La Iglesia, misterio de comunión de los que profesan la misma fe

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La Iglesia, misterio de comunión de los que profesan
la misma fe, viven la misma esperanza y se aman
con un mismo amor
SENTIDO DEL TEMA
Es fácil constatar cómo el ser humano tiene sed de plenitud, porque continuamente intenta trascen­
derse buscando, en la comunión con el otro, su propia completitud. Por eso decimos que el hombre
es un ser para la comunión: comunión consigo mismo, comunión con el entorno, comunión con los
otros y comunión con el Otro, que es Dios.
Y, asimismo, es fácil constatar que el individuo de la especie humana es un ser social; no puede vivir
aislado y sin conexión con el grupo, al que necesita para nacer, crecer, alimentarse, desarrollarse
y defenderse; en pocas palabras, para vivir.
Si hemos comenzado a plantear la necesidad que sentimos de relacionarnos y de vivir en comunión
con los demás para encaminarnos a la plenitud de vida es porque, para llegar a entender algo de lo
que es la Iglesia, hemos de partir de cómo ha sido creado el hombre por Dios, y también de cuáles son
los caminos por los que Dios ha querido revelarse a los hombres y llevar a cabo su obra de redención,
salvación y santificación con el género humano; de cualquier otra manera resultaría imposible.
De hecho, no podríamos tampoco entender nada de lo que es la Iglesia:
• si no creyéramos que Dios existe y que ha creado a los hombres;
. si no creyéramos igualmente que ese mismo Dios quiso revelarse a los hombres, dándose a
conocer a sí mismo y su designio de amor para con el género humano y el resto de las criaturas;
• si no creyéramos tampoco que el hombre, aun habiendo sido creado por Dios a su imagen y
semejanza y bueno, sin embargo pecó y rompió la amistad con su Creador, pero fue redimido y
rescatado por medio de Jesucristo y con el envío del Espíritu Santo.
Todo lo dicho anteriormente nos ayuda a entender la finalidad del presente tema: ayudar a los catequizandos a entender lo que es la Iglesia, a partir del plan de Dios para con toda la humanidad, de
la misión de Cristo de congregar a todos los hombres, y de unirlos a él como la vid a los sarmientos,
y del don del Espíritu Santo que nos llama a vivir unidos y a anunciar el reino de Dios hasta los
confines del orbe.
OBJETIVOS
■ Presentar a los catequizandos el plan de Dios para toda la humanidad como origen y fundamento
de la Iglesia.
■ Hacerles entender que una de las notas o características principales de la Iglesia es la unidad
de todos sus miembros. Una unidad que es un don que Dios nos concede, pero que, al mismo
tiempo, requiere de nuestra colaboración.
■ Ayudarles a entender lo que significa la “comunión de los santos” y las consecuencias que tiene
para nuestra manera de vivir.
PUNTO
DE P A R T I D
No podemos vivir separados
►Con el fin de reflexionar sobre las ventajas que tiene estar unidos y colaborar los unos con otros, propo­
nemos la lectura del cuento “ El gran árbol” (cfr. libro del catecúmeno, p. 4).
a
PARA EL DIÁLOGO______________________________________________________________
►A continuación, el catequista puede comentar con los miembros del grupo las siguientes preguntas:
• ¿Qué problema tenía el árbol del cuento?
• ¿Tenían razón las distintas partes del árbol cuando una afirmaba lo importante que era su función
para el conjunto del árbol? ¿Qué era lo que no tenían en cuenta en sus razonamientos?
• ¿Cuál de las dos situaciones descritas en el cuento fue más beneficiosa para el árbol? ¿Por qué?
• ¿Te ha sucedido a ti algo parecido a lo que se narra?
►A raíz de esta última pregunta el catequista puede, si lo considera oportuno, explicitar algo más el sen­
tido de la misma mediante estas o parecidas expresiones:
También nosotros, como los componentes del árbol, formamos parte de distintos grupos u or­
ganizaciones: la familia, la clase de nuestro colegio o instituto, el equipo de deporte, el grupo de
catequesis. El formar parte de ellos es algo bueno para nosotros y nos ayuda en nuestro crecimiento
y maduración personal; ahora bien, para que todas estas organizaciones funcionen bien necesitan
que no seamos egoístas y que todos colaboremos realizando nuestra misión.
• ¿Has pasado por alguna situación como la que aparece en la historia que acabamos de leer?
• ¿Qué consecuencias tuvo para ti y para los demás?
►Una vez que los miembros del grupo hayan expresado sus vivencias acerca de la pertenencia a distintos
grupos, el catequista puede terminar esta primera parte de la catequesis haciéndoles caer en la cuenta
de lo siguiente:
Vivir unidos y colaborando unos con otros tiene muchas ventajas; de hecho, hay cosas que, de otro
modo, no podríamos conseguir: Pero, más allá de las ventajas que supone trabajar unidos, lo cierto
es que todos nos damos cuenta de que nos necesitamos los unos a los otros.
Aunque en algún momento nos pueda apetecer estar solos sin que nadie nos moleste, no estamos
hechos para vivir aislados los unos de los otros sino para convivir y compartir lo que tenemos con
los demás.
MENSAJE
CRISTI
La Iglesia: misterio de comunión y de amor
[ ] La Iglesia en el plan de Dios
El hombre fue creado por Dios para vivir unido a Él y también para que formase, junto a todas las
demás personas, una sola familia unida por el amor
• Ser hijos de Dios y hermanos de los demás son dos cosas que forman parte de nuestro ser; puesto
que hemos sido creados a imagen y semejanza de un Dios, que es comunión de personas: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.
• Precisamente porque Dios nos ha destinado a vivir unidos a Él y unidos entre nosotros, empezó
a formar un pueblo como signo de lo que quería para toda la humanidad. Pero este pueblo no fue
fiel a la misión que Dios le había dado.
Así dice el Señor:
— Esta es la orden que les di: “Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi
pueblo. Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien. Pero no escucharon ni hicieron
caso. Al contrario, caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón”.
Jeremías 7,23-24
■
• Fue Jesús, el Hijo amado de Dios el que comenzó a realizar este deseo de su Padre, al reunir en
torno a sí a un pequeño grupo de personas para instruirles y comunicarles la Buena Noticia del
Reino. Este pequeño grupo es el germen o el inicio de la Iglesia que es:
• Sacramento universal de Salvación. Es decir; es signo o señal de la unidad de todos los hombres
y de estos con Dios.
• La gran familia de los hijos de Dios: Por medio de los sacramentos nos convertimos en hijos de
Dios y por tanto, en hermanos de todos los hombres. Como hijos de Dios, nuestra tarea es
colaborar; por medio de nuestras obras y palabras, para que el Reino de Dios se haga presente
en este mundo, mientras aguardamos la llegada del reino celestial.
• Gracias a la intervención del Espíritu Santo, la Iglesia se va extendiendo a todos los pueblos de la
tierra y llegará a su plenitud al final de los tiempos.
11 Formamos una sola familia
Una de las características principales de la Iglesia es su unidad, cuyo origen de esta unidad está en
Dios mismo.
• Es Dios Padre el que nos convoca a formar parte de su Pueblo, que es la Iglesia (cfr: I Pe 2,9-10).
• Es Dios Hijo el que nos une a Él, como la vid a los sarmientos, por medio de los sacramentos
(cfr Jn 15,5).
• Es el Espíritu Santo el que enriquece a su Iglesia con dones y ministerios para que, unidos unos a
otros, realicemos la misión a la que Dios nos envía (cfr I Cor 12,13).
Para entender la íntima comunión entre los cristianos yjesús, nos puede servir el ejemplo del cuerpo
que utiliza san Pablo para hablar de la Iglesia:
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• Nuestro cuerpo está formado por miembros que realizan cada uno una tarea distinta, pero, gracias
a nuestra cabeza, los miembros trabajan coordinados, formando una unidad.
►El catequista puede detenerse a explicar un poco más esta cuestión poniendo algún ejemplo para que
comprendan que en la gran mayoría de las acciones que realizamos intervienen varios miembros: comer
un alimento, correr, etc.
Este ejemplo nos sirve para entender que la Iglesia es también un cuerpo donde:
. Nosotros somos los miembros que, siendo distintos entre sí, estamos llamados a colaborar unos con
otros, formando una unidad:
“Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo,
a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues todos nosotros, judíos y
griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.
Y todos hemos bebido de un solo espíritu. Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro, sino
muchos” (I Corintios 12,12-14).
• Cristo es la cabeza de este cuerpo, pues es el que nos conduce al Padre:
“Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muer­
tos, y así es el primero en todo" (Colosenses 1,18).
[ ] La Comunión de los santos
Para hablar de la unidad entre los cristianos podemos emplear la expresión “Comunión de los santos”.
I. T o d o s lo s c r ist ia n o s c o m pa r t im o s t o d o lo q u e h em o s r e c ib id o d e D io s
• Compartimos la misma fe: La fe la recibimos de la Iglesia, que es la que se encarga de transmitirla
a todas las personas por voluntad de Jesús. Esta fe es la que debemos compartir con los demás
cristianos y tratar de comunicarla a los que aún no la tienen.
• Compartimos los mismos sacramentos: La celebración de los sacramentos nos une con Cristo,
pues en ellos él se hace presente y precisamente por ello, nos une los unos con los otros, haciendo
de nosotros una sola cosa.
• El Bautismo nos hace entrar en comunión con Cristo y nos une los unos a los otros en un solo
pueblo, en una misma familia y en un mismo cuerpo.
• La Eucaristía lleva a su plenitud lo realizado en el Bautismo, es decir; nos une más estrechamente
con Cristo y, por ello mismo, Cristo nos une a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia.
• Compartimos el mismo Espíritu: Los que son de Cristo son enriquecidos por el Espíritu Santo
con dones y gracias especiales que han de servir para la edificación de la Iglesia y para el bien
común.
• Compartimos el mismo amor: El principal distintivo de los discípulos de Cristo, según nos lo dijo
Jesús, es el amor a Dios y a los demás.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos
también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos
a otros.
Juan 13,34-35
• Este amot; que hemos recibido de Cristo, es el que nos mueve a compartir todo lo que tenemos
con los demás, siendo conscientes de que nadie puede amar a Dios si no ama también a su
hermano.
• Este mismo amor es el que nos lleva también a los cristianos a compartir con los demás todo
lo que sentimos y tratamos de vivir como Jesús, que supo alegrarse con los que se alegraban y
llorar con los que lloraban, dejándonos así un ejemplo a seguir
2. T o d o s lo s c ristia n o s form am os u n a s o la fam ilia y q ue com partim os la esperanza de que
ESTA UNIÓN NO SE ACABA CON LA MUERTE
• San Pablo nos dice que las profecías se acabarán, las lenguas cesarán y el conocimiento se acabará
pero que el amor no pasa nunca (cfr: I Cor 13,8-10). La Iglesia, fundamentada en esta confianza de
que el amor no pasará nunca y que durará para siempre, está segura de que la comunión entre
los miembros del Cuerpo de Cristo va más allá de la muerte.
• Por eso, se nos invita a cuantos peregrinamos por esta tierra a confiar y tener por segura la in­
tercesión de los hermanos nuestros que están en el cielo; al tiempo que nos invita a orar los unos
por los otros y también por los hermanos que han partido de este mundo al encuentro con el
Padre, para que puedan contemplar cara a cara su rostro y gozar por siempre de su presencia.
PARA EL DIÁLOGO
►El catequista puede invitar a los catequizandos a que expresen lo que están dispuestos a poner de su
parte para conseguir una unidad mayor entre los miembros del grupo y con el resto de su comunidad
cristiana. Unidad que ha de estar fundamentada, no tanto en criterios subjetivos cuanto en aquello que
compartimos: la misma fe, la misma esperanza y el mismo amor.
• Teniendo presente lo que nos une a los cristianos (una misma fe, una misma esperanza y un
mismo amor): ¿Qué puedo aportar yo para que haya una mayor unión en el grupo de catequesis,
en mi colegio o parroquia?
I Z Palabras de la fe
►Véase el libro del catecúmeno, página 8.
►El catequista puede introducir la lectura y meditación de este texto bíblico haciendo uso de las siguien­
tes expresiones:
Ahora vamos a contemplar cómo vivían los primeros cristianos, pues ellos son para nosotros el mo­
delo y la referencia que no podemos perder
Quizá lo que más destaca el texto que vamos a escuchar es que ellos estuvieron tan unidos que llega­
ron a compartir lo que tenían y que, quizás por eso mismo, vivieron con alegría y sencillez de corazón.
►Véase el libro del catecúmeno, página 9,
▲ Para reflexionar y orar
►Una vez que se ha leído el texto y se ha dejado tiempo para la reflexión personal, podemos terminar
todos juntos recitando la siguiente oración, inspirada en la plegaria eucarística V.
►Podemos motivar la oración con estas o parecidas expresiones:
Vamos a dar gracias al Señor porque nos invita a formar parte de su iglesia, a la que sigue guiando y
acompañando para que pueda alcanzar su meta: convocar a todos los hombres para que, formando
parte de ella, lleguen a hacer presente, ya en este mundo, el Reino de Dios.
Véase el libro del catecúmeno, página 9.
►Podemos terminar esta sesión de catequesis escuchando, recitando o entonando el canto siguiente:
Iglesia peregrina
Todos unidos, formando un solo cuerpo
un pueblo que en la Pascua nació.
Miembros de Cristo en sangre redimidos
iglesia peregrina de Dios.
Vive en nosotros la fuerza del Espíritu
que el Hijo desde el Padre envió.
Él nos impulsa, nos guía y alimenta
Iglesia peregrina de Dios.
Somos en la tierra semilla de otro reino,
somos testimonio de amor,
paz para las guerras
y luz entre las sombras,
Iglesia peregrina de Dios.
Todos nacidos en un solo Bautismo,
unidos en la misma comunión.
Todos viviendo en una misma casa,
Iglesia peregrina de Dios.
Todos prendidos en una misma suerte
ligados a la misma salvación.
Somos un cuerpo y Cristo es la cabeza,
Iglesia peregrina de Dios.
C. Gabarain
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