Los Encuentros si Funcionan. Introducción

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Los Encuentros si Funcionan.
Introducción:
Los encuentros son sitas que las personas hacen para
verse, para conversar, para motivarse, para vender un
producto, pero siempre tienen un resultado, ya sea
positivo o negativo, ya sea de provecho, o de fracaso. Lo
cierto es que todos en la vida nos encontraremos con
alguien o con algo, el viernes estuve en una velación y el
predicador decía que teníamos un encuentro con la
muerte, y eso es verdad. Pero hoy no quiero hablarte de
la muerte si no de un encuentro con el dador de la vida,
porque si hoy lo conoces vas a conocer al que venció y
destruyo la muerte. Yo creo que todos los que hemos
tenido un encuentro con Jesús, sabemos que el no solo
salva si no que produce una transformación total en la
vida del hombre con quien el a tenido ese encuentro.
Hay personas que hablan del evento que nosotros
hacemos al cual llamamos encuentro, pero en realidad
eso solo es un tiempo que usted saca, como el evento de
sus vacaciones, como el evento de navidad, de fin de
ano, los evento en si no tiene ningún valor si usted y yo
no estamos, o no le damos importancia, aun cuando le
demos importancia cada evento se hace con un fin o
objetivo, pero los encuentros donde Dios es el que los
produce ya no son eventos si no experiencias que te
transformaran y cambiaran tu historia radicalmente.
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I- Los Encuentros que Dios a patrocinado.
Marcos 5 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
El endemoniado gadareno
(Mt. 8.28-34; Lc. 8.26-39)
5 Vinieron al otro lado del mar, a la región de los
gadarenos.
2 Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su
encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu
inmundo,
3 que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía
atarle, ni aun con cadenas.
4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y
cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos
por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía
dominar.
5 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en
los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.
6 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló
ante él.
7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo,
Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que
no me atormentes.
8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.
9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo:
Legión me llamo; porque somos muchos.
10 Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de
aquella región.
11 Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos
paciendo.
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12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos
a los cerdos para que entremos en ellos.
13 Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos
espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales
eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por
un despeñadero, y en el mar se ahogaron.
14 Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron
aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué
era aquello que había sucedido.
15 Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado
del demonio, y que había tenido la legión, sentado,
vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
Los encuentros se tiene que provocar, no
menospreciemos la oportunidad ni mucho menos poner
una actitud de no valorar lo que se va hacer, yo creo que
cuando Jesús les dijo a sus discípulos preparen la barca
porque vamos para la tierra de los gadarenos ellos
pudieron haber dicho y para que vamos a ese lugar de
gentiles, y yo no se si Jesús les dijo tengo un encuentro
con gentil, en ese lugar pero si les hubiera dicho que
creen que le hubiera sugerido Pedro Señor si tu no lo le
querías ni hablar a la ferisionisa y como por este vas por
una sola persona. Quiero que sepan que para Jesús
ninguna persona es insignificante todos los que hemos
sido al encuentro con el nos a recibido y no nos a
despreciado porque para el Señor lo mas importante
somos nosotros.
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II- El deseo de Dios es liberarnos.
Muchos de nosotros no podemos entender ese amor de
Dios y ese deseo de transformar y liberar nuestras vidas
de las tinieblas a su luz admirable.
Muchos conocemos que Dios es poder, pero eso no es lo
que hace que tu vida sea bendecida.
En ninguna parte dice la Biblia que “Dios es poder”,
pero sí dice, que “Dios es amor.” No es la fe en el poder
de Dios la que asegura sus bendiciones, sino la fe en su
amor y su voluntad.
El comentario de Bosworth es muy claro al decir: “No es
lo que Dios puede hacer, sino lo que anhela hacer, que
inspira la fe.”
Quiero que vean la condición en la que este hombre
vivía, en los diferentes evangelios lo describen y dan
detalles sobre este evento Mateo dice que eran dos ,
pero Lucas y Marcos habla solo de uno, pero la forma
como estos últimos lo describen es impresionante.
Lucas 8
27 y cuando El bajó a tierra, le salió al encuentro un
hombre de la ciudad poseído por demonios, y que
por mucho tiempo no se había puesto ropa alguna,
ni vivía en una casa, sino en los sepulcros.
Cuando usted escucha esta evento en nuestra mente no
realizamos cuanta necesidad tenia este hombre de un
encuentro con Jesús, hay personas que no entienden lo
que Dios hace en un encuentro y solo lo que pueden
hacer es criticar, pero cuando usted esta en la condición
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de esta persona, cuando su vida esta destruida, usted
agradece que alguien lo invite a tener una experiencia,
de esta magnitud. Es sierto hoy no tenemos gadarenos
pero si tenemos personas que no andan desnudas de
ropa pero si andan desnudas de dolor, de tristeza, de
falta de amor, este hombre tenia un problema muy serio
que ya no lo podía el controlar porque estaba poseído,
ya no puede reaccionar y los espiritus inmundos lo
dirigen. Ya no podía vivir en casa, se habia quedado sin
hogar, sin ropa, y con una mente desquiciada.
El endemoniado de Gadara nunca había sido tratado
bien por los pobladores de la zona. Muchas veces lo
habían intentado controlar, atándolo con grillos y
cadenas, porque era una persona violenta e
impredecible. Con la llegada de Jesús, conoció por
primera vez el poder transformador del amor de Dios.
¡Y fue transformado en otro hombre!
Como es de entenderse, este nuevo varón no encontraba
nada atractivo el hecho de quedarse en la zona donde,
durante tanto tiempo, había vivido atormentado y
aislado de todo indicio de afecto. Al retirarse Jesús hacia
su embarcación no dudó en rogarle al Maestro que lo
llevara consigo.
Esta tendencia todos la llevamos dentro nuestro. Es el
deseo de retener aquello que nos hace sentir bien y
prolongar indefinidamente experiencias
profundamente gratificantes. Seguramente este mismo
deseo llevó a Pedro a exclamar, en el monte de la
Transfiguración: «¡Maestro, bueno es para nosotros que
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estemos aquí! Hagamos tres enramadas: una para ti,
otra para Moisés y otra para Elías» (Mr. 9.5). No
queremos que la fiesta se termine.
Cristo, sin embargo, sabía que la mejor manera de
retener una bendición era compartirla con otros. En el
reino, lo que no se comparte se echa a perder. Por eso
nuestro llamado es a ser bendecidos y también a
bendecir. De manera que Cristo lo mandó a compartir
con lo suyos lo que había experimentado.
Piense un momento en las aptitudes «evangelísticas» de
este hombre. No tenía ni un solo día de creyente.
Desconocía los textos más elementales de la Palabra. No
sabía argumentar acerca de su fe. No entendía los
principios más rudimentarios de la vida cristiana y no
poseía capacitación alguna para testificar a otros de su
fe.
Este nuevo discípulo, sin embargo, ya era experto en un
tema: ¡cómo Dios puede transformar la vida de un
endemoniado! Y de este tema lo mandó a hablar
Jesucristo. «Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán
grandes cosas el Señor ha hecho contigo y cómo ha
tenido misericordia de ti». ¿Cree usted que las personas
con las cuales se cruzó habrán dudado de lo genuino de
su testimonio? ¡Por supuesto que no! Porque este
hombre hablaba con una convicción nacida de una
experiencia dramática con Jesús.
Muchos de nuestros esfuerzos evangelísticos fallan
justamente por esta razón. Lo que compartimos no tiene
que ver con las grandes cosas que Dios está haciendo en
nuestras vidas. Más bien nos limitamos a hablar de las
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razones por las que creemos que la otra persona debe
convertirse. Rara vez logramos convencer a los demás
con argumentos de este tipo.
II- Transformación total en un encuentro con Jesús.
15 Vienen a Jesús, y ven al que había sido
atormentado del demonio, y que había tenido la
legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y
tuvieron miedo.
No es solamente para agregar color al relato que el
evangelista describe la condición exacta en la cual los
pobladores encontraron al hombre que había estado
endemoniado. Es precisamente su condición
transformada la que impactó tan profundamente a los
que estaban presentes.
Si juntáramos el relato de Marcos con el de Lucas,
tendríamos la imagen patética de un hombre
completamente atormentado por la vida y las
circunstancias en las que vivía. Marcos nos dice que el
gadareno, que moraba entre los sepulcros, daba grandes
gritos y se hería continuamente con piedras.
Seguramente este comportamiento era producto de sus
desesperados esfuerzos por ponerle fin al tormento en
que vivía. Lucas agrega el detalle de que el hombre no
vestía ropa alguna, de manera que se le veía por las
colinas de la zona corriendo completamente desnudo.
No debe escapar de nuestra observación los «métodos»
que habían usado los pobladores de la zona para
solucionar el problema del endemoniado. Ninguno de
ellos se caracterizaba por la misericordia o la
compasión. Más bien, con una violencia absolutamente
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injustificable, lo habían atado muchas veces con cadenas
y grillos para tratar de contenerlo. Son los medios de
este mundo, donde es más importante asegurar nuestra
comodidad y tranquilidad que liberar a los cautivos de
su sufrimiento. Hoy no lo hacemos con grillos y cadenas,
pero tenemos instituciones para aislar y sacar del
camino a personas con este tipo de «desequilibrios
mentales».
Jesús declaró explícitamente que vino a este mundo
para sanar a personajes como este endemoniado (Lc
4.18–19). Lejos de ignorarlo, el Señor le ministró y puso
fin a su tortuosa experiencia, para encaminarlo hacia
una vida sana y restaurada. Queremos, en esta reflexión,
notar la profundidad de ese cambio. Antes el hombre
andaba desnudo; ahora estaba vestido. Antes corría por
doquier buscando herirse con piedras; ahora estaba
sentado. Antes daba grandes gritos; ahora estaba en su
sano juicio. ¡Qué tremenda transformación! Es la clase
de cambio que Dios quiere producir en la vida de todos
aquellos cuyas vidas toca.
En la iglesia no siempre hemos entendido esta realidad,
prefiriendo atender solamente los aspectos
«espirituales» del ser humano. Lo espiritual, sin
embargo, no puede estar divorciado de lo emocional, lo
mental o lo físico. La redención que Dios propone al ser
humano es una redención que afecta al hombre total.
Con esa clase de obra debemos estar comprometidos,
para buscar la transformación del hombre en todos los
aspectos de su vida.
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