Patrocina Informe Final Estudio de Caracterización del Vínculo Familia- Niñas, Niños y Adolescentes y de las Intervenciones de Fortalecimiento Familiar Investigadores: Lorena Contreras Taibo Bárbara Crettier Bize Alejandra Ramm Santelices Esteban Gómez Muzzio Fernanda Burr Bustamante Ayudante de investigación: Nathalie Coliñir Pavez Santiago, 27 de Enero de 2015 2 Índice I. Introducción .......................................................................................................................... 5 II. Objetivos................................................................................................................................ 5 III. Marco Teórico: Vulneraciones de Derechos Contra Niños, Niñas y Adolescentes. El Papel del Vínculo ............................................................................................................................. 6 IV. Metodología ........................................................................................................................ 11 1. Definición del Universo y Muestra .................................................................................. 12 2. Extracción de la Muestra................................................................................................. 13 3. 4. V. 2.1. Selección de regiones .............................................................................................. 13 2.2. Distribución de la muestra por región y línea programática .................................. 15 2.3. Selección de centros................................................................................................ 16 2.4. Selección de niños, niñas y adolescentes y familias................................................ 19 Procedimiento ................................................................................................................. 19 3.1. Caracterización de los participantes ....................................................................... 19 3.2. Caracterización de la relación del niño, niña o adolescente y su familia ................ 20 3.3. Identificación de intervenciones institucionales ..................................................... 22 3.4. Identificación de buenas prácticas. ......................................................................... 23 3.5. Recomendaciones técnicas para la intervención con familias ................................ 24 Consideraciones Éticas .................................................................................................... 24 Resultados ........................................................................................................................... 25 1. Introducción .................................................................................................................... 25 2. Caracterización de Niños, Niñas y Adolescentes y Familias (Base SENAINFO) ............... 26 3. Resultados Aplicación NCFAS-G ...................................................................................... 44 4. Resultados de la Encuesta a Profesionales Tratantes ..................................................... 60 5. Orientaciones Técnicas de SENAME................................................................................ 79 6. Análisis de los Proyectos que Componen la Muestra ..................................................... 86 7. Percepciones y Experiencias de Directivos y Profesionales de la Red Sename sobre Intervenciones con Foco en Familia ............................................................................... 94 8. Buenas Prácticas en el Trabajo con Familias ................................................................. 114 VI. Síntesis y Recomendaciones Técnicas para el Trabajo con Familias ................................. 119 VII. Conclusiones Finales.......................................................................................................... 135 VIII. Bibliografía......................................................................................................................... 138 3 4 I. Introducción La presente investigación, denominada “Estudio, Evaluación y Sistematización de los Proyectos de Intervención Focalizados en Familias con Niños, Niñas y Jóvenes Vulnerados en sus Derechos”, se realizó producto de una licitación encomendada por la Fundación San Carlos de Maipo, organización sin fines de lucro que nace en el año 1997 a partir de la inquietud de la Asociación de Canalistas Sociedad del Canal de Maipo de sistematizar y encauzar algunas iniciativas de ayuda financiera con fines de beneficencia. El Directorio de la Fundación decidió focalizar sus esfuerzos, entre otros temas sociales, a los niños, niñas, jóvenes y sus familias, que residen en la Región Metropolitana y que se encuentran en situación de vulnerabilidad psicosocial, particularmente en aquellas problemáticas que implican vulneraciones graves de derecho. En virtud de su recorrido, la Fundación ha relevado la necesidad de incluir a las familias como actores claves para el logro de los objetivos que se proponen. De este modo, la presente investigación ha sido proyectada en miras a contribuir a la generación de nuevos conocimientos para el diseño y desarrollo de modelos de intervención para la atención integrada de niños(as), jóvenes vulnerados en sus derechos y sus familias, con miras a incidir en la política pública. Para ello, la presente investigación pretende aportar desde el estudio de la relación familiar en contextos de vulneración de derechos de niños, niñas y jóvenes, así como de las intervenciones que se ejecutan desde la política pública para su fortalecimiento. II. Objetivos Objetivo General: • Conocer las cualidades de la relación que establecen los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos con sus familias, así como la pertinencia de las intervenciones que ejecutan los organismos intervinientes para su fortalecimiento, en pos de la reparación y restitución de derechos. Objetivos Específicos: • Caracterizar a los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos en situación de alta complejidad, atendidos por la red SENAME, así como a sus familias, estableciendo perfiles diferenciales. • Determinar las características de la relación que mantienen los niños, niñas o adolescentes vulnerados en sus derechos con sus familias. • Identificar las intervenciones realizadas por las instituciones, en miras a fortalecer a las familias y mejorar la relación con los niños, niñas y adolescentes vulnerados. • Seleccionar y describir las buenas prácticas que desarrollan las instituciones en materia de familia y vínculo con niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos. • Desarrollar recomendaciones técnicas para la intervención y acompañamiento de estas familias, tendiente a la restitución de derechos y reparación de la relación entre ellas y los niños, niñas y adolescentes. 5 III. Marco Teórico: Vulneraciones de Derechos Contra Niños, Niñas y Adolescentes. El Papel del Vínculo La familia en Chile Un rasgo característico de la sociedad chilena es la centralidad que juegan las familias en las vidas de las personas. Este atributo es común al resto de la región latinoamericana, donde la evidencia muestra que los vínculos familiares son relevantes para todos los grupos socioeconómicos (Lomnitz y Pérez-Lizaur, 1984). Tanto en Chile como en el resto del continente las mujeres, y particularmente las madres, constituyen el eje central de las familias, mediante el establecimiento de fuertes vínculos con sus hijos. De este modo, el concepto de matrifocalidad, da cuenta de esta particularidad de las familias de esta región (Smith, 1996). Sin embargo, en este contexto histórico de centralidad de los vínculos familiares y particularmente de la figura de la madre, está sucediendo una transformación del rol parental, especialmente por parte del padre (Olavarría 2001; Valdés 2008). De este modo, recientes estudios muestran que las nuevas generaciones de padres aspiran a establecer un trato menos autoritario y más afectuoso con sus descendientes, demandando mayor cercanía (Olavarría, 2001). A esto se suma una fuerte reducción de la fertilidad (Larrañaga 2006), que se traduce en que los padres dedican mayor tiempo y atención a un menor número de hijos. Otro aspecto que se asocia a la transformación del rol parental es la aparición del trabajo como un derecho legítimo de las mujeres, especialmente de aquellas jóvenes (Olavarría, 2001), trabajo asalariado que suelen combinar con el cuidado de los hijos y las tareas domésticas. La modificación de los roles parentales en nuestra sociedad lleva consigo la modificación de los tipos de familia existentes. Se presenta como un hecho que la familia nuclear parental ha entrado en crisis (Olavarría, 2001), fenómeno que ha permitido que la estructura tradicional de paso a una gran diversidad de manifestaciones de familia: aquellas que cuentan con dos fuentes de ingreso, hogares unipersonales y particularmente monoparentales, los cuales por lo general están liderados por mujeres (OIT-PNUD, 2009). En el caso de Chile, la relevancia de las familias, especialmente en los sectores de menores ingresos, se manifiesta en la alta proporción de hogares extendidos. De hecho, en Chile entre 1990 y 2006, en un contexto de profundo cambio y crecimiento económico, los hogares extendidos se han mantenido alrededor de un 20 por ciento (Mideplan, 2006). Relaciones familiares desde una mirada ecológica Cualquiera sea la forma que adopte la familia, la psicología ha generado una robusta evidencia respecto al impacto de las relaciones familiares en la calidad de vida de sus miembros. En este sentido, uno de los factores cruciales que han sido identificados en la vida de personas saludables, es el haber sido cuidado, protegido y educado en una etapa tan central como la infancia y la adolescencia (Barudy y Dantagnan, 2009). De acuerdo a Barudy y Dantagnan (2009), el cuidado efectivo y afectuoso por a lo menos una figura significativa, permite a los niños hacer frente a los desafíos del crecimiento, instalando capacidad de resiliencia frente a eventos adversos de la vida. 6 Este concepto de resiliencia ha sido entendido tradicionalmente como “la capacidad de una persona o grupo para desarrollarse bien, para seguir proyectándose en el futuro, a pesar de los acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves” (Manciaux, Vanistendael, Lecomte y Cyrulnik, 2003). Sin embargo, Gómez y Kotliarenco (2010) advierten que la resiliencia no constituye una cualidad estática, una propiedad de los sujetos, sino un proceso contextual e histórico. Desde esta perspectiva, dichos autores definen la resiliencia familiar como “el conjunto de procesos de reorganización de significados y comportamientos que activa una familia sometida a estrés, para recuperar y mantener niveles óptimos de funcionamiento y bienestar, equilibrar recursos y necesidades familiares, y aprovechar las oportunidades de su entorno” (p. 124). La relación establecida entre los niños, niñas y adolescentes y sus familias no puede ser comprendida al margen de su contexto, es decir del “entorno físico, social y cultural que influye y contiene (enmarca) a las personas que están en una relación” (Canales, Flores y Raurich, 2014, p.9), así como de la trama histórica en la cual ésta se inscribe. Para comprender las relaciones familiares desde una mirada contextual hemos adoptado la perspectiva ecológica o ecosistémica, pues resulta particularmente pertinente en el contexto del trabajo desarrollado con familias en torno a la vulneración de derechos en la infancia y adolescencia. La perspectiva ecológica o ecosistémica desarrollada por Bronfenbrenner (1987) permite otorgar un marco comprehensivo desde el cual se integran las diversas variables que contribuyen a explicar el vínculo y las relaciones familiares, entendiéndolos como fenómenos situados contextualmente en sistemas que se acoplan. En esta línea, la capacidad de la familia para funcionar eficazmente como marco de desarrollo humano para los niños, niñas y jóvenes, va a depender de la relación que se establezca entre ésta y los sucesivos niveles ecológicos que la contienen. De este modo, el microsistema familiar establece una interconexión con el mesosistema (entornos en que el sujeto participa activamente), exosistema (sistemas que tienen impacto en lo que ocurre en su ambiente inmediato) y macrosistema (patrones ideológicos, culturales y organización de las instituciones sociales), generando de este modo una acomodación progresiva entre el sujeto y el ambiente. Esta perspectiva ecológica ha sido aplicada por Belsky (1993) para comprender la etiología del maltrato y negligencia en la infancia y adolescencia. De acuerdo a sus hallazgos, estos fenómenos están determinados por “factores que operan en múltiples niveles de análisis (del desarrollo, situacionales, demográficos, histórico-culturales, evolutivos)” (p. 427). Esto quiere decir que las intervenciones en este campo no pueden reducirse a un único foco, por ejemplo exclusivamente al apego, lo cual destinaría estos esfuerzos al fracaso. Por el contrario, el fortalecimiento de los recursos de la familia puede promover una parentalidad nutricia hacia los niños. Entre los factores a trabajar es posible señalar la reducción de la pobreza, planificación familiar, el trabajo parental en sus propias historias y emocionalidad negativa, refuerzo de habilidades parentales, fortalecimiento de redes sociales y vínculos afectivos. Según esta perspectiva, se puede afirmar que la relación que los padres establecen con sus hijos, no sólo dependerán de lo que ellos son capaces de ofrecer, sino también de los recursos que posean, además de las herramientas y servicios que la sociedad pone a disposición. Resulta razonable admitir que no sólo existen factores económicos, sino que además culturales y sociales que fomentan y fortalecen contextos favorables o perjudiciales para el desarrollo y bienestar infantil (Barudy y Dantagnan, 2011). 7 Parentalidad Positiva En relación al modelo ecológico, Rodrigo, Máiquez y Martín (2010) plantean que La tarea de ser padres y madres no se ejerce en un vacio, ni depende exclusivamente de las características de los progenitores. Se ejerce dentro de un espacio ecológico cuya calidad depende de tres tipos de factores: el contexto psicosocial donde vive la familia, las necesidades evolutivo/ educativas de los menores y las capacidades de los padres y madres para ejercer la parentalidad positiva (p. 13). En estos tres niveles pueden existir factores de riesgo para el ejercicio de la parentalidad, es decir condiciones biológicas, psicológicas o sociales que incrementan la probabilidad de aparición de un problema determinado. Entre estos factores se cuentan la pobreza crónica y el desempleo, las madres que poseen un bajo nivel educativo, la violencia en la pareja parental, los empleos con horarios extensos, entre otros. Estos factores de riesgo pueden ser contrapesados por factores de protección, los cuales modifican la respuesta de una persona ante un riesgo en un sentido más favorable (Rodrigo, Máiquez y Martín, 2010). Uno de los factores de protección fundamental que los autores relevan son precisamente los apoyos sociales. En este sentido, el Comité de Ministros del Consejo de Europa ha generado la Recomendación Rec (2006)19 sobre Políticas de Apoyo al Ejercicio Positivo de la Parentalidad. Dicha recomendación adopta como eje inspirador el concepto de parentalidad positiva, el cual se refiere “al comportamiento de los padres fundamentado en el interés superior del niño, que cuida, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación que incluyen el establecimiento de límites que permitan el pleno desarrollo del niño” (Consejo de Ministros del consejo de Europa, 2006, p. 3). Tal como señalan Rodrigo, Máiquez y Martín (2010), esta recomendación del Comité de Ministros del Consejo de Europa parte de tres supuestos fundamentales: • La centralidad de las familias en todas sus formas, en cuya vertiente privada debe respetarse la autonomía familiar y en cuya vertiente pública deben garantizarse los derechos de todos sus miembros. • La concepción de familia como un sistema dinámico de relaciones interpersonales recíprocas, enmarcado y abierto a múltiples contextos de influencia. • La necesidad de apoyo por parte de todos los padres y madres para desarrollar adecuadamente las importantes responsabilidades parentales que enfrentan. Dicho documento pretende crear conciencia de la necesidad de proporcionar a los padres y madres los mecanismos de apoyo suficientes para ejercer apropiadamente sus funciones en la crianza y educación de sus hijos, entre los cuales destacan políticas familiares adecuadas, la prestación de servicios de apoyo parental, y la disponibilidad de servicios especializados en situaciones de riesgo. Se entiende como un derecho de niños y padres, de acuerdo con el interés superior del niño, el recibir apoyo adecuado de las autoridades públicas para desempeñar sus funciones parentales. El rol de la familia en el ejercicio de derechos A partir de la ratificación de la Convención Sobre los Derechos del Niño (ONU 1989) en el año 1990, Chile inicia un camino orientado a transitar desde la “doctrina de la situación irregular” 8 hacia un nuevo paradigma de infancia, el de la “doctrina de protección integral”. Ello implica entender al niño, niña y adolescente ya no como objeto de compasión-represión por parte del Estado, sino como sujeto pleno de derechos. A su vez, la modificación en el paradigma de infancia promovido por la CIDN demanda una nueva conceptualización del rol de la familia. En este sentido, el paradigma de la situación irregular adopta un enfoque de desajuste social, en el cual se promueve la exclusión y segregación de los denominados “menores”, en el cual la lectura es que los sistemas de regulación informal, es decir la familia, habrían demostrado su incapacidad de hacerse cargo de los niño, niña y adolescente. En este contexto, sólo le resta al Estado la aplicación de medidas coactivas, tales como la institucionalización o la adopción, en tanto mecanismos de separación de los “menores” de estos contextos “iatrogénicos” de crianza, de manera de prevenir la delincuencia futura (García Méndez, 1994). Por el contrario, el paradigma de la protección integral releva el derecho de los niños a vivir en familia, otorgando a los padres y cuidadores el protagonismo en su crianza y desarrollo. No obstante, el Estado tiene la obligación de prestar la asistencia necesaria a los adultos para que esto sea posible. Por tanto, y en términos conceptuales, la familia ha transitado desde un lugar de sospecha y amenaza (previo a la convención), a una posición de protección de derechos (posterior a la convención). De este modo, la CIDN establece en su artículo 3 que “los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él ante la ley”. Sobre el particular, en su artículo 18 la CIDN establece que es responsabilidad primordial de los padres, o sus representantes legales, velar por la crianza y el desarrollo del niño; no obstante, el Estado debe procurar la necesaria asistencia para el apropiado desempeño de sus funciones. En este sentido y respecto del cambio de paradigma de infancia, debemos señalar que los modos profundamente arraigados en que la sociedad y las instituciones han comprendido históricamente a la infancia y la familia resultan difíciles de modificar en un corto período de tiempo, en tanto se debe deconstruir culturalmente un imaginario para construir progresivamente uno nuevo. Por esta razón, no es raro que detrás de discursos políticamente correctos puedan desarrollarse prácticas de infancia que responden al paradigma de la situación irregular. La restitución de derechos hacia niños, niñas y adolescentes. El papel del vínculo Hoy en día existe un consenso bastante generalizado respecto a la importancia de trabajar con las familias en situaciones de vulneración de derechos de sus hijos, trabajo que tiene por objetivo la restitución del ejercicio de aquellos derechos vulnerados, lo cual demanda un “conjunto de acciones destinadas a generar las condiciones para que el niño, niña o adolescente pueda ejercer plena y autónomamente el o los derechos que le han sido vulnerados, conculcados o restringidos” (Contreras, 2001, p. 12). Esto, tanto mediante la interrupción de la vulneración, como del fortalecimiento del entorno familiar para el pleno desarrollo del NNA (Arruabarrena, 2001). De acuerdo a lo anterior, en el abordaje e intervención de problemáticas de vulneración de derechos contra niños, niñas y adolescentes es necesario contemplar diversas dimensiones, entre ellas: la interrupción de la vulneración sufrida; la reparación del daño causado producto de esta vulneración; así como el desarrollo de recursos en el niño, su familia y comunidad. Para Canales, Flores y Raurich (2014) el vínculo constituye el eje que articulador central tanto del propio sujeto como del contexto familiar en el cual se desarrolla. Por tanto, el énfasis de la 9 intervención con familia, y particularmente en contextos de vulneración, apunta justamente al fortalecimiento de esta vinculación de los padres con los hijos, de modo que éstos puedan ejercer la parentalidad con mayor eficacia. En este sentido, podemos entender por vínculo el lazo relacional recíproco que teje la trama social, uniendo a los individuos entre sí, y vinculando a los sujetos con los sistemas a los cuales pertenecen. En contextos de graves vulneraciones de derechos, los vínculos construidos a lo largo del tiempo han adoptado cualidades maltratantes para los sujetos que habitan esa relación, o bien han sido francamente fracturados. Frente a esto, es necesario reparar ese vínculo, restablecerlo en toda su capacidad, de modo de hacerlo generativo para el desarrollo humano. Tal como señala Barudy (2009, p. 26) “cuando la vida familiar y en comunidad se basa en dinámicas de buenos tratos y de cuidados mutuos, sus miembros gozan de ambientes afectivos nutrientes, reconfortantes y protectores”. De este modo, instalar o fortalecer este tipo de vinculación bientratante constituye el mejor antídoto frente a la vulneración de derechos. Para que dicha restitución se haga efectiva, no sólo es necesario fortalecer el vínculo entre el niño, niña o adolescente y su familia. Además de eso, se debe generar un vínculo propicio entre los usuarios y los profesionales a cargo de la intervención, pues el trabajo con familias en contexto de vulneraciones graves de derecho implica un claro riesgo, caracterizado por una postura deficitaria e individualista. En ésta, la lectura es que la familia está plagada de debilidades y limitaciones, por lo que debe ser objeto de sospecha e investigación (Rodrigo, Máiquez y Martín, 2010). Frente a ello, Canales, Flores y Raurich (2014) invitan a atender a los recursos y potencialidades familiares por sobre sus déficit o dificultades, pues alejándonos de un “modelo ideal de familia”, podemos constatar que todas ellas de algún modo han desplegado recursos que les han permitido subsistir en contextos generalmente adversos. Al trabajar desde una vinculación bientratante con la familia, se logra modelar -a su vezvinculaciones generativas al interior de la familia, pues ellos pueden experimentar lazos sociales en los cuales el poder que ostenta el equipo está puesto al servicio del cuidado, la protección y el desarrollo. En dicha relación se rescatan las fortalezas de los sujetos y los sistemas, siendo respetuosos con sus particularidades, necesidades y visiones. Por su parte, las situaciones y contextos de vulneración suelen ser generadas y repercuten en un daño de carácter social, que puede ser comprendido como un proceso recursivo de desacoplamiento del niño, niña o adolescente y su familia del entorno, lo que promueve un progresivo aislamiento y pérdida de intercambio con el medio (Ramírez, 2011). Por tanto, la restitución de derechos requiere abordar, también, el lazo social que une a la familia con la comunidad que los alberga. De este modo, intencionando el establecimiento de vinculaciones bientratantes en los diferentes niveles ecológicos en los cuales se desarrollan los niños, niñas y adolescentes y sus familias, es posible aspirar a la restitución de derechos vulnerados, no sólo en los niños, niñas y adolescentes, sino también en sus figuras vinculares. 10 IV. Metodología La metodología utilizada para la consecución de los objetivos propuestos para este componente fue de tipo mixta, utilizando para ello estrategias propias de los enfoques cualitativo y cuantitativo. Situando el foco en la relación del niño, niña y adolescente y su familia, se utilizó como unidad de muestreo al sujeto de intervención infanto-juvenil y su familia. Por tanto, la muestra está integrada por niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos en situación de alta complejidad, que estuvieran siendo atendidos por algún organismo de la red SENAME en alguno de los programas seleccionados, así como sus familias. Junto con lo anterior, el estudio contempló la utilización de una muestra cualitativa no probabilística, por casos típicos. Tabla 1. Síntesis técnicas de investigación propuestas Fase Técnica Muestra Información a obtener Caracterización • Características de los(las) usuarios y sus familias Análisis base de niños(as), 400 usuarios y (edad, sexo, escolaridad, composición del grupo de datos adolescentes y sus familias. familiar, vulneración actual, intervenciones SENAINFO. familias. recibidas, entre otros). Completación • Características de la relación de los(as) de NCFAS-G usuarios(as) vulnerados(as) en sus derechos con 400 usuarios y por parte de sus familias, desde la información manejada por sus familias. profesionales los(las) profesionales tratantes. tratantes. Caracterización Encuesta a • Percepción de los (las) profesionales respecto de la relación profesionales 400 encuestas. de las características del caso y de la del niño(a), tratantes intervención otorgada con foco en familia. adolescente y 10 usuarios. • Contextualización biográfica de las relaciones su familia. familiares, desde la perspectiva de los niños(as) y adolescentes. Historias de vida. 10 adultos • Contextualización biográfica de las relaciones significativos. familiares, desde la perspectiva de los adultos significativos. Análisis • Orientaciones • Objetivos, metodologías y estrategias documental. técnicas de propuestas para el trabajo en fortalecimiento SENAME. familiar y del vínculo de los niños(as) y adolescentes y sus familias. • Bases técnicas de programas. Identificación Entrevista 42 • Apreciación respecto a la factibilidad de de desarrollar trabajo con familias, así como intervenciones semiestructu- directores(as) de los distintos modalidad y condiciones que lo facilitarían. institucionales. rada. programas de la • Percepción de los(las) directores(as) de muestra. programa de buenas prácticas desarrolladas en el trabajo con familias. Identificación Grupos de 4 grupos de • Aplicación en terreno de lineamientos técnicos, de buenas discusión discusión focal, sus facilitadores y obstaculizadores, así como prácticas. uno en cada focal. las problemáticas a las que se enfrentan en el línea trabajo con familias. programática de • Percepción de los equipos técnicos de buenas la Región prácticas desarrolladas en el trabajo con Metropolitana. familias. 11 1. Definición del Universo y Muestra Para efectos de la presente investigación, en virtud a las bases técnicas de referencia así como a los acuerdos adoptados con la contraparte, se consideró como parte del universo teórico a todo(a) niño, niña y adolescente vulnerado(a) en sus derechos en situación de alta complejidad, que estuviera siendo atendido por algún organismo de la red SENAME, en alguna de las siguientes modalidades de atención: a) Programas Especializados: Programas de Protección Especializada en Explotación Sexual Comercial Infantil (PEE), Programas de Protección Especializada en Niños, Niñas y/o Adolescentes en Situación de Calle (PEC), Programas Integrales Especializados (PIE). b) Programas de Protección Especializada en Maltrato y Abuso Sexual (PRM). c) Centros Residenciales de Protección: Residencias de Protección para Mayores (RPM); Residencias de Protección para Mayores con Programa de Protección Especializado de Intervención Residencial (REM-PER); Residencias Especializadas con Programa de Protección Especializado de Intervención Residencial, (RSP- PER), y Residencias para Lactantes y Preescolares (RLP, RPL y RPP), y Residencias Especializadas (REN). d) Programas de Familias de Acogida: Familia de Acogida Especializada (FAE) y Familia de Acogida Simple (FAS). Para conocer el universo de programas en estas cuatro líneas, se solicitó a SENAME la base de datos de programas a nivel nacional, actualizada a Febrero de 2013, lo cual constituye el marco muestral de programas de la presente investigación. En la tabla a continuación se detallan el número de centros y plazas existentes a nivel nacional, en cada línea programática estudiada. Tabla 2. Nº centros y plazas por región en las cuatro líneas programáticas seleccionadas. Región XV I II III IV V RM VI VII VIII IX XIV X XI XII Total Especializados Maltrato Residencias Familia Acogida Centros Plazas Centros plazas Centros plazas Centros plazas Total centros Total plazas 3 3 7 5 6 10 27 4 3 11 5 1 5 3 3 96 178 153 290 309 342 721 1447 235 187 531 260 63 268 128 125 5237 1 3 4 3 4 14 28 4 8 16 4 3 5 1 1 99 185 174 286 274 269 1115 2382 490 626 1181 309 200 372 85 87 8035 4 5 7 6 8 34 44 7 30 44 19 9 17 5 3 242 148 153 204 171 262 1269 1604 241 687 1784 643 252 554 103 118 8193 1 0 1 3 1 6 8 3 3 6 5 3 5 1 1 47 46 0 28 106 62 474 1388 132 181 407 237 125 205 48 31 3470 9 11 19 17 19 64 107 18 44 77 33 16 32 10 8 484 557 480 808 860 935 3579 6821 1098 1681 3903 1449 640 1399 364 361 24935 Fuente: SENAME, 2013. De este universo de programas, se requería obtener una muestra probabilística que permitiera representar a la población a nivel nacional, contemplando un error del 5%, de acuerdo a las bases técnicas de referencia del estudio. Para ello, el tamaño muestral se ha calculado utilizando la siguiente fórmula, considerando un universo finito: 12 Donde el factor de corrección se ha calculado en base a la siguiente fórmula: De esta manera, al reemplazar los términos se obtiene: n0 = 0,5 * (1-0,5) * 1,96 * 1,96 = 384,16 0,052 n= 384,16 = 378 1 + (384,16/24.935) De este modo, una muestra de 378 casos cumple con los parámetros establecidos para ser considerada representativa a nivel nacional. Si bien, de acuerdo al tamaño del Universo, así como del nivel de confianza y error máximo de estimación con el que se decidió trabajar, el tamaño de la muestra debería ser de 378 casos, se consideró una muestra de aproximadamente 400 casos, con el objetivo de ajustarse a las bases técnicas de referencia, contemplando de este modo una sobremuestra estimativa de 22 casos. En síntesis, situando el foco en la relación del NNA y su familia, se utilizó como unidad de muestreo al caso integrado por el NNA y su adulto significativo. Por tanto, la muestra de casos teóricos se definió en 400 niños, niñas y adolescentes en situación de graves vulneraciones de derechos, que estuvieran siendo atendidos(as) por algún organismo de la red SENAME en algunos de los programas anteriormente señalados, así como sus familias. 2. Extracción de la Muestra El sistema de muestreo incorporó diferentes etapas, de modo de satisfacer las necesidades del estudio y los requerimientos del mandante. Como primera fase, se seleccionaron las regiones y luego los programas de los cuales se obtuvieron los sujetos de la muestra. 2.1. Selección de regiones Para comenzar, se estudió la distribución de las plazas de los proyectos en cada una de las regiones del país y líneas programáticas de interés (ver tabla 3). De acuerdo a esta información, es posible constatar que las regiones Metropolitana (XIII), Bío-Bío (VIII), de Valparaíso (V) y del Maule (VII) concentran el mayor porcentaje de plazas en las líneas seleccionadas, reuniendo en conjunto el 64,1% de las plazas del país. 13 Tabla 3. Distribución porcentual de plazas, por región y línea programática. Región Especializados Maltrato Residencias Familia Acogida Total XV 0,71% 0,74% 0,59% 0,18% 2,23% I 0,61% 0,70% 0,61% 0,00% 1,93% II 1,16% 1,15% 0,82% 0,11% 3,24% III 1,24% 1,10% 0,69% 0,43% 3,45% IV 1,37% 1,08% 1,05% 0,25% 3,75% V 2,89% 4,47% 5,09% 1,90% 14,35% RM 5,80% 9,55% 6,43% 5,57% 27,36% VI 0,94% 1,97% 0,97% 0,53% 4,40% VII 0,75% 2,51% 2,76% 0,73% 6,74% VIII 2,13% 4,74% 7,15% 1,63% 15,65% IX 1,04% 1,24% 2,58% 0,95% 5,81% XIV 0,25% 0,80% 1,01% 0,50% 2,57% X 1,07% 1,49% 2,22% 0,82% 5,61% XI 0,51% 0,34% 0,41% 0,19% 1,46% XII 0,50% 0,35% 0,47% 0,12% 1,45% Total 21,00% 32,22% 32,86% 13,92% 100,00% 14 2.2. Distribución de la muestra por región y línea programática Tal como es posible apreciar en la tabla 4, en cada una de las regiones escogidas se procedió a calcular el número de centros y plazas existentes en las distintas líneas programáticas. Tabla 4. Número de centros y plazas por líneas programáticas, en cada región escogida. Especializados Región Centros Maltrato Plazas Plazas x centro Centros Residencias Plazas Plazas x centro Centros Familia Acogida Plazas Plazas x centro Centros Plazas Plazas x centro Nº Centros 4 regiones Nº Plazas 4 regiones V 10 721 72,1 14 1115 79,6 34 1269 37,3 6 474 79,0 64 3579 RM 27 1447 53,6 28 2382 85,1 44 1604 36,5 8 1388 173,5 107 6821 VII 3 187 62,3 8 626 78,3 30 687 22,9 3 181 60,3 44 1681 VIII 11 531 48,3 16 1181 73,8 44 1784 40,5 6 407 67,8 77 3903 Total 51 2886 59,1 66 5304 79,2 152 5344 34,3 23 2450 95,2 292 15984 Luego de eso, tal como se aprecia en la tabla 5, se obtuvo la distribución porcentual en cada una de las regiones y líneas programáticas, de modo de conocer su distribución relativa. Tabla 5. Distribución porcentual de centros y plazas, en cada una de las regiones seleccionadas. Especializados Maltrato Residencias Familia Acogida Plazas Centros Plazas Centros Plazas Centros Plazas % Centros V 3,42% 4,51% 4,79% 6,98% 11,64% 7,94% 2,05% 2,97% 21,92% 22,39% RM 9,25% 9,05% 9,59% 14,90% 15,07% 10,04% 2,74% 8,68% 36,64% 42,67% VII 1,03% 1,17% 2,74% 3,92% 10,27% 4,30% 1,03% 1,13% 15,07% 10,52% VIII 3,77% 3,32% 5,48% 7,39% 15,07% 11,16% 2,05% 2,55% 26,37% 24,42% 17,47% 18,06% 22,60% 33,18% 52,05% 33,43% 7,88% 15,33% 100,00% 100,00% Región Centros Total 15 % Plazas Una vez hecho lo anterior, se procedió a realizar una afijación proporcional por región y línea programática, de modo que la muestra refleje fielmente la distribución de las plazas por línea programática en cada una de las regiones estudiadas. Luego de determinar proporcionalmente las plazas que contempla la muestra en cada línea y región, se procedió a determinar el número de centros (conglomerados) de los cuales se obtuvieron a los sujetos de la muestra. Cabe señalar que, en términos generales, se consideró un estándar de 10 casos por centro, no obstante este número sufrió modificaciones en algunos centros, reduciendo el número de casos en aquellas líneas en que se requirió una muestra pequeña para mantener la proporcionalidad, o bien en aquellas regiones que presentaban en promedio un limitado número de plazas en determinada línea programática. Por el contrario, se tomó la decisión de ampliar el número de casos en aquellas líneas y regiones cuyos centros presentan una gran concentración. En la tabla 6, se presenta la distribución teórica final de la muestra, de acuerdo a línea programática y región. Tabla 6. Muestra proporcional, según región y línea programática. Especializados Nº Región Centros n Maltrato Nº Centros n Residencias Nº Centros n Familia Acogida Nº Centros n n centros n muestra V 2 18 2 28 4 32 1 12 9 90 RM 3 36 5 60 4 40 3 35 15 171 VII 1 5 1 15 3 17 1 5 6 42 VIII 1 13 3 29 5 45 1 10 10 97 Total 7 72 11 132 16 134 6 62 40 400 2.3. Selección de centros En cada una de las regiones se han seleccionado las capitales regionales y sus conurbaciones, en donde se concentra la oferta programática. De este modo, la selección de núcleos urbanos en cada una de ellas es la siguiente: • • • • Región Metropolitana: Provincia de Santiago. V Región: Valparaíso-Viña del Mar. VII Región: Talca. VIII Región: Concepción-Hualpén. En base a los criterios anteriormente descritos, se han seleccionado de modo aleatorio aquellos programas de las líneas programáticas y núcleos urbanos considerados en la muestra. Cabe hacer presente que en la selección de centros que componen la muestra se han excluido aquellas residencias que se encontraban siendo objeto de observación por parte del propio SENAME, dado que esta fue una petición expresa de dicho organismo, en miras a los complejos procesos que esta residencias estaban atravesando al momento del estudio. En virtud de este criterio, la muestra se vio reducida a 38 centros, quedando distribuida tal como lo muestra la tabla a continuación. Tabla 7. Muestra teórica final, según región y línea programática. Especializados Nº Región Centros n Maltrato Nº Centros n Residencias Nº Centros n Familia Acogida Nº Centros n n centros n muestra V 2 18 2 28 2 32 1 12 7 90 RM 3 36 5 60 4 40 3 35 15 171 VII 1 5 1 15 3 17 1 5 6 42 VIII 1 13 3 29 5 45 1 10 10 97 Total 7 72 11 132 14 134 6 62 38 400 Por otra parte, producto tanto de la exclusión de las residencias que se encontraban en proceso de observación, como de la ausencia de interés por participar por parte de algunas instituciones, en ciertas regiones resultaron insuficientes las residencias disponibles para integrar la muestra requerida. En estos casos, se optó por incluir a los Centros Residenciales Especializados de Administración Directa de Sename (CREAD), a fin de obtener el tamaño muestral necesario. De esta manera, en la tabla 8 se detallan los 34 programas seleccionados de modo aleatorio, de los cuales fueron obtenidos los integrantes de la muestra. Del mismo modo, en la tabla 9 se detalla la distribución por región y línea programática de la muestra final obtenida, la cual asciende a 389 casos. 17 Tabla 8. Programas seleccionados en la muestra, por región y línea programática. Tipo Región Nombre Programa Programa Programas PEC - Atención Integral a Niños - Niñas y Adolescentes Centro Entre especializados Todos, SERPAJ Chile. PIE - Centro de Intervención Integral Especializada Ñuñoa, Opción. Pee - Centro Remolinos, ONG Cordillera. Programas PRM - Las Amapolas, Coanil. reparación PRM - Centro de Recuperación Especializado en Maltrato Infanto Juvenil, Corporación de Educación El Quijote. PRM - Abriendo Caminos, Chileamerica. PRM - CEPIJ Pudahuel, Opción. PRM – Quilicura, Consejo de Defensa del Nino. R. M. Residencias REM - Hogar Maruri, Hogar de Cristo. RPM - Hogar de Niñas Nuestra Señora de la Paz, Fundación de Beneficencia de los Sagrados Corazones. REM - Residencia Ideco Puente Alto, Instituto para el Desarrollo Comunitario Ideco, Miguel de Pujadas Vergara. Familias de FAE – Recoleta, Opción. acogida FAE - Familia Acogida Especializada - Familia Asistida DEM, Fundación DEM. TOTAL Programas PIE - Vida del Mar Miguel Woodward, Serpaj Chile. especializados PEE - Centro Antu, Paicabí. Programas PRM - Centro Paihuen, Paicabí. reparación PRM - Centro Newen, Paicabí. V Región Residencias CREAD Playa Ancha, SENAME Familias de FAE - Maria Acoge, Maria Acoge. acogida TOTAL VII Región Programas especializados Programas reparación Residencias Familias de acogida TOTAL Programas especializados Programas reparación VIII Región Residencias Familias de acogida TOTAL PIE - Centro Intervención Integral Especial Talca, Opción. PRM - Programa de Protección Unamos las Manos, Crate. RPM - Residencia Familiar Talca, Congregación Del Buen Pastor. CREAD Entre Silos, SENAME FAS - Adra Chile Talca, Adra Chile. PEE – Aura, Fundación Social Novo Millennio. PRM - Refugio de Esperanza, Corporación para la Atención Integral del Maltrato al Menor, en la Región del Bio Bio. PRM - Semilla de Roble, Corporación para la Atención Integral del Maltrato al Menor, en la Región del Bio Bio. PRM - Monseñor René Inostroza, Ciudad del Nino Ricardo Espinoza. RPM - Natividad de María, Ciudad del Nino Ricardo Espinoza. RPM - Hogar Buen Pastor Concepción, Congregación del Buen Pastor. RPM - Aldea Maria Loreto, Congregación del Buen Pastor. CREAD Capullo, SENAME. REM Monseñor René Inostroza, Ciudad del Niño Ricardo Espinoza (ex casa central). FAE - Familia de Acogida Especializada Adra Chile – Concepción, Adra Chile. 18 Nº N° prof. casos 3 3 3 3 15 14 12 10 3 3 3 3 2 15 15 13 15 10 2 5 2 3 10 15 3 36 2 2 3 3 6 15 164 10 10 14 11 23 2 10 18 78 1 5 3 2 3 15 8 15 1 11 5 48 3 15 2 10 2 2 2 10 10 5 2 2 2 10 10 9 2 10 2 21 10 99 Tabla 9. Muestra efectiva final, según región y línea programática. Especializados Nº Región Centros n Maltrato Nº Centros n Residencias Nº Centros n Familia Acogida Nº Centros n n centros n muestra V 2 20 2 25 1 23 1 10 6 78 RM 3 41 5 68 3 25 2 30 13 164 VII 1 5 1 15 2 23 1 5 5 48 VIII 1 15 3 30 5 44 1 10 10 99 Total 7 81 11 138 11 115 5 55 34 389 2.4. Selección de niños, niñas y adolescentes y familias Finalmente, de los centros que forman parte de la investigación se seleccionaron al azar a los niños, niñas y adolescentes integrantes de la muestra y sus respectivas familias. De esta manera, utilizando la nómina de usuarios de cada programa seleccionado, se sortearon aleatoriamente los(las) integrantes de la muestra, construyendo también un listado de reposición aleatorio para los casos que no fueron susceptibles de incluir, ya sea porque no accedieron a participar en la investigación o porque no pudieron ser ubicados(as), de acuerdo a la información aportada por los equipos. Finalmente, en el caso de los programas de Familias de Acogida, se consideró la participación de aquellos niños, niñas y adolescentes mayores de 3 años, a objeto de no superponer este estudio con aquél desarrollado por la Universidad de Talca, el cual se focaliza en menores de 3 años. Cabe hacer presente que, dado que el objetivo de este estudio es indagar en la relación de los niños, niñas y adolescentes con sus familias, se utilizó como criterio de inclusión que éstos mantuvieran contacto con su familia de origen, tanto aquellos que se encontraban en programas ambulatorios como residenciales. 3. Procedimiento 3.1. Caracterización de los participantes Para la descripción de las características de los niños, niñas y adolescentes y sus familias, se ha empleado la base de datos SENAINFO, la cual entrega información respecto de los(las) usuarios(as) de la red SENAME víctimas de graves vulneraciones de derechos, en cada uno de sus programas, así como de sus familias. Esta información permite determinar ciertas características de los usuarios(as), tales como su sexo, edad, escolaridad, personas con las que vive, situación socioeconómica, ocupación y situación laboral de los adultos, situación de vulneración actual del NNA, intervenciones recibidas, entre otras variables relevantes (ver anexo nº 1). Todo ello permite establecer perfiles de usuarios, en virtud de variables significativas, tal como el tipo de vulneración sufrida, el sexo o el grupo etario. Para acceder a los datos requeridos, se ha solicitado la información contenida en SENAINFO para cada integrante de la muestra seleccionada, procediendo a realizar análisis estadísticos. 19 3.2. Caracterización de la relación del niño, niña o adolescente y su familia El estudiar problemáticas que afectan a niños, niñas y adolescentes vulnerados(as) en sus derechos, implica ciertas consideraciones que es necesario tener presente. En primer lugar, una de las obligaciones éticas de cualquier investigación que se desarrolle con personas, pero particularmente con infancia vulnerada o vulnerable, dice relación con no incrementar los riesgos o el sufrimiento al cual están expuestos(as). Teniendo esta consideración presente y situándonos desde una perspectiva de derecho, el modelo de investigación aplicado a los niños, niñas y adolescentes debe ser particularmente cuidadoso en el resguardo de sus derechos y de su bienestar. No obstante lo anterior, el derecho a la protección de los niños, niñas y adolescentes vulnerados pudiera entrar en colisión con el derecho a participación que también les asiste, tal como señala la Convención Sobre los Derechos del Niño (Unicef, 1989), derecho que suele ser postergado desde una lógica proteccional. En virtud de lo anterior, el diseño propuesto pretende conciliar ambos derechos, mediante un diseño cuidadoso y responsable, el cual plantea el levantamiento de la información requerida a través de diversas fuentes, cuantitativas y cualitativas, que se complementan en respuesta a la complejidad de la temática a investigar. a) Estrategia cuantitativa Dada la necesidad de resguardar la integridad y el bienestar de los sujetos que forman parte de la muestra, se tomó la decisión de obtener la información relacional del niño, niña y adolescente y su familia a través de una fuente secundaria, en este caso el equipo a cargo de la intervención en cada centro o programa seleccionado. Esto, dado que los equipos han obtenido información muy valiosa al realizar el diagnóstico y tratamiento del caso, por cuanto esta información puede ser recogida con fines investigativos sin causar molestias ni requerir nuevas instancias de evaluación a los sujetos de la muestra. Esta estrategia, además de evitar indagar directamente temas potencialmente complejos para los niños, niñas y adolescentes, tiene la externalidad positiva de dejar capacidad instalada en los equipos de intervención, respecto a una metodología de evaluación relevante para su trabajo cotidiano en materia de trabajo con familias. Para la selección del instrumento a utilizar, se han definido los siguientes criterios: se requería un instrumento relativamente breve, que permitiera evaluar el funcionamiento familiar en niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, desde la perspectiva de los profesionales, fácilmente transferible a los equipos técnicos que intervienen con los usuarios, y que contara con evidencia de confiabilidad y validez, idealmente en nuestro país. En base a la definición de estos criterios se efectuó una búsqueda bibliográfica, utilizando como estudio de referencia el análisis de la evidencia en 85 instrumentos de evaluación familiar, elaborado por Johnson et al. (2008). Dicho estudio considera específicamente aquellos instrumentos de evaluación familiar utilizados en contextos de bienestar infantil, es decir, servicios que se ocupan de vulneraciones de derecho (activas y pasivas) en la infancia y adolescencia. Esta investigación concluye que de los 7 instrumentos más promisorios, la Escala de Evaluación Familiar de Carolina del Norte (NCFAS-G) aparece como la más relevante para su utilización en contexto de bienestar infantil, debido a su enfoque en las fortalezas y a la evidencia acumulada en población vulnerada. 20 Existen escasos instrumentos de evaluación familiar probados en nuestra realidad (Pino, 2011), sin embargo la versión española de la NCFAS-G cuenta con evidencias de validez y confiabilidad en Chile, producto del estudio de Valencia y Gómez (2010), en el cual se concluye que este instrumento presenta una consistencia interna adecuada, con propiedades psicométricas similares a la versión original. Tal como se ha señalado, el NCFAS-G ya ha sido utilizado previamente en nuestro país con niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, particularmente en programas de la red SENAME, así como de la propia Fundación San Carlos de Maipo, lo cual permitiría generar información factible de ser integrada bajo una lógica coherente, en la perspectiva de política pública. Por todas las razones anteriormente señaladas, se seleccionó dicho instrumento para ser utilizado en la presente investigación, entendiendo que la Fundación disponía de la licencia para realizar las aplicaciones requeridas. Ahora bien, para que los(las) profesionales de los equipos interventores pudieran sistematizar y organizar la información solicitada en el instrumento anteriormente señalado, requerían entrenamiento en la metodología de evaluación seleccionada. Para ello, se capacitó a los(las) profesionales tratantes de cada uno de los niños, niñas y adolescentes seleccionados como parte de la muestra, para que pudieran aplicar el instrumento NCFAS-G a los casos correspondientes 1. Esta capacitación tuvo una duración de 8 horas, asignándose además un profesional que acompañó en terreno la completación de los instrumentos por parte de cada centro. Ello permitió resolver las dudas existentes y aunar criterios de puntuación, disminuyendo de este modo la varianza propia de la variable evaluador. Esta labor fue llevada adelante por la figura del(la) “acompañante” quien supervisó la aplicación del NCFAS-G en terreno con los equipos y sus directivos. Cabe señalar que este(a) profesional encargado(a) del acompañamiento a los equipos en terreno, fue también el (la) responsable de las entrevistas a sus directores. Con el objetivo de estimar con certeza los tiempos de aplicación que demandaba el NCFAS-G, así como los resultados de este trabajo por parte de los equipos, se realizó un pre-test en una pequeña muestra (dos centros) de la Región Metropolitana, lo cual permitió ajustar el trabajo de campo en base a los resultados obtenidos. Adicionalmente, se aplicó una encuesta a los(las) profesionales tratantes por cada caso que compone la muestra (ver anexo nº 2). Esta encuesta tuvo por objetivo levantar información complementaria, respecto de la percepción de los interventores respecto a la causal de ingreso del usuario(a), las características de la familia y la situación de vulneración, las intervenciones realizadas, evolución y el pronóstico del caso. b) Estrategia Cualitativa Con el fin de levantar la voz de los protagonistas y velar por el derecho a la participación de los(as) usuarios(as) y sus familias en la presente investigación, se seleccionó una pequeña muestra de niños, niñas y adolescentes y sus familias, con el objeto de investigar con riqueza y profundidad temas vinculados a relaciones familiares, aportando una mirada de proceso que permitiera comprender la percepción de los diferentes actores, acerca de la relación que los vincula y las características de ésta a lo largo de su ciclo vital. Para ello, se utilizó la técnica de historia de vida, con el objetivo de explicarnos este fenómeno social (Valles, 2003). 1 Cabe señalar que la capacitación otorgada a los miembros de los equipo en temas de evaluación familiar ha sido debidamente certificada por la Universidad Diego Portales. 21 Las historias de vida son una herramienta privilegiada para entender la interrelación de las trayectorias individuales con las condiciones sociales en las cuales suceden, por esto resultan de utilidad para comprender los procesos que han llevado a las familias a su situación actual. Constituye una forma narrativa en la cual un sujeto da cuenta a otro (de forma dialógica) de su experiencia de vida (Bertaux, 2005), estructurada en torno a una sucesión temporal de eventos que se relacionan, en este caso, con vulneración de derechos de niños, niñas y adolescentes y las relaciones familiares establecidas. Esto tiene por objetivo permitirnos apreciar en profundidad no sólo la dinámica de relaciones al interior de la familia, sino también la cualidad procesual y diacrónica que permite comprender su instalación y evolución a lo largo del tiempo. En el caso de los participantes, las historias se estructuraron de manera tal de identificar los posibles factores que intervienen a nivel de microsistema, mesosistema, exosistema y macrosistema, así como su forma de articulación (intermediación) que desemboca en casos de vulneración de derechos de niñas, niños y adolescentes. Específicamente se indagó sobre las historias familiares, considerando 3 generaciones: abuelos, padres, e hijos. Se exploraron historias de relaciones familiares, especialmente formas de relación entre padres-hijos, historias laborales (incluyendo calificaciones y estudios), situación de vivienda, situaciones de vulneración y/o conflicto social, así como la relación con instituciones de control social y administración de justicia que estas situaciones han generado, así como acceso a programas y beneficios sociales. Para mayor detalle respecto a los temas abordados a través de las historias de vida, ver anexo nº 3, 4 y 5. Para la implementación de esta estrategia, se seleccionaron niños por sobre 8 años de edad, quienes ya cuentan con una estructura narrativa que permite que participen activamente de esta actividad. Dichos niños se encontraban en una fase avanzada del plan de intervención, para así evitar la apertura de situaciones de vulneración u otros contenidos conflictivos, aún no abordados/elaborados en el proceso. Junto con esto, fueron seleccionados adultos significativos no agresores(as). Con estos(as) participantes, una investigadora experta en técnicas cualitativas empleó relatos de vida, utilizando para ello entre 1 y 2 entrevistas, de acuerdo al tiempo requerido en cada caso. Los(as) participantes fueron seleccionados como casos típicos (Hernández, Fernández, y Baptista, 2003), de acuerdo al criterio experto de los equipos de intervención, quienes sugirieron a los participantes. Otro criterio de inclusión que fue considerado es la voluntariedad de los sujetos para participar en este estudio. Consideramos que este diseño resultó respetuoso de las necesidades y derechos de los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos y sus familias, pues permitió generar un sistema de monitoreo y contención por parte del equipo tratante. Ello permite controlar cualquier efecto adverso que el levantamiento de información pudiera producir, de modo que los profesionales a cargo puedan intervenir oportunamente con los participantes, de ser necesario. En el caso de los adultos, el equipo de investigación contaba con la posibilidad de efectuar las derivaciones institucionales correspondientes, lo cual no fue necesario. 3.3. Identificación de intervenciones institucionales Con este propósito, en primer término se realizó un análisis documental respecto a las orientaciones técnicas de SENAME, así como las bases técnicas de cada proyecto, con el objetivo de analizar los objetivos, metodologías y estrategias que se plantean para el trabajo en fortalecimiento familiar y vínculo de los NNA y sus familias. 22 En segundo término, se realizaron cuatro grupos de discusión focal con los (las) profesionales encargados (as) de ejecutar directamente estos programas de intervención con los NNA y sus familias. Un grupo de discusión focal es “una serie cuidadosamente planeada de temas de discusión diseñada para obtener las percepciones en un área de interés determinada, en un ambiente permisivo y no amenazante” (Krueger y Casey, 2009, p. 2). A través de esta metodología, se pretende conocer las problemáticas a las que se enfrentan diariamente los (las) profesionales con los niños, niñas y jóvenes, y sus familias, la aplicación en terreno de los lineamientos técnicos, así como sus facilitadores y obstaculizadores. Para esto, se realizó un grupo de discusión focal en la Región Metropolitana por cada una de las líneas programáticas abordadas, integrando a profesionales de diferentes proyectos, de modo de otorgar heterogeneidad y riqueza a cada grupo. En el anexo nº 6 se detalla el guión que siguieron los grupos de discusión focal. Finalmente, se efectuó una entrevista semiestructurada con todos los (las) directores (as), coordinadores (as) o encargados (as) de los programas seleccionados como parte de la muestra, esto contempla un total de 34 entrevistados (as) (ver anexo nº 7). De este modo, fue posible conocer la apreciación de estos actores respecto a la factibilidad de desarrollar trabajo con familias en el ámbito de vulneraciones graves de derecho contra NNA, así como la modalidad y las condiciones que lo facilitarían. Estas fuentes de información fueron complementadas, a objeto de conocer el modo en que las orientaciones técnicas, las disposiciones de las jefaturas y el trabajo de los equipos técnicos convergen en relación al trabajo con familias y NNA, obteniendo así una visión integrada del fenómeno estudiado. 3.4. Identificación de buenas prácticas. Tanto en la entrevista semiestructurada a los(las) directores(as) o coordinadores(as) de cada programa, como en los focus group con los(las) profesionales de los proyectos, se aplicó un instrumento diseñado con el propósito de identificar y registrar las buenas prácticas, en miras a fortalecer la relación o el vínculo de los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos y sus familias (ver anexo nº 8). Las “buenas prácticas” pueden ser conceptualizadas como aquellas “que contribuyen de manera significativa en la mejora de las condiciones de vida de las personas y comunidades” (Corradini et al., 2008, p. 151), en este caso los niños, niñas y adolescentes y sus familias. Estas prácticas, en el marco de la CIDN, se caracterizan por: • • • • Su carácter universal: se aplica a toda la población. La integralidad: se reconoce el mismo rango a todos los derechos, debiendo abordar de manera integradora sus necesidades. La participación de los usuarios y sus familias en las soluciones que se generan. La responsabilidad compartida de adultos y niños en el ejercicio de derechos y construcción de relaciones democráticas. Estas prácticas fueron valoradas en términos de ciertos criterios de pertinencia y calidad, tal como los resultados alcanzados en relación al objetivo buscado, consistencia interna, respeto por los derechos de niños, niñas y adolescentes, innovación, entre otros. Posteriormente, las buenas prácticas seleccionadas fueron descritas, con el objetivo de que puedan ser difundidas e incorporadas en futuros proyectos de intervención con niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos. 23 3.5. Recomendaciones técnicas para la intervención con familias Finalmente, como última etapa, en base a los aprendizajes producidos mediante los hallazgos del estudio a través de cada una de las estrategias implementadas, se generaron recomendaciones técnicas que orientan la intervención con familias, en temáticas de niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, en base a la evidencia producida. Cabe destacar que los destinatarios de dichas recomendaciones son tanto el propio Servicio Nacional de Menores y sus organismos colaboradores, como otras instituciones que desarrollan sus funciones en temáticas que se vinculan a la generación de condiciones apropiadas para la restitución de derechos en graves vulneraciones hacia la infancia y la adolescencia. 4. Consideraciones Éticas Respecto de los criterios éticos, este estudio protege los derechos, privacidad y bienestar de las personas involucradas, particularmente tomando en consideración que los sujetos de estudio son niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos y sus familias, evitando al máximo cualquier riesgo, con el fin de prevenir revictimizaciones colaterales al estudio. En el diseño, se ha considerado la entrega de información respecto a los objetivos de este estudio y sus procedimientos, de forma clara y en un lenguaje adecuado para los participantes. Estos han tenido absoluta libertad para decidir participar de este estudio o retirarse en cualquier momento, sin que esto tenga repercusión alguna sobre el proceso de intervención que llevan a cabo. De este modo, se ha efectuado un procedimiento de consentimiento informado (ver anexos nº 9 al nº 13), dejando registro de su aceptación o rechazo por escrito, utilizando para ello las recomendaciones de Conicyt, la Declaración de Helsinki y la Ley 19.628 sobre de Protección de la Vida Privada. Se ha privilegiado el levantamiento de información a partir de fuentes secundarias, toda vez que esto ha sido posible. En los casos en que se ha requerido contacto directo con los usuarios, se ha intencionado la asignación de profesionales e investigadoras capacitadas y con amplia experiencia en entrevistas a niños, niñas, jóvenes o adultos en contexto de vulneración y vulnerabilidad, avalados académicamente y respaldados por la Universidad. Pese a que se consideraba poco probable que el desarrollo de entrevistas con los participantes pudiera causar efectos adversos, se contempló su monitoreo posterior por parte de los(las) profesionales tratantes, con el objetivo de intervenir oportunamente sobre cualquier externalidad negativa que el proceso investigativo pudiera haber generado. Por otra parte, se garantizó la absoluta confidencialidad y anonimato, mediante la eliminación de los nombres y demás datos de identificación de los(as) participantes en archivos y bases de datos. Ello también se consideró para el caso de los(las) profesionales que participaron de grupos focales, así como de los(las) directivos(a) que participaron de entrevistas. Asimismo, se consideró la aceptación por escrito de las instituciones involucradas en este estudio, de modo de garantizar su acuerdo para la realización del mismo, obteniendo el patrocinio del Servicio Nacional de Menores para esta investigación. 24 V. Resultados 1. Introducción Dado que el foco de esta investigación es conocer las cualidades de la relación que establecen niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos con sus familias, así como las intervenciones que se ejecutan en pos de su restitución, se intentó seleccionar una muestra aleatoria de casos que registraran un breve período de intervención (0 a 3 meses), de modo que la información recogida respondiera fundamentalmente a la problemática estudiada y no a la intervención efectuada. Sin embargo, no fue posible utilizar este criterio de inclusión, dado el extenso período de tiempo durante el cual permanecen los usuarios en ciertos programas, particularmente aquellos de carácter residencial. Respecto a la muestra cualitativa, pese a que se contempló la utilización de historias de vida en una muestra de 10 niños, niñas y adolescentes y 10 adultos significativos, esto se vio obstaculizado por variables contingentes, pues el trabajo de campo se llevó a cabo en momentos en que el caso Jeldres se encontraba en todo su apogeo. Ello generó un clima poco propicio para que los centros pudieran facilitar el acceso de los investigadores a los usuarios. De este modo, y pese a los numerosos intentos desplegados por el equipo de investigación, sólo fue posible acceder a dos niños(as) y tres adultos responsables. Teniendo estas consideraciones en mente, el presente informe da cuenta de los resultados obtenidos mediante las distintas estrategias metodológicas utilizadas. En primer lugar, se caracterizó a la muestra de niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos atendidos por la red y sus familias, a través de la información registrada por los equipos en la base de datos Senainfo. Esto permitió aproximarse a perfiles diferenciales, con grados de complejidad creciente en el caso de Programas Especializados y Residencias. En segundo lugar, se da cuenta de la relación que mantienen los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos con sus familias de origen. Esto se realiza tanto a través de los resultados de la aplicación de la escala NCFAS-G por parte de los(as) profesionales, como de la encuesta aplicada a los(as) profesionales a cargo del caso, destinada a levantar su percepción respecto a este tema. Cabe hacer presente que, en el caso de familias de acogida, la mayor parte de los niños(as) y adolescentes se encontraban residiendo con familia extensa distinta de aquél núcleo en el cual se produjo la vulneración de derechos, familia que ha sido evaluada favorablemente para hacerse cargo del cuidado, a lo menos temporal, de los niños(as). Es fundamentalmente esta familia acogedora extensa quien ha sido parte de la evaluación mediante la NCFAS-G. Los resultados de la encuesta a profesionales también se utilizarán para dar cuenta del trabajo realizado por las instituciones, en miras a fortalecer a la familia y mejorar su relación con los niños, niñas y adolescentes. Con este fin, se complementarán estos resultados con aquellos aportados por el análisis documental, tanto de las orientaciones técnicas de SENAME en sus diferentes líneas programáticas, como de los propios proyectos que formaron parte de la muestra. Finalmente, se describen y analizan las buenas prácticas que rescatan las propias instituciones, a través de sus directivos y profesionales, en miras a fortalecer la vinculación de niños, niñas y adolescentes con sus familias, en pos de la restitución de derechos. 25 2. Caracterización de Niños, Niñas y Adolescentes y Familias (Base SENAINFO) El presente informe caracteriza a niños, niñas y/o adolescentes y sus familias, atendidos en los 34 centros de la red SENAME que forman parte de la muestra. Por una parte, se describen características generales de los(as) usuarios(as) atendidos y sus familias y, por otra, se abordan las causales de ingreso e intervenciones realizadas en los centros de acuerdo al total de casos y según línea programática. Del total de casos solicitados, SENAME entregó información de 362 casos válidos 2 según la siguiente distribución (ver tabla 10). Tabla 10. Muestra Efectiva de niños, niñas y/o adolecentes con datos de SENAINFO Línea de Intervención Región Especializados Maltrato Residencias Familia Acogida V 5% 6% 7% 3% 21% RM 11% 19% 7% 8% 45% VII 1% 4% 6% 1% 12% VIII 4% 6% 9% 3% 22% Total 21% 35% 29% 15% 100% n muestra Dado que esta distribución difiere con la muestra teórica (ver tabla 11), se procedió a ponderar la muestra para alcanzar la distribución original. De esta manera, la muestra ponderada consta de los 362 casos. Tabla 11. Muestra Teórica Línea de Intervención Región Especializados Maltrato Residencias Familia Acogida n muestra V 5% 7% 8% 3% 23% RM 9% 15% 10% 9% 43% VII 1% 4% 4% 1% 11% VIII 3% 7% 11% 3% 24% Total 18% 33% 34% 16% 100% Dado que se seleccionaron aleatoriamente los casos de cada programa, los(as) usuarios(as) considerados(as) difieren en los periodos en intervención. En promedio, los casos presentan 15,8 meses en intervención. Como se observa en la tabla 12, este promedio varía según línea programática. Los casos de Programas de Reparación en Maltrato son los que presentan un 2 La diferencia entre la muestra solicitada (389) y la muestra entregada por SENAME (362) se dio porque la muestra de niños, niñas y adolescentes se obtuvo aleatoriamente desde cada proyecto, por lo que hubo diferencias con los códigos de los niños, en algunos casos no coincidían los entregados por los proyectos con la información de Senainfo. 26 menor promedio de meses de intervención (8,2 meses), contrastando de manera importante con los casos de Residencias considerados, los que en promedio presentan 23,6 meses de intervención. Tabla 12. Meses de intervención muestra Promedio Línea de Intervención Meses de Intervención Programas Especializados 16,3 Programas Reparación en Maltrato 8,2 Residencias 23,6 Familias de Acogida 15,2 Fuente: Senainfo Caracterización General Según la ponderación de la muestra, el 18,1% de los niños, niñas o adolescentes está en Programas Especializados, el 33,1% en Programas de Reparación en Maltrato, el 33,1% en Residencias y el 15,7% en Familia de Acogida. De ellos un 23,1% pertenecen a la región de Valparaíso, un 10% a la región del Maule, un 24,1% a la región del Bio Bio y finalmente un 42,8% pertenecen a la Región Metropolitana. Un 62% de los(as) usuarios(as) son mujeres, mientras que el 38% son hombres. La edad promedio es de 12 años. Como se observa, en el Gráfico 1, la mayor concentración de casos se encuentra entre los tramos 13 y 16 años de edad, concentrando el 44% del total entre esas edades. Gráfico 1. Edad de niños, niñas y adolescentes 14% 12,5% 11,2% 10,3% 10,0% 12% 10% 4% 0,5% 6,9% 5,0% 4,9% 4,6% 6% 2% 8,0% 7,7% 8% 6,7% 5,5% 1,9% 2,3% 1,5% 0% 3 4 5 6 7 8 9 10 11 Edad 12 13 14 15 16 17 18 Fuente: Senainfo Las edades promedio de los(as) usuarios(as) varían de modo estadísticamente significativo, de acuerdo a la línea de intervención3. De esta manera, el promedio de la edad de los casos de los Programas de Reparación en Maltrato y Familia de Acogida es menor en comparación con el promedio de edad observado en Programas Especializados y Residencias (ver tabla 13). Esto no es de extrañar, pues las Residencias y Programas Especializados suelen recibir usuarios(as) con 3 Prueba Anova Sig. 000. 27 una historia de vulneraciones, quienes suelen haber pasado por otros programas o proyectos de menor complejidad previamente. Tabla 13. Promedio de edad de niños, niñas y adolescentes según línea de Intervención Promedio Edad Línea de Intervención (en años) Programas Especializados 14 Programas Reparación en Maltrato 10,4 Residencias 13 Familia Acogida 10,6 Fuente: Senainfo No se observan diferencias estadísticamente significativas entre edad y la variable sexo 4. Escolaridad Respecto a la escolarización, el 89% de los niños(as) al momento de ingreso a los programas se encuentra vinculado a un establecimiento educacional. Donde el 71,7% de los(as) usuarios(as) asiste regularmente a algún establecimiento educacional, el 11,1% está matriculado a la espera del inicio de las clases, y el 6,5% asiste en forma interrumpida. Por otra parte, un 11% ha desertado del sistema educativo, por lo que no está vinculado a un establecimiento educacional. Gráfico 2. Vinculación a un establecimiento educacional No vinculado a un Establacimiento Educacional 11% Vinculado a un Estableciminento Educacional 89% Fuente: Senainfo Al analizar por Línea de Intervención5 se observa que la totalidad de los(as) usuarios(as) que ingresan a Familias de Acogida y Programas de Reparación en Maltrato se encuentran vinculados a un establecimiento educacional. Mientras que el 17% de los niños(as) o adolescentes que ingresan a Residencias y el 27% de los(as) usuarios(as) que ingresan a Programas Especializados no están vinculados a un establecimiento educacional, dado que han desertado. 4 5 Prueba Anova Sig. 128. Se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .000 y V de Cramer: ,346. 28 Gráfico 3. Vinculación a un establecimiento educacional según línea de Intervención 100% 100% 80% 100% 83% 73% 60% 40% 27% 17% 20% % Programas Especializados Programas Reparación en Maltrato Residencias Familia de Acogida Vinculado a establecimiento educacional No vinculado a establecimiento educacional Fuente: Senainfo No se observan diferencias estadísticamente significativas en la escolaridad de los(as) usuarios(as) según la variable sexo 6. Respecto al tipo de escolaridad, el 63,5% de los casos pertenecen a la “Educación Básica”, seguido por “Media (Científico Humanista y Técnico Profesional)” con un 12,6%, y en tercer lugar “Educación Diferencial” y “Educación pré básica” con un 6,7% cada una. Situación Socioeconómica de Usuarios(as) y Caracterización Familiar Al analizar la situación socioeconómica de los niños, niñas y adolescentes, de acuerdo a CASEN vigente, el 43,3% vive en situación de pobreza, un 35% de los casos no cuenta con información para este dato y un 21,8% es considerado “No pobre”. Si utilizamos los datos válidos, se obtiene que el 66,5% de los(as) usuarios(as) y sus familias viven en situación de pobreza, si bien la mayor parte de ellos no se encuentran en condición de indigencia. Gráfico 4. Situación socioeconómica del niño, niña y/o adolescente Pobre 43,3% Sin información 35,0% No Pobre 21,8% 0% 10% 20% 30% 40% Fuente: Senainfo 6 No se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .749. 29 50% Dada la gran cantidad de datos faltantes, se detalla en la siguiente tabla el porcentaje de respuesta a la variable sociodemográfica de acuerdo a línea de Intervención. Como se observa en la tabla 14, en las Residencias solo un 51% cuenta con datos en la variable en estudio. En los Programas Especializados se observa el mayor porcentaje de casos con datos (88%). Tabla 14. Porcentaje de casos con datos en variable socioeconómica según línea de Intervención % de casos con Línea de Intervención datos Programas Especializados Programas Reparación en Maltrato Residencias Familia Acogida Fuente: Senainfo 88% 69% 51% 62% Al analizar la situación socioeconómica de los(as) usuarios(as) con casos válidos (236) según modelo de intervención 7 se observa que en las Residencias y Familias de Acogida hay, en términos relativos, mayor situación de pobreza en los niños, niñas y adolescentes que en los Programas Especializados y de Reparación en Maltrato. Al respecto, los programas que presentan mayor porcentaje de pobreza son justamente aquellos de carácter residencial, en los cuales los niños han sido separados de su familia de origen. Cabe preguntarse si su condición socioeconómica pudiera condicionar de algún modo una intervención coactiva por parte del sistema, respecto al cuidado personal de sus hijos(as). Gráfico 4.1. Situación socioeconómica del niño, niña y/o adolescente según línea de Intervención Total (236) 66,5% Familia Acogida (35) 33,5% 71,4% Residencias (61) 28,6% 77,0% Programas Reparación en Maltrato (82) 23,0% 54,9% Programas Especializados (58) 45,1% 69,0% Pobre 31,0% No pobre Fuente: Senainfo 7 Se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .036 y V de Cramer: ,190. 30 Al analizar la situación socioeconómica de los niños, niñas y adolescentes según la variable sexo 8, se observa que los hombres tienden a vivir en condiciones de mayor pobreza que las mujeres, si bien se desconocen las razones de esto. Gráfico 4.2. Situación socioeconómica del niño, niña y/o adolescente según sexo Total (234) 66,2% Mujer (152) 33,8% 61,2% Hombre (82) 38,8% 75,6% 24,4% Pobre No pobre Fuente: Senainfo Caracterización Familiar Al momento del ingreso a los centros y programas de la red SENAME, el 37% de los niños, niñas o adolescentes vive “Con la madre (con o sin otras personas)”, el 16% de ellos vive en “Establecimientos de la red SENAME o bien en una familia de acogida”, el 15% vive con “Ambos padres (con o sin otras personas)”, el 13% vive “con sus abuelos (sin los padres)” y el 10% “vive con otros familiares”. Gráfico 5. Persona con quien vive el niño, niña y/o adolescente 37% Con la madre (sola o con otras personas) 16% En residencia o familia de acogida 15% Con ambos padres (con o sin otras personas) 13% Con Abuelos (sin los padres) 10% Con otros familiares 6% Con el padre (solo o con otras personas) 1% Otros 3% Sin información 0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% Fuente: Senainfo 8 Se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .026 y V de Cramer: ,146. 31 35% 40% Al analizar esta variable de acuerdo a línea de intervención 9, se observan importantes diferencias. En los Programas Especializados, el 42% de los(as) usuarios(as) vivía al momento del ingreso “Con la madre (con o sin otras personas)”, un 28% vive “con ambos padres (con o sin otras personas)” mientras un 13% vive “En establecimientos de la red SENAME o en familias de acogida”. En los Programas de Reparación en Maltrato, mayoritariamente los niños, niñas y adolescentes viven “Con la madre (con o sin otras personas)” (53%) y en segundo lugar, un 21% de los(as) usuarios(as) viven “Con ambos padres (con o sin otras personas)”. En las Residencias, un 33% de los sujetos vivía, al momento del ingreso a los centros, “Con la madre (con o sin otras personas), un porcentaje similar (27%) vive “En establecimientos de la red SENAME o en una familia de acogida” y un 11% vive con otros familiares. Finalmente en las Familias de Acogida, el 44% vive “Con los abuelos (sin los padres)”, un 25% vive con otros familiares y un porcentaje similar de usuarios (21%) vive “En establecimientos de la red SENAME o en una familia de acogida” distinta a su familia. De esta manera, se observa que se privilegia a la familia extensa del(a) usuario(a) para su cuidado. Gráfico 5.1 Persona con quien vive el niño, niña y/o adolescente según línea de Intervención 100% 90% 80% 4% 3% 13% 4% 8% 4% 11% 9% 25% 70% 60% 50% 42% 53% 27% 5% 40% 33% 30% 20% 21% 28% 21% 6% 8% Programas Especializados Programas Reparación en Maltrato 10% % 44% Con el padre (solo o con otras personas) En residencia o familia de acogida Con la madre (sola o con otras personas) Con ambos padres (con o sin otras personas) 9% 6% Residencias Con otros familiares (sin los padres) Familia Acogida Con Abuelos (sin los padres) Fuente: Senainfo Como se observa en el gráfico 6, al momento del ingreso, la mayoría de los niños, niñas o adolescentes está al cuidado de uno o ambos padres en el ejercicio de su tuición (40,3%), un 24,6% está al cuidado de un tercero por una medida de protección y un 18,7% está al cuidado de uno de los padres u otro familiar por una medida de protección, finalmente un 9,5% de los usuarios está al cuidado de terceros, familiares u otros con o sin medida de un tribunal. Cabe mencionar que el mayor porcentaje de sujetos de la muestra se encuentran a cargo de uno o ambos padres, medie o no medida de protección. 9 Diferencias estadísticamente significativas. Sig.: .000 y V de Cramer: ,374 32 Gráfico 6. Situación de la tuición del niño, niña y/o adolescente. Tuición ejercida por uno o ambos padres 40,3% Medida de protección dicata por un tribunal que entrega el cuidado del niño (a) a un tercero Medida de protección dictada por un tribunal que entrega el cuidado del niño (a) a uno de los padres u otro familiar 24,6% 18,7% Tuición ejercida por terceros, familiares u otros (con o sin resolución del tribunal) 9,5% Sin información 3,6% 0% 10% 20% 30% 40% 50% Fuente: Senainfo Al analizar esta variable de acuerdo a línea de intervención10, se observan importantes diferencias, que responden a la población atendida por cada uno de los centros o programas. De este modo, en los programas ambulatorios los padres suelen contar con el cuidado personal de los niños, niñas y adolescentes, no así en los programas residenciales, dado que un proceso judicial suele haberlos privado del cuidado de su hijo(a). Pese a ello, se registra un porcentaje de casos residenciales en que los usuarios(as) aparecen como viviendo con los progenitores. Esta aparente inconsistencia de los datos de residencia puede explicarse porque esta información se levanta al momento del ingreso y es posible que el cuidado personal, que se entrega provisoriamente al director(a) de residencia, esté en proceso. En los Programas Especializados y de Reparación en Maltrato, mayoritariamente los(as) usuarios(as) están al cuidado de uno o ambos padres en el ejercicio de su tuición, mientras que cerca de un cuarto de los niños, niñas o adolescentes está al cuidado de otras personas por una medida de protección. Esta situación es distinta en las Residencias, donde prácticamente la mitad de los(as) usuarios(as) está al cuidado de otras personas por una medida de protección, mientras el 26% está al cuidado de uno o ambos padres o bien de terceros (18%) con o sin medidas de protección. Como era de esperar, en las Familias de Acogida, prácticamente el 100% de los niños, niñas o adolescentes tienen medidas de tribunales donde se ha entregado la tuición a uno de los padres o bien un familiar en el 68% de los casos, o bien a terceros en un 25% de los casos. 10 Diferencias estadísticamente significativas. Sig.: .000 y V de Cramer: ,455 para el total de categorías de respuesta (9). En este caso sólo se han graficado las cuatro categorías de respuestas más representativas de cada línea de intervención. 33 Gráfico 6.1 Situación de la tuición del niño, niña y/o adolescente según línea de Intervención 100% 2% 90% 80% 70% 60% Tuición ejercida por uno o ambos padres 26% 63% 61% 18% 68% 50% 40% 30% 9% 20% 9% 10% 15% 0% Programas especializados 5% Medida de protección (tribunal) entrega el cuidado del NNA a uno de los padres u otro familiar 49% 20% 25% 5% Programas Reparación en Maltrato Residencias Tuición ejercida por terceros, familiares u otros (con o sin resolución del tribunal) Familia Acogida Medida de protección (tribunal) entrega el cuidado del NNA a un tercero Fuente: Senainfo No se observan diferencias estadísticamente significativas en la tuición de los niños, niñas o adolescentes según la variable sexo 11. Caracterización de los Padres La gran dificultad de la base de datos de SENAINFO es que cuenta con poca información relativa a la caracterización de los padres y madres de los niños, niñas o adolescentes, sobretodo en relación a los padres varones. Como se observa en la tabla 15, para el caso de las madres el mayor porcentaje de datos según línea de intervención es de 69%, mientras que el menor porcentaje de datos con que se cuenta es de 29%. Dada esta situación, se procederá a describir en términos globales las tres variables de caracterización. Tabla 15. Porcentaje de casos con datos de caracterización de la madre según línea de Intervención % casos con % casos con % casos con Línea de Intervención Escolaridad Madre Actividad Madre Situación Madre Programas Especializados 53% 62% 60% Programas Reparación de 64% 67% 69% Maltrato Residencias 53% 63% 62% Familia Acogida 34% 29% 41% Como se observa en la tabla 16, la base de SENAINFO contiene muy pocos casos de caracterización de los padres, por esta razón se ha decidido no utilizar dichas variables. 11 No se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .074. 34 Tabla 16. Porcentaje de casos con datos de caracterización del padre según línea de Intervención % casos con % casos con % casos con Situación Línea de Intervención Escolaridad Padre Actividad Padre Padre Programas Especializados 10% 12% 13% Programas Reparación de 9% 9% 9% Maltrato Residencias 11% 18% 21% Familia Acogida 13% 27% 34% Respecto de la escolaridad de las madres de los(as) usuarios(as), sólo un 54% de la muestra (correspondiente a 194 casos) cuenta con información. De este universo, el 30% tiene “Educación Básica Incompleta”, el 15% completó la enseñanza básica, un 19% tiene “Educación Media Incompleta” y un 24% cuenta con “Educación Media Completa”. Llama la atención que sólo el 31% de las madres de esta muestra ha alcanzado la educación media completa, lo cual se asocia a una falta de preparación para acceder al ámbito laboral, haciendo alusión a las condiciones de pobreza y exclusión en las que se desarrollan. Gráfico 7. Escolaridad de la madre (base: 194 casos) Enseñanza Enseñanza Superior Otra, 1% Superior Completa, 4% Incompleta, 3 % Sin Escolaridad, 3 % Básica Incompleta, 3 0% Media Completa, 24 % Media Incompleta, 1 9% Básica Completa, 15 % Fuente: Senainfo En cuanto a la actividad laboral, la mayoría de las madres con información disponible se dedica a los quehaceres de su hogar (42%), mientras que un 26% es trabajadora asalariada dependiente. Gráfico 8. Actividad de la madre (base: 213 casos). Otra actividad, 15 % Cesante, 8% En quehaceres de su hogar, 42% Trabajador independient e (por cuenta propia), 9% Trabajador asalariado(a) (dependiente ), 26% Fuente: Senainfo 35 Finalmente, con respecto de la situación de la madre en el cuidado del niños, niñas o adolescente, los(as) profesionales reportan que el sólo el 28,5% de ellas “Ejerce su rol responsablemente”, el 22,4% se considera “Incompetente o negligente” en su rol parental, y el 6,2% posee “Antecedentes de violencia intrafamiliar”. El 24,8% de la categoría “Otra situación” reúne múltiples categorías de respuesta, en las cuales cada una de ellas no supera el 3%. De esta manera, se observa que para los equipos de los centros la mayor prevalencia en la descripción de la situación de la madre con respecto al niño, niña o adolescente es la “incompetencia parental”, de acuerdo a las categorías de respuesta de Senainfo. A pesar de ello, es la figura que está más presente en la vida de niños y niñas. Gráfico 9. Situación de la madre con respecto al niño, niña y/o adolescente 28,5% Ejerciendo su rol responsablemente Incompetencia para ejercer rol parental Conducta negligente 22,4% Antecedentes de violencia intrafamiliar 6,2% Consumo problemático de drogas 6,1% Antecedentes certificados de maltrato o abuso 4,9% 4,1% Sin información 3,0% Abandono al niño/a o adolescente 24,8% Otra situación 0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% Fuente: Senainfo Como se mencionó, la caracterización de los padres no se realizará dado que la base de SENAINFO solo cuenta con 36 casos con datos para escolaridad, 46 casos con datos para actividad laboral y 49 casos con datos para la descripción de la situación respecto del niño, niña o adolescente. Caracterización del Ingreso a programas SENAME Al analizar el grupo al cual pertenecen las causales de ingreso de los niños, niñas y/o adolescentes, se observa que la mayoría ha sido “Víctima de Abuso Sexual y Maltrato” (57,5%). Dentro de este grupo de causal de ingreso se agrupan las categorías de víctima de abuso sexual, de explotación sexual comercial, negligencia, maltrato físico, psicológico y testigo de violencia intrafamiliar. Luego, un 19,9% ingresa a los programas por “Inhabilidad de uno o ambos Padres”, que incluye la inhabilidad propiamente tal y el peligro material o moral del niño(a) o adolescente. Otras causas de ingreso señaladas en el 7,5% de los casos es la “Prevención” que considera la categoría interacción conflictiva con los padres o adultos a cargo y la invitación directa del equipo y un 5,4% de los casos ingresa por estar en situación de calle o involucrado en trabajo infantil. Si bien llama la atención el grupo de causal de ingreso “Prevención” en la muestra estudiada, suelen haber otras causales registradas por los equipos de manera secundaria en estos casos, que sí se vinculan con la temática de vulneración de derechos. 36 Gráfico 10. Grupo causal de ingreso del niño, niña y/o adolescente a Red SENAME Víctima de abuso sexual y maltrato 57,5% Inhabilidad de uno o ambos padres 19,9% Prevención 7,5% Niño de la calle o trabajo infantil 5,4% Medida de protección 3,5% Deserción escolar o sin acceso 2,6% Otros 3,6% 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% Fuente: Senainfo Al analizar el grupo de causal de ingreso de acuerdo a línea de intervención, se observan importantes diferencias que responden a la población objetivo de cada programa 12. De esta manera, y por definición, prácticamente la totalidad de los ingresos de los Programas de Reparación en Maltrato responden a usuarios que han sido “Víctima de Abuso Sexual y Maltrato”. Por otra parte, si bien la mayoría de los ingresos de los Programas Especializados también responde a casos que han sido “Víctima de Abuso Sexual y Maltrato”, el 15,2% de los niños, niñas y/o adolescentes ingresa por situación de calle o trabajo infantil, un 12,1% ingresa por “Deserción escolar o sin acceso”, -causal que no está presente en los demás programas- y un 9,1% ingresa por prevención. Como era de esperarse, también en las Residencias y Familias de Acogida se observa un mayor ingreso por “Inhabilidad de uno o ambos Padres”. Los grupos de causales de ingreso permiten hacerse una idea del abanico de problemáticas que enfrenta cada uno de los programas. De este modo, los Programas de Reparación en Maltrato se focalizan de modo casi exclusivo en temáticas de abuso y maltrato. Por su parte, los Programas de Acogimiento Familiar incorporan también variables de inhabilidad parental e interposición de medidas de protección. Estas causales se multiplican al enfrentarnos a Programas Especializados y Residencias, pues los usuarios con los que intervienen han sido afectados por todas estas problemáticas, así como también por situación de calle, trabajo infantil y deserción escolar. 12 Diferencias estadísticamente significativas. Sig.: .000 y V de Cramer: ,464. 37 Gráfico 10.1 Grupo causal de ingreso del niño, niña y/o adolescente a Red SENAME según línea de Intervención 1,7% 100% 90% 80% 70% 60% 50% ,8% 12,1% 5,9% 3,0% 8,4% 15,2% Medida de protección 17,6% 38,6% 9,1% 3,0% 97,5% 54,5% 45,6% 20% 24,4% 10% 0% Programas especializados Residencias Programas Reparación en Maltrato Niño de la calle o trabajo infantil Prevención 38,7% 40% 30% 7,0% Deserción escolar o sin acceso Inhabilidad de uno o ambos padres Víctima de abuso sexual y maltrato Familia Acogida Fuente: Senainfo No se observan diferencias estadísticamente significativas en el grupo de causal de ingreso de los niños, niñas o adolescentes a la Red SENAME según la variable sexo 13. De esta manera, se observa que los hombres ingresan en un 56,8% por abuso sexual y maltrato, mientras las mujeres lo hacen en un porcentaje similar (58,4%). Al momento del diagnóstico de ingreso, los niños, niñas y/o adolescentes sufren en un 49,9% de “Maltrato”, y el 16,9% presenta consumo de “Drogas”. Cabe hacer presente que la oferta de atención para consumo problemático de drogas en nuestro país es muy escasa en la población infanto-juvenil. Gráfico 11. Presencia de maltrato y drogas en diagnóstico del niño, niña y/o adolescente Drogas Maltrato 16,9% 83,1% 49,4% 50,6% Sí No Fuente: Senainfo 13 No se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .458. 38 Al analizar la presencia de maltrato y drogas simultáneamente en los diagnósticos de los(as) usuarios(as) al ingreso de los programas, de acuerdo a línea programática se observan importantes diferencias 14. Como se observa en el gráfico 11.1, en los Programas Especializados el 39% de los casos presenta maltrato y drogas, mientras que el 36% presenta sólo maltrato y el 23% sólo drogas. Sólo el 2% de los casos no presenta maltrato ni drogas. En los Programas de Reparación en Maltrato, el 95% de los casos presenta maltrato. En las Residencias el 82% de los casos no presenta ni maltrato ni drogas, un 9% presenta ambas problemáticas, el 8% presenta sólo drogas y el 1% presenta sólo maltrato. Finalmente en las Familias de Acogida casi en la totalidad de los casos no se observan estos problemas. De esta manera, los Programas Especializados y Residencias son los que concentran problemáticas simultáneas de maltrato y drogas en su sujeto de intervención, lo cual complejiza el abordaje que dichos casos requieren. Gráfico 11.1. Presencia de maltrato y drogas en diagnóstico del niño, niña y/o adolescente según línea de Intervención 98% 95% 100% 90% 82% 80% 70% 60% 50% 40% 39% 36% 30% 23% 20% 10% 2% % 1% 4% Programas Especializados Programas Reparación en Maltrato Solo maltrato Solo droga 1% 8% 9% 2% Residencias Maltrato y droga Familia de Acogida Sin maltrato o droga Fuente: Senainfo Caracterización de la intervención La base Senainfo con la que se cuenta considera hasta 14 intervenciones por cada caso. Para el análisis se han agrupado, dando como total 1.773 intervenciones, lo que significa que a la fecha del levantamiento de información en promedio cada usuario recibió alrededor 5 intervenciones totales por caso. Este promedio de intervenciones no difiere entre líneas programáticas ni se observa asociación con los meses de intervención. No obstante, cabe hacer presente que -de acuerdo a las circulares de pago- las Residencias sólo están obligadas a registrar una intervención mensual por usuario, lo cual podría generar como consecuencia un sub registro de las intervenciones desarrolladas en Residencias. 14 Diferencias estadísticamente significativas. Sig.: .000 y V de Cramer: ,620. 39 Del total de intervenciones, las que registran mayor frecuencia son las intervenciones en red, las intervenciones sociales, psicológicas, de gestión técnico-administrativa y jurídicas. Gráfico 12. Tipo de intervención. Intervención en red carácter interinstitucional y comunitario 20,2% Intervención Social 18,5% Intervención Psicológica 17,3% Gestión Técnica-Administrativa 16,7% Intervención Jurídica 7,4% Intervenciones Grupo Familiar o Terceros Significativos 4,7% Intervención Formativa 4,3% Intervenciones Comunitarias y otras 3,2% Intervención Educativa 2,6% Otras Intervenciones 8,4% 0% 5% 10% 15% 20% 25% Fuente: Senainfo Al analizar los tipos de Intervención según línea programática (ver tabla 17), se observa que las Residencias y Familias de Acogida (programas residenciales) realizan un mayor porcentaje de “Intervenciones en red de carácter interinstitucional y comunitario”. A su vez, los Programas Especializados y de Reparación en Maltrato (programas ambulatorios) utilizan en mayor medida la “Intervención Psicológica”. Las Residencias utilizan en menor porcentaje la “Intervención Social” y los Programas de Reparación en Maltrato son prácticamente los únicos que utilizan la “Intervención Jurídica”. Esta situación se puede explicar dado que estos proyectos cuentan con horas profesionales de abogado(a) a diferencia de los demás programas, que en general deben conseguir este tipo de prestaciones a través de gestión de redes. Tabla 17. Tipo Intervención y Línea Programática. Intervención Intervención en red de carácter interinstitucional y comunitario Línea Programática Programas Programas Reparación en Residencias Especializados Maltrato Familia Acogida 15% 18% 24% 24% Intervención Social 20% 20% 15% 21% Intervención Psicológica 20% 20% 15% 13% Intervención Jurídica 3% 18% 1% 1% 40 Por cada intervención, en la base Senainfo se registra información sobre el nivel en que se realiza dicha intervención. Para el análisis se utilizan los tres tipos de intervención dirigida hacia los usuarios con mayor frecuencia. Como se observa en el gráfico 13, la intervención social se focaliza en el “Nivel Familiar”, mientras que la intervención psicológica se focaliza en el “Nivel Individual”. Si bien el tipo de intervención en red es más frecuente en el “Nivel comunitario”, tiene una alta presencia de los otros niveles. Si bien sólo el 4,7% de las intervenciones se definen como dirigidas hacia el grupo familiar o terceros significativos según tipo de intervención, si se suman aquellas intervenciones psicológicas y sociales desarrolladas en un nivel familiar, es posible estimar las intervenciones familiares desarrolladas en torno al 22%. Gráfico 13. Niveles de intervención de acuerdo a Tipo de intervención Intervención en red de carácter interinstitucional y comunitario (358) 44% Intervención Social (349) 2% Intervención Psicológica (333) Comunitaria Familiar 31% 24% 83% 12% 16% 88% Individual (niño/a o adolescente) Fuente: Senainfo A continuación, se presenta un cuadro resumen de caracterización de los niños, niñas y adolescentes de acuerdo línea de intervención. 41 Tabla 18. Cuadro resumen de caracterización de variables SENAINFO, de acuerdo a la línea de intervención. Promedio Vinculado a un establecimiento educacional Vinculado a un establecimiento educacional 14 Programas Reparación en Maltrato 10 73% 100% 83% 100% 27% - 17% - % Pobre 69% 55% 77% 71% 42% 53% 33% 5% 13% 4% 27% 21% 28% 21% 9% 0% 6% 8% 6% 44% 63% 61% 26% 0% 9% 5% 18% 2% 9% 20% 0% 68% 15% 5% 49% 25% 55% 98% 24% 46% 3% 2% 39% 39% 9% 15% 3% 12% 36% 23% 39% 0% 0% 0% 0% 95% 0% 1% 18% 8% 6% 1% 1% 8% 9% 0% 0% 7% 0% 2% 0% 0% Programas especializados Dimensión Edad Escolaridad Situación socioeconómica Con quien vive NNA Situación de la Tuición del NNA Grupo causal de ingreso a Red SENAME Presencia maltrato y drogas en diagnóstico Con la madre (sola o con otras personas) En residencia o familia de acogida Con ambos padres (con o sin otras personas) Con abuelos (sin los padres) % tuición ejercida por uno o ambos padres % tuición ejercida por terceros, tribunales u otros (con o sin resolución de tribunal) % medida de protección (tribunal) entrega el cuidado del NNA a uno de los padres u otro familiar % medida de protección (tribunal) entrega el cuidado del NNA a un tercero % víctima de abuso sexual y maltrato % Inhabilidad de uno o ambos padres % prevención % niño de la calle o trabajo infantil % medida de protección % deserción escolar o sin acceso % solo maltrato % solo drogas % maltrato y drogas 13 Familia de Acogida 11 Residencias Síntesis y conclusiones Uno de los primeros elementos que resulta llamativo es el notable vacío que registra la base SENAINFO para toda aquella información referida a la figura paterna, lo cual genera una primera luz de alerta respecto a la consideración e inclusión de los varones en el diagnóstico e intervención que realizan los equipos. La caracterización de los niños, niñas y adolescentes y sus familias contemplados en la muestra, de acuerdo a los datos registrados en la base SENAINFO, permite señalar que provienen, en su mayoría, de familias en situación de pobreza (66,5%), si bien un 33,5% no se encuentran en esta condición. Esta problemática se acentúa en los programas residenciales (Residencias y Familias de Acogida), lo cual interroga respecto a la incidencia de la pobreza en la separación del niño(a) o adolescente de su familiar nuclear. La situación de pobreza se asocia, de acuerdo a los datos disponibles, con una baja escolaridad de la figura principal de cuidado, en general la madre, quien suele no haber finalizado la educación media (69%). A su vez, esta figura se dedica mayoritariamente a los quehaceres de 42 su hogar, mientras que sólo un cuarto es trabajadora asalariada dependiente. Todo esto hace alusión a las condiciones de pobreza y exclusión en las que se desenvuelven, tanto ellas como su prole, lo cual constituye un estresor que afecta al ejercicio de la parentalidad. En este sentido, cabe preguntarse respecto al rol subsidiario que debe asumir el Estado para garantizar un nivel de vida apropiado para la supervivencia y desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, obligación reconocida en la CIDN que parece no estar haciéndose efectiva en la actualidad. Probablemente ello se vincule con la ausencia de una ley de protección integral de derechos, que obligue a todos los sectores a satisfacer los derechos de niños(as) y adolescentes. Dada la descripción que realizan los profesionales tratantes de la situación de la madre en el cuidado del niño, niña y adolescente, es posible deducir que -para los equipos de los centrosel problema con mayor prevalencia es la “incompetencia parental” por parte de la figura materna. Pese a ello, se constata que la madre suele ser la figura vincular con mayor presencia en la vida de los niños(as). Respecto al perfil usuario de las distintas líneas programáticas, los grupos de causales de ingreso permiten hacerse una idea del abanico de problemáticas que enfrenta cada uno de los programas. De este modo, los Programas de Reparación en Maltrato se focalizan de modo casi exclusivo en temáticas de abuso y maltrato. Por su parte, los Programas de Acogimiento Familiar incorporan también dificultades para ejercer roles de cuidado parental y causas por protección. Estas vulneraciones se multiplican al enfrentarnos a Programas Especializados y Residencias, pues los niños, niñas y adolescentes con los que intervienen han sido afectados por todas éstas situaciones y otras adicionales, como situación de calle, trabajo infantil, deserción escolar y explotación sexual comercial. El promedio de edad de los usuarios en intervención es de 12 años, registrándose mayores edades en Programas Especializados y Residencias. Dichos programas son los que concentran mayor porcentaje de niños, niñas y adolescentes que asisten de manera interrumpida o no asisten a ningún establecimiento educacional al momento del ingreso. Junto con esto, los Programas Especializados y Residencias son los que concentran problemáticas simultáneas de maltrato y drogas en su sujeto de intervención, lo cual complejiza el abordaje que dichos casos requieren. De esta forma, es posible apreciar que las dificultades que enfrentan tanto niños, niñas y adolescentes como sus familias parecen ser más complejas en las Residencias y Programas Especializados, en relación a los Programas de Reparación en Maltrato y Familias de Acogida. 43 3. Resultados Aplicación NCFAS-G Se contó con un total de 389 casos evaluados mediante NCFAS-G por los(as) profesionales tratantes, distribuidos del siguiente modo: • • • • 78 casos de la V región (20,1%). 164 de la Región Metropolitana (42,2%). 48 casos de la VII región (12,3%). 99 casos de la VIII región (25,4%). A su vez, los casos evaluados provienen de cuatro programas de la red SENAME: Programas Especializados (81 casos, 20,8%), Programas de Reparación en Maltrato (146 casos, 37,5%), Familias de Acogida (55 casos, 14,1%) y Residencias de protección (107 casos, 27,5%). En el caso de Familias de Acogida, se solicitó a los(as) profesionales evaluar respecto de la familia de origen del niño, niña o adolescente. Sin embargo, cabe hacer presente que la mayor parte de los(as) usuarios(as) en esta línea se encuentran bajo acogimiento por parte de familia extensa, la cual no es aquella en la cual se produjo la vulneración de derechos, sino aquella que ha sido evaluada favorablemente para asumir el cuidado a lo menos temporal del niño(a). Cabe hacer presente que el levantamiento de datos mediante la escala NCFAS-G se realizó en diferentes momentos de la intervención en cada caso, por lo cual no es posible aislar el efecto de la intervención en los resultados obtenidos. El análisis de los datos aportados por la evaluación con la escala NCFAS-G se organizó en seis apartados: (a) caracterización del contexto social; (b) caracterización de la dinámica relacional en la familia; (c) caracterización de la situación de bienestar del niño, niña o adolescente; (d) factores de riesgo; (e) factores protectores y (f) síntesis y recomendaciones para la intervención. En la caracterización de la dinámica relacional en la familia se profundizó particularmente en el análisis de variables que diesen cuenta del vínculo familiar y que luego permitieran ofrecer sugerencias para potenciar metodologías de intervención en este ámbito. Caracterización del Contexto Social El primer paso para una caracterización del funcionamiento de las familias evaluadas, consistió en analizar variables del Contexto Social, pues este constituye el marco desde el cual se estructura el vínculo al interior de la familia. Para su caracterización, se consideraron las dimensiones de la NCFAS-G: (a) "Entorno", que evalúa la calidad de la vivienda y seguridad del barrio, (b) "Autonomía" que da cuenta del grado de independencia económica de la familia y (c) "Vida Social Comunitaria" que agrupa indicadores que dan cuenta del uso de las redes formales e informales en la familia. Como muestra la Tabla 19, los promedios se ubican entre problema leve ("-1") y línea de base/funcionamiento adecuado ("0"), lo que no representa dificultades serias en estos temas, de acuerdo a esta escala. Por otra parte, si se analizan las desviaciones estándar asociadas a los promedios (superiores a un punto), se observa que existiría una importante heterogeneidad en las puntuaciones, es decir, el promedio general escondería diferencias relevantes de estudiar. 44 Tabla 19. Características generales del contexto social de las familias Dimensión Promedio % casos "alto Principal problema (Desv. Est.) riesgo" (-2 o -3) Entorno -0.31 20,8% Seguridad en el barrio (1.34) o vecindario Autonomía -0.31 16,9% Ingreso familiar (1.28) Vida Social -0.40 15,7% Conexión con el (1.11) vecindario Promedio (Desv. Est.) -0.41 (1.43) -0.40 (1.29) -0.53 (1.09) Así, se observa que un 20,8% de las familias participantes de la red SENAME muestra indicadores de alto riesgo en su Entorno (véase gráfico 14), destacando especialmente los problemas de seguridad en el barrio o vecindario. Un 16,9% tendría significativas dificultades de Autonomía (véase el gráfico 15), destacando el ítem ingreso familiar. Un 15,7% presenta importantes problemáticas en la inserción y uso de sus redes sociales formales e informales (véase el gráfico 16), siendo el aspecto más deteriorado la conexión con el vecindario y la comunidad. En resumen, entre 1 y 2 de cada 10 familias atendidas en la red podrían clasificarse en "alto riesgo socioeconómico", ubicándose la mayoría de los casos en un riesgo social leve. Este hallazgo estaría en contradicción con la idea generalizada de que las familias atendidas en la red SENAME son en su mayoría casos de alto riesgo social: en la actualidad, en cambio, coexistirían diversos tipos y situaciones familiares. Al analizar el contexto social según la línea de intervención considerada (ver gráficos 14, 15 y 16), se configura un escenario de complejidad incremental, en que las familias evaluadas en la línea de Familias de Acogida presenta los mejores indicadores, con baja proporción de problemáticas de alta complejidad, seguido de los Programas de Reparación en Maltrato; en el otro extremo, se ubican los Programas Especializados y las Residencias 15. Gráfico 14. Entorno de la familia 60% 50% 40% 28,2% 30% 20% 10% 35,0% 20,8% 11,1% 9,3% 0% Familias de Acogida Programas de Reparación Alto Riesgo (-2 y -3) 15 Programas Especializados Bajo Riesgo (-1 y 0) Residencias TOTAL Fortaleza (+1 y +2) 2 Estas diferencias fueron estadísticamente significativas en Entorno, conχ (6) = 35,734; p = 0.000; en 2 2 Autonomía, con χ (6) = 19,278; p = 0.004; y en Vida Social Comunitaria con χ (6) = 23,039; p = 0.001. 45 Gráfico 15. Autonomía de la familia 70% 60% 50% 40% 30% 20% 24,5% 23,4% 12,7% 16,9% 9,7% 10% 0% Familias de Acogida Programas de Reparación Alto Riesgo (-2 y -3) Programas Especializados Residencias Bajo Riesgo (-1 y 0) TOTAL Fortaleza (+1 y +2) Gráfico 16. Vida Social-Comunitaria (redes) de la familia 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 12,4% 5,6% 23,1% 19,2% 15,7% 0% Familias de Acogida Programas de Reparación Alto Riesgo (-2 y -3) Programas Especializados Bajo Riesgo (-1 y 0) Residencias TOTAL Fortaleza (+1 y +2) Para analizar con mayor detalle las diferencias de perfiles socioeconómicos de las familias según línea programática, se presenta una tabla únicamente con los promedios obtenidos en cada variable evaluada (ver tabla 20), iluminando con colores más rojizos las medias más bajas y con colores verdosos las variables de mejor desempeño. Tabla 20. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Entorno, según línea programática Entorno general Estabilidad vivienda Seguridad comunidad Riesgos del entorno Habitabilidad de la vivienda Higiene personal Entorno aprendizaje Familia Acogida ,15 ,65 ,13 ,25 -,10 ,98 ,43 Programas Reparación -,03 ,46 -,25 ,31 ,01 ,88 ,07 46 Programas Especializados -,51 -,01 -,62 -,35 -,41 ,40 -,56 Residencias -,81 -,07 -,75 -,39 -,28 ,01 -,82 Total -,31 ,24 -,41 -,02 -,17 ,55 -,25 Respecto de “Entorno General”: la seguridad en la comunidad es el componente más débil, resultando esta situación más compleja para las familias atendidas en Residencias de protección y Programas Especializados, mientras que en los Programas de Reparación en Maltrato se encuentran cerca del nivel considerado adecuado y en Familias de Acogida incluso lo superan. La seguridad en la comunidad se asoció significativamente con los riesgos presentes en el entorno (r = .664, p < .01), con la habitabilidad de la vivienda (r = .510, p < .01) y con el ingreso familiar (r = .446, p < .01). Aunque no aparece en el promedio global como un tema preocupante, al desagregar por línea programática surge como temática el entorno de aprendizaje, particularmente en las Residencias (-0.82); por el contrario, la misma variable resulta bien evaluada en Familias de Acogida. En base a estos antecedentes, se puede concluir que los niños, niñas y adolescentes ingresados en Residencias de la red SENAME provienen de familias que viven en vecindarios significativamente más inseguros y riesgosos que en las otras líneas programáticas evaluadas; 1 de cada 3 casos evaluados provienen de entornos de alto riesgo (ver gráfico 14). Tabla 21. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Autonomía, según línea programática Autonomía general Empleo del cuidador Ingreso familiar Manejo financiero Comida y nutrición Transporte Familia Acogida -,16 -,46 -,11 ,20 ,40 ,55 Programas Reparación ,01 ,00 -,21 ,05 ,35 ,49 Programas Especializados -,71 -,67 -,81 -,56 -,48 -,04 Residencias -,54 -,51 -,51 -,33 -,15 ,26 Total -,31 -,34 -,40 -,15 ,06 ,33 En relación a la Autonomía de la familia (ver tabla 21), las temáticas de mayor complejidad son el ingreso familiar y el empleo del cuidador, especialmente en los Programas Especializados (por sobre las Residencias de protección). Es llamativo que casi todos los promedios se ubican sobre la línea de base o adecuado en los Programas de Reparación en Maltrato. La mayor asociación del ingreso y el empleo con variables de otras dimensiones del contexto social se dio respecto a la vivienda, tanto en su estabilidad (r = .521, p < .01 y r = .528, p < .01 respectivamente) como en su habitabilidad (r = .549, p < .01 y r = .521, p < .01 respectivamente). Esto es, las familias con menores ingresos y empleos más precarios tienden a tener peores condiciones de vivienda. Un dato interesante es que en los Programas Especializados, además de los temas de empleo, ingreso y manejo financiero, surge como una problemática relevante la comida y nutrición, lo que resulta coherente con el foco técnico de esta línea programática en casos de negligencia grave (entre otros temas). En general, 1 de cada 4 casos evaluados en Programas Especializados y en Residencias se ubica en la categoría de "alto riesgo" respecto a la autonomía, situación que disminuye a 1 de cada 10 casos para los Programas de Reparación en Maltrato (ver gráfico 15). 47 Tabla 22. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Vida Social Comunitaria, según línea programática Familia Programas Programas Acogida Reparación Especializados Residencias Total Vida social/comunitaria en general ,22 -,32 -,55 -,72 -,40 Relaciones sociales ,48 -,28 -,66 -,75 -,38 Relaciones con cuidado infantil, escuelas Conexión con el vecindario y la comunidad cultural/étnica Conexión con la comunidad espiritual/étnica Iniciativa y aceptación del cuidador de la ayuda y apoyo disponible ,55 ,12 -,51 -,73 -,17 -,27 -,42 -,78 -,63 -,53 -,15 -,16 -,69 -,48 -,36 ,84 ,25 ,20 ,10 ,28 En tercer lugar, se presentan los resultados de la dimensión Vida Social comunitaria en general, es decir, relacionada con el área de los vínculos de la familia con las redes formales e informales. La tabla 22 muestra que los temas de mayor complejidad incluyen la conexión con el vecindario, aspecto donde todas las familias muestran dificultades, aunque con mayores niveles en los Programas Especializados y Residencias. Seguido por las relaciones sociales con familiares y amigos, aspecto donde aparecen más debilitadas las familias atendidas en Residencias. Coherentemente, las familias evaluadas en las Residencias también muestran significativas dificultades en sus vínculos con el ámbito escolar (jardines infantiles, escuelas y programas extracurriculares). Por otra parte, es llamativo que las familias en todas las líneas programáticas muestren como una fortaleza la iniciativa y aceptación del cuidador respecto a la ayuda ofrecida, constituyéndose en un importante recurso de cara al pronóstico de las intervenciones. Caracterización de la dinámica relacional en la familia El segundo paso para avanzar en una caracterización del funcionamiento de las familias, consistió en analizar variables de la dinámica relacional en la familia, particularmente respecto al vínculo identificado entre los adultos significativos y los niños(as) y adolescentes. Para ello, se consideraron las dimensiones de la NCFAS-G: (a) "Competencias Parentales", que evalúa áreas como la supervisión, disciplina y estimulación del aprendizaje de los niños(as), (b) "Interacciones Familiares" que considera indicadores de apego, comunicación y rutinas familiares entre otros, (c) "Seguridad Familiar", que incluye indicadores de maltrato físico, maltrato emocional, negligencia y abuso sexual entre otros, y (d) "Salud Familiar", que considera salud física y mental de adultos y niños. Cada una de estas dimensiones permite relevar un aspecto importante del vínculo, si bien la dimensión de "interacciones familiares" será la más relevante de considerar en los análisis. En contraste con la menor presencia de factores de riesgo observada en el entorno social, económico y comunitario de las familias atendidas (insistimos, con importantes diferencias según línea programática), se observa una proporción mucho mayor de problemáticas de alta complejidad en la dinámica relacional de la familia en general. La siguiente tabla muestra promedios más cercanos a "-1" que a "0" (nuevamente, con desviaciones estándar elevadas, lo que da cuenta de una importante variabilidad de situaciones), con una de cada tres familias ubicadas en la categoría de "alto riesgo" (puntuaciones de -2 o -3). 48 Tabla 23. Características generales de la dinámica relacional de las familias Dimensión Promedio % casos "alto Principal problema (Desv. Est.) riesgo" (-2 o -3) Competencias -0.65 31,0% Prácticas disciplinarias Parentales (1.37) Interacciones -0.77 31,7% Relación entre los progenitores / Familiares (1.30) cuidadores Seguridad -0.67 31,0% Otros conflictos familiares Familiar (1.35) Salud -0.12 13,2% Salud mental del niño/a Familiar (1.21) Promedio (Desv. Est.) -0.79 (1.42) -0.80 (1.53) -0.77 (1.29) -0.37 (1.29) Gráfico 17. Competencias Parentales 70% 60% 50% 41,3% 40% 31,0% 30% 20% 10% 47,1% 22,9% 7,3% 0% Familias de Acogida Programas de Reparación Alto Riesgo (-2 y -3) Programas Especializados Bajo Riesgo (-1 y 0) Residencias TOTAL Fortaleza (+1 y +2) Es llamativa la alta proporción de casos evaluados con baja complejidad, lo que contradice la representación común de que "todos los casos atendidos en la red SENAME son muy complejos". Por otra parte, y al igual que con los dominios de caracterización socioeconómica, se observó una diferencia entre programas con menor concentración de casos complejos y programas con mayor concentración. La línea Familias de Acogida presenta los mejores indicadores, con baja proporción de situaciones de alto riesgo (menos del 10% para todas las dimensiones evaluadas), seguido en forma más distanciada por los Programas de Reparación en Maltrato (cercanos al 25%, salvo salud familiar); en el otro extremo, se ubican los Programas Especializados y Residencias de protección (cercanos al 45%, salvo salud familiar). Estas diferencias fueron estadísticamente significativas en Competencias Parentales, con χ 2(6) = 55,073; p = 0.000; en Interacciones Familiares, con χ2(6) = 44,865; p = 0.000; en Seguridad Familiar con χ2(6) = 41,068; p = 0.000; y en Salud Familiar con χ2(6) = 21,694; p = 0.001. 49 Gráfico 18. Interacciones Familiares 60% 45,5% 50% 40% 10% 31,7% 25,2% 30% 20% 42,7% 9,1% 0% Familias de Acogida Programas de Reparación Alto Riesgo (-2 y -3) Programas Especializados Residencias Bajo Riesgo (-1 y 0) TOTAL Fortaleza (+1 y +2) Gráfico 19. Seguridad/Protección Familiar 70% 60% 46,7% 50% 42,5% 40% 20% 10% 31,0% 24,1% 30% 5,5% 0% Familias de Acogida Programas de Reparación Alto Riesgo (-2 y -3) Programas Especializados Residencias Bajo Riesgo (-1 y 0) TOTAL Fortaleza (+1 y +2) Gráfico 20. Salud Familiar 70% 60% 50% 40% 24,7% 30% 20% 10% 17,0% 13,2% 8,8% 1,9% 0% Familias de Acogida Programas de Reparación Alto Riesgo (-2 y -3) Programas Especializados Bajo Riesgo (-1 y 0) 50 Residencias TOTAL Fortaleza (+1 y +2) La profundización de estos hallazgos según línea programática se detalla a continuación. Como puede observarse en la Tabla 24, los resultados para el área de Competencias Parentales muestran que el tema de mayor complejidad se da en las prácticas disciplinarias, lo cual refleja una recurrencia habitual a prácticas de malos tratos referidas como "disciplina", particularmente en familias evaluadas en las Residencias y Programas Especializados, en mayor medida que los Programas de Reparación en Maltrato. El ejercicio de la disciplina parental se asoció significativamente a la presencia de maltrato físico (r = .529, p < .01) y emocional (r = .639, p < .01), pero también a la existencia de violencia doméstica entre los progenitores/cuidadores (r = .557, p < .01). Interesantemente, "prácticas disciplinarias" es la variable que muestra una asociación más alta de todas las evaluadas en el área de competencias parentales con el ítem general de "bienestar del niño/a" (r = .680, p < .01). La segunda variable con promedio general más bajo es la literacidad del progenitor, dando cuenta de carencias en la educación del(a) cuidador(a) o figura parental, dificultad que se observa en todas las líneas evaluadas. La literacidad se asoció significativamente con la estimulación parental de la educación del niño (r = .556, p < .01), el control y acceso a materiales mediáticos y de lectura (r = .597, p < .01), y la construcción de un entorno de aprendizaje para el niño (r = .533, p < .01). Cabe destacar que en el caso de las Residencias y de los Programas Especializados surgió también como una importante debilidad la supervisión del niño/a, y la entrega de oportunidades de desarrollo y crecimiento. Ambas variables se asociaron significativamente con otras numerosas variables específicas 16, a saber: la higiene personal del niño, la comida y nutrición, el entorno de aprendizaje, el apego, comunicación y expectativas sobre el niño, el apoyo mutuo dentro de la familia, las rutinas y rituales familiares, la recreación y juego familiar, el abuso emocional, la negligencia, las relaciones sociales, y las relaciones con el sistema escolar. Por su amplio rango de redes de asociación con otras variables, un aspecto interesante a considerar es que el foco de intervención de las Residencias y Programas Especializados debiese estar puesto en esta tríada de competencias parentales prioritariamente: supervisión y monitoreo del niño(a) (como contrario a negligencia), disciplina positiva (como contrario a malos tratos físicos y emocionales) y estimulación del desarrollo y autonomía progresiva del hijo(a). Se trata de un balance entre aprender a estar presente, involucrarse en la vida del niño(a), dialogar y anticipar escenarios, todo lo cual supone el desarrollo de una mayor capacidad reflexiva en los adultos a cargo de la crianza del niño(a) o adolescente. Respecto al mejoramiento del vínculo, la entrada técnica recomendada está en el concepto de "sensibilidad parental", entendida como la capacidad de leer las señales comunicativas del niño(a), interpretarlas adecuadamente y ofrecer un rango de respuestas sensibles, apropiadas y contingentes (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978). La sensibilidad parental permite a los adultos adquirir una mayor conciencia de las necesidades del niño(a), una mayor reflexión del contexto en que esas necesidades adquieren significado y, progresivamente, un acercamiento a formas bien tratantes de vinculación. En este sentido, se ha propuesto la sensibilidad parental como la "columna vertebral" de las competencias parentales y su entrenamiento como la piedra angular de las intervenciones en parentalidad positiva (Gómez y Muñoz, 2013). Por último, es interesante señalar que en las cuatro líneas programáticas se evaluó como nivel adecuado o fortaleza el ámbito de un uso de drogas o alcohol que interfiera con la parentalidad, aspecto que resulta muy marcado en el caso de Familias de Acogida. 16 Por la extensión se omitirá los estadísticos, que en todos los casos superan un r = .5 y un p < .01, considerando solo variables específicas. 51 Tabla 24. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Competencias Parentales, según línea programática Familia Programas Programas Acogida Reparación Especializados Residencias Total Competencias parentales general ,02 -,26 -1,03 -1,26 -,65 Supervisión del niño ,42 -,20 -1,01 -1,14 -,54 Prácticas disciplinarias ,04 -,52 -1,19 -1,30 -,79 Entrega oportunidades desarrollo/crecimiento Uso de drogas/alcohol interfiere parentalidad Estimulación parental de la educación del niño Control acceso a materiales mediáticos/ de lectura Literacidad del progenitor/cuidador ,13 -,16 -,81 -1,21 -,54 1,17 1,01 ,07 ,15 ,60 ,47 ,34 -,52 -,63 -,08 ,26 ,17 -,85 -,79 -,28 -,48 -,26 -1,00 -,92 -,62 En el área de las Interacciones Familiares, la Tabla 25 muestra que el tópico de mayor complejidad se observa en la relación entre los progenitores/cuidadores, lo cual se asocia significativamente con la presencia de violencia doméstica entre los progenitores/cuidadores (r = .693, p < .01) y a la presencia de otros conflictos familiares (r = .543, p < .01). Esta variable mostró la segunda correlación más alta con las dificultades en las rutinas y rituales familiares (r = .647, p < .01), dando cuenta de cómo el conflicto entre las figuras parentales se relaciona con el deterioro general de la dinámica familiar. Cabe señala que el promedio más bajo se obtuvo en los Programas Especializados (-1,28), seguido de las Residencias (-0,96) y los Programas de Reparación en Maltrato (-0,77). Este elemento surge como un tema de relevancia poco abordado hasta ahora en los modelos técnicos de intervención en programas de la red SENAME, que suelen concentrarse en el niño(a) individualmente o -en años recientes- en las competencias parentales exclusivamente. La construcción del vínculo entre los cuidadores y el niño(a) puede verse amenazada o debilitada por conflictos en el ámbito de la pareja. En la medida en que la relación de pareja no se considere, se pierde la oportunidad de operar con una lógica realmente sistémica en la intervención. La segunda variable con promedio general más bajo es la recreación y juego familiar, siendo la única de las variables específicas del dominio que se ubicó en el rango de problema para las cuatro líneas programáticas, relevando una dificultad transversal en las familias evaluadas en el ámbito de lo lúdico. Esta variable mostró una correlación importante con la organización de un entorno de aprendizaje en el hogar (r = .578, p < .01), y con las competencias parentales en sus componentes de supervisión (r = .624, p < .01), disciplina (r = .609, p < .01) y entrega de oportunidades de desarrollo y crecimiento (r = .625, p < .01). La asociación más alta con otra variable de la propia dimensión, se observó con la organización de rutinas y rituales familiares (r = .727, p < .01). 52 Tabla 25. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Interacciones Familiares, según línea programática Interacciones familiares general Apego con el niño Comunicación con el niño Expectativas sobre el niño Apoyo mutuo dentro de la familia Relación entre los progenitores/cuidadores Rutinas y rituales familiares Recreación y juego familiar Familia Acogida ,02 Programas Programas Reparación Especializados Residencias Total -,55 -1,30 -1,12 -,77 ,55 ,33 ,18 ,44 ,25 -,08 -,49 -,31 -,20 -,77 -,95 -1,19 -1,01 -,79 -1,28 -,86 -,94 -,88 -,90 -,96 -,38 -,64 -,54 -,42 -,80 ,23 -,31 ,07 -,41 -,58 -1,21 -,60 -,88 -,21 -,69 En el dominio de Seguridad Familiar (ver tabla 26), las variables que muestran mayor deterioro general son otros conflictos familiares, seguida por negligencia parental, y abuso emocional. En el caso de la primera de estas variables, resulta la única evaluada como debilidad transversalmente, con el peor promedio en los Programas Especializados. Este ítem considera discusiones violentas con vecinos, amenazas recurrentes de ex-parejas, y agresiones con miembros de la familia extensa, entre otros. Coherentemente, se observó una asociación significativa de estos conflictos, con la variable relaciones sociales (con familiares y vecinos) (r = .500, p < .01). Las correlaciones más fuertes se identificaron con las rutinas y rituales familiares (r = .571, p < .01), relación entre los cuidadores (r = .543, p < .01) y apoyo mutuo dentro de la familia (r = .543, p < .01). Esto es, cuando se observa en las familias este tipo de conflictos, se constata una asociación con un conjunto de variables relacionales que aparecen vinculadas entre sí: en estos casos la dinámica familiar se caracteriza por un deterioro de los vínculos entre los miembros del sistema familiar, pero también con otros significativos del entorno, como vecinos y familia extensa. En el caso de negligencia, se observa una media idéntica para los Programas Especializados y las Residencias (-1,16) lo que plantea la pregunta respecto a cuáles son las diferencias que motivan una medida de protección con remoción del hogar en un caso y en otro no. Una hipótesis posible tiene que ver con la edad de los niños. Para explorar esta posibilidad, se cruzó el tipo de programa, con la edad de los niños ingresados (preescolar, escolar, pre-adolescente y adolescente) y el nivel de problemática evaluado en negligencia en la NCFAS (alto riesgo: -2 o -3; bajo riesgo: -1 o 0; y fortaleza: +1 o +2). Los resultados mostraron que en los Programas Especializados el 48,3% de los adolescentes ingresados presentan una marcada presencia de negligencia; en cambio, en Residencias, esta cifra alcanza el 36,1%. De forma inversa, en Residencias el 66,7% de los preescolares ingresados tienen problemas significativos de negligencia, mientras que en Programas Especializados no se detectan casos con esta problemática. Ni en Familias de Acogida ni en los Programas de Reparación en Maltrato esta parece ser una temática particularmente relevante, con promedios cercanos al nivel considerado adecuado. Si bien no destaca con el promedio más débil de la dimensión, esta variable es una de la que muestra el mayor número de correlaciones moderado-altas con otras variables de la escala. Entre éstas se destaca: abuso emocional (r = .662, p < .01), supervisión del niño (r = .649, p < .01), estimulación parental de la educación del niño (r = .622, p < .01), prácticas disciplinarias (r = .621, p < .01), apego con el niño (r = .620, p < .01), rutinas y rituales familiares (r = .613, p < .01), y entrega de oportunidades de desarrollo y crecimiento (r = .612, p < .01), entre otras. 53 Tabla 26. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Seguridad Familiar, según línea programática Seguridad familiar general Violencia doméstica entre las figuras parentales Otros conflictos familiares Abuso físico en el niño Abuso emocional en el niño Abuso sexual en el niño Negligencia en el niño Acceso a armas Familia Acogida ,18 ,44 -,09 ,53 ,27 ,87 ,23 ,92 Programas Programas Reparación Especializados Residencias -,48 -1,19 -1,01 -,20 -,93 -,44 -,59 -,01 -,33 -,24 -,05 ,75 -1,26 -,75 -1,23 -,91 -1,16 -,24 -1,02 -,32 -,69 -,20 -1,16 ,27 Total -,67 -,34 -,77 -,17 -,52 -,22 -,54 ,46 En la dimensión Salud Familiar (ver tabla 27) se observa el mayor deterioro en la salud mental del niño, con promedios similares en Programas Especializados, Residencias y Programas de Reparación en Maltrato. Esta variable muestra las asociaciones más altas con el bienestar general del niño (r = .524, p < .01), la relación del niño(a) con el progenitor/cuidador (r = .507, p < .01), la relación del niño(a) con pares (r = .507, p < .01), el desempeño escolar (r = .470, p < .01) y el comportamiento del niño (r = .467, p < .01). La segunda variable con mayor nivel de problemática es la salud mental de las figuras parentales, la que muestra las correlaciones más altas con las variables de desempeño global como seguridad familiar en general (r = .605, p < .01), interacciones familiares en general (r = .598, p < .01) y competencias parentales en general (r = .571, p < .01), junto a abuso emocional del niño(a) (r = .593, p < .01). Tabla 27. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Salud Familiar, según línea programática Familia Programas Programas Acogida Reparación Especializados Residencias Total Salud familiar general ,37 ,09 -,59 -,33 -,12 Salud física del progenitor/cuidador Invalidez del progenitor/cuidador Salud mental del progenitor/cuidador Salud física del niño Invalidez del niño Salud mental del niño Acceso familiar a cuidados de salud/salud mental ,35 ,35 -,23 -,06 ,12 ,92 1,29 ,81 ,82 1,02 ,53 -,08 -,64 -,34 -,17 ,87 1,35 ,22 ,58 ,67 1,36 -,37 ,23 ,05 1,18 -,66 -,43 ,41 1,22 -,46 ,00 ,50 1,29 -,37 ,08 Bienestar del niño, niña o adolescente En tercer lugar se evaluó el Bienestar del Niño(a), que considera indicadores de comportamiento, desempeño escolar y relación con otros (hermanos, pares y cuidadores); es importante recordar que la salud mental se recoge en otra escala, salud familiar, siendo el ítem que peor desempeño mostró en dicha área, lo que de por sí se constituye en información relevante sobre el estado de los niños, niñas y jóvenes atendidos en los programas. Ahora 54 bien, en términos generales, el 22,6% de los casos evaluados se ubicó en zona de "alto riesgo" (-2 y -3), con un promedio de -0,55 (DS=1,29), y con el promedio más bajo ubicado en el ítem desempeño escolar, con -0,56 (DS=1,43). Gráfico 21. Bienestar del Niño(a) o Adolescente 70% 60% 50% 36,7% 40% 30% 22,6% 16,3% 20% 10% 31,4% 1,9% 0% Familias de Acogida Programas de Reparación Alto Riesgo (-2 y -3) Programas Especializados Bajo Riesgo (-1 y 0) Residencias TOTAL Fortaleza (+1 y +2) El análisis de promedios diferenciados por línea programática mostró nuevamente que el programa con un mayor deterioro en el bienestar de los niños, niñas y adolescentes evaluados, se observó en los Programas Especializados y las Residencias, siendo el mejor el de Familias de Acogida (ver tabla 26). Las dimensiones con peores indicadores fueron el desempeño escolar, seguido del comportamiento del niño(a) y de su relación con la figura parental. Solo el desempeño escolar se observa como una problemática transversal a las cuatro líneas programáticas, ya que en Familias de Acogida el comportamiento de los(as) niños(as) se evalúa como adecuado y la relación con las figuras parentales se aproxima al rango de fortaleza. Tabla 28. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Bienestar del Niño, según línea programática Familia Programas Programas Acogida Reparación Especializados Residencias Total Bienestar del niño en general ,26 -,23 -1,18 -,95 -,55 Comportamiento del niño ,13 -,07 -1,03 -,90 -,47 Desempeño escolar -,21 -,15 -1,16 -,83 -,56 Relación del niño con el ,52 -,28 -1,13 -,63 -,44 progenitor/cuidador Relación del niño con hermanos ,45 ,06 -,49 -,52 -,17 Relación del niño con pares ,33 ,08 -,81 -,41 -,21 Cooperación/motivación a 1,15 ,50 -,38 -,04 ,26 permanecer con la familia 55 Acumulación de factores de riesgo Se evaluó la concentración o acumulación de factores de riesgo severos (puntuación de -3 en ítems específicos) en las familias evaluadas, comparando según línea programática. Se encontró una diferencia estadísticamente significativa 17. Como se muestra en la tabla 29, la presencia de indicadores de riesgo graves se pesquisa en una de cada tres Familias de Acogida, tres de cada cuatro familias de Programas Especializados, cerca de la mitad de los Programas de Reparación de Maltrato y en dos tercios de las familias de Residencias. El 21% de las familias de Programas Especializados y el 19,6% de las Residencias se ubicó en la categoría de riesgo extremo, con 10 o más factores de riesgo acumulados, comparado con el 6,8% de los Programas de Reparación en Maltrato y el 3,6% de las Familias de Acogida. Tabla 29. Acumulación de factores de riesgo graves (-3) según línea Sin riesgo Bajo riesgo (1 - 3) Moderado riesgo (4-6) Alto riesgo (7-9) Extremo riesgo (10+) TOTAL N % N % N % N % N % N % Programas Especializados Programas Reparación Residencias Familias de Acogida TOTAL 20 24,7% 26 32,1% 7 8,6% 11 13,6% 17 21,0% 81 100% 76 52,1% 41 28,1% 13 8,9% 6 4,1% 10 6,8% 146 100% 39 36,4% 25 23,4% 13 12,1% 9 8,4% 21 19,6% 107 100% 37 67,3% 12 21,8% 3 5,5% 1 1,8% 2 3,6% 55 100% 172 44,2% 104 26,7% 36 9,3% 27 6,9% 50 12,9% 389 100% Se observó un promedio de 3.82 (DS=6.8) problemas graves (puntuación -3) por familia, con diferencias significativas entre programas (p= .000). Las Residencias promediaron 5.75 (DS=8.9), los Programas Especializados 5.5 (DS=7.1), los Programas de Reparación en Maltrato 2.47 (DS=5.0) y las Familias de Acogida 1.16 (DS=2.6). En total, una de cada tres familias se ubicó en una zona considerada de riesgo significativo para el desarrollo infantil (sobre 3 factores de riesgo). Finalmente, este punto requiere ser destacado: dos de cada cinco familias evaluadas se ubicó en la zona "sin riesgo" según acumulación de problemáticas graves (ver Tabla 27). Fortalezas de las Familias Casi la mitad de las Familias de Acogida muestra fortalezas en su entorno, y más de un tercio muestra fortalezas en su dinámica familiar, con dos de cada cinco niños evaluados positivamente en su bienestar. 17 2 Con χ (12) = 45,549; p = 0.000. 56 Casi un tercio de las familias atendidas en Programas de Reparación en Maltrato se ubican en el rango de fortaleza en todas las dimensiones evaluadas. Esto disminuye notoriamente en los programas especializados y en las Residencias. Si bien se identifican una a dos de cada diez familias con indicadores positivos, casi no se identifican fortalezas en las interacciones familiares, competencias parentales y bienestar del niño(a). Las mayores fortalezas en Programas Especializados se ubican en el entorno (una de cada cuatro) y en la salud familiar (una de cada cinco). En el caso de las Residencias, las mayores fortalezas están en la autonomía (una de cada cinco) y en la salud familiar (una de cada tres). La constatación de que una proporción importante de las familias atendidas en la red SENAME muestran áreas libres de daño e incluso fortalezas en diversos ámbitos del funcionamiento familiar, puede interpretarse desde tres ángulos distintos: (a) por un lado, puede ser un argumento a favor del enfoque de la resiliencia humana, la parentalidad positiva y el marco de trabajo desde los recursos y capacidades; (b) por otro, puede estar dando luces de un problema de focalización de los programas en las familias que realmente lo necesitan; (c) finalmente, puede dar cuenta del momento en el proceso de intervención en que fue realizada la evaluación, reflejando los progresos y avances alcanzados por ciertas familias respecto de su situación al momento del ingreso al programa. Síntesis y recomendaciones para la intervención El análisis de las evaluaciones realizadas con la escala NCFAS-G, mostró que –en términos generales- el contexto social de las familias atendidas en la red SENAME se caracteriza por problemas leve-moderados en la seguridad del vecindario y la relación entre vecinos. Aunque no se observa un perfil general de extrema pobreza, sí se identifica una vulnerabilidad económica y laboral en los adultos responsables, lo que se asocia a problemas de vivienda y entornos poco estimulantes del desarrollo y aprendizaje de niños(as) y adolescentes. Además, se identificó como una importante carencia la falta o precariedad en las relaciones sociales con familiares y amigos, lo que redunda en menos recursos de apoyo social disponibles. En cuanto a la dinámica relacional en la familia, destacó la presencia de importantes conflictos entre las figuras parentales en la dinámica cotidiana del hogar. Estos conflictos parecen irradiar hacia un abanico de procesos del sistema familiar que pueden impactar negativamente en los niños y niñas: la recreación y las interacciones lúdicas escasean en un grupo importante de las familias evaluadas, las relaciones con redes sociales se observan precarias y débiles, se identifican conflictos recurrentes con otras personas externas a la familia. Las figuras parentales se caracterizan por tener una baja escolaridad (y coherentemente, problemas en el ámbito de la literacidad) y problemas de salud mental, aunque mucho menos por el abuso de drogas y alcohol. Las competencias parentales están debilitadas en los tres pilares principales evaluados por la escala: la disciplina parental, la supervisión del niño(a) y la promoción del desarrollo y crecimiento mediante oportunidades para el progreso del niño(a) o adolescente. Estas dificultades se asocian a las principales vulneraciones identificadas: la negligencia parental y el abuso emocional. Finalmente, el bienestar del niño(a) se observa amenazado principalmente por problemáticas en el desempeño escolar, el comportamiento del niño(a) y su relación con la figura parental. Asimismo, se observan indicadores leves de deterioro en la salud mental de los(as) niños(as). En una importante proporción de los casos el daño evaluado en la dinámica familiar no se condice con los indicadores de daño en el niño(a), lo que podría dar cuenta de que el deterioro en el funcionamiento familiar en muchas situaciones no ha impactado aun en forma determinante el desarrollo infanto-juvenil, dando un margen valioso a la acción de los 57 programas. Esto no quiere decir que el vínculo familiar no influya sobre el bienestar infantil (al contrario, las variables se observaron correlacionadas significativamente); más bien, quiere decir que: (a) un número importante de familias mostraron un grado menor de complejidad que lo esperado en todas las variables sociales y de dinámica familiar consideradas; (b) en algunos casos los buenos resultados se pueden asociar al tiempo de intervención, reflejando más bien los efectos positivos de la intervención; (c) en otros casos, es posible hipotetizar que los programas llegaron oportunamente a intervenir, cuando el deterioro observado en la dinámica familiar no ha dañado significativamente todavía a los niños y niñas. Cabe señalar que todas estas variables mostraron una graduación de complejidad similar según línea programática, con los indicadores de mayor deterioro en los Programas Especializados y las Residencias, seguidos por los Programas de Reparación en Maltrato y finalmente los programas de Familias de Acogida. En este sentido, cabe hacer presente que las familias de acogida muestran en prácticamente todas las dimensiones condiciones apropiadas para el desarrollo infantil; familias de acogida que, en la muestra estudiada, están constituidas fundamentalmente por familias extensas de los niños, niñas y adolescentes que están cumpliendo un rol de acogida. Es importante destacar que el análisis de la proporción de clasificaciones de "alto riesgo", "bajo riesgo" y "fortaleza" evaluadas en cada dimensión, o el análisis según acumulación de factores de riesgo grave, mostró que la mayor parte de las familias atendidas en la red SENAME se ubican en la zona de bajo riesgo, e incluso que existe un porcentaje no menor de familias que muestran fortalezas en las distintas dimensiones evaluadas. El estudio permitió identificar una serie de temáticas prioritarias a considerar en el diseño de los planes de trabajo y los modelos de intervención. Hasta ahora, se ha puesto muy poco énfasis en la importancia de los conflictos de pareja en la dinámica familiar, y cómo estos conflictos se asocian a las vulneraciones que causan el ingreso de los niños y niñas a programas de la red SENAME. Los equipos suelen estar poco capacitados para intervenir en problemas de pareja, y en general no se realizan intervenciones que consideren al sistema familiar en su totalidad. El progreso técnico ha dado paso desde un foco exclusivo en el niño hacia un foco en las competencias parentales. Pero aun se perpetúa un trabajo con lógica individual: se suele citar a la madre a entrevistas respecto a sus competencias parentales por un lado, y al niño(a) o adolescente por otro; pero son escasas las experiencias documentadas que intervienen con todo el sistema familiar, ya sea mediante consejerías parentales, consejerías familiares, visitas domiciliarias familiares o terapia familiar o vincular (ej., con video-feedback). También son escasas las experiencias en que se interviene la pareja como objetivo prioritario de abordaje, ámbito en el cual prácticamente no existe oferta pública. La evaluación identifica temas centrales que ya son visibilizados en el discurso actual respecto a competencias parentales, pero sin una metodología claramente estructurada y basada en evidencia: disciplina, supervisión y promoción del desarrollo infanto-juvenil. La investigación de las últimas décadas, por ejemplo, habla del valor de apoyar el desarrollo de una disciplina positiva en las familias. La disciplina parental se asoció significativamente al abuso emocional, uno de los principales focos de problema evaluados en el área de la seguridad/protección familiar. Así, resulta razonable esperar que mejorando las competencias parentales para el ejercicio de una disciplina positiva, debiese observarse menos recurrencia de maltrato emocional y/o físico. La evaluación con la escala NCFAS-G identifica, además de la disciplina, un foco especial en la supervisión del niño, la que a su vez mostró una correlación significativa con la negligencia parental entre otras variables. Nuevamente, mejorando esta competencia, resulta esperable que mejoren la restitución de derechos en torno a las vulneraciones asociadas. La tercera área de intervención prioritaria es la entrega de oportunidades de crecimiento y desarrollo del 58 niño/a o adolescente. Es interesante que al evaluar la dinámica relacional en la familia se haya observado tan deteriorada la capacidad lúdica de las familias y la protección de espacios y momentos de recreación y ocio familiar. En línea con otras publicaciones, esta evaluación aporta argumentos a favor de la propuesta de instalar como un foco prioritario de las intervenciones en los programas de la red SENAME metodologías que ayuden a las familias a "aprender a jugar", a disfrutar la interacción, en oposición a prácticas que solo enfatizan conceptos como la "responsabilidad", el "deber" o las exigencias. Existe evidencia desde hace más de 30 años que el mejor camino para abordar el progreso en la disciplina parental comienza por mejorar la calidad de las interacciones, principalmente introduciendo elementos lúdicos y de disfrute mutuo en la misma, para recién entonces iniciar el trabajo sobre la disciplina parental. La profundización en el vínculo familiar mostró la importancia de considerar como foco técnico de la intervención el fortalecimiento de los buenos tratos, la afectividad, y la expresión positiva de emociones en la familia, así como el involucramiento cotidiano y la sensibilidad parental. Asimismo, el estudio identificó como foco relevante de las metodologías de intervención los patrones de comunicación verbal y no verbal entre los miembros de la familia, particularmente en los Programas Especializados y las Residencias de protección. Finalmente, la evaluación realizada pone de manifiesto que estos focos de intervención (conflictos de pareja, competencias parentales, interacciones lúdicas, vínculo afectivo y comunicación verbal y no verbal) no deben abordarse sin tomar en cuenta el contexto ecológico en que se despliegan: tan importante como la dinámica relacional al interior de la familia es considerar la autonomía familiar, especialmente en cuanto al empleo estable, y las capacidades laborales y de formación de las figuras parentales. Asimismo, resulta relevante considerar intervenciones que permitan asegurar un piso mínimo en cuanto a la calidad y estabilidad de la vivienda, enriqueciendo el equipamiento de la misma de tal manera de favorecer el desarrollo y aprendizaje de los niños(as) y adolescentes. En definitiva, este estudio confirma la relevancia de avanzar hacia un modelo ecológico en la intervención realizada en los programas de la red SENAME: aunque el bienestar del niño(a) es prioritario -y es lo que motiva su ingreso a la red en primer lugar- no es el ámbito más deteriorado. Son las variables de la dinámica relacional en la familia y de pareja, los vínculos afectivos, la parentalidad y la autonomía familiar las que requieren ser transformadas mediante una intervención integral, sistémica, coordinada y oportuna, para garantizar una red protectora de acompañamiento al desarrollo positivo del niño(a). Los esfuerzos de diseño de metodologías de intervención y los recursos destinados a la capacitación y supervisión técnica de los equipos debiesen estar centrados en estos ámbitos en los próximos años, especialmente en los Programas Especializados y las Residencias, donde estos temas resultan más críticos de intervenir. 59 4. Resultados de la Encuesta a Profesionales Tratantes La encuesta aplicada a los(as) profesionales de atención directa de los casos, tiene por objeto levantar percepciones respecto de las características de cada caso y de la intervención otorgada con foco en familia. De esta manera, la encuesta aplicada indaga sobre: • • • • • • • Características generales de los niños, niñas y adolescentes y su vulneración. Percepción respecto a la relación que existe entre la vulneración de derechos que afecta al niño(a) y las relaciones que es establecen entre los miembros del grupo familiar. Percepción respecto de las relaciones familiares de cada caso. Objetivos y plazos de intervención propuestos con el niño, niña y adolescente y su familia. Estrategias de intervención proyectadas con foco en familia. Miembros de la familia proyectados en la intervención. Pronóstico del caso. A continuación, se procede a detallar los resultados obtenidos respecto de cada uno de estos aspectos. Caracterización general de los niños, niñas y adolescentes y su vulneración Del total de casos (n: 389), el 59,4% de los usuarios corresponde a mujeres y el 40,6% a hombres 18. De acuerdo a la distribución muestral, el 18% de los niños, niñas o adolescentes se encuentra en Programas Especializados, el 33% en Programas de Reparación en Maltrato, el 34% en Residencias y el 15% en Familias de Acogida. Como se puede ver en el Gráfico 22, y de acuerdo al criterio de los(as) profesionales tratantes, la mayoría de los casos ingresan a los programas por Negligencia con un 56,1%, siendo el segundo motivo Delito sexual con un 35,4%, y el tercer motivo Maltrato psicológico con un 23,1%. Esta distribución se relaciona con las características definidas para la muestra, dado que cerca del 50% de los casos teóricos provienen de Residencias y Familias de Acogida, población afectada mayoritariamente por situaciones de negligencia y abandono. Cabe mencionar que, de acuerdo a nuestra revisión, los(as) profesionales tienden a considerar los casos de explotación sexual comercial infantil como delitos sexuales y los casos de situación de calle como negligencia. 18 La variable sexo se reconstituyó a partir de los datos entregados por SENAINFO. Dado que esta base es incompleta, 50 casos no cuentan con el dato. 60 Gráfico 22. Vulneración de Derecho que genera su ingreso al programa 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 64,6% 75,8% 76,9% 23,1% 24,2% Maltrato Físico Maltrato Psicológico 35,4% Delito Sexual Sí 43,9% 81,7% 56,1% 18,3% Negligencia Abandono No Al analizar el ingreso de los niños, niñas y adolescentes por sexo 19, los hombres ingresan en mayor porcentaje que las mujeres por Maltrato psicológico y Negligencia, mientras que las mujeres ingresan en mayor porcentaje que los hombres por Delitos sexuales (ver Gráfico 23). Esta diferencia resulta esperable en delitos sexuales, por cuanto todas las estadísticas indican que la población afectada son mayoritariamente mujeres (Ministerio del Interior, 2008). Gráfico 23. Vulneración de Derecho que genera su ingreso al programa según sexo del usuario Hombre Mujer 63,8% 48,3% 52,2% 31,2% 18,9% Maltrato Psicológico (81) 21,7% Delito Sexual (127) Negligencia (193) En el Gráfico 24 se observa que los niños, niñas y adolescentes, de acuerdo a la opinión de los(as) profesionales, son vulnerados mayoritariamente por alguno de los miembros de la pareja parental, siendo la Madre en un 60,0% de los casos, seguido por el Padre en un 45,5%. Por debajo de estas cifras, y en tercer lugar, los usuarios son vulnerados por parte de un Conocido en un 19,7% de los casos, siendo las vulneraciones a manos de Otros miembros de la familia o de Desconocidos menos frecuentes 20. 19 Diferencias estadísticamente significativas: para Maltrato psicológico, sig: ,009 y V Cramer: ,141. Para delito sexual, sig: ,000 y V Cramer: ,269. Para Negligencia, sig: ,035 y V Cramer: ,114. 20 Cabe hacer presente que los(as) profesionales podían escoger más de una categoría de respuesta. 61 Gráfico 24. ¿Por parte de quién fue vulnerado el niño, niña o adolescente? 100% 80% 60% 40% 20% 0% 54,5% 40,0% 45,5% 60,0% Padre Madre 91,9% 86,4% 80,3% 92,0% 8,1% 13,6% 19,7% 8,0% Conocido Desconocido Otro Otro miembro de miembro de la familia la familia nuclear extensa Sí No Al analizar esta variable según sexo de los usuarios 21, los hombres son vulnerados en mayor porcentaje que las mujeres por sus padres, mientras que las mujeres son vulneradas en mayor porcentaje que los hombres por Otros miembros de la familia extensa y por conocidos (ver Gráfico 25). Esta diferencia se explica básicamente por el tipo de vulneración que afecta a ambos sexos, pues las mujeres ingresan con mayor frecuencia que los hombres por delitos sexuales, los cuales en un porcentaje importante son perpetrados por conocidos y por miembros de la familia extensa. Por el contrario, los hombres, tienden a ingresar en mayor medida por vulneraciones perpetradas por los miembros de la pareja parental. Gráfico 25. ¿Por parte de quién fue vulnerado el niño, niñas o adolescente? según sexo del usuario 80,0% 70,0% 60,0% 50,0% 40,0% 30,0% 20,0% 10,0% 0,0% 69,6% 57,2% 55,2% 40,1% 27,2% 10,1% Padre Madre Otro miembro de la familia extensa Hombre 21 18,3% 10,9% Conocido Mujer Diferencias estadísticamente significativas: para Padre, sig: ,002 y V Cramer: ,169. Para Madre, sig: ,008 y V Cramer: ,144. Para Otro miembro familia extensa, sig: ,038 y V Cramer: ,112. Para Otro conocido, sig:,000 y V Cramer:,199. 62 Vinculación entre relaciones Familiares y vulneración de derechos En este apartado, se indagó en torno a categorías cerradas de respuesta múltiple. Ante la pregunta: A su juicio, en este caso ¿cuál es la relación que existe entre la vulneración de derechos que afecta al niño, niña o adolescente y las relaciones que se establecen entre los miembros del grupo familiar?, los(as) profesionales podían contestar una o más de las siguientes alternativas: 1. 2. 3. 4. 5. Las relaciones familiares se asocian con la causa de la vulneración. Las relaciones familiares permiten la mantención de la vulneración. Las relaciones familiares agudizan el daño existente. Las relaciones familiares moderan el daño existente. Las relaciones familiares constituyen un recurso para la restitución de derechos. De esta manera, y en opinión de los(as) profesionales tratantes, las relaciones familiares de los(as) usuarios(as) vulnerados en sus derechos en un 68,6% de las casos se asocian con la causa de la vulneración, en una 41,4% permiten la mantención de la vulneración, y sólo en un 37% constituyen un recurso para la restitución de derechos (ver gráfico 26). Gráfico 26. Las relaciones familiares y su vínculo con la vulneración de derechos (total menciones) 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 31,4% 58,6% 68,8% 78,5% 41,4% 31,2% 21,5% 63,0% 68,6% 37,0% Se asocian con la Permiten la Agudizan el daño Moderan el dano Constituyen un causa de la mantención de la existente. existente. recurso para la vulneración. vulneración. restitución de derechos. Sí No La encuesta consideró una pregunta abierta para conocer los motivos de estas respuestas, la que posteriormente se categorizó. Al analizar las justificaciones sobre la visión negativa de la familia, se observa en el gráfico 27 que principalmente los(as) profesionales señalan la negligencia en las familias de origen de los niños, niñas o adolescentes (70%). Otras razones esgrimidas para tener una visión negativa de la familia es la agresión intrafamiliar (8% de los casos) y las transgresionalidad de la violencia (3%). 63 Gráfico 27. Por qué las relaciones familiares se asocian negativamente con la vulneración (total de tres menciones) Negligencia cuidadores 70% Agresión intrafamiliar Transgeneracionalidad de violencia 8% 3% Por el contrario, las razones esgrimidas por los(as) profesionales para entender la familia como un recurso, son el apoyo de la familia extensa en un 14%, un 12% reconoce apoyo de la familia nuclear, mientras que un 7% tiene conciencia de daño, y en muy poco porcentaje se observa credibilidad y protección familiar (ver gráfico 28). Gráfico 28. Por qué las relaciones familiares constituyen un recurso ante la vulneración Apoyo familia extensa 14% Apoyo familia nuclear 12% Conciencia de daño Credibilidad y protección familiar 7% 2% Al analizar estas variables por sexo de los niños, niñas o adolescentes, la única relación estadísticamente significativa se da al momento de analizar las Relaciones Familiares cuando se constituyen un recurso para la restitución de derechos 22. Si el usuario es mujer, entonces, en mayor porcentaje se percibe que las relaciones familiares se constituyen como recurso en comparación con los hombres (ver gráfico 29). Esto puede vincularse a la mayor incidencia de delitos sexuales en mujeres, donde -al ser cometidos por diferentes sujetos-, resulta más frecuente que la familia pueda constituirse en un recurso para la intervención. 22 Sig.: ,017 y V Cramer: ,130. 64 Gráfico 29. Las relaciones familiares constituyen un recurso para la restitución de derechos según sexo del usuario 100% 80% 56,7% 69,6% 60% 40% 43,3% 20% 30,4% 0% Mujer Hombre Sí No Al analizar las relaciones familiares por modalidad de atención, se pueden encontrar cuatro relaciones estadísticamente significativas. Si bien en el Gráfico 30 se puede apreciar que en todos los casos la familia se Asocia con la causa de la vulneración, esto resulta particularmente elevado en los Programas Especializados y Residencias 23. Gráfico 30. Las relaciones familiares Se asocian con la causa de la vulneración por Línea de acción 100% 14,5% 80% 23,7% 44,6% 39,0% 60% 40% 85,5% 76,3% 55,4% 20% 61,0% 0% Programas Especializados Programas Reparación en Maltrato Sí Residencias Familia de Acogida No Respecto a las relaciones familiares que Permiten la mantención de la vulneración 24, el 60,9% de los casos de Programas Especializados responden afirmativamente, los cuales abordan temáticas como ESCNNA, situación de calle y conducta transgresora. Los menos se encuentran en Programas de Reparación en Maltrato, con un 27,7% (ver gráfico 31). 23 24 Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,253. Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,234. 65 Gráfico 31. Las relaciones familiares Permiten la mantención de la vulneración por Línea de acción 100% 80% 39,1% 72,3% 60% 40% 20% 60,9% 27,7% 56,1% 55,9% 43,9% 44,1% Residencias Familias de Acogida 0% Programas Especializados Programas Reparación en Maltrato Sí No Un elemento que llama la atención es que, según los(as) profesionales tratantes (ver gráfico 32), las relaciones familiares no tienden a moderar el daño existente de los niños, niñas y adolescentes en ninguna las líneas de atención, siendo un elemento transversal a las situaciones de vulneración de derecho. Sin embargo, en los casos que se encuentran en Familias de Acogida y Programas de Reparación en Maltrato se suele mencionar en mayor porcentaje que las relaciones familiares moderan dicho daño 25. Esto no es de extrañar, pues en las Familias de Acogida es justamente la familia acogedora (muchas veces familia extensa) aquella que, a juicio de los profesionales, pudiera servir de recurso para moderar el daño existente. Gráfico 32. Las relaciones familiares Moderan el daño existente por Línea de acción 100% 80% 60% 85,5% 72,9% 86,4% 65,5% 40% 20% 0% 14,5% Programas Especializados 27,1% 13,6% Programas Reparación en Maltrato Sí Residencias 34,5% Familia de Acogida No Si bien la mayoría de los(as) profesionales tratantes mencionan que las relaciones familiares no son un Recurso para la restitución de derechos de los niños, niñas o adolescentes vulnerados, en los casos de Programas de Reparación en Maltrato aparece en mayor medida la familia como tal 26. Esto se vincula con una particularidad de los PRM, los cuales atienden cerca de un 69% de delitos sexuales (Nahuelpan y Varas, 2011) que han sido perpetrados por personas 25 26 Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,002 y V Cramer: ,197. Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,024 y V Cramer: ,175. 66 externas al núcleo, en los cuales resulta más frecuente que la familia pueda constituirse en un recurso para la intervención. Gráfico 33. Las relaciones Familiares Constituyen un recurso para la restitución de derechos por Línea de acción 100% 80% 60% 72,5% 53,1% 66,4% 67,8% 33,6% 32,2% Residencias Familia de Acogida 40% 20% 27,5% 46,9% 0% Programas Especializados Programas Reparación en Maltrato Sí No Objetivos de intervención propuestos con el niño, niña o adolescente y su familia De los objetivos que se contemplan en el plan de intervención individual, el que más se menciona es el de Fortalecer competencias / habilidades parentales o recursos protectores de la familia, con un 90,1%. Le sigue el Interrumpir la vulneración sufrida con un 79,7%, pese a que este puede ser considerado teóricamente como el objetivo prioritario de toda intervención en vulneraciones grave de derecho. En tercer lugar, se encuentra el Fortalecer / generar redes familiares y/o sociales con un 76,6%. Por otro lado, los que menos se mencionan son el de Fortalecer la reinserción familiar/comunitaria con un 52,7%, Favorecer la coordinación intersectorial con un 52,7%, y Promover la autonomía progresiva en un mismo porcentaje, probablemente porque suele utilizarse sólo en programas residenciales, y por último, el Prevenir la revictimización con un 50,3%. Si consideramos específicamente aquellos objetivos orientados a la intervención con familias, se observa que, dado que los equipos no visualizan a la familia como un recurso, sino que la asocian a la causa y mantención de la vulneración, los objetivos que se orientan a este grupo busca potenciar sus habilidades o competencias parentales como objetivo prioritario. 67 Gráfico 34. Objetivos de intervención y familia Fortalecer competencias/habilidades patentales o recursos protectores en la familia 90,1% Interrumpir la vulneración sufrida 9,9% 79,7% 20,3% Fortalecer/generar redes familiares y/o sociales 76,6% 23,4% Satisfacer necesidades biopsicosociales 76,4% 23,6% Resignificar/reelaborar la vulneración sufrida Disminuir/remitir la sintomatología existente Reparar el vínculo con las figuras significativas 69,2% 30,8% 65,4% 34,6% 59,5% 40,5% Favorecer la reinserción familiar/comunitaria del NNA 52,7% 47,3% Favorecer coordinación intersectorial 52,5% 47,5% Promover la autonomía progresiva 52,5% 47,5% Prevenir la revictimización 50,3% 49,7% Sí No Al analizar la relación entre la planificación de objetivos orientados a la intervención con familias y las líneas de intervención, se observan dos objetivos que tienen diferencias estadísticamente significativas por línea. Si bien en todas las Líneas de intervención se planifica frecuentemente el objetivo, Fortalecer competencias/habilidades parentales, este porcentaje disminuye en las Residencias 27 (ver gráfico 35). En este caso, el porcentaje de familias en las cuales no se proyecta el fortalecimiento de competencias o habilidades parentales debiera coincidir con aquellos casos en que el equipo no considera posible que el niño, niña o adolescente retorne a su familia de origen. 27 Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,002 y V Cramer: ,192. 68 Gráfico 35. Objetivo Fortalecer competencias / habilidades parentales según Línea de acción 100% 8,7% 3,8% 6,8% 17,4% 80% 60% 40% 91,3% 96,2% Programas Especializados Programas Reparación en Maltrato 82,6% 93,2% 20% 0% Sí Residencias Familia de Acogida No Por otro lado, se observa que en las Familias de Acogida y en las Residencias se planifica en mayor medida el objetivo de Favorecer la reinserción familiar/comunitaria de los usuarios (ver gráfico 36) 28, puesto que el objetivo prioritario que persiguen estos programas es garantizar el derecho de los niños, niñas o adolescentes a vivir en familia. Gráfico 36. Objetivo Favorecer la reinserción familiar/comunitaria del niño, niña o adolescente según Línea de acción 100% 80% 49,3% 60% 32,8% 72,3% 40% 20% 50,7% 22,4% 67,2% 77,6% 27,7% 0% Programas Especializados Programas Reparación en Maltrato Sí Residencias Familia de Acogida No Los objetivos Reparar el vínculo con figuras significativas y Fortalecer/generar redes familiares y/o sociales no presentan diferencias estadísticas significativas por línea programática, lo que significa que los diferentes modelos de intervención programan de manera similar estos objetivos orientados a la intervención con familias. 28 Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,387. 69 Plazo de Intervención En términos generales, los programas ambulatorios requieren períodos de intervención prolongados, que les permitan ser eficaces en situaciones de alta complejidad. Por el contrario, los programas residenciales deben intentar restituir el derecho a vivir en familia en el menor tiempo posible. De este modo, el promedio de las intervenciones es planificado en 12 meses y medio 29. Sin embargo, este plazo varía significativamente entre líneas de intervención. Como se observa en la Tabla 30, los Programas Especializados planifican sus intervenciones en un promedio de 19 meses y medio, siendo que sus orientaciones técnicas fijan el tiempo máximo de intervención en 24 meses, dada la complejidad de las temáticas abordadas. Mientras las Residencias planifican su intervención en un promedio cercano a los 8 meses. Tabla 30. Meses Promedio de intervención planificada según Línea Programática Línea Programática Región Especializados Maltrato Residencias Familia Acogida Casos Válidos Ponderados 60 121 114 58 Casos Perdidos Promedio meses intervención planificada 10 9 17 1 19,5 12,9 7,7 14,0 Estrategias de intervención proyectadas Del conjunto de estrategias de intervención que se les presentaron a los(as) profesionales, la de mayor planificación es la Visita domiciliaria con un 90,4%, le siguen la Psicoeducación / Socioeducación con un 85,0%, y en tercer lugar la Psicoterapia individual con un 75,3%. Asimismo, llama la atención la elevada planificación de Psicoterapia familiar, con un 53,1%. Las menos planificadas son: Intervención residencial con un 30,8% y las Tutorías con un 23,6%, esto se explica porque estás dos últimos tipos de intervenciones son específicas de dos modalidades de programas, por lo que son consistentes con la muestra (ver gráfico 37). 29 Cabe mencionar que en esta variable el 9,5% de los casos no cuenta con datos, bien porque no señalaron los meses de intervención o bien porque es un dato que puede ir variando dependiendo del desarrollo del caso. 70 Gráfico 37. Estrategias de intervención proyectadas Visitas domiciliarias 9,6% 90,4% Psicoeducación/socioeducación 15,0% 85,0% Psicoterapia individual 24,7% 75,3% Psicoterapia familiar 53,1% 46,9% Intervención comunitaria 52,5% 47,5% Intervención grupal Intervención residencial Tutorías 50,6% 49,4% 69,2% 30,8% 76,4% 23,6% Sí No Al analizar las estrategias planificadas que pueden realizarse en intervención con familias de acuerdo a línea programática, se obtiene que en tres estrategias se observan diferencias estadísticamente significativas. Como se observa en el gráfico 38, en la línea de Familias de Acogida se planifica en menor medida la estrategia de Psicoterapia Familiar (ver gráfico 46) 30. Esto puede deberse a que los programas de familia de acogida no cuentan con profesionales especializados en reparación, debiendo gestionar dicho recurso en la red en caso de ser necesario. Gráfico 38. Estrategia Psicoterapia familiar según Línea de acción 100% 80% 42,0% 36,9% 58,0% 63,1% Programas Especializados Programas de Reparación 51,9% 60% 40% 20% 48,1% 64,4% 35,6% 0% Sí 30 Residencias No Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,002 y V Cramer: ,193. 71 Familia de Acogida Por otra parte, se observa una menor planificación de la estrategia de Intervención grupal en las Líneas de Acción Programas Especializados (un 26,1%) y Programas de Reparación en Maltrato (43,1%) (ver gráfico 39) 31. Esto se debe al énfasis de estos programas en la intervención de carácter individual, dado el nivel de daño y los requerimientos de los(as) usuarios(as) atendidos. Gráfico 39. Estrategia Intervención grupal según Línea de acción 100% 80% 60% 73,9% 56,9% 40% 20% 0% 26,1% Programas Especializados 43,1% Programas de Reparación Sí 37,4% 39,0% 62,6% 61,0% Residencias Familia Acogida No En todas las Líneas de Acción, la estrategia de Psicoeducación/socioeducación tiene un nivel de planificación elevado, sin embargo, esta estrategia se planifica en menor medida en los Programas Especializados (ver gráfico 40) 32, en donde se privilegian estrategias de tipo psicoterapéutico. Gráfico 40. Estrategia Psicoeducación/socioeducación según Línea de acción 100% 80% 24,6% 10,0% 16,0% 11,9% 90,0% 84,0% 88,1% Programas de Reparación Residencias Familia de Acogida 60% 40% 75,4% 20% 0% Programas Especializados Sí 31 32 No Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,275. Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,042 y V Cramer: ,145. 72 Miembros con los que se proyecta la intervención Si bien las bases técnicas de los programas señalan que se debe potenciar el trabajo con las familias de los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, los resultados de esta investigación señalan que este trabajo se proyecta fundamentalmente con el cuidador principal, que suele ser la madre en una sociedad en que los roles de género están definidos de modo tradicional. Si la madre no puede ejercer esta función, suele ser la siguiente mujer en la línea de filiación quien asume esta función, es decir la abuela. Cabe preguntarse si esto se debe a que los equipos no visualizan a otros integrantes de la familia, no tienen tiempo para su incorporación, o las estrategias desplegadas no han sido las adecuadas. De este modo, en el gráfico 41 se puede apreciar que la Madre es el principal foco de intervención con un 63,4%, luego está la Abuela con un 25,4% y el Padre con un 22,5%. No se observan diferencias en esta variable según el sexo de los niños, niñas y adolescentes. Gráfico 41. Miembro con los que se proyecta la intervención 100% 36,6% 80% 60% 77,5% 40% 20% 0% 95,2% 74,6% 81,5% 25,4% 18,5% Abuela Hermanos 63,4% 22,5% Padre 4,8% Madre Abuelo Sí No Al analizar las diferencias por línea, se observan diferencias estadísticamente significativas entre los tipos de programas y los miembros de la familia que se proyectan en la intervención. Si bien la madre es el principal miembro de la familia con la que se proyecta la intervención, en el caso de Familias de Acogida se considera solo en 1 de cada 4 casos y en los programas de Residencia en uno de cada 2 casos 33. En cambio, en los programas ambulatorios, en los cuales el niño tiene mayor vinculación y proyección con la familia de origen, la presencia de la madre es mucho más frecuente en la intervención. Por su parte, las Abuelas son consideradas en mayor medida en Familias de Acogida 34, puesto que una vez que la madre es inhabilitada en el cuidado personal del niño, es la abuela quien tiende a hacerse cargo del acogimiento por parte de familia extensa. Los Padres son considerados en mayor medida por los Programas de Reparación en Maltrato y Especializados, pues estos programas ambulatorios cuentan en mayor medida con la figura paterna como un referente presente en la vida del niño, niña o adolescente. Los Hermanos son considerados en mayor medida por los Programas Especializados y Programas de Reparación en Maltrato 35, probablemente porque en los programas de tipo 33 34 Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,407. Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,352. 73 ambulatorio permanece el contacto con los miembros del núcleo familiar, lo cual permite realizar una intervención con los integrantes de la fratría, en caso de ser pertinente. Gráfico 42. Miembro con los que se proyecta la intervención según Línea de Acción 100% 86% 77% 80% 40% 20% 61% 56% 60% 20% 26% 33% 23% 30% 22% 15% 17% 14% 25% 15% 3% 0% Programas Especializados Programas Reparación en Maltrato Madre Abuela Padre Residencias Familia de Acogida Hermanos Pronóstico del caso El pronóstico del caso se refiere a la proyección que puede realizar el(la) profesional tratante con los antecedentes con los que cuenta-, respecto al nivel de cumplimiento de objetivos que espera alcanzar una vez concluida la intervención. Según los(as) profesionales de los centros, el 83,3% de los usuarios tienen un pronóstico favorable (suma de las categorías muy favorable y favorable), mientras que el 16,7% tiene un pronóstico desfavorable (suma de las categorías desfavorable y muy desfavorable). Aquí llama la atención la relación inversa entre el pronóstico y el número de meses proyectados de intervención. Así, en promedio, en los casos con pronóstico favorable se estima un tiempo de intervención de 14 meses, mientras que este promedio se incrementa a 20 meses en los casos que tienen un pronóstico desfavorable. Esto probablemente responda a la necesidad de efectuar un trabajo de más largo plazo en aquellos casos más complejos, donde el cumplimiento de objetivos parece más lejano. No se registran diferencias estadísticamente significativas en el pronóstico de los casos cuando se analizó por sexo del NNA. 35 Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,234 74 Gráfico 43. Pronóstico del caso 50% 46,6% 45% 40% 36,7% 35% 30% 25% 20% 14,1% 15% 10% 2,6% 5% 0% Muy favorable: entre el 75% y el 100% de objetivos cumplidos Favorable: entre el Desfavorable: entre el Muy desfavorable: 50% y el 75% de 25% y el 50% de entre en 0% y el 25% objetivos cumplidos objetivos cumplidos de los objetivos cumplidos Al analizar por línea, se obtiene que si bien en todas ellas los casos registran mayoritariamente pronósticos favorables y muy favorables, en las Residencias y en los Programas Especializados el porcentaje de pronósticos desfavorable aumenta a un 26,5% y un 17,9% respectivamente (ver gráfico 44). Esto probablemente se relacione con la complejidad de las problemáticas que enfrentan los usuarios de las diferentes líneas, siendo las Residencias y Programas Especializados quienes asumen usuarios de mayor edad, y con un mayor abanico de problemáticas, tal como permite evidenciar el estudio de caracterización con la base Senainfo. Gráfico 44. Pronóstico del caso según linea. 70% 63% 60% 51% 50% 49% 43% 41% 40% 31% 30% 20% 10% 39% 25% 19% 16% 10% 2% 4% 4% 2% 2% 0% Programas Especializados Muy favorable Programas Reparación en Maltrato Favorable Residencias Desfavorable 75 Familia de Acogida Muy desfavorable La encuesta consideró una pregunta abierta para justificar el pronóstico del caso, la que fue recodificada en diez categorías. Dentro de los factores que se señalan de buen pronóstico son el aumento de cuidado y protección del niño, niña o adolescente (17,3%), el fortalecimiento de las competencias parentales de los cuidadores (13,3%) y el compromiso de la familia en el proceso y (12,9%). Cabe hacer presente que el compromiso de la familia con el proceso es justamente una de las fortalezas en la familia que se pesquisa a través de la aplicación de la escala NCFAS-G. También se señala en menor porcentaje el apoyo de la familia extensa (8,8%), el fortalecimiento del vínculo afectivo por parte del cuidador(a) (5,4%) y las mejorías que se observan en los(as) usuarios(as) (3,4%). Gráfico 45. Por qué se realiza un pronóstico favorable del caso (total de tres menciones) Aumento cuidado y protección NNA 17,3% Cuidadores han fortalecido competencias parentales 13,3% Familia comprometida con proceso 12,9% Familia extensa contribuye a protección de NNA 8,8% Cuidador fortalece vínculo afectivo 5,4% Se pesquisan mejorías en NNA 3,4% Por el contrario, las razones esgrimidas por los(as) profesionales para el pronóstico desfavorable dicen relación con el aumento de factores de riesgo (14,1%), y con las dificultades para darle continuidad al proceso (9,7%). También se menciona la negligencia familiar y en algunos casos se señala la mantención del contacto con el agresor (ver gráfico 46). Gráfico 46. Por qué se realiza un pronóstico desfavorable del caso (total de tres menciones) Presencia / aumento factores de riesgo 14,1% Dificultades continuidad proceso 9,7% Negligencia intrafamiliar Se mantiene contacto con agresor 3,4% 0,5% 76 Síntesis y Conclusiones Al analizar las opiniones de los equipos tratantes respecto de la vulneración de derechos que afecta a niños, niñas y adolescentes, se constata que, en general, el agente de la vulneración es identificado mayoritariamente como alguno de los miembros de la pareja parental, siendo la madre señalada como perpetradora en mayor porcentaje que el padre. Esto resulta consistente con los hallazgos de estudios anteriores, los cuales alertan respecto a dos elementos centrales. En primer lugar, la familia constituye un espacio privado de cuidado y protección para los niños, niñas y adolescentes, sin embargo este mismo hecho puede hacer que en este espacio se generen vulneraciones de derechos más frecuentemente que en otros (Finkelhor, 2008). En segundo lugar, entre los miembros de la pareja parental resulta más prevalente la vulneración por parte de la figura materna (Larraín, Vega y Delgado, 1997), pues es quien más tiempo pasa con los(as) niños(as). Los(as) profesionales tratantes atribuyen una relación causal y de mantención de la vulneración a las relaciones familiares de los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos. Esta visión negativa de la familia se justifica principalmente porque existiría negligencia en las familias de origen de los usuarios. Si bien la opinión negativa sobre la familia predomina en la mayor parte de los(as) profesionales, esta visión resulta particularmente elevada en los Programas Especializados y Residencias, los cuales enfrentan mayor complejidad en las temáticas que afectan al sujeto de intervención y su familia. Pese a que la evaluación mediante la escala NCFAS-G muestra importantes recursos en las familias de los niños, niñas o adolescentes en intervención, sólo en un tercio de los casos los(as) profesionales considera que la familia se constituye en un recurso para la restitución de derechos. Las razones esgrimidas por éstos para entender la familia como un recurso son el apoyo, tanto de la familia extensa como nuclear, así como la conciencia del daño generado en el niño. Desde aquí, cabe cuestionarse el vínculo de colaboración que pueden establecer los equipos con familias en las cuales no suelen distinguir sus fortalezas y potencialidades. Dada esta visión negativa sobre la familia que prima entre los(as) profesionales tratantes, no es de extrañar que el objetivo de intervención que se contempla en casi la totalidad de los casos es el de Fortalecer competencias/habilidades parentales o recursos protectores de la familia, pues se focaliza el trabajo en los déficit que esta presentaría. Otro objetivo mencionado en un alto porcentaje de los casos, dice relación con la generación de redes familiares y/o sociales; dando cuenta con ello, a nivel de diagnóstico al menos, de una visión donde la familia aparece con carencias estructurales y de acoplamiento con el entorno, lo que podrían estar impactando negativamente sobre la función de cuidado de los niños, niñas o adolescentes. El promedio de las intervenciones se planifican en 12 meses y medio, variando de acuerdo al tipo de proyecto. En términos generales, los programas ambulatorios requieren períodos de intervención prolongados, que les permitan ser eficaces en situaciones de alta complejidad. Por el contrario, los programas residenciales deben intentar restituir el derecho a vivir en familia en el menor tiempo posible, de modo de disminuir las consecuencias negativas para los niños, niñas o adolescentes. Estos datos contrastan de manera significativa con los datos de la base Senainfo, donde el promedio de intervención en las Residencias al momento del estudio se acerca a los dos años. Al analizar las estrategias metodológicas de trabajo en familia, llama la atención la elevada planificación de Psicoterapia familiar, con un 53,1%, siendo que los datos registrados en Senainfo señalan que todas las intervenciones con el grupo familiar o terceros significativos sólo ascienden a un 22% del total. Esto hace pensar que, si bien se visualiza la relevancia de 77 trabajar con el grupo familiar, esto no llega a materializarse necesariamente en la práctica. Puede que los recursos profesionales escaseen, o bien que la sobrecarga laboral del equipo sea aguda, lo cual se convierte en un obstáculo para efectuar intervenciones de este tipo. Pero también existen dificultades prácticas para organizar sesiones de trabajo con familias, en las cuales aspectos como los horarios laborales y la ubicación del centro pueden jugar en contra para hacer efectivo un trabajo de esta naturaleza. Los resultados de esta investigación señalan que el trabajo de intervención no se proyecta con el núcleo, sino fundamentalmente con el cuidador principal femenino, es decir, la madre. Si ella no puede ejercer este rol, suele ser la siguiente mujer en la línea de filiación quien asume esta función, es decir la abuela. Llama la atención la baja presencia de la figura paterna en el trabajo interventivo que proyectan los centros, la cual fluctúa entre el 15% y el 30% en las distintas líneas estudiadas. Cabe preguntarse, entonces, por el papel que los equipos profesionales le conceden al padre en el proceso de restitución de derechos de sus hijos. Esto amenaza con reproducir patrones culturales asociados al género que se vinculan con dinámicas de violencia, lo cual requiere ser repensado, en miras a instalar una cultura democrática, que colabore con la erradicación de vulneraciones de derechos hacia los niños, niñas y adolescentes. 78 5. Orientaciones Técnicas de SENAME Antecedentes Las bases técnicas desarrolladas por el Departamento de Protección de Derechos de SENAME, constituyen orientaciones para el levantamiento de propuestas de intervención por parte de sus organismos colaboradores. Partiendo de dichas bases, cada organismo colaborador diseña y desarrolla un programa interventivo particular. Tal como se ha señalado previamente, el presente estudio contempla cuatro líneas programáticas que se utilizarán para el análisis de las bases técnicas, ellas son: • • • • Programas de Protección Especializada. Programas Reparatorios en Maltrato y Abuso Sexual Infantil. Programas Residenciales. Programas de Familias de Acogida. Para el presente análisis, estos programas han sido agrupados en virtud de su naturaleza, residencial o ambulatoria. De acuerdo a ello, la muestra documental de bases técnicas se compone del siguiente modo: a) Programas Ambulatorios: • Programas de Protección Especializada en Explotación Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes (PEE). • Programas Especializados con Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Calle (PEC). • Programas de Protección en Reparación en Maltrato y Abuso Sexual Infantil (PRM). • Programas de Protección Integral Especializada (PIE). b) Programas Residenciales: • Modalidad Residencias de Protección para Mayores (REM) con Programa de Protección Especializado en Intervención Residencial (PER). • Modalidad Residencias de Protección para Mayores (RPM). • Programa de Familias de Acogida, modalidad familias de acogida especializada (FAE). • Centros Residenciales Especializados de Administración Directa (CREAD). Criterios Generales Las bases técnicas elaboradas por SENAME que se encontraban vigentes al momento del estudio en general no declaran ningún marco conceptual específico desde el cual trabajar, en el entendido que cada organismo colaborador debe generar su proyecto de acuerdo al marco teórico que le haga sentido a su propuesta. No obstante, las bases técnicas contemplan ciertos lineamientos transversales de intervención que operan para los diferentes programas, los cuales hemos denominado “criterios generales”. Entre ellos destacan: a) Perspectiva de derechos: Los programas de SENAME han sido conceptualizados desde la óptica de la protección y restitución de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, de acuerdo a lo estipulado por la CIDN. 79 b) Eje en el interés superior del niño y sus necesidades, en tanto directrices del proceso interventivo. c) Perspectiva multidimensional: La cual busca la comprensión multicausal de los fenómenos abordados, centrándose en el sentido global de la propuesta interventiva desarrollada. d) Focalización en el niño, niña y adolescente como sujeto de intervención, sin negar la necesidad y pertinencia de intervenir con adultos significativos, familias, instituciones y comunidad. e) Criterio de calidad: Se relaciona con proceso de mejoramiento continuo de los instrumentos de levantamiento de información y de las metodologías de intervención. f) Intersectorialidad: Abordaje integrado entre los diferentes sectores que intervienen, lo cual permite el acceso a servicios y recursos necesarios para la interrupción de la situación de vulneración, así como para potenciar su desarrollo. Se releva la importancia de las coordinaciones con el sector justicia (Fiscalía, Tribunales de Familia), educación, salud, protección social, entre otros. g) Consideración de la diferencia: • Enfoque de género: Reflexión respecto al impacto de la variable género en la situación de vulneración de derecho sufrida, así como en el proceso reparatorio. Se incorpora la comprensión de roles de género tanto desde los niños, niñas y adolescentes y sus familias, como desde el equipo de intervención, y las concepciones albergadas por las instituciones a este respecto. • Enfoque evolutivo: Los efectos de la vulneración de derechos, así como las estrategias interventivas requeridas, van a variar de acuerdo a las características del momento evolutivo en que se sitúa el(la) usuario(a). • Variables culturales: Consideración y visibilización de las cosmovisiones de los distintos grupos culturales en la intervención, en vista a que esta resulte pertinente y adquiera sentido para cada grupo. • Necesidades especiales: Consideración de necesidades físicas, mentales, intelectuales y sensoriales que, al interactuar con diversas barreras, obstaculizan la participación plena y efectiva de los niños, niñas y adolescentes en igualdad de condiciones. Cabe hacer presente que las bases técnicas no explicitan con claridad de qué modo integrar estos criterios generales en el diseño del proyecto, lo cual puede genera lecturas reduccionistas en relación a dichos lineamientos transversales. Por ejemplo, puede limitarse la inclusión de la variable género a la contabilización de hombres y mujeres atendidos. Análisis por Área a) Población objetivo Todas las bases técnicas definen su población objetivo a partir de dos variables: el rango de edad y el tipo de vulneración a la que responden. La población objetivo de los programas, en todos los casos son los niños, niñas y adolescentes menores de 18 años afectados por vulneraciones graves de derecho. En algunos casos, como los programas de explotación (PEE) y los programas residenciales que no son de 80 administración directa de SENAME, se considera además a la familia o las figuras significativas como sujeto de intervención, en tanto permiten garantizar el ejercicio de derechos de los niños, niñas y adolescentes. b) Objetivos programáticos Todos los programas ambulatorios definen, como objetivo general, la resignificación o la reparación del daño ocasionado por la vulneración de derecho sufrida, contemplándose sólo en el caso de los programas de calle (PEC) también la interrupción de dicha vulneración. De estos objetivos generales se deducen objetivos específicos, entre los que se contempla la interrupción de la vulneración, la re-elaboración o re-significación de la experiencia vivida, el fortalecimiento de recursos protectores en los adultos significativos, así como el favorecimiento de la coordinación entre distintos servicios y sectores, que permitan la adecuada intervención en red. Por otro lado, los programas residenciales declaran objetivos generales diversos. De este modo, las Residencias (REM-PER y RPM) tienen por objetivo general restituir el derecho del niño, niña y adolescente a vivir en familia, asegurando la reinserción familiar. Por su parte, los programas de Familia de Acogida apuntan a brindar condiciones de vida apropiadas a los niños, niñas y adolescentes separados de su medio familiar, mientras se restablece su derecho a vivir en familia. Los CREAD también apuntan a resignificar las experiencias de vulneración sufridas. Estos objetivos generales se operacionalizan en objetivos específicos vinculados en todos los programas a la satisfacción de las necesidades básicas en un ambiente bien tratante. A ello se agrega, en la mayor parte de los programas, la reparación del daño o resignificación de la propia historia y de las vulneraciones de derecho sufridas. En algunos de los casos se contempla también el diagnóstico y fortalecimiento de competencias parentales, la promoción de destrezas de autonomía progresiva, y el favorecimiento de la integración del niño, niña y adolescente mediante la coordinación con redes. Por último, el programa de Familia de Acogida Especializada (FAE) contempla favorecer las necesidades de desarrollo infantil. c) Propuesta Metodológica Los programas ambulatorios utilizan frecuentemente una estrategia psico y socio educativa, en base a sistemas de tutores, quienes acompañan la intervención y actúan como referente o modelo de conducta positiva, promoviendo patrones vinculares saludables. Este vínculo establecido con el tutor puede luego ser transferido al equipo psicosocial, facilitando de este modo la implementación de estrategias focalizadas de intervención especializada con el niño(a), su familia y comunidad, en formato individual y/o grupal. La excepción lo constituyen los Programas de Reparación en Maltrato (PRM), quienes emplean fundamentalmente una estrategia metodológica de carácter terapéutica en la intervención con el niño(a) y su familia, prescindiendo del modelo tutorial. Los programas residenciales utilizan una metodología que contempla la intervención familiar y social. Con la familia, se pretende fundamentalmente evaluar e intervenir sobre las competencias parentales o destrezas protectoras, así como mantener los vínculos con el niño, niña y adolescente. Con la comunidad, se aspira a potenciar el recurso de las redes para la restitución de derechos o reinserción. Junto con lo anterior, la mayor parte de los programas (excepto FAE) contempla la intervención psicológica, orientada a la resignificación de las experiencias de vulneración y reparación del daño psíquico, así como a la promoción del desarrollo socio-emocional del niño, niña y adolescente. Asimismo, en general consideran la intervención educativa, focalizada en el desarrollo de habilidades blandas, tal como la obtención de logros de significación personal y social, abordaje de conflictos y tensiones, 81 ejercicio de la ciudadanía, entre otros. Algunos programas consideran la intervención en crisis y estimulación temprana. Si bien, las estrategias metodológicas están detalladas en cada uno de los programas, la excepción la constituyen los programas de familia de acogida (FAE), en cuyas bases resulta difícil comprender cuáles son las opciones metodológicas que se proponen. d) Fases de la Intervención Prácticamente todos los proyectos ambulatorios definen un tiempo de intervención máximo, período que se estipula en 24 meses para el caso de los programas de explotación y calle (PEE y PEC), y de 12 a 18 meses en Programas de Reparación en Maltrato (PRM), dependiendo si se cuenta o no con un adulto responsable que apoye el tratamiento. Para el Programa de Intervención Especializada (PIE), se espera un tiempo aproximado de intervención de 12 meses. En el caso de los proyectos residenciales, se pretende que la estadía de los niños, niñas y adolescentes se prolongue por el menor tiempo posible, dado que esto afecta su derecho a vivir en familia. De este modo, las Residencias para mayores (RPM, REM/PER) definen un tiempo máximo de permanencia de 12 meses. En el caso de los centros residenciales especializados de administración directa (CREAD), no se define tiempo máximo de egreso, si bien se espera que en el caso de lactantes y pre escolares, menores de tres años de edad, el tiempo de permanencia no supere los 12 meses. Junto con esto, a excepción de los Programas de Protección Integral Especializada (PIE), todos los programas ambulatorios y residenciales definen las fases que han de seguir las intervenciones diseñadas para cada caso, las cuales pueden ser sistematizadas a grandes rasgos de la siguiente manera. • Ingreso: Comienza por el establecimiento de una primera vinculación, indispensable para sostener la intervención posterior. Incluye el registro de información fundamental, y en algunos casos un proceso de calificación, destinado a incorporar al niño, niña y adolescente al proceso interventivo, en caso de cumplir con el perfil de ingreso. En esta fase también pueden adoptarse medidas de urgencia para su protección. En el caso de proyectos residenciales, resulta fundamental otorgar un recibimiento cálido y afectuoso, dilucidando todas las dudas que el(la) usuario(a) pueda tener, entregando toda la información necesaria. • Diagnóstico/Evaluación: Levantamiento de información desde diversas fuentes, con el objetivo de caracterizar la situación de vulneración de derecho que afecta al niño, niña y adolescente, el daño psíquico asociado, los recursos con los que se cuenta, la situación familiar, y todo aquello que permita tomar de decisiones y contribuir al diseño del plan interventivo. En el caso de proyectos residenciales, en esta fase se rechequean las posibilidades de cuidado personal por parte de familia extensa, familia de acogida, o atención ambulatoria una vez que se cuente con adulto protector. • Diseño del Plan de Intervención Individual (PII): Curso de acciones a seguir de acuerdo a las características y necesidades de cada caso, el cual contempla aspectos como las hipótesis de trabajo, objetivos de intervención, estrategias pertinentes, actividades, responsables, tiempos involucrados, metas y pronóstico. • Intervención: Desarrollo del Plan de Intervención Individual (PII), mediante la ejecución de las actividades definidas en base a las estrategias propuestas para cada caso. En el caso de programas residenciales, se releva la necesidad de velar por la satisfacción integral de las necesidades de los niños, niñas y adolescentes. 82 • Egreso y Seguimiento: Finalización de la intervención, evaluación de sus resultados de acuerdo a indicadores de logro, y seguimiento de la mantención de los cambios obtenidos, en un período definido entre 3 y 6 meses. e) Intervención con Familia Del análisis de los lineamientos para el trabajo con familias, es posible deducir que las bases técnicas de los programas tienden a homologar el concepto de “familia” con el de “adulto responsable”, quien es finalmente el destinatario de estas acciones. De hecho, las bases técnicas suelen no hacer referencia a ningún otro miembro de la familia en la intervención, como tampoco al núcleo familiar en su conjunto. Además de ello, se hace evidente la complejidad que puede adoptar la intervención familiar en vulneraciones graves de derecho, pues en numerosas ocasiones es en el seno de la propia familia donde se han originado o perpetuado dichas vulneraciones. Esto lleva a una primera decisión por parte de los equipos, respecto a si es factible o no trabajar con los adultos responsables, pues si los profesionales consideran que estos no cuentan con ninguna habilidad siquiera potencial de garantizar la protección del niño, niña y adolescente, el trabajo con los adultos significativos resulta descartado. En caso de que el trabajo con algún adulto responsable sea evaluado como factible, los programas ambulatorios utilizan las siguientes estrategias: • • • • • • • Reconocimiento de la vulneración de derecho sufrida por el niño, niña y adolescente, asociado a la desculpabilización de éste y al despliegue de conductas protectoras. Fortalecimiento de los vínculos entre el niño, niña y adolescente y su familia o adulto significativo. Promoción de las habilidades protectoras de los adultos significativos: identificación y problematización de las situaciones que afectan a niños, niñas y adolescentes, fortaleciendo y responsabilizando a los adultos en su función de protección. Modificación de dinámicas familiares o de los patrones relacionales entre los niños, niñas y adolescentes y sus familias que se asocian a la generación o mantención de las conductas vulneradoras, de modo de instalar en las dinámicas familiares una cultura orientada a los buenos tratos y la protección. Vinculación de la familia con los recursos sociales que presenta la red, institucional y comunitaria, de modo de promover su participación en las instancias locales. Activación de los recursos familiares. Fortalecimiento de los roles normativos. Por su parte, los programas residenciales le conceden gran relevancia al trabajo con las familias biológicas desde el ingreso, si es que no existe prohibición de contacto por orden judicial expresa. Estos programas proponen las siguientes estrategias: • • • Proporcionar a las familias apoyo concreto para el establecimiento de un contacto positivo con los niños, niñas y adolescentes, motivándolos a mantener contactos periódicos facilitados por el centro. Responsabilizar a las familias a través de estrategias como encuentros familiares periódicos, lo cual permite mantener y/o fortalecer el vínculo, entregando seguridad y minimizando el riesgo de desvinculación progresiva de quienes potencialmente podrían asumir los cuidados del niño, niña y adolescente. Incorporar a la familia en responsabilidades específicas, tales como ser el apoderado en sus estudios, aportar materiales de acuerdo a sus posibilidades, etc. Estas instancias 83 • • • • f) enriquecen el proceso interventivo y resultan significativas para los niños, niñas y adolescentes, no obstante pueden requerir acompañamiento y modelaje. Fortalecer las competencias protectoras de la familia, o bien mantener los vínculos significativos cuando el egreso con la familia de origen no sea posible. Vincular con recursos sociales: Se busca que las familias tomen conocimiento, se integren y utilicen las redes, y en particular aquellas que permitan modificar su situación, tanto en el ámbito material y social, como en aquella intervención especializada necesaria para superar la situación que generó la separación. Estrategias socio-educativas, orientadas a que el adulto significativo pueda desarrollar habilidades interpersonales de comunicación asertiva y resolución no violenta de conflictos, estrategias de autocuidado y modificación de dinámicas vulneradoras. Evaluación y desarrollo de competencias parentales, a fin de que logren visualizar al niño, niña y adolescente como sujeto de derechos. Equipo de Trabajo Respecto al recurso humano requerido por estas bases técnicas, todos los programas ambulatorios deben contar con el siguiente equipo: • • • • • • • Director(a): responsable de la gestión técnica, administrativa y financiera del centro. Psicólogo(a) (1:25): responsable del diagnóstico e intervención reparatoria con los niños, niñas y adolescentes y sus familias. Trabajador(a) Social (1:25): encargado(a) del diagnóstico e intervención con la familia del niño, niña y adolescente, generación y coordinación con redes. Personal Administrativo: Aquí se contempla en todos los casos una secretaria y en algunos programas chofer, administrativo, y/o contador(a). Tutor(a) (1:8-1:15): Los programas que funcionan con sistemas de tutores contemplan esta figura, quienes se focalizan en la intervención territorial con niños(as), familias y actores locales o comunitarios relevantes 36. Abogado: en el caso de los Programas de Reparación en Maltrato (PRM), otorga apoyo y orientación judicial al equipo profesional, así como a los niños, niñas y adolescentes y familias que lo requieran. Psiquiatra: en el caso de programas como los de explotación (PEE), puede incluirse un psiquiatra por horas. Por su parte, los programas residenciales deben contar con la siguiente dotación: • • • 36 Director/Coordinador(a): responsable de la gestión técnica, administrativa y financiera del centro. Psicólogo(a) (1:20-1:25): responsable de la intervención directa con los niños, niñas y adolescentes y sus familias, acompañamiento técnico a educadores(as) y asesoría. Trabajador(a) Social (1:18-1:25): responsable de la intervención directa con los niños, niñas y adolescentes y sus familias, acompañamiento técnico a educadores(as) y asesoría. En los programas de familia de acogida, constituye un apoyo técnico en el proceso de planificación, ejecución y evaluación de los procesos de intervención de los niños, niñas y adolescentes, así como sus familias. Cabe hacer presente que en las bases técnicas de los programas ambulatorios, las funciones del tutor sólo se encuentran definidas para los Programas de Intervención Integral Especializada (PIE), en los términos que se explicita en el presente informe. 84 • • • Educadores(as) (1:10-1:20): Las Residencias cuentan con educadores(as) de trato directo, responsables de la ejecución y coordinación del proceso de intervención. Personal Administrativo: Aquí se contempla secretaria, auxiliar y manipulador(a) de alimentos. Eventualmente, los programas pueden incluir pediatra, psiquiatra o neurólogo(a) infantil, educador(a), terapeuta u orientador(a) familiar, o bien psicopedagogo(a). En términos de recursos financieros, los programas analizados cuentan con financiamiento desde SENAME, los que se encuentran definidos por la ley de subvenciones 20.032, estableciendo un monto determinado por cada niño, niña y adolescente atendido. Conclusiones Las bases técnicas de los programas no adhieren a ningún modelo teórico particular, dejando esta elección en manos de cada proyecto. Sólo adscriben a ciertos criterios generales de intervención, que al no explicitar con claridad de qué modo integrar estos criterios generales en el diseño del proyecto, puede genera lecturas reduccionistas en relación a dichos lineamientos transversales. La población objetivo de todos los programas son los niños, niñas y adolescentes afectados por graves vulneraciones de derecho. Sólo en algunos casos se releva, además, a la familia o las figuras significativas como destinatario de la intervención. Respecto a los objetivos de intervención, en el caso de los programas residenciales se contempla como objetivo general la restitución del derecho a vivir en familia, lo cual se traduce en algunos programas en objetivos específicos relativos al diagnóstico y fortalecimiento de competencias parentales. En el caso de los programas ambulatorios, sólo en algunos programas se contempla entre sus objetivos específicos el fortalecimiento de los recursos protectores de los adultos significativos. En relación a la propuesta metodológica de los distintos programas, todos ellos declaran la implementación de estrategias focalizadas con la familia, si bien las bases tienden a homologar este concepto con el de “adulto responsable”. Con aquellas familias con que el equipo estima posible trabajar, pues a lo menos en términos potenciales poseen las habilidades para garantizar la protección de los niños, niñas y adolescentes, se proponen estrategias como las siguientes: • • • • • • Fortalecimiento de la vinculación entre el niño, niña y adolescente y la familia. Promoción de habilidades protectoras de los adultos (identificación de situaciones de vulneración, responsabilización, despliegue de conductas protectoras). Evaluación y desarrollo de competencias parentales. Modificación de dinámicas familiares o patrones relacionales disfuncionales. Fortalecimiento de roles normativos de los adultos protectores. Vinculación de la familia con recursos sociales. Respecto al equipo de trabajo que se contempla para cada programa, tanto psicólogos como asistentes sociales, y tutores en algunos programas ambulatorios, consideran dentro de sus funciones la intervención con el niño, niña y adolescente y su familia. Sin embargo, dada la alta carga asistencial de estos profesionales, persiste la interrogante respecto al tiempo que pueden dedicarle al trabajo con familias, dado que se encuentran desarrollando su trabajo en temáticas de alta complejidad, como es la vulneración grave de derechos contra niños, niñas y adolescentes. 85 6. Análisis de los Proyectos que Componen la Muestra Antecedentes Teniendo como base común la problemática objeto de la presente investigación, cada uno de los proyectos pretende, de una u otra manera, restituir los derechos que han sido vulnerados. De acuerdo a lo anterior, es posible identificar un mismo sujeto de atención para los distintos proyectos: los niños, niñas y adolescentes víctimas de graves vulneraciones de derecho. Desde la mirada de protección de derechos, lo que se busca principalmente es realizar un trabajo en el que se aborde la problemática de manera integral, por lo tanto, supone dirigir las intervenciones psicosociales no solo al sujeto de atención directo (en este caso los niños, niñas y adolescentes) sino también a su entorno próximo, y particularmente a sus familias. A partir de las bases técnicas desarrolladas por el Departamento de Protección de Derechos de SENAME, cada organismo colaborador desarrolla una proyecto interventivo, el cual -en general- es adjudicado en el marco de un proceso de licitación pública. Pese a ello, los proyectos adjudicados no son de público conocimiento; por lo tanto, para la presente investigación ha sido necesario acudir a cada uno de los organismos colaboradores para solicitar acceso a sus proyectos. Cabe hacer presente que de un total de 34 proyectos que componen la muestra, sólo 14 (41%) accedieron a facilitar su propuesta técnica para ser analizados a la luz del presente estudio, garantizando para ello condiciones de anonimato y confidencialidad. Las razones esgrimidas por los organismos para no otorgar acceso a dicha propuesta dicen relación fundamentalmente con “políticas de la corporación u organización”. El foco del presente análisis de los proyectos interventivos que componen la muestra es conocer el trabajo que los diferentes organismos declaran desarrollar con las familias de los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, en situaciones de alta complejidad. A continuación se detallan los proyectos que forman parte de la presente sistematización y análisis. Tal como se ha señalado previamente, el presente estudio contempla cuatro líneas programáticas que se utilizarán para el análisis de los proyectos: • • • • Programas de Protección Especializada: 2 proyectos. Programas de Reparación en Maltrato y Abuso Sexual Infantil: 7 proyectos. Programas Residenciales: 4 proyectos Programas de Familias de Acogida: 1 proyecto. Dichos proyectos se distribuyen en las diferentes regiones que contempla el estudio. De este modo, ocho proyectos se sitúan en la Región Metropolitana, tres en la V Región, uno en la VII Región y dos en la VIII Región. Para el presente análisis, estos proyectos han sido agrupados en virtud de su naturaleza: residencial o ambulatoria. 86 Análisis por área a) Marco Teórico Para identificar la perspectiva desde la que se sitúan los distintos proyectos en relación a la intervención con familias, es necesario considerar los marcos teóricos o paradigmas que sustentan dicha intervención. Existen diversos modelos explicativos desde los que se puede abordar la vulneración grave de derechos en niños, niñas y adolescentes, no obstante el más utilizado por los proyectos estudiados es el Modelo Ecológico o Ecosistémico. En términos generales, la perspectiva ecosistémica desarrollada por Bronfenbrenner (1987) permite otorgar un marco comprehensivo desde el cual se integran las diversas variables que contribuyen a explicar problemáticas complejas como la vulneración de derechos, entendiéndolas como fenómenos situados contextualmente en sistemas que se acoplan. De este modo, el microsistema familiar establece una interconexión con el mesosistema (entornos en que el sujeto participa activamente), exosistema (sistemas que tienen impacto en lo que ocurre en su ambiente inmediato) y macrosistema (patrones ideológicos, culturales y organización de las instituciones sociales), generando de este modo una acomodación progresiva entre el sujeto y el ambiente. La utilización de este modelo explicativo o comprensivo, es declarado de modo transversal en los proyectos revisados. De hecho, la totalidad de los mismos hace referencia a la relevancia y la pertinencia de su utilización para las intervenciones dentro del enfoque de derechos. Dicho modelo es operacionalizado fundamentalmente a partir de dos elementos: • • La conceptualización respecto de la etiología de la vulneración, fenómeno dinámico que es consecuencia de la interacción de múltiples factores que operan en diferentes niveles. En concordancia con lo anterior, la definición de los distintos niveles de intervención del proyecto (comunitario, familiar e individual). Respecto al nivel familiar, los proyectos en general no definen explícitamente lo que entienden por familia, dejándolo al arbitrio de los profesionales que intervienen. La excepción la constituyen las siguientes definiciones: • • “Se entiende a la familia como una unidad social primaria y a su vez como un ente proteccional que debe responsabilizarse del actuar del niño, niña y adolescente a cargo. Cabe señalar, que se incluirá en este nivel, el vínculo socioafectivo que resulte más significativo para estos o estas, incorporando, por ejemplo, adultos protectores no necesariamente pertenecientes a la familia nuclear” (Residencia). “El grupo social unido por vínculos de consanguinidad, filiación (biológica o adoptiva) y de alianza, incluyendo las uniones de hecho cuando son estables, cuyas responsabilidades están dadas por favorecer en los niños, niñas y adolescentes el ejercicio autónomo y responsable de todos y cada uno de sus derechos” (PRM). En otros proyectos, si bien no se entregan definiciones, se alude a la familia como entorno primario o ambiente natural para el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes, con una función socializadora y nutricia, la cual puede tensionarse y entrar en conflicto debido a las dificultades que se expresan en su dinámica. Un elemento que llama la atención es que en todos los proyectos se hace alusión a “la familia o adulto significativo”, estableciendo una suerte de sinonimia entre ambos conceptos. 87 b) Objetivos orientados al ámbito familiar Los programas residenciales tienen como objetivo último poder restituir el derecho de los usuarios a vivir en familia; por tanto, su propósito es lograr la reinserción familiar a través de procesos de intervención que contemplan el eje de familia. Para ello, se alude a: • • • El fortalecimiento de los vínculos familiares. El fortalecimiento de las capacidades o recursos con que cuentan las familias o adultos significativos para la protección del niño, niña y adolescente. La vinculación de la familia con sus redes. Por otro lado, si bien los objetivos de los programas ambulatorios varían en función del tipo de vulneración sobre la cual intervienen, a grandes rasgos todos ellos apuntan a la reparación del daño provocado por la situación de vulneración sufrida. En términos del trabajo con familia, los objetivos son bastante coincidentes de un programa a otro, y se traducen en: • • • • • Reconocer la vulneración de derechos sufrida por el niño, niña o adolescente, posibilitando así la reelaboración. Modificar las prácticas parentales “incompetentes” o “perjudiciales”, que refuerzan patrones culturales vulneradores hacia la infancia. El fortalecimiento de los recursos protectores de los adultos significativos. El fortalecimiento de los vínculos protectores. Instauración de pautas relacionales o dinámicas familiares positivas. c) Estrategias de diagnóstico/evaluación familiar Todos los proyectos contemplan estrategias para el diagnóstico/evaluación de la familia o los adultos significativos, lo cual resulta crucial para el levantamiento de la información, en miras a alcanzar los objetivos propuestos. Dichas estrategias se utilizan mayoritariamente durante la fase de diagnóstico, si bien son factibles de implementar también en etapas posteriores. Las técnicas utilizadas pueden variar en relación a cada caso, sin embargo es posible establecer algunas de carácter fundamental a la hora de realizar un diagnóstico integral del niño, niña o adolescente y su familia. • Análisis de Antecedentes: En general, los programas cuentan con valiosa información respecto al rol de la familia en la protección y ejercicio de derechos del niño, niña y adolescente a su cargo. Entre estos se cuentan informes, expedientes, antecedentes aportados por otros organismos de la red, etc. • Identificación de actores clave: Un aspecto central para el proceso diagnóstico es identificar una o más figuras significativas para el niño, niña y adolescente, y lograr que estas formen parte del proceso de intervención y acompañen al(la) niño(a) durante su participación en el programa, convirtiéndose ellos -a su vez- en sujetos indirectos de intervención, adoptando un rol activo dentro de la misma. • Entrevistas: Durante el proceso de levantamiento de información se realizan entrevistas con los adultos responsables o significativos, además se puede incluir a otros miembros de la familia nuclear o extensa. En algunos casos, se incorpora figuras que se encuentran fuera de la red familiar, pero que resultan altamente significativas en la vida de los niños, niñas y adolescentes. A través de las entrevistas, se indagan temáticas dirigidas a identificar la historia familiar, dinámicas familiares, el contexto donde se generó la situación de vulneración, 88 los recursos con los que cuenta la familia, las creencias familiares en torno a la situación de vulneración, los estilos de crianza, el sentido de proyecto familiar, los vínculos, factores protectores y de riesgo, entre otros. • Observación: Algunos de los proyectos, particularmente de carácter residencial, contemplan la observación participante o no participante, como una estrategia para valorar la cualidad de la relación entre el niño, niña y adolescente y sus figuras significativas. • Evaluación de competencias parentales: La evaluación de competencias o habilidades parentales aparece como una de las temáticas más relevantes de indagar durante el diagnóstico familiar, pues el fortalecimiento y desarrollo de las mismas frecuentemente forman parte del proceso de intervención posterior al diagnóstico. Dichas competencias parentales son fundamentales para algunos programas residenciales, a la hora de determinar el pronóstico del caso. • Visitas domiciliarias: Durante las visitas se accede a información que no es posible recabar durante las entrevistas, por ejemplo, las condiciones en las que vive o vivirá el niño, niña y adolescente. El hecho de que las visitas no sean informadas previamente a las familias, también entregaría la posibilidad de “observar” cómo funciona la familia en su cotidianeidad y cómo son las relaciones entre sus miembros. En otras palabras, las visitas domiciliarias entregan la oportunidad de ser testigo de las interacciones familiares y los estilos de vida, por lo tanto se constituyen en una forma de observación en el medio natural de los(as) usuarios(as) del programa. • Genograma: También aparece como una de las herramientas más ampliamente utilizadas para el diagnóstico familiar. Esta representación gráfica de la estructura familiar resulta de gran utilidad a la hora de identificar la estructura y pautas relacionales relevantes dentro de la familia, así como los aspectos transgeneracionales de dichas relaciones. • Ecomapa: Constituye una representación gráfica de la familia y el ambiente que la rodea, por lo cual es utilizado para conocer las redes de apoyo, institucionales y no institucionales, con las que cuenta el núcleo familiar. Si bien cada técnica tiene sus propias características, y favorece la recolección de información de diversas formas, todas apuntan a un mismo objetivo y contribuyen a la realización de un diagnóstico integral, que permitirá generar un plan de intervención específico para cada caso. La mayoría de los proyectos, independiente de la modalidad (ambulatorio/residencial) hace referencia al concepto de Competencias o Habilidades Parentales y su evaluación como parte fundamental del proceso de diagnóstico integral, sin embargo no suelen hacerse referencias específicas al enfoque teórico desde el que se aborda dicha noción. Una excepción la constituyen las alusiones a Barudy y Dantagnan (2006): “la parentalidad o marentalidad es una forma semántica de referirse a las capacidades que tienen las madres y padres para cuidar, proteger y educar a sus hijos, y asegurarles un desarrollo suficientemente sano. Las competencias parentales forman parte de lo que hemos llamado parentalidad social”. Cabe destacar, también, que a partir de la revisión de los proyectos facilitados no es posible relevar instrumentos específicos para la evaluación de los aspectos familiares o competencias parentales. 89 d) Estrategias de Intervención con Familias La totalidad de los proyectos contempla estrategias y/o metodologías para la intervención con familias, independiente si se trata de una modalidad residencial o ambulatoria. Respecto de los Programas Residenciales, en términos generales, las intervenciones de tipo familiar estarán dirigidas principalmente al fortalecimiento de los roles parentales y el refuerzo de los vínculos que se identificaron como significativos durante la fase de diagnóstico. De acuerdo a la caracterización de las familias de los niños, niñas y adolescentes que participan como sujetos directos de los diversos programas residenciales, los proyectos refieren una larga data de incumplimiento de sus “roles parentales”. A decir de los proyectos, los padres o cuidadores habrían “abandonado” sus funciones, demostrando actitudes de negligencia y dificultades para un adecuado ejercicio de su rol. Pese a lo anterior, no se entrega una definición clara de los roles que debieran cumplir los adultos responsables. Las estrategias o metodologías de intervención con familias que proponen los proyectos residenciales son las siguientes: • Talleres: Instancias teórico-prácticas, en general de carácter grupal, dirigidas fundamentalmente a los padres, madres, o adultos responsables. Se orientan al fortalecimiento de los roles parentales, pautas relacionales protectoras, fortalecimiento de competencias parentales, vinculación, comunicación afectiva y efectiva, resolución alternativa de conflictos, derechos del niño, identificación y utilización de redes comunitarias, entre otros. • Intervención individual: Sesiones dirigidas hacia los padres o adultos responsables, conducidas por un(a) psicólogo(a) o asistente social, destinadas a temas como el fortalecimiento de roles, desarrollo de funciones parentales, y empoderamiento en el rol. • Psicoeducación: Entrega de cartillas informativas y pautas de orientación a las familias o adultos responsables. • Trabajo domiciliario: En este tipo de trabajo se pueden abordar las temáticas en el ambiente natural de la familia. Los temas sugeridos tienen relación con la distribución de roles al interior de la familia. • Acercamiento pre-egreso: Acciones paulatinas y sistemáticas tendientes a estrechar la relación entre el niño, niña y adolescente y su familia antes de egresarlo del sistema residencial. Para ello, pueden organizarse salidas de fin de semana, visitas, vacaciones, entre otras. Cabe hacer presente que los encuentros familiares requieren de un monitoreo constante. • Acompañamiento post-egreso: Monitoreo orientado a verificar si la inserción o reinserción del niño, niña y adolescente en la familia ha sido favorable. • Trabajo en red: Orientación a los adultos para el acceso y uso de los beneficios del sistema de protección social y recursos disponibles en la red. Concordantemente con lo anterior, como principales metodologías/estrategias de intervención familiar dentro de los Programas Ambulatorios, se cuentan: • Talleres: A través de los talleres se busca fortalecer los vínculos familiares, promoviendo estilos adecuados de vinculación, pautas de crianzas focalizadas en la 90 protección y cambios en el estilo relacional. Lo que se busca principalmente es lograr cambios dentro del entorno familiar en el cual se generó situación abusiva. El mismo taller se constituye, además, en un espacio de socialización de la experiencia de cada integrante, en el que el grupo se instala como una nueva red de apoyo. Las temáticas a abordar en los talleres para adultos apuntan principalmente a la resolución no violenta de conflictos, el fortalecimiento del rol protector, habilidades parentales, promoción de la salud, desarrollo de habilidades de aprendizaje, sexualidad, género y educación en derechos. • Intervención Individual: A diferencia de los programas residenciales, esta modalidad contempla dentro de sus intervenciones la posibilidad de brindar procesos de apoyo y atención psicológica y/o social individual a los adultos responsables y a los miembros de la familia que así lo soliciten, incluso en el mediano plazo. • Psicoeducación: Entrega de pautas, herramientas e información, orientadas a generar cambios significativos en los adultos responsables, ya sea respecto a su estilo relacional, a su función de protección, a las dinámicas de buen trato, entre otros. • Trabajo domiciliario: Algunos proyectos contemplan la posibilidad de trabajar en los entornos naturales de los(as) usuarios(as) con ellos y sus familias. • Intervención Familiar: Son espacios formales, ya sean sesiones aisladas o procesos completos, en los que los miembros de la familia pueden abordar sus dinámicas relacionales, estilos de vinculación, enfrentamiento del dolor, canales de comunicación, entre otros. • Trabajo en Red: Activación de redes, tendiente a que la familia pueda acceder a recursos institucionales y comunitarios, en pos de la satisfacción de sus necesidades y al incremento de su bienestar. En relación al enfoque de género, y como aspecto relevante dentro de las estrategias de intervención desarrolladas tanto por los proyectos residenciales como por los ambulatorios, está la incorporación de figuras masculinas al proceso. Es frecuente encontrarse con que las figuras masculinas significativas se excluyan de estos espacios, pues existe una tendencia a trabajar mayoritariamente con mujeres, lo que refuerza el discurso social de que ellas son las encargadas de ejercer exclusivamente las funciones de cuidado de los niños, niñas y adolescentes. Por tanto, se busca la incorporación activa de estas figuras, para lograr modificar este discurso y relevar el rol protector de la figura masculina. Conclusiones Lo primero que llama la atención es la dificultad existente para acceder a proyectos interventivos financiados con fondos públicos. Ello genera una interrogante al acceso que tienen los ciudadanos, entre los cuales se cuentan profesionales dedicados al área, parlamentarios, investigadores y los propios usuarios, de conocer en detalle aquellos proyectos que se ejecutan en un ámbito de la mayor relevancia. Esta dificultad ciertamente incide de manera negativa en la posibilidad de fiscalización, investigación, intercambio y enriquecimiento de las iniciativas existentes. 91 Todos los proyectos declaran situarse desde una perspectiva ecológica, siendo por tanto la familia una de las dimensiones centrales con la cual proyectan la intervención. No obstante lo anterior, suelen no definir lo que entienden por “familia”, tendiendo a homologarlo con “adulto responsable”. El sujeto de atención “directo” de los proyectos son niños, niñas y adolescentes que han sido vulnerados en sus derechos. Sin embargo, es posible identificar a la familia o adultos responsables como sujetos “indirectos”, en tanto actores fundamentales del proceso de intervención del(la) usuario(a). El principal objetivo de los programas colaboradores del Departamento de Protección de Derechos de SENAME es la restitución de los derechos que les han sido vulnerados a los niños, niñas y adolescentes, para lo cual las intervenciones a nivel familiar aparecen como un factor relevante dentro de este proceso. Lo que buscan, en términos generales, es que a través de la participación de las familias, estas puedan retomar sus funciones de cuidado y protección hacia el niño, niña o adolescente. En relación al diagnóstico/evaluación familiar, todos los proyectos contemplan estrategias en esta línea, en miras a realizar un diagnóstico de carácter “integral”. Entre las múltiples alternativas que se describen, tanto en programas ambulatorios como residenciales, es posible mencionar las siguientes: • • • • • • • • Revisión, análisis y verificación de los antecedentes familiares. Identificación de actores clave de la familia que puedan integrarse al proceso interventivo. Entrevistas con miembros de la familia u otros adultos significativos, a fin de conocer el funcionamiento familiar. Observación de la relación entre el niño, niña y adolescente y sus figuras significativas. Evaluación de competencias parentales. Visitas domiciliarias, con el fin de observar al niño, niña y adolescente y su familia en su entorno natural. Representaciones gráficas de la estructura familiar a través de genogramas. Representaciones de la relación entre la familia y el entorno mediante ecomapas. Si bien cada proyecto define una manera particular de conseguir los objetivos planteados, es posible identificar ciertas metodologías/estrategias interventivas que se repiten, siendo ampliamente declaradas en el trabajo con familias, desde el enfoque de protección de derechos. Estas son: • • • • • Talleres de intervención grupal para padres y adultos responsables. Intervención individual para los adultos responsables y/o los miembros de la familia. Psicoeducación, mediante la entrega de pautas, herramientas e información a los adultos responsables. Trabajo domiciliario con los niños, niñas y adolescentes y sus familiares. Trabajo en red, para la satisfacción de las necesidades de la familia. Por su parte, en el caso de los programas ambulatorios, se suma la intervención familiar, la cual otorga un espacio formal de trabajo, destinado a abordar temáticas familiares. En el caso de los programas residenciales, se contempla el acercamiento pre-egreso, con el fin de generar una aproximación paulatina entre el niño, niña y adolescente y su familia; así como el acompañamiento post-egreso, orientado a verificar si la inserción o reinserción del niño, niña y adolescente en la familia ha sido favorable. 92 En términos de apuestas metodológicas, en general todos los proyectos utilizan estrategias y técnicas bastante similares, apegándose a las bases técnicas elaboradas por SENAME. Sin embargo, es posible identificar algunas prácticas que los mismos programas destacan como innovadoras. En el ámbito de familia, se relevan los encuentros de padres y madres, sesiones de trabajo dual entre el niño, niña y adolescente y el adulto significativo, cartillas familiares, así como las jornadas de reencuentro entre los niños, niñas y adolescentes y familias atendidas. 93 7. Percepciones y Experiencias de Directivos y Profesionales de la Red Sename sobre Intervenciones con Foco en Familia Introducción Este informe resume los principales hallazgos respecto de intervenciones de fortalecimiento familiar de los actores involucrados directamente en los programas de las cuatro líneas estudiadas de la red Sename, a saber: Programas de Protección Especializada, Programas Reparatorios en Maltrato y Abuso Sexual, Programas Residenciales, y Programas de Familias de Acogida. En particular, recoge las experiencias y percepciones tanto de directivos(as) como de profesionales que trabajan en los diversos programas de Sename. Para ello, se entrevistó a 33 directores(as) en las diferentes líneas programáticas y regiones que integraron la muestra, entre los meses de septiembre y diciembre de 2013. Además se desarrollaron cuatro grupos focales, a los que asistieron un total de 18 profesionales, de las cuatro líneas programáticas estudiadas en la Región Metropolitana. Estas entrevistas grupales se desarrollaron entre los meses de diciembre de 2013 y enero de 2014 37. Dada la convergencia de la información aportada por directivos y profesionales, se presentan en conjunto en el presente informe. Sin embargo, cabe destacar que la experiencia del trabajo cotidiano ha sido recogida mayoritariamente desde el estamento profesional. Mientras que las buenas prácticas provienen especialmente de los(as) directivos. En forma adicional, se incorporan las vivencias y opiniones de cinco usuarios(as) de los programas Sename. Tres usuarios(as) son adultos, específicamente una mujer madre y dos mujeres cuidadoras 38. Los otros dos usuarios(as) son niños(as) atendidos por la red Sename. Sin embargo, dado el pequeño número de usuarios al que se tuvo acceso y el muy diverso perfil de estos, no se pudo hacer un análisis sistemático de estos casos. Es por esto que la información de usuarios(as) se utiliza básicamente con fines ilustrativos y sólo para complementar resultados que emergen del análisis de las entrevistas a profesionales y directivos (grupos para los que sí se cuenta con un suficiente número de casos para hacer un análisis adecuado). Cabe hacer presente que se requeriría una investigación adicional para levantar la voz de los niños, niñas y adolescentes y sus familias, protagonistas de los procesos interventivos, lo cual – pese a los esfuerzos desplegados- no pudo ser efectuado con éxito en esta oportunidad, dado el clima adverso que se suscitó tras las reacciones al informe Jeldres. La tesis que origina este estudio es que fortaleciendo el vínculo entre los niños, niñas y adolescentes y sus familias, existen mayores y mejores posibilidades de restitución de derechos. Pero para poder intervenir sobre este vínculo, primero es necesario conocerlo, para así comprender cuáles son las problemáticas que allí se presentan y los recursos con los que se cuenta. Este informe se estructura en tres partes. En la primera parte se abordan las condiciones sociales e institucionales que constituyen el contexto dentro del cual se desarrollan las 37 Cabe hacer presente que uno de los directores(as) estaba a cargo de dos residencias simultáneamente. La gran mayoría de los directivos y profesionales son mujeres, de profesión psicólogas y trabajadoras sociales. 38 La madre tiene una hija atendida por Sename producto de abusos sexuales por parte de un tercero. Una de las cuidadoras es una mujer que se hace cargo de una hermana, y la otra es una madre que acoge a niños que no son familiares de ella. 94 relaciones familiares de los niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. Este contexto social e institucional es relevante en tanto, por una parte, compone las condiciones de posibilidad de las relaciones y vínculos familiares, al mismo tiempo que, por otra parte, limita, restringe y coacciona tales vínculos familiares. Es decir, estos contextos tienen una doble naturaleza, pues contienen tanto oportunidades como limitaciones. Así las relaciones familiares no ocurren en un vacío, sino que están íntimamente relacionadas con los contextos materiales, sociales, e institucionales en que se desarrollan. En esta primera parte, primero se analizan las condiciones materiales y sociales de vida de las familias de los niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename; según las percepciones de profesionales y directivos. El principal hallazgo de esta sección no es novedoso, pero no por eso resulta menos relevante. Las familias de los niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename, viven en entornos marcados por la precariedad material y laboral, en viviendas y barrios de deficiente calidad, con servicios sociales insuficientes, y crecientes niveles de crimen y violencia. En este sentido, las relaciones familiares suelen organizarse en pos de asegurar la sobrevivencia y seguridad de los diversos miembros de una familia. Esto lleva al desarrollo de una cultura familística, que frente a la debilidad del Estado y del mercado, recurre a los vínculos familiares como estrategia de sobrevivencia. Pero, a la vez, esta misma precariedad material y social, e inseguridad afectan negativamente el desarrollo de estos lazos familiares, los cuales se ven, por decirlo de alguna manera, ‘sobrecargados’. Esta sobrecarga se debe a que las redes familiares deben suplir demasiado, todo aquello que no provee ni el Estado ni el mercado. A continuación, y en esta misma lógica de dar cuenta del entorno en el cual ocurren las relaciones familiares, el análisis se centra en el proceso judicial, la red de servicios sociales, y la forma de financiamiento y de organización de Sename. El foco es en entender cómo, según la visión de profesionales y directivos entrevistados, el actual marco institucional de protección a la infancia afecta a las familias y especialmente al vínculo familiar de los niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename. Como se verá en esta sección, en opinión de los(as) entrevistados(as), la actual legislación e institucionalidad sobre infancia, junto con la forma de financiamiento y organización de Sename tienen diversos impactos negativos sobre las familias. Entre estos efectos negativos destaca el deterioro y, a veces, quiebre de los lazos familiares de los niños, niñas y adolescentes producto de la exposición a la institucionalidad de protección a la infancia. En la segunda parte de este informe, se caracteriza a las familias de los niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename, según las opiniones de profesionales y directivos entrevistados. Primero se profundiza en la percepción de estos actores, la cual manifiesta que las vulneraciones de estos niños, niñas y adolescentes suelen responder a historias familiares de vulneración. En este sentido, existe consenso entre las personas estudiadas que la vulneración de los niños, niñas y adolescentes corresponde a un eslabón más en una cadena de vulneraciones que se reproduce a través de generaciones. Aquí el punto central es que esta cadena intergeneracional de vulneraciones lleva a una normalización de estas dentro de las propias familias. En la siguiente sección se estudian las dinámicas relacionales de las familias atendidas por Sename, según las percepciones de profesionales y directivos. Primero se estudia el tipo de estructura familiar y su interrelación con la variable género. Específicamente se identifica un predominio de una concepción de familia jerárquica la cual se sostiene en una relación de géneros asimétrica. Esta asimetría de género se manifiesta en que los hombres concentran la mayoría de los derechos y privilegios familiares, mientras las mujeres sobrellevan la mayor parte de los deberes, obligaciones, y restricciones. 95 Al ser las mujeres las depositarias de la mayor parte de las obligaciones y responsabilidades familiares, serán ellas, especialmente las madres o mujeres mayores (ya sea abuelas, hermanas mayores, tías, etc.), las responsabilizadas de asegurar la sobrevivencia del núcleo familiar. Pero, por otra parte, la prevalencia de roles de género convencionales también hará que las mismas mujeres queden excluidas del principal medio para asegurar tal sobrevivencia, es decir, del trabajo remunerado. En este sentido, las mujeres enfrentan una paradoja, son responsabilizadas de garantizar la sobrevivencia familiar pero sin contar con los medios para hacerlo. Obviamente esto tiene consecuencias negativas para las mujeres, las que se ven exacerbadas por las condiciones de vida materiales y sociales, inseguridad, e institucionalidad de infancia -señaladas previamente- que actúan en detrimento del desarrollo de vínculos familiares adecuados. Luego se revisan las opiniones de profesionales y directivos de la red Sename sobre los estilos de crianza de las familias atendidas por Sename. En particular se analizan las formas de ejercer la autoridad parental y cómo esto se relaciona con el tipo de vínculo que madres y padres establecen con sus hijos(as). Aquí se destaca la preeminencia de un tipo de relación más bien autoritaria y distante entre madres-padres e hijos(a)s, esto pese a discursos que apelan a una masculinidad que busca tener una relación más cercana entre padre-hijo(a). Profesionales y directivos son críticos de esta forma autoritaria de ejercer la parentalidad. Sin embargo, cabe destacar que este estilo autoritario de parentalidad debe ser entendido en el contexto que viven las familias atendidas por la red Sename. Este es habitualmente, como se mencionó antes, un contexto de alta inseguridad, donde niños, niñas y adolescentes enfrentan posibilidades ciertas de ser víctima de actos violentos y, en el caso de las niñas, además ser víctimas de abuso sexual con mayor frecuencia. En este sentido, el autoritarismo de los padres se basa en sus deseos de proteger a su descendencia de estos peligros. La tercera parte de este informe revisa el trabajo de fortalecimiento familiar realizado por los programas de la red Sename, según los reportes de profesionales y directivos. El análisis comienza estudiando cómo los plazos y la coordinación de las diversas intervenciones de Sename afectan el vínculo de niños, niñas y adolescentes con sus familias. La conclusión que se obtiene, es que las intervenciones suelen tener una duración y fragmentación que afecta este vínculo. Lo mismo sucede con las dificultades que experimentan las familias para poder cumplir con las exigencias que involucran estas intervenciones. La siguiente sección profundiza en los reportes de profesionales y directivos sobre el trabajo de fortalecimiento de habilidades parentales que realizan con las familias de niños, niñas y adolescentes atendidas por la red Sename. Aquí se observa que profesionales y directivos generan discursos sobre la importancia de desarrollar habilidades parentales, de avanzar hacia relaciones familiares más igualitarias y democráticas, y específicamente de la importancia de desarrollar vínculos de apego. Sin embargo, estos discursos no suelen condecirse con las prácticas reportadas por los propios profesionales y directivos, las cuales se caracterizan por una intervención vertical y de escaso reconocimiento a los recursos y capacidades de las familias intervenidas. A continuación, se profundiza en el recurso de la familia extendida como familia de acogida. Como se evidenció en los resultados del NCFAS-G, los programas de Familias de Acogida son los que presentan un mejor desempeño en general. Lo que muestran las entrevistas de profesionales y directivos, es que en casi la totalidad de los casos las Familias de Acogida son parte de la familia extendida de los niños, niñas y adolescentes, es decir no se trata de familias distintas. Esto indica entonces, por una parte, que la mantención del vínculo familiar es clave para la reparación de las vulneraciones sufridas por niños, niñas y adolescentes. Por otra parte, sugiere que pese a la opinión más bien negativa de profesionales y directivos sobre las familias, estas sí cuentan con importantes y efectivos recursos para reparar las vulneraciones de niños, niñas y adolescentes. 96 Resultados A. CONDICIONES MATERIALES Y SOCIALES DE VIDA, E INSTITUCIONALIDAD INFANCIA a. Trabajo, vivienda, servicios básicos, y violencia Las familias de los niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename se caracterizan por residir en barrios pobres, con una oferta de servicios básicos muy deficiente. Por ejemplo, un profesional ejemplifica esto señalando que donde viven estas familias, “es carente todo sistema básico. Desde la salud, la educación, la vivienda. Las mismas calles donde viven. También la locomoción colectiva puede estar media hora, una hora, esperando micro en Lo Espejo” (profesional, programa residencial). Es decir, el retrato que hacen directivos(as) y profesionales de las familias de los niños, niñas y adolescentes que atiende Sename, muestra en primer lugar las difíciles condiciones de vida que éstas enfrentan. Servicios básicos deficientes, establecimientos educacionales de poca calidad, consultorios de salud con recursos limitados, viviendas precarias y muchas veces donde conviven diversos núcleos familiares, transporte público inadecuado, falta de áreas verdes y actividades recreativas 39. Si bien no es mencionado por los(as) entrevistados(as), presumiblemente muchas de estas familias además sufren de desempleo o de trabajos precarios, ya sea por su informalidad –que no otorga acceso a la seguridad social- o por tratarse de empleos temporales. En este sentido, en Chile la falta de empleo y la mala calidad de éste se encuentran desigualmente distribuidos según nivel de ingresos. Es decir, el desempleo y los trabajos de peor calidad son más habituales en los grupos con menores ingresos (Mideplan, 2009). Por otra parte, el desempleo y la mala calidad de los trabajos son las principales causas que llevan a las familias a experimentar situaciones de pobreza (Arzola y Castro, 2009; Raczynski, 2006). A esto se suma que estas familias viven en barrios inseguros, donde el consumo de droga y conductas delictivas no son inusuales, “viven en poblaciones que están en constante violencia, defendiéndose del vecino que trafica” (profesional, programa ambulatorio). La propia intervención de la policía también se transforma a veces en un incremento de la violencia, pues se establecen áreas militarizadas (Álvarez Bravo, 2014). En este contexto se producen cadenas de violencia que conectan violencias que ocurren en el ámbito público –por ejemplo criminalidad-, con actos violentos en el ámbito privado –por ejemplo violencia doméstica(Auyero y Berti, 2013). Producto de esta creciente violencia y del endurecimiento de las leyes, algunas veces los progenitores de los niños, niñas y adolescentes están en la cárcel. Las condiciones de vida aquí descritas y que enfrentan a diario las familias de los niños, niñas y adolescentes que atiende Sename, afectan las relaciones familiares. Por una parte, la mala calidad del mercado laboral en conjunto con la debilidad de las políticas sociales, significa que las redes familiares son vitales para asegurar la sobrevivencia de los grupos de menores ingresos. De hecho diversos estudios de pobreza y parentesco en Chile y América Latina, señalan que las redes familiares son clave para asegurar su sobrevivencia 40. Cabe destacar que en Chile, en el período 1990-2006, los hogares extendidos se han mantenido relativamente estables, en torno a un quinto del total de hogares, y son más frecuentes en grupos de bajos ingresos, pese a las profundas transformaciones que ha experimentado el país en este período (Mideplan, 2006). 39 A lo largo del texto se identifica a los(as) entrevistados(as) según su cargo (profesional, directivo) y tipo de programa (residencial o ambulatorio). Se evita indicar el sexo para resguardar el anonimato de estos entrevistados, dado el escaso número de hombres. 40 Para Chile ver: Valenzuela, 2006a y 2006b; y Raczynski y Serrano, 1985. Para otros países de América Latina y del Caribe, ver: Fonseca, 1991; Lomnitz y Pérez-Lizaur, 1984; Smith, 1996. 97 Que los lazos familiares sean los depositarios últimos de la sobrevivencia familiar, está en sintonía con una cultura familística, que valora los lazos de sangre por sobre cualquier otro vínculo social. Pero por otra parte, significa que tales lazos, en los casos de los grupos de menores ingresos, están sobrecargados pues tienen que suplir deficiencias mucho mayores por parte del Estado y del mercado, que las que enfrentan las familias de grupos más acomodados (quienes tienen acceso a mejores servicios y pueden optar por comprar en el mercado aquello que no reciben del Estado). Por otra parte, la creciente violencia e inseguridad de los barrios donde viven las familias de los niños, niñas y adolescentes que atiende Sename significa una sobrecarga adicional para los lazos familiares, especialmente de padres a hijos. Esto porque las personas responsables de los niños, niñas y adolescentes gradualmente deben invertir más energías en proveer la protección para su descendencia que no proveen las agencias de control del crimen (policías y sistema judicial). b. Legislación e institucionalidad infancia La intervención de tribunales y de Sename tiene un profundo impacto en las familias y en los niños, niñas y adolescentes. Según directivos y profesionales entrevistados, la intervención de estos agentes estatales tendría como efecto inmediato la alteración y muchas veces la ruptura de estructuras y vínculos familiares. En palabras de un profesional, “se genera todo un desequilibrio. A veces tienen que salir personas de la casa que estuvieron por años ahí. A veces, no sé, el abuelo viene abusando de las hijas de la cuñada, de las nietas, y estuvo siempre en la casa. Era el abuelito, y era incluso querido por el barrio” (profesional, programa ambulatorio). Incluso hay entrevistados que señalan que esta intervención constituye un daño adicional que se suma a la vulneración original que motivó la intervención. Como señala un profesional, “interrumpir la situación de vulneración, o sea sacar al niño de su familia, es una medida extrema. Por lo tanto, cada vez que el tribunal hace eso, lo que está haciendo en aras de la protección, es agregar una vulneración súper grave a esa familia, a ese niño, que es separarlo de su vida, de su familia” (profesional, programa residencial). A esto se suma la duración del proceso judicial, que suele ser extensa e incierta, otra dificultad que afecta negativamente las relaciones familiares de los niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. La percepción general de directivos y profesionales es que una vez que niños, niñas y adolescentes entran en contacto con tribunales y son ingresados a un programa de Sename, habitualmente su estadía se prolongará por bastante más de lo esperado, y así el egreso se demora de manera indefinida. En palabras de un entrevistado, “hay pautas de que se pueden egresar, y cualquier cosa que encuentren, lo tiran par atrás [en tribunales]” (profesional, programa ambulatorio). De manera similar, otro entrevistado explica que generalmente se señala que la estadía de los niños, niñas y adolescentes en un hogar es temporal (por ejemplo, por sólo 6 meses). Sin embargo, en la práctica, “en el noventa por ciento [de los casos] se extiende” (profesional, programa ambulatorio). De hecho una de las mujeres cuidadoras entrevistadas lleva cinco años asistiendo a un FAE, lo que considera una duración excesiva, más aún considerando la incertidumbre en que ha estado todo ese tiempo respecto de los niños, niñas y adolescentes a su cargo. Como reporta en relación a su experiencia con Sename, “me hicieron perder mucho tiempo. Ellos me dijeron que tenían que pasar por lo menos dos años para que pudieran hacer un informe que dijera que si uno está o no está preparada para hacerse cargo de los niños. Y yo ahí estuve yendo como tres años y medio, y nunca ni si quiera me dijeron que podía intentarlo de hacerme cargo definitivamente de los niños”. Esta duración excesiva, y sobre todo, incierta, preocupa a directivos y profesionales, pues puede terminar cortando el vínculo de los niños, niñas y adolescentes con sus familias de 98 origen. Así, la intervención de tribunales y de Sename puede desembocar en que los niños, niñas y adolescentes sean abandonados por sus familias. Esta situación es vista por varios entrevistados(as) como un daño aún mayor que la vulneración que motivó la intervención de Sename en primer lugar. En este sentido, un entrevistado menciona, “no se tiene que aislar al niño, la separación y el abandono tienen costos mayores que alguna situación abusiva que puede ser reparada” (directivo, programa residencial). De manera similar un profesional señala, “se supone que todos los niños deberían estar de manera temporal, pero en la práctica hay muchos niños que terminan en abandono total” (profesional, programa ambulatorio). En este mismo sentido, directivos y profesionales reportan que muchas veces los niños, niñas y adolescentes tienen una larga trayectoria de estadía en la red Sename. El problema, según los(as) entrevistados(as), es que muchas veces esta estadía prolongada no se asocia a un progreso en el bienestar de niños, niñas y adolescentes, sino más bien a todo lo contrario. Por ejemplo un entrevistado señala, “cuando uno consulta el registro histórico de SENAINFO, uno se da cuenta que han pasado por hogares de protecciones, por CEPIJ, PRM, por un montón de instituciones que no han hecho más que cronificar una situación más que otra cosa” (profesional, programa residencial). Es decir, para directivos y profesionales de la red Sename, una intervención prolongada –similar a una institucionalización extensa- conlleva una serie de situaciones de daño para los niños, niñas y adolescentes. De hecho, sería esperable que esta trayectoria de intervenciones no sea particularmente beneficiosa para el fortalecimiento de los vínculos de niños, niñas y adolescentes con sus familias. En este contexto, no es de extrañar que directivos y profesionales resientan la dependencia de Sename del Ministerio de Justicia. En su opinión, al depender Sename del Ministerio de Justicia, su forma de abordar a las familias de los niños, niñas y adolescentes está enmarcada por la justicia criminal, y no por una perspectiva social. Como resume un entrevistado, la dependencia de Sename, “hace que todo esto tienda a hacer victimarios a padres que a veces no son victimarios, sino que son, insisto, víctimas de una situación histórica generacional” (profesional, programa residencial). Otra consecuencia de que Sename sea organismo dependiente del Ministerio de Justicia, es que -de acuerdo a la opinión de los(as) entrevistados(as)- las familias lo vinculan y responsabilizan del proceso judicial. Es decir, si las familias ven que el proceso penal es ineficiente en castigar a los culpables de la vulneración de los niños, niñas y adolescentes, entonces para estas pierde sentido participar de la intervención de Sename. Como explica un profesional, “son muchas las personas que se frustran rápido con la terapia cuando el tipo está libre. Cuando en lo judicial no ocurre nada […]. Porque muchas veces es el vecino. Y ver todos los días al vecino” (profesional, programa residencial). Es más, según profesionales y directivos, muchas veces Sename es visto por las familias como parte de los tribunales. Como describe un entrevistado, para las familias ellos son, “los sapos del tribunal, y también los quita-niños” (profesional, programa residencial). Es decir, que Sename sea parte de la institucionalidad judicial dificultaría el trabajo con las familias y con los niños, niñas y adolescentes. Directivos y profesionales destacan que las familias difícilmente podrán confiar en quienes los están sancionando por sus conductas. Es decir, familias y niños, niñas y adolescentes ven a Sename como responsable del quiebre familiar producido por el paso de los niños, niñas y adolescentes vulnerados por tribunales, y esto hace el trabajo de Sename -con las familias y con los niños, niñas y adolescentesespecialmente difícil. En palabras de una profesional, las familias “están enojadas con las redes [de Sename] porque fueron quienes les quitaron a sus hijos. No quieren nada con las redes” (profesional, programa residencial). De manera similar, la obligatoriedad de la intervención de Sename contraría a las familias. Un profesional reporta que si bien el cincuenta por ciento de ellas termina por entender que la intervención sí puede ser de ayuda, “el otro cincuenta por ciento no lo ve como una ayuda” (profesional, programa ambulatorio). 99 En definitiva, por una parte la intervención de la justicia habitualmente tendría un impacto negativo sobre los vínculos familiares de niños, niñas y adolescentes. Por otra parte, que Sename forme parte de este mismo sistema, por su dependencia del Ministerio de Justicia, constituye un obstáculo, a veces insalvable, para la construcción de un vínculo entre los niños, niñas y adolescentes y sus familias, y los equipos profesionales de la red Sename. Es decir la actual institucionalidad de protección a la infancia y su forma de operación no sólo impacta negativamente los lazos familiares de niños, niñas y adolescentes atendidos por esta institucionalidad, sino que además dificulta la construcción de vínculos entre estos niños, niñas y adolescentes y los equipos profesionales de la red Sename. Este último punto se vuelve a tratar en la siguiente sección, a propósito de la forma de financiamiento y gestión de Sename. En un nivel más macro, el análisis de las entrevistas releva otra deficiencia de la actual institucionalidad de protección a la infancia, cual que esta no es acorde a la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), la cual fue ratificada por Chile en 1990. En opinión de directivos y profesionales, esto constituye una vulneración por parte del Estado de Chile a los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Como señala un entrevistado, “el problema grave en nuestro país es que no hay una ley de protección a la infancia, y como no hay una ley de protección, nadie obliga a nadie” (directivo, programa residencial). Esta ausencia de un marco legal e institucional acorde a los estándares de la CDN significa que los niños, niñas y adolescentes están desprotegidos por parte del Estado, frente a las vulneraciones de derechos que sufren. Así un(a) entrevistado(a) destaca, la paradoja que tienen que trabajar en pos del interés superior de los niños, niñas y adolescentes, sin que esto esté “respaldado por una ley”. La ausencia de un marco legislativo apropiado también se hace presente, como señala otro(a) entrevistado(a), en que, “tenemos una legislación, una ley que no protege a los niños. O sea la mayoría de los abusos sexuales quedan en nada” (profesional, programa ambulatorio). En este sentido, la madre entrevistada, cuya hija es atendida por Sename producto de abusos sexuales, señala “no hubo justicia para [mi hija]. Una sensación mala, porque igual la justicia, así como que hablan tanto, en el Sename, en la tele, que los derechos de los niños […]. La iglesia católica tiene mucha plata. Hay mucho poder. Y a uno aunque le pase lo que le pase a los niños, […] nunca le va a ganar el caso a la iglesia”. Directivos y profesionales destacan que a esta ausencia de legislación adecuada se suma la escasa voluntad de tribunales para utilizar las herramientas con las que actualmente cuentan para proteger el interés superior de los niños, niñas y adolescentes. De hecho, hay consenso entre los entrevistados en señalar que las familias de niños, niñas y adolescentes vulnerados, especialmente las que han tenido un mayor contacto con el sistema judicial, saben perfectamente que no les pasará nada si no cumplen con las disposiciones de tribunales. Como resume un profesional, “en la práctica […] te pueden haber apercibido tres veces y no te van a tomar preso. En el fondo tienen la capacidad pero no lo llevan a la práctica. […] Entonces no pasa nada, y la gente sabe que no pasa nada” (profesional, programa ambulatorio). Para los entrevistados, este es una evidencia contundente del poco peso que asignan los tribunales a las vulneraciones que sufren los niños, niñas y adolescentes. Por otra parte, directivos y profesionales destacan que la red de servicios públicos para niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename es deficiente, especialmente en relación a la atención de salud mental, y a la rehabilitación de consumo alcohol y drogas. Como reporta un profesional, habitualmente, “no hay vacantes, no son suficientes, no es el servicio adecuado para esta persona. Nos topamos por ejemplo: con la realidad de que para las niñas adolescentes hay muy poca oferta para rehabilitación [de consumo de drogas]” (profesional, programa ambulatorio). Adicionalmente varios directivos y profesionales, reportan que niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename, especialmente en programas residenciales, son muchas veces 100 discriminados y estigmatizados por otras instituciones. Los más mencionados en este sentido son colegios y consultorios de salud general y mental. Como describe un profesional, “tenemos reuniones con los encargados a nivel municipal para poder ingresar a los chiquillos [al colegio]. Es un tira y afloja, el director dice: ‘No tengo cupos, se me acabaron’ y al otro lado: ‘lo tienes que integrar’. […] Y [del colegio] nos llaman por lo menos dos días a la semana, y otros tres días los suspenden” (profesional, programa residencial). En el caso de los consultorios, varios destacan las trabas que estos ponen para trabajar con niños, niñas y adolescentes que están institucionalizados, pues el modelo de trabajo de los consultorios requiere trabajar con la familia, y al no estar ésta presente, prefieren no atender a estos niños, niñas y adolescentes, que justamente son quienes se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad. c. Financiamiento y organización Sename La evidencia recogida a través de entrevistas a profesionales y directivos muestra que la forma de financiamiento y de organización de Sename dificulta la construcción de vínculos adecuados entre los programas de la red Sename y, los niños, niñas y adolescentes atendidos. En cuanto al financiamiento, Sename funciona a través de licitaciones de corto plazo, que adjudican a organismos colaboradores para poner en práctica sus programas. Sin embargo, este modo de financiamiento genera una serie de consecuencias negativas para el establecimiento de un vínculo positivo y estable entre los equipos profesionales y los usuarios. El funcionamiento en base a licitaciones de corto plazo inhibe la planificación e inversión y construcción de equipos en el largo plazo. También constituye un desincentivo a la capacitación y perfeccionamiento de recursos humanos en profundidad (más allá de talleres puntuales). Además, directivos y profesionales señalan que los montos otorgados por Sename son bajos, lo que afecta especialmente la cantidad y calidad de los equipos de trabajo 41. Los bajos sueldos y las pocas oportunidades de desarrollar una carrera de largo plazo, lleva a una alta rotación de los(as) profesionales. Esto tiene un efecto claramente negativo para las posibilidades de construir un buen vínculo entre los equipos profesionales de Sename y los niños, niñas y adolescentes y sus familias, generando victimización secundaria. En palabras de un profesional “uno muchas veces vulnera nuevamente a las familias, porque tienen que nuevamente contar lo mismo que ya han explicado en muchas oportunidades. Eso es muy negativo” (profesional, programa residencial). De manera similar, un directivo comenta respecto del impacto negativo de la rotación para la construcción de un vínculo entre los niños, niñas y adolescentes y los equipos profesionales, “nosotros [que] estamos para mejorar eso, lo vamos empeorando. Vamos contribuyendo a que los chiquillos sigan aumentando la desconfianza, porque se van los profesionales, nos cuesta un mundo encontrar otro profesional, un mes, dos meses, el proceso de selección es largo. Entonces los chiquillos quedan en abandono de nuevo” (directivo, programa ambulatorio). Esto mismo es reportado por la madre entrevistada, “de repente llega una se fue y se fue no más y se van los profesionales. Ninguna ha sido fiel a ella [hija]”. De esta manera, las experiencias de abandono van reproduciéndose, esta vez por responsabilidad de los propios agentes de la reparación. El operar a través de un modelo público-privado basado en licitaciones y subvenciones, generalmente es defendido como una forma de contrarrestar el centralismo estatal, otorgando mayor autonomía a actores locales y/o expertos ubicados fuera del aparato estatal. Esto, en el entendido que el Estado chileno históricamente ha sido fuertemente centralizado y autoritario. La evidencia recogida aquí sugiere que el modo de operar de Sename se basa en una desconcentración administrativa, pero ello no impide mantener la centralización en la toma de decisiones. Este modo de funcionamiento podría contraponerse al modelo 41 Esto ha sido documentado para otros ámbitos intervención estatal que siguen este modelo (por ejemplo para violencia doméstica ver: Hiner, 2013). 101 democrático e igualitario que se requiere promover entre las familias de los niños, niñas y adolescentes. B. CARACTERIZACIÓN DE LAS FAMILIAS a. Historias familiares de vulneración En opinión de directivos(as) y profesionales, los niños, niñas y adolescentes que ellos atienden son vulnerados producto de historias familiares de daño. Al decir de un entrevistado, “son historias de vulneración de los mismos adultos, que ellos han sido vulnerados en su infancia” (profesional, programa ambulatorio). La visión de los(as) entrevistados(as) es que los niños, niñas y adolescentes vienen de familias con una historia de vulneraciones, que se transmite de una generación a otra, a veces por varias generaciones. Como señaló un entrevistado, “en general hemos visto que la mayor parte de estas familias, son familias que han tenido daños y vulneración transgeneracional. Hay un vínculo que está como alterado, por decirlo de alguna manera, desde generaciones. Y que eso se va como perpetuando en el tiempo” (profesional, programa ambulatorio). La principal consecuencia de estas trayectorias familiares de vulneración, es que estas familias no identifican las situaciones vividas por los niños, niñas y adolescentes necesariamente como una vulneración, y –por tanto- no contemplan la necesidad de reparación subsecuente. Como se señala un entrevistado, “la vulneración de derecho no tiene principio en el niño sino el origen viene del adulto que los cuida y estos adultos a su vez también fueron sujetos a violencia en su infancia, por lo tanto ellos no lo entienden como vulneración, son modelos que han aprendido” (directivo, programa residencial). Es decir, los(as) adultos(as) de estas familias habitualmente mencionan haber vivido una situación de daño similar y haberla superado, de una u otra manera, esgrimiendo esto como prueba que no hace falta una intervención externa. Un profesional señaló que típicamente el progenitor o cuidador de niños, niñas y adolescentes dice, “yo también tuve un daño y tuve que convivir con esto. Y es posible sobrevivir con esto porque yo estoy aquí parado. Entonces: con mi hijo o con mi hija, no necesitan esto porque mire, a mí me pasó” (profesional, programa ambulatorio). Otra forma de minimizar el daño sufrido por los niños, niñas y adolescentes, es apelar a la idea que al ser niños(as) olvidarán lo sucedido, o que sencillamente no lo habrían vivido como un perjuicio. Al decir de un entrevistado, los(as) progenitores(as) o cuidadores(as) señalan, “no, si no se va a acordar, si es chico, si no se dio cuenta” (profesional, programa ambulatorio). De esta manera, los entrevistados señalan que en estas familias se genera una naturalización o normalización del daño, que dificulta la labor de reparación. A este respecto, Finkelhor (2008) ha señalado que uno de los mitos más frecuentes en el tema de victimización infantil es que los niños quedan menos afectados, producto de su capacidad de recuperación y de olvido. Esta normalización va de la mano con el patrón convencional de no hablar frente a vulneraciones sufridas. Como menciona un profesional, “son temáticas que nunca fueron tratadas, a veces son tabúes familiares y no se hablan […]. Soltar algunas cosas que son de abuso, de violaciones, en su infancia. Son cosas que nunca las han conversado, nunca han sido un tema. Han aprendido a vivir con eso así no más como fue, y darle para delante” (profesional, programa residencial). Esta expectativa de mantener silencio sobre estas experiencias de vulneración también significa que hablar para los niños, niñas y adolescentes significa, de alguna manera, traicionar a sus familias. Como dijo una entrevistada, “cuando el abuso ha sido intrafamiliar, los niños se sienten como violando el secreto familiar y traicionando el rito familiar. Están silenciados implícita o explícitamente. Hay un quiebre en este contar el hecho, el motivo del ingreso” 102 (profesional, programa ambulatorio). De manera similar otro profesional reporta, “los temas de la familia son entre cuatro paredes. O sea si a mí me pegaron en la casa es porque es un tema de mi casa y de ahí no sale, y no tengo por qué ir a contarle al carabinero” (profesional, programa ambulatorio). Es decir, este silenciamiento contribuye, por una parte, a la reproducción de situaciones de vulneración. Este tipo de comportamientos y sus consecuencias negativas para la reproducción de situaciones de vulneración, también ha sido reportado por investigaciones referidas a violencia doméstica (Larraín, 2008). Por otra parte, este no hablar también produce un cierto aislamiento, no sólo de los niños, niñas y adolescentes víctimas de una vulneración, sino también de sus familias. Desde una perspectiva que busca reforzar y promover el desarrollo de vínculos familiares generativos, sin duda que esta estrategia de silenciamiento frente a las vulneraciones experimentadas (o de las que se ha sido testigo) constituye un desafío a trabajar. De hecho, el silenciar las situaciones de daño es la antípoda del enfoque terapéutico, psicológico-psiquiátrico, que deposita justamente en la expresión el medio para superar el daño sufrido. Este enfoque, como se ha visto en capítulos anteriores de este informe, es de hecho el más utilizado como forma de intervención por los programas de la red Sename. Por ejemplo, algunos profesionales señalan que es habitual que los familiares de niños, niñas y adolescentes digan, “¿para qué va a trabajar en terapia? No lo hagan hablar de eso, no le recuerden, por favor no le haga que hable” (profesional, programa ambulatorio). También una de las cuidadoras entrevistadas se quejó que en el caso de un niño a su cargo la psicóloga insistía en hablar una y otra vez sobre la muerte de su madre (que ocurrió cuando él era muy pequeño). La cuidadora se oponía a esto, pues en su opinión el constante hablar sobre su madre muerta, llevaría a que el niño no pudiera salir adelante, pues nunca podría llegar a olvidar la muerte de ella. b. Familia patriarcal: subordinación y sobrecarga femenina Directivos y profesionales también mencionan como un rasgo de estas familias un claro carácter jerárquico y patriarcal. Esta concepción de la familia se caracteriza por roles de género convencionales, que van de la mano de un entendimiento jerárquico de la familia, donde al interior de ésta, el hombre goza de poder y privilegios, mientras que la mujer e hijos(as) deben cumplir con deberes y obligaciones (Therborn, 2004). Como describe un profesional, “lo masculino se superpone a todo lo femenino, y lo femenino con la infancia quedan subyugados al mandato masculino” (profesional, programa ambulatorio). En concreto, esta familia patriarcal se traduce en que los hombres deben ser los proveedores de la familia, mientras que las mujeres deben quedar a cargo del cuidado de la casa y de la crianza de los(as) hijos(as) 42. En este contexto, el acceso de las mujeres a trabajo remunerado es muy resistido. En palabras de un profesional, “hay mucha resistencia para ver a la mujer con mayor independencia, con la capacidad de trabajar fuera de la casa […]. Es casi como que están en la calle, porque quieren, como que anduvieran callejeando. No como que necesitara ese trabajo” (profesional, 42 Existe una amplia literatura que muestra el predominio de estos roles de género en América Latina. En particular se sugiere ver: Chant (2003); y Melhuus y Stølen (1996). Para Chile ver: Valdés y Valdés (2005). Cabe destacar también la reciente emergencia de un discurso entre padres (hombres), quienes crecientemente reportan querer tener una relación más cercana y afectuosa con sus hijos(as) (para Chile ver: Olavarría, 2001; Ramm, 2013; Valdés, 2008, y para México: Gutmann, 2007). Sin embargo, no es claro que tal discurso se materialice en cambios conductuales sustantivos, en tanto la evidencia provista tanto por las entrevistas de profesionales y directivo, como a usuarios, muestra un claro predominio del modelo convencional-patriarcal de masculinidad. 103 programa ambulatorio). Esto está en concordancia con evidencia reciente para el caso chileno, que muestra que la principal barrera que enfrentan las mujeres con hijos en el país para ingresar al mercado laboral pagado no son los hijos, sino tener una pareja hombre (esposo o conviviente) (PNUD, 2010). De hecho el mismo informe concluye que, en general, en Chile el trabajo femenino remunerado fuera del hogar es tolerado sólo si no afecta el papel de la mujer en tanto madre y esposa. Ese mismo reporte muestra también que son las mujeres de menores niveles de ingresos y de escolaridad las que están rezagadas en su acceso al trabajo remunerado. La descalificación del trabajo remunerado de las mujeres es altamente problemático, pues la investigación acumulada es contundente al señalar la centralidad del trabajo pagado como mecanismo para superar la pobreza (para el caso chileno, por ejemplo ver: Raczynski, 2006). Como se mencionó anteriormente, la pobreza y las condiciones de vida asociada a ésta se traducen en una sobrecarga de los vínculos familiares. Son las mujeres –principales cuidadoras de los niños, niñas, y adolescentes- quienes se ven enfrentadas a una situación paradójica. Por un lado, se espera que en cuanto mujeres sean las encargadas por excelencia de criar a sus hijos(as), pero al mismo tiempo, le es vedado el acceso a los medios materiales para hacerlo, puesto que su participación en el trabajo pagado es condenada, principalmente por sus propias parejas masculinas. De hecho, en capítulos anteriores de este informe se destacó que la mayoría de las cuidadoras mujeres de niños, niñas, y adolescentes atendidos por Sename son dueñas de casa. Que las mujeres enfrenten esta situación paradojal sin duda afecta su bienestar. De hecho estadísticas sobre salud, muestran que en Chile la depresión es más habitual entre mujeres y que ésta se incrementa a menor nivel de ingresos (Minsal, 2010). Un estudio sobre depresión maternal que considera sectores de bajos ingresos de la ciudad de Santiago, también muestra cómo la depresión se relaciona positivamente con una menor escolaridad, cantidad de personas viviendo en una misma residencia, hacinamiento, y allegamiento ( Wolf, de Andraca, y Lozoff, 2002). Por otra parte el estudio clásico de Brown y Harris (1978) sobre las causas sociales de la depresión femenina, señala que la mayor prevalencia de la depresión entre mujeres de menores ingresos se relaciona, entre otros factores, con tener hijos pequeños y no tener un trabajo remunerado. Factores que son agravados en la presencia de duras condiciones de vida, como las experimentadas por las familias de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. Al respecto un directivo señala: Estas mujeres que tuvieron depresión, que fueron al psicólogo y que nadie se preocupo más. Entonces ¿qué es lo que pasa? Que se acostumbran a estar en ese estado y no acuden más. Hay hartas mujeres que están enfermas. Con diabetes, con anemia, con tumores, con cáncer, problemas a la presión. Pero en el fondo nadie las ve (directivo, programa ambulatorio). El estudio de Brown y Harris (1978) concluye que la depresión se asocia con falta de reconocimiento y de valoración. Es así que la falta de trabajo remunerado fuera del hogar de las mujeres madres y cuidadoras, significa no sólo la falta de acceso a recursos económicos altamente necesarios para las familias, sino también que ellas quedan aisladas de toda red social más allá de su pareja y de familia extendida. En el marco teórico ya se indicó el proceso de aislamiento social que muchas veces va de la mano de historias familiares de vulneración. De hecho el informe de desarrollo humano del PNUD sobre género (2010), muestra que efectivamente en Chile las mujeres tienden a mostrar menos redes sociales que los hombres y a estar concentradas casi exclusivamente en redes familiares. A esto se suma que la inseguridad de los barrios donde viven las familias de niños, niñas, y adolescentes atendidos por Sename, produce muchas veces un debilitamiento de los lazos de esas comunidades locales, ya que las familias prefieren cortar toda forma de vínculo para evitar verse involucradas en problemas. 104 Que las mujeres trabajen en forma remunerada fuera del hogar constituye una amenaza para la hegemonía masculina en diversos ámbitos. Parte importante del rechazo de las parejas masculinas a que las mujeres trabajen en forma remunerada fuera del hogar, tiene que ver con el control que ellos ejercen sobre ellas. Como se mencionó anteriormente, el trabajo pagado da acceso a las mujeres a una red social más allá de su marido/pareja y de su familia de origen, red que también ofrece la posibilidad de conocer nuevas parejas. La literatura muestra que esta última posibilidad es lo más resentido por los hombres en Chile, y así la incorporación de la mujer al trabajo remunerado fuera del hogar puede desembocar en situaciones de violencia hacia la mujer (Tinsman, 1995; Ramm, 2013). De hecho, la evidencia muestra que el aislamiento social y mayor sumisión de la mujer aumentan las probabilidades que ésta sea víctima de violencia de género (Larraín, 2008). En síntesis, según la opinión de profesionales y directivos, entre las familias de los niños, niñas, y adolescentes atendidos por la red Sename predomina un tipo de familia patriarcal basada en una subordinación de lo femenino a lo masculino. Cabe destacar que este tipo de familia no es exclusivo de este grupo, ya que la evidencia es contundente en mostrar que éste es el modelo de familia que en general predomina en Chile, incluso en los sectores de mayores ingresos 43. Sin embargo, en el caso de los grupos de bajos ingresos –que corresponde a la mayoría de la población atendida por Sename- se presenta como agravante la escasa participación de las mujeres –madres y cuidadoras- en el trabajo pagado fuera del hogar. Esto porque resta recursos económicos vitales para el bienestar de las familias y favorece el aislamiento social de éstas. Además resta autonomía a las mujeres madres-cuidadoras, aumenta sus probabilidades de desarrollar depresión, y de ser víctimas de violencia de género. Evidentemente, dado el papel central de las mujeres en el cuidado de niños, niñas, y adolescentes, estos efectos negativos también se hacen extensivos al ejercicio de sus responsabilidades parentales y al tipo de vínculo que puedan desarrollar con su descendencia. Para concluir esta sección cabe destacar, primero, que el predominio masculino también se hace presente en que se le asigne una gravedad distinta al abuso sexual según el género la víctima. Como se mencionó, la concepción de género convencional se basa en una asimetría sexual a favor de los hombres. En este sentido un profesional reporta, ‘si abusaron de un niño, es terrible, porque “puede ser homosexual”. Pero si abusaron a una niña no es tan terrible, porque “igual algún día le iba a pasar”’ (profesional, programa ambulatorio). Esta misma situación, de mayor tolerancia hacia el abuso sexual femenino, también se repite para mujeres mayores de 18 años (Casas Becerra y Mera, 2004). Segundo, que la autoridad masculina se ve reforzada, al decir de profesionales y directivos, por el propio marco legal chileno, que reconoce la autoridad legal paterna pero tiene mayores dificultades para reconocer la autoridad legal materna. Esto, pese a que las madres –o alguna figura femenina- son las que en general se hacen cargo de los niños, niñas, y adolescentes en la práctica. En palabras de un profesional, “el que asume la responsabilidad legal es el hombre. Pero en la práctica el que asume la responsabilidad son las madres” (profesional, programa residencial). La hegemonía del padre por sobre la madre en términos legales tiene una larga historia, y pese a cambios ocurridos en las últimas décadas esa matriz patriarcal al parecer sigue operando 44. 43 Al respecto ver el estudio de Thumala (2007), quien hace un detallado análisis de la concepción de familia predominante entre la élite económica del país. 44 Para un riguroso análisis histórico del marco legal que afecta a los niños, niñas y adolescentes en relación a la paternidad para el caso de Chile ver: Milanich (2009). 105 c. Autoritarismo como estrategia de protección De manera esperable, según el modelo de familia imperante en el país, directivos y profesionales señalan que entre las familias de los niños, niñas, y adolescentes atendidas por Sename, predomina un modelo autoritario de crianza. En este modelo es central la obediencia de los(as) niños(as) hacia sus padres, y para lograrla habitualmente se recurre a los castigos físicos. Como señala un entrevistado, “toda la familia siempre cree que la protección del niño es como tenerlo así cortito” (directivo, programa residencial). Este recurso a los castigos físicos como forma de imponer la autoridad de los padres sobre su descendencia es frecuente en Chile, y se incrementa a menor nivel de ingresos (mientras que la violencia psicológica es más común entre sectores más acomodados) (Larraín y Bascuñan, 2008). El mismo estudio de Larraín y Bascuñan concluye que quienes han sido víctimas de violencia física son los que más la defienden como método de enseñanza, lo cual es concordante con lo que reportan profesionales y directivos, sobre cómo se reproducen de una generación a otra patrones de violencia intrafamiliar. Basado en las entrevistas a profesionales y directivos, es probable que este recurso de castigos físicos en sectores de menores ingresos se relacione con los mayores peligros inmediatos que enfrentan las familias que viven en entornos de pobreza e inseguridad. Este encadenamiento entre las violencias de la calle y del hogar, ha sido estudiado en profundidad para barrios marginales de otros lugares de América Latina (Auyero y Berti, 2013). Así frente a entornos altamente amenazantes y peligrosos los padres y cuidadores recurren al uso de violencia física como un mal menor, como estrategia de protección frente a la posibilidad que niños(as) y adolescentes sean víctimas de violencias peores. En el caso de las mujeres, se suma además el peligro del abuso sexual, que va de la mano con el predominio de lo masculino sobre lo femenino 45. Pese a los positivos resultados que muestra la escala NCFAS-G respecto de las habilidades parentales de las familias de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename, profesionales y directivos son muy críticos de éstas. De hecho, una de las principales críticas que profesionales y directivos hacen a las familias de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename, es la falta de vínculo afectivo de éstas hacia su descendencia. Para ilustrar esta situación un profesional describe una típica dinámica familiar como, “una guagua llora y llora y no la pescan. No sé. Hay violencia intrafamiliar. El marido le pega a la señora, a la guagua, o sea ¿quién va a estar preocupado de acurrucar, de acoger, de sostener? Nadie” (profesional, programa residencial). En opinión de directivos y profesionales esta distancia afectiva o falta de vínculo tiene profundas consecuencias, las que pueden ser aún más devastadoras que la propia situación de vulneración de derechos. En palabras de un directivo, “la negligencia va asociada al abandono de cualquier tipo y suele ser más dañina que experiencias de abusos para los niños, es soterrada y se da a través del tiempo dejando daños sentimentales en los niños, estamos hablando de primera infancia con trastornos del apego” (directivo, programa residencial). Otro aspecto que mencionan es la falta de habilidades de madres/padres y cuidadores para criarlos sin recurrir a castigos físicos, según la opinión de profesionales y directivos. De hecho algunos profesionales señalan que madres/padres y cuidadores refieren dejar que niños, niñas y adolescentes hagan lo que ellos deseen, argumentando que, “como ahora no se les puede decir nada, yo lo dejo que haga lo que quiera”. Frente a esta habitualidad del castigo físico como forma de enseñanza, el desafío es, según profesionales y directivos, “mostrarle a la 45 Lo cual se confirma según los resultados de la encuesta a profesionales tratantes, que muestran que niñas y adolescentes mujeres son ingresadas a Sename producto de ser víctimas de delitos sexuales en forma mucho más habitual que niños y adolescentes hombres. 106 señora que no porque ahora no pueda pegarle al niño, quiere decir que no pueda educarlo” (profesional, programa ambulatorio). Algunos profesionales explican el recurso de castigos físicos, como reflejo de una falta de vinculación afectiva de las familias con los niños, niñas y adolescentes. Esta falta de vinculación radica, en opinión de algunos profesionales, en que las familias suelen ver a sus hijos(as) como una posesión, más que como personas. Al decir de un profesional, “los ven como una cosa, una cosa que es mía. Y como es una cosa que es mía, es mi hijo, yo le puedo pegar, y lo puedo maltratar, incluso lo puedo abusar, pero no tú, porque tú no eres dueño de esta cosa” (profesional, programa ambulatorio). Otros directivos y profesionales describen la relación entre madres, padres, y cuidadores; y niños, niñas y adolescentes como ambivalente. Esta ambivalencia se manifiesta en la coexistencia de discursos de valoración de los niños, niñas y adolescentes en paralelo a discursos de descalificación. En palabras de un profesional, “te dicen todo el rato que el niño es malo, o que el niño es mentiroso, pero [al mismo tiempo] ellos están todo el rato de: ‘Mi chiquitito venga, mi campeón, mi princesa, mi reina’” (profesional, programa ambulatorio). Además algunos profesionales señalan que las familias tienden a depositar la responsabilidad de la vulneración en los propios niños, niñas y adolescentes. Como señala un profesional, los padres típicamente dicen que la internación de su hijo(as) se debe a que, “’se portaba mal’, no es porque: ‘Yo fui negligente, porque yo lo maltrataba, porque yo hice esto, o no cumplí con tales funciones de padre’. Sino porque el niño era un ‘niño malo’” (profesional, programa ambulatorio). Tal vez el ejemplo más extremo de esta falta de visualización de las capacidades de las familias de niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename, por parte de profesionales y directivos, es la negativa de algunos equipos a trabajar con madres/padres/cuidadores con consumo problemático de drogas y/o alcohol. Como reporta un profesional, “generalmente no trabajamos con padres con dependencia. Para nosotros es caso perdido” (profesional, programa residencial). En resumen, existe una brecha entre los resultados arrojados por la NCFAS-G respecto de los recursos con que cuentan las familias y las opiniones de profesionales y directivos. Por una parte, el NCFAS-G muestra que estas familias cuentan con importantes recursos, lo cual se ve validado además por el mejor resultado de los programas de Familias de Acogida (se profundizará en este tema en la siguiente sección). Por otra parte, profesionales y directivos, presentan en general una opinión bastante crítica de estas mismas familias, opinión que es especialmente negativa en el caso de los profesionales. Evidentemente no se trata aquí de oponer los resultados del NCFAS-G a las opiniones de los equipos profesionales. Lo más probable es que tanto el NCFAS-G como profesionales estén en lo cierto en sus apreciaciones. Entonces, probablemente el desafío es trabajar con los profesionales que, pese a todas las falencias que ellos detectan en las familias con las que trabajan, esas mismas familias también cuentan con recursos. Entonces la tarea es cambiar el foco de los equipos profesionales desde las falencias a los recursos y también a comprender de mejor manera cómo las dinámicas familiares se relacionan con los contextos de vida de las familias. C. INTERVENCIONES SENAME Y VÍNCULO FAMILIAR a. Vínculo familiar en tensión: duración y multiplicidad intervenciones En esta sección se profundiza en las intervenciones ejecutadas por Sename, y cómo estas afectan el vínculo familiar de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. En este 107 sentido constituye una continuación y profundización de lo analizado anteriormente sobre la institucionalidad de infancia. Como se mencionó en la sección sobre la actual institucionalidad de protección a la infancia, una característica de ésta es la duración de sus intervenciones, que debido a su extensión suelen ser perjudiciales para el vínculo familiar de niños, niñas y adolescentes sujetos de intervención. A esto se suma, que según profesionales y directivos, muchas veces las intervenciones son múltiples, lo que trae consecuencias imprevistas que amenazan las relaciones familiares de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. Que estas intervenciones sean múltiples se origina tanto en las decisiones de los tribunales como en la propia forma de operar de los programas. En primer lugar, estas múltiples intervenciones demandan un gran esfuerzo por parte de quienes están a cargo del cuidado de niños, niñas y adolescentes (madres, abuelas, y cuidadoras femeninas en general). Cada intervención requiere concurrir a ciertos lugares, esperar ser atendidos, cumplir con ciertos requisitos y tramites, someterse a cierto tratamiento, y seguir instrucciones, entre otros. En otra palabras, y aunque parezca paradójico, se requiere contar con muchos recursos para poder cumplir adecuadamente con intervenciones de carácter múltiple. Recursos que incluyen como mínimo: tiempo, medios de transporte adecuado, y contar con servicios de cuidado de otros familiares dependientes. Entonces las familias, y específicamente los principales cuidadores de niños, niñas y adolescentes -es decir madres y abuelas- se ven sobrecargados, de manera a veces extrema, para poder cumplir con las diversas demandas de las distintas instituciones que intervienen. En palabras de un directivo, “¿qué es lo que haces tú? Tú crees que ayudas a esa mujer, pero la sobrecargas” (directivo, programa ambulatorio). Por ejemplo, un directivo reporta cómo una madre lloraba pues iba a perder su trabajo producto de las exigencias de responder a las distintas instituciones dictaminadas por el tribunal. Otro directivo describe una situación similar, “tenemos familias que están en siete programas distintos. Entonces están en este programa, están en un PIB, otros hijos están en un PIE, están en el COSAM, están en un PRM, entonces de verdad que si uno lo ve desde la familia, están en una situación espantosa” (directivo, programa residencial). De manera similar una de las cuidadoras entrevistadas, reporta que le pidieron que no llevara con ella a sus propios hijos, cuando asistía con los niños, niñas y adolescentes a su cargo a un programa Sename. En sus palabras, “ellos empezaron que yo no podía ir con mi hijo recién nacido, porque molestaba y no me dejaba conversar con la asistente social”. Dado el contexto previamente descrito de las familias de los niños, niñas y adolescentes, y que es compartido habitualmente por las familias cuidadoras, es de notar que se puede generar una falta de sensibilidad frente a las dificultades diarias que enfrentan madres y cuidadoras. Sin embargo, hay excepciones a destacar, como por ejemplo: Lo hacemos sólo con los padres, (…) los padres faltan, se resisten, la excusa es que trabajan. Entonces nosotros hacemos los días sábado, una jornada de todo el día. Con desayuno, después les hacemos almuerzo y les damos once. Salen de aquí súper felices, están trabajando todo el día a full. Trabajamos todo el equipo, hay dos personas profesionales que están haciendo el taller, más un tutor de apoyo (…) está todo el equipo. En la logística, las personas que cocinan, las que preparan el desayuno, las que cuidan los niños. [Porque] los que no pueden dejar a sus niños en la casa los traen. Entonces, les ponemos películas, le hacemos palomitas de maíz, qué sé yo (directivo, programa ambulatorio). En relación a esta intervención múltiple, una segunda dificultad que afecta negativamente al trabajo con las familias y que es destacada por muchos directivos y profesionales, es la falta de atención coordinada entre las distintas instituciones que conforman la red. Con esto se refieren a que los niños, niñas y adolescentes son abordados de manera especializada por cada una de las instituciones intervinientes. Aquí la crítica central es la falta de una intervención integral, que ponga al centro de su actuar el bienestar efectivo de niños, niñas y adolescentes. Bienestar que está íntimamente relacionado con fortalecer, y no sobre exigir, los lazos con sus 108 cuidadores(as). Directivos y profesionales señalan que los niños, niñas y adolescentes son “atomizados por pedacitos” (profesional, programa residencial). Como explica el mismo profesional, “todos hacen un poquito pero nadie se pone de acuerdo con trabajar a la familia. O sea por ejemplo un niño que ya no está en residencia, que está en un PIE. Lo ven de un lado, después lo ve el COSAM, ese niño tiene como cinco personas en él. Interviniéndolo pero sin ponerse de acuerdo con el trabajo que se quiere hacer con él”. b. Habilidades parentales: discursos vs prácticas El foco de la intervención de Sename a nivel de familias está en mejorar las capacidades de crianza de padres y cuidadores, lo que se denomina habilidades o competencias parentales. En general, directivos y profesionales reproducen el discurso de Sename en términos de señalar que ellos aplican un enfoque sistémico, ecológico, y psicosocial. Mencionan también la importancia del enfoque de derechos, y algunos –los menos- también mencionan el enfoque de género. Específicamente directivos y profesionales señalan que su trabajo consiste en la construcción de un vínculo entre niños, niñas y adolescentes y sus familias; específicamente con su cuidador(a). Además, el trabajo con habilidades parentales, según profesionales y directivos, también involucra que la persona encargada del cuidado de niños, niñas y adolescentes aprenda a establecer límites, y a hacerse responsables de ellos. La idea, entonces, es que progenitores o cuidadores de niños, niñas y adolescentes, gracias a la intervención de Sename, adquieran las capacidades y habilidades para poder cuidar de ellos de manera adecuada. La creación o fortalecimiento de un vínculo entre niños, niñas y adolescentes y su cuidador(a) aparece como el objetivo más nombrado por los profesionales, especialmente los que trabajan en programas residenciales. Esta mayor atención al vínculo por parte de los profesionales de programas residenciales es entendible, pues justamente estos programas reciben a niños, niñas y adolescentes con mayores problemas de vinculación con sus familias. Por ejemplo, un profesional señala, “la intervención es efectivamente, que los chiquillos se sigan vinculando con estas familias […]. Porque los vínculos son los que mueven a los chiquillos, uno desde ahí hace un trabajo con los chiquillos. Los chiquillos están tan dañados que efectivamente hay una intervención en terapia, se hace una intervención profesional con ellos, pero lo que los mueve a ellos son los vínculos” (profesional, programa residencial). Profesionales y directivos reportan que para que su intervención tenga alguna probabilidad de éxito, es vital la existencia de un adulto dentro de la familia de origen que se haga cargo del niño, niña, o adolescente atendido. En opinión de profesionales y directivos, sin la existencia de tal figura es imposible trabajar en el regreso de niños, niñas y adolescentes a su familia de origen. Para trabajar el fortalecimiento de este vínculo, profesionales y directivos mencionan que comienzan por tratar de que este potencial cuidador(a) comience a hacerse responsable del niño, niña, o adolescente. Lograr esta responsabilización por parte de un adulto aparece como desafío mayor en el caso niños, niñas, y adolescentes que están en programas residenciales. Por ejemplo, un profesional reporta, “ir haciendo ese trabajo como de hormiguita, pero que la familia pueda ir asumiendo ciertas responsabilidades mientras los niños están en la residencia” (profesional, programa residencial). Lo que los equipos profesionales intentan inculcar es que progenitores y cuidadores de niños, niñas y adolescentes comprendan que es necesario que ellos se hagan parte del proceso de reparación para que los niños, niñas, y adolescentes sean egresados del programa de intervención de Sename. Como menciona otro profesional, “siempre tratamos que el proceso sea de ellos, y está la responsabilidad que si ellos no adhieren al proceso, no podrá haber ningún cambio, porque no van a haber milagros” (profesional, programa residencial). 109 En cuanto a cómo trabajan las habilidades parentales, directivos y profesionales mencionan terapia psicológica, talleres, visitas domiciliarias, y uso de cartillas informativas. A través de entrevistas es imposible determinar la efectividad de estas diversas metodologías. Sin embargo, el reporte de una de las cuidadoras sugiere que puede que no siempre sean todo lo efectivas que se desea. Esta cuidadora refiere así su experiencia de asistir a talleres, “nos ponían videos, hacíamos juegos, que había que cantar, había que contar chistes, y cosas así. De repente, yo encontraba que era muy de perder el tiempo”. Respecto al protagonismo de las familias en este trabajo, directivos y particularmente profesionales mencionan que muchas veces ellos mismos operan con un modelo de intervención vertical, dando escasa importancia a las opiniones de las propias familias, lo cual probablemente se vincule con la dificultad de identificar los recursos en los sistemas familiares. Como señala un profesional, “nosotros también los invisibilizamos, porque nosotros creemos que tenemos la solución del problema de esta casa” (profesional, programa residencial). De hecho, una de las cuidadoras señala que constantemente tenía diferencias con el equipo profesional de Sename, pues ellos “siempre estaban criticando todo lo que yo hacía. Ellos nunca veían el porqué yo hacía las cosas”. Esta relación vertical de los equipos de la red Sename respecto del progenitor o cuidador a cargo de niños, niñas, y adolescentes queda ilustrada en el reporte de la misma cuidadora, quien menciona, “ellos venían siempre a supervisar como dormían, cómo vivían, venían, revisaban las piezas […]. Yo me siento como si me estuvieran vigilando todo el tiempo […]. Al principio era prácticamente estar dando explicaciones por todo […] siempre está el anhelo de terminar con todo esto y dejar de dar explicaciones”. Cabe destacar que, de hecho, algunos(as) profesionales se hacen cargo de esta tendencia a imponer sus propios modelos, y mencionan la necesidad de rescatar y de trabajar en base a las propias competencias de las familias, “nosotros venimos a trabajar, no a juzgar” (profesional, programa residencial). También en los directivos se observa un discurso de mayor comprensión hacia las familias, en comparación con lo que reportan los profesionales. Según gran parte de los directivos, es central para el éxito de la intervención el trabajar desde las propias posibilidades y competencias de cada familia. Por ejemplo, “para nosotros no existen familias negativas, sino que existen familias que tienen carencias y debilidades” (directivo, programa residencial). De manera similar otro directivo menciona, “no existe ninguna familia completamente competente, dependiendo de los procesos la familia puede hacerse más o menos competente […] por lo que no hay que clasificarlas según lo que les falta, porque seríamos muy castigadores” (directivo, programa residencial). Esta diferencia de énfasis entre profesionales y directivos, puede indicar que tal vez existe un discurso institucional positivo hacia las familias, que sin embargo puede no verse reflejado en las prácticas de los equipos. Esto puede ser una interpretación plausible, pues siempre los discursos se modifican más fácilmente que las prácticas. Pero sin duda que es necesaria investigación etnográfica de largo plazo para poder tener una mejor comprensión de las prácticas efectivas (a las que no se puede acceder por otros métodos de investigación). Más allá de esto, el material analizado en esta sección muestra que actualmente el fortalecimiento del vínculo familiar al parecer tiende a limitarse a un adulto, con quien se trabaja en sus competencias para el cuidado de un niño, niña, o adolescente. Como reporta un directivo, “nosotros no sabemos hacer tampoco trabajo familiar, o sea, elegimos al adulto responsable para trabajar” (directivo, programa ambulatorio). Trabajo que además, sugieren los reportes de profesionales y directivos, se realiza principalmente utilizando una lógica vertical. Cabe preguntarse entonces por las probabilidades de éxito de esta intervención, tema que volverá a tratarse en las recomendaciones finales de este informe. 110 Por otra parte, cabe destacar que algunos(as) de los usuarios(as) de la red Sename rescatan elementos muy positivos del trabajo que han realizado en los centros. Aquí se mencionan algunos aspectos que, si bien no fueron diseñados explícitamente para fortalecer el vínculo, es probable que sí tengan tal efecto. Por ejemplo la madre de una hija abusada sexualmente destaca el apoyo de los profesionales como fundamental para enfrentar esta situación, especialmente el proceso penal. En palabras de esta entrevistada, “sin los tíos yo no hubiese sabido cómo hubiese salido del tema de [mi hija]. Porque los tíos han sido mi pilar fundamental acá”. Esto muestra la centralidad de crear un vínculo de apoyo efectivo entre los equipos Sename y los progenitores(as) y cuidadores(as) de niños, niñas, y adolescentes. Es decir, los usuarios(as) entrevistados(as) relevan cómo los profesionales de los centros han podido establecer con ellos una relación de cuidado, respeto y fortalecimiento de estos referentes familiares en momentos de crisis, replicando así en su propio actuar lo que les solicitan a progenitores y cuidadores respecto de niños, niñas, y adolescentes a su cargo. De manera adicional, las dos cuidadoras entrevistadas destacan el apoyo material y económico que han recibido de Sename. Si bien este aporte no es muy significativo resulta igualmente valorado, dado el contexto de precariedad de las familias/cuidadores de los niños, niñas, y adolescentes descrito anteriormente. Es decir, aunque se trate de un monto bajo, constituye un aporte directo y seguro para la madre, abuela o cuidador(a) de los niños, niñas, y adolescentes; lo cual en un contexto de alta precariedad hace una diferencia significativa. Por ejemplo una cuidadora señala, “al principio igual me ayudaron harto. Porque me ayudaban con útiles escolares cuando entraban al colegio, me daban una caja de mercadería, y me daban treinta mil pesos mensual por los tres [niños y niñas a su cargo]”. Por último, las cuidadoras entrevistadas también mencionan un beneficio secundario, cual es que los niños, niñas, y adolescentes son considerados como cargas de ellas para efectos de la Ficha de Protección Social (FPS). Esto significa que tienen mayores posibilidades de obtener ciertos beneficios sociales, pues son consideradas como familias más vulnerables. c. El recurso de la familia extendida En esta sección se analiza el potencial que contienen los lazos familiares para la reparación de vulneraciones sufridas por niños, niñas y adolescentes. Para comenzar, cabe destacar que el análisis de la escala NCFAS-G muestra que los programas de Familias de Acogida son los que tienen un mejor desempeño en su funcionamiento familiar en comparación con los demás programas analizados en este estudio (Especializados, Reparación en Maltrato y Residencias). En general, se trata de familias extensas que han sido evaluadas para estar al cuidado, a lo menos temporal, de los niños(as). Al respecto, cabe destacar que es generalmente una abuela, quien asume el cuidado del niño, niña o adolescente. Es decir, el programa de Familia de Acogida lo que hace generalmente es mantener el cuidado de niños, niñas y adolescentes dentro de una misma red familiar. Como afirma un directivo de FAE, “trabajamos un 99,9% con familias de acogida extensa”. De manera similar un profesional de Residencia reporta, “se busca, a toda la familia. Ya cuando la familia extensa tampoco tiene respuesta ni quiere asumir, ni hacerse cargo del niño, porque no sé […], se busca la otra tía y esta igual, y si ya nadie quiere hacerse cargo de los hijos de esta mamá y el papá no está, se solicita la adopción” (profesional, programa residencial). En este priorizar a la familia como cuidadora de niños, niñas y adolescentes pesa la negativa evaluación que tienen directivos y profesionales de programas ambulatorios sobre las Residencias de protección. En este sentido es revelador el testimonio de un profesional, quien menciona, “cuando tengo que pensar en sacar a un niño de la familia y no hay más opción que mandarlo a un hogar, me lo cuestiono mucho. Me duele el alma pensar ¿qué va a pasar con ese niño ahí? Pensar: ¿Le estaré haciendo un bien o lo voy a mandar a algo peor?” (profesional, 111 programa ambulatorio). Otra entrevistada también ilustró los problemas de los hogares, “todos sabemos que los hogares son pésimos. Y que probablemente que a ese niño que tú lo estás sacando por maltrato, va a ser violado en el hogar” (profesional, programa ambulatorio). Como se mostró anteriormente, profesionales y directivos tienden a ser bastante críticos de las familias de origen de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. En este sentido, para ellos la familia extendida no es radicalmente distinta a la familia nuclear, lo cual contrasta con los resultados de la escala NCFAS-G. En palabras de un profesional, la familia extendida comparte un “contexto familiar que muchas veces tiene que ver con las mismas vulneraciones que ya recibieron antes de sus padres” (profesional, programa residencial). A esto se suma que, dadas las condiciones de vivienda de los grupos de bajos ingresos, es frecuente que parientes convivan en una misma vivienda o sitio. Como señala un profesional, “el tribunal, lo deja con la misma abuelita que tiene al lado, o vive en la misma casa a veces del agresor o de la agresora” (profesional, programa residencial). Sin embargo, y pese a estas opiniones críticas respecto de las familias de origen, lo cierto es que en la práctica muestran un mucho mejor desempeño, no sólo respecto de los programas residenciales sino también ambulatorios. De este modo, la evidencia indica que, pese a todos los problemas que enfrentan las familias de origen de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename, éstas cuentan con importantes recursos y capacidades para reparar las vulneraciones sufridas por ellos. Sin duda se requiere de mayor investigación para entender cómo opera esto, pero lo que parece fuera de discusión es que efectivamente las familias, entendidas en un amplio sentido, como familias extensas, constituyen un recurso central para la restitución de derechos vulnerados. Antes de concluir esta sección cabe destacar que, según directivos y profesionales, algunas familias prefieren que Sename se haga cargo de los niños, niñas y adolescentes; pues consideran que estarán mejor cuidados en la red Sename que en su familia de origen. Como reporta un profesional, “ellos saben que el día de mañana tú no vas a sacar al niño y lo vas a echar a la calle (…). Entonces ellos tienen como esa satisfacción o esa tranquilidad, (…) y así lo plantean también, [te dicen] ‘Pero si él está bien aquí. Tienen comida, tienen techo, yo lo vengo a ver de vez en cuando’” (profesional, programa residencial). Esta valoración positiva de la institucionalización es más frecuente en el caso de familias de adolescentes, al decir de un profesional, “tienen nociones súper positivas de la institucionalización, de que va a salvarlo, va a ser provechoso, que lo va a sacar de la calle, de las drogas, de todo” (profesional, programa ambulatorio). Directivos y profesionales son muy críticos de estas familias, y algunos incluso señalan que éstas instrumentalizan a Sename. Sin embargo, es probable que dado el contexto de vida que enfrentan las familias de estos niños, niñas y adolescentes; el recurrir a Sename, pese a las opiniones críticas que se tienen sobre este, sea la única opción para asegurar su sobrevivencia. En otras palabras, para madres, abuelas, en situación de extrema pobreza es probable que internar a un niño, niña o adolescente en un hogar de Sename se constituya en una alternativa. De hecho, la literatura muestra cómo históricamente en Chile la aguda falta de recursos de muchas familias finalmente se ha traducido en que sean los niños, niñas y adolescentes más pobres los que sean institucionalizados. La institucionalización es entonces entendido como un último recurso de sus madres y cuidadores, frente a la imposibilidad de asegurar su sobrevivencia (Milanich, 2009). De hecho cabe destacar cómo la caracterización de niños, niñas y adolescentes -en base a Senainfo presentada anteriormente en este documentomuestra que efectivamente hay una mayor prevalencia de pobreza en niños, niñas y adolescentes atendidos en programas residenciales. De manera similar, hay evidencia que también muestra que para familias que conviven con adolescentes con consumo problemático de drogas y alcohol, en situaciones de conflicto social 112 o con conductas violentas, por mencionar algunas, la institucionalización es vista como una alternativa positiva (Comfort, 2008; Auyero y Berti, 2013). En este caso, la razón principal no es la falta de medios materiales, sino proteger a niños, niñas y adolescentes -especialmente a estos últimos- de situaciones que ponen en peligro sus vidas. 113 8. Buenas Prácticas en el Trabajo con Familias Esta última parte de los resultados cierra con un análisis de buenas prácticas, reportadas por profesionales y directivos, que –de acuerdo a sus percepciones- contribuyen al fortalecimiento del vínculo, en el contexto del trabajo con familias en situación de graves vulneraciones de derechos hacia los niños, niñas y adolescentes. Como se verá, para la construcción de un vínculo bientratante, se requiere trabajar diversos aspectos que de una u otra manera inciden en este. Primero se destacan prácticas que permiten establecer formas de relación acordes con los modelos de vinculación que los equipos de Sename requieren instalar en sus sujetos de atención. Es decir, se distinguen estilos de relación de los equipos Sename con niños, niñas y adolescentes, y sus familias, que son acordes con las formas de relaciones familiares que Sename quiere potenciar, como forma de restitución de la vulneración sufrida. En concreto se resaltan condiciones y prácticas que permiten crear un lazo afectuoso, confiable, y democrático entre los equipos de Sename y sus sujetos de atención. Luego, se subrayan ciertas prácticas que ayudan a reducir las desigualdades de género y que, de esa manera, contribuyen al establecimiento de relaciones sociales y familiares más igualitarias y democráticas. Finalmente se rescatan prácticas que ayudan a fortalecer los lazos sociales, a través de reforzar la inclusión social. Como se ha mencionado anteriormente en este informe, la adecuada integración social contribuye al desarrollo de mejores relaciones familiares. Estas buenas prácticas de inclusión social abordan distintas formas de diferencia y diversidad, de manera que no se transformen en fuente de mayor marginación y discriminación de niños, niñas y adolescentes y de sus familias. En otras palabras, se trata de prácticas inclusivas, que son necesarias si se quiere avanzar en fortalecer los vínculos familiares. Vinculación de los organismos de la red Sename con sus usuarios La intervención que ejecutan los diferentes centros de la red SENAME opera en múltiples niveles. Uno de ellos, central para la restitución de los derechos vulnerados en niños, niñas y adolescentes, es que los(as) integrantes del equipo técnico puedan modelar un estilo de vinculación basado en el buen trato, la preocupación y el respeto por el otro. De este modo, los(as) usuarios(as) pueden experimentar otro tipo de relación posible, que promueve el desarrollo humano. Respecto de los equipos, un primer elemento, destacado por directivos y profesionales, para poder establecer un vínculo adecuado con niños, niñas y adolescentes y sus familias es la estabilidad de la relación. Para esto, es central contar con equipos consolidados y con experiencia. Considerando que se trata de personal idóneo, esta estabilidad del vínculo sin duda se ve favorecida por una baja rotación de personal. En este sentido, varios directivos y profesionales destacan cómo la baja rotación de personal permite efectuar un mejor trabajo. Así un directivo menciona, “no hay una alta rotación de las educadoras, que acá es súper importante en términos de que las niñas también tienen una llegada importante con las educadoras de trato directo” (directivo, programa residencial). Mientras otro reporta, “hay menor rotación de personal también y eso incide sobre el plan de intervención” (directivo, programa ambulatorio). Pero también, la estabilidad del vínculo significa que, más allá de los equipos concretos con los que trabajan niños, niñas y adolescentes y sus familias, debe haber una relación adecuada con 114 el Centro que los acoge. Como explica un directivo, “independiente de que la dupla no esté, es el centro el que te recibe. De igual manera [el centro] resuelve, por ejemplo, las situaciones de crisis. El vínculo es con el centro, más que con la dupla”. Es decir, la estabilidad de los equipos es clave para el desarrollo de relaciones de confianza, pero tampoco esto se puede traducir en una personalización absoluta de las relaciones, y para eso es importante que las instituciones, creen las condiciones para desarrollar un adecuado vínculo con los niños, niñas y adolescentes y sus familias. Probablemente aquí es clave la figura de los directivos en dar rostro y estabilidad a los programas de atención de Sename. Un segundo aspecto, referido al tipo de vínculo que los equipos de la red Sename construyen con niños, niñas y adolescentes y sus familias; se refiere a la participación de estos en el diseño y forma de intervención que realizan aquellos. El tema de fondo es el tipo de participación efectiva que tienen niños, niñas y adolescentes y sus familias en los planes de intervención que realizan los equipos de la red Sename. Como se ha visto anteriormente, la evidencia analizada en este estudio sugiere que la participación de niños, niñas y adolescentes y sus familias es más bien restringida. Es decir, niños, niñas y adolescentes y sus familias deben limitarse a seguir un patrón de conducta señalado por el programa de intervención. En este contexto de participación restringida, cabe destacar la práctica de buscar tener una relación más horizontal con las familias, donde se les escucha y se logra de común acuerdo un plan de trabajo. Como reporta un directivo, “el modelo de los consensos, consensuar con las familias, pequeñas cosas, pequeños cambios. (…) Creo que eso es fundamental, considerar al otro, la opinión del otro, el tomar en cuenta” (directivo, programa ambulatorio). Práctica que, cabe consignar, sólo fue reportada de manera excepcional. Promoción efectiva de la igualdad de género: distribución equitativa de responsabilidades y de oportunidades Respecto del enfoque de género, la buena práctica más nombrada es buscar incorporar una figura masculina –generalmente el padre- al proceso de intervención. Como señala un directivo, “la estrategia básica tiene que ver con intencionar la incorporación de los miembros masculinos, lo que es súper difícil (…), la figura masculina principalmente es la que nos falla” (directivo, programa residencial). También un profesional destaca, “se incorpora generalmente una figura femenina y masculina significativa en el proceso reparatorio” (profesional, programa ambulatorio). Sin duda que la incorporación de la figura masculina aparece como acertada, especialmente para contrapesar la sobrecarga que experimenten madres y cuidadoras femeninas. Sobrecarga que tiene consecuencias negativas para tales mujeres, y que por ende, también afectan sus lazos con niños, niñas y adolescentes a su cargo. Pero también la presencia de la figura masculina permite recoger su perspectiva y su voz, tanto en el diagnóstico de la problemática como en la restitución de derechos vulnerados. La preeminencia de roles de género convencionales dificulta la inclusión y el fomento de la responsabilización masculina en la crianza de niños, niñas y adolescentes. Roles que operan tanto a nivel de usuarios de la red Sename, como de la institucionalidad de protección a la infancia. Como señala un directivo, “culturalmente está aceptado que el hombre sea el que se manda a cambiar, y cuando es la mujer la que se va, el hombre se victimiza un poco más” (directivo, programa residencial). Respecto de los sesgos de género que operan en la institucionalidad de protección a la infancia, un directivo reporta, “en muchos casos nos hemos encontrado que existiendo estas figuras, un padre por ejemplo, o un tío; se les descarta de plano sin evaluar más allá si existen competencias, características o indicadores que podrían mostrar que es una persona que el día de mañana podría vulnerar a esta niña o no” (directivo, programa residencial). A esto se suma 115 que en algunos casos hay reportes de directivos que demuestran conductas y discursos que promueven la reproducción de desigualdades de género. Este es el caso, por ejemplo, de quien señaló que premiaban a las niñas cuando éstas se comportaban como “señoritas”. Una estrategia de igualdad de género mencionada, aunque sólo por un número reducido de profesionales y directivos, y que aparece como acertada, es la eliminación de barreras de género para niños, niñas y adolescentes para acceder a actividades de capacitación, recreativas, deportivas, u otras. En otras palabras, algunos programas promueven explícitamente que tanto mujeres como hombres pueden realizar las mismas actividades. Como explica un directivo, “las actividades son para todos, antes panadería era para hombres y peluquería era para mujeres. Ahora todo es mixto, ha sido súper positivo. El deporte también, hemos hecho equipos de hombres y también de mujeres, son deportes colectivos mixtos” (directivo, programa residencial). A futuro, se podría esperar que esto avanzara hacia incentivar específicamente a niñas a tomar parte de estudios y programas de capacitación en áreas tradicionalmente masculinas. Esto, en atención a la mayor valoración social y mejores ingresos que suelen tener las ocupaciones ‘masculinas’ 46. Otra estrategia respecto de género, particularmente relevante en la temática estudiada, es que algunos programas trabajan sesgos de género directamente con las familias. Un típico ejemplo de discriminación que sufren las niñas en sus familias es que se espera que sean una suerte de segunda madre. Así, desde pequeñas deben colaborar en tareas domésticas y cuidar de hermanos(as) menores. Como señala un directivo, “típico que al niño no se le exige nada, pero la niña tiene que tener hecha su cama, su ropa, etc. [También se] tiende a responsabilizar más a las niñas del cuidado, las familias extensas tienden a dejar que las niñas no vayan al colegio para que cuiden a los niñitos menores, no al niño (…). Vamos identificando redes, jardín infantil, pero la responsabilidad es [de los padres], no es de la niña que debe dejar de ir al colegio para esto” (directivo, programa residencial). Al llegar a la adolescencia se producen nuevos sesgos de género, pues las mujeres adolescentes suelen experimentar un nivel mucho mayor de control parental, lo contrario sucede en el caso de los hombres, quienes en contraste comienzan a gozar de mucha más libertad y autonomía. Una última estrategia que se identificó fue que algunos programas realizan instancias de educación sexual que buscan prevenir el contagio de enfermedades de transmisión sexual y el embarazo adolescente. Estas instancias son destacables, en un contexto donde se percibe que existe una deficiencia respecto del tratamiento de la sexualidad, y donde evidentemente la sexualidad está íntimamente entrelazada con los roles de género. Como señala un directivo, “nuestro tema es, al final del día, la violencia de género. Dinámicas asociadas a la tolerancia de la violencia sexual, el discurso patriarcal súper arraigado está presente desde el fiscal regional hasta la madre que refiere a su hija como competencia sexual. Tenemos que tematizar sobre la sexualidad segura (…) lo sexual es el gran tema que no se habla” (directivo, programa ambulatorio). Pese a la existencia de estas estrategias para promover una mayor igualdad de género, cabe destacar que salvo la incorporación de la figura paterna o masculina, las demás estrategias aparecen más bien de manera excepcional dentro del grupo de programas estudiados. Lo que indica una falta de incorporación del enfoque de género a los programas de manera transversal y sistemática. Por el momento, sólo baste enfatizar la centralidad de promover la igualdad de género para establecer relaciones familiares más igualitarias y democráticas, tanto entre adultos como entre niños, niñas y adolescentes. Pero para que las relaciones familiares cambien, es necesario que también se modifiquen las relaciones entre los géneros de manera 46 Un reciente esfuerzo en este sentido lo constituye la campaña “Las niñas pueden” (2014) lanzada por ONU Mujeres, en conjunto con Comunidad Mujer, la Unión Europea, el Banco Inter-Americano de Desarrollo, y el Centro UC Encuestas y Estudios Longitudinales, la que se puede ver en: http://comunidadmujer.cl/lasninaspueden/ 116 general, pues las familias no son entes aislados. Así, si se quiere lograr cambios en las relaciones familiares, es necesario promover no sólo al interior de éstas, sino en su entorno (incluyendo las instituciones de protección a la infancia), una mayor igualdad de género. Fortalecimiento de la inclusión social En general se observa que el trabajo con las diferencias, ya sea de género u otras, no constituye un eje transversal de los programas estudiados, si bien está declarado tanto en los lineamientos técnicos de SENAME como en la mayoría de los proyectos analizados. Lo más abordado, con las limitaciones recién mencionadas, son las desigualdades de género. Sin embargo hay algunas excepciones que cabe subrayar. La relevancia de estas iniciativas es que permiten avanzar hacia una mayor inclusión e integración social de niños, niñas y adolescentes, y sus familias. Esta mayor inclusión social, en oposición al aislamiento social, favorece el desarrollo de mejores relaciones familiares. Por ejemplo algunos directivos rescatan como una buena práctica su trabajo con pueblos indígenas. “El tema de su interculturalidad, de que se sientan parte de, sentirse incorporados y valorando sus orígenes, y eso se trabaja más bien en forma individual. [Pero para el próximo año] tenemos pensado hacer algo más inclusivo, no solamente con los niños de origen mapuche, que abarque a toda la población que tenemos, en relación al respeto y al reconocimiento de los derechos en el tema de las etnias” (directivo, programa residencial). Es decir, ciertos programas están haciendo un esfuerzo por valorar en forma positiva los pueblos indígenas que residen en Chile. A futuro, es necesario estudiar y evaluar en profundidad estas intervenciones. Dada la historia de discriminación a pueblos indígenas es probable que sigan operando ciertos elementos de discriminación, como por ejemplo valorar al indígena “patrimonial”, pero no al actual (Barrientos, 2013). Por otra parte, cabe destacar que ningún programa menciona prácticas similares en relación a otras etnias que tradicionalmente han sido discriminadas, como por ejemplo los gitanos. Este trabajo con las etnias resulta particularmente relevante en la temática estudiada, pues en cada etnia la familia puede adoptar formas particulares, estableciendo relaciones entre sus miembros que responden a cosmovisiones diversas, en ocasiones difíciles de entender para la mayoría de los profesionales que no provienen de ella. Otra buena práctica inclusiva, es el aporte especial de Sename para el caso de niños, niñas y adolescentes cuyas familias viven en zonas rurales. Gracias a este aporte, es posible mantener el contacto de niños, niñas y adolescentes en programas residenciales con sus familias, como también poder incorporar de manera más efectiva a las familias en el proceso de intervención. Como destaca un directivo, “la mayoría de las familias son de sectores rurales y para eso el servicio nos destinó un monto, una cierta cantidad para poder destinarlo a material, a pasaje, a alimentación, porque claramente una familia que sale a las siete de la mañana en bus va a estar todo el día acá y necesita alimentarse. Y fíjate que nosotros como equipo evaluamos que fue una muy buena experiencia, los apoderados lo tomaron y lo evaluaron como una instancia muy positiva que les permitió entender, acercarse más al equipo, generar mayor confianza, pero sin duda fue posible netamente por el recurso económico y el tema de los pasajes, o sea yo te digo que del porcentaje, un 70% del monto que nos dieron se destinó a pasaje” (directivo, programa residencial). Por el contrario, varios directivos fueron abiertos en reconocer las dificultades que enfrentan para entender y trabajar la diversidad sexual. Por ejemplo un directivo reporta, “en el tema transexual se ha estado improvisando un poco, porque no sabemos mucho. Las organizaciones de este tema son súper pocas en la región. No cachamos nada nosotros y menos la residencia, 117 ni los tribunales. Ahí hay un vacío” (directivo, programa ambulatorio). El testimonio de otro directivo también es particularmente revelador por su honestidad al respecto: Mi nieta tenía 14 años, y justo vimos una pareja de chiquillos que se estaban besando… y ella siempre tranquila, y yo no pude evitarlo, y dije yo “¡oh que terrible!” dije yo, “qué terrible, quiero vomitar”. Entonces ella me dice, “pero abuela ellos son personas, y ellos se están expresando”, y yo le digo “¿si?, ¿tú crees?”. “¡Sipo!”, me dijo, “y tú ¿has conversado con ellos?” me dijo, (…) y me dice “mira, yo creo que el tema de los adultos, es que, todo lo ven así como, así malo, pero ¿cómo tú vas a saber si es malo, si no conversas con ellos, si no te enteras de cómo son ellos?”. “Ya” dije yo, “me voy a preocupar de eso” (directivo, programa residencial). Por otro lado, la creciente presencia de inmigrantes se presenta como otro desafío, ya que tampoco se mencionan estrategias especiales para abordar este nuevo escenario. De manera similar, llama la atención la ausencia de referencias a prácticas de inclusión en relación a creencias religiosas. Probablemente esto se deba a la predominancia que ha tenido la Iglesia Católica; sin embargo, hoy en Chile las iglesias evangélicas tienen una creciente relevancia, y también hay un porcentaje relevante de la población que es no creyente (Valenzuela, Scully y Somma 2008). Para cerrar esta sección de buenas prácticas, cabe destacar dos aportes adicionales que también se vinculan con una mejor integración social, pero específicamente respecto de la red de protección social, sea pública o de otro tipo. La primera práctica en este sentido, se refiere a activar y hacer uso de la red para que los adultos responsables puedan trabajar en torno a sus propias experiencias de vulneración en la infancia, puesto que sus efectos merman sus capacidades de cuidado y de vinculación con el niño, niña o adolescente a su cargo. Así un directivo explica, “para nosotros es fundamental la intervención con el adulto en base a sus propias experiencias vulneradoras, de lo contrario no tendríamos resultados, (…) haciendo una revisión acerca de sus propias experiencias de abandono, eso en buenas prácticas con las familias (…) madres que han sido sujeto de violaciones sexuales han sido derivadas a centros de reparación de abusos sexuales para adultos” (directivo, programa residencial). Una segunda buena práctica, en relación al trabajo con redes, son los vínculos que varios programas han establecido ya sea con universidades o institutos técnicos. Estas redes les permiten hacer convenios con clínicas de estos establecimientos educacionales, logrando un mejor acceso por ejemplo a salud mental y dental (las que presentan importantes deficiencias en la red de salud estatal). Al respecto un directivo destaca, “hemos firmado un convenio de atención con la Facultad de Odontología de la Universidad San Sebastián, y ellos nos han apoyado, con un costo bastante mínimo, en poder atender casos de urgencia y situaciones que no han podido ser cubiertas oportunamente por el sistema público” (directivo, programa residencial). El tema de fortalecer el vínculo no sólo de niños, niñas y adolescentes; sino también de sus familias con las redes de servicios sociales aparece como vital, dadas las precarias e inseguras condiciones de vida que enfrentan estas familias, y que tiene efectos negativos sobre sus vínculos familiares. 118 VI. Síntesis y Recomendaciones Técnicas para el Trabajo con Familias A partir de los resultados obtenidos mediante las diferentes estrategias de investigación utilizadas, se procederá a dar cuenta de las conclusiones finales del presente estudio, en base a lo cual es posible sugerir recomendaciones para el trabajo con familias en situación de graves vulneraciones de derechos hacia los niños, niñas y adolescentes. Entendiendo a la familia con un sistema complejo de relaciones, inserta en niveles ecológicos sucesivos que la contienen, no podemos sino aproximarnos desde una mirada contextual, que permita comprender cuáles son las dimensiones que se juegan en el establecimiento o reestablecimiento de vínculos familiares bientratantes, que permitan el pleno desarrollo de todos sus miembros y, particularmente, de los niños, niñas y adolescentes. Por esta razón, la síntesis y recomendaciones de este apartado final han sido organizadas en virtud de los distintos niveles que intervienen en el vínculo y la restitución de derechos, a saber: la familia, la interacción familia-programa, la relación con la comunidad y, finalmente, variables de tipo estructural. 1. Restitución de derechos y vínculos familiares Vulneración de derechos De acuerdo al reporte de los(as) profesionales tratantes, la mayoría de los casos ingresan a los programas estudiados por negligencia (56,1%), delitos sexuales (35,4%), y maltrato psicológico (23,1%). En su opinión, los niños(as) y adolescentes habrían sido vulnerados mayoritariamente por alguno de los miembros de la pareja parental, siendo la madre en un 60% de los casos, seguido por el padre en un 45,5%. Por debajo de estas cifras, y en tercer lugar los usuarios serían vulnerados por parte de un conocido (19,7%), siendo las vulneraciones a manos de otros miembros de la familia o de desconocidos menos frecuentes. Esto resulta consistente con el hallazgo de estudios anteriores, los cuales alertan respecto a dos elementos centrales: en primer lugar, la familia constituye un espacio de privacidad, de cuidado y protección para los niños, niñas y adolescentes, sin embargo este mismo hecho puede hacer que en este espacio se generen vulneraciones de derechos más frecuentemente que en otros espacios (Finkelhor, 2008); en segundo lugar, entre los miembros de la pareja parental resulta más prevalente la vulneración por parte de la figura materna (Larraín y Bascuñan, 2008), pues es quien más tiempo pasa con los(as) niños(as). En opinión de directivos(as) y profesionales, dichas vulneraciones se relacionan con historias familiares de daño y vulneración que a su vez han sufrido los adultos, las que suelen transmitirse de una generación a otra, a veces por varias generaciones. Las consecuencias de estas trayectorias familiares de vulneración, se asocian con la dificultad de estas familias para identifican las situaciones vividas por los niños(as) y adolescentes como una vulneración, y – por tanto- contemplar la necesidad de reparación subsecuente. Esto se expresa mediante una minimización del daño generado en ellos, naturalización o normalización de la vulneración efectuada, así como por la responsabilización de los propios niños, niñas y adolescentes por la vulneración sufrida. Junto con esto, suele existir un patrón de mantener silencio sobre estas experiencias de vulneración, por lo cual el hecho de verbalizarlo implica, de alguna manera, traicionar a sus familias. 119 Frente a este escenario de daño en las figuras vinculares producto de su propia vulneración, una de las estrategias que se comienzan a intencionar en Chile (pese a las falencias de la red) es proveer un espacio para la reparación de las experiencias de vulneración de las figuras cuidadoras, lo cual facilita que los adultos puedan establecer una relación de cuidado con los niños(as) y adolescentes a su cargo. Dinámica relacional al interior de la familia Mediante la escala NCFAS-G se estudiaron las variables de la dinámica relacional en la familia, particularmente respecto al vínculo entre los adultos significativos y los niños(as) y adolescentes, constatándose una elevada proporción de problemáticas de alta complejidad en la dinámica familiar de los niños, niñas y adolescentes que componen la muestra. De esta forma, se registran promedios cercanos a "-1", con una de cada tres familias ubicadas en la categoría de "alto riesgo" (puntuaciones de -2 o -3) en todas las dimensiones, excepto Salud Familiar. Sin embargo, es llamativa la proporción de casos evaluados con baja complejidad (cerca de dos tercios). A continuación, se da cuenta de cada una de las dimensiones de la NCFAS-G que se han considerado en la valoración de la dinámica relacional en la familia: (a) "Competencias Parentales", que evalúa áreas como la supervisión, disciplina y estimulación del aprendizaje de los niños. Aquí se registra un 31% de casos de “alto riesgo”, siendo el principal problema detectado las prácticas disciplinarias, lo cual refleja una recurrencia habitual a prácticas de malos tratos referidas como "disciplina", particularmente en familias de Residencias y Programas Especializados. Esto es consistente con la percepción de directivos(as) y profesionales, quienes señalan que entre las familias de los niños(as) y adolescentes atendidos predomina un modelo autoritario de crianza, en el cual es central la obediencia de los(as) niños(as) hacia sus padres, para lo cual se recurre habitualmente a los castigos físicos. Frente a eso, la investigación de las últimas décadas habla del valor de apoyar el desarrollo de una disciplina positiva en las familias, para lo cual progenitores(as) y cuidadores(as) requieren más apoyo para aprender a ejercer su autoridad sin recurrir a violencia, física y psicológica. Este abandono de la violencia como fuente de autoridad parental, también pasa por promover una forma de relación entre padres/cuidadores y niños(as) y adolescentes más democrática. Es decir, promover formas de relaciones familiares menos jerárquicas y más igualitarias, donde se reconoce que los distintos miembros ostentan derechos y poseen una autonomía progresiva. Esto obviamente no significa renunciar a la responsabilidad y autoridad parental, sino aprender a ejercerla de manera más horizontal, más dialogante, y por cierto más efectiva. Junto con esto, al evaluar la dinámica familiar se ha observado deteriorada la capacidad lúdica de las familias, así como la protección de espacios / momentos de recreación y ocio familiar. En línea con otras publicaciones, esta evaluación aporta argumentos a favor de la propuesta de instalar como un foco prioritario de las intervenciones en los programas de la red SENAME metodologías que ayuden a las familias a "aprender a jugar", a disfrutar la interacción, en oposición a prácticas que solo enfatizan conceptos como la "responsabilidad", el "deber" o las exigencias. El progreso en la disciplina parental comienza por mejorar la calidad de las interacciones, principalmente introduciendo elementos lúdicos y de disfrute mutuo en las mismas. Por otro lado, en la dimensión de “Competencias parentales”, se encuentra debilita la supervisión del niño, así como la promoción del desarrollo y crecimiento mediante 120 oportunidades para su progreso, aspectos que también es necesario contemplar en el trabajo con familias. (b) "Interacciones Familiares", dimensión que considera indicadores de apego, comunicación y rutinas familiares, entre otros. En esta dimensión se registra un 31,7% de los casos en riesgo alto, siendo la variable más crítica la Relación entre los progenitores/cuidadores, lo cual se asocia significativamente con la presencia de violencia doméstica entre ellos, dando cuenta de cómo el conflicto entre las figuras parentales se vincula con un deterioro general de la dinámica familiar. De este modo, la construcción del vínculo entre los cuidadores y el niño(a) puede verse amenazada o debilitada por conflictos en el ámbito de la pareja, pues tal como han señalado Larraín y Bascuñan (2008), existe una relación entre la violencia entre los padres y aquella que ejercen sobre sus hijos. En la medida en que la relación de pareja no se considere, se pierde la oportunidad de operar con una lógica realmente sistémica en la intervención, la cual pueda visualizar el modo en que las dinámicas de relación violenta al interior de la familia se instalan en sus diferentes subsistemas. (c) "Seguridad Familiar", dimensión que incluye indicadores de maltrato físico, maltrato emocional, negligencia y abuso sexual, entre otros. Aquí se registra un 31% de casos de alto riesgo. Las variables que muestran mayor deterioro general son: negligencia parental, y abuso emocional, presente particularmente en los Programas Especializados y en las Residencias; y otros conflictos familiares. Este último ítem considera discusiones violentas con vecinos, amenazas recurrentes de ex-parejas, y agresiones con miembros de la familia extensa, entre otros. En estos casos, la dinámica familiar se caracteriza por un deterioro de los vínculos entre los miembros del sistema familiar, pero también con otros significativos del entorno, como vecinos y familia extensa. Por tanto, el trabajo en la revinculación de los usuarios con sus redes resulta fundamental, apostando por un reacoplamiento que otorga soporte a la familia en sus funciones de cuidado y protección. (d) "Salud Familiar", dimensión que considera salud física y mental de adultos y niños. Aquí se registra un 13,2% de casos de alto riesgo, siendo la variable más deteriorada la salud mental del niño y en segundo término la salud mental de las figuras parentales. Profesionales y directivos de los centros se manifiestan muy críticos de las habilidades parentales de las familias de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. Una de las principales críticas que hacen a las familias es la falta de vínculo afectivo con su descendencia, lo cual tiene profundas consecuencias, que pueden ser aún más devastadoras que la propia situación de vulneración de derechos. Sin embargo, cabe hacer presente que, en una importante proporción de los casos, el daño evaluado en la dinámica relacional en la familia no se condice con los indicadores de daño en el niño, lo que podría dar cuenta de que el deterioro en el funcionamiento familiar en muchas situaciones no ha impactado aun en forma determinante el desarrollo infanto-juvenil, dando un margen valioso a la acción de los programas. Esto podría deberse al tiempo de intervención que llevan los niños(as) y adolescentes en los programas, el cual ha dado frutos en términos de la reparación. Respecto al mejoramiento del vínculo, la entrada técnica recomendada está en el concepto de "sensibilidad parental", entendida como la capacidad de leer las señales comunicativas del niño, interpretarlas adecuadamente y ofrecer un rango de respuestas sensibles, apropiadas y contingentes (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978). La sensibilidad parental permite a los adultos adquirir una mayor conciencia de las necesidades del niño(a), una mayor reflexión del contexto en que esas necesidades adquieren significado y, progresivamente, un acercamiento 121 a formas bientratantes de vinculación. En este sentido, se ha propuesto la sensibilidad parental como la "columna vertebral" de las competencias parentales y su entrenamiento como la piedra angular de las intervenciones en parentalidad positiva (Gómez y Muñoz, 2013). Factores de Riesgo Para evaluar la concentración o acumulación de factores de riesgo severos, se consideraron todas aquellas puntuación -3 obtenidas en la escala NCFAS-G en las familias evaluadas, comparando según línea programática. La presencia de indicadores de riesgo grave se pesquisa en una de cada tres Familias de Acogida, cerca de la mitad de los Programas de Reparación en Maltrato, dos tercios de las familias de Residencias y tres de cada cuatro familias de Programas Especializados. El 21% de las familias de Programas Especializados y el 19,6% de las Residencias se ubicó en la categoría de riesgo extremo, con 10 o más factores de riesgo acumulados, comparado con el 6,8% de los Programas de Reparación en Maltrato y el 3,6% de las Familias de Acogida. Se observó un promedio de 3.82 problemas graves por familia, con diferencias significativas entre programas. Las Residencias promediaron 5.75, los Programas Especializados 5.5, los Programas de Reparación en Maltrato 2.47 y las Familias de Acogida 1.16. En total, una de cada tres familias se ubicó en una zona considerada de riesgo significativo para el desarrollo infantil (sobre 3 factores de riesgo). Finalmente, este punto requiere ser destacado: dos de cada cinco familias evaluadas se ubicó en la zona "sin riesgo", según acumulación de problemáticas graves, las cuales se concentran en líneas de menor complejidad. Niveles de complejidad crecientes Uno de los hallazgos del presente estudio es que pueden apreciarse niveles de complejidad creciente en las distintas líneas programáticas estudiadas, observándose en términos generales la siguiente gradiente. Gráfico 47. Niveles de complejidad por línea programática Residencias Programas Especializados Programas Reparación Maltrato Familias de Acogida 122 Ello, considerando las siguientes variables: • Contexto social: Al analizar el contexto social (NCFAS-G) según la línea de intervención considerada, las familias evaluadas en Familias de Acogida presenta los mejores indicadores (familia extensa distinta de aquella en que se origina la vulneración), seguido de los Programas de Reparación en Maltrato; en el otro extremo, se ubican los Programas Especializados y las Residencias de protección. • Edad de los niños(as): El promedio de la edad de los casos de los Programas de Reparación en Maltrato (10,4) y Familia de Acogida (10,6) es menor en comparación con el promedio de edad observado en Residencias (13) y Programas Especializados (14). Esto no es de extrañar, pues las Residencias y Programas Especializados suelen recibir usuarios con una historia de vulneraciones, quienes con frecuencia han pasado por otros programas o proyectos de menor complejidad previamente. • Escolarización: La totalidad de los(as) usuarios(as) que ingresan a Familias de Acogida y Programas de Reparación en Maltrato se encuentran vinculados(as) a un establecimiento educacional. Mientras que el 17% de los niños, niñas o adolescentes que ingresan a Residencias y el 27% de los(as) usuarios(as) que ingresan a Programas Especializados no están vinculados(as) a un establecimiento educacional, habiendo desertado previamente. • Causales de ingreso: El abanico de problemáticas que enfrenta cada uno de los programas se incrementa al avanzar en la gradiente de complejidad. De este modo, los programas de Reparación en Maltrato se focalizan de modo casi exclusivo en temáticas de abuso y maltrato, los programas de acogimiento familiar incorporan también variables de inhabilidad parental e interposición de medidas de protección. Estas causales se multiplican en Programas Especializados y Residencias, pues los(as) usuarios(as) con los(as) que intervienen han sido afectados por todas estas problemáticas, así como también por situación de calle, trabajo infantil y deserción escolar. • Maltrato y drogas: Los Programas Especializados y Residencias son los que concentran problemáticas simultáneas de maltrato y drogas en su sujeto de intervención (39% y 9% respectivamente), lo cual complejiza el abordaje que dichos casos requieren. • Dinámica relacional en la familia: En la escala NCFAS-G, las variables estudiadas mostraron una graduación de complejidad similar según línea programática, con los indicadores de mayor deterioro en los Programas Especializados y las Residencias, seguidos por los Programas de Reparación en Maltrato y finalmente los programas de Familias de Acogida. • Factores de riesgo: En la escala NCFAS-G se observó una baja proporción de situaciones de alto riesgo en Familias de Acogida (menos del 10% para todas las dimensiones evaluadas), seguido en forma más distanciada por los Programas de Reparación en Maltrato (cercanos al 25%, salvo salud familiar); en el otro extremo, se ubican los Programas Especializados y Residencias de protección (cercanos al 45%, salvo salud familiar). Pese a que profesionales y directivos tienden a manifestar una percepción negativa de la capacidad de la familia extensa para garantizar el bienestar de los niños, niñas y adolescentes afectados por graves vulneraciones de derechos, dada la transgeneracionalidad de la violencia, las familias de acogida muestran en este estudio no sólo los menores niveles de complejidad, 123 sino condiciones apropiadas para el desarrollo infantil en la mayor parte de las dimensiones evaluadas. Lo que muestran las entrevistas de profesionales y directivos es que, en casi la totalidad de los casos, las Familias de Acogida son parte de la familia extendida de los niños, niñas y adolescentes. Es decir, se trata de familia extensa distinta de la familia nuclear en la cual se produjo la vulneración, a la cual se puede recurrir para evitar la internación del niño(a) o adolescente y sus efectos, respetando su derecho a vivir en familia. Por esta razón, resulta relevante la evaluación de la posibilidad de cuidado por parte de familia extensa antes de decidir la institucionalización del niño(a) en una residencia de protección. Por otro lado, los resultados en torno a los niveles de complejidad detectados en este estudio lleva a preguntarse si debieran disponerse apoyos adicionales e intensivos por parte de los programas con mayores niveles de complejidad (Programas Especializados y Residencias), de modo de resolver las necesidades de los usuarios y sus familias, evitando así que reboten posteriormente en otros programas, lo cual tendería a cronificar su situación. 2. Vínculo entre los usuarios y los programas Entendiendo que el vínculo establecido entre los usuarios y los programas resulta clave para modelar y potenciar un vínculo bientratante entre los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos y sus familias, a continuación se analizan los resultados que dicen relación con este nivel de vinculación. El concepto de “familia” Si bien tanto las orientaciones técnicas elaboradas por SENAME como los proyectos 47 que componen la muestra reconocen a los niños, niñas y adolescentes afectados por vulneraciones graves de derecho como su población objetivo, es posible identificar a la familia o adultos responsables como sujetos “indirectos” de los programas, en tanto actores fundamentales del proceso de intervención del usuario(a). Tanto las orientaciones técnicas como los proyectos estudiados coinciden en la relevancia de intervenir con la familia para restituir derechos que han sido vulnerados en los niños, niñas y adolescentes, logrando el pleno ejercicio de los mismos. Sin embargo, ni las orientaciones técnicas ni los propios proyectos suelen definir explícitamente lo que entienden por “familia”, tendiendo a homologar este concepto con el de “adulto responsable”, el cual suele tener alguna relación de parentesco más o menos cercana con el(la) niño(a) o adolescente. Acerca del concepto de familia, se identifica una cierta prevalencia en los equipos de intervención del ideal convencional de familia: biológica, nuclear, y heterosexual. La predominancia de este ideal de familia constituye un obstáculo para poder trabajar de manera efectiva en pos del bienestar de los niños(as) y adolescentes, pues lleva a pensar que es este modelo de familia la única y mejor institución para hacerse cargo de la crianza de éstos. 47 En relación a la dificultad existente para acceder a proyectos interventivos financiados con fondos públicos, se sugiere promover medidas que permitan otorgar acceso a ellos, de modo de generar alternativas de fiscalización, investigación, intercambio y enriquecimiento de las iniciativas existentes. 124 Frente a esto, resulta crucial que el concepto de “familia” pueda ser definido apropiadamente de modo inclusivo, dando cabida a las múltiples formas de familia existentes hoy en Chile, pues todas ellas pueden servir como contexto apropiado para la crianza y desarrollo de los niños, niñas y adolescentes. Imaginarios de los equipos respecto a las familias El vínculo que los equipos de los centros pueden establecer con los niños, niñas y adolescentes con los cuales trabajan y sus familias guarda estrecha relación con los imaginarios que construyen respecto a éstos. Por esta razón, se dará cuenta de los imaginarios que prevalecen con respecto a las familias. En opinión de los(as) profesionales tratantes, las relaciones familiares de los(as) usuarios(as) vulnerados en sus derechos en un 68,6% de las casos se asocian con la causa de la vulneración, en una 41,4% permiten la mantención de la vulneración, y sólo en un 37% constituyen un recurso para la restitución de derechos. Esto es justificado por la negligencia en las familias de origen (70%), la agresión intrafamiliar (8%) y las transgeneracionalidad de la violencia (3%). Pese a que la escala NCFAS-G muestra que una proporción importante de las familias presentan áreas libres de daño e incluso fortalezas en diversos ámbitos del funcionamiento familiar, la opinión negativa acerca de la familia que predomina en la mayor parte de los profesionales interroga respecto al vínculo de colaboración que pueden establecer los equipos con familias, en las cuales les resulta difícil distinguir sus fortalezas y potencialidades. Los miembros de la familia con los cuales se trabaja Si bien las orientaciones técnicas de los programas definen que se debe potenciar el trabajo con las familias de los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, los resultados de esta investigación señalan que este trabajo se proyecta fundamentalmente con el cuidador principal, que suele ser la madre (63,4%) en una sociedad en que los roles de género están definidos de modo tradicional. Si la madre no puede ejercer esta función, suele ser la siguiente mujer en la línea de filiación quien asume esta función, es decir la abuela (25,4%). El que el adulto responsable con el cual se trabaja sea típicamente una mujer crea un sesgo de género en la intervención. Esto amenaza con reproducir patrones culturales asociados al género que se vinculan con dinámicas de violencia, lo cual requiere ser repensado, en miras a instalar una cultura democrática, que colabore con la erradicación de vulneraciones de derechos hacia los niños, niñas y adolescentes. En este sentido, si bien una de las buenas prácticas más nombrada por los equipos es incorporar una figura masculina –generalmente el padre- al proceso de intervención, llama la atención la baja presencia de la figura paterna en el trabajo interventivo que proyectan los centros, la cual fluctúa entre el 15% y el 30% en las distintas líneas estudiadas. Cabe preguntarse, entonces, si esto tiene que ver con el papel que los equipos profesionales le conceden a la figura masculina en el proceso de restitución de derechos de los niños(as), o si las estrategias desplegadas para su incorporación no han sido las adecuadas. Esto, dado que las condiciones y horarios de funcionamiento de los centros suelen no prestarse a estos fines, funcionando de lunes a viernes en horario de oficina, o bien estableciendo horarios de visita muy acotados en el caso de Residencias. Al respecto, para 125 incluir no sólo a la figura paterna, sino también a otros miembros de la familia en la intervención, sería necesario flexibilizar el dispositivo utilizado. De este modo, algunos programas han implementado el horario del día sábado para incorporar a estas figuras en la intervención. Por otra parte, la evidencia internacional es contundente en señalar los beneficios del trabajo domiciliario (Contreras y Rojas, 2013), el cual requiere ser desarrollado en horario ampliado, en miras a intervenir con los distintos miembros de la familia. Acerca de los objetivos del trabajo realizado con familias Autores como Canales, Flores y Raurich (2014, p. 26), señalan que “el énfasis de la intervención con la familia apunta al fortalecimiento de la vinculación de los padres con los hijos, de modo que puedan ejercer la parentalidad con mayor eficacia”. Concordantemente con esto, directivos y profesionales señalan que su trabajo consiste fundamentalmente en la construcción de un vínculo entre niños, niñas y adolescentes y sus familias, específicamente con su cuidador(a). Además de de esto, refieren que el trabajo con familias se centra en habilidades parentales, que la persona encargada del cuidado de niños, niñas y adolescentes aprenda a establecer límites, y a hacerse responsables de ellos. La idea, entonces, es que progenitores(as) o cuidadores(as) de niños, niñas y adolescentes, gracias a la intervención efectuada, adquieran las capacidades y habilidades para poder cuidar de ellos de manera adecuada. Ello es consistente con lo planteado por los proyectos analizados, pues entre los objetivos que persiguen se señala el fortalecimiento de vínculos familiares, el fortalecimiento de recursos protectores y la modificación de prácticas parentales “incompetentes”. Dado que prima una visión que no visualiza a la familia como un recurso, sino que la asocia a la causa y mantención de la vulneración, lo que se busca con ella es potenciar sus habilidades o competencias parentales como objetivo prioritario (90,1%). De hecho, el objetivo de reparar el vínculo entre el niño, niña y adolescente y sus figuras significativas se encuentra en el séptimo lugar de preferencia, con un 59,5%. Respecto a conceptos como “incompetencia parental”, llama la atención la existencia de conceptualizaciones que pueden resultar descalificadoras hacia las familias, pues tienden a estigmatizar e invisibilizar los recursos y las riquezas con las cuales cuentan. Al respecto, se requiere acuñar categorías conceptuales que releven no tanto los déficit (que sin duda existen) como la funcionalidad, riqueza y potencialidades de las familias, estableciendo una relación de cooperación que permita acompañarlos en su proceso de desarrollo. Metodologías de intervención con familias Tanto las orientaciones técnicas como los proyectos declaran la implementación de diversas estrategias/metodologías focalizadas con la familia para el diagnóstico y la intervención, tendiente a que estas puedan estas puedan retomar sus funciones de cuidado y protección. Del conjunto de estrategias de intervención que se les presentaron a los(as) profesionales, la de mayor planificación es la Visita domiciliaria (90,4%), le siguen la Psicoeducación / Socioeducación (85,0%), y en tercer lugar la Psicoterapia individual (75,3%). Asimismo, llama la atención la elevada planificación de Psicoterapia familiar, con un 53,1%, siendo que el trabajo con familias reportado en Senainfo no excede el 22%. 126 Esto hace pensar que, si bien se visualiza la relevancia de trabajar terapéuticamente con el grupo familiar, esto no llega a hacerse siempre efectivo en la práctica. Puede que los recursos profesionales escaseen, o bien que la sobrecarga laboral del equipo sea aguda, lo cual se convierte en un obstáculo para efectuar intervenciones de este tipo. Pero también, como se ha señalado previamente, existen dificultades prácticas para organizar sesiones de trabajo con familias, en las cuales los horarios laborales y ubicación del centro pueden jugar en contra para hacer efectivo un trabajo de esta naturaleza. Al respecto, una buena práctica inclusiva recogida del trabajo de los centros, es el aporte especial de Sename para el caso de niños(as) y adolescentes cuyas familias viven en zonas rurales. Gracias a este aporte, los programas residenciales pueden favorecer el contacto de niños(as) y adolescentes en con sus familias, incorporándolas de manera más efectiva en el proceso de intervención. En términos de los plazos de trabajo, los programas ambulatorios requieren períodos de intervención prolongados, que les permitan ser eficaces en situaciones de alta complejidad. Por el contrario, los programas residenciales deben intentar restituir el derecho a vivir en familia en el menor tiempo posible. Sin embargo, cabe cuestionarse respecto a los tiempos de intervención efectivos que están desarrollando las Residencias, el cual asciende en promedio a 23,6 meses al momento del estudio, lo cual genera preocupación respecto al impacto que la institucionalización produce sobre los niños(as) y sobre el vínculo familiar. En este sentido, resulta comprensible que, dada la alta complejidad que enfrentan las Residencias, el trabajo en restitución de derechos y fortalecimiento del vínculo familiar avance lentamente. Sin embargo, sería recomendable generar programas de apoyo intensivo para la revinculación familiar, tanto antes como después del egreso, que pudieran trabajar en los entornos naturales de los niños(as) y sus familias, promoviendo sus recursos y habilidades en el contexto en que deben desplegarse. Esto permitiría, a su vez, acortar los prolongados tiempos de permanencia que actualmente experimentan los niños, niñas y adolescentes en Residencias. Espacio para la participación de usuarios y sus familias en el trabajo realizado Para poder efectuar un trabajo productivo con las familias, resulta de vital importancia instalar mecanismos de retroalimentación efectivos desde las familias hacia los equipos. Si bien hoy día existe el sistema de los buzones, surgen interrogantes respecto a su utilidad, pues nunca apareció mencionado por ninguno de los programas como un medio efectivo de conocer las opiniones de sus usuarios. Se necesita instalar sistemas donde los programas activamente recojan las percepciones de sus usuarios y las incorporen a sus formas de intervención. Esta información, entonces, es central para que los equipos puedan ir mejorando su actuar, pues les permite recibir una retroalimentación en 360º, nutriéndose del feedback dado no sólo por sus jefaturas y sus pares, sino también por los propios destinatarios de la intervención. Una práctica que resulta indispensable es la co-construcción de una demanda que le haga sentido a la familia, lo cual permite incrementar la adherencia y el compromiso con el proceso (Canales, Flores y Raurich, 2014). Junto con esto, es necesario garantizar la participación del niño, niña o adolescente y la familia en el diseño del plan de intervención, de modo que este recoja no sólo las aspiraciones del equipo profesional, sino también de aquellos que serán protagonistas de este proceso. Del mismo modo, no sólo es el equipo, sino también los niños, niñas y adolescentes y la familia, quienes deben evaluar los resultados de la intervención realizada, indicador de gestión que debiese resultar relevante para la evaluación del trabajo del centro. 127 Construcción de relaciones más horizontales con las familias: de la supervisión al acompañamiento Respecto al protagonismo de las familias en el trabajo desarrollado, directivos y particularmente profesionales mencionan que muchas veces ellos mismos operan con un modelo de intervención vertical, dando limitada importancia a las opiniones de las propias familias, lo cual probablemente se vincule con la dificultad de identificar los recursos en los sistemas familiares con los cuales se interviene. Concordantemente con esto, es posible identificar en algunas familias atendidas la percepción de crítica, supervisión y vigilancia por parte de los equipos hacia ellas, lo cual las lleva permanentemente a dar explicaciones por las acciones realizadas o las condiciones de vida en que se desarrollan. Se constata una diferencia de énfasis en la apertura hacia la perspectiva de la propia familia entre profesionales y directivos, lo cual puede indicar que tal vez existe un discurso institucional positivo hacia las familias, que sin embargo puede no verse reflejado en las prácticas cotidianas de los equipos. La evidencia recogida aquí muestra que muchas veces los equipos siguen operando con un modelo convencional de educación de arriba-hacia-abajo. Evidentemente esto genera una paradoja, pues si las familias son enajenadas de sus propias problemáticas y no se les incentivan ni se le otorgan espacios de autonomía, lo más probable es que los cambios sean más bien superficiales y formales. Aquí el punto es que la misma forma de interactuar de los equipos Sename con las familias entrega una pauta de comportamiento, que prima sobre los discursos. En este sentido, una imagen desfavorable de las familias por parte de los equipos puede funcionar al modo de una profecía auto-cumplida, en la cual los adultos no hacen más que ocupar el lugar que se les supone. De este modo, el carecer de un enfoque de recursos hace aún más difícil el trabajo de restitución de derechos, pues se visualizan pocas potencialidades que permitan desplegar una intervención generativa. No obstante lo anterior, algunos de los usuarios(as) entrevistados(as) relevan cómo los profesionales de los centros han podido establecer con ellos una relación de cuidado, respeto y fortalecimiento de estos referentes familiares en momentos de crisis, replicando así en su propio actuar lo que les piden a progenitores(as) y cuidadores(as) respecto de niños, niñas, y adolescentes a su cargo. Aquí, la recomendación es que los equipos de la red Sename puedan modelar y promover así un estilo democrático al interior de la familia, lo cual debe ser instalado no sólo en el discurso, sino en el modo de relacionarse con las familias. Ello da cuenta de la centralidad de crear un vínculo de apoyo efectivo entre los equipos Sename y los progenitores(as) y cuidadores(as) de niños, niñas, y adolescentes. Trabajo con las diferencias de género al interior de las familias Directivos y profesionales mencionan como un rasgo de estas familias un claro carácter jerárquico y patriarcal. Esta concepción de la familia se caracteriza por roles de género convencionales, basada en una subordinación de lo femenino a lo masculino. En concreto, esta familia patriarcal se traduce en que los hombres deben ser los proveedores de la familia, mientras que las mujeres deben quedar a cargo del cuidado del hogar y de la crianza de los(as) hijos(as). La autoridad masculina se ve reforzada, al decir de profesionales y directivos, por el 128 propio marco legal chileno, que reconoce la autoridad legal paterna pero tiene mayores dificultades para reconocer la autoridad legal materna. Esto, pese a que las madres –o figuras femeninas- son las que en general se hacen cargo de los niños, niñas, y adolescentes en la práctica. Este tipo de relaciones familiares facilita la vulneración de los niños, niñas y adolescentes. A esto se suma que, si bien el enfoque de género está comenzando a ser incorporado por los programas, esto aún sucede de manera limitada. Uno de los hallazgos del presente estudio es la elevada presencia de violencia intrafamiliar entre los progenitores de los niños(as) y adolescentes afectados por graves vulneraciones de derechos, dando cuenta de cómo las dinámicas de violencia se instalan en los diferentes subsistemas de la familia. En este sentido, el trabajo con enfoque género resulta crucial para promover relaciones democráticas e igualitarias entre los géneros. El trabajo en la democratización de la familia debiera apuntar a que tanto hombres como mujeres compartan los roles de proveedores y de cuidadores. Es decir, avanzar desde una comprensión segregada y jerárquica de los roles de género, hacia una más democrática, donde mujeres y hombres pueden realizar diversas tareas –trabajo remunerado, cuidados, tareas domésticas- en pos del bienestar general de la familia, y especialmente de los niños, niñas y adolescentes. Ello demanda deconstruir imaginarios sociales con respecto al género, no sólo con las familias, sino también con los equipos, pues todos ellos pueden promover la reproducción de desigualdades de género. Respecto a la intervención, es particularmente relevante que cada equipo pueda analizar de qué modo las vulneraciones de derecho en la infancia y la adolescencia afectan de maneras distintas a hombres y mujeres (ej: delitos sexuales y maltrato), así como el modo en que dichas vulneraciones son significadas socialmente por el entorno de acuerdo al género. Asimismo, es necesario problematizar en torno a las estrategias de intervención que pueden ser desarrolladas en virtud de la variable género. Otro aspecto a trabajar respecto de género es la falta de comprensión y de herramientas de los equipos para trabajar con roles de género no-heterosexuales. Aquí se evidencia una falencia significativa de herramientas, lo cual puede conllevar a que conductas y personas noheterosexuales sean foco de discriminaciones. Todo esto supone, en primer lugar, un trabajo con los propios equipos de los programas. Este trabajo tiene que ser abordado desde un enfoque práctico, de aprender-haciendo, pues lo que se requiere es modificar el repertorio de conductas. Por esto no se recomienda utilizar capacitaciones convencionales, basadas en un modelo de mera transmisión de conocimiento. Lo que se requiere es aprender, desde la experiencia práctica, un repertorio de acciones y conductas que aseguren la promoción de la igualdad de género. Respecto de estrategias concretas a realizar, en la sección de buenas prácticas se identificaron algunas que ya son aplicadas y que convendría masificar. Por ejemplo, el promover igualdad de acceso a actividades de capacitación, educación, y recreación; ofrecer educación sexual (no sólo enfocada a mujeres); trabajar con familias situaciones cotidianas de discriminación hacia mujeres. Esto se debe complementar con investigación internacional comparada sobre prácticas concretas que promuevan la igualdad de género. Prácticas que luego deben ser evaluadas respecto de su aplicabilidad para el caso chileno. 129 Organización de los centros y el vínculo con los usuarios La gestión de toda institución es clave en los resultados de ésta. La evidencia aquí recogida apunta a que la actual forma de financiamiento y de organización de Sename tendría ciertas consecuencias negativas para el trabajo que se realiza con las familias. Tal vez lo más negativo es que no permite la consolidación y perfeccionamiento de los equipos profesionales, debido, entre otros factores, a los bajos sueldos. Esto produce diversas consecuencias negativas, por ejemplo, son una barrera para contratar personal más calificado y con mayor experiencia; y producen una alta rotación de personal, lo cual genera discontinuidad de las intervenciones y dificulta la creación de relaciones que generen seguridad y confianza en los usuarios. De esta manera, las experiencias de abandono y maltrato van reproduciéndose, esta vez por responsabilidad de los propios agentes de reparación. También, la forma de financiamiento (sistema de subvención según niño(a) o adolescente atendido) puede conllevar efectos negativos. Además, directivos y profesionales señalan que los montos otorgados por Sename son bajos, lo que afecta especialmente la cantidad y calidad de los equipos de trabajo. De este modo, se sugiere explorar nuevas formas de gestión y financiamiento, que apunten a mejorar la dotación, estabilidad y formación de los equipos humanos de la red Sename, pues todo ello contribuye con el vínculo. Institucionalizar sistemas de transparencia hacia familias y niños, niñas y adolescentes El proceso judicial y la intervención de Sename tienen un profundo impacto en la vida de las familias y los niños, niñas y adolescentes. Según directivos y profesionales entrevistados, la intervención de estos agentes estatales tendría como efecto la alteración y muchas veces la ruptura de estructuras y vínculos familiares, lo cual puede llegar a constituir un daño aún mayor que la situación que origina el ingreso al centro. Además se trata de procesos de larga y, muchas veces incierta, duración, que suele prolongarse más allá de lo esperado. Esto constituye un elemento adicional de ansiedad y angustia para los involucrados, que puede afectar negativamente a los niños(as), dañando o fracturando el vínculo con sus familias de origen. Por lo tanto, aparece como un requisito mínimo instalar un sistema o mecanismo de información actualizado y fácilmente accesible para las familias respecto del progreso de su caso y plazos estipulados. De la misma manera, es importante que las familias puedan conocer cuáles son sus derechos y obligaciones en cualquier momento del proceso, como también que puedan saber dónde recurrir para obtener información adicional y para hacer reclamos, en caso de estar disconformes con el proceso. Todo esto se resume en aumentar, como un eje clave del operar de Sename, la transparencia respecto de sus usuarios. Relación de SENAME con el sistema judicial Un elemento interesante de señalar es que directivos y profesionales resienten la dependencia de Sename del Ministerio de Justicia. En opinión de ellos, al depender Sename del Ministerio de Justicia, su forma de abordar a las familias de los niños, niñas y adolescentes está enmarcada por una perspectiva judicial, y no social. Probablemente eso guarde relación con que las familias los vinculan y tienden a responsabilizarlos del proceso judicial. 130 Es decir, que Sename sea parte de la institucionalidad de justicia, según opinión de directivos y profesionales, dificultaría el trabajo con las familias y con los niños, niñas y adolescentes, pues destacan que las familias difícilmente podrán confiar en quienes los está sancionando por sus conductas. Es decir, familias y niños, niñas y adolescentes ven a Sename como responsable del quiebre o crisis familiar producida por el paso de los niños, niñas y adolescentes por tribunales, y esto hace el trabajo de Sename -con las familias y con los niños, niñas y adolescentesespecialmente difícil. Es decir la actual institucionalidad de protección a la infancia y su forma de operación no sólo podría impactar negativamente los lazos familiares de niños, niñas y adolescentes atendidos por esta institucionalidad, sino que además dificultaría la construcción de vínculos entre estos niños, niñas y adolescentes y los equipos profesionales de la red Sename. Ausencia de una política de protección a la infancia El análisis de las entrevistas releva otra deficiencia de la actual institucionalidad de protección a la infancia, que esta no es acorde a la Convención Sobre los Derechos del Niño (CDN), la cual fue ratificada por Chile en 1990. En opinión de directivos y profesionales, esto constituye una vulneración por parte del Estado de Chile a los derechos de los niños, niñas y adolescentes quienes estarían desprotegidos por parte del Estado, frente a las vulneraciones que sufren de sus derechos. Directivos y profesionales destacan que a esta ausencia de legislación adecuada se suma la escasa voluntad de tribunales para utilizar las herramientas con las que actualmente cuentan para proteger el interés superior de los niños, niñas y adolescentes. 3. Vínculo de los usuarios con las redes Los usuarios afectados por graves vulneraciones de derechos y sus familias suelen experimentar un escaso vínculo con las redes, dificultad que muchas veces se ve agudizada por las difíciles condiciones de vida que enfrentan los grupos de bajos ingresos; por tanto, la restitución de derechos requiere abordar, también, el lazo social que une a la familia con la comunidad que los alberga. Intentar salvar las debilidades de la red Al respecto, directivos y profesionales destacan que la red de servicios públicos disponible para niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename es deficiente, especialmente en relación a la rehabilitación de consumo alcohol y drogas y la atención de salud mental. Tal como lo señalan Ansoleaga y Valenzuela (2014, p. 396) “mientras que un 67% de la población infanto-juvenil (entre los 4 y los 18 años de edad) con problemas de salud mental no accede al uso de ningún servicio de salud, la brecha existente respecto al uso de servicios ambulatorios de salud pública alcanza un 86%”. Además de esto, los consultantes que cuentan con seguros privados o isapres tienen un acceso 8 veces superior a los beneficiarios de FONASA, lo cual habla de las inequidades que afectan a la población vulnerable, mayoritariamente atendida por SENAME. De esto, resulta evidente la necesidad de invertir recursos de manera urgente en fortalecer los servicios públicos de salud mental, y particularmente aquellos dirigidos a niños, niñas y adolescentes. 131 Por lo pronto, como se mencionó en el apartado de buenas prácticas, varios programas han sido exitosos en establecer convenios de colaboración con universidades e institutos técnicos. Estas alianzas les permiten contar -por una parte- con recursos humanos, ya sea en la forma de alumnos en práctica o tesistas. Por otra parte, significa acceso a servicios de salud, fundamentalmente odontología y salud mental, que son difíciles de obtener en la red pública de salud. Sename, a nivel central, pudiera promover y potenciar este proceso. Asimismo, se podría contemplar el establecimiento de convenios que garanticen el acceso a salud mental en otros servicios públicos y privados para los niños, niñas y adolescentes afectados por graves vulneraciones de derechos. Prevenir y eliminar la discriminación que sufren niños, niñas y adolescentes La evidencia recogida aquí sugiere que los niños(as) y adolescentes atendidos por Sename sufren una serie de discriminaciones y estigmatizaciones por parte de otros servicios públicos, especialmente establecimientos educacionales y consultorios, quienes ponen trabas dificultando el acceso, dada su situación de vida, lo cual genera discriminación. Esto indica la necesidad de realizar un trabajo de sensibilización y garantización de derechos con los organismos responsables, de manera de evitar este tipo de situaciones, que constituyen una nueva vulneración a los niños, niñas y adolescentes por parte del sistema. Atención integral niños(as) y adolescentes mediante instancias formales de coordinación De acuerdo a la opinión de los equipos, prevalece una atención parcelada y fragmentada de los niños(as) y adolescentes, tanto por parte de la red de servicios, como al interior de la red Sename. Muchas veces las intervenciones son múltiples, lo que trae consecuencias imprevistas que amenazan las relaciones familiares de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. Esto demanda un gran esfuerzo y el empleo de numerosos recursos (tiempo, dinero, entre otros) por parte de quienes están a cargo del cuidado de niños, niñas y adolescentes. Entonces las familias, y específicamente los principales cuidadores de niños, niñas y adolescentes -es decir madres y abuelas- se ven sobrecargados, de manera a veces extrema, para poder cumplir con las diversas demandas de las distintas instituciones que intervienen. En relación a esta intervención múltiple, una segunda dificultad que afecta negativamente al trabajo con las familias y que es destacada por numerosos directivos y profesionales, es la falta de atención coordinada entre las distintas instituciones que conforman la red. La crítica central es la falta de una intervención integral, que ponga al centro de su actuar el bienestar efectivo de niños, niñas y adolescentes. Bienestar que está íntimamente relacionado con fortalecer, y no sobre exigir, los lazos con sus cuidadores. Aquí, Gómez y Kotliarenco (2010) llaman la atención respecto a la pertinencia, articulación y dosificación de las acciones ejecutadas por los distintos agentes que intervienen con la familia. Por esto, se sugiere crear y potenciar instancias de coordinación tanto a nivel interno como externo, de manera de avanzar hacia una atención integral, que ponga verdaderamente al centro de su actuar a los niños(as) y adolescentes. De este modo, es necesario que cada caso cuente con una cabeza, que pueda coordinar las diversas intervenciones que se realizan con el niño(a) o adolescente y su familia en los distintos servicios, gestionando los recursos públicos que se requieren para alcanzar los objetivos propuestos y evitando una sobre-intervención. 132 Cabe hacer presente que la articulación de la red de intervención, para la satisfacción de derechos de la infancia y la adolescencia, debiera estar contemplada en la ley de protección integral de derechos de niños(as) y adolescentes. 4. Condiciones estructurales y su incidencia en el vínculo Al analizar la situación socioeconómica registrada en SENAINFO de acuerdo a CASEN vigente, se obtiene que el 66,5% de los usuarios y sus familias viven en situación de pobreza, siendo más agudo el problema en el caso de las Residencias y Familias de Acogida (77% y 71,4% respectivamente) 48. Junto con esto, se aprecia una baja escolaridad de la figura principal de cuidado (madre), quien suele no haber finalizado la educación media (69%), dedicada mayoritariamente a los quehaceres de su hogar, con escaso acceso al trabajo remunerado dependiente (26%). Concordantemente con lo anterior, directivos y profesionales de los centros señalan que las condiciones en las cuales se desenvuelven las familias estudiadas se caracterizan por residir en barrios pobres, inseguros y con alta presencia de violencia, con una oferta de servicios deficientes, establecimientos educacionales de baja calidad y viviendas precarias. En este contexto, las redes familiares resultan vitales para asegurar la sobrevivencia de los grupos de menores ingresos, debiendo suplir las falencias del mercado y del Estado, proveyendo además protección para su prole en barrios de alta inseguridad. Ahora bien, esta situación mayoritaria de pobreza y exclusión no necesariamente determina situaciones de alto riesgo para los niños, niñas y adolescentes, pues el enfoque de resiliencia releva de qué modo las familias son capaces de sobreponerse a situaciones de adversidad. De este modo, por medio de la escala NCFAS-G es posible concluir que 20,8% de las familias participantes de la red SENAME muestra indicadores de alto riesgo en su Entorno, destacando especialmente los problemas de seguridad en el barrio o vecindario. Un 16,9% tendría significativas dificultades de Autonomía, destacando el ítem ingreso familiar. Un 15,7% presenta importantes problemáticas en la inserción y uso de sus redes sociales formales e informales, siendo el aspecto más deteriorado la conexión con el vecindario y la comunidad. En resumen, entre 1 y 2 de cada 10 familias atendidas en la red podrían clasificarse en "alto riesgo socioeconómico", ubicándose la mayoría de los casos en un riesgo social leve. En base a estos datos, es posible apreciar que muchas familias han logrado hacer frente a un escenario muy adverso sin comprometer necesariamente el bienestar de los niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, resulta evidente que la pobreza se encuentra muy sobre representada en esta muestra (66,5%), considerando que de acuerdo a la última encuesta CASEN del año 2013 (Ministerio de Desarrollo Social, 2015), el porcentaje nacional de personas en situación de pobreza asciende al 7,8%, utilizando la metodología tradicional de medición. Ello resulta relevante, en primer término, porque niños(as), adolescentes y adultos no están ejerciendo plenamente derechos reconocidos tanto por la Constitución (como la educación, salud, entre otros), como por la CIDN (salud, nivel de vida, entre otros). En segundo término, y en relación a los objetivos del presente estudio, las condiciones de pobreza y exclusión que afectan a las familias generan demandas que pueden exceder sus capacidades de afrontamiento, ocasionando estresores para las familias, que compiten con la atención necesaria de destinar a la crianza y vinculación con los niños, niñas y adolescentes (Rodrigo, Máiquez y Martín, 2010). Esto genera factores de riesgo que pueden asociarse a situaciones de 48 Esto lleva a preguntar si la condición socioeconómica de la familia pudiera condicionar de algún modo una intervención coactiva por parte del sistema, respecto al cuidado personal de sus hijos(as). 133 vulneración de derechos hacia la infancia y la adolescencia. En este sentido Gómez y Kotliarenco (2010) proponen, como una de las estrategias tendientes a estimular la resiliencia parental, la disminución de las demandas y tensiones que sobrepasan a la familia. Desde allí, el Estado de Chile debiera garantizar un “nivel de vida suficiente para posibilitar el ejercicio parental positivo” (Comité de Ministros del Consejo de Europa, 2006, p. 3), aspecto que debiese ser contemplado por una ley de protección integral de los derechos de la infancia y la adolescencia. Temas como el acceso a la educación y el empleo remunerado, particularmente por parte de la cuidadora principal, resultan cruciales para garantizar un nivel de vida apropiado. En concreto se sugiere vincularse con organismos dedicados a entregar oportunidades de capacitación y educación a grupos de bajos ingresos (por ejemplo, a través del ‘Programa Mujer Trabajadora y Jefa de Hogar’, ‘Mujer Emprendedora’, Infocap, entre otros). Asimismo, la oferta de servicios de cuidado infantil (por ejemplo en coordinación con jardines infantiles de Integra o Junji), sobre todo en horario posterior al escolar, puede hacer la diferencia en la viabilidad de trabajo y estudio en el caso de las mujeres. La literatura es contundente en señalar los efectos positivos que esto tiene para mujeres e hijos(as). 134 VII. Conclusiones Finales Para evaluar la relación entre los niños(as) y adolescentes y sus familias desde un marco ecológico se utilizó la Escala de Evaluación Familiar de Carolina del Norte (NCFAS-G), considerando las dimensiones Competencias Parentales, Interacciones Familiares, Seguridad Familiar y Salud Familiar. El análisis de los resultados del presente estudio, permite concluir que en la dinámica relacional establecida entre los niños, niñas y adolescentes afectados por graves vulneraciones de derechos y sus familias se constata una elevada proporción de problemáticas de alta complejidad, con una de cada tres familias ubicadas en la categoría de "alto riesgo" en la mayor parte de las dimensiones, excepto salud familiar. Sin embargo, es mayoritaria la proporción de casos evaluados con baja complejidad (cerca de dos tercios), lo cual puede deberse –a lo menos parcialmente- a los resultados de la intervención de los programas que han intervenido con los usuarios(as) y sus familias. En la dimensión competencias parentales, el principal problema detectado son las prácticas disciplinarias, lo cual refleja una recurrencia habitual a prácticas de malos tratos referidas como "disciplina", asociado a modelos autoritarios de crianza. Asimismo, se observa deteriorada la capacidad lúdica de las familias y la protección de espacios y momentos de recreación/ocio familiar; así como la supervisión del niño y la promoción del desarrollo y crecimiento mediante oportunidades para su progreso. En interacciones familiares, la variable más crítica es la relación entre los progenitores/cuidadores, lo cual se asocia significativamente con la presencia de violencia doméstica entre ellos, dando cuenta del modo en que las dinámicas de relación violenta al interior de la familia se instalan en sus diferentes subsistemas. Respecto a la dimensión seguridad familiar, las variables que muestran mayor deterioro general son: negligencia parental, y abuso emocional, y otros conflictos familiares, lo cual da cuenta del conflicto con terceros significativos del entorno, como vecinos y familia extensa. Por su parte, en la dimensión salud familiar, la variable más deteriorada es la salud mental del niño y, en segundo término, la salud mental de las figuras parentales. Cabe hacer presente que el levantamiento de información mediante la escala NCFAS-G se realizó en diferentes momentos de la intervención en cada caso, por lo cual no es posible aislar el efecto de la intervención en los resultados obtenidos. Para hacerlo, se requeriría una evaluación pre-post, o bien la evaluación exclusivamente en fases iniciales de la intervención, lo cual no pudo ser llevado a cabo en este estudio dados los extensos tiempos de intervención que registran los casos en la mayor parte de las líneas. Uno de los hallazgos del presente estudio es que pueden apreciarse niveles de complejidad creciente en las distintas líneas programáticas estudiadas, observándose en términos generales la siguiente gradiente de menor a mayor complejidad: Familias de Acogida, Programas de Reparación en Maltrato, Programas Especializados y Residencias. Ello, en virtud de múltiples variables, tales como el contexto social de las familias, la edad de los niños(as) y adolescentes, su condición de escolarización, las causales de ingreso por las cuales llegan a cada proyecto, la presencia simultánea de maltrato y drogas en su sujeto de intervención, la dinámica relacional en la familia y los factores de riesgo presentes en ella. De este modo, las familias de acogida muestran en este estudio no sólo menores niveles de complejidad, sino condiciones apropiadas para el desarrollo infantil en la mayor parte de las dimensiones 135 evaluadas, familia extensa que no es aquella familia nuclear en la cual se produjo la vulneración, sino aquella evaluada para hacerse cargo del cuidado del niño(a) o adolescente. En general, tanto las bases técnicas como los proyectos que componen la muestra reconocen la relevancia del trabajo con familias, en pos de contribuir a la restitución de derechos vulnerados en los niños(as) y adolescentes. Tal como señala Arruabarrena (2001), hoy en día no hay ninguna duda de la importancia que tiene la familia y los vínculos familiares para el desarrollo infantil, y la necesidad de desarrollar intervención con familias en las cuales se ha producido situaciones de vulneración. Para ello, autores Canales, Flores y Raurich (2014) sitúan el énfasis de la intervención con familia, y particularmente en contextos de vulneración, justamente en el fortalecimiento de esta vinculación de los padres con los hijos(as), de modo que éstos puedan ejercer la parentalidad con mayor eficacia. Esto se ve refrendado por la investigación de Cretier, Contreras y Teitelboim (2014), la cual demuestra que la intervención que efectivamente logra mejorar el vínculo familiar y las competencias parentales incrementa la restitución de los derechos vulnerados en niños, niñas y adolescentes. Concordantemente con esto, los equipos que forman parte de la presente investigación señalan que su trabajo consiste fundamentalmente en la construcción o fortalecimiento de un vínculo entre niños, niñas y adolescentes y sus familias. Para efectuar el trabajo con familias, tanto las orientaciones técnicas como los proyectos declaran la implementación de diversas estrategias/metodologías focalizadas con la familia para el diagnóstico y la intervención, tales como visita domiciliaria, psicoeducación/ socioeducación, psicoterapia individual y psicoterapia familiar. Pese a esta planificación, el trabajo con familias reportado en Senainfo aún es bajo, lo cual hace pensar que, si bien se visualiza la relevancia de trabajar con el grupo familiar, esto no llega a hacerse siempre efectivo en la práctica. Los obstáculos que pueden encontrarse para ello son falencias en recursos profesionales, sobrecarga laboral, así como la existencia de dispositivos de intervención que no necesariamente facilitan el trabajo con familias (ubicación del centro, horarios de atención, metodologías, entre otros). En relación a los desafíos pendientes, para potenciar el trabajo con foco en familia resulta crucial que el concepto de “familia” pueda ser definido apropiadamente de modo inclusivo, dando cabida a las múltiples formas de familia existentes hoy en Chile. Este trabajo no debiera focalizarse únicamente en la cuidadora femenina principal, como sucede hoy, sino contemplar en él a los distintos miembros de la familia y particularmente a los varones, lo cual implica superar un sesgo de género en la intervención que tiende a reproducir roles tradicionales de género, contribuyendo así a la democratización de las estructuras familiares. Junto con esto, se requiere que los profesionales puedan incorporar la variable género como una dimensión transversal en la intervención que efectúan. Asimismo, es necesario superar el enfoque de déficit acerca de las familias que prima en los equipos actualmente, transitando hacia un enfoque de recursos, que pueda relevar las potencialidades y fortalezas con las que cuenta el sistema, para fortalecer a los referentes familiares y permitirles hacer frente a los desafíos de la parentalidad. Ello implica el establecimiento de relaciones más horizontales de los equipos con los niños, niñas y adolescentes y sus familias, generando espacios de autonomía y participación de cada uno de sus miembros, así como relaciones de colaboración y cuidado, que puedan ser modeladas con los adultos y reproducidas, a su vez, en sus funciones de cuidado hacia los niños, niñas y adolescentes. Para la construcción de esta relación de confianza y colaboración entre los equipos y sus usuarios, es central la experiencia y formación especializada de los profesionales, así como la estabilidad de las agentes de intervención. Todo ello puede ponerse en riesgo si no se 136 consideran remuneraciones apropiadas para los profesionales y directivos de los proyectos, así como relaciones contractuales estables. A su vez, el trabajo de los equipos con las familias demanda no sólo la existencia y disponibilidad de recursos en la red que permitan llevar adelante el trabajo proyectado, sino también una estrecha coordinación con los distintos programas y servicios que intervienen. De este modo, es necesario superar la parcelación y fragmentación de la intervención, que suele sobreexigir a las familias en lugar de constituir un recurso para la restitución de derechos. En este sentido, las familias afectadas por graves vulneraciones de derechos de sus niños, niñas y adolescentes suelen experimentar niveles de demanda que exceden los recursos con los que cuentan para hacerles frente. Una manera de estimular la resiliencia familiar es incrementar la cantidad y calidad de recursos disponibles, otra estrategia complementaria es disminuir los niveles de demanda a los que se enfrentan. Para ello, resulta crucial que el Estado de Chile pueda garantizar “condiciones de vida suficientes” para el ejercicio positivo de la parentalidad (Comité de Ministros del Consejo de Europa, 2006), para lo cual se releva la necesidad de facilitar el acceso a la educación y al empleo remunerado por parte de los padres, y particularmente de la cuidadora femenina principal. Esto demanda la provisión de servicios de cuidado infantil por parte del Estado, que permitan compatibilizar el desarrollo de la mujer con el adecuado cuidado de los niños(as) y adolescentes. Este estudio ha intentado recoger la complejidad de la vinculación al interior de la familia, la cual se encuentra influida por los múltiples niveles ecológicos que la contienen. De este modo, su fortalecimiento requiere la adopción de medidas en diferentes niveles de decisión: organismos del Estado, instituciones colaboradoras de Sename, proyectos y profesionales. Todos ellos, en su respectivo nivel, pueden contribuir a la generación de entornos familiares generativos para el desarrollo y la restitución de derechos de niños, niñas y adolescentes afectados por graves vulneraciones. 137 VIII. Bibliografía Ainsworth, M., Blehar, M., Waters, E., y Wall, S. (1978). Patterns of Attachment: A psychological study of the strange situation. U.S.A.: Lawrence Erlbaum Associates. Alvarez Bravo, P. (20013). Legua emergencia: una historia de dignidad y lucha. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales. Ansoleaga, E. y Valenzuela, E. (2014). Derecho a la Salud Mental en Chile: la infancia olvidada. En Vial, T. (Ed.). Informe Anual Sobre Derechos Humanos en Chile 2014. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales. Arruabarrena, M. I. (2001). 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Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology, 37, 169-176. 141 Anexo nº 1: VARIABLES SELECCIONADAS SENAINFO Identificación del niño(a) o adolescente Ingreso Datos del Ingreso Ordenes de Tribunal Causales de Ingreso Detalle lesiones al ingreso Diagnóstico Escolar Diagnóstico de Maltrato Diagnóstico de Drogas Diagnóstico Psicológico Diagnóstico Social Fecha Nacimiento Nacionalidad Etnia Niño Susceptible Adopción Fecha Ingreso Tipo Atención Calidad Jurídica Edad Escolaridad Año Último curso Tipo Asistencia Escolar Región Comuna Tipo Relación con Quién vive Tipo Solicitante de Ingreso Solicitante de Ingreso Tiene Orden del Tribunal (si, no, en trámite) Tipo de Tribunal Tipo Causal de Ingreso Causal de Ingreso (se requieren las tres causales de ingreso consignadas) Entidad que asigna (Tribunal, Policía, Establecimiento). Presenta lesiones (Si, No) Tipo Lesión Quien Ocasionó la Lesión Escolaridad Tipo Asistencia Escolar Año Último Curso Aprobado Fecha ingreso Proyecto Presenta Maltrato (Si, No) Tipo Maltrato Conoce Maltratador (Si, No) Persona Relacionada Vive Con Agresor Existe Querella SENAME Fecha Diagnóstico Tipo Consumo de Drogas Fecha Diagnóstico Medición Diagnóstica Fecha Diagnostico Situación Especial Situación Socio Económica Situación Calle Año Mes Inicio Vivir Calle Numero Personas Hogar Numero Personas Sitio Numero Hermanos Viven Con El Numero Hermanos Puntaje Protección Social Fecha Puntaje Protección Social 142 Niño(a) o Adolescentes se encuentra inscrito en Situación Laboral Adolescente Estado Abandono Situación Tuición Etnia FONASA Chile Solidario Chile Crece Contigo Situación Laboral Fecha de Diagnóstico Peores Formas de Trabajo Infantil Datos de Salud Presenta Situación Categoría Forma de Trabajo Explotador Vive con Explotador Fecha Diagnóstico Discapacidad Hechos de Salud Enfermedades Crónicas Personas Relacionadas Plan de Intervención Datos del Plan de Intervención Área de Intervención Seguimiento del PI Término de la Intervención PARA AREA PROTECCIÓN DE DERECHOS Y AA.DD Niños Relacionados Tipo Discapacidad Nivel Fecha Diagnóstico Hecho de Salud Atención Lugar Fecha Diagnóstico Enfermedad Sexo Fecha de Nacimiento Nacionalidad Profesión u Oficio Actividad Escolaridad Situación 1 Situación 2 Situación 3 Tipo Relación Descripción Tipo de Intervención Nivel de Intervención Estado de Intervención Colaboración del Niño Participación de la Familia Intervención Completa Habilitado para el egreso Grado de Cumplimiento Tipo de Intervención Tipo Evento Intervención Tipo Relación Descripción 143 Anexo nº 2: Encuesta a Profesionales Tratantes Nombre profesional: ____________________________________________________________ Profesión: ____________________________________________________________________ Sexo: ____________ Edad: _________________ Años titulación: ________________________ E-mail: _______________________________________________________________________ Centro: _______________________________________________________________________ Ciudad: ______________________________________________________________________ Nº Identificador caso: ___________________________________________________________ Evaluador: ____________________________________________________________________ Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________ Respecto al caso en cuestión, necesitamos recoger información adicional a la aportada por el NCFAS-G, lo cual tiene por objetivo levantar información complementaria, respecto de la percepción de los profesionales a cargo. Por lo tanto, considerando la información del caso con la que usted cuenta, solicitamos que conteste a las siguientes preguntas. P1. Vulneración de derecho que genera su ingreso al programa: 1. Maltrato físico. 2. Maltrato psicológico. 3. Delito sexual. 4. Negligencia. 5. Abandono. 6. Otro: _____________________________________________________________ P2. ¿Por parte de quién fue vulnerado el NNA?: 1. Padre. 2. Madre. 3. Otro miembro de la familia nuclear: ______________________________________ 4. Otro miembro de la familia extensa: ______________________________________ 5. Conocido: __________________________________________________________ 6. Desconocido. P3. A su juicio, en este caso ¿cuál es la relación que existe entre la vulneración de derechos que afecta al NNA y las relaciones que es establecen entre los miembros del grupo familiar? (marque todas las que resulten pertinentes): 1. Las relaciones familiares se asocian con la causa de la vulneración. 2. Las relaciones familiares permiten la mantención de la vulneración. 3. Las relaciones familiares agudizan el daño existente. 4. Las relaciones familiares moderan el daño existente. 5. Las relaciones familiares constituyen un recurso para la restitución de derechos. ¿Por qué? ____________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________ 144 P4. Objetivos de intervención propuestos con el NNA y su familia (marque todos los que se contemplan en el Plan de Intervención Individual): 1. Satisfacer necesidades biopsicosociales. 2. Interrumpir la vulneración sufrida. 3. Fortalecer competencias/habilidades parentales o recursos protectores en la familia. 4. Fortalecer/generar redes familiares y/o sociales. 5. Favorecer la reinserción familiar/comunitaria del NNA. 6. Reparar el vínculo con figuras significativas. 7. Disminuir/remitir la sintomatología existente. 8. Favorecer coordinación intersectorial. 9. Promover la autonomía progresiva. 10. Resignificar/reelaborar la vulneración sufrida. 11. Prevenir la revictimización. 12. Otros: _________________________________________________________________ _______________________________________________________________________ _______________________________________________________________________ _______________________________________________________________________ P5. Plazo de intervención proyectado (en meses): ___________________ P6. Estrategias de intervención proyectadas (marque todas las que se contemplan en el Plan de Intervención Individual): 1. Psicoterapia individual. 2. Intervención grupal. 3. Psicoterapia familiar. 4. Psicoeducación/Socioeducación. 5. Visitas domiciliarias. 6. Intervención comunitaria. 7. Intervención residencial. 8. Tutorías. 9. Otra: ______________________________________________________________ P7. ¿Con qué miembros de la familia ha proyectado la intervención? (marque todos los pertinentes al caso): 1. Padre. 2. Madre. 3. Abuelo. 4. Abuela. 5. Hermanos. 6. Otros: _________________________________________________________________ P8. Pronóstico del caso: 1. Muy favorable: entre el 75% y el 100% de objetivos cumplidos. 2. Favorable: entre el 50% y el 75% de objetivos cumplidos. 3. Desfavorable: entre el 25% y el 50% de objetivos cumplidos. 4. Muy desfavorable: entre el 0% y el 25% de los objetivos cumplidos. ¿Por qué? ____________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________ 145 Anexo nº3: Historias de Vida para Niños (as) (8-11) Nº Identificador caso: ___________________________________________________________ Edad: ____________________ Sexo: _______________________ Teléfonos contacto: ____________________________________________________________ Email contacto: ________________________________________________________________ Evaluador: ____________________________________________________________________ Centro: _______________________________________________________________________ Ciudad: ______________________________________________________________________ Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________ El libro de mi vida Objetivos: • Identificar el modo en que las relaciones familiares en el núcleo del niño (a) se han ido construyendo a lo largo del tiempo, de acuerdo a su propia percepción. • Otorgar una perspectiva que permita situar la vivencia de vulneración de derechos experimentada por el niño (a) dentro de un contexto biográfico familiar. • Comprender la historia de vida del niño (a) desde su propia experiencia y vivencia. Metodología: Gráfica y verbal Materiales: Hojas blancas dobladas por la mitad, cartulina del tamaño de las hojas blancas, una foto del (la) niño (a), lápiz mina y corchetera. Descripción: Esta técnica busca que el niño (a) pueda confeccionar junto al evaluador un libro en el que él sea el protagonista, el libro de su vida. En este sentido, la entrevistadora deberá ir apoyando y motivando la narración y dibujo de esta, en la medida que cada niño (a) lo requiera. Resulta importante mencionar que esta técnica de evaluación es interventiva en sí misma, en tanto posibilita el hecho de poder pensarse como protagonistas del devenir de su historia en su contexto familiar. En un primer momento se le solicita al niño (a) que recuerde su vida, para luego ir pensando en diversos momentos. Para la confección del libro se deja en cada hoja un recuadro superior en el cual va graficando cada una de las escenas narradas, de la manera en que prefiera. En la zona inferior el (la) niño (a) puede ir titulando y describiendo cada uno de los capítulos. Si es que no sabe escribir o no desea hacerlo, puede ser la entrevistadora quien lo haga. Una vez que se ha terminado el libro, es momento de confeccionar una portada con la cartulina y su foto, corcheteando las hojas, dejando de ese modo finalizado el libro, el cual será titulado también por el (la) niño (a). Posteriormente la idea es leer el libro en conjunto y agregar, de ser necesario, aquello que el (la) niño (a) desee. Este libro permitirá situar la vulneración de derechos en contexto, evidenciando como ha experimentado los hechos que hoy lo (la) vinculan al programa SENAME. Es menester 146 mencionar, en este sentido, que es posible generar inferencias a partir de esta técnica acerca del modo en que las relaciones familiares establecidas a lo largo de su historia se vinculan o no a la vulneración de derecho experimentada. La consigna para esta técnica será la siguiente: “Mi nombre es (…) y soy psicóloga. Estoy estudiando la relación de los niños/as con sus familias, así como el trabajo de los Centros para fortalecerla. Esto va a servir para mejorar la atención de otros niños y niñas y sus familias. Por eso, me gustaría conocer acerca de tu vida y tu familia, para lo cual te voy a pedir que hagas un cuento, que podríamos ir pensando juntos en capítulos, como un libro, contando y dibujando. Si no tienes problemas, esta grabadora va a registrar lo que dices para poder recordarlo después”. Para la elaboración del libro de vida del (la) niño (a), se le propondrá a este (a) dividir su vida en 3 capítulos, los que serán nombrados por la entrevistadora de la siguiente manera: 1. Antes de entrar al colegio. 2. Antes de llegar al programa. 3. Después de llegar al programa (hoy). Para cada uno de estos apartados (capítulos) se tendrán como preguntas orientadoras las siguientes: 1. Antes del colegio: • ¿Cómo era tu familia? • ¿Con quienes vivían? • ¿Qué cosas hacían juntos? • ¿Cuáles son las cosas que más recuerdas de tu familia? • ¿Qué cosas te gustaban más de tu familia? • ¿Qué cosas te gustaban menos de tu familia? 2. Antes de llegar al programa: • ¿Cómo era tu familia? • ¿Con quienes vivían? • ¿Cómo te sentías con ellos? • ¿Con qué otras personas te relacionabas además de ellos? • ¿Qué cosas solían hacer juntos? • ¿Cuáles son las cosas que más recuerdas de tu familia? • ¿Qué cosas te gustaban más de tu familia? • ¿Qué cosas te gustaban menos de tu familia? 3. Después de llegar al programa (hoy). • • • • • • • • ¿Con quienes viven? ¿Qué cosas suelen hacer juntos? ¿Cómo es la relación de tu familia hoy? ¿Cómo son tus familiares contigo?, ¿cómo te sientes con ellos? ¿Con qué otras personas te relacionas además de ellos? ¿Qué cosas te gustan más de tu familia? ¿Qué cosas te gustan menos de tu familia? ¿Ha cambiado tu familia desde que estas aquí? (en el programa), ¿cómo? 147 Consideraciones Finales: Este diseño ha sido construido para controlar cualquier eventual efecto adverso que el levantamiento de información pudiera eventualmente generar en los (las) participantes. De este modo, las entrevistadoras deberán estar atentas a cualquiera de estas reacciones en los (las) niños (as) entrevistados (as): • • • • Reacciones de desestabilización emocional, tal como llanto, signos de angustia y ansiedad elevada, bloqueo. Develación de situaciones de vulneración de derechos distinta a la que genera su ingreso al programa, lo cual pudiera no ser conocido por el equipo tratante. Situaciones de riesgo para el (la) propio (a) usuario (a) o para terceros, tal como ideación o conducta suicida, automutilaciones, entre otros. Otras variables que impliquen riesgo o vulnerabilidad elevada para el (la) niño (a). En cualquiera de estos casos, la jefa del estudio deberá ponerse en contacto con el (la) directora (a) del Centro, con el objetivo de informar de la situación detectada y solicitar su abordaje oportuno por parte de los profesionales a cargo de la intervención. 148 Anexo nº4: Historias de Vida para Adolescentes (12-17 años) Nº Identificador caso: ___________________________________________________________ Edad: ____________________ Sexo: _______________________ Teléfonos contacto: ____________________________________________________________ Email contacto: ________________________________________________________________ Evaluador: ____________________________________________________________________ Centro: _______________________________________________________________________ Ciudad: ______________________________________________________________________ Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________ En esta población se considera oportuna la utilización de una entrevista semi estructurada, dado el nivel de desarrollo de las capacidades expresivas del NNA, así como intelectual. Para lograr los objetivos propuestos con esta entrevista, se considera de utilidad que el (la) adolescente vaya expresando gráficamente su genograma familiar a medida que relata su historia, pudiendo desprenderse de allí sucesos significativos, patrones familiares, alianzas, distanciamientos, etc. Así, resulta beneficio poder ir revisando las representaciones que tiene de su familia como un sistema: abierto, sin límites, aislado, con limites rígidos, permeable, etc. En esta entrevista semi estructurada se le solicitará al (la) adolescente que haga un recorrido a lo largo de su historia vital, haciendo énfasis en las relaciones establecidas dentro de su sistema familiar, los nudos conflictivos y las instancias de vulneración de derechos que se han generado, propiciado y/o posibilitado en relación a las dinámicas y patrones descritos. Consigna: “Mi nombre es (…) y soy psicóloga. Estoy investigando la relación de los niños, niñas y jóvenes con sus familias, así como las intervenciones de las instituciones para fortalecerla; eso va a permitir mejorar la atención que reciben los niños, niñas y adolescentes, junto con sus familias. Para comenzar, voy a contarte más sobre esta investigación (revisar el Asentimiento Informado del anexo nº 13 y obtener su aprobación, procediendo a la firma de dicho documento)… Ahora, me gustaría conocer acerca de tu historia y la de tu familia. Para eso, vamos a hacer juntos un gráfico de los miembros de tu familia. Así podrás contarme sobre ellos y sobre ti. Para que no se me olvide nada de lo que me cuentas, voy a registrar con una grabadora, si es que no tienes inconveniente”. Ejes temáticos: • Caracterización de la familia de origen (incluir genograma) y su relación (cualidad del vínculo con figuras significativas, estilo de crianza). • Hitos relevantes en esta relación. • Historia académica/laboral. • Situación histórica de vivienda. • Relación del (la) adolescente y su familia con el entorno. • Acceso a programas y beneficios sociales. 149 • • • • • Vinculación del (la) adolescente y su familia con las instituciones públicas (poder ejecutivo, poder judicial, ONG), a propósito de la situación de vulneración. Consecuencias en la vida de la familia y en las relaciones familiares en relación a la situación de vulneración. Intervenciones recibidas desde el programa de atención. Repercusiones en las relaciones familiares de aquellas intervenciones. Proyecciones y expectativas del (la) adolescente en relación a posibles modificaciones en el sistema familiar. Consideraciones Finales: Este diseño ha sido construido para controlar cualquier eventual efecto adverso que el levantamiento de información pudiera eventualmente generar en los (las) participantes. De este modo, las entrevistadoras deberán estar atentas a cualquiera de estas reacciones en los adolescentes entrevistados: • • • • Reacciones de desestabilización emocional, tal como llanto intenso, signos de angustia y ansiedad elevada, bloqueo. Develación de situaciones de vulneración de derechos distinto a los que generan su ingreso al programa, los cuales pudieran no ser conocidas por el equipo tratante. Situaciones de riesgo para el (la) propio (a) usuario (a) o para terceros, tal como ideación o conducta suicida, automutilaciones, entre otros. Otras que impliquen riesgo o vulnerabilidad elevada para el (la) adolescente. En cualquiera de estos casos, la jefa del estudio deberá ponerse en contacto con el (la) director (a) del Centro, con el objetivo de informar de la situación detectada y solicitar su abordaje oportuno por parte de los profesionales a cargo de la intervención. 150 Anexo nº5: Historias de Vida para adultos. Nº Identificador caso: ___________________________________________________________ Edad: ____________________ Sexo: _______________________ Teléfonos contacto: ____________________________________________________________ Email contacto: ________________________________________________________________ Evaluador: ____________________________________________________________________ Centro: _______________________________________________________________________ Ciudad: ______________________________________________________________________ Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________ Se estima oportuna la realización de una entrevista semi estructurada con ejes temáticos para esta instancia, considerando que resulta altamente significativo que los adultos responsables de los NNA puedan expresarse con libertad (a diferencia del modelo encuesta), sin embargo encuadrados en el foco de investigación. Consigna: “Mi nombre es (…) y soy (incluir profesión). Estoy investigando la relación de los niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos con sus familias, así como las intervenciones de las instituciones para su fortalecimiento. Esto permitirá mejorar la atención que reciben niños, niñas y adolescentes en conjunto con sus familias. Voy a comenzar contándole algo más sobre el estudio (revisar Consentimiento Informado de anexo nº 12, firmar consentimiento informado). Ahora, le agradeceré que pueda hablarme respecto a su familia y su historia. Para no olvidar nada de lo que me cuenta y si está de acuerdo, procederé a registrar lo que conversamos mediante esta grabadora”. • • • • • • • • • • • • • • Ejes temáticos: Descripción y relación con la familia de origen (cualidad del vínculo con figuras significativas, estilo de crianza). Caracterización de la familia nuclear (incluir genograma). Descripción de las relaciones/dinámicas que se establecen entre los diversos subsistemas de la familia. Hitos relevantes en la relación familiar. Historia laboral/académica. Situación histórica de vivienda. Acceso a programas y beneficios sociales. Relación de la familia con el entorno. Caracterización de la situación de vulneración de derecho experimentada por el NNA. Vinculación de la familia con las instituciones públicas (poder ejecutivo, poder judicial, ONG), a propósito de la situación de vulneración. Consecuencias en la vida de la familia en relación con lo anterior. Consecuencia en las relaciones familiares en relación con lo anterior. Intervenciones recibidas desde el programa de atención. Repercusiones en las relaciones familiares de aquellas intervenciones. Proyecciones y expectativas de la familia en relación a posibles modificaciones en el sistema. 151 Consideraciones Finales: Este diseño ha sido construido para controlar cualquier eventual efecto adverso que el levantamiento de información pudiera eventualmente generar en los (las) participantes. De este modo, las entrevistadoras deberán estar atentas a cualquiera de estas reacciones en los adultos entrevistados: • • • • • Reacciones de desestabilización emocional aguda, tal como llanto intenso, signos de angustia y ansiedad elevada, bloqueo. Develación de situaciones de vulneración de derechos o situaciones traumáticas en su propia biografía, las cuales producen elevada inteferencia en su modo de funcionamiento en la actualidad. Situaciones de elevado riesgo para el (la) propio (a) usuario (a) o para terceros, tal como ideación o conducta suicida, heteroagresividad, entre otros. Otras que impliquen riesgo o vulnerabilidad elevada para el (la) entrevistado. Verbalizaciones respecto a la necesidad de apoyo y el deseo de emprender un proceso en el ámbito de la salud mental En cualquiera de estos casos, la jefa del estudio deberá ponerse en contacto con el (la) director (a) del Centro, con el objetivo de informar de la situación detectada y evaluar la viablidad y pertinencia de apoyo al adulto por parte de los profesionales del Centro. De no ser esto posible, se evaluará la alternativa de derivación por parte del equipo de investigación. 152 Anexo nº 6: Guión de discusión focal para profesionales de programas Línea programática: ____________________________________________________________ Participantes: _________________________________________________________________ Edad: ____________________ Sexo: _______________________ Teléfonos contacto: ____________________________________________________________ Email contacto: ________________________________________________________________ Moderador: ___________________________________________________________________ Ciudad: ______________________________________________________________________ Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________ 1. Introducción y Ambientación Nos gustaría partir presentándonos, nuestros nombres son (…) y somos parte del equipo de la Universidad Diego Portales que desarrolla una investigación denominada “Estudio, Evaluación y Sistematización de los Proyectos de Intervención Focalizados en Familias con Niños, Niñas y Jóvenes Vulnerados en sus Derechos”. Entre otras cosas, este proyecto pretende conocer las cualidades de la relación que establecen los niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos con sus familias, así como la pertinencia de las intervenciones que ejecutan los organismos intervinientes para su fortalecimiento, en pos de la reparación y restitución de derechos. Les pido por favor que se presenten para luego darles más detalles acerca de esta actividad. Lo vamos a hacer a través de una ronda de presentación, señalando sus nombres, institución a la cual representan y cargo que tienen dentro de dicha institución. Muchas gracias. Esta actividad tiene que ver con una bajada a las prácticas. Ustedes son quienes tienen la experiencia concreta y cotidiana en estas cuestiones, ustedes lidian con las dificultades y poseen rica información que pueden aportar. En síntesis, ustedes son los expertos. Y necesitamos de los expertos que nos hablen, desde sus experiencias, de la aplicación en terreno de lineamientos técnicos en materia de vulneración de derechos y familia, sus facilitadores y obstaculizadores, así como las problemáticas a las que se enfrentan diariamente en el trabajo con familias. De la misma manera, queremos recoger las buenas prácticas desarrolladas en el trabajo con familias. Durante esta actividad mi rol será de moderador y (…) de observador(a), por lo que estará anotando los temas principales que iremos abordando durante el Grupo Focal. Obviamente también puede participar con algunas preguntas o comentarios. Agradecemos mucho que hayan aceptado participar voluntariamente de esta reunión que nos tomará aproximadamente dos horas. Tienen en sus manos una Carta de Consentimiento Informado, que les pedimos que lean y firmen, en ella les aseguramos confidencialidad acerca de lo que aquí se hable, es decir, sus opiniones no serán identificadas con nombres por lo que siéntanse con total libertad para emitirlas. 153 Quienes nunca hayan estado en un grupo focal no deben preocuparse, se trata de una conversación y de una puesta en común sobre las opiniones y percepciones de cualquier asunto, o sea se trata de conversar, si se quedan callados no funciona, todas las opiniones importan. Es importante que sepan también que ustedes, de alguna manera, serán la voz que representará a quienes trabajan en los centros a lo largo de Chile. Sus opiniones van a ayudarnos a conocer y comprender de mejor modo las experiencias en vulneración grave de derechos y el trabajo con familias, además, sus opiniones como expertos (as) en el tema serán de fundamental importancia al momento de construir recomendaciones técnicas. Por eso y para ser fiel a sus opiniones, necesitamos grabar la sesión para poder reproducir lo que ustedes digan. Les reitero que la información no considera la identificación de la fuente que la emite. Haré mi mejor esfuerzo para que logremos revisar todos los temas, pero necesito de la ayuda de ustedes. Yo les iré poniendo temas y haciendo preguntas y ustedes irán conversando sobre éstos. 2. Desarrollo de la Discusión Para comenzar nos gustaría conocer sus experiencias, a partir de su labor en los centros, en el trabajo con familias de origen. Tópicos de investigación: • ¿Qué tipo de problemas existen en la relación del NNA con su familia? • ¿A qué se deben estas dificultades? • ¿Cómo trabaja el programa con las dificultades en la relación NNA-familia? (describir enfoques, estrategias metodológicas, actividades, profesionales que intervienen, frecuencia). Diferenciar diagnóstico e intervención. • Siempre existe una distancia entre la teoría y la práctica, ¿cómo es en su caso?, ¿cómo manejan la que se genera en su programa? • ¿cuáles son las fortalezas y las dificultades que enfrentan en el trabajo con familias? • Recomendaciones para el trabajo con NNA y familias a partir de su práctica. 3. Cuestionario Buenas Prácticas 4. Cierre y Agradecimientos • • • Comentarios adicionales. Preguntas de los asistentes. Agradecimientos. 154 Anexo nº 7: Entrevista a Directores (as) de Programas Nombre: _____________________________________________________________________ Edad: _______________ Sexo: _______________________ Profesión: ________________________________ Años titulación: _______________________ Centro: ______________________________________________________________________ Ciudad: ______________________________________________________________________ Cargo: _______________________________________________________________________ Teléfonos contacto: ____________________________________________________________ Email contacto: ________________________________________________________________ Evaluador: ____________________________________________________________________ Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________ Mi nombre es (…) y formo parte del equipo de la Universidad Diego Portales que desarrolla la investigación denominada “Estudio, Evaluación y Sistematización de los Proyectos de Intervención Focalizados en Familias con Niños, Niñas y Jóvenes Vulnerados en sus Derechos”. Entre otras cosas, este proyecto pretende conocer las cualidades de la relación que establecen los niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos con sus familias, así como la pertinencia de las intervenciones que ejecutan los organismos intervinientes para su fortalecimiento, en pos de la reparación y restitución de derechos. Esta entrevista tiene por objetivo conocer su apreciación respecto a la factibilidad de desarrollar trabajo con familias en el ámbito de vulneraciones graves de derecho contra NNA, así como la modalidad y las condiciones que lo facilitarían. Agradezco mucho que haya aceptado participar voluntariamente de esta entrevista, la que nos tomará aproximadamente una hora. Tiene en sus manos una Carta de Consentimiento Informado, que le pido que lea y firme. Tópicos de investigación: • • • • • • Modelo teórico que asume el proyecto. Conceptualización, desde dicho modelo teórico, respecto de la vulneración de derechos en NNA y su relación con las relaciones establecidas al interior de la familia. Recursos con los que cuenta el proyecto para abordar esta temática al interior del programa (recursos humanos, técnicas, tiempos, recursos materiales). Recursos que se obtienen de las redes para llevar adelante un trabajo de esta naturaleza, experiencias y aprendizajes del trabajo en redes. Factibilidad en el desarrollo de trabajo con familias considerando los recursos disponibles, ¿de qué variables depende? Limitaciones de los recursos disponibles y requerimientos adicionales que se presentan para poder desarrollar este trabajo de mejor modo. Cuáles son las amenazas y las oportunidades que se identifican en la gestión de proyectos en la temática (¿qué riesgos se corren desde el punto de vista de quien se hace cargo de la gestión?, ¿con qué se debe tener cuidado?, ¿qué oportunidades surgen en la implementación de proyectos de esta naturaleza?, ¿qué recursos se deben aprovechar?). 155 Anexo nº 8: Pauta para Identificación de Buenas Prácticas Con la presente pauta se busca evidenciar buenas prácticas institucionales, que tengan como objetivo fortalecer la relación/vínculo de los NNA vulnerados en sus derechos y sus familias, instaladas en los programas. Le solicitamos que piense en buenas prácticas en materia de trabajo con familias en contexto de infancia vulnerada. Por buenas prácticas podemos entender aquellas “que contribuyen de manera significativa en la mejora de las condiciones de vida de las personas y comunidades” (Corradini et al., 2008), en este caso los NNA y sus familias. 1. A su juicio, ¿qué experiencia de trabajo con familias en contexto de infancia vulnerada ha resultado exitosa en su programa? (describir temática, población, institución, metodología, resultados). ¿Alguna otra? 2. ¿A qué atribuye usted el éxito de esta experiencia? 3. En estas experiencias ¿Qué acciones se ejecutan para garantizar la satisfacción de los distintos derechos de NNA en situación de vulneración? 4. ¿Qué estrategias implementan para adaptar el funcionamiento del programa a la realidad del territorio en el cual funciona? (cultura, geografía, etnia, etc). 156 5. ¿Qué estrategias implementan para adaptar el funcionamiento del programa a la realidad particular del niño y su familia? 6. ¿Qué prácticas resultan particularmente innovadoras? 7. ¿Qué estrategias utilizan para incorporar la mirada de género en el trabajo con el NNA y su familia? 157 Anexo n° 9 158 Anexo 10 159 Anexo 11 160 Anexo 12 161 Anexo 13 162