Roque Dalton

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Roque
Dalton:
el muerto
indócil
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Dossier conmemorativo del 35 aniversario de
su asesinato
Selección y presentación por Aquiles Julián
6
2
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Losu Moracho
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EL SALVADOR
Manuel Sigarán
Roque Dalton: el muerto indócil
Aquiles Julián, Rep. Dominicana
Editor:
Aquiles Julián, República Dominicana.
Email: [email protected]
Coeditores:
Primera edición digital: Mayo 2010
Santo Domingo, República Dominicana
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dedica a promocionar ideas y enfoques que estimulan la mente, amplificándola.
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Un muerto cada vez más indócil / Aquiles Julián 4
Posición de la familia Dalton / Documento 6
Roque Dalton, Mauricio Funes y el tartufismo de la izquierda / A. Julián 11
Una historia prohibida de Roque Dalton / Miguel Huezo Mixco 19
Entrevista a Joaquín Villalobos por Juan José Dalton 32
Entrevista a Manlio Argueta sobre Roque Daltón, por Cristinia Amaya 46
Entrevista a Jorge Dalton, hijo menor, por Magdalena Flores 52
Unas historias prohibidas de Roque Dalton / Juan José Dalton 56
¿Quién mató a Roque Dalton? / Hermann Bellinghausen 59
Los mayos de Roque Dalton / Mario Benedetti 61
El viacrucis de Roque / Claribel Alegría 65
El asesinato de Roque Dalton / Beatriz Cortez 66
Autoincriminación y silencio / Rafael Lara-Martínez 68
Recordando a Roque Dalton / Miguel Ángel Azucena 80
Los poetas no se mueren / Eliseo Alberto 83
Roque Dalton: unos días después de la fuga / Juan José Dalton 85
La noche que supe que mi padre había muerto / Juan José Dalton 86
Mi amistad con Roque Dalton / Santiago Ruiz Granadino 89
Carta de Roque a Salarrué 92
Una hora con Roque Dalton / Mario Benedetti 94
Entrevista a Jorge Meléndez / Tomás André 105
Opinión de personalidades sobre Roque Dalton / Mario Castrillo 113
La metamorfosis de Joaquín Villalobos / Roberto Bardini 118
Roque Dalton: un modelo para armar / David Hernández 126
Roque Dalton vs. la verdad / Francisco Figueroa 131
La muerte de un poeta / Geovani Galeas 135
Comunicado del ERP del 1975 informando el asesinato de R. Dalton 149
Contenido
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Un muerto cada vez más indócil
Por Aquiles
Julián
“Los muertos están cada día más indóciles.
Antes era fácil con ellos:
les dábamos un cuello duro una flor
loábamos sus nombres en una larga lista:
que los recintos de la patria
que las sombras notables
que el mármol monstruoso.”
Roque Dalton
Cómo será de indócil Roque Dalton que 35 años después su
sombra se yergue y señala, asusta a sus asesinos, irrumpe
en los discursos y los hace sonar huecos, acartonados, y
hace que se escuche de nuevo tras cada fementida honra
oficial el disparo aleve y cruel que le arrancó la vida.
Y es que este muerto se niega a someterse. Sus asesinos, escondidos como
Alejandro
Rivas Mira, en el gobierno salvadoreño como Jorge Meléndez o viajando en su
nuevo rol
de consultor como Joaquín Villalobos, inventan piruetas verbales y ensayan
falsas
justificaciones. Pero el cadáver, impávido, los acusa una y otra vez, una y otra vez,
una y
otra vez y así por los siglos de los siglos. Ese será su infierno.
La familia Dalton quiere algo menos que homenajes, discursos, declaraciones de
que su
deudo “pertenece a todos los salvadoreños” (¿También a los que lo asesinaron?
¿Qué
tanto es propiedad de Jorge Meléndez, de Alejandro Rivas Mira, de Joaquín
Villalobos y
de esos otros asesinos que todavía se cobijan bajo el conveniente “nombre de
guerra”?):
la familia Dalton reclama esclarecimiento, tardía justicia pero justicia al fin,
noticias
sobre el destino del cadáver.
El problema es que el presidente Mauricio Funes debe su puesto a los funestos
asesinos
de Dalton y no al poeta. Roque Dalton es bueno, por su nombradía, para hacer
piruetas
oratorias, pero es incómodo que sus hijos y su viuda clamen porque no se honre a
uno
de sus asesinos con un puesto público, mientras se declama sobre su víctima.
Ahora bien, Mauricio Funes es un periodista, no un político. Se le usó con su
consentimiento para darle potabilidad a una propuesta del FMLN, dado el
cruento
historial de sus “comandantes”: secuestros, asesinatos, atracos, carros bombas,
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vendettas políticas internas, etc. Funes, periodista de CNN aportaba la imagen
mediática y telegénica necesaria, pero carece de fuerza política, es simplemente
un
figurón. El poder verdadero descansa en los “comandantes”, sobre todo en su
vicepresidente, el letal Salvador Sánchez Cerén, alias “comandante Leonel
González”.
Y de quien se pide la cabeza, como uno de los autores del asesinato de Roque
Dalton es
nada menos que otro “comandante”, Jorge Meléndez, alias “comandante Jonás”.
La historia de Dalton es modélica porque expresa la criminalidad y vesanía de
quienes
se autoarrogan el papel de redentores y predestinados a dirigir la sociedad y
buscan
imponer su rol a tiro limpio.
Amparados en una ideología mostrenca y fracasada, el marxismo, y en un modelo
local
igualmente fracasado y ejemplo de incompetencia y mediocridad: la Cuba
castrista, los
“comandantes” buscaron y siguen buscando imponer por cualquier vía una
dictadura
totalitaria en El Salvador a contrapelo de lo que la sociedad salvadoreña anhela. Y
para
lograrlo están dispuestos a arrancarle la cabeza a quien sea y a cuántos sea. Esa es
la
realidad bajo tanto marketing político, maquillaje mediático y maniobra.
Dalton, aceptemos, era por igual partidario de un régimen totalitario; estaba cien
por
ciento convencido de la conveniencia de una dictadura policial en El Salvador.
Una
diferencia de criterio procedimental con los mandamases de la secta política en
que se
insertó, el ERP, originó que fuera inculpado y satanizado al grado de que se
decidió
ganarle la lucha ideológica al mejor modo leninista: un tiro en la nuca.
La gravedad no radica en que se asesine a un conmilitón, sino en que se asesine a
cualquier ser humano en nombre de una ideología, un propósito de poder, un fin
de
imponerse a la fuerza sobre los demás. No menos graves fueron los asesinatos de
alcaldes y de empresarios. Las víctimas inocentes de actos terroristas como la
detonación de coches-bombas; el llevar a una sociedad a vivir el desangramiento
de dos
reductos extremistas matándose entre sí, con la población en el medio.
El crimen de Dalton es tan grave como el de Roberto Poma; el de monseñor
Romero y el
de los jesuitas; el de los alcaldes y el de tantos asesinados por uno y otro bando. Y
ese
crimen al igual que los otros señala a los violentos de uno u otro extremismo que
transformaron a El Salvador en un infierno inmisericorde de vesanía sin límites.
Más información disponible en las siguientes direcciones electrónicas:
http://daltonicos.tripod.com/; http://roque75dalton.contrapunto.com.sv/;
http://www.rdarchivo.contrapunto.com.sv/
6
Posición de la familia Dalton ante la permanencia
en el
actual gobierno salvadoreño de Jorge Meléndez,
uno de
los involucrados directos en el asesinato del poeta
Roque
Dalton García.
A María García Medrano (Abuela) y Roquito (hijo) in memoriam
Aída Cañas, viuda de Roque Dalton y sus hijos Juan José y Jorge Dalton,
sobrevivientes
al conflicto armado, han decidido comunicar a los amigos, familiares,
admiradores de la
obra de Roque, al pueblo y la sociedad salvadoreña en su conjunto, los gobiernos
democráticos, así como al resto de intelectuales de América Latina y la
comunidad
internacional, nuestra posición respecto a la actual situación de injusticia
perpetrada
por el actual gobierno de El Salvador.
Roque Dalton García fue un intelectual revolucionario íntegro, que desde muy
joven se
convirtió en líder estudiantil y en un luchador social de genuino arraigo popular.
Por su
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lucha, al igual que muchos compatriotas, sufrió privacidades, persecuciones,
cárceles,
torturas, amenazas, sentencias de muerte y exilios por parte de las dictaduras
militares
que oprimieron a El Salvador. Dalton supo, quizás como ningún otro intelectual
salvadoreño, combinar obra, vida, aspiraciones y luchas de los más
desamparados. Fue
un poeta genuino, consecuente y entregado, pese a cualquier costo de la lucha
anti
dictatorial y dejó claro su vehemente deseo de un verdadero cambio de justicia y
derechos para los salvadoreños.
Su quehacer en el mundo de las letras le permitió heredar al pueblo salvadoreño
una
obra literaria y política que hoy constituye un pilar fundamental de la cultura y la
historia nacional y lo ha llevado a ostentar el título de Poeta Meritísimo,
reconocimiento
póstumo otorgado al poeta por la Asamblea Legislativa gracias al decreto 186,
fechado
el 11 de diciembre de 1997 en San Salvador.
La trascendencia de su obra sobrepasa las fronteras de El Salvador y la propia
Centroamérica para convertirse en uno de los intelectuales de la región cuya obra
ha
sido de las más traducidas y motivo de estudios en no pocos centros académicos
de gran
prestigio a nivel mundial como Duke University, Princeton University,
Universidad de
Nuevo México; en la región se destacan Universidad José Simeón Cañas, la Casa
de Las
Américas de La Habana, Cuba, por citar algunas. Dalton formó parte de ese
intenso y
renovado quehacer literario que fue conocido como el boom de escritores e
intelectuales
de la década de los 60´s junto a Julio Cortázar, Mario Benedetti, Eduardo
Galiano, Juan
Gelman, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Heberto Padilla, Efraín
Huerta y
Thiago de Mello, entre otros. Y es sin duda, una de las voces más influyentes de la
Generación Comprometida en El Salvador, que con su accionar y su obra diera
vida a la
frase del escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias “El poeta es una conducta
moral”.
Con la responsabilidad que hemos salvaguardado la obra de nuestro padre y la
modestia que nos asiste en este compromiso no podemos dejar de reconocer que
la
pasión por su Patria y el indiscutible talento literario nos ha permitido contar hoy
en día
con un imperecedero legado cultural del cual hoy gozamos no sólo nosotros como
hijos
legítimos y orgullosos, sino también todos y cada uno de los salvadoreños que con
ese
auténtico sentido de pueblo describiera en ese, ya segundo himno de nación,
nombrado Poema de amor .
Hace 35 años, siendo aún adolescentes, perdimos a Roque, nuestro padre, sin
intuir que
El Salvador perdía también a uno de sus más leales hijos, amante de la poesía y la
libertad, a uno de los fundamentos de su cultura, de su historia, dejando una
herida que
no se ha cerrado después de todos estos años.
Roque Dalton García fue asesinado cruel e injustamente el 10 de mayo de 1975
por
decisión de la entonces dirección del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP),
de la
cual sobreviven Edgar Alejando Rivas Mira, Joaquín Villalobos Huezo y Jorge
Meléndez.
Junto a Roque Dalton García fue asesinado otro salvadoreño de nombre
Armando
Arteaga, conocido como Pancho.
Testimonios recabados por nuestra familia indican que estos tres dirigentes
estuvieron
de acuerdo con la ejecución de Roque y Armando. Y fue Rivas Mira, jefe máximo
del
ERP en ese entonces, quien ordenó a sus inmediatos subalternos, también al
frente de
8
la organización, Joaquín Villalobos y Jorge Meléndez, ejecutarlos sumariamente.
Poco
más de un año después del crimen, Villalobos pasó a ocupar la dirección del ERP.
Y al
constituirse el FMLN, esta naciente organización acoge en sus filas a Villalobos y
a
Meléndez, como miembros de su Comandancia General –de 10 miembrospasando por
alto, la vinculación directa de estos dos dirigentes, en los asesinatos. Esta es
quizá, una
de las más tristes paradojas de la historia de la nación salvadoreña.
Pese a estos 35 años transcurridos de aquel horrendo hecho que dejó nuestras
vidas
marcadas para siempre con el dolor infinito de una pérdida irreparable; pese a no
saber
nunca las condiciones en que fue vilmente asesinado nuestro padre; pese a no
saber
nunca qué sucedió con sus restos; pese a las solicitudes y gestiones realizadas por
nuestra familia ante organismos internacionales como ONUSAL, el FMLN nunca
ha
asumido su responsabilidad, así tampoco nunca hemos recibido de los
victimarios
directos declaración alguna de perdón ni a título personal ni como organización
que
fuera el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). El pacto de silencio y la
impunidad
no ha permitido develar la verdad sobre el crimen, lo cual por ética, honestidad y
moral
política debe reparar la actual izquierda salvadoreña.
La familia de Roque Dalton García, junto a los miles de salvadoreños que tienen a
sus
familiares desaparecidos o que fueron asesinados de manera cruel e injusta en los
9
pasados años, se siente ahora doblemente agraviada porque la impunidad sigue
prevaleciendo en El Salvador, y se nos continúa negando el derecho a la justicia y
al
esclarecimiento de los hechos. Por ello consideramos el nombramiento de Jorge
Meléndez, para un puesto de gran relevancia en el actual gobierno, la ofensa más
grande en contra de la memoria de Roque Dalton, así como contra su familia,
desde su
asesinato. A unos pocos días de conmemorarse el XXXV aniversario de su
muerte, este
hecho por el cual hemos venido reclamando desde su nombramiento en junio
pasado,
constituye un agravio a las aspiraciones de justicia y verdad del pueblo
salvadoreño.
Sobre Jorge Meléndez conocido en la guerra como “Comandante Jonás” pesan los
siguientes hechos:
1. Se ha negado a reconocer su participación intelectual y material en el asesinato
de
Roque Dalton y de Armando Artiaga, poniendo en duda su carácter de civilidad,
idoneidad, justicia, valentía para asumir la verdad.
2. Fue parte de quienes torturaron física y psicológicamente a las víctimas ya
indefensas
y en cautiverio.
3. Es responsable también junto a Villalobos de secuestrar y desaparecer los
cadáveres
de las víctimas y oculta a la familia, y al pueblo salvadoreño la verdad de los
hechos.
4. Es responsable, junto a Villalobos, de haber lanzado una campaña de
difamación,
especialmente contra la figura y la dignidad de Roque Dalton, que esconde la
naturaleza
vil y alevosa del premeditado crimen.
Estos acontecimientos harto conocidos y públicamente divulgados en El Salvador
y el
resto del mundo, que ha seguido de cerca el horrendo crimen del poeta, no fueron
tomados en cuenta por quienes decidieron que Jorge Meléndez fuese el Director
de
Protección Civil, cargo bajo la responsabilidad del Ministerio de Gobernación.
El historial como jefe guerrillero de Meléndez, deja mucho que desear; basta
mencionar
sólo dos hechos: el secuestro, asesinato, extorsión y desaparecimiento del cadáver
del
empresario Roberto Poma, así como las ejecuciones arbitrarias y sumarias de
varios
alcaldes del Partido Demócrata Cristiano (PDC), hecho este contenido en el
Informe de
la Verdad, y que constituyen crímenes de lesa humanidad.
La familia Dalton repudia y condena el nombramiento de Jorge Meléndez como
alto
funcionario del actual gobierno que, basando su campaña en el lema del cambio,
parece
desconocer las verdades históricas o pesan sobre él demasiados compromisos de
índole
político o deudas de tipo electoreras al punto de dar la espalda al espíritu de
justicia
hasta llegar a mancillar la memoria del poeta. Paradójicamente, nunca antes
hemos
visto alejarse más la esperanza de rescatar la verdad y la memoria histórica, que
en estos
tiempos del triunfo de la izquierda en el poder.
Por todo lo anteriormente expuesto la familia Dalton decide:
- No participar, apoyar o avalar acto oficial alguno que, dentro o fuera del
territorio nacional, realice el actual gobierno relacionado con la conmemoración
del
XXXV Aniversario del asesinato de Roque Dalton, o de otra naturaleza ligado a su
figura
y su obra.
10
- Como herederos legítimos y custodios de la obra literaria y política de Roque
Dalton anunciamos que no suscribiremos ni un solo contrato para la publicación
o
reedición de obras de Roque Dalton por cualquiera de las instancias del actual
gobierno.
- No daremos nuestra anuencia para el uso de la imagen de Roque Dalton, en
cualquiera de sus formatos, por parte del gobierno y sus medios de
comunicación.
- No daremos nuestro aval para que la Sala de Prensa de la Presidencia lleve el
nombre de “Roque Dalton”, tal como había manifestado interés el Presidente de
la
República.
- Solicitamos a las más altas autoridades de gobierno no pronunciar el nombre de
Roque Dalton ni hacer alusión a su obra en sus discursos públicos.
De igual manera, la familia Dalton demanda de las actuales autoridades de
gobierno:
1. Una explicación por parte de los involucrados en este nombramiento tanto a la
familia como a la sociedad civil salvadoreña.
2. El despido inmediato de Jorge Meléndez como jefe de Protección Civil.
3. Y que le sea exigido a Jorge Meléndez el esclarecimiento de los hechos que
ayuden
en la búsqueda de la verdad sobre el asesinato de Roque Dalton.
4. Se dé una disculpa pública a la familia y al pueblo salvadoreño por esta
designación,
que no ha hecho otra cosa que profundizar una herida que ha tardado ya
demasiado en
sanar.
Los crímenes emblemáticos de la sociedad salvadoreña antes y durante el pasado
conflicto: Roque Dalton, Monseñor Oscar Arnulfo Romero y los Mártires de la
UCA
deben ser esclarecidos de una vez y para siempre si se quiere construir una
sociedad que
descanse sobre la verdadera democracia, con pleno Estado de Derechos y una
verdadera conciencia histórica.
Exigimos el respeto absoluto hacia las víctimas en su derecho de conocer la
verdad y
reclamar justicia por sus familiares asesinados, torturados y desaparecidos. De lo
contrario, seguiremos vanamente empeñados en buscar nuestra identidad de
espalda al
pasado, y ¿qué es la historia de una nación sin el reconocimiento de su pasado?
Una vez tuvimos la esperanza que este nuevo gobierno abriría la puerta a la
justicia y la
verdad, al calor de los acontecimientos recientes que han tenido lugar en Chile y
Argentina para juzgar los crímenes cometidos durante la dictadura; y de otros
ejemplos
como el de la sociedad española que ha dado una muestra de valiente
reconciliación con
su pasado al poner en marcha la Ley de la Memoria Histórica aprobada por el
Congreso
de Diputados en octubre de 2007. Sin embargo, el gobierno de El Salvador, no ha
reconocido que resulta imposible establecer el verdadero Estado de Derecho
mientras
las heridas del pasado permanezcan sin bálsamo y sutura. A pesar de ello,
estamos
seguros que la sociedad salvadoreña no admitirá ni se rendirá en su largo y difícil
camino en busca de la verdad y la justicia.
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Estamos convencidos que las nuevas y futuras generaciones estarán orgullosas de
haber
heredado ese ideario de justicia que acabe para siempre el prolongado dolor que
emana
de su suelo -de este suelo salvadoreño-, como halo de cadáver justiciero.
Roque Dalton nos previno: “Esos jóvenes… sin más edad que la
esperanza,…preguntarán qué fuimos, quiénes con llamas puras les
antecedieron, a
quiénes maldecir con el recuerdo. Bien. Eso hacemos: custodiamos para ellos el
tiempo
que nos toca.”
San Salvador, 05 de mayo de 2010.
Juan José Dalton Cañas
Jorge Dalton Cañas
Roque Dalton, Mauricio Funes y el
tartufismo de la izquierda.
Por Aquiles
Julián
“Ciertamente, no sólo los fachas cometieron horrores en
América Latina”.
Roberto Bolaño
Si algo caracteriza a ese segmento político que se autocalifica como izquierda es la
doble
moral. Por un lado clama por lo que por el otro lado niega. Tiene verdugos
favoritos,
crímenes favoritos, tiranías favoritas. Y sobre todo, amnesia a conveniencia. De
ahí
proviene que carezcan de credibilidad: la incoherencia es patente.
En países que fueron gobernados por feroces dictaduras militares tipificadas
como “de
derechas”, y en los que se cometieron crímenes imperdonables: torturas,
desapariciones, asesinatos, palizas, etc., los “izquierdistas” claman por procesar y
condenar a los implicados en aquellos abusos y desmanes. Y yo apoyo eso. La
reciente
condena en Argentina del terrorista Reynaldo Bignone, mandante de tropelías y
crímenes incalificables es, al igual que cuando se somete a un octagenario o
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nonagenario verdugo nazi, un mensaje de que la sociedad, recobrada de la tiranía
y el
terrorismo de Estado, no será permisiva con quienes violentaron normas éticas y
derechos ciudadanos fundamentales y universalmente aceptados y se
involucraron en
crímenes de lesa humanidad.
Ahora, ¿qué sucedería si también se someten a los secuestradores, atracadores,
terroristas de izquierdas que asesinaban, ponían bombas y cometían los mismos
desafueros que los terroristas de derechas? Ahí ponen el grito en el cielo. Y es que
hay
muertos a los que vale la pena hacer justicia y otros que lo único que merecen es
olvido.
Hay hechos que penalizar y otros a los que echar tierra. Y con esa doble moral
¿cómo
quieren ser tomados en serio?
Un muerto incómodo es este poeta Roque Dalton, que tras 35 años de ser
asesinado por
sus propios “compas” se resiste a ser sepultado en el olvido. De hecho, emerge
como un
fantasma y acusa al actual gobierno salvadoreño del Frente Farabundo Martí de
Liberación Nacional, FMNL, formación política proveniente de la alianza
guerrillera que
intentó por las armas conquistar un poder que obtuvieron electoralmente por los
votos
en las pasadas elecciones, de garantizar impunidad y premiar a sus asesinos,
algunos de
ellos como Jorge Meléndez, director de Protección Civil, alto funcionario del
gobierno
que preside Mauricio Funes.
¿Qué significa “debate ideológico” según la
izquierda?
El gusto por el eufemismo y el disimulo, por la mentira y el cinismo no es sólo
típico de
los bergantes de la “derecha”, también lo es de los no menos bergantes de la
“izquierda”.
Así, usted, yo, cualquiera caería en una trampa si a la expresión “debate
ideológico” le
suponemos discusión y contraste de ideas, posiciones y líneas de acción. No, en el
lenguaje izquierdista significa simplemente eliminar físicamente al oponente. Y
es que
para los comunistas el argumento más contundente es un tiro en la nuca.
Usted mata al que discrepa y luego explica que su posición fue derrotada en el
debate
ideológico. Veamos un poco qué podemos hilvanar del proceso en que un grupo
de sus
propios compas decidieron asesinar al poeta Roque Dalton y a un infeliz obrero
que
secundó sus ideas.
Roque Dalton, poeta, narrador, ensayista, hijo del norteamericano Winnall
Dalton y la
enfermera María Josefa García, había sido encarcelado por sus actividades
políticas en
1960 y, tras el derrocamiento del presidente José María Lemus, liberado en
octubre de
ese mismo año. Salió del país y vivió largas temporadas en México,
Checoslovaquia y
Cuba. Visitó la Unión Soviética y Corea del Norte. Y llegó un momento en que
decidió
regresar a El Salvador e integrarse a la lucha clandestina por imponer un
gobierno
13
totalitario en su país (sí, no democrático, no plural; una dictadura totalitaria,
aunque
moleste que se diga; el que haya sido víctima de sus propios conmilitones no lo
exculpa
del tipo de régimen que quería imponer a tiro limpio en El Salvador).
Retorna a El Salvador el 24 de diciembre de 1973 por el aeropuerto de Ilopango
con un
pasaporte falso con el nombre de Julio Dreyfus, proporcionado probablemente
por la
Seguridad Cubana, ducha en esos menesteres, y se incorpora a una organización
ultraizquierdista salvadoreña: el denominado Ejército Revolucionario del Pueblo,
ERP.
La fama ganada por Dalton como escritor y sus relaciones con la intelectualidad
de
izquierdas: amigo de Julio Cortázar, Eduardo Galeano, Ernesto Cardenal, Mario
Benedetti, Regis Debray, entre otros, generó celos dentro de los dirigentes de las
bandas
extremistas que en El Salvador se disputaban la dirección política de la izquierda,
en
muchas ocasiones a tiros. Uno de esos personajes, el “Comandante Marcial”,
Salvador
Cayetano Carpio, se dedicó a levantarle un chisme para desacreditar al recién
llegado.
Cayetano Carpio era celoso de su posición de primacía dentro de los grupos que
formaban la “izquierda” salvadoreña. Según el “Comandante Marcial”, Roque
Dalton
tenía una historia oscura porque se había escapado del penal de Cojutepeque
escarbando hoyos con una cucharita. Y agregó a sus insinuaciones que su
organización,
las llamadas “Fuerzas Populares de Liberación”, FPL, tenía seria desconfianza de
Dalton. Otra acusación de Carpio a Dalton fue que se había entrevistado “con un
agente
de la CIA estadounidense”, según informó Eduardo Sancho, alias “comandante
Fermán
Cienfuegos”, uno de los implicados en el crimen de poeta salvadoreño.
Roberto Bolaño, el novelista y ensayista chileno ya fallecido, vivió en El Salvador
y
conoció a los ejecutores de Dalton, quienes le proporcionaron información sobre
el caso.
En una entrevista aportó lo siguiente: “Discutieron durante todo el día, porque
Roque
Dalton se oponía al levantamiento armado y los comandantes decían que ya era
la
hora y que había que empezar la revolución. No llegaron a ningún acuerdo;
Roque
Dalton se fue a dormir, los comandantes siguieron discutiendo y dijeron: hay
que
matarlo.”
Como el mismo implicado Joaquín Villalobos, uno de los participantes en el
crimen,
admitió: “indiscutiblemente no hubo juicio, aunque nosotros hayamos dicho que
eso fue
un juicio”. Fue un acuerdo para matar a mansalva a uno de los suyos. Y a eso
llama el
propio Joaquín Villalobos, que hace honor al lobo que hay en su apellido, caer “en
circunstancias del debate ideológico en el seno del movimiento revolucionario”.
¿Hay
alguna duda de qué significa para esos señores el “debate ideológico”? Un tiro es
el
mejor argumento para ganar una discusión, evidentemente.
14
Lo que se conoce del crimen en sí
Roque Dalton fue detenido por sus propios camaradas en abril del 1975, hace ya
35
años, junto al militante Armando Arteaga, alias “Pancho”, jefe del taller de
explosivos
del ERP, que apoyó la posición que sostuvo Dalton en su imprudente “debate
ideológico” que costó a ambos la vida.
Originalmente, la acusación hecha a Dalton y a Arteaga por dirigente del ERP
Alejandro
Rivas Mira, alias “Sebastián Urquilla”, fue incurrir en “faltas en la disciplina
militar”.
De ahí, Rivas Mira pasó a la “insubordinación” para luego derivar en la de
“perturbar la
insurrección”. Para agravar la situación de Dalton y Arteaga, añadió que Dalton
era un
“agente cubano” y simultáneamente un “agente de la CIA”, maravillas de la
ubicuidad
política que no sabemos cómo las justificó.
Rivas Mira y Vladimir Rogel Umaña, alias “Carlos” o “El Vaquerito” proponen el
fusilamiento de Roque Dalton y Armando Arteaga, un eufemismo por balazo en
la nuca,
pero ¿qué utilidad tiene para estos señores de la guerra la precisión semántica?
Joaquín
Villalobos se suma a la recomendación y vota por asesinar a Dalton.
Hacen entonces, una simulación de juicio sumarísimo, en que Villalobos asume el
papel
de acusador y Eduardo Sancho de abogado defensor, un gusto por las
formalidades para
guardar las apariencias, datos que cuenta el mismo Eduardo Sancho en su libro
testimonial “Crónicas entre los espejos”. Joaquín Villalobos aceptó que participó
en la
decisión y la comisión del asesinato de Dalton junto a Alejandro Rivas Mira,
Jorge
Meléndez, alias “comandante Jonás”, Vladimir Rogel Umaña as “El Vaquerito”,
Alberto
Sandoval, alias “Lito” y otro del que sólo se conoce su seudónimo: “Mateo”.
Jorge Dalton, hijo del poeta, que junto a su hermano han ido reuniendo
información
sobre el asesinato de su padre, cuenta que Dalton “fue golpeado salvajemente
durante
los días previos a su asesinato. Sus verdugos entre ellos Villalobos sabían de
antemano
a quien asesinarían. Se jactaban diciéndole en cada golpiza que pronto
acabarían con
la vida de un “intelectual de mierda y pequeño burgués”, “en las filas de los
revolucionarios no había cabida para semejantes traidores”.
El 10 de mayo de 1975, fecha en que en El Salvador celebran el Día de las Madres,
Vladimir Rogel Umaña, “El Vaquerito”, ejecuta la orden de asesinar a Dalton,
detenido
con Arteaga en una casa del barrio Santa Anita, en la capital San Salvador, y lo
coloca
de espaldas, frente a una pared, volándole la tapa de los sesos. “La sangre del
poeta se
esparció por todo el cuarto, la que hubo que limpiar por varios días seguidos,
según
me contó un testigo de los hechos.” Igual suerte corrió Armando Arteaga, alias
“Pancho”.
15
En su libro “En silencio tenía que ser. Testimonio del conflicto armado en El
Salvador
(1967-2000)”, su autor Carlos Eduardo Rico recrea los últimos instantes del
poeta
Roque Dalton antes de ser ejecutado por “El Vaquerito” Umaña: “… El día en que
iban a
‘ajusticiarlos’, se dirigieron a la habitación donde estaba Roque y le dijeron: ‘Es
hora
que salgas al patio a tomar el sol’. ‘Sí, dicen que el sol cura el jiote’, se puso a reír
y
salió. Por la espalda lo asesinaron, le pegaron un sólo tiro entre la nuca y el
occipital.
Roque se derrumbó sin decir palabra.” En eso consistió el “fusilamiento”, una
simple
ejecución sumaria, típica de los gangsters y de los estalinistas de la KGB.
Acto siguiente, empezó la acción descalificadora, el esfuerzo por justificar el
crimen y
presentarlo como un éxito frente al estupor de la misma izquierda
latinoamericana. Un
comunicado del autodenominado Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP
informó del
asesinato en los siguientes términos: “El Ejército Revolucionario del Pueblo fue
objeto
de infiltración enemiga por medio del salvadoreño Roque Dalton, quien militó
durante
algún tiempo en nuestra organización revolucionaria y quien estaba
colaborando con
los aparatos secretos del enemigo. La labor traidora que realizó Roque Dalton
en el
seno de nuestra organización costó a nuestra organización y a nuestro pueblo
la vida
de dos de sus mejores combatientes Armando y Mauricio y el fracaso de algunas
acciones militares revolucionarias. Roque Dalton fue detectado, capturado y
fusilado
por las fuerzas del E.R.P. Existen innumerables pruebas de su labor traidora en
el seno
de nuestra organización.”
Una versión distinta sobre el lugar del asesinato fue hecha pública por el escritor
David
Escobar Galindo, quien amplifica una versión que el chileno Jorge Salazar,
miembro de
la Misión de las Naciones Unidas para El Salvador, ONUSAL, en 1993, le brindó
en
torno a la suerte corrida por el poeta. Salazar indicó que según sus indagaciones
Dalton
fue asesinado en el lugar conocido como El Playón, a pocos metros de la carretera
que
une el peaje de Santa Ana con Quezaltepeque. “Los restos de ambos habrían sido
semienterrados allí, atrayendo, en pocas horas, a los animales de la zona. Sus
cadáveres fueron prácticamente devorados.” Aunque discrepan del lugar en que
se
verificó el crimen, los hijos de Dalton coinciden en que su investigación arroja
que los
restos de Dalton y Arteaga fueron semienterrados en El Playón.
La suerte posterior de los implicados en el asesinato
de
Roque Dalton.
Tras el asesinato de Dalton, el ERP se sumergió en una espiral de
ajusticiamientos y
condenas a muerte. Eduardo Sancho, el “defensor” de Roque Dalton en el
mamotreto de
juicio, junto a Lil Milagro Ramírez y otros se separaron del ERP y se ocultaron,
16
fundando la organización Resistencia Nacional, RN, para evitar la orden de
muerte que
pesaba sobre ellos. En noviembre de 1976, Lil Milagro Ramírez fue detenida por
agentes
de la Guardia Nacional salvadoreña y asesinada en la cárcel en octubre del 1979,
figurando oficialmente como “desaparecida”.
El líder del ERP, Alejandro Rivas Mira, quien tenía un grueso prontuario de
delitos
entre secuestros, atracos y crímenes “para la revolución salvadoreña”, en 1977,
tras
cobrar el rescate del secuestro del empresario Roberto Poma, que murió en
cautiverio,
se alzó con buena parte de los fondos millonarios del ERP y hasta el sol de hoy.
Como
vemos, Alejandro Rivas Mira hizo su propia “revolución” y desde entonces no hay
quien
le vea la cara.
Vladimir Rogel Umaña, “El Vaquerito”, ejecutor de Dalton, fue “ajusticiado”
luego por
sus propios conmilitones por las controversias que provocó la fuga de Rivas Mira
con los
millones acumulados por secuestros y atracos.
En 1980, el ERP se alió con las Fuerzas Populares de Liberación, FPL, de
Salvador
Cayetano Carpio, la Resistencia Nacional, RN, de Eduardo Sancho, y el Partido
Comunista Salvadoreño, PCS, dirigido por Schafik Jorge Handal, y formaron el
Frente
Farabundo Martí de Liberación Nacional, FMNL, intensificando la guerra de
guerrillas
contra el gobierno salvadoreño.
Salvador Cayetano Carpio, el “comandante Marcial”, quien fue el que lanzó las
acusaciones que emplearon luego sus propios compañeros de causa para asesinar
a
Roque Dalton, llegó al extremo, según Schafik Jorge Handal, en su afán de
mantener la
hegemonía en el FMNL , de imponer incluso choques armados con otras fuerzas
del
mismo FMNL. Según Handal, Cayetano Carpio “tenía un plan mucho más
ambicioso,
también iba a suprimir a una serie de dirigentes del FMLN y de su propia
organización.”
Diferencias con otra dirigente de su misma secta política, la ex-dirigente de los
maestros
salvadoreños, Mélida Anaya Montes, alias “comandante Ana María” mostraron
una vez
más la cruenta faz de esa “izquierda”. Anaya Montes se había trasladado a
Nicaragua en
1980, junto con otros miembros del Comando Central de las FPL. En 1983 las
diferencias entre las posiciones de Anaya Montes y Salvador Cayetano Carpio se
agudizaron. Carpio se sintió desafiado en su propia organización.
Decidió hacer un viaje a Libia y luego llegar clandestinamente a El Salvador a
promover
sus puntos de vista políticos entre los dirigentes del FPL, a fin de revertir la
tendencia en
su secta de apoyar la posición de negociación promovida por Anaya Montes como
salida
al conflicto militar salvadoreño. Antes de irse de viaje, sostuvo en Managua,
Nicaragua,
17
varios encuentros con Rogelio Antonio Bazzaglia Recinos, alias “comandante
Marcelo”.
Según líderes del FPL en esos encuentros Cayetano Carpio ordenó a Bazzaglia el
asesinato de Mélida Anaya Montes, otra muestra más de lo que significa
“discusión
ideológica” para la izquierda.
Bazzaglia, que para entonces tenía 29 años de edad, reunió a un grupo de
conmilitones
de su confianza, entre ellos Julio Armando Sosa Orellana, alias “Efrén”; Santos
Andrés
Vásquez Molina, alias “Jacinto” y Walter Ernesto Elías, alias “Francisco” y les
informó
que “Ana María ya no es compa, ella planea desprestigiar la personalidad
revolucionaria del comandante marcial y llevar al plano público las
divergencias
políticas internas”, ordenándoles asesinarla. Igualmente les informó que el
personal de
seguridad de Anaya Montes estaba al tanto y facilitarían la misión criminal y les
ordenó
evitar a toda costa hacer disparos.
El 6 de abril del 1983 los asesinos llegaron a la vivienda en que residía Anaya
Montes.
La mujer, de 54 años de edad, dormía. Los tres sujetos sacaron de los pequeños
bolsos
que cargaban navajas y picahielos. Uno se abalanzó sobre la mujer, le sujetó la
cabeza
mientras le tapaba la boca. Otro le inmovilizó las piernas. El tercero le infirió 81
punzonazos con el picahielos. Luego la degollaron. Eran las dos y treinta de la
madrugada.
De inmediato, la comandancia general del FMLN y el gobierno sandinista
acusaron a la
Agencia Central de Inteligencia, la CIA, de haber cometido el crimen. A Cayetano
Carpio
le informaron telefónicamente del asesinato de la “comandante Ana María” y
voló a
Managua. En el sepelio de Mélida Anaya Montes aparecía el rostro sombrío del
“comandante Marcial” junto a los comandantes sandinistas Tomás Borge y
Daniel
Ortega.
Agentes del Ministerio del Interior sandinista apresaron el mismo día de los
funerales a
Rogelio Antonio Bazzaglia y ya el 12 de abril habían apresado a todos los
participantes
en el asesinato.
Bazzaglia declaró que “su acción le había sido orientada por Salvador Cayetano
Carpio”. El “comandante” de las FPL, “Leonel González”, nombre de guerra del
actual
vicepresidente de El Salvador, el señor Salvador Sánchez Cerén, recuerda que “El
día
que se suicidó, Marcial llegó y me planteó que (los sandinistas) le habían
mostrado
declaraciones de Marcelo (Bazzaglia) que lo comprometían (con el asesinato de
Ana
María). Le planteé que mejor se fuera hacia Cuba porque podía ser capturado.
Marcial
aceptó y pidió que le arregláramos el viaje…” Al irse González, Cayetano Carpio
le pidió
a su esposa que le preparara un par de huevos fritos. Mientras ella cocinaba, se
encerró
en su estudio, escribió dos cartas, una dirigida a las jefaturas del FPL y del FMNL
y otra
18
al “pueblo salvadoreño”. Luego cogió una pistola de cuatro bocas, regalo que le
hizo el
ex–dictador panameño Omar Torrijos, y se disparó en el corazón.
Funes, el desmemoriado
Jorge Luis Borges escribió una fábula de un hombre que nada olvidaba, que todo
lo
recordaba: Funes, el memorioso, un hombre que padece de hipermnesia. Pero el
presidente Carlos Mauricio Funes Cartagena, de El Salvador, periodista, está en
los
antípodas: es Funes, el desmemoriado, el que no quiere darse cuenta, el que
elude hacer
justicia.
Candidato electo por ese caldo de siglas que es el FMNL en las elecciones del 15
de
marzo del 2009, Mauricio Funes asumió la presidencia de El Salvador el 1ro. de
junio
del 2009 y una de sus primera medidas fue nombrar a uno de los asesinos de
Roque
Dalton, al llamado “comandante Jonás”, Jorge Meléndez, como director de
Protección
Civil.
A Dalton, 23 años después, le levantaron acta de defunción. Pero sus hijos
desconocen el
lugar donde descansan sus restos. Y no han recibido una palabra de
arrepentimiento de
quienes asesinaron a su padre.
Los dos hijos que sobreviven de Roque Dalton, Juan José y Jorge Dalton, han
demandado al presidente Mauricio Funes que cancele el nombramiento de Jorge
Meléndez, pero el presidente Funes ni ha querido recibir a los hijos de Dalton ni
tampoco ha obtemperado la petición, declarando que Meléndez se beneficia de la
“presunción de inocencia” y que: “Cuando tenga que destituir a un funcionario
lo haré
o porque no es idóneo o porque (...) le he perdido la confianza”.
Por otro lado Funes se dedicó a enaltecer la figura de Roque Dalton,
aprovechando el 35
aniversario de su asesinato, acción que fue rechazada por los hijos de Dalton que
desautorizaron al gobierno de Funes a hacer “uso absoluto de la imagen, el
nombre, ni
de la obra de Roque Dalton hasta que no repare esta incongruencia ética de
tener a
uno de sus asesinos en su Gobierno”.
A la demanda de los hijos de Dalton, Funes ripostó que Dalton "es patrimonio del
pueblo salvadoreño, no patrimonio de particulares".
Por su parte, Jorge Meléndez hace cabriolas verbales para eludir su
responsabilidad. Así
observa que lo de Dalton no fue un asesinato, sino “un proceso político”. El
retorcimiento y el eufemismo alcanzan en Meléndez niveles de delirio: “Bueno,
en todo
lo que usted llama asesinato está implicando un punto de vista, que al menos yo
no lo
19
comparto con usted. Estamos hablando de una situación de una guerrilla,
donde se dio
un proceso político y donde Roque Dalton fue muerto. Por asesino yo entiendo
que una
persona comete un acto contra otro, no sé por qué motivo y ahí estamos
hablando de
un proceso político. Yo no soy asesino de Roque Dalton, eso lo quiero dejar
claro.”
Jorge Meléndez, además, confiesa: “mi pensamiento y mis convicciones son de
socialismo democrático”. Y para clarificarlo más, declara: “Yo soy miembro del
Partido
Social Demócrata”. ¡Imagínese usted el resto!
Joaquín Villalobos, otro de los que decidieron el crimen y que confesó
públicamente su
responsabilidad, es actualmente consultor internacional en resolución de
conflictos y
asesora a los gobiernos de México y Colombia.
Dalton escribió un poema: “Buscándome líos” cuyo tema es su primera reunión
de
célula comunista. Él creyó que el lío que se buscaba era con la derecha
salvadoreña, pero
el lío verdadero que se buscó fue con sus propios camaradas, los que clausuraron
su
obra poética con un certero tiro en la nuca. Y de paso también dieron fin a su
divergencia ideológica.
Una historia prohibida de Roque
Dalton
Parte I
Por Miguel
Huezo Mixco
¿Qué hacer si sus peores enemigos
son infinitamente mejores
que usted?
Eso no sería nada.
El problema surge cuando los mejores amigos
son peores que usted.
Lo peor es tener sólo enemigos.
No. Lo peor es tener sólo amigos.
Pero, ¿quién es El Enemigo?
20
¿Usted o sus enemigos?
Hasta la vista,
amigo.
--- Roque Dalton.
"Conversación tensa".
Un libro levemente odioso.
A Roque Dalton lo mataron a quemarropa. La leyenda dice que sus matadores,
sin valor
para mirarlo a los ojos, le inyectaron un somnífero antes de dispararle. También
se dice
que lo liquidaron de sorpresa: llegaron a su lado y de súbito le descargaron los
tiros.
Pasara lo que pasara en esa hora siniestra, aquella fue la última de las celadas que
le
tendió la vida.
El sacrificio de Dalton estuvo en el génesis del nuevo poder que emergió entre
combates
guerrilleros y protestas sociales. Sus asesinos eran un pequeño grupo de
conspiradores
que con los años llegaría a ser una poderosa organización armada. Dos de los
sobrevivientes de aquella célula estamparon su firma en el documento que puso
fin a la
más cruenta de las guerras libradas hasta ahora en El Salvador.
La "muerte horrenda" de Dalton, como la llamó Julio Cortázar,
levantó una exclamación de repudio en todo el mundo y le dio
paso a su leyenda. Una leyenda que Dalton mismo, en vida, ayudó
a alentar. Nació en 1935, único hijo de la enfermera María García y
de Winnal Dalton, un tejano criado en la frontera con México, que
hablaba el español como segunda lengua. Casi nadie sabe que
aquella improbable relación entre dos personas provenientes de
mundos sociales tan dispares tuvo como origen un altercado entre
Winnal Dalton y el filántropo Benjamín Bloom. María García se
encargó de curar de sus heridas a Mr. Dalton, y este le hizo la corte
. El niño fue inscrito con el nombre de Roque Antonio García.
Roque fue calzado con el apellido que su padre no quiso darle, y
más tarde con las botas de una leyenda, la de los hermanos Dalton,
forajidos y fabricantes de mal whisky, que en el último cuarto del siglo XIX
sembraron el
terror en Arizona. No existen pruebas de parentela alguna entre el poeta y
aquellos
malhechores, pero con ellos Dalton se construyó una aureola de pendenciero que
lo
seguiría hasta el fin de sus días.
Aquel hombre que por periodos fue devastado por el alcohol, lector voraz,
proverbial
mujeriego e iconoclasta capaz de imprudencias relevantes ha llegado a ser un
icono
incuestionable. Algunos no sólo tienen el justo interés en lavar su memoria sino
también
el menos recto propósito de entronizarlo como una figura moral que le otorgaría
infalibilidad a sus propios juicios políticos y estéticos.
La poesía de Dalton es inseparable de su vida, y su vida de sus opciones políticas.
Sin
embargo, una de esas partes --la política-- ha predominado por encima de las
demás.
Uno de sus resultados ha sido, como ya lo señaló Rafael Lara Martínez, una
"invención
21
editorial" que privilegia la imagen de Dalton-guerrillero. Cabe preguntarnos por
la
sinceridad con que han actuado los constructores de su prestigio como
guerrillero.
Cuando lo mataron tenía cuarenta años de edad. Aunque sus declaraciones de
apoyo a la
lucha armada comenzaron a conocerse a finales de los años 60, Dalton
efectivamente
tomó las armas en los dos últimos años de su vida. En varios momentos recibió
instrucción militar, como muchos de los escritores de su generación, cuando en la
década de los sesenta el PC salvadoreño contempló la veleidad de organizar un
frente
armado. Dalton se reía repetidamente de la voluntad combativa de la
nomenclatura
comunista de aquellos años. En uno de sus poemas, desdoblado en un burócrata,
afirma: "Estamos por la lucha armada/ pero en contra de comenzarla". En efecto,
después de recibir una ducha de rigores en algún campamento de Cuba, los
conjurados
regresaban a San Salvador a hacer "una vida entre militante y bohemia" , a la
espera del
llamado al combate. Algunos fueron adiestrados hasta en el manejo de tanques,
lo que le
otorgaría a la instrucción ribetes cómicos.
Una noche en La Habana Julio Cortázar presenció una discusión de Dalton con
Fidel
Castro sobre un problema de utilización eficaz de quién sabe qué arma. Una
metralleta
invisible pasaba de las manos del uno a las del otro. "Las diferencias entre el
corpachón
de Fidel y la figura esmirriada y flexible de Roque nos causaba un regocijo
infinito",
recuerda Cortázar. Dalton no tendría ocasión de poner en práctica sus supuestas
habilidades. Es poco probable que alguna vez haya entrado en combate. No estoy
poniendo en duda su coraje y determinación, pero Dalton no fue exactamente el
prototipo de un soldado, aunque, después de todo, fue el que llegó más lejos entre
todos
los poetas de su generación, que le cantaron a la revolución con la metralleta
invisible
bien guardada en sus armarios.
La imagen que tenemos de él ha sido en parte construida en el fértil
terreno de la fantasía y en el más fangoso de los intereses políticos. He
aquí una historia para probarlo: la ruptura de Dalton con Casa de las
Américas, en Cuba, y la manera en que se ha relacionado este hecho con
su propia decisión de incorporarse a la guerrilla salvadoreña, es una
muestra de la imaginación y el lodo que se ha vertido sobre su nombre.
Abandonar la casa
De todos los libros de Dalton, el más celebrado y el que tiene un olor más
provinciano es Las historias prohibidas del pulgarcito (México, 1974). Es
la quintaesencia de su estilo lúdico y experimental. Como su título lo
proclama, el libro sacó a la luz episodios que la historia oficial
salvadoreña había ocultado. El "caso Dalton" podría engrosar ahora el
volumen como una "nueva historia prohibida". Al final del libro, a guisa de
colofón, uno
se encuentra con un poema que dice:
"Yo volveré yo volveré
no a llevarte la paz sino el ojo del lince
22
el olfato del podenco
amor mío con himno nacional".
Cuando este poema comenzó a circular en su país, Dalton había cumplido su
promesa.
Unos meses antes había ingresado "a la soleada caverna" de la vida en la capital
salvadoreña para incorporarse al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Con
papeles
falsos y una nueva apariencia, ingresó por la terminal aérea de Ilopango
exactamente el
día de Navidad de 1973. Uno de los periódicos del día informaba de la exitosa
producción de granos básicos de ese año.
Para su actividad clandestina Dalton escogió un nuevo nombre: Julio Dreyfus,
tomando
el apellido del célebre oficial acusado de traición --y luego rehabilitado por la
justicia
francesa. Pasó la Nochebuena en los alrededores del centro de San Salvador, en la
casa
de seguridad de la mujer que se convertiría en la compañera de sus últimos meses
de
vida, la guerrillera Lil Milagro Ramírez. De alguna manera, el rumor sobre su
regreso se
esparció entre algunos de sus conocidos. La leyenda, pues, había vuelto. Ahora sí,
el
empuje revolucionario sería inevitable. Como diría más tarde un poema de
Alfonso
Quijada Urías, era "el retorno de Gulliver" al país de los enanos.
Era el de mayor edad dentro del grupo. Se le conocía como "el tío Julio". No
existen
muchos testimonios directos sobre la actividad que desplegó, pero todo indica
que el
agua salada de la vida clandestina no era exactamente el ambiente para un pez
como
Dalton. Eduardo Sancho, quien fue jefe político del poeta y el único del grupo de
dirección del ERP que se opuso a su asesinato, lo recuerda como un activista
incansable.
Realizó trabajos organizativos, participó en acciones de propaganda (como
realizar
pintadas con aerosol en las paredes) y redactó folletos de análisis político. Al
mismo
tiempo escribía los borradores de sus Poemas clandestinos. No es posible saber
cuáles
eran sus planes, pero el libro estaba destinado a la propaganda inmediata.
Aunque en
sus composiciones usó cuatro nombres falsos, el tono, el estilo y la voz eran los
suyos.
Casi nadie que hubiera leído sus poemas se habría tragado la paja de que los
autores
eran una obrera textil, un joven dirigente católico y tres estudiantes
universitarios.
Nicolás Guillen ha comparado al Dalton de este libro con Fernando Pessoa, pero
me
atrevo a pensar que los desdoblamientos del portugués sólo le sirvieron como
coartada
al novato luchador clandestino que a ratos se veía dominado por su ego poético.
Si hemos de creer en la fatalidad --y a veces no hay remedio--, su partida de Cuba
estuvo
marcada con una cruz de ceniza. Antes de volver a El Salvador el poeta se sometió
a una
operación estética facial que estuvo a cargo del mismo equipo que preparó el
ingreso del
Che Guevara a Bolivia. La coincidencia no deja de ser estremecedora, pero no hay
nada
de extraño en que un mismo equipo se encargara de misiones tan confidenciales.
Seguramente, habrán mandado a muchos al sacrificio. El detalle revela, sin
embargo,
que Dalton todavía gozaba del apoyo de un sector del Partido cubano, porque en
realidad su situación en la isla había atravesado por un momento muy difícil.
Tres años
antes había renunciado a sus cargos en Casa de las Américas mediante una carta
dirigida a Roberto Fernández Retamar.
23
Esta carta, publicada por primera vez en el número 200 de Casa, ha sido rodeada
con un
halo romántico. Se ha querido presentarla como la despedida de un amigo que
deja la
máxima institución cultural cubana para abrazar la causa guerrillera. Luis
Alvarenga,
biógrafo de Dalton, anota: "Dalton está decidido a integrarse a la lucha armada
en El
Salvador. Decide renunciar al Comité de Colaboración de Casa de las Américas y
así se
lo comunica a Roberto Fernández Retamar en carta fechada el 20 de julio de
1970" . La
primera biografía del poeta, publicada veintisiete años después de su asesinato,
todavía
se mueve a merced del oleaje de la leyenda.
El trasfondo de esa carta ahora está iluminado por la existencia de otra carta de
Dalton ,
que ha permanecido inédita, dirigida a la Dirección del Partido Comunista de
Cuba un
mes después de la primera, el 7 de agosto de ese mismo año. Dicha carta de
diecisiete
folios, sin numeración, expone de manera precisa los motivos que llevaron a
Dalton a
renunciar como trabajador de Casa de las Américas y miembro del Comité de
Colaboración de la revista. La escribió cuando los rumores sobre su "traición" a
Cuba lo
obligaron a romper el silencio.
Una cosa es clara: la renuncia no tuvo relación directa con la decisión de Dalton
de
regresar a El Salvador, aunque posiblemente sí precipitó la manera en que lo
hizo. Nadie
puede dudar que la idea de regresar a su país, no de vacaciones sino a luchar,
estuvo
intermitentemente en la cabeza del poeta. Lo anunció, lo proclamó, lo repitió
cuanta vez
pudo. Pero para un internacionalista, como Dalton se consideraba a sí mismo, la
decisión de luchar no tenía por qué tener a El Salvador como único destino. En la
carta
de agosto, en ningún momento habla de volver a su país. Cuando se describe
como "un
militante revolucionario que sólo temporalmente reside en Cuba y que debe
preparar
diversas condiciones para su participación futura en la actividad concreta en
América
Latina" , confirma lo que sabemos por diversas fuentes: que Dalton intentó sin
éxito
incorporarse también a "la actividad concreta" en otros dos países
centroamericanos,
Guatemala y Nicaragua.
Dalton había llegado a ser uno de los mimados de Casa. Su relación venía desde
el año
1962, cuando su libro El turno del ofendido obtuvo una mención en el Premio de
ese año
y posteriormente fue publicado. Dalton volvió en 1963 a El Salvador. En el año
1964 fue
capturado e internado en el centro de detención de Cojutepeque, ubicado al
oriente de la
capital. Su salida de este penal ha estado bañada con la luz de la leyenda. Dalton
siempre dijo que se había fugado del penal. Aquella espectacular escapada está
contada
en su novela Pobrecito poeta que era yo. En la obra, Dalton cuenta de su
encuentro con
un agente de la CIA en la casa de un alto funcionario del gobierno militar. Al año
siguiente, el Partido lo envió a Checoslovaquia como su representante en la
Revista
Internacional.
Dalton ya había tenido algunas desavenencias con la dirección del PC, por el
carácter de
sus críticas a la política del partido y también por sus repetidas crisis alcohólicas.
Algunos se han empeñado en desmentir sus borracheras, pero Dalton mismo,
casi con
fascinación, se encargó de retratarse bajo los efectos del alcohol, reconociéndose
en un
texto de Raymond Chandler, como "Horrible. Brillante, duro y cruel". Alguna vez
el
propio Secretario General, el obrero Salvador Cayetano Carpio, se encargó
24
personalmente de reconvenirlo para que asumiera sus responsabilidades, a lo que
Dalton habría respondido con una autocrítica. Existe el rumor de que en el
partido se
rieron de la ingenuidad de Carpio.
Praga fue, según algunos, una especie de exilio dorado. Pudo dedicarse a escribir,
crear y
armar la estructura de poemas que dio origen al libro mayor de su obra literaria:
Taberna y otros lugares. El poemario tiene como marco el mundo cosmopolita de
la
capital checa y en especial la taberna U Flekú, una maltería y fábrica de cerveza
oscura
que parroquianos provenientes de todos los rincones del mundo consumen en
medio de
música de polkas. Un buen día, Dalton recibió una carta de Roberto Fernández
Retamar, quien le invitaba a formar parte del Comité de Colaboración de la
revista Casa.
Por el prestigio de la publicación y la composición de su plantilla de
colaboradores, la
invitación consolidaba su reputación como escritor y revolucionario.
La colaboración se intensificó; cuando Dalton regresó a Cuba, en 1968, tuvo una
espléndida acogida. Los cubanos le dieron condiciones para que se volcara de
lleno a sus
actividades literarias; trabajó en al menos siete libros suyos, al tiempo que
participaba
en paneles, recitales, coloquios y escribía para las principales revistas cubanas del
momento.
Pero en medio de aquella vigorosa actividad Casa de las Américas vivía una hora
difícil.
Las conocidas críticas y las diferencias por parte de algunos escritores e
intelectuales
latinoamericanos respecto del gobierno de Castro, habían comenzado a hacerse
públicas. "De los catorce miembros del Comité original", detalla Dalton, "hay que
decir
que seis... [habían] variado en sus posiciones o presentado puntos de vista
conflictivos"
frente a la visión sobre arte y literatura que sostenía la plana mayor de la
institución
cultural. En estos conflictos participaron también autores cubanos, lo que
provocó
numerosas asperezas entre el régimen y los artistas. Estaba iniciando lo que
Ambrosio
Fornet llamaría "el quinquenio gris" de la
cultura cubana.
En medio de ese caldo, Casa de las Américas
convocó al Premio correspondiente al año
1970, invitando como jurados a un grupo de
escritores, sociólogos y académicos
extranjeros. La convocatoria, como cuenta
Dalton, fue acompañada de una intensa
jornada de preparación política. Los
cubanos veían con sospecha a la
representación peruana (encabezada por el
Rector de la Universidad de San Marcos) y a
un grupo "potencialmente conflictivo" que tenía a la cabeza al poeta Ernesto
Cardenal,
integrante del jurado de poesía. Una de las principales misiones de Dalton fue
ganarse la
confianza del nicaragüense. Como se lee en la carta, Fernández Retamar le habría
dicho
que contaba con él como un "hombre de confianza" de la Revolución. Fue el
Caballo de
Troya de aquel jurado.
Las cosas comenzaron a complicarse muy pronto. Algunos de los jurados
plantearon la
necesidad de que se les dejara tomar contacto directo, sin mediaciones, con la
realidad
25
del país. Los jefes de Casa no parecían dispuestos. Dalton, que se encontraba
mezclado
con los jurados y les servía como una especie de enlace con la institución, observó
que
una parte de las quejas y dudas confluían sobre él. "Yo me sentía entre varios
fuegos", se
lamenta. "Las cosas no eran explicadas ni tampoco cambiaban", dando lugar a
tensiones
y, en su caso personal, dice, "a un verdadero desconcierto".
Cuando terminó su actividad como jurado, Dalton se quedó en La Habana y no
participó
en las giras por el interior del país que les habían preparado a los visitantes. Días
más
tarde, no sin desasosiego, pudo constatar que los jurados volvían con los ánimos
caldeados, especialmente Cardenal, a quien miraban con recelo. Si un heterodoxo
como
Dalton fue capaz de considerar "anormal" la petición de Cardenal de conversar
con
seminaristas católicos, "negativas" sus preocupaciones por la suerte de los
homosexuales, y hasta de contemplar la posibilidad de que el cura fuera un
agente de la
CIA "navegando con bandera de bobo", ¿qué podía esperarse de los duros? Los
hechos
en torno a Cardenal son interesantes de seguir porque, como veremos, si bien no
fue el
único que estuvo en la mira en aquel año 1970 en La Habana, su conducta se
convertiría
en el principal detonante de la renuncia de Dalton.
Cardenal se reunió también con el poeta Heberto Padilla, que ya había causado
una
primera conmoción internacional en contra del gobierno cubano. Por si fuera
poco,
recibió también un telegrama del arzobispo nicaragüense Miguel Obando y
Bravo. El
obispo le pedía que interviniera a favor del preso político Chester Lacayo.
Cardenal
accedió, pero a cambió le pidió al obispo que intercediera ante Somoza por los
presos
políticos del FSLN. La inquietud de Dalton es característica: "Detrás del
Arzobispo de
Nicaragua está la CIA. ¿Cuál es el papel de Cardenal en esto?".
La mecha se encendió durante un almuerzo donde estuvieron presentes tres
poetas que
han llegado a ser emblemas de rebeldía: Mario Benedetti, Ernesto Cardenal y
Roque
Dalton. En la comida, Cardenal lanzó fuego graneado sobre Benedetti pidiéndole
explicaciones, formulando críticas y reclamando que por fin se le dejara hablar
con
campesinos. En ese momento, Dalton apoyó a Cardenal. El ataque en dos flancos
alteró
al uruguayo. Los tres se levantaron de la mesa con el estómago revuelto. Más
tarde,
Benedetti sostuvo que Dalton se había portado con él de manera insolente. En su
carta,
Dalton le replicó con una bufonada: "...no somos señoritas de un colegio de
monjas".
Pero aquel fue solamente el primer round. Horas, o a lo sumo días más tarde, en
un
cóctel ofrecido a Cardenal, Dalton volvió con el tema de su desacuerdo por la
manera en
que se estaban manejando las cosas con los invitados internacionales. Esta vez
tuvo que
enfrentar la ira del propio Director. En medio de una conversación tensa,
Fernández
Retamar le advirtió que ya sabía que andaba "hablando basura", y remató
diciéndole:
"Roque, en último caso somos nosotros quienes invitamos a los jurados
extranjeros y
somos nosotros los que sabemos qué hacer con ellos". Aquella frase, proveniente
de su
"mejor amigo cubano", dice, "no me dejaba otra alternativa [que la de] retirarme
del
trabajo de Casa". Las cosas no terminaron allí. Entre dos rones, Dalton insultó a
Fernández Retamar.
Dalton tuvo tiempo de lamentar aquel error, pero su destino en la más respetada
institución cultural cubana estaba sellado. El ambiente en su derredor se hizo
frío. En
26
vista de los hechos, Dalton presentó dos cartas de renuncia, una de ellas, la del 20
de
julio, dirigida a Retamar, y otra a Haydée Santamaría, sin dar explicaciones de
sus
motivaciones, pensando que le iban a ser pedidas expresamente. Pero esto no
ocurrió.
"... Retamar hizo retirar mi nombre de la lista del Comité antes de dos horas
después de
leer mi nota".
En medio del crispado clima político de ese momento, Dalton temió que su
renuncia
fuera tomada como una maniobra "destinada a causar daño a Casa ".
Comenzaron a
circular rumores en su contra, algunos graves. Genoveva Daniel, una funcionaria
de la
institución, habría dicho públicamente de Dalton que ya "no se sabía si todavía
era
revolucionario o no". Entonces se decidió a escribir una nueva carta, esta vez al
todopoderoso Comité Central del partido, en la cual insistió:
"Yo renuncié de Casa, repito, porque se me dijo en otras palabras que no siguiera
metiéndome en asuntos que no eran de mi incumbencia".
Las cosas ya no volvieron a ser como antes. De Casa de las Américas pasó a la
agencia
Prensa Latina, alternando sus viajes con la redacción de sus libros. Dalton siguió
escribiendo para la revista, pero para entonces ya era un preso de su futuro.
En sus poemas, frecuentemente pringados de sentencias, hay una que dice:
"La política se hace jugándose la vida
o no se habla de ella".
Dalton no parecía dispuesto a que el recuerdo de ese verso se convirtiera en una
voz
burlona. Su nariz apuntaba fuera de Cuba. Ese mismo año se habían fundado en
su país
natal las FPL. Carpio había renunciado a la Secretaría General del PC
salvadoreño y
entrado a la clandestinidad, donde sería conocido como "Marcial". En algún
momento,
Dalton y Carpio se encontraron en París, cerca de Pigalle, en el pequeño
apartamento
del poeta Roberto Armijo. En esa ocasión Dalton le pidió a su ex jefe que le
hiciera sitio
dentro de su organización. Según Claribel Alegría, le habría respondido que su
lugar era
como "poeta y escritor marxista y no como un combatiente". Detrás de ese
lenguaje
diplomático es fácil adivinar que Marcial no quería volver a pasar por las sesiones
de
"autocrítica" de Dalton.
No está claro si buscó incorporarse al guatemalteco EGP y al FSLN, antes o
después de
aquella reunión. Lo cierto es que no tuvo éxito. Luego, La Habana le facilitó un
encuentro con un tipo que tenía toda la "pinta de un revolucionario de
almanaque"
(según lo recuerda Sancho). Era Alejandro Rivas Mira, el primero en la jefatura
del ERP,
un grupo armado que recién debutaba en la escena salvadoreña. "Sebastián",
como se le
conoció en la clandestinidad, a pesar de su juventud ya tenía una aureola. Era un
estudioso del marxismo y había estado en París en 1968. Quienes lo conocieron
aseguran que tenía una personalidad de gran magnetismo y un humor corrosivo.
Con
este comandante subió a bordo.
"Otra jugarreta de la locura
y perdería mi puesto de centinela formidable
27
cayendo como la lengua de un ahorcado
hasta una jaula de lobos frágiles"
Parte II
De vuelta a Casa
La historia que sigue es más conocida: su regreso y asesinato. Y lo que no se sabe,
o se
sabe a medias sobre el crimen, ha hecho más espeso el humo de la leyenda. Ahora
sabemos que su retorno a El Salvador también está ligado a sus conflictos en
Cuba.
Ahora, también, podemos imaginar los apremios personales de Dalton en ese
proceso
que lo llevó directamente a las manos de sus homicidas.
Por alguna razón, los veloces acontecimientos que terminaron con su asesinato
son
llamados con frecuencia como "el juicio de Dalton". Sancho mismo, en sus notas
autobiográficas, habla de la existencia de un "juicio sumario". "El juicio" es otra
de esas
construcciones de fantasía y lodo. Como si se tratara de un episodio de Perry
Mason, se
dice que el poeta estuvo "bajo arresto", en custodia de una "unidad militar".
También se
habla de la presentación de "cargos", tales como fotografías en las que aparecía al
lado
de un agente doble de la CIA, e inclusive de que un capítulo de su novela
Pobrecito poeta
que era yo, probaba su culpabilidad. Se habla también de la existencia de un
"defensor",
Eduardo Sancho, que habría tratado de salvar a "Dreyfus". Y se habla de una
"condena"
y una "ejecución". Todo este tribunal imaginario ha sido construido por sus
asesinos y,
paradójicamente, por sus mismos admiradores. Es terrible pensar que aquel
defensor de
sindicalistas en sus años juveniles, terminara en medio de semejante "tribunal".
En realidad, la manera en que las cosas ocurrieron está muy lejos de un juicio y
más
cerca del tipo de intrigas retratadas en Historia de Mayta de Vargas Llosa.
¿Conoceremos algún día la verdad? Quién sabe. Lo que sí podemos establecer
ahora es
que las decisiones fueron fruto de deliberaciones apegadas a códigos
trastornados,
cualesquiera que estos fueran.
Como ya hemos referido, Dalton entró a El Salvador a finales de 1973. Diversos
testimonios coinciden en señalar que su incorporación al grupo guerrillero fue
producto
de un acuerdo patrocinado por Cuba. El "tío Julio" fue nombrado asesor de la
dirección
guerrillera. De acuerdo con Sancho, la fatalidad se cebó sobre Dalton por una
falta de
disciplina. Dalton con otro de sus compañeros habían ido a impartir
entrenamiento a un
grupo de obreros. Las normas establecían que una vez cumplida la misión las
armas
debían volver a un local de seguridad; pero Dalton no apareció. La excusa de
Dalton
parece creíble: el ejercicio terminó más tarde de lo que se esperaba ya que tuvo
lugar en
una zona boscosa al oriente de San Salvador. El jefe de Operaciones, que
respondía al
nombre de Vladimir Rogel , ordenó que se le detuviera por dos días. El hecho
puso en
marcha un plan urdido por el mismo personaje que se encargó de traerlo a El
Salvador.
Sancho asegura que Rivas Mira se resistía al debate sobre concepciones y
estrategias, y
que veía en Dalton una sombra para su estilo caudillista de dirigir y manipular al
grupo
de conjurados. Otra versión, que ya ha motivado una narración de Horacio
Castellanos
Moya, asegura que en el asesinato hubo motivos pasionales (Dalton le habría
quitado la
28
mujer al número uno de la célula clandestina). La versión oficial del ERP asegura
que
darle muerte a Dalton fue "un error político-ideológico" de la jefatura de ese
momento.
La triste historia de su muerte, todavía llena de vacíos e inexactitudes, ahora
tiene
elementos nuevos; algunos provienen del texto del ex comandante Eduardo
Sancho.
Según esta versión, la jefatura guerrillera veía inminente un levantamiento
popular en el
que tendría destacada participación un sector de militares del ejército
gubernamental.
En ese clima delirante, la "falta leve" de Dalton se convirtió en una falta grave:
insubordinación. Luego, se añadieron dos acusaciones. La primera, que era un
agente
cubano. Roque, dice Sancho, había "dicho en broma, en sus conversaciones... que
[había] trabajado para la seguridad cubana... [y] eso fue tomado como prueba".
Dalton,
entre tanto, permanecía en la casa de su novia, Lil Milagro Ramírez. Cuando
Sancho le
contó sobre la acusación de que era un agente cubano, Roque "sólo se pone a
reír". Y
añade: "Es posible que él no viera con amplitud lo que se movía en cada
acontecimiento".
La segunda consistió en acusarlo de ser un agente de la CIA. El testimonio de
Sancho
añade un hecho nuevo: En 1973, cuando las organizaciones armadas FPL y ERP
iniciaron un proceso de acercamiento, Rivas Mira habría llevado a uno de sus
encuentros el informe de que Dalton estaba por ingresar al país. En respuesta al
informe, Cayetano Carpio, en presencia de Sancho y otros, expresó reservas sobre
Dalton. "Sus reservas consisten en la información [de] que disponía el Partido
Comunista que afirmaba sin pruebas que Roque después de estar preso y salir de
la
cárcel de Cojutepeque [en 1964], tuvo un contacto en un hotel con la CIA, con la
embajada [de Estados Unidos]", y que Dalton nunca pudo explicar ese contacto.
Aunque aceptemos que Carpio no tenía interés en contar con Dalton en las
entrañas del
recién formado aparato clandestino, no deja de ser sorprendente que lo lanzara
por el
tubo con una acusación tan grave y peligrosa --pero que tampoco era infrecuente.
El
mote de ser "agente de la CIA" fue, y sigue siendo, usado de manera muy liberal
en el
lenguaje de izquierdas. En aquel fatídico mes de abril de 1975, cuando la
expresión se
trajo a cuentas, Sancho pensó en buscarlo pero Carpio "se encontraba en ese
momento
fuera del país por lo que no se le [pudo] ver como testigo principal", asegura.
Existe todavía otro elemento más del que poco se habla. A principios de 1975,
Dalton
viajó a México enviado por la organización. Como narran diversos testimonios,
sin dar
explicaciones se desapareció de la vista de sus propios compañeros por espacio de
varios
días, quizás una semana. Aunque se ha especulado sobre la posibilidad de que
haya ido a
la casa del exiliado salvadoreño Abel Cuenca, que era un sitio de peregrinaje para
muchos revolucionarios, Dalton no paró allí. Desenchufado de la organización, se
hospedó en una casa de la Colonia del Valle, en la calle Miguel Laurent. Esta
desaparición también fue abonada a la cuenta de la desconfianza.
En este punto es necesario subrayar que el "proceso" contra Dalton se produjo en
medio
de una división, que ya era un hecho, dentro del ERP. A principios de 1975, un
sector de
dicha organización (que luego sería conocido como la Resistencia Nacional, RN)
tenía
montada una estructura clandestina paralela, la cual, en definitiva, les salvó la
vida a
29
Sancho y a Lil Milagro Ramírez (posteriormente, ella fue asesinada en cautiverio
por la
Guardia Nacional).
Un ex combatiente, al que llamaremos "T", que vivió de cerca los hechos y que ha
preferido mantener su testimonio en el anonimato, asegura que en ese momento
en la
organización guerrillera menudearon los trinquetes y las zancadillas recíprocas.
En ese
clima peligroso, dice, Dalton "jugó con las circunstancias" como "una mariposa
revoloteando alrededor de una vela", tomando partido al lado de una de las
tendencias y
escalando posiciones dentro del aparato clandestino. De ser así, las acusaciones
contra
Dalton no estaban dirigidas sólo contra su persona; también tenían la intención
de
aleccionar a la tendencia con la cual se había identificado. Se convirtió, pues, en
una
víctima propicia dentro de la pugna. No en la única, por cierto.
Los eventos relacionados con Dalton sin duda precipitaron la inevitable división
del
ERP. Cuando el asesinato era inminente, Sancho toma la decisión de consumar la
separación y salvar su propia vida. En los últimos días de abril, Sancho y Lil
Milagro
hablan con Dalton y le proponen la fuga. Entonces ocurre un hecho
trascendental:
"Roque no acepta... dice que confía en los compañeros". Sancho recuerda:
"Desde ese momento perdimos su voz, su semblante de preocupación, cierta
sonrisa de
aflicción, de incredulidad de lo que ocurre".
No volverían a verlo. El 1 de mayo, Sancho y Lil Milagro se desenchufan del ERP
y se
refugian en su retaguardia secreta. La historia de ese periodo de venganzas está
todavía
por contarse. En lo que respecta a Dalton, según Sancho, en una fecha no
precisada fue
sacado por sus captores de la casa de la colonia Málaga, próxima al barrio Santa
Anita, y
llevado hacia otro lugar donde, el 10 de mayo, lo mata "de sorpresa" una "unidad
militar".
¿Quiénes decidieron sobre la suerte de Dalton? Según Sancho, la decisión estuvo
entre
cuatro personas. Tres de ellas --Alejandro Rivas Mira, Vladimir Rogel y Joaquín
Villalobos-- se decidieron por darle muerte. Sancho, como se ha dicho, se opuso.
La
versión de Villalobos, reproducida en una entrevista con Juan José Dalton, el
segundo
de los tres hijos del poeta, publicada en Excélsior en 1992, es ligeramente
distinta:
asegura que fueron seis hombres, incluido él mismo, los que decidieron matarlo:
Rivas
Mira, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel, Jorge Alberto Sandoval y Mateo (aunque
Villalobos no lo recordó en la entrevista, su nombre era Mario Vigil, un
estudiante de
Artes)Lo que sigue, es parte de la historia conocida: Su cuerpo fue llevado hasta
la zona
de lava del volcán, en Quezaltepeque, al norte de la capital, un botadero de
cadáveres de
opositores a los militares salvadoreños. Los restos de Dalton nunca aparecieron.
Aparentemente, fue devorado por perros y aves de rapiña[ii]. Para "T", esa
historia es
otro embuste: Le parece ridículo que un grupo de "aspirantes a guerrilleros
urbanos,
más asustados que valientes", atravesara la ciudad con un cadáver. "T" escuchó
que
Dalton fue llevado a una casa rodeada de fincas en los alrededores de Montserrat,
bastante cerca de Santa Anita, donde fue muerto y sepultado. Esos son los hechos
en
trazos gruesos, pero el conjunto de la historia sigue en secreto y probablemente
seguirá
así por largo tiempo. Con todo, nada hay que contradiga que el "juicio" contra
Dalton
30
fue una decisión tomada con los procedimientos imperantes en la carnicería de
Tony
Soprano. ¿Quién asesinó a Dalton? Los testigos directos de aquel crimen siguen
fieles a
un pacto de silencio.
En los últimos años, la familia de Dalton ha señalado repetidamente a Villalobos
como
autor material del crimen. La acusación se basa en una conversación sostenida en
La
Habana, en 1979, entre la familia del poeta y disidentes del ERP, entre ellos
Eduardo
Sancho. De acuerdo con el testimonio de Juan José Dalton, en aquella
oportunidad se
les reveló que "Villalobos había sido el encargado de disparar contra mi
padre"[iii]. Años
más tarde, Sancho exoneró públicamente a Villalobos y cargó con la
responsabilidad
única a Rivas Mira.< Contra lo que muchos profetizaron en el ya remoto año
1975, el
ERP, con el cadáver de Dalton a cuestas, llegó a convertirse en una poderosa
organización. A lo largo de la guerra civil salvadoreña, los reproches contra su
dirigencia
provinieron casi exclusivamente de escritores y artistas.
El ERP tuvo ocasión de revisar su conducta en el caso Dalton. Como resultado,
emitió
un documento que, entre otras cosas, decía: "Convirtiendo a Dalton en un
'revolucionario' de 'grandes cualidades', faltando a la verdad sobre su papel en el
proceso revolucionario salvadoreño y sublimando su efímera militancia; [los
escritores y
artistas] piensan colocarse ellos como sector a través de la bandera de Dalton,
poeta y
escritor, ya que es esto lo que vuelve importante su muerte y lo convierte en el
héroe
cuando la verdad es que fue víctima y hechor de su propia muerte".
Aunque las paradojas no terminan allí: El ERP contó entre su militancia al
distinguido
poeta Roberto Armijo, miembro de la generación de Dalton; en París, durante la
guerra,
Armijo tuvo ascendencia entre políticos, escritores e intelectuales
latinoamericanos y
europeos; su dirigencia también gozó de simpatía en las oficinas del Ministerio
del
Interior cubano, que, junto con el aparato cultural, constituían "el vínculo más
importante entre la Revolución Cubana y la izquierda latinoamericana"[iv].
Era un secreto a voces que los cubanos "favorecieron casi sistemáticamente al
Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) en buena parte por el encandilamiara el
prestigio del
icono como para el de sus patrocinadores. "Lo peor es tener sólo enemigos. No.
Lo peor
es tener sólo amigos..." Mirando en retrospectiva sus desavenencias con su
propio
partido, los acontecimientos de 1970 en La Habana, y su encuentro fatal con el
ERP, la
construcción romántica obligaría a la conclusión de que esos incidentes fueron
resultados de su espíritu crítico y anti solemne. Ese Dalton es verdadero, pero no
es
completo. No creo faltar a la verdad si subrayo que Dalton también fue capaz de
actitudes solemnes y hasta reprobables. Tenía habilidad no sólo para el sarcasmo.
Una parte de su poemario Los testimonios, de 1964, está dedicada "A mi Partido",
un
homenaje que parece más cerca de la zalamería que del fervor revolucionario. En
ese
mismo libro, al lado de los héroes históricos sacrificados, aparece Cayetano
Carpio, a la
sazón Casi diez años después del asesinato de Dalton, Carpio resultó señalado
como
parte intelectual del repugnante crimen en Managua de Mélida Anaya Montes, la
segunda al mando de su organización. Las FPL y la dirigencia del FSLN culparon
del
31
asesinato... a la CIA. Muy pronto, las pesquisas del aparato de seguridad
cubanonicaragüense
develaron que más bien era resultado de una lucha intestina.
En aquella ocasión, los cubanos prácticamente sacaron de un cajón una pistola
que le
había regalado Omar Torrijos y se la dieron a Carpio para que se suicidara[vii].
Pocos
años después, en otra de esas nuevas historias prohibidas, la paranoica dirección
La
posibilidad de que un buen día un matón se convierta en un miembro
prominente de la
sociedad, es sólo concebible en el terreno de lo político. Algo como esto hemos
presenciado, atónitos, en la realidad salvadoreña de posguerra. Es posible,
entonces,
que la fuerza del mito de Dalton esté asociada a la necesidad de contar con una
elite
moral que se enfrente al relativismo predicado por la política cotidiana.
Siendo Dalton parte de esa elite, los albañiles de su prestigio, desde quienes lo
presentan
como un guerrillero ejemplar hasta quienes lo retratan como un ser pintoresco,
hemos
banalizado sus zonas oscuras y exaltando las virtudes que demandó un momento:
el de
la lucha revolucionaria. Se trata, sin embargo, de un esfuerzo que pone a Dalton a
pelear
en desventaja: No tiene ni la astucia ni el pragmatismo del político, como
tampoco el
ardor y la disciplina. Una lectura del siglo XXI de la obra de Dalton exige un
abrelatas y
no sólo las candorosas interpretaciones construidas bajo el impacto de su
martirio.
Para desentrañar la historia de su muerte se requiere de una máscara antigás,
como la
que él mismo propuso para ingresar en los palacios de la Iglesia; antes de lo cual
había
escrito: "La única organización pura que va quedando en el mundo de los
hombres es la
guerrilla", algo que dicho por él ahora suena como una macabra tomadura de
pelo.
Pocas literaturas pueden darse el lujo de tener un mito como éste. Dalton es el
tipo de
personajes que trastornan la idea misma que un país y una cultura tienen de sí
mismas,
y ayuda a construir otra, que engrasa los tránsitos de la imaginación y la
conciencia
hacia nuevos momentos.
Por su actitud sacrificial y su peso simbólico, por la condensación de estupidez y
de
fatalidades que se arremolinaron en torno a él, Dalton es un Orfeo del siglo veinte
que
bajó (para no regresar) a los infiernos de una ética trastornada. Es, para usar una
expresión de Brodsky, exponente de una poesía de "alta velocidad y nervios
expuestos"[viii]. De una velo
[i] Testimonio de "T".
[ii] A esa conclusión llegó un informe de la Misión de las Naciones Unidas
encargada de
la verificación de los Acuerdos de paz.
[iii] Conversación por correo electrónico con J.J. Dalton.
[iv] Castañeda, Jorge G.: La utopía desarmada, Ariel, Barcelona, 1995.
[v] Citado en el mismo libro.
[vi] Se trata de Evocación de Horacio, y en especial del poema "Ilustre familia".
[vii] Castañeda, en el mismo libro.
[viii] La expresión la usa Brodsky con relación a Ossip Mandelstam.
32
En esta foto, aparece la comandancia general del FMLN (Frente Militar para la Liberación Nacional Farabundo Martí), que fuera la guerrilla
salvadoreña, ya sin sus trajes de camuflaje y fusiles, siendo estos: Eduardo Sancho, Joaquín Villalobos, Francisco Jovel, Salvador
Sánchez Cerén
(actual vicepresidente de El Salvador) y Schafik Handal .
Muerte de Roque Dalton, el error
más grande de mi vida, dice
Joaquín Villalobos
Por Juan José Dalton*
San Salvador – El polémico líder de la ex-guerrilla salvadoreña, Joaquín
Villalobos, reconoció en exclusivo a Excélsior, que el asesinato del destacado
escritor Roque Dalton, es el error más grande que haya cometido en su carrera
política como integrante del «colectivo» que decidió tal acción.
Roque Dalton García, de 39 años de edad, murió «fusilado» a manos de quienes
consideró sus compañeros de causa, el 10 de mayo de 1975, hace 18 años, cuando
la guerrilla salvadoreña comenzaba a dar sus primeros pasos. Un «tribunal», del
cual Villalobos «no quisiera hablar», lo condenó a muerte bajo cargos de
«sedición», de «ser agente del enemigo y de la Agencia Central de Inteligencia
(ClA)».
Pruebas fehacientes de los cargos que se le imputaron no se presentaron
entonces,
y en la actualidad las acusaciones son «totalmente devaluadas»; por lo que todo
parece indicar, y confirma las denuncias de importantes sectores nacionales e
internacionales, que se trató de un asesinato político sin justificación de ninguna
33
índole.
Un manto oscuro se tendió sobre las verdaderas causas que llevaron al crimen de
Dalton, quien además de ser un destacado poeta, era un teórico de la lucha
armada latinoamericana, con antecedentes de persecución, cárcel y exilio sufrido
por las dictaduras de turno en su país.
Al interior de la izquierda salvadoreña «caso Dalton» ha sido un tabú del cual no
se habla para «no provocar asperezas ni dividir a la ex guerrilla».
Algunos, como el ex comandante Eduardo Sancho (a) «Fermán Cienfuegos», jefe
de la organización Resistencia Nacional (RN), que se desprendió del Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) -en el que militaba Dalton- a raíz del crimen,
han pretendido maquillar el asesinato, al expresar que se trató de «un
fusilamiento en circunstancias jurídicas concretas».
Sin embargo, la complicidad del silencio y del velo la comenzó a romper el propio
Villalobos, tal como él lo explica en la presente entrevista brindada a este
corresponsal, quien además es uno de los hijos de Dalton. Lo que Villalobos
explica constituye el inicio de un debate que conllevará definitivamente a la
verdad de los hechos tal como sucedieron y, entre otras cosas, al aparecimiento
del cadáver de Dalton y la entrega a su familia, tal como recientemente fue
exigida
por ésta.
La llegada de la paz a El Salvador y el conocimiento de la verdad sobre los graves
hechos de violencia política cometidos durante el conflicto por los protagonistas
de la guerra, permitieron que la verdad sobre «el caso Dalton» comience a ser
ventilada.
El caso no fue llevado a la Comisión de la Verdad, que investigó los asesinatos
que
conmovieron a la sociedad, pues esta entidad sólo indagó sobre lo ocurrido a
partir de 1980 hasta 1991, según lo suscrito en el Acuerdo de Paz firmado entre la
guerrilla y el Gobierno de Alfredo Cristiani en enero de 1992.
Reconocido por su numerosa obra literaria, especialmente en la rama de la
poesía,
Dalton se había integrado clandestinamente a El Salvador, luego de un largo
exilio
que lo llevó hasta la ex Checoslovaquia y Cuba.
En plena madurez creativa, con más de quince títulos publicados, acreedor de
numerosos premios nacionales e internacionales; experimentado polemista y
brillante periodista, Dalton decidió ser consecuente con su pensamiento y optó
por la militancia guerrillera, donde encontró su temprana muerte, víctima de la
intriga, la ignorancia y el dogmatismo de quienes lo juzgaron y asesinaron, tal
como lo reconoció Villalobos.
34
El ex comandante expresó que en el seno de su organización, el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP), hay un proceso de reivindicación de sí misma;
«tenemos un conjunto de reflexiones; lo que hemos estado esperando es un
momento propicio para profundizar en el tema y digo no para reivindicar a
Roque, sino reivindicarnos nosotros frente a una falta».
El ex comandante rebelde, con 40 años de edad en la actualidad (los que Roque
Dalton no llegó a alcanzar ya que su asesinato se consumó a cuatro días de su
cumpleaños), conversó sereno con este corresponsal sobre el difícil tema, que ha
dejado profundas huellas en su ser, según reconoció en esta entrevista.
- En el marco del conocimiento de la VERDAD sobre graves hechos de
violencia política en El Salvador, quisiera preguntarle cómo queda lo
acontecido con Roque Dalton, aunque es un caso que no fue
investigado por la Comisión de la Verdad?
-En este caso hay dos implicaciones en este momento; hay una que diría, tiene
algo de responsabilidad de lo que nos ocurre ahora con relación al caso de Roque
Dalton.
Para nosotros en el contexto en el cual se da la muerte de Roque por una
disposición totalmente errada, es la que nos lleva a adoptar un principio que es
manejarnos por la verdad, porque los costos que nos trajo esa inmadurez -dado
desde la inmadurez personal, emocional, el nivel de radicalización ideológica y
dogmatismo que tenían las organizaciones en su etapa de surgimiento-, nos dejó
con una gran cantidad de lecciones.
Y esas lecciones nos llevaron a la conclusión de que había que reconocer lo bueno
y lo malo, aún sabiendo los costos.
Esa misma tesis es la que nos lleva a plantear, hace un año cuando nos
insertamos, el hecho de pedir perdón a la nación, sabiendo que íbamos a obtener
un resultado a la larga, o sea, consideramos que tiene que construirse una nueva
forma de hacer política y no se puede hacer política teniendo una cuenta
pendiente con la historia, con la sociedad. El caso de Roque es ése, está en eso.
Hemos venido en un proceso no de reivindicar a Roque, yo creo que él está
reivindicado, nunca hizo nada que ameritara semejante destino, sino cómo nos
reivindicamos nosotros de cara a la falta que cometimos y que nos llevó a pagar
costos hasta esta fecha y nos enseñó a tener cierta valentía que en general no
tienen las izquierdas, que es reconocer errores y errores de esta profundidad.
Siempre existía la idea de no hay que decir esto porque está el enemigo enfrente,
porque afecta a la unidad, siempre hubo una justificación y creemos que no, que
35
de la misma manera que en determinados momentos hubo fuertes debates al
interior del FMLN cuando, por ejemplo, el accionar de los «coches bombas»
causaban víctimas civiles, se planteaba hay que reconocerlo, pues a la larga era
evidente que había sido el FMLN; hay reconocerlo, hay que decirle a la población,
hay que decirle que fue un error, hay que pedir disculpas, hay que resolver ese
problema y hay que corregirlo de inmediato. Eso llevó a que se pararan los
«coches bombas».
A nosotros el caso de Roque también nos llevó a distinguir la diferencia entre
problemas de seguridad y disidencia, porque con el dogmatismo estas cosas se
confunden y en mi opinión, para los movimientos armados, fue una de sus
problemáticas, más dramáticas.
Creo que el problema es que nadie tuvo en sus manos un caso como el de Roque,
tan aleccionador; pero dentro de los movimientos insurgentes esa confusión de
que a un disidente y su diferencia de opinión, se le trata como problema de
seguridad, se le acusa de que es potencialmente un delator, es de lo más común y
así sobre esa base no sólo en El Salvador, sino también en América Latina hay
muchos revolucionarios muertos y revolucionarios muchos de ellos que han
tenido más razón que los que quedaban vivos; a veces disidencias que ni siquiera
existían y ni se sabía por qué era el debate, eran discusiones más emocionales que
otra cosa.
Para nosotros el caso de Roque fue un caso ejemplarizante que nos ayudó mucho
a tomar una determinada posición.
En 1977 hicimos la primera autocrítica pública, claro en el 77 la capacidad de que
nosotros dijéramos algo y se conociera era limitada, tardaba años. Ni El Salvador,
ni la guerrilla salvadoreña tenían la connotación que tiene ahora.
Todavía moviéndonos dentro de cierto marco crítico con respecto a la coyuntura
internacional y todavía con cierta pelea con los intelectuales que con justificada
razón nos habían condenado y habían reaccionado contra nosotros –yo les doy
total razón-, pero hay tener en cuenta el periodo político y emocional que
vivíamos como organización.
Éramos en realidad un grupo de jóvenes que habíamos tomado las armas y que
no
entendíamos ni conocíamos quién era Roque, lo venimos entendiendo después...
Incluso, si estuviera en este momento vivo, el aporte que hubiera hecho al
proceso
sería descomunal, o sea, su falta es evidente ahora, evidente en una izquierda que
yo diría que había sido muy creativa en lo político, pero que le faltaba
imaginación
en la comunicación con el pueblo y ahora en esta etapa de comunicación con la
gente, el legado de Roque es de lo poco de gran calidad que queda porque no
pudo
hacer más...
36
- En el caso de la Comisión de la Verdad, usted aparece como
el principal responsable de hechos violentos pero según se dice, el
asesinato de Roque Dalton fue una decisión colectiva, ¿cuál es la
verdad?
- Fue una decisión de la dirección de esa época de 1975 que son, tendría que hacer
una precisión, pero por ahorita me recuerdo de Alejandro Rivas Mira, Jorge
Meléndez, Vladimir Rogel, Alberto Sandoval (Lito) y otro compañero de
seudónimo Mateo y yo. Probablemente se me ha quedado un par de nombres
más.
Alejandro Rivas Mira, ¿qué papel jugó; él tiene antecedentes oscuros
en todo el proceso?
- Ésta es una cosa bastante complicada porque Rivas Mira era en ese momento el
cuadro con más antigüedad en la organización, con más experiencia política, con
un nivel mayor de madurez, diría yo; pero hay algo que nosotros con respecto a
este caso reconocemos: igual que en relación al caso de los alcaldes (asesinados
durante la guerra civil), nosotros nunca hemos descargado la responsabilidad en
una sola gente, siempre asumimos que ésta era una responsabilidad de todos
porque además de lo que nosotros podamos pensar hoy con un mayor nivel de
madurez, los siete en aquel momento actuamos creyendo que lo que estábamos
haciendo estaba bien, lo que hacemos ahora es que reflexionamos y nos damos
cuenta de que ese fue un tremendo error y sería una grave falta venir ahora y
decir: no, ahí la culpa fue de Fulano.
Es que realmente el problema es .... veamos el contexto, la edad, el nivel de
dogmatismo, esa relación entre seguridad y negar lo político y hacer el
afincamiento en la cuestión de seguridad, o sea, son cosas que a mí no me gusta
decirlas, pero las tengo que decir porque eran parte de la época.
El hecho de decir que Roque era agente de la CIA, cosa totalmente falsa, pero
poniéndose a pensar y creyendo aquello entonces, se llegó a la conclusión -que
posteriormente se reflexiona- y se llega al resultado de que no, que eso era
totalmente falso, que en el momento de determinada pasión aquello funcionó casi
como el mecanismo para consumar el error, la falta.
Incluso cuando Rivas Mira se separa del ERP, recuerdo que fue la primera vez -y
esto resulta un tanto contradictorio porque lo tradicional hasta antes de la
separación de Rivas Mira, era que toda disidencia iba siempre mezclada con un
cuota de interpretación negativa en términos de seguridad y la medida era
inmediata, igual que en los casos anteriores; era la pena de muerte-, y recuerdo
que discutimos mucho por primera vez, muy a pesar, digamos que podíamos
tener
un cierto lastre del pasado, en ese caso nosotros aceptamos que no íbamos a
37
cometer otra vez el mismo error y llegamos a la deducción de que debíamos
aceptar eso como una disidencia política, a pesar de que se fue solo.
¿Y por qué la aceptamos como una disidencia política?, porque realmente habían
serias diferencias con él en ese momento y las diferencias estriban todas en el
plano orgánico-disciplinario. Por ejemplo, alguien que hace un rumor o genera
un
descontento era considerada como una actitud de insubordinación y la
insubordinación entonces significaba pena de muerte; una conclusión bastante
común entre las izquierdas armadas que lleva incluso a fenómenos en algunos
casos hasta patológicos, diría yo.
Para nosotros fue tan duro el golpe de los primeros años; el efecto que generó el
caso de Roque fue tan grande que nos lleva a transformarnos realmente porque
es
un golpe dado en una edad muy temprana; a tal grado que eso transciende en
nosotros.
Ya cuando estábamos en la etapa de la guerra abierta, cuando existía el uso de la
pena de muerte contra espías, era lo que más pensábamos antes de hacer una
cosa
de ese tipo y teníamos una política y era de reconocer todo lo que hacíamos.
Incluso, de eso tiene un registro bastante claro la Cruz Roja y el Arzobispado, que
toda la vida le reconocimos cada cosa así supiéramos que nos traía una
consecuencia política.
Por ejemplo, en el caso de Roque hay quienes en el año 77 decían que era una
ingenuidad hacer una autocrítica; sin embargo, la vida nos fue dando la razón
porque fuimos siendo reivindicados, asegurándonos de nuevo un espacio entre
los
revolucionarios... Había derecho a que la gente se sintiera molesta.
- Se habla de un juicio, de que Dalton murió por fusilamiento, ¿cuál es
la realidad?
- Sí, hay un juicio... un juicio, te voy dar incluso una incidencia de ese juicio que
nunca se la he dicho a nadie; creo que fueron dos momentos del juicio. En uno de
esos dos momentos llegó Felipe Peña, uno de los fundadores de las Fuerzas
Populares Liberación (FPL)- con un pensamiento renovador totalmente distinto
al
que tenía Cayetano Carpio (Marcial)-, una de las gentes que admiré y quiero
mucho, era casi un hermano para mí, igual que Rafael Arce, y él me hizo una
reflexión que te digo no se me olvida nunca porque tenía razón y me dijo: «Mira,
están cometiendo un gravísimo error»; simultáneamente habían otros, no voy a
profundizar más, que nos recomendaban que lo hiciéramos; pero Felipe me dijo,
«esto que están haciendo ustedes aquí, está totalmente amañado».
¿Qué capacidad, en el contexto de clandestinidad, con gente muy joven, sin
ninguna formación profesional puede tener valor un juicio? Evidentemente, que
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aquello más parecía un juego, no había ninguna posibilidad de acumular pruebas,
la posibilidad de defensa era incipiente; en ese sentido, yo me atrevería ahora a
llamar juicio a aquello; no fue nada más que crear las bases para poder terminar
de acometer la falta grave.
Si hay una parte de la historia del proceso nuestro como organización que yo
quisiera borrar, sería esa, rectificar y tener a Roque entre nosotros.
Indiscutiblemente no hubo juicio, aunque nosotros hayamos dicho que eso fue un
juicio. Entonces se llega a esa conclusión y se toma la medida de pena de muerte
por fusilamiento por llamar a la insubordinación y se le pone la carga de que era
agente enemigo, etc, etc.
A estas alturas no me gusta ni decirlo, porque no tenía ninguna correspondencia
con la realidad y es que esto tiene que ver con el nivel de fanatismo y
romanticismo con el que se nace.
- ¿Cuáles fueron los cargos en concreto que le formularon?
- Básicamente fueron dos, el cargo más importante que se le imputaba era el de
promover la insubordinación y la deserción; el segundo fue un cargo adicional
que
en realidad nunca llegó a documentarse sino que fue un cargo bajo sospecha.
El cargo insubordinación para aquel entonces se podría considerar como real,
pero de lo que se estaba tratando era de un problema político, o sea, parte de los
problemas de la etapa fundamentalista de una organización en desarrollo. Lo que
él estaba haciendo era tomando contactos con gente para convencerlas
políticamente de su posición y eso a la luz de nosotros -en la otra posición- era
considerado divisionismo.
Había hablado con un compañero que era muy importante, que fue el primer
explosivista, Pancho, y lo había incitado a que no obedeciera, que se
insubordinara, a que se fueran juntos porque estaba planteado claramente un
problema político.
El segundo cargo en realidad fue formulado bajo sospecha a raíz de una historia
que la conocían muchos en el país y es en relación a su fuga de la cárcel de
Cojutepeque (1964); hecho en el que quedó como un chisme, de que se produjo
su
fuga porque había colaborado la CIA.
A esto, ya no a la luz de nuestra posición de aquel momento, no a la luz de aquel
debate que teníamos entre nosotros, sino explicándome este fenómeno con la
misma lógica que explicó la parte nuestra, el problema es que Roque estuvo con
un conflicto dentro del Partido Comunista y en éste también era tradición que los
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que disentían se les cargaba con motes de este tipo y cualquier cosa era
considerada inmediatamente peligro de agente enemigo.
Todavía recuerdo, incluso, que en los años 70 a los que comenzamos a formar los
primeros grupos armado se nos tachó de ser de la CIA; era parte de la lógica de la
época. Pero, de ninguna manera aquello tenía ni la más mínima seriedad.
A partir de ahí se consideró que era un peligro si se le dejaba en libertad ya que
eso podía afectar a la seguridad del resto; estas son las argumentaciones más
fuertes que en una etapa de clandestinidad se arguyen para no atender los
problemas que a veces constituyen disidencias políticas; incluso, hasta en algunos
casos se llega a entender que son disidencias políticas pero por el temor a que se
deriven en problemas de seguridad, entonces se incurren en faltas tan graves
como el ajusticiamiento y los fusilamientos y la tendencia de eliminar a un
opositor, a un adversario político.
- Cuando habla de incitación a la insubordinación y de un problema
político, ¿a qué problema se refiere?
-Veámoslo con dos ópticas; cuál era nuestra óptica en aquel momento de
inmadurez, de esta etapa fundamentalista de la organización y cuál sería la óptica
hoy.
En aquel momento una cosa así era considerada una falta gravísima porque
atentaba contra la cohesión interna, la seguridad, la disciplina, pero el problema
es que eso coartaba la libertad en el plano político. Pero esa es nuestra óptica hoy.
Cuando en 1976 se produce la separación que podría ser calificada de deserción
de
Alejandro Rivas Mira, nuestra organización a raíz de todas las consecuencias que
había tenido la cuestión de Dalton, no la consideró exactamente una deserción, o
sea, muy a pesar de todos los problemas que esto implicaba para nosotros fue
considerado una disidencia.
¿Por qué?, porque evidentemente había una diferencia política con respecto a los
conceptos de disciplina y a la práctica política que comenzábamos a desarrollar
en
la organización para fortalecerla internamente y eso es lo que lleva a disentir e
irse, osea, él estaba pensando en otro tipo de organización; pero nosotros
llegamos a esa conclusión basados en la experiencia dramática que implicó lo de
Roque.
- Cuando dice que Roque estaba incitando a que otra gente tomara
una
posición política ustedes lo interpretaron...
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Nosotros lo interpretamos como que estaba dividiendo a la organización, por eso
lo importante es aclarar que hay dos posiciones, que las mezclo en el análisis. Se
me hace difícil argumentar en un sentido sólo lo que pensábamos en aquella
época porque fue una posición absurda: era una etapa gravísima. Evidentemente
había mecanismos como una separación política que era totalmente lógica; se
pudo haber optado por esa vía y no se dio ese chance.
Prácticamente con lo de Roque estuvimos al borde de una guerra con los
compañeros de la Resistencia Nacional, cosa que era un absurdo y que no habría
sido el único ocurrido en América Latina, ya han habido hechos similares en
Colombia, Argentina y en otros países.
- Se consideró durante algún tiempo que había un enfrentamiento en el ERP
entre
una tendencia militarista y otra política la que trataba de incorporar las masas a
la
lucha armada.
- Yo pienso que no; que se trató de un problema básicamente de inmadurez. El
problema es que lo que constituía el aparato militar en la organización estaba
más
del lado del ERP.
Pero la prueba del nivel de coincidencias políticas no de hoy, sino a lo largo de
casi
todo el proceso de la guerra con la Resistencia Nacional, prueba que en realidad
no había una gran diferencia política.
Incluso, ¿cuál era el punto de división más fuerte con la izquierda tradicional en
aquel momento? Era el problema de la lucha armada y Roque era un
antidogmático y toda su obra va en ese sentido. era un crítico de los partidos
comunistas, pero esto llegó a tener incidencias. Cosas que hoy parecen ridículas,
como por ejemplo, los debates entre las corrientes marxistas-leninistas pro
chinas
con las corrientes revolucionarias más pro cubanas el hecho de las divergencias
de
las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética, cosas que en mi opinión ahora me
parecen ridículas pero que fueron parte de esa infancia dogmática de la
formación
de nuestras organizaciones.
Con relación a los compañeros de la Resistencia Nacional, ellos tenían la parte
más importante del aparato político de la organización que básicamente era el
Frente de Acción Popular Unificado (FAPU).
Hablar de militarismo ... si apenas éramos un puñado de gente; estamos
hablando
de 1975 y básicamente aquel fue un problema de inmadurez.
- ¿Cuál fue la actitud de Dalton en el juicio y a la hora de su ejecución?
La actitud de Roque, en las partes que pude darme cuenta, fue de estar
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constantemente señalando que eso era un error, que debía de investigarse más.
La actitud durante la ejecución fue de oponerse a ella en el sentido de señalar que
no, que eso iba a ser un gravísimo error, que era una injusticia.
Pero quiero señalar una cosa que es importante. Cuando se hace este tipo de
preguntas hay como una búsqueda de conferir que en esa etapa existía la
posibilidad de procesos muy ordenados y serios.
Yo me voy a remitir a la etapa actual, por ejemplo, una de las cosas que los
organismos internacionales de derechos humanos imputaron al FMLN fue
precisamente lo de los juicios sumarios y el FMLN hizo muchas defensas de
formalizar esto. Lo cierto es que si en la etapa de guerra de mayor desarrollo con
territorios bajo control, el FMLN no fue capaz de tener una política ordenada, un
marco jurídico, digamos informal, de funcionamiento para este tipo de cosas,
sino
que tenían una alta cuota de un trabajo de inteligencia y una alta cuota también
de
arbitrariedad y por eso considero que en esto se cometieron muchos errores en
unas zonas más que en otra y que en una zonas se cometieron errores gravísimos
en ese sentido.
Entonces en aquella etapa muchísimo más, actuaba el sentido más emocional, la
pasión de las ideas, de las posiciones que se tenían. No era algo ordenado, de
pruebas, documentos y evidentemente aquello no podría llegar a tener la calidad
de un juicio serio, por eso no se puede hablar de que haya habido un proceso.
- ¿Se le dio a conocer a Dalton de qué se le acusaba?
- Sí, se le hizo saber; hubo reuniones en las que participó, se discutieron las cosas
y todo, pero evidentemente no había una oportunidad real de defensa, pero lo
importante a señalar es que en esas condiciones era muy difícil, los códigos que
se
aplicaron fueron más bien basados en elementos subjetivos, porque las
condiciones hace imposible que se pueda acumular pruebas, documentos, no se
puede prolongar mucho el tiempo de una cosa de esa.
Entonces, lógicamente la tendencia es siempre a que la conclusión sea siempre la
de condenar al que está en una situación de este tipo.
Ya después cuando estábamos en una etapa más avanzada de la guerra; recuerdo
que cuando ya teníamos condiciones para retenciones prolongadas pudimos
resolver muchos casos sobre la base de la retención prolongada, investigación y
en
algunos casos descubrimos que no había problemas.
Por ejemplo, el caso de un compañero que pasó retenido casi un año por un cargo
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de ser parte de una infiltración que intentaba destruir la Radio Venceremos y que
descubrimos que efectivamente no tenía nada que ver. Pero el problema fue
porque lo había señalado una persona a la que sí habíamos efectivamente
comprobado pruebas.
¿Pero cómo se podíamos hacer eso 15 años atrás?, imposibles. Recuerdo que en
una ocasión se discutió la posibilidad de sacar a Dalton del país, pero cómo se
sacaba, no se podía; o sea, de una manera muy informal, como una alternativa y
frente al cúmulo de problemas de seguridad se llegó a la conclusión de que no
había otra alternativa y que había que hacer la ejecución.
- Recuerdo que en un momento el ERP publicó un comunicado en el
que diferenciaban la actitud que había tenido Pancho a la hora de la
ejecución y la que había tenido Roque Dalton; decían algo así como
que Pancho había tenido una actitud «proletaria» y Dalton,
«pequeñoburguesa».
- El problema era que Pancho era una gente sin la formación política que tenía
Roque, entonces ésa era la actitud lógica, consecuente en esa posición. Mientras
que Roque era una gente con argumentos, con lógica, con posición, descubría que
lo que se estaba haciendo se tenía que evitar. Yo diría que si le hubiéramos hecho
caso..., Pancho no nos dijo ustedes están cometiendo un error, Roque sí nos dijo
que estábamos cometiendo un error.
Yo devalúo totalmente lo que dijimos en aquella época, lo que dijimos en ese
entonces sería un argumento de tipo fundamentalista, o sea, lo que pesaba más,
lo
que impactaba más era la aceptación simple de los cosas, pero evidentemente
cuando vimos cuáles fueron los costos de este terror, el llamado que nos hizo
Roque de manera persistente al decir que nos estábamos equivocando, tenemos
que darle la razón.
- ¿Vale la posibilidad de considerar que pudo haber sido el enemigo
de
la guerrilla, en el fondo, el culpable de la muerte de Dalton?
- Esto es bien importante tenerlo en cuenta, y creo que lo remitiría a cosas que ya
dije. Aquí no hubo ardid de nadie, fue un error nuestro.
Nosotros en medio de la pasión de este error, de este mal tratamiento fruto de la
etapa fundamentalista sale este argumento y luego los que están fuera viendo la
situación en el fondo con el mismo esquema vienen y sacan que «no fue Roque el
de la CIA», sino que fue una manipulación de la CIA desde afuera, lo que condujo
a su muerte.
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Cuando se dice que si no fueron los ejecutores «tontos útiles» de alguna conjura
contra el propio movimiento insurgente, yo creo que no tenía la CIA la capacidad
de llegar a este nivel, si lo hubiera tenido nos acaba.
- ¿Qué pasa ahora con Roque?, ¿dónde está su cadáver? En algún
momento se dijo que se iba a entregar a la familia.
- Correcto, hemos estado trabajando en eso con un equipo de los compañeros que
tenían la información con el propósito de buscar un momento que era de lo que te
hablaba hace un rato, que nos permitiera reivindicarnos y enmendar en parte la
falta.
Hasta ahora desgraciadamente no hemos tenido resultados porque es mucho
tiempo, hay que tomar en cuenta que hablamos de 18 años. Esperamos que al
poder crear un equipo un poco más amplio podamos tener resultados, pero
también está el riesgo de que no los tengamos.
De cualquier forma con eso o sin eso, nosotros vamos a buscar el momento
propicio para ese proceso de explicación de mayor profundidad en el caso, para
adoptar una posición más en forma y darla a conocer como organización.
En la coyuntura de la Comisión de la Verdad no quisimos; nos preguntaron si
queríamos tocar el caso, pero esto era poner el asunto de Roque en medio de todo
esto, era como desnaturalizar lo que en realidad fue; no sólo estaba fuera del
tiempo sino también fuera del contexto político; era una falta de otro tipo, dada
en
otra situación y más bien lo hubiera diluido.
Queremos que se sepa que efectivamente reconocemos el error y cambiamos.
- ¿Cree que éste ha sido su más grande error?
-Mira, yo creo que sí, y tiene elementos que te pueden marcar en sentido positivo
y te pueden marcar en sentido negativo. En sentido positivo qué te marca: que es
de tal dimensión y que faltaba tanto por vivir que nos ayudó a no equivocarnos en
ese sentido.
De ahí cometimos otro tipo de errores pero ese tipo de errores no volvimos a
cometer nunca, jamás. La prueba está en que nuestra organización no se volvió
nunca más a dividir, nunca tuvimos un problema político interno y ahora que
tenemos discusiones y debates internos ahí está entera, entera; jamás volvimos a
resolver una diferencia interna con una medida de ese tipo.
Nos marcó tanto como que fue el error más grave, más difícil, porque es el que
nos
pudo haber destruido o sea más adelante podías cometer un error pero
difícilmente retrocedías, o sea, otros podían seguir el camino, incluso, hace poco
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cuando salió esta resolución de la Comisión de la Verdad, yo le decía a un
compañero que cuando me enteré de la resolución que en el plano subjetivo me
parece que es injusta independiente de que la acepte, es injusta; sólo me recordó
los momentos más difíciles que he vivido en todo el proceso y uno de ellos, el
primer momento más difícil, fue el período de Roque Dalton.
Incluso, implicó la separación de compañeros a los que uno quería mucho, o sea,
por un lado, está lo de Roque, por otro lado está el desaparecimiento de Lil
Milagro, quien más formó en el plano ideológico-orgánico para el trabajo
revolucionario y el caso de Pancho que también muere con Roque en el mismo
fusilamiento, que era el primer constructor de armas populares y explosivista de
nuestra organización.
Entonces tiene una cantidad de implicaciones subjetivas bien grandes y te digo
eso nos marcó, pero menos mal en sentido positivo.
- ¿Qué siente cuando oye hablar de Roque Dalton?
Un sentimiento de responsabilidad, siempre me recuerda la falta y por otro lado,
el hecho de pensar lo que hubiera significado si hubiera estado vivo en esta etapa
... eso nunca lo dejo de pensar. Roque era una gente con una imaginación
increíble, incluso, era la gente más amena que teníamos, con una capacidad de
comunicación y de interpretación de los hechos, con sentido de comunicación
hacia abajo que yo no lo he vuelto a ver en la organización ni en El Salvador, ni
dentro del FMLN, ni dentro de la izquierda.
Era un arma poderosa de comunicación que perdimos en virtud de una falta de la
más desgraciada que pudimos haber cometido.
- ¿Cree que esto que está diciendo puede concluir con ese tabú que
prácticamente ha existido en el caso Dalton?
- Yo creo que es difícil: creo que se puede ir reduciendo su peso.
Hay quienes pensarán que es cinismo, que es pragmatismo, lo he oído, me ha
tocado en algunas ocasiones escuchar que otros piensan que es eso, pero no, yo lo
hago con toda sinceridad y no lo hago con el sentido de limpiarnos, pienso queno,
que limpiar totalmente esa carga es bien difícil.
Sólo de imaginarse lo que la derecha piensa y maneja sobre este caso: lo que
incluso dentro del seno de la misma izquierda, en medio de las pasiones políticas
piensa usar ... pero ni modo así es, hay páginas en la historia de uno que quisiera
borrar y repetirla y rehacerla pero eso no se puede. Tener el valor de reconocer
los
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errores es algo que a la larga fortalece tus opiniones.
- ¿Están dispuestos ustedes a hacer un reconocimiento público de este
error, que quede recogido en un documento?
- Creo que en parte he respondido a esto: creo que no se trata de reparar la
imagen pública de Roque. Prácticamente el problema acá es cómo medianamente
poder señalar un error que volvió a repetirse en nuestra organización.
Yo creo que Roque está reivindicado, no es cuenta de éste, el problema es la
pérdida física de Roque, pero su pérdida en términos de imagen creo que no
existe, más bien el problema acá es que el reconocimiento nuestro es para poder
reivindicarnos nosotros, ese es el punto, no se trata de que él haya quedado
manchado.
Por eso otra de las lecciones que nos dejó Roque es que la verdad es una arma
revolucionaria. Tarde o temprano, las cosas se saben y por ello reconocer los
errores es un elemento sumamente importante, a veces puede tener que
esperarse
condiciones, etc, etc, pero a la verdad es algo que hay que dar un espacio.
Y en relación a la posibilidad de publicar un documento, sería quizá esta la
primera vez que doy una declaración a nombre de la organización sobre este caso
en la que he dado más elementos de información que en ningún otro momento y
evidentemente es parte de una decisión que teníamos y bajo determinadas
condiciones de tal manera que se pudiera destacar el hecho, que no quedara
perdido.
Nosotros estábamos por dar pasos como éste.
*Entrevista publicada en el Excélsior de México, mayo de 1993.
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"Roque era un líder nato por
naturaleza"
Por Cristina Amaya*
Entrevista al escritor salvadoreño Manlio Argueta,
amigo de Roque Dalton
SAN SALVADOR - El pluridisciplinario Roque
Dalton es recordado como un hombre muy
sencillo, humanista e inclaudicable en sus
convicciones e intereses.
Dalton que desde muy joven se inició en su
formación académica y profesional es considerado
uno de los poetas más grandes e influyentes de El
Salvador.
ContraPunto conversó con uno de sus amigos y
compañeros de estudios y de tertulias, Manlio Argueta, novelista y actual director
de la Biblioteca Nacional, quien alberga en su memoria un sin fin de experiencias
agradables y momentos vividos junto al inolvidable Roque Dalton.
¿Cómo se formó el Círculo Literario Universitario, al que Roque y
usted pertenecieron?
La iniciativa fue de Roque, él formó el Círculo junto con Otto René Castillo, un
poeta guatemalteco. Estaba bien jovencito en ese momento, tenía menos de 20
años, allá por el año 1956.
Éramos estudiantes de la Universidad de El Salvador y la fuerza del Círculo
estaba
en la Facultad de Derecho, todos estudiábamos Derecho, aunque después unos
siguieron y otros estudiaron otra cosa.
Yo era un desconocido en San Salvador, pero gané dos premios de poesía y eso
me
permitió conocer a Roque. Él junto a Roberto Armijo, otro poeta que integraba el
Círculo, me buscó en mi casa para conocerme y entonces ahí me integré.
¿Qué les motivo para crear el grupo literario?
La motivación es la que se trae desde los colegios, iniciamos el grupo en el
segundo año de Derecho y la idea era promover la estética literaria de que el
escritor es una conducta social, una estética que promovió mucho MiguelÁngel
Asturias a quién Roque y Otto conocían, Otto por ser guatemalteco y Roque
porque Asturias era embajador en El Salvador en 1954. Así se fue perfilando el
Círculo con la idea de promover que el escritor responde a una conducta social.
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Y así se fue integrando el Círculo con otros poetas y se saltó a decir que era la
Generación Comprometida.
Teníamos un compromiso con la sociedad, que nuestra conducta social tenía que
ser a favor del pueblo. Éramos la Generación Comprometida por 1950 y 1956
promovida por Ítalo López Vallecillos y junto a Roque Dalton con su Círculo
Literario, que era sólo un grupito sin muchas pretensiones.
Éramos unos 25 compañeros a los que Roque convenció de hacer actividad
cultural dentro de la Universidad, fuimos organizadores de foros, mesas
redondas
de premios, lideramos la Organización de Premios Literarios
Centroamericanos Universitarios, ganábamos premios nacionales. Roque era un
líder nato por naturaleza y con amplia formación académica, había conocido
otros
contextos, cuando formó el Círculo ya había estado en Chile y México.
Tuvimos un crecimiento rápido pero luego dejamos de hacerlo, ya en 1959 y 1960
muchos se van al exilio. A Roque lo capturan y entonces ya ahí empieza “Cristo a
padecer” como dice la gente, comenzamos a sufrir persecuciones, no nos
aguantaron ni cinco años.
¿Cómo era Roque como compañero?
Era muy bromista, manejaba mucho una cultura literaria más allá de lo nacional,
era un líder intelectual bastante destacado y estamos hablando de cuando tenía
apenas 21 años de edad, él ya comenzaba a destacar un pensamiento crítico y
propuestas hacia el Estado. Me recuerdo que había hecho una propuesta sobre la
educación en El Salvador, él a muy temprana edad ya estaba promoviendo cómo
se debía mejorar la educación en el país.
Yo lo admiraba desde ese punto de vista. Roque tenía una sistematización más
profunda y eso le permitía tener ese liderazgo de tipo intelectual. ¡Ah! y bueno,
hacíamos bohemia, nos echábamos unos tragos. Había un bar que se llamaba
Chalos Bar, que era lo más distinguido en la época y ahí nos reuníamos los
poetas.
Ahí pasaba Roque, porque cerca trabajaba en el radio periódico. En esa época
todo estaba ubicado en San Salvador y todo quedaba cerca.
Roque tenía una gran vitalidad, se casó muy joven, siempre estudiaba y trabajaba
y departía con nosotros. Yo recuerdo que le decía: ¿Roque, cómo es posible que
estudias, trabajas, escribes, lees, eres de fiesta y bohemia? ¿A qué horas lees?,
porque era muy notable el bagaje cultural y literario que tenía, a mí me
sorprendía
y lo admiraba mucho por ello.
¿Cuénteme alguna de las anécdotas que vivió con Roque?
La que siempre me recuerdo es cuando un día fuimos a un bar que se llamaba “El
Paraíso de Adán y Eva” y que Armijo nos había dicho que él nos iba a invitar. Él
era el poeta más pobre, tenía muchas limitaciones de tipo económico, pero esa
vez
dijo: ¡Yo invito! Y nosotros dijimos: ¡ah, vaya!, al fin Roberto nos vas a invitar.
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Empezamos a tomar, pero de pronto Armijo ya se había dormido y nosotros
quisimos irnos, pero no andábamos dinero para pagar y comenzamos a registrar
a
Roberto, pero para sorpresa él no andaba nada de dinero, pero ni un centavo.
¡Este baboso entonces nos enganchó!, decíamos nosotros, y recuerdo que Roque
algo enojado, pero no era que se enojara en serio porque siempre se enojaba así
con humor, tuvo que dejar un reloj de oro que andaba, luego ya veníamos en la
calle y a Roque no le pasaba.
Mirá Armijo tuve que dejar mi reloj, ¡nos enganchaste!, le decía Roque,
¡perdónenme yo pensé que andaba!, nos decía Armijo. Entonces Roque le dijo:
Mirá de castigo te vas a parar en la esquina de la calle, debajo de un semáforo y
ahí te vas a estar hasta que pase un carro y que te arrastre. Pero a esa hora no
pasaban tantos carros ya eran como las dos de la madrugada. Armijo estaba bien
preocupado porque Roque lo había dejado ahí y nosotros seguíamos caminando y
Armijo nos decía: No, no me dejen, perdónenme, no me hagan esto y Roque le
decía: No, es que nos has fallado, nos has traicionado, has sido desleal con
nosotros y ahí te vas a quedar. ¡Éramos muy amigos los tres!
Otra anécdota es cuando yo vengo de San Miguel a estudiar a la Universidad.
Después de ganar dos premios de poesía nadie me conocía todos pensaban que
era un seudónimo Manlio Argueta. Yo vivía aquí por la Avenida Independencia y
ahí me ocurrió una cosa muy bonita en esta amistad que nosotros teníamos y que
nos llamábamos hermanos. Cuando se dieron cuenta que yo existía de verdad,
que
no era un invento, Roque y Armijo me fueron a buscar. Me recuerdo que era un
domingo y estaba yo solito y tocaron la puerta y eran ellos y como yo ya los
conocía, verdad, me quedé sorprendido de que llegaran a buscarme.
¡Ah, entonces tu eres Manlio! nosotros pensábamos que era un seudónimo, me
decían. Ellos me acogieron muy bien, eso fue allá por el año 1956. A partir de esa
visita que ellos me hacen comienza una gran amistad que no se rompió nunca.
¿Cuáles eran los temas que más le interesaban a Roque?
Con Roque nos interesábamos por la literatura, hablábamos de Vallejo, de la
poesía clásica, española discutíamos sí era importante conocerla o no. Armijo era
defensor de la poesía clásica un gran admirador de Quevedo, Góngora, Sor Juana
Inés de la cruz.
Roque a veces se burlaba de él porque la tendencia de Armijo era clasicista.
Roque era vanguardista, andaba en la búsqueda de la nueva poesía francesa,
alemana, norteamericana y de pronto Roque comienza a desarrollarse con más
rapidez, y Roque da un salto al Roque que había venido con nosotros, con el cual
no estábamos de acuerdo como poeta, porque lo sentíamos muy panfletario,
nosotros éramos más líricos; yo estaba más dentro de la poesía social pero dentro
de cierto lirismo y eso lo discutíamos, él no estaba de acuerdo con algunas cosas.
Decía que en la poesía se debían de decir cosas, plantear ideas, pensamientos,
nosotros decíamos que la poesía se tenía que decir de forma bonita y eso lo
conversábamos así de manera informal, alrededor de una mesa de café o de
tragos
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en el bar “Lucrecia”. Éramos jodedores, contestadores de poesía y lectores,
grandes lectores.
Roque brillaba en cualquier escenario y estaba más abierto al mundo. Yo
comencé
a ver en Roque un espíritu más internacionalista en cuanto al manejo de ideas y
veía que él podía figurar en cualquier foro de igual a igual con los grandes;
entonces, yo decía nosotros también podemos perfilarnos hacía el exterior, el
hecho de ser de un paisito dominado por militares y antidemocrático que hecha
presos a sus poetas no nos lo debe impedir, tenemos una preparación, entonces
Roque como qué nos abrió camino.
Roque podía alternar con cualquiera de los grandes como Octavio Paz, por eso se
hizo fama de contestatario, porque sus ideas chocaban un poco con las ideas de
los “grandes”, pero él planteaba sus ideas con mucha seguridad.
Yo le decía a Roque ¿cómo haces, de dónde sacas el tiempo?, porque él escribía
bastante y leía bastante y trabajaba al mismo tiempo.
Roque trabajaba en una radio, pero hacíamos trampa, porque a veces no
asistíamos a las fuentes nos inventábamos las noticias. A veces estábamos
tomando y le decíamos Roque ya viene el noticiero ¿cómo vas a hacer?, mira no te
vayas, empecemos a inventar noticias, ¿pero qué decimos? ¡Ah! digamos que
Tirso Canales se va a casar el próximo sábado o Roque pirateaba las noticias
porque en la mañana leía el diario y de ahí sacaba las cosas, pero lo descubrieron.
Pero eso ocurrió porque andaba departiendo, andaba en foros de literatura.
¿Cuál fue la última vez que vio a Roque?
Fue después de que estuvo secuestrado, que no aparecía y que incluso decían que
ya estaba muerto.
Estaba yo ahí por la parada del Mercado Cuartel esperando el bus para ir a mis
clases de Derecho y me subí en uno y ahí venía un “chero” y me llamó y me dijo:
Mirá Manlio acabó de ver a Roque en este bus pero se bajó porque había un
reten,
entonces yo lo reconocí, andaba todo roto, todo sucio, me pidió dinero para el bus
y se fue.
A mi me parecía algo raro eso, pero también me parecía verdad porque me lo
habían descrito bien y más el hecho de que se hubiera tirado del bus.
Para ese entonces Roque ya tenía como tres o cuatro meses de haber
desaparecido.
A los diez o quince días después él me mandó a llamar, entonces sí era cierto que
se había escapado ahí lo confirmé. Pero desde que apareció en el bus ya nadie lo
había vuelto a ver. Roque estaba escondido en una casa de la Colonia Dolores
cerca del Zoológico por la Colonia Tanques de Holanda. Él ya había localizado a
su
familia.
Yo lo fui a ver y me dijo: “Fíjate que te llamo porque he decidió irme del país, me
han amenazado de muerte a mí y a mí familia, y yo considero que ya no podría
vivir aquí, me han aconsejado que me vaya y la gente de afuera
50
me dice que me apoya. Pero yo también te aconsejó que vos te vayas, también te
andan buscando, me han preguntado por vos”
Pero yo le dije: “Mirá Roque sí te han dicho que te apoyan andate y yo como no
tengo para donde irme”. Él tenía una figura legendaria, había estado secuestrado,
habían dicho que estaba muerto, salía en los diarios que titulaban que la Madre
de
Roque iba a reconocer cadáveres para ver si era su hijo.
En esa casa fue la última vez que lo vi, creo que fue en el año 1964 y siento mucho
que ya nunca lo volví a ver. No obstante que él pasó por Costa Rica cuando venía
de regresó a El Salvador. En diciembre de 1972 el pasó por Costa Rica, pero yo no
lo vi, sentí mucho no haberlo visto, pero no lo pude ver porque él no quiso,
además él ya venía con la misión de integrarse a la guerrilla, eso lo supe después
porque mientras estuvo en Costa Rica no me di cuenta, Ítalo López me lo cuenta
después.
¿Cómo se entera de la muerte de Roque, cuál fue su reacción?
Esas es otra anécdota. En1965 yo ya estoy en Costa Rica, porque estoy un poco
como retrocediendo, han pasado 10 años de que yo me inicié como poeta
ganador,
entonces siento que la poesía me ha traído exilio, persecución, estoy hastiado de
ser escritor y ser poeta.
Entonces, había pensado dejar eso y decidido volver a ser profesor de
matemáticas, porque a mí me gustaba mucho eso, pero tenía un problema yo ya
estaba desfasado en las matemáticas y comencé a comprar libros para
refrescarme
y ponerme al día. En eso estaba cuando me llegó la noticia de la muerte de Roque,
por eso no se me olvida, entonces inmediatamente regalé todos los libros de
matemática que había comprado.
Antes de irme a Costa Rica había empezado a escribir una novela que sería la
“Caperucita en la zona roja”, pero yo ya había dicho que pensaba romper todo
esos papeles para olvidarme de todo y dejar atrás la poesía, pero cuando recibí la
noticia de la muerte de Roque me quedé pensando y me dije: ¡Cómo es posible
que matan a Roque y yo este pensando en abandonar la carrera de la literatura
por la que él ha dado su vida! ¡Si lo hago sería una traición a Roque hoy que está
muerto!
Entonces esos papeles de la novela los había dejado aquí en San Salvador y
pregunté si ya los habían quemado y me dijeron que no, y los mande a pedir
porque había decidido continuar con la literatura. Pasado el tiempo con esa
novela gané un premio Latinoamericano, y eso lo agradezco a Roque primero por
haber tenido el apoyo de él y de Armijo en 1955 e integrarme en el grupo literario
y luego diez años después, empujarme a continuar en la literatura.
En esa novela escribí un capítulo en el libro dedicado a Roque, ese capítulo sentía
que le daba vida al material porque lo hice pensando en él y él es el personaje. Yo
siento que el decidirme a seguir escribiendo fue una iluminación de Roque,
porque con esa novela gané y empecé a abrirme camino en Costa Rica. Roque me
había estimulado bastante, él era bien especializado en la literatura y metía
mucha
51
mística.
¿Por qué cree que en El Salvador, Roque no ha sido tan estudiado y es
más conocido y valorado a nivel internacional?
Los programas de estudio de la literatura en el país son recientes, apenas tienen
unos diez años. Pero a partir de 1994 -1995 han existido reformas educativas y
aplicación en la educación, han existido buenas Ministras, todas han sido las
mejores en cada una de las administraciones. Entonces eso de que aquí no
interesa la literatura eso es un mito, lo que sucede es que venimos de cero, ni de
cero, venimos del pozo, de la nada de un pozo oscuro y profundo y hemos
empezado a superar.
Las nuevas generaciones si leen a Roque, lo que pasa es que comenzaron sólo a
admirarlo a convertirlo en un mito y eso está bien pero no basta a Roque hay que
leerlo y no sólo hablar bien de él, todos lo admiran, quieren ser como él pero para
eso hay que leerlo, aprender de él porque Roque es muy profundo y variado. Para
un novelista esta la obra Pobrecito poeta que era yo, para un escritor de
vanguardia está “Historias prohibidas del Pulgarcito”, “Taberna y otros lugares”,
“Poemas clandestinos”.
Yo le puse ese nombre “Poemas clandestinos”, porque cuando Roque muere yo
era director de una editorial en Costa Rica, entonces descubrí ese libro que Roque
le había puesto algo así como “Poemas e historia de una lucha de clase”, yo decidí
cambiarle el nombre y hacerle personalmente la carátula para luego publicárselo.
La portada de la versión original es la silueta de un soldado con un fusil.
La portada de las primeras ediciones de “Pobrecito poeta que era yo”, también yo
busqué quién me la hiciera. Primero le dije a un chileno experto en ediciones, yo
le decía que tenía que ser una portada a la altura de Roque y le di las ideas y le
describía como era Roque pero no agarraba las ideas. Después le dije a José Luís
Valle, “mira vos si conoces a Roque quiero que me hagas una portada para un
libro de él” y salió una portada muy linda, es un rostro con un candado en la boca,
una imagen así con el pelo liso de lado tipo Roque que toda la gente pensaba que
era él y yo me recuerdo que le agregué en la frente una palomita hecha de un cielo
con nubes.
¿Usted cree que se deba a aspectos políticos e ideológicos que no se
impulse la obra de roque?
No, al contrario, si se está promoviendo de parte de CONCULTURA la obra
completa hoy se regala y es texto en todos los centros escolares, la perspectiva
está
muy buena, no podemos dar el salto de un solo, de pronto vamos a dar el salto a
la
luz.
Se coloca al público “Poemas clandestinos”, hemos logrado romper ciertos
prejuicios ideológicos con la literatura, pero tenemos las bases endebles y los
resultados van en camino.
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“Duele que los salvadoreños
desconozcan quién fue Roque
Dalton”
Por Magdalena
Flores*
Entrevista al cineasta cubano-salvadoreño Jorge Dalton,
hijo menor del poeta Roque Dalton
Jorge Dalton, el hijo menor del reconocido y destacado
poeta salvadoreño, Roque Dalton, habló
conContraPunto sobre el asesinato de su padre a manos
de la guerrilla salvadoreña que combatió durante la guerra
civil en este país centroamericano (1980 – 1992).
Asimismo expresó su esperanza de que algún día se aclare
su asesinato.
El destacado cineasta, quien después de pasar muchos años en el exilio reside
nuevamente en El Salvador, indicó también que espera que su padre sea
reconocido en su propio país como lo que fue un gran “generador de
pensamientos”.
Además, afirmó que Roque era muy admirado por su humor especial, nivel
cultural y sus conocimientos. Al mismo tiempo señaló que él tuvo etapas muy
creativas gracias a las mujeres y las bebidas. Entrevista a continuación.
Dicen que su padre tomaba mucho y era bien mujeriego, ¿cómo era su
padre en realidad?
Mi padre era un ser humano común y corriente, a él como a todos los hombres
por supuesto le gustaban las mujeres, así como también a las mujeres les gustan
los hombres, entonces, eso humanamente es lo más común que puede pasar. Mi
padre amaba profundamente a las mujeres y él de por sí tenía buena suerte para
eso, tenía un don que también a la vez era amado por ellas, en ese sentido creo
que dentro de su poesía hay algo de eso.
Yo no te puedo hablar de cómo era mi padre aquí, sino de cómo era mi padre en
Cuba [Jorge vivió gran parte de su vida en Cuba]. Mi padre en Cuba caía muy
bien
por su personalidad, por su nivel cultural, por todos los conocimientos que él
tenía, a parte de eso era una persona con un humor muy especial, por lo que fue
muy admirado.
En cuanto a la bebida, mi padre sí tomaba…tomaba muchas veces para divertirse
y era parte de su personalidad. Estar lejos de su patria también lo motivó a
recurrir a la bebida, pero también le proporcionó etapas muy creativas. Yo pienso
53
que estas cosas le aportaban a toda su vida creativa. La bebida en algunas
personas las destruye, pero en el caso de mi papá no le pasó nada de eso.
¿Cómo era Roque como padre?
Yo tuve la oportunidad de siendo muy niño relacionarme con él, porque yo
cuando estaba en Europa, no tenía la edad de ir a la escuela, y entonces me tocó
viajar con él a varios países de Europa. Mi padre siempre nos hacía hincapié que
lo más importante en la vida era el conocimiento, en ese aspecto si pienso que mi
padre fue estricto para que fuéramos hombres íntegros.
¿Cómo se siente ser hijo del poeta salvadoreño más reconocidos a
nivel internacional?
Talvez esto suene algo banal pero me siento orgulloso de que eso sea así, pero
más
orgulloso me sentiría que los salvadoreños se sintieran orgullosos de la misma
manera, porque la obra de mi padre no sólo me pertenece a mí o a mi hermano,
sino que a todos los salvadoreños; y si algo me duele es que a veces los
salvadoreños como que tienen una lejanía, un desconocimiento de lo que fue
verdaderamente Roque Dalton, que no era solamente un político, un hombre que
escogió el camino de las armas, sino que también era todo un generador de
pensamientos y eso se desconoce bastante en este país todavía. Creo que
últimamente es
que se ha empezado a tener un mayor conocimiento por la figura.
¿Qué otras cosas desconocen los salvadoreños sobre su padre?
Creo que también desconocen mucho toda la proyección internacional que mi
padre llegó a tener, de pronto oficialmente se trata como de obviar eso, sin
embargo, mi padre es, no porque yo lo diga, el escritor de mayor trascendencia a
nivel internacional. Estuvo al lado de grandes escritores del “Boom” de los años
60 como Eduardo Galeano, Julio Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, entre
otros. Entonces eso yo no sé si los salvadoreños en su totalidad lo llegan a valorar.
Los cubanos sí lo valoran muchísimo, mi padre incluso está en los libros del
Ministerio de Educación de Cuba, los niños o los jóvenes en Cuba llegan antes de
entrar a la universidad sabiendo quién es Benedetti (poeta uruguayo), pero saben
también quién es Roque Dalton, entonces es doloroso que aquí en El Salvador no
saben quién es Benedetti y saben poco de quién es Roque Dalton, entonces eso
para mí es un poco doloroso… penoso más bien.
¿Qué piensa sobre el homicidio de su padre?
Tanto mi hermano como yo seguimos diciendo que el crimen de mi padre sigue
en
la impunidad, debido a que el país se ha acostumbrado a vivir así bajo
impunidad.
Además el asesinato de él está dentro de los crímenes que han marcado a está
sociedad y que siguen impunes bajo un telón de oscuridad, como es el caso de
monseñor Romero [asesinado en 1980 por los escuadrones de la muerte].
Algunos de los que saben y participaron directamente en el crimen están vivos,
incluso unos viven aquí en el país y ellos son los que saben. No han tenido la
dignidad de decir verdaderamente qué fue lo que sucedió, algo más oscuro de lo
54
que nos imaginamos tiene que haber sucedido cuando los asesinos de mi padre
tienen un pacto de silencio y el Gobierno mismo tampoco hizo mucho por aclarar
nada, ni porque se investigara, así como ha hecho con otros casos.
¿Quiénes son los que tienen que aclarar el asesinato de su padre?
En el caso de mi padre la izquierda es la que tiene que aclararlo. Alguna vez tengo
la esperanza de que eso se haga. En ellos está la posibilidad de aclarar qué fue lo
que verdaderamente sucedió. Nosotros como familia estamos en esa espera igual
que el resto de los salvadoreños. También los cubanos quieren saber qué fue lo
que sucedió, porque en Cuba el asesinato de mi padre es como una cosa muy
familiar.
¿Entonces ustedes como familiares piden su esclarecimiento?
Nosotros como familia lo que más quisiéramos es justicia, por supuesto, pero más
que todo pedimos que El Salvador reconozca más a mi padre como un escritor
como debe de ser, un hombre íntegro, un intelectual que se merece tener un
reconocimiento mayor en su propio país, eso es lo que más desearíamos como
familia y por supuesto, el esclarecimiento del crimen también es una cuestión
prioritaria.
¿Cómo se sintió cuando se enteró del asesinato de su padre?
En aquel tiempo yo era muy jovencito…fue una cosa muy dolorosa por supuesto y
en la manera que sucedió, y aún a estas alturas que no se ha aclarado su
homicidio
lo sigue siendo. Nosotros como familia no podemos llevarle flores a la tumba, ni
hacer nada alrededor de eso, porque como no se ha esclarecido ni siquiera donde
está el cadáver.
Joaquín Villalobos [uno de los asesinos de Roque Dalton] llegó a decir
descaradamente que nos iba entregar el cadáver. Yo incluso hice un viaje desde
México, estando mi hermano y mi mamá aquí, porque estaba toda la posibilidad
de que nos estregarán el cadáver y cuando yo vine a ver todo fue falso, fue una
gran mentira.
Joaquín Villalobos es el que sabe donde está el cadáver de mi padre, es tan
cobarde que no lo quiere decir, y hay gente que siempre ha estado alrededor de
Villalobos que saben perfectamente donde está enterrado. Porque lo del Playón –
lugar donde probablemente fue sepultado– y eso que pasó, que dijeron dónde
estaba –el cadáver de mi padre– no es cierto, porque mi hermano y yo fuimos a
ver con los peritos de la ONU –Organización de las Naciones Unidas –, y ahí no
era posible que pudiese haber un cadáver. Joaquín Villalobos y todos los que
tienen que ver se han desentendido de este asunto.
¿Qué le pediría a Joaquín V illalobos?
Sigo exigiendo a Joaquín Villalobos una cuestión de justicia, que termine por lo
menos de cumplir con lo que prometió y no se lo prometió solamente a nuestra
familia, sino que durante los días posteriores a la firma de los Acuerdos de Paz
(enero de 1992), lo dejó dicho en un discurso, es decir, lo prometió ante la
opinión
pública, también lo reconoció en entrevistas.
55
¿En Cuba recibieron algún tipo de apoyo por el homicidio de su
padre?
Los que estuvieron cerca de nosotros fue la institución Casa de las Américas, allá
donde trabajaba mi padre y ellos dieron la noticia en Cuba de lo que por lo menos
nos había llegado en aquel momento. En ese tiempo se decía que la CIA lo había
asesinado y que no sé qué y esa versión de que la CIA lo había asesinado favoreció
mucho a la versión que Joaquín Villalobos sostuvo durante algún tiempo. Eso fue
una gran mentira que favoreció a los asesinos, incluso en Cuba hay mucha gente
que piensa que la CIA lo asesinó.
¿Cuál es el último recuerdo que tiene de su papá?
Difícil no te puedo decir… o sea no sé en qué momento mi padre desapareció de
nuestras vidas…de pronto desapareció y ya.
Pero esa posibilidad siempre estuvo como latente porque él siempre vivió como
anunciando que algún día iba a desaparecer, que se iba ir, nos estuvo preparando
durante un tiempo para eso.
Él nos sentaba, era de las pocas veces que era mero solemne, nos decía “miren, a
mí algún día me puede pasar algo, yo estoy en una camino un poco difícil, ustedes
tienen que ayudar a su madre cuando yo ya no esté”. Nosotros desde pequeños
comenzamos a oír eso en nuestra casa, que esa posibilidad podía ser una realidad
y desgraciadamente eso fue lo que pasó. Pero no te puedo decir en qué momento
desapareció de nuestras vidas.
¿Lo que sucedió con su padre lo ha hecho cambiar de su forma de
pensar?
Ojalá que la izquierda salvadoreña nunca vuelva a cometer, no esos errores, sino
ese tipo de crimen, porque la verdad la izquierda cometió un gran crimen al
matar
a mi padre. Y eso es lo que yo les reprocho, pero eso no me hace abandonar el
camino de la izquierda, sigo teniendo un pensamiento de izquierda, a pesar de
que
no soy militante, pero por supuesto espero que algún día la izquierda sepa
reconocer todos esos crímenes.
Espero que un futuro no muy lejano las cosas cambien en este país, tengo esa
esperanza.
* Entrevista publicada en el Suplemento Cultural del Periódico Digital
ContraPunto, mayo 2008.
56
Unas historias prohibidas de Roque
Dalton
Por Juan José Dalton*
Anécdotas sobre Roque Dalton
SAN SALVADOR - La vida y la obra de Roque Dalton están íntimamente
relacionadas, llenas de historias. Historias cargadas de un intenso humor y de un
tremendo desenfado. Es un caro sueño, un anhelo codiciado por muchos, trabajar
en la recopilación de datos, de pasajes para ordenar la biografía de un hombre
que
constituye una sólida base de referencia acerca de la identidad de los
salvadoreños
en el presente siglo.
Los familiares y amigos de Roque estamos comprometidos en recopilar los datos
dispersos; deseamos también incentivar a otras muchas personas que conocieron
a Roque para que hagan públicos sus recuerdos, alegres unos, tristes otros, para
ir
dándole a lo que en un futuro será, seguramente, una obra biográfica más
acabada
de la personalidad de nuestro poeta. Y estos son retazos de ese collage...
Las locuras juveniles
"Era un día antes del Día de la Madre. Estábamos estudiando en el Externado, si
mal no recuerdo, creo que era un sábado. Nos aburrimos de estudiar y me dice
Roque: "Mirá vamos a echarnos una cerveza a La Praviana". Nosotros no
tomábamos mucho, pero bueno, nos fuimos a La Praviana... Comenzamos a
tomar
y tomar y nos fuimos poniendo medio bolos.
Entonces me dijo Roque: "Mirá, mañana es el Día de las Madres y yo tengo un
chero en la YSR" -- que quedaba por la Avenida Independencia y era una estación
pequeñita y daba espacios para el público--. "Vamos a recitar unos poemas, mi
chero nos deja", insistía el Roque.
Yo me sabía algunos poemas y Roque, por supuesto, también. Ya bolos, me
convenció. Le habló al chero de la radio, que era el mismo dueño de la emisora.
Al
regresar a la mesa me dijo todo estaba arreglado y que nos fuéramos dentro de
una media hora. Teníamos el espacio reservado... Nosotros seguimos tomando y
se nos olvidó la media hora, pero de todos modos nos fuimos...
Cuando llegamos, el jefe de la radio ya le había dado el espacio a un trío de ciegos.
“Llegaron tarde, pero si quieren, se esperan”, nos dijo aquel hombre que no me
acuerdo cómo se llamaba. Nosotros aceptamos, pero con la espera se nos fueron
bajando los tragos y a mí ya me faltó el valor y le digo al Roque:
57
--Púchica Roque, fijate que yo ya no voy a poder recitar. --No hombre, no te
preocupés. –
“Es que se me van a olvidar las poesías”. --No te preocupés, yo te las soplo. -Vaya,
pues...
Entonces el Roque le habló por teléfono al cura del Externado que nos daba
clases
de literatura, el Padre Landareche, y le dice que íbamos a estar recitando en la
radio.
Ya cuando llegó la hora de recitar, como a mí me tocaba primero, recité una
poesía de Amado Nervo, El Beso, y comienzo... El beso, ¿qué es el beso?... y a
medio camino se me olvida... y el Roque me sopló lo que venía; yo sigo, pero se
me
vuelve a olvidar y el baboso soplándeme suavecisto para que no se oyera en la
radio, y al fin terminé..., sudando la gota gorda.
A Roque le tocó después y recitó como tres poesías. Al terminar yo decía: Vaya,
gracias a Dios que al fin salimos de esto.
El lunes siguiente cuando llegamos al Colegio, el Padre Landareche dijo: "Roque,
muy bien con los poemas que se recitó y tú Currlin, las pausas que hacías eran
demasiado largas, cuando sabe que la poesía es fluida, la poesía es fluida..."
Las fiestas colegiales
"Nosotros hacíamos reuniones y grandes fiestas en una casa de la familia de
Roberto Matheis Regalado en el Lago Coatepeque. Las fiestas eran terribles. Nos
embolábamos y hacíamos cosas casi sádicas, como amarrar a la gente y apagarles
cigarros en el cuerpo a los que se les pasaba el trago.
Recuerdo que a uno, de tanto que había tomado, se fondió. Lo desnudaron, le
dieron vuelta, boca abajo y la echaron clara de huevo en las nalgas... Cuando se
despertó al día siguiente, gritaba: "No, hijeputas, ahora si que los mato, los matos
todos hijeputas..."
(Relatos de William Currlin, compañero de Roque Dalton en el Externado "San
José", ambos se graduaron en la promoción de 1952, entre otros, junto a
Roberto
Matheis Regalado, Luis Domínguez Parada).
Vivencias de Praga
"Dicen que una vez en Praga hubo una reunión de los partidos comunistas y a
cada representante radicado en aquella ciudad europea, donde vivimos tres años,
le tocaba ir a recibir a su delegación que viajaba para tal evento. Muchos salían de
sus países, como los salvadoreños, en la más absoluta clandestinidad.
Durante varios días mi padre fue, pese al crudo invierno, con otros de sus
compañeros latinoamericanos a recibir a los invitados al aeropuerto. La mayoría
llegó a tiempo y con la formalidad debida. El invitado de El Salvador no llegaba y
mi padre se impacientaba y se impacientaba pero no se vencía.
"No te preocupés Roque, no sabemos que le habrá pasado al compañero de tu
58
partido, quizás tuvo dificultades, pero vos podés integrarte a cualquiera de las
delegaciones centroamericanas...", le decía un anfitrión para consolarlo.
"No hombre, tiene que venir...", decía con convicción de que el salvadoreño
llegaría.
Unas horas antes de que se inaugurara el evento aterrizó el que se suponía que
era
el último avión que iban a esperar. Los pasajeros fueron saliendo poco a poco y el
último en salir fue un hombrecito con una toalla amarrada al cuello y sus manos
frotándose el cuerpo...
"¡Ese es, ese baboso es el salvadoreño!", gritaba mi padre con gran júbilo. Y
efectivamente, era el salvadoreño..."
(Relato de Jorge Dalton, hijo menor de Roque)
El gran viajado
"En La Habana había una recepción. Se conmemoraba una fecha latinoamericana
o se inauguraba un evento cultural de gran envergadura.
Un funcionario cubano presentó a Roque Dalton con Gustavo Porras (ex
guerrillero guatemalteco).
"Roque, te quiero presentar a "Jorge", él es guatemalteco y te conoce por tu
obra",
le dijo el cubano.
"Si, compañero, he leído tus poesías... Además he estado en su país, El Salvador",
le dijo Porras, quien entonces por el clandestinaje usaba el seudónimo de "Jorge".
"Ah!, de veras conocés El Salvador?, entonces sos un gran viajado, muchá...", le
respondió Roque. Y todos alrededor dispararon grandes carcajadas.
(A "Jorge", Roque Dalton dedicó su poemario Taberna y Otros Lugares, Premio
Casa de las Américas, 1969).
La dedicatoria dice así:
Querido Jorge: Yo llegué a la revolución por la vía de la poesía. Tú podrás
llegar
(si lo deseas, si sientes que lo necesitas) a la poesía por la vía de la revolución.
Tienes por tanto una ventaja. Pero recuerda, si es que alguna vez hubiera un
motivo especial para que te alegre mi compañía en la lucha, que en algo hay que
agradecérselo también a la poesía.
Hermanos de leche
"Una vez en un acto en memoria a Roque Dalton, en México, el poeta Eraclio
Zepeda, quien fue amigo de Dalton, narró la siguiente pasada:
Les voy a contar cómo era Roque. Un día íbamos caminado por La Habana y él se
encontró a un amigo cubano y le dice: Te presento a mi hermano mexicano
Eraclio Zepeda.
Ah? - dijo el amigo- son compañeros.
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No, somos hermanos de leche, dijo Roque.
Chico, tu dirás hermanos de parte de madre, dijo el cubano.
No, el problema es que hemos mamado de la misma teta..."
(Relato que me contó Roberto Quezada, quién asistió al homenaje en
México, a principios de 1980)
* Estas anécdotas fueron publicadas en la desaparecida revista “Tendencias”, y
publicadas posteriormente en el periódico digital ContraPunto, el 04 de abril
2009.
¿Quién mató a Roque Dalton?
Por Hermann Bellinghausen*
A 35 años de su asesinato, Roque Dalton (1935-1975) está más vivo de lo que
jamás pensaron sus detractores literarios, y pervive también, intensamente, en
términos políticos y de experiencia revolucionaria. Es uno de los muchos caídos
en las esperanzadoras insurrecciones en los años 70 del siglo pasado que
terminaron enlutando Centroamérica y el Cono Sur, y que, con excepción de
Nicaragua, fueron derrotadas. Lo particularmente doloroso en el caso de Dalton
es que fue asesinado por sus propios compañeros de lucha en El Salvador.
La noche del 10 de mayo de 1975, mientras dormía, recibió un tiro en la cabeza
por decisión de tres de los cuatro miembros de la Comisión Militar del Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP): Joaquín Villalobos, Alejandro Rivas Mira y
Vladimir Rogel Umaña. Ellos mismos se encargaron de la ejecución.
Para entonces, Dalton llevaba un mes preso por los mandos del ERP, al cual
pertenecía; lo acusaban de agente, primero de la CIA, y después castrista. El
propio Fidel Castro reviró, y acusó de agentes de la CIA a Villalobos y a sus socios
del tribunal guerrillero. Al parecer, el gran delito del poeta fue insistir en que
antes de la insurrección era necesario crear un frente de masas, o sea, tener bases
en la sociedad descontenta. Eso acabaron haciendo los guerrilleros que
confluyeron en el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN)
después de la muerte de Dalton.
Joaquín Villalobos llegó a ser uno de los comandantes del FMLN, y tras los
60
acuerdos de paz del Castillo de Chapultepec, que dieron fin a la guerra de El
Salvador en 1992, regaló su arma al presidente mexicano Carlos Salinas de
Gortari; arma que a su vez había entregado a Villalobos el comandante Fidel
Castro.
El gesto le ganó un boleto de primera clase a la Universidad de Oxford, donde
sufrió una metamorfosis, como ha ironizado Roberto Bardini. Los estudios de
posgrado hicieron de Villalobos especialista en problemas de seguridad y le
permitieron asesorar al gobierno fascista de sus antiguos enemigos de ARENA, y
más recientemente al presidente colombiano Álvaro Uribe.
Su deuda con Salinas era grande, y no dudó en trasladarse a México en enero de
1994 para sobrevolar la selva Lacandona junto con mandos del Ejército federal,
para orientarlos en la ofensiva que preparaban contra el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, a raíz del levantamiento indígena de Chiapas.
El asesino de Roque Dalton vuelve a México en 2010 para hablar en Los Pinos
ante el cuerpo diplomático y el gabinete del presidente Felipe Calderón, evaluar
positivamente su guerra contra el crimen organizado y delatar los mitos que la
intentan desprestigiar (La Jornada, 9/01/10). Coincide la visita con la nueva
publicación (¡en Australia!) del libro más emblemático y polémico de su
víctima,Historias y poemas de una lucha de clases (editorial Oceansur,
Melbourne, 2010), que Dalton escribió hacia 1975, póstumamente conocido
como Poemas clandestinos (1981).
Una franja de sus ideas y convicciones hoy resultan obsoletas pero fueron
comunes en la izquierda latinoamericana de los años 60 y 70 del siglo XX, como
el
sovietismo devoto o el rechazo intransigente a la homosexualidad (aunque debe
reconocerse que ya había asumido la igualdad de las mujeres, pues aprendió las
primeras lecciones del feminismo sesentero, lo que en esa tradición de izquierda
tenía su mérito).
Toda generación de poetas es en parte obsoleta. Para ilustrarlo con el caso
mexicano e independientemente de los logros artísticos, esto aplica a los
modernistas porfirianos, los estridentistas, los Contemporáneos, las
revistas Taller eHijo pródigo o el valemadrismo infrarrealista. Pero lo que va
quedando es la poesía, donde la hay. Y las verdades que la alimentaron.
Revolucionario de corazón, militante íntegro y comprometido hasta el final,
en Historias y poemas,Roque Dalton se desdobla en cinco heterónimos, poetas
de
su invención: la joven activista Vilma Flores, el líder estudiantil Timoteo Lúe, el
también narrador Juan Zapata, el ensayista literario Luis Luna y el de mayor
edad, Jorge Cruz, asesor jurídico del movimiento obrero católico, especialista en
Paulo Freire y presunto autor de una Oda solidaria a Camilo Torres; su alter
ego Dalton transcribe la serie Poemas para salvar a Cristo, incluyendo el
memorable Credo del Che.
Víctima de un error estalinista del hoy oxfordiano asesor bélico de gobiernos
neoliberales y represivos, Dalton tiene asegurado su lugar como autor
fundamental (y siempre incómodo) en las letras salvadoreñas y el conjunto de la
literatura en lengua castellana. Tan sólo su libro más conocido, Las historias
61
prohibidas de Pulgarcito (1974), en deuda con las misceláneas de Julio Cortázar,
pertenece a la estirpe cuasi nerudiana de Guatemala: las líneas de su mano, de
Luis Cardoza y Aragón, y Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo
Galeano.
¿Quién dijo que la poesía no muerde?
Los mayos de Roque Dalton
Por Mario Benedetti*
El poeta salvadoreño Roque Dalton nació un 14 de
mayo (de 1935) y murió un 10 de mayo (de 1975),
sólo cuatro días antes de cumplir 40 años. Educado
en un colegio jesuita, estudió luego jurisprudencia,
ciencias sociales y antropología. Militante de
izquierda y fervoroso antiimperialista, fue varias
veces galardonado como poeta y otras tantas
encarcelado como activista. Incluso fue condenado a
muerte en 1960, pero la sentencia no se cumplió
gracias a que el dictador José María Lemus cayó
pocos días antes de la fecha fijada para la ejecución.
Más de una vez logró escapar de otras prisiones, en
alguna ocasión con la complicidad de un terremoto.
En distintas épocas, vivió como exiliado político en
Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba.
Paradójicamente, quien tantas veces había estado a
punto de morir a manos de la derecha ultraconservadora fue sin embargo
asesinado en su país, el 10 de mayo de 1975, por una fracción ultraizquierdista de
la organización a la que pertenecía. (El principal responsable del grupo que
decidió su eliminación, Joaquín Villalobos, actual dirigente del FMLN, reconoció
tardíamente que la misma había sido un trágico error).Cuando un poeta llega a
dar su vida en las luchas políticas, la inmediata posteridad suele dramatizar el
holocausto, poniendo el acento en la zona más riesgosa de su compromiso. Sin
62
embargo, ese justo rescate de una actitud coherente y valerosa, puede a veces
opacar otros rasgos primordiales. En el caso de Roque Dalton, uno de esos rasgos
es el humor.
Desde su primer libro La ventana en el rostro, habla de "los pobres locos que
hasta la risa confundimos / y a quienes la alegría se nos llena de lágrimas". Este
poeta, que en el trato personal era un fabuloso narrador de chistes (los
coleccionaba, casi como un filatélico), nunca llevó a su poesía la broma en bruto,
sino la metáfora humorística. Por cierto, ésta no siempre era sencilla o fácilmente
asimilable, ya que por lo común estaba rodeada de resonancias culturales.
Cuando
Roque menciona, por ejemplo, que "las hojas se secaron entre las obras de
Kipling", o cuando, en el brevísimo Después de la bomba atómica, llega a
preguntarse: "Polvo serán, mas ¿polvo enamorado?", el humor se da en un
ámbito
de cultura, sin el cual perdería su efecto.
En más de una ocasión (incluso en un largo reportaje que le hice en 1969) Roque
reconoció sus lazos con el fútbol, el tango, el lunfardo y el humor rioplatenses. El
sesgo irónico de Taberna y otros lugares, y los libros subsiguientes, no es por
cierto demasiado centroamericano y más bien entronca con Macedonio
Fernández y hasta con Bustos Domecq; también, a través de ellos, con el sutil
humor inglés, una de las pocas cosas buenas que nos dejó en la región el
colonialismo británico.
Cuando lo incorpora a una referencia política, el poeta salvadoreño usa el humor
de un modo oblicuo, indirecto, y sí le otorga un valor fundamental, ya que le sirve
de fijador ideológico: "Mi verdadero conflicto / hondureño-salvadoreño / fue con
una muchacha". En Guatemala feliz se refiere, sin decirlo, a su ex admirado
Miguel Ángel Asturias: "Cada país tiene el Premio Nobel que se merece En El
general Martínez, otro poema brevísimo, sabe retomar un emblema de la
propaganda del dictador, para desenmascarar un rasgo aparentemente positivo:
"Dicen que fue un buen presidente / porque repartió casas baratas / a los
sobrevivientes".
A veces el humor de Roque no apela a la ironía, sino a la mera alegría de vivir:
"La
rosa ciega a los campeones de tiro". O se conduele: "Los poetas comen mucho
ángel en mal estado". O simplemente comenta: "Es que los escrúpulos son ahora
aburridísimos". Ahí la gracia no reside en el recién descubierto tedio, como en la
sorpresa que aportan las entrelíneas: que el poeta sienta nostalgia de los
divertidos escrúpulos de antaño. Quizá por eso pueda escribir: "Pienso seguir
siendo un muchacho por 30 años más". Y si bien el crimen cercenó esa cifra, lo
cierto es que murió siendo un muchacho, probablemente fiel a uno de sus versos
más antiguos: Bajo las sábanas me río.
Ahora bien, si sólo nos detenemos en el humor poético de Roque, corremos el
riesgo de dar una imagen superficial de su actitud ante la vida. El humor es en su
obra un estupendo fijador de ideas, ya no jocosas, sino rigurosas e
inquebrantables, profundas y arraigadas en su conciencia. Cintio Vitier vio, con
nitidez, que la risa era en Roque "su tercer lenguaje, en el que mejor decía su ira y
su tristeza". El humor es simplemente un instrumento literario que realza y
afiligrana sus temas cardinales, que son, por orden de prioridades: la compleja
63
relación con su país, su laberíntica educación sentimental, y por último, su
ejercicio del riesgo y la osadía.
Ante su país pequeñísimo, que Gabriela Mistral bautizó para siempre como el
Pulgarcito de América, Roque tiene una actitud de amor / odio que impregna su
poesía de una inagotable movilidad dialéctica. La idea básica de Roque es que en
El Salvador existe una injusticia consolidada, y en sus versos va dejando
incuestionables signos del estado de ánimo a que lo lleva esa comprobación:
"Patria dispersa: caes / como una pastillita de veneno en mis horas. / ¿Quién eres
tú, poblada de amos, / como la perra que se rasca junto a los mismos árboles /
que
mea? ¿Quién soportó tus símbolos, / tus gestos de doncella con olor a caoba, /
sabiéndote arrasada por la baba del crápula? / ¿A quién no tienes harto con tu
diminutez?".
En el fondo de ese sarcasmo hay, sin embargo, un imborrable trazo de amor. El
poeta ridiculiza al falso país en que se ha convertido su país verdadero, pero a
éste
lo sigue amando y añorando: "País mío vení / papaíto país a solas con tu sol /
todo
el frío del mundo me ha tocado a mí / y tú sudando amor amor amor". En este
aspecto, como en tantos otros, es obvio que Roque se encuentra más cómodo en
la
cercanía de Vallejo que en la de Neruda. En aquel reportaje de 1960, me había
confesado con franqueza: "Mira, yo quisiera ser uno de los nietos de Vallejo. Con
la familia Neruda no tengo nada que ver. Hemos roto nuestras relaciones hace
tiempo".
Pero está el otro amor, el más corriente y humano, henchido de erotismo, soplos
de ternura y perentorias melancolías, que también suele estar vinculado a sus
intermitentes visiones de El Salvador y la revolución latinoamericana. Por
ejemplo, Poema jubiloso comienza con cierta unción patriótico-amorosa: "En mi
patria hecha para probar catapultas y trampas / vive esa suerte de mujer que
amo"; continúa con una moderada tasación política ("Ah cómo sirve mi mujer
guerrera y acechada poblada de húmedas culebras que alivian a las grandes
bestias polvorientas") y termina con un alegre desparpajo sexual, que de alguna
manera barre con la retórica anterior: "Su cuerpo es todas las cosas. / Mi mujer
se
llama Ximena o conejito celeste o simplemente muchacha / y la conocí hace cinco
minutos".
No obstante, cuando Roque logra sus mejores poemas eróticos es cuando los
desvincula de la política, la revolución o la lucha de clases, y se concentra en la
mujer, casi diría en el cuerpo de la mujer, y mejor aún, en su incanjeable
desnudez. Es cuando escribe: "Amo tu desnudez / porque desnuda me bebes con
los poros, / como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo. / Cuando te
me desnudas con los ojos cerrados / cabes en una copa vecina de mi lengua, /
cabes entre mis manos como el pan necesario, / cabes bajo mi cuerpo más cabal
que tu sombra. ( ... ) El día en que te mueras te enterraré desnuda, / como cuando
naciste de nuevo entre mis piernas".
La desnudez es en cierto modo su demanda de lo femenino; su comunicación con
la mujer necesita como el pan el cuerpo a cuerpo, pero el poeta no se queda en
una relación meramente camal. Sólo a través del cuerpo al natural, puede tocar la
desnudez del alma, también al natural. En los poemas amorosos de Roque tienen
64
su parte la seducción sexual, el embeleso del tacto, pero también hay gracia, goce
espiritual, sensibilidad correspondida.
Por último la muerte. Así como el amor tiende un cabo a las nociones de patria y
revolución, también la muerte, en poemas muy puntuales, se vincula a su país y,
al
amor. Un hombre como Roque, que había hecho de la alegría una de sus
fructíferas reservas de vida, no podía aterrorizarse ante la inevitabilidad de la
muerte. Pero tampoco podía obviarla, fingir que no existía. Por el contrario la
asume: "Los muertos están cada día más indóciles. ( ... ) Hoy se ponen irónicos, /
preguntan. / Me parece que caen en la cuenta / de ser cada vez más la mayoría".
O
deja instrucciones a alguien, seguramente a un ser amado, para cuando la
inexorable finalmente le dé alcance. Es un poema austero, sin retórica, uno de los
puntos más altos de su obra: "Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi
nombre / porque se detendrían la muerte y el reposo. / Tu voz, que es la campana
de los cinco sentidos, / sería el tenue faro buscado por mi niebla. / Cuando sepas
que he muerto di sílabas extrañas. / Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan,
tormenta.
/ No dejes que tus labios hallen mis once letras. / Tengo sueño, he amado, he
ganado el silencio. / No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto: /
desde la oscura tierra vendría por tu voz. / No pronuncies mi nombre, no
pronuncies mi nombre. / Cuando sepas que he muerto, no pronuncies mí
nombre".
En este mayo, Roque cumpliría 59 años, pero hace 19 que en otro mayo acabaron
con él y su lumbre de muchacho. Hace 19 que sabemos que ha muerto y sin
embargo pronunciamos su nombre. Y no es que sólo lo haga el receptor o la
destinataria del poema. Contrariando sus expresas, ingenuas, diáfanas
instrucciones, todos pronunciamos su nombre, no sólo porque su obra es de las
más originales, removedoras y comunicativas que ha producido en América
Latina la poesía conversacional, sino también porque Roque fue un ser humano
tan espléndido, tan dedicado a consolidar la alegría del prójimo, que pronunciar
su nombre es una forma más de perpetuar ese temple vital que él mismo dio en
llamar su júbilo matutino y palpable".
65
El vía crucis de Roque
Por Claribel Alegría
MANAGUA - A ese muchacho se le ve la muerte en la cara -le dijo Aurora a
Luisa, refiriéndose a Roque Dalton.
-Qué va -exclamó Luisa-, es como los gatos. Siempre se escapa de la muerte en
alitas de cucaracha. La primera vez lo salvó un temblor. Estaba en la cárcel de
Cojutepeque, el temblor botó la pared y él pudo escaparse.
La segunda vez sólo le faltaban dos días para ser fusilado y en eso vino el golpe
que derrocó a Lemus, el dictador de turno.
Roque y Luisa nunca se conocieron personalmente, pero se escribían cartas desde
Praga y París, donde ambos se deleitaban hablando de las pupusas salvadoreñas,
del gallo en chicha, de los panes con chumpe y de todos esos sabores y olores
exquisitos que en Europa les estaban vedados.
Una vez que Luisa viajó a Cuba, Roque la estaba esperando en el aeropuerto con
un ramo de flores, pero el avión de Luisa se retrasó dos días y él tuvo que viaja al
interior.
Desde allí le enviaba papelitos que invariablemente le entregaban a la hora del
almuerzo. Nunca llegaron a darse un abrazo, pero un amigo común aseguraba
que
según Roque, Luisa le había enseñado a bailar la rumba.
Años más tarde, ese mismo amigo llamó a Luisa para anunciarle la muerte de
Roque. Las informaciones eran confusas, imprecisas, todavía no se sabía quién lo
había asesinado.
A Luisa le impresionó profundamente la noticia y esa misma tarde, para sentirse
un poquito más cerca de él quiso leer en voz alta algunos de sus poemas. Abrió el
libro al azar y sus ojos tropezaron con los versos: "Cuando sepas que he muerto,
no pronuncies mi nombre”.
Del libro: "Luisa en el país de la realidad “, de la novelista Salvadoreña Claribel
Alegría. Ediciones UCA Editores, julio, 1997. (Este texto fue publicado en el
Suplemento Cultural ContraPunto Mayo/09)
66
El asesinato de Roque Dalton
Por Beatriz Cortez
Como sabemos, los asesinatos no concluyen con la desaparición física de las
víctimas.
Siguen con la difamación de su carácter, con la apropiación de los despojos de la
víctima, con la manipulación de su memoria. Al leer las declaraciones de Jorge
Meléndez, también conocido como Jonás (“yo estuve allí y yo sé lo que pasó”), me
doy
cuenta de que el asesinato de Roque Dalton no ha concluido, que sigue.
En el comunicado emitido por quienes asesinaron a Dalton pocos días después
del
crimen, se leía que “el Ejército Revolucionario del Pueblo, E.R.P. acaba de salir
victorioso de uno de los ataques más peligrosos que lanza la tiranía del
imperialismo”.
En la actualidad, Jorge Meléndez todavía declara: “En ese proceso del ERP con
mucho
orgullo yo soy partícipe”. Y en un esfuerzo por diluir su responsabilidad en el
asesinato
de Dalton, argumenta que “entre uno de los episodios del ERP está un episodio
que,
entre otras cosas, [culmina] con la muerte de Roque Dalton, de eso, somos
actores todos
los miembros de aquel entonces del ERP y yo fui un miembro del ERP con mucho
orgullo. Todo lo bueno, lo malo, todo que se hizo somos responsables”.
El intento de Jorge Meléndez de culpar a todo el ERP por el asesinato de Dalton
es una
verdadera ofensa porque el ERP de entonces estaba también formado por
muchos
combatientes comprometidos que jamás fueron informados de lo que había
transpirado,
ni antes ni después, y estos combatientes incluían a Dalton y a otras futuras
víctimas,
como Lil Milagro Ramírez. Sin embargo, del actual proceso de búsqueda de la
verdad
que ha iniciado la familia Dalton el ERP sí saldrá victorioso, pues como lo señala
Juan
José Dalton, “nuestro esfuerzo ayudará a lavar la mancha ingrata que los asesinos
de
Roque incrustaron en el alma del heróico ERP”.
El Presidente Mauricio Funes, por su parte, es partícipe del proceso de
apropiación de
la memoria de Roque Dalton. Lo dice abiertamente: “cuantas veces yo deba
utilizar
fragmentos del poeta Roque Dalton en mi discurso lo voy a hacer porque es
patrimonio
de mi país y es una manera de reivindicar su nombre”. Más allá de la arrogancia
que
representa que alguien considere el simple acto de utilizar el nombre de otra
persona
para sus propios propósitos como una forma de reivindicarlo, me parece
importante
considerar esa propuesta de que “Roque Dalton ya no es de los hijos ni de la
viuda”
como dice el Presidente Funes, que el poeta ha pasado a ser “Patrimonio
Nacional”.
Patria idéntica a vos misma
pasan los años y no rejuvenecés
deberían dar premios de resistencia por ser salvadoreño
67
Se trata de un delicado problema de ética. No podemos “nacionalizar” a Roque
Dalton
cuando Roque Dalton, a nivel personal, le pertenece y le va a pertenecer siempre
a su
familia y Roque Dalton, como poeta, y su legado, le pertenecen al pueblo
salvadoreño
por el que él luchó, al que él escribió su poesía. Pero no le pertenece al Estado, no
está
bajo decreto del Estado, no es propiedad del Estado. Hay una diferencia enorme
entre
ser patrimonio nacional y ser parte de la conciencia cultural de un pueblo, como
es el
caso de Monseñor Romero y de Roque Dalton.
Yo volveré yo volveré
no a llevarte la paz sino el ojo del lince
el olfato del podenco
amor mío con himno nacional
voraz
ya le comiste el cadáver de don Francisco Morazán a Honduras
y hoy te querés comer a Honduras
Dalton escribió en uno de sus más conocidos versos: “Cuando sepas que he
muerto no
pronuncies mi nombre / porque se detendría la muerte y el reposo”. Pero no lo
escucharon, porque su nombre sigue siendo utilizado por quienes no deberían
pronunciarlo. “Cada vez que se habla de Roque Dalton, siento mucho orgullo de
Roque
Dalton” dijo Jorge Meléndez a la prensa recientemente. Y cada vez que pronuncia
su
nombre se detiene la muerte y el reposo del poeta.
La memoria de Roque Dalton sigue siendo utilizada por quienes lo han matado,
tanto
físicamente como por quienes han secuestrado nuestro derecho a la verdad. “No
pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto: / desde la oscura tierra
vendría por
tu voz”. Y aquí está. En la demanda de una familia que ha sufrido la pérdida en
privado
por 35 años, pero también en el pueblo salvadoreño que acuerpa a la familia y
que es
también legítimo heredero de Roque Dalton. En efecto, Roque Dalton sigue
luchando
desde más allá de la tumba que aún no tiene. Y por no tener esa tumba, tiene
altares y
flores y versos que proliferan por todos lados, en el corazón, en las casas, en la
vida
cotidiana del pueblo al que él le dejó en herencia un mapa de certezas escritas en
versos.
Nos dijo, por ejemplo, por qué escribir. Porque vivimos en una realidad dura,
porque la
vida es breve, porque somos parte de un proceso donde se fija nuestra historia,
porque
el futuro es inmenso: “vendrán nuevos hombres/ pidiendo
panoramas.//Preguntarán
qué fuimos,/ quiénes con llamas puras les antecedieron,/ a quiénes maldecir con
el
recuerdo.// Bien./ Eso hacemos:/ custodiamos para ellos el tiempo que nos toca”.
Nos dijo, por ejemplo, cómo construir la paz. La paz no se construye dejando las
armas
en manos enemigas, es decir, siendo víctimas perennes. Todo lo contrario, la paz
se
construye sólo ante la certeza de que el tiempo de ser víctimas de la violencia ha
terminado. El poeta lo dijo claramente: “Nos robaremos todos los fusiles,
apresuradamente”, “Tendremos todos los fusiles, alborozadamente”,
“caminaremos
hasta los sembradíos/ y enterraremos esperanzadamente/ a todos los fusiles,/
para que
una raíz de pólvora haga estallar en mariposas/ sus tallos minerales/ en una
primavera
68
futural y altiva/ repleta de palomas”.
Bien. Eso es lo que hacemos. Luchar con la palabra para ya no ser víctimas de la
impunidad y para construir la paz y el futuro que soñamos. Feliz cumpleaños
Roque
Dalton.
Beatriz Cortez es catedrática y columnista de ContraPunto.
Auto-incriminación y silencio.
Roque
Dalton y el Ejército Revolucionario
del
Pueblo
Por Rafael Lara-Martínez
Desde Comala siempre…Entre los múltiples documentos empolvados que ocultos
se
conservan en la Biblioteca de Aztlán en Comala, se halla una serie de recortes
periodísticos y dos comunicados en letra a máquina. No están fichados en el
catálogo
general de la Biblioteca y los encontré al azar mientras merodeaba sin rumbo por
los
innumerables pisos y estantes desordenados.
Los recortes están pegados con cinta adhesiva a páginas en blanco, a veces
superpuestos
lo que dificulta su lectura y desciframiento. A veces hay un escrito a mano que
especifica su fuente de origen; en otros casos, no se menciona el lugar de
publicación. Brevemente, destaco lo más relevante de cada una de esas notas
pasando
de los recortes periodísticos a los dos “Comunicados” oficiales.
Los recortes detallan noticias de la confusión sobre el asesinato del poeta
salvadoreño
Roque Dalton (1935-1975), el apoyo del mundo intelectual a su legado y
revelación del
grupo partidario que lo ejecuta el cual denigra su obra por superficial, carente de
“significación” y de arraigo en la realidad nacional. Los comunicados son
netamente
auto-acusatorios del asesinato que se comete contra un “pequeño-burgués” sin
mayor
valor intelectual más allá de su “promoción individual” y aventura.
Hay un volante de una página que reproduzco al final del escrito, al igual que un
largo
ensayo que legitima su asesinato. El primero lo firma el “Estado Mayor del
Ejército
Revolucionario del Pueblo” (ERP). El segundo comunicado lo avala el mismo
“ERP” y la
69
“Comisión Política del Comité Central del Partido de la Revolución Salvadoreña
Marxista-Leninista” (PRSML) que aparentemente son la misma institución. Aun
si la
documentación no anota nombres propios de los individuos implicados en el
crimen,
testigos sobrevivientes de ese evento trágico podrían testimoniar al respecto. Este
quehacer rebasa mis facultades jurídicas de investigador lo cual sería
competencia de un
abogado o fiscal.
I. Recortes periodísticos
Los tres recortes de la primera página se intitulan “No Saben Nada de Roque
(Una
antigua doméstica [reseña angustia de] María García Medrano)”, “Si está muerto
quiero
el cadáver de mi hijo. Dice Madre del Poeta Dalton (la madre del conocido
intelectual y
revolucionario se aferra a una lejana esperanza –de que su hijo está vivo y
fundamenta
esa ilusión en el hecho concreto de una conversación telefónica con la esposa de
Roque,
Aída de Dalton García, quien reside en La Habana, Cuba y quien le dijo que
estuviera
tranquila, lo mismo que una carta que recibió de su hijo procedente de Corea del
Norte,
cuando la señora María García Medrano viajó a Cuba a principios de este año.
Creo que
mi hijo no ha muerto)” y “Publicación Clandestina Condena Muerte de Dalton
García
(reseña pugna entre Resistencia Nacional que acusa al Ejército Revolucionario
del
Pueblo por el asesinato debido a lucha ideológica que venía dándose en el seno
del ERP
[que] gestó una desviación militarista)” (La Crónica, 30 de mayo de 1976).
La segunda reza “Maoístas Asesinaron al Poeta
Roque Dalton en El Salvador” (fecha ilegible), la
cual anuncia el «panegírico [que] hizo Casa de
las Américas el 14 de septiembre”. “Radio
Habana [declara] que [a] Dalton lo encontraron
muy moderado, “revisionista”, “vendido al
imperialismo”, “al servicio de la CIA”, etc. Los
habaneros elogiaron la labor de
indoctrinamiento comunista de Dalton, su
adhesión incondicional al gobierno castrista, su
vida entregada por completo a aquel régimen,
cosa que le valió el cargo que desempeñó en La Casa de las Américas» (DdeH,
18/9/75). Al lado hay una reseña de Luis Mejía Vides sobre “Un poema de Roque
Dalton” la cual señala recepciones bastante distintas de su obra —la de un
“borracho
en Taberna” que “ha perdido los valores más sagrados”— que la aceptación
generalizada
que le depara la actualidad (Latino, 6-IX-71). Ambas fechas y nombres de
periódicos
están semi-cortados y los restituyo por intuición.
La tercera página se lee “Aseguran Roque Dalton está en Viet Nam Norte
(Familiares y
amigos de Roque Dalton, se niegan a creer que éste fue “fusilado” por el llamado
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). El presunto fusilamiento del escritor y
poeta
Dalton García se conoció anteayer mediante un volante mimeografiado que
circuló en la
Universidad Nacional, lanzado —según el texto— por la Organización Clandestina
del
ERP)” (Latino, mayo 30/75). Esta noticia se superpone a la leyenda que
acompaña una
70
foto de la madre de Dalton, “muerte sin confirmación” (El Diario de Hoy, 30 de
mayo de
1975).
La cuarta página expresa la incertidumbre: “Familiares Dudan de Muerte del
Poeta
Roque Dalton G. (Dudas sobre la muerte del poeta izquierdista Roque Dalton
García
externaron ayer familiares suyos que fueron entrevistados por El Diario de Hoy.
La
noticia sobre la muerte del extremista se difundió por medio de hojas sueltas en
la
Universidad Nacional […] en el panfleto se habló de “traición” de Dalton García al
grupo
que pertenecía. Sin embargo, sus familiares estiman que podría haber confusión
con su
muerte dado que Dalton García si acaso decidió regresar a su Patria pudo haber
dado un
aviso a su familia “de cualquier modo”)” (D. de H., mayo/30/75. Véase foto
adjunta de
Dalton).
La quinta página declara «“Ejército Revolucionario” Elimina a Otro Izquierdista
(Otro
elemento de izquierda ha sido eliminado además de Roque Dalton García, por el
autodenominado Estado Mayor del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). La
información ha circulado en una hoja clandestina por la “Resistencia Nacional (R.
N.)”,
organización clandestina que identifica a la persona muerta únicamente con el
seudónimo de “Pancho”. Dice el mensaje: “La clase obrera y las filas
revolucionarias
salvadoreñas han sido de nuevo víctimas de los desmanes de la camarilla
militarista del
ERP, la cual en un criminal y repudiable acto ha consumado otro asesinato en la
persona del compañero revolucionario Pancho… un obrero industrial con larga
trayectoria combativa)” (D de H, junio 4/75).
La sexta hoja anuncia el encuentro con “Manlio Argueta y
sobre Roque Dalton (Los escritores salvadoreños son tema
principal; sin embargo, Roque Dalton, más salvadoreño que
todos juntos, ocupa lugar primordial. Y aquí surgen las
palabras más encendidas y la conversación ocupa el lugar
común. Manlio me cuenta que la editorial Maspero, de
Francia, editorial de Régis Debray, acaba de publicar una
antología dedicada a Roque [esta edición no existe en
ninguna biblioteca actual]; también la editorial Ocnos [Los
pequeños infiernos, 1970], de Barcelona ha hecho lo mismo;
la Editorial Universitaria Centroamericana, Educa, que
dirige Sergio Ramírez, también publicará dentro de poco una
antología preparada por Roberto Armijo [Poesía escogida,
San José: Educa, 1983. Prólogo de Manlio Argueta]; lo
mismo que el Ministerio de Cultura de Costa Rica, editará
otra antología con introducción, notas y recolección de
Manlio Argueta [acaso se trate de la misma antología
anterior]. Es decir que universalmente la obra del máximo
poeta salvadoreña es reconocida y apreciada”.
“Sobre ello Manlio dice: “El Roque, es universal, su
creatividad era ilimitada, siempre presente. Antes se decía
71
que su poesía era extraña, que no iba con la época y es que Roque se había
adelantado a
todos los convencionalismos. Su poesía seguirá leyéndose siempre; la palabra
“clásico”
cabe dentro de este enfoque, pues bien llegada… Manlio promete entregarme al
día
siguiente copia de los comentarios que Julio Cortázar, Ángel Rama y Fernández
Retamar escribieran a la muerte de Roque Dalton García)” (ElMundo, nov.
13/75). A
todos ellos el grupo guerrillero que comete el crimen los tilda de “pequeñoburgueses” y
“turistas revolucionarios”, sin praxis directa en el frente armado salvadoreño.
Verticalmente, en la misma página, se lee otra noticia sin encabezado ni fuente
bibliográfica. «“Tengo seis años de no ver a Roque”, dijo hoy la señora María
García de
Medrano, madre del intelectual salvadoreño Roque Dalton García, de cuya
muerte se
informa hoy en un matutino local, con base en un supuesto comunicado atribuido
al
Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, y señalando el hecho como proveniente
del
mismo grupo armado”, por haber colaborado con fuerzas enemigas”. Por último,
a la
pregunta “Está Ud. De Acuerdo en el Fallo Calificador de los Juegos Florales
Recientes
al Declarar Desierta la Rama de Poesía?, sin fecha y sin fuente bibliográfica,
“Roque
Dalton García [declara que] si me presenté a los juegos con un trabajo conjunto
en
unión de Otto René Castillo”. Es obvio que esta última nota se refiere al poemario
temprano “Dos puños por la tierra (1955)”, muy anterior al asesinato.
De este recuento, hay que retener la incredulidad de la familia y de los amigos
cercanos
sobre el asesinato del poeta, las diversas noticias sobre su paradero (Corea del
Norte,
Vietnam…, según la madre sin noticias recientes del poeta) y la vindicación
inmediata
de su obra que llevan a cabo varios intelectuales en oposición a otros que la
rebajan por
ser desacralizadora y carecer de enlace con la realidad social. Igualmente, el
balance
explicita la división interna y fratricida de la izquierda salvadoreña hacia 1975.
Mientras
un grupo justifica el asesinato del poeta, el ERP, otro frente de izquierda, la RN,
acusa la
existencia de purgas internas que, por principios militaristas elimina a sus
propios
miembros.
La confusión reinante sobre su paradero real la confirma el artículo “La izquierda
asesina de la izquierda. El caso Dalton. Por Luis Suárez” (Revista Siempre, 21 de
enero
de 1976) el cual fecha de septiembre de 1975 en Cuba el anuncio oficial de su
asesinato,
es decir, con cuatro meses de retraso. “Después del tiempo de angustia sobre la
suerte
de Roque Dalton, la Casa de las Américas comunicó el 5 de septiembre la terrible
confirmación de que el poeta fue asesinado por quienes se decían sus camaradas.
Los
rumores parecían confirmarse plenamente. Una fracción del Ejército
Revolucionario
del Pueblo […] el odio y la saña entre las propias filas de la izquierda […] en la
redacción
de Siempre hemos recibido, después de lo hecho a Dalton, un comunicado de la
guerrilla
llamada Fuerzas Populares de Liberación (FPL), de El Salvador, atribuyéndose la
liquidación de Rafael Aguiñada Carranza, miembro de la dirección del Partido
Comunista Salvadoreño […] la razón: “el revisionismo oportunista en nuestro
país está
representado por el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) e irradia su influencia
a
sectores pequeño-burgueses”.
Este escrito aclara aún más la fragmentación fratricida de la izquierda
salvadoreña hacia
1975, escindida entre grupos guerrilleros en pugna mortal. Asimismo, señala el
72
desarraigo guerrillero del PCS durante el despegue de la lucha armada, su apoyo
a la vía
electoral y con participación directa en el gobierno como es el caso de Aguiñada
Carranza “diputado a la Asamblea Legislativa”. Al igual que el ERP, las FPL
destituyen
el quehacer de los “círculos intelectuales pseudo-revolucionarios” por
“vacilantes” y
carentes de praxis guerrillera, esto es, “revisionistas” del verdadero marxismo
que lucha
por la liberación nacional.
La cuestión central no consiste en identificar a personas particulares por el
asesinato del
poeta. Carezco de fuentes primarias para hacerlo. Las noticias —y los
comunicados a
comentar en seguida— no apuntan nombres propios. El meollo del asunto indica
que el
Comité Central o la cúpula directiva de la ERP ordena la ejecución de Roque
Dalton. Lejana a mi responsabilidad intelectual y documentación existente en la
Biblioteca de Aztlán, cedo aclarar la identidad, y responsabilidad de esas
personas a un
Fiscal con plena autorización jurídica. La interrogativa legal demandaría a la
dirigencia
del ERP por el crimen cometido. Reviso en seguida los comunicados autoacusatorios
del “Estado mayor” del ERP.
II. Los comunicados auto-acusatorios
El primer volante lo reproduzco al final del artículo para que el lector juzgue por
sí
mismo la manera en que el grupo se auto-incrimina sobre el asesinato. El ERP
acepta
plena responsabilidad del crimen que justifica en términos de “infiltración
enemiga”. Subrayo el cuarto párrafo el cual menciona al poeta “colaborando con
los
aparatos secretos del enemigo”. Se le acusa de “labor traidora” la cual “costó a
nuestra
organización y a nuestro pueblo la vida de dos de sus mejores combatientes
Armando y
Mauricio y el fracaso de algunas acciones militares revolucionarias”.
El corto documento no justifica la acusación con pruebas patentes, salvo por un
llamado
a la fe y a la confianza de un lector pasivo quien debe aceptar el veredicto sin
crítica
alguna. De otra manera traicionaría la “Revolución Salvadoreña” y le haría el
juego al
“enemigo” oligarca y capitalista. El mismo volante establece la identidad entre el
ERP y
el PRSML.
El segundo documento se intitula “Comunicado Número 1 del Ejército
Revolucionario
del Pueblo —ERP—” (véase: ilustración siguiente que establece una correlación
directa
entre lucha armada o militarismo, “toma del poder” y “libertad”, pese a que el
expediente reniegue de mantener una posición tal. Destaco también el uso de un
nombre indígena, “Feliciano Ama”, sin arraigo alguno en un trasfondo o causa
indigenista explícita). El Comunicado consta de setenta (70) páginas, numeradas
al
centro en la parte superior y dividido en diez (X) capítulos en números romanos,
salvo
por una petición de principios que le antecede, la ilustración reproducida (pág. 1),
por
una reseña histórica de “nuestra organización”, a manera de prólogo (págs. 1-9), y
“1. Introducción” (págs. 9-13).
73
El preámbulo histórico
sin numerar no
menciona el asesinato
de Dalton en mayo de
1975, sino realiza una
apología del “camarada
Pancho” muerto
“dentro del marco de un
proceso de lucha
fratricida” en esa misma
fecha (pág. 6). De esta
muerte se acusa al
poeta por desatar
pugnas intestinas en el
grupo. En la sección
VII. IV., esta inclusión
de Pancho y silencio
sobre Dalton, el
Comunicado los
justifica al redimir al
primero por su
“ejemplar actitud de
militante proletario” y
al condenar al poeta por
“pequeño-burgués pragmático [quien] no fue nunca un revolucionario”. Existiría
un
“abismo ideológico” entre el verdadero mártir, Pancho, y el “aventurero […]
perjudicial y
dañino” al proceso revolucionario salvadoreño, Dalton.
Igualmente, el prólogo histórico descarta toda mención al legado intelectual de
Dalton
—el cual denigrará en breve— para ensalzar la obra analítica de Rafael Antonio
Arce
Zablah “Amílcar”, quien inicia la aplicación de “la teoría revolucionaria [y]
científica del
marxismo al estudio de la sociedad salvadoreña”. La obra de “Amílcar” —“El
Combatiente #5”, “El grano de oro”, “Fascismo y revolución salvadoreña”,
“Prensa
comunista”, Folleto el poder nace del fusil”, “Programa de Gobierno
Revolucionario
Provisional”, etc.—constituirían las lecturas que un buen revolucionario
consultaría para
no recaer en posiciones “pequeño-burguesas, esquemáticas, hegemonistas y sin
fundamento marxista” como la poesía roqueana.
Al presente este conflicto teórico-ideológico señalaría quizás memorias históricas
divergentes, ya que a Arce Zablah lo recuerdan en Morazán, aun si sus escritos se
hallan
ausentes del debate actual sobre el legado roqueano. La contradicción entre juicio
pasado y presente no podría ser más amplia. A la vasta difusión de la obra
roqueana se
opone el olvido editorial del legado de “Amílcar”. Acaso el siglo XXI marcaría las
antípodas de 1975, tal cual lo propone el Comunicado. Por exigencias
historiográficas, la
actualidad debería releer a Dalton en contraste con Arce Zablah si acaso desea
entender
74
y reconstruir el imaginario político contradictorio y complejo de los setenta, más
allá de
su reinvención en nuestra era pos-guerrillera.
De este largo documento interesa describir las secciones VI-VIII (págs. 29-54)
que
atañen al asesinato de Roque Dalton y la justificación que hace el escrito de
perpetrar tal
crimen. La sección “VI.- La primera lucha ideológica y los intentos por superar el
pragmatismo y el burocratismo a finales del 73 y principios del 74” utiliza dos
términos
claves del ERP para acusar a sus oponentes y legitimar cualquier asesinato. Los
enemigos del partido son pragmáticos y burócratas. Luego de desechar toda
acusación
de “militarismo como corriente” política, hace un llamado a “la incesante
búsqueda del
camino revolucionario”. “El camino de los métodos correctos” lo señala “la
derrota del
pragmatismo y el burocratismo”. El nombre de Sebastián Urquilla aparece ligado
a una
falta de “apertura” del grupo.
Esta sección VI reproduce el “Boletín General No. 1”, fechado de “febrero 2 de
1974”, el
cual ilustra las discusiones internas que recortan a la agrupación en bandos
enemigos. Las críticas las dirige contra “las tendencias militaristas y liberales de
Roque
Dalton “Julio” que recién se incorporaba a la organización. Asimismo se
cuestionó el
porqué había entrado a la organización vinculado directamente a la Dirección y
con el
cargo de asesor de la Dirección Nacional sin haber pasado por un proceso de
prueba ya
que eran conocidas su trayectoria (liberal y oscura) (no de escritor y poeta) en el
movimiento revolucionario”.
El primer ataque directo contra Dalton lo descalifica de sus dotes literarias y
revolucionarias. Le atribuye valores políticos negativos que menoscaban la
unidad del
grupo y sus ideales revolucionarios más profundos, a saber: “la democracia
interna” del
grupo. Además, el comunicado le reclama ingresar al ERP con privilegios de
miembro
consultivo de la Dirección violando la fuerte jerarquía de afiliación, las “pruebas”,
que
todo neófito común cumpliría a su llegada.
La erosión del ERP la provoca “una dura y cruenta lucha por la hegemonía” en la
cual se
enfrascan “Sebastián Urquilla y Dalton [por] un proceso de discusiones liberales
y
pequeño-burguesas”. Según el documento, el debate feroz desemboca en “una
lucha
fratricida y un enorme retroceso” debido a la confrontación “entre dos tendencias
pragmáticas”. Es obvio que Dalton representa un pragmatismo belicoso y divisivo
según
el ERP.
La siguiente sección “VII.- La División Resistencia Nacional R. N., Ejército
Revolucionario del Pueblo” describe con mayor detalle las acusaciones contra
Dalton. Este largo apartado se divide en las sub-secciones siguientes:
Introducción (sin
título ni número), “1.- El carácter pragmático y hegemónico de las posiciones de
Dalton
y Sebastián Urquilla”, “II.- Críticas que se hacían por parte del actual Ejército
Revolucionario del Pueblo E.R.P., a la hoy Resistencia Nacional, R.N.”, “III.Profundización de los enfrentamientos (mayo de 1975)”, “IV.- La ejecución del
camarada
Pancho”, “V.- El caso Dalton”, “VI.- Acerca del cargo de Dalton como posible
agente de
la CIA”, “VII.- Datos generales sobre el proceso de incorporación y militancia de
Roque
Dalton”.
75
Al principio de la sección, la “posición pragmática” se vuelve sinónima de “lograr
la
hegemonía interna” entre quienes destacan “Sebastián Urquilla, Roque Dalton y
las
aventureras de Carlos Humberto Portillo”. Sus anhelos personales de poder
causan una
“separación más profunda entre las bases y la Dirección”, tanto que la “lucha
ideológica”
desacertada “a las bases se les ocultó”. Los representantes del pueblo carecen de
arraigo
popular y le esconden sus rencillas privadas por convertirse en guías ilustrados
hacia la
liberación final.
Se descarta la oposición “simplista” entre “militaristas y “línea de masas” para
enjuiciar
a Dalton como responsable directo de las confrontaciones internas del ERP y de
las
luchas fratricidas. “Dalton que fue el que inició y conformó el proceso de lucha
hegemonista y pragmática del sector que ahora constituye la Resistencia Nacional
R.N.
defendió e inició trabajo para la formación de columnas guerrilleras de clara
tendencia
foquista”, acaso sin arraigo popular ni democrático.
Esta denuncia revertiría el carácter militarista del ERP hacia el propio Dalton
quien
sería el verdadero proponente de la opción guerrera, mientras sus oponentes
plantearían la democracia y la acción de masas como acción política inmediata.
El
argumento resulta bastante paradójico. Si se niega la “guerra revolucionaria” y se
apoya
la “vía electoral” se es “revisionista”, tal cual se acusa al propio Partido Comunista
Salvadoreño. Pero quien declare esa guerra no califica necesariamente de
“militarista”.
A la incriminación guerrera contra Dalton se añade la denuncia de “penetración e
infiltración” como falta de entendimiento entre las partes en conflicto. “La
aplicación de
métodos conspirativos” se impone a toda discusión razonada. Junto al
“revisionismo”
de derecha [que] se caracteriza por su política electorera, el del PCS, y su negativa
a la
guerra revolucionaria, Sebastián Urquilla y Dalton encarnan los máximos
exponentes de
la línea pragmática. Ambos bandos opuestos están “empujados por el [mismo]
principio
de que tenían razón”. Esta convicción fundamentalista de poseer la Verdad
desemboca
en “una lucha fratricida”. Cada quien intenta minar las influencias nefastas del
contrincante.
La táctica de Dalton consiste en la “promoción interna de su persona”, utilizando
“su
prestigio de poeta o escritor” para “crear desconfianza” interna entre los
miembros fieles
al ERP. No cultiva la unidad de grupo sino “el desorden” y “el desprestigio” de su
oponente por “ataques personales”. Estas “maniobras” oportunistas, el
Comunicado las
juzga de “posición pragmática” y “de mera promoción caudillista”, para quien el
arribismo personal cuenta más que lo colectivo.
“La llegada de Dalton al país fue de una maniobra del revisionismo internacional
para
intervenir e influir decisivamente la organización […] a través de la infiltración
casi
policíaca […] no es un secreto ya que el estado cubano (sin menospreciar sus
avances)
resuelva muchas contradicciones políticas e ideológicas con posiciones
pragmáticas
[como la de Dalton]. Es el caso de los muchos compañeros revolucionarios
latinoamericanos que guardan virtual prisión en Cuba”. Existe una diferencia
radical
entre el ERP y Cuba.
76
Más que expresar una infiltración del enemigo capitalista, imperialista y de su
servicio
secreto, la CIA, Dalton expondría el conflicto interno entre los nacientes
movimientos
guerrilleros salvadoreños y los países socialistas. Para el ERP, hasta el Partido
Comunista Cubano es “revisionista”. Hacia el exterior, el “enemigo” de la
guerrilla
salvadoreña lo representan los países socialista, burocratizados, tanto como los
EEUU, y
al interior, la oligarquía y su ejército.
En efecto, al aceptar una “prostituyente política de ofertas materiales [en Cuba,
Checoslovaquia, etc.], Dalton era un férreo defensor de estas políticas del
revisionismo”
internacional, infiltrándose en una organización depurada como el ERP. Más que
de
poeta, el Comunicado lo califica de espía. “Había realizado trabajos especiales con
la
KGB […] y la policía de seguridad del Estado Cubano”. Urquilla sería el
responsable de
la llegada de Dalton al país, pese a sus diferencias políticas con Cuba y la
URSS. “Empantanados” en “concepciones no marxistas”, en su conflicto
personal,
ambos urdirían la “vinculación al movimiento” revisionista internacional, con el
cual
discrepa la pureza guerrillera del ERP.
Si bien se juzga que “el cargo de que Dalton fuera agente de la CIA es parte del
proceso
de desviaciones pragmáticas”, este error no lo exime de su “responsabilidad” de
“haber
empujado a la organización a esa lucha fratricida que acabó con su vida”. Al
escritor se
le culpa de crear una escalada de violencia en cuyo laberinto cae como víctima de
su
propio quehacer. El compromiso con un incremento interno de violencia en el
ERP no
lo entiende “la “intelectualidad pequeño-burguesa que poco a poco […] iba
convirtiendo
[a] Dalton en una bandera política, tras la cual se colocaron las más rastreras y
oscuras
posiciones [= la crítica roqueana actual en su conjunto, incluida la mía]”.
El comunicado acusa a dichas “posiciones pequeño-burguesas de la
intelectualidad” por
abstraer el análisis de la obra roqueana de “la comodidad de sus exilios parásitos
[y] de
la banalidad de su vida existencialista”. En breve, convierten a Dalton en «un
“revolucionario” de “grandes cualidades” [y] subliman su efímera militancia”. La
larga
“práctica guerrillera” jamás la suplantan el “turismo revolucionario” y el
academicismo
de sus críticos.
Contra todo juicio en boga, el ERP tajante afirma que “a estos señores
[intelectuales o
académicos] no les importan” muchos “humildes hombres y mujeres” caídos
luego de
“largos años de trabajo”, quienes “valen 100 veces más de lo que valía Dalton”. «A
estos
señores no les importa que haya sido el responsable de una lucha fratricida y lo
convierten en el poeta y escritor héroe […] “revolucionario de revolucionarios”».
Ante
esta mezquindad intelectual, el ERP reconoce que la ejecución de Dalton “fue un
error
político-ideológico”. Su muerte hace posible que un “pequeño-burgués
aventurero” se
vuelva “héroe”. Ante esta influencia nefasta de “intelectuales pequeñoburgueses”,
“damos alguna información objetiva y nuestros juicios sobre lo que fue el proceso
de
Dalton”. En síntesis, el argumento sobre su militancia guerrillera se desglosa así:
1) “Dalton llegó al país en diciembre de 1973 luego de permanecer años en el
extranjero, donde se dedicó a hacer vida de poeta y escritor […] moviéndose entre
77
las burocracias revisionistas y círculos de la inconsecuente y parasitaria
intelectualidad pequeño-burguesa izquierdizante”. Se trata del contraste entre el
intelectual extrajerizante y el combatiente practicante.
2) “Dalton no llegó por voluntad propia, llega por compromisos […] hechos entre
Sebastián Urquilla y el Partido Comunista Cubano. La intención era al parecer
asegurar el respaldo internacional cubano […] en competencia con el de otras
organizaciones de izquierda del país”. Anoto la paradoja de calificar a Urquilla de
encierro ideológico pese a su alianza estratégica con los países socialistas, al igual
que la discrepancia tajante entre el ERP y el gobierno cubano, anotada con
anterioridad.
3) “Dalton no fue jefe militar de la organización y participó solamente en una
operación militar como combatiente”. De esta aseveración el ERP deduce la
exageración de considerarlo “poeta-guerrillero”. Se trata de disminuir su
participación en la lucha armada —no más de año y medio como lo asegura el
primer apartado (diciembre de 1973 a mayo de 1975)— y contrarrestar todo
argumento que lo aprecie por sus dotes guerrilleras.
4) “La participación política de Dalton en este período no tiene mucha
significación, sus aportes son pocos […] algunos trabajos que tienen algún valor
político […] ligados a su capacidad como escritor o historicista, por ejemplo:
Realidad Nacional Dictadura Fascista, El Combate No. 6 “Ejército Nacional y
contrarrevolución en El Salvador” […] que olvida las contradicciones económicas
políticas de la sociedad salvadoreña […] la publicación sobre ORDEN, es un
traslado mecanicista de los esquemas del socialismo cubano a la realidad
salvadoreña”. En suma, “el trabajo intelectual de Dalton no constituye aportes a
la interpretación marxista de la sociedad, sino más bien, trabajos de carácter
historicista con interpretaciones funcionalistas y esquemáticas de la realidad [no
trascienden] el intelectualismo pequeño-burgués”. Esta rechazo de su obra
contrasta con la mayoría de los estudios críticos actuales, que deja de lado esta
nociva recepción inmediata de sus ensayos como si este marco guerrillero
inmediato nunca existiera.
5) “La trayectoria de Dalton […] fue la de un cuadro con problemas de mucho
liberalismo o indisciplina, producto de su baja calidad ideológica y de sus
tendencias pragmáticas burguesas [durante su condena] se sostuvo en el vaivén
de aceptar lo conveniente, evadiendo la discusión y manteniendo una actitud
conspirativa […] no podemos tampoco decir que se trataba de un militante de
firmes convicciones ideológicas y de una gran solidez y moral
revolucionaria. Más bien, Dalton era un intelectual aventurero que le interesaba
mucho su promoción individual”. Se trata de descalificar al poeta por su
comportamiento rebelde y conducta de militante.
6) “Dalton era también depositario de tendencias burocráticas e intelectualistas
que lo mantenían alejado de las bases y del quehacer concreto”. El juicio revierte
un título clásico “el intelectual y la sociedad” en “el intelectual o la sociedad”, ya
que carece de praxis guerrillera constante.
A Dalton el ERP lo considera “un intelectual aventurero” que utiliza sus “poemas
y
escritos personales [¿Poemas clandestinos (1977) que ahora se juzgaría como
parte del
corpus “brechtiano” y “vanguardista”?]” para su arribismo y escalar posiciones
78
hegemónicas de “caudillo” dentro de las líneas guerrilleras. Ambos documentos
aceptan
plena responsabilidad por el crimen del poeta, se arrepienten de su cometido ya
que
asienta precedente para su heroización, a la vez que lo justifican por una posición
roqueana poco revolucionaria y carente de solidez intelectual.
El “aporte” del poeta a la revolución salvadoreña lo juzgan casi nulo debido a su
escasa
experiencia de combatiente. Se trata de un invento de “intelectuales
pequeñoburgueses”
como él, o de “turistas revolucionarios”, academicistas, que carecen de una
larga praxis guerrillera. Faltos de compromiso directo, justifican su análisis
concreto sin
vivencias directas de la realidad social (obviamente, me incluyo en la denuncia, al
igual
que el juicio se aplicaría a todo pensador de “izquierda”, nacional o extranjero,
sin una
práctica guerrillera permanente en el territorio que desean liberar).
El silencio que por años recubre estos documentos empolvados anuncia la
pérdida de
memoria que afecta la historia nacional, temerosa de recobrar los eventos
bochornosos,
pero reales, de un pasado no siempre muy halagador. “Lo único puro que va
quedando
en el mundo”, una guerrilla, asume su asesinato, pero se exime de todo castigo
legal (En
la humedad, 1994: 431).
III. Conclusión
A treinta y cinco años del asesinato de Roque Dalton, des-encubro luchas
intestinas de
una izquierda sumamente fracturada en posiciones tan antagónicas que
mortalmente se
combaten entre sí, a la vez que confrontan militarmente al “enemigo de clase”.
Quizás
por dolorosa esta experiencia fratricida de las izquierdas salvadoreñas queda en
el
olvido. El fusilamiento injusto del poeta representa un capítulo destacado de ese
largo
conflicto criminal que se despliega, de manera oculta y paralela, a una lucha
revolucionaria por la liberación nacional.
El presente ensayo delinea una documentación limitada, pero esencial, la cual
describe
la incertidumbre reinante hacia 1975 sobre el asesinato de Dalton. Asimismo,
desglosa
el contenido de dos documentos que aceptan plena responsabilidad sobre el
crimen y lo
justifican en términos de herida mortal que recorta el organismo unitario de un
presunto instituto político sin fisuras: la izquierda o el marxismo salvadoreños al
inicio
de la guerra civil.
Se enjuicie o no a los responsables del crimen —a la dirigencia del ERP que
escribe y
firma los Comunicados— ese “pecado original” quedará por siempre como
mancha
indeleble del despegue revolucionario salvadoreño (el término es del
“materialista” Karl
Marx para designar la “acumulación originaria del capitalismo”. En paradoja
mordaz,
nombraría la “acumulación [armada] originaria” de una revolución que perpetra
un
crimen primordial, aún impune).
El olvido de la recepción que el ERP le depara a Dalton y a su obra debería
medirse con
la antítesis de su aceptación actual. Una obra no se halla aislada de sus
condiciones
concretas de producción y, por tanto, recabar los diálogos conflictivos del corpus
roqueano con sus contemporáneos, Arce Zablah por ejemplo, sería un quehacer
79
historiográfico que el
presente todavía no
encara.
Pese a mi
discrepancia radical
con el ERP y mi
exigencia de rebasar
la impunidad de su
dirigencia, ese
encuadre político
hostil circunscribe la
escritura tardía de
Dalton. Más cercano
que toda teoría neomarxista
en boga, el
marco de su situación
concreta —vivida en
el frente guerrillero
del ERP— señalaría
“la puerta de fuego”
que da cabida al rigor
de su ensayo y a la
factura estética de su
poesía.
Si el reclamo jurídico
enjuiciaría a los
asesinos del poeta, la
exigencia teórica
fundaría todo
pensamiento de la
historia en un rigor
historiográfico. A la
apelación legal,
esfera de la
jurisprudencia, agrego el requisito de pensar el legado roqueano dentro de un
archivo
documental de su época, lo más amplio posible sin exclusiones selectivas.
Asimismo,
debe pensarse al interior de un conflicto de memorias históricas en las filas
mismas del
FMLN y sus disidentes. “Dibújeseme la tormenta entre las manos para saciar esta
diaria
sed de estruendos”…
Rafael Lara-Martínez es salvadoreño, investigador y docente del Tecnológico de
Nuevo
México. Estudioso de la obra de Roque Dalton.
80
Recordando a Roque Dalton
Por Miguel Ángel Azucena
Quiero expresar un breve testimonio acerca de la persona de Roque Dalton,
cuando él
solamente contaba con quince años de edad.
Conocí a Roque allá por 1950, esto fue en el Barrio San Miguelito. Su casa estaba
ubicada entre la 5 de noviembre y la 2ª. Av. Norte, es decir la tienda Royal.
Roque nació en mayo de 1935 y yo en enero de 1932, ambos vimos la luz casi al
fragor
de las balas asesinas de del general Hernández Martínez, fue un periodo que
marca la
página más negra de nuestra historia, pues alrededor de 30 mil obreros y
campesinos
murieron bajo las botas de un ejército servil, que no escuchó el clamor de la gente
pobre
que solo reclamaba sus derechos y su deseo de vivir en condiciones más
humanas.
Roque escribió mucho sobre este tema y fue enemigo acérrimo de las dictaduras.
A la tienda Royal llegábamos muchos vecinos a comprar; yo entraba con
frecuencia y
recuerdo que en una de las veces que yo llegué ahí, eran como las nueve de la
noche y
estaba cayendo una gran tormenta con rayos y centellas.
En la tienda había un teléfono y cualquier cliente podía solicitarlo en alquiler;
pero en
lo mejor de la tormenta eléctrica, Roque estaba hablando en ese teléfono. La niña
Mary,
su mamá, le dijo: “Roquito: no esté hablando por teléfono, es muy peligroso con
esta
gran tormenta”. El muchacho muy obediente colgó el teléfono… a mí me gustó
mucho
esa demostración de respeto, pero nunca imaginé que Roquito se iba a convertir
con el
tiempo en uno de los más renombrados escritores de Latinoamérica.
Diez años después, obtuve una plaza de impresor en la Editorial Universitaria, su
director era Ítalo López Vallecillos. Lo importante es que fue ahí donde volví a ver
a
Roque Dalton; él ya era miembro de la “generación Comprometida” y por su
talento
literario se le consideraba un magnífico poeta y gran defensor de las causas
liberadoras.
Por ese tiempo yo estudiaba la carrera de licenciatura en Letras y esto me
permitió
conocer a reconocidos escritores salvadoreños empezando por Roque Dalton,
Ítalo
López Vallecillos, Roberto Armijo, Salarrué, Trigueros de León, Quijada Urías, el
“Pichón” Cea, Manlio Argueta, Tirso Canales, entre otros. Todos hacían de la
Editorial
Universitaria un sitio de encuentro. Fueron los mejores tiempos de la UES.
El estilo caustico de Roque Dalton
El intelectual está obligado a responder con los hechos a su pensamiento de
vanguardia, so pena de negarse a sí mismo, en un continente donde la
superioridad
moral es una de las pocas tarjetas de presentación que exige el pueblo, para
escuchar a
quienes solicitan sus adhesiones.
81
Con estas palabras, Roque Dalton resume su pensamiento político-literario. Y es
que él,
desde sus inicios, se ubica en el lugar que le corresponde. Estaba consciente que
al igual
que su compañero de lucha, Otto René Castillo (guatemalteco), de su
compromiso con
las causas que siempre consideró justas, abrazándolas hasta las últimas
consecuencias.
Fue un 10 de mayo de 1975 que su muerte física conmovió las conciencias de los
intelectuales del mundo. En efecto, Roque Dalton cae asesinado para nacer más
vigoroso, más humano, más poeta, dejando para las nuevas generaciones su
constante
reclamo por una sociedad en donde el soporte de la armonía venga de una paz
generada
por la justicia.
Su estilo caustico
En su viaje poético cambiante, “la realidad queda aprisionada en múltiples
formas”. Su
sensibilidad convierte la palabra en eficaz y plena comunicación.
Tanto la prosa como la poesía de Roque se caracterizan por el lenguaje irónico o
sarcástico, por su humor agudo penetrante, por su lenguaje caustico, vitriólico. A
eso se
debe que muchos que lo leen se sienten fácilmente aludidos.
Así, el corrupto, el demagogo, el falso líder, el traidor, el poeta mediocre que
compromete su pinche pluma por una pinche paga, o el poeta dandi
acostumbrado a la
buena vía, no lee y si lo hace no acepta sus mensajes, sus ideas, su visión de
mundo, porque Roque desviste al más engreído de los intelectuales y lo deja
nuevo para
ver si así reflexiona de su inconsciencia, de su evasión de la realidad o de su
ignorancia.
En el contexto salvadoreño y en la época que le tocó vivir y que perfectamente
pueda ser
la época actual, Roque dirige la crítica hacia los “profesionales” entregados a la
cultura
oficial y los ubica como “pequeños burgueses”.
Así, desde su obra Pobrecito poeta que era yo, la emprende contra la profesión
de las
leyes, cuando quienes la profesan no cumplen con los verdaderos objetivos de
una
profesión sana, al margen de toda corrupción y en beneficio de las mayorías
necesitadas.
La carrera de Derecho fue la que estudió Roque en la Universidad de El Salvador
ya
pesar de ello, él no vaciló en combatir a los abogados mafiosos, a los que sin
ningún
escrúpulo dejan en la calle al pobre cliente. Sobre ello decía al respecto:
“En El Salvador, al contrario, mientras uno es más juez, o es más fiscal, más
estúpido
es, en el sentido social del término, es decir, más hijo de puta, más vil, más
valeverguista, con el inválido, más panzaclara, más criminal, más ya la caga”,
señaló
Roque en su obra Pobrecito poeta que era yo, de la editorial Universitaria
Centroamericana.
Con este estilo tan peculiar en Roque, asesta golpes a los malos profesionales, a
los
falsos profesionales, a los aprovechados médicos, ingenieros, arquitectos, etc. Y
agrega:
“Cuando yo asomé las narices en la universidad, supe de inmediato que sólo
soportaría
las aulas de la Facultad de Filosofía o de Antropología, las ciencias más decentitas
de
82
hoy”.
Leer a Roque en su poesía, testimonio o narrativa, es tomar conciencia de clase o
hacerse el loco, cosa que a muchos no les cuesta. Qué tal la siguiente receta que el
mismo Dalton hacía:
Cartita
Queridos filósofos
queridos sociólogos progresistas,
queridos psicólogos sociales:
No jodan tanto con enajenación
aquí donde lo más jodido
en la nación ajena
O este otro mensaje:
Taberna (fragmento)
¿Por qué no hablamos de los poetas
Cósmicos, de la ecuación que Marco
Polo representa, del orden alfabético en Shangai?
Lo único que sí puedo decirte es que
la única organización en el mundo de los hombres
es la guerrilla.
Todo lo demás muestra manchas de pudrición.
La iglesia católica comenzó a heder
cuando las catacumbas se abrieron a los turistas
y a las más pobres putas
hace más de diez siglos:
Si Cristo entrara hoy al Vaticano
pediría de inmediato una máscara contra gases.
83
En el ejemplo anterior además del exteriorismo, encontramos ese estilo caustico
que
tratamos de hacer notar como algo propio del poeta y que le permitió crear una
obra de
mucha trascendencia y de lo intemporal contenido, en contraposición con la
poesía
vana, inocua, de poetas que escriben por entretenimiento o que lo hacen para
mantener
un estatus que no beneficia a las mayorías y que por consiguiente no tiene
aplicaciones
prácticas en el proceso de liberación cultural tan necesario para nuestros pueblos
en
Latinoamérica.
Miguel Ángel Azucena es escritor salvadoreño.
Los poetas no se mueren
Por Eliseo Alberto
Los poetas no se mueren nunca —y menos, si los matan: es ley de la vida y
también de la
muerte. En todo caso se convierten en fantasmas muy tenaces. Los verdugos lo
saben en
carne propia porque cada letra del poeta, cada palabra suya, cada verso limpio,
les pega
como una bofetada. La única eternidad posible será la que conceda la poesía. La
poesía
es don del hombre. “País mío no existes/ sólo eres una mala silueta mía/ una
palabra
que le creí al enemigo”, dijo mi querido Roque Dalton meses antes de que sus
jefes
guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) le metieran un balazo a
traición, el Día de las Madres de 1975, a cuatro tardes de cumplir 40 años —hace
ya
treinta y cinco.
Cuando conocí a Roque, en la colmena habanera de los setenta, él era el poeta
más
simpático del mundo. Lo recuerdo vestido con una camisa blanca de mangas
cortas,
pantalón cualquiera y unas botas altas, mal acordonadas. Más delgado que su
malicia,
tenía buena fama de polemista. No soportaba los caprichos del poder ni el poder
de los
caprichosos, y se peleaba de palabras con sus superiores o subordinados, de igual
a
igual. Había logrado una pronta consagración con su libro El turno del ofendido e
iba
dejando a su paso por la ciudad un rastro de anécdotas (casi siempre
inverosímiles) más
un reguero de amores que se sumaban, en centroamericana fugacidad, al libro de
las
leyendas urbanas. Para acreditar sus hazañas con pruebas de rigor, El Flaco
Roque
hubiera necesitado ser El Gato Dalton y consumir más de siete vidas; así y todo,
creo
que tendría que robarse otras tantas en alguna barata de mercado. Cómo
explicar, sin
creer en Dios, sus mil quinientas páginas de poemas, sus dos escapes de la cárcel
minutos antes de ser llevado ante un pelotón de fusilamiento, sus andanzas por
todas las
84
callejuelas de Praga (persiguiendo la escurridiza sombra de Franz Kafka), sus
travesuras
en la Corea sin humor de Kim II Sung y, por último, la confianza que tuvo en sus
camaradas de guerrilla aún sabiendo que ellos envidiaban rabiosamente su
inteligencia,
su carisma y sus cojones.
“¡Qué cosa tan jodida es descansar en paz!”, dijo el autor de Taberna y otros
lugares sin
saber que él nunca tendría el privilegio del reposo pues sus matadores siguen sin
atreverse a decirnos por qué lo acusaron de ser agente de la CIA si sabían bien
que era
una calumnia —ni dónde rayos lo enterraron horas después, aquella noche de
primavera. Muy cerca de la casa donde le dispararon en la nuca, las mujeres más
lindas
del continente desfilaban por la pasarela de un concurso de belleza. No me
extrañaría
que lo primero que haya hecho el espíritu de Roque fuera irse volando a verlas
modelar:
ni cadáver, un hombre como él se perdería esos bikinis.
El presidente salvadoreño Mauricio Funes acaba de nombrar en un alto cargo de
su
gobierno a Jorge Meléndez, el valiente comandante Jonás, un hombre que lleva
en el
cuerpo varias heridas de guerra y, en el alma, la inconfesada pena de haber sido
uno de
los ejecutores del poeta y su compañero en la muerte, el obrero Armando
Arteaga, alias
Pancho. Los otros comandantes implicados, aún vivos, son Alejandro Rivas Mira
y
Joaquín Villalobos —según confesión pública del propio Villalobos. “Fue un
tremendo
error”, reconoció entonces. En entrevista reciente, un Jorge Meléndez acorralado
dijo al
periodista Tomás Andréu: “Yo no recuerdo el asesinato de Roque Dalton,
recuerdo un
proceso político en el cual salieron muertos varios compañeros (…) No soy
asesino de
Roque Dalton. En ese proceso del ERP con mucho orgullo yo soy partícipe. (…)
Las
guerras son situaciones excepcionales de mucho dolor, de muchos muertos, de
faltas de
ley, de decisiones siempre arbitrarias (…) Yo estuve ahí y sé lo que pasó”. Han
corrido
treinta y cinco mayos y Jonás no la ha aclarado nada.
La familia Dalton, de la cual me siento parte por razones largas de contar, sólo
pide que
se sepa la verdad. Juan José y Jorge, hijos de Roque, quieren rescatar el cuerpo
del
poeta: esta semana, encabezan una cruzada a favor de la justicia. “No sabemos a
dónde
fue a parar su cadáver, no hemos tenido esa oportunidad de ponerle una flor (…)
Los
responsables de las torturas sicológicas y físicas que mi padre y Armando Arteaga
sufrieron durante su cautiverio, tienen nombre y apellido. El gobierno (del
presidente
Funes) tiene dos caminos: rectificar y despedir a Jorge Meléndez o ser cómplice
de uno
de los involucrados en el crimen. Mayo seguirá siendo un mes sumamente triste e
injusto. Muy injusto”, ha dicho Jorge.
Roque escribió: “No temáis por mí y perdonad que me retire por un momento.
Voy a
reírme de vosotros”.
Vosotros son ellos
Eliseo Alberto de Diego, de nombre completo Eliseo Alberto de Diego
y
García Marruz (Lichi para sus amigos), (1951, Arroyo Naranjo, Cuba)
es
periodista, novelista, poeta y guionista que vive en México desde
1990, se
nacionalizó ciudadano mexicano en el año 2000
85
Roque Dalton: unos días después
de la fuga
Por Juan José Dalton*
Los recuerdos retenidos en la memoria son algo borrosos, pero impactantes con
el
transcurso del tiempo.
Nosotros: mis hermanos, mi mamá y yo, vivíamos en la casita contigua a la
Tienda
“La Royal”, que era de mi abuela paterna y donde también ella vivía. Allí
pasábamos toda la semana, de lunes a viernes porque Roque y yo íbamos al
Colegio Centroamérica. Los fines de semana o nos íbamos a Sonsonate o a la casa
de mi tía Cholita, en la Escalón. Tía Cholita (Soledad Morales) era hermana de mi
abuela materna y una de las grandes costureras de entonces.
Bueno, el caso es que por aquellos días de 1964, yo tendría unos 7 años, mi
“mamá
María”, que así le decíamos a nuestra abuela, se mostraba nerviosa; a mi mamá
no
lo recuerdo en la casa, hasta momentos después.
A cada rato mi abuela nos ponía a rezar frente a un altar de la Virgen que ella
tenía en una esquina; en otra esquina tenía a otro santo, que quizás era San
Antonio.
Mi abuela era muy, muy discreta… Pero la vimos llorar. Quizás la consolamos y
nos dijo que teníamos que rezar mucho por mi papá; que los policías lo habían
capturado, pero que no podíamos decir nada porque más daño podríamos causar.
Así que prometimos no decir nada a nadie.
Todas las tardes después de llegar del colegio, que dirigían unas “señoritas
Eyegoyén”, nos salíamos a jugar a la calle, a un costado de la “5 de Noviembre”.
Una tarde de esa pasó un camión cargado de policías y yo agarré un puñado de
tierra y se los tiré, haciendo con boca un sonido de explosión.
Mi hermano, al darse cuenta, me regañó y yo en mi inocencia decía: “Si no les dije
nada…”. Mi abuela también me regañó y nos hincó a rezar.
Después de aquello recuerdo la presencia de mi mamá. Ella nos dijo que nos
preparáramos, que nos vistiéramos porque íbamos ir a visitar a la tía Orbe, que
también era hermana de mi abuela materna y que vivía a pocas cuadras de
nosotros. Su casa estaba a una cuadra de donde hoy está el teatro municipal
Roque Dalton, en San Miguelito.
El caso es que llegamos a donde mi tía Orbe, a dónde íbamos también con
frecuencia, y todo normal…
86
Mi tía Orbe cerró la puerta y nos hizo pasar al corredor, que en medio tenía un
pequeño jardincito y unas grandes macetas de cemento. De pronto, de un cuarto
sale mi padre… Nos quedamos mudos. Tenía bigote y pelos en la barba, poquitos
porque era medio lampiño. Pero la cara y los brazos los tenía con decenas de
pequeñas cicatrices.
Nos abrazamos todos, mi mamá, mi papá y nosotros, sus hijos… Nos contó que
había estado corriendo por entre los montes y que por ello tenía tantas cortadas.
Recuerdo también que mi papá nos enseñó un pedazo de lámina de acero. Era
como una pequeña reglita de unos pocos centímetros que había logrado arrancar
al catre donde dormía en la celda, en la cárcel de Cojutepeque. En aquella cárcel
estaba como desaparecido, es decir, el gobierno de entonces había negado tenerlo
preso.
Mi padre aprovechó que las paredes de la cárcel estaban rajadas y ayudado por
aquella laminita de acero (que nunca más supe de ella, aunque recuerdo haberla
visto después en Praga), logró separar los ladrillos de adobe y por ahí fugarse.
Fue aquella una de las veces que mi padre evadió la muerte y la traición.
La noche que supe que mi padre
había muerto
Por Juan José Dalton
Era el año 1975. Había terminado el segundo año de secundaria en la Escuela
“Manuel Bisbé”, de Miramar, en La Habana. Estábamos de fiesta porque todo mi
grupo había pasado de grado y con buenas notas. Mi grupo era un poco
“discriminado”: nosotros éramos “los blanquitos cochinos”, es decir, los “hippys”,
a los que les gustaba la música en inglés, por entonces prohibida en las radios
cubanas.
Nos habíamos reunido en casa de Smyrna, mi fiel y eterna amiga venezolana.
Bailábamos, tomábamos las primeras cervezas y los primeros tragos de ron, más
bien, de “Coronilla”, que era el aguardiente que por entonces se vendía en Cuba,
así como un vino Vermut y un coñac búlgaro.
Estábamos los de siempre: Moré, el novio de Smyrna, así como sus hermanas
87
Sneyma y Yurinzska. Luisa, la mamá de Smyrna, y un grupo de amigos de ella
que
eran periodistas de diversos medios cubanos. Luisa trabajaba en Prensa Latina, la
agencia internacional y oficial de Cuba, un lugar privilegiado donde llegaban
noticias de todo el mundo. Yo hacía chistes y me burlaba de medio mundo. En
fin,
estábamos en gran jodedera, celebrando el fin de curso. Era finales del mes de
junio de aquel 1975.
La fiesta fue terminando y nos quedamos un reducido grupo, casi la pura familia
venezolana y yo. En eso, sin ninguna precaución, Luisa me pregunta: “Oíme Juan
José, ¿en qué paró por fin esa noticia que llegó hace como un mes de El Salvador,
en la que se decía que a Roque lo habían matado?”.
Yo sentí como un escalofrío que me atravesó el cuerpo. “No” –respondí
inmediatamente y agregué lo que teníamos indicado decir para cualquier caso“Mi padre está en Viet Nam, hace poco recibimos carta de él y está bien”. Lo
cierto
que sí sabíamos que estaba en El Salvador y que estaba integrado a la guerrilla.
Luisa quiso cambiar de conversación pero alguien le preguntó más. “No recuerdo
muy bien”, explicó ella, “pero la noticia era rara, algo así como que lo había
matado la propia guerrilla”. “Creo además que no era cierto porque de haber sido
cierto, ya habría un gran escándalo”, finalizó Luisa.
La inquietud y la incertidumbre se apoderaron de mí; la alegría de la fiesta
desapareció más de mi alma que de mi rostro; miré la hora y era de madrugada.
Tenía que caminar yo solo como más de 10 cuadras: desde Paseo hasta la Calle J.
Iba desesperado por llegar a casa.
Teníamos instrucciones de mi madre de contarle todo lo referido a mi padre,
cualquier comentario. Así que llegué a la casa, la desperté y le conté todo lo que
Luisa me había dicho.
Yo le vi el rostro a mi madre. Ella trataba de ser fuerte pero su mirada la delató.
“Andá a acostarte, tranquilo. Mañana hablamos”. Me fui a llorar a mi cuarto,
quién sabe cuánto tiempo. Desde entonces no aguanto la tristeza sin que se me
salgan las lágrimas como cuando era un adolescente romántico y soñador.
Muy temprano mi madre y mi hermano mayor Roque, nos reunieron a Jorge y a
mí en la mesa del comedor. Nos explicaron que había una enorme confusión y
que
se estaba investigando todo lo referido a mi padre porque las noticias eran que lo
habían asesinado, pero que no había ninguna certeza.
88
Mi mamá y Roque tenían un mes de saber todo lo que estaba pasando pero no
quisieron decirnos nada hasta que termináramos el curso.
Los asesinos de mi padre, es decir, la dirección de entonces del Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) –encabezada por Edgar Alejandro Rivas Mira y
Joaquín Villalobos-, ordenó el asesinato de mi padre el 10 de mayo de 1975, pero
no lo dieron a conocer hasta finales de ese mismo mes en un pequeño
comunicado
lanzado en la Universidad de El Salvador (UES). Alguien después me contó que
no
tenían el valor de dar la noticia ni menos justificar el crimen, hasta que tuvieron
la
"gran idea" de decir que mi padre era “agente de la CIA”.
Ese mismo día que se supo de la noticia mi abuela paterna llamó por teléfono a
mi
mamá desde San Salvador a La Habana. La sufrida señora fue entrevistada por
diarios y medios radiales; ella pedía evidencias, pero los criminales nunca
quisieron entregar el cadáver y según una versión, sus restos fueron abandonados
en un lugar conocido como “El Playón”; el mismo utilizado por los escuadrones
de
la muerte de ultraderecha para lanzar a sus víctimas.
Este mes de mayo, como todos los mayos desde 1975, en El Salvador y en varias
partes del mundo se conmemora el asesinato de aquel gran intelectual
revolucionario que fue Roque Dalton. Su vida fue azarosa: el odio, la envidia, la
cárcel y el exilio lo victimizaron, pero su obra es un monumento a la inteligencia.
Su muerte dejó en nosotros una herida que no se cierra pero vivimos orgullosos
de
nuestro padre, a quien esta sociedad (la salvadoreña) y el mundo ha comenzado a
reconocer y a apreciar como un talento incomparable y un pilar fundamental de
lo
mejor de la cultura latinoamericana.
En contraste, sus asesinos sobrevivientes: Rivas Mira, Villalobos y Jorge
Meléndez, podrán vivir en Londres o en Oxford o San Salvador o en cualquier
otro
lado del mundo, pero cada vez más la historia los coloca como lo que fueron: los
miserables asesinos de Roque Dalton, matones impunes y traicioneros.
89
Mi amistad con Roque Dalton
Por Santiago Ruiz Granadino
Roque Dalton para mi era una persona especial, cuando lo conocí yo no
comulgaba con sus ideas revolucionarias, debido a que yo era una persona de
pensamiento de derecha, católico conservador, de familia terrateniente, criado en
un hogar de un militar y mi principal aspiración cuando era adolescente era ser
sacerdote. Con Roque me unían otros lazos: el era de Sonsonate igual que yo; su
esposa era muy amiga de mi hermana, el era muy amigo de mi primo José
Napoleón Rodríguez Ruiz (Pepe), a mi me gustaba escribir ensayos sobre la
sociedad y la naturaleza y ambos éramos libre pensantes (el de izquierda y yo de
derecha).
Yo lo conocí en el local de la Sociedad de Estudiantes de Humanidades, que
estaba en el edificio que compartía la Rectoría con las Facultades de
Humanidades y Economía, este había sido utilizado por un colegio de señoritas y
una de las entradas del edificio estaba frente al Correo Nacional. Yo era
ordenanza de la Rectoría y como era el último que habían contratado me
correspondía limpiar los inodoros de la Rectoría, todo el corredor de la misma, el
Paraninfo Universitario y la oficina de la Sociedad de Estudiantes de
Humanidades (al final del corredor, antes de llegar al Paraninfo), yo tenía que
andar rogando a los estudiantes que llegaban a joder o a reunirse en ese pequeño
local (unos 12 metros cuadrados) para poder entrar a barrer y trapear, en
realidad
sólo me lo permitieron unas cinco veces en aproximadamente seis meses, ellos
decían que todos los papeles que estaban tirados en el suelo eran confidenciales y
que ellos ordenarían para que yo limpiara el piso; por lo general allí trabajaba el
Pichón Cea y otros estudiantes que se encargaban de manejar un mimeógrafo que
tenían en esa oficina, ese local lo utilizaban generalmente en la noche y algunos
de
ellos dormían allí. En esa época, mi tío el Dr. Napoleón Rodríguez Ruiz (Pistolita)
era el Rector de la Universidad y mi primo “Pepe” Rodríguez Ruiz era el decano
de
la Facultad de Humanidades, donde se reunían muchos de los escritores y
artistas
de la época.
Yo tenía trabajando como ordenanza como seis meses, ya me habían entregado
un uniforme de color caqui de mi medida, cuando una tarde me di cuenta que
estaba abierto el local de la Sociedad de Estudiantes de Humanidades y
rápidamente fui a ver si me dejaban hacer el aseo. Mi Jefa la Oficial Mayor de la
Rectoría era muy estricta y ya me había llamado la atención varias veces de que
90
ese local apestaba y estaba a la par del Paraninfo Universitario, en donde daban
conferencias magistrales profesionales nacionales y extranjeros, se hacían los
exámenes públicos de todos aquellos que habían culminado sus estudios
universitarios y se entregaban los títulos a los graduados, toda la gente que
ingresaba al Paraninfo vestía elegantemente y eran personas muy refinadas en
sus
gustos. Cuando entré en el local de los estudiantes me encontré con Roque, quien
estaba leyendo un libro de poesía, sentado en una silla que estaba sobre una
alfombra de basura de aproximadamente cinco centímetros (papeles, restos de
fruta y de comida, stenciles, etc.), el se voltió hacia mí y me preguntó ¿Que es lo
que desea jovencito?, yo le explique que tenía que hacer aseo al local y el en forma
muy clara me explicó que allí sólo podían hacer el aseo los responsables del
mismo, ya que esos papeles que estaban tirados en el suelo eran manifiestos
contra el gobierno y los militares, que estos papeles no se podían botar en
cualquier parte si no que debían ser quemados; yo le expliqué las regañadas que
me había dado la Oficial Mayor y el me dijo que no me preocupara, que el le diría
al Chino (no se cual) o al Rudy (un muchacho chele) que recogieran los papeles
para quemarlos y que luego que me avisaran para barrer y trapear.
Desde ese momento, cuando nos encontrábamos en los pasillos del edificio nos
saludábamos con cordialidad. Eran días difíciles, los estudiantes universitarios
estábamos luchando contra el gobierno del Coronel José María Lemus, quien
ante
las protestas populares por la falta de empleo y otros efectos de la crisis
económica que había azotado el país en los últimos años de los cincuenta, había
respondido con más represión. Una tarde, cuando ya había completado mi
jornada de trabajo en la Rectoría, me dirigía hacia mi cuarto como a tres cuadras
de distancia, para cambiarme de ropa y luego regresar para recibir mis clases en
la
Facultad de Economía, en la esquina a una cuadra al poniente del Correo
Nacional
y a media cuadra al norte de la Rectoría, había varias centenas de personas
reunidas escuchando a mi primo Pepe Ruiz, el cual explicaba los desmanes de la
Policía y la Guardia Nacional, la cual no había permitido que se realizara esa
tarde un mitin en la Plaza Libertad. Yo tenía como dos minutos de haber llegado
al lugar, cuando la Guardia Nacional atacó por el lado del Correo Nacional, por el
norte y por el poniente, ante los disparos de los atacantes, todos corrimos en
dirección del Mercado Central, muchos buscaron refugio en la Rectoría, pero yo
continué corriendo dos cuadras mas adelante; toda la zona fue acordonada por la
Policía y la Guardia, como a las siete de la noche se empezaron a escuchar
nuevamente disparos en dirección de la Rectoría, los cuales finalizaron como dos
horas después.
Al día siguiente, a las cinco y media de la mañana, me presenté a la Rectoría para
realizar mi trabajo de ordenanza, la puerta principal estaba custodiada por la
91
Guardia Nacional, yo pedí hablar con el jefe de ese destacamento, llamaron a un
cabo que estaba por allí cerca, le expliqué que yo era ordenanza y que me
responsabilidad era hacer aseo antes que se abriera el edificio al público, el cabo
me explicó que todo el edificio estaba ocupado por la Policía y la Guardia, que
esperara por allí cerca porque no sabía a qué hora ellos se tenían que retirar del
lugar; así lo hice, me senté en una grada de un local comercial que estaba en
frente de la Rectoría, en donde vendían maquinas de escribir, contómetros y
otras
cosas para oficina, sólo me levantaba para ir a comer por allí cerca.
No me recuerdo si ese día o al día siguiente, el cabo me llamó para decirme que
en ese momento todos los policías y guardias tenían orden de retirarse del lugar,
yo entré a la oficina de la Oficial Mayor para comunicarme con ella para recibir
órdenes al respecto; esta señora llegó como media hora después, cuando ya se
habían ido los policías y guardias, entramos a inspeccionar los destrozos y a ella
se
le caían las lágrimas, allí me contó que el Rector (ella era la que me había
contratado especialmente por el hecho que yo era bachiller, no sabía que el rector
era mi tío) y el Secretario General estaban hospitalizados, que el interventor de la
Corte de Cuentas también estaba muy grave porque lo habían lanzado desde el
segundo piso del edificio; esa noche cuidamos el edificio (para evitar que llegaran
a recoger las evidencias de la violencia con que habían actuado las supuestas
fuerzas de seguridad) el Jefe de Ordenanzas y otro compañero de trabajo; al
siguiente día llegaron los periodistas a tomar fotografías y entrevistar a los pocos
funcionarios universitarios que habían llegado a trabajar.
Ese acontecimiento me hizo muy popular en el edificio, yo salí ganando por que
la
Oficial Mayor le pidió a mi tío que me trasladara a la oficina de contabilidad de la
Universidad como auxiliar contable (por supuesto que con el mismo salario de
ordenanza), en la Facultad de Economía los miembros del Partido
Comunista empezaron a acercarse para conversar y motivarme para que aceptara
la postulación como candidato para representante de los Estudiantes de
Economía ante la AGEUS.
Pasaron los meses y un día de tantos, el responsable de los estudiantes
comunistas de la Facultad me pidió que yo y la Bibliotecaria de la Facultad,
visitáramos a Roque Dalton, quien se encontraba guardando prisión en la
Penitenciaría, allí frente al Parque Bolívar, en esa tarea de solidaridad estudiantil
me hice amigo del poeta, por supuesto que eso significó que se sintiera con el
derecho de putearme, por ejemplo cuando metimos a la Penitenciaría dos libros
marxistas, encuadernados como códigos de leyes; ese día solo llegamos a dejarle
las cosas (medicinas, periódico, golosinas, cigarros y los dos códigos), el las
recibió muy contento y nosotros nos retiramos inmediatamente, pero en la
siguiente ocasión no quiso salir al área de visitas por que dijo sentirse mal de
92
salud, nosotros dijimos que lo esperaríamos una media hora por si sentía mejor,
al cuarto de hora apareció bien emputado, nos dio los dos “códigos” y nos dijo
“Llévense estas mierdas, esta basura, esta porquería, como se imaginan que yo
voy a leerlas”, se trataba del “Manual de Economía Política” y “Materialismo
Histórico”, ambos publicados por la Academia de Ciencias de la Unión Soviética..
Varios meses después, cuando triunfó el golpe de estado contra el Coronel
Lemus,
que llevó al Dr. Fabio Castillo a la Junta de Gobierno, me sentí muy importante
cuando cargábamos en hombros a Roque Dalton, por encima de la multitud que
había llegado para exigir la liberación de este estudiante universitario
revolucionario.
En esta época Roque estaba de acuerdo con los planteamientos estratégicos del
Partido Comunista de El Salvador, en cuya cúpula se encontraba Shafick Handal
y
Cayetano Carpio, fue un militante disciplinado no obstante su espíritu libertino y
su boca sin autocensura, incluso durante varios años estuvo comunicando los
planteamientos del Partido Comunista de la Unión Soviética en la Revista
Internacional, en cuya redacción trabajó desde Praga, Checoslovaquia. A fines de
la década de los sesenta, se produjo una división en el Partido Comunista de El
Salvador, Shafick encabezó el mantenimiento del Partido dentro de la lucha
electoral y Cayetano Carpio apoyado por la mayoría de la Juventud del Partido
planteó que se debería de utilizar todas las formas de lucha revolucionaria. A este
sector, que posteriormente conformó las Fuerzas Populares de Liberación (FPL),
junto con otros grupos revolucionarios que habían surgido de la veta
socialcristiana, el Partido Comunista Salvadoreño los tildó de ultraizquierdistas.
Uno o dos años después Roque Dalton escribió un poema poco conocido que se
titula "Los Ultraizquierdistas".
Carta de Roque a Salarrué
Praga, 27 de Octubre de 1967.
Estimado Salarrué:
Me dio mucha alegría recibir su amable respuesta. Inmediatamente me puse en
contacto con la gente de Casa de las Américas para hacerles saber su opinión al
respecto.
Por mi parte me he puesto a trabajar ya y ya seleccioné el material en lo que
corresponde a Cuentos de Barro. Ahora selecciono los Cuentos de Cipotes. Le
93
ruego me envíe, por paquete postal aéreo (supongo que costara por ahí por los
tres colones) Trasmallo y La Espada y otras narraciones, que no tengo conmigo.
En la Biblioteca de la Casa de las Américas en La Habana si están pero yo no
podré ir allá hasta Enero, para el Congreso Cultural. Asimismo me urge una ficha
biobibliográfica suya, lo más completa posible. Y si desea mandar material nuevo,
inédito, o no, hágalo por favor.
Por lo del respeto a la letra de sus textos no pase Ud. ningún cuidado, tampoco
por lo que hace a la calidad de las ediciones. Precisamente la Casa de las
Américas
acaba de ganar el gran premio Internacional Tipográfico de Moscú, por la calidad
de sus publicaciones. Desgraciadamente las fronteras políticas impiden que sus
libros lleguen a El Salvador. Se trata de ediciones de primera calidad, manejadas
por compañeros de sólida formación literaria. Le envío hoy por aparte algunos
ejemplares de libros de la Casa. Por otra parte, ellos se dirigirán a Ud. para lo que
tiene que ver con derechos, etc. En principio, después de que Fidel declaró
abolida
la propiedad intelectual Cuba no paga derechos de autor a nadie ni cobra por las
publicaciones de sus escritores, pero en el caso de los autores latinoamericanos se
hace una excepción.
Me gusta mucho trabajar con su material: aquí el otoño comienza a mostrar sus
canas y hay que encerrarse en casa. Se imaginará la nostalgia que soporto, yo que
no conozco mejor concepto del paraíso que una playa guanaca donde se puedan
comer ostras y curiles, camarones de río y huevos de tortuga. Estas semanas
próximas tendré calor del país en el escritorio, a través de sus páginas.
Hay en perspectiva la celebración del Congreso Cultural de La Habana (en enero
próximo, como le digo). Va a ser un acontecimiento de carácter mundial al cual
concurrirán hombres de letras y artistas de todos los países y todos los credos
estéticos y políticos. Graham Greene, Peter Weiss, Sartre, Chaplin, Robbe-Grille,
Cortázar, Antonioni, Nemeyer, el padre Arpa, Alberti, son algunos de los nombres
que han aceptado concurrir. Se trata de una confrontación informal de posiciones
de creación artística sin ningún compromiso político, ideológico, etc. Yo trabajo
con el Comité Organizador Internacional y me gustaría proponer su nombre,
junto al de otros escritores salvadoreños jóvenes, para que pudiesen asistir por
nuestro país. Se viajaría a Cuba vía México y luego se regresaría por Europa.
Hágame saber su opinión al respecto.
Estaré contento de recibir más letras suyas. Esté Ud. seguro de mi afecto y
admiración:
Roque Dalton
94
Una hora con Roque Dalton
Por Mario
Benedetti (*)
Entrevista concedida por Roque Dalton al escritor Mario Benedetti en 1969, en
ocasión
del gane del Premio Casa de las Américas, con su libro “Taberna y otros lugares”.
La Habana - El jurado de
poesía del Premio Casa de
las Américas (integrado
por Efraín Huerta, de
México; José Agustín
Goytisolo, de España;
Antonio Cisneros, de Perú:
René Depestre, de Haití: y
Roberto Fernández
Retamar, de Cuba) tuvo
que elegir entre 221 participantes. La decisión fue sin embargo unánime, y
premió, no
sólo a uno de los poetas más vitales y renovadores de América Latina, sino
también a
uno de los que mejor han sabido conjugar el compromiso político con el rigor
artístico. Roque Dalton (autor de La taberna y otros poemas) nació en San
Salvador,
El Salvador, el 14 de mayo de 1935. Estudió antropología y derecho. Es miembro
del
PC salvadoreño desde los 22 años; fue dirigente estudiantil y periodista,
participando
activamente en la política de su país. En varias oportunidades ha estado preso
por su
actividad revolucionaria, y en 1961 fue expulsado de El Salvador por el gobierno
militar. Posteriormente ingresó varias veces en forma clandestina. En 1964 fue
nuevamente apresado, pero esta vez con siguió fugarse. En los últimos años ha
residido en Checoslovaquia y Cuba. Su obra poética y ensayística ha sido
traducida a
doce idiomas. Ha publicado tres libros de poemas: La ventana en el rostro, 1961;
El
turno del ofendido, 1963; Los testimonios, 1964.
MARIO BENEDETTI: ¿Cómo caracterizarías la trayectoria de tu
poesía?
ROQUE DALTON: Al igual que un gran número de poetas latinoamericanos de
mi
edad, partí del mundo nerudiano, o sea de un tipo de poesía que se dedicaba a
cantar,
a hacer la loa, a construir el himno, con respecto a las cosas, el hombre, las
sociedades. Era la poesía-canto. Si en alguna medida logré salvarme de esa
actitud,
fue debido a la insistencia en lo nacional. El problema nacional en El Salvador es
tan
complejo que me obligó a plantearme los términos de su expresión poética con
cierto
grado de complejidad, a partir por ejemplo de su mitología. Y luego, cierta visión
del
problema político, para la cual no era suficiente la expresión admirativa o
condenatoria, sino que precisaba un análisis más profundo. Esto me obligó a ir
cargando mi poesía de anécdotas, de personajes cada vez más individualizados.
De
ahí provienen ciertos aspectos narrativos de mi poesía, aunque, llegado a
95
determinada altura, tampoco resultaron suficientes y debieron ser sustituidos por
una suerte de racionalización de los acontecimientos. Viene entonces mi poesía
más
ideológica, más cargada de ideas.
MB: En esta etapa precisa ¿usas también la poesía de personajes?
RD: Sí, la sigo usando. Por ejemplo, el libro premiado está cargado de
personajes. A
veces se da el caso de que los personajes opinen en contra de lo que yo pienso.
Eso lo
hago para establecer una contradicción dialéctica, en el seno de la expresión
poética.
El lector es quien puede resolverla.
MB: ¿Y la zona subjetiva?
RD: También existe, por supuesto. Incluso para enfrentar la historia hay
expresiones
de ese tipo: simplemente opiniones que surgen de una apreciación sub jetiva de la
realidad.
MB: ¿Cómo calificarías La taberna y otros poemas con respecto a tu
obra
anterior? ¿Continuidad o ruptura?
RD: Yo diría que ambas cosas. Desde el punto de vista del desarrollo de la
expresión,
es continuidad. Ahí están presentes la poesía de personajes, la índole narrativa, la
utilización de la anécdota, etc. Pero es también ruptura en la medida en que
plantea,
y acentúa de una manera nueva, la expresión política, llevando así el conflicto a lo
ideológico, y rompiendo con una serie de estructuras caducas del movimiento
revolucionario en el que de algún modo estoy inmerso.
MB: Tengo entendido que el primer título fue “Poemas problemas”.
RD: Exactamente. Ese título tenía para mí dos significados: por una parte, yo
estaba
entonces influido por el movimiento de poesía concreta y quería jugar un poco
con la
tipografía (ahora la poesía concreta ha dejado de interesarme como juego
tipográfico): fíjate que la palabra problemas sólo tiene tres letras más que la
palabra
poemas. Aparte de eso, reflejaba, desde el punto de vista del contenido, la esencia
de
lo que yo quería expresar en este libro, es decir: poemas que, al sumergirse en la
lucha ideológica, se convertían ellos mismos en problemas.
MB: ¿Y por qué le cambiaste el título?
RD: La situación planteada en el libro es verdaderamente problemática:
acentuarla
más aún desde el título, hubiera sido repetitivo, tautológico.
MB: Creo que el gran poema del libro es el titulado “Taberna”.
También
fue el que más impresionó a los jurados, a pesar de su inusual
extensión.
¿Cuál fue su génesis?
RD: “Taberna” es virtualmente una crónica de los esquemas mentales de un
sector
importante de la juventud checa, en los años 1966 y 1967. El método de trabajo
fue el
siguiente: hay en Praga una taberna muy famosa, una cervecería que data del
siglo
XIII, llamada Ufleku, donde se reúne la juventud checa a beber cerveza y a
conversar;
también concurren muchos extranjeros residentes en Praga. En varias
oportunidades,
es cuché allí trozos de conversaciones; eran de tal interés (sobre todo si se
considera
96
el marco en que se daban: un país socialista, a veinte años de revolución) que me
impulsaron a tomar apuntes. De pronto me di cuenta de que eso era un material
sociológico y que yo estaba efectuando una suerte de furtiva encuesta acerca de to
da
una ideología. Confieso que empecé sin propósitos demasiado definidos,
simplemente ordenando lo que recogía; luego pensé que el posible mérito era la
propia existencia de ese material, y que el trato más adecuado debía ser una
rigurosa
objetividad. Me decidí entonces a construir un poema, debido a que las
expresiones re
cogidas tenían suficiente calidad literaria; un poema en el que fuera posible
introducir aquellas expresiones, dejando que por sí mismas construyeran sus
posibilidades de conflicto. Las yuxtapuse y les di algún tipo de montaje, pero sin
intención de jerarquizarlas entre sí. Algo así como un poema-objeto; sin
embargo, la
carga política era tal, que dejó de ser un poema-objeto para convertirse en algo
eminentemente político.
MB: Desde un punto de vista formal ¿qué diferencia hay entre el
procedimiento que utilizaste y el corrientemente usado por etnólogos
o
antropólogos? Pienso en Oscar Lewis, o, para mencionar un ejemplo
cubano, en Miguel Barnet.
RD: En el caso de Barnet, había un propósito original. No hay que olvidar que
Miguel
tiene formación científica y trabajó con la intención de reconstruir un período de
la
historia cubana. En cambio, mi punto de partida fue mucho más ingenuo. Yo
partí del
asombro político que, como comunista extranjero en Praga, experimenté al
enfrentarme con un panorama ideológico que no esperaba encontrar en un país
que
llevaba veinte años de socialismo. Además, la experiencia del socialismo que yo
tenía
era la cubana, donde el sentido de lo heroico, el fervor de la revolución, el orgullo
de
ser comunista y revolucionario, eran desde luego el pan de cada día para la
juventud;
en cambio, la problemática planteada por los jóvenes praguenses, era una mes
colanza de misticismo, religiosidad, anticomunismo, esnobismo, nihilismo; o sea
una
cantidad de formas ideo lógicas que el imperialismo exporta para el consumo de
los
pueblos que él mismo se encarga de oprimir.
MB: Ya sé que hay inevitables distorsiones de la memoria, y no me
refiero
a ellas cuando te hago la pregunta: ¿nunca pusiste en boca de los
jóvenes
alguna expresión inventada?
RD: Prácticamente no inventé nada. Claro que en la labor de montaje hubo
algunos
giros complementarios. Y eso daba la continuidad de un pensamiento a otro. A
veces,
ante la perspectiva de que un pensamiento pudiera ser mejor entendido con el
agregado de una metáfora, hice anotaciones en ese sentido. Por ejemplo, hay un
momento en que hablan de África en una forma un poco despectiva. Entonces
construyo una metáfora con gala de ese contenido de menosprecio, y pongo en
boca
de uno de los muchachos estas palabras: “África, ese mercado negro”. Nadie las
dijo
nunca en la taberna, pero son un afinamiento de lo que querían decir.
MB: La sección checa del libro ¿fue escrita antes o después de los
acontecimientos de agosto de 1968?
RD: Fue escrita en los años 1966 y 1967, o sea cuando viví en Praga.
97
MB: Me parece importante destacarlo, porque los sucesos de 1968
pueden cargar tus poemas de un sentido muy particular.
RD: Desde luego. Mis poemas representan la visión de un latinoamericano, en
esos
aros, o sea cuando se estaban gestando muchos de los conflictos de hoy. La parte
checa es la sección final del libro. La parte intermedia es una visión de mi país, a
partir de una mirada extranjera. Otra vez una poesía de personajes. Pongo a
hablar a
los integrantes de una familia inglesa, muy decadente y aristocrática, que llega a
El
Salvador con el objeto de rehacer su fortuna, perdida en Inglaterra, y que se
enfrenta
a las condiciones de un país subdesarrollado, con la actitud de la aristocracia
inglesa
venida a menos. Tuve noticias de esa familia por expresiones que le oí a mi padre
(quien, como sabes, era norteamericano), refiriéndose a la total incomprensión
con
que esos ingleses miraban el país. Esbocé esos personajes melancólicos, y
construí
una serie de poemas que son una manera de reírnos los latinoamericanos de la
visión
que de nosotros tienen los europeos. Por último, y ya que seguimos un orden
inverso,
la parte introductoria del libro está compuesta por una colección de poemas sin
mayor unidad, acerca de temas varios.
MB: Y la línea amorosa, que ha sido bastante importante en tu poesía,
¿prosigue en este libro?
RD: Sí. Prosigue en todos los niveles; tanto en los poemas sueltos, donde hay
problemas amorosos personales, como en los referentes a la familia inglesa,
donde se
tiene en cuenta el conflicto amoroso decadente. Por último, están presentes
algunos
aspectos del amor en el seno de una sociedad socialista, cuando el amor y la
sociedad
se enfrentan desde el punto de vista de una conciencia deformada. Es el caso de
la
decantación del amor sobre la base de una vida común, cimentada en falsos
valores.
Hay un poema que se titula “Historia de un amor” y que está integrado por una
serie
de documentos sobre el destino trágico de una pareja, forma da por un extranjero
y
una muchacha checa que se ca san en Praga y empiezan a vivir falsamente el
socialismo; finalmente, el matrimonio se destruye de la manera más burguesa
posible.
MB: Por los fragmentos que conozco de tu libro, y por lo que ahora
me
cuentas, veo que podría ser considerado como poesía comprometida.
Ahora bien, ¿qué sentido le das al compromiso?
RD: Me parece que para nosotros latinoamericanos ha llegado el momento de
estructurar lo mejor posible el problema del compromiso. En mi caso particular,
considero que todo lo que escribo está comprometido con una manera de ver la
literatura y la vida a partir de nuestra más importante labor como hombres: la
lucha
por la liberación de nuestros pueblos. Sin embargo, no debemos dejar que este
concepto se convierta en algo abstracto. Yo creo que está ligado con una vía
concreta
de la revolución, y que esa vía es la lucha arma da. A este nivel, entiendo que
nuestro
compromiso es irreductible, y que todos los otros niveles del compro miso teórico
y
metodológico de la literatura con el marxismo, con el humanismo, con el futuro,
con
la dignidad del hombre, etc., deben discutirse y ampliarse, a fin de aclararlos para
quienes van a realizar prácticamente ese compromiso en su obra y en su vida;
pero en
nosotros, escritores latinoamericanos que pretendemos ser revolucionarios, el
problema del compromiso de nuestra literatura debe concretarse hacia una
98
determinada forma de lucha.
MB: Dentro de esa acepción ¿qué lugar dejas a aquellos autores que
escriben cuentos fantásticos, o cuentos realistas no referidos a una
concreta realidad política, y que en su actitud personal tienen en
cambio
una militancia?
RD: No creo que este problema se resuelva a nivel de géneros. Un combatiente
revolucionario puede hacer magnífica literatura inmediatista, e incluso
panfletaria si
le viene en gana o si las necesidades de la lucha cotidiana así se lo exigen; pero
también sirve a la revolución si es un excelente escritor de ciencia-ficción, ya que
la
literatura, entre otras funciones, cumple la de ampliar los horizontes del hombre.
En
la medida en que el pueblo puede captar los significados, últimos o inmediatos,
de
una gran literatura de ficción, estará más cerca de nuestra lucha, y más todavía si
es
capaz de analizar la enajenación que el enemigo le impone. Por eso no vemos
razones
para plantear la obligación de que el escritor militante se reduzca genérica o
temáticamente a una línea muy estrecha. Partamos mejor del otro extremo, o sea
de
su actitud ante la lucha revolucionaria. Una vez que este problema está resuelto,
el
asunto de los géneros y del rumbo literario servirán para enriquecer la línea
revolucionaria que ha escogido en su vida. Por otra parte, y tal como lo cita la
última
declaración del comité de colaboración de la revista Casa de las Américas, en la
lucha
de clases se cumple también el papel de arrebatarle a la burguesía el privilegio de
la
belleza, como lo sostiene Regis Debray. En el terreno literario, las relaciones
entre la
militancia y la literatura como resultado de la creación de un revolucionario, sólo
pueden ser positivas. Hay otro terreno en el que sí podría haber conflicto, y es a
nivel
ideológico. En la medida en que, a través de la literatura, se plantearan
ideológicamente posiciones que estuvieran en con tradición con la militancia
revolucionaria, se originaría un conflicto, del cual no tiene culpa la literatura
corno
tal; se trataría más bien de un problema ideológico del escritor. Ahí es donde cabe
situar el problema de las famosas “desgarraduras” entre el poeta y el militante
político, cuando ambos son la misma persona. “Desgarra dura” es un término que
se
ha acuitado para ocultar que se trata de un problema ideológico; si se le quiere
seguir
llamando así, habrá que decir que se trata de una desgarradura ideológica, y que
por
tanto debe solucionarse a nivel ideológico.
MB: En tu caso personal, ¿ha habida conflicto entre tu militancia
política
y tu calidad de escritor?
RD: En alguna ocasión me han preguntado eso, y muy a la ligera he dicho que
no. Lo
que he querido decir es que para mí ha sido posible estructurar mi obra poética
en el
seno de una vida de militancia política, o sea que me acostumbré a escribir en la
clandestinidad, en condiciones difíciles. Pero evidentemente existe otro nivel. He
tenido conflicto cuando he tenido problemas ideológicos. Cada vez que he
experimentado una desgarradura, ha sido porque se me planteaba una con
tradición
entre una posición política y una posición ideológica expresada en mi literatura.
En la
medida en que pude superar mis debilidades en este terreno, di pasos hacia
adelante;
en la medida en que no los pude superar, tengo aún conflictos. Hay una serie de
aspectos de la revolución, muchos de ellos planteados a es cala mundial, frente a
los
cuales yo posiblemente no tengo conceptos muy claros, y por lo tanto siento que
me
99
afectan; pero, como te decía antes, son cuestiones absolutamente resolubles en el
plano ideológico.
MB: Como sabes, hace tiempo que me vienen preocupando los
problemas
derivados de las relaciones entre el intelectual y el socialismo, entre el
escritor y la revolución. Muchas veces juzgamos esa relación en base a
prejuicios pequeñoburgueses y a un concepto liberal de ciertas
palabras
claves; también en otras épocas fueron propuestos como soluciones
ciertos métodos relacionados con el stalinismo. Personalmente creo
que
la verdadera solución no está en ninguno de esos planteos. Quizá
debamos crear una nueva relación entre el escritor y la revolución. O
acaso inventarla. Me gustaría conocer tu opinión sobre esto.
RD: Bueno, tú partes de realidades concretas que nos ahorran definiciones. Por
un
lado, prejuicios pequeñoburgueses que se interponen entre el escritor y las
instituciones del socialismo, entre el artista y la revolución en el poder; y por otra
parte las metodologías, des tinadas a resolver este tipo de relaciones, que
otorgara el
stalinismo en el pasado. Creo también que usaste una palabra justa para hacer la
proposición: hablaste de in ventar nuevos métodos y nuevos contenidos en la
relación
del escritor con el socialismo institucionalizado.
Desde luego, se trata de una labor muy amplia, que debe ser de invención común,
en
la cual participen los creadores, los hombres de cultura, el Estado, las
instituciones
del socialismo, pero todos en relación con el pueblo, que en definitiva es el
destinatario último y el productor primario de toda la materia cultural, en cuya
elaboración no somos sino intermediarios. En las gran des perspectivas de esta
invención no deben por lo tanto interponerse proposiciones según las cuales los
crea
dores seamos simples dictadores de viejas opiniones, ni tampoco que se
introduzcan
por algún resquicio los métodos stalinistas que sentaron jurisprudencia para
resol ver
determinados problemas en este terreno. La cuestión es verdaderamente
profunda y
tiene que ver con los fines últimos de la revolución. En la actualidad hay que
darle
particular importancia a este problema; todos estamos obligados a participar en
su
solución, así como a iniciar la discusión con un nuevo estilo, dispuestos a llamar a
los
problemas por su nombre y a no perder jamás la objetividad. Debemos hacerlo
con
un criterio revolucionario, marxista, científico, apegado a la experiencia histórica
ya
las perspectivas concretas del fu turo, tal como se trabaja cuando se planifica una
zafra, la apertura de una nueva rama industrial o las relaciones internacionales
de un
Estado. Entiendo que podemos ver estas posibilidades con optimismo. En
nuestros
países, sobre todo en el lugar donde el socialismo se ha encarnado realmente en
nuestro hemisferio (me refiero a Cuba), se abren reales posibilidades de una
instau
ración de nuevas relaciones y de inventarlas con audacia (precisamente la
audacia ha
sido una característica de esta revolución), con la mirada puesta en América
Latina,
ya que Cuba es el inicio de la revolución latinoamericana.
MB: Mencionaste la dimensión histórica, y también la audacia de la
experiencia cubana. Me parece que si a esa audacia agregamos una
modestia verdadera por parte del creador, tal vez encontremos los
elementos para resistir a dos de las más riesgosas tentaciones que
padece
hoy el intelectual: ser fiscal de la historia, o ser víctima de ella.
100
RD: Tocas un problema importante. Los intelectuales tendríamos que concurrir
a la
elaboración del nuevo tipo de relaciones entre el artista y la revolución, con
absoluta
conciencia de ese tipo de peligros. La última experiencia histórica nos demuestra
que,
precisa mente por nuestras debilidades ideológicas, por nuestros prejuicios
pequeñoburgueses, por el tipo de sociedad en la que hemos estado inmersos y
que
tanto nos ha de formado, tratamos de preservar nuestra individualidad hasta
territorios que contradicen las raíces mismas de nuestros ideales humanistas.
¿Qué
les ha pasado a los grandes poetas que han tratado de convertirse en fisca les
intocables de la vida pública, o a los escritores que, en nombre de una supuesta
libertad intocable, tratan de convertirse en víctimas de la historia? A pesar de lo
conmovedores que puedan parecernos sus avatares, debemos reconocer que uno
a
uno han ido cayendo y han terminado por incorporarse, muchas veces a pesar
suyo, a
la gran industria del espectáculo editorial, del gran show editorial que, detrás de
su
apariencia luminosa, tiene intereses concretos que pueden responder al ene
migo.
Cuando una personalidad que maneja los problemas de la conciencia, de la
historia,
de la cultura, y que muchas veces ha sido portavoz de grandes inquietudes de
nuestras masas, cuando un poeta a quien el pueblo le ha dado su calor, cae n la
industria del espectáculo a que aludo, se convierte de inmediato en un elemento
más
de la enajenación de nuestras masas populares y por lo tanto pasa a cumplir una
labor histórica franca mente negativa, reaccionaria. Ninguno de nosotros esta
libre de
caer en ese riesgo, y por eso la vigilancia sobre nosotros mismos y sobre nuestros
compañeros debe mantenerse, en un sentido revolucionario, a pesar de que los
evidentes errores cometidos en el pasado por parte de instituciones de estados
socialistas, nos pongan mu chas veces en guardia contra ciertas palabras.
Estamos
entre revolucionarios y dejaríamos de serlo en el momento en quo entregásemos
las
armas de la crítica; pero no simplemente corno escritores, sino también como
ciudadanos de un país, como revolucionarios de fila. Además, como escritores,
tenemos derecho a la crítica, y a plantear los problemas en el nivel que sea, y con
la
profundidad que nos imponga nuestra conciencia. Sin embargo, debemos estar
vigilantes con respecto a la otra situación: seamos responsables ante nosotros
mismos de esos peligros que tú has señalado, en la medida en que estemos
dispuestos
a no ofendernos por llamar nos servidores de nuestros pueblos. Si hay escritores
a
quienes les parece denigrante servir al pueblo, franca mente no vale la pena que
hablemos de ellos.
MB: Así como decíamos que conviene estudiar la relación entre el
escritor y el socialismo, dentro de un estado socialista, creo que
también
deberíamos estudiar los problemas derivados de la presencia de un
escritor revolucionario dentro de una sociedad de impronta
capitalista, o
sea dentro de un mercado de consumo.
RD: Cuando apuntábamos que un escritor inserto en un país socialista puede
caer en
la tentación de la industria mundial del espectáculo editorial, o sea la industria
que
persigue la enajenación de las masas populares, estábamos señalando un peligro
real
pero también excepcional. En cambio el escritor que trabaja en el mundo
capitalista,
vive inmerso en una situación presidida por un gran aparato que por lo general
está al
servicio de la ideología del enemigo, y por lo tanto corre el riesgo de convertirse
en su
víctima inmediata. Aún el escritor que se rebela, aún el escritor que es digno de
su
101
papel y lucha contra la enajenación, puede ser una víctima de ese aparataje y ser
aludido desde diferentes niveles.
MB: Algo así como una “operación seducción”.
RD: O una “operación soborno”, que incluye maniobras destinadas a dotarlo de,
una
buena conciencia a pesar de las concesiones que poco a poco se le puedan
arrancar.
Todo está destinado a un fin último: asimilarlo al gran aparato de enajenación,
montado en contra de nuestras masas populares.
MB: El mero hecho de neutralizarlo, ¿no es acaso un buen dividendo
para
el enemigo?
RD: Desde luego, en este aspecto el enemigo ejerce una acción cotidiana,
costosísima, que se manifiesta en todos los órdenes de la vida cultural: ediciones
lujosas, excelente promoción del libro, gloria efímera, la posibilidad de
convertirse en
una suerte de prostituta intelectual, muy bien pagada, o un payaso simpático, al
servicio de los intereses más inconfesables, aunque a veces, en los mejores y más
inocentes de los casos, no se tenga conciencia de ello. Lo que me produce
preocupación
es que tales maniobras de seducción alcancen a muchos de nuestros
compañeros y que éstos no ad viertan que al caer en la falta de seriedad, en la
payasada, o en, las concesiones directas al enemigo, están contribuyendo a crear
en
los pueblos la imagen de que al intelectual promedio sólo le interesa la frivolidad,
la
publicidad, la tontería.
MB: Por eso mencionaba la modestia. Dentro de la operaciónseducción,
uno de los elementos que mejor maneja el enemigo es un fino
tratamiento de la vanidad. Frente a la modestia verdadera, una
modestia
que es también orgullo, el imperialismo se siente desarmado. Ahora,
volviendo a tu poesía, ¿cómo crees que este libro que acaba de ser
premiado, y tu poesía en general, se insertan en la literatura
salvadoreña?
RD: Los orígenes culturales de mi producción, y el hecho de tratar, por medio de
la
literatura, de volver a mi país, con una visión tal vez enriquecida por la
experiencia
del exilio, son en realidad contribuciones de mi país a lo que yo hago. Hay
además
ciertos esquemas mentales, ciertas estructuras de lenguaje, que desde luego son
absolutamente salvadoreñas. Pero en lo que se refiere a mi obra poética, no creo
que
sea continuación, o que haya recibido influencia decisiva, de quienes han escrito
poesía en El Salvador. Por el contrario, en un porcentaje bastante alto he partido
de
un rechazo con respecto a la poesía que anteriormente se había escrito en mi país,
poesía muchas veces inofensiva, que rara vez ha ido al fondo. Y esto no es sólo
una
apreciación personal, sino que es también lo que dice la crítica salvadoreña
respecto
de lo que allí se conoce de mi poesía. Precisamente se ha señalado su carácter de
ruptura.
MB: ¿De cuál de los nuevos poetas salvadoreños te sientes más cerca?
RD: Fundamentalmente, de Manlio Argueta. Es un poeta de mi edad, que por
cierto
se ha convertido últimamente en un novelista muy valioso. La poesía de Argueta
está
dentro de una línea muy renovadora: es desenfadada, de gran amplitud temática.
Hay
102
también un muchacho nuevo, muy joven: Alfonso Quijada. No ha publicado
ningún
libro, pero conozco poemas sueltos que revelan un auténtico talento. También un
poeta católico, David Escobar Galindo, muy joven también pero con grandes
posibilidades de desarrollo. Y desde luego, Roberto Armijo, de mi promoción: no
sólo
como poeta, también como ensayista nos ha ayudado mucho a todos en el planteo
de
problemas sobre nuestra cultura nacional.
MB: Está asimismo tu inserción en la poesía latinoamericana actual.
Alguna vez escribí que había dos familias de poetas latinoamericanos,
la
familia. Neruda y la familia Vallejo. ¿A cuál de ellas sientes que
perteneces?
RD: Mira, yo quisiera ser uno de los nietos de Vallejo. Con la familia Neruda no
tengo nada que ver. Hemos roto nuestras relaciones hace tiempo. De todos
aquellos
que surgimos impulsados por el clima de Vallejo (aunque a esta altura no sé si
quedará algún rastro en nuestra expresión formal), descarnado y humano, me
siento
cerca de poetas latinoamericanos como Juan Gelman, Enrique Lihn, Fernández
Retamar, Ernesto Cardenal.
MB: Y aparte de los latinoamericanos, ¿cuáles son tus poetas
mayores?
RD: Tal vez un grupo de poetas franceses, muy disímiles entre sí. De cada uno he
tomado algo. Pienso en Henri Michaux, Jacques Prevert, y (a pesar de que nadie
me
crea) Saint John Perse. Los leí casi simultáneamente y ejercieron una notable
influencia sobre mí. También algunos poetas de lengua inglesa, como Eliot o
Pound.
Sin embargo, creo que mi poesía, sobre todo a partir de El turno del ofendido, se
nutrió de otros géneros en mayor grado que de la poesía. Por ejemplo: la novela,
el
cuento, y hasta el cine. Conscientemente traté de propiciarme climas generadores
de
una actividad poética.
MB: ¿Y cuáles serían esos novelistas?
RD: En el caso de El turno del ofendido, hay conexión (testimoniada a veces por
epígrafes) con la novelística de Faulkner, e incluso con la de Hemingway, a pesar
de
que por su sequedad no parece el más indica do para darle a uno aliento poético.
Quizá ello se haya debido a que ya por ese entonces me estaba orientando hacia
una
poesía de ideas, y lo que encontraba en los novelistas eran precisamente ideas.
Creo
que ésa fue la mecánica de la influencia. Y luego la novela latinoamericana, con la
que
me he sentido especialmente a gusto en los últimos tiempos. Aquellos escritores
que
hicieron novela en tanto poetas, como es el caso de mi ex-amigo Miguel Angel
Asturias, nunca ejercieron influencia so bre mí. Yo leía las novelas de Asturias
como
grandes poemas surrealistas. Distinta es la relación con los novelistas actuales.
Para
mí ha sido muy estimulante la novelística de Julio Cortázar, con la cual siempre
me
entendí muy bien. Sobre todo porque Cortázar tiene una literatura de infancia,
que de
algún modo se unía con mis vivencias. A pesar de haber nacido en El Salvador, yo
crecí en la órbita del fútbol, de El Gráfico, Borocotó, Rico Tipo, César Bruto, etc.;
así
que pude comprender muy bien esa zona del mundo Cortázar.
MB: ¿Qué importancia han tenido, para tu vida y para tu obra, tus
prolongadas residencias en Cuba?
103
RD: La experiencia cubana ha sido para mí decisiva en muchos aspectos. Creo
que ha
sido la experiencia más importante de mi vida. Al principio, porque fue la
primera
ocasión que tuve de vivir la construcción del socialismo. En las temporadas
inolvidables de 1962 y 1963, tuve el privilegio de compartir con el pueblo cubano
el
dramatismo y la grandeza de aquel momento, y aprendí alborozado que nuestros
pueblos pequeños pueden ser capaces de un destino mundial extraordinario.
Como
poeta, fue en Cuba donde adquirí conciencia de lo que significa escribir en serio,
de
ser (para emplear una palabra ya vieja) un escritor profesional, alguien que
escoge la
literatura como oficio. No sé si ello aconteció porque era simplemente un nivel de
desarrollo o porque aquí se dieron las condiciones de libertad (material y
espiritual)
imprescindibles para poder expresar toda una gama de problemas que nunca
hubiera
podido encarar en mi país. Cuba sigue siendo una experiencia definitiva y
definitoria
para mí, ya que luego me fue posible vivir en otros sectores del socialismo, y por
consiguiente comparar, sacar mis conclusiones, y en ese sentido Cuba ha servido
para
que yo organizara mejor mis propósitos acerca de la revolución en América La
tina y
concretamente en mi país. Ha sido la vivencia cubana la que me ha dado los
elementos fundamentales para tomar una perspectiva, un distanciamiento (para
decirlo a la manera brechtiana) por cierto muy útil para apreciar el problema
concreto de la revolución en mi país.
MB: El premio Casa ha tenido este año un colorido especial que lo
diferencia de años anteriores. Por otra parte, fue mucho mayor la
concurrencia de obras precedentes de América Latina ¿Crees que
tales
detalles tienen algo que ver con una nueva actitud del escritor
latinoamericano, o con nuevos aspectos de la realidad continental?
RD: En primer lugar, este nuevo colorido, este nuevo nivel de calidad
revolucionaria
del premio Casa, está espléndidamente sintetizado en el premio de ensayo que le
fuera otorgado a Héctor Béjar, preso en las cárceles peruanas. Quiero decirte
también
que yo aso cié muy curiosamente el premio a dos nombres: el de Regis Debray
(fue
en la Casa de las Américas donde nos encontramos varias veces) y el de mi
querido e
inolvidable hermano, Otto René Castillo, guerrillero guatemalteco, asesinado por
el
gobierno de su país después de haber sido capturado herido en la montaña. Los
poemas de Castillo me llegaron precisamente el día siguiente a la otorgación de
los
premios. Por eso uno al nombre de Béjar, al de Regis Debray y al recuerdo de
Otto
René Castillo, el significado del premio Casa. Cuan do me dices que en este año
han
participado más obras latinoamericanas que en años anteriores, interpreto ese
hecho
como una señalable radicalización de los escrito res revolucionarios de América
Latina, que subrayan su adhesión a Cuba debido a que ven en ella la encarnación
de
sus esperanzas y del futuro de sus pueblos. También es un modo indirecto de
apoyar
una línea política de la revolución latinoamericana: la lucha armada. Por eso me
parece importante el significado del ensayo de Béjar. Según los extractos de su
libro,
aparecidos des pués del premio, Béjar (no se trata de una cita textual sirio de su
sentido esencial) desde la cárcel trata de ex presar que nos encontramos en un
momento crucial del proceso revolucionario, y al enviar su ensayo a la Casa de las
Américas, intenta subrayar la posibilidad, la urgencia, la importancia definitiva y
la
verdadera necesidad histórica, de impulsar y desarrollar la línea de lucha
guerrillera
en América Latina.
104
MB: ¿Y qué estás preparando ahora?
RD: Trabajo en un largo poema, “Los hongos”, que de alguna manera enfoca la
pugna que existió en mi juventud entre la conciencia revolucionaria y la con
ciencia
cristiana, resuelta (con una manera hasta un poco joyceana) en el centro de un
colegio jesuita. Trata de ser tina larga carta a mi profesor de filosofía en ese
colegio.
En otro terreno, he terminado un ensayo sobre las tesis enunciadas por Regis
Debray
en ¿Revolución en la revolución? Ese ensayo pretende en gran parte ser una
defensa y
una actualización de tales tesis frente a las posiciones de ciertas organizaciones
de
izquierda latinoamericanas, como por ejemplo los PC argentino y venezolano.
Luego
hago un balance objetivo de lo que ha significado el libro de Debray para la teoría
revolucionaria en América Latina, y también algunas apreciaciones críticas sobre
ciertos aspectos del texto de De bray.
MB: No sé si conoces el reciente libro de Jorge Abelardo Ramos, que
concluye con un largo ataque a la teoría del foco y otros planteos de
Debray.
RD: Sí, lo conozco. Me parece un libro interesan te, brillante y muy ágil. Es claro
que
estoy en completo desacuerdo en cuanto a sus conclusiones sobre la lucha
revolucionaria y sobre la metodología de la actividad revolucionaria, no sólo
porque
parece evidente que el autor desconoce las realidades actuales de esa lucha a nivel
continental, sino también porque hace demasiadas concesiones a su propia
brillantez
y a su propia ironía, olvidándose del análisis concreto de las posibilidades y de la
relación entre las teorías propuestas y las realidades de nuestros países. Muchas
veces
se limita a dejar constancia de sus chistes. Con esa actitud no me parece que
lleguemos a ninguna parte. Atacar por ejemplo el foco guerrillero, reduciéndolo a
un
grupo de atletas que aprenden a sobrevivir en la selva a la manera de Tarzán, me
parece una reducción al absurdo de las posibilidades de una polémica seria sobre
materia tan compleja. En mi libro sobre Debray tomo una posición contraria a las
conclusiones de Ramos. Es curioso anotar cómo, en los hechos, hay una
coincidencia
casi absoluta entre las posiciones de Jorge Abelardo Ramos y las que, frente al
libro
de Debray, ha expresado el PC argentino. También sobre éstas me permito
discrepar.
Por otra parte, la enajenación de Ramos al problema del anti-stalinismo, le
impide
alcanzar conclusiones valederas con respecto a la polémica sobre la lucha
armada.
Uno de los exabruptos más típicos de los planteamientos de Ramos, es su
conclusión
de que el foco guerrillero vendría a ser la revitalización del stalinismo en América
Latina.
MB: Una última pregunta. Es frecuente que en entrevistas como ésta,
se
concluya por preguntarle al entrevistado qué consejos daría a los
escritores jóvenes. Pero yo quiero salir de esa rutina, y más bien me
gus
taría saber qué consejos les darías a los escritores viejos.
RD: No soy amigo de dar consejos. Pero ya que me lo preguntas, me permitiría
aconsejar a los escritores viejos sólo dos cosas. A los que puedan, que
rejuvenezcan lo
antes posible; a los que sean honestos, que sigan siéndolo, ya que de ese modo
nos
seguirán enseñando. Pienso en un escritor a quien conocí cuando era
relativamente
honesto, aunque ya bastante viejo: Miguel Angel Asturias. Ya que a esta altura no
105
podría conseguir ni la juventud ni la absoluta honestidad, quisiera aconsejarle
que
renuncie a la embajada de Guatemala en París. Quizá así podría conservar por lo
menos un po quito del decoro que Sartre otorgó al premio más municipal de la
tierra.
.
Jorge Meléndez: “No recuerdo el
asesinato de Roque Dalton,
recuerdo
un proceso político”
Jorge Meléndez, actual director de Protección Civil, afirma que “yo estuve ahí y yo
sé lo
que pasó” con el asesinato del poeta Roque Dalton. Dice además estar orgulloso se
haber
sido parte del “proceso”
Por Tomás André
Un sábado 10 de mayo de 1975, el poeta Roque Dalton fue asesinado por sus
propios
compañeros de armas y de organización a la que pertenecía: el Ejército
Revolucionario
del Pueblo (ERP). ¿La razón? Fue acusado de insubordinación y de incitar a la
rebeldía a
su compañero el guatemalteco Armando Arteaga, alias Pancho. Posteriormente a
Dalton
106
se le agregó, entre otras cosas, la acusación de ser agente de la CIA, acusación
mortal
que le pondría fin a los días del poeta.
Entrevistado en 1993 por el periódico mexicano Excélsior, Joaquín Villalobos,
miembro
de la cúpula del ERP, dijo que el asesinato del poeta Dalton “fue un tremendo
error”. En
dicha entrevista dio un listado de los que participaron en la decisión colectiva de
desaparecer al poeta: Alejandro Rivas Mira, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel,
Alberto
Sandoval (Lito), otro de seudónimo Mateo y el mismo Joaquín Villalobos.
ContraPunto conversó con una de esas personas que mencionó Joaquín
Villalobos:
Jorge Meléndez, alias Jonás durante la guerra. Él trabaja actualmente en La
Dirección
General de Protección Civil, cargo que ocupa gracias a la invitación que le hiciera
el
presidente Mauricio Funes, mismo que ha mencionado al poeta Dalton en sus
discursos,
llamándolo “nuestro más grande poeta”.
Los homenajes oficiales, no obstante, que se preparaban para este año 2010, no
fueron
apoyados por la familia Dalton y han sido calificados por el cineasta Jorge Dalton
como
“la ofensa más grande que se le haya hecho al poeta Roque Dalton y a la familia
después
de 35 años de su asesinato”.
Jorge Meléndez responde escuetamente. Dice tener una verdad de los hechos, su
propia
verdad la cual dirá “cuando tenga tiempo” y añade algo valioso: “Yo estuve ahí y
yo sé lo
que pasó”, pero que “no tiene prisa” para hacerlo público. También entra en
contradicción con Joaquín Villalobos, pues este último fue claro al afirmar que en
el
asesinato de Roque Dalton “indiscutiblemente no hubo juicio, aunque nosotros
hayamos
dicho que eso fue un juicio”.
¿Cómo conoció “Jonás” a Roque Dalton?
En un informe que dio Sebastián Urquilla, Alejandra Rivas Mira, el cual decía que
estaba incorporado Roque Dalton y que tenía por seudónimo Julio. Ahí me enteré
de él.
No lo conocí, simplemente informaron, posteriormente en una reunión, en una
especie
de encuentro, no recuerdo, pude saber quién era Julio.
Cuando se conocen y él forma parte del ERP ¿cómo es la relación?
Yo soy fundador del ERP. Él vino, si no me equivoco, en 1974 o… no, en 1975…
Ajá ¿compartían, debatían?
No.
Seré directo: ¿Dónde se encontraba Jorge Meléndez, fundador del
ERP,
alias “Jonás” cuando asesinaron a Roque Dalton?
¿Cuándo asesinaron a Roque Dalton? ¿Me podría decir usted cuándo asesinaron
a
Roque Dalton y en qué fecha exacta y a qué hora?
10 de mayo de 1975…
107
Hay una entrevista con Joaquín Villalobos publicada en el periódico
Excélsior de México, en la cual habla de los que tomaron la decisión
colectiva de asesinar a Roque Dalton, usted es mencionado ahí por
Joaquín
Villalobos…
Umjú… Falso, falso. Esa decisión fue un proceso largo y participó, es cierto, la
anterior
dirección, yo no era de la anterior dirección… eh… participó la anterior dirección
y…
participó… ¿cómo le llamaban a este…? El estado mayor, era una parte de esa
dirección.
La dirección de ese entonces estaba conformada por Lil Milagro, Alejandro Rivas
Mira,
Joaquín Villalobos, Fermán Cienfuegos… no recuerdo los otros y entonces, esta
decisión
de la que habla Joaquín fue cuando ya hubo un fracturamiento (sic), recuerdo
que hubo
dos grandes asambleas y hubo todo un proceso en el cual la declaración más
fulminante
fue la de Salvador Cayetano Carpio que dijo que Roque Dalton tenía una historia
bastante oscura, que se escapó del penal de Cojutepeque escarbando hoyos con
una
cucharita, entonces por eso le tenían serias desconfianzas. Salvador Cayetano
Carpio,
quien era el dirigente de las FPL (Fuerzas Populares de Liberación), esto fue la
base de
la acusación de Rivas Mira para decir que Roque Dalton podría ser agente de la
CÍA
(Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos).
¿Por qué lo menciona a usted Joaquín Villalobos, quien afirma que
pactaron además, no descargar la culpa en una sola persona, pues la
decisión es colectiva, “una responsabilidad de todos”?
Eso es cierto, por eso digo, es falso que fuera un pequeño grupo, fue todo un
proceso,
incluso hubo dos asambleas, por eso le digo… era un grupo que le llamaban el
estado
mayor y luego en esa decisión, hubo una reunión donde nos llamaron y nos
dijeron estas
son las alternativas…
Entonces le hago una pregunta directa ¿cuál fue su participación en el
asesinato, vigilancia o juzgamiento en el caso Roque Dalton?
Bueno, en todo lo que usted llama asesinato está implicando un punto de vista,
que al
menos yo no lo comparto con usted. Estamos hablando de una situación de una
guerrilla, donde se dio un proceso político y donde Roque Dalton fue muerto. Por
asesino yo entiendo que una persona comete un acto contra otro, no sé por qué
motivo y
ahí estamos hablando de un proceso político. Yo no soy asesino de Roque Dalton,
eso lo
quiero dejar claro. En ese proceso del ERP con mucho orgullo yo soy partícipe.
En el
momento que yo considere, porque es mi derecho y es mi atribución cómo
interpreto,
analizo y fueron las cosas, pues yo lo voy a hacer. Usted tiene todo el derecho de
preguntar, entiendo que está haciendo un reportaje, tiene derecho de tener
opinión,
incluso de decir asesinato, incluso me está diciendo asesino, yo le quiero decir
que yo no
lo… yo no le acepto ese insulto y no lo comparto.
Le pregunto esto porque existe una entrevista con Joaquin Villalobos
en la
que lo menciona a usted en la participación, en la decisión colectiva.
Hay
108
también un texto de Geovani Galeas en la que dice lo siguiente, se lo
leo
literalmente: “Una madrugada de abril de 1975, Jonás y cuatro combatientes
bajo su
mando llegaron a una casa clandestina de Santa Anita. La misión consistía en
relevar
a la unidad que vigilaba a dos prisioneros confinados en cuartos separados,
pero
libres de manos y pies: Armando Arteaga y Roque Dalton, compañeros
acusados de
insubordinación.
Colocó el dispositivo de defensa y ordenó a su segundo que verificara la
situación de
Dalton. Él fue al otro cuarto. “¿Serías capaz de usar eso contra mí?”, le preguntó
Arteaga, refiriéndose a la pistola. “Si me das el menor motivo no lo dudaría”,
respondió Jonás.
(Jonás, en realidad Jorge Meléndez, según muchos el mejor jefe militar
guerrillero en
el terreno durante la guerra, me lo confirma 28 años después: “Ni en ese
momento ni
nunca me tembló la mano. Para un combatiente del ERP el cumplimiento de la
misión
era cosa sagrada. Por eso Arteaga entendió mi respuesta. Esa fue nuestra
escuela”.)
En eso escuchó un grito desde el cuarto donde estaba Dalton, y corrió, “¡Este
hijuepueta está armado!”, le dijo su segundo. Jonás apuntó a la frente de
Dalton. “No
disparés”, gritó el poeta, asustado, “yo mismo avisé que tenía el arma”. Jonás le
quitó
la pistola y mandó que lo sacaran al patio, con la orden de disparar al menor
movimiento”.
Ajá, pero eso dice usted que dice Geovani Galeas
Sí, pero aquí Geovani Galeas confirma lo escrito porque habló 28
años
después con usted y cita sus palabras.
Sí, pero usted me está hablando del asesinato de Roque Dalton
Por eso le pregunto su participación en estos los hechos…
[interrumpe]
No, usted no dijo participación en estos hechos, usted dijo participación en el
asesinato,
son cosas diferentes.
Insisto, Joaquín Villalobos lo involucra a usted…
Sí, es una decisión del ERP exactamente. Lo que usted dijo y yo no sé si eso dijo
Joaquín
y yo le dije que eso es falso. Fue un proceso político y yo he decidido, porque se
dicen
cosas a medias, que cuando haya que decir la verdad, la voy a decir yo, tengo ese
derecho. Yo estuve ahí y yo sé lo que pasó, yo tengo mi interpretación y yo tengo
que
decir la verdad que a mí me corresponde y no como ahora, que viene siempre un
periodista, pregunta muchas cosas y después dice lo que le da la gana o lo que él
entiende. Quiero dejar en claro uno: no soy el asesino de Roque Dalton, dos, creo
que
cuando alguien dice el asesinato de Roque Dalton, está equivocado, debería
investigar
más. Esa es mi respuesta.
Recuerdo que dijo que escribiría un libro al respecto… [interrumpe]
109
Sí porque hubo un periodista que insistía, insistía y entonces yo le dije “algún día
voy a
escribir una novela o un libro y para que se venda, ahí voy a contar” que es una
estupidez verdad, porque en realidad es una falta de respeto, pero también el
periodista
tenía una total falta de respeto, porque yo le dije, “mire, prefiero no hablar del
caso”
porque creo que es un caso en el cual es bastante importante dilucidar la verdad y
decirla, pero la debe decir uno, la debe plantear uno, tal como la analiza y de
manera
completa, porque aquí se dicen muchas cosas y cualquiera afirma, dice. Ninguno
de los
que hablan ni saben ni dicen la verdad, ni explica. Yo ya estoy cansado de
escuchar… y
entonces yo digo… Bueno cuál es el… porque creo que la gente pregunta
básicamente,
con esas palabras porque así lo han dicho “quién asesinó a Roque Dalton”. Una
cosa
dejo clara: yo no asesiné a Roque Dalton.
¿Entonces ese libro no existe?
Yo no he escrito ningún libro
¿Y entonces lo escribirá?
Si algún día decido decir la verdad, pues no sé si será un libro o será simplemente
un
documento, pero créame que cuando eso suceda, lo haré con mucha seriedad y
porque
hay demasiadas cosas importantes, la historia de una organización, de muchos
líderes,
la historia del mismo Roque Dalton, la historia de Arteaga [Armando Arteaga
alias
“Pancho” quien fue ejecutado junto al poeta], hay muchas cosas importantes que
decir,
el involucramiento de otras organizaciones, personajes.
Si después de 35 años de los hechos dice estar cansado de esto, ¿por
qué no
habla de ello, qué se lo impide?
Yo no creo que sean 35 años, creo que es más
Fue asesinado el 10 de mayo de 1975. Hasta la fecha son 35 años.
Exacto. Bueno, a mí no me lo impide nada. Ahí es simplemente mi decisión.
Pero su decisión involucra terceros, familia. El mismo presidente
Funes lo
ha llamado “nuestro más grande poeta”, hablamos de una lesión
cultural
para el país.
Es una obligación histórica reconstruir la historia y cada uno de nosotros pone su
aporte. Usted ya me leyó una serie de cosas y entonces digo que lo escriben de
una
manera que cada quién considera cómo es que debe escribir. Yo lo debo decir y lo
debo
escribir como yo pienso que es responsable y cuando yo crea que es el momento
de
sentarse y de ponerse a hacerlo. Yo creo que eso es una obligación importante
para el
país, pero no creo yo, porque usted sea un periodista, tenga yo que hablarle a
usted,
ahora, en este momento que es lo que ha pasado en cada situación. Yo he tratado
de
colaborar para que las cosas se entiendan bien y el resultado para mí al final no es
claro.
He visto a los hijos de Roque Dalton dando declaraciones horribles sobre mi
persona
que no tienen nada que ver con la realidad. Entonces yo digo que esta gente ha
110
interpretado esas cosas que se dicen. Ya no más. El día que hable lo voy a hacer
yo, tal
como yo quiero que se diga y que sea responsable y que sea la verdad dentro de lo
que
mi honestidad pueda. Así son las cosas y las voy a decir por escrito porque creo
que es la
mejor manera.
¿Cuál fue su participación en los hechos?
Yo fui miembro fundador del ERP y el ERP dentro de ese proceso es parte de su
historia,
un miembro del ERP también fue Roque Dalton, el también es parte de esa
historia.
Todos somos responsables de esa historia.
Disculpe la insistencia, seré más directo ¿Usted no tuvo ninguna
participación en los hechos que llevaron a la desaparición física del
poeta
Roque Dalton?
Se lo repito. El ERP fue fundado desde los años 70 y entre uno de los episodios
del ERP
está un episodio que, entre otras cosas, con la muerte de Roque Dalton, de eso,
somos
actores todos los miembros de aquel entonces del ERP y yo fui un miembro del
ERP con
mucho orgullo. Todo lo bueno, lo malo, todo que se hizo somos responsables.
¿Qué pensó cuando supo en aquel momento del asesinato de Roque
Dalton?
Yo no recuerdo el asesinato de Roque Dalton, recuerdo un proceso político en el
cual
salieron muertos varios compañeros, uno de ellos, Roque Dalton.
¿Entonces la muerte de Roque Dalton debe quedar ahí, en eso, en un
proceso?
Fíjese que el ERP es la única organización, creo que en el mundo entero y en la
historia
de las fuerzas de izquierda que publicó un balance y una versión de los sucesos de
1975.
Se pudo haber dicho cualquier cosa, el ERP se hace responsable y es porque el
ERP lo
publicó con un criterio: esto pasa por el seno de la izquierda, de toda la izquierda
armada y darlo a conocer para que no suceda nunca más, es nuestra obligación y
se dio a
conocer, desgraciadamente pasó muchas veces más, no en el ERP pero sí en
otros.
Soy parte de esa historia [ERP] creo que tengo derecho también… porque me lo
he
ganado con sangre, sacrificio, me lo he ganado con olor a polvo, muertos, sangre
propia,
de familia, compañeros y a mucha pólvora. Tengo derecho entonces a tener mi
versión y
mi decisión.
¿Cómo llega a ser parte usted de las estructura del gobierno, fue
impulsado
por el FMLN o invitado por el presidente Funes?
Yo soy miembro del Partidos Social Demócrata que está en proceso de
organización en
su estatus legal porque el Tribunal Supremo Electoral (TSE) nos impidió la
inscripción,
pero hacemos lucha política. Parte de los esfuerzos que hacemos y entre otros es
la
alianza por llevar a la victoria del presidente Funes que fue candidato del Frente,
porque
si dejamos decena de miles de muertos en el camino, entre ellos el mismo
compañero
Roque Dalton, esa sangre y todo ese esfuerzo tiene que traducirse en la
posibilidad de
111
enrumbar el país en sentido de justicia social y democracia. Tengo una alianza
con el
FMLN y tengo una alianza con el presidente Funes, con ambos, pero eso, alianza.
Pero
mi pensamiento y mis convicciones son de socialismo democrático y desde ese
punto de
vista participé en política. Hablando del gobierno, me propuso el presidente
Funes si
deseaba participar en distinta áreas, me propuso varias y entre ellas propuso el
tema de
Protección Civil, para mí esto es importante por lo que significa para la gente y
acepté
esto.
¿Qué significa para usted mayo, que resonancia tiene en usted el
nombre de
Roque Dalton, cuando aparecen periodistas y le preguntan por él?
Antes de la muerte de Roque Dalton, era un personaje mítico que yo admiraba a
través
de mis padres que me hablaban de Roque Dalton, no fue contemporáneo mío y
después
de la muerte de Roque Dalton, yo sigo admirando la obra de Roque Dalton como
poeta y
yo sigo viendo con mucho respeto la participación de él en el proceso político, que
es
muy complejo. Por eso digo, usted dice asesinato y yo digo no, mire, momento,
porque
es hasta un irrespeto a la figura de Roque Dalton porque lo ponen en una
situación de
alguien que asesinaron. No, hay un proceso político, él es parte de las bajas y de
los
personajes históricos más importante de nuestro país. Y cada vez que llega mayo,
yo no
tengo la conciencia negra. Cada vez que se habla de Roque Dalton siento mucho
orgullo
de Roque Dalton y también me doy cuenta que hay mucha gente que no entiende
ni sabe
lo que pasó y entonces dice cualquier cosa y quizás mucha de esa gente no ha
hecho
nada por este país y tienen interpretaciones muy simplistas, pero eso es
responsabilidad
de los que escriben, unos escriben en forma novelada, otros porque se sienten
agredidos
y otros porque hablan con total ignorancia.
Me llama la atención cuando usted dice que tiene su propia versión de
los
hechos y que tiene derecho a no contarla y a decirla cuando crea
conveniente [interrumpe]
Cuando yo crea que tengo el tiempo y que lo puedo contar y lo puedo decir con
claridad
y que sea un aporte a la historia de nuestro país, que se reconozca, se conozca, sea
una
fuente para los historiadores y que sea una fuente de investigación. Porque miré,
usted
está escribiendo un artículo, un reportaje, usted tiene su tesis y tiene su derecho,
cualquier cosa que diga usted lo va a poner en ese contexto y obviamente pondrá
una
parte, no todo lo que diga, entonces ya no quiero prestarme a eso, tengo mi
derecho.
Tengo cosas que decir que son importantes porque yo soy un actor, a mí no me
contaron, a mi no me dicen, conozco el contexto y conozco mucho más, la verdad
es
aislada. Hay muchos que hablan de la muerte del compañero Dalton como una
cosa
mágica, aislada, eso no es correcto, pero en fin, ese es mi punto de vista.
¿En ese trozo de verdad que usted tiene, sabe cómo sucedieron los
hechos,
como fue su muerte?
112
Eso es lo que yo voy a contar y ahí se van a dar cuenta todo lo que sé y lo que no
sé,
obviamente lo que no sé no lo voy a poder decir, pero lo que sé sí lo voy a decir.
¿Su silencio sobre lo que sucedió con Roque Dalton lo considera un
derecho?
Es un derecho que yo tengo, el decirla o escribirla.
¿Cómo se debatió en el seno de la izquierda el asesinato de Roque
Dalton
aún después de los Acuerdos de Paz o este nuevo gobierno?
En el seno de la izquierda nunca se ha hablado de los muertos indebidos, porque
no
estamos hablando de Roque Dalton, porque estamos hablando de Ana María, la
ex
dirigente de ANDES 21 de julio, estamos hablando de muchos ajusticiados que no
aparecen en la historia. Hay incluso un libro, publicaron una historia en San
Vicente,
porque todos los que estuvimos en la izquierda armada, porque hoy lo que llaman
izquierda, no sé, es otra cosa, mire ahí hay cientos de muertos, todos hay que
reivindicarlos. Y no solo en El Salvador, si pasó en Guatemala, Nicaragua,
Colombia…
Es importante porque desmitifica a los grupos armados, la guerra, la gente lo ve
como
algo heroico, puro. Las guerras son situaciones excepcionales de mucho dolor, de
muchos muertos, de faltas de ley, de decisiones siempre arbitrarias. En la
Comisión de
la Verdad, los compañeros de todas las organizaciones, no dijeron las verdades. A
mucha honra, en el ERP siempre hemos tenido una actitud de “esto hay que
decirlo”
porque esto ayuda en la historia y lo de Dalton hay que decirlo, lo que no voy a
decir en
este momento o no se lo voy a decir a usted en este momento, pero que lo voy a
decir,
claro que sí.
Pero su silencio ha contribuido a que las cosas queden en el limbo con
respecto a Roque Dalton
Nosotros lo dijimos por escrito como organización, o sea, se llamó balance de los
sucesos de 1975 y se discutió en toda la organización y se hizo público y dimos esa
razón
por escrito…
Entonces cuando dice que “dimos esa razón por escrito” tiene razón
Joaquín Villalobos de mencionar su nombre [en la decisión de
ejecutar al
poeta Dalton]
Yo nunca he negado que he sido miembro del ERP. Lo que le he dicho es que no
puedo
hablar de asesinato como lo hace usted, hablo de procesos políticos, hablo de las
responsabilidades del ERP y hay organizaciones y hay miembros de otras
organizaciones que participaron.
Joaquín Villalobos me menciona a mí porque yo era miembro de ERP y todos los
miembros del ERP nos hacemos responsables. Yo no era miembro de la dirección
del
ERP en ese momento, pero no quiere decir que yo no fui miembro del ERP, fui
partícipe
de todo el proceso político del ERP.
113
He visto en usted que hay cierta incomodidad cuando menciono la
palabra
asesinato ¿por qué?
No incomodidad. Lo que ha habido es una clarísima discrepancia con usted.
Usted lo
llama asesinato y yo no.
¿Cómo lo calificaría entonces?
Creo que es una persona que murió fruto de un proceso político, proceso político
dentro
de una guerrilla.
¿Y cuándo tendremos su versión del caso?
Hoy por hoy mi preocupación es salvador vidas, no tengo tiempo para ponerme a
escribir. Las causas por las cuales murieron decenas de miles de compañeros, las
causas… porque yo tengo varios balazos en el cuerpo, porque yo perdí hermanos,
primos, tíos y tías siguen vigentes. Yo sigo pensando en el futuro, no puedo estar
pensando en el pasado. El que pretende avanzar poniendo la cabeza hacia atrás
no va a
avanzar. Ya habrá momento en que uno podrá reposar y decir “hoy es el
momento de
dar mi aporte en otro tema”. Yo no tengo prisa.
Opiniones de personalidades
televisadas en Campus TV
Estas opiniones son parte de un documental que Campus TV,
programa televisivo de la Secretaría de Comunicaciones de la
Universidad de El Salvador transmitirá el domingo 9 de mayo
en Canal 10. Hora: 4.00 p.m.
Entrevistador Mario Castrillo
- Juan José, ¿quiénes fueron los que asesinaron a
tu padre?
- Juan José Dalton: Todos sabemos que Joaquín Villalobos
fue uno de los máximos dirigentes del FMLN en El
Salvador y, al mismo tiempo, comandante en jefe del
Ejército Revolucionario del Pueblo. El, en una entrevista
que me brindó y que fue publicada hace algunos años, hace
aproximadamente 16 años en México, él confiesa haber
participado intelectualmente en la decisión de haber
asesinado a Roque Dalton. De los sobrevivientes de esta
decisión está Alejandro Rivas Mira, que entonces era el jefe
del ERP, y está otro de los sobrevivientes que se llama Jorge Meléndez, conocido
en la
guerra como Comandante Jonás, que terminó en la guerra como el segundo jefe
del
114
ERP. Esos son los sobrevivientes del asesinato de Roque Dalton, intelectual y
materialmente, porque hemos indagado y hemos sabido que Joaquín Villalobos y
Jorge
Meléndez fueron del comando ejecutor, o sea, fueron además de tomar la
decisión de
haber estado presente y levantar la mano para tomar la decisión de asesinar a
Roque
Dalton, fueron de los que llegaron al lugar donde lo tenían recluido y ellos
actuaron,
dispararon, fueron de los que dispararon y mataron no solamente a Roque
Dalton, sino
también a Artiga, Armando Artiga, alias Pancho. Los dos fueron asesinados ese
día 10 de
mayo de 1975.
Ing. Rufino Quezada se ha hecho justicia en el caso del asesinato de
Roque
Dalton?
- Ingeniero Rufino Quezada: El 10 de mayo de 1975 fue ejecutado el poeta y
revolucionario Roque Dalton y hasta este momento tampoco se conoce la verdad
sobre
dicho asesinato. Algunas cosas se han mencionado, se han conocido, pero todos
sabemos que los responsables de este asesinato andan libres y nunca han querido
decir
los pormenores de la ejecución de Roque Dalton. Yo creo que ahora que estamos
en una
realidad diferente, donde todos estamos involucrados en potenciar mayores
niveles de
democracia y justicia en este país, deberían los responsables, los entonces
dirigentes del
Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, decir cómo fue y quiénes son los
responsables
de ejecutar material e intelectualmente a Roque Dalton.
Jorge, estamos realizando un documental sobre Roque Dalton, y
conversando con Juan José, el hijo de Roque, él afirma que Joaquín
Villalobos y usted fueron los autores intelectuales y materiales de la
muerte
de Roque, queremos saber su opinión al respecto.
- Jorge Meléndez: Primero, aclarar de una vez por todas, yo no soy asesino de
Roque
Dalton. Conozco los hechos porque soy partícipe histórico de este país. He
escuchado a
Juan José diciendo esto muchas veces, entiendo yo que es por el dolor de que es
su
padre. Yo nunca he querido hablar de Roque Dalton humano ni de la historia, es
mi
discreción, mi derecho y siempre lo he dicho y el día que yo lo desee hacer y lo
considere
conveniente lo voy a hacer, y termino diciendo, no soy el asesino de Roque Dalton
¿Cuáles fueron las causas de la muerte de Dalton?
- Jorge Meléndez: Creo que las causales de la muerte de Dalton es que él se
involucró en
medio de la construcción de la guerrilla, y en las guerrillas desgraciadamente a lo
largo
de la historia ha habido muchas historias trágicas: en Guatemala, en Nicaragua,
en El
Salvador… Dalton no es el único muerto.
… cuando hay armas de por medio y no hay leyes sino que se inventan los
procesos
siempre habrá arbitrariedades o siempre habrán muertos, algunos justificados
otros no
justificados.
… Dalton fue parte de esa historia trágica, negra que hay en todas las guerrillas,
también
las hay en la de El Salvador, no en el ERP, eso es sólo un incidente grave, las hay
en
115
todas las organizaciones.
Juan José, ¿Cuáles son las motivaciones que llevaron al asesinato de
Dalton?
- Juan José Dalton: Nosotros hemos averiguado que en el seno del ERP había una
alta
conflictividad entre el grupo militarista que encabezaban precisamente Alejandro
Rivas
Mira, Joaquín Villalobos y Jorge Meléndez. Este grupo era un grupo extremista,
militarista en grado extremos, entonces mi padre junto a otros compañeros que
se
separaron del ERP y formaron la Resistencia Nacional, ellos tenía un criterio de
lucha
revolucionara más amplia, donde contemplaban diversas formas de lucha, donde
contemplaban la participación activa de las masas, la lucha política, la lucha
social,
entonces la confrontación entre estos dos grupos son los que dieron lugar al
asesinato de
Roque Dalton y de Pancho.
…y yo creo que Villalobos en su confesión prácticamente también da a entender
eso, él
me decía a mí en la entrevista que le hicimos entonces que el crimen había sido
totalmente injustificado y que no tenía ninguna razón de ser. No hubo ningún
juicio
como se ha argumentado después, fue un asesinato vil después de haberlo tenido
retenido, después de haberlos incluso torturado y golpeado cuando estaban
indefensos.
- Eliseo, ¿cuál es la definición de impunidad?
- Eliseo Ortiz: La impunidad hay que entenderla como ausencia de justicia,
porque la
gente normalmente lo entiende como que no lo castigaron. No, la impunidad es
que no
se haya definido, no se haya dado una sentencia, un fallo, que el Estado haya
dicho este
es inocente o este es culpable, y si es culpable, por supuesto que proceda la parte
punitiva.
En el caso de Roque hay dos responsabilidades. En primer lugar está la
responsabilidad
de los autores o partícipes directos en el homicidio, en el asesinato, esa es la
primera
responsabilidad, pero la otra responsabilidad es la responsabilidad del Estado de
haber
investigado y de haber administrado justicia
Por lo tanto, en el caso de Roque, yo creo que el principal responsable es el
Estado por
no haber esclarecido los hechos.
- Luís, ¿por qué consideras que el caso de Roque Dalton continúa
impune?
- Luís Melgar Brizuela: El clandestinaje del ERP favorecía que pudiera cometerse
un
crimen tan monstruoso y al mismo tiempo que ese crimen quedara impune,
porque es
muchísimos años después que se investiga la muerte, con resultados fallidos
porque
prácticamente no se encontró el cadáver, lo cual es una monstruosidad para
nuestra
memoria histórica y cultural.
- José Luis, ¿cuál es la valoración que haces sobre la impunidad en el
caso
de Roque Dalton?
116
-José Luís Escamilla: El poder que aplasta a Dalton o que pretende aplastar a
Dalton es
el poder dentro de la izquierda misma. Este planteamiento también tiene sus
elementos
claves para descifrar al Dalton desde el presente, es decir, asesinan el cuerpo de
Dalton
pero las ideas de Dalton continúan vigentes hasta nuestros días, siendo que desde
la
lectura de esos textos o desde sus planteamientos estéticos nosotros podemos
seguir
explicando la problemática social del país, política del país y esto que se ha
invisibilizado, que es la invisibilización de los poderes fácticos.
- José Roberto ¿Por qué consideras que el asesinato de Roque Dalton
ha
quedado impune?
- José Roberto Cea: Porque Roque fue asesinado, no es un error de juventud, sino
que
fue un asesinato.
Yo creo que ha quedado impune para no tocar precisamente lo que él planteaba,
porque
si se saca a flote eso se va a ver cuáles eran verdaderamente las reales posturas de
los
que lo asesinaron y lo que él planteaba; no nos podemos refugiar en que eran
errores
juveniles, como suele decirse. Yo creo que hay que plantear eso para discutir, y
eso es
sano para todos nosotros, sano para la memoria histórica de este país.
Otro caso que tenemos que asociarlo es el caso de monseñor Romero. Monseñor
Romero lo están ocupando hoy para que sea una especie de olorcito bueno para la
ciudadanía enajenada por la televisión; pero tocar a los que han matado a
monseñor
Romero…, ahí están dirigiendo la economía de este país, dirigiendo lo social de
este
país, pretendiendo ocultar esas cosas; es el mismo caso de Roque, con Roque hay
que
plantearlo eso con honradez, con honestidad.
Que nos puede costar… ¡pues que nos cueste lo que sea!
- La obra literaria de Roque Dalton comprende testimonio, poesía,
prosa,
ensayo y breves incursiones en el teatro, mereciendo galardones a
nivel
nacional e internacional, siendo su obra traducida a múltiples
idiomas y
objeto de estudio de escritores e intelectuales.
- Luis, ¿Cuál consideras el mayor aporte de Dalton a la literatura de El
Salvador?
- Luís Melgar Brizuela: En primer lugar, Roque Dalton como líder de la
revolución
cultural en el siglo XX en nuestro país innovó la poesía de un modo radical. Su
primer
aporte a la cultura salvadoreña es su innovación literaria, pero no podemos
quedarnos
ahí porque él es un caso único de concurrencia de lo literario cultural con lo
político
… fue tan consecuente que prefirió morir, prefirió entregar su vida antes que
fallarle al
compromiso que él había asumido con este país.
- José Roberto, para ti ¿Cuál es el aporte más importante de Roque
Dalton a
117
la literatura salvadoreña?
- José Roberto Cea: La importancia de Roque es como autor, como hacedor de
hechos
estéticos, testimoniales, sus libros de testimonios ahí están.
Además fue de los iniciadores de la modernización de las expresiones literarias.
- Nos podrías decir ¿cuál consideras que es el aporte más importante
de
Roque Dalton en la literatura salvadoreña?
- Carlos Paz Manzano: Roque Dalton destaca principalmente como poeta, pero
incursionó en su etapa de madurez en la narrativa. ¿Por qué es un aporte
importante?
Su obra poética trasciende porque él incursiona en la vanguardia latinoamericana
y uno
de los temas principales es la poesía coloquial, luego vamos viendo una
diversidad de
estilos. El poeta por ser vanguardista incursiona en el surrealismo, pero es un
surrealismo que también absorbe otras tendencias, por ejemplo el romanticismo
nocturno, también incluye el realismo social, el realismo testimonial y eso le
permite a él
presentar una variedad de temas que tienen que ver con el país y así es como
proyecta el
país con una visión de cambio.
- A tu juicio ¿Cuál es el aporte de Roque Dalton a la literatura
salvadoreña?
- José Luís Escamilla: Yo identifico dos elementos fundamentales en la propuesta
de
Dalton: Lo primero sería problematizar toda una situación que determina o
marca el
desarrollo de la cultura en El Salvador a lo largo del S XX, ese sería el primer gran
aporte de Dalton. ¿En qué sentido?, en el sentido de que logra alcances
interesantes en
el sentido del realismo, que está muy de moda en ese momento, él lo lleva a su
máxima
expresión haciendo una serie de valoraciones o provocaciones que altera o
subvierten el
orden de la historia de la estética en este país, y en alguna medida subvierten el
estatus
quo de la clase política o el poder oligárquico en el país. Es el primer gran aporte
que
hace desde la literatura. Tener conciencia de su función como escritor y como
intelectual, lleva implícito este planteamiento.
- El gobierno de El Salvador ha dedicado el mes de mayo del 2010 a la lectura de la
obra de
Roque Dalton como un homenaje a este escritor, sin embargo, importantes sectores
de la
población salvadoreña opinan que si verdaderamente se quiere honrar la memoria
y el
aporte de Roque Dalton, se debería investigar su muerte y llevar ante la justicia a
quienes
lo asesinaron.
118
1988 1992 2000 en adelante
La metamorfosis de Joaquín
Villalobos
Por Roberto Bardini
El ex comandante guerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos, quien pasó por la
universidad inglesa de Oxford para metamorfosearse en politólogo, se ha
convertido
impúdicamente en "asesor de conflictos" del presidente colombiano Alvaro Uribe.
Sin
embargo, Villalobos carga con una mancha aún peor: fue él quien en 1975 dio la
orden
de asesinar a Roque Dalton, uno de los más brillantes intelectuales
centroamericanos.
En diciembre de 1977 cobró fuerza la insurrección sandinista contra el dictador
Anastasio Somoza y el 16 de enero de 1992 se firmaron los Acuerdos de Paz entre
el
gobierno y los rebeldes salvadoreños en el castillo de Chapultepec, de la ciudad
de
México. Entre esas dos fechas fui corresponsal en América Central. Vivía en
Honduras
pero me desplazaba a través de Nicaragua, El Salvador y Guatemala por cuenta
del
diario mexicano El Día, la desaparecida revista de circulación latinoamericana
Cuadernos del Tercer Mundo y la Agencia Nueva Nicaragua (ANN).
Fueron los 14 años más intensos y privilegiados en mi oficio de reportero. Hago
esta
alusión personal porque creo que puedo decir con cierta autoridad profesional
que
Joaquín Villalobos ha tenido a partir de 1992 una trayectoria lamentable.
Convertido en dirigente del nuevo Partido Democrático (PD), antes de su
colaboración
con Uribe ya era -y sigue siendo- 'apagaincendios' del actual presidente de su
país,
119
Francisco Flores, de la conservadora Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
El
egresado de Oxford dispone de una columna en El Diario de Hoy y de un espacio
matutino en la oficialista Telecorporación Salvadoreña (TCS).
Además, cada vez que el gobierno enfrenta conflictos sociales, el analista viaja
desde
Gran Bretaña para opinar en vivo y en directo acerca de huelgas, movimientos
sociales,
partidos políticos, campesinos, trabajadores y estudiantes. Y con un pragmatismo
sorprendente no pierde una sola oportunidad para criticar a sus antiguos
compañeros
del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Un "error de juventud"
El 10 mayo pasado se cumplieron 28 años del asesinato de Roque Dalton,
periodista,
ensayista, poeta, novelista y combatiente revolucionario. La bala que penetró en
su
cabeza no salió de un arma policial o militar. Fue disparada por alguien que se
suponía
un compañero del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
La orden de ejecución fue dada por Alejandro Rivas Mira y Joaquín Villalobos,
quienes
también mandaron 'arrestar' a Dalton el 13 de abril de 1975. La acusación -falsa,
desde
luego- fue que era 'agente de la CIA'. La fecha escogida fue cuando en El Salvador
se
celebra el Día de las Madres. Cuatro días más tarde, el escritor hubiera cumplido
40
años.
El cuerpo ni siquiera fue enterrado: los ejecutores lo abandonaron en un paraje
denominado El Playón. El cadáver terminó devorado por perros y aves de rapiña.
Y un
detalle aún más tenebroso: en ese lugar, los escuadrones de la muerte
salvadoreños
dejaban los restos acribillados a tiros de políticos, sindicalistas y estudiantes
sospechosos de colaborar con los guerrilleros.
El asesinato fue 'injusto, un error de juventud, el más grave que cometí', le dijo el
propio
Villalobos casi 18 años después al periodista Juan José Dalton, hijo de la víctima,
quien
lo entrevistó serenamente durante tres encuentros. El muchacho no admitió la
explicación: 'Ello sería aceptar que esa etapa de la vida -la juventud- es
potencialmente
criminal, lo cual no es posible', escribió.
"Como si supiera que me van a matar al día siguiente"
Roque Dalton nació el 14 de mayo de 1935, en San Salvador. Su padre, Winnal
Dalton,
era un millonario texano criado en la frontera con México. Su madre, María
García, fue
una modesta enfermera salvadoreña. Realizó sus primeros estudios en un colegio
jesuita. Después ingresó a las carreras de Derecho en Chile y Antropología, por
poco
120
tiempo, en México.
En 1953 entrevistó al muralista mexicano Diego Rivera para la revista literaria de
la
Universidad de Chile. El mismo Dalton relatará mas tarde su encuentro con el
pintor:
'Me preguntó, con aquella manera exuberante que tenía, que cuántos años tenía
yo. Yo
le dije que 18 años. Entonces me preguntó que si yo había leído marxismo. Yo le
dije que
no. Entonces me dijo que tenía yo 18 años de ser un imbécil. Y entonces me echó'.
En 1956, Roque fundó con un grupo de poetas
salvadoreños y centroamericanos el Centro
Literario Universitario (CLU). Ese mismo año ganó
el Premio Centroamericano de Poesía otorgado por
la Universidad de El Salvador. A los 22 años de
edad, se afilió al Partido Comunista, al que
abandonó años después.
Por su militancia estuvo preso y desterrado.
Condenado a muerte dos veces, logró escapar casi
milagrosamente. La primera vez, cayó el dictador
de turno cuatro días antes de su ejecución. La segunda -el día de Cristo Rey, en
1964- un
terremoto sacudió San Salvador y derrumbó una de las paredes de su celda,
situación
que el escritor aprovechó para huir a toda velocidad.
Dalton vivió exiliado en Guatemala, Cuba, la Unión Soviética y Checoslovaquia.
En ese
tiempo, conoció Vietnam del Norte y Corea.
En 1967 escribió una frase premonitoria: 'Desde hace algunos años siempre me
propuse
escribir de prisa, como si supiera que me van a matar al día siguiente'. Con el
seudónimo
de 'Farabundo', en 1969 ganó el Premio Casa de las Américas de poesía con su
óperarock
'Taberna y otros lugares', escrita durante sus dos años de residencia en Praga.
La obra poética de Dalton incluye:
'Mía junto a los pájaros', San Salvador (1957)
'La ventana en el rostro', México (1961)
'El mar', La Habana (1962)
'El turno del ofendido', La Habana (1962)
'Los testimonios', La Habana (1964)
'Poemas', Antología, San Salvador, (1968)
'Los pequeños infiernos', Barcelona (1970)
Entre sus ensayos y narraciones se cuentan:
121
'César Vallejo', La Habana (1963)
'El intelectual y la sociedad' (1969)
'¿Revolución en la revolución? y la crítica de la derecha', La Habana (1970)
'Miguel Mármol y los sucesos de 1932 en El Salvador' (1972)
'Las historias prohibidas del Pulgarcito', México (1974)
Luego de su muerte se publicaron los siguientes libros:
'Pobrecito poeta que era yo' (novela), 'El libro rojo de Lenin' (ensayo) y
'Los hongos', 'Un libro levemente odioso' y 'Contra ataque' (poesía).
"Cuando sepas que he muerto..."
En diciembre de 1973, Roque ingresó a El Salvador con un pasaporte falso a
nombre de
'Julio Dreyfus'. Dentro del ERP utilizó el nombre de 'Julio Delfos Marín'. Antes
de su
retorno final al país, se había sometido a una cirugía facial realizada por el mismo
equipo que preparó la entrada clandestina del 'Che' Guevara a Bolivia.
'Es la inteligencia y clarividencia de Roque la que disgustó a ciertas personas
dentro de
una organización política, que tenía mucha autoridad pero poca inteligencia y
poco
acierto en sus posiciones', dijo su compatriota Fabio Castillo, médico y dirigente
político, dos veces rector de la Universidad de El Salvador. 'Era difícil para esas
personas entender la inteligencia de Roque. Eso no le gusta a las personas que no
tienen
igual nivel de capacidad y de comprensión'.
El escritor Eduardo Galeano recuerda así al poeta asesinado:
'Roque Dalton, alumno de Miguel Mármol en las artes de la resurrección, se salvó
dos
veces de morir fusilado. Una vez se salvó porque cayó el gobierno y otra vez se
salvó
porque cayó la pared, gracias a un oportuno terremoto. También se salvó de los
torturadores, que lo dejaron maltrecho pero vivo, y de los policías que lo
corrieron a
balazos.
'Y se salvó de los hinchas de fútbol que lo corrieron a pedradas, y se salvó de las
furias de
una chancha recién parida y de numerosos maridos sedientos de venganza. Poeta
hondo
y jodón, Roque prefería tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la
grandilocuencia y de la solemnidad y de otras enfermedades que gravemente
aquejan a
la poesía política latinoamericana. No se salva de sus compañeros. Son sus
propios
compañeros quienes condenan a Roque por delito de discrepancia. De al lado
tenía que
venir esta bala, la única capaz de encontrarlo'.
El hombre que murió por orden de Joaquín Villalobos, dejó un poema
premonitorio:
'Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo.
122
(...)
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio'.
El politólogo graduado en Oxford y 'especialista en resolución de conflictos', no
cabe la
más mínima duda, es incapaz de redactar una sola línea de este calibre.
Joaquin Villalobos
Líder del ERP salvadoreño, extremadamente frío e inteligente, eso se lo
reconocen
quienes lo conocen o conocieron: presunto cómplice gestor y ejecutor de Roque
Dalton,
autor de múltiples secuestros y asesinatos a sangre fría, Responsable de la "Radio
Venceremos", elemento clave de la guerra Civil Salvadoreña, creador y ejecutor
de
acciones militares espectaculares, que hoy son objeto de estudio en las academias
militares del mundo, renegado de su pasado guerrillero y maoísta, "convertido" a
la
social democracia de la que afirma nunca salió, en una acción denominada la
Traición
de San Andrés, firma con el gobierno luego del conflicto un pacto en el que se
entrega a
la derecha, forma el partido democrático de efímera vida (al pueblo no le gustan
los
judas) se retira de la política activa y se va a Oxford a Estudiar (¿Con que
dinero?),
actualmente escribe artículos políticos, "asesora" a Uribe en Colombia,
Ocasionalmente
lo traen a El Salvador a que hable contra el FMLN, especialmente en época
eleccionaria,
vive con su esposa y tres hijos como un reconocido intelectual y político.
Apologizado en su momento por sus compañeros que hoy dicen las peores pestes
de su
persona, la historia inicia mucho antes pero comenzamos en los inicios de la
década de
los 70.....
Década de los 70
Alejandro Rivas Mira miembro de la democracia cristiana junto con Cayetano
Carpio,
un viejo líder obrero que era secretario general del Partido Comunista y que
había sido
prácticamente expulsado del mismo por querer llevarlo a las armas, mientras en
su
seno, dirigido por otro "Histórico" dirigente Shafìck Handal (Actual líder del
FMLN)
querían llegar al poder mediante alianzas electorales con la Democracia
Cristiana,
ambos Rivas Mira y Carpio, habían "salido" de sus respectivas organizaciones y
captado
cada uno por su lado a sus respectivos inconformes: Carpio a los comunistas en
las FPL
123
y Rivas Mira a los Demócratas Cristianos ya radicalizados en el ERP.
Joaquín Villalobos hijo de un Tipógrafo que tenía una imprenta, Bachiller del
Liceo
Salvadoreño un colegio católico Marista de alta categoría bajo sacerdotes del
Opus Dei,
entra a la universidad a estudiar economía, en fin todo un "pequeño burgués"
como lo
llamaría posteriormente "Cayetano Carpio", que inicia en los movimientos
estudiantiles
de la universidad bajo la consigna demócrata cristiana y luego es parte de los
radicalizados que se incorporan al ERP encontrándose ahí con Rafael Arce
Zablah,
Humberto Rogel.
Liderado por Rivas Mira el ERP por sus líneas y consignas se "autocataloga" de
tipo
Maoísta ("el poder nace del fusil") su movimiento no es visto con buenos ojos por
los
"comunistas" de Carpio ni por la gente de Castro en Cuba, Alejando Rivas es la
cabeza
visible del grupo, un caudillo con aires protagónicos, brillante y pragmático, que
se
movía de acuerdo a la necesidad política del momento.
En el seno del ERP también existe un grupo más intelectual formado por gente
como
Fermán Cienfuegos, Lil Milagro Ramírez, Alonso Hernández y otros que eran
escritores,
poetas e intelectuales y podían poner lado crítico a la linea de dirección, también
se
encuentra otro grupo de estudiantes militarizados que se representaban con
Joaquín
Villalobos y Rafael Arce Zablah, y un tercer grupo de combatientes duros y mas
proletarizados como Jorge Meléndez y Vladimir Rogel, sin embargo bajo su
dirección se
conformaban ya en un buen núcleo de lucha, que se dedicó inicialmente al
secuestro,
extorsión, asaltos y pequeñas acciones de terrorismo, divergiendo en la forma de
toma
del poder con el Grupo de las FPL de Cayetano Carpio, que hablaban de una
Guerra
Popular Prolongada y el establecimiento de la dictadura del proletariado
(Siguiendo el
modelo Cubano y Soviético), mientras Rivas Mira y el ERP planificaban una toma
del
poder por asalto, involucrando incluso a sectores del ejercito y manteniendo las
estructuras constitucionales una vez tomado el poder, ambas formas eran
antagónicas y
parecían irreconciliables.
En este entorno entra Roque Dalton como Asesor político de Rivas Mira,
cambiado de
personalidad y de físico mediante una operación de cirugía plástica hecha en
Cuba por el
mismo grupo que hizo la del Che Guevara cuando ingresó a Bolivia, (esto siempre
es
tema de un debate: ambos mueren traicionados) entra al país con la identidad de
"Julio
Dreyfus".
Roque Dalton García
Existe aun la discusión de las razones de meter a Roque en el seno de una
organización
124
que no lo quería, lo lógico hubiera sido ingresarlo al FPL pero Cayetano Carpio se
oponía, dado los antecedentes de indisciplina y bohemia de Roque, aparte de que
todos
lo veían como un rival para su caudillismo dado el nivel de brillantez ideológica y
mental
del Poeta.
Se arma una trama de intrigas y contra intrigas, Roque se "mete" con la
"compañera" de
Alejandro Rivas Mira, Joaquín Villalobos por ese entonces totalmente en la
clandestinidad y con su consiguiente paranoización, ve peligro para el grupo en el
indisciplinado, bolo, discutidor Roque, que no disimula sus posiciones
ideológicas que
chocan con las de él y Rivas Mira y que comienzan a cuajar en Cienfuegos y su
grupo de
poetas-revolucionarios.
Coronel Arturo Armando Molina
Se estaba gestando un alzamiento armado en el que participarían militares
salvadoreños
que secretamente estaban estableciendo contactos para derrocar al Coronel
Arturo
Armando Molina, presidente por entonces del El Salvador. Los "comunistas" de
FPL con
Cayetano Carpio a la cabeza tildaban esa alianza como traición, el Partido
Comunista
liderado por Shafick Handal, no quiere saber nada de guerrillas, por directriz de
los
cubanos y rusos. Paradójicamente Roque está de acuerdo con un alzamiento y
había
empezado a disentir con los soviéticos, sin embargo es en este momento que
Roque es
detenido "por faltas de disciplina militar" al no entregar unas armas luego de un
ejercicio militar entre San Martín e Ilopango, que Según Eduardo Sancho
(Fernán
Cienfuegos) estaban siendo transportadas aún lo que hacían ridícula la acusación.
Sin
embargo la cosa se le complica a Roque y al final se le hacen cuatro acusaciones:
1. Roque Dalton era Agente de la CIA. A raíz de comentarios de Cayetano Carpio
en el
que decía que Roque mientras estuvo preso en Cojutepeque fue entrevistado en
los
planes de renderos por miembros de la CIA. Un encuentro del que "nunca pudo
dar
explicación", (en realidad lo cuenta en el libro Pobrecito, poeta que era yo).
2. Que estaba promoviendo el fraccionamiento del ERP, separando
ideológicamente a
sus miembros.
3. Roque era agente de la inteligencia cubana que no era de buenas migas con el
ERP y
quería infiltrar a la organización para "llevarla por el buen camino"
4. Roque era un peligro para organización con su irresponsable bohemia y ponía
en
peligro la clandestinidad a la que habían entrado.
125
El grupo de Fermán, trata de sacar a Roque y separarse junto a él del ERP, Roque
no
acepta ya que piensa que no ha hecho nada malo y que por un mal entendido es
que lo
tienen prisionero sus propios compañeros.
En un hecho confuso que Fermán Cienfuegos en sus "Crónicas frente a los
espejos", pretende despejar en el que se autonombra como el "abogado" de
Roque, en
el supuesto Juicio Sumario, sin embargo se decide su ejecución que es asignada a
Joaquín Villalobos y a Vladimir Rogel.
Aquí divergen los testimonios, Joaquín afirma que fue Rogel quien disparó, otros
le
endosan al propio Villalobos el hecho, luego existe el mito que su cuerpo fué
abandonado en "El Playón" que es una zona donde aún ahora se mantiene una
capa de
lava solidificada producto de una erupción del volcán de San Salvador en 1917,
sin
embargo hay quien afirma que Roque debió quedar enterrado en la capital ya que
no era
factible sacar un cadáver tan fácilmente durante la noche o durante ninguna
hora,
exponiéndose a los cateos y retenes policiales que habían en todas las calles que
entraban o salían de San Salvador.
Poco después el Dios de los Poetas le pasó la factura al ERP, el núcleo de
juventud
militar decide mandarlos a la mierda y se viene abajo el intento de golpe de
estado, el
grupo de intelectuales representado por Fermán (Eduardo Sancho) y Lil Milagro
se
separa de ellos, se le infiltra la policía descubriendo una gran cantidad de "casas
de
seguridad" y capturando muchos "cuadros" y miembros, se gana el repudio
mundial por
la muerte de Roque Dalton, estigma que hasta la fecha lo persigue como una
maldición y
no se lo quitará nunca.....
Para colmo de males Rivas Mira se "esfuma" con varios millones producto de
años de
secuestros, asaltos y diversas acciones delictivas, dejando al ERP con menos de
cincuenta miembros activos, sin dinero, perseguidos y totalmente
desmoralizados; en
este estado decide la ejecución de Vladimir Rogel por querer seguir con los
métodos de
Rivas Mira que actualmente se supone que vive en el anonimato "gozando" del
fruto de
años de crimen.
Este escenario es el que tiene Joaquín Villalobos a inicios de 1977, cuando asume
la
dirección de un diezmado y satanizado ERP.
Entre los capturados se encuentra Ana Guadalupe Martínez y el ERP prepara la
Operación Roma para secuestrar a un conocido e influyente empresario con el
objeto de
canjearlo por compañeros capturados....
126
Roque Dalton: Un modelo para
armar
“Roque Dalton murió por no haber comprendido que su papel de guía,
de nervio histórico de su pueblo debía realizarlo el poeta y no el
combatiente. Su participación en la Historia se basó en un equívoco.
Lo que de él solicitaban aquellos que lo forzaron a incorporarse a la
guerra, no eran sus dotes de militar seguramente insuficientes, sino
su renombre de poeta. Sacrificó su ser poeta en aras de la actualidad.
El tributo a la historia ha debido ser su poesía y no su vida. Fue hacia
la muerte no por haberla elegido sino inducido por un espejismo.
Pero como creador lo supo desde siempre. Por ello como creador sí
se anticipó y presintió su fin. Prueba de ello: ironías de la historia,
su novela ‘Pobrecito poeta que era yo...”. Elizabeth Burgos
Por David Hernández
En 1975, luego de ingresar a El Salvador el 24 de diciembre de
1973 por el aeropuerto de Ilopango como Julio Dreyfus, Roque
Dalton es acusado de ser agente de la CIA por el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) y hallado culpable en un
remedo de “juicio sumarísimo” por Alejandro Rivas Mira (alias
Sebastián Urquilla), Vladimir Rogel Umaña (alias Carlos o “El
Vaquerito”) y Joaquín Villalobos (alias René Cruz) integrantes
de la Comisión Militar que lo juzgó y cuyo cuarto miembro,
Eduardo Sancho (alias Fermán Cienfuegos) votó en contra,
según escribe éste en su libro de testimonio “Crónicas entre los
espejos”. De ellos sólo ha muerto Vladimir Umaña.
Carlos Eduardo Rico Mira en su obra “En silencio tenía que ser.
Testimonio del conflicto armado en El Salvador (1967-2000)”,
reconstruye los últimos momentos de Dalton, antes de ser
ejecutado por El Vaquerito, el 10 de mayo de 1975: “... El día en
que iban a ‘ajusticiarlos’, se dirigieron a la habitación donde estaba Roque y le
dijeron:
‘Es hora que salgas al patio a tomar el sol’. ‘Sí, dicen que el sol cura el jiote’, se
puso a
reír y salió. Por la espalda lo asesinaron, le pegaron un sólo tiro entre la nuca y el
occipital. Roque se derrumbó sin decir palabra.”
La acusación se basó en su fuga de la cárcel de Cojutepeque, descrita en
“Pobrecito poeta
que era yo...”, de la cual desconfiaba el extinto Partido Comunista de El Salvador
(PCS),
comenzando por su Secretario General, Salvador Cayetano Carpio, futuro
“Marcial” del
FMLN. ¿Qué es lo anormal en esta fuga de la cárcel? A principios de los sesenta
Dalton y
otros militantes salvadoreños se entrenaron en Cuba. Uno de los instructores
cubanos,
Aníbal Martínez (*), deserta con los “dossiers” de los salvadoreños a Miami.
127
Aparentemente jubilado, Aníbal vive ahora en Washington. El grupo, que debía
formar
parte del brazo armado del PCS, al llegar al país se encuentra con un PCS dividido
entre
la lucha armada o parlamentaria. La CIA envía a uno de sus agentes para
neutralizar,
mediante dinero o la muerte, al grupo. Según un sobreviviente, Pedro Rafael de la
Cantera (*), quien vive en México como hombre de negocios, el “Míster” de la CIA
que
menciona Dalton en su novela estuvo efectivamente en el país desactivando al
grupo de
salvadoreños entrenados en Cuba; se hospedaba en un Hotel de San Salvador, y
tenía
apoyo de cubanos anticastristas, entre ellos Aníbal.
El “Míster” contactó por lo menos a uno de los que formaban parte de ese grupo,
Tomás
Paz (*), exilado en Costa Rica luego de participar en el Golpe de Estado del 24 de
marzo
de 1972, a quien, aparentemente, logró neutralizar. Tomás Paz conversó con
Pedro
Rafael de la Cantera para que colaborara con el “Míster”, ya que del grupo que
había
venido de Cuba al PCS, que andaba a la desbandada, le dio la espalda. Era el
sálvese
quién pueda. A diferencia de Tomás Paz, Rafael de la Cantera contactó al “Míster”
pero
al mismo tiempo informó al PCS, por ello Pedro de la Cantera se vuelve hombre
de
confianza de Marcial y los cubanos.
En estas circunstancias, el PCS ordena a Dalton que se oculte, pero éste, luego de
días de
clandestinidad, sale a la calle; esa misma mañana se va a beber con un personaje
tan
misterioso como esperpéntico, Ricardo A., alias Ricardo H., al Bar “El Paraíso”,
de la
Praviana. Es septiembre de 1964. Según narró Dalton a Roberto Armijo en La
Habana
años después, tiene la certeza que Ricardo A. lo delató, pues antes de su captura
ese
septiembre de 1964, Ricardo A. se ausentó de “El Paraíso” y no lo vió más.
Dalton es interrogado por el “Míster”; Aníbal muestra fotos del entrenamiento
militar
en Cuba donde están juntos. Este detalle es obviado en “Pobrecito Poeta...”.
Supuestamente Dalton no tiene más alternativa que colaborar. Cayetano Carpio
recuerda esto en 1973 antes del ingreso de Roque al país, en una reunión FPLERP entre
Felipe Peña, Alejandro Rivas Mira, Lil Milagro Ramírez y Eduardo Sancho, cerca
del
Parque Centenario: “En esa oportunidad, Cayetano Carpio, en respuesta al
informe del
ingreso de Roque Dalton, expresa sus reservas que consisten en la información
que
disponía el PCS que afirma sin pruebas que Roque después de estar preso y salir
de la
cárcel de Cojutepeque, tuvo un contacto en un hotel con la CIA, con la Embajada,
eso
hizo sospechar dicho en boca de su ex secretario general aduciendo que nunca
pudo
explicar su contacto.”, dice Eduardo Sancho en su libro “Crónicas entre los
espejos”.
Pedro Rafael de la Cantera respecto al supuesto que los cubanos, transmitiendo el
odio
anti-poeta, anti-Dalton que tenían, instrumentalizaron a Rivas Mira para
deshacerse de
Roque: “Sé algo de esa historia, lo que pasa es que los cubanos ya no lo
aguantaban, era
odioso para ellos. Me lo dijeron y por eso rompí con ellos años después, por ver
cómo
trataban el caso Roque. La dueña del odio era Haydeé Santamaría y su acólito
Roberto
Fernández Retamar. El único que aceptaba a Roque era Fidel Castro, pero los
intermedios lo odiaban, según me relató Arqueles Morales (poeta guatemalteco
compañero de Roque en La Habana) y que yo comprobé. Marcial no aceptó a
Roque en
las FPL, pues lo detestaba por las mismas razones que lo detestaba el Chafo
(Schafik
Jorge Handal) –creo que lo sigue odiando después de muerto-, y es por razones
128
ideológicas al igual que los cubanos, lo consideraban un desleal, un degenerado,
un
cabrón, por aquello de la doble moral de ellos”.
El gran capitán
Rivas Mira fue un destacado dirigente de la izquierda
salvadoreña de los sesenta. Había sido el primer
bachiller de la República, graduado del Liceo
Salvadoreño, y estudió en la Universidad de Tubinga,
Alemania. Su primo, Carlos Eduardo Rico Mira, da
una valoración de él: “Cuando Sebastián Urquilla
(Alejandro Rivas Mira) estudiaba bachillerato era
fascista, admirador de Alemania, su Biblia era La
Derrota Mundial, y Mi Lucha de Adolfo Hitler.”
A imitación del “Gran Timonel” Mao, el “choco” Mira
era conocido como “el Gran Capitán”. Él y Lil Milagro
eran los jefes del ERP; además, convivía con ella, relación que es rota por el
noviazgo
entre Lil y Dalton. Por otro lado, la mujer de Rivas Mira, Ana Angélica Meardi,
también
trama y urde difamaciones contra Roque.
Estos elementos subjetivos, dentro de la situación de paranoia y tensión que
vivían,
sumados al militarismo y desprecio anti-intelectual del ERP y “El Vaquerito”,
jugaron
un papel en el desenlace trágico de los acontecimientos. Hay otro detalle no tan
subjetivo: cuando estudió en el Plan Básico de Soyapango, “El Vaquerito” fue
alumno
nada menos que de Ana Angelica Meardi; de nuevo surge ella como instigadora
desde la
sombra, de toda una campaña que culminará con la muerte de Dalton, por la
influencia
con su ex-alumno. Según diversos testimonios Vladimir Rogel Umaña, “El
Vaquerito”,
era uno de los más jóvenes, cuando no el más joven de todos y el de mejores
condiciones
físicas, al grado que en los entrenamientos era capaz de desenfundar la pistola y
disparar mientras daba una voltereta en el aire, y esto varias veces.
“El Vaquerito”, que terminó “agarrando paja” de ser “jefecito”
por la protección del “Gran Capitán”, le da a Roque Dalton
durante su captura una paliza, él sabe que goza del visto bueno
del “choco” Mira y de Angélica Meardi, que veía en Roque
alguien que opacaba a su marido. Al respecto Carlos Eduardo
Rico Mira escribe: “(El Vaquerito) era jefe militar y era capaz de
todo. Levántate culero, respóndeme como hombre sino quieres
que te haga mierda a vergazos... Roque guardaba silencio en el
suelo. Repentinamente lo agredió a patadas como a un perro, lo
agarramos para evitar que la golpiza continuara. Y como loco
vociferaba, suéltenme que tengo ganas de matar a pura verga a
este intelectual de mierda.”, señala (En silencio tenía que ser,
Pág. 110)
Cuando Rivas Mira huye del ERP robándose varios millones de
Roque en La Habana
El poeta tuvo muchos amigos y
admiradores en la isla caribeña.
129
dólares, Ana Angélica Meardi hubiera sido la clave para descubrirlo, de habérselo
propuesto en serio la organización estafada. Con una cirugía plástica, Rivas Mira
sólo
podía ser detectado por su mujer, la “chele patanga de hombros caídos” y su
inconfundible manera de caminar.
Desde entonces Rivas Mira ha desaparecido, lo hacen en México, Guatemala,
Alemania,
Inglaterra y hasta en China. Esto es lo de menos pues él, al igual que sus
secuaces,
siguen siendo lo que siempre fueron, un cero a la izquierda. Donde quiera que
esté carga
con la maldición eterna de haber sido el autor intelectual del asesinato del más
grande
poeta que ha dado El Salvador, Roque Dalton García.
Pedro Rafael de la Cantera evalúa al “Gran Capitán”: “Marcial no estaba en el país
cuando asesinan a Roque... Por razones pragmáticas creo que Marcial se habría
opuesto
al ajusticiamiento. Ahora Eduardo Sancho escribe que esa afirmación de Marcial
fue
determinante. No sé si Sancho se hace el tonto o siempre lo ha sido, es probable
que así
sea. Pero yo no creo su argumento, más bien está tratando de echar el muerto a
Cayetano, quien tenía intuición política, mientras que los otros eran grandes
locos...
En el caso teorético de que Roque haya sido reclutado
por la CIA, eso no se sostiene... Roque se va a
Checoslovaquia... ¿Y ahí qué podía hacer? Sólo beber
mucho más... No te olvides que la compañía no recluta
pendejos, ni bajeros, ni inefectivos. ¿Qué podía hacer
alguien como él que ni siquiera sabía hablar inglés?
Considerar a Roque como agente de la CIA es una gran
patraña del PCS y de todos los políticos de izquierda
anti-poetas. No creo que los cubanos acepten esta
acusación, no obstante el rencor que le tenían...
El origen de esta tragedia fue la pequeñez, la
mezquindad –cuyos brotes, aún desde México, siento
que todavía existen, y ahora quizás más malignos-, el
temor a que Roque le quitara luz y protagonismo al ‘Gran Capitán’ y sus
adláteres; y se
la estaba quitando, explicable por su brillantez, su experiencia, incluso por su
edad, pues
los otros no pasaban de los 25 años; y algo más, eran ‘niños bien’, socialcristeros,
virgas,
y virgos que ni siquiera habían ido donde las putas, provincianos, cuyo mundo no
pasaba del Camino Real, de la Escalón, de la Universidad Nacional, etc...
Con todo y su problema de alcohol, Roque era una de las personas más brillantes
que he
conocido; además, un bolo no tiene por qué dejar de ser brillante. La borrachera
se quita
al día siguiente pero la estupidez no, y esto es lo que pasó con el ‘Gran Capitán’ de
mierda & su Cía. de lobos.”
Revivir al poeta
Roque Dalton es el referente de la moderna literatura salvadoreña. Sobre sus
desencuentros con los poetas sargentones de La Habana, reflexiona Pedro Rafael
de la
Una postal familiar
Roque junto a su hermana
Margarita, tambien escritora, en
México en 1964.
130
Cantera, testigo de ese tiempo: “El odio a Roque Dalton, según Arqueles Morales,
provenía de la ‘loca, lesbiana e hija de puta Haydeé Santamaría’, directora de
Casa de las
Américas, quien lo llamaba despectivamente ‘el ciudadano Roque
Dalton’; me sorprendió cuando Arqueles dijo esto, supongo que él fue
afectado por esta tendencia, ya que él también bebía, y en una
sociedad de doble moral como la cubana, los extranjeros críticos con
algunos puntos de la revolución, sin temores reverenciales por venir
de sociedades irreverentes como las guanacas y chapinas, eran algo
que no cuajaba en el ‘buen gusto’ revolucionario.
Los cubanos no entendieron nunca que nosotros veníamos de ejercer
la libertad de expresión, de crítica y autocrítica aún a costa de todo
riesgo, la irreverencia era algo generacional en la sociedad
guatemalteca y salvadoreña, anarcoides, algo que para acabar de
joder, se incrementa más con el alcohol.”
Elizabeth Burgos, quien junto con Regis Debray conoció en 1966 a Roque Dalton
en
Praga, Checoslovaquia, tiene su propio punto de vista
sobre los hechos.
Burgos, diplomática francesa de origen venezolano,
ex-esposa de Debray, ex agente secreta del G-2
cubano, y amiga entrañable de Roque Dalton en Praga,
París y La Habana sintetiza su figura: “...
Al poeta tal vez le hicieron un servicio asesinándole -lo
que no exime a los culpables. Su muerte hará resurgir
al poeta: su obra es el mayor tributo que habrá legado
a su país...
A los asesinos, la historia los ha puesto en su sitio:
ayer fueron actualidad, hoy son apenas una actualidad
pasada. Aparecen con su verdadero rostro al
descubierto: el de la ambición y el simple afán de
poder.”
(*)Aníbal Martínez, Pedro Rafael de la Cantera y Tomás Paz aún viven y son
citados con
un nombre ficticio, por comprensibles motivos de seguridad
David Hernández, es PhD en Filología, escritor y periodista salvadoreño-alemán,
reside en
Alemania. Recién obtuvo el Premio Nacional de Novela Embajada de España
Alfaguara,
por su novela "Berlín años guanacos
Un acuerdo entre Rodolfo Parker
y René Aguiluz calmó
aparentemente el agua de los
pescados. Hoy se vuelve a
revolver.
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Roque Dalton vs. la verdad
(Entrevista con Juan José Dalton)
Por Francisco Figueroa
Qué ocurrió en realidad la noche del diez de mayo de 1975, hace 28
años; qué calles, puertas, miradas y pensamientos se cruzaron antes de
realizar uno de los crímenes más aborrecibles de nuestra historia, el del
poeta Roque Dalton. Hay quienes lo saben, pero lo callan. He llegado
ante la mirada de Juan José Dalton, transcurre un lunes de Semana
Santa de 2003. Le pregunto muchas cosas y él contesta con la claridad
de quien ha sufrido la muerte y desaparecimiento de su padre, al mejor
estilo de los abominables escuadrones de la muerte de nuestra Historia
reciente.
FF.- ¿Cuál es tu opinión sobre el libro de Eduardo Sancho,
Crónica frente a los espejos, en lo que se refiere a la muerte
de tu padre?
JJD.- Mi opinión respecto al testimonio de Fermán Cienfuegos o
Eduardo Sancho no es ninguna opinión académica, ni siquiera una
crítica literaria o periodística, sino la opinión de un lector normal de
nuestro país. Es un libro difícil de leer porque es un poco enredado.
Yo he hablado varias veces con Fermán y tal como él habla así ha
escrito el libro; es un sancocho, como una sopa de Colombia, es un
revoltijo de cosas... no hay coherencia en sus escritos ni en su
pensamiento, lo siento raro.
Según él, ese es el valor del libro porque trata de diferenciarse a sí
mismo cuando dice que uno es Fermán y otro es Eduardo. Para mí eso
es inconcebible si se trata de una personalidad de reconocimiento
público. Cuando él trata de diferenciar al humano con el comandante
que fue, es como que él está diciendo: "aquel realmente no soy yo, aquel
fue el papel que me tocó representar". Esa es una evasión histórica del
papel que le tocó jugar en aquel momento.
FF. ¿Es sincero o no Eduardo? ¿Es el comandante o el
ciudadano quien habla en el libro?
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Cuando él escribe no se quién está hablando, es el papel interpretado de
Fermán Cienfuegos o la sinceridad de Eduardo Sancho, no sé quién es.
Él ha dado varias interpretaciones sobre la muerte de mi padre y dijo en
un programa de televisión que en los próximos años van a surgir miles
de interpretaciones. Me parece que esta falseando la realidad porque no
estamos hablando de un hecho por venir, sino de un hecho que pasó, y
pasó como pasó.
Fermán, cuando llegó como parte de una delegación de la Resistencia
Nacional (RN) a la Habana en 1978 o 79, no recuerdo, estando ahí mi
hermano mayor Roque, mi mamá y yo, nos dio un informe de por qué
habían asesinado a Roque. Dijeron, dijo, que habían cometido un
crimen imperdonable, inaudito, y que producto de ese crimen el ERP
(Ejército Revolucionario del Pueblo) se había dividido en dos, los
asesinos de Dalton, y por otra parte se había creado la RN, que eran los
seguidores de Roque Dalton, y que ellos eran como los herederos y
seguidores no solamente de Roque, sino de su ideal y que él había
logrado fundar la RN. Estoy hablando de cuatro años después.
Nunca jamás Fermán nos habló que hubiera algún juicio, ni que él fuera
el defensor; nunca jamás nos contaron que lo habían detenido y que
luego lo acusaron de indisciplina, lo que coincide con el libro, y después
de agente cubano. Y como ninguna de las acusaciones cuajaron, lo
acusaron de agente de la CIA y enemigo, y de que un día se dieron
cuenta que lo habían asesinado.
Fermán nos contó que él mismo había sido perseguido y lo habían
intentado matar en varias ocasiones. Fermán fue protegido por las FPL
(Fuerzas Populares de Liberación), por Cayetano Carpio. Las FPL
protegían, no sólo a Fermán, sino al resto de las RN que estaban siendo
buscados por el ERP para asesinarlos. Eso fue lo que nos contó Fermán
Cienfuegos, Ernesto Jovel y otros que no recuerdo. Fue en 1979.
Pero Fermán y Joaquín Villalobos han intentado culpar de la muerte de
mi papá a los comunistas, y sobre todo a Cayetano Carpio. Pero fueron
ellos, las FPL, Cayetano Carpio, quienes intercedieron para que no
hubieran más muertes después de la muerte de mi papá. Eso es algo
que hay que aclarar, porque hoy, acusaciones de esa naturaleza se están
lanzando como transportando discordias de aquellos tiempos a los
hechos actuales.
FF.- Hay varias versiones, ¿pero lo que Fermán dice en el
libro es la versión oficial o hay otra?
JJD.- Fermán dice verdades a medias, o al menos es lo que he
escuchado. Él le quita toda responsabilidad a Joaquín Villalobos,
cuando el propio Joaquín ha aceptado haber participado en la decisión
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de matar a mi papá. Antes, el papel que las RN le otorgaban a Joaquín,
era algo más que un simple autor intelectual del crimen. Por eso
Fermán está diciendo medias verdades y medias mentiras.
FF.- ¿Qué es lo que le interesa saber a la familia Dalton sobre
este hecho? ¿Responsables directos, autores materiales e
intelectuales, nombres?
JJD.- Lo único que reivindicamos es que se nos asesinó a nuestro
familiar y no hemos recibido ni las disculpas, ni un reconocimiento de
que fue un crimen injusto. Cuando yo entrevisté a Joaquín en varias
etapas y luego publicamos la entrevista, Joaquín reconocía que él había
participado. Y parece que ese reconocimiento lo puso en tela de juicio
en su acción política y pronto comienza a deslindarse de las
responsabilidades, y actualmente dice que él no tiene nada que ver ni
material, ni intelectualmente con ese crimen, que él no era el jefe del
ERP. Yo tengo esa confesión grabada, la tengo escrita, revisada por él
con su letra, donde él dice: los que participamos en la decisión fuimos
tales y tales y yo.
En esa entrevista Joaquín dice que no hubo ningún juicio, que ahí hubo
una patraña para tratar ocultar el crimen que estaban cometiendo, así
lo dice. Pero de pronto ahora sale diciendo que no tuvo nada que ver en
eso, que el crimen fue por contradicciones entre antiguos comunistas,
deslindándose completamente de las responsabilidades; ni siquiera en
un incipiente intento de llegar a la verdad hay sinceridad. Eso es lo que
más le duele a la familia.
Toda la exigencia que estamos haciendo es para ayudar y aportar a la
sociedad salvadoreña a resolver un crimen que fue nefasto y que tuvo -y
todavía tiene por estar en la impunidad- una repercusión tremenda en
nuestra realidad, porque cuando uno habla con intelectuales de afuera,
con gente joven que no conoce mucho la realidad salvadoreña, le parece
inaudito que la misma gente, los mismos compañeros y hermanos, sus
compañeros de lucha, lo hayan asesinado.
La gente se pregunta ¿qué clase de gente es esa?, ¿qué les ha pasado?,
¿qué ética se mueve en El Salvador? Y al ver nuestra historia se dan
cuenta que aquí se hace homenaje al que mandó a matar a Monseñor
Romero, se le rinde tributo a quienes asesinaron a los jesuitas y se
mantienen en la impunidad los que mataron al poeta más destacado de
este país.
FF.- ¿Hay algo nuevo sobre este caso?
JJD.- Creo que la muerte de mi padre necesita una investigación más
profunda y es un deber de esta sociedad. Nosotros hemos sufrido lo
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impensable, la desaparición física de la cabeza de nuestra familia. Mi
padre es difamado, los documentos del ERP lo difaman, lo
menosprecian, no reconocen su calidad de luchador social. Fermán nos
dijo que los restos de mi padre habían sido resguardados y que cuando
triunfara la revolución o acabara la guerra los restos de mi papá serían
entregados a la familia y que se le haría un homenaje, y eso no era
cierto... El cadáver no fue encontrado porque fue abandonado junto a
Pancho... lo tiraron en El playón y el cadáver desapareció... y sus
asesinos siguen en la impunidad y la gente como Fermán, quien fue
considerado hermano de mi padre hasta después de la muerte, está
tratando de justificar un crimen... La obra de mi padre es un pilar sobre
el que se sustenta la cultura, la identidad y la historia de este país... Él
fue una persona integral, en su obra refleja sus contradicciones,
temores, se ensalzan sus amores, sus visiones, sus defectos, errores...
No lo veo apartándose de las responsabilidades que le tocó asumir, no
veo la diferencia entre Roque Dalton y Julio Dreyfus (su pseudónimo),
fue una sola persona.
FF.- ¿No crees que el fantasma de tu padre terminó matando
políticamente a sus asesinos?
JJD.- (Se queda pensando) No sé. Creo que la mancha de haberlo
asesinado es indeleble. Donde quiera que Joaquín se pare, todo mundo
sabrá que fue uno de los ejecutores de Roque Dalton. Así va a quedar
registrado en la historia. Como político él no quisiera tener esa mancha,
pero debería ser humilde en reconocer ese crimen. Todos hemos
cometido errores y tenemos debilidades y si alguien cometió un crimen,
que lo acepte y pida perdón a la familia y a la sociedad, y eso lo haría
digno.
Luego de la entrevista hablamos un poco de poesía y de su participación
en el nuevo periódico virtual "Desde El Salvador". No pude evitar sentir
ese sentimiento de mi juventud en la guerra, la Semana Santa, el
recuerdo de Monseñor Romero y un Roque Dalton señalando con su
pluma un abecedario de justicia aún incompleto. Que lo complete
nuestra sociedad, nuestra historia lo merece.
Dalton, acostumbrado a tratar con las
estrellas políticas e intelectuales de la
insurgencia latinoamericana, no estaba
para esos juegos de caudillismos de
opereta provinciana, y comenzó por libre
su propio juego, pero desatendiendo las
más elementales reglas de la
conspiración. Ese pecado, en el argot de
las sectas dogmáticas y fanatizadas, se denomina pomposamente “labor
de socavamiento de la confianza en la dirección”, y suele ser la antesala
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del juicio por traición.
Dalton se ganó la simpatía de los poetas tan rápido como el rechazo de
los políticos y los militares. Estaba dispuesto a probar que la capacidad
de conducción de Rivas Mira estaba sobre dimensionada. El duelo de
poder entre ambos había comenzado. Había que decidirse entre el
poeta o el comandante. El ERP era demasiado pequeño para los dos:
uno de ellos debía abandonar la jugada o morir en el intento
La muerte de un poeta
Por Geovani Galeas
En 1964, Roque Dalton, hijo de un millonario norteamericano y de una humilde
enfermera salvadoreña, precoz enemigo de la dictadura, militante comunista,
abogado
infieri y poeta laureado, sale otra vez de la cárcel y va otra vez al exilio, a Cuba.
Allá conferencias, recitales, ron, instrucción militar, mulaticas preciosas, roce con
la
crema de la intelectualidad latinoamericana y piano y boleros en casa del famoso
chansonnier internacional Bola de Nieve, ya su amigo del alma.
Pero en medio de tanta maravilla no deja de pensar en el paisito, donde el
régimen
militar amaga una apertura democrática. Y regresa en clandestinidad, cruzando
de
noche la frontera por un punto ciego. Pero el partido comunista ha tomado en
serio la
apertura y ha desmantelado su aparato clandestino.
Al poeta se le ordena ganar la legalidad. Pero él –“siempre pensando en
encontrar un
bar,/ en donde si quitáramos las mesas,/ quepan la madrugada y tú junto a mis
ojos”–,
sucumbe a la tentación de un trago ahí por la Praviana. Total, sin clandestinidad
ni
anhelados combates heroicos en el horizonte, qué más da un pecadillo
disciplinario. Y a
media cerveza viene a pescarlo de nuevo la policía.
El frío de octubre, la gripe que no cesa, la falta de cloropramicina y la soledad de
la
cárcel es lo de menos. El problema es qué dirán los dirigentes obreros cuando
sepan que
lo capturaron en un bar.
Ellos, que entre cárcel y huelga se esfuerzan por deletrear los manuales del
camarada
Nikitín, y a él lo miran de reojo porque va de Althusser a Michaux y de Gramsci a
SaintJohn Perse. “Comunistas sulfurados de mi país, ingenuos, duros tipos”, se queja
Dalton.
Un agente de la CIA se presenta en su celda. Luego de varios interrogatorios
estériles el
norteamericano advierte: “Diremos que antes de morir trataste de salvar el
pellejo y
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delataste a tus camaradas. No vas a quedar como un héroe para la historia, sino
como
un traidor”. Y agrega: “Bien sabes que para los dirigentes obreros no eres más
que un
hijo de puta pequeño burgués, un intelectual rémora, un mierda”.
Te tocaron la vanidad, y eso duele, poeta. Con el alma temblorosa piensas, sin
embargo:
“Por mí que me descabecen. Al fin y al cabo he caído en manos de esta gente por
indisciplinado y bebedor de cerveza”.
Justo entonces un sismo derrumba las paredes de la cárcel, y el poeta
famosamente
escapa al alba entre los escombros y las garras del enemigo imperialista. De
nuevo el
exilio.
Se instala en Praga, en calidad de burócrata del comunismo internacional, en una
suntuosa oficina a las orillas del Moldava.
Allá, hacia 1965-67, todo parece una eterna primavera con poemas y
melocotones,
cerveza a cántaros, caviar, elevada hermenéutica marxista y suculentas
muchachas
rubias que nunca dicen que no.
Ha engordado quince libras y, según anota, “tengo una flotilla de autos y choferes
al
alcance del teléfono; viajes continuos a Francia, Austria, Cuba y Suecia; una
amiga
estable y algunas aventurillas de vez en cuando con las estudiantes que cantan a
coro en
las cervecerías”. Cárcel y exilio, alcohol y mujeres, poesía y revolución lo
marcaban para
el brillo y para la tragedia.
Hacia 1967, Dalton se encuentra en Praga con su entrañable amigo, el poeta
guatemalteco Otto René Castillo; y deslumbra con su erudición marxista al joven
filósofo francés Regis Debray. Pero Otto René parte a la guerrilla de su país y
Debray
marcha con el Che Guevara a la selva boliviana.
El salvadoreño, en cambio, sin heroísmo alguno, recibe una tremenda golpiza en
un lío
de faldas entre borrachos, y es retratado de una manera poco edificante por el
escritor
español José Agustín Goytisolo: “Dalton es un poeta disparatado, medio niño
burlón y
medio guerrillero, un extraordinario conversador y, a decir de las mujeres, gran
hombre
para la cama (...) y con una gran capacidad de imponerse al alcohol a base de
ingerirlo
en grandes cantidades”.
Aunque, tragos y faldas aparte, trabajaba simultáneamente en cinco libros de
poemas,
una novela, una biografía de Miguel Mármol y un extenso ensayo sobre la lucha
armada
en América Latina, ya no podía más con su imagen de palabrero genial y eterno
evadido
de la cárcel.
Muchos de sus amigos se sumaban a las guerrillas que comenzaban a proliferar
en
América Latina, y aunque él se dice a sí mismo que allí también cumple una tarea
importante, una pregunta le incendiaba las noches: “¿De qué me escapé yo? ¿De
la
cárcel del enemigo tan sólo?” Y apunta: “País mío vení/ papaíto país a solas con
tu sol/
todo el frío del mundo me ha tocado a mí/ y tú sudando amor amor amor”.
137
Rompe con los comunistas salvadoreños, que se negaban a tomar las armas, y
viaja a La
Habana, donde en 1968 declara: “Ya no se trata de fabricarnos coartadas con
nuestras
cárceles, sudores, cicatrices –y este era el miedo que Regis Debray tenía cuando
me
miraba beber tanta cerveza en Praga– sino de dar todos un paso hacia adelante”.
El proyecto de incendiar América Latina (“Un, dos, tres Vietnam”), concebido por
Fidel
Castro y por el Che Guevara, había ya entrado en crisis con la caída del argentino.
Decidido a insuflarle nueva vida a ese proyecto, Dalton se convirtió en uno de sus
principales operadores y escribió uno de los documentos capitales del debate
político,
ideológico y militar de la izquierda latinoamericana en ese momento:
¿Revolución en la
Revolución? Y la crítica de derecha, escrito, advierte, “pensando en la ‘operación
Che’,
inicio proyectado de los Vietanms latinoamericanos”.
Para entonces, Dalton ya no sólo era una de las estrellas de la literatura
comprometida
de América Latina, sino también un reconocido especialista, teórico al menos, en
las
experiencias guerrilleras de Vietnam, Corea y los movimientos africanos de
liberación
nacional. Pero sobre todo, uno de los más respetados ideólogos del proyecto
insurgente
latinoamericano en su conjunto.
Había sido un poeta que cantaba a la revolución, ahora era un intelectual que la
pensaba. Pero aspiraba a más: convertirse en el combatiente que la realizaría. La
pluma
cedía el lugar al fusil.
En efecto, su “paso adelante” consistió en incorporarse a la guerrilla salvadoreña,
concretamente al Ejército Revolucionario del Pueblo: no a la luz fraterna y
liberadora
que tanto había anhelado, sino a la catacumba en que su asesino lo esperaba
emboscado
entre las sombras turbias del sectarismo y la traición.
Joaquín Villalobos vivió veinte años al margen de la ley. El ejército nacional puso
precio
a su cabeza, la CIA conformó un equipo especial para cazarlo, y no es improbable
que
también la inteligencia cubana haya intentado su aniquilación.
Fue el estratega militar de la guerrilla que en la penúltima década del siglo XX
causó
más de diez mil bajas a las Fuerzas Armadas salvadoreñas. Pero a lo largo de la
batalla
nunca lo hirió una bala ni pisó una cárcel.
A finales de 1977, estaba a punto de coronar una carambola genial. Con un solo
golpe
obtendría tres millones de dólares, el rescate de dos guerrilleros presos y algo del
prestigio que su grupo, el Ejército Revolucionario del Pueblo, había perdido por
completo.
La debacle había comenzado en 1975. Hasta entonces el ERP había matado o
secuestrado a militares, políticos derechistas, industriales y banqueros, pero ese
año
también el poeta Roque Dalton pasó a la lista de sus víctimas.
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Repudiado universalmente por ese asesinato, el ERP se escindió. La fracción de
Villalobos sufrió además infiltración policial: diecisiete de sus casas de seguridad
fueron
descubiertas y varios de sus miembros cayeron asesinados o capturados. Para
rematar,
el jefe del ERP en ese momento, Alejandro Rivas Mira, se esfumó con el dinero
del
grupo.
Villalobos asumió entonces la jefatura de esa guerrilla en harapos, reducida a
unos
cincuenta combatientes sobreviviendo a salto de mata. Su primera decisión
consistió en
arriesgarlo todo en una operación espectacular: el secuestro de un líder de las
finanzas
nacionales.
El golpe resultó impecable, salvo por un detalle: en el cruce de fuego con los
guardaespaldas del magnate, éste sufrió una herida. El gobierno cumplió las
exigencias
guerrilleras a cambio de la vida del secuestrado. Pero lo que Villalobos entregó
fue un
cadáver. Luego diría que la libertad de dos revolucionarios valía más que la vida
de un
oligarca.
En 1984 dirige un ejército insurgente en Morazán. Pero ha perdido el sueño y
quizá
pronto pierda la guerra y la vida: el coronel Domingo Monterrosa se ha propuesto
cazarlo. Asedia, persigue, cerca y no da tregua con la aviación y la artillería.
Es fama que a esas alturas, en el ardiente tablero de la guerra salvadoreña,
Monterrosa
es el rey y Villalobos la dama. El coronel ha tomado el asunto en términos
personales.
Sabe que las fuerzas de su adversario están exhaustas, acorraladas. Y aprieta el
cerco.
Los guerrilleros huyen en desbandada, dejando en abandono una mochila
ensangrentada de Villalobos y el transmisor de la legendaria Radio Venceremos.
El
coronel sabe que no es la victoria definitiva. Pero casi. Y quiere que también el
mundo lo
sepa.
Ordena que suban el transmisor y la mochila a su helicóptero, y con los jefes de
sus seis
batallones alza el vuelo hacia su cuartel, donde mostrará a la prensa sus trofeos
de
guerra.
Desde una altura no muy lejana, Villalobos observa con sus binoculares la
maniobra. No
está herido. Todo ha sido una simulación perfectamente planificada: en el
transmisor
hay ocho tacos de dinamita. Cuando el helicóptero pasa frente a su punto de
observación, ordena el disparo de la señal teledirigida. La nave estalla en una
gran bola
de fuego, humo y cenizas de un Estado Mayor en pleno.
Managua, 1990. El comandante Humberto Ortega, jefe de las Fuerzas Armadas
de
Nicaragua, comparece ante los medios de prensa ordenando a viva voz la captura
de
Joaquín Villalobos, a quien acusa de traidor, desleal y ladrón.
Ocho años atrás, en 1982, una sigilosa madrugada, Ortega había acompañado a
Villalobos hasta una solitaria playa del pacífico nicaragüense. Desde allí zarparía
el
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salvadoreño en una lancha furtiva hacia el frente de guerra, en el norte de
Morazán,
luego de una gira en búsqueda de armas por varios países socialistas.
Más allá de los imperativos del internacionalismo proletario, ambos
comandantes,
políticamente pragmáticos y estrategas militares natos, habían trabado una fuerte
amistad. Al despedirlo, Ortega le regaló a Villalobos un Rolex y una pistola
labrada en
plata.
Y ahora Villalobos le ha robado un lote de misiles soviéticos tierra-aire. Con ello
lo ha
puesto en un grave predicamento personal y a la vez ha comprometido
seriamente la
seguridad nacional nicaragüense. “Un hombre en guerra es un desesperado. Y un
hombre desesperado es capaz de cualquier cosa”, me explicaría después
Villalobos en
una entrevista.
En ese momento el FMLN estaba a punto de colapsar por desgaste, luego de
catorce días
de una impresionante pero infructuosa ofensiva sobre San Salvador. Pero
también por la
caída del muro de Berlín, la invasión norteamericana a Panamá, la crisis soviética
y la
derrota electoral de los sandinistas.
A esas alturas, el puesto de mando estratégico de los insurgentes salvadoreños se
había
desplazado a Managua, lo que había entrado en caos al perder los sandinistas el
poder.
Villalobos concibió entonces un plan desesperado. Según su análisis, la ventaja
táctica
del ejército salvadoreño radicaba en la aviación, que impedía la estabilidad en los
frentes guerrilleros y obligaba la permanente dispersión de fuerzas.
La única posibilidad de sobrevivir era la tenacidad… y los
misiles. Pero estos formaban parte de las armas
estratégicas que garantizaban el equilibrio geopolítico en la
guerra fría. Ni rusos ni norteamericanos podían ponerlos
en manos de fuerzas irregulares. Humberto Ortega, único
sandinista que después de la derrota electoral continuaba
en el poder, en calidad de ministro de Defensa, los tenía. Y
Villalobos, en una operación digna de Hollywood o de la
pluma de Le Carré, alargó subrepticiamente la mano.
A los pocos días una aeronave del ejército salvadoreño fue
abatida en pleno vuelo por un misil soviético, cuyo número
de serie correspondía al arsenal nicaragüense. Los teléfonos del búnquer del
general
Ortega comenzaron a timbrar incesantemente. Lo mismo sucedía en la oficina de
Fidel
Castro, en la Casa Blanca y en el Kremlin.
En una casa clandestina situada en la periferia de Managua, Villalobos escuchó
por la
radio la orden de captura. Minutos más tarde recibió a un lacónico intermediario
de
Ortega: “Humberto dice que te entregués y que en la cárcel van a negociar”, dijo
el
hombre.
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–Si me quiere capturar ya sabe donde estoy. Pero advertile que voy a combatir. A
mí
nadie me agarra vivo -respondió Villalobos, mientras se quitaba las botas
militares y se
calzaba un par de tenis, como en sus viejos tiempos de guerrillero urbano, cuando
ignoraba quién era Roque Dalton y tampoco sabía que matar poetas no es
precisamente
un buen negocio.
Cayetano Carpio y Alejandro Rivas Mira organizaron las primeras guerrillas
salvadoreñas en 1970. Carpio, un viejo líder obrero, era secretario general del
Partido
Comunista, del cual fue virtualmente expulsado en 1969 por intentar volcarlo a
las
armas.
Empeñados en la legalidad, los comunistas construían alianzas electorales con la
Democracia Cristiana. Fueron disidentes de ambos partidos los primeros
guerrilleros.
Carpio nucleó a los comunistas en las FPL, Rivas Mira a los cristianos
radicalizados en el
ERP.
Ambos grupos reclamaban para sí el papel exclusivo de vanguardia
revolucionaria.
Carpio, formado a la vieja usanza en el activismo sindical, más un curso político
en la
URSS en los años cincuenta, desconfiaba de los jóvenes cristianos, a quienes
consideraba pequeños burgueses aventureros.
Rivas Mira, era un dirigente estudiantil con aura de genialidad,que propugnaba
un
marxismo heterodoxo, asimilado en universidades europeas en tiempos de las
audaces
renovaciones conceptuales que culminaron con las revueltas parisinas de 1968.
Para él
la línea soviética resultaba anacrónica.
En suma, las FPL planteaban una larga guerra sobre la base de la alianza
obrerocampesina,
en tanto que el ERP proponía resolver el problema nacional, a cortísimo
plazo, mediante un golpe de Estado en colaboración con oficiales del Ejército
Nacional.
Táctica proceso contra táctica plan.
Los comunistas, por su parte, alegaban que los guerrilleros eran provocadores al
servicio
de la CIA, y éstos denunciaban que aquellos los delataban a la policía. La
acusación de
ser “agente del enemigo” era entonces lo más común y corriente.
Lo grave es que esa “lucha ideológica” se daba en la clandestinidad militarizada y
con la
policía pisando los talones de todos. La fanatización sectaria y la desconfianza, la
sobrevaloración de la capacidad militar y el desprecio al debate intelectual fueron
las
consecuencias naturales.
Dalton, en Cuba, había roto con los comunistas y desesperaba por tomar las
armas. Por
trayectoria y afinidad ideológica, lo lógico era que se sumara a las FPL. Pero
Carpio le
negó el acceso, no sólo por la ya legendaria bohemia del poeta. Tenía, como ya
veremos,
motivos mucho más graves.
Rivas Mira viajó a La Habana en 1972 y pactó con la dirigencia cubana el ingreso
de
Dalton al ERP. Ahí comienza la cadena de absurdos. ¿Por qué los cubanos
estaban tan
141
interesados en situarlo en una organización no afín ni a ellos ni al poeta mismo?
¿Por
qué lo aceptó Dalton, sabiendo que entre él y Rivas Mira había un abismo
ideológico?
¿Qué ganaba Rivas Mira al introducir a un adversario en su propia casa?
La ingenuidad o la mala fe han fabricado la imagen de Dalton como un venadito
perseguido o un conejillo asustado al que todos maltratan. No. Él era a la vez un
poeta
irónico hasta la crueldad, un bohemio contumaz y un ideólogo beligerante que
había
asumido ya el riesgo de morir, sí, pero también el de matar, con todas sus
consecuencias.
Era, en viva y permanente contradicción, un artista rebelde y un cuadro político
que
había jurado reiteradamente sometimiento a la jerarquía y lealtad a la jefatura...
pero,
¿quién era su jefe? De sus ensayos teóricos sobre la revolución latinoamericana
no se
desprende que pudiera serlo Rivas Mira ni Fermán Cienfuegos, y mucho menos
Joaquín
Villalobos... De nuevo, entonces, ¿qué hacía Dalton en el ERP?
A finales de 1982 en Quinta Caldera, una casa de seguridad ubicada en el
kilómetro 14
de la carretera sur de Managua, Cayetano Carpio me dijo lo siguiente: “Los del
ERP no
son ni nunca fueron auténticos revolucionarios, son la social democracia más el
fusil... y
terminarán traicionando la revolución”.
A principios de los setentas, Roque Dalton, como la mayoría de los insurgentes de
su generación, estaba convencido de que la revolución latinoamericana
necesitaba de un
sólo plan estratégico y de un mando único y centralizado cuya encarnación
indiscutible
correspondía a Fidel Castro. Fidel pensaba exactamente lo mismo. Pero algunos
comandantillos locales no lo creían: Douglas Bravo en Venezuela, por ejemplo, o
Jaime
Bateman en Colombia o Rodrigo Asturias en Guatemala..
En Cuba se hacían esfuerzos para meterlos en cintura, alineándolos por las
buenas
o anulándolos por las malas. Dalton trabajó arduamente en la primera opción vía
debate
ideológico. Y en el momento en que el comandante en jefe se decantaba por el
Kremlin
en la famosa polémica internacional chino-soviética, Alejandro Rivas Mira,
fundador y
jefe del ERP salvadoreño, firmaba sus primeras acciones guerrilleras con la
consigna
maoísta “El poder nace del fusil”, en claro desacato a “nuestro señor que está en
la
Habana”.
Rivas Mira, formado políticamente en Europa al calor de la rebeldía de 1968,
condenaba la invasión rusa a Praga mientras Castro la aplaudía y Dalton
guardaba un
ominoso silencio. Además, si Castro y Dalton recetaban para el sub continente
largas
guerras de liberación, Rivas Mira se planteaba resolver el problema a muy corto
plazo
mediante un golpe de Estado. Si aquellos tenían como meta la dictadura del
proletariado, éste sólo se planteaba la plena vigencia constitucional en un marco
democrático.
Pero Rivas Mira no era un jefe de principios sino de intereses, un pragmático que
hizo escuela (¿no, Villalobos?). Necesitaba reconocimiento internacional,
entrenamiento
y armas para su grupo, y si los chinos se los daban él era maoísta. Pero si se los
daban
142
los cubanos él, sin declararse fidelista, al menos podía aceptar que un hombre de
confianza de Castro, Roque Dalton, lo asesorara políticamente, pero sólo eso:
cero
mando militar para el flamante asesor.
Fue en esas turbias condiciones que Dalton ingresó al ERP. Pero el poeta no era
un
hombre de prudentes silencios tácticos tan propios de la clandestinidad. El era un
inveterado discutidor, curtido en innumerables maratones retóricos
madrugueros,
alcohólicos y humeantes de cafetín y taberna. Era, en suma, un poeta brillante,
un
ideólogo lúcido, no un clásico conspirador de puñal bajo el poncho. Sólo que el
ERP no
era precisamente un cafetín ni mucho menos una taberna.
A su juicio, el plan putchista de Rivas Mira era un disparate, una aberración
superable en el debate ideológico. Pero ese plan no era exclusivamente de Rivas
Mira
sino también de sus más osados lugartenientes: Rafael Arce Zablah, Humberto
Rogel y
Joaquín Villalobos, jóvenes endurecidos en el combate y cuyo argumento
principal era
la pistola.
Pero he aquí que el poeta no estaba solo. En el núcleo inicial del ERP también
había un grupo de versificadores más que dispuestos a escucharlo: Fermán
Cienfuegos,
Lil Milagro Ramírez y Alfonso Hernández entre otros. Había que separar el trigo
de la
paja. Esa era la misión de Dalton.
Una tarde de 1974, en una casa cercana al parque Centenario, dos hombres
discutían a
gritos sobre la ominosa cancelación de la primavera de Praga por parte de los
tanques
soviéticos. Ambos citaban y contra citaban a Althusser, Gramsci, Poulantzas,
Rosa
Luxemburgo y otros teóricos marxistas. Las posturas eran irreconciliables. Este
consideraba la invasión como una infamia; el otro blandía complicados
malabares
argumentales para justificarla.
Estaban armados y borrachos, y no eran simples polemistas de cantina. Este
había sido
declarado enemigo público número uno por las autoridades, y las paredes de San
Salvador estaban plagadas de afiches con su retrato ofreciendo dinero por su
cabeza: era
el comandante en jefe del ERP. El otro era su asesor político: Alejandro Rivas
Mira y
Roque Dalton.
Cuando Joaquín Villalobos, cuarto en la jerarquía de la jefatura guerrillera, entró
a esa
casa, quedó choqueado. Ahí se había violado, en términos de gravedad máxima,
toda la
normatividad que regía implacable la vida clandestina hasta el extremo del
cianuro
obligatorio en caso de captura.
Villalobos había pasado de las protestas universitarias a la clandestinidad
insurgente en
1972, a los 21 años de edad. Era el caudillo de un pequeño grupo de jóvenes
radicalizados en la experiencia de trabajo social en comunidades marginales.
Había
estudiado el bachillerato en matemáticas en el Liceo Salvadoreño, bajo la tutela
de
sacerdotes del Opus Dei, y luego había ingresado a la facultad de economía. En
suma, no
tenía gran aprecio ni por el comunismo ni por la literatura.
143
Por eso había integrado su grupo al ERP, cuyo jefe era abiertamente pragmático y
anticomunista. Hay que recordar que por esas fechas el partido comunista
salvadoreño,
bajo la dirección de Schafik Handal, se empeñaba en esfuerzos electorales y
fustigaba a
los que habían optado por la lucha armada, etiquetándolos bajo la viñeta de ultra
izquierdistas. En la Universidad Nacional circulaba un panfleto en que el
mismísimo
Schafik acusaba al Che Guevara de ser un simple aventurero.
Roque Dalton, comunista y literato que había vivido los últimos diez años fuera
del país,
entre Europa y Cuba, era un nombre que a Villalobos apenas le sonaba. Aquella
tarde
sólo era un señor algo panzoncito, bolo y lenguaraz, que se hacía llamar Julio
Dreyfus.
En adelante, ni Rivas Mira ni el tal Julio gozarían de la confianza y el respeto de
él ni de
los combatientes bajo su mando.
No es improbable que Nureyev fuera el mejor baletista de todos los tiempos. Pero
es
seguro que las cualidades que lo afirmaban como tal no le sirvieran en absoluto
para
sumarse a un equipo de rugby, donde en una tacleada no sólo podría sufrir el
deterioro
de sus largas, preciosas y esmaltadas uñas. Y aquel ERP de los setenta era, sin
duda,
mucho más rudo que un equipo de rugby. La suerte de Dalton estaba echada
desde el
momento mismo de su ingreso.
Cuatro fueron los argumentos, al menos los principales, que el ERP adujo para
justificar
la ejecución de Dalton: que era agente de la CIA; que había promovido el
fraccionamiento del ERP; que era agente de la inteligencia cubana; que era un
bohemio
irresponsable en el contexto de la lucha clandestina. De las cuatro acusaciones
sólo la
primera era infundada.
Alejandro Rivas Mira acaso presintió la desgracia aquella Navidad de 1973,
cuando
Roque Dalton, llegado ese mismo día desde La Habana bajo el nombre de Julio
Dreyfus,
en lugar de mirarlo con temor y respeto y cuadrarse militarmente en su
presencia, lo
saludó con un desenfadado “¿qué pasó, maricón?”
Rivas Mira era el indiscutido caudillo del ERP, el mítico sobreviviente de “El
grupo”,
núcleo inicial de la guerrilla. Casi todos los otros fundadores habían desertado o
muerto
en acción. Él había resistido la oleada represiva. Eso, y una vaga leyenda de
revolucionario forjado al calor de combates lo mismo en Guatemala que en El
Salvador,
en Alemania que en Venezuela, deslumbraban a sus jóvenes lugartenientes, que
no
cesaban de asaltar bancos, realizar secuestros, matar guardias y dinamitar
instalaciones
enemigas.
Pero Dalton, que era de su misma generación, lo conocía muy bien y no se
tragaba el
cuento. De leyenda a leyenda ahí se iban los dos: el uno con su saga de combates
imaginaros o no; el otro, con un tambache de poemas y polémicas ideológicas que
brillaban en toda América Latina.
Con todo, Rivas Mira estaba contento aquella noche. Luego de la primera gran
debacle
de muertes y deserciones, había logrado hacer crecer al ERP, al integrar a tres
grupos
que, aunque distintos entre sí, se unificaban bajo su mando: el de los poetas144
combatientes (representados por Fermán Cienfuegos y Lil Milagro Ramírez); el
de los
políticos-combatientes (Joaquín Villalobos y Rafael Arce Zablah), el de los
combatientes
puros y duros (Jorge Meléndez y Vladimir Rogel). Muy pocos de esos muchachos
pasaban de los 22 años, y todos creían que Rivas Mira era el mismísimo Che
Guevara
redivivo.
Además, había conseguido el apoyo cubano en armas y entrenamiento militar
especializado para sus cuadros. Pero no el respaldo político. Sus devaneos
maoístas no
lo hacían confiable. Había tenido que negociar ese respaldo a cambio de aceptar a
su
lado, en calidad de asesor y garantía, a un viejo e irreverente conocido que sí
gozaba de
la confianza habanera: Roque Dalton.
Pero Rivas Mira desconfiaba hasta de su sombra. A fuerza de una jefatura
estrictamente
militar y verticalista, exigía el absoluto sometimiento a sus dictados. No discutía:
simplemente daba órdenes. Y todos sabían y aceptaban que, en aquellas
circunstancias,
el incumplimiento de una orden equivalía al fusilamiento sin apelación posible.
Dalton, acostumbrado a tratar con las estrellas políticas e intelectuales de la
insurgencia
latinoamericana, no estaba para esos juegos de caudillismos de opereta
provinciana, y
comenzó por libre su propio juego, pero desatendiendo las más elementales
reglas de la
conspiración. Ese pecado, en el argot de las sectas dogmáticas y fanatizadas, se
denomina pomposamente “labor de socavamiento de la confianza en la
dirección”, y
suele ser la antesala del juicio por traición.
Dalton se ganó la simpatía de los poetas tan rápido como el rechazo de los
políticos y los
militares. Estaba dispuesto a probar que la capacidad de conducción de Rivas
Mira
estaba sobre dimensionada. El duelo de poder entre ambos había comenzado.
Había que
decidirse entre el poeta o el comandante. El ERP era demasiado pequeño para los
dos:
uno de ellos debía abandonar la jugada o morir en el intento.
Esa bellísima morena de 22 años, que hasta hace un par de meses estudiaba
matemáticas en la Universidad Nacional, ni es una chica frágil ni se llama
Mariana. En
su cartera siempre hay una pistola y, si es el caso, también puede habérselas con
explosivos o con una pieza de artillería. Pero aunque conoce a perfección las
técnicas del
combate irregular, su verdadera especialidad son los métodos conspirativos:
chequeo,
contra chequeo, embute, pase y ciframiento. Es una artista del silencio, una
virtuosa del
secreto.
En el ERP la compartimentación (callar al precio de tu vida lo que sabes y sólo
saber lo
estrictamente necesario) era una regla cuya ruptura era inconcebible. Por eso
ninguno
de sus compañeros tenía que saber que su nombre real era Ana Sonia Medina, ni
que se
había especializado en La Habana, ni que allá se había alojado en casa del famoso
poeta
Roque Dalton que, según decían, se encontraba en viaje por Vietnam. Nadie
podía saber
que allá se había encariñado con la mascota de los Dalton, un perrito llamado
Ringo.
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La otra regla inviolable era la lealtad y el respeto a la jefatura. Y esa jefatura tenía
un
nombre: Alejandro Rivas Mira. Por eso se desconcertó cuando “Julio”, un
compañero
cuarentón recién enrolado en la guerrilla, comenzó a preguntarle por los Dalton,
por la
casa habanera y hasta por las gracias de Ringo.
Y más todavía cuando lo escuchó despotricar abiertamente contra Rivas Mira y le
dijo,
sin que ella se lo pidiera, que él era Roque, el poeta.
Pero “Julio” era el hombre más culto, alegre y simpático que había conocido, un
tipo
querible a más no poder. Además, era el compañero sentimental de Lil Milagro,
una
dirigente por quien ella sentía un cariño especial. Preocupada por la situación,
Mariana
habló con su responsable, que en ese tiempo se hacía llamar “Chon”, y que no era
otro
que Joaquín Villalobos. “Esto es grave”, dijo Mariana, “aquí se puede armar un
gran
problema”.
Villalobos no lo dudaba. Sabía también que “Julio” se echaba sus tragos y que
había
descompartimentado su identidad con otros compañeros a los que, entre otras
cosas, les
había comentado que él había realizado trabajos especiales para los organismos
cubanos
de seguridad. Rivas Mira no tardó mucho en saberlo y comenzó a amarrar
navajas.
Sabía que contaba con la lealtad del grupo comandado por Villalobos y Rafael
Arce
Zablah (los políticos combatientes), y del grupo de Vladimir Rogel y Jorge
Meléndez (los
combatientes puros y duros), pero también sabía que Dalton había ganado
ascendiente
entre los poetas combatientes liderados por Lil Milagro, Fermán Cienfuegos y
Alfonso
Hernández.
En ese momento el ERP estaba envuelto en una doble y compleja discusión que
implicaba la vía hacia el poder y la relación entre masas, partido y ejército
revolucionario. Para complicar más el cuadro, la posibilidad de asociarse a un
sector del
ejército nacional, con el objeto de perpetrar un golpe de Estado, puso a las
fuerzas
guerrilleras en estado de máxima alerta, lo que obligó a la militarización de todas
las
estructuras. Ese sería el escenario en que se libraría la disputa final entre el poeta
y el
comandante, y que daría lugar al más trágico de los desenlaces.
Una madrugada de abril de 1975, Jonás y cuatro combatientes bajo su mando
llegaron a
una casa clandestina de Santa Anita. La misión consistía en relevar a la unidad
que
vigilaba a dos prisioneros confinados en cuartos separados, pero libres de manos
y pies:
Armando Arteaga y Roque Dalton, compañeros acusados de insubordinación.
Colocó el dispositivo de defensa y ordenó a su segundo que verificara la situación
de
Dalton. Él fue al otro cuarto. “¿Serías capaz de usar eso contra mí”, le preguntó
Arteaga,
146
refiriéndose a la pistola. “Si me das el menor motivo no lo dudaría”, respondió
Jonás.
(Jonás, en realidad Jorge Meléndez, según muchos el mejor jefe militar
guerrillero en el
terreno durante la guerra, me lo confirma 28 años después: “Ni en ese momento
ni
nunca me tembló la mano. Para un combatiente del ERP el cumplimiento de la
misión
era cosa sagrada. Por eso Arteaga entendió mi respuesta. Esa fue nuestra
escuela”.)
En eso escuchó un grito desde el cuarto donde estaba Dalton, y corrió, “¡Este
hijuepueta
está armado!”, le dijo su segundo. Jonás apuntó a la frente de Dalton. “No
disparés”,
gritó el poeta, asustado, “yo mismo avisé que tenía el arma”. Jonás le quitó la
pistola y
mandó que lo sacaran al patio, con la orden de disparar al menor movimiento.
Veintiocho años después, Jonás no sabe explicar cómo es que Dalton estaba
armado. Yo
tengo una hipótesis: horas antes, Dalton había recibido la visita de Fermán
Cienfuegos,
hasta entonces segundo jefe político-militar del ERP.
Fue a proponerle al poeta un plan de fuga. El mismo y su grupo ya habían
decidido
desligarse del ERP. Además, esa casa era la de Lil Milagro, miembro de la
Dirección
Nacional de la guerrilla, y la unidad a la que Jonás relevó estaba precisamente
bajo el
control de ella, que era la compañera sentimental de Dalton.
Pero hay otro detalle que Jonás ignoraba: el poeta ya no sólo estaba acusado de
insubordinación sino, también, de ser un agente de la CIA. En otro punto de San
Salvador, Rivas Mira informaba a su Estado Mayor que Fermán, Lil y otros
compañeros
habían desertado. Eso, a su juicio, probaba que Dalton había logrado escindir la
organización, en cumplimiento de una maniobra de la CIA.
La seguridad de la organización estaba en jaque. Era un imperativo ejecutar a
todos los
“traidores”. Después de todo, argumentó Rivas Mira, el que Dalton sirviera a la
CIA era
una afirmación que Cayetano Carpio había hecho ante el mismo Cienfuegos. Cosa
de la
que éste había dado fe ante el Estado Mayor guerrillero.
Mariana recibió la orden de matar a Lil. Fue a su casa y no la encontró. A los
pocos días,
se toparon por casualidad en un bus urbano.
Habían sido como madre e hija, pero ambas sacaron disimuladamente sus
pistolas y
midieron las posibilidades del combate. Inexplicablemente ambas lo dejaron por
la paz.
Rivas Mira ordenó el fusilamiento de Dalton y de Arteaga. Para ejecutar la orden
eligió a
dos hombres: Vladimir Rogel y Joaquín Villalobos. Según Villalobos quien
disparó fue
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Rogel. Pero Rogel fue ejecutado por el ERP cuando ya Rivas Mira había desertado
y
Villalobos había tomado el mando de la organización insurgente.
En octubre de 1981, en París, el poeta Roberto Armijo estaba devastado por el
dolor. Seis
años antes lo había sacudido la noticia del asesinato de Roque Dalton, su
hermano del
alma. Ahora venían a decirle que el menor de sus hijos, Manlio, había muerto en
combate. En realidad, se había suicidado cuando, herido y cercado por un equipo
contrainsurgente de élite, protegía en solitario la fuga de otros compañeros.
Pero eso no era todo, su otro hijo, el mayor, Claudio, que había sido secuestrado y
dado
por desaparecido, estaba siendo atrozmente torturado en una cárcel hondureña.
Cuando lo de Dalton, Roberto había denunciado públicamente a sus asesinos, la
jefatura
del ERP, a quienes llamó traidores y chacales. En esa denuncia lo había
acompañado,
con adjetivos igualmente furibundos, el filósofo francés Regis Debray, compañero
del
Che Guevara en la selva Boliviana y también hermano de Dalton en las letras y los
afanes
revolucionarios.
La contradicción de Roberto consistía en que sus dos hijos eran comandantes
guerrilleros, precisamente en las filas del ERP. Sin embargo, tomó el teléfono y
habló
con Debray, por entonces número tres en el gobierno de Francia.
Poniendo en movimiento la poderosa maquinaria internacional de sus contactos
políticos, Debray logró la liberación de Claudio.
Cuando por fin, después de un intensivo tratamiento clínico de recuperación,
Claudio
logró encontrarse en París con su padre y con Debray, entre otras muchas cosas
hablaron del caso Dalton.
En síntesis, el comandante explicó lo siguiente: Dalton, en efecto, no era agente
de la
CIA, pero se había embarcado en una pugna de poder contra Rivas Mira. Este
último
había ordenado su ejecución, misma que había sido consumada por Vladimir
Rogel.
Pero Rivas Mira había desertado del ERP en 1976.
Luego, la nueva jefatura guerrillera, encabezada entre otros por Joaquín
Villalobos y el
mismo Claudio, después de una profunda autocrítica respecto de una marcada
desviación militarista en la organización, había decido ejecutar a Rogel, quien
pugnaba
por perpetuar los métodos de Rivas Mira.
“Mi padre y Debray lo entendieron perfectamente”, me dice Claudio, que siguió
combatiendo hasta el final de la guerra, “hasta el punto en que ambos siguieron
colaborando con nosotros en tareas del frente internacional, y fueron claves en el
diseño
y la negociación del pacto franco-mexicano, que nos reconoció como fuerza
representativa”.
(Pausa)
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Las 11 entregas que hasta ahora he publicado en este espacio sobre la muerte de
Roque
Dalton han sido escritas en el curso de una investigación que aún no concluye.
Dicha
investigación ha tenido por base una búsqueda bibliográfica y una serie de
entrevistas
personales con los protagonistas directos de aquel oscuro incidente.
Sin embargo, y aunque las gestiones están muy avanzadas y existen suficientes
signos
alentadores, todavía no he conseguido el testimonio vivo de tres de los
principales
protagonistas, incluyendo entre ellos al de mayor relevancia: Alejandro Rivas
Mira, que
en algún lugar del mundo, en estricto anonimato, guarda en su memoria la
información
que, por fin, podría aclarar definitivamente la muerte del poeta.
Durante la pausa, continuaré publicando en este espacio trabajos relacionados
con
nuestra vida cultural.
Pero no quiero cerrar este capítulo sin agradecer a los lectores que me alentaron
con sus
muestras de afecto en numerosas comunicaciones.
149
Comunicado del ERP del 1975 informando el
asesinato de Jorge Dalton
COMUNICADO DEL EJERCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO E.R.P.
El Ejército Revolucionario del Pueblo E.R.P. acaba de salir victorioso de
una de los ataques más peligrosos que lanza la tiranía y el imperialismo.
Los aparatos de policía secreta del país dirigidos por la C.I.A. (Agencia de
Inteligencia del imperialismo Norteamericano) hicieron el intento de
infiltrarse en nuestra organización revolucionaria con el propósito de
destruirla y hacer caer a las masas populares en la frustración al ver una
de sus organizaciones de vanguardia aniquilada por el enemigo.
No obstante, los revolucionarios salvadoreños ya dejamos atrás el tiempo
en el que la policía secreta y la C.I.A. actuaban sin ser detectadas,
asesinado a revolucionarios en crímenes que nunca fueron esclarecidos, y
capturando a gente trabajadora y revolucionaria.
El Ejecito revolucionario del Pueblo logro detectar y contrarrestar la
infiltración enemiga y por eso el enemigo ha reaccionado con los
rastrillos, las capturas, los bloqueos de carreteras con el objetivo de destruir a las
organizaciones revolucionarias con los métodos convencionales, ya que sus
métodos de
infiltración fracasaron rotundamente.
El Ejército Revolucionario del Pueblo fue objeto de infiltración enemiga por
medio del
salvadoreño Roque Dalton, quien militó durante algún tiempo en nuestra
organización
revolucionaria y quien estaba colaborando con los aparatos secretos del enemigo.
La
labor traidoras que realizo Roque Dalton en el seno de nuestra organización costó
a
nuestra organización y a nuestro pueblo la vida de dos de sus mejores
combatientes
Armando y Mauricio y el fracaso de algunas acciones militares revolucionarias.
Roque
Dalton fue detectado, capturado y fusilado por las fuerzas del E.R.P. Existen
innumerables pruebas de su labor traidora en el seno de nuestra organización.
Ante este éxito del E.R.P. contra la infiltración, el enemigo ha reaccionado
rabiosamente
con los rastrillos, los cercos, los bloqueos de carreteras y mas refinadamente
tratando de
confundir a los sectores populares, publicando volante sy difundiendo rumores a
nombre del E.R.P. Hacemos un llamado a todos los sectores revolucionarios y
progresistas a no dejarse confundir con estas medidas del enemigo.
El Ejercito Revolucionario del Pueblo E.R.P. siempre reconocerá públicamente
las
acciones militares que realice y sus comunicados tiene que ser suscritos por el
Estado
Mayor del E.R.P. o bien por el Partido de la Revolución Salvadoreña marxistaleninista
(actualmente en formación).
La prueba por la que ha pasado nuestra organización ha sido dura, pero también
ha
consolidado y compactado a nuestras filas. La decisión inquebrantable de Vencer
o
Morir, que ya se ha manifestado en múltiples combates con el enemigo, se
mantendrá
hasta el triunfo de la Revolución Salvadoreña.
VENCER O MORIR
ESTADO MAYOR DEL EJERCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO
E.R.P.
150
1. Vacas, cerdos, guerras y brujas / Marvin Harris
2. El fin y los medios / Aldous Huxley
3. Jefes, cabecillas y abusadores / Marvin Harris
4. A la luz de la sabiduría / Reinaldo Rodríguez Arzola
5. Homenaje a Carlos Franqui / Aquiles Julián, selección
6. Roque Dalton: el muerto indócil / Aquiles Julián, recopilación
Colección
LIBROS
PARA PENSAR
2010
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