Informe Final Vínculo - Instituto de Investigación en Ciencias Sociales

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Informe Final
Estudio de Caracterización del Vínculo Familia- Niñas, Niños y
Adolescentes y de las Intervenciones de Fortalecimiento Familiar
Investigadores:
Lorena Contreras Taibo
Bárbara Crettier Bize
Alejandra Ramm Santelices
Esteban Gómez Muzzio
Fernanda Burr Bustamante
Ayudante de investigación:
Nathalie Coliñir Pavez
Santiago, 27 de Enero de 2015
2
Índice
I.
Introducción .......................................................................................................................... 5
II.
Objetivos................................................................................................................................ 5
III. Marco Teórico: Vulneraciones de Derechos Contra Niños, Niñas y Adolescentes. El Papel
del Vínculo ............................................................................................................................. 6
IV. Metodología ........................................................................................................................ 11
1.
Definición del Universo y Muestra .................................................................................. 12
2.
Extracción de la Muestra................................................................................................. 13
3.
4.
V.
2.1.
Selección de regiones .............................................................................................. 13
2.2.
Distribución de la muestra por región y línea programática .................................. 15
2.3.
Selección de centros................................................................................................ 16
2.4.
Selección de niños, niñas y adolescentes y familias................................................ 19
Procedimiento ................................................................................................................. 19
3.1.
Caracterización de los participantes ....................................................................... 19
3.2.
Caracterización de la relación del niño, niña o adolescente y su familia ................ 20
3.3.
Identificación de intervenciones institucionales ..................................................... 22
3.4.
Identificación de buenas prácticas. ......................................................................... 23
3.5.
Recomendaciones técnicas para la intervención con familias ................................ 24
Consideraciones Éticas .................................................................................................... 24
Resultados ........................................................................................................................... 25
1.
Introducción .................................................................................................................... 25
2.
Caracterización de Niños, Niñas y Adolescentes y Familias (Base SENAINFO) ............... 26
3.
Resultados Aplicación NCFAS-G ...................................................................................... 44
4.
Resultados de la Encuesta a Profesionales Tratantes ..................................................... 60
5.
Orientaciones Técnicas de SENAME................................................................................ 79
6.
Análisis de los Proyectos que Componen la Muestra ..................................................... 86
7.
Percepciones y Experiencias de Directivos y Profesionales de la Red Sename sobre
Intervenciones con Foco en Familia ............................................................................... 94
8.
Buenas Prácticas en el Trabajo con Familias ................................................................. 114
VI. Síntesis y Recomendaciones Técnicas para el Trabajo con Familias ................................. 119
VII. Conclusiones Finales.......................................................................................................... 135
VIII. Bibliografía......................................................................................................................... 138
3
4
I.
Introducción
La presente investigación, denominada “Estudio, Evaluación y Sistematización de los Proyectos
de Intervención Focalizados en Familias con Niños, Niñas y Jóvenes Vulnerados en sus
Derechos”, se realizó producto de una licitación encomendada por la Fundación San Carlos de
Maipo, organización sin fines de lucro que nace en el año 1997 a partir de la inquietud de la
Asociación de Canalistas Sociedad del Canal de Maipo de sistematizar y encauzar algunas
iniciativas de ayuda financiera con fines de beneficencia.
El Directorio de la Fundación decidió focalizar sus esfuerzos, entre otros temas sociales, a los
niños, niñas, jóvenes y sus familias, que residen en la Región Metropolitana y que se
encuentran en situación de vulnerabilidad psicosocial, particularmente en aquellas
problemáticas que implican vulneraciones graves de derecho. En virtud de su recorrido, la
Fundación ha relevado la necesidad de incluir a las familias como actores claves para el logro
de los objetivos que se proponen.
De este modo, la presente investigación ha sido proyectada en miras a contribuir a la
generación de nuevos conocimientos para el diseño y desarrollo de modelos de intervención
para la atención integrada de niños(as), jóvenes vulnerados en sus derechos y sus familias, con
miras a incidir en la política pública.
Para ello, la presente investigación pretende aportar desde el estudio de la relación familiar en
contextos de vulneración de derechos de niños, niñas y jóvenes, así como de las
intervenciones que se ejecutan desde la política pública para su fortalecimiento.
II.
Objetivos
Objetivo General:
• Conocer las cualidades de la relación que establecen los niños, niñas y adolescentes
vulnerados en sus derechos con sus familias, así como la pertinencia de las
intervenciones que ejecutan los organismos intervinientes para su fortalecimiento, en
pos de la reparación y restitución de derechos.
Objetivos Específicos:
• Caracterizar a los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos en situación
de alta complejidad, atendidos por la red SENAME, así como a sus familias,
estableciendo perfiles diferenciales.
• Determinar las características de la relación que mantienen los niños, niñas o
adolescentes vulnerados en sus derechos con sus familias.
• Identificar las intervenciones realizadas por las instituciones, en miras a fortalecer a las
familias y mejorar la relación con los niños, niñas y adolescentes vulnerados.
• Seleccionar y describir las buenas prácticas que desarrollan las instituciones en materia
de familia y vínculo con niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos.
• Desarrollar recomendaciones técnicas para la intervención y acompañamiento de
estas familias, tendiente a la restitución de derechos y reparación de la relación entre
ellas y los niños, niñas y adolescentes.
5
III.
Marco Teórico: Vulneraciones de Derechos Contra Niños, Niñas y Adolescentes.
El Papel del Vínculo
La familia en Chile
Un rasgo característico de la sociedad chilena es la centralidad que juegan las familias en las
vidas de las personas. Este atributo es común al resto de la región latinoamericana, donde la
evidencia muestra que los vínculos familiares son relevantes para todos los grupos
socioeconómicos (Lomnitz y Pérez-Lizaur, 1984).
Tanto en Chile como en el resto del continente las mujeres, y particularmente las madres,
constituyen el eje central de las familias, mediante el establecimiento de fuertes vínculos con
sus hijos. De este modo, el concepto de matrifocalidad, da cuenta de esta particularidad de las
familias de esta región (Smith, 1996).
Sin embargo, en este contexto histórico de centralidad de los vínculos familiares y
particularmente de la figura de la madre, está sucediendo una transformación del rol parental,
especialmente por parte del padre (Olavarría 2001; Valdés 2008). De este modo, recientes
estudios muestran que las nuevas generaciones de padres aspiran a establecer un trato menos
autoritario y más afectuoso con sus descendientes, demandando mayor cercanía (Olavarría,
2001). A esto se suma una fuerte reducción de la fertilidad (Larrañaga 2006), que se traduce en
que los padres dedican mayor tiempo y atención a un menor número de hijos.
Otro aspecto que se asocia a la transformación del rol parental es la aparición del trabajo
como un derecho legítimo de las mujeres, especialmente de aquellas jóvenes (Olavarría, 2001),
trabajo asalariado que suelen combinar con el cuidado de los hijos y las tareas domésticas.
La modificación de los roles parentales en nuestra sociedad lleva consigo la modificación de los
tipos de familia existentes. Se presenta como un hecho que la familia nuclear parental ha
entrado en crisis (Olavarría, 2001), fenómeno que ha permitido que la estructura tradicional de
paso a una gran diversidad de manifestaciones de familia: aquellas que cuentan con dos
fuentes de ingreso, hogares unipersonales y particularmente monoparentales, los cuales por lo
general están liderados por mujeres (OIT-PNUD, 2009).
En el caso de Chile, la relevancia de las familias, especialmente en los sectores de menores
ingresos, se manifiesta en la alta proporción de hogares extendidos. De hecho, en Chile entre
1990 y 2006, en un contexto de profundo cambio y crecimiento económico, los hogares
extendidos se han mantenido alrededor de un 20 por ciento (Mideplan, 2006).
Relaciones familiares desde una mirada ecológica
Cualquiera sea la forma que adopte la familia, la psicología ha generado una robusta evidencia
respecto al impacto de las relaciones familiares en la calidad de vida de sus miembros. En este
sentido, uno de los factores cruciales que han sido identificados en la vida de personas
saludables, es el haber sido cuidado, protegido y educado en una etapa tan central como la
infancia y la adolescencia (Barudy y Dantagnan, 2009).
De acuerdo a Barudy y Dantagnan (2009), el cuidado efectivo y afectuoso por a lo menos una
figura significativa, permite a los niños hacer frente a los desafíos del crecimiento, instalando
capacidad de resiliencia frente a eventos adversos de la vida.
6
Este concepto de resiliencia ha sido entendido tradicionalmente como “la capacidad de una
persona o grupo para desarrollarse bien, para seguir proyectándose en el futuro, a pesar de los
acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces
graves” (Manciaux, Vanistendael, Lecomte y Cyrulnik, 2003). Sin embargo, Gómez y
Kotliarenco (2010) advierten que la resiliencia no constituye una cualidad estática, una
propiedad de los sujetos, sino un proceso contextual e histórico. Desde esta perspectiva,
dichos autores definen la resiliencia familiar como “el conjunto de procesos de reorganización
de significados y comportamientos que activa una familia sometida a estrés, para recuperar y
mantener niveles óptimos de funcionamiento y bienestar, equilibrar recursos y necesidades
familiares, y aprovechar las oportunidades de su entorno” (p. 124).
La relación establecida entre los niños, niñas y adolescentes y sus familias no puede ser
comprendida al margen de su contexto, es decir del “entorno físico, social y cultural que
influye y contiene (enmarca) a las personas que están en una relación” (Canales, Flores y
Raurich, 2014, p.9), así como de la trama histórica en la cual ésta se inscribe.
Para comprender las relaciones familiares desde una mirada contextual hemos adoptado la
perspectiva ecológica o ecosistémica, pues resulta particularmente pertinente en el contexto
del trabajo desarrollado con familias en torno a la vulneración de derechos en la infancia y
adolescencia.
La perspectiva ecológica o ecosistémica desarrollada por Bronfenbrenner (1987) permite
otorgar un marco comprehensivo desde el cual se integran las diversas variables que
contribuyen a explicar el vínculo y las relaciones familiares, entendiéndolos como fenómenos
situados contextualmente en sistemas que se acoplan.
En esta línea, la capacidad de la familia para funcionar eficazmente como marco de desarrollo
humano para los niños, niñas y jóvenes, va a depender de la relación que se establezca entre
ésta y los sucesivos niveles ecológicos que la contienen. De este modo, el microsistema
familiar establece una interconexión con el mesosistema (entornos en que el sujeto participa
activamente), exosistema (sistemas que tienen impacto en lo que ocurre en su ambiente
inmediato) y macrosistema (patrones ideológicos, culturales y organización de las instituciones
sociales), generando de este modo una acomodación progresiva entre el sujeto y el ambiente.
Esta perspectiva ecológica ha sido aplicada por Belsky (1993) para comprender la etiología del
maltrato y negligencia en la infancia y adolescencia. De acuerdo a sus hallazgos, estos
fenómenos están determinados por “factores que operan en múltiples niveles de análisis (del
desarrollo, situacionales, demográficos, histórico-culturales, evolutivos)” (p. 427). Esto quiere
decir que las intervenciones en este campo no pueden reducirse a un único foco, por ejemplo
exclusivamente al apego, lo cual destinaría estos esfuerzos al fracaso. Por el contrario, el
fortalecimiento de los recursos de la familia puede promover una parentalidad nutricia hacia
los niños. Entre los factores a trabajar es posible señalar la reducción de la pobreza,
planificación familiar, el trabajo parental en sus propias historias y emocionalidad negativa,
refuerzo de habilidades parentales, fortalecimiento de redes sociales y vínculos afectivos.
Según esta perspectiva, se puede afirmar que la relación que los padres establecen con sus
hijos, no sólo dependerán de lo que ellos son capaces de ofrecer, sino también de los recursos
que posean, además de las herramientas y servicios que la sociedad pone a disposición.
Resulta razonable admitir que no sólo existen factores económicos, sino que además culturales
y sociales que fomentan y fortalecen contextos favorables o perjudiciales para el desarrollo y
bienestar infantil (Barudy y Dantagnan, 2011).
7
Parentalidad Positiva
En relación al modelo ecológico, Rodrigo, Máiquez y Martín (2010) plantean que
La tarea de ser padres y madres no se ejerce en un vacio, ni depende exclusivamente de
las características de los progenitores. Se ejerce dentro de un espacio ecológico cuya
calidad depende de tres tipos de factores: el contexto psicosocial donde vive la familia,
las necesidades evolutivo/ educativas de los menores y las capacidades de los padres y
madres para ejercer la parentalidad positiva (p. 13).
En estos tres niveles pueden existir factores de riesgo para el ejercicio de la parentalidad, es
decir condiciones biológicas, psicológicas o sociales que incrementan la probabilidad de
aparición de un problema determinado. Entre estos factores se cuentan la pobreza crónica y el
desempleo, las madres que poseen un bajo nivel educativo, la violencia en la pareja parental,
los empleos con horarios extensos, entre otros. Estos factores de riesgo pueden ser
contrapesados por factores de protección, los cuales modifican la respuesta de una persona
ante un riesgo en un sentido más favorable (Rodrigo, Máiquez y Martín, 2010). Uno de los
factores de protección fundamental que los autores relevan son precisamente los apoyos
sociales.
En este sentido, el Comité de Ministros del Consejo de Europa ha generado la Recomendación
Rec (2006)19 sobre Políticas de Apoyo al Ejercicio Positivo de la Parentalidad. Dicha
recomendación adopta como eje inspirador el concepto de parentalidad positiva, el cual se
refiere “al comportamiento de los padres fundamentado en el interés superior del niño, que
cuida, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación que
incluyen el establecimiento de límites que permitan el pleno desarrollo del niño” (Consejo de
Ministros del consejo de Europa, 2006, p. 3).
Tal como señalan Rodrigo, Máiquez y Martín (2010), esta recomendación del Comité de
Ministros del Consejo de Europa parte de tres supuestos fundamentales:
•
La centralidad de las familias en todas sus formas, en cuya vertiente privada debe
respetarse la autonomía familiar y en cuya vertiente pública deben garantizarse los
derechos de todos sus miembros.
•
La concepción de familia como un sistema dinámico de relaciones interpersonales
recíprocas, enmarcado y abierto a múltiples contextos de influencia.
•
La necesidad de apoyo por parte de todos los padres y madres para desarrollar
adecuadamente las importantes responsabilidades parentales que enfrentan.
Dicho documento pretende crear conciencia de la necesidad de proporcionar a los padres y
madres los mecanismos de apoyo suficientes para ejercer apropiadamente sus funciones en la
crianza y educación de sus hijos, entre los cuales destacan políticas familiares adecuadas, la
prestación de servicios de apoyo parental, y la disponibilidad de servicios especializados en
situaciones de riesgo. Se entiende como un derecho de niños y padres, de acuerdo con el
interés superior del niño, el recibir apoyo adecuado de las autoridades públicas para
desempeñar sus funciones parentales.
El rol de la familia en el ejercicio de derechos
A partir de la ratificación de la Convención Sobre los Derechos del Niño (ONU 1989) en el año
1990, Chile inicia un camino orientado a transitar desde la “doctrina de la situación irregular”
8
hacia un nuevo paradigma de infancia, el de la “doctrina de protección integral”. Ello implica
entender al niño, niña y adolescente ya no como objeto de compasión-represión por parte del
Estado, sino como sujeto pleno de derechos.
A su vez, la modificación en el paradigma de infancia promovido por la CIDN demanda una
nueva conceptualización del rol de la familia. En este sentido, el paradigma de la situación
irregular adopta un enfoque de desajuste social, en el cual se promueve la exclusión y
segregación de los denominados “menores”, en el cual la lectura es que los sistemas de
regulación informal, es decir la familia, habrían demostrado su incapacidad de hacerse cargo
de los niño, niña y adolescente. En este contexto, sólo le resta al Estado la aplicación de
medidas coactivas, tales como la institucionalización o la adopción, en tanto mecanismos de
separación de los “menores” de estos contextos “iatrogénicos” de crianza, de manera de
prevenir la delincuencia futura (García Méndez, 1994).
Por el contrario, el paradigma de la protección integral releva el derecho de los niños a vivir en
familia, otorgando a los padres y cuidadores el protagonismo en su crianza y desarrollo. No
obstante, el Estado tiene la obligación de prestar la asistencia necesaria a los adultos para que
esto sea posible. Por tanto, y en términos conceptuales, la familia ha transitado desde un lugar
de sospecha y amenaza (previo a la convención), a una posición de protección de derechos
(posterior a la convención). De este modo, la CIDN establece en su artículo 3 que “los Estados
Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para
su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras
personas responsables de él ante la ley”. Sobre el particular, en su artículo 18 la CIDN
establece que es responsabilidad primordial de los padres, o sus representantes legales, velar
por la crianza y el desarrollo del niño; no obstante, el Estado debe procurar la necesaria
asistencia para el apropiado desempeño de sus funciones.
En este sentido y respecto del cambio de paradigma de infancia, debemos señalar que los
modos profundamente arraigados en que la sociedad y las instituciones han comprendido
históricamente a la infancia y la familia resultan difíciles de modificar en un corto período de
tiempo, en tanto se debe deconstruir culturalmente un imaginario para construir
progresivamente uno nuevo. Por esta razón, no es raro que detrás de discursos políticamente
correctos puedan desarrollarse prácticas de infancia que responden al paradigma de la
situación irregular.
La restitución de derechos hacia niños, niñas y adolescentes. El papel del vínculo
Hoy en día existe un consenso bastante generalizado respecto a la importancia de trabajar con
las familias en situaciones de vulneración de derechos de sus hijos, trabajo que tiene por
objetivo la restitución del ejercicio de aquellos derechos vulnerados, lo cual demanda un
“conjunto de acciones destinadas a generar las condiciones para que el niño, niña o
adolescente pueda ejercer plena y autónomamente el o los derechos que le han sido
vulnerados, conculcados o restringidos” (Contreras, 2001, p. 12). Esto, tanto mediante la
interrupción de la vulneración, como del fortalecimiento del entorno familiar para el pleno
desarrollo del NNA (Arruabarrena, 2001).
De acuerdo a lo anterior, en el abordaje e intervención de problemáticas de vulneración de
derechos contra niños, niñas y adolescentes es necesario contemplar diversas dimensiones,
entre ellas: la interrupción de la vulneración sufrida; la reparación del daño causado producto
de esta vulneración; así como el desarrollo de recursos en el niño, su familia y comunidad.
Para Canales, Flores y Raurich (2014) el vínculo constituye el eje que articulador central tanto
del propio sujeto como del contexto familiar en el cual se desarrolla. Por tanto, el énfasis de la
9
intervención con familia, y particularmente en contextos de vulneración, apunta justamente al
fortalecimiento de esta vinculación de los padres con los hijos, de modo que éstos puedan
ejercer la parentalidad con mayor eficacia.
En este sentido, podemos entender por vínculo el lazo relacional recíproco que teje la trama
social, uniendo a los individuos entre sí, y vinculando a los sujetos con los sistemas a los cuales
pertenecen.
En contextos de graves vulneraciones de derechos, los vínculos construidos a lo largo del
tiempo han adoptado cualidades maltratantes para los sujetos que habitan esa relación, o bien
han sido francamente fracturados. Frente a esto, es necesario reparar ese vínculo,
restablecerlo en toda su capacidad, de modo de hacerlo generativo para el desarrollo humano.
Tal como señala Barudy (2009, p. 26) “cuando la vida familiar y en comunidad se basa en
dinámicas de buenos tratos y de cuidados mutuos, sus miembros gozan de ambientes
afectivos nutrientes, reconfortantes y protectores”. De este modo, instalar o fortalecer este
tipo de vinculación bientratante constituye el mejor antídoto frente a la vulneración de
derechos.
Para que dicha restitución se haga efectiva, no sólo es necesario fortalecer el vínculo entre el
niño, niña o adolescente y su familia. Además de eso, se debe generar un vínculo propicio
entre los usuarios y los profesionales a cargo de la intervención, pues el trabajo con familias en
contexto de vulneraciones graves de derecho implica un claro riesgo, caracterizado por una
postura deficitaria e individualista. En ésta, la lectura es que la familia está plagada de
debilidades y limitaciones, por lo que debe ser objeto de sospecha e investigación (Rodrigo,
Máiquez y Martín, 2010). Frente a ello, Canales, Flores y Raurich (2014) invitan a atender a los
recursos y potencialidades familiares por sobre sus déficit o dificultades, pues alejándonos de
un “modelo ideal de familia”, podemos constatar que todas ellas de algún modo han
desplegado recursos que les han permitido subsistir en contextos generalmente adversos.
Al trabajar desde una vinculación bientratante con la familia, se logra modelar -a su vezvinculaciones generativas al interior de la familia, pues ellos pueden experimentar lazos
sociales en los cuales el poder que ostenta el equipo está puesto al servicio del cuidado, la
protección y el desarrollo. En dicha relación se rescatan las fortalezas de los sujetos y los
sistemas, siendo respetuosos con sus particularidades, necesidades y visiones.
Por su parte, las situaciones y contextos de vulneración suelen ser generadas y repercuten en
un daño de carácter social, que puede ser comprendido como un proceso recursivo de
desacoplamiento del niño, niña o adolescente y su familia del entorno, lo que promueve un
progresivo aislamiento y pérdida de intercambio con el medio (Ramírez, 2011). Por tanto, la
restitución de derechos requiere abordar, también, el lazo social que une a la familia con la
comunidad que los alberga.
De este modo, intencionando el establecimiento de vinculaciones bientratantes en los
diferentes niveles ecológicos en los cuales se desarrollan los niños, niñas y adolescentes y sus
familias, es posible aspirar a la restitución de derechos vulnerados, no sólo en los niños, niñas y
adolescentes, sino también en sus figuras vinculares.
10
IV.
Metodología
La metodología utilizada para la consecución de los objetivos propuestos para este
componente fue de tipo mixta, utilizando para ello estrategias propias de los enfoques
cualitativo y cuantitativo.
Situando el foco en la relación del niño, niña y adolescente y su familia, se utilizó como unidad
de muestreo al sujeto de intervención infanto-juvenil y su familia. Por tanto, la muestra está
integrada por niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos en situación de alta
complejidad, que estuvieran siendo atendidos por algún organismo de la red SENAME en
alguno de los programas seleccionados, así como sus familias.
Junto con lo anterior, el estudio contempló la utilización de una muestra cualitativa no
probabilística, por casos típicos.
Tabla 1. Síntesis técnicas de investigación propuestas
Fase
Técnica
Muestra
Información a obtener
Caracterización
• Características de los(las) usuarios y sus familias
Análisis base
de niños(as),
400 usuarios y
(edad, sexo, escolaridad, composición del grupo
de datos
adolescentes y
sus familias.
familiar, vulneración actual, intervenciones
SENAINFO.
familias.
recibidas, entre otros).
Completación
• Características de la relación de los(as)
de NCFAS-G
usuarios(as) vulnerados(as) en sus derechos con
400 usuarios y
por parte de
sus familias, desde la información manejada por
sus familias.
profesionales
los(las) profesionales tratantes.
tratantes.
Caracterización
Encuesta
a
• Percepción de los (las) profesionales respecto
de la relación
profesionales
400 encuestas.
de las características del caso y de la
del niño(a),
tratantes
intervención otorgada con foco en familia.
adolescente y
10 usuarios.
• Contextualización biográfica de las relaciones
su familia.
familiares, desde la perspectiva de los niños(as)
y adolescentes.
Historias de
vida.
10
adultos • Contextualización biográfica de las relaciones
significativos.
familiares, desde la perspectiva de los adultos
significativos.
Análisis
• Orientaciones
• Objetivos,
metodologías
y
estrategias
documental.
técnicas
de
propuestas para el trabajo en fortalecimiento
SENAME.
familiar y del vínculo de los niños(as) y
adolescentes y sus familias.
• Bases técnicas
de programas.
Identificación
Entrevista
42
• Apreciación respecto a la factibilidad de
de
desarrollar trabajo con familias, así como
intervenciones semiestructu- directores(as)
de los distintos
modalidad y condiciones que lo facilitarían.
institucionales. rada.
programas de la • Percepción de los(las) directores(as) de
muestra.
programa de buenas prácticas desarrolladas en
el trabajo con familias.
Identificación
Grupos
de 4 grupos de • Aplicación en terreno de lineamientos técnicos,
de buenas
discusión
discusión focal,
sus facilitadores y obstaculizadores, así como
prácticas.
uno en cada
focal.
las problemáticas a las que se enfrentan en el
línea
trabajo con familias.
programática de • Percepción de los equipos técnicos de buenas
la
Región
prácticas desarrolladas en el trabajo con
Metropolitana.
familias.
11
1. Definición del Universo y Muestra
Para efectos de la presente investigación, en virtud a las bases técnicas de referencia así como
a los acuerdos adoptados con la contraparte, se consideró como parte del universo teórico a
todo(a) niño, niña y adolescente vulnerado(a) en sus derechos en situación de alta
complejidad, que estuviera siendo atendido por algún organismo de la red SENAME, en alguna
de las siguientes modalidades de atención:
a) Programas Especializados: Programas de Protección Especializada en Explotación
Sexual Comercial Infantil (PEE), Programas de Protección Especializada en Niños, Niñas
y/o Adolescentes en Situación de Calle (PEC), Programas Integrales Especializados
(PIE).
b) Programas de Protección Especializada en Maltrato y Abuso Sexual (PRM).
c) Centros Residenciales de Protección: Residencias de Protección para Mayores (RPM);
Residencias de Protección para Mayores con Programa de Protección Especializado de
Intervención Residencial (REM-PER); Residencias Especializadas con Programa de
Protección Especializado de Intervención Residencial, (RSP- PER), y Residencias para
Lactantes y Preescolares (RLP, RPL y RPP), y Residencias Especializadas (REN).
d) Programas de Familias de Acogida: Familia de Acogida Especializada (FAE) y Familia de
Acogida Simple (FAS).
Para conocer el universo de programas en estas cuatro líneas, se solicitó a SENAME la base de
datos de programas a nivel nacional, actualizada a Febrero de 2013, lo cual constituye el marco
muestral de programas de la presente investigación. En la tabla a continuación se detallan el
número de centros y plazas existentes a nivel nacional, en cada línea programática estudiada.
Tabla 2. Nº centros y plazas por región en las cuatro líneas programáticas seleccionadas.
Región
XV
I
II
III
IV
V
RM
VI
VII
VIII
IX
XIV
X
XI
XII
Total
Especializados
Maltrato
Residencias
Familia Acogida
Centros
Plazas
Centros
plazas
Centros
plazas
Centros
plazas
Total
centros
Total
plazas
3
3
7
5
6
10
27
4
3
11
5
1
5
3
3
96
178
153
290
309
342
721
1447
235
187
531
260
63
268
128
125
5237
1
3
4
3
4
14
28
4
8
16
4
3
5
1
1
99
185
174
286
274
269
1115
2382
490
626
1181
309
200
372
85
87
8035
4
5
7
6
8
34
44
7
30
44
19
9
17
5
3
242
148
153
204
171
262
1269
1604
241
687
1784
643
252
554
103
118
8193
1
0
1
3
1
6
8
3
3
6
5
3
5
1
1
47
46
0
28
106
62
474
1388
132
181
407
237
125
205
48
31
3470
9
11
19
17
19
64
107
18
44
77
33
16
32
10
8
484
557
480
808
860
935
3579
6821
1098
1681
3903
1449
640
1399
364
361
24935
Fuente: SENAME, 2013.
De este universo de programas, se requería obtener una muestra probabilística que permitiera
representar a la población a nivel nacional, contemplando un error del 5%, de acuerdo a las
bases técnicas de referencia del estudio. Para ello, el tamaño muestral se ha calculado
utilizando la siguiente fórmula, considerando un universo finito:
12
Donde el factor de corrección se ha calculado en base a la siguiente fórmula:
De esta manera, al reemplazar los términos se obtiene:
n0 = 0,5 * (1-0,5) * 1,96 * 1,96 = 384,16
0,052
n=
384,16
= 378
1 + (384,16/24.935)
De este modo, una muestra de 378 casos cumple con los parámetros establecidos para ser
considerada representativa a nivel nacional. Si bien, de acuerdo al tamaño del Universo, así
como del nivel de confianza y error máximo de estimación con el que se decidió trabajar, el
tamaño de la muestra debería ser de 378 casos, se consideró una muestra de
aproximadamente 400 casos, con el objetivo de ajustarse a las bases técnicas de referencia,
contemplando de este modo una sobremuestra estimativa de 22 casos.
En síntesis, situando el foco en la relación del NNA y su familia, se utilizó como unidad de
muestreo al caso integrado por el NNA y su adulto significativo. Por tanto, la muestra de casos
teóricos se definió en 400 niños, niñas y adolescentes en situación de graves vulneraciones de
derechos, que estuvieran siendo atendidos(as) por algún organismo de la red SENAME en
algunos de los programas anteriormente señalados, así como sus familias.
2. Extracción de la Muestra
El sistema de muestreo incorporó diferentes etapas, de modo de satisfacer las necesidades del
estudio y los requerimientos del mandante. Como primera fase, se seleccionaron las regiones y
luego los programas de los cuales se obtuvieron los sujetos de la muestra.
2.1. Selección de regiones
Para comenzar, se estudió la distribución de las plazas de los proyectos en cada una de las
regiones del país y líneas programáticas de interés (ver tabla 3). De acuerdo a esta
información, es posible constatar que las regiones Metropolitana (XIII), Bío-Bío (VIII), de
Valparaíso (V) y del Maule (VII) concentran el mayor porcentaje de plazas en las líneas
seleccionadas, reuniendo en conjunto el 64,1% de las plazas del país.
13
Tabla 3. Distribución porcentual de plazas, por región y línea programática.
Región
Especializados
Maltrato
Residencias
Familia Acogida
Total
XV
0,71%
0,74%
0,59%
0,18%
2,23%
I
0,61%
0,70%
0,61%
0,00%
1,93%
II
1,16%
1,15%
0,82%
0,11%
3,24%
III
1,24%
1,10%
0,69%
0,43%
3,45%
IV
1,37%
1,08%
1,05%
0,25%
3,75%
V
2,89%
4,47%
5,09%
1,90%
14,35%
RM
5,80%
9,55%
6,43%
5,57%
27,36%
VI
0,94%
1,97%
0,97%
0,53%
4,40%
VII
0,75%
2,51%
2,76%
0,73%
6,74%
VIII
2,13%
4,74%
7,15%
1,63%
15,65%
IX
1,04%
1,24%
2,58%
0,95%
5,81%
XIV
0,25%
0,80%
1,01%
0,50%
2,57%
X
1,07%
1,49%
2,22%
0,82%
5,61%
XI
0,51%
0,34%
0,41%
0,19%
1,46%
XII
0,50%
0,35%
0,47%
0,12%
1,45%
Total
21,00%
32,22%
32,86%
13,92%
100,00%
14
2.2. Distribución de la muestra por región y línea programática
Tal como es posible apreciar en la tabla 4, en cada una de las regiones escogidas se procedió a calcular el número de centros y plazas existentes en las
distintas líneas programáticas.
Tabla 4. Número de centros y plazas por líneas programáticas, en cada región escogida.
Especializados
Región
Centros
Maltrato
Plazas
Plazas x
centro
Centros
Residencias
Plazas
Plazas x
centro
Centros
Familia Acogida
Plazas
Plazas x
centro
Centros
Plazas
Plazas x
centro
Nº Centros
4 regiones
Nº Plazas
4 regiones
V
10
721
72,1
14
1115
79,6
34
1269
37,3
6
474
79,0
64
3579
RM
27
1447
53,6
28
2382
85,1
44
1604
36,5
8
1388
173,5
107
6821
VII
3
187
62,3
8
626
78,3
30
687
22,9
3
181
60,3
44
1681
VIII
11
531
48,3
16
1181
73,8
44
1784
40,5
6
407
67,8
77
3903
Total
51
2886
59,1
66
5304
79,2
152
5344
34,3
23
2450
95,2
292
15984
Luego de eso, tal como se aprecia en la tabla 5, se obtuvo la distribución porcentual en cada una de las regiones y líneas programáticas, de modo de conocer
su distribución relativa.
Tabla 5. Distribución porcentual de centros y plazas, en cada una de las regiones seleccionadas.
Especializados
Maltrato
Residencias
Familia Acogida
Plazas
Centros
Plazas
Centros
Plazas
Centros
Plazas
%
Centros
V
3,42%
4,51%
4,79%
6,98%
11,64%
7,94%
2,05%
2,97%
21,92%
22,39%
RM
9,25%
9,05%
9,59%
14,90% 15,07% 10,04%
2,74%
8,68%
36,64%
42,67%
VII
1,03%
1,17%
2,74%
3,92%
10,27%
4,30%
1,03%
1,13%
15,07%
10,52%
VIII
3,77%
3,32%
5,48%
7,39%
15,07% 11,16%
2,05%
2,55%
26,37%
24,42%
17,47% 18,06% 22,60% 33,18% 52,05% 33,43%
7,88%
15,33% 100,00% 100,00%
Región Centros
Total
15
%
Plazas
Una vez hecho lo anterior, se procedió a realizar una afijación proporcional por región y línea
programática, de modo que la muestra refleje fielmente la distribución de las plazas por línea
programática en cada una de las regiones estudiadas.
Luego de determinar proporcionalmente las plazas que contempla la muestra en cada línea y
región, se procedió a determinar el número de centros (conglomerados) de los cuales se
obtuvieron a los sujetos de la muestra. Cabe señalar que, en términos generales, se consideró
un estándar de 10 casos por centro, no obstante este número sufrió modificaciones en algunos
centros, reduciendo el número de casos en aquellas líneas en que se requirió una muestra
pequeña para mantener la proporcionalidad, o bien en aquellas regiones que presentaban en
promedio un limitado número de plazas en determinada línea programática. Por el contrario,
se tomó la decisión de ampliar el número de casos en aquellas líneas y regiones cuyos centros
presentan una gran concentración.
En la tabla 6, se presenta la distribución teórica final de la muestra, de acuerdo a línea
programática y región.
Tabla 6. Muestra proporcional, según región y línea programática.
Especializados
Nº
Región Centros
n
Maltrato
Nº
Centros
n
Residencias
Nº
Centros
n
Familia Acogida
Nº
Centros
n
n
centros
n
muestra
V
2
18
2
28
4
32
1
12
9
90
RM
3
36
5
60
4
40
3
35
15
171
VII
1
5
1
15
3
17
1
5
6
42
VIII
1
13
3
29
5
45
1
10
10
97
Total
7
72
11
132
16
134
6
62
40
400
2.3. Selección de centros
En cada una de las regiones se han seleccionado las capitales regionales y sus conurbaciones,
en donde se concentra la oferta programática. De este modo, la selección de núcleos urbanos
en cada una de ellas es la siguiente:
•
•
•
•
Región Metropolitana: Provincia de Santiago.
V Región: Valparaíso-Viña del Mar.
VII Región: Talca.
VIII Región: Concepción-Hualpén.
En base a los criterios anteriormente descritos, se han seleccionado de modo aleatorio
aquellos programas de las líneas programáticas y núcleos urbanos considerados en la muestra.
Cabe hacer presente que en la selección de centros que componen la muestra se han excluido
aquellas residencias que se encontraban siendo objeto de observación por parte del propio
SENAME, dado que esta fue una petición expresa de dicho organismo, en miras a los complejos
procesos que esta residencias estaban atravesando al momento del estudio. En virtud de este
criterio, la muestra se vio reducida a 38 centros, quedando distribuida tal como lo muestra la
tabla a continuación.
Tabla 7. Muestra teórica final, según región y línea programática.
Especializados
Nº
Región Centros
n
Maltrato
Nº
Centros
n
Residencias
Nº
Centros
n
Familia Acogida
Nº
Centros
n
n
centros
n
muestra
V
2
18
2
28
2
32
1
12
7
90
RM
3
36
5
60
4
40
3
35
15
171
VII
1
5
1
15
3
17
1
5
6
42
VIII
1
13
3
29
5
45
1
10
10
97
Total
7
72
11
132
14
134
6
62
38
400
Por otra parte, producto tanto de la exclusión de las residencias que se encontraban en
proceso de observación, como de la ausencia de interés por participar por parte de algunas
instituciones, en ciertas regiones resultaron insuficientes las residencias disponibles para
integrar la muestra requerida. En estos casos, se optó por incluir a los Centros Residenciales
Especializados de Administración Directa de Sename (CREAD), a fin de obtener el tamaño
muestral necesario.
De esta manera, en la tabla 8 se detallan los 34 programas seleccionados de modo aleatorio,
de los cuales fueron obtenidos los integrantes de la muestra. Del mismo modo, en la tabla 9 se
detalla la distribución por región y línea programática de la muestra final obtenida, la cual
asciende a 389 casos.
17
Tabla 8. Programas seleccionados en la muestra, por región y línea programática.
Tipo
Región
Nombre Programa
Programa
Programas
PEC - Atención Integral a Niños - Niñas y Adolescentes Centro Entre
especializados Todos, SERPAJ Chile.
PIE - Centro de Intervención Integral Especializada Ñuñoa, Opción.
Pee - Centro Remolinos, ONG Cordillera.
Programas
PRM - Las Amapolas, Coanil.
reparación
PRM - Centro de Recuperación Especializado en Maltrato Infanto
Juvenil, Corporación de Educación El Quijote.
PRM - Abriendo Caminos, Chileamerica.
PRM - CEPIJ Pudahuel, Opción.
PRM – Quilicura, Consejo de Defensa del Nino.
R. M.
Residencias
REM - Hogar Maruri, Hogar de Cristo.
RPM - Hogar de Niñas Nuestra Señora de la Paz, Fundación de
Beneficencia de los Sagrados Corazones.
REM - Residencia Ideco Puente Alto, Instituto para el Desarrollo
Comunitario Ideco, Miguel de Pujadas Vergara.
Familias de
FAE – Recoleta, Opción.
acogida
FAE - Familia Acogida Especializada - Familia Asistida DEM,
Fundación DEM.
TOTAL
Programas
PIE - Vida del Mar Miguel Woodward, Serpaj Chile.
especializados PEE - Centro Antu, Paicabí.
Programas
PRM - Centro Paihuen, Paicabí.
reparación
PRM - Centro Newen, Paicabí.
V Región
Residencias
CREAD Playa Ancha, SENAME
Familias de
FAE - Maria Acoge, Maria Acoge.
acogida
TOTAL
VII
Región
Programas
especializados
Programas
reparación
Residencias
Familias de
acogida
TOTAL
Programas
especializados
Programas
reparación
VIII
Región
Residencias
Familias de
acogida
TOTAL
PIE - Centro Intervención Integral Especial Talca, Opción.
PRM - Programa de Protección Unamos las Manos, Crate.
RPM - Residencia Familiar Talca, Congregación Del Buen Pastor.
CREAD Entre Silos, SENAME
FAS - Adra Chile Talca, Adra Chile.
PEE – Aura, Fundación Social Novo Millennio.
PRM - Refugio de Esperanza, Corporación para la Atención Integral
del Maltrato al Menor, en la Región del Bio Bio.
PRM - Semilla de Roble, Corporación para la Atención Integral del
Maltrato al Menor, en la Región del Bio Bio.
PRM - Monseñor René Inostroza, Ciudad del Nino Ricardo Espinoza.
RPM - Natividad de María, Ciudad del Nino Ricardo Espinoza.
RPM - Hogar Buen Pastor Concepción, Congregación del Buen
Pastor.
RPM - Aldea Maria Loreto, Congregación del Buen Pastor.
CREAD Capullo, SENAME.
REM Monseñor René Inostroza, Ciudad del Niño Ricardo Espinoza
(ex casa central).
FAE - Familia de Acogida Especializada Adra Chile – Concepción,
Adra Chile.
18
Nº
N°
prof. casos
3
3
3
3
15
14
12
10
3
3
3
3
2
15
15
13
15
10
2
5
2
3
10
15
3
36
2
2
3
3
6
15
164
10
10
14
11
23
2
10
18
78
1
5
3
2
3
15
8
15
1
11
5
48
3
15
2
10
2
2
2
10
10
5
2
2
2
10
10
9
2
10
2
21
10
99
Tabla 9. Muestra efectiva final, según región y línea programática.
Especializados
Nº
Región Centros
n
Maltrato
Nº
Centros
n
Residencias
Nº
Centros
n
Familia Acogida
Nº
Centros
n
n
centros
n
muestra
V
2
20
2
25
1
23
1
10
6
78
RM
3
41
5
68
3
25
2
30
13
164
VII
1
5
1
15
2
23
1
5
5
48
VIII
1
15
3
30
5
44
1
10
10
99
Total
7
81
11
138
11
115
5
55
34
389
2.4. Selección de niños, niñas y adolescentes y familias
Finalmente, de los centros que forman parte de la investigación se seleccionaron al azar a los
niños, niñas y adolescentes integrantes de la muestra y sus respectivas familias. De esta
manera, utilizando la nómina de usuarios de cada programa seleccionado, se sortearon
aleatoriamente los(las) integrantes de la muestra, construyendo también un listado de
reposición aleatorio para los casos que no fueron susceptibles de incluir, ya sea porque no
accedieron a participar en la investigación o porque no pudieron ser ubicados(as), de acuerdo
a la información aportada por los equipos.
Finalmente, en el caso de los programas de Familias de Acogida, se consideró la participación
de aquellos niños, niñas y adolescentes mayores de 3 años, a objeto de no superponer este
estudio con aquél desarrollado por la Universidad de Talca, el cual se focaliza en menores de 3
años.
Cabe hacer presente que, dado que el objetivo de este estudio es indagar en la relación de los
niños, niñas y adolescentes con sus familias, se utilizó como criterio de inclusión que éstos
mantuvieran contacto con su familia de origen, tanto aquellos que se encontraban en
programas ambulatorios como residenciales.
3. Procedimiento
3.1. Caracterización de los participantes
Para la descripción de las características de los niños, niñas y adolescentes y sus familias, se ha
empleado la base de datos SENAINFO, la cual entrega información respecto de los(las)
usuarios(as) de la red SENAME víctimas de graves vulneraciones de derechos, en cada uno de
sus programas, así como de sus familias. Esta información permite determinar ciertas
características de los usuarios(as), tales como su sexo, edad, escolaridad, personas con las que
vive, situación socioeconómica, ocupación y situación laboral de los adultos, situación de
vulneración actual del NNA, intervenciones recibidas, entre otras variables relevantes (ver
anexo nº 1). Todo ello permite establecer perfiles de usuarios, en virtud de variables
significativas, tal como el tipo de vulneración sufrida, el sexo o el grupo etario.
Para acceder a los datos requeridos, se ha solicitado la información contenida en SENAINFO
para cada integrante de la muestra seleccionada, procediendo a realizar análisis estadísticos.
19
3.2. Caracterización de la relación del niño, niña o adolescente y su familia
El estudiar problemáticas que afectan a niños, niñas y adolescentes vulnerados(as) en sus
derechos, implica ciertas consideraciones que es necesario tener presente. En primer lugar,
una de las obligaciones éticas de cualquier investigación que se desarrolle con personas, pero
particularmente con infancia vulnerada o vulnerable, dice relación con no incrementar los
riesgos o el sufrimiento al cual están expuestos(as). Teniendo esta consideración presente y
situándonos desde una perspectiva de derecho, el modelo de investigación aplicado a los
niños, niñas y adolescentes debe ser particularmente cuidadoso en el resguardo de sus
derechos y de su bienestar.
No obstante lo anterior, el derecho a la protección de los niños, niñas y adolescentes
vulnerados pudiera entrar en colisión con el derecho a participación que también les asiste, tal
como señala la Convención Sobre los Derechos del Niño (Unicef, 1989), derecho que suele ser
postergado desde una lógica proteccional.
En virtud de lo anterior, el diseño propuesto pretende conciliar ambos derechos, mediante un
diseño cuidadoso y responsable, el cual plantea el levantamiento de la información requerida a
través de diversas fuentes, cuantitativas y cualitativas, que se complementan en respuesta a la
complejidad de la temática a investigar.
a) Estrategia cuantitativa
Dada la necesidad de resguardar la integridad y el bienestar de los sujetos que forman parte
de la muestra, se tomó la decisión de obtener la información relacional del niño, niña y
adolescente y su familia a través de una fuente secundaria, en este caso el equipo a cargo de la
intervención en cada centro o programa seleccionado. Esto, dado que los equipos han
obtenido información muy valiosa al realizar el diagnóstico y tratamiento del caso, por cuanto
esta información puede ser recogida con fines investigativos sin causar molestias ni requerir
nuevas instancias de evaluación a los sujetos de la muestra.
Esta estrategia, además de evitar indagar directamente temas potencialmente complejos para
los niños, niñas y adolescentes, tiene la externalidad positiva de dejar capacidad instalada en
los equipos de intervención, respecto a una metodología de evaluación relevante para su
trabajo cotidiano en materia de trabajo con familias.
Para la selección del instrumento a utilizar, se han definido los siguientes criterios: se requería
un instrumento relativamente breve, que permitiera evaluar el funcionamiento familiar en
niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, desde la perspectiva de los
profesionales, fácilmente transferible a los equipos técnicos que intervienen con los usuarios, y
que contara con evidencia de confiabilidad y validez, idealmente en nuestro país.
En base a la definición de estos criterios se efectuó una búsqueda bibliográfica, utilizando
como estudio de referencia el análisis de la evidencia en 85 instrumentos de evaluación
familiar, elaborado por Johnson et al. (2008). Dicho estudio considera específicamente
aquellos instrumentos de evaluación familiar utilizados en contextos de bienestar infantil, es
decir, servicios que se ocupan de vulneraciones de derecho (activas y pasivas) en la infancia y
adolescencia. Esta investigación concluye que de los 7 instrumentos más promisorios, la Escala
de Evaluación Familiar de Carolina del Norte (NCFAS-G) aparece como la más relevante para su
utilización en contexto de bienestar infantil, debido a su enfoque en las fortalezas y a la
evidencia acumulada en población vulnerada.
20
Existen escasos instrumentos de evaluación familiar probados en nuestra realidad (Pino, 2011),
sin embargo la versión española de la NCFAS-G cuenta con evidencias de validez y
confiabilidad en Chile, producto del estudio de Valencia y Gómez (2010), en el cual se concluye
que este instrumento presenta una consistencia interna adecuada, con propiedades
psicométricas similares a la versión original.
Tal como se ha señalado, el NCFAS-G ya ha sido utilizado previamente en nuestro país con
niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, particularmente en programas de la
red SENAME, así como de la propia Fundación San Carlos de Maipo, lo cual permitiría generar
información factible de ser integrada bajo una lógica coherente, en la perspectiva de política
pública.
Por todas las razones anteriormente señaladas, se seleccionó dicho instrumento para ser
utilizado en la presente investigación, entendiendo que la Fundación disponía de la licencia
para realizar las aplicaciones requeridas.
Ahora bien, para que los(las) profesionales de los equipos interventores pudieran sistematizar
y organizar la información solicitada en el instrumento anteriormente señalado, requerían
entrenamiento en la metodología de evaluación seleccionada. Para ello, se capacitó a los(las)
profesionales tratantes de cada uno de los niños, niñas y adolescentes seleccionados como
parte de la muestra, para que pudieran aplicar el instrumento NCFAS-G a los casos
correspondientes 1. Esta capacitación tuvo una duración de 8 horas, asignándose además un
profesional que acompañó en terreno la completación de los instrumentos por parte de cada
centro. Ello permitió resolver las dudas existentes y aunar criterios de puntuación,
disminuyendo de este modo la varianza propia de la variable evaluador. Esta labor fue llevada
adelante por la figura del(la) “acompañante” quien supervisó la aplicación del NCFAS-G en
terreno con los equipos y sus directivos. Cabe señalar que este(a) profesional encargado(a) del
acompañamiento a los equipos en terreno, fue también el (la) responsable de las entrevistas a
sus directores.
Con el objetivo de estimar con certeza los tiempos de aplicación que demandaba el NCFAS-G,
así como los resultados de este trabajo por parte de los equipos, se realizó un pre-test en una
pequeña muestra (dos centros) de la Región Metropolitana, lo cual permitió ajustar el trabajo
de campo en base a los resultados obtenidos.
Adicionalmente, se aplicó una encuesta a los(las) profesionales tratantes por cada caso que
compone la muestra (ver anexo nº 2). Esta encuesta tuvo por objetivo levantar información
complementaria, respecto de la percepción de los interventores respecto a la causal de ingreso
del usuario(a), las características de la familia y la situación de vulneración, las intervenciones
realizadas, evolución y el pronóstico del caso.
b) Estrategia Cualitativa
Con el fin de levantar la voz de los protagonistas y velar por el derecho a la participación de
los(as) usuarios(as) y sus familias en la presente investigación, se seleccionó una pequeña
muestra de niños, niñas y adolescentes y sus familias, con el objeto de investigar con riqueza y
profundidad temas vinculados a relaciones familiares, aportando una mirada de proceso que
permitiera comprender la percepción de los diferentes actores, acerca de la relación que los
vincula y las características de ésta a lo largo de su ciclo vital. Para ello, se utilizó la técnica de
historia de vida, con el objetivo de explicarnos este fenómeno social (Valles, 2003).
1
Cabe señalar que la capacitación otorgada a los miembros de los equipo en temas de evaluación
familiar ha sido debidamente certificada por la Universidad Diego Portales.
21
Las historias de vida son una herramienta privilegiada para entender la interrelación de las
trayectorias individuales con las condiciones sociales en las cuales suceden, por esto resultan
de utilidad para comprender los procesos que han llevado a las familias a su situación actual.
Constituye una forma narrativa en la cual un sujeto da cuenta a otro (de forma dialógica) de su
experiencia de vida (Bertaux, 2005), estructurada en torno a una sucesión temporal de eventos
que se relacionan, en este caso, con vulneración de derechos de niños, niñas y adolescentes y
las relaciones familiares establecidas. Esto tiene por objetivo permitirnos apreciar en
profundidad no sólo la dinámica de relaciones al interior de la familia, sino también la cualidad
procesual y diacrónica que permite comprender su instalación y evolución a lo largo del
tiempo.
En el caso de los participantes, las historias se estructuraron de manera tal de identificar los
posibles factores que intervienen a nivel de microsistema, mesosistema, exosistema y
macrosistema, así como su forma de articulación (intermediación) que desemboca en casos de
vulneración de derechos de niñas, niños y adolescentes. Específicamente se indagó sobre las
historias familiares, considerando 3 generaciones: abuelos, padres, e hijos. Se exploraron
historias de relaciones familiares, especialmente formas de relación entre padres-hijos,
historias laborales (incluyendo calificaciones y estudios), situación de vivienda, situaciones de
vulneración y/o conflicto social, así como la relación con instituciones de control social y
administración de justicia que estas situaciones han generado, así como acceso a programas y
beneficios sociales. Para mayor detalle respecto a los temas abordados a través de las historias
de vida, ver anexo nº 3, 4 y 5.
Para la implementación de esta estrategia, se seleccionaron niños por sobre 8 años de edad,
quienes ya cuentan con una estructura narrativa que permite que participen activamente de
esta actividad. Dichos niños se encontraban en una fase avanzada del plan de intervención,
para así evitar la apertura de situaciones de vulneración u otros contenidos conflictivos, aún no
abordados/elaborados en el proceso.
Junto con esto, fueron seleccionados adultos significativos no agresores(as). Con estos(as)
participantes, una investigadora experta en técnicas cualitativas empleó relatos de vida,
utilizando para ello entre 1 y 2 entrevistas, de acuerdo al tiempo requerido en cada caso.
Los(as) participantes fueron seleccionados como casos típicos (Hernández, Fernández, y
Baptista, 2003), de acuerdo al criterio experto de los equipos de intervención, quienes
sugirieron a los participantes. Otro criterio de inclusión que fue considerado es la
voluntariedad de los sujetos para participar en este estudio.
Consideramos que este diseño resultó respetuoso de las necesidades y derechos de los niños,
niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos y sus familias, pues permitió generar un
sistema de monitoreo y contención por parte del equipo tratante. Ello permite controlar
cualquier efecto adverso que el levantamiento de información pudiera producir, de modo que
los profesionales a cargo puedan intervenir oportunamente con los participantes, de ser
necesario. En el caso de los adultos, el equipo de investigación contaba con la posibilidad de
efectuar las derivaciones institucionales correspondientes, lo cual no fue necesario.
3.3. Identificación de intervenciones institucionales
Con este propósito, en primer término se realizó un análisis documental respecto a las
orientaciones técnicas de SENAME, así como las bases técnicas de cada proyecto, con el
objetivo de analizar los objetivos, metodologías y estrategias que se plantean para el trabajo
en fortalecimiento familiar y vínculo de los NNA y sus familias.
22
En segundo término, se realizaron cuatro grupos de discusión focal con los (las) profesionales
encargados (as) de ejecutar directamente estos programas de intervención con los NNA y sus
familias. Un grupo de discusión focal es “una serie cuidadosamente planeada de temas de
discusión diseñada para obtener las percepciones en un área de interés determinada, en un
ambiente permisivo y no amenazante” (Krueger y Casey, 2009, p. 2). A través de esta
metodología, se pretende conocer las problemáticas a las que se enfrentan diariamente los
(las) profesionales con los niños, niñas y jóvenes, y sus familias, la aplicación en terreno de los
lineamientos técnicos, así como sus facilitadores y obstaculizadores. Para esto, se realizó un
grupo de discusión focal en la Región Metropolitana por cada una de las líneas programáticas
abordadas, integrando a profesionales de diferentes proyectos, de modo de otorgar
heterogeneidad y riqueza a cada grupo. En el anexo nº 6 se detalla el guión que siguieron los
grupos de discusión focal.
Finalmente, se efectuó una entrevista semiestructurada con todos los (las) directores (as),
coordinadores (as) o encargados (as) de los programas seleccionados como parte de la
muestra, esto contempla un total de 34 entrevistados (as) (ver anexo nº 7). De este modo, fue
posible conocer la apreciación de estos actores respecto a la factibilidad de desarrollar trabajo
con familias en el ámbito de vulneraciones graves de derecho contra NNA, así como la
modalidad y las condiciones que lo facilitarían.
Estas fuentes de información fueron complementadas, a objeto de conocer el modo en que las
orientaciones técnicas, las disposiciones de las jefaturas y el trabajo de los equipos técnicos
convergen en relación al trabajo con familias y NNA, obteniendo así una visión integrada del
fenómeno estudiado.
3.4. Identificación de buenas prácticas.
Tanto en la entrevista semiestructurada a los(las) directores(as) o coordinadores(as) de cada
programa, como en los focus group con los(las) profesionales de los proyectos, se aplicó un
instrumento diseñado con el propósito de identificar y registrar las buenas prácticas, en miras
a fortalecer la relación o el vínculo de los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus
derechos y sus familias (ver anexo nº 8).
Las “buenas prácticas” pueden ser conceptualizadas como aquellas “que contribuyen de
manera significativa en la mejora de las condiciones de vida de las personas y comunidades”
(Corradini et al., 2008, p. 151), en este caso los niños, niñas y adolescentes y sus familias. Estas
prácticas, en el marco de la CIDN, se caracterizan por:
•
•
•
•
Su carácter universal: se aplica a toda la población.
La integralidad: se reconoce el mismo rango a todos los derechos, debiendo abordar
de manera integradora sus necesidades.
La participación de los usuarios y sus familias en las soluciones que se generan.
La responsabilidad compartida de adultos y niños en el ejercicio de derechos y
construcción de relaciones democráticas.
Estas prácticas fueron valoradas en términos de ciertos criterios de pertinencia y calidad, tal
como los resultados alcanzados en relación al objetivo buscado, consistencia interna, respeto
por los derechos de niños, niñas y adolescentes, innovación, entre otros. Posteriormente, las
buenas prácticas seleccionadas fueron descritas, con el objetivo de que puedan ser difundidas
e incorporadas en futuros proyectos de intervención con niños, niñas y adolescentes
vulnerados en sus derechos.
23
3.5. Recomendaciones técnicas para la intervención con familias
Finalmente, como última etapa, en base a los aprendizajes producidos mediante los hallazgos
del estudio a través de cada una de las estrategias implementadas, se generaron
recomendaciones técnicas que orientan la intervención con familias, en temáticas de niños,
niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, en base a la evidencia producida.
Cabe destacar que los destinatarios de dichas recomendaciones son tanto el propio Servicio
Nacional de Menores y sus organismos colaboradores, como otras instituciones que
desarrollan sus funciones en temáticas que se vinculan a la generación de condiciones
apropiadas para la restitución de derechos en graves vulneraciones hacia la infancia y la
adolescencia.
4. Consideraciones Éticas
Respecto de los criterios éticos, este estudio protege los derechos, privacidad y bienestar de
las personas involucradas, particularmente tomando en consideración que los sujetos de
estudio son niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos y sus familias, evitando al
máximo cualquier riesgo, con el fin de prevenir revictimizaciones colaterales al estudio.
En el diseño, se ha considerado la entrega de información respecto a los objetivos de este
estudio y sus procedimientos, de forma clara y en un lenguaje adecuado para los participantes.
Estos han tenido absoluta libertad para decidir participar de este estudio o retirarse en
cualquier momento, sin que esto tenga repercusión alguna sobre el proceso de intervención
que llevan a cabo. De este modo, se ha efectuado un procedimiento de consentimiento
informado (ver anexos nº 9 al nº 13), dejando registro de su aceptación o rechazo por escrito,
utilizando para ello las recomendaciones de Conicyt, la Declaración de Helsinki y la Ley 19.628
sobre de Protección de la Vida Privada.
Se ha privilegiado el levantamiento de información a partir de fuentes secundarias, toda vez
que esto ha sido posible. En los casos en que se ha requerido contacto directo con los usuarios,
se ha intencionado la asignación de profesionales e investigadoras capacitadas y con amplia
experiencia en entrevistas a niños, niñas, jóvenes o adultos en contexto de vulneración y
vulnerabilidad, avalados académicamente y respaldados por la Universidad.
Pese a que se consideraba poco probable que el desarrollo de entrevistas con los participantes
pudiera causar efectos adversos, se contempló su monitoreo posterior por parte de los(las)
profesionales tratantes, con el objetivo de intervenir oportunamente sobre cualquier
externalidad negativa que el proceso investigativo pudiera haber generado.
Por otra parte, se garantizó la absoluta confidencialidad y anonimato, mediante la eliminación
de los nombres y demás datos de identificación de los(as) participantes en archivos y bases de
datos. Ello también se consideró para el caso de los(las) profesionales que participaron de
grupos focales, así como de los(las) directivos(a) que participaron de entrevistas.
Asimismo, se consideró la aceptación por escrito de las instituciones involucradas en este
estudio, de modo de garantizar su acuerdo para la realización del mismo, obteniendo el
patrocinio del Servicio Nacional de Menores para esta investigación.
24
V.
Resultados
1. Introducción
Dado que el foco de esta investigación es conocer las cualidades de la relación que establecen
niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos con sus familias, así como las
intervenciones que se ejecutan en pos de su restitución, se intentó seleccionar una muestra
aleatoria de casos que registraran un breve período de intervención (0 a 3 meses), de modo
que la información recogida respondiera fundamentalmente a la problemática estudiada y no
a la intervención efectuada. Sin embargo, no fue posible utilizar este criterio de inclusión, dado
el extenso período de tiempo durante el cual permanecen los usuarios en ciertos programas,
particularmente aquellos de carácter residencial.
Respecto a la muestra cualitativa, pese a que se contempló la utilización de historias de vida en
una muestra de 10 niños, niñas y adolescentes y 10 adultos significativos, esto se vio
obstaculizado por variables contingentes, pues el trabajo de campo se llevó a cabo en
momentos en que el caso Jeldres se encontraba en todo su apogeo. Ello generó un clima poco
propicio para que los centros pudieran facilitar el acceso de los investigadores a los usuarios.
De este modo, y pese a los numerosos intentos desplegados por el equipo de investigación,
sólo fue posible acceder a dos niños(as) y tres adultos responsables.
Teniendo estas consideraciones en mente, el presente informe da cuenta de los resultados
obtenidos mediante las distintas estrategias metodológicas utilizadas.
En primer lugar, se caracterizó a la muestra de niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus
derechos atendidos por la red y sus familias, a través de la información registrada por los
equipos en la base de datos Senainfo. Esto permitió aproximarse a perfiles diferenciales, con
grados de complejidad creciente en el caso de Programas Especializados y Residencias.
En segundo lugar, se da cuenta de la relación que mantienen los niños, niñas y adolescentes
vulnerados en sus derechos con sus familias de origen. Esto se realiza tanto a través de los
resultados de la aplicación de la escala NCFAS-G por parte de los(as) profesionales, como de la
encuesta aplicada a los(as) profesionales a cargo del caso, destinada a levantar su percepción
respecto a este tema.
Cabe hacer presente que, en el caso de familias de acogida, la mayor parte de los niños(as) y
adolescentes se encontraban residiendo con familia extensa distinta de aquél núcleo en el cual
se produjo la vulneración de derechos, familia que ha sido evaluada favorablemente para
hacerse cargo del cuidado, a lo menos temporal, de los niños(as). Es fundamentalmente esta
familia acogedora extensa quien ha sido parte de la evaluación mediante la NCFAS-G.
Los resultados de la encuesta a profesionales también se utilizarán para dar cuenta del trabajo
realizado por las instituciones, en miras a fortalecer a la familia y mejorar su relación con los
niños, niñas y adolescentes. Con este fin, se complementarán estos resultados con aquellos
aportados por el análisis documental, tanto de las orientaciones técnicas de SENAME en sus
diferentes líneas programáticas, como de los propios proyectos que formaron parte de la
muestra.
Finalmente, se describen y analizan las buenas prácticas que rescatan las propias instituciones,
a través de sus directivos y profesionales, en miras a fortalecer la vinculación de niños, niñas y
adolescentes con sus familias, en pos de la restitución de derechos.
25
2. Caracterización de Niños, Niñas y Adolescentes y Familias (Base SENAINFO)
El presente informe caracteriza a niños, niñas y/o adolescentes y sus familias, atendidos en los
34 centros de la red SENAME que forman parte de la muestra.
Por una parte, se describen características generales de los(as) usuarios(as) atendidos y sus
familias y, por otra, se abordan las causales de ingreso e intervenciones realizadas en los
centros de acuerdo al total de casos y según línea programática.
Del total de casos solicitados, SENAME entregó información de 362 casos válidos 2 según la
siguiente distribución (ver tabla 10).
Tabla 10. Muestra Efectiva de niños, niñas y/o adolecentes con datos de SENAINFO
Línea de Intervención
Región
Especializados
Maltrato
Residencias
Familia
Acogida
V
5%
6%
7%
3%
21%
RM
11%
19%
7%
8%
45%
VII
1%
4%
6%
1%
12%
VIII
4%
6%
9%
3%
22%
Total
21%
35%
29%
15%
100%
n muestra
Dado que esta distribución difiere con la muestra teórica (ver tabla 11), se procedió a ponderar
la muestra para alcanzar la distribución original. De esta manera, la muestra ponderada consta
de los 362 casos.
Tabla 11. Muestra Teórica
Línea de Intervención
Región
Especializados
Maltrato
Residencias
Familia
Acogida
n muestra
V
5%
7%
8%
3%
23%
RM
9%
15%
10%
9%
43%
VII
1%
4%
4%
1%
11%
VIII
3%
7%
11%
3%
24%
Total
18%
33%
34%
16%
100%
Dado que se seleccionaron aleatoriamente los casos de cada programa, los(as) usuarios(as)
considerados(as) difieren en los periodos en intervención. En promedio, los casos presentan
15,8 meses en intervención. Como se observa en la tabla 12, este promedio varía según línea
programática. Los casos de Programas de Reparación en Maltrato son los que presentan un
2
La diferencia entre la muestra solicitada (389) y la muestra entregada por SENAME (362) se dio porque
la muestra de niños, niñas y adolescentes se obtuvo aleatoriamente desde cada proyecto, por lo que
hubo diferencias con los códigos de los niños, en algunos casos no coincidían los entregados por los
proyectos con la información de Senainfo.
26
menor promedio de meses de intervención (8,2 meses), contrastando de manera importante
con los casos de Residencias considerados, los que en promedio presentan 23,6 meses de
intervención.
Tabla 12. Meses de intervención muestra
Promedio
Línea de Intervención
Meses de
Intervención
Programas Especializados
16,3
Programas Reparación en Maltrato
8,2
Residencias
23,6
Familias de Acogida
15,2
Fuente: Senainfo
Caracterización General
Según la ponderación de la muestra, el 18,1% de los niños, niñas o adolescentes está en
Programas Especializados, el 33,1% en Programas de Reparación en Maltrato, el 33,1% en
Residencias y el 15,7% en Familia de Acogida.
De ellos un 23,1% pertenecen a la región de Valparaíso, un 10% a la región del Maule, un
24,1% a la región del Bio Bio y finalmente un 42,8% pertenecen a la Región Metropolitana.
Un 62% de los(as) usuarios(as) son mujeres, mientras que el 38% son hombres. La edad
promedio es de 12 años. Como se observa, en el Gráfico 1, la mayor concentración de casos se
encuentra entre los tramos 13 y 16 años de edad, concentrando el 44% del total entre esas
edades.
Gráfico 1. Edad de niños, niñas y adolescentes
14%
12,5%
11,2%
10,3%
10,0%
12%
10%
4%
0,5%
6,9%
5,0%
4,9% 4,6%
6%
2%
8,0%
7,7%
8%
6,7%
5,5%
1,9% 2,3%
1,5%
0%
3
4
5
6
7
8
9
10 11
Edad
12
13
14
15
16
17
18
Fuente: Senainfo
Las edades promedio de los(as) usuarios(as) varían de modo estadísticamente significativo, de
acuerdo a la línea de intervención3. De esta manera, el promedio de la edad de los casos de los
Programas de Reparación en Maltrato y Familia de Acogida es menor en comparación con el
promedio de edad observado en Programas Especializados y Residencias (ver tabla 13). Esto no
es de extrañar, pues las Residencias y Programas Especializados suelen recibir usuarios(as) con
3
Prueba Anova Sig. 000.
27
una historia de vulneraciones, quienes suelen haber pasado por otros programas o proyectos
de menor complejidad previamente.
Tabla 13. Promedio de edad de niños, niñas y adolescentes según línea de Intervención
Promedio Edad
Línea de Intervención
(en años)
Programas Especializados
14
Programas Reparación en Maltrato
10,4
Residencias
13
Familia Acogida
10,6
Fuente: Senainfo
No se observan diferencias estadísticamente significativas entre edad y la variable sexo 4.
Escolaridad
Respecto a la escolarización, el 89% de los niños(as) al momento de ingreso a los programas se
encuentra vinculado a un establecimiento educacional. Donde el 71,7% de los(as) usuarios(as)
asiste regularmente a algún establecimiento educacional, el 11,1% está matriculado a la
espera del inicio de las clases, y el 6,5% asiste en forma interrumpida. Por otra parte, un 11%
ha desertado del sistema educativo, por lo que no está vinculado a un establecimiento
educacional.
Gráfico 2. Vinculación a un establecimiento educacional
No vinculado a
un
Establacimiento
Educacional
11%
Vinculado a un
Estableciminento
Educacional
89%
Fuente: Senainfo
Al analizar por Línea de Intervención5 se observa que la totalidad de los(as) usuarios(as) que
ingresan a Familias de Acogida y Programas de Reparación en Maltrato se encuentran
vinculados a un establecimiento educacional. Mientras que el 17% de los niños(as) o
adolescentes que ingresan a Residencias y el 27% de los(as) usuarios(as) que ingresan a
Programas Especializados no están vinculados a un establecimiento educacional, dado que han
desertado.
4
5
Prueba Anova Sig. 128.
Se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .000 y V de Cramer: ,346.
28
Gráfico 3. Vinculación a un establecimiento educacional según línea de Intervención
100%
100%
80%
100%
83%
73%
60%
40%
27%
17%
20%
%
Programas
Especializados
Programas
Reparación en
Maltrato
Residencias
Familia de Acogida
Vinculado a establecimiento educacional
No vinculado a establecimiento educacional
Fuente: Senainfo
No se observan diferencias estadísticamente significativas en la escolaridad de los(as)
usuarios(as) según la variable sexo 6.
Respecto al tipo de escolaridad, el 63,5% de los casos pertenecen a la “Educación Básica”,
seguido por “Media (Científico Humanista y Técnico Profesional)” con un 12,6%, y en tercer
lugar “Educación Diferencial” y “Educación pré básica” con un 6,7% cada una.
Situación Socioeconómica de Usuarios(as) y Caracterización Familiar
Al analizar la situación socioeconómica de los niños, niñas y adolescentes, de acuerdo a CASEN
vigente, el 43,3% vive en situación de pobreza, un 35% de los casos no cuenta con información
para este dato y un 21,8% es considerado “No pobre”. Si utilizamos los datos válidos, se
obtiene que el 66,5% de los(as) usuarios(as) y sus familias viven en situación de pobreza, si
bien la mayor parte de ellos no se encuentran en condición de indigencia.
Gráfico 4. Situación socioeconómica del niño, niña y/o adolescente
Pobre
43,3%
Sin información
35,0%
No Pobre
21,8%
0%
10%
20%
30%
40%
Fuente: Senainfo
6
No se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .749.
29
50%
Dada la gran cantidad de datos faltantes, se detalla en la siguiente tabla el porcentaje de
respuesta a la variable sociodemográfica de acuerdo a línea de Intervención. Como se observa
en la tabla 14, en las Residencias solo un 51% cuenta con datos en la variable en estudio. En los
Programas Especializados se observa el mayor porcentaje de casos con datos (88%).
Tabla 14. Porcentaje de casos con datos en variable socioeconómica según línea de Intervención
% de casos con
Línea de Intervención
datos
Programas Especializados
Programas Reparación en Maltrato
Residencias
Familia Acogida
Fuente: Senainfo
88%
69%
51%
62%
Al analizar la situación socioeconómica de los(as) usuarios(as) con casos válidos (236) según
modelo de intervención 7 se observa que en las Residencias y Familias de Acogida hay, en
términos relativos, mayor situación de pobreza en los niños, niñas y adolescentes que en los
Programas Especializados y de Reparación en Maltrato. Al respecto, los programas que
presentan mayor porcentaje de pobreza son justamente aquellos de carácter residencial, en
los cuales los niños han sido separados de su familia de origen. Cabe preguntarse si su
condición socioeconómica pudiera condicionar de algún modo una intervención coactiva por
parte del sistema, respecto al cuidado personal de sus hijos(as).
Gráfico 4.1. Situación socioeconómica del niño, niña y/o adolescente según línea de Intervención
Total (236)
66,5%
Familia Acogida (35)
33,5%
71,4%
Residencias (61)
28,6%
77,0%
Programas Reparación en Maltrato (82)
23,0%
54,9%
Programas Especializados (58)
45,1%
69,0%
Pobre
31,0%
No pobre
Fuente: Senainfo
7
Se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .036 y V de Cramer: ,190.
30
Al analizar la situación socioeconómica de los niños, niñas y adolescentes según la variable
sexo 8, se observa que los hombres tienden a vivir en condiciones de mayor pobreza que las
mujeres, si bien se desconocen las razones de esto.
Gráfico 4.2. Situación socioeconómica del niño, niña y/o adolescente según sexo
Total (234)
66,2%
Mujer (152)
33,8%
61,2%
Hombre (82)
38,8%
75,6%
24,4%
Pobre
No pobre
Fuente: Senainfo
Caracterización Familiar
Al momento del ingreso a los centros y programas de la red SENAME, el 37% de los niños,
niñas o adolescentes vive “Con la madre (con o sin otras personas)”, el 16% de ellos vive en
“Establecimientos de la red SENAME o bien en una familia de acogida”, el 15% vive con
“Ambos padres (con o sin otras personas)”, el 13% vive “con sus abuelos (sin los padres)” y el
10% “vive con otros familiares”.
Gráfico 5. Persona con quien vive el niño, niña y/o adolescente
37%
Con la madre (sola o con otras personas)
16%
En residencia o familia de acogida
15%
Con ambos padres (con o sin otras personas)
13%
Con Abuelos (sin los padres)
10%
Con otros familiares
6%
Con el padre (solo o con otras personas)
1%
Otros
3%
Sin información
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
Fuente: Senainfo
8
Se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .026 y V de Cramer: ,146.
31
35%
40%
Al analizar esta variable de acuerdo a línea de intervención 9, se observan importantes
diferencias.
En los Programas Especializados, el 42% de los(as) usuarios(as) vivía al momento del ingreso
“Con la madre (con o sin otras personas)”, un 28% vive “con ambos padres (con o sin otras
personas)” mientras un 13% vive “En establecimientos de la red SENAME o en familias de
acogida”.
En los Programas de Reparación en Maltrato, mayoritariamente los niños, niñas y adolescentes
viven “Con la madre (con o sin otras personas)” (53%) y en segundo lugar, un 21% de los(as)
usuarios(as) viven “Con ambos padres (con o sin otras personas)”.
En las Residencias, un 33% de los sujetos vivía, al momento del ingreso a los centros, “Con la
madre (con o sin otras personas), un porcentaje similar (27%) vive “En establecimientos de la
red SENAME o en una familia de acogida” y un 11% vive con otros familiares.
Finalmente en las Familias de Acogida, el 44% vive “Con los abuelos (sin los padres)”, un 25%
vive con otros familiares y un porcentaje similar de usuarios (21%) vive “En establecimientos
de la red SENAME o en una familia de acogida” distinta a su familia. De esta manera, se
observa que se privilegia a la familia extensa del(a) usuario(a) para su cuidado.
Gráfico 5.1 Persona con quien vive el niño, niña y/o adolescente según línea de Intervención
100%
90%
80%
4%
3%
13%
4%
8%
4%
11%
9%
25%
70%
60%
50%
42%
53%
27%
5%
40%
33%
30%
20%
21%
28%
21%
6%
8%
Programas
Especializados
Programas
Reparación en
Maltrato
10%
%
44%
Con el padre (solo o con
otras personas)
En residencia o familia
de acogida
Con la madre (sola o con
otras personas)
Con ambos padres (con
o sin otras personas)
9%
6%
Residencias
Con otros familiares (sin
los padres)
Familia Acogida
Con Abuelos (sin los
padres)
Fuente: Senainfo
Como se observa en el gráfico 6, al momento del ingreso, la mayoría de los niños, niñas o
adolescentes está al cuidado de uno o ambos padres en el ejercicio de su tuición (40,3%), un
24,6% está al cuidado de un tercero por una medida de protección y un 18,7% está al cuidado
de uno de los padres u otro familiar por una medida de protección, finalmente un 9,5% de los
usuarios está al cuidado de terceros, familiares u otros con o sin medida de un tribunal. Cabe
mencionar que el mayor porcentaje de sujetos de la muestra se encuentran a cargo de uno o
ambos padres, medie o no medida de protección.
9
Diferencias estadísticamente significativas. Sig.: .000 y V de Cramer: ,374
32
Gráfico 6. Situación de la tuición del niño, niña y/o adolescente.
Tuición ejercida por uno o ambos padres
40,3%
Medida de protección dicata por un tribunal
que entrega el cuidado del niño (a) a un
tercero
Medida de protección dictada por un tribunal
que entrega el cuidado del niño (a) a uno de
los padres u otro familiar
24,6%
18,7%
Tuición ejercida por terceros, familiares u
otros (con o sin resolución del tribunal)
9,5%
Sin información
3,6%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
Fuente: Senainfo
Al analizar esta variable de acuerdo a línea de intervención10, se observan importantes
diferencias, que responden a la población atendida por cada uno de los centros o programas.
De este modo, en los programas ambulatorios los padres suelen contar con el cuidado
personal de los niños, niñas y adolescentes, no así en los programas residenciales, dado que un
proceso judicial suele haberlos privado del cuidado de su hijo(a). Pese a ello, se registra un
porcentaje de casos residenciales en que los usuarios(as) aparecen como viviendo con los
progenitores. Esta aparente inconsistencia de los datos de residencia puede explicarse porque
esta información se levanta al momento del ingreso y es posible que el cuidado personal, que
se entrega provisoriamente al director(a) de residencia, esté en proceso.
En los Programas Especializados y de Reparación en Maltrato, mayoritariamente los(as)
usuarios(as) están al cuidado de uno o ambos padres en el ejercicio de su tuición, mientras que
cerca de un cuarto de los niños, niñas o adolescentes está al cuidado de otras personas por
una medida de protección. Esta situación es distinta en las Residencias, donde prácticamente
la mitad de los(as) usuarios(as) está al cuidado de otras personas por una medida de
protección, mientras el 26% está al cuidado de uno o ambos padres o bien de terceros (18%)
con o sin medidas de protección. Como era de esperar, en las Familias de Acogida,
prácticamente el 100% de los niños, niñas o adolescentes tienen medidas de tribunales donde
se ha entregado la tuición a uno de los padres o bien un familiar en el 68% de los casos, o bien
a terceros en un 25% de los casos.
10
Diferencias estadísticamente significativas. Sig.: .000 y V de Cramer: ,455 para el total de categorías de
respuesta (9). En este caso sólo se han graficado las cuatro categorías de respuestas más
representativas de cada línea de intervención.
33
Gráfico 6.1 Situación de la tuición del niño, niña y/o adolescente según línea de Intervención
100%
2%
90%
80%
70%
60%
Tuición ejercida por uno o
ambos padres
26%
63%
61%
18%
68%
50%
40%
30%
9%
20%
9%
10%
15%
0%
Programas
especializados
5%
Medida de protección
(tribunal) entrega el
cuidado del NNA a uno de
los padres u otro familiar
49%
20%
25%
5%
Programas Reparación
en Maltrato
Residencias
Tuición ejercida por
terceros, familiares u
otros (con o sin resolución
del tribunal)
Familia Acogida
Medida de protección
(tribunal) entrega el
cuidado del NNA a un
tercero
Fuente: Senainfo
No se observan diferencias estadísticamente significativas en la tuición de los niños, niñas o
adolescentes según la variable sexo 11.
Caracterización de los Padres
La gran dificultad de la base de datos de SENAINFO es que cuenta con poca información
relativa a la caracterización de los padres y madres de los niños, niñas o adolescentes,
sobretodo en relación a los padres varones. Como se observa en la tabla 15, para el caso de las
madres el mayor porcentaje de datos según línea de intervención es de 69%, mientras que el
menor porcentaje de datos con que se cuenta es de 29%. Dada esta situación, se procederá a
describir en términos globales las tres variables de caracterización.
Tabla 15. Porcentaje de casos con datos de caracterización de la madre según línea de Intervención
% casos con
% casos con
% casos con
Línea de Intervención
Escolaridad Madre
Actividad Madre
Situación Madre
Programas Especializados
53%
62%
60%
Programas Reparación de
64%
67%
69%
Maltrato
Residencias
53%
63%
62%
Familia Acogida
34%
29%
41%
Como se observa en la tabla 16, la base de SENAINFO contiene muy pocos casos de
caracterización de los padres, por esta razón se ha decidido no utilizar dichas variables.
11
No se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .074.
34
Tabla 16. Porcentaje de casos con datos de caracterización del padre según línea de Intervención
% casos con
% casos con
% casos con Situación
Línea de Intervención
Escolaridad Padre
Actividad Padre
Padre
Programas Especializados
10%
12%
13%
Programas Reparación de
9%
9%
9%
Maltrato
Residencias
11%
18%
21%
Familia Acogida
13%
27%
34%
Respecto de la escolaridad de las madres de los(as) usuarios(as), sólo un 54% de la muestra
(correspondiente a 194 casos) cuenta con información. De este universo, el 30% tiene
“Educación Básica Incompleta”, el 15% completó la enseñanza básica, un 19% tiene “Educación
Media Incompleta” y un 24% cuenta con “Educación Media Completa”. Llama la atención que
sólo el 31% de las madres de esta muestra ha alcanzado la educación media completa, lo cual
se asocia a una falta de preparación para acceder al ámbito laboral, haciendo alusión a las
condiciones de pobreza y exclusión en las que se desarrollan.
Gráfico 7. Escolaridad de la madre (base: 194 casos)
Enseñanza
Enseñanza
Superior Otra, 1%
Superior
Completa, 4%
Incompleta, 3
%
Sin
Escolaridad, 3
%
Básica
Incompleta, 3
0%
Media
Completa, 24
%
Media
Incompleta, 1
9%
Básica
Completa, 15
%
Fuente: Senainfo
En cuanto a la actividad laboral, la mayoría de las madres con información disponible se dedica
a los quehaceres de su hogar (42%), mientras que un 26% es trabajadora asalariada
dependiente.
Gráfico 8. Actividad de la madre (base: 213 casos).
Otra
actividad, 15
%
Cesante, 8%
En
quehaceres
de su
hogar, 42%
Trabajador
independient
e (por cuenta
propia), 9%
Trabajador
asalariado(a)
(dependiente
), 26%
Fuente: Senainfo
35
Finalmente, con respecto de la situación de la madre en el cuidado del niños, niñas o
adolescente, los(as) profesionales reportan que el sólo el 28,5% de ellas “Ejerce su rol
responsablemente”, el 22,4% se considera “Incompetente o negligente” en su rol parental, y el
6,2% posee “Antecedentes de violencia intrafamiliar”. El 24,8% de la categoría “Otra situación”
reúne múltiples categorías de respuesta, en las cuales cada una de ellas no supera el 3%. De
esta manera, se observa que para los equipos de los centros la mayor prevalencia en la
descripción de la situación de la madre con respecto al niño, niña o adolescente es la
“incompetencia parental”, de acuerdo a las categorías de respuesta de Senainfo. A pesar de
ello, es la figura que está más presente en la vida de niños y niñas.
Gráfico 9. Situación de la madre con respecto al niño, niña y/o adolescente
28,5%
Ejerciendo su rol responsablemente
Incompetencia para ejercer rol parental Conducta negligente
22,4%
Antecedentes de violencia intrafamiliar
6,2%
Consumo problemático de drogas
6,1%
Antecedentes certificados de maltrato o
abuso
4,9%
4,1%
Sin información
3,0%
Abandono al niño/a o adolescente
24,8%
Otra situación
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
Fuente: Senainfo
Como se mencionó, la caracterización de los padres no se realizará dado que la base de
SENAINFO solo cuenta con 36 casos con datos para escolaridad, 46 casos con datos para
actividad laboral y 49 casos con datos para la descripción de la situación respecto del niño,
niña o adolescente.
Caracterización del Ingreso a programas SENAME
Al analizar el grupo al cual pertenecen las causales de ingreso de los niños, niñas y/o
adolescentes, se observa que la mayoría ha sido “Víctima de Abuso Sexual y Maltrato” (57,5%).
Dentro de este grupo de causal de ingreso se agrupan las categorías de víctima de abuso
sexual, de explotación sexual comercial, negligencia, maltrato físico, psicológico y testigo de
violencia intrafamiliar.
Luego, un 19,9% ingresa a los programas por “Inhabilidad de uno o ambos Padres”, que incluye
la inhabilidad propiamente tal y el peligro material o moral del niño(a) o adolescente. Otras
causas de ingreso señaladas en el 7,5% de los casos es la “Prevención” que considera la
categoría interacción conflictiva con los padres o adultos a cargo y la invitación directa del
equipo y un 5,4% de los casos ingresa por estar en situación de calle o involucrado en trabajo
infantil. Si bien llama la atención el grupo de causal de ingreso “Prevención” en la muestra
estudiada, suelen haber otras causales registradas por los equipos de manera secundaria en
estos casos, que sí se vinculan con la temática de vulneración de derechos.
36
Gráfico 10. Grupo causal de ingreso del niño, niña y/o adolescente a Red SENAME
Víctima de abuso sexual y maltrato
57,5%
Inhabilidad de uno o ambos padres
19,9%
Prevención
7,5%
Niño de la calle o trabajo infantil
5,4%
Medida de protección
3,5%
Deserción escolar o sin acceso
2,6%
Otros
3,6%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
Fuente: Senainfo
Al analizar el grupo de causal de ingreso de acuerdo a línea de intervención, se observan
importantes diferencias que responden a la población objetivo de cada programa 12. De esta
manera, y por definición, prácticamente la totalidad de los ingresos de los Programas de
Reparación en Maltrato responden a usuarios que han sido “Víctima de Abuso Sexual y
Maltrato”. Por otra parte, si bien la mayoría de los ingresos de los Programas Especializados
también responde a casos que han sido “Víctima de Abuso Sexual y Maltrato”, el 15,2% de los
niños, niñas y/o adolescentes ingresa por situación de calle o trabajo infantil, un 12,1% ingresa
por “Deserción escolar o sin acceso”, -causal que no está presente en los demás programas- y
un 9,1% ingresa por prevención. Como era de esperarse, también en las Residencias y Familias
de Acogida se observa un mayor ingreso por “Inhabilidad de uno o ambos Padres”.
Los grupos de causales de ingreso permiten hacerse una idea del abanico de problemáticas
que enfrenta cada uno de los programas. De este modo, los Programas de Reparación en
Maltrato se focalizan de modo casi exclusivo en temáticas de abuso y maltrato. Por su parte,
los Programas de Acogimiento Familiar incorporan también variables de inhabilidad parental e
interposición de medidas de protección. Estas causales se multiplican al enfrentarnos a
Programas Especializados y Residencias, pues los usuarios con los que intervienen han sido
afectados por todas estas problemáticas, así como también por situación de calle, trabajo
infantil y deserción escolar.
12
Diferencias estadísticamente significativas. Sig.: .000 y V de Cramer: ,464.
37
Gráfico 10.1 Grupo causal de ingreso del niño, niña y/o adolescente a Red SENAME según línea de
Intervención
1,7%
100%
90%
80%
70%
60%
50%
,8%
12,1%
5,9%
3,0%
8,4%
15,2%
Medida de
protección
17,6%
38,6%
9,1%
3,0%
97,5%
54,5%
45,6%
20%
24,4%
10%
0%
Programas
especializados
Residencias
Programas
Reparación en
Maltrato
Niño de la calle o
trabajo infantil
Prevención
38,7%
40%
30%
7,0%
Deserción escolar
o sin acceso
Inhabilidad de
uno o ambos
padres
Víctima de abuso
sexual y maltrato
Familia Acogida
Fuente: Senainfo
No se observan diferencias estadísticamente significativas en el grupo de causal de ingreso de
los niños, niñas o adolescentes a la Red SENAME según la variable sexo 13. De esta manera, se
observa que los hombres ingresan en un 56,8% por abuso sexual y maltrato, mientras las
mujeres lo hacen en un porcentaje similar (58,4%).
Al momento del diagnóstico de ingreso, los niños, niñas y/o adolescentes sufren en un 49,9%
de “Maltrato”, y el 16,9% presenta consumo de “Drogas”. Cabe hacer presente que la oferta
de atención para consumo problemático de drogas en nuestro país es muy escasa en la
población infanto-juvenil.
Gráfico 11. Presencia de maltrato y drogas en diagnóstico del niño, niña y/o adolescente
Drogas
Maltrato
16,9%
83,1%
49,4%
50,6%
Sí
No
Fuente: Senainfo
13
No se observa diferencia estadísticamente significativa. Sig.: .458.
38
Al analizar la presencia de maltrato y drogas simultáneamente en los diagnósticos de los(as)
usuarios(as) al ingreso de los programas, de acuerdo a línea programática se observan
importantes diferencias 14. Como se observa en el gráfico 11.1, en los Programas Especializados
el 39% de los casos presenta maltrato y drogas, mientras que el 36% presenta sólo maltrato y
el 23% sólo drogas. Sólo el 2% de los casos no presenta maltrato ni drogas. En los Programas
de Reparación en Maltrato, el 95% de los casos presenta maltrato. En las Residencias el 82% de
los casos no presenta ni maltrato ni drogas, un 9% presenta ambas problemáticas, el 8%
presenta sólo drogas y el 1% presenta sólo maltrato. Finalmente en las Familias de Acogida casi
en la totalidad de los casos no se observan estos problemas.
De esta manera, los Programas Especializados y Residencias son los que concentran
problemáticas simultáneas de maltrato y drogas en su sujeto de intervención, lo cual
complejiza el abordaje que dichos casos requieren.
Gráfico 11.1. Presencia de maltrato y drogas en diagnóstico del niño, niña y/o adolescente según línea
de Intervención
98%
95%
100%
90%
82%
80%
70%
60%
50%
40%
39%
36%
30%
23%
20%
10%
2%
%
1%
4%
Programas
Especializados
Programas Reparación
en Maltrato
Solo maltrato
Solo droga
1%
8% 9%
2%
Residencias
Maltrato y droga
Familia de Acogida
Sin maltrato o droga
Fuente: Senainfo
Caracterización de la intervención
La base Senainfo con la que se cuenta considera hasta 14 intervenciones por cada caso. Para el
análisis se han agrupado, dando como total 1.773 intervenciones, lo que significa que a la
fecha del levantamiento de información en promedio cada usuario recibió alrededor 5
intervenciones totales por caso. Este promedio de intervenciones no difiere entre líneas
programáticas ni se observa asociación con los meses de intervención.
No obstante, cabe hacer presente que -de acuerdo a las circulares de pago- las Residencias
sólo están obligadas a registrar una intervención mensual por usuario, lo cual podría generar
como consecuencia un sub registro de las intervenciones desarrolladas en Residencias.
14
Diferencias estadísticamente significativas. Sig.: .000 y V de Cramer: ,620.
39
Del total de intervenciones, las que registran mayor frecuencia son las intervenciones en red,
las intervenciones sociales, psicológicas, de gestión técnico-administrativa y jurídicas.
Gráfico 12. Tipo de intervención.
Intervención en red carácter interinstitucional y
comunitario
20,2%
Intervención Social
18,5%
Intervención Psicológica
17,3%
Gestión Técnica-Administrativa
16,7%
Intervención Jurídica
7,4%
Intervenciones Grupo Familiar o Terceros
Significativos
4,7%
Intervención Formativa
4,3%
Intervenciones Comunitarias y otras
3,2%
Intervención Educativa
2,6%
Otras Intervenciones
8,4%
0%
5%
10%
15%
20%
25%
Fuente: Senainfo
Al analizar los tipos de Intervención según línea programática (ver tabla 17), se observa que
las Residencias y Familias de Acogida (programas residenciales) realizan un mayor porcentaje
de “Intervenciones en red de carácter interinstitucional y comunitario”. A su vez, los
Programas Especializados y de Reparación en Maltrato (programas ambulatorios) utilizan en
mayor medida la “Intervención Psicológica”.
Las Residencias utilizan en menor porcentaje la “Intervención Social” y los Programas de
Reparación en Maltrato son prácticamente los únicos que utilizan la “Intervención Jurídica”.
Esta situación se puede explicar dado que estos proyectos cuentan con horas profesionales de
abogado(a) a diferencia de los demás programas, que en general deben conseguir este tipo de
prestaciones a través de gestión de redes.
Tabla 17. Tipo Intervención y Línea Programática.
Intervención
Intervención en red de carácter
interinstitucional y comunitario
Línea Programática
Programas
Programas
Reparación en Residencias
Especializados
Maltrato
Familia Acogida
15%
18%
24%
24%
Intervención Social
20%
20%
15%
21%
Intervención Psicológica
20%
20%
15%
13%
Intervención Jurídica
3%
18%
1%
1%
40
Por cada intervención, en la base Senainfo se registra información sobre el nivel en que se
realiza dicha intervención. Para el análisis se utilizan los tres tipos de intervención dirigida
hacia los usuarios con mayor frecuencia. Como se observa en el gráfico 13, la intervención
social se focaliza en el “Nivel Familiar”, mientras que la intervención psicológica se focaliza en
el “Nivel Individual”. Si bien el tipo de intervención en red es más frecuente en el “Nivel
comunitario”, tiene una alta presencia de los otros niveles.
Si bien sólo el 4,7% de las intervenciones se definen como dirigidas hacia el grupo familiar o
terceros significativos según tipo de intervención, si se suman aquellas intervenciones
psicológicas y sociales desarrolladas en un nivel familiar, es posible estimar las intervenciones
familiares desarrolladas en torno al 22%.
Gráfico 13. Niveles de intervención de acuerdo a Tipo de intervención
Intervención en red de carácter interinstitucional
y comunitario (358)
44%
Intervención Social (349) 2%
Intervención Psicológica (333)
Comunitaria
Familiar
31%
24%
83%
12%
16%
88%
Individual (niño/a o adolescente)
Fuente: Senainfo
A continuación, se presenta un cuadro resumen de caracterización de los niños, niñas y
adolescentes de acuerdo línea de intervención.
41
Tabla 18. Cuadro resumen de caracterización de variables SENAINFO, de acuerdo a la línea de
intervención.
Promedio
Vinculado a un establecimiento
educacional
Vinculado a un establecimiento
educacional
14
Programas
Reparación
en Maltrato
10
73%
100%
83%
100%
27%
-
17%
-
% Pobre
69%
55%
77%
71%
42%
53%
33%
5%
13%
4%
27%
21%
28%
21%
9%
0%
6%
8%
6%
44%
63%
61%
26%
0%
9%
5%
18%
2%
9%
20%
0%
68%
15%
5%
49%
25%
55%
98%
24%
46%
3%
2%
39%
39%
9%
15%
3%
12%
36%
23%
39%
0%
0%
0%
0%
95%
0%
1%
18%
8%
6%
1%
1%
8%
9%
0%
0%
7%
0%
2%
0%
0%
Programas
especializados
Dimensión
Edad
Escolaridad
Situación
socioeconómica
Con quien vive
NNA
Situación de la
Tuición del NNA
Grupo causal de
ingreso a Red
SENAME
Presencia
maltrato y drogas
en diagnóstico
Con la madre (sola o con otras
personas)
En residencia o familia de acogida
Con ambos padres (con o sin otras
personas)
Con abuelos (sin los padres)
% tuición ejercida por uno o ambos
padres
% tuición ejercida por terceros,
tribunales u otros (con o sin
resolución de tribunal)
% medida de protección (tribunal)
entrega el cuidado del NNA a uno
de los padres u otro familiar
% medida de protección (tribunal)
entrega el cuidado del NNA a un
tercero
% víctima de abuso sexual y
maltrato
% Inhabilidad de uno o ambos
padres
% prevención
% niño de la calle o trabajo infantil
% medida de protección
% deserción escolar o sin acceso
% solo maltrato
% solo drogas
% maltrato y drogas
13
Familia
de
Acogida
11
Residencias
Síntesis y conclusiones
Uno de los primeros elementos que resulta llamativo es el notable vacío que registra la base
SENAINFO para toda aquella información referida a la figura paterna, lo cual genera una
primera luz de alerta respecto a la consideración e inclusión de los varones en el diagnóstico e
intervención que realizan los equipos.
La caracterización de los niños, niñas y adolescentes y sus familias contemplados en la
muestra, de acuerdo a los datos registrados en la base SENAINFO, permite señalar que
provienen, en su mayoría, de familias en situación de pobreza (66,5%), si bien un 33,5% no se
encuentran en esta condición. Esta problemática se acentúa en los programas residenciales
(Residencias y Familias de Acogida), lo cual interroga respecto a la incidencia de la pobreza en
la separación del niño(a) o adolescente de su familiar nuclear.
La situación de pobreza se asocia, de acuerdo a los datos disponibles, con una baja escolaridad
de la figura principal de cuidado, en general la madre, quien suele no haber finalizado la
educación media (69%). A su vez, esta figura se dedica mayoritariamente a los quehaceres de
42
su hogar, mientras que sólo un cuarto es trabajadora asalariada dependiente. Todo esto hace
alusión a las condiciones de pobreza y exclusión en las que se desenvuelven, tanto ellas como
su prole, lo cual constituye un estresor que afecta al ejercicio de la parentalidad. En este
sentido, cabe preguntarse respecto al rol subsidiario que debe asumir el Estado para garantizar
un nivel de vida apropiado para la supervivencia y desarrollo de los niños, niñas y
adolescentes, obligación reconocida en la CIDN que parece no estar haciéndose efectiva en la
actualidad. Probablemente ello se vincule con la ausencia de una ley de protección integral de
derechos, que obligue a todos los sectores a satisfacer los derechos de niños(as) y
adolescentes.
Dada la descripción que realizan los profesionales tratantes de la situación de la madre en el
cuidado del niño, niña y adolescente, es posible deducir que -para los equipos de los centrosel problema con mayor prevalencia es la “incompetencia parental” por parte de la figura
materna. Pese a ello, se constata que la madre suele ser la figura vincular con mayor presencia
en la vida de los niños(as).
Respecto al perfil usuario de las distintas líneas programáticas, los grupos de causales de
ingreso permiten hacerse una idea del abanico de problemáticas que enfrenta cada uno de los
programas. De este modo, los Programas de Reparación en Maltrato se focalizan de modo casi
exclusivo en temáticas de abuso y maltrato. Por su parte, los Programas de Acogimiento
Familiar incorporan también dificultades para ejercer roles de cuidado parental y causas por
protección. Estas vulneraciones se multiplican al enfrentarnos a Programas Especializados y
Residencias, pues los niños, niñas y adolescentes con los que intervienen han sido afectados
por todas éstas situaciones y otras adicionales, como situación de calle, trabajo infantil,
deserción escolar y explotación sexual comercial.
El promedio de edad de los usuarios en intervención es de 12 años, registrándose mayores
edades en Programas Especializados y Residencias. Dichos programas son los que concentran
mayor porcentaje de niños, niñas y adolescentes que asisten de manera interrumpida o no
asisten a ningún establecimiento educacional al momento del ingreso. Junto con esto, los
Programas Especializados y Residencias son los que concentran problemáticas simultáneas de
maltrato y drogas en su sujeto de intervención, lo cual complejiza el abordaje que dichos casos
requieren.
De esta forma, es posible apreciar que las dificultades que enfrentan tanto niños, niñas y
adolescentes como sus familias parecen ser más complejas en las Residencias y Programas
Especializados, en relación a los Programas de Reparación en Maltrato y Familias de Acogida.
43
3. Resultados Aplicación NCFAS-G
Se contó con un total de 389 casos evaluados mediante NCFAS-G por los(as) profesionales
tratantes, distribuidos del siguiente modo:
•
•
•
•
78 casos de la V región (20,1%).
164 de la Región Metropolitana (42,2%).
48 casos de la VII región (12,3%).
99 casos de la VIII región (25,4%).
A su vez, los casos evaluados provienen de cuatro programas de la red SENAME: Programas
Especializados (81 casos, 20,8%), Programas de Reparación en Maltrato (146 casos, 37,5%),
Familias de Acogida (55 casos, 14,1%) y Residencias de protección (107 casos, 27,5%).
En el caso de Familias de Acogida, se solicitó a los(as) profesionales evaluar respecto de la
familia de origen del niño, niña o adolescente. Sin embargo, cabe hacer presente que la mayor
parte de los(as) usuarios(as) en esta línea se encuentran bajo acogimiento por parte de familia
extensa, la cual no es aquella en la cual se produjo la vulneración de derechos, sino aquella
que ha sido evaluada favorablemente para asumir el cuidado a lo menos temporal del niño(a).
Cabe hacer presente que el levantamiento de datos mediante la escala NCFAS-G se realizó en
diferentes momentos de la intervención en cada caso, por lo cual no es posible aislar el efecto
de la intervención en los resultados obtenidos.
El análisis de los datos aportados por la evaluación con la escala NCFAS-G se organizó en seis
apartados: (a) caracterización del contexto social; (b) caracterización de la dinámica relacional
en la familia; (c) caracterización de la situación de bienestar del niño, niña o adolescente; (d)
factores de riesgo; (e) factores protectores y (f) síntesis y recomendaciones para la
intervención. En la caracterización de la dinámica relacional en la familia se profundizó
particularmente en el análisis de variables que diesen cuenta del vínculo familiar y que luego
permitieran ofrecer sugerencias para potenciar metodologías de intervención en este ámbito.
Caracterización del Contexto Social
El primer paso para una caracterización del funcionamiento de las familias evaluadas, consistió
en analizar variables del Contexto Social, pues este constituye el marco desde el cual se
estructura el vínculo al interior de la familia. Para su caracterización, se consideraron las
dimensiones de la NCFAS-G: (a) "Entorno", que evalúa la calidad de la vivienda y seguridad del
barrio, (b) "Autonomía" que da cuenta del grado de independencia económica de la familia y
(c) "Vida Social Comunitaria" que agrupa indicadores que dan cuenta del uso de las redes
formales e informales en la familia.
Como muestra la Tabla 19, los promedios se ubican entre problema leve ("-1") y línea de
base/funcionamiento adecuado ("0"), lo que no representa dificultades serias en estos temas,
de acuerdo a esta escala. Por otra parte, si se analizan las desviaciones estándar asociadas a
los promedios (superiores a un punto), se observa que existiría una importante
heterogeneidad en las puntuaciones, es decir, el promedio general escondería diferencias
relevantes de estudiar.
44
Tabla 19. Características generales del contexto social de las familias
Dimensión
Promedio
% casos "alto
Principal problema
(Desv. Est.)
riesgo" (-2 o -3)
Entorno
-0.31
20,8%
Seguridad en el barrio
(1.34)
o vecindario
Autonomía
-0.31
16,9%
Ingreso familiar
(1.28)
Vida Social
-0.40
15,7%
Conexión con el
(1.11)
vecindario
Promedio
(Desv. Est.)
-0.41
(1.43)
-0.40
(1.29)
-0.53
(1.09)
Así, se observa que un 20,8% de las familias participantes de la red SENAME muestra
indicadores de alto riesgo en su Entorno (véase gráfico 14), destacando especialmente los
problemas de seguridad en el barrio o vecindario. Un 16,9% tendría significativas dificultades
de Autonomía (véase el gráfico 15), destacando el ítem ingreso familiar. Un 15,7% presenta
importantes problemáticas en la inserción y uso de sus redes sociales formales e informales
(véase el gráfico 16), siendo el aspecto más deteriorado la conexión con el vecindario y la
comunidad. En resumen, entre 1 y 2 de cada 10 familias atendidas en la red podrían
clasificarse en "alto riesgo socioeconómico", ubicándose la mayoría de los casos en un riesgo
social leve. Este hallazgo estaría en contradicción con la idea generalizada de que las familias
atendidas en la red SENAME son en su mayoría casos de alto riesgo social: en la actualidad, en
cambio, coexistirían diversos tipos y situaciones familiares.
Al analizar el contexto social según la línea de intervención considerada (ver gráficos 14, 15 y
16), se configura un escenario de complejidad incremental, en que las familias evaluadas en la
línea de Familias de Acogida presenta los mejores indicadores, con baja proporción de
problemáticas de alta complejidad, seguido de los Programas de Reparación en Maltrato; en el
otro extremo, se ubican los Programas Especializados y las Residencias 15.
Gráfico 14. Entorno de la familia
60%
50%
40%
28,2%
30%
20%
10%
35,0%
20,8%
11,1%
9,3%
0%
Familias de
Acogida
Programas de
Reparación
Alto Riesgo (-2 y -3)
15
Programas
Especializados
Bajo Riesgo (-1 y 0)
Residencias
TOTAL
Fortaleza (+1 y +2)
2
Estas diferencias fueron estadísticamente significativas en Entorno, conχ (6) = 35,734; p = 0.000; en
2
2
Autonomía, con χ (6) = 19,278; p = 0.004; y en Vida Social Comunitaria con χ (6) = 23,039; p = 0.001.
45
Gráfico 15. Autonomía de la familia
70%
60%
50%
40%
30%
20%
24,5%
23,4%
12,7%
16,9%
9,7%
10%
0%
Familias de
Acogida
Programas de
Reparación
Alto Riesgo (-2 y -3)
Programas
Especializados
Residencias
Bajo Riesgo (-1 y 0)
TOTAL
Fortaleza (+1 y +2)
Gráfico 16. Vida Social-Comunitaria (redes) de la familia
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
12,4%
5,6%
23,1%
19,2%
15,7%
0%
Familias de
Acogida
Programas de
Reparación
Alto Riesgo (-2 y -3)
Programas
Especializados
Bajo Riesgo (-1 y 0)
Residencias
TOTAL
Fortaleza (+1 y +2)
Para analizar con mayor detalle las diferencias de perfiles socioeconómicos de las familias
según línea programática, se presenta una tabla únicamente con los promedios obtenidos en
cada variable evaluada (ver tabla 20), iluminando con colores más rojizos las medias más bajas
y con colores verdosos las variables de mejor desempeño.
Tabla 20. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Entorno, según línea programática
Entorno general
Estabilidad vivienda
Seguridad comunidad
Riesgos del entorno
Habitabilidad de la vivienda
Higiene personal
Entorno aprendizaje
Familia
Acogida
,15
,65
,13
,25
-,10
,98
,43
Programas
Reparación
-,03
,46
-,25
,31
,01
,88
,07
46
Programas
Especializados
-,51
-,01
-,62
-,35
-,41
,40
-,56
Residencias
-,81
-,07
-,75
-,39
-,28
,01
-,82
Total
-,31
,24
-,41
-,02
-,17
,55
-,25
Respecto de “Entorno General”: la seguridad en la comunidad es el componente más débil,
resultando esta situación más compleja para las familias atendidas en Residencias de
protección y Programas Especializados, mientras que en los Programas de Reparación en
Maltrato se encuentran cerca del nivel considerado adecuado y en Familias de Acogida incluso
lo superan. La seguridad en la comunidad se asoció significativamente con los riesgos
presentes en el entorno (r = .664, p < .01), con la habitabilidad de la vivienda (r = .510, p < .01)
y con el ingreso familiar (r = .446, p < .01). Aunque no aparece en el promedio global como un
tema preocupante, al desagregar por línea programática surge como temática el entorno de
aprendizaje, particularmente en las Residencias (-0.82); por el contrario, la misma variable
resulta bien evaluada en Familias de Acogida. En base a estos antecedentes, se puede concluir
que los niños, niñas y adolescentes ingresados en Residencias de la red SENAME provienen de
familias que viven en vecindarios significativamente más inseguros y riesgosos que en las otras
líneas programáticas evaluadas; 1 de cada 3 casos evaluados provienen de entornos de alto
riesgo (ver gráfico 14).
Tabla 21. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Autonomía, según línea programática
Autonomía general
Empleo del cuidador
Ingreso familiar
Manejo financiero
Comida y nutrición
Transporte
Familia
Acogida
-,16
-,46
-,11
,20
,40
,55
Programas
Reparación
,01
,00
-,21
,05
,35
,49
Programas
Especializados
-,71
-,67
-,81
-,56
-,48
-,04
Residencias
-,54
-,51
-,51
-,33
-,15
,26
Total
-,31
-,34
-,40
-,15
,06
,33
En relación a la Autonomía de la familia (ver tabla 21), las temáticas de mayor complejidad son
el ingreso familiar y el empleo del cuidador, especialmente en los Programas Especializados
(por sobre las Residencias de protección). Es llamativo que casi todos los promedios se ubican
sobre la línea de base o adecuado en los Programas de Reparación en Maltrato. La mayor
asociación del ingreso y el empleo con variables de otras dimensiones del contexto social se
dio respecto a la vivienda, tanto en su estabilidad (r = .521, p < .01 y r = .528, p < .01
respectivamente) como en su habitabilidad (r = .549, p < .01 y r = .521, p < .01
respectivamente). Esto es, las familias con menores ingresos y empleos más precarios tienden
a tener peores condiciones de vivienda. Un dato interesante es que en los Programas
Especializados, además de los temas de empleo, ingreso y manejo financiero, surge como una
problemática relevante la comida y nutrición, lo que resulta coherente con el foco técnico de
esta línea programática en casos de negligencia grave (entre otros temas). En general, 1 de
cada 4 casos evaluados en Programas Especializados y en Residencias se ubica en la categoría
de "alto riesgo" respecto a la autonomía, situación que disminuye a 1 de cada 10 casos para los
Programas de Reparación en Maltrato (ver gráfico 15).
47
Tabla 22. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Vida Social Comunitaria, según línea
programática
Familia
Programas
Programas
Acogida Reparación Especializados Residencias Total
Vida social/comunitaria en general
,22
-,32
-,55
-,72
-,40
Relaciones sociales
,48
-,28
-,66
-,75
-,38
Relaciones con cuidado infantil,
escuelas
Conexión con el vecindario y la
comunidad cultural/étnica
Conexión con la comunidad
espiritual/étnica
Iniciativa y aceptación del cuidador de
la ayuda y apoyo disponible
,55
,12
-,51
-,73
-,17
-,27
-,42
-,78
-,63
-,53
-,15
-,16
-,69
-,48
-,36
,84
,25
,20
,10
,28
En tercer lugar, se presentan los resultados de la dimensión Vida Social comunitaria en
general, es decir, relacionada con el área de los vínculos de la familia con las redes formales e
informales. La tabla 22 muestra que los temas de mayor complejidad incluyen la conexión con
el vecindario, aspecto donde todas las familias muestran dificultades, aunque con mayores
niveles en los Programas Especializados y Residencias. Seguido por las relaciones sociales con
familiares y amigos, aspecto donde aparecen más debilitadas las familias atendidas en
Residencias. Coherentemente, las familias evaluadas en las Residencias también muestran
significativas dificultades en sus vínculos con el ámbito escolar (jardines infantiles, escuelas y
programas extracurriculares). Por otra parte, es llamativo que las familias en todas las líneas
programáticas muestren como una fortaleza la iniciativa y aceptación del cuidador respecto a
la ayuda ofrecida, constituyéndose en un importante recurso de cara al pronóstico de las
intervenciones.
Caracterización de la dinámica relacional en la familia
El segundo paso para avanzar en una caracterización del funcionamiento de las familias,
consistió en analizar variables de la dinámica relacional en la familia, particularmente respecto
al vínculo identificado entre los adultos significativos y los niños(as) y adolescentes. Para ello,
se consideraron las dimensiones de la NCFAS-G: (a) "Competencias Parentales", que evalúa
áreas como la supervisión, disciplina y estimulación del aprendizaje de los niños(as), (b)
"Interacciones Familiares" que considera indicadores de apego, comunicación y rutinas
familiares entre otros, (c) "Seguridad Familiar", que incluye indicadores de maltrato físico,
maltrato emocional, negligencia y abuso sexual entre otros, y (d) "Salud Familiar", que
considera salud física y mental de adultos y niños. Cada una de estas dimensiones permite
relevar un aspecto importante del vínculo, si bien la dimensión de "interacciones familiares"
será la más relevante de considerar en los análisis.
En contraste con la menor presencia de factores de riesgo observada en el entorno social,
económico y comunitario de las familias atendidas (insistimos, con importantes diferencias
según línea programática), se observa una proporción mucho mayor de problemáticas de alta
complejidad en la dinámica relacional de la familia en general. La siguiente tabla muestra
promedios más cercanos a "-1" que a "0" (nuevamente, con desviaciones estándar elevadas, lo
que da cuenta de una importante variabilidad de situaciones), con una de cada tres familias
ubicadas en la categoría de "alto riesgo" (puntuaciones de -2 o -3).
48
Tabla 23. Características generales de la dinámica relacional de las familias
Dimensión
Promedio
% casos "alto
Principal problema
(Desv. Est.)
riesgo" (-2 o -3)
Competencias
-0.65
31,0%
Prácticas disciplinarias
Parentales
(1.37)
Interacciones
-0.77
31,7%
Relación entre los progenitores /
Familiares
(1.30)
cuidadores
Seguridad
-0.67
31,0%
Otros conflictos familiares
Familiar
(1.35)
Salud
-0.12
13,2%
Salud mental del niño/a
Familiar
(1.21)
Promedio
(Desv. Est.)
-0.79
(1.42)
-0.80
(1.53)
-0.77
(1.29)
-0.37
(1.29)
Gráfico 17. Competencias Parentales
70%
60%
50%
41,3%
40%
31,0%
30%
20%
10%
47,1%
22,9%
7,3%
0%
Familias de
Acogida
Programas de
Reparación
Alto Riesgo (-2 y -3)
Programas
Especializados
Bajo Riesgo (-1 y 0)
Residencias
TOTAL
Fortaleza (+1 y +2)
Es llamativa la alta proporción de casos evaluados con baja complejidad, lo que contradice la
representación común de que "todos los casos atendidos en la red SENAME son muy
complejos". Por otra parte, y al igual que con los dominios de caracterización socioeconómica,
se observó una diferencia entre programas con menor concentración de casos complejos y
programas con mayor concentración. La línea Familias de Acogida presenta los mejores
indicadores, con baja proporción de situaciones de alto riesgo (menos del 10% para todas las
dimensiones evaluadas), seguido en forma más distanciada por los Programas de Reparación
en Maltrato (cercanos al 25%, salvo salud familiar); en el otro extremo, se ubican los
Programas Especializados y Residencias de protección (cercanos al 45%, salvo salud familiar).
Estas diferencias fueron estadísticamente significativas en Competencias Parentales, con χ 2(6)
= 55,073; p = 0.000; en Interacciones Familiares, con χ2(6) = 44,865; p = 0.000; en Seguridad
Familiar con χ2(6) = 41,068; p = 0.000; y en Salud Familiar con χ2(6) = 21,694; p = 0.001.
49
Gráfico 18. Interacciones Familiares
60%
45,5%
50%
40%
10%
31,7%
25,2%
30%
20%
42,7%
9,1%
0%
Familias de
Acogida
Programas de
Reparación
Alto Riesgo (-2 y -3)
Programas
Especializados
Residencias
Bajo Riesgo (-1 y 0)
TOTAL
Fortaleza (+1 y +2)
Gráfico 19. Seguridad/Protección Familiar
70%
60%
46,7%
50%
42,5%
40%
20%
10%
31,0%
24,1%
30%
5,5%
0%
Familias de
Acogida
Programas de
Reparación
Alto Riesgo (-2 y -3)
Programas
Especializados
Residencias
Bajo Riesgo (-1 y 0)
TOTAL
Fortaleza (+1 y +2)
Gráfico 20. Salud Familiar
70%
60%
50%
40%
24,7%
30%
20%
10%
17,0%
13,2%
8,8%
1,9%
0%
Familias de
Acogida
Programas de
Reparación
Alto Riesgo (-2 y -3)
Programas
Especializados
Bajo Riesgo (-1 y 0)
50
Residencias
TOTAL
Fortaleza (+1 y +2)
La profundización de estos hallazgos según línea programática se detalla a continuación. Como
puede observarse en la Tabla 24, los resultados para el área de Competencias Parentales
muestran que el tema de mayor complejidad se da en las prácticas disciplinarias, lo cual
refleja una recurrencia habitual a prácticas de malos tratos referidas como "disciplina",
particularmente en familias evaluadas en las Residencias y Programas Especializados, en mayor
medida que los Programas de Reparación en Maltrato. El ejercicio de la disciplina parental se
asoció significativamente a la presencia de maltrato físico (r = .529, p < .01) y emocional (r =
.639, p < .01), pero también a la existencia de violencia doméstica entre los
progenitores/cuidadores (r = .557, p < .01). Interesantemente, "prácticas disciplinarias" es la
variable que muestra una asociación más alta de todas las evaluadas en el área de
competencias parentales con el ítem general de "bienestar del niño/a" (r = .680, p < .01).
La segunda variable con promedio general más bajo es la literacidad del progenitor, dando
cuenta de carencias en la educación del(a) cuidador(a) o figura parental, dificultad que se
observa en todas las líneas evaluadas. La literacidad se asoció significativamente con la
estimulación parental de la educación del niño (r = .556, p < .01), el control y acceso a
materiales mediáticos y de lectura (r = .597, p < .01), y la construcción de un entorno de
aprendizaje para el niño (r = .533, p < .01).
Cabe destacar que en el caso de las Residencias y de los Programas Especializados surgió
también como una importante debilidad la supervisión del niño/a, y la entrega de
oportunidades de desarrollo y crecimiento. Ambas variables se asociaron significativamente
con otras numerosas variables específicas 16, a saber: la higiene personal del niño, la comida y
nutrición, el entorno de aprendizaje, el apego, comunicación y expectativas sobre el niño, el
apoyo mutuo dentro de la familia, las rutinas y rituales familiares, la recreación y juego
familiar, el abuso emocional, la negligencia, las relaciones sociales, y las relaciones con el
sistema escolar. Por su amplio rango de redes de asociación con otras variables, un aspecto
interesante a considerar es que el foco de intervención de las Residencias y Programas
Especializados debiese estar puesto en esta tríada de competencias parentales
prioritariamente: supervisión y monitoreo del niño(a) (como contrario a negligencia), disciplina
positiva (como contrario a malos tratos físicos y emocionales) y estimulación del desarrollo y
autonomía progresiva del hijo(a). Se trata de un balance entre aprender a estar presente,
involucrarse en la vida del niño(a), dialogar y anticipar escenarios, todo lo cual supone el
desarrollo de una mayor capacidad reflexiva en los adultos a cargo de la crianza del niño(a) o
adolescente.
Respecto al mejoramiento del vínculo, la entrada técnica recomendada está en el concepto de
"sensibilidad parental", entendida como la capacidad de leer las señales comunicativas del
niño(a), interpretarlas adecuadamente y ofrecer un rango de respuestas sensibles, apropiadas
y contingentes (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978). La sensibilidad parental permite a los
adultos adquirir una mayor conciencia de las necesidades del niño(a), una mayor reflexión del
contexto en que esas necesidades adquieren significado y, progresivamente, un acercamiento
a formas bien tratantes de vinculación. En este sentido, se ha propuesto la sensibilidad
parental como la "columna vertebral" de las competencias parentales y su entrenamiento
como la piedra angular de las intervenciones en parentalidad positiva (Gómez y Muñoz, 2013).
Por último, es interesante señalar que en las cuatro líneas programáticas se evaluó como nivel
adecuado o fortaleza el ámbito de un uso de drogas o alcohol que interfiera con la
parentalidad, aspecto que resulta muy marcado en el caso de Familias de Acogida.
16
Por la extensión se omitirá los estadísticos, que en todos los casos superan un r = .5 y un p < .01,
considerando solo variables específicas.
51
Tabla 24. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Competencias Parentales, según
línea programática
Familia
Programas
Programas
Acogida
Reparación
Especializados Residencias
Total
Competencias parentales general
,02
-,26
-1,03
-1,26
-,65
Supervisión del niño
,42
-,20
-1,01
-1,14
-,54
Prácticas disciplinarias
,04
-,52
-1,19
-1,30
-,79
Entrega oportunidades
desarrollo/crecimiento
Uso de drogas/alcohol
interfiere parentalidad
Estimulación parental de la
educación del niño
Control acceso a materiales
mediáticos/ de lectura
Literacidad del
progenitor/cuidador
,13
-,16
-,81
-1,21
-,54
1,17
1,01
,07
,15
,60
,47
,34
-,52
-,63
-,08
,26
,17
-,85
-,79
-,28
-,48
-,26
-1,00
-,92
-,62
En el área de las Interacciones Familiares, la Tabla 25 muestra que el tópico de mayor
complejidad se observa en la relación entre los progenitores/cuidadores, lo cual se asocia
significativamente con la presencia de violencia doméstica entre los progenitores/cuidadores
(r = .693, p < .01) y a la presencia de otros conflictos familiares (r = .543, p < .01). Esta variable
mostró la segunda correlación más alta con las dificultades en las rutinas y rituales familiares (r
= .647, p < .01), dando cuenta de cómo el conflicto entre las figuras parentales se relaciona con
el deterioro general de la dinámica familiar. Cabe señala que el promedio más bajo se obtuvo
en los Programas Especializados (-1,28), seguido de las Residencias (-0,96) y los Programas de
Reparación en Maltrato (-0,77). Este elemento surge como un tema de relevancia poco
abordado hasta ahora en los modelos técnicos de intervención en programas de la red
SENAME, que suelen concentrarse en el niño(a) individualmente o -en años recientes- en las
competencias parentales exclusivamente. La construcción del vínculo entre los cuidadores y el
niño(a) puede verse amenazada o debilitada por conflictos en el ámbito de la pareja. En la
medida en que la relación de pareja no se considere, se pierde la oportunidad de operar con
una lógica realmente sistémica en la intervención.
La segunda variable con promedio general más bajo es la recreación y juego familiar, siendo la
única de las variables específicas del dominio que se ubicó en el rango de problema para las
cuatro líneas programáticas, relevando una dificultad transversal en las familias evaluadas en
el ámbito de lo lúdico. Esta variable mostró una correlación importante con la organización de
un entorno de aprendizaje en el hogar (r = .578, p < .01), y con las competencias parentales en
sus componentes de supervisión (r = .624, p < .01), disciplina (r = .609, p < .01) y entrega de
oportunidades de desarrollo y crecimiento (r = .625, p < .01). La asociación más alta con otra
variable de la propia dimensión, se observó con la organización de rutinas y rituales familiares
(r = .727, p < .01).
52
Tabla 25. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Interacciones Familiares, según línea
programática
Interacciones familiares general
Apego con el niño
Comunicación con el niño
Expectativas sobre el niño
Apoyo mutuo dentro de la familia
Relación entre los
progenitores/cuidadores
Rutinas y rituales familiares
Recreación y juego familiar
Familia
Acogida
,02
Programas Programas
Reparación Especializados Residencias Total
-,55
-1,30
-1,12
-,77
,55
,33
,18
,44
,25
-,08
-,49
-,31
-,20
-,77
-,95
-1,19
-1,01
-,79
-1,28
-,86
-,94
-,88
-,90
-,96
-,38
-,64
-,54
-,42
-,80
,23
-,31
,07
-,41
-,58
-1,21
-,60
-,88
-,21
-,69
En el dominio de Seguridad Familiar (ver tabla 26), las variables que muestran mayor deterioro
general son otros conflictos familiares, seguida por negligencia parental, y abuso emocional.
En el caso de la primera de estas variables, resulta la única evaluada como debilidad
transversalmente, con el peor promedio en los Programas Especializados. Este ítem considera
discusiones violentas con vecinos, amenazas recurrentes de ex-parejas, y agresiones con
miembros de la familia extensa, entre otros. Coherentemente, se observó una asociación
significativa de estos conflictos, con la variable relaciones sociales (con familiares y vecinos) (r
= .500, p < .01). Las correlaciones más fuertes se identificaron con las rutinas y rituales
familiares (r = .571, p < .01), relación entre los cuidadores (r = .543, p < .01) y apoyo mutuo
dentro de la familia (r = .543, p < .01). Esto es, cuando se observa en las familias este tipo de
conflictos, se constata una asociación con un conjunto de variables relacionales que aparecen
vinculadas entre sí: en estos casos la dinámica familiar se caracteriza por un deterioro de los
vínculos entre los miembros del sistema familiar, pero también con otros significativos del
entorno, como vecinos y familia extensa.
En el caso de negligencia, se observa una media idéntica para los Programas Especializados y
las Residencias (-1,16) lo que plantea la pregunta respecto a cuáles son las diferencias que
motivan una medida de protección con remoción del hogar en un caso y en otro no. Una
hipótesis posible tiene que ver con la edad de los niños. Para explorar esta posibilidad, se cruzó
el tipo de programa, con la edad de los niños ingresados (preescolar, escolar, pre-adolescente
y adolescente) y el nivel de problemática evaluado en negligencia en la NCFAS (alto riesgo: -2 o
-3; bajo riesgo: -1 o 0; y fortaleza: +1 o +2). Los resultados mostraron que en los Programas
Especializados el 48,3% de los adolescentes ingresados presentan una marcada presencia de
negligencia; en cambio, en Residencias, esta cifra alcanza el 36,1%. De forma inversa, en
Residencias el 66,7% de los preescolares ingresados tienen problemas significativos de
negligencia, mientras que en Programas Especializados no se detectan casos con esta
problemática.
Ni en Familias de Acogida ni en los Programas de Reparación en Maltrato esta parece ser una
temática particularmente relevante, con promedios cercanos al nivel considerado adecuado. Si
bien no destaca con el promedio más débil de la dimensión, esta variable es una de la que
muestra el mayor número de correlaciones moderado-altas con otras variables de la escala.
Entre éstas se destaca: abuso emocional (r = .662, p < .01), supervisión del niño (r = .649, p <
.01), estimulación parental de la educación del niño (r = .622, p < .01), prácticas disciplinarias (r
= .621, p < .01), apego con el niño (r = .620, p < .01), rutinas y rituales familiares (r = .613, p <
.01), y entrega de oportunidades de desarrollo y crecimiento (r = .612, p < .01), entre otras.
53
Tabla 26. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Seguridad Familiar, según línea
programática
Seguridad familiar general
Violencia doméstica entre las
figuras parentales
Otros conflictos familiares
Abuso físico en el niño
Abuso emocional en el niño
Abuso sexual en el niño
Negligencia en el niño
Acceso a armas
Familia
Acogida
,18
,44
-,09
,53
,27
,87
,23
,92
Programas
Programas
Reparación Especializados Residencias
-,48
-1,19
-1,01
-,20
-,93
-,44
-,59
-,01
-,33
-,24
-,05
,75
-1,26
-,75
-1,23
-,91
-1,16
-,24
-1,02
-,32
-,69
-,20
-1,16
,27
Total
-,67
-,34
-,77
-,17
-,52
-,22
-,54
,46
En la dimensión Salud Familiar (ver tabla 27) se observa el mayor deterioro en la salud mental
del niño, con promedios similares en Programas Especializados, Residencias y Programas de
Reparación en Maltrato. Esta variable muestra las asociaciones más altas con el bienestar
general del niño (r = .524, p < .01), la relación del niño(a) con el progenitor/cuidador (r = .507,
p < .01), la relación del niño(a) con pares (r = .507, p < .01), el desempeño escolar (r = .470, p <
.01) y el comportamiento del niño (r = .467, p < .01). La segunda variable con mayor nivel de
problemática es la salud mental de las figuras parentales, la que muestra las correlaciones
más altas con las variables de desempeño global como seguridad familiar en general (r = .605,
p < .01), interacciones familiares en general (r = .598, p < .01) y competencias parentales en
general (r = .571, p < .01), junto a abuso emocional del niño(a) (r = .593, p < .01).
Tabla 27. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Salud Familiar, según línea
programática
Familia
Programas
Programas
Acogida
Reparación
Especializados Residencias Total
Salud familiar general
,37
,09
-,59
-,33
-,12
Salud física del
progenitor/cuidador
Invalidez del
progenitor/cuidador
Salud mental del
progenitor/cuidador
Salud física del niño
Invalidez del niño
Salud mental del niño
Acceso familiar a cuidados de
salud/salud mental
,35
,35
-,23
-,06
,12
,92
1,29
,81
,82
1,02
,53
-,08
-,64
-,34
-,17
,87
1,35
,22
,58
,67
1,36
-,37
,23
,05
1,18
-,66
-,43
,41
1,22
-,46
,00
,50
1,29
-,37
,08
Bienestar del niño, niña o adolescente
En tercer lugar se evaluó el Bienestar del Niño(a), que considera indicadores de
comportamiento, desempeño escolar y relación con otros (hermanos, pares y cuidadores); es
importante recordar que la salud mental se recoge en otra escala, salud familiar, siendo el
ítem que peor desempeño mostró en dicha área, lo que de por sí se constituye en información
relevante sobre el estado de los niños, niñas y jóvenes atendidos en los programas. Ahora
54
bien, en términos generales, el 22,6% de los casos evaluados se ubicó en zona de "alto riesgo"
(-2 y -3), con un promedio de -0,55 (DS=1,29), y con el promedio más bajo ubicado en el ítem
desempeño escolar, con -0,56 (DS=1,43).
Gráfico 21. Bienestar del Niño(a) o Adolescente
70%
60%
50%
36,7%
40%
30%
22,6%
16,3%
20%
10%
31,4%
1,9%
0%
Familias de
Acogida
Programas de
Reparación
Alto Riesgo (-2 y -3)
Programas
Especializados
Bajo Riesgo (-1 y 0)
Residencias
TOTAL
Fortaleza (+1 y +2)
El análisis de promedios diferenciados por línea programática mostró nuevamente que el
programa con un mayor deterioro en el bienestar de los niños, niñas y adolescentes evaluados,
se observó en los Programas Especializados y las Residencias, siendo el mejor el de Familias de
Acogida (ver tabla 26). Las dimensiones con peores indicadores fueron el desempeño escolar,
seguido del comportamiento del niño(a) y de su relación con la figura parental. Solo el
desempeño escolar se observa como una problemática transversal a las cuatro líneas
programáticas, ya que en Familias de Acogida el comportamiento de los(as) niños(as) se evalúa
como adecuado y la relación con las figuras parentales se aproxima al rango de fortaleza.
Tabla 28. Diferencias de promedios en variables de la dimensión Bienestar del Niño, según línea
programática
Familia
Programas
Programas
Acogida
Reparación Especializados Residencias Total
Bienestar del niño en general
,26
-,23
-1,18
-,95
-,55
Comportamiento del niño
,13
-,07
-1,03
-,90
-,47
Desempeño escolar
-,21
-,15
-1,16
-,83
-,56
Relación del niño con el
,52
-,28
-1,13
-,63
-,44
progenitor/cuidador
Relación del niño con hermanos
,45
,06
-,49
-,52
-,17
Relación del niño con pares
,33
,08
-,81
-,41
-,21
Cooperación/motivación a
1,15
,50
-,38
-,04
,26
permanecer con la familia
55
Acumulación de factores de riesgo
Se evaluó la concentración o acumulación de factores de riesgo severos (puntuación de -3 en
ítems específicos) en las familias evaluadas, comparando según línea programática. Se
encontró una diferencia estadísticamente significativa 17.
Como se muestra en la tabla 29, la presencia de indicadores de riesgo graves se pesquisa en
una de cada tres Familias de Acogida, tres de cada cuatro familias de Programas
Especializados, cerca de la mitad de los Programas de Reparación de Maltrato y en dos tercios
de las familias de Residencias. El 21% de las familias de Programas Especializados y el 19,6% de
las Residencias se ubicó en la categoría de riesgo extremo, con 10 o más factores de riesgo
acumulados, comparado con el 6,8% de los Programas de Reparación en Maltrato y el 3,6% de
las Familias de Acogida.
Tabla 29. Acumulación de factores de riesgo graves (-3) según línea
Sin riesgo
Bajo riesgo
(1 - 3)
Moderado riesgo
(4-6)
Alto riesgo
(7-9)
Extremo riesgo
(10+)
TOTAL
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
Programas
Especializados
Programas
Reparación
Residencias
Familias de
Acogida
TOTAL
20
24,7%
26
32,1%
7
8,6%
11
13,6%
17
21,0%
81
100%
76
52,1%
41
28,1%
13
8,9%
6
4,1%
10
6,8%
146
100%
39
36,4%
25
23,4%
13
12,1%
9
8,4%
21
19,6%
107
100%
37
67,3%
12
21,8%
3
5,5%
1
1,8%
2
3,6%
55
100%
172
44,2%
104
26,7%
36
9,3%
27
6,9%
50
12,9%
389
100%
Se observó un promedio de 3.82 (DS=6.8) problemas graves (puntuación -3) por familia, con
diferencias significativas entre programas (p= .000). Las Residencias promediaron 5.75
(DS=8.9), los Programas Especializados 5.5 (DS=7.1), los Programas de Reparación en Maltrato
2.47 (DS=5.0) y las Familias de Acogida 1.16 (DS=2.6). En total, una de cada tres familias se
ubicó en una zona considerada de riesgo significativo para el desarrollo infantil (sobre 3
factores de riesgo). Finalmente, este punto requiere ser destacado: dos de cada cinco familias
evaluadas se ubicó en la zona "sin riesgo" según acumulación de problemáticas graves (ver
Tabla 27).
Fortalezas de las Familias
Casi la mitad de las Familias de Acogida muestra fortalezas en su entorno, y más de un tercio
muestra fortalezas en su dinámica familiar, con dos de cada cinco niños evaluados
positivamente en su bienestar.
17
2
Con χ (12) = 45,549; p = 0.000.
56
Casi un tercio de las familias atendidas en Programas de Reparación en Maltrato se ubican en
el rango de fortaleza en todas las dimensiones evaluadas. Esto disminuye notoriamente en los
programas especializados y en las Residencias. Si bien se identifican una a dos de cada diez
familias con indicadores positivos, casi no se identifican fortalezas en las interacciones
familiares, competencias parentales y bienestar del niño(a). Las mayores fortalezas en
Programas Especializados se ubican en el entorno (una de cada cuatro) y en la salud familiar
(una de cada cinco). En el caso de las Residencias, las mayores fortalezas están en la
autonomía (una de cada cinco) y en la salud familiar (una de cada tres).
La constatación de que una proporción importante de las familias atendidas en la red SENAME
muestran áreas libres de daño e incluso fortalezas en diversos ámbitos del funcionamiento
familiar, puede interpretarse desde tres ángulos distintos: (a) por un lado, puede ser un
argumento a favor del enfoque de la resiliencia humana, la parentalidad positiva y el marco de
trabajo desde los recursos y capacidades; (b) por otro, puede estar dando luces de un
problema de focalización de los programas en las familias que realmente lo necesitan; (c)
finalmente, puede dar cuenta del momento en el proceso de intervención en que fue realizada
la evaluación, reflejando los progresos y avances alcanzados por ciertas familias respecto de su
situación al momento del ingreso al programa.
Síntesis y recomendaciones para la intervención
El análisis de las evaluaciones realizadas con la escala NCFAS-G, mostró que –en términos
generales- el contexto social de las familias atendidas en la red SENAME se caracteriza por
problemas leve-moderados en la seguridad del vecindario y la relación entre vecinos. Aunque
no se observa un perfil general de extrema pobreza, sí se identifica una vulnerabilidad
económica y laboral en los adultos responsables, lo que se asocia a problemas de vivienda y
entornos poco estimulantes del desarrollo y aprendizaje de niños(as) y adolescentes. Además,
se identificó como una importante carencia la falta o precariedad en las relaciones sociales con
familiares y amigos, lo que redunda en menos recursos de apoyo social disponibles.
En cuanto a la dinámica relacional en la familia, destacó la presencia de importantes conflictos
entre las figuras parentales en la dinámica cotidiana del hogar. Estos conflictos parecen
irradiar hacia un abanico de procesos del sistema familiar que pueden impactar negativamente
en los niños y niñas: la recreación y las interacciones lúdicas escasean en un grupo importante
de las familias evaluadas, las relaciones con redes sociales se observan precarias y débiles, se
identifican conflictos recurrentes con otras personas externas a la familia.
Las figuras parentales se caracterizan por tener una baja escolaridad (y coherentemente,
problemas en el ámbito de la literacidad) y problemas de salud mental, aunque mucho menos
por el abuso de drogas y alcohol. Las competencias parentales están debilitadas en los tres
pilares principales evaluados por la escala: la disciplina parental, la supervisión del niño(a) y la
promoción del desarrollo y crecimiento mediante oportunidades para el progreso del niño(a) o
adolescente. Estas dificultades se asocian a las principales vulneraciones identificadas: la
negligencia parental y el abuso emocional.
Finalmente, el bienestar del niño(a) se observa amenazado principalmente por problemáticas
en el desempeño escolar, el comportamiento del niño(a) y su relación con la figura parental.
Asimismo, se observan indicadores leves de deterioro en la salud mental de los(as) niños(as).
En una importante proporción de los casos el daño evaluado en la dinámica familiar no se
condice con los indicadores de daño en el niño(a), lo que podría dar cuenta de que el deterioro
en el funcionamiento familiar en muchas situaciones no ha impactado aun en forma
determinante el desarrollo infanto-juvenil, dando un margen valioso a la acción de los
57
programas. Esto no quiere decir que el vínculo familiar no influya sobre el bienestar infantil (al
contrario, las variables se observaron correlacionadas significativamente); más bien, quiere
decir que: (a) un número importante de familias mostraron un grado menor de complejidad
que lo esperado en todas las variables sociales y de dinámica familiar consideradas; (b) en
algunos casos los buenos resultados se pueden asociar al tiempo de intervención, reflejando
más bien los efectos positivos de la intervención; (c) en otros casos, es posible hipotetizar que
los programas llegaron oportunamente a intervenir, cuando el deterioro observado en la
dinámica familiar no ha dañado significativamente todavía a los niños y niñas.
Cabe señalar que todas estas variables mostraron una graduación de complejidad similar
según línea programática, con los indicadores de mayor deterioro en los Programas
Especializados y las Residencias, seguidos por los Programas de Reparación en Maltrato y
finalmente los programas de Familias de Acogida. En este sentido, cabe hacer presente que las
familias de acogida muestran en prácticamente todas las dimensiones condiciones apropiadas
para el desarrollo infantil; familias de acogida que, en la muestra estudiada, están constituidas
fundamentalmente por familias extensas de los niños, niñas y adolescentes que están
cumpliendo un rol de acogida.
Es importante destacar que el análisis de la proporción de clasificaciones de "alto riesgo",
"bajo riesgo" y "fortaleza" evaluadas en cada dimensión, o el análisis según acumulación de
factores de riesgo grave, mostró que la mayor parte de las familias atendidas en la red
SENAME se ubican en la zona de bajo riesgo, e incluso que existe un porcentaje no menor de
familias que muestran fortalezas en las distintas dimensiones evaluadas.
El estudio permitió identificar una serie de temáticas prioritarias a considerar en el diseño de
los planes de trabajo y los modelos de intervención. Hasta ahora, se ha puesto muy poco
énfasis en la importancia de los conflictos de pareja en la dinámica familiar, y cómo estos
conflictos se asocian a las vulneraciones que causan el ingreso de los niños y niñas a programas
de la red SENAME. Los equipos suelen estar poco capacitados para intervenir en problemas de
pareja, y en general no se realizan intervenciones que consideren al sistema familiar en su
totalidad. El progreso técnico ha dado paso desde un foco exclusivo en el niño hacia un foco en
las competencias parentales. Pero aun se perpetúa un trabajo con lógica individual: se suele
citar a la madre a entrevistas respecto a sus competencias parentales por un lado, y al niño(a)
o adolescente por otro; pero son escasas las experiencias documentadas que intervienen con
todo el sistema familiar, ya sea mediante consejerías parentales, consejerías familiares, visitas
domiciliarias familiares o terapia familiar o vincular (ej., con video-feedback). También son
escasas las experiencias en que se interviene la pareja como objetivo prioritario de abordaje,
ámbito en el cual prácticamente no existe oferta pública.
La evaluación identifica temas centrales que ya son visibilizados en el discurso actual respecto
a competencias parentales, pero sin una metodología claramente estructurada y basada en
evidencia: disciplina, supervisión y promoción del desarrollo infanto-juvenil. La investigación
de las últimas décadas, por ejemplo, habla del valor de apoyar el desarrollo de una disciplina
positiva en las familias. La disciplina parental se asoció significativamente al abuso emocional,
uno de los principales focos de problema evaluados en el área de la seguridad/protección
familiar. Así, resulta razonable esperar que mejorando las competencias parentales para el
ejercicio de una disciplina positiva, debiese observarse menos recurrencia de maltrato
emocional y/o físico.
La evaluación con la escala NCFAS-G identifica, además de la disciplina, un foco especial en la
supervisión del niño, la que a su vez mostró una correlación significativa con la negligencia
parental entre otras variables. Nuevamente, mejorando esta competencia, resulta esperable
que mejoren la restitución de derechos en torno a las vulneraciones asociadas. La tercera área
de intervención prioritaria es la entrega de oportunidades de crecimiento y desarrollo del
58
niño/a o adolescente. Es interesante que al evaluar la dinámica relacional en la familia se haya
observado tan deteriorada la capacidad lúdica de las familias y la protección de espacios y
momentos de recreación y ocio familiar. En línea con otras publicaciones, esta evaluación
aporta argumentos a favor de la propuesta de instalar como un foco prioritario de las
intervenciones en los programas de la red SENAME metodologías que ayuden a las familias a
"aprender a jugar", a disfrutar la interacción, en oposición a prácticas que solo enfatizan
conceptos como la "responsabilidad", el "deber" o las exigencias. Existe evidencia desde hace
más de 30 años que el mejor camino para abordar el progreso en la disciplina parental
comienza por mejorar la calidad de las interacciones, principalmente introduciendo elementos
lúdicos y de disfrute mutuo en la misma, para recién entonces iniciar el trabajo sobre la
disciplina parental.
La profundización en el vínculo familiar mostró la importancia de considerar como foco
técnico de la intervención el fortalecimiento de los buenos tratos, la afectividad, y la expresión
positiva de emociones en la familia, así como el involucramiento cotidiano y la sensibilidad
parental. Asimismo, el estudio identificó como foco relevante de las metodologías de
intervención los patrones de comunicación verbal y no verbal entre los miembros de la familia,
particularmente en los Programas Especializados y las Residencias de protección.
Finalmente, la evaluación realizada pone de manifiesto que estos focos de intervención
(conflictos de pareja, competencias parentales, interacciones lúdicas, vínculo afectivo y
comunicación verbal y no verbal) no deben abordarse sin tomar en cuenta el contexto
ecológico en que se despliegan: tan importante como la dinámica relacional al interior de la
familia es considerar la autonomía familiar, especialmente en cuanto al empleo estable, y las
capacidades laborales y de formación de las figuras parentales. Asimismo, resulta relevante
considerar intervenciones que permitan asegurar un piso mínimo en cuanto a la calidad y
estabilidad de la vivienda, enriqueciendo el equipamiento de la misma de tal manera de
favorecer el desarrollo y aprendizaje de los niños(as) y adolescentes.
En definitiva, este estudio confirma la relevancia de avanzar hacia un modelo ecológico en la
intervención realizada en los programas de la red SENAME: aunque el bienestar del niño(a) es
prioritario -y es lo que motiva su ingreso a la red en primer lugar- no es el ámbito más
deteriorado. Son las variables de la dinámica relacional en la familia y de pareja, los vínculos
afectivos, la parentalidad y la autonomía familiar las que requieren ser transformadas
mediante una intervención integral, sistémica, coordinada y oportuna, para garantizar una red
protectora de acompañamiento al desarrollo positivo del niño(a). Los esfuerzos de diseño de
metodologías de intervención y los recursos destinados a la capacitación y supervisión técnica
de los equipos debiesen estar centrados en estos ámbitos en los próximos años, especialmente
en los Programas Especializados y las Residencias, donde estos temas resultan más críticos de
intervenir.
59
4. Resultados de la Encuesta a Profesionales Tratantes
La encuesta aplicada a los(as) profesionales de atención directa de los casos, tiene por objeto
levantar percepciones respecto de las características de cada caso y de la intervención
otorgada con foco en familia. De esta manera, la encuesta aplicada indaga sobre:
•
•
•
•
•
•
•
Características generales de los niños, niñas y adolescentes y su vulneración.
Percepción respecto a la relación que existe entre la vulneración de derechos que
afecta al niño(a) y las relaciones que es establecen entre los miembros del grupo
familiar.
Percepción respecto de las relaciones familiares de cada caso.
Objetivos y plazos de intervención propuestos con el niño, niña y adolescente y su
familia.
Estrategias de intervención proyectadas con foco en familia.
Miembros de la familia proyectados en la intervención.
Pronóstico del caso.
A continuación, se procede a detallar los resultados obtenidos respecto de cada uno de estos
aspectos.
Caracterización general de los niños, niñas y adolescentes y su vulneración
Del total de casos (n: 389), el 59,4% de los usuarios corresponde a mujeres y el 40,6% a
hombres 18.
De acuerdo a la distribución muestral, el 18% de los niños, niñas o adolescentes se encuentra
en Programas Especializados, el 33% en Programas de Reparación en Maltrato, el 34% en
Residencias y el 15% en Familias de Acogida.
Como se puede ver en el Gráfico 22, y de acuerdo al criterio de los(as) profesionales tratantes,
la mayoría de los casos ingresan a los programas por Negligencia con un 56,1%, siendo el
segundo motivo Delito sexual con un 35,4%, y el tercer motivo Maltrato psicológico con un
23,1%. Esta distribución se relaciona con las características definidas para la muestra, dado
que cerca del 50% de los casos teóricos provienen de Residencias y Familias de Acogida,
población afectada mayoritariamente por situaciones de negligencia y abandono.
Cabe mencionar que, de acuerdo a nuestra revisión, los(as) profesionales tienden a considerar
los casos de explotación sexual comercial infantil como delitos sexuales y los casos de situación
de calle como negligencia.
18
La variable sexo se reconstituyó a partir de los datos entregados por SENAINFO. Dado que esta base es
incompleta, 50 casos no cuentan con el dato.
60
Gráfico 22. Vulneración de Derecho que genera su ingreso al programa
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
64,6%
75,8%
76,9%
23,1%
24,2%
Maltrato Físico
Maltrato
Psicológico
35,4%
Delito Sexual
Sí
43,9%
81,7%
56,1%
18,3%
Negligencia
Abandono
No
Al analizar el ingreso de los niños, niñas y adolescentes por sexo 19, los hombres ingresan en
mayor porcentaje que las mujeres por Maltrato psicológico y Negligencia, mientras que las
mujeres ingresan en mayor porcentaje que los hombres por Delitos sexuales (ver Gráfico 23).
Esta diferencia resulta esperable en delitos sexuales, por cuanto todas las estadísticas indican
que la población afectada son mayoritariamente mujeres (Ministerio del Interior, 2008).
Gráfico 23. Vulneración de Derecho que genera su ingreso al programa según sexo del usuario
Hombre
Mujer
63,8%
48,3%
52,2%
31,2%
18,9%
Maltrato Psicológico (81)
21,7%
Delito Sexual (127)
Negligencia (193)
En el Gráfico 24 se observa que los niños, niñas y adolescentes, de acuerdo a la opinión de
los(as) profesionales, son vulnerados mayoritariamente por alguno de los miembros de la
pareja parental, siendo la Madre en un 60,0% de los casos, seguido por el Padre en un 45,5%.
Por debajo de estas cifras, y en tercer lugar, los usuarios son vulnerados por parte de un
Conocido en un 19,7% de los casos, siendo las vulneraciones a manos de Otros miembros de la
familia o de Desconocidos menos frecuentes 20.
19
Diferencias estadísticamente significativas: para Maltrato psicológico, sig: ,009 y V Cramer: ,141. Para
delito sexual, sig: ,000 y V Cramer: ,269. Para Negligencia, sig: ,035 y V Cramer: ,114.
20
Cabe hacer presente que los(as) profesionales podían escoger más de una categoría de respuesta.
61
Gráfico 24. ¿Por parte de quién fue vulnerado el niño, niña o adolescente?
100%
80%
60%
40%
20%
0%
54,5%
40,0%
45,5%
60,0%
Padre
Madre
91,9%
86,4%
80,3%
92,0%
8,1%
13,6%
19,7%
8,0%
Conocido
Desconocido
Otro
Otro
miembro de miembro de
la familia
la familia
nuclear
extensa
Sí
No
Al analizar esta variable según sexo de los usuarios 21, los hombres son vulnerados en mayor
porcentaje que las mujeres por sus padres, mientras que las mujeres son vulneradas en mayor
porcentaje que los hombres por Otros miembros de la familia extensa y por conocidos (ver
Gráfico 25). Esta diferencia se explica básicamente por el tipo de vulneración que afecta a
ambos sexos, pues las mujeres ingresan con mayor frecuencia que los hombres por delitos
sexuales, los cuales en un porcentaje importante son perpetrados por conocidos y por
miembros de la familia extensa. Por el contrario, los hombres, tienden a ingresar en mayor
medida por vulneraciones perpetradas por los miembros de la pareja parental.
Gráfico 25. ¿Por parte de quién fue vulnerado el niño, niñas o adolescente? según sexo del usuario
80,0%
70,0%
60,0%
50,0%
40,0%
30,0%
20,0%
10,0%
0,0%
69,6%
57,2%
55,2%
40,1%
27,2%
10,1%
Padre
Madre
Otro miembro de la
familia extensa
Hombre
21
18,3%
10,9%
Conocido
Mujer
Diferencias estadísticamente significativas: para Padre, sig: ,002 y V Cramer: ,169. Para Madre, sig:
,008 y V Cramer: ,144. Para Otro miembro familia extensa, sig: ,038 y V Cramer: ,112. Para Otro
conocido, sig:,000 y V Cramer:,199.
62
Vinculación entre relaciones Familiares y vulneración de derechos
En este apartado, se indagó en torno a categorías cerradas de respuesta múltiple. Ante la
pregunta: A su juicio, en este caso ¿cuál es la relación que existe entre la vulneración de
derechos que afecta al niño, niña o adolescente y las relaciones que se establecen entre los
miembros del grupo familiar?, los(as) profesionales podían contestar una o más de las
siguientes alternativas:
1.
2.
3.
4.
5.
Las relaciones familiares se asocian con la causa de la vulneración.
Las relaciones familiares permiten la mantención de la vulneración.
Las relaciones familiares agudizan el daño existente.
Las relaciones familiares moderan el daño existente.
Las relaciones familiares constituyen un recurso para la restitución de derechos.
De esta manera, y en opinión de los(as) profesionales tratantes, las relaciones familiares de
los(as) usuarios(as) vulnerados en sus derechos en un 68,6% de las casos se asocian con la
causa de la vulneración, en una 41,4% permiten la mantención de la vulneración, y sólo en un
37% constituyen un recurso para la restitución de derechos (ver gráfico 26).
Gráfico 26. Las relaciones familiares y su vínculo con la vulneración de derechos (total menciones)
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
31,4%
58,6%
68,8%
78,5%
41,4%
31,2%
21,5%
63,0%
68,6%
37,0%
Se asocian con la
Permiten la
Agudizan el daño Moderan el dano Constituyen un
causa de la
mantención de la
existente.
existente.
recurso para la
vulneración.
vulneración.
restitución de
derechos.
Sí
No
La encuesta consideró una pregunta abierta para conocer los motivos de estas respuestas, la
que posteriormente se categorizó. Al analizar las justificaciones sobre la visión negativa de la
familia, se observa en el gráfico 27 que principalmente los(as) profesionales señalan la
negligencia en las familias de origen de los niños, niñas o adolescentes (70%). Otras razones
esgrimidas para tener una visión negativa de la familia es la agresión intrafamiliar (8% de los
casos) y las transgresionalidad de la violencia (3%).
63
Gráfico 27. Por qué las relaciones familiares se asocian negativamente con la vulneración (total de tres
menciones)
Negligencia cuidadores
70%
Agresión intrafamiliar
Transgeneracionalidad de violencia
8%
3%
Por el contrario, las razones esgrimidas por los(as) profesionales para entender la familia como
un recurso, son el apoyo de la familia extensa en un 14%, un 12% reconoce apoyo de la familia
nuclear, mientras que un 7% tiene conciencia de daño, y en muy poco porcentaje se observa
credibilidad y protección familiar (ver gráfico 28).
Gráfico 28. Por qué las relaciones familiares constituyen un recurso ante la vulneración
Apoyo familia extensa
14%
Apoyo familia nuclear
12%
Conciencia de daño
Credibilidad y protección familiar
7%
2%
Al analizar estas variables por sexo de los niños, niñas o adolescentes, la única relación
estadísticamente significativa se da al momento de analizar las Relaciones Familiares cuando
se constituyen un recurso para la restitución de derechos 22. Si el usuario es mujer, entonces,
en mayor porcentaje se percibe que las relaciones familiares se constituyen como recurso en
comparación con los hombres (ver gráfico 29). Esto puede vincularse a la mayor incidencia de
delitos sexuales en mujeres, donde -al ser cometidos por diferentes sujetos-, resulta más
frecuente que la familia pueda constituirse en un recurso para la intervención.
22
Sig.: ,017 y V Cramer: ,130.
64
Gráfico 29. Las relaciones familiares constituyen un recurso para la restitución de derechos según
sexo del usuario
100%
80%
56,7%
69,6%
60%
40%
43,3%
20%
30,4%
0%
Mujer
Hombre
Sí
No
Al analizar las relaciones familiares por modalidad de atención, se pueden encontrar cuatro
relaciones estadísticamente significativas.
Si bien en el Gráfico 30 se puede apreciar que en todos los casos la familia se Asocia con la
causa de la vulneración, esto resulta particularmente elevado en los Programas Especializados
y Residencias 23.
Gráfico 30. Las relaciones familiares Se asocian con la causa de la vulneración por Línea de acción
100%
14,5%
80%
23,7%
44,6%
39,0%
60%
40%
85,5%
76,3%
55,4%
20%
61,0%
0%
Programas
Especializados
Programas Reparación
en Maltrato
Sí
Residencias
Familia de Acogida
No
Respecto a las relaciones familiares que Permiten la mantención de la vulneración 24, el 60,9%
de los casos de Programas Especializados responden afirmativamente, los cuales abordan
temáticas como ESCNNA, situación de calle y conducta transgresora. Los menos se encuentran
en Programas de Reparación en Maltrato, con un 27,7% (ver gráfico 31).
23
24
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,253.
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,234.
65
Gráfico 31. Las relaciones familiares Permiten la mantención de la vulneración por Línea de acción
100%
80%
39,1%
72,3%
60%
40%
20%
60,9%
27,7%
56,1%
55,9%
43,9%
44,1%
Residencias
Familias de Acogida
0%
Programas
Especializados
Programas Reparación
en Maltrato
Sí
No
Un elemento que llama la atención es que, según los(as) profesionales tratantes (ver gráfico
32), las relaciones familiares no tienden a moderar el daño existente de los niños, niñas y
adolescentes en ninguna las líneas de atención, siendo un elemento transversal a las
situaciones de vulneración de derecho. Sin embargo, en los casos que se encuentran en
Familias de Acogida y Programas de Reparación en Maltrato se suele mencionar en mayor
porcentaje que las relaciones familiares moderan dicho daño 25. Esto no es de extrañar, pues en
las Familias de Acogida es justamente la familia acogedora (muchas veces familia extensa)
aquella que, a juicio de los profesionales, pudiera servir de recurso para moderar el daño
existente.
Gráfico 32. Las relaciones familiares Moderan el daño existente por Línea de acción
100%
80%
60%
85,5%
72,9%
86,4%
65,5%
40%
20%
0%
14,5%
Programas
Especializados
27,1%
13,6%
Programas Reparación
en Maltrato
Sí
Residencias
34,5%
Familia de Acogida
No
Si bien la mayoría de los(as) profesionales tratantes mencionan que las relaciones familiares no
son un Recurso para la restitución de derechos de los niños, niñas o adolescentes vulnerados,
en los casos de Programas de Reparación en Maltrato aparece en mayor medida la familia
como tal 26. Esto se vincula con una particularidad de los PRM, los cuales atienden cerca de un
69% de delitos sexuales (Nahuelpan y Varas, 2011) que han sido perpetrados por personas
25
26
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,002 y V Cramer: ,197.
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,024 y V Cramer: ,175.
66
externas al núcleo, en los cuales resulta más frecuente que la familia pueda constituirse en un
recurso para la intervención.
Gráfico 33. Las relaciones Familiares Constituyen un recurso para la restitución de derechos por Línea
de acción
100%
80%
60%
72,5%
53,1%
66,4%
67,8%
33,6%
32,2%
Residencias
Familia de Acogida
40%
20%
27,5%
46,9%
0%
Programas
Especializados
Programas Reparación
en Maltrato
Sí
No
Objetivos de intervención propuestos con el niño, niña o adolescente y su familia
De los objetivos que se contemplan en el plan de intervención individual, el que más se
menciona es el de Fortalecer competencias / habilidades parentales o recursos protectores de
la familia, con un 90,1%. Le sigue el Interrumpir la vulneración sufrida con un 79,7%, pese a
que este puede ser considerado teóricamente como el objetivo prioritario de toda
intervención en vulneraciones grave de derecho. En tercer lugar, se encuentra el Fortalecer /
generar redes familiares y/o sociales con un 76,6%. Por otro lado, los que menos se mencionan
son el de Fortalecer la reinserción familiar/comunitaria con un 52,7%, Favorecer la
coordinación intersectorial con un 52,7%, y Promover la autonomía progresiva en un mismo
porcentaje, probablemente porque suele utilizarse sólo en programas residenciales, y por
último, el Prevenir la revictimización con un 50,3%.
Si consideramos específicamente aquellos objetivos orientados a la intervención con familias,
se observa que, dado que los equipos no visualizan a la familia como un recurso, sino que la
asocian a la causa y mantención de la vulneración, los objetivos que se orientan a este grupo
busca potenciar sus habilidades o competencias parentales como objetivo prioritario.
67
Gráfico 34. Objetivos de intervención y familia
Fortalecer competencias/habilidades patentales
o recursos protectores en la familia
90,1%
Interrumpir la vulneración sufrida
9,9%
79,7%
20,3%
Fortalecer/generar redes familiares y/o sociales
76,6%
23,4%
Satisfacer necesidades biopsicosociales
76,4%
23,6%
Resignificar/reelaborar la vulneración sufrida
Disminuir/remitir la sintomatología existente
Reparar el vínculo con las figuras significativas
69,2%
30,8%
65,4%
34,6%
59,5%
40,5%
Favorecer la reinserción familiar/comunitaria del
NNA
52,7%
47,3%
Favorecer coordinación intersectorial
52,5%
47,5%
Promover la autonomía progresiva
52,5%
47,5%
Prevenir la revictimización
50,3%
49,7%
Sí
No
Al analizar la relación entre la planificación de objetivos orientados a la intervención con
familias y las líneas de intervención, se observan dos objetivos que tienen diferencias
estadísticamente significativas por línea.
Si bien en todas las Líneas de intervención se planifica frecuentemente el objetivo, Fortalecer
competencias/habilidades parentales, este porcentaje disminuye en las Residencias 27 (ver
gráfico 35). En este caso, el porcentaje de familias en las cuales no se proyecta el
fortalecimiento de competencias o habilidades parentales debiera coincidir con aquellos casos
en que el equipo no considera posible que el niño, niña o adolescente retorne a su familia de
origen.
27
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,002 y V Cramer: ,192.
68
Gráfico 35. Objetivo Fortalecer competencias / habilidades parentales según Línea de acción
100%
8,7%
3,8%
6,8%
17,4%
80%
60%
40%
91,3%
96,2%
Programas
Especializados
Programas Reparación
en Maltrato
82,6%
93,2%
20%
0%
Sí
Residencias
Familia de Acogida
No
Por otro lado, se observa que en las Familias de Acogida y en las Residencias se planifica en
mayor medida el objetivo de Favorecer la reinserción familiar/comunitaria de los usuarios (ver
gráfico 36) 28, puesto que el objetivo prioritario que persiguen estos programas es garantizar el
derecho de los niños, niñas o adolescentes a vivir en familia.
Gráfico 36. Objetivo Favorecer la reinserción familiar/comunitaria del niño, niña o adolescente según
Línea de acción
100%
80%
49,3%
60%
32,8%
72,3%
40%
20%
50,7%
22,4%
67,2%
77,6%
27,7%
0%
Programas
Especializados
Programas Reparación
en Maltrato
Sí
Residencias
Familia de Acogida
No
Los objetivos Reparar el vínculo con figuras significativas y Fortalecer/generar redes familiares
y/o sociales no presentan diferencias estadísticas significativas por línea programática, lo que
significa que los diferentes modelos de intervención programan de manera similar estos
objetivos orientados a la intervención con familias.
28
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,387.
69
Plazo de Intervención
En términos generales, los programas ambulatorios requieren períodos de intervención
prolongados, que les permitan ser eficaces en situaciones de alta complejidad. Por el contrario,
los programas residenciales deben intentar restituir el derecho a vivir en familia en el menor
tiempo posible.
De este modo, el promedio de las intervenciones es planificado en 12 meses y medio 29. Sin
embargo, este plazo varía significativamente entre líneas de intervención. Como se observa en
la Tabla 30, los Programas Especializados planifican sus intervenciones en un promedio de 19
meses y medio, siendo que sus orientaciones técnicas fijan el tiempo máximo de intervención
en 24 meses, dada la complejidad de las temáticas abordadas. Mientras las Residencias
planifican su intervención en un promedio cercano a los 8 meses.
Tabla 30. Meses Promedio de intervención planificada según Línea Programática
Línea Programática
Región
Especializados
Maltrato
Residencias
Familia
Acogida
Casos Válidos Ponderados
60
121
114
58
Casos Perdidos
Promedio meses
intervención planificada
10
9
17
1
19,5
12,9
7,7
14,0
Estrategias de intervención proyectadas
Del conjunto de estrategias de intervención que se les presentaron a los(as) profesionales, la
de mayor planificación es la Visita domiciliaria con un 90,4%, le siguen la Psicoeducación /
Socioeducación con un 85,0%, y en tercer lugar la Psicoterapia individual con un 75,3%.
Asimismo, llama la atención la elevada planificación de Psicoterapia familiar, con un 53,1%. Las
menos planificadas son: Intervención residencial con un 30,8% y las Tutorías con un 23,6%,
esto se explica porque estás dos últimos tipos de intervenciones son específicas de dos
modalidades de programas, por lo que son consistentes con la muestra (ver gráfico 37).
29
Cabe mencionar que en esta variable el 9,5% de los casos no cuenta con datos, bien porque no
señalaron los meses de intervención o bien porque es un dato que puede ir variando dependiendo
del desarrollo del caso.
70
Gráfico 37. Estrategias de intervención proyectadas
Visitas domiciliarias
9,6%
90,4%
Psicoeducación/socioeducación
15,0%
85,0%
Psicoterapia individual
24,7%
75,3%
Psicoterapia familiar
53,1%
46,9%
Intervención comunitaria
52,5%
47,5%
Intervención grupal
Intervención residencial
Tutorías
50,6%
49,4%
69,2%
30,8%
76,4%
23,6%
Sí
No
Al analizar las estrategias planificadas que pueden realizarse en intervención con familias de
acuerdo a línea programática, se obtiene que en tres estrategias se observan diferencias
estadísticamente significativas.
Como se observa en el gráfico 38, en la línea de Familias de Acogida se planifica en menor
medida la estrategia de Psicoterapia Familiar (ver gráfico 46) 30. Esto puede deberse a que los
programas de familia de acogida no cuentan con profesionales especializados en reparación,
debiendo gestionar dicho recurso en la red en caso de ser necesario.
Gráfico 38. Estrategia Psicoterapia familiar según Línea de acción
100%
80%
42,0%
36,9%
58,0%
63,1%
Programas
Especializados
Programas de
Reparación
51,9%
60%
40%
20%
48,1%
64,4%
35,6%
0%
Sí
30
Residencias
No
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,002 y V Cramer: ,193.
71
Familia de Acogida
Por otra parte, se observa una menor planificación de la estrategia de Intervención grupal en
las Líneas de Acción Programas Especializados (un 26,1%) y Programas de Reparación en
Maltrato (43,1%) (ver gráfico 39) 31. Esto se debe al énfasis de estos programas en la
intervención de carácter individual, dado el nivel de daño y los requerimientos de los(as)
usuarios(as) atendidos.
Gráfico 39. Estrategia Intervención grupal según Línea de acción
100%
80%
60%
73,9%
56,9%
40%
20%
0%
26,1%
Programas
Especializados
43,1%
Programas de
Reparación
Sí
37,4%
39,0%
62,6%
61,0%
Residencias
Familia Acogida
No
En todas las Líneas de Acción, la estrategia de Psicoeducación/socioeducación tiene un nivel de
planificación elevado, sin embargo, esta estrategia se planifica en menor medida en los
Programas Especializados (ver gráfico 40) 32, en donde se privilegian estrategias de tipo
psicoterapéutico.
Gráfico 40. Estrategia Psicoeducación/socioeducación según Línea de acción
100%
80%
24,6%
10,0%
16,0%
11,9%
90,0%
84,0%
88,1%
Programas de
Reparación
Residencias
Familia de Acogida
60%
40%
75,4%
20%
0%
Programas
Especializados
Sí
31
32
No
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,275.
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,042 y V Cramer: ,145.
72
Miembros con los que se proyecta la intervención
Si bien las bases técnicas de los programas señalan que se debe potenciar el trabajo con las
familias de los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, los resultados de esta
investigación señalan que este trabajo se proyecta fundamentalmente con el cuidador
principal, que suele ser la madre en una sociedad en que los roles de género están definidos de
modo tradicional. Si la madre no puede ejercer esta función, suele ser la siguiente mujer en la
línea de filiación quien asume esta función, es decir la abuela. Cabe preguntarse si esto se
debe a que los equipos no visualizan a otros integrantes de la familia, no tienen tiempo para su
incorporación, o las estrategias desplegadas no han sido las adecuadas.
De este modo, en el gráfico 41 se puede apreciar que la Madre es el principal foco de
intervención con un 63,4%, luego está la Abuela con un 25,4% y el Padre con un 22,5%.
No se observan diferencias en esta variable según el sexo de los niños, niñas y adolescentes.
Gráfico 41. Miembro con los que se proyecta la intervención
100%
36,6%
80%
60%
77,5%
40%
20%
0%
95,2%
74,6%
81,5%
25,4%
18,5%
Abuela
Hermanos
63,4%
22,5%
Padre
4,8%
Madre
Abuelo
Sí
No
Al analizar las diferencias por línea, se observan diferencias estadísticamente significativas
entre los tipos de programas y los miembros de la familia que se proyectan en la intervención.
Si bien la madre es el principal miembro de la familia con la que se proyecta la intervención, en
el caso de Familias de Acogida se considera solo en 1 de cada 4 casos y en los programas de
Residencia en uno de cada 2 casos 33. En cambio, en los programas ambulatorios, en los cuales
el niño tiene mayor vinculación y proyección con la familia de origen, la presencia de la madre
es mucho más frecuente en la intervención.
Por su parte, las Abuelas son consideradas en mayor medida en Familias de Acogida 34, puesto
que una vez que la madre es inhabilitada en el cuidado personal del niño, es la abuela quien
tiende a hacerse cargo del acogimiento por parte de familia extensa.
Los Padres son considerados en mayor medida por los Programas de Reparación en Maltrato y
Especializados, pues estos programas ambulatorios cuentan en mayor medida con la figura
paterna como un referente presente en la vida del niño, niña o adolescente.
Los Hermanos son considerados en mayor medida por los Programas Especializados y
Programas de Reparación en Maltrato 35, probablemente porque en los programas de tipo
33
34
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,407.
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,352.
73
ambulatorio permanece el contacto con los miembros del núcleo familiar, lo cual permite
realizar una intervención con los integrantes de la fratría, en caso de ser pertinente.
Gráfico 42. Miembro con los que se proyecta la intervención según Línea de Acción
100%
86%
77%
80%
40%
20%
61%
56%
60%
20%
26%
33%
23%
30%
22%
15% 17% 14%
25%
15%
3%
0%
Programas
Especializados
Programas Reparación
en Maltrato
Madre
Abuela
Padre
Residencias
Familia de Acogida
Hermanos
Pronóstico del caso
El pronóstico del caso se refiere a la proyección que puede realizar el(la) profesional tratante con los antecedentes con los que cuenta-, respecto al nivel de cumplimiento de objetivos que
espera alcanzar una vez concluida la intervención. Según los(as) profesionales de los centros, el
83,3% de los usuarios tienen un pronóstico favorable (suma de las categorías muy favorable y
favorable), mientras que el 16,7% tiene un pronóstico desfavorable (suma de las categorías
desfavorable y muy desfavorable).
Aquí llama la atención la relación inversa entre el pronóstico y el número de meses
proyectados de intervención. Así, en promedio, en los casos con pronóstico favorable se
estima un tiempo de intervención de 14 meses, mientras que este promedio se incrementa a
20 meses en los casos que tienen un pronóstico desfavorable. Esto probablemente responda a
la necesidad de efectuar un trabajo de más largo plazo en aquellos casos más complejos,
donde el cumplimiento de objetivos parece más lejano.
No se registran diferencias estadísticamente significativas en el pronóstico de los casos cuando
se analizó por sexo del NNA.
35
Relación estadísticamente significativa. Sig,: ,000 y V Cramer: ,234
74
Gráfico 43. Pronóstico del caso
50%
46,6%
45%
40%
36,7%
35%
30%
25%
20%
14,1%
15%
10%
2,6%
5%
0%
Muy favorable: entre
el 75% y el 100% de
objetivos cumplidos
Favorable: entre el Desfavorable: entre el Muy desfavorable:
50% y el 75% de
25% y el 50% de
entre en 0% y el 25%
objetivos cumplidos objetivos cumplidos
de los objetivos
cumplidos
Al analizar por línea, se obtiene que si bien en todas ellas los casos registran mayoritariamente
pronósticos favorables y muy favorables, en las Residencias y en los Programas Especializados
el porcentaje de pronósticos desfavorable aumenta a un 26,5% y un 17,9% respectivamente
(ver gráfico 44). Esto probablemente se relacione con la complejidad de las problemáticas que
enfrentan los usuarios de las diferentes líneas, siendo las Residencias y Programas
Especializados quienes asumen usuarios de mayor edad, y con un mayor abanico de
problemáticas, tal como permite evidenciar el estudio de caracterización con la base Senainfo.
Gráfico 44. Pronóstico del caso según linea.
70%
63%
60%
51%
50%
49%
43%
41%
40%
31%
30%
20%
10%
39%
25%
19%
16%
10%
2%
4% 4%
2%
2%
0%
Programas
Especializados
Muy favorable
Programas Reparación
en Maltrato
Favorable
Residencias
Desfavorable
75
Familia de Acogida
Muy desfavorable
La encuesta consideró una pregunta abierta para justificar el pronóstico del caso, la que fue
recodificada en diez categorías. Dentro de los factores que se señalan de buen pronóstico son
el aumento de cuidado y protección del niño, niña o adolescente (17,3%), el fortalecimiento de
las competencias parentales de los cuidadores (13,3%) y el compromiso de la familia en el
proceso y (12,9%). Cabe hacer presente que el compromiso de la familia con el proceso es
justamente una de las fortalezas en la familia que se pesquisa a través de la aplicación de la
escala NCFAS-G. También se señala en menor porcentaje el apoyo de la familia extensa (8,8%),
el fortalecimiento del vínculo afectivo por parte del cuidador(a) (5,4%) y las mejorías que se
observan en los(as) usuarios(as) (3,4%).
Gráfico 45. Por qué se realiza un pronóstico favorable del caso (total de tres menciones)
Aumento cuidado y protección NNA
17,3%
Cuidadores han fortalecido competencias
parentales
13,3%
Familia comprometida con proceso
12,9%
Familia extensa contribuye a protección de NNA
8,8%
Cuidador fortalece vínculo afectivo
5,4%
Se pesquisan mejorías en NNA
3,4%
Por el contrario, las razones esgrimidas por los(as) profesionales para el pronóstico
desfavorable dicen relación con el aumento de factores de riesgo (14,1%), y con las
dificultades para darle continuidad al proceso (9,7%). También se menciona la negligencia
familiar y en algunos casos se señala la mantención del contacto con el agresor (ver gráfico
46).
Gráfico 46. Por qué se realiza un pronóstico desfavorable del caso (total de tres menciones)
Presencia / aumento factores de riesgo
14,1%
Dificultades continuidad proceso
9,7%
Negligencia intrafamiliar
Se mantiene contacto con agresor
3,4%
0,5%
76
Síntesis y Conclusiones
Al analizar las opiniones de los equipos tratantes respecto de la vulneración de derechos que
afecta a niños, niñas y adolescentes, se constata que, en general, el agente de la vulneración es
identificado mayoritariamente como alguno de los miembros de la pareja parental, siendo la
madre señalada como perpetradora en mayor porcentaje que el padre. Esto resulta
consistente con los hallazgos de estudios anteriores, los cuales alertan respecto a dos
elementos centrales. En primer lugar, la familia constituye un espacio privado de cuidado y
protección para los niños, niñas y adolescentes, sin embargo este mismo hecho puede hacer
que en este espacio se generen vulneraciones de derechos más frecuentemente que en otros
(Finkelhor, 2008). En segundo lugar, entre los miembros de la pareja parental resulta más
prevalente la vulneración por parte de la figura materna (Larraín, Vega y Delgado, 1997), pues
es quien más tiempo pasa con los(as) niños(as).
Los(as) profesionales tratantes atribuyen una relación causal y de mantención de la
vulneración a las relaciones familiares de los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus
derechos. Esta visión negativa de la familia se justifica principalmente porque existiría
negligencia en las familias de origen de los usuarios. Si bien la opinión negativa sobre la familia
predomina en la mayor parte de los(as) profesionales, esta visión resulta particularmente
elevada en los Programas Especializados y Residencias, los cuales enfrentan mayor
complejidad en las temáticas que afectan al sujeto de intervención y su familia.
Pese a que la evaluación mediante la escala NCFAS-G muestra importantes recursos en las
familias de los niños, niñas o adolescentes en intervención, sólo en un tercio de los casos
los(as) profesionales considera que la familia se constituye en un recurso para la restitución de
derechos. Las razones esgrimidas por éstos para entender la familia como un recurso son el
apoyo, tanto de la familia extensa como nuclear, así como la conciencia del daño generado en
el niño. Desde aquí, cabe cuestionarse el vínculo de colaboración que pueden establecer los
equipos con familias en las cuales no suelen distinguir sus fortalezas y potencialidades.
Dada esta visión negativa sobre la familia que prima entre los(as) profesionales tratantes, no
es de extrañar que el objetivo de intervención que se contempla en casi la totalidad de los
casos es el de Fortalecer competencias/habilidades parentales o recursos protectores de la
familia, pues se focaliza el trabajo en los déficit que esta presentaría.
Otro objetivo mencionado en un alto porcentaje de los casos, dice relación con la generación
de redes familiares y/o sociales; dando cuenta con ello, a nivel de diagnóstico al menos, de una
visión donde la familia aparece con carencias estructurales y de acoplamiento con el entorno,
lo que podrían estar impactando negativamente sobre la función de cuidado de los niños,
niñas o adolescentes.
El promedio de las intervenciones se planifican en 12 meses y medio, variando de acuerdo al
tipo de proyecto. En términos generales, los programas ambulatorios requieren períodos de
intervención prolongados, que les permitan ser eficaces en situaciones de alta complejidad.
Por el contrario, los programas residenciales deben intentar restituir el derecho a vivir en
familia en el menor tiempo posible, de modo de disminuir las consecuencias negativas para los
niños, niñas o adolescentes. Estos datos contrastan de manera significativa con los datos de la
base Senainfo, donde el promedio de intervención en las Residencias al momento del estudio
se acerca a los dos años.
Al analizar las estrategias metodológicas de trabajo en familia, llama la atención la elevada
planificación de Psicoterapia familiar, con un 53,1%, siendo que los datos registrados en
Senainfo señalan que todas las intervenciones con el grupo familiar o terceros significativos
sólo ascienden a un 22% del total. Esto hace pensar que, si bien se visualiza la relevancia de
77
trabajar con el grupo familiar, esto no llega a materializarse necesariamente en la práctica.
Puede que los recursos profesionales escaseen, o bien que la sobrecarga laboral del equipo sea
aguda, lo cual se convierte en un obstáculo para efectuar intervenciones de este tipo. Pero
también existen dificultades prácticas para organizar sesiones de trabajo con familias, en las
cuales aspectos como los horarios laborales y la ubicación del centro pueden jugar en contra
para hacer efectivo un trabajo de esta naturaleza.
Los resultados de esta investigación señalan que el trabajo de intervención no se proyecta con
el núcleo, sino fundamentalmente con el cuidador principal femenino, es decir, la madre. Si
ella no puede ejercer este rol, suele ser la siguiente mujer en la línea de filiación quien asume
esta función, es decir la abuela. Llama la atención la baja presencia de la figura paterna en el
trabajo interventivo que proyectan los centros, la cual fluctúa entre el 15% y el 30% en las
distintas líneas estudiadas. Cabe preguntarse, entonces, por el papel que los equipos
profesionales le conceden al padre en el proceso de restitución de derechos de sus hijos. Esto
amenaza con reproducir patrones culturales asociados al género que se vinculan con
dinámicas de violencia, lo cual requiere ser repensado, en miras a instalar una cultura
democrática, que colabore con la erradicación de vulneraciones de derechos hacia los niños,
niñas y adolescentes.
78
5. Orientaciones Técnicas de SENAME
Antecedentes
Las bases técnicas desarrolladas por el Departamento de Protección de Derechos de SENAME,
constituyen orientaciones para el levantamiento de propuestas de intervención por parte de
sus organismos colaboradores. Partiendo de dichas bases, cada organismo colaborador diseña
y desarrolla un programa interventivo particular.
Tal como se ha señalado previamente, el presente estudio contempla cuatro líneas
programáticas que se utilizarán para el análisis de las bases técnicas, ellas son:
•
•
•
•
Programas de Protección Especializada.
Programas Reparatorios en Maltrato y Abuso Sexual Infantil.
Programas Residenciales.
Programas de Familias de Acogida.
Para el presente análisis, estos programas han sido agrupados en virtud de su naturaleza,
residencial o ambulatoria. De acuerdo a ello, la muestra documental de bases técnicas se
compone del siguiente modo:
a) Programas Ambulatorios:
• Programas de Protección Especializada en Explotación Sexual de Niños, Niñas y
Adolescentes (PEE).
• Programas Especializados con Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Calle
(PEC).
• Programas de Protección en Reparación en Maltrato y Abuso Sexual Infantil (PRM).
• Programas de Protección Integral Especializada (PIE).
b) Programas Residenciales:
• Modalidad Residencias de Protección para Mayores (REM) con Programa de
Protección Especializado en Intervención Residencial (PER).
• Modalidad Residencias de Protección para Mayores (RPM).
• Programa de Familias de Acogida, modalidad familias de acogida especializada
(FAE).
• Centros Residenciales Especializados de Administración Directa (CREAD).
Criterios Generales
Las bases técnicas elaboradas por SENAME que se encontraban vigentes al momento del
estudio en general no declaran ningún marco conceptual específico desde el cual trabajar, en
el entendido que cada organismo colaborador debe generar su proyecto de acuerdo al marco
teórico que le haga sentido a su propuesta. No obstante, las bases técnicas contemplan ciertos
lineamientos transversales de intervención que operan para los diferentes programas, los
cuales hemos denominado “criterios generales”. Entre ellos destacan:
a) Perspectiva de derechos: Los programas de SENAME han sido conceptualizados desde
la óptica de la protección y restitución de los derechos de los niños, niñas y
adolescentes, de acuerdo a lo estipulado por la CIDN.
79
b) Eje en el interés superior del niño y sus necesidades, en tanto directrices del proceso
interventivo.
c) Perspectiva multidimensional: La cual busca la comprensión multicausal de los
fenómenos abordados, centrándose en el sentido global de la propuesta interventiva
desarrollada.
d)
Focalización en el niño, niña y adolescente como sujeto de intervención, sin negar la
necesidad y pertinencia de intervenir con adultos significativos, familias, instituciones
y comunidad.
e) Criterio de calidad: Se relaciona con proceso de mejoramiento continuo de los
instrumentos de levantamiento de información y de las metodologías de intervención.
f)
Intersectorialidad: Abordaje integrado entre los diferentes sectores que intervienen, lo
cual permite el acceso a servicios y recursos necesarios para la interrupción de la
situación de vulneración, así como para potenciar su desarrollo. Se releva la
importancia de las coordinaciones con el sector justicia (Fiscalía, Tribunales de
Familia), educación, salud, protección social, entre otros.
g) Consideración de la diferencia:
•
Enfoque de género: Reflexión respecto al impacto de la variable género en la
situación de vulneración de derecho sufrida, así como en el proceso reparatorio.
Se incorpora la comprensión de roles de género tanto desde los niños, niñas y
adolescentes y sus familias, como desde el equipo de intervención, y las
concepciones albergadas por las instituciones a este respecto.
•
Enfoque evolutivo: Los efectos de la vulneración de derechos, así como las
estrategias interventivas requeridas, van a variar de acuerdo a las características
del momento evolutivo en que se sitúa el(la) usuario(a).
•
Variables culturales: Consideración y visibilización de las cosmovisiones de los
distintos grupos culturales en la intervención, en vista a que esta resulte
pertinente y adquiera sentido para cada grupo.
•
Necesidades especiales: Consideración de necesidades físicas, mentales,
intelectuales y sensoriales que, al interactuar con diversas barreras, obstaculizan
la participación plena y efectiva de los niños, niñas y adolescentes en igualdad de
condiciones.
Cabe hacer presente que las bases técnicas no explicitan con claridad de qué modo integrar
estos criterios generales en el diseño del proyecto, lo cual puede genera lecturas
reduccionistas en relación a dichos lineamientos transversales. Por ejemplo, puede limitarse la
inclusión de la variable género a la contabilización de hombres y mujeres atendidos.
Análisis por Área
a) Población objetivo
Todas las bases técnicas definen su población objetivo a partir de dos variables: el rango de
edad y el tipo de vulneración a la que responden.
La población objetivo de los programas, en todos los casos son los niños, niñas y adolescentes
menores de 18 años afectados por vulneraciones graves de derecho. En algunos casos, como
los programas de explotación (PEE) y los programas residenciales que no son de
80
administración directa de SENAME, se considera además a la familia o las figuras significativas
como sujeto de intervención, en tanto permiten garantizar el ejercicio de derechos de los
niños, niñas y adolescentes.
b) Objetivos programáticos
Todos los programas ambulatorios definen, como objetivo general, la resignificación o la
reparación del daño ocasionado por la vulneración de derecho sufrida, contemplándose sólo
en el caso de los programas de calle (PEC) también la interrupción de dicha vulneración. De
estos objetivos generales se deducen objetivos específicos, entre los que se contempla la
interrupción de la vulneración, la re-elaboración o re-significación de la experiencia vivida, el
fortalecimiento de recursos protectores en los adultos significativos, así como el
favorecimiento de la coordinación entre distintos servicios y sectores, que permitan la
adecuada intervención en red.
Por otro lado, los programas residenciales declaran objetivos generales diversos. De este
modo, las Residencias (REM-PER y RPM) tienen por objetivo general restituir el derecho del
niño, niña y adolescente a vivir en familia, asegurando la reinserción familiar. Por su parte, los
programas de Familia de Acogida apuntan a brindar condiciones de vida apropiadas a los
niños, niñas y adolescentes separados de su medio familiar, mientras se restablece su derecho
a vivir en familia. Los CREAD también apuntan a resignificar las experiencias de vulneración
sufridas. Estos objetivos generales se operacionalizan en objetivos específicos vinculados en
todos los programas a la satisfacción de las necesidades básicas en un ambiente bien tratante.
A ello se agrega, en la mayor parte de los programas, la reparación del daño o resignificación
de la propia historia y de las vulneraciones de derecho sufridas. En algunos de los casos se
contempla también el diagnóstico y fortalecimiento de competencias parentales, la promoción
de destrezas de autonomía progresiva, y el favorecimiento de la integración del niño, niña y
adolescente mediante la coordinación con redes. Por último, el programa de Familia de
Acogida Especializada (FAE) contempla favorecer las necesidades de desarrollo infantil.
c) Propuesta Metodológica
Los programas ambulatorios utilizan frecuentemente una estrategia psico y socio educativa,
en base a sistemas de tutores, quienes acompañan la intervención y actúan como referente o
modelo de conducta positiva, promoviendo patrones vinculares saludables. Este vínculo
establecido con el tutor puede luego ser transferido al equipo psicosocial, facilitando de este
modo la implementación de estrategias focalizadas de intervención especializada con el
niño(a), su familia y comunidad, en formato individual y/o grupal. La excepción lo constituyen
los Programas de Reparación en Maltrato (PRM), quienes emplean fundamentalmente una
estrategia metodológica de carácter terapéutica en la intervención con el niño(a) y su familia,
prescindiendo del modelo tutorial.
Los programas residenciales utilizan una metodología que contempla la intervención familiar y
social. Con la familia, se pretende fundamentalmente evaluar e intervenir sobre las
competencias parentales o destrezas protectoras, así como mantener los vínculos con el niño,
niña y adolescente. Con la comunidad, se aspira a potenciar el recurso de las redes para la
restitución de derechos o reinserción. Junto con lo anterior, la mayor parte de los programas
(excepto FAE) contempla la intervención psicológica, orientada a la resignificación de las
experiencias de vulneración y reparación del daño psíquico, así como a la promoción del
desarrollo socio-emocional del niño, niña y adolescente. Asimismo, en general consideran la
intervención educativa, focalizada en el desarrollo de habilidades blandas, tal como la
obtención de logros de significación personal y social, abordaje de conflictos y tensiones,
81
ejercicio de la ciudadanía, entre otros. Algunos programas consideran la intervención en crisis
y estimulación temprana. Si bien, las estrategias metodológicas están detalladas en cada uno
de los programas, la excepción la constituyen los programas de familia de acogida (FAE), en
cuyas bases resulta difícil comprender cuáles son las opciones metodológicas que se proponen.
d) Fases de la Intervención
Prácticamente todos los proyectos ambulatorios definen un tiempo de intervención máximo,
período que se estipula en 24 meses para el caso de los programas de explotación y calle (PEE
y PEC), y de 12 a 18 meses en Programas de Reparación en Maltrato (PRM), dependiendo si se
cuenta o no con un adulto responsable que apoye el tratamiento. Para el Programa de
Intervención Especializada (PIE), se espera un tiempo aproximado de intervención de 12
meses.
En el caso de los proyectos residenciales, se pretende que la estadía de los niños, niñas y
adolescentes se prolongue por el menor tiempo posible, dado que esto afecta su derecho a
vivir en familia. De este modo, las Residencias para mayores (RPM, REM/PER) definen un
tiempo máximo de permanencia de 12 meses. En el caso de los centros residenciales
especializados de administración directa (CREAD), no se define tiempo máximo de egreso, si
bien se espera que en el caso de lactantes y pre escolares, menores de tres años de edad, el
tiempo de permanencia no supere los 12 meses.
Junto con esto, a excepción de los Programas de Protección Integral Especializada (PIE), todos
los programas ambulatorios y residenciales definen las fases que han de seguir las
intervenciones diseñadas para cada caso, las cuales pueden ser sistematizadas a grandes
rasgos de la siguiente manera.
•
Ingreso: Comienza por el establecimiento de una primera vinculación, indispensable
para sostener la intervención posterior. Incluye el registro de información
fundamental, y en algunos casos un proceso de calificación, destinado a incorporar al
niño, niña y adolescente al proceso interventivo, en caso de cumplir con el perfil de
ingreso. En esta fase también pueden adoptarse medidas de urgencia para su
protección. En el caso de proyectos residenciales, resulta fundamental otorgar un
recibimiento cálido y afectuoso, dilucidando todas las dudas que el(la) usuario(a)
pueda tener, entregando toda la información necesaria.
•
Diagnóstico/Evaluación: Levantamiento de información desde diversas fuentes, con el
objetivo de caracterizar la situación de vulneración de derecho que afecta al niño, niña
y adolescente, el daño psíquico asociado, los recursos con los que se cuenta, la
situación familiar, y todo aquello que permita tomar de decisiones y contribuir al
diseño del plan interventivo. En el caso de proyectos residenciales, en esta fase se
rechequean las posibilidades de cuidado personal por parte de familia extensa, familia
de acogida, o atención ambulatoria una vez que se cuente con adulto protector.
•
Diseño del Plan de Intervención Individual (PII): Curso de acciones a seguir de acuerdo a
las características y necesidades de cada caso, el cual contempla aspectos como las
hipótesis de trabajo, objetivos de intervención, estrategias pertinentes, actividades,
responsables, tiempos involucrados, metas y pronóstico.
•
Intervención: Desarrollo del Plan de Intervención Individual (PII), mediante la ejecución
de las actividades definidas en base a las estrategias propuestas para cada caso. En el
caso de programas residenciales, se releva la necesidad de velar por la satisfacción
integral de las necesidades de los niños, niñas y adolescentes.
82
•
Egreso y Seguimiento: Finalización de la intervención, evaluación de sus resultados de
acuerdo a indicadores de logro, y seguimiento de la mantención de los cambios
obtenidos, en un período definido entre 3 y 6 meses.
e) Intervención con Familia
Del análisis de los lineamientos para el trabajo con familias, es posible deducir que las bases
técnicas de los programas tienden a homologar el concepto de “familia” con el de “adulto
responsable”, quien es finalmente el destinatario de estas acciones. De hecho, las bases
técnicas suelen no hacer referencia a ningún otro miembro de la familia en la intervención,
como tampoco al núcleo familiar en su conjunto.
Además de ello, se hace evidente la complejidad que puede adoptar la intervención familiar en
vulneraciones graves de derecho, pues en numerosas ocasiones es en el seno de la propia
familia donde se han originado o perpetuado dichas vulneraciones. Esto lleva a una primera
decisión por parte de los equipos, respecto a si es factible o no trabajar con los adultos
responsables, pues si los profesionales consideran que estos no cuentan con ninguna habilidad
siquiera potencial de garantizar la protección del niño, niña y adolescente, el trabajo con los
adultos significativos resulta descartado.
En caso de que el trabajo con algún adulto responsable sea evaluado como factible, los
programas ambulatorios utilizan las siguientes estrategias:
•
•
•
•
•
•
•
Reconocimiento de la vulneración de derecho sufrida por el niño, niña y adolescente,
asociado a la desculpabilización de éste y al despliegue de conductas protectoras.
Fortalecimiento de los vínculos entre el niño, niña y adolescente y su familia o adulto
significativo.
Promoción de las habilidades protectoras de los adultos significativos: identificación y
problematización de las situaciones que afectan a niños, niñas y adolescentes,
fortaleciendo y responsabilizando a los adultos en su función de protección.
Modificación de dinámicas familiares o de los patrones relacionales entre los niños,
niñas y adolescentes y sus familias que se asocian a la generación o mantención de las
conductas vulneradoras, de modo de instalar en las dinámicas familiares una cultura
orientada a los buenos tratos y la protección.
Vinculación de la familia con los recursos sociales que presenta la red, institucional y
comunitaria, de modo de promover su participación en las instancias locales.
Activación de los recursos familiares.
Fortalecimiento de los roles normativos.
Por su parte, los programas residenciales le conceden gran relevancia al trabajo con las
familias biológicas desde el ingreso, si es que no existe prohibición de contacto por orden
judicial expresa. Estos programas proponen las siguientes estrategias:
•
•
•
Proporcionar a las familias apoyo concreto para el establecimiento de un contacto
positivo con los niños, niñas y adolescentes, motivándolos a mantener contactos
periódicos facilitados por el centro.
Responsabilizar a las familias a través de estrategias como encuentros familiares
periódicos, lo cual permite mantener y/o fortalecer el vínculo, entregando seguridad y
minimizando el riesgo de desvinculación progresiva de quienes potencialmente
podrían asumir los cuidados del niño, niña y adolescente.
Incorporar a la familia en responsabilidades específicas, tales como ser el apoderado
en sus estudios, aportar materiales de acuerdo a sus posibilidades, etc. Estas instancias
83
•
•
•
•
f)
enriquecen el proceso interventivo y resultan significativas para los niños, niñas y
adolescentes, no obstante pueden requerir acompañamiento y modelaje.
Fortalecer las competencias protectoras de la familia, o bien mantener los vínculos
significativos cuando el egreso con la familia de origen no sea posible.
Vincular con recursos sociales: Se busca que las familias tomen conocimiento, se
integren y utilicen las redes, y en particular aquellas que permitan modificar su
situación, tanto en el ámbito material y social, como en aquella intervención
especializada necesaria para superar la situación que generó la separación.
Estrategias socio-educativas, orientadas a que el adulto significativo pueda desarrollar
habilidades interpersonales de comunicación asertiva y resolución no violenta de
conflictos, estrategias de autocuidado y modificación de dinámicas vulneradoras.
Evaluación y desarrollo de competencias parentales, a fin de que logren visualizar al
niño, niña y adolescente como sujeto de derechos.
Equipo de Trabajo
Respecto al recurso humano requerido por estas bases técnicas, todos los programas
ambulatorios deben contar con el siguiente equipo:
•
•
•
•
•
•
•
Director(a): responsable de la gestión técnica, administrativa y financiera del centro.
Psicólogo(a) (1:25): responsable del diagnóstico e intervención reparatoria con los
niños, niñas y adolescentes y sus familias.
Trabajador(a) Social (1:25): encargado(a) del diagnóstico e intervención con la familia
del niño, niña y adolescente, generación y coordinación con redes.
Personal Administrativo: Aquí se contempla en todos los casos una secretaria y en
algunos programas chofer, administrativo, y/o contador(a).
Tutor(a) (1:8-1:15): Los programas que funcionan con sistemas de tutores contemplan
esta figura, quienes se focalizan en la intervención territorial con niños(as), familias y
actores locales o comunitarios relevantes 36.
Abogado: en el caso de los Programas de Reparación en Maltrato (PRM), otorga apoyo
y orientación judicial al equipo profesional, así como a los niños, niñas y adolescentes y
familias que lo requieran.
Psiquiatra: en el caso de programas como los de explotación (PEE), puede incluirse un
psiquiatra por horas.
Por su parte, los programas residenciales deben contar con la siguiente dotación:
•
•
•
36
Director/Coordinador(a): responsable de la gestión técnica, administrativa y financiera
del centro.
Psicólogo(a) (1:20-1:25): responsable de la intervención directa con los niños, niñas y
adolescentes y sus familias, acompañamiento técnico a educadores(as) y asesoría.
Trabajador(a) Social (1:18-1:25): responsable de la intervención directa con los niños,
niñas y adolescentes y sus familias, acompañamiento técnico a educadores(as) y
asesoría. En los programas de familia de acogida, constituye un apoyo técnico en el
proceso de planificación, ejecución y evaluación de los procesos de intervención de los
niños, niñas y adolescentes, así como sus familias.
Cabe hacer presente que en las bases técnicas de los programas ambulatorios, las funciones del tutor
sólo se encuentran definidas para los Programas de Intervención Integral Especializada (PIE), en los
términos que se explicita en el presente informe.
84
•
•
•
Educadores(as) (1:10-1:20): Las Residencias cuentan con educadores(as) de trato
directo, responsables de la ejecución y coordinación del proceso de intervención.
Personal Administrativo: Aquí se contempla secretaria, auxiliar y manipulador(a) de
alimentos.
Eventualmente, los programas pueden incluir pediatra, psiquiatra o neurólogo(a)
infantil, educador(a), terapeuta u orientador(a) familiar, o bien psicopedagogo(a).
En términos de recursos financieros, los programas analizados cuentan con financiamiento
desde SENAME, los que se encuentran definidos por la ley de subvenciones 20.032,
estableciendo un monto determinado por cada niño, niña y adolescente atendido.
Conclusiones
Las bases técnicas de los programas no adhieren a ningún modelo teórico particular, dejando
esta elección en manos de cada proyecto. Sólo adscriben a ciertos criterios generales de
intervención, que al no explicitar con claridad de qué modo integrar estos criterios generales
en el diseño del proyecto, puede genera lecturas reduccionistas en relación a dichos
lineamientos transversales.
La población objetivo de todos los programas son los niños, niñas y adolescentes afectados por
graves vulneraciones de derecho. Sólo en algunos casos se releva, además, a la familia o las
figuras significativas como destinatario de la intervención.
Respecto a los objetivos de intervención, en el caso de los programas residenciales se
contempla como objetivo general la restitución del derecho a vivir en familia, lo cual se
traduce en algunos programas en objetivos específicos relativos al diagnóstico y
fortalecimiento de competencias parentales. En el caso de los programas ambulatorios, sólo
en algunos programas se contempla entre sus objetivos específicos el fortalecimiento de los
recursos protectores de los adultos significativos.
En relación a la propuesta metodológica de los distintos programas, todos ellos declaran la
implementación de estrategias focalizadas con la familia, si bien las bases tienden a homologar
este concepto con el de “adulto responsable”. Con aquellas familias con que el equipo estima
posible trabajar, pues a lo menos en términos potenciales poseen las habilidades para
garantizar la protección de los niños, niñas y adolescentes, se proponen estrategias como las
siguientes:
•
•
•
•
•
•
Fortalecimiento de la vinculación entre el niño, niña y adolescente y la familia.
Promoción de habilidades protectoras de los adultos (identificación de situaciones de
vulneración, responsabilización, despliegue de conductas protectoras).
Evaluación y desarrollo de competencias parentales.
Modificación de dinámicas familiares o patrones relacionales disfuncionales.
Fortalecimiento de roles normativos de los adultos protectores.
Vinculación de la familia con recursos sociales.
Respecto al equipo de trabajo que se contempla para cada programa, tanto psicólogos como
asistentes sociales, y tutores en algunos programas ambulatorios, consideran dentro de sus
funciones la intervención con el niño, niña y adolescente y su familia. Sin embargo, dada la alta
carga asistencial de estos profesionales, persiste la interrogante respecto al tiempo que
pueden dedicarle al trabajo con familias, dado que se encuentran desarrollando su trabajo en
temáticas de alta complejidad, como es la vulneración grave de derechos contra niños, niñas y
adolescentes.
85
6. Análisis de los Proyectos que Componen la Muestra
Antecedentes
Teniendo como base común la problemática objeto de la presente investigación, cada uno de
los proyectos pretende, de una u otra manera, restituir los derechos que han sido vulnerados.
De acuerdo a lo anterior, es posible identificar un mismo sujeto de atención para los distintos
proyectos: los niños, niñas y adolescentes víctimas de graves vulneraciones de derecho.
Desde la mirada de protección de derechos, lo que se busca principalmente es realizar un
trabajo en el que se aborde la problemática de manera integral, por lo tanto, supone dirigir las
intervenciones psicosociales no solo al sujeto de atención directo (en este caso los niños, niñas
y adolescentes) sino también a su entorno próximo, y particularmente a sus familias.
A partir de las bases técnicas desarrolladas por el Departamento de Protección de Derechos de
SENAME, cada organismo colaborador desarrolla una proyecto interventivo, el cual -en
general- es adjudicado en el marco de un proceso de licitación pública. Pese a ello, los
proyectos adjudicados no son de público conocimiento; por lo tanto, para la presente
investigación ha sido necesario acudir a cada uno de los organismos colaboradores para
solicitar acceso a sus proyectos.
Cabe hacer presente que de un total de 34 proyectos que componen la muestra, sólo 14 (41%)
accedieron a facilitar su propuesta técnica para ser analizados a la luz del presente estudio,
garantizando para ello condiciones de anonimato y confidencialidad. Las razones esgrimidas
por los organismos para no otorgar acceso a dicha propuesta dicen relación
fundamentalmente con “políticas de la corporación u organización”.
El foco del presente análisis de los proyectos interventivos que componen la muestra es
conocer el trabajo que los diferentes organismos declaran desarrollar con las familias de los
niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, en situaciones de alta complejidad.
A continuación se detallan los proyectos que forman parte de la presente sistematización y
análisis. Tal como se ha señalado previamente, el presente estudio contempla cuatro líneas
programáticas que se utilizarán para el análisis de los proyectos:
•
•
•
•
Programas de Protección Especializada: 2 proyectos.
Programas de Reparación en Maltrato y Abuso Sexual Infantil: 7 proyectos.
Programas Residenciales: 4 proyectos
Programas de Familias de Acogida: 1 proyecto.
Dichos proyectos se distribuyen en las diferentes regiones que contempla el estudio. De este
modo, ocho proyectos se sitúan en la Región Metropolitana, tres en la V Región, uno en la VII
Región y dos en la VIII Región.
Para el presente análisis, estos proyectos han sido agrupados en virtud de su naturaleza:
residencial o ambulatoria.
86
Análisis por área
a) Marco Teórico
Para identificar la perspectiva desde la que se sitúan los distintos proyectos en relación a la
intervención con familias, es necesario considerar los marcos teóricos o paradigmas que
sustentan dicha intervención. Existen diversos modelos explicativos desde los que se puede
abordar la vulneración grave de derechos en niños, niñas y adolescentes, no obstante el más
utilizado por los proyectos estudiados es el Modelo Ecológico o Ecosistémico.
En términos generales, la perspectiva ecosistémica desarrollada por Bronfenbrenner (1987)
permite otorgar un marco comprehensivo desde el cual se integran las diversas variables que
contribuyen a explicar problemáticas complejas como la vulneración de derechos,
entendiéndolas como fenómenos situados contextualmente en sistemas que se acoplan. De
este modo, el microsistema familiar establece una interconexión con el mesosistema
(entornos en que el sujeto participa activamente), exosistema (sistemas que tienen impacto en
lo que ocurre en su ambiente inmediato) y macrosistema (patrones ideológicos, culturales y
organización de las instituciones sociales), generando de este modo una acomodación
progresiva entre el sujeto y el ambiente.
La utilización de este modelo explicativo o comprensivo, es declarado de modo transversal en
los proyectos revisados. De hecho, la totalidad de los mismos hace referencia a la relevancia y
la pertinencia de su utilización para las intervenciones dentro del enfoque de derechos. Dicho
modelo es operacionalizado fundamentalmente a partir de dos elementos:
•
•
La conceptualización respecto de la etiología de la vulneración, fenómeno dinámico
que es consecuencia de la interacción de múltiples factores que operan en diferentes
niveles.
En concordancia con lo anterior, la definición de los distintos niveles de intervención
del proyecto (comunitario, familiar e individual).
Respecto al nivel familiar, los proyectos en general no definen explícitamente lo que entienden
por familia, dejándolo al arbitrio de los profesionales que intervienen. La excepción la
constituyen las siguientes definiciones:
•
•
“Se entiende a la familia como una unidad social primaria y a su vez como un ente
proteccional que debe responsabilizarse del actuar del niño, niña y adolescente a
cargo. Cabe señalar, que se incluirá en este nivel, el vínculo socioafectivo que resulte
más significativo para estos o estas, incorporando, por ejemplo, adultos protectores
no necesariamente pertenecientes a la familia nuclear” (Residencia).
“El grupo social unido por vínculos de consanguinidad, filiación (biológica o adoptiva) y
de alianza, incluyendo las uniones de hecho cuando son estables, cuyas
responsabilidades están dadas por favorecer en los niños, niñas y adolescentes el
ejercicio autónomo y responsable de todos y cada uno de sus derechos” (PRM).
En otros proyectos, si bien no se entregan definiciones, se alude a la familia como entorno
primario o ambiente natural para el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes, con
una función socializadora y nutricia, la cual puede tensionarse y entrar en conflicto debido a
las dificultades que se expresan en su dinámica.
Un elemento que llama la atención es que en todos los proyectos se hace alusión a “la familia
o adulto significativo”, estableciendo una suerte de sinonimia entre ambos conceptos.
87
b) Objetivos orientados al ámbito familiar
Los programas residenciales tienen como objetivo último poder restituir el derecho de los
usuarios a vivir en familia; por tanto, su propósito es lograr la reinserción familiar a través de
procesos de intervención que contemplan el eje de familia. Para ello, se alude a:
•
•
•
El fortalecimiento de los vínculos familiares.
El fortalecimiento de las capacidades o recursos con que cuentan las familias o adultos
significativos para la protección del niño, niña y adolescente.
La vinculación de la familia con sus redes.
Por otro lado, si bien los objetivos de los programas ambulatorios varían en función del tipo de
vulneración sobre la cual intervienen, a grandes rasgos todos ellos apuntan a la reparación del
daño provocado por la situación de vulneración sufrida. En términos del trabajo con familia, los
objetivos son bastante coincidentes de un programa a otro, y se traducen en:
•
•
•
•
•
Reconocer la vulneración de derechos sufrida por el niño, niña o adolescente,
posibilitando así la reelaboración.
Modificar las prácticas parentales “incompetentes” o “perjudiciales”, que refuerzan
patrones culturales vulneradores hacia la infancia.
El fortalecimiento de los recursos protectores de los adultos significativos.
El fortalecimiento de los vínculos protectores.
Instauración de pautas relacionales o dinámicas familiares positivas.
c) Estrategias de diagnóstico/evaluación familiar
Todos los proyectos contemplan estrategias para el diagnóstico/evaluación de la familia o los
adultos significativos, lo cual resulta crucial para el levantamiento de la información, en miras a
alcanzar los objetivos propuestos. Dichas estrategias se utilizan mayoritariamente durante la
fase de diagnóstico, si bien son factibles de implementar también en etapas posteriores.
Las técnicas utilizadas pueden variar en relación a cada caso, sin embargo es posible establecer
algunas de carácter fundamental a la hora de realizar un diagnóstico integral del niño, niña o
adolescente y su familia.
•
Análisis de Antecedentes: En general, los programas cuentan con valiosa información
respecto al rol de la familia en la protección y ejercicio de derechos del niño, niña y
adolescente a su cargo. Entre estos se cuentan informes, expedientes, antecedentes
aportados por otros organismos de la red, etc.
•
Identificación de actores clave: Un aspecto central para el proceso diagnóstico es
identificar una o más figuras significativas para el niño, niña y adolescente, y lograr que
estas formen parte del proceso de intervención y acompañen al(la) niño(a) durante su
participación en el programa, convirtiéndose ellos -a su vez- en sujetos indirectos de
intervención, adoptando un rol activo dentro de la misma.
•
Entrevistas: Durante el proceso de levantamiento de información se realizan
entrevistas con los adultos responsables o significativos, además se puede incluir a
otros miembros de la familia nuclear o extensa. En algunos casos, se incorpora figuras
que se encuentran fuera de la red familiar, pero que resultan altamente significativas
en la vida de los niños, niñas y adolescentes.
A través de las entrevistas, se indagan temáticas dirigidas a identificar la historia
familiar, dinámicas familiares, el contexto donde se generó la situación de vulneración,
88
los recursos con los que cuenta la familia, las creencias familiares en torno a la
situación de vulneración, los estilos de crianza, el sentido de proyecto familiar, los
vínculos, factores protectores y de riesgo, entre otros.
•
Observación: Algunos de los proyectos, particularmente de carácter residencial,
contemplan la observación participante o no participante, como una estrategia para
valorar la cualidad de la relación entre el niño, niña y adolescente y sus figuras
significativas.
•
Evaluación de competencias parentales: La evaluación de competencias o habilidades
parentales aparece como una de las temáticas más relevantes de indagar durante el
diagnóstico familiar, pues el fortalecimiento y desarrollo de las mismas
frecuentemente forman parte del proceso de intervención posterior al diagnóstico.
Dichas competencias parentales son fundamentales para algunos programas
residenciales, a la hora de determinar el pronóstico del caso.
•
Visitas domiciliarias: Durante las visitas se accede a información que no es posible
recabar durante las entrevistas, por ejemplo, las condiciones en las que vive o vivirá el
niño, niña y adolescente. El hecho de que las visitas no sean informadas previamente a
las familias, también entregaría la posibilidad de “observar” cómo funciona la familia
en su cotidianeidad y cómo son las relaciones entre sus miembros. En otras palabras,
las visitas domiciliarias entregan la oportunidad de ser testigo de las interacciones
familiares y los estilos de vida, por lo tanto se constituyen en una forma de
observación en el medio natural de los(as) usuarios(as) del programa.
•
Genograma: También aparece como una de las herramientas más ampliamente
utilizadas para el diagnóstico familiar. Esta representación gráfica de la estructura
familiar resulta de gran utilidad a la hora de identificar la estructura y pautas
relacionales relevantes dentro de la familia, así como los aspectos transgeneracionales
de dichas relaciones.
•
Ecomapa: Constituye una representación gráfica de la familia y el ambiente que la
rodea, por lo cual es utilizado para conocer las redes de apoyo, institucionales y no
institucionales, con las que cuenta el núcleo familiar.
Si bien cada técnica tiene sus propias características, y favorece la recolección de información
de diversas formas, todas apuntan a un mismo objetivo y contribuyen a la realización de un
diagnóstico integral, que permitirá generar un plan de intervención específico para cada caso.
La mayoría de los proyectos, independiente de la modalidad (ambulatorio/residencial) hace
referencia al concepto de Competencias o Habilidades Parentales y su evaluación como parte
fundamental del proceso de diagnóstico integral, sin embargo no suelen hacerse referencias
específicas al enfoque teórico desde el que se aborda dicha noción. Una excepción la
constituyen las alusiones a Barudy y Dantagnan (2006): “la parentalidad o marentalidad es una
forma semántica de referirse a las capacidades que tienen las madres y padres para cuidar,
proteger y educar a sus hijos, y asegurarles un desarrollo suficientemente sano. Las
competencias parentales forman parte de lo que hemos llamado parentalidad social”.
Cabe destacar, también, que a partir de la revisión de los proyectos facilitados no es posible
relevar instrumentos específicos para la evaluación de los aspectos familiares o competencias
parentales.
89
d) Estrategias de Intervención con Familias
La totalidad de los proyectos contempla estrategias y/o metodologías para la intervención con
familias, independiente si se trata de una modalidad residencial o ambulatoria.
Respecto de los Programas Residenciales, en términos generales, las intervenciones de tipo
familiar estarán dirigidas principalmente al fortalecimiento de los roles parentales y el refuerzo
de los vínculos que se identificaron como significativos durante la fase de diagnóstico.
De acuerdo a la caracterización de las familias de los niños, niñas y adolescentes que participan
como sujetos directos de los diversos programas residenciales, los proyectos refieren una larga
data de incumplimiento de sus “roles parentales”. A decir de los proyectos, los padres o
cuidadores habrían “abandonado” sus funciones, demostrando actitudes de negligencia y
dificultades para un adecuado ejercicio de su rol. Pese a lo anterior, no se entrega una
definición clara de los roles que debieran cumplir los adultos responsables.
Las estrategias o metodologías de intervención con familias que proponen los proyectos
residenciales son las siguientes:
•
Talleres: Instancias teórico-prácticas, en general de carácter grupal, dirigidas
fundamentalmente a los padres, madres, o adultos responsables. Se orientan al
fortalecimiento de los roles parentales, pautas relacionales protectoras,
fortalecimiento de competencias parentales, vinculación, comunicación afectiva y
efectiva, resolución alternativa de conflictos, derechos del niño, identificación y
utilización de redes comunitarias, entre otros.
•
Intervención individual: Sesiones dirigidas hacia los padres o adultos responsables,
conducidas por un(a) psicólogo(a) o asistente social, destinadas a temas como el
fortalecimiento de roles, desarrollo de funciones parentales, y empoderamiento en el
rol.
•
Psicoeducación: Entrega de cartillas informativas y pautas de orientación a las familias
o adultos responsables.
•
Trabajo domiciliario: En este tipo de trabajo se pueden abordar las temáticas en el
ambiente natural de la familia. Los temas sugeridos tienen relación con la distribución
de roles al interior de la familia.
•
Acercamiento pre-egreso: Acciones paulatinas y sistemáticas tendientes a estrechar la
relación entre el niño, niña y adolescente y su familia antes de egresarlo del sistema
residencial. Para ello, pueden organizarse salidas de fin de semana, visitas, vacaciones,
entre otras. Cabe hacer presente que los encuentros familiares requieren de un
monitoreo constante.
•
Acompañamiento post-egreso: Monitoreo orientado a verificar si la inserción o
reinserción del niño, niña y adolescente en la familia ha sido favorable.
•
Trabajo en red: Orientación a los adultos para el acceso y uso de los beneficios del
sistema de protección social y recursos disponibles en la red.
Concordantemente con lo anterior, como principales metodologías/estrategias de
intervención familiar dentro de los Programas Ambulatorios, se cuentan:
•
Talleres: A través de los talleres se busca fortalecer los vínculos familiares,
promoviendo estilos adecuados de vinculación, pautas de crianzas focalizadas en la
90
protección y cambios en el estilo relacional. Lo que se busca principalmente es lograr
cambios dentro del entorno familiar en el cual se generó situación abusiva.
El mismo taller se constituye, además, en un espacio de socialización de la experiencia
de cada integrante, en el que el grupo se instala como una nueva red de apoyo. Las
temáticas a abordar en los talleres para adultos apuntan principalmente a la
resolución no violenta de conflictos, el fortalecimiento del rol protector, habilidades
parentales, promoción de la salud, desarrollo de habilidades de aprendizaje,
sexualidad, género y educación en derechos.
•
Intervención Individual: A diferencia de los programas residenciales, esta modalidad
contempla dentro de sus intervenciones la posibilidad de brindar procesos de apoyo y
atención psicológica y/o social individual a los adultos responsables y a los miembros
de la familia que así lo soliciten, incluso en el mediano plazo.
•
Psicoeducación: Entrega de pautas, herramientas e información, orientadas a generar
cambios significativos en los adultos responsables, ya sea respecto a su estilo
relacional, a su función de protección, a las dinámicas de buen trato, entre otros.
•
Trabajo domiciliario: Algunos proyectos contemplan la posibilidad de trabajar en los
entornos naturales de los(as) usuarios(as) con ellos y sus familias.
•
Intervención Familiar: Son espacios formales, ya sean sesiones aisladas o procesos
completos, en los que los miembros de la familia pueden abordar sus dinámicas
relacionales, estilos de vinculación, enfrentamiento del dolor, canales de
comunicación, entre otros.
•
Trabajo en Red: Activación de redes, tendiente a que la familia pueda acceder a
recursos institucionales y comunitarios, en pos de la satisfacción de sus necesidades y
al incremento de su bienestar.
En relación al enfoque de género, y como aspecto relevante dentro de las estrategias de
intervención desarrolladas tanto por los proyectos residenciales como por los ambulatorios,
está la incorporación de figuras masculinas al proceso. Es frecuente encontrarse con que las
figuras masculinas significativas se excluyan de estos espacios, pues existe una tendencia a
trabajar mayoritariamente con mujeres, lo que refuerza el discurso social de que ellas son las
encargadas de ejercer exclusivamente las funciones de cuidado de los niños, niñas y
adolescentes. Por tanto, se busca la incorporación activa de estas figuras, para lograr modificar
este discurso y relevar el rol protector de la figura masculina.
Conclusiones
Lo primero que llama la atención es la dificultad existente para acceder a proyectos
interventivos financiados con fondos públicos. Ello genera una interrogante al acceso que
tienen los ciudadanos, entre los cuales se cuentan profesionales dedicados al área,
parlamentarios, investigadores y los propios usuarios, de conocer en detalle aquellos
proyectos que se ejecutan en un ámbito de la mayor relevancia. Esta dificultad ciertamente
incide de manera negativa en la posibilidad de fiscalización, investigación, intercambio y
enriquecimiento de las iniciativas existentes.
91
Todos los proyectos declaran situarse desde una perspectiva ecológica, siendo por tanto la
familia una de las dimensiones centrales con la cual proyectan la intervención. No obstante lo
anterior, suelen no definir lo que entienden por “familia”, tendiendo a homologarlo con
“adulto responsable”.
El sujeto de atención “directo” de los proyectos son niños, niñas y adolescentes que han sido
vulnerados en sus derechos. Sin embargo, es posible identificar a la familia o adultos
responsables como sujetos “indirectos”, en tanto actores fundamentales del proceso de
intervención del(la) usuario(a).
El principal objetivo de los programas colaboradores del Departamento de Protección de
Derechos de SENAME es la restitución de los derechos que les han sido vulnerados a los niños,
niñas y adolescentes, para lo cual las intervenciones a nivel familiar aparecen como un factor
relevante dentro de este proceso. Lo que buscan, en términos generales, es que a través de la
participación de las familias, estas puedan retomar sus funciones de cuidado y protección
hacia el niño, niña o adolescente.
En relación al diagnóstico/evaluación familiar, todos los proyectos contemplan estrategias en
esta línea, en miras a realizar un diagnóstico de carácter “integral”. Entre las múltiples
alternativas que se describen, tanto en programas ambulatorios como residenciales, es posible
mencionar las siguientes:
•
•
•
•
•
•
•
•
Revisión, análisis y verificación de los antecedentes familiares.
Identificación de actores clave de la familia que puedan integrarse al proceso
interventivo.
Entrevistas con miembros de la familia u otros adultos significativos, a fin de conocer el
funcionamiento familiar.
Observación de la relación entre el niño, niña y adolescente y sus figuras significativas.
Evaluación de competencias parentales.
Visitas domiciliarias, con el fin de observar al niño, niña y adolescente y su familia en su
entorno natural.
Representaciones gráficas de la estructura familiar a través de genogramas.
Representaciones de la relación entre la familia y el entorno mediante ecomapas.
Si bien cada proyecto define una manera particular de conseguir los objetivos planteados, es
posible identificar ciertas metodologías/estrategias interventivas que se repiten, siendo
ampliamente declaradas en el trabajo con familias, desde el enfoque de protección de
derechos. Estas son:
•
•
•
•
•
Talleres de intervención grupal para padres y adultos responsables.
Intervención individual para los adultos responsables y/o los miembros de la familia.
Psicoeducación, mediante la entrega de pautas, herramientas e información a los
adultos responsables.
Trabajo domiciliario con los niños, niñas y adolescentes y sus familiares.
Trabajo en red, para la satisfacción de las necesidades de la familia.
Por su parte, en el caso de los programas ambulatorios, se suma la intervención familiar, la
cual otorga un espacio formal de trabajo, destinado a abordar temáticas familiares.
En el caso de los programas residenciales, se contempla el acercamiento pre-egreso, con el fin
de generar una aproximación paulatina entre el niño, niña y adolescente y su familia; así como
el acompañamiento post-egreso, orientado a verificar si la inserción o reinserción del niño,
niña y adolescente en la familia ha sido favorable.
92
En términos de apuestas metodológicas, en general todos los proyectos utilizan estrategias y
técnicas bastante similares, apegándose a las bases técnicas elaboradas por SENAME. Sin
embargo, es posible identificar algunas prácticas que los mismos programas destacan como
innovadoras. En el ámbito de familia, se relevan los encuentros de padres y madres, sesiones
de trabajo dual entre el niño, niña y adolescente y el adulto significativo, cartillas familiares, así
como las jornadas de reencuentro entre los niños, niñas y adolescentes y familias atendidas.
93
7. Percepciones y Experiencias de Directivos y Profesionales de la Red Sename sobre
Intervenciones con Foco en Familia
Introducción
Este informe resume los principales hallazgos respecto de intervenciones de fortalecimiento
familiar de los actores involucrados directamente en los programas de las cuatro líneas
estudiadas de la red Sename, a saber: Programas de Protección Especializada, Programas
Reparatorios en Maltrato y Abuso Sexual, Programas Residenciales, y Programas de Familias de
Acogida. En particular, recoge las experiencias y percepciones tanto de directivos(as) como de
profesionales que trabajan en los diversos programas de Sename.
Para ello, se entrevistó a 33 directores(as) en las diferentes líneas programáticas y regiones
que integraron la muestra, entre los meses de septiembre y diciembre de 2013. Además se
desarrollaron cuatro grupos focales, a los que asistieron un total de 18 profesionales, de las
cuatro líneas programáticas estudiadas en la Región Metropolitana. Estas entrevistas grupales
se desarrollaron entre los meses de diciembre de 2013 y enero de 2014 37.
Dada la convergencia de la información aportada por directivos y profesionales, se presentan
en conjunto en el presente informe. Sin embargo, cabe destacar que la experiencia del trabajo
cotidiano ha sido recogida mayoritariamente desde el estamento profesional. Mientras que las
buenas prácticas provienen especialmente de los(as) directivos.
En forma adicional, se incorporan las vivencias y opiniones de cinco usuarios(as) de los
programas Sename. Tres usuarios(as) son adultos, específicamente una mujer madre y dos
mujeres cuidadoras 38. Los otros dos usuarios(as) son niños(as) atendidos por la red Sename.
Sin embargo, dado el pequeño número de usuarios al que se tuvo acceso y el muy diverso
perfil de estos, no se pudo hacer un análisis sistemático de estos casos. Es por esto que la
información de usuarios(as) se utiliza básicamente con fines ilustrativos y sólo para
complementar resultados que emergen del análisis de las entrevistas a profesionales y
directivos (grupos para los que sí se cuenta con un suficiente número de casos para hacer un
análisis adecuado).
Cabe hacer presente que se requeriría una investigación adicional para levantar la voz de los
niños, niñas y adolescentes y sus familias, protagonistas de los procesos interventivos, lo cual –
pese a los esfuerzos desplegados- no pudo ser efectuado con éxito en esta oportunidad, dado
el clima adverso que se suscitó tras las reacciones al informe Jeldres.
La tesis que origina este estudio es que fortaleciendo el vínculo entre los niños, niñas y
adolescentes y sus familias, existen mayores y mejores posibilidades de restitución de
derechos. Pero para poder intervenir sobre este vínculo, primero es necesario conocerlo, para
así comprender cuáles son las problemáticas que allí se presentan y los recursos con los que se
cuenta.
Este informe se estructura en tres partes. En la primera parte se abordan las condiciones
sociales e institucionales que constituyen el contexto dentro del cual se desarrollan las
37
Cabe hacer presente que uno de los directores(as) estaba a cargo de dos residencias
simultáneamente. La gran mayoría de los directivos y profesionales son mujeres, de profesión
psicólogas y trabajadoras sociales.
38
La madre tiene una hija atendida por Sename producto de abusos sexuales por parte de un tercero.
Una de las cuidadoras es una mujer que se hace cargo de una hermana, y la otra es una madre que
acoge a niños que no son familiares de ella.
94
relaciones familiares de los niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. Este
contexto social e institucional es relevante en tanto, por una parte, compone las condiciones
de posibilidad de las relaciones y vínculos familiares, al mismo tiempo que, por otra parte,
limita, restringe y coacciona tales vínculos familiares. Es decir, estos contextos tienen una
doble naturaleza, pues contienen tanto oportunidades como limitaciones. Así las relaciones
familiares no ocurren en un vacío, sino que están íntimamente relacionadas con los contextos
materiales, sociales, e institucionales en que se desarrollan.
En esta primera parte, primero se analizan las condiciones materiales y sociales de vida de las
familias de los niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename; según las percepciones de
profesionales y directivos. El principal hallazgo de esta sección no es novedoso, pero no por
eso resulta menos relevante. Las familias de los niños, niñas y adolescentes atendidos por
Sename, viven en entornos marcados por la precariedad material y laboral, en viviendas y
barrios de deficiente calidad, con servicios sociales insuficientes, y crecientes niveles de crimen
y violencia. En este sentido, las relaciones familiares suelen organizarse en pos de asegurar la
sobrevivencia y seguridad de los diversos miembros de una familia. Esto lleva al desarrollo de
una cultura familística, que frente a la debilidad del Estado y del mercado, recurre a los
vínculos familiares como estrategia de sobrevivencia. Pero, a la vez, esta misma precariedad
material y social, e inseguridad afectan negativamente el desarrollo de estos lazos familiares,
los cuales se ven, por decirlo de alguna manera, ‘sobrecargados’. Esta sobrecarga se debe a
que las redes familiares deben suplir demasiado, todo aquello que no provee ni el Estado ni el
mercado.
A continuación, y en esta misma lógica de dar cuenta del entorno en el cual ocurren las
relaciones familiares, el análisis se centra en el proceso judicial, la red de servicios sociales, y la
forma de financiamiento y de organización de Sename. El foco es en entender cómo, según la
visión de profesionales y directivos entrevistados, el actual marco institucional de protección a
la infancia afecta a las familias y especialmente al vínculo familiar de los niños, niñas y
adolescentes atendidos por Sename. Como se verá en esta sección, en opinión de los(as)
entrevistados(as), la actual legislación e institucionalidad sobre infancia, junto con la forma de
financiamiento y organización de Sename tienen diversos impactos negativos sobre las
familias. Entre estos efectos negativos destaca el deterioro y, a veces, quiebre de los lazos
familiares de los niños, niñas y adolescentes producto de la exposición a la institucionalidad de
protección a la infancia.
En la segunda parte de este informe, se caracteriza a las familias de los niños, niñas y
adolescentes atendidos por la red Sename, según las opiniones de profesionales y directivos
entrevistados. Primero se profundiza en la percepción de estos actores, la cual manifiesta que
las vulneraciones de estos niños, niñas y adolescentes suelen responder a historias familiares
de vulneración. En este sentido, existe consenso entre las personas estudiadas que la
vulneración de los niños, niñas y adolescentes corresponde a un eslabón más en una cadena
de vulneraciones que se reproduce a través de generaciones. Aquí el punto central es que esta
cadena intergeneracional de vulneraciones lleva a una normalización de estas dentro de las
propias familias.
En la siguiente sección se estudian las dinámicas relacionales de las familias atendidas por
Sename, según las percepciones de profesionales y directivos. Primero se estudia el tipo de
estructura familiar y su interrelación con la variable género. Específicamente se identifica un
predominio de una concepción de familia jerárquica la cual se sostiene en una relación de
géneros asimétrica. Esta asimetría de género se manifiesta en que los hombres concentran la
mayoría de los derechos y privilegios familiares, mientras las mujeres sobrellevan la mayor
parte de los deberes, obligaciones, y restricciones.
95
Al ser las mujeres las depositarias de la mayor parte de las obligaciones y responsabilidades
familiares, serán ellas, especialmente las madres o mujeres mayores (ya sea abuelas,
hermanas mayores, tías, etc.), las responsabilizadas de asegurar la sobrevivencia del núcleo
familiar. Pero, por otra parte, la prevalencia de roles de género convencionales también hará
que las mismas mujeres queden excluidas del principal medio para asegurar tal sobrevivencia,
es decir, del trabajo remunerado. En este sentido, las mujeres enfrentan una paradoja, son
responsabilizadas de garantizar la sobrevivencia familiar pero sin contar con los medios para
hacerlo. Obviamente esto tiene consecuencias negativas para las mujeres, las que se ven
exacerbadas por las condiciones de vida materiales y sociales, inseguridad, e institucionalidad
de infancia -señaladas previamente- que actúan en detrimento del desarrollo de vínculos
familiares adecuados.
Luego se revisan las opiniones de profesionales y directivos de la red Sename sobre los estilos
de crianza de las familias atendidas por Sename. En particular se analizan las formas de ejercer
la autoridad parental y cómo esto se relaciona con el tipo de vínculo que madres y padres
establecen con sus hijos(as). Aquí se destaca la preeminencia de un tipo de relación más bien
autoritaria y distante entre madres-padres e hijos(a)s, esto pese a discursos que apelan a una
masculinidad que busca tener una relación más cercana entre padre-hijo(a). Profesionales y
directivos son críticos de esta forma autoritaria de ejercer la parentalidad. Sin embargo, cabe
destacar que este estilo autoritario de parentalidad debe ser entendido en el contexto que
viven las familias atendidas por la red Sename. Este es habitualmente, como se mencionó
antes, un contexto de alta inseguridad, donde niños, niñas y adolescentes enfrentan
posibilidades ciertas de ser víctima de actos violentos y, en el caso de las niñas, además ser
víctimas de abuso sexual con mayor frecuencia. En este sentido, el autoritarismo de los padres
se basa en sus deseos de proteger a su descendencia de estos peligros.
La tercera parte de este informe revisa el trabajo de fortalecimiento familiar realizado por los
programas de la red Sename, según los reportes de profesionales y directivos. El análisis
comienza estudiando cómo los plazos y la coordinación de las diversas intervenciones de
Sename afectan el vínculo de niños, niñas y adolescentes con sus familias. La conclusión que se
obtiene, es que las intervenciones suelen tener una duración y fragmentación que afecta este
vínculo. Lo mismo sucede con las dificultades que experimentan las familias para poder
cumplir con las exigencias que involucran estas intervenciones.
La siguiente sección profundiza en los reportes de profesionales y directivos sobre el trabajo
de fortalecimiento de habilidades parentales que realizan con las familias de niños, niñas y
adolescentes atendidas por la red Sename. Aquí se observa que profesionales y directivos
generan discursos sobre la importancia de desarrollar habilidades parentales, de avanzar hacia
relaciones familiares más igualitarias y democráticas, y específicamente de la importancia de
desarrollar vínculos de apego. Sin embargo, estos discursos no suelen condecirse con las
prácticas reportadas por los propios profesionales y directivos, las cuales se caracterizan por
una intervención vertical y de escaso reconocimiento a los recursos y capacidades de las
familias intervenidas.
A continuación, se profundiza en el recurso de la familia extendida como familia de acogida.
Como se evidenció en los resultados del NCFAS-G, los programas de Familias de Acogida son
los que presentan un mejor desempeño en general. Lo que muestran las entrevistas de
profesionales y directivos, es que en casi la totalidad de los casos las Familias de Acogida son
parte de la familia extendida de los niños, niñas y adolescentes, es decir no se trata de familias
distintas. Esto indica entonces, por una parte, que la mantención del vínculo familiar es clave
para la reparación de las vulneraciones sufridas por niños, niñas y adolescentes. Por otra parte,
sugiere que pese a la opinión más bien negativa de profesionales y directivos sobre las
familias, estas sí cuentan con importantes y efectivos recursos para reparar las vulneraciones
de niños, niñas y adolescentes.
96
Resultados
A. CONDICIONES MATERIALES Y SOCIALES DE VIDA, E INSTITUCIONALIDAD INFANCIA
a. Trabajo, vivienda, servicios básicos, y violencia
Las familias de los niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename se caracterizan por
residir en barrios pobres, con una oferta de servicios básicos muy deficiente. Por ejemplo, un
profesional ejemplifica esto señalando que donde viven estas familias, “es carente todo
sistema básico. Desde la salud, la educación, la vivienda. Las mismas calles donde viven.
También la locomoción colectiva puede estar media hora, una hora, esperando micro en Lo
Espejo” (profesional, programa residencial). Es decir, el retrato que hacen directivos(as) y
profesionales de las familias de los niños, niñas y adolescentes que atiende Sename, muestra
en primer lugar las difíciles condiciones de vida que éstas enfrentan. Servicios básicos
deficientes, establecimientos educacionales de poca calidad, consultorios de salud con
recursos limitados, viviendas precarias y muchas veces donde conviven diversos núcleos
familiares, transporte público inadecuado, falta de áreas verdes y actividades recreativas 39.
Si bien no es mencionado por los(as) entrevistados(as), presumiblemente muchas de estas
familias además sufren de desempleo o de trabajos precarios, ya sea por su informalidad –que
no otorga acceso a la seguridad social- o por tratarse de empleos temporales. En este sentido,
en Chile la falta de empleo y la mala calidad de éste se encuentran desigualmente distribuidos
según nivel de ingresos. Es decir, el desempleo y los trabajos de peor calidad son más
habituales en los grupos con menores ingresos (Mideplan, 2009). Por otra parte, el desempleo
y la mala calidad de los trabajos son las principales causas que llevan a las familias a
experimentar situaciones de pobreza (Arzola y Castro, 2009; Raczynski, 2006).
A esto se suma que estas familias viven en barrios inseguros, donde el consumo de droga y
conductas delictivas no son inusuales, “viven en poblaciones que están en constante violencia,
defendiéndose del vecino que trafica” (profesional, programa ambulatorio). La propia
intervención de la policía también se transforma a veces en un incremento de la violencia,
pues se establecen áreas militarizadas (Álvarez Bravo, 2014). En este contexto se producen
cadenas de violencia que conectan violencias que ocurren en el ámbito público –por ejemplo
criminalidad-, con actos violentos en el ámbito privado –por ejemplo violencia doméstica(Auyero y Berti, 2013). Producto de esta creciente violencia y del endurecimiento de las leyes,
algunas veces los progenitores de los niños, niñas y adolescentes están en la cárcel.
Las condiciones de vida aquí descritas y que enfrentan a diario las familias de los niños, niñas y
adolescentes que atiende Sename, afectan las relaciones familiares. Por una parte, la mala
calidad del mercado laboral en conjunto con la debilidad de las políticas sociales, significa que
las redes familiares son vitales para asegurar la sobrevivencia de los grupos de menores
ingresos. De hecho diversos estudios de pobreza y parentesco en Chile y América Latina,
señalan que las redes familiares son clave para asegurar su sobrevivencia 40. Cabe destacar que
en Chile, en el período 1990-2006, los hogares extendidos se han mantenido relativamente
estables, en torno a un quinto del total de hogares, y son más frecuentes en grupos de bajos
ingresos, pese a las profundas transformaciones que ha experimentado el país en este período
(Mideplan, 2006).
39
A lo largo del texto se identifica a los(as) entrevistados(as) según su cargo (profesional, directivo) y
tipo de programa (residencial o ambulatorio). Se evita indicar el sexo para resguardar el anonimato de
estos entrevistados, dado el escaso número de hombres.
40
Para Chile ver: Valenzuela, 2006a y 2006b; y Raczynski y Serrano, 1985. Para otros países de América
Latina y del Caribe, ver: Fonseca, 1991; Lomnitz y Pérez-Lizaur, 1984; Smith, 1996.
97
Que los lazos familiares sean los depositarios últimos de la sobrevivencia familiar, está en
sintonía con una cultura familística, que valora los lazos de sangre por sobre cualquier otro
vínculo social. Pero por otra parte, significa que tales lazos, en los casos de los grupos de
menores ingresos, están sobrecargados pues tienen que suplir deficiencias mucho mayores
por parte del Estado y del mercado, que las que enfrentan las familias de grupos más
acomodados (quienes tienen acceso a mejores servicios y pueden optar por comprar en el
mercado aquello que no reciben del Estado).
Por otra parte, la creciente violencia e inseguridad de los barrios donde viven las familias de los
niños, niñas y adolescentes que atiende Sename significa una sobrecarga adicional para los
lazos familiares, especialmente de padres a hijos. Esto porque las personas responsables de los
niños, niñas y adolescentes gradualmente deben invertir más energías en proveer la
protección para su descendencia que no proveen las agencias de control del crimen (policías y
sistema judicial).
b. Legislación e institucionalidad infancia
La intervención de tribunales y de Sename tiene un profundo impacto en las familias y en los
niños, niñas y adolescentes. Según directivos y profesionales entrevistados, la intervención de
estos agentes estatales tendría como efecto inmediato la alteración y muchas veces la ruptura
de estructuras y vínculos familiares. En palabras de un profesional, “se genera todo un
desequilibrio. A veces tienen que salir personas de la casa que estuvieron por años ahí. A veces,
no sé, el abuelo viene abusando de las hijas de la cuñada, de las nietas, y estuvo siempre en la
casa. Era el abuelito, y era incluso querido por el barrio” (profesional, programa ambulatorio).
Incluso hay entrevistados que señalan que esta intervención constituye un daño adicional que
se suma a la vulneración original que motivó la intervención. Como señala un profesional,
“interrumpir la situación de vulneración, o sea sacar al niño de su familia, es una medida
extrema. Por lo tanto, cada vez que el tribunal hace eso, lo que está haciendo en aras de la
protección, es agregar una vulneración súper grave a esa familia, a ese niño, que es separarlo
de su vida, de su familia” (profesional, programa residencial).
A esto se suma la duración del proceso judicial, que suele ser extensa e incierta, otra dificultad
que afecta negativamente las relaciones familiares de los niños, niñas y adolescentes
atendidos por la red Sename. La percepción general de directivos y profesionales es que una
vez que niños, niñas y adolescentes entran en contacto con tribunales y son ingresados a un
programa de Sename, habitualmente su estadía se prolongará por bastante más de lo
esperado, y así el egreso se demora de manera indefinida. En palabras de un entrevistado,
“hay pautas de que se pueden egresar, y cualquier cosa que encuentren, lo tiran par atrás [en
tribunales]” (profesional, programa ambulatorio). De manera similar, otro entrevistado explica
que generalmente se señala que la estadía de los niños, niñas y adolescentes en un hogar es
temporal (por ejemplo, por sólo 6 meses). Sin embargo, en la práctica, “en el noventa por
ciento [de los casos] se extiende” (profesional, programa ambulatorio).
De hecho una de las mujeres cuidadoras entrevistadas lleva cinco años asistiendo a un FAE, lo
que considera una duración excesiva, más aún considerando la incertidumbre en que ha
estado todo ese tiempo respecto de los niños, niñas y adolescentes a su cargo. Como reporta
en relación a su experiencia con Sename, “me hicieron perder mucho tiempo. Ellos me dijeron
que tenían que pasar por lo menos dos años para que pudieran hacer un informe que dijera
que si uno está o no está preparada para hacerse cargo de los niños. Y yo ahí estuve yendo
como tres años y medio, y nunca ni si quiera me dijeron que podía intentarlo de hacerme cargo
definitivamente de los niños”.
Esta duración excesiva, y sobre todo, incierta, preocupa a directivos y profesionales, pues
puede terminar cortando el vínculo de los niños, niñas y adolescentes con sus familias de
98
origen. Así, la intervención de tribunales y de Sename puede desembocar en que los niños,
niñas y adolescentes sean abandonados por sus familias. Esta situación es vista por varios
entrevistados(as) como un daño aún mayor que la vulneración que motivó la intervención de
Sename en primer lugar. En este sentido, un entrevistado menciona, “no se tiene que aislar al
niño, la separación y el abandono tienen costos mayores que alguna situación abusiva que
puede ser reparada” (directivo, programa residencial). De manera similar un profesional
señala, “se supone que todos los niños deberían estar de manera temporal, pero en la práctica
hay muchos niños que terminan en abandono total” (profesional, programa ambulatorio).
En este mismo sentido, directivos y profesionales reportan que muchas veces los niños, niñas y
adolescentes tienen una larga trayectoria de estadía en la red Sename. El problema, según
los(as) entrevistados(as), es que muchas veces esta estadía prolongada no se asocia a un
progreso en el bienestar de niños, niñas y adolescentes, sino más bien a todo lo contrario. Por
ejemplo un entrevistado señala, “cuando uno consulta el registro histórico de SENAINFO, uno
se da cuenta que han pasado por hogares de protecciones, por CEPIJ, PRM, por un montón de
instituciones que no han hecho más que cronificar una situación más que otra cosa”
(profesional, programa residencial). Es decir, para directivos y profesionales de la red Sename,
una intervención prolongada –similar a una institucionalización extensa- conlleva una serie de
situaciones de daño para los niños, niñas y adolescentes. De hecho, sería esperable que esta
trayectoria de intervenciones no sea particularmente beneficiosa para el fortalecimiento de los
vínculos de niños, niñas y adolescentes con sus familias.
En este contexto, no es de extrañar que directivos y profesionales resientan la dependencia de
Sename del Ministerio de Justicia. En su opinión, al depender Sename del Ministerio de
Justicia, su forma de abordar a las familias de los niños, niñas y adolescentes está enmarcada
por la justicia criminal, y no por una perspectiva social. Como resume un entrevistado, la
dependencia de Sename, “hace que todo esto tienda a hacer victimarios a padres que a veces
no son victimarios, sino que son, insisto, víctimas de una situación histórica generacional”
(profesional, programa residencial).
Otra consecuencia de que Sename sea organismo dependiente del Ministerio de Justicia, es
que -de acuerdo a la opinión de los(as) entrevistados(as)- las familias lo vinculan y
responsabilizan del proceso judicial. Es decir, si las familias ven que el proceso penal es
ineficiente en castigar a los culpables de la vulneración de los niños, niñas y adolescentes,
entonces para estas pierde sentido participar de la intervención de Sename. Como explica un
profesional, “son muchas las personas que se frustran rápido con la terapia cuando el tipo está
libre. Cuando en lo judicial no ocurre nada […]. Porque muchas veces es el vecino. Y ver todos
los días al vecino” (profesional, programa residencial). Es más, según profesionales y directivos,
muchas veces Sename es visto por las familias como parte de los tribunales. Como describe un
entrevistado, para las familias ellos son, “los sapos del tribunal, y también los quita-niños”
(profesional, programa residencial).
Es decir, que Sename sea parte de la institucionalidad judicial dificultaría el trabajo con las
familias y con los niños, niñas y adolescentes. Directivos y profesionales destacan que las
familias difícilmente podrán confiar en quienes los están sancionando por sus conductas. Es
decir, familias y niños, niñas y adolescentes ven a Sename como responsable del quiebre
familiar producido por el paso de los niños, niñas y adolescentes vulnerados por tribunales, y
esto hace el trabajo de Sename -con las familias y con los niños, niñas y adolescentesespecialmente difícil. En palabras de una profesional, las familias “están enojadas con las redes
[de Sename] porque fueron quienes les quitaron a sus hijos. No quieren nada con las redes”
(profesional, programa residencial). De manera similar, la obligatoriedad de la intervención de
Sename contraría a las familias. Un profesional reporta que si bien el cincuenta por ciento de
ellas termina por entender que la intervención sí puede ser de ayuda, “el otro cincuenta por
ciento no lo ve como una ayuda” (profesional, programa ambulatorio).
99
En definitiva, por una parte la intervención de la justicia habitualmente tendría un impacto
negativo sobre los vínculos familiares de niños, niñas y adolescentes. Por otra parte, que
Sename forme parte de este mismo sistema, por su dependencia del Ministerio de Justicia,
constituye un obstáculo, a veces insalvable, para la construcción de un vínculo entre los niños,
niñas y adolescentes y sus familias, y los equipos profesionales de la red Sename. Es decir la
actual institucionalidad de protección a la infancia y su forma de operación no sólo impacta
negativamente los lazos familiares de niños, niñas y adolescentes atendidos por esta
institucionalidad, sino que además dificulta la construcción de vínculos entre estos niños, niñas
y adolescentes y los equipos profesionales de la red Sename. Este último punto se vuelve a
tratar en la siguiente sección, a propósito de la forma de financiamiento y gestión de Sename.
En un nivel más macro, el análisis de las entrevistas releva otra deficiencia de la actual
institucionalidad de protección a la infancia, cual que esta no es acorde a la Convención sobre
los Derechos del Niño (CDN), la cual fue ratificada por Chile en 1990. En opinión de directivos y
profesionales, esto constituye una vulneración por parte del Estado de Chile a los derechos de
los niños, niñas y adolescentes. Como señala un entrevistado, “el problema grave en nuestro
país es que no hay una ley de protección a la infancia, y como no hay una ley de protección,
nadie obliga a nadie” (directivo, programa residencial). Esta ausencia de un marco legal e
institucional acorde a los estándares de la CDN significa que los niños, niñas y adolescentes
están desprotegidos por parte del Estado, frente a las vulneraciones de derechos que sufren.
Así un(a) entrevistado(a) destaca, la paradoja que tienen que trabajar en pos del interés
superior de los niños, niñas y adolescentes, sin que esto esté “respaldado por una ley”.
La ausencia de un marco legislativo apropiado también se hace presente, como señala otro(a)
entrevistado(a), en que, “tenemos una legislación, una ley que no protege a los niños. O sea la
mayoría de los abusos sexuales quedan en nada” (profesional, programa ambulatorio). En este
sentido, la madre entrevistada, cuya hija es atendida por Sename producto de abusos
sexuales, señala “no hubo justicia para [mi hija]. Una sensación mala, porque igual la justicia,
así como que hablan tanto, en el Sename, en la tele, que los derechos de los niños […]. La
iglesia católica tiene mucha plata. Hay mucho poder. Y a uno aunque le pase lo que le pase a
los niños, […] nunca le va a ganar el caso a la iglesia”.
Directivos y profesionales destacan que a esta ausencia de legislación adecuada se suma la
escasa voluntad de tribunales para utilizar las herramientas con las que actualmente cuentan
para proteger el interés superior de los niños, niñas y adolescentes. De hecho, hay consenso
entre los entrevistados en señalar que las familias de niños, niñas y adolescentes vulnerados,
especialmente las que han tenido un mayor contacto con el sistema judicial, saben
perfectamente que no les pasará nada si no cumplen con las disposiciones de tribunales. Como
resume un profesional, “en la práctica […] te pueden haber apercibido tres veces y no te van a
tomar preso. En el fondo tienen la capacidad pero no lo llevan a la práctica. […] Entonces no
pasa nada, y la gente sabe que no pasa nada” (profesional, programa ambulatorio). Para los
entrevistados, este es una evidencia contundente del poco peso que asignan los tribunales a
las vulneraciones que sufren los niños, niñas y adolescentes.
Por otra parte, directivos y profesionales destacan que la red de servicios públicos para niños,
niñas y adolescentes atendidos por Sename es deficiente, especialmente en relación a la
atención de salud mental, y a la rehabilitación de consumo alcohol y drogas. Como reporta un
profesional, habitualmente, “no hay vacantes, no son suficientes, no es el servicio adecuado
para esta persona. Nos topamos por ejemplo: con la realidad de que para las niñas
adolescentes hay muy poca oferta para rehabilitación [de consumo de drogas]” (profesional,
programa ambulatorio).
Adicionalmente varios directivos y profesionales, reportan que niños, niñas y adolescentes
atendidos por Sename, especialmente en programas residenciales, son muchas veces
100
discriminados y estigmatizados por otras instituciones. Los más mencionados en este sentido
son colegios y consultorios de salud general y mental. Como describe un profesional, “tenemos
reuniones con los encargados a nivel municipal para poder ingresar a los chiquillos [al colegio].
Es un tira y afloja, el director dice: ‘No tengo cupos, se me acabaron’ y al otro lado: ‘lo tienes
que integrar’. […] Y [del colegio] nos llaman por lo menos dos días a la semana, y otros tres días
los suspenden” (profesional, programa residencial). En el caso de los consultorios, varios
destacan las trabas que estos ponen para trabajar con niños, niñas y adolescentes que están
institucionalizados, pues el modelo de trabajo de los consultorios requiere trabajar con la
familia, y al no estar ésta presente, prefieren no atender a estos niños, niñas y adolescentes,
que justamente son quienes se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad.
c. Financiamiento y organización Sename
La evidencia recogida a través de entrevistas a profesionales y directivos muestra que la forma
de financiamiento y de organización de Sename dificulta la construcción de vínculos adecuados
entre los programas de la red Sename y, los niños, niñas y adolescentes atendidos. En cuanto
al financiamiento, Sename funciona a través de licitaciones de corto plazo, que adjudican a
organismos colaboradores para poner en práctica sus programas. Sin embargo, este modo de
financiamiento genera una serie de consecuencias negativas para el establecimiento de un
vínculo positivo y estable entre los equipos profesionales y los usuarios. El funcionamiento en
base a licitaciones de corto plazo inhibe la planificación e inversión y construcción de equipos
en el largo plazo. También constituye un desincentivo a la capacitación y perfeccionamiento de
recursos humanos en profundidad (más allá de talleres puntuales). Además, directivos y
profesionales señalan que los montos otorgados por Sename son bajos, lo que afecta
especialmente la cantidad y calidad de los equipos de trabajo 41.
Los bajos sueldos y las pocas oportunidades de desarrollar una carrera de largo plazo, lleva a
una alta rotación de los(as) profesionales. Esto tiene un efecto claramente negativo para las
posibilidades de construir un buen vínculo entre los equipos profesionales de Sename y los
niños, niñas y adolescentes y sus familias, generando victimización secundaria. En palabras de
un profesional “uno muchas veces vulnera nuevamente a las familias, porque tienen que
nuevamente contar lo mismo que ya han explicado en muchas oportunidades. Eso es muy
negativo” (profesional, programa residencial). De manera similar, un directivo comenta
respecto del impacto negativo de la rotación para la construcción de un vínculo entre los
niños, niñas y adolescentes y los equipos profesionales, “nosotros [que] estamos para mejorar
eso, lo vamos empeorando. Vamos contribuyendo a que los chiquillos sigan aumentando la
desconfianza, porque se van los profesionales, nos cuesta un mundo encontrar otro
profesional, un mes, dos meses, el proceso de selección es largo. Entonces los chiquillos quedan
en abandono de nuevo” (directivo, programa ambulatorio). Esto mismo es reportado por la
madre entrevistada, “de repente llega una se fue y se fue no más y se van los profesionales.
Ninguna ha sido fiel a ella [hija]”. De esta manera, las experiencias de abandono van
reproduciéndose, esta vez por responsabilidad de los propios agentes de la reparación.
El operar a través de un modelo público-privado basado en licitaciones y subvenciones,
generalmente es defendido como una forma de contrarrestar el centralismo estatal,
otorgando mayor autonomía a actores locales y/o expertos ubicados fuera del aparato estatal.
Esto, en el entendido que el Estado chileno históricamente ha sido fuertemente centralizado y
autoritario. La evidencia recogida aquí sugiere que el modo de operar de Sename se basa en
una desconcentración administrativa, pero ello no impide mantener la centralización en la
toma de decisiones. Este modo de funcionamiento podría contraponerse al modelo
41
Esto ha sido documentado para otros ámbitos intervención estatal que siguen este modelo (por
ejemplo para violencia doméstica ver: Hiner, 2013).
101
democrático e igualitario que se requiere promover entre las familias de los niños, niñas y
adolescentes.
B. CARACTERIZACIÓN DE LAS FAMILIAS
a. Historias familiares de vulneración
En opinión de directivos(as) y profesionales, los niños, niñas y adolescentes que ellos atienden
son vulnerados producto de historias familiares de daño. Al decir de un entrevistado, “son
historias de vulneración de los mismos adultos, que ellos han sido vulnerados en su infancia”
(profesional, programa ambulatorio). La visión de los(as) entrevistados(as) es que los niños,
niñas y adolescentes vienen de familias con una historia de vulneraciones, que se transmite de
una generación a otra, a veces por varias generaciones. Como señaló un entrevistado, “en
general hemos visto que la mayor parte de estas familias, son familias que han tenido daños y
vulneración transgeneracional. Hay un vínculo que está como alterado, por decirlo de alguna
manera, desde generaciones. Y que eso se va como perpetuando en el tiempo” (profesional,
programa ambulatorio).
La principal consecuencia de estas trayectorias familiares de vulneración, es que estas familias
no identifican las situaciones vividas por los niños, niñas y adolescentes necesariamente como
una vulneración, y –por tanto- no contemplan la necesidad de reparación subsecuente. Como
se señala un entrevistado, “la vulneración de derecho no tiene principio en el niño sino el origen
viene del adulto que los cuida y estos adultos a su vez también fueron sujetos a violencia en su
infancia, por lo tanto ellos no lo entienden como vulneración, son modelos que han aprendido”
(directivo, programa residencial). Es decir, los(as) adultos(as) de estas familias habitualmente
mencionan haber vivido una situación de daño similar y haberla superado, de una u otra
manera, esgrimiendo esto como prueba que no hace falta una intervención externa. Un
profesional señaló que típicamente el progenitor o cuidador de niños, niñas y adolescentes
dice, “yo también tuve un daño y tuve que convivir con esto. Y es posible sobrevivir con esto
porque yo estoy aquí parado. Entonces: con mi hijo o con mi hija, no necesitan esto porque
mire, a mí me pasó” (profesional, programa ambulatorio).
Otra forma de minimizar el daño sufrido por los niños, niñas y adolescentes, es apelar a la idea
que al ser niños(as) olvidarán lo sucedido, o que sencillamente no lo habrían vivido como un
perjuicio. Al decir de un entrevistado, los(as) progenitores(as) o cuidadores(as) señalan, “no, si
no se va a acordar, si es chico, si no se dio cuenta” (profesional, programa ambulatorio). De
esta manera, los entrevistados señalan que en estas familias se genera una naturalización o
normalización del daño, que dificulta la labor de reparación. A este respecto, Finkelhor (2008)
ha señalado que uno de los mitos más frecuentes en el tema de victimización infantil es que
los niños quedan menos afectados, producto de su capacidad de recuperación y de olvido.
Esta normalización va de la mano con el patrón convencional de no hablar frente a
vulneraciones sufridas. Como menciona un profesional, “son temáticas que nunca fueron
tratadas, a veces son tabúes familiares y no se hablan […]. Soltar algunas cosas que son de
abuso, de violaciones, en su infancia. Son cosas que nunca las han conversado, nunca han sido
un tema. Han aprendido a vivir con eso así no más como fue, y darle para delante”
(profesional, programa residencial).
Esta expectativa de mantener silencio sobre estas experiencias de vulneración también
significa que hablar para los niños, niñas y adolescentes significa, de alguna manera, traicionar
a sus familias. Como dijo una entrevistada, “cuando el abuso ha sido intrafamiliar, los niños se
sienten como violando el secreto familiar y traicionando el rito familiar. Están silenciados
implícita o explícitamente. Hay un quiebre en este contar el hecho, el motivo del ingreso”
102
(profesional, programa ambulatorio). De manera similar otro profesional reporta, “los temas
de la familia son entre cuatro paredes. O sea si a mí me pegaron en la casa es porque es un
tema de mi casa y de ahí no sale, y no tengo por qué ir a contarle al carabinero” (profesional,
programa ambulatorio).
Es decir, este silenciamiento contribuye, por una parte, a la reproducción de situaciones de
vulneración. Este tipo de comportamientos y sus consecuencias negativas para la reproducción
de situaciones de vulneración, también ha sido reportado por investigaciones referidas a
violencia doméstica (Larraín, 2008). Por otra parte, este no hablar también produce un cierto
aislamiento, no sólo de los niños, niñas y adolescentes víctimas de una vulneración, sino
también de sus familias. Desde una perspectiva que busca reforzar y promover el desarrollo de
vínculos familiares generativos, sin duda que esta estrategia de silenciamiento frente a las
vulneraciones experimentadas (o de las que se ha sido testigo) constituye un desafío a
trabajar. De hecho, el silenciar las situaciones de daño es la antípoda del enfoque terapéutico,
psicológico-psiquiátrico, que deposita justamente en la expresión el medio para superar el
daño sufrido. Este enfoque, como se ha visto en capítulos anteriores de este informe, es de
hecho el más utilizado como forma de intervención por los programas de la red Sename.
Por ejemplo, algunos profesionales señalan que es habitual que los familiares de niños, niñas y
adolescentes digan, “¿para qué va a trabajar en terapia? No lo hagan hablar de eso, no le
recuerden, por favor no le haga que hable” (profesional, programa ambulatorio). También una
de las cuidadoras entrevistadas se quejó que en el caso de un niño a su cargo la psicóloga
insistía en hablar una y otra vez sobre la muerte de su madre (que ocurrió cuando él era muy
pequeño). La cuidadora se oponía a esto, pues en su opinión el constante hablar sobre su
madre muerta, llevaría a que el niño no pudiera salir adelante, pues nunca podría llegar a
olvidar la muerte de ella.
b. Familia patriarcal: subordinación y sobrecarga femenina
Directivos y profesionales también mencionan como un rasgo de estas familias un claro
carácter jerárquico y patriarcal. Esta concepción de la familia se caracteriza por roles de género
convencionales, que van de la mano de un entendimiento jerárquico de la familia, donde al
interior de ésta, el hombre goza de poder y privilegios, mientras que la mujer e hijos(as) deben
cumplir con deberes y obligaciones (Therborn, 2004). Como describe un profesional, “lo
masculino se superpone a todo lo femenino, y lo femenino con la infancia quedan subyugados
al mandato masculino” (profesional, programa ambulatorio). En concreto, esta familia
patriarcal se traduce en que los hombres deben ser los proveedores de la familia, mientras que
las mujeres deben quedar a cargo del cuidado de la casa y de la crianza de los(as) hijos(as) 42.
En este contexto, el acceso de las mujeres a trabajo remunerado es muy resistido. En palabras
de un profesional, “hay mucha resistencia para ver a la mujer con mayor independencia, con la
capacidad de trabajar fuera de la casa […]. Es casi como que están en la calle, porque quieren,
como que anduvieran callejeando. No como que necesitara ese trabajo” (profesional,
42
Existe una amplia literatura que muestra el predominio de estos roles de género en América Latina.
En particular se sugiere ver: Chant (2003); y Melhuus y Stølen (1996). Para Chile ver: Valdés y Valdés
(2005). Cabe destacar también la reciente emergencia de un discurso entre padres (hombres), quienes
crecientemente reportan querer tener una relación más cercana y afectuosa con sus hijos(as) (para
Chile ver: Olavarría, 2001; Ramm, 2013; Valdés, 2008, y para México: Gutmann, 2007). Sin embargo,
no es claro que tal discurso se materialice en cambios conductuales sustantivos, en tanto la evidencia
provista tanto por las entrevistas de profesionales y directivo, como a usuarios, muestra un claro
predominio del modelo convencional-patriarcal de masculinidad.
103
programa ambulatorio). Esto está en concordancia con evidencia reciente para el caso chileno,
que muestra que la principal barrera que enfrentan las mujeres con hijos en el país para
ingresar al mercado laboral pagado no son los hijos, sino tener una pareja hombre (esposo o
conviviente) (PNUD, 2010). De hecho el mismo informe concluye que, en general, en Chile el
trabajo femenino remunerado fuera del hogar es tolerado sólo si no afecta el papel de la mujer
en tanto madre y esposa. Ese mismo reporte muestra también que son las mujeres de
menores niveles de ingresos y de escolaridad las que están rezagadas en su acceso al trabajo
remunerado.
La descalificación del trabajo remunerado de las mujeres es altamente problemático, pues la
investigación acumulada es contundente al señalar la centralidad del trabajo pagado como
mecanismo para superar la pobreza (para el caso chileno, por ejemplo ver: Raczynski, 2006).
Como se mencionó anteriormente, la pobreza y las condiciones de vida asociada a ésta se
traducen en una sobrecarga de los vínculos familiares.
Son las mujeres –principales cuidadoras de los niños, niñas, y adolescentes- quienes se ven
enfrentadas a una situación paradójica. Por un lado, se espera que en cuanto mujeres sean las
encargadas por excelencia de criar a sus hijos(as), pero al mismo tiempo, le es vedado el
acceso a los medios materiales para hacerlo, puesto que su participación en el trabajo pagado
es condenada, principalmente por sus propias parejas masculinas. De hecho, en capítulos
anteriores de este informe se destacó que la mayoría de las cuidadoras mujeres de niños,
niñas, y adolescentes atendidos por Sename son dueñas de casa.
Que las mujeres enfrenten esta situación paradojal sin duda afecta su bienestar. De hecho
estadísticas sobre salud, muestran que en Chile la depresión es más habitual entre mujeres y
que ésta se incrementa a menor nivel de ingresos (Minsal, 2010). Un estudio sobre depresión
maternal que considera sectores de bajos ingresos de la ciudad de Santiago, también muestra
cómo la depresión se relaciona positivamente con una menor escolaridad, cantidad de
personas viviendo en una misma residencia, hacinamiento, y allegamiento ( Wolf, de Andraca,
y Lozoff, 2002). Por otra parte el estudio clásico de Brown y Harris (1978) sobre las causas
sociales de la depresión femenina, señala que la mayor prevalencia de la depresión entre
mujeres de menores ingresos se relaciona, entre otros factores, con tener hijos pequeños y no
tener un trabajo remunerado. Factores que son agravados en la presencia de duras
condiciones de vida, como las experimentadas por las familias de niños, niñas y adolescentes
atendidos por la red Sename. Al respecto un directivo señala:
Estas mujeres que tuvieron depresión, que fueron al psicólogo y que nadie se preocupo más.
Entonces ¿qué es lo que pasa? Que se acostumbran a estar en ese estado y no acuden más.
Hay hartas mujeres que están enfermas. Con diabetes, con anemia, con tumores, con cáncer,
problemas a la presión. Pero en el fondo nadie las ve (directivo, programa ambulatorio).
El estudio de Brown y Harris (1978) concluye que la depresión se asocia con falta de
reconocimiento y de valoración. Es así que la falta de trabajo remunerado fuera del hogar de
las mujeres madres y cuidadoras, significa no sólo la falta de acceso a recursos económicos
altamente necesarios para las familias, sino también que ellas quedan aisladas de toda red
social más allá de su pareja y de familia extendida. En el marco teórico ya se indicó el proceso
de aislamiento social que muchas veces va de la mano de historias familiares de vulneración.
De hecho el informe de desarrollo humano del PNUD sobre género (2010), muestra que
efectivamente en Chile las mujeres tienden a mostrar menos redes sociales que los hombres y
a estar concentradas casi exclusivamente en redes familiares. A esto se suma que la
inseguridad de los barrios donde viven las familias de niños, niñas, y adolescentes atendidos
por Sename, produce muchas veces un debilitamiento de los lazos de esas comunidades
locales, ya que las familias prefieren cortar toda forma de vínculo para evitar verse
involucradas en problemas.
104
Que las mujeres trabajen en forma remunerada fuera del hogar constituye una amenaza para
la hegemonía masculina en diversos ámbitos. Parte importante del rechazo de las parejas
masculinas a que las mujeres trabajen en forma remunerada fuera del hogar, tiene que ver con
el control que ellos ejercen sobre ellas. Como se mencionó anteriormente, el trabajo pagado
da acceso a las mujeres a una red social más allá de su marido/pareja y de su familia de origen,
red que también ofrece la posibilidad de conocer nuevas parejas. La literatura muestra que
esta última posibilidad es lo más resentido por los hombres en Chile, y así la incorporación de
la mujer al trabajo remunerado fuera del hogar puede desembocar en situaciones de violencia
hacia la mujer (Tinsman, 1995; Ramm, 2013). De hecho, la evidencia muestra que el
aislamiento social y mayor sumisión de la mujer aumentan las probabilidades que ésta sea
víctima de violencia de género (Larraín, 2008).
En síntesis, según la opinión de profesionales y directivos, entre las familias de los niños, niñas,
y adolescentes atendidos por la red Sename predomina un tipo de familia patriarcal basada en
una subordinación de lo femenino a lo masculino. Cabe destacar que este tipo de familia no es
exclusivo de este grupo, ya que la evidencia es contundente en mostrar que éste es el modelo
de familia que en general predomina en Chile, incluso en los sectores de mayores ingresos 43.
Sin embargo, en el caso de los grupos de bajos ingresos –que corresponde a la mayoría de la
población atendida por Sename- se presenta como agravante la escasa participación de las
mujeres –madres y cuidadoras- en el trabajo pagado fuera del hogar. Esto porque resta
recursos económicos vitales para el bienestar de las familias y favorece el aislamiento social de
éstas. Además resta autonomía a las mujeres madres-cuidadoras, aumenta sus probabilidades
de desarrollar depresión, y de ser víctimas de violencia de género. Evidentemente, dado el
papel central de las mujeres en el cuidado de niños, niñas, y adolescentes, estos efectos
negativos también se hacen extensivos al ejercicio de sus responsabilidades parentales y al
tipo de vínculo que puedan desarrollar con su descendencia.
Para concluir esta sección cabe destacar, primero, que el predominio masculino también se
hace presente en que se le asigne una gravedad distinta al abuso sexual según el género la
víctima. Como se mencionó, la concepción de género convencional se basa en una asimetría
sexual a favor de los hombres. En este sentido un profesional reporta, ‘si abusaron de un niño,
es terrible, porque “puede ser homosexual”. Pero si abusaron a una niña no es tan terrible,
porque “igual algún día le iba a pasar”’ (profesional, programa ambulatorio). Esta misma
situación, de mayor tolerancia hacia el abuso sexual femenino, también se repite para mujeres
mayores de 18 años (Casas Becerra y Mera, 2004).
Segundo, que la autoridad masculina se ve reforzada, al decir de profesionales y directivos, por
el propio marco legal chileno, que reconoce la autoridad legal paterna pero tiene mayores
dificultades para reconocer la autoridad legal materna. Esto, pese a que las madres –o alguna
figura femenina- son las que en general se hacen cargo de los niños, niñas, y adolescentes en la
práctica. En palabras de un profesional, “el que asume la responsabilidad legal es el hombre.
Pero en la práctica el que asume la responsabilidad son las madres” (profesional, programa
residencial). La hegemonía del padre por sobre la madre en términos legales tiene una larga
historia, y pese a cambios ocurridos en las últimas décadas esa matriz patriarcal al parecer
sigue operando 44.
43
Al respecto ver el estudio de Thumala (2007), quien hace un detallado análisis de la concepción de
familia predominante entre la élite económica del país.
44
Para un riguroso análisis histórico del marco legal que afecta a los niños, niñas y adolescentes en
relación a la paternidad para el caso de Chile ver: Milanich (2009).
105
c. Autoritarismo como estrategia de protección
De manera esperable, según el modelo de familia imperante en el país, directivos y
profesionales señalan que entre las familias de los niños, niñas, y adolescentes atendidas por
Sename, predomina un modelo autoritario de crianza. En este modelo es central la obediencia
de los(as) niños(as) hacia sus padres, y para lograrla habitualmente se recurre a los castigos
físicos. Como señala un entrevistado, “toda la familia siempre cree que la protección del niño
es como tenerlo así cortito” (directivo, programa residencial). Este recurso a los castigos físicos
como forma de imponer la autoridad de los padres sobre su descendencia es frecuente en
Chile, y se incrementa a menor nivel de ingresos (mientras que la violencia psicológica es más
común entre sectores más acomodados) (Larraín y Bascuñan, 2008). El mismo estudio de
Larraín y Bascuñan concluye que quienes han sido víctimas de violencia física son los que más
la defienden como método de enseñanza, lo cual es concordante con lo que reportan
profesionales y directivos, sobre cómo se reproducen de una generación a otra patrones de
violencia intrafamiliar.
Basado en las entrevistas a profesionales y directivos, es probable que este recurso de castigos
físicos en sectores de menores ingresos se relacione con los mayores peligros inmediatos que
enfrentan las familias que viven en entornos de pobreza e inseguridad. Este encadenamiento
entre las violencias de la calle y del hogar, ha sido estudiado en profundidad para barrios
marginales de otros lugares de América Latina (Auyero y Berti, 2013). Así frente a entornos
altamente amenazantes y peligrosos los padres y cuidadores recurren al uso de violencia física
como un mal menor, como estrategia de protección frente a la posibilidad que niños(as) y
adolescentes sean víctimas de violencias peores. En el caso de las mujeres, se suma además el
peligro del abuso sexual, que va de la mano con el predominio de lo masculino sobre lo
femenino 45.
Pese a los positivos resultados que muestra la escala NCFAS-G respecto de las habilidades
parentales de las familias de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename,
profesionales y directivos son muy críticos de éstas. De hecho, una de las principales críticas
que profesionales y directivos hacen a las familias de niños, niñas y adolescentes atendidos por
la red Sename, es la falta de vínculo afectivo de éstas hacia su descendencia. Para ilustrar esta
situación un profesional describe una típica dinámica familiar como, “una guagua llora y llora y
no la pescan. No sé. Hay violencia intrafamiliar. El marido le pega a la señora, a la guagua, o
sea ¿quién va a estar preocupado de acurrucar, de acoger, de sostener? Nadie” (profesional,
programa residencial). En opinión de directivos y profesionales esta distancia afectiva o falta
de vínculo tiene profundas consecuencias, las que pueden ser aún más devastadoras que la
propia situación de vulneración de derechos. En palabras de un directivo, “la negligencia va
asociada al abandono de cualquier tipo y suele ser más dañina que experiencias de abusos
para los niños, es soterrada y se da a través del tiempo dejando daños sentimentales en los
niños, estamos hablando de primera infancia con trastornos del apego” (directivo, programa
residencial).
Otro aspecto que mencionan es la falta de habilidades de madres/padres y cuidadores para
criarlos sin recurrir a castigos físicos, según la opinión de profesionales y directivos. De hecho
algunos profesionales señalan que madres/padres y cuidadores refieren dejar que niños, niñas
y adolescentes hagan lo que ellos deseen, argumentando que, “como ahora no se les puede
decir nada, yo lo dejo que haga lo que quiera”. Frente a esta habitualidad del castigo físico
como forma de enseñanza, el desafío es, según profesionales y directivos, “mostrarle a la
45
Lo cual se confirma según los resultados de la encuesta a profesionales tratantes, que muestran que
niñas y adolescentes mujeres son ingresadas a Sename producto de ser víctimas de delitos sexuales en
forma mucho más habitual que niños y adolescentes hombres.
106
señora que no porque ahora no pueda pegarle al niño, quiere decir que no pueda educarlo”
(profesional, programa ambulatorio).
Algunos profesionales explican el recurso de castigos físicos, como reflejo de una falta de
vinculación afectiva de las familias con los niños, niñas y adolescentes. Esta falta de vinculación
radica, en opinión de algunos profesionales, en que las familias suelen ver a sus hijos(as) como
una posesión, más que como personas. Al decir de un profesional, “los ven como una cosa, una
cosa que es mía. Y como es una cosa que es mía, es mi hijo, yo le puedo pegar, y lo puedo
maltratar, incluso lo puedo abusar, pero no tú, porque tú no eres dueño de esta cosa”
(profesional, programa ambulatorio).
Otros directivos y profesionales describen la relación entre madres, padres, y cuidadores; y
niños, niñas y adolescentes como ambivalente. Esta ambivalencia se manifiesta en la
coexistencia de discursos de valoración de los niños, niñas y adolescentes en paralelo a
discursos de descalificación. En palabras de un profesional, “te dicen todo el rato que el niño es
malo, o que el niño es mentiroso, pero [al mismo tiempo] ellos están todo el rato de: ‘Mi
chiquitito venga, mi campeón, mi princesa, mi reina’” (profesional, programa ambulatorio).
Además algunos profesionales señalan que las familias tienden a depositar la responsabilidad
de la vulneración en los propios niños, niñas y adolescentes. Como señala un profesional, los
padres típicamente dicen que la internación de su hijo(as) se debe a que, “’se portaba mal’, no
es porque: ‘Yo fui negligente, porque yo lo maltrataba, porque yo hice esto, o no cumplí con
tales funciones de padre’. Sino porque el niño era un ‘niño malo’” (profesional, programa
ambulatorio).
Tal vez el ejemplo más extremo de esta falta de visualización de las capacidades de las familias
de niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename, por parte de profesionales y directivos,
es la negativa de algunos equipos a trabajar con madres/padres/cuidadores con consumo
problemático de drogas y/o alcohol. Como reporta un profesional, “generalmente no
trabajamos con padres con dependencia. Para nosotros es caso perdido” (profesional,
programa residencial).
En resumen, existe una brecha entre los resultados arrojados por la NCFAS-G respecto de los
recursos con que cuentan las familias y las opiniones de profesionales y directivos. Por una
parte, el NCFAS-G muestra que estas familias cuentan con importantes recursos, lo cual se ve
validado además por el mejor resultado de los programas de Familias de Acogida (se
profundizará en este tema en la siguiente sección). Por otra parte, profesionales y directivos,
presentan en general una opinión bastante crítica de estas mismas familias, opinión que es
especialmente negativa en el caso de los profesionales. Evidentemente no se trata aquí de
oponer los resultados del NCFAS-G a las opiniones de los equipos profesionales. Lo más
probable es que tanto el NCFAS-G como profesionales estén en lo cierto en sus apreciaciones.
Entonces, probablemente el desafío es trabajar con los profesionales que, pese a todas las
falencias que ellos detectan en las familias con las que trabajan, esas mismas familias también
cuentan con recursos. Entonces la tarea es cambiar el foco de los equipos profesionales desde
las falencias a los recursos y también a comprender de mejor manera cómo las dinámicas
familiares se relacionan con los contextos de vida de las familias.
C. INTERVENCIONES SENAME Y VÍNCULO FAMILIAR
a. Vínculo familiar en tensión: duración y multiplicidad intervenciones
En esta sección se profundiza en las intervenciones ejecutadas por Sename, y cómo estas
afectan el vínculo familiar de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. En este
107
sentido constituye una continuación y profundización de lo analizado anteriormente sobre la
institucionalidad de infancia. Como se mencionó en la sección sobre la actual institucionalidad
de protección a la infancia, una característica de ésta es la duración de sus intervenciones, que
debido a su extensión suelen ser perjudiciales para el vínculo familiar de niños, niñas y
adolescentes sujetos de intervención. A esto se suma, que según profesionales y directivos,
muchas veces las intervenciones son múltiples, lo que trae consecuencias imprevistas que
amenazan las relaciones familiares de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red
Sename. Que estas intervenciones sean múltiples se origina tanto en las decisiones de los
tribunales como en la propia forma de operar de los programas.
En primer lugar, estas múltiples intervenciones demandan un gran esfuerzo por parte de
quienes están a cargo del cuidado de niños, niñas y adolescentes (madres, abuelas, y
cuidadoras femeninas en general). Cada intervención requiere concurrir a ciertos lugares,
esperar ser atendidos, cumplir con ciertos requisitos y tramites, someterse a cierto
tratamiento, y seguir instrucciones, entre otros. En otra palabras, y aunque parezca paradójico,
se requiere contar con muchos recursos para poder cumplir adecuadamente con
intervenciones de carácter múltiple. Recursos que incluyen como mínimo: tiempo, medios de
transporte adecuado, y contar con servicios de cuidado de otros familiares dependientes.
Entonces las familias, y específicamente los principales cuidadores de niños, niñas y
adolescentes -es decir madres y abuelas- se ven sobrecargados, de manera a veces extrema,
para poder cumplir con las diversas demandas de las distintas instituciones que intervienen. En
palabras de un directivo, “¿qué es lo que haces tú? Tú crees que ayudas a esa mujer, pero la
sobrecargas” (directivo, programa ambulatorio).
Por ejemplo, un directivo reporta cómo una madre lloraba pues iba a perder su trabajo
producto de las exigencias de responder a las distintas instituciones dictaminadas por el
tribunal. Otro directivo describe una situación similar, “tenemos familias que están en siete
programas distintos. Entonces están en este programa, están en un PIB, otros hijos están en un
PIE, están en el COSAM, están en un PRM, entonces de verdad que si uno lo ve desde la familia,
están en una situación espantosa” (directivo, programa residencial). De manera similar una de
las cuidadoras entrevistadas, reporta que le pidieron que no llevara con ella a sus propios
hijos, cuando asistía con los niños, niñas y adolescentes a su cargo a un programa Sename. En
sus palabras, “ellos empezaron que yo no podía ir con mi hijo recién nacido, porque molestaba
y no me dejaba conversar con la asistente social”. Dado el contexto previamente descrito de
las familias de los niños, niñas y adolescentes, y que es compartido habitualmente por las
familias cuidadoras, es de notar que se puede generar una falta de sensibilidad frente a las
dificultades diarias que enfrentan madres y cuidadoras. Sin embargo, hay excepciones a
destacar, como por ejemplo:
Lo hacemos sólo con los padres, (…) los padres faltan, se resisten, la excusa es que trabajan.
Entonces nosotros hacemos los días sábado, una jornada de todo el día. Con desayuno,
después les hacemos almuerzo y les damos once. Salen de aquí súper felices, están trabajando
todo el día a full. Trabajamos todo el equipo, hay dos personas profesionales que están
haciendo el taller, más un tutor de apoyo (…) está todo el equipo. En la logística, las personas
que cocinan, las que preparan el desayuno, las que cuidan los niños. [Porque] los que no
pueden dejar a sus niños en la casa los traen. Entonces, les ponemos películas, le hacemos
palomitas de maíz, qué sé yo (directivo, programa ambulatorio).
En relación a esta intervención múltiple, una segunda dificultad que afecta negativamente al
trabajo con las familias y que es destacada por muchos directivos y profesionales, es la falta de
atención coordinada entre las distintas instituciones que conforman la red. Con esto se
refieren a que los niños, niñas y adolescentes son abordados de manera especializada por cada
una de las instituciones intervinientes. Aquí la crítica central es la falta de una intervención
integral, que ponga al centro de su actuar el bienestar efectivo de niños, niñas y adolescentes.
Bienestar que está íntimamente relacionado con fortalecer, y no sobre exigir, los lazos con sus
108
cuidadores(as). Directivos y profesionales señalan que los niños, niñas y adolescentes son
“atomizados por pedacitos” (profesional, programa residencial). Como explica el mismo
profesional, “todos hacen un poquito pero nadie se pone de acuerdo con trabajar a la familia.
O sea por ejemplo un niño que ya no está en residencia, que está en un PIE. Lo ven de un lado,
después lo ve el COSAM, ese niño tiene como cinco personas en él. Interviniéndolo pero sin
ponerse de acuerdo con el trabajo que se quiere hacer con él”.
b. Habilidades parentales: discursos vs prácticas
El foco de la intervención de Sename a nivel de familias está en mejorar las capacidades de
crianza de padres y cuidadores, lo que se denomina habilidades o competencias parentales. En
general, directivos y profesionales reproducen el discurso de Sename en términos de señalar
que ellos aplican un enfoque sistémico, ecológico, y psicosocial. Mencionan también la
importancia del enfoque de derechos, y algunos –los menos- también mencionan el enfoque
de género.
Específicamente directivos y profesionales señalan que su trabajo consiste en la construcción
de un vínculo entre niños, niñas y adolescentes y sus familias; específicamente con su
cuidador(a). Además, el trabajo con habilidades parentales, según profesionales y directivos,
también involucra que la persona encargada del cuidado de niños, niñas y adolescentes
aprenda a establecer límites, y a hacerse responsables de ellos. La idea, entonces, es que
progenitores o cuidadores de niños, niñas y adolescentes, gracias a la intervención de Sename,
adquieran las capacidades y habilidades para poder cuidar de ellos de manera adecuada.
La creación o fortalecimiento de un vínculo entre niños, niñas y adolescentes y su cuidador(a)
aparece como el objetivo más nombrado por los profesionales, especialmente los que trabajan
en programas residenciales. Esta mayor atención al vínculo por parte de los profesionales de
programas residenciales es entendible, pues justamente estos programas reciben a niños,
niñas y adolescentes con mayores problemas de vinculación con sus familias. Por ejemplo, un
profesional señala, “la intervención es efectivamente, que los chiquillos se sigan vinculando con
estas familias […]. Porque los vínculos son los que mueven a los chiquillos, uno desde ahí hace
un trabajo con los chiquillos. Los chiquillos están tan dañados que efectivamente hay una
intervención en terapia, se hace una intervención profesional con ellos, pero lo que los mueve a
ellos son los vínculos” (profesional, programa residencial).
Profesionales y directivos reportan que para que su intervención tenga alguna probabilidad de
éxito, es vital la existencia de un adulto dentro de la familia de origen que se haga cargo del
niño, niña, o adolescente atendido. En opinión de profesionales y directivos, sin la existencia
de tal figura es imposible trabajar en el regreso de niños, niñas y adolescentes a su familia de
origen. Para trabajar el fortalecimiento de este vínculo, profesionales y directivos mencionan
que comienzan por tratar de que este potencial cuidador(a) comience a hacerse responsable
del niño, niña, o adolescente. Lograr esta responsabilización por parte de un adulto aparece
como desafío mayor en el caso niños, niñas, y adolescentes que están en programas
residenciales. Por ejemplo, un profesional reporta, “ir haciendo ese trabajo como de
hormiguita, pero que la familia pueda ir asumiendo ciertas responsabilidades mientras los
niños están en la residencia” (profesional, programa residencial). Lo que los equipos
profesionales intentan inculcar es que progenitores y cuidadores de niños, niñas y
adolescentes comprendan que es necesario que ellos se hagan parte del proceso de
reparación para que los niños, niñas, y adolescentes sean egresados del programa de
intervención de Sename. Como menciona otro profesional, “siempre tratamos que el proceso
sea de ellos, y está la responsabilidad que si ellos no adhieren al proceso, no podrá haber
ningún cambio, porque no van a haber milagros” (profesional, programa residencial).
109
En cuanto a cómo trabajan las habilidades parentales, directivos y profesionales mencionan
terapia psicológica, talleres, visitas domiciliarias, y uso de cartillas informativas. A través de
entrevistas es imposible determinar la efectividad de estas diversas metodologías. Sin
embargo, el reporte de una de las cuidadoras sugiere que puede que no siempre sean todo lo
efectivas que se desea. Esta cuidadora refiere así su experiencia de asistir a talleres, “nos
ponían videos, hacíamos juegos, que había que cantar, había que contar chistes, y cosas así. De
repente, yo encontraba que era muy de perder el tiempo”.
Respecto al protagonismo de las familias en este trabajo, directivos y particularmente
profesionales mencionan que muchas veces ellos mismos operan con un modelo de
intervención vertical, dando escasa importancia a las opiniones de las propias familias, lo cual
probablemente se vincule con la dificultad de identificar los recursos en los sistemas
familiares. Como señala un profesional, “nosotros también los invisibilizamos, porque nosotros
creemos que tenemos la solución del problema de esta casa” (profesional, programa
residencial).
De hecho, una de las cuidadoras señala que constantemente tenía diferencias con el equipo
profesional de Sename, pues ellos “siempre estaban criticando todo lo que yo hacía. Ellos
nunca veían el porqué yo hacía las cosas”. Esta relación vertical de los equipos de la red
Sename respecto del progenitor o cuidador a cargo de niños, niñas, y adolescentes queda
ilustrada en el reporte de la misma cuidadora, quien menciona, “ellos venían siempre a
supervisar como dormían, cómo vivían, venían, revisaban las piezas […]. Yo me siento como si
me estuvieran vigilando todo el tiempo […]. Al principio era prácticamente estar dando
explicaciones por todo […] siempre está el anhelo de terminar con todo esto y dejar de dar
explicaciones”.
Cabe destacar que, de hecho, algunos(as) profesionales se hacen cargo de esta tendencia a
imponer sus propios modelos, y mencionan la necesidad de rescatar y de trabajar en base a
las propias competencias de las familias, “nosotros venimos a trabajar, no a juzgar”
(profesional, programa residencial). También en los directivos se observa un discurso de mayor
comprensión hacia las familias, en comparación con lo que reportan los profesionales. Según
gran parte de los directivos, es central para el éxito de la intervención el trabajar desde las
propias posibilidades y competencias de cada familia. Por ejemplo, “para nosotros no existen
familias negativas, sino que existen familias que tienen carencias y debilidades” (directivo,
programa residencial). De manera similar otro directivo menciona, “no existe ninguna familia
completamente competente, dependiendo de los procesos la familia puede hacerse más o
menos competente […] por lo que no hay que clasificarlas según lo que les falta, porque
seríamos muy castigadores” (directivo, programa residencial).
Esta diferencia de énfasis entre profesionales y directivos, puede indicar que tal vez existe un
discurso institucional positivo hacia las familias, que sin embargo puede no verse reflejado en
las prácticas de los equipos. Esto puede ser una interpretación plausible, pues siempre los
discursos se modifican más fácilmente que las prácticas. Pero sin duda que es necesaria
investigación etnográfica de largo plazo para poder tener una mejor comprensión de las
prácticas efectivas (a las que no se puede acceder por otros métodos de investigación).
Más allá de esto, el material analizado en esta sección muestra que actualmente el
fortalecimiento del vínculo familiar al parecer tiende a limitarse a un adulto, con quien se
trabaja en sus competencias para el cuidado de un niño, niña, o adolescente. Como reporta un
directivo, “nosotros no sabemos hacer tampoco trabajo familiar, o sea, elegimos al adulto
responsable para trabajar” (directivo, programa ambulatorio). Trabajo que además, sugieren
los reportes de profesionales y directivos, se realiza principalmente utilizando una lógica
vertical. Cabe preguntarse entonces por las probabilidades de éxito de esta intervención, tema
que volverá a tratarse en las recomendaciones finales de este informe.
110
Por otra parte, cabe destacar que algunos(as) de los usuarios(as) de la red Sename rescatan
elementos muy positivos del trabajo que han realizado en los centros. Aquí se mencionan
algunos aspectos que, si bien no fueron diseñados explícitamente para fortalecer el vínculo, es
probable que sí tengan tal efecto. Por ejemplo la madre de una hija abusada sexualmente
destaca el apoyo de los profesionales como fundamental para enfrentar esta situación,
especialmente el proceso penal. En palabras de esta entrevistada, “sin los tíos yo no hubiese
sabido cómo hubiese salido del tema de [mi hija]. Porque los tíos han sido mi pilar fundamental
acá”. Esto muestra la centralidad de crear un vínculo de apoyo efectivo entre los equipos
Sename y los progenitores(as) y cuidadores(as) de niños, niñas, y adolescentes. Es decir, los
usuarios(as) entrevistados(as) relevan cómo los profesionales de los centros han podido
establecer con ellos una relación de cuidado, respeto y fortalecimiento de estos referentes
familiares en momentos de crisis, replicando así en su propio actuar lo que les solicitan a
progenitores y cuidadores respecto de niños, niñas, y adolescentes a su cargo.
De manera adicional, las dos cuidadoras entrevistadas destacan el apoyo material y económico
que han recibido de Sename. Si bien este aporte no es muy significativo resulta igualmente
valorado, dado el contexto de precariedad de las familias/cuidadores de los niños, niñas, y
adolescentes descrito anteriormente. Es decir, aunque se trate de un monto bajo, constituye
un aporte directo y seguro para la madre, abuela o cuidador(a) de los niños, niñas, y
adolescentes; lo cual en un contexto de alta precariedad hace una diferencia significativa. Por
ejemplo una cuidadora señala, “al principio igual me ayudaron harto. Porque me ayudaban con
útiles escolares cuando entraban al colegio, me daban una caja de mercadería, y me daban
treinta mil pesos mensual por los tres [niños y niñas a su cargo]”.
Por último, las cuidadoras entrevistadas también mencionan un beneficio secundario, cual es
que los niños, niñas, y adolescentes son considerados como cargas de ellas para efectos de la
Ficha de Protección Social (FPS). Esto significa que tienen mayores posibilidades de obtener
ciertos beneficios sociales, pues son consideradas como familias más vulnerables.
c. El recurso de la familia extendida
En esta sección se analiza el potencial que contienen los lazos familiares para la reparación de
vulneraciones sufridas por niños, niñas y adolescentes. Para comenzar, cabe destacar que el
análisis de la escala NCFAS-G muestra que los programas de Familias de Acogida son los que
tienen un mejor desempeño en su funcionamiento familiar en comparación con los demás
programas analizados en este estudio (Especializados, Reparación en Maltrato y Residencias).
En general, se trata de familias extensas que han sido evaluadas para estar al cuidado, a lo
menos temporal, de los niños(as). Al respecto, cabe destacar que es generalmente una abuela,
quien asume el cuidado del niño, niña o adolescente. Es decir, el programa de Familia de
Acogida lo que hace generalmente es mantener el cuidado de niños, niñas y adolescentes
dentro de una misma red familiar. Como afirma un directivo de FAE, “trabajamos un 99,9% con
familias de acogida extensa”. De manera similar un profesional de Residencia reporta, “se
busca, a toda la familia. Ya cuando la familia extensa tampoco tiene respuesta ni quiere
asumir, ni hacerse cargo del niño, porque no sé […], se busca la otra tía y esta igual, y si ya
nadie quiere hacerse cargo de los hijos de esta mamá y el papá no está, se solicita la adopción”
(profesional, programa residencial).
En este priorizar a la familia como cuidadora de niños, niñas y adolescentes pesa la negativa
evaluación que tienen directivos y profesionales de programas ambulatorios sobre las
Residencias de protección. En este sentido es revelador el testimonio de un profesional, quien
menciona, “cuando tengo que pensar en sacar a un niño de la familia y no hay más opción que
mandarlo a un hogar, me lo cuestiono mucho. Me duele el alma pensar ¿qué va a pasar con
ese niño ahí? Pensar: ¿Le estaré haciendo un bien o lo voy a mandar a algo peor?” (profesional,
111
programa ambulatorio). Otra entrevistada también ilustró los problemas de los hogares,
“todos sabemos que los hogares son pésimos. Y que probablemente que a ese niño que tú lo
estás sacando por maltrato, va a ser violado en el hogar” (profesional, programa ambulatorio).
Como se mostró anteriormente, profesionales y directivos tienden a ser bastante críticos de
las familias de origen de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. En este
sentido, para ellos la familia extendida no es radicalmente distinta a la familia nuclear, lo cual
contrasta con los resultados de la escala NCFAS-G. En palabras de un profesional, la familia
extendida comparte un “contexto familiar que muchas veces tiene que ver con las mismas
vulneraciones que ya recibieron antes de sus padres” (profesional, programa residencial). A
esto se suma que, dadas las condiciones de vivienda de los grupos de bajos ingresos, es
frecuente que parientes convivan en una misma vivienda o sitio. Como señala un profesional,
“el tribunal, lo deja con la misma abuelita que tiene al lado, o vive en la misma casa a veces del
agresor o de la agresora” (profesional, programa residencial).
Sin embargo, y pese a estas opiniones críticas respecto de las familias de origen, lo cierto es
que en la práctica muestran un mucho mejor desempeño, no sólo respecto de los programas
residenciales sino también ambulatorios. De este modo, la evidencia indica que, pese a todos
los problemas que enfrentan las familias de origen de niños, niñas y adolescentes atendidos
por la red Sename, éstas cuentan con importantes recursos y capacidades para reparar las
vulneraciones sufridas por ellos. Sin duda se requiere de mayor investigación para entender
cómo opera esto, pero lo que parece fuera de discusión es que efectivamente las familias,
entendidas en un amplio sentido, como familias extensas, constituyen un recurso central para
la restitución de derechos vulnerados.
Antes de concluir esta sección cabe destacar que, según directivos y profesionales, algunas
familias prefieren que Sename se haga cargo de los niños, niñas y adolescentes; pues
consideran que estarán mejor cuidados en la red Sename que en su familia de origen. Como
reporta un profesional, “ellos saben que el día de mañana tú no vas a sacar al niño y lo vas a
echar a la calle (…). Entonces ellos tienen como esa satisfacción o esa tranquilidad, (…) y así lo
plantean también, [te dicen] ‘Pero si él está bien aquí. Tienen comida, tienen techo, yo lo
vengo a ver de vez en cuando’” (profesional, programa residencial). Esta valoración positiva de
la institucionalización es más frecuente en el caso de familias de adolescentes, al decir de un
profesional, “tienen nociones súper positivas de la institucionalización, de que va a salvarlo, va
a ser provechoso, que lo va a sacar de la calle, de las drogas, de todo” (profesional, programa
ambulatorio).
Directivos y profesionales son muy críticos de estas familias, y algunos incluso señalan que
éstas instrumentalizan a Sename. Sin embargo, es probable que dado el contexto de vida que
enfrentan las familias de estos niños, niñas y adolescentes; el recurrir a Sename, pese a las
opiniones críticas que se tienen sobre este, sea la única opción para asegurar su sobrevivencia.
En otras palabras, para madres, abuelas, en situación de extrema pobreza es probable que
internar a un niño, niña o adolescente en un hogar de Sename se constituya en una
alternativa. De hecho, la literatura muestra cómo históricamente en Chile la aguda falta de
recursos de muchas familias finalmente se ha traducido en que sean los niños, niñas y
adolescentes más pobres los que sean institucionalizados. La institucionalización es entonces
entendido como un último recurso de sus madres y cuidadores, frente a la imposibilidad de
asegurar su sobrevivencia (Milanich, 2009). De hecho cabe destacar cómo la caracterización de
niños, niñas y adolescentes -en base a Senainfo presentada anteriormente en este documentomuestra que efectivamente hay una mayor prevalencia de pobreza en niños, niñas y
adolescentes atendidos en programas residenciales.
De manera similar, hay evidencia que también muestra que para familias que conviven con
adolescentes con consumo problemático de drogas y alcohol, en situaciones de conflicto social
112
o con conductas violentas, por mencionar algunas, la institucionalización es vista como una
alternativa positiva (Comfort, 2008; Auyero y Berti, 2013). En este caso, la razón principal no
es la falta de medios materiales, sino proteger a niños, niñas y adolescentes -especialmente a
estos últimos- de situaciones que ponen en peligro sus vidas.
113
8. Buenas Prácticas en el Trabajo con Familias
Esta última parte de los resultados cierra con un análisis de buenas prácticas, reportadas por
profesionales y directivos, que –de acuerdo a sus percepciones- contribuyen al fortalecimiento
del vínculo, en el contexto del trabajo con familias en situación de graves vulneraciones de
derechos hacia los niños, niñas y adolescentes.
Como se verá, para la construcción de un vínculo bientratante, se requiere trabajar diversos
aspectos que de una u otra manera inciden en este. Primero se destacan prácticas que
permiten establecer formas de relación acordes con los modelos de vinculación que los
equipos de Sename requieren instalar en sus sujetos de atención. Es decir, se distinguen estilos
de relación de los equipos Sename con niños, niñas y adolescentes, y sus familias, que son
acordes con las formas de relaciones familiares que Sename quiere potenciar, como forma de
restitución de la vulneración sufrida. En concreto se resaltan condiciones y prácticas que
permiten crear un lazo afectuoso, confiable, y democrático entre los equipos de Sename y sus
sujetos de atención.
Luego, se subrayan ciertas prácticas que ayudan a reducir las desigualdades de género y que,
de esa manera, contribuyen al establecimiento de relaciones sociales y familiares más
igualitarias y democráticas. Finalmente se rescatan prácticas que ayudan a fortalecer los lazos
sociales, a través de reforzar la inclusión social. Como se ha mencionado anteriormente en
este informe, la adecuada integración social contribuye al desarrollo de mejores relaciones
familiares. Estas buenas prácticas de inclusión social abordan distintas formas de diferencia y
diversidad, de manera que no se transformen en fuente de mayor marginación y
discriminación de niños, niñas y adolescentes y de sus familias. En otras palabras, se trata de
prácticas inclusivas, que son necesarias si se quiere avanzar en fortalecer los vínculos
familiares.
Vinculación de los organismos de la red Sename con sus usuarios
La intervención que ejecutan los diferentes centros de la red SENAME opera en múltiples
niveles. Uno de ellos, central para la restitución de los derechos vulnerados en niños, niñas y
adolescentes, es que los(as) integrantes del equipo técnico puedan modelar un estilo de
vinculación basado en el buen trato, la preocupación y el respeto por el otro. De este modo,
los(as) usuarios(as) pueden experimentar otro tipo de relación posible, que promueve el
desarrollo humano.
Respecto de los equipos, un primer elemento, destacado por directivos y profesionales, para
poder establecer un vínculo adecuado con niños, niñas y adolescentes y sus familias es la
estabilidad de la relación. Para esto, es central contar con equipos consolidados y con
experiencia. Considerando que se trata de personal idóneo, esta estabilidad del vínculo sin
duda se ve favorecida por una baja rotación de personal. En este sentido, varios directivos y
profesionales destacan cómo la baja rotación de personal permite efectuar un mejor trabajo.
Así un directivo menciona, “no hay una alta rotación de las educadoras, que acá es súper
importante en términos de que las niñas también tienen una llegada importante con las
educadoras de trato directo” (directivo, programa residencial). Mientras otro reporta, “hay
menor rotación de personal también y eso incide sobre el plan de intervención” (directivo,
programa ambulatorio).
Pero también, la estabilidad del vínculo significa que, más allá de los equipos concretos con los
que trabajan niños, niñas y adolescentes y sus familias, debe haber una relación adecuada con
114
el Centro que los acoge. Como explica un directivo, “independiente de que la dupla no esté, es
el centro el que te recibe. De igual manera [el centro] resuelve, por ejemplo, las situaciones de
crisis. El vínculo es con el centro, más que con la dupla”. Es decir, la estabilidad de los equipos
es clave para el desarrollo de relaciones de confianza, pero tampoco esto se puede traducir en
una personalización absoluta de las relaciones, y para eso es importante que las instituciones,
creen las condiciones para desarrollar un adecuado vínculo con los niños, niñas y adolescentes
y sus familias. Probablemente aquí es clave la figura de los directivos en dar rostro y
estabilidad a los programas de atención de Sename.
Un segundo aspecto, referido al tipo de vínculo que los equipos de la red Sename construyen
con niños, niñas y adolescentes y sus familias; se refiere a la participación de estos en el diseño
y forma de intervención que realizan aquellos. El tema de fondo es el tipo de participación
efectiva que tienen niños, niñas y adolescentes y sus familias en los planes de intervención que
realizan los equipos de la red Sename. Como se ha visto anteriormente, la evidencia analizada
en este estudio sugiere que la participación de niños, niñas y adolescentes y sus familias es
más bien restringida. Es decir, niños, niñas y adolescentes y sus familias deben limitarse a
seguir un patrón de conducta señalado por el programa de intervención. En este contexto de
participación restringida, cabe destacar la práctica de buscar tener una relación más horizontal
con las familias, donde se les escucha y se logra de común acuerdo un plan de trabajo. Como
reporta un directivo, “el modelo de los consensos, consensuar con las familias, pequeñas cosas,
pequeños cambios. (…) Creo que eso es fundamental, considerar al otro, la opinión del otro, el
tomar en cuenta” (directivo, programa ambulatorio). Práctica que, cabe consignar, sólo fue
reportada de manera excepcional.
Promoción efectiva de la igualdad de género: distribución equitativa de responsabilidades y
de oportunidades
Respecto del enfoque de género, la buena práctica más nombrada es buscar incorporar una
figura masculina –generalmente el padre- al proceso de intervención. Como señala un
directivo, “la estrategia básica tiene que ver con intencionar la incorporación de los miembros
masculinos, lo que es súper difícil (…), la figura masculina principalmente es la que nos falla”
(directivo, programa residencial). También un profesional destaca, “se incorpora generalmente
una figura femenina y masculina significativa en el proceso reparatorio” (profesional,
programa ambulatorio). Sin duda que la incorporación de la figura masculina aparece como
acertada, especialmente para contrapesar la sobrecarga que experimenten madres y
cuidadoras femeninas. Sobrecarga que tiene consecuencias negativas para tales mujeres, y
que por ende, también afectan sus lazos con niños, niñas y adolescentes a su cargo. Pero
también la presencia de la figura masculina permite recoger su perspectiva y su voz, tanto en
el diagnóstico de la problemática como en la restitución de derechos vulnerados.
La preeminencia de roles de género convencionales dificulta la inclusión y el fomento de la
responsabilización masculina en la crianza de niños, niñas y adolescentes. Roles que operan
tanto a nivel de usuarios de la red Sename, como de la institucionalidad de protección a la
infancia. Como señala un directivo, “culturalmente está aceptado que el hombre sea el que se
manda a cambiar, y cuando es la mujer la que se va, el hombre se victimiza un poco más”
(directivo, programa residencial).
Respecto de los sesgos de género que operan en la institucionalidad de protección a la
infancia, un directivo reporta, “en muchos casos nos hemos encontrado que existiendo estas
figuras, un padre por ejemplo, o un tío; se les descarta de plano sin evaluar más allá si existen
competencias, características o indicadores que podrían mostrar que es una persona que el día
de mañana podría vulnerar a esta niña o no” (directivo, programa residencial). A esto se suma
115
que en algunos casos hay reportes de directivos que demuestran conductas y discursos que
promueven la reproducción de desigualdades de género. Este es el caso, por ejemplo, de quien
señaló que premiaban a las niñas cuando éstas se comportaban como “señoritas”.
Una estrategia de igualdad de género mencionada, aunque sólo por un número reducido de
profesionales y directivos, y que aparece como acertada, es la eliminación de barreras de
género para niños, niñas y adolescentes para acceder a actividades de capacitación,
recreativas, deportivas, u otras. En otras palabras, algunos programas promueven
explícitamente que tanto mujeres como hombres pueden realizar las mismas actividades.
Como explica un directivo, “las actividades son para todos, antes panadería era para hombres
y peluquería era para mujeres. Ahora todo es mixto, ha sido súper positivo. El deporte también,
hemos hecho equipos de hombres y también de mujeres, son deportes colectivos mixtos”
(directivo, programa residencial). A futuro, se podría esperar que esto avanzara hacia
incentivar específicamente a niñas a tomar parte de estudios y programas de capacitación en
áreas tradicionalmente masculinas. Esto, en atención a la mayor valoración social y mejores
ingresos que suelen tener las ocupaciones ‘masculinas’ 46.
Otra estrategia respecto de género, particularmente relevante en la temática estudiada, es
que algunos programas trabajan sesgos de género directamente con las familias. Un típico
ejemplo de discriminación que sufren las niñas en sus familias es que se espera que sean una
suerte de segunda madre. Así, desde pequeñas deben colaborar en tareas domésticas y cuidar
de hermanos(as) menores. Como señala un directivo, “típico que al niño no se le exige nada,
pero la niña tiene que tener hecha su cama, su ropa, etc. [También se] tiende a responsabilizar
más a las niñas del cuidado, las familias extensas tienden a dejar que las niñas no vayan al
colegio para que cuiden a los niñitos menores, no al niño (…). Vamos identificando redes, jardín
infantil, pero la responsabilidad es [de los padres], no es de la niña que debe dejar de ir al
colegio para esto” (directivo, programa residencial). Al llegar a la adolescencia se producen
nuevos sesgos de género, pues las mujeres adolescentes suelen experimentar un nivel mucho
mayor de control parental, lo contrario sucede en el caso de los hombres, quienes en contraste
comienzan a gozar de mucha más libertad y autonomía.
Una última estrategia que se identificó fue que algunos programas realizan instancias de
educación sexual que buscan prevenir el contagio de enfermedades de transmisión sexual y el
embarazo adolescente. Estas instancias son destacables, en un contexto donde se percibe que
existe una deficiencia respecto del tratamiento de la sexualidad, y donde evidentemente la
sexualidad está íntimamente entrelazada con los roles de género. Como señala un directivo,
“nuestro tema es, al final del día, la violencia de género. Dinámicas asociadas a la tolerancia de
la violencia sexual, el discurso patriarcal súper arraigado está presente desde el fiscal regional
hasta la madre que refiere a su hija como competencia sexual. Tenemos que tematizar sobre la
sexualidad segura (…) lo sexual es el gran tema que no se habla” (directivo, programa
ambulatorio).
Pese a la existencia de estas estrategias para promover una mayor igualdad de género, cabe
destacar que salvo la incorporación de la figura paterna o masculina, las demás estrategias
aparecen más bien de manera excepcional dentro del grupo de programas estudiados. Lo que
indica una falta de incorporación del enfoque de género a los programas de manera
transversal y sistemática. Por el momento, sólo baste enfatizar la centralidad de promover la
igualdad de género para establecer relaciones familiares más igualitarias y democráticas, tanto
entre adultos como entre niños, niñas y adolescentes. Pero para que las relaciones familiares
cambien, es necesario que también se modifiquen las relaciones entre los géneros de manera
46
Un reciente esfuerzo en este sentido lo constituye la campaña “Las niñas pueden” (2014) lanzada por ONU
Mujeres, en conjunto con Comunidad Mujer, la Unión Europea, el Banco Inter-Americano de Desarrollo, y el
Centro
UC
Encuestas
y
Estudios
Longitudinales,
la
que
se
puede
ver
en:
http://comunidadmujer.cl/lasninaspueden/
116
general, pues las familias no son entes aislados. Así, si se quiere lograr cambios en las
relaciones familiares, es necesario promover no sólo al interior de éstas, sino en su entorno
(incluyendo las instituciones de protección a la infancia), una mayor igualdad de género.
Fortalecimiento de la inclusión social
En general se observa que el trabajo con las diferencias, ya sea de género u otras, no
constituye un eje transversal de los programas estudiados, si bien está declarado tanto en los
lineamientos técnicos de SENAME como en la mayoría de los proyectos analizados. Lo más
abordado, con las limitaciones recién mencionadas, son las desigualdades de género. Sin
embargo hay algunas excepciones que cabe subrayar. La relevancia de estas iniciativas es que
permiten avanzar hacia una mayor inclusión e integración social de niños, niñas y
adolescentes, y sus familias. Esta mayor inclusión social, en oposición al aislamiento social,
favorece el desarrollo de mejores relaciones familiares.
Por ejemplo algunos directivos rescatan como una buena práctica su trabajo con pueblos
indígenas. “El tema de su interculturalidad, de que se sientan parte de, sentirse incorporados y
valorando sus orígenes, y eso se trabaja más bien en forma individual. [Pero para el próximo
año] tenemos pensado hacer algo más inclusivo, no solamente con los niños de origen
mapuche, que abarque a toda la población que tenemos, en relación al respeto y al
reconocimiento de los derechos en el tema de las etnias” (directivo, programa residencial).
Es decir, ciertos programas están haciendo un esfuerzo por valorar en forma positiva los
pueblos indígenas que residen en Chile. A futuro, es necesario estudiar y evaluar en
profundidad estas intervenciones. Dada la historia de discriminación a pueblos indígenas es
probable que sigan operando ciertos elementos de discriminación, como por ejemplo valorar
al indígena “patrimonial”, pero no al actual (Barrientos, 2013). Por otra parte, cabe destacar
que ningún programa menciona prácticas similares en relación a otras etnias que
tradicionalmente han sido discriminadas, como por ejemplo los gitanos.
Este trabajo con las etnias resulta particularmente relevante en la temática estudiada, pues en
cada etnia la familia puede adoptar formas particulares, estableciendo relaciones entre sus
miembros que responden a cosmovisiones diversas, en ocasiones difíciles de entender para la
mayoría de los profesionales que no provienen de ella.
Otra buena práctica inclusiva, es el aporte especial de Sename para el caso de niños, niñas y
adolescentes cuyas familias viven en zonas rurales. Gracias a este aporte, es posible mantener
el contacto de niños, niñas y adolescentes en programas residenciales con sus familias, como
también poder incorporar de manera más efectiva a las familias en el proceso de intervención.
Como destaca un directivo, “la mayoría de las familias son de sectores rurales y para eso el
servicio nos destinó un monto, una cierta cantidad para poder destinarlo a material, a pasaje, a
alimentación, porque claramente una familia que sale a las siete de la mañana en bus va a
estar todo el día acá y necesita alimentarse. Y fíjate que nosotros como equipo evaluamos que
fue una muy buena experiencia, los apoderados lo tomaron y lo evaluaron como una instancia
muy positiva que les permitió entender, acercarse más al equipo, generar mayor confianza,
pero sin duda fue posible netamente por el recurso económico y el tema de los pasajes, o sea
yo te digo que del porcentaje, un 70% del monto que nos dieron se destinó a pasaje” (directivo,
programa residencial).
Por el contrario, varios directivos fueron abiertos en reconocer las dificultades que enfrentan
para entender y trabajar la diversidad sexual. Por ejemplo un directivo reporta, “en el tema
transexual se ha estado improvisando un poco, porque no sabemos mucho. Las organizaciones
de este tema son súper pocas en la región. No cachamos nada nosotros y menos la residencia,
117
ni los tribunales. Ahí hay un vacío” (directivo, programa ambulatorio). El testimonio de otro
directivo también es particularmente revelador por su honestidad al respecto:
Mi nieta tenía 14 años, y justo vimos una pareja de chiquillos que se estaban besando… y
ella siempre tranquila, y yo no pude evitarlo, y dije yo “¡oh que terrible!” dije yo, “qué
terrible, quiero vomitar”. Entonces ella me dice, “pero abuela ellos son personas, y ellos se
están expresando”, y yo le digo “¿si?, ¿tú crees?”. “¡Sipo!”, me dijo, “y tú ¿has conversado
con ellos?” me dijo, (…) y me dice “mira, yo creo que el tema de los adultos, es que, todo
lo ven así como, así malo, pero ¿cómo tú vas a saber si es malo, si no conversas con ellos,
si no te enteras de cómo son ellos?”. “Ya” dije yo, “me voy a preocupar de eso” (directivo,
programa residencial).
Por otro lado, la creciente presencia de inmigrantes se presenta como otro desafío, ya que
tampoco se mencionan estrategias especiales para abordar este nuevo escenario. De manera
similar, llama la atención la ausencia de referencias a prácticas de inclusión en relación a
creencias religiosas. Probablemente esto se deba a la predominancia que ha tenido la Iglesia
Católica; sin embargo, hoy en Chile las iglesias evangélicas tienen una creciente relevancia, y
también hay un porcentaje relevante de la población que es no creyente (Valenzuela, Scully y
Somma 2008).
Para cerrar esta sección de buenas prácticas, cabe destacar dos aportes adicionales que
también se vinculan con una mejor integración social, pero específicamente respecto de la red
de protección social, sea pública o de otro tipo.
La primera práctica en este sentido, se refiere a activar y hacer uso de la red para que los
adultos responsables puedan trabajar en torno a sus propias experiencias de vulneración en la
infancia, puesto que sus efectos merman sus capacidades de cuidado y de vinculación con el
niño, niña o adolescente a su cargo. Así un directivo explica, “para nosotros es fundamental la
intervención con el adulto en base a sus propias experiencias vulneradoras, de lo contrario no
tendríamos resultados, (…) haciendo una revisión acerca de sus propias experiencias de
abandono, eso en buenas prácticas con las familias (…) madres que han sido sujeto de
violaciones sexuales han sido derivadas a centros de reparación de abusos sexuales para
adultos” (directivo, programa residencial).
Una segunda buena práctica, en relación al trabajo con redes, son los vínculos que varios
programas han establecido ya sea con universidades o institutos técnicos. Estas redes les
permiten hacer convenios con clínicas de estos establecimientos educacionales, logrando un
mejor acceso por ejemplo a salud mental y dental (las que presentan importantes deficiencias
en la red de salud estatal). Al respecto un directivo destaca, “hemos firmado un convenio de
atención con la Facultad de Odontología de la Universidad San Sebastián, y ellos nos han
apoyado, con un costo bastante mínimo, en poder atender casos de urgencia y situaciones que
no han podido ser cubiertas oportunamente por el sistema público” (directivo, programa
residencial).
El tema de fortalecer el vínculo no sólo de niños, niñas y adolescentes; sino también de sus
familias con las redes de servicios sociales aparece como vital, dadas las precarias e inseguras
condiciones de vida que enfrentan estas familias, y que tiene efectos negativos sobre sus
vínculos familiares.
118
VI.
Síntesis y Recomendaciones Técnicas para el Trabajo con Familias
A partir de los resultados obtenidos mediante las diferentes estrategias de investigación
utilizadas, se procederá a dar cuenta de las conclusiones finales del presente estudio, en base
a lo cual es posible sugerir recomendaciones para el trabajo con familias en situación de graves
vulneraciones de derechos hacia los niños, niñas y adolescentes.
Entendiendo a la familia con un sistema complejo de relaciones, inserta en niveles ecológicos
sucesivos que la contienen, no podemos sino aproximarnos desde una mirada contextual, que
permita comprender cuáles son las dimensiones que se juegan en el establecimiento o
reestablecimiento de vínculos familiares bientratantes, que permitan el pleno desarrollo de
todos sus miembros y, particularmente, de los niños, niñas y adolescentes.
Por esta razón, la síntesis y recomendaciones de este apartado final han sido organizadas en
virtud de los distintos niveles que intervienen en el vínculo y la restitución de derechos, a
saber: la familia, la interacción familia-programa, la relación con la comunidad y, finalmente,
variables de tipo estructural.
1. Restitución de derechos y vínculos familiares
Vulneración de derechos
De acuerdo al reporte de los(as) profesionales tratantes, la mayoría de los casos ingresan a los
programas estudiados por negligencia (56,1%), delitos sexuales (35,4%), y maltrato psicológico
(23,1%). En su opinión, los niños(as) y adolescentes habrían sido vulnerados mayoritariamente
por alguno de los miembros de la pareja parental, siendo la madre en un 60% de los casos,
seguido por el padre en un 45,5%. Por debajo de estas cifras, y en tercer lugar los usuarios
serían vulnerados por parte de un conocido (19,7%), siendo las vulneraciones a manos de otros
miembros de la familia o de desconocidos menos frecuentes. Esto resulta consistente con el
hallazgo de estudios anteriores, los cuales alertan respecto a dos elementos centrales: en
primer lugar, la familia constituye un espacio de privacidad, de cuidado y protección para los
niños, niñas y adolescentes, sin embargo este mismo hecho puede hacer que en este espacio
se generen vulneraciones de derechos más frecuentemente que en otros espacios (Finkelhor,
2008); en segundo lugar, entre los miembros de la pareja parental resulta más prevalente la
vulneración por parte de la figura materna (Larraín y Bascuñan, 2008), pues es quien más
tiempo pasa con los(as) niños(as).
En opinión de directivos(as) y profesionales, dichas vulneraciones se relacionan con historias
familiares de daño y vulneración que a su vez han sufrido los adultos, las que suelen
transmitirse de una generación a otra, a veces por varias generaciones. Las consecuencias de
estas trayectorias familiares de vulneración, se asocian con la dificultad de estas familias para
identifican las situaciones vividas por los niños(as) y adolescentes como una vulneración, y –
por tanto- contemplar la necesidad de reparación subsecuente. Esto se expresa mediante una
minimización del daño generado en ellos, naturalización o normalización de la vulneración
efectuada, así como por la responsabilización de los propios niños, niñas y adolescentes por la
vulneración sufrida. Junto con esto, suele existir un patrón de mantener silencio sobre estas
experiencias de vulneración, por lo cual el hecho de verbalizarlo implica, de alguna manera,
traicionar a sus familias.
119
Frente a este escenario de daño en las figuras vinculares producto de su propia vulneración,
una de las estrategias que se comienzan a intencionar en Chile (pese a las falencias de la red)
es proveer un espacio para la reparación de las experiencias de vulneración de las figuras
cuidadoras, lo cual facilita que los adultos puedan establecer una relación de cuidado con los
niños(as) y adolescentes a su cargo.
Dinámica relacional al interior de la familia
Mediante la escala NCFAS-G se estudiaron las variables de la dinámica relacional en la familia,
particularmente respecto al vínculo entre los adultos significativos y los niños(as) y
adolescentes, constatándose una elevada proporción de problemáticas de alta complejidad en
la dinámica familiar de los niños, niñas y adolescentes que componen la muestra. De esta
forma, se registran promedios cercanos a "-1", con una de cada tres familias ubicadas en la
categoría de "alto riesgo" (puntuaciones de -2 o -3) en todas las dimensiones, excepto Salud
Familiar. Sin embargo, es llamativa la proporción de casos evaluados con baja complejidad
(cerca de dos tercios).
A continuación, se da cuenta de cada una de las dimensiones de la NCFAS-G que se han
considerado en la valoración de la dinámica relacional en la familia:
(a) "Competencias Parentales", que evalúa áreas como la supervisión, disciplina y
estimulación del aprendizaje de los niños. Aquí se registra un 31% de casos de “alto
riesgo”, siendo el principal problema detectado las prácticas disciplinarias, lo cual
refleja una recurrencia habitual a prácticas de malos tratos referidas como "disciplina",
particularmente en familias de Residencias y Programas Especializados.
Esto es consistente con la percepción de directivos(as) y profesionales, quienes
señalan que entre las familias de los niños(as) y adolescentes atendidos predomina un
modelo autoritario de crianza, en el cual es central la obediencia de los(as) niños(as)
hacia sus padres, para lo cual se recurre habitualmente a los castigos físicos.
Frente a eso, la investigación de las últimas décadas habla del valor de apoyar el
desarrollo de una disciplina positiva en las familias, para lo cual progenitores(as) y
cuidadores(as) requieren más apoyo para aprender a ejercer su autoridad sin recurrir a
violencia, física y psicológica. Este abandono de la violencia como fuente de autoridad
parental, también pasa por promover una forma de relación entre padres/cuidadores
y niños(as) y adolescentes más democrática. Es decir, promover formas de relaciones
familiares menos jerárquicas y más igualitarias, donde se reconoce que los distintos
miembros ostentan derechos y poseen una autonomía progresiva. Esto obviamente no
significa renunciar a la responsabilidad y autoridad parental, sino aprender a ejercerla
de manera más horizontal, más dialogante, y por cierto más efectiva.
Junto con esto, al evaluar la dinámica familiar se ha observado deteriorada la
capacidad lúdica de las familias, así como la protección de espacios / momentos de
recreación y ocio familiar. En línea con otras publicaciones, esta evaluación aporta
argumentos a favor de la propuesta de instalar como un foco prioritario de las
intervenciones en los programas de la red SENAME metodologías que ayuden a las
familias a "aprender a jugar", a disfrutar la interacción, en oposición a prácticas que
solo enfatizan conceptos como la "responsabilidad", el "deber" o las exigencias. El
progreso en la disciplina parental comienza por mejorar la calidad de las interacciones,
principalmente introduciendo elementos lúdicos y de disfrute mutuo en las mismas.
Por otro lado, en la dimensión de “Competencias parentales”, se encuentra debilita la
supervisión del niño, así como la promoción del desarrollo y crecimiento mediante
120
oportunidades para su progreso, aspectos que también es necesario contemplar en el
trabajo con familias.
(b) "Interacciones Familiares", dimensión que considera indicadores de apego,
comunicación y rutinas familiares, entre otros. En esta dimensión se registra un 31,7%
de los casos en riesgo alto, siendo la variable más crítica la Relación entre los
progenitores/cuidadores, lo cual se asocia significativamente con la presencia de
violencia doméstica entre ellos, dando cuenta de cómo el conflicto entre las figuras
parentales se vincula con un deterioro general de la dinámica familiar. De este modo,
la construcción del vínculo entre los cuidadores y el niño(a) puede verse amenazada o
debilitada por conflictos en el ámbito de la pareja, pues tal como han señalado Larraín
y Bascuñan (2008), existe una relación entre la violencia entre los padres y aquella que
ejercen sobre sus hijos. En la medida en que la relación de pareja no se considere, se
pierde la oportunidad de operar con una lógica realmente sistémica en la intervención,
la cual pueda visualizar el modo en que las dinámicas de relación violenta al interior de
la familia se instalan en sus diferentes subsistemas.
(c) "Seguridad Familiar", dimensión que incluye indicadores de maltrato físico, maltrato
emocional, negligencia y abuso sexual, entre otros. Aquí se registra un 31% de casos
de alto riesgo. Las variables que muestran mayor deterioro general son: negligencia
parental, y abuso emocional, presente particularmente en los Programas
Especializados y en las Residencias; y otros conflictos familiares. Este último ítem
considera discusiones violentas con vecinos, amenazas recurrentes de ex-parejas, y
agresiones con miembros de la familia extensa, entre otros. En estos casos, la dinámica
familiar se caracteriza por un deterioro de los vínculos entre los miembros del sistema
familiar, pero también con otros significativos del entorno, como vecinos y familia
extensa. Por tanto, el trabajo en la revinculación de los usuarios con sus redes resulta
fundamental, apostando por un reacoplamiento que otorga soporte a la familia en sus
funciones de cuidado y protección.
(d) "Salud Familiar", dimensión que considera salud física y mental de adultos y niños.
Aquí se registra un 13,2% de casos de alto riesgo, siendo la variable más deteriorada la
salud mental del niño y en segundo término la salud mental de las figuras parentales.
Profesionales y directivos de los centros se manifiestan muy críticos de las habilidades
parentales de las familias de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red Sename. Una de
las principales críticas que hacen a las familias es la falta de vínculo afectivo con su
descendencia, lo cual tiene profundas consecuencias, que pueden ser aún más devastadoras
que la propia situación de vulneración de derechos.
Sin embargo, cabe hacer presente que, en una importante proporción de los casos, el daño
evaluado en la dinámica relacional en la familia no se condice con los indicadores de daño en
el niño, lo que podría dar cuenta de que el deterioro en el funcionamiento familiar en muchas
situaciones no ha impactado aun en forma determinante el desarrollo infanto-juvenil, dando
un margen valioso a la acción de los programas. Esto podría deberse al tiempo de intervención
que llevan los niños(as) y adolescentes en los programas, el cual ha dado frutos en términos de
la reparación.
Respecto al mejoramiento del vínculo, la entrada técnica recomendada está en el concepto de
"sensibilidad parental", entendida como la capacidad de leer las señales comunicativas del
niño, interpretarlas adecuadamente y ofrecer un rango de respuestas sensibles, apropiadas y
contingentes (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978). La sensibilidad parental permite a los
adultos adquirir una mayor conciencia de las necesidades del niño(a), una mayor reflexión del
contexto en que esas necesidades adquieren significado y, progresivamente, un acercamiento
121
a formas bientratantes de vinculación. En este sentido, se ha propuesto la sensibilidad parental
como la "columna vertebral" de las competencias parentales y su entrenamiento como la
piedra angular de las intervenciones en parentalidad positiva (Gómez y Muñoz, 2013).
Factores de Riesgo
Para evaluar la concentración o acumulación de factores de riesgo severos, se consideraron
todas aquellas puntuación -3 obtenidas en la escala NCFAS-G en las familias evaluadas,
comparando según línea programática.
La presencia de indicadores de riesgo grave se pesquisa en una de cada tres Familias de
Acogida, cerca de la mitad de los Programas de Reparación en Maltrato, dos tercios de las
familias de Residencias y tres de cada cuatro familias de Programas Especializados. El 21% de
las familias de Programas Especializados y el 19,6% de las Residencias se ubicó en la categoría
de riesgo extremo, con 10 o más factores de riesgo acumulados, comparado con el 6,8% de los
Programas de Reparación en Maltrato y el 3,6% de las Familias de Acogida.
Se observó un promedio de 3.82 problemas graves por familia, con diferencias significativas
entre programas. Las Residencias promediaron 5.75, los Programas Especializados 5.5, los
Programas de Reparación en Maltrato 2.47 y las Familias de Acogida 1.16. En total, una de
cada tres familias se ubicó en una zona considerada de riesgo significativo para el desarrollo
infantil (sobre 3 factores de riesgo). Finalmente, este punto requiere ser destacado: dos de
cada cinco familias evaluadas se ubicó en la zona "sin riesgo", según acumulación de
problemáticas graves, las cuales se concentran en líneas de menor complejidad.
Niveles de complejidad crecientes
Uno de los hallazgos del presente estudio es que pueden apreciarse niveles de complejidad
creciente en las distintas líneas programáticas estudiadas, observándose en términos
generales la siguiente gradiente.
Gráfico 47. Niveles de complejidad por línea programática
Residencias
Programas
Especializados
Programas Reparación
Maltrato
Familias de Acogida
122
Ello, considerando las siguientes variables:
•
Contexto social: Al analizar el contexto social (NCFAS-G) según la línea de intervención
considerada, las familias evaluadas en Familias de Acogida presenta los mejores
indicadores (familia extensa distinta de aquella en que se origina la vulneración),
seguido de los Programas de Reparación en Maltrato; en el otro extremo, se ubican los
Programas Especializados y las Residencias de protección.
•
Edad de los niños(as): El promedio de la edad de los casos de los Programas de
Reparación en Maltrato (10,4) y Familia de Acogida (10,6) es menor en comparación
con el promedio de edad observado en Residencias (13) y Programas Especializados
(14). Esto no es de extrañar, pues las Residencias y Programas Especializados suelen
recibir usuarios con una historia de vulneraciones, quienes con frecuencia han pasado
por otros programas o proyectos de menor complejidad previamente.
•
Escolarización: La totalidad de los(as) usuarios(as) que ingresan a Familias de Acogida y
Programas de Reparación en Maltrato se encuentran vinculados(as) a un
establecimiento educacional. Mientras que el 17% de los niños, niñas o adolescentes
que ingresan a Residencias y el 27% de los(as) usuarios(as) que ingresan a Programas
Especializados no están vinculados(as) a un establecimiento educacional, habiendo
desertado previamente.
•
Causales de ingreso: El abanico de problemáticas que enfrenta cada uno de los
programas se incrementa al avanzar en la gradiente de complejidad. De este modo, los
programas de Reparación en Maltrato se focalizan de modo casi exclusivo en
temáticas de abuso y maltrato, los programas de acogimiento familiar incorporan
también variables de inhabilidad parental e interposición de medidas de protección.
Estas causales se multiplican en Programas Especializados y Residencias, pues los(as)
usuarios(as) con los(as) que intervienen han sido afectados por todas estas
problemáticas, así como también por situación de calle, trabajo infantil y deserción
escolar.
•
Maltrato y drogas: Los Programas Especializados y Residencias son los que concentran
problemáticas simultáneas de maltrato y drogas en su sujeto de intervención (39% y
9% respectivamente), lo cual complejiza el abordaje que dichos casos requieren.
•
Dinámica relacional en la familia: En la escala NCFAS-G, las variables estudiadas
mostraron una graduación de complejidad similar según línea programática, con los
indicadores de mayor deterioro en los Programas Especializados y las Residencias,
seguidos por los Programas de Reparación en Maltrato y finalmente los programas de
Familias de Acogida.
•
Factores de riesgo: En la escala NCFAS-G se observó una baja proporción de
situaciones de alto riesgo en Familias de Acogida (menos del 10% para todas las
dimensiones evaluadas), seguido en forma más distanciada por los Programas de
Reparación en Maltrato (cercanos al 25%, salvo salud familiar); en el otro extremo, se
ubican los Programas Especializados y Residencias de protección (cercanos al 45%,
salvo salud familiar).
Pese a que profesionales y directivos tienden a manifestar una percepción negativa de la
capacidad de la familia extensa para garantizar el bienestar de los niños, niñas y adolescentes
afectados por graves vulneraciones de derechos, dada la transgeneracionalidad de la violencia,
las familias de acogida muestran en este estudio no sólo los menores niveles de complejidad,
123
sino condiciones apropiadas para el desarrollo infantil en la mayor parte de las dimensiones
evaluadas. Lo que muestran las entrevistas de profesionales y directivos es que, en casi la
totalidad de los casos, las Familias de Acogida son parte de la familia extendida de los niños,
niñas y adolescentes. Es decir, se trata de familia extensa distinta de la familia nuclear en la
cual se produjo la vulneración, a la cual se puede recurrir para evitar la internación del niño(a)
o adolescente y sus efectos, respetando su derecho a vivir en familia. Por esta razón, resulta
relevante la evaluación de la posibilidad de cuidado por parte de familia extensa antes de
decidir la institucionalización del niño(a) en una residencia de protección.
Por otro lado, los resultados en torno a los niveles de complejidad detectados en este estudio
lleva a preguntarse si debieran disponerse apoyos adicionales e intensivos por parte de los
programas con mayores niveles de complejidad (Programas Especializados y Residencias), de
modo de resolver las necesidades de los usuarios y sus familias, evitando así que reboten
posteriormente en otros programas, lo cual tendería a cronificar su situación.
2. Vínculo entre los usuarios y los programas
Entendiendo que el vínculo establecido entre los usuarios y los programas resulta clave para
modelar y potenciar un vínculo bientratante entre los niños, niñas y adolescentes vulnerados
en sus derechos y sus familias, a continuación se analizan los resultados que dicen relación con
este nivel de vinculación.
El concepto de “familia”
Si bien tanto las orientaciones técnicas elaboradas por SENAME como los proyectos 47 que
componen la muestra reconocen a los niños, niñas y adolescentes afectados por vulneraciones
graves de derecho como su población objetivo, es posible identificar a la familia o adultos
responsables como sujetos “indirectos” de los programas, en tanto actores fundamentales del
proceso de intervención del usuario(a).
Tanto las orientaciones técnicas como los proyectos estudiados coinciden en la relevancia de
intervenir con la familia para restituir derechos que han sido vulnerados en los niños, niñas y
adolescentes, logrando el pleno ejercicio de los mismos. Sin embargo, ni las orientaciones
técnicas ni los propios proyectos suelen definir explícitamente lo que entienden por “familia”,
tendiendo a homologar este concepto con el de “adulto responsable”, el cual suele tener
alguna relación de parentesco más o menos cercana con el(la) niño(a) o adolescente.
Acerca del concepto de familia, se identifica una cierta prevalencia en los equipos de
intervención del ideal convencional de familia: biológica, nuclear, y heterosexual. La
predominancia de este ideal de familia constituye un obstáculo para poder trabajar de manera
efectiva en pos del bienestar de los niños(as) y adolescentes, pues lleva a pensar que es este
modelo de familia la única y mejor institución para hacerse cargo de la crianza de éstos.
47
En relación a la dificultad existente para acceder a proyectos interventivos financiados con fondos
públicos, se sugiere promover medidas que permitan otorgar acceso a ellos, de modo de generar
alternativas de fiscalización, investigación, intercambio y enriquecimiento de las iniciativas
existentes.
124
Frente a esto, resulta crucial que el concepto de “familia” pueda ser definido apropiadamente
de modo inclusivo, dando cabida a las múltiples formas de familia existentes hoy en Chile, pues
todas ellas pueden servir como contexto apropiado para la crianza y desarrollo de los niños,
niñas y adolescentes.
Imaginarios de los equipos respecto a las familias
El vínculo que los equipos de los centros pueden establecer con los niños, niñas y adolescentes
con los cuales trabajan y sus familias guarda estrecha relación con los imaginarios que
construyen respecto a éstos. Por esta razón, se dará cuenta de los imaginarios que prevalecen
con respecto a las familias.
En opinión de los(as) profesionales tratantes, las relaciones familiares de los(as) usuarios(as)
vulnerados en sus derechos en un 68,6% de las casos se asocian con la causa de la vulneración,
en una 41,4% permiten la mantención de la vulneración, y sólo en un 37% constituyen un
recurso para la restitución de derechos. Esto es justificado por la negligencia en las familias de
origen (70%), la agresión intrafamiliar (8%) y las transgeneracionalidad de la violencia (3%).
Pese a que la escala NCFAS-G muestra que una proporción importante de las familias
presentan áreas libres de daño e incluso fortalezas en diversos ámbitos del funcionamiento
familiar, la opinión negativa acerca de la familia que predomina en la mayor parte de los
profesionales interroga respecto al vínculo de colaboración que pueden establecer los equipos
con familias, en las cuales les resulta difícil distinguir sus fortalezas y potencialidades.
Los miembros de la familia con los cuales se trabaja
Si bien las orientaciones técnicas de los programas definen que se debe potenciar el trabajo
con las familias de los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos, los resultados
de esta investigación señalan que este trabajo se proyecta fundamentalmente con el cuidador
principal, que suele ser la madre (63,4%) en una sociedad en que los roles de género están
definidos de modo tradicional. Si la madre no puede ejercer esta función, suele ser la siguiente
mujer en la línea de filiación quien asume esta función, es decir la abuela (25,4%).
El que el adulto responsable con el cual se trabaja sea típicamente una mujer crea un sesgo de
género en la intervención. Esto amenaza con reproducir patrones culturales asociados al
género que se vinculan con dinámicas de violencia, lo cual requiere ser repensado, en miras a
instalar una cultura democrática, que colabore con la erradicación de vulneraciones de
derechos hacia los niños, niñas y adolescentes.
En este sentido, si bien una de las buenas prácticas más nombrada por los equipos es
incorporar una figura masculina –generalmente el padre- al proceso de intervención, llama la
atención la baja presencia de la figura paterna en el trabajo interventivo que proyectan los
centros, la cual fluctúa entre el 15% y el 30% en las distintas líneas estudiadas.
Cabe preguntarse, entonces, si esto tiene que ver con el papel que los equipos profesionales le
conceden a la figura masculina en el proceso de restitución de derechos de los niños(as), o si
las estrategias desplegadas para su incorporación no han sido las adecuadas.
Esto, dado que las condiciones y horarios de funcionamiento de los centros suelen no
prestarse a estos fines, funcionando de lunes a viernes en horario de oficina, o bien
estableciendo horarios de visita muy acotados en el caso de Residencias. Al respecto, para
125
incluir no sólo a la figura paterna, sino también a otros miembros de la familia en la
intervención, sería necesario flexibilizar el dispositivo utilizado. De este modo, algunos
programas han implementado el horario del día sábado para incorporar a estas figuras en la
intervención. Por otra parte, la evidencia internacional es contundente en señalar los
beneficios del trabajo domiciliario (Contreras y Rojas, 2013), el cual requiere ser desarrollado
en horario ampliado, en miras a intervenir con los distintos miembros de la familia.
Acerca de los objetivos del trabajo realizado con familias
Autores como Canales, Flores y Raurich (2014, p. 26), señalan que “el énfasis de la intervención
con la familia apunta al fortalecimiento de la vinculación de los padres con los hijos, de modo
que puedan ejercer la parentalidad con mayor eficacia”.
Concordantemente con esto, directivos y profesionales señalan que su trabajo consiste
fundamentalmente en la construcción de un vínculo entre niños, niñas y adolescentes y sus
familias, específicamente con su cuidador(a). Además de de esto, refieren que el trabajo con
familias se centra en habilidades parentales, que la persona encargada del cuidado de niños,
niñas y adolescentes aprenda a establecer límites, y a hacerse responsables de ellos. La idea,
entonces, es que progenitores(as) o cuidadores(as) de niños, niñas y adolescentes, gracias a la
intervención efectuada, adquieran las capacidades y habilidades para poder cuidar de ellos de
manera adecuada.
Ello es consistente con lo planteado por los proyectos analizados, pues entre los objetivos que
persiguen se señala el fortalecimiento de vínculos familiares, el fortalecimiento de recursos
protectores y la modificación de prácticas parentales “incompetentes”. Dado que prima una
visión que no visualiza a la familia como un recurso, sino que la asocia a la causa y mantención
de la vulneración, lo que se busca con ella es potenciar sus habilidades o competencias
parentales como objetivo prioritario (90,1%). De hecho, el objetivo de reparar el vínculo entre
el niño, niña y adolescente y sus figuras significativas se encuentra en el séptimo lugar de
preferencia, con un 59,5%.
Respecto a conceptos como “incompetencia parental”, llama la atención la existencia de
conceptualizaciones que pueden resultar descalificadoras hacia las familias, pues tienden a
estigmatizar e invisibilizar los recursos y las riquezas con las cuales cuentan. Al respecto, se
requiere acuñar categorías conceptuales que releven no tanto los déficit (que sin duda existen)
como la funcionalidad, riqueza y potencialidades de las familias, estableciendo una relación de
cooperación que permita acompañarlos en su proceso de desarrollo.
Metodologías de intervención con familias
Tanto las orientaciones técnicas como los proyectos declaran la implementación de diversas
estrategias/metodologías focalizadas con la familia para el diagnóstico y la intervención,
tendiente a que estas puedan estas puedan retomar sus funciones de cuidado y protección.
Del conjunto de estrategias de intervención que se les presentaron a los(as) profesionales, la
de mayor planificación es la Visita domiciliaria (90,4%), le siguen la Psicoeducación /
Socioeducación (85,0%), y en tercer lugar la Psicoterapia individual (75,3%). Asimismo, llama la
atención la elevada planificación de Psicoterapia familiar, con un 53,1%, siendo que el trabajo
con familias reportado en Senainfo no excede el 22%.
126
Esto hace pensar que, si bien se visualiza la relevancia de trabajar terapéuticamente con el
grupo familiar, esto no llega a hacerse siempre efectivo en la práctica. Puede que los recursos
profesionales escaseen, o bien que la sobrecarga laboral del equipo sea aguda, lo cual se
convierte en un obstáculo para efectuar intervenciones de este tipo. Pero también, como se ha
señalado previamente, existen dificultades prácticas para organizar sesiones de trabajo con
familias, en las cuales los horarios laborales y ubicación del centro pueden jugar en contra para
hacer efectivo un trabajo de esta naturaleza.
Al respecto, una buena práctica inclusiva recogida del trabajo de los centros, es el aporte
especial de Sename para el caso de niños(as) y adolescentes cuyas familias viven en zonas
rurales. Gracias a este aporte, los programas residenciales pueden favorecer el contacto de
niños(as) y adolescentes en con sus familias, incorporándolas de manera más efectiva en el
proceso de intervención.
En términos de los plazos de trabajo, los programas ambulatorios requieren períodos de
intervención prolongados, que les permitan ser eficaces en situaciones de alta complejidad.
Por el contrario, los programas residenciales deben intentar restituir el derecho a vivir en
familia en el menor tiempo posible. Sin embargo, cabe cuestionarse respecto a los tiempos de
intervención efectivos que están desarrollando las Residencias, el cual asciende en promedio a
23,6 meses al momento del estudio, lo cual genera preocupación respecto al impacto que la
institucionalización produce sobre los niños(as) y sobre el vínculo familiar. En este sentido,
resulta comprensible que, dada la alta complejidad que enfrentan las Residencias, el trabajo en
restitución de derechos y fortalecimiento del vínculo familiar avance lentamente. Sin embargo,
sería recomendable generar programas de apoyo intensivo para la revinculación familiar, tanto
antes como después del egreso, que pudieran trabajar en los entornos naturales de los
niños(as) y sus familias, promoviendo sus recursos y habilidades en el contexto en que deben
desplegarse. Esto permitiría, a su vez, acortar los prolongados tiempos de permanencia que
actualmente experimentan los niños, niñas y adolescentes en Residencias.
Espacio para la participación de usuarios y sus familias en el trabajo realizado
Para poder efectuar un trabajo productivo con las familias, resulta de vital importancia instalar
mecanismos de retroalimentación efectivos desde las familias hacia los equipos. Si bien hoy
día existe el sistema de los buzones, surgen interrogantes respecto a su utilidad, pues nunca
apareció mencionado por ninguno de los programas como un medio efectivo de conocer las
opiniones de sus usuarios.
Se necesita instalar sistemas donde los programas activamente recojan las percepciones de sus
usuarios y las incorporen a sus formas de intervención. Esta información, entonces, es central
para que los equipos puedan ir mejorando su actuar, pues les permite recibir una
retroalimentación en 360º, nutriéndose del feedback dado no sólo por sus jefaturas y sus
pares, sino también por los propios destinatarios de la intervención.
Una práctica que resulta indispensable es la co-construcción de una demanda que le haga
sentido a la familia, lo cual permite incrementar la adherencia y el compromiso con el proceso
(Canales, Flores y Raurich, 2014). Junto con esto, es necesario garantizar la participación del
niño, niña o adolescente y la familia en el diseño del plan de intervención, de modo que este
recoja no sólo las aspiraciones del equipo profesional, sino también de aquellos que serán
protagonistas de este proceso. Del mismo modo, no sólo es el equipo, sino también los niños,
niñas y adolescentes y la familia, quienes deben evaluar los resultados de la intervención
realizada, indicador de gestión que debiese resultar relevante para la evaluación del trabajo
del centro.
127
Construcción de relaciones más horizontales con las familias: de la supervisión al
acompañamiento
Respecto al protagonismo de las familias en el trabajo desarrollado, directivos y
particularmente profesionales mencionan que muchas veces ellos mismos operan con un
modelo de intervención vertical, dando limitada importancia a las opiniones de las propias
familias, lo cual probablemente se vincule con la dificultad de identificar los recursos en los
sistemas familiares con los cuales se interviene.
Concordantemente con esto, es posible identificar en algunas familias atendidas la percepción
de crítica, supervisión y vigilancia por parte de los equipos hacia ellas, lo cual las lleva
permanentemente a dar explicaciones por las acciones realizadas o las condiciones de vida en
que se desarrollan.
Se constata una diferencia de énfasis en la apertura hacia la perspectiva de la propia familia
entre profesionales y directivos, lo cual puede indicar que tal vez existe un discurso
institucional positivo hacia las familias, que sin embargo puede no verse reflejado en las
prácticas cotidianas de los equipos.
La evidencia recogida aquí muestra que muchas veces los equipos siguen operando con un
modelo convencional de educación de arriba-hacia-abajo. Evidentemente esto genera una
paradoja, pues si las familias son enajenadas de sus propias problemáticas y no se les
incentivan ni se le otorgan espacios de autonomía, lo más probable es que los cambios sean
más bien superficiales y formales. Aquí el punto es que la misma forma de interactuar de los
equipos Sename con las familias entrega una pauta de comportamiento, que prima sobre los
discursos.
En este sentido, una imagen desfavorable de las familias por parte de los equipos puede
funcionar al modo de una profecía auto-cumplida, en la cual los adultos no hacen más que
ocupar el lugar que se les supone. De este modo, el carecer de un enfoque de recursos hace
aún más difícil el trabajo de restitución de derechos, pues se visualizan pocas potencialidades
que permitan desplegar una intervención generativa.
No obstante lo anterior, algunos de los usuarios(as) entrevistados(as) relevan cómo los
profesionales de los centros han podido establecer con ellos una relación de cuidado, respeto
y fortalecimiento de estos referentes familiares en momentos de crisis, replicando así en su
propio actuar lo que les piden a progenitores(as) y cuidadores(as) respecto de niños, niñas, y
adolescentes a su cargo.
Aquí, la recomendación es que los equipos de la red Sename puedan modelar y promover así
un estilo democrático al interior de la familia, lo cual debe ser instalado no sólo en el discurso,
sino en el modo de relacionarse con las familias. Ello da cuenta de la centralidad de crear un
vínculo de apoyo efectivo entre los equipos Sename y los progenitores(as) y cuidadores(as) de
niños, niñas, y adolescentes.
Trabajo con las diferencias de género al interior de las familias
Directivos y profesionales mencionan como un rasgo de estas familias un claro carácter
jerárquico y patriarcal. Esta concepción de la familia se caracteriza por roles de género
convencionales, basada en una subordinación de lo femenino a lo masculino. En concreto, esta
familia patriarcal se traduce en que los hombres deben ser los proveedores de la familia,
mientras que las mujeres deben quedar a cargo del cuidado del hogar y de la crianza de los(as)
hijos(as). La autoridad masculina se ve reforzada, al decir de profesionales y directivos, por el
128
propio marco legal chileno, que reconoce la autoridad legal paterna pero tiene mayores
dificultades para reconocer la autoridad legal materna. Esto, pese a que las madres –o figuras
femeninas- son las que en general se hacen cargo de los niños, niñas, y adolescentes en la
práctica.
Este tipo de relaciones familiares facilita la vulneración de los niños, niñas y adolescentes. A
esto se suma que, si bien el enfoque de género está comenzando a ser incorporado por los
programas, esto aún sucede de manera limitada.
Uno de los hallazgos del presente estudio es la elevada presencia de violencia intrafamiliar
entre los progenitores de los niños(as) y adolescentes afectados por graves vulneraciones de
derechos, dando cuenta de cómo las dinámicas de violencia se instalan en los diferentes
subsistemas de la familia. En este sentido, el trabajo con enfoque género resulta crucial para
promover relaciones democráticas e igualitarias entre los géneros.
El trabajo en la democratización de la familia debiera apuntar a que tanto hombres como
mujeres compartan los roles de proveedores y de cuidadores. Es decir, avanzar desde una
comprensión segregada y jerárquica de los roles de género, hacia una más democrática, donde
mujeres y hombres pueden realizar diversas tareas –trabajo remunerado, cuidados, tareas
domésticas- en pos del bienestar general de la familia, y especialmente de los niños, niñas y
adolescentes. Ello demanda deconstruir imaginarios sociales con respecto al género, no sólo
con las familias, sino también con los equipos, pues todos ellos pueden promover la
reproducción de desigualdades de género.
Respecto a la intervención, es particularmente relevante que cada equipo pueda analizar de
qué modo las vulneraciones de derecho en la infancia y la adolescencia afectan de maneras
distintas a hombres y mujeres (ej: delitos sexuales y maltrato), así como el modo en que dichas
vulneraciones son significadas socialmente por el entorno de acuerdo al género. Asimismo, es
necesario problematizar en torno a las estrategias de intervención que pueden ser
desarrolladas en virtud de la variable género.
Otro aspecto a trabajar respecto de género es la falta de comprensión y de herramientas de
los equipos para trabajar con roles de género no-heterosexuales. Aquí se evidencia una
falencia significativa de herramientas, lo cual puede conllevar a que conductas y personas noheterosexuales sean foco de discriminaciones.
Todo esto supone, en primer lugar, un trabajo con los propios equipos de los programas. Este
trabajo tiene que ser abordado desde un enfoque práctico, de aprender-haciendo, pues lo que
se requiere es modificar el repertorio de conductas. Por esto no se recomienda utilizar
capacitaciones convencionales, basadas en un modelo de mera transmisión de conocimiento.
Lo que se requiere es aprender, desde la experiencia práctica, un repertorio de acciones y
conductas que aseguren la promoción de la igualdad de género.
Respecto de estrategias concretas a realizar, en la sección de buenas prácticas se identificaron
algunas que ya son aplicadas y que convendría masificar. Por ejemplo, el promover igualdad de
acceso a actividades de capacitación, educación, y recreación; ofrecer educación sexual (no
sólo enfocada a mujeres); trabajar con familias situaciones cotidianas de discriminación hacia
mujeres. Esto se debe complementar con investigación internacional comparada sobre
prácticas concretas que promuevan la igualdad de género. Prácticas que luego deben ser
evaluadas respecto de su aplicabilidad para el caso chileno.
129
Organización de los centros y el vínculo con los usuarios
La gestión de toda institución es clave en los resultados de ésta. La evidencia aquí recogida
apunta a que la actual forma de financiamiento y de organización de Sename tendría ciertas
consecuencias negativas para el trabajo que se realiza con las familias. Tal vez lo más negativo
es que no permite la consolidación y perfeccionamiento de los equipos profesionales, debido,
entre otros factores, a los bajos sueldos. Esto produce diversas consecuencias negativas, por
ejemplo, son una barrera para contratar personal más calificado y con mayor experiencia; y
producen una alta rotación de personal, lo cual genera discontinuidad de las intervenciones y
dificulta la creación de relaciones que generen seguridad y confianza en los usuarios. De esta
manera, las experiencias de abandono y maltrato van reproduciéndose, esta vez por
responsabilidad de los propios agentes de reparación.
También, la forma de financiamiento (sistema de subvención según niño(a) o adolescente
atendido) puede conllevar efectos negativos. Además, directivos y profesionales señalan que
los montos otorgados por Sename son bajos, lo que afecta especialmente la cantidad y calidad
de los equipos de trabajo.
De este modo, se sugiere explorar nuevas formas de gestión y financiamiento, que apunten a
mejorar la dotación, estabilidad y formación de los equipos humanos de la red Sename, pues
todo ello contribuye con el vínculo.
Institucionalizar sistemas de transparencia hacia familias y niños, niñas y adolescentes
El proceso judicial y la intervención de Sename tienen un profundo impacto en la vida de las
familias y los niños, niñas y adolescentes. Según directivos y profesionales entrevistados, la
intervención de estos agentes estatales tendría como efecto la alteración y muchas veces la
ruptura de estructuras y vínculos familiares, lo cual puede llegar a constituir un daño aún
mayor que la situación que origina el ingreso al centro. Además se trata de procesos de larga y,
muchas veces incierta, duración, que suele prolongarse más allá de lo esperado. Esto
constituye un elemento adicional de ansiedad y angustia para los involucrados, que puede
afectar negativamente a los niños(as), dañando o fracturando el vínculo con sus familias de
origen.
Por lo tanto, aparece como un requisito mínimo instalar un sistema o mecanismo de
información actualizado y fácilmente accesible para las familias respecto del progreso de su
caso y plazos estipulados. De la misma manera, es importante que las familias puedan conocer
cuáles son sus derechos y obligaciones en cualquier momento del proceso, como también que
puedan saber dónde recurrir para obtener información adicional y para hacer reclamos, en
caso de estar disconformes con el proceso. Todo esto se resume en aumentar, como un eje
clave del operar de Sename, la transparencia respecto de sus usuarios.
Relación de SENAME con el sistema judicial
Un elemento interesante de señalar es que directivos y profesionales resienten la dependencia
de Sename del Ministerio de Justicia. En opinión de ellos, al depender Sename del Ministerio
de Justicia, su forma de abordar a las familias de los niños, niñas y adolescentes está
enmarcada por una perspectiva judicial, y no social. Probablemente eso guarde relación con
que las familias los vinculan y tienden a responsabilizarlos del proceso judicial.
130
Es decir, que Sename sea parte de la institucionalidad de justicia, según opinión de directivos y
profesionales, dificultaría el trabajo con las familias y con los niños, niñas y adolescentes, pues
destacan que las familias difícilmente podrán confiar en quienes los está sancionando por sus
conductas. Es decir, familias y niños, niñas y adolescentes ven a Sename como responsable del
quiebre o crisis familiar producida por el paso de los niños, niñas y adolescentes por tribunales,
y esto hace el trabajo de Sename -con las familias y con los niños, niñas y adolescentesespecialmente difícil.
Es decir la actual institucionalidad de protección a la infancia y su forma de operación no sólo
podría impactar negativamente los lazos familiares de niños, niñas y adolescentes atendidos
por esta institucionalidad, sino que además dificultaría la construcción de vínculos entre estos
niños, niñas y adolescentes y los equipos profesionales de la red Sename.
Ausencia de una política de protección a la infancia
El análisis de las entrevistas releva otra deficiencia de la actual institucionalidad de protección
a la infancia, que esta no es acorde a la Convención Sobre los Derechos del Niño (CDN), la cual
fue ratificada por Chile en 1990. En opinión de directivos y profesionales, esto constituye una
vulneración por parte del Estado de Chile a los derechos de los niños, niñas y adolescentes
quienes estarían desprotegidos por parte del Estado, frente a las vulneraciones que sufren de
sus derechos. Directivos y profesionales destacan que a esta ausencia de legislación adecuada
se suma la escasa voluntad de tribunales para utilizar las herramientas con las que
actualmente cuentan para proteger el interés superior de los niños, niñas y adolescentes.
3. Vínculo de los usuarios con las redes
Los usuarios afectados por graves vulneraciones de derechos y sus familias suelen
experimentar un escaso vínculo con las redes, dificultad que muchas veces se ve agudizada por
las difíciles condiciones de vida que enfrentan los grupos de bajos ingresos; por tanto, la
restitución de derechos requiere abordar, también, el lazo social que une a la familia con la
comunidad que los alberga.
Intentar salvar las debilidades de la red
Al respecto, directivos y profesionales destacan que la red de servicios públicos disponible para
niños, niñas y adolescentes atendidos por Sename es deficiente, especialmente en relación a la
rehabilitación de consumo alcohol y drogas y la atención de salud mental. Tal como lo señalan
Ansoleaga y Valenzuela (2014, p. 396) “mientras que un 67% de la población infanto-juvenil
(entre los 4 y los 18 años de edad) con problemas de salud mental no accede al uso de ningún
servicio de salud, la brecha existente respecto al uso de servicios ambulatorios de salud pública
alcanza un 86%”. Además de esto, los consultantes que cuentan con seguros privados o isapres
tienen un acceso 8 veces superior a los beneficiarios de FONASA, lo cual habla de las
inequidades que afectan a la población vulnerable, mayoritariamente atendida por SENAME.
De esto, resulta evidente la necesidad de invertir recursos de manera urgente en fortalecer los
servicios públicos de salud mental, y particularmente aquellos dirigidos a niños, niñas y
adolescentes.
131
Por lo pronto, como se mencionó en el apartado de buenas prácticas, varios programas han
sido exitosos en establecer convenios de colaboración con universidades e institutos técnicos.
Estas alianzas les permiten contar -por una parte- con recursos humanos, ya sea en la forma de
alumnos en práctica o tesistas. Por otra parte, significa acceso a servicios de salud,
fundamentalmente odontología y salud mental, que son difíciles de obtener en la red pública
de salud.
Sename, a nivel central, pudiera promover y potenciar este proceso. Asimismo, se podría
contemplar el establecimiento de convenios que garanticen el acceso a salud mental en otros
servicios públicos y privados para los niños, niñas y adolescentes afectados por graves
vulneraciones de derechos.
Prevenir y eliminar la discriminación que sufren niños, niñas y adolescentes
La evidencia recogida aquí sugiere que los niños(as) y adolescentes atendidos por Sename
sufren una serie de discriminaciones y estigmatizaciones por parte de otros servicios públicos,
especialmente establecimientos educacionales y consultorios, quienes ponen trabas
dificultando el acceso, dada su situación de vida, lo cual genera discriminación. Esto indica la
necesidad de realizar un trabajo de sensibilización y garantización de derechos con los
organismos responsables, de manera de evitar este tipo de situaciones, que constituyen una
nueva vulneración a los niños, niñas y adolescentes por parte del sistema.
Atención integral niños(as) y adolescentes mediante instancias formales de coordinación
De acuerdo a la opinión de los equipos, prevalece una atención parcelada y fragmentada de los
niños(as) y adolescentes, tanto por parte de la red de servicios, como al interior de la red
Sename. Muchas veces las intervenciones son múltiples, lo que trae consecuencias imprevistas
que amenazan las relaciones familiares de niños, niñas y adolescentes atendidos por la red
Sename. Esto demanda un gran esfuerzo y el empleo de numerosos recursos (tiempo, dinero,
entre otros) por parte de quienes están a cargo del cuidado de niños, niñas y adolescentes.
Entonces las familias, y específicamente los principales cuidadores de niños, niñas y
adolescentes -es decir madres y abuelas- se ven sobrecargados, de manera a veces extrema,
para poder cumplir con las diversas demandas de las distintas instituciones que intervienen.
En relación a esta intervención múltiple, una segunda dificultad que afecta negativamente al
trabajo con las familias y que es destacada por numerosos directivos y profesionales, es la falta
de atención coordinada entre las distintas instituciones que conforman la red. La crítica central
es la falta de una intervención integral, que ponga al centro de su actuar el bienestar efectivo
de niños, niñas y adolescentes. Bienestar que está íntimamente relacionado con fortalecer, y
no sobre exigir, los lazos con sus cuidadores.
Aquí, Gómez y Kotliarenco (2010) llaman la atención respecto a la pertinencia, articulación y
dosificación de las acciones ejecutadas por los distintos agentes que intervienen con la familia.
Por esto, se sugiere crear y potenciar instancias de coordinación tanto a nivel interno como
externo, de manera de avanzar hacia una atención integral, que ponga verdaderamente al
centro de su actuar a los niños(as) y adolescentes. De este modo, es necesario que cada caso
cuente con una cabeza, que pueda coordinar las diversas intervenciones que se realizan con el
niño(a) o adolescente y su familia en los distintos servicios, gestionando los recursos públicos
que se requieren para alcanzar los objetivos propuestos y evitando una sobre-intervención.
132
Cabe hacer presente que la articulación de la red de intervención, para la satisfacción de
derechos de la infancia y la adolescencia, debiera estar contemplada en la ley de protección
integral de derechos de niños(as) y adolescentes.
4. Condiciones estructurales y su incidencia en el vínculo
Al analizar la situación socioeconómica registrada en SENAINFO de acuerdo a CASEN vigente,
se obtiene que el 66,5% de los usuarios y sus familias viven en situación de pobreza, siendo
más agudo el problema en el caso de las Residencias y Familias de Acogida (77% y 71,4%
respectivamente) 48. Junto con esto, se aprecia una baja escolaridad de la figura principal de
cuidado (madre), quien suele no haber finalizado la educación media (69%), dedicada
mayoritariamente a los quehaceres de su hogar, con escaso acceso al trabajo remunerado
dependiente (26%).
Concordantemente con lo anterior, directivos y profesionales de los centros señalan que las
condiciones en las cuales se desenvuelven las familias estudiadas se caracterizan por residir en
barrios pobres, inseguros y con alta presencia de violencia, con una oferta de servicios
deficientes, establecimientos educacionales de baja calidad y viviendas precarias. En este
contexto, las redes familiares resultan vitales para asegurar la sobrevivencia de los grupos de
menores ingresos, debiendo suplir las falencias del mercado y del Estado, proveyendo además
protección para su prole en barrios de alta inseguridad.
Ahora bien, esta situación mayoritaria de pobreza y exclusión no necesariamente determina
situaciones de alto riesgo para los niños, niñas y adolescentes, pues el enfoque de resiliencia
releva de qué modo las familias son capaces de sobreponerse a situaciones de adversidad. De
este modo, por medio de la escala NCFAS-G es posible concluir que 20,8% de las familias
participantes de la red SENAME muestra indicadores de alto riesgo en su Entorno, destacando
especialmente los problemas de seguridad en el barrio o vecindario. Un 16,9% tendría
significativas dificultades de Autonomía, destacando el ítem ingreso familiar. Un 15,7%
presenta importantes problemáticas en la inserción y uso de sus redes sociales formales e
informales, siendo el aspecto más deteriorado la conexión con el vecindario y la comunidad.
En resumen, entre 1 y 2 de cada 10 familias atendidas en la red podrían clasificarse en "alto
riesgo socioeconómico", ubicándose la mayoría de los casos en un riesgo social leve.
En base a estos datos, es posible apreciar que muchas familias han logrado hacer frente a un
escenario muy adverso sin comprometer necesariamente el bienestar de los niños, niñas y
adolescentes. Sin embargo, resulta evidente que la pobreza se encuentra muy sobre
representada en esta muestra (66,5%), considerando que de acuerdo a la última encuesta
CASEN del año 2013 (Ministerio de Desarrollo Social, 2015), el porcentaje nacional de personas
en situación de pobreza asciende al 7,8%, utilizando la metodología tradicional de medición.
Ello resulta relevante, en primer término, porque niños(as), adolescentes y adultos no están
ejerciendo plenamente derechos reconocidos tanto por la Constitución (como la educación,
salud, entre otros), como por la CIDN (salud, nivel de vida, entre otros). En segundo término, y
en relación a los objetivos del presente estudio, las condiciones de pobreza y exclusión que
afectan a las familias generan demandas que pueden exceder sus capacidades de
afrontamiento, ocasionando estresores para las familias, que compiten con la atención
necesaria de destinar a la crianza y vinculación con los niños, niñas y adolescentes (Rodrigo,
Máiquez y Martín, 2010). Esto genera factores de riesgo que pueden asociarse a situaciones de
48
Esto lleva a preguntar si la condición socioeconómica de la familia pudiera condicionar de algún modo
una intervención coactiva por parte del sistema, respecto al cuidado personal de sus hijos(as).
133
vulneración de derechos hacia la infancia y la adolescencia. En este sentido Gómez y
Kotliarenco (2010) proponen, como una de las estrategias tendientes a estimular la resiliencia
parental, la disminución de las demandas y tensiones que sobrepasan a la familia.
Desde allí, el Estado de Chile debiera garantizar un “nivel de vida suficiente para posibilitar el
ejercicio parental positivo” (Comité de Ministros del Consejo de Europa, 2006, p. 3), aspecto
que debiese ser contemplado por una ley de protección integral de los derechos de la infancia
y la adolescencia. Temas como el acceso a la educación y el empleo remunerado,
particularmente por parte de la cuidadora principal, resultan cruciales para garantizar un nivel
de vida apropiado. En concreto se sugiere vincularse con organismos dedicados a entregar
oportunidades de capacitación y educación a grupos de bajos ingresos (por ejemplo, a través
del ‘Programa Mujer Trabajadora y Jefa de Hogar’, ‘Mujer Emprendedora’, Infocap, entre
otros). Asimismo, la oferta de servicios de cuidado infantil (por ejemplo en coordinación con
jardines infantiles de Integra o Junji), sobre todo en horario posterior al escolar, puede hacer la
diferencia en la viabilidad de trabajo y estudio en el caso de las mujeres. La literatura es
contundente en señalar los efectos positivos que esto tiene para mujeres e hijos(as).
134
VII.
Conclusiones Finales
Para evaluar la relación entre los niños(as) y adolescentes y sus familias desde un marco
ecológico se utilizó la Escala de Evaluación Familiar de Carolina del Norte (NCFAS-G),
considerando las dimensiones Competencias Parentales, Interacciones Familiares, Seguridad
Familiar y Salud Familiar.
El análisis de los resultados del presente estudio, permite concluir que en la dinámica
relacional establecida entre los niños, niñas y adolescentes afectados por graves vulneraciones
de derechos y sus familias se constata una elevada proporción de problemáticas de alta
complejidad, con una de cada tres familias ubicadas en la categoría de "alto riesgo" en la
mayor parte de las dimensiones, excepto salud familiar. Sin embargo, es mayoritaria la
proporción de casos evaluados con baja complejidad (cerca de dos tercios), lo cual puede
deberse –a lo menos parcialmente- a los resultados de la intervención de los programas que
han intervenido con los usuarios(as) y sus familias.
En la dimensión competencias parentales, el principal problema detectado son las prácticas
disciplinarias, lo cual refleja una recurrencia habitual a prácticas de malos tratos referidas
como "disciplina", asociado a modelos autoritarios de crianza. Asimismo, se observa
deteriorada la capacidad lúdica de las familias y la protección de espacios y momentos de
recreación/ocio familiar; así como la supervisión del niño y la promoción del desarrollo y
crecimiento mediante oportunidades para su progreso.
En interacciones familiares, la variable más crítica es la relación entre los
progenitores/cuidadores, lo cual se asocia significativamente con la presencia de violencia
doméstica entre ellos, dando cuenta del modo en que las dinámicas de relación violenta al
interior de la familia se instalan en sus diferentes subsistemas.
Respecto a la dimensión seguridad familiar, las variables que muestran mayor deterioro
general son: negligencia parental, y abuso emocional, y otros conflictos familiares, lo cual da
cuenta del conflicto con terceros significativos del entorno, como vecinos y familia extensa.
Por su parte, en la dimensión salud familiar, la variable más deteriorada es la salud mental del
niño y, en segundo término, la salud mental de las figuras parentales.
Cabe hacer presente que el levantamiento de información mediante la escala NCFAS-G se
realizó en diferentes momentos de la intervención en cada caso, por lo cual no es posible aislar
el efecto de la intervención en los resultados obtenidos. Para hacerlo, se requeriría una
evaluación pre-post, o bien la evaluación exclusivamente en fases iniciales de la intervención,
lo cual no pudo ser llevado a cabo en este estudio dados los extensos tiempos de intervención
que registran los casos en la mayor parte de las líneas.
Uno de los hallazgos del presente estudio es que pueden apreciarse niveles de complejidad
creciente en las distintas líneas programáticas estudiadas, observándose en términos
generales la siguiente gradiente de menor a mayor complejidad: Familias de Acogida,
Programas de Reparación en Maltrato, Programas Especializados y Residencias. Ello, en virtud
de múltiples variables, tales como el contexto social de las familias, la edad de los niños(as) y
adolescentes, su condición de escolarización, las causales de ingreso por las cuales llegan a
cada proyecto, la presencia simultánea de maltrato y drogas en su sujeto de intervención, la
dinámica relacional en la familia y los factores de riesgo presentes en ella. De este modo, las
familias de acogida muestran en este estudio no sólo menores niveles de complejidad, sino
condiciones apropiadas para el desarrollo infantil en la mayor parte de las dimensiones
135
evaluadas, familia extensa que no es aquella familia nuclear en la cual se produjo la
vulneración, sino aquella evaluada para hacerse cargo del cuidado del niño(a) o adolescente.
En general, tanto las bases técnicas como los proyectos que componen la muestra reconocen
la relevancia del trabajo con familias, en pos de contribuir a la restitución de derechos
vulnerados en los niños(as) y adolescentes. Tal como señala Arruabarrena (2001), hoy en día
no hay ninguna duda de la importancia que tiene la familia y los vínculos familiares para el
desarrollo infantil, y la necesidad de desarrollar intervención con familias en las cuales se ha
producido situaciones de vulneración.
Para ello, autores Canales, Flores y Raurich (2014) sitúan el énfasis de la intervención con
familia, y particularmente en contextos de vulneración, justamente en el fortalecimiento de
esta vinculación de los padres con los hijos(as), de modo que éstos puedan ejercer la
parentalidad con mayor eficacia. Esto se ve refrendado por la investigación de Cretier,
Contreras y Teitelboim (2014), la cual demuestra que la intervención que efectivamente logra
mejorar el vínculo familiar y las competencias parentales incrementa la restitución de los
derechos vulnerados en niños, niñas y adolescentes. Concordantemente con esto, los equipos
que forman parte de la presente investigación señalan que su trabajo consiste
fundamentalmente en la construcción o fortalecimiento de un vínculo entre niños, niñas y
adolescentes y sus familias.
Para efectuar el trabajo con familias, tanto las orientaciones técnicas como los proyectos
declaran la implementación de diversas estrategias/metodologías focalizadas con la familia
para el diagnóstico y la intervención, tales como visita domiciliaria, psicoeducación/
socioeducación, psicoterapia individual y psicoterapia familiar. Pese a esta planificación, el
trabajo con familias reportado en Senainfo aún es bajo, lo cual hace pensar que, si bien se
visualiza la relevancia de trabajar con el grupo familiar, esto no llega a hacerse siempre
efectivo en la práctica. Los obstáculos que pueden encontrarse para ello son falencias en
recursos profesionales, sobrecarga laboral, así como la existencia de dispositivos de
intervención que no necesariamente facilitan el trabajo con familias (ubicación del centro,
horarios de atención, metodologías, entre otros).
En relación a los desafíos pendientes, para potenciar el trabajo con foco en familia resulta
crucial que el concepto de “familia” pueda ser definido apropiadamente de modo inclusivo,
dando cabida a las múltiples formas de familia existentes hoy en Chile. Este trabajo no debiera
focalizarse únicamente en la cuidadora femenina principal, como sucede hoy, sino contemplar
en él a los distintos miembros de la familia y particularmente a los varones, lo cual implica
superar un sesgo de género en la intervención que tiende a reproducir roles tradicionales de
género, contribuyendo así a la democratización de las estructuras familiares. Junto con esto, se
requiere que los profesionales puedan incorporar la variable género como una dimensión
transversal en la intervención que efectúan.
Asimismo, es necesario superar el enfoque de déficit acerca de las familias que prima en los
equipos actualmente, transitando hacia un enfoque de recursos, que pueda relevar las
potencialidades y fortalezas con las que cuenta el sistema, para fortalecer a los referentes
familiares y permitirles hacer frente a los desafíos de la parentalidad.
Ello implica el establecimiento de relaciones más horizontales de los equipos con los niños,
niñas y adolescentes y sus familias, generando espacios de autonomía y participación de cada
uno de sus miembros, así como relaciones de colaboración y cuidado, que puedan ser
modeladas con los adultos y reproducidas, a su vez, en sus funciones de cuidado hacia los
niños, niñas y adolescentes.
Para la construcción de esta relación de confianza y colaboración entre los equipos y sus
usuarios, es central la experiencia y formación especializada de los profesionales, así como la
estabilidad de las agentes de intervención. Todo ello puede ponerse en riesgo si no se
136
consideran remuneraciones apropiadas para los profesionales y directivos de los proyectos, así
como relaciones contractuales estables.
A su vez, el trabajo de los equipos con las familias demanda no sólo la existencia y
disponibilidad de recursos en la red que permitan llevar adelante el trabajo proyectado, sino
también una estrecha coordinación con los distintos programas y servicios que intervienen. De
este modo, es necesario superar la parcelación y fragmentación de la intervención, que suele
sobreexigir a las familias en lugar de constituir un recurso para la restitución de derechos.
En este sentido, las familias afectadas por graves vulneraciones de derechos de sus niños,
niñas y adolescentes suelen experimentar niveles de demanda que exceden los recursos con
los que cuentan para hacerles frente. Una manera de estimular la resiliencia familiar es
incrementar la cantidad y calidad de recursos disponibles, otra estrategia complementaria es
disminuir los niveles de demanda a los que se enfrentan.
Para ello, resulta crucial que el Estado de Chile pueda garantizar “condiciones de vida
suficientes” para el ejercicio positivo de la parentalidad (Comité de Ministros del Consejo de
Europa, 2006), para lo cual se releva la necesidad de facilitar el acceso a la educación y al
empleo remunerado por parte de los padres, y particularmente de la cuidadora femenina
principal. Esto demanda la provisión de servicios de cuidado infantil por parte del Estado, que
permitan compatibilizar el desarrollo de la mujer con el adecuado cuidado de los niños(as) y
adolescentes.
Este estudio ha intentado recoger la complejidad de la vinculación al interior de la familia, la
cual se encuentra influida por los múltiples niveles ecológicos que la contienen. De este modo,
su fortalecimiento requiere la adopción de medidas en diferentes niveles de decisión:
organismos del Estado, instituciones colaboradoras de Sename, proyectos y profesionales.
Todos ellos, en su respectivo nivel, pueden contribuir a la generación de entornos familiares
generativos para el desarrollo y la restitución de derechos de niños, niñas y adolescentes
afectados por graves vulneraciones.
137
VIII.
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141
Anexo nº 1: VARIABLES SELECCIONADAS SENAINFO
Identificación del
niño(a) o adolescente
Ingreso
Datos del Ingreso
Ordenes de Tribunal
Causales de Ingreso
Detalle lesiones al
ingreso
Diagnóstico Escolar
Diagnóstico de
Maltrato
Diagnóstico de Drogas
Diagnóstico Psicológico
Diagnóstico Social
Fecha Nacimiento
Nacionalidad
Etnia
Niño Susceptible Adopción
Fecha Ingreso
Tipo Atención
Calidad Jurídica
Edad
Escolaridad
Año Último curso
Tipo Asistencia Escolar
Región
Comuna
Tipo Relación con Quién vive
Tipo Solicitante de Ingreso
Solicitante de Ingreso
Tiene Orden del Tribunal (si, no, en trámite)
Tipo de Tribunal
Tipo Causal de Ingreso
Causal de Ingreso (se requieren las tres causales de ingreso consignadas)
Entidad que asigna (Tribunal, Policía, Establecimiento).
Presenta lesiones (Si, No)
Tipo Lesión
Quien Ocasionó la Lesión
Escolaridad
Tipo Asistencia Escolar
Año Último Curso Aprobado
Fecha ingreso
Proyecto
Presenta Maltrato (Si, No)
Tipo Maltrato
Conoce Maltratador (Si, No)
Persona Relacionada
Vive Con Agresor
Existe Querella SENAME
Fecha Diagnóstico
Tipo Consumo de Drogas
Fecha Diagnóstico
Medición Diagnóstica
Fecha Diagnostico
Situación Especial
Situación Socio Económica
Situación Calle
Año Mes Inicio Vivir Calle
Numero Personas Hogar
Numero Personas Sitio
Numero Hermanos Viven Con El
Numero Hermanos
Puntaje Protección Social
Fecha Puntaje Protección Social
142
Niño(a) o Adolescentes
se encuentra inscrito
en
Situación Laboral
Adolescente
Estado Abandono
Situación Tuición
Etnia
FONASA
Chile Solidario
Chile Crece Contigo
Situación Laboral
Fecha de Diagnóstico
Peores Formas de
Trabajo Infantil
Datos de Salud
Presenta Situación
Categoría Forma de Trabajo
Explotador
Vive con Explotador
Fecha Diagnóstico
Discapacidad
Hechos de Salud
Enfermedades Crónicas
Personas Relacionadas
Plan de Intervención
Datos del Plan de
Intervención
Área de Intervención
Seguimiento del PI
Término de la
Intervención
PARA AREA
PROTECCIÓN DE
DERECHOS Y AA.DD
Niños Relacionados
Tipo Discapacidad
Nivel
Fecha Diagnóstico
Hecho de Salud
Atención
Lugar
Fecha Diagnóstico
Enfermedad
Sexo
Fecha de Nacimiento
Nacionalidad
Profesión u Oficio
Actividad
Escolaridad
Situación 1
Situación 2
Situación 3
Tipo Relación
Descripción
Tipo de Intervención
Nivel de Intervención
Estado de Intervención
Colaboración del Niño
Participación de la Familia
Intervención Completa
Habilitado para el egreso
Grado de Cumplimiento
Tipo de Intervención
Tipo Evento Intervención
Tipo Relación
Descripción
143
Anexo nº 2: Encuesta a Profesionales Tratantes
Nombre profesional: ____________________________________________________________
Profesión: ____________________________________________________________________
Sexo: ____________ Edad: _________________ Años titulación: ________________________
E-mail: _______________________________________________________________________
Centro: _______________________________________________________________________
Ciudad: ______________________________________________________________________
Nº Identificador caso: ___________________________________________________________
Evaluador: ____________________________________________________________________
Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________
Respecto al caso en cuestión, necesitamos recoger información adicional a la aportada por el
NCFAS-G, lo cual tiene por objetivo levantar información complementaria, respecto de la
percepción de los profesionales a cargo. Por lo tanto, considerando la información del caso con
la que usted cuenta, solicitamos que conteste a las siguientes preguntas.
P1. Vulneración de derecho que genera su ingreso al programa:
1. Maltrato físico.
2. Maltrato psicológico.
3. Delito sexual.
4. Negligencia.
5. Abandono.
6. Otro: _____________________________________________________________
P2. ¿Por parte de quién fue vulnerado el NNA?:
1. Padre.
2. Madre.
3. Otro miembro de la familia nuclear: ______________________________________
4. Otro miembro de la familia extensa: ______________________________________
5. Conocido: __________________________________________________________
6. Desconocido.
P3. A su juicio, en este caso ¿cuál es la relación que existe entre la vulneración de derechos
que afecta al NNA y las relaciones que es establecen entre los miembros del grupo
familiar? (marque todas las que resulten pertinentes):
1. Las relaciones familiares se asocian con la causa de la vulneración.
2. Las relaciones familiares permiten la mantención de la vulneración.
3. Las relaciones familiares agudizan el daño existente.
4. Las relaciones familiares moderan el daño existente.
5. Las relaciones familiares constituyen un recurso para la restitución de derechos.
¿Por qué? ____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
144
P4. Objetivos de intervención propuestos con el NNA y su familia (marque todos los que se
contemplan en el Plan de Intervención Individual):
1. Satisfacer necesidades biopsicosociales.
2. Interrumpir la vulneración sufrida.
3. Fortalecer competencias/habilidades parentales o recursos protectores en la familia.
4. Fortalecer/generar redes familiares y/o sociales.
5. Favorecer la reinserción familiar/comunitaria del NNA.
6. Reparar el vínculo con figuras significativas.
7. Disminuir/remitir la sintomatología existente.
8. Favorecer coordinación intersectorial.
9. Promover la autonomía progresiva.
10. Resignificar/reelaborar la vulneración sufrida.
11. Prevenir la revictimización.
12. Otros: _________________________________________________________________
_______________________________________________________________________
_______________________________________________________________________
_______________________________________________________________________
P5. Plazo de intervención proyectado (en meses): ___________________
P6. Estrategias de intervención proyectadas (marque todas las que se contemplan en el Plan
de Intervención Individual):
1. Psicoterapia individual.
2. Intervención grupal.
3. Psicoterapia familiar.
4. Psicoeducación/Socioeducación.
5. Visitas domiciliarias.
6. Intervención comunitaria.
7. Intervención residencial.
8. Tutorías.
9. Otra: ______________________________________________________________
P7. ¿Con qué miembros de la familia ha proyectado la intervención? (marque todos los
pertinentes al caso):
1. Padre.
2. Madre.
3. Abuelo.
4. Abuela.
5. Hermanos.
6. Otros: _________________________________________________________________
P8. Pronóstico del caso:
1. Muy favorable: entre el 75% y el 100% de objetivos cumplidos.
2. Favorable: entre el 50% y el 75% de objetivos cumplidos.
3. Desfavorable: entre el 25% y el 50% de objetivos cumplidos.
4. Muy desfavorable: entre el 0% y el 25% de los objetivos cumplidos.
¿Por qué? ____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
145
Anexo nº3: Historias de Vida para Niños (as) (8-11)
Nº Identificador caso: ___________________________________________________________
Edad: ____________________ Sexo: _______________________
Teléfonos contacto: ____________________________________________________________
Email contacto: ________________________________________________________________
Evaluador: ____________________________________________________________________
Centro: _______________________________________________________________________
Ciudad: ______________________________________________________________________
Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________
El libro de mi vida
Objetivos:
• Identificar el modo en que las relaciones familiares en el núcleo del niño (a) se han ido
construyendo a lo largo del tiempo, de acuerdo a su propia percepción.
• Otorgar una perspectiva que permita situar la vivencia de vulneración de derechos
experimentada por el niño (a) dentro de un contexto biográfico familiar.
• Comprender la historia de vida del niño (a) desde su propia experiencia y vivencia.
Metodología: Gráfica y verbal
Materiales: Hojas blancas dobladas por la mitad, cartulina del tamaño de las hojas blancas, una
foto del (la) niño (a), lápiz mina y corchetera.
Descripción:
Esta técnica busca que el niño (a) pueda confeccionar junto al evaluador un libro en el que él
sea el protagonista, el libro de su vida. En este sentido, la entrevistadora deberá ir apoyando y
motivando la narración y dibujo de esta, en la medida que cada niño (a) lo requiera. Resulta
importante mencionar que esta técnica de evaluación es interventiva en sí misma, en tanto
posibilita el hecho de poder pensarse como protagonistas del devenir de su historia en su
contexto familiar.
En un primer momento se le solicita al niño (a) que recuerde su vida, para luego ir pensando
en diversos momentos. Para la confección del libro se deja en cada hoja un recuadro superior
en el cual va graficando cada una de las escenas narradas, de la manera en que prefiera. En la
zona inferior el (la) niño (a) puede ir titulando y describiendo cada uno de los capítulos. Si es
que no sabe escribir o no desea hacerlo, puede ser la entrevistadora quien lo haga.
Una vez que se ha terminado el libro, es momento de confeccionar una portada con la
cartulina y su foto, corcheteando las hojas, dejando de ese modo finalizado el libro, el cual será
titulado también por el (la) niño (a). Posteriormente la idea es leer el libro en conjunto y
agregar, de ser necesario, aquello que el (la) niño (a) desee.
Este libro permitirá situar la vulneración de derechos en contexto, evidenciando como ha
experimentado los hechos que hoy lo (la) vinculan al programa SENAME. Es menester
146
mencionar, en este sentido, que es posible generar inferencias a partir de esta técnica acerca
del modo en que las relaciones familiares establecidas a lo largo de su historia se vinculan o no
a la vulneración de derecho experimentada.
La consigna para esta técnica será la siguiente:
“Mi nombre es (…) y soy psicóloga. Estoy estudiando la relación de los niños/as con sus
familias, así como el trabajo de los Centros para fortalecerla. Esto va a servir para mejorar la
atención de otros niños y niñas y sus familias. Por eso, me gustaría conocer acerca de tu vida y
tu familia, para lo cual te voy a pedir que hagas un cuento, que podríamos ir pensando juntos
en capítulos, como un libro, contando y dibujando. Si no tienes problemas, esta grabadora va a
registrar lo que dices para poder recordarlo después”.
Para la elaboración del libro de vida del (la) niño (a), se le propondrá a este (a) dividir su vida
en 3 capítulos, los que serán nombrados por la entrevistadora de la siguiente manera:
1. Antes de entrar al colegio.
2. Antes de llegar al programa.
3. Después de llegar al programa (hoy).
Para cada uno de estos apartados (capítulos) se tendrán como preguntas orientadoras las
siguientes:
1. Antes del colegio:
• ¿Cómo era tu familia?
• ¿Con quienes vivían?
• ¿Qué cosas hacían juntos?
• ¿Cuáles son las cosas que más recuerdas de tu familia?
• ¿Qué cosas te gustaban más de tu familia?
• ¿Qué cosas te gustaban menos de tu familia?
2. Antes de llegar al programa:
• ¿Cómo era tu familia?
• ¿Con quienes vivían?
• ¿Cómo te sentías con ellos?
• ¿Con qué otras personas te relacionabas además de ellos?
• ¿Qué cosas solían hacer juntos?
• ¿Cuáles son las cosas que más recuerdas de tu familia?
• ¿Qué cosas te gustaban más de tu familia?
• ¿Qué cosas te gustaban menos de tu familia?
3. Después de llegar al programa (hoy).
•
•
•
•
•
•
•
•
¿Con quienes viven?
¿Qué cosas suelen hacer juntos?
¿Cómo es la relación de tu familia hoy?
¿Cómo son tus familiares contigo?, ¿cómo te sientes con ellos?
¿Con qué otras personas te relacionas además de ellos?
¿Qué cosas te gustan más de tu familia?
¿Qué cosas te gustan menos de tu familia?
¿Ha cambiado tu familia desde que estas aquí? (en el programa), ¿cómo?
147
Consideraciones Finales:
Este diseño ha sido construido para controlar cualquier eventual efecto adverso que el
levantamiento de información pudiera eventualmente generar en los (las) participantes. De
este modo, las entrevistadoras deberán estar atentas a cualquiera de estas reacciones en los
(las) niños (as) entrevistados (as):
•
•
•
•
Reacciones de desestabilización emocional, tal como llanto, signos de angustia y
ansiedad elevada, bloqueo.
Develación de situaciones de vulneración de derechos distinta a la que genera su
ingreso al programa, lo cual pudiera no ser conocido por el equipo tratante.
Situaciones de riesgo para el (la) propio (a) usuario (a) o para terceros, tal como
ideación o conducta suicida, automutilaciones, entre otros.
Otras variables que impliquen riesgo o vulnerabilidad elevada para el (la) niño (a).
En cualquiera de estos casos, la jefa del estudio deberá ponerse en contacto con el (la)
directora (a) del Centro, con el objetivo de informar de la situación detectada y solicitar su
abordaje oportuno por parte de los profesionales a cargo de la intervención.
148
Anexo nº4: Historias de Vida para Adolescentes (12-17 años)
Nº Identificador caso: ___________________________________________________________
Edad: ____________________ Sexo: _______________________
Teléfonos contacto: ____________________________________________________________
Email contacto: ________________________________________________________________
Evaluador: ____________________________________________________________________
Centro: _______________________________________________________________________
Ciudad: ______________________________________________________________________
Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________
En esta población se considera oportuna la utilización de una entrevista semi estructurada,
dado el nivel de desarrollo de las capacidades expresivas del NNA, así como intelectual.
Para lograr los objetivos propuestos con esta entrevista, se considera de utilidad que el (la)
adolescente vaya expresando gráficamente su genograma familiar a medida que relata su
historia, pudiendo desprenderse de allí sucesos significativos, patrones familiares, alianzas,
distanciamientos, etc. Así, resulta beneficio poder ir revisando las representaciones que tiene
de su familia como un sistema: abierto, sin límites, aislado, con limites rígidos, permeable, etc.
En esta entrevista semi estructurada se le solicitará al (la) adolescente que haga un recorrido a
lo largo de su historia vital, haciendo énfasis en las relaciones establecidas dentro de su
sistema familiar, los nudos conflictivos y las instancias de vulneración de derechos que se han
generado, propiciado y/o posibilitado en relación a las dinámicas y patrones descritos.
Consigna:
“Mi nombre es (…) y soy psicóloga. Estoy investigando la relación de los niños, niñas y jóvenes
con sus familias, así como las intervenciones de las instituciones para fortalecerla; eso va a
permitir mejorar la atención que reciben los niños, niñas y adolescentes, junto con sus
familias. Para comenzar, voy a contarte más sobre esta investigación (revisar el Asentimiento
Informado del anexo nº 13 y obtener su aprobación, procediendo a la firma de dicho
documento)… Ahora, me gustaría conocer acerca de tu historia y la de tu familia. Para eso,
vamos a hacer juntos un gráfico de los miembros de tu familia. Así podrás contarme sobre
ellos y sobre ti. Para que no se me olvide nada de lo que me cuentas, voy a registrar con una
grabadora, si es que no tienes inconveniente”.
Ejes temáticos:
• Caracterización de la familia de origen (incluir genograma) y su relación (cualidad del
vínculo con figuras significativas, estilo de crianza).
• Hitos relevantes en esta relación.
• Historia académica/laboral.
• Situación histórica de vivienda.
• Relación del (la) adolescente y su familia con el entorno.
• Acceso a programas y beneficios sociales.
149
•
•
•
•
•
Vinculación del (la) adolescente y su familia con las instituciones públicas (poder
ejecutivo, poder judicial, ONG), a propósito de la situación de vulneración.
Consecuencias en la vida de la familia y en las relaciones familiares en relación a la
situación de vulneración.
Intervenciones recibidas desde el programa de atención.
Repercusiones en las relaciones familiares de aquellas intervenciones.
Proyecciones y expectativas del (la) adolescente en relación a posibles modificaciones
en el sistema familiar.
Consideraciones Finales:
Este diseño ha sido construido para controlar cualquier eventual efecto adverso que el
levantamiento de información pudiera eventualmente generar en los (las) participantes. De
este modo, las entrevistadoras deberán estar atentas a cualquiera de estas reacciones en los
adolescentes entrevistados:
•
•
•
•
Reacciones de desestabilización emocional, tal como llanto intenso, signos de angustia
y ansiedad elevada, bloqueo.
Develación de situaciones de vulneración de derechos distinto a los que generan su
ingreso al programa, los cuales pudieran no ser conocidas por el equipo tratante.
Situaciones de riesgo para el (la) propio (a) usuario (a) o para terceros, tal como
ideación o conducta suicida, automutilaciones, entre otros.
Otras que impliquen riesgo o vulnerabilidad elevada para el (la) adolescente.
En cualquiera de estos casos, la jefa del estudio deberá ponerse en contacto con el (la) director
(a) del Centro, con el objetivo de informar de la situación detectada y solicitar su abordaje
oportuno por parte de los profesionales a cargo de la intervención.
150
Anexo nº5: Historias de Vida para adultos.
Nº Identificador caso: ___________________________________________________________
Edad: ____________________ Sexo: _______________________
Teléfonos contacto: ____________________________________________________________
Email contacto: ________________________________________________________________
Evaluador: ____________________________________________________________________
Centro: _______________________________________________________________________
Ciudad: ______________________________________________________________________
Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________
Se estima oportuna la realización de una entrevista semi estructurada con ejes temáticos para
esta instancia, considerando que resulta altamente significativo que los adultos responsables
de los NNA puedan expresarse con libertad (a diferencia del modelo encuesta), sin embargo
encuadrados en el foco de investigación.
Consigna:
“Mi nombre es (…) y soy (incluir profesión). Estoy investigando la relación de los niños, niñas y
jóvenes vulnerados en sus derechos con sus familias, así como las intervenciones de las
instituciones para su fortalecimiento. Esto permitirá mejorar la atención que reciben niños,
niñas y adolescentes en conjunto con sus familias. Voy a comenzar contándole algo más sobre
el estudio (revisar Consentimiento Informado de anexo nº 12, firmar consentimiento
informado). Ahora, le agradeceré que pueda hablarme respecto a su familia y su historia. Para
no olvidar nada de lo que me cuenta y si está de acuerdo, procederé a registrar lo que
conversamos mediante esta grabadora”.
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Ejes temáticos:
Descripción y relación con la familia de origen (cualidad del vínculo con figuras
significativas, estilo de crianza).
Caracterización de la familia nuclear (incluir genograma). Descripción de las
relaciones/dinámicas que se establecen entre los diversos subsistemas de la familia.
Hitos relevantes en la relación familiar.
Historia laboral/académica.
Situación histórica de vivienda.
Acceso a programas y beneficios sociales.
Relación de la familia con el entorno.
Caracterización de la situación de vulneración de derecho experimentada por el NNA.
Vinculación de la familia con las instituciones públicas (poder ejecutivo, poder judicial,
ONG), a propósito de la situación de vulneración.
Consecuencias en la vida de la familia en relación con lo anterior.
Consecuencia en las relaciones familiares en relación con lo anterior.
Intervenciones recibidas desde el programa de atención.
Repercusiones en las relaciones familiares de aquellas intervenciones.
Proyecciones y expectativas de la familia en relación a posibles modificaciones en el
sistema.
151
Consideraciones Finales:
Este diseño ha sido construido para controlar cualquier eventual efecto adverso que el
levantamiento de información pudiera eventualmente generar en los (las) participantes. De
este modo, las entrevistadoras deberán estar atentas a cualquiera de estas reacciones en los
adultos entrevistados:
•
•
•
•
•
Reacciones de desestabilización emocional aguda, tal como llanto intenso, signos de
angustia y ansiedad elevada, bloqueo.
Develación de situaciones de vulneración de derechos o situaciones traumáticas en su
propia biografía, las cuales producen elevada inteferencia en su modo de
funcionamiento en la actualidad.
Situaciones de elevado riesgo para el (la) propio (a) usuario (a) o para terceros, tal
como ideación o conducta suicida, heteroagresividad, entre otros.
Otras que impliquen riesgo o vulnerabilidad elevada para el (la) entrevistado.
Verbalizaciones respecto a la necesidad de apoyo y el deseo de emprender un proceso
en el ámbito de la salud mental
En cualquiera de estos casos, la jefa del estudio deberá ponerse en contacto con el (la) director
(a) del Centro, con el objetivo de informar de la situación detectada y evaluar la viablidad y
pertinencia de apoyo al adulto por parte de los profesionales del Centro. De no ser esto
posible, se evaluará la alternativa de derivación por parte del equipo de investigación.
152
Anexo nº 6: Guión de discusión focal para profesionales de programas
Línea programática: ____________________________________________________________
Participantes: _________________________________________________________________
Edad: ____________________ Sexo: _______________________
Teléfonos contacto: ____________________________________________________________
Email contacto: ________________________________________________________________
Moderador: ___________________________________________________________________
Ciudad: ______________________________________________________________________
Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________
1. Introducción y Ambientación
Nos gustaría partir presentándonos, nuestros nombres son (…) y somos parte del equipo de la
Universidad Diego Portales que desarrolla una investigación denominada “Estudio, Evaluación
y Sistematización de los Proyectos de Intervención Focalizados en Familias con Niños, Niñas y
Jóvenes Vulnerados en sus Derechos”.
Entre otras cosas, este proyecto pretende conocer las cualidades de la relación que establecen
los niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos con sus familias, así como la pertinencia
de las intervenciones que ejecutan los organismos intervinientes para su fortalecimiento, en
pos de la reparación y restitución de derechos.
Les pido por favor que se presenten para luego darles más detalles acerca de esta actividad. Lo
vamos a hacer a través de una ronda de presentación, señalando sus nombres, institución a la
cual representan y cargo que tienen dentro de dicha institución.
Muchas gracias.
Esta actividad tiene que ver con una bajada a las prácticas. Ustedes son quienes tienen la
experiencia concreta y cotidiana en estas cuestiones, ustedes lidian con las dificultades y
poseen rica información que pueden aportar. En síntesis, ustedes son los expertos. Y
necesitamos de los expertos que nos hablen, desde sus experiencias, de la aplicación en
terreno de lineamientos técnicos en materia de vulneración de derechos y familia, sus
facilitadores y obstaculizadores, así como las problemáticas a las que se enfrentan diariamente
en el trabajo con familias. De la misma manera, queremos recoger las buenas prácticas
desarrolladas en el trabajo con familias.
Durante esta actividad mi rol será de moderador y (…) de observador(a), por lo que estará
anotando los temas principales que iremos abordando durante el Grupo Focal. Obviamente
también puede participar con algunas preguntas o comentarios.
Agradecemos mucho que hayan aceptado participar voluntariamente de esta reunión que nos
tomará aproximadamente dos horas. Tienen en sus manos una Carta de Consentimiento
Informado, que les pedimos que lean y firmen, en ella les aseguramos confidencialidad acerca
de lo que aquí se hable, es decir, sus opiniones no serán identificadas con nombres por lo que
siéntanse con total libertad para emitirlas.
153
Quienes nunca hayan estado en un grupo focal no deben preocuparse, se trata de una
conversación y de una puesta en común sobre las opiniones y percepciones de cualquier
asunto, o sea se trata de conversar, si se quedan callados no funciona, todas las opiniones
importan. Es importante que sepan también que ustedes, de alguna manera, serán la voz que
representará a quienes trabajan en los centros a lo largo de Chile. Sus opiniones van a
ayudarnos a conocer y comprender de mejor modo las experiencias en vulneración grave de
derechos y el trabajo con familias, además, sus opiniones como expertos (as) en el tema serán
de fundamental importancia al momento de construir recomendaciones técnicas.
Por eso y para ser fiel a sus opiniones, necesitamos grabar la sesión para poder reproducir lo
que ustedes digan. Les reitero que la información no considera la identificación de la fuente
que la emite.
Haré mi mejor esfuerzo para que logremos revisar todos los temas, pero necesito de la ayuda
de ustedes. Yo les iré poniendo temas y haciendo preguntas y ustedes irán conversando sobre
éstos.
2. Desarrollo de la Discusión
Para comenzar nos gustaría conocer sus experiencias, a partir de su labor en los centros, en el
trabajo con familias de origen.
Tópicos de investigación:
• ¿Qué tipo de problemas existen en la relación del NNA con su familia?
• ¿A qué se deben estas dificultades?
• ¿Cómo trabaja el programa con las dificultades en la relación NNA-familia? (describir
enfoques, estrategias metodológicas, actividades, profesionales que intervienen,
frecuencia). Diferenciar diagnóstico e intervención.
• Siempre existe una distancia entre la teoría y la práctica, ¿cómo es en su caso?, ¿cómo
manejan la que se genera en su programa?
• ¿cuáles son las fortalezas y las dificultades que enfrentan en el trabajo con familias?
• Recomendaciones para el trabajo con NNA y familias a partir de su práctica.
3. Cuestionario Buenas Prácticas
4. Cierre y Agradecimientos
•
•
•
Comentarios adicionales.
Preguntas de los asistentes.
Agradecimientos.
154
Anexo nº 7: Entrevista a Directores (as) de Programas
Nombre: _____________________________________________________________________
Edad: _______________ Sexo: _______________________
Profesión: ________________________________ Años titulación: _______________________
Centro: ______________________________________________________________________
Ciudad: ______________________________________________________________________
Cargo: _______________________________________________________________________
Teléfonos contacto: ____________________________________________________________
Email contacto: ________________________________________________________________
Evaluador: ____________________________________________________________________
Fecha: ________________ Hora inicio: ______________ Hora término: ___________________
Mi nombre es (…) y formo parte del equipo de la Universidad Diego Portales que desarrolla la
investigación denominada “Estudio, Evaluación y Sistematización de los Proyectos de
Intervención Focalizados en Familias con Niños, Niñas y Jóvenes Vulnerados en sus Derechos”.
Entre otras cosas, este proyecto pretende conocer las cualidades de la relación que establecen
los niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos con sus familias, así como la pertinencia
de las intervenciones que ejecutan los organismos intervinientes para su fortalecimiento, en
pos de la reparación y restitución de derechos.
Esta entrevista tiene por objetivo conocer su apreciación respecto a la factibilidad de
desarrollar trabajo con familias en el ámbito de vulneraciones graves de derecho contra NNA,
así como la modalidad y las condiciones que lo facilitarían.
Agradezco mucho que haya aceptado participar voluntariamente de esta entrevista, la que nos
tomará aproximadamente una hora. Tiene en sus manos una Carta de Consentimiento
Informado, que le pido que lea y firme.
Tópicos de investigación:
•
•
•
•
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Modelo teórico que asume el proyecto. Conceptualización, desde dicho modelo
teórico, respecto de la vulneración de derechos en NNA y su relación con las
relaciones establecidas al interior de la familia.
Recursos con los que cuenta el proyecto para abordar esta temática al interior del
programa (recursos humanos, técnicas, tiempos, recursos materiales).
Recursos que se obtienen de las redes para llevar adelante un trabajo de esta
naturaleza, experiencias y aprendizajes del trabajo en redes.
Factibilidad en el desarrollo de trabajo con familias considerando los recursos
disponibles, ¿de qué variables depende?
Limitaciones de los recursos disponibles y requerimientos adicionales que se
presentan para poder desarrollar este trabajo de mejor modo.
Cuáles son las amenazas y las oportunidades que se identifican en la gestión de
proyectos en la temática (¿qué riesgos se corren desde el punto de vista de quien se
hace cargo de la gestión?, ¿con qué se debe tener cuidado?, ¿qué oportunidades
surgen en la implementación de proyectos de esta naturaleza?, ¿qué recursos se
deben aprovechar?).
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Anexo nº 8: Pauta para Identificación de Buenas Prácticas
Con la presente pauta se busca evidenciar buenas prácticas institucionales, que tengan como
objetivo fortalecer la relación/vínculo de los NNA vulnerados en sus derechos y sus familias,
instaladas en los programas.
Le solicitamos que piense en buenas prácticas en materia de trabajo con familias en contexto
de infancia vulnerada. Por buenas prácticas podemos entender aquellas “que contribuyen de
manera significativa en la mejora de las condiciones de vida de las personas y comunidades”
(Corradini et al., 2008), en este caso los NNA y sus familias.
1. A su juicio, ¿qué experiencia de trabajo con familias en contexto de infancia vulnerada
ha resultado exitosa en su programa? (describir temática, población, institución,
metodología, resultados). ¿Alguna otra?
2. ¿A qué atribuye usted el éxito de esta experiencia?
3. En estas experiencias ¿Qué acciones se ejecutan para garantizar la satisfacción de los
distintos derechos de NNA en situación de vulneración?
4. ¿Qué estrategias implementan para adaptar el funcionamiento del programa a la
realidad del territorio en el cual funciona? (cultura, geografía, etnia, etc).
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5. ¿Qué estrategias implementan para adaptar el funcionamiento del programa a la
realidad particular del niño y su familia?
6. ¿Qué prácticas resultan particularmente innovadoras?
7. ¿Qué estrategias utilizan para incorporar la mirada de género en el trabajo con el NNA
y su familia?
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Anexo n° 9
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Anexo 10
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Anexo 11
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Anexo 12
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Anexo 13
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