elegido por
poder sobrenatural para dejar, tras su aparición en la
Hi¡;toria, rastro luminosísimo, que los siglos que sobre
su memoria van cayendo no han conseguiao apa.gar ni
amortiguar siquiera por b,"eve espacio de tiempo.
El propósito que nos bemos formado de no prolongar
hasta el cansancio este ligero estudio, nos obliga á prescindir de las diversas uoticias que poseemos acerca de
las enfermedades de Colón; sólo eliremos que las oftalmías le molestaron con frecuencia, y que fuera de este
padecimien to y fuertes dolores sufridos en las articulaciones. su salud fué excelente; sn vida errante, impoBi
bilitándole gUllrdar las reglas higiénicas mis prec·
su pobreza antes de encontrar protección en los mo
cas espaúoles; sus cuatro viajes á América, e puesf¡Q
mnte las largas travesías de aquella época' 1..
ciones nada higiénicas del bajel y , la Ii
EL SIGLO MEDICO
n siempre el principal fundamento de la patología
11& terapéutica del estómngo. Aun cuando no fuéramos
deudo~es
á estas investigaciones de otra cosa que el ha·
ber quitado á la dispepsia el valor de proceso morhoso
para reducirlo a un mero síntoma, a una alteración puramente química, y fundamentado la dietética sobre
bases tan sólidas como las que informan el notabillsimo trabajo recientemente publicado por Boas (1), el
análisis histoquímico del contenido gástrico tendría
derecho indiscutible á figurar como medio de investigación de grau importancia. Pero hay más alÍn, es imposible sin su auxilio hacer un diagnóstico serio de la
mayoría de Jas enfermedades gástricas. Si éstas, como
todas Jas demás que padece el organismo humano, s610
consisten eu desviaciones de la normalidad, y para conocer las enfermedades de un aparato ú órgano precisa
ante todo poseer una uoci6n exacta de sus funcioues
fisio16gicas y de las alteraciones que éstas sufren en un
proceso morboso determinado, siendo las de secreción
las más importantes de las que se realizau en el est6mago, s610 el análisis de estas secreciones puede suministrarnos los datos necesarios para formular un diagnóstico exacto ó cuando menos aproximado á la verdad.
Cuauto decimos de las secreciones pllede h
·se ex·
tensivo it la motilidad y absorción gáStl'l , J e si
bien á esta última uo es posible coucede I la importa 1cia que alguuos le hau asignado, en c. mbio, el poder
motor del estómago desempeña en la at n·a de est
gano y en los fen6menos de com pensaci 1 ást·
principal papel; pero entre la 1l10tilidad y la abs
del estómago existe una solidaridad tan íntima, q
la mayor!a de los procesos morbosos del órgano qn
tndialIlos se hace imposible deslindar los trastornos
que cada nna es responsable. Por otra parte, al estudio
de la motilidad, así como al de la absorción, se han
aplicado procedimientos fnndameutados en los mismos
principios que presiden al de las secreciones, y de nqu!
que al hablar de las invp.stigaciones histoqulmicas,
considere englobados en ellas el examen de todo el funcionalismo del órgano, así como el análisis histol6gico
de los productos recogidos con la sonda.
He creldo necesarias las an teriores reflexiones por
ser precisamente la fal ta de valor patognom6nico de la
aclorbiclria en el cáucer del estómago, el argumento de
mayor fuerza apareute lanzado contra las investigaciones histoquímicas del contenido gástrico por los detractores de estos procedimientos.
Aún debo bacer otra observación: al hablar del ácido clorhídrico me refiero exclusivamente al cuerpo quío
mico, prescindiendo de su función fisiológica; así como
los términos biperclorhidria, bipoclorhidriay aclorhidria
no tienen otra significación que el aumento, disminución extinción total del referido ácido. Así, pues. siq i . considere más convenientes las denominaciones
r pu tas por J akscb, de ácido c/orhldrico fisiológica.
n nte ivo é inactivo para sustituir it las de libre y COI1l·
inaa e ob equio á la brevedad he prescindillo de tao
es cali
ti vos, para emplearlos solamente en los casos
en que és os encierreu verdadera utilidad é importancia.
(1) Boas, Uebe¡- das (hn"dsiitze des Diiiteti" bti Km,,"heiten der Verdaungsof'gMl,e. Berlín. 1890.
húmeda de la mar, debieron traerle como consecuencia
crónico, que es) en nuestra
modesta manera de pensar,la enfermedad que padecía, y
cuyas complicaciones cardlacas 1 consecutivas casi siempre k este género de padecimien tos, determinaron su
muerte.
Los que se han ocupado en describir los síntomas de su
dolencia. - bien someramente por cierto - dicen que estuvo mucho tiempo afecto de los fuertes dolores de que
antes hicimos menci6n, y además que en la última etapa
de su enfermedad se hinchó extraol'dinariarnente toclo su
clt.erpo) especialnwnte de lJechos abajo; esto viene en COD.firmación de nuestras sospechas - no manifestadas por
nadie hasta ahora - de que Col6n sufri6 la complicación
cardíaca del reumatismo polial'ticular, que más tarde
noS había de dar en forma de ley un eminente clínico (1);
la hinchazón DO era otra cosa que la ascitis y edem.as
consecutivos á la lesión cardíaca; siendo de lamentar no
existan datos más concretos del curso de su mal, del proe11~(fl.l?natismopoliarticula1'
fesor que le trat6 y de los medios que se pusierou en
práctica para combatirle.
.•.
T6canos ahora dedicar unas cuantas líneas á una
figu~
ra que ha sido elevada casi alllivel de Col6n por gran
número de escritores, mientras que otros la cOl'lceden es-
(1) Ley de Bouillaud: .En el reumatismo articulor generalizado, la coexistencia de una lesión 2n el centro cardíaco
el la regla, la no existencia la excepción,.
casa importancia. Nosotros creemos que su participaci6n en el descubrimiento de América fué escasa, SiD que
por esto sostengamos fllera nula; apasionarse ciegamen~
te en asuntos históricos es correr el peligro de caer en el
error; es preciso examinar hechos, documentos y noticias con verdadera imparcialidad, no dejándose llevar
en ningún momento por antipatías 6 simpatías infun-
dadas.
y si á esto nos atenemos, si meditamos detenidamente
las opilliones y hechos que hemos recogido de historiadores cuya veracidad nadie es capaz de poner en tela de
juicio, la. figura de Piozón - que es á la que DOS venimos
refiriendo - DO resulta de las proporciones qne algnnos
la quieren asignar.
¿Cuál fué el auxilio que prestó para el descubrimieuto de América? Ninguno. La Pinta~ la Ni1ia y In. Santa
llla"ia fueron armn.das en virtucl (le las terminantes Ó1'·
clenes que ]Jara ello die1'on los Reyes) uua vez acordado
y decidido que Colón ernprendiera su viaje; entonces y
s610 entonces se embarc6 Pinzón, llevado de su cará.cter
audaz y aVE'ntl1rero, obteniendo el nombramiento de capitán de Ja flota y la promesa de no escasa participaci6n
en los beneficios que se obtuvieran CaD el descubrimiento.
Esto eu lo referente al embarqne, que en cuanto á sus
condiciones de subordinación y conducta en el viaje,
basta Olr á diversos autores para formarse ideo. de su ca-
rácter.
Hablando de la familia Pinz6n dice el obispo de Chiapa: «Ellos por si debian ssr hombres de presunción y
628
los cuales figuran
agu cloruradoe he podido
La hipoclorhidria y aclorhidria no son realmente más ki y
que' un síntoma, una pei·turbación quiUlica, y como tal otro sitio (1), el alCOhol (
pueden ser el resultado, la expresión de múltiples proce. cétera. Son generalmente eatai hi
sos morbosos. Transitoria unas veces, permanente otras, racter transitorio y desaparecen al cabo
la disminución ó falta absoluta del ácido clorhídrico po de haber cesado la medicación. Sólo una
en el jugo gástrico indica siempre una depresión IDás ó visto persistir durante muchos meses en un
menos profunda en la vitalidad del órgano y una falta que habla abusado en gran manera de las agu81
chy, si bien en este caso cabía la duda de siJa bi
de aptitud para cumplir su destino fisiológico.
No incumbe á mi propósito ocuparme en las hipo· hidria estaría sostenida por la profunda anemia d
clorbidrias, que acompañan mucbas veces á los proce liada en el enfermo.
Cuanto a las aclorhidrias que se presentan en la his-:
80S febriles, á las clorosis ó anemias, á los períodos
avanzados de mucbas enfermedades constitucionales, tería y en la neurastenia, corrssponden á la categoria de!
ni de las que obedecen á ciertos trastornos funcionales, los trastornos puramente funcionales del estómago; son
en su inmensa mayoría de índole puramente nerviosa. verdaderas neurosis por depresión, cuya esencia íntima
Oaanto á las primeras, tienen facilísima explicación nos es tan desconocida como la de las demás neurosis.
en las alteraciones generales de la economía; y los cam· Conviene, sin embargo, oponerse á ellas con un tratabios experimentados en sus elementos constitutivos por miento oportuno, toda vez que las perversiones nutritiel jugo gástrico no tienen otra im portancia patogenética vas desempeñan un papel de tanta transcendencia en
que la observada en otras secreciones. Respecto de las dichas enfermedades, y el perfecto cumplimiento del
segundas, su carácter de movilidad les quita en gran acto digestivo, siquiera sea producido con la ayuda de
parte el interés, así nosológico como terapéutico, y sólo ciertos remedios, es la primera condición de una nutri·
hay entre elía u na que merezca fijar la a eió
los c' n perfecta.
prácticos; la hipoclorhidria Ó aclorbidri a la mujer Ju·
ecto ele este pllnto, es preciso tener muy en cuentn
rante el p dodo menstrual, alteración qu ha pasado in·
ue
muchos de lo~ casos diagnosticndos de dispepsia
ad\'ertida para muchos ginecólogos y qUll xplica n s lo ne'lIioBa. en qne tan f~ecuentes son las hipoclorhidrias,
la perturbaciones digestivas, tan frecue
du' te e
lo han sÍflo tan sólo por las deficiencias cn los medios
pCl'íodo catamenial, sino también el mecal1lS o de otra
de inves ígación )' por la falta de un exttmen necrópsi·
debidas a reflejos útero· ovaricos.
Conviene señalar también las hipo y aclorhidrias con·
(1) Conferencia dada en el Ateneo Antropológico, en
secutivas al u o prolongado de ciertos remedios, entre Abril de 1890.
n
valerosos, porque las riquezas levantan los corazones y
aun también ciegan de soberbia, y le hicieron (se refiere
á Colón) muchas befas é injurias en aquel camino é la
grisqueta, quel Martin Alonso hizo de dejar al almi·
rante. J)
En Puuta Roja dieron á Colón las peores noticias de
Pinzón, Jlues en aquel punto se llevó cuanto oro pudo,
arrebatando hombres y mujeres (1). Muñoz, hablando de
Pinzón, dice que .Ia experiencia y el tiempo empleado
l!b el camino cerca de Cuba hicieron ver que había na.
Pinzón nunca consideró á Colón superior ni en valor
ni en ciencia, y sentía tal envidia por sus éxitos, que
quiso adelantársele, como es sabido, á dar á 105 Reyes la
noticia del descubrlmient.o; pero fué en vano, pues horas
antes había desembarcado Colón y recibido el homenaje
á que sus méritos le habían hecho acreedor.
Nada hay que inspire tanta pena como la lectura de
los tormentos que la envidia hizo sufrir á Pinzón; al
desem barcal' y hallarse ya á Colóu en tierra, su corazón
murió en el ado, según la expresión de Irving.
vegado contra el viento reinante, en alas de la presun-
ción y de la codicia »
Recuérdese la noche del miércoles 21 de Noviembre,
en que antes que el descubridor de América tomase la
tierra y el puerto del Principe, como pretendía, se le fué
Pinzón con la carabela Pinta, de que era capitán, sin licencia de Colón y contra la voluntad de éste; á ello le
movió la codicia y soberbia, porque un indio de los que
llevaba en su barco le dijo que él le enseñaría ciel·ta isla
donde el oro abundaba (2).
(1) Colección de docllmentos inéditos tomo LXII. -Histo·
ria de las Indias, del obispo de Chiapa'.
(2) El erudiUsimo P. ColI, honr.. de la Orden franciscana
y autor de una notable obra titulada Colón y la Rábida, de
la que ba temdo la bondarl de dedicarnos un ejemplar, dice
hablando de la desobediencia de Pinzón lo siguiente:
.En el mes de Noviembre de 1492 navegaba Colón á lo
largo de la costa de Cuba. que él creyó siempre verdadero
continente, cuando sinti.éndose contrariado por un pertinaz
viento de popa, determinó retroceder: en consecuencia, dió
orden para jugar la maniobra, y aunque la Niila correspon.
dió al momento á la consigna uniéndose á la almiranta para
tomar la nueva dirección, por lo que hace á la Pinta ni
poco ni mucho se dió por entanrlida, antes bien conti~uó
surcando á barlovento las encrespadas olas, y alejándose
cada vez más del resto de la flota .•
El Sr. Fernández Duro-que. se¡¡:ún la graciosa frase del
P. Cull. tiene hipo con rl almirante Colón - trata de demo8traro aunque Con poquísima fortuna, Que la culpa de la separacIón debe achacarse al almirante. Para esto dice que en
aquel tiempo era costumbre en las fiotas que á la hora de
ponerse el sol pasaran laA naves por la popa <le la capitan..
para recibir á la voz la orden que hablan de tenpr en la DOche. Y replica el P. ColI: • Plles si tal cOAtumbre habla ¿~'"
es que Pinzón, llegada la hora de ponerse el 801 no 8~
xlmó á la capitana á recibir órdeneA?'
'
Nosotros contestaremos al iluAtrado franciscano di
le que no lo hizo porque en aquellos momento8 8n eJ:
da mente, invadida por el ,Ieti.ojo de g~4"d_
fiando c.nn el papel de descubridor de DDIYCII •
la PrOVidenCIO, en SU8 inde8cifrabl.. d
vado tan sólo para Colón.
EL SIGLO MEDICO
629
detenido. Asi, por ejemplo, J urgens ha reunido 41
1l1S0S diagnosticados de la referida dispepsia, en cuya
au
'l\ encontró una degeneración completa de los
plexos de Meissner y Auerbach. De esperar es que á me·
dida que aumenten y se perfeccionen nuestros medios
de investigaci6n, desaparezcan estos últimos baluarte
en que aún defiende la dispepsia su existencia conlO en·
tidad morbosa.
Pero las aclorhidrias é hi poclorbidrias de verdadera importancia son las de carácter permanente, que se
presentan acompañando de una manel'a constante á de
terminados procesos morboso desenvueltos en el e tó
mago y que sólo desaparecen cnando se logra la cnra·
ción ó al menos un alivio muy pronunciado Ó se extin·
guen con la vida del enfermo, que es, por desgracia, lo
mis frecuente, dada la índole de las enfermedades en
que la aclorhidria se presenta,
Entre todos estos procesos, aparece en primer térmi·
no el cáncer del e tómago, no sólo por su importancia
patológica, sino por las apasionadas controversias que
aun no hace mucho tiempo suscitaron las afirmaciones
hcchas respecto de eFte asunto por R. van der Veldeu;
pues si bien es cierto que GoJding Birel bRbla ya indio
ado con roucha Rnteriorielael (1842) la elis 'nución ó
falta completa elel He!. en l1ll enfermo (
)8
'\ un
cáncer elel e tómago, ha t:l los trabajo ulolicaelo "la
tarde por el primero ele los autores Cit
s nadie habia
vuelto á preocupar e elel valor que c o íntonl! pa·
tognomónico pudiera tener la aclorhielria n e ánc 1
del ventriculo abdominal.
La cuestión está hoy completamente resuelta: el cáncer del estómago e~ de todo punto impotente para ele
terminar la aclorhidria en tnnto que se halla limitado
su trabajo deetrnctil'o, en el parénquima glandular del
estómago, á la zona ocupada por la neoplasia; pero así
que se desarrollan las gnstriti intersticiales concomi·
tantes y provol'adas por el proceso irritativo desenvuelto
por el tnmor, }' eete proceso determina la degeneración
y destrucción de las glándulas, aparece la hipoclorhidria
primero y la aclorhidria más tarde corno resultado, no
del cáncer mismo, sino de la gastritis degeneratil"a ó
atrófica á que ha dado origen,
Así se explica la posibilidad y aun la frecuencia con
qne puede evidenciarse la existencia del He!. en el cán·
cer del estómago y aun el aumento en la cantidad nor·
mal de dicho ácido, cuando se aualiza el jugo gástrico
en los comienzos de los estados irritativos desarrollados
por la neoplasia, que dan origen á una verdadera exal·
tación eu el funcionalismo del órgano, Recientemente
he tenido ocasión de ver un canceroso en quien la cifra
HC!. se sostuvo enteramente normal hasta pocos días
antes de su muerte y que había presentado hiperclor.
hidrias durante mucho tiempo. Aunqne no se le hizo la
autopsia, In existencia del tumor, los infartos ganglio·
nares y la caquexia cancerOsa no dejaban lugar á la duda
res lecto del diagnóstico.
tro caso no menos intel'esante es el de un señor de
s s 1 a y cinco años de edad, á quien, por rec0lI1enda·
ión el distinguido laringólogo DI'. Uisneros, vi por
uro r vez en ]<'ebrero de19Ü, Presentaba todos lo sin·
toma d una gastritis crónica muy avanzada con ga .
tro·ect, :la considerable. Por expresión abdominal, e
obtuvo, despué del almuerzo de prueba de Ewald, un
líquido espeso de olor infecto muy penetrante, de colnr
EntrÓ en el pueblo sin ser vísto, y continuó eclipsado
y lleno de melancolía los pocos días que sobrevivió. Des·
pués de su llegada á Palos, los Reyes le recibieron con
desagrado por haberse separado de Colón, y á pesar de
su muerte (1) se hicieron grandes fiestas en el pU6blo.
rrible melancolía que se apoderó de todo su sér al ver
deshechos todos sus pianes.
No queremos seguir acumulando cargos sobre este personaje, y terminaremos con la frase del erudito Aseosio,
que refiriéndose:" e.m triste fin dice: «La. intensidad de
su dolor basta para hacer olvidar sus errores»
Como se ha visto, la envidia y la avaricia fueron los
caracteres distintivos de la personalidad de Pinzón; nosotros, que como médicos no podemos nunca sustraernos
de la influencia que los órganos, aparatos y sistemas
ejercen en los actos que ejecutan los hombres , vamos á
disculpar algunas de las faltas de Piozóo, atribuyéodo·
las á su modo de ser orgánico; en concepto nuestro, tan
discutido marino fué un verdadero epiléptico; y á esta
neurosis debemos bacer responsable de su audacia) sus
desplantes, su orgullo, su envidia, su avaricia) su poca
conformidad en someterse á órdenes de sus superiores,
su afán de grandezas, que le hizo abandouar á Colóo,
correr riesgos infinitos eo el Océaoo, sólo pOI' llegar
antes que nadie á dar cuenta á los l~eyes de sus deSCl\'
brilDientos) y por último, de su muerte, efecto de la ha·
N o nos ha guiado el capricho al presen tal' á Pinzón
como afecto de epilepsia; sabido es que la. mayor pa.rte
de las neurosis se heredan indefectiblemente, que los padres transmiten sus predisposiciones orgánicas general-
mente á las hijas, y las madre á los hijos. Ahora bien:
Pinzón tuvo una hija epiléptica.
En el Archivo de Simancas existe una Real provisión,
dada eo Graoada á 5 de Diciembre de 1500 (á instancias
de Arias Pinzón), el mayor de los hijos de Martío .llonso - com pañero de viaje de Colón -, el cual, fundándo-
se en la incomodidad (1) que le causaba tener consígo á
una hermana que padecía de gota coral, pide que cada
uno de sus hermanos alterne en cuidarla en sus casas
tanto tiempo corno él, á cuyo deseo) como hemos visto,
se accedió de real orden.
Como al tratar del des ubrimiento de América se cita
por todos á Piozón y nadie se acuerda del medico GarcíFernández, de quien nos hemos ocupado anteriormente;
como nosotros creemos que contribuyó, mucho más que
el marino, á que hecho tan grandioso se realizara, por
la ayuda franca y noble que prestó á Colón, vamos á
poner frente á frente los méritos de ambos persouajes, y
así, sill apasionamientos) sin comentarios en pro ni en
'-ran grande rué la tristeza senlida por Pinzón viendo
que su conrlucln había sido tan poco correcta. que según
testirnonios fehacientes, vivió tan sólo quince días después
(1)
de haber desembarcado. ¡Tanta es la influeocia de lo moral
sobre lo Hsicol
(1)
Esta frase no habla muy alto en pro del carifio fra-
ternal de los Pinzones, y viene á probar que donde exi9tan
Beres bumanos predol1l1na siempre el egoíBmo y el inie,"éB,
cualquiera que sea el siglo y época en que fijemos la
atención.
680
oscuro, que acusaba una acidez total de 89: la dosificación del Acido clorhídrico hecha por el método de
8jiigvist era ue 3 por 1.000; el resto de la acidez era de·
bida a los Acidos organicos: la observación micro~cópi·
ca no permitió descubrir ningón elemento canceroso
ni sangre.
Un tratamiento ordenado mejoró rápidamente al en·
fermo, que aumentó en peso y dejó de experimentar! os
trastornos dispépticos (flatulencia, vómitos, etc.) que
antes sentia; en el lavado gástrico hecho seis horas
después de la comida principal, sólo se recogían pequeños reslos alimenticios sin olor alguno. En esLa situación perdí de visla al enfermo (si bien supe que habia
vuelto á sus antiguos desórdenes dieLéticos, causa prin·
cipal de su enfermerlad) hasta el mes de Mayo del 92,
en que se me presentó en estado verdaderamenLe ca·
quéctico; por la palpación descubrí un tumor implantado en la pared anterior del estómago, que se hacía más
visible por la insuflación del estómago. En el jugo gás·
trico no existía ningún ácido clorhldrico. Murió el enfer·
mo en el mes Julio de este año a consecuencia de un
caucer secundario del hígado. Dos años habían bastado
para Lransformar una hiperclorhidria considerable en
una completa aclorhidria.
Por otra pRl-te, la posible transformaci .n de la c ra
péptic8 en carcinoma, observada en no p cos casos, explica la exi Lencia de las hiperclorhidria en mu
s
CIlncel'OSOS del ventrículo abdomi na!.
Es, pu s, muy posible que los primeros c oaA rva·
dos por von del' Velden y los que con él sostenían el valor patognomónico de las aclorhidrias en el cáncer gástrico. recayeran en individuos afectados al mismo tiem-
po de galtritis at
ran IUI terminant.eB
éste
asunto comp
dad, y no comprendo có'dlIl'.•!it?¡
argu mento contra la virtualidad de 1
tenido gástrico los detractorel de tales p
En efecto, que la 9clorhidria sea privativa ci
ma del ventrículo ó comón á otrol procesos
vos de la mucosa, si puede quitar importancia
el punto de vista semeiológico a un!l alteración
minada en un proceso morboso, en modo alguno p
esto hacente extensivo a todos los datos suministrad
por el análisis histoquimico del contenido gástrico.
Por otra parte, si la aclorhidria no puede elevarse •
la categoría de síntoma positivo é infalible del carcinoma, no deja de ser de gran importancia en los caSOI dudosos de esta enfermedad, y cuando la insuflación del
estómago haya permitido reconocer, no ya un tumor,
que en tales casos no puede haber duda. sino única·
mente ciertas desigualdades en la pared del estómago,
y exista al mismo tiempo la aclorhidria, acompañan.
dose ambos sintomas de profundas alteraciones digestivas. Puede entonces diagnosticarse, con grandes pro·
babi idades de acierto, la existencia de un carcinoma,
to, ez que las grande cicatrices pilór\cas, que á la
p Ip. c ón simulan á veces un tumor canceroso, no de·
termin
la gastritis aLrófica y la aclorhidria consecutiva. e e breve espacio de tiempo cn que 10 hace el
cáncer.
DedÓcese de aqui el gran valor semeiológico de la
aclorhidria en los ca os de diagnósLico dudoso entre el
cáncer del esLómago y la fiebre intermitente. Los pri-
contra de ninguno de ellos, ofreciendo la verdad desnu-
Garci fué durante los años
da, Due tras pacientisimos lectores sacarán las consecuencias que juzguen pertinentes á este objeto.
que mediaron entre la pri-
Garci-Fernández.
Pi,tlzón.
mera llegada de Colón á la
Rábida hasta su partida, amigo noble, leal y desintere·
sado.
Pinzón no hizo nada en
este espacio de tiempo; cuan-
do torto estuvo dispuesto se
limitó á embarcarse con
8U8
hermanos.
Garci-Fernández, médico
Pinzón, hombre sin estu-
de pueblo, era 8abio, enten-
dios Berios, presuntuoso, au-
Por exceeo de a vancaa se
dido en Matemáticas, sumamente modeoto, y tan desprovi.to de envidi". que á
pe.ar de la pobreza en que
vió por primera vez á Colón,
daz, rico, prestó oídos á Colón mediante la promesa de
obtener buena parte en los be
neticios del descubrimiento.
separó de Colón, pretendiendo llegar á Espalia antel
que él.
reconoció en él
UD
hombre
de !lenio. Así 10 oeclaró, y
este acto importante fué lo
8nflciente para decidir al
P. Marchena á demandar la
protección de la Reina.
Garci no deecansa, escribe
la carta para la Reina Isabel,
qne flrmó el P. Man'hona,
tuvo en sn mano los 20.000
maravedíe en oro que loe Re·
yes enviaron para 108 primer08 gasto del R.lmiranle, ani·
UIÓ constantemente á 108 ve-
ve á figurar; COmo si su excesiva modestia le hubiera
aconsej ado desaparecer de la
edCelta a fin de 611st,raerse á
las manift'staciones de entu·
Pinzón estuvo rehacio para
la partida; no hubo noticia
de que hiciera ningún 88Cri.
fleio pecuniario, ni de proceder en e8t~ 8eunto deeintere.
sadam~nte.
cinos de Palos en favor de la
persona de Cristóbal Colón.
Garo; no obtuvo ni la más
leve recompensa ni la más
ineignificanteventRja por 8U8
incesantes trabajos y valiosa
ayuda; médico rural era, y
ael murió.
Garci declaró en favor del
bijo de Colón en el pleito
sostenido por éste, y no vuel-
Pinzón alcanzó honores de
capilán de la flota, el tercio
de los beneficIOS y el nombramiento de capitanee para
eue hermf\DOs.
Pinzón muere de tri.teza,
víctima de una pasión deprimente - la envidia -al
contemplar las justfsimu
ovaciones de que habla .ido
objeto el almirante.
siasmo que habían de prodigársele por el éxito de suo
trabajos.
Somos enemigos de establecer comparaciones; pero
cuando se dejan en la oscuridad personalidades tan importantes como lo es la del médico titular de Palos, •
necesario poner en claro hechos que, por falta de da
sobra de malicia ó rozami en tos de clases se dejan ea.
olvido muchos tratadistas, faltando á la verdad his
ca, sieudo éste el móvil principal que ha animado
tra pluma para hacer un paralelo entre las dos
históricas que acabamos de presentar frllJlte áf
EL SIGLO MEDICO
eros hechos de esta índole han sido publicados por
primera vez por P. Hampeln (1), habiendo observado
también Ewald un caso eu el Ho pital Augu to, y grao
cias á este sintoma he podido recientemente diagnosti·
cal' en un caso muy dudoso, cuya historia publicaré
muy en breve, la existencia de un cáncer gástrico, y re·
chazar en otro, que actnalmente tengo en tratamiento,
el diagnó tico de cáncer del estómago, que por la persi tencia de la fiebre, el estado caquéctico del enfermo y
algún otro sin toma dudoso, hubiera podido suponerse.
Sólo cnando la ga. tro·ectasia provocada por la e tena·
Bis pilórica es muy antigua y completa Ó ca i completa, se de arrollan los pl'Oce o inflamatorios crónicos y
la aclorhidrias sub!>lguientes. Pero se compr~nde des·
de luego que semejantes procesos han de evolucionar
con extraordinaria lentitud, lo que diferencia ba,tante
ambas aclorhiclrins.
La causa íntima de la aclorhidria en esta enferme·
dad ha Hido interpretada de muy distintns maneras.
van del' Velden la Cree debida á la neutralización del
HOI. del jugo gá~trico por el jugo caoceroso procedente
de las ulceraciones de la neoplasia; hipótesis desprovis.
ta de fundamento, toda vez que la extinción del ácido
clorhídrico puede te¡ler lugar sin que el t mOl ¡aya
llegado al reblandecimiento y la ulceradi 1, seg
e
tenido ocasión de ob ervar en dos caso
or su par e,
Riegel asegura que en el carcinoma d I estómago, el
jugo gástrico no está neutralizado siuo e ruido t
mente en su poder activo, en virtud de n l'
'on
química desconocida en su esencia. De ser cierta la hi·
pótesis de Riegel, la aclorhidria coostitniria un Intoma
patognomónica uel carcinoma gá trico, cosa que no es
exacta, según la observaciones de casi todos los qne han
e tudiado la cnestión.
De ignal manera son inadmisibles la opinione de
Jaworski y Korczyn ki, para quienes la aclorhidria can·
cero a se debe á la neutralización del jugo ga trico por
el moco, cosa que podrá ser cierta cuando la ga triti
determinada por la neoplasia dé lugal' á la producción
de grande, cantidades de moco, observánuose entonces
las mismas alteraciones que se producen en la gastriti
mucosa, pero que faltarán necesariamente cuando el
desarrollo de esta gastritis no tenga Jugar.
La aclorhidria en el cancer del estómago tiene una
explicación tan racional en los procesos degenerativos
y atróficos que el crecimiento de la neoplasia provoca,
que creo innecesario apelar á ninguna otra causa para
darnos cuenta de su frecueucia. Por otra parte, las úl·
timas investigaciones histológicas han demostrado que
en la mayoría de Jos casos (un SO por 100) acompa·
ñan al desarrollo del carcinoma del estómago lesio·
nes mas ó menos extensas de la mucosa, que si alguna
vez son facilmente reconocibles á la investigación Ola·
croscópica, eBcapan otras á este medio de análisis y
solo el examen histológico puede descubrirlas. Posible·
mente, en el caso de Rosenheim y otros análogos, en que
se ha creído la mUCosa completamente indemne á pe·
631
.ar de la existencia del cáncer y la aclorhidria, no se
ha practicado el análisis histológico.
Una observación de gran interés para la explicación
de la causa de la frecuencia con que la aclorhidria se
presenta en el carcinoma gástrico, la sumini tran las
recientes investigaciones histológicas de Mathieu y
, tiénon, quienes han encontrado en esta enfermedad la
gastritis atrófica, no solamente exlendiua en un espa.
cio más Ó menoe grande alrededor de la neoplasia, siuo
en zonas e parcidas en diversas regiones del órgano.
La aclorhidria noes. pues, un sintoma patognomónico
del cáncer del estómago; pero su exi tencia, observada
muchas veces en un mi mo enfermo y á distintas ho·
ras (pues es preciso no olvidar la propiedad que tienen
ciertas sustancias alimenticias de apoderarse y combil1tu'se con el He\. libre, enmascarando su presencia),
puede inducirnos á sospechar su existencia y deducir
conclusiones de gran importancia para su tratamiento
quirúrgico. Sería, en efecto, absurdo extirpar un carcino·
ma del estómago, aunque estuviera perfectamente diag.
nosticado y circunscrito, cuando vaya acompañado de
una aclorhidria permanente, iuuicio seguro de la exis·
sencia de una atrofia glandular generalizada, que cier'
ta
te no podrá separar e con el bistlll'í.
PROFESIONAL
En momentos como el presente, en que la epidemia ca·
léric3. 1 enseñoreada de parte de la vieja Europa, amenaza invadir nuestra Penín ula; cuando, en previsión de
tan infausto acontecimiento 1 se multiplican I atropellándose mejor que sucediéndose, reales órdenes y circulares, encaminadas todas á recordar á lo titulares españoles deberes que cumplir, aumentando siempre sus
penosos trabajos, y mentando solnmente en alguna, y
como por incidencia, la po ibilidad de obtener ilu orias
y ri:siblts recompensns,jnmás cumplidas, y que tardarán
en olvidarse lo que tarde en desaparecer el peligro que
las motiva, se impone la necesidad de demostrar á quien
corresponda la importancia de lo servicios prestados
por los titulares, la vergonzosa retribución que perciben y el constan te indiferen tismo, con amagos °de desprecio, con que son mirados tan valiosos trabajos.
Si, desaprovechando las favorables circunstancias actuales, no hacemos enérgico alarde de nuestras fuerzas,
dignos seremos de la desdicha.da suerte que hoy nos
cabe.
El que estas líneas escribe hace tiempo que recibe y
lee con (Tuición todas las circulares que, acortando
siempre los costosamente adquiridos derechos del facul·
tativo titular, le imponen cada vez más estrechos y penosos deberes, porque espera que, tras tan repetidos y
sangrientos latigazos, la clase médica española en ge·
neral, y la de titulares en particular, hartas do sufrir
inmerecidas vejaciones, cuenten sus fuerzas y demuestren, de una vez para siempre, á. los que disponen á su
antojo del poder, que no en balele se humilla por largo
tiempo á. los que tienen en su mano y está.n directamen-
(1) Hampeln, Z"r Symptomatologie occ,,/ter visceral..·
C/lrcinome. Zeitsch. f. Elin. Med. Bd. 8. S. 292.
te encargados de velar por la conservación de la salud
pública.
632
Es en los tiempos que corremos la abnegación letra
muerta, y como tal, despreciada: en el tan decantado
siglo del progreso se impone en España el derecho de la
fuerza (representado por el elemento militar), del mismo
modo que se imponía, revistiendo fOl'ma diferente, en
los rndos tiempos qne la Historia llama de la Edad Media; las tan traidas y llevadas economias hieren con
palo de ciego al elemento civil y dejan intacto, con respeto qne tiene todas las apariencias del miedo, el elemento militar; ha sonado, por lo mismo, la hora de las
imposiciones,
No faltará qnien arguya qne el militar expone su
vida, presentando el pecho dellcnbierto á las enemigas
balas en luchas más ó meuos frecuentes; pero, ¿acaso el
médico, constante soldado avanzado de la ciencia, no
lucha á todas horas con las invisibles y mortíferas ualas
que tratando comunes Y epidémi~as enfermedades le
rodean?
El militar muerto en campaña deja á su viuda é hijos
á cnbierto de la miseria, legándoles con su muerte un
timbre de glol'ia y la pensión que la Patria agradecida
les seJiala; el médico que, cumpliendo heroicamente su
difícil misión, sucumbe luchando contra mortífera epidemia, muere de un modo oscuro y lega á su familia
por único patrimonio la miseria, y como fatales anejos
dos caminos que elegir: ó sucumbir á los to 'pes"h"& agos
de la lasciva sociedad actual, ó implorar
el so
jo
en la frente, la pública caridad. Callar or más tiempo
110 puede ser por nadie jnzgado como la santa resignanación del má.rtir, que sacrifica valeros lente su v1:la
en aras de un icleal; sí será por todos con . e.t.ado e m
la vil indiferencia del esclavo que, degrada o
mdignos tratamientos, arrastra estoicamente su cadena sin
pensar, siqnier sea por un momento, que no hay hierros
'jue no rompa una voluntad decidida,
la ;e~H:lW&\:\sc1ll'éhJJ.;\1J'Il"~UijnPti\,ol§¡h~i~al\.M-i~.rro'1~gs
asegurada vuestra subsistencia por digna y vitalicia
retribución, presentaréis en masa vuestra dimisión j hacedle ver por este medio cuán valiosos y desatendidos
son vuestros servicios, y otra será la suerte que os espere,
Si las infinitas vejaciones, tan de antiguo pacientemente sufridas por la respetable clase de los titulares,
han dejado á sus miembros algo de dignidad profesional, • cuando menos indicios de la celebrada altivez
del caballero español, no duda el que á vosotros tiene la
_ _..J:l.llIwW1e...J:u'w'rj'u:Jie_...J~Jl.l1ahaI..éi
nosible.
anrol1.At!..bA...nt.l
Congresos cietltijlcoB 11por el catedrático yaca
y P,era, Publicada de real oraen.
Esta nueva obra del Sr. Vilanova puedé
como la con tin uación de otras varias
mismo sobre los Congresos científicos habido.
en el transcurso de estos últimos años, á casi
cuales, unas veces por delegación de nuestro Gel
otras por cuenta propia, ha asistido este emiDen
fesor,
Comprende esta obra las relaciones del Congreso
Higiene y Demografía de Londres, de la Sociedad Hel
tica de Ciencias de Friburgo, del freniático italiano
Milán, del de la Asociación francesa para el progreso
las Ciencias y una noticia de la Exposición Internaci
nal de Higiene de Viena, ¿ Cómo pudo concurrir el sellor
Vilanova á todos estos Congresos, celebrados casi consecutivamente, unos tras de otros, y en distintos paises?
Pues del mismo modo que acude á las Reales Academias
de Medicina, de la Historia y de Ciencias, á todas las
cuales pertenece, y va luego al Ateneo y á la Sociedad
de Higiene, y no des..tiende su cátedra, y lee y escribe y
da conferendas, y aún le sobra tiempo para departir con
s
amigos en amena y siempre instructiva conversa·
e
última obra del Sr_ Vilanova, que no hemos de
porque no lo permite la multiplicidad de los
ltSU1!tn ue trata, da cuenta detalladísima y minucios..,
no sólo d las sesiones, sino de todo el cuadro que constituye 10R Congreso.; y coleccionada con las otras anteriores, forma una especie de protocolo de todo el movimiento científico del último tercio del siglo actual. Al
recorrer las páginas de esos curiosísimos libros va. vién·
dose la marcta progresiva de la ciencia, lenta y reílexi-
~fi.\i'd~llv~8~sJld·e.rJ~¡'oMoffi'bJ',\'Ml8~~s?tlo'l?'Q~~g~1\1'a'§
preciosos pal'a juzgar á nuestra época y á nuestros hom·
brcs de ciencia, Sin ese trabajo prolijo quese ha tomado
el Sr. Vilallova, esos grandes concurSOS del saber pasarían inadvertidos para los que uo pudieran presenciarlos; y a\..n para los mismos que á. ellos asistieron no telldrían más efecto que el de esos aerolitos que atraviesan
la atmósfera, deslumbran con su luz y desaparecen luego en el espacio. La ciencia necesita, como la religión,
apóstoles que la propaguen, Tal es la men te de los Gobiernos al mandar sus delegados, por más que estos últis
O-i.2.n.OJ:a
sl1ele
a.si iem..nJ'
l..id :rJ.....
....
EL SIGLO MEDICO
1 calor, al fdo, á la intemperie, para 61 !JO axis·
ni las oomodidades ni el reposo. Sin n.mbiciones,
_ d88eos, sin más vicios que el estudio, lleg6 á la vejez
sin que su ouerpo ni su espiritu se lo advirtieran. Un
dla, sin embargo, notó que sus piernas flaqueaban, que
ee cansaba su respiraoi6n y que allá, en el fondo de su
pecho, había algo que latía de una manera desacostumbrada. Lo que en un principio fué simple molestia, no
tardó en convertirse en enfermedad real, y como el rico,
muy satisfecho de su suerte, que pierde de repente su
fortuna, así se vi6 transportado nuestro buen amigo,
por sorpresa, desde la opulencia á. la miseria, desde la
salud más envidiable á la impotencia casi absoluta.
Tenía una afección cardíaca qlle su condición de médico
no ]e permitía desconocer.
En este estado, inmóvil en una silla, con las piernas
entorpecidas por el edema, con accesos de dispnea que á
cada rato amenazaban sofocarlo, sin sueño que diera re~
poso á. su fatiga., contando las interminables horas de
las noches de invierno, en esa situación horrible redact6, una tras otra las páginas de ese libro, que sus aman~
tes hijas, ángeles custodios de aquel pobre viejo sin vida,
iban escribiendo, borrando más de una vez con sus lágrimas los trazados que la tinta imprimiera.
D
l
.
:+:
*'
CARO.
PRENSA MEDICA
EXTRANJERA: 1. Uu caso de cálculos s,livales.H. Las neuralgias renales.-HI. Influencia de las lesiones del útero y de la vagiun. duran te el parto como
causa de la locura puerpera!.
1
El Sr. Le Dentu ha tenido en el hospital Necker un
caso de enfermedad poco frecuente, In. litiasis de la
glándula submaxilar y del conducto de 'Vharton. Examinado este enfermo, se encuentra, debajo de la lengua,
en el lado izq uiel'do del suelo de la boca, una tumefacci6n dura, alargada, desigual, algo abultada á trechos,
que terminaba en el orificio del conducto de Wharton y
tenía una dirección oblicua como este conducto. Por
otra parte, la. glándula maxilar estaba tumefacta, abollada, dura. Sobresalía no s610 de la mucosa del suelo
de la boca, sino de la piel de la regi6n su pra-hioidea.
Sin embargo, en este lado no se percibían tan clara~
mente las abolladuras.
La evolución de esta enfermedad fué enteramente latente, sin dolores, sin accesos inflamatorios. Dificil es,
por tanto, precisar cuándo principi6, Sin embargo, actualmente hay uu poco de sensibilidad; la mucosa bucal
está roja al nivel de los puntos tumefactos.
La localizaci611 de la enfermedad en el conducto de
Wharton y la glándula submaxilar no es discutible.
Tampoco es dudosa su naturaleza. Las abolladun,s, la
dureza, no pueden explicarse sino por cálculos salivales. Estos cálculos constituyen una afecci6n rara, yel
primer hecho de que se hace menci6n en la ciencia es el
'1118 refiere Ambrosio Pareo. Sin embargo, hasta 1737 no
633
localiza exactamente la enfermedad Schoror en la gláudula submaxilar, localización que, á pesar de ser tan lógica, combatieron vivamente Louis y Boyer, y no fué
establecida definitivamente hasta 1855 por Closmadeuc.
La patogenia de los cálculos salivales ha dado también lugar á numerosas discusiones. Se ha dicho que se
formaban alrededor de lln n1.1cleo que era un cuerpo ex·
traño, detritus alimenticio, por ejemplo, que había pe·
netrado en el conducto de "\Vharton. Richet, en particular, atribuy6 gran importancia á las partículas de salTO
desprendidas de los dientes. La cansa más f ..ecuente y
más importante es, al parecer, la inflamación de la muo
cosa bucal alrededor del orificio del conducto excretor,
inflamaci6n que obra oponiéndose al curso de la saliva
y quizás tam bién cargando á ésta más de sales.
La inflamación explica que los cálculos sean mucho
más frecuentes en el hombre que en la mujer, pues las
irritaciones de la boca, en particular las producidas por
el tabaco, son en aq uél mucho más frecuentes.
Respecto á la edad, son más frecuentes en la adulta,
de los veintiséis años á los cuarenta y cinco, sin que por
esto dejen de observarse en el niño, y basta se ha dado
un caso en uno de tres semanas.
Desde el punto de vista de la localización, la glándula
submaxilar es, con mucho, la más afecta (diez veces más
que la ar6tida). Mucho más raros son aún los cálculos
en las,gol dulas sublinguales, en las de los labios, velo
del pa1ad 1 y mejilla.
Los Ucu s son, ora únicos, ora múltiples. Cuando
on
lt e se articulan á men uclo, ofreciendo facetas
de c ntacto. u forma es ya oblonga, cónica) irl'egula~'
( 1 ulos del
nducto de Wharton), ora.- redondeada
(cálculos del receptáculo común de los acini de la glándula). Los cálculos del conducto tieuen á veces una ranura que deja pasar la saliva, en cuyo caso se toleran
mejor.
La glándula irritada por la presencia del cálculo es
asiento de una inflamación cr6nica. Sus divers(\s lóbulos
se hipertrofian desigualmente. Esta inflamación hace
creer á veces en un cáncer, y por otra parte inclina á
pensar que el cálculo ocupa el l6bulo más hipertrofiado.
El curso de los accidentes es muy va!'Íable. Ora su
desanollo es latente y su evolnción lenta, gradual, insidiosa; ora á lo sumo existe un poco de molestia en el
momento de las comidas y del aflujo de saliva que provocan. La casualidad es entonces la· que hace descubriJ'
el cálculo. Otras veces hay inflamaci6n aguda; la enfermedad desctita con el nombre de ránula aguda es debida á menudo á la retención brusca provocada por un
cálculo. El tumor puede desaparecer rápidamente si so
expulsa el cálculo, pero la inflamaci6n puede invadir
también la glándula, el tejido peri-glandular y ser, en
algunos casos, el punto de partida de flemones del cuello.
La ~uración espontánea no es enteramente rara, ora
se oxpulse el cálculo por las vías naturales, ora al través de UDa ulceraci6n len ta, progresiva, sin gran inflamación.
El diagn6stico no ofrece dificultades sino en los casos
en que los accidentes toman la forma de ránula aguda
yen aquellos en que la inflamación crónica ha determinado una hipertrofia en masa de la glándula.
En el primer caso debe pensarse que las ránulas agudas son debidas á veces á la obliteraci6n del conducto, no
por un cálculo, sino por nn tR.p6n moco-fibrinoso. En tanto no se expulsa éste, y con él la saliva retenida, los accidentes son enteramente los mismos. El cateterismo del
634
conducto de Wharton permitid. generalmente hacer sao nes de la pr6
lir el cálculo. Si quedase aún dllda, la conducta del práe- liones que in:fll1te
tico dependerá más bien de la intensidad de la inflama- secl'eción urinariA,
ción qlle de la callsa de ésta.
hasta la fosfaturia.
En el caso de inflamación cránica de la glándula, la
Por último, lesiones vecina' tl
primera impresión es bastante á menudo la del cáncer,
denG, las lesiones de la column.. veMí
pero el cáncer de la glándula submaxilar es una afec- ma de la arteria mesentérica ó de la ..
ción muy rara. Además, no existe la induración en fol"
terminar la neuralgia renal.
ma de cordón del suelo bllcal, sino una invasión rápida
Vese, pues, que es muy variable la etiol
en masa del suelo de la boca y de la región supra- neuralgia renal. En cuanto á su sintomatolo
hioidea. El cateterismo del conducto de Whartou, y en me en crisis que recuerdan desde todos los p
caso necesario la acupuntura, permitirán generalmente vista el cólico nefrítico de origen calculoso.
apreciar el cálculo.
que es de ordinario brusco, parte del hipocon
El pronóstico es benigno, pues sólo excepcionalmente irradia al ombligo, región inguinal, hombro y m
producen las graves inflamaciones arriba iudicadas.
rrespondiente. El testículo está retraído y hasta
El tratamiento debe consistir de ordinario eu extraer ces asieuto de un dolor atroz. Los vómitos son f
el cálculo por el interior de la boca. Los cálcnlos del tes, la necesidad de orinar continua, la orina r
conducto de Wharton se abordan fácilmente por la in· francamente hematúrica; hay oliguria y á veces 8.n
cisión; los de la glándula exigen una incisión más 1'1'0La duración de las crisis es variable, de una á va
funda. H ..y que dislacerar todos los lóbulos tumefactos horas; hasta puede el dolor prolongarse varios días, 111l
para estar bien seguros de haber extraído todos los semana, con remisiones tan pequeñas que es casi co
cálculos.
tinuo.
La glándula está á veces tan inflamada, tan alterada,
La frecuencia es también muy variable: ciertos enfer·
que puede verse obligado el médico á extirparla por en- mas no tienen más que algunas eu un año, otros tienen
tero. La Jlblación completa no puede h cer
cilmente una ó dos por semana. Por último, el dolor puede ser
sino por la región supra-hioidea, pe la abla i n de I
casi continuo, sin crisis ):lieu marcadas.
glándula debe mirarse siempre ca o un recurso exce
Estas neuralgias tienen variable evolución Alguna.
ciona!. La ablación del cuerpo extr o, combinada on
u 'an espontáneamente ó bajo la influencia de un tra·
la dislaceraoión de los lóbulos hip l' rofiados as a:,.A,"¡"'1>•.,,rl,i·ento médico. Otras, sobre todo cuando se trata de
casi siempre para obtener la regresi
su
s uerviosos, conducen á los enfermos á la morfinamaUla Ó á operaciones quirúrgicas como la nefrecu
tomía.
Muchos autores han puesto en duda la existencia de
Las analogias de la neuralgia renal con el cólico neo
neuralgias renales creyendo que esta enfermedad de- fritico de origen calculoso son tan completas, qlle es supendía siempre de cálculos renales desconocidos. El doc- mamente dificil el diagnóstico diferencia!. En realidad,
tor Félix Legueu ha demos tracia que, aunque rara, sólo dos caracteres permiten precisarlos, y aun no se los
existe esta neuralgia con una sintomatologia que per- encuentra siempre con la limpieza necesada: la natura~
mite en ciertos casos hacer el diagnóstico diferencial leza del dolor ocasion'Ldo por los movimieutos y la forcon los cálculos del rüión. En uu caso observado por ma de la hematuria. En efecto, en los cálculos renales el
Guyón, la exploración de este órgano por la incisión dolor provocado por los movimieotios cesa con el reposo,
reveló que no contenia cálculos.
para reaparecer con el ejercicio, la marcha, etc. En la
Desde el punto de vista etiológico se puede dividir las neuralgia no presenta caracteres t ,n claramente mar
neuralgias renales en dos clases, según que se producen dos. De igual modo, la hematuria, que se produce
sin lesión ninguna ó son la manifestación á distancia y
pre por los movimientos y cesa por el reposo, es ca
refleja de la alteración de un órgano más ó menos leja. terística del cálculo, mientras que en la neuralgia;
no. En el primer caso son idiopáticas, y sintomáticas aparición de la sangre en las orinas, si se prod~
en el segundo.
afecta esta intermitencia tan especial y tan clara
Las neuralgias idiopáticas, las más raras, pueden de- provocada.
pender del neurosismo, del histerismo, hasta del paluEl tratamiento médico ha bastado en cierto nú
dismo - según ha demostrado la eficacia del tratamien. de casos citados por el Sr. Legueu para producir la
to por la quinina -, quizás del reumatismo y de la gota.
ración; pero buen número de enfermos han sido
El traumatismo ha obrado también en algunos casos dos, y en algunos ha .bastado la exploración direo
como causa determinante.
riñón para curar la neuralgia.
Las neuralgias sintomáticas reconocen por causa las
lesiones del sistema nervioso, del aparato urinario ó.de
UI
las partes vecinas.
Entre las primeras hay que colocar la ataxia locomoEl Sr. Rohé refiere cuatro casos en los que res
triz,. que puede 1>roducir la neuralgia del riñón con igual mente observó rotura del perineo, dislaceraci6n
motivo que las demás visceralgias qlle se observa al
Ha uterino, un estado morboso de los ovariOl
principio de esta enfermedad. En un caso observado por
trompas. En todos estos casos se practic61a
el Dr. Péan se extirpó el riñón creyéndole calculoso, y
y se extirparon los anejos uterinos. Dos de
la tabes no se confirmó sino posteriormen te.
después de la operación, curaron de sus
Las afecciones de la vejiga pueden influir también
tales, que con taban diez semanas de
sobre el riñón, en particular los cálculos vesicales que
diez y ocho meses en la otra. En lQl
sin producir nada en la vejiga pueden determin~r la
tenían cinco años de fecha, ooa
neuralgia renal. Lo propio ocurre con ciertas afecciotervención operatoria prod
685
EL SIGLO MEDIOO
siguientes con·
La locura puerperal es, al menos en la mayoría
casos, una psicosis infecciosa.
ll' Sin negar la influencia de los demás factores, tales como la herencia, la anemia, la extenuaci6n, los pesares, una observación cuidad.osa revela que son muy
pocos los casos de locura puerperal que no van precedidos ó aco mpañados de infección puerperal.
He aquí las razones en que se funda esta opini6n:
1. & La locura puerperal, en la gran mayoría de los
casos, aparece en los diez primeros días que siguen al
parto - en los cinco primeros llías en la mitad de los
casos -, es decir, en el período en q ne se manifiestan comúnmente las demás formas de la infecci6n puerperal.
2.& Va ordinariamente acompañada de elevaci6n de
la temperatura y de otras manifestaciones de fen6meuos febriles.
3.1\ La forma clínica que presenta la locura puel'peral es, en la mayoría de los casos, In. mania aguda, delirante 6 confusa; los estados depresivos sou raros, salvo
en las formas secundarias. En otros términos, la manifestación mental más frecuente es la que se p~rece más
al delü10 febril.
4.3. La proporción de lh.s defunciones es mayor que
en la simple manía: la muerte sobreviene indirecta
te por extenuacíón, y por lo general con gran el act6
de temperatura y pnlso rápido.
5. 30 Las autopsias, aunque poco frecuente
casos, han revelado graves trastornos de las
pélvicas.
6. a El reconocimiento de los órganos pél vicos
rante la vida descubre dislaceraciones del perineo y del
cuello uterino (vías fáciles de infección en la mujer en
estado puerperal)j como estados secundarios se encuentran inflamaciones intra·pélvicas (peritoneales), dislocaciones anormales consecutivas, dislocaciones y congestiones del útero, de las trompas y de los ovarios.
7.& El resultado de las operaciones parece demostrar
que la ablación de los órganos aumenta las probabilida·
des de curar los trastornos mentales.
6108
DR. RAUtÍN SEUnFJT.
PRESCRIPCIONES Y FORMULAS
Tratamiento profiláctico de la. gota rena\.
(POTAIN)
Carbonato de litina.
0,20 gramos.
Acido benzoico. . . . . . .
0,05
Mézclese para un sello que se tomará. diariamen te por
espacio de dos septeuarios para prevenir el acceso de
gota renal y manteuer la integridad del riñón. Durante
los ocho días siguientes se administra dos cucharaditas
diarias de la siguiente solución:
Ioduro potásico. . . . . . ..
3 gramos.
Agua destilada. . . . . . .. lOO
Altérnese así dlll'ante mucho tiempo el uso de los alca.linos y de las soluciones iodnradas.
Inyecciones antisiflllticas.
(STOUKONENKOF'- )
Benzoato de mercurio.
Cloruro sódico. .
Clorhidrato de cocaína..
Agua destilada. . . . . .
0 130 gramos.
0,100,15
40,00
H. s. a. una solución que contiene, por centímetro cúbico, un contigramo aproximadamente de benzoato de
mercurio. La solución dehe ser fresca, pues se altera por
la formación de un depósito y acaba por no contener ya
mercurio. Se inyecta todos los días el contenido de una
6 de media jeringa de Pravaz, es decir, un centIgramo ó
medio centigramo de' sal mercurial, en las regiones
abundantemente provistas ele tejido celular. En una sífilis de mediauR intensidad el número de inyecciones es
de 30 á 40.
Convieneu sobre todo á los enferwos debilitados, á
quienes se pued~ prescribir simultáneamente por la vía
bucal medicamentos tónicos, ferrugiuosos 6 específicos,
tales como la quina, el hierro y los ioduroe.
Plldorae contra el aborto repetido de causa
desconocida.
(G.
TUllAZZA)
Gomo-resina de asafétida. ..
6 gramos.
Extracto de lechuga. . . .
c. s.
Mézclese. Para 60 píldoras, de las qne se tomarán dia·
riamente de dos á diez.
Comienza á hacerse uso de estaq píldoras en cunnto se
sospecha el embarazo. Se toman primero dos todos los
días, y después se aumenta. gradualmente ha.sta diez
~Í1dorns ia. ·¡as. Cnando el embarazo 5 apl'o:,~Lma á u
lisminuy pI' gresivameote 01 número de
eja.n de administrarse en la época del
contra las hemorroides.
Clorhidrato de cocaína.
1,20 gramos.
Sulfato de morfina.
0,30
de atropina..
0 125
Tanino pulverizado.
1,20
Vaselina. . . . . . .
30,00
H. s. a. una pomada. - Procúrese que no vayan extre·
ñidos los enfermos.
S.
SECCroN OFICIAL
CUERPO DE SANIDAD MILITAR
DESTffiOS,
ASCENSO~,
ETC.
Real orden de 20 de Septiembre concediendo volver al
servicio acti vo al médico mayor en situación de supernumerario sin sueldo en Filipinas Sr. Naranjo.
Real orden de 22 de Septiembre concediendo pasar á
situación de reemplazo al médico mayor Sr. Agüera y
de la Vega.
Real decreto ele 23 de Septiembre disponiendo pase á
situación de retirado el inspector médico de segllnda
clase Sr. Pardiñas.
Real orden de 26 de Septiembre disponiendo que nna
Comisión mix.ta de ingenieros y médicos militares estudie las concausns que determinan la aparición de fiebres
tifoideas en la guarnición de Lérida.
Real orden de 27 de Septiembre destinando al hospital
de Badajoz el médico mayor Sr. Rniz Alcázar; al segun-
636
do regimiento de artillería de monta!a el m6dico primero Sr. Andrén; al batallón nazadores de Las Navas el
médico primero Sr. Cilla; al regimiento infantería de
Isabel II el médico primero Sr. Portas, y al regimiento
infantería del Rey el médico segundo Sr. Alemany.
Real orden de la misma fecha que la anterior destinando á la Farmacia de Madrid el subinspector farmacéutico de primera clase Sr. Pelegri ¡ al Laboratorio
central el eubinspector farmacéutico de segunda clase
Sr. Ferrán j á los hospitales de Valencia y Zaragoza los
farmacéuticos mayores Sres. Martínez Cortina y Robre·
do Iñigllez, y al Laboratorio sucursal de Barcelona y
al hnspital de Mahón los farmacéuticos primeros seño·
res Bonal y Martinez Espronceda.
MONTEPlo
FACULTATIVO
SECRETARíA
GENERAL
D. Arturo Garela González, residente en Espadañedo
(Zamora); D. José Precioso, residente en Murcia; don
Manuel de Carvona, residente en La Gineta (Albacete)¡
D. Jaime Castell y Tullana, residente en Jalvu (Alicante), todos profesores en Medicina, han presentado
solicitud de ingreso en este Montepio.
Lo que se publica para conocimiento eoJa Sociedad
y ' los efectos oportunos.
Maddd, 15 de Septiembre de 1892. - El secretari
neral, Francisco ltIarin y Sancho.
tan cbnsicli
algún día lÍe
Después de
Boletines d
de Benefioencia .,
de Diciembre, Enero y F61í~ero;
y en ellos he encontrado la oonfir
nes sobre la constitución médioa de k
chos Boletines se consigna que las eufe
tes han sido de carácter catarral, y en li1
se menciona la grippe; pero no para a
tencia, sino para negarla de la manera máa
terminante.
Respecto á Enero, en que aumentó el númerO
mos y el de defunciones, habiendo fallecido per
elevada posicióu social, y entre ellos nuestro o
presidente, el Sr. D. Eusebio Castelo, ni siquier,
mención de la grippe; hablándose, en cambio,
afecciones catarrales que eran las dominantes en
mes, como lo habían sido en el anterior. Y en el B
en que se da cuenta de las enfermedades reinante
Febrero, se consigna en general la existencia de las a
ciones catarrales en los distritos municipales de esta
pital, y se manifies:a, al tratar de: de Buenavista, que
las fiebres catarrales ban revestido verdaderos caracteres epidémicos y de indole infectiva; que en el del ROij.
picio se han observado casos no muy bien definidos de
'infección g"ippal, y que en el de la Inclusa parecía 9
una intoxicación sin infección profunda babia sillo la
======================.:=====-1,0
SOCIEDADES CIEN
REAL
ACADEMIA
DE
MEDICINA
SESIÓN DEL 4 DE JUNIO DE 1892 (1)
Recordarán los señores académicos que tuvieron la
bondad de escncharme, que en la sesión de 12 de Marzo
último, en que hice mi comunicación sobre la constitución médica reinante en el invierno último, manifesté
que, en mi opinión, habia existido y existía en Madrid
una constitución catarral, unida á una influencia morbosa de carácter nervioso, y de manifestaciones periódIcas, adinámicas, atáxicas y aun malignas, y figurando también un elemento reumático muy generalizado;
'1ue esa constitución catarral compleja se ha observado
y se observa con mucha frecuencia en esta Corte, según
se demuestra en la Topog"ofia ltlédica de l.Iadrid, escrita por el Dr. D. Antonio Pérez de Escobar en 1788,
as! como en las Efemérides epidémicas de esta Acade·
mia y en las pocas obras de Clínica médica que en este
siglo han visto la luz pública ¡ que mi práctica médica
en esta Corte así me lo ha enseñado, y que yo no podia
admitir la existencia de la grippe, porque faltaba esa
generalidad en las invasiones que caracteriza la epidemia catarral, su propagación de unos puntos á. otros,
la duración comúnmente limitada, la mortalidad mucho
mayor de la .,rdinaria, y ese genio epidémico especial,
independiente hasta cierto punto de las condiciones ato
mosféricas, que está sobre ellas y las domina; en una
palabra, aquel conjunto de circunstancias y condiciones
morbos~de morbilidad y de mortalidad, que observaIDOS en est~ación durante un plazo de tres semanas,
á fines del año 1889 y principios del de 1890, en que fné
(1)
Véase el número anterior.
usa de ciertas enfermedades, haciendo recordar la
o 'ma grippal que la epidemia de 1890 trazó en su prin.
ci io.
Las observaciones que he tenido ocasión de recoger
desde el 12 de Marzo hasta la fecha, me afirman en la
creencia de q ne la grippe no ha reinado en esta pobla.
ción en las dos estaciones últimas.
y en efecto, si, como yo entiendo, la grippe es la fiebre catarral epidémica, que afecta al mismo tiempo á
gran número de personas j que invade sucesiva 6 simultáneamente diversas coma.rcas, no alcanzando generalmente gran duración el periodo epidémico; que aumen·
ta de un modo notable la mortalidad, é influye desfavo·
rablemente en los afectos quirúrgicos, y en la cual ha
hallado Seifert un esquizomiceto especial, que es el
crococo de la influenza, muy poco diferente del coco
la neumonía, así como diversos estreptococos en la s
gre del bazo, la trlquea y los pulmones, me inclino
pensar que no ha reinado en Maddd la mencionada
fermedad, pues las fiebres catarrales nerviosas y reum
ticas observadas, así como los afectos il'regulares
anormales del aparato respiratorio, del digestivo y
cerebro-espinal, pueden explicarse, en la forma en q
se explican los siempre oscuros asuntos de la c1ín°
por la constitución catarral reinante que se ha ob
Tado en el otoño, invierno y primavera.
Pero si se da otra significación á la palabra 9
si, como dice Jaccoud en su conocida obra de Pat
médica, se consideran como casos de grippe 11
catm.,.os que se observan en invierno por simples
mientos, lo cual le parece censurable al profesor
y si, con Littré, que no deja de tener alguna
en punto á tecnicismo médico, la palabra
denominación vulgar de la bronquitis[d
no hay duda de que en esta Corteba o
D
dad en cuestión, que seria ~
ciones.
m.. SIGLO MEDICO
ogia de la voz grippe puede explicar su va"lIcación, pues en tanto que Fl'ank y Grisolle
D de la palabra polaca gry'pka, que para unos
decir "onquera, para otrcs romadizo y para algu.
(lIbatimiento, Landouzy cree que trae su origen del
verbo francés agripper, qne significa coger de repente
6 con violencia.
No creo, por tanto, que deba sostenerse que en Madrid ha reinado la epidemia catarrnl ó g7'ippe en las dos
estaciones últimas, pues de admitir esta opinión habría
que confesar que eu esta capital es la grippe enfermedad endémica, puesto que en todas las estaciones se han
observado y se observan tipos morbosos como los que
han llamado la atención de distinguidos prácticos en el
invierno y primavera de este aüo.
El número de enfermos y la mortalidad de la primavera dan una prueba más de qua no hemos sido castigados por la grippe, pues lo cierto es que ni el uno ni el
otro factor han sido los que corresponden á dicha enfermedad epidemica j habiendo descendido el número de
inhumaciones en algún día del mes de Mayo hasta 29,
cifra muy inferior al término medio en esta población,
aun en épocas en que no pued·e considerarse como desfa vorable la constitución médica reinan te.
No qu~ere esto decir que no haya tenido algún carácter in.f;eceioso la constitucción médica, pues las fiebres
catarrales, comO' las nerviosas, y todas las II mada.
esenciales, Son padecimientos totius substanti J debidas á influencias generales, unas conocidas, ot -as desconocidas, pues toda.vía hay que apelar á alg tan oscuro como el qui(l (livinum de Ripócrates, á pe a' de los
grandes progresos de la ciencia desde la época d a; Medicina griega.
Una exposición detenida de los principales casos cllDjeos observados durante las dos últjmas estaciones sería en extremo instructiva y muy digna de la Academia, sirviendo de confirmación á cuanto be tenido ocasi6n de exponer. Mas DO debiendo traspasar el tiempo
que resta de sesi6n, me limitaré á dar noticia de nna en·
ferma de fiebre de larga duraciónj á hacer algunas con·
sideraciones sobre los padecimientos cardiacos observados, citando un caso interesante; y, por último, á. recordar el empleo, en las enfermedades de la infancia, de
poderosos agen tes terapéuticos, relega.dos al olvido en
la actualidad, DO s610 en dicho período de la vida, sino
en el tratamiento de la generalidad de las enfermedades.
El caso de fiebre se refiere á una señora septuagenaria,
de constitución deteriorada y temperamento nervioso,
que ha. disfrutado de regular salud, pues haciendo ya
algún tiempo que cuido á su familia, no recuerdo haberla asistido sino en ligeros catarros bronquiales y gastrointestinales.
La enfermedad en cuestión empezó á fines de Enero:
ha dnrado tres meses, y ha terminado por el restableci·
miento completo.
Los primeros síntomas consistieron en fiebre ligera,
sin localizaci6n importante en ninguna de las mucosas,
con angustia penosa en la región epigástrica, mareos y
quebrantamiento de fuerzas. La fiebre ha sido generalmente pequeña, pues apenas ha pasado el termómetro
de aso y las pulsaciones de 90; habiéodose presentado
dos Ó tres recargos diarios, en los cuales se exacerbaba
la angustia epigdstrica, que ha sido el síntoma m~s
cODstante y molesto en todo el curSO de la enfermedad.
]¡11 aparato respiratorio no ha ofrecido manifestación
alguna: ni un golpe de tos, ni dispnea, ní esputos; siendo
esto tanto más de extraüar, cuanto que se trata de una
constitución en que tan frecuente ha sido la bronquitis,
y de una persona de edad, predispuesta. como todas las
de condiciones análogas, á las localizaciones neumónicas.
En cambio, el aparato digestivo ha presentado gran
número de síntomas: anorexia tenaz; sed pocas vecos;
lengua húmeda por lo común, en ocasiones seca y saburrosa; angustia epigástrica constante, con grandes exa..
cerb aciones; en contados días náuseas y vómitos; extre·
ñimiento casi siempre, y rara vez diarrea 6 disentería,
enteralgias y neuralgias.
Los principales síntomas han correspondido al sistema nervioso: mareos, atolondramiento, raras veces cefalalgia gravati\·a, insomnio, en pocas ocasiones somnolencia ó delirio, angustia epigástrica y neurosis gas·
tro - intestinales. La orina ha ofrecido grandes variaciones en su cantidad y caracteres físicos: abundante unas
veces, escasa otras, clara como agua en ocasiones, y de
color amarillo-rojizo más Ó menos subido en otras.
Tal conjunto de síntomás corresponde á las fiebres
nerviosas de larga duración, y habría sido calificada
por los franceses de tifoidea prolongada. Pero como
quiera que ha faltado el esluZJo?'J característico de los
estados tifoideos, así como los síntomas del aparato dil?estivo 1 s variaciones cíclicas de la temperatura, n.o
ebía
sticarse de tifoidea, enca.jando Su cuadro
sioto
ic e el de las fiebres nerviosas, simples, adiámi a t
x cas y malignas.
E
roo s·c me pareció siempre gl~are é inseg'uro,
po' t 'atarse d
na fiebre de maja índole y de una señora de c:::dad, y la terminación podía ser satisfactoria,
como sucedi6, ó funesta..
El tratamiento consistió, además de los modificadores
higiénicos para consel'Var la pureza del aire, la alimen·
tación y el uso de bebidas convenientes, en el empleo do
los tónicos neurasténicos y de los antiespasm6dicos.
De entre los tónicos, prescribí casi todas las sales de
quinina, sulfato, cloruro, bromuro y valerianato i la
quinoidina; la quina en polvo, su infusión y vino; el cocimiento antiséptico de la F. E.; el neurasténico de qui..
na y valeriana, y las infusiones de carneddos, centan·
rn.., ajenjos y genciana.
Entre los antiespasmódicos, he administrndo la poción antiespasmódica de la F. E., la tintura corroborante, la valeriana en diver as formas medicinales, el almizcle y el alcanfor, y loE. bromuros de potasio, sodio y
alcanfor.
Para combatir las complicaciones del aparato diges~
tivo he hecho uso de los demulcentes; de los anodinos,
como el opio y sus preparados, y de los emolientesj yen
una palabra, he procurado satisfacer con los medios te~
rapéut.icos apropiados las numerosas indicaciones que
se han presentado en enfermedad tan larga, peuosa y
acciden tada.
Por fortuna, el éxito ha sido satisfactorio, y la enferma ha logrado el restablecimiento de su salnd.
Tratando de otra clase de enferD::ledades, he de insis.
tir en que durante el invierno y la primavera de este
año las afecciones del centro circulatorio han dado ~··.-.J~l~---"'''­
contingente á la morbilidad y á la mortalidad de la capital de España; lo cual no causará extrañeza, si se
considera que los elementos reumático é infeccioso han
figurado como factores patogénicos de capital in·
fluencia.
La endocaTdiC'8 DO ha dejado de obse, v ..~se en los P'"
decimientos agudos; y entre los cr6nicosllas insuflcien"
cias valvulares y estrecbeces de 1011 agujeros, ..si coftie
diversas alteraciones funcionales y m ..terialss del mio·
cardio; habiéndose 'puesto en práctica uibl terapktica
cuya base han sido los a.nlirreumáticos, los moderadores de la inervación Mrdíaca, tónicos y é][citantes de la
fibra estriada. del corazón, y los revulsivos á 1" piel y
..parato digestivo.
Así es que se ha.n prescrito en el tra.tamienlo de las
afecciones cardíacas, aguda.s y crónicas, los ioduros de
potasio y de sodio, los salicilatos, las sa.les de quinina. y
la. antipirina.: la. digital, conva.la.ria., sulfa.to de esparteína. y estrofa.nto i la. nuez vómica. y la estricnina. i el
cornezuelo de centeno y la. ergotina; los eméticos y los
purga.ntes, y los empla.stos de ta.psia. y de cantáridas.
Entre el número no esca.so de cardiopatías que be tra.tado en Ia.s dos últimas estaciones, be de lla.mar especialmente la. atención sobre el que se refiere á una señol'a de cuarenta y siete años de edad, liufático- nerviosa.,
alta. y grue.a., con manifesta.ciones reumáticas desde
hacía tiempo i que había sufrido de hemorroides y de
proctorragia en el otoño úl timo, y que sen tía an belación, dispnea y palpitaciones al menor ejercicio, y molestias de diversa índole en las regiones ocupadas por
el corazóu y los grandes vasos.
En el invierno último se exacerba'
as'll. tal pun o
los síntomas cardíacos, que la disp a era im uente
menor ejercicio, y la insuficiencia _ rtica con estrec
que era la enfermedad que padee esta señ -a, l'la í
temer uu funesto desenlace. Presc,'ijí el iod,
de
tElsio, la antipirina y el salicilato de s a.' v Isiv á la
piel y al aparato digestivo; convalaria, digital, sulfato
de esparteína, citl'ato de cafeína y otros modificadores;
y después de algún tiempo se presentó UII prú1'igo reumático, con el que coincidió el alivio de la enferma, lle·
gando basta tal grado, que desap,necieron la dispnea,
las palpitaciones y las molestias en las regiones cardíacas; lo cual daba la apariencia de una curación en tan
grave padecimiento.
La enferma pasó cerca de tres meses en estado satisfactorio. Pero á principios de la semana :lnterior fué
afectada de una intensa fiebre, que á las treinta boras
tomó forma ce1'eb1'al y produjo la muerte á las veinticuatro horas, sin que produjeran resultado alguno satisfactorio los diversos modificadores terapéuticos que
se pusieron en práctica para combatir tan gravísima enfermedad, que recaía en una persona afectada del corazón y dispuesta., por lo tanto, á localizaciones cerebrales.
Réstame decir algunas palabras respecto al tratamiento de las enfermedades agudas de la infancia, para
con altas temperaturas y pulso muy frecuente, una ó
dos sanguijuelas aplicadas en las regiones infra-claviculares ó en la parte inferior del cuello, teniendo cuidado de restañar inmediatamente la sangre con la solución bemostática de cloruro fénico de la F. E., han pro·
duc~ctos por todo extremo favorables, modificándose la en~edad de uua manera más beneficiosa.
Lo mismo ha suoedido en las fiebres intensas con
fluxión ó flegmasía ma'lingo-cerebraJ. Una ó dos sanguijuela.s en las regiones mastoidea.s ó ma.leola.res, res-
talllUldo iat*
SI) terap6utiQ.
Las equivo
las fiebres esenol
cripción de las emi&io
s610 se admite en dichas
M
boso, la hipeTCeTmia, y uua modUle&
antitermia; sin fija.r la atención en la.
I! turalmente ofrece la. tempera.tura en
que el sistema nervioso, que conHituye
men tos más im pnrtan tes de las pirexias,
por los antitérmicos perturbaciones de caráCl
mico, atáxicú ó ma.ligno, que influyen desfavor
te en el curso y termina.ción de los padecimie
briles.
y no siéndome posible continua.r mis observ
sobre los enfermos observados en la.s dos estacio
tima.s, por ha.ber transcurrido el tiempo regla.m
doy por terminada. mi ta.rea, repitiendo Ia.s más e][
vas gra.cía.s á la Aca.demia por la. benevolencia con
se ha dignado oirme.»
Terminado el discurso del SI'. Iglesias, el señor pr
dente levantó la. sesión a.nuncia.ndo que se suspen
las sesiones litera.rias en el presente año. - El seere
rio perpetuo, 1IJatias }I.·ieto Serrano.
VARIEDADES
FERRÁN Y EL CÓLERA MORBO
ónde está aquel sabio mierobió)ogo que dura.nte la.
epidemia colérica. del a.ño 1885 fué el objetivo único de
los médicos españoles y extranjeros, la conversación
obligada. en círculos y reuniones y basta la. comidilla.
constaute de los diálogos del vulgo? La aureola. de su
nombre, la magnificencia de su invento apenas encuentran eco lejano entre los hijos de Esculapio y ni remotamente entre las gentes vulgares
Allí, oculto en su labora.torio, a.lladn de la platina del
microscopio, entre multitud de conejos sacrifica.dos por
la ciencia, cuidando sus matraces y atenuando sus cul·
tivos, permanece ignorado aquel que siete a.ños hace dió
á conocer a.l mundo científico su sa.bio proceder par.
librar á la Huma.nidad de tantas víctima.s, deteniendo
la marcha. inva.sora de desolación, espanto y desconsue.
lo á ese huésped del Ga.nges que vuelve á a.mena.zarn
con su exterminadora guadaña, esperando ocasi6n propicia para cumplir sus deseos y complacer sus arreba.tos.
El sabio Ferrán, que dedujo una de la.s cúnsecueuci
fico, que constantemente recog-e el fruto de sus estlldi
corolario consta.nte de una. vida a.a.rosa dedicada"
profunda observación y una repetida. experiencia
No lo olvida ta.mpoco la. agra.decida. Alcira., que
dep&l'a.do distinguido luga.r en lns anales de su
y que ba visto conllrma.dos h:lsta. la. sa.cied..d J.
bIes experimen tos en el terreno de 1..
6.ctic
cacia de su proceder á la. ca.becera
•
bundo colérico. Ahí, entre el ~
multitud de infelices enfermos
639
EL SIGLO MEDICO
lB, demostraban en SUB agónicos rostros el atroz
o de e{ntomas que hablan tomado como teatro de
-mentos sus desgraciados organismos, se veía á
n impertérrito, mirando con la fl"iltldad del sabio
y el oonvencimiento del hombre cieutifico cómo ibau
desarrollando poco á poco la esceua y su circulo evolutivo los fenómenos de la. auto-infección, y cómo también, no encontrando terreno abonado para seguir evolucioDtt.ndo, desaparecían lentamente volviendo á. la
vida á. aq nel sér agonizan te, proporcionándole franca
reaccióu, jamás esperada si antes de la infección no se
hubiera. desarrollado en el enfermo, por medio de la
i.noculación preventiva, un cUlldro de síntomas atenuados, en algunos verdadera colerina, que debilitando el
medio de vida y cultivo del virgula en el interior del
organismo, proporcionáuanle seguro medio de esterilidad al terreno de la verdadera infección.
Las aclamaciones unánimes de una cindad de la importancia. de Alcira no se consiguen fácilmente á no ser
por tan maravillosos resultados, á no comprobar por
sus propios ojos la inocencia del proceder y la. magnificencia de sus efectos. No se sugestiona tan de repente
una ciudad que contiene elementos de alguna valía en
su seno, ni se pueden despertar unánimes sentimientos
sin que la epidemia, por un lado, arrebatara millares de
seres á sus famiJias, aun en SllS comienzos, y por otra
parte viendo cortada la infección, atenuados los
que, por más que ;rechazadas y menospreciada
gunos ~n periódicos no científicos, no han sid
tida. en el pal uq ue de la discusión ui eu a
Academias y sabias pol~micas a'eneistas.
e hace exclamar espontáneamente á una c u
tera un ¡Viva Fenán! cuando se ve que entr
d
30.(X)Q inoculaciones sólo algún que otro caso de fletnón
séptico tuvo lugar, y hoyes más fácil que entonces
comprender la facilidad con que se introduce la bacteria séptica por la cánula de la jeringuilla de Pravaz y
provoca, como ineludible consecuencia, el escalofrío
inicial del flemón séptico. Pero, afortunadamente, ni se
amputaron brazos ni hubo que recurrir más que á 13.
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le cae en saco roto sus constantes estudios, sus progresivas investigaciones, que tanta luz han proporcionado
al método preventivo ar..tirrábico J á la inoculación autidi fté ..ica, etc.; y si Rlgúu caso desgraciado ha servido á
sus detractores como acerad9. arma con que herir sus
susceptibles sentimientos, at}uellos que discurren con
sereno juicio y que no están apasionados, le consagran
fervoroso recuerdo y signen paso á paso su carrera de
laureles, viendo que en el Extranjero encuentran eco sus
escritos y condoliéndose de que en el presente siglo, que
lleva por emblema la civilización y el progreso, le hagan
sufrir sus mismos compatricios intestinas luchas que,
ridículas en futuros tiempos, sirven de obstáculo ahora
á su noble proceder y científicos estudios. La mayor
prueba de inolvidable recuerdo se la da Alcira, teniendo
presea te en la memoria y grabando con letras de oro la
estadística de la invasión colérica del año 1885 que, copiada literalmente de sus archivos, es como sigue:
«Los que suscriben, componentes del Cuerpo médico
de Alcira, certificamos: Que de los libros Registro de la
inoculación preventiva contra el cólera (método Ferráu), desde ell.O de Mayo al 31 de Julio, aparecen los
datos siguientes:
Censo oficial de la población. - Habitantes, 16.000.
Individuos no inoen.¡
lados.. . . . . . ..
4.950 que wresponde 30,94 p.
Trl"'n"\ 'nl'"l'll",rlnCl
C)
del teoso.
404
44
55
8,16
198
1,98
29
206
15
0,62
45
1
9
34,09
16,38
50,99
'J,161
»}t.Totas.
%
1Q Q7
()
0,675
0,101
iete de los inoculados fallecidos fueron in-
vadidos en los cinco días consecl]tivos!l. IfI.lnol".nln.C'.ión.
Z
'1Ilayor nÜ'IDero de los nalllados desInfectantes s
o llpro cci6n y la maraha de la epidemia en el Ex auJero, todo induoe , creer que, si n
~ueda mmu.idad producida por la epidemia anterior en
nuestra sgr ciada nínsula, venga á cebarle y hacernos comprend ,de una manera harto dolorosa, 1 descuidos de nuestr,. olvidada higiene y la pobreza de la
presente generaci6n, depauperada por una vida de torturas y una alimeutaci6n sofisticada y deficiente. Porque hay que desengañarse; 6 reñir con las tendencias de
la Medicina moderna, 6 admitir que la Higiene, llevada
á su más perfecta aplicaci6n, ya pública, ya privada, es
el mejor medio de atenuar los efectos de tan temible
maI.No lo ignoran esto algunas poblaciones extranjeras,
que gastan con provecho una gran parte de sus ingresos en la aplicaci6n lo más perfecta posible de esta rama
de la Medicina. Y aquí repetiré lo de aquel sabio terapeuta: .Sie~pre, en toda enfermedad, vale mucho más
precaver que curar.'
DR. B. MAGRANER.
Alcira, Septiembre de 1892.
GACETA DE LA SALUD PUBLICA
Estado sanitario de Madrid.
OBSERVACIONES METEOROLÓGICAS DE LA SEMANA.-
Altura barométrica máxima, 710, , íuima, 705 ll¡
temperatura máxima, 81°,8; míni a,12°,I; 'ento do
minantes, Na., ENE. y SE.
En la presente semana, con mo ·~o de los b' co
bio de temperatura, han predo lado 1 afe
del aparato respiratorio, en par tic 1
a
ro uitis,
laringitis y anginas catarrales. Han sido frecuentes las
alteraciones gastl'o-intestinales, diarreas, cólicos, enteralgias, pero sin carácter grave ni síntomas sospechosos. Consecutivamente á esto quizás, se han presentado
fiebres intestinales, gástricas y algunas con teudencia á
tifoldeas.
En los !Uños no hay enfermedades que por su número
y naturaleza merezcan fijar la atenci6n.
CRO~ICA
Instituto de Terapéutica operatoria.-Ayer 1 ° de
Octubre se inaugur6 el décimotercero ejercicio del Instituto de Terapéutica operatoria del Hospital de la Princesa, bajo la direcci6u de D. Federico Rubio, estand,
abierta la suscripci6u en casa del secretario D. José
N adal Mas, Pez, 22, priuci pal, izquierda, de tres á siete
de la tarde.
Congreso internacional de Antropología. - El
graa duque Sergio Alexaudl"ovitch, presidente de honor
del Congreso. de Ant.ropología, ha anuuciado al Sr. Bogd!,nof que, á lDstanClas suyas, el emperador había couced.do 5.000 rublos para los gastos del Congreso. El pr6ximo.Congreso de Antl"opolo~¡a y de Arqueología prehist6rlca se r~uDlrá, á ser poslble, en Constautínopla, yen
caso negatIvo en Atenas.
Los médicos músicos. - Hasta ahora teníamos basta'!tes médicos poetas y alguno que otl"O músico, como
elllus.tre Letamendl. El Dr. E Coutagne, médico legista
ventajosamente conOCido en Lyon, va á publicar eu un
folleto de 80 páginas, el estudio crítico de los D"amas
musicales de Ricardo Wagller y el teat7·o de Bayreuth.
ED'Venenamiento por el pescado. - Dícese que
para pre¡er."ar de la putrefacci6n el poscado destinado
& ser .expedldo á p~ntos lejanos, lo espolvorean los industnales de la Cnmea con pequefias cantidades de sublimado corrosivo. Es probable que el pescado se cooserve bueno; pero convendrla saber qué tal se conservan
Sociedad de Higiene de la Habana.
Junta Directiva que regirá los destinos de
dad ha quedado constituída de la manera
Presidente: Dr. D. Domingo F. Cubas.
Vicepresiden te: D. Ricardo Seco.
Tesorero: D. José Montes.
Secretario: Dr. D Manuel Delfín.
Secretario de correspondencia: Dr. E WUson
Vocales: Dr. J. González Gutiérrez; Dr. Gas
drado; Dr. Emilio Reilling; Dr. M. Valdés Rodrlgnez;
D. Benito Nieto; D. Domingo Una; Dr. Eduardo F. PI';
Dr. R. Cowley y Odero; DI' D. Tamayo; DI'. J. Santoa
Feruández; Dr. D. Torres; Dr. J. Taboadela¡ Dr. C. •
gado; ~r. Federico Grande Rossi; DI'. Antonio GOII
Curquejo.
.
Asesinato de un médico. - La Gaceta médica rusa
rateh da los detalles siguientes del horrible asesinato
el Dr. Moltchanoff, cometido en Kwalin k.
a víctima había sido encargada de la inst,alaci6n y
direcci6n de las ambulancias para coléricos en San Petersburgo.
Cuando estallaron los primeros des6rdenes, á pesar
de los cousejos de sus amigos, que le suplicaban que se
alejara, Moltchanoff, juzgando que no podía faltar á
su deber, sigui6 desempefiando sus funciones.
El 3D de Mayo último aument6 el número de revoltosos, y todos ellos pedian la cabeza del médico, al cual
habían apodado el Dr. Cólera, acusáudole de enveneoar
el agua de la ciudad.
El doctor pudo, con trabajo, salvar la vida montando
á caballo y ocultándose en casa de uo amigo.
Poco después, las tUlbas, más írritadas que nunca,
rodearon la ca a, amenazando COD prellderla. fuego ai
se les entl"e~aba inmediatamente al Dr. Cólera.
Después de resistir por espacio de algunas horas,
casa fué invadida y los fanáticos se apoderaron
médioo, al cual lanzaron al aire repetidas veces, has
que qued6 moribundo sobre el pavimento. Ya en e
situaci6n, le deshicieron el cráneo á fuerza de golp
anastrando después su cadáver.
El Gobierno ruso ha concedido una r.ensi6n á la viu
é hijos del desdichado médico, horrib emeute asesin
por cumplir los sagrados deberes de su profesi6n.
Leche á domicilio. - Dícese que una Compañí
dustrial de Nueva York trata de construir un si
de canalizaci6n para conducir la leche á las casas
el agua 6 el gas. El oonsumo se fijaría por medio
contador La leche procedente de todas las quin
los alrededores de la ciudad, en un perímetro de 60
metros, sería impulsada, desde el punto de parti
rectamente á casa de los consumidores. por medio
derosas máquiuas.
Lo que no sabemos es c6mo piensa arreglar
Compañía para impedir la acidificaci6n de 1..
esa canalizaci6n de tan difícillimpiesa.
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