LOS LECTORES DE PEREZ GALDOS María Isabel García Bolta

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LOS LECTORES DE PEREZ GALDOS
María Isabel García Bolta
Doctora en Filosofía y Letras
Gobierno de Canarias
Una cualidad inherente a la obra literaria es la vitalidad, su éxito más allá
de los días de su publicación. Para ello es necesario que la obra posea unas
características determinadas, pero también que el autor y el editor se ocupen
de ella, así dirá Pérez Galdós en el prólogo que escribe a La Regenta: «que
estos la saquen, la ventilen, la presenten, arriesgándose a luchar en cada salida
con la indiferencia del público, no tan malo como por distraído. El público
responde siempre; y cuando se le sale al encuentro con la paciencia y tranquilidad necesarias para esperar a las muchedumbres, éstas llegan, pasean y recogen lo que se les dá». Don Benito al igual que otros escritores se queja de la
prensa, sin embargo echa la culpa «al presente estado social y político», ya que
la prensa es la «despertadora de muchedumbres en materia de arte ... todo es
cuestión de paciencia ... »1.
El escritor, en última instancia, considera que la culpa la tiene la falta de
instrucción.
Pese a que a finales de siglo el clima parecía propicio a la lectura, aún el
número de lectores debía ser escaso, o bien la prensa considera que su labor
de arengar incluso a las masas, en cierto momento, había sido hasta entonces
nefasta, el caso es que aparecen algunos artículos, como el que leemos en la
REPUBLICA DE LAS LETRAS en Madrid, en mayo de 1905:
«Quiere ese periódico agrandar el territorio de la literatura receptiva, de la mansa República de lectores. Ya que no nos sea posible disminuir la cifra desoladora
de analfabetos, aumentemos la de los que, poseyendo el don de la lectura, no
leen; la de los que leyendo no entienden; y la de los entendedores ociosos que
no han adquirido la curiosidad y el gusto de las sensaciones inefables encerradas
en el negro arcano de las letras de molde ... » «Pero mientras llega ocasión de
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establecer en la Prensa diaria el necesario equilibrio entre todas las manifestaciones de la inteligencia adquiriendo la literatura y las artes lugar y crédito mayores
del que hoy tiene ... establezcamos, no frente a la selva de la Prensa diaria, sino
a su lado, un vivero humilde donde se críen y fomenten innumerables inteligencias que irán a la conquista del público, así en el campo del libro como en el del
periódico» 2 •
Don Benito consideraba la literatura como enseñanza y de paso como entretenimiento. Por ello el que escriba con el propósito de que sus obras calen
muy hondo en el alma del lector. Ejemplos de este sentir y pensar son sus
novelas: Doña Perfecta, Gloria y los Episodios Nacionales y así lo dice a Olmet
y García Carraffa. Es evidente que sus obras produjeron el efecto deseado y
algunos de sus lectores manifestaron por escrito al nove lita lo que aprendieron
en 'sus novelas. Recordemos a Rosario Castrillón que le pide ser su hija de
confesión por las buenas lecciones que ha sembrado el autor en sus novelas. O
bien a aquella otra lectora Rosa Martínez de Laceta que aprendió a «sentir», a
«pensar» y a «comprender el mal que trae el fanatismo a la mujer».
Pero don Benito enseñó también la historia de España del XIX y la sigue
enseñando aún a través de la obra que recibió los elogios unánimes de todos
los que han leído y leen los Episodios Nacionales. Si analizamos algunos de los
juicios críticos de los periódicos que hemos tenido más a mano observamos que
todos son coincidentes:
«Grande es la obra que en la novela y en el teatro ha realizado el maestro
indiscutible, grande aún la que sus apasionados esperamos de él: obras nacionales la de sus novelas contemporáneas y sus episodios; pero más grande y más
nacional sería que en homenaje a su genio y a su labor portentosa, el Estado le
encargara una historia del XIX, amplia y honda, con entera libertad, tal como el
maestro la cuenta y quiera trazarla.
¡En pocas obras de educación, de cultura, de respeto al pasado, de anhelo por
conquistar el porvenir, podría gastarse mejor que en ésta el dinero del Erario!»3.
DIARIO UNIVERSAL
(s.a. y s.f.)
«La Revolución de julio»
«... ¿Qué juicio crítico hacer del nuevo Episodio Nacional?
Sólo puedo decir que lo he leído de un tirón, que al recorrer sus páginas he
creído asistir, a todos los sucesos que constan en las interesantísimas memorias
del simpático Beramendi, aún más; que los he presenciado, pudiendo explicarme
la causa de todos ellos, instruyéndome unos, deleitándome otros».
A VEJAS
(Guadalajara)
FLORES y
«Letras Castellanas», D. Benito Pérez Galdós.
«¿ Qué le debe a Galdós nuestra literatura?
¿Qué España?
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¿Qué las nuevas generaciones literarias? Nuestra literatura contemporánea se lo
debe todo; España creemos haya de deberle algo de lo que debe Rusia a Tolstoy,
en su más amplio sentido renovador y literario; y en cuanto a las nuevas generaciones literarias le deberán haber aprendido a pensar, lo que no quiere decir que
piensen efectivamente. A Galdós se debe el realismo moderno que a partir de la
llamada Generación del 98, se abre en España paso, trabajosamente, derrocando
ídolos para producir más tarde un Pío Baroja y un Azorín».
GONZALO RIVERO
(Marzo, 1922)4
Don Benito obtuvo el éxito desde el momento que se conocieron novelas
como Doña Perfecta, Gloria, y Marianela y luego los Episodios Nacionales, lo
prueban las distintas ediciones de sus obras, las ventas de las novelas y los
anuncios que en la época pueden leerse. En el extranjero bien pronto. Se le
leyó y es el caso de Inglaterra y Estados Unidos, por citar alguno, en donde se
hacen ediciones a principios de siglo como ésta que se anuncia en la de El
Audaz de 1907 por la librería de los Sucesores de Hernando:
EDICIONES ESPAÑOLAS
PUBLICADAS EN INGLATERRA Y ESTADOS UNIDOS
Por concesión del autor se han hecho estas ediciones, para uso de los escolares
ingleses en las cátedras de lengua española. Al texto español, escrupulosamente
reproducido, siguen copiosas notas en inglés, que aclaran todos los puntos gramaticales obscuros, así como los modismos y locuciones provinciales.
Trafalgar, edited with notes and Introduction, by F. A. Kirkpatrick. University
Press: Cambridge, 1905.
Marianela, with Introduction, notes an vocabulary, by J. Geddes: Boston, 1903.
Doña Perfecta, with Introduction and notes, by A. R. Marsh. Boston and London, Ginn and co, 1900.
Electra, edited with notes and vocabulary, by Otis Gridley Bunnell. American
Brook Company: New York, 1902.
El abuelo (en prensa), New York
Mientras en España la censura se oponía a determinadas obras, las mismas
eran leídas por los escolares de países extranjeros. En una de las cartas (fechada en Segovia, en mayo de 1896) que a Pérez Galdós escribe Joaquín Núñez,
sobre el estreno de Doña Perfecta, se hace alusión a las palabras que el Sr.
Obispo dirigió a sus fieles desde el púlpito de la Catedral y que sirvieron de
reclamo a la obra:
«¿Cómo queremos que no hayan guerras, sequías y otras calamidades en España, si la gente no piensa más que en bailes y teatros, y sobre todo en ver obras
inmorales como Juan José y Doña Perfecta?
Hace tres años que no os dirijo la palabra, y hoy vengo aquí exclusivamente para
recomendaros que no veais Doña Perfecta; lo que aconsejo hoy especialmente a las
madres de familia para que no lleven a sus hijos al teatro para ver obras inmorales»5.
D. Benito, desde que escribiera su primera serie de los Episodios Nacionales, año 1873, comenzó a tener un público que le era fiel, así lo dice en los
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retazos de su vida que cuenta Olmet y García Carraffa. Este público no le
abandonará sino que se acrecentará con las sucesivas publicaciones. Con los
Episodios Nacionales, Pérez Galdós se creó unos lectores que «devoraban»
con avidez todas aquellas narraciones épicas y esperaban siempre el próximo
volumen. Las novelas crearon también otro tipo de admiradores, quizás no tan
. fieles, pero sí apasionados que le escribían y mostraban sus sentimientos. Muchos de estos relatos de la primera época son los que colocaron al novelista en
lugar preeminente. Entrevistado don Benito, en una ocasión, el 17 de enero de
1914, por José María Carretero sobre cuál había sido la novela de la que más
ejemplares había vendido, respondió: «De las novelas contemporáneas creo
que Marianela».
Clarín, en la biografía de 1889, después de compararlo con Lope de Vega
y con Víctor Hugo, por la cantidad de obras escritas, señala que Gloria es para
la gran mayoría de los lectores la mejor novela, «la que más Gloria le dió».
y dice:.
«y llegó a mi admiración y a mis simpatías, como a la de casi sus lectores,
ganándose por la excelencia intrínseca de sus obras este homenaje espontáneo ...
Ya iban publicados varios Episodios Nacionales cuando caí en la cuenta de que
debía leerlos ... y a los pocos meses era yo, sin más recomendación que estas
lecturas el primer admirador de aquel ingenio tan original, rico, prudente, variado y robusto que prometía, lo que empezó a cumplir muy pronto: una restauración de la novela popular, levantada al pulso por un hombre sólo ...
Cuando escribe mejor es cuando no piensa siquiera en que está escribiendo, y
cuando tampoco el lector se fija en aquel intermediario indispensable entre la
idea del autor y el propio pensamiento y que escribe casi siempre así y se puede
decir que escribe ... como viste, sin asomo de presunciones, y porque no hay más
remedio que escribir para explicarse» 6 •
Clarín cree que Benito Pérez Galdós es el novelista español más grande y
más leído del XIX; datos que son un hecho, tras analizar el mercado del libro,
así como las resultas del litigio con Camára (31 de mayo de 1897), la existencia
de libros y la cantidad de 82.000 ptas. que ha de pagar como liquidación a su
exsocio.
Todo ello corroborado por Valera «tan sensible ... en cuestión de finanzas,
que ya en 1888 decía que Pérez Galdós contaba con 20.000 lectores para cada
I
una de sus novelas 7•
Olmet y García de Carraffa afirman que don Benito en treinta y cinco
años, había impreso más de dos millones de volúmenes.
El éxito del escritor canario se deduce del número de sus ventas, de los
lectores, que se sabe viven principalmente en Madrid y Barcelona. Pérez Galdós fue muy bien recibido en Cataluña; allí poseía una gran parte de sus lectores a quienes llegaban sus novelas por medio del editor en exclusiva Antonio
López. Los intelectuales le tenían asimismo en gran estima, incluso le consideraban su maestro. El resto del territorio español, en menor escala, conoce y
sigue perfectamente las distintas publicaciones del escritor.
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Respecto al sexo de los lectores es indistintamente masculino y femenino
pues aunque las cartas conservadas hayan sido remitidas principalmente por
hombres, nos consta que el público femenino abundaba, sólo que la condición
social de la mujer no permitía a ésta que perdiera su tiempo en lecturas; sin
embargo, las hay osadas que mostrando una gran valentía escriben a don Benito comunicándole sus sentimientos como hemos visto. Otras muchas sabemos
que leían a escondidas y así se deleitaban con las novelas.
Jacinto Benavente opina que la mayoría del lectorado de don Benito es
femenino: «Pérez Galdós es seguramente el autor español preferido por las
mujeres; el observador superficial no lo cree así, y yo sé que otros muchos
autores presumen de don Juanes literarios; pero hay que tener en cuenta que
a Galdós son muchas las que le leen en secreto; es autor de «casa», no es autor
de paseo ni de visitas. Son muchas las que confiesan haber leído los Episodios;
algunas Marianela, muy pocas las que se atreven a declarar que han leído
Gloria y La familia de León Roch».
Comenta además el escritor que las últimas obras de don Benito, Nazarín,
Halma, Misericordia no han tenido la aceptación de las primeras. La diferencia
entre éstas y aquéllas no está tan sólo en la influencia del misticismo moderno,
concretamente ruso, sino en que el escritor ha sabido captar artísticamente la
psicología del alma humana, ha llegado a comprender mejor y más profundamente lo que significa el espíritu del hombre y esto al lector de la calle le
cuesta más comprenderlo. En las primeras novelas, Doña Perfecta, Gloria, La
familia de León Roch, escritas por los años que publicaba la segunda serie de
sus novelas históricas, los personajes están dominados ciegamente por unas
ideas que les obligan a tomar decisiones concretas y violentas. S~n personajes
extremos que se dejan llevar por sus sentimientos. Más bien parece que estos
encaman determinadas ideas contradictorias. Benavente termina comparando
la religiosidad de León Roch con la de Nazarín, y observa que en las últimas
obras esos profundos sentimientos son más humanos que ideales 8 •
Don Benito fue por lo tanto un lector popular en cuanto que sus lectores
pertenecían a las distintas capas sociales; los hay casi analfabetos que son aquellos que se enardecen con las novelas de la primera época Doña Perfecta, Gloria y Marianela, La familia de León Roch, y emiten juicios extremos en el
sentido de aceptar o no aceptar la novela debido a las ideas que en ella se
vierten. Son los lectores que pronto se aficionan a estas narraciones porque es
fácil distinguir dos tipos de personajes «los buenos y los malos» y porque el
hilo conductor de las obras no pide más atención que la simple lectura. Son
precisamente los lectores que le recriminan que estudie temas como el adulterio, o bien son aquellos o aquellas que llegan a contemplar la novela casi como
un libro de meditación y quieren que el escritor sea poco menos que su confesor, para que las oriente. Son las sensibleras que buscan consuelo y apoyo en
la obra literaria en la que han reconocido su propia historia. En definitiva, las
que leen pero no llegan a entender. Esta clase de lector es más numeroso en
las novelas que en los Episodios.
Otro tipo es el hombre o la mujer culta que lee a otros autores y que en
algunas ocasiones llega incluso a revelarse como escritor o escritora. Sus juicios
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son más doctos y sabe captar mejor la enseñanza que se desprende de la novela
o bien se entusiasma con los personajes y llega a vivir pendiente de lo que les
sucede en otros relatos; es el catedrático de instituto, el abogado, el marino, el
periodista, es el estudioso, el simple lector que conoce la literatura española y
extranjera y sabe valorar la obra literaria de nuestro escritor y en algún momento le escribe para aconsejarle, o para que rectifique una fecha o suceso de
poca importancia y llega a asegurarle un puesto junto a Cervantes.
Otro lector es el intelectual que le anima a que siga escribiendo y reconoce
su gran mérito en un país en donde la crítica, si la hay, no coopera a sacar
adelante al escritor porque no lo entiende. Es justo este lector el que tendrá en
más estima la novela de la segunda manera y los Episodios Nacionales porque
advierte en ellos un estudio psicológico más serio y profundo de los personajes,
una observación atenta de la realidad elevada a la categoría artística y una
narración de los sucesos históricos en donde domina el sentimiento patriótico
junto al movimiento, la acción y el valor ajeno a todo partidismo.
La literatura y en ella la obra de Pérez Galdós es una forma de comunicación más, que se verifica entre el escritor-emisor y el lector-receptor. Este lo
que hace es una reconstrucción de los hechos sociales novelados y los sitúa en
alguna dimensión de su existencia, por ello se identifica la señora corresponsal
con la historia de la novela y quiere que el escritor le oriente y aconseje moralmente, por eso «la sombra de Viera» le escribe al sentirse casi identificado en
Realidad. Así el sistema social de la novela se va comparando con el sistema
social del lector y éste, que llega a encerrarse en sí mismo, vive otro mundo,
el de los protagonistas de la novela, el suyo propio, es lo que Ortega explica
como rasgo característico del género narrativo, el hermetismo, aunque esto no
quiere decir lo sea para todos los lectores por igual. La relación novela-lector
es índice también del grado de cultura del individuo receptor.
La captación del lector puede producirse de diferentes maneras, maneras
que hemos visto reflejadas en las distintas cartas leídas. A unos les entusiasma
la verosimilitud de los hechos e incluso de pequeños detalles y preocupados
ante algunas inexactitudes sin darse cuenta de que lo leído es novela, aclaran
estos pormenores, por si el autor tiene a bien considerarlos en su próxima
edición. A otros, el hilo de la trama les tiene absortos y cuando acaban el
volumen del Episodio Nacional correspondiente le escriben exigiendo que continúe con la vida de los personajes, o bien es el caso de las dos malagueñas,
que no resisten quedarse sólo con Lo prohibido quieren que les dé «nuevo
pasto a nuestra ávida fantasía». A veces Pérez Galdós tiene en cuenta a su
público y obedece, en cierta medida, las indicaciones que este le hace. Recordemos a Pereda y el final de Gloria, o bien toma del folletín aquellas notas que
le parecen pueden dejarle más cerca de los lectores.
Es cierto: la novela del XIX está caracterizada por descripciones, narraciones, retratos psicológicos, diálogos. En ocasiones, ocurre que estos diálogos
son una conversación con o sin caracter escénico, Pérez Galdós llega incluso a
la forma drámatica: Realidad, El abuelo, Casandra:
«los tiempos piden al teatro -dirá don Benito- que no abomine absolutamente
del procedimiento analítico, y a la novela que sea menos perezosa en sus desar-
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rollos y se deje llevar a la concisión activa con que presenta los hechos humanos
en arte escénico ... »9 •
Ahora bien, se sabe que una parte de los lectores del XIX pertenecen a
esta nueva clase la burguesía; buscan en las narraciones la trama, la conversación que sabe crear esa tensión que obliga a devorar las páginas del libro,
saltando incluso las descripciones y cualesquiera otros procedimientos técnicos,
porque la novela de Pérez Galdós es una novela sincrética.
Los lectores se han encerrado de tal forma en su novela que llegan a ser
exigentes y piden al autor que no mate, desean final distinto, muchas veces
influidos por las lecturas anteriores folletinescas; algunos sectores del público,
para los que la literatura es considerada aún como distracción, pretenden esta
benevolencia del novelista, pero a este pacto exterior no cede las más de las
veces Pérez Galdós, quien tiene presente la naturaleza y la función de la obra
literaria que han de ser correlativas, el dulce y el útil de Horacio. El dulce
equivale a «algo que se recompensa por sí mismo», el útil a «lo que no sea
malgastar el tiempo» y esto lo tuvo muy en cuenta don Benito, quien achacaba
a los novelistas
«el haber utilizado elementos extraños, convencionales, impuestos por la moda,
prescindiendo por completo de los que la sociedad nacional y coetánea les ofrece
con extraordinaria abundancia. Por eso no tenemos 'novela' y alegaba que aquellas novelas que siguen exclusivamente el gusto del público pronto pasarían de
moda» 10.
y respecto a los lectores diría también don Benito:
«Entretanto, por más que digan, aquí se lee mucho, y se lee de todo ... y sobre
todo novela. Pero esta gente que lee, estos españoles que gustan de comprar
una novela y la devoran de cabo a rabo, estimando de todo corazón al ingenio
que tal cosa produjo, se abastece en un mercado especial. El pedido de este
lector especialísimo es lo que determina la índole de la novela. El la pide a su
gusto, la ensaya, da el patrón y la medida; es preciso servirle. Aquí tenemos
explicado el fenómeno, es decir, la sustitución de la novela nacional de pura
observación, por esa otra convencional y sin carácter, género que cultiva cualquiera, peste nacida en Francia, y que se ha difundido con la pasmosa rapidez
de todos los males» 11 •
NOTAS
a
1 Prólogo a la 3. ed. de La Regenta de Benito Pérez Galdós, Madrid, Aguilar (l.a reimpresión), 1973.
2 B. PÉREZ GALDÓS, mayo, 1905.
3 Juicios crfticos sobre Galdós y sus obras, Sala XII, vol. 1, Archivo Casa-Museo.
4
Artículos en, Juicios críticos sobre Galdós y sus obras, cit.
5 Caj. núm. 11, carpeta núm. 41, legajo núm. 24, Archivo.
6 L. ALAS (CLARÍN), B. Pérez Gáldos. Estudio crítico biográfico por ... Celebridades españolas contemporáneas 1, Madrid, Librería de Fernando Fé, 1889. p. 31.
7
Cit. por L. MONGUIÓ, Estudios sobre literatura hispanoamericana y española, México, Col.
Studium núm. 20, 1958, p. 157.
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8
J. BENAVENTE, «Notas de un lector», en Revista Contemporánea, año XXIII, núm. 516,
30-V-1897.
9
B. PÉREZ GALDÓS, Prólogo a Casandra, Madrid, Perlado Páez y Compañía, 1905.
10 B. PÉREZ GALDÓS, Observaciones sobre la novela contemporánea en España, cit. por 1. M.
ZAVALA, Op. cit., p. 317.
11
Idem, p. 319.
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