Solidaridad y acción directa contra la precariedad en UK

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Solidaridad y acción directa contra la precariedad en UK
Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)
Solidaridad y acción directa contra la precariedad en UK
Enviado por gladys el Sáb, 12/13/2014 - 08:00
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Antetítulo (dentro):
Explotación laboral de los migrantes en reino unido
Sección principal:
Global
Cuerpo:
Supón que huyes del paro y llegas a Reino Unido con más ganas de trabajar que dominio del idioma
o las leyes británicas. Si lo haces, por desgracia puedes ser blanco de la explotación laboral,
fenómeno tristemente aceptado como la inevitable condena del expatriado, pero contra el que, sin
embargo, puede uno luchar.
Silvio emigró a Brighton (una ciudad costera al sur de Reino Unido) para trabajar en las cocinas de
un restaurante español durante tres años. Pasó ese tiempo cobrando un sueldo por debajo de lo
legal y en negro, sin vacaciones ni paga por enfermedad y con horarios cambiantes a antojo, o bien
insuficientes o bien asfixiantes –llegó a trabajar desde 26 hasta 70 horas a la semana–. Sus
condiciones las sufrían, sin excepción, sus ocho compañeros de la cocina, aquel lugar donde no
llegaban las propinas y donde nadie estaba dado de alta para ahorro del patrón. Ninguno hablaba
bien inglés; todos temían el despido como a un desastre meteorológico. El mal día en el que Silvio
necesitó, por cuestiones médicas, una semana libre para viajar, el jefe replicó que si se iba ya no
regresara. “Yo le dije: primero la salud que el trabajo; él me dijo que yo vería”. A la vuelta se
encontró, efectivamente, con el castigo de un adiós sin finiquito.
Campaña contra los abusos
Fue entonces cuando contactó con SolFed (Solidarity Federation), un colectivo anarquista con fuerte
presencia en toda Inglaterra y que en la ciudad de Brighton ha iniciado una campaña en apoyo a
los trabajadores de la hostelería. En ella ofrecen asesoría, información y, llegado el caso, apoyo
en la reclamación de los derechos y campañas de acción directa. La mayoría de los trabajadores que
acuden a ellos lo hacen por casos como el de Silvio: impagos, despidos, vacaciones no
concedidas… una situación de precariedad extendida. La estrategia de actuación, después de
analizar cada caso, generalmente pasa por entregarle una carta al empresario exigiendo una
reparación justa atendiendo a las leyes vigentes y, si éste no accede, se pasa al conflicto.
En el caso de Silvio, no hizo falta llegar tan lejos. Varios miembros de SolFed fueron al restaurante a
entregar a su jefe una carta en la que aparecía el dinero que se le debía a Silvio atendiendo al
salario mínimo inglés (6,31 libras por hora) y añadiéndole las vacaciones no disfrutadas, y en la que
se le instaba a pagarlo de buenas maneras. “En tres días estaba solucionado”, recuerda Silvio.
Recibió 2.500 libras, más de 3.000 euros: la cantidad que le debían después de tres años. Una cifra
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que le pagaron con una condición: la de que no contara nada de lo sucedido al resto de sus
compañeros. Ahora, dice él, muchos de ellos tienen ya un contrato, aunque sea sin horas, lo cual
mejora mínimamente su infame situación. “Si les hicieron contrato fue porque yo revolucioné”,
añade, pero opina que allí “todo sigue igual”. Sus compañeros aún no se atreven a imitarlo: por
“miedo”, dice, porque “creen que perderán el trabajo”.
Paraísos para la explotación
La acción directa, que “puede ser el extremo de la violencia, o puede ser tan pacífica
como las aguas del arroyuelo de Shiloa”, en palabras de Voltairine De Cleyre, es un principio de
acción de movimientos como el anarquismo o el sindicalismo que aboga por resolver de forma
autoorganizada problemas concretos y cuyo más célebre ejemplo, en el ámbito del trabajo, es la
huelga. Para entender por qué es tan efectiva hay que sumergirse en el irrespirable contexto de la
precariedad laboral.
Jessica, inmigrante española, estuvo seis meses trabajando en una tienda de alimentación. Un día, al
volver de unas vacaciones, descubrió que había una nueva dependienta en su lugar y el supervisor
le informó de que “ya no la necesitaban”. Sin ninguna explicación, le habían “reducido horas”, que
es la palabrería que encubre un despido improcedente, legalizado gracias a un fenómeno polémico y
puramente británico: el de los contratos de cero horas. Poseer ese tipo de contrato había convertido
en algo normal para Jessica el trabajar sin ninguna estabilidad horaria, conocer su turno
mediante un mensaje la noche anterior o llegar a realizar caprichosas jornadas de hasta
“diez horas al día durante la semana entera” y a trabajar “quince días seguidos sin día libre”…
así como ser, finalmente, despedida sin motivo. “Me dijeron: ya te llamaremos”, recuerda ella. La
humillaron poniendo de excusa que era una mala trabajadora, pero, ironiza, “no lo fui para trabajar
seis meses, y hasta quince días seguidos sin descanso”.
Por desgracia, la situación de Jessica es de todo menos anormal. Pablo, español que empezó con la
CNT y que ahora está afiliado a SolFed, y uno de los que iniciaron la campaña de hostelería, explica
por qué ésta es tan importante en ciudades como Brighton, “un paraíso de la explotación”, con
un mercado salvajemente desregularizado y adaptado a inmigrantes en busca de trabajos
temporales y precarios (entre ellos, los jóvenes españoles exiliados en Reino Unido, una cifra que
se ha disparado un 50% este año). En el proceso de darle forma al proyecto, él y sus compañeros
coleccionaron un buen puñado de historias próximas y desconsoladoras: gente trabajando por hasta
dos libras la hora, pagos en negro generalizados, turnos sin descansos, horas no pagadas, empresas
de empleo fraudulento (“que te llaman, te hacen un training y luego te echan y no te pagan”),
horarios laborales extremos… “Un chaval que curraba conmigo echaba 60 horas a la semana y tenía
problemas de espalda gordos; salía a veces a las dos de la mañana y del trabajo se iba a urgencias…
y al día siguiente, vuelta al trabajo”, cuenta. Sumado a todo ello, situaciones de falta de respeto, de
acoso laboral o sexual… y el escenario aún más terrible de los muchos trabajadores irregulares,
prácticamente condenados a situaciones de esclavitud y sin posibilidad de queja. Todo esto en un
país en el que “el sindicalismo se destruyó hace años”, según asevera Pablo, y donde “los sindicatos
ya no cumplen su función de controlar y poner límites”. Sin duda, su retrato rompe con el tópico de
Inglaterra como tierra prometida para los inmigrantes laborales.
Desamparados por la ley
Cuando los casos de abusos como el que sufrió Jessica se dan, especialmente si se desconoce la ley,
es difícil saber dónde acudir. De acuerdo a las experiencias de Pablo, la vía legal o policial no
funciona o funciona mal. Un proceso de reclamación “es complicado, largo y costoso”, dice;
tan complicado que la gente prefiere, por lo general, no reclamar. Jessica, abandonada la
idea de ser escuchada por jefes y supervisores, lo intentó: acudió a una asesoría legal para ver sus
opciones de contraatacar por esa vía. Allí recibió una respuesta desoladora: no había nada que se
pudiera hacer. “Me dijeron que, teniendo un contrato de cero horas, podían hacer conmigo lo que
quisieran”, recuerda. “Me dijeron que, teniendo un contrato de cero horas, podían hacer conmigo lo
que quisieran”, dice Jéssica A pesar de la frustración, resolvió no tirar la toalla; fue entonces cuando
oyó hablar de SolFed. En la primera reunión con ellos, los conceptos ‘campaña de propaganda’ y
‘piquete’ aparecieron para ella por primera vez. “Me sentí aliviada; vi que podía haber otra salida”,
recuerda.
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En su caso hizo falta algo más que enviar la carta (en la que exigía unas 700 libras, más de 800
euros), dado que ninguna ley obligaba a los jefes a pagarle esa compensación moral. Ante la
negativa y prepotencia de éstos –que, negándose a pagarle, se rieron primero de ella y más tarde
amenazaron con despedir a otras empleadas si seguía insistiendo–, finalmente un “amago” de
piquete informativo en la puerta del comercio formado por casi 20 miembros del
sindicato hizo que los jefes recularan de inmediato y le pagaran la cifra en su totalidad,
asustados por la perspectiva del daño que la mala información podría hacerle a su comercio. Jessica
recuperó así tanto el dinero como el respeto perdidos. “Me siento orgullosa”, dice hoy, y asegura:
“En manos de la justicia no hubiera conseguido nada”.
El piquete o ‘escrache’
Y ¿qué puede hacerse si no se llegara a un acuerdo con el jefe? Reni, trabajadora de origen búlgaro,
se puso en contacto con SolFed tras ser ignorada por la policía. Había trabajado durante seis
semanas sin contrato en una cafetería, donde le habían prometido seis libras la hora pero le
pagaban sólo cinco y, cuando protestó, fue despedida. Su jefe, un empresario turco, acabó
debiéndole un dinero que los miembros del sindicato calcularon en 800 libras (unos mil euros). Sin
contrato ni cheques era difícil reclamar nada o, incluso, demostrar que había trabajado. Desde
SolFed se trató de buscar una solución amigable con el empresario, sin éxito. Él declinó las
conversaciones y se negó a recibir la carta. “Nos dimos cuenta de que, en la zona, aquélla era una
situación generalizada”, dice Pablo, refiriéndose a la práctica de jefes que contratan a personas
durante un breve espacio de tiempo y les hacen trabajar sin contrato para que no puedan reclamar
ante un impago. La campaña, ante el fracaso de la negociación, se hizo pública.
Un piquete informativo o escrache a un comercio requiere de un puñado de activistas (generalmente
de 5 a 20) formando un pasillo a la puerta del negocio y repartiendo octavillas que informen de la
situación a todo paseante. El sector de la hostelería es muy propicio para la acción directa, debido a
que son empresas de cara al público, en ocasiones negocios pequeños y muy sensibles a la mala
propaganda. . El sector de la hostelería es muy propicio para la acción directa, debido a que son
empresas de cara al público En el caso de Reni, el empresario, al ver a los trabajadores haciendo
campaña frente a su cafetería, reaccionó con agresividad, y su desconcierto fue en aumento cuando,
al llamar a la policía, vio que ésta no podía hacer nada: dar información por la calle es una actividad
del todo legal. Pablo achaca esa reacción a la “poca costumbre de que la gente reclame”. Se
vivieron después escenas de enfrentamientos físicos, muestras de apoyo de paseantes y acoso por
parte del empresario y de personas allegadas a él hacia los activistas. A la altura del cuarto piquete,
y debido a la presión ejercida por vecinos y gente de la calle, el jefe decidió negociar. El
daño económico que le infringió la campaña fue mucho mayor que la suma que finalmente pagó a
Reni, inferior a la que se le pedía pero a la que iba sumada la legalización de su situación, que era
otra de las reclamaciones… Pequeñas acciones que llevan hacia una meta: la creación de una red de
solidaridad entre trabajadores.
Recuadro:
Estas navidades regalar Diagonal encaja...
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Pie de foto:
Brightonbenefitscampaign.wordpress.com
Temáticos:
número 235
Sindicalismo
Accion directa no violenta
escrache
Precariedad
Geográficos:
Brighton
Reino Unido
Nombres propios:
SolFed
Edición impresa:
Licencia:
CC-by-SA
Posición Media:
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Tipo Artículo:
Normal
Info de la autoria:
Brighton (Reino Unido)
Autoría:
Diana Moreno
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