historia de la intervención francesa en el estado de

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COR. INF. D. E. M. AURELIO MARTÍNEZ LÓPEZ
HISTORIA DE LA INTERVENCIÓN FRANCESA
EN EL ESTADO DE OAXACA
(Años de 1864 a 1866)
CENTENARIO DE EPOPEYAS GLORIOSAS
Combates de Juchitán, Miahuatlan, La Carbonera y Toma de Oaxaca
México, D.F.
1966
La presente obra histórica es reproducción del libro “Historia de la intervención francesa en el
Estado de Oaxaca” (1864 – 1866), del Cor. De Inf. D.E.M. Aurelio Martínez López, publicado en
evocación del Primer Centenario de la gloriosa Batalla de Juchitán (5 de Septiembre de 1966).
La Fundación Histórico Cultural Juchitán, A. C. y la Casa de la Cultura de Juchitán, con el
propósito de aportar su granito de arena en la conmemoración del CL Aniversario de esta histórica
fecha y con la autorización de la Sra. Nidia M. López Marcial, sobrina del autor de este libro, nos
permitimos ponerlo a disposición del público en general, con la finalidad de que esta Gloriosa
Epopeya sea conocida y valorada por las nuevas generaciones, y sirva de ejemplo el patriotismo
con que los istmeños lucharon por defender su hogar, su región, su Estado y naturalmente la
integridad nacional que en ese tiempo, estaba en peligro ante la intervención francesa.
Rendir honor a cada uno de los valientes participantes con rostro libertario, es deber de toda
persona que reconoce lo que otros han hecho a favor de su País, y por ende de su tierra natal;
estos pudieron haber sido campesinos, pescadores, artesanos, muchos de ellos sin preparación
militar, pero con alto sentido de amor y dignidad que da la mexicanidad, se enfrentaron al
primer Ejército del Mundo: el batallón Cola del Diablo, integrado por franceses (zuavos) y
húngaros. Este grupo de istmeños, símbolo de la raza zapoteca no les importó ofrendar sus vidas
en aras de una Patria libre.
Desafortunadamente, el Gral. Don Porfirio Díaz al no haber participado en esta contienda, no
incluyó este hecho histórico en sus memorias, debido a ello no aparece en los libros que las
autoridades educativas publican para la enseñanza de nuestra historia patria, por lo que
habremos de buscar los canales adecuados para su pronta inclusión.
Septiembre de 2016
Fundación Histórico Cultural Juchitán A.C. – Casa de la Cultura de Juchitán
Coronel
AURELIO MARTÍNEZ LÓPEZ
A LA MEMORIA
DE LOS JUCHITECOS QUE EN UNA INSPIRACION SUBLIME,
VENCIERON A LOS FRANCESES, AUSTRIACOS Y CONSERVADORES
DEL GENERAL LUCIANO PRIETO EN EL HISTORICO
CAMBATE DEL 5 DE SEPTIEMBRE DE 1866
_5_
"5 DE SEPTIEMBRE DE 1866"
CUADRO DE HONOR
MUERTOS EN DEFENSA DE LA PATRIA:
Capitán 1/o. ALBINO LOPEZ LENA
Guerrillero RUFINO PINEDA.
HERIDO EN EL COMBATE DE JUCHITAN:
Coronel ALBINO JIMENEZ (Binu-Gada)
CUARTEL GENERAL:
Coronel MAXIMO PINEDA Jefe Político y Comandante Militar de Juchitán.
Coroneles: MARCOS MATUS, AMOS MATUS y BENIGNO CARTAS.
COMANDANTES DE BATALLON:
Coroneles: CRISOFORO CANSECO,
J. PEDRO GALLEGOS, COSME D. GOMEZ, FRANCISCO CORTES.
Tte. Cor. Cab. ANTONIO SESSMA
Mayores: PRIMO HIIDA RASGADO, NORBERTO RASGADO, FRANCISCO LEON.
Capitanes 1/os. ANASTACIO CASTILLO, MARIANO MARTINEZ y BARTOLO CACIQUE.
Capitanes 2/os. FELIPE LOPEZ LENA, MIGUEL VAZQUEZ y VALENTIN RUEDA.
Tenientes: PEDRO JIMENEZ (YUBY), PLACIDO OROZCO, ISIDORO
JIMENEZ (YOODO), PANTALEON SANTIAGO e HILARION N.
Comandantes: MESHU CHELE y LORENZO CARRASCO.
Sargentos: PÁNFILO MARCIAL y CECILIO CRISPIN; Cabo: EUGENIO MARGARIÑO; Cornetero
Mayor: DOMINGO CALZADA; PABLO PINEDA, LORENZO JIMENEZ, AVELINO MATUS,
URSULINO LOPEZ, MARIANO LOPEZ CHINA y LEON VIANA.
Patriotas combatientes: ALBINO SANCHEZ, ANTONIO LOPEZ, ADELAIDO CARTAS,
ZABULON CARTAS, EVARISTO MATUS, el Dominico Fray MAURICIO LOPEZ.
Patriotas blaseños y shihueños supervivientes: ATILANO ORTIZ, ANTONIO RASGADO,
ANTONIO SARABIA, ANDRES ACEVEDO, ANACLETO RAMIREZ, ANASTACIO GUTIERREZ,
ALBINO REYES, ALBINO SARABIA, EUGENIO ORTIZ, EUTIMIO CORTES, FELIPE JIMENEZ,
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GREGORIO FIGUEROA, JOSE Ma. CRISPIN, JUAN TOLEDO, JUAN P. LOPEZ, JUAN Ma. LOPEZ, JUAN
N. ALEGRIA, JUAN RAMOS, LIBRADO JIMENEZ, LIBERATO MORALES, LORENZO PACHECO, MARCOS
DE AQUINO, MARCOS ORDOÑEZ, MANUEL MORALES, MARGARITO ORTIZ, MIGUEL GENICO,
MIGUEL TALIN, MIGUEL CRISPIN, MIGUEL JIMENEZ, MARGARITO LOPEZ, NICANOR TRINIDAD,
PANTALEON RAMIREZ, PABLO SARABIA, RAMON CORTES, REYES HERNANDEZ, SEBASTIAN PEZA,
SEBASTIAN LOPEZ, TEOFILO LOBO, CEFERINO LOPEZ, FRANCISCO MORENO.
Las hermanas: MARIA INEZ, PATRICIA, ROSALIA y SIMONA ROBLE MARIA TACHU, y PAULINA
VAZQUEZ.
BATALLONES: "Zaragoza", "Blaseños" y "Shihueños".
GUERRILLAS: Juchitecas, Oaxaqueñas, de Niltepec y de Chiapas.
Por su valiosa cooperación moral material en toda la campaña contra la Intervención Francesa y el
Imperio de MAXIMILIANO.
General JOSE PANTALEON DO MINGUEZ, Gobernador y Comandante Militar del Estado de Chiapas
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Coronel FELIPE LÓPEZ LENA
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BlOGRAFÍA
CORONEL FELIPE LOPEZ LENA
Nació en Juchitán por el año de 1830. Se distinguió por su valentía entre los guerrilleros del distrito
de Juchitán. Fue partidario del Plan de Ayutla del Gral. Juan N. Álvarez que derrumbó el gobierno
de Antonio López de Santa Ana.
En 1855 Felipe tuvo el privilegio de recibir en su casa de Juchitán al Lic. Don Benito Juárez quien,
procedente de: exilio en los Estados Unidos de América y Cuba desembarcó en Coatzacoalcos y
cruzó el Istmo. Durante la estancia .de Juárez en el lugar se enteró de la grave situación política
militar que imperaba en la región y después de un descanso salió hacia el embarcadero de La
Ventosa, en el Golfo de Tehuantepec, acompañado de Felipe y algunas personas de confianza que
hicieron el desplazamiento a caballo. Juárez se embarcó en La Ventosa y se hizo a la mar con
destino al puerto de Acapulco, donde se incorporó a las fuerzas liberales del Gral. Álvarez.
Como principal subalterno del Tte. Cor. Pedro Gallegos, cabecilla de una guerrilla numerosa de
juchitecos, Felipe era bien conocido del entonces Cap. Porfirio Díaz, gobernador y comandante
militar del Departamento de Tehuantepec, a cuyas órdenes operaban desde 1858. En este año
libraron el combate de Las Jícaras (13 de abril), con pocas fuerzas, alcanzando una espléndida
victoria sobre tropas enemigas, tres veces más numerosas, que dejaron en el campo muchos
heridos y muertos, entre los que se contaba el Cor. Conchado, el más importante de los jefes
reaccionarios.
Este triunfo permitió al Cap. Díaz dominar la situación, no sólo porque ya no se atrevían los
"patricios" a atacarlo, sino porque tomó enérgica iniciativa: aumentar sus fuerzas con gente de
Juchitán y San Blas para enseñarles a vencer a un enemigo superior en número y en recursos.
— 11 —
Durante la intervención francesa, el Batallón Independencia de Juchitán al mando de Pedro
Gallegos —en el que se encontraba Felipe - formaba parte de la Brigada del Gral. Porfirio Díaz, que
taponó el paso de los invasores en el sector de Fortín-Orizaba y Cumbres de Acultzingo.
En la batalla de Puebla, el 5 de mayo de 1862, el Batallón Independencia defendió el sector de La
Ladrillera con las demás corporaciones de Oaxaca, a las órdenes del Gral. Porfirio Díaz. Cupo la
gloria al Tte. Cor Gallegos con 100 soldados juchitecos, entre los que se encontraba Felipe lanzarse
por órdenes de Díaz con las unidades de oaxaqueños, en persecución de los franceses, escribiendo
una vez más con letras de oro una de las páginas más gloriosas de la historia de México.
Como premio a su bizarría Felipe fue ascendido a capitán y trasladado al Batallón Zaragoza, de
nueva creación, con matriz en Juchitán. Estando en este lugar en el año de 1866 fue nombrado
representante o principal del pueblo (cargo equivalente al de presidente municipal o alcalde),
formando parte de la comisión de "notables" o "principales" juchitecos que conferenció con los
"notables" de Tehuantepec que trataban sobre la rendición de los juchitecos a nombre del
Visitador Imperial Juan Pablo Franco. Las autoridades y el pueblo contestaron con rotundas
negativas y la comisión de Tehuantepec se retiró. El Cap. Felipe los siguió con una guerrilla de
voluntarios bastar Guihgu-Cahui, sobre el camino Ixtaltepec-Cerro de los Amates, cerca de
Tlacotepec, donde se encontró al Cor. Benigno Cartas con sus blaseños y ya juntos blaseños y
juchitecos, resistieron el primer choque de los imperialistas, retirándose después hacia Ixtaltepec
para reforzar la línea de resistencia establecida por el Cap. Anastasio Castillo sobre el río, a la
altura de dicho poblado
En el combate del 5 de septiembre de 1862, con su hermano el capitán Albino, formó parte del
segundo grupo de ataque sobre el enemigo establecido a caballo a la salida del camino a Espinal.
Mientras el grueso, con el Cap. Castillo, atacaba de frente, el segundo grupo rodeó por el Oeste la
posición hasta la altura de la capillita "Yúdu Pipi"' de la sección primera y en el momento de
efectuarse el asalto a las trincheras enemigas, el Cap. Albino López Lena que abordó la posición
fue herido de muerte por un oficial francés quien en la lucha cuerpo a cuerpo también murió
atravesado de un lanzazo. Antes de morir gritó a su hermano: "Felipe, sigue avanzando, no te
detengas", Felipe tomó el mando de ese grupo de combatientes hasta llegar a "Pasu Mani" (Paso
de caballos). Alcanzando sus guerrilleros la casa del padre Vera. En 1872 formó parte de la
columna de juchitecos y tehuantepecanos que se lanzaron en persecución del Gral. Félix Díaz,
quien había llegado a Juchitán
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a llevarse guerrilleros para la campaña en el centro del Estado. Como en esos días se celebraba la
fiesta de San Vicente, nadie le hizo caso, y muy molesto investigó los motivos por los que nadie
engrosaba sus filas, decidiendo bajar a San Vicente de su altar, quemarlo en parte y llevárselo en
su precipitada fuga. Esta operación costó la vida al Gral. Félix Díaz. Felipe ganó todos sus grados
por méritos en campaña, hasta llegar a Coronel Comandante de Batallón. Estando radicado en
Juchitán, vio con sorpresa las arbitrariedades de la tropa del 17/o. Batallón que acababa de llegar
a la plaza, pues atropellaron y asaltaron a la caravana del convite de la regada de frutas de la Vela
Pipi (Angélica), arrancando a las jóvenes juchitecas sus collares y demás alhajas que portaban,
matando a los hombres que las defendían. Hubo una protesta general, y al .no encontrar justicia,
Juchitán y Tehuantepec y todos los pueblos de estos dos distritos se lanzaron a la rebelión contra
los federales, reconociendo como caudillo a Meshu-Chele, quien contaba entre sus guerrilleros a
los coroneles Albino Jiménez (Binu Gaada) y Felipe López Lena, al comandante Lorenzo Carrasco y
un gran número de valientes combatientes que jugaban con la muerte los actos de valor heroico
en los combates. Los rebeldes juchitecos y tehuantepecanos se concentraron en el Cerro de la
Iguana cercano a Ranchu-Gubiña (Unión Hidalgo), ahí fueron atacados por 9,000 federales de los
12,000 que tenía el Ejército del Gral. Porfirio Díaz. En todos los combates librados en la región del
cerro de la Iguana fueron rechazados los federales y después de muchos días en que se demostró
la resistencia a prueba de los juchitecos el Gral. Díaz se convenció de la razón que los asistió al
rebelarse contra las arbitrariedades de los federales. Ordenó entonces que una comisión se
entrevistara con los cabecillas de los rebeldes para que éstos depusieran su actitud y volvieran a
sus casas, contestando Meshu-Chele que si guerreaban no era contra el gobierno, sino contra los
federales y que para bajar a los poblados, primero que se fueran las tropas del gobierno lejos de la
región, que se castigara a los responsables y que se ratificaran o reconocieran los grados de los
principales caudillos de los juchitecos y tehuantepecanos. En esta forma volvió a reinar la paz en
los dos distritos y Meshu-Chele fue reconocido como general por el Presidente de la República
Gral. Porfirio Díaz,
En 1882 Binu Gaada, descontento por las muchas arbitrariedades que se presentaban, se lanzó
nuevamente a la rebelión y fue precisamente su antiguo compañero, el Cor. Felipe López Lena con
su batallón, el que se encargó de perseguirlo y batirlo, librándose el primer combate entre ellos en
Ranchu Gubiña. Era tan enconada la lucha que al cabo de varias horas de combatir fue herido en
las piernas el Cor. Felipe López Lena cerca de un pozo en el
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que se refugió hasta el fin del combate. Binu-Gada, se retiró permitiendo a los leales a Felipe,
rescatarlo del lugar y llevárselo en parihuela a Juchitán, en donde murió este valiente defensor de
las instituciones legales y de la Patria.
El Presidente de la República Gral. Porfirio Díaz que en esos días hacía su recorrido por el Istmo,
llegó a Juchitán, se enteró de la acción de armas librada por Felipe y ordenó se le hicieran todos
los honores de ordenanza que su rango requería, sepultándosele en el atrio de la iglesia de la
Exaltación, así como que se concediera una pensión de por vida a la señora Isabel Rodríguez
Velázquez Vda. de López Lena.
Esta pensión le fue suspendida a la viuda de López Lena a la caída del régimen del Gral. Porfirio
Díaz, pero más tarde, en 1915, por gestiones del general revolucionario César López de Lara, del
Ejército Constitucionalista, se le reconsideró la pensión a la señora hasta su muerte
— 14 —
PAISANO:
Juchitán, hasta hoy, no contó con la historia de las epopeyas gloriosas de sus hijos en defensa de la
Patria. Próximo el centenario del combate de 5 de septiembre de 1866, se ha resuelto ese
problema, presentándose esta obra que contiene documentos reales que fijan la verdad histórica
de ese acontecimiento.
Es de esperarse, que el presente trabajo tenga lagunas por falta de más datos que detallen los
hechos más sobresalientes en esa acción de armas, así como los nombres de muchos viejos
combatientes que quedan en el anonimato y que muy justamente deben figurar en el Cuadro de
Honor de los participantes de aquella gesta heroica.
Viene, pues, la ocasión de exhortar a los paisanos que tengan datos, relatos y nombres de los
defensores de la República, los aporten al auto para enriquecer la obra, aumentarla y corregirla
con más hechos que se acerquen a la verdad, y así, en una segunda edición, se haga justicia a los
ignorados. GRACIAS.
Retorno Lic. Miguel Lanz Duret No. 63. Col. Periodista
— 15 —
PROLOGO
CAMPOAMOR dijo: "El amor a la Patria
es la ley de gravedad del alma".
El autor de la "Historia de la Intervención Francesa en el estado de Oaxaca en los años de 1864,
1865 y 1866" y del "Combate de Juchitán." en el cual se cubrieron de gloria las armas republicanas
al derrotar a la columna imperialista mandada por el Gral. Luciano Prieto y los comandantes de
batallón don Vicente Canalizo y el Cor. Remigio Toledo— se permite presentar a los paisanos y
lectores este opúsculo, que contiene no sólo la seña de las operaciones militares del Gral. Porfirio
Díaz en nuestro estado, no también narraciones y datos recopilados de la investigación que hizo
para encontrar la verdad histórica respecto al combate de Juchitán.
El hecho de armas del 5 de septiembre de 1866 en Juchitán, marca el principio de las epopeyas
libertarias en el estado de Oaxaca. Muchos años después del acontecimiento, hasta ayer, el pueblo
de Juchitán vivió con la creencia de que las partes de dicha acción de armas nunca llegaron a su
destino, porque fueron interceptados y destruidos por el enemigo; una serie de fábulas que
tendieron siempre a poner un velo a la verdad y a restar méritos al triunfo en aquel combate,
hasta llegarse a dudar si realmente ocurrieron o no los hechos.
Felizmente, se descorre el velo de la duda a unos días del centenario de aquel hecho de armas; el
autor localizó en la Hemeroteca Nacional, el Diario del Imperio", de fecha 6 de octubre de 1866, en
el que consta el Parte de Novedades del combate de Juchitán rendido por el Gral. Luciano Prieto al
ministro de Guerra del Imperio de Maximiliano, informándole del resultado desastroso de aquella
acción contra Juchitán; la muerte en combate del Comandante del Batallón imperialista don
Vicente Canalizo y las bajas ocurridas en sus fuerzas.
En el Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, se localizaren también dos expedientes de
Juchitán (de 1865 y 1866) con siete documentos oficiales en total, y guardados en lugar de honor
junto a los expedientes de todas las epopeyas registradas en la República durante la Intervención
francesa y la guerra contra el Imperio.
Estos documentos son,:
— El parte del combate de Juchitán de fecha 5 de septiembre de 1866 rendido por el Jefe Político
y Comdte. Militar republicano Máximo Pineda,
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al Presidente Lic. Don Benito Juárez, así como la contestación de "enterado del propio Primer
Mandatario por conducto del Gral. Ignacio Mejía, ministro de la Guerra.
— Parte de fecha 4 de octubre de 1865 con un manifiesto anexo, rendido por el Jefe Político de
Juchitán Cor. Cosme Damián Gómez, al Presidente Lic. Benito Juárez, con su contestación por el
Gral. Ignacio Mejía.
— Parte de novedades de fecha 5 de agosto de 1866, del Jefe Político de Juchitán, Máximo Pineda,
al Presidente Juárez, informándole de su cargo y del combate de Tehuantepec. El "enterado" fue
contestado por el G. Ignacio Mejía.
Contribuyeron a la derrota de los imperialistas: todos los pueblos del Distrito de Juchitán; la mayor
parte de los habitantes de Tehuantepec, por su resistencia pasiva durante la ocupación de la plaza
por los imperialistas los barrios de Tehuantepec: San, Blas y Shihui que prestaron una eficaz ayuda
a los republicanos de Juchitán e hicieron posible la derrota de imperialistas; un lugar de honor
también, a los pueblos del Distrito de Tehuantepec: Laollaga, Chihuitán,, Monte Grande y
Huilotepec, que a lado de Juchitán llevaron el peso de la campaña contra el Imperio.
Las diferentes fuentes de investigación que consultó el autor fueron:
-- La Biblioteca y el Departamento de Archivo e Historia de la Secretaria de la Defensa Nacional.
— La Hemeroteca Nacional.
— La Historia de Oaxaca, por don, Jorge Fernando Iturribarría
— La Historia Militar del General Porfirio Díaz; edición del 15 septiembre de 1889, por el Gral.
Ignacio M. Escudero.
— "La Intervención Francesa en México-, por el Gral. Brig. D.E.M. Jesús de León Toral.
--- La Historia de Tehuantepec, San Blas, Shihui y Juchitán en la Intervención Francesa en 1864, por
el Prof. Arcadio G. Molina.
-- El Discurso de 1953 del Prof. Germán López Trujillo.
--- La biblioteca del Lic. Benigno V. Jiménez, quien proporcionó galantemente una carta geológica
de la parte austral del Istmo de Tehuantepec de 1843.
— Los testimonios del C. Gral. De Div. Alberto Rasgado Velázquez y don Rosendo Ortiz y del
Coronel Francisco León.
México, D. F. 5 de Sep. de 1966
Cor. Inf. D.E.M. AURELIO MARTINEZ LOPEZ.
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CAPITULO I
ANTECEDENTES Y CAUSAS DE LA GUERRA
1. Antecedentes.
La dominación española de México por trescientos años, creó una casta de familias aristócratas
que gozaron de todas las consideraciones de gobernantes y autoridades del virreinato de la Nueva
España; fenómeno social, que se reflejó hasta en los más pequeños pueblos, en donde siempre
encontró miembros de esa casta alrededor de los que manejaban la justicia, a un grupo de
personas de la sociedad, mientras que por el otro lado encontraba el verdadero pueblo sojuzgado.
Consumada la Independencia de México en 1821, las familias aristócratas se negaron a perder los
beneficios otorgados por la Colonia, y fueron los que más tarde formaron el Partido Conservador.
De 1821 hasta 1855 nuestro país padeció de frecuentes desórdenes, asonadas y golpes militares
que hicieron que los gobernantes no fueran estables en el poder; el pueblo de México, hizo
esfuerzas poderosos por sacudirse la dictadura de Antonio López de Santa Anna hasta que la
revolución de Ayutla, encabezada por el Gral. Juan Álvarez terminó con el dominio del dictador.
Después de 1855 el país gozó de una tranquilidad que le permitió organizar el gobierno del Gral.
Ignacio Comonfort, quien, con la intervención del Gabinete, hace y publica la Constitución General
de la República en 1857 y la pone en vigor en contra de los intereses del Clero y del Partido
Conservador. Después claudica y da el golpe de estado, seguido por la asonada militar encabezada
por el Gral. Félix Zuloaga; Comonfort huye al extranjero, Benito Juárez es reducido a prisión,
quedando en libertad a fines del propio año y empieza la Guerra de Reforma o Guerra de Tres
años. Este caos en, que vivía nuestro pueblo y el gobierno, fue aprovechado por los enemigos de la
República para desprestigiar a México y clamar por una intervención extranjera.
— 19 —
Así, en 1858, el Partido Conservador, bajo la administración de Zuloaga, pidió oficialmente a varias
naciones europeas que intervinieran en nuestros asuntos y más tarde Miguel Miramón ratificó las
proposiciones hechas al respecto. Para tratar la intervención ante el gobierno de Francia, fueron
comisiones encabezadas por el Lic. José Ma. Gutiérrez Estrada, el Gral. Juan N. Almonte y otros
representantes del Partido Conservador.
2. Causas de la guerra.
Las causas y pretextos que determinaron la intervención armada de Francia, España e Inglaterra
fueron:
— Las gestiones del Partido Conservador o monarquista y las actividades políticas de los ministros
de Francia, España e Inglaterra, de los favoritos de las cortes respectivas y de los emigrados
mexicanos.
— Las ambiciones de Francia y España de imponer un gobierno en México, la codicia de los
gobiernos extranjeros y la pobreza de nuestro país.
— Las injustas reclamaciones hechas a la República y a la suspensión del pago de la deuda
extranjera, decretada por la Ley del 17 de junio 1861, expedida por el Presidente Juárez.
— La debilidad militar de México en comparación con las potencias europeas
— El triunfo de los liberales contra los conservadores.
— La Guerra de Secesión en los Estados Unidos de América (12 de abril de 1861), y la victoria de
los sureños en la batalla de Bull Run (21 julio de 1861) que contaban con la simpatía de la Alianza
Tripartita que facilitó la intervención (31 de octubre de 1861). De todas estas causas, la relativa al
pago de las deudas exteriores fue utilizada sólo como pretexto, principalmente por Francia, con la
que no habría posteriormente ninguna posibilidad de llegar a un arreglo pacífico.
—20---
CAPITULO II
LOS BELIGERANTES
Durante la Guerra de Intervención Francesa, uno de los beligerantes fue el gobierno de la
República Mexicana, que contaba con el apoyo del partido Liberal y de la gran masa popular del
país. En el campo contrario se encontraba el gobierno de Napoleón III de Francia, que planeó y
llevó a la práctica la intervención, con su instrumento ejecutivo, el Ejército Expedicionario,
auxiliado por fuerzas reaccionarias mexicanas, traidores y mercenarios, y a un reducido sector del
pueblo mexicano, partidario de la intervención. No así el pueblo francés, que se declaró enemigo
de ella.
1.- Los Gobiernos.
El gobierno mexicano, entonces era republicano del sistema federal. Constitución de 1857 y otras
anteriores estaba copiada fielmente de la los Estados Unidos de América en lo que corresponde a
la forma de integrar el gobierno, con tres poderes centrales: el Ejecutivo a cargo del Presidente de
la República asistido por su gabinete, el Legislativo y el judicial; y los de los estados, constituidos
de modo idéntico, ligados permanentemente al pacto federal y sin representación diplomática en
el extranjero, ni acción alguna directa en la política exterior.
El gobierno de Franca era monárquico y constitucional y contaba con los tres poderes clásicos
centrales; pero tendía cada vez más hacia el absolutismo, lo cual fue una de las causas de su
creciente impopularidad. Los gobiernos de los departamentos dependían del emperador, quien los
nombraba y removía libremente.
2.- Los Gobernantes.
a) Republicano.
Benito Juárez. Presidente de la República Mexicana durante la Intervención Francesa en México,
nació el 21 de marzo de 1806 en Guelatao,
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Licenciado don Benito Juárez
Pequeño pueblo del estado de Oaxaca, de padres indios de raza zapoteco-mixtecos, y quedó
huérfano desde los primeros años de su infancia. Hasta los 11 años permaneció en la casa de un
tío suyo sin aprender el idioma español; escapó posteriormente a la ciudad de Oaxaca, en, la que
fue protegido por el señor Salanueva, de carácter religioso, que admiraba su inteligencia natural e
intentó dedicarlo a la carrera eclesiástica.
Inscrito en el seminario de Oaxaca, terminó sus estudios en 1827, tras de lo cual, en oposición a
los deseos de su protector, decidió hacerse abogado. Profesor de química experimental, bachiller y
por último abogado en 1833; regidor en el Ayuntamiento oaxaqueño desde 1831, y diputado local
en el siguiente año, puestos con los que inició su carrera política afiliado desde un principio al
Partido Liberal. Poco después fue nombrado, diputado al Congreso Federal, y en 1847 elegido
gobernador de su estado natal. En 1853, el gobierno de Santa Arma lo desterró, considerándolo
enemigo político. Después de haber permanecido como emigrado en los Estados Unidos de
América por dos años, desembarcó en Acapulco y se unió al general Juan Álvarez, sostenedor del
Plan de Ayutla, quien lo nombro ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos, en cuyo cargo firmó
la llamada Ley Juárez, que suprimía los fueros militar y eclesiástico.
En septiembre de 1857 se le eligió Presidente de la Suprema Corte de Justicia que por ley incluía la
Vicepresidencia de la República. Cuando
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Comonfort huyó al extranjero por el golpe de estado de Zuloaga, Juárez asumió la presidencia. Los
conservadores se adueñaron de la capital y Juárez, reconocido por algunos gobiernos de los
estados, se dirigió a Guanajuato y posteriormente a Guadalajara. A partir de entonces estalló la
sangrienta guerra entre conservadores y liberales, conocida con el nombre Guerra de Tres Años. El
último reducto del gobierno de Juárez fue Veracruz, puerto donde hubo de mantenerse debido a
que los conservadores se habían apoderado de casi todo el país. En dicho puerto expidió las Leyes
Reforma.
La derrota del Partido Conservador en Calpulalpan, permitió que Juárez entrara a México en enero
de 1861, y dos meses más tarde, como resultado de las elecciones efectuadas, permaneció en la
Presidencia Constitucional de la República. En el curso del mismo año se sucedieron los incidente.,
internacionales, los cuales culminaron con la Intervención Tripartita y la invasión francesa. Juárez
se vio forzado a abandonar la ciudad de México, estableció su gobierno en San Luis Potosí y
después en Monterrey, Chihuahua y Paso del Norte.
El 27 de junio de 1867, Juárez regresó a la capital, por haber sido dominado el territorio nacional y
haber terminado la guerra contra el Imperio de Maximiliano.
Benito Juárez, con la experiencia obtenida en su carrera política, su cultura y su talento, logró casi
siempre la realización de sus aspiraciones; fue un hábil estadista y se significó por su firme
adhesión al Partido Liberal, por su acendrado republicanismo, su integridad e inflexible voluntad
con que reconquistó la independencia nacional.
b) Intervencionistas.
Napoleón III. Carlos Luis Napoleón Bonaparte, emperador de Francia, nació en el palacio de las
Tullerías (París), el 20 de abril de 1808, y fue el tercer hijo de Luis Bonaparte —hermano de
Napoleón I y rey de Holanda y de Hortensia de Beauharnais. Se dio al joven príncipe una cuidadosa
instrucción, especialmente en el arte militar en el que no descolló. Durante mucho tiempo vivió en
el destierro y su juventud transcurrió en medio de extremada agitación. En Italia tomó parte en la
insurrección encabezada por Menotti Introdújose secretamente a Francia y fue descubierto y
desterrado nuevamente, pues su presencia provocaba manifestaciones bonapartistas, por ser
heredero de Napoleón Bonaparte, debido a que el hijo único de éste labia muerto desde 1832.
Luis Napoleón, trató de derrocar al gobierno de
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Napoleón III emperador de Francia
Luis Felipe. Hecho prisionero en 1836 y 1840, se le desterró primero y condenó a cadena perpetua
por último. En prisión se dedicó a escribir varias obras de historia, política y sociología, que
aumentaron su popularidad cuando fueron publicadas. En mayo de 1846, escapó disfrazado del
fuerte Ham, y posteriormente aprovecho la Revolución de 1848 para volverse a Francia. Triunfante
el movimiento, ofreció sus servicios al gobierno provisional, el que lo invitó a ausentarse de su
patria; pero poco tiempo después se revocó la orden de destierro que existía contra la familia
Bonaparte y Carlos Luis Bonaparte regreso a Francia.
Durante las elecciones para la presidencia de la República, se presentó la candidatura de Luis
Napoleón a la que se adhirieron sus partidarios los demócratas, el clero y los monarquistas, y el
10 de diciembre de 1848 resulto elegido. Fue reelecto por diez años. Era acogido en sus viajes con
los gritos de ¡Viva el Emperador!. Ambicioso, Luis Napoleón supo explotar estas circunstancias,
enviando al Senado un mensaje en que
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se pedía la restauración del trono imperial. Con la aprobación del Senado y la ratificación popular,
expresada en plebiscitó del 21 al. 22 de noviembre de 1852, Carlos Luis vio al fin colmadas sus
aspiraciones al ceñirse la corona a título hereditario, con el nombre de Napoleón III.
Fueron muchas las expediciones que organizó este inquieto gobernante, que por sus ambiciones
empezaba a hacerse impopular. La guerra en México costó enormes sumas de dinero a su
gobierno, diezmó sus tropas y agotó gran parte del material que se tenía en los depósitos. Por ello
evacuó Roma, abandonó Polonia, ocupando la primera Víctor Manuel, y no pudo influir en la
guerra austro-prusiana de 1866 de gran interés para Francia por el engrandecimiento de Prusia, su
eterna enemiga. La guerrade México fue, en opinión de algunos historiadores, el principio del fin
de Napoleón III. Puede juzgársele como gobernante de enorme ambición, que no carecía de cierto
talento y visión política, cualidades que con el tiempo irían desapareciendo hasta orillarlo a la
desastrosa empresa de México y a la pésima dirección política y militar de la guerra francoprusiana.
Maximiliano. Fernando Maximiliano de Habsburgo, archiduque de Austria, impuesto emperador
de México. Hijo segundo del archiduque Francisco Carlos y hermano de Francisco José, emperador
de Austria y rey de Hungría nació en Schoenbrunn el 6 de julio de 1832, recibió en su infancia
esmerada educación e hizo después estudios especiales de marina. A los 22 años de edad recibió
el mando de la Escuadra Austríaca, y dos años después fue huésped de Napoleón III en París. En
1857 se casó con Carlota Amalia, hija del rey de Bélgica. Poco después se le nombró gobernador
militar y civil de Lombardía y el Veneto (Italia) donde se dio a conocer como gobernante liberal y
ansioso de popularidad, lo que despertó la desconfianza de su hermano el emperador.
La Junta de Notables, reunida en México a iniciativa del Gral. Elías Forey, declaró el 10 de julio de
1863 que la nación mexicana se constituía bajo el régimen monárquico y ofreció la corona a
Maximiliano, quien recibió en su castillo de Miramar la visita de una comisión nombrada para tal
fin; y el 10 de abril de 1864, juró en el mismo castillo cumplir satisfactoriamente con el cargo que
se le ofrecía, y firmó el tratado de Miramar, por el cual se comprometía a reembolsar los gastos de
la expedición francesa (270.000.000 de francos al 3% de interés, hasta el 1/o, de julio de 1864),
cuya fuerza debía de ascender, a 28,000 hombres en 1865, 25,000 en 1866 y 20,000 en 1867, y
sería paulatinamente reemplazada por tropas mexicanas hasta que al cabo de seis años contara el
gobierno imperial de México con sólo
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Maximiliano de Habsburgo
8,000 hombres de la Legión Extranjera; así como a pagar a los súbditos franceses las
indemnizaciones que había originado la intervención francesa.
En los artículos secretos del tratado figuraba, además, la aprobación de Maximiliano a todas las
providencias tomadas en México por las fuerza de ocupación de Francia.
Antes de salir a México, Maximiliano conferenció en Viena con el emperador Francisco José y
renunció a sus derechos sobre la corona de Austria y la casa archiducal. El 14 de julio visitó al Papa
Pío IX; en aquellos días aparecía Maximiliano como ferviente católico y partidario decidido de
clero, lo que hacía presumir a los emigrados mexicanos que restituiría a la iglesia los bienes y
privilegios que había perdido. El 21 de abril salieron Maximiliano y Carlota rumbo a Veracruz, a
bordo de la fragata Novara, y el 28 de mayo llegaron a este puerto, cuya población les hizo un
recibimiento sumamente frío. Los archiduques entraron a la ciudad de México el 12 de junio de
1864, y un mes después organizo
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Maximiliano su primer gabinete. Desde las primeras providencias políticas y administrativas de su
gobierno, demostró nuevamente sus tendencias liberales, lo cual le restó en forma creciente el
apoyo del Partido Conservador, sin atraerle el de los republicanos. Muchos de sus decretos, como
al de nacionalización de bienes eclesiásticos, libertad de imprenta y cultas, matrimonio civil, etc.,
estaban redactados de modo semejante al de las Leyes de Reforma.
El gobierno imperial se ejercía sólo en los lugares ocupados por tropas francesas, que no lograban
extender su dominio al territorio nacional, poblado por numerosas guerrillas republicanas, por lo
cual el erario imperial estuvo siempre en bancarrota, e imposibilitado para cumplir sus
compromisos con Francia y en México.
A consecuencia de la salida de las fuerzas francesas antes de las fechas fijadas por el tratado de
Miramar, y del fracaso de las gestiones hechas por su esposa a favor de su gobierno en la corte de
Francia, Maximiliano cambio de frente y se entregó completamente al Partido Conservador, con el
objeto de salvar el trono. En octubre de 1866 había estado a punto de abdicar en Orizaba; pero los
jefes conservadores Miguel Miramón y Leonardo Márquez —a quienes se mantuvo largo tiempo
en Europa con diversas comisiones para deshacerse de ellos— se presentaron ante él y le hicieron
abandonar este propósito, que desechó por completo tras de haber oído la opinión de sus
ministros y consejeros, los cuales votaron el 24 de noviembre de 1866 por que continuase en el
poder. La Junta de Notables, convocada por él mismo en la capital, hizo lo propio el 14 de enero
de 1867.
Una vez decidido a permanecer en México, aceptó por último el consejo de su ministro Lares, en el
sentido de que tomase en Querétaro el mando del ejército Imperial conservador.
Hombre culto y en ocasiones bien intencionado, fue Maximiliano un gobernante débil y tornadizo,
superficial en muchas ocasiones, al que su anhelo de brillo y poder condujo al triste fin, que tuvo.
Porfirio Díaz. Nació en Oaxaca el 15 de septiembre de 1830. Se intentódestinarlo a la carrera
eclesiástica, cuyos estudios hizo. Antes de recibir las órdenes asistió a la universidad de Oaxaca,
siendo rector de ella don Senito Juárez, de quien se hizo apasionado partidario. Abandonó
entonces la carrera a la cual había sido dedicado y siguió el curso de Leyes en dicha Universidad,
hasta que estalló la revolución que tenía por bandera Plan de Ayutla, al que se afilió. Tomó parte
en las guerras de Reforma
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Gral. Porfirio Díaz
e Intervención Francesa y descolló en esta última, especialmente en batalla del 5 de mayo de 1862
y en el sitio de Puebla, después del cual obtuvo el grado de general de división; y posteriormente,
en la lucha contra el Imperio, en la cual alcanzó, en calidad de Comandante en jefe, las victorias de
Miahuatlán y La Carbonera, el asalto a Puebla el 2 de abril de 1867, la victoria contra el Gral.
Márquez el 10 de abril del mismo año en la batalla de San Lorenzo y el triunfo contra los
conservadores que ocupaban la capital de la República.
El Gral. Díaz se distinguió por sus hechos como jefe audaz y de rápida concepciones, cualidades a
las que debía de unir, con la experiencia, méritos sobresalientes de organizador. En la rendición de
Puebla y en la rendición de Oaxaca el 9 de febrero de 1865, fue hecho prisionero del Gral. Aquiles
Bazaine y en las dos ocasiones logró fugarse.
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General Ignacio Mejía
Ministro de Guerra Republicano
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Ignacio Mejía. General mexicano,. Nació en Zimatlán, población deI estado de Oaxaca y murió en
Ayutla (1813-1906). Estudió en el Seminario Conciliar de Oaxaca y en 1832 ingresó en el ejército y
se distinguió en numerosas acciones de guerra. En 1865 era ya general de división y Ministro de la
Guerra en el gabinete del licenciado don Benito Juárez, a quien acompañó en las campañas del
norte del país hasta Chihuahua y Paso Norte en la guerra contra el Imperio. Cuando los franceses
invadieron México, Mejía fue hecho prisionero y enviado a Francia, y a su regreso fue cuando
recibió el cargo de ministro de la Guerra.
c) Imperialista.
Francisco Aquiles Bazaine. Nació en Versalles en 1811. En 1831 sentó plaza en un regimiento
destinado al África, en el cual ascendió a Subteniente (1833) y a teniente (1835). Tomó parte en la
guerra carlista de España en las filas de la regente doña Cristina. En premio a sus servicios se le
nombró comandante en el Ejército Español. A la terminación, de la quena civil española volvió a
África como capitán, y en la campaña de ese continente ascendió sucesivamente a comandante,
teniente coronel y coronel (1850), siempre por méritos en campaña. Poco después fue general de
brigada grado con el que asistió al sitio de Sebastopol (Rusia). Como general de división y al mando
de dos regimientos, tomó los fuertes de Kimburn en la campaña de Crimea. Al rendirse Sebastopol
se hizo cargo del gobierno de dicha plaza. En la guerra de Italia tuvo a sus órdenes la 1/a. División
del 3/er. Cuerpo de Ejército, con la que se distinguió en las batallas de Melagnano y Solferino.
Destinado a México, tomó el mando de la 1/a. División del Cuerpo de Forey, y participó en el sitio
de Puebla y el primer combate de san Lorenzo en el que fue derrotado el Gral. Comonfort. Meses
después reemplazó en el mando al Gral. Forey y tuvo desde entonces gran influencia —y la
preponderancia en ocasiones— en la marcha política y económica del Imperio. Por sus servicios
durante la Intervención le fue concedido el grado de Mariscal. A principios de enero de 1865 tomó
personalmente el mando de las fuerzas imperialistas que sitiaban Oaxaca, ocupando la plaza el 9
de febrero del mismo año por rendición del Gral. Porfirio Díaz, quien quedó como prisionero y fue
enviado a Puebla. Vuelto a Francia, Bazaine desempeño uno de los papeles más importantes en la
guerra franco-prusiano primero al mando del 3/er. Cuerpo de Ejército y más tarde como jefe
supremo del Ejército Francés. En estos cargos fue visible su torpeza, que contribuyó grandemente
a la derrota de Francia. En Sedán capituló con un ejército,
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por lo que se le procesó, después de firmada la paz, y condenó a muerte, pena que se le conmutó
por la de 20 años de prisión, de la cual se fugó posteriormente. El año de 1888 murió en el
destierro.
Militar formado al calor de las luchas armadas, de cuya experiencia no supo obtener el debido
provecho, fue en su juventud un oficial intrépido valeroso; pero en el mando supremo militar, para
el que no reunía las dotes suficientes, se condujo como general mediocre en México y
decididamente inepto en Francia.
3.- Los Ejércitos.
El Ejército de la República durante la intervención francesa estaba integrado por tropa mal
instruida y mal armada. Se recurría a la leva en algunos casos y en otros eran voluntarios con gran
ardor patriótico que dieron un gran rendimiento en la campaña contra las fuerzas expedicionarias
francesas y contra los conservadores. No obstante la inferioridad técnica de nuestros soldados y la
falta de armamento, las tropas mexicanas
Generales republicanos en el combate del 5 de mayo en Puebla
— 31 ---
que tomaron parte en las campañas contra la intervención, lograron la victoria cuando fueron bien
conducidas. La ventaja de las tropas nuestra sobre el enemigo radicaba en la resistencia física, la
abnegación, el amor a la patria, el valor y el espíritu combativo.
El ejército francés estaba constituido por metropolitanos y coloniales que habían sido reclutados
por medio de enganche voluntario. Se componía en gran parte de veteranos de otras guerras,
llevadas a cabo en muy distintos territorios, en las cuales habían adquirido una experiencia que
aumentaba su bien comprobada eficacia bélica.
Una elevada proporción de ellas estaba constituida Por fuerzas coloniales de las Antillas, egipcias y
zuavos, equipadas y armados manera adecuada para la lucha en nuestro suelo y en parte para sus
zonas cálidas. De estas tropas eran justamente famosas por su arrojo y tradiciones las que
formaban los cuerpos de Zuavos, que antes de 1830 se organizaron con habitantes del distrito de
Zuavia (Argelia), los cuales servían como mercenarios en Berberia. Los Cuerpos de Zuavos tenían
por misión la de combatir en provecho de la Infantería de Línea y eran aun considerados como
Infantería ligera.
Armamento del Ejército Republicano. En México al principiar la guerra de Intervención
abundaban los fusiles de chispa y percusión, de avanicarga, pertenecientes a muchos sistemas y
modelos, entre los cuales el de mayor número era de origen inglés de 15 a 19 adarmes de calibre y
cuyo
Cañón de 4 rayado de Montaña mod. 1858
Alcance eficaz no pasaba de 400 metros. Existían también algunos fusiles rayados, que fueron
relativamente numerosos al terminar la guerra separatista norteamericana, debido a que
entonces pudieron importarse fusiles de los Estados Unidos de América principalmente Enfiel y
Springfield con sus respectivas bayonetas con los cuales se armó a varias unidades del Ejército
Republicano. Respecto a las bocas de fuego, el Ejército disponía piezas de bronce de ánima lisa, y
unas cuantas rayadas. Los calibres de
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Soldados franceses: Zuavo y de Linea
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los que más participación tuvieron en la lucha fueron los de 24, 12, 8 y 4 libras, obuses y cañones,
que disparaban balas rasas y botes de metralla a una distancia de 1,500 a 2,000 metros, y eran
poco precisos. Al final de la guerra de intervención pudo México adquirir más cañones rayados,
entre los que figuraba el Parrot, cuyo alcance llegaba a los 4,000 metros.
Cuerpo Expedicionario Francés. Este cuerpo estaba equipado con armamento portátil rayado, de
los modelos Lafoucheux y Treuille de Beaulieu, reglamentarios desde 1852 y de los sistemas
Manie y Lavigne, orgánicos más tarde; que tenían una precisión bastante buena hasta los 600 o
700 metros. Los franceses y tropas extranjeras de otras nacionalidades —entre las que
sobresalieron por su elevada proporción las de belgas, austriacos y húngaros— emplearon
también los fusiles norteamericanos, en especial de los sistemas Mississipi y Enfield, que
adquirieron con los confederados en los Estados Unidos de América. La mayor parte de la
infantería de ambos contendientes, contaba con bayonetas para el combate cuerpo a cuerpo. Las
bocas de fuego eran cañones rayados experimentados en la guerra de Crimea (1854-1856) y en la
invasión de Italia por Napoleón. III en 1859, franceses y austriacos las hicieron intervenir: los
primeros llevaron piezas sistema Labite y los austriacos el sistema Lenk. El Cuerpo Expedicionario
trajo a México cañones y obuses rayados de varios sistemas y calibres, entre los que se contaba el
sistema Beaulieu, modelo 1858, de 4 a 12 libras que disparaba granadas ordinarias, de balas y
botes de metralla, cuyos alcano máximos rebasaban los 3,000 metros.
— 34 —
Armas blancas. Además de las bayonetas de la Infantería deben mencionarse entre las armas
blancas los sables y lanzas de la caballería de franceses y mexicanos; los últimos —especialmente
los que formaban los cuerpos irregulares y las partidas de guerrilleros— empleaban en gran escala
machetes y lanzas, muchas de éstas improvisadas.
La calidad del armamento de los franceses fue durante toda la intervención superior con gran
margen a la de los mexicanos, lo cual aseguró a los invasores un elemento importante de
preeminencia en el combate. Esta ventaja, a la que debe agregarse la movilidad de su artillería, les
permitió compensar la inferioridad numérica de bocas de fuego con que libraron las principales
acciones de armas en Puebla los años de 1862 y 1863.
APENDICE A LOS CAPITULOS I y II
La Intervención Francesa en México. Edición 1962, por el Gral. JESUS LEON TORAL
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CAPITULO III
1. Teatro de la Guerra.
Durante la Intervención Francesa, el teatro de la guerra comprendió territorio de la República
Mexicana, con sus costas y aguas territoriales; así como las rutas marítimas de Francia y sus
colonias a los puertos mexicanos.
Entonces como hoy, el encuadramiento de la República era: al Norte con los Estados Unidos de
América; al Sur y Oeste con el Océano Pacífico; al Este con el Golfo de México y Mar Caribe y al
Sureste con Guatemala Belice. Su extensión territorial es de 2.000,000 Km' aproximadamente con
un relieve variado y montañoso formado por las sierras del Soconusco Juárez, Oriental y
Occidental respectivamente. Por casi todo el territorio y a diversas direcciones se extienden altas
montañas. Los espacios que éstas dejan entre sí constituyen valles y llanuras más o menos
ondulantes, siendo la más notable la Altiplanicie Mexicana que está cruzada por varias sierras que
la dividen en: Altiplanicie Septentrional o llanuras Boreales donde a encuentran los llanos de los
Cristianos y de los Gigantes, el Bolsón de Mapimí y el Valle del Salado, y la Altiplanicie Meridional o
Meseta de Anáhuac.
Loa caminos eran escasos, de piso natural e intransitables en tiempo de lluvias por diligencias y
otros carruajes. Conectaban la ciudad de México con las fronteras y puertos marítimos.
No había ferrocarriles y solamente existían unas líneas telegráficas que unían México con Puebla
en una extensión de 100 kilómetros.
2. Teatro de Operaciones.
El Teatro de la Guerra por su extensión e importancia de las operaciones militares comprendía los
siguientes:
- El teatro de operaciones del Oriente.
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— El teatro de operaciones del Centro.
— El teatro de operaciones del NE.
— El teatro de operaciones del Sur, y
— El teatro de operaciones del Norte.
Durante la Intervención Francesa, hasta antes de la capitulación de Puebla el 16 de mayo de 1863,
las operaciones militares tuvieron lugar en toda la extensión de la República, especialmente, en el
Teatro de Operaciones del Oriente a cargo del Cuerpo de Ejército del Gral. Jesús González Ortega,
que decidió defender Puebla hasta el fin. Una vez que cayó esta plaza, de hecho fueron destruidos
los Cuerpos de Ejército del Oriente y del Centro, facilitándose sin obstáculos el movimiento de los
invasores franceses hacia la capital dé la República.
El 10 de junio del mismo año hizo su entrada en la capital el Gral. Forey con el Cuerpo
Expedicionario Francés, precedidos por las tropas de Leonardo Márquez, a las que se había cedido
el lugar de honor en el desfile.
El 15 del mismo mes, expidió el Gral. Forey un decreto por el cual establecía en México un nuevo
gobierno, formado por una junta superior que debían componer 35 ciudadanos mexicanos —
nombrados también por decreto— y una Junta de Notables de 215 miembros elegidos por la
primera. De este modo recaía el poder político en Forey y el 10 del mes siguiente, la Junta de
Notables hizo saber: 'La Nación Mexicana adopta por forma de gobierno la Monarquía Moderada,
con un Príncipe Católico y asimismo, la corona de México se ofrecía a S.A.I. y R. el Príncipe
Fernando Maximiliano Archiduque de Austria, para sí y sus descendientes".
3 Manifiesto de Juárez.
El Presidente Juárez, bajo el peso de los hechos militares consumados de los cuales era el más
importante la desaparición de los principales cuerpos de tropas regulares, expidió el 9 de junio un
manifiesto que sentaba base de la única forma en que era posible entonces llevar a cabo la
defensa nacional: "Reconcentrado el enemigo en un punto como ahora, será débil en los demás; y
diseminado será débil en todas partes. El, se verá obligado a reconocer que la República no está
encerrada en México y Zaragoza (Puebla)... Ahora se engañan lisonjeándose con dominar el país,
cuan apenas comienzan a palpar las enormes dificultades de su desatenta expedición. ¿Qué
pueden esperar cuando les opongamos por ejército nuestro
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pueblo todo y por campo de batalla nuestro dilatado país?"; es decir, obligando al invasor a
fraccionarse y hostilizándolo y combatiéndolo en todas partes y con todos los recursos; lo cual
equivalía a aconsejar la guerra de guerrillas, aunque sólo fuese transitoriamente. Gran número de
intrépidos y astutos patriotas habían seguido estos procedimientos, y dado magnífica ayuda a las
fuerzas regulares desde la iniciación de las operaciones militares, por medio de emboscadas y
golpes de mano certeramente dirigidos contra las columnas y convoyes de víveres de los
invasores. Cuando el extranjero pudo continuar su progresión y llegar a la ciudad de México, los
guerrilleros se multiplicaron y fueron extendiéndose por todo el suelo mexicano a medida que los
franceses trataban de ampliar su zona de acción a grado tal que en muchas ocasiones no eran
estos dueños ni aun del terreno que pisaban.
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CAPITULO IV
TEATRO DE OPERACIONES MILITARES DE OAXACA
El Teatro de Operaciones de Oaxaca formó parte del Teatro de Operadores del Sur, comprendió el
territorio de dicha entidad con una superficie de 94,211 Km2. Este estado marítimo del Pacífico es
extremadamente montañoso. En su territorio se levantan los nudos de Zempoaltepetl y Mixteco
donde se reúnen las dos cordilleras: la Sierra Madre Oriental y la Sierra Madre Occidental que
determinan la Altiplanicie Mexicana.
Dos planos principales determinan el suelo oaxaqueño: el Altiplano que extiende del centro al
norte del estado formando el Valle de Oaxaca y las tierras bajas de la región austral del Istmo
Oaxaqueño, ambos separados por las barreras infranqueables de las sierras Juárez y Atravesada.
En el altiplano o el Valle de Oaxaca, el clima es frío en los lugares altos y templados en los
descensos de las montañas y la mayor parte de dicho valle.
Después de la caída de Puebla en mayo de 1863 y la destrucción de los Cuerpos de Ejército del
Oriente y del Centro, el Gral. Forey —que para entonces había sido ascendido a Mariscal— ordenó
las primeras operaciones del Cuerpo Expedicionario Francés en el interior de la República. el 1/o,
de octubre, por órdenes de Napoleón III, Forey entregó el mando militar y político al Gral. Bazaine,
nombrado para sustituirlo, y al finalizar el año de 1863 todos los preparativos para la campaña del
interior se habían terminado, reduciéndose las guarniciones para contar con la mayor cantidad le
fuerzas y asegurar a la vez firmemente su línea de comunicaciones con Veracruz.
Gran parte de los jefes y oficiales mexicanos, entre ellos el Gral. Díaz, que fueron hechos
prisioneros en Puebla y habían escapado en el trayecto a Veracruz, lograron ponerse en contacto y
reagruparse para la campaña le guerrillas contra los franceses. Con ellos logró el Gral. Porfirio Díaz
organizar una división con la que inició las operaciones militares en el Valle de Oaxaca.
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a). Campaña en el Valle de Oaxaca.
Eran los días de luto de la República. Los invasores ocupaban casi todo el territorio nacional. Una
sombra de imperio, pretendió ejercer una absoluta soberanía sobre el país, cuando el jefe francés
era quien realmente gobernaba, sobre todo en el ramo de guerra, confiado exclusivamente al
mariscal Bazaine. Pero éste comenzaba a preocuparse seriamente por la actitud que guardaban los
republicanos de Oaxaca, cuando gran parte del país estaba ocupado por los intervencionistas y
parecía sometido; mientras organizaba la expedición que personalmente quería mandar, ordeno al
Gral. Brincourt —que ocupaba Puebla— avanzar sobre los límites de Oaxaca. Así lo hizo Brincourt,
marchando él mismo con una columna de 2,000 hombres sobre Huajuapan de León, a la vez que
otra columna mandada porel Gral. Giraud del 7/o. de Línea, marchando por la cañada sedirigía
sobre San Antonio Nanahuatipam.
El primer punto lo cubría el Gral. Benavides con una Brigada de infantería y otra de caballería, y en
Nanahuatipam estaba con un batallón el Cor. Espinoza.
Luego que el Gral. Díaz tuvo noticias del avance del enemigo, salió de Oaxaca, tomando el rumbo
de Huajuapan, para engañar a aquél, pero en Tejupan tomó rápidamente a la derecha para atacar
por la retaguardia a los franceses que ocupaban la cañada.
Para esta operación, el Gral. Díaz precisó al Cor. Espinoza no sólo el día, sino hasta la hora en que
debía mantener su posición, para apoyarlo en el momento que atacara la retaguardia francesa:
pero el coronel mexicano retrocedió antes de tiempo, lo que descompuso el plan de combate del
Gral. Díaz.
Esta sangrienta y desastrosa jornada tuvo lugar el 10 de agosto de 1864 y costó más de 2,000
hombres a la división del Gral. Díaz, aumentando la desmoralización que comenzaba a cundir en
nuestras fuerzas, al verse solas combatiendo en el país.
El Gral. Díaz se replegó hasta el valle de Oaxaca, dejando únicamente de observación en
Nochistlán el Cuerpo de Lanceros de Oaxaca a las órdenes de su hermano el Gral. Félix Díaz.
La situación de los republicanos de Oaxaca era cada díamás difícil, porque muchos de ellos se
desmoralizaron con la certeza quetenían en su ánimo de que era imposible la resistencia, cuando
el país antero había sucumbido y algunos defensores de la independencia deponían las armas
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y se retiraban a sus hogares fatigados de luchar sin elementos y agobiados con las derrotas que
tenían los restos de nuestro ejército.
En tanto la defección, partiendo de las esferas más altas del poder había cundido desde algunos
funcionarios hasta jefes de alta graduación en el ejército. Un ministro del señor Juárez, Núñez,
había desertado de su puesto, sometiéndose al enemigo y Uraga, después de haber celebrado
arreglos con el invasor, se pasaba al Imperio con armas y bagajes, llegando a la capital a someterse
a los imperialistas.
Desde allí pretendió seducir al Gral. Díaz, enviándole con un comisionado, el Cor. Álvarez, una
carta confidencial, en la cual lo invitaba a que reconociese al Imperio fabricado en México por la
intervención armada de Napoleón III.
El Gral. Porfirio Díaz, profundamente indignado por el insulto que se le infería, rechazó
enérgicamente aquellas propuestas, y contestó a Uraga que por el respeto que debía a su antiguo
jefe y por la amistad que lo ligaba con éste y con Álvarez, no sometía a éste a juicio, fusilándolo
por traidor. Tal vez el Gral. Díaz tuvo en cuenta el carácter de parlamentario que amparaba a
Álvarez.
El Gral. Díaz decía a Uraga en su contestación, que jamás faltaría al juramento que había prestado
de combatir por la libertad e independencia de la patria y que la cumpliría sin vacilar, cualquiera
que fuese la suerte que en la guerra le deparara la fortuna: y terminaba agregando que pasaría por
las armas sin vacilar, a cualquier otro que se encargase de llevarle otra misión igual
Con fecha 27 de diciembre, el Gral. Porfirio Díaz dirigió una circular a gobernadores y
comandantes militares de los estados, participándoles los sucesos que se acaban de referir. Y esta
nota en la cual respiraban los nobles y levantados sentimientos patrióticos de su autor, fue
publicada en Periódico Oficial del estado de Oaxaca.
Una vez que se supo en México que el Gral. Porfirio Díaz no entraba en avenimiento con el
Imperio, el ejército francés que iba a operar sobre Oaxaca fue reforzado y se ordenó que avanzara
sobre el Valle, encargándose de la campaña el Gral. de Artillería Courtois D'Hurbal, en tanto
llegaba Bazaine.
El 18 de diciembre de 1864 el Gral. Félix Díaz sostuvo brillantemente un ataque que le dio la
caballería francesa en la Hacienda de San Isidro; pero ante la superioridad del enemigo tuvo que
replegarse y los franceses siguieron avanzando en los días 22, 26 y 31 del citado mes, hasta el 4 de
enero
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de 1865 en que el Gral. Courtois D'Hurbal, que estaba acampado en etla hizo avanzar sus
columnas de observación a las inmediaciones de Oaxaca estableciendo su campamento en La
Blanca.
b). Sitio de Oaxaca por Bazaine.
El mariscal Bazaine llegó a dirigir el sitio con 10,000 hombres y 30 piezas de artillería, de un
alcance superior a las nuestras. El Gral. Díaz solo tenía a sus órdenes 3,000 hombres escasos, tres
baterías irregulares mal dotadas en su personal, y 900 caballos. Había además mandado que se
organizaran violentamente las Guardias Nacionales de Miahuatlán, Ixtlán y Tehuantepec.
Díaz hizo marchar la caballería el día 8 de enero de 1865 para situarse a espaldas de los franceses,
tomando un camino transverso entre Huitzo y Etla y siguiendo el rumbo de la Mixteca. El Gral.
Félix Díaz, encargado de la expedición, llevaba instrucciones de atacar el convoy y la retaguardia
del ejército francés, no sólo con la caballería que mandaba, sino con las fuerzas de la Guardia
Nacional que se le unirían.
Marchó en efecto el Gral. Félix Díaz, cumpliendo las órdenes recibidas pero la desmoralización
cundía rápidamente entre la tropa, y parte de la caballería se desbandó, y la Guardia Nacional de
Tehuantepec se pronunció por el Imperio, y la de Miahuatlan no quiso organizarse ni partir a la
campaña.
Félix Díaz tuvo que volverse a Oaxaca con el resto de la fuerza, sin haber podido ejecutar la
comisión que se le había confiado. Al ver esto, las fuerzas de Oaxaca se desmoralizaron, no sólo al
palpar la superioridad en número, disciplina y armas del ejército francés, sino al Persuadirse de
que con la defección de la caballería y de la Guardia Nacional de Tehuantepec faltaba un apoyo
exterior que auxiliara a la guarnición, ya para surtirla de víveres, ya para hacer alguna salida.
Los franceses, en tanto, avanzaban sobre la ciudad, siguiendo estrictamente las reglas del arte de
la guerra y obligando a los defensores a agotar sus municiones al resistir ataques parciales, y en los
cuales la ventaja la alcanzaban siempre los sitiadores.
Los traidores conservadores que había dentro de la plaza, fomentaban el desaliento de la
guarnición,, ya sembrando el terror anunciado que los defensores de la independencia serían
pasados por las armas, ya prometiendo recompensas a los tránsfugas.
El Gral. Porfirio Díaz comprendió que la causa nacional estaba perdida, pero en aquella alma
grandiosa no cabían ni el pensamiento mezquino de
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someterse a los invasores, ni el sentimiento cobarde de huir del peligro. Resolvió luchar hasta el
fin, hasta que no quedara un solo soldado en la trinchera, ni un cartucho en el fusil. Había algo de
desesperación sublime del héroe que sucumbe ante una fuerza superior y que busca la muerte
para no ver a su patria profanada. Se lanzó a combatir, no como un general jefe, sino como el
último de sus capitanes, marchando a la cabeza de sus columnas.
Los franceses en los primeros días de enero de 1865, habían ocupado la Hacienda de la Aguilera, y
como este punto era uno de los principales que formaban la línea avanzada de los sitiadores, Díaz
quiso recobrarlo, y al frente de la Compañía de Ingenieros que mandaba el Tte. Cor. Juan Pérez
Castro se lanzó sobre la hacienda y después de un reñido combate desalojó al enemigo.
Pero aquel triunfo fue estéril, porque el jefe francés envió un fuerte refuerzo, y nuestros soldados
tuvieron que replegarse a la plaza. Día a día estrechaba más el sitio, y día a día disminuía más el
número de los defensores que eran diezmados por el fuego tan nutrido y certero de los franceses,
y por las deserciones que cada vez eran mayores.
Un mes hacía ya que duraba aquella defensa asombrosa, inaudita y la cual menos de 2,000
hombres, en una ciudad mal fortificada y peor artillada resistían a 10,000 franceses, cuando
desertaron en masa dos compañías enteras que guarnecían el fortín más avanzado, con lo cual
quedaban descubiertos los demás y la ciudad misma.
El Gral. Díaz mandó un refuerzo, pero comprendió que era imposible prolongar la defensa, y
promovió un consejo de guerra para exponer a los jefes y comandantes que militaban a sus
órdenes cuál era la verdadera situación de la plaza, que al primer asalto sería tomada.
Los generales Ballesteros y Salinas, el Cor. Angulo, los jefes de brigada y los comandantes de las
líneas de defensa opinaron por la rendición., dejando al general en jefe que la hiciera efectiva en
los términos más decorosos.
Entonces el Gral. Díaz, envió al Cor. Angulo como parlamentario al campamento francés, para que
solicitara de Bazaine una conferencia. Esto pasaba el 8 de febrero de 1865.
Pasó todo el día sin que Angulo volviera a la plaza, y entonces el Gral. Porfirio Díaz marchó solo a
presentarse al general francés, no pidiendo garantías para sí, sino sólo para sus subordinados y
para los habitantes de la ciudad, El Gral. Díaz quiso demostrar que no le temía a la muerte; ni
— 45 —
sacrificaba a sus tropas por su interés personal, y se presentó a Bazaine diciéndole que se rendía
porque no tenía elementos para continuar la lucha, que sólo él era responsable de la guerra y que
pedía para sus soldados las garantías que el Ejército Francés da a los valientes.
c) Captura de la Plaza de Oaxaca y prisión del Gral. Porfirio Díaz.
El 9 de febrero de 1865 fue capturada y ocupada la plaza de Oaxaca por las fuerzas expedicionarias
francesas al mando del mariscal Bazaine; y el Gral. Porfirio Díaz fue enviado prisionero a Puebla.
Al día siguiente de la capitulación, 10 de febrero de 1865, se estableció en Oaxaca el gobierno
imperial de Maximiliano de Habsburgo, fungiendo como Prefecto Imperial del Departamento de
Oaxaca el Lic. Juan Pablo Franco, quien tiempo después fue investido del título de Visitador
Imperial, con instrucciones de convencer a las guerrillas republicanas que quedaban en el estado
para reconocer al Imperio.
APENDICE A LOS CAPITULOS III y IV.
"Historia Militar del General Porfirio Díaz", por el Gral. IGNACIO M. ESCUDERO.
—46-
CARTA A LA POSTERIDAD
Chihuahua, enero 26 de 1865
Sr. Don Matías Romero
Washington
Mi querido amigo:
Por su grata de 14 de noviembre próximo pasado y por las comunicaciones oficiales, que remite el
Ministerio, quedo impuesto de que las cosas han cambiado en esa de un modo favorable a nuestra
causa, lo que celebro mucho, pues estaba yo muy inquieto por las noticias que corrían, de que ese
gobierno estaba dispuesto a reconocer el imperio de Maximiliano. Así tendremos a lo menos una
cooperación negativa de esa República, pues en cuanto a un auxilio positivo, que pudiera darnos,
lo juzgo muy remoto y sumamente difícil, porque no es probable siquiera, que el Sur ceda en un
ápice de sus pretensiones y en tal caso ese gobierno tiene que concluir la gestión por medio de las
armas, y esto demanda mucho tiempo y muchos sacrificios.
La idea que tienen algunos según me dice usted, de que ofrezcamos parte del territorio nacional
para obtener el auxilio indicado es no solo antinacional, sino perjudicial a nuestra causa. La Nación
por el órgano legítimo de sus representantes ha manifestado de un modo expreso y terminante
que no es su voluntad que se hipoteque o se enajene su territorio, como puede usted verlo en el
decreto en que se me concedieron facultades extraordinarias para defender a la independencia, y
si contrariamos esta disposición sublevaríamos al país contra nosotros y daríamos una arma
poderosa al enemigo para que consumara su conquista. Que el enemigo nos venza y nos robe si tal
es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar su atentado, entregándole
voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra
nación se apodera de algún punto de nuestro territorio y por nuestra debilidad no podemos
arrojarlo de él, dejemos siquiera vivo nuestro derecho para que las generaciones que nos sucedan
lo recobren. Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior; pero sería pésimo desarmar a
nuestros hijos privándolos de un buen derecho, que más valientes, más patriotas y sufridos que
nosotros lo harían valer y sabrían reivindicarlo algún día.
-47 —
Es tanto más perjudicial la idea de enajenar el territorio en estas circunstancias, cuanto que los
estados de Sonora y Sinaloa, que son los más codiciados, hacen hoy esfuerzos heroicos en la
defensa nacional, son los más celosos de la integridad de su territorio y prestan al gobierno un
apoyo firme y decidido. Ya sea, pues, por esta consideración, ya sea por la prohibición que la ley
impone al gobierno de hipotecar o enajenar el territorio nacional y ya sea en fin porque esa
prohibición está enteramente conforme con la opinión que he tenido y sostenido siempre sobre
este negocio, repito a usted lo que ya le he dicho en mis cartas de 22 de diciembre último y
posteriores, a saber: que no sólo debe usted seguir la patriótica conducta que ha observado de no
apoyar semejante idea, sino que debe usted contrariarla trabajando para disuadir a sus autores,
haciéndoles presentes las funestas consecuencias que nos traería su realización.
Celebro que haya usted quedado satisfecho de la opinión que observó en el ejército del Gral.
Grant respecto de nuestra causa. Esa opinión y la que ha manifestado Mr. Seward son una
garantía que podremos tener de que el imperio de Maximiliano no será reconocido por ese
gobierno. Es lo único positivo que podemos esperar por ahora de esa República.
No me extiendo a más porque bajo la impresión del profundísimo pesar que destroza mi corazón
por la muerte del hijo a quien más amaba apenas he podido trazar las líneas que anteceden. Digo
por la muerte del hijo que más amaba, porque según los términos de usted que recibí anoche he
comprendido que solo por lo funesto de la noticia no me la ha dado usted de un golpe; pero en
realidad mi amado hijo ya no existía, ya no existe, ¿no es verdad?. Con toda mi alma deseo
equivocarme y seria yo muy feliz si por el próximo correo que espero con verdadera ansiedad se
me dijera que mi hijo estaba aliviado. ¡Remota esperanza que un funesto presentimiento
desvanece, diciéndome que ya no hay remedio!.
Adiós amigo mío. Sabe que lo aprecia su inconsolable y afectísimo.
Benito Juárez (Firma)
-48-
CAPITULO V
OPERACIONES MILITARES EN EL ISTMO DE TEHUANTEPEC
1.- Situación Geográfica de la Zona de Operaciones que comprende los distritos de Juchitán y
Tehuantepec.
La campaña militar en el istmo oaxaqueño se llevó a cabo en el territorio que comprende los
distritos de Juchitán y Tehuantepec respectivamente. En este territorio se encuentran tierras bajas
que de las estribaciones la Sierra Atravesada, llegan hasta la costa del Golfo de Tehuantepec en el
Océano Pacífico.
Encuadramiento. Este territorio, que comprende la parte austral del istmo de Tehuantepec, tiene
por límite al Norte la Sierra Atravesada, al sur del Golfo de Tehuantepec en el Océano Pacífico, al
Este el estado de Chiapas y al Oeste el limite oriental del distrito de San Carlos Yautepec.
Orografía. El macizo montañoso de la Sierra Atravesada que cruza el istmo, procede de Chiapas y
continúa por el centro, del estado con el nombre de Sierra Juárez. Las elevaciones más
importantes son los nudos de Zempoaltepetl y Mixteco, barreras infranqueables que separan las
tierras bajas el Istmo del Valle de Oaxaca.
Hidrografía. Las tierras bajas del Istmo son recorridas de norte a sur por ríos que desembocan en
el Golfo de Tehuantepec, los principales son,: Ostuta, el de Niltepec, el estero Espanta Perro, el de
Chicapa, el Arroyo de Tolistoque, el estero de la Estancada y arroyo de Zopiloapa y los ríos de
Juchitán, Tehuantepec, que constituyen verdaderas líneas de defensa contra enemigos que
procedan del Este u Oeste.
Al oeste de Juchitán, rumbo a Tehuantepec, en línea recta, se encontraban hace cien años varias
lagunas y lagunetas pantanosas que en tiempo de lluvias hacían, intransitable el camino real que
las cruzaba y que unía a los dos pueblos. Las principales lagunas que por su importancia histórica
— 49 —
citamos, son: la laguna Viahui-dóo que se extendía a tres kilómetros de Juchitán con longitud de
500 metros; a tres kilómetros al oeste de esta laguna, se encontraba la laguna lgú que se extendía
desde Dani Vihui hasta el arroyo de Dani-gú (zanjón Igú) en una extensión aproximada de cuatro
kilómetros de longitud por ocho kilómetros de anchura.
En el párrafo anterior se ha indicado que en tiempo de lluvias el camino real Tehuantepec-Juchitán
era intransitable, y para hacer la travesía entre los dos pueblos se abandonaba el camino real y se
utilizaba el camino natural de Tehuantepec a Tlacotepec hasta la altura del Cerro de los Amates.
De este lugar, se continuaba por una brecha a Ixtaltepec, para proseguir a Espinal y Juchitán.
Clima. El clima era malsano y con grandes precipitaciones pluviales.
2. Campaña Militar en los distritos de Juchitán y Tehuantepec del estado de Oaxaca.
Después de la caída de Puebla el 17 de mayo de 1863 y la destrucción de los ejércitos
republicanos del Oriente y del Centro, el ejército Expedicionario Francés continuó sin oposición
hasta llegar a la capital de Republica, donde hizo su entrada triunfal. Forey, desde luego, ordenó la
campaña del centro de la República hasta reducir a la impotencia a las pocas guerrillas de patriotas
que luchaban contra los invasores.
Los jefes políticos y militares de Juchitán, y Tehuantepec y el pueblo de estos dos distritos
permanecían fieles a la causa republicana. En Tehuantepec se encontraba de guarnición la Guardia
Nacional, integrada por tropas regionales; en San Blas, barrio de Tehuantepec, se encontraba la
guerrilla de blaseños al mando del Cor. Francisco Cortés, y en Juchitán, se encontraba de
guarnición el Batallón de Zaragoza al mando del Cor. Crisóforo Canseco y las guerrillas de
juchitecos al mando de los coroneles Albino Jiménez (Binu-Gada) y J. Pedro Gallegos.
Con motivo de la caída de Oaxaca en manos del mariscal Bazaine y la prisión del Gral. Díaz en
Puebla, las operaciones militares quedaron reducidas a las fuerzas combatientes republicanas que
operaban en de distrito de Juchitán.
Cuando el Gral. Porfirio Díaz decidió defender la plaza de Oaxaca contra los franceses, a fines del
año de 1864, llamo en su auxilio a las guardias Nacionales de Miahuatlán, Ixtlan y Tehuantepec.
Este auxilio no llego porque la Guardia Nacional de Tehuantepec se pronunció por el Imperio y
— 50 —
la de Miahuatlán no quiso organizarse ni partir a la campaña.
El Profesor Arcadio Molina, blaseño, en su Historia de Tehuantepec, San Blas, Shihui y Juchitán en
la Intervención Francesa en 1864, editada el 14 de diciembre de 1911, dice:
Remigio Toledo para Oaxaca.
"El Capitán Toledo solicita del Gobierno Tehuantepecano irse para Oaxaca a engrosar las filas del
Ejército Oaxaqueño, llevándose cien, soldados tehuantepecanos, no admitía ni un solo blaseño en
su ejército. El gobierno Tehuantepecano creyó que en el corazón de Remigio ardía el fuego
sacratísimo del patriotismo, accedió gustoso a la solicitud; mas ¡Oh!
— 51—
¡Craso error de la falibilidad humana! Sale de Tehuantepec con los dados en diciembre de 1864,
apenas caminaron una legua y media y en Salazar se pronunciaron. Tres de los soldados no se
pronunciaron: dos inmediatamente fueron fusilados por los traidores; el otro antes morirse como
sus compañeros prefirió suicidarse. El ejército traidor no regreso a Tehuantepec, se dirigió al cerro
Las Plumas Dani Cueva Liexa, al occidente de Tehuantepec e inmediato a la ciudad.
"El ejército de San Blas se componía ya de 150 soldados, al tener, conocimiento de la traición de
Remigio, tomó rumbo a Monte Grande, doce kilómetros de Tehuantepec al Oriente.
"Quince días de estar en el cerro Las Plumas comprendió que solo por enemigos tenía a los
Blaseños y Shihueños, bajó a Tehuantepec con su ejército Ya en Tehuantepec, las familias
Blaseñas y Shihueñas abandonaron sus casas y se fueron para Monte Grande, siguiendo los pasos
gloriosos del ejército patriota". "El ejército blaseño duró cuatro meses en Monte Grande,
alimentándose de raíces de árboles, no tenía habitación ni lugar fijo de residencia; rodeado de
tantas necesidades, era lógico remediarlas y se vio precisado a retirarse para Juchitán alojándose
en el mismo cuartel con el ejército juchiteco, que abrigaba los mismos sentimientos patriótico que
él". "El Capitán Remigio Toledo por su pronunciamiento se hizo coronel del ejército traidor".
En el capítulo anterior transcrito, quedó asentado que el gobierno tehuantepecano, fiel a la
República, creyó que Remigio Toledo iría a Oaxaca a engrosar las filas del ejército oaxaqueño y
luchar contra los invasores franceses; no sólo esta justificación de lealtad del pueblo de
Tehuantepec, sino que se confirma que desde la caída de Puebla en 1863 hasta el regreso de
Remigio Toledo ya pronunciado a favor del Imperio a principios de enero de 1865, el gobierno de
Tehuantepec y el pueblo tehuano conservaban lealtad a la causa republicana.
Veamos qué puede hacer un pueblo sojuzgado, contra un tirano que impone sus armas y su bota
militar a la sociedad pacífica de una ciudad.
El Cor. Remigio Toledo, al regresar a Tehuantepec después de su defección, impuso por la fuerza
su autoridad militar al pueblo tehuano que no tuvo que ver nada con la traición, ni en las
maquinaciones malévolas que lo llevaron al pronunciamiento a favor del Imperio. Fue maestro del
terrorismo contra la sociedad y contra todos aquellos que por su impotencia no podían
defenderse contra aquella agresión. Impuso la fuerza la bayoneta para convencer que todos
debían de reconocer al Imperio de Maxi
-52-
miliano, así como préstamos forzosos hasta lograr una aparente tranquilidad aquel pueblo
hermano, que, atados sus sentimientos por la mordaza y - el miedo, quedó sojuzgado por aquel
traidor. Ante el pronunciamiento del Cor. Remigio Toledo, Comandante Militar Tehuantepec
reconociendo el Imperio, las autoridades civiles y militares al pueblo de Juchitán permanecieron
fieles a la causa republicana. Los es políticos y militares en sucesión de mando hasta 1867,
buscaron el lace con el gobernador de Chiapas, que era fiel a la causa contra los franceses y contra
el Imperio; así como con el General 2/o. en Jefe de la ea de Oriente en Veracruz y con el Cuartel
General de la Coalición de Oriente que formaron los estados de Chiapas y Tabasco y los distritos
libres Oaxaca.
El enlace con el gobierno de Chiapas era necesario, no sólo por el apoyo moral y material que
prestaba a la causa, sino porque era el conducto por el que se rendían los partes dirigidos al
Presidente de la República, Lic. don Benito Juárez y a su ministro de la Guerra, el Gral. Ignacio
Mejía
Con fecha 4 de octubre de 1865, el C. Cosme D. Gómez, jefe político y mandante militar de
Juchitán, Oax., por conducto del gobernador de Chiapas rinde parte al Gral. Ignacio Mejía para
hacerlo del conocimiento del Lic. Don, Benito Juárez, que no obstante los escasos recursos y casi
ningunos elementos de guerra, se sostiene la causa republicana en Juchitán" le adjunta un
ejemplar de su "Manifiesto al pueblo y a la guarnición" exhortándolos a luchar contra el Imperio.
El Gral. Ignacio Mejía, ministro de la Guerra, desde El Paso y con fecha de abril de 1866, contestó
que el C. Presidente de la República quedaba enterado de las críticas circunstancias en que se
encontraban los valientes que luchaban por la independencia nacional y que estaba muy
complacido del leal procedimiento patriótico del pueblo de Juchitán que tantas pruebas había
dado en la defensa de la Patria.
A continuación se incluyen tres copias simples de los tres documentos que se mencionan, cuyos
originales obran en el Archivo de la Secretaría de Defensa Nacional. Exp. D/481.4/10250 y las
copias fotostáticas en poder el autor.
—53—
COPIA SIMPLE DEL ORIGINAL QUE OBRA EN EL EXPEDIENTE: D/481.4/10250 DE 1865 DEL
DEPARTAMENTO DE ARCHIVO, CORRESPONDENCIA E HISTORIA DE LA SECRETARIA DE LA
DEFENSA NACIONAL. (Junio de 1966)
"Sello ilegible en parte que dice: Comandante Mtar del Distrito de Juchitán
"Logrando la oportunidad que me ofrece el C. Gobernador de Chiapas que ha comunicado a esta
Jefatura Política que tiene ya manera de comunicarse con esa superioridad. Me apresuro a poner
en conocimiento de Ud. para que sea muy servido elevarlo al del C. Presidente, que este Distrito a
mi cargo, sin, embargo de sus escasos recursos y casi ningunos elementos de guerra, sostiene la
causa de la República y la seguirá sosteniendo mientras aliente un corazón juchiteco, pues no sólo
desconoce al Gobierno establecido en la Ciudad de México por su ilegalidad y vicios, sino, porque
sus ideas y principios republicanos, chocan con las monárquicas que se quiere establecer en
nuestra Nación contra la voluntad de la mayoría y solo fundado en las bayonetas extranjeras. Estas
ideas las verá U. consignadas en el acta que se levantó en esta villa cuando me encargué de la
Jefatura a mi regreso de Puebla en donde marché prisionero después de la caída de Oaxaca en
manos del invasor. También le adjunto una Proclama que expedí en la misma fecha.
"Me dirijo directamente a ese Ministerio porque desgraciadamente aún no tenemos un
Gobernador a quien dar cuenta de nuestros hechos y quizá el Cuartel Gral. de la Coalición de
Oriente que han formado Estados de Chiapas, Tabasco y los distritos libres de Oaxaca, no habrá
tenido ocasión de comunicarse con esa superioridad.
"Suplico á U. felicite al C. Presidente á nombre de este Distrito, porque aun cuenta con leales
defensores de la santa causa que con, tarta constancia y abnegación sostiene".
"Logro esta ocasión C. Ministro para ofrecerme a sus orns. como su más respetuoso subordinado.
"República Mexicana. Juchitán, Octubre 4 de 1865.
"Cosme D. G.
"Ministro de la Guerra".
— 54 —
"EL C. COSME D. GOMEZ”
JEFE POLITICO Y COMANDANTE MILITAR DEL DISTRITO DE JUCHITAN. "A SUS HABITANTES Y A LA
GUARNICION DEL MISMO.
“CONCIUDADANOS: si en nuestras cuestiones políticas, cuando solamente se trataba de
conquistar nuestras libertades civiles, habéis sido siempre los más firmes defensores de las leyes
de reforma, hoy que se trata nada menos que de nuestro ser político, no debéis omitir sacrificio
alguno para reservarlo: no debéis dar lugar a que un aventurero venga a hollar nuestros más caros
derechos: el mundo entero tiene fija la vista sobre nosotros, es preciso pues, hacerle entender,
que somos dignos de formar una nación dependiente y libre, empuñando las armas y
combatiendo a esos extranjeros ilusos que creyéndonos destrozados y débiles por nuestras
intestinas contiendas, pretenden hoy sujetarnos a un monarca advenedizo, que no teniendo
cabida en los gabinetes de Europa, ha consentido en venir a México a servirle de maniquí al
usurpador del trono Francés; un pueblo libre que conoce lo que vale y lo que puede, no debe
sujetarse a tan baja majestad; arrojémosle pues de nuestro suelo, como se arrojan del granero las
corrompidas semillas.
"COMPAÑEROS DE ARMAS: habéis visto ya los grandes sacrificios que la Nación ha hecho y sigue
haciendo en su defensa; muchos de vosotros habéis presenciado que nuestros más florecientes
ejércitos han sucumbido desechos por una verdadera fatalidad, ante el invasor, pues también
habéis notado, que estos reveses muy frecuentes en los campos de batalla, en vez de entibiar, han
enardecido más y más los sentimientos patrióticos de los mexicanos, y en donde se creía no hallar
un hombre, se encuentra un nuevo ejército de manera que, estos sacrificios, no han sido estériles,
porque hoy mismo en este mismo momento, estar produciendo el deseado afecto. El trono
efímero de Maximiliano está vacilando, las lecciones que se han recibido en las derrotas, han
hecho a nuestros generales más expertos y a nuestros soldados más aguerridos; no debéis pues
desconfiar del éxito de la campaña, os aseguro que al terminar el año presente, habrán terminado
también nuestros sacrificios, pues no habrá quedado ni la sombra de esa farsa imperial que se está
representando en el palacio de nuestros mayores.
"COMPATRIOTAS: la nación entera se levanta en masa contra el invasor, nadie permanece ocioso,
cada mexicano es hoy un soldado; los pueblos mismos que habían sido seducidos por las brillantes
promesas del imperio de sus partidarios, desengañado dolorosamente, reniegan de su error, y
— 55 ---
corren a engrosar las filas de los republicanos, para combatir al tirano extranjero que al principio
los había alucinado; preciso es pues que vosotros que habéis sido los primeros en combatir por la
causa nacional, hagáis el último esfuerzo, y pronto veréis coronada vuestra heroica empresa.
"Tehuantepec nos ofrece hoy los más frescos laureles, corramos a conquistarlos, á libertar aquella
desgraciada ciudad que gime bajo desorden más espantoso, subyugada por un puñado de
imperialistas, que la han entregado a todo género de degradaciones; no les llevaremos una guerra
vandálica como nuestros enemigos pretenden hacer creer a sus pacíficos habitantes, nada de esto,
hoy se hace una guerra de principios, hoy se trata únicamente de libertar a nuestra patria del
enemigo extranjero que pretende matar su soberanía; estad pues tranquilos por esta parte, y
seguros que en todo tiempo y en defensa de nuestros sagrados deberes me tendréis siempre a
vuestro lado.
! VIVA LA REPUBLICA! ¡VIVA LA INDEPENDENCIA! ! VIVA EL SUPREMO MAGISTRADO DE LA
NACION!
JUCHITAN, JULIO 28 DE 1865.
"COSME D. GOMEZ.
'imprenta del Gobierno, a cargo de Manuel María Trujillo'
CONTESTACION DEL GRAL. MEJIA.
"(M.G. y M. Seca. 1/a.)
"He dado cuenta al C. P. de la R. con la comunicación de U de 4 de Octubre del año ppdo, a la que
se sirvió adjuntar la proclama que expidió el 28 de Julio del mismo año.
"Muy satisfactorio ha sido para el C. P. ver que, en medio de las criticas circunstancias por las que
atraviesa la nación y por grandes que sean los esfuerzos que hacen los traidores para auxiliar la
dominación extranjera, aún existen multitud de Pueblos y caudillos que sin arredrarse por las
ventajas de la situación y haciendo cuantos sacrificios están a su alcance, sostienen valiente y
dignamente la bandera de la independencia nacional.
"El Distrito de Juchitán que tantas pruebas ha dado de su acendrado patriotismo se distingue
ahora como lo ha hecho siempre por su constancia indomable en combatir por los principios de
libertad y de Republica y el
— 56 —
C. P. muy complacido de tan leal procedimiento me ordena que lo manifieste á U. para su
satisfacción y la de todos los Pueblos de la demarcación de su mando.
Y/y L. Paso Abril 9 de 1866.
Mejía.
C. Comte. mtar. del Distrito de Juchitán
PARTE DE M. PINEDA.
Sello ilegible en parte que dice: Comandante Mtar del Distrito de Juchitán._
"Desde el tres de Junio último he sido llamado por Ministerio de la ley para fungir en los mandos
político y militar de este Distrito por renuncia que de ellos hiso el C. Gral. Manuel Andrade, por
justas y muy fundada razones, a lo que he condescendido sobre poniendo mis ningunos
conocimientos".
"Depositada en mi la confianza mis operaciones no deben ser giradas, no hay otra cosa sino hacer
todo sacrificio en sostén de la integridad Nacional sin desviarme al Régimen Republicano."
"Juchitán desde la evacuación de la Capital del Estado de Oajaca es el único Distrito que sin temor
a las armas francesas ha venido sosteniendo la causa nacional y permanece aún firme esperando
el resultado de la suerte; la cual deberá ser como se espera muy satisfactorio y glorioso.'
"Tehuantepec el único punto que Juchitán contaba unirse para luchar con el enemigo, es el
primero que despreciando el deber que cabe en todo mejicano, o pueblo liberal, ha tenido la
defección de lanzarse apoyando al inversor para realizar sus pretensiones, y sin embargo de haber
y estar protejido por el gobierno imperial de Oajaca y contar con número superior de fuerza los
Tehuantepecanos no han podido invadir a este Distrito y si el pueblo juchiteco unido a una fuerza
de Chiapas lo ha llamado al orden constitucional, pues el siete de Enero del presente año fueron
atacados con decisión, cuyo triunfo no resultó a nuestro favor desgraciadamente, habiéndose
tenido que perder algunos liberales que quedaron en el campo de batalla con la gloria de sostener
la libertad. No obstante este acontecimiento, esta población tiene la satisfacción de permanecer y
esperar al enemigo contando con cuatrocientos hombres armados en guarnición además de la
plebe".
"En todas mis operaciones obro de acuerdo con el Gobr. del Estado
— 57—
de Chiapas así como también con el C. Gral. Alejandro García, quienes proveen de elementos de
guerra."
"No cesan mis providencias de las cuales tendré la gloria de participarle sus resultados, y en el
inter dígnese Ud. hacer presente esta comunicación al C. Presidente de ntra. República
manifestándole, que Juchitán lo mismo que este gobierno de mi cargo lleno de gratitud ha visto
digno conducto de U. su comunicación."
"Disfruto la honra de protestar á Ud. como nuevas las protestas de fino aprecio."
"Yndependencia y Libertad. Juchitán. Agosto 5/de 1866."
"M. Pineda."
"C. Ministro de Estado del Despacho de guerra y Marina."
-Paso del Norte."
CONTESTACION DEL GRAL. MEJIA.
(M. G. y M. Secc. 1/a.)
"El C. P. de la R. se ha enterado con satisfacción del oficio de Ud. fecha 5 de Agosto del corriente
año en que participa que desde el 3 de Junio anterior se encargó Ud. del mando político y mtar. de
ese Distrito el cual se ha considerado firme en sus deberes para con la Rep.
"Y/y L. Durango Dicbre. 31 de 1866.
"Mejia. "
"C. Gefe político y mtar. del Distrito de Juchitán, Estado de Oaxaca,OPERACIONES MILITARES EN LOS DISTRITOS DE JUCHITAN Y TEHUANTEPEC EN 1865
Refuerzos a la Guardia Nacional de Tehuantepec. Durante el año 1865, la Guardia Nacional de
Tehuantepec fue reforzada con tropas imperialistas procedentes de Oaxaca. No obstante la
superioridad numérica de dicha corporación, Permaneció alerta nada más dentro de su
jurisdicción, sin atreverse a atacar a las tropas liberales que guarnecían Juchitán.
La Guarnición de Juchitán —compuesta por el batallón de Zaragoza reforzado con las guerrillas de
los coroneles Albino Jiménez (Binu Gada), J. Pedro Gallegos y Francisco Cortés— Hacía sus
incursiones dentro territorio de Tehuantepec, poniendo emboscadas, hostilizando o atacando
—58—
por sorpresa a las contra-guerrillas o tropas imperialistas destacamentadas en diferentes puntos.
Casi todas estas operaciones eran de efectos positivos con algunos triunfos de Albino Jiménez en
Monte Grande, de triunfos del Cor. Cortés en ataques por sorpresa a las tropas de seguridad
establecidas el barrio de San Blas y otros lugares cercanos a Tehuantepec, y operaciones
venturosas del Cor. Gallegos contra las guarniciones de Tlacotepec, Mixtequilla y Comitancillo.
Durante los primeros cinco días del mes de enero de 1866, la guarnición de Juchitán fue reforzada
con tropas procedentes de Chiapas, así como con algo de armamento para la tropa. Se aprovechó
esta situación para llamar al orden constitucional a las autoridades y guarnición de Tehuantepec a
quienes se exhortó para reconocer el derecho que tenía el pueblo liberal para luchar contra el
Imperio. La contestación fue negativa, sirviendo de base para organizar la columna que debía
marchar sobre Tehuantepec.
La columna de ataque quedó al mando del Cor. J. Pedro Gallegos y se integró, por una compañía
del Batallón, de Zaragoza, dos compañías de guerrilleros juchitecos de Jiménez y Gallegos, una
compañía de tropas chiapanecas y dos compañías de blaseños y shihueños al mando del Cor.
Francisco Cortés. Estas dos compañías constituyeron, la vanguardia, reforzadas con la caballería de
juchitecos de 20 hombres.
Itinerario: el Camino Real Juchitán-Tehuantepec:
Ataque a Tehuantepec por juchitecos y chiapanecos.
"A la 1 A.M., del día 7 de enero, la columna liberal estaba en marcha hacia su objetivo. Llegando a
Paso Llalme una legua al Oriente de San Blas, tomaron al Suroeste, llegaron, a la cementera de
Mingo Pote, media legua de San Blas, al Oriente. A las 10 A.M., comunican a los blaseños que
habitaban en San Blas, a que se retirasen porque tenían que combatir a los enemigos. Dos horas
de la comunicación se hablan, retirado hacia Monte grande; se abrió el combate por la playa del
Río de San Blas a inmediaciones del mismo. Al abrirse el combate se hizo un fuego de retirada de
500 metros y luego el avance general. El combate fue sangriento, se tomaron varias posiciones
sobre todo algunas alturas, pero era tal la superioridad del enemigo, que la columna atacante se
vio forzada a retirarse hacia Juchitán.
Con fecha 5 de agosto de 1866, el Jefe Político de Juchitán Máximo Pineda, por conducto del C.
Gobernador de Chiapas, rindió su parte de novedades al C. Presidente Juárez, en Paso del Norte,
manifestándole que desde el 3 de junio del mismo año había sido llamado por Ministerio de
— 59 —
Ley para fungir en los mandos político y militar del distrito de Juchitán y que, Juchitán desde la
evacuación de la capital del estado de Oaxaca, era el único distrito que, sin temor a las armas
francesas, había venido sosteniendo la causa nacional y que permanecía firme esperando el
resultado de la suerte, la cual debía de ser satisfactoria y gloriosa. Además informaba que no
obstante la superioridad numérica de las fuerzas que guarnecían Tehuantepec, éstas no se habían
atrevido a invadir el distrito de Juchitán y sí el pueblo juchiteco, unido a una fuerza de Chiapas, los
había llamado al orden constitucional, sin obtener contestación motivo por el cual el 7 de enero
del mismo año fueron atacados dichos enemigos con decisión cuyo triunfo no resultó a favor de
los leales, habiendo tenido que perder algunos liberales que quedaron en el campo de batalla, y
que no obstante los acontecimientos, la población de Juchitán tenía la satisfacción de permanecer
en guarnición, y esperar al enemigo contando con 400 hombres armados en guarnición además de
la plebe. Además, que en todas sus operaciones obraba de acuerdo con el gobernador del estado
de Chiapas, así con el C. Gral. Alejandro García quienes les proveían elementos de guerra.
Llegada de 1,500 serranos a Juchitán bajo las órdenes del Gral. Luis Pérez Figueroa
"A principios del año de 1866, estaba en su apogeo aquella campaña del ejército patriota. A las 7
A.M. de cierto día, aparece por el Oriente de Juchitán el Comandante de Orden Capitán 1/o.
Anastasio Castillo, que venía a escape en un caballo bayo rabón, haciendo alto en el cuartel
general e informando al comandante de las fuerzas, que Remigio estaba cerca "bajo el coyol" y
dirigiéndose al vigilante de la cúpula de la iglesia le ordenó: "Toca la Generala"
"El pueblo juchiteco al escuchar la llamada por la lengua de hierre y de la campana de la iglesia,
que sin cesar repicaba llamando al patriotismo de sus hijos, acude presuroso y chicos y grandes,
desarmados salían al encuentro del enemigo. La tropa tomó rumbo al norte de Juchitán y al pasar
frente a la casa del Padre Vera, ya los soldados del batallón de Zaragoza estaban formados. El. Cor.
Canseco se dirige a los blaseños y les dice "Blaseños, id hijos míos, no tengáis ningún cuidado, yo
os seguiré, y moriré por vosotros". Los soldados iban por delante y la plebe detrás calculándose el
número en 2,000 defensores. Al salir de Juchitán se divisaba el palo de coyol donde se encontraba
el enemigo; repentinamente sale de sus filas un hombre que montaba un caballo colorado que se
dirigía a galope hacia
—60—
las tropas juchitecas, decían todos: «Maten a ese hombre» el Comandante de Orden exclama:
«Déjenlo que se acerque, es un correo, a ver que noticias nos traerá». A 40 metros de distancia el
hombre aludido se quitó el sombrero y dijo: «¡Viva el Gral. Porfirio Díaz, que ha enviado aquí,
1,500 soldados defensores de la Patria!» luego los soldados exclamaron con júbilo Viva.
"El hombre a caballo se dirige al Cor. Cortés que iba a la vanguardia y le dice: "A ver 15 hombres
para reconocer el Ejército". El Cor. Cortés ordenó que 15 soldados suyos fueran a reconocer a los
soldados susodichos. Habiéndolos reconocido, se pusieron en marcha para entrar a Juchitán en
compañía del ejército que les salió al encuentro. Al llegar al Cuartel General, el batallón de
juchitecos y la columna recién llegada, entran: el batallón de Zaragoza regresó a sus alojamientos;
pero el Cor. Cortés desconfiado, abandonó el cuartel y se fue a alojar en la casa de León Biana, sin
permitir a los blaseños abandonar las armas y que estuvieran alertas, pues no aseguraban si los
recién llegados eran verdaderos patriotas o enemigos.
"Después de ese tiempo, el Gral. Luis Pérez Figueroa llamó al Cor. Cortés y le ordena: «Hazme una
descripción de la ciudad de Tehuantepec para poder combatir a los enemigos». El Cor. Cortés
responde: «Con mucho gusto y estoy seguro que dentro de tres días tendremos vencidos a los
enemigos» y describe el coronel: «La ciudad de Tehuantepec está rodeado de colinas. Por el Norte
tiene una comunicación conocida por San. Pedro Bishanna. Por el Noreste portillo del barrio de
Guixhibere. Por el Oriente dos de San Antonio y San Blas y por el Sur la playa del Río de
Tehuantepec conocida por Calvario. En todas esas comunicaciones tiene el Cor. Remigio Toledo
sus reductos y tapadas con enormes trincheras». Al tanto el general de la descripción dijo: «Hago
esto para sitiar la ciudad, dos días de sitio, los enemigos quedarán vencidos». El Cor. Cortés en
tono triunfante se apresura a manifestarle: «Señor, a los dos días que acaba de expresar, mis
paisanos los blaseños estarán con nosotros y engrosarán a nuestro ejército». Dueño el Gral.
Figueroa de la descripción de Tehuantepec dispuso: «Los portillos de San Blas, San Antonio,
Guixhibere quedan al lado de los blaseños; de Bishanna al lado de igual parte de blaseños y
juchitecos; y por la playa del río irán los serranos, estos no tienen chacot, usan sombreros
oaxaqueños y algunos sin sombreros y amarran sus cabezas con pañuelos amarillos. Según
vayamos ganando, vayamos quedando en el puesto ganado. Sitiaremos esa ciudad dos días».
"Todo se hacía con mucho orden cuando llega un oficial llamado Ma-
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riano Martínez (a) Bihxu y cerciorado de las disposiciones del Gral. Figueroa, le dice: «Señor
general, no hay tal necesidad; apenas supieron los traidores la llegada de este ejército patriota, se
fueron huyendo despavoridos, y quedó desierto el cuartel general de Tehuantepec» „iOh! exclama el general—. Si eso es así, tanto mejor no tendremos más que ir a recibir el cuartel
general». El general vacila en el océano de la incertidumbre, y pregunta: «¿Pero ya lo saben sin
ninguna duda?» «Si, señor; es positivo» —le responde el oficial. «Muy bien— seguía diciendo el
general. «Si es así iremos de frente sin tener ninguna desconfianza; pasaremos por los puntos
defendidos por los traidores y a tomar la plaza». El Cor. Cortes escuchaba con pena las malas
disposiciones del Gral. Figueroa, y no pudiendo contenerse, se expresa: «Señor general, si esas son
sus disposiciones, tenga la bondad de darme 500 armas de sus soldados para armar a los míos; con
eso, estaremos sin ninguna duda mejor armados». El general responde con mucho valor. «¡No.
Mis soldados tienen que morir con sus armas en las manos» (las armas todas eran marrazos). Si el
Gral. Figueroa hubiese aceptado la proposición del Cor. Cortés, se hubiera gordo e batalla".
El Gral. Figueroa ataca Tehuantepec con 1,900 soldados y 500 plebes
"El 17 de enero de 1866, en la mañana, el Gral. Figueroa ordena «Hoy a las 7 de la noche
marcharemos para Tehuantepec». En efecto, marcharon 1,500 serranos, 400 soldados blaseños y
juchitecos y 500 plebes blaseños y juchitecos.
"Amanecieron a dos millas de distancia de Tehuantepec. En cuanto fueron vistos por tres
vigilantes del Cerro del Tigre, situado al Norte del Pueblo de San Blas, éstos dispararon un tiro y
huyeron hacia la ciudad. El ejército patriota creyó que después de los tiros disparados, los
vigilantes y el ejército enemigo habido en Tehuantepec, abandonarían la ciudad tomando rumbo
occidental de la misma para salvarse, pero todo eso era un ardid. El Cor. Cortés, al llegar a La
Piedra de Tortuga, se dirigió al Gral. Figueroa: «Señor General, temiendo que los traidores no
hayan abandonado la ciudad de Tehuantepec, dispongo que los soldados blaseños, juchitecos y
Zaragoza, se dividan en cuatro secciones iguales: una para el Portillo de Guixhibere; otro para el
portillo de San Antonio; otra para Bishanna y otra para el portillo de San Blas». El General aceptó
la proposición del Cor. Cortés; fraccionándose inmediatamente las compañías menciona
—62—
das sin pérdida de tiempo. ¡Cuán equivocados estaban, pues al dar la salida al camino divisaron la
colina de Jalisco, rodeada de enemigos, desde su nacimiento a la cúspide; como hormiga arriera a
una naranja enterrada el suelo. El Cor. Cortés marca alto: «Compañías alto» «pendan armas,
frente marchen, paso veloz». Ordenó al cajero toque paso veloz. El cajero obedeció. Se dirige
luego a los soldados: «No disparéis ni un solo tiro, y solo lo hacéis cuando ya estemos cerca de la
trinchera. Descargáis una vez adelante; y a la segunda descarga entremos dentro de la trinchera.
No retrocedáis, si no os haré trizas con mi espada». Los soldados obedenciéronle en todo. El Cor.
Cortés seguía a caballo a sus soldados. Al pie de la colina por el portillo de San Antonio se apeó; y
entrega a su ayudante su caballo y le dice: «Te entrego este caballo; y me esperas en este mismo
lugar; ya vayamos como vayamos; Ganando o perdiendo la batalla; pero acá me esperas. Si
ganamos me lo llevarás a Tehuantepec, y si perdemos vendré a montarlo y nos vamos». Al mismo
tiempo, coge su espada y adelante con sus soldados.
"Los soldados enemigos que rodeaban la colina de Jalisco, se fueron huyendo despavoridos para
Tehuantepec antes de oír un disparo de los soldados patriotas.
"El Cor. Cortés ganaba terreno con su ejército: entra por el portillo de cm Antonio; y al encumbrar
la colina de la Cruz López, el coronel ordena: Fuego y adentro!» Los soldados hicieron la primera
descarga y avanzaban con la intrepidez que los caracteriza. Antes de la segunda descarga
escalaron la trinchera enemiga. Los enemigos huyeron en la misma dirección que los compañeros
de la colina de Jalisco. Advirtiéndose, que al ser percibidos los patriotas por los enemigos que
rodeaban la colina mencionada, estos furiosamente dispararon sobre ellos. Entre esa lluvia de
balas enemigas iban a paso veloz y ni un muerto hubo entre ellos".
Trinchera Cruz López y derrota del ejército patriota. (Tehuantepec).
"La trinchera ganada por el Cor. Cortés con su ejército era cuadrada, e 50 metros en cuadro:
tapada por el Norte, Sur y Oriente; abierta por el Poniente. El ejército ya descendiendo de la
colina, oye una voz humana que exclamaba: «¡Viva San Blas! ¡Viva Federación! ¡Viva Porfirio!». Era
un oficial del ejército traidor; reconociéndole el oficial Manuel Barrera de San Blas corno un tirano
suyo cuando fue prisionero, lo declara: «¡Ese o:icial me martirizó tanto cuando fui su prisionero!».
Se escuchan del ejército las voces 'Mátenlo! ¡Abrase!» Sonaron tres tiros, y el oficial enemigo cayó
muerto en el
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acto. El Cor. Cortés marca el alto a sus soldados y ordena: «Tiroteemos los enemigos que se
encuentran en la celda de la iglesia de Santo Domingo, a los que se encuentran en la Plaza del
mercado de Tehuantepec”- Media hora de estar ejecutando las órdenes del Cor. Cortés, notaron
que los soldados enemigos que bajaron huyendo de la trinchera ganada, los que se encontraban
en la celda de Santo Domingo y los que en la Plaza de Mercado estaban, formaron un solo grupo,
no para atacar a los enemigos sino para abandonar la ciudad de Tehuantepec; tomó rumbo Sur,
donde, combatían los serranos, mas al romper la línea compacta de serranos lo hicieron con suma
facilidad, y comprendieron luego que los serranos estaban perdiendo el combate; cayeron sobre
ellos a lanzazos, y en un abrí y cerrar de ojos, los serranos abandonaron el campo del ataque, y
tomaron paso veloz por el suroeste de Tehuantepec, y llegando a San, Blas, tomaron rumbo
oriental del mismo.
"Antes de abandonar el puesto los serranos, iba entre ellos un joven a caballo, se adelanta, da
rienda suelta a su caballo y entra corriendo la trinchera enemiga. Los enemigos agarran de la brida
al caballo y preguntan al joven: «¿Entró el caballo a la trinchera por no poder sujetarlo? «No
señores —replica el joven—, yo lo hice entrar» A la sazón, se encontraba presente el Cor. Remigio
Toledo, quien al notar la escena ordenó «No tocar a ese joven; quédese con nosotros, y sea mi
ayudante». Quedo el joven como prisionero.
"Amalio Ramírez, subteniente de San Blas, que entró por el Portillo de San Antonio, baja por la
calle de la casa del señor Martín Girón, llega am la calle principal de Tehuantepec, encuentra otro
subteniente enemigo, ambos tiraron sus espadas al suelo, y a brazo partido estuvieron peleando
con mucha destreza durante un cuarto de hora; ya cansados y sin ninguna herida cada
contendiente levanta su espada y toma su camino.
"El Cor. Albino Jiménez (Binu Gada) de una de las columnas de juchitecos del Cor. Canseco y que
entró por el portillo de San Blas, ya se encontraba por la iglesia de Laborío y repicaba las
campanas. Llegó el Cor. Canseco y ordenó que en ese lugar se organizara la defensa por la
imposibilidad de seguir adelante por las lluvias de proyectiles enemigos y ordeno además la
horadación de algunas casas entre las que se encontraba la de un rico extranjero al Noroeste de la
iglesia aludida. La lucha por la posesión y retención de ese reducto fue encarnizada; los encuentros
cuerpo a cuerpo a la bayoneta calada y lanzazos se sucedían a cada momento hasta que por fin el
enemigo se retiró y el reducto permaneció en poder de los soldados
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liberales. El resultado: como cuarenta muertos leales y por el lado del enemigo un número
también considerable de bajas.
"En el otro sector, los que entraron por los portillos de Bishánna y Guixhibere, se habían
posesionado ya del centro del barrio de este último nombre.
"El Gral. Figueroa, comandante de las fuerzas atacantes, y el Cor. Cortés, comprendieron que el
enemigo, además de estar fuertemente reforzado con tropas de calidad, tenía sus posiciones
fuertemente organizadas y defendidas, y ante el inminente peligro de un, fracaso después de dos
días de combate, decidió dicho comandante levantar el sitio de Tehuantepec y retirar sus tropas
para Juchitán. A continuación ordenó al Cor. Cortés dispusiera que el corneta tocase «retirada», y
al oír las tropas sitiadas dicho toque, se agruparon bajo el control de sus respectivos comandantes
y de acuerdo con el plan ya previsto, se fueron concentrando iniciando la retirada hacia Juchitán,
los blaseños, en dos fracciones, el Cor. Canseco con su unidad, tomó rumbo a San Blas, rudamente
perseguido por el enemigo, encontrando en la orilla de dicho barrio a muchos soldados serranos
dispersos, teniendo que combatir unidos formando una muralla en la que se estrelló la fuerza
contraria retirándose hacia Tehuantepec".
Retirada de la Columna Expedicionaria hacia Juchitán.
18 de enero de 1866. "El Gral. Figueroa, comandante de la columna, ordenó la retirada hacia
Juchitán: el Cor. Cortés, monta su caballo y se tira con su unidad hacia el sudeste de San, Blas
buscando ayudar a la compañía Zaragoza. En esos momentos, el enemigo creyó que se les abría
una nueva batalla, pero fueron rechazados hacia Tehuantepec. Entonces, juchitecos y blaseños
con sus comandantes Crisóforo Canseco, Albino Jiménez y Francisco Cortés marcharon rumbo a
Juchitán por el camino de Guishi-Dáma (camino del tecolote).
"Las fracciones de los portillos de Guixhibere y Bishánna se reunieron en El Pitayal, media legua al
nordeste de San Blas, en el camino de Juchitán, donde llegaron como a las 12 del día. (18 de enero
de 1866)"
Esta acción de Tehuantepec costó a los liberales muchas bajas entre los que se recuerda, de la
Compañía de Zaragoza: Nicolás Cabrera, Guillermo Barrera y Pedro Gutiérrez, este último hijo de
León Bano. De la fracción de Bishánna, murió en el Laborío de Guixhibere el soldado Mariano
Jiménez de la unidad del Cor. Cortés; un, oficial juchiteco, Albino Robledo, resultó herido de la
rodilla derecha de un balazo que le fracturó por completo dicha rodilla, siendo llevado a Juchitán
por los paisanos.
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“Las fracciones que marcharon por el camino del Tecolote, habiendo, andado una legua al oriente
de San Blas, encontraron las plebes blaseñas y juchitecos que iban a la batalla y al cerciorarse de la
derrota se regresaron, tristes para sus chozas.
"La columna expedicionaria liberal llegó a Juchitán como a las 4 pasando por Paso Guesa".
Al entrar a Juchitán por el Sur, el Gral. Figueroa organizó la columna que desfiló llevando a la
vanguardia a las guerrillas de blaseños y al shihueños del Cor. Francisco Cortés. El grueso quedó
integrado por las guerrillas de Juchitán, al mando de los coroneles Crisóforo Canseco, Albino
Jiménez y J. Pedro Gallegos, así como de la brigada del Gral. Luis Pérez Figueroa y la retaguardia,
una fracción de ésta última Unidad.
Las unidades acantonaron en la forma siguiente:
— La Compañía de Zaragoza y guerrillas de juchitecos en la casa del Padre Vera. (Hoy cine Lux,
calle 5 de septiembre).
— La unidad de guerrilleros blaseños y shihueños del Cor. Cortés en casa de León Biana. (5 de
septiembre y parque Revolución).
— La brigada de serranos del Gral. Figueroa acantonó en el Cuartel General, situado a unos
cuantos metros al sur de la iglesia de San Vicente.
Después del arribo de las tropas a Juchitán y ya una vez acantonadas en sus cuarteles, llegaron las
familias de los que las tenían a dejarles comida; las mujeres se lanzan con sus reproches sobre sus
esposos y manos y preguntan: "¿Perdieron la batalla, no?" Los soldados respondieron, que sí, y
ellas contestan. "A las 12 A.M. lo supimos por la llegada de otros compañeros suyos; pero no
importa, ya llegará el día que paguen caro esta derrota, ¡Sí, con creces hasta su destrucción!"
Los soldados en aquella época pocos eran los que usaban uniformes como el Batallón de Zaragoza;
todos los demás usaban calzoncillos de manta, camisas libres y sobre ellas amarraban sus cananas
en que llevaban su parque. Usaban sombreros corrientes, negros o de palma fabricados en
Juchitán. Usaban huarache y como divisa llevaban en sus sombreros una faja de género rojo de
seis centímetros de ancho.
El día 20 de enero como a las 10 P.M., el Gral. Luis Pérez Figueroa con su columna de serranos que
resintió muchas bajas en la acción de Tehuantepec, emprendió su marcha rumbo al norte de
Juchitán, e internándose la Sierra Juárez por Chihuitán.
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APENDICE AL CAPITULO V
Los jefes políticos y comandantes militares que tuvo Juchitán en los años de 1864, 1865 y 1866
fueron los coroneles Marcos Matus, Cosme D. Gómez y Máximo Pineda, de reconocido
patriotismo para la República.
Por convenir a las operaciones militares, el Cor. Cosme D. Gómez al hacerse cargo de la Jefatura
Política, dispuso que las fuerzas juchitecas debían tener su propia caballería y ordenó que Niltepec
diera 50 caballos reconociéndose corno Comdte. al Tte. Cor. de Cab. Antonio Sesma. Esta orden
fue comunicada al Agente Municipal del lugar por el oficial juchiteco Hilarión, que fue
acompañado por el Sgto. Cecilio Crispín y el Cabo Eugenio Magariño (blaseño).
La guerrilla con 50 caballos llegó a Juchitán el día 2 de enero de 1866, donde fue reforzada
dándosele la misión de explorar el occidente de Juchitán sobre la línea Ixtaltepec-Laguna Igú,
incluso.
En aquella época, cuando había dinero, el soldado recibía 18 centavos y cuando no recibía rancho
tres veces al día: dos puñados de totopo, un pedazo de tasajo crudo o un pescado grande. Cada
mes o dos meses el Jefe Político daba a los soldados manta para sus camisas y calzones. Este pago
haberes se resolvió cubriéndose en Laollaga, Chihuitán, Niltepec, Zanatepec, San Jerónimo,
Ixtaltepec, Ranchu-gubiña y Juchitán.
El Tte. Cor. Antonio Sesma radicaba en Niltepec, después de haber defendido con su Regimiento
de Caballería el Molino del Rey en 1847 contra invasores norteamericanos. Nació en 1816 y fue el
Comandante de la caballería juchiteca que cooperó con eficacia en la derrota de la Columna
imperialista en Juchitán el 5 de septiembre de 1866.
A fines de julio de 1866, el jefe político y comandante militar de Juchitán compró 200 machetes sin
mangos para las plebes blaseñas y juchitecas.
Previamente llamados los juchitecos y blaseños plebes por el jefe político Máximo Pineda y todos
presentes en el Cuartel General., éste se expresó en términos precisos y enérgicos llenos, de
patriotismo ''Supe por un conducto fidedigno que dentro de poco tendremos por aquí los
enemigos: os compre en Ixtaltepec 200 machetes, para que nos ayudéis en algo; y por no haber
alcanzado el dinero los machetes están sin mangos, pero vosotros completaréis lo que falta. Os
recomiendo mucho, hijos míos, que estéis presentes cuando llegue la hora". Las plebes, con
entusiasmo, respondieron todos a una voz de trueno: "Lo haremos gustosos, señor jefe político; y
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siempre estamos a sus órdenes". Levantó la voz el Cor. Cortés y las plebes silenciosas lo
escucharon: "Vosotros, hijos míos cuando sea la hora de la prueba, iréis a los lados del camino, ya
gritando, ya echando vivas y nosotros como soldados de la Patria, demos pechos a las balas
enemigas frente a los enemigos combatiéndolos". Las plebes dieron la misma respuesta al Cor.
Cortés, No alcanzaron los 200 machetes para el número reunidos de hombres juchitecos y
blaseños. Habiendo recibido los machetes se retiraron llevándose en sus corazones los gratos
recuerdos de ese día memorable. Cada plebe pagó al herrero un real por el mango del machete.
Carta del coronel imperialista Remigio Toledo. El. 1/o. de septiembre de 1866, el Con Toledo
escribió al Cor. Cortés exhortándolo, a que entregase buenamente las armas que tenía en su
poder, le decía: "Muchas veces he repetido que entreguéis las armas, y vivamos tranquilos; yo no
sé por qué no queréis entregar esas armas. Ahora ya llegaron los austriacos franceses, que desean
destruir a todos vosotros sin piedad; más no temáis tanto, hay remedio todavía: entregad esas
armas. Espero vuestra contestación. "Inmediatamente le contestaron, como la pólvora al fuego:
«En buena hora que hayan llegado; si en su lugar hubiesen llegado los diablos, para nosotros daría
lo mismo: que vengan a cualquier hora que gusten, y que valientemente nos arranquen las
armas».
"Al recibir la contestación el Coronel Remigio Toledo, informó al Gral. Luciano Prieto de la carta,
decidiéndose la salida de la columna expedicionaria francesa, austríaca y conservadora a la 1 A.M.
del día 4 de septiembre hacia Juchitán, pasando por Ixtaltepec para rodear los Pantanos de las
lagunas Viahuiu doo e Igú, pues las lluvias torrenciales de los días 2 y 3 de septiembre hacían
intransitable el camino real y además seguía lloviendo durante la noche del día 3."
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CAPITULO VI
LA CAMPAÑA EN EL ISTMO DE TEHUANTEPEC
1. Preparativos de la Campaña contra los Juchitecos.
Situación Política en Oaxaca. El 6 de agosto de 1866, asumió el cargo de Prefecto Imperial y
Comandante Militar del Estado, el Gral. Carlos Oronoz. Al mismo tiempo fue investido del título de
Visitador Imperial del estado Oaxaca el Lic. Juan Pablo Franco.
Situación Política y Militar en el Departamento de Tehuantepec. Después de la caída de la capital
del estado el 9 de febrero de 1865, el mariscal Bazaine tomó injerencias en la organización política
y militar de dicha capital y de los distritos que se habían convertido a favor del Imperio.
A mediados del año de 1866, el Gral. Luciano Prieto fue investido del cargo de Prefecto Político y
Comandante de las Armas del Departamento de Tehuantepec (Distritos de Juchitán y
Tehuantepec) y al Coronel Remigio Toledo se le ratificó su grado y su cargo de Comandante de la
Guardia Nacional.
Desde principios del año de 1866, nada había cambiado en la situación política y militar del distrito
de Juchitán; se encontraba en el cargo de jefe político y comandante militar del distrito don
Máximo Pineda; y como comandante de la guarnición el Cor. Crisóforo Canseco, del Batallón de
Zaragoza.
Preparativos de la campaña. El Cor. Remigio Toledo, comandante de Guardia Nacional imperialista,
desde Tehuantepec, invitó constantemente a Guarnición de Juchitán y a los líderes juchitecos a
secundar su actitud y reconocer al Imperio de Maximiliano; pero tanto la guarnición como los
juchitecos le dieron siempre las más rotundas negativas, mismas que sirvieron de base para que
guerrillas de juchitecos y traidores toledistas se persiguieran y se atacaran con saña desde fines de
1864 hasta el 5 de septiembre de 1866, en que se decidió la suerte del Imperio en el Istmo.
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_70_
Desde que el mariscal Bazaine (9 de febrero de 1865) ocupó la capital estado, ordenó la campaña
en el Istmo para someter al pueblo de Juchitán y a los demás pueblos de la región, para después
invadir al estado Chiapas.
2. Movimiento de la Columna Imperialista hacia Tehuantepec.
El Gral. Carlos Oronoz, al asumir el cargo de Prefecto Imperial y Comandante Militar del Estado de
Oaxaca (6 de agosto de 1866), determinó dar cumplimiento a la orden del Gral. Bazaine, para lo
cual apremió Remigio Toledo y al Gral. Luciano Prieto a que hicieran efectiva la promesa en el
sentido de que Juchitán se convertiría de grado o por fuerza al imperialismo.
Organización de la Columna Imperial. Tropas francesas, austríacas y conservadoras, con un
efectivo de 2,000 hombres, integraron la columna expedicionaria, debidamente armados y
equipados con artillería al mando el general conservador Luciano Prieto, quien contaba entre sus
corporaciones más distinguidas, al 91/o, batallón francés de línea (contra-guerrilla), reforzado con
otro de austriacos que en las campañas se había distinguido por su ferocidad en el combate. Esta
columna dio protección al Lic. Juan Pablo Franco Visitador Imperial que llevaba amplias facultades
a Tehuantepec e instrucciones en su misión, sobre el caso del irreductible pueblo de Juchitán.
A fines del mes de agosto de 1866 arribaron a Tehuantepec el Lic. Juan Pablo Franco y su columna
de apoyo, con el 91/o. Batallón de Línea "Cola del Diablo" a la vanguardia.
3 Fracaso de la Comisión de Notables.
El Visitador Imperial, sin pérdida de tiempo, ordenó la integración de una comisión de personas
distinguidas de la localidad, que el día 2 de septiembre de 1866 se trasladaron a Juchitán con la
misión de convencer y persuadir a los juchitecos a reconocer el Imperio y entregar la plaza al
ejército invasor. Momentos antes de la llegada de esta comisión, un estafeta montado había
arribado de San Blas Atempan a la casa del jefe del pueblo, Cap. Felipe López Lena, quien en ese
momento ensillaba su caballo para salir a su trabajo en el campo. Recibió López Lena al visitante,
quien le entregó un recado enviado por el Cor. Benigno Cartas, el cual le anunciaba el arribo de los
imperialistas de Oaxaca que reforzaron sus efectivos con la Guardia
— 71 —
Nacional de Tehuantepec, listos para atacar Juchitán; en el mismo recado Cartas decía a Felipe que
reuniera guerrilleros para encontrarse con él en Guihgu-Cahui por el camino al Cerro de los
Amates cerca de Tlacotepec. Después de consultar con su hermano Albino, el Cap. López Lena
ordenó un repique de campanas para reunir a la población, y se comunicó de información al jefe
político y comandante militar Máximo Pineda, en los momentos en que llegaba la comisión de
Tehuantepec.
A esta embajada se le brindó toda clase de atenciones y hospitalidad tanto de parte del jefe
político como del pueblo; pero en la conferencia en que se abordaba el objetivo principal de la
rendición de los juchiteco en que los notables pusieron todo el calor y entusiasmo que su delicada
misión requería, desde el principio hasta el fin contó con la más enérgica oposición del grupo de
"principales" o notables juchitecos, distinguiéndose los hermanos Marcos y Amos Matus, que
fueron los adalides de aquella batalla diplomática. Esos Notables fueron: Máximo Pineda, Marcos
Y Amos Matus, los coroneles Crisóforo Canseco, J. Pedro Gallegos y Francisco Cortés; los capitanes
Albino y Felipe López Lena, los jefes de las nueve secciones de Juchitán y otros ancianos de la
localidad. Y como en el texto del mensaje verbal enviado por el Visitador había la amenaza de que
si no o convertían al imperialismo y entregaban la plaza, "serían pasados por las armas francesas y
austríacas e incendiado el pueblo", los juchitecos aceptaron el reto, dieron toda clase de
seguridades y protección a los miembros de la embajada hasta su custodia fuera de la zona de
peligro hacia Tehuantepec, donde pusieron en conocimiento del Lic. Franco, la negativa de los
juchitecos de someterse, al Imperio.
La suerte de la Patria estaba echada, ¿Qué importaba morir por la libertad de México, si ya el
juchiteco en la defensa del sector de La Ladrillera encomendada al Gral. Podido Díaz, en la
histórica jornada del 5 de mayo de 1862, había demostrado con su ejemplo hecho cumbre, que lo
había derrotado y vencido?
Reacción de las autoridades y pueblo de Juchitán. San Vicente Ferrer santo patrono de Juchitán y
dios de la guerra de sus hombres, es invocado por el más anciano de los jerarcas juchitecos y
exclama:
"Ella padre Vicente, lúu guiácabe, o láacabe o láanu pero rarí qui zadídicabe- (Ahora, padre
Vicente, sobre ellos, o ellos o nosotros, pero de aquí no pasarán). ¡Leónidas en las Termopilas,
estaba presente con su ejemplo al defender las santas leyes de Grecia contra los persas!
— 72 —
No bien había desaparecido la polvareda de los caballos montados por los embajadores
imperialistas, cuando ya el pueblo, hombres y mujeres estaba reunido al llamado de los repiques
de campanas de la iglesia de San Vicente, escuchando las vibrantes arengas de Amós y Marcos
Matus, que con palabras majestuosas y convincentes hicieron que el pueblo entero se alistase
para la defensa de su Patria, de su hogar y de sus convicciones genuinamente liberales.
Reacción del Visitador Imperial. Al tener conocimiento el Visitador Imperial de la negativa de los
juchitecos de someterse al Imperio, ordenó al. Gral. Luciano Prieto, con su columna expedicionaria
reforzada con la Guardia Nacional del Cor. Remigio Toledo su salida a la 1 A.M. del día 4, de
Tehuantepec, con objetivo Juchitán, siguiendo el camino real a Tlacotepec (al Norte) hasta el cerro
de Los Amates, donde seguiría por la brecha carretera hacia el noreste hasta Ixtaltepec y de ahí
continuar hacia Juchitán pasando por Espinal (Distancia Tehuantepec-Ixtaltepec 25 kilómetros
aproximados y de este a Juchitán 8 kilómetros).
4. Plan de Batalla.
Liberales. El jefe político y comandante militar de Juchitán, asumió el mando de las operaciones de
defensa activa del distrito y de la ciudad. Desde luego, ordenó al Gap. Anastasio Castillo, con, su
compañía del Batallón Zaragoza, reforzada con la Sección Montada de Sesma y plebes, que saliera
a establecer sus puestos avanzados sobre los pasos del río de Los Perros a la altura de Ixtaltepec,
el capitán Felipe López Lena, sobre Guihgú Caahui «con Cortés, así corno observadores
adelantadas sobre los caminos de tierra y brecha: Ixtaltepec - Tlacotepec e Ixtaltepec - Cerro de
Los Amates.
Otra compañía al mando del Cap. Mariano Martínez, tuvo por misión establecerse a la altura de la
laguna Viahui-dóo, a tres kilómetros aproximadamente de Juchitán y sobre el camino real, con
instrucciones de hostilizar al enemigo y retardar su progresión.
La misión de los capitanes López Lena y Castillo fue: informar con oportunidad de la presencia del
enemigo, tomar contacto con él y hostilizar su movimiento por medio de acciones retardatrices,
canalizando su Progresión por el camino Espinal-Juchitán. En Espinal, debía organizar un Punto de
resistencia para ganar tiempo mientras llegaran los refuerzos pedidos a los pueblos hermanos de
la región. Para las 6 P.M. del día 3 de septiembre de 1866 se dio el parte de los dos comandantes
que los ele-
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mentos avanzados se habían establecido sobre la línea de vigilancia prevista. La misión del Cap.
Mariano Martínez con su Compañía fue similar a la de Castillo, como ya se dijo.
Como puntos importantes del plan de batalla, se instruyó al pueblo acerca de la "táctica de la
tierra calcinada", misma que emplearon los rusos contra las fuerzas invasoras de Napoleón I en
1812, que culminó con su derrota. Se ordenó a todos los habitantes evacuaran la población
llevándose hacia Ranchu-Gubiña (Unión Hidalgo) cuanto tuvieran y pudiera ser útil al enemigo, sea
para comer o para pelear.
PLAN DE DEFENSA DE JUCHITAN. Sus puntos determinantes:
1/o Establecimiento inmediato de elementos móviles de vigilancia en contacto y con misión
retardatriz sobre el río de Les Perros cubriendo los pasos importantes, y sobre la laguna Viahui dóo
con igual misión.
2/o. Pedir auxilio urgente, con enviados propios, a los pueblos hermanos de la región.
3/o. En vista de la inferioridad numérica del personal militar de línea y lo escaso del armamento,
solamente convenía una táctica de defensa activa, retardando el movimiento de la columna
francesa a partir d la línea de resistencia de los elementos avanzados.
4/o. Defender por unas horas la plaza de Juchitán por su parte Norte, estableciendo su línea de
resistencia, sobre el zanjón que partiendo de: río de Los Perros llegaba hasta la salida del camino
carretero a la Ventosa, (Sección 2/a.) y luego evacuarla con la retirada de las tropas amigas hacia
el Oriente, hasta el Pozo de Peralta (a 4 kilómetros de Juchitán), mientras se recibían refuerzos de
los pueblos amigos para sitiar y atacar en el momento oportuno a las tropas francesas que habían
ocupado la ciudad (Nota: el zanjón se encontraba a unos 50 metros al norte de lo que hoy es la
carretera Cristóbal Colón).
5/o. Apostar vigías y puestos avanzados de observación sobre el camino carretero Juchitán-Espinal
y sobre las veredas de acceso a la ciudad, así como organizar guerrillas de franco-tiradores para
hostilizar a enemigo dentro de la propia ciudad.
6/o. Acuartelar al Batallón de Zaragoza (reforzado) para que en el momento preciso auxilie el
punto que estuviere más comprometido.
7/o. Designar al Cor. Crisóforo Canseco, comandante militar de la defensa de Juchitán,
disponiendo la organización de la misma, con todas lo tropas y plebes disponibles.
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PITULO VII
AVANCE DE LA COLUMNA EXPEDICIONARIA FRANCESA
1. TROPAS EN PRESENCIA.
El día 2 de septiembre de 1866, se encontraban amontonadas las tropas contendientes en la
forma siguiente:
EN TEHUANTEPEC: Una brigada de imperialistas como sigue:
-- El 91/. Batallón francés (de la contra-guerrilla "Cola de Diablo").
-- Un batallón de austríacos.
-- El batallón conservador de Canalizo.
-- La Guardia Nacional de Tehuantepec.
-- Una batería de artillería de montaña (dos cañones).
Total de fuerza 2,500 hombres.
EN JUCHITAN: Una brigada improvisada:
-- El Batallón Zaragoza, con tres compañías reforzadas con la guerrilla de Chiapas.
-- El Batallón "Jiménez". (Dos Cías. y plebe con machete y honda).
-- El Batallón "Gallegos". (Dos Cías. y plebe con machete y honda).
-- El Batallón "Cortés". (Dos Cías. y plebe con machete y honda).
-- El pelotón de artillería, con un cañón de montaña.
AL OCCIDENTE DE IXTALTEPEC EN MISION DE EXPLORACION:
-- Una sección de 40 guerrilleros montados de Niltepec.
EFECTIVO TOTAL: 1,200 hombres.
IMPERIALISTAS: Comandante de la Brigada Expedicionaria Francesa:
-- General LUCIANO PRIETO.
-- Don VICENTE CANALIZO, comandante del batallón.
-- Coronel REMIGIO TOLEDO, comandante de la Guardia Nacional de Tehuantepec.
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LIBERALES DE JUCHITAN: Comandante de la Brigada:
-- Coronel MAXIMO PINEDA, jefe político y comandante militar.
-- Coronel CRISOFORO CANSECO, Cte. Btn. "Zaragoza '.
-- Coronel ALBINO JIMENEZ (Binu-Gada), Cte. Btn. "Jiménez".
-- Coronel J. PEDRO GALLEGOS, Cte. Btn. "Gallegos"
-- Coronel FRANCISCO CORTES, Cte. Btn. de Blaseñcs.
-- Coronel COSME D. GOMEZ, Cte. Btn. Chicapa y plebes, organizado la mañana del 5 de
septiembre.
-- Tte. Cor. ANTONIO SESMA, Cte. de los guerrilleros montados:
La organización de la Brigada fue improvisada, así como los batallones a excepción del "Zaragoza",
que era de línea; los comandantes al igual que los anotados a continuación, eran aguerridos, con
amplia experiencia en la Guerra de Reforma y en la Intervención Francesa:
LISTA DE MILITARES LIBERALES
Coroneles:
Marcos Matus.
Amós Matus.
Benigno Cartas.
Mayores:
Primo (Hiida) Rasgado.
Norberto Rasgado.
Francisco León.
Capitanes 1 /os.
Anastacio Castillo.
Albino López Lena.
Mariano Martínez.
Marcos Matus.
Bartolo Cacique.
Capitanes 2/os.
Tenientes:
Sargentos 2/os.
Valentín Rueda.
Miguel Vázquez.
Felipe López Lena.
Pedro Jiménez Yubi.
Plácido Orozco.
Isidoro Jiménez.
Pantaleón Santiago
Pánfilo Marcial.
Cecilio Crispín.
Pablo Pineda.
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Cabos:
Eugenio Magariño.
Lorenzo Jiménez.
Avelino Matus.
Ursulino López.
Mariano López China.
Comandantes:
Meshu Chele.
Lorenzo Carrasco.
Patriotas combatientes:
íd.
íd.
íd.
íd.
íd.
íd.
Rufino Pineda.
Albino Sánchez.
Antonio López.
Adelaido Cartas.
Zabulón Cartas.
Evaristo Matus.
el dominico fray Mauricio López.
2 INICIACION DE LAS OPERACIONES.
a) Movimiento de las tropas imperialistas hacia Juchitán.
El día 3 de septiembre de 1866 amaneció lluvioso; el jefe político de Juchitán ordenó la salida
inmediata del Cap. Felipe López Lena con sus guerrilleros siauiendo los pasos de los Notables que
regresaban a Tehuantepec, a lin de encontrarse en Guihgu-Cahui, sobre el camino al Cerro de los
Amates, con el Cor. Benigno Cartas y sus guerrilleros blaseños para hostilizar el avance de los
imperialistas hacia Ixtaltepec; mientras tanto la caballería de Sesma lo reforzaba y vigilaba el
camino Tlacotepec-Ixtaltepec, y el Cap. Anastacio Castillo establecía su primera línea de resistencia
en la margen oriental del río de Los Perros a la altura del último pueblo mencionado.
Por aviso de los blaseños, se tuvo conocimiento que la columna imperialista del Gral. Luciano
Prieto y el refuerzo del batallón de Remigio Toledo, se desplazaban a partir de la 1 A.M. del día 4
hacia Juchitán, siguiendo el camino Tehuantepec – Cerro de los Amates - Ixtaltepec - Espinal,
rodeando los pantanos de difícil travesía que a la recta a Juchitán se encontraba entre Dani-Ivihui.
Lomitas al sur del Campo Aéreo de Tehuantepec y el Zanjón Igú. El Cor. Castillo tenía instrucciones
de que tan luego se avistara el enemigo, informara al Cuartel General en Juchitán, pues para
entonces ya se encontraba reforzarla con voluntarios de Ixtaltepec, al mando de los hermanos
mayores Primo y Norberto Rasgado, de Espinal, encabezados por Ortega y Benítez, y de San
Jerónimo por el señor Canseco y López.
_77 __
b) Elementos avanzados imperialistas en contacto con la línea de vigilancia liberal.
En la madrugada del día 4 de septiembre de 1866, la vanguardia imperialista chocó con la
resistencia de las fuerzas leales establecida en Guihgu Cahui: el tiroteo fue nutrido, el empuje de
los invasores se sintió en toda su fuerza retirándose López Lena y Cartas hasta la línea establecida
por el Cap. Castillo lamentándose la muerte en combate del valiente guerillero Rufino Pineda,
primera víctima de la invasión.
Como a las seis de la mañana, un estafeta montado en un caballo bayo del Cap. Anastacio
Castillo, llegó al Cuartel General de Juchitán llevando el parte en que se informaba que en la
madrugada de ese día sus tropas avanzadas habían tomado contacto con el enemigo en GuihguCahui sobre el camino Ixtaltepec - C. Amates y que en ese momento se había producido el primer
choque sobre el río de Ixtaltepec, continuando su movimientn por el camino hacia Espinal, dos
kilómetros de Ixtaltepec, siendo hostilizados por las tropas a su mando. Inmediatamente se
ordenó al corneta mayor Domingo Calzada (a) Llenito, el toque de generala y la reunión de las
tropas sobre sus posiciones. Todos los habitantes de Juchitán, hombree, mujeres y niños se
aprestaron para la defensa, algunos armados con machetes, otros con largas aguijadas (puyas) o
con cuchillos colocados en las extremidades de unas varas largas y otros con palos y hondas. Así se
dirigieron hacia el Cuartel General ofreciendo su contingente al lado de los soldados que
marchaban al encuentro del enemigo, que si era superior por su número y su armamento, el
ejército improvisado del pueblo era superior moralmente porque defendía sus santas leyes de
libertad y porque ansiaba alcanzar la gloria.
c) Acción retardatriz de las tropas liberales sobre Espinal y resistencia en el poblado.
A las fuerzas del Cap. Anastasio Castillo, adelantadas al mando del Cap. Felipe López Lena y del
Cor. Benigno Cartas, cupo la gloria de dar la recepción a la columna imperialista del Gral. Luciano
Prieto, y la caballería de Sesma retrocedió para colocarse a la derecha de la posición situada sobre
la margen oriental del río de Los Perros.
Iniciado el contacto, se hostiliza la progresión enemiga palmo a palmo hacia Espinal, tratando
de ganar el mayor tiempo posible. En este lugar de acuerdo con el plan previsto, decide el capitán
Castillo defender el poblado
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por un tiempo determinado, para después romper el contacto y zafársele hasta alcanzar la
primera línea de defensa organizada en el lindero Norte de Juchitán, en donde refuerza la posición
defensiva al marido del Cor. Albino Jiménez y del Batallón Zaragoza del Cor. Crisóloro Canseco.
3. Ataque imperialista a Juchitán durante el día 4 de septiembre de 1866.
a) Ataque sobre la posición defensiva de los juchitecos.
La posición defensiva republicana quedó establecida a caballo sobre el camino carretero EspinalIxtaltepec, en el lindero Norte de Juchitán y la caballería de Sesma, se colocó a la derecha de la
posición sobre el camino carretero a La Ventosa (9/a. Sección de Juchitán), con misión de hostilizar
la retaguardia enemiga.
Dispositivo de ataque enemigo: tres columnas acoladas: la del centro, el batallón al mando de don
Vicente Canalizo, llevó el ataque frontal tratando de abordar a los defensores de la posición
defensiva. La columna. de la derecha, al mando del Cor. Remigio Toledo y la Guardia Nacional en
dirección al río de Los Perros, ocultando sus movimientos entre las malezas y árboles de la ribera,
con misión de envolver el lado Oeste de la posición. Y la columna de la izquierda constituida por el
91/o. batallón francés "Cola del Diablo", se encargó de envolver la posición por el Este, chocando
con la linea de defensa al mando del Cor. Canseco.
La fuerza numérica de los invasores, hizo replegar a los defensores hacia las primeras casas de
Juchitán, que en su totalidad eran de palma de dos aguas, dejando en el campo de la lucha, el
único cañoncito con que contaba el Batallón Zaragoza.
El pueblo en armas, para entonces, ya se encontraba reunido en el Cuartel General y se dirigía al
Nordeste, por la calle del cuartel de la casa del Padre Vera; cuando reciben una lluvia de
proyectiles de los francés, que en su avance habían colocado en medio de la calle (hoy "5 de
septiembre"), dos cañones, uno de montaña y otro rayado, ambos en acción. Los soldados del
Batallón Zaragoza retroceden y al llegar al patio de la plaza del mercado se dirigen al Oriente. Igual
conducta observan los defensores al mando del Cor. Albino Jiménez. Mientras tanto, los franceses
continúan su movimiento hacia el centro de la población; los soldados patriotas del cuartel del
Padre Vera, con las plebes, toman por la calle sur del mercado haciendo fuego en, retirada. Las
mujeres animaban a sus hombres, distinguiéndose entre ellas a las heroínas juchitecas: María Inés,
Patricia, Rosalía
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y Simona Robles, que andaban en la batalla y sobre las que llovían las balas por donde pasaban. Lo
mismo sobre María Tachu, esposa del Cap. Anastacio Castillo, que buscaba a su esposo, por su
parte Paulina Vázquez atendía a los heridos.
Por la mañana del día 4 de septiembre, don Máximo Pineda, jefe político, ya había ordenado la
evacuación del pueblo y de los heridos hacia el Pozo de Peralta, situado a 4 Kms. al este de
Juchitán, y hacia Ranchu Gubiña (Unión Hidalgo), estableciendo en el primer lugar citado, el
almacén de víveres de boca. Como al mediodía el Cor. Canseco consideró prudente cambiar su
puesto de mando del Cuartel al Camposanto del Calvario, a fin de tener libertad de maniobra y
poder retirarse en caso necesario. El puesto de mando del jefe político y comandante militar
quedó instalado para las 2 P.M., en el Pozo de Peralta.
b) Retirada de los defensores y ocupación de la plaza por los imperialistas.
Como a las 3 P. M. y ante la presión de los atacantes, el Coronel Canseco ordenó el traslado de su
puesto de mando al Pozo de Peralta y la retirada de sus fuerzas hacia el mismo lugar, dejando
guerrilleros y franco-tiradores con misión de hostilizar al enemigo, así como puestos de
observación que debían informar del movimiento de éste.
La plaza de Juchitán fue ocupada en la tarde de ese mismo día por la columna imperialista al
mando del Gral. Prieto, quien encontró el pueblo sin habitantes, sin víveres de boca y un caos por
los incendios que daban una impresión desoladora.
Todos los acontecimientos fueron tan rápidos, que de los refuerzos de los pueblos que se
esperaban, solamente llegaron a participar en la acción del día 5 de septiembre, 50 hombres de
Chicapa de Castro, pequeños grupos de voluntarios aislados de San Jerónimo, Ixtaltepec, y Espinal,
Ranchu Gubiña, Zapotal, Zanatepec, Niltepec, Xadani y de otros pueblos; la guerrilla de
oaxaqueños al mando del Mayor Francisco León, y las fuerzas de patriotas de guarnición en
Juchitán.
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CAPITULO VIII
5 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO DE 1866
1. Sitio de la plaza de Juchitán.
Durante la noche del día 4 de septiembre se hostilizó al enemigo al paro de las llamas que
ardían en las casas. El pueblo fue saqueado a la ocupación de las fuerzas francesas y el Cor.
Crisóforo Canseco desde el cuartel General en el Pozo de Peralta, dispuso durante la noche el sitio
de Juchitán por sus lados Este, Sur y Norte, por el Batallón Gallegos.
a) Retirada del Cor. Remigio Toledo hacia Tlacotepec.
Al amanecer del día 5 de septiembre, el Gral. Luciano Prieto subió al campanario de la iglesia de
San Vicente y con su catalejo pudo darse cuenta que el traidor Cor. Remigio Toledo, había
abandonado el sector de la población cuya defensa le había encomendado, y que era
precisamente que hoy comprenden las secciones primera y segunda, dejando al descubierto el
lado Norte de la plaza, y por la polvareda se le veía marchar hacia Tlacotepec, sin ninguna orden
previa. Se deduce que Toledo tomó esa determinación, porque tuvo la visión de sospechar el
desastroso resultado de la campaña, que había ocasionado a la columna imperialista muchísimas
bajas entre muertos y heridos, y además, el temor del cerco que le ponía a Juchitán con la gran
cantidad de patriotas que se multiplicaban amenazando atraparlos, sobre todo si los juchitecos
recibían refuerzo: los pueblos circunvecinos.
2. Ataque a la Plaza de Juchitán por los Liberales
Consumada la deserción del Cor. Remigio Toledo y su batallón de la guardia Nacional de
Tehuantepec, el ataque a la plaza de Juchitán se
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Facilitaba al Cor. Canseco, quien contaba con el grueso de las fuerzas y del pueblo dentro de las
malezas situadas a un kilómetro del lindero Este de Juchitán.
Hombres y mujeres habían pasado en vela la noche y como a !as 5 A. M. del día 5 de septiembre,
se sirvió a los combatientes por las mujeres del rancho improvisado a base de totopo, pozol, tasajo
y atole de masa.
En los hombres se reflejaban un dejo de melancolía muy característico en los soldados antes de
entrar al combate. La mujer juchiteca, conociendo la psicología de los hombres de su raza, lanza a
los reunidos la siguiente admonición en zapoteco "¡Shiná tu pué; cadi ma gudiñe tu láacabe
Puebla lá; pa quizanda cuée tu láacabe ndaani shquidxinu, lagui ni, ne guditu guíbaca láadu
gunáa, ti guyaa tu pa sabée du láacabe o cóo!"
"¿Qué dicen pues? ¿qué ya no les pegaron en Puebla? Si no pueden sacarlos del centro de nuestro
pueblo, ihablen! y nos dan a nosotras, las mujeres, las armas que tienen y verán si los sacamos o
no".
Como un latigazo, los hombres reciben esta sentencia de la mujer juchiteca, émulo de la espartana
de la antigua Grecia. Se crecen al castigo y se refuerzan con los voluntarios que llegan de Chicapa
de Castro algunos otros grupos aislados de los pueblos circunvecinos, y como a las nueve de la
mañana del día 5, bajo el glorioso sol de septiembre, se organizan los contingentes juchitecos para
el ataque a la población, que estaba sitiada por un cerco de hombres valientes.
Dispositivo de Ataque:
El Cor. Canseco dispuso el ataque a la plaza en tres columnas, con la misión general de atrapar o
destruir al enemigo.
La primera columna, a su mando directo con los batallones Zaragoza y Blaseños reforzados con las
guerrillas de oaxaqueños y chiapanecos, con dirección Este-Oeste hasta el cuartel general de
Luciano Prieto. A 400 metros a su retaguardia y lista para entrar en acción, la reserva a cargo del
batallón de chicapas y plebes al mando del Cor. Cosme Gómez.
La segunda columna: al mando del Capitán Anastacio Castillo, con los capitanes Albino y Felipe
López Lena, una compañía del Batallón Zaragoza, otra del Batallón Gallegos y plebes, con misión
de taponar el camino Juchitán Espinal para evitar la retirada de Ios imperialistas por esa ruta, y
presionar el ataque de Norte a Sur, con el palacio municipal como objetivo.
A la altura de la casa de los Cottiere cayó muerto, con un balazo en la cabeza, el jefe de los
guerrilleros Alejandro López Lena.
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“BARRIO LIMA”
Asalto a las trincheras por “Binu Gada”
“Combate de Juchitán: 5 de Septiembre de 1866”
-83-
La tercera columna al mando del Cor. Albino Jiménez (Binu-Gada) con su batallón reforzado, se
encargó de taponar el camino Juchitán-Xadaani para evitar la fuga de los franceses con rumbo a
Monte Grande y atacar de Sur a Norte hasta el cuartel general de Luciano Prieto para capturarlo.
Con intención se dejó sin cubrir el lado Oeste de Juchitán, pensando los liberales en las dificultades
que iba a encontrar el enemigo al utilizar el camino real que cruzaba los pantanos.
Por el rescate de la población se combatió con ferocidad en todos lo sectores. La primera columna
se dividió en dos agrupamientos: el primero al mando del Cor. Canseco, encontró fuerte
resistencia a 500 metros al Este del palacio municipal y ya no pudo avanzar; el segundo, al mando
del Cor. Cortés con sus blaseños y chiapanecos, atacó la posición de resistencia enemiga
establecida en el panteón del Calvario, logrando capturarla.
La segunda columna también se dividió en dos grupos: el primero al mando del Cap. Castillo, atacó
las posiciones defensivas del enemigo establecidos sobre el camino a Espinal; el segundo grupo, al
mando del Cap. Albino López Lena, rodeó la posición por el Oeste encontrando fuerte resistencia a
la altura de la Capillita de la Sección Primera, donde en una lucha cuerpo a cuerpo con un oficial
francés, cayó herido de muerte y a su lado su enemigo que fue atravesado de un lanzazo. Ambos
murieron combatiendo.
En el callejón de cercos que había en donde hoy tiene su casa el Ing. Enrique López Santos, una
fracción de seis franceses que defendían dicho lugar tuvieron un encuentro con igual número de
guerrilleros armados con machetes, varas de carretas y puyas. En esta guerrilla iba el valiente
juchiteco Antonio López, padre de la señora Antonia López China, —que con su machete partió de
un tajo al francés que le tocó en suerte; éste, antes de recibir el golpe, todavía tuvo aliento de
gritar: ¡Viva Francia!", contestando los guerrilleros: ''¡Viva padre Vicente!" "¡Viva Juchitan!" "¡Viva
México!". De la mochila del francés salió del corte un Cristo de bronce, que se guarda en la mesa
del santo de la amable señora López China.
3. Derrota de los Imperialistas y retirada hacia Tehuantepec.
Ante la amenaza de la columna del Cor. Albino Jiménez, que ya había capturado las trincheras del
Barrio Lima y la presión de las demás columnas de ataque, el Gral. Luciano Prieto decidió salvar las
fuerzas que le quedaban evacuándolas hacia Tehuantepec.
A las 12 A.M. apareció por el accidente del pueblo una juchiteca —vestida a la usanza de entonces:
huipilito colorado y enaguas negras— llamada
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CRISTO DE BRONCE
Recogido por el guerrillero Antonio López a un francés moribundo en el combate del 5 de
septiembre de 1866 en Juchitán.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------El perito de antigüedades C. Vladimiro Rosado Ojeda, en su peritaje, dice textualmente:
"Placa de bronce, oval, representando de medio cuerpo a Cristo con las brazos atados, con un
cordón para atarlo que le cuelga del cuello y con la corona de espinas y cetro simbólico".
"Francés, estilo Luis XVI, aproximadamente de 1770".
"El modelo del cuerpo es clasista greco-romano"
"Fue traído para su dictamen por el Coronel de Infantería D.E.M. Aurelio Martínez López".
"México, 23 de agosto de 1966".
"Vladimir° Rosado Ojeda" (Rúbrica).
"Del Instituto Nacional de Antropología o Historia".
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Paulina Vázquez, llamando a grandes voces al ejército patriota: “Ma sigushooñe ca dxu caa, ma
gudídicabe guíigu, la tat vishoze shtine, laguna diaga corneta, caca gushóoñe cabeé". ("El ejercito
enemigo ya se puso en precipitada fuga, vadeó ya el río, vengan papacitos, vengan; oigan el toque
de la retirada, ya se fue"). Los liberales como movidos por la electricidad corren al lado de la
heroína. En efecto el ejército enemigo había vadeado el río y se dirigía hacia el camino real rumbo
a Tehuantepec.
Los pelotones de reconocimiento confirmaron la retirada del enemigo, se dio parte al jeíe
político y comandante militar y al Cor. Canseco, ordenando este jefe se abandonaran los trabajos
relativos al sitio y que se organizaran las columnas liberales en persecución de los imperialistas.
Cada comandante de batallón al frente de las fuerzas que les quedaban, se lanzó a alcanzar al
enemigo. El Cor. Albino Jiménez (Binu-Gada), no obstante encontrarse herido, fue uno de los más
tenaces en acabarlos en cualquier de las lagunas.
a) Persecución, alcance y derrota de los imperialistas en la laguna Igú Guigú.
Los soldados franceses y austríacos, siguieron rumbo a Tehuantepec.
Las columnas liberales por veredas y brechas, se lanzaron en su persecución y a media legua de
luchitán, en la Laguna Guíe, los alcanzaron tomando agua. Ahi tomaron contacto con ellos. Los
elementos más avanzados retrocedieron, pero no perdieron el contacto. Los ánimos enardecidos
de los soldados patriotas, convertidos en hoguera espantosa para los enemigos de la Patria,
hicieron cruenta la batalla.
Despavoridos vuelven las espaldas los invasores, no resistieron ni una hora el ataque; unos
gritaban pidiendo misericordia, al mismo tiempo que sus cabezas o brazos volaban a los lados del
camino al recibir el machetazo.
A media legua del primer ataque en laguna Nizashí, otro ataque; el enemigo no podía soportar
la carga y mientras más avanzaba, más se hundía en el pantano. Las mulas con los cañones se
resbalaban y se caían por le peso de la carga.
Al alcanzar la Laguna —que se extendía hasta el Guigú Igú el grueso de las columnas liberales
dio alcance al enemigo, que en su totalidad se encontraba dentro de los pantanos con el agua
hasta la cintura lo que hacía muy lento su desplazamiento. La lucha cuerpo a cuerpo fue terrible
hasta Guigú Igú en donde el enemigo se vio obligado a dejar el cañoncito arrebatado el día 4 al
Batallón Zaragoza.
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“LA LAGUNA IGU”
Derrota de la Columna Imperialista Francesa
“Combate de Juchitán: 5 de Septiembre de 1866”
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Los biaseños seguían adelante con su Plana Mayor, ésta a pie. “En Las Varas los invasores
abandonaron sus dos cañones ya separados de las cureñas. Yacían al Sur cerca de ellas cinco mulas
atascadas y un burro que cargaba rancho. Se dispersaron los invasores por completo, y sin ninguna
resistencia, Ya llegan los soldados hasta la laguna Biaxhi (Puente de Santana), dos millas y media
de San Blas, una legua más adelante encontrar al comandante de los juchitecos, regresando todos
a Juchitán, como a 8 P.M.
El Gral. Luciano Prieto, por engaño o por ignorancia, cometió el error de retirarse con sus
fuerzas siguiendo por el camino real que cruza los pantanos de las lagunas Guíe, Nizashi, Biahui
dóo, Igú y Biaxhi. Perseguidos por la vanguardia al mando del Cap. Anastacio Castillo, alcanzaron
como a las tres de la tarde los pantanos de la laguna igú, de unos 8 Kms. De extensión hasta Guigú
(Zanjón Igú). Los imperialistas desesperados, en dispersión cruzan la laguna, el peso del
armamento y la mochila hace que se hundan en el fango hasta la cintura.
Como a las cuatro de la tarde, el enemigo fue alcanzado por el grueso de las fuerzas leales del
Cor. Canseco, quien ordenó que el personal aligerara su equipo y vestuario, con lcs calzones hasta
la rodilla. Los republicanos, ávidos de triunfo, se lanzan al ataque al grito de: “¡Viva San Vicente!"
''¡Viva Juárez!" ''¡ Viva México!" y ''¡Viva Juchitán!". Se produjeron nuevos choques, con tanto
ardor patriótico que los leales batieron al enemigo causándole 800 bajas, que junto con el Cmdte.
Don Vicente Canalizo quedó tendido en el campo de batalla. En esta acción, se capturaron dos
piezas de artillería de montaña y se recuperó el cañoncito del Batallón Zaragoza, desapareciendo
así el batallón conservador de Canalizo.
Al obscurecer del 5 de septiembre de 1866, el silencio de la noche hizo pensar que los pocos
enemigos que quedaron escaparon a la desbanda hacia Tehuantepec. Juchitán había dado un
nuevo día de gloria a la Patria; estaba consumada, por un pueblo humilde pero mil veces patriota,
la derrota de la columna que contaba entre sus filas a “los primeros soldados mundo".
NOVEDADES DEL COMBATE DE JUCHITAN
Liberales. Al anochecer del día 5 de septiembre de 1866, el jefe político y comandante militar
Máximo Pineda, rindió sus novedades al C. Presidente Lic. don Benito Juárez por conducto de su
ministro de la Guerra, Gral. Ignacio Mejía, y del C. Gobernador de Chiapas, manifestando que con
la
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misma fecha decía al general 2/o. en Jefe de la Linea de Oriente, que después seis horas de un
rudo combate se había alcanzado un espléndido triunfo contra los traidores, que enorgullecidos
por la presencia de Juan Pablo Franco se atrevieron a batirlos con una fuerza de 1,500 hombres,
compuestos de franceses y conservadores, con dos piezas de artillería al mando del Gral. Prieto.
Dice el parte de novedades: "El errnigo ha dejado en nuestro poder más de trescientos fusiles,
sus dos piezas de montaña, con abundantes proyectiles, muchas cajas de parque de fusil y cerca
de 200 muertos, entre los que encuentran treinta y tres franceses de la contra-guerrilla del 91/o,
de línea que vinieron a batirnos y quedaron regados en el tramo de seis leguas en que fueron
perseguidos tenazmente. Este glorioso triunfo que dará por resultado la ocupación de
Tehuantepec, es debido en mucha parte de la impericia e ineptitud del jefe enemigo y a la bizarría
y decisión con que pelearon nuestros soldados hasta alcanzar la victoria.
"Más tarde cuando acabe de levantar el campo tendré la honra de comunicarle el detalle de
esta brillante jornada".
De bajas en la jornada del día 5 per la mañana, se tuvo que lamentar la muerte en combate del
Cap. 1/o. Albino López Lena, ocurrida en las posiciones del enemigo del lado Norte de Juchitán, así
como su hermano Alejandro López Lena y de Rufino Pineda y por el parte rendido por el Gral.
Luciano Prieto, se tiene conocimiento que los leales tuvieron 250 bajas entre muertos y heridos.
Imperialistas. El 7 de septiembre de 1866, el Gral. Luciano Prieto rindió su parte del combate de
Juchitán al general comandante de la 9/a. División territorial Militar y éste lo transcribió al
Ministerio de la Guerra el 15 de dicho mes, diciendo: "Que habiendo salido a expedicionar sobre
los dicidentes el expresado señor Prieto, al llegar a Juchitán el 5 del mismo mes cambió los
primeros tiros con el enemigo que lo ocupaba con un efectivo de 600 a 800 hombres; además
informa:
"Que con su columna de 900 hombres cargó sobre el enemigo, y que después de cuatro horas
logró derrotarlos y desalojarlos de todas sus posiciones.
"Que los liberales sufrieron más de 250 bajas entre muertos y herido: da pérdida de su única
pieza de artillería qqe era una carronada de a 6 con sus correspondientes municiones.
"Que terminada la operación y por falta de elementos para permanece Juchitán, el Gral. Prieto
emprendió la contramarcha con su columna to
--89--
mando un camino, que era más rápido y que “le informaron falsamente estaba bueno”, que
reconoció tarde su error, pues se hallaba ya en un terreno tan inaccesible por lo espeso del
bosque como por lo pantanoso en términos de llegarse a enterrar los soldados hasta la cintura;
esta circunstancia le hizo abandonar la carronada que se quitó al enemigo, dando lugar asimismo a
que se dispersaran 53 hombres, buscando otros pasos y que fueron presentándose parcialmente
en Tehuantepec a su jefe.
"Las tropas del gobierno imperial sufrieron en esa jornada 30 muertos, entre ellos el
comandante del batallón don Vicente Canalizo y 20 herido leves la mayor parte".
El parte de novedades también dice: "El golpe recibido por el enemigo fue bien rudo; pero al
Imperio costó bien cara esa victoria, pues además de las pérdidas indicadas, hay que contar la del
valiente y entendido Gral. Prieto, quien habiendo adquirido por las fatigas de campaña la
enfermedad epidémica reinante en Tehuantepec, ha sucumbido víctima de ella”. El Subsecretario
de Guerra Ch. Blanchot. (De "El Diario del imperio" de México, de 6 de octubre de 1866. Tomo IV
Núm. 532).
Dice don Jorge Fernández Iturribaria en su "Historia de Oaxaca" "Prieto logró salvarse y llegar
con muy pocos soldados a Tehuantepec, pero fue tan terrible la impresión de miedo o de coraje
sufrido por el funesto resultado de la campaña, que empezó a minarse rápidamente su salud, sin
poder sobrevivir a su despecho. Falleció de una fiebre maligna el 14 de septiembre de ese mismo
año, a los nueve días de haber sido derrotado".
"El Lic. Juan Pablo Franco, que estuvo investido del título de Visitador Imperial en su malograda
expedición a Tehuantepec para imponer a la juchitecos la rendición o la muerte si no se convertían
al Imperio, también tuvo su trágico fin, al ser capturado y fusilado por las fuerzas liberales de Gral.
Porfirio Díaz, días después de la caída de la plaza de Oaxaca en que envió el 30 de octubre de
1866; dos meses escasos de la fecha en sus manos su ultimátum al valeroso y patriota pueblo de
Juchitán". ("Historia Militar del General Porfirio Díaz").
Nuestras heroicas mujeres fueron las cuatro hermanas María Inés, Patricia, Rosalía y Simona
Robles; la esposa del Capitán Castillo, solamente conocida con el nombre de María Tachú y Paulina
Vázquez.
Los dos cañones capturados al enemigo fueron remitidos al Gral. Porfirio Díaz, quien los empleó
para alcanzar sus triunfos en Miahuatlán, La Carbonera, Puebla y San Lorenzo.
Respecto a los efectivos de los beligerantes en el combate de Juchitán
— 90—
se ruega la beravolencIa del lector y considerar la discrepancia en los efectivos fija la historia y los
anotados en los partes de novedades tanto jefe político y comandante militar de Juchitán al C. Lic.
Benito Juárez, Presidente de la República, y el rendido por el Gral. Luciano Prieto, comandante de
la columna expedicionaria imperialista al Gral. Comandante de División Territorial Militar y
transcrito al ministro de la Guerra a cargo del Subsecretario Ch. Blanchot.
La consideración que se hace en el párrafo anterior debe tomarse como justa al pensar que
pudo haber habido un error de aprieciación por parte lbos contendientes.
Si de Oaxaca salió una columna imperialista de 2,000 hombres con rumbo a Tehuemtepec, con
misión de atacar Juchitán recibiendo previamente cierzo de la Guardia Nacional del Cor. Remigio
Toledo, lo lógico es pensar que dicha columna aumentó de efectivo para el éxito de la operación.
Por lo que respecta al efectivo de las fuerzas acantonadas en juchitán, y sus alrededores, se
confirma, que los datos investigados reportan del Batallón Zaragoza tres, compañías (una de
Honor y dos maniobreras); y del batallón de Blaseños y Shihueños, tres compañías, que en total
sumaban 600 hombres.
Ahora bien, en auxilio de las tropas acantonadas en Juchitán había dos guerrillas, de 100 a 150
hombres cada una al mando de los coroneles Jiménez y Gallegos, más la guerrilla montada de
Niltepec de 40 caballos, los guerrilleros de Chiapas, que desde el principio del año de 1866 estaba
reforzando al Batallón Zaragoza; los guerrilleros oaxaqueños y los 50 voluntarios de Chicapa que
en la noche del día 4 se presentaron en el Pozo de Peralta. Esto nos permite considerar otro
efectivo aproximado de 600 combatientes, sin tomar en cuenta que todos los hombres y mujeres
del pueblo también participaron en la acción.
4. Partes del combate de Juchitán.
Republicano: Se anexa copia del parte manuscrito del conibate de 5 de septiembre de 1866,
rendido por el gobernador del estado de Chiapas, transcribió el parte del jefe político y
comandante militar de Juchitán Máximo Pineda, al Presidente de la República, licenciado don
Benito Juárez enviado a "Chihuahua o donde se halle". Se anexa también copia de la contestación
al Parte, por el Gral. Ignacio Mejía, Ministro de Guerra. A nombre del Presidente Juárez.
— 91 —
Imperialistas: Se anexa copia del parte del combate, rendido por Gral. Luciano Prieto al Gral.
Comandante de la 9/a. División Territorial Militar, el 7 de septiembre de 1866, y que fue
trasladado al Ministro de Guerra el día 15 de ese mes. De “El Diario del Imperio de México".
Sábado 6 de octubre de 1866. Tomo IV Núm. 532.
Parte del Combate de Juchitán
Sello con el Escudo Nacional, que dice: Gobierno Constitucional Chiapas "Ciud. Ministro".
“Con fecha 5 del corriente, el Jefe Político y Comandante Militar del Distrito de Juchitán, Estado
de Oaxaca, dirijió al Gobno. y Comandancia Militar de mi cargo, el parte siguiente."
"Con esta fecha digo al C. General 2/o. en Jefe de la línea de Oriernte lo que sigue: ¡Viva la
República! Hoy, después de seis horas de un rudo combate, hemos alcanzado un espléndido
triunfo contra los traidores que enorgullecidos con la presencia de Franco, se atrevieron a batirnos
con una fuerza de mil quinientos hombres compuesta de franceses y conservadores, con dos
piezas de artillería al mando del ex-General Prieto. El enemigo ha dejado en nuestro poder mas de
trescientos fusiles, sus dos piezas de montaña, con abundantes proyectiles, muchas cajas de
parque de fusil y cerca de doscientos muertos entre los que se encuentran treinta y tres franceses
de la contraguerrilla del 91/o. de línea que vinieron a batirnos y quedaron regados en el tramo de
seis leguas en que fueron perseguidos tenazmente. Este glorioso triunfo que dará por resultado la
ocupación de Tehuantepec, es debido en mucha parte a la impericia e ineptitud del enemigo y la
bizarría y decisión con que pelearon nuestros soldados hasta alcanzar la victoria. Más tarde,
cuando acabe de levantar el campo, tendré la honra de comunicarle el detalle de esta brillante
jornada. Y al tener honor de participárselo, lo felicito, lo mismo que a la Patria por tan importante
triunfo, renovándole a la vez mi fino y distinguido aprecio». Transcríbolo a usted para su
conocimiento y el de ese Estado que tan generosamente nos ha estado auxiliando durante esta
larga campaña. Renuevo usted con tal motivo mi particular y distinguido aprecio”.
“Y me hago el honor de transcribirlo a Ud. para su conocimiento y del Primer Magistrado de la
República, a quien como a Ud. reitero las protestas de mi aprecio y consideración".
—92—
“Patria y Libertad. Chiapas, septiembre 27 de 1866
J. Pantaleón Domínguez (Rúbrica)”
“C. Ministro de Guerra del Spmo. Gbno. De la República".
“Chihuahua o donde se halle”.
Contestación al Parte de Novedades del Combate de Juchitán.
(M. G. y M. Secc. 1/a.):
El C. P. de la República se ha enterado con satisfacción del oficio de fecha 27 de septiembre del
año ppdo. en que inserta el que con fecha del mismo le dirige el Jefe político. y militar, del Distrito
de Juchitán, Estado de Oaxaca participándole el triunfo que en esa fecha obtuvieron las armas de
la república derrotando completamente a una fuerza de mil quinientos enemigos, entre franceses
y traidores mandados por el ex-general Prieto”.
"Zacatecas, Febrero 4/867."
Mejía."-(Rúbrica).
C. J. Pantaleón Domínguez, Gobr. y Cmte. Mtr. del Estado de Chiapas"
Parte del Combate de Juchitán por el General
Imperialista Luciano Prieto
OPERACIONES MILITARES
Ministro de Guerra. -La Direción. -La. División-México, Octubre 6 de 1886. Según parte que el
Sr. General D. Luciano Prieto, Prefecto político y Comandante de las armas en el Departamento de
Tehuantepec, ha dirigido al Sr. General Comandante de la 9a División territorial militar en 7 de
Septiembre último, y éste traslada al Ministerio de Guerra el 15 de dicho mes, aparece: que
habiendo salido á expedicionar sobre los disidentes el expresado Sr. Prieto, al llegar á Juchitán en
5 del mismo mes, por las cercanías de la población cambió los primeros tiros con el enemigo que la
ocupaba y se hizo fuerte allí en número de 600 a 800 hombres; cargó sobre ellos con su columna
compuesta de 900 de las tres armas, y después de combatir del modo más entusiasta y denodado
durante cuatro horas, logró con sus valientes, no solo derrotar y desalojar a los enemigos de todas
las posiciones
-93-
General José Pantaleón Domínguez
Gobernador del Estado de Chiapas en los años de 1864-1875
-94-
que la población ocupaban, si no que fueron éstos perseguidos en las orillas de! bosque que rodea
á Juchitán, para donde se habían replegado como último punto de defensa, obligándolos, con un.
valor y arrojo admirables por parte de nuestras tropas, á internarse en dispersión hasta los
bosques más lejanos y espesos, sufriendo una pérdida bien considerable, pues asciende á más de
250 hombres entre muertos y heridos y su única de artillería, que era una carronada de á 6 con sus
correspondientes municiones.
"Terminada esa operación, y por falta de elementos para permanecer en Juchitán, el General
Prieto emprendió la contramarcha con su columna; mas habiendo tomado diverso camino, que
era el más recto y se le informo falsamente estar bueno, fue conocido tarde el error, pues se
hallaba ya en un terreno tan inaccesible por lo espeso del bosque, como por lo pantanoso, en
términos de llegarse á enterrar los soldados hasta la cintura; circunstancias que hizo preciso
abandonar la carronada que se quitó al enemigo, dando lugar asimismo á que se dispersaran 53
hombres buscando otros pasos, cuyos dispersos estaban presentándose parcialmente en
Tehuantepec á su jefe.
'Las tropas del Gobierno perdieron en esa jornada 30 muertos, entre ellos el Comandante de
batallón D. Vicente Canalizo; contando también 20 heridos levemente la mayor parte.
'El golpe recibido por el enemigo fue bien rudo, pues según noticias fidedignas la parte de fuerza
que tenían, procedente de Chiapas y que salvarse, iba de regreso para aquel Departamento en
completa dispersión; pero al Imperio costó bien cara esa victoria, pues además de las perdidas
indicadas, hay que contar la del valiente y entendido General Prieto, quien habiendo adquirido por
las fatigas de campaña la enfermedad epidémica reinante en Tehuantepec, ha sucumbido victima
de ella. El Subsecretario de Guerra, Ch. Blanchot".
Una vez que fue tomada la plaza de Oaxaca por el Gral. Porfirio Díaz, él 30 de octubre de 1866, el
caudillo oaxaqueño marchó hacia el Istmo de Tehuantepec en persecución de los imperialistas, a
cuyo núcleo principal derrotó en el combate de Lachi-Tova.
Remigio Toledo logró escapar hacia la sierra, en donde reorganizo sus maltrechas fuerzas, mismas
que puso en actividad en diciembre del mismo año en la región de Jalapa del Marqués. Su
presencia fue conocida inmediatamente por la Comandancia Militar de Juchitán, ordenándose
batirlo con el Batallón Zaragoza y el refuerzo llegado de Chiapas por órdenes
— 95 —
del gobernador de dicho estado. La columna republicana, compuesta de 420 hombres, logró
derrotar a los imperialistas del Cor. Remigio Toledo el 16 de enero de 1867 en Jalapa del Marqués,
habiendo estado mandada lo columna por el bravo coronel oaxaqueño Crisóforo Canseco.
Fue tal el desastre de Toledo, que sus correligionarios lo abandonaron en la sierra —donde se
perdió su rastro— escondiendo antes 500 armas al sur de la colina occidental de Mixtequilla,
donde fueron descubiertas, ya inutilizadas, por trabajadores de la Compañía Pearson que a
principios del siglo en curso abrió allí una cantera.
CONCLUSION
1.—El triunfo en el combate del 5 de septiembre de 1866 en contra de los imperialistas del Gral.
Luciano Prieto situó históricamente a Juchitán y sus habitantes entre los pueblos que siempre han
defendido la independencia de la Patria.
2.—Los triunfos republicanos en los combates de Juchitán, Lachi-Tova y Jalapa del Marqués,
borraron para siempre la esperanza del gobierno imperial de dominar el Istmo de Tehuantepec,
desvaneciéndose sus deseos de invadir el Estado de Chiapas.
3.—Se facilitó la organización de las autoridades bajo el régimen republicano, con el apoyo de
las fuerzas leales.
4.—Desde principios del año de 1866, los republicanos de Juchitán contaron con la cooperación
de una guerrilla reducida de chiapanecos; pero como desde el 6 de agosto se tuvo conocimiento
de la salida de Oaxaca de una columna imperialista de numeroso efectivo con misión de atacar a
los republicanos del Istmo, el jefe político y comandante militar de Juchitán. Máximo Pineda,
solicitó al gobernador de Chiapas, Cor. J. Pantaleón Domínguez, refuerzos suficientes. Esta petición
fue atendida ordenando el gobernador Domínguez al Teniente Coronel Miguel Utrilla que con dos
compañías del 1/er. Batallón de Chiapas marchara desde luego hacia juchitán para auxiliar a los
republicanos que de un momento a otro serían atacador por los imperialistas procedentes del
interior del estado de Oaxaca.
Utrilla Obedeció la orden y se puso en marcha hacia el Istmo, llegando a Tuxtla Gutiérrez, pero
el día 4 de septiembre se sublevó con sus fuerzas tomando prisionero al gobernador y a otras
personas de su gobierno. Los tratados de La Calavera obligaron a los sublevados a dejar en libertad
el
—96—
día 9 de septiembre al Cor. Domínguez, quien reasumió su cargo de gobernador e inició la
campaña contra Utrilla, a quien derrotó el 18 de octubre en el cerro de Guadalupe.
Estos fueron los motivos de que el refuerzo de Chiapas no hubiera llegado a participar en el
combate de Juchitán, así como que se retrasara el trámite del parte del 5 de septiembre remitido
por su conducto al Presi-éntele la República, Lic. don Benito Juárez y que se transcribió hasta el 27
de septiembre de 1866.
5. -- Los prisioneros imperialistas, especialmente los conservadores, vieron con miedo el triunfo
de los juchitecos, pero se asombraron cuando se dieron cuenta de que, no obstante la crueldad
con que los imperialistas trataban a los republicanos capturados, a ellos se les perdonaba la vida y
se les dejaba en libertad, no obstante la inflexible Ley del 3 de Octubre —promulgada por
Maximiliano-- que condenaba a muerte a todo aquel que fuese capturado con las armas en la
mano.
Muchos franceses, austríacos, húngaros, italianos y zuavos de Africa, ante Ia afrenta de la
derrota, no quisieron volver a sus países de origen y, al quedar en libertad, se ocultaron de los
imperialistas y se refugiaron en varios pueblos de la región, cambiándose el nombre y trabajando
por el nuevo gobierno de la República.
6. --E1 triunfo de los republicanos en el Istmo de Tehuantepec, el 5 de Septiembre de 1866,
demostró cómo un puñado de piudadanos, patriotas disciplinados es capaz de vencer a un ejército
numeroso carente de moral patriotismo.
-97-
CAPITULO IX
EL GRAL, DON PORFIRIO DIAZ VUELVE A SU TEATRO DE OPERACIONES DE OAXACA.
1. Preliminares de la Campaña.
Después de la fuga de Puebla del Gral. Porfirio Díaz —ocurrida lo noche del 20 al 21 de
septiembre de 1865—, éste fue a Coyula, donde encontró apoyo inmediato por parte de
Bernardino García, que tenía 14 hombres a su mando. Al día siguiente sorprendió y desarmó a la
guarnición de Tehuizingo, reunió 40 hombres y marchó a Piaztla, donde derrotó a un escuadrón
que de Acatlán marchaba a su encuentro, quitándoles todas sus armas y caballos.
De este lugar se fue al estado de Guerrero, llegando a Tlapa, donde los corone1es Cano y
Segura, con 60 hombres que mandaban, se pusieron a sus órdenes. Retrocedió sobre los
imperialistas que venían en su seguimiento y habiendo sorprendido el 1/o. de octubre a Visaso, lo
derrotó completamente haciéndole 40 muertos y muchos prisioneros, quitándole armas y fuerte
canidad de dinero con el cual se formó la Comisaría del Ejército de Oriente.
Estableciendo en Tlapa su centro de operaciones, pasando a Providencia a hablar con el general
don Juan N. Álvarez para ponerse de acuerdo con é y recabar algunos recursos para la guerra. El
viejo patricio le proporcionó 200 fusiles y unos cuantos soldados para conducir el armamento.
Algunos jefes y oficiales se le unieron cuando rearesaba a su campamento. Supo, cerca de
Tixtla, que una fuerte columna de austríacos y traidores había ocupado a Tlapa y casi todo el
Distrito.
Entonces recurrió el Gral. Díaz al Gral. Álvarez, quien puso a sus órdenes el BatalIón de Chilapa y
toda la indiada desarmada, pero que presentaba un aspecto imponente, que siguió al caudillo
hasta Tlapa.
— 99 --
Aterrados los austríacos ante aquella multitud, se replegaron a Matamoros Izúcar, y Díaz ocupó
Tlapa, haciendo volver a los pueblos y al Batalión de Chilapa a sus hogares.
Entonces creyó Visoso que podía atacar a TIapa, —tanto más cuanto que el Gral. Díaz estaba
enfermo— y con 200 hombres avanzó hasta Comitlipa, en donde fue hecho pedazos, dejando más
de la mitad de su fuerza muerta en el campo, el resto prisionera y todo el armamento en, poder c
los republicanos.
El Gral. Díaz creyó que era tiempo de operar en Oaxaca, donde tenía ya emprendidos algunos
trabajos para levantar aquellos pueblos.
Silacayoapam fue el primer distrito de Oaxaca que pisó el Gral. Díaz levantando sus guardias
nacionales, de donde pasó a Tlaxiaco y de allí Jamiltepec, aumentando y organizando los
voluntarios que acudían a su llamamiento y barriendo las fuerzas imperialistas que se replegaban a
su paso.
Las autoridades imperialistas, comenzaron a preocuparse de las actividades del Gral. Díaz y
reforzaron sus guarniciones de Matamoros, Acatlán, Huajuapam y Tlaxiaco, a la vez que enviaron
al Gral. Ortega con mil hombres sobre la retaguardia del Gral. Díaz.
El jefe imperialista logró sorprender en Lo de Soto el 25 de enero de 1866 a las fuerzas
nacionales, desbaratando la gran Guardia de éstos lanzándose sobre el campamento del Gral.
Díaz. Las tropas surianas desbandaron en su mayor parte y el Gral. Díaz con el Cor. Reguera y los
soldados con quienes había hecho las anteriores campañas, detuvo el empuje de toda la columna
enemiga.
Aquel puñado de valientes hizo retroceder hasta Pinotepa a los mil hombres de Ortega; pero
las fuerzas republicanas estaban diezmadas, viéndose obligadas a remontarse a sus montañas.
Poco tiempo duró la inacción del Gral. Díaz, pues habiéndosele unido el Batallón de Acapulco y
algunos nacionales se lanzó sobre Ortega, quien arrojó de Pinotepa y Jamiltepec hasta el otro lado
del Río Verde quedando en poder de los republicanos 400 fusiles de los traidores, todas sus
municiones y vestuario.
Las fuerzas del sur volvieron a su estado, y el Gral. Díaz comenzó organizar las de Oaxaca con
los jefes y oficiales del antiguo Ejército de Oriente que se le habían incorporado.
El 14 de abril de 1866 ya pudo asaltar Putla, a cuya guarnición se prendió, haciéndola
prisionera. Después de haber asegurado su campamento de Tlapa con las infanterías, se puso al
frente de la caballería e hizo una expedición por las Mixtecas para abritrarse algunos recursos,
— 100 —
una veloz expedición por las Mixtecas para arbitrarse algunos recursos, volvió rápidamente sobre
Tlapa; pero esta población estaba ocupada por austríacos, habiéndose retirado a la montaña los
jefes republicanos Leyva, Segura y Cano. Sin embargo, al acercarse el Gral. Díaz huyeron los
imperialistas y aquel caudillo recobró la posición que era el centro de sus operaciones.
Rápidas, audaces y sobre todo felices, fueron las campañas que en los mes siguientes hizo el
Gral. Díaz, insurreccionando a los pueblos, levantando por todas partes guerrillas y fomentando la
guerra de independencia en Puebla y en Veracruz, manteniendo relaciones con los jefes que se
habían levantado poniéndose a sus órdenes.
Así recorrió varios pueblos del estado de Puebla, retrocediendo después por Atexcatl y
Charumba hasta llegar en septiembre a las Mixtecas, donde sorprendió y capturó la guarnición de
Teposcolula. Entonces Carlos Oronoz salió de Oaxaca con lo más escogido de sus tropas,
lanzándose en seguiemiento del Gral. Díaz, quien comenzó a retroceder al Sur para atraer a llos
imperialistas, a quienes pensaba desbaratar.
Aguardó el jefe republicano a Oronoz en Tlaxiaco, y de allí marchó a Chalcatongo, y de nuevo a
Tlaxiaco, que por dos días ocupó el enemigo; así obligó a fraccionarse a las columnas imperialistas
que se habían incorporado a Oronoz, y éste retrocedió hasta Oaxaca creyendo que los
republicanos se dirigían a la capital.
El 23 de septiembre la caballería del Gral. Díaz derrotó cerca de Nochistlán a una columna de
caballería húngara, muriendo el jefe de ella, conde de Gants.
Libre entonces de las columnas que lo hostigaban emprendió su marcha sobre el valle de
Oaxaca, pasó junto a esta ciudad y, en los momentos en que Oronoz salía violentamente, Porfirio
Díaz, aparentando retirarse siguió por el valle, tomando el rumbo de Miahuatlán.
Así atraía al enemigo al lugar donde había pensado acabar con él, comprendiendo que llegaba la
hora suprema de retar al azar y poner fin a mella campaña tan fatigante.
Los imperialistas estaban mucho más fuertes que el caudillo republicano, que sólo llevaba 600
hombres desnudos, sin armas y sin municiones, mientras Oronoz contaba con una brigada
perfectamente equipada y organizada, y provista de todo género de recursos.
La columna imperialista estaba compuesta del 9/o. Batallón de Infantería, el terrible batallón de
cazadores cuyos jefes, oficiales y sargentos
—101 —
Eran franceses cumplidos y enganchados por el Imperio; aunque sólo llevaba dos obuses de
montaña, en cambio su caballería era excelente, formada por una guerrilla que se había hecho
célebre por su audacia, y los cuerpos de Trujeque y Acebal.
Era el aniversario de la expedición de la terrible ley que condenaba a muerte a todos los
patriotas que combatieran por la libertad de México.
2. El Combate de Miahuatlán.
El 3 de octubre tuvo lugarel encuentro en las lomas de Miahuatlán, Oronoz, con sus 1,100
hombres de las tres armas, avanzaba a paso veloz hasta ponerse a la vista del puñado de
republicanos a las 3.30 P. M.
El Gral. Diaz, con sólo su escolta, detuvo al enemigo hasta la llegada de la caballería, que al
mando del Gral. Ramos comenzó a batirse con las avanzadas de los imperidistas.
Entonces el Gral. Díaz partió a colocar la infantería en las lomas de Los Nogales, que están al
poniente de Miahuatlán, dando su frente al oriente. Pero ya encontró en la posición al jefe de la
Brigada de Infantería, Coi Manuel González, y sólo tuvo que tender el resto de su línea de
combate.
Esta línea se prolongaba de Sur a Norte, hallándose a la derecha e Batallón Morelos, de Tlapa,
con 100 hombres de fuerza, a las órdenes de Teniente Coronel Juan, J. Cano; seguían los tiradores
de la Montaña, que mandaba el comandante Felipe Cruz, con 230 plazas, y a la izquierda
terminada la línea del Batallón, Patria con 906 hombres, siendo su jefe el Coi José Segura Guzmán.
Apoyaban la derecha 80 hombres de la compañía de Chiautla, y la izquierda el Batallón Fieles de
la Patria, cuyo total era de 130 hombres a !as órdenes de Carbó.
Establecida la linea, el Gral. Díaz ordenó al Gral. Ramos se replegara con la caballería
atravesando la población, pero en una de las calles quedó un pelotón de vecinos armados que
mandaba Apolinar García, y 40 hombres de los tiradores, que se emboscaron en las milpas que
formaban las primeras calles del pueblo. Esta fuerza tenía por objeto impedir que el enemigo
estorbara la retirada de la caballería que venía casi mezclada y con los traidores, los que se
replegaron al verse atacados por los flanco. La caballería pudo entonces colocarse a retaguardia de
la línea republicana.
Oronoz mandó entonces a su columna hacer un cambio sobre su derecha quedando al frente de la
línea del Gral. Díaz, y ocupó a paso veloz las lomas de Yolveo y el Matadero.
—102 —
Eran franceses cumplidos y enganchados por el Imperio; aunque sólo llevaba dos obuses de
montaña, en cambio su caballería era excelente, formada por una guerrilla que se había hecho
célebre por su audacia, y los cuerpos de Trujeque y Acebal.
Era el aniversario de la expedición de la terrible ley que condenaba a muerte a todos los
patriotas que combatieran por la libertad de México.
2. El Combate de Miahuatlán.
El 3 de octubre tuvo lugarel encuentro en las lomas de Miahuatlán, Oronoz, con sus 1,100
hombres de las tres armas, avanzaba a paso veloz hasta ponerse a la vista del puñado de
republicanos a las 3.30 P. M.
El Gral. Diaz, con sólo su escolta, detuvo al enemigo hasta la llegada de la caballería, que al
mando del Gral. Ramos comenzó a batirse con las avanzadas de los imperidistas.
Entonces el Gral. Díaz partió a colocar la infantería en las lomas de Los Nogales, que están al
poniente de Miahuatlán, dando su frente al oriente. Pero ya encontró en la posición al jefe de la
Brigada de Infantería, Coi Manuel González, y sólo tuvo que tender el resto de su línea de
combate.
Esta línea se prolongaba de Sur a Norte, hallándose a la derecha e Batallón Morelos, de Tlapa,
con 100 hombres de fuerza, a las órdenes de Teniente Coronel Juan, J. Cano; seguían los tiradores
de la Montaña, que mandaba el comandante Felipe Cruz, con 230 plazas, y a la izquierda
terminada la línea del Batallón, Patria con 906 hombres, siendo su jefe el Coi José Segura Guzmán.
Apoyaban la derecha 80 hombres de la compañía de Chiautla, y la izquierda el Batallón Fieles de
la Patria, cuyo total era de 130 hombres a !as órdenes de Carbó.
Establecida la linea, el Gral. Díaz ordenó al Gral. Ramos se replegara con la caballería
atravesando la población, pero en una de las calles quedó un pelotón de vecinos armados que
mandaba Apolinar García, y 40 hombres de los tiradores, que se emboscaron en las milpas que
formaban las primeras calles del pueblo. Esta fuerza tenía por objeto impedir que el enemigo
estorbara la retirada de la caballería que venía casi mezclada y con los traidores, los que se
replegaron al verse atacados por los flanco. La caballería pudo entonces colocarse a retaguardia de
la línea republicana.
Oronoz mandó entonces a su columna hacer un cambio sobre su derecha quedando al frente de la
línea del Gral. Díaz, y ocupó a paso veloz las lomas de Yolveo y el Matadero.
—102 —
BATALLA DE MIAHUATLAN
3 de Octubre de 1866
-103-
-103-
Los imperialistas se formaron en tres fuertes columnas, avanzando una nube de tiradores que
abrieron el combate, a la vez que su artillería rompió sus fuegos.
La batalla comenzó espléndida: las columnas imperialistas marchaban amenazadoras, a la vez
que los tiradores hacían un fuego vivísimo sobre los republicanos, que no podían contestarlo sino
muy débilmente por escaso de sus municiones; pero éstos resistieron impasibles el empuje los
terribles cazadores dirigidos por oficiales franceses, que tan heroicamente se batieron en las
últimas horas del Imperio.
El Gral. Díaz tuvo que reforzar al fin los tiradores de su línea con los restos de la compañia de
Chiautla y 20 hombres del Batallón Morelos dando el mando de este refuerzo al jefe de su Estado
Mayor, Juan Espinoza Gorostiza.
Pronto se generalizó el combate en toda la línea; pero los republicanos agotaban rápidamente
sus municiones con lo que su derrota hubiera sido segura si el General Díaz no hubiese tenido una
de esas inspiraciones que dan la victoria a los pequeños ejércitos.
Resuelto a dar una carga sobre las posiciones enemigas, lanzó sus tiradores al otro lado del río
que formaba la línea divisoria entre los combatientes, ordenó al Gral. Ramos que con el escuadrón
de Tepeji tomase retaguardia de los imperialistas y avanzó a la vez el costado derecho y centro
para apoyar el movimiento de la caballería.
Mandó dar el caudillo republicano el toque de avance y poniéndose a la cabeza de una columna
formada por el Batallón Fieles y los Lanceros de Puebla, cargó por el centro sobre la artillería
enemiga, a la vez que el Cor. González atacaba por la derecha. La columna central que llevaba el
Gral. Díaz tenía formada su vanguardia por la línea de tiradores que al mando del Cor. Espinoza se
le unieron en la misma línea de batalla d enemigo.
Llegó entonces la batalla a ese período de delirio que toca a lo sublime, pero que es imposible
describir. Los republicanos casi desnudos, sin municlones y mal armados, se precipitaron
arrollando todos los obstáculos, dejando el campo por donde marchaban sembrado de cadáveres,
subieron hasta las posiciones del enemigo, lo arrollaron, se apoderaron de la artillería, y luchando
al arma blanca y cuerpo a cuerpo los dispersaron por completo. La caballería republicana había
hecho con, tal precisión su movimiento, al colocarse a la retaguardia del enemigo, que al ser éste
des
— 104 —
truido en su línea, cortó aquella las cargas y cargó sobre los dispersos haciendo infinidad de
prisioneros.
3. El sitio de Oaxaca.
Porfirio Díaz Avanza Sobre Oaxaca
La derrota del 3 de octubre de 1866 sufrida por el Gral. Carlos Oronoz en Mihuatlán, había
obligado a éste a replegarsea Oaxaca y a abandonar Ia parte baja de la ciudad, concentrando el
resto de sus fuerzas —y las tropas que violentamente reclutó— en Santo Domingo, el Carmen y el
Cerro de la Soledad.
Reorganizanclo sus pequeños batallones, el Gral. Porfirio Díaz permaneció en Miahuatlán dos
días, pues habían quedado destrozados en aquella cara victoria con que el héroe republicano
había conmemorado el triste aniversario de la expedición de la sangrienta Ley del 3 de octubre.
A los prisioneros de la clase de tropa los refundió en sus batallones; cambió su armamento viejo
por el nuevo quitado al enemigo, repuso 5117 Municiones y estableció un hospital para los
numerosos heridos que hubo en aquella acción.
El 6 de octubre marchó el Gral. Díaz con su División sobre Oaxaca, estableciendo, luego que
llegó a ésta, un cerco que obligó a los sitiados a permancer dentro de sus posiciones.
Los imperialistas tenían esperanza en su triunfo, aguardando que vendría de México alguna
fuerza en su auxilio. No estaban equivocados, pues el gobierno imperial de la capital de la
República creyó que era preciso batir los republicanos de Oaxaca y salvar a Oronoz, —que estaba
seriamente amenazado y podía sucumbir— e hicieron marchar violentamente una columna de
1,500 hombres de las tres armas, compuesta en su mayor parte de austríacos. Esta noticia, a la vez
que alentó a las fuerzas imperiales, puso en una situación verdaderamente difícil al Gral. Díaz,
porque si llegaba a aproximarse aquel poderoso refuerzo, las tropas republicanas tan mal e
incompletamente armadas, tan escasamente municiondas y tan imperfectamente organizadas,
indudablemente serían vencidas o se verían en la necesidad de retirarse.
Levantar el sitio ante la imposibilidad de ocupar las posiciones enemigas no cabía en el carácter
enérgico del Gral. Díaz para quien las dificultades no eran más que un estímulo a su genio.
Entonces concibió un
—105—
plan audacísimo; casi simultáneamente supo que el auxilio austriaco avanzaba por el camino de
las Mixtecas, a lo vez que por el del La Cañada venía el general republicano Figueroa con la Brigada
de su mando que había sido llamado para que se incorporara al Cuartel General.
Era, pues, de temerse que estas dos fuerzas marchando en las dos línea convergentes de un
ángulo, se encontraran y que la republicana fuese batida en detalle. La tropa que mandaba el Gral.
Figueroa no sólo era inferior en número a la columna austríaca, sino que estaba muy mal armada
tenía poca disciplina y ningún uniforme. Eran los pueblos de indígenas levantados a la voz del
patriotismo contra el extranjero, y que marchaban armadas muchos de ellos sólo con gruesos
bastones de viaje.
Este incidente venía a complicar mucho más la situación del ejército republicano, porque si
Figueroa sufría una derrota, semejante pérdida influiría en la moral de toda la División, a la vez
que los imperialistas de Oaxaca, con tan importante refuerzo de tropas extranjeras, podían tomar
ya ventajosamente la iniciativa.
Pero en el mismo peligro encontró el Gral. Díaz la idea salvadora que debía darle el más
brillante de sus triunfos. Reuniendo a todos sus jefes les dio la orden de que prepararen sus tropas
para dar un asalto decisiva al fuerte de La Soledad. Mandó concentrar las fuerzas distribuidas en
toda la línea ocupada, preparar las escalas que servían para el alumbrado da la ciudad y
aproximarlas al acantilado del cerro, y encargó, sobre todo, una absoluta reserva acerca del
ataque que iba a darse.
El Gral. Díaz, tan profundo conocedor del corazón humano, sabía que la mejor manera de hacer
propalar una noticia es darla bajo la condición de secreto. En efecto, a las pocas horas se supo en
todo el campamento que iba a asaltarse el cerro de La Soledad, que dominaba los demás puntos
ocupados por los imperialistas. Estos, pronto comprendieron lo que se preparaba y se encerraron
en sus posiciones, acopiando todos los medios posibles para su defensa.
Ya algo entrada la noche, los jefes de las láneas se presentaron al general en jefe para tomar
órdenes. Entre ellos iba Félix Díaz, el valiente hermano de Porfirio. El Gral. Díaz precuntó a su
hermano si ya había retirado a todos los soldados que tenía a sus órdenes. Félix le contestó que
todos, menos unos pocos que había dejado esparcidos en las manzanas que con tanto esfuerzo y
tanto trabajo habían conquistado, que no quería abandonar, y que desde las troneras de las casas
podían tirotear al enemigo y ocuparlo durante el asalto de La Soledad.
El Gral. Díaz entonces le previno, sin más explicación, que recogiera
— 106—
también a aquellos tiradores y los unieron a su cuerpo. Félix Díaz comprendió que se trataba de
algún plan más audaz que un asalto, y obedeciendo sin observación alguna, personalmente fue a
hacer la operación que se le ordenaba.
Cuando todas las tropas estaban formadas, en medio de la obscuridad mas profunda, el Gral.
Díaz dio la orden de marcha y en un silencio tan absoluto que no lo sintieran los sitiados, la
división se alejó de la dudad, caminando toda la noche en marcha acelerada, y el día 17 del
octubre llegó el Gral. Díaz a San Juan del Estado, a donde se le unió Figueroa.
Los sitiados durante las primeras horas de la mañana ignoraron, el de los republicanos,
manteniéndose encerrados en sus posiciones y aguardando de un momento a otro ser atacados.
Pero se animó al fin a Oronoz a hacer un reconocimiento y no sintiendo al enemigo, sin atreverse a
abandonar sus fuertes por temor a una celada, se preparó a hacer una salida:.
Pero también este movimiento lo previó el Gral. Díaz y después de haber dejado reunidas sus
infanterías y la artillería, con lo cual estaba seguro que no sufriría ataque alguno la fuerza de
Figueroa, tomó la caballería y sin proporcionarse un solo instante de descanso se lanzó de nuevo
al rumbo de Oaxaca, llegando en la tarde a la Hacienda Blanca, en donde hizo alto.
Esta finca pertenecía al Prefecto Superior Político, que era uno de los conservadores más
entusiastas por el imperio; y el administrador de la b se ocultó al llegar los republicanos.
El Gral. Díaz dio orden de que buscaran a aquel empleado y lo pasaran por las armas. Pero la
orden era simulada, pues lo que deseaba el general era que empleados de la hacienda llegaran
aterrorizados a Oaxaca y contaran que restaba él con toda su fuerza.
Este plan surtió efecto admirablemente. Oronoz, que por algunas horas había creído que los
sitiadores se habían retirado, al tener la "prueba" de que Díaz estaba en la Blanca, temió una
sorpresa, y con ese pavor de lo desconocido se encerró de nuevo en sus posiciones,
permaneciendo alerta, pero inmóvil.
¡Gral. Díaz apenas concedió a sus soldados algunas horas de descanso mientras tomaba pienso
la caballada. Y a las primeras horas de la noche marchó para Etla, de donde salió a la una de la
mañana del día 18, tomando el camino de Huachilla por La Carbonera, vía que según los
exploradores traía el enemigo.
— 107 —
4. El Combate de la Carbonera.
A las 12 A. M. del día 18 de octubre, tanto los exploradores que había mandado el Gral. Díaz a
que llegaran hasta el enemigo, como los de su descubierta, le anunciaron que los austríacos
estaban al frente.
El Gral. Díaz mandó hacer alto y, escogiendo las posiciones en donde quería dar el combate,
ocupó las lomas de La Carbonera. Un silencio profundo reinaba en toda la línea; los valientes
soldados de la República sabían ya que iban a batirse con una fuerza extranjera, perfectamente
armada municionada y disciplinada; pero el entusiasmo brillaba en sus ojos, porque entonces
comprendieron el plan tan hábilmente concebido por su general y tenían fe en éste, que siempre
los ccnducía a la victoria. Con voz breve sonora y vibrante dio el Gral. Díaz el orden de batalla,
formando la siguiente línea:
— La Brigada Figuerca —que era la más irregular y que tenía apenas unos cuantos soldados
armados de fusiles— se formó en columna con la artillería y una extensa línea de tiradores a su
frente, hacia la derecha.
-- La Brigada de la Sierra, a las órdenes del Cor. Félix Díaz, ocupaba el centro teniendo también
tiradores en batalla al frente. A retaguardia de esta fuerza se situaron dos columnas de los
batallones de Chiautla de la Brigada del Cor. González, y de cazadores, formando una fuerza de
350 hombres, mandados por los tenientes coroneles Juan de la Luz Enríquez y Lorenzo Pérez
Castro, a las órdenes del jefe de Estado Mayor, Cor. Juan Espinoza Gorostiza.
La línea quedaba allí interrumpida por el camino nacional; pero estaba éste defendido por el
Cor. Manual González, con cuatro columnas de los batallones Fieles, Montaña, Guerrero y Costa
Chica, teniendo a su frente la Compañía de Tlaxiaco en tiradores.
— La izquierda, separada por dicho camino y por una barranca, en donde emboscó el Gral. Díaz
unos tiradores, estaba formada por los batallones Patria y Morelos de la Brigada González.
— La caballería, a las órdenes del Gral. Ramos, ocupó la retaguardia de la línea sobre el camino
nacional, que quedó despejado para que pudiese cargar aquélla.
Apenas acabada de establecer su línea de combate el Gral. Díaz cuando desembocó el enemigo
en una columna, avanzando arrogante. Sin
— 108 —
la menor vacilación marchó a ocupar una loma situada a 600 metros de las posiciones de los
republicanos, desplegó su columna, estableció su artillería y rompió inmediatamente sus fuegos.
Simultáneamente organizó dos columnas de infantería que lanzó sobre la línea del centro. El
choque fue terrible y por algún tiempo los combatienes quedaron envueltos en el polvo y en el
humo, escuchándose apenas –entre el nutridísimo fuego de la fusilería— las voces de los
austríacos, y los gritos de nuestros indios. Al fin los imperialistas fueron rechazados, y dejando
campo regado de cadáveres, retrocedieron a reorganizarse bajo la prión de los fuegos de su
artillería.
Volvieron a avanzar las columnas austríacas apoyadas por su cabaIlería, cargó sobre la línea
republicana con tal ímpetu que llegó a tocarla y a causar en ella algún desorden; pero a la voz de
sus jefes los soldados de la República se repusieron, desbarataron las columnas austríacas y las
hicieron retroceder en dispersión.
El Gral. Díaz, sereno como siempre y dominando todo el campo, comprendió que aquél era el
momento de lanzar su caballería, así lo ordenó. Avanzaron al trote los escuadrones, pero salió a su
encuentro, a la mitad del camino, la caballería de los imperialistas y se trabó entre ambas un
combate rudo, hasta que la republicana se vio obligada a retroceder, porque en su avance recibían
a quemarropa el fuego de la artillería enemiga.
Eran los momentos supremos, en que la victoria estaba indecisa entre los soldados mexicanos
llenos de ardor, pero mal armados, y las tropas imperialistas tan superiores por su disciplina y su
armamento.
El Gral. Díaz, lanzó entonces las brigadas de Figueroa y Félix Díaz quo avanzaran con brío al paso
de carga; pero los imperiales también habían arrojado a la lucha sus reservas, y aquellas tuvieron
que detenerse en su marcha. Entonces Díaz hizo avanzar las fuerzas del Cor. Espinoza y las
columnas de Manuel González; los austríacos, al ver esto, empeñaron toda su fuerza en el
combate, dando una desesperada carga de caballería.
La lucha se hizo general, el fuego era horrible, entre la nutrida crepitación los fusiles se
escuchaba el estampido constante del cañón. Los combatientes llegaron a luchar cuerpo a cuerpo,
y los indios desarmados arrancaban sus fusiles a los imperiales y derribaban a éstos por el suelo.
La confusión llegó a su colmo, cuando la caballería imperialista retrocedió voluntariamente,
hecha pedazos y desordenada por los batallones Fieles y Chiautla, a la vez que las columnas de
Figueroa y Díaz rebasaban la línea enemiga.
—109 —
LA CARBONERA
(18 DE Octubre de 1866)
-110-
El enemigo emprendió su retirada, que pronto se convirtió en una completa derrota. Una hora
apenas había bastado al Gral. Díaz para alcanzar aquel brillante triunfo, tan hábilmente preparado
y ejecutado con tanto genio y audacia.
Los batallones Patria y Morelos, que formaban la izquierda de la línea republicana atacaron
entonces el flanco derecho de los austríacos, que no pudieron ya resistir más, comenzaron a huir
en competo desorden.
El Díaz ocupó el campo enemigo y ordenó la persecución, que se hizo en un trayecto de cuatro
leguas, en el cual los imperialistas dejaron regado su armamento, su artillería, municiones, y
equipajes, así como muchos muertos y heridos.
5- La caída de Oaxaca a manos del General Porfirio Díaz.
Después del triunfo del 18 de octubre de 1866 obtenido en La Carbonera, el Gral. Díaz firme en
su caballo de batalla, saludaba a aquellos valientes hijos del pueblo que lo aclamaban; que se
agrupaban en tomo de él y que en su sencillez republicana, ignoraban que habían, dado una fecha
inmortal a la historia patria con el triunfo espléndido de La Carbonera.
Apenas permitió el Gral. Díaz a sus tropas un leve descanso, a pesar de que habían hecho en
aquellos días marchas forzadas, caminando aun durante noche, para ir a sostener un rudo
combate contra los austríacos y los traidores.
El caudillo de Oriente organizó rápidamente los cuerpos de su división diezmados en la batalla,
proveyó a las necesidades de sus soldados, armó a éstos y dándoles los fusiles quitados al enemigo
y asegurando a la infantería austríaca que había hecho prisionera, dio orden de marchar de nuevo
sobre Oaxaca.
Mientras tanto, el jefe imperialista Oronoz, estaba encerrado en le ciudad sin atreverse a salir,
temiendo una emboscada, por ignorar en qué punto se encontraban las fuerzas republicanas.
Es que comenzaba a acentuarse en torno del imperio ese vacío que precede siempre a la caída
de los gobiernos; aislados éstos, no encuentran auxilio fuera del círculo oficial, y los pueblos en su
indiferencia o en su odio se alejan del poder, como temiendo un contagio de muerte.
Oronoz ignoraba el encuentro habido entre la fuerza extranjera que venía en su auxilio y la del
Gral. Díaz. Limitóse, por tanto, a conservar las fuertes posiciones que ocupaba, trabajando
activamente en mejorar sus medios de defensa, y en acopiar víveres suficientes para su
guarnición.
— 111 —
De momento y sin esperarlo, vieron los imperialistas llegar a las orillas de la ciudad las
avanzadas republicanas; y en el acto, cundió por todas partes la noticia de que los austríacos
habían sido derrotados completamente en La Carbonera. Oronoz comprendió entonces que
estaba perdido porque era imposible que saliera de la ciudad de México otra división en socorro
de Oaxaca.
El imperio comenzaba a sentirse herido de muerte. La actitud de reserva que guardaba el
ejército francés haciendo un movimiento general de concentración, revelaba claramente que
Francia abandonaba al emperador Maximiliano a quien había empeñado en aquella loca empresa.
Nadie se hacía la ilusión de que el viaje de Carlota a Francia cambiaría la marcha inflexible de la
nueva política de Napoleón III, quien se sentía incapaz de afrontar la tempestad que por todas
partes lo amenazaba.
La oposición republicana en Francia, cada vez más enérgica y poderosa, condenaba la
expedición de México como desastrosa e infecunda; y el pueblo francés participaba de igual
opinión.
A la vez el gobierno de los Estados Unidos de América que no tenía ya la traba de la guerra
separatista, pedía con insistencia a Napoleón un término preciso para la desocupación del
territorio mexicano. Por último, comenzaban a levantarse nubes sombrías por Alemania que, al
consumar su unificación, iba a hacer el primer ensayo de su omnipotente poder militar sobre
Francia, en nombre de sus antiguos rencores.
Maximiliano quedaba, pues, solo en la arena, rodeado de un partido débil, cobarde y casi
ridículo, como era el partido moderado y personal que había creado en torno de su efímero trono.
En la mañana del día 20 de octubre de 1866, dos días después del triunfo en La Carbonera,
llegaron las avanzadas del ejército republicano a la vista de Oaxaca y en la tarde el resto de las
tropas, que ocuparon en el acto sus antiguas posiciones, replegándose Oronoz, sin combatir, a
Santo Domingo. El Carmen y Cerro de la Soledad.
Sin tomar un momento de descanso, el Gral. Díaz recorrió en el acto toda la línea, estrechando
enérgicamente el sitio y logrando al fin —después de continuos asaltos en los que los imperiales se
defendían con la tenacidad de la desesperación— cerrar la línea de circunvalación de los fuertes
de Santo Domingo y El Carmen con las manzanas intermedias.
Así quedó aislado el fuerte Zaragoza, que por estar situado en el cerro de la Soledad domina la
ciudad entera.
Diez días duraron los trabajos de aproche, los que se llevaban a término en medio de un fuego
nutridísimo, y resistiendo los sitiados los pujantes
— 112 —
ataques de los republicanos que, a pesar de las pérdidas que tenían, avanzaban sin cesar hasta
situarse sólidamente a cuatro o cinco metros de las baterías enemigas.
Concluidas las obras de fortificación el 30 de octubre, Porfirio Díaz dio las últimas disposiciones
para el asalto. Inesperadamente ondeó en el fuerte Zaragoza la bandera blanca de parlamento. El
caudillo republicano, deseoso de que no se derramara más sangre mexicana, quiso economizar las
vidas de sus valientes soldados, que tantos triunfos habían alcanzado combatiendo por la
independencia de la patria: suspendió el asalto, y entabladas las pláticas para la rendición de la
plaza se nombraron comisionados de parte de ambos beligerantes, que arreglaron las condiciones
de la capitulación.
El General en jefe de la Línea de Oriente nombró para redactar las bases de la rendición al Gral.
Luis P. Figueroa, a los coroneles Félix Díaz y Juan Espinazo y Gorostiza, al teniente coronel Manuel
Travesi y al señor Carlos Thiele.
El jefe imperialista Oronoz nombró al Gral. Juan Ortega, al Cap. Emilio Dives, al Tte. Sebastián
Learonique, al Subte. Barón Enrique de Eggers y al conde Alberto de Kamer.
Ambas partes convinieron en que las guarniciones imperialistas de Santo Domingo, El Carmen y
el fuerte Zaragoza, se constituían prisioneras de guerra del Gral. Díaz, sin más garantía que la de la
vida, que sería respetada bajo !a palabra de honor del general en jefe y de sus representantes.
Los equipajes, caballos y armas de uso particular de los prisioneros que no fuesen de la
propiedad de la nación, quedaban a la disposición de aquéllos.
Oronoz entregaría la artillería, el armamento, las municiones y el equipo. Los caudales y las
fuerzas todas que estaban a sus órdenes.
Firmadas las bases de la capitulación y aprobada ésta por los jefes superiores, se disparó un
cañonazo en el Cuartel General de las fuerzas republicanas, a cuya señal las guarniciones de El
Carmen y Santo Domindo salieron desarmadas a formarse a la plazuela de La Sangre de Cristo, y la
del Fuerte, también desarmada, fue a constituirse prisionera al atrio de Xochimilco.
Se hizo una lista nominal de los generales, jefes, oficiales y tropa que, capitulaban, y en esa lista
estaban comprendidos también los empleados civiles y los demás mexicanos que por afecto al
imperio se habían abrigado en el recinto sitiado. Los heridos y enfermos que se encontraron en Ion
hospitales de los fuertes capitulados quedaron bajo la protección y cuidado del Cuartel General
Republicano.
—113—
APENDICE AL CAPITULO IX
La ciudad de Oaxaca, que en febrero de 1865 había sido ocupada por el ejército francés,
quedaba recuperada para la República por el mismo jefe que casi dos años antes había tenido que
sucumbir ante la superioridad del invasor.
Todos los reos de infidencia que temblaban de terror al ver avanzar, triunfante al héroe
republicano, vieron con asombro que la clemencia del vencedor salvaba sus vidas, cuando una ley
inflexible y justa los condenaba a muerte.
Sólo se aplicó la pena de muerte a los que no quisieron aceptar garantía de la capitulación, y
que buscaban en la fuga un medio para volver a unirse con los imperialistas y seguir aquella lucha
insensata y fraticida.
Franco, el antiguo comisario imperial, que tanto había trabajado para el gobierno usurpador
implantado por el emperador de Francia, fue uno de los que cayeron bajo el fallo terrible de la ley.
Acaso influyó en esa ejecución un episodio, desconocido hasta hoy y que nos creemos obligados a
contar, porque revela con precisión admirable el carácter de aquella época de luchas, de sacrificios
y de gloria.
Cerca de Oaxaca, en Yanhuitlán, habían dos hermanos, pintor uno, comerciante el otro, ambos
honradísimos, trabajadores y patriotas, que veían con odio al invasor y a sus aliados. Eran los
Rodríguez, que así se llamaban estos buenos patricios, indios de raza pura, que a fuerza de
inteligencia de actividad habían alcanzado una buena posición y gran influencia en los pueblos
circunvecinos.
Uno de ellos sobre todo, se quiso consagrar al servicio de la causa nacional, y prestó grandes
auxilios al Gral. Porfirio Díaz, desde que éste apareció en el estado y comenzó su admirable
campaña de guerrillero.
Pronto fue denunciado Justo Rodríguez, el comerciante, ante el jefe Imperialista, quien lo
mandó reducir a prisión: llevado el noble patriota a la corte marcial, ésta lo condenó a muerte.
Rodríguez fue encapillado en el acto y sólo se le permitió hablar con su hermano.
La escena fue terrible entre aquellos dos hombres que tanto se amaban y uno de los cuales iba
a morir por su adhesión a la patria.
Después de abrazarse estrechamente, el que iba a ser fusilado, con una serenidad digna de
aquella gran alma, dijo a su hermano el pintor.
— Quiero que me retrates en el acto.
--114—
— ¿Qué te retrate?
— Sí, vé a traer un lienzo, pinceles y colores. Ese retrato lo llevas al Gral. Porfirio Díaz el día que
ocupe la ciudad, que será muy pronto, y se lo entregas como un recuerdo mío, diciéndole que en
esta hora suprema sólo un favor le pido: ¡que no tenga piedad para los traidores! Que cuando
quiera perdonar a uno de los que han vendido a la Patria vea mi retrato y recuerde que, al
marchar al patíbulo, no le he pedido, en recompensa de mis servicios, más que venganza en
nombre de la Patria y de mi familia, que queda acaso en la miseria y la orfandad.
El pintor, con los ojos nublados por el llanto, hizo lo que le suplicaba su hermano y retrató a
éste, con un realismo de expresión admirable. Al día siguiente el mártir era fusilado por los
imperialistas.
Pero su última voluntad fue cumplida religiosamente. El Gral. Díaz, al llegar a Yanhuitlán, se
alojó en la casa de su antiguo amigo, Justo Rodríguez, y allí se le presentó el hermano de éste,
llevándole el retrato del mártir de la patria y su terrible testamento de venganza.
En esos momentos recibió también el General en Jefe la noticia de que Franco, el comisario
imperialista, había sido capturado así como la solicitud del indulto del traidor.
Porfirio denegó el indulto, y Franco fue pasado por las armas.
— 115 —
CAPITULO X
MARCHA A TEHUANTEPEC SOBRE LOS IMPERIALISTAS
El 30 de octubre de 1886 fue recuperada la ciudad de Oaxaca por el Gral, Porfirio Díaz. Todos
los reos de infidencia que temblaban de terror al ver avanzar triunfante al héroe republicano,
vieron con asombro que la clemencia del vencedor salvaba sus vidas, cuando una ley inflexible y
justa los condenaba a muerte.
Sólo se aplicó la pena de muerte a los que no quisieron aceptar la garantía de la capitulación, y
que buscaban, en la fuga un medio para volver a reunirse con los imperialistas, y seguir aquella
lucha insensata y fratricida.
Franco, el antiguo comisario imperial, que tanto había trabajado por el gobierno usurpador
implantado por Francia, fue uno de los que cayeron bajo el fallo terrible de la ley.
2. Marcha a Tehuantepec y Batalla de Lachi Tova,
El Gral. Díaz recibió una ardiente ovación del pueblo de Oaxaca, que de mil maneras le
manifestaba su gratitud; pero el caudillo que sentía que aún no había terminado la lucha, apenas
organizó la administración marchó a Tehuantepec en persecución de las fuerzas imperialistas,
cuyo grupo principal destruyó en la batalla de Lachi Tova el 19 de diciembre de 1866.
Porfirio Díaz, con su ejército triunfante de oaxaqueños, juchitecos y biciserios, hizo su entrada
en Tehuantepec en la mañana del 20 de diciembre, desfilando por las calles de la ciudad hasta
llegar al Cuartel de Tehuantepec, en donde se alojaron.
Díaz fue alojado en la casa del señor Cristóbal Salinas, en donde fue informado del caos que
reinaba en el pueblo, así como de las represalias contra algunos civiles. Inmediatamente ordenó
que se presentaran algunas personas importantes del Barrio de San Blas y ya ante su presencia
luego dijo: "Yo soy vuestro gobierno, vuestro padre que los estima en lo que valéis.
— 117 —
El gobierno que consiente desórdenes no es un gobierno. Un gobierno siempre ordena vivir
honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada uno lo que es suyo; los pleitos y los saqueos
hoy deben acabarse y mucho me interesa que viváis tranquilos como hijos que estimo en extremo.
De vuestra obediencia y buen comportamiento nacerán vuestra felicidad, prosperidad y
engrandecimiento de la Patria, que sé muy bien sabéis apreciar tanto como la cosa más sagrada de
vuestra vida. Lo habéis demostrado con hechos concretos. He ordenado ya a las autoridades
militares poner en la cárcel a cuantos individuos infrinjan mis órdenes. En este día, también
publico por bando que se presenten los traidores para concederles amnistía si dentro de ocho días
de esta publicación no se presentan, serán fusilados por las avanzadas que los perseguirán".
Los principales del barrio de San Blas que estuvieron presentes prometieron al general que
cumplirían gustosos sus órdenes, mismas que hicieron del conocimiento de los hijos del barrio,
quienes las acataron desde luego. Por lo que respecta al bando que se publicó, los traidores que
no quisieron acogerse a la amnistía se fueron del pueblo hacia Jalapa del Marqués y Tequisistlán.
A los dos días de la llegada del Gral. Porfirio Díaz a Tehuantepec, con su pequeño ejército hizo
un recorrido por la región de Jalapa y Tequisistlán sin encontrar imperialistas, continuando su
movimiento hacia Juchitán, donde fue acogido con gran entusiasmo y con una recepción especial.
De este lugar pasó a Ixtaltepec, donde pernoctó una noche, regresando a Tehuantepec —donde
estuvo otros dos días— para luego emprender su marcha hacia Oaxaca.
La presencia del Gral. Díaz en los distritos de Juchitán y Tehuantepec fue beneficiosa, ya que
restableció el orden en toda la región e impuso el imperio de la Ley a sus habitantes. Vino la
tranquiiidad con el nombramiento de las autoridades de Tehuantepec y de los pueblos del distrito,
la ratificación de las autoridades de Juchitán y la subordinación de todos al gobernador y
comandante de armas republicano, establecido en la Capital del Estado.
La causa imperialista se encontraba casi perdida en la parte central del Istmo de Tehuantepec y
el Cor. Remigio Toledo, para su propia seguridad se internó en la Sierra Juárez, organizando sus
destrozadas fuerzas y esperando días favorables que le permitieran regresar con sus fuerzas para
operar, como antes, en las tierras bajas de la costa del Pacífico.
— 118 —
3. Porfirio Díaz regresa a Oaxaca
Destruidas las fuerzas imperialistas que se encontraban en el Distrito de Tehuarttepec, y
algunas otras partidas en diferentes puntos del Estado, el Gral. Porfirio Díaz, escoltado por un
batallón de juchitecos, volvió a la ciudad de Oaxaca donde lo aguardaban comisiones de Veracruz,
Puebla, Tlaxcala y México que llevaban el encargo, a nombre de esos Estados, de invitarlo para
que marchara violentamente a tomar el mando de las fuerzas republicanas que operaban en
aquellos lugares, y activar así una campaña decisiva contra el imperio agonizante.
El Gral. Díaz ofreció obsequiar los deseos de aquellos pueblos; pero manifestó a las comisiones
respectivas que no era conveniente hacerlo hasta que hubiera terminado la organización de las
tropas de Oaxaca, que tenían que ser la base de las operaciones que iba a emprender.
En efecto, aguardaba el caudillo de Oriente un convoy de armas y pólvora que el agente
mexicano en los Estados Unidos de América remitió por Minatitlán a nuestras tropas. Con esos
elementos, podría poner en alta fuerza los tres cuerpos de cazadores que formaban la brigada de
infantería del Gral. González, y armar su caballería que carecía casi de todo.
Con una incansable actividad, el Gral. Díaz organizó, equipó y armó sus batallones y regimientos
de lanceros, disolviendo las Guardias Nacionales con que había hecho la campaña de Oaxaca.
Varios de sus ayudantes fueron nombrados del batallón de juchitecos entre los que se recuerda al
mayor Primo (Hiida) Rasgado y el Capitán Bartolo Cacique, quienes más adelante, en el asalto a
Puebla el 2 de abril de 1867, fueron condecorados por su heroismo con la Medalla del 2 de Abril.
Organizada la división del Gral. Porfirio Díaz y siendo imposible que las fuerzas fuesen
sostenidas por el erario del Estado, abrevió la fecha de salida haciendo marchar a sus fuerzas hacia
Acatlán y Matamoros. Con este movimiento se iniciaron las operaciones militares en los Estados
de Puebla, México y Tlaxcala, que culminaron con el asalto a la ciudad de Puebla el 2 de abril de
1867, la segunda Batalla de San Lorenzo y la toma de la capital de la República, en tanto el Gral.
Mariano Escobedo tomaba Querétaro y causaba el fin del imperio de Maximiliano de Habsburgo.
APENDICE A LOS CAPITULOS IX y X
Datos de la "Historia Militar del General Porfirio Díaz", por el Gral. Ignacio M. Escudero.
— 119 —
CONCLUSION:
Después de la toma de Puebla por la columna expedicionaria francesa, el Presidente de la
República, Lic. Benito Juárez expidió el 9 de junio de 1863, un manifiesto en que aconsejó la guerra
de guerrillas en toda la República. Gran número de patriotas operaron con esta táctica, que fue la
más eficaz contra el enemigo organizado.
El Gral. Porfirio Díaz fue uno de los fieles intérpretes de la guerra de guerrillas en el Estado de
Oaxaca, especialmente a su regreso después de su fuga de Puebla.
Tanto en el Valle de Oaxaca como en La Cañada, las guerrillas del Gral. Luis P. Figueroa
estuvieron muy activas y por lo que respecta al Distrito de Juchitán en el Istmo de Tehuantepec,
desde 1864 las guerrillas de juchitecos paralizaron a la Guardia Nacional conservadora de
guiarnición en Tehuantepec.
Los triunfos en los combates de Juchitán, Miahuatlán, La Carbonera y Oaxaca en el año de 1866,
borraron para siempre el dominio del gobierno imperial en el Estado; además, dieron tiempo para
la organización de la división con tropas de calidad y bien armadas, que marcharon más tarde
triunfantes hacia el 2 de abril de 1867 en Puebla, la segunda batalla de San Lorenzo y la toma de la
capital de la República, con el fin del Imperio de Maximiliano.
México, D. F., Primavera de 1966.
Cor. Inf. D.E.M. AURELIO MARTÍNEZ L.
-121-
MANIFIESTO A LA NACIÓN
Benito Juárez, Presidente Constitucional de la República Mexicana
Mexicanos: el gobierno nacional vuelve hoy a establecer su residencia en la ciudad de México,
de la que salió hace cuatro años. Llevó entonces la resolución de no abandonar jamás el
cumplimiento de sus deberes, tanto más sagrados, cuanto mayor era el conflicto de la Nación. Fue
con la segura confianza de que el pueblo mexicano lucharía sin cesar contra la inicua invasión
extranjera, en defensa de sus derechos y de su libertad. Salió el gobierno
para seguir sosteniendo la bandera de la Patria por todo el tiempo que fuera necesario, hasta
obtener el triunfo de la causa santa de la independencia y de las instituciones de la República.
Lo han alcanzado los buenos hijos de México, combatiendo solos, sin auxilio de nadie, sin los
elementos necesarios para la guerra. Han derramado sungre con sublime patriotismo, arrastrando
todos los sacrificios, antes que consentir en la pérdida de la República y de la libertad.
En nombre de la Patria agradecida, tributo el más alto reconocimiento a buenos mexicanos que
la han defendido, y a sus dignos caudillos. El triunfo de la Patria, que ha sido el objeto de sus
nobles aspiraciones, será siempre su mayor título de gloria y el mejor premio de sus heroicos
esfuerzos.
Lleno de confianza en ellos, procuró el gobierno cumplir sus deberes, sin consebir jamás un solo
pensamiento de que le fuera lícito menoscabar ninguno de los derechos de la Nación. Ha cumplido
el gobierno el primero de sus deberes, no contrayendo ningún compromiso en el exterior ni en el
interior, que pudiera perjudicar en nada la independencia y soberanía de la República, la
integridad de su territorio o el respeto debido a la Constitución y las Leyes. Sus enemigos
pretendieron establecer otro gobierno y otras leyes, sin haber podido consumar su intento
criminal. Después de cuatro años, vuelve el gobierno a la ciudad de México, con la bandera de la
Constitución y con las mismas leyes, sin haber dejado de existir un solo instante dentro del
territorio nacional.
—123 —
»No ha querido, ni ha debido antes el gobierno, y menos debiera en la hora del triunfo completo
de la República, dejarse inspirar por ningún sentimiento de pasión contra los que lo han
combatido. Su deber ha sido, y es, pesar las exigencias de la justicia con todas las consideraciones
de la benignidad. La templanza de su conducta en todos los lugares donde ha residido, ha
demostrado su deseo de moderar en lo posible el rigor de la justicia, conciliando la indulgencia con
el estrecho deber de que se apliquen las leyes, en lo que sea indispensable para afianzar la paz y el
porvenir de la Nación.
»Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios
de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los
derechos de todos los habitantes de la República.
»Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las
naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.
»Confiemos en que todos los mexicanos, aleccionados por la prolongada y dolorosa experiencia de
las calamidades de la guerra, cooperemos en lo de adelante al bienestar y a la prosperidad de la
Nación, que sólo pueden conseguirse con un inviolable respeto a las leyes, y con la obediencia a
las autoridades elegidas por el pueblo.
»En nuestras libres instituciones, el pueblo mexicano es el árbitro de su suerte. Con el único fin de
sostener la causa del pueblo durante la guerra, mientras no podía elegir sus mandatarios, he
debido, conforme al espíritu de la Constitución, conservar el poder que me había conferido.
Terminada ya la lucha, mi deber es convocar desde luego al pueblo, para que sin ninguna presión
de la fuerza y sin ninguna influencia ilegítima, elija con absoluta libertad a quien quiera confiar sus
destinos.
»Mexicanos: hemos alcanzado el mayor bien que podíamos desear, viendo consumada por
segunda vez la independencia de nuestra Patria. Cooperemos todos para poder legarla a nuestros
hijos en camino de prosperidad, amando y sosteniendo siempre nuestra independencia y nuestra
libertad.
»México, julio 15 de 1867.
Benito Juárez
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BIBLIOGRAFIA:
--"Historia de Oaxaca", por don Jorge Fernando Iturribarría.
-- "Historia Militar del Gral. Porfirio Díaz", por el Gral. Ignacio M. Escudero.
— Historia Militar: "La Intervención Francesa en México". Por el Gral. Brig. D.E.M. Jesús de León
Toral.
-- "Chiapas y sus Epopeyas Libertarias". Historia General. Por el Mayor de Cab. Gustavo López
Gutiérrez.
-- "Historia de Tehuantepec, San Blas, Shihui y Juchitán en la Intervención Francesa en 1864". Por
el Prof. Arcadio G. Molina.
-- 125 --
INDICE
Ofrenda……………………………………………………………………………………………………………………………………….. 5
Cuadro de Honor …………………………………………………………………………………………………………………………. 7
Biografía del Coronel Felipe López ……………………………………………………………………………………………… 11
Exhorto ………………………………………………………………………………………………………………………………………. 15
Prólogo ………………………………………………………………………………………………………………………………………. 17
CAPITULO I. Antecedentes y Causas de la Guerra ……………………………………………………………………… 19
CAPITULO II. Los Beligerantes ……………………………………………………………………………………………………. 21
APITULO III. Teatro de la Guerra.—Teatro de Operaciones ………………………………………………………… 37
CAPITULO IV. Teatro de Operaciones Militares de Oaxaca.—Carta a la Posteridad ……………………. 41
CAPITULO V. Operaciones Militares en el Istmo de Tehuantepec ………………………………………………. 49
CAPITULO VI. Campaña en el Istmo de Tehuantepec.—Preparativos contra los Juchitecos ……….. 69
CAPITULO VII. Avance de la Columna Expedicionaria sobre Juchitán.—Ataque y ocupación de la
Plaza ……..…………………………………………………………………………………………………………………………………… 75
CAPITULO VIII. Sitio a Juchitán y ataque a la plaza por los Juchitecos.—Retirada de los imperialistas
hacia Tehuantepec.—Persecución y derrota en la Laguna 10.—Partes del Combate …………………. 81
CAPITULO IX. El General Porfirio Díaz vuelve a Oaxaca.—Combates de lIfiahuatlán, La Carbonera y
Toma de Oaxaca ………………………………………………………………………………………………………………………… 99
CAPITULO X. Marcha del General Díaz a Tehuantepec y Combate de Lachi- Tova.—El General Díaz
regresa a Oaxaca ……………………………………………………………………………………………………………………… 117
Conclusiones ……………………………………………………………………………………………………………………………. 121
Manifiesto a la Nación, del Lic. Benito Juárez Presidente de la República, de 15 de julio de 1867 . ..
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………. 123
Bibliografía………………………………………………………………………………………………………………………………. 125
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