(Hechos 2, 42-47). - Diócesis de Tuxpan

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Gozaban de la simpatía de todo el pueblo.
Una comunidad que por su testimonio se gana el respeto (Hechos 2, 42-47).
Una comunidad eclesial (diócesis o parroquia…) es, o deber ser, sobre todo una comunidad
de personas de fe. Es cierto que hay ciertas características que pueden variar de acuerdo al
tiempo y al lugar; sin embargo, hay otras que son irrenunciables. De acuerdo a Hechos de los
Apóstoles no le debe faltar a una comunidad la enseñanza, la comunión, la fracción del pan y
la oración. No son todas las características pero si son algunas de las elementales para
cualquier parroquia o diócesis que quiera ser una autentica comunidad seguidores de
Jesucristo.
A) LECTURA
Leamos los vv. 42-47 dando especial atención a las características de la comunidad.
¿En que se mantenían constantes los primeros cristianos? Menciona las cuatro cosas. ¿Qué se
apoderaba de todos ellos? ¿Por qué?
Menciona las dos características de todos los creyentes de acuerdo al v. 44.
¿Qué era lo que vendían? ¿Qué hacían con el importe de las ventas? ¿Qué criterio seguían
para repartir el importe de las ventas?
¿A dónde acudían los creyentes todos los días? ¿De que manera lo hacían?
¿Qué hacían en las casas? ¿De qué manera tomaban el alimento? ¿Quién les tenia simpatía?
¿Qué hacia el Señor?
Si tienes un poco más de tiempo lee también el 5,13 ¿Qué relación podría tener este versículo
con lo que leímos en los vv. 42 .47?
Los resúmenes en los que se presenta la situación de la comunidad no reflejan principalmente
como eran las comunidades sin sobre todo el objetivo que deseaban cumplir (además de 2,4247 pueden verse también 4,32-35 y 5,12-16). Y es que varias décadas después de la muerte y
resurrección de Jesucristo los cristianos cayeron en cierta rutina y desaliento; de ahí que el
autor de Hechos de los Apóstoles los quiera convencer de que es posible construir una
verdadera comunidad, de esas que realmente impactan en su alrededor. Lo que han recibido
es una enseñanza solida que los debe conducir a comunidades igualmente solidas, firmes en
sus convencimientos y comportamientos.
Es el caso del resumen que hemos leído (“,42-47); se quieren remarcar algunas cosas
fundamentales para una comunidad solida. Veamos. Lo primero que se ocupa para mantener
la solidez de una comunidad es la constancia, “mantenerse constantes”; en el idioma original
en que se escribió Hechos de los Apóstoles se usa un verbo que quiere decir “agarrarse
fuertemente”. No se trata pues de cosas que se puedan hacer de vez en cuando, son
comportamientos permanentes; tampoco son cosas que puedan ir separadas. Parece ser que
con toda la intención han sido colocadas estas acciones juntas pues tanto de la enseñanza de
los apóstoles, en la comunión, así como en la fracción del pan y en las oraciones, los
miembros de la comunidad debían agarrarse fuertemente; no soltarse.
Los miembros de la comunidad deben agarrarse fuertemente de la enseñanza de los apóstoles.
La enseñanza que aparece aquí no es sinónimo de instrucción sobre algo, es sobre todo Buena
Noticia de Alguien, las palabras y las obras del mismo Señor Jesús. Una doctrina puede dar
cierto tipo de seguridad pero lo que realmente proporciona solidez en la vida es la experiencia
de encuentro con Jesucristo.
La comunidad también debe agarrarse con fuerza de la comunión. Si tenemos en cuenta que el
Nuevo Testamento “estar en comunión” significa “ser participe”, “tener parte” en algo,
entonces la comunión es sobre todo tener y dar participación. No es solo dar, tampoco solo
recibir; es compartir. Alguien puede dar y recibir pero no necesariamente estar cerca del otro.
Por eso, compartir implica la cercanía, sentirse en deuda, es decir, en gratitud fraterna
permanente con los demás miembros de la comunidad (Rom 15,27). De ahí que la comunión
responsabiliza de participar de las alegrías y sufrimientos de otros al mismo tiempo que
participarles las propias (Gal 6,6; véase principalmente Flp 3,10; 1 Pe 4,13). Y una de las
mejores muestras de la comunión cristiana es “echarse la mano”, “tender la mano”, “no dejar
a nadie solo”.
Hay que aferrarse también a la fracción del pan. Esta frase del v. 42 no debemos separarla de
lo que aparece en el v. 46; “partían el pan de casa en casa y tomaban el alimento con alegría y
sencillez de corazón”. La primera seguramente se refiere a la celebración de la cena del Señor,
diríamos hoy, a la Eucaristía. La segunda retoma la anterior y agrega tres elementos
característicos de la fracción del pan: se hacía, más que en las casas, de casa en casa; la
alegría y sencillez de corazón. La alegría refiere felicidad y la sencillez de corazón, sinceridad
y buenas intenciones.
También se agarraban con fuerza a las oraciones. Hacer oración o la oración en sí misma es
un tema preferido de Lucas tanto en el evangelio como en Hechos de los Apóstoles. Para
señalar la importancia de la oración en la comunidad de discípulos Lucas presenta a Jesús
muchas veces orando; incluso menciona que oraba con sus discípulos (Lc 9,18) y hasta afirma
que les pedía que oraran sin desfallecer (18,1). Esta imagen de Jesús que ora y su
preocupación de que sus discípulos se mantengan en la oración aparece reflejada también en
el libro de Hechos. Pero la oración aunque es un asunto personal no es una acción individual o
egoísta; siempre tiene un matiz personal y comunitario. Por eso desde el evangelio se insiste
en que hay que orar con buenas intenciones (Lc 11,1-23) pues existe el riesgo (como el caso
de los escribas) de que haya personas que oren con tal de aprovecharse de otros (20,47), en
este caso de los más pobres. De ahí que se deje claro que el don más grande que se puede
pedir en la oración sea precisamente el Espíritu Santo; aquella presencia de Dios que anima
siempre al discípulo y lo capacita para que sepa descubrir cuál es la voluntad de Dios.
De estos cuatro elementos debe agarrarse cualquier comunidad que quiera tener solidez. Pero
existe otro elemento que es de fundamental importancia señalar. “todos los creyentes estaba
de acuerdo” (v. 44). Se hace necesaria una palabrita sobre esto. El evangelio no quiere señalar
que todos pensaban lo mismo; a la letra el evangelio dice: “todos los creyentes estaban sobre
lo mismo”; lo más cercano a esto, no es que todos estuvieran de acuerdo en el aspecto en que
se le iba a poner más empeño. Esta posibilidad admite diferencias pero no dispersión. Podían
no pensar lo mismo pero no jalar cada quien para donde se le ocurriera.
Es en todo este mensaje donde se ubica la afirmación de que “tenían todo en común” (v.44).
Una posibilidad es que los primeros cristianos hayan tenido todo mancomunado, es decir,
todo junto para fines semejantes; sin embargo, de acuerdo a los capítulos 4 y 5 de Hechos,
podría referirse que aunque conservaran sus títulos de propiedad ponían generosamente sus
bienes al servicio de los demás hermanos y hermanas de la comunidad.
El texto ofrece dos garantías: una comunidad así goza de la simpatía y el Señor se encarga de
irlo haciendo crecer (v.47). Lucas va utilizando una exageración consciente (se llama
hipérbole) para decir que no eran unos cuantos los que simpatizaban con ellos; por eso dice
“todos los creyentes estaban sobre lo mismo” (v. 44) y que “gozaban de la simpatía de todo el
pueblo” (v.47). Sin embargo, como el mismo libro de Hechos va dando a entender había
personas a quienes les incomodaba su presencia. La simpatía no se refiere a que fueran
simpáticos o que cayeran bien; hace referencia a que las personas se sentían atraídas por su
comportamiento. También queda claro que no era una comunidad que buscará ser simpática;
se esforzaban por vivir ciertos principios indispensables para una autentica vida comunitaria
y, por eso, conseguían la aceptación de las demás personas. Una comunidad así no viene a
menos, aumenta sus miembros: “El Señor agregaba al grupo a los que cada día se iban
salvando” (v.47).
B) MEDITACION.
Debería ser obvio que la renovación de una comunidad diocesana o parroquial no es porque
hagamos algo. La renovación implica hacer algo significativo. El texto de Hechos nos
menciona varios elementos indispensables para la renovación parroquial: la proclamación de
la Buena Nueva del encuentro con Jesucristo vivo, la comunión, la Eucaristía, la oración, estar
sobre lo mismo y la solidaridad.
Pero la renovación parroquial, junto con hacer algo significativo exige que sea una actitud
permanente, que nos mantengamos constantes, que nos aferremos a estos principios. Poco –o
casi nada- se logra con una comunión o solidaridad esporádica, por ejemplo.
Más aun tendríamos que pensar en que estos elementos no son separables, se interrelacionan y
a veces hasta suponen uno al otro. Incluso podríamos decir que estos elementos no son
opcionales, es decir, no son si nos gustan o no. Al ser elementos constitutivos de la
comunidad si no se asumen podremos tener a lo mucho instituciones altruistas pero no
necesariamente comunidades de fe.
Pero no todo termina ahí: la Palabra de Dios enfatiza que es prácticamente la única manera de
que la comunidad crezca; Dios se encarga de ello; y qué bueno porque el peor error es querer
hacer crecer a una comunidad sin estos elementos de testimonio. Además, se deja claro que
estos cristianos no buscaban ser simpáticos sino fieles al Señor Jesús; y con ello ganaban la
aceptación. Y es que la misión de cualquier comunidad no es quedar bien sino hacer el bien al
estilo de Jesús.
C) ORACIÓN
Démosle gracias a Dios por las personas (obispos, sacerdotes, laicos, religiosas, religiosos)
que están haciendo un esfuerzo generoso en la construcción autenticas comunidades
cimentadas en los principios que nos enseña la Palabra de Dios.
Pidámosle perdón por las ocasiones que…(agregar algunas peticiones que tengan que ver con
las características básicas que hemos reflexionado).
Pidámosle que nos entusiasmemos por los procesos más que por los eventos; que nos libre de
querer hacer crecer a nuestras comunidades quedando bien en lugar de haciendo el bien,; que
Dios se encargue del crecimiento y nosotros de la fidelidad.
D) CONTEMPACION – ACCIÓN
¿En qué debemos modificar nuestra manera de pensar como responsables de la pastoral para
facilitar realmente la renovación de nuestras comunidades?
¿En qué debemos prepararnos más y mejor para que nos quede claro en qué consiste la
renovación de nuestra comunidad eclesial?
¿Cuáles son los obstáculos principales que tenemos en nuestra Diócesis o parroquias para la
renovación eclesial?
De estos elementos constitutivos de la comunidad eclesial ¿Cuál es el más urgente de acuerdo
a la realidad de nuestra diócesis o parroquia? ¿Qué cambios implicaría una renovación de
nuestras comunidades?
“Ustedes son sal de la tierra… y la luz del mundo”
Algunas características fundamentales del testimonio cristiano (Mateo 5, 13-16).
Cualquier comportamiento no es testimonio; para que una acción tenga calidad de testimonio
debe orientar, es decir, servir de luz para el correcto caminar de las demás personas; además
debe tener como finalidad principal, no que vean al que actúa, sino que experimenten sus
buenas acciones y “alaben a su Padre que está en los cielos” (Mt 54,16). No carecemos de
buenos comportamientos; faltan verdaderos testimonios. Veamos de qué manera el evangelio
de Mateo nos presente el testimonio cristiano.
A) LECTURA
¿Cómo empiezan los vv. 13 y 14? ¿Quiénes son esos “ustedes”? para descubrirlo leamos Mt
4,25 y 5,1-2 ¿Se refiere sólo a los discípulos? ¿A quienes también?
¿Sirve una sal sin sabor salado? ¿Puede ocultarse una ciudad que está en la punta de un cerro?
¿Es correcto que una lámpara se encienda para colocarse debajo de un cajón? La frase de la
sal también trae Mc 9,50 y Lc 14,34-35 ¿En que insisten ellos? ¿Sirve para comprender mejor
un posible significado de nuestro evangelio?
La característica fundamental de la luz en el evangelio y en la vida cotidiana no es que
ilumina sino que sobre todo orienta. De ahí que, si tomamos en cuenta que en el v. 13
(“ustedes son sal de la tierra…”) la fuerza está precisamente en que la sal no es para sí, sino
para ser condimento de la comida, podríamos convencernos de querer una persona o
comunidad sólo puede ser punto de referencia orientadora si no vive para sí, si va más allá de
sí misma. Ahora bien, al colocar el evangelista el texto de la sal y de la luz (5,13-16)
inmediatamente después de las bienaventuranzas, precisa el modo principal de ser referencia.
Desde esta perspectiva la comunidad eclesial y cada discípulo de Jesús crece en su capacidad
de orientar en la medida en que encarna las bienaventuranzas, entendidas ésta no como un
programa individual para sentirse bien, sino como el proyecto de vida que evidencia la gran
verdad de todo el evangelio: que la única manera de hacer presente en la historia que Dios es
Padre es construyendo entre nosotros, sus hijos, la fraternidad (cf.5,16;6,7-15).
El evangelio garantiza algo muy alentador; una vez que el testimonio es sólido nadie lo puede
derrumbar; ni siquiera quien lo da puede ocultarlo (“No puede ocultarse una ciudad situada en
la cima de un monte”, v.14). Por el contrario el exhibicionismo, esa actitud errónea de hacer
las cosas para ser vistos o para parecer buenos (6,1-18) acaba teniendo su propio alcance; la
caducidad inmediata y la autosatisfacción absurda. Más aún, el evangelio de Mateo deja claro
que ni la persecución y la muerte del enviado acaban con el testimonio (10,28-31).
A la esperanza alentadora de que la luz no puede ser apagada el evangelio agrega una
responsabilidad: “Tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de un recipiente”
(v.15). A primera vista podríamos pensar que el testimonio es para mostrarlo; es decir, que la
finalidad del testimonio es que sea visto. Sin embargo caeríamos en una trampa que Jesús
señala con mucha claridad: “Todas sus obras (los escribas y fariseos) las hacen para ser vistos
por los hombres” (23,5). Pero el testimonio sólo es autentico si alumbra, es decir, si orienta “a
todos los de la casa” (v.16). podríamos decir entonces que la finalidad inmediata y más
importante del comportamiento del discípulo misionero está en edificación de la comunidad
humana, en que realmente sirva para que otros construyan una autentica comunidad de
hermanos.
El protagonismo del testimonio lo tiene el actuar de la persona y el reconocimiento del Padre:
“para que vean sus buenas obras y alaben a su Padre que está en los cielos” (v. 16). Una vez
que el evangelio ha señalado el modo de testimoniar aclara la finalidad. Pero las buenas obras
no refieren cualquier comportamiento; son la práctica de las bienaventuranzas y, quizás en
sentido amplio, todo el sermón del monte (5,1,7-27). Es importante el que actúa pero
sobretodo sus obras; las obras buenas van más allá de quien las hace. Sólo cuando el
protagonismo es el comportamiento coherente y no el sujeto se puede hablar de un autentico
alcance misionero del testimonio. Pero la simple constatación del testimonio expresado en las
buenas obras no es suficiente; se hace necesario que el comportamiento conduzca a dar gloria
al Padre, que con mucha seguridad consiste en construir la urgente e irrenunciable tarea de la
fraternidad (6,7-15).
B) MEDITACION
¿En que nos ha hecho reflexionar este evangelio con relación al testimonio cristiano?
De acuerdo al texto del evangelio de Mateo que hemos leído y reflexionado ¿Qué no le debe
faltar a nuestros comportamientos para que realmente sean testimonio?
¿En que nos ha alentado este evangelio al darnos la seguridad de que cuando el testimonio es
sólido nadie lo puede derrumbar, ni siquiera la muerte?
Según el evangelio de Mateo ¿es adecuado el exhibicionismo, es decir, hacer las cosas sólo
para ser vistos o aparecer como gente buena?
¿Qué es más importante: hacer el bien o que sepan quien lo hizo? Meditemos un momento.
¿En que más me ha hecho reflexionar este evangelio?
C) ORACIÓN
Agradezcamos a Dios el testimonio verdadero de muchas personas que han ido apareciendo a
lo largo de nuestra vida (papás, hermanos, vecinos, sacerdotes, obispos, religiosas, religiosos,
compañeros de trabajo, familiares…).
Pidámosle perdón por las ocasiones en que hemos hecho algo sólo con la intención de que nos
reconozcan y consideren como gente buena.
Agradezcámosle que el autentico testimonio permanezca, aun después de la muerte de las
personas.
Roguémosle que nos perdone cuando hemos actuado sólo si vamos a ser reconocidos o vamos
a por de ver los resultados.
Hagamos, en un ambiente de oración, una pequeña lista de los que no le debería faltar a
nuestro comportamiento para que realmente sea un testimonio cristiano.
D) CONTEMPLACION – ACCIÓN
Analicemos la raíz de los principales problemas de nuestra parroquia, grupo o movimiento,
familia, lugar de trabajo ¿Qué tipo de testimonio es urgente de parte nuestra?
¿Qué defectos o complejos tendríamos que superar para no ser exhibicionistas con nuestro
comportamiento?
Recordemos algún comportamiento testimonial de alguien que, aunque ya murió, sigue
sirviéndonos de luz en nuestro caminar. Hagamos el propósito de no olvidarlo.
¿Qué defectos o complejos tendríamos que superar para no actual sólo para ser vistos?
¿Qué deberíamos modificar en nuestra manera de pensar o de actuar para que nuestra
principal preocupación no sea actuar para ser reconocidos sino sencillamente edificar la
comunidad?
P. Toribio Tapia Bahena.
Tu Palabra es luz para nuestro caminar
Itinerarios de encuentro con la Palabra a través de la Lectio Divina para iluminar nuestra realidad pastoral.
Obras Misionales Pontificias.
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