Pragmatismo jurídico» en España

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revista de historia de la psicología
© 2011: Publicacions de la Universitat de València
Una aproximación
los orígenes del 141-150
«Pragmatismo jurídico» en España
141
2011,
vol. 32, núm. 2-3a(junio-septiembre)
Valencia (España). issn: 0211-0040
Una aproximación a los orígenes del
«Pragmatismo jurídico» en España: la postura de
Quintiliano Saldaña a propósito del problema
de la responsabilidad
Belén Jiménez*
Universidad Autónoma de Madrid
Resumen
El objetivo de este trabajo es presentar brevemente la concepción pragmática del derecho del
criminólogo Quintiliano Saldaña (1878-1938). Este autor considera su «Pragmatismo jurídico»
como una posible solución a la dificultad práctica de la atribución de responsabilidad en la esfera
del Derecho; esto es, como una posible salida al problema de atribuir responsabilidad moral y
jurídica a un sujeto que, tal y como la ciencia de la época sostenía, debía ser considerado como
perteneciente al ámbito de la naturaleza y, por ende, cuya acción debía ser valorada como «no
libre». Concretamente, Saldaña, inspirándose en William James y Jeremy Bentham, afirmaría
que debían superarse las estériles controversias sobre el sujeto de derecho y la persona moral: la
realidad jurídica debía entenderse como un conjunto de conceptos que son verdaderos porque
con su ayuda se puede llegar a defender socialmente situaciones que es legítimo proteger.
Palabras clave: Pragmatismo jurídico, responsabilidad, Quintiliano Saldaña, William James,
Jeremy Bentham, España.
Abstract
The aim of this paper is to briefly present the pragmatic conception of law by the Spanish criminologist Quintiliano Saldaña (1878-1938). This author considers his «legal pragmatism» as
a possible solution to the practical difficulty in attributing responsibility; that is, as a possible
solution to the problem of attributing moral and legal responsibility to a «determined subject»,
according to science. Specifically, Saldaña, inspired by William James and Jeremy Bentham,
claim the need to put an end to controversies on the subject of law and the legal entity: legal
reality should be understood as a set of concepts that are true because they help to protect
situations that should be protected.
* Correspondencia: Belén Jiménez Alonso. Universidad Autónoma de Madrid (España). Teléfono de contacto:
914975223. Fax: 914975215. E-mail: <[email protected]>, <[email protected]>.
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Belén Jiménez
Keywords: Legal pragmatism, responsibility, Quintiliano Saldaña, William James, Jeremy
Bentham, Spain.
1. Introducción: el Pragmatismo aplicado a la esfera del derecho
El objetivo de este trabajo es presentar brevemente la concepción pragmática del
derecho penal del criminólogo palentino Quintiliano Saldaña (1878-1938), un autor
que no sólo podríamos considerar el principal impulsor del «Pragmatismo jurídico»
en España, sino incluso el primero en empezar a combinar juntas estas dos palabras
(pragmatismo y jurídico) en Europa; o, al menos, eso es lo que sostiene el jurista francés
Léon Duguit (1859-1928), clásicamente considerado el mayor representante europeo
de esta postura a pesar del reconocimiento del propio Duguit al trabajo del intelectual
español (Duguit, 1924).1
Si nos interesa estudiar el Pragmatismo jurídico es debido a que éste se anuncia
como una de las posibles respuestas a la dificultad práctica de la atribución de responsabilidad en la esfera del Derecho; esto es, como una posible salida al problema de
atribuir responsabilidad moral y jurídica a un sujeto que, tal y como la ciencia de la
época sostenía, debía ser considerado como perteneciente al ámbito de la naturaleza
y, por ende, cuya acción debía ser valorada como «determinada» o «no libre» (para
una aproximación a esta cuestión, ver Jiménez, 2010a). Concretamente, Quintiliano
Saldaña (1924), inspirándose en el «Pragmatismo» de autores como el psicólogo norteamericano William James (1842-1910), afirmaría que debían superarse las estériles
controversias sobre el sujeto de derecho y la persona moral: bajo el Pragmatismo, la
realidad jurídica debía entenderse como un conjunto de conceptos que son verdaderos
porque con su ayuda se puede llegar a defender socialmente situaciones que es legítimo
proteger. Además, desde esta perspectiva pragmática, se les podía exigir a los sujetos
responsabilidad porque estos debían –estaban obligados socialmente a– comportarse
como si fueran responsables de su acción; una postura que necesariamente presuponía,
1. El jurista bordelés Léon Duguit sostiene que empieza a interesarse por el pragmatismo jurídico
después de conocer el trabajo de Quintiliano Saldaña en un congreso de Derecho Internacional en
Hamburgo en 1922 (ver Saldaña, 1925). En 1923 Duguit es invitado por Saldaña a impartir una
serie de conferencias en la Universidad de Madrid sobre «pragmatismo jurídico», debido al interés
que este tema despertaba entre diversos intelectuales españoles, entre los cuales podríamos destacar también a Adolfo Posada y Pedro Dorado (ver Peset, 1968; Gilbert, 2008; Fernández, 2010).
Duguit consideraba su postura pragmática o realista como una superación del individualismo y el
subjetivismo en la esfera del Derecho.
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entre otras cosas, una determinada idea de «ciudadano» y/o sujeto responsable (para
conocer en detalle las concepciones acerca de la ciudadanía de nuestro autor, consultar
Saldaña, 1916).
Así las cosas, lo que nos interesa en este trabajo es seguir la pista de esta posición
que en el contexto español fue abiertamente planteada por Quintiliano Saldaña,
considerado uno de los autores más relevantes de la Historia del Derecho y de la Criminología en España (García-Pablos, 1988; Serrano, 2007). Saldaña, catedrático de
Derecho penal de la Universidad de Madrid (1911-1938), sería también co-fundador
de l’Association Internationale de Droit Pénal y uno de los juristas más cosmopolitas de
la España de aquel momento (para una breve reseña sobre su vida y obra, ver González, 2004). Desde los años veinte, Saldaña comenzaría a esbozar su teoría pragmática
del derecho penal inspirada en la teoría del delito del jurista alemán Franz von Liszt
(1851-1919) y de la escuela positivista italiana, por un lado, y en los Anarchical fallacies
del inglés Jeremy Bentham (1748-1832) y el pragmatismo norteamericano, por otro
lado (Saldaña, 1925).
2. El Pragmatismo jurídico de Saldaña y la atribución de responsabilidad
2.1. El problema del conceptualismo y la superación de la metafísica
Según Saldaña, lo que posibilita el método pragmático es «apartar la vista del
pasado metafísico para dirigirla al porvenir físico» (Saldaña, 1925, p. 3). Saldaña ve
en el llamado «Pragmatismo jurídico» una nueva ciencia del crimen que acabará «con
los prejuicios religiosos y los convencionalismos éticos» presentes en el Derecho Penal
español hasta aquel momento; una postura que el autor identifica principalmente con el
Derecho natural y la Psicología racional y que rechaza retóricamente empleando la idea
de Auguste Comte de los tres estadios de evolución de la humanidad: según Saldaña,
el Derecho positivo y moderno debería aspirar al abandono absoluto de los conceptos
religiosos y metafísicos y la sustitución de los mismos por la observación objetiva de
los hechos, la aplicación del razonamiento deductivo y la verificación empírica.
Llegados a este punto, hay que tener en cuenta que originalmente el Pragmatismo se desarrolla en EE.UU. como un rechazo al conceptualismo dominante, esto es,
como una reacción contra el formalismo basado en el Derecho natural; un modelo
que, como sugiere Michaud (1987), sería fortalecido por el neotomismo reestablecido
por la encíclica Aeterna patris del papa León XIII en 1879. Tal y como subraya James
(1907/2002), el abandono de todo concepto a priori buscaría apaciguar las disputas
metafísicas que de otro modo serían interminables. Así, el Pragmatismo trata de encontrar una manera de pensar en los problemas relacionados con «nociones» concretas
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en función de sus respectivas consecuencias prácticas, encontrando una solución alternativa al intelectualismo o racionalismo (que partiría de los «conceptos» y colocaría la
verdad en el pensamiento o en una Razón absolutos) y al fenomenismo positivista o
empirismo (que partiría de los «hechos» y colocaría la verdad en el mundo sensible).
Para el Pragmatismo lo importante son las consecuencias prácticas: no los principios
primeros, sino la capacidad de una idea de modificar la realidad existente.
Así, para Saldaña (1925, pp. 5-6):
el Pragmatismo es: antirracionalismo, antidogmatismo, antitradicionalismo.
Pragmatismo es, pues, más que escepticismo y positivismo y empirismo: es
utilitarismo científico trascendental. A diferencia de la ‘teoría sintomática en
Derecho penal’ (die symptomatische Bedeutung), que es puramente psicológica,
nuestra teoría pragmática es fisiosociológica en primer término; pero también
fisiopsicológica, en cuanto –venida de la Sociología física a la Psicología física,
así como el laboratorio al aula– determina hasta dónde ese resultado criminal
estaba contenido, no sólo en el fin o intención, sino en los medios o capacidad,
individual y social, como posible.
Como vemos, Saldaña califica al Pragmatismo jurídico en términos de alternativa
empírica, psicológica y sociológica, ya que, según él, serán la psicología y la sociología
las que ayuden a colocar a la ciencia jurídica entre las ciencias modernas, esto es, lo
que permita hacer del Derecho una ciencia positiva.
2.2. El problema de la atribución de responsabilidad y la «acción pragmática»
La creación de una nueva ciencia jurídica pasa necesariamente por criticar lo
que Saldaña denomina «Criminología intencionalista», esto es, el estudio del crimen
basado en la filosofía especulativa de la «Psicología criminal» (para un análisis de la
crítica al modelo clásico de atribución de responsabilidad en el contexto español,
ver Jiménez, 2007 y 2010b). La vieja Psicología criminal de carácter racional se basa
principalmente y casi con exclusividad en la noción metafísica de «intención» y por
ello, apunta Saldaña,
no nos proporciona más que un síntoma de estado peligroso; porque la intención
no es la causa única, ni aún la causa primera del acto humano. Es una simple
dirección psíquica consciente, pero a menudo exteriormente invisible, de la
tendencia criminal, que puede o no llegar a eclosión de acto. Y cuando lleg[a],
no explica, por simplicismo, la causa eficaz del acto. (Saldaña, 1925, p. 7).
Por esta razón, sugiere el autor palentino,
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no podemos, en la zona de lo individual, referirnos a la intención, desacreditada
como factor equívoco del éxito, sino a la capacidad criminal, en cuanto es causa
cierta de un posible resultado. Esa capacidad, que ofrece base firme a la responsabilidad jurídica modernamente entendida, es razón del criminal resultado.
(Saldaña, 1925, p. 14; cursivas en el original).
A este énfasis en el resultado «individual» del crimen habría que añadirle el acento pragmático en el resultado «social», esto es, la percepción del delito como alarma
social. Estas dos dimensiones del crimen dejarían de lado conceptos a priori como el
de intención y apuntarían hacia la «eficacia» a la hora de determinar la responsabilidad criminal: quien ejecuta el hecho criminal es responsable de todo el mal que por
consecuencia del mismo se produzca (Saldaña, 1925).
Ahora bien, ¿qué es lo que introduce la postura pragmática de Saldaña en comparación con la de otros autores positivistas de la época? Por ejemplo, pensemos en la
postura del positivista salmantino Pedro Dorado (1861-1919), quien también habla
de la potencialidad criminal como resultado de coeficientes psicofísicos individuales
y sociales (una naturaleza humana que no puede ser reducida a la voluntad intelectualizada) y de la necesidad de la prevención social, esto es, de la capacidad criminal
y la alarma social.
Según Saldaña, su propia postura podría ser calificada de
nuevo correccionalismo; pero no racionalista, como el de Röeder, sino científico
(…) ni sentimental, como el humanitario de Howard o el utópico de Dorado
Montero, sino utilitario; en una palabra, no dogmático (…), sino pragmático.
(…) Este nuevo correccionalismo empieza por reducir la corrección penal, de
fin de la pena (…), a simple medio para la defensa social y perfección social, que
son los fines sociales y, en relación con la pena-medio, los fines penales. (Saldaña,
1925, pp. 14-15; cursivas en el original).
La clave está en la idea de eficacia correccional –de acción eficaz– que Saldaña
asegura tomar particularmente del utilitarismo inglés de Jeremy Bentham (1843/1862),
pero también del pragmatismo norteamericano y, más concretamente, del trabajo de
William James (1911) (al parecer de nuestro autor, si bien Charles Peirce y John Dewey
inician y desarrollan el pragmatismo, es James quien le da sentido e intenta cerrar un
sistema que, después de todo, queda incompleto debido a su muerte; para un estudio
acerca de las relaciones entre James y Peirce, ver Morgade, 2010).
De Bentham, Saldaña toma la afirmación de que los llamados «derechos naturales»
han sido creados por el Derecho, no siendo éste nada más que un mandato del rey
soberano. Es decir, tales derechos no son «naturales», sino que son establecidos por el
Estado con el objetivo de alcanzar el máximo beneficio para toda la sociedad.
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De James, Saldaña extrae la idea, como ya se ha señalado, de que lo relevante
de un concepto es su capacidad de modificar la realidad existente. Es este presupuesto lo que el jurista español maneja como posible solución práctica al problema de
la atribución de la responsabilidad. A Saldaña no le pasa inadvertido la dificultad
que conlleva, por un lado, negar la libertad individual y la obligación moral y, por
otro lado, afirmar el hecho de que toda persona está en posesión de una naturaleza
peculiar que determina su acción. ¿No podría ser esto, se plantea, un criterio para
anular la imputabilidad de la «acción criminal» y, después de todo, para acabar con
el Derecho penal?
Según nuestro autor, en el pragmatismo hallamos una posible salida epistemológica a la necesidad de conciliar los antiguos dogmas jurídicos y las exigencias de la
crítica moderna: podrían admitirse ciertos conceptos siempre y cuando encontremos
su verificación práctica (Saldaña, 1924). Los conceptos serán verdaderos si tienen una
eficacia en sus consecuencias, pues el valor de las ideas depende de su eficacia moral y
social. Veamos dos ejemplos. Desde el Pragmatismo jurídico no se afirma que el acto
de cooperación social sea intrínsecamente bueno, sino que el acto de cooperación
tiene un valor y consecuencias sociales positivas. Desde el pragmatismo no se ve el
crimen como
un hecho de infracción, sino como un fenómeno de producción; sometido
a las leyes psicológicas generales de producción y desenvolvimiento de
los fenómenos psíquicos activos o voluntarios, y a las leyes sociológicas
generales de eficacia o trascendencia, en la fenomenología social activa o
económica. Esto es, como simple fenómeno, individual y social, valorable
sólo utilitariamente en vista de sus resultados» (Saldaña, 1925, p. 5; cursivas
en el original).
Pero ¿cómo es posible establecer cuáles son los resultados aceptables sin tener
algún tipo de principio superior o regla de conducta? Saldaña sugiere que la «verdad» de una afirmación no sólo se verifica pragmáticamente por sus resultados o
consecuencias prácticas, coherentes con esa afirmación, sino si ésta es coherente, a
su vez, con la realidad práctica social en un momento histórico concreto: el de su
época (Saldaña, 1924).
Con esta última afirmación, Saldaña parece conectar las ideas del utilitarismo
inglés con las del pragmatismo norteamericano: el único mundo que cuenta para nosotros es el mundo tal y como es calificado y valorado por nosotros. Somos nosotros
quienes le atribuimos valores. Debemos responder a una «realidad» que no es estática
y que no puede ser representada desde presupuestos dogmáticos.
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3. Reflexiones finales: algunas objeciones al Pragmatismo jurídico de Saldaña
Evidentemente, podrían desplegarse diversas críticas a la postura pragmatista de
Quintiliano Saldaña, la mayoría de las cuales estarían en la misma línea que la establecida
con anterioridad por otros autores desde la aparición del Pragmatismo norteamericano
(ver, por ejemplo, Durkheim, 1913-1914, uno de los autores que influyen en la perspectiva del jurista francés Léon Duguit): el problema del relativismo y del subjetivismo,
la necesidad de explicar el carácter de «obligación» de la verdad, etc.
Sin embargo, nos interesa ahondar aquí en una posible contradicción en el
pensamiento de Saldaña que hemos detectado al analizar en conjunto algunos de sus
trabajos. Atendiendo a la respuesta que Saldaña ofrece a la pregunta acerca de los principios de conducta, podemos intuir cierto escepticismo ante la posibilidad de establecer
criterios universales de carácter moral y jurídico. Pero, ¿y de carácter psicológico? ¿Por
qué la psicología cuantitativa y, específicamente, la psicología de las diferencias son
para Saldaña –como ya hemos sugerido en otros estudios; ver Jiménez, 2010b– una
herramienta clave para cumplir el principio de proporcionalidad de las penas establecido
por Cesare Beccaria (1764/1990) y, por ende, para salvaguardar la posibilidad de un
Derecho penal justo? (esto es, para determinar el grado en el que los individuos están
«determinados al mal»; Saldaña, 1914, p. 450). Planteado de otro modo, ¿por qué la
«capacidad criminal» es más efectiva que la «intención»? ¿Por qué apela Saldaña a la
ciencia psicológica para defender la supuesta efectividad de la «capacidad criminal»?
¿Por qué la Psicología y la Sociología son para Saldaña elementos claves para la constitución del Derecho positivo?
Responder a estas cuestiones será el objeto de trabajos posteriores, donde se tendrá
que analizar específicamente la herencia pragmática norteamericana en los estudios
de Saldaña. En este artículo nos ha parecido suficiente llamar la atención sobre una
cuestión inexplorada hasta este momento: la presencia del «Pragmatismo» en la esfera
del derecho español y su posible aportación al debate en torno a la responsabilidad
penal del sujeto.
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Artículo recibido: 24-08-11
Artículo aceptado: 24-09-11
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