PALABRAS DE APERTURA: Sebastián Mocorrea Buenos

PALABRAS DE APERTURA: Sebastián Mocorrea
Buenos días a todos. Vamos a hacer la Apertura a este XVII Encuentro Anual de
ACDE.
Unas semanas atrás, un amigo que sabe mucho de historia, me contaba que en
Grecia, en la antigua Grecia, los atenienses cuando llegaba a la mayoría de edad
hacían un juramento muy formal que en alguna parte decía – y espero no citarlo
mal – algo así como: “No entregaré a las generaciones venideras una patria más
pequeña [que la que he recibido], sino, por el contrario, una más grande y más
poderosa, en la medida de mis fuerzas y con la ayuda de todos”.
Y la verdad que me quedé pensando, en esta frase. Yo nací en el 62, entonces
pensaba cómo era Argentina en la década del 60, cómo está la Argentina ahora.
Por ahí Jorge Forteza tiene algunos datos… mejor no, me puedo llegar a
deprimir… Pero hablando seriamente, pensaba, ¿cuál es el país que voy a
entregar a las generaciones venideras? ¿va a ser un país más grande, un país
más próspero, un país más justo que el que recibí?
Y es una pregunta difícil. Es fácil hacerse esa pregunta respecto de otros, de los
gobiernos, de los dirigentes, pero cuando lo transportamos a lo personal es una
pregunta difícil. Y más difícil en estas épocas de transición como la que estamos
viviendo donde los problemas recurrentes de la Argentina vuelven otra vez a la
superficie: la inflación, la deuda externa, otra vez la violencia, la pobreza, la
corrupción.
Esta Argentina que vivimos creo que nos toca preguntarnos, primero a título
personal, ¿no?, ¿cuánto nos toca de ese presente que vivimos? Y también como
clase empresaria.
Pero más importante todavía es preguntarse ¿cuál es nuestro rol en el diseño de
la Argentina del futuro, en la Argentina que le vamos a dejar a las generaciones
venideras?
Y ese es el tema, eso es lo que vamos a tratar en este XVII
Encuentro Anual. Lo llamamos “Argentina sin Atajos” porque a
veces, en momentos como los que estamos viviendo, hay una
tendencia a fugarse hacia adelante, buscar un atajo. Antes se
decía “la cosecha salvadora”, hoy diríamos “los precios de los
commodities salvadores” o que “un líder inspirado” venga y
cambie todo. Un poco como cuando en fútbol un partido viene
mal y en el último minuto el árbitro cobra un tiro libre a favor
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cerca del área contraria y toda la esperanza está puesta en ese
tiro libre, en “la patada del habilidoso”. Y los que siguen el
fútbol saben que difícilmente entran esas pelotas y si entran
pueden cambiar la historia del partido pero no van a cambiar la
historia del campeonato.
Atajo es pensar que estos problemas recurrentes los va a
cambiar un mero cambio de gobierno o una medida inspirada de
un ministro. Son paliativos.
La propuesta para este encuentro es abordar la Argentina desde
otro ángulo, poner la cámara en otro lugar. Es que estos
problemas, en realidad, no pasan tanto por este gobierno o por
este ministro de Economía o el ministro de Economía anterior o
el que venga después.
Con toda la importancia que tenga la coyuntura, con todo el
beneficio o el enorme daño que nos puedan causar. En última
instancia son emergentes de algo más profundo y algo que nos
toca a todos. Y ese es el tema de este Encuentro.
De alguna manera vamos a hablar de coyuntura en este
Encuentro de ACDE el día de hoy, pero la consigna es hacerlo a
la luz de algo más de profundo. Y lo que hemos dicho como uno
de los temas de este Encuentro es que la Argentina no tiene
futuro si no se compromete con ciertos valores y los encarna en
conductas. Y eso es lo que vamos a tratar el día de hoy.
Vamos a preguntarnos por qué nos cuesta generar consensos.
¿Por qué, después de doscientos años de historia y treinta de
democracia ininterrumpida, nuestras instituciones son todavía
débiles, las reglas de juego no están claras, la justicia está por
lo menos discutida? ¿Por qué la paz social se encuentra como
conmovida por la pobreza, por la exclusión que golpea, por la
violencia?
¿Por qué nos cuesta encontrar un lenguaje común, sin mentiras,
sin apelaciones, sin maquillajes? Y nosotros somos parte de
eso, no es la idea, señalar. Primero, ver un poco, reflexionar,
cuál ha sido nuestro rol, nuestras acciones y nuestras
omisiones. Y para eso vamos a contar durante el día de hoy con
un conjunto de panelistas, empresarios van a brindar
testimonios para dar una visión personal y también los
principales pre-candidatos presidenciales nos van a acercar
comentarios y opiniones.
Hay un tema, me gustaría ir cerrando con esto para no tomarle
más tiempo al primer panel, hay un tema complicado con esto de
los valores y cuando lo discutimos en el grupo organizador
adentro de ACDE, con esto de hablar de valores, había
posiciones diversas. Déjenme ilustrarlo con un cuento muy
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conocido y muy repetido pero creo que viene a lugar. Es el de
dos amigos que están conversando. Uno de ellos está muy
preocupado por su hijo adolescente y entonces le dice: “no sé
qué hacer con mi hijo, le hablo, le hablo pero no me escucha” y
el amigo le dice: “no, tu hijo no te está escuchando. Tu hijo te
está mirando”. La sociedad argentina no está escuchando… la
sociedad argentina está mirando. Lo que está buscando son
modelos y son ejemplos y ese es el problema de hablar de
valores. Los valores no se declaman, los valores se practican.
En una Argentina con crisis cíclicas, con instituciones débiles
muchas veces hasta la puesta en práctica de valores se pone en
duda. Y eso todos lo sabemos. Hay un primer grupo que
podríamos decir que son los cínicos, que pueden predicar la
verdad, la justicia… nunca escuché a nadie hablar en contra de
la verdad, de no mentir, de no matar, pero sí me he encontrado
en la vida con gente que dice que en la Argentina las cosas se
hacen así, esto siempre fue así… en todos lados se cuecen
habas… son los cínicos, son los padres de la hipocresía en la
Argentina y de la hipocresía que trasciende a los cínicos.
Hay otro grupo que es aquel que quiere creer en valores pero
que duda que en esta Argentina sean posibles… los Escépticos.
Yo he vivido algunos años en el exterior y me he topado muchas
veces con argentinos que tuvieron que tomar la amarga decisión
de radicarse en el exterior por más que fuera una decisión que
quisieran tiene un corte y un sabor amargo y siempre su visión
retrospectiva es: “La Argentina no va a cambiar”. Parafraseando
a Borges es: los argentinos somos incorregibles.
Y hay un tercer grupo. Yo la verdad que cuando escribía esto no
sabía cómo denominarlo. Alejandro Katz, quien va a estar hoy a
la tarde habla de los creyentes, pero a mí no me convencía. Me
pareció mejor llamarlos los perseverantes. Esas personas que
han recibido, racional e intuitivamente, del padre, del abuelo, de
la familia, valores normales, valores burgueses si quieren y trata
todos los días de aplicarlos, a veces bien, a veces mal, como se
puede… perseverando. Y no se trata de que los perseverantes
son los impuros o los inmaculados. En el campo de los
empresarios lo sabemos, en esta Argentina sinuosa, difícil, cada
día impone decisiones que uno trata de hacer lo mejor posible y
a veces acierta, a veces se equivoca, a veces se levanta, a
veces se cae.
El Papa Francisco decía el año pasado “Todos somos
pecadores”. Ahora tampoco hay que seguir a los cínicos, que de
eso concluye que “vivimos revolcados en un merengue y en el
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mismo lodo todos manoseados” como dice Cambalache el himno
de los cínicos.
El Papa decía “Todos somos pecadores”. Pero también decía
“pidamos al Señor que no seamos todos hipócritas porque los
hipócritas no saben lo que es el perdón, la alegría o el amor de
Dios”.
Es entonces, y voy cerrando, la idea de este Encuentro poder
reflexionar sobre nuestro rol como empresarios, sobre nuestro
compromiso de encarnar esos valores y este es un compromiso
que es un compromiso personal, no es un compromiso de
empresas, no es un compromiso de sectores, tiene que empezar
por cada uno de nosotros.
Y es por eso que ACDE que es una asociación que integramos a
título personal, los que aquí estamos hablamos a título personal.
Yo en este momento represento única y exclusivamente a mi
persona y es así con cada uno de los miembros de ACDE.
Por eso ACDE es un facilitador de un lugar para poder discutir
sobre cómo encarnamos este compromiso en la medida de
nuestras fuerzas pero también para buscar la ayuda de todos
como decía el juramento griego, porque la idea es poder
encarnarlo, poder proyectarlo sobre la sociedad.
Si somos capaces de recuperar el valor del consenso, que se va
a discutir ahora, el valor de la concordia, el valor de la palabra,
de la justicia y la ley, y el valor de la vida digna y el desarrollo
social, las demás cosas en la Argentina se van a ir acomodando,
los planes económicos, las políticas públicas se van a ir
alineando y un futuro diferente va a nacer para la Argentina.
Entonces, sí, cuando estemos llegando al atardecer de nuestros
días y nos vayamos apagando podamos tener la satisfacción, la
alegría de saber que estamos entregando un país mejor a las
generaciones venideras, en la medida de nuestras fuerzas, con
la ayuda de todos y, especialmente, con la ayuda de Dios.
Gracias.
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