RECENSIONES ALFONSO, ESPERANZA, Islamic Culture Through Jewish Eyes. Al-Andalus from the tenth to twelfth century. Routledge, London-New York, 2008, 201 pp. ISBN 10: 0-415-43732-6 Nos adentra este libro en el ámbito de los contactos culturales que se sucedieron en la Iberia medieval. La autora se sitúa en la perspectiva de la construcción de la identidad, una línea de investigación que en las últimas décadas ha dado un nuevo y fructífero impulso a nuestro modo de percibir y comprender a las comunidades que habitaron en la Península y la interacción que se produjo entre ellas. Las monografías de R. Brann (Power in the Portrayal: Representations of Jews and Muslim in Eleventh and Twelfth-Century Islamic Spain, Princeton 2002), T. Rosen (Unveiling Eve: Reading Gender in Mediaeval Hebrew Literature, Philadelphia 2003), o el reciente Representing Others in Medieval Iberian Literature de M. M. Hamilton (New York 2007) son muestra de los avances que se han producido en este terreno. La obra de E. Alfonso continúa y desarrolla esta cuestión de la construcción del “yo” a través del análisis de las representaciones y actitudes hacia los musulmanes y la cultura islámica de los judíos de alAndalus durante los siglos X-XII. Estamos ante un tema complejo por la escasez de fuentes judías que lo abordan de modo directo lo que, sin duda, constituye una de las principales dificultades a la hora de afrontar este estudio. Alfonso contrarresta esta carencia rastreando con minuciosidad el extenso legado intelectual de este periodo para, leyendo entre líneas, obtener imágenes que, en principio, las fuentes parecen silenciar. El primero de los cuatro capítulos en los que el libro se estructura (Attitudes Toward Language. Hebrew vis-à-vis Arabic, pp. 9-33), se centra en el análisis de la lengua como factor clave a la hora de incluir o excluir al “otro”. El recorrido que se ofrece muestra una amplia gama de actitudes que van desde el desarrollo de un “yo” que asume el árabe y sus MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 310 RECENSIONES modelos literarios hasta el rechazo absoluto a este planteamiento. En principio la identidad entre el hebreo y la idea de comunidad parece clara en los trabajos de Menahem o Dunash. Ambos identifican lenguaje y pueblo e igual harán sus discípulos. Pero si el punto de partida es coincidente, Alfonso saca a la luz matices, a veces muy sutiles, a la hora de desarrollar esa metáfora básica. Porque el proceso de construcción de la identidad, como evidencian los textos estudiados, es un proceso dinámico e inseparable del trasfondo político y social así como de las convenciones literarias de cada escrito. Así mientras Ibn Gabirol proyecta el hebreo hacia el pasado y lo identifica con la historia de la nación para hacer frente al declive de esta lengua en su tiempo, Mosheh Ibn Ezra opta por explicar en el Kitab las similitudes entre ambas lenguas como resultado de la proximidad de los hablantes y entiende la relación entre una y otra desde una perspectiva radicalmente nueva: el árabe no es el “otro” sino una parte del “yo”. Pero incluso entre coetáneos no siempre aparece una actitud homogénea ante la realidad lingüística: si Ibn Ezra incorpora, por así decirlo, el árabe a la comunidad, Yehudah ha-Levi se niega a aceptarlo como parámetro para la identidad del grupo. Con el paso de los años y el cambio de las circunstancias los textos van descubriendo nuevas estrategias en este ámbito: la aparición de un nuevo “otro” en el plano lingüístico (el latín y el romance para Maimónides) o, tras revitalización lingüística del s. XIII, la identificación del árabe con un “otro” cruel y seductor y, a veces, como en el caso de ben Eleazar despreciable. Deja claro este capítulo el peso del discurso sobre el lenguaje en la representación del “yo” frente al “otro” y su especial complejidad en el caso de la Iberia Medieval. Confieso que al leer con detenimiento estas páginas me ha resultado difícil desvincular de nuestro presente algunas de las ideas que en ellas se recogen. Aparentes paradojas, como el hecho de que las actitudes más negativas hacia el árabe se produzcan en territorio cristiano, ya sin competencia directa con él, ponen en evidencia mecanismos que acompañan la construcción del “otro” como son, en este caso, las bases “imaginarias” sobre las que se sustenta. Y en mi opinión, las reflexiones que esta afirmación suscita no pertenecen solo al pasado sino que pueden (y deben) iluminar el hoy. El segundo capítulo (Transmitting and Producing Knowlwdge. Jewish and Muslim Intellectuals, pp. 34-51) se ocupa de las representaciones y actitudes de la clase intelectual respecto a disciplinas o formas literarias MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 311 que se perciben de procedencia árabo-islámica. El punto de partida es, de nuevo, la Córdoba califal donde cortesanos ilustres como Ibn Shaprut son un claro ejemplo de quienes ven su posición privilegiada en el entorno del “otro” como una prueba del favor de Dios. Como los panegíricos muestran, el saber vivir en dos culturas, el dominar el árabe y el hebreo son un ideal social, un distintivo de los judíos de al-Andalus. En este contexto más que como el “otro”, árabes (y cristianos) son presentados en este terreno como un referente para la competición poética; no se utilizan para excluir si no para tratar de defender una superioridad cultural respecto al grupo dominante. Este modelo se amplia y desarrolla en el s. XI donde una personalidad como Shemuel Ibn Nagrella llegará a situar la cultura judía en el centro del sistema cultural andalusí. Aunque con modificaciones, a lo largo del XII se mantendrán posturas no muy divergentes respecto al estudio y la práctica de las ciencias. Es lo que sucede, por ejemplo, con Mosheh Ibn Ezra quien enfatiza la superioridad de la cultura árabe en ciertas disciplinas e incluso usa en sus trabajos citas explícitas del Corán. En principio el estudio y la práctica de las ciencias no provoca en al-Andalus una reacción en contra pero ya en el periodo almorávide autores como Yehudah ha-Levi o Maimónides sienten la necesidad de legitimar este estado de cosas convirtiendo las ciencias en originariamente vinculadas al pueblo judío. Los textos de la época reflejan una creciente ambivalencia hacia las disciplinas científicas, un menor aprecio hacia la poesía y un rechazo de la historiografía. Si bien a partir del XII algunos pensadores, como Nahmánides, llegan a identificar la ciencia con el “otro”, ya sea musulmán o gentil, no se registra, salvo excepciones, una actitud adversa hacia las ciencias importadas de un contexto arabo-islámico. La reflexión que suscita el contraste esta representación del intelectual judío que incorpora el multiculturalismo y el multilingüísmo como parte de su identidad versus la significativa reacción hacia el lenguaje que crea claras posiciones con el “otro” resultan muy sugerentes en este capítulo. La tercera sección de esta monografía (Living in the Present. The Concepts of Exile and Domicile, pp. 52-82) aborda una cuestión de especial complejidad por las implicaciones que comporta, por sus múltiples sentidos y géneros en los que se expresa: la percepción del exilio en relación con el “otro”. Las consideraciones iniciales que E. MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 312 RECENSIONES Alfonso nos ofrece respecto a la representación textual del tiempo y su clarificadora exposición de los distintos sentidos del término galut resultan de gran ayuda a la hora de afrontar este asunto. Pues las distintas experiencias del exilio a las que este vocablo remite se van plasmando en las fuentes judías medievales, fuentes que lejos de ofrecer una concepción homogénea y un discurso uniforme desvelan distintas representaciones literarias, y no necesariamente reales, del “exilio”. En este análisis no renuncia la autora a utilizar textos que tradicionalmente han sido descartados como legítimos para analizar la relación con el contexto, en concreto, la poesía litúrgica. Este estudio muestra la plena validez de este género para explorar como el texto construye realidad. Así se muestra a través del análisis de piezas de Ibn Capron y, sobre todo, de algunos poemas de Shelomoh ibn Gabirol que descubren interesantes representaciones como la construcción de dos mundos paralelos, donde el orden bíblico se presenta como natural y el orden social contemporáneo como una inversión del anterior. Imágenes que predominan en sus versos, como la imagen de Israel abandonada, son puestas en relación con un contexto histórico concreto; desde esta perspectiva se explica que otros autores de la época pero inmersos en una realidad distinta, subrayen otros aspectos, como el pecado de Israel y el arrepentimiento en el caso de Ibn al-Tabban. De nuevo, el trabajo de Alfonso pone ante nuestros ojos la imposibilidad de reducir las percepciones del destierro a meros estereotipos o simples abstracciones. En el ámbito de los textos no litúrgicos se considera crucial para comprender la construcción del exilio la carta al rey de los Jazares, un texto en el que la voz individual se convierte en colectiva para ofrecer una evocación idealizada de un destierro entendido como “hogar”. No menos significativa es la información que se obtiene a este respecto en la poesía secular donde el paradigma relativo al exilio se pone al servicio de la defensa de uno de los elementos básicos de la existencia presente: el judío cortesano. En este contexto, la transposición de elementos del ámbito religioso al secular se revela de gran eficacia cuando se trata de crear imágenes que describen el exilio colectivo de Israel. En la España cristiana se observa una significativa evolución de estas representaciones pues, a diferencia de lo que sucede en al-Andalus, proliferan descripciones que hablan de la buena calidad de vida de los exiliados. Moshe Ibn Ezra es, en este sentido, paradigmático al llegar a entender la MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 313 identidad en términos culturales y no religiosos y, en consecuencia, identificarse “culturalmente” con los musulmanes de al-Andalus y no con los judíos de territorios cristianos. Bien distinta es la actitud que adopta, entre otros, Yehudah ha-Levi, hecho que vuelve a poner de relieve como en un similar contexto histórico pueden generarse representaciones textuales muy distintas. El último de los capítulos (Waiting for the Messiah. Self and Other in the Journey Toward the End of Time, pp. 83-114) es la especulación en torno al fin de los días la que centra el estudio de la relación del “yo” y el “otro”, un terreno en la que la representación de éste último resulta crucial. Como en el caso del exilio, también ahora el análisis de la carta a rey de los Jazares resulta singularmente revelador. Ibn Shaprut se identifica con la comunidad en oposición al “otro” (cristiano-musulmán) al tiempo que utiliza la retórica mesiánica para legitimar el liderazgo de la comunidad judía andalusí. Tampoco el deseo de legitimar su poder es ajeno a la poesía del Naguid al hacer uso de ese material. Un cambio de percepción se detecta en los textos a partir de la llegada de los almorávides. Las esperanzas mesiánicas y las preocupaciones apocalípticas se acrecientan significativamente entre los judíos de alAndalus y la poesía litúrgica se hace eco de esta circunstancia. E. Alfonso ejemplifica esta evolución con un cuidado análisis de poemas. Por medio de los versos de Yehudah ha-Levi o Abraham Ibn Ezra, entre otros, va poniendo de manifiesto las diferentes estrategias utilizadas para representar el sufrimiento presente y el consuelo futuro así como para expresar el lugar que al “otro” le corresponde en este proceso. En el contexto judío la idea de los cuatro reinos (Dan 7) es un elemento central en la exégesis y la escatología. En al-Andalus ya durante los siglos X-XI se evidencia la asociación de cristianos y musulmanes con un “otro” malvado que será castigado en el fin de los tiempos. Pero será a partir del siglo XII cuando las interpretaciones en torno a las visiones de Daniel tengan un mayor desarrollo. Los cuatro reinos que las fuentes rabínicas identifican con Babilonia, Persia, Grecia y Roma, se van reajustando para adaptarse a la realidad de la época. Así obras como el Sefer ha-Megillah de Abraham bar Hiyyah al comentar el texto bíblico incluye una caracterización, muy negativa y sin precedentes en la MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 314 RECENSIONES literatura anterior, del Islam y de Mahoma y otros, como Abraham Ibn Ezra o Abraham Ibn Daud, identifican al cuarto imperio con Ismael. El capítulo se cierra con dos epígrafes dedicados al tema de la profecía y la falsa profecía, los prosélitos y el controvertido tema de los apostatas. El análisis de estas cuestiones a través de los textos ofrece, de nuevo, puntos de vista novedosos y, sobre todo, plurales. La monografía incluye un muy extenso y exhaustivo aparato de notas (pp. 118-161) que aportan una información muy valiosa a lector y una completa y actualizada bibliografía final. Estamos ante una obra valiente por los temas que aborda y la metodología que se emplea. En sus páginas se dan cita autores muy diversos, se recurre a textos heterogéneos y se afrontan cuestiones de muy distinta índole. Con todo este material, E. Alfonso va trazando un retrato vivo y detallado de cómo “ojos judíos” vieron la cultura islámica en aspectos centrales en el proceso de construcción de la identidad. Lleno de matices, evitando generalizaciones que han sobrevivido durante demasiado tiempo, desterrando lugares comunes e ideas preconcebidas, este libro nos ofrece la oportunidad de ver también nosotros con otra mirada como los judíos de al-Andalus percibieron a los miembros del grupo dominante. AURORA SALVATIERRA CANO PÉREZ, MARÍA JOSÉ – ESPINOSA VILLEGAS, MIGUEL ÁNGEL, Historia y Cultura del Pueblo Judío. Granada: eug, 2007, 517 pp. ISBN: 978-84-338-4810-9 Siempre es grato reseñar un libro escrito por colegas y amigos, sobre todo cuando se trata de una obra esperada y se conoce el proceso que la ha alumbrado. Por esos mismos motivos, resulta también complicado adquirir la distancia suficiente para enjuiciar el resultado, para evaluar la calidad de los contenidos, la oportunidad de la metodología, el acierto de las conclusiones. Cuanto más, si el libro ha recibido un premio a la divulgación científica [Premio de investigación Universidad de Granada a la divulgación científica 2007]. Me atrevo, sin embargo, a pesar de las cautelas, a esbozar un comentario de este libro que nace del aula, y que puede ser considerado un compendio sobre la historia y la cultura judías, MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 315 porque tiene el gran valor de conjugar la consulta con la alta divulgación, al acercar y hacer accesible a un público muy diverso la investigación especializada. En mi opinión, es importante y necesario reconocer valor a los esfuerzos que se hacen desde la universidad para crear nexos entre el saber humanístico y la sociedad a través de la difusión del conocimiento que se produce en el ámbito académico. Especialmente del producido por disciplinas como los Estudios Hebreos que, siendo una de las áreas del saber más desconocidas por parte de la sociedad, puede, no obstante, contribuir al conocimiento y la comprensión de nuestro pasado y nuestra cultura, de las relaciones sociales, religiosas y culturales que se dieron en las sociedades multiculturales hispanas, de los procesos de coexistencia y exclusión social, así como de formación de las identidades medievales y, gracias a ello, ofrecer claves para entender nuestro presente. Este libro es un magnífico exponente de esta tendencia comprometida con la difusión y divulgación del conocimiento producido en ámbitos académicos muy especializados, con el fin de crear vínculos con la sociedad no sólo mediante la transmisión de saber, sino también de valores y espíritu crítico. A través del estudio crítico de la historia, la religión, las literaturas y las culturas de los judíos desde la antigüedad a la actualidad, examina las sociedades, los textos, las ideologías y las instituciones judías tanto en sus propios términos como en relación con las sociedades y culturas de su entorno. Ofrece, además, claves para conocer y entender mejor la historia y la situación de Israel en el contexto de Oriente Medio y, nos acerca a la creación artística producida a lo largo de todos estos periodos históricos. La yuxtaposición de distintas perspectivas y enfoques es fruto de un acercamiento multidisciplinar que ha dado lugar, a su vez, a la fertilización mutua de distintas disciplinas como la Historia, la Crítica Literaria, la Historia del Arte, la Historia y la Ciencia de las Religiones, la Filosofía, etc; sin olvidar los Estudios de las Mujeres y el Género, y los Estudios de la Paz. El libro comienza con una introducción general al judaísmo muy completa y de gran utilidad. Se explican allí de forma clara y comprensible los aspectos más importantes de la religión y la cultura de los hebreos y se ofrecen las claves para entender muchos aspectos de la vida y las sociedades judías. Le siguen nueve capítulos que cartografían de forma breve, si bien exhaustiva, la historia y avatares del pueblo judío MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 316 RECENSIONES desde la antigüedad a la época contemporánea. Tres de los nueve capítulos están dedicados a la Edad Media; uno de ellos a las comunidades judías de la Península Ibérica. Esa aparente desproporción se debe a varias razones, una de no poca importancia, motivada por el hecho de que ambos autores son especialistas en esa época histórica, aunque también hay que tener en cuenta la gran expansión de comunidades judías por toda Europa en este extenso periodo, o el “nacimiento” del hebreo como una lengua de transmisión cultural y científica. De cualquier forma, quizá sea pertinente recordar aquí el debate suscitado durante las dos últimas décadas en el ámbito de la historiografía judía sobre la (in)adecuación de la división convencional en etapas históricas a los itinerarios históricos del pueblo judío, haciéndose eco del debate que iniciaron anteriormente la historiadoras feministas a partir de la pregunta que se hacía Joan Kelly: “¿Tuvieron Renacimiento las mujeres?”. Por último, el libro dedica tres capítulos de forma monográfica a la producción artística, incluidos el cine y la música. Además de ser muy sugerentes, estos capítulos suponen quizá la parte más novedosa de los contenidos del libro, debido a la escasez de estudios sobre arte judío en nuestro país, lo que se ha traducido en un número parco de publicaciones, entre las que destacan precisamente las de uno de los autores del libro. Las aproximadamente cien páginas que suman esos tres capítulos ofrecen a los lectores en lengua castellana una gran oportunidad de conocer, al menos de forma somera, la producción artística judía hasta el día de hoy. Hay que decir también que los capítulos se pueden leer en cualquier orden. Como en toda obra publicada, aunque excelente en su conjunto, pueden observarse algunos puntos débiles, como diversos errores tipográficos y de expresión, así como inexactitudes e inconsistencias en algunas fechas. Además, en mi opinión, la calidad de los capítulos es desigual, y algunos epígrafes están manifiestamente mejor elaborados, documentados y/u organizados que otros. Por ejemplo, me ha resultado quizá excesivamente breve el apartado dedicado a la poesía judía producida en los territorios cristianos de la Península Ibérica durante la Edad Media. Asimismo, he echado en falta más información sobre la relación de la intelectualidad judía con la ciencia y la filosofía en épocas premodernas. Claro, que no todos los lectores tenemos los mismos intereses, y lo que a mí me ha parecido breve, puede parecer excesivo a MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 317 otro. Me ha llamado la atención también, sobre todo conociendo la trayectoria investigadora de los autores, una impresión que se desprende del capítulo introductorio, y es que las mujeres están casi ausentes de él. Es cierto que las mujeres judías están exentas de cumplir los preceptos positivos que están sujetos a tiempo, es decir, que deben cumplirse en momentos determinados, pero eso no significa que no afecten a sus vidas, o que los símbolos dejen de tener significado para ellas; más aún cuando su papel como transmisoras de costumbres, tradiciones y valores está ampliamente reconocido. Se trata, seguramente, de una cuestión de expresión, mucho más cuidada en este aspecto a lo largo del resto del libro, pero la insistencia en el término “hombre”, en masculino singular, en estas primeras páginas, no deja de ser llamativa. No quisiera terminar sin destacar que el libro es visualmente muy atractivo, debido a la profusión de imágenes a todo color, que cumplen también una función informativa que no hay que desdeñar. Además, los autores se han molestado en incorporar todos los términos específicos relacionados con el culto, los ritos, la cultura, las ciencias, etc., en hebreo, que interpreto como un guiño de complicidad a las y los estudiantes, que fueron el primer motivo y receptor de su escritura, y también a nosotras y nosotros, sus colegas hebraístas. A pesar de la extensión considerable del libro, su lectura es amena y agradable y su capacidad de síntesis admirable. Como he dicho, se trata de un libro de divulgación científica que, como todo libro de divulgación, bebe de muchas fuentes y aprovecha el trabajo y el saber de varias generaciones de estudiosos. Sin embargo, en este libro se puede reconocer también la impronta de la investigación original y pionera que los autores han sabido imprimirle, y que es fruto de sus dilatadas trayectorias investigadoras. Es un libro fruto de la madurez y la experiencia, en el que es posible distinguir las principales líneas de investigación de los autores, estrechamente ligadas a la vida y las culturas judías medievales, y en especial a los procesos de creación, recepción y transmisión de conocimiento en el sur de Europa. Es un libro en el que se pueden aprender muchas cosas y que se lee con deleite. CARMEN CABALLERO NAVAS MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 318 RECENSIONES DÍAZ-MAS, PALOMA y DE LA PUENTE, CRISTINA, Judaísmo e islam. [Colección Ares y Mares.] Barcelona: Editorial Crítica, 2007. 493 pp. A primera vista, Judaísmo e islam, el título del libro que aquí se reseña, podría resultar equívoco. A diferencia de tantos otros que incluyen ambos términos, o una variación de los mismos, desde el estudio clásico de Shelomo D. Goitein, Jews and Arabs: Their Contacts through the Ages ((New York: Schocken, 1964) hasta los más recientes, editados, entre otros, por Jacob Neusner: Judaism and Islam: Comparing Religions through Law (London: Routledge, 1996) y Judaism and Islam in Practice: A Source Book (London: Routledge, 2002), el presente libro no aborda la relación entre judaísmo e islam, sino que presenta una síntesis de uno y otro campos de estudio por separado. En ese sentido, el libro viene a sumarse a otras monografías sobre uno y otro tema que varias casas editoriales españolas han venido publicando a lo largo de los últimos quince años. Entre los títulos que traducen obras anteriores aparecidas en inglés, cabe destacar, por su calidad, aquellos publicados por Cambridge University Press: El judaísmo, de Nicholas de Lange, aparecido en español en el 2000 y El islam, de David Waines, cuya segunda edición española actualizada vio la luz dos años más tarde. Ambos libros, como varios otros que las grandes editoriales anglosajonas han incluido en sus colecciones sobre las religiones del mundo, presentan judaísmo e islam en época moderna, a la vez que reflexionan sobre su pasado histórico. Por lo que se refiere a obras publicadas originalmente en español, baste citar las muy breves, aunque no por ello menos recomendables, escritas por Julio Trebolle (El judaísmo) y Montserrat Abumalham (El islam) para Ediciones del Orto, en 2001 y 1999 respectivamente. La pertinencia de la presente publicación está fuera de toda duda. Es cierto que no viene a llenar un absoluto vacío editorial, pero sí a enriquecer notablemente el elenco de lecturas a disposición de un público general que, con creciente interés, busca información fiable y rigurosa sobre la sociedad en la que vive, quiere entender mejor el papel que judíos y musulmanes desempeñan en la escena política internacional y se pregunta qué características han identificado históricamente e identifican hoy a ambas sociedades, judía e islámica. Estudiantes universitarios y estudiosos de la religión, por su parte, encontrarán en el libro una síntesis MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 319 actualizada y bien documentada sobre los temas que les preocupan. Éste debería ser, además, de obligada lectura para aquellos profesionales de la información que siguen aludiendo al “ejército hebreo” cuando quieren decir el “ejército de Israel”, a los “islamistas” o los “islámicos” cuando hablan de “los musulmanes”, o al “pueblo judío” cuando no hacen referencia más que a “los israelíes”, errores desafortunados e importantes en cuanto que estos términos no son neutros, están políticamente cargados y conforman la opinión pública. Igualmente indiscutible es el rigor con el que las autoras, Paloma DíazMas y Cristina de la Puente presentan la información. No en vano, una muy sólida carrera en estudios judíos, en el primer caso, e islámicos en el segundo, las avala. Ambas combinan, además, la erudición con un estilo accesible que intenta anticiparse a las preguntas del lector y, en general, las responde con claridad y sin tecnicismos. Aunque no se da un correlato exacto, capítulo a capítulo, cada una de las dos secciones de las que se compone el libro aborda de forma aproximada los mismos temas. Así, ambas partes describen el origen y la evolución histórica de judaísmo e islam, la lengua o lenguas usadas por judíos y musulmanes, los fundamentos de sus respectivas religiones, los textos en los que se basan, sus prácticas religiosas, los ritos de su ciclo vital y algunas otras cuestiones culturales y religiosas. Todo ello va acompañado, en cada caso, de una serie de herramientas didácticas destinadas a facilitarle la tarea al lector. Las autoras escriben desde una perspectiva académica y no confesional. Sin embargo, son muchas las ocasiones en que, muy acertadamente, se cuidan de señalar cómo la percepción que judíos y musulmanes tienen de sus respectivas tradiciones difiere de las modernas lecturas críticas que se hacen sobre las mismas y que ellas comparten. Esa perspectiva académica les lleva a alejarse de cualquier esencialismo y a presentar judaísmo e islam en su dimensión histórica, no como fenómenos estáticos y atemporales, como a menudo se entienden, sino como realidades plurales y dinámicas. En ambos casos se da una tensión entre unidad y diversidad, tensión que se manifiesta en el continuo conflicto entre ortodoxia y heterodoxia, o en la centralidad que un texto sagrado único tiene en ambas tradiciones frente a la fuerza creadora y transformadora de la interpretación. MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 320 RECENSIONES Conscientes de que gran parte del público general al que se dirige este libro utiliza los códigos y las claves que le son más familiares a la hora de pensar en judaísmo e islam, las autoras proponen en su introducción acercar los temas que tratan a los referentes del lector tipo al que se dirigen. Hacen, así, énfasis en la necesidad de estudiar judaísmo e islam no sólo como fenómenos religiosos, sino culturales, en la falta de dogma y de jerarquías eclesiásticas entre judíos y musulmanes, o en las diferencias y semejanzas entre sus prácticas y las de los cristianos. Ese esfuerzo es mucho más notable en la primera sección, sobre judaísmo, que en la segunda, sobre islam. Paloma Díaz-Mas alude, además, con frecuencia y de forma específica a las comunidades judías de la Península Ibérica, aquellas cuya historia puede resultarle más cercana al lector. Esta diferencia, unida a otras de estilo y de contenido entre ambas secciones, pone sin duda de manifiesto la especialización y los intereses de cada una de las autoras. Paloma Díaz-Mas es especialista en la historia y la literatura de las comunidades sefardíes, mientras que Cristina de la Puente se ha centrado en distintos aspectos legales y religiosos del islam occidental, lo que hace, por ejemplo, que en el libro se preste una mayor atención al derecho islámico que al judío. Ante un libro que aborda tal y tan rica cantidad de temas, las posibilidades que al autor se le ofrecen de selección, exposición y organización del material son, naturalmente, muchas. Dos son, únicamente, las observaciones que me parece oportuno hacer al respecto. En primer lugar, es obvio que a lo largo de las casi quinientas páginas que se le ofrecen, el lector habrá ido notado abundantes paralelos entre judaísmo e islam, como pueden ser la centralidad del texto, la importancia de la interpretación, la noción de pureza, la organización del espacio y tantos otros. En este sentido, y aunque el objeto del libro no sea, ni tenga por qué serlo, el de hacer una historia comparada de las religiones, me pregunto si no hubiera sido útil un primer capítulo introductorio en el que se reflexionara sobre todas aquellas características que unen de forma especial ambas tradiciones y las separan de otras, las que más que sobradamente justifican que se escriban libros sobre las dos. Ese capítulo, y quizás un mayor diálogo entre una y otra secciones, contribuirían a darles a ambas coherencia. Por otra parte, el libro incluye dos apéndices, el primero titulado “El Antijudaísmo, el sionismo, el holocausto y la creación del Estado de Israel,” y el segundo “Islamismo: Movimientos MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 321 reformistas y activistas desde el siglo XVIII hasta nuestros días”. Llama, sin duda, la atención el hecho de que dos temas, o dos conjuntos de temas tan complejos como éstos queden un tanto desconectados del resto del libro y relegados a dos apéndices finales, donde corren el riesgo de ser ignorados. Y eso sería una pena porque ambos, en realidad dos ensayos independientes y muy distintos, son magníficos y merecerían quedar mejor incorporados en sus respectivas secciones. ESPERANZA ALFONSO ESPINOSA RAMÍREZ, ANTONIO-BERNARDO, Granada, la Jerusalén que pudo ser, Granada: El defensor de Granada, 2008. ISBN: 978-84-9666042-7. En la Introducción del libro su autor, modestamente, escribe que no ha “pretendido emular las investigaciones o estudios realizados por los especialistas” sino “divulgar entre los ciudadanos… esa parte tan importante de nuestro pasado como fue la aportación de sus habitantes judíos a la historia de la ciudad”, pero tras la lectura de esta obra podemos comprobar que no sólo ha logrado plenamente sus objetivos sino que se ha acercado a lo que no pretendía, pues el libro hace una magnífica presentación de lo que ha sido la historia de los judíos en la ciudad de Granada en particular y un resumen del judaísmo hispano en general. A través de los cinco capítulos que conforman el libro se presenta un análisis con trazos seguros y claros que muestran la solidez y profundidad de conocimientos de un ‘no especialista’. Es cierto que no se recogen grandes novedades y tampoco es el resultado de una investigación directa en fuentes, pero sí es el resultado de una seria reflexión y de una argumentación muy bien documentada. Constantemente las opiniones que el autor vierte son reforzadas con testimonios documentales, como son fragmentos de crónicas, de autos de fe, poemas, etc. Otro de los méritos de este libro es el excelente uso que hace Espinosa de la lengua castellana, logrando que el texto sea fluido y su lectura cómoda y amena. El único defecto que le encuentro a este trabajo el título del propio libro que puede inducir a error, pues por él se podría pensar que es una historia novelada y superflua. MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 322 RECENSIONES Los diferentes capítulos –I. De leyendas y certezas; II. La Creación del otro; III. Jerusalén en Granada; IV. El fin de un sueño y V. El furor y la supervivencia– se acompañan un importante material gráfico (planos, grabados, fotografías…), un Apéndice que contiene el edicto de Expulsión de 1492, así como una buena selección bibliográfica. En resumen se puede decir que el libro Granada, la Jerusalén que pudo ser debe de ser tenido en cuenta tanto por aquellas personas interesadas por la historia de Granada como por los especialitas, pues es una excelente presentación del judaísmo hispano. MARÍA JOSÉ CANO FERRER, JOAN, El yídish. Historia y gramática de una lengua judía, Linguae Mundi 1, Observatori de les Llengües d’Europa i de la Mediterrànea, Girona, Universidad de Girona, 2008. 198 pp. ISBN 97884-8458-263-2. Entre los estudios judíos encontramos un campo muy rico lingüística, cultural y literariamente: el yídish, la lengua que desde la Edad Media hasta la Segunda Guerra Mundial utilizaron las comunidades judías establecidas en el centro y el noreste de Europa, y todas las manifestaciones derivadas de sus usos cotidiano y literario. El prof. Joan Ferrer nos brinda la oportunidad de acercarnos a este ámbito del judaísmo, poco conocido y escasamente tratado por la investigación española, a través del primer volumen de la Colección del Observatori de les Llengües d’Europa i de la Mediterrànea, Linguae Mundi, de la Universidad de Girona. Con El yídish. Historia y gramática de una lengua judía Ferrer presenta en menos de 200 páginas una valiosísima descripción de la historia y la gramática del yídish, una lengua formada a partir de la mezcla de varios dialectos del altoalemán –Hochdeutsch– medieval con influencia del hebreo-arameo y las lenguas eslavas. El volumen se compone fundamentalmente de cuatro apartados en los que predomina un excelente estilo didáctico: (1) Introducción, (2) Historia de la lengua yídish, (3) Mapas y tipografías y (4) Gramática fundamental de la lengua yídish. Además, se acompaña de un prefacio escrito por Madeleine Taradach, que nos retrata en tan sólo tres páginas el proceso de transformación que experimentó el yídish durante el s. XX: de una MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 323 expresión de la vida íntima (mame loshn – “lengua de mamá”) y un idioma franco entre los judíos europeos a un “objeto de estudio de las aulas universitarias” (p. 13). Al mismo tiempo, Taradach subraya la importancia de la literatura en yídish y los fenómenos artísticos que la acompañaron (como la música o la pintura). 1. En la Introducción (pp. 15-18) Ferrer se centra en dos cuestiones básicas a la hora de iniciarse en los estudios de yídish: (a) una primera aproximación al marco temporal y geográfico de esta lengua, que tratará con más profundidad en el siguiente punto, y (b) las diversas formas del término que aparecen en las publicaciones en español (idisch, yidish, yidis, yidish, yídish) y su justificación de transcribirlo como yídish. 2. El capítulo relativo a la historia de la lengua (pp. 19-38) comienza con algunas aclaraciones básicas: dónde y cuándo se habló yídish (sin olvidar el fenómeno de la inmigración a los otros continentes), qué otros nombres recibió a lo largo de su historia (por ejemplo: la lengua de Askenaz, hebreoalemán o judeoalemán), su concepción como una lengua familiar y el número de sus hablantes (detallado por países) antes del Holocausto (pp. 18-19). Bajo los epígrafes correspondientes, Ferrer se ocupa a continuación de temas específicos que, junto a los datos históricos, nos van introduciendo en el funcionamiento de la propia lengua. (a) En “La lengua de Askenaz” (pp. 20-22) relata los orígenes del yídish en el seno de las comunidades judías establecidas la Europa central y nororiental. (b) En “El yídish lengua de fusión” (pp. 22-24) se refiere de manera concisa a las influencias culturales y lingüísticas, los dialectos y las lenguas que confluyeron en él. (c) Las etapas del yídish desde su nacimiento hasta su consolidación como lengua aparecen definidas en el epígrafe “Nacimiento y evolución del yídish” (pp. 24-28). (d) En “El yídish lengua literaria” (pp. 28-37) menciona algunos de los fenómenos que dotaron al yídish del bagaje cultural y de los recursos necesarios para la creación artística y su difusión: el uso de la escritura desde una época temprana (al menos desde el s. XIII), la invención de la imprenta (s. XVI), las traducciones de la Biblia, el movimiento hasídico (s. XVIII), el interés de los autores en cultivar todos los géneros (ss. XIX-XX), etc. (e) Finalmente, se cita una breve “Bibliografía selecta” (pp. 37-38) de las publicaciones recientes más completas sobre la historia del yídish. MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 324 RECENSIONES 3. El tercer apartado (pp. 39-48) consta de materiales que complementan e iluminan el capítulo anterior: un esquema con los “Territorios y dialectos del yídish”, un mapa de éstos, el texto más antiguo conservado en yídish y varias reproducciones. 4. La parte más amplia del libro está dedicada a la gramática del yídish (pp. 49-198) y se divide en múltiples subapartados donde se describen los elementos y mecanismos de la lengua. (a) Los primeros epígrafes (§§ 110) se centran en la escritura, la correcta pronunciación y la trascripción (pp. 49-69). (b) Después se detalla la morfología del yídish desde una perspectiva tradicional: sustantivo, adjetivo, verbo, etc. (§§ 11-49; pp. 69182), pero poniendo especial atención en aquellas particularidades del yídish (como, por ejemplo, el caso del pasado verbal en § 27; pp. 109ss.) y adentrándose a veces en el campo de la sintaxis (como en § 43 sobre el orden de palabras; p. 167). También merece la pena destacar otras peculiaridades del yídish que Ferrer anota y que consisten en elementos característicos de una lengua íntima, como son los sufijos diminutivos (§ 46; pp.174ss.), los hipocorísticos y los despectivos (§§ 48-49; pp.181s.). (c) Bajo los epígrafes siguientes (§§ 50-53; pp.182-188) se plantean algunas cuestiones de índole sintáctica que conllevan cierta dificultad: la oración relativa, el discurso indirecto y las oraciones interrogativas directas e indirectas. (d) A continuación, Ferrer recoge una serie de expresiones y términos de la vida cotidiana de los hablantes de yídish (§§ 54-60; pp. 188-193): los saludos, los días de la semana, las horas, los meses, las estaciones, las fechas y las fórmulas en las cartas. (e) En el penúltimo subapartado de la gramática (§ 61; pp. 193-196) se detallan las variantes ortográficas más significativas entre los sistemas de escritura. (f) Y, en último lugar, encontramos otra “Bibliografía selecta” (§ 62; 196198), donde se enumeran los diccionarios y gramáticas esenciales para el estudio del yídish, así como también otros recursos (antologías, periódicos, copias digitalizadas, etc.). Esta obra marca un hito en nuestros estudios por ser la primera vez que se ha hecho un intento de facilitar a los hablantes de español una gramática de yídish. De hecho, su autor no pierde de vista en ningún momento quiénes son sus receptores. Una muestra de este esfuerzo se aprecia, por ejemplo, al tratar la trascripción y la pronunciación del yídish (pp. 52-65), ya que, junto a la terminología científica, explica la realización de algunas letras o grupos de letras a través de ejemplos en MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 325 castellano o en catalán. Este estilo sencillo y pedagógico de El yídish. Historia y gramática de una lengua judía invita tanto al estudiante neófito como al investigador y profesor de las lenguas y tradiciones judías a zambullirse en este mundo tan apasionante y tan olvidado en nuestras investigaciones. Debemos felicitar al prof. Joan Ferrer por su magnífica contribución y animarle a que siga trabajando en esta línea. LORENA MIRALLES MACIÁ GOODMAN, LENN E., RAVVEN, HEIDI M.; Jewish Themes in Spinoza’s Philosophy, State University of New York Press, Albany; 2002 Reclamar a Spinoza para una tradición obedece a intereses ajenos a los suyos. Ya en vida se había ganado un puesto en la tradición “universal” occidental. Mucho más cuando él mismo optó por la secularidad y la libertad de pensamiento. Si bien revisa de manera crítica la tradición judía, también hay temas cristianos que operan en su filosofía. En lo personal, lamento que no se conserve la apología que escribió en español cuando fue expulsado de la comunidad judía de Amsterdam. ¿Por qué no reclamar para nosotros, huérfanos de la Inquisición, su legado marrano? La cuestión de su identidad es importante porque nuestra propia identidad es un problema. Spinoza no sólo recibió una completa educación judía, sino que además hizo importantes aportes al judaísmo; buenas pruebas de ello son, entre otras, su “Tratado teológico-político” y su “Compendio de gramática hebrea”. En su obra es donde se deben buscar sus fuentes. Tan absurdo es encontrar por doquier afinidades e influencias como el reducirlo al cartesianismo. ¿Pero cómo negar la influencia de Maimónides, cuya figura es central en el judaísmo? Ignorarlo no puede ser menos que negligencia. En esta reseña se destacan argumentos de varios especialistas y se señalan fuentes que puedan ser útiles para los investigadores. También se informa sobre el contexto cultural de Spinoza. “¿En qué contribuye la Ética de Spinoza a la filosofía judía?” (What Does Spinoza’s Ethics Contribute to Jewish Philosophy?, p.p 17-89) Lenn E. Goodman llama a Spinoza un verdadero hijo de la Torah cuando escribe: “Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida” (“Ética”, MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 326 RECENSIONES parte IV, proposición LXVII). Spinoza se concentra en el potencial humano de perfección y el amor a Dios en vez del pecado y la muerte. Con su filosofía, articula intuiciones y valores judaicos tales como la unidad de Dios y la naturaleza, la plenitud e inteligibilidad de lo existente, el papel central de la caridad o la justicia, y, a pesar del determinismo, el poder y la responsabilidad humana de conformar el destino. Sin embargo, Goodman también reconoce en la obra de Spinoza el impulso universalista del cristianismo, y el desarrollo de la intuición cristiana sobre el amor. El extenso artículo de Goodman es comprehensivo de la tradición filosófica occidental e incluye muy variadas corrientes alternas de pensamiento medio-oriental, así como muchos aspectos de la obra de Spinoza. El monismo de Spinoza se abre, como el de Bahya Ibn Paquda y el de Maimónides, a la tarea científico naturalista que integra un programa ético pero de corte secular y cosmopolita. Su solución tampoco es neoplatónica en el sentido de oponer la materia receptiva a la forma o al intelecto, sino que hace de lo extenso expresión de la realidad infinita. Ahora, el valor intelectualista de la emanación neoplatónica no excluye a la materia; para Spinoza, las relaciones naturales son relaciones lógicas. Maimónides se había valido del neoplatonismo y ya había unido la materia y la forma a Dios al tratarlas como expresiones de lo divino, cuya unidad no es un mero postulado del monoteísmo sino inherente a lo absoluto y necesario de su ser; la polémica mutazilita en contra de la Trinidad lo constreñía a resolver la realidad de los atributos divinos en la simplicidad absoluta. Spinoza se desembarazó de tal restricción al tratar los atributos como distintos desde la perspectiva subjetiva cartesiana. Al insistir en la autosuficiencia óntica y epistémica revela que Dios es la única sustancia. Mientras que otros individuos son reales, no son completamente otros o distintos sino que pertenecen a la sustancia. En términos de Avicena, los particulares finitos son contingentes en sí mismos y necesarios en relación a sus causas, separados de su contexto sólo por un acto de abstracción. Por otra parte, Goodman dice que quizá la huella bíblica más patente en la teoría política de Spinoza es su constitucionalismo. En los libros de “Jueces” y “Samuel” aparece una tensión: por un lado, el pueblo exigía un monarca por la anarquía y la opresión; sin embargo, en “Deuteronomio” y “Samuel” se advertían los peligros de tal monarquía. De este problema Maimónides desarrolló una teoría de la ley pública que es la semilla del constitucionalismo bíblico, MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 327 donde la autoridad depende del pueblo y no del derecho divino: de lo Absoluto provienen los límites de la soberanía, no el mandato. En opinión de Goodman, los ideales republicanos de Spinoza abrigaban los mismos principios, que no se encuentran ni en Hobbes ni en Maquiavelo. Lee C. Rice en “Amor a Dios en Spinoza” (Love of God in Spinoza, pp. 93-106), examina el concepto de amor Dei intellectualis en la “Ética” a partir de los tres géneros de conocimiento de la epistemología de Spinoza (imaginación, razón e intuición), y también lo relaciona con la exposición de los afectos en el libro tercero. Jonathan Bennett ha cuestionado la ambigüedad de la noción de amor Dei intellectualis en la “Ética” puesto que en el libro primero se trata de amor a Dios, mientras que en el libro quinto sería, amor de Dios, que se comparece con la ambigüedad del genitivo latino que se podría traducir de ambas formas. Se ha dicho que en el libro quinto Spinoza introduce de manera subrepticia nociones neoplatónicas a través de fuentes cabalísticas. Rice rechaza esta posibilidad pareciéndole más tentadores los paralelos del libro quinto con una obra que se encontraba en los haberes de Spinoza, “Dialoghi d’amore” de Leo Hebraeus, o Judah ben Isaac Abravanel. Para Rice, rastrear las fuentes de Spinoza es muy problemático y es muy escéptico al respecto. Considera que la filosofía de Spinoza es, más que un desarrollo de la filosofía medieval, una liberación de la tradición, que va más allá del aristotelismo y neoplatonismo medieval, ya sea judío o cristiano. Warren Zev Harvey en “El hebraizar metafísico de Spinoza” (Spinoza’s Metaphysical Hebraism, pp. 107-114), examina qué tan buen gramático de la lengua hebrea fue Spinoza y la relación del hebreo con su metafísica. Al parecer, ya desde finales del s. XIX algunos estudiosos del “Compendio de gramática de la lengua hebrea” de Spinoza se han comprometido con su conexión con la metafísica de la “Ética”. Hay numerosos paralelismos en las dos obras, y no es de extrañar; por ejemplo, así como en la “Ética” hay substancia, atributos y modos, en la gramática hay nombres, atributos y modos, dejando de lado a los verbos, de los que dice, que en tanto infinitivos, son nombres, que al variar en conjugación asumen diferentes modos. ¿Pero qué tan buen gramático era Spinoza? Muy bueno, puesto que hace una exposición novedosa de la materia. Es muy crítico de la tradición, lo que resulta, al modo de ver de MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 328 RECENSIONES Harvey, contradictorio, puesto que a la hora de interpretar el Tetragrámaton, y el atributo de la gloria de Dios, amor Dei intellectualis o beatitudo, recurre a clásicos medievales judíos como Maimónides y Abraham ibn Ezra. Spinoza va tan lejos en su crítica de la tradición que hasta corrige el hebreo de los profetas bíblicos. Harvey se queja de que él mismo no haya dejado textos hebreos de su puño. Por otro lado, si bien Spinoza considera que los hebreos tenían un conocimiento un tanto grosero de Dios, las verdades más profundas de la metafísica están expresadas de manera intrínseca en la lengua hebrea, lo que resulta, al menos, sorprendente. Kenneth Seeskin examina en “Maimónides, Spinoza, y el problema de la creación” (Maimonides, Spinoza, and the Problem of Creation, pp. 115-130) las diferencias entre ellos. El monoteísmo se opone al panteísmo en tanto en aquel Dios es único y distinto del mundo, en cuanto en éste se identificaría con él. Para hablar de la unicidad y trascendencia, se recurre a la creación de la existencia. Mientras Maimónides defiende su posibilidad, Spinoza la rechaza y remplaza con un universo eterno sin voluntad ni propósito. En la exposición de Seeskin es interesante que Maimónides examine la tesis plotiniana de la emanación a través de los apócrifos aristotélicos, y que discuta el carácter esotérico de la “Guía de los perplejos”, cuyas posturas en relación a la eternidad del mundo y otros temas relacionados estarían veladas. Así, un examen de estos problemas explica las semejanzas que Spinoza pueda tener con Plotino a través de fuentes judías muy probables. Warren Montag conjetura la relación de Spinoza con el neoplatonismo vía cábala. “‘Aquella palabra hebrea’; Spinoza y el concepto de shekinah” (“That Hebrew Word”: Spinoza and the Concept of the Shekhinah, pp. 131- 144) trata fuentes y consecuencias probables del spinocismo. El caso de Adriaan Koerbagh, íntimo amigo de Spinoza, muestra que en la muy tolerante Holanda del s. XVII la herejía tenía consecuencias letales. Quizá, su delito consistió en extrapolar la palabra hebrea shekinah, por la que se entiende la presencia de Dios en el mundo, a la lengua holandesa, y con ello, nociones panteístas y heréticas. En todo caso, con tal doctrina de la shekinah se pueden conectar las más heréticas posturas de Spinoza. Si bien el término tiene origen bíblico, aparece como concepto en el Talmud y se desarrolla con la cábala. Spinoza se refiere una vez en el “Tratado teológico-político”, y de manera peyorativa, a algunos cabalistas. Antes MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 329 que Hegel, quien denuncia la alteridad irreductible de Spinoza, Leibniz en su “Teodicea” dice que Spinoza revive la cábala hebrea, y con ellos, numerosos comentaristas desde entonces hasta nuestros días, coinciden. A propósito, la obra cabalística de Abraham Cohen de Herrera, “Puerta del cielo”, resulta muy pertinente. Si bien no hay pruebas de que Spinoza la leyera, la obra de orientación neoplatónica fue muy significativa en la Ámsterdam judía de entonces. Los temas son semejantes en las obras de ambos autores. De cualquier modo, Leibniz y Hegel confirman que se puede hacer una lectura herrereana del primer libro de la “Ética”, que trataría de una ruptura con concepción oriental de la emanación. Warren Montag muestra estas y otras conexiones de la filosofía de Spinoza con la tradición del pensamiento judío. Edwin M. Curley en “Maimónides, Spinoza, y el libro de Job” (Maimonides, Spinoza, and the Book of Job, pp. 147-186), expone en detalle la interpretación que Maimónides hace del libro y trata el problema de la teodicea. No establece una firme conexión entre los dos autores pues sólo contrasta la opinión de Spinoza al respecto, pero conjetura que los ataques de éste a la teología tradicional se pueden entender como ataques a la teología de Maimónides. En la “Guía de los perplejos” se caracterizan cinco opiniones sobre la providencia divina: 1. La epicúrea, que afirma que todo es azaroso; 2. La aristotélica, que más bien sería la de Alejandro de Afrodisias, que niega el epicureísmo al decir que el orden en el mundo demuestra que hay gobierno divino, pero que no alcanza a los individuos; 3. El acharismo (ash‘ariyyah), que afirma que todo ocurre por decreto divino; 4. El mutazilismo (mu‘tazilah), que también dice que todo ocurre por voluntad divina, pero hay justa retribución por el bien y el mal; 5. Y la ley mosaica, que implica que hay libertad humana y justa retribución. Maimónides atribuye estas posiciones a los diferentes personajes del libro de Job. Ahora bien, ya sea el caso del azar epicúreo o del azar restringido aristotélico, estas dos posiciones se oponen al voluntarismo de la teología islámica (kalam) acharita o mutazilita. De tal modo que todas las posturas se hacen antinómicas a la manera kantiana, y permiten afirmar por fe la posición mosaica. Según Edwin M. Curley, en Maimónides hay dos posturas: una exotérica, intelectualista con incongruencias morales, y otra esotérica, que problematizaría la verdadera naturaleza del bien y del mal, el sentido de la MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 330 RECENSIONES preponderancia de la inteligencia a la virtud, el merecimiento del bienestar, la predicación equívoca de la palabra “providencia” referida a Dios y a los hombres, y si en últimas Maimónides sostiene una postura acharita o mosaica. Curley considera que las soluciones de Saadia Gaón (s. X) y de Menasseh ben Israel (Portugal-Holanda s. XVII) al libro de Job no son satisfactorias. Así, Maimónides sería el principal oponente de Spinoza. Más seguro es decir que la exégesis bíblica de Spinoza le debe tanto a Maimónides, como a Abraham Ibn Ezra, como a Hobbes. Que en Spinoza la teología derive en filosofía política se justifica por lo irresoluble de la discusión. Edwin M. Curley señala en esta dirección. En “La ruptura de Spinoza con la tradición—sus insinuaciones de una modernidad judía” (Spinoza’s Rupture with Tradition—His Hints of a Jewish Modernity, pp. 187-223) de Heidi M. Ravven, trata de los más vario y ofrece un recuento de interpretaciones, comentarios y discusiones sobre la obra de Spinoza: Desde las similitudes con Maimónides en relación a la profecía, religión y lenguaje, las diferencias con la descripción humana hobbesiana, algunas coincidencias con Hegel y Freud, hasta llegar a la ciencia cognitiva y la psicología actual. Expone la doctrina spinocista de la imaginación y la memoria, y el papel de la asociación imaginativa en el reconocimiento del significado. Asimismo, trata sobre la relación de la imaginación con la opinión, los afectos, el placer y el dolor, la conformidad social y el sentimiento humanitario, entre otros. Heidi Ravven argumenta que para Spinoza el sistema de asociación imaginativa de significados lingüísticos culturales constituye una fuerza de socialización, que explica tanto la religión como la política. Michael A. Rosenthal en “Porqué Spinoza escogió a los hebreos: La función ejemplar de la profecía en el Tratado teológico-político” (Why Spinoza Chose the Hebrews: The Exemplary Function of Prophecy in the Theological-Political Treatise, pp. 225-260), argumenta que hay un problema en la teoría del contrato social hobbesiano que debe ser resuelto en la “Ética” y en el “Tratado teológico-político”: Spinoza tiene que explicar cómo individuos egoístas en el estado de naturaleza estarían dispuestos renunciar a sus derechos naturales para crear un poder soberano del que se volverían sujetos en una sociedad civil. En la parte IV de la “Ética”, la idea de naturaleza humana ejemplar resuelve la divergencia entre juicios objetivos y subjetivos de valor. Paralelamente, por medio del lenguaje profético en el “Tratado teológico-político” se MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 331 hace la transición del interés o utilidad personal al interés general. Una idea ejemplar es una idea universal que funciona como modelo para hacer juicios de valor. La profecía tiene la estructura y la función de una idea ejemplar: es una idea universal concebida inadecuadamente por la imaginación que sirve para guiar el juicio y la conducta humana, y que reclama autoridad universal al apelar a Dios. Al llamar a Israel elegido, los profetas exhortaban al pueblo a la buena conducta, y mostraban como prueba de dicha elección, los resultados positivos de la cohesión social. La función ejemplar de la profecía solucionó problemas que surgieron en el Sinaí, análogos a los de la teoría del estado de naturaleza. Apelar a la razón desinteresada no movería a las masas llevadas por el deseo y el apetito. Por el contrario, Moisés apeló a la revelación profética porque su lenguaje era entendido por todos los israelitas y ponía el interés personal al servicio de la comunidad. Rosenthal también muestra que si bien las ideas ejemplares son construcciones imaginativas y valorativas que apelan a ideas universales, asequibles a las multitudes, pueden fácilmente ser tenidas por la naturaleza misma y volverse fuente de superstición, cuando su origen epistemológico son las circunstancias imaginativas de los profetas. En opinión de Rosenthal, Spinoza denunció usos apropiados e inapropiados del lenguaje ejemplar, pero su propósito era defender la tolerancia de culto y la libertad de opinión en un estado de leyes racionales. Richard H. Popkin cuestiona la leyenda que se han tejido alrededor de la vida de Spinoza en “La excomunión de Spinoza” (Spinoza’s Excommunication, pp. 263-279). Así como se ha presentado de manera dramática el destino de Galileo, el martirizar a Spinoza ha servido diversos propósitos, como el de servir de hito en el tránsito de la edad media a la modernidad en Occidente, el desprestigiar la ortodoxia judía y justificar el tránsito a la ilustración judía en el siglo XIX. Popkin hace un recuento de los primeros biógrafos de Spinoza: Jarig Jelles, Pierre Bayle, Jacques Basnage, Johan Colerus y Jean Maximillien Lucas. De éste último en particular, abriga muchas dudas en cuanto a su veracidad. Por lo que se refiere a Colerus, dice que en vista a que no pudo averiguar en la comunidad judía de Amsterdam lo ocurrido en la excomunión, se vio obligado a suplir el vacío con una exhaustiva investigación sobre las excomuniones en el judaísmo; de ello resultó que se tomara por cierta MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 332 RECENSIONES dicha descripción en la literatura popular, cuando el mismo Colerus no pudo confirmarla. Además, Popkin informa sobre el archivo de la sinagoga de Amsterdam e investigaciones sobre la comunidad judía portuguesa en el siglo XVII. Las excomuniones eran el instrumento del consejo de dirigentes comunitarios para poner orden y disciplinar, y las dictaban por los más diversos motivos, como la falta de pago de cuotas, por rehusarse a cumplir contratos de matrimonio, o por insultar a uno de los directores. Una vez se disculpaban y aceptaban las condiciones eran recibidos de nuevo en la comunidad. También en el caso de causas ideológicas o heréticas recibieron de vuelta a miembros, tal como hicieron con Uriel da Costa después de haber sido gravemente amonestado, Juan de Prado, quien volvió a la comunidad antes de reincidir en sus opiniones y asimilarse definitivamente al cristianismo. Daniel Ribera, otro de los disidentes heréticos, volvió sin más al mundo católico. La excomunión de Spinoza no fue un evento público y no parece haber tenido la trascendencia que se le ha dado; de hecho no está firmada por nadie. Spinoza decidió abandonar la comunidad y no recibió una pensión que le ofrecían con tal de guardar la compostura como miembro. No obstante, escribió una apología en idioma español que no se conserva. El recuento histórico de Popkin reevalúa la historia oficial del filósofo hijo de marranos, cuyo padre fue uno de los dirigentes del consejo que luego le daría excomunión. Spinoza anda sin tropiezos por las tradiciones judía y cristiana. Decirlo en una palabra, “judeocristianismo”, arruina toda posibilidad de encontrar la riqueza de matices que coexisten en ambas tradiciones. Si bien puede ser de utilidad ecuménica, una axiomática de la matriz común no es deseable en el sentido de reducir y dejar inexploradas las posibilidades. Spinoza revisa y critica doctrinas y adopta desde su filosofía aquellas que contribuyen a la libertad y la tolerancia. Spinoza nos enseña a revisar de manera ilustrada y crítica las fuentes antiguas y a no desestimarlas. Dicha tarea es tan pertinente hoy como lo fue en sus días, y está lejos de darse por concluida. NICOLÁS RESTREPO MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 333 MIRALLES MACIÁ, LORENA, Marzeah y thíasos. Una institución convival en el Oriente Próximo Antiguo y el Mediterráneo. Anejo XX. Serie de Monografías ’Ilu. Revista de Ciencias de las Religiones. Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid, Madrid 2007. 360 pp. Miralles Maciá analiza en esta obra los diferentes testimonios de Marzeah y Thíasos en el mundo israelita-judío y los pueblos y culturas circundantes a lo largo de un dilatado período. Ambos términos se corresponden con cierto tipo de institución festiva de la antigüedad, banquete incluido, que se dio también en el mundo israelita. Mientras que Marzeah se extiende por los territorios de población semítica, Thíasos se da en el entorno de la cultura griega. Sin embargo, en ambos grupos sociolingüísticos y al menos en algunos momentos históricos ambos términos pueden ser equivalentes. Marzeah puede definirse como una institución convival de elite dedicada a uno o varios dioses (Yahweh, Baal, etc) que celebra encuentros periódicos caracterizados por el consumo de vino y de exquisiteces culinarias. Por su parte Thíasos estaba relacionado especialmente con Dionisios y los ritos orgiásticos. Por otra parte este tipo de fraternidades o sociedades en el mundo griego eran conocidas por otros nombres tales como Éranos y Koinón, que con frecuencia se consideran sinónimos de Thíasos, aunque con un significado más neutral. En algunos casos parece que esos términos estarían más cerca del significado del Marzeah semítico (podían dedicarse a otros dioses distintos de Dionisios y en ellos podían participar extranjeros). A pesar de ello el término Thíasos tiene a su favor el hecho de que el Marzeah bíblico de Jer 16,5 fue traducido precisamente así al griego. Este estudio de Marzeah y Thíasos atiende a los testimonios literarios y epigráficos, así como también a las representaciones artísticas y los hallazgos de cultura material, que con frecuencia corroboran los datos de los textos. A lo largo de cuatro milenios (4.000 aC–600 dC) encontramos atestiguado el Marzeah, mientras que Thíasos está atestiguado durante poco más de 1.000 años (800 aC—300 dC) pero con mayor abundancia. A lo largo de seis capítulos, divididos a su vez en diferentes apartados, se aportan: MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 334 RECENSIONES 1) los textos bíblicos en que se menciona expresamente el término Marzeah (Am 6,4-7 y Jer 16,5-9); 2) Los testimonios literarios y epigráficos del Próximo Oriente Antiguo (Ebla, Emar, Ugarit) correspondientes a los milenios tercero y segundo aC, que son por lo tanto testimonios prebíblicos. 3) Las diferentes propuestas que se han hecho para identificar la institución en textos bíblicos en los que el término Marzeah no aparece explícito. Basada fundamentalmente en la obra de J.L McLaughlin, Miralles Maciá discute algunos extremos y hace sus propias propuestas, especialmente en relación a 2Re 9,30-37, donde aparece la parte más creativa de la obra. 4) Los testimonios no israelita-judíos de la última época (períodos persa, helenístico y romano) con las interesantes aportaciones procedentes de Moab, Elefantina, Fenicia, Nabatea y Palmira. 5) El punto de encuentro de la cultura semítica y la indo-europea en los textos de la versión greco-alejandrina de la Biblia (LXX) y en los de Filón y Flavio Josefo, con referencia específica a las distintas instituciones del mundo griego: Syssitia, Andreia, Orgeones, Koinon, Thíasos, Eranos. 6) Los testimonios del Marzeah que se encuentran en la llamada literatura rabínica (siglos I a VII dC) y el famoso mosaico de Madaba (Jordania) del siglo VI donde aparece un edificio identificado como Betomarsea (casa de Marzeah) y maioumas, termino éste que será ampliamente discutido e ilustrado. Es ésta, sin duda, una obra de especialista para especialistas, lo cual no impide que cualquier interesado pueda acercarse a ella, incluso sin elementos de juicio, porque la argumentación y las pruebas de lo que se afirma y concluye son sólidas y bien fundadas. Está además escrita con soltura y claridad y dotada de una abundantísima anotación a pie de página. La acompaña una extensa bibliografía sobre el tema y los apéndices de citas bíblicas y rabínicas, relación de textos del Oriente Próximo Antiguo, de autores griegos, helenístico-romanos, cristianos y bizantinos, inscripciones griegas y latinas y literatura judeo-helenística. La autora merece por todo ello una sincera felicitación. La presentación tipográfica es magnífica, con textos en griego y hebreo y con abundantes y dificilísimas transcripciones de los textos cuneiformes que merecen una mención especial para el equipo editorial MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 335 de la Universidad Complutense, maquetadores incluidos, y para el Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones por haber acogido en su serie de Anejos una obra del interés, la trascendencia y la complicación editorial de la que comentamos. LUIS F. GIRÓN BLANC MOISÉS DE LEÓN, El Jardín del Edén, The Garden of Paradise, ed. Carlos del Valle, Norman Roth y Antonio Reguera Feo, León: Lobo Sapiens, 2007. ISBN: 978-84-936063-1-2. El libro que tenemos en nuestras manos para reseñar es una cuidada edición trilingüe –hebreo, inglés, español– del tratado El Jardín del Edén (Seder Gan Eden) del místico hispanojudío Moisés de León, por la que merecen ser felicitados tanto la editorial leontina, como los editores científicos. Las felicitaciones se deben tanto a la cuestión formal como a la iniciativa de presentar al público una obra de este eminente místico hispanojudío. Es cierto que la obra magna de Moisés de León, el Zohar, es de sobra conocida tanto por los especialistas como por el gran público, y goza de una popularidad bien merecida como corresponde al máximo tratado de mística que nunca se ha escrito; pero como suele suceder en estos casos la magnificencia de una obra hace olvidar la bondad del resto de la producción de su autor. Exactamente este es el caso que nos ocupa pues de las veinticuatro obras atribuidas a Moisés de León –varias están perdidas o se conservan sólo fragmentos– nueve han sido traducidas a idiomas modernos –a español sólo el Zohar– pero el resto permanece en ediciones hebrea o en manuscritos. El tratado El Jardín del Edén fue traducida al francés en 1981 por Mopsik y ahora aparece esta edición con traducción inglesa y española que nos parece es acertada. La edición trilingüe de este tratado va precedida por unos capítulos en los que se hace una presentación de la judería de León, así como de una semblanza del autor y un análisis del tratado que se va a editar. Se complementa con cinco apéndices, dos de ellos son breves tratados del mismo autor de los que se presenta edición hebrea: El Tabernáculo del Testimonio y el Libro del Tabernáculo del MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 336 RECENSIONES Testimonio; y otras tres obritas relacionados con la obra de Moisés de León: La carta de R. Isaac de Acre sobre el Zohar, el opúsculo El Jardín de Edén de Josué el Levita y Las puertas del Jardín del Edén (Baraita de Samuel). Queremos hacer notar la destacada aportación que a los estudios del judaísmo hispano hacen este tipo de trabajos que contribuyen a difundir la cultura judía y que, evidentemente, será un buen instrumento en manos de los investigadores. MARÍA JOSÉ CANO PÉREZ FERNÁNDEZ, MIGUEL. Textos fuente y contextuales de la narrativa evangélica. Metodología aplicada a una selección del evangelio de Marcos. Biblioteca Midrásica 30, Verbo Divino, Estella 2008. El director de la Biblioteca Midrásica presenta, en el último número de la misma, este particular estudio del evangelio de Marcos que él califica de “sueño inacabado de un jubilado”. Lo particular de este trabajo tiene que ver, como el propio autor reconoce, con el método aplicado al estudio de las escenas que él desarrolla en cinco pasos: mostrar la representación; identificar los textos-fuente de los relatos evangélicos; la comprensión del sentido de cada escena en el macrotexto de cada Evangelio; textos contextuales; relectura final a la luz de las últimas aportaciones.Para el ensayo de este método, el autor ha seleccionado once escenas del texto de Marcos, el más antiguo de los evangelios. Fundamentalmente el trabajo está centrado en el primer capítulo del evangelio del que se han analizado todas las escenas: el título del evangelio (Evangelio de Jesús Cristo, Hijo de Dios –1,1-); Juan Bautista y Jesús (1,9-11); el Bautismo de Jesús (1,911); el Espíritu impulsa a Jesús al desierto (1,12-13); el programa de Jesús; llamada y seguimiento (1,16-20); en la sinagoga de Cafarnaúm (1,21-28); recuperación de una mujer para la diaconía (1,29-31); Jesús frente al “Primogénito de la muerte” (1,29-31). Además se han incluido los estudios de la escena de la multiplicación de los panes (6,30-46) y la escena de la higuera que no da fruto (11,12-14). El análisis de alguna de estas escenas ya había sido presentado en publicaciones anteriores (Estudios Bíblicos 65 (2007) 75-84; Flores Florentino. Dead Sea Scrolls and Other Early Jewish Studies in Honour MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 337 of Florentino García Martínez (Edited by Anthony Hilhorst, Émile Puech and Eibert Tigchelaar), Leiden - Boston (Brill) 2007, pp. 605-621); eran pequeños ensayos del método que iban anunciando el trabajo que hoy podemos examinar íntegramente y que se insertaban en un interés notable del autor por presentar con claridad las actualizaciones y conexiones del AT y la literatura rabínica con el NT. En el análisis de cada escena, resulta muy interesante la óptica con la que se aborda el análisis literario: escenario, actores y acción. Las piezas del texto se ponen con enorme claridad a la vista del lector, de modo que resulta fácil ver en qué manera los elementos de los textos fuente y contextuales han incidido en la plasmación de la escena final. Un ejemplo muy claro y muy interesante lo encontramos en la escena del Bautismo de Jesús (1,9-11) donde el análisis de las piezas remite de una manera elocuente –en el macro texto del evangelio de Marcos– a la escena de la muerte (15,37-39). Además, es obligado destacar que la cantidad de textos (textos-fuente/ textos contextuales) que el autor trae al estudio de cada escena del evangelio, hace del trabajo una obra de referencia para conocer textos judíos, cristianos y helenísticos entre los que cabe establecer necesarias relaciones. Por último, la relectura final de las escenas evangélicas ilumina de una manera nueva, en muchos casos, los estudios exegéticos más clásicos. La edición, muy compleja por el número de páginas (549), por la cantidad de citas a pie de página (alrededor de 1000), por el uso de tres alfabetos, por las presentaciones de los textos en columnas sinópticas…, está muy cuidada aunque, como no puede ser de otro modo, se aprecian algunos errores (el encabezado de las páginas impares del comentario a 1,21-28; el comienzo de la página 180; la tipografía en algunas citas bibliográficas –Salvatierra-Ruiz Morell–…). El autor ha realizado el ingente trabajo de presentar once índices: analítico, Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, Qumram, MisnahTosefta-Talmud, midasim y textos litúrgicos, Tárgum, Apócrifos del AT, Filón de Alejandría-Flavio Josefa, autores greco-roamos y de la antigüedad cristiana, autores de estudios contemporáneos. Una obra de imprescindible lectura para cualquier estudioso de la literatura judía de cualquier tiempo y de su interacción con la literatura de los contextos en las que se recibe, se lee y se interpreta; imprescindible MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 338 RECENSIONES también para todos los estudiosos de la literatura del NT por cuanto encontrarán en ella, no sólo un método de trabajo que ampliará muchas de sus líneas de análisis de los textos, sino también una ingente selección de textos y referencias. Una obra importante para mostrar a los alumnos de postgrado métodos de análisis de textos que puede iluminar sus propias líneas de investigación. JUNKAL GUEVARA ROMERO, ELENA; HASSÁN, IACOB E IZQUIERDO BENITO, RICARDO (edit.), Sefardíes: Literatura y Lengua de una nación dispersa. Universidad de Castilla-La Mancha, Colección Humanidades, número 96, Cuenca, 2008, 612 pp. ISBN: 978-84-8427-553-4. El libro que reseño está dedicado a la memoria de quienes fueron dos de los pilares de los estudios sefardíes en España: la Dra. Ana Riaño (Universidad de Granada), a cuya memoria se dedicó el curso de verano que –con el mismo título– organizó la Universidad de Castilla-La Mancha en colaboración con la Asociación de Amigos del Museo Sefardí de Toledo, y al Dr. Iacob M. Hassán (CSIC), coordinador que fue del mencionado curso. Los resultados de dicho curso quedan plasmados en esta edición que ha preparado, con el esmero y la dedicación que le caracteriza, la persona que constituye el tercer pilar del sefardismo español, la Dra. Elena Romero (CSIC). Es ella misma, en el escrito que abre la obra (pp. 9-14), quien nos cuenta «los trabajos y penalidades» sufridos hasta conseguir sacar a la luz esta publicación. Seguidamente (pp. 15-23), se recogen las palabras que el Dr. Hassán dedicó a nuestra querida Ana Riaño como homenaje al iniciar el curso; de lo que allí expuso, tuve la suerte de ser espectadora de primera fila en muchas ocasiones; recuerdo, especialmente, el citado (p. 18) primer encuentro entre el Dr. Hassán y la Dra. Riaño durante un caluroso julio de 1988 en un congreso en Jerusalén; a partir de esa reunión, los Estudios Sefardíes de la Universidad de Granada tomaron un rumbo nuevo. A continuación, la obra incluye dieciséis estudios monográficos, acompañados cada uno de los textos a los que se refieren los conferenciantes, una amplia bibliografía que nos pone al día en la materia y los debates que se realizaron tras cada exposición. Dichos estudios y MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 339 lecturas comentadas tratan de la lengua sefardí y su desarrollo histórico así como de un amplio repertorio de géneros literarios. El primer grupo lo constituyen tres conferencias sobre las diferentes fases de la lengua sefardí y una cuarta sobre los diferentes sistemas gráficos del judeoespañol. En la primera (pp. 25-49), la Prof. Laura Minervini analiza el período de formación. La autora hace un análisis lingüístico de la fase medieval con el que aclara (p. 32) que «la formación de una coiné judeoespañola – gradualmente alejada de las normas del español peninsular– no pertenece a la época medieval, sino que es consecuencia de las nuevas condiciones históricas, sociales y culturales determinadas por la catástrofe del destierro»; y, por último, determina también, mediante muchos ejemplos, cuáles son los rasgos de la lengua en su fase formativa (siglos XVI-XVII). En la segunda (pp. 51-79), la Prof. Beatrice Schmid trata sobre la etapa de plenitud de la lengua, situando el comienzo de este período a principios del siglo XVIII (p. 53); nos ofrece un resumen de las principales características del sefardí de oriente y nos adentra en el mundo del uso del judeoespañol como lengua literaria. En la tercera (pp. 81-118), la Prof. Dora Mancheva, basándose en el judeoespañol de Bulgaria, analiza los diferentes factores que ocasionan la muerte de una lengua y expone las principales características del sefardí de esta etapa. En la cuarta (pp. 119-144), el Prof. Iacob M. Hassán realiza un examen de los sistemas gráficos del judeoespañol, nos ofrece una breve historia del desarrollo gráfico y, sobre todo, vuelve a mostrarnos, a través de sus comentarios, las grandes dotes que poseía como docente. Se cierra esta primera sección con una mesa redonda, moderada por el Académico y Prof. José Antonio Pascual, cuya temática giró en torno a la lengua sefardí hoy y mañana (pp. 145-154). En ella, participaron personalidades como la Prof. y poetisa sefardí Margalit Matitiahu, el Prof. Salvador Santa Puche, el Prof. Benno Aladjem y el Prof. Ángel Berenguer, de quien recojo el siguiente comentario por considerarlo muy significativo a la hora de entender uno de los principales motivos de la agonía del sefardí (p. 153): «[…] mientras que para los sefardíes en su diáspora en el Imperio otomano y en los Balcanes el judeoespañol fue una seña de identidad muy fuerte para considerarse a sí mismos judíos, sin MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 340 RECENSIONES embargo, en Israel, por ejemplo, un judío para sentirse judío, un sefardí para sentirse judío, ya no necesita el judeoespañol. // A mí me ha pasado en entrevistas con informantes en Israel, y recuerdo que en un caso concreto me decían: “Sí, nosotros nacimos en Monastir, y en Monastir la lengua de casa era el judeoespañol, pero cuando llegamos a Palestina –en este caso llegaron a Palestina antes de que se creara el Estado de Israel– mi padre me dijo: A partir de ahora ya no estamos en la diáspora, a partir de ahora tenemos que aprender hebreo, que es la lengua de esta nueva nación que incluye a todos los judíos”». El segundo grupo lo abre la conferencia de la Prof. Elena Romero con una visión panorámica de la historia y literatura sefardíes (pp. 155-189). Empieza la autora con una Introducción (pp. 155-156) en la que deja muy clarito a quiénes debemos denominar sefardíes y a quiénes hispanojudíos. Seguidamente (pp. 157-164), entra de lleno en la cuestión histórica, subdividiendo ésta en tres períodos: a) la expulsión de España y la formación de la diáspora sefardí, b) el período otomano y c) el declive del Imperio y el resurgimiento de Turquía. Continúa (pp. 164-189) con el apartado de literatura, donde, tras una introducción, nos habla de a) la producción literaria del siglo XVI y las traducciones de la Biblia, b) el siglo XVIII como el de Oro de la literatura sefardí (haciendo hincapié en la labor traductora de Abraham Asá, el Me`am lo`eź y las Coplas), c) el siglo XIX y la influencia europea y, por último, d) la situación en la actualidad. Le sigue (pp. 193-263) el estudio del Prof. F. Javier Pueyo en el que, en primer lugar, analiza y establece las relaciones de parentesco entre las Biblias medievales romanceadas (tanto las traducidas del hebreo como las traducidas del latín) y las Biblias sefardíes (tanto las impresas en Europa occidental como las aljamiadas orientales) y, en segundo lugar, analiza brevemente, por cuestiones de tiempo y espacio, las características de la lengua de traducción. El Prof. Iacob M. Hassán trata sobre la prosa rabínica (pp. 265-300). En la introducción al estudio, señala (p. 268) que «La literatura rabínica en ladino tendría, en principio, todas las subdivisiones genéricas que tiene la literatura en hebreo […]. Pero, según lo que tenemos, aquello de lo que disponemos, se puede dividir en tres grandes subgrupos. Uno es el que habla de las normas preceptivas […]. El segundo subgrupo comprende todo lo indefinible que es la moral, las lecturas morales […] Y el tercer MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 RECENSIONES 341 subgrupo […] el ma`asé, es decir, un relato, una historia; sólo que no con la función de un ma`asé, sino de algo más amplio, que podríamos considerar como literatura-narrativa». Al comentario de estos tres grupos, añade un último apartado sobre los nuevos tiempos y la literatura «a la rabínica». El Prof. Aitor García Moreno realiza un estudio sobre los maasés del Me`am Lo`eź (pp. 301-323). En primer lugar, nos ofrece unas nociones generales sobre el gran comentario bíblico sefardí; continúa con un análisis de masales y maasés (según él castellaniza los términos hebreos mešalim y ma`asiyot, p. 305) e indica, entre otros asuntos, la función, la estructura narrativa y los problemas de delimitación de este género tan presente en toda la producción exegética. El Prof. Ángel Berenguer Amador trata diferentes aspectos del género más representativo y castizo de la poesía sefardí: las coplas (pp. 326-354); expone su origen y desarrollo, cuestiones de autoría, transmisión y distribución geográfica, rasgos formales, contenido, etc. La Prof. Rosa Ajenjo estudia la narrativa patrimonial y de autor (pp. 355-395). En la introducción, nos plantea no sólo la difícil tarea de limitar el género sino que nos ofrece un recorrido por todos los estudios y ediciones de textos que se han publicado en estos últimos años. Le sigue un estudio sobre el origen y las fuentes, clasificaciones, función y valoración de ese género. A continuación, se inserta, con mínimos retoques, un artículo de la Prof. Ana Riaño sobre la prosa histórica (pp. 397-420) que fue publicado en la revista Ínsula 647 (2000), pp. 19-21. Dicho trabajo se ha completado con un apéndice textual y una amplia bibliografía. Sobre el proceso de elaboración de este apartado, da cuenta la editora en la nota 1 de la p. 397. La Prof. Elena Romero nos ofrece una panorámica del teatro judeoespañol (pp. 421-486): antecedentes, el corpus y su difusión, autores, temas, el teatro sefardí y el español, factores que suscitan el hecho teatral (festividades, escuelas, sociedades benéficas, clubes y asociaciones políticas), la lucha por el teatro, los grupos teatrales, las salas de teatro y el público. El Prof. José Manuel Pedrosa nos ofrece una visión general del cancionero y romancero tradicional sefardí: identidades y mestizajes (pp. 487-520). MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342 342 RECENSIONES El Prof. Alberto Pimienta, a través de sus propias vivencias, nos ofrece una bellísima conferencia sobre romances en jaquetía (pp. 521-538). Y, por último, tenemos el texto del Prof. Edwin Seroussi sobre poesía y música (pp. 539-567), donde trata, concretamente, la canción moderna en idioma sefardí: versiones textuales, melodías y cómo se crea una canción sefardí en la época moderna. Se cierra este segundo grupo con una mesa redonda que modera el Prof. Rafael Morales sobre la enseñanza de la lengua y la literatura sefardíes (pp. 569-592). En ella intervienen, unos como miembros de la mesa y otros como parte del público: el Prof. Shemuel Refael (Universidad de Bar Ilán), el Prof. Aitor García Moreno (Universidad de Tel Aviv), la Prof. Carmen Hernández (Universidad de Valladolid), la Prof. Beatrice Schmid (Universidad de Basilea), la Prof. Elena Romero (CSIC) y el Prof. Iacob Hassán (CSIC). El libro se completa con una visión de conjunto del Académico y Prof. Fernando Díaz Esteban sobre la literatura de los sefardíes occidentales (pp. 593-610): procedencia conversa y dispersión europea, escritura y lengua, los modelos literarios peninsulares, las academias, los géneros literarios, las reediciones en España y la mentalidad. Para terminar, con todo mi respeto y consideración hacia la editora, ¡bienvenidas sean tantas horas de trabajo si son para un bien mayor como es el caso de este añorado y necesario manual! En palabras del Prof. I. M. Hassán, que saco del contexto en el que se encuentran (p. 121): «pues claro, hombre, si es que esto era lo que había que hacer». PURIFICACIÓN ALBARRAL MEAH, sección Hebreo 57 (2008), 309-342