reforma agraria y desarrollo rural en chile

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Sergio Gómez
Universidad Académica de Humanismo Cristiano de Chile
PARA ENTENDER EL ANÁLISIS que se realiza aquí, parece necesario explicar el
significado de los términos que se utilizan.1
El tema sustantivo es el desarrollo rural —con las diversas acepciones que
pueda tener— y, en función de este, las políticas para lograrlo son variadas. La
diversidad de políticas dependerá de las condiciones y de la historia de cada
país, y se expresan en el contexto y la coyuntura del momento en que se aplican.
Para entender lo que se plantea, aquí se sugiere —con lo arbitrario que pueda
parecer— distinguir tres tipos de políticas para lograr un desarrollo rural:
a)
Reforma agraria: Se trata de políticas que proponen el traspaso de recursos productivos expropiados en una magnitud importante de tierras de un
sector propietario a otro, constituido por campesinos o asalariados.
b) Fomento al desarrollo empresarial: Se plantean políticas que privilegian la
gestión, la transferencia tecnológica y la mejora en el acceso de los productores agrícolas a los mercados.
c) Desarrollo territorial rural: Considera políticas que fomentan la multiactividad en territorios rurales, con la inclusión de amplios sectores sociales,
y toma como un activo por desarrollar el sentido de pertenencia a la
comunidad.
Se pueden señalar otros, como los programas de colonización o los DRI,
pero no tiene sentido tratarlos en este trabajo.
*
1
Parte de la argumentación se encuentra en el trabajo presentado como Neoliberalismo y
desarrollo rural en Chile. Congreso Latinoamericano de ALAS. Brasil, 2005.
La tipología utilizada se basa en la propuesta del seminario internacional “Desarrollo de
Capacidades en Territorios Rurales”. México: INCA Rural, octubre del 2003.
68
SERGIO GÓMEZ
LA REFORMA AGRARIA: LA DÉCADA 1964-1973
Esta parte contempla los antecedentes de la reforma agraria y las movilizaciones
sociales que la acompañaron durante el periodo señalado.
El profundo proceso de reforma agraria que se llevó a cabo en Chile durante esta década tiene antecedentes que le dan una amplia legitimidad, y existía
consenso sobre su necesidad.
Hay dos hechos que merecen ser destacados. Por un lado, la reforma
realizada por importantes autoridades de la jerarquía de la Iglesia Católica
en algunos predios que eran de su propiedad; por otro, la promulgación de
una Ley de Reforma Agraria llevada a cabo por un Gobierno conservador, en
1962, como consecuencia de las exigencias planteadas por el Gobierno de los
Estados Unidos de América a través de la llamada Alianza para el Progreso
(1961).
La reforma agraria realizada por la Iglesia Católica debe insertarse en el
contexto institucional global de un progresismo que se expresa en el Concilio
Vaticano, en la encíclica Mater y Magistra en 1961 del papa Juan XXIII, y en las
posiciones progresistas de la Conferencia Episcopal de América Latina (Celam)
y de Chile, a través de la Carta Pastoral Obispos de Chile: “El deber social y
político”, de 1962. En esta se manifiesta una profunda crítica a la situación del
país y se expresa la necesidad de enfrentar cambios estructurales en el campo.
A esto hay que agregar la destacada participación de miembros progresistas
de los obispos de Chile, entre ellos el cardenal Raúl Silva y el obispo Manuel
Larraín. Adelantándose a la promulgación de la Ley de Reforma Agraria, estos
decidieron entregar parte de los fundos que eran de su patrimonio a los campesinos que trabajaban en ellos. Este fenómeno abarcó solo cinco fundos y
benefició a 301 campesinos.
A pesar de lo restringido de la medida, lo importante de este proceso es
su sentido simbólico, pues, en la práctica, se legitimó la reforma agraria como
condición para lograr el desarrollo y la justicia social en el campo.
Por su parte, la promulgación de la Ley de Reforma Agraria en noviembre
de 1962 (ley 15.020) fue una respuesta del Gobierno de los Estados Unidos
frente al triunfo de la Revolución cubana a fines de la década de 1950, para
anticipar cambios que, si se incubaban de una manera autónoma, podrían repetir
transformaciones que tomaran el caso de Cuba como paradigma. De ahí que
en la Carta de Punta del Este, conocida como Alianza para el Progreso, bajo el
liderazgo del presidente John Kennedy, se estableció como requisito para contar
con recursos una serie de cambios estructurales, entre ellos la realización de
una “reforma agraria integral”.
REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO RURAL EN CHILE
69
Nuevamente las cifras sobre el impacto de la reforma agraria no tienen
mayor sentido: menos de 1.000 beneficiarios fueron favorecidos antes del inicio
de la reforma a comienzos de 1965. Pero al margen de esta cifra, que resulta
insignificante, lo importante es que se abrió un debate sobre el tema, que ganó
legitimidad, y se fundó una institucionalidad que sería fundamental para el
siguiente periodo: se crearon la Corporación de la Reforma Agraria (Cora) y el
Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap).
Recapitulando, para casi toda la sociedad chilena el tema de la reforma
agraria se encontraba legitimado, y esta era considerada como condición para
que la agricultura —hasta entonces un lastre para el desarrollo del país— pudiera
incorporarse a él. También se planteaba como condición para alcanzar la justicia
social para un amplio sector de habitantes rurales que vivían en condiciones
de pobreza y exclusión.
Es necesario tomar en cuenta estos antecedentes para el análisis de la década
1964-1973, época en la que se aplica el proceso de reforma con intensidad.
Dos hechos caracterizan este periodo: (i) la masiva organización sindical de
los asalariados agrícolas y su movilización; y, (ii) la drástica y masiva reforma
agraria. Estos procesos se iniciaron de hecho a comienzos del periodo y se
plasmaron en textos legales en 1967. La ley 16.625 sobre sindicalización campesina y la ley 16.640 sobre reforma agraria, complementada con una reforma
constitucional sobre el derecho de propiedad, permitió la expropiación de
predios agrícolas con un sistema de pago diferido.
Esto significó que el proceso de reforma estuvo antecedido de una activa
movilización de quienes serían sus beneficiarios. Sin embargo, la organización
campesina fue promovida por partidos políticos o realizada directamente por
ellos o por los organismos del Estado, se mantuvo durante todo el periodo y
se transformó en una relación de dependencia. Es importante considerar este
hecho, pues tuvo una repercusión nefasta más adelante, cuando ocurrió el golpe
de Estado.
Durante el periodo del presidente Frei Montalva se expropiaron 1.408 predios, con 23,4 por ciento de la tierra regada del país y 34,7 por ciento de la tierra
de secano, y se benefició a 21.290 familias. La política que se intentó aplicar
—no siempre con éxito— consistió en expropiar aquellos grandes latifundios
que tenían una deficiente explotación (véase el cuadro 1).
Se realizaron muy pocas asignaciones, no por razones ideológicas sino más
bien prácticas, y las que se hicieron tuvieron un carácter mixto, casa y sitio en
forma individual; el resto en propiedad cooperativa.
Es preciso tener en cuenta que la reforma agraria es el único sector en el
que el Gobierno de Frei emprendió cambios estructurales de significación.
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SERGIO GÓMEZ
CUADRO 1
AVANCE DE EXPROPIACIONES 1965–1970
Año
N.º de predios expropiados
1965
1966
1967
1968
1969
1970
99
264
217
220
315
293
Total
1.408
Fuente: Corporación de la Reforma Agraria, Chile.
Durante el periodo del presidente Allende se expropiaron 4.401 predios, con
35,3 por ciento de la tierra regada y gran parte de la tierra de secano, y se benefició
a 39.869 familias. Todas ellas, al igual que en el periodo anterior, corresponden
a los trabajadores permanentes de los predios expropiados. En este periodo, la
política definida —tampoco plenamente lograda— fue expropiar los grandes
predios, al margen de su nivel de explotación (véase el cuadro 2).
CUADRO 2
AVANCE DE EXPROPIACIONES 1970–1973
Año
N.º de predios expropiados
1965
1966
1967
1.378
2.189
834
Total
4.401
Fuente: Corporación de la Reforma Agraria, Chile.
Como se puede apreciar, el ritmo de aplicación de la reforma fue muy
diferente. Durante los seis años de Frei se realizó 30 por ciento de las expropiaciones, mientras que antes de los tres años de Allende se llevó a cabo 70
por ciento de ellas.
El tema de la organización transitoria de los campesinos que se incorporaban al proceso de reforma derivó en interminables discusiones cargadas de
ideología y el asunto de la asignación de la propiedad de las tierras expropiadas
REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO RURAL EN CHILE
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fue menor, pues la prioridad se concentró en el proceso de expropiación. En
este caso, la reforma agraria se dio en un contexto de transformaciones estructurales que incluía la nacionalización de las riquezas básicas e incorporó a las
principales grandes empresas a un área de propiedad social. Todo ello en un
clima de conflictos y de radicalización política del país.
La reforma agraria tuvo un impacto definitivo en las transformaciones buscadas pero, a la vez, se cometió un grave error: se eliminó el latifundio como
estructura, que desapareció del paisaje rural chileno. El grave error estuvo en que
la apuesta por destruir a los latifundistas y a la llamada gran burguesía agraria no
solo no se cumplió sino que, mediante complejos procesos de transformaciones,
logró reestructurarse como una importante fuerza social y política, con capacidad
de acción efectiva, y terminó por transformarse en uno de los principales actores
que crearon las condiciones para que se consumara el golpe militar de 1973.2
Más aun: una parte importante del quiebre institucional de 1973 se explica
por la profundización de la reforma agraria durante el Gobierno de Allende y
por el papel que jugaron los sectores afectados por ella.
Este conjunto de factores explica la razón por la que la reforma agraria es
un tema casi tabú hasta el día de hoy en Chile, y que amplios sectores tengan
un verdadero trauma psicosocial que aún no pueden superar. Con el paso del
tiempo, se puede establecer una discusión serena sobre casi todos los aspectos
de la compleja historia de los últimos cincuenta años, con la excepción de dos:
la reforma agraria y la situación de los derechos humanos.
EL MODELO DURANTE LA DICTADURA:
LA CONTRARREFORMA AGRARIA Y LA DESTRUCCIÓN
DEL MOVIMIENTO CAMPESINO, 1973-1989
A continuación se plantean dos aspectos que caracterizan el periodo de la
dictadura: (i) el destino de las tierras afectadas por la reforma agraria y los
programas de apoyo hacia los campesinos beneficiados; y, (ii) la represión
hacia las organizaciones campesinas y los conflictos y las movilizaciones de
las organizaciones de agricultores, como contrapunto del debilitamiento de las
organizaciones campesinas.
Con respecto al destino de las tierras expropiadas, contempló, en parte, cierta
continuidad con el proceso de reforma agraria realizado en el decenio 1964-1973,
2
La tipología propuesta por Andrew Gunder Frank en la década de 1960 tuvo una nítida verificación empírica en el caso de Chile (véase Delgado, Óscar, editor: “Tipos de reformas agrarias”, en Reformas agrarias en América Latina: Procesos y perspectivas. México: FCE, 1965).
72
SERGIO GÓMEZ
en la medida en que fue revertido solo parcialmente. Así, a diferencia de lo que
ocurrió con el patrimonio que fue expropiado en los sectores industrial, comercial
y financiero, en los que se devolvió toda la propiedad a sus antiguos dueños, en el
caso de la agricultura, la devolución de las tierras expropiadas fue solo parcial.
En cuanto al destino de las tierras expropiadas, dos tercios volvieron a
manos de los antiguos propietarios, y el otro tercio fue asignado en parcelas
individuales. Esto se realizó por dos vías: la devolución total (revocación del
acuerdo de expropiación) o parcial (se otorgó o amplió el derecho de reserva)
de los predios expropiados a sus antiguos dueños. En este caso, el número de
predios afectados llegó a 3.813. Además, los extensos terrenos de secano, que
no eran considerados aptos para la entrega de parcelas individuales, se licitaron,
y pudieron participar en mejores condiciones aquellos agricultores expropiados
que tenían bonos de pago diferidos emitidos por el Estado a veinte y treinta
años de plazo y que pudieron hacerse efectivos en el remate de estas tierras
expropiadas. De esta manera, los precios que alcanzaban estas tierras con el
uso de esos instrumentos financieros ayudaron a crear un mercado cautivo en
favor de los agricultores expropiados.
El otro tercio de la tierra expropiada fue asignado principalmente a sectores
que habían participado en el proceso de reforma (61.159 campesinos), a quienes
se entregaron 48.000 nuevos predios.3 Aquí cabe hacer algunas precisiones:
a)
Se modificó la ley que definía como beneficiarios solo a los campesinos en
un sentido estricto, que fueron los participantes en la reforma, y se amplió a
profesionales, antiguos administradores y empleados de los predios, quienes
recibieron un puntaje adicional en el proceso de asignación de parcelas.
b) Se excluyó a la mayoría de los dirigentes campesinos que habían encabezado movilizaciones para lograr la expropiación de los predios y que
luego, en forma generalizada, actuaron como dirigentes de las unidades
reformadas. Esto ocurrió en un proceso plagado de arbitrariedades y de
revanchismo que representa solo una muestra de la profundidad con que
fue reprimido el movimiento campesino.
c) La asignación de parcelas correspondió a una unidad productiva que se
conoció como “unidad agrícola familiar” y que alcanzaba las 8,7 ha de riego
básico,4 concepto que corresponde a la concepción de “campesino medio”
3
4
Este número es una aproximación bastante real, pues suma las parcelas que surgen de las
unidades reformadas, de las cooperativas asignatarias que fueron parceladas y de sociedades de secano que posteriormente también se parcelaron.
Medida de equivalencia que considera una superficie variable que corresponde a 1 ha de
tierra de alta calidad.
REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO RURAL EN CHILE
73
aplicada rigurosamente por los principales teóricos de la cuestión campesina,
como Chayanov y Lenin. Con esta medida se intentaba fortalecer una clase
media en el campo que diera estabilidad a un sector que había sufrido profundas modificaciones en la década de 1960 y comienzos de la de 1970.
d) Estos parceleros, que vinieron a fortalecer un sector campesino ocupando
las mejores tierras, abandonados a la lógica del mercado, se comenzaron a
diluir, pues muchos tuvieron que vender sus tierras al no recibir un apoyo
adecuado. De los diversos antecedentes, se puede estimar que quedan
20.000 parceleros originales. Esto significa que la venta de parcelas supera
el 60 por ciento. La mayoría de las parcelas vendidas corresponde a regiones
con condiciones para integrarse a la agricultura moderna.
Para resolver esta situación, en 1978 nació un Programa de Transferencia
Tecnológica como una forma de apoyar a estos campesinos. Estos, sometidos a
los rigores de una economía abierta al mercado, enfrentaban serios problemas
que se traducían en que la venta de parcelas alcanzaba un volumen que podría
terminar por disolver el contenido de la reforma agraria que había concluido
el Gobierno Militar —que, por cierto, había pagado un costo político al no
devolver parte de las tierras expropiadas a sus propietarios originales—.
Este programa empezó entregando asistencia técnica a campesinos a través
de empresas privadas, que recibían un bono parcialmente bonificado por el
Estado. En un principio este bono tenía un costo de 180 dólares, pero luego
legó a los 400 dólares. El supuesto era que el bono recibía un subsidio de 70
por ciento del Estado, y la diferencia la pagaba el usuario. Pero, en la práctica,
la contraparte del usuario no fue cancelada. Comenzó con una cobertura de
10.000 campesinos y terminó en 1983, después de que se evaluara como un
fracaso. Este fue atribuido a la falta de supervisión por Indap del trabajo que
realizaban las empresas que ejecutaban el programa.
El nuevo programa surgido en 1983 tuvo dos diferencias importantes con
el anterior. Por un lado, mantuvo la condición de ser subsidiado y ejecutado
por empresas privadas, pero con una efectiva supervisión y mayor control
del Estado; por el otro, avanzó en dar un enfoque más educativo y reconoció
situaciones heterogéneas que dieron lugar a programas diferenciados.
Los campesinos integrados al programa formalizaron su participación con
un documento en favor de la empresa, la que cobraba el valor del bono luego
de una fiscalización de Indap para asegurar la satisfacción del campesino por
los servicios recibidos. Para la realización de este programa se contó con financiamiento del Banco Mundial. Al año 1990 se llegó a 26.118 participantes, y los
bonos integrales eran ligeramente superiores.
74
SERGIO GÓMEZ
Con respecto a lo segundo, hay que destacar la destrucción del movimiento
campesino y el fortalecimiento de la organización del sector empresarial. La
destrucción del movimiento campesino operó de dos maneras:
a)
La represión sistemática y directa de los dirigentes y el amedrentamiento
de las bases en todas sus formas. Basta solo este enunciado.
b) La focalización de esta represión en los aparatos de los partidos que apoyaban a la Unidad Popular fue prioritaria y eficaz, en la medida en que las
organizaciones campesinas tenían una fuerte relación de dependencia con
los partidos.
Como conclusión, se produjo una fuerte desconfianza en las comunidades
campesinas, se quebraron los lazos de solidaridad y se mostró un rechazo, que
aún persiste, frente a cualquier intento de organización.
Para mostrar la fortaleza del sector empresarial durante este periodo, se
puede señalar que hasta 1983 el Gobierno Militar realizó sistemáticos esfuerzos
por disciplinar a este sector dentro del esquema ortodoxo liberal. Sin embargo,
las organizaciones empresariales agrícolas se movilizaron hasta que lograron
flexibilizar la política mediante un “trato especial”.
Un caso emblemático fue el conflicto por los aranceles de leche importada
en 1977, cuando frente a la protesta por un subsidio a la leche importada, un
importante vocero del Ministro de Economía expresó la histórica frase: “Que se
coman las vacas”, vale decir, que si los agricultores no eran capaces de producir
leche con eficiencia, era mejor que liquidaran las vacas.
Durante los años 1980-1982, la crisis agrícola estuvo presente en forma
reiterada, y el enfrentamiento entre los dirigentes de las organizaciones empresariales se agudizó. Al respecto, cabe recordar el intercambio de cartas entre
dirigentes empresariales en las que plantean que el golpe de Estado de 1973:
“[…] no se hizo para que jóvenes investigadores de la economía comprueben
sus hipótesis […]”.
Durante 1982 —en plena crisis económica— se agravaron los problemas que
aquejaban a los agricultores, sobre todo a aquellos que se dedicaban a los cultivos
tradicionales, mayoritariamente ubicados en la zona sur. A fines del mismo año
hubo importantes movilizaciones que se caracterizaron por su amplio alcance
regional y social (agricultores, transportistas, empresarios industriales), el apoyo
de los medios de comunicación regional y su carácter eminentemente movilizador
(impedir remates de tierras, movilizaciones contra los bancos, etcétera).
En una ocasión, cuando los agricultores se preparaban para iniciar una
reunión de protesta, la autoridad administrativa negó el permiso; mediante el uso
REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO RURAL EN CHILE
75
de la fuerza pública, fueron violentamente reprimidos y se detuvo a diecinueve
dirigentes empresariales. El principal dirigente empresarial de la movilización
fue encarcelado y luego expulsado del país.
Sin embargo, las movilizaciones realizadas por las organizaciones empresariales lograron que las políticas fueran flexibilizadas. En efecto, la nueva
política consistió en establecer bandas de precios para un número importante
de productos con el fin de dar estabilidad, sobretasas arancelarias para neutralizar los subsidios aplicados en los países de origen y derechos específicos
para encarecer la importación de algunos productos. También se estableció un
crédito cerealero, se renegociaron las deudas y se dictó una política de comercialización para ciertos productos.
Los productos nacionales beneficiados fueron el trigo, la remolacha azucarera, los lácteos, el aceite comestible y, en parte, la carne. Todos ellos representan
a la agricultura tradicional, que compite con los productores extranjeros que
exportan productos con generosos subsidios en sus países de origen, básicamente europeos y norteamericanos.
Otro indicador del grado de participación de los empresarios en el Gobierno
Militar es la normalidad con que los presidentes de la Sociedad Nacional Agraria
(SNA) pasaron a ocupar el cargo de ministros de Agricultura.
LA RECUPERACIÓN DE LA DEMOCRACIA Y EL MODELO
DE DESARROLLO RURAL
En esta parte se reflexiona sobre la continuidad de las políticas y se destacan
los procedimientos adoptados para ponerlas en práctica.
El modelo implantado en el periodo anterior se ha mantenido en lo fundamental, pero ahora en un contexto democrático. Así, se ha continuado con una
política de crecimiento diversificado y se ha consolidado un sector basado en la
exportación de productos agropecuarios, acuícolas y forestales, características
que ubican a Chile en los primeros lugares de la oferta mundial.
Por su parte, los programas destinados a apoyar a la pequeña agricultura
también han tenido continuidad, pues —a pesar de sus limitaciones— privilegian
la capacidad empresarial. Esto ha traído consigo la continuidad de la fortaleza
de las organizaciones corporativas empresariales pero, al mismo tiempo, la crónica debilidad de las organizaciones campesinas y otras formas de asociatividad
rurales. A continuación se argumentan estas afirmaciones.
Como ya se planteó, la política frente al sector empresarial ha llevado a que
este se encuentre altamente concentrado y transnacionalizado y cuente con un
conjunto de organizaciones que, a través de movilizaciones y de la búsqueda
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SERGIO GÓMEZ
de consensos con las autoridades gubernamentales, consiguen acuerdos que
resguardan sus intereses. Las movilizaciones desarrolladas por las organizaciones empresariales entre 1995 y el 2000 como un medio de presión para lograr
compensaciones frente a los tratados comerciales internacionales (básicamente
por el ingreso al Mercosur) y conservar sus conquistas (bandas de precios para
el azúcar importada) obligaron a la creación de mesas de diálogo conformadas
por todos los actores relevantes de los sectores público y privado.
En el año 2000 fue convocada por el Presidente de la República una
Mesa Agrícola integrada por cuatro ministros (Agricultura, Relaciones Exteriores, Hacienda, Presidencia), por el Parlamento, por los máximos líderes de
las organizaciones empresariales rurales y campesinas, y por los decanos de
Agronomía de las universidades.
Esta Mesa de Diálogo estuvo precedida por movilizaciones de los agricultores del sur y, sobre todo, por la amenaza de llevar a cabo manifestaciones
públicas y masivas en caso no se atendieran las demandas planteadas.
Sobre la constitución y funcionamiento de la Mesa de Diálogo Agrícola del
año 2000, debe resaltarse lo siguiente:
a)
Fue un hecho histórico, pues contribuyó a construir relaciones de confianza
entre los partidos políticos que integraban el Gobierno de la Concertación
y el sector privado, luego de décadas de conflictos debido a la aplicación
de la reforma agraria.
b) Se llevaron a cabo trece sesiones de la Mesa, a las cuales concurrieron, en
promedio, veinte altos funcionarios del Gobierno, dirigentes de organizaciones rurales, parlamentarias y académicas, e invitados especiales según los
temas tratados. También hubo otras sesiones informativas con ex ministros
de Agricultura, técnicos de organismos internacionales y otros actores.
c) Esto no se explicaría sin las movilizaciones realizadas por las organizaciones
empresariales, especialmente las del sur del país.
d) El acuerdo final solo pudo lograrse gracias a la intervención personal del
presidente Lagos, quien, ejerciendo su liderazgo, pudo acercar las posiciones
del Gobierno y las de los dirigentes empresariales.
e) Los interlocutores privilegiados del Gobierno en esta instancia fueron las
organizaciones empresariales, como demuestra el hecho de que después
se constituyó una instancia para tratar los problemas de la pequeña
agricultura.
Por otra parte, aunque la política hacia la pequeña agricultura es similar a
la que fue aplicada en el pasado, tiene dos diferencias:
REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO RURAL EN CHILE
77
Un significativo crecimiento en su cobertura,5 cuyo programa ha tenido
diferentes nominaciones, pero en su contenido se mantiene igual y cuyo
impacto no tiene relación con los recursos destinados.
b) Intentos aislados por convertir a algunos campesinos en empresarios
emprendedores a través de pequeñas organizaciones, para que participen del boom exportador. La mayoría de estas experiencias ha terminado
en el fracaso por la quiebra de las empresas y el endeudamiento de los
participantes.
a)
Además de resaltar la fortaleza de las organizaciones empresariales, un
reciente estudio ofrece evidencia pormenorizada sobre el debilitamiento de
las organizaciones campesinas.6 Si se compara la realidad observada en el
año 2000 con la que existía una década atrás, parecería que la organización
ha mejorado ligeramente, pero si se la compara con la que prevalecía a
comienzos de la década de 1970, se verá que aún queda un largo camino
por recorrer. En efecto, se puede convenir en que, luego de más de quince
años de administración de la Concertación, la situación de las organizaciones
campesinas que dejó como herencia la dictadura militar no se ha modificado
sustancialmente.
Así, en el año 2001 se firmó el Acta de Acuerdos de la Mesa para el Desarrollo de la Agricultura Familiar Campesina —convocada por el Ministro de
Agricultura—, que reunió a cinco ministros (Relaciones Exteriores, Hacienda,
Presidencia, Trabajo, de la Mujer), al Subsecretario de Agricultura, al Director
del Indap y a doce dirigentes de organizaciones campesinas y de trabajadores
agrícolas. Los acuerdos y la valoración que concitó esta segunda mesa fueron
bastante menores que en el caso de la anterior.
El problema de fondo radica en la falta de una estrategia de desarrollo rural
explícita que sea moderna e integral, más que en la carencia de recursos para
aplicarla.
La estrategia de desarrollo rural que actualmente lleva a cabo la principal
institución encargada de los programas de apoyo a la agricultura familiar campesina en Chile —el Indap— tiene las siguientes características:
5
6
Algunas publicaciones señalan que el universo de los usuarios del Indap llega a 184.244,
cifra que parece exagerada, pues habría dobles contabilidades. De todos modos, la cobertura ha crecido significativamente (véase Informe final: Satisfacción de usuarios de INDAP.
Santiago de Chile: Focus/Adimar, 2004).
Gómez, Sergio: “Organización campesina en Chile: Reflexiones sobre su debilidad actual”,
en Revista Austral de Ciencias Sociales n.° 6. Universidad Austral de Chile, 2002.
78
SERGIO GÓMEZ
1.
Es segmentada, pues aísla a los sectores campesinos de otros más acomodados y separa a los más pobres (los considerados “no viables” contra “los
viables”).
Toma en cuenta la dimensión agropecuaria en el contenido de los programas.
Considera al predio o unidad agrícola familiar como unidad de intervención.
2.
3.
Estas características no se explican por el azar: responden a una concepción
tradicional de la ruralidad y son consecuentes con ella.
Sin embargo, la pobreza en general —y la rural en particular— ha disminuido, no por la existencia de un programa de desarrollo rural, sino por la focalización de programas sociales como vivienda, salud, educación y de servicios
básicos (véase el cuadro 3).
CUADRO 3
PORCENTAJE DE POBLACIÓN EN SITUACIÓN DE POBREZA Y EXTREMA POBREZA,
1990, 2000, 2003
Pobreza
Urbana
Rural
Indigencia
1990
2000
2003
1990
2000
2003
38,4
39,5
20,1
23,8
18,6
20,1
12,4
15,2
5,2
8,3
4,5
6,2
Fuente: Casen 1990 y 2000.
La persistencia de la pobreza rural se explica también, en gran medida, por
el hecho de que una ventaja comparativa de este modelo es el bajo costo de la
fuerza de trabajo, lo que implica mantener los salarios en un nivel deprimido.
REFLEXIÓN FINAL
En esta sección final se mencionan tres aspectos, entre los muchos posibles.
En primer lugar, se vuelve sobre el tema de la reforma agraria. Luego se trata
la necesidad de enfrentar una estrategia de desarrollo rural a partir de una
concepción moderna de la ruralidad. Por último, se menciona la urgencia de
crear condiciones para que la población rural logre superar la debilidad que
muestran actualmente las organizaciones campesinas y la mayoría de los sectores rurales.
REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO RURAL EN CHILE
79
Sobre la reforma agraria, se plantean las siguientes afirmaciones:
1.
2.
3.
4.
Se trata de un hecho histórico que ocurrió en los últimos cuarenta años del
siglo XX y que terminó con el latifundio en Chile.
La acelerada modernización de la agricultura chilena que se observa en la
actualidad sería inconcebible sin la reforma agraria.
Los efectos negativos de los altos grados de concentración e integración de
las grandes empresas que participan en el éxito del modelo agroexportador chileno pueden y deben ser abordados por políticas modernas, como
la promoción de Buenas Prácticas Agrícolas, de Responsabilidad Social
Empresarial y de programas de desarrollo territorial rural.
En la opinión pública, medios académicos, partidos políticos, organizaciones sociales y corporativas, etcétera, la reforma agraria no forma parte de
la discusión ni figura como demanda. Puede haber excepciones, pero ese
tema ha quedado relegado a un asunto de carácter histórico sobre el cual
falta mucho por avanzar.
En cuanto a la necesidad de enfrentar el desarrollo rural sobre la base de
un concepto moderno de lo rural, se parte del supuesto de que la forma como
se concibe la realidad objeto de intervención determina el tipo de estrategia por
aplicar. La mayoría de los programas ejecutados actualmente se basa en una visión
tradicional de lo rural. Esta es la visión sectorial que ya ha sido analizada.
Por tanto, es necesario superar el enfoque segmentado para el desarrollo
de la pequeña agricultura; es decir, aquel que lo considera desde la perspectiva
de aislar a los grupos carentes de otros sectores y considerar únicamente el
componente agropecuario.
Una visión de desarrollo que considere como unidad de intervención a todo
un territorio y no a algunos predios podría integrar no necesaria y únicamente
a los más pobres, sino también a estratos más acomodados y a empresarios
capaces. Algunas experiencias muestran relaciones virtuosas entre campesinos
asignatarios derivados de la reforma agraria y empresarios modernos.
La estrategia de segmentación que actualmente se sigue es una variante de
la focalización de los programas sociales que puede ser válida cuando se trata de
la distribución de recursos, pero no siempre es una estrategia adecuada cuando
se refiere a programas que persiguen el desarrollo de territorios. En el primer
caso, resulta conveniente para que los recursos lleguen al grupo objetivo; en el
segundo, el hecho de aislar a los grupos menos favorecidos de otros que han
logrado superar esa condición significa privarlos de un contacto para formar
parte de ejemplos que podría ser útil emular.
80
SERGIO GÓMEZ
Como se ha planteado, es necesaria una nueva mirada sobre la ruralidad que
vaya más allá de esta visión tradicional y superada por la realidad. Una nueva
definición de ruralidad implica una perspectiva territorial del conjunto de actividades desarrolladas en espacios rurales. Un aspecto central en la redefinición
de lo rural implica considerar las actividades desarrolladas en territorios con una
baja densidad de población relativa, donde predominan las relaciones sociales
personales. Este tipo de relación personal es posible en territorios con baja
densidad demográfica, pues se construye sobre la base de relaciones vecinales
prolongadas y de intensas relaciones de parentesco entre sus habitantes. Así,
se está en presencia de comunidades, con todo el potencial que estas pueden
otorgar a los programas de desarrollo.
En el último decenio se han emprendido grandes esfuerzos en inversiones
en infraestructura, apoyo agrícola y servicios rurales, pero no se ha logrado un
impacto acorde con los recursos aplicados ni una inserción exitosa de la economía campesina en los mercados. Las cifras señaladas sobre pobreza e indigencia
en áreas rurales así lo prueban. Recientes estudios sobre el desempeño de las
empresas campesinas también muestran las dificultades de orden económico
cuando se intenta vincularlas con mercados complejos.7
Las inversiones en innovación, transferencia tecnológica y promoción productiva han privilegiado casi exclusivamente a la agricultura, sin una definición
estratégica de desarrollo rural territorial. La perspectiva ha sido distributiva: se
ha invertido en desarrollo rural con una visión focalizada hacia grupos sociales
pobres, sin dar prioridad a proyectos con una base más amplia y capaces de
garantizar resultados positivos.
Si se adoptara un enfoque más moderno sobre lo que se ha conceptualizado
cono “nueva ruralidad”, la estrategia de desarrollo se basaría en territorios con
predominio de multiactividades y en los que prevalece el sentido de comunidad.
Ello permitiría desarrollar una estrategia que:
1.
2.
3.
7
Tenga una base territorial y donde todos los actores del territorio —públicos, privados, pequeños, grandes y medianos— se comprometan con el
desarrollo futuro de aquello que los identifica: el territorio.
Considere todas las actividades emprendidas en el territorio, tanto las productivas —entre ellas la agropecuaria— como las de transformación, y tanto
las industriales como las de servicios.
Considere a las comunidades existentes en el territorio para que estas sean
la unidad de intervención.
Berdagué, Julio: Cooperando para competir: Factores de éxito de las empresas asociativas
campesinas. Santiago de Chile: RIMISP, 2000.
REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO RURAL EN CHILE
81
Resulta interesante resaltar que el hecho de haber optado por la primera
alternativa no es una condición del modelo, sino una carencia de aquellos que
tienen responsabilidad en el diseño y aplicación de las políticas gubernamentales. Todos somos responsables: académicos, dirigentes políticos, parlamentarios,
funcionarios, dirigentes de organizaciones rurales, etcétera.
La persistencia de esta situación se explica en gran medida por la falta de
voluntad política para reestructurar las organizaciones de los sectores menos
acomodados del mundo rural, pues la flexibilidad del modelo mencionado en
el punto anterior ha sido posible por el grado de organización alcanzado por
los sectores empresariales con capacidad de ejercer presión, situación que no
tienen otros sectores rurales.
Lo segundo —la necesidad de fomentar la organización de los habitantes rurales— resulta imprescindible para equilibrar el estado en que se encuentran organizados los diferentes grupos. En la actualidad, el sector empresarial cuenta con
organizaciones fuertes, mientras que el resto de la población rural está atomizada.
Otro importante elemento para avanzar en el fortalecimiento de las organizaciones es la necesidad de precisar la especificidad que estas deben tener.
Por ejemplo, en la medida en que las organizaciones sindicales son a la vez
organizaciones productivas y de representación, no se avanza en esta línea. Esto
no quiere decir que una misma persona deba participar en forma exclusiva en
una sola organización; por el contrario, se postula la necesidad de fomentar
una afiliación múltiple. En otras palabras, una misma persona puede participar
en diversas organizaciones que tengan objetivos específicos, en lugar de que
la única organización en que participa tenga múltiples propósitos.
El fortalecimiento de la red de organizaciones representativas en el medio
rural resulta fundamental para el desarrollo de la sociedad civil, como forma
de avanzar en la democratización de la sociedad rural.
En resumen, la posibilidad de democratizar efectivamente la sociedad rural
pasa por el desarrollo y fortalecimiento de la organización campesina y del
conjunto de organizaciones de los habitantes rurales. Esta es una condición
para que puedan establecerse relaciones de colaboración entre asalariados y
empresarios, lo que implica reconocer la existencia del otro para su propio
desarrollo, y para que los asalariados rurales, campesinos y empresarios puedan
participar en instancias locales, regionales y nacionales relacionadas con los
problemas que afectan a todos.
En otras palabras, las grandes tareas pendientes consisten en dar una adecuada respuesta sobre una renovada estrategia de desarrollo rural, y formular
un conjunto de políticas que conduzcan hacia un fortalecimiento de las organizaciones del mundo rural.
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