Cien años de un genio perezoso

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Cien años de un genio perezoso
Libros y homenajes recuerdan al escritor Juan Carlos Onetti en su centenario
POR JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS
EL PAÍS, de Madrid
Risso es un oscuro periodista consagrado a las carreras de caballos que rompe
con su mujer, 20 años más joven, cuando ésta le confiesa un episodio pasajero
de adulterio. Ella responde enviándole las fotos en las que a partir de ese
momento registra sus relaciones sexuales con otros hombres. Así arranca El
infierno tan temido, el relato que Juan Carlos Onetti publicó en 1957 y que
Mario Vargas Llosa no duda en calificar de 'obra maestra absoluta; y no del
español, de cualquier lengua'.
Para el autor de La ciudad y los perros, que en otoño publicó el ensayo El viaje
a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti (Alfaguara), los cuentos del escritor
uruguayo están 'a la altura de los de Borges y Rulfo'. Entre ellos, El infierno tan
temido es 'sin vacilar' su favorito: 'Lo he leído muchísimas veces y siempre me
perturba, me inquieta y me hace entrever cosas de una gran complejidad
sobre la condición humana, sobre algo que sabemos qué es aunque no
siempre qué nombre ponerle, algo que nos lleva a hacer daño, a hacernos
daño, un elemento maligno, destructivo, homicida'. Cuando se le pregunta si
no será en el fondo un relato de amor absoluto, Vargas Llosa responde que
también, que la 'condensación' de ese texto 'sólo es comparable a la de la
poesía'. Y remacha: 'Lo que es La metamorfosis para Kafka lo es El infierno tan
temido para Onetti'.
La recuperación integr al del Onetti cuentista es tal vez el gran acontecimiento
del centenario del escritor, que se celebra el próximo 1 de julio y que no viene
falto de actos. Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores acaba de publicar
Cuentos, artículos y misceláneas –el impresionante tercer tomo de sus obras
completas, que incluye cuatro relatos inéditos, entre ellos El último viernes–.
Alfaguara tiene en su catálogo Cuentos completos; Punto de Lectura varias de
sus novelas en bolsillo, y las revistas Turia e Ínsula le han dedicado sendos
números. Además, en el Centro de Arte Moderno de Madrid puede verse
hasta el 25 de julio una amplia exposición documental. Por su parte, la
Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales ha preparado, en la Casa
de América y la Biblioteca Nacional, un ciclo dedicado al autor de
Juntacadáveres. Escritores como Juan Villoro, Cristina Peri Rossi o Félix Grande
participan, a partir del día 29, en un homenaje en el que también participará
Dorotea Muhr, Dolly, viuda del narrador, y que abrieron la semana pasada el
propio Vargas Llosa y Antonio Muñoz Molina.
Muñoz Molina, que acaba de terminar una novela y al que el autor de Cuando
entonces presentó como candidato el Premio Cervantes, tiene desde hace
años un libro 'escrito en un cuaderno'. Su título es Cuando Onetti. Nació del
encargo de una biografía que se fue transformando en una mezcla de
memoria y ensayo. El novelista español fue además el prologuista de la edición
de Alfaguara de los cuentos del narrador uruguayo. Su favorito es La cara de
la desgracia, un relato largo (o novela corta) nacido del relato de 1944 La
larga historia.
'Onetti', dice Muñoz Molina, 'es un creador de mundos orgánicos, y no por
haber creado Santa María, eso que los horteras llaman territorio mítico, sino
porque cada uno de sus textos se puede leer independientemente, pero
remite a una trama superior, algo paradójico en alguien con fama de
desorganizado'. Vargas Llosa comparte esa opinión: 'La ventaja es que se
puede empezar a leerlo por cualquier parte porque su mundo está lleno de
conexiones y puentes. Las historias remiten unas a otras y se enriquecen
recíprocamente'.
¿Eso vale también para los cientos de artículos de periódico que escribió a lo
largo de su vida, recopilados ahora en las obras completas? 'A Onetti le pasa
como a Borges, que son íntegramente ellos en todo lo que hacen. Su ADN está
en todas sus células'. Hortensia Campanella, responsable de esas obras
completas, cuenta desde Montevideo que Onetti consideraba el periodismo
'el oficio más soportable' para un escritor. 'Los artículos los corregía
obsesivamente. Para él eran un trabajo', explica Campanella. 'En la ficción,
que era sin embargo una pasión, se dejaba llevar. Para los periódicos buscaba
las palabras. Las de los cuentos y las novelas le asaltaban'.
Textos sobre Faulkner, del que era devoto, entrevistas a Onetti y de Onetti (con
Borges, por ejemplo), y Por culpa de Fantomas, un autorretrato en forma de
conferencia -la única que dictó en su vida, en noviembre de 1973; duró 20
minutos-, conviven en el volumen preparado por Campanella con el discurso
de recepción del premio Cervantes de 1980 y con un cuestionario Proust sin
desperdicio: '¿El principal rasgo de su carácter? La pereza. ¿Su sueño de
dicha? Whisky y una buena novela policial que todavía no he leído. ¿Dónde
desearía vivir? En cualquier sitio, pero de rentas'. Él cambió Uruguay por España
en 1975 después de que la dictadura lo metiera, sucesivamente, en una cárcel
y en un manicomio.
Según Hortensia Campanella, también biógrafa de Benedetti, fuera de las
obras completas han quedado sólo las cartas y los cientos de 'esquelitas' sin
intención literaria que regalaba a los amigos. A ella misma le entregó un
decálogo, sí recogido en el libro, en el que Onetti traza una suerte de poética
desganada pero rotunda. El segundo mandamiento dice así: 'No intenten
deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan
el bolsillo'. El primero es éste: 'No busquen ser originales. El ser distinto es
inevitable cuando uno no se preocupa por serlo'.
Buscara o no ser original, Juan Carlos Onetti escribió en 1950 La vida breve ,
según Vargas Llosa, la 'primera novela moderna' en lengua española. 'Me
atrevo a decirlo', afirma, 'porque en esa época había ya novelas importantes,
pero él es el primero en aplicar la revolución formal de la narrativa'. La que
habían llevado a cabo Proust, Joyce, Kafka, Thomas Mann y Faulkner. Y no sólo
en la estructura, también el lenguaje: 'En nuestra lengua, tanto en España
como en América Latina, había entonces una distancia radical entre aquello
que se contaba y cómo se contaba. El lenguaje todavía era artificioso,
rebuscado, literario en el peor sentido. Onetti fue uno de los primeros en crear
un lenguaje que imita el del hombre de la calle'.
Para Juan Carlos Onetti, descendiente de un gibraltareño llamado Pedro
O'Nety que italianizó su apellido, sólo había una humillación mayor que
morirse: ser elogiado después de muerto. Una ofensa sólo comparable a ser
considerado escritor latinoamericano. 'A él le irritaría que se lo llamaran',
sostiene Vargas Llosa, 'pero es muy latinoamericano, aunque de una manera
muy indirecta y más bien simbólica. Su visión desesperanzada de la vida y del
entorno político y social refleja bien la América Latina de las dictaduras, los
problemas económicos, de las desigualdades'.
En su famosa entrevista televisiva con Joaquín Soler Serrano, el propio Onetti
dijo que, 'como las mujeres honradas, los países felices no tienen historia'. Fue
en 1977 y la conversación se había abierto así: 'En la relación amorosa siempre
hay al menos uno que es sordo. A veces los dos'.
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