La guerra ha servido de acicate a la tecnología desde antes de que

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La guerra ha servido de acicate a la tecnología desde antes de que existiera la lanza. Los
ingenieros militares asirios, los inventores macedónicos de armamento y los constructores
romanos de fortificaciones fueron los técnicos de sus épocas respectivas.
Es difícil imaginar a alguien inventándose una sustancia tan horrible como el fuego griego,
líquido altamente combustible que se anticipó por mucho tiempo al napalm del siglo veinte,
excepto como arma. Las necesidades de armeros y fabricantes de armas impulsaron el trabajo
de los metales. Sin embargo, las invenciones fomentaron la guerra.
Hace más de un milenio, la pólvora y el estribo, excelentes innovaciones procedentes de Asia,
produjeron muchos ajustes en la conducción de la guerra, y cambios en la percepción de la gente
acerca de la lucha.
La pólvora: Los chinos produjeron la primera muestra en el siglo noveno d.C., pero no intentaron
hacer explotar a alguien con ella hasta poco después.
El estribo: Menos fulgurante que el anterior pero en extremo práctico, el adminículo para poner
el pie, subir al animal y cabalgar formaba ya parte de la dotación del soldado chino en el siglo
cuarto d.C.
Los árabes también empleaban estribos en sus caballos, que eran animales rápidos y
relativamente pequeños. Además de ser excelentes jinetes, la fuerza de su entusiasmo espiritual
les ayudó a propagarse hacia el oriente, a través de Oriente Medio hasta la India, y hacia el
occidente, hasta el norte de Africa y España No obstante, Constantinopla resistió el ataque de
los árabes. La capital bizantina (la actual Estambul, en Turquía) gozaba de una envidiable
posición estratégica, por su ubicación en un promontorio que se proyecta sobre el mar.
Incapaces de tomar la ciudad por tierra mediante la caballería, los árabes intentaron usar los
barcos en el siglo octavo, estableciendo un bloqueo naval, que hubiera tenido éxito de no ser por
el fuego griego.
El fuego griego, secreto militar, era probablemente nafta, obtenida por la refinación de aceite de
carbón situado en depósitos subterráneos, que se filtraba a la superficie. Dondequiera que
estuviera, se prendía al impacto; además flotaba.
Los bizantinos lanzaron con catapultas vasijas de arcilla llenas de fuego griego sobre los puentes
de las naves enemigas, incendiándolas. Aun si la vasija fallaba el blanco, su contenido se
quemaba en el agua. A veces los bizantinos usaban bombas manuales para arrojarlo. Después de
perder demasiados barcos, los árabes levantaron el bloqueo.
El desafío de los moros
Los árabes no tomaron Constantinopla, es cierto, pero su estrategia de caballería ligera, es decir,
de unidades de caballería ligeramente armadas en las que se da prioridad a la velocidad, tuvo
éxito en casi todas partes. En 711 d.C., los árabes musulmanes conquistaron España, que
permaneció bajo control islámico hasta mucho después de que el gran Imperio Árabe se
fragmentara en reinos islámicos regionales.
Los musulmanes de España, que procedían del norte de África, rápidamente fueron llamados
moros. A los cristianos que vivían más al norte, especialmente a los francos, no les gustaban sus
vecinos.
Los francos, que dominaban la Galia (lo que ahora es Francia y gran parte de Alemania), eran
luchadores bárbaros de a pie, al viejo estilo, pero tenían disciplina y deseos de adaptarse a las
nuevas circunstancias. Cuando los rápidos jinetes moros incursionaron en las fronteras, el rey
franco comprendió que necesitaba mayor velocidad y tomó las medidas del caso para desarrollar
su caballería. El estribo se originó en China o en Asia central, entre las tribus y clanes nómadas
que solemos llamar bárbaros.
Las incursiones como estilo de vida del jinete
Los soldados chinos comenzaron a utilizar el estribo hacia el siglo cuarto d.C., pero los pueblos
nómadas asiáticos llamados ávaros, grandes jinetes, los usaban probablemente desde el siglo
primero d.C. Los pies de sus hombres se ajustaban a los estribos cuando se abalanzaron sobre
Europa oriental en 568 d.C. y arrebataron el valle del Danubio al Imperio Bizantino.
Los ávaros y otros pueblos bárbaros usaban el estribo al atacar poblaciones y ciudades para
obtener lo que deseaban: valiosos productos comerciales, alimento, dinero y, algunas veces,
hasta el control de una región o un imperio . Las incursiones rápidas se convirtieron en el modo
de vida de algunas tribus nómadas de las estepas del Asia central. Como esos pastores y
cazadores tenían poco que ofrecer a cambio a los agricultores establecidos y a la gente de las
ciudades, tales como los chinos, resolvieron tomar lo que deseaban por la fuerza.
Las incursiones se realizan mejor con rapidez. Se da el golpe, y luego se pone la mayor cantidad
de distancia posible entre los autores y el objetivo. La habilidad de sus jinetes dio ventaja a los
invasores, y el estribo la hizo mayor todavía.
Custodia de las fronteras bizantinas
El rico Imperio Bizantino era un objetivo apetecido para los invasores, razón por la cual era
mejor encargar la custodia de las fronteras a rápidas patrullas de jinetes. Los estribos,
probablemente copiados de los ávaros, dieron a las patrullas bizantinas una ventaja sobre los
europeos occidentales, quienes no poseían todavía esta tecnología. Dicha superioridad, unida al
empleo de una intendencia general, organización de apoyo que aseguraba a la infantería y la
caballería todo lo necesario para alimentarse, aun durante largos asedios, dificultó en extremo la
entrada en el Imperio Bizantino de los intrusos. Constantinopla, capital bizantina, necesitó
durante los siglos séptimo y octavo toda su capacidad para enfrentar una nueva y permanente
amenaza: los árabes.
Con el legendario rey Arturo, cuya existencia es hipotética Si vivió en realidad, es probable que
haya conducido a los bretones celtas contra los invasores sajones en el siglo sexto d.C., pero sin
armadura de metal. La armadura de placa metálica se puso de moda 800 años después, en el
siglo catorce.
Anillos metálicos entrelazados:
La cota de mallas
Antes de la armadura metálica los caballeros usaban la cota de mallas, y antes de ésta
empleaban la armadura de escamas imbricadas, introducida desde la época de los asirios como
defensa contra las flechas. Esta armadura, al igual que las escamas del lagarto, empleaba
pequeñas piezas metálicas cosidas en filas sobrepuestas sobre el vestido de cuero. La cota de
mallas era más ingeniosa: estaba formada de anillos metálicos entrelazados, dispuestos en
forma de jubón o chaqueta ajustada. Los cruzados la usaron cuando fueron a Oriente para liberar
la Tierra Santa del control musulmán. La cota de mallas se volvió obsoleta cuando hubo mejores
arcos, con los cuales se podía lanzar una flecha y penetrar la protección metálica.
Más potencia para la ballesta de los arqueros
La ballesta fue otra invención china, y muy antigua por cierto, pues data del siglo cuarto a.C. Los
arqueros europeos redescubrieron su mortífero poder en el siglo décimo d.C.
Se componía de un arco corto y extremadamente rígido montado sobre un madero, con un
mecanismo para fijar la cuerda del arco y mantenerla estirada, a mayor tensión que la que un
hombre podía lograr al tirar hacia atrás la cuerda manualmente. La flecha se disparaba con una
palanca manual, o gatillo.
La ballesta disparaba flechas cortas, o saetas, que solían ser de metal; volaban rápido y
penetraban superficies que una flecha lanzada por un arco convencional no podía horadar. Los
normandos la usaron en 1066, en su conquista de Inglaterra.
Por ironías del destino, para derrotar a los moros invasores en la batalla de Poitiers, en 732 d.C.,
el rey franco,Carlos Martel, ordenó desmontar a sus caballeros. Enfrentándose a los jinetes
atacantes con lanzas y escudos, los francos resistieron y repelieron con éxito a los moros.
Más aún, a pesar del retorno a las tácticas de la infantería, esta batalla marcó el comienzo de la
época caballeresca, edad en que los caballeros con armadura dominaron la guerra europea.
La época caballeresca
Los términos caballerosidad y caballeresco están relacionados con el francés chevaux (caballos),
y con otras palabras derivadas del nombre del animal. Estas palabras muestran cómo la gente de
la Edad Media asociaba la nobleza, la gentileza y el valor con los guerreros a caballo.
Esta era, como muchas otras anteriores y posteriores, ensalzó la violencia. La gente consideraba
la habilidad en el combate como una muestra de civilización. Jean Froissart, cronista e
historiador francés del siglo catorce, escribió:
“Los caballeros nobles han nacido para luchar, y la guerra ennoblece a todos aquéllos que
combaten sin temor o cobardía”.
Ennoblecedora o no, la guerra costaba dinero, y era extraordinariamente oneroso equipar a un
caballero. Carlos Martel ayudó a sus jinetes a pagar sus pertrechos, expropiando tierras de la
Iglesia medieval y entregándolas a los guerreros nobles. Bajo el feudalismo los terratenientes
se beneficiaban de las cosechas de sus labriegos arrendatarios.
Carlomagno, quien sería poco después rey de los francos, además de ser el primero en unir gran
parte de Europa tras la calda de los romanos, llevó a cabo la unificación con su caballería.
La armadura para detener los golpes a armas mortales
La cultura caballeresca prevaleció durante centenares de años en Europa. Esta cultura de la
armadura blindada está asociada en las películas
arco largo: combinación de precisión y potencia
El arco largo inglés, refinamiento de una antigua tecnología galesa, se convirtió en el último
grito de la moda en armamentos durante el siglo catorce. Preciso y potente en manos de un
arquero experimentado, el arco largo fue una razón adicional para que los caballeros usaran
sólidas armaduras metálicas.
El arco largo era poderoso, pero tanto su precisión como su alcance eran limitados. El modelo
inglés podía causar daño a una distancia de 225 metros y se recargaba rápidamente. No
obstante, sólo un arquero experimentado podía manejarlo a cabalidad, de modo que Inglaterra
exigía a los pequeños propietarios de tierras que se enrolaban como soldados, de ser necesario,
como en la antigua Grecia y en Roma, un entrenamiento para adquirir buena puntería.
En la batalla de Crécy, librada en 1346 durante la guerra de los cien años entre Inglaterra y
Francia, los arqueros ingleses provistos de arcos largos derribaron las filas francesas una tras
otra. Francia perdió ese día más de 1.500 caballeros y 10.000 soldados de infantería. Inglaterra
perdió menos de 200 hombres en total, entre ellos solamente dos caballeros.
A corto plazo, Crécy obligó a los franceses y a otras naciones europeas a cubrirse de armaduras
más pesadas. Nadie presentía entonces que los caballeros estaban en vías de extinción. Los
cañones venían en camino. Un siglo más tarde las armas de fuego superarían en el disparo y la
penetración a cualquier arco inventado hasta entonces.
La pólvora aumenta la potencia de fueqo
Entre los siglos doce y dieciocho, los cañones pasaron de China al occidente de Asia, y de allí a
Europa. Se desarrollaron a partir de los primeros experimentos hasta alcanzar una tecnología de
precisión. Los militares fueron obligados a revisar sus estrategias, adaptando a veces las viejas
formaciones de batalla para acoplarlas al nuevo armamento, a la vez que los defensores hallaban
nuevas maneras de reforzar puestos fronterizos y ciudades.
El papa Urbano II condenó la ballesta en 1096, como “odiosa a los ojos de Dios”, y la Iglesia
prohibió en 1139 su uso contra cristianos. Por supuesto que si se trataba de sarracenos, como
llamaban entonces a los turcos y otros musulmanes, su empleo estaba permitido.
ORIGEN DE LA PÓLVORA
Según se cree, ios chinos ya conocían la pólvora y La usaban en fuegos de artificios en el siglo VI
de nuestra era, quizás en ceremonias religiosas. Habrían comenzado a utilizarla con. fines
bélicos hacia 1161, bajo la dinastía de los Sung. En el siglo siguiente las armas de mego llegaron
a alcanzar gran desarrollo bajo el dominio de los mogoles, quienes las emplearon durante la
invasión realizada en 1241.
Otros historiadores afirman que, por su parte, los alquimistas árabes del siglo XIII también
pulverizaban y mezclaban porciones de salitre, carbón y azufre, y que, poniendo esta mezcla en
sus morteros con algunas piedras encima, la encendían y provocaban su explosión, con el
consiguiente lanzamiento de los proyectiles. Pero estos no fueron sino ensayos experimentales
—como los que se atribuyen al monje Bertoldo Schwartz en el siglo XIV— sobre la fuerza
expansiva de la pólvora.
Hacia 1270, Marco el Griego escribió el Libro de fuegos para quemar enemigos, en donde se
refiere a la composición de la pólvora. Y en la misma época (1267), el monje inglés Rogelio
Bacon, que fue el más famoso científico medieval, escribió lo siguiente en su Opus Majus (Obra
Mayor): "Se han descubierto importantes artes contra los enemigos del Estado, de modo que sin
espada ni ninguna otra arma que requiera contacto físico, se pueda destruir a todos los que
opongan resistencia.
Con la fuerza de la sal llamada salitre, se produce un sonido tan horrible al estallido de una cosa
tan pequeña; a saber, un pequeño trozo de pergamino, que excede al retumbar de un gran
trueno, y la llama excede al máximo resplandor del rayo que acompaña al trueno". Así señalaba
el advenimiento de la era de la pólvora.
A la carga con la lanza
Aunque los cruzados emplearon la ballesta, su uso les pareció poco honorable. Los valores
caballerescos se centraban en el combate personal. Cuando no había guerra, los caballeros se
enfrentaban unos a otros en feroces y con frecuencia mortales torneos.
La lanza, arma larga y puntiaguda que el caballero llevaba apretada bajo el brazo, liberaba una
fuerza inverosímil. Los jinetes, con el tiempo cada vez más recubiertos de metal, se balanceaban
sobre los estribos y se apoyaban en las sillas de respaldo alto al usar esta variedad de la antigua
pica para tratar de desmontar al contendor de su corcel. Las armaduras, cada vez más pesadas,
los protegían de ser traspasados.
Estas batallas simuladas daban a los caballeros renombre y los mantenían preparados para la
guerra, pero la lucha en los torneos era real. En uno celebrado en 1241 en Neuss, Alemania,
hubo cerca de 80 muertos, entre hombres y niños.
fabricaban campanas de iglesia, fueron los primeros fabricantes europeos de cañones; a veces
las fundían para fabricarlos. Los constructores pronto se dieron cuenta de que un tubo
funcionaba mejor, y que deberla disparar un proyectil de metal, con el cual se podría echar abajo
el portal de un castillo, o destruir una casa.
Aparecen los grandes cañones
El escritor y estadista italiano Nicolás Maquiavelo observó a comienzos del siglo dieciséis:
“No existe muro, por grueso que sea, que no pueda ser destruido en pocos días por la artillería”.
Los cañones ya eran grandes, aunque algunos de los de mayor tamaño no funcionaban bien. A
comienzos del siglo quince algunos pesaban 750 kilogramos y disparaban balas de 75
centímetros de diámetro. ¿Cómo podía fabricar alguien un tonel de metal fundido de semejante
tamaño? En primer lugar no era fundido, sino armado con piezas de hierro forjado, como las
tablas que forman las paredes curvas de los barriles de encurtidos. Varios aros de hierro
sostenían las piezas en su lugar, por lo menos temporalmente.
En 1445, los artilleros borgoñones (el ducado de Borgoña era entonces independiente; más tarde
se uniría a Francia) estaban disparando una de esas monstruosas bombardas (los primitivos
cañones) contra los invasores turcos cuando estalló uno de los aros. Lo curioso es que
dispararon de nuevo, y saltaron dos aros más y una de las piezas longitudinales.
En 1440, uno de sus propios cañones explotó, dando muerte a Jacobo 11, rey de Escocia, y a
muchos miembros de su séquito.
Se cree que los sarracenos, en Granada, utilizaron armas de fuego hacia el año 1275. En la
primera mitad del siglo XIV, su uso se generalizó en Italia, Francia e Inglaterra. Se trataba de
'bombardas" o cañones que se cargaban por la boca con una porción de pólvora y hasta una
docena de piedras. Luego se encendían por un orificio de la recámara.
dice que por el año 1378, un monje alquimista dio a Venecia la fórmula de una aleación de gran
resistencia, para fundir cañones de una sola pieza. Con ellos, los venecianos obtuvieron notables
victorias, pero encarcelaron al inventor por considerarlo peligroso, debido a su talento.
En el siglo XV se adoptó la costumbre de grabarles nombres terroríficos a los cañones (la leona,
el áspid, el terremoto, etc.), e inscripciones que ponderaban sus estragos; tales como ésta:
"Llamada soy la fiera serpentina, que allano fuertes con inmensa ruina".
En el sitio de Constantinopla (1453) Mahomet II mandó instalar un gigantesco cañón que fue
arrastrado por sesenta bueyes y 200 hombres hasta su emplazamiento. Es fama que arrojaba
proyectiles de 200 libras.Dos horas llevaba cargarlo, y entre una y otra descarga se refrescaba
con agua y aceite.
Los dos primeros cañonazos parecieron horrísonos terremotos. Pero en el tercero reventó,
mutando a su constructor, el húngaro Orban.
Hasta 1420, aproximadamente, los proyectiles consistían en simples piedras. Después
empezaron a utilizarse balas de hierro y plomo, que se generalizaron a fin de siglo, y que podían
ser rayadas para que siguieran una trayectoria más recta.
En 1500 el cañón ya había adquirido el aspecto definido que se mantendría invariable durante
siglos. El caño fue montado sobre dos ruedas para facilitar el trasporte, y balanceado sobre un
perno para regular la puntería. El artillero, con un largo cazo, colocaba en el fondo del caño una
porción de pólvora y la comprimía contra la culata; luego introducía un disco de madera para
separar la pólvora de la bala y, finalmente, siempre por la boca, introducía el proyectil. En esta
operación los artilleros arriesgaban seriamente la vida, por las explosiones accidentales y
porque se exponían al fuego enemigo.
CAÑONES DE RETROCARGA
A partir de 1380 se empezaron a construir cañones de retrocarga, con culata desmontable, que
el artillero cargaba desde atrás, al reparo de una estacada o almena. Pero hasta el siglo pasado,
en que se perfeccionó la técnica de su fundición, de modo que el cierre llegó a ser hermético, los
cañones siguieron cargándose por la boca.
La artillería destructiva de las murallas de Constantinopla
En algunos casos un gran cañón era lo que hacía falta. Recordemos que los árabes no pudieron
vencer la determinación de Constantinopla. Decidido a enfrentar el desafío con grandes cañones,
el sultán turcomano Mohamed II contrató a un fabricante húngaro, quien construyó un cañón
capaz de lanzar un proyectil a 1,6 kilómetros de distancia.
Se enciende el fuego del descubrimiento
Si se enciende fuego en un montón de basura que contenga azufre, se disparará una reacción
sibilante. Alguien cuyo nombre se ha perdido en la historia observó este fenómeno en China
hace siglos, y comenzaron entonces los experimentos con mezclas de azufre concentrado y
carbón de leña. Hacia el siglo noveno d.C., otro genio agregó cristales de nitrato de potasio
(salitre). Si la mezcla se prendía, se obtenían chispas que servían para decorar las ceremonias
formales. Los monjes taoístas jugaron con estos compuestos químicos hasta lograr la pólvora
para fuegos artificiales.
Los fabricantes de juegos pirotécnicos aprendieron con el paso del tiempo que su mezcla, la
pólvora, podía explotar peligrosamente. Los militares también se percataron de ello. Hacia el
siglo doce, los ejércitos de la dinastía Sung introdujeron en su arsenal las granadas metálicas;
por otra parte, los chinos fueron los primeros en usar bombas de fragmentación, en las que la
envoltura se hacía añicos, y se esparcía cual mortal metralla. En el siglo siguiente, las fábricas
chinas de armamento construyeron centenares de cohetes militares y bombas, algunas de las
cuales contenían sustancias venenosas, como el arsénico, que se liberaban con el impacto; otras,
diseñadas para causar incendios, llevaban alquitrán y aceite. Los chinos construyeron también
cañones primitivos, simples barricas llenas de pólvora, que disparaban rocas o bolas metálicas.
Se propagan noticias
Las noticias se propagaron hacia Occidente por la ruta de la seda, el antiguo camino comercial.
Los árabes ya tenían armas de fuego primitivas hacia finales del siglo trece, pero la receta para
la fabricación de la pólvora llegó a Europa en 1267, en las manos del científico inglés Roger
Bacon.
Menos de un siglo después, los ejércitos europeos usaban ya toscos cañones; pero no fueron los
innovadores soldados que ensayaban pequeñas, ruidosas y apestosas marmitas de fuego
quienes decidieron la batalla de Crécy, ya mencionada, sino sus camaradas arqueros armados
con el arco largo. Sin embargo, esta especie de cañón primitivo era un síntoma de desarrollos
futuros. Los primeros cañones europeos fueron llamados marmitas de fuego porque tenían la
forma de una olla; disparaban flechas (sí, flechas) con una fuerza asombrosa, pero con poca
confiabilidad y ninguna precisión. Los artesanos, que hasta entonces
Armas de fuego para los soldados
Al principio los cañones fueron considerados el reemplazo de la catapulta y el ariete, armas
destructivas pero imprecisas. Con el desarrollo de la artillería, fueron ganando en utilidad y
precisión.
Los fabricantes diseñaron pronto modelos para emplear en el propio campo de batalla, como
artillería ligera (comúnmente un cañón sobre ruedas tirado por caballos) y armas para los
soldados. El cañón manual, como se llamaban los cañones más pequeños, hería los caballos del
enemigo (y también el propio, si a ello vamos) y tal vez intimidaba a un par de caballeros, si
mucho. No obstante, durante un buen tiempo el cañón manual no parecía un reemplazo práctico
de la espada y los arcos. ¿Cómo podía uno llevar el cañoncito, apuntar, y también prender fuego
exitosamente a la carga de pólvora?
A mediados del siglo quince, la solución consistía en usar una mecha , empapada en alcohol y
cubierta con salitre, sujeta a un disparador. Empujando el disparador, la mecha lenta se ponía en
contacto con el oído del cañón y prendía la carga de pólvora.
Esta arma de mecha lenta, liberaba las manos del tirador, que podía apuntar, por ejemplo, un
arcabuz (del alemán Hakenbüchse, que significa cañón de gancho). Algunos arcabuces tenían un
gancho que solía asegurarse al borde de un muro para disparar sobre él. El gancho recibía parte
del golpe producido por el fuerte retroceso del arma.
La palabra mosquete viene de mosquito. Como su nombre lo indica, se suponía que esta arma
irritaba al enemigo. Pero los mosquetes no eran en nada parecidos, por su tamaño, al mosquito.
Muchos tenían que reposar sobre una horquilla, como una muleta, para que el tirador apuntara y
disparara. Así que, además del pesado cañón, el mosquetero tenía que arrastrar su incómodo
soporte.
En 1453, el sultán disparó de seguido su cañón, apodado Mahometa, contra las murallas de la
capital. Como muchos de esos gigantes, el cañón se rompió al segundo día, y a la semana era
inutilizable. Pero Mohamed tenía más, así que, después de 54 días de asedio, el Imperio
Bizantino de mil años de antigüedad cayó finalmente.
Refinamiento de las nuevas armas
Aunque las enormes bombardas funcionaban, los jefes militares sabían que debía haber un
medio menos engorroso que ganar batallas a cañonazos. Los fabricantes pusieron manos a la
obra y diseñaron cañones más ventajosos y versátiles, que vinieron a cubrir necesidades
específicas en el arsenal del Renacimiento.
Cañones más livianos mas fáciles de maniobrar
Andando el tiempo, los expertos en artillería comprendieron que podían fundir algunos cañones
en bronce, metal resistente pero más liviano, en lugar de emplear el hierro, de modo que fueran
más manejables y menos propensos a estallar, de suerte que pudieran ser colocados más
rápidamente en posición y disparados con mayor frecuencia (algunos de los cañones grandes
podían disparar sólo un proyectil cada dos horas). Con tales cañones se haría más daño que con
los grandes.
La pólvora se mejora con coñac
Había mejores cañones, pero la pólvora requería perfeccionamiento ya que el azufre, el carbón y
el salitre tenían pesos distintos. Los cristales de salitre se iban al fondo en tanto que el carbón
se quedaba en la superficie.
Mezclar correctamente los ingredientes antes de cargar el cañón, única manera de asegurar la
efectividad de la pólvora, era una labor difícil y demorada. Entonces a alguien se le ocurrió
mezclar la pólvora con coñac, para que los ingredientes se integraran mejor y de manera
homogénea, y dejar secar la pasta resultante en forma de granos.
¡Pero qué desperdicio de coñac! Los soldados ensayaron sustitutos como vinagre, que
funcionaba bien, orina humana, que era todavía mejor, en particular si provenía de un soldado
que había dado al coñac un uso más placentero (esto no mejoró el olor de la pólvora, por cierto).
Armas de fuego para los soldados
Al principio los cañones fueron considerados el reemplazo de la catapulta y el ariete, armas
destructivas pero Imprecisas. Con el desarrollo de la artillería, fueron ganando en utilidad y
precisión.
Los fabricantes diseñaron pronto modelos para emplear en el propio campo de batalla, como
artillería litera comúnmente un cañón sobre ruedas tirado por caballos con
los soldados) El
cañón manual, como se llamaban los cañones más pequeños, hería los caballos del enemigo (y
también el propio, si a ello vamos) y esta vezintimidaba a un par de caballeros, si mucho. No
obstante, durante un buen tiempo el cañón manual no parecía un reemplazo práctico de la
espada y los arcos. ¿Cómo podía uno llevar el cañoncito, apuntar, y también prender fuego
exitosamente a la carga de pólvora?
A mediados del siglo quince, la solución consistía en usar una mecha empapada en alcohol y
cubierta con salitre, sujeta a un disparador. Empujando el disparador, la media lenta se ponía en
contacto con el oído del cañón y prendía la carga de pólvora.
Esta arma de mecha lenta, que aparece en la figura, liberaba las manos del tirador, que podía
apuntar, por ejemplo, un arcabuz (del alemán Hakenbflchse; que significa cañón dé gancho).
Algunos arcabuces tenían un gancho que solía asegurarse al borde de un muro para disparar
sobre él. El gancho recibía parte del golpe producido por el fuerte retroceso del arma.
La palabra mosquete viene de mosquito. Como su nombre lo indica, se suponía que esta arma
irritaba al enemigo. Pero los mosquetes no eran en nada parecidos, por su tamaño, al mosquito.
Muchos tenían que reposar sobre una horquilla como una muleta, para que el tirador apuntara y
disparara. Así que, además del pesado cañón, el mosquetero tenía que arrastrar su incómodo
soporte.
Producción de la chispa
Como la mecha lenta producía a veces demasiado pronto la chispa que prendía la carga, el
mosquete era peligroso para el mosquetero; en consecuencia los armeros inventaron otra
manera de prender la carga de pólvora: un trozo de pedernal en contacto con una rueda de acero
provista de un resorte. Si examinamos las partes móviles de un encendedor de cigarrillos,
comprenderemos cómo salta la chispa. Con el tiempo, un dispositivo más simple, consistente en
un martillo provisto de un resorte que golpeaba un trozo de pedernal, se convirtió en la
tecnología dominante, que prevaleció desde cerca de 1650 hasta el siglo diecinueve.
Fortalezas flotantes
Después de que la pólvora revolucionara el armamento, las batallas navales se libraron
empleando cada vez más artillería, en lugar de remar hasta la nave enemiga, abordarla y
combatir cuerpo a cuerpo en el puente. La galera, que había sido una formidable nave de guerra
en el Mediterráneo, se fue volviendo obsoleta porque los barcos tenían ahora que erizarse de
bocas de fuego; no necesitaban remos ni remeros. Las naves se convirtieron en fortalezas
flotantes.
Fortificaciones en forma de estrella
Desde la época de las primeras ciudades amuralladas , una buena barrera defensiva debía ser
tan alta como fuera posible, pero ahora el fuego de los cañones podía derribarla, de suerte que
los arquitectos inventaron a mediados del siglo quince un nuevo tipo de fortaleza. En Génova,
Italia, Leon Battista Alberti diseñó fuertes en forma de estrella, con muros relativamente bajos
pero muy gruesos. En la figura vemos el Castillo de San Marcos, construido por los españoles en
San Agustín, Florida, durante el siglo dieciséis.
Las salientes en ángulo permitían a los defensores apuntar sus cañones en diagonal a las líneas
enemigas, de suerte que un proyectil podía pasar por encima de la línea, destruyendo más
hombres, cañones, caballos y pertrechos en general.
http://www.portalplanetasedna.com.ar/tecno_guerra00.htm
I.
Introducción
II.
Etapa premetalúrgica
III.
Calcolítico
IV.
Edad del Bronce
V.
Edad del Hierro
VI.
VII.
Metalurgia prehistórica: contextualización sociohistórica
Bibliografía
I- Introducción
A lo largo de la historia, desde su aparición en la Tierra, el ser humano se ha ayudado de instrumentos para
modificar la naturaleza a su favor. En este sentido, la historia del hombre es una historia de la técnica, una
historia en la que se ha buscado trasformar los elementos disponibles en el medio ambiente de modo que
esta transformación hiciera la vida más sencilla. Desde muy tempranos momentos el hombre utilizó los
elementos más disponibles a su alrededor: palos, piedras, pieles, huesos… elementos que podían ser
trabajados, manipulados, para conseguir de ellos una efectividad, pero elementos que no necesitaban, en
última instancia, de ninguna transformación íntima, ninguna modificación de sus propiedades estructurales.
No es esto lo que ocurre con los metales. El metal, en su mayor parte, requiere para ser utilizado de una
modificación trabajosa y compleja de las características en que lo hallamos enestado natural. La aparición de
la metalurgia es un elemento reciente, visto desde la escala general de la historia, pero de tal importancia
para el ser humano que no sería posible entender sin él el flujo de la historia ni, por supuesto,
las sociedades contemporáneas. Así se ha considerado desde antiguo, hasta el punto de considerar su
descubrimiento el hito que marca un antes y un después en las sociedades prehistóricas. En 1836 el danés C.
J. Thomsen expone el Sistema de las Tres Edades para clasificar para el material prehistórico, propone que
los materiales se dividan según provengan de la Edad de Piedra, de la Edad del Bronce o de la Edad
del Hierro. Este sistema fue rápidamente aceptado por los investigadores y supuso un importante avance
conceptual. Los artefactos prehistóricos podían ordenarse cronológicamente y, así, se proporcionaba
un método eficaz para el estudio del pasado. Hoy día dicha clasificación, con modificaciones que no dejan de
ser importantes, sigue vigente.
Sin embargo, y sin negar la importancia fundamental que la aparición del utillaje metálico tiene en la historia
de un determinado grupo humano, no debemos caer en la idea, que hoy parecería ingenua, de que es
esta innovación tecnológica la variable causal primaria de los radicales cambios que se suelen asociar a su
aparición en el registro arqueológico. Haremos hincapié en esta idea más adelante.
II- Etapa Premetalúrgica
Existen evidencias de que el hombre prehistórico se vio atraído desde épocas tempranas por
los minerales metálicos, en unos casos por su singularidad o belleza, como en el caso de la malaquita o
azurita (ambos minerales de cobre), y en otros por su capacidad para utilizarlos en la decoración del
cuerpo, tejidos o diversas superficies. Este último caso es del ocre, palabra genérica que designa diferentes
óxidos de hierro, del que se verifica su utilización desde hace 300.000 años en Terra Amata, Niza y se
encuentra muy frecuentemente asociado a yacimientos paleolíticos. Sabemos también de un temprano
tratado térmico de estos elementos para acentuar su color.
El primer metal que se trabajó, sin duda por la facilidad de hacerlo, fue el cobre nativo. Las primeras
evidencias de su trabajo las hallamos en el Tell de Sialk (Irán) y en Cayönü Tepesi (Anatolia), en tiempos del
VIII al VII Milenio a C. El cobre nativo se puede trabajar en frío, por martillado, pero también se puede
calentar para aumentar su maleabilidad y disminuir su fragilidad. Para esto último basta una temperatura de
200 a 300º C, lo que sin duda no era difícil de conseguir para los hombres de aquella época. Sin embargo,
la fusión del cobre requiere de una temperatura de 1083º C la que no está claro si se consiguió antes de la
reducción del mineral, que no necesita temperaturas tan elevadas. Lo que sí sabemos es que el cobre, nativo
o mineral, se fundió y se introdujo en moldes ya en el V Milenio a C., tal como aparece en Susa..
También en la zona balcánica aparecen evidencias de cobre trabajado en frío (adornos de chapa) en la
primera mitad del Vº Milenio a C.
Otros metales trabajados de manera premetalúrgica son el oro, que es fácil de trabajar por martillado a partir
de las pepitas; el platino y la plata nativa, muy escasa en estado natural. Todos los anteriores asociados a
trabajos de orfebrería. Y también el hierro nativo, asimismo muy raro, o el meteórico
Para algunos autores como Mohen es difícil admitir que la fusión del metal nativo, por las elevadas
temperaturas que requiere, se haya conseguido antes que la reducción de los primeros minerales, menos
exigentes en ese sentido.
III- Calcolítico
tradicionalmente se ha considerado la aparición de la metalurgia un como el hito que marca un antes y un
después en la prehistoria, sin embargo, para algunos autores actuales la metalurgia sería una "innovación
tecnológica relativa". Los autores justifican su opinión aludiendo a diferente aspectos. Uno de ellos es que
una de las características tenidas como claves de la metalurgia, que es su asociación a la actividad minera,
no es en absoluto una actividad nueva, de hecho se conocen actividades mineras asociadas al sílex o la
obsidiana desde el paleolítico. Ni siquiera la manera de explotar en este momento varía mucho,
la minería del calcolítico es muy similar a las anteriores. De hecho es, como la paleolítica, una operación
superficial, que apenas araña la tierra con explotaciones de superficie.
Otro argumento es que la fundición del cobre no requiere ni mucho menos una tecnología excesivamente
más compleja que la de la cerámica. Sabemos que en épocas neolíticas balcánicas se alcanzaban con
facilidad temperaturas de 700º y que, contemporáneamente, en Mesopotamia se alcanzaban temperaturas
de 800º e incluso 1.000º C; tendríamos así una pirotecnología suficientemente avanzada como para reducir
óxidos y carbonatos de cobre, que exigen alcanzar los 1.000º C y menos si utilizamos fundentes.
Por último, los autores afirman que tampoco el horno metalúrgico fue una innovación transcendental dado
que ya se conocía la vasija-horno que era capaz de soportar hasta 1.250º C.
Para Mohen, en cambio, sí se puede considerar al horno metalúrgico como una innovación esencial. Su
principal característica es que gracias a la utilización de un soplete de boca o un fuelle se pueden alcanzar
con facilidad los 1.100º C.
Mohen afirma que el horno metalúrgico es diferente de todos los demás, requiere atizar el fuego en unas
condiciones reductoras que hacen incompatible el aporte de aire desde el exterior. Esto se puede conseguir
de manera sencilla recubriendo con combustible el corazón incandescente donde se reduce el metal, pero es
condición necesaria que el soplo de aire se dirija al combustible incandescente y no al mineral. Con esto se
reducen fácilmente los óxidos de cobre, como la cuprita, o los carbonatos como la malaquita y la azurita.
Además toda la operación se hace más simple si se utiliza un fundente como el óxido de hierro
Es casi seguro que las técnicas metalúrgicas se conocieran desde el VIIº al VIº Milenio a C. en la zona del
Próximo Oriente, sin embargo, tuvieron un escaso impacto en la sociedad o economía de la época. Ya en el Vº
Milenio a C. sí encontramos objetos metálicos que alcanzan su significación en contextos metalúrgicos plenos
y, a finales del Vº y principios del IVº Milenio encontramos en el actual Irán centros especializados en la
reducción del cobre.
Algo más adelante, en el IVº Milenio a C., el SE de Europa en su área balcánica entra en el Calcolítico. Ya
anteriormente al 4.000 a C. encontramos hachas de la cultura de Gumelnitza de bronce fundido y con
agujero de enmangue conseguido en un molde abierto, lo que denota un momento muy avanzado en el
tratamiento del cobre. A partir de este momento la explosión de las culturas calcolíticas en este área europea
es espectacular, de las cuales las más importantes son las de Vinça y Gumelnitza. A estas culturas se asocian
explotaciones mineras de gran importancia como las de Ai Bunar. Consisten en trincheras excavadas a cielo
abierto de entre 10 y 80 mts. de longitud y 2 y 20 mts de profundidad. También es importante la explotación
minera de Rudna Glava, algo posterior a la anterior y de la que conocemos bastante bien el método utilizado
en su explotación: mediante la colocación de hogueras se calentaba la superficie a explotar, esto hacía que
aquella se calentara y rociándola inmediatamente con agua se conseguía un enfriado brusco que hacía que
aparecieran grietas. En ellas se introducían picos de asta de ciervo con los que se desgajaban los bloques de
mineral. Después estos bloques se desmenuzaban mediante martillos de piedra y morteros. En contraste con
la buena información de la que disponemos sobre las operaciones de minería, sabemos poco de como se
llevaba a cabo la reducción del mineral. Se hipotetiza que la causa de esto sea que la reducción del metal se
llevaba a cabo en lugares especializados que aun no se han descubierto.
Otro foco a tener en cuenta en relación con el calcolítico se sitúa en la sur Península Ibérica a partir del IIIº
Milenio a C., normalmente asociado a la cultura de Los Millares, aunque hoy se considera más extendido
geográficamente. El fenómeno metalúrgico de este área se caracteriza por una limitada producción, existen
pocos hallazgos pero procedentes de fundición de carbonatos y óxidos de cobre, parece que no se trabajó el
cobre nativo, por lo que podemos hablar de una verdadera metalurgia. Parece que existió cierta
especialización minera en algunos poblados, aunque esto es dudoso por el limitado número de trincheras
encontradas en ellos. A diferencia de la zona balcánica, no existe total constancia de la existencia de un
artesanado metalúrgico diferenciado, parece que en todos los poblados existe actividad metalúrgica y que
esta era tendente al autoabastecimiento, no sobrepasando demasiado el ámbito familiar. Esto se puede
afirmar solo a nivel general, dado que en el yacimiento de Los Millares se ha localizado un taller de trabajo
del metal que podría hablar de cierta especialización, lo que a su vez se asociaría a una sociedad
incipientemente jerarquizada.
Hasta aquí hemos querido hacer un repaso somero del nacimiento de la metalurgia en el Viejo Mundo, un
siguiente paso sería el de la aparición de las aleaciones, que trataremos a continuación.
IV- Edad del Bronce
Las aleaciones cupríferas de la antigüedad se realizaban con elementos como el antimonio, el plomo o el
arsénico pero, aunque la utilización de este último es bastante común en determinados momentos, las
aleación reina es, sin duda la del cobre con estaño, es decir el bronce.
El arsénico podía asociarse al cobre mediante fusión o cementación, pero ambas son técnicas mal conocidas.
La utilización del arsénico en su aleación con el cobre es bastante peligrosa por las emanaciones
de gases que produce, sin embargo parece que los metalúrgicos prehistóricos tenían el proceso bien
controlado.
Los mejores ejemplos de aleación de cobre con arsénico los hallamos en las espadas y puñales de Carnoët
(Francia) de principios del IIº Milenio a C.
El estaño adquiere su valor metalúrgico por su asociación con el cobre. Añadiendo al cobre un 10% de estaño
se obtienen varias ventajas en el material resultante como es disminuir la temperatura de fusión la obtención
de un metal fundido de una gran fluidez y, por supuesto, la mayor dureza del bronce que del cobre. Sin
embargo un exceso de estaño, más de un 13%, vuelve al bronce quebradizo lo que lo hace inservible para
objetos utilitarios.
No se conoce a fondo ningún taller que refleje el proceso completo de la metalurgia del bronce, sin embargo
sí conocemos los aspectos principales de dicha actividad.
Existían hornos metalúrgicos de reducción, como el israelí de Timma, que estuvo en uso desde el s. XIV al S.
XII a C. Consistía en un horno semicircular, al final de una fosa, rodeado por piedras que conservaban
el calor. Tenía una tobera que desembocaba a media altura del horno. Se aislaba del resto de la zanja por una
pared de piedra y arcilla. Estaba cubierto por piedras que recogían el calor pero, a la vez, dejaban escapar el
humo. En el fondo tenía una cubeta que recibía el material fusionado donde se enfriaba y formaba un lingote
de cobre. Tanto la pared interna como la tobera estaban vitrificadas.
Por otro lado, encontramos hornos de refundición y preparación de las aleaciones. También en Timma, al lado
de los de reducción, se encontraron de este último tipo. Consistían en una fosa que se llenaba con carbón, no
tenían tobera alguna y la refundición del cobre se llevaba a cabo en un crisol. En otros lugares sí se han
encontrado con tobera. Existen otros tipos cerrados, consistentes en una fosa con una tapa de arcilla que
sirve de escudo térmico, la temperatura bajo ella podía llegar a los 1.200º C.
Las toberas son elementos comunes a los hornos de reducción y a los de refundición. Son una especie de
embudo de arcilla que dirige el aire sobre el carbón incandescente, se les suele acoplar un fuelle o cañas a
través de las cuales se puede soplar.
El crisol es el receptáculo que recibe el metal reducido o para refundir lingotes y obtener aleaciones, solían
ser de piedra o más frecuentemente de arcilla.
Los moldes suelen ser abiertos, cerrados, monovalvos o bivalvos y solían elaborarse en arcilla, piedra o
bronce. La mezcla de metal se introducía en ellos para darle forma. Cuando eran cerrados el objeto de metal
se obtenía fracturando el molde.
Tras la refundición el objeto debía de seguir siendo trabajado, era necesario eliminar las rebabas, pulirlo y, en
caso de que procediera, afilarlo.
La imposición del bronce hace que las armas sean cada vez más numerosas y más útiles para la guerra. El
bronce conoció enormes éxitos con la aparición de los primeros grandes imperios como los orientales, el
del Egipto faraónico, el de la Creta minoica o los reinos de Wessex, Armórica o Dinamarca. Sin embargo, la
Edad del Bronce llevaba en su seno su propia contradicción, la dificultad de obtener suficientes cantidades de
cobre o estaño llevó a muchas de estas sociedades a repetidas crisis. En ese sentido se ha interpretado, por
ejemplo, la aparición de aleaciones terciarias, formadas por tres metales, donde el plomo va substituyendo
progresivamente al estaño y haciendo disminuir poco a poco la calidad de los metales y, consecuentemente,
de los artefactos fabricados.
V- Edad del Hierro
Los primeros en entrar en la Edad del Hierro fueron los hititas en el área de Palestina y solo fueron necesarios
unos siglos para que a continuación lo hiciera todo el mundo antiguo. Aunque el trabajo del hierro es el más
difícil de realizar de entre todos los metales, las posibilidades que ofrece, su mayor eficacia y la dificultad de
abastecerse de cobre y estaño hicieron que el hierro substituyera a las labores asociadas al cobre de manera
bastante rápida. Estas circunstancias estimularon el perfeccionamiento de la siderurgia, que llevaron a que
en épocas prehistóricas se consiguieran temperaturas de hasta 1.300º C. El mineral de hierro es muy
abundante en la tierra, supone el 5% del peso de la corteza terrestre, por lo que su aprovisionamiento no es
difícil, pero sin embargo, son necesarios combustibles de una alta capacidad calorífica para su reducción,
generalmente se utilizó el carbón vegetal.
Existen diferentes procedimientos para la obtención del metal de hierro. El primero,
llamado procedimiento directo, se obtiene en horno de cubeta. La reducción se realiza a una temperatura
menor que la de fusión (1536º C). Mediante este procedimiento se obtiene una mezcla de hierro y escoria
que, tras un insistente martillado, nos proporciona un metal más o menos homogéneo. Así se obtiene el
hierro dulce, muy puro (con menos de un 0’02 % de carbono), pero a la vez excesivamente dúctil y de escasa
dureza. Si queremos aumentar esta lo podemos conseguir mediante su introducción en carbono, con lo que
conseguimos un mayor nivel de carburación del metal, lo que aumenta la dureza. El hierro carburado no es
otra cosa que el acero. El hierro se puede trabajar mecánicamente, es lo que se llama el forjado, método por
el que se pueden conseguir artefactos de una gran variedad. También se puede tratar térmicamente de
varias formas: a)- mediante el recocido, calentarlo y dejarlo enfriar lentamente, con lo que se obtiene
una estructura de mayor equilibrio, b)- a través del templado, que consiste en enfriarlo bruscamente en agua
lo que lo hace duro y fácil de afilar, aunque quebradizo y c)- por el método del revenido, que consiste en, tras
el templado, volverlo a calentar y dejarlo enfriar lentamente, lo que hace disminuir su fragilidad.
Otro método general de trabajo del hierro es el indirecto, que se realiza en altos hornos y produce un metal
fundido, que se puede llevar a moldes y tiene un alto porcentaje de carbono (de un 1’7% a un 6’7%). Este
método de obtención del hiero colado no se conoció en Europa hasta el siglo XI-XII d C., pero se dominaba ya
en China desde el IV a C. Antes de la revolución industrial el mejor metal de hierro era el damasquinado, que
se fabricaba mediante varillas de hierro dulce y hierro carburado soldadas y martilladas conjuntamente,
dando como resultado un material que aúna flexibilidad, resistencia y dureza.
La Edad del Hierro comienza a finales del IIº Milenio a C. y el conocimiento del carburado fue decisivo en su
expansión. El conocimiento de la siderurgia se extendió rápidamente por el Próximo Oriente, Chipre y el Egeo
y, en algunos siglos se hizo asidua en Europa, gracias a la abundancia de hierro que existía en esta y a los
numerosos bosques que posibilitaban la obtención de grandes cantidades del carbón vegetal necesario para
su tratamiento. La colonización griega y fenicia hizo que el hierro se difundiera rápido por la Península
Ibérica, el norte de Africa y, seguramente, por la fachada atlántica, alcanzando su apogeo en el mundo celta
donde se integra en los objetos de la vida cotidiana. El bronce, de todos modos, se sigue utilizando con fines
decorativos
VI- Metalurgia Prehistórica: contextualización sociohistórica
Para finalizar nos gustaría hacer unas consideraciones en relación al metal, la metalurgia y su consideración
como innovación tecnológica.
En primer lugar queremos señalar la actual inadecuación de la idea de la metalurgia del cobre
como motor del proceso civilizador. Esta conceptualización popularizada por G. Childe no se puede sostener
ya hoy en día vistos los resultados de la investigación más recientes del registro arqueológico. Hay varias
cosas en su contra: a)- muchos de los rasgos de la nueva situación de creciente complejidad social que
acompaña a la aparición del metal, en las diferentes culturas en que surge, son anteriores cronológicamente
al mismo metal, b)- las primeras herramientas metálicas tienen una utilidad práctica muy limitada y c)- no se
evidencian ritmos sostenidos en el proceso de desarrollo del fenómeno metalúrgico.
Parece que los procesos de complejización social relacionados con los fenómenos calcolíticos son debidos a,
por un lado, incrementos de la producción de algunos grupos humanos que, a su vez, conducen a la aparición
de sociedades de jefaturas incipientes o plenas y, de otro lado, al incremento de las relaciones
interculturales, sin entender esto último de una manera difusionista. En este contexto la metalurgia debe de
ser entendida como parte de un proceso general de complejización social, más que como un motor causal.
Desde esta óptica los objetos de metal se consideran como bienes de prestigio asociadas a esas jefaturas
incipientes más que
como instrumentos utilitarios. Así, por ejemplo, la producción metálica de Vinça, con gran cantidad de
herramientas y adornos y pocas armas, manifiesta, tras el estudio de las huellas de uso, que este fue muy
escaso. Estos objetos no tenían una finalidad utilitaria, quizá solo se utilizarán a la hora de realizar los
enterramientos. Su finalidad se entiende mejor si la contemplamos desde la óptica de la ostentación.
Por otro lado quisiéramos señalar que tampoco es sostenible la teoría difusionista "ex oriente lux", defendida
así mismo por G. Childe. Este afirmaba que la civilización y el metal con ella provenían del Próximo Oriente y
que se había producido un proceso de difusión cultural desde aquellas sociedades complejas primeras. Hoy,
gracias al ajuste de las fechas por radiocarbono y al mejor conocimiento del registro arqueológico, se
sostiene mejor una posición poligenista. Según ella el fenómeno metalúrgico surgiría primeramente en el
Próximo Oriente, en un segundo momento en la Europa Balcánica y, finalmente, en el sur de la Península
Ibérica, pero en todos los casos de manera una independiente de la otra. Además en todos los casos se
hallaban en zonas ricas en cobre de fácil explotación, con al menos cierto grado de complejización social y
especialización, con relaciones comerciales lejanas de objetos de prestigio y, sobre todo con unas
circunstancias que garantizaban la recepción favorable, al menos por parte de un grupo privilegiado, de la
innovación. Quizá un modelo difusionista se ajustara mejor a la expansión de la siderurgia.
Por último señalaríamos la dificultad existente a la hora de establecer secuencias típicas en el desarrollo de
la metalurgia. Por ejemplo Renfrew, siguiendo a T. Wertime, propone un modelo de desarrollo de las primeras
metalurgias, seguirían las siguientes fases:
1.
Utilización del cobre nativo
2.
Martilleo en frío del cobre nativo.
3.
Calentamiento del cobre nativo.
4.
Fusión del cobre a partir del mineral.
5.
Colado del cobre en un molde abierto.
6.
Molde de núcleo y uso del molde en dos piezas.
7.
Aleación con arsénico o con estaño.
8.
Moldeo mediante la técnica de la cera perdida.
Para otros autores este tipo de modelos de desarrollo es criticable en la medida en que no se pueden aplicar
a muchos casos, como es el del desarrollo de la metalurgia en el Nuevo Mundo, o el del Africa Ecuatorial,
donde se conoció el hierro ya en el siglo IV a C, antes que los demás metales.
VII- Bibliografía
-Delibes, G. y Fernández-Miranda, M: Los orígenes de la Civilización. El Calcolítico en el Viejo Mundo.
Ed Síntesis, Madrid, 1993.
-Mohen, J.P.: Metalurgia Prehistórica. Introducción a la Paleometalurgia. Ed. Masson, Barcelona, 1992
-Renfrew, C.: El Alba de la Civilización. La Revolución del Radiocarbono y la Europa Prehistórica. Ed. Itsmo,
Madrid, 1986
-Renfrew, C. y Bahn, P.: Arqueología. Teorías, Métodos y Prácticas. Ed. Akal, Madrid, 1993
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos/metalprehis/metalprehis.shtml#ixzz3Bh7VQ9iv
H i s t o r i a d e Tu n g s t e n o
En 1779 Peter Woulfe examinaron el mineral conocido ahora como wolframita y concluyó que éste debe
contener una nueva sustancia. Scheele, en 1781, encontró que un nuevo ácido podría hacerse a partir de
tungsteno (un nombre aplicado por primera vez acerca de 1758 a un mineral conocido ahora como
scheelita). Scheele y Berman sugieren la posibilidad de obtener un nuevo metal mediante la reducción de
este ácido. Los hermanos de Elhuyar en ácido en wolframita en 1783 que era idéntico al ácido de volframio
(ácido túngstico) de Scheele, y en ese año se logró obtener el elemento mediante una reducción de este
ácido con carbón. Tungsteno ocurre en wolframita, scheelita, huebnertie y Ferberita. importantes yacimientos
de tungsteno se producen en California, Colorado, Corea del Sur, Bolivia, Rusia y Portugal. China se informó
que alrededor del 75% de los recursos de tungsteno en el mundo. tungsteno natural contiene cinco isótopos
estables. Veintiún isótopos inestables, se reconocerán. El metal se obtiene comercialmente se recucing de
óxido de tungsteno con el hidrógeno o carbono. wolframio puro es un color gris a stelel estaño metal blanco.
Muy de tungsteno puro se puede cortar con una sierra de arco, y se pueden falsificar, hilado, estirado, y
extruido. El metal impuro es frágil y se puede trabajar sólo con dificultad. El tungsteno tiene el punto de
fusión más elevado de todos los metales, y en temperaturas superiores a 1650 tiene la mayor resistencia a la
tracción. El metal se oxida en el aire y se debe proteger a temperaturas elevadas. Tiene una excelente
resistencia a la corrosión y es atacado por los ácidos sólo un poco más minerales. La expansión térmica es
prácticamente el mismo que el vidrio de borosilicato, que hace que el metal útil para los sellos vidrio-metal.
tungsteno y sus aleaciones se utilizan ampliamente para los filamentos para lámparas eléctricas, tubos de
electrones y la televisión, y para el trabajo del metal evaporación; los puntos de contacto eléctrico para los
distribuidores de automóviles, de rayos X objetivos; bobinas y elementos de calefacción para hornos
eléctricos, y para las naves espaciales y numerosas aplicaciones de alta temperatura. aceros para
herramientas de alta velocidad, Hastelloy (R), Stellite (R), y muchas otras aleaciones contienen tungsteno.
carburo de tungsteno es de gran importancia a la metalurgia, la minería y las industrias del petróleo. El calcio
y el magnesio volframatos son ampliamente utilizados en lámparas fluorescentes; otras sales de tungsteno
se utilizan en las industrias química y de bronceado. disulfuro de tungsteno es un lubricante seco, altas
temperaturas y estable para 500C. bronces de tungsteno y otros compuestos de tungsteno se utilizan en las
pinturas.
EL ORO
El oro fue el primer metal que llamo la atención del hombre, ya que es uno de los pocos que se encuentra en
la naturaleza en un estado relativamente puro y resiste la acción del fuego sin ennegrecerse o experimental
ningún tipo de daño.
En la época del neolítico el hombre alcanzo el hacha de piedra, la domesticación del perro, el cultivo de
cereales, vivió principalmente de la caza y al fin de la época comenzó a sustituir a la piedra por el metal: no
se sabe como llego a este resultado; pero es probable qué recogiera primeramente los metales que aparecen
puros en la superficie de la tierra; el Oro, la plata y el cobre.
El oro esta indisolublemente ligado a las civilizaciones, del Hemisferio oriental, y la historia relata siglo tras
siglos. Como las naciones han escalado las cimas mas alta de poder. Así encontramos en Egipto, a fines del
paleolítico, seis milenio antes de nuestra era, principio la edad del oro.
El oro de Egipto, en esa época, provenía de nubia, al Sur del Sudan, donde los placeres auríferos cubrían
extensas Áreas cuadradas fueron trabajados hasta una profundidad de dos metros. Es muy probable que la
minería de esos placeres auríferos comenzara en esa región hace unos 600 años. Mas tarde en esa región se
comenzó a trabajar los filones auríferos. Los primitivos instrumentos utilizados en esos comienzos de la
minería de subsuelo fueron martillos de Piedra. Los primeros trabajos mineros para la extracción del oro en
Nubia, de que se tiene noticias, provienen de los monumentos de la cuarta dinastía, referente a un mineros
lavando oro.
En Egipto se han hallado los documentos mas antiguos sobre el oro, va que el signo que lo representa
aparece en diversas inscripciones de la época de las primeras dinastía mefeticas, y no solo esto, sino que
parece ser que Egipto fue la mayor potencia aurífera de los tiempos antiguos.
En Egipto se desarrolla la metalúrgica del oro y la técnica minera., hasta alcanzar un nivel elevado durante la
dinastía de los Ptolomeos, tras la conquista de Alejandro Magno.
En Mesopotámia, el oro era conocido y explotado antes de ser conquistado hacia el año 2000 A.C., Se ignora
de que parte de Caldea procedía el oro. Persia, Armenia y Fenicia fueron productores de oro muchos antes de
nuestra era. Persia era rica en metales preciosos. Ciro y Darío, en el Siglo VI a. C, reciben tributo en forma de
oro hasta el punto
que alcanzaron un gran poder tanto en el interior como en el exterior del país. Los fenicios obtenían su oro
valiéndose de transacciones con los pueblos que visitaban. El mismo Herodoto relata que los Cartaginenses
navegaban por la costa occidental de África a fin de cambiar sus mercancías por oro en los pueblos
ribereños.
En el siglo IV d.C. aumento la circulación del oro particularmente en la forma de moneda; este incremento se
debió en la época de Constantino cuando se insistía en que el pago de los impuestos y otras deudas al
gobierno se efectuaron en oro.
En la conquista de los Árabes en el Medio Oriente(Persia, Siria) en el siglo VII D.C. circulando en Europa
Occidental.
El establecimiento de la moneda oro de gran pureza. Con el descubrimiento de América, a fines del siglo XV,
se inaugura la Edad Moderna, vuelve abundar el metal. México, chile y Bolívar produjeron grandes cantidades
de oro que enriquecieron los capitales de Europa durante los siglos XVI, XVII, Y XVIII.
http://www.portalplanetasedna.com.ar/tecno_guerra00.htm
http://www.zonaeconomica.com/oro/historia
http://www.tiwanakuarcheo.net/13_handicrafts/metalurgia.html
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